PDF Interculturalidad Criìtica y (De) Colonialidad PDF
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PDF Interculturalidad Criìtica y (De) Colonialidad PDF
y (de)colonialidad
Ensayos desde Abya Yala
Catherine Walsh
Interculturalidad crtica
y (de)colonialidad
Ensayos desde Abya Yala
2012
1era. edicin:
Ediciones Abya-Yala
Av. 12 de Octubre 14-30 y Wilson
Casilla: 17-12-719
Telfonos: 2506-247 / 2506-251
Fax: (593-2) 2506-255 / 2 506-267
e-mail: [email protected]
www.abyayala.org
Quito-Ecuador
ISBN: 978-9942-09-122-2
Diseo, diagramacin
e impresin:
Ediciones Abya-Yala
Quito Ecuador, diciembre 2012
Presentacin
Para entender la interculturalidad no es necesario ni ser indgena ni solo estudiar el mundo indolatinoamericano. Los saberes
y conocimientos sobre interculturalidad se construyen en la convivencia cotidiana, fundamentalmente en la responsabilidad consigo
mismo y en el compromiso con los dems.
De esta manera se va generando una comprensin de la realidad, especialmente social, poltica y cultural, que se manifiesta
en la militancia activa por construir opciones de vida distintas, ms
cercanas a lo que somos y ms humanas. Pero dicha comprensin
no puede ni debe limitarse al mundo acadmico, sino que debe ser
compartida de manera comunitaria y en una gran minga construir
una patria para todos, una patria plurinacional.
La experiencia y la historia nos han hecho caer en cuenta
que vivimos una interculturalidad colonizada, vista y creada desde
una lgica occidental y colonial. Tenemos, por tanto, la gran tarea de
(de)colonizar la interculturalidad, reciclar el eurocentrismo, desmonopolizar la vida desde nuestras resistencias y desde nuestros proyectos, siguiendo los pasos de nuestros taytas, mamas, amawtakunas;
en fin, partir necesariamente desde el desaprender, pasar por el reaprender hasta llegar a la reconstitucin de los pueblos, de la sociedad
y de la vida.
Estos encuentros y reencuentros de identidad cultural y
poltica, en la unidad de los pueblos, han permitido encauzar las luchas conjuntas; unas desde la accin social, otras desde el quehacer
poltico y algunas desde la academia. La experiencia en el caminar
juntos nos ha sealado nuestros sueos y nuestras obligadas tareas
para alcanzarlos.
La autora de este libro ha sentido, en la vivencia con nuestros pueblos y comunidades, la necesidad de reencausar la interculturalidad desde los paradigmas de Abya-Yala y la urgencia de buscar
una verdadera opcin de vida, poniendo su esfuerzo en la minga por
construir una sociedad intercultural y un Estado plurinacional. Este
trabajo es el reflejo de su lnea de accin y en sus palabras vamos a
encontrar una invitacin para una reflexin conjunta.
En la primera parte del libro, la autora habla de (de)construir la interculturalidad, la geopoltica del saber, la colonialidad y la
colonialidad del poder, pues son formas de pensamiento construidas
desde las coordenadas eurocntricas y la lgica del colonizador. En
su remplazo plantea la necesidad de una interculturalidad concebida
desde la lucha de los pueblos subalternizados indgenas, negros y
la sociedad en general y as reorganizar las relaciones sociales y la
sociedad misma a partir de sus formas de pensar y sus costumbres,
es decir, desde la perspectiva de Abya-Yala.
En la segunda parte, la autora reflexiona sobre las luchas, los
avances y desafos de interculturalizar y decolonizar las instituciones
y las estructuras del Estado, poniendo nfasis en las insurgencias sociales, polticas y epistmicas de los movimientos sociales pueblos
indgenas, afrodescendientes, etc. de Ecuador y Amrica Latina,
quienes esgrimiendo la fuerza de la wipala, exigen cambios totales y
el reconocimiento a las diversidades.
Finalmente, en la tercera parte de la obra, la autora plantea la
necesidad de responsabilizarnos por el camino de la descolonizacin
del pensamiento y de los saberes, de indisciplinarnos de las disciplinas enajenantes desde las diversas experiencias de interculturalizaciones educativas. A travs de ellas, nos hace un llamado para lograr
ver, saber y hacer posible con nuestro pensamiento, con nuestras
manos, con nuestros pasos, el horizonte del Sumak Kawsay y borrar
definitivamente las huellas de la crisis civilizatoria.
Luis Macas
Instituto Cientfico de Culturas Indgenas (ICCI)
Quito, diciembre de 2012
Agradecimientos
A Diana vila por su ayuda de revisin y edicin de los ensayos y su gran apoyo, que permitieron llevar este proyecto hacia su
fruicin.
Al estimado compaero Luis Macas por honorarme con su
presentacin y con el dilogo sostenido a lo largo de los aos.
Al ICCI y al equipo editorial de Abya-Yala.
A los compaeros y compaeras que, desde las organizaciones y movimientos sociales y desde los espacios otros construidos
dentro y fuera de la Universidad, siguen luchando por interculturalizar y decolonizar todas las esferas de la vida.
A esta tierra del Sur que, a lo largo de estos aos, se ha convertido en mi hogar y lugar desde donde pensar, actuar y soar.
Tabla de contenidos
Presentacin. ......................................................................
Agradecimientos..................................................................
Tabla de contenidos............................................................
Introduccin....................................................................... 11
Parte I.
Perspectivas de base
1 (De)Construir la interculturalidad.
Consideraciones crticas desde la poltica,
la colonialidad y los movimientos indgenas
y negros en el Ecuador................................................................... 23
2 Interculturalidad y colonialidad del poder.
Un pensamiento y posicionamiento otro desde la
diferencia colonial........................................................................... 53
3 Hacia una comprensin de la interculturalidad.......................... 89
Parte II.
Insurgencias, poltica
y Estado
4 Interculturalidad y (de)colonialidad: diferencia y nacin
de otro modo................................................................................... 97
5 Interculturalidad, plurinacionalidad y razn (de)colonial:
insurgencias poltico-epistmicas y refundares del Estado....... 109
6 Interculturalidad crtica y pluralismo jurdico:
reflexiones en torno a Brasil y Ecuador....................................... 135
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Parte III.
Interculturalizaciones educativas
7 Interculturalidad crtica y educacin intercultural..................... 155
8 Etnoeducacin e interculturalidad en perspectiva decolonial.. 179
9 Estudios (inter)culturales en clave decolonial............................. 197
Introduccin
Mi inters y compromiso con las dos temticas que organizan esta coleccin de ensayos la interculturalidad y la decolonialidad tienen una trayectoria larga.
Con la interculturalidad, esta trayectoria empieza a tomar
forma y sentido en el Ecuador al inicio de los aos 90, ms que todo
a partir de mi colaboracin con la Confederacin de Nacionalidades
Indgenas del Ecuador (CONAIE) alrededor de la educacin intercultural bilinge y el proyecto en construccin en ese entonces de
una universidad indgena intercultural. Por medio de las numerosas
conversaciones con intelectuales del movimiento y la participacin
en sus talleres sobre asuntos de la praxis poltica y educativa, empec a concebir la interculturalidad a partir de la significacin que le
daba el movimiento indgena. Esa es como principio ideolgico y
como proceso y proyecto por construir a partir de una transformacin profunda a nivel estructural, institucional y social, incluyendo
con relacin al Estado. Contribuir a la puesta en prctica de esta significacin fue parte de mi colaboracin a lo largo de la dcada de
los 90 y a principios de los 2000 con varias instancias organizativas
e institucionales de nivel nacional, incluyendo gobiernos locales y
alcaldas indgenas.
Claro es que yo vena a esta conversacin y colaboracin con
mis propias referencias y antecedentes. En los Estados Unidos, form
parte, durante muchos aos, de las luchas sobre los derechos lingsticos, tnico-raciales, educativos y culturales, y en contra del poder
racial y colonial continuo. Trabaj de cerca con comunidades, lderes
y activistas-intelectuales puertorriqueos, chicanos, caribeos y latinoamericanos, haitianos, asiticos, caboverdianos y afroamericanos,
con equipos de defensa legal, y con instituciones educativas desde
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escuelas hasta universidades, con el afn de confrontar las condiciones de inequidad y desigualdad para intervenir en la construccin
de condiciones sociales distintas. Me integr con militancia a colectivos y organizaciones locales, regionales y nacionales, y me dediqu
a mltiples proyectos de educacin popular, de investigacin accin
participativa (IAP) y de transformacin social.
Durante tres aos tambin tuve el privilegio de trabajar muy
de cerca con el pedagogo brasilero Paulo Freire cuando todava viva
en el exilio. Con l coense seminarios universitarios; facilitamos
talleres comunitarios y formamos una red nacional de pedagoga
crtica que involucraba educadores, estudiantes, activistas e intelectuales, apuntando la posibilidad de una praxis educativa, epistmica,
poltica y cultural transformadora; lo que fundament, a la vez, lo
necesario para su concrecin.
Fue toda esta experiencia enraizada en luchas concretas, que
dio fundamento y base en este tiempo para mi docencia y reflexin
escrita, algo que se extendi y se ampli con mi traslado permanente
al Ecuador en los 90. Es as, que el dicho del intelectual jamaiquinobritnico Stuart Hall (1992: 283) que los movimientos polticos
provocan movimientos tericos y coyunturas histricas insisten sobre las teoras, siempre ha tenido para m, resonancia total.
Ahora bien, fue en el contexto ecuatoriano y a partir de la
relacin colaborativa con el movimiento indgena y sus proyectos
emergentes, que la interculturalidad trmino y proyecto no utilizados en el contexto estadounidense empez para m a tener sentido.
Era obvia la diferencia con el pluri o multiculturalismo, el cual, a
partir de los aos 90, lleg a ser herramienta poltica y discursiva
tanto de los Estados y las entidades multilaterales y transnacionales,
como de la lgica mercantilista neoliberal.
Mientras la interculturalidad, semantizada desde el proyecto poltico indgena, implicaba la construccin de un nuevo orden
social para el conjunto de la poblacin indgena y no indgena, el
pluri-multi-culturalismo significado y ejercido desde las instancias
de poder se basaba en el reconocimiento de la diversidad tnico-
Introduccin
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Introduccin
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Introduccin
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lo que Luis Macas ha llamado la tara colonial y, a su vez, el significado actual de la lucha de(s)colonial.
A finales de los 90, y ya inmersa en el trabajo en el Ecuador,
conoc en un seminario en Cochabamba, Bolivia, al argentino-estadounidense Walter Mignolo. Por medio de una invitacin posterior
de Mignolo a una reunin en la Universidad de Duke, fui introducida a Anbal Quijano, Santiago Castro-Gmez, Fernando Coronil,
Edgardo Lander, Zulma Palermo, Javier Sanjins, Freya Schiwy, scar Guardiola y Arturo Escobar, entre otros, y a su discusin y debate
iniciado algunos aos antes sobre el patrn de poder nombrado
por Quijano como colonialidad del poder. Al integrarme a este colectivo germinal de reflexin que tambin inclua a Enrique Dussel,
Nelson Maldonado-Torres, Ramn Grosfoguel, Agustn Lao-Montes
y Mara Lugones y ahora varios ms, que descubr un espacio frtil,
dinmico y estimulante para explorar, a nivel del pensamiento, la
misma complejidad del poder colonial, su fundamento en la idea
de raza, su complicidad con el capitalismo, y sus manifestaciones
en los campos, entre otros, de subjetividad, existencia y saber. La
colonialidad entonces entr no solamente a mi vocabulario sino
tambin a mi praxis pedaggico-metodolgica, sirviendo as como
herramienta til de anlisis, comprensin y articulacin, como marco y matriz para teorizar y pensar desde los movimientos y momentos sociales y polticos; asimismo, tambin para entender, con mucho ms profundidad, la razn crtica del proceso y proyecto de la
interculturalidad.
Fue en el ao 2004, en el contexto de conversaciones llevadas
a cabo con colegas en la reunin de la Asociacin de Filosofa Caribea en Barbados y luego en una reunin del proyecto de modernidad/colonialidad, que propuse la de-colonialidad como trmino y
concepto propositivo para as resaltar las luchas y acciones pasadas
y presentes en Amrica Latina que desafan la colonialidad y crean
condiciones de ser, saber, existir y vivir radicalmente distintas. Claro
es que eliminar la s proponiendo la de- y no la des- colonialidad rompi las reglas lingsticas del castellano. Sirvi como estra-
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tegia o juego tal vez semntico-lingstica, una llamada a la atencin que buscaba desafiar a la nocin que podemos simplemente
deshacernos de la colonialidad. Era de apuntar la creatividad insurgente y la tensin continua que implican vivir a pesar de, enfrentando y desafiando los patrones de poder colonial. Aunque este uso mo
inicialmente con y ms recientemente sin el guion ha sido adoptado por algunos a lo largo de Amrica del Sur, nunca tuvo el afn
de imposicin. Lo entiendo y lo propongo, ms bien, como opcin
y provocacin, siendo lo importante no su deletrear sino su significado enraizado en las luchas sociopolticas, ontolgicas, epistmicas,
ticas, estticas y de la vida misma que tanto en el pasado como en
el presente han desafiado el poder colonial. La decolonialidad, en
s, es algo definido por unos horizontes de posibilidad, creatividad
y construccin, as como por otros modos de poder, ser, saber, vivir;
un proyecto, proceso y apuesta insurgente y propositiva no simple
reactiva siempre en movimiento, camino y edificacin. Y es en eso
que enlaza y entreteje con el proyecto, proceso, apuesta y tambin
horizonte por encaminar y construir de la interculturalidad. Desde
luego, la interculturalidad sin la decolonialidad no tiene el mismo
sentido crtico y transformador. Juntos se esfuerzan por visibilizar,
cuestionar y subvertir los designios del poder y dominacin, a la vez
que incitan, apelan y alientan horizontes, propsitos y estrategias de
intervencin. Por lo tanto, deben ser consideradas como verbos: interculturalizar y decolonizar, es poner a la vista no solo su sentido
de accionar, sino tambin el deber, compromiso y responsabilidad
humana de agenciar y actuar.
Los ensayos presentados en esta coleccin, escritos entre
2001 y 2010 y publicados anteriormente en distintos pases de la regin, aspiran por abrir debates, discusiones y consideraciones crticas sobre estos horizontes de la interculturalidad y la (de)colonialidad (los parntesis representando otra intervencin lingstica con
que pretendo enfatizar el carcter continuo de la colonialidad), y por
alentar modos distintos de hacer, ser, saber y pensar. Al resaltar en el
ttulo de la coleccin su lugar de enunciacin desde Abya Yala, es,
Introduccin
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por un lado, transgredir la designacin fornea impuesta de Amrica Latina y, por el otro, situar el pensamiento, reflexin e intervencin tanto de los ensayos como los mos en esta tierra, ubicacin,
regin.
La organizacin del libro est en tres partes. La primera:
Perspectivas de base, presenta ensayos que dan algo de fundamento para entender la interculturalidad y colonialidad-decolonialidad,
y el por qu y para qu de su imbricacin. En la segunda parte: Insurgencias, poltica y Estado, los ensayos documentan y analizan las
luchas, avances y desafos recientes y actuales de interculturalizar
y decolonizar las estructuras e instituciones del Estado, poniendo
nfasis especial en las insurgencias sociales, polticas y epistmicas
de los movimientos sociales como adelantadores y orientadores del
cambio. Finalmente, en la tercera parte: Interculturalizaciones educativas, se pone en consideracin los procesos, proyectos y retos vigentes de repensar e interculturalizar los sistemas educativos, desde
la escuela hasta la universidad, basndose en ejemplos concretos que
incluyen las reformas educativas, la etnoeducacin afrodescendiente y los estudios (inter)culturales.
Parte I
Perspectivas de base
1
(DE)CONSTRUIR LA
INTERCULTURALIDAD.
Consideraciones crticas desde la poltica,
la colonialidad y los movimientos indgenas
y negros en el Ecuador1
Expresidente de la CONAIE, exdiputado nacional, exrector de la Universidad Intercultural de las Nacionalidades y Pueblos Indgenas, actual director Instituto de Cientfico
de Culturas Indgenas. Entrevista, agosto 2001.
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plantean frente a un Estado monocultural para transformar las polticas pblicas y la misma concepcin de Estado. Tambin ha empezado, recientemente, a ser un componente importante del pensamiento del emergente movimiento afroecuatoriano. Finalmente,
como respuesta a estas presiones o, tal vez, para usarlas de acuerdo
con sus fines polticos, el Estado ha ingresado al escenario de la interculturalidad asumindola como un deber que le concierne. Esto
se expres inicialmente en la Reforma Educativa y ms tarde en la
Reforma Constitucional de 19983.
Es precisamente en este uso creciente del trmino interculturalidad que en ocasiones parece actuar como un nuevo metarelato que encontramos un problema de significados, polticas y metas.
Este conflicto est enraizado en los dispositivos sociales y polticos
de lo que podemos llamar (en 2001): el nuevo orden global multipluri-cultural y en las luchas, a la vez identitarias y cognitivas, que
apelan a estilos diferentes de saber, de producir, de subjetividad y de
incorporacin dentro de lo nacional. A su vez, la nacin se concibe
de maneras distintas segn el grupo al cual se pertenezca.
Dentro del debate sobre la interculturalidad estn en juego
perspectivas que, por un lado, intentan naturalizar y armonizar las
relaciones culturales a partir de la matriz hegemnica y dominante
(el centro, la verdad o la esencia universal del Estado nacional globalizado). Por el otro, denuncian el carcter poltico, social y conflictivo
de estas relaciones; as, conciben la cultura como un campo de batalla ideolgico y de lucha por el control de la produccin de verdades
y por la hegemona cultural y poltica, dentro de lo que Immanuel
Wallerstein (1999) llama el sistema-mundo moderno.
Las reflexiones presentadas se hallan conectadas con este
contexto; parten de conversaciones y entrevistas abiertas con di-
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rigentes y lderes indgenas y afroecuatorianos, as como con asesores, diputados y funcionarios del gobierno durante el perodo
comprendido entre 1998 y 2000. Mi intencin es evidenciar: a) la
lucha social sobre la produccin de significados que forma parte del uso y de la conceptualizacin de la interculturalidad en el
Ecuador durante este periodo; b) las construcciones y subversiones
del trmino que se elaboran a partir de quienes ocupan posiciones dominantes y/o subalternizadas. Frente a estas subversiones ya
partir de las nuevas construcciones, intento hacer un balance de la
manera cmo la interculturalidad est emergiendo como paradigma y proyecto social, poltico y epistemolgico, as como con los
horizontes que esta abre.
De polticas y lugares
A diferencia de los pases donde la interculturalidad ha sido
principalmente definida y manejada desde el Estado como propuesta y poltica del mismo (con apoyo e impulso multilateral), en el
Ecuador el uso del concepto de interculturalidad se inici en el seno
del movimiento indgena como meta central de lucha contra la hegemona, colonial e imperial, dominante.
Inicialmente surgi con miras a la transformacin del sistema educativo para luego orientarse a la construccin de un Estado
plurinacional ya la transformacin de las polticas pblicas (Walsh,
1999 y 2000). En 1997, la Confederacin de Nacionalidades Indgenas del Ecuador (CONAIE), identific la interculturalidad como
uno de nueve principios ideolgicos de su proyecto poltico:
El principio de la interculturalidad respeta la diversidad de pueblos y nacionalidades indgenas y dems sectores sociales ecuatorianos, pero a su vez demanda la unidad de estas en el campo
econmico, social, cultural y poltico, en aras de transformar las
actuales estructuras y construir el nuevo Estado plurinacional,
en un marco de igualdad de derechos, respeto mutuo, paz y armona entre nacionalidades (CONAIE, 1997:12).
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Resaltar el sentido poltico e ideolgico de la interculturalidad en la forma que la ha llevado a cabo la CONAIE, significa posicionarla como parte de procesos y prcticas que, necesariamente,
deberan ser entendidos como oposicionales y hegemnicos. Es parte de las redes de poder, luchas y negociaciones que intersecan lo
local con lo nacional y lo global, y que marcan nuevas maneras de
percibir, construir y posicionar subjetividades y polticas identitarias
(Hall, 1997). As, va ms all de la bsqueda de reconocimiento o de
inclusin porque apela a cambios profundos en todas las esferas de
la sociedad y forma parte de una poltica cultural oposicional dirigida a la sociedad en su conjunto que aporta, como dice Ramn, a la
construccin de una propuesta civilizatoria alternativa, a un nuevo
tipo de estado ya una profundizacin de la democracia (1998: 60).
Tambin, contribuye con otras lgicas de incorporacin que hacen
estallar la nocin de una matriz dominante.
Presente en esta construccin del proyecto intercultural estn las formaciones, estructuras y resistencias, siempre penetradas
por lo cultural, las relaciones de desigualdad y las luchas y acciones
para transformarlas (lvarez et al., 1998, Hall, 1992, Jordan y Weedon, 1995), que tienen lugar en distintos mbitos. Estn tambin los
productos de las disputas histricas moldeadas por campos mltiples de poder y las prcticas situadas por medio de las cuales identidades y lugares son cuestionados, producidos y repensados dentro
de espacios particulares (Moore, 1997). En este sentido, el paradigma
de la interculturalidad no puede ser pensado sin considerar las estrategias polticas contextualizadas; tampoco sin asociarlo a las polticas
culturales de identidad y subjetividad. Ya que, las polticas culturales y las polticas de lugar se hallan entretejidas. Por ello, la manera como la interculturalidad, como principio poltico e ideolgico
del movimiento indgena ecuatoriano, ha sido conceptualizada por
los individuos y por la colectividad, dentro de prcticas localizadas
como sitios de resistencia (Moore, 1997), demuestra que las subjetividades y las luchas se constituyen espacialmente.
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Por un lado, visto como avance y logro del movimiento indgena y, por el otro, como parte de una estrategia neoliberal-multiculturalista; esta incorporacin de la interculturalidad dentro del
discurso y del espacio, ya no solamente indgena y subalterno, sino
nacional, coloca esta problemtica en un lugar central dentro de
las polticas (inter)culturales actuales. Esta temtica no parte de la
diversidad tnico-cultural en s, es decir, de la heterogeneidad de la
poblacin y la emergente visibilidad de los pueblos indgenas y afros.
Ms bien, es central a la diferencia colonial que ha relegado y subalternizado a estos pueblos, sus prcticas y conocimientos; lo que
ha demarcado as, la relacin entre localizaciones geohistricas/culturales y la epistemologa moderna; la diferenciacin entre saberes
locales-folclricos, no acadmicos y la universalidad epistmica de la
modernidad (Mignolo, 2000a). Son estas relaciones de subalternidad
y colonialidad que la interculturalidad, como paradigma y proyecto,
pretende estallar.
Diferencia, colonialidad y poder
En el Ecuador, como en otros pases de la regin, la diferencia tnico-cultural parte de la condicin colonial y se constituye en
ella. Tanto para los pueblos indgenas como para los pueblos negros,
lo que Quijano (1999) llama la colonialidad del poder ha marcado la
construccin cultural de raza-racializacin y la produccin y orga-
28
Comentarios presentados en el Taller sobre etnoeducacin. Universidad Andina Simn Bolvar. Quito. 27 de marzo de 2001.
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Esta concepcin forma parte del proyecto poltico-epistmico de la interculturalidad, de la construccin de una democracia de
cosmovisiones diversas que, segn Viteri Gualinga, aunque no fue
tomada con suficiente seriedad en el levantamiento de enero del ao
2000, que result en el derrocamiento del presidente Jamil Mahuad y
la instalacin (por unas horas) de un triunvirato popular (ver Walsh,
2001), s ofrece un camino hacia la prctica.
Precisa aplicar en el proyecto del nuevo Estado la sabidura para
conducir a los pueblos sobre programas y propuestas claras; conocimiento para entender la compleja y diversa geografa humana para propiciar el encuentro; saber ejecutar para no caer en
improvisaciones porque la equivocacin de los indios siempre
tendr doble juicio y exigencia de perfeccin; saber alcanzar para
perseverar en el cumplimiento del cometido; y visin de futuro
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dgenas y afrodescendientes: los recursos genticos y las formas legales de proteccin de ello; con este fin llevaban adelante procesos
de socializacin nacional de manera elemental. Empero, en sus espacios de decisin nacionales, regionales e internacionales incluido su panel intergubernamental no incorporaban a los representantes de los pueblos indgenas y afroamericanos los titulares de
estos conocimientos, sino que trabajaban con los Estados cuyos
delegados negocian y deciden sobre el porvenir de estos conocimientos, un asunto que, como argumentaba el asesor tcnico de la
Coordinadora de las Organizaciones Indgenas de Cuenca Amaznica (COICA), en 2001, tiene directa implicancia con nuestro
patrimonio intelectual colectivo (De la Cruz, 2001: 8). Evidentemente, en todos estos ejemplos existe una correspondencia entre
las polticas (inter)culturales y los intereses econmicos transnacionales y globales. Es lo que Fernando Coronil (2000: 100) llam
la nueva tendencia de conceptualizar el conocimiento tradicional,
la naturaleza y la gente como capital, como elementos constitutivos de la riqueza.
Zizek (1997), entre otros, sostiene que en el capitalismo global de la actualidad opera una lgica multicultural que incorpora
la diferencia mientras que la neutraliza y la vaca de su significado
efectivo. En este sentido, el reconocimiento y el respeto a la diversidad cultural se convierte en un componente central del capitalismo
global o en lo cual Quijano (1999: 101) denomina su otra cara, el
nuevo modelo de la dominacin cultural posmoderna (Jameson,
1996) que ofusca y mantiene a la vez la diferencia colonial a travs
de la retrica discursiva del multiculturalismo y su herramienta conceptual de la interculturalidad entendida de manera integracionista. Esta interculturalidad no apunta a la creacin de sociedades ms
igualitarias sino, ms bien, al control del conflicto social y la conservacin de la estabilidad social, con el fin de impulsar los imperativos
econmicos del modelo de acumulacin capitalista. La descolonizacin, tal como la defini Frantz Fanon (1967) como la liberacin
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Al referirse a una perspectiva tradicional y una perspectiva crtica de entender la interculturalidad, la diferencia y lo cultural dentro de ella, hacemos
conexin con los conceptos que presenta Castro-Gmez (2000), de la teora
tradicional y la teora crtica de cultura. Tambin intentamos ir ms all de las
visiones antropolgicas, racionales, teolgicas y utopistas que reinan en las
actuales discusiones sobre cultura y sobre la interculturalidad. Esta discusin
y su complejidad se ampla an ms en el ensayo Hacia una comprensin de
la interculturalidad en este libro.
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retorno10. En gran parte es por eso que la marketizacin de la diferencia conjuntamente con la amplia aplicacin del neoliberalismo,
no ha podido todava implantarse por completo en el Ecuador.
El lder afroecuatoriano Oscar Chal11 sustenta que la diferencia, la colonialidad y el poder se hallan entretejidos con las polticas econmicas y sociales; deja claro as que la lucha no es sobre la
etnicidad o la cultura en s, sino sobre la extrema desigualdad.
El impacto negativo que tienen las polticas de ajuste econmico
en ausencia de polticas sociales claras que vayan ms all de los
parches, se explica ante todo por una situacin de previa vulnerabilidad y exclusin que forma parte de la historia, de cmo
fuimos incorporados los afroamericanos en cada una de nuestras sociedades, la forma de cmo fuimos vinculados con estas
sociedades ha sido el caldo de cultivo para futuras y actuales
formas de discriminacin y explotacin que legitiman una situacin de extrema desigualdad que va no solo en lo econmico
sino en los niveles de participacin en la toma de decisiones de
esta sociedad ecuatoriana. De hecho nos hace reflexionar de que
en los momentos que estamos inmersos, involucrados con un
proceso de globalizacin, lo que muchos llaman la aldeanizacin
del mundo, cmo en esta perspectiva las reivindicaciones y las
demandas de los pueblos considerados minoras toman nuevos
sentidos y se revitalizan.
Menos que asumir la suposicin de ser herederos de una tradicin autntica, esencializar la historia o ignorar las diferencias y heterogeneidades grupales, estos procesos emergentes de identificacin
y reivindicacin afrodescendiente e indgena (y no de identidad en
s) representan esfuerzos actualmente dirigidos a poner en prctica
la nocin de sociedad pluricultural, de recapturar y construir colec-
10
Para una discusin ms actual sobre la plurinacionalidad vase el ensayo Interculturalidad, plurinacionalidad en este libro.
11
Comentarios presentados en el Foro Identidad y territorialidad de los pueblos afroecuatorianos, Universidad Andina Simn Bolvar, 9 de febrero de
2000.
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blica que contribuye de manera central a la construccin de imaginarios y representaciones sobre un pas distinto. Funciona como
palabra clave dentro de los discursos de lderes y dirigentes, como
marcador del campo de batalla ideolgica y, a veces, como lema del
nico futuro posible. Pero no siempre queda claro el significado social y la prctica concreta de estos discursos. Adems, con la entrada
de la interculturalidad, en los ltimos aos, dentro del lxico oficial,
la esfera del debate ha venido cambiando y, como resultado, tambin
las formas de pensar la interculturalidad inclusive entre los mismos
lderes y dirigentes.
El problema descansa, por lo menos en parte, en la manera
como la interculturalidad apunta a una prctica que puede tener un
impacto transformador en la sociedad ecuatoriana, que puede construir un universalismo distinto plural y alternativo. El hecho de que
la interculturalidad, a pesar de su uso discursivo, no est conformada
por una base de significados estables ni necesariamente compartidos, sino por sentidos que representan una variedad de posiciones
dinmicas, tanto individuales como colectivas, a veces en conflicto
entre ellas, forma parte de la realidad y del problema. A partir de
estos sentidos y posicionalidades, se construyen discursos e imaginarios, no necesariamente consensuales, sobre lo relacional, lo propio
y lo diferente, sobre conceptos y prcticas de la democracia, de la
nacin y de la ciudadana. Por ello, visibilizar las redes de significacin y los conflictos por el control social dentro de ellas, es decir,
deconstruir la interculturalidad, permite comprender por qu, y a
pesar de un uso discursivo cada vez ms difundido, la interculturalidad no ha sido asumida como tarea de todos y tampoco como accin
y herramienta para la construccin de un universalismo alternativo
y plural. Una manera de visibilizarla, por lo menos en forma parcial,
es a partir de una discusin de las dos frases discursivas tpicamente
asociadas con la interculturalidad: al conocernos y la unidad en la
diversidad.
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Al conocernos
En entrevistas conducidas con lderes indgenas, poco despus de las reformas constitucionales, muchos hicieron referencia
al aspecto relacional de la interculturalidad como manera de confrontar y superar la exclusin, marginalizacin y subalternizacin.
Al conocernos bajo condiciones que promueven el respeto como
hecho histricamente negado, y con miras a la construccin de una
sociedad distinta, es una temtica repetida.
La interculturalidad debe ser una obligacin de todos pero entendida como esta necesidad de saber, conocernos y respetarnos
tambin. Como el mismo sistema no nos permite conocernos
muchos valores, muchos principios, muchos smbolos culturales, espirituales de los pueblos indios no conoce la poblacin
mestiza. Entonces la visin que tiene la mayora es de unos indios ignorantes, sucios, y todo. Tienen esta imagen que se les ha
venido metiendo durante todos estos siglos, eso es una barrera
para poder mejorar la relacin entre la poblacin india, el negro
y el mestizo. (Letty Viteri, exdirectora nacional de Salud Indgena
del Ministerio de Salud).
Es necesario todo intercambiar el espacio, conocer la realidad,
necesitamos un apoyo mutuo con los dems. En ese sentido es
necesario tener un trabajo intercultural, conocer la realidad y
respetarnos unos a otros, sino caso contrario el pas estara yndose en caos... Conocernos de otra persona que no es indgena
y tambin nosotros conocernos... interculturalidad es intercambiar las experiencias, conocer su cultura su costumbre, su tradicin, cosmovisin y intercambiar esas... Estamos hablando de
dos espacios, indgenas y no indgenas, esa es la interculturalidad
para nosotros (Abelardo Bombon, expresidente de Federacin
Ecuatoriana de Indgenas Evanglicos, FEINE).
Creo que la sociedad ecuatoriana est tomando como un referente esta cuestin de la interculturalidad. Ningn sector se opone a que los pueblos indgenas sean incluidos, ms bien, se abren
espacios para que podamos ser incluidos. La dificultad para poder entender plenamente y aceptar plenamente esta realidad de
la inclusin es precisamente el desconocimiento. Mientras ms
40
Pero, mientras que los problemas del desconocimiento y reconocimiento se hallan imbricados con la colonialidad de poder, con
el racismo, con los sistemas y las estructuras institucionales y sociales
que superiorizan, subalternizan y segregan y que, por eso, necesitan
ser confrontados, el peligro reside en limitar la interculturalidad a la
esfera de lo discursivo y lo relacional. En esencia, esta ha sido la estrategia estatal. Al reconocer la diversidad y el derecho de ejercer una
41
diferencia cultural ancestral, y pretender fomentar la interculturalidad en sus instituciones, el Estado ecuatoriano en el periodo hasta
2002 crea la expectativa de una transformacin que en la prctica
no ha ocurrido. La ausencia de debates dentro del aparato estatal y
de iniciativas por parte de los movimientos sociales, sirve para poner
en el plano utpico la interculturalidad, como algo que apela a la
buena voluntad de la gente y no a los dispositivos sociales y polticos
del poder.
Y a pesar de discursos alumbrados entre los actores sociales
que enfatizan la necesidad de conocernos, tampoco existe mucha
evidencia entre ellos de esta voluntad. Ms bien, y como destaca Viteri Gualinga13, la prctica actual no necesariamente ha sido la de la
interculturalidad. Cada uno ha reproducido una suerte de guetos
sociales, con espordicas relaciones de gran nivel de desigualdad.
La unidad en la diversidad. El equilibrio tensionado y
tentativo de particularismos y universalismos
La frase la unidad en la diversidad se halla asociada con la
interculturalidad; muchas veces sirve como su lema denotativo tanto entre los movimientos tnicos-sociales como en la sociedad en
su conjunto. Hay lderes que sostienen que la interculturalidad y la
meta de la unidad en la diversidad implican una gestin dirigida a
todos los sectores de la sociedad, de manera que no divida o promocione ms separacin. Es lo que expresa Viteri Gualinga:
Una tesis que se ha levantado desde los pueblos indgenas, una
unidad en la diversidad. Frente a una unidad irreal que ha pretendido homogeneizar todo, desconociendo toda diversidad. En
un pas tan diverso como el nuestro, un pas de realidades heterogneas, la nica forma que cabe es que los ciudadanos, los grupos sociales tengamos como principio, y al mismo tiempo como
filosofa esa unidad, esa visin de pas dentro de la diversidad en
que vivimos. Y es justamente una gestin que se realiza desde
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Luis Maldonado representa una perspectiva ms comn, segn la cual la interculturalidad debera partir de los particularismos
para despus lograr la unidad entre ellos.
Nosotros manejamos el concepto de la interculturalidad de manera global, integral, es decir lo que nosotros entendemos como
el objetivo poltico, de ir concretando lo que es el Proyecto Poltico de todos los pueblos indgenas. La interculturalidad la entendemos como una praxis, como una concepcin de este reconocimiento dentro de la diversidad. Hay un reconocimiento de
los conocimientos, las tradiciones, las prcticas sociales, que nos
permite por tanto, impulsar proyectos societales, procesos de desarrollo sostenible y algo que ac reiteramos permanentemente:
un proceso de desarrollo con identidad, que es un aspecto bsico
para poder dar un tratamiento particularizado a cada uno de los
pueblos y nacionalidades. Entonces la interculturalidad es la base
fundamental para lograr un proceso de unidad del pas.
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45
En 1998, algunos lderes de tendencias que algunos han tildado de etnocentristas e indianistas rompieron con los afroecuatorianos y lograron, por medio de un decreto presidencial, reestructurar el Conpladein en Codenpe (Consejo de Desarrollo de Pueblos
y Nacionalidades Indgenas), dejando afuera a las organizaciones y
a los pueblos afroecuatorianos. Al justificar esta exclusin, algunos
dirigentes indgenas culpan a los negros de siempre recoger las experiencias de los pueblos indgenas, buscar el lucro y aprovecharse de la fuerza organizativa, social y poltica de los indgenas. En
cambio, algunos lderes afroecuatorianos denuncian el racismo, el
etnocentrismo e intereses divergentes como obstculos para la organizacin y oposicin compartida. Estas prcticas e intereses, al parecer, reproducen jerarquas raciales y legados coloniales.
Lo que nos interesa sealar aqu es que, a menudo, la interculturalidad aparece como problema y tarea de los otros y no propia, abriendo caminos y procesos tnicamente separados que, de una
manera u otra, reproducen el binarismo y la polarizacin: blancomestizo/ indgena o negro. Ubicar y destinar la interculturalidad a la
esfera de lo particular y a la vez presentarlo como problema blancomestizo es cada vez ms evidente entre algunas tendencias indgenas,
especialmente desde que la poltica estatal se ha preocupado con lo
multipluricultural. Esta tendencia, que torna cada vez ms difcil las
alianzas, se evidencia en los comentarios de Luis Montaluisa, director nacional (en 2001) de la educacin intercultural bilinge.
Lo de la interculturalidad es un asunto que est en la Constitucin, por lo que para m, este no es problema de leyes. La interculturalidad funcionar en cuanto fortalezcamos la autoestima
de los pueblos indgenas, en cuanto fortalezcamos nuestra propia capacidad de gestin, no es pues una cuestin de leyes ni de
seminarios ni de foros ni de proyectos. Ms bien para la educacin bilinge ha sido un poco negativo en las diferentes provincias, porque han cogido esta palabra de la interculturalidad y la
han manipulado, pensando que solo tienen que ser profesores
hispanohablantes para comunidades indgenas, pues eso es la
interculturalidad y se han dado nombramientos a gente que no
46
47
Ver, por ejemplo, Montoya (2001), Red Interamericana Agricultura y Democracia (1999) y F. Garca (2001).
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torno del campo epistemolgico, es decir, en relacin con el conocimiento o conocimientos en plural. El diputado mestizo en este
tiempo y exvicepresidente de la Comisin de Asuntos Indgenas del
Congreso Nacional, Henry Llanes, hizo referencia a esta conceptualizacin en una entrevista:
[La interculturalidad] es uno de los aspectos claves que permitira al pas desarrollarse integralmente. Primero, desarrollar un
pensamiento mucho ms diversificado, dosificado, porque en el
Ecuador se puede recoger lenguajes, las diferentes culturas, su
cosmovisin histrica, las diferentes culturas lo que se da en su
cotidianidad como experiencias en los procesos productivos...
Las diferentes ramas de las ciencias sociales se pueden enriquecer con esta diversidad cultural que tiene el Ecuador. Entonces
ah existe un potencial en cuanto al desarrollo del conocimiento.
49
Los conocimientos que se comparten y se construyen dentro de estos procesos no pueden ser simplemente caracterizados
como ancestrales/tradicionales o como subalternos porque no estn congelados en un pasado utpico-ideal, sino que se construyen
en el presente, a partir de interpretaciones y reinvenciones de una
memoria histrica ubicada en subjetividades, espacios y lugares que
encuentran su sentido en la actualidad. Proceden de la articulacin,
relacin y negociacin de varias formas heterogneas y plurales de
pensar-saber. Articulaciones y negociaciones que, como cualquier
encuentro entre culturas, implican conflictos, ambigedades, contradicciones y asimetras. Por ello, requieren de una interculturalizarizacin epistmica que relacione conocimientos desde el posicionamiento y lugar afroecuatoriano y, ms especficamente, desde la
afroesmeraldeidad.
La diferencia epistmica como marcador de la subjetividad
poltica tambin se encuentra en las propuestas y acciones del movimiento indgena. Un ejemplo que ya tiene varios aos de aplicacin
es el de Jambi Huasi en Otavalo: una casa de salud que se basa en los
conocimientos tanto de la medicina tradicional indgena como de
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Ver Walsh y Garca (2002), como tambin los textos de Escobar (1998 y 1999)
sobre procesos similares en el Sur Pacfico Colombiano.
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miento fronterizo. En este espacio fronterizo de relacin y negociacin se construyen y emergen nuevos conocimientos sentidos, prcticas y acciones que desafan el poder-saber dominante y empiezan
a filtrarse en l. Por eso, podemos hablar de un accionar epistmico,
es decir, de un interculturalizar epistemolgico que construye nuevos criterios de razn y verdad (epistmes) y nuevas condiciones de
saber que no pueden ser catalogadas estticamente, y cuyos impactos
y efectos estn empezando a extenderse ms all de la esfera poltica.
Se refiere a estos procesos y actividades del pensar que, como sus
pensadores, se mueven entre lo local y lo global, entre el pasado (reinventado) y el presente, y como movimiento tnico, social y poltico
de oposicin, entre varias especialidades y frentes.
Para concluir, las palabras de Virgilio Hernndez aclaran
esta tarea:
Un elemento central de la interculturalidad es asumir la perspectiva del futuro, es asumir que esta generacin sola tiene la
posibilidad de disponer de unos recursos, que no solo son para
consumo de esta generacin, sino para las generaciones que estn por venir, eso no se puede hacer con la lgica depredadora
actual. Eso requiere una visin renovada fresca, que es la que
aporta la interculturalidad, que es volver a asumir para todos los
ecuatorianos, la tierra como madre, pero como madre no solo
de los que ahora nacemos, de los que ahora vivimos, sino como
madre de todos los pueblos que van a venir en adelante. La interculturalidad es simplemente la posibilidad de una vida de un
proyecto distinto. La posibilidad de un proyecto alternativo que
cuestiona profundamente la lgica irracional instrumental del
capitalismo que en este momento vivimos16.
16
2
INTERCULTURALIDAD Y
COLONIALIDAD DEL PODER.
Un pensamiento y posicionamiento otro desde
la diferencia colonial17
Como hemos visto en el captulo anterior, la interculturalidad tiene una significacin en Amrica Latina y particularmente en
Ecuador, ligada a las geopolticas de lugar y de espacio, a las luchas
histricas y actuales de los pueblos indgenas y negros, y a sus construcciones de un proyecto social, cultural, poltico, tico y epistmico
orientado a la descolonizacin y a la transformacin. Ms que un
simple concepto de interrelacin, la interculturalidad seala y significa procesos de construccin de conocimientos otros; de una
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Con esta veta, mi intencin aqu es ocupar con elementos de un dilogo continuo con Walter Mignolo sobre la interculturalidad en relacin a la diferencia colonial, movimientos indgenas y la colonialidad del poder, extendiendo
y ampliando el dilogo a nuevas consideraciones, incluyendo aquellas generadas en discusiones con los estudiantes doctorales de la Universidad Andina
Simn Bolvar (UASB) en Quito, con mis colegas Edizon Len y Adolfo Albn y, ms recientemente con Nelson Maldonado-Torres, anteriormente de la
Universidad of California Berkeley y ahora de Rutgers University. El dilogo
56
Aunque el movimiento indgena boliviano tambin hace referencia a la interculturalidad, es tpicamente en el contexto de la educacin bilinge indgena
y no generalmente en sentido mayor de las esferas econmicas, polticas y
sociales o en la forma en que se refiere ms directamente a la estructura del
estado y a las transformaciones institucionales.
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Esta estrategia es puesta tambin en evidencia en los esfuerzos del movimiento por construir su propio modelo de educacin como una respuesta a la
prctica generalizada de actitudes neocoloniales que tienden a eliminar el
conocimiento como un instrumento de desarrollo y de solucin a los problemas socioculturales y econmicos existentes (DINIEB citado en Walsh
2004a).
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58
Para la CONAIE, la interculturalidad tiene un rol clave tanto en la construccin del Estado Plurinacional como tambin en la
transformacin de la sociedad en su conjunto; el significado poltico e ideolgico de la interculturalidad se centra en el hecho de que
forma parte de procesos y prcticas que necesariamente son oposicionistas, transformadoras y contra-hegemnicas. En este sentido,
la interculturalidad no est entendida como un concepto o trmino
nuevo para referir al contacto y al conflicto entre el Occidente y otras
civilizaciones como algo que siempre ha existido. Tampoco sugiere
una nueva poltica o lo que Dussel llama una antipoltica (2001:11)
que, se origina en una prctica emancipatoria, que deriva de una responsabilidad hacia el Otro.
Representa, en cambio, una configuracin conceptual, un
giro epistmico, que tiene como base el pasado y el presente de las
realidades vividas de la dominacin, explotacin y marginalizacin,
las que son simultneamente constitutivas y la consecuencia de lo
que Mignolo (2000) ha llamado modernidad/colonialidad. Una configuracin conceptual que, al mismo tiempo que construye una respuesta social, poltica, tica y epistmica a esas realidades que ocu-
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Hablar de interculturalidad como una construccin de y desde un lugar indgena de enunciacin no significa sugerir que otros sectores no usan el trmino. Ms bien es aceptar que en Ecuador, ha sido el movimiento indgena
el que ha definido la interculturalidad y le ha dado su significacin social,
poltica y tica.
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esta relacionalidad que Amawtay Wasi propone recuperar y revalorizar los conocimientos ancestrales sin dejar de lado los conocimientos de otras culturas, buscando as construir relaciones simtricas
con lo que ha sido considerado como ciencia universal.
Con este afn, la organizacin de Amawtay Wasi no se basa
en facultades o departamentos disciplinarios, sino en cinco centros
de saber:
El Centro Yachay Munay tiene como desafo las cosmovisiones, racionalidades y filosofas, impulsando la articulacin de un
conjunto de saberes que dan cuenta de la coconstruccin intercultural de diversas cosmovisiones y epistemologas, de la simbologa,
lenguaje y la esttica entre otras.
El Centro Munay Ruray tiene como desafo la construccin
de un mundo vivo, permitiendo la articulacin del ser humano a la
comunidad, la tierra, el planeta y el cosmos y la construccin de un
hbitat que recupere lo mejor de las diversas culturas, as desarrollando investigaciones y emprendimientos en los campos de salud
y medicina integral, agroecologa, ordenacin territorial, geografa,
artes, arquitectura y desarrollo humano sustentable, entre otros.
El Centro Ruray Ushay plantea el desafo de la recuperacin y
desarrollo de los ingenios humanos orientados a la vida, articulando
un conjunto de tecnociencias (gerencia y administracin, energas
alternativas, ciberntica, tecnologas de comunicacin, informtica, biotecnologa y tecnologas ambientalmente sustentables) con
conciencia.
El Centro Ushay Yachay tiene el desafo de la construccin de
la interculturalidad. En l, se articulan un conjunto de ciencias relacionadas con culturas, economa y poltica entre otros, que buscan
en sus interrelaciones dar cuenta de la pluralidad cultural del planeta, incluyendo sociologa, esttica indoamericana, literatura, historia,
antropologa, derecho indgena e internacional, educacin, etc.
Finalmente, el Centro Kawsay es el eje articulador, relacionador, vinculador del conjunto de los centros de saber el corazn que
plantea como desafo la construccin de la sabidura; as dinamiza la
63
trascendencia, complejidad y el trabajo intra, inter y transdisciplinario en el conjunto de la universidad (Amawtay Wasi,2004).
Como lo seal en otro lugar (Walsh, 2002b) la propuesta
refleja la necesidad de alentar procesos de translacin mutua de conocimientos, en lo plural (Vera, 1997). El objetivo no es la mezcla o
hibridacin de formas de conocimiento ni una forma de invencin
del mejor de los dos posibles mundos. Por el contrario, representa la
construccin de un nuevo espacio epistemolgico que incorpora y
negocia los conocimientos indgenas y occidentales (y tanto sus bases teorticas como experienciales), manteniendo consistentemente
como fundamental la colonialidad del poder y la diferencia colonial
de la que vienen siendo sujetos. Surge aqu la posibilidad de hablar
de una interepistemologa como una forma posible de referir a ese
campo relacional.
En esta construccin conceptual tanto con relacin a
Amawtay Wasi como con relacin al proyecto poltico mayor del
movimiento, la interculturalidad seala una poltica cultural y un
pensamiento oposicionales no basados simplemente en el reconocimiento o la inclusin, sino ms bien dirigidos a la transformacin
estructural y sociohistrica. Una poltica y un pensamiento tendidos a la construccin de una propuesta alternativa de civilizacin
y sociedad; una poltica y pensamiento que parta de y confronte la
colonialidad del poder, pero que tambin proponga otra lgica de
incorporacin. Una lgica radicalmente distinta de la que orientan
las polticas de la diversidad estatales, que no busque la inclusin en
el Estado-Nacin como est establecido, sino que en cambio conciba
una construccin alternativa de organizacin, sociedad, educacin
y gobierno en la que la diferencia no sea aditiva sino constitutiva.
Como tal, la lgica de la interculturalidad es importante no solo para
comprender el proyecto del movimiento indgena ecuatoriano, sino
tambin como Mignolo lo ha subrayado (Walsh, 2002a) para imaginar un futuro distinto.
Pero, mientras la configuracin conceptual y la prctica de
la interculturalidad estn claramente sostenidas en las experiencias
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tos, por parte del movimiento indgena. Por lo tanto, las luchas afrodescendientes en contra de la colonialidad (del poder, saber y ser)
son dobles. A la diferencia de los indgenas, son luchas que tienen
ms que ver con asuntos enraizados en la existencia misma que con
la transformacin poltica y social (aunque eso tambin se mantiene
como meta). Mientras que para el movimiento indgena la interculturalidad es un principio ideolgico que debe guiar la transformacin de estructuras e instituciones estatales y sociales (una forma de
descolonizacin de lo de afuera), para los pueblos negros el proceso
es ms bien desde adentro: la afirmacin, el fortalecimiento y la descolonizacin casa adentro como paso necesario y anterior a lo de
afuera. Como afirma Garca, es despertar el sentido de pertenencia
de ser negro () y retomar el poder vital necesario para ponernos
en trminos iguales28.
El hecho de que esta afirmacin y fortalecimiento incluyen
la recuperacin y reconstruccin de memoria y conocimiento colectivos (ver Garca, 2003b y Len, 2003), incluyendo lo que hemos
llamado pensamiento cimarrn (Walsh y Len, 2007)29, revela la
operacin de una interculturalidad epistmica que tambin est ligada, aunque en forma diferente, a procesos de transformacin social y
poltica. Incluido aqu es la necesidad de reconocer y visibilizar conflictos racializados entre grupos, incluyendo indgenas y negros30,
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Vase, por ejemplo, Pap Roncn. Historia de vida, Juan Garca Salazar
(comp.). Quito: Fondo Documental Afro-Andino. Universidad Andina Simn Bolvar. 2003a.
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Como anota Bogues (2003: 2), Lo que muchas veces es elido es que el marco
amplio para la emergencia de la modernidad se encuentra en el ascenso de la
esclavitud racial, el colonialismo y nuevas formas de imperio.
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de interculturalidad que son intelectuales, polticos y ticos, proyectos que atentan confrontar la doble colonialidad mencionada aqu,
trabajando hacia una descolonializacin de uno mismo y, a la vez y
ms especficamente, hacia una decolonialidad del poder, saber y ser,
como tambin de naturaleza.
Interculturalidad, multiculturalismo y diferencia
colonial
Despus de haber comprendido las construcciones conceptuales de la interculturalidad, la distincin con el multiculturalismo
es vital. Lo es tanto para el pensamiento dentro de nuestro proyecto de la modernidad/colonialidad como para pensar y actuar hacia
un futuro que ofrezca alternativas al capitalismo, especialmente a
su formaciones neoliberales. Mignolo sugiere que la dificultad para
comprender la diferencia entre estas dos palabras seala una de las
dificultades del monotopismo en el pensamiento moderno: la imposibilidad de pensar fuera de las categoras de la modernidad, y de no
ser capaz de comprender la importancia de la geopoltica del conocimiento y del lugar de enunciacin epistmico, poltico y tico (en
Walsh, 2002a: 25).
Por lo tanto, la interculturalidad forma parte de ese pensamiento otro, que es construido desde la particularidad de lugares
polticos de enunciacin (por ejemplo, los movimientos indgenas
y afrodescendientes); un pensamiento que contrasta con aquel que
encierra el concepto de multiculturalidad, la lgica y la significacin
de aquello que por ser pensados desde arriba, tiende a sostener
los intereses hegemnicos y mantener los centros del poder. Adems, esto es as precisamente porque es la dominancia de este ltimo
pensamiento la que lleva a que la interculturalidad y la multiculturalidad sean empleadas a menudo por el Estado y por los sectores
blanco-mestizos como trminos sinnimos, que derivan ms de las
concepciones globales occidentales que de las luchas socio-histricas
y de las demandas y propuestas subalternas. En s, los trminos por
s mismos instalan y hacen visible una geopoltica del conocimiento
70
34
Para una discusin sobre las problemticas de la interculturalidad en las reformas educativas, vase Walsh (2000), y el captulo Interculturalidad crtica
y educacin intercultural en este libro.
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Conversaciones personales con Barbarita Lara, La Concepcin, Valle del Chota, 11 de octubre 2003.
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neoliberal (Walsh 2002b, 198). Por esta razn, y como vengo acordando con Mignolo, el discurso de la interculturalidad es cada vez
ms utilizado por el Estado y por las agencias multilaterales como un
nuevo artilugio del mercado.
Al asumir la interculturalidad dentro de la poltica y el discurso del Estado, y de modo similar dentro del discurso y las polticas de las instituciones multilaterales como el Banco Mundial, su
fundamental significacin transformativa tal como es concebida por
los movimientos indgenas es debilitada y cooptada. Similar paralelismo es observable en las reformas educativas en Ecuador y Bolivia
que hacen referencia a los legados coloniales, que aparentan que tales estn siendo rectificados en la nueva diversidad poltica del Estado. Pareciera que todo lo que ac venimos testimoniando no es otra
cosa que la integracin dentro de los paradigmas hegemnicos de
conceptos originalmente concebidos por los grupos subalternizados
como indicadores de la diferencia colonial, vacindolos de su oposicin poltica, tica y epistmica. El reconocimiento de y la tolerancia hacia los otros que el paradigma multicultural promete, no solo
mantiene la permanencia de la inequidad social, sino que deja intacta las estructuras sociales e institucionales que construyen, reproducen y mantienen estas inequidades. El problema, entonces, no es
simplemente con las polticas del multiculturalismo como un nuevo
paradigma dominante en la regin y en el globo, sino con la manera
que estas polticas ofuscan tanto la subalternidad colonial como las
consecuencias de la diferencia colonial, incluyendo lo que Mignolo
(2003) ha designado el racismo epistmico de la modernidad.
Cada una de estas cuestiones es aplicable a las disciplinas
acadmicas. La reciente apertura del campo de la filosofa, por
ejemplo, para incluir o incorporar a los otros (otras culturas, otros
conocimientos) referida como filosofa intercultural por intelectuales latinoamericanos como Fornet-Betancourt, Roig, Turbino y
otros, parece, en esencia, no ser nada ms que una manifestacin
de un nuevo multiculturalismo disciplinario, por el simple hecho
que no promueve ningn cambio radical en la estructura y sistema
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Tal relacin recuerda la atencin que puso Fanon al cuerpo vivo como puntode accin o agente. Cuando Fanon habla de agente o actor o conciencia, l
quiere decir los individuos concretos que encontramos en la experiencia cotidiana (Gordon, 1995: 49).
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su discurso, pensamiento y prctica derivan de la experiencia del colonialismo y las continuas manifestaciones de colonialidad, lo que
Luis Macas39 llama el problema estructural del taro colonial (Supra
Parte I, Cap. I). Esto quiere decir que el proyecto social, poltico y
epistmico del movimiento se origina all, aportando evidencia sobre las condiciones coloniales del presente a travs de una poltica de
descolonializacin dentro de la cual la interculturalidad ocupa un
rol cntrico.
En una forma distinta, los afroecuatorianos estn involucrados en procesos que derivan de la particularidad de una dimensin
del ser que es accional, subjetiva y situada (Fanon citado por Gordon, 1995), y que encuentre su base en las experiencias entretejidas
y vividas de la esclavizacin y colonialismo; es decir, en su diferencia
ancestral y colonial. Pero mientras que los procesos afrodescendientes tambin son guiados por el proyecto amplio de la interculturalidad, su comprensin y uso de la interculturalidad son distintos. Para
los pueblos de raz africana, el fortalecimiento de lo propio es precursor necesario a cualquier amplio proyecto social. Tanto en el caso
afrodescendiente como indgena, la diferencia colonial es el punto
de partida para la construccin de la interculturalidad (as se marca
una clara diferencia con el discurso de la interculturalidad que proviene del Estado u otras instituciones hegemnicas); esta diferencia
colonial tiene que ser comprendida por su heterogeneidad de esencia y de construccin. Dicho de otra manera, la diferencia colonial
afrodescendiente tiene su particularidad con relacin a la diferencia
colonial indgena.
No obstante, lo que es importante destacar aqu es no solamente lo que el concepto de diferencia colonial ofrece a la interculturalidad sino lo que el concepto y la prctica de la interculturalidad
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aportan a las construcciones de la diferencia colonial y a la colonialidad del poder. En esencia, la interculturalidad es el proceso y proyecto otro, de existencia que cuestiona y desafa la colonialidad del
poder mientras, al mismo tiempo, hace visible el problema de la diferencia colonial. Al aadir una dimensin otra, epistemolgica y de
existencia a estos conceptos una dimensin concebida en relacin
con y a travs de verdaderas experiencias de subalternizacin promulgadas por la colonialidad, la interculturalidad ofrece un camino
para pensar desde la diferencia hacia la descolonizacin, la decolonialidad y la construccin y constitucin de una sociedad radicalmente
distinta. El hecho de que este pensamiento no solo trascienda la diferencia colonial sino que la visibilice y rearticule en nuevas polticas
de la subjetividad y una lgica diferente, es crtico por el desafo que
presenta a la colonialidad del poder y al sistema mundo moderno/
colonial.
Desde 1990, el movimiento indgena ha hecho evidente en
forma cada vez ms creciente su estrategia de visibilizacin y rearticulacin de la diferencia colonial, aunque estas estrategias se fueron
modificando en el tiempo. Las grandes movilizaciones desde 1990,
por ejemplo, visibilizaron y construyeron una poltica tnica de resistencia con demandas de carcter tnico-identitaria, as alterando
la percepcin generalizada sobre los pueblos indgenas considerados
campesinos rurales y peones hacia una percepcin diferente por la
cual se perciben como actores sociales y polticos. Tal cambio provey las bases para el fortalecimiento socio-poltico y organizativo del
movimiento a nivel local y nacional y, a la vez, un nuevo reconocimiento pblico, un reconocimiento que tambin estimul temor y
desconfianza, especialmente entre los sectores ms tradicionales de
la sociedad, lo que es ms importante.
En 1999, el Ministro de Bienestar Social se refiri a la
CONAIE como parte de un proceso sin comparacin en la historia
del pas (Walsh, 2002b). A mediados de 1990, el protagonismo del
movimiento lleg a ser una espina clavada en el lado del gobierno,
evidenciado ms an por el derrocamiento indgena-popular de dos
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Adems, por medio de la experiencia de parlamentos populares, asambleas cantonales, mingas (trabajo colectivo) y procesos
participativos hasta el nivel presupuestario, un nmero cada vez ms
grande de municipios est poniendo en prctica unas lgicas y prcticas otras, de gobierno y poder local (como tambin de modernidad); todas guiadas por el principio de la interculturalidad. Como
anotaron ciudadanos de uno de estos municipios, son procesos
desde los cuales ya no hay regreso40. Tales esfuerzos estn construyendo un nuevo modelo y estructura del poder social desde abajo
que efectivamente pone en cuestin el marco moderno neocolonial
de democracia liberal representativa y sus pretensiones de una ciudadana universal, as ofreciendo posibilidades de otros modos de
pensar no solo sobre gobierno y organizacin social sino tambin
sobre modernidad41. Como argument en 2000 el alcalde kichwa de
Cotacachi Auki Tituaa, estos esfuerzos tambin cuestionan:
La democracia representativa, al igual que las formas de organizacin del Estado colonialista (...) caracterizadas por ser excesivamente excluyentes, impositivas y corruptas; (lo que) han
constituido instrumentos de dominacin de los terratenientes,
empresarios y banqueros que controlan el poder poltico, militar
y econmico en el pas. Sus actores principales pertenecen a la
etnia blanco-mestiza, la que se ha encargado permanentemente
de marcar diferencias raciales, religiosas y socio-culturales (Tituaa, 2000: 110).
40
41
No est dentro del mbito de este artculo entrar en discusin sobre s estos
procesos representan alternativas a la modernidad o modernidades alternativas. No obstante, lo que si vale la pena anotar es el hecho de que estos procesos s definitivamente desafan la operacin tradicional de la modernidad,
hacindolo por medio de la visibilizacin de su otra cara: la colonialidad. En
este sentido, uno podra especular su relacin con lo que Dussel, Mignolo y
otros han llamado proyectos de la transmodernidad.
79
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El espacio aqu no permite una discusin sobre las contradicciones, controversias y tensiones tanto dentro del movimiento indgena y Pachakutik como
tambin dentro del gobierno militar. Con relacin a esta experiencia y en
general, es importante no idealizar el discurso y la prctica del movimiento.
Tampoco es sugerir que realmente haba una alianza. De hecho, el racismo de
sectores blanco-mestizos asumi nuevas formas y, a la vez, un etnocentrismo
indgena, entre algunos sectores indgenas, se hizo evidente. Con la decisin
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Para m, el pensamiento fronterizo en la manera que propone Mignolo, es la relacin entre conocimientos subalternizados
y el conocimiento universalizado por el mundo occidental. Es decir,
el pensamiento fronterizo es una prctica que intenta mediar entre el conocimiento y pensamiento construidos dentro de historias
modernas coloniales dentro de la modernidad/colonialidad y conocimientos locales ligados a la diferencia colonial (Mignolo, 2000).
El pensamiento fronterizo no deja a un lado, sino, entabla el pensamiento dominante, ponindolo en cuestin, contaminndolo con
otras historias y otros modos de pensar. Su proyecto, entonces, es
abrir, epistmicamente, el pensamiento eurocntrico, un proyecto
un tanto diferente al propuesto por el pensamiento otro; es una
prctica que lleva el pensamiento otro, a una dimensin diferente
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Por lo tanto, hace recordar lo que Gramsci se refiri como la guerra de posiciones, una lucha de posicionalidades que, como seala Hall (1996), ha tenido en los ltimos aos un rol importante en las polticas negras y, podemos
agregar, tambin en la poltica del movimiento indgena ecuatoriano.
47
Estos lugares epistmicos representan iniciativas locales a teorizar crticamente desde la prctica social, procesos distintos a lo que hacen los acadmicos cuando intentan aplicar la teora crtica a la prctica.
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Conclusin
En su presentacin de los elementos claves del programa de
investigacin de modernidad/colonialidad, Arturo Escobar (2003)
argumenta por la necesidad dentro del programa de tomar en serio la fuerza epistmica de historias locales y de pensar la teora por
medio de la praxis poltica de grupos subalternos. Y aunque eso es
lo que he intentado hacer aqu, tambin mi intencin ha sido ir ms
all de esta propuesta, poniendo atencin no solo a la manera en que
grupos subalternos actan, sino tambin a la manera como construyen teora teora entendida como situada, con actores, historias,
territorio y lugar; todo marcado por el horizonte colonial de la modernidad y por la colonialidad del poder, del saber y del ser que este
horizonte ha construido y perpetuado. En este sentido, mi inters
ha sido evidenciar la praxis poltica de los movimientos indgenas
y afrodescendientes en Ecuador con relacin a la interculturalidad
y, a la vez y ms importante an, la capacidad de los movimientos a
teorizar su propia prctica. Es en este trascurso de la construccin de
la interculturalidad como concepto, principio ideolgico, proceso y
proyecto cuyo ncleo o corazn es la transformacin de pensamiento (tanto de pensamiento propio como pensamiento de los otros)
y la transformacin de la sociedad, que los movimientos revelan su
propia capacidad de tomar en serio la fuerza epistmica de historias
locales y pensar teora por medio de la praxis poltica, capacidades
que como ellos hacen claro, no son solo de los acadmicos.
Por lo tanto, interculturalidad seala y significa una lgica,
pensamiento y prctica que trasciende las limitaciones e imaginarios tanto del pensamiento occidental como del multiculturalismo
(y de polticas identitarias). Como afirm al inicio del ensayo, la interculturalidad seala y significa la construccin de conocimientos
otros, de una prctica poltica, poder social y sociedad otros, y
una forma otra, de pensar sobre y actuar con relacin a y en contra
de la modernidad/colonialidad; en esencia es un paradigma otro.
Esta lgica, prctica y pensamiento que pueden ser entendidos como
insurgentes y subversivos tanto por su significado estratgico como
86
87
3
HACIA UNA COMPRENSIN DE LA
INTERCULTURALIDAD48
Entendemos interculturalidad como la
posibilidad de dilogo entre las culturas.
Es un proyecto poltico que trasciende lo
educativo para pensar en la construccin de
sociedades diferentes ()
en otro ordenamiento social.
Consejo Regional Indgena de Cauca, 2004
Desde los aos noventa existe en Amrica Latina una nueva atencin a la diversidad tnico cultural; una atencin que parte
de reconocimientos jurdicos y una necesidad cada vez mayor, de
promover relaciones positivas entre distintos grupos culturales; de
confrontar la discriminacin, el racismo y la exclusin; de formar
ciudadanos conscientes de las diferencias y capaces de trabajar conjuntamente en el desarrollo del pas y en la construccin de una sociedad justa, equitativa, igualitaria y plural. La interculturalidad se
inscribe en este esfuerzo.
Pero por ser trmino de moda usado en una variedad de
contextos y con intereses sociopolticos a veces muy opuestos, la
comprensin de su concepto muchas veces queda amplia y difusa.
48
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92
la interculturalidad se entiende como una herramienta y como proceso un proyecto que se construye desde la gente y como demanda
de la subalternidad. En contraste a la funcional que se ejerce desde
arriba, apuntala y requiere la transformacin de las estructuras, instituciones y relaciones sociales, y la construccin de condiciones de
estar, ser, pensar, conocer, aprender, sentir y vivir distintas.
La interculturalidad entendida crticamente an no existe, es
algo por construir. Por eso, se entiende como una estrategia, accin y
proceso permanente de relacin y negociacin entre, en condiciones
de respeto, legitimidad, simetra, equidad e igualdad. Pero an ms
importante es su entendimiento, construccin y posicionamiento
como proyecto poltico, social, tico y epistmico de saberes y conocimientos que afirma en la necesidad de cambiar no solo las relaciones, sino tambin las estructuras, condiciones y dispositivos de
poder que mantienen la desigualdad, inferiorizacin, racializacin,
discriminacin.
El enfoque y la prctica que se desprende de la interculturalidad crtica no es funcional al modelo societal vigente, sino cuestionador serio de ello. Mientras que la interculturalidad funcional
asume la diversidad cultural como eje central, apuntalando su reconocimiento e inclusin dentro de la sociedad y el Estado nacional (uninacional por prctica y concepcin) y dejando por fuera los
dispositivos y patrones de poder institucional-estructural las que
mantienen la desigualdad, la interculturalidad crtica parte del
problema de poder, su patrn de racializacin y la diferencia que ha
sido construida en funcin de ello. El interculturalismo funcional
responde a y parte de los intereses y necesidades de las instituciones sociales; la interculturalidad crtica, en cambio, es una construccin de y desde la gente que ha sufrido un histrico sometimiento y
subalternizacin.
Por tanto, su proyecto no es simplemente reconocer, tolerar o incorporar lo diferente dentro de la matriz y estructuras establecidas. Por el contrario, es implosionar desde la diferencia en
las estructuras coloniales del poder como reto, propuesta, proceso y
93
proyecto; es reconceptualizar y refundar estructuras sociales, epistmicos y de existencias, que ponen en escena y en relacin equitativa lgicas, prcticas y modos culturales diversos de pensar, actuar y
vivir. Por eso, el foco problemtico de la interculturalidad no reside
solamente en las poblaciones indgenas y afrodescendiente, sino en
todos los sectores de la sociedad, con inclusin de los blanco-mestizos occidentalizados.
Y es por eso mismo que la interculturalidad debe ser entendida como designio y propuesta de sociedad, como proyecto poltico, social, epistmico y tico dirigido a la transformacin estructural
y socio-histrica, y asentado en la construccin entre todos de una
sociedad radicalmente distinta. Una transformacin y construccin
que no queda en enunciativo, el discurso o la pura imaginacin; por
el contrario, requieren un accionar en cada instancia social, poltica,
educativa y humana.
Parte II
Insurgencias, poltica
y Estado
4
INTERCULTURALIDAD Y
(DE)COLONIALIDAD: DIFERENCIA Y
NACIN DE OTRO MODO50
El sonido de los pututus un instrumento de viento tradicionalmente usado para llamar a los pueblos aymaras a la rebelin y
los gritos Jallo Evo! Jallo Evo! reson en el Templo de Kalasasaya el
da 21 de enero del 2006, donde ms de 20.000 personas se juntaron
para presenciar la llegada al poder del primer presidente indgena
en las Amricas, Evo Morales. Descalzo como seal de respeto a la
Pachamama y vestido en una tnica ceremonial ancestral usada hace
ms de diez siglos por los curas del Sol de la cultura tiwanacota, la
investidura de Morales fue parte de un rito antiguo no utilizado en
setecientos aos, en el cual cuatro amautas invocaron la proteccin
de los ancestros, nombrndole jefe mximo de los pueblos indgenas
de la regin andina y confirindole los poderes necesarios para gobernar Bolivia.
Algunos sectores de la prensa describieron este acto en forma
irnica como la coronacin de Evo I, advirtiendo sobre los peligros
de revanchismos tnicos y suplicando al nuevo presidente a evitar
una poltica indianista, para ms bien pensar en todos los bolivianos.
De hecho, nadie ha pedido lo mismo de otros presidentes, pero claro
50
Inicialmente publicado en Desarrollo e interculturalidad, imaginario y diferencia: la nacin en el mundo andino, Candido Mendes (ed.), Ro de Janeiro:
Academia de la Latinidad, 2006.
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Para una discusin sobre esta tensin para el movimiento indgena ecuatoriano de estar adentro, afuera y en contra, ver Walsh (2002b).
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Claro es dentro de estas propuestas y proyectos de la interculturalidad, quedan fuera de consideracin seria los pueblos de descendencia africana, situacin que an se mantiene en el proyecto boliviano.
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A pesar de que datos exactos para la regin no existen, podemos hacer estimados basados en la informacin estadstica de cada pas. Por ejemplo, segn
DANE (Departamento Administrativo Nacional de Estadsticas) en Colombia, la poblacin afro es equivalente a 26% de la poblacin total de 40 millones de habitantes.
106
indgenas por medio de tributos e impuestos especiales56. As mientras que los indgenas recibieron el estatus de gente o personas
(aunque sin derecho de ciudadana), los africanos esclavizados fueron considerados como nada ms de objetos de mercado para ser
posedos y/o comercializados. Estas condiciones histricas, polticas,
sociales y culturales son constitutivas de la colonialidad del ser y la
sealizacin de afro andinos como los ltimos otros.
Ejemplos claros de esta otrificacin se encuentran en el
pensamiento fundacional de la regin. Jos Carlos Maritegui, considerado como uno de los pensadores ms importantes y progresivos
del continente, argument para la inclusin de los pueblos indgenas
y campesinos en los procesos de construccin nacional. No obstante
y al mismo tiempo, clasific los negros como brbaros.
La contribucin del negro que lleg como esclavo pareciera ser
menos valiosa y negativa [en comparacin con la del indgena]. El negro trajo consigo su sensualidad, su supersticin y su
naturaleza primitiva. No est en condiciones de contribuir a la
creacin de cultura alguna, sino de obstruirla por medio de la
influencia cruda y viviente de su barbarie (Maritegui citado por
Jess Garca, 2001: 80).
El pensamiento de Maritegui y de otros intelectuales, incluyendo por ejemplo Jos Mara Arguedas (Per) y Benjamn Carrin (Ecuador) entre otros, es importante porque evidencia que
las construcciones, tanto nacionales como regionales, han sido a las
espaldas de los pueblos afrodescendientes. El enaltecimiento de lo
inca y lo indgena-campesino en pases como Ecuador, Per y Boli56
Aqu estoy haciendo referencia a Bartolom de las Casas cuyos esfuerzos desde Amrica Central y el Caribe sirvieron a empujar leyes en la regin andina
al favor de los indgenas. Estas leyes (1542) pararon la exterminacin indgena
a la vez que generaron una recomposicin poblacional y cultural. Mientras
que las Casas inicialmente apoy la importacin de esclavos africanos para
liberar a los indgenas del sistema brutal de explotacin; luego en los ltimos aos de su vida asumi una posicin crtica en contra del colonialismo y
esclavitud.
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nante blanco-mestiza pero tambin la ejercida por los pueblos y movimientos indgenas. El hecho de que el reconocimiento en Ecuador y en la regin de la existencia de los pueblos indgenas, por ser
autctonos territoriales fue un claro desmedro de los descendientes
africanos. La justificacin histrica es que la venida de los unos fue
para salvar la vida de los otros, que estaban a punto de la exterminacin: este argumento posesiona a los indgenas por encima de los
negros en la escala de clasificacin social y derechos de posesin. Es
una historia que para los afros siempre ha significado la lucha constante con el racismo y la racializacin y para la existencia, en contra
de esta doble subalternizacin, las races de las cuales se encuentran
en el orden racial que la colonialidad del poder ha establecido.
Claro es que desde el cimarronaje de los siglos XVIII y XIX
hasta el cimarronaje actual, los pueblos afrodescendientes de la regin andina han resistido y desafiado este orden, son ellos conjuntamente con los pueblos indgenas de la Amrica Indo-Afro Andina
que hacen evidente tanto en sus prcticas y proyectos de-coloniales
de re-existencia57 como en sus maneras de re-vivir y re-sentir, la diferencia y la nacin de otro modo.
Manuel Zapata Olivella en su libro autobiogrfico Levntate Mulato! rescata sus races ancestrales provenientes de frica pero
tambin de Indo-Amrica y de la Amrica colonial-espaol. Desde
estas races, reanima la concepcin mestiza no como borrador de sangres oprimidas o seal de hibridacin, sino como propuesta poltica
desalienadora inspirada en las luchas de los pueblos oprimidos y con
miras hacia una conciencia decolonial. Tal vez esta sera un camino
ms en el pensar y construir de diferencia y nacin de otro modo.
57
Concepto introducido por Adolfo Albn en el Encuentro Internacional Insurgencias polticas epistmicas y giros de-coloniales. 17 a 19 de julio 2005 en
la Universidad Andina Simn Bolvar de Quito.
5
INTERCULTURALIDAD,
PLURINACIONALIDAD Y RAZN
(DE)COLONIAL:
insurgencias poltico-epistmicas y refundares
del Estado58
() Solo con la fuerza del pueblo
vamos a acabar con el Estado colonial
y el modelo neoliberal. La necesitamos
para doblar la mano del imperio.
Evo Morales, Discurso inaugural
58
Una versin anterior de este ensayo fue publicada en Tabula Rasa (Bogot,
Colombia). No. 9: 131-152, julio-diciembre 2008. ISSN 1794-2489.
110
Abriendo camino
Desde su formacin hasta el presente, los Estados nacionales
de nuestra Amrica del Sur han hecho su base en una pretendida homogeneidad y unidad, la cual ha permitido mantener la dominacin
econmica, poltica, social y cultural y alentar los intereses del capital
y mercado. Por eso, los actuales esfuerzos en pases como Ecuador
y Bolivia de transformar esta estructura institucional, sacudirla de
su peso colonial, (neo)liberal e imperial y refundarla, desde abajo,
para que realmente refleje y represente la diversidad de pueblos, de
culturas, de procesos histricos (Santos, 2007); y de formas de concebir y ejercer el derecho, la autoridad y la democracia, y para que
promueva el buen vivir una nueva vida en sociedad en armona
con el entorno, son esfuerzos realmente histricos, insurgentes y
trascendentales. Histricos, insurgentes y trascendentales no solo
para Bolivia y Ecuador sino para Amrica del Sur en su conjunto.
Sin duda, estos esfuerzos forman parte de las luchas llevadas a cabo particularmente durante las ltimas dos dcadas de los
movimientos sociopolticos ancestrales. Son reflejo y manifestacin
de su insurgencia poltica que es, a la vez, una insurgencia epistmica; epistmica no solo por cuestionar, desafiar y enfrentar las estructuras dominantes del Estado las que sostienen el capitalismo y los
intereses de la oligarqua y del mercado sino tambin por poner
en escena conceptos, conocimientos, lgicas y racionalidades que
transgreden el monlogo de la razn moderno-occidental y alientan modos de pensar, estar, ser, saber y vivir radicalmente distintos.
Es esta insurgencia poltica y epistmica que est trazando nuevos
caminos tanto para los pueblos indgenas y afros como para la totalidad de la poblacin que realmente dibujan nuevos horizontes de
Estado y sociedad.
Esta insurgencia y vuelco abren una serie de interrogantes.
Tal vez el ms bsico es con relacin a qu entendemos por lo (de)
colonial y cmo los actuales esfuerzos de repensar y refundar los Estados estn contribuyendo a su construccin y significacin. Cul
es el vuelco o giro decolonial que marcan y apuntan los actuales es-
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59
Con la modernidad me refiero al proceso histrico que empez en los siglos XIV al XVI. La modernidad no empieza con la iluminacin de los siglos
XVII y XVIII como dice Habermas, ni tampoco con las teoras de Rousseau y
Marx como sugiere Lyotard; empieza mucho antes con los nudos o vnculos
formados entre la racionalidad formal (a la que Max Weber llam la racionalidad medio-fin -que es la racionalidad concebida a partir del individuo-), la
aspiracin de la dominacin del mundo y la emergencia del mercado mundial. Son estos vnculos que dan la base para la nocin del progreso lineal,
la superioridad del hombre (europeo) sobre la naturaleza, y el capitalismo
como marco macro para orientar y controlar el pensamiento (el pensamiento
nico), la humanidad y la vida (Ver Hinkelammert, 2006).
113
Como eje de lucha, perspectiva y herramienta, la colonialidad concentra su potestad en por lo menos cuatro reas o ejes entrelazados; aunque los primeros tres han sido ampliamente discutidos
en otras partes, vale la pena retomarlos aqu, conjuntamente con un
cuarto eje an de menos reflexin con el afn de considerar sus
significados con relacin al Estado, su refundacin y descolonizacin.
El primer eje la colonialidad del poder se refiere al establecimiento de un sistema de clasificacin social basada en una jerrquica racial y sexual, y en la formacin y distribucin de identidades
sociales de superior a inferior: blancos, mestizos, indios, negros. Este
es el uso de raza como patrn de poder conflictivo y permanente
que desde la colonia hasta hoy ha mantenido una escala de identidades sociales con el blanco masculino en la cima y los indios y negros
en los peldaos finales, estas ltimas como identidades homogneas
y negativas.
Este patrn de poder ha servido a los intereses tanto de la
dominacin social como de la explotacin del trabajo bajo la hegemona del capital; por tanto, la racializacin y la capitalistizacin
de las relaciones sociales de tal nuevo patrn de poder, y el eurocentramiento de su control, estn en la base misma de nuestros actuales problemas de identidad, como pas, nacin y Estado (Quijano,
2006)60.
60
114
Un segundo eje es la colonialidad del saber: el posicionamiento del eurocentrismo como la perspectiva nica del conocimiento, la que descarta la existencia y viabilidad de otras racionalidades epistmicas y otros conocimientos que no sean los de los hombres blancos europeos o europeizados. Esta colonialidad del saber es
particularmente evidente en el sistema educativo (desde la escuela
hasta la universidad) donde se eleva el conocimiento y la ciencia europeos como el marco cientfico-acadmico-intelectual. Tambin se
evidencia en el mismo modelo eurocentrista de Estado-nacin, modelo forneo que define a partir de una sola lgica y modo de conocer la que Maldonado-Torres (2007) denomina razn colonial y
bajo conceptos impuestos y poco afines con la realidad y pluralidad
diversas sudamericanas.
Claro es que, al atravesar el campo del saber, usndolo como
dispositivo de dominacin, la colonialidad penetra en y organiza
los marcos epistemolgicos, academicistas y disciplinares. Por eso,
opera hoy dentro del discurso de muchos intelectuales progresistas
que se esfuerzan en desacreditar tanto las lgicas y racionalidades
del conocer que histricamente (y an) se encuentran entre muchos
pueblos y comunidades ancestrales, como los emergentes intentos
de construir y posicionar pensamientos propios de carcter decolonial, caracterizando ambos como invenciones fundamentalistas,
esencialistas, y racistas. Al argumentar ms bien por un nuevo universalismo global de las disciplinas e interdisciplinas acadmicas con
forma similar se refiere como el mestizaje como discurso de poder. Procesos
que han permitido en forma casi naturalizada la reproduccin de la estratificacin, la violencia y la segregacin dentro de un Estado y sociedad civilizadamente excluyentes. El hecho de que hoy este mismo discurso de mestizaje
ahora renovado con los reclamos del hibridismo del mundo globalizado
sirve para sostener los argumentos de que la racializacin, el racismo y la
injusticia racial no existen es decir para negar el uso pasado y presente de
raza como patrn de poder y por ende, de descalificar las luchas en torno a
polticas reparativas y de transformacin estatal es evidencia de la operacin
continua de la colonialidad, inclusive entre intelectuales (blanco-mestizos) de
la llamada izquierda.
115
sus particularidades localizadas o situadas y, a la vez, por la no existencia de raza invocando la ciencia para decretar su no existencia y su fabricacin (Secretario Especial de Polticas de Promoo da
Igualdade Racial, 2008), ejercen una nueva colonialidad del saber
cuyos efectos podran ser an ms complejos.
La colonialidad del ser, un tercer eje, es la que se ejerce por
medio de la inferiorizacin, subalternizacin y la deshumanizacin:
a lo que Frantz Fanon (1999) se refiere como el trato de la no existencia. Apunta la relacin entre razn-racionalidad y humanidad:
los ms humanos son los que forman parte de la racionalidad formal
la racionalidad medio-fin de Weber que es la racionalidad de la modernidad concebida a partir del individuo civilizado. Es a partir
de esta racionalidad que se piensa el Estado nacional, histricamente
haciendo que los pueblos y comunidades indgenas aparezcan como
los brbaros, no modernos y no civilizados, y los pueblos y comunidades negras ms que todo en la regin andina como no existentes o, en el mejor de los casos, extensin de los indgenas61. Bajo
este diseo racializado, la consideracin contempornea de ambos
dentro de las polticas y reformas estatales es como grupos tnicos
y especiales ante la norma (leerse normalidad) blanco-mestiza.
Esta categora de tnico que asume la no etnicidad de los
blanco-mestizos podra ser vista desde dos perspectivas. Una perspectiva es la que parte del derecho de reconocimiento y reparacin
la que se refleja en las luchas por derechos colectivos y por la accin afirmativa luchas que se enrazan en la existencia, la igualdad
y la humanizacin como individuos y colectivos, y en la inclusin. El
problema es y all va la otra perspectiva que ser reconocidos como
seres tnicos e incluidos con una categora de lo especial as
tambin con derechos especficos puede perpetuar la colonialidad
del ser si no apunta a cambiar las estructuras institucionalizadas que
61
Aqu me refiero al hecho de pensar la diferencia afro como no distinta o dismil de la indgena; hecho que est reflejado en las reformas constitucionales
de los 90 tanto en Ecuador como Colombia.
116
62
De hecho, la colonialidad de la madre naturaleza no es una categora considerada por Quijano dentro de sus reflexiones en torno a la colonialidad del
poder. Tal vez las reflexiones ms cercanas son las de Edgardo Lander, Arturo
Escobar y Fernando Coronil que en distintas publicaciones han tomado la
problemtica de la naturaleza y su destruccin y colonizacin. Hablar de la
colonialidad de la madre naturaleza, como hago aqu, es llevar al anlisis y
debate ms all del medio ambiente partiendo del contexto especfico de las
luchas y filosofas de vida de los pueblos indgenas y afros de Amrica del Sur
las que involucran en manera directa los espritus, ancestros, dioses y orishas
conjuntamente con el territorio y la territorialidad (ver Noboa, 2006). Son sus
perspectivas, comprensiones y prcticas de vida que, como veremos a continuacin, tendran mucho que ver con los actuales procesos de interculturalizar, plurinacionalizar y decolonizar el Estado (Para una discusin amplia ver
Walsh, 2009).
117
118
De hecho, los trminos multi, pluri e interculturalidad tienen genealogas y significados diferentes. Lo pluricultural y multicultural son trminos descriptivos que sirven para caracterizar la
situacin diversa e indicar la existencia de mltiples culturas en un
determinado lugar planteando as su reconocimiento, tolerancia y
respeto. El multi tiene sus races en pases occidentales, en un relativismo cultural que obvia la dimensin relacional y oculta la permanencia de desigualdades e inequidades sociales. Actualmente es
de mayor uso global, orientando polticas estatales y transnacionales de inclusin dentro de un modelo de corte neoliberal que busca
inclusin dentro del mercado. El pluri, en cambio, es trmino de
mayor uso en Amrica del Sur; refleja la particularidad y realidad
de la regin donde pueblos indgenas y negros han convivido por
siglos con blanco-mestizos y donde el mestizaje y la mezcla racial
han jugado un papel significante. Mientras que lo multi apunta
una coleccin de culturas singulares sin relacin entre ellos y en un
marco de una cultura dominante, lo pluri tpicamente indica una
convivencia de culturas en el mismo espacio territorial aunque sin
una profunda interrelacin equitativa. No obstante, hoy en da el
uso intercambiado de ambos trminos sin distinguir entre ellos es
frecuente, inclusive en casi todas las Constituciones de la regin en
sus reformas de los 90 donde se hacen referencia al carcter diverso
del pas.
La interculturalidad, en cambio, an no existe. Es algo por
construir. Va mucho ms all del respeto, la tolerancia y el reconocimiento de la diversidad; seala y alienta, ms bien, un proceso y
proyecto social poltico dirigido a la construccin de sociedades,
relaciones y condiciones nuevas y distintas de vida. Aqu me refiero no solo a las condiciones econmicas sino tambin a ellas que
tienen que ver con la cosmologa de la vida en general, incluyendo
los conocimientos y saberes, la memoria ancestral, y la relacin con
la madre naturaleza y la espiritualidad, entre otras. Por s, parte del
problema de las relaciones y condiciones histricas y actuales, de la
dominacin, exclusin, desigualdad e inequidad como tambin de la
119
120
llo que por ser pensados desde arriba (y con el afn descriptivo),
tiende a sostener los intereses hegemnico-dominantes y mantener
los centros del poder. Adems, esto es as precisamente porque es la
dominancia de este ltimo pensamiento la cual lleva a que la interculturalidad y la multiculturalidad sean empleadas a menudo por el
Estado, las ONG, y los organismos internacionales y multilaterales
me refiero en particular al Banco Mundial, BID, PNUD y Unesco
como trminos sinnimos, que derivan ms de las concepciones globales occidentales que de las luchas e insurgencias socio-histricas y
de las demandas y propuestas de los pueblos ancestrales. En s, los
trminos por s mismos instalan y hacen visible una geopoltica del
conocimiento que tiende a hacer despreciar y a oscurecer las historias locales a la vez que autoriza un sentido universal de las sociedades multiculturales y del mundo multicultural. Por tanto, vale la
pena, y siguiendo la sugerencia del Turbino (2005), distinguir entre
un interculturalismo de corte funcional versus la interculturalidad
que nos referimos aqu: una interculturalidad crtica de carcter decolonial (Supra Parte I, Cap. 3).
Volveremos luego a esta interculturalidad crtica y su papel
central en los actuales esfuerzos de decolonializar el Estado. Pero antes de eso, consideramos el otro nodo del nexo: la plurinacionalidad.
En su forma ms bsica y dentro del contexto de Amrica del Sur, la
plurinacionalidad es un trmino que reconoce y describe la realidad
de un pas en la cual pueblos, naciones o nacionalidades indgenas
y negras cuyas races preceden al Estado nacional conviven con
blancos y mestizos. En este sentido prcticamente todos los pases
de la regin son pases plurinacionales aunque no se reconocen as.
La plurinacionalidad y la interculturalidad son complementarias. Como hemos mencionado, la interculturalidad apunta las
relaciones y articulaciones por construir y por ende es una herramienta y un proyecto necesario en la transformacin del Estado y
de la sociedad y del monlogo de la razn moderno-occidental
retomando la expresin de Bautista que ha orientado ambos. Pero
para que esta transformacin sea realmente trascendental necesita
121
romper con el marco y la lgica uninacionales, recalcando lo pluralnacional no como divisin, sino como estructura ms adecuada.
La propuesta del Estado Plurinacional ha sido un componente central de las luchas y estrategias descolonizadoras de los movimientos indgenas en las ltimas tres dcadas, empezando con el
movimiento katarista en Bolivia y algunos aos despus tomando
forma como elemento importante en las demandas del movimiento
indgena ecuatoriano. En ambos contextos, las luchas y demandas
partan de la ambigedad fundacional de la nacin (Sanjins, 2005).
Es decir, la tensin entre la oligarqua liberal gobernante y el reformismo mestizo que no permiti que desde la lite se establezca una
dominacin clara y contundente sobre el todo social, lo que dio lugar a una reinvencin del lugar social que debieron ocupar las razas,
lo que, a su vez, implic un cuestionamiento al orden imperante y
una propuesta de reacomodo de la poblacin (Sanjins, 2005:41).
Fue el uso del mestizaje como discurso de poder y horizonte colonial
en Bolivia como tambin en Ecuador (algo que tal vez tiene sus paralelos en el discurso de la democracia racial en Brasil y el proyecto de
mestizaje tritnico colombiano) que promovi una nocin abstracta
de inclusin y una prctica concreta de exclusin; ese mestizaje reductor que uniforma (), que impide que lo diverso, lo alternativo,
lo mltiple puedan verdaderamente aflorar (Sanjins, 2007). As fue
y as ha sido la ambigedad fundacional del Estado-nacin y de lo
nacional mismo.
No obstante a este discurso de poder, los movimientos indgenas han mantenido sus formas mltiples de concebir y construir
identidades, territorialidades y sistemas de vida dentro o encima de
lo nacional; cosa que tambin ha ocurrido con los pueblos afro
aunque de manera distinta. Por tanto, el Estado plurinacional pone
en el tapete el modo logocntrico, reductor con que ha sido pensado
lo nacional. Al disputar y contrariar el monopolio del Estado nacional que demanda una lealtad exclusiva y llevar a la consideracin
la existencia de lealtades mltiples dentro de un social descentrado
decentrado, lo plurinacional marca una agenda nacional otra pen-
122
123
Las polticas de accin afirmativa podran caer en esta inclusin si no tambin apuntan la transformacin de las estructuras e instituciones incluyendo
las del Estado mismo que histricamente han perpetuado la exclusin. Sin
este enfoque, fcilmente se convertiran en polticas que pretenden incluir
dentro de las actuales estructuras modernas-coloniales-racistas, como si esta
inclusin podra transformar o radicalmente cambiar estas estructuras y el
peso vigente de la colonialidad.
124
para los afrodescendientes dentro de la actual estructura uninacional, sino que tambin construyen otros referentes radicalmente
distintos para pensar y construir Estado y sociedad para el pas en
su conjunto. He all su importancia y controversia: a asumir las propuestas, demandas y perspectivas de estos pueblos como parte central de la labor de repensar el Estado para el conjunto, incluyendo
para los sectores que histricamente han estado en el poder.
En el caso de la nueva Carta Poltica boliviana, el accionar
de este cambio se centra primeramente en la plurinacionalizacin,
en un refundar concebido desde y con relacin a la mayora indgena que pretende hacer resaltar y respetar la pluralidad econmica, social, jurdica, poltica y cultural para reorganizar la estructura
institucional desde y con relacin a elementos que dan una nueva
centralidad pero no exclusividad a los pueblos originarios. Para la
ecuatoriana, en cambio, el motor de cambio se basa en la interculturalizacin, siendo lo plurinacional enunciado sin mayor elaboracin
en la Carta Poltica, en parte por los conflictos mismos que la designacin de Estado plurinacional presenta a la sociedad de mayora
mestiza. No obstante y aunque se contempla la posibilidad de darlo
concrecin en las leyes de aplicacin, es en el mismo proceso del
interculturalizar que lo plurinacional podra tambin posicionarse.
Veamos en breve algunos de los elementos claves que orientan esta refundacin, poniendo atencin mayor en el interculturalizar como herramienta necesaria para el plurinacionalizar y por las
implicaciones que lleva para construir una nueva estructura institucional para todos; lo que abre paso, por primera vez, a la consideracin del Estado como lugar posible para construir y alentar la
decolonialidad 65.
El interculturalizar de la refundacin
Analizar el interculturalizar implica dar atencin a la manera como las nuevas Constituciones resaltan lgicas, racionalidades y
65
125
modos socioculturales de vivir histricamente negadas y subordinadas; la forma como hacen que estas lgicas, racionalidades y modos
de vivir contribuyan, clave y substancialmente, a una nueva construccin y articulacin a una transformacin social y estatal de
orientacin decolonial. Exploramos este interculturalizar con relacin a tres ejemplos concretos de la nueva Constitucin ecuatoriana,
haciendo puntos de comparacin y conexin con la propuesta de la
nueva Carta boliviana. Estos ejemplos son: 1) la pluralizacin de la
ciencia y el conocimiento; 2) los derechos de la naturaleza; y 3) el
Sumak Kawsay o buen vivir.
1. Ciencia(s) y conocimiento(s)
La ciencia y el conocimiento no son tpicamente reas de
mayor preocupacin o inters en las Cartas Magnas. Ms bien, son
temas relegados a las polticas educativas, las que perpetun la idea
que el conocimiento es singular, que parte de una sola racionalidad
y que tiene gnero y color: es masculino y es blanco. La que tambin
da razn al control epistmico, ontolgico, social y existencial de la
sociedad y la naturaleza.
La nueva Constitucin ecuatoriana hace un cambio de lgica importante no solo en dar un lugar cntrico a la ciencia y conocimiento, sino tambin en reconocer que la ciencia y el conocimiento
no son singulares y nicos. Al hablar de conocimientos cientficos y
tecnolgicos y sus enlaces con conocimientos ancestrales haciendo que los ancestrales tambin son entendidos como tecnolgicos y
cientficos, la Constitucin pretende superar el monismo en la definicin de la ciencia enfrentando as la colonialidad del saber. De
esta manera, da las bases para un sistema educativo distinto desde
la escuela hasta la universidad un sistema educativo (gratuito) que
podra desafiar y pluralizar la actual geopoltica dominante del conocimiento con sus orientaciones occidentales y euro-usa-cntricas.
Aqu los saberes ancestrales tienen el estatus de conocimiento. Su relevancia e importancia no son solo para los pueblos
indgenas o afroecuatorianos, sino para todos, parte de una nueva
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ecuatoriana. Aunque ambas consideran el agua como derecho humano siendo esto un cambio de racionalidad significativo, no
tienen la misma paridad en sus conceptualizaciones de la naturaleza. Mientras que para la ecuatoriana la naturaleza es ser vivo con
sus propios derechos, la boliviana da responsabilidad al Estado y la
poblacin a proteger y conservar los recursos naturales y el medio
ambiente, permitiendo que el hombre siga siendo el guardin de ella.
De hecho, no existe otra constitucin que pretende pensar
con las conceptualizaciones indgenas y afro de la madre naturaleza,
como hace la ecuatoriana. Ah mismo est su controversia. Para los
sectores dominantes (y sus aliados transnacionales), tener que pensar
con lgicas ancestrales es inconcebible; es una amenaza a la ptica
racionalista, a la estabilidad econmica y al control social. Vienen
las acusaciones de que esta es una Constitucin fornea e indigenista, un peligro y obstculo en el camino del desarrollo, progreso y
modernidad.
3. El Sumak Kawsay o buen vivir
El ltimo ejemplo es el del Sumak Kawsay o buen vivir, lo
que se refiere en Bolivia como vivir bien o en aymara suma qamaa.
El concepto del Sumak Kawsay o buen vivir es eje transversal de la
Constitucin ecuatoriana y, sin duda, su hito trascendental. Como
dice el prembulo, decidimos construir una nueva forma de convivencia ciudadana, en diversidad y armona con la naturaleza, para
alcanzar el buen vivir, el Sumak Kawsay. De esta manera, la nueva
Carta cuestiona y transgrede los modelos y las prcticas fundadores del Estado y los modelos y prcticas ms recientes de la poltica
neoliberal, incluyendo el bienestar neoliberal cuyo enfoque es el individuo y el individualismo alienante de tener, lo que hace cada vez
ms fragmentada y dbil la relacin social y de sociedad.
El buen vivir est asumido con relacin a varios ejes claves:
el agua y la alimentacin, la cultura y ciencia, la educacin, la hbitat y vivienda, la salud, el trabajo, los derechos de las comunidades,
pueblos y nacionalidades, los derechos de la naturaleza, la economa,
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vivir bien no aparece en forma explcita como eje transversal y abarcador que ayude a redefinir a partir de una nueva interculturalizacin aspectos no solo econmicos sino tambin sociales, polticos
y epistmicos del Estado y de la sociedad como hace la ecuatoriana, profundiza mucho ms la tarea de descolonizar desde un ataque
frontal al corazn de la matriz colonial, que es el capitalismo.
Juntas y cada una en su contexto de pas distinto, estas Cartas construyen y establecen ticas otras de vivir, labor que ninguna
otra constitucin del continente o del mundo ha asumido como labor estatal. Por eso mismo, ponen en tapete una nueva posibilidad y
rol del Estado con conciencia y compromiso.
Sin duda y como suele ser el caso en ambas constituciones,
hay avances anteriormente inconcebibles, que abren camino hacia
la transformacin profunda tanto del Estado como de la sociedad,
transformaciones que no pretenden sobreponer una lgica distinta aunque con el afn de plurinacionalizar la boliviana podra ser
interpretada como ms fuerte en este sentido-, sino hacer que las lgicas, prcticas y modos de vivir se interrelacionan y se interpiensan.
No obstante y con relacin a estos grandes avances, permanece un problema que ninguna de las dos Cartas logra superar, y esto
es la subordinacin de la diferencia afro.
La diferencia afro
Al pensar la labor del interculturalizar desde la base central
de la diferencia y relacin indgena y blanco-mestiza como tambin de las filosofas y prcticas de vida indgenaancestrales versus
y con relacin a las occidentales, las nuevas Constituciones contribuyen a lo que Franz Fanon nombr hace ms de medio siglo: el
tratamiento de no existencia de los hijos y naciones de la dispora
africana. Es ms que evidente que las diferencias afroecuatorianas
y afrobolivianas permanecen en las nuevas Cartas al margen del actuar y de la construccin de la interculturalizacin. En la Carta bo-
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6
INTERCULTURALIDAD CRTICA Y
PLURALISMO JURDICO:
reflexiones en torno a Brasil y Ecuador67
Falar sobre diversidade e diferena, implica
posicionar-se contra procesos de colonizao
e dominao. perceber como, nesses contextos,
algumas diferenas foram naturalizadas e
inferiorizadas sendo, portanto, tratadas de forma
desigual y discriminatoria.
Secretaria de Educao Bsica,
citado en Oliveira, 2010: 630
El reconocimiento del pluralismo jurdico en Amrica Latina implica el reconocimiento tanto de la diferencia cultural ancestral
como del legado colonial an presente. Es decir, implica reconocer
que los sistemas de derecho uninacional y sus lgicas positivistas
eurocntricas han servido como instrumentos de colonizacin y dominacin. Por tanto y como sugiere el epgrafe de la Secretara de
Educacin Bsica de Brasil citado arriba, el asunto va ms all del desarrollo de polticas de minoras; requiere enfrentar las estructuras
coloniales todava presentes en todas las instituciones sociales, incluyendo la institucin jurdica. Adems requiere repensar y refundar
67
Una versin anterior de este ensayo fue presentada en el Seminario Pluralismo Jurdico,
Procuradora del Estado/Ministerio de Justicia. Brasilia, 13-14 de abril 2010.
136
El hecho de que esta ratificacin fue postergado por mucho tiempo debido tanto a temores sobre el reconocimiento de pueblos distintos al pueblo
brasilero como a cuestiones de nociones de propiedad es revelador (Ver Figueroa, 2009).
69
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Sin descontar la importancia de estas y otras iniciativas logradas en Brasil en los ltimos aos en el campo jurdico-legislativo,
es necesario considerar de manera crtica los lmites reales de sus
alcances. Al respecto podemos preguntar: De qu manera el reconocimiento de la diversidad tnico-cultural y el aadido al sistema
jurdico brasilero de algunas leyes en torno a derechos indgenas y
afrodescendientes, comunidades quilombolas y comunidades tradicionales70, hacen derrumbar el mito de la democracia racial y la
estructura jerrquica social-colonial que esta democracia racial ha
pretendido obviar? Son estos pasos jurdicos parte de una fisura
profunda y real? O, ms bien, son estrategias de un Estado de Derecho readecuado a la lgica multi-pluri-cultural del capitalismo
transnacional y su proyecto neoliberal? Un Estado que reconoce e
incluye a los pueblos indgenas y afrodescendientes pero que hace
poco por repensar su estructura y sistema monocultural y uninacional (fuente misma de la desigualdad, la colonialidad y tambin
del derecho positivista)? Y cmo entender y ubicar el pluralismo
jurdico en todo esto?
Este ensayo pretende dar pautas para la consideracin crtica
de estas preguntas, con miras a largo alcance hacia la posibilidad
de repensar y refundar el campo jurdico y por ende, el mismo Estado y sociedad sea en Brasil o en otro pas latinoamericano. Por
medio de una consideracin de los problemas fundamentales enfrentando hoy el campo jurdico latinoamericano, las perspectivas
jurdicas emergentes enraizadas no en el pluriculturalismo sino en el
proyecto poltico, tico y epistmico de la interculturalidad, siendo el
Ecuador el ejemplo central, los avances y limitaciones del pluralismo
jurdico, y algunas ideas en torno a la interculturalizacin jurdica y
70
Segn el Decreto No. 6040 de 2007, las comunidades tradicionales son grupos culturalmente diferenciados y que se reconocen como tales, que poseen
formas propias de organizacin social, que ocupan y utilizan territorios naturales como condicin para su reproduccin cultural religiosa, ancestral y
econmica, utilizando conocimientos, innovaciones y prcticas generadas y
transmitidas por la tradicin (Ver Figueroa, op. cit.).
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la interpretacin y construccin jurdica intercultural, el ensayo pretende abrir pautas, comprensiones y caminos.
Interculturalidad y el campo jurdico
latinoamericano
Hoy existen por lo menos tres problemas fundamentales
enfrentando el campo jurdico latinoamericano. El primero es el
monismo legal que reduce el derecho a uno estatal, totalizando las
ideas-concepciones de derecho y de justicia; lo que niega u obvia
otros lugares de produccin jurdica (Bellido, 2008). El segundo es
la oposicin jerrquica e irreconocible entre el modelo positivistaestatal de derecho y modelos o sistemas de derecho consuetudinario;
sistemas que, sin duda, dan mayor reconocimiento y juridicidad a los
derechos indgenas que a los derechos de los pueblos y comunidades
afrodescendientes. El tercer problema es el asumir que el pluralismo
jurdico es inherentemente progresista (Santos, 1998) y la expresin
mxima de diversidad tnica y jurdica (y por ende, la solucin en s)
y que la interculturalidad es solo asunto del reconocimiento tnicocultural, y no un problema histrico-estructural-racial-colonial en
el cual estamos insertos todos, incluyendo tambin el modelo, estructura y prctica del Estado y su campo jurdico nacional. Ante
estos problemas, el reconocimiento constitucional de la diversidad
tnico-cultural que inici en los 90 (1988 en Brasil) es insuficiente
para el carcter realmente plurinacional de la mayora de los pases,
as como para la reconstruccin de estructuras jurdicas y constitucionales que reflejan esta realidad, a su vez que promueven una
interculturalidad crtica, ya no un simple multiculturalismo o interculturalidad de corte funcional71.
Como se discuti en captulos anteriores, el uso del trmino
interculturalidad inicia con fuerza en Amrica Latina en la dcada de
los 90, como parte de la coyuntura poltica centrada en la diversidad
71
Esta necesidad de reconocerse como plurinacionales tambin est mencionado por Stavenhagen (2008).
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Este uso funcional de la interculturalidad por parte del PNUD fue particularmente evidente durante la Asamblea Constituyente en Bolivia. Por medio de
publicaciones escritas y producciones audiovisuales, PNUD usando la voz
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der reconocido por administrar justicia, que posee las normas y los
medios para crearlas y cambiarlas, autoridades y mecanismos para
escogerlas, procedimientos para arreglar disputas, y un conjunto de
sanciones para corregirlas (en Chvez y Garca, 2004:17). Son instancias a veces practicadas en el exterior o en los mrgenes de la legalidad estatal; algo que Santos, por ejemplo, sealaba hace algunos
aos con relacin a las favelas de Ro de Janeiro; pero algo que tambin se enraza en siglos de resistencia y lucha de mantener sistemas
de vida arraigados a los territorios, como es el caso brasilero de las
comunidades quilombolas. De esta manera, el pluralismo jurdico
no es un nuevo fenmeno sino una realidad histrica; lo nuevo es su
reconocimiento por parte de entidades internacionales y los Estados;
un reconocimiento a veces problemtico por el poder que implica en
nombrar, controlar y codificarlo, y por ser tpicamente subordinado
al sistema nacional-estatal; la nica excepcin es, tal vez, el caso de la
nueva Constitucin de Bolivia73.
No obstante, el hecho de que el reconocimiento emergente
apuntala la relacin entre derecho y sistemas colectivos de vida, es
importante por la diferenciacin que hace con el derecho positivistaindividual y su modelo eurocntrico moderno-colonial-capitalista.
Tal reconocimiento se evidencia en la reciente Declaracin de las
Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indgenas que
destaca la urgente necesidad de respetar y promover los derechos
73
El ejemplo de Bolivia es instructivo por los esfuerzos hechos en la Constitucin de 2009 a repensar y refundar todo el orden jurdico a partir de la
pluralidad, estableciendo garantas para accionar el respeto de los derechos
colectivos, destacando la accin popular e integrandoseis tipos de derechos:
fundamentalsimos, fundamentales y civiles, polticos, de las minoras, de los
pueblos indgenas, originarios y campesinos, ambientales y econmicos, sociales y culturales. A pesar de su obvio avance en trmino de la poblacin
mayormente indgena, mantiene los afrobolivianos al margen. Con todo lo
que est ocurriendo en 2011-12 en la poltica boliviana del gobierno, particularmente con el caso del parque nacional de territorio ancestral indgena TIPNIS, podemos preguntar sobre la real vigencia y aplicacin de los derechos y
del orden jurdico plural.
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pero claro es, siempre bajo el ojo de la mal denominada jurisdiccin ordinaria:
Las autoridades de las comunidades, pueblos y nacionalidades
indgenas ejercern funciones jurisdiccionales, con base en sus
tradiciones ancestrales y su derecho propio, dentro de su mbito
territorial, con garanta de participacin y decisin de mujeres.
Las autoridades aplicarn normas y procedimientos propios para
la solucin de sus conflictos internos, y que no sean contrarios a
la Constitucin y a los derechos humanos reconocidos en instrumentos internacionales. El Estado garantizar que las decisiones
de la jurisdiccin indgena sean respetadas por las instituciones
y autoridades pblicas []. La ley establecer los mecanismos
de coordinacin y cooperacin entre la jurisdiccin indgena y la
jurisdiccin ordinaria (Art. 171).
144
74
Otro punto para recalcar en la nueva Constitucin ecuatoriana es la incorporacin dentro de los derechos fundamentales de la prohibicin y sancin de la
discriminacin, como tambin la inclusin de medidas de accin afirmativa
(Ver Walsh, 2011).
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otras diferente(s) a ella, la ltima siendo un aadido a la estructura legal establecida. Reconocer el pluralismo jurdico es aceptar el
conflicto y la imposibilidad de convergencias entre estos sistemas. El
propsito es dar atencin y cabida a la particularidad tnica histrica
y tradicional, no a repensar o transformar la estructura e institucin
jurdica en su totalidad. Por eso, el pluralismo jurdico podra ser
as en su forma subordinada un componente de la que criticamos
anteriormente: la interculturalidad funcional.
En este sentido y sin descontar la importancia de su reconocimiento, particularmente dentro de un marco y prctica de simetra, igualdad y paridad, el pluralismo jurdico an queda corto
ante la necesidad de tambin repensar y readecuar los sistemas de
derecho a nivel nacional, aqu me refiero a la posibilidad de trabajar
hacia la interculturalidad jurdica o la interculturalizacin crtica jurdica y hacia una interpretacin y construccin jurdica de carcter
intercultural.
Hacia una interculturalizacin jurdica
Ahora bien, el problema no es el pluralismo jurdico en s,
sino el sistema jurdico latinoamericano, concebido desde su inicio
en las emergentes repblicas, a partir del marco, modelo y racionalidad eurocntrico-occidentales y su supuesto de homogeneidad
y derecho positivista liberal individual. De esta manera, el derecho
nacional, sea en Brasil, Ecuador y cualquier otro pas latino o sudamericano, ha sido no solo excluyente de los pueblos indgenas y afrodescendientes como sujetos colectivos de derecho y de sus maneras
propias de concebir y ejercer el derecho, sino tambin, negante de la
posibilidad de construir sistemas jurdicos fundados en esta diversidad y su posible articulacin.
Aqu surgen preguntas distintas: Qu ofrecen hoy los derechos indgenas y afrodescendientes para el derecho ya establecido, el
as denominado derecho nacional? No debera ser este tambin
repensado y refundado tomando en cuenta los criterios de la pluralidad e interculturalidad, y las realidades mltiples y diversas de
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prensiones interculturales, intersistmicas o interjurdicas, e intercivilizatorias. Eso implica considerar las varias maneras ancestrales
y contemporneas de construir y ejercer pertenencia y convivencia,
incluyendo, con respecto a la naturaleza y a la madre tierra, la territorialidad, las soberanas y las autonomas, la institucionalidad, y los
saberes, valores y normas, incluyendo la espiritualidad-religiosidad,
que rigen y cimientan lo socio-cultural-colectivo, tanto en espacios
rurales como en urbanos. Ms que solo fortalecer lo propio, esta
reconstruccin y consideracin permitiran vislumbrar el impacto e influencia fragmentadores del modelo neoliberal capitalista,
alentando la posibilidad de sistemas y prcticas a la vez propios y
contrahegemnicos76.
El tercer aspecto tiene que ver con los esfuerzos por conciliar
y articular, con miras hacia una posible convergencia que admita la
creacin de nuevas estructuras y una nueva institucionalidad jurdica plurinacional e intercultural. Aqu la idea no es reemplazar o sintetizar la pluralidad ni simplemente incluirla en el sistema nacional
pluralizndolo, para permitir derechos en paralelo. Ms bien, es la de
buscar un reconocimiento e incorporacin integrales como tambin
una relacin entre estos rdenes distintos yendo ms all de la polarizacin presente en el derecho positivista entre derecho colectivo y
derecho individual. Es decir, se busca una interculturalizacin entre
las formas de comprender y ejercer los derechos que son formas civi-
76
Por ser arraigados a la vida, los sistemas de justicia indgenas y afrodescendiente -aunque se debate al interior de las mismas comunidades afro sobre si
existen sistemas o ms bien prcticas-, siempre han partido de la integracin con la naturaleza. Por ende, expresa una posicin muy distinta a la del
derecho positivista que parte del individuo como sujeto del Estado monocultural, individuo abstrado de su entorno. No obstante, estos sistemas propios tambin han sido impactados, desestabilizados y, a veces, comprometidos y cooptados, debido a la presencia e intervencin de compaas transnacionales, la extraccin de recursos nacionales, la corrupcin de dirigentes,
la toma de tierras por colonos, la migracin temporal, y todos los conflictos,
divisiones y pugnas que estos cambios han propiciado.
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En este sentido, es instructiva la experiencia canadiense. A partir de una prctica denominada crculos de justicia, se construye un proceso de juzgamiento que involucra a autoridades propias indgenas conjuntamente con jueces
del Estado, en un proceso dialgico que busca consenso.
151
tante porque permite reconocer las maneras variadas contemporneas de constituir y vivir en comunidad y colectividad; lo que
incluye aquellas inventadas en las migraciones y comunidades urbanas, incluyendo las favelas.
Estos casos requieren insertar, como parte de un sistema
jurdico intercultural, distintas maneras de concebir y ejercer los
derechos, tanto individuales como colectivos, permitiendo que los
pueblos indgenas y afrodescendientes sean considerados simultneamente como individuos y como colectividades. De esta manera,
los derechos de la colectividad pueden ser otorgados a miembros del
grupo (individuos), al grupo como un todo o a un territorio donde
el grupo constituye la mayora. Todo esto abre tambin a consideracin el hecho de que todas las comunidades no son necesariamente
de carcter monoltico y homogneo sino que en su formacin y a su
interior existe tambin una interculturalizacin, que el derecho no
debe pasar por alto.
La interpretacin intercivilizatorio-intercultural o, si se prefiere, la interculturalidad o interculturalizacin jurdica, no desplaza
al pluralismo jurdico; profundiza su prctica y comprensin ms
all de los sistemas y prcticas propios y del paradigma de oposicin. Requiere que el sistema uninacional y su lgica-razn jurdica tambin se pluralicen e interculturalicen dentro de un marco
de justicia, que parta de la realidad del pas y no solo del modelo del
derecho moderno-universal-occidental-individual, modelo que, sin
duda, es el que ha venido perpetuando la colonialidad; la autoridad
pblica monocultural, excluyente y clientelar, es clara manifestacin
de ella.
Esta interpretacin inter, especialmente en sus aspectos delineados aqu, busca lo que Alb (2000) ha llamado un enriquecimiento y posible convergencia intercultural jurdica. Esto permite incorporar de abajo hacia arriba, algunos principios subyacentes en el
derecho propio ancestral al derecho estatal. Pero tambin requiere
asumir y enfrentar con responsabilidad los proyectos polticos fundados, racializados y excluyentes de la nacin, para as empezar a
152
construir una convivencia social donde la diferencia e igualdad puedan empezar a entretejerse. Este proceso se puede entender como
estrategia para enfrentar la colonialidad an viviente, como herramienta crtica en el camino decolonial hacia la construccin de una
propuesta (inter)civilizatoria alternativa y de un Estado y sociedad
radicalmente distintos.
A modo de cerrar
No hay receta ni tampoco un modelo ideal para repensar,
reconstruir y refundar los sistemas nacionales de derecho y justicia
latinoamericanos, ms que todo de manera que tome distancia de los
legados coloniales, prototipos eurocntricos y proyectos nacionales
homogeneizantes y excluyentes. Tampoco es suficiente un cambio
radical constitucional como el caso del Ecuador demuestra si no
hay voluntad del gobierno y medidas de control desde la sociedad.
Sin embargo, lo que s se evidencia, cada vez ms, es que el tiempo
ya ha llegado para reconocer el dao hecho al asumir la modernidad
euro-centrada como patrn nico, por negar, blanquear y occidentalizar y asimilar las diferencias haciendo reproducir la matriz colonial
e imponer instituciones sociales desde una perspectiva, imaginario y
Estado monocultural y uninacional.
Este ensayo, adems de poner en escena esta problemtica,
intent trazar algunos caminos posibles desde la interculturalizacin jurdica y el proyecto poltico, social, epistmico y tico de la
interculturalidad; los mismos que estn encaminados a derrumbar
el mito de la democracia racial, posicionarse en contra de la matriz
colonial y abrirse a formas otras de asumir y hacer converger lo
plural de lo nacional. Asumir este reto y darle prctica y concrecin
desde los campos sociales, polticos y jurdicos no es labor solo de
abogados o gobernantes, sino de todas y todos los cuales trabajamos
y luchamos por una convivencia distinta, por el buen vivir y no por
el principio capitalista de simplemente vivir mejor.
Parte III
Interculturalizaciones educativas
7
INTERCULTURALIDAD CRTICA Y
EDUCACIN INTERCULTURAL80
No hay prctica social ms poltica que
la prctica educativa. En efecto,
la educacin puede ocultar la realidad
de la dominacin y la alienacin o puede,
por el contrario, denunciarlas,
anunciar otros caminos, convirtindose
as en una herramienta emancipatoria.
Paulo Freire, 2003
Reelaboracin del texto originalmente publicado en Construyendo Interculturalidad Critica, J. Viaa, L. Tapia, C.Walsh, La Paz: Convenio Andrs Bello,
2010.
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El caso contrario es lo de Panam que crea la Direccin Nacional de Educacin Bilinge el 30 de agosto de 2007, estableciendo programas de educacin
y promocin para los grupos indgenas, y adicionalmente, garantizando el
desarrollo de la Educacin Intercultural Bilinge en todos los niveles y modalidades del sistema educativo, para lograr que los pueblos culturalmente
diferenciados desarrollen una educacin de calidad, con equidad, eliminando
la exclusin y marginalidad mediante un proceso de educacin intercultural
(Ministerio de Educacin Decreto Ejecutivo 274, 31 de agosto de 2007).
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Este sistema cogestionado y bifurcado fue cambiado por el gobierno ecuatoriano con el Decreto 1585 del 18 de febrero de 2009, que elimin la descentralizacin y autonoma del sistema de educacin intercultural bilinge. El
argumento: despolitizar la EIB, acabar con su manejo sectario y racista (racista por excluir la visin mestiza), y liberarla de toda injerencia corporativista,
ya sea de movimientos polticos, gremios o de organizaciones tnicas, para
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quedara marginada frente a la continua hegemona cultural y educativa, situacin que se complicara an ms en el contexto neoliberal, donde la responsabilidad estatal favoreca la privatizacin y la
descentralizacin. Por tanto, la oficializacin de la EIB ha representado siempre un cuchillo de doble filo: por un lado, el reconocimiento
oficial de las lenguas, culturas y saberes indgenas y el derecho de una
educacin propia y, por el otro y con la instalacin de mecanismos
de manejo, control y regulacin, el debilitamiento de lo propio mismo y de su sentido comunitario, sociopoltico y ancestral84.
Las reformas de los 90
En los aos 90, la poltica emergente de la diversidad tnica
logr consolidarse en prcticamente todos los pases latinoamericanos dentro de sus reformas constitucionales. Con el reconocimiento
del carcter multitnico, pluricultural de la poblacin y de la existencia de identidades tnico-culturales, y al otorgar su proteccin
e igualdad ante la ley, se inici una nueva fase poltico-social, conocida como constitucionalismo multicultural o multiculturalismo
constitucionalista. De hecho, tales cambios fueron resultados de las
demandas y luchas de los movimientos sociales particularmente de
los movimientos indgenas, tanto a nivel nacional como internacionalmente en el campo de derechos. No obstante, tambin deben
ser vistos como constitutivos de los designios del proyecto neoliberal que al inicio de los 90 tom fuerza en Amrica Latina: incluir
a todos, implicar a los sectores histricamente excluidos dentro del
mercado asegurando, con esta participacin de los excluidos, su
apaciguamiento ha sido estrategia clave de su proyecto (Supra Parte
II, Cap. 6).
Las reformas educativas de los 90 fueron parte de esta nueva onda multiculturalista de corte neoliberal. Mientras su impulso
as construir una verdadera ciudadana con visin intercultural e inclusiva
(Ministerio de Educacin, 2009).
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el respeto a la diversidad tnico-cultural. Aqu el bienestar est entendido segn dos categoras: la ontolgica ser, tener, hacer, estar,
y la axiolgica subsistencia, proteccin, afecto, entendimiento, ocio,
participacin y creacin. Llegar a este bienestar depende de los individuos; no descansa en la sociedad en si ni tampoco en un cambio
de la estructuracin social. Depende de la manera que las personas
toman control de sus vidas. Por ende, su idea central es que cada individuo contribuye al desarrollo de la sociedad, y que los individuos
pueden llegar a superar el problema del desarrollo limitado (Walsh,
2010a).
Es desde esta perspectiva que se argumenta por la necesidad de la inclusin de individuos de los grupos histricamente
excluidos como mecanismo para adelantar la cohesin social. Tal
perspectiva se evidencia en los recientes cambios en la poltica de
la Unesco, ahora dirigida a gestionar la diversidad para que no sea
fuente de amenaza y seguridad. Tambin forma parte de las nuevas polticas e iniciativas del Proyecto de Naciones Unidas para el
Desarrollo-(PNUD), Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y
Eurosocial, este ltimo representa una alianza entre la Comisin Europea, BID, PNUD, CEPAL, con el apoyo del Banco Mundial y el
Fondo Monetario Internacional, enfocada en adelantar y asegurar la
cohesin social por medio de la inclusin.
Para PNUD, por ejemplo, que est liderando muchos de
estos procesos con varios estados latinoamericanos, la inclusin representa, por un lado, el paso de la coexistencia, tolerancia y convivencia entre desiguales a la construccin de una comunidad de
ciudadanos una comunidad de iguales es el paso de una concepcin multicultural de ciudadana a una intercultural (PNUD Bolivia,
2007: 96). Pero por el otro lado, tal perspectiva y esfuerzo pretende,
adems, responder (particularmente en el caso boliviano) a la radicalizacin de imaginarios tnicos y la necesidad social, poltica y
econmica de asentar un nuevo sentido comn compatible con el
mercado. As y como bien seala Jorge Viaa:
166
El segundo eje de cambio se define dentro de las nuevas polticas que se afianzan por una educacin universal, nica y diversa
para alcanzar la igualdad e incorporar plenamente la diversidad. As
en varios pases de la regin, se empiezan a establecer leyes para implantar un sistema denominado Educacin Intercultural. Mxico
fue uno de los primeros en plantear en el 2001 un nuevo modelo
educativo desde la primaria hasta la universidad donde se estudie y
se privilegie la interculturalidad. La creacin de universidades interculturales por parte de los Estados Mexicanos desde 2003 es parte de
tal iniciativa; sin embargo, en su conceptualizacin podemos atestiguar la continua asociacin de lo intercultural con lo indgena y
como programa especial.
Segn el decreto de su creacin (10 de diciembre de 2003),
las universidades interculturales mexicanas tienen la funcin de impartir programas de educacin superior y formar a profesionistas
comprometidos con la valoracin, estudios, la investigacin y la enseanza de las lenguas y culturas indgenas. Es decir, son universidades pensadas para indgenas y para abordar temas indgenas.
La cuestin entonces es por qu no llamarlas indgenas en vez de
interculturales86. Al parecer, la comprensin de lo intercultural
86
Vale la pena mencionar la diferencia entre la conceptualizacin de estas Universidades Interculturales en Mxico, con la de las tres Universidades Indge-
167
an sigue siendo centrada en el indgena; aunque existe el reconocimiento que la educacin intercultural es para todos, su propuesta
fcilmente termina siendo poco ms que la incorporacin de asignaturas relacionadas a la diversidad lingstica y cultural.
Pensar la educacin intercultural como proceso de estudio
y aprendizaje interepistmicos, an parece lejos, en la mayora de
pases, de una nueva prctica y poltica educativa. Mientras que esfuerzos como la Ctedra de Estudios Afrocolombianos que pretende hacer obligatorio el estudio sobre lo afrocolombiano en todas las
escuelas colombianas podran ser vistos como avances, su incorporacin an muy limitada a nivel nacional es como materia tnica
y no como base para pensar con los conocimientos, las historias,
memorias y actualidades de la Colombia de descendencia africana
(Infra Cap. 8).
Inclusive en Venezuela donde desde 2007, se abre una discusin sobre el diseo curricular bolivariano considerando tanto
los pueblos indgenas como los afrovenezolanos (que conforman
aproximadamente 30% de la poblacin), la educacin intercultural se mantiene solo como subsistema, como eje integrador; atiende la educacin integral de los pueblos y comunidades indgenas y
afrodescendientes, desde los contextos de coexistencia de convivencia cultural, teniendo como punto de partida la educacin propia
(Daz, 2009). As y como explica ngela Daz, la educacin intercultural venezolana,
Es el tipo de educacin que se encarga de trasmitir los conocimientos, valores ancestrales, expresiones culturales, idioma, cosmovisin y prcticas pedaggicas de los pueblos y comunidades
indgenas y afrodescendientes, propiciando el reconocimiento y
fortalecimiento de la cultura propia, en la convivencia y respeto
168
Sin descontar la importancia y el paso histrico para Venezuela de estos cambios, es necesario adicionalmente considerar
cmo extender lo intercultural tanto en este pas como en la regin
en su conjunto al contexto de repensar, refundar y descolonizar
lo nacional. Tal vez Bolivia y Ecuador representan casos distintos
por sus planteamientos que giran alrededor de la transformacin,
refundacin y descolonizacin del sistema. As pretenden, siguiendo
ambas constituciones recientes, procurar la concepcin y prctica de
los principios de interculturalidad y plurinacionalidad en el sistema educativo nacional, alentar la descolonizacin educativa y definir una poltica nacional de educacin que pretende acabar con el
problema estructural de la diferencia como problema y desigualdad,
para as construir una sociedad ms equitativa y justa. Dentro de tal
esfuerzo, se entiende la transformacin educativa y la transforma-
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Pero tal vez el mejor ejemplo de su esfuerzo de interculturalizar es con relacin a los saberes y conocimientos. Al reconocer que
la ciencia y el conocimiento no son singulares y nicos, e identificar
los conocimientos ancestrales como conocimientos cientficos y tecnolgicos, relevantes y necesarios para todos, la Constitucin ecuatoriana extiende la interculturalidad al campo epistmico. Adems
hace un cambio de lgica que supera el monismo en la definicin de
ciencia y conocimiento, relacionando los conocimientos con la
vida misma y no con el bienestar individual sino con el buen vivir:
Ser responsabilidad del Estado [] potenciar los saberes ancestrales para as contribuir a la realizacin del buen vivir, al Sumak
Kawsay (Art. 387).
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Nelson Maldonado-Torres se refiere a esta como la deshumanizacin racial en la modernidad [], la falta de humanidad en
los sujetos colonizados que los distancian de la modernidad, la razn y de facultades cognitivas (2007b: 133, 144). Y es aqu que encontramos el meollo del asunto, l que liga la interculturalidad y la
decolonialidad. Si es, como dice Rafael Bautista (2009) que, el mito
racista que inaugura la modernidad, mito que anul su pretensin
de razn crtica, nunca le permiti un verdadero dilogo con el resto
del mundo sino el monlogo de la razn moderno-occidental consigo mismo, entonces la interculturalidad, para intervenir crticamente, tiene que partir de este mito y su enraizamiento en la dupla
modernidad/colonialidad. As su uso y comprensin como herramienta estratgica y pedaggica que no solamente abre dilogos,
sino tambin que trabaje en y sobre la modernidad/colonialidad,
hacia la construccin de condiciones ontolgicas, cognitivas, subjetivas, cosmolgicas, civilizatorias y vivenciales distintas, plurales
y de interrelacin. Eso sera, utilizando las categoras de Boaventura
de Sousa Santos, un proyecto que provoca cuestionar las ausencias
de saberes, tiempos, diferencias, etc. y pensar y trabajar desde las
emergencias que se revelan a travs de la ampliacin simblica de
pistas o seales de la experiencia misma, particularmente aquella de
los movimientos sociales (2005: 172).
Entender la interculturalidad como proceso y proyecto dirigido hacia la construccin de modos otros del poder, saber, ser y
vivir, permite ir mucho ms all de los supuestos y manifestaciones
actuales de la educacin intercultural, la educacin intercultural bilinge o inclusive la filosofa intercultural. Es argumentado no por
la simple relacin entre grupos, prcticas o pensamientos culturales,
por la incorporacin de los tradicionalmente excluidos dentro de las
estructuras (educativas, disciplinares o de pensamiento) existentes,
o solamente por la creacin de programas especiales que permiten
que la educacin normal y universal siga perpetuando prcticas
y pensamientos racializados y excluyentes.
175
89
Hablar de modos otros es tomar distancia de las formas de pensar, saber, ser y
vivir inscritas en la razn moderno-occidental-colonial. Por eso, no se refiere a
otros modos, ni tampoco a modos alternativos, sino a ellos asentados sobre
las historias y experiencias de la diferencia colonial. Al inicio del siglo XVI,
como parte de la expansin imperial/colonial en las Amricas, estas historias
y experiencias marcan una particularidad del lugar epistmico un lugar de
vida-, que rehsa la universalidad abstracta. Ver Mignolo, op. cit. como tambin el ensayo Interculturalidad y colonialidad de poder en este libro.
176
177
ca sino como una realidad histrica. Y mientras el hombre percibe el exento de su deshumanizacin, empieza preguntarse si la
humanizacin es una posibilidad viable. Dentro de la historia,
en contextos concretos y objetivos, tanta la humanizacin como
la deshumanizacin son posibilidades para el hombre como ser
incompleto consciente de su incompletacin (Freire, 1970: 27).
Para Freire, la deshumanizacin entendida como el resultado de un orden injusto que genera la violencia de los opresores,
lo que, en cambio, deshumaniza los oprimidos es una distorsin
de la vocacin de hacerse ms plenamente humano. Enfrentar este
problema haciendo que los humanos lleguen a tener consciencia de
esta condicin y que reconozca la necesidad de luchar por la restauracin de su humanidad, son pasos necesarios pero no nicos en
su pedagoga y praxis humanista y liberatoria hacia la emancipacin
(Freire, 1970: 74). La creacin de estructuras socio-educativas que
equipen a los oprimidos con las herramientas necesarias para desvelar las races de su opresin y deshumanizacin, identificar sus estructuras, y actuar sobre ellas, tambin son componentes cntricos.
Tanto para Freire como para Fanon, el proceso de humanizacin requiere ser consciente de la posibilidad de existencia, y requiere actuar responsablemente y conscientemente sobre y siempre en
contra de las estructuras y condiciones sociales que pretenden negar su posibilidad. La humanizacin y liberacin individual requiere
la humanizacin y liberacin social, lo que implica la conexin entre
lo subjetivo y lo objetivo; es decir, entre lo interiorizado de la deshumanizacin y el reconocimiento de las estructuras y condiciones sociales que hacen esta deshumanizacin. Al respecto, se puede anotar
la influencia creciente de Fanon en Freire, algo que Freire comenta
en la Pedagoga de la Esperanza, cuando reconoce que el asunto no es
tanto con la adherencia del oprimido al opresor sino la manera que
el oprimido toma distancia de l, ubicndole fuera de s, como dira
Fanon (Freire, 1993: 47).
Para ambos la deshumanizacin y humanizacin son proyectos enraizados en una realidad y contexto histricos concretos;
178
pero mientras para Freire tanta la humanizacin como la deshumanizacin son posibilidades para el hombre como ser incompleto
consciente de su incompletacin, para Fanon el problema tambin
radica en el proyecto incompleto de la descolonizacin. La deshumanizacin, segn Fanon, es componente central de la colonizacin; la
humanizacin, por ende, requiere la descolonizacin.
Como deca Fanon, La descolonizacin que se propone
cambiar el orden del mundo es () un programa de desorden absoluto () un proceso histrico () aportado por nuevos hombres,
un nuevo lenguaje, una nueva humanidad (1961/2001: 30-31).
Este es el desafo y proyecto que apuntala la interculturalidad crtica. Desafo y proyecto que deben provocar una serie de
consideraciones, preocupaciones, cuestionamientos y acciones ante
las actuales conceptualizaciones, prcticas y polticas educativas.
8
ETNOEDUCACIN E
INTERCULTURALIDAD EN PERSPECTIVA
DECOLONIAL90
La etnoeducacin es un esfuerzo de los
pueblos excluidos para visualizar, construir y aplicar
un proyecto donde las aspiraciones y los criterios
culturales de ese pueblo, son el fundamento.
Juan Garca Salazar91
90
Publicado originalmente en (2011) Interculturalidad y etnoeducacin. Perspectivas Afrodescendientes, O. Bilbao (ed.), Lima: CEDET.
91
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180
Es a partir de los aos 90, que la etnoeducacin empieza tomar fuerza como demanda y eje de lucha de los pueblos afrodescendientes, lucha y demanda hacia fuera: a los Estados que histricamente han negado y silenciado su existencia, y lucha y demanda
hacia adentro: a sus propias comunidades para fortalecer la pertinencia, los conocimientos, y las prcticas y perspectivas de vida
arraigadas a la ancestralidad, territorialidad y cimarronaje pasado y
presente. No obstante, hoy la etnoeducacin tambin se encuentra
dentro de los discursos, polticas y planes de organismos multilaterales, de la cooperacin internacional y de los mismos Estados donde,
y cada vez ms, se pierde su sentido propio, reivindicativo y reparativo convirtindose en una estrategia funcional del multi-pluri-interculturalismo actualmente en boga.
Por tanto, parece importante preguntar: qu se entiende y
qu entendemos por etnoeducacin e interculturalidad y con qu
visin y proyecto poltico? Etnoeducacin e interculturalidad como
propuestas, demandas y polticas de reconocimiento e inclusin en
los Estado-naciones establecidos, y/o como apuestas que pretenden
incidir e insurgir en estas estructuras de poder an colonial-racial?
Con estas dos preguntas centrales, aludimos a otras: qu
sucede cuando proyectos inicialmente pensados desde las comunidades entran tanto en la esfera de polticas pblicas del Estado, como
en el campo de inters de instituciones y organismos multilaterales,
transnacionales, algo que actualmente est sucediendo con la etnoeducacin y la interculturalidad? Despus de siglos de olvido, silenciamiento e invisibilizacin, e inclusive, subalternizacin de los pueblos afrodescendientes ante a (y tambin por) los pueblos indgenas,
cmo entender la emergente atencin de estos organismos e instituciones, incluyendo los Estados a lo afro? No sera la designacin
del Ao Afrodescendiente reflejo mismo, por lo menos en parte,
de esta problemtica, siguiendo la terminologa de Fidel Tubino, de
interculturalidad funcional? As y frente a la nueva visibilizacin y
poltica (y poltica de visibilizacin) tnica para los hombres y mujeres de descendencia africana, gestionada desde arriba con el afn
181
182
Segn argumenta Yolanda Bodnar (1992), la etno educacin es una apropiacin de la idea de etno desarrollo introducida
en los 80 por el mexicano Guillermo Bonfil Batalla y a partir de su
paradigma del control cultural en el cual la interculturalidad empieza figurarse (Castillo y Caicedo, 2008).
Con la Constitucin colombiana de corte multicultural de
1991, la etnoeducacin para los indgenas se institucionaliza; es solo
posterior y con la Ley 70 de Comunidades Negras de 1993, que la
etnoeducacin se extiende en forma ms sistemtica a las comunidades afrocolombianas 94. As y como sucede en general con los reconocimientos y derechos de los afrodescendientes en Amrica Andina
y Amrica del Sur, la etnoeducacin parte de un marco indgena
luego aplicado a las comunidades de raz africana como ocurrencia
tarda, que no cuestione o pone en escena la lgica en que ha sido
configurada histricamente su diferencia, marcada por el secuestro
desde frica, la esclavizacin y la experiencia vivida de la dispora
africana con sus mltiples formas de deshumanizacin. La etnoeducacin en este marco y desde su conceptualizacin oficial-estatal, no
cambia la estructura de poder racial-colonial, ni tampoco modifica
el sistema educativo imperante; es una poltica educativa compensatoria y especial para los llamados grupos tnicos.
93
Posteriormente y con la Ley 115 de 1994 se ajusta esta definicin: La Etnoeducacin es aquella que se ofrece a grupos o comunidades que integran la
nacionalidad y que poseen una cultura, una lengua, unas tradiciones y unos
fueros propios y autctonos. Esta educacin debe estar ligada al ambiente, al
proceso productivo, al proceso social y cultural, con el debido respeto de sus
creencias y tradiciones (en Castillo y Caicedo, 2008: 34).
94
El Ministerio de Educacin formular y ejecutar una poltica de Etnoeducacin para las comunidades negras y crear una comisin pedaggica que
asesorar dicha poltica con representantes de las comunidades (Ley 70/93,
artculo 42).
183
Pero mientras el trmino etnoeducacin encuentra sus antecedentes en esos dos momentos la etnicizacin como control
cultural propugnado por Bonfil Batalla y las polticas educativas del
Estado colombiano, tambin ha sido asumido por las comunidades
y organizaciones con sentidos propios. Como argumenta Lucy Santacruz (2006) con relacin al contexto colombiano:
Independientemente de tales formas institucionales de la etnoeducacin, a partir de su reglamentacin legal, existen experiencias en todo el pas previas a tales disposiciones del Estado,
donde se viene desarrollando una prctica pedaggica desde lo
propio, ligado a su vez con procesos de construccin de identidades vinculadas con los movimientos sociales afro, indgenas
y campesinos. Donde no solo la educacin cuestiona las formas
de reproduccin del sistema, sino que hace parte de un hacer
programtico de la poltica de estas poblaciones, donde la educacin busca ser un aporte en la formacin de lderes que adelanten procesos en busca de la autonoma de sus pueblos.
184
En Ecuador, y a la diferencia de Colombia, la etnoeducacin no ha tenido, hasta ahora, concrecin como poltica de Estado,
aunque est nombrada desde 2002 en la Ley de Derechos Colectivos
Afroecuatorianos. Su sentido y prctica se han construido en la esfera de las comunidades, como respuesta desde lo propio, a lo que
ha sido negado. En este contexto, hablar de la etnoeducacin casa
adentro es, segn Garca, hablar de la endoeducacin. Es decir,
La construccin de un modelo educativo que permite pensar en un
reencuentro con nosotros mismos, con lo que somos y sobre todo
con lo mucho que hemos dado y aportado para la construccin de
cada una de las naciones donde nos toc vivir (Garca en Walsh,
2004b: 342).
La etnoeducacin entendida desde esta perspectiva es, siguiendo a Garca, un esfuerzo de los pueblos excluidos para visualizar, construir y aplicar un proyecto donde las aspiraciones y los criterios culturales de ese pueblo, son el fundamento. Es un proceso de
desaprender lo excluyente y dominante y reaprender desde la cultura
y los saberes propios; una respuesta a la educacin formal que hasta
hoy en da niega la presencia, historia y conocimientos de los pueblo
afro. Un proceso de continua construccin que no necesariamente,
o siempre, apunta una poltica o programa, sino a la motivacin,
accin y valor de etnoeducar. Es decir:
El valor de ensear sobre lo que muchos aos se nos ense que
no tena valor (). Los conocimientos que nos haban dicho que
no eran conocimientos (). La lucha es volver a esta forma de
conocimiento, a esta manera de entender la vida, de entender
nuestros propios saberes como tambin insertar en los procesos
educativos nuestra visin de la historia y nuestra visin de conocimiento (Garca en Walsh, 2004: 342).
185
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No obstante y como argumentan Castillo y Caicedo, La reafirmacin del sujeto tnico afrocolombiano en el mbito jurdico y de las polticas pblicas ha
influido de forma importante sobre las polticas educativas, concretamente
en lo referido al reconocimiento de este carcter diferenciado de los afrocolombianos y raizales, propiciando con ello la implementacin de programas
y proyectos escolares en Colombia. En ese sentido, la Etnoeducacin afrocolombiana es vista como posibilidad de autonoma en el campo de los procesos
comunitarios y de escolarizacin, aspiracin que () enfrenta serias dificultades de concrecin (p. 33).
188
Algo similar est ocurriendo en Brasil con la Ley de la enseanza de la historia de frica y Afro Brasil. En Ecuador, existe una
propuesta desde las organizaciones, siguiendo estos ejemplos, para
una Ctedra de Estudios Afroecuatorianos que propone incidir tanto en la llamada educacin intercultural nacional como en los espacios an ms cerrados que son los de la Universidad.
189
En estos casos, el trabajo de etnoeducar, o tal vez mejor dicho el de afroeducar, se complementa con una prctica pedaggica
que se ejerce diferencialmente y simultneamente en ambos lugares:
casa adentro y casa afuera, traspasando las fronteras de la escuela haca los mbitos de la vida cotidiana donde la racializacin de los sujetos afrodescendientes persiste, alimentando y fijando estereotipos,
subalternizaciones y violencias sociales y culturales, pero tambin
epistmicas y psquicas, recordando as el problema de endoracismo
sealado por Jess Chucho Garca (2011).
Por eso mismo, estas propuestas y experiencias concretas
y emergentes, traen una serie de interrogantes crticos sobre lo que
realmente implica etno o afroeducar en sociedades an coloniales,
concebidas y planteadas desde el mestizaje (espaol-indgena) o la
democracia racial como proyectos y discursos de poder nacional
colonial96, con el blanqueamiento como proyecto real, todo con relacin a los dictmenes e intereses del mercado. Tales realidades se
mantienen hoy inclusive en los pases progresistas y constitucionalmente nombrados como plurinacional e intercultural.
Por tanto y en el mbito actual se puede preguntar: cmo
asegurar que la etnoeducacin no llegue a ser poco ms que una poltica sumatoria, una adicin tnica a lo nacional de-etnicizado, que
desde los mrgenes de las comunidades o como materia especial
visibiliza la diversidad hacindola funcional y no crtica y cuestionadora al sistema? Es esa la demanda y deseo de ser incluido o
incorporado en lo nacional el eje cntrico y fundamental hoy de
la etnoeducacin y afroreparacin, particularmente en los centros
urbanos? Y de qu manera estn en juego en todo eso, es decir en
la etnoeducacin, interculturalidad e inclusin, intereses de casas
ajenas?
96
Para una discusin crtica del mestizaje como discurso de poder colonial ver
Sanjins (2005), Rivera Cusicanqui (2010) y Walsh (2009).
190
Casas ajenas
De hecho hay una larga historia que contar sobre la educacin pensada y construida para comunidades y pueblos afrodescendientes, una historia que aqu no es posible elaborar. Vale solo recordar el nivel de presencia (e imposicin) de la Iglesia Catlica con
sus pretensiones tempranas de civilizar y de evangelizar sin duda,
dos lados de la misma moneda, y los esfuerzos ms recientes de la
pastoral de impulsar una educacin para los afros ms acorde con su
historia, cultura e, inclusive, espiritualidad, siempre y cuando estas
no se contradicen o sobreponen sobre el Dios nico.
Lo que nos interesa aqu no son esos esfuerzos anteriores
sino los actuales vinculados e incrustados en el nuevo discurso de la
inclusin social, reflejado particularmente en las polticas del Banco
Interamericano del Desarrollo (BID), el Proyecto de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Cooperacin Europea, las entidades principales hoy en el financiamiento de instituciones y proyectos afrodescendientes latinoamericanos.
Cul es el inters de estos organismos y cundo empez? El
BID, fuente ms grande del financiamiento de desarrollo en Amrica
Latina, fue el primero en dar atencin a la situacin de afro latinoamericanos en 1996, con su diagnstico comprensivo de la poblacin
afro de la regin. Sin embargo, fue en el ao 2000 y con la formacin
de un grupo de trabajo y comit consultivo sobre inclusin social
que el BID, junto con otras agencias gubernamentales y multilaterales, dio el impulso de una nueva agenda poltica para Amrica Latina
enfocada en inclusin social y con atencin particular a la exclusin
basada en raza y etnicidad. As en el 2003 lanz, con apoyo de los
gobiernos de Gran Bretaa y Noruega, el Fideicomiso de Inclusin
Social. En este mismo ao financi con ms de un milln de dlares, proyectos en Amrica Latina, una tercera parte de los cuales
con el enfoque afrodescendiente, comparado a solo 13% para poblaciones indgenas (Ribando, 2005). Ms recientemente y desde
2010, el BID ha empujado iniciativas que hacen visibilizar avances y
acciones de afro inclusin, con atencin especfico a Bolivia, Brasil,
191
192
Perspectivas de la Interculturalidad
Como es el caso de la etnoeducacin, la interculturalidad
emergi a finales de los aos 80 y a principios de los 90, primeramente en el contexto de la educacin bilinge intercultural (lase
educacin indgena) como poltica de Estado apoyada por organismos como el alemn GTZ y, a la vez, como eje de los proyectos polticos indgenas; y es la Confederacin de Nacionalidades Indgenas del
Ecuador (CONAIE) y el Consejo Regional Indgena de Cauca-CRIC,
los ejemplos mayores. En palabras del CRIC, la interculturalidad es
un proyecto poltico que trasciende lo educativo para pensar en la
construccin de sociedades diferentes () en otro ordenamiento
social (2004). Igualmente y como hemos indicado anteriormente, la
interculturalidad ha sido un eje del proyecto poltico de la CONAIE
con miras hacia la transformacin social radical.
En el mundo de las comunidades y organizaciones afrodescendientes, el trmino de la interculturalidad no ha tenido, hasta
hace poco, mayor uso. Sin embargo y en la prctica educativa casa
adentro y casa afuera, su principio, concepto y proyecto s tienen
incidencia y significacin, apuntando el interculturalizar como
necesario accionar. No obstante y como se ha discutido en otros
ensayos, la interculturalidad tambin tiene uso dentro de la lgica
del capitalismo global; una lgica que reconoce la diferencia, sustentando su produccin y administracin dentro del orden nacional,
neutralizndola y vacindola de su significado efectivo, y volvindola funcional a este orden y, a la vez, a los dictmenes del sistemamundo-moderno-capitalista-colonial. Como argumentan Rojas y
Castillo (2007: 18), pensando desde el contexto colombiano, en la
medida en que las polticas de Estado y las reivindicaciones de los
movimientos sociales reproduzcan lgicas de diferenciacin insertas
en una matriz dominante, estaremos frente a novedosas formas de
legitimacin de una versin hegemnica de multiculturalismo, realmente nada diferente de la interculturalidad funcional.
En este sentido, la interculturalidad junto con el reconocimiento y respeto a la diversidad cultural se convierten en una nueva
193
estrategia de dominacin, la que apunta no a la creacin de sociedades ms equitativas e igualitarias, sino al control del conflicto tnico y la conservacin de la estabilidad social con el fin de impulsar
los imperativos econmicos del modelo de acumulacin capitalista,
ahora haciendo incluir los grupos histricamente excluidos a su
interior. Sin duda, la ola de reformas educativas y constitucionales
del 90, incluyendo la etnoeducacin oficial, son parte de esta lgica
funcional.
No obstante, hoy y dentro de gobiernos concebidos como
izquierdistas y progresistas, esta lgica se ajusta y refina. Al tomar
distancia del neoliberalismo y su marco imperial, la interculturalidad llega ser elemento fundamental a la reingeniera de lo nacional
y los nuevos proyectos de educacin y desarrollo guiados por la inclusin y cohesin social; conceptos como hemos argumentado
cuya significacin y orientacin provienen de la esfera (e intereses)
internacional y se repiten como propios y novedosos en el nuevo
mbito nacional. As podemos preguntarnos si la designacin de la
etnoeducacin comosubsistemade la educacin nacional, como
actualmente ocurre en el Ecuador no sera poltica y estrategia tambin funcional?
La perspectiva crtica de la interculturalidad que hemos argumentado a lo largo de este libro, no parte del problema de la diversidad en s, sino del problema estructural-colonial-racial. Es decir, de un reconocimiento que la diferencia se construye dentro de
una estructura y matriz colonial de poder racializado y jerarquizado.
Desde esta perspectiva, la interculturalidad se entiende como una
herramienta y como proceso y proyecto que se construye desde la
gente; un accionar de interculturalizar tambin de saberes y conocimientos, que afirma la necesidad de cambiar las estructuras,
condiciones y dispositivos de poder que mantienen la desigualdad,
inferiorizacin, racializacin, discriminacin.
Por tanto, el foco problemtico de la interculturalidad no
reside solamente en las poblaciones afrodescendientes o indgenas,
sino en todos los sectores, y no solo entre personas o grupos sino
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9
ESTUDIOS (INTER)CULTURALES EN
CLAVE DECOLONIAL98
En la esfera de la educacin superior latinoamericana, los
denominados estudios culturales siguen siendo uno de los muy
pocos campos que permite transgredir la hegemona disciplinar y,
abiertamente, afianzar lo poltico de lo cultural. As y en su construccin crtica, apuntala a los entrelazamientos de ambos lo poltico y
lo cultural con lo epistmico, lo econmico, los asuntos de poder,
las luchas de enfrentamiento simblico y por el control de sentidos.
Como deca Stuart Hall, No es que hay una poltica inscrita en l;
sino que hay algo en juego en los estudios culturales, () que no es
exactamente igual en muchas otras importantes prcticas intelectuales y crticas (1992: 278).
Por cierto, no hay una sola manera de entender los estudios
culturales o pensar, significar y construirlos como proyecto poltico.
Tampoco existe un acuerdo sobre qu entendemos por lo poltico
en los estudios culturales y qu implica defenderla incluyendo por
qu y para qu- dentro de la uni-versidad latinoamericana con su
estructura y visin tpicamente monocultural, eurocntrica y universalizante99. Sin embargo y desde hace ms o menos una dcada
98
99
Explorar estos entendimientos, significaciones, construcciones y luchas a partir de experiencias concretas de varias universidades fue el eje del Simposio
Estudios Culturales en las Amricas: compromiso, colaboracin, transformacin, organizado el 26-28 de octubre de 2009 por la Universidad de Ca-
198
atrs, el mero nombramiento de estudios culturales en la educacin superior ha causado tensin, controversia y posicionamientos,
en parte por sus legados sociales y polticos, y, por otra parte, por su
potencial desafiante de la cultura latinoamericana entendida como
proyecto-marco fundacional, civilizatorio, hegemnico y dominante.
En este ensayo exploramos los legados que orientan el campo de estudios culturales en Amrica Latina, desde el cuestionamiento intelectual crtico del disciplinamiento cientfico y la experiencia
no acadmica de la Escuela de Birmingham asociada con Stuart Hall,
hasta el estudio sobre la cultura fundacional a los proyectos nacionales y las recientes luchas sociales y movimientos poltico-epistmicos. Con esta base y tomando como caso concreto el doctorado
en Estudios Culturales Latinoamericanos de la Universidad Andina
Simn Bolvar en Quito, Ecuador, se interesa por preguntar: Qu
implica concebir y construir hoy los estudios culturales como proyecto intercultural, interepistmico y de orientacin decolonial? En
esencia, por renombrar y repensarlos como estudios (inter)culturales, arraigados a la interculturalidad crtica, a la decolonialidad y al
esfuerzo de pensar con los sujetos y conocimientos histricamente
negados y excluidos en la educacin superior? Y con qu prcticas,
experiencias, obstculos y desafos?
Los legados
Con el nombre estudios culturales no referimos a un programa de estudio e investigacin claramente definidos. Sin embargo
y en su desarrollo en Amrica Latina, podemos identificar cuatro legados que orientan el campo de los estudios culturales: dos legados
que vienen de lugares fuera de Amrica Latina y dos propiamente
latinoamericanos. En el primer caso referimos, tanto al legado de
la inter y transdisciplinariedad y el problema que apuntala: el disciplinamiento cientfico, como al legado del proyecto de la escuela de
lifornia Davis y la Universidad Javeriana en Bogot, donde las ideas de este
ensayo fueron inicialmente presentadas.
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Ciencia pero tambin de la filosofa econmica-poltica, incluyndose los conceptos de democracia, libertad y su conexin con el
desarrollo y progreso: todos ligados al mercado (Mignolo, 2003).
Este conocimiento experto es, adems, negador y detractor de las
prcticas, agentes y saberes que no caben dentro de la racionalidad
hegemnica y dominante. Tal refutacin no implica descartar por
completo esta racionalidad, sino hacer ver sus pretensiones coloniales e imperiales y disputar su posicionamiento como nica, de esta
manera cuestionar tambin la supuesta universalidad del conocimiento cientfico que preside las ciencias sociales, en la medida que
no capta la diversidad y riqueza de la experiencia social ni tampoco
las alternativas epistemolgicas contrahegemnicas que emergen de
esta experiencia. Como argumentaremos luego, es esta visibilizacin
y orientacin que consideramos cntricas en el pensar y construir de
los estudios culturales como proyecto intercultural, interepistmico
y de orientacin decolonial. Pero antes de llegar a este punto que es
nuestra segunda pregunta, analizaremos los otros legados tambin
importantes a nuestro proyecto.
El proyecto de la Escuela de Birmingham
Fue el proyecto de la Escuela de Estudios Culturales Contemporneos iniciada en los aos 50 en Birmingham, Inglaterra que
dio a los estudios culturales su nombre y su legado como proyecto
poltico y prctica de intervencin.
Sin hacer un anlisis completo o profundo, podemos destacar algunas de sus contribuciones ms importantes. Una de ellas es
el repensar poltico con relacin a la cultura. Me refiero a las proposiciones de E.P. Thompson, Richard Hoggart y Raymond Williams,
enraizadas en el afn de repensar el marxismo con relacin a lo cultural, as resaltndose cuatro perspectivas centrales:
La clase es una formacin social y cultural, y la cultura nada
ms que experiencia vivida;
El estudio de la cultura como actividad humana da elementos para el cambio social;
203
Una segunda contribucin es en torno al proyecto y perspectiva llevados por Stuart Hall claramente enmarcados en la vocacin
poltica de los estudios culturales. En este proyecto y perspectiva de
Hall podemos destacar cuatro ejes particularmente pertinentes:
La tensin entre polticas y teoras;
La relacin histrica y an colonial entre cultura, raza y
poder;
El rgimen de representacin;
El concepto, prctica y posibilidad de articulacin.
Tanto en la obra de Hall como en su trabajo dentro del proyecto de Birmingham, la tensin entre poltica y teora, o polticas y
teoras, ha sido consideracin permanente.
Me regreso a la seriedad fatal del trabajo intelectual. Es un asunto
fatalmente serio. Me regreso a la distincin crtica entre trabajo
intelectual y acadmico; se superponen, son adyacentes, se alimenta el uno del otro, el uno le suministra los medios al otro.
Pero no son la misma cosa. Me devuelvo a la dificultad de instituir una prctica crtica y cultural genuina cuya intencin es
producir alguna especie de trabajo poltico intelectual orgnico
que no trate de inscribirse en la metanarrativa paradigmtica de
conocimientos logrados dentro de las instituciones. Me devuelvo
a la teora y a la poltica, la poltica de la teora. No la teora como
la voluntad de verdad sino la teora como un conjunto de conocimientos disputados, localizados, coyunturales que tienen que
debatirse en una forma dialgica. Sino tambin como prctica
que siempre piensa acerca de sus intervenciones en un mundo
en que hara alguna diferencia, en el que tendra algn efecto.
Finalmente, una prctica que entienda la necesidad de modestia
intelectual. Pienso que all se encuentra toda la diferencia en el
mundo entre entender la poltica del trabajo intelectual y susti-
204
tuir el trabajo intelectual por la poltica (Hall, 1992: 286; traduccin en Restrepo, Walsh y Vich, 2010:63).
205
glaterra desde adentro. Pero no soy y nunca ser ingls. Conozco ntimamente los dos lugares, pero no soy completamente de ninguno
(). De manera curiosa, la poscolonialidad me prepar para vivir
en () una relacin diasprica a la identidad (en Chen, 1996: 492).
El trabajo de Hall en el campo de representacin ofrece
otro eje con que podemos dialogar. Hacer evidente la manera que
las prcticas de representacin construyen y contribuyen a la estereotipacin y la continua subalternizacin de afrodescendientes, por
ejemplo, y dentro de una estructura o rgimen de supuesta naturalizacin y verdad, Hall permite sobre pasar el discurso de Barthes y
Foucault para poner la racializacin como central a las estructuras
de poder entendiendo la representacin como parte misma de tales
estructuras (ver Hall, 1997).
Finalmente, la articulacin concebida por Hall nos parece significativa. Sin entrar en el anlisis del concepto complejo y la
prctica enmarcada en l, resaltamos aqu el distanciamiento importante que seala con los postulados del posmodernismo y su discurso antiesencialista. Al asumir la articulacin como esfuerzo polticointelectual y tambin epistmico, es construir y concebir alianzas y
puntos (aunque tensionados) de convergencia y encuentro; es encaminar hacia lo que las mujeres de color en Estados Unidos se han
referido como interseccionalidad (ver Lugones, 2008).
Todo lo anterior para decir que cuando consideramos con
qu legados y con quin o con quines dialogar, la Escuela de Birmingham en general y la contribucin ms especficamente de Stuart
Hall dentro y tambin ms all de ella, son referentes significativos y
estimulantes, ms que todo por sus posturas y perspectivas crticas,
polticas y comprometidas y por posicionar los estudios culturales
como prctica y proyecto de intervencin.
Los estudios sobre la cultura en Amrica Latina
Un tercer legado viene de los estudios sobre la cultura, algo
que algunos argumentan que siempre se ha hecho en Amrica Latina
(ver Martn Barbero, 1997). Las obras culturales del Inca Garcilazo
206
de la Vega y Guaman Poma, Bello, Sarmiento y Mart que contribuyeron desde la literatura (hablando por el pueblo) a forjar las
identidades nacionales, de Vasconcelos, Zea y Roig con la filosofa de
lo cultural latinoamericano y de Mariategui, Fernando Ortiz y Gilberto Freyre que desde su atencin a la cultura popular como aporte
a lo nacional, forman parte, sin duda, a este legado. De igual manera
estn ngel Rama, Antonio Cornejo Polar y Nstor Garca Canclini,
pioneros en teorizar sobre lo cultural desde espacios epistemolgicos
intermedios.
Podemos tambin destacar los intelectuales que desde sus
disciplinas y particularmente en la dcada de los 80 a 90, contribuyeron a dibujar lo cultural con relacin al paradigma latinoamericano
de la posmodernidad perifrica. Aqu nos referimos a Joaqun Brunner desde la sociologa de la cultura, Jess Martn Barbero desde la
comunicacin, Renato Ortiz desde las industrias culturales, Nelly
Richard y Beatriz Sarlo desde la crtica cultural, Roberto Schwartz y
Silvano Santiago desde la literatura y filosofa cultural, entre muchos
otros.
Todas estas contribuciones marcan rutas de estudio sobre lo
cultural sin duda centrales en el pasado y presente del conocimiento
latinoamericano. No obstante y como argumentan a continuacin,
este legado queda por si limitado, tanto por sus races acadmicas
y disciplinares que pretenden estudiar sobre la cultura haciendo la
cultura un objeto de estudio, como por su lugar de enunciacin
acadmico tpicamente blanco o blanco-mestizo. Por eso y sin desestimar su aporte, partimos de otro legado proveniente de las luchas pasadas y presentes, las prcticas polticas de concientizacin y
el agencio o iniciativa histrica de los movimientos sociales. Como
argumentamos a continuacin, es en este legado que arraigamos una
perspectiva crtica y proyecto otro de estudios culturales, una perspectiva y proyecto que promueven lo interepistmico e intercultural
como posicionamientos metodolgicos y polticos, apuntando un
pensar desde, entre y con, en vez, de un estudio sobre.
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euro-usa-cntricos que organizan y orientan las universidades latinoamericanas e inclusive algunos programas de estudios culturales.
Pensar con los conocimientos producidos en Amrica Latina y el
Caribe (como tambin en los otros Sures, incluyendo los ubicados dentro del Norte) y por intelectuales no solo provenientes de
la academia sino tambin de movimientos y comunidades, es paso
necesario y esencial tanto en la descolonizacin como en la construccin de otras condiciones de saber. Por tanto, nuestro proyecto
se interesa con la tarea de invertir la geopoltica del conocimiento,
por dar atencin a la pluralidad de conocimientos, lgicas y racionalidades presentes e histricamente subyugadas y negadas, y por
el esfuerzo poltico-intelectual de crear relaciones, articulaciones y
convergencias entre ellos.
Lo decolonial est ntimamente relacionado con los dos anteriores. Aqu nuestro inters es, por un lado, evidenciar los pensamientos, prcticas y experiencias que tanto en el pasado como en el
presente, se han esforzado por desafiar la matriz colonial de poder
y dominacin, por existir a pesar de ella, en sus afueras y hasta en
su interior. Entendemos por esta matriz colonial, el sistema de clasificacin jerrquica racial-civilizatoria, que ha operado y opera en
distintos ordenes de la vida, incluyendo con relacin a identidades
sociales (la superioridad del hombre blanco heterosexual), al mbito ontolgico-existencial (la deshumanizacin de pueblos indgenas
y negros), epistmico (el eurocentrismo como perspectiva nica de
conocimiento as descartando otras racionalidades epistmicas) y
cosmolgica (el control y/o negacin de las bases ancestrales-espirituales-territoriales-vivenciales que rigen los sistemas de vida de los
pueblos de la dispora Africana y de Abya Yala)102. En el centro o
corazn de esta matriz ubicamos el capitalismo como modelo nico civilizatorio; la clasificacin social, la nocin de humanidad, la
perspectiva de conocimiento y el prototipo de sistema de vida impuestos que ataen y se definen a partir de este centro capitalstico102 Ver Quijano, op. cit., y Garcs (2009).
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como en el mundo por el disciplinamiento, la despolitizacin y dessubjetivizacin, la no intervencin, el no-me-importismo y el individualismo competitivo.
Sin duda, una de las particularidades del programa/proyecto, son sus estudiantes: todos de media carrera, provenientes principalmente de la regin andina y de disciplinas tan diversas como
las ciencias sociales, humanidades, artes, filosofa, comunicacin,
educacin y derecho. El vnculo que tiene la mayora con procesos
y/o movimientos sociales y culturales junto con su dedicacin a la
docencia o labores a fines, contribuye a establecer dinmicas de debate y discusin no siempre vistas en la academia y los programas
de posgrado. De manera similar, los profesores se destacan tanto
por ser intelectuales internacionalmente reconocidos, cmo y en su
mayora, por su compromiso con luchas de transformacin social,
pensamiento crtico y con el proyecto del doctorado mismo. Sin embargo, de no contar con una amplia base de profesores de planta para
el doctorado presenta una serie de dificultades no ajenas a la situacin de muchas universidades latinoamericanas, incluyendo las que
participaron en el Simposio donde estas ideas fueron inicialmente
presentadas.
La oferta curricular est concebida a partir de cursos y seminarios que pretenden impulsar un pensar desde Amrica Latina y con
sus intelectuales en su diversidad, para comprender, confrontar e
incidir en las problemticas y realidades de la regin, que no son solo
locales sino globales. La perspectiva pedaggica-metodolgica, mencionada anteriormente, busca estimular procesos de pensamiento
colectivo que permiten pensar desde formaciones, experiencias, y
temticas de investigacin relacionadas y pensar con las diferencias
disciplinares, geogrficas, epistmicos y subjetivas, as rompe el
individualismo, dialoga, transgrede y entrecruza fronteras.
Por tanto, la transdisciplinariedad es prctica y postura fundamental. El hecho de que los doctorandos provienen de un abanico
de formaciones da una pluralidad, la que en la prctica metodolgica-pedaggica se convierte en el desafo de pensar colectivamente
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cruzando formaciones disciplinares y creando posturas y perspectivas nuevas, transconcebidas y transcorporalizadas. Los cursos, seminarios y docentes, en su gran mayora, tambin asumen este desafo
como necesario en el mundo de hoy cuando ninguna disciplina sola
o ningn intelectual solo es suficiente para analizar y comprender
la realidad social o actuar dentro de ella.
No obstante, la ganancia de la transdisciplinariedad sigue
siendo punto de crtica y contencin an ms dificultoso ante la
tendencia actual de redisciplinar las universidades latinoamericanas. Tal tendencia, como ha argumentado Lander (2000a), es reflejo de la neoliberalizacin de la educacin superior, como tambin
del creciente conservadurismo de intelectuales, incluyendo los que
se identificaban (o an se identifiquen) como progresistas y/o de la
izquierda. Sustentarse en la disciplina y asumir la verdad desde esta
prctica comn hoy en da es reinstalar la geopoltica del saber,
haciendo que el euro-usa-centrismo se fortalezca como el lugar de
teora y conocimiento. Por lo tanto, el problema de disputa no es
solo con la transdisciplinariedad de los estudios culturales sino tambin su indisciplinamiento; aqu me refiero al esfuerzo central en
nuestro proyecto de dar presencia a perspectivas de conocimiento
provenientes de Amrica Latina y de pensadores no siempre ligados
a la academia.
Nuestro inters no es facilitar agendas o agencia cultural para grupos subalternos y movimientos sociales, promover el
activismo o incluir otros saberes103, sino construir un proyecto
poltico-intelectual otro, de aprender a pensar desde, junto y con la
realidad latinoamericana y sus actores (parte, de hecho, de lo global),
alentando de esta manera convergencias, articulaciones e interculturalizaciones que encaminan hacia una academia comprometida con
la vida misma. Tal perspectiva no elimina o niega el conocimiento
concebido desde Europa o Amrica del Norte usualmente nombra103 Citas tomadas de la convocatoria e introduccin del Simposio donde fueron
presentadas inicialmente estas ideas y reflexiones.
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