Don Dimas de La Tijereta

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DON DIMAS DE LA TIJERETA

Cuento de viejas que trata de cmo un escribano le gan un pleito al diablo


Por los primeros aos del siglo pasado, cerca del portal de los Escribanos, viva un
cartulario llamado don Dimas de la Tijereta, escribano de la Real Audiencia y sin
una pizca de fe. Se saba que era hipcrita, timador y que guardaba un tesoro fruto
de sus triquiuelas. Su alma estaba tan desecha que ni Dios la hubiera reconocido,
con ser l quien la cre y ni el diablo ni el ngel de la guarda podran encontrar en
l por donde cogerle el alma. Adems que todos los gremios tienen como patrn a
un santo que ejerci su oficio; pero los pobrecitos escribanos no tenan en el cielo
algn camarada que los defienda.
Tijereta haba cado en la peor tontera de la vejez: se enamor hasta la coronilla
de Visitacin, una muchachita de veinte primaveras, una figurita de mrame y no
me toques y ojos ms matadores que las espadas de los duelistas. Tijereta, que no
daba ni las buenas noches, se propuso conquistar en la chica con agasajos;
empez a regalarle joyas y vestidos pero la nia nada de nada con l.
Visitacin viva con su ta, vieja como el pecado de la gula, a quien aos ms tarde
castig la Santa Inquisicin. La maldita haba adoctrinado a su sobrina para servir
de cebo de ricos caballeros a quienes sacar dinero. Don Dimas llegaba todas las
noches a verla y Visitacin lo escuchaba cortndose las uas y sin hacerle mayor
caso.
Seis meses haban pasado de solicitudes vanas y, casado de la espera, Tijereta
quiso tener a Visitacin a las buenas o a las malas; pero ella lo bot de su casa
dicindole que estaba cansada de aguantarlo. Don Dimas se fue, perdido en sus
cavilaciones y llego hasta el cerrito de las Ramas. Enojado dijo en voz alta:
Que venga un diablo cualquiera y se lleve mi almilla a cambio del amor de esa
muchacha!
Satans, que desde los antros ms profundos del infierno escuch el pedido, toc
campanilla y en el acto se le present el diablo Lilit, su secretario.
Ve, Lilit orden al cerro de las Ramas y extiende un contrato con un hombre
que tiene tanto desprecio por su alma que la llama almilla. Concdele lo que pida,
que ya sabes que no soy tacao tratndose de una presa.
Yo, pobre narrador de cuentos. No conozco los pormenores de la entrevista entre
don Dimas y Lilit; pero, al regresar al infierno, este le entreg un pergamino a
Satans que deca lo siguiente:
Conste que yo, don Dimas de la Tijereta, cedo mi almilla al rey de los infiernos, a
cambio del amor y posesin de una mujer. Al plazo de tres aos me obligo a
satisfacer mi deuda. Luego seguan las firmas de las partes.

Cuando el escribano volvi a su casa, le abri la puerta nada menos que Visitacin,
que ebria de amor se arroj en sus brazos. Lilit haba encendido en ella el fuego de
Lais y la lubricidad de Mesalina.
Como no hay plazo que no se cumpla, pasaron los tres aos y Tijereta se vio
nuevamente en el cerro de las Ramas, junto a Lilit, listo para cobrarle su parte
segn rezaba el contrato. El escribano entonces comenz a desvestirse pero Lilit le
dijo
No se tome tanto trabajo, que as vestido como est me lo puedo llevar.
Pues si no me desvisto no podr pagarle le respondi don Dimas.
Haga lo que le plazca dijo Lilit que todava le queda un minuto para que se
cumplan los tres aos.
El escribano se quit el jubn interior, se lo entreg al demonio y le dijo:
Deuda pagada y venga mi documento.
Y qu quiere que haga con esa prenda? pregunt Lilit luego de haberse redo
mucho.
Esta es mi almilla, que, como reza el contrato es lo que estoy obligado a pagar.
Sino revise bien el documento.
Yo no entiendo payasadas. Guarde sus palabras para cuando est delante de mi
amo.
Y en eso se cumpli el minuto y Lilit se ech al hombro al escribano y encamin al
infierno. Durante el viaje los reclamos de don Dimas eran tan constantes que el
demonio tena que hacer de odos sordos par no perder la paciencia y sumergir al
escribano en un caldero de plomo hirviente. Ya en el cocito, Satanas, enterado de
las causas del reclamo, decidi concederle un juicio al escribano.
En breve don Dimas gan el juicio armado solamente con el Diccionario de la
lengua y los jueces ordenaron que sin prdida de tiempo se regrese a don Dimas a
la puerta de su casa. Satans, como prueba de que se cumplen las leyes en el
infierno, permiti que la sentencia se cumpla. Pero, destruido el hechizo, se enter
el escribano que Visitacin lo haba abandonado para encerrarse a un convento.
Satans, para no perderlo todo, se qued con la almilla y es fama que desde
entonces los escribanos no usan almilla y cualquier viento pequeo produce en
ellos una pulmona de padre y seor mo.
Lilit, enojado, le dijo que se deje de bromas pero don Dimas contest que se fije
bien en el contrato pues esa era la almilla. En eso se cumpli el minuto y el
demonio se lo llev en los hombros al infierno.

No s bien si don Dimas muri de buena o mala muerte, pero es bien sabido que
en el infierno le dijeron que ya no reciben escribanos. Algo as le sucedi al alma
de Judas Iscariote, y como viene a cuento su historia la apunto aqu someramente.
Refieren las crnicas que despus de suicidarse, toc en vano las puertas del
Purgatorio y otro tanto las puertas del Infierno, as que volvi a la tierra y se
introdujo en el cuerpo de un usurero. Desde entonces se dice que los usureros
tienen alma de Judas.
Y con esto y con que cada cuatro aos uno es bisiesto, pongo punto redondo al
cuento. Excelente trabajo de Alvaro Felipe

TRADICION AL RINCON QUITA CALZON


- Ricardo Palma
El obispo Chvez de la Rosa era rector de un convento en Arequipa.
Un da tubo que suplir a un maestro ausente y se dedico a recordar algo de
latn con los alumnos; propuso una pregunta: quid est oratio!, pero ningn
alumno
le
supo
contestar.
Molesto el cura orden a cada uno que vaya Al Rincn Quita Calzn!
As ocurri hasta que le pregunto al ms pequeo de la clase. El nio se burl
del
cura
demorando
una
respuesta
que
no
sabia.
El cura iracundo le ordeno tambin AL RINCN QUITA CALZN, pero como el
nio se retiraba refunfuando algo entre dientes, el sacerdote insisti por el
que
murmuraba.
Entonces el nio le propuso una interrogante al maestro: Cuantas Veces Se
Repite
En
La
Misa
El
Dominues
Vubis
Cum?
Y por mas que el cura trat de recordar no pudo hacerlo; entonces el nio
tambin lo envi a el al rincn quita calzn! La burla de los estudiantes fue
total.
El cura no tubo ms remedio que perdonar a todos el castigo propuesto y se
retiro
completamente
avergonzado.
Tiempo despus el cura retorno a su natal Espaa y se llevo al pequeo
travieso como pupilo, aya lo educo esmeradamente para que aos despus
retornara al Per convertido en un intelectual erudito: don Francisco Javier de
Luna Pizarro, presidente de la primera asamblea constituyente del Per.

LA HISTORIA DE UN CAONCITO
Estaba don ramn en su primera poca de gobierno, y era el da de su
cumpleaos (31 de agosto de 1849). corporaciones y particulares acudieron al
gran saln de palacio a felicitar al supremo mandatario. se acerc un joven a
su excelencia y le obsequi, en prenda de afecto, un dije para el reloj.

era un microscpico caoncito de oro montado sobre una cureita de filigrana


de plata: un trabajo primoroso, en fin, una obra de hadas.
el presidente agradeci, cortando las frases de la manera peculiar muy propia
de l. pidi a uno de sus edecanes que pusiera el dije sobre la consola de su
gabinete. don ramn se negaba a tomar el dije en sus manos por que afirmaba
que el caoncito estaba cargado y no era conveniente jugar con armas
peligrosas.
al cabo de un mes el caoncito desapareci de la consola, para formar parte de
los dijes que adornaban la cadena del reloj de su excelencia, por la noche dijo
el presidente a sus tertulios: eh! seores ya hizo fuego el caoncito
lo que haba sabido es que el artificio del regalo aspiraba a una modesta plaza
de inspector en el resguardo de la aduana del callao, y que don ramn acababa
de acordarle el empleo

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