Yamila Balbuena Canela Constanza Gavrila (2012) - Feminismo e Historia de Las Mujeres en La Histo..
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de la historia de las mujeres y sus aportes tericos respecto al abordaje de este campo disciplinar
del que eran coetneas al momento de gestacin.
Durante la dcada de 1980, Argentina al igual que otros pases del Cono sur de Amrica
Latina fue escenario de una transicin democrtica luego de siete aos de dictadura cvicomilitar. Es caracterstico de este proceso la alta participacin de amplios sectores de la sociedad
en el mbito de lo pblico y lo poltico clases medias, trabajadoras, intelectuales, jvenes, etc.El autoritarismo y la represin eran enfrentados por varones y mujeres que tomaban las
calles desafiando el rgimen. Esas grandes movilizaciones expresaron un grito afnico y
desesperado que buscaba exorcizar los cuerpos del miedo y del silencio.
Mientras Ral Alfonsn, presidente electo con ms del cincuenta por ciento de votos,
consolidaba la confianza de su base electoral con el inicio del Juicio a las Juntas en 1985 1, en
Nairobi las militantes feministas se reunan para discutir un balance de la Dcada de la Mujer 2.
Las argentinas presentes se propusieron difundir el debate sobre la desigualdad y la opresin de
las mujeres y con la premisa de encontrarse, reunirse y compartir colectivamente sus
experiencias de lucha organizan el primer Encuentro Nacional de Mujeres. 3
Convergen en este proceso organizaciones formadas previas al corte institucional con
otras surgidas en lo que la literatura del perodo ha dado en llamar la primavera alfonsinista.
Algunas de estas organizaciones son: la Unin Feminista Argentina UFA (1969), el Movimiento
de Liberacin Femenina MLF (1970 ), la Asociacin por la Liberacin Femenina ALMA (1970),
la Organizacin Feminista Argentina OFA ( 1981), la Asociacin de Trabajo y Estudios sobre la
Mujer ATEM 25 de noviembre (1982), Lbera (1982), Amas de Casa del Pas ( 1982), Reunin
de mujeres (1982), Conciencia (1982), Asociacin Argentina de mujeres de carreras jurdicas
(1982), Lugar de Mujer (1983), Tribunal de violencia contra la mujer (1984), Alternativa
Feminista (1984), Mesa de Mujeres Sindicalistas (1984), Mesa nacional de la mujer sindical
(1984), Mujeres en Movimiento MEM (1985), Centro de Accin de la Mujer CAM (1985), Casa
1
Se conoce como Juicio a las Juntas al proceso judicial ordenado por Ral Alfonsn y ejecutado por el fuero civil
contra las tres juntas militares del autodenominado Proceso de Reorganizacin Nacional (1976-1983).
2
La dcada comenzada en 1975 fue elegida por las Naciones Unidas como la dcada de la Mujer, pretendiendo
auspiciar debates polticos correspondientes a las necesidades de las mismas.
3
Alma, Amanda y Lorenzo, Paula. Mujeres que se encuentran. Editorial Feminaria, Buenos Aires, 2009.
de la Mujer Azucena Villaflor (1988), Instituto de Estudios Jurdico- Sociales de la mujerINDESO (1989) entre otras4.
En agosto de 1986, en la ciudad de Buenos Aires, se materializa el primero de estos
congresos, punta de lanza del frondoso movimiento de mujeres y feminista. Argentina sigue
siendo el nico pas, donde las feministas pudieron continuar con la proyeccin hecha en
Nairobi: mantener encuentros anuales de mujeres. Hace ms de una veintena de aos que stos se
desenvuelven en la Argentina amplindose la diversidad de mujeres que participan y los debates
que se tratan, mostrando as los cambios en su interior, que hacen de l un evento crtico donde el
feminismo se pone en escena con sus tensiones y complejidades 5. Si bien esta experiencia tiene
una historia de ms de un cuarto de siglo, hace tan slo una dcada que se ha vuelto objeto de
estudio para mujeres de las ciencias sociales, sobre todo feministas 6.
Los 80 en la historia del movimiento feminista y el movimiento de mujeres ser
entonces reconocido como la posibilidad de la vuelta a la escena pblica, de un retorno a la vida
poltica, que no slo dependi de las fuerzas que bregaron por la vuelta a la democracia burguesa
representativa. La avanzada que las mujeres organizadas y nucleadas en el movimiento hicieron
por vislumbrar espacios comunes y de creacin de una cultura autnoma son postales de poca
muchas veces borradas del relato sobre el pasado reciente. Con un proyecto emancipador capaz
de saldar algunos reclamos propios de las mujeres como las leyes de patria potestad de los hijos
y las hijas y de divorcio, ambas promulgadas en la dcada de 1980 7 y otras banderas como la
educacin sexual, la anticoncepcin gratuita y la legalizacin del aborto, que contina siendo una
deuda pendiente. Al culminar la dcada, el 15 de febrero de 1988 es asesinada Alicia Muiz por
el campen mundial de boxeo Carlos Monzn. El caso toma estado pblico y se convierte en un
punto de inflexin en el tratamiento del tema como un hecho meditico que saca a la luz una
problemtica que miles de mujeres vivan: la violencia machista. Las organizaciones de mujeres
y feministas se asientan sobre la difusin periodstica para lanzar campaas que alienten a las
4
mujeres a denunciar lo que hasta ese momento era algo naturalizado como derecho de castigo del
varn hacia su esposa/ pareja 8.
La visibilizacin de la violencia hacia las mujeres, la denuncia a los agresores y al
silencio institucional, el cuestionamiento a la norma heterosexual, la problematizacin de la
prostitucin como producto de la sociedad patriarcal til a los fines del sistema capitalista, la
promulgacin de los derechos civiles, polticos 9, entre otros reclamos -algunos de los cuales an
siguen siendo negados- se resumen en lo que Maria Elena Odone expondra sintticamente en la
Encuesta Feminista de 1984 como: El feminismo es libertad, capacidad de elegir 10
Soledad, Vallejos, El da en que lo domstico dej de ser una coartada para la violencia, Suplemento Las 12Pgina 12, 15 de Febrero de 2008
9
Revista Travesas Feminismo por Feministas. Fragmentos para una historia del Feminismo Argentino 19701996, Ao 4, N 5, Documentos del CECYM, Buenos Aires, 1996. Pg. 89.
10
Ibd., pg. 89.
11
Daniel, Campione: La hegemona del la Historia Social. Razn y Revolucin, Nro10, primavera de 2002,
reedicin electrnica.http://www.razonyrevolucion.org/textos/revryr/intelectuales/ryr10-17-campione.pdf
12
Luis Alberto, Romero. La historiografa argentina en la democracia: los problemas de la construccin de un
campo profesional. En Entrepasados Revista de Historia. Ao V N 10, comienzos de 1996.
(como la larga y la corta duracin, los procesos y las estructuras) trajeron cambios en las
metodologas de abordaje.
La influencia de corrientes renovadoras y crtica del historicismo positivista tales como
la Escuela de los Annales y el materialismo histrico desde mediados de la dcada de 1950, han
permitido el ingreso de nuevas problemticas en la disciplina histrica 13.
Lus Alberto Romero (1996, pg. 104) plantea que en las dcadas de 1980 y 1990 la
historiografa argentina experimenta el mismo estallido de temas, perspectivas y paradigmas que
caracteriza al resto de la comunidad acadmica occidental, y lo que reina es un generalizado
eclecticismo. Algunas narrativas consideran que es dentro de estas renovaciones que se
posibilita la gestacin de una historia de las mujeres tal como se desarrollaba desde la dcada de
1970 en otros pases del primer mundo. Palacios en este sentido afirma: La renovacin
historiogrfica producida por la Historia Social al coincidir con las nuevas exigencias de los
movimientos feministas, dio paso a la Historia de las mujeres 14.
Otros anlisis consideran que esos procesos de cambios historiogrficos que atravesaron
algunos de los pases faro (Francia, Gran Bretaa) recin alcanzaran la difusin en segmentos
de nuestro campo en la segunda mitad de la dcada de 1980, y ms an, en los aos 1990 15.
Marcan su peso en los 90 pero en un sentido similar al que venimos sealando:
ciertamente, con independencia de los dispares juicios valorativos que han merecido y
puedan merecer, esos cambios involucraron entre otras consecuencias- una progresiva
diversificacin y aun fragmentacin de los objetivos de estudio de la historia, una creciente
atencin a las visiones de los protagonistas de los procesos histricos y de una recuperacin, ms
o menos renovadora, de gneros y reas de estudio relativamente marginales (o marginados) en
las dcadas previas.
13
Carmen, Ramos Escandn, (Comp.) Gnero e historia. Instituto Mora, Mxico, 1992.
Mara Julia, Palacios. Una mirada crtica sorbe la historia de las mujeres. En Perfiles del Feminismo
Iberoamericano, Femeninas, Maria Luisa (Compiladora). Editorial Catlogos, Buenos Aires, 2002, pg. 282.
15
Jorge Cernadas y Daniel Lvovich (ed.) Historia, para qu?: Revisitas a una vieja pregunta. Prometeo, Buenos
Aires, 2010, pg. 15.
14
Ver: Dora, Barrancos Historia, historiografa y gnero: Notas para la memoria de sus vnculos en la Argentina,
Aljaba [online]. 2005, Vol.9 [citado 2011-04-04], pp. 49-72. Disponible en:
http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1669-57042005000100003&lng=es&nrm=iso>. ISSN
1669-5704.
17
Valeria, Pita Estudios de gnero e historia. Situacin y perspectivas. Revista Mora, N 4, 1998. pp. 72-82.
quienes abonan la circulacin de estas ideas. Sin duda no fueron los nicos espacios de difusin,
pero a los fines de esta ponencia nos limitaremos a su anlisis, dejando pendiente el estudio de
las publicaciones que fueron realizadas durante la misma dcada por el movimiento como las
revistas Brujas y Feminaria entre otras, pues contaron con mercados de divulgacin ms
reducidos y circunscriptos.
La revista argentina Todo es Historia fue publicada por primera vez en el ao 1967,
fundada y dirigida por el historiador Flix Luna hasta su fallecimiento en el ao 2009. Esta
publicacin peridica de divulgacin cientfica, se propona reflejar los debates historiogrficos
ms destacados.
Cinco aos antes de tener una seccin permanente sobre las mujeres en la historia, la
revista saca un nmero especial dedicado a la temtica. En agosto de 1982 se publica La mujer
en la vida argentina18. En la editorial Flix Luna intenta justificar -ante la sorpresa del lectoreste nmero especial en trminos de la necesidad de rescatar del olvido y del silencio a la historia
de las mujeres. Al mismo tiempo, segn Luna, se trata de rendirles un tributo, un homenaje. Esta
palabra, que interviene con una presencia abrumadora en pocas lneas, da cuenta de lo vulnerable
de la conceptualizacin de las mujeres como sujetos de la historia.
Soy un hombre que tiene la dicha de vivir rodeado de mujeres. Media docena de
hermanas, tres hijas, cuadas y parientas carnales o polticas, han dado a mi entorno familiar un
neto y casi excluyente tono femenino. Y luego, amigas muy queridas, colaboradoras, alumnas y
compaeras del oficio historiogrfico formaron a m alrededor el mundo personal que me
circunda. Todas ellas y de manera fundamental y determinante mi esposa, han aportado las cosas
mejores de mi vida y me han ayudado, de uno u otro modo, a realizar y mejorar mis
creaciones. 19
El sujeto mujer interviene como un complemento afectivo/domstico a la creacin, en el
sentido amplio del trmino, del varn. Adems de expresar de un modo evidente las marcas
sexistas, este mensaje nos impone interrogarnos sobre los matices de este proceso del campo
18
19
disciplinar. Pesa en las espaldas de quienes estaban, incluso tan slo propagando la historia de
las mujeres, la difcil tarea de justificar el emprendimiento.
Las contradicciones del discurso nos conducen a sopesar si estas paradojas son propias de
Flix Luna, de la revista, o si son una suerte de muestra, de signo del clima de la poca en
relacin a la temtica. Es decir, si Flix Luna se nos presenta como un exponente a quin ms
puede estar representando?
Resulta significativo que en esta revista de historia dedicada a las mujeres no escriban
mayoritariamente historiadoras sino socilogas, periodistas, psiclogas, militantes feministas,
abogadas y poetas; por el contrario los nicos profesionales de la historia que escriben en este
nmero son varones y con un relato biogrfico sobre una mujer excepcional: Cecilia Grierson 20.
No consideramos el inters o la pertinencia de las indagaciones sobre el pasado como campo
exclusivo de historiadores profesionales, ms bien resaltamos el dato como indicio de una carrera
que adopt ms tardamente que otras este desafo.
Una parte importante de las mujeres que componen el staff de este nmero adems de
profesionales son activistas, incluso algunas de ellas con un gran trabajo terico y de
compromiso poltico en el movimiento 21. Declaran una doble pertenencia: acadmica y poltica,
ambas pblicas, pociones que daban cuenta de un compromiso que pareciera resultar necesario
para poder asumir la tarea de restitucin de una historia con mujeres.
Por eso nos corresponde a nosotras va a decir Mirta Henault 22, la otra mitad esta
responsabilidad histrica.
El primer artculo de la revista lo escribe la sociloga Mara del Carmen Feijo con un
ttulo que resulta ambicioso y utpico La mujer en la historia Argentina 23 pero que ella misma
problematiza en trminos de lo difuso y a la vez lo general de las categoras tanto mujer como
argentina. Sin embargo, no desecha los conceptos por complejos y defiende la idea de hacer una
historia en las que las mujeres estn presentes. Para poder llevar adelante esta pretensin,
continua la autora, hay que desarmar aquellas imgenes que estn impregnadas en nuestro
imaginario social, por ejemplo, aquellas que aprendimos bajo la etiqueta de mujer argentina en
20
Argentino, Landaburu; Alfredo Kohn Loncarica y Elena Pennini de Vega, Cecilia Gierson y el primer congreso
femenino internacional op. cit., pp. 62-67.
21
Nos referimos por ejemplo a Eva Giberti, Ins Cano y Mirta Henault.
22
Henault. La incorporacin de la mujer al trabajo asalariado, op. cit., pp. 42-53
23
Op. cit., pp. 8-16.
las instituciones educativas: la madre de Sarmiento, las mujeres annimas que tiraban aceite
hirviendo desde el balcn a los ingleses, Evita, porque la historia de las mujeres no arranca en
una pgina en blanco, hay que desarticular el lugar de las privilegiadas que han pasado a la
historia en su carcter de madres, hijas o esposas y de las poqusimas que las han acompaado en
funcin de los roles que deba tener la mujer: sacrificio, entrega, patriotismo, abnegacin, etc.
Para justificar este diagnostico Feijo selecciona un corpus compuesto de tres libros, a
saber: Mujeres de Amrica (s/f) Juan Jos de Soiza Reilly, Mujeres de la Historia Americana.
Heronas del amor, de la gloria, la fe, del sacrificio y del milagro (1933) de Pedro Blomberg y
Grandes Mujeres de Amrica (1945) de Jos Luis Trenti Rocamora con prlogo de Enrique
Udaondo.
Si bien cada obra con sus particularidades les confiere a las tres la facultad de anular la
condicin de las mujeres, arrancadas de la matriz de cada tiempo y lugar. Reconocidas slo- en
carcter ejemplificador de las expectativas masculinas y dominantes. A estas tres obras las
denomina de signo histrico-literario.
Luego arremete con aquellas producciones que denomina de corte histrico-sociolgico
de la mano del feminismo, el movimiento obrero y en especial del socialismo de principios del
siglo XX.
Cita a tres libros: El trabajo femenino (1913) de Carolina Muzzili; La mujer en
democracia (1945) de Alicia Moreau de Justo y La Mujer en el mundo de trabajo (1970) de
Elena Gil. Los tres visibilizan la participacin de las mujeres en la fuerza de trabajo.
si la corriente que mencionaba en primer trmino es apologtica del papel de la mujer en
el hogar, sta lo es del papel que puede y debe desempear en la produccin social () Si nos
hemos detenido cuidadosamente en cada una de ellas es porque cada una constituye un
diagnstico diferente del papel de la mujer en la sociedad y cada diagnstico abre diversos
abanicos de temticas relevantes para el estudio de la historia de la mujer, que no se agotan en
los textos mencionados [el resaltado es nuestro]24
Feijo reflexiona claramente desde el marco terico del feminismo y su preocupacin
radica en cmo desnudar los mecanismos histricos del patriarcado en la sumisin de las
mujeres, teniendo en cuenta las distinciones que este sujeto colectivo contiene.
24
Su planteo busca disear una agenda de investigacin que planee sobre las dificultades,
sin desconocerlas, reconocindolas, aceptndolas, intentando superarlas. Una estrategia que
propone, expresado de manera sinttica, es afinar las preguntas y los recortes; retomando el
marco historiogrfico de la historia desde abajo. Menciona el problema de las fuentes para
documentar no solo a las mujeres, sino tambin a los Otros silenciados de la historia:
trabajadores, indgenas, poblacin negra. Concluye con un llamado a investigadores, hombres y
mujeres, a sumarse a este desafo no slo por la importancia que tiene en el relato del pasado
sino recuperando la relevancia que este tipo de aportes tiene, en el presente.
En las antpodas de la labor de Feijo pero en la misma revista, se encuentra La mujer en
la emancipacin de la escritora y periodista Vera Pichel 25
La historia argentina adems de mentirosa es pacata sentencia en el primer rengln.
Discute contra la historiografa que reduce la lucha por la liberacin a las batallas, que desprecia
o esconde el carcter humano de los prceres de la patria.
Vera Pichel propone una historia completa, en la que nada quede afuera y desde este
lugar es que aclama la visibilidad de las acciones de las mujeres. Ella considera que con el
objetivo de borrar de la historia lo que la ameniza y humaniza fue silenciada la presencia de
la mujer.
El carcter de la prosa de Pichel es castrense y reivindicativa. No hay ningn anlisis
riguroso de las fuentes que transcribe y solo reproduce las heterodesignaciones de la poca como
si el lenguaje no fuera un dispositivo de la sumisin de las mujeres.
Si bien pretende visibilizar, oculta; por ejemplo, cita como fuente La Gazeta del 26 de
junio de 1810, un documento firmado por mujeres que donaran sus joyas para comprar fusiles
prestos en la guerra de independencia.
La solicitada se inicia de la siguiente manera: destinadas por la naturaleza y por las leyes
a vivir una vida retrada y sedentaria 26. Lo nico que la autora acota al finalizar la cita es el
nombre de las destacadas patriotas.
El relato propiamente es como si a la historia nacional, acontecimental y poltica que
denominamos positivista, le sumaramos las mujeres.
25
26
10
No toda incorporacin de las mujeres a la historia puede implicar una novedad, en ese
sentido seleccionamos este artculo: la sola incorporacin de las mujeres no basta para hacer,
proponer, una historia nueva.
La visibilidad de la mujer asegura entonces, una presencia, un lugar, empero qu aporta
en los discursos del presente as como en los libros de historia del maana que la mujer est
incorporada como sujeto, incluso en paridad con los varones, si esto no nos lleva a cuestionar
frases como destinadas por la naturaleza?
Desde nuestra mirada, ms cerca del planteo de Feij, creemos que desanudando los
complejos mecanismos y sus instituciones formales e informales que el patriarcado pone en
funcionamiento para perpetuar la posicin de la mujer como menor de edad o eterna tutelada, es
que se puede trazar un camino posible, viable, esperanzador y claro no slo para las narrativas
histricas.
El contenido de la revista sin duda no es homogneo; creemos que esta diversidad
representa de algn modo el cuadro de la poca en relacin a la historia de las mujeres.
27
Bien podramos creer que esta visin plural hacia la conceptualizacin de las mujeres se
asemeja a las teorizacin que han hecho autoras como Ana Lau Jaiven 28respecto a la importancia
de ver la triple interseccin en que se encuentran las mujeres: sexualidad, clase, etnia para poder
27
Aurora, Alonso de Roca, Seoras y Seoritas. En Todo es Historia, enero 1989, N259, pg. 7.
Ana, Lau, Cuando hablan las mujeres En Bartra (ed.) Debates en torno a una metodologa feminista, Mxico:
Universidad Autnoma Metropolitana. Col. Ensayos, UAM- Xochimilco, 2001. En el ensayo la autora plantea que
cada mujer tiene sus particularidades, producto de la cultura y clase en la que ha sido formada. Con esto pretende ir
en contra de la creacin de estereotipos de mujeres, o de creer que la mujer existe sola como tal, sino que esta
formada por varios factores que la trascienden y diferencian de otras.
28
11
Entonces, la mujer
29
12
Realizar un estudio del trabajo llevado adelante por la autora durante los ltimos tres
aos de la dcada del 80 excede los fines de esta ponencia. A los objetivos de este primer
acercamiento, enumeramos algunos de los tpicos que ha desarrollado, a saber: la mujer obrera
las producciones respecto de sta como relatos sobre la doble jornada, las conmemoraciones para
el ocho de marzo: da internacional de la mujer 34, la discriminacin a las mujeres intelectuales,
la incomodidad que se genera con aquellas transgresoras del rol asignado de deber-ser-mujer, El
puente de los suspiros -peridico delator y testimonial sobre la trata de blancas en el Buenos
Aires de antao 35 - las mujeres en la Revolucin Francesa 36 , entre otros.
Por un lado tenemos entonces la presentacin de mujeres -algunas annimas y otras
conocidas por su participacin en las artes o poltica- que han sido partcipes de grandes hechos
histricos y que cobran visibilidad a partir de formar parte de una historia que las contemple en
su discurso. Por otro lado, la apuesta de la autora trasciende los lmites del discurso biogrfico
posibilitando la formulacin de una nocin de historia de la mujer que ample el aspecto
individual/ particular y pretenda dar un sentido colectivo a las mujeres, mostrndolas desde un
lugar activo y participativo dentro de las luchas que son parte.
En la resea del libro de Lus Vitale 37 la autora manifiesta su propuesta para la
construccin de una historia de la mujer no androcntrica:
34
13
Por eso al hablar de historia hablamos de dos historias que corren por andariveles
paralelos: la oficial y la subterrnea.
Es probable que en esta sucesin de imgenes pasadas, las mujeres barrenaron contra la
corriente y sus osadas emergieron el exilio de la memoria, es decir, ingresaron en las
catacumbas de la historia subterrnea 38
La autora reconoce aqu dos planos de intervencin del discurso sobre las mujeres, en
primera instancia uno oficial/ tradicional que no recepciona en paridad y tampoco incluye ms
sujetos. Esto es lo que podramos llamar una historia androcntrica, basada en un Uno que
designa los sujetos e importancias dentro del relato histrico. Por el otro andarivel una historia
subterrnea, marginal, que narra a las mujeres por fuera del plano privilegiado. El lugar de
alteridad es reconocido por ella y volcado a su concepcin de una historia dual en que se
reconocen las diferencias y jerarquas construidas dentro del discurso historiogrfico. En sus
relatos hay una mencin a los espacios fsicos en que se desenvuelve esta dualidad de historias y
que las hace particulares frente al relato tradicional, siendo el espacio privado el privilegiado
para los anlisis.
Podramos decir entonces que la autora considera la historia de las mujeres como un
andarivel marginal que corre paralelamente con la historia tradicional, tal vez dividida por
espacios fsicos, pero con formas del relato que se acercan a las propuestas por la renovacin
historiogrfica europea luego de la Segunda Guerra Mundial donde contemplar a los sujetos
marginados de los grandes relatos, y a su vez poner en juego una visin grupal de las mujeres
frente a la ancdota individual, destacando porque el rescate particular de la historia de las
mujeres es necesario frente a una cultura masculina:
En el discurso histrico se conceptualiza lo humano a la medida del arquetipo viril, en
torno del cual hemos aprendido a pensar nuestra existencia reflexionar sobre los problemas del
pasado y del presente y, por lo tanto, a formular interrogantes bajo una visin masculina
En lneas generales, el reto de esta nueva orientacin historiogrfica no est en sustituir el
mito de la masculinidad por el de la feminidad sino en apoyarse en nuevos actores que con
frecuencia fueron silenciados en su participacin de los procesos sociales
38
Bellucci, Mabel. Entonces, la mujer. Todo es historia. Enero 1987. numero 247. pag.56
14
Para reformular los conceptos histricos en torno de una realidad que alterna entre lo
abstracto y lo particular, es necesaria la visibilidad de la mujer en los procesos de cambio en los
espacios cotidiano 39
El sentido colectivo que Bellucci destaca en sus trabajos de la revista Todo es Historia
cobra un valor militante al dar cuenta de una necesidad grupal y la pretensin de cumplir con el
legado poltico del feminismo estadounidense de la dcada de 1960 haciendo que las historias
particulares, las vivencias que se consideraban individuales y aisladas en la experiencia de
muchas mujeres tomen un estado pblico, haciendo evidente que forman parte de lgicas
comunes que se reproducen del mbito pblico al mbito privado. Si lo personal es poltico
como proponen las feministas, la historia como herramienta contribuye en esa visibilidad y
problematizacin de lo que ha salido a la luz.
Matilde Mercado, sociloga, es otra de las mujeres que a fines de la dcada del 80 se
aventura en escribir acerca de la historia de las mujeres. La primera ley de trabajo femenino la
mujer obrera (1890-1910) 41 centrar el anlisis en la ley de trabajo femenino promulgada en
el ao 1907. La autora estudiar a las mujeres obreras de la Ciudad de Buenos Aires durante
39
15
1890- 1910, particularmente aquellas mujeres que formaban parte de los sectores populares y no
se encolumnaban tras el socialismo, el anarquismo, ni el feminismo, si no desde un espacio de
organizacin poltica independiente. La historia desde abajo es el marco seleccionado para
examinar fuentes y documentos de la poca.
No despliega explcitamente una metodologa historiogrfica propia de la historia de las
mujeres, Mercado propone mantener los lineamientos de la historia desde abajo, con mujeres
reales y no abstractas, mujeres sumergidas en la lucha de clases y reconocidas por su condicin
obrera:
Es en este contexto histrico-social, que proponemos colocar en nuestra mira de
ninguna manera aislada- a un sujeto difuso en la historia, representante nada menos que de la
mitad del universo humano. Pertenece a la categora clasificada como: las otras. / Nos estamos
refiriendo a la mujer trabajadora 42
Este sujeto difuso al que Mercado hace mencin, pero que no desarrolla claramente,
puede deberse a la corta trayectoria que tena la historiografa de las mujeres a fines de la dcada
del 80, lo que ubicaba a la mujer como sujeto difuso respecto al Uno que escribe y produce la
historia poltica.
Este libro tiene como estrategia poltica la visibilidad y recuperacin de la mujer obrera a
principios de siglo en la Argentina, no realiza un cuestionamiento a la condicin subalterna de
las mujeres dentro de los talleres de produccin ni en los sindicatos. En la misma sintona que
venimos marcando en los anteriores trabajos la visibilizacin no viene acompaada de una
problematizacin. En esta ocasin los roles asignados a hombres y mujeres son considerados de
manera casi natural, sin hallar la contingencia de indagar en el proceso de naturalizacin.
42
43
Ibid. pg18
Susana, Bianchi y Norma, Sanchs El partido Peronista Femenino, CEAL, Buenos Aires, 1986.
16
democrtico 44. Esta inquietud del presente, en tiempos de discusin al interior de los partidos
polticos tradicionales de cual ser el rol que ocuparan las mujeres, las conduce a indagar el
pasado para entender las formas y modalidades que asume dicha participacin.
Estudian de modo exhaustivo la conformacin del Partido Peronista Femenino (P.P.F.)
con el objetivo de indagar las pautas culturales que condicionan y moldean la participacin
poltica de las mujeres. Este tema ha sido estudiado segn las autoras desdibujando el rol de las
mujeres como sujetos histricos activos en el proceso, se las ha colocado en un lugar de
marionetas del naciente peronismo que necesitaba ampliar las bases de sustentacin social
incorporando nuevas bases para combatir las viejas fuerzas. El ngulo del que parten las autoras
es recuperar las necesidades y las aspiraciones que ellas encuentran expresadas en el peronismo y
cmo respondieron ante el modo de accin propuesto desde el Estado; los intereses del
peronismo no alcanzan para explicar la movilizacin desde las mujeres hay que preguntarles a
stas porqu se suman. En ese sentido, la segunda parte de la investigacin se compone
principalmente de entrevistas a militantes del P.P.F.
En este trabajo encontramos claramente un slido marco historiogrfico desde donde
indagar, reconstruir e interpretar el pasado. Las autoras mencionan en la introduccin la
intencin de incorporar para su anlisis a la historia social thompsoniana, la historia de las
mentalidades de la mano de Georges Duby, la historia oral y la historia desde abajo, entre otras
perspectivas que destacan para entablar el dialogo en la investigacin concreta 45.
En contrapunto con este planteo historiogrfico vamos a presentar a la investigadora
Estela Dos Santos46.
Ambas exploraciones centran su atencin en el peronismo y dentro de este proceso a las
mujeres peronistas. En ese sentido, construyen un relato del pasado con mujeres como
protagonistas-luchadoras que produce una genealoga. Develan el carcter desaparecedor de una
historia sin mujeres y conjuntamente con de la denuncia, abren una puerta que habilita la
construccin identitaria. No es lo mismo pregonar sobre un sujeto poltico colectivo sin pasado, o
con un pasado de mujeres destacadas, transgresoras desde lo individual, que jactarse de un
pasado glorioso, comn y de lucha, pasamos de una herencia histrica profundamente negativa
44
Esta investigacin fue realizada en 1986 y 1987 con el apoyo econmico de entidades extranjeras.
Ibd., pg. 21.
46
Estela, Dos Santos, Las Mujeres Peronistas CEAL, Buenos Aires, 1983.
45
17
para el sexo femenino, asociada con una nueva sensacin de orgullo, producto del conocimiento
de las luchas de las mujeres 47.
La dupla Bianchi-Sanchs contextualiza la experiencia del P.P.F. en el perodo 19491955, mientras que el sujeto mujeres peronistas de Dos Santos tiene una periodizacin de largo
aliento; comprende desde la mtica movilizacin del 17 de octubre del 1945 -reproduciendo el
mito de origen del peronismo- hasta la ltima dictadura militar.
En ambos casos centran la indagacin en un mismo proceso. Tal es as que eligen las
mismas instantneas como la obtencin del voto femenino. Sus conclusiones no comparten
acuerdos. En el argumento de Bianchi y Sanchs es una operacin poltica posicionar a Evita
como la abanderada del sufragio femenino, mientras que en la explicacin de Dos Santos Eva es
la nica responsable del salto histrico que implico el derecho al voto.
Estela Dos Santos escribe un libro susceptible de ser ledo por quien carece de formacin
acadmica. No se rige por ninguna de las convenciones del campo, su lenguaje es coloquial,
apasionado, y su posicin traslcida: ella apoya al proyecto poltico que describe.
El cruce entre estas dos publicaciones de la misma editorial nos permite pensar sobre las
diversas historias de las mujeres que pueden producirse. Consultan las mismas fuentes discursos, prensa, propaganda, diarios de sesiones, testimonios- pero las diferencia el modo en
que las interrogan e interpelan. Incluso reconstruyen el primer acto masivo en el que participaron
exclusivamente mujeres peronistas en el Luna Park, las semejanzas de paisajes nos acercan a un
nudo terico conceptual del campo: la historia de las mujeres es un problema de evidencias o es
un problema de preguntas.
Resulta atractiva esta comprobacin, porque aunque en un punto inocente, tensiona
algunos presupuestos que siguen circulando sobre la historia de las mujeres.
Intelectuales, historiadores/ras comprometidos en la escritura de una historia de los/as
oprimidos/s aluden de manera genuina como un primer obstculo, el problema de las fuentes 48.
En la produccin especfica de este paradigma historiogrfico, la falta de documentos se
escucha como excusa. Es decir, inhibe ms la falta de convencimiento o la legitimidad de
interrogacin sobre el sujeto subalterno en el tiempo pasado y sus consecuencias para el
presente, que la carencia o la falta de accesibilidad a los fondos documentales.
47
Rosi, Braidotti, Feminismos, diferencia sexual y subjetividad nmade, Gedisa editorial, Barcelona, 2004.
Ver por ejemplo los artculos de Joan Scott y Jim Sharpe en Peter Burke (Editor) Formas de hacer la Historia,
Alianza, Madrid, 1994.
48
18
Jim, Sharpe La historia desde abajo En Burker, Peter Formas de hacer la historia, Madrid, Alianza, 1994, pg.
56.
19
Consideraciones finales
50
Marta, Fontela Definicin de Patriarcado En Gamba, Susana (coordinadora) Diccionario de estudios de gnero
y feminismos. Editorial Biblos. Buenos Aires. 2007. Pg. 258
51
Ana, De Miguel Alvarez, El movimiento feminista y la construccin de marcos de interpretacin: Praxis
cognitiva y redes de accin colectiva. En Ferrer Prez, Victoria Esperanza Bosch (Comp.). De la violencia contra
las mujeres a la construccin del pensamiento feminista. Editorial Universidad de Illes Balears. 2007.
20
En esta ponencia procuramos hacer visible los puentes que se gestaron entre el creciente
movimiento feminista y de mujeres en Argentina y las producciones historiogrficas respecto de
stas.
Los dilogos entre ambos espacios van: desde la visibilidad de las mujeres como
condicin determinante para una historia total hasta la crtica ms estructural al sistema
patriarcal.
Desde nuestro lugar como militantes feministas e historiadoras, consideramos importante
retomar estos aportes inaugurales en pos de acrecentar la memoria de las mujeres como sujetos
colectivos, activos dentro de la historia que hacen e igualmente presentes en la que se narra.
El cuestionamiento a las diferencias jerrquicas entre los gneros como parte del sistema
patriarcal no constituye como tal una tendencia hegemnica, no obstante, es un legado y como
tal una de las posibilidades del quehacer histrico donde la inclusin de las mujeres sea
cuestionador y contestario.
Profundizar esa herencia es no aceptar que la revolucin del conocimiento que propone el
feminismo en el campo de la historia se acote a una renovacin temtica, o dicho de otra manera,
a una ampliacin de los campos establecidos para poder incluir a las mujeres; por ejemplo la
historia social, del movimiento obrero o colonial inaugura un captulo femenino.
El hecho de que se ample el objeto de estudio del hombre a la mujer, de los grandes
acontecimientos a los ms cotidianos, incluso que se historice sobre temas hasta hace poco
interdictos, como la sexualidad, no devela por la sola presensacin de s mismos, los dispositivos
de dominacin -ni los mecanismos de resistencia a esa opresin- que son puestos en marcha.
Una nocin terica metodolgica que nos interesa resaltar y creemos se desprende de
nuestro anlisis, es la distincin entre una historia de las mujeres y una historiografa feminista.
Mujeres y feminismos entonces no son sinnimos, Eli Bartra 52 as lo expresa:
En qu consiste lo feminista al ensear o investigar sobre la mujer? Sabemos que los
trabajos sobre, o por la mujer, no son necesariamente feministas; lo son creo, los estudios que
parten del hecho de la divisin genrica jerrquica de la sociedad, toman en consideracin las
condiciones de opresin de las mujeres y las teoras desarrolladas para entender y buscar
transformar su subordinacin. Atacar simplemente el problema de la invisibilidad de las mujeres
52
Eli, Barta Estudios de la mujer, de las mujeres, de gnero, En Martero Zapata, Emma, Garca Vzquez Vernica
y Manzanares Alberdi Pilar (Coord.) Gnero, feminismos y educacin superior: Una visin internacional, Editoral
Colegio de Posgrados, Mxico, 2001, pg. 204.
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en las estructuras de conocimiento, en las ciencias, es una parte de la solucin, pero por s sola
no atenta contra el carcter androcntrico dominante ni de las epistemologas ni de las ciencias.
() por otro lado, en toda investigacin feminista, el mtodo y las tcnicas utilizadas, as como
el propio discurso (y el lenguaje) conllevan un punto de vista feminista (en cualquiera de sus
variantes), para que el conocimiento resultante tenga ese carcter.
Por lo tanto se impone la agencia de conformar una historiografa feminista que segn
Omar Acha, reside en que la historia deja de ser un mero discurso de la dominacin, para
convertirse en un discurso de la liberacin, o al menos de la lucha contra, la discriminacin y la
opresin 53.
La historia, necesita pensarse a s misma, y para hacerlo, necesita anexar crticamente el
andamiaje terico que viene produciendo la historia de las mujeres en todo el mundo, como asi el
capital terico cultural que produce el movimiento feminista.
53
Omar, Acha El sexo en la historia. Intervenciones de gnero para una crtica antiesencialista de la
historiografa, Ediciones el cielo por asalto, Buenos Aires, 2000.
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