El Dogmatismo Pedagogico

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Matas Augusto Monteros

Instituto de Formacin N 5 Jos E. Tello


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1.- INTRODUCCION
Un sendero trazado por eximios comentarista inhibe la posibilidad de
alcanzar cierta intimidad con un autor, en ese sentido una lectura sin
extravos asume el riesgo de su clausura. Paolo Freire, forma parte de ese
selecto grupo de autores con los cuales es imposible alcanzar cierto grado
de confidencialidad y esto es as por el espesor de ensayos, monografas,
informes que abrevan en sus escritos. Esta aclaracin previa supone una
advertencia acerca de la originalidad del presente trabajo. Tal pretendida
originalidad, tal vez se logre escapando de aquellas articulaciones
recurrentes de categoras centrales como educacin bancaria oprimido
concienciacin, propiciando otros enlaces conceptuales que logren
configurar un discurso quizs ms renovado. Eso s, a condicin de no caer
en improvisaciones, o simplificaciones que distorsionen el pensamiento de
Paulo Freire.
2.- DESARROLLO
2.1- La Narracin / Discurso
Hecha la advertencia, voy a empezar con el anlisis de una categora que en
cierto modo condensa la crtica a la educacin tradicional la educacin
bancaria, entendida sta como una narracin, al respecto Freire (1970)
seala:
Las relaciones educador-educandos dominantes en la escuela
actual, presentan el carcter de ser relaciones de naturaleza
narrativa, discursiva, disertadora. En ella el educador aparece
como un agente indiscutible cuya tarea es llenar a los
educandos con los contenidos de su narracin. (p. 71-72)
De qu narracin se trata?, Qu cuenta?, Quines son los protagonistas?
Alguien dira, es la narracin que crea el opresor para el oprimido. Algn
otro respondera, desde su cinismo, pero acaso no es la fuerza lo que
doblega al oprimido para que un discurso?. No, no es tan sencillo amigo, el
garrote ya no est de moda, no en estos tiempos modernos, posmodernos
o como quieran llamarlo, se trata de sutilezas, de formas de sutilezas y una
de ellas es el discurso; un refinado discurso que calle cualquier voz que
perturbe la normalidad; un discurso donde el oprimido incorpore al opresor,
(asimile al opresor dira Freire). Un discurso donde no hay diferencias,
porque en realidad nunca las hubo, hubo un mal entendido!. Sucede que
Marx introdujo esta ficcin donde algunos se crean opresores y otros
oprimidos. La educacin alemana, adems, no sera capaz de terrible
sacrilegio. El Capital, los Manuscritos Econmicos y Filosficos, las Tesis
sobre Feuerbach y tantas otras obras no pueden ser el resultado, la
manufactura (o el producto) de una de la ms prestigiosa educacin del
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mundo. Sin embargo fue as. Carlos Marx, fue quien levanto la voz y dijo he
ah un explotado, un proletariado!, un excluido de la historia. Claro!, esto
es as porque la historia describe las hazaas de las conquistas y las victorias
de hombres semidioses, pero, y los vencidos? algn trazo sobre los
oprimidos, una nota al pie acerca de los explotados puede surcar las
pginas de algn manual?. Lo cierto es que, el discurso pedaggico al igual
que la historia sigue la misma lgica, los oprimidos son los excluidos, no hay
herosmo en sus acciones, no hay belleza en sus actos; es preciso por lo
tanto serenar sus nimos y cmo se logra apaciguar al salvaje?. La
respuesta es simple, la educacin, la educacin como dispositivo para
domesticar al brbaro. Como sealaba Freire la tarea del educador es llenar
a los educandos con los contenidos de su narracin ; un discurso que ni
siquiera le pertenece al educador, un discurso que a pesar de su extraeza
acepta dcilmente reproducindolo. Un discurso que cobija amablemente a
opresores (educador) y oprimidos (educandos), que mientras en apariencia
traza una frontera entre ambos tambin las disuelve porque los actores son
intercambiables (opresor-oprimido); ahora lo que permanece, lo que no
ingresa al trfico de comercio es el discurso, al respecto Freire afirma:
la educacin como practica de la dominacin, al mantener la
ingenuidad de los educandos, lo que pretende, dentro de su
marco ideolgico, es adoctrinarlos en el sentido de su
acomodacin al mundo de la opresin. (p. 83)
En esta cita queda claro por qu el discurso es inmodificable, de lo que
se trata es de adaptar al hombre al mundo. Un mundo donde la elite
dominante a travs un discurso anestsico disipa las dicotomas y
armoniza las contradicciones.
2.2.- La Concienciacin
Suele ocurrirme, frecuentemente, que en determinados tramos de la
escritura aparecen ciertos silencios imprevistos que irrumpen esas corrientes
de ideas que con mpetu se asoman en esa soledad en la que habito. Pero a
su vez suceden algunos eventos fortuitos que me permiten evadir esos
momentos de exasperacin que sobrevienen a la ausencia de ideas. Bueno,
esto es lo que me ocurri cuando comenc a merodear la categora
concienciacin utilizada por Freire (1975) sobre la misma sostiene:
Si adopto una posicin idealista separo la conciencia de la
realidad y hago depender a la ultima de la primera, como si la
realidad fuera el resultado de la conciencia.Sin embargo
la conciencia que los seres humanos tienen de s mismos
implica tambin su conciencia de las cosas, de la realidad
concreta en la que se encuentran como seres histricos
Seguramente Freire ley a Sartre y en sus textos encontr los elementos
conceptuales que supo administrar en su obra. Esta correlatividad
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conciencia-mundo, conciencia arrojada al mundo, supone un riesgo, el


riesgo de crear, pero no se trata de una creacin en la soledad exacerbada
por la vanidad, sino al contrario es componer en la intersubjetividad un
sublime rquiem para un discurso opresor que muda sus formas para
parecer ms amable. En esa composicin, en ese dialogo intersubjetivo
emerge la idea de conciencia, de una conciencia que trasciende lo individual
y se actualiza en el otro, una conciencia hospitalaria que abandona su
desolada morada para habitar en la intimidad del otro. En esa convergencia
comienza a zanjarse la brecha entre teora y praxis, el movimiento empieza
a echar races en la conciencia vacindola de esa absurda esterilizacin del
mundo. Ese fluir constante y continuo entre teora y praxis es lo que al final
de cuentas nos interpela para renunciar a las comodidades escolsticas
cesando en nuestro ayuno intelectual y as cumplir los designios de Freire
(1985) cuando afirma:
Por lo tanto, la concienciacin debe ser un intento
critico de revelar la realidad debe estar relacionada con
la insercin poltica. No existe concienciacin si no finaliza en la
accin consciente de los oprimidos en tanto clase social
explotada, que lucha por la liberacin (p. 132)
2.3.- Un Discurso para la Liberacin
Ahora, Cmo comienza a tallarse, a partir de la concienciacin, esa
educacin para la alfabetizacin poltica? o Discurso para la Liberacin?.
Tal vez encuentre algunos indicios en el prologo de su eximia obra
Pedagoga del Oprimido:
el hombre radical comprometido con la liberacin de los
hombreses tanto ms radical cuanto ms se inserta en
esta realidad para, a fin de conocerla mejor, transformarla
mejor no se siente dueo del tiempo, ni dueo de los
hombres, ni liberador de los oprimidos. Se compromete con
ellos en el tiempo, para luchar con ellos por la liberacin de
ambos
En cierto modo es una rareza, o no, encontrar en un libro con propsitos
educativos, otros lugares que se proyectan como una extensin del discurso
pedaggico; me refiero puntualmente al campo poltico, esta idea se pasea
errante por esta cita, y me atrevera a decir, a lo largo de su obra. Sin
embargo, una lectura antojadiza y caprichosa puede clausurar ese sentido y
tal extravi quizs podra atribuirse a ciertos cientistas de la educacin o
pedagogos que no hacen ms que escindir la educacin de la poltica, al
respecto Freire (1985) afirma:
En la actualidad, en la medida en que la educacin se reduzca
a mtodos o tcnicas por medio de los cuales estudiantes y
educadores consideren la realidad social solo para describirla,
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esa educacin resulta tan domesticadora como cualquier otra


(p.133)
Sugiere un discurso pedaggico como un prerrequisito para alcanzar luego
un discurso liberador o, en el mejor de los casos, no debera encallarse el
discurso pedaggico en minucias tcnicas y procedimentales,
empobreciendo su potencial, sino asumirlo como una herramienta para
transformar la realidad.
Aquellos asiduos lectores de Freire, en
consecuencia, deberan ampliar el horizonte de su anquilosada perspectiva
para anexar la dimensin poltica y de ese modo tonificar su discurso.
Ahora bien, lo curioso en el texto es, quin tendra la grandiosa tarea de
encauzar el discurso pedaggico despajando su carcter domesticador; se
tratara de la Iglesia. Una Iglesia que, extraviada en sus compromisos
trascendentales padeci una amnesia de los asuntos mundanos, una
institucin que enclaustrada en sus dogmas se alejo de las cuestiones
cotidianas. As lo hace notar Freire cuando seala (1985):
ahora comienzan a darse cuenta de que la familia que reza
unida tambin necesita una casa, trabajo, pan, ropa, salud,
educacin para sus hijos (p. 134)
Con estos cuestionamientos, Freire querella la conducta de la Iglesia
Tradicionalista aseverando que en su aparente neutralidad subyace la alianza
perversa con la clase burguesa y que con su prdica busca silenciar los
excesos de un sistema opresor. Sin embargo, su impaciente reflexin
encuentra alivio en la teologa de la liberacin; sus reproches se desvanecen
en los alegatos que, sta corriente de pensamiento, despliega imputando la
pobreza y el subdesarrollo a la organizacin injusta y desigual del sistema
econmico mundial. Al respecto afirma (1985):
Muchos telogos que hoy en da se comprometen
histricamente cada vez ms con los oprimidos hablan con
razn de una teologa poltica e la liberacin . estos
telogos pueden empezar a dirigirse a los cuestionamientos
de una generacin que elige un cambio revolucionario ..
solo ellos pueden denunciar el orden que los aplasta (p.
136)
En este tramo del escrito tal vez pueda ensayar una respuesta a las
preguntas del apartado. El Discurso de la Liberacin es el refugio de los
oprimidos, el lugar donde se hospedan sus carencias y necesidades pero a su
vez es la herramienta que le permite sitiar la arrogancia de una sociedad
capitalista para deconstruir su analgsico relato. Es tambin el recinto donde
con una leve reverencia la fe asoma su mirada, siempre esquiva a los
desposedos, para ocuparse de sus privaciones. En fin, un lugar donde la
conciencia hastiada de su aislamiento se abre a la praxis; donde la teora y la
prctica se eligen para volverse uno, pero no en el sentido trascendente
empleado por Plotino, sino en la unidad conciencia-mundo que supone una
concepcin critica de la realidad.
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3.- CONCLUSION
Esta seccin del escrito no se asemeja una conclusin tiene rasgos de una
confesin, una confesin agradable, ya que la lectura del texto permiti que
renunciara a ciertos prejuicios que tenia sobre el autor. La sola mencin de
su nombre precipitaba en mi mente la concurrencia de una serie de
pensamientos amarrados a cuestiones pedaggicas; las cuales me generan
cierto grado de antipata, una aversin que discurre por su apego
desmedido a los tecnicismos. Freire por el contrario, es un pesador que, sin
descuidar lo pedaggico, no se queda anclado en esa dimensin sino por el
contrario recorre un callejn estrecho y sombro que usualmente ningn
pedagogo tradicional se atreve a transitar. Se trata del campo poltico, un
extico mbito poco explorado por quienes erguidos en su soberbia solo
repiten una y otra vez sus mtodos. Finalmente espero no haber cometido
ningn exceso hermenutico en mis razonamientos, en el afn de lograr un
acercamiento amigable a Freire.
4-. BIBLIOGRAFIA
- FREIRE, P. (1970) Pedagoga del Oprimido, Uruguay, Siglo XXI Editores.
-FREIRE, P. (1975) Dialogo: Anlisis Crtico de la Desescolarizaci n y
concientizacin en la coyuntura actual del Sistema Educativo, Argentina,
Bsqueda Ediciones.
- FREIRE, P. (1985) La Naturaleza Poltica de la Educacin, Argentina, Paidos
Ediciones.

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