Investigaciones Recientes Sobre La Lítica Arqueológica en México

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Investigaciones recientes sobre


la ltica arqueolgica en Mxico

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COLECCIN CIENTFICA
Serie Arqueologa

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Investigaciones recientes sobre


la ltica arqueolgica en Mxico
Lorena Mirambell
Leticia Gonzlez Arratia
Coordinadoras

INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGA E HISTORIA

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Investigaciones recientes sobre la ltica arqueolgica en Mxico / coordinadoras,


Lorena Mirambell, Leticia Gonzlez Arratia. Mxico: Instituto Nacional
de Antropologa e Historia, 2010.
160 p.: il.; 23 cm. (Coleccin Cientfica; 561. Serie Arqueologa).
ISBN: 978-607-484-573-0
1. Ltica Tipologa. 2. Raspadores de maguey (Ltica) Metztitln, Hidalgo.
3. Obsidiana, objetos de. I. Mirambell, Lorena, coord. II. Gonzlez Arratia,
Leticia, coord. III. ser.
LC: CC79.5 S7 I58

Primera edicin: 2009


D.R.

Instituto Nacional de Antropologa e Historia


Crdoba 45, col. Roma, C.P. 06700, Mxico, D.F.
[email protected]

ISBN: 978-607-484-573-0
Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproduccin total o parcial de esta
obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografa y el tratamiento
informtico, la fotocopia o la grabacin, sin la previa autorizacin por escrito de los
titulares de los derechos de esta edicin.
Impreso y hecho en Mxico.

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ndice

Introduccin
Lorena Mirambell y Leticia Gonzlez Arratia

La industria ltica Clovis sonorense del Pleistoceno tardo/Holoceno


temprano: una mirada desde el sitio Clovis de El Bajo
Guadalupe Snchez y John P. Carpenter

19

La ltica chalchihuitea del norte de Durango


Fernando Berrojalbiz Cenigaonaindia

37

La cadena operativa en la fabricacin de mscaras en los talleres


de lapidaria de La Ventilla, Teotihuacan
Julie Gazzola

61

Obsidian Lapidary without Polishing


John E. Clark and Phil C. Weigand

79

Los raspadores de maguey de la regin de Metztitln.


Un enfoque tecnolgico
Gianfranco Cassiano y Ana Mara lvarez Palma

95

La comunidad de produccin y el intercambio de instrumentos


de obsidiana en Huapalcalco, Hidalgo
Margarita Gaxiola Gonzlez

111

Aproximacin a una clasificacin del material de molienda


Mara Elena Ruiz Aguilar

133

Aprovechamiento de la slice en las culturas mesoamericanas


Adolphus Langenscheidt

147

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Introduccin
Lorena Mirambell *
Leticia Gonzlez Arratia**

El marco terico de referencia de la mayora


de los autores que participan en este libro es la
cadena operativa en su sentido ms amplio, la
cual considera en el estudio de la ltica1 las
caractersticas de la materia prima y su yacimiento, los diferentes estadios de manufactura
del artefacto, las modificaciones que sufre por
el uso que se le dio, y su desecho. En general,
los trabajos presentados destacan el aspecto
tecnolgico de la manufactura, lo que da cierta
homogeneidad a las observaciones y al vocabulario y permite la comparacin entre ellos.
Excepto tres, los textos se refieren al estudio
de artefactos caractersticos de la arqueologa
mexicana, como son las manos y metates (Ruiz
Aguilar); el espejo de obsidiana (Clark y
Weigand); el raspador de maguey (Cassiano
y lvarez); la punta tipo Clovis (Snchez y
Carpenter); la mscara teotihuacana (Gazzola), mientras que Margarita Gaxiola aborda el
conjunto de artefactos y derivados de manufactura caractersticos del Posclsico del Altiplano Central, particularmente en Huapalcalco,
Hidalgo, que incluye bifaciales, raspadores de
maguey y navajillas prismticas de obsidiana.
Fernando Berrojalbiz, por su parte, realiza una

primera aproximacin al estudio de la totalidad


de artefactos lticos arqueolgicos (ncleos, so
portes, productos y desechos de talla) presentes
en los sitios Chalchihuites, en Durango, excavados por l. Adolphus Langescheidt, desde
una perspectiva geolgica, presenta una seleccin de piezas individuales de museo sin con
siderar su contexto, con el objetivo de ejempli
ficar la amplia seleccin de rocas con contenido
de slice que la poblacin mesoamericana uti
liz para elaborar artefactos, sobre todo objetos suntuarios.
La utilizacin de trminos semejantes por
los autores al referirse a los desechos de talla,
a los productos terminados o a los diferentes
tipos de lascas tpicas de las secuencias de reduccin, facilita al lector la comparacin entre
sitios y materiales. De esta forma, a la lasca
caracterstica de ciertas secuencias de reduccin, como es el caso de la lasca pasada (o
puente), en dos de los artculos que la mencionan se le asignan dos interpretaciones diferentes: cuando se trata de la manufactura
de la punta Clovis se ha interpretado como un
error2 (Snchez y Carpenter, en este volumen),
mientras que cuando se trata del raspador de
maguey es evidencia de que se logr el soporte adecuado (Casiano y lvarez, en este volu-

* Subdireccin de Apoyo Acadmico, inah.


** Centro inah Coahuila.
1
Y en el estudio de otros materiales y tcnicas como
la cermica, cestera, etctera.

2
Comunicacin personal con Dennis Stanfford,
octubre, 2008, Washington, D. C.

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Lorena Mirambell y Leticia Gonzlez Arratia

tcnicas, como es evidente en el caso del espejo de obsidiana, el cual, de acuerdo con el
experimento de Clark y Weigand, en una de
sus modalidades requiere sobre todo tres
tcnicas: la percusin directa con un percutor
grande y blando, la presin y la perforacin,
y tambin de una estrategia y control de la
fuerza para desprender por percusin grandes
lascas bulbares.
La calidad y el enfoque de los trabajos que
aparecen en esta obra permiten una lectura
individual y enriquecedora de cada artculo
por s mismo, y alientan a realizar a su vez una
lectura comparativa.

men). resulta ilustrativo que en este caso una


lasca tipo no necesariamente puede ser interpretada de la misma manera, sino en trminos
de la secuencia de reduccin y de la cadena
operativa correspondiente.
El concepto de cadena operativa surgi en
Europa en el siglo xx y se populariz a partir
de la dcada de 1960. Si bien en Europa ha
tenido su mayor aplicacin y desarrollo en el
estudio de la ltica tallada de sociedades cazadoras-recolectoras, particularmente del Paleoltico europeo, en Mxico se ha aplicado ms
al estudio de la ltica de las sociedades mesoamericanas que a la de los cazadores-recolectores del Cenoltico mesoamericano o de
Aridoamrica, o sea, se ha estudiado ms intensamente la ltica de las sociedades que
muestran el nivel de estado, y no slo la tallada
sino tambin otras tcnicas en que se privilegia
el desgaste, por ejemplo. Y su aplicacin ha
resultado muy fructfera, como puede observarse en los trabajos que se refieren a esta rea
y periodo histrico en el presente volumen.
Otro punto que destaca de los artculos
aqu incluidos es que mientras en la manufactura de los instrumentos lticos tallados se
aplican una, dos o tres tcnicas (percusin
directa, percusin indirecta, presin) segn el
caso, la elaboracin de un objeto suntuario,
como las mscaras teotihuacanas de piedra,
estudiadas por July gazzola, implica el uso de
una gran variedad de tcnicas de manufactura
y acabado: el desgaste, el vaciado, la perforacin en sus dos modalidades, bicnica y cilndrica, la incisin, el pulido, todo ello precedido seguramente por el trazo de los rasgos
faciales que ubicara los puntos que se deben
vaciar o resaltar. Destacar la variedad de instrumentos utilizados, como son percutores,
fibras para cortar, cinceles, gubias, leznas,
pulidores y bruidores (de cuero, tela y hueso
humano), perforadores y punzones, revela la
complejidad tecnolgica y el grado de especializacin contenido en este tipo de objetos
suntuarios. Pero al objeto suntuario per se no
necesariamente se le aplica esta diversidad de

LOS AuTOrES Y Su CONTrIBuCIN


Inicia este libro con el artculo La industria
ltica Clovis sonorensedel Pleistoceno tardo/
Holoceno temprano: una mirada desde el sitio
Clovis de El Bajo, de guadalupe Snchez y
John, P. Carpenter. Si bien la punta Clovis no
representa el artefacto ms antiguo reconocido como tal en el Continente Americano, se
puede decir que es el ms antiguo con caractersticas distintivas (la acanaladura, la lasca
pasada, el pulido de sus bordes, entre otros)
y sistematizacin en las tcnicas utilizadas en
su manufactura, lo que permite su identificacin y fechamiento aproximado aun en superficie, o sea, que tiene una presencia original
en la arqueologa y una larga tradicin de
estudio en Estados unidos.
Pocos son los estudiosos en Mxico dedicados al Cenoltico inferior (Paleoindio en
Estados unidos), en particular al anlisis de
artefactos especficos como las puntas Clovis,
Folsom y Plainview, que presentan una antigedad mxima para Estados unidos de 11 600
a.p. Por lo general, se han reportado en Mxico slo puntas Clovis aisladas en superficie
y podran contarse con los dedos de una mano
los casos en que se menciona su asociacin
con algn otro tipo de artefacto de la misma
tradicin. gianfranco Cassiano es uno de los

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Introduccin

pocos estudiosos que a lo largo de los aos ha


insistido en el tema a partir de los materiales
arqueolgicos de Hidalgo, como se puede
observar en su bibliografa,3 en la que destaca
el estudio tecnolgico y la contextualizacin
de la punta Clovis.
En la actualidad se puede agregar el inters
de Snchez y Carpenter, autores de este captulo, por llevar a cabo un proyecto a largo plazo
que pretende el conocimiento de la industria
Clovis a partir tanto de la sistematizacin del
anlisis de los artefactos derivados de esta
tecnologa, como de la bsqueda, prospeccin,
registro sistemtico y excavacin de sitios de
este tipo en Sonora, en el rea conocida como
El Bajo, identificada localmente por la cantidad de puntas acanaladas tipo Clovis que se
han encontrado en ella a lo largo del tiempo,
as como de otro tipo de artefactos pertenecientes a la misma industria. La ausencia de
sitios de este tipo en Mxico y/o el desinters
por estudiarlos o buscarlos aade importancia
al presente trabajo.
En la mencionada regin sonorense se ha
recolectado en el pasado, sobre todo por saqueadores (o aplicando tcnicas propias del
saqueo, lo que significa ausencia de informacin detallada y/o confiable), una buena
cantidad de puntas Clovis en superficie y/o
desecho de talla asociado con su manufactura,
como son las lascas pasadas o puente y otros
artefactos indicadores como los pequeos
raspadores sobre lasca.
Los autores del artculo se dieron a la tarea
de localizarlos y estudiarlos bajo una misma
ptica, logrando reconocer siete de los tipos
hasta ahora identificados en Estados unidos,
que actualmente se aceptan como parte de
esta industria. gracias al desarrollo que ha
tenido el estudio de la etapa Paleoindia, en

particular en el estado de Arizona, regin que


colinda con Sonora, les ha sido posible establecer el grado de semejanza o los aspectos en
que radica la diferencia entre las dos zonas.
A este trabajo de recuperacin de materiales e informacin que se encuentra tanto en
museos como en colecciones particulares de
Sonora y Arizona, Snchez y Carpenter han
sumado un proyecto profesional arqueolgico
al realizar trabajo de prospeccin y excavacin,
lo que ha aumentado la cantidad de artefactos
y datos especficos sobre su contexto. Si bien
una fase del estudio de esta industria radica
en identificar el proceso tecnolgico, el avance
en este sentido permitir desarrollar otros
aspectos relacionados con la organizacin
social y estrategias de movimiento de la sociedad Clovis, como lo exponen los autores en
su introduccin al tema.
El captulo La ltica chalchihuitea del
norte de Durango, de Fernando Berrojalbiz
muestra los resultados del estudio de los materiales lticos excavados en el valle del alto ro
ramos, en Durango y Zacatecas, regin que
forma parte de la importante expansin mesoamericana hacia el norte de Mxico, conocida como cultura Chalchihuites. Se trata de
una primera aproximacin a la ltica que Berrojalbiz obtiene por excavacin en dos sitios
conocidos como La Tutuveida y El ngel, que
datan de entre 600 y 1 300 d.C. Esto implica la
presencia de diferentes tipos de artefactos que
incluyen una amplia variedad de desechos de
talla. A partir de la cadena operativa como
referencia terica el autor aborda el primer
problema que plantea esta perspectiva: la
clasificacin de los materiales con base en el
anlisis tecnolgico, y menciona, cuando
puede ubicarla, la procedencia de la materia
prima.
La heterogeneidad de los artefactos representados mostrar a la larga un cierto nmero de
cadenas operativas, pero la histrica ausencia
de estudios de la ltica arqueolgica en Durango y Zacatecas no proporciona elementos para
avanzar en este sentido (a diferencia de la

3
gianfranco Cassiano, Cambios en la tecnologa
ltica entre el Pleistoceno tardo y el Holoceno temprano en el rea de Meztitln-Mezquititln, Hidalgo, en
Leticia gonzlez Arratia y Lorena Mirambell, Reflexiones
sobre la industria ltica, inah, Coleccin Cientfica 475,
Mxico, pp. 49-82.

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Lorena Mirambell y Leticia Gonzlez Arratia

senta forma parte de un estudio mayor que la


autora ha venido desarrollando con materiales
procedentes del barrio de La Ventilla, fechado
entre el 200-250 d.C. (fase Tlamimilolpa
temprana), hasta el 650 d.C. (fase Metepec).
La observacin y anlisis que ha realizado
de los materiales encontrados en distintos
contextos funcionales (y que incluyen otros
barrios o reas en Teotihuacan) relacionados
tanto con la manufactura como con la utilizacin (y desecho en algunos casos) de la mscara, le permiten reconstruir la manera como
fue elaborado este objeto suntuario. Siguiendo
la sistematizacin y orden en el anlisis que
propone su enfoque terico, gazzola presenta los resultados de una observacin minuciosa que incluye las huellas de manufactura
plasmadas en las propias mscaras en diferentes estadios de elaboracin y acabado; los desechos de manufactura presentes en los talleres,
y las herramientas (incluyendo los abrasivos)
con que se elaboraron.
Esta combinacin de observaciones (metodologa) le permite identificar la utilizacin
de una gran diversidad de instrumentos de
trabajo (como ms arriba describimos), as
como la variedad de tcnicas aplicadas para
lograr este producto. Logra distinguir secuencias en la aplicacin de las tcnicas, el orden
de stas y la correlacin entre tcnica e instrumento utilizado. Incluso cuando no tiene la
evidencia del instrumento de trabajo especfico, lo deduce a partir de la huella de manufactura, ya que la sistematizacin propuesta
por Leroi-gourhan, citado por la autora, hace
posible identificar las secuencias lo mismo si
han sido efectuadas fuera del sitio o si faltan
sus productos.
As, el meollo del artculo de gazzola radica en la reconstruccin minuciosa de las tcnicas de trabajo lapidario y las diferentes
etapas que implica la elaboracin tanto del
anverso como del reverso de la mscara, y
destaca el hecho de que la tcnica principal
aplicada fue el desgaste en sus diferentes
modalidades, como el corte, perforacin,

industria Clovis, por ejemplo, o de los raspadores de maguey en la Mesoamrica nuclear).


Se tiene que establecer el lugar que ocupa cada
uno de los artefactos en trminos de una secuencia de reduccin, al desconocer los caractersticos de la regin. Su detallado estudio
permite al autor identificar ms de seis diferentes lascas tipo y el lugar que ocupan de
manera general en torno a la manufactura
de artefactos de forma definida, repetida y
sancionada por la sociedad, como son las lascas
de adelgazamiento, de prueba, de decorticado, de decalotado, de correccin de cara, de
reavivado de margen, de reavivado de plataforma, etctera.
Es un hecho que la aplicacin de la cadena
operativa ha mostrado su mayor desarrollo en
el anlisis de tipos especficos de artefactos
cuya morfologa se repite de manera constante en largos periodos. Aislar nuevos tipos que
pudieran considerarse caractersticos de una
regin especfica y poco estudiada, como es la
de Durango, implica un largo y acumulativo
estudio que tiene como eje central las caractersticas de su manufactura, que es el punto de
partida del autor. Si bien la investigacin que
presenta Berrojalbiz es slo un segmento de la
cadena operativa, como puede ser la secuencia
de reduccin, se perfila como una contribucin
pionera al anlisis de la ltica en una regin
que prcticamente careca de este tipo de estudios. Podra decirse que se trata de una reflexin preliminar y necesaria para avanzar en
el futuro sobre esta misma lnea terica.
En otra ubicacin geogrfica, y plenamente en la Mesoamrica nuclear, el artculo La
cadena operativa en la fabricacin de mscaras
en los talleres de lapidaria de La Ventilla,
Teotihuacan, de Julie gazzola, como su ttulo
lo indica, toma tambin como punto de partida el enfoque de Leroi-gourhan, en particular el eslabn de la cadena operativa dedicado
a la manufactura de piezas caractersticas de
la cultura teotihuacana, como son las mscaras
de piedra, y se dedica a identificar las tcnicas
utilizadas en su elaboracin. El tema que pre-

12

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Introduccin

ciones que implic la observacin insuficiente


del dato arqueolgico, el intento de la reproduccin del artefacto y de sus desechos, pasando por la reflexin, la elaboracin de hiptesis,
la prueba y desecho de las mismas y la creacin
de nuevas hiptesis cuya pauta la proporciona
la experimentacin. Al respecto, una de las
grandes limitantes para avanzar en la solucin
de este problema, segn lo dejan asentado los
autores, es la lejana del contexto arqueolgico
en el caso de Clark, que no le permite comparar de manera inmediata sus resultados de
experimentacin con la realidad arqueolgica.
Muestra cmo las limitantes en la observacin
del contexto arqueolgico restringen y/o
equivocan el experimento tendiente a reproducir la secuencia de reduccin que da cuenta
de la tecnologa aplicada en la elaboracin del
objeto bajo estudio. Los autores estn conscientes de este hecho y describen los errores
en metodologa que se presentan para dejar
en claro la diferencia que existe entre reproducir un artefacto semejante al arqueolgico
y reproducir todo el proceso de manufactura,
que incluye la seleccin de la materia prima
adecuada, la elaboracin del soporte, el artefacto y el desecho de talla de ste.
La segunda parte relata la experiencia de
Clark al reproducir espejos de obsidiana de
una coleccin del Museum of Peoples and
Cultures de la universidad de Brighton Young
en utah, que aprovecha para sistematizar su
experimento y ordenarlo en una secuencia de
reduccin dividida en tres pasos. Las caractersticas del artefacto conocido como espejo
de obsidiana son, por una parte, la presencia
de una superficie lustrosa lisa, carente de las tpicas ondas y lneas de fisura producidas por la
fuerza de la percusin aplicada a la materia
prima para obtener un soporte adecuado en la
fabricacin de esta pieza. La forma final es variada, pues existieron diferentes opciones, pero
una particularidad de toda la coleccin es que
los espejos muestran una o varias perforaciones
por donde se introduca un cordn para colgarse posiblemente al cuello.

pulido y bruido. Se podra decir que uno de


los mtodos que aplica a partir de las observaciones mencionadas es el ensamblaje mental al
utilizar la evidencia material, lo que le ha permitido reconstruir el proceso de manufactura
de principio a fin, adems de identificar el
complejo equipo de herramientas utilizadas.
Otra forma de aproximarse al artefacto
arqueolgico de tipo suntuario es por medio
de la experimentacin, lo que hacen John E.
Clark y Phil C. Weigand en su contribucin
titulada Obsidian Lapidary without Polishing
(Lapidaria de obsidiana sin pulimento). Los
autores dividen su trabajo en dos partes. La
primera describe una especie de aventura intelectual y prctica cuyo punto de partida es
obtener resultados que permitan afirmar o
desechar la hiptesis propuesta por Weigand
de que en el yacimiento de obsidiana en San
Juan de los Arcos, Jalisco, que data aproximadamente del Formativo tardo y del Clsico, se
elaboraron objetos de lapidaria del tipo de
espejos de obsidiana. Se complementa con la
observacin de este tipo de objetos en el Sitio
de Cinega de los Patos, a pocos kilmetros
del mencionado yacimiento.
La enumeracin sistemtica, por parte de los
autores, de las equivocaciones y aciertos tpicos
del trabajo de investigacin y de experimentacin es muy ilustrativa. Se inicia con el malentendido que existi de entrada entre ellos, al
observar el objeto lapidario desde diferentes
ngulos asumiendo que ambos hablaban de lo
mismo. Como queda establecido, el primer paso
tiene que ver con la definicin del objeto, ms
all de su nomenclatura general. Pero el espejo
de obsidiana de su inters es un objeto lapidario al que, en este caso, no se le aplic pulimento como es caracterstico de otras piezas semejantes, sino que prevalece la percusin directa
para obtener el soporte y la presin para darle
la forma deseada. Para intentar validar esta hiptesis, Clark se apoya en la experimentacin
para reproducir el objeto suntuario.
El estilo narrativo de los autores permite al
lector participar de la dinmica y de las restric-

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Lorena Mirambell y Leticia Gonzlez Arratia

Explican la diferencia entre aislar un artefacto


como tipo basndose nicamente en su
forma, y la metodologa que aplican, que
consisten sobre todo en dar seguimiento a la
historia de vida del artefacto (con la referencia
terica implcita de la cadena operativa) y
destacan cmo el uso origina modificaciones
que necesariamente afectan a la forma y el
tamao originales.
Esto pone en tela de juicio la validez de una
tipologa basada en lo que se supone una
morfologa esttica del instrumento: la que
muestra al momento en que el arquelogo lo
incorpora a su estudio. un anlisis dinmico
que vincula los diferentes eslabones de la cadena entre s sirve para cuestionarla, ya que la
forma original del instrumento no necesariamente es la misma cuando se termina de elaborar, que cuando el arquelogo lo convierte
en su objeto de investigacin. Esto ltimo es
relevante sobre todo cuando fue utilizado
intensamente, ya que contiene nuevos procesos de modificacin causados por su funcin,
lo que a la vez implica la modificacin del
mismo, en particular de sus mrgenes funcionales, lo cual conlleva cambios fsicos que
afectan a su tamao, forma, etctera.
La segunda parte se refiere al tema del ttulo, esto es, la aplicacin de un enfoque tecnolgico para explicar la produccin y utilizacin
de raspadores de maguey. Inicia con la descripcin de las particularidades del yacimiento de
obsidiana de Zacualtipan, de donde se obtuvo
la materia prima utilizada en Metztitln para
la elaboracin de los raspadores de maguey;
contina con el tipo de ncleo del que se obtiene el soporte y las caractersticas del mismo
(lasca pasada con pronunciada forma curva
en su extremo distal); la modificacin del soporte hasta obtener el raspador magueyero, y
finaliza con su utilizacin y su eventual reacondicionamiento cuando el desgaste de sus
partes funcionales lo requirieron. Los autores
abarcan as toda la secuencia clsica de la cadena operativa: adquisicin de la materia prima, manufactura del artefacto (que actualmen-

El trabajo de experimentacin se orient a:


1) la preparacin de un soporte; 2) darle la
forma adecuada, y 3) hacer las perforaciones.
Clark recurre a la experimentacin y experiencia personal en los dos primeros puntos, y a la
de gene Tithmus para explicar la manera en
que se pudo haber logrado el tercero. Sus conclusiones son mltiples e interesantes, pero la
principal es que el soporte para la elaboracin
de los espejos de obsidiana podra haberse
obtenido a partir del desprendimiento de la
lasca bulbar de una macrolasca.
Clark y Weigand presentan en la primera
parte lo que podra considerarse un experimento fallido y lo utilizan para fortalecer la
premisa de que es necesario experimentar
observando permanentemente el contexto y
el objeto arqueolgico. Desde esta perspectiva,
el hecho de que la primera observacin in situ
no fuera suficiente se convierte en una limitante de la experimentacin en sus diferentes
niveles. En la segunda parte demuestran que
el trabajo de experimentacin, aunque no
soluciona el problema inicial, s proporciona
alternativas sobre la manera en que se pudo
haber manufacturado el soporte de un espejo
de obsidiana.
El siguiente artculo es de gianfranco Cassiano y Ana Mara lvarez Palma, intitulado
Los raspadores de maguey de la regin de
Metztitln, Hidalgo. un enfoque tecnolgico.
En l se refieren particularmente a materiales
de dos sitios del Posclsico tardo: la Feria de
los raspadores y la Mesa del Pixtli, donde se ha
obtenido una serie de artefactos de obsidiana
del tipo de raspadores de maguey. Incluyen
una muy til distribucin geogrfica del mismo
en el territorio mexicano, la poca en que hace
su aparicin y una hiptesis respecto al motivo
por el cual en un momento dado su presencia
se vuelve importante en el contexto arqueolgico, o sea cundo y por qu se empieza a
estandarizar su manufactura. Antes de entrar
de lleno en el tema de la tecnologa de los
raspadores, los autores hacen una reflexin
sobre el problema del tipo en arqueologa.

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Introduccin

en las relaciones de produccin de la comunidad de artesanos de la obsidiana en sitios de


Hidalgo, es el tema que presenta Margarita
gaxiola gonzlez, quien busca rebasar los lmites que presenta el concepto de la cadena
operativa. A partir de la informacin derivada
de las cadenas operativas, previamente estudiadas por la autora, de varios artefactos de
obsidiana claves como indicadores de actividades tecnolgicas, explora la interaccin
entre las primeras y otros componentes de la
sociedad de artesanos encargados de su manufactura, en particular respecto al factor
econmico y sus relaciones de produccin.
El yacimiento de obsidiana local, El Pizarrn,
y los talleres adyacentes al mismo, constituyeron
la principal fuente de abastecimiento de la materia prima y productos de obsidiana de la
cercana ciudad prehispnica de Huapalcalco.
Ambos se localizan al noreste del Altiplano
Central en el valle de Tulancingo, Hidalgo. En
El Pizarrn se manufacturaron tanto productos
preliminares en la forma de soportes y ncleos,
como terminados y listos para su uso, como los
raspadores de maguey, las navajillas de obsidiana
y bifaciales cuyo destino en su mayor parte seran los talleres y unidades habitacionales de la
mencionada ciudad prehispnica.
La autora destaca el raspador de maguey,
caracterstico de la industria ltica de la ciudad
y de El Pizarrn, y su asociacin con los magueyales cultivados en los alrededores, lugar de
utilizacin intensiva de ste y la posible motivacin econmica de su manufactura. Introduce la relacin manufactura/uso o consumo
que puede derivarse de la presencia del artefacto al insertarse ste en el proceso de trabajo
conocido como raspado del maguey. En el
estudio: La comunidad de produccin y el
intercambio de instrumentos de obsidiana en
Huapalcalco, Hidalgo, gaxiola organiza sus
datos a partir de planteamientos tericos que
le permiten exponer cmo las relaciones de
produccin y del trabajo articulan a los agentes
de la produccin, y propone a la vez la presencia de una red de intercambio, circulacin y

te implica la identificacin y descripcin del


soporte), utilizacin, reacondicionamiento y
abandono. una conclusin del enfoque tecnolgico que aplican los autores a este artefacto
es que la complejidad tecnolgica recae ms
en la elaboracin del soporte que en la del
objeto final en s.
Tanto la obtencin de la materia prima
como la elaboracin del soporte y del artefacto
final denotan un proceso bien regulado logrado a partir de la prctica y transmisin del conocimiento entre generaciones de artesanos y
que se refleja en el tamao, forma, distribucin
del retoque y otras caractersticas del artefacto
final, de tal manera que hoy en da los raspadores de maguey arqueolgicos que atravesaron todo el proceso de manufactura planeado
de antemano pueden ser identificados como
tales sin mayores complicaciones.
Si recordamos, la cadena operativa promueve llegar en el anlisis hasta el individuo mismo
que manufactura y/o utiliza el tipo de artefacto bajo estudio. Le geste, el trmino popularizado por Leroi-gourhan, se refiere prcticamente al acto o gesto mismo realizado por
el artesano al elaborar los instrumentos y que
debera de vislumbrarse desde el artefacto en
s, o en el rea de actividad, y deducirse a
partir de un enfoque de investigacin consecuente que logre aprehender el estilo del individuo que le dio una forma determinada a
la piedra. O, en palabras del prehistoriador
francs, retrouver lhomme derrire le caillou
(encontrar al hombre tras el guijarro). Tal
vez bajo la influencia de esta premisa, los autores
intentan rebasar el mero hecho tecnolgico
contenido en el artefacto al buscar caminos
para alcanzar, utilizando herramientas de anlisis tecnolgico y conceptual, la accin individual [del artesano o tallador] en su capacidad
de interpretar la normatividad social con relacin a la manufactura y uso de los artefactos.
La presencia del raspador de maguey de
obsidiana analizado desde la perspectiva de las
actividades laborales en torno a su manufactura, y el efecto que stas debieron haber tenido

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Lorena Mirambell y Leticia Gonzlez Arratia

tante mercado interregional de obsidiana. Este


trabajo es un excelente ejemplo de cmo los
datos derivados del anlisis tecnolgico de
artefactos lticos, desde la perspectiva de un
proceso (que es el enfoque que subyace a la
cadena operativa), pueden manejarse con
mayor complejidad mediante conceptos que
abarcan aspectos medulares y generales de la
sociedad humana, como son la economa y las
relaciones de produccin y consumo.
Poco se estudian en Mxico los instrumentos de molienda, artefactos bsicos para la
alimentacin a partir del maz, el cultivo central
en la dieta mesoamericana, por lo que destaca
en este volumen el artculo de Mara Elena
ruiz Aguilar, Aproximacin a una clasificacin
del material de molienda, en el cual reflexiona en torno a la diversidad de formas tanto de
metates como de manos presentes en la arqueologa mesoamericana. Su contenido se
divide en dos partes: un prembulo en el que la
autora hace observaciones sobre el material de
molienda, relacionadas tanto con la materia
prima como con la variedad de desgaste de la
superficie funcional de los artefactos, y otras
variables. Aun cuando a estos instrumentos se
les conoce como de molienda, en realidad,
nos informa la autora, se trata de artefactos
multifuncionales que tambin sirven para machacar y triturar y gracias a su utilizacin se obtiene una diversidad de productos.
La segunda parte est dedicada a proponer
una tipologa de este instrumento de trabajo,
el cual tiene dos componentes: la mano y el
metate. De acuerdo con la manera en que se
les utiliza, la mano es considerada como el
elemento activo y el metate como el elemento pasivo, y a los dos juntos los designa la autora como unidad integral. La elaboracin
de la unidad integral requiere de la aplicacin
de una tcnica que comprende tres variantes:
la percusin directa, el picoteado y el desgaste
por friccin, lo que habla de la evolucin del
proceso que se inicia con la seleccin de la
materia prima y su transformacin en preforma
y termina en el producto acabado.

consumo que vinculara el trabajo realizado en


el yacimiento de El Pizarrn con la ciudad, que
crea as, entre los artesanos, una comunidad
de produccin.
Otra de sus propuestas es que el medio por
el que se realiz la circulacin del producto
desde los talleres de manufacura especializada
fue el mercado, reinsertndose as a la economa regional a partir del consumo productivo
de ncleos y soportes para obtener un instrumento mejor acabado en las unidades domsticas o, en el caso de la adquisicin de raspadores de maguey, al utilizarlos directamente en
otra industria, como podra ser la del maguey
pues, como arriba se mencion, este cultivo
form parte importante de la agricultura
intensiva local, al grado que parece haber generado una manufactura masiva del raspador.
Para manejar el tema de las relaciones de
produccin generadas entre los productores
de uno y otro mbito, gaxiola introduce una
serie de categoras, como industria (las diferentes secuencias de reduccin que dan
como resultado artefactos identificables y sistematizados en cuanto a su forma y acabado),
talleres, comunidad de produccin y plaza
de mercado. La presencia o ausencia de las
industrias y/o la combinacin de las mismas
en una regin, as como la intensidad y sistematizacin con que se manufacturaron los
artefactos en diferentes espacios habitacionales y de trabajo, le da caractersticas distintivas
a las relaciones de produccin. una de las
conclusiones de la autora es que en torno a la
produccin de artefactos que utiliza la obsidiana de El Pizarrn el sector productivo logr
organizarse como un grupo artesanal independiente, pues deduce que tena un libre
acceso a la obsidiana local.
En la parte final de su estudio, gaxiola explora el fenmeno del intercambio de obsidiana y sus productos en el mbito mesoamericano, sugerido en particular por la presencia de
obsidiana de cinco regiones que aparecen en
Huapalcalco, lo que le permite apoyar su hiptesis de la existencia en este sitio de un impor-

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Introduccin

de diferentes artefactos tanto utilitarios como


de adorno. El autor realiza una revisin desde
el punto de vista geolgico de algunas piezas
en exhibicin en el Museo Nacional de Antropologa elaboradas con este tipo de rocas, y
muestra cmo la poblacin prehispnica
mesoamericana realiz una amplia seleccin
de las mismas para manufacturar tanto artefactos prcticos como las puntas de proyectil
y cuchillos bifaciales (tambin convertidos en
objetos rituales), joyera, escultura y lapidaria.
Incluye un cuadro sinptico con las diez variedades de rocas silceas representadas en
las piezas arqueolgicas por l observadas,
una somera y prctica descripcin del slice
en cada caso, su dureza, el aspecto visual, la
localizacin de probables yacimientos en
Mesoamrica y observaciones generales sobre
las variables geolgicas de estos materiales.
Considerando que los estudios de la ltica
mesoamericana han privilegiado a la obsidiana y opacado, por as decirlo, la importancia
de otras rocas en la vida cotidiana y ritual de
la poblacin mesoamericana, el enfoque
de este trabajo es interesante en la medida en
que subraya las cualidades y el potencial de
otras rocas.

Las caractersticas de la materia prima seleccionada, la secuencia de la aplicacin de las


tcnicas y la formacin del producto sealan
que los artesanos encargados de su elaboracin
tenan ya una forma premeditada del objeto a
manufacturar. Si bien la funcin del artefacto
sera la variable ms importante a considerar,
las caractersticas especficas de los diferentes
grupos de metates que estudia ruiz Aguilar
podran sealar aspectos de estatus social,
particularmente cuando se aaden elementos
que pudieran pensarse como decorativos y que
implican mayor trabajo y habilidad. La metodologa que aplica la autora para desarrollar
una tipologa se basa en cinco categoras: grupo,
subgrupo, tipo, subtipo y variantes a partir de
la observacin de variables como la presencia
o ausencia de ciertos atributos como los soportes y la forma de los mismos, los lados y el extremo distal. Con la aplicacin de estas categoras a los metates y manos se logra un primer
ordenamiento de tales materiales.
En el artculo Aprovechamiento de la slice en las culturas mesoamericanas, Adolphus
Langenscheidt aborda el lugar que ocuparon
las rocas con contenido silceo durante la poca
prehispnica mesoamericana en la elaboracin

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La industria ltica Clovis sonorense


del Pleistoceno tardo/Holoceno temprano:
una mirada desde el sitio Clovis de El Bajo
Guadalupe Snchez*
John P. Carpenter**
Haynes, 1993, 2000a; Taylor et al., 1996). Varios
artefactos han sido identificados como pertenecientes a la tradicin ltica Clovis, pero el
artefacto diagnstico es la punta de proyectil
Clovis, caracterizada por su forma lanceolada
y su distintiva acanaladura basal (Krieger, 1947;
Sellards, 1952; Wormington, 1957). Especmenes de esta singular punta Clovis han sido encontrados en la superficie de toda Norteamrica, exceptuando las reas donde la masa de
hielo del Wisconsin tardo estaba presente
(Anderson et al., 1998; Collins, 1999; Faught,
1997). Alrededor de 11000 aos antes del
presente grupos de cazadores-recolectores
Clovis se encontraban diseminados o por lo
menos visitaron diversas reas de Norteamrica,
incluyendo algunas regiones de Mxico, y se
puede decir que los grupos Clovis formaron un
complejo cultural de nivel suprarregional.
Posteriormente a la poca Clovis, las tradiciones
culturales que la precedieron se vuelven menos
universales y surge una gran variedad de tradiciones regionales; entre las tradiciones de
puntas de proyectil mejor conocidas que preceden a la Clovis en el sur de Norteamrica
estn la Goshen-Plainview, Folsom, Agate Basin,
los complejos Cody y Dalton (Frison, 1974,
1991, 1996; Haynes, 1964; Waldorf, 1987;
Wheat, 1972; Wilmsen y Roberts, 1978).
La gran mayora de los materiales Clovis se
limitan a distribuciones discretas de superficie

Introduccin
El poblamiento de Amrica es uno de los temas
ms fascinantes de la arqueologa del Continente Americano (Stanford, 1991; Tankersley,
2000). Aunque han pasado 75 aos desde que
el descubrimiento del Sitio Folsom demostr
que en Norteamrica existan humanos simultneamente con megafauna ya extinta, la comunidad arqueolgica est muy dividida respecto a la antigedad de muchos de los sitios
declarados tempranos y la fecha de la entrada
de los grupos humanos en el Nuevo Mundo
(Bryan, 1991; Dillehay, 1989, 1997; Dillehay et
al. 1999; Frison, 2000; Fiedel, 1999b, 2000;
Haynes, 1999; Kelly y Todd, 1988; Meltzer,
1989, 1995; Owen, 1984; Stanford, 1991;
Waters, 2000). Actualmente, el nico consenso
entre los investigadores es que los primeros
americanos ya eran Homo sapiens, y que ya estaban en el continente por lo menos hace
13000 aos (Metzler, 1995: 1).
Los grupos cazadores-recolectores conocidos
como Clovis pueden ser considerados como el
primer horizonte cultural de escala continental,
con una edad de radiocarbono de 11600 aos
antes del presente [13350 cal AP] (Fiedel, 1999;
* Subdireccin de Laboratorios y Apoyo Acadmico,
inah.
** Subdireccin de Investigacin y Conservacin del
Patrimonio Arqueolgico, inah.

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Guadalupe Snchez y John P. Carpenter

todas representaron hallazgos de superficie


en la mitad norte del estado de Sonora; robles
y Manzo registraron seis lugares cerca del
golfo de California, y cinco en los valles interiores (1972). Desde 2002 iniciamos un proyecto a largo plazo enfocado en visitar, estudiar
y revisar las localidades descritas por robles y
sus colegas, junto con la revisin de varias colecciones privadas y materiales almacenados en
el Centro-inah Sonora y en el Museo universitario de la universidad de Sonora en Hermosillo, para tener un mejor conocimiento de las
localidades y determinar cules sitios contienen contextos preservados para ser estudiados
en detalle. Despus de cinco aos de investigaciones sabemos que tres de estas localidades
representan complejos o conjuntos de sitios
paleoindios que miden ms de 3 km2 y las otras
21 localidades son hallazgos aislados, sitios
pequeos o sitios que no se han encontrado.
El estudio ltico que aqu se presenta est basado en las colecciones del sitio Clovis de El
Bajo (figura 1).

y hallazgos de puntas Clovis aisladas; sitios


Clovis con depsitos estratificados son extremadamente raros (Metzler, 1993). La escasez de
sitios Clovis con depsitos estratificados hace
nuestro conocimiento de la poblacin Clovis
muy limitado; slo ocho sitios tienen fechas
absolutas y sabemos muy poco sobre su subsistencia, dieta, territorialidad y organizacin
social.
La gran diversidad de herramientas lticas
(bifaciales, unifaciales, cuchillos, navajas, varios
tipos de raspadores, buriles y lascas utilizadas)
que conforman el conjunto de herramientas
Clovis parece indicar que estos grupos realizaban una gran variedad de actividades (Collins,
1999a; Hofman, 2000; Stanford, 1991). Anlisis
recientes de huellas de uso en puntas Clovis
han demostrado que estos bifaciales fueron
utilizados para realizar una gran variedad de
actividades, y no slo como proyectiles (Collins, 1999a; Hofman, 2000). Adems, las recientes exploraciones arqueolgicas en el sitio
gault en el centro sur de Texas han documentado que se trata de un sitio habitacional de
grandes dimensiones, notable por la evidencia
de ocupaciones mltiples, reas extensas de
ocupacin con vastas cantidades de restos
culturales, un extenso y diverso conjunto de
herramientas y desechos de la talla de navajas
y bifaciales, junto con una gran diversidad de
restos botnicos y de fauna; todo en depsitos
sepultados que se extienden sobre un rea de
1.5 km2. Este complejo sitio est situado en los
alrededores de una fuente permanente de
agua y de un yacimiento de calcedonia cafetosa de alta calidad, y existen evidencias de
que algunos campamentos base fueron ocupados durante mucho ms tiempo que el que
se pensaba con anterioridad (Collins, 1999b;
Collins y Hester, 2001; Waters y Shafer, 2001).
Aunque poco divulgada, la tradicin Clovis
est bien representada en el estado de Sonora,
con una amplia distribucin de sitios y hallazgos aislados de puntas Clovis. Hace ms de 30
aos, robles y Manzo (1972) reportaron 11
localidades con un total de 25 puntas Clovis,

Metodologa
Las herramientas y desechos lticos son virtualmente los nicos restos arqueolgicos que se
preservan de las sociedades forrajeras prehistricas (Bamforth, 1991; Shott, 1986). Para
poder conocer la variabilidad de la industria
ltica Clovis es necesario considerar los varios
componentes de la tecnologa ltica, las estrategias de obtencin de la materia prima y de
produccin de herramientas, y el uso/reuso
de implementos. Este enfoque tambin nos
permitir identificar los atributos funcionales
del conjunto ltico, as como determinar la
variabilidad local de estilos, y examinar la diversidad de las actividades e intensidad del
patrn habitacional Clovis (Hayden et al.,
1996; Kooyman, 2000; Bamforth, 1991).
El estudio del proceso de manufactura y de
la obtencin de la materia prima utilizada en
la elaboracin de las herramientas est relacionado directamente con el patrn de asentamiento, la territorialidad y movilidad, y de

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La industria ltica Clovis sonorense del Pleistoceno tardo/Holoceno temprano

Figura 1. Localizacin del Sitio de El Bajo.

cazadores-recolectores por medio de la forma


en que organizaron sus tecnologas lticas.
Cuando un grupo de cazadores-recolectores
tiene una alta movilidad se ve expresada en su
conjunto de artefactos lticos, con herramientas fcilmente transportables y verstiles que
pueden reafilarse y modificarse muchas veces,
y en preformas susceptibles de ser modificadas
en diversos tipos de herramientas cuando sea
necesario (Bamforth, 1991; Binford, 1979;
Hayden et al., 1996; Kelley, 1988; Odell, 1996;
Shott, 1986; Torrence, 1986). Adems, los
estudios de los materiales lticos deben proporcionar informacin sobre las actividades
que se realizaron en el sitio, ayudar a definir

manera indirecta con la obtencin de comida


de un grupo humano determinado. El acceso a
materia prima de buena calidad para la produccin de herramientas es un recurso elemental de los grupos cazadores-recolectores,
y es una actividad a considerar dentro de las
estrategias de subsistencia de un grupo. Aunque esta actividad no est del todo relacionada
con la procuracin de comida, el tiempo y la
energa invertidos en agenciarse la materia
prima se reflejarn directamente en el tiempo
y la energa disponibles para realizar las actividades de subsistencia (Kuhn, 1991: 250).
Algunos modelos tericos intentan explicar
la movilidad y el patrn de asentamiento de los

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Guadalupe Snchez y John P. Carpenter

en el norte de Mxico. La mayora de las herramientas en el sitio (98 por ciento) estn
elaboradas con materia prima del yacimiento
local, incluyendo el taller de talla para elaborar herramientas bifaciales denominado localidad 12 (figura 2). El componente del sitio
mejor representado es la ocupacin Clovis,
aunque en la superficie del sitio se advierten
artefactos de diferentes ocupaciones arcaicas
del Holoceno medio y tardo. En este estudio
presentamos las herramientas que consideramos diagnsticas de la industria Clovis,
aunque estamos conscientes de que no se
puede entender la tecnologa ltica en su totalidad sin tomar en cuenta todos los procesos
y aspectos de la reduccin ltica, desde la obtencin de la materia prima hasta el uso de las
herramientas elaboradas. Aqu ofrecemos un
panorama general de las herramientas analizadas hasta la fecha de las diferentes colecciones. Dos colecciones han sido analizadas: las
herramientas diagnsticas recuperadas de la
superficie en 2003 y las herramientas diagnsticas recolectadas por Julio Montan (19781981).

el patrn de asentamiento y la intensidad de


ocupacin. Los sitios habitacionales contienen
una gran diversidad de herramientas ya que
una amplia variedad de actividades se realizan
en los lugares de vivienda; tambin es muy
probable que la manufactura de herramientas,
su mantenimiento y reparacin se llevarn a
cabo en las reas de vivienda (Binford, 1979;
Kooyman, 2000: 129). En cambio, los sitios de
actividades especializadas quiz reflejen ms
un rango restringido de herramientas (Bamforth, 1991; Kooyman, 2000).
Como rara vez se encuentra un sitio Clovis
con una coleccin relevante de artefactos,
existen muy pocos anlisis de tecnologa ltica
de colecciones de artefactos Clovis. La metodologa usada para estudiar los artefactos de
El Bajo se basa en los anlisis lticos de Huckell
(2007) y Collins (1999) y utiliza el manual de
Sliva (1997) para la clasificacin. Siguiendo a
Huckell (2007: 185-186), en trminos generales,
la organizacin de la industria Clovis est compuesta de cuatro procesos tecnolgicos diferentes: la tcnica bifacial, la tcnica de lasca,
la tcnica expedita y la tcnica de navajas. Cada
una de ellas se caracteriza por una secuencia
de reduccin especfica que concluye en la
elaboracin de herramientas especficas.
Estudio de las herramientas diagnsticas
Clovis del sitio SON k:3:1 (El Bajo)
El sitio Clovis de El Bajo est constituido por
una extensa distribucin de materiales arqueolgicos lticos sobre un rea de 4 km2. En superficie se pueden distinguir 22 localidades
distintas, incluyendo un yacimiento de basalto
vitrificado localidad 20 en el Cerro la Vuelta
(figura 2). Este yacimiento se encuentra en
la ladera alta del cerro ms prominente y
consta de bloques polidricos de material que
salen de una veta horizontal de por lo menos
700 m de largo y diez m de ancho. Junto a la
veta se observan por lo menos diez tiraderos
de material que se extienden sobre la ladera,
constituyendo el yacimiento Paleoindio y Arcaico ms grande que se conoce hasta la fecha

Figura 2. ubicacin de las localidades en el Sitio


de El Bajo (mapa inegi La Poza 1:50.000).

Se considera que el juego de herramientas


diagnsticas de filiacin Clovis incluye la
punta de proyectil lanceolada Clovis con su
distintiva acanaladura basal, navajas prismti-

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La industria ltica Clovis sonorense del Pleistoceno tardo/Holoceno temprano

superficie, vara de la mucha o poca ptina,


por esta razn fue utilizada slo como un
atributo complementario para incluir artefactos que sospechamos que son Clovis, pero al
presentar ptina fueron considerados como
parte del complejo Clovis.
La muestra de diagnsticos presentada
contiene un total de 383 artefactos; 124 recolectados en la temporada 2003, y aunque todos
son de superficie (con excepcin de los bifaciales de base cuadrangular excavados en la
localidad 12) sabemos su procedencia aproximada; 215 especmenes son de la coleccin
Montan (incluyendo cinco puntas Clovis recolectadas durante dos visitas en 1998-1999),
de los cuales no sabemos nada sobre su procedencia, si bien muchas parecen ser de recolecciones indiscriminadas de superficie; 31
ejemplares son de la coleccin McIntyre y 30
de la coleccin robles conservada en el Museo
de la universidad de Sonora, sin procedencia
especfica. Aunque en la siguiente tabla se incluyen las herramientas de las colecciones
McIntyre y robles, en los conteos individuales
de los grupos de herramientas stas no estn
ya que no contamos con su anlisis detallado.

cas y semiprismticas, ncleos cnicos y polidricos, delicados raspadores terminales, muchos con espoln, y una variedad de raspadores
laterales y compuestos hechos en lascas, y
navajas, punzones y bifaciales grandes que
parecen reflejar preformas de puntas de
proyectil (Haynes, 1980, 1987; Stanford,
1991). Lascas de acanaladura, lascas de adelgazamiento de bifacial y lascas puente (overshots)
son parte del conjunto diagnstico de herramientas Clovis (Collins y Hester, 2001).
La textura del basalto vitrificado que se
observa en el yacimiento del sitio es poco
uniforme, hay fragmentos con muchos cristales, mientras que otros son sumamente finos; los
colores tambin presentan una gran variabilidad, de negro a amarillo. Muchos artefactos
exhiben una ptina de tono amarillo, atributo
diagnstico que puede significar antigedad
o el tiempo que estuvo la herramienta expuesta a procesos de intemperismo. Sin embargo,
nos dimos cuenta de que la ptina puede
utilizarse como atributo diagnstico de Clovis
slo hasta cierto punto, ya que en las herramientas vara enormemente; por ejemplo, en
las puntas Clovis que hemos recolectado en la

Bifaciales grandes-Clovis

Preformas Clovis

Puntas Clovis

Bifaciales triangulares de base


cuadrada

Navajas

Ncleos de navajas

Tabletas de ncleos

Lascas de rejuvenecimiento
de ncleo

Raspadores terminales Clovis

Raspadores miscelneos

Total

Tabla 1
ArTEFACTOS DIAgNSTICOS CLOVIS

AArF 2003

18

17

33

13

107

Coleccin Montan

48

10

14

35

45

41

215

Coleccin McIntyre

15

31

21

19

89

11

Coleccin robles
Total

71

31

15
4

23

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10

72

30
55

383

Guadalupe Snchez y John P. Carpenter

mos ver que las localidades 4 y 5 son las que


mayor nmero de bifaciales de este tipo contienen, algunos (como se observa en la figura
3) lucen un lasqueo sobrepasado o de puente
(overshot), un atributo caracterstico de la industria Clovis. Por alguna razn las industrias
que preceden a las Clovis no se vuelven a observar. El lasqueo sobrepasado o de puente
puede definirse como la remocin de una
lasca delgada, superficial y cubriente que va
casi de un filo lateral hasta el otro. El objetivo
general es remover la mayor cantidad de
material de la superficie para hacer el bifacial
lo ms delgado posible. Estas lascas son removidas por medio de percusin directa utilizando
como punto de apoyo plataformas auxiliares
formadas en el borde lateral. Se puede decir
que el propsito de este lasqueo de puente es
el mismo que el de la acanaladura: remover una
gran cantidad de material con un solo golpe
directo. Al igual que en las lascas de acanaladura, es necesario ser un experto lasqueador
para lograr una lasca de puente y hay una alta
probabilidad de que se rompa el producto.

Herramientas bifaciales formales


Son herramientas que tienen forma de hoja de
laurel o lanceoladas, las cuales presentan claramente filos laterales rectos. un total de 121
herramientas bifaciales estn incluidas en este
estudio preliminar. De la coleccin Montan 78,
y 43 de la coleccin reunida en 2003. Los bifaciales formales se clasificaron en cinco categoras.

Preforma Clovis

Localidad 6

1
1

Localidad 2
1

Localidad 7
Localidad 10

Localidad 4-5

1
2

1
1

Localidad 8
Localidad 12

Puntas Clovis

Bifaciales cuadrados

Aislados

Bifaciales formales primarios

Bifaciales formales secundarios

Tabla 2
INDuSTrIA BIFACIAL DE EL BAJO

2
1

12

Montan

17

31

14

10

Total

26

40

31

17

Bifaciales formales primarios. Los bifaciales clasificados en esta categora muestran cicatrices
de lascas largas expansivas en una forma selectiva, la reduccin se realiza por medio de
la remocin de lascas grandes, con algunas
irregularidades en forma y espesor; pueden
tener crtex y tienen una forma oval con poca
diferenciacin entre el extremo distal y
proximal (Huckell, 2007:189; gramly, 1990).
Contamos en la muestra 26 bifaciales formales
primarios, 17 de la coleccin Montan y
nueve de la coleccin 2003. Si tomamos en
cuenta la informacin de procedencia, pode-

Figura 3. Bifaciales formales primarios, con


lasqueos de puente o sobrepasados.

Bifaciales formales secundarios. Los bifaciales


secundarios son mucho ms delgados que los
primarios y presentan una diferenciacin
entre el extremo proximal y el distal (Huckell,
2007:191). un total de 43 bifaciales formales
secundarios han sido analizados; nueve de la
coleccin 2003, 31 de la coleccin Montan y

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La industria ltica Clovis sonorense del Pleistoceno tardo/Holoceno temprano

contamos con 17 preformas Clovis, 10 de la


coleccin Montan y siete de la coleccin
2003. En el bifacial del centro de la figura 5
se ve la plataforma que se prepar para sacar
por medio de percusin directa o indirecta la
lasca en forma de canal.

tres de la coleccin McIntyre. Algunos de estos


bifaciales podran ser preformas Clovis antes de
que se prepare la base para sacar la acanaladura, o tambin pueden ser preformas bifaciales generales susceptibles de transformarse en
muchas herramientas y son fcilmente transportables. En las localidades 2 y 3 se recolectaron seis bifaciales secundarios, tres de stos
estaban juntos formando un conjunto de bifaciales que parecen estarse erosionando en
un contexto enterrado (figura 4).

Puntas Clovis. En esta categora se clasificaron


todos los fragmentos bifaciales con acanaladura, que es el atributo ms caracterstico de
las puntas lanceoladas Clovis. En esta categora
agrupamos 16 especmenes, seis de la coleccin Montan (en realidad todos estos fragmentos se encontraron entre 1998-2000) y tres
recolectados en la temporada 2003, cinco
puntas Clovis de la coleccin robles en el
Museo universitario y dos fragmentos acanalados de los McIntyre (figura 6). Sabemos de
por lo menos 40 puntas Clovis procedentes de
este sitio que se encuentran repartidas en diferentes colecciones. En los ejemplares de El
Bajo que hemos analizado observamos que
en la mayora de las veces la acanaladura se
realiz en una etapa muy temprana de reduccin bifacial (figuras 8 y 9), aunque hay algunos casos en los que la acanaladura es una de
las ltimas acciones que se lleva a cabo antes
de terminar la punta Clovis. Catalogamos
como Clovis todos los bifaciales con acanaladuras, aunque a muchos de ellos les falte
mayor reduccin para que estn terminados.

Figura 4. Conjunto de bifaciales secundarios de la


localidad 4.

Preformas Clovis. En este grupo clasificamos los


bifaciales formales que tienen el extremo basal
plano y preparado para formar una plataforma
y poder sacar lascas (probablemente acanaladas) y adelgazar la base del bifacial. En total

Figura 5. Preformas Clovis (los puntos en el bifacial de enmedio tienen una plataforma preparada para
extraer la lasca de canal).

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Guadalupe Snchez y John P. Carpenter

Figura 6. Fragmentos acanalados recolectados en 2003.

Figura 7. Puntas Clovis recolectadas entre 1998-2000.

Figura 9. Dibujo de la punta Clovis 6 de la figura 7.

Figura 8. Dibujo de la punta 4 de la figura 7.

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La industria ltica Clovis sonorense del Pleistoceno tardo/Holoceno temprano

gadez, la forma semitriangular del bifacial, el


extenso adelgazamiento basal por medio de
lascas pequeas y el hecho de que por lo
menos dos ejemplos presentan pulido en la
base y en los bordes cerca de la base indiquen
que se trata de herramientas terminadas (figura 10, bifacial 9). Es probable que estos bifaciales triangulares de base cuadrada sean
parte de una industria ltica posterior a Clovis
del Paleoindio tardo y podran ser una variante de las puntas Plainview.
Hasta ahora desconocemos las caractersticas de los conjuntos de herramientas de piedra
pertenecientes al periodo Paleoindio tardo
en las regiones del norte de Mxico y el suroeste de Estados unidos. Por ahora no podemos saber cules son los artefactos diagnsticos
del periodo Paleoindio tardo. Sin embargo,
en el Sitio Badger Springs de Arizona central
se han encontrado puntas lanceoladas sin
acanaladura semejantes a las que se describieron anteriormente. Estas puntas tienen una
fecha de 9 000 aos antes del presente (Hess
et al., 1999).

En general, las puntas Clovis de El Bajo


parecen presentar grandes acanaladuras para
adelgazar la base en grandes preformas no
terminadas, y en algunos ejemplares las bases
comienzan a transformarse en convexas tambin muy temprano en el proceso de talla
(vanse puntas 4 y 6 de las figuras 7, 8 y 9).
Muchas de las puntas Clovis de Sonora presentan acanaladura slo en un lado y en el otro un
adelgazamiento basal. Otra de las caractersticas
especficas de las puntas Clovis de Sonora es
que el eje medial siempre est cargado hacia
uno de los filos, lo que parece ser consecuencia de que los lasqueos de puente a menudo
abarcan las tres cuartas partes de la superficie
y el eje medial no es simtrico.
Bifaciales lanceolados/triangulares con bases cuadradas. Bifaciales lanceo-triangulares con base
cuadrada se encontraron en muchas localidades del sitio, y en total tenemos 31 en las colecciones: 12 de la coleccin Montan y 17 de
la coleccin 2003. Estos bifaciales no son
parte de los artefactos diagnsticos tradicionales Clovis, pero podran describirse como
puntas Clovis sin acanaladura a la manera del
tipo Plainview. Tenemos una gran cantidad de
bifaciales de este estilo, la tcnica de manufactura es muy similar a la de Clovis y podemos
estudiar su proceso de talla ya que en la localidad 12 se encontr un taller de lasqueo en
una superficie de 55 m y a 10 cm de la superficie. En este taller los nicos productos manufacturados fueron los bifaciales lanceotriangulares con base cuadrada. Se decidi
incluir estos bifaciales como parte de los artefactos diagnsticos Clovis porque tienen caractersticas similares, aunque es probable que
sean bifaciales del Paleoindio tardo.
Podemos describirlos como bifaciales lanceolados triangulares con bases cuadradas que
van de rectas a cncavas, y presentan adelgazamiento basal y lascas de puente o sobrepasadas
(overshots) de las industrias Clovis. Aunque
estos bifaciales parecen puntas Clovis listas
para hacer acanaladas, es posible que la del-

La industria de navajas
En estudios recientes de la ltica Clovis ha
quedado establecido que estos grupos de cazadores-recolectores tempranos desarrollaban
una tecnologa especializada en la elaboracin
de navajas prismticas derivadas de ncleos
polidricos o por lo menos ncleos con caras
subprismticas. Por medio de anlisis lticos y
estudios experimentales, Collins y sus colegas
(1999: 57-59) proponen que las navajas Clovis
se hacan por medio de una tcnica de percusin directa o percusin indirecta, dando
como resultado navajas con una o dos aristas,
esto a diferencia de las navajas prismticas
mesoamericanas.
En el Sitio de El Bajo la industria de navajas est bien representada por muchos productos y subproductos; los bloques en bruto
que se obtienen del yacimiento son polidricos
y uno de los planos rectos se utiliza como
plataforma natural. En el Sitio gault, cerca de

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Guadalupe Snchez y John P. Carpenter

Figura 10. Bifaciales de base cuadrangular, excavados en la localidad 12.

Figura 11. Dibujos de algunos de los bifaciales.

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La industria ltica Clovis sonorense del Pleistoceno tardo/Holoceno temprano

Austin, Texas, la materia prima in situ la conforman ncleos naturalmente polidricos. En


un estudio reciente, Williams Dickens (2005)
sugiere que muchos de los bifaciales en el sitio
se manufacturan con lascas primarias de preparacin, provenientes de los ncleos polidricos naturales, y que del mismo proceso se
obtienen las navajas prismticas, arguyendo
que se trata de un mismo proceso de talla con
productos y subproductos utilizados para hacer
herramientas diferentes. Es muy posible que lo
mismo pasara en el Sitio de El Bajo, aunque
la falta de estudios en el yacimiento hace imposible comprobarlo por ahora.
Los ncleos agotados para obtener navajas
observados en el Sitio de El Bajo son en forma
de cua y polidricos. Los ncleos de cua son
ncleos triangulares de los que slo se remueven navajas de un lado, y seguramente el ncleo
fue detenido con un pie mientras se removan
las lascas por percusin directa, como ha sido
demostrado en estudios experimentales (Collins, 1999: 57-59). Aparentemente las navajas
son el producto principal de esta industria y sus
filos son utilizados tal cuales o en algunas
ocasiones las navajas son transformadas en
raspadores laterales y terminales. Los subproductos observados en el sitio de esta industria
estn constituidos por las tabletas de ncleo,
lascas de cresta y de preparacin de plataforma.
En total se analizaron 91 artefactos relacionados con la industria de navajas. De la coleccin Montan, 48, y 43 de la coleccin 2003.
Adems de estos artefactos, muchas navajas
fueron modificadas para hacer raspadores
terminales, que sern descritos en el prximo
apartado. Nueve ncleos tenemos en la coleccin, junto con cuatro tabletas de ncleo; 14
navajas primarias, 17 navajas secundarias y 28
navajas prismticas. Los subproductos con que
contamos son nueve navajas de cresta (la
cresta se logra por medio de lasqueos bifaciales laterales que adelgazan la cara exterior y
crean una cresta que puede desprenderse) y
diez lascas de rejuvenecimiento de plataforma
de ncleo (figura 12).

Lasca de rejuvenecimiento de ncleo

Localidad 6

Localidad 7

Localidad 10

Localidades 4-5

11

Montan

12 8

48

Total

14 17 28 9

10 91

ToTal

Navaja 3

Aislados

Tabletas

Navaja 2

Ncleo de navajas (cua y polidrico)

Navaja 1

Navaja de cresta

Tabla 3
INDuSTrIA DE NAVAJAS

14
7

La localidad 7 es la que tiene mayor nmero de artefactos relacionados con la industria


de navajas en el sitio (n=14). Navajas, ncleos
y subproductos muestran que la industria de
navajas fue muy importante en esta localidad.
En las localidades 4 y 5 esta actividad tambin
fue importante (n=11) y por lo menos dos
ncleos fueron recolectados en la superficie.
Creemos que cuando podamos regresar al
sitio tendremos que investigar con ms detalle
la localidad 7 para saber si se trata de una localidad de especializacin.
Herramientas unifaciales (raspadores)
En total tenemos 126 herramientas para raspar
que pueden considerarse como diagnsticas
de Clovis. La herramienta para raspar ms
conocida perteneciente a Clovis es el raspador
terminal Clovis; es un pequeo raspador terminal muy fino casi siempre hecho en navaja
o lascas delgadas y que muchas veces presenta
espoln (figura 13). La muestra que recolectamos en 2003 cuenta con 51 raspadores
Clovis, 45 de la coleccin Montan. Segn

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Guadalupe Snchez y John P. Carpenter

Figura 12. La industria de navajas de El Bajo.

comunes entre los grupos Clovis. un tipo de


herramienta para raspar muy comn en la
muestra es el raspador lateral, algunos elaborados en lascas de grandes dimensiones. En la
figura 15 se puede ver un raspador con retoque
lateral hecho en una gran lasca de cristal de
roca. No sabemos si cristales de roca tan
transparente y de este tamao (20 cm) puedan
hallarse en las inmediaciones del sitio.
No cabe de duda de que los raspadores
fueron parte importante de la vida cotidiana
Clovis y muy abundantes. La terminacin fina
y los lasqueos con que fueron hechos es sorprendente y son reveladores del tipo de actividades artesanales que se estaban realizando
en el sitio. El hecho de que muchos raspadores
se hayan elaborado utilizando pedernales forneos y exticos parece indicar que estas
herramientas recorrieron grandes distancias
con los grupos de cazadores y recolectores.

Montan, l recolect muchos de estos raspadores en superficie en las inmediaciones del


Cerro rojo (figura 2). En la localidad 10 recolectamos cuatro de estos raspadores que se
encontraban muy maltratados.
Llama la atencin que muchos raspadores
terminales Clovis estn elaborados en pedernal
no local, de diferentes procedencias. En la
localidad 6 se encontr un raspador en navaja
de calcedonia/pedernal rojo que parece ser
una copia fiel de un raspador encontrado en
el sitio Clovis de Murray Spring en el sur de
Arizona (figura 14). No sabemos por qu los
Clovis de El Bajo buscaron otras materias
primas para elaborar los raspadores, pero
posiblemente se deba a que el basalto vitrificado del El Bajo es demasiado duro. La presencia de espolones individuales o mltiples
en los raspadores parece indicar que el raspado fino junto con el puncionado fueron tareas

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La industria ltica Clovis sonorense del Pleistoceno tardo/Holoceno temprano

Figura 13. Ejemplo de raspadores finos terminales


del estilo Clovis, algunos con espoln.

Figura 15. raspador lateral en lasca grande de


cristal de roca.

1
4

ToTal

Raspador tortuga

Raspador lateral

1
1

Cepillo

Aislados
Localidad 6
Localidad 2
Localidad 7
Localidad 10
Localidad 4-5
Localidad 8
Localidad 12
Montan
Total

Raspador en lasca grande

Raspador terminal Clovis

Tabla 4
rASPADOrES

2
2

5
4
4
1
1
107
126

1
1

45
51

2
3

20
26

19
21

1
21
25

Consideraciones finales
El estado de Sonora es un espacio que fue
habitado por muchos grupos de cazadoresrecolectores Clovis que habitaron tanto en la
planicie costera como en los valles paralelos
interiores de la provincia de valles y sierras
sonorenses. El sitio Clovis de El Bajo es uno
de los ms grandes y ms impresionantes del
estado, con un yacimiento de basalto vitrificado que seguramente atrajo a los grupos de
cazadores-recolectores. El estudio de las herramientas diagnsticas Clovis recolectadas en
el sitio indica que los grupos Clovis acampaban
temporalmente y regresaban al sitio, y sin duda
el yacimiento de materia prima fue la mayor
atraccin para los grupos nmadas. Sin embargo, la distribucin de las localidades, algunas a casi 2 km de distancia del yacimiento, y
la variedad y reutilizacin de las herramientas
lticas sugieren que existieron campamentos
semipermanentes en este sitio.
Las industrias lticas representadas en el Sitio
El Bajo, a grandes rasgos, son tres. una industria
bifacial representada por las puntas Clovis y las
preformas bifaciales de extremos indiferenciados que seguramente se elaboraron para ser
transportadas con facilidad, ya que se pueden
transformar en una gran variedad de herramientas. La versatilidad de estos bifaciales ha
sido estudiada por Kelly y Todd (1988). Los

Figura 14. raspadores recolectados en 2003


(el cuarto es idntico a uno encontrado en el sur
de Arizona).

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Guadalupe Snchez y John P. Carpenter

comparables a las herramientas que se encuentran en sitios habitacionales permanentes.


Hasta la fecha se desconoce la relacin de
los grupos de El Bajo con los otros grupos que
habitaron en el norte de Mxico y el suroeste
de Estados unidos, si bien hemos observado
puntas Clovis hechas con el basalto de El Bajo
en sitios de la costa central de Hermosillo, y
adems un raspador terminal muy fino en
pedernal rojo parece ser una copia fiel de uno
encontrado en el sitio de Murray Spring, en
el valle San Pedro, al sur de Arizona (Vance
Haynes, comunicacin personal, 2003).
El futuro de los estudios de la tecnologa
ltica Clovis sonorense es muy prometedor.
Seguimos investigando los otros sitios paleoindios reportados en Sonora y tambin las colecciones que existen en el centro inah Sonora, en el Museo de la universidad de Sonora y
en colecciones privadas. Desafortunadamente,
desde la temporada 2003 no hemos podido
regresar al Sitio El Bajo, ya que el dueo del
rancho donde se localiza nos ha impedido
entrar en su terreno y no hemos podido
convencerlo de la importancia del sitio para
el conocimiento de los primeros pobladores.
Esperamos que en el futuro podamos continuar nuestras investigaciones en el Sitio El
Bajo y que una vez finalizados nuestros estudios podamos tener un panorama completo
de la industria Clovis sonorense.

bifaciales muchas veces se transforman en cuchillos, taladros y punzones. una de las caractersticas diagnsticas de la industria Clovis
bifacial, aparte de la acanaladura basal, son las
lascas de puente o lasqueos overshot. Este tipo de
lasqueo utilizado por los grupos Clovis puede
usarse como marcador temporal y cultural. Los
grupos humanos que preceden a Clovis no
realizan este tipo de lasqueos, difcil de lograr y
con una gran posibilidad de romper la pieza.
La industria de navajas est representada
por los ncleos polidricos y de cua, tabletas
obtenidas al preparar la plataforma, navajas
de cresta, navajas utilizadas sin ser modificadas
y navajas transformadas en herramientas
unifaciales. La industria de navajas es muy
similar a la observada en el Sitio gault, cerca
de Austin, Texas, y aunque hasta ahora no
tenemos alguna prueba de las relaciones entre
estos dos sitios, las similitudes entre las dos
industrias es de considerarse, ya que se piensa
que los grupos Clovis se desplazaban a enormes distancias.
La otra industria representada es la de ncleo-lasca. sta es la ms simple y con ella se
obtienen lascas de ncleos poco preparados,
posteriormente las lascas y los ncleos se
transforman en raspadores, cepillos, tajadores
bifaciales y unifaciales. Es posible que los grupos Clovis de El Bajo tambin hayan utilizado
la tcnica expedita para hacer algunas herramientas. Aunque en el sitio existe una considerable industria expedita, en este anlisis no se
tom en cuenta ya que es imposible distinguirla de las industrias lticas arcaicas, y como toda
nuestra muestra es de superficie no podemos
saber a cul de los periodos pertenece.
Los productos obtenidos de estas industrias
Clovis indican que los grupos de cazadores y
recolectores Clovis tenan campamentos estables y probablemente de larga duracin en el
sitio, donde realizaban una gran cantidad de
actividades cotidianas domsticas, artesanales
(raspadores terminales muy finos con espoln)
y especializadas (puntas Clovis). Algunos de
los conjuntos de herramientas pueden ser

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La ltica chalchihuitea
del norte de Durango
Fernando Berrojalbiz Cenigaonaindia*

Autnoma de Mxico.1 En este valle localic


por lo menos tres ocupaciones diferentes du
rante la poca prehispnica: una anterior a la
presencia mesoamericana; otra que corresponde a la cultura chalchihuitea, la colonizacin
mesoamericana de la regin, y la tercera re
lativa a la ocupacin tepehuana procedente
del norte y con una tradicin distinta de la
mesoamericana.
En esta ocasin mi propsito es hacer una
caracterizacin de la ltica chalchihuitea del
norte de Durango basada en el anlisis que
realic de la industria ltica hallada en los sitios
de dicha cultura en el rea de estudio. Para este
anlisis fue muy til la comparacin con la ltica
de las otras dos ocupaciones del valle que he
mencionado ms arriba, una anterior y otra
posterior. El estudio de la ltica de estas otras dos
culturas se expondr en otra oportunidad.
El valle del alto ro Ramos se localiza al
norte de Durango (figura 1). Inicia en la confluencia de los ros Santiago y Tepehuanes, en
la cuenca del alto ro Nazas, y tras dicha confluencia el ro adopta el nombre de Ramos.
Termina 8 km al norte al entrar el ro en el can
de Pichagua. El alto ro Ramos se halla encuadrado en el final del valle del ro Santiago por

Resumen
En este trabajo se analiza el complejo ltico
chalchihuiteo, se estudian todas las piezas,
desde los ncleos hasta los instrumentos utilizados o los artefactos facetados bifaciales, y se
contemplan todos los desechos, desde los ms
pequeos hasta los ms grandes, por medio de
la reconstruccin de las cadenas operativas. Se
estudia la gestin de la diversidad de materias
primas que usaban. En los sitios analizados se
constataron todas las etapas de la manufactura.
Se registr una variedad de mtodos de talla,
aunque para la ltica pulida se hallaron pocas
evidencias de su manufactura. La mayora de
la ltica corresponde a una talla poco elaborada para instrumentos sobre lascas de riolita,
pero tambin se encuentra el facetado bifacial
para los cuchillos y puntas de flecha. Se examinan los distintos mtodos de talla hallados
y las tcnicas de retoque empleadas.
Introduccin
El presente texto est basado en el estudio que
realic de un valle al norte de Durango, el valle
del alto ro Ramos (figura 1), en el marco del
Proyecto Hervideros del Instituto de Investigaciones Estticas de la Universidad Nacional

1
Este estudio dio origen a mi tesis doctoral, presentada en la Facultad de Filosofa y Letras de la unam en
enero de 2005 (Berrojalbiz, F., 2005).

* Instituto de Investigaciones Estticas, unam.

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Fernando Berrojalbiz Cenigaonaindia

Figura 1. Mapa en el que se sealan las reas que ocup la cultura chalchihuitea, y la ubicacin del
valle del alto ro ramos en el norte de Durango.

patrn de asentamiento y el paisaje construido


corresponden a una sociedad mesoamericana
nortea, en donde la agricultura y el control
estratgico y defensivo tenan una gran importancia. El paisaje simblico construido expresa la dualidad y la cosmovisin mesoamericana
(Berrojalbiz, F., 2007).

su lado noreste, valle ms grande y amplio, y


que sirvi como un gran corredor norte-sur.
Este espacio tuvo ocupacin chalchihuitea
en las dos pocas que los mesoamericanos
colonizaron Durango: fase Ayala-Las Joyas
(600-1000 d.C.), y fase Tunal-Calera (10001300 d.C.). Los materiales lticos analizados
pueden corresponder a las dos pocas. El

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La ltica chalchihuitea del norte de Durango

Enfoque del anlisis ltico


El estudio de la ltica chalchihuitea se plante
como un anlisis de las tcnicas y los comportamientos tcnicos empleados en su manufactura.2 Creo que el estudio de la tradicin
tcnica es la mejor aproximacin para caracterizar a la industria ltica de una cultura y poder
distinguirla de la de otras sociedades.
Para acercarnos a estos comportamientos
tcnicos sigo a Marie-Louise Inizan et al., que,
al explicar las actividades de talla de las piedras, dicen:

prima para realizar el complejo ltico, el mayor


o menor grado de descortezamiento de las
piezas, distintas tcnicas de percusin o de
realizar retoques. Estas elecciones llevan a
diferenciar tradiciones tcnicas y, por tanto,
tradiciones culturales.
Para estudiar esos comportamientos tcnicos, para llegar a conocerlos, he utilizado el
concepto de cadena operativa creado por
Andr Leroi-gourhan, que ha servido de
fundamento para muchas investigaciones
hasta la fecha. Segn Inizan:

Las actividades de talla son sustentadas por


proyectos ms o menos elaborados identificables
a partir de la reconstitucin de las cadenas
operativas. En las operaciones de talla el proyecto est formado a partir de un esquema
conceptual, de orden intelectual, que es puesto
en aplicacin segn una sucesin de operaciones que se le nombra esquema(s) operativo(s)
de talla(s) (Inizan et al., 1995: 15).

La cadena operativa, en el estudio de una industria ltica, toma en cuenta todos los procesos,
yendo del aprovisionamiento de la materia prima
hasta su abandono, pasando por todas las etapas
de fabricacin y de utilizacin de un til. Ella
permite estructurar la utilizacin de los materiales por el hombre, resituando cada pieza que va
resultando en el proceso en un contexto tcnico,
y ofrece un cuadro metodolgico para cada nivel
de interpretacin (Inizan et al., 1995: 14).

Esas actividades humanas, esas tcnicas,


estn regidas por un esquema conceptual de
orden intelectual, el cual est totalmente impregnado de la cultura de esa comunidad. Por
tanto, al estudiar las tcnicas, los comportamientos tcnicos, nos acercamos a la cultura
de una comunidad. En el estudio de los
comportamientos tcnicos es posible detectar
elecciones culturales, como pueden ser las
diferentes maneras de seleccionar la materia

Cada uno de los procesos tiene mtodos y


tcnicas, y estn todos interrelacionados o
conectados por el esquema operativo, el cual
depende del esquema conceptual, como se ha
indicado ms arriba.
Seleccin de materiales
Para el anlisis de la ltica se escogieron las
colecciones del estudio del valle del alto ro
ramos que tuvieran los indicios de menor
posibilidad de mezcla y mayor uniformidad, a
la vez que ofrecieran las caractersticas ms
diferenciadas entre s para poder detectar
tradiciones distintas. Para la ocupacin chalchihuitea se pens que las colecciones ms
apropiadas eran las de excavacin de los sitios
La Tutuveida y El ngel.
La Tutuveida es el sitio de mayor rango del
valle, mientras que El ngel es un pequeo
sitio agrcola. Ambas colecciones corresponden
a la excavacin de una estructura en cada sitio:
una plataforma sobre la cual se encontraba un
edificio rectangular de dos cuartos contiguos.

2
A continuacin explico la definicin de tcnica que
utilizo, para la cual sigo a Inizan et al.: un gesto, un
golpe de mano, el empleo de un percutor duro o suave,
la interposicin de un cincel son ejemplos de tcnicas
(Inizan et al., 1995: 30). Los procedimientos tcnicos
son cortas secuencias sistematizadas de gestos asegurando una preparacin: la abrasin de una cornisa, la
preparacin de un borde antes de la extraccin por un
golpe de buril, el facetado de un plano de percusin o
de presin (Inizan et al., 1995: 30). Es necesario sealar que fue Mauss (1947, citado en Inizan et al., 1995:
15) quien estableci la nocin de tcnica sin objeto
material, ya que consideraba las actividades del cuerpo
como tcnicas, como es el caso de la danza. En este concepto de tcnica est incluido el gesto, como accin ligada a la psicomotricidad.

39

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materia prima, que puede cambiar a lo largo


del tiempo, pero que siempre tendr caractersticas propias que singularicen a dicho
grupo. Las categoras son las siguientes: instrumentos nodulares, ncleos, productos de
talla, instrumentos, desechos de talla, lascas
de decalotado,3 lascas de decorticado, lascas de
correccin de cara de lascado, lascas de reavivado de plataformas, instrumentos de facetado, desecho de facetado, lascas de adelgazamiento, lascas extradas por presin, lascas de
reavivado del borde.
La identificacin y estudio de las lascas de
los procesos de talla, tanto para manufacturar
soportes de instrumentos, como de facetado, en
toda su variedad, de cara a conocer los procesos de talla, presentan varios problemas, como
lo seala William Jr. Andrefsky (Andrefsky,
1998: 85). En esta investigacin se ha tratado
de aplicar las definiciones, la terminologa que
produzca menos confusin y que sea ms clara.
El facetado, segn Inizan (Inizan et al., 1995:
43-44), se trata de una serie de operaciones de
talla cuya finalidad es fabricar un objeto y slo
uno, tallando la materia prima segn la forma
deseada. En este tipo de talla se encuentra el

Estudio de los complejos lticos


En este trabajo no me ocupar de las cadenas
operativas de la piedra pulida, que son diferentes de las de la piedra tallada, desde la
materia prima y su adquisicin hasta las tcnicas y los mtodos de fabricacin. Simplemente mencionar que los instrumentos de molienda como metates y manos, morteros y
manos son abundantes. Tambin se encuentran en este complejo ltico pulidores y hachas
pulidas de garganta (figura 2a).
Cadenas operativas de la ltica tallada
La parte principal del estudio de las colecciones se centr en el anlisis de las cadenas
operativas de la ltica tallada. Para el conocimiento de estas cadenas operativas se organiz
el estudio en tres apartados principales: 1)
estrategias de adquisicin de la materia prima:
formas de aprovisionamiento; 2) mtodos de
talla; 3) estudio de la combinacin de bordes
tiles en un instrumento. Este ltimo apartado,
que se acerca a la accin de uso de las herramientas, no se tratar en este trabajo por falta
de espacio.
Estrategias de adquisicin de la materia prima: formas
de aprovisionamiento. El estudio de los aspectos
relacionados con la adquisicin de la materia
prima fue organizado en tres apartados: 1)
condiciones fsicas del sitio, origen de las materias primas y disponibilidad cerca del sitio; 2)
conduccin al sitio; 3) procesos y etapas de las
cadenas operativas realizadas en el sitio.
Siguiendo a Inizan (Inizan et al., 1995: 27-28),
se analizaron ciertas categoras de piezas bien
definidas tcnicamente que nos pueden ayudar
a conocer las etapas de la cadena operativa que
se llevaron a cabo en el sitio, con lo cual tambin podemos saber cmo lleg la materia
prima al mismo, o si llegaron los instrumentos
en preformas o como herramientas ya terminadas. Esto nos aproxima a conocer las peculiaridades de las cadenas operativas de cada
grupo, ya que cada uno tiene una forma propia
de gestionar la adquisicin y transporte de

3
Merino explica de la siguiente manera las lascas de
decalotado y las de descortezamiento: En el caso de los
guijarros el trabajo comienza por la preparacin de un
plano de percusin, mediante la eliminacin de una
primera lasca de decapitado o decalotado, sin taln,
redondeada, poco saliente, que muestra bulbo y a veces
cono de percusin [] A veces las lascas de decalotado
se hacen a partir de un plano de percusin preexistente, prestado por la presencia de algn plano natural del
propio guijarro o alguna irregularidad de su superficie
y que por tanto conservar el crtex. Ms tarde el trabajo sigue con la extirpacin ms o menos extensa del
crtex por eliminacin de las lascas de decorticado, que
tambin se expulsan por percusin, primero sobre el
plano que deja la lasca de decalotado que parti, y
posteriormente apoyndose en las sucesivas plataformas
que crean las nuevas lascas de decorticado extirpadas.
Todas ellas conservan el crtex en mayor o menor
proporcin, pero no en el taln, como las de decalotado (Merino, 1980: 33). He considerado como lascas de
decorticado aquellas que tienen entre 75 y 100 por
ciento de crtex en la cara dorsal, pero el taln no est
totalmente cubierto por crtex.

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Figura 2. a) Hacha de garganta, encontrada en el Sitio La Tutuveida. Coleccin particular en Atotonilco.


Dibujo de Anne Leyniers. b) Ncleo: El ngel. c) Ncleo: La Tutuveida. Dibujos de Franoise Bagot.

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facetado bifacial, que se caracteriza por tener


dos fases principales: el esbozo y la terminacin,
en las cuales se conforman las superficies y el
objeto en relacin a dos planos imaginarios
perpendiculares que atraviesan la pieza.
Las lascas correspondientes al proceso de
facetado o talla bifacial, especialmente los
desechos de talla, han sido objeto de una cuidada atencin, tanto en las llamadas lascas de
adelgazamiento, como en las lascas extradas
por presin.4 Se han diferenciado las lascas de
adelgazamiento y las extradas por presin,
clasificndolas por su tamao y materia prima,
e incluso algunas de ellas se han identificado
como de correccin de cara en este proceso de
facetado. Hice una primera distincin por tamao formando dos grupos: las que tienen una
longitud mayor de 1 cm, y las que tienen 1 cm
o menos. Se realiz esta clasificacin solamente
segn la longitud, ya que la anchura y el espesor
no incluan mucha variabilidad en la forma.
Tambin se analizaron lascas de reavivado del
borde de ms de 1 cm y menores de 1 cm.

proporcin de artefactos en pedernal, andesita


o calcedonia, materias de las que no he detectado afloramientos en el valle y, en cambio, se
encuentran en cantos en el ro o arroyos; y por
la cercana a estos lechos o arroyos. La Tutuveida se ubica al borde de la confluencia de
dos ros, y El ngel al borde de un arroyo
importante y a 500 m del ro. Numerosos
instrumentos estn fabricados en canto de ro.
Algunos afloramientos se localizan cerca de
los sitios o en los mismos sitios, de los que
pueden provenir algunas piezas de riolita.
Adems, obtenan rocas, como la obsidiana,
de yacimientos ms o menos cercanos a la
Sierra Madre Occidental (40 km aproximadamente), haciendo pequeos viajes en su busca
o mediante intercambio o comercio a una
escala de pequea regin. En los yacimientos
de obsidiana haba campos de ndulos redondeados de tamao no mayor a una pelota de
tenis, que se extienden por terrenos de una a
varias hectreas o a veces dentro de cuevas. Se
trata de depsitos secundarios, que aparecen
al azar en varios lugares de la sierra. En los
trabajos del Proyecto Hervideros se han detectado tres yacimientos de este tipo en la sierra,
cercanos al valle del alto ro ramos (Berrojalbiz, 2005: 156-158).
El tamao de los productos de obsidiana,
entre 2.6 y 0.6 cm, algunas de ellas lascas de
decorticado, confirma que provienen de ndulos pequeos.

Condiciones fsicas del sitio, origen de la materia


prima y disponibilidad cerca del sitio
Los mesoamericanos utilizaban la variedad de
materias primas que encontraban en su entorno. Las que usaron corresponden sobre todo
a rocas volcnicas; la mayor parte son artefactos
en riolita, en diferentes etapas de silicificacin, y de diferente tipo de grano. Tambin
emplearon: pedernal, andesita, calcedonia,
arenisca, cuarcita y obsidiana (cuadro 1).
En el alto ramos slo se hallaron afloramientos de riolita, casi todos de grano medio
o grueso, y uno de arenisca. Sin embargo, creo
que las principales fuentes de abastecimiento
eran el lecho del ro y los arroyos, por la
proporcin de piezas elaboradas con cantos
de ro, incluso con riolita; por la presencia y

Conduccin al sitio en las colecciones analizadas


Los pocos instrumentos nodulares recogidos
en La Tutuveida (8) y El ngel (2) son de
pedernal, riolita de grano fino y uno de andesita; varios de ellos son cantos rodados.
De los 17 ncleos de La Tutuveida (figura
2c), creo que 10 fueron descartados, cinco se
encuentran en la etapa de terminacin, uno en
la de configuracin y uno en la de inicializacin
de la explotacin. Esto dificulta tambin conocer del estado en que llegaron al sitio. De los
17 ncleos sabemos que cinco corresponden a
cantos de ro, y del resto no podemos conocer

4
He analizado caractersticas de las definiciones de
estas piezas establecidas por los siguientes autores: rodrguez, F., 1985, A-28: 58; gaxiola, M., 1989: 34; Kerley,
J., 1989: 165; Andrefsky, W., 1998: 118, 115.

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T. Bipolar

43

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30

301

165

238 + 129

P. Mtodo poco e.

Desechos facetado

Frag. D. T.

Frag. D. F.

82.42

91.9

71.66

70.4

51.8

61.6

45.34

61.11

87.5

% del
total

100

100

100

100

96.1

100

91

100

% G.
fino

3.87

% G.
medio

Pedernal
% G.
grueso

5.44

21.69

9.09

37.77

33.02

49.81

33.3

% del
total

100

100

39.5

46.5

65.8

66.6

% G.
fino

100

60.4

43.8

29.70

33.4

% G.
medio

Riolita

9.58

4.46

% G.
grueso

17.57

2.65

6.66

20.51

10.42

100

3.28

2.06

5.55

% del
total

2.1

2.78

12.5

% del
total

Obsidiana

86.4

69.3

% G.
fino

13.6

30.7

100

% G.
medio

Otros
% G.
grueso

[L. C. Cara: lascas de correccin de cara; P. mtodo poco e.: puntas realizadas por mtodo poco elaborado; Frag. D. T. : Fragmentos de desecho de talla; Frag.
D. F. : Fragmentos de desechos de facetado.]
[Los porcentajes de cada tipo de grano corresponden a la proporcin respecto del nmero de ese tipo de artefactos en esa materia prima, mientras que porcentaje
del total corresponde a la proporcin respecto del nmero total de ese tipo de artefactos, contando los de todas las materias primas diferentes.]
[Otros: corresponde a andesita, caldedonia, arenisca y cuarcita.]
[El nmero de artefactos de la fila sombreada no se suma a los dems en el caso de querer obtener el nmero total de piezas, ya que se encuentran repartidas
entre otras categoras = una lasca de correccin de cara, por ejemplo, pudo ser retocada y usada como instrumento.]

39

I. Facetados

374

213

L. C. Cara

Desechos talla

387

18

I. Soporte lasca

Ncleos

Total

Artefacto

Nodulares

Nm.

Tipo

Cuadro 1
TIPOS DE ArTEFACTOS DE LA INDuSTrIA LTICA DE LA TuTuVEIDA

La ltica chalchihuitea del norte de Durango

Fernando Berrojalbiz Cenigaonaindia

que la riolita llegara en estado bruto, casi sin


verificar, mientras que en el caso del pedernal
parece que la tendencia era a que llegara ya
verificada la roca. La materia prima llegaba de
diferentes maneras, pero se puede decir que
esto indica poca preparacin. Llegaba en
forma bruta, bloques o cantos de ro, con unas
pocas extracciones de verificacin, o con una
puesta en forma muy mnima; incluso cabe la
posibilidad de que llegara en forma de grandes
lascas. Los bloques de pedernal eran ms verificados o ms preparados que los de riolita.
La obsidiana llegaba en forma de ndulos de
pequeo tamao, o como lascas sin mucha
preparacin, extradas de estos ndulos.

el estado que presentaban al ser recogidos ya


que no conservan crtex. Creo que en gran
parte la materia prima era transportada hasta
el sitio en forma de cantos, recogidos en los dos
ros inmediatos al sitio. stos se corresponden
con las informaciones de los productos de talla.
En El ngel, de las piezas halladas en excavacin slo existen dos ncleos (figura 2b), uno
de riolita de grano medio y otro de calcedonia.
Estos ncleos son amorfos, parecen haber sido
descartados. Por su estado de explotacin, es
difcil determinar cmo llegaron al sitio.
Analizando los productos de talla de La
Tutuveida que estn completos, tanto los soportes de instrumentos como los desechos,
observamos que de un total de 714 piezas, 167
presentan crtex, 22.81 por ciento. De los
instrumentos especficamente, de 379 piezas,
101 presentan crtex, 26.64 por ciento. De las
167 piezas con crtex, ocho son de decalotado
y 39 son de decorticado (figuras 3a y b), la mayora de ellas de riolita. La poca elaboracin de
los talones y el tamao ms grande de estas
piezas parece corroborar que se trata de lascas
extradas en la comprobacin del estado del
bloque y en la conformacin.
En El ngel, de 165 soportes de instrumentos de lasca, 67 tienen crtex. De estas piezas
con crtex, 20 son de decorticado y cinco
parecen ser de decalotado. Adems, hay que
aadir tres de decorticado y una de decalotado, lascas que no son instrumentos, sino
desechos de talla. Corresponden aproximadamente a 16 por ciento del total de lascas y son
en su mayora de riolita. Los talones de estas
lascas de decorticado y decalotado no tienen
una preparacin muy elaborada.
Junto con las herramientas se hallaron tambin 29 lascas que son desechos de talla y 33
fragmentos de desechos de talla. De estos desechos 25 son de pedernal de grano fino, 16 son de
riolita de grano fino, 17 son de riolita de grano
medio y cuatro de riolita de grano grueso.
En estos dos sitios podemos observar, ms
por las lascas de decalotado y decorticado que
por los ncleos, que haba una tendencia a

Procesos y etapas de las cadenas operativas


realizadas en el sitio
Sobre las primeras etapas de comprobacin
del estado del bloque de materia prima y
conformacin de la talla de soportes no cuento
con datos definitivos. Por una parte, existen
pocos ncleos y en estado avanzado de explotacin. Por otra, es difcil hacer conclusiones
a partir de la presencia y ausencia de crtex
en los productos, y a partir de lascas de decalotado y de decorticado. La cantidad de crtex
en la cara dorsal de las lascas presenta problemas como indicador del estadio o etapa del
proceso de manufactura (Andrefsky, 1998:
112, 114). No se debe analizar lascas individualmente sino las tendencias del conjunto
de piezas.
Tambin se hizo un anlisis para establecer
las etapas de la talla en la produccin de soportes en el sitio. A este respecto, las lascas de
correccin de cara evidencian la realizacin
en el sitio de la etapa de creacin de la superficie de tallado y del plano de percusin. La
variedad del tamao de estas lascas y las
huellas en la cara dorsal muestran que corresponden a la iniciacin de la creacin de la
cara de lascado como sucesivas correcciones
y reavivados durante la explotacin. De la
plataforma de percusin, solamente tenemos
cuatro lascas de reavivado de la misma en las

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38

L. C. Cara

11

I. Facetados

33

Frag. D. T.

Frag. D. F.

34

Desechos
facetado

P. Mtodo
poco e.

35

Desechos talla

T. Bipolar

169

Ncleos

I. Soporte lasca

Total

Artefacto

Nodulares

Nm.

Tipo

33.33

79.41

54.54

37.14

94.73

41.42

50

% del
total

Cuadro 2

100

100

100

100

58.57

100

% G.
fino

8.87

% G.
medio

Pedernal

8.28

% G.
grueso

66.66

20.58

18.18

45.71

52.07

16.6

50

% del
total

36.36

100

100

66.66

48.86

% G.
fino

54.54

20.45

100

100

% G.
medio

Riolita

9.09

33.33

30.68

% G.
grueso

27.27

17.14

5.26

2.36

66.6

% del
total

4.14

16.6

% del
total

Obsidiana

TIPOS DE ArTEFACTOS DE LA INDuSTrIA LTICA DE EL NgEL

57.14

100

% G.
fino

Otros
% G.
medio

42.85

% G.
grueso

La ltica chalchihuitea del norte de Durango

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Figura 3. a) y b) Lascas de decorticado. La Tutuveida. Dibujo del autor. c), d), e) y f) Lascas de
adelgazamiento de facetado bifacial. Desecho de facetado. La Tutuveida. c) y d) Dibujos de Franoise
Bagot. e) y f) Dibujos del autor. g) e i) Lascas de reavivado de plataforma, utilizadas como instrumentos.
La Tutuveida. En g) se aprecia en la cara dorsal la preparacin de la plataforma y en la vista inferior los
inicios de extracciones a partir de la plataforma. Dibujos de Franoise Bagot. h) Lasca de correccin
de cara. Desecho de talla. La Tutuveida. j) y k) Lascas de obsidiana de forma de concha. Lascas de
desecho. La Tutuveida. Estas tres ltimas piezas dibujos del autor.

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dos colecciones. Estas ltimas y las lascas de


correccin y reavivado de cara corresponden
ms bien a la fase de explotacin plena.

Entre los productos de talla para soportes


sobre lasca de obsidiana destacan unas piezas
que en la literatura sobre ltica se han llamado
de forma de concha (figuras 3j y k). Tienen
una plataforma grande, un bulbo prominente,
ondas de percusin muy marcadas, son ms
anchas que largas, tienen terminacin en
charnela y forma general que se asemeja a una
concha. Segn John E. Clark, son lascas extradas mediante una tcnica de percusin
muy simple, poco desarrollada, extradas de
la manera ms conveniente en cada oportunidad (Clark, 1981: 271, 274 y 280).
Se hallaron tres piezas entre los artefactos
de obsidiana que parecen corresponder a una
tcnica de extraccin distinta. No tienen una
plataforma obvia, sino que presentan un
borde o filo como de cuchillo. No tienen un
bulbo de percusin, sino una superficie plana,
pero presentan las ondas concntricas bien
marcadas (figuras 4a y b). Estos elementos
parecen indicar que se trata de la produccin
de lascas mediante la tcnica bipolar. Esta
tcnica consiste en colocar una pieza (un
pequeo bloque de materia prima, una lasca,
etc) sobre un yunque, el cual es otra piedra,
y golpearla con un percutor, tambin de piedra. La direccin del golpe forma un ngulo
de 90 con la superficie plana del yunque.
Cuando la lasca extrada tiene la misma longitud que el ncleo golpeado, aqulla presenta seales de estrellamiento o machacamiento
en los extremos proximal y distal (Clark, 1981:
271; Andrefsky, 1998: 120).
En tres lascas halladas el extremo distal est
fragmentado, por lo que no se puede observar
si haba melladuras, desconchados o seales
de golpe, como es habitual en estas piezas
debido al golpe con el yunque. una de las
piezas tiene crtex en toda su cara dorsal, por
lo que creemos que aplicaron esta tcnica a
un ndulo pequeo. En las otras dos hay muy
poca cantidad de crtex o no est presente,
por lo que aplicaron esta tcnica a lascas.
Existe una cuarta pieza sobre la que tenemos
dudas si pertenece a este tipo de tcnica.

La Tutuveida
De las lascas de correccin de cara de lascado
del ncleo, algunas no sirvieron para soporte
de instrumento y se consideran como desecho
de talla, y otras fueron adems utilizadas como
instrumento, con o sin modificaciones posteriores (figura 3h). En total suman 206 piezas,
28.96 por ciento del total de productos de talla.5
De todos los productos de talla, se observaron
tres lascas de reavivado de plataforma de percusin (figuras 3g, i). Dos fueron utilizadas
como instrumentos. una es de riolita de grano
fino y las otras de pedernal de grano fino.
Dentro del total de piezas recuperadas se
hallaron 31 instrumentos realizados mediante
facetado y 12 fragmentos. Se detectaron 293
lascas de desecho de facetado o de talla bifacial
(figuras 3c, d, e y f). Tambin se recogieron
10 lascas de reavivado del borde de ms de 1
cm, y tres menores de 1 cm, todas de pedernal.
Se hallaron 28 instrumentos de una talla poco
elaborada para la manufactura de puntas y
nueve fragmentos de este tipo de instrumentos. Las piezas de obsidiana fueron analizadas por separado. En el cuadro 3 se detallan
las categoras de piezas halladas.
Cuadro 3
INSTruMENTOS DE OBSIDIANA.
LA TuTuVEIDA
Ncleos
Instrumentos sobre soporte de lasca
Lascas de correccin de cara
Desechos de talla
Instrumentos facetados
Puntas de proyectil mtodo poco elaborado
Desechos de facetado
Sin identificar

1
8
7
39
8
2
8
29

5
Para consultar ms ampliamente la clasificacin de
estas lascas y sus propsitos, vase Berrojalbiz, F., 2005,
pp. 161-162.

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Facetado
Acerca del facetado en general de todas las
materias primas en ambos sitios no tengo
indicios de las primeras etapas de este tipo de
talla. No se puede saber muy bien si se tallaban
bloques brutos desde el principio con este
tipo de talla o si se usaban productos extrados
de un ncleo, aunque por el tipo de piezas
con que se cuenta casi podemos asegurar que
la segunda opcin es la que se practicaba.
Los desechos que he recuperado no pertenecen a las primeras etapas de la secuencia de
reduccin. Solamente alguna de las lascas de
decalotado y de descortezamiento, que se han
comentado ms arriba, pueden ser de estas
primeras etapas. Los desechos recuperados
pertenecen a etapas medias y finales del facetado, lascas de adelgazamiento y de adelgazamiento por presin, que corresponden a la
cuarta y quinta etapas, segn gaxiola (1989:
33-36). En nuestro caso no todas las lascas de
adelgazamiento presentan plataforma facetada,
como lo seala esta autora. Varias de las piezas
facetadas son preformas, lo que nos indica que
en muchos casos la mayor parte del proceso se
realizaba en el sitio. Sobre las piezas de obsidiana, las conclusiones son muy similares. Creemos
que las lascas de adelgazamiento por presin y
las que son menores a 1 cm corresponden a la
ltima etapa de terminacin de la pieza.
Despus de analizar los diferentes tipos de
artefactos de las colecciones de estos dos sitios,
he encontrado evidencias de casi todas las
etapas o procesos de la talla y el facetado,
desde el descortezamiento de los bloques
hasta el retoque y reavivado de las herramientas, que demuestran que en el sitio se realizaban dichas actividades, aunque para el facetado no he hallado muchas evidencias de las
primeras etapas.

Segn los autores citados, esta tcnica bipolar era adecuada para conseguir ms instrumentos de ncleos u otras piezas normalmente descartadas por su pequeo tamao u otras
caractersticas. Se trataba de aprovechar al
mximo la materia prima (Clark, 1981: 274,
279; Andrefsky, 1998: 119).
El ngel
En esta coleccin se hallaron 165 soportes de
instrumentos en lasca y se encontraron 36
lascas de correccin de cara. Siete de ellas, las
que fueron utilizadas como herramientas,
tienen un volumen que tiende a piramidal, de
gran espesor. De las que son desecho de talla,
21 fueron extradas para corregir irregularidades en general, y las dems tienen una clasificacin ms especfica.
Entre los artefactos de este sitio existen
siete instrumentos realizados mediante facetado, y un fragmento. Se hallaron 34 piezas
que son desecho de facetado bifacial. Tambin
se detectaron tres lascas de rejuvenecimiento
del borde til, dos de riolita de grano fino y
una de pedernal de grano fino. En las piezas
de obsidiana, aparte de las herramientas realizadas mediante facetado en este material,
que suman tres piezas, se encontraron dos
instrumentos en lasca, ambos con retoque, y
dos fragmentos de instrumentos.
Tambin se descubrieron cuatro fragmentos de ndulos de pequeo tamao que presentaban crtex por uno de los lados y por el
otro evidencias de extracciones. Es posible que
estas lascas hayan sido extradas con una tcnica bipolar, pero debido a que tienen extracciones posteriores que no permiten observar
los rasgos definitorios de este tipo de tcnica
no se puede asegurar el empleo de dicha tcnica. Adems de los instrumentos y de los
ndulos de obsidiana, se recogieron lascas que
no sirvieron como soporte de herramienta. Se
hallaron dos lascas de correccin de cara de
lascado, una lasca de reavivado de plataforma
de lascado, dos lascas de desecho de talla y una
lasca de rejuvenecimiento de borde til.

Mtodos de talla
Talla de instrumentos nodulares
Se analizaron los pocos ejemplares de estos
artefactos siguiendo el mismo mtodo que a
continuacin se explicar para la produccin

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Figura 4. a) y b) Lascas de obsidiana extradas mediante la tcnica bipolar. Lascas de desecho. La


Tutuveida. c) y d) Lascas con fractura tipo Siret. Lascas de desecho. La Tutuveida. e) y f) Instrumentos
sobre lasca realizados mediante retoque con tcnica golpe de buril. La Tutuveida. Todos dibujos de
Franoise Bagot.

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lascado: entre ellos destacan el tipo de percutor


y la forma de aplicacin de la fuerza. Existe
una controversia entre los investigadores sobre
si se puede llegar a conocer estos elementos
por medio tanto de las huellas macroscpicas
como de las microscpicas (gonzalez e Ibez,
1992: 202). Sin embargo, para poder contar
con unas primeras informaciones sobre las
tcnicas de estos complejos lticos vamos a estudiar las huellas macroscpicas, a pesar de
que no ofrecen una total seguridad, tomando
los resultados como primeros indicios que
habr que verificar posteriormente en estudios
ms especializados sobre huellas microscpicas, etc. (Merino, 1980: 42).
En la determinacin de las tcnicas de
percusin se puede decir que en los dos sitios
predomina la percusin directa con percutor
de piedra. En las dos colecciones, aproximadamente en 60 por ciento de los casos no se
pudo identificar el tipo de percusin porque
el taln est modificado. Del resto, la mayora
de los instrumentos, sobre 95 por ciento,
presentan los atributos propios de esta tcnica:
bulbo abultado, punto de percusin que se
adentra bastante en el plano de percusin,
siendo el impacto puntiforme. Existe una gran
cantidad de piezas bastante gruesas y en los
casos que se ha podido detectar cornisa, sta
es generalmente pronunciada. Se observaron
unas pocas piezas en las que se aplic la tcnica de percusin indirecta. En otras se utiliz
la percusin directa con percutor blando para
hacer los retoques, y en algunos pocos casos
tambin la presin.
En la talla de soportes de instrumentos y en
la talla de instrumentos nodulares como percutores slo se hallaron algunos ncleos con
evidencias de haber sido utilizados en dicha
labor. Aunque existieron muchos ms, en estos
materiales de excavacin no se observaron.

de soportes de instrumentos, si bien se comprob al final que en las dos colecciones estos
instrumentos no tienen un mtodo o tcnica
de talla especializados.
Talla para la produccin de soportes de instrumentos
De los 17 ncleos hallados en La Tutuveida,
en 10 de ellos se pueden distinguir las plataformas de percusin, la mayor parte de las
cuales cuenta con una o dos plataformas (figura 2c). De todas las plataformas observadas
(16), la mayora son lisas (13), una es facetada
y otras dos se ubican en una superficie con
crtex. En cuatro ncleos se observaron
huellas de abrasin de cornisa.
Por otra parte, en slo dos ncleos se detectaron extracciones de lminas pequeas,
pero con una tcnica no muy buena ya que la
curvatura de la cara de lascado no es la adecuada, y existen accidentes de talla que no se
corrigieron. Las extracciones observadas en
los ncleos no demuestran un orden o un
esquema elaborado. Estas informaciones nos
indican que los mtodos de talla usados en
estos ncleos no eran muy especializados.
En este conjunto de ncleos predominan
los de pedernal sobre los de riolita, pero en
ambas materias primas la mayora de las piezas
son de grano fino. A esto se aade que todos,
salvo dos, fueron descartados o estn en la
etapa de terminacin, casi agotamiento. De
estos aspectos parece desprenderse la tendencia de que el pedernal era trabajado hasta el
agotamiento y aprovechando al mximo la
materia prima, a juzgar por el tamao pequeo de la mayora de los ncleos recuperados.
En El ngel se hallaron dos ncleos que
presentan indicios de haber sido descartados
(figura 2b). Las extracciones no tienen ningn
orden aparente, y la mayor parte de las plataformas no estn presentes, salvo dos, las cuales
no tienen ninguna preparacin.

Preparacin de plataformas
respecto a la preparacin de plataformas, lo
primero que destaca es que en ms de la mitad
de las piezas no se puede identificar el taln

Tcnicas de talla
Para la determinacin de la tcnica de percusin hay que conocer los elementos fsicos del

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unas pequeas estras que parten del punto


de impacto. Otro aspecto que destaca en estas
piezas es que todas son de riolita, 14 de grano
medio, cinco de grano fino y cuatro de grano grueso; es decir, la mayora no son de grano
fino. En mi opinin, se trata de un tipo de
accidente de talla llamado fractura Siret:

por diversos motivos. Los talones identificables


se pueden dividir en formales y casuales.
LA TuTuVEIDA
Formales
Formales lisos: 86
Formales facetados: 2
Formales facetados
en ngulo diedro: 3

Casuales
Casuales sobre crtex: 17
Casuales puntuales: 11
Casuales sobre plataforma
lisa: 32

casssure franche dun eclat en deux fragments


suivant laxe de percussion, qui a longtemps t
prise por un burin, ne laisse sur le nuclus quune
nervure partielle (quand elle est decelable) sur
la partie distale du ngatif(Inizan, 1995: 36).

EL NgEL
Formales
Formales lisos: 19
Formales lisos pulidos: 2
Formales facetados: 5

Casuales
Casuales sobre crtex: 13

Este tipo de accidente es frecuente en las


lascas talladas con percutor duro, que son la
mayora en esta coleccin. Su frecuencia
tambin est relacionada con la calidad de
la materia prima (Inizan et al., 1995: 161). En
las rocas de grano grueso y poco homogneo
es ms frecuente, y, como se ha indicado ms
arriba, en la coleccin aparecen en piezas de
grano medio y grueso mayoritariamente. Por
este motivo, estas piezas tienen el taln modificado. En alguna de ellas esta fractura ha
servido para formar un borde puntiforme. En
El ngel se observaron diez piezas que
muestran las caractersticas que acabo de
describir.

Casuales sobre plataforma


lisa: 16

Las que son sobre crtex o casuales puntuales corresponden generalmente a las primeras etapas de la explotacin del ncleo. El
estudio de las plataformas indica que no se
utilizaban tcnicas complejas en la elaboracin
de las mismas, lo que deja ver que la talla de
los ncleos no se haca siguiendo esquemas
elaborados. Sin embargo, hay que tener en
cuenta que en la mayora de las piezas no se
puede identificar el taln, por lo que cabe la
posibilidad de que hubiera mayor proporcin
de talones elaborados.

Preparacin de caras
Las lascas de correccin de cara de las dos
colecciones representan una proporcin
bastante importante, alrededor de 25 por
ciento de los productos de talla. Corresponden
tanto a las etapas de iniciacin como a sucesivas correcciones y a reavivados durante las siguientes etapas de explotacin. Esto indica
que existe cierto cuidado y elaboracin para
preparar las caras de lascado en los mtodos
de talla utilizados en el sitio (figura 3h).
En estas piezas de correccin de cara destaca el hecho de que la gran mayora son de
pedernal de grano fino, 60.67 por ciento. En
principio, esto parece sealar que se pona
ms cuidado en la explotacin, en los mtodos
de talla de piezas de pedernal fino, que en

Fractura Siret o retoque apoyado


Dentro del conjunto de las piezas estudiadas
existen unas con ciertas caractersticas especiales halladas en La Tutuveida. Se trata de 23
lascas, de las cuales 14 son instrumentos y
nueve son lascas de desecho y que representan
3.22 por ciento del total de productos de talla
completos. Estas lascas estn partidas siguiendo el eje de percusin, en el punto de impacto, como si se hubieran partido en dos fragmentos casi similares (figuras 4c y d). La
faceta o cara de esta fractura longitudinal es
plana, no presenta bulbo, pero en algunas
piezas hay una pequea depresin junto al
punto de impacto. En esta cara, en la mayora
de las piezas observadas, 14 de 23, se distinguen

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piezas de otras materias primas como riolitas,


tanto de grano medio como fino. Las lascas
de reavivado de plataforma muestran que
existieron algunos mtodos de talla con cierta
elaboracin y cuidado en la explotacin de los
ncleos.

mayora de estos bordes sin retoque son filosos


(cuadros 3 y 4).
Para realizar los retoques en ambas colecciones la tcnica principal utilizada fue la
percusin directa con percutor duro. En unas
pocas piezas se utilizaron otras tcnicas, como
la percusin directa con percutor blando, y tcnicas especiales, como el golpe de buril (figuras 4e y f) y otro tipo de retoque especial para
fabricar una especie de perforadores diminutas de las que hablar ms adelante.
Observando el carcter de extensin en
primer lugar, se puede notar que la gran mayora de los retoques son marginales en los
instrumentos de los dos sitios, por una minora de retoques invadientes (cuadros 3 y 4 ).
En los cuadros 3 y 4 se pueden observar las
relaciones entre los caracteres de extensin,
inclinacin, morfologa y delineacin.
Algunos de los retoques hechos con la
tcnica golpe de buril no se pueden distinguir
muy bien de otros retoques singulares utilizados para formar puntas, para despejar las
puntas (figuras 5g y h).
Se trata de unos retoques que forman una
especie de canto pequeo y estrecho, por lo
que no aparecen en ninguna de las dos caras
y tienen un perfil cncavo. Sin embargo, en
ocasiones este perfil es casi recto, por lo que
se confunde con la faceta de un golpe de buril.
Estos retoques se utilizan slo en los bordes
puntiformes, 26 piezas en La Tutuveida y 11
en El ngel. Con este retoque se consiguen
unos bordes puntiformes estrechos y muy finos,
en la mayora de los casos, penetrantes. En
muchas ocasiones las piezas son de tamao
muy pequeo, algunas parecen ser lascas de
adelgazamiento de facetado, pero se logran
unos bordes puntiformes fuertes y efectivos.
Algunos se asemejan a lo que en la literatura
arqueolgica se ha llamado perforadores, pero
de un tamao muy reducido. En ciertos casos
este tipo de bordes tambin se logran mediante dos muescas pequeas contiguas que dan
una forma muy similar al borde de los retoques
que acabo de comentar.

retoque
Para el anlisis del retoque Inizan definen siete
caracteres (Inizan et al., 1995: 83-84). Los caracteres son un conjunto coherente de trminos
que sirven para describir cada retoque o lnea
de retoque. Estos siete caracteres, con sus
combinaciones posibles, son necesarios para
una descripcin fiel, pero en cada anlisis se
puede determinar si todos son necesarios o slo
algunos de ellos. He analizado slo ciertos aspectos del retoque, los que, por mi experiencia
en estos materiales, parece que podan dar
mayor informacin. Los caracteres que he estudiado son: la extensin, la inclinacin, la
forma o delineacin y la morfologa.6
En las piezas de las colecciones de los dos
sitios destaca la importante proporcin de
bordes tiles no retocados en relacin con los
elaborados mediante retoque. En principio,
en la coleccin de La Tutuveida, 44.07 por
ciento de los instrumentos no presenta retoque, y en El ngel la proporcin desciende a
21.82 por ciento. Sin embargo, si se realiza el
cmputo de los bordes tiles no retocados,
sumando los de las piezas que no tienen retoque y los bordes sin retoque que se encuentran
en piezas con otros bordes retocados (hay que
recordar que bastantes artefactos tienen varios
bordes), stos representan 55.13 y 42.24 por
ciento de todos los bordes tiles en La Tutuveida y El ngel, respectivamente. La gran
6
Las definiciones de estos caracteres estn tomadas
de Inizan et al. (1995: 146, 148 y 143) y son las siguientes:
extensin: es el desarrollo o extensin de los retoques
sobre la cara de un objeto; inclinacin: designa el ngulo que forman los retoques en relacin a la cara de
donde parten; delineacin: designa el diseo que forma
un borde creado por una lnea de retoques; morfologa:
forma del retoque.

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Figura 5. a) Punta de flecha facetada, forma IV.D. Dibujo del autor. b) Punta facetada, forma IV.A.
Dibujo del autor. c) y d) Puntas realizadas mediante mtodo poco elaborado, forma IV.C. Dibujos del
autor. e) Punta facetada, forma V. Dibujo de Franoise Bagot. f) Punta realizada con mtodo poco
elaborado, forma VI. B. Dibujo de Franoise Bagot. g) y h) Pequeas puntas realizadas con retoque que
forma cantos a la manera de pequeas facetas de buril o por medio de dos muescas contiguas. Estas
piezas semejan pequeos perforadores. Dibujos de Franoise Bagot. Todos estos instrumentos provienen
de La Tutuveida.

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Cuadro 4
LA TuTuVEIDA. CArACTErSTICAS DE LOS BOrDES DE LOS INSTruMENTOS
SOBrE SOPOrTE DE LASCA CON rETOquE Y SIN rETOquE*
r
sr
pu

fi

m
ro

me

cc

gb

pu

fi

in
ro

Forma de bordes
Puntiforme
recto

me

pu

Es
7

26

fi

85

12

10

16

12

recto corto

32

Convexo corto

20

10

Denticular
Cncavo

6
13

Cuchara

126
3
5

134
1

35
57

48
1

Convexo-Cuchara

22
2

1
7

23

Bisel
Convexo- Cncavo

129

Es ToTal

85

Muesca

me

Esc

108

Convexo

ro

La

18
1

*
Los significados de las siglas utilizadas en el cuadro son los siguientes: sr: sin retoque; r: con retoque; pu: puntiforme; fi: filoso; ro: romo; me: medio; Cc: retoque que forma una especie de canto pequeo y estrecho y con
un perfil cncavo; gb: golpe de buril; Es: escaleriforme; La: laminar; m: marginal; in: invadiente.

gran mayora de sus bordes no tienen retoque.


En estas piezas los bordes ms abundantes, con
diferencia, son los convexos y los rectos. Parece que estas piezas de decorticado y de decalotado se utilizaban con los bordes segn resultaban de la extraccin, en su gran mayora
filosos, sin necesidad de retoques.

En la relacin entre las formas de bordes


de los instrumentos en general y el retoque
existen algunas diferencias: en la formas recto,
convexo, convexo-cncavo y recto-corto la
gran mayora de los bordes no tienen retoque.
En las formas convexo-corto y cncavo hay ms
bordes sin retoque, pero no hay mucha diferencia respecto a los bordes con retoque. En
cambio, en los bordes puntiforme, muesca,
denticulado y bisel la gran mayora de los
bordes tienen retoque. Los bordes puntiformes destacan por ser los que tienen ms variedad en cuanto al retoque tanto en la extensin,
como en los retoques especiales: golpe de buril
o los retoques singulares para despejar puntas
en forma de perforadores.
Al relacionar aspectos del retoque con los
mtodos de talla se ha observado que los artefactos que tienen una gran cantidad de crtex,
piezas de decalotado y de decorticado, en la

Facetado
En muchas investigaciones arqueolgicas para
el estudio de la ltica slo se toman en cuenta
las piezas ms formales, generalmente las
realizadas mediante facetado. En mi investigacin he hecho un estudio del complejo ltico
completo, y analizndolo todo en conjunto es
como voy a caracterizar cada complejo.7 De cara
7
No estoy de acuerdo en estudiar nicamente o con
mayor cuidado las piezas realizadas mediante facetado,
puntas cuchillos, etc., y sacar conclusiones culturales y

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Cuadro 5
EL NgEL. CArACTErSTICAS DE LOS BOrDES DE LOS INSTruMENTOS
SOBrE SOPOrTE DE LASCA CON rETOquE Y SIN rETOquE
sr

sr
pu

fi

m
ro

me

si

cc

gb

pu

10

43

fi

ro

Forma de bordes
Puntiforme

in
me

pu

Es
17

recto

53

Convexo

35

fi

ToTal

85

10

35

me

La

10

Muesca

ro

81
2

60
36

recto Cort

12

33

Convexo C.

17

Denticular
Cncavo
Cuchara
Bisel

14
5

1
1

4
1

*
Los significados de las siglas utilizadas en el cuadro son los siguientes: sr: sin retoque; r: con retoque; pu: puntiforme; fi: filoso; ro: romo; me: medio; Si: fractura Siret; Cc: retoque que forma una especie de canto pequeo y
estrecho y con un perfil cncavo; gb: golpe de buril; Es: escaleriforme; La: laminar; m: marginal; in: invadiente.

al anlisis de las piezas facetadas, mi intencin


ha sido fijarme no slo en la forma, sino tambin en las tcnicas de manufactura y en los
aspectos estudiados en el resto de los instrumentos. De esta manera se han relacionado
estas informaciones de las herramientas hechas
mediante facetado con las del resto de instrumentos de la coleccin para comprender en
conjunto los mtodos, los esquemas operativos
y el sistema tcnico de la ltica.
realic el anlisis de la forma y de otros
elementos de cada instrumento, como son: el

soporte sobre el que se elabor, si fue slo


facetado o facetado bifacial, el tipo de retoques
en su manufactura, las huellas de uso, si se
trata de una preforma o instrumento terminado, el tipo de sujecin y las dimensiones. Para
la descripcin formal seguimos la nomenclatura de rodrguez Loubet (1985: 102 y A-26)
y de Bagolini (citado en Merino, 1980).
He realizado una ordenacin simple de estos
instrumentos segn la forma nicamente para
fines de una mejor organizacin del trabajo,
sin afn de emprender una verdadera tipologa.
Incluyo aqu la lista de las categoras generales
de la tipologa analtica que realic de los instrumentos facetados (figuras 5a, b y e).8

temporales a travs de una clasificacin casi exclusivamente formal, comparndola con otras tipologas, como
la tipologa de puntas de flecha de Texas, en el caso de
los estudios del norte de Mxico y sur de Estados unidos.
Para consultar crticas a las tipologas formales como la
tipologa de puntas de flecha de Texas, sobre el carcter
esttico de estas tipologas frente al dinmico del conjunto de los restos lticos, y al hecho de tomarlo como modelo para el estudio ltico del norte de Mxico vase:
rodrguez Loubet, 1985: 68; Niederberger, 1976: 67 y 68;
y Andrefsky, 1998: 29 y 37.

8
Para conocer la tipologa al completo, con las
subdivisiones de las categoras generales, as como todas
las caractersticas de las piezas, se puede consultar mi
tesis doctoral (Berrojalbiz, F., 2005) o el libro de prxima aparicin (Berrojalbiz, F., en prensa).

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Fernando Berrojalbiz Cenigaonaindia

PuNTAS
1. Puntas con pednculo
2. Puntas con pednculo en un lado de la base
3. Puntas con base cncava
4. Puntas con base cncava y muescas
5. Puntas con base recta y muescas
6. Puntas triangulares de base recta
7. Puntas de forma folicea
8. Puntas de forma amigdaloide
9. Puntas triangulares alargadas
10. Punta con zona de sujecin o enmangue ancho
11. Bifaciales
12. Puntas con bordes denticulados

El facetado en las colecciones analizadas


Los instrumentos manufacturados mediante
facetado se elaboraron con rocas de mejor
calidad, como riolita de grano fino, pedernal
de grano fino y obsidiana (figuras 5a, b, e). Por
el tamao de las herramientas y porque en
algunas no se borraron los elementos que las
identifican como lascas, se puede decir que
en muchos casos las piezas origen sobre las
cuales se realiza el facetado son lascas. En el
caso de los instrumentos de obsidiana, las
lascas extradas por percusin directa o por la
tcnica bipolar son ms adecuadas que los ndulos seudoesfricos para la manufactura de
instrumentos mediante facetado.
una cuarta parte de las piezas con trabajo
de facetado en La Tutuveida y una sptima
parte en El ngel, tanto de obsidiana como
de otras materias primas, son preformas en las
que los bordes no estn acabados, no se ha
realizado la parte final de una terminacin
fina, tampoco se ha definido si su modo de
sujecin va a ser con enmangue o no, y no
parecen tener huellas de uso. Entre estas
preformas hay algunas que estn en un estadio
ms definido como instrumentos y otras en
un estadio de menor definicin. En estas
piezas se puede observar que el soporte sobre
el que estn hechas son lascas.
La presencia de estas preformas en distintos
estadios, junto con la abundancia de desechos
de facetado, indica que casi todo el proceso
de facetado se realizaba en el sitio, aunque no
tengamos muchas evidencias de las primeras
etapas. Todos los instrumentos realizados
mediante facetado, salvo tres, corresponden
a puntas. De las 40 piezas, en 28 casos se
puede decir que se manufacturaron para ser
enmangadas, en cuatro casos existe la duda y
en ocho no presentan elementos para ser
enmangadas. Esto indica que la mayora de
los instrumentos elaborados mediante facetado, que corresponden a puntas, fueron realizados para ser enmangados.
He comparado estas piezas de facetado
con las estudiadas por Spence (1971) y Foster

Talla poco elaborada para la manufactura


de puntas
Se trata de un mtodo de talla que utiliza como
soportes lascas para fabricar puntas. Consiste
en una talla muy simple, en la que no se persigue que existan dos caras convexas simtricas,
ni tampoco los mrgenes son simtricos, como
en el caso del facetado bifacial. No se regulariza la cara dorsal, ni se quitan las imperfecciones ni las aristas prominentes. Los retoques
no cubren la totalidad de ninguna de las dos
caras y tampoco son invadientes. En muchas
ocasiones no se hace un trabajo fino de terminacin de los mrgenes y el filo queda muy
irregular (figuras 5c, d y f).
Esta talla imita las formas de los instrumentos
realizados mediante facetado bifacial que se
encuentran en el sitio. Tal imitacin tambin se
produce en cuanto a la forma de sujecin, pero
con una elaboracin mucho menos cuidada. Se
puede decir que no es una talla especializada,
sino que puede practicarla cualquier persona
sin muchos conocimientos de talla. Al parecer,
la intencin es crear instrumentos que tengan
una funcin parecida a la de las puntas con
facetado pero con el mnimo trabajo posible
o sin una especializacin en la talla de instrumentos, por lo que resultan unas herramientas
de factura tosca. Se ha seguido la misma numeracin para la clasificacin de la forma de
estos instrumentos que la empleada en los
instrumentos facetados.

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La ltica chalchihuitea del norte de Durango

(1978). En esta comparacin no se puede ir


mucho ms all de la forma, y tampoco muy
adecuadamente ya que en mi opinin estos
trabajos presentan varios problemas (Berrojalbiz, 2005: 191-194). Al comparar las piezas
que se pueden observar en los estudios de
Foster y de Spence (las fotografas en el trabajo de Spence y los dibujos en el de Foster no
permiten hacer una comparacin adecuada)
con las piezas de la coleccin que he estudiado, y enfatizando que casi exclusivamente el
nico aspecto que se puede comparar es la
forma, se han detectado similitudes entre algunas piezas.9 En El ngel no se han encontrado piezas manufacturadas con la talla poco
elaborada para la manufactura de puntas.

los lechos de ros, arroyos y en afloramientos


rocosos, con un buen conocimiento de la variabilidad de rocas existentes. Adems, obtenan otras materias primas, obsidiana y basalto, de una regin circundante ms amplia pero
no muy alejada, como la parte alta de la Sierra
Madre Occidental, por medio de pequeos
viajes o comercio a pequea escala.
Los chalchihuiteos trataban de diferente
manera las distintas materias primas y les daban
un uso diferente (cuadros 1 y 2). Las rocas con
una mejor calidad para la talla, el pedernal, la
riolita de grano fino y la obsidiana eran trabajadas con mtodos y esquemas operativos ms
elaborados que las otras materias primas. La
mayora de los bloques de pedernal eran
conducidos al sitio una vez que haban sido
verificados y puestos en forma levemente, al
contrario que los de riolita de grano medio y
grueso, que eran descortezados en el sitio. En
el proceso de talla se pona ms cuidado en los
ncleos de pedernal a la hora de la creacin
de las superficies de lascado, como en el reavivado de plataformas. Los ncleos de esta
materia prima generalmente se explotan hasta
el agotamiento. Tambin la obsidiana se
aprovecha al mximo, aunque en este caso se
relaciona con su tamao y su mayor escasez.
Los instrumentos con una mejor factura:
el facetado bifacial, son realizados en estas tres
rocas de mejor calidad, riolita de grano fino,
pedernal y obsidiana, aunque resalta que las
herramientas en obsidiana no sean las ms
elaboradas, sino que en las otras dos materias
primas la manufactura es de la misma alta
calidad. Todo lo anterior indica que buscaban
combinar las propiedades de diferentes materias primas con diversas funciones de las
herramientas que queran construir (cuadros
1 y 2). En los sitios El ngel y La Tutuveida
hemos encontrado evidencias de casi todas las
etapas o procesos de la talla y el facetado, desde
el descortezamiento de los bloques hasta el
retoque y reavivado de las herramientas, que
demuestran que en el sitio se realizaban dichas
actividades.

Caracterizacin de la ltica chalchihuitea


del norte de Durango
Las dos colecciones de La Tutuveida y El ngel,
en mi opinin, ofrecen una representacin
suficiente de todo el complejo ltico de la
cultura chalchihuitea en esa rea, de manera que se puede caracterizar dicho complejo.
Estas dos colecciones presentan un gran nmero de similitudes en los diferentes mbitos
de la cadena operativa que he analizado, como
se comprob en todo el trabajo, por lo que se
puede afirmar que pertenecen a la misma
tradicin de manufactura, la industria ltica
chalchihuitea. Aunque no est suficientemente representada, las evidencias permiten
conocer en cierta manera cmo era la industria
de la ltica pulida. Se manufacturaban metates
y sus manos, morteros y sus manos, pulidores,
y hachas de garganta tpicas del norte, entre
otros artefactos pulidos. Eran parte importante de sus instrumentos lticos.
En la obtencin de la materia prima destaca la variedad de rocas que utilizaban. Los
chalchihuiteos se procuraban esta materia
prima sobre todo en el entorno inmediato, en
9
Para consultar ms detalladamente la comparacin
con los trabajos de Spence y Foster se puede consultar
mi tesis doctoral (Berrojalbiz, 2005: 191-194, 223).

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con ciertos aspectos de su utilizacin, como el


gesto de uso y la sujecin de las piezas. Este
estudio se est completando y ser presentado
prximamente.
En los dos sitios chalchihuiteos se registra
la misma tradicin tcnica de manufactura,
las mismas cadenas operativas y los mismos
mtodos. Sin embargo, se han observado algunas diferencias entre los dos sitios en
cuanto al retoque y al tipo de instrumentos.
En El ngel existe una mayor proporcin de
instrumentos con golpe de buril, y asimismo
una mayor proporcin de bordes puntiformes,
realizados con una gran variedad de tcnicas.
En Tutuveida, por su parte, la proporcin de
instrumentos sin retoque es sensiblemente
mayor, y en este sitio el grueso de los instrumentos con gran proporcin de crtex no
tienen retoque, al contrario que en El ngel,
donde la mayora de estos instrumentos s lo
tienen. Estas diferencias quiz pueden estar
reflejando que se realizaban algunas actividades distintas en El ngel y en La Tutuveida.
Con base en los trabajos del Proyecto Hervideros, es necesario sealar que uno de los instrumentos formales que se presentan como tpicos de la industria ltica chalchihuitea del
sur de Durango, que es el raspador frontal de
forma circular con pednculo alargado, no se
ha hallado en el norte de Durango.
Para esta caracterizacin de la ltica chalchihuitea ayud mucho la comparacin con
las otras dos tradiciones lticas detectadas en
el valle. una anterior, que a grandes rasgos se
caracteriza por usar slo materia prima de un
cerro, no tener artefactos de piedra pulida,
como metates y hachas, por tener nicamente
dos mtodos de talla poco elaborados para
instrumentos nodulares o sobre soporte de
lasca, no tener instrumentos formales ni facetado, es decir, puntas de proyectil, por presentar los instrumentos una gran proporcin de
crtex, y tener casi todos retoque aunque
irregular. La otra tradicin ltica es posterior
y tiene caractersticas intermedias entre las dos
anteriores. utiliza poca variedad de materia

En El ngel y La Tutuveida se han detectado varios mtodos de talla utilizados por los
chalchihuiteos. Adems de la talla de instrumentos nodulares, exista un mtodo poco
elaborado para la fabricacin de instrumentos
sobre lasca, un mtodo poco elaborado para
la manufactura de puntas, algo de talla laminar
muy poco desarrollada, el facetado bifacial
para la creacin de puntas de proyectil y cuchillos principalmente, e indicios de una posible extraccin bipolar en el caso de los ndulos de obsidiana. Esto indica que los
mesoamericanos dentro de su tradicin tcnica utilizaban una variedad de mtodos y tcnicas para la talla de sus diversas herramientas
(cuadros 1 y 2). Haba mtodos simples que
podan ser empleados por la mayora de los
miembros de la comunidad sin un gran entrenamiento, y mtodos que requeran especializacin, que slo personas adentradas en el
conocimiento de los mismos podan llevarlos a
cabo. Teniendo en cuenta esta idea, se puede
pensar que existan especialistas en ciertos
mtodos de talla, como por ejemplo en el facetado bifacial.
En la ltica chalchihuitea destaca la proporcin de instrumentos sin retoque y de bordes
tiles sin retoque en la totalidad de los artefactos, entre 42 y 55 por ciento de los bordes de
los instrumentos no tienen retoque (cuadros 4
y 5). En muchos casos utilizaban las lascas con
los bordes tal y como resultaban de la talla,
mayoritariamente bordes filosos de formas
convexas y rectas, que ofrecan los mejores filos.
Para los instrumentos y bordes con retoque se
puede encontrar una variedad de tcnicas;
adems de la percusin con percutor duro y con
percutor blando, existe la presin, sobre todo
en instrumentos facetados, y el golpe de buril,
como tambin otros tipos de retoque, como el
que se describi para la fabricacin de las pequeas puntas fuertes y penetrantes. En el
anlisis de la ltica tambin se realiz un estudio sobre la combinacin de bordes tiles en
los instrumentos, ya que una buena parte de
ellos presentan varias zonas tiles, en relacin

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La ltica chalchihuitea del norte de Durango

En las industrias Coyotlatelco existen muy


pocos instrumentos en materias primas, que
no son obsidiana, que han sido trabajados
mediante el facetado.
A pesar de estas diferencias, en general
destaca la existencia en ambas culturas de varios
mtodos de talla a la vez: 1) mtodo poco elaborado para talla de instrumentos nodulares,
2) mtodo poco elaborado para talla de instrumentos sobre soporte de lasca, y 3) facetado
para puntas y cuchillos. Los sitios analizados en
Durango y los de Tula coexistieron en el periodo 600-900 d.C. (para conocer ms ampliamente esta comparacin consltese Berrojalbiz,
2005: 307-311). Esta comparacin aporta ms
elementos a la idea que sealan Mastache g. y
Cobean r. (Mastache et al., 1990: 19), Braniff
(1992) y Hers (1989), de que una buena parte
de la composicin de la cultura Coyotlatelco
procede del norte, entre otras, del rea chalchihuitea, que despus contribuir de manera importante en la formacin de Tula.

prima, la mayor parte de la cual es de riolita.


Se encontraron pocos instrumentos de molienda, no se hallaron instrumentos facetados,
y escasos formales. Existe un alto porcentaje
de piezas que provienen de cantos de ro, as
como de crtex presente. Hay una tendencia
hacia una presencia alta de retoque, aunque
no elaborados, ms bien irregulares
Finalmente, en la comparacin de esta ltica chalchihuitea con los estudios sobre los
materiales lticos tallados de tres sitios del rea
de Tula (Hidalgo) (rees y Jackson, 1990), que
corresponden a la cultura Coyotlatelco, se
observaron varias semejanzas, entre ellas las
ms importantes son:
Mismas estrategias: de adquisicin de la
materia prima, sobre todo en el aprovechamiento de los afloramientos rocosos en los
sitios o cercanos a ellos; y en la gestin diferencial de la materia prima.
Tallaban en el sitio: evidencias de casi todas
las etapas de la manufactura.
Los ncleos no tienen una preparacin
elaborada de la forma ni preparacin sistemtica de la plataforma.
Existen piezas que tienen el taln grande
y el ngulo del taln con la cara ventral es
oblicuo.
Existe una proporcin alta de instrumentos
o de bordes tiles que no han sido retocados,
que se utilizan con los filos tal y como salieron
de la extraccin del ncleo.
La gran mayora de los retoques son por
percusin directa. En general no son muy
cuidados ni regulares, y la mayor parte son
marginales. Existen unas pocas piezas que
tienen golpe de buril. Muy pocos ejemplares
tienen retoques por presin.
Muchas de las piezas son instrumentos con
varios bordes.
No quiero dejar de sealar tambin las
diferencias ms importantes:
La materia prima local disponible en el rea
de Tula es el basalto.
La obsidiana llega ya procesada en forma
de navajas prismticas en el rea de Tula.

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La cadena operativa en la fabricacin


de mscaras en los talleres de lapidaria
de La Ventilla, Teotihuacan
Julie Gazzola*

A lo largo de este escrito intentaremos reconstruir la cadena operativa, que bsicamente consiste en identificar las herramientas, el
orden de los diferentes momentos de la accin
y las tcnicas utilizadas en la manufactura de
las mscaras en los talleres de lapidaria de La
Ventilla, en Teotihuacan.

Introduccin
La gran metrpoli de Teotihuacan fue la mayor
entidad econmica y poltica del Altiplano
Central que existi entre 200 a.C. y 650 d.C.
Su fulgurante expansin y podero econmico
fueron resultado de las estrategias programadas
por el Estado teotihuacano para que la ciudad
se consolidara como el principal y ms importante centro productor de una gran diversidad
de bienes artesanales de su tiempo. El siste
ma de produccin gener y cont durante
varios siglos con las condiciones necesarias
para el desarrollo y sostn de la manufactura
a gran escala, en tanto que el Estado teotihuacano promovi el intercambio de diversos
productos en el mbito regional. De esta manera, la produccin artesanal y el intercambio
regional se constituyeron como los sectores
ms prominentes de la economa de la ciudad.
La produccin de otra clase de bienes destinados a las elites de muchos sitios bajo el control
del Estado, o intercambiados como presentes
con los gobernantes de sitios en regiones lejanas, llevaba impresos los smbolos del poder y
la ideologa de Teotihuacan, si bien, su produccin no tuvo el mismo impacto econmico
que aquella destinada a satisfacer la enorme
demanda del mercado regional.

Generalidades
La mayora de las mscaras teotihuacanas
conocidas, pertenecientes a colecciones privadas o expuestas en museos de Mxico y el
extranjero, carecen de datos sobre el contexto de su hallazgo, pues casi todas han sido
producto de saqueos. Situacin que dificulta
inferir la funcin y los usos especficos que
pudieron tener esta clase de objetos. Por el
contrario, son pocas las mscaras de las que
se tiene ms informacin sobre el contexto en
el que se localizaron. Entre estos casos, podemos mencionar una mscara en piedra verde
(elemento 30), de 25 cm de largo, localizada
por Jess Snchez (1999) sobre el ltimo piso
de ocupacin (fase Metepec 550-650 d.C.) del
Conjunto Noroeste del ro San Juan, durante
los trabajos del Proyecto Arqueolgico Teo
tihuacan 1980-1982. A decir del autor, esta
mscara pudo probablemente haber estado
en un nicho del templo principal del conjunto (Jess Snchez, comunicacin personal
1999, en Lara, 1991) (figura 1). Otra mscara

* Direccin de Estudios Arqueolgicas, inah.

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Julie Gazzola

to fueron localizados fragmentos de mscaras,


lo que indica que en este lugar se producan
sta y otra clase de objetos lapidarios.
La tercera de las mscaras (elemento 73)
fue elaborada en piedra verde, pero en un
formato ms pequeo que las anteriores. Se
localiz en un relleno de la fase Xolalpan tarda,
en el Conjunto Arquitectnico B, residencial,
ocupado por grupos de elite (gmez, 2000).
En la coleccin de la ceramoteca y en el
Museo de Sitio de la Zona Arqueolgica de
Teotihuacan se resguardan fragmentos de
otras mscaras, pero en ningn caso se tiene
informacin suficientemente precisa sobre su
contexto.

Figura 1. Mscara de piedra verde con cinabrio,


localizada en el Conjunto Noroeste, Teotihuacn,
por Jess Snchez. Foto M. Morales.

Metodologa
Para la reconstruccin de la cadena operativa
seguida en la manufactura de mscaras en los
talleres de La Ventilla se ha partido de la definicin y reconocimiento de los espacios de
trabajo como talleres de produccin lapidarios.
Se han considerado diferentes niveles de anlisis que van desde la descripcin y reconocimiento de las caractersticas formales de los espacios
de produccin, hasta la inferencia de aspectos
complejos del sistema econmico y social, pasando por la reconstruccin de la cadena operativa; es decir, de la identificacin de cada uno
de los pasos seguidos en la elaboracin de los
objetos, desde su concepcin en la mente del
artesano hasta llegar al producto final.
Tomando en consideracin lo postulado
por J. Clark (1989) sobre los elementos necesarios para identificar un taller de produccin,
se concluy que varias de las unidades domsticas de uno de los conjuntos habitacionales
explorados en La Ventilla cumplen con una
serie de criterios y por tanto que funcionaban
como talleres. Segn Clark, los talleres son:

de piedra verde, cubierta con estuco pintado


de negro y cinabrio, fue encontrada al conducir la exploracin de la Estructura 52 (Conjunto Noroeste del ro San Juan). Otra ms
fue hallada sobre el piso de la habitacin 5 del
Conjunto 1D, en el complejo de La Ciudadela, tambin durante los trabajos del mismo
proyecto.
En el barrio de La Ventilla se localizaron
tres mscaras completas. una fue registrada
sobre el piso de la plaza principal del Templo
del Barrio, la cual pudo ser extrada y olvidada
por los mismos teotihuacanos que intentaban
recuperar la ofrenda depositada en el ncleo
del altar central (Sergio gmez, comunicacin
personal, 2007). Sin embargo, dada la asociacin que mantena con el altar al momento
del hallazgo, es probable que este elemento
hubiese sido resguardado en el interior del
mismo (de manera semejante al elemento 30
antes mencionado) para ser usado en ocasiones especficas, desde luego, antes de que el
conjunto fuera abandonado y destruido en
parte por los propios teotihuacanos.
Otra mscara completa pero an en proceso
de manufactura (elemento 59) fue descubierta
sobre el piso de la unidad 18 del Conjunto Arquitectnico A, conformado por varias unidades
domsticas y talleres dedicados a la produccin
lapidaria. En otras unidades del mismo conjun-

lugares delimitados donde los artesanos regularmente llevaban a cabo algunas actividades, para
hacer productos, tambin especializados, destinados a venta o intercambio. La variacin entre
los talleres se basa en la materia prima, la forma
de la materia prima, las tcnicas de manufactura,

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La cadena operativa en la fabricacin de mscaras

los instrumentos de trabajo, los productos, el


tamao del lugar de actividad, el nivel de produccin, o sea la cantidad o calidad de productos
fabricados, el nmero de artesanos y su ubicacin
y/o relacin con el resto del sitio y del yacimiento de la materia prima, es decir su papel en la
economa del sitio. El estudio de los talleres
requiere la diferenciacin entre estas variables
(1989: 213).

deducciones sin haber explorado nunca


ningn taller, algo que resulta esencial para
conocer cmo y de qu manera se organizaba
la produccin y la economa de Teotihuacan,
pues como seal antes la produccin artesanal y la distribucin debieron ser la base del
sistema econmico. Hay autores que incluso
han mencionado la presencia de talleres sin
contar con los elementos suficientes para dar
sustento a sus hiptesis (Turner, 1987, 1992;
Widmer, 1987, 1991). Por lo anterior, considero pertinente la necesidad de describir y
caracterizar con rigor los espacios estudiados
y tratar de distinguir el contexto y nivel de
una actividad productiva. Esto es imprescindible para definir, por ejemplo, si la produccin estaba destinada al autoconsumo o al
intercambio.
A propsito de la cadena operativa, Leroigourhan (et al., 2005) dice:

En otro estudio que realizamos sobre la


produccin lapidaria (gazzola, 2005b) y la elaboracin de cuentas en los mismos talleres
(gazzola, 2005a) se consideraron estas variables. Sin embargo, tambin se contempl que
la descripcin de un taller debe precisar la
ubicacin del lugar o lugares de produccin,
su relacin entre s y otras actividades, establecer la cronologa del lugar de trabajo, especificar no slo cules eran las materias primas
trabajadas, sino tambin su procedencia. Posteriormente, planteamos que el anlisis de los
materiales debe establecer la categorizacin
de las herramientas y el reconocimiento de las
tcnicas empleadas en la produccin y, en la
medida de lo posible, definir la clase, tipo y
variedad de objetos elaborados.
En concreto, es necesario partir de la caracterizacin de los centros de manufactura
como talleres de produccin, continuar con
la identificacin de las herramientas y las
tcnicas y con la distincin de los diferentes
procesos de la cadena operativa, para finalizar
infiriendo algunas particularidades sobre la
organizacin tcnica y social del trabajo, la
especializacin y dedicacin a actividades
concretas de un individuo, un grupo domstico o de todos los ocupantes de un conjunto
o una comunidad; determinar el volumen de
la produccin, el estatus social y origen tnico
de los artesanos, las formas de control y propiedad de los instrumentos de trabajo, y finalmente, el destino de la produccin y su incidencia en la economa de la sociedad.
En este sentido, debo sealar que varios
autores dedicados al estudio de la produccin
artesanal en Teotihuacan han presentado sus

En la ejecucin de todo acto tcnico intervienen


una o varias materias, objetos-herramientas,
gestos o fuentes de energa as como factores
humanos complejos. una accin sobre la materia se divide en cadenas operativas, trmino que
designa la sucesin efectivamente realizada o
una fraccin coherente de aqulla de todos los
gestos y lo que las sustenta para conducir de una
materia prima a uno u varios productos. En una
cadena operativa se pueden distinguir secuencias
marcadas por un cambio de operacin (preparacin, produccin propiamente dicha, reacomodamiento, etc.), o de tcnica (cambio de
herramienta o de gesto). Estas secuencias pueden ser ellas mismas separadas en unidades ms
finas, hasta la ltima, que es el gesto. Postulable
para estudiar toda actividad tcnica, porque
fundada sobre una lgica fsico-qumica, la nocin de cadena operativa sirve para poner en
orden en la lectura y/o en la clasificacin, en sus
tiempos y lugar, los diferentes momentos de una
accin tcnica. De las secuencias mismas pueden
ser identificadas si han sido efectuadas fuera del
sitio, o si faltan sus productos.
Los factores humanos complejos que intervienen en la realizacin de la cadena operativa son:
un rico conjunto de conocimientos que comprenden un registro de modalidades de acciones,

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Julie Gazzola

o maneras de hacer, as como las representaciones mentales, o maneras de ver, que guan
al actor en su enfoque, ambos organizndose en
un esquema conceptual subyacente a toda
cadena operativa.
un saber-hacer que permite combinar y adaptar al buen momento los diversos conocimientos (saber-hacer imaginado) y de ejecutar correctamente los gestos necesarios (saber-hacer
motor).
La suma de las cadenas operativas realizadas,
cuyos restos conforman un conjunto arqueolgico, permite al observador construir una o algunas cadenas operativas tipo, o bien esquemas
operativos, que le permiten caracterizar su
conjunto en trminos tecnolgicos (mtodos y
tcnicas, de talla, de fabricacin de cermica o
de metalurgia por ejemplo) y emprender una
clasificacin de los rasgos tcnicos segn criterios
funcionales. El conjunto coherente de las cadenas
operativas de tratamiento de un mismo material
se organiza en un proceso tcnico. La interaccin de diferentes procesos remite a la nocin de
sistema tcnico de un grupo humano, y porque
toda actividad tcnica es portadora de significados
sociales, el anlisis de las actividades tcnicas a
travs el estudio de las cadenas operativas observadas y restituidas permite enriquecer nuestros
conocimientos sobre las culturas prehistricas.1

el procesamiento integral de la informacin


generada luego de ms de una dcada de investigacin han permitido plantear algunas
hiptesis sobre la organizacin econmica y
social de los barrios de la ciudad, as como
proponer que la principal actividad econmica del barrio fue la produccin lapidaria y
objetos de concha (gmez, 2000).
uno de los conjuntos habitacionales explorados casi completamente fue denominado
como el Conjunto Arquitectnico A, espacio
ocupado por grupos domsticos probablemente emparentados y relacionados por la actividad
que desarrollaban en cada una de las unidades que lo componen. Con diversas materias
primas, los ocupantes del conjunto fabricaban
una gran variedad de objetos lapidarios y objetos de concha destinados para el intercambio.
El Conjunto Arquitectnico A de La Ventilla
funcion como un importante centro de produccin, desde la fase Tlamimilolpa temprana
(200-250 d.C.), hasta finales de la fase Metepec
(650 d.C.), cuando el conjunto fue abandonado de manera sbita, dejando sus ocupantes
sobre los pisos muchos de los utensilios empleados cotidianamente. Mltiples evidencias indican que los grupos domsticos que ocuparon
este conjunto estuvieron involucrados en una
o varias actividades relacionadas con el trabajo
artesanal (gmez, 1996, 2000).
El Conjunto A se compone al menos de 20
unidades que se distinguen entre s por tener
cada una caractersticas arquitectnicas especficas. En la mayora de las unidades se desarrollaban actividades domsticas y artesanales,
mientras en otras se llevaban a cabo actividades
domsticas, administrativas y rituales. Los
ocupantes de estas ltimas tenan un mayor
estatus al interior del conjunto y controlaban
la produccin de algunas herramientas de
hueso y obsidiana.
El descubrimiento de numerosos entierros,
instrumentos de molienda (muchos de ellos localizados directamente sobre los pisos, algunos
con huellas de exposicin al fuego) y cermica
domstica, empleados tanto en la preparacin

El Conjunto Arquitectnico A
de La Ventilla
Los trabajos de excavacin emprendidos en
La Ventilla entre 1992 y 1994 permitieron la
liberacin de varios conjuntos asociados cada
uno con funciones y actividades diferentes. El
identificado como Templo del Barrio y el
Conjunto de Los glifos fueron relacionados
con funciones y actividades de carcter institucional, en tanto que otros conjuntos, con la
residencia de los grupos domsticos de elite,
y otros ms con la vivienda de los grupos de la
clase trabajadora.
El estudio comparativo de los materiales
recuperados en cada uno de los conjuntos y
1
El trmino gesto ha sido traducido textualmente
de la definicin en francs de Leroi-gourhan y en este
escrito se emplea como sinnimo de accin o acto.

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La cadena operativa en la fabricacin de mscaras

Las orejas sobresalen notablemente a ambos


lados del rostro y son representadas a manera
de un prisma rectangular.
En muchos casos, las orejas tienen incisiones para representar la forma del odo externo,
as como una perforacin para colgar algn
ornamento. En la cavidad de los ojos se colocaban incrustaciones de concha y otros materiales. La boca siempre se representa semiabierta, mostrando los dientes que eran
hechos con pequeas placas de concha.
Los labios pueden exhibir distintas formas,
algunas veces apenas son insinuados, mientras
que en otras son abultados. La nariz es corta,
casi siempre recta, aunque en algunas ocasiones es chata. Los rasgos del rostro son reforzados con lneas que definen la expresin de
la frente, al igual que las incisiones a ambos
lados de la nariz, lo que indudablemente da
mayor fuerza expresiva.

como en el consumo de alimentos, as como


grandes recipientes empotrados en los pisos
utilizados para almacenamiento, y estructuras
para la coccin de alimentos, confirmaron la
funcin habitacional del conjunto.
El descubrimiento de diversas materias
primas, objetos en proceso de manufactura,
desechos de la produccin, algunos objetos
acabados, as como herramientas de hueso y
de piedra indic que cada una de las unidades
domsticas funcionaban a la vez como talleres
dedicados a la produccin de objetos lapidarios y objetos de concha (gazzola, 2005b).
Las caractersticas de las mscaras
teotihuacanas
Las materias primas con que fueron elaboradas
las mscaras en Teotihuacan son serpentina,
travertino, calizas y otras piedras metamrficas
grises y verdes. La serpentina poda proceder
de los estados de guerrero y Puebla, mientras
que el travertino, de Puebla (Jimnez, Snchez
y robles, 2000), materiales empleados tambin
en la manufactura de otra clase y variedad de
objetos. La diversidad de materiales con que
fueron manufacturadas las mscaras indica el
estatus del grupo social, el cual podra acceder
a cierta clase de objetos. Desafortunadamente
son pocas las mscaras que cuentan con datos
sobre su contexto y no podemos por el momento establecer una generalizacin.
Las dimensiones de las mscaras teotihuacanas son variables, pero en promedio tienen
entre 15 y 22 cm de ancho y de 16 a 28 cm de
largo. Algunas alcanzan un espesor de 9 cm.
Las mscaras ms pequeas tienen aproximadamente 10 cm de ancho por 10 cm de altura
y evidentemente son ms delgadas.
Todas las mscaras teotihuacanas son representaciones naturalistas del rostro humano. De
manera general, tienen la forma de un trapecio
invertido, en ocasiones son ligeramente redondeadas en la parte baja que define el mentn.
Presentan una frente amplia y recta que recuerda la deformacin craneal tabular, destacando
de manera realista la nariz, la boca y los ojos.

Elementos para la reconstruccin


de la cadena operativa
Las herramientas
Las operaciones necesarias para producir las
mscaras requeran de herramientas especficas para cada fase del proceso. Los instrumentos eran hechos de distintas piedras, hueso y
asta de venado utilizados por el grueso del
grano y su dureza. Cada herramienta empleada en el proceso de manufactura habra sido
diseada para una funcin especfica, de tal
forma que un mismo tipo de herramienta
podra tener diferentes tamaos.
Los percutores, cortadores, pulidores, bruidores y perforadores fueron hechos de pedernal, basalto, tezontle, obsidiana de las
mismas piedras verdes con que se hacan las
mscaras y piedras calizas. Los huesos para
fabricar herramientas fueron cocidos para
darles mayor dureza. Es importante destacar
que muchas de stas se fabricaban con huesos
de animal, principalmente de perro, venado y
guajolote, si bien, la mayora fueron hechas con
huesos humanos, utilizando preferentemente
el fmur y el hmero para elaborar cinceles,

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Julie Gazzola

gubias, leznas, punzones y otras herramientas.


Algunas partes del crneo (sobre todo el occipital) se empleaban como pulidores.
Debieron utilizarse materiales orgnicos
(madera, fibras vegetales, tallos), que en
ocasiones slo se pueden inferir por las huellas
de su uso impresas en los objetos, pues hasta
ahora no se ha logrado recuperar ninguno de
estos materiales. Podemos inferir el uso de
fibras para realizar distintos cortes lineales y
carrizos para hacer perforaciones tubulares.
Igualmente es posible suponer el uso de cuero
y telas para el pulido, el bruido y quiz tambin como prenda de proteccin, ya que las
mscaras debieron trabajarse sobre las piernas del artesano.

cuarzo, mica moscovita, labradorita, anortosa,


arcilla y un anfbol, que podra servir como
abrasivo. En Kaminaljuyu, Kidder (et al., 1946)
localiz dos pequeos cmulos de polvo mineral que, en un caso, fue identificado como
arena de cuarzo, y en el otro, como una
mezcla de jade-jadeta, hematita especular,
feldespato, cuarzo, augita, hornablenda, olivenita, moscovita, biotita, magnetita, andesita
y micaesquito, por lo que en La Ventilla pudo
haberse empleado una mezcla de minerales
como abrasivo.
Indudablemente los abrasivos ms duros o
con granos ms gruesos debieron utilizarse en
los primeros pasos de la cadena operativa,
en tanto que los ms finos, en el acabado final
de los objetos.
En China, esta diferencia est indicada en
un grabado de principios del siglo xx. Al respecto, Thierry Zarcone ha mencionado que:

Los abrasivos
A lo largo de casi toda la cadena operativa intervienen los abrasivos, que constituyen un elemento fundamental para realizar distintos tipos
de cortes y perforaciones, o incluso en las
etapas finales como el pulido y el bruido.
Para el corte de las piedras verdes, generalmente con una dureza inferior a 7 en la escala de Mohs, debieron emplearse abrasivos con
una dureza semejante o incluso mayor.2
Los abrasivos utilizados e identificados en
los talleres de lapidaria de La Ventilla son
arenas de cuarzo (con dureza de 7 en la escala de Mohs), obsidiana triturada y hematita
(dureza de 5 a 6), aunque seguramente el
polvo obtenido del corte de las piedras verdes
era recuperado para ser utilizado tambin
como abrasivo.3 gmez y gendron (1999)
hacen referencia al anlisis de un polvo azul
procedente de los talleres de La Ventilla,
compuesto de varios minerales como albita,

El trabajo del jade se hace con numerosas herramientas pero aqullas, solas, no bastan para tallar
esta piedra extremadamente dura sin la ayuda de
arenas de piedra, como abrasivos. Estas arenas
de piedra son obtenidas despus de haber molido las piedras en un mortero hasta que los
fragmentos producidos hayan alcanzado el grosor
de un grano de arroz. Luego son filtrados en un
tamiz muy fino, lavados para quitar las impurezas
a los cuales se agrega agua para su uso.

El mismo autor seala:


en la parte baja del grabado se observan recipientes conteniendo las diferentes arenas: la
arena negra, descrita como extremadamente
dura; la arena roja, un poco ms blanda; y la
arena amarilla siempre ms suave que la roja. El
recipiente ubicado a la izquierda contiene una
cuarta especie de arena llamada polvo de piedra
preciosa, empleado nicamente para la rueda
de piel que dar al jade su pulido final (Zarcone,
2001: 48).

2
Para que un abrasivo sea eficaz debe tener una
dureza igual o mayor a la piedra trabajada.
3
Schubnel (1993) indica que en los talleres imperiales de China durante el proceso de corte del bloque
de jade estaban dispuestos de cada lado recipientes que
recuperaban el agua y el material trabajado. Este lodo
residual era generalmente reciclado como abrasivo para
el pulido final de los objetos.

Las tcnicas
Segn Leroi-gourhan (1971): Cest la matire
qui conditionne toute technique et non pas

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La cadena operativa en la fabricacin de mscaras

les moyens ou les forces,4 sin embargo, hemos


observado que los teotihuacanos no lograron
un desarrollo de la tecnologa, ya que durante siglos utilizaron prcticamente las mismas
tcnicas conocidas en culturas anteriores,
sustituyendo las limitaciones del desarrollo
tcnico por la habilidad de los artesanos, las
estrategias para organizar el trabajo y aprovechar eficientemente la fuerza de trabajo. El
estudio de las herramientas, las huellas que
quedaron impresas sobre los desechos, objetos
en proceso de manufactura y aquellos acabados permiten conocer las tcnicas empleadas
en el trabajo lapidario, que incluyen bsicamente la percusin y el desgaste.
La tcnica de percusin (directa o indirecta)
es la aplicacin sucesiva de golpes controlados sobre puntos elegidos cuidadosamente a
fin de fracturar, desprender y eliminar partes
de un ndulo de materia prima para producir
una preforma (Mirambell, 1968). Estas acciones incluan desbaste, picoteamiento y
escarificacin.
La percusin directa no fue usada en el
trabajo lapidario de rocas compactas, en tanto
que la percusin indirecta pudo emplearse
slo para ciertos detalles o incluso determinadas materias primas. Esto se debe, por ejemplo,
a que en materiales como la serpentina o las
calizas las ondas de choque se amortiguan,
mientras en una roca ms cristalina, como la
jadeta, el efecto expansivo podra generar
numerosas fracturas. Aunque el corte por
desgaste es mucho ms lento y laborioso,
permite concentrar la fuerza y atencin del
artesano en el proceso.
Por el contrario, el corte por desgaste es la
tcnica ms adecuada usada por los artesanos,
ya que permite un trabajo minucioso que
evita desperdicios innecesarios o inesperados
durante el proceso de trabajo de distintas
piedras. A lo largo del estudio sobre la produccin lapidaria, hemos observado que casi

cualquier fragmento desprendido del ncleo


original, ya sea por corte, percusin o por
errores cometidos en el proceso, era aprovechado reintegrndolo al ciclo de produccin
para elaborar objetos ms pequeos como
cuentas, pendientes, placas e incrustaciones.
El desgaste es un proceso al que se somete la
materia prima durante el cual se le quitan o
consumen las partes sobrantes poco a poco y
con esfuerzo continuo, hasta llegar a la forma
deseada (Lorenzo, 1965), comprende incisiones, cortes lineales, perforaciones, la abrasin,
el pulido y el bruido final que se daba a los
objetos.
Algunos autores han mencionado el uso de
placas de arenisca para cortar las piedras verdes,
incluso se ha sealado el empleo de navajillas
prismticas de obsidiana en estudios experimentales (Melgar, 2006). Sin lugar a dudas, el
anlisis experimental es indispensable para
entender la sucesin de actos tcnicos ejecutados por el individuo en un proceso de manufactura, pero, considero que es insuficiente
para entender el proceso si no se confrontan
los resultados con los datos arqueolgicos
constituidos por el corpus de las herramientas,
el estudio especfico de los desechos y las
huellas impresas en los objetos terminados.
Por nuestra parte, contamos con las evidencias que indican que las piedras de diferentes
tamaos trabajadas en los talleres de La Ventilla eran cortadas con fibras vegetales, pues
independientemente de la dureza de la materia, el corte era producido por el abrasivo
empleado. Vale sealar que los cortes con fibras seguan realizndose en los talleres imperiales de Pekn, en China, a principios del siglo
pasado (Schubnel, 1993,5 Zarcone, 2001).
Mediciones realizadas a diferentes cortes en
materiales de La Ventilla permitieron reconocer incisiones y cortes de 0.1 cm de ancho y
5
Este autor indica que bloques hasta de 100 kg
estaban cortados mediante esta tcnica, la cual permita tambin realizar trabajos muy precisos, como piezas
caladas.

4
Es la materia que condiciona cualquier tcnica y
no los medios o las fuerzas.

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materia prima elegida, dndole la forma


prismtica o trapezoidal mediante distintos
cortes. Las partes angulosas debieron eliminarse secuencialmente mediante cortes sucesivos o abrasin. Es factible suponer que en el
proceso de elaborar la preforma el artesano
debi realizar algunos trazos que guiaran el
proceso (figuras 12a, 12b y 12c).

en algunos casos menores, lo cual es indicativo


del grosor de la herramienta y del proceso seguido para cortar. Hasta el momento no se han
localizado en Teotihuacan navajillas prismticas
que tuvieran este grosor y que hubieran servido
para realizar cortes, adems de que un objeto
de tales dimensiones resultara extremadamente frgil e incmodo de manipular. Tampoco
se han recuperado placas o alguna otra herramienta de obsidiana o de otro material con
huellas de uso que indiquen que fueron empleadas como instrumentos de corte.
Hemos observado que los cortes dejaban,
en el material trabajado, paredes laterales casi
rectas aunque tambin en ocasiones se producan cortes irregulares seguramente por el uso
de diferentes cordeles hechos de fibras, pues
al sufrir un desgaste continuo debieron ser
sustituidas regularmente y, por tanto, el dimetro del cordel debi ser diferente. Adems,
como producto del movimiento continuo de
vaivn de las cuerdas y la fuerza transmitida a
los extremos, se ha visto que la parte ms profunda del corte es cncava, siguiendo precisamente la forma del cordel.
La mayora de los cortes se realizaban
desde dos lados, dejando una especie de taln
semielptico en la parte media. Esta seccin
era lo suficientemente delgada para desprenderse con un golpe de cincel o mediante la
introduccin de una cua de madera. Luego
de ser mojada, la madera se expanda, provocando la separacin de ambos lados, con lo
que se obtena un ahorro de tiempo y esfuerzo. La forma del taln indica que la cuerda
era manejada de forma manual, seguramente
atada en ambos extremos a mangos de madera para facilitar el movimiento continuo de
vaivn, y aplicar la fuerza suficiente para que
el abrasivo cumpliera su funcin.

Operacin 2. Vaciado de la parte posterior


una vez obtenida la preforma deseada de
la parte anterior, se comenzaba el vaciado de la
parte posterior de la mscara. El vaciado se
lograba mediante la realizacin de distintas
perforaciones tubulares que dejaban un ncleo cilndrico adherido a la masa del objeto.
Posteriormente, este ncleo cilndrico se desprenda mediante un golpe de cincel (figuras
12d, 12e y 12f).
En otros casos, parece haberse combinado
la realizacin de las perforaciones cilndricas
con mltiples incisiones realizadas con un punzn, con el cual se producan ranuras paralelas
(figura 12g). De cualquier forma, y en ambos
casos, el objetivo era eliminar poco a poco
partes del ncleo de la mscara, para lograr
el vaciado caracterstico de la parte posterior.
una vez desprendidos todos los ncleos
sobrantes de las perforaciones tubulares o las
partes altas dejadas por las incisiones, la superficie se emparejaba por percusin indirecta.
En esta accin se utilizaba un punzn, dejando en ocasiones la superficie con una apariencia ligeramente picoteada (figura 3). La superficie irregular pudo tambin emparejarse
por abrasin usando un pulidor y abrasivos de
grano grueso.
Finalmente, los artesanos debieron emplear
bruidores y abrasivos finos para dejar completamente lisa la superficie de la parte posterior. resulta extrao, sin embargo, que
mientras algunas mscaras presentan la parte
posterior con un acabado bruido, otras se
dejaron con las huellas del proceso de vaciado,
es decir, con restos de los ncleos cilndricos
o de las incisiones.

El proceso de manufactura
de una mscara
Operacin 1. Obtencin de la preforma
La preforma para realizar una mscara se obtena por desgaste a partir de un bloque de la

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La cadena operativa en la fabricacin de mscaras

Figura 2. Vista posterior de una mscara de piedra


verde, 2.4 12.8 cm. Museo de Sitio. Proyecto
Arqueolgico 1962-1964. Foto M. Morales.

Figura 4. Mscara con la parte frontal no acabada.


La Ciudadela, Conjunto 1D, grupo E, habitacin
5, PAT 1980-1982. Foto M. Morales.

Figura 5. Detalle de la boca de una mscara de


piedra verde, hecha a base de perforaciones
tubulares.

del rostro, apenas comenzaba a trabajarse,


cuando por alguna razn la mscara fue desechada. ste es un caso por dems singular,
pues podemos observar las lneas que marcan
los rasgos del rostro y ubicacin proyectada de
los ojos y la boca, mismos que pueden considerarse como indicios del diseo preconcebido de la mscara en la mente del artesano.

Figura 3. Vista posterior de una mscara de


piedra caf, 15 18 9 cm. Elemento 37, Frente
1, La Ventilla. Cortesa rubn Cabrera, Proyecto
La Ventilla. Foto M. Morales.

Se cuenta con varios ejemplos de mscaras


en las cuales es posible observar an las huellas
impresas del uso de perforadores tubulares
hechos de carrizos, o por medio de incisiones
que servan para eliminar partes del ncleo
(figura 2). Sin embargo, uno de los casos ms
significativos con que contamos y a partir del
cual fue inferida esta operacin es el de un
fragmento desechado procedente de los talleres de La Ventilla. En ste es posible observar
que la parte posterior haba sido terminada y
pulida, en tanto que la parte anterior, es decir,

Operacin 3. Rasgos de la cara


una vez terminada la parte posterior de la
mscara, el artesano trazaba una serie de incisiones lineales que servan para establecer la
ubicacin de los rasgos del rostro y guiar la
hechura de la boca, nariz y ojos (figuras 4, 12h
y 12i). Por medio de perforadores cilndricos
de diferentes dimetros (Blanc, 2002), se
horadaban los extremos de la boca y los ojos
(figuras 5 y 7).

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Las perforaciones se realizaban en diagonal


al plano horizontal de la mscara (figura 12j),
aunque en un caso hemos podido observar
que se realiz introduciendo el perforador de
manera horizontal al mismo plano. Desconocemos la razn por la que las perforaciones
en los extremos de los ojos y de la boca eran
ms profundas, ya que en el caso de los ojos
stas quedaban completamente cubiertas por
las incrustaciones que se colocaban, mientras
que en la boca quiz servan para dar mayor
realismo y acentuar el efecto de profundidad
(figura 8).
Para lograr los huecos de la boca y de los ojos
se practicaban varias perforaciones continuas,
quedando pequeos ncleos cilndricos que
posteriormente se desprendan con un ligero
golpe de cincel o por presin. En algunas
mscaras no se sigui el proceso de realizar
perforaciones continuas, sino que se efectu el
vaciado por medio de incisiones producidas en
primer lugar con fibras y luego con una lezna o
un punzn (figura 6). La eleccin de cualquiera de las dos tcnicas o incluso la combinacin
de ambas (perforaciones continuas e incisin)
pudo depender de la materia prima (figura 6).
Vale insistir en que en todos los casos donde se
practicaron perforaciones tubulares se emplearon otates con algn abrasivo, mientras las incisiones se elaboraban con un punzn.
una vez definido el cuerpo de la nariz, se
hacan los orificios nasales, que en la mayora
de los casos se representaron mediante ligeras
perforaciones cnicas, aunque tambin las hay
cilndricas.6 Algunas mscaras no tienen representados los orificios nasales sino que apenas
estn insinuados por ligeras depresiones.

Figura 6. Detalle de la boca de una mscara de


piedra verde, hecha a base de perforaciones
tubulares e incisiones.

Figura 7. Detalle del ojo realizado por perforaciones


e incisiones. Mscara de piedra gris. Elemento 37,
Frente 1, La Ventilla. Foto M. Morales.

Figura 8. Detalle de la boca, con interior pulido,


de una mscara de piedra verde. Foto M. Morales.

El uso de perforadores cilndricos hechos de hueso


de ave ha sido mencionado por gendron (1998). Holmes
(1919) habla de un perforador tubular que se rompi y
qued atorado en una plaqueta de piedra verde de
Xochicalco. En la coleccin de herramientas de hueso
estudiada por romero (2003, 2004) no se identific
ningn perforador de este tipo, adems de que algunas
perforaciones presentan un dimetro que difcilmente
podra resultar del uso de huesos, razn por la cual
pensamos que se utilizaban carrizos.

Otras perforaciones que se realizaban en


los laterales (en general dos en cada lado) y
otra en la parte superior servan para atar la
mscara al bulto mortuorio (figura 9). Las
perforaciones que se hacan en las orejas servan para colgar ornamentos (figura 12k). Esta

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La cadena operativa en la fabricacin de mscaras

Figura 9. Perforaciones bicnicas de la


mscara de piedra verde, Museo del sitio.
Foto M. Morales.
clase de perforaciones podan ser bicnicas o
cilndricas, y se iniciaban marcando el punto
de la perforacin con un punzn de hueso
para evitar el desplazamiento de la broca (en
el caso de las perforaciones cnicas) o del
perforador tubular. En varios casos se ha observado que las perforaciones bicnicas no seguan la misma trayectoria desde ambos lados,
por lo que en ocasiones tuvieron que realizarse otras adicionales para unirlas.

Figura 11. Mscara en piedra gris. Frente 3, La


Ventilla. Cortesa Sergio gmez, La Ventilla.

de la boca. Pueden ser perforaciones cilndricas o incluir diseos geomtricos o fitomorfos


que representen algn tatuaje o escarificacin
(figuras 11 y 12l). Es posible que algunas
perforaciones hubiesen servido para colocar
incrustaciones, pero en ningn caso conocido
se han conservado.

Operacin 4. Decoracin con incisiones


una vez terminado el proceso mediante el cual
quedaban definidos los rasgos del rostro, en
algunas mscaras se realizaban incisiones y
perforaciones que ornamentaban el objeto
(figura 10). Este trabajo generalmente se
ejecutaba en el rea de las mejillas o alrededor

Operacin 5. Acabado de la pieza: pulido


y bruido
Definidos los rasgos del rostro, la mscara era
pulida con abrasivos finos con el fin de eliminar las huellas de los diferentes procesos de
trabajo. El bruido se efectuaba posteriormente para darle brillo a la piedra.
Operacin 6. Decoracin: incrustacin y pintura
una vez que la forma general de la boca y los
ojos haba sido terminada y se haban eliminado los residuos cnicos de las perforaciones
cilndricas emparejando la parte ms profunda de las cavidades, se proceda a colocar incrustaciones hechas de diversos materiales que
representaban las partes de los ojos y los

Figura 10. Mscara en piedra caf claro. Museo de


sitio. Foto M. Morales.

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Figura 12. Dibujo de la cadena operativa de produccin de mscaras en los talleres lapidarios de La
Ventilla.

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La cadena operativa en la fabricacin de mscaras

dientes. La esclertica se lograba con incrustaciones de concha, en tanto que un material


oscuro (obsidiana o algn mineral como la
pirita) era usado para semejar la pupila. Los
dientes eran formados por pequeas placas
de conchas (figuras 11 y 12m).
Las incrustaciones acentuaban el realismo
de la pieza, al representar el rostro de un
personaje vivo. Entre los tarascos (Arqueologa
Mexicana, 2000) como en ciertos lugares del
Per (2006), las mscaras se representan con
los ojos cerrados, personificando el rostro de
un individuo muerto. Si bien, como antes sealamos, las mscaras eran utilizadas en las
ceremonias y rituales funerarios, la intencin
del artesano teotihuacano era representar el
rostro de un individuo vivo.7
Se han encontrado mscaras que alguna
vez estuvieron pintadas o fueron cubiertas con
polvo de cinabrio. El pigmento rojo se colocaba directamente sobre la piedra con algn
aglutinante o sobre una delgada capa de estuco
hecho de cal (gazzola, 2000). Las mscaras
que tienen recubrimiento de estuco generalmente estaban pintadas con otros pigmentos
como el verde y el negro (figura 12n).
A propsito de la famosa mscara de estilo
teotihuacano decorada con mosaicos de turquesa, descubierta por Porfirio Aguirre en
1921, adquirida en la dcada de 1960 para
formar parte de las colecciones del Museo
Nacional de Antropologa, cabe sealar que
se desconoce el contexto de su hallazgo y slo se
sabe que procede de Malinaltepec, estado de
guerrero. Por sus caractersticas formales es
indudable que mantiene el ms puro estilo
teotihuacano, aunque las incrustaciones pudieron ser colocadas en otra poca.8

Comentarios en torno a la organizacin


tcnica y social de los talleres
de La Ventilla
El estudio general del Conjunto Arquitectnico A ha permitido conocer aspectos de la
organizacin tcnica y social del trabajo en los
talleres de lapidaria de La Ventilla (gmez,
2000). El conjunto fue ocupado por grupos
domsticos pertenecientes a la misma clase
social, pero se reconoce que al interior pudieron existir dos grupos que posean un estatus
social diferente. Los grupos con mayor estatus
ocupaban las unidades ligadas a la conduccin
de las actividades rituales y religiosas, en tanto
que los grupos con menor estatus ocupaban
la mayora de las unidades domsticas del
conjunto (figura 13).
Las unidades religiosas
Las unidades 5, 6 y 11, as como la Subestructura 8 del Conjunto Arquitectnico A, se definen por la presencia de uno o varios templos
y aposentos alrededor de una plaza, y por tener
mejores acabados y ocupar un mayor espacio
(entre 229 y 340 m 2), denotando que sus
ocupantes tenan un mayor acceso a determinados recursos que los de las unidades, que
slo sirvieron para la vivienda de la mayora
de los grupos domsticos.
La presencia de templos, altares y aposentos
ha permitido suponer que los individuos que
ocuparon estas unidades tenan a su cargo la
conduccin de las actividades religiosas y el
culto a las deidades patronas de los lapidarios.
Se cuenta con evidencias que indican que los
individuos que ejercan como ministros del
culto tambin se encargaban de la manufactura de las herramientas en hueso y obsidiana,
indispensables en el trabajo lapidario. Esta
condicin les daba no slo un mayor estatus
social sino que les permita un control sobre
los grupos domsticos.
Los individuos con mayor estatus social
cumplan adems la funcin de recibir, almacenar y administrar las materias primas que
entraban en el conjunto, distribuyndolas a cada

7
No en todos los mbitos donde se conoce el uso de
mscaras estn asociadas con el ceremonial funerario,
sino con otro tipo de rituales. En Shang, China, se han
localizado mscaras de tamao inferior al de un crneo
humano, que habran estado colocadas sobre un escudo
y utilizadas en ciertos rituales (Mackenzie, 2000).
8
Hasta el momento no se ha recuperado un solo
fragmento de turquesa en Teotihuacan.

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Julie Gazzola

Figura 13. Plano de los talleres lapidarios de La Ventilla, Conjunto Arquitectnico A, Frente 3 (tomado
de gmez, 2000).

de cada unidad domstica, algunos espacios


servan para llevar a cabo la produccin y como
talleres, en tanto que otros, para la preparacin
y consumo de alimentos y como dormitorios.
La presencia de materias primas, objetos en
proceso de manufactura, otros acabados, desechos y herramientas, ya sea como ofrenda en
los entierros o recuperadas directamente sobre
los pisos del ltimo nivel de ocupacin, permiti identificar actividades relacionadas con el
trabajo lapidario y de concha.
Cada unidad domstica alojaba a una familia de artesanos. Seguramente los miembros
que componan el grupo intervenan de algu-

grupo domstico que se especializaba en el trabajo de determinados materiales. Estos mismos


individuos se encargaban de recuperar gran
parte de la produccin generada en cada unidad domstica, y canalizarla a los grupos que
abastecan las materias primas, o directamente
a los representantes del gobierno ubicados en
el Templo del Barrio, bajo la forma de tributo.
Las unidades domsticas y artesanales
Las unidades 1, 2, 3, 4, 7 a 17 identificadas como
viviendas de grupos domsticos, se caracterizan
por tener menores dimensiones que las otras,
y espacios acabados ms austeros. Al interior

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La cadena operativa en la fabricacin de mscaras

na manera en cada una de las distintas operaciones relacionadas con la manufactura de


objetos lapidarios. Es probable que por sus
habilidades tcnicas o edad algunos individuos
fueran reconocidos como maestros-artesanos
y estuvieran al frente de cada familia.
La divisin tcnica y social del trabajo favoreci la especializacin de cada grupo domstico en el manejo de una materia prima en
particular, y/o en la produccin de determinada clase de objetos. En otro estudio realizado sobre la produccin de cuentas en piedras
verdes se concluy que stas se manufacturaban principalmente en la unidad 8, mientras
que la unidad 17 se especializaba en la elaboracin de placas. De la misma manera, la
ubicacin de una mscara y fragmentos de
otras en el contexto de los talleres permiti
identificar que se manufacturaban en las
unidades 7, 8 y 18, aunque existe la posibilidad
de que los ocupantes de esta ltima se dedicaran no a la fabricacin de mscaras, sino slo
a la colocacin de las incrustaciones.
un fragmento de mscara de piedra verde
se recuper en la unidad 8, una de las unidades artesanales ms grandes que se especializaba en el trabajo de las piedras verdes; en la
unidad 7, donde se descubri otro de los
fragmentos, se trabajaban distintos materiales
aunque hay indicios de que la produccin
pudo ser menor que en otras unidades.

ficativo que apoya la idea de su uso en contextos funerarios fue reportado por gmez
(2000), quien, al conducir la exploracin de
la unidad 9 del Conjunto Arquitectnico A de
La Ventilla, localiz la cabeza de una figurilla
antropomorfa colocada sobre el crneo de un
perinato, a manera de mscara. Con excepcin
de este singular caso, hasta el momento ninguna mscara de piedra ha sido localizada en
asociacin directa con los restos de algn individuo, lo que indica que probablemente una
misma mscara poda emplearse en mltiples
ocasiones en estas ceremonias.
En la zona maya se han localizado mscaras
formadas con pequeos mosaicos que cubren
el rostro de los gobernantes fallecidos. Es el
caso de Pakal y la reina roja en Palenque, as
como de otros dignatarios de Calakmul, Dzibanch y Oxkintok, por citar slo algunos sitios. Es posible que algunas mscaras elaboradas en formatos ms pequeos pudieran
usarse como parte de la indumentaria, ya sea
como pendientes colgando del cuello de sacerdotes o individuos de mayor estatus social,
o inclusive como adornos de su vestimenta.
El descubrimiento y estudio de los talleres
lapidarios del barrio de La Ventilla en Teotihuacan ha permitido reconstruir la cadena
operativa implcita en la produccin de mscaras y destacar algunos aspectos de la organizacin tcnica y social del trabajo. No tengo
duda de que en el proceso de produccin a
gran escala fue clave la especializacin de los
artesanos, la existencia de condiciones especficas para una eficiente divisin tcnica y
social del trabajo y un control estricto de la
produccin y la riqueza generada en cada
barrio por parte de distintas instancias del
gobierno.
Este estudio, junto con otro sobre la produccin lapidaria y las cuentas realizado por
la autora, adems del anlisis sobre los talleres,
nos aporta elementos y cada vez ms informacin sobre un grupo de la sociedad teotihuacana: el de los artesanos especializados de un
barrio de la antigua ciudad, sus caractersticas,

Conclusiones
La mscara de piedra es uno de los objetos
ms singulares de la cultura teotihuacana.
Existen varias hiptesis sobre su funcin y uso.
una de las ms aceptadas reconoce su uso en
el ritual funerario, colocndose como rostro
del bulto mortuorio. Segn Munera (1991),
el descubrimiento de una mscara de cermica colocada sobre una representacin de un
bulto hecho tambin en cermica confirma el
uso funerario de las mismas.9 Otro caso signi9
Este elemento se hall asociado a un entierro explorado en el Cuadrngulo Norte de La Ciudadela.

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Julie Gazzola

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formas de organizacin y relacin con otros


grupos sociales.
Agradezco a la arqueloga Claudia Lpez y a
roberto rojas, encargados de la ceramoteca,
por la informacin proporcionada, as como
a Miguel Morales por las fotografas.

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77

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Obsidian Lapidary without Polishing


John E. Clark* and Phil C. Weigand**

Our joint interest in the pre-Hispanic manufacture of obsidian jewelry dates to January 25,
1996, and a pair of questionable observations
made at the San Juan de los Arcos quarry in
Jalisco. It is appropriate we start by describing
the generative errors that got us interested in
the topic in the first place, followed by a description of what we have learned since. Our observations are based on examinations of artifacts in
the field and in the lab. We limit discussion here
to manufacturing techniques and do not des
cribe the variety of items made anciently with
these techniques. Many hard stones in Mesoamerica were made into fine jewelry through
processes that required shaping, grinding, and
polishing to achieve brilliant mirror finishes.
Obsidian is unique among these materials because its natural fracture produces a brilliant,
mirror surface, and any grinding and polishing
diminishes its natural luster. If the fracture plane
of an obsidian flake is smooth and free of ripples
and impurities, it is a natural mirror. Ancient
artisans in West Mexico produced natural mi
rror surfaces on thin flakes, and they subsequently chipped these mirror blanks into a variety of shapes for personal adornments, some
of which we illustrate here.

Observations at the San Juan de los


Arcos Obsidian Quarry
We begin with John Clarks trip to Jalisco because the sequence of events, observations,
and unwarranted inferences from this venture
were critical for coming to our current understanding of an ancient manufacturing technique. In 1996, Clark, Ronald Lowe, and
Warren Hill drove from Chiapas to western
Mexico with the dual purpose of visiting sites
in Michoacan and Jalisco and obtaining
obsidian for experimental purposes. On the
Jalisco leg of the trip, Phil Weigand took them
to many sites and quarries. He was particularly keen on visiting the San Juan de los Arcos
quarry and hearing Clarks opinion of it because he surmised that it was a quarry where
obsidian jewelry had been produced anciently. Jalisco has more obsidian sources than
any other region in Mesoamerica (figure 1),
and it is a particularly interesting area because
many of its quarries appear to have been used
for specialized production, depending on the
qualities of the obsidian at each source (Espar
za,2003, 2005; Weigand and Weigand, 1994;
Weigand et al., 2004). Production of obsidian
goods in Jalisco, at least for the Late Formative
and Classic periods, may have been a rationa
lized system where many obsidian outcrops
were utilized in a special and efficient manner,
with some quarries being devoted to the pro

* Brigham Young University.


** El Colegio de Michoacn.

79

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Figure 1

John E. Clark and Phil C. Weigand

Magdalena

Huitzilapa

San
Marcos

Tequila

d
e

Amatitan

San
Juanito

f
Etzatlan

Arenal

g
Oconahua

m
l
de
Mercado
Teuchitln

Tala

Cinaga de los Patos

N
W

San Juan de los Arcos

S
Ameca

10 km

a. San Marcos
b. Guadalupe
c. Llano Grande
d. San Sebastin Oeste
e. San Sebastin Casco
f. Ostotero/Las Fuentes
g. La Providencia
h. La Joya
i. Huitzilapa
j. Tequila

k. Santa Teresa
l. La Mora/Teuchitln
m. Huaxtla
n. Boquillas
0. San Juan de los Arcos
p. Ahuisculco
q. Navajas
r. Lupita #3
s. La Pila
t. La Quemada

Obsidian outcrop
Obsidian outcrop with clear
evidence of ancient use
Water
Town
Site

Figure 1. Map showing the locations of towns, obsidian sources, and some archaeological sites in Jalisco.

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Obsidian Lapidary without Polishing

the western edge of the nuclear area and decrease in frequency towards the eastern edge,
the area of the San Juan de los Arcos obsidian
quarry.
The San Juan de los Arcos obsidian outcrops
on a low hill. We started our reconnaissance at
the base of this hill with an examination of small
chips found in the anthills. Clark dismissed
these as evidence of specialized production
because they were a random assortment of
chips and small angular chunks such as found
in any obsidian quarry, the size and frequency
of the chips being determined by what the ants
can haul up from underground. It is worth
pointing out that Clarks initial assessment was
logically precipitous and had no basis in personal experience or predicted manufacturing
outcomes. Weigand talked of lapidary production, so Clark imagined techniques of chipping, grinding, and polishing but had no idea
what the chippage from such a technique would
look like because he was unfamiliar with the
specific techniques and goods produced. His
mental image of obsidian lapidary was the famous obsidian Monkey on display in the Aztec
room of the National Museum of Anthropology in Mexico City obviously an unfair standard.
In reality, Weigand had been referring to very
different and well-known artifacts in West
Mexico archaeology. The term lapidary prevented clear communication. With these miscommunications in play, we climbed the obsidian hill looking for evidence of ancient
lapidary, not knowing beforehand what it
should look like. About 150 m upslope, we
examined the debris from another anthill, but
there were no obvious differences in the types
of flakes and flake fragments there from those
observed at the bottom of the hill. Farther upslope we found evidence of ancient mining.
The obsidian at San Juan de los Arcos is a
homogenous, fine-grained, jet black volcanic
glass ideally suited for making dark mirrors.
Obsidian nodules there are flattish rather
than blocky. Pits were dug to extract obsidian
from its original matrix and layers. Mining

duction of obsidian blade cores and pressure


blades (Soto de Arechavaleta, 1982, 1990),
others to preforming flake cores, and others
possibly to obsidian jewelry. Based on the wide
variety of colors represented, bifaces appear
to have been made at a number of different
quarries, and to date, no quarry is known to
have specialized only in their production.
Our touring group spent most of an afternoon at the San Juan de los Arcos obsidian
quarry because of Weigand conjecture, based
on four lines of evidence, that it had been a
place for making lapidary products: 1) broken
pieces of lapidary had been found at the
quarry, 2) finished pieces found in private
collections were made from the lustrous, black
obsidian characteristic of this source; 3) many
small obsidian chips are found in anthills at the
base of the quarry, and 4) the highest frequency of obsidian jewelry in the region comes
from nearby habitation sites. The number of
obsidian jewelry pieces from sites and graves
in the region immediate to San Juan de los
Arcos is overwhelming, and their frequency
diminishes as a function of distance from this
quarry. Looting has been so generalized
within the overall region that this observation
has a basis in fact, even though precise frequencies are not available. While burials (both
elite and non-elite) in the general Tala area,
which includes San Juan de los Arcos, have
large quantities of obsidian jewelry, burials in
the more distant areas of Teuchitln and the
guachimontones have far fewer examples
(Cach, 2003; Weigand, fieldnotes). At Huitzilapa, at the opposite end of the nuclear area
of the Teuchitln Tradition, no obsidian jewelry was found in the monumental shaft-tomb
excavated there by Lorenza Lpez and Jorge
ramos (2006). One fragment of obsidian
jewelry has since been found in a recent bulldozer cut. Shell artifacts were recovered at
Huitzilapa in great numbers. The distribution
of shell and obsidian jewelry in this larger
region thus constitutes a complementary
pattern. Shell artifacts are most frequent at

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John E. Clark and Phil C. Weigand

theless, many nodules are large enough that


they could have served to make unifacial cores
from which prismatic blades could have been
removed, but we found no evidence of failed
attempts to make such cores at this quarry. We
had seen some a few days earlier at an obsidian quarry in Michoacn.
In discussing this possibility with Weigand,
Clark finally realized that he and Weigand had
been talking at cross-purposes. Weigand had
used the term lapidary to describe a class of
finished forms of obsidian jewelry but not the
technique of polishing them. Clark thought of
lapidary as a technological process for making
a wide variety of forms through polishing with
abrasives. This central ambiguity between
techniques and forms is expressed in our title,
lapidary without polishing, referring to the
natural mirror finish of West Mxico obsidian
jewelry achieved by percussion knapping rather
than by grinding and polishing with abrasives.
Once Clark had the correct artifact forms in
mind, he linked them to the flat cores at the
quarry and proposed that the cores had been
used to extract blanks for making the various
pendant forms known for West Mxico.

pits were 1 to 2 m deep and about 3-15 m in


diameter. unuseable obsidian nodules and
percussion byproducts ring each pit. The
biggest pits are near the crest of the hill and
the top of the ridge; they are also surrounded
by dense debris.
As Warren Hill was walking upslope, he found
an exhausted percussion core. It was the first
evidence Clark had seen up to that point of
formal products or byproducts. Much of the
debris seen prior to this looked like unspecialized production of flakes. The exhausted cores
at the quarry are unusual because they are
unifacial and rather flat-faced (figure 2). The
platform-to-face angles are about 70 degrees.
The discarded cores we saw at San Juan de los
Arcos all showed that the final macroblade
removal had been down the center of the
worked face, analogous to a flute on a Clovis
point. The cores were of similar shape and size
and evinced the same flaking sequence from
the two corners to the middle. The final, exhausted core forms appear to have been dictated by the tabular shape of the obsidian
nodules. The raw material does not easily lend
itself to the production of macrocores. None-

b
10 cm

Figure 2
Figure 2. Front and side views of two cores from
the San Juan de los Arcos quarry.

82

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Obsidian Lapidary without Polishing

have to have been unifacial, and such cores


are common at other obsidian quarries, but
not at this quarry. The original form of obsidian nodules is no more challenging at this
quarry than those at the ucareo source in
Michoacn, but no unifacial, pressure blade
cores were found at San Juan de los Arcos in
our brief visit there.
The large, flat cores seen at the quarry (figure
2) were discarded after taking off about five to
seven percussion blades or flakes, and most of
these flakes were discarded at the quarry.
Clark proposed that the objective of quarry
production was one, or two at most, mirror
blanks per core. These required at least three
or more large blade or flake removals to prepare the flat face of the core, as diagramed in
figure 3. The target of the preforming was to
create a broad, smooth, brilliant surface with
no ripples on the core, and then remove this
surface with a thin flake that had these same
characteristics on its ventral surface, thus
producing a mirror surface on both faces,
front and back. The natural shape and size of
the nodules at the San Juan de los Arcos source
were ideal for making these blanks. To create
a mirror with parallel flat faces, one would
have to remove the curved bulb of percussion
on the ventral face of this flake and the dorsal
ridges near its edges. Once these curved
and ridged parts of the flake had been removed,
one could chip the flat blank into sundry silhouette shapes. The final step was to drill holes
in the piece in the appropriate place(s) for its
suspension. It is worth pointing out that the
production of a mirror surface on only one
face of a flake is much less difficult and only
requires a flake with a smooth ventral surface
and unifacial chipping to the desired form.
On his return to Chiapas, Clark replicated
the process he envisioned at the Jalisco quarry
and produced a circular mirror 10 cm in diameter and 3-4 mm thick, with opposed mirror
faces and right-angle edges around the perimeter of the disk. The object took about an
hour to make, start to finish. Clark did not

One implication of Clarks hypothesis is


that the cores at the quarry do not relate to
the export of either cores or macroblades.
Many of the macroblades and large flakes left
at the quarry would have made excellent tools
or have been serviceable blanks from which
to chip bifaces, but they were discarded rather
than used or transformed in these ways. The
obvious conclusion is that all the artifacts
discarded at the quarry were considered waste,
so the analytical problem confronting us on
the slopes of the San Juan de los Arcos quarry
was how to account for the unusual shape and
size of abandoned cores and the presence of
so much usable raw material and serviceable
product. We did not see any broken pieces of
obsidian lapidary or jewelry at the quarry or
at the hypothesized workshops adjacent to the
quarry at the foot of the hill. Nonetheless,
Weigand appears to have been correct that the
quarry was connected to lapidary production.
Artisans at this quarry appear to have produced
blanks with mirror surfaces for making jewelry
that did not require grinding and polishing.
If so, the final stages of production took place
elsewhere, with quarry production dedicated
to making preforms.
Coming to this conclusion while at the
quarry was satisfying, but observations made
since call Clarks hypothesis into question, so
additional study of quarry debris is needed.
Clark considered his hypothesis the most
parsimonious explanation at the time for the
following observations:
One of the most noteworthy things about
the San Juan de los Arcos quarry is that the
technology was extremely wasteful. Most of the
talus refuse is composed of unflaked, untested
nodules of obsidian. Most of these would serve
well for making large bifaces. No evidence of
biface production was seen at this quarry,
either broken bifaces or bifacial thinning
flakes.
Many of the discarded nodules could have
been used to make small blade cores for
pressure blades. Most of these cores would

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John E. Clark and Phil C. Weigand

This necklace was from an excavated burial


and was put together painstakingly in the field
based on the location of each piece. The other
representative artifacts shown in figure 4 come
from different burials, some of them looted.
These data provide information on the chronology and social uses of the items in question.
There are several different kinds of obsidian
represented, but most of the objects appear,
on visual inspection, to have been made from
the shiny, opaque black obsidian from the
nearby San Juan de los Arcos quarry. These
artifacts are from graves of lesser elites and
possibly commoners.
With the retrospective of some simple
replication experiments behind us, and study
of finished artifacts from West Mxico, we now
notice that the central scars of the exhausted
cores at the San Juan de los Arcos quarry
(figure 2) are not as far apart as should be
expected for the production of large mirror
blanks and that blank production on these
cores would have been more difficult than
imagined. Also, we do not recall any thin
macroflakes at this quarry that would also be
expected if any attempts at producing mirror
blanks had failed a virtual certainty. Thus, we
need to return to this quarry with better expectations of different techniques for the
production of mirror blanks and the final
products recovered from Cinega de los Patos
in mind. Furthermore, it would be appropriate
to conduct some experiments with raw material from this quarry and with hammerstones
of similar size, shape, weight, and raw material as those seen there. Finally, part of the
experiment would be to replicate the same
sorts of flake byproducts seen at the quarry,
and in similar frequencies, as a necessary step
for determining what was made and exported
from this quarry most importantly, to determine whether or not mirror blanks had been
made there. Based on observations of finished
goods, obsidian pendants with mirror surfaces,
and of various shapes, were produced at several different obsidian quarries in Jalisco.

replicate the perforation, which would have


taken more time and requires skills he does
not possess. At this point he considered his
main task completed, and he sent Weigand
the replica mirror as proof of the plausibility
of the hypothesized production process. The
weakness of Clarks hypothesis, and one that
remains as of this writing, is that archaeological examples of the final products thought to
have been produced at the quarry or its
workshops were not examined for evidence of
the production process, so critical information
was unavailable for evaluating his idea. It was
not until 2003 and 2006 that Clark was able to
view collections of obsidian jewelry objects
from West Mxico. These examinations revealed a different production sequence than
the one hypothesized above and call into
question his reconstruction. We describe both
the hypothesized technique and an alternative
here to put them on record for future evaluation. The pieces of obsidian jewelry Clark
examined are from other obsidian sources
(red obsidian and clear obsidian with black
bands) and made by a simpler technique. His
reconstruction of the technique for San Juan
de los Arcos remains unconfirmed with objects
made from obsidian from that source, so we
would not be surprised or disappointed if his
hypothesis is wrong. The one small piece of
obsidian lapidary examined by Clark from
this quarry was made by a different method
(see below).
By happenstance, West Mxico artifacts that
Clark examined are similar to obsidian jewelry
recovered from the site of Cinega de los Patos
near the San Juan de los Arcos quarry, illustrated in figures 4-5. These artifacts date to the
Late Formative to Early Classic periods (350
bc to ad 350, the late Arenal and Ahualulco
phases). Evidently, a wide variety of forms were
made as pendants and beads. Figure 5 shows the
only obsidian necklace found and carefully
reconstructed archaeologically, and it illustrates
how some of these forms were put together to
comprise a larger and very impressive artifact.

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Figure 3

Obsidian Lapidary without Polishing

5
4
3

useable
mirror
blank

f
c

Figure 3. Hypothetical reduction sequence for making mirror blanks. a) Plan of the top of the core
showing the sequence of flake removals. b) Face of the core showing the scars left by the removal
of the first three flakes. c) Face of the core showing the central scar left by the removal of flake 4.
d) Dorsal and side views of flake 4. e) View of flake 4 showing the portion of the flake used to make
a mirror blank. f) Dorsal and side views of mirror blank made from flake 4.

h
i

5 cm

Figure 4

Figure 4. Artifacts from looted burials at the Cinega de los Patos Site. a) Crescents. b) Long pendants
that mimic the form of pressure blades. c) Elongated rectangles. d) Disks. e) Serrated and tanged
crescents. f) Anthropomophs. g) Notched disks. h) Crosses. i) Large mirrors and triangular pendants.

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John E. Clark and Phil C. Weigand

5 cm

Figure 5

Figure 5. Necklace from Cinega de los Patos showing the disposition and arrangement of knapped
obsidian pendants and beads.

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Obsidian Lapidary without Polishing

ent manufacturing process, such as the production of large bifaces or blade cores. Only
one mirror blank could be produced per
macroflake, or more accurately stated, only
one attempt at producing a mirror blank from
the bulb of a macroflake was feasible. Failed
attempts ruin the possibilities of second
chances with this technique.
The possibilities of producing a mirror
blank from large flakes depend on the curvature and smoothness of their bulbs of percussion and not the overall shapes of the flakes.
Desirable qualities are those of a mirror: a
smooth surface without ripples, fissures, or
impurities and with a rounded, symmetrical
curve in both transverse and longitudinal
cross-section. Preliminary attempts to replicate
bulbar mirror blanks shows that flat bulbs of
percussion do not serve well. Erraillure scars
are another problem. Erraillure flakes remove
part of the mirror surface on the bulb and thus
on one intended mirror face. To produce a
smooth, rounded bulb of percussion requires
a slow blow with a large, soft hammerstone.
Clarks experiments showed that he could not
use excessive force, speed, or hard hammerstones because each of these techniques resulted in too many ripples, fissures, and/or
large erraillure scars.
The percussion blow used anciently to
make macroflake cores was to an acute angle
platform. An unavoidable consequence of this
is that the platform-to-bulb angle on the belly
of the removed macroflake was obtuse because
it was the supplementary angle to the acute
platform-to-face angle. It follows that ancient
artisans could not remove the bulb of percussion from the macroflake by using the original
platform because the angle was obtuse. The
best way to remove the bulb was to come in
from either side, similar to removing a biface
thinning flake. Artisans removed bulbs of
percussion with a lateral, flat flake, so the
mirror blanks produced were plano-convex in
both long and short cross-sections, thickest in
the middle and feathering near their edges,

Knapping Obsidian Jewelry


The following observations were made from a
collection of artifacts donated to the Museum
of Peoples and Cultures at Brigham Young
university (byu), Provo, utah. representative
examples of the forms are shown in figures 6
and 7. Manufacture of these forms required
three steps and three different knapping
techniques, each with their challenges. In their
reduction sequence, these steps are preparation
of the mirror blank, cutting it to shape, and
drill-punching suspension holes.
The technique illustrated in figure 3 that
Clark reconstructed for making mirror blanks
needs to be rethought because it does not fit
with the manufacturing details seen on the
finished specimens examined thus far. No
systematic study was made at San Juan de los
Arcos of quarry debris, the size and frequency
of various forms, or any search made for
confirming or falsifying information of Clarks
hypothesis. A different technique, and one
attested in all the finished pieces seen in the
byu museum collection, was to produce blanks
from large flakes after they were removed
from cores rather than removing a flat flake
from the primary core that would serve this
purpose. This latter technique is illustrated in
figure 8. Mirror blanks were made by removing large, rounded bulbs of percussion from
macroflakes with a blow perpendicular to the
long axis of the macroflake. The maximum
size of such blanks was limited by the size and
prominence of the bulbs of percussion on the
macroflakes used as cores. As apparent in
figure 6, some of the crescents made by this
technique are about 15 cm wide, meaning that
the bulbs of percussion they were flaked from
must have been greater than this, and the
macroflakes even wider. Some of the mirror
blanks needed to make the crescents shown
in figure 6 were made from flakes that were
larger than the discarded cores observed at
San Juan de los Arcos. It is important to emphasize that these mirror blanks could have
been produced as an integral part of a differ-

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John E. Clark and Phil C. Weigand

tioned. Margins were pressure-flaked to a 90


degree angle. Most of the specimens in the
byu collection were retouched from only one
face, but the thicker examples were flaked
bifacially from opposing faces to maintain the
squared edge.
We have not replicated the final step of the
process, but its general features are clearly
evident in the objects in the byu collection.
Small conical holes were drilled in the thin
edges of the shaped forms about one-third to
one-half way through the piece. Then a finetipped punch with straight edges was seated in
the bottom of this hole, and the remaining
obsidian was punched out as a small cone flake.
These flakes are very diagnostic but would be
virtually invisible to normal archaeological
recovery techniques because they are so small.
The conical flakes removed were slightly bigger
than the size of the semi-drilled holes, but
usually less regular, and they left a scar with a
mirror surface characteristic of all percussion
flakes that contrasts markedly the dull, frosted
surface of the drilled side of the holes (figure
7b). The biconical perforations created with
the indirect percussion removal of the small
conical flakes are less than a millimeter wide,
so the tip of the punch must have been this
fine. The finished holes show a very regular,
frosted negative cone on one face and a less
regular, mirror-finish, negative cone on the
opposite face. The drill-and-punch technique
has long been replicated by gene Titmus
(personal communication and observation),
but until now we lacked the archaeological
observations to confirm it. We do not know
what was used to drill the conical, partial holes
or to punch them out, but punches had to have
been of hard, fine-pointed materials with
straight sides. Drilling and lapidary techniques
are currently being explored and replicated by
a research team at the Templo Mayor in
Mxico City, the site of the largest collection
of worked shell and polished obsidian objects
in Mesoamrica (Velzquez Castro, 2006; Velzquez Castro and Lowe, 2007). In particular,

with a slight bulb of percussion on one ventral


edge. Even with good control, there are subtle
or obvious traces on each face of the blank of
the direction of the percussion blows involved
in their removal, with the blows for opposite
faces being perpendicular to one another
(figures 6 and 7). In the technique imagined
by Clark, the percussion blows come from the
same direction on the core platform, as evident
in ripple marks and fissures. One can determine which technique was used by reconstructing the direction of force used to remove each
face of the mirror blank (looking at ripples,
fissures, and their relation to thick and thin
parts of the blank).
Mirror blanks produced from bulbs of
percussion are extremely fragile at their edges.
The second step of the process of making a
piece of jewelry was to cut the mirror blank to
the desired form. This was done by pressure
flaking and edge retouch. The objects examined in the byu collection show that ancient
artisans preserved the very thin edges of these
blanks for drilling holes, presumably to minimize the labor involved in the partial drilling
of the perforations during the final step of the
process (see below). The mirror blanks are so
thin at their margins that chipping them to
shape was more difficult than it would appear
at first glance. These blanks snap in two easily
if pressure-flaked in the hand, a common
problem in flaking thin bifaces. Consequently,
mirror blanks needed a stiff anvil support with
some padding, such as a piece of flat wood
with a piece of soft leather on it, so that the
pressure flakes could be removed cleanly but
not overshoot the desired termination and run
onto the flat face of the mirror, and also so the
blank would not be subjected to bending stress
during the removal of pressure flakes along
its margins. Artisans wanted to preserve the
original mirror finish of both surfaces, so they
used a retouch technique that resulted in
vertical margins and prevented flakes from
invading the open surface. This is most easily
done by using the padded, stiff support men-

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Obsidian Lapidary without Polishing

2nd ake

cm

Figure 6. Dorsal and ventral views of three obsidian crescents from Western Mxico in the Museum of
Peoples and Cultures of Brigham Young university.

convex surface. In his experiments, Titmus uses


a piece of flat wood with a small cavity over
which he places the partially-drilled hole. This
cavity provides an exit strategy and allows the
punch flake to come off cleanly without putting
any stress on the rest of the piece being worked,
thus preventing breakage. Perhaps ancient artisans used a simple procedure such as this.
Several of the pieces in the byu collection show
failed attempts to punch holes that broke off
the end of the piece (figure 6, notched crescent
in the middle), but a perforation was subsequently made just down from the broken ones.
This suggests that the technique of drilling and
punching was not as risky as it would seem
indicating among other things that we still have
little idea of the specifics of the techniques used.
The reconstruction of this drill-punch technique is an area of ancient technology badly in
need of study and replication experiments.

Emiliano Melgar Tsoc (2004) is making great


progress, and we hope he can determine the
materials used for drills and abrasives, as well
as the likely means of supporting the chipped
forms during drilling and punching. Some of
the same techniques were used to work obsidian and shell (Emiliano Melgar Tsoc, personal communication, 2007).
The plano-convex cross-section of mirror
blanks made from bulbs of percussion makes
them more stable on their flat face. Ancient
artisans took advantage of this property and
rested this face on a flat surface in stabilizing
these pieces for drilling and perhaps flaking.
They drilled through the convex surface, and
the punch flakes came out on the flat surface.
The same stiff anvil support mentioned for
trimming the edges of each piece could have
served for the final step of seating a fine punch
in the bottom of a conical hole drilled in the

89

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John E. Clark and Phil C. Weigand

cm

Figure 7. Obsidian artifacts from West Mxico. a) Broken anthropomorphic pendant or bead found at
San Juan de los Arcos. b) Circular bead. c) and d) Elongated pendants or pressure blade skeuomorphs.

fall into that category. If true, mirror blanks


would have been an infrequent byproduct in
quarries specialized in other goods. It would
follow, then, that evidence of their production
could be rare and difficult to identify. The
descriptions provided here should help in
identifying possible waste byproducts and
techniques. We need to return to San Juan de
los Arcos with a new set of expectations to
determine whether or not the technique
postulated for it holds. If not, we need a new
hypothesis for the quarry production there.
The one piece of chipped obsidian jewelry
from San Juan de los Arcos that Weigand
showed Clark (figure 7a) was made from the
removed bulb of a flake. It did not occur to us
at the quarry to examine the bulbs of percus-

Conclusions
What we report here is only the beginning of
the story, and we hope others can complete
the picture through a combination of studies
of quarries, quarry byproducts, finished
products, and replication experiments. Our
experience suggests that the items in question
required moderate skill to make, but not much
time for those with the requisite skill born of
years of experience. Mirror blanks could be
made with two or more blows once a core or
large flake with the desired properties had
been produced. Because such cores and blanks
are infrequent in normal knapping, the most
efficient way to make these items would have
been as byproducts of other techniques. We
think the products illustrated here probably

90

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Obsidian Lapidary without Polishing

h
0

10 cm

Figure 8. Hypothetical manufacturing sequence for making a crescent from the bulb of a macroflake.
a) Ventral and side views of a macroflake showing the bulbar scar, undulations, and lateral fissures.
b) Ventral surface of the macroblade showing the direction of the blow to remove the bulb of percussion.
c) Ventral and side views of the macroflake after the removal of the bulb of percussion to make a mirror
blank. d) Dorsal view of the mirror blank. e) Ventral view of the mirror blank. f) Mirror blank showing how
a crescent could be produced that avoided the bulbar scar area but was constrained and defined by the
shape of the terminal edge of the bulb of percussion. g) Crescent made from the mirror blank. h) Ventral
face of the macroblade showing the relative location of the mirror blank and the crescent made from it.

any flat surface will yield a primary flake of


conch shape that will lack ridges on its dorsal
and ventral surfaces. For larger blanks, a
slightly curved surface is needed to produce
longer flakes, and bulbs of percussion serve
very well. Pronounced, positive ripples on a
flakes ventral face or the ends of hinged terminations on large flakes also serve. Each of
these types of cores would be evident in the
surface characteristics of the mirror blanks.
The different kinds of blanks can be identified

sion of the large blades and flakes there to see


whether or not they had been removed for
blanks. They would leave clear traces, as evident in figure 8. The macroflakes we remember were not used for harvesting bulbs of
percussion for mirror blanks.
There are many ways to produce mirror
blanks with both faces lacking ridges, with the
number of options decreasing with the increasing size and decreasing thickness of the desired
blank. As appropriate for conchodial fracture,

91

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John E. Clark and Phil C. Weigand

lozenge shape forms (figures 4b, c and 7c, d)


show features we cannot account for or duplicate yet. They appear to have been made on
large blanks and snapped into their rectangular forms some of them being copies of
prismatic blades, with a suspension hole being
drill-punched at their squared rather than
pointed end. These snapped edges broke with
a 90 degree fracture, the same margin achieved
with marginal retouch in other pieces. Each
form of obsidian jewelry needs to be studied
in detail to determine the original form of the
mirror blank and how it was modified to make
the finished form.
One task for future analyses will be to
identify the different final products of flaked
obsidian jewelry, their manufacturing techniques, and the sources of obsidian involved.
A next step will be to visit the obsidian quarries
from which this obsidian jewelry is known to
have originated and identify the byproducts
of mirror blank production at each. Other
features apparent at quarries should provide
insight into the limitations or reasons for
different techniques, their efficiencies, and
perhaps eventually even the level of production and degree of specialized production.
There is much to do to understand this ancient
technology.

by normal surface features of flakes, such as


rippling and fissures. Some of the jewelry
forms may have been favored or predicated
on the forms of blanks. For example, large
circular mirrors with two reflective surfaces,
and of uniform thickness (figures 4i and 5),
are best made from the large flake blanks
Clark imagines with the technique illustrated
in figure 3. Some mirrors from Jalisco have a
mirror surface on only one face, and they
could have been made more simply from large
flakes. In contrast, crescent forms are ideally
made on bulbar mirror blanks because the
arcing shape of bulbs of percussion result in
flakes with one curved margin that conforms
to the distal margin of the bulb of percussion
where it dissipates and blends into the flat
belly of the flake (figure 8f).
The bulbar areas of large flakes are analogous to the curved or ridged faces of blade
cores, with the ridges guiding blade removal.
In like manner, the raised topography of a
bulb guides and limits where the shallow flake
which removes them will run (figure 8b). On
some finished pieces, it is clear that the edge
of the flake was an arc determined by the
lower edge of the bulb of percussion or
marked by a pronounced ripple line in this
bulb. The lower edge of some crescents examined follow these natural lines or junctures.
The likely presence of large erraillure scars on
the upper half of bulbs of percussion which
interrupt the smooth, continuous mirror
surface could explain the upper margins of
crescents, as illustrated in figure 8h. removing
a flake with a bulb of percussion over 15 cm
wide will more often than not be accompanied
by a large erraillure or bulbar flake that pops
off the upper part of the bulb, thus effectively
ruining the mirror finish of the upper half of
this surface. In the crescent form, the erraillure scar areas are chipped away (figure 8f).
The unusual characteristics of the upper
margin of the serrated crescent shown in figure
6b may be due to the remnants of an erraillure
scar that was not completely removed. The

Acknowledgments: We thank glenna Nielson


and Paul Stavast of the Museum of Peoples
and Cultures of Brigham Young university for
allowing us to study and illustrate artifacts in
their collections. These were donated by Jay
Krenusz. We appreciate the illustrations produced by Arlene Colman and Kisslan Chan,
and comments offered by gene Titmus,
Christopher Beekman, and Arlene Colman.

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Los raspadores de maguey de la regin de Metztitln.


Un enfoque tecnolgico*
Gianfranco Cassiano y Ana Mara lvarez Palma**

introduccion
En los contextos del Posclsico tardo en las
subcuencas de Metztitln-Mezquititln, en el
noreste del estado de Hidalgo (figura 1),
abunda un tipo de raspador definido como
raspador de maguey,1 cuya forma en planta y
tamao muestran pocas variaciones entre un
sitio y otro. Este trabajo se propone una
aproximacin a esta herramienta desde el
punto de vista tipolgico y tecnolgico: trataremos de reconstruir algunos pasos del proceso de manufactura en su relacin espacial y
temporal y en la naturaleza de la mano de obra
involucrada. Ya se ha realizado un estudio
funcional (Elizalde y Mandujano, 2000) y est
en preparacin otro basado en propuestas de
la arqueologa cognitiva, que trata de aislar
elementos relacionados con conductas sociales, modelos mentales y anlisis semnticos y
semiticos de la forma de estas herramientas,
vistas como el producto de una construccin
tecnolgica histricamente determinada.

Premisas tipolgicas
Al clasificar materiales arqueolgicos no podemos soslayar el hecho de que los artefac
tos, cuya forma inicial se llev a cabo sobre
cnones socialmente establecidos, llegan a
nosotros con una diversificacin morfolgica
que es consecuencia en primer lugar de factores sincrnicos, como estilos especficos de
manufactura, intensidad y calidad de uso,
preferencias de los usuarios, accidentes y
prdidas. Tambin contribuyen, a veces de
manera importante, agentes posdeposicionales, tanto naturales como ligados a actividades
humanas, incluyendo el reciclaje y hasta las
consecuencias de las labores arqueolgicas.
As, en muchos tipos de herramientas, a partir
de un diseo inicial compartido, diferentes
historias de vida tuvieron como resultado final
formas diferentes que fueron interpretadas
como variantes tipolgicas iniciales.2 Si el investigador no percibe este hecho, puede tender
a generar tipologas sobre criterios dismbolos
e incompatibles.
Otro factor a considerar es la fabricacin
de las herramientas que denominamos compuestas. De stas la ms famosa en Mxico es

* Este trabajo se desarroll con base en una ponencia presentada en la 3a. Reunin de Ltica, Subdireccin
de Laboratorios, inah, Mxico, 2005.
** Investigadores de tiempo completo comisionados
al Centro inah-Veracruz, Unidad Xalapa.
1
El anlisis fino de atributos de la herramienta terminada ser objeto de otro trabajo y se basar aproximadamente en 350 piezas, completas y fragmentos.

2
Por ejemplo, los llamados raspadores de hombro
o de hocico (Bordes, 1961) podran ser el resultado de
un desgaste diferencial por uso del extremo distal.

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Gianfranco Cassiano y Ana Mara lvarez Palma

Laguna de
Metztitln
Zacualtipan
Itztayatla
Atopixco
Metztitln

Mezquititln

quertaro

Cabeceras municipales
Pueblos
Sitios arqueolgicos

Veracruz

Hidalgo
Pachuca

Estado de
Mxico

Puebla

Tlaxcala

Figura 1. Mapa general del rea de estudio.

quiz el macahuitl.3 Las piezas destinadas a ser


ensambladas pueden llegar a tener diferentes
significados si se consideran aisladamente o
en grupo. Por ejemplo, en el Mesoltico europeo, los microlitos geomtricos encontrados
por millares son objeto de fcil clasificacin por
sus formas geomtricas repetitivas, pero cada
uno por s solo careca de un sentido funcional,
mientras que en grupos ordenados podan
formar puntas, cuchillos, arpones, hoces y
muchas otras herramientas.
El trabajo del tiplogo consiste en jerarquizar, agrupar y segregar conjuntos de atributos,

marcando las fronteras de cada tipo y tratando


de explicar las desviaciones de las tendencias
centrales. Para ello selecciona los materiales
donde abundan las recurrencias y discrimina
todos aquellos que no tienen cabida en su
esquema clasificatorio, y que a veces son la
mayora de las piezas. En la ltica tallada del
Posclsico tardo de la altiplanicie central de
Mxico, las navajas,4 las puntas, los cuchillos5
y los raspadores6 fueron las categoras tipol4
Hemos evitado el adjetivo prismtica porque es
redundante en la definicin de la geometra de la pieza.
5
Ponemos estas dos categoras juntas por la dificultad de separarlas en ausencia de trabajos especficos
funcionales. Por otro lado, guardan similitudes en la
morfologa general.
6
Adems de stas, haba otras formas, como los perforadores, que sin embargo no parecen haber sido objetos
de produccin y consumo socialmente regulados.

3
Informacin sobre este implemento se puede
consultar en Hernndez (1959), quien, entre otras cosas,
menciona el reciclaje de los segmentos daados para
manufacturar puntas; y en Hassig (1988), quien, a partir de diferentes fuentes, plantea tipologa y funcin de
esta arma.

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Los raspadores de maguey de la regin de Metztitln

de la Colonia.9 Creemos que el mbito de su


elaboracin fue el masculino, mientras su
consumo pudo darse en ambos sexos.
Las puntas y cuchillos pertenecen a una
tradicin que tiene sus races en la larga etapa
cazadora-recolectora. A diferencia de las navajas, que tienen un breve florecimiento con
la llamada cultura Clovis y, aparentemente,
dejan de fabricarse en Mxico durante el
Holoceno temprano y medio, los instrumentos
bifaciales siguen utilizndose hasta la Colonia,
con una gran continuidad formal en algunos
tipos y varias innovaciones, tanto tcnicas
como tipolgicas.10 Estos instrumentos, ms
que las navajas, tienen una connotacin bsicamente masculina, ya que hacia fines del
Pleistoceno y comienzos del Holoceno se
erigieron como el smbolo del hombre, primero el cazador y luego el guerrero. Pensamos
que estas implicaciones de gnero se mantuvieron a lo largo de toda la poca prehispnica, resignificndose con otras funciones rituales, como las vinculadas al sacrificio humano.
Esta tecnologa recibi un impulso particular
en el rea maya, donde se procesaba principalmente pedernal, llegando a niveles tcnicos
que se enriquecen de contenidos estticos.
Los raspadores se cuentan entre las herramientas ms antiguas en la historia de la humanidad, ya que se conocen desde el Olduvaiense,11
con una antigedad supuesta de 2 millones
de aos y siguen durante el Paleoltico, con

gicas generales cuya forma y manufactura eran


sancionadas socialmente. Claramente muchas
ms herramientas intervenan en las diferentes
dimensiones de la existencia, pero la mayora
de stas eran fabricadas en el momento y muchas veces eran desechadas despus del uso,
perteneciendo a la categora de herramientas
improvisadas,7 propuesta por Binford (1989).
En el caso de las navajas, como hemos sealado en trabajos anteriores (Cassiano y lvarez,
2007, en prensa), el rea de dispersin se extiende hacia el occidente y sureste del pas, con
algunas variantes tipolgicas y morfolgicas,
aunque en principio existen dos tipos por
tcnica y tamao: las navajas propiamente
dichas y las micronavajas. Su notable profundidad cronolgica, mayor a los 4 000 aos,
habla de una tradicin que probablemente
tuvo su lugar de origen8 en regiones cercanas
a los yacimientos de obsidiana, ya que ste es
el material ms apto para su fabricacin. Su
posterior difusin y popularizacin est ligada
en primer trmino a un consumo suntuario por
parte de grupos de elite.
una ventaja de este proceso de fabricacin
era que el producto final, la navaja, contaba con
todos los atributos formales para entrar en el
proceso de consumo que, se ha especulado, fue
tanto ritual como domstico. Este ltimo parece improbable en el caso de las micronavajas,
mientras las navajas grandes fueron transformadas en puntas de proyectil, perforadores, hojas
de rasurar y escarificadores o, sin transformacin, simplemente sirvieron de instrumentos
cortantes, como lo atestiguan la gran cantidad
de segmentos con fuertes huellas de uso encontrados en los contextos del Posclsico tardo y

9
La escasez de instrumentos de metal hizo que el
consumo de navajas se prolongara durante la Colonia,
ya despojado de sus contenidos rituales. La descripcin
de su proceso de fabricacin asombr a varios cronistas,
lo que adems hizo que las descripciones fueran muy
aproximativas, afectando nuestra posibilidad de reconstruir el proceso (cfr. Motolina, 1979).
10
Sobresale el uso de soportes especializados del tipo
de navajas y macronavajas, y la diferenciacin en dos
grandes clases de tamao, a partir de la introduccin del
arco, que foment la microlitizacin y el uso, siempre ms
intenso y especializado, de la tcnica por presin.
11
Bajo esta denominacin, acuada por la arqueloga Mary Leakey, se agrupan las industrias lticas que
se asocian con los Australopithecus, el Homo habilis y los
primeros H. erectus.

7
En ingls es denominada expedient technology y es
enunciada originalmente por Binford (1989); sin embargo, en Mxico su significado se ha deformado,
dndole una connotacin evolutiva por la asociacin
con formas ms primitivas de tecnologa.
8
A la fecha no se puede definir si este tipo fue introducido o es una invencin independiente. Sin embargo,
el que no haya navajas en el norte sugiere la posibilidad
de una invencin mesoamericana.

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Gianfranco Cassiano y Ana Mara lvarez Palma

planes.15 En otro trabajo hemos planteado


nuestra opinin en torno a los raspadores sobre
extremidad de navajilla, comunes en el Posclsico tardo, donde la modificacin del extremo
distal pareca corresponder a estrategias de
distribucin (Cassiano, 1993).
En el mbito de la organizacin del trabajo,
en el Posclsico los procedimientos de fabricacin de bifaciales, raspadores y navajas parecen
haber sido autnomos, teniendo en comn una
concepcin tecnolgica general que desplaza la
complejidad del proceso de la fabricacin de la
herramienta en s, a la manufactura del soporte.
Esta tendencia se haba empezado a manifestar
en las industrias microlticas de finales del Paleoltico superior, pero ya estaba contenida
conceptualmente en la llamada tcnica Levallois del Paleoltico medio en Europa.
una ltima anotacin: as como los procesos de manufactura son independientes en
trminos de la organizacin del trabajo, los
productos al contrario tienen propiedades
transferibles; por ejemplo, con las navajas se
podan hacer puntas, as como raspadores;
asimismo, la tecnologa de puntas y cuchillos
poda enfocarse a la fabricacin de elementos
del macahuitl y estos ltimos a su vez podan
ser transformados en puntas. El que a partir
del Clsico se manufacturaran puntas sobre
navaja tiene implicaciones ms profundas, ya
que las navajas involucraban el autosacrificio,
mientras las puntas y cuchillos se vinculaban
al sacrificio del otro. La dualidad simblica
est tambin ejemplificada por ciertos ncleos
en forma de lengua agotados, que en una cara
tienen los desprendimientos de navajas y en
la otra muestran retoques por presin, caractersticos de los cuchillos bifaciales.

una gran variabilidad tipolgica en lo que se


refiere al material empleado, a la geometra
en planta, a la forma del rea de sujecin y de
la porcin considerada como activa, al espesor
y al tamao y a las implicaciones funcionales.
En Mxico los raspadores estn presentes
en muchsimos sitios dentro y fuera del Altiplano Central desde la etapa cazadora-recolectora, pero todava existe mucha confusin
sobre sus rasgos caractersticos, as que nos
parece oportuno referir la definicin ms
antigua, planteada por primera vez por Bordes
(1961) y que reportamos no literalmente:12
raspador es aquella lasca o navaja que presenta en uno o dos extremos un retoque continuo
directo13 no abrupto14 que forma un frente
plano o redondeado. En nuestra opinin, en
primera instancia Bordes quera marcar la
diferencia entre raspador y raedera que, para
l, radicaba sobre todo en el tipo y posicin
del retoque. ste, en las raederas, era ms
plano y se ubicaba de preferencia en los filos
ms que en los extremos, salvo en el caso de
las varias raederas transversales.
Como es costumbre entre los arquelogos,
esta propuesta tipolgica tuvo mucho xito y
se populariz, adquiriendo con el tiempo
connotaciones funcionales que estaban fuera
de las intenciones de la definicin original. Por
otro lado, se emple de manera vaga y superficial para clasificar objetos que no tenan relacin entre s y que pertenecan a reas geogrficas, culturas y cronologas diferentes.
Tambin queda poco clara la diferencia entre
los raspadores propiamente y los cepillos, y
carecen de precisin tipolgica los scraper

12
La definicin originaria de raspador es tan amplia
que permita incluir una gran variedad de piezas, por
lo que no tena un sentido funcional explcito. As, es
posible que las piezas que definimos raspadores en diferentes pocas y/o culturas no guarden ningn parecido funcional.
13
retoque directo es aquel cuyas cicatrices se ubican
en la cara dorsal.
14
El ngulo entre el frente retocado y la cara dorsal
debe ser menor de 90.

Antecedentes
Es en este marco donde se inserta la discusin
sobre los raspadores de maguey. Para este tipo
15
Podra traducirse como plano de raspar y, al
parecer, identifica lascas de taln muy ancho, con retoque en la cara dorsal adyacente al taln.

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Los raspadores de maguey de la regin de Metztitln

toca varios temas tipolgicos y tecnolgicos, lo


hace de manera general y sin profundizar en
las consecuencias en lo arqueolgico.
Las investigaciones de Pastrana (1998) en
la Sierra de las Navajas aportan los primeros
datos de excavacin de la que fue quiz el rea
de extraccin ms importante de todo Mxico.
En cuanto a sus propuestas de reconstruccin
de los procesos de fabricacin, compartimos
con gaxiola algunas dudas sobre si la forma
de los ncleos que ilustra es congruente con
la de las lascas-soporte de los raspadores.16 Por
otro lado, no coincidimos en lo que respecta a
la morfologa de las lascas de reduccin y retoque que, como veremos ms adelante, poseen ciertos rasgos peculiares y reconocibles.
Lo que muestran estos trabajos es que el procedimiento de manufactura, cuando menos en
las tres reas, tiene ms similitudes que diferencias. En visitas realizadas tanto a la Sierra
de las Navajas como a Otumba hemos observado evidencias de este proceso, especialmente
en los ncleos, que son inconfundibles. Asimismo, stos estn presentes en los materiales de
Oyameles-Zaragoza (Lara, 2003).
Primero vamos a tratar de describir los
atributos principales de la herramienta conocida como raspador de maguey, aclarando que
no pretendemos abarcar la diversidad de formas que se consideran en esta categora tipolgica, sino slo la que se exhibe en la regin
de Metztitln,17 aunque tomamos otros ejemplos a nivel comparativo. El soporte es una
lasca alargada con una o dos aristas regulares;
la forma en planta es almendrada; la seccin
longitudinal es cncavo-convexa, con una
curva pronunciada en el extremo distal; ste,
que es denominado frente, muestra un retoque
continuo, con un ngulo que va de plano a
semiabrupto. El retoque de los filos, obtenido

contamos con informacin de las fuentes, ya


que en el Cdice Florentino (apud Clark, 1989)
hay una ilustracin en planta que corresponde,
en la forma, a las piezas arqueolgicas (figura
2). Por otro lado, Sahagn (1975) habla de
varios tipos de navajas, de los que unas son
para raer los meollos de maguey para que
manen, en referencia probable a los raspadores. Es interesante notar que la denominacin de navaja es aplicada por este autor de
manera indiferenciada tanto a instrumentos
para cortar como navajillas, cuchillos y elementos de macanas, como para raer, lo que
nos remonta a la hermenutica analgica de
las fuentes.

Figura 2. Cdice Florentino. representacin de un


raspador de maguey (modificado de Clark, 1989).

Arqueolgicamente, ya se ha empezado a
prestar cierta atencin a esta herramienta para
fines de identificacin tipolgica y de anlisis
tecnolgico. Entre los trabajos ms puntuales
estn los de gaxiola (2005), Elizalde y Mandujano (2000) y Pastrana (1998).
En el primero se hace una relacin bastante minuciosa y crtica de los antecedentes de
estudio, por lo que no creemos necesario
volver a mencionarlos: tenemos varias coincidencias en la apreciacin de la estructura del
proceso de trabajo, sobre todo en lo que concierne a la fabricacin de los soportes, aunque
falta un poco de especificidad sobre la manufactura de los raspadores y los cambios de la
forma durante el proceso de uso.
La tesis profesional de Elizalde y Mandujano
(2000) empieza a explorar el terreno funcional
y debe ser considerada como un trabajo pionero, propositivo pero no concluyente; aunque

16
De hecho, el uso de dos plataformas, cada una en
un extremo, parece haber tenido por objetivo seguir
obteniendo lascas rectas.
17
gaxiola (2005) propone por lo menos dos variantes, con y sin espiga, siendo la primera ms comn en
la cuenca de Mxico y en el valle poblano.

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Gianfranco Cassiano y Ana Mara lvarez Palma

por percusin directa y generalmente continuo, se ubica en la cara dorsal y puede ser
marginal, invadiente o cubriente. La longitud
vara entre 8 y 14 cm, aunque es muy probable
que en una etapa inicial de uso se site entre
12 y 14 cm.
La distribucin espacial todava es incierta.
El rea donde tiene mayor presencia es el
centro de la repblica, especficamente la
cuenca de Mxico, Puebla, Oaxaca, Hidalgo,
Tlaxcala, Michoacn y guanajuato. Posiblemente est presente en quertaro y en la
porcin seca de Veracruz. Su ausencia en el
noreste de Mxico y en el noroeste-suroeste y,
en general, en las tierras bajas tropicales, probablemente se deba a la asociacin especializada de esta herramienta con grupos, recursos y
actividades no existentes en estas zonas.
Su distribucin temporal es ms problemtica por la falta de secuencias confiables y fechadas. Est ausente en los sitios de cazadoresrecolectores prehistricos, por lo menos en la
forma en que lo conocemos durante el Posclsico.18 Evidentemente no se puede descartar que, antes de su aparicin, existiera alguna
herramienta para la misma funcin, pero el
enfoque de la relacin forma-funcin es necesario para la discusin de cundo y por qu
se empieza a estandarizar19 el procedimiento
de manufactura. Es en el Preclsico cuando
se identifica una herramienta de este tipo,
aunque slo a finales del Clsico la podemos
reconocer con seguridad. Tanto en Cholula
como en El Tajn hay representaciones pictricas relacionadas con el consumo del pulque,
y en Cantona hay abundancia de raspadores.
Durante el Epiclsico stos se vuelven comunes
y en el Posclsico el consumo del pulque se
generaliza, aunque por las menciones de las

fuentes se destina a eventos especiales, como


bodas, ritos propiciatorios, funerarios y sacrificios humanos.
Proceso productivo
La fabricacin se rige por modalidades predeterminadas. La estructura espacial del proceso
de trabajo, por lo menos durante el Posclsico,
estara articulada en cuatro fases: extraccin
de la materia prima, manufactura de las lascas,
fabricacin del raspador y adecuacin de ste
por parte del usuario. Cada paso puede tener
actores diferentes o iguales, aunque es ms
factible pensar que los primeros dos hayan
sido realizados por un mismo conjunto de
personas.20 El tercero, aunque espacialmente
disociado de las reas de extraccin de obsidiana, tambin pudo haber sido efectuado por
los mismos artesanos.
Extraccin de la materia prima
Todos los raspadores analizados fueron manufacturados con la obsidiana del yacimiento
denominado de Zacualtipan.21 Desde el punto
de vista geolgico se trata de un domo rioltico
con depsitos complejos, donde se conjuntan
flujos riolticos e ignimbrticos. Entre los contados estudios cabe mencionar un recorrido
efectuado por Abascal (1981) y las prospeccio20
En las minas de Zacualtipan hay otros dos procesos
claramente manifiestos: la fabricacin de bifaciales y de
ncleos de navajillas, siendo que estos dos con frecuencia se encuentran en porciones ms alejadas de las reas
de extraccin, aunque igualmente se pueden hallar
junto a stas.
21
El yacimiento cubre un rea de por lo menos 100
km2 entre los pueblos de Atopixco y Tlahuelompa, sin
abarcar la ciudad que le dio nombre. La extensin real
es difcil de determinar porque el componente ignimbrtico produce la existencia de ndulos siempre ms
pequeos conforme nos alejamos del centro de emisin.
Adems hay que considerar la quebrada configuracin
topogrfica de la sierra, cuyos plegamientos y diseccin
provocan su lejano desplazamiento de la fuente original,
sobre todo a tierras bajas. Actualmente podemos agregar
un intenso factor de disgregacin en masa ligado a su
uso como material para engravar caminos, lo que
desde luego est contribuyendo a la destruccin de los
contextos arqueolgicos.

18
Desde la etapa Clovis hay piezas parecidas en
planta pero que no muestran la caracterstica curvatura
en perfil.
19
referimos el trmino estandarizar a la existencia
de una serie de rasgos repetitivos en el proceso que
conducen a la obtencin de productos que comparten
similitudes formales.

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Los raspadores de maguey de la regin de Metztitln

Figura 3. Yacimiento de Zacualtipan. Flujo


rioltico con obsidiana.

Figura 4. Yacimiento de Zacualtipan. Campo de


ndulos.

nes de robert Cobean (2002) en la dcada de


1970.
La obsidiana se encuentra tanto en depsitos primarios como secundarios. No hallamos
evidencia de la explotacin de los primarios,
que estn entremezclados con flujos riolticos y
son de baja calidad (figura 3). Los depsitos
secundarios consisten en bloques subangulares de diferentes dimensiones en una matriz
de toba amarilla redepositada no consolidada,
que se distribuyen desde la superficie hasta
por lo menos 10 m de profundidad.
Es muy probable que desde la etapa cazadora-recolectora hasta el Epiclsico se explotaran los depsitos ms superficiales con una
tcnica que consista en descabezar el horizonte superficial del suelo para extraer ndulos y bloques, seleccionando los de mayor tamao y de mejor calidad (lvarez y Cassiano,
2007). Indicadores de este tipo de extraccin
son los campos de ndulos de pequeas
dimensiones que cubren la superficie del
suelo (figura 4), en asociacin espacial con
talleres donde se presentan las primeras fases
de los procesos de fabricacin, sobre todo de
bifaciales.
Otra tcnica muy comn es por medio de
socavones a cielo abierto, de diferente tamao
y forma, predominando los alargados cuya
profundidad variaba entre 1 y 3 m, dependiendo del espesor y profundidad de la veta,

Figura 5. Yacimiento de Zacualtipan. Socavn.

mientras la longitud poda llegar hasta 10 m22


(figura 5). sta es la explotacin que ms se
asocia con los desechos de manufactura de
soportes de raspadores, por lo que es necesario describir someramente la primera fase del
proceso.
Primera etapa de transformacin: manufactura
de las lascas
sta se realizaba prcticamente junto al socavn,
lo que sugiere que se trata de reas de trabajo
temporal, sin la formacin de campamentos
estables. Los bloques extrados eran objeto de
22
Se trata slo de aproximaciones, ya que la mayora
de estas depresiones estn siendo utilizadas como depsitos de basura y se estn azolvando muy rpidamente.

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Gianfranco Cassiano y Ana Mara lvarez Palma

de preparacin de plataforma, probablemente


porque en la mayora de los casos sta se formaba simplemente fracturando el bloque y
obteniendo superficies planas.
La tcnica empleada fue la percusin directa con percutores de riolita, de los que hay
por lo menos dos tipos, unos redondeados y
pequeos, de 5 a 10 cm de dimetro, y otros
ms grandes y alargados, de 30 cm de longitud;
estos ltimos se utilizaban para fracturar los
bloques ms grandes y fabricar plataformas,
mientras los ms pequeos servan para la
extraccin de las lascas. Su materia prima no
era de procedencia local, aunque s regional.24
El objetivo de este procedimiento fue la
obtencin de lascas de entre 12 y 14 cm de
longitud y 6 a 10 cm de anchura, con los mrgenes divergentes desde el taln y con acentuada curvatura distal, que funcionalmente es el
rasgo quiz ms importante de este raspador25
(figura 7). De stas casi no hemos encontrado

Figura 6. Atopixco. Desechos con ncleos junto a


un socavn.

una primera seleccin, por tamao y por calidad


del material, ya que alrededor de los socavones
hay cierta cantidad de material sin trabajar,
aunque no muy grande, lo que podra implicar
que stos eran retirados en determinados momentos hacia reas de desecho definitivo; hay
evidencias de grandes amontonamientos de
desechos in situ que han modificado la topografa original del rea y son difcilmente
observables desde la superficie, salvo en el caso
de alguna afectacin reciente (figura 6).
Los depsitos estn formados por una gran
cantidad de ncleos en diferentes etapas, y de
lascas, entre las que prevalecen las alargadas,
con o sin crtex, con una o dos aristas en la
cara dorsal y de tamao grande, que pueden
ser mayores que 20 cm; el extremo distal frecuentemente est curvado y es pasado.23 Este
rasgo en la literatura se ha asociado con errores,
pero en el caso de la fabricacin de soportes
para raspadores es posible que responda a una
estrategia de lasqueo dirigida a obtener una
mayor curvatura distal, a acucharar la pieza.
Tambin son frecuentes las lascas en cresta
para la preparacin y correccin del plano de
desprendimiento. Mucho ms escasas son las

24
En este punto queremos remitirnos a algunas observaciones etnogrficas procedentes del pueblo de Nopalillo, Hgo. Es sta una pequea comunidad cercana a
la ciudad de Pachuca y a los pies del cerro Cruz del Milagro, en la denominada Sierra de las Navajas, donde
algunos de los pobladores se dedican a la minera de
obsidiana y a la manufactura de piezas tanto talladas como
pulidas. La tcnica de lasqueo preferida es la percusin
directa con percutores de toba rioltica, que obtienen en
un sector especfico del rea de minas. Aqu pudimos
observar que los percutores estn sujetos no slo al desgaste granular normal, sino tambin a fracturas que reducen su tamao mucho ms rpidamente. Por tanto, en
general aqu los percutores pequeos son el resultado de
la reduccin de tamao de los grandes y su forma redondeada es producto del uso. El consumo y desecho de
tales herramientas es tan alto que en la actualidad, aun
con cuatro horas de trabajo diario, duran entre 15 das y
un mes. A este propsito hay que aclarar que la materia
prima de los percutores actuales es menos resistente que
la de los arqueolgicos, que son de riolita.
25
Esta curvatura le da a la pieza propiedades parecidas
a las de un cucharn para recoger y desechar el bagazo
producto del raspado de la pia del maguey, localmente
denominado mexal. Esta forma tambin tiene que ver con
la ergonoma del trabajo de raspado, con la forma de la
pia y la curvatura que toma cuando se desprende el
quiote y se van ensanchando. La forma curva, que adems es la forma natural del cajete, es la ideal para favorecer el raspado y hacerlo sin desperdicio.

23
Con este trmino nos referimos a las lascas cuyo
extremo es ms espeso que el resto de la pieza por la
sustraccin de una porcin distal del ncleo mayor de
lo normal, que produce su acortamiento.

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Los raspadores de maguey de la regin de Metztitln

anchura, se vuelve inadecuada para la fabricacin de los raspadores (figura 8).


Lo anterior redunda en una gran abundancia, en las minas, de ncleos agotados aunque,
a primera vista, todava tienen mucho potencial de produccin. Esto indica que la mayor
parte de las lascas-soporte fueron manufacturadas en el yacimiento y establece una clara
relacin, ya mencionada, con la tcnica de
extraccin por socavones. Por otro lado, los
centenares de ncleos desechados atestiguan
la importancia de esta produccin, mientras
su ausencia en los talleres de manufactura de
raspadores indica una relacin de complementariedad entre ambas reas de trabajo.
El que se trate de una gran produccin de
ncleos y lascas especializados tambin hace
improbable el reciclaje de lascas de preparacin de ncleos de navajas prismticas. En el
Sitio de Mesa del Pixtli de hecho tenemos representados los dos procesos y hay lascas de
ltima preparacin de ncleos de navajillas,
pero stas por lo general no sirven para fabricar este tipo de raspador porque son ms angostas, puntiagudas y casi rectas. En este caso
es factible pensar que los ncleos llegaran de
los yacimientos en etapas avanzadas de preparacin, dada la relativa escasez de lascas corticadas. Como ya se seal antes, hay muchas
similitudes en el proceso de manufactura
entre este yacimiento y los de Pachuca y
Otumba, donde encontramos ncleos, lascas
y raspadores muy parecidos.

Figura 7. Lasca-soporte.

especmenes completos en los talleres porque


eran llevados a otros lugares para su transformacin definitiva, pero quedan sus negativos
en los ncleos hallados en gran cantidad alrededor de los socavones y los resultados de extracciones fallidas, como piezas deformadas o
fracturadas.
Los ncleos son aplanados y, por lo general,
fueron trabajados en una sola cara, en la que
se conserva un solo desprendimiento completo, es decir que cada nueva lasca se extraa de
manera adyacente a la anterior. Esta estrategia
monofacial tiene por objetivo mantener una
baja curvatura en el plano de desprendimiento y permitir la extraccin continua de lascas
anchas y delgadas. La plataforma normalmente
es inclinada, lo que indica el uso de la percusin directa.26 La porcin distal muestra una
fuerte curvatura en el ltimo tercio y el extremo casi siempre es plano, ambos atributos
relacionados con la tcnica de extraccin
pasada, que produce el acortamiento siempre mayor del ncleo, hasta su abandono,
cuando la longitud de las lascas, ms que la

26
La plataforma inclinada, en ausencia de la preparacin puntual del taln para sostener el punzn, no
permite el uso de la percusin indirecta.

Figura 8. Ncleo desechado.

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Segunda etapa de transformacin. Fabricacin


del raspador
En la regin de Metztitln-Mezquititln hemos
detectado por lo menos dos sitios con evidencias
de produccin especializada y masiva de raspadores: el ya mencionado de la Mesa del Pixtli y
el de la Feria de los raspadores, frente al sitio
monumental de La Fortaleza.27 Hay ciertas diferencias entre estos sitios: en primer lugar se
encuentran en contextos ambientales diferentes, ya que Mesa del Pixtli est sobre una terraza
entre las calizas y las tobas volcnicas recientes,
a una altura de 1 700 msnm, en un microambiente sumamente rido en la actualidad,
mientras la Feria de los raspadores est a 1 200
m de altitud, cerca de un cauce permanente.
El primero es mucho ms grande y diversificado y contiene cierta cantidad de herramientas
terminadas y utilizadas, delatando as su naturaleza habitacional. En ninguno de los dos sitios
hemos encontrado percutores, pero es probable que stos fueran de riolita, que son los
caractersticos del rea y, en general, los preferidos para trabajar la obsidiana.28
El proceso general de manufactura fue semejante, aun en la forma especfica y especializada de desprender las lascas de reduccin.
un rasgo interesante es que, a juzgar por los
soportes rotos en etapas iniciales, stos llegaban
a los talleres sin modificaciones.29 Al parecer,
primero se modificaba el extremo distal (figura
9), a veces se trabajaba de forma menor el
proximal, para eliminar el taln y/o el bulbo,30

Figura 9. Fragmento distal modificado.

Figura 10. Fragmento proximal modificado.

luego se retocaban los lados, empezando por


lo comn por el izquierdo, en caso de que el
lasqueador fuera derecho (figura 10). La mayor
probabilidad de error se daba en el retoque
del extremo distal, aunque desgraciadamente
no tenemos muchas de estas porciones. Es
probable que si la fractura distal abarcaba una
seccin pequea, la lasca se reutilizara fabricando un raspador ms corto. Las lascas de
fabricacin poseen un taln ancho que corresponde a una porcin de la cara ventral del
raspador, es decir que cada lasqueo se lleva una
porcin de entre 1 y 2 mm de la cara ventral,
por lo que la manufactura puede implicar una
cierta reduccin de la anchura.
En este sentido tenemos dos diferentes
estilos de manufactura, uno que implica retoques marginales y otro que muestra retoques
invadientes o cubrientes. Podra ser que esta
diferencia tambin tenga que ver con la an-

27
En otros ms, como en La Loma Seca, Oyapa y
Ocuicalco, entre otros, hemos reconocido lascas que
proceden de la manufactura o del reacondicionamiento de estas herramientas.
28
Percutores de este material son comunes por
ejemplo en los yacimientos de Otumba y de la Sierra
de las Navajas.
29
Esto marca una diferencia por ejemplo con la Sierra
de las Navajas, donde por lo menos una parte de los soportes eran modificados en los asentamientos adyacentes
a las minas, es decir que las primeras tres fases del proceso se realizaban en el mismo lugar (Pastrana, op. cit.).
30
Hay muchos raspadores que conservan el taln,
por lo que su eliminacin pudo haber sido una prefe-

rencia del artesano ms que una manera de mejorar la


ergonoma de la herramienta.

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Los raspadores de maguey de la regin de Metztitln

Figura 12. Lasca de reduccin.

Otro elemento importante es la fuerte curvatura en seccin transversal, que rompe entre
la seccin medial y la distal31 (figura 12).
Curiosamente, entre las muchas piezas desechadas hay ms porciones proximales que
distales, aunque esto puede deberse a que stas
no fueron reconocidas. La escasez de retoques
parece indicar que los accidentes de fabricacin se daban generalmente en las primeras
fases del trabajo.

Figura 11. Tipos de retoque: 1) marginal;


2) cubriente.

chura, el espesor y la regularidad del soporte


(figura 11). A veces, el raspador se fabrica en
sentido opuesto al del eje tcnico de la lasca,
pero slo cuando las proporciones de sta
estn invertidas. El extremo distal era una
porcin delicada de la herramienta ya que en
ella se encontraba una parte del borde funcional, as que aqu el retoque inicial era plano,
probablemente para dejar al usuario de la
herramienta la posibilidad de modificarlo
segn su preferencia.
Las lascas de reduccin y retoque, como se
ha sealado antes, muestran rasgos caractersticos que nos han permitido identificar reas
de manufactura o de reavivamiento de raspadores sin contar con su presencia. Sus formas
en planta son variadas, predominan la rectangular y la triangular. En la cara dorsal muestran
dos aristas paralelas o convergentes, raramente slo una, lo que tambin permite diferenciarlas de las de retoque de puntas y cuchillos.
Tambin en la mayora de los casos tienen una
lnea de microrretoques adyacentes a la zona
del taln. Este ltimo es asimismo un rasgo
sobresaliente ya que es relativamente angosto
y est entre esta zona de microrretoques y un
plano ancho e inclinado que forma con la cara
ventral un ngulo siempre mayor de 90. Este
plano es parte de la cara ventral del soporte
que se elimina en el momento del retoque.

Adecuacin inicial y reacondicionamiento


por parte del usuario
La funcin de estos raspadores no ha sido
plenamente demostrada, pero es probable que
fueran herramientas vinculadas a la produccin de aguamiel y, por extensin, a la del
pulque (lvarez, Cassiano y Villa, 1988; Durn,
1984). Su abundancia en la regin de Metztitln, sobre todo en las laderas intermedias,
parece tener relacin con la distribucin antigua del cultivo del maguey. Los anlisis de
huellas de uso no han permitido aislar rasgos
especficos vinculados al medio pulquero,
pero tampoco han llevado a desechar tal posibilidad (Elizalde y Mandujano, 2000).
Esta implicacin funcional conlleva modalidades especficas de consumo de la herramienta. Para empezar, su sujecin fue manual,32
31
Experimentalmente hemos logrado reproducir
este tipo de lasca por percusin directa tangencial,
aplicando un vector de fuerza inclinado y utilizando la
cara ventral como plataforma.
32
Durante el Posclsico tardo tambin son frecuentes los llamados raspadores de espiga (garca Cook)que

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Gianfranco Cassiano y Ana Mara lvarez Palma

Figura 14. Deformacin por uso del frente y de


los filos.

Figura 13. Abrasin en cara ventral.

a juzgar por la recurrencia, en la cara ventral


cerca del extremo proximal y en la porcin
medial, de huellas de abrasin que suponemos
fueron producidas por el roce de la mano sobre
la pieza con el intermedio de abrasivos naturales (figura 13). Por otro lado, y un poco en
contra de la definicin tradicional de raspador,
en el proceso de uso intervena slo una
fraccin del llamado frente til y la mayor
parte de uno de los filos, el derecho o el izquierdo si el usuario era zurdo o derecho. Esto
tambin explicara el adelgazamiento basal
dorsal y/o ventral de la mayora de las piezas.
La primera accin del usuario fue el retoque
del frente y del filo para obtener el ngulo de
trabajo preferido; para facilitar esta adecuacin
las piezas en proceso que circulaban debieron
tener el frente plano. Tambin se adaptaba la
porcin de sujecin eliminando asperezas y, a
veces, redondeando el margen por abrasin.
Estas pequeas modificaciones permitan insertar la herramienta en el proceso de consumo
y adems particularizaba su relacin con el
usuario de una manera mucho ms estricta que
en el caso de los raspadores de metal. Esta
apropiacin de la relacin se volva ms fuerte

conforme los cambios morfolgicos ocasionados por el uso la iban alejando de la forma
inicial y la iban individualizando.
El frente funcional evidentemente sufri
ms las consecuencias de la utilizacin. Su
mor fologa cambiaba de convexa a rectoconvexa (figura 14) y el ngulo de trabajo se
volva progresivamente ms abrupto, lo que
haca necesaria la aplicacin de retoques para
reavivar el filo, normalmente en la cara dorsal
pero, a veces, en la ventral (figura 15). Las
consecuencias ms serias fueron la progresiva
reduccin de la anchura, de la longitud y de
la curvatura. Este ltimo rasgo, como ya se dijo,
fue muy importante funcionalmente, ya que
se relacionaba con el uso del raspador como
cucharn para extraer el mexal,33 tal como se
observa en los instrumentos de metal introducidos despus de la Conquista (Parsons y Parsons, 1990). As, los raspadores se acortaban
constantemente y es probable que, llegando a
la mitad de su tamao original, fueran desechados o reinsertados en otro proceso de consumo,
ambas acciones probablemente ligadas a la
unidad domstica, porque all es donde los

33
Con este trmino otom se designa el tejido cicatricial que se raspa en el interior de la pia del maguey
para que produzca aguamiel. Puede adems ser utilizado para el lavado de trastes de cocina, gracias a su
consistencia fibrosa y contenido de saponinas.

tienen un pednculo que probablemente era el soporte


de un mango. En caso de ser raspadores de maguey, su
ergonoma seguramente era diferente, ya que slo se
podan usar de frente.

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Los raspadores de maguey de la regin de Metztitln

el procedimiento de manufactura continu


sin muchas variaciones.
Consideraciones finales
El estudio de las herramientas lticas tiene que
tomar en cuenta el gnero, el sector social, la
regin y tradicin cultural, la temporalidad y
las interacciones interculturales econmicas,
polticas e ideolgicas. Asimismo, se debe considerar la accin individual en su capacidad de
interpretar la normatividad social en relacin
a la manufactura y uso de herramientas. Como
se seal al principio, el manejo de estos factores, sean aislados o interactuantes, es ms
productivo cuando se trata de herramientas
con procedimientos de fabricacin y formas
estandarizados, como las navajas, puntas y cuchillos. Las relaciones forma-funcin, por
ejemplo, son ms evidentes en instrumentos
fabricados en serie. ste es un rasgo social
que permea todos los sectores de una sociedad,
cada uno de los cuales se puede identificar con
determinados procedimientos. Por ejemplo,
mientras las puntas y las navajas tienen que ver
con una ritualidad de elite, ligada a la guerra y
al sacrificio, el raspador de maguey se relaciona
con un estrato campesino, aunque en realidad
en las fuentes no se hacen menciones explcitas
sobre los actores sociales de la produccin.
En este sentido, los raspadores en general
haban sido clasificados bsicamente como
herramientas femeninas, con poca relacin
directa con el mbito ritual; sin embargo, por
lo menos en el caso del raspador de maguey,
estas valoraciones parecen ser incorrectas, ya
que su fabricacin y uso prehispnicos fueron
masculinos, su empleo se dio fuera de la unidad domstica y, por su funcin esencial en la
fabricacin del pulque, tenan un sentido y un
objetivo ltimo rituales. El que en la actualidad
tambin las mujeres desempeen la funcin
de tlachiqueras35 puede haberse originado por

Figura 15. reavivamiento


del filo en cara ventral.

encontramos.34 Hoy da, en las casas de los


campesinos que an raspan el maguey, se
puede ver cmo los raspadores metlicos inutilizados por el uso todava permanecen en el
mbito inmediato de la unidad domstica, en
el patio o en el rea de fermentacin. Esto
pudo haber sucedido tambin en el pasado.
Hay otros agentes que ocasionan modificaciones en las piezas, por ejemplo, accidentes en
diferentes momentos del proceso de produccin y uso, aunque son muy difciles de detectar arqueolgicamente.
Los raspadores se usaron hasta bien entrada la Colonia, pues el metal al principio era
un material escaso, tanto que los propios espaoles echaron mano de la obsidiana para la
confeccin de herramientas. Los principales
consumidores de estas herramientas fueron
las haciendas pulqueras que procesaban
grandes volmenes de maguey, hasta 15 000 al
mismo tiempo y, probablemente, gastaban gran
cantidad de raspadores, entre otros implementos. En esta perspectiva sera lgico suponer
que muchos talleres de raspadores pertenezcan a la poca posconquista y que no puedan
ser distinguidos de los prehispnicos porque
34
En el material hay por lo menos dos categoras de
raspadores, los denominados de maguey y otro de tamao mucho menor y de seccin longitudinal recta,
que podran ser el resultado de la refuncionalizacin
de los primeros.

35
Los tlachiqueros son las personas, hombres o
mujeres, encargadas de la preparacin del maguey, de
su raspado y de la extraccin y acarreo del aguamiel.

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Gianfranco Cassiano y Ana Mara lvarez Palma

la prdida de implicaciones simblicas del


pulque.
En la Feria de los raspadores y en la Mesa
del Pixtli, los dos sitios que reconocimos como
talleres de raspadores y de raspadores y navajas,
respectivamente, aparecen reas de trabajo
especializadas y segregadas y la cermica asociada puede referirse a actividades de mantenimiento de los artesanos. En el caso de las
navajas, esto se hace an ms evidente con el
abrigo de la Caparrosa, cerca de Zacualtipan,
donde se fabricaron grandes cantidades de
piezas en una pequea oquedad formada entre
grandes bloques cados de basalto, lejos de
cualquier sitio habitacional (figura 16). Pero la
evidencia ms impresionante se relaciona con
los grandes bifaciales, de los que encontramos
por lo menos tres reas de manufactura: una,
un taller en mina en las cercanas del pueblo
de Atopixco, otra en una terraza sobre el ro
Panotlan, abajo del Sitio de La Fortaleza y la
tercera en el Sitio de La Mesa, adyacente al
centro ceremonial (figura 17).
Las menciones anteriores estn orientadas
al reconocimiento de una relacin entre el
espacio y su funcin que, entre otras cosas, es
resultado de la necesidad de la apropiacin del
conocimiento en ciertas reas de la tecnologa
por parte de sectores sociales que ejercen la
poltica. El control del entorno tecnolgico
como ejercicio de poder se manifiesta no slo
en el aislamiento cognoscitivo de los procedimientos tcnicos, sino tambin en el acotamiento de los mbitos funcionales. El que en
la arqueologa se abuse de las explicaciones
rituales e ideolgicas de hecho puede corresponder a una percepcin, mal conceptualizada
y peor argumentada, de indicadores materiales
de la supremaca, en determinados momentos, de estos mbitos menos tangibles sobre los
de las actividades de subsistencia bsica.
Como ya se seal en otro trabajo (Cassiano
y lvarez, 2007), las navajas, que durante el
Formativo y parte del Clsico tienen una distribucin ms focalizada y cuya manufactura parece limitarse a algunos centros de produccin

Figura 16. Zacualtipan. Abrigo de la Caparrosa.

Figura 17. Atopixco. Taller de bifaciales.

cercanos a los yacimientos a finales del Clsico


y durante el Posclsico, alcanzan una distribucin ms amplia, encontrndose en porciones
del occidente, donde antes estaban ausentes o
en la costa del golfo, donde eran muy escasas.
Asimismo, llegan hasta el noroeste-suroeste,
en el centro-sur de Sonora. un hecho ms
relevante que el anterior es el surgimiento de
nuevos centros de produccin, por ejemplo
Cantona, a finales del Clsico, Huapalcalco y
Metztitln en el Epiclsico y Tula en el Posclsico temprano, donde se tiene un control pleno
de la tecnologa y se empiezan a generar variantes de manufactura.
Los raspadores que son el tema de este
trabajo tambin estn geogrficamente restringidos y numricamente reducidos durante

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Los raspadores de maguey de la regin de Metztitln

herramientas de trabajo elaboradas con materias primas locales, en vista de la limitada disponibilidad de metal.
Suponemos que el empleo de la obsidiana
continu hasta mucho despus, llegando
hasta el umbral de la revolucin mexicana.
Sin embargo, en el caso de los raspadores esto
pudo haber sucedido antes, puesto que su
funcin estaba especficamente ligada al
procesamiento del pulque, bebida que fue
satanizada ya que se asociaba con los efectos
nocivos del alcohol y con sus connotaciones
rituales, como se puede ver por ejemplo en la
pintura mural de la capilla agustina del pueblo
de Santa Mara Xoxoteco, en el municipio de
Mezquititln (Artigas, 1978) (figura 18). Hay
indicios de que esto se dio a mediados del siglo
xix y que la produccin de pulque slo se
reemprendi en algn momento del siglo xx,
pero ya con el uso de raspadores de metal.

el Formativo, siendo probable que en el Clsico cuando se empiece a generar el modelo


de raspador de maguey como herramienta
socialmente sancionada, fisonoma que se
generalizar en el Posclsico. La escasez de
tales elementos en los sitios del Epiclsico de
Metztitln puede a su vez ayudarnos a plantear
la filiacin de los grupos en este momento,
con la posibilidad de que lleguen de reas
donde no se da la produccin de pulque. Por
otro lado, la continuidad de la tecnologa de
navajillas y la virtual desaparicin de la de
cuchillos bifaciales plantea la posibilidad de
la entrada de poblaciones que traen elementos
tecnolgicos diferentes.
Podramos estar frente a una tecnologa con
rasgos tnicos, quiz relacionada con los otomes, quienes se han caracterizado histricamente por el consumo de pulque y el procesamiento del maguey (lvarez y Cassiano, op. cit.).
Asimismo, podra haberse dado la difusin
tarda, posterior a la Conquista, de este rasgo
en vinculacin con el desarrollo de las haciendas pulqueras y la necesidad de abastecerlas de

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An Organizational Approach to the Old-

Figura 18. Capilla de Santa Mara Xoxoteco.


Panel de los bebedores de pulque (modificado de
Artigas, 1978).

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110

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La comunidad de produccin y el intercambio


de instrumentos de obsidiana en Huapalcalco, Hidalgo
Margarita Gaxiola Gonzlez*

las categoras de comunidad de produccin


y de plaza de mercado. En el enfoque que
utilizo para esbozar esta interpretacin, la
produccin, la circulacin y el consumo de
instrumentos de obsidiana son procesos
interrelacionados en el espacio y en el tiempo.
La interrelacin entre manufactura e intercambio se establece en la medida en que este
ltimo nace de la divisin social del trabajo y
es un fenmeno intermediario entre la produccin y la distribucin. Su intensidad, extensin y forma estn determinados por las
relaciones de produccin.

Introduccin
En el valle de Tulancingo existi desde el
periodo Arcaico una tradicin local de manufactura de instrumentos de obsidiana de
talla bifacial (Irwing Williams, 1963) y a partir
del Preclsico medio instrumentos producidos
con la obsidiana de Tulancingo fueron objeto
de intercambio a larga distancia.1 Durante el
Epiclsico, esta obsidiana fue explotada y
trabajada con intensidad en torno a una comunidad de produccin que abarc diversos
mbitos urbanos de Huapalcalco, asentamiento
dominante de la regin durante esta poca.
En este trabajo presento una visin de
conjunto sobre las caractersticas que tuvo la
organizacin de la produccin de instrumentos de obsidiana de Huapalcalco a partir de

Lo que crea las relaciones de intercambio no son


las propiedades fsicas de las mercancas sino las
relaciones sociales, histricamente especficas
que suscriben esta forma particular de circulacin (Patterson, 2005: 317-318).

* Direccin de Estudios Arqueolgicos, Subdireccin de Investigacin y Conservacin del Patrimonio


Arqueolgico, inah.
1
La obsidiana de Tulancingo fue intercambiada a
larga distancia desde el Preclsico medio con aldeas de
la cuenca de Mxico, la Mixteca Alta y los valles centrales de Oaxaca (Pires-Ferreira, 1975; Boksenbaum et al.,
1987). En Teotihuacan fue la tercera obsidiana en importancia utilizada (Spence, 1987). En el mbito del
intercambio de larga distancia, en el rea maya con el
Petn Guatemalteco (Moholy Nagy y Nelson, 1990; Rice
et al., 1985). Durante el Epiclsico, Xochicalco fue una
de las ciudades que se abasteca de obsidiana de Tulancingo para la obtencin de puntas de proyectil (Hirth,
2006). Al parecer hasta el Posclsico tardo se segua
consumiendo (Cruz, 2000; Neff et al., 2000).

Esta interpretacin general se basa en el


anlisis de datos empricos procedentes de una
diversidad de contextos arqueolgicos investigados y obtenidos a partir del estudio de: a) la
materia prima, que estuvo orientado a la localizacin y caracterizacin qumica de las fuentes
de abastecimiento de obsidiana en el sur de
Hidalgo, que se sitan en el entorno geogrfico regional de Huapalcalco, y b) los contextos
arqueolgicos con evidencia de manufactura
de instrumentos, tanto aquellos de tipo intensivo los talleres como los de tipo domstico,

111

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Margarita Gaxiola Gonzlez

todos ellos situados en el espacio urbano de


Huapalcalco.

o bien en zonas hmedas o con suelos saturados


de agua (gaxiola, 2001). Adems del maz y del
nopal de grana, el cultivo del maguey sobresale
por la intensidad con que se practic esta actividad agrcola, la cual estuvo en estrecha
relacin con la industria de obsidiana debido
a que la manufactura de raspadores de maguey
fue una industria especializada en la antigua
ciudad (gaxiola, 2005a).
Otro recurso natural importante en la regin fue la obsidiana, explotada intensivamente como materia prima para la fabricacin de
herramientas de trabajo. Las elevaciones que
limitan el valle hacia el sur, oriente y poniente,
con alturas que oscilan entre 2 250 y 3 000
msnm, corresponden en su mayora a depsitos volcnicos de varias edades. Especialmente
en las montaas al sureste del valle se han registrado varias localidades con obsidiana, entre
ellas destacan El Pizarrn, situada a 2 km al
sureste del centro ceremonial de Huapalcalco,
as como Tepalzingo, rancho Tenango y El
Encinal (gaxiola, 1981; Cobean, 2002). Estas
cuatro localidades forman dos grupos qumicos e integran el sistema de yacimientos de
Tulancingo (gaxiola y Nelson, 2005). De todas
ellas, El Pizarrn es la localidad con evidencia
de explotacin ms intensiva y, bajo la jurisdiccin de Huapalcalco, fue la fuente principal
de abastecimiento de obsidiana durante el
Epiclsico en el valle de Tulancingo.
El sistema de yacimientos de Tulancingo
forma parte, a su vez, de una zona ms amplia
de extraccin de obsidiana en el centro de
Mxico, caracterizada por Berdan y Smith
(2004: 54-55) como una zona clave en el intercambio mesoamericano de larga distancia
(zocm). Huapalcalco se sita en una posicin
geogrfica nodal que favoreci e impuls el
intercambio interregional de obsidiana.
Estas caractersticas del medio natural de
Huapalcalco, a saber, la cercana entre la planicie aluvial del valle de Tulancingo y los depsitos de obsidiana, propici que en su territorio
convergieran dos tipos de reas de importancia
en la interaccin econmica macrorregional:

Huapalcalco: una prspera zona


productiva y una zona de extraccin
de materia prima
La zona arqueolgica de Huapalcalco se localiza en el valle de Tulancingo, cuenca lacustre
del Eje Neovolcnico que se sita en el extremo
nororiental del Altiplano Central. La ciudad
fue el sitio dominante de la regin de Tulancingo durante el Epiclsico y su ocupacin ha
sido fechada por radiocarbono entre 650 y 900
aos d.C. (gaxiola, 1999).2 El asentamiento,
con una superficie aproximada de 5 km2, se
sita sobre la ladera surponiente del cerro del
Tecolote, macizo que cierra el valle en su extremo suroeste, por donde cruza el camino principal que comunica el centro de Mxico con el
centro-norte de la costa del golfo. La planicie,
conformada por sedimentos aluviales cuaternarios, fue muy propicia para su explotacin
agrcola, y el emplazamiento de Huapalcalco
fue especialmente favorable para la agricultura
intensiva, por su asociacin geogrfica con dos
de los distritos de riego ms ricos y frtiles del
valle: el de Zupitln y el del ro grande de
Tulancingo. Su prctica est documentada arqueolgicamente, ya que entre los restos botnicos recuperados de excavaciones de unidades
habitacionales destaca una variedad de plantas
de hbitat herbceo que crecen dentro de reas
de cultivo, sobre todo en las que tienen riego,
2
El espacio geogrfico de esta zona arqueolgica no
fue ocupado exclusivamente en esta poca. En los abrigos rocosos que se encuentran en los acantilados de
riolita y que flanquean su centro ceremonial se ha estudiado una ocupacin antigua del Arcaico, fechada alrededor de 5 000 aos a.C. A la ocupacin del Epiclsico
le precede una del Preclsico tardo (ca. 150 d.C.), cuya
extensin y caractersticas an no han sido estudiadas.
En pocas posteriores, una vez abandonada la ciudad
epiclsica, entre los aos 1250 y 1521 d.C., el antiguo
espacio urbano fue reocupado, en forma dispersa, por
poblacin de carcter rural de los calpolli pertenecientes
a Tollantzinco, asentamiento central del altpetl, situado a 2 km al poniente de Huapalcalco.

112

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La comunidad de produccin y el intercambio de instrumentos de obsidiana

ticiparon tres tipos de unidades de produccin,


articuladas por cadenas de cooperacin del
trabajo de talla: los talleres que representan
la produccin especializada y las unidades
domsticas de consumo productivo. Estos tipos
de actividades manufactureras se desarrollaron
en el entorno domstico, pero las unidades
productivas especializadas tienen la particularidad de estar asentadas sobre la fuente de
abastecimiento de materia prima y de incorporarse espacialmente al mbito urbano de
Huapalcalco como un sector productivo organizado. Por otro lado, las unidades domsticas
participaron activamente en la produccin,
conformando un sector de la comunidad de
produccin que participaba como consumo
productivo.

la prspera zona productiva y la zona de extraccin de materia prima. Esta circunstancia favoreci el desarrollo de un sector manufacturero
incorporado al espacio urbano y de una plaza
de mercado donde conflua una red de caminos
que articularon tres medios naturales diversos:
el altiplano, la sierra y la costa.
Huapalcalco, una ciudad artesanal
Huapalcalco fue un centro artesanal especializado en el trabajo de talla de obsidiana para
la manufactura de instrumentos. Su produccin, especializada en puntas de proyectil y
raspadores de maguey, se centraba en la explotacin intensiva del yacimiento de obsidiana
de El Pizarrn y en el control completo de su
proceso productivo. El trabajo manufacturero,
cuya evidencia arqueolgica est atestiguada
por la abundancia de desecho de talla disperso en toda la extensin de la zona arqueolgica, fue una actividad que se realiz en forma
intensiva y en una diversidad de contextos
dentro de la ciudad. Los resultados del anlisis
tecnolgico de las industrias lticas y su representacin en los contextos en que operaban
sus cadenas de trabajo nos han permitido
proponer que la produccin artesanal en
Huapalcalco fue un factor dinmico de su
economa, que represent una importante
fuente de riqueza. La estrategia de produccin
que se desarroll en esta ciudad-Estado tuvo
como finalidad la intensificacin productiva
ligada al intercambio mercantil.
La utilizacin de la categora de comunidad
de produccin tiene como objetivo reconstruir la organizacin laboral en el mbito comunitario, tratando de reconocer formas de
articulacin y cooperacin ms all de la organizacin del trabajo individual en cada uno
de los talleres o de otras unidades de manufactura. La actividad manufacturera estuvo
organizada en torno a una comunidad de
produccin centrada en la explotacin intensiva del yacimiento de obsidiana de El Pizarrn,
cuyos talleres tuvieron el control completo del
proceso productivo. En esta comunidad par-

La divisin tcnica del trabajo: industrias


y cadenas operativas
Abordo la divisin tcnica del trabajo utilizando dos categoras principales: las industrias,
que nos permiten clasificar los sistemas tcnicos
globales, y las cadenas operativas, que facilitan
la ubicacin de cada contexto arqueolgico en
un marco general de organizacin de la manufactura y del uso de los instrumentos (Dobres,
2000:164-182). La reconstruccin de las secuencias de reduccin en cada unidad manufacturera, mediante el anlisis tecnolgico del
desecho de talla, permiti enfocar el estudio
de la organizacin laboral en trminos de
operaciones secuenciales-tcnicas de la transformacin de la materia prima. Los resultados
obtenidos son la base para la reconstruccin
de la divisin tcnica de la manufactura representada en las unidades de produccin de
Huapalcalco.
En el trabajo de anlisis ltico considero que
las industrias representan una actividad productiva organizada en torno a un conjunto de
operaciones tcnicas representativas de una
forma comn de procesar o transformar un
determinado tipo de materia prima en instrumento de trabajo. Son dos los elementos que
tom en consideracin para definir una indus-

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Margarita Gaxiola Gonzlez

bifacial para la manufactura de puntas de


proyectil. Se distinguen por tener procesos de
trabajo estandarizados, representados por
instrumentos con una gran homogeneidad
tanto en sus caractersticas tecnolgicas como
formales. La distribucin espacial del desecho
de talla de estas industrias presenta en superficie una distribucin diferenciada en altas
concentraciones, asociadas a conjuntos habitacionales localizados sobre la localidad de
obsidiana de El Pizarrn.
La industria de bifaciales presenta una secuencia de manufactura que se inicia con el
desbaste de ndulos para obtener un artefacto-base. Se han distinguido tres tipos: la lasca
obtenida de ndulos o bloques, que es la ms
frecuente, la macronavajas de percusin de
ncleos cnicos o cilndricos, o bien, en ocasiones, un bloque o ndulo en bruto. A partir
de la reduccin del artefacto-base se inicia la
segunda etapa de reduccin en la que se obtiene, mediante el desbaste por percusin
directa en ambas caras, una preforma bifacial.
Hemos definido tres tipos de preforma de
acuerdo con el avance en su reduccin. En la
ltima etapa, representada por la preforma 3,
se trabaja mediante retoques por presin para
dar la forma definitiva a la punta de proyectil;
se forma el filo y el rea de enmangue mediante la elaboracin del pednculo y las muescas
(figura 1) (gaxiola et al., 1987).
Los instrumentos monofaciales fabricados
en los talleres de obsidiana de Huapalcalco
presentan gran homogeneidad en sus caractersticas morfolgicas y tecnolgicas. Se trata de
raspadores terminales de forma ojival y tamao
que vara entre 7.5 y 10 cm de longitud, entre
5 y 3 cm de ancho en la extremidad distal, y
2 cm en promedio de espesor. El proceso de
manufactura que caracteriza a la industria
monofacial de raspadores de maguey est
tecnolgicamente diferenciado del proceso
utilizado para la fabricacin de herramientas
bifaciales. La secuencia de reduccin se caracteriza por la preparacin, por percusin directa, de un ncleo en general de forma cnica

tria de obsidiana tallada: el tipo de materia


prima y los instrumentos y conjunto de tcnicas
utilizados para su fabricacin.
La obsidiana fue la nica materia prima
usada en la fabricacin de instrumentos tallados
en Huapalcalco. Este tipo de material permite
que el estudio de su explotacin y aprovechamiento como materia prima pueda llevarse a
cabo con cierta precisin, ya que mediante
anlisis qumicos de caracterizacin es posible
identificar los yacimientos de obsidiana que
fueron fuentes de suministro de materia prima
(glascock, Braswell y Cobean, 1998). En el caso
de Huapalcalco, este factor es de importancia,
dada la diversidad de yacimientos de los que se
abasteci su poblacin, por lo que, en relacin
al origen de la obsidiana, las industrias se
agruparon en locales y alctonas. El estudio de
las industrias de obsidiana locales permiti reconocer la existencia de un sector productivo
interno que alcanz niveles de especializacin
artesanal, mientras que las industrias alctonas
hicieron posible investigar las estrategias de
abastecimiento de la materia prima y el intercambio de obsidiana.
Identifiqu cinco industrias de obsidiana
tallada, cada una de ellas est representada
por un tipo de instrumento, por su propia
secuencia de reduccin y conjunto de tcnicas
de talla, en la que en forma combinada se
utilizaron tcnicas de percusin y de presin.
Las cinco categoras de industrias son: bifacial
(puntas de proyectil y cuchillos), monofacial
(raspador de maguey), laminar chico, industria de lascas (raspadores terminales chicos)
y navajas prismticas.
Las industrias de obsidiana local. De estas cinco
industrias lticas identificadas, cuatro se utilizaban en la transformacin de la materia prima
local: dos de ellas especializadas bifacial y
monofacial y las otras dos de tipo domstico
laminar y de lascas. Las industrias especializadas estn tecnolgicamente diferenciadas en
dos ramas: la industria monofacial destinada a
la fabricacin de raspadores de maguey y la

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La comunidad de produccin y el intercambio de instrumentos de obsidiana

3
0

5 cm

Figura 1. Preformas.

laminar de ncleos cnicos medianos y una


industria de lascas. A partir de ndulos medianos y pequeos, que por su tamao no eran
utilizados en los talleres, se elaboraron diferentes tipos de raspadores ms pequeos, as
como herramientas informales sobre navajas
y lascas (figura 3) (gaxiola y del razo, 2006).

con plataforma lisa, amplios planos de desprendimiento y aristas rectas. De este tipo de
ncleos se obtenan macronavajas, con la
porcin distal curva y abultada. una vez obtenida la macronavaja, se proceda a darle forma
al instrumento monofacial mediante un trabajo inicial de desbaste marginal de la cara dorsal;
posteriormente, en la ltima fase de la secuencia, la talla se continuaba con el trabajo sobre
la cara dorsal, eliminando el taln liso original
para obtener una forma algo puntiaguda en el
extremo proximal, porcin del instrumento
que se enmangaba o por donde se sujetaba. La
extremidad distal de la preforma, que es la
parte activa del instrumento, se trabajaba hasta
obtener una curvatura pronunciada y forma
redondeada (figura 2). Estas herramientas de
talla monofacial son productos especializados
fabricados en las diversas unidades de produccin de Huapalcalco y utilizados muy probablemente para raspar maguey, uno de los cultivos ms importantes del valle de Tulancingo
en la poca prehispnica (gaxiola et al., 1987;
gaxiola, 2005b).
He documentado las industrias que considero
como domsticas en unidades habitacionales,
y los procesos de trabajo que las caracterizan
son menos estandarizados. Los materiales estudiados permitieron identificar una industria

Las unidades de produccin


Como resultado del trabajo arqueolgico, he
definido tres tipos de unidades de produccin:
a) talleres de manufactura completa especializados (gaxiola et al., 1987; gaxiola y guevara,
1989), b) talleres de manufactura secundaria
especializados (gaxiola, 2005b), y c) unidades
domsticas manufactureras (gaxiola y del razo,
2006). En este trabajo propongo que estas
unidades funcionaron organizadas en dos
grandes sectores: el sector productivo especializado y el sector de consumo productivo.
El sector productivo especializado. Los talleres, que
se localizan sobre una superficie 1.5 km2 en el
extremo sur de la antigua ciudad de Huapalcalco conforman un distrito manufacturero,
pues estn organizados espacialmente en torno
al yacimiento de obsidiana de El Pizarrn. En
este sector del sito, el desecho de talla en superficie se intensifica y deja de presentarse en

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Figura 2. raspadores de maguey procedentes de diversos contextos arqueolgicos de Huapalcalco.

Ndulo

Ndulos vrgenes

Ncleo cnico

Prencleos completos
con plataforma

Mdulos partidos
en dos partes

Ncleos multidireccionales

Navaja base

Preformas de raspadores
espigado y circular

Preforma de raspador
espigado

Preforma de raspador terminal

Raspador circular

Raspadores espigados

Figura 3. Secuencia de reduccin de las industrias laminar y de lascas de la unidad habitacional B


de Huapalcalco. Dibujo de Carlo del razo.

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La comunidad de produccin y el intercambio de instrumentos de obsidiana

centraciones ms densas de desecho de talla,


por lo que se asumi que ah poda estar representada la forma ms compleja de la organizacin del trabajo. Por esta razn, se excav
en forma extensiva una unidad habitacional
en la esquina sur del conjunto arquitectnico.
El conjunto se compone de ocho unidades
habitacionales construidas sobre plataformas.
Hacia el sur se encuentran dos montculos
grandes formados por desecho de talla bifacial,
los que a principios del siglo xx ocupaban,
cada uno, una superficie de 8 m y una altura
de 3 m (Breton, 1978:4) (figura 5). La exploracin de la unidad habitacional permiti
identificar tres tipos de espacios diferenciados:
el espacio propiamente habitacional integrado
por cuartos con pisos de estuco y cimientos de
piedra, construidos sobre una plataforma.
Adyacente a la plataforma y a todo su largo,

forma generalizada; su dispersin muestra un


patrn particular, representado por concentraciones discretas, asociadas a conjuntos habitacionales. Se registraron seis conjuntos
habitacionales-talleres y en dos de ellos se
realizaron investigaciones arqueolgicas ms
detalladas (figura 4). Estos conjuntos habitacionales-talleres eran viviendas domsticas de
estructura mltiple con una configuracin
interna distintiva. Las caractersticas arquitectnicas, arreglo espacial, forma, cantidad y
tamao de las unidades habitacionales que las
integran son diferentes entre s; tambin se
observa variabilidad en su ubicacin y en la
densidad de sus concentraciones de desecho
de talla (gaxiola, 2006).
El conjunto habitacional-taller de El Pizarrn presentaba en superficie la mayor cantidad
de unidades habitacionales, as como las con-

Sector Este
Sector Oeste

Cerro del Tecolote

Gra
n
Zona Arqueolgica de Huapalcalco Ro d
1. rea cvico-ceremonial y habitacional
nucleada.
e

Unidad domstica del rea B

Rancho La Caada

a
b
c

El Pizarrn
La Escondida
Rancho El Pizarrn

eT
ula

nci

ngo

2. rea habitacional con alta concentracin


de desecho de talla
3. Yacimiento de obsidiana de El Pizarrn

N
0

500

1000 m

Figura 4. Localizacin de las unidades de produccin de obsidiana de Huapalcalco.

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Margarita Gaxiola Gonzlez

Figura 5. Basureros comunales del conjunto habitacional-taller de El Pizarrn.

se registr un espacio abierto con restos de un


piso enlajado y con evidencias de explotacin
intensiva de vetas de obsidiana. Las huellas de
su extraccin dejaron ahuecamientos en la
roca madre, que fueron rellenados con desecho de talla y depsitos de basura especiales.3
En el extremo opuesto al patio se encontr
un temazcal, integrado arquitectnicamente
al acceso de la unidad habitacional, el que
probablemente constituy una instalacin
colectiva para la prctica terapetica (gaxiola,
2001) (figura 6).
En los talleres de El Pizarrn se llevaba a
cabo en forma completa el proceso de manufactura de las industrias especializadas, desde la
extraccin de la materia prima hasta la elaboracin final de los instrumentos. Por las carac-

tersticas de su desecho de talla se ha considerado como el taller ms productivo de este


sector. De la porcin excavada se recuperaron
de los basureros de desecho de talla 80 838
ndulos. De obsidiana en bruto equivalentes a
1 872 kg de desecho de materia prima.
La Escondida es otra zona de habitacin y
de trabajo situada sobre la ladera alta de la loma,
hacia el noreste del yacimiento y del conjunto
de El Pizarrn. Esta unidad est integrada por
dos montculos y una vasta zona de dispersin
de desecho de talla. una caracterstica distintiva es su estructura arquitectnica principal que
mide 45 por 30 m de lado y tiene una altura de
4 m; est compuesta por una plataforma o basamento en cuya parte superior se encuentran
dos cuartos construidos en la esquina suroeste
y una construccin ubicada en la parte baja de
la plataforma. Por su localizacin, caractersticas
arquitectnicas y dimensiones, puede considerarse un montculo nico en su clase, en relacin
a los de los otros conjuntos habitacionales en

3
El desecho de talla tambin fue utilizado intensivamente como material de relleno arquitectnico, pero
asimismo fue depositado en lugares especiales en la
plataforma habitacional.

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La comunidad de produccin y el intercambio de instrumentos de obsidiana

Figura 6. Conjunto habitacional-taller de El Pizarrn.

dos se identificaron tanto preformas bifaciales


como raspadores fracturados durante las distintas etapas de su reduccin.
El conjunto rancho La Caada est integrado por cinco estructuras arquitectnicas, muy
probablemente de carcter residencial, y por
cuatro concentraciones discretas de desecho
de talla de obsidiana. El anlisis tecnolgico del
desecho de talla recolectado sistemticamente
en superficie ha permitido establecer que esta
unidad productiva la fabricacin de instrumentos se especializaba en las dos ltimas etapas de
manufactura. La produccin dominante era la
de los cuchillos y puntas de proyectil y la secundaria era la de raspadores de maguey (gaxiola,
2005b). El hecho de que la manufactura se
iniciara a partir de la segunda etapa de las se-

la zona de talladores; es muy probable que no


haya tenido funciones de habitacin sino ms
bien de ndole administrativa o ritual. El segundo montculo es pequeo, de un metro de altura, se encuentra en asociacin directa con la
zona de dispersin de desecho de talla y en su
aspecto formal es muy parecido a los montculos habitacionales que conforman el conjunto
de rancho La Caada. El rea de dispersin de
desecho de talla abarca una amplia superficie desde la barranca, la ladera y un extremo
de la cima de la loma, con dos concentraciones
discretas de acumulacin que forman montculos con alturas mayores a 1 m. Los desechos de
talla indican que ah se realizaban las dos secuencias de reduccin de las industrias especializadas, ya que entre los productos desecha-

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cuencias de reduccin indica que su funcionamiento dependa de otras unidades productivas


del sitio donde se iniciaba el trabajo. Es muy
probable que los talleres establecidos sobre el
yacimiento de El Pizarrn hayan provedo de
ncleos y preformas bifaciales a los artesanos
que habitaban en rancho La Caada, pues se
ha determinado que en esos talleres se llevaba
a cabo en forma intensiva tanto la extraccin
de la materia prima como la fabricacin de
preformas bifaciales y ncleos.
En los talleres, la divisin tcnica por industrias especializadas es extensiva a todas las
unidades de produccin; es decir, en una
misma unidad manufacturera se producan tres
tipos de productos mediante dos tecnologas
diferentes. Se observa, sin embargo, una diferenciacin en relacin a la segmentacin de la
secuencia de reduccin, por lo que los talleres
asentados sobre el yacimiento en donde la secuencia se realizaba en forma completa se han
caracterizado como talleres cabecera, que
ejercieron el control completo del proceso
productivo, mientras que los talleres como el
de rancho La Caada se ubicaron en la categora de talleres secundarios. La produccin
conjunta de estos dos tipos de unidades era
excedentaria, y estaba destinada a satisfacer las
necesidades de consumo de la poblacin mediante el intercambio mercantil.

Figura 7. Desecho de talla caracterstico del sector


habitacional de Huapalcalco. a) Ndulo virgen
de obsidiana. b) Ndulo con retoque monofacial.
c) Preforma bifacial pequea. d) Lascas de
adelgazamiento. e) Fragmento de punta de
proyectil. f) Navaja prismtica de obsidiana de la
Sierra de las Navajas.

de produccin y tena los conocimientos tecnolgicos y las habilidades indispensables para fabricar, usar y reparar sus propios instrumentos.
En este tipo de viviendas tenan lugar
procesos de manufactura primaria en industrias que denominamos domsticas, como la
laminar y la de lascas; se abastecan de ndulos
medianos y pequeos, que no eran tiles para
la manufactura de los instrumentos especializados, y que eran aprovechados para la fabricacin de instrumentos ms pequeos, de uso
domstico, como pequeos raspadores, navajas de percusin y lascas (gaxiola y del razo,
2006). En la unidad habitacional del rea B
se encontraron 25 ndulos de obsidiana vrgenes desechados, lo que contrasta notablemente con la cantidad de 80 838 encontrada
en una unidad habitacional de artesanos especialistas en los talleres de El Pizarrn. Otra
caracterstica interesante es la presencia de
procesos de manufactura secundaria relativos
a las industrias especializadas, pues se determin que se abastecan de productos primarios
producidos en los talleres como preformas de
raspadores de maguey y de puntas de proyectil. Estos productos primaros eran transforma-

El sector de consumo productivo: la manufactura en


unidades habitacionales. El tercer tipo de unidad de produccin se estudi en dos viviendas
domsticas de estructura simple, localizadas en
la periferia del sector urbano nucleado de
Huapalcalco, muy cerca de la planicie aluvial,
espacialmente fuera del distrito manufacturero.
En superficie no haba evidencia de concentraciones densas y discretas de desecho de talla,
como en el caso de los talleres. Sin embargo, de
su excavacin se recuper una gran cantidad
de material de este tipo (figura 7). Su estudio
ha permitido conocer que un amplio sector de
la poblacin campesina que resida en el centro
urbano tambin formaba parte de la comunidad

120

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La comunidad de produccin y el intercambio de instrumentos de obsidiana

dos en instrumentos y reparados en las unidades habitacionales. A esta forma de suministro


la llamo consumo productivo.
La comunidad de produccin
En los contextos arqueolgicos estudiados
detectamos dos tipos de secuencias de reduccin: los procesos de trabajo completos y los
segmentados, que se dividen en manufactura
primaria y manufactura secundaria.4 Esto indica que los centros de manufactura no fueron
autnomos, sino que estaban articulados
mediante cadenas de cooperacin del trabajo.
Estas formas de articulacin constituyen la
segunda forma de la divisin tcnica del trabajo. Las formas de cooperacin del trabajo
en que se organizaba han permitido delinear
los sectores productivos que integran la comunidad artesanal de Huapalcalco.
Creo que es posible reconocer dos niveles
de cooperacin, el primero de ellos se basara
en el parentesco ya que cada unidad de produccin est asociada a un determinado tipo de
vivienda, ya sea del tipo mltiple o simple, por
lo que el trabajo productivo era proporcionado
por las unidades habitacionales donde residan
los artesanos, como es comn en Mesoamrica.
una caracterstica particular de Huapalcalco es
que una gran mayora de las unidades domsticas de la ciudad tenan los conocimientos y
habilidades para la manufactura de la diversidad
de herramientas de obsidiana que se utilizaron
en el sitio. Es esta caracterstica la que nos
permite en primer trmino considerar a
Huapalcalco como una ciudad artesanal.
El segundo nivel de cooperacin operara
slo como una forma particular de articulacin
entre los talleres, representados por los conjuntos habitacionales del distrito manufacturero. Los talleres como El Pizarrn, que tenan
el control sobre la fuente de abastecimiento

de materia prima y el proceso productivo


completo, eran las unidades de produccin
cabecera, que permitan el funcionamiento
de otras unidades de produccin donde se
realizaba la manufactura secundaria de las
industrias bifaciales y monofaciales. El hecho
de que cada conjunto habitacional-taller
tenga una configuracin interna distintiva, es
decir, que no compartan patrones residenciales, sugiere que cada uno de ellos tuvo una
identidad particular, e indicara la presencia de
una organizacin de la fuerza de trabajo en
unidades mayores y distinta a la de la familia.
Esta organizacin ms amplia de la fuerza de
trabajo podra ser similar a la que en la poca
colonial se conoca como cuadrillas, y que en
el Posclsico tardo sola integrarse en grupos
de uno a cinco veintenas de trabajadores. Esta
forma de organizacin tena funcionarios
llamados tepixque, vigilantes de la gente, que
siendo los ms conocedores tenan a su cargo
el reclutamiento y la distribucin de las cargas de trabajo, bajo el principio de rotacin
(rojas, 1977:9-18).
Lo que le da un carcter distintivo a la comunidad de produccin de Huapalcalco es,
por una parte, la presencia de talleres con
procesos de trabajo completos, caracterstica
poco usual en la organizacin laboral de las
industrias lticas mesoamericanas; por otra,
que el sector consumidor fuera productivo e
incluyera a un amplio sector de la poblacin
campesina. Caractersticas que indicaran
adems que la produccin era una actividad
especializada, pero no un monopolio.
En su ensayo sobre la economa prehispnica, Carrasco seala que hubo campos de la
produccin en los que la actividad mercantil
pudo desarrollarse y en los que la distribucin
de la riqueza habra sido el resultado de la actividad mercantil, por lo que:

4
La primera incluye las actividades que abarcan desde
la extraccin de la materia prima hasta la reduccin de
los ndulos a ncleos o preformas, y la segunda corresponde a la reduccin a partir de ncleos, artefactos-base
o preformas para la fabricacin de instrumentos finales.

la aplicabilidad de distintos conceptos de


mercado se tiene que discutir slo en el caso de
algunas materias escasas, como obsidiana y cobre,
[y] pensar en la importancia de ahondar en lo

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Margarita Gaxiola Gonzlez

poco que se sabe de su adquisicin y uso, para


poder establecer su peso como factor determinante para el dominio de la produccin y de la economa en su totalidad (Carrasco 1978:44-45).

tanto de productos primarios consumidos por


las unidades domsticas como la de los instrumentos terminados que se fabricaban en los
talleres, es decir la produccin de esta comunidad artesanal independiente, haya sido el
intercambio mercantil. La produccin especializada de Huapalcalco circulaba probablemente en tres mbitos mercantiles: para el
consumo interno del rea bajo su dominio
territorial, para el intercambio interregional y
tambin para el intercambio a larga distancia.
una hiptesis es que la principal demanda del
consumo interno haya sido la de raspadores de
maguey, mientras que las puntas de proyectil
fueron los productos principales de exportacin, cuya presencia ha sido documentada
en Xochicalco y Tula (Hirth, 2006; Mastache
y Cobean, 1990).
Como hiptesis propongo que el sector de
produccin especializada de la comunidad
artesanal constitua, a su vez, una corporacin
artesanal, mercantil y tributaria. Se sabe que
en pocas ms tardas los artesanos especialistas agrupados por cadenas de cooperacin del
trabajo tambin eran organizaciones tributarias, pues se les tasaba colectivamente conforme
a su oficio, por lo que en algunos casos estaban
organizados en cuadrillas de especialistas para
la aportacin de tributos en especie y servicios
personales (Carrasco, op. cit.: 34). Tambin en
el Posclsico tardo los artesanos especialistas
vendan ellos mismos sus productos en los
mercados y como corporacin artesanal-mercantil pagaban anualmente tributo al tlatoani
(Lockhart, 1999: 265).
Se puede concluir que la reproduccin de
esta comunidad artesanal no dependa del
sector poltico de la economa debido a que
ella era poseedora de sus medios de produccin y su produccin era distribuida mediante el intercambio mercantil. La intensificacin
de la produccin artesanal, que se manifiesta
en formas de cooperacin de trabajo articuladas en un sistema productivo, sera evidencia
tambin de una intensificacin mercantil y de
la produccin de riqueza.

En el caso de la comunidad de produccin


especializada de Huapalcalco, hay varios elementos que permiten caracterizarla como una
organizacin artesanal independiente del
sector poltico de la economa. El primero es
la localizacin de los talleres dentro del espacio urbano. Se ha sealado que una de las
caractersticas de la manifestacin arqueolgica de una organizacin artesanal independiente es justamente su disociacin espacial
con la arquitectura de la elite (Costin, 1991:425). Su ubicacin, no slo no guarda ninguna
asociacin espacial con el sector de la elite,
sino que tiene una organizacin espacial
propia e independiente que denota un control
directo de la fuente local de abastecimiento
de materia prima. El segundo elemento es el
relativo al control que los talleres de obsidiana
ejercieron sobre el proceso de trabajo completo, como lo indica el estudio de la divisin
tcnica del trabajo y de la organizacin de la
produccin. El tercer factor sera la presencia
de una comunidad de consumo productivo
representada por la produccin domstica,
cuya amplia y generalizada dispersin espacial
indica la participacin en el proceso productivo de un importante sector de la poblacin
campesina que resida en el centro urbano.
En las formas de propiedad de los bienes
producidos por trabajadores manuales especializados organizados como productores independientes, los artesanos retienen los derechos
de transferencia de su produccin (Clark y
Parry, 1990:297-303). Cuando se trata de produccin de bienes utilitarios destinada para un
consumo amplio de la poblacin, su distribucin se realizaba a travs el mercado; de hecho,
su presencia ha sido considerada a menudo
como evidencia indirecta del surgimiento de
las instituciones de mercado (Costin, 1991). De
modo que es muy probable que el mecanismo
mediante el cual se distribua la produccin

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La comunidad de produccin y el intercambio de instrumentos de obsidiana

ocho fuentes de abastecimiento diferentes


(gaxiola y Nelson, 2005).

El mercado de obsidiana en Huapalcalco


Desde la poca tolteca, de acuerdo con Ixtlilxchitl, hubo en Tulancingo un tianguis peridico que se celebraba cada 20 das, al que
acudan mercaderes de diversas provincias.
Menciona que fue una de las inmensas plazas
de intercambio, contada entre las cinco o
seis ms grandes del centro de Mxico, entre
las que menciona a Tula, Teotihuacan, Cuauhnauac, Tultitln y Cholula (Ixtlilxchitl, 1975:
56-57). El mercado de Huapalcalco tuvo una
funcin relevante en el intercambio de obsidiana, fue un punto nodal como plaza exportadora e importadora dentro de un sistema regional
de mercados peridicos interconectados en el
centro de Mxico; su carcter de centro artesanal sent las bases para el desarrollo de un
mercado especializado en el intercambio de
obsidiana. Propongo que este sistema regional
comienza a conformarse en el Epiclsico en el
marco de un sistema poltico descentralizado.
El estudio del intercambio de obsidiana en
Huapalcalco se basa en la reconstruccin de
las industrias de origen forneo presentes en
los diversos contextos arqueolgicos estudiados. He mencionado ya que adems de explotar intensivamente el yacimiento local de El
Pizarrn, lo que favoreci el desarrollo de un
sector de mercado interno, los habitantes de
Huapalcalco se proveyeron de obsidiana
procedente de una gran diversidad de yacimientos geolgicos, en especial de aquellos
que integran la zona de obsidiana del centro
de Mxico. Se distinguen tres mbitos territoriales de suministro: local-regional, interregional y de larga distancia. En los mbitos localregional e interregional, Huapalcalco ocupa
una posicin geogrfica estratgica, lo que
favoreci la creacin de una red de caminos
e impuls el intercambio mercantil. El mercado de Huapalcalco articulaba las esferas de
intercambio que operaban en el sector central
y oriental del centro de Mxico durante el
Epiclsico, representadas por tres industrias
lticas navajas prismticas, puntas de proyectil y raspadores de maguey procedentes de

Industrias y cadenas operativas de obsidiana


alctona
La poblacin de Huapalcalco tuvo la necesidad
de abastecerse de navajas prismticas fabricadas con obsidiana de calidad, ya que la obsidiana local careca de las cualidades fsicas
necesarias para su manufactura. Para cubrir
esta necesidad, Huapalcalco se abasteci en
seis sistemas de yacimientos, y la obsidiana fue
utilizada como materia prima de dos industrias: navajas prismticas y puntas de proyectil.
Esta obsidiana llega a Huapalcalco de dos
maneras: como materia prima procesada o
bien como instrumentos terminados. De los
sistemas de yacimientos ms cercanos, la Sierra
de las Navajas y El Paredn, la recibe en forma
de productos primarios, mientras que de los
ms lejanos, como Zacualtipan, Otumba y
Zaragoza-Oyameles los recibe como productos
terminados (gaxiola y Nelson, 2005). Estas
dos modalidades de abasto se presentan en las
dos industrias utilizadas: navajas prismticas y
puntas de proyectil, de lo que puede deducirse que las estrategias de abastecimiento de
obsidiana en Huapalcalco estn organizadas
en torno a una racionalidad bien adaptada a
su medio natural, en la que se combina la situacin geogrfica posicin central en la
zocm y cercana de los yacimientos con la
calidad de la materia prima.
En el caso de las navajas prismticas slo
se observan procesos de manufactura secundaria con la obsidiana de la Sierra de las Navajas y estn representados por desechos de
talla y ncleos abandonados en diferentes
momentos de la secuencia de reduccin (figura 8). Los ncleos prismticos fueron utilizados hasta agotarse y posteriormente fueron
renovados para la obtencin de micronavajas
con las que se fabricaron tres tipos de punzones utilizados para sangras teraputicas y rituales (gaxiola, 2001). Navajas prismticas
como instrumentos terminados llegaban

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Margarita Gaxiola Gonzlez

b
a

c
0

5 cm

Figura 8. Ncleos de obsidiana de la Sierra de las Navajas en diferentes etapas de reduccin, procedentes
de diversos contextos habitacionales de Huapalcalco.

principalmente de Zacualtipan, y en menor


cantidad de El Paredn, Otumba y ZaragozaOyameles (figura 9).
En cuanto a las industrias de puntas de
proyectil, la manufactura secundaria est representada por los ndulos y preformas bifaciales de El Paredn y por las preformas bifaciales de la Sierra de las Navajas. En cambio,
las puntas de proyectil de Otumba, Malpas y
Zaragoza-Oyameles, que corresponden a
mbitos territoriales de suministro ms alejados de Huapalcalco, llegaron como instrumentos terminados (figura 10).
Esta diversidad de obsidianas forneas est
presente en los distintos contextos habitacionales estudiados en Huapalcalco; su incidencia, tanto en trminos de industrias como de
cadenas operativas, tiene un patrn similar.
Esto significa que el sector dedicado a la
produccin especializada no intervino unilateralmente en estas cadenas productivas, y que
el comportamiento de su abasto es similar al
del resto de la poblacin. La distribucin
homognea de productos forneos en unidades habitacionales ha sido considerada como
indicador de una circulacin que se efectuaba en el mbito del intercambio mercantil
(Hirth, 1998: 458, 461). Bajo este supuesto
podra concluirse entonces que toda la comunidad de consumo productivo de Huapalcalco
se abasteca de obsidiana en el mercado; es
decir, el intercambio mercantil fue el meca-

nismo responsable de su distribucin tanto de


los productos primarios como de los instrumentos terminados.5 El intercambio mercantil articula en Huapalcalco la produccin especializada y el consumo ya sea del tipo
productivo o utilitario, tanto en el sector interno como en el externo.
En trminos de una racionalidad formalista de la economa, sorprende la gran diversidad
de materias primas utilizadas en Huapalcalco
para la manufactura y utilizacin de puntas
de proyectil, en vista de la existencia de un
sector productivo especializado en esta industria. Esta circunstancia apunta a una ausencia
de actividad monoplica de este sector de la
produccin en el campo mercantil. Este tipo
de instrumentos formaba parte importante del
armamento ofensivo utilizado en el Epiclsico,
como puede apreciarse en los murales de La
Batalla en Cacaxtla (figura 11); los dos tipos
de puntas ah representados, tanto las de
lanza de tlatl como las de lanza, pueden
identificarse arqueolgicamente. De hecho,
en Huapalcalco se producan ambos tipos. La
diversidad de materias primas presente en
Huapalcalco indica una vocacin mercantil:
en este mercado poda satisfacerse cualquier
5
Este mismo patrn de distribucin homognea de
obsidiana ha sido documentado en Xochicalco (Hirth,
1998), as como en Chichn Itz (Braswell y glascock,
2002:41) y ha servido de base para interpretar la modalidad del intercambio como mercantil.

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La comunidad de produccin y el intercambio de instrumentos de obsidiana

c
b
0

5 cm

Figura 9. Navajas prismticas procedentes de la unidad habitacional B de Huapalcalco. a) Navajas.


b) Punzones de obsidiana de la Sierra de las Navajas. c) Navajas procedentes de Zacualtipan.

a
c

e
f

Figura 10. Puntas de proyectil de obsidiana


alctona procedentes de las unidades
habitacionales A y B. a) Preforma bifacial.
b) Puntas de proyectil de la Sierra de las
Navajas. c) Preforma bifaciales. d) Puntas
de proyectil de El Paredn. e) y f) Punta de
proyectil de Otumba.

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5 cm

Margarita Gaxiola Gonzlez

necesidad de armamento, cubriendo una diversidad de preferencias tanto simblicas como


materiales de las corporaciones militares.
El sistema interregional y las zonas de mercado
de obsidiana
una de las caractersticas de los sistemas de
mercado organizados a partir de plazas centrales y de instituciones comerciales como la
moneda y los mercaderes profesionales es
la presencia de zonas de traslape entre las esferas de intercambio, lo que indica que la escala
espacial del intercambio excede al de la unidad
poltica (Minc, 2006: 83-86; Smith, 2004: 78-80).
En el intercambio de obsidiana, Huapalcalco
destaca como un nodo que articula cuatro
zonas de mercado de las cinco ms importantes en esta poca, por lo que propongo que
durante el Epiclsico y en el marco del sistema
poltico descentralizado que caracteriza a este
periodo se inicia el desarrollo de un sistema
interregional de mercados (figura 12).
En este trabajo considero que las esferas de
intercambio de obsidiana (cf. Braswell, 2003)
representan zonas de mercado. En un sentido
bsico, en torno a cada yacimiento de obsidiana
es posible definir una esfera de distribucin que
le es particular; sin embargo, para demarcar
zonas de mercado es necesario considerar adicionalmente los factores de la produccin mediante el estudio de sus cadenas operativas.
Con la informacin que se tiene en la actualidad se puede decir que Huapalcalco es el
sitio epiclsico del centro de Mxico que tiene
la mayor diversificacin en su abastecimiento
de obsidiana; slo Xochicalco rivaliza con l,
pues en esta ciudad se utilizaban herramientas
hechas con cinco materias primas de obsidiana diferentes para el consumo interno de la
ciudad (Hirth, 1998: 292-294). Aun cuando
estos dos sitios tengan en comn ser plazas de
mercado con diversidad de materias primas,
hay que destacar que tanto sus patrones de
abasto como la organizacin de su produccin
son muy diferentes. La estrategia de abastecimiento de Huapalcalco se basa en la explota-

Figura 11. Armas ofensivas representadas en los


murales de La Batalla en Cacaxtla (tomado
de Foncerrada de Molina, 1993: figura 25).

cin directa de su medio natural, ya que se


sustenta en un sistema de suministro localregional cuya produccin se destinaba al intercambio; provea para el consumo productivo,
dado que la obsidiana circulaba como materia
prima, como productos primarios y como instrumentos terminados para el consumo utilitario. En cambio, el abasto de Xochicalco al
igual que el de los sitios de la esfera Coyotlatleco tiene un carcter de larga distancia, pues
no procede de los yacimientos ms cercanos,
sino que se utilizaron fuentes de abastecimiento lejanas, siendo la obsidiana de ucareo en
Michoacn la dominante. La manufactura en sus
talleres es secundaria y su produccin estaba
destinada slo al consumo interno utilitario.
Algunas investigaciones sobre el intercambio de obsidiana durante el Epiclsico con una
perspectiva internacional han desatendido el
factor de la manufactura, lo que ha conducido a
interpretaciones imprecisas sobre las estrategias de abastecimiento de puntas de proyectil
y raspadores de sitios del centro de Mxico.

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La comunidad de produccin y el intercambio de instrumentos de obsidiana

Figura 12. Sistema interregional de intercambio de obsidiana durante el Epiclsico.

regiones de Tula (Jackson, 2000a, 2000b) y de


Toluca (Bentez, 2002), Xochicalco (Hirth,
2006), Huapalcalco y probablemente en Xochitecatl-Cacaxtla (Blanco, 1998). Conocemos
su lmite noroccidental, que se localiza en la
regin de Tula, ya que en Chapantongo, al norte
de Tula Chico, los instrumentos bifaciales de
Otumba-Sierra de las Navajas estn ausentes
(Fournier y Martnez, en prensa). En los talleres epiclsicos de bifaciales de Hacienda Metepec en Teotihuacan se manufacturaban
puntas de proyectil con dos tipos de obsidiana:
Otumba, que era la predominante, con 70 por
ciento, mientras que para el 30 por ciento
restante de la produccin se utilizaba obsidiana de la Sierra de las Navajas (Nelson, 2000).
El hecho de que las cadenas operativas de estas
industrias confluyan en estos talleres indica
que su distribucin se realizaba en forma
conjunta, por lo que es probable que circularan en una misma zona de mercado.
La segunda zona de mercado est integrada por las industrias bifaciales y monofaciales
de obsidiana de Tulancingo y El Paredn.
Puntas de proyectil fabricadas en Huapalcalco
han sido encontradas en Xochicalco y Tula;
aun cuando su distribucin espacial coincide

Por ejemplo, Braswell (2003: 139), al analizar el


intercambio de obsidiana en Azcapotzalco,
interpreta que 30 por ciento de obsidiana de
Otumba presente en el sitio significa un desplome drstico de su utilizacin en relacin al
periodo anterior. Sin embargo, si este dato se
analiza considerando las industrias bifaciales
y monofaciales, concluiramos que en realidad
la obsidiana de Otumba se utiliz con intensidad en Azcapotzalco, pues constituye 60.7
por ciento de la industria bifacial y 85.1 por
ciento de la industria monofacial (garca et al.,
1990). Es decir, no se puede hablar de un
desplome en su utilizacin; todo lo contrario,
Azcapotzalco se abasteci predominantemente de las obsidianas de Otumba-Sierra de las
Navajas para las puntas de proyectil y raspadores. Los datos procedentes de Teotihuacan
indican una continuidad del trabajo artesanal
especializado en la manufactura de puntas de
proyectil; talleres como el de Hacienda Metepec (rattray, 1989) fueron los que se encargaron de su circulacin en las plazas de mercado
del centro de Mxico. El patrn de suministro
descrito para Azcapotzalco es similar al del
valle de Teotihuacan, representado en el sitio
de Xometla (Santley et al., 1995), al de las

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Margarita Gaxiola Gonzlez

con la zona de mercado de Otumba-Sierra de


las Navajas, se considera que forma parte de otra
zona de mercado puesto que Huapalcalco es
el punto nodal de su manufactura y distribucin.6 Estas dos zonas de mercado articulan
casi en su totalidad la regin simbitica del
centro de Mxico.
Las otras zonas de mercado que funcionaban en el centro de Mxico corresponden a
las industrias de navajas prismticas. La zona
de mercado de navajas prismticas de la Sierra de las Navajas, que durante el Clsico fue
la dominante en el centro de Mxico, se reestructura, presentando patrones heterogneos
de distribucin espacial. En el sector occidental del centro de Mxico su consumo se reduce sustancialmente al caer de 85-65 a 6-10 por
ciento, y es reemplazada por la obsidiana de
ucareo procedente de Michoacn. En el sector
oriental en los valles de Teotihuacan y Tulancingo, en cambio, se observa un patrn diferente, pues las navajas prismticas de la Sierra
de las Navajas son la industria que predomina
en Xometla (53 por ciento) (Santley et al., 1995)
y en Huapalcalco representa 30 por ciento
(gaxiola y Nelson, 2005).
Otra zona de mercado que cobra impulso
durante este periodo es la de Zacualtipan en la
sierra al norte, situada en una posicin estratgica dentro de una amplia zona del nororiente
de Mesoamrica, debida a su doble exposicin
tanto a la vertiente ocenica como continental
(Fernndez Christlieb et al., 2006:479).7 Su

distribucin muestra un patrn oeste-este articulando justamente el altiplano, la sierra y la


costa; abarca desde Toluquilla en la Sierra
gorda (Herrera y Meja, 2006) hasta El Tajn
en el centro norte de la costa del golfo (Cruz,
2002). En el centro de Mxico es una obsidiana
abundante en Huapalcalco, y en Xochicalco
es de segunda importancia (Hirth, op. cit.);
su presencia se ha documentado mediante
identificacin visual en Tula Chico (Mastache
et al., 2002:71-72).
un rasgo distintivo del intercambio de obsidiana del Epiclsico en el centro de Mxico
es la penetracin de dos nuevas zonas de
mercado, externas a la zocm, las que progresivamente van adquiriendo una escala internacional en Mesoamrica. ucareo en Michoacn
(Healan, 1997) y Zaragoza-Oyameles en el
oriente de Puebla (Braswell, 2003) son los yacimientos que dan forma a estas zonas de
mercado internacionales. Despus de la desestabilizacin de Teotihuacan, la obsidiana de
ucareo fluy nuevamente hacia el centro de
Mxico y fue la fuente primaria de obsidiana
en Tula, Xochicalco y Azcapotzalco en el centro
de Mxico; tambin continu siendo comerciada en el occidente de Oaxaca, las tierras bajas
mayas y el Soconusco (Healan, 1997). En el
centro de Mxico se sitan los lmites de su
expansin nororiental y forman un eje nortesur que corre desde la Sierra gorda, pasa por
Tula y llega hasta Xochicalco, incorporando el
occidente de la cuenca de Mxico.
La zona de mercado de Zaragoza-Oyameles
se sita hacia el oriente, fuera de la cuenca.
Contaba con una impresionante comunidad
de produccin integrada por una diversidad de

6
La obsidiana de Tulancingo no ha sido todava
identificada en Cerro Portezuelo ni en Azcapotzalco;
sin embargo, su ausencia no puede descartarse debido
a que el anlisis de caracterizacin qumica de instrumentos ha sido aplicado casi exclusivamente a la industria de navajas prismticas. Desde que se iniciaron estos
estudios en Mesoamrica (cf. Pires Ferreira, 1975), se
introdujo un sesgo en el muestreo de los artefactos, ya
que las muestras examinadas consistan casi slo en
navajas prismticas, por lo que las otras industrias quedaron excluidas del anlisis. Adems, todava se cuenta
con pocos estudios sobre las industrias de obsidiana en
el centro de Mxico.
7
Braswell (2003: 139) considera que el sistema de
yacimientos de Zacualtipn se sita en la regin Huas-

teca; sin embargo, de acuerdo con la demarcacin espacial para esta regin, propuesta por Zaragoza (2007),
esta zona serrana, aunque colindante con el sur, quedara fuera ella. Durante el siglo xvi, en esta regin funcion una confederacin de altepeme de carcter
pluritnico en donde el componente metzca (nahua
con elementos otomes) era el dominante, pero tambin
haba poblacin otom, pame, tepehua y huasteca (Fernndez Christlieb et al., 2006: 506).

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La comunidad de produccin y el intercambio de instrumentos de obsidiana

pan y Zaragoza-Oyameles se sita entre la regin


de Tulancingo y la de El Tajn, en el centro
norte de la costa del golfo.
En el marco internacional y hacia finales
del periodo Epiclsico, alrededor del 800 d.C.,
el intercambio internacional de obsidiana
adquiere una escala espacial sin precedentes.
El centro ms diversificado fue Chichn Itz,
ciudad que en el mbito mesoamericano
ocupa el primer rango como centro de intercambio de navajas prismticas de obsidiana.
De las navajas prismticas que llegaban a
Chichn Itz, 75 por ciento proceda de yacimientos geolgicos localizados en el centro y
occidente de Mxico; en contraste, las tres
fuentes ms cercanas, en los altos de guatemala, constituyen la otra cuarta parte del
material. Chichn Itz se abastece de obsidiana que circula en todas las zonas de mercado
del centro de Mxico. La obsidiana mexicana
empez a llegar va importantes puertos de
intercambio localizados en las costas oeste y
norte de Yucatn. Por su presencia en Comalcalco (17 por ciento), la obsidiana de Zaragoza aparentemente fue la primera en circular;
sin embargo, en el periodo entre 800 y 1 050
d.C., la que predomina es la de ucareo y la
de Sierra de las Navajas; pero tambin hay de
Zaragoza, del Pico de Orizaba, El Paredn y
Zacualtipan (Braswell, 2003: 140-141; Braswell,
y glascock, 2002).
Chichn Itz reproduce, a una escala geogrfica impresionante, la estrategia de abastecimiento de larga distancia que se instrument
en el sector occidental del centro de Mxico,
ya que ucareo, la fuente representada con ms
frecuencia en su coleccin, es tambin la ms
distante, localizada a ms de 1 200 km al oeste
de Chichn Itz. Aunque Braswell observa que
ninguna entidad poltica del Epiclsico en el
centro u occidente de Mxico pudo ser responsable nica del abasto de esta gran diversidad de fuentes, todas ellas circulaban, como
ya hemos descrito, dentro del sistema interregional de mercado del centro de Mxico. La
conformacin de esta red de intercambio in-

talleres localizados en torno a los 10 km que


separan el yacimiento de obsidiana de la ciudad de Cantona, en donde finalizaba el proceso de manufactura (garca Cook, 2003;
gazzola, 2005). La produccin de Cantona
suministraba navajas prismticas a la poblacin
de la costa del golfo de Mxico, era el principal abastecedor de El Tajn, del oriente del
Altiplano central y de la regin oaxaquea
(Braswell, 2003; Stark et al., 1992), por lo que
esta ciudad puede considerarse como el principal centro manufacturero de obsidiana del
Epiclsico. En el centro de Mxico su demarcacin forma un eje norte-sur desde Huapalcalco hasta Cacaxtla-Xochitcatl y Cholula, su
extensin ms occidental.
Como se desprende de la distribucin espacial descrita, las zonas de mercado de ucareo
y Zaragoza-Oyameles no se traslapan en el
centro de Mxico; el hecho de que ninguna
de ellas est presente en el valle de Teotihuacan
indica que esta regin forma una frontera
entre ellas. La clara demarcacin espacial y
ausencia de contacto directo que exhiben estas
dos zonas internacionales de mercado en el
centro de Mxico no significa, sin embargo,
que estuvieran desarticuladas del todo. En la
regin simbitica del centro de Mxico estn
articuladas por las zonas de mercado de
Otumba-Sierra de las Navajas y de TulancingoEl Paredn. El traslape con ucareo puede trazarse desde el valle de Tula en el norte hasta
Xochicalco en el sur; mientras que la articulacin con Zaragoza-Oyameles se observa desde
Huapalcalco en el norte hasta Cacaxtla en el
sur. Los dos puntos nodales son Xochicalco en
el sur-occidente y Huapalcalco en el nororiente.
Otra dinmica mercantil de importancia se
observa en el norte de la regin simbitica, y
corresponde a la zona de mercado de Zacualtipan; conforma un mbito mercantil independiente donde se articulan las zonas internacionales de ucareo y Zaragoza-Oyameles. El
traslape con ucareo en el occidente se presenta en la Sierra gorda y probablemente incluya a
Tula, mientras que el traslape entre Zacualti-

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Aproximacin a una clasificacin del material


de molienda
Mara Elena Ruiz Aguilar*

actividades socioculturales del sitio, regin o


rea.
Una propuesta concreta y prctica para facilitar el manejo del material parte primordialmente de cuatro aspectos bsicos relacionados
entre s: materia prima, tcnica de trabajo,
forma y funcin. Cada uno de ellos presenta
caractersticas y atributos diferentes, por lo que
es necesario ordenar, medir y describir para
finalmente interpretar el conjunto de artefactos. No obstante, hay que hacer nfasis en
continuar con la misma secuencia, porque de
ella se desprendern varias perspectivas para
lograr un estudio sistemtico e integral de los
utensilios de molienda.
No cabe duda de que entre las actividades
econmicas preponderantes en la antigua
Mesoamrica estaban indagar, explorar y conocer los materiales disponibles en el sitio o
regin, con el propsito de seleccionar la
materia prima adecuada para obtener un
mayor provecho. De ello depender la tcnica
de manufactura empleada, la forma y el rendimiento de la funcin del artefacto. Por
tanto, el punto de partida es la materia prima
con que fueron elaborados los instrumentos, lo
cual grosso modo los separa en grupos (anlisis
macroscpico) de acuerdo con las diferentes
clases de rocas, tales como: basalto, andesita,
toba, arenisca-calcrea, caliza y granito, entre
otras. Este simple hecho crea de inmediato un

Hasta ahora pocas son las publicaciones que


han propuesto un mtodo para la clasificacin
sistemtica del material de molienda. Para
hacer esta aproximacin fue necesario revisar
algunos criterios utilizados para catalogar ese
material. Los primeros trabajos que abordaron
el tema estaban enfocados a la presentacin de
piezas individuales o en conjuntos; a veces en
breves reportes en los que, en la muy amplia
denominacin de artefactos, entraba todo
gnero de industrias en concha, asta, hueso,
madera y otros (Ruiz Aguilar, 1986:116). La
mayora de esos estudios son descriptivos, algunos de ellos con datos relevantes, lo que en un
momento dado permite comparar los materiales con los de otros sitios.
Por lo general dichos estudios no explican
el mtodo utilizado en su anlisis, sino que lo
dan por hecho y sin prembulo alguno plantean una taxonoma ms avanzada dirigida a
la bsqueda de secuencias culturales o sistemas
de clasificacin temporales y formales de los
artefactos (Garca Cook, 1982:36), incurriendo
nuevamente en la descripcin somera de rasgos
distintivos de los artefactos. Otro problema
estriba en el empleo de diferentes terminologas tecnolgicas, lo que provoca serias confusiones en la interpretacin de los utensilios, y
dificulta comprender cualquier relacin de las
* Instituto de Investigaciones Antropolgicas, unam.

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Mara Elena Ruiz Aguilar

San Luis Jilotepeque, en el departamento de


Jalapa (ruiz Aguilar, s/f).
Estos enseres se utilizan en la transformacin de materiales, comestibles o no, al ser
machacados, triturados y molidos finamente,
con la intencin de producir productos variados que se aprovechan en diversas formas.
Como seala Castaeda (1976: 29), las huellas
de uso que se observan en las piedras de moler
son producidas por un movimiento constante
en vaivn, y que son fcilmente identificadas
por las estras que se marcan en la piedra en
el sentido longitudinal del artefacto, adems
del pulimento o alisado de la superficie utilizada para moler, la cual aumenta de acuerdo
con el tiempo en que se emple. Es decir, a
mayor uso, mayor desgaste.
una generalizacin errnea ha sido considerar lo mismo funcin que tcnica de factura.
un ejemplo claro lo da el material de molienda
piedras de moler, manos de metate, morteros
y manos de mortero, cuyo desgaste comnmente se atribuye a la manufactura original, sin
tomar en cuenta el desgaste propio del uso. Es
decir que el empleo continuo tiende a alterar
la forma original del utensilio (ruiz Aguilar,
2004: 700). A propsito de esto, pocos son los
estudios que se han realizado en la actualidad
para observar los diversos patrones de alteracin sufridos en estos utensilios. un trabajo
pionero fue llevado a cabo por Nelken (1968:
59), quien estudi varias colecciones de metates en diferentes museos, basndose en ndices
numricos con el propsito de valorar el
grado de desgaste. Melken comenta:

primer nivel jerrquico en la clasificacin al


dar la debida importancia a la materia prima
correspondiente, esto a su vez permitir conocer la procedencia de los recursos, es decir, si
son originarios de la regin o forneos, si
fueron transportados o acarreados al lugar de
trabajo y describir sus cualidades mecnicas
como dureza, consistencia, textura, etctera.
Por otro lado, el hecho de seleccionar la materia prima adecuada ofrece la posibilidad de
producir herramientas ms eficaces y duraderas con el paso del tiempo, lo que aumenta la
produccin y el cambio de las condiciones
socioeconmicas de un grupo social.
En un segundo paso se advertirn las tcnicas de manufactura empleadas; los instrumentos que fueron o son utilizados en su
elaboracin, lo cual conlleva una forma premeditada o intencional del utensilio, dependiendo del tamao del bloque, la laja o el
canto.
Se sabe que todo artefacto atraviesa, tcnicamente, por varios procesos formativos. En
principio se desbasta un bloque con la finalidad de obtener una preforma, la cual podr
seguirse trabajando con la misma tcnica u
otra distinta para darle la forma y el acabado
requeridos. La tcnica de talla prevaleciente
en los metates es la percusin directa por picoteo y desgaste por friccin, cada una de ellas
con variantes de acuerdo con el acabado. Estas
tcnicas de acabado o modos sern aplicados
dependiendo del recurso utilizado para su
factura (ruiz Aguilar, 1989:572).
Datos etnogrficos actuales sobre los utensilios de molienda confirman que son elaborados y acabados con la tcnica de percusin
directa y picoteo, tal como lo reporta Pozas
(1959:99) en el paraje de Tzajalchn, correspondiente a Chamula, un pueblo de los Altos
de Chiapas. En guatemala se observa la misma
tcnica de trabajo en las canteras y talleres domsticos de Malacatancito, en el departamento
de Huehuetenango (Hayden y Nelson, 1981);
Nahual, en el departamento de Solol; Palencia, en el departamento de guatemala y

Parece difcil, en realidad, calcular una frmula


de prdida de sustancia, en funcin del desgaste que ofrecen las caras del trabajo de unas
piedras de moler, pero sera interesante descubrir faltando la razn matemtica, una frmula
emprica, multiplicando observaciones y anlisis
morfomtricos.

En este punto es pertinente sealar que, ms


que difcil, es prcticamente imposible elaborar patrones que midan la superficie de

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Aproximacin a una clasificacin del material de molienda

sentan una superficie de molienda abierta,


ofreciendo toda el rea dorsal para ser utilizada, mientras que los segundos tienen sus lados
limitados con un borde que abarca todo el
permetro, encerrando as la superficie de
molienda. Puede haber un tercer grupo intermedio, de lados semicerrados, que no est del
todo restringido, ya que en uno o ambos extremos permanece abierto. De esta manera,
el grupo de lados abiertos se divide en dos
subgrupos: podos y con soportes, cada uno
con diferentes caractersticas morfolgicas
que definen tipos.

trabajo de unas piedras de moler a travs de


frmulas matemticas, plantillas, esquemas o
modelos nicos debido a que el desgaste que
presentan algunos ejemplares completos no
es comparable con el universo de utensilios
recuperados en distintas reas geogrfico-culturales, ni con su tradicin y modo de operar.
Por otro lado, es importante aclarar que
el arquelogo a menudo trabaja con fragmentos dispersos y no con la unidad integral:
piedra de moler y mano, uno acta de manera pasiva y otro de manera activa (figura 1), lo
que dificulta apreciar el grado de desgaste
pasivo y activo de los instrumentos. Adems,
habra que agregar otros factores del medio
ambiente que influyen en el deterioro de las
piezas. Por consiguiente, dentro de esta relacin metate-mano la funcin debe ser recproca, de tal modo que los de lados abiertos se
asocien con manos alargadas, y los de lados
cerrados y semicerrados con cortas, pudiendo
haber variantes en formas particulares de las
manos, lo que puede estar relacionado con el
modo de operar.
Con base en la primera clasificacin y de
acuerdo con la forma genrica de los utensilios, primero se integran los grupos, subgrupos
y despus los tipos, subtipos y variantes, en
caso de que los haya. As, tendremos que los
metates pueden ser agrupados en: abiertos y
cerrados, dependiendo de la forma que
afecte sus lados y bordes. Los primeros pre-

Grupo de metates con lados abiertos


Subgrupo podos
Con este trmino se indica claramente que
son los que carecen de soportes y que se sostienen directamente sobre la parte ventral,
base o apoyo del utensilio (figuras 2a, b, c).
Se puede advertir la forma que presentan,
vistos en planta, la cual puede ser variable:
cuadrangular, rectangular u ovalada (figuras
3a, b, c). No obstante, existen especmenes de
planta irregular, utilizados sobre lajas naturales que no fueron trabajados ex profeso, pero que
fueron empleados de igual manera (figura
3d). En este sentido, resulta interesante el
comentario que hace Bonfil (1962: 62), en su
ensayo sobre el hombre de Sudzal, Yucatn:
Hay tambin, una piedra de moler, que a veces
slo es un bloque irregular pulido por uno de
sus lados y a veces es un artefacto bien tallado
con tres patas.

En cuanto a los tipos de este subgrupo en


particular se debern tomar en cuenta varios
rasgos distintivos presentes tanto en la base
como en la superficie de molienda, entre ellos:
tamao, grosor, forma, bordes, ngulos o esquinas y concavidad en la cara dorsal. De
acuerdo con estos datos se obtendrn los diferentes tipos, subtipos y variantes. Por ejemplo, entre los de planta ovalada se encuentran
el tipo ovalado de superficie plana con esqui-

Figura 1. unidad integral metate y mano.

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Figura 2. grupo de metates lados abiertos. a), b) y c) Sub grupo de pocos, superficie plana. d), e) y f)
Subgrupo con soportes, superficie plana con pendiente o inclinada. g) y h) Superficie plana inclinada
con efigie.

Figura 3. Subgrupo de podos vistos en planta. a) rectangular con un extremo abierto. b) rectangular
esquinas definidas. c) Ovalado con esquinas redondeadas. d) Irregular sobre laja.

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Aproximacin a una clasificacin del material de molienda

soportes que van desde los slidos ms simples


y comunes, en forma de conos truncados
(cortos y altos); de botn, cilndricos, mamiformes o globulares, tabulares o almenados
(slidos y calados), hasta los ms complejos
de estribo y base pedestal.
En ocasiones presentan una efigie zoomorfa o antropomorfa, como el metate con efigie
de tortuga (figura 4) procedente de Tajumulco, guatemala (Dutton y Hobbs, 1943: figura
26). En la regin de Motozintla, Chiapas, se
encontr un fragmento de metate con efigie
antropomorfa (figura 5) muy semejante a los
que son comunes durante el Clsico en la
costa del Soconusco (Navarrete, 1978: 31, lmina 5c).Tambin se presentan en las Tierras
Altas de guatemala (figura 6). Para el occidente
de Mxico, en Carapan, Michoacn, Cabrera
Castro (1995: 69, figuras 8 y 9) reporta metates con soportes de figuras antropomorfas
colocadas en cada esquina.
En Jalisco se tiene informacin de otras
formas de molienda similares (Williams, 1992:
figuras 161-169). Cabrera Castro (1995: 70)
tambin refiere que estas [] figuras representan metates zoomorfos geomtricos y naturalistas cuya plataforma de molienda es generalmente plana y poco profunda. El mismo
autor comenta:

nas redondeadas, y un subtipo es el de superficie cncava con esquinas redondeadas.


Los de planta rectangular son de tipo rectangular de superficie plana con esquinas definidas o en ngulo; el subtipo est conformado
por los de superficie inclinada y con los mismos
rasgos anteriores. Lo mismo sucede con los de
planta cuadrangular, cuyo tipo es cuadrangular
de superficie plana y con soportes efigie. Cada
uno de ellos puede tener variantes por el tamao y grosor e incluso en estos ltimos puede
haber variantes de acuerdo con el diseo de la
efigie que puede ser: zoomorfa, antropomorfa,
geomtrica, etctera.
Subgrupo con soportes
Est integrado por los metates provistos de
soportes para sostenerse (figuras 2 d, e, f).
Varios autores (Kidder, 1947: 33, Castaeda,
1976: 36, garca Cook, 1982: 106) han clasificado estos utensilios por la presencia y nmero de soportes, pero ocasionalmente especifican la forma y el tamao. Sin embargo, hasta
el momento no se ha hecho un estudio detallado de las diferentes formas que afectan los
soportes. Esto en parte puede deberse a la
escasez de ejemplares completos recuperados
arqueolgicamente. Es oportuno comentar
que en la mayora de los casos son fragmentos
en los que se advierte un solo soporte o vestigios de l, por lo que no se puede generalizar
si fueron bpedos, trpodes o tetrpodos y en
ocasiones es difcil apreciar la forma original
del soporte. Castaeda (1976: 37) opina que
la forma del soporte, as como su colocacin
y tamao, pueden ser caractersticas que indiquen diferencias de estilo o moda en la manufactura, adems es probable que dichos
rasgos distintivos pudieran marcar diferencias
temporales. No cabe duda de que estos argumentos pueden ser vlidos, pero habra que
reflexionar sobre otros aspectos, tanto tcnicos
como funcionales, que permitieran hacer ms
eficaz la labor de molienda.
Por lo pronto, se puede decir que existe
una gran variedad de formas y tamaos de los

En su mayora muestran las huellas de desgaste


en el rea de moler, pero algunas, al parecer,
slo fueron empleadas como recipientes en
ceremonias funerarias. Todas, sin embargo,
fueron elaboradas con el mismo concepto de
representar animales en cuyo cuerpo o lomo se
ubica el rea donde se lleva a cabo la accin de
moler o de contener.

No obstante, este tipo de metates con efigie


sumamente elaborados recuerdan ejemplares
semejantes a los hallados en Centroamrica,
principalmente a los de la costa norte de
Honduras, en el valle de Agun y Piedra Paya
(figuras 7 y 8). Ambos lugares presentan efigies
zoomorfas de posibles reptiles estilizados, tal
como lo reporta Stone (1943: figuras 34b, 99).

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Mara Elena Ruiz Aguilar

Figura 4. Metate con efigie zoomorfa que representa una tortuga, Tajumulco, guatemala.

Figura 5. Fragmento de metate con efigie antropomorfa, regin de Motozintla, Chiapas.

Figura 6. Metate con efigie antropomorfa de las Tierras Altas de guatemala.

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Aproximacin a una clasificacin del material de molienda

Figura 7. Metate con efigie zoomorfa del valle de Agun en la costa norte de Honduras.

Figura 8. Metate con efigie zoomorfa de Piedra Paya en la costa norte de Honduras.

Por lo anterior, es probable que debido a su


tamao, forma, estilo y sobre todo a que la
superficie de moler es plana y en ocasiones
muy delgada y sin huellas de desgaste, estas
piezas tuvieran una funcin ceremonial, ms
que domstica. Es factible tambin que algunas
fueran destinadas para cumplir con propsitos
especiales, como el de moler productos altamente cotizados, entre ellos el cacao, o en la
preparacin de alimentos rituales y medicinales. Asimismo, fueron empleadas en ceremonias funerarias de elite, e incluso depositadas
como ofrendas en tumbas, como lo mencionan
Woodbury (1965: 166), para Kaminaljuyu y
Zaculeu, guatemala, y Tejada (1990: 38), en
guajilar, Chiapas.

Grupo de metates con lados cerrados


y semicerrados
Anteriormente se mencion que estas piedras
de moler tienen los lados limitados por un
borde que abarca todo el permetro, encerrando
as la superficie de molienda, tal como se observa en corte transversal o seccin (figura 9).
Hasta ahora, en este grupo, el subgrupo
ms numeroso es el de podos, aunque tambin aparece de manera menos frecuente el
subgrupo con soportes. Tanto en uno como
en otro existe una gran variedad de formas y
tamaos, as como de grosor y peso. En algunos
casos presentan un reborde o ribete en
ambos extremos (proximal y distal); en otros,
el reborde se observa como una ceja perimetral

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Mara Elena Ruiz Aguilar

Figura 9. grupo de metates cerrados y semicerrados,


vistos en corte transversal; subgrupo podos.
a) Semicerrado con reborde o metate de cajn.
b) y c) Cerrados superficie restringida, metates de
caparazn de tortuga.

les son: podos de planta ovalada y superficie


ventral burda; el borde es perimetral, presentan en su interior una cavidad de profundidad
variable que suele estar pulida por el uso. Es
probable que algunos especmenes con concavidad profunda fueran empleados para otros
propsitos, como contenedores de agua o
pilas(Stromsvik, 1931: 147).
Por otro lado, en Xochipala, guerrero, se
hall un metate similar a los mencionados,
pero con la salvedad de que presenta un orificio central muy peculiar, trabajado ex profeso.
La abertura tiene una forma semicircular
irregular en la parte basal (ruiz Aguilar, 1993:
428). respecto a este tipo de orificios, grove
ha contemplado la posibilidad de que correspondan a metates-matados, pues en Chalcatzingo, Morelos, se encontr una pieza semejante del Preclsico medio (grove, 1987: 62).
Como se ha podido advertir, este grupo de
metates tienen una amplia distribucin en
diferentes pocas, lo que permite inferir que
los metates cerrados podos fueran un tipo de
enseres utilitarios, caractersticos de las reas
de actividad domstica. No obstante, habr
que esperar a encontrar nuevas variantes que
permitan definir tipos diversos.

cuya posible funcin fue la de evitar que los


productos molidos se desparramaran (figura
3a). Algunos ejemplares tienen un extremo
abierto; otros, los dos, y por lo general son
podos. Por ejemplo, para el occidente de
Mxico, en el valle de Atemajac, Jalisco, se les
ha denominado localmente metates de caja
o huilanches (galvn Villegas, 1991: 86, lmina 34). Piezas semejantes han sido reportadas por Kelly (1947: 135), en Apatzingn,
Michoacn.
En las Tierras Bajas mayas, Willey (1978: 57)
ha encontrado que la forma ms comn de
metates es la llamada basin-shaped, en forma de
palangana o batea, mejor conocida en la literatura arqueolgica como turtleback, metate
en forma de caparazn de tortuga, que varan
de dimensiones y sus caractersticas principa-

Manos de metate
Estos elementos comprenden los agentes activos en la funcin de molienda (garca Cook,
1982: 112). La forma general del contorno
total del cuerpo de estos utensilios responde
a figuras geomtricas; es decir, que el diseo
original posiblemente fue cilndrico y/o circular, tal como se observ en algunos centros
productores actuales en las Tierras Altas de
guatemala, Chiapas y en San Salvador el Seco,
Puebla. Aqu es conveniente comentar que las
formas de los cuerpos deben estar relacionadas
con la curvatura transversal de los metates en
que fueron empleados.
En cualquier clasificacin se puede advertir
que la mayora de las formas de las manos
suelen ser heterogneas. Esta diversidad morfolgica se atribuye a tres factores externos di-

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Aproximacin a una clasificacin del material de molienda

Figura 10. Contorno de formas comunes en las manos de metate. a) Elptica. b) Ovalada. c) Circular.
d) rectangular. e) Cuadrada. f) Triangular. g) Extremos colgantes, perilla (dog-bone).

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Figura 11. Seccin transversal de manos de metate. a) Elipsoidal. b) Ovalada. c) Circular. d) rectangular.
e) Cuadrada. f) Triangular. g) Trapezoidal. h) Pentagonal.

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Aproximacin a una clasificacin del material de molienda

forma que las anteriores, muestran huellas


lineares de uso en sentido transversal al eje
longitudinal del artefacto. Es probable que
estos enseres se emplearan en metates de lados
limitados o restringidos. Aunque tambin cabe
la posibilidad de que se usaran en los metates
de lados abiertos que presentan una curvatura transversal escasamente pronunciada. En
este grupo se incluyen los cantos de ro, cuya
forma natural ovalada u oblonga fue seleccionada y aprovechada como manos de metate; es decir, que no fueron manufacturados ex
profeso.
Estos ejemplares pueden presentar golpes
por percusin y picoteo en los extremos, con
la intencin de corregir o enderezar el instrumento para facilitar su empleo. Al igual que
en el grupo anterior, los tipos se obtendrn de
acuerdo con la forma que presente el corte
transversal del espcimen. Sin embargo, en
ciertas ocasiones se dificulta apreciar dicha
seccin debido al tamao, desgaste y deterioro que sufrieron las piezas.

rectamente vinculados con la materia prima,


el modo de empleo y el uso. Es decir, la materia
prima con la cual fueron elaborados influye
de manera notable en el desgaste de los utensilios, adems del modo o modos de empleo
en que oper la molendera y el tiempo en que
fueron utilizados y reutilizados.
En la figura 10 se describe el contorno de
las formas ms comunes, aunque pueden
hallarse otras variantes. Sin embargo, es
oportuno aclarar que el contorno total del
cuerpo no siempre corresponde a la seccin
o corte longitudinal y transversal de los artefactos. Esto se debe a que en ambos cortes es
donde se evidencia con claridad la zona de
mayor desgaste que tuvieron los utensilios. Por
ello es recomendable tomar las mediciones
pertinentes en ambas secciones, lo que conducir a definir tipos, subtipos y variantes. En
general, esta categora se divide en tres grandes
grupos diferentes entre s: manos alargadas,
manos cortas y manos de uso mixto.
Grupo de manos alargadas
Se agrupan las manos de metate que tienen
por lo menos una longitud del ancho del
metate en que se usaron y en algunos casos lo
sobrepasan. Estos elementos se usaron en
metates de lados abiertos y su tamao implica
el uso de ambas manos para realizar la tarea
de molienda. Es importante sealar que las
estras que se marcan por el uso se encuentran
en sentido transversal al eje longitudinal del
artefacto. De esta manera, la zona de mayor
desgaste corresponde a la que entr en contacto con la superficie de molienda. De acuerdo
con la forma que afecta la seccin transversal
de la mano, se pueden advertir los diferentes
tipos que resultan solamente del desgaste por
su utilizacin. En la figura 11 se observan en
seccin transversal algunas de las formas que
pueden presentarse.

Grupo de manos de uso mixto


Con este trmino se ha designado a las manos
que adems de haber servido como agentes
activos fueron reutilizadas para llevar a cabo
otras funciones. De esta manera pueden surgir
diversos ejemplos, entre los ms comunes:
mano/percutor, mano/alisador, mano/afilador, mano/hacha, etc. Por lo general, en estos
artefactos siempre predominar en su mayor
parte la funcin del instrumento premeditado
y la segunda o tercera funcin la ocupar en
menor proporcin el resto del instrumento.
Por ltimo, hay que tomar en cuenta una
serie de rasgos comunes de los materiales recuperados, a pesar de que en algunos casos
sean limitados. Ello permitir establecer bases
y pistas a seguir respecto a la variabilidad de
los recursos, la productividad y el aprovechamiento de los mismos, ya que de los anlisis
practicados se desprendern las relaciones
inmediatas entre las comunidades de la misma
regin o rea de estudio.

Grupo de manos cortas


Son las que por su tamao slo permiten ser
manipuladas con una mano. De la misma

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ner que las formas de las piedras de moler no


han variado considerablemente desde la antigedad hasta nuestros das. Es pertinente
agregar la importancia que tienen los estudios
etnogrficos actuales sobre informacin viva
de sistemas de trabajo, tcnicas contemporneas en la cadena operativa, herramientas
antiguas en contraposicin con las actuales,
mercadeo de la produccin, su distribucin,
etc. Es decir, si se pretende explicar modelos
reales sobre el comportamiento del pasado y
llevar a cabo interpretaciones de los conjuntos
de artefactos prehispnicos, es indispensable
contemplar el mundo real de manera detallada y sistemtica.
Con lo anterior podemos resumir que los
cuatro puntos anteriormente sustentados no
deben ser considerados rgidamente por separado, sino entendindolos en su calidad
unitaria e integral. Por ltimo, si tuviramos
que concluir con una frase, sta sera: no puede
entenderse el artefacto sin compenetrarse en la
materia prima, tcnica(s) de trabajo, forma(s)
y funcin(es).

Consideraciones finales
Este trabajo tiene como principal objetivo simplificar el estudio de los utensilios de molienda
recuperados en diferentes contextos arqueolgicos. Como se ha podido observar en el
transcurso de esta investigacin, los puntos a
los que me he referido tienen una propuesta
metodolgica sencilla que sin mayores pretensiones cubre los cuatro aspectos que consideramos bsicos en la cadena operativa: materia
prima, tcnica de trabajo, forma y funcin.
En lo que se refiere a la primera, indagar
sobre los diversos recursos ptreos en una
muestra conducir a conocer la procedencia
de la materia prima, lo que a su vez permitir
plantear posibles conexiones de intercambio
o comercio a corta o larga distancia. Al mismo
tiempo, se ha considerado necesario valorar
con cierto detalle las propiedades fsicas del recurso empleado, tales como: el tamao del
grano y sus ngulos, la cohesin o enlace de los
mismos, su dureza, fragilidad y textura. Dichas
cualidades facilitarn evaluar la resistencia al
desgaste de la roca, su durabilidad, as como
apreciar claramente las huellas de uso presentes en los utensilios. Tales caractersticas son
significativas en los aspectos tcnico y funcional, porque de ellas se desprender un mayor
conocimiento para la descripcin e interpretacin de los artefactos en trminos relevantes
del comportamiento. Adems, estos atributos
de las piedras de moler influyen sustancialmente para obtener mejores resultados en la eficiencia del proceso de molienda.
En cuanto al segundo aspecto, queda claro
que los procesos de transformacin de los instrumentos de molienda abarcan la seleccin del
recurso, la extraccin o adquisicin del bloque,
la reduccin del mismo y el acabado. En dicho
proceso se emplean por lo general las mismas
herramientas y tcnicas de trabajo, aunque
ambas pueden variar de un sistema cultural a
otro. Lo mismo puede ocurrir en la variacin
morfolgica y funcional de estos enseres.
De acuerdo con los estudios realizados en
diversas colecciones, nos inclinamos a propo-

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Aprovechamiento de la slice
en las culturas mesoamericanas
Adolphus Langenscheidt *

milenarios producidos en lugares que ahora


son de Alemania, del Medio y del Lejano
Oriente, del Sureste Asitico, la India, etc.,
donde dichos minerales silceos fueron utilizados. Resultan admirables diversas obras
realizadas por los lapidarios de las culturas
prehispnicas, si se toma en cuenta que ellos
solamente atisbaron algunos de los conocimientos cientficos y tcnicos, y que no obstante, a su propio nivel tecnolgico, desarrollaron algunas de las tcnicas y herramientas
necesarias para ese oficio.
En Mesoamrica se han registrado cuentas
perforadas desde el periodo Formativo temprano, aparentemente elaboradas con materia
prima recogida de arroyos y ros o de superficie
de terrenos donde se encontraban a flor de
tierra. Alfonso Caso (1965: 897, citando a Sahagn) indic que adems del jade los zapotecas
y mixtecas trabajaron cristal de roca (cuarzo),
gata, amatista y que probablemente tambin
conocieron la piedra de sangre, que es una
calcedonia verde con inclusiones de xidos de
fierro. Tambin menciona el palo (dem).
Desde el punto de vista de la mineraloga
ahora sabemos que la slice en su estado natural slido ha estado disponible en tres formas
principales: a) cristales visibles a simple vista, de
diversos tamaos y colores, b) como calcedonia
o slice microcristalina, y c) como esferoides
microscpicos dispuestos en retculas tridi-

Los minerales de slice (SiO2), por lo general,


siempre han sido atractivos visualmente y su
utilizacin muy popular desde hace milenios.
Sin embargo, an no se ha llevado a cabo para
los arquelogos un estudio completo de laboratorio del gran legado de obras lapidarias de
estos materiales en el rea cultural de Mesoa
mrica. Ante esta realidad, considero til difundir algunos aspectos mineralgicos y geogrficos de los elementos silceos, desde la
perspectiva arqueolgica actual, para explicar
mejor su uso en las culturas prehispnicas de
Mxico.
Los minerales de slice tienen caractersticas
de dureza y de aspecto visual que los hacen
atractivos al ser humano desde que ste los
viera por primera vez. As, en la prehistoria el
hombre decidi recogerlos, atesorarlos y
despus aprovecharlos para adorno personal
y para algunas de sus herramientas e instrumentos utilitarios. Al cabo de algunos siglos
en todas las culturas se desarrollaron las tcnicas para forjar, desbastar, esculpir, perforar
y pulir la superficie de los objetos que se
producan con tan apreciada materia prima.
En todas las culturas del mundo se dio el
aprovechamiento de tales minerales y el rea
mesoamericana no fue la excepcin. En el
Viejo Mundo se han estudiado instrumentos
* Investigador independiente.

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Adolphus Langenscheidt

pecto visual (colores y su disposicin, as como


la forma de los microcristales en su caso), la dureza y la tenacidad. Estas tres cualidades son las
ms notables que se perciben y han valorado.
Los sencillos dispositivos y herramientas
manuales que conocieron los antiguos lapidarios prehispnicos de la Amrica Media son los
percutores y cinceles lticos, las astas de venado,
huesos diversos, taladros giratorios (como
malacate y otros diseos), los portaobjetos y
algunos abrasivos. Todos estos dispositivos
y herramientas en diversos pesos, tamaos,
durezas y granulometras, en el caso de los
abrasivos. Con fines prcticos, describo en el
cuadro 1 los minerales de slice utilizados por
los lapidarios prehispnicos de Mesoamrica.
Cabe mencionar que en la actualidad se ha
podido explicar lo que ocurre con el tratamiento trmico al que pudieron ser sometidos trozos
de slice o algunos instrumentos lticos ya
producidos para cambiar o mejorar sus cualidades en contextos culturales antiguos de
Mesoamrica. Los efectos del calentamiento
de la slice pueden ser el cambio sutil de color
o el mejoramiento en la resistencia mecnica.
Del tratamiento trmico se excepta el palo,
puesto que se revienta al ser calentado para
dejar escapar como vapor el agua que contiene.
Considero que mejorar la resistencia de la
materia prima bien pudo ser un efecto buscado
por el antiguo usuario, pero slo el lapidario
moderno es capaz de interesarse en realidad
en el cambio de color al tratar de mejorar el
aspecto de algunas gemas.

mensionales en el mineral llamado palo.


Mediante estudios de microscopa electrnica
se sabe que los esferoides estn constituidos
por tridimia-cristobalita, dos minerales que en
este caso son el resultado de la diagnesis del
palo. Como rareza en la naturaleza se conoce slice amorfo natural producto de los rayos
cuya energa elctrica la funde y la deja enfriar
rpidamente. Tambin se conoce la slice como
gel producida en la industria moderna.
Todas las variedades de slice generalmente
han sido producidas y aprovechadas en pequeas cantidades, lo cual se debe, entre otras
razones, a que se encuentran en yacimientos
minerales relativamente pequeos, si bien muy
dispersos a lo largo y ancho del mundo, incluyendo el territorio de Mesoamrica. Por lo que
toca a su naturaleza mineralgica, se puede
decir que estas variedades son qumicamente
semejantes entre s, pues estn constituidas por
molculas de xido de silicio con pequeas
cantidades de impurezas; los palos tienen
adems agua en proporcin no fija. Aunque
la slice se puede hallar pura en la naturaleza,
es frecuente encontrarla acompaada de otros
minerales, mismos que se hallan como impurezas, por lo comn en pequea proporcin.
Las impurezas resultan importantes, pues
conjuntamente con la cristalizacin aportan
los atractivos visuales que caracterizan a cada
una de las variedades de slice.
La cristalizacin o su ausencia y las impurezas han dado pie, desde la antigedad hasta
el tiempo actual, a nombres muy diversos y a
la asignacin, no cientfica, de supuestas virtudes a las variedades silceas. Ante este hecho
nos parece un tanto irrelevante la subdivisin
detallada en muchas variedades que lleva a
nombres pintorescos o comerciales y no a diferenciaciones cientficas de las mismas.
En la poca prehispnica no existan las
ciencias y las tcnicas como las conocemos
ahora, tampoco se haban desarrollado teoras
cientficas para explicar y caracterizar a las especies silceas ms all de lo que permiten las
tres cualidades ms relevantes, que son: el as-

Punta de proyectil tallada tipo Clovis en cuarzo y


calcedonia. Sala Poblamiento de Amrica, mna.

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Aprovechamiento de la slice en las culturas mesoamericanas

Punta de proyectil tallada en calcedonia. Sala


Poblamiento de Amrica, mna.

Pequea calavera tallada y pulida muy finamente,


en cristal de roca, y con acabado brillante. Sala
Mexica, mna.

Punta de proyectil tallada en cuarzo dbilmente


rosado, tipo Clovis. Sala Poblamiento de
Amrica, mna.

Pequea escultura de un felino tallada y pulida


en cristal de roca, acabado mate. Sala Los Mexica,
mna.

La pieza de mayor tamao es de pedernal


negruzco. La pieza blanca es uno de los llamados
bruidores, tallado en cuarzo lechoso. El otro
bruidor es de calcedonia. Sala Altiplano
Central, mna.

Pequea orejera tallada y pulida en cristal de


roca con acabado brillante. Sala Culturas de los
Mexica, mna.

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Adolphus Langenscheidt

Punta de proyectil tallada en jaspe color marrn


rojizo. Sala Poblamiento de Amrica, mna.

La pieza es un componente hemisfrico de


una orejera tallada, muy finamente pulida con
dimetro exterior de aproximadamente 24 mm,
paredes de 1 mm y con una perforacin lateral
con dimetro inferior a 1 mm. Cultura olmeca, en
crisoprasa. Sala Culturas del golfo, mna.

Punta de proyectil tallada en calcedonia


color mbar translcido a transparente. Sala
Poblamiento de Amrica, mna.

Cuentas talladas y pulidas en cristal de roca con


una cuenta central esfrica pulida y perforada, en
amatista. Sala Culturas del golfo, mna.

Conjunto de ocho cuentas de collar talladas,


perforadas y pulidas en amatista color prpura
dbil. Vitrina Tarascos. Sala Occidente, mna.

raspador oval de gran tamao, tallado en


pedernal gris oscuro. Sala Poblamiento de
Amrica, mna.

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Aprovechamiento de la slice en las culturas mesoamericanas

Conjunto de hojas de cuchillos para sacrificio


talladas en pedernal de diversos colores, que van
del blanco puro al marrn rojizo y al gris. Sala Los
Mexica, mna.

Hoja de cuchillo personificado con aplicaciones


de otros materiales, para sacrificio, tallado a
perfeccin, en jaspe color coral dbil. Sala Los
Mexica, mna.

Hoja de cuchillo personificada con aplicaciones


de otros materiales, para sacrificio, tallado
a perfeccin en cuarzo rosado dbil. Sala
Los Mexica, mna.

Pequeas esculturas talladas y perfectamente


pulidas, en cristal de roca de excelente calidad
(cuarzo hialino). Sala Los Mexica, mna.

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Adolphus Langenscheidt

Pequeas geodas de gata multicolor, cortadas y


pulidas artesanalmente, colectadas y trabajadas en
tiempos modernos, procedentes de Chihuahua.

Ejemplar de un cristal de roca o cuarzo hialino


individual, incoloro, que procede de Zacatecas.
rebanada de geoda, en calcedonia bandeada
(gata), en diversos tonos de gris, colectada,
cortada y pulida artesanalmente en tiempos
modernos, procedente de Zacatecas.

geoda doble, cortada por mitad en tiempos


modernos, que muestra calcedonia en tonos grises
en las orillas y depsito de cristal de roca en los
huecos centrales, procedente de Zacatecas.

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SiO2, en cristales
hexagonales iguales
al cuarzo, grandes
a pequeos, en
tonalidades de
prpura dbil a
intenso, debido a
impurezas de fierro.
generalmente
transparente, a
veces translcido. A
veces con sombra de
crecimiento.

SiO2, prismas
hexagonales, de
grandes a muy
pequeos, a veces
bipiramidales, siempre
transparentes e
incoloros.

Cuarzo
hialino o
cristal de
roca

Amatista

SiO2, prismas
hexagonales ocasionalmente bipiramidales,
desde grandes a
pequeos, blanco
opaco a incoloro.

Descripcin

Cuarzo
lechoso

Variedad
silcea

7.0

7.0

7.0

Dureza

Aplicaciones en culturas
mesoamericanas

Normalmente en
conjuntos que forran
fracturas en la roca
o en el interior de
geodas.

Normalmente en
conjuntos (drusas)
que forran fracturas
en la roca o en el
interior de geodas.

Otras observaciones

Estados de Mxico
(Temascaltepec), e
Hidalgo (Tamazunchale,
S. L. P.), as como en
yacimientos pequeos en
muchos estados.

Es la variedad de cuarzo ms
apreciada e interesante de
todos los minerales de slice.
En la antigedad clsica
los amuletos de amatista se
consideraban protectores
contra los efectos de beber vino
en exceso, y protegan en las
batallas. Su coloracin se debe
a contenido de Fe3.
Calentada a 400-500C pierde
coloracin. En Mxico existen
minas prehispnicas en el
estado de guerrero.

Ampliamente distribuido en
pequeas cantidades que
cubren paredes de fracturas,
vetas u oquedades en las rocas
en particular en las formaciones
de rocas gneas cidas. Los
bipiramidales indican su
desarrollo en suspensin
acuosa.

En muchos lugares de la Ampliamente distribuido en


Sierra Madre Occidental y pequeas cantidades que
Sierra Madre Oriental
cubren paredes de fracturas
u oquedades en las rocas, en
particular en las formaciones
de rocas gneas cidas.

Localizaciones en rea
mesoamericana

Cuentas y dijes en
Estados de guerrero,
formas de pajarillos
guanajuato, Mxico y
perforados en la
Zacatecas, entre otros.
cola para colgarse,
cuentecillas esfricas y
tubulares perforadas
longitudinalmente.

Joyera, escultura,
particularmente en
escultura y lapidaria
mixteca y azteca.
Ocasionalmente en
medicina.

Normalmente en
Joyera, escultura,
conjuntos que forran ocasionalmente en
fracturas en la roca
medicina.
o en el interior de
geodas, generalmente
translcido.

Aspecto visual

CuADrO COMPArATIVO DE LAS VArIEDADES DE SLICE

Aprovechamiento de la slice en las culturas mesoamericanas

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SiO2, en microcristales
que forman capas
sucesivas, paralelas,
con colores muy
diversos y translucidez
de mnima a casi
completa.

Slice criptocristalina.
Comnmente masivo,
rojo ladrillo, con
superficie opaca.

Jaspe

Es un cuarzo cristalino
con color rosado,
desde intenso
hasta casi blanco.
Normalmente es
nebuloso, y nunca es
difano. Al parecer el
color se debe a titanio
y a fierro.
SiO2, en
microcristales. Colores
dbiles desde blanco
a gris oscuro, segn
impurezas en bandas.

Descripcin

gata

Calcedonia

Variedad
silcea
Cuarzo
rosado

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5.0-6.0

+-7.0

<7.0

<7.0

Dureza

Color rojo hemattico Cuentas, dijes y


por su alto contenido esculturas.
de xidos de fierro
como hematita que
le dan el color casi
uniforme. Al ser
pulido puede adquirir
algn brillo.

Cuentecillas.
Blanquecina opaca
hasta transparente,
aspecto ceroso, color
blanco a gris; raras
veces azulosa, marrn
o negra.
Cuentecillas.
Bandas de colores
muy diversos, a
menudo translcidas.
En las geodas son
bandas concntricas
y en ocasiones
rectas y horizontales
al formarse que
muestran su posicin
al precipitarse la slice.

Aspecto visual

Corresponde a calcedonia
con bandas frecuentemente
paralelas con colores diversos
que indican el orden de
deposicin. El gata musgosa
incluye dendritas de pirolusita
(MnO2) que le dan aspecto
interesante. En Mxico se
localiza en la mina La guitarra,
en Temascaltepec, Mx. Las
llamadas gatas de fuego al
parecer no se hallaron en
tiempo prehispnico.
Es una forma de slice
relativamente abundante en
yacimientos dispersos.
En Chihuahua se
encuentran gatas
multicolores muy
atractivas que pudieron
ser explotadas en tiempos
antiguos.

Muy amplia distribucin


en los estados serranos,
en yacimientos pequeos
a medianos.

Presente ampliamente en
pequeas cantidades que
cubren paredes de huecos o de
fracturas en rocas gneas cidas,
sobre todo en riolitas.

Suele encontrarse en el centro


de diques pegmatticos grandes.
Frecuentemente incluye
cristales microscpicos de
rutilo. Yacimientos de excelente
calidad se localizan en Brasil
(ro grande Do Sul), y en eua
(Maine y Dakota del Sur).

Otras observaciones

Siempre en cantidades
muy pequeas se
encuentra muy
dispersa en toda el rea
mesoamericana.

Aplicaciones en culturas
Localizaciones en rea
mesoamericanas
mesoamericana
En Xhaj, municipio de
Cuentecillas.
Zimapn, Hgo. Es poco
Aspecto desde ceroso Hojas de cuchillos
a brillante. Frecuente- aztecas para sacrificio. comn en Mxico.
mente translcido.

CuADrO COMPArATIVO DE LAS VArIEDADES DE SLICE (continuacin)

Adolphus Langenscheidt

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SiO2-n H20
5.5-6.5

+-7.0

Brillos internos o
iridiscencias.

Presenta color verde.


Superficie opaca
translcida, incluye
capas microscpicas
de color blanco.

Verde tierno con


superficie no
brillante.

+-7.0

SiO2, en
microcristales. Tonos
verdes homogneos
debidos a xido de
nquel.

SiO2, semejante a
la plasma pero ms
translcida.

Aspecto visual

Dureza

Descripcin

Dijes

Pectorales, dijes y
cuentas.

Aplicaciones en culturas
mesoamericanas
Cuentecillas
perforadas, dijes o
colgantes perforados
para collares,
pectorales, etc.

quertaro, Hidalgo,
guerrero, Jalisco, San
Luis Potos, Michoacn,
guanajuato, Nayarit,
Chihuahua, guatemala
y Honduras.

Pequeos yacimientos
muy dispersos en Oaxaca
y el Occidente.

Localizaciones en rea
mesoamericana
En mltiples lugares
del Occidente, desde
Oaxaca a Sinaloa,
en yacimientos muy
pequeos y muy
dispersos.
Es slice criptocristalino
(variedad de calcedonia)
translcido, tono uniforme
verde manzana debido a
impurezas de xido de nquel
que puede ser pulido y adquirir
algn lustre. Pudo ser tomada
como chalchihuite, pero no
legtimo, aunque se utiliz en
tiempo prehispnico.
Su coloracin se debe a
delgados cristales fibrosos de
hornblenda o clorita. Pudo
ser considerado chalchihuite
corriente en la antigedad
prehispnica.
Los yacimientos de quertaro
se explotaron mayormente
desde 1835, intensificando su
produccin a partir de 1870.
Se produce en muchas partes
como Australia. Los palos
de fuego son propios de
quertaro y se estima que se
formaron por geles de slice a
160C y contienen inclusiones
de hornblenda, limonita,
goethita, fluorita, cuarzo,
cristobalita, kaolinita y pirita.
Los palos se hallan en muchas
naciones, en particular donde
hay rocas volcnicas cidas y en
ocasiones en rocas baslticas.

Otras observaciones

Notas: 1. La dureza del cuarzo hialino es 7 pero se ve afectada por la direccin en que se haga la prueba. 2. La dureza de la calcedonia es 7, pero se afecta por impurezas incluidas
en cada variedad o por la formacin de palo entre los microcristales. 3. La piedra de sangre o heliotropo no se ha reportado en el rea mesoamericana en contexto arqueolgico,
aunque es de esperarse dado su atractivo aspecto, que le impide pasar desapercibida. Es una crisoprasa con desarrollo de hematita dentro de su masa de microcristales de slice.

palo

Prasa

Variedad
silcea
Crisoprasa

CuADrO COMPArATIVO DE LAS VArIEDADES DE SLICE (continuacin)

Aprovechamiento de la slice en las culturas mesoamericanas

Adolphus Langenscheidt

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Colofn
Las variedades silceas que se aprovecharon en
las culturas antiguas de Mesoamrica no fueron
todas las que existen segn la mineraloga moderna, pero s fueron las ms atractivas visualmente. Es evidente que la taxonoma indgena
obedeca a criterios diferentes a los actuales.
De acuerdo con los criterios mineralgicos
contemporneos, fueron tres las variedades
bsicas de slice aprovechadas en tiempo
prehispnico: el xido de silicio cristalino, el
xido de silicio microcristalino y el palo.
Al tomar en cuenta la dureza de la materia
prima aprovechada, de 5 a 7 en la escala de
Mohs, asombra que los rasgos de muchos
instrumentos presenten gran soltura y perfeccin en las formas escultricas y en los acabados de las superficies, aun tratndose del
cuarzo hialino. Ello confirma que el lapidario
prehispnico trabajaba con gran paciencia y
con gran sensibilidad artstica, probablemente utilizando como abrasivo arena diamantfera (Langenscheidt, en prensa).
Agradecimientos
Dejo constancia de mi agradecimiento a la
maestra Leticia gonzlez Arratia por sus observaciones a la primera versin de mi escrito, a la
maestra Lorena Mirambell por sus orientadores
comentarios sobre el tema, a mi amigo el ingeniero Elas Ojeda por su valiosa informacin
geolgico-minera, al seor rogelio Snchez por
informacin de primera mano sobre algunas
localizaciones especficas de slice, a Felipe y
Juan Manuel ruiz Langenscheidt por las fotografas, a Amalia Langenscheidt S. por asesoras
en la presentacin digital y a las muchas otras
personas que me apoyaron de diversas formas
en mi investigacin. A. L.

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la ltica arqueolgica en Mxico
se termin de imprimir en julio de 2010
en los talleres grficos del Instituto
Nacional de Antropologa e Historia.
Produccin: Direccin de Publicaciones
de la Coordinacin Nacional de Difusin.

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