Capitulo 3 Naturaleza
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JOAHANA RODRIGUEZ
8 de agosto de 2016
NATURALEZA
Josep Maria Montaner
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explorndose y que nada tienen que ver con los criterios de la composicin clsica basada en la
combinacin de elementos preestablecidos.
En la evolucin de la relacin entre arquitec- tura y naturaleza el momento clave se
produce con la ciencia moderna y la cultura del Barroco, entre los siglos 17 y 18.
Desde las ideas de Nicols Coprnico, Giordano Bruno, Galileo Galilei e Isaac Newton
hasta los textos tericos del arquitecto Claude-Nicols Ledoux que presenta la naturaleza como
la casa del pobre, existe la voluntad de incluir toda creacin humana dentro de la globalidad de
la naturaleza, entendida como una bveda celestial que protege a los seres humanos.2 El
concepto y la imagen de hombre-microcosmos explcita esta identificacin entre cuerpo
humano y universo natural.
Entre los siglos 16 y 18 se produce una revolucin cientfica en la que la ciencia moderna
intenta conocer el universo. En este contexto, el inters por la naturaleza, que ya se haba
explicitado en los textos de Aristteles -pases y culturas, especies animales y vegetales-, llega al
mximo.
Consciente de la inmensidad del universo y de la incapacidad para abarcarlo todo, el
hombre del Renacimiento y del Barroco se entreg al disfrute hedonista de la naturaleza.
Durante el Renacimiento, el arte empieza a convertirse en el vehculo de una relacin diferente
entre los hombres y la naturaleza. En la pintura, empezando por Giotto, entra el paisaje. La
evolucin que va del jardn italiano al ingls es la expresin de esta bsqueda de la conciliacin
con la naturaleza. Con el pintor esquismo ingls, la casualidad y el instante se alan con el
entorno natural. La puerta del disfrute de los colores y las sensaciones, que hasta entonces haba
permanecido sellada, se abre a nuevas formas creativas, subjetivas e individuales, que anuncian el
arte y la arquitectura moderna. Hacia mediados del siglo 18, el empirismo aproxima an ms la
arquitectura a la naturaleza y los arquitectos se esfuerzan en imitar la bella naturaleza
En Italia, desde el Renacimiento hasta el Barroco, se mantiene la constante de la villa como
centro de la unidad de produccin agrcola, partiendo de una inicial contraposicin entre la
arquitectura, con su entorno ajardinado prximo, y la naturaleza, como mbito lejano. Como
herencia de la Edad Media, la naturaleza an es concebida como caos y la arquitectura y la
ciudad son las que aportan el orden. Vanse los ejemplos de la villa Aldobrandini y de Bomarzo,
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creados como jardines eminentemente arquitectnicos que configuran espacios de estar al aire
libre. El jardn italiano sintetiza buena parte de los significados histricos que los jardines con sus
rboles, plantas, objetos, arquitecturas e instalaciones de agua- han adoptado a lo largo de los
tiempos, tomando referencias especialmente de la jardinera clsica y de Plinio el Joven cuando
describe su villa en la Toscana.
El jardn francs, que parte del Renacimiento italiano, va configurando sus propios mtodos
de composicin basados en la perspectiva, con avenidas axiales y en diagonal que culminan en la
masa potente y simtrica del palacio o castillo. El racionalismo cartesiano y el dominio de la
monarqua absoluta encuentran su plasmacin en la geometra. No en vano la obra magna del
rey Sol, Luis 14, es un palacio y su inmenso jardn, en Versalles, es la mxima manifestacin de
un poder absoluto que se expresa mediante los recursos de la geometra y la perspectiva
utilizados hbilmente por el arquitecto paisajista Le Ntre. La imagen extrema del poder sobre el
mundo se expresa en la arquitectura de jardines, en la visin dominante desde el Gran Saln del
palacio a travs de la terraza, el jardn de parterres y el Gran Canal hacia el horizonte, el infinito.
En el jardn italiano y en el jardn francs es an el sistema geomtrico procedente de la cultura
de la ciudad el que se estampa e impone sobre el paisaje existente.
Durante el periodo barroco, con la proliferacin de villas y jardines en Europa, y durante la
Ilustracin, con la reafirmacin del mito de la cabaa primitiva, tal como se expresa en el texto
de Marc-Antoine Laugier Essai sur l'architecture de 1753, culmina el reforzamiento de la
identidad entre arquitectura y naturaleza. Con su teora, Laugier intenta liberar la arquitectura
de las reglas arbitrarias a las que haba sucumbido con el Barroco, hacindole volver a la belleza
de la naturaleza, cuyas leyes se consideran simples y permanentes.
Sin embargo, con la revolucin industrial, siguiendo el criterio de la burguesa de
transformar el entorno para sacarle un provecho rpido y altamente productivo, la realidad de la
arquitectura y de la ciudad se va alejando de este posible equilibrio. Si todos los ncleos urbanos
durante siglos se haban estructurado y organizado siguiendo el recorrido de la energa solar, con
la revolucin industrial ya asentada se fue dependiendo cada vez ms de las energas fsiles no
renovables, empezando por el carbn.
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Gunnar Asplund, Alvar Aalto, Luis Barragn, Fruto Vivas, Jos Antonio Coderch, Fer- nando
Tavora, Jrn Utzon, Sverre Fehn, Emilio Ambasz y muchos otros, han defendido la integracin
de la arquitectura en la naturaleza y han reivindicado la vida en las pequeas ciudades y la
planificacin regional frente a la realidad mercantilista y masificada de las megalpolis. Hasta
hoy mismo, a cada crisis del maquinismo le ha sucedido una nueva emergencia de la sensibilidad
organicista. En el lmite, la metrpolis -como la abstraccin- puede llegar a ser el escenario de la
alienacin absoluta.
Sin duda, la aportacin de mayor peso dentro de dicha tradicin ha sido la de Frank Lloyd
Wright. En sus obras y en sus libros -como Por una arquitectura orgnica (1939)- defendi una
arquitectura y una ciudad vivientes, proyectadas desde un funcionalismo orgnico.
Una nueva arquitectura y ciudad que rechazara las imposiciones estticas ajenas a la vida y
que siguiera las leyes naturales y humanas. Wright adopt una premisa singular dentro de la
modernidad: la naturaleza orgnica de la mquina, es decir, que lo orgnico, telrico y natural
puede amalgamarse en una sntesis esplndida con la tecnologa y la mquina, el automvil y la
velocidad. Wright manifestaba su creencia en que la ciudad contempornea est muerta y en el
futuro deben surgir nuevos modelos a partir de las formas del organicismo y las estructuras
territoriales agrarias. Como la poesa de Walt With- man y la pintura norteamericana del
romanticismo naturalista de la segunda mitad del siglo 19, Sullivan y Wright fundan religiosidad,
naturalismo, patriotismo y maquinismo en una sola unidad. La influencia del arte japons
tampoco es lejana a esta conviccin de la sintona entre la naturaleza y los objetos que el ser
humano crea. Y obras como la casa Kaufmann o de la Cascada (1936-1937) y el Museo
Guggenheim en Nueva York (1943-1959) son prueba de ello.
Y es despus de la crisis de los modelos arquitectnicos y urbansticos racionalistas que estas
propuestas marginales han ganado actualmente inters y vigencia. En los aos cuarenta y
cincuenta de este siglo, la superacin y pervivencia de la arquitectura moderna se consigue
precisamente integrando las propuestas del organicismo. Las formas de la pera de Sydney
(1957-1974) de Jrn Utzon y de la Capilla de Ronchamp (1950-1955) de Le Corbusier provienen
de la energa del organicismo. Lo orgnico sirve para ultra pasar los lmites de lo mecnico.
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