VL02 Lengua Cultura y Sociedad
VL02 Lengua Cultura y Sociedad
VL02 Lengua Cultura y Sociedad
Carlos Lomas
Nos quejamos de la confusin de lenguas, de la variedad de conversaciones, porque soamos con la atencin universal, inabarcable para nuestra
finitud. Pero la cultura es una conversacin cuyo centro no est en ninguna parte.
La verdadera cultura universal no es la utpica Aldea Global; es la bablica multitud
de aldeas.
Gabriel Zaid
Amparo Tusn Valls, Anlisis de la conversacin, Barcelona, Ariel, 1997, pg. 89.
Pierre Bourdieu, Que significa hablar? Economa de los intercambios lingsticos, Madrid, Akal,
1985, pg. 28.
3
Gabriel Zaid, Los demasiados libros, Barcelona, Anagrama, 1996, pg.
2
Como seala Suzanne Romaine (1994 [1996, pg. 46]), las lenguas
gramaticalizan los dominios de experiencia ms importantes para la cultura a la que
sirven, de modo que los conceptos gramaticalizados pueden considerarse
fundamentales, mientras los conceptos slo asociados: con palabras lo son menos,
la comprensin de unos y otros nos facilita el acceso a las categoras cognitivas.
Quiz la teora ms difundida sobre el vnculo entre lengua y cultura sean la
que se conoce como la hiptesis Sapir-Whorf Segn estos autores, existe una
absoluta interdependencia entre la lengua y la concepcin del mundo de forma que
las diversas maneras de entender el entorno cultural tienen su origen en las
diferencias lingsticas entre los hablantes y entre las comunidades lingsticas.
Lyons (1981, citado por Jess Tusn, 1984, pg. 273) resume de esta manera la
hiptesis Sapir-Whorf a) por lo que respecta a nuestro pensamiento, estamos
definitivamente a merced de la lengua particular que sirve como medio de expresin
de nuestra sociedad, ya que solamente podemos ver, or y poseer cualquier
experiencia a travs de las categoras y distinciones que la lengua codifica; b) las
categoras y distinciones codificadas en un sistema lingstico son peculiares de ese
sistema y no comparables a las de otros
Edward Sapir modera el determinismo lingstico que se deduce de estas
palabras (el lenguaje determina la manera en que pensamos) al circunscribir sus
hiptesis al mbito del lxico (y no al de la morfologa o al de la sintaxis). En su
opinin es obvio que el vocabulario es un reflejo de la historia cultural de los grupos
sociales. Sin embargo, de ello no se deduce que las diferencias entre las lenguas
sean las causantes de las diferencias culturales entre las personas y entre los
pueblos ya que no existe en realidad correlacin alguna entre el tipo cultural y la
estructura lingstica, Como escribe Sapir (1912 [1958, pgs. 89-103], citado por
Jess Tusn, 1984, pgs. 276-277):
Si el entorno fsico de un pueblo se refleja ampliamente en su lengua, tambin
esto es cierto del entorno social [...]. La cultura se desarrolla en innumerables
direcciones y puede alcanzar cieno grado de complejidad. Por esto no debemos
extraarnos si encontramos que los vocabularios de los pueblos que difieren
ampliamente en el grado de cultura participan tambin de es la gran diversidad (...).
Esta variedad de vocabulario, reflejo del entorno social, no es ajena a la poca v al
lugar; en oirs palabras, el acervo de conceptos culturales y el vocabulario correlativo
se enriquecen y ramifican constantemente de acuerdo con el aumento de la
complejidad cultural del grupo. Es casi evidente que el vocabulario, en gran parte,
reflejo la complejidad cultural: el vocabulario (la temtica de una lengua) suministra
en cualquier momento el conjunto de smbolos que remite al fondo cultural del grupo.
Si por complejidad de una lengua emendemos el abanico de los intereses que
conocimiento del mundo o si esas ideas estn ah con cierta autonoma. O quizs
ambas cosas sean ciertas en alguna medida. En opinin de Hudson (1980 [1981,
pg. 115]), son las ideas las que perfilan el lenguaje, ms que a la inversa, excepto
en las reas relativamente abstractas del pensamiento. La formulacin de las ideas
es en conjunto un proceso independiente. Diseccionamos el universo segn las
lneas puestas por la naturaleza y por nuestras necesidades comunicativas y
cognoscitivas, ms que por nuestro lenguaje.
3.8.4. Lengua y clase social
En una comunidad lingstica las personas hablan y utilizan la lengua comn
de manera distinta. Algunas de estas diferentes formas de hablar estn asociadas a
la idiosincrasia d cada una de esas personas y constituye un estilo expresivo o
idiolecto individual. Sin embargo, en la mayora de las ocasiones, el habla de las
personas es diferente por una serie de causas sociales y casi siempre tiene que ver
con el vnculo de cada hablante con respecto a un determinado grupo cultural (clase
social, sexo, edad, etnia, raza...). Quizs el ejemplo ms evidente de estas
diferencias lingsticas entre quienes hablan una determinada lengua lo ofrecen las
variaciones asociadas al sexo y a la edad: es obvio que las mujeres y los hombres (o
los nios y los adultos) hablan de maneras diferentes, en ocasiones por causas
biolgicas (las diferencias de tamao de la laringe determinan tonos de voz distintos
en mujeres y hombres) pero tambin a causa de una serie de factores de naturaleza
cultural que analizaremos eh los dos apartados siguientes.
En otras ocasiones la manera de hablar de las personas tiene que ver con su
pertenencia a una u otra clase social (y al nivel econmico, al estatus, al nivel de
instruccin, al poder y al capital cultural de que goza cada clase social en nuestras
sociedades). Por ello, cuando una persona habla nos dice no slo quin es (hombre
o mujer, nio o adulto) y de dnde es (cul es su origen geogrfico) sino tambin a
qu clase social pertenece o, dicho de otra manera, qu es y cunto vale a los ojos
de la sociedad. De esta manera el uso lingstico identifica a las personas en tanto
que integrantes de un grupo social especfico (sexo, edad, clase...). Por otra parte, el
uso de la lengua es objeto de una evaluacin no slo lingstica sino tambin social
en la medida en que los usos lingsticos se evalan en funcin de su adecuacin a
una norma y a una variedad estndar que no es sino la norma y la variedad lingstica de las clases sociales acomodadas. Es obvio que al aprender a hablar
aprendemos no slo el cdigo de una lengua sino tambin a usar una determinada
variedad de esa lengua que suele ser la variedad lingstica que se habla
habitualmente en el grupo social al que pertenecemos.
En la misma lnea Pierre Bourdieu (1982 [1985, pgs. 19 y 20]) alude al origen
sociopoltico de la instauracin de la norma lingstica y subraya cmo se instaura el
uso lingstico de las clases dominantes como Lengua legtima que acta de modelo
expresivo del resto de las prcticas lingsticas y de los dialectos sociales de cada
clase:
Hablar de la lengua, sin ninguna otra precisin, es aceptar tcitamente la
definicin oficial de la lengua oficial: la lengua que se impone a todos los sbditos
como la nica legtima. [...] Es en el proceso de constitucin del Estado cuando se
crean las condiciones de la creacin de un mercado lingstico unificado y
.dominado por la lengua oficial: obligatorio en las ocasiones oficiales y en los espacios oficiales (escuela, administraciones pblicas, instituciones polticas, etc.), esta
lengua del Estado se convierte en la norma terica con que se miden objetivamente
todas las prcticas lingsticas. [...] Para que una forma de expresin entre otras (en
el caso de bilingismo una lengua, un uso de la lengua en el caso de la sociedad dividida en clases) se imponga como la nica lengua legtima es preciso que el
mercado lingstico se unifique y que los diferentes dialectos de clase se midan en
la prctica por el rasero de la lengua o segn su uso legtimo. La integracin en la
misma comunidad lingstica, que es un producto de la dominacin poltica
constantemente reproducida por instituciones capaces de imponer el reconocimiento universal de la lengua dominante, constituye la condicin de la
instauracin de relaciones de dominacin lingstica.
y difundida a gran escala por los agentes de la estandarizacin (y, entre ellos, los
medios de comunicacin y el sistema educativo), y el vestigio encubierto de las
variedades no estndar de la lengua, asociadas a los hablantes de las clases bajas y
cuya funcin social es subrayar su identificacin con esas clases sociales y su
solidaridad con las personas que integran la cultura a la que pertenecen.
Cdigos elaborados, cdigos restringidos y educacin lingstica
El habla es una herramienta de socializacin esencial en la vida de las
personas. Desde tempranas edades los nios y las nias acceden al conocimiento
cultural de su entorno fsico y social a travs del uso lingstico. Es cierto que no toda
la cultura se transmite ni se aprende de una manera verbal, pero tambin lo es que
en esas edades la interaccin con la familia y con las dems personas y los procesos
educativos en las escuelas se manifiestan casi siempre de una manera lingstica.
De ah que se haya analizado el papel que desempea el lenguaje de los nios y las
nias en el acceso al conocimiento escolar que se ensea en las escuelas y se haya
investigado en qu medida el dominio de determinadas habilidades lingsticas
condiciona el xito o el fracaso escolar. En este mbito de anlisis e investigacin
destacan los estudios de Basil Berstein (1975 y 1977), quien estudi el habla de las
madres de diferentes clases sociales con el fin de mostrar cmo el cdigo elaborado
del habla de madres britnicas de clase media favorece el xito escolar de sus hijos
e hijas mientras el cdigo restringido del habla de madres de clases bajas dificulta e
impide el aprendizaje de los alumnos y alumnas originarios de los sectores ms
desfavorecidos de la sociedad. David Crystal (1987 [1994, pgs. 39 y 40]) resume de
la siguiente manera la teora de los cdigos elaborados y de los cdigos
restringidos de Basil Berstein:
Los conceptos de cdigo elaborado y de cdigo restringido intentan
explicar de qu manera la distribucin del poder y los principios de control de una
sociedad llegan a configurar y a invadir modalidades de comunicacin
completamente diferentes, que son portadoras de las culturas de las distintas
clases sociales y de la cultura de los colegios, reproduciendo as unas ventajas
educacionales desiguales. La teora sostiene que la red de relaciones sociales en
que las personas estn integradas acta de manera selectiva sobre la produccin
de significados, y por lo tanto sobre la eleccin de las alternativas que ofrecen los
recursos lingsticos comunes.
Se dice que los cdigos tienen su origen en las distintas estructuras
familiares, asociadas (aunque no de forma inevitable).con las ciases sociales, y que
se transmiten a travs de contextos socializantes, instruccionales y regulativos de
importancia crucial, que orientan a los nios de manera diferente hacia las
funciones, significados y valores del colegio. Los cdigos restringidos surgen all
donde hay significados propios del contexto local en que estn enclavados, y la
necesidad de hacer que los significados sean especficos y explcitos se ve
reducida por vigencia de sobrentendidos, valores e identificaciones compartidas.
Por el contrario, las formas de los cdigos elaborados surgen de relaciones sociales
en las qu hay menos elementos sobrentendidos, los valores c identificaciones
comunes no estn en primer plano, y por lo tanto se tiende a exigir una
comunicacin ms explcita y especfica. Se sostiene que los nios de clase media
tienen acceso a ambos cdigos mientras los nios de clase media trabajadora son
ms propensos a verse limitados, inicialmente, a un cdigo restringido, y a
encontrar dificultades para acceder a la forma de cdigo elaborado que el colegio
requiere, y por lo tanto tambin a los significados y a las practicis pedaggicas que
dicho cdigo elaborado regula.
constituye el nico medio por el cual pueden dar sentido a su propia experiencia en
el mundo pero a la vez insisten en que los educadores deberan comprender el
valor de dominar el lenguaje estndar del conjunto de la sociedad. Por medio de la
plena apropiacin del lenguaje estndar dominante los estudiantes se habilitan
lingsticamente para dialogar con los diversos sectores de la sociedad (Freir y
Macedo, 1987 [1989, pg. 153]).
3.8.5. Lengua, sexo y gnero
En las ltimas dcadas, y en el contexto de las luchas de las mujeres por la
igualdad (y por el derecho a la diferencia), asistimos a la edicin de un aluvin de
estudios e investigaciones cuyo objetivo es analizar cmo en nuestras sociedades el
poder y el saber se han conjugado casi siempre en masculino y como el
androcentrismo lingstico y cultural han construido a lo largo de los siglos, y an
construyen hoy en da, la discriminacin de la mayora de las mujeres en la vida
privada y en la vida social (en el espacio de lo intimo, en el mbito de lo domstico y
en la esfera de lo pblico). Casi nadie niega va en el mbito de las ciencias sociales
una cierta ocultacin de la mujer en los escenarios del discurso (Lakoff, 1972; Smith,
19S5; Violi, 1986; Yagello, 1987; Philips y otros, 1987; Garca Messeguer, 1988:
Graddol y Swann, 1989; Irigaray, 1990 y 1992: Tannen, 1994; Martn Rojo, 1996;
Woodak, 1997; Tusn, 1999; Lomas. 1999 entre otras) ni ese nada inocente Olvido
de su actuar en los escenarios de la historia y del pensamiento (Duby y Perrot, 1991,
1992 y 1993; Amors, 1985; Rodrguez Magola, 1997). Condenadas al silencio y al
anonimato durante siglos, las mujeres comienzan al fin a ejercer su derecho a la
palabra y a la igualdad (y a la diferencia) y en sus investigaciones sobre el papel que
desempea la ideologa patriarcal en la construccin cultural de en las identidades de
gnero4 nos invitan a mirar de una manera diferente tanto la vida cotidiana en
nuestras sociedades como, en consecuencia, el intercambio lingstico entre
hombres y mujeres.
En este contexto abundan los estudios orientados a analizar cmo la
gramtica, el vocabulario y los usos lingsticos, en su calidad de espejo de una
cultura androcntrica, contribuyen a la desigualdad sociocultural de las mujeres, al
mantenimiento de la hegemona masculina, a la construccin de los estereotipos
sexuales y a la ocultacin de lo femenino en el mbito de lo pblico. As, por ejemplo,
en la gramtica de la lengua castellana se utiliza el gnero gramatical masculino para
4
Con el trmino gnero aludo, como es habitual en el mbito de las ciencias sociales, al conjunto de
fenmenos sociales, culturales y psicolgicos vinculados al sexo de las personas. En lingstica el
concepto da gnero tiene un significado bastante ms restringido en su calidad de sistema de
clasificacin gramatical de las palabras que se manifiesta en la concordancia. Utilizare el trmino
genero gramatical cuando designemos un fenmeno de naturaleza estrictamente lingstica mientras
usare el trmino gnero al referirme a las identidades socioculturales vinculadas a uno u otro sexo.
referirse indistintamente a los dos sexos (cuando, por ejemplo, se nombra a los
profesores al hablar del profesorado o de los profesores y d las profesoras, con lo
que se excluye a las mujeres en la enunciacin lingstica) mientras se detecta una
cierta resistencia al uso del femenino en la designacin lingstica de oficios y
titulaciones (se alude a la juez en vez de a la jueza, a la mdico en vez de a la
mdica), pese al informe favorable de la Real Academia Espaola de la Lengua con
respecto al uso del gnero gramatical femenino para nombrar a las mujeres que han
obtenido un determinado ttulo o desempean un determinado oficio.
Los estudios sobre lengua, sexo y gnero han iluminado algunas de las
sombras que ocultaban hasta ahora tanto el anlisis de los usos lingsticos entre las
personas como la conciencia de sus efectos en la construccin cultural de las
identidades masculina y femenina. En ltima instancia, han hecho posible avanzar en
el anlisis de un aspecto esencial en la investigacin lingstica contempornea,
como es el que atae a la conexin entre los usos lingsticos de uno y otro sexo y
las lenguas (Ingaray, 1990). En este sentido, los estudios sobre lengua y gnero (y
sobre lengua y sexo) intentan aclarar algunas cuestiones especialmente relevantes
en el mbito de la investigacin lingstica, como las enunciadas por Sally
McConnell-Ginet, 1988 [1992, pgs. 101 y 102]):
sino que permiten que socialmente, pblicamente, se valoren ms unos estilos que
otros. Y no nos puede asombrar que, tal como funcionan nuestras sociedades, el
estilo ms valorado como aquel apropiado para las situaciones ms formales o
pblicas sea el masculino y que se tilde de inadecuado (o de cursi, catico, inseguro
o histrico) un estilo discursivo construido con estrategias ms tpicamente
femeninas.
Otras autoras, como Deborah Tannen (1986), insisten en este enfoque al
sealar cmo en las conversaciones mixtas las expectativas de hombres y mujeres
son diferentes ya que unos y otras proceden de subculturas diferentes que
convertiran las conversaciones heterosexuales en conversaciones interculturales en
las que los malentendidos y los conflictos son habituales. En opinin de Tannen
(1990), en la mayora de los hombres el estilo discursivo dominante es un estilo
informativo (report talk) cuyo uso se orienta a conservar su independencia y a
negociar su estatus en el contexto de las jerarquas entre uno y otro sexo mientras
que en la mayora de las mujeres el estilo discursivo dominante es un estilo
relacional (rapport talk) orientado a la solidaridad conversacional y a la continua
negociacin de la interaccin a travs de estrategias de cortesa positiva, de
bsqueda de semejanzas y de la aportacin de informacin referida al mbito de lo
privado frente a la exhibicin masculina de conocimientos, habilidades y citas de
autoridad.
Si bien es cierto que las diferencias culturales entre unas y otros nos ayudan a
entender las diferentes formas de hablar de hombres y mujeres, tambin lo es que
las diferencias culturales no surgen de forma espontnea. Habra que preguntarse
por qu nias y nios se educan por separado, por qu desarrollan valores tan
distintos. Y aqu las respuestas posibles son numerosas: su diferente socializacin
(explicacin psicoanaltica, muy arraigada hoy en el feminismo de la diferencia), su
diferente esencia (argumento arraigado en el discurso sexista, pero tambin en
algunos desarrollos del feminismo ele la diferencia) o bien mantener una explicacin
basada en las diferencias de poder que no ignore las diferencias entre los gneros
(Martn Rojo, 1996, pg. 15).
En los ltimos aos se observa en algunos mbitos como el educativo una
mayor conciencia en torno al papel que juega el lenguaje en la construccin cultural
del gnero, en el mantenimiento de los estereotipos sexuales y en la ocultacin
simblica de las mujeres en el escenario de las palabras. De ah que hayan
proliferado en este tiempo algunas iniciativas orientadas tanto a evitar el sexismo en
la lengua (Instituto de la Mujer, 1989) como a encontrar las formas lingsticas que
nos permitan nombrar a unos y otros en su calidad de personas con una condicin
sexual diferente (Nombra, 1995).
Con el fin de evitar este dficit, nada mejor que una inyeccin lingstica y cultural
que les adiestre en el dominio de la variedad estndar de la lengua a travs del
cambio de sus hbitos lingsticos y del alejamiento de su variedad lingstica
original. Se parte de la idea de que son menos competentes en el uso de la lengua
que sus compaeros y compaeras de clase media y de que slo abandonando su
sociolecto de clase y de celad e imitando y adoptando la variedad estndar y culta de
las clases acomodadas les ser posible romper con el crculo de pobreza y con la
marginacin a los que su identidad sociocultural y sus usos lingsticos les
condenan.
Aun siendo bien intencionada esta voluntad de intentar compensar el dficit
cultural de los alumnos y de las alumnas de las clases bajas, este enfoque de la
educacin lingstica adolece en mi opinin de al menos dos inconvenientes: un
innegable prejuicio contra las variedades lingsticas (geogrficas, sociales,
generacionales...) de los alumnos y de las alumnas de las clases desfavorecidas (y
por tanto un cierto menosprecio de su identidad cultural) y una confianza un tanto
ingenua en el valor da cambio del uso estndar de la lengua en la sociedad.
En cambio, la teora de la diferencia, aun estando de acuerdo con la teora del
dficit en que el capital lingstico con el que acceden a la escuela los alumnos y las
alumnas de las clases bajas contrasta con las formas lingsticas que exige la
educacin formal, subraya el papel que desempean las actitudes y los prejuicios
sociolingsticos sobre las diversas variedades lingsticas en el aprendizaje de
quienes estn inmersos en subculturas ajenas a la cultura dominante. Stubbs (1 978
[1984, pgs. 83-85]) seala que no se ha demostrado de forma suficiente una
relacin de causa/efecto entre el uso de variedades restringidas y el fracaso escolar,
por lo que sin descartar esta hiptesis quiz convenga reflexionar sobre los efectos
de la intolerancia escolar hacia las diferencias lingsticas y hacia la diversidad
cultural en las aulas (vase ms adelante el texto de Stubbs en el apartado Lengua
y escuela de este epgrafe 3). En este contexto, la educacin lingstica debe
intentar conjugar el respeto a las variedades lingsticas de origen de cada alumno y
alumna con la conciencia de que conviene contribuir en las aulas al aprendizaje
escolar de aquellas variedades de la lengua cuyos usos tienen una innegable utilidad
en el mercado de los intercambios lingsticos y en el contexto escolar y social. No
se trata por tanto de erradicar en clase las formas de hablar de quienes por su condicin social y por su edad utilizan una variedad lingstica socialmente
desvalorizada sino de partir de sus usos lingsticos para ir avanzando hacia el
aprendizaje de otros usos ms complejos y adecuados a las diversas situaciones y
contextos de comunicacin (Lomas, Osoro y Tusn.. 1993, pgs. 14y 15).
sintctica del discurso. El campo del discurso se relaciona por tanto con el
tema del que se habla o escribe.
2. El modo del discurso. Tiene que ver con el canal de comunicacin elegido
para el intercambio lingstico y permite distinguir entre registros orales y
registros escritos.
3. El tenor del discurso. El uso de la lengua difiere tambin segn sean los
objetivos del intercambio lingstico: no es lo mismo utilizar la lengua con una
finalidad esttica, como en algunos textos literarios, que usarla con un objetivo
didctico, como en los textos expositivos y descriptivos, o con la intencin de
persuadir y convencer, como en los textos persuasivos y argumentativos.
4. El tono interpersonal. Tiene en cuenta el tipo de relaciones que se establecen
entre quienes participan en cada intercambio lingstico. No se utiliza el mismo
registro en una intervencin parlamentaria que en una conversacin en un
caf con personas amigas. En el primer caso el registro utilizado tendr un
tono de formalidad bastante acusado mientras en el segundo caso el tono
ser informal y espontneo.
En el mbito de la educacin lingstica el auge de los enfoques
comunicativos de la enseanza de las lenguas ha trado consigo un mayor nfasis en
la adecuacin del hablante (o del escritor) a las caractersticas ce cada situacin de
comunicacin (o sea, a los temas, a los interlocutores, a los objetivos del intercambio...). Por ello se entiende que una persona competente desde un punto de vista
comunicativo es aquella que no slo sabe hablar y escribir correctamente la lengua
propia sino que adems lo hace de una manera apropiada en cada situacin de
comunicacin. Dicho de otra manera: la competencia comunicativa consiste no slo
en saber qu decir a quin sino tambin en cmo y en cundo decirlo de un modo
adecuado. Exige no slo una competencia lingstica (un conocimiento de la
gramtica de la lengua) sino tambin un conjunto de competencias estratgicas,
sociolingsticas y textuales que permiten a quien usa la palabra adaptar la
organizacin del discurso a los lemas que son objeto de la enunciacin lingstica, al
cana! utilizado (ora! o escrito), a las finalidades del intercambio comunicativo
(exponer, describir, argumentar, narrar, instruir, informar, persuadir...) y al tono que
se deriva de las caractersticas de los interlocutores (formal, estndar, coloquial...).
De ah que, como sealamos en otros lugares a lo largo de este captulo, una
seleccin de los contenidos y de las actividades del aprendizaje lingstico en torno a
mbitos de uso favorezca tanto la conciencia sobre las diversas situaciones de comunicacin en que tienen lugar los intercambios lingsticos de las personas como la
adquisicin de las habilidades lingsticas que se requieren en cada una de ellas.
personas y de los pueblos y en esta tarea no hay una lengua mejor que otra. De ah
la conveniencia de contribuir desde la educacin lingstica a la eliminacin de ese
mito sociopoltico desde el que se establece una jerarqua entro lenguas de cultura y
lenguas primitivas, entre lenguas de progreso y lenguas arcaicas, entre lenguas
suaves y lenguas speras, entre lenguas ciarais y lenguas oscuras... Esta jerarqua
entre las lenguas, construida a base de (pre)juicios de valor y de supersticiones
lingsticas que casi siempre utilizan como criterio de (s) eleccin la excelencia
cultural de la lengua propia, carece de. cualquier fundamento lingstico ya que
olvida que todas las culturas que han sido investigadas, independientemente de que
fueran ms o menos culturalmente primitivas, han resultado tener una lengua
desarrollada con una complejidad comparable a las de las naciones amadas
"civilizadas". [...] Todas las lenguas tienen una gramtica compleja: puede existir una
relativa sencillez en algn punto (por ejemplo, la falta de desinencias en las
palabras), pero siempre parece haber una relativa complejidad en lo que, se refiere a
otro (por ejemplo, la posicin de las palabras). Todas las lenguas poseen intrincadas
reglas gramaticales, y en todas hay excepciones a dichas reglas (Crystal, 1987
[1994, pg. 6]).
En el siguiente texto David Crystal (1987 [1994, pg. 7]) alude al mito de la
superioridad de unas lenguas sobre otras y defiende la radical igualdad entre todas
las lenguas:
La superioridad intrnseca de unas lenguas sobre otras es una creencia
extendida, pero no est basada en ningn hecho lingstico. Algunas lenguas, por
supuesto, resultan ms tiles o prestigiosas. Que otras en determinados perodos
de la historia, pero eso se debe a la preeminencia de sus hablantes en aquel
momento, no a ninguna caracterstica lingstica inherente. La opinin de la lingstica moderna es que no se debe valorar una lengua sobre la base de la
influencia poltica o econmica de sus hablantes. De otra manera, deberamos
considerar al espaol y al portugus que se hablaban en el siglo XVI como algo
mejores de lo que son ahora, y el moderno ingls americano sera mejor que el
ingls britnico.
Actualmente, no es posible evaluar la perfeccin de una lengua en trminos
lingsticos, y no es menos difcil llegar a una evaluacin en trminos estticos,
filosficos, literarios o culturales. Y, por ltimo, cmo podramos comparar los
mritos del latn y del griego con la proverbial sabidura del chino, la extensa
literatura oral de las islas de la Polinesia, o con la profundidad de los conocimientos
cientficos expresados en ingls? Tal vez algn da se invente algn sistema de
medida para evaluar una lengua de un modo objetivo, pero, hasta entonces, la tesis
de qu ciertas lenguas son intrnsecamente mejores que otras debe ser rechazada.
Bilinguismo
1
Diglosia
y bilingismo
2
Bilingismo
sin disglosia
3
Dsglosia
sin bilingismo
4
Ni bilingismo
ni disglosia
Por su parte, Humberto Lpez Morales (1989. pg. 72) enumera una serie de
factores que pueden contribuir a atenuar o a eliminar una situacin diglsica: 1) una
alfabetizacin ms extensa, 2) una comunicacin ms vasta entre los diversos
sectores sociales de la comunidad, y 3) el deseo de poseer una lengua estndar
nacional como atributo de autonoma o soberana
Cul es el papel que en este contexto le corresponde a la educacin
bilinge? Y cul es la situacin de las lenguas minoritarias en el sistema escolar
espaol? A intentar responder a estas preguntas, de forma breve, dedicaremos las
ltimas lneas de este apartado.
Las lenguas se aprenden por inmersin, en los contextos cotidianos del habla; es decir, de la
conversacin. Y no hay otro mtodo ms eficaz que este: lanzarse a un mar en el que, a buen seguro,
nunca nadie se ha ahogado (traduccin del amor).
Hudson. 1980 [1981, pg. 34]) con el fin de aludir a modalidades de uso de la lengua
asociadas a mbitos geogrficos (dialectos en sentido estricto o geolectos) y a
mbitos sociales (soctolectos).
En este contexto, una lengua no es sino la variedad lingstica (geogrfica y
social) que goza de un mayor prestigio en el seno de una comunidad de hablantes (y
que coincide casi siempre con la variedad estndar y con el sociolecto alto de esa
lengua) mientras que habitualmente se denomina dialectos a las variedades
geogrficas y sociales que gozan de un menor prestigio social y cuyo uso se desva
en aspectos fonolgicos, prosdicos y lxicos-semnticos de la norma culta que
regula el uso estndar del haba y de la escritura.
En la mayora de las lenguas con tradicin gramatical y literaria casi nadie
discute la existencia de una unidad lingstica subyacente a todos sus hablantes (la
lengua) cuyo reflejo se encuentra en la lengua escrita, en la utilizacin de los
registros formales del habla y en la tradicin literaria. Dicho de otra manera, y en
palabras de Manuel Alvar, una lengua, al menos una de las lenguas de uso
mayoritario, es el sistema lingstico del que se vale una comunidad de hablantes y
que se caracteriza por estar fuertemente diferenciado, por poseer un alto grado de
nivelacin, por ser vehculo de una importante tradicin literaria y, en ocasiones, por
haberse impuesto a sistemas lingsticos de su mismo origen (Alvar, 19-61, pg.
54). Desde este punto de vista, un dialecto geogrfico sera un sistema de signos
desgajado de una lengua comn, viva o desaparecida, normalmente con una
concreta delimitacin geogrfica pero sin una fuerte diferenciacin frente a otros de
origen comn (Alvar, 1961, pg. 56).
Sin embargo, las cosas no son tan obvias como parecen a primera, vista si
abandonamos el territorio de las teoras inmanentes y de la dialectologa tradicional y
bajamos a la arena de los usos lingsticos de las personas. En efecto, si la lengua
es un sistema lingstico de naturaleza homognea y ajeno al uso heterogneo que
de la lengua hacen las personas, entonces la lengua carece ele hablantes. Por
decirlo con claridad: la lengua espaola (o la lengua inglesa, o la lengua francesa...)
es una lengua que no s habla en ninguna parte.
Como seala Coseriu (1993, pg. 167-168), nadie habla el espaol [.,.]
porque nadie habla al mismo tiempo castellano, aragons y asturiano La lengua,
entendida en su calidad de sistema lingstico, es un concepto terico y abstracto
(Lpez Morales, 1989, pg. 40) que no resiste el contraste con la realidad de los
usos lingsticos de los hablantes, ajenos en la mayora de las ocasiones al
estereotipo de una lengua ideal e inmanente.
Por el contrario, una lengua no es una entidad homognea sino una casi
infinita heterogeneidad de dialectos geogrficos y sociales. Otra cosa bien distinta es
negar que exista un uso lingstico que la gente identifica con la lengua, o al menos
con el modelo de lengua que socialmente goza de un mayor consenso lingstico y
de un mayor prestigi social. Por ello, quiz cabe concluir que la nica diferencia
entre lengua y dialectos resida en el prestigio que en ocasiones se atribuye a la
primera cuando sta se confunde con una variedad estndar utilizada en los medios
de comunicacin, en lenguaje institucional, en el mbito acadmico y cientfico, en la
educacin y en la literatura (Lpez Morales, 1989, pgs. 42 y 43; Hudson. 1980
[1981, pg. 42], Moreno Fernndez, 1998, pg. 87, entre otros).
Dicho de otra manera: la lengua inglesa no es sino la variedad estndar de la
RP (received pronunctation) o del ingls de la BBC (aunque ese ingls estndar que
aparece como modelo de lengua inglesa no sea el ingls estndar hablado en Nueva
York); De igual manera, la lengua espaola no es sino la variedad estndar del
castellano (aunque de nuevo la variedad estndar del castellano no se corresponda
con el lxico, la fraseologa e incluso |a gramtica del espaol estndar en
Latinoamrica). Por tanto, como se ve, las cosas son algo ms complicadas de lo
que parece.
Qu es una lengua estndar? De nuevo estamos ante una nocin un tanto
imprecisa y que alude al resultado de una intervencin directa y deliberada de
algunas instituciones sociales orientada a codificar como modelo de lengua una
determinada variedad donde antes slo haba dialectos (es decir, variedades no
estndar asociadas a mbitos geogrficos y a grupos sociales). La estandarizacin
consiste en consecuencia en la codificacin y en la aceptacin en una comunidad de
habla de un conjunto de normas que establecen los usos correctos de una lengua:
ortografa, gramtica, estilstica y diccionario (Stewart, 1968; Moreno Fernndez,
1988. 89). Una lengua estndar, segn Hudson (1980 [1981, pgs. 43-44]), es el
resultado de una serie de procesos:
1. Seleccin. De una u otra forma debe haber sido seleccionada una variedad
particular como la que va a ser desarrollada como lengua estndar. Puede
que sea una variedad ya existente, pero tambin podra ser una amalgama de
distintas variedades. La eleccin es un asunto de mucha Importancia social y
poltica, ya que la variedad escogida suele necesariamente ganar prestigio, y
as la gente que va la habla comparte ese prestigio [...].
2. Codificacin. Alguna institucin tal como la Academia tiene que haber escrito
diccionarios y libros de gramtica para fijar una variedad, de forma que
todos puedan ponerse de acuerdo en lo que es correcto. Una vez hecha la
codificacin, hace falta que todo ciudadano ambicioso aprenda las formas
de estilo (solemne, estndar, familiar, vulgar.) Dicho de otra manera: quienes hablan
un dialecto geogrfico comparten una serie de seas de identidad en determinados
aspectos fonticos o lxicos pero se distinguen en su sociolecto ya que en el seno de
cada comunidad geogrfica conviven grupos sociales cuyos diferente estatus y nivel
de instruccin se refleja en el uso lingstico: sociolecto alto, sociolecto medio,
sociolecto bajo, pero tambin sociolecto masculino y sociolecto femenino, sociolecto
adulto y sociolecto juvenil, etc. De igual manera, y en el seno de esa comunidad de
habla dialectal, se utilizan diversos niveles o registros de lengua: culto, formal,
estndar, familiar, coloquial, vulgar...
La existencia de una norma lingstica, elaborada casi siempre teniendo en
cuenta el sociolecto urbano de las clases instruidas y una de las variedades
geogrficas de la lengua (casi siempre aquella que corresponde al territorio con un
mayor poder poltico), se ha justificado habitualmente por la conveniencia de
conservar la unidad lingstica en una comunidad heterognea de habla y polla
utilidad social de establecer con claridad qu usos lingsticos se consideran
ajustados al buen hablar y al buen escribir y qu usos por el contrario se alejan del
modelo de lengua establecido en esa norma. En el caso del espaol peninsular, el
habla castellana de las ciases acomodadas ha sido tradicionalmente el modelo por
excelencia del buen hablar frente a otros dialectos y hablas regionales y la lengua
literaria ha actuado en este contexto como modelo de lengua, culta. Sin embargo, y
aunque la norma lingstica tenga una cierta voluntad uniformadora, si algo
caracteriza el uso lingstico de las personas es la radical heterogeneidad de sus
formas de decir (sociolectos, dialectos, estilos...). Por ello el habla de las personas
huye de las tendencias u ni hormadoras de la norma lingstica y la distancia entre el
uso oral de los dialectos geogrficos y la variedad culta es algo que ya nadie niega.
El problema sin embargo estriba en la actitud que se adopte, en el seno de la
sociedad y en el mundo de la educacin, ante esos usos dialectales alejados de la
norma lingstica.
A lo largo y ancho de este manual insist hasta la saciedad en la idea de que
los usos lingsticos constituyen un elemento esencial de la identidad personal y
sociocultural de las personas. Por tanto, y en la medida en que el habla es una de las
seas de identidad de cualquier comunidad cultural, cualquier intento de corregir o de
censurar ese habla no es sino una manera de imponer a las personas una variedad
ajena desde un cierto prejuicio sociolingstico y social sobre la excelencia de esta
variedad y por tanto desde cierto menosprecio de las personas y de las culturas que
utilizan otras variedades lingsticas (Rosenblat. 1967). En el caso del espaol
peninsular, hasta hoy se ha considerado como norma de obligada referencia la
variedad castellana de la meseta norte, por lo que en algunas ocasiones cualquier
otra variedad geogrfica del espaol se ha considerado vulgar, incorrecta e ilegitima.
Gardner (1985 pgs. 40-42, citado por Todol y Cuenca, 1994) establece tres
tipos esenciales de actitudes: a) generales (actitud de inters por el aprendizaje de
las lenguas extranjeras) y especficas (actitudes acerca de los hablantes de una
lengua concreta); b) actitudes relevantes y no relevantes, y; c) actitudes educativas
(actitudes en el contexto del aprendizaje escolar de una lengua,..) y sociales
(actitudes sobre las lenguas y sus hablantes).
Una educacin lingstica orientada al aprendizaje de los conocimientos, de
las habilidades y de las actitudes que hacen posible el intercambio comunicativo
entre las personas debe ser contribuir a la adquisicin de actitudes positivas ante las
lenguas y sus hablantes y a la crtica a los prejuicios lingsticos, geopolticos e
ideolgicos que afectan de forma negativa a la convivencia lingstica entre las
personas y los pueblos (vase en este sentido el epgrafe i del captulo inicial de este
libro y algunos apartados de los epgrafes 2 y 3 de este captulo). La lengua y las
lenguas no deben usarse como herramientas de opresin y silencio sino com a
Instruments de convivencia, mes enll de la tolerancia indiferent, com a etnes
privilegiades amb qu es pot construir la realitat de tots: una realitat verbal que
conjugui voluntats plurals irrepetibles6 (Tusn, 1998, pg. 107).
En el siguiente texto Agustn Fernndez Paz (1996) describe a algunos
fenmenos del uso lingstico en Galicia (el uso del gallego y del castellano en
diversas situaciones de comunicacin) y alucie a las actitudes lingsticas que
condicionan el comportamiento comunicativo en una u otra lengua y al origen social
de los prejuicios y creencias que ocultan el uso del gallego en las situaciones de
contacto de lenguas.
Imaxinemos por un momento que un habitante doutro planeta, unha especie
de antroplogo das estrelas, chega a Galicia coa misin de realizar un estudio
sobre a situacin lingstica do no so pas. E supoamos tamn que os seus
poderes son limitados, xa que so pode observara nosa vida en sociedade, sen que
lle sexa posible entrar no mbito do privado. Haberla modos aspectos que este
extraterrestre poderia analizar e entender con facilidade (a existencia de das
linguas, os parciats usos diglsicos que facemos delas, a presencia asoballante
dunha das linguas nos medios de comunicacin...). Pero haberla outros que axia
lle haban facer ver que algunhas pezas non encaixaban no conxanto. Porque, por
poermos un excmplo, o noso visitante poderia consultar os tres tomos do Mapa
Sociolingistico de Galicia e ler neles que unha alta porcentaxe da poboacin do
pas declara ter o galego como lingua habitual, tamn as cidades. Mais cando
pasease de vagar polas ruas e prazas deses mbitos urbanos, cando entrase en
cafeteras e comercios, sempre atento idioma en que se desenvolvesen as
conversas, axia comprobara que as porcentaxes de uso do galego serian
sensiblemente menores aue as que lie corresponderan de acord cos datos do
Mapa Sociolingstico de Galicia. Mesmo se pasase algunha tarde paseando polo
centro dalgunhas cidades, por esa zona limitada por unhas fronteiras invisibles,
pero de doada identificacin nun plano, podera ter a tentacin de pensar que as
personas que utilizan o galego son unha minora ben cativa, case inexistente. A
conclusin que tirarla seria ben doada: ou ben o Mapa Sociolingslico de Galicia
unha ficcin ou ben o observao un espellismo que oculta a realidade.
Claro que se o noso extraterrestre tivese mis poderes, e puidese tamn
entrar nas casas e sobre todo, acceder os nosos pensamentos axia haba ver que
a aparente contradiccin se esvala coma a nboa dalgunhas maancias de vern.
Porque comprobara como moitas persoas aue nas oficinas, ou nos comercios, ou
nas cafeteras, desenvolvern as s uas relacins en casteln, recuperan o galego, a
sua lingua primetra, cando estn na intimidade das casas, ou na conversa cos
amigos ou, sinxelamente, cando van soas pensando nos seus asuntos.
E entn o estudio si que poderia ler unha conclusin clara e coherente: esta
unha sociedade na que unha das das linguas que se falan nela, a propia do
pas, a habitual na maioria da poboacin, ten unha escasa presencia na vida social.
Dalgun xeito, unha lingua que permanece oculta, agachada: sobre todo nos
mbitos urbanos. Parece coma se houbese unha prohibicin que impedise falala en
pblico, unha prohibicin s transgredida por unha minora que tenta, s veces con
moitos atrancos, desenvolver a sua vida cotia na lingua do pas.
Pode que o visitante das estrelas s quedase parcialmente satisfeito con
esta conclusin, quizis quixese atopar tamn a resposta a unha pregunta
inevitable: cal a explicacin destes comportamentos lingsticos? Porque as
das linguas son cooficiats e, na teora, non hal atranco ningn para que unha
persoa fale en galego en calquera mbito e en calquera situacin. As que, como
falar dunha lingua oculta? Onde est a prohibicin, quen prohibe? Se a xente non
a fala ser porque non quere ningun llelo impide, ten plena liberdade para facelo.
Daquela o estraterrestre quizis decidise facer un estudio de casos, mirar
con masis atencin os comportamentos individuls, na procura da clave que os
explicase. E, dese xeito tal vez seguise a esa panilla que wai {alando en galego
pola ra e cine, o entrar rumba cafetera, lie pide en castehn O cainareiro o que
\>ai tomar. Un cama-retro que lies responde en casteln e que logo, cando volve
tras da barra, contina a conversa, lamen en galego, que eslqba a manter co sen
compaairo. Ou seguera a esa nena que fala en galego na sa casa pero que.
entrar no recinto da escola a bater coas amigas, cambia de lingua e pasa a falarcon
elas en casteln. Ou eslarta a carn dse meslre que vn de conversar en galego
Justifica tu respuesta
Hasta ahora casi nadie dudaba en responder que la escuela deba ensear la
lengua correcta y el respeto a la norma culta. De ah el nfasis en el aprendizaje de
la gramtica, en la correccin ortogrfica, en ejercicios de sintaxis, en la ampliacin
del saber lxico-semntico y en la lengua literaria como canon de lengua. Sin
embargo, en los ltimos tiempos, y al comps de la extensin de la escolaridad
obligatoria y del acceso a las aulas de alumnos y alumnas con un cierto rechazo a la
cultura escolar, ese nfasis.se ha atenuado ante la certeza de que una educacin
lingstica orientada exclusivamente al aprendizaje de conceptos gramaticales, a la
correccin de la ortografa, al conocimiento de la historia literaria y a la enseanza de
la norma culta apenas contribua a la adquisicin de las habilidades lingsticas y
comunicativas que hacen posible un uso de la lengua (oral y escrito) no slo correcto
sino tambin adecuado y coherente en las diversas situaciones y contextos de la
comunicacin entre las personas.
Por qu? A lo largo de este manual he intentado responder a este
interrogante insistiendo no slo en la inadecuacin de algunas formas de hacer en el
mbito de la educacin lingstica sino tambin en otros factores de naturaleza
sociocultural que nos ayudan a entender cmo las desigualdades en el seno de la
sociedad se traducen en un desigual acceso a los bienes lingsticos y en el xito
acadmico de unos y en el fracaso escolar de otros.
De ah que cualquier evaluacin sobre el aprendizaje lingstico en las aulas
tenga que tener en cuenta los diferentes contextos socioculturales en los que unos y
otros adquieren y desarrollan sus habilidades comunicativas; Slo desde la
conciencia sociolingstica de que no todos los alumnos y no todas las alumnas acuden a la escuela con un capital lingstico adecuado ser posible evitar el desnimo
que en ocasiones nos acosa al constatar el lento avance en la mejora de las
competencias comunicativas de algunos alumnos y alumnas.
De ah que surjan otros interrogantes que a su vez exigen otras respuestas.
Algunos de estos interrogantes se refieren a la lengua de los alumnos: cmo hablan
los alumnos y las alumnas? Cul es su capital lingstico? Con qu intenciones y
en que contextos usan la lengua? Otros aluden a las ideas y expectativas de la
institucin escolar en torno al aprendizaje lingstico en las aulas y al tipo de lengua
que conviene ensear: cmo espera la institucin escolar que hablen los alumnos?
En qu variedad lingstica y con qu grado de correccin? Con qu intenciones
se ensea la lengua en las escuelas e institutos?
Es evidente que los alumnos y las alumnas ya hablan cuando acuden a las
escuelas e institutos y en consecuencia saben usar la lengua para transmitir algunos
significados. Y no hace falta ser un observador especialmente cualificado para saber
que en la mayora de las ocasiones utilizan al hablar una variedad social asociada a
sobre lo que es importante: slo ocurre que l tiene valores y objetivos diferentes.
Una explicacin no lingstica del fracaso escolar es que se puede llevar a un nio
ante Euclides, pero no se le puede hacer pensar.
Alternativamente, un nio puede parecer ineducable porque la escuela es
insensible a sus formas de lenguaje y pensamiento culturalmente distintas, e insiste
en tratar estas diferencias como deficiencias. Una segunda explicacin del fracaso
educativo es que hay que empezar a ensear desde el punto donde se encuentra el
nio; no hay ningn otro sitio desde donde empezar, pero con nios diferentes
tenemos que empezar desde sitios diferentes.
Tampoco podemos presumir, en ningn caso, que tenga que haber una
causa nica y ntida del fracaso educativo: un pronstico simple y mgico del xito
educativo. En general, existe una evidencia en aumento a favor de una gama de
efectos no tradicionales sobre el desarrollo cognitivo (incluidos los no lingsticos),
incluyendo la confianza del nio en s mismo, las esperanzas de futuro y las
expectativas del profesor hacia l.
Por lo tanto, el lector debe evitar el dejarse engaar por el amplio nmero de
estudios que debaten la cuestin de si hay una relacin, directa causal entre
lenguaje y capacidad educativa. A menudo se han derrochado ingentes cantidades
de tinta acadmica en falsos problemas.
En la Edad Media, los eruditos solan debatir cuantos ngeles podan danzar
sobre la punta de una aguja; pero debatir un problema no lo convierte en algo
significativo en los trminos del mundo real. Varios libros sobre el lenguaje en la
educacin dan por sentado que la deficiencia lingstica es un concepto
significativo, y que puede utilizarse para explicar ciertos problemas educativos de
los nios. No obstante, el concepto se halla en tela de juicio, y muchos lingistas se
preguntan si la nocin tiene alguna clase de validez.
De hecho, ha surgido ahora una contraliteratura debido a la necesidad de
sealar algunos de los mitos creados por la investigacin de las ciencias sociales
en el terreno de la educacin. Keddie (1973) ataca el mito de la deficiencia
cultural; Labov (1969) ataca un aspecto de este mito en lo que l llama la ilusin
de la deficiencia verbal, y Jakson (1974) ataca el mito de los cdigos elaborados y
restringidos. [.,.]
Hasta ahora no existe una relacin causal verificada entre el lenguaje de un
nio y su capacidad cognitiva, y ni squica est claro qu tipo de vivencia se
requerir para demostrar dicha relacin. Son demostrablemente incoherentes las
afirmaciones que aseguran que ciertas variedades (dialectales) del lenguaje son
deficientes y, consecuentemente, originan deficiencias cognitivas. Una
importante falacia lgica se deriva, por lo tanto, del hecho de ver el lenguaje como
una causa del xito o fracaso educativo.
Un problema sociolingstico
No obstante, lo que surge es una compleja relacin sociolingstica entre el
lenguaje de un nio y su xito escolar. No existe duda de que diferentes grupos
sociales utilizan diferentes formas de lenguaje en situaciones sociales comparables.
Es decir, tienen diferentes normas de uso apropiado del lenguaje. Esto se muestra
tanto por trabajos de campo realizados en escenarios naturales como por trabajos
experimentales del tipo de los de Bernstein. Los profesores y las escuelas pueden
estimar que el lenguaje empleado por ciertos nios es estilsticamente inapropiado
para las convenciones de la situacin del aula (aunque el lenguaje del nio puede
ser totalmente adecuado para cualquier exigencia cognitiva que se le haga).
Adems, los profesores pueden reaccionar negativamente ante variedades
lingsticas de bajo prestigio y, en situaciones extremas, pueden reaccionar
negativamente ante variedades lingsticas de bajo prestigio y, en situaciones
extremas, pueden incluso malinterpretar al nio (aunque ninguna de las partes
puede darse cuenta exactamente de lo que est ocurriendo). Incluso si el profesor
abandona su norma para aceptar el lenguaje del nio como distinto, pero
igualmente valioso, su propio lenguaje probablemente sea distinto, en forma notoria
respecto al del nio, en la direccin de la variedad lingstica normativa de prestigio.
Y el nio tendr conciencia de que la forma lingstica del profesor es la que recibe
apoyo por parte de la autoridad institucional.
El nio, entonces, puede verse envuelto en una disyuntiva. Puede reconocer
que, para progresar, debe adoptar el estilo de lenguaje del profesor, pero que hacer
esto le va a separar de sus amigos. Un dialecto anormativo puede tener bajo
prestigio social para las escuelas, pero sirve a la funcin positiva de demostrar
lealtad de grupo a sus hablantes. Y el grupo parejo siempre es una influencia
lingstica mucho ms fuerte sobre los nios que su escuela o familia. [...]
La desventaja educacional puede ser resultado de la ignorancia o
intolerancia popular en cuanto a las diferencias culturales y lingsticas. Pero tal
desventaja no es una deficiencia. As pues, yo rechazara el demasiado simple y
peligroso tpico de que el fracaso educativo es fracaso lingstico, y lo sustituira
por la afirmacin ms cauta de que el fracaso educativo suele provenir de diferencias sociolingsticas entre escuelas y alumnos. Por ello, mi punto de vista sera el
siguiente: (1) Las escuelas y las aulas dependen del lenguaje, puesto que la
Alfabetizacin emancipadora
Para mantener cierta coherencia con el plan revolucionario de reconstruir
sociedades nuevas y ms democrticas, los educadores y lderes polticos
necesitan crear una nueva escuela sobre la base de una nueva praxis educativa,
que exprese diferentes conceptos educativos y coincidan con el plan pensado
para la sociedad en su conjunto. Para que esto suceda, el primer paso consiste
en identificar los objetivos de la educacin dominante heredada. En segundo
lugar, es necesario analizar de qu forma funcionan los mtodos seguidos por las
escuelas, legitimando los valores y significados dominantes, al tiempo que niegan
la historia, la cultura y el idioma de la mayora de los estudiantes sometidos.
Se dice, asimismo, que la nueva escuela debe estar tambin por una
pedagoga radical, que materializara valores tales como la solidaridad, la
responsabilidad social, la creatividad y la disciplina al servicio del bien comn, la
vigilancia y el espritu crtico. Un rastro importante de un nuevo plan educativo
seria el desarrollo de programas de alfabetizacin arraigados en una ideologa
emancipadora, en que los lectores se conviertan en "sujetos" ms que en monos
"objetos" El nuevo programa de alfabetizacin necesita alojarse de los enfoques
tradicionales, que insisten en la adquisicin de habilidades mecnicas, pero
separan la lectura de sus contextos ideolgicos e histricos. [...]
De este modo, el desarrollo por parte del lector de una comprensin crtica
del texto, y del contexto sociohistrico al cual se refiere, se convierte en un factor
importante de nuestra concepcin de la alfabetizacin. En este sentido, el acto de
aprender a leer y escribir os un acto creativo que implica una comprensin crtica
de la realidad.
El conocimiento acerca de sus conocimientos anteriores, que los
educandos alcanzan a travs de una praxis analtica en su contexto social, les
abre las posibilidades de un nuevo conocimiento, que revela la razn de ser que
se oculta tras los hechos, desmitificando de este modo las falsas interpretaciones
de estos mismos hechos. As pues, ya no hay separacin entre pensamiento
lenguaje y realidad objetiva. La lectura de un texto exige ahora una lectura dentro
del contexto social al cual se refiere.
Algo queda de ese mito bblico en quienes an hoy aoran una lengua nica e
identifican la diversidad de lenguas y de culturas como un castigo divino o como una
lamentable carencia de la humanidad. Frente a esta idea homogeneizadora
sobresale hoy en el mbito de la educacin y en el mbito de la lingstica el elogio
de la diversidad lingstica y cultural de los pueblos. No hay tal castigo ni mucho
menos una carencia sino una infinita diversidad de formas de decir y de entender la
cultura que no es sino un reflejo de la diversidad cultural de las personas y de los
pueblos. Y aunque haya miles de lenguas y todas sean diferentes, todas las lenguas
son iguales puesto que han surgido y se han desarrollado para expresar las ideas y
los sentimientos de sus hablantes, Por ello, todas merecen ser habladas y
estudiadas porque todas son un espejo de las seas de identidad de las personas y
de las culturas y todas nos ofrecen una informacin valiossima sobre la sociedad
humana.
Ofrecemos a continuacin dos textos que elogian la Babel de lenguas en que
convivimos y el papel de la educacin lingstica en la eliminacin de ciertos
prejuicios y estereotipos sociolingsticos sobre las lenguas y sus hablantes. En el
primero de ellos Jess Tusn (1994) alude a los prejuicios sociales contra lo que es
diferente y seala como un objetivo esencial de la educacin lingstica contribuir a la
igualdad de las personas, de sus culturas y de sus lenguas. En el segundo texto
(Direccin Xeral de Poltica Lingstica, 1994), escrito en gallego y elaborado en el
contexto de una campaa institucional orientada al fomento de actitudes lingsticas
positivas, se interpreta en clave positiva el mito de Babel en contraposicin al
estereotipo negativo que habitualmente se tiene sobre l.
Texto I
El mbito educativo es, a la vez, lugar para la creacin y adquisicin del
saber v tambin espacio en el que se asumen pautas bsicas de convivencia. Pero
el saber y el convivir se ven obstaculizados con frecuencia por prejuicios endmicos
hacia todo lo que es diferente. contra el otro sexo, las gentes diversas, las
culturas diferentes y, tambin, contra las lenguas distintas ele la propia. [... ]
Ante un panorama semejante, el mundo de la educacin tendra que romper
ms de una pacfica y crtica lanza en favor ele la igualdad de todos los grupos
humanos, etc. sus culturas y d sus lenguas. Lo que quiere decir que debera
promover, contra instancias poderosas y contra la inercia de una mala educacin
multisecular, el respeto hacia la diversidad.
Una educacin integral de la persona debe implicar, necesariamente, una
educacin lingstica. Esta tarea pasa por el amor no chovinista a la propia lengua,
por su cultivo y por el conocimiento de sus recursos expresivos, y tambin por el
inters y el aprecio de las diversas lenguas como vehculo de comunicacin de
otros pueblos y otras culturas, tanto si son avaladas por fronteras estatales como si
no lo son. En buena medida, la educacin para la convivencia se tendra que
fundamentar en un ejercicio que nos resultar difcil y que es poco comn: el
ejercicio de la desfamiliarizacin, que nos llevar a vernos a nosotros mismos
tambin como extraos, como si furamos los otros, y a nuestras costumbres y
lenguas como diferentes desde los ojos ajenos.
Un ejercicio ste de la desfamiliarizacin que debera ser
complementado con el de la identificacin de todo aquello que es comn las
diversas lenguas del mundo: los llamados, general-, mente, universales del
lenguaje. En el siglo XIII el gran filsofo ingls Roger Bacon, uno de los iniciadores
de la gramtica especulativa medieval, escribi unas palabras que todava hoy son
citadas con veneracin: La gramtica de todas las lenguas es nica, y la misma en
lo esencial, aunque de lengua a lengua puedan darse diferencias accidentales.
Cierto es que las lenguas se nos presentan muy diferentes y mutuamente
ininteligibles; pero, en aspectos fundamentales, todas son la realizacin de la
facultad lingstica. Unas tendrn artculos y otras no; unas, preposiciones y otras,
casos: sta sonar de una forma y aqulla de otra. Pero tocia lengua hace posible, para sus usuarios, la manifestacin del pensamiento, la ordenacin del
mundo y la cohesin entre los hablantes. Y en toda lengua es posible el lujo
extraordinario y gratuito de la expresin literaria. Y, por encima de todo ello, la
posesin de una lengua nos singulariza como seres especiales en el mbito de la
naturaleza y pone de relieve la unidad incomparable de la especie humana.
(Jess Tusn (1994): Prejuicios lingsticos y enseanza, en Signos.
Teora y prctica de la educacin, n 11, Gijn, pgs. 25-27).
Texto 2
Se se mira o mapa das linguas que se jalan en Europa (algunas, oficiais;
outra, marxinadas ou insuficientemente recoecidas polos gobernos dos
respectivos pases), a impresin que se ten a de estarmos diante dun grande
mosaico. Un mosaico moi variado e moi rico, coas sitas petas significativamente
interconectadas.
Diante desta realidade algunhas voces teen jalado dos inconvenientes
dunha situacin asi, lamentando que non haxa un idioma europeo nico, que nos
permitise entendernos e comunicamos sen problema ningn.
Quen as falan enfocan a realidade dun modo equivocado. Do mesmo xeito
que unha das grandes riquezas da naturaleza e a btodiversidade, a sua ampla
variedade, na flora e na fauna (pensemos na preocupacin do mundo cientfico
diante da empobrecdora uniformizacin dalgunhas zonas do planeta, como
resultado dunha irracional concepcin da agricultura), tamen a variedade de linguas
e unha inmensa riqueza. Unha riqueza na que est reflectida, mellor que en ningn
outro sitio, toda a historia da humanidade.
Fronte a visin que considera o mito de Babel como unha maldicin, a que
predomina hoxe e a visin que o considera como unha mostra da pluralidade, da
variedade aue caracteriza e define con-xunto da humanidade. Variedade de
etnias, de costumes, de linguas, de xellos de entende lo mundo. Dalgn xeito, caba
dicir que tdalas persoas somos iguais precisamente porque somos diferentes.
As pretendidas dificultades de comunicacin entre persoas que falan linguas
diversas cada vez son mis inconsistentes. Porque, o tiempo que se est a afirma
la necesidade de manter e potenciar esta variedade, as persoas que vivimos en
Europa vemos tantn a necesidade de ter unha (ou mis) lingua de relacin8
comn, que permita e favoreza a intercomunicacin. A importancia que o estudio
dos idiomas esta a ter entre a xuventude dos diferentes pases europeos a
constatacin prctica disto.
s veces, anda se escoitan argumentos que tentan contrapoer estes dous
fenmenos que hoxe se estn a dar simultneamente en Europa: o proceso de
reencontr coas propias races e a conciencia de pertencer a unha comunidade
continental ou mundial. Non hai tal contradiccin, xa que o segundo non pode existir
seno primeiro, e s se cidadn do mundo desde a pertenza a unha comunidade
propia.
(Direccin Xeral de Poltica Lingstica / Concello de Vigo (1994), Materiis
da campaa. En galega vivo Vigo, en galego Vigo vai, Vigo.)
Lingua de relacin; Tratase dun concerno que ha que definir xunto con outro
complementario, que e o de lingua de instalacin. Todo las persoas temos unha lingua de
instalacin, que adopta comeidir (anda que non sempre) coa lingua familiar ou materna.
a que sentimos cont nosa, a que utilizamos na maiora das situacins da nosa vida cotia
(anda que en Galicia este situacin esta moi condicionada polos problemas diglsicos). O
concepto de lingua de relacin e complementario do anterior, bise que a lingua de relacin
(ou lingua, xa que pode haber mis de unha) e aquella na aue unha persoa tamen len
competencia lingstica plena, anula que non sera a sou lingua de instalacin (nula de la
Direccin Xeral de Poltica Lipientca (Concello de Vigo).
tanto que es usada ya que en el uso lingstico de las personas influyen de una
manera determinante diversos factores geogrficos, culturales, sociales e
individuales. Quiz por ello el uso de la lengua es un espejo privilegiado de la
diversidad lingstica y sociocultural en nuestras sociedades. En ellas las personas
desempean unos u otros oficios, tienen una determinada edad y un determinado
sexo, pertenecen a una u otra clase social, tienen una ideologa y un determinado
capital cultural, nacen o viven en una comunidad donde se hablan una o varias
lenguas, donde se usa de manera habitual una variedad dialectal... Esta diversidad (y
esta desigualdad) lingstica y cultural en nuestras sociedades tiene su reflejo en el
uso lingstico a travs de diversas manifestaciones: sociolectos, registros, jergas,
dialectos, bilingismo, diglosia, interferencias, prejuicios...
En cuanto a las aulas, los alumnos y las alumnas utilizan a! hablar una
variedad social asociada a su edad, a su clase social, a su sexo, y en ocasiones, a
un determinado dialecto geogrfico. Ese y no otro es su capital lingstico, til en la
conversacin espontnea, en el mbito familiar y en el uso coloquial de la lengua
pero quizs inadecuado en otras situaciones de comunicacin y en la escuela.
Porque la escuela espera de los alumnos y de las alumnas que sean capaces de
hablar y escribir correctamente, es decir, que aprendan a usar la variedad estndar
de la lengua y a ser respetuosos con la norma lingstica. Y ah es donde aparecen
las dificultades, en la distancia entre la lengua del alumno y la lengua de la escuela,
entre las variedades lingsticas de uso habitual en sus contextos cotidianos y la
variedad estndar y en ocasiones culta de la institucin escolar.
nuestras sociedades con la voluntad de indagar no slo sobre las lenguas y sus
variedades geogrficas sino tambin sobre cmo los bienes de la lengua estn
injustamente distribuidos en el mercado de los intercambios lingsticos ya que no
todas las personas tienen acceso a las diferentes situaciones y contextos de
comunicacin ni estn en igualdad de condiciones a la hora de
adquirir las habilidades comunicativas que hacen posible la competencia
comunicativa de las personas.
Cmo influye el contexto sociocultural de las personas en el uso de la lengua
y en la adquisicin de la competencia comunicativa?
Cuando hablamos (sea cual fuere el contenido de lo dicho) las palabras dicen
algunas cosas sobre quines somos, cules nuestro origen geogrfico, cul es
nuestro sexo y edad, a qu clase social pertenecemos y cunto capital cultural
poseemos... Por eso en una comunidad lingstica las personas hablan y utilizan la
lengua comn de manera distinta. Algunas de estas diferentes formas de hablar
estn asociadas a la idiosincrasia de cada una de esas personas y constituye un
estilo expresivo o idiolecto individual. Sin embargo, en la mayora de las ocasiones,
el habla de las personas es diferente por una serie de causas sociales y casi siempre
tiene que ver con el vinculo de cada hablante con respecto a un determinado grupo
cultural (clase social, sexo, edad, etnia, raza...). Quiz el ejemplo ms evidente de
estas diferencias lingsticas entre quienes hablan una determinada lengua lo
ofrecen las variaciones asociadas al sexo y a la edad pero es evidente que la manera
de hablar de las personas tambin tiene que ver con su pertenencia a una u otra
ciase social (y al nivel econmico, al estatus, al poder y al capital cultural de que
goza cada clase social en nuestras sociedades). Por ello, cuando una persona habla
nos dice no slo quin es (hombre o mujer, nio o adulto) y de dnde es (cul es su
origen geogrfico) sino tambin a qu clase social pertenece o, dicho de otra
manera, qu es y cunto vate a los ojos de la sociedad. De esta manera el uso
lingstico identifica a las personas en tanto que integrantes de un grupo social
especfico (sexo, edad, clase...). Por ello, al aprender a hablar aprendemos no slo el
cdigo de una lengua sino tambin a usar una determinada variedad de esa lengua
que suele ser la variedad lingstica que se habla habitualmente en el grupo
sociocultural al que pertenecemos.
Es sexista la lengua?
Los estudios sobre el sexismo en la lengua se han ocupado de investigar
cmo tratan las lenguas a las mujeres con el fin de dilucidar si existe o no sexismo en
la lengua y en los usos lingsticos de las personas y, si en efecto es as. de qu
manera contribuyen tanto a la dominacin masculina como a la ocultacin y al