Sociedades Obesogenicas

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SOCIEDADES OBESOGNICAS | 5

ESPECIAL
| SPECIAL

La emergencia de las sociedades obesognicas


o de la obesidad como problema social

The emergence of obesogenic societies or


obesity as a social problem
Mabel GRACIA ARNAIZ1

RESUMEN
En este artculo se muestra cmo la ideacin biomdica de la obesidad y las propuestas preventivas que se han
ido tejiendo institucionalmente en Espaa durante la ltima dcada han contribuido a convertir el peso
corporal y la comida en un problema social. La definicin de los expertos acerca de las principales causas del
incremento de la gordura ofrece informacin privilegiada sobre la concepcin de las denominadas sociedades
obesognicas y sus estilos de vida, as como de las medidas adoptadas para cambiarlos, centradas principalmente
en la responsablizacin individual y la educacin nutricional. Este artculo demuestra que si bien hay una
unanimidad en el diagnstico, ste es insuficiente o no lo bastante preciso, ya que se debe saber ms acerca
de las consecuencias de los mudables modos de vida en las maneras de comer, y de stas en la salud de los
distintos grupos sociales. Un anlisis de las iniciativas y programas de prevencin elaborados en diferentes
pases sirve para dar cuenta de la estandarizacin de las estrategias internacionales frente a la obesidad
epidmica y para reflexionar sobre los efectos de manejar una visin limitada de la cultura y la alimentacin.
Palabras clave: Alimentacin. Educacin alimentaria y nutricional. Estilo de vida. Obesidad.

ABSTRACT
This article shows how the biomedical conception of obesity and the preventive proposals that have been
institutionally produced in Spain during the last decade have helped to turn the body weight and food into a
social problem. The experts definition relating to the main causes of increase in body fat provide paramount
information on the concept of so-called obesogenic societies and their lifestyles. Normally, the means adopted
to change lifestyles focus primarily on individual responsibility and nutritional educations. This article demonstrates
that even though there is unanimity in the diagnosis, it is insufficient or not accurate enough, as it should
enclose more detail about the consequences of changing eating habits, and how these influence the health
of different social groups. An analysis of the initiatives and prevention programs developed in several countries
may favor the standardization of international strategies against the obesity epidemic and serves to reflect on
the effects of establishing a limited concept of culture and food.
Indexing terms: Feeding. Food and nutritional education. Life style. Obesity.
1

Universidad Rovira i Virgili, Departamento de Antropologia, Filosofia y Trabajo Social. Avda. Catalunya, 35 43002, Tarragona,
Espaa.

Rev. Nutr., Campinas, 22(1):5-18, jan./fev., 2009

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M. GRACIA ARNAIZ

INTRODUCCIN
Esta reflexin, estructurada en base a
mltiples interrogantes algunos todava sin
responder, se enmarca dentro de una lnea de
estudios ms amplia que tiene como objetivo
analizar cmo y por qu determinados
comportamientos alimentarios y prcticas
corporales devienen problemticos(2). Mediante un
anlisis de la obesidad desde fuera y desde
dentro(3), nos proponemos mostrar hasta qu punto
el modelo biomdico de comprensin de la
enfermedad y de intervencin que se ha ido
tejiendo institucionalmente en las sociedades
contemporneas y, en particular en Espaa, ha
contribuido en las ltimas dcadas a construir el
peso y la comida en un problema social.
Desde hace unas dcadas, los expertos en
nutricin y diettica y las autoridades sanitarias
destacan, una vez ms, la importancia de la
relacin entre alimentacin y salud. En la actual
situacin alimentaria, caracterizada por una
relativa estabilidad y profusin de la oferta as
como por una mayor accesibilidad, las
recomendaciones adquieren un nuevo sentido al
insistir ahora en que se debe comer menos,
especialmente de ciertas sustancias (grasas y
azcares simples) y moverse ms. Los consejos
no slo se circunscriben a qu alimentos hemos
comer, sino que sealan cmo hay que vivir.
Proliferan los estndares de buena alimentacin
y se advierte a la poblacin de la necesidad de
mantener una dieta prudente y equilibrada pues,
2

Se parte de la hiptesis segn la cual la


obesidad se convierte en enfermedad cuando los
expertos convienen que el exceso de peso no es
slo un efecto de gente que come demasiado o
una cuestin de esttica, sino que existe un vnculo
de co-morbilidad entre ste y otras enfermedades
crnicas, como la diabetes, la hipertensin o los
problemas cardiovasculares. Las ideas que
soportan la definicin de la obesidad como una
enfermedad crnica evitable llevan a los expertos
en salud pblica y las autoridades sanitarias a
comprender y pensar su evolucin en trminos de
una epidemia global - pandemia - y a identificar
cada vez ms los factores culturales como los
principales causantes - el ambiente obesognico
- en detrimento, incluso, de las razones biopsicolgicas. De esta forma, la obesidad se concibe
como un problema de salud pblica, con
dimensiones morales y repercusiones sociales.

Con el soporte de programas de Investigacin y Desarrollo del Ministerio de Educacin y Ciencia (MEC), del Instituto de la
Mujer y de la Generalitat de Catalunya, miembros del grupo de investigacin del Departamento de Antropologa, Filosofa y
Trabajo Social (Universidad Rovira i Virgil) iniciaron en el ao 2000 una lnea de estudios sobre alimentacin, gnero y salud.
En 2006, con el apoyo de estas instituciones, la autora del presente artculo empez un estudio sobre las dimensiones sociales
de la obesidad en CIESAS (Mxico, DF) y en la Universit de Toulouse (Francia) que hoy contina desarrollndose dentro de
los proyectos La alimentacin contempornea desde y ms all de las normas (SEJ2006-15526-C02 02/SOCI) y Jvenes gordos,
pobres jvenes?: procesos de discriminacin y resistencia en torno a la obesidad (Ajove 2008). Esta reflexin parte, principalmente,
del anlisis de estrategias, guas alimentarias y discursos expertos sobre obesidad y recoge algunas consideraciones expuestas
en publicaciones previas.
Se propone abordar la problemtica de la obesidad desde fuera de la intervencin asistencial y no desde las preocupaciones
o intereses de los profesionales involucrados. Al mismo tiempo, se recurre al anlisis desde dentro a travs de la etnografa
mdica y, consecuentemente, del uso de herramientas cualitativas que favorezcan una aproximacin holista y relacional. El
trabajo se est desarrollando en tres niveles principales: a) revisin bibliogrfica centrada en la literatura socioantropolgica
y epidemiolgica, b) estudio de las recomendaciones nutricionales y estrategias sanitarias y c) etnografa mdica realizada en
Catalua sobre representaciones y prcticas en torno a la obesidad.

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con la abundancia derivada de la industrializacin,


los problemas de salud se han desplazado desde
aquellos relacionados con la desnutricin durante
la primera mitad del siglo XX, como el raquitismo,
la pelagra o el bocio, hacia los relacionados con
la sobrealimentacin y el aumento de peso. Los
profesionales de la sanidad hablan de una
obesidad epidmica debida a un empeoramiento
de los hbitos dietticos producidos por un
consumo excesivo de caloras y grasas y por el
sobrepeso correspondiente que, en cuanto tal, es
considerado un factor de riesgo para la salud. Se
cuestiona, sin embargo, hasta qu punto este
diagnstico es acertado y lo suficientemente
preciso.

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Se considera, sin embargo, que esta


concepcin favorece explicaciones sobre la
causalidad cultural, a menudo, demasiado
simples. Es el caso de mantener que en la medida
en que los malos hbitos alimentarios se han
globalizado, la obesidad se ha convertido en una
enfermedad planetaria. Al entender, por otro lado,
que su rpido y extraordinario incremento se ha
producido en todo el mundo atendiendo a la
misma razn, es decir, al consumo excesivo de
caloras en relacin a un menor gasto energtico
y a la sedentarizacin, ha justificado que las
estrategias desarrolladas en los diferentes pases
con el objetivo de alcanzar hbitos de vida ms
saludables se homogenicen en contenidos y
acciones. As, pensar los actuales los estilos de
vida como inadecuados y/o desestructurados est
sirviendo, como se ilustra a continuacin, para
legitimar mecanismos de prevencin e intervencin
en una direccin determinada - normativizar la
vida cotidiana - y para reproducir y mantener ciertas
prcticas biomdicas.

Qu comer, cunto pesar: la


normativizacin diettica y corporal
Los comportamientos alimentarios y los
cuidados corporales han sufrido importantes
cambios en relacin a las sociedades tribales y
pocas anteriores1. Al amparo de lo que Mennell2
ha llamado la civilizacin del apetito, en las
sociedades modernas se ha ido popularizado, cada
vez ms, la vigilancia individual del peso corporal
y la dieta en paralelo a la construccin de la
delgadez corporal como un atributo de salud, de
disciplina y de distincin social, de tal forma que
estar delgado, aunque pueda relacionarse tambin
con dolencias especficas, deja de ser un signo de
enfermedad y pobreza para constituir un lugar de
produccin de nuevos significados. Contrariamente, la gordura pasa a representar un signo de
trasgresin normativa y la consecuencia de aquello
que no debe hacerse: comer mucho y ser ocioso.
Dichas concepciones hay que ubicarlas
dentro de un largo proceso histrico de

normalizacin diettica y corporal. Aunque esta


normalizacin se remonta, al menos, a la
antigedad clsica toma renovada fuerza a partir
del siglo XX cuando las autoridades sanitarias
establecen, por un lado, un modelo nutricional
basado en lo que se considera la dieta equilibrada
u ptima -qu, cunto, dnde, cmo, cuantas
veces y con quin comer- y, por otro, un patrn
de peso basado en el ndice de Masa Corporal
(IMC) que, junto con otros indicadores de
medicin, define cundo el volumen corporal es
o no normal. La salud y la nutricin se convierten,
as, en un factor esencial para la construccin de
la ciudadana, implicando cambios en las
relaciones entre el estado, la sociedad y los
individuos.
De acuerdo con Barona 3, la nutricin
deviene un elemento comn de la cultura, la
economa y la salud cuando el estado emerge
como un regulador social y la produccin y el
consumo alimentario se entienden como una
responsabilidad poltica. Durante esta centuria, los
expertos en nutricin y el conocimiento cientfico
adquieren una mayor atencin para la mayora
de los gobiernos europeos, la sociedad civil y las
organizaciones sociales y de beneficencia a
consecuencia de los conflictos internacionales y
de las crisis de los mercados. El hambre y la
pobreza son consideradas un problema social y
de salud pblica y la provisin de alimentos se
convierte en un derecho humano bsico, envuelto
de implicaciones morales: los hbitos alimentarios
y la produccin agrcola tradicionales tienen efectos
negativos en la salud y la economa y, por el bien
de todos, se han de modificar.
La nocin de dieta optima, basada en la
investigacin fisiolgica sobre la ingesta y el gasto
energtico y las necesidades de protenas, grasas,
minerales o vitaminas, se introduce en esta poca,
y significa el origen de la estandarizacin de los
mtodos usados en los estudios dietticos, as
como tambin la homogenizacin de los patrones
alimentarios entre pases y entre poblaciones
rurales y urbanas: el rol de los expertos
nutricionales no slo influye en el conocimiento,

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sino que tambin inspira la agricultura y las


polticas sanitarias, la educacin y las campaas
preventivas con la intencin de disciplinar y cambiar
los hbitos populares3. La regulacin de la dieta
y del peso es articulada, as, sobre la base de una
responsabilizacin de los individuos sobre s
mismos, de una culpabilizacin frente a los otros
y de la exigencia de una verdadera competencia
nutricional4. Se trata de un doble proceso, de
medicalizacin y de moralizacin, segn el cual
hay que cambiar los malos alimentarios de la
poblacin y transformarlos en un nuevo conjunto
de prcticas conformes a las reglas cientficas de
la nutricin que pretenden sustituir y/o condicionar
las motivaciones econmicas, simblicas o rituales
que condicionan los comportamientos alimentarios
en cualquier cultura por otras de orden dittetico
y racional. Para motivar el seguimiento de
prcticas ms saludables se recurre a la idea de
responsabilidad individual con un principal objetivo:
comer de forma saludable no slo produce
satisfaccin al paladar, sino que permite sentirse
mejor con uno mismo (fsica y psquicamente),
con los dems (aceptacin social) y con la sociedad
(disciplina y control). Estos argumentos, que tan
interesadamente han sido recogidos en los
reclamos comerciales, estn en la base de la
concepcin biomdica de la obesidad.
Por una parte, la medicina, durante
decenios, ha prescrito a la poblacin que
adelgace, haciendo del rgimen virtud. Por otra,
cada vez ms psiquiatras y nutricionistas condenan
el culto excesivo de la delgadez corporal y
advierten contra los efectos inversos de las dietas
descontroladas en el aumento de peso. Los
polticos proponen, a su vez, reglamentar las
representaciones del cuerpo femenino en los
medios de comunicacin e intervenir, como ha
sucedido en Espaa, en la vigilancia del peso y el
aspecto de las modelos de las pasarelas
inventndose el concepto de belleza saludable(4).
4

Comer, engordar, enfermar: el


diagnstico
En este contexto disonante, las autoridades
sanitarias internacionales no dejan de insistir en
que a los problemas de salud relacionados con la
desnutricin se han sumado, en los ltimos aos,
los derivados de la sobrealimentacin y el
sobrepeso. Definida como la acumulacin excesiva

Su contratacin se limita a chicas con IMC entre 18-25 y se prohbe maquillajes que den apariencia insana. Adems, el
Ministerio de Sanidad y Consumo ha firmado un acuerdo con empresarios y modistos para homogenizar las tallas. Esta
accin, sustentada en un estudio antropomtrico con 10.415 mujeres entre 12 y 70 aos, ha determinado tres morfotipos
corporales para las espaolas - dibolo (39%), cilindro (36%) y campana (25%) -, estableciendo la tasa de obesidad en el
12.4%.

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Sin embargo, qu pueden hacer todas estas


reglamentaciones polticas a favor del normo-peso
frente al boyante mercado del cuidado del
cuerpo? ste es el que ha motivado profundos
cambios culturales y es el combustible del que se
alimentan numerosas profesiones y empresas. Los
intereses de un sinfn de negocios estn en la base
de no pocos deseos por cambiar la apariencia fsica
y mantener la calidad de vida y por ello es tan
difcil discriminar en los discursos biomdicos qu
hay de inters por la salud y qu por el lucro5. La
asuncin por la ciudadana de los saberes
biomdicos - hoy nadie discute las normas
higinicas - ha llevado a que el mercado utilice
en su favor esos discursos expertos - prescindiendo
de los profesionales o emplendolos como
legitimadores-, para deconstruir y reconstruir
permanentemente significados que alimentan la
produccin de bienes y servicios dirigidos al
cuidado de uno mismo de todas las edades y
gneros. Por eso existen poderosas razones en
magnificar las cifras de la obesidad y convertirlo
en un verdadero problema de salud pblica y
alimentar, con ello, el tan dilatado mercado de la
salud. A las industrias farmacuticas, alimentarias
y a las empresas del body-building, al capitalismo
de consumo en definitiva, les interesa la gordura
igual que la delgadez: no dudan en animar la
esbeltez a la vez que recriminan el sobrepeso, ni
en alentar el ayuno a la vez que promocionan el
hartazgo.

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o anormal de grasa, la obesidad se describe como


una enfermedad global, epidmica y
multifactorial: afecta a todo el planeta, su
prevalencia aumenta ao tras ao y en su origen
no slo estn los factores genticos o metablicos
sino los ambientales. Segn la OMS ms de 1600
personas adultas tienen sobrepeso y, de ellas, al
menos 400 millones son obesas. La obesidad
contribuye a incrementar las tasas de morbilidad
y mortalidad al asociarse a enfermedades crnicas
no transmisibles (ECNT) tales como la diabetes,
la hipertensin o los problemas cardiovasculares(5),
incide en el aumento de muertes prematuras y la
prdida de aos de vida saludable y eleva los costes
asistenciales6. Algunos la conciben, incluso, como
una (socio) patologa apoyndose en su desigual
distribucin, pues en las sociedades industrializadas
y cada vez ms en los pases en transicin o en
desarrollo, afecta a las poblaciones con menos
recursos socioeconmicos y, en segn qu lugares
y grupos de edad, ms a las mujeres que a los
hombres7.
Las cifras para Europa se consideran
alarmantes, aunque son dispares(6). En Espaa,
de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud8,
el 37,8% de las personas de 18 y ms aos tiene
sobrepeso y un 15,6% presenta obesidad. Entre
la poblacin de 2 a 17 aos, el 18,7% tiene
sobrepeso y el 8,9% es obeso. Tanto en hombres
como en mujeres, la obesidad es ms frecuente a
mayor edad, la prevalencia tambin ha crecido
en Francia, aunque es menor. En 2003 la obesidad
afectaba al 11,3% y en 2006, con un aumento
ms limitado, al 12,4%. Como en Espaa, se
presenta sobre todo entre los menores: el 16,0%
de los nios tienen ahora sobrepreso frente al
5,0% registrado en 1980. Los hombres, en este
caso, aventajan a las mujeres -10,5% frente al
5

8,4% - y, de igual manera, la obesidad aumenta


en funcin de la edad, con una sobrerepresentacin
en hombres a partir de los 36 aos y en mujeres a
partir de los 46.
Aunque se aducen causas de origen
endocrinolgico, hipotalmico o gentico, la
obesidad ms frecuente, la denominada exgena,
habitualmente se explica por una ingesta
energtica superior a la necesaria. Sin embargo
en Espaa, segn las estadsticas(7), la ingesta
media de energa ha disminuido en ms de 300
Kcal. en los ltimos 50 aos, aunque
contrariamente el fenmeno de la obesidad
parece crecer. Cmo explicar esta aparente
contradiccin? En principio, la contradiccin se
resuelve apelando a dos diferentes tipos de causas,
relacionadas entre s: a) cambios profundos en la
sociedad y b) cambios en el consumo alimentario.
Espaa, como otros pases9, ha experimentado lo
que se denomina una transicin nutricional10, esto
es, una secuencia de modificaciones en la
alimentacin, cuantitativas y cualitativas,
relacionadas con transformaciones econmicas,
sociales, demogrficas y con factores de salud.
Se dice que las dietas tradicionales han
sido reemplazadas rpidamente por otras con una
mayor densidad energtica, lo que significa ms
grasas y ms azcar aadido en los alimentos,
unido a una disminucin de la ingesta de
carbohidratos complejos y de fibra, de frutas,
verduras y cereales. Estos cambios alimentarios
se combinan con una reduccin de la actividad
fsica y, por tanto, del consumo energtico, en el
trabajo y durante el tiempo de ocio11. Algunos
expertos han puesto de manifiesto la relacin entre
los dos tipos de transformaciones sealadas del
siguiente modo: la comida mala es demasiado

Se ha establecido que la obesidad aumenta la probabilidad de aparicin del sndrome metablico, el cual hace regencia a un
conglomerado de alternaciones que incluyen niveles elevados depresin arterial, glucemia y colesterol as como la acumulacin
de grasa en el tejido adiposo que, a su vez, incrementa el riesgo cardiovascular y de diabetes tipo 2.
Hay que sealar que las cifras de prevalencia de la obesidad se manejan, a veces, con escasa prudencia. Llus Serra advierte
que la comunidad cientfica ha de tener en cuenta las diferencias metodolgicas a la hora comparar (Escenaris de Futur,
Cosmocaixa, Barcelona, 4/05/2006).
En 1964, los Estudios Nacionales de Nutricin y Alimentacin (ENNA-3 en Carbajal, 2005) indican que la ingesta media se
situaba en torno a las 3008 Kcal. En la actualidad, tal como seala la Fundacin Espaola de Nutricin, la media est en torno
a las 2600 Kcal. En Catalua, por su parte, la ingesta de energa es de 1981 Kcal. en 2002.

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fcil y barata como para no sucumbir a la tentacin


de encargar algo rpido y evitarse colas en los
mercados, dinero y tiempo de preparacin, lavado
o coccin. Se nos dice que debemos comer bien,
pero al mismo tiempo las rutinas domsticas y
dinmicas de trabajo actual se asientan en una
comida rpida, fcil y barata12.
Como se deduce de este tipo de
consideraciones, los problemas de salud
relacionados con la alimentacin se explican cada
vez ms por la causalidad cultural, hasta tal punto
que ha llevado a los expertos a calificar las
sociedades contemporneas de obesognicas o
entornos txicos13 y a entender la obesidad como
un fenmeno universal. Por esta razn, se afirma
tambin que va a ser necesario un esfuerzo
continuo durante muchos aos, pues se trata de
formar ciudadanos con una ms clara capacidad
de eleccin y adems, en este caso, abordar las
reformas estructurales y ecolgicas en los territorios
urbanos que faciliten una prctica generalizada
de actividades fsicas, en vez de convertirlas en
una misin imposible: llevar ms de una dcada
invertir esta tendencia Las estrategias para
afrontar el problema deben estar encaminadas a
la adopcin de hbitos alimentarios saludables y
un estilo de vida activo por medido de la educacin
nutricional de la poblacin y de la accin poltica
que favorezca que la opcin ms saludable sea
accesible14.
Este tipo de anlisis es comn en Espaa
y en pases europeos prximos, as como en otros
lugares, social y econmicamente, ms distantes.
As, por ejemplo, el diagnstico establecido para
Francia15 es, prcticamente, idntico: la obesidad
es una consecuencia directa de una alimentacin
excesivamente rica, sobre todo en lpidos, y gastos
energticos insuficientes. Por un lado, los
comportamientos alimentarios anrquicos; por
otro, una falta de ejercicio fsico. La comida basura
y el picoteo son los males de una poca en la
que, cada vez ms, se recurre a la comida para
resolver tensiones. Una alimentacin industrial con
platos ya preparados, grasas ocultas, una falta
evidente de prtidos, que, sin embargo, podran
dar sensacin de saciedad. Los productos

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destacados por la publicidad y su etiquetado, a


menudo ilegible, falto de transparencia, cuando
no engaoso (por ejemplo en el caso de los
productos light o buenos para la salud). Los
especialistas insisten, adems, en las
consecuencias del desarrollo del automvil, de los
transportes colectivos, en la generalizacin de la
calefaccin y el progreso de la industria textil, el
aumento del tiempo pasado delante de la
televisin o del ordenador y la disminucin de los
trabajos manuales.
Semejantes son las razones apuntadas para
explicar el aumento de la obesidad en Mxico,
pas donde las personas con sobrepeso y obesidad
rozan el 69,9% de la poblacin segn las cifras
que manejadas por la Secretaria de Salud
mexicana, considerndose uno de los lugares del
mundo con las tasas de prevalencia ms elevadas
y ocupando el segundo lugar en el ranking despus
de EEUU: [Mxico] est experimentando una
transicin epidemiolgica y nutricional que se
refleja en una disminucin lenta de los problemas
asociados con el desarrollo, al mismo tiempo
que aumenta dramticamente la prevalencia de
la obesidady otras enfermedades crnicas no
transmisibles, asociadas con la dieta y los estilos
de vida 16 . Las causas ms citadas hacen
referencia, como en los otros lugares, a las
condiciones de vida actuales, tales como la
creciente urbanizacin, el ritmo de vida acelerada,
la desestructuracin de la vida familiar, la
mecanizacin de los medios de transporte, el
sendetarismo, la inseguridad en las calles y la falta
de equipamientos deportivos17.
En consecuencia, si el origen del problema
parece ser el mismo en todas partes y tejerse en
torno a esta cadena de causalidades sociales, por
qu no han de serlo tambin las medidas para
atajarlo?

Controlar el peso, seguir la dieta,


moverse ms: las medidas
Desde que el ndice de Masa Corporal
(IMC) se ha establecido, no sin polmica18, en el

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indicador cientfico ms utilizado para establecer


el normo-peso o peso sano(8), se est instruyendo
a toda la poblacin para que procure mantenerse
entre sus lmites porque hoy estar gordo se ha
convertido en sinnimo de estar enfermo1. La
obesidad no es slo un problema de salud pblica,
sino econmico(9): combatir el problema de
exceso de peso contribuir a reducir a largo
plazo los costes para los servicios sanitarios
permitiendo a los ciudadanos tener una vida
productiva hasta edad avanzada 19 . As, el
argumento defendido por las autoridades sanitarias
para atajarlo es triple4: es posible vivir mejor
siguiendo una dieta equilibrada, se trabaja ms si
se goza de una buena salud y representa menos
costos para la colectividad.
Este diagnstico ha llevado a expertos y
polticos de todo el planeta a elaborar mltiples
propuestas para hacer frente a lo que se concibe
como un fenmeno generalizado de mala
alimentacin y falta de ejercicio. La primera ha
sido la Estrategia Mundial sobre Regimen
Alimentario, Actividad Fisica y Salud (DPAS)
adoptada por la 57 Asamblea Mundial de la
Salud (AMS) en mayo de 2004 y desde entonces
muchos pases han emprendido acciones
particulares.
Por ejemplo, en Espaa se ha creado la
Estrategia para la nutricin, actividad fsica y
prevencin de la obesidad20, con rplicas en
numerosas comunidades autnomas(10), en Francia
se ha desarrollado el Programme National Nutrition
Sant (PNNS 2006-10); y en Mxico existe el
Programa Nacional de Salud 2007-2012, que
aunque nada ms plantea impulsar una poltica
intregral para prevenir y controlar la obesidad, no
ha dejado de lanzar campaas y acciones

especficas, tales como Mxico est tomando


medidas, Mdete la cintura, Por tu salud,
ejerctate, Vive Saludable o Vamos a por el control.
Por su parte, la UE tras afirmar que el aumento
de la prevalencia de la obesidad afecta a toda
Europa, ha elaborado, para apoyar y complementar las iniciativas nacionales, un marco de
actuacin comn mediante la Plataforma Europea
de Accin sobre Alimentacin, Actividad Fsica y
Salud19, la Red sobre Nutricin y Actividad Fsica y
la Estrategia sobre Problemas de salud
relacionados con la alimentacin, el sobrepeso y
la obesidad21.
No slo sorprende la rapidez con la que
las administraciones han respondido a la llamada
de la 57 de la AMS, sino la cantidad y la similitud
de todas las acciones propuestas. Si bien la
estrategia mundial22 precisaba que las decisiones
sobre alimentacin y nutricin estuvieran basadas
en la cultura y las tradiciones y que, en
consecuencia, los planes de accin nacionales
tuvieran en cuenta estas diferencias, fueran
culturalmente apropiados y se adecuaran a los
cambios registrados en el curso del tiempo, lo
cierto es que las primeros programas han sido
extraordinariamente homogneos y apenas han
tenido en cuenta la diversidad sociocultural. En
Espaa, los programas integrales ideados por
ciertas comunidades autnomas son casi idnticos,
en parte porque se han adaptado a las directrices
marcadas por la estrategia NAOS. Sin embargo,
la prevalencia de la obesidad entre regiones es
muy dispar. Mientras que en Asturias el 4.56 de
la poblacin entre 2 y 17 aos es obesa, en
Canarias la cifra se triplica, afectando al 15.88 de
nios y jvenes. De forma paradjica, y a pesar
de que las comunidades autnomas tienen
competencias en sanidad, aquellas regiones que

El normo-peso o peso sano se ha establecido entre 18.5 y 24.9 kg/m. Algunos autores indican que hay cierta controversia
sobre cules deben ser los puntos de corte a emplear para definir sobrepeso y la obesidad14en la infancia y adolescencia. El
IMC debe interpretarse, en cualquier caso, en el contexto especfico de la edad y el sexo . Tambin se utiliza el cociente
cintura/cadera, un indicador que mide la distribucin de la acumulacin adiposa (predominio superior o inferior) y que
sirve para valorar el grado de riesgo metablico o cardiovascular.
9
En Europa se estima que los costes directos e indirectos asociados a esta enfermedad suponen un 7% del gasto sanitario
total21.
10
Es el caso, por ejemplo, del Pla integral per a la Promoci de la salut mitjanant lActivitat fsica i lAlimentaci Saludable
(PAAS) en Catalua, del Plan Integral de Obesidad Infantil en Andaluca 2007-2012 o del programa de Prevencin de la
Obesidad de la Consejera de Sanidad del Gobierno de Canarias.

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en primer lugar han emprendido iniciativas no


coinciden, necesariamente, con las que presentan
una mayor incidencia.
A su vez, las campaas institucionales de
Espaa, Mxico y Francia hacen propuestas en
una misma direccin: realizar de estrategias
comunicacin social y educacin interactiva (webs
especficas), crear observatorios de la alimentacin,
de la obesidad o de la calidad alimentaria,
favorecer y promover la actividad fsica (espacios
escolares, laborales, de ocio), mejorar el etiquetaje
nutricional de los alimentos envasados, establecer
alianzas estratgicas con todos los sectores
implicados (por ejemplo, disminuir las raciones en
la restauracin, disminuir grasas y azcares simples
en los alimentos procesados), capacitar a los
facultativos de primer nivel de atencin, educar
a padres y maestros, implicar a los medios de
comunicacin (mensajes anti-obesidad y proalimentacin sana y actividad fsica en
telenovelas, programas de gastronoma y
divulgacin) y, finalmente, movilizar a las
colectividades territoriales/locales.
En lo relativo a los objetivos principales,
estas estrategias refieren tems donde, sin
embargo, cuenta ms la voluntad individual que
el compromiso colectivo. Es el caso de animar a
lograr un equilibrio energtico y peso normal, a
limitar la ingesta energtica procedente de las
grasas y azcares o a hacer al menos 30 minutos
de actividad regular, entre otros. Es evidente que
es ms sencillo enfazitar que los ciudadanos
adquieran informacin nutricional que crear
medidas que disminuyan las desigualdades
sociales o cambien factores estructurales: cmo
combatir la concentracin de hbitos nocivos
que suele darse con ms frecuencia en
determinados grupos socioeconmicos?19. La
respuesta de los polticos, siendo ilustrativa, poco
tiene que ver con mejorar las condiciones de vida
de los ms afectados: una educacin adecuada
de los consumidores constituye el primer paso para
11

Junto a estas macroestrategias, proliferan


las guas de buena alimentacin que tratan
contrarrestar los efectos del denominado ambiente
obesognico. Se advierte a la poblacin de que,
para evitar la obesidad, hay que prescindir de las
motivaciones no-racionales que guan las
preferencias alimentarias, porque una vez
instaurada se convierte en una enfermedad de
difcil tratamiento: cuando no nos sentimos bien
lo compensamos comiendo y bebiendo, aunque
no tengamos apetito y en contra de nuestro
raciocinio y nuestra salud20. A la hora de prescribir
dietas de adelgazamiento, numerosos facultativos
consideran que los portadores de la anomala el
exceso de grasa- son responsables de su
disfuncin1, si usted est obeso es porque come
mucho o porque no sabe o no quiere comer bien.
En el caso de que las personas gordas sean nios,
esta responsabilidad se traslada con facilidad a
los progenitores, como sucedi en 2007 en Gran
Bretaa, cuando la madre de Connor McCreaddie,
un nio de 9 aos y 89 kilos de peso, estuvo a
punto de perder la custodia de su hijo acusada de

Un ejemplo ilustrativo es el debate producido en Argentina por la aprobacin de la Ley contra la Obesidad, o de los debates
que en los parlamentos europeos se estn produciendo para legislar sobre este mbito. El actual gobierno espaol pretende
tramitar en la actual legislatura las leyes de Salud Pblica y Seguridad Alimentaria.

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una eleccin con conocimiento de causa en


materia de alimentacin19. De acuerdo con
Arrestegui23, nos preguntamos sobre la eficacia
de estrategias que ven la solucin de todos los
males en crear consumidores mejor informados
y que, adems, lo hacen a travs de la adopcin
de normativas muy intervencionistas y de compleja
aplicacin (11). A la hora de reglamentar las
declaraciones nutricionales y de propiedades
saludables de los alimentos, a menudo solo
incluyen consultas a las partes interesadas y acaban
siendo reflejo del dogmatismo poltico de los
diferentes grupos de presin (corporaciones
empresariales, organizaciones de consumidores
mejor representadas o grupos ecologistas). El
legislador, animado por el consumerismo ilustrado,
acaba adoptando normativas impracticables y con
efectos contraproducentes: todo para el
consumidor, pero sin el consumidor!23.

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negligencia o del nio asturiano que, por lo mismo,


lleva apartado de su familia desde junio del 2006.
Custodiado por los servicios sociales de Asturias
ha logrado perder 40 kilos de los 100 que pesaba,
y no va a regresar a su hogar hasta que el
ambiente familiar propicie los hbitos saludables
del pequeo.
Si bien los programas de prevencin estn
basados en acciones comunicativas positivas y
dicen alejarse de las teoras que culpabilizan y
responsabilizan al individuo de su enfermedad
definiendo el problema de la obesidad como un
mal de carcter social y colectivo, lo cierto es que
el trasfondo ideolgico de las intervenciones no
es otro que el de recordar que, al fin y al cabo,
estar gordo slo depende de uno mismo: la
persona es en ltima instancia responsable de su
estilo de vida y del de sus hijos21. Al concebir los
comportamientos alimentarios de la mayora de
la poblacin como problemticos, los consejos
facultativos se convierten en la va para regularlos
durante todo el ciclo vital y la educacin
nutricional en el baluarte moral de los estilos de
vida saludables. Todas las guas alimentarias
sealan en la misma direccin. En tanto que los
hbitos se inician a los tres o cuatro aos y se
establecen a partir de los once, con una tendencia
a consolidarse a lo largo de toda la vida, el control
sobre la comida se debe ejercer en edades
tempranas y desde la primera ingesta del da: la
familia, como primera transmisora de mensajes,
debe tener unos conocimientos bsicos sobre
alimentacin saludable 20. Se pretende, en
definitiva, que el individuo sano o enfermo
modifique su conducta por el convencimiento de
que hay una racionalidad cientfica que le puede
ayudar: slo un consumidor bien informado
puede adoptar decisiones razonadas 21. Se
comprende entonces que las personas ms pobres

sean ms obesas porque, siguiendo esta lgica


cientifista, tienen menos acceso a la informacin:
un nivel bajo de educacin y un acceso ms
limitado a la informacin reducen la capacidad
para elegir con conocimiento de causa19.
Ahora bien, hasta qu punto, por muy
racionales que sean estas medidas estn siendo
eficaces? No deja de ser sorprendente que,
supuestamente, la tasa de obesidad haya
aumentado 19 coincidiendo con el esfuerzo
educativo que las autoridades sanitarias han
emprendido desde hace dcadas para ensear
hbitos de vida saludable y con el hecho que la
poblacin muestre un conocimiento ptimo de las
recomendaciones nutricionales. Dnde est,
entonces, la utilidad de estas mltiples (y costosas)
acciones? Cmo se estn llevando a cabo? Se
trata de acciones coordinadas con cobertura en
todo el territorio estatal o, de momento, son
medidas especificas, con poca interrelacin entre
s y de incidencia territorial muy variable? Es ms
cmo se est evaluando su impacto? Apenas,
hay datos disponibles sobre los efectos de las
iniciativas emprendidas y las autoridades sanitarias
advierten que tampoco podrn ser evaluadas a
corto plazo(12).
En Francia, sin embargo, se han atribuido
ya ciertos logros a las campaas institucionales(13).
La actual estrategia francesa PNNS, ya en su
segunda fase (2006-2010), presenta novedades
significativas respecto a la anterior. Parte de diez
principios generales, entre los que destaca que la
eleccin alimentaria es un acto libre, en el contexto
cultural y social propio de cada persona, y que
hay que vigilar los mensajes difundidos y no
focalizar las acciones de prevencion sobre la
obesidad, que es lo mismo que decir hay que
desmedicalizar los mensajes de prevencin. Esta
segunda versin, en la que han participado

12

La Agencia Espaola de Seguridad Alimentaria y Nutricin seala, en relacin con la obesidad infantil, que los resultados de
la estrategia NAOS no podrn conocerse antes de diez aos.
13
En los dos ltimos meses, la prensa escrita ha hecho pblico algunos estudios relativos a Francia y tambin EEUU sealando
que, por primera vez desde 1980, la tasa de obesidad infantil se ha estancado. Los investigadores no saben, sin embargo, si
estamos ante una casualidad estadstica o una tendencia a largo plazo, aunque, eso s, todos coinciden en afirmar que el xito
hay que atribuirlo a las polticas gubernamentales (disponible en http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/news/
fullstory_64648.html; www.lavozdegalicia.es/sociedad/2008/05/28/00031211967335352732582.htm).

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tambin expertos de ciencias sociales, trata de


enmendar algunos de los problemas considerados
de base, tales como insistir en recomendaciones
nutricionales conocidas por todos, generalizar
causas y abordajes y estigmatizar la obesidad. El
PNNS toma en cuenta la triple dimensin
biolgica, simblica y social del acto alimentario
y destaca una serie ms amplia de medidas
concernientes a poblaciones especficas. Dicha
especificidad se concreta en hacer intervenciones
diferenciadas segn diferentes edades de la vida,
objetivar las acciones sobre las poblaciones
desfavorecidas a partir de tener en cuenta las
redes sociales en las acciones de educacin para
la salud y mejorar la ayuda alimentaria aportada
a las personas en situacin de precariedad.

Una concepcin limitada de la cultura y


la alimentacin: la discusin

Este texto no cuestiona, en principio, los


diversos porcentajes de prevalencia de obesidad
presentados por los estudios epidemiolgicos ni
tampoco la multitud de modelos explicativos para
atajarla. Lo han hecho los mismos expertos en
salud pblica(14). Parece prudente, sin embargo,
mantener una cierta distancia con las cifras
relativas a su incidencia dada la diversidad tericometodolgica de las investigaciones y el
consecuente baile de nmeros entre unas y otras.
Parece oportuno, tambin, preguntarse si la
obesidad es, ciertamente, un fenmeno nuevo o,
si acaso, ya exista en las sociedades en una
proporcin superior a la que ahora se apunta para
defender su carcter epidmico.

El diagnstico presentado en los apartados


anteriores alude a profundos cambios en los estilos
de vida y las prcticas alimentarias. Para los
gestores de las polticas sanitarias se est ante
una enfermedad transnacional que podra evitarse,
en buena medida, aprendiendo a comer bien y
aumentando la actividad fsica. El diagnstico
parecera correcto si la obesidad fuera un
fenmeno reciente y generalizado, pero es incierto
o no lo suficientemente preciso si se relativiza su
carcter global y se matizan ciertas relaciones de
causa-efecto entre gordura y enfermedad.

Hoy los datos epidemiolgicos sobre el


aumento del sobrepeso y la obesidad son ledos
por los expertos sanitarios como sntomas de que
la sociedad industrializada va mal25, asimilndose
como evidente que la grasa mata, que la gordura
es en s misma patolgica y que todos los obesos
son o sern forzosamente enfermos26. En esta
lnea, se seala de forma recurrente que es ms
probable que los nios obesos sean adultos obesos
que los nios que no lo son, aunque, como indican
ciertos estudios, la mayor parte de los adultos
obesos en la actualidad no fueron nios obesos14.
Tampoco hay consenso cientfico sobre si, a la

Parte de estas ideas han sido incorporadas


en el Second WHO European Action Plan for Food
and Nutrition Policy 2007-2012 (septiembre, 2007)
destacando, una vez ms, la necesidad de adaptar
los programas segn cada contexto. Habr que
ver, en adelante, cmo se despliegan y qu
consecuencias tienen en la prctica, dado que
estos argumentos ya fueron recogidos, en parte,
en la 57 Asamblea Mundial de la Salud en 2004
sin mucho xito.

14

Las explicaciones sobre el fenmeno de la obesidad, y las propuestas de abordaje, varan dependiendo de los modelos
utilizados, ya sean desde la epidemiologa sociocultural y/o clsica o ambas a la vez. En los programas de atencin y
prevencin predominan cada vez ms los enfoques eclcticos (Socorro Parra-Cabrera et al, 1999) y los enfoques denominados
ecolgicos. Para una revisin crtica de los actuales modelos explicativos vase Lang y Rayner29.

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En este sentido, faltan reflexiones a


diferentes niveles. Quiz la ms relevante tenga
que ver con la necesidad de pensar la
alimentacin como un fenmeno complejo que
engloba aspectos biolgicos, psicolgicos y sociales
y, en consecuencia, establecer un dilogo
pluridisiciplinar entre las ciencias sociales y las
ciencias de la salud24. Del mismo modo que con
cierta frecuencia la sociologa o la antropologa
han explicado las prcticas alimentarias
determinadas por factores exclusivamente
sociales, en la biomedicina existe una visin
fragmentada del ser humano y la cultura con
efectos muy particulares en su comprensin de
los problemas.

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hora de establecer relaciones entre peso corporal


y mortalidad, conviene ms estar por encima del
normo-peso que por debajo y no son pocos los
estudios que consideran ms efectivo el ejercicio
fsico que la dieta(15). Entonces por qu cuando
se manejan las cifras sobre obesidad se tiende a
sumar los porcentajes del sobrepeso en lugar de
discriminarlos? No se argumenta que slo ciertos
grados de gordura y en cierto tipo de personas
pueden relacionarse con el aumento de la morbomortalidad y que, en esos casos, ponerse a dieta
no siempre es una solucin.
Por otro lado, con frecuencia se considera
que los problemas alimentarios, y en particular
aquellos relacionados con el peso tienen su origen
en la cantidad de comida ingerida, como si los
efectos de comer en el cuerpo fueran una simple
operacin aritmtica: se come poco o demasiado
y se engorda o adelgaza segn las caloras
consumidas/gastadas. La realidad es menos
simple, ya que el peso dista de depender
exclusivamente de las cantidades ingeridas de
alimentos. Intervienen, junto con el ambiente,
mecanismos hormonales y neurales, factores
genticos, metablicos y constitucionales27 que no
hay que menospreciar. El modelo epidemiolgico
clsico acepta la cadena de causalidades y
reconoce que la obesidad no es provocada por
una nica razn: sabemos que la obesidad se
produce cuando coinciden en una misma persona
la predisposicin gentica y los factores ambientales
desencadenantes7. De hecho, la obesidad mrbida
o extrema - aquella que de forma ms evidente
parece incidir en el aumento de ECNT - responde,
en numerosas personas, a alteraciones fisiolgicas
y, frente a stas, seguir una dieta restrictiva no
resuelve, necesariamente, el problema.
Tampoco parece oportuno relacionar el
aumento de la obesidad slo con la profusin
15

alimentaria caracterstica de las sociedades


modernas y los malos hbitos adquiridos ante la
abundancia. Es cierto que, como sealan
polticos y expertos, los consumidores modernos
no saben comer? Es verdad que los
comportamientos alimentarios estn cada vez ms
desestructurados? Diversos estudios sealan que
la desestructuracin alimentaria en las sociedades
modernas es solo relativa24, ya que si bien se ha
producido una simplificacin e individualizacin
de las comidas, as como un ligero aumento del
numero ingestas diarias, no es posible establecer
una relacin directa entre dichas tendencias y la
obesidad. Aceptar la premisa de la desestructuracin
alimentaria y sus efectos negativos en la poblacin
puede ser til para legitimar acciones en
educacin nutricional, pero no es cientficamente
sostenible asociarla a un empeoramiento de la
salud. Si la paulatina degradacin del orden social
y alimentario fuera cierta, entonces tambin se
hara difcil afirmar, como se ha hecho, que el
incremento de la esperanza de vida experimentado
en las ltimas dcadas se haya debido, en parte,
a una mejor alimentacin.
En cualquier caso, y ante tanta controversia, parece evidente que la actual concepcin
de la gordura como enfermedad no slo est
contribuyendo a aumentar el pnico - fsico y moralfrente a las grasas y el sobrepeso, sino a estigmatizar
an ms a las personas obesas. No es de extraar,
que en este contexto generalizado de rechazo hayan
aparecido grupos de activistas y cientficos que
reclaman la aceptacin de la gordura28.
Referirse al entorno (obesognico o
lipfobo) cuando se trata de buscar las
causalidades y/o responsabilidades de ciertos
problemas de salud significa no definirlo como una
especie de nebulosa abstracta y compleja (y por
tanto difcilmente abordable), sino aprehenderlo

Mientras que a nivel de estudios clnicos parece haber unanimidad en que establecer relaciones entre obesidad (IMC mayor
o igual a 30) y aumento de comorbilidad, no la hay con respecto a sobrepeso y otras ECNT. Lo mismo sucede con el debate
suscitado por Katherine Flegal, segn la cual los estudios de base estadstica atribuyen, para poblaciones amplias en EEUU,
un exceso de muertes asociadas a la obesidad, aumentado incesariamente la alarma sobre el sobrepeso. Cabe citar tambin
que la bibliografa biomdica seala que perder peso en exceso aumenta la mortalidad en personas con sobrepeso y
obesidad, que las personas que presentan oscilaciones continuas de peso (subidas y bajadas) presentan una mayor mortalidad
que las que, aun teniendo sobrepeso u obesidad, mantienen el peso estable a lo largo de la vida27. Por su parte, Gerardo Villa,
profesor de la Universidad de Len, apunta que la escasa actividad fsica, ms que la mala alimentacin, es la causa de la
obesidad infantil.

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en tanto que organizacin misma de una sociedad


y en tanto que fruto de procesos histricos
dinmicos y de amplio alcance1. A pesar de la
creciente globalizacin, la obesidad no afecta de
igual modo, en todo el mundo. Ni todos los gordos
estn enfermos ni todos comemos mal. Su
incidencia es muy desigual atendiendo a
diferencias intra e interculturales. Lo hemos visto
para Espaa, Francia o Mxico. En estas
sociedades, el nivel socioeconmico, el gnero,
la edad o el origen tnico constituyen variables
explicativas. Y no slo porque las oportunidades
de alimentarse y de gestionar la salud son muy
distintas segn dichas variables, sino porque las
prcticas alimentarias dependen de otros factores
micro y macroestructurales.
Por qu para combatir la obesidad no se
bajan los precios de los alimentos saludables, se
acaba con la comida basura o se aumenta las
oportunidades de los ms pobres? Acaso no son
ms perniciosos para la salud las largas jornadas
trabajo mal remuneradas o el hiperconsumo de
actividades tan variadas como dispares? Poco
sabemos sobre la incidencia de estas prcticas en
la obesidad. S sabemos, en cualquier caso, que
las actuales estrategias no han sido diseadas para
enfrentarse a estas u otras cuestiones sociales. Al
contrario, buena parte de los programas de
prevencin se estructuran sobre una concepcin
simple de la cultura y los estilos de vida, segn la
cual si se consigue cambiarlos mediante la
adecuacin de las conductas individuales se
lograr combatir la obesidad y otras enfermedades
asociadas. Los factores socioculturales se
entienden slo como agentes especficos
causantes de enfermedad/muerte que pueden ser
abordados aisladamente.
Lang y Rayner29 proponen que ha llegado
el momento de repensar la salud pblica evitando,
en primer lugar, la cacofona poltica derivada de
la multitud de modelos explicativos de la obesidad
y proponiendo, a continuacin, una aproximacin
alternativa que incida menos en las respuestas
soft, del tipo hay que comer ms o menos,
modificar etiquetaje de los alimentos o educar en
nutricin, y ms en las respuestas hard; es decir,
relacionando los mbitos fsico, fisiolgico, social

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y cognitivo que, de diferentes maneras y grados,


estn en la base de los procesos de salud/
enfermedad. En este sentido, es evidente que
nuestros comportamientos, incluido el alimentario,
tienen un componente claramente estructural y
aunque, como seala Luque30, es cierto que los
individuos tienen capacidades para reapropiarse
del sentido de sus actividades, hay prcticas que
dependen de y estn en relacin con lgicas
econmicas y polticas ms amplias que hay que
atender.

CONCLUSIONES
Las autoridades sanitarias espaolas han
declarado la guerra a la obesidad advirtiendo a
todos que sobrepasar el peso normal nos convierte
en futuras vctimas de la hipertensin, la diabetes
o el infarto. Promocionan acciones contra el peso
excesivo o las dietas milagro, crean webs para
difundir informacin sobre las nefastas
consecuencias de seguir regmenes poco rigurosos,
ofrecen consejos sobre la forma saludable de
perder peso e invitan a las industrias a reducir las
grasas y azcares de sus productos. No son pocas
las propuestas para legislar en este mbito, como
ya se ha hecho en otros pases. Es as como los
mensajes anti-obesidad inundan los medios de
comunicacin, las consultas mdicas, las escuelas,
las oficinas. Sin embargo, es necesario preguntarse
hasta qu punto esta extraordinaria
problematizacin del peso y la comida est
contribuyendo a frenar la obesidad o, por el
contrario, animndola, haciendo de la dieta, no
una accin, sino un estado. Ponerse a dieta ha
sido y sigue siendo recomendado sistemticamente por muchos clnicos al margen, incluso,
de que se haya podido demostrar que el dieting
est en la base de no pocas obesidades.
En las estrategias integrales y en los
modelos explicativos de la obesidad faltan
enfoques interdisciplinares que contribuyan a una
mejor comprensin terica y prctica de este
problema y, en particular, de su naturaleza y
dimensiones sociales. Faltan, en definitiva,
propuestas reflexivas que asuman la historicidad

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de los procesos que lo atraviesan y que articulen


los diferentes niveles implicados. En este sentido,
urge tambin reformular el uso de la causalidad
social a la hora de explicar ciertas tendencias. Es
relativamente fcil establecer una batera de
posibles causas socioculturales en el origen y
evolucin de la obesidad; sin embargo, es ms
difcil demostrarlas. Se han tipificado como
agentes causales desde la alimentacin
industrializada al ocio pasivo, desde la
desestructuracin familiar al ritmo acelerado de
vida, desde la generalizacin de la calefaccin o
el transporte mecanizado a la falta de
equipamientos deportivos. Ahora bien cmo se
est sustentado empricamente la correspondencia
entre tantos - y tan dispares- factores y el
incremento de personas obesas? Se conviene, por
ejemplo, que el aumento sedentarismo es uno de
ello, pero hay estudios longitudinales que
muestren desde cundo y en qu medida los
espaoles hacemos menos ejercicio ahora que
hace treinta aos?

orientada a lograr una dieta equilibrada. Pero no


es as, ya que la certeza cientfica no es una razn
suficiente para asegurar el xito de las
recomendaciones de los expertos. Estudios del
Observatorio de la Alimentacin31 han puesto de
manifiesto en Espaa que, por un lado, la
poblacin est satisfecha con su alimentacin ya
que considera que es buena y sana al mismo
tiempo y, por otro, que la gente reproduce las
recomendaciones de los expertos en relacin a lo
que cabe considerar una alimentacin saludable
y equilibrada. Las normas interiorizadas por la
mayora de la poblacin espaola ponen de
manifiesto, en esta lnea, un buen nivel de
apropiacin de los discursos nutricionales. A pesar
de ello, las prcticas alimentarias siguen
motivadas y condicionadas por diferentes
constreimientos materiales y simblicos, de tal
forma que no parece existir una correspondencia
directa entre las recomendaciones dietticas
asumidas por las personas y los consumos
realizados.

An conviniendo que fuera cierta la rpida


progresin de la obesidad y la causalidad cultural
su principal factor explicativo, hay que reconocer
que las acciones emprendidas hasta la fecha se
han mostrado, cuando menos, poco eficaces.
Quiz la razn de ello se deba, en parte, al manejo
de excesivas suposiciones. Antes de pretender
modificar la alimentacin, hay que saber ms
acerca de las causas y consecuencias de los
mudables modos de vida en las maneras de
comer, y de stas en la salud de los distintos grupos
sociales. Las prcticas que, no slo en apariencia,
sean nocivas para la salud se han de tomar,
tambin, como aspectos de la vida cultural y
condicionadas por factores socioculturales. Para
ello es imprescindible trabajar con una concepcin
menos limitada de la cultura y la alimentacin.

Existen, por otro lado, serias dificultades


para implantar, en una cotidianidad pautada por
imperativos mltiples, la rutina que recomiendan
los consejos dietticos. Las exigencias diarias de
muchas personas no permiten un rgimen
nutricional ms saludable, ms equilibrado y ms
conveniente para su salud, al menos en la medida
que quisieran las autoridades sanitarias, porque
para cambiar de dieta es necesario cambiar de
vida, lo cual, como han mostrado estudios
etnogrficos y sociolgicos previos, no slo es
siempre difcil sino que puede llegar a ser, para
determinadas personas, imposible. El diagnstico
que se ha sintetizado aqu insiste ms en los
productos consumidos que en las actitudes o
razones por las que unos alimentos son o no
ingeridos. Y, as, si las medidas se orientan a
modificar los alimentos o las actitudes individuales
en lugar las razones estructurales que dan lugar a
los desequilibrios alimentarios no se estar
desatinando en las repuestas o retrasando las
soluciones? Ignorar estas relaciones y especificidades es, casi con seguridad, condenar al fracaso
cualquier estrategia preventiva.

Mejorar los hbitos alimentarios no es una


tarea fcil a pesar del empeo y de los medios
que puedan desplegar las administraciones o
instituciones ms o menos responsables. Hasta hoy
se ha puesto el acento, casi exclusivamente, en
la educacin nutricional. Y la educacin nutricional
se ha entendido, y sigue entendindose,
fundamentalmente, como proporcionar informacin

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