Movimientos Sociales Gilberto Gimenez

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Universidad Nacional Autnoma de Mxico

Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico


Los movimientos sociales. Problemas terico-metodolgicos
Author(s): Gilberto Gimnez
Source: Revista Mexicana de Sociologa, Vol. 56, No. 2 (Apr. - Jun., 1994), pp. 3-14
Published by: Universidad Nacional Autnoma de Mxico
Stable URL: http://www.jstor.org/stable/4624936
Accessed: 23-08-2016 16:17 UTC
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Los movimientos sociales.

Problemas te6rico-metodol6gicos
GILBERTO GIMENEZ

L OS movimientos
PROBLEMAS
TEORICOS y metodol6gicos que plantea el anailisis de los
sociales proceden, a mi modo de ver, de tres fuentes
principales: en primer lugar, de la naturaleza peculiar del mismo objeto
de estudio, que es la actividad de actores sociales concretos confrontados entre
si dentro de un determinado campo de acci6n; en segundo lugar, de la dificultad

de establecer un paradigma explicativo convincente sobre su g6nesis, y por


iltimo, de la dificultad de precisar, desde el punto de vista epistemol6gico, el
tipo de relaci6n deseable que debiera establecerse entre el analista y los actores
sociales sujetos de anilisis.

A continuaci6n tratar6 de desarrollar esquemaiticamente estos puntos,


apoyaindome en la reflexi6n de tres autores que, a mi modo de ver, han
contribuido decisivamente a la elaboraci6n de una sociologfa de los movimientos
sociales: Alain Touraine, Alberto Melucci y Alessandro Pizzorno.
1. UN MODELO ANALITICO

La sociologia de los movimientos sociales reintroduce, como sabemos, a

actores sociales, es decir, a los sujetos dentro del escenario hist6rico-social, p

reacci6n a la sociologia de los "escenarios vacifos" -sin actores- que s61


ocupa de estructuras, de sistemas o de instituciones.

Despues de una larga historia en la que el actor ha sido definido por su privaci6

de sentido --era el pecador, el proletario, el explotado- aparecen act

sobrecargados de sentido, que hablan a la vez en terminos de critica cultural y

critica social. Ellos quieren ser detentores de su propio sentido. Su objet

de autogesti6n indica sobre todo su voluntad de no ser ya mera materia prima


la acci6n politica o ideol6gica, sino la de ser productores de su propio sentido.1

1 Alain Touraine, 1982, Mouvements sociaux d'aujourd'hui, Les Editions Ouvrieres, Paris, p.18.

[3]

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4 REVISTA MEXICANA DE SOCIOLOGIA 2/94

Por otro lado, no se trata de estudiar a los actores


trav6s de su acci6n, en y por su interacci6n con o

un determinado campo. En efecto, un actor soc


como si fuera un organismo, sino en cuanto fu

Ahora bien, introducir al actor social de este mod


sentidos, equivale a definirlo sobre todo por su di

una esfera de subjetividad a la que s61o el pro


privilegiado. He aquf la primera dificultad. Por

huidizo e inasible que la acci6n concreta, particula


movilizaciones colectivas, por ejemplo, presentan

cuando nos situamos en el terreno empirico, q

todo intento de clasificaci6n o de sistematizaci6n. Y una misma acci6n colectiva

-un movimiento social, por ejemplo-, por mis de que se presente fre
temente como un fen6meno unitario, con estructura definida y homo
constituye en realidad un fen6meno complejo, heterogeneo y multif
dotado de sentidos multiples y frecuentemente contradictorios. Mis a

sentido o los sentidos de un movimiento no suelen ser transparentes ni siq


para sus propios protagonistas (militantes o dirigentes). He aquf la segund

de dificultades.

1.1 Los te6ricos de los movimientos sociales, particularmente los italianos, ha


afrontado estas y otras dificultades un poco a la manera de Max Weber, es decir
mediante modelos analiticos que funcionan como "tipos ideales" extraidos de la

riqueza empirica de la realidad. Aunque muy cercanos a la realidad empirica


estos modelos no deben considerarse como representaciones de dicha realidad
sino como herramientas para analizarla que, en caso de necesidad, tienen qu

ser corregidas o reformuladas incesantemente en confrontaci6n con ella misma


Quien ha ido mis lejos por este camino ha sido Alberto Melucci, aun a cost

de ciertos distanciamientos de su maestro Alain Touraine. Melucci ha venido

trabajando pacientemente en la elaboraci6n de un modelo anali

complejo para el estudio de los movimientos sociales pricticamente desd

Luego de descartar los usos "ideol6gicos", politicos o de sentido co

sintagma "movimiento social", y de seiialar el impasse del marxismo trad


de la sociologia funcionalista del "collective behavior" (Smelser) en esta

Melucci afirma que s61o una teon'a de la accicdn puede dar res

especificidad y a la autonomia propias del actuar social colectivo y, partic

de los movimientos sociales.

Su contribuci6n propia a esta teorfa parte de las siguientes tesis:

a) Existe una categoria de comportamientos colectivos que puede defin

analiticamente como movimientos sociales.

2 Cf Burkart Holzner, 1978, "The Construction of Social Actors: An Essay on Social Identit
T. Luckmann (ed.), Phenomenology and Sociology, Harmondsworth, p. 294.

S V3ase, entre otros, su libro Linvenzione del presente. Movimenti, identit, bisogni individual
Mulino, Bolonia, 1982. Esta obra ha sido traducida recientemente al ingles.

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LOS MOVIMIENTOS SOCIALES PROBLEMAS TEORICO-METODOLOGICOS 5

b) Los movimientos sociales son formas de acci6n colectiva que responden


dos condiciones: 1) son siempre expresi6n de un conflicto social (y no s610o

"respuestas" a una crisis), es decir, son expresi6n de la oposici6n entre al menos

dos actores por la apropiaci6n o el control de recursos que ambos valoran; 2


tienden a provocar una ruptura de los limites de compatibilidad del sistema dentro del

cual se hallan situados: normas o reglas de procedimiento en el caso de un


sistema organizativo o de un sistema politico, y formas de apropiaci6n o de

distribuci6n de los recursos sociales en el caso de un modo de producci6n.


La conclusi6n que se infiere inmediatamente de esta definici6n operacional es

la de que los movimientos sociales no agotan toda la gama posible de accione


colectivas. Sin pretensi6n de exhaustividad y limitindose apenas a la "colin-

dancia" inmediata de los movimientos sociales, Melucci seiiala, por ejemplo, los
comportamientos de agregado, las conductas desviadas y la accidn meramente conflictual

reivindicativa.

Contrariamente a los movimientos sociales, los comportamientos de agregado no

implican solidaridad entre los actores involucrados; la orientaci6n de la acci6n


apunta hacia afuera y no comporta referencia alguna al grupo y, por iltimo, el
fen6meno es divisible hasta el limite del individuo sin perder sus caracteristicas
especificas. "Fen6menos colectivos de este tipo son, por lo general, respuestas a
una crisis del sistema social o a procesos acelerados de mutaci6n, y resultan de la

agregaci6n de individuos atomizados que se reconocen en una creencia


generalizada, en el sentido de Smelser".4 Ejemplos de conducta de agregado
serfan ciertos comportamientos multitudinarios como el pinico, el boom, los
crazes o manfas colectivas y las modas.

Las conductas desviadas implican la simple ruptura de los limites de compatibili-

dad del sistema de referencia, en torno a un "interes" o "recurso" que este en


juego. El actor se define aquf por su marginalidad con respecto a un sistema de
normas y reacciona al control que estas ejercen sin poner en cuesti6n su
legitimidad, sin identificar un adversario social y sin referirse a un conjunto de
recursos o de valores por los que se lucha. La sociedad global suele tolerar
ficilmente este tipo de conductas, porque estas carecen por sf mismas de
potencial innovador o revolucionario. Los funcionalistas suelen considerarlas
como mera patologfa social, aunque frecuentemente entrafian una criftica
implicita del sistema normativo dominante. Podrfamos evocar, como ejemplos, a
los hippies de los afios sesenta, a las colonias anarquistas de Montevideo y a ciertas
formas de "sectas ut6picas" que viven en comunas o en colonias aisladas como los
menonitas, los tolstoianos, etc.
La accion meramente conflictual o reivindicativa se acerca a los movimientos sociales en la medida en que expresa tambien conflictos, pero se diferencia de ellos
en que no comporta una ruptura de los limites de compatibilidad del sistema de

referencia. Nos encontramos aquf, segfin Melucci, con la simple competencia


entre actores sociales a prop6sito de ciertos intereses, pero dentro de un marco
4 Melucci, op. cit., p. 21.

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6 REVISTA MEXICANA DE SOCIOLOGiA 2/94

normativo o de reglas de juego aceptados por ambas partes. S

esta manera los movimientos de huelga obrera institucion


por los sindicatos y las autoridades laborales, que desemb

negociaciones y acuerdos, y tambien ciertos movimientos 6tn


puramente reivindicativa.
Se logra una complicaci6n ulterior de este esquema analitico

en consideraci6n los diversos sistemas de referencia de la acci6n.

"La naturaleza analitica de un movimiento social" --dice Melucci- "dep

del sistema de relaciones dentro del cual se sitta la acci6n y al cual se refiere".

Segfin la tesis clisica de Alain Touraine, son tres los sistemas fundamentale
referencia de la acci6n colectiva: el modo de producci6n, el sistema politico y
organizaci6n social.
El modo de produccidn seria un sistema de relaciones antagonistas dentro
cuyos marcos se realizan la producci6n, apropiaci6n y destinaci6n de los recu
fundamentales de la sociedad. No incluye s61o el nivel econ6mico, sino tambi
los recursos simb61licos especificos que varian de sociedad en sociedad.
El sistema politico serfa el nivel en el que se producen las decisiones normat

de una sociedad mediante la competencia de intereses en el marco de reg


normas compartidas, o tambien mediante procesos de representaci6n.

coincide necesariamente con sistemas politicos centrales; tambien se da dentr


de sistemas administrativos descentralizados, como las universidades, etc.)

La organizacidn social tendria que ver con el sistema de relaciones que asegu

el equilibrio de una sociedad y su adaptaci6n al medio ambiente, media

procesos de integraci6n y de intercambio, particularmente de intercambio e

roles, es decir, entre sistemas de expectativas reciprocas de comportam

normativamente regulados. (Puede referirse a un sistema global, pero tambi


instituciones y organizaciones concretas.)
La referencia a estos tres sistemas permite distinguir, siempre segfin Melu

tres formas correlativas de acci6n meramente conflictual o reivindicativa: la

innovacidn cultural (vg. contraculturas marginales, movimiento del 6

Francia); la competencia politica y la accidn reivindicativa. En todos estos ca

acci6n se sitfia dentro de los confines del modo de producci6n, del si


organizativo o del sistema vigente de normas.

En el caso de los comportamientos sociales desviados, la triple refer

sefialada permite distinguir tres especies: la marginalidad salvaje (puro rech


violento del modo de producci6n), la desviacidn politica (ruptura de las regl

juego politicas, como el terrorismo politico) y la desviacidn organi

(conductas que rompen los limites de compatibilidad del sistema organiz

pero sin conflictos).

En los comportamientos de agregado tambien pueden distinguirse t

formas, siempre en funci6n de los tres sistemas de referencia arriba defin


respuestas de agregado a la crisis o transformaci6n de las formas de apropiac

5 Meluccl, op. cit., p. 25.

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LOS MOVIMIENTOS SOCIALES. PROBLEMAS TEORICO-METODOLOGICOS 7

los recursos sociales (las modas); respuestas de agregado a la crisis o transformaci6n


de los aparatos de decisi6n (vg. los tumultos y los crazes o manfas colectivas), y

respuestas de agregado a la crisis o cambios de procesos funcionales o de los

aparatos intrumentales (vg. pinico, boom).


Finalmente, los movimientos sociales pueden ser movimientos reivindicativos si
expresan a la vez un conflicto y una ruptura de las reglas s61o en el interior de un
sistema organizativo (vg. movimientos obreros fuera del control sindical: Ford,

Cerveceria Modelo, etc.); movimientos politicos, si expresan un conflicto


relacionado con el sistema politico, pero tendente a romper sus confines co

objeto de mejorar la posici6n del actor en los procesos de decisi6n, de ampliar su

participaci6n en las decisiones, de abrir nuevos canales para que se expresen

demandas excluidas, etc., y movimientos antagonistas, cuando son portadores de un


conflicto que afecta al modo de producci6n de los recursos de una sociedad (vg.

los movimientos de "clase" en el sentido marxista del t6rmino). No toda forma de protesta, por violenta que sea, afecta al modo de producci6n y a las
relaciones de dominaci6n de una sociedad. Hay formas de acci6n colectiva qu
por si mismas no son portadoras de contenidos antagonistas. No toda forma de
protesta colectiva es ya el "alba" de la revoluci6n.

Segin Melucci, los movimientos antagonistas no pueden darse en "estado


puro", ya que necesitan de una base reivindicativa o politica. Los movimiento
antagonistas de base politica son formas de acci6n colectiva que no luchan s61o
por ampliar la participaci6n de ciertos actores en los niveles de decisi6n, sin
tambien desaffan directamente la hegemonia de las fuerzas politicas que
controlan los procesos de decisi6n y de representaci6n. En caso de fracaso, estos
movimientos "explotan" y tienden a desviarse o bien hacia la innovaci6n cultura
(marginal), o bien hacia la marginalidad salvaje.
1.2 ?C6mo aplicar este complejo modelo al anilisis empirico de las accione
colectivas? C6mo distinguir, en el plano empirico, los diferentes tipos de

movimiento? (Qu6 indicadores nos permitirin distinguir, por ejemplo

un movimiento social de caricter reivindicativo de un movimiento politico?

.C6mo reconocer, en particular, la presencia de demandas antag6nicas? En


suma,
.c6mo pasar
sistema
de hip6tesis
te6ricas
a la verificaci6n
Recordemos
que eldel
esquema
presentado
es s61o
un instrumento
analitico,empirica?
un
metodo para afrontar el anmlisis de las acciones colectivas y, dentro de 'stas, los

movimientos sociales; pero no un repertorio exhaustivo (una clasificaci6n

descriptiva) o una representaci6n de la realidad empirica.

Normalmente, en la prictica hist6rica de un movimiento concreto se

observarn con frecuencia la presencia simultfinea de todas las formas antes

sefialadas de acci6n colectiva (desviaci6n, conflicto, respuestas de agregado), asi

como tambien de demandas antagonistas, politicas u organizativas en un

movimiento social determinado. Por ejemplo, un movimiento de huelga obrera

puede contener simultineamente demandas relativas a la organizaci6n interna

de la empresa; demandas dirigidas al sistema politico, y demandas de "clase" que

afectan directamente el modo de producci6n capitalista. Ademais, el mismo

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movimiento de huelga puede ser parcial

meramente reivindicativo.

El anailisis tend~i que proceder, entonces, a descomponer la unidad aparente

del objeto empfrico determinando: 1) ?cuil es el tipo de acci6n colect

predominante en la movilizaci6n observada?; 2) ?cuail es el sistema de relacione


sociales predominantemente afectado por la misma?, y 3) ?cuail es el contenido

predominante, esto es, el sentido o la orientaci6n predominantes de la acci

colectiva?

En efecto, analizar un movimiento empirico es determinar sus componentes

estructurales, sus sentidos y su posible direcci6n, sin dejarse engaiiar por la


imagen totalizante y unitaria que el movimiento ofrece de si mismo para

asegurar la movilizaci6n de sus bases.


Con respecto al primer problema, bastarn con ampliar los criterios resultantes

del cruce entre los ejes del conflicto y de la ruptura de los limites de

compatibilidad del sistema considerado.


Con respecto al segundo problema, se requiere de criterios relativos al campo
de la acci6n, es decir, detectar cuail es el sistema principal de referencia del actor
social, el conjunto de relaciones sociales que califican especificamente su acci6n.
A este respecto se necesita, ante todo, un andilisis del modo de producci6n y de
los modelos simb61icos que lo gobiernan. ?Es posible situar a los actores sociales
involucrados en relaci6n con los mecanismos de producci6n y de apropiaci6n de

los recursos? O dichos actores pueden ser definidos exclusivamente por su


posici6n con respecto a un sistema de roles o a un sistema de intercambio
politico? En segundo lugar, conviene observar el modo en que el sistema

afectado responde al impulso conflictivo. La reacci6n del sistema afectado suele

ser un indicador importante para determinar el significado de la acci6n,

teniendo en cuenta que los intereses dominantes reaccionan siempre alli donde

se sienten amenazados. Cuando el movimiento es fuertemente antagonista, la


respuesta suele provenir normalmente de un nivel superior al que ha sido
directamente afectado (cf. el movimiento estudiantil del 68 en M6xico). Por

61timo, se puede considerar tambien el modo en que los propios actores sociales
definen su acci6n y, en particular, c6mo se definen a sf mismos como grupo,
c6mo identifican al adversario y cuailes son los objetivos de la lucha.6

Con respecto al 61timo problema, los criterios relativos al contenido de la

acci6n tienen que ver, dice Melucci, con el grado de generalidad del conflicto y

con el grado de incompatibilidad respecto de los limites del sistema de

referencia.

Asi, a medida que se pasa de un movimiento reivindicativo a un movimiento


politico y de 6ste a un movimiento antagonista, se observara correlativamente:

6 "Un movimiento antagonista tenders a describir la situaci6n, en el lenguaje propio de su sistema


cultural, como una lucha entre quienes producen los recursos sociales fundamentales y quienes se los
apropian. Lo que se halla en juego en esta lucha seri siempre, directa o indirectamente, el control de
tales recursos, es decir, del modo de producci6n de la sociedad". Melucci, op. cit., p. 36.

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LOS MOVIMIENTOS SOCIALES. PROBLEMAS TE6RICO-METODOL6GICOS 9


a) un contenido simb6lico creciente (porque se lucha por objetivos que interesan a

la identidad fundamental de los actores y a los fundamentos culturales de la

sociedad);
b) una "negociabilidad" decreciente de los objetivos que estin en juego y, simult~neamente, una reversibilidad decrecientey una calculabilidad tambi'n decreciente (de

los costos y beneficios de la acci6n, de los efectos que se seguirin, etc.);


c) por iltimo, la soluci6n del conflicto tendern, de modo creciente, hacia la
"suma cero".

2. EL PARADIGMA EXPLICATIVO DE LA GENESIS DE LOS MOVIMIENTOS

Pasemos ahora al problema de la genesis de los movimientos sociales. Cudiles

son las condiciones o factores que explican su aparici6n? dCudil seria el

paradigma explicativo pertinente en este caso?

La tradici6n sociol6gica y la ciencia politica suelen invocar aquf, un poco


sumariamente, la crisis del sisterna social en algunos de sus puntos como el
principal factor causal. Los movimientos, por lo tanto, serfan la expresi6n de una

crisis del sistema, es decir, una forma de patologfa social. Por lo demais, los
grupos en el poder y las clases dominantes, siempre renuentes a reconocer el
canicter conflictivo o antagonista de los movimientos sociales, suelen adoptar
con beneplicito este mismo tipo de explicaci6n. Recordemos a L6pez Portillo,
para quien el movimiento estudiantil del 68 represent6 solamente una "crisis de

la conciencia nacional", y no una demanda colectiva que lleg6 a afectar la

legitimidad del poder politico y el uso de los recursos sociales.


Para los te6ricos de los movimientos sociales, en cambio, la genesis de estos

iltimos es de naturaleza estructural y no coyuntural, es decir, resultan del


conflicto estructural (agravado por los impulsos centrifugos relacionados con

factores de complejidad y diferenciaci6n) que atraviesa a un determinado sistema

y que supone una oposici6n entre actores sociales referida al control y a la


destinaci6n de ciertos recursos. En todo caso, este conflicto estructural puede ser

activado o "revelado" por particulares situaciones de crisis (que se refieren


siempre) a procesos de disgregaci6n de un sistema: disfunciones en los
mecanismos de adaptaci6n y ajuste; desequilibrio entre subsistemas; parilisis o

bloqueo de algunos de 6stos; dificultades o problemas de integraci6n, etc.

En resumen: los movimientos sociales son siempre expresi6n de conflictos


estructurales del sistema social, pero no se excluye que tstos sean a su vez
activados o "revelados" por crisis coyunturales.7

7 El modelo de la "poblaci6n ecol6gica" (population ecology model), empleado por algunos autores
para explicar la gtnesis de los movimientos ideol6gicos y de otras manifestaciones culturales, puede
considerarse como una variante del mismo paradigma explicativo. Tambien aquf la "crisis" (relative
deprivation) tiene s61o un papel activador y "revelador". Cf Robert Wuthnow, 1987, Meaning and Moral
Order. Explorations in Cultural Order, University of California Press, Berkeley, Los Angeles, Londres, pp.

145-214.

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10 REVISTA MEXICANA DE SOCIOLOGIA 2/94

Pero aun si se acepta hablar de "determinantes


econ6micos, politicos) de las acciones colectivas,

por ejemplo, una contradicci6n estructural activada

desencadena la acci6n colectiva de algunos grupo


por el mismo fen6meno). Por qu6, en paridad de
se movilizan incluso con violencia, mientras que
o se repliegan sobre si mismos? En el plano de

(contradicciones del) sistema, ?qu6 es lo que

movimientos sociales y de otras formas de acci6

casos se verifica la acci6n y en otros casos no?


La respuesta tradicional se sittia preferentement

de los individuos y su movilizaci6n se atribuye

entre expectativas y recompensas. En la sociologia e


presentado bajo nombres diferentes: rising and drop
deprivation, movilidad descendente, incongruencia d
subyacente es el de la frustraci6n/agresi6n, elabora
laboratorio por los psic61ogos de Yale en los afios tr

La explicaci6n marxista clisica, por su parte, e

inmediato de la movilizaci6n colectiva la percepci6n

la versi6n de Tilly,8 ciertos grupos tienen inter


sistema politico determinado con objeto de log
sentaci6n adecuada, pero se ven bloqueados; o b
encuentran dentro del sistema y tienen la exp

politico, tienen inter6s en permanecer dentro y en

de su reconocimiento pero, en los hechos, no lo

salen. En ambos casos, la frustraci6n provoca, segt

violenta. Como es evidente, esta explicaci6n mar

iltima instancia, al modelo precedente, ya qu

frustraci6n de los actores sociales, es decir, un

resultados de la acci6n.

La contribuci6n de Alessandro Pizzorno consiste en haber demostrado

ningiin modelo racional, planteado en t6rminos de cailculo de cost

beneficios, puede explicar la acci6n colectiva si no presupone constitu

identidad de los actores sociales. En efecto, para poder establecer un vinculo e

intereses y movilizaci6n colectiva, se requiere la presencia de una ident

colectiva, de un "nosotros" en el cual reconocerse para poder dar consistenc


continuidad a la acci6n y para poder calcular costos y beneficios. No puede d

cailculo alguno si no se presupone la identidad del actor que calcula segi

orden de preferencias determinado por su propia identidad y valores conex


lo que suele Ilamarse la dimensi6n selectiva de la identidad.9 Mais afin, puede e
una fase previa a la acci6n colectiva en la que los individuos se hallen empei

8 C. Tilly, 1978, From Movilization to Revolution, Reading (Mass.), Adison-Wesley.

9 Cf Loredana Sciolla, 1983, Identith, Rosenberg & Sellier, Turin, p. 22.

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LOS MOVIMIENTOS SOCIALES. PROBLEMAS TE6RICO-METODOL6GICOS 11


precisamente en la construcci6n de una identidad colectiva. Durante esta fase,
dice Pizzorno, "el individuo no puede comparar sus costos actuales con los beneficios futuros porque todavia no dispone del criterio (es decir, la identidad) con
qu6 evaluarlos. Su finico objetivo es, entonces (en el caso puro) formar la propia
identidad (...)".x0

En esta fase de formaci6n de la nueva identidad, el objetivo no es todavia


maximizar beneficios individuales, sino s61o y precisamente construir una
identidad. Por eso se caracteriza por la intensificaci6n de la participaci6n y la
creciente disponibilidad de la militancia en terminos frecuentemente "irracionales", vistas las cosas desde el ingulo del modelo de la "acci6n racional".
De lo dicho se infiere que la problemltica de la identidad constituye un nudo
crucial para toda teorifa de la acci6n y, particularmente, para una teorfa de los
movimientos sociales. En el caso de los movimientos campesinos en M6xico, esta

teoria resulta todavia mis acuciante en la medida en que buena parte de estos
movimientos tienen como soporte a actores sociales dotados de identidad etnica.
Serfa muy dificil comprender el sentido, la 16gica cultural, las demandas o la
orientaci6n profunda de estos movimientos si se desconocen la configuraci6n y
las dimensiones de las identidades etnicas involucradas en la acci6n.

En general, hay razones validas para suponer que en todos los movimi
sociales campesinos de base 6tnica va implicita una demanda de reconocimie

de su identidad, pese a la tematizaci6n muy diversa de sus reivindicac

coyunturales.
3. EL OBSERVADOR Y EL ACTOR SOCIAL

El 6fltimo problema que quiero abordar aquf tiene una connotaci6n e

temol6gica y se refiere a la relaci6n que debe establecerse entre el investig


el actor social implicado en un movimiento. ?El investigador debe tomar pa
por la causa de los movimientos que estudia identificaindose con sus militan
dirigentes como un militante mais o, en todo caso, como un asesor expe
debe asumir, para evitar una confusi6n de roles, el punto de vista del obser
neutral y tomar a los actores sociales como "objetos" de observaci6n a distan

Pero en este caso, c6mo evitar la resistencia 16gica de unos actore

rehusarin con toda raz6n ser observados como si fueran una colonia de

hormigas en movimiento, sin esperanza de obtener beneficio algu

tervenci6n del soci61ogo o del antrop61ogo? C6mo conciliar l

la acci6n y la 16gica del conocimiento cientifico en estos casos?

Una respuesta posible es el famoso m6todo de la "intervenci6n s

elaborado y puesto en prnctica desde 1975 por Alain Touraine y su eq


metodo parte de la convicci6n de que los comportamientos colectivos

orientados por un proyecto, no pueden ser estudiados mediante


10 A. Pizzorno, 1983, "Identiti e interesse", en Loredana Sciolla, op.cit., p. 140.

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12 REVISTA MEXICANA DE SOCIOLOGiA 2/94

descriptivas, individuales y extensivas. La "intervenci


tres principios:

Ante todo estudiar de manera prolongada a un grupo d

una acci6n colectiva, considerando siempre a dicho

de un movimiento real. El grupo, por lo tanto, no debe


sino sobre la acci6n colectiva en la que sus miembros pa
Posteriormente, estimular el auto-andrisis del movim

miembros del grupo no como objetos de estudio, sin


sentido de su acci6n, sentido que se trata de hacer a

conciencia desprendiendolo de las presiones de la ideolo

Finalmente, elaborar hip6tesis relativas al nivel m


Ilegar la acci6n considerada. Los investigadores, que
actitud del observador neutral y la de una identif
constituyen en representantes de ese sentido mis e

estudiada. Si estas hip6tesis son adoptadas por el grupo


desplaza hacia el lado del anilisis) -lo cual constituye su
mayor inteligibilidad a la vida del grupo, entonces sign
ellas no lo son, entonces s61o aportan confusi6n y debe

La tarea de los investigadores tiene entonces

estimular el autoan ilisis y suscitar la "conversi6n" soc

Despues del momento central de la "conversi6n",


ci6n y se esfuerza por utilizar las hip6tesis elabora
venci6n como gufa de su acci6n, lo cual permite

diciones 6ptimas la exactitud de dichas hip6tesis. Este


nuevas cuestiones que plantea el anailisis constituyen
Ilamaba sociologia permanent&

Este m6todo, que fue aplicado al anailisis de muchos

(huelga estudiantil de 1976, movimiento antinucle


sindicalismo obrero, movimiento feminista, etc.) y
del sindicato Solidaridad en Polonia), ha sido objet
principalmente por parte de los te6ricos italianos de

le ha reprochado la "actitud clinica" frente al obj

tambien cierta "actitud misionera" por la que el soci6

en "partero" de los movimientos sociales. En virtu


seguro que el m6todo permita establecer una rela

ficaci6n reciproca entre el actor y el analista.


Pero la objeci6n principal, formulada sobre todo por
m&todo de la "intervenci6n sociol6gica" pretende inf

acci6n s61o del discurso de los actores sociales.

11 Alain Touraine, 1982, Mouvements sociaux d'aujorud'hui, op.cit., p. 15.

12 Por mas que se aproximen entre sf, estas dos tareas nunca deben confundirse. "El
mas de que se desplace hacia el lado del anmlisis, no debe dejar de ser un actor compromet
situaci6n hist6rica y con una ideologfa que corresponde a sus intereses'. A. Touraine, op.cit

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LOS MOVIMIENTOS SOCIALES. PROBLEMAS TE6RICO-METODOLOGICOS 13


Una respuesta mis "positivista" y menos comprometida es la presentada por
Alessandro Pizzorno,'3 que puede sintetizarse en los siguientes t~rminos.

El anmlisis de los movimientos sociales se propone, como se ha dicho,

identificar el significado (o los significados) de la acci6n colectiva en funci6n de


la identidad imputada al actor social, bajo el supuesto de que esa identificaci6n

ya constituye una respuesta al porque de la acci6n, asf como tambien a la


cuesti6n de su naturaleza (de qu6 clase de acci6n se trata). En vista de esto el
observador elabora ciertas hip6tesis sobre las probables creencias del actor social
(su identidad) y sobre los presuntos fines que esti persiguiendo. Si se percata de

que los medios seleccionados por el actor no son los adecuados en relaci6n con

las creencias y los fines imputados, el observador procederi a ajustar sus hip6tesis
ya sea variando los fines hasta hacerlos congruentes con los medios seleccionados
("reidentificaci6n del sujeto"), ya sea variando las creencias imputadas, es decir,
la identidad del sujeto cuya acci6n se encuentra bajo observaci6n ("recolocaci6n
cultural"). Asi, la extrafia y erritica conducta del emperador Moctezuma ante la

ilegada de Cort6s adquiere cierta coherencia racional si se la "recoloca" en el


contexto de sus creencias y mitos (vg., el mito del retorno de Quetzalc6atl).

Pero, dbajo qu6 condiciones esta doble operaci6n de reidentificaci6n y de

recolocaci6n cultural debe considerarse exitosa desde el punto de vista


cientifico? Para dar su respuesta, Pizzorno distingue dos tipos de "observador": 1)
el "observador participante", que interactta de varias maneras con el sujeto bajo
observaci6n con el prop6sito de comprender su aci6n y ajustar la suya propia a esta
filtima, y 2) el "observador" tout court que, manteniendo su distancia, observa una

acci6n no para interactuar con ella, sino para narrarla o explicarla a otros.
Mientras el "participante" observa y se propone comprender una acci6n con el
fin de interactuar con ella, el "observador" separado observa para comunicar a
otros la naturaleza de lo que ha observado. "Por lo tanto deberi formular (y
pensar) los tirminos de la observaci6n en un lenguaje que sirva para comunicarlos y que es diferente del eventual lenguaje empleado por el sujeto a los
sujetos de la acci6n observada".'4
Por lo tanto, una cosa es comprendery otra cosa explicar. La comprensi6n serfa

la operaci6n intelectiva propia del "participante", destinada a guiar su

interacci6n dentro del grupo considerado. En sentido analitico no comporta

comunicaci6n alguna y puede ser representada por un simple modelo de

decisi6n. La explicaci6n, en cambio, esti destinada a transmitir un saber cuyos

resultados deben ser comunicados a otros, lo que supone un lenguaje


compartido con alg6n auditorio, que en nuestro caso seria la comunidad

cientifica.s'

1s Cf Alessandro Pizzorno, 1989, "Spiegazione come reidentificazione", Rassegna Italiana di


Sociologia, nim. 2, abril-junio, pp. 161-184.
14 Pizzorno, ait. cit., p. 169.

15 Como lo reconoce el propio Pizzorno, este uso de los terminos "comprenden" y "explican"
interfiere con la tradici6n escolar que contrapone Verstehen (comprender) a Erkldren (explicar),

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14 REVISTA MEXICANA DE SOCIOLOGIA 2/94

Segun Pizzorno, la operaci6n de explicaci6n se


percepci6n de un obsticulo (intoppo) que genera
del conocimiento. Esta operaci6n supone recurrir
por parte de los que han estudiado fen6menos s

comunicado los resultados de sus estudios.

Este modelo quizis no resuelva el problema de la posible resistencia de lo


actores sociales, cuya acci6n se pretende "explicar", pero en cambio permit
distinguir claramente el papel propio del investigador "observante" y el de
"participantes" que no se proponen explicar, sino simplemente comprende

para orientar convenientemente su interacci6n dentro del grupo. De este modo

no hay confusi6n posible entre la 16gica de la acci6n y la 16gica del


conocimiento. El modelo de Pizzorno excluye la posibilidad de que el

investigador se convierta en un militante mais o, peor todavia, en una especie d

"experto" que asesora a su modo al movimiento incidiendo significativamen

sobre su desarrollo.

Quiz~s lo mis deseable sea, en efecto, preservar claramente tanto

autonomia de los actores sociales como la del propio investigador, de modo qu

la mejor contribuci6n de 6ste al movimiento sea la de proporcionar a su

militantes y dirigentes una visi6n lo mais descentrada posible sobre la naturale


el alcance de su acci6n. En este caso, tocarfa a los actores sociales sacar las

consecuencias que convinieren a sus intereses. Un planteamiento de este tipo es


lo que, a mi modo de ver, deberia consignarse claramente en el contrato entre el
investigador y el movimiento representado por sus militantes y dirigentes.

entendiendo por el primero un conocimiento de tipo empaitico o vivencial, y por el segundo un

conocimiento de tipo causal o legal (seg6n leyes naturales).

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