Noble Plebeya - Andre Love
Noble Plebeya - Andre Love
Noble Plebeya - Andre Love
Sinopsis:
Este es un relato que narra las aventuras de Alein una plebeya
y Alexandra
NOBLE PLEBEYA
Por Andre love
Primera parte
no les importa. El rey ocupaba en el trono desde haca treinta y ocho aos, y
haba rebasado ampliamente el punto culminante de su popularidad.
-Pobres infelices, ninguno va a sentir nunca lo que es ser de la alta sociedad, ni
mucho menos el ser rey.- Pens el rey con una sonrisa de maldad incrustada en
su rostro mientras observaba por una pequea ventana de su dormitorio hacia la
Plaza
central,
donde
se
amontonaba
la
gente
para
poder
protestar.
daba unos cuantos vveres y unas monedas, pero no era as todo el tiempo, para
Mari era muy difcil conseguir un trabajo estable, le haban ofrecido en el Quatre
Dauphins, una pequea Taberna de la ciudad, reconocida por el trato especial
para el cliente y esa era la condicin que tena, pero Alein se opuso y decidieron
mejor buscar otra solucin, vivan en un deplorable estado y les era muy difcil
subsistir. As que Alein por s sola decidi que deba de hacer algo ante las
circunstancias.
Ya casi cumpla los diecisiete aos, adems de que senta que era su
responsabilidad, y as lo hizo. Una jovencita de 16 aos ya debera de tener
alguno que otro pretendiente para casarse y engendrar un puado de cras, esa
era la vida de la mujer en esa poca, as tena que ser, pero Alein no quera eso,
no deseaba dejar solas a su madre ni a su hermana y si se casaba saba que
tendra que hacerlo.
Ya algunos hombres haban llegado a proponrselo y a tratar de cortejarla, la
mayora le haban repugnado, viejos feos, con grandes panzas y dientes podridos,
que de sus cuerpos se desprenda un olor a sudor, queso y vinagre, todos ellos
saban lo hermosa que era esa chiquilla, que aunque se vea algo cabezona, mal
educada, nada femenina y que vena de una familia muy pobre y con la
importante falta de una mano dura, nada que un poco de educacin pueda
arreglar, aun as queran que fuera suya, ella hacia todo lo posible por despedir a
todo el que llegara con ese propsito y as lo haca siempre.
As que lo nico que le quedaba por hacer para poder trabajar sin ningn
impedimento era hacerse pasar por hombre, esto se lo comunic a su madre,
quien aunque no le gustaba la idea, ella saba que no haba otra forma, as que
no se opuso y ms bien se fue a conseguir una vestimenta apropiada para su
hija o mejor dicho hijo.
A la maana siguiente muy temprano, de esa misma casa sala un joven rubio,
de cabello corto, con una boina en la cabeza, vestido con pantalones hasta las
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rodillas y medias negras hasta las mismas, una camisa blanca de manga larga y
encima un chaleco, era un joven apuesto y pequeo, sonriendo de medio lado.
Estaba un poco nerviosa y a la vez excitada esperando sentir lo que era ser un
hombre en el mundo exterior, se senta muy rara vestida as, nunca antes se
haba puesto pantalones, tena la piel muy delicada, y demasiado blanca para ser
hombre, pero saba que poda pasar desapercibida.
As que sin ms se encamin por las callejuelas estrechas de la ciudad, lo
primero que se le paso por la cabeza fue ir hacia la Place de Grav, a las orillas
del ro Sena, donde se encontraban los barcos pesqueros embarrancados en la
orilla, buques y dems, su idea era pedir trabajo como pescador, recorri toda la
zona en la bsqueda, por suerte al fin encontr.
Haba un puesto en una de las muchas embarcaciones pescaderas que se
encontraban all, sin perder tiempo se dirigi al que pens era el dueo de la
embarcacin.
-Haber, dime que se os ofrece muchacho? -Le pregunta un hombre regordete de
unos 60 aos de edad al cual se le destacaba bastante bien un gran bigote con
las puntas hacia arriba, pareca que en cualquier momento se le podan meter en
los agujeros de la nariz.
-eh, pues vengo a pedir trabajo. -Respondi Alein un poco intimidada por el
grandote hombre que se encontraba al frente de ella vindola como un bichillo
irritante, eso lo haca ms difcil.
-ya veo, y dime, cmo te llamas? -Pregunt, volvindose para renovar lo que
hace un minuto dejo de hacer.
-mi nombre es... cmo no se me ocurri pensar en eso antes? -Se reproch a s
misma.
-Franco, Franco Bussie, mucho gusto Monsieur...
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Bueno pues entonces lo veo luego seor Franco. -Le despidi el hombre
estrechndole la mano y apretndosela.
Alein hizo un pequeo gesto de dolor, pareca que el hombre le iba a quebrar los
huesos de la mueca.
-Gracias. -Dijo Alein entre dientes, con una sonrisa forzada, esforzndose para
disimular el dolor que le quedo en la mueca.
-Dos francos por semana.
Iba pensando Alein, eso era mejor que no tener nada, as que opt por eso, iba
caminando por la orilla del Sena, haban grupos de pescadores que haban
terminado su jornada laboral sobre las pacficas aguas, los cuales la miraban
con burla y comentaban entre ellos, pero no le importaba en absoluto, saba de
la gran suerte que tena, haban muchas personas sin trabajo y que daran lo
que fuera por un puesto de esos.
En eso vio que haba un pequeo tumulto de gente cerca de donde estaba, le
entro curiosidad y se empez a aproximar, se dio cuenta de que todos
observaban hacia el Pavillon de Flore frente al Pont Royal, gui su mirada hacia
all, haban muchos oficiales en la entrada, pareca que esperaban la llegada de
algo o alguien, as que opt por preguntarle a un tipo que estaba junto a ella.
-Disculpe usted, me podris decir por qu tanta algaraba?
-No sabe usted que el primero de septiembre es el aniversario de la ascensin al
trono del rey? -Le dijo el joven que estaba a su lado.
-Claro, qu tiene que ver eso? -Le pregunt Alein con un tono de irona,
sabiendo claramente de la fecha, adems que ese mismo da era su cumpleaos.
-Pues el rey decidi hacerle una invitacin a varia gente importante de algunas
ciudades, se dice que vienen de Marsella, Lyon, Grendole, de Gnova y Versalles.
-Oh, ya veo!!! -Exclam Alein volviendo a posar sus ojos en los guardias.
-Pero parece, que de todos esos lugares, la ms importante es Versalles, dicen
que viene la Marquesa de Versalles, seora feudal de la ciudad y miembro del
parlamento en Toulouse.
-Le inform el joven.
-Valla, no lo saba.
-As es, Alexandra Misnard, todo un personaje, se dice que hizo una importante
obra sobre economa nacional dinmica que propona la supresin de todos los
impuestos sobre bienes races y productos agrcolas, introdujo un impuesto
progresivo sobre la renta y esto perjudica a toda la gente pobre de su ciudad,
pero por otro lado esto oblig a un mayor desarrollo de sus actividades
econmicas. Tambin redact un tratado sobre la educacin de las cras entre los
cinco y diez aos. -Le dijo el joven muy orgulloso y tomando aliento de nuevo.
-Creerais que solo tiene 21 aos de edad? -Le pregunt el joven esperando ver
su reaccin.
-Oye.- Le advirti Alein.
-Tu como sabes todo eso? -Le pregunto mirndolo de reojo. Se dio cuenta que
era un joven apuesto, tena el cabello rojizo y unos bonitos ojos marrones, deba
de tener unos 23 aos de edad, no era ni muy alto ni muy bajo, pareca
agradable.
-Tengo mis contactos. -Le respondi con una pequea sonrisa.
-Por cierto mi nombre es Nicols Menier. -Se present este.
-Mucho gusto Nicols, mi nombre es Ahhh...Franco Bussie.-Uff, casi se me va el
hilo. -Pens Alein
-Un placer Franco, bueno pues parece que lleg la hora. -Le dijo Nicols
sealando hacia barios carruajes que se aproximaban por la callejuela que
conduca hacia el Pavillon de Flore.
- Vamos!!! -Exclam Nicols jalando a Alein del chaleco.
Los dos jvenes llegaron a las puertas de las afueras del Pavillon, donde seguro
el rey dentro del lugar hara gala de bienvenida a los invitados de honor, y
despus pasaran al Hotel-Dieu, para que descansaran del fatigado viaje.
Haba bastante gente amontonada, muchos estaban solo por curiosidad, otros
para ver si esta gente extranjera tena buen corazn y ayudarles con una moneda
o lo que fuera, y los dems para protestar contra la burguesa, la guerra, la
opresin y contra todos ellos.
Alein vio que Nicols la diriga hacia este ltimo grupo, un poco insegura se fue
aproximando y para su sorpresa vio que todos se giraron hacia ella y Nicols,
empezando a saludarlos, a Nicols como si fuera la persona que estaban
esperando, a ella le pareca que la estaban aceptando sin ningn problema, se
asombr un poco de ver que todos eran muy jvenes y que haba ms de una
chica, eso le gust mucho, pero de seguro tenan algunos problemas por ello.
Ya empezaban a llegar los carruajes cerrados, todos tirados por dos caballos,
eran unos cinco. El primero lo aparcaron al frente de las puertas, empezaron a
saltar los lacayos para despus abrir la portezuela y que empezaran a salir las
personas, primero salan los sirvientes, despus la esposa o la concubina y por
ltimo los grandes magnates y nobles caballeros, con sus representativas y
tediosas pelucas blancas, as pasaron uno por uno, la gente se alborotaba cada
vez ms, hablando, gritando, insultando, chiflando, no se entenda nada de
nada, el grupo de protestantes coreaban al unsono unas palabras ininteligibles,
Alein hacia todo lo posible por llevar el ritmo, pero le era muy difcil con tanta
bulla, no saba por qu pero estaba emocionada, tena mucha curiosidad por
conocer a la tan renombrada Marquesa de Versalles, pareca que esta era muy
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importante para el rey, si conociera al rey dira que todo esto es solo una excusa,
y que pretende algo ms.
El ltimo de los carruajes se detuvo ante las puertas, Alein empez a sentir un
pequeo cosquilleo en la boca de su estmago, pens que solo era parte de todo
este embrollo y le perdi importancia, los lacayos se dispusieron a abrir las
portezuelas del carruaje y bajar el estribo, primero sali un pequeo hombre,
algo panzn y con medio rostro sumergido en una gran barba blanca bastante
espesa.
-De
seguro
puede
encontrarse
de
todo
hay
dentro.
-Pens
Alein.
Despus salieron dos mujeres totalmente vestidas de blanco, supuso que eran
las criadas, y por ltimo sala con ayuda de un buen mozo, una mujer alta de
cabello azabache, y unos increbles ojos azules como la misma agua del Sena, su
cuerpo se moldeaba a un elegante vestido de terciopelo azul, empez a dar pasos
pequeos, con un airoso movimiento de caderas, totalmente erguida, ignorando a
la muchedumbre que se encontraba cerca, pareca que solo estaba ah por un
propsito y que ese propsito se encontraba al otro lado de la puerta principal
del Pavillon.
La muchedumbre enmudeci tratando de ver mejor a la imponente mujer, Alein
estaba impresionada de ver tanta belleza junta, desde donde estaba poda sentir
el poder y el respeto que emanaba esta mujer, poda intimidar a cualquiera con
solo mirarlo, era impresionante, pareca mucho ms madura de lo que era.
Alein estaba demasiado embelesada siguindole los pasos a la Marquesa, que no
se dio cuenta que alguien le hablaba.
-Franco?, francooo! holaaaa, hay alguien en casa? -Le deca Nicols tratando
de no rer.
-Ah?... si perdona, no me di cuenta que me hablabas, qu me decas? -Le
pregunt Alein volviendo a la realidad, aunque en el fondo no quera hacerlo.
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-Te deca que si queris ir con nosotros, vamos a tomarnos algo, tu sabes, hablar
un rato de lo que est pasando en esta porquera de ciudad y planear nuestro
prximo...llammoslo ataque, qu te parece?
-Ataque?, pues... la verdad me gustara, pero me esperan en casa, tal vez la
prxima vez, de todos modos muchas gracias Nicols. -Le respondi Alein con
una sincera sonrisa y a modo de despido.
-Bueno pues t te lo pierdes amigo. -Le dijo este despidindose rpidamente,
para alcanzar a los dems.
-Ou revoir Franco!!! -Le grit Nicols.
-Ou revoir!
Una vez que se retir, Alein se volvi para ver hacia donde haba ido la
Marquesa, pero ya no se vea rastro de ella, se sinti un poco triste y no entenda
el porqu.
-Acaso ella es algo tuyo?...ja, ni siquiera se molest en ver a la gente que estaba
all, bueno... tampoco tena porque hacerlo, pero los dems haban saludado,
otros solo hicieron gestos de repugnancia o de impaciencia, pero ella...ella solo
sigui recto y eso...eso me defraud un poco. Acaso queras que te viera?, no
que va, es solo una aristcrata engreda, pero... porqu no puedes dejar de
pensar en esos ojos azules que miraban el camino hacia delante?... Alein, deja ya
de darle tantas vueltas a esto, es solo que quedaste un poco impresionada por su
persona y por hacer todo lo que hace a su corta edad...s, es eso, No queras
conocerla?, bueno pues ya la conoces, satisfecha?...creo que s, entonces
porque sigues aqu de pie como una boba mirando hacia las ventanas?...no lo
s. -Le responda a su yo interior.
Pero s que lo saba, tena la esperanza de poder contemplar de nuevo y lo ms
seguro por ltima vez esos hermosos ojos que no dejaban ver ms all que eso.
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-S, claro, ya voy. -Le dijo la Marquesa girndose para ir hacia el saln, sin
siquiera mirar a su consejero.
-qu me ha pasado?, Porqu me preocupa tanto lo que piense o sienta un
plebeyo, ese plebeyo?, seguro estaba all esperando a que le llevaran las sobras o
que le dieran alguna moneda, Pero porque me he asustado?, en cuanto me mir
sent un escalofro en todo el cuerpo y... eso nunca me haba pasado, si solo es
una cra por favor, como me pudo paralizar de esa forma?, cuanto tiempo estuve
as?, Alexandra tienes que descansar, hazle caso a tu fiel consejero, ahora ms
que nunca.
Iba pensando Alexandra mientras caminaba a paso rpido seguida a cmo poda
de su consejero por el estrecho pasadizo que iba a dar con el saln principal del
enorme Pavillon de Flore.
-Dominique, acurdame tomarme unas pequeas vacaciones. -Le dijo esta sin
mirarlo.
-Como gustis Alexandra, Pero tendr que ser despus de esto, esto podra ser
demasiado importante para vos y vuestro pueblo, no hay que perder una
oportunidad como esta.
-Lo s. -Le dijo Alexandra.
Saba lo importante que esto era, no todos los das se reciba una invitacin del
rey, no obstante, tambin saba que esto de las invitaciones no era ms que una
fachada para cubrir por mientras sus verdaderos propsitos, haba invitado a
gente de otras ciudades, pero no le llegaban ni a los talones, adems que nunca
antes se le haba invitado y era una coincidencia que lo hiciera en vsperas de
una guerra.
Era una mujer con mucho poder y muy inteligente, anteriormente su padre
Antoine Misnard fue nombrado Marqus de Versalles, aunque hizo cosas
importantes en su ciudad, no se compara con lo que ella ha hecho en tan poco
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tiempo, su padre se haba ganado el puesto con su propio esfuerzo, ella desde
muy pequea le daba los consejos y este se dio cuenta que el destino de ella era
el de ocupar su lugar. Antes de que l muriera por la grave enfermedad de la
Sfilis, a Alexandra ya se le haba asignado su lugar como Marquesa de Versalles
con tan solo dieciocho aos.
Ya haban llegado a las puertas del saln, fueron recibidos por un sirviente que
los conducira a sus lugares respetivos. El saln era bastante grande, especial
para los eventos de esta categora, los saloneros caminaban de aqu para all,
haba una pequea banda de msicos en medio de este tocando varias sinfonas,
mientras en el centro se encontraba una mesa muy larga con diferentes
manjares en ella. La gente se estaba acomodando en sus sillas y conversaban
amenamente, esperando la entrada de su anfitrin y la de la Marquesa.
Antes que la Marquesa entrara, el sirviente llam la atencin de todos los
presentes, y este dirigindose a ellos, haca la presentacin de la Marquesa.
-Alexandra Misnard, Marquesa de Versalles!!! -Informaba el sirviente hacindole
una gran reverencia.
Esta al escuchar su nombre, entr en el saln junto a Dominique, quien al
caminar junto a ella se vea an ms pequeo, iban siguiendo al sirviente que les
mostraba el camino hacia sus lugares reservados, Alexandra trataba de
disimular su indiferencia con una pequea sonrisa en su rostro, las otras
personas le hacan pequeas reverencias, muchas de ellas sentan admiracin
por su mpetu y decisin, las esposas y concubinas de los nobles caballeros
sentan una tremenda envidia hacia su persona, muchos admiraban tambin su
gran belleza e inteligencia, otros sus grandes logros con tan poca edad, alguno
que otro estaba en desacuerdo que una mujer llegara a tomar un rango tan
importante en la poltica y sociedad, pero siempre le tenan un atisbo de respeto.
Como supona, su lugar estaba junto al del rey y su esposa. Estos ltimos
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Pensaba Alein con una estpida sonrisa en su rostro y con sus ojos cerrados
echando a volar su potente imaginacin.
Todava no poda creerlo, haba mirado mal?, sus ojos la haban engaado?, o
lo haba deseado tanto que empez a divagar y ver cosas, como dos bellos,
increbles y exquisitos zafiros azules que la haban dejado sin aliento.
Fue un momento increble, no le import nada ni nadie, en ese instante en lo
nico que pensaba era en la persona que la estaba mirando desde una ventana
del Pavillon de flore, todo pas como en cmara lenta, pero su feliz momento no
dur mucho, se haba ido, y una ola de tristeza abarco su corazn. Cuantas
veces se haba sentido as en todo ese da?, las veces que ella haba desaparecido
de su vista.
Nunca antes se haba fijado en las mujeres, pero no poda engaarse, esa mujer
le atraa montones. Pero tambin era realista, y saba que nunca llegara ni
siquiera a hablarle, as que lo mejor sera olvidarla...bueno, tratar de olvidarla si
es que poda.
A la maana siguiente se haba esmerado en llegar muy temprano a su nuevo
trabajo, quera que su jefe viera su mpetu de trabajo, aunque ella ya era as por
naturaleza.
Le haba ido bastante bien para ser su primer da, se esforzaba mucho para
hacer un buen trabajo.
Se dio cuenta que Nicols tambin trabajaba como pescador en una embarcacin
muy parecida a la que ella estaba, se haban topado y saludado cuando Alein se
diriga hacia el barco pesquero, quedaron de verse despus de la jornada, se
despidieron y despus cada uno tom su rumbo.
En Todo momento se recordaba de su padre, aunque quisiera, no poda evitarlo,
la pona muy triste y el hecho de no haber podido disfrutarlo todos estos aos
era an ms triste, -si solo pudiera verlo una vez ms. Haba recordado como la
haban encontrado, baada en lgrimas, sola y con fro en una noche inesperada
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al
igual
que
ellos,
pero
ellos
con
mayores
proporciones.
Haba sido un buen da de pesca, y ella como sus otros compaeros estaban
satisfechos, ahora se disponan a la tarea de descargar las toneladas de pescado
fresco, para al fin terminar con su da de trabajo.
-Dominique, cunto falta?, falta mucho?, ya me estoy irritando y eso no es
bueno...para nadie.
-Tranquila Alexandra, ya estamos casi en el puerto de las Galeras del Louvre, te
conviene tener paciencia, esto es muy importante para el rey, desea que todos
vosotros conozcis el orgullo de la ciudad, dale oportunidad.
-No vine aqu para conocer el orgullo o el disgusto o lo que sea de la ciudad,
estoy aqu para...para, para hablar sobre lo que pretende de m ese rey, y para
ver de una vez por todas al hipcrita del rey rerse de todo un pas a sus espaldas
en el aniversario. -Farfull Alexandra.
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-Muy bien, s que no os cae muy bien que digamos, pero no parese un tipo
malo, por lo menos es buen anfitrin, adems faltan cinco das para el
aniversario. -Le comunic su consejero con una pequea carcajada.
-Si tienes razn en eso, aun as no me fo de l Dominique, por fuera es como un
pajarillo, pero por dentro es una rata. -Le dijo est muy seria, y poniendo nfasis
a la ltima palabra.
-Ya veremos Marquesa, ya veremos, por ahora disfrutis del paseo.
Se dirigan a la Place de Grve, el rey quera mostrarles a algunos de sus
invitados un poco de los alrededores por ro Sena, los esperaba una bella y lujosa
embarcacin que los llevara a navegar por el ro.
Sin ms al llegar a la orilla, se empezaron a bajar de los carruajes que los haban
llevado, como siempre cuando la gente se dio cuenta de quienes haban llegado
no perdieron tiempo y empezaron a irrumpir la presencia de los invitados del rey
y a la de l mismo, pero siempre los oficiales reales no dejaba que la multitud se
acercara. La Marquesa sali de su carruaje, pero no se dio cuenta que haba
dejado su pequeo bolso en uno de los pequeos sofs del carruaje, Dominique
haba salido delante de ella, y esta vez no iban acompaados de sus criadas, sin
ms se dispuso a seguir a los dems.
Cuando todos estaban abordando el lujoso barco real, se dio cuenta que no
andaba su bolsito.
-Dominique, ya regreso. -Le dijo a su consejero sin ms.
-Qu?...pero que...
No le dio tiempo de sujetarla, los invitados lo empezaron a empujar para que se
metiera, era tan pequeo que no se vea mucho y no pudo ms y se meti dentro
del barco, pensando en la terca mujer que no dejaba nunca de sorprenderlo...y
asustarlo.
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Alexandra iba a paso rpido hacia donde estaba su carruaje, no haba gente que
la molestase, todos estaban pendientes de lo que suceda en el barco, as que no
le fue difcil llegar, un lacayo vio que vena y se puso de pi de inmediato.
-Marquesa, que se os ofrece?
-He dejado mi bolsito, vengo a por l.
-Marquesa disculpe mi intromisin, no es peligroso que andis sola por estos
lugares?
Alexandra no dijo nada, dej que el lacayo abriese la puerta y sacara su bolsito,
este se lo entreg un poco nervioso por la presencia de Alexandra.
-Mademoiselle, tengo que acompaarla al barco, es peligroso que se devuelva
sola.
-No, no es necesario, ir sola.
-Pero...
El lacayo no pudo decir nada ms, los firmes ojos de Alexandra clavados en los
suyos le dijeron todo lo que tena que decir.
As de nuevo tom rumbo hacia el barco que estaba a punto de zarpar, iba a toda
prisa, cuando en medio del camino, sin saber de dnde demonios haba salido,
sinti un tremendo choque con alguien o algo que la hizo caer de culo; estaba
muy, pero que muy enojada, se dio un golpe terrible, y solo le faltaba que ese
alguien o lo que sea le empezara a reprochar como si la culpa fuera de ella.
-Merde!, porque diablos no se fija por donde va? -Le grit Alein desde abajo.
Esta estaba tambin de culo, tratando de incorporarse, todava no saba quin se
le haba atravesado.
-Qu?, si vos sois la que ha salido de la nada. -Le dijo Alexandra con total furia
en su voz, incorporndose, vio que todava el otro estaba sentado en el suelo, no
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poda verle la cara, por la boina que tena puesta, pareca que tambin se haba
dado un buen golpe, porque no dejaba de sobarse el culo y expresar palabras
ininteligibles. Eso le pareci un poco gracioso, y se relaj un poco.
-Oye, porqu no te levantas de una vez?
Eso hizo que Alein se pusiera ms furiosa an.
-Mira Pedazo deee...-Le dijo Alein que no pudo terminar su frase porque haba
alzado su cabeza para poder ver a la persona que ms odiaba en ese momento,
entonces de repente se qued sin aliento, ya no le llegaba oxgeno a su cerebro,
quedo en un estado de mongolismo esttico. -Esos ojos, o Dios mo, Quelle belle!
-Dijo esto ltimo en voz alta sin darse cuenta.
Alexandra tambin se haba quedado sin habla.-Eres t, ese chico. -Pens.
Esta ltima fue la que rompi el encanto.
-Que bella, eh? -Le dijo Alexandra alzando una de sus cejas perfectamente
curvada.
-Qu?, oh, perdone usted Mademoiselle, jeje, pero no solo ha sido mi culpa. -Le
inform Alein ya sobre sus dos pies y sper sonrojada, dndose cuenta
perfectamente de con quien estaba hablando.
-Valla!, ahora cambiis as no ms de actitud? -Le dijo Alexandra con una
pequea sonrisa en sus labios.
-Dios que linda sonrisita, cmo es posible que me pase esto? -Se reprochaba a
s misma.
S, bueno, yo lo siento mucho Marquesa, por favor perdonad mi torpeza. -Le
respondi Alein con tono sumiso y hacindole una pequea reverencia.
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-Bueno si, supongo. -Le respondi su consejero, agarrndola del codo para
llevarla a donde estaban los otros invitados y el rey.
-Ah, ya era hora Marquesa, venid por favor, vea lo hermoso que es este lugar y
disfrutis. -Le dijo el rey al llegar esta.
Pero como desde el primer da que haba llegado a Pars, no dejaba de pensar en
el chico de ojos verdes y ahora se haba tropezado con l, y sinti algo ms
profundo de lo que haba sentido la ves que lo vio en el Pavillon.
No supo porque le haba dicho tal cosa, acaso deseaba toprselo de nuevo?, algo
as le dio a entender sin querer.
-No s porque me ha nacido ese sentimiento tan maternal, si creo que es eso,
verdad? -Pensaba Alexandra tratando de concentrarse en lo que la rodeaba,
pero era intil.
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Segunda parte
En Pars vivan hacinados ms habitantes que en cualquier otra ciudad del
mundo, unos seiscientos cincuenta o setecientos cincuenta mil.
Era un momento en donde el hombre quera sobre salir ante todos, y el afn de
novedad reinaba por doquier en todos los mbitos, experimentos, megalomana
en el comercio, el trfico y en las ciencias.
La gente lea libros, incluso las mujeres. Era un siglo de desmoralizacin, de
cada en un pantano intelectual, poltico y religioso, creado por el hombre.
-Bonjour!
-Bonjour Nicols, cmo te ha ido?
-De perros!
-Cmo as?
-Bueno, es que el patrn la tiene contra m, todas las idioteces que cometen los
dems me las echa en cara a m, y todo porque soy el ms joven, cree que me
puede humillar por eso.
-Pero eso est mal Nicols, no debes de permitirlo.
-Y qu puedo hacer?, estoy propenso a que me despida en cualquier
momento...no puedo hacer nada.
Nicols se encontraba con la cabeza baja, esto era difcil de contar, pero senta
mucha simpata por Alein y una confianza muy grande.
-Tranquilo, vas a ver que todo se arregla, solo tienes que hacerte respetar un
poco, si no es posible con tu patrn, hazlo con tus compaeros y vers que se
harn cargo de sus propios errores.
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-Eso espero, estoy harto de ser el hazme rer de toda la embarcacin. Pero y
dime, cmo te fue a ti en tu primer da?
-Para serte sincera, eh!!! Digo sincero, jeje, pues me fue bastante bien, se trabaja
en grupo, y creo que me respetan...un poco.
-Bueno parese que te ir muy bien, espero que no te pase lo mismo que a m.
-Eso espero.-Le indic Alein.-Oye Nicols...nunca te ha pasado que quieres que
te pase algo...algo que deseas mucho, pero que t sabes que es imposible que
pase, pero pasa y no sabes qu hacer cuando pasa...y te ha pasado ms de una
vez y tienes como la sensacin de que pasar otra y otra vez...te ha pasado?
-Ehhh... me lo repites otra vez?-Le propuso Nicols que qued con cara de no
entender nada de nada.
-Es que me ha pasado algo muy curioso, ahora que vena para ac.
-Quieres decirlo de una vez?-Le deca Nicols un poco desesperado para que
prosiguiera de una vez por todas.
-Bueno, es que...Hace rato me he tropezado...no me lo vas a creer, jeje...
-Haber dale de una vez.
-...Me he tropezado con la Marquesa de Versalles...-Luego de decir eso, mir de
reojo a Nicols, para poder ver su reaccin.
-Ajaaa?
-...Bien, umm...se ha dado un golpe de muerte, jajaja...igual que yo...jaja...
Nicols estaba anonadado escuchando al loco de Franco, pens que no debera
de andar por las calles en ese estado.
-Bueno, Franco...esteee... porque no te llevo a tu casa y...
-No me crees verdad?
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-Porque debera?
-Porque no?
-Est bien, est bien...te creo, pero dime una cosa, porque decidi la Marquesa
de Versalles andar sola por estos confines, como si fuera una persona
normal?...t me entiendes.
-Qu
se
yo...
bueno
pues,
eso
me
ha
pasado
y...fue
increble.
-Seguro que s, es una delicia de mujer, todos los hombres se moriran por
toprsela como te ha pasado a vos. Eres un suertudo, sabes?
-S, creo que s.
De repente cambiaron de tema.
-Y dime tienes algo que hacer?
-Umm...no, no que yo sepa.
-Bien, tengo que ir a una reunin.
-No me digis, opositores?
-Aja, te apetece ir?, es muy buena, adems la gente es amigable, bueno ya
conocis a algunos.
-Est bien, ir.
-Excelente!, vamos pues.
Simplemente se dirigieron hacia el Pont au Change, un puente que una la orilla
derecha del Sena con la Ile de la Cit que era el centro comercial ms distinguido
de la ciudad.
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Alein iba absorta, ni siquiera se daba cuenta de donde estaban, solo segua a
Nicols como perro con su dueo, una y otra y otra vez su mente difusa tan
fugaz como un resplandor del sol al amanecer unos incansables ojos de cielo.
En eso algo llam su atencin, desde una vitrina de una ventana la joya ms
hermosa que sus verdes ojos hayan visto jams.
-Es como...sus ojos!!!-Dijo esto en voz alta sin darse ni cuenta.
-Sus ojos?, cules ojos?, Franco?
-Oh!.. Lo siento Nicols, tuve curiosidad, solo quera ver.
-Y creo que eso es lo nico que podrs hacer.-Le comunico este.
-Si claro, ya lo s.-Le revel Alein con una mueca de mal humor.
-Es un zafiro muy lindo.
-lindo?, es increblemente hermoso, es intenso, profundo, es clido y a la vez
fro, suave y fsicamente duro, penetrante, sensual, delicioso, es...es...
-Azul! vamos Franco pareces un estpido enamorado, o eres as de bobalicn?
-Claro que no! es solo que...me gusta y ya...solo eso.-Dijo esto ltimo casi en un
susurro.
Pero bien saba lo que le pasaba.
-No puedo sentir esto, no puedo estar como una idiota todo el tiempo pensando
en alguien que no conozco en absoluto, Dios....que me pasa???-Se debata a s
misma.
-Vamos Franco, llegaremos tarde.
-Si, a propsito en dnde estamos?
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Alein se qued un poco intrigada, no pareca haber alguna puerta all, Nicols vio
esto y le sonri, luego se fue un poco ms hacia la pared y empez a quitar un
gran puado de hojas de un arbusto y de la pared surgi un agujero bastante
grande para que una persona pudiera pasar por all.
-Vamos, qu esperis?
-Um...no s.
-No me digas que tienes miedo.
-No...no es eso, solo que no estoy muy seguro.
-Adentro estn todos, vas a ver que estars muy cmodo.
-Si t lo dices...
-Tiene que ser as, no podemos hacer esto as no ms, sabes lo que pueden
hacerte si se dan cuenta?
-No no lo s, y no me gustara averiguarlo.
-Tranquilo es muy seguro, te va a gustar, confa en m, todo esto lo hacemos
porque queremos luchar por nuestros derechos, por nuestro pobre pueblo.
-Est bien.
-As me gusta.
No muy convencida que digamos, entro por el agujero seguida de Nicols hacia al
otro lado. Estaba oscuro y fro, estar dentro de una gigantesca Catedral a
oscuras y tras de eso con el peligro que los descubrieran, s que era un poco
aterrador, ms para Alein que no estaba acostumbrada a este tipo de aventura
por decirlo de alguna manera, pero confiaba en Nicols, solo esperaba no estar
equivocada sobre ello. Se dio cuenta que no estaban solos, escucho a Nicols
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silbar para informar de su llegada, escuch otro silbido igual y al segundo lleg
una chica por ellos con un candelabro para poder iluminar el camino.
-Bonne nuit! Laure.
-Bonne nuit Nicols, te esperbamos.
-S, lo siento, tuve unos pequeos...contratiempos.-Le comunic Nicols a esta
mirando de reojo a Alein, que estaba con un atisbo de fastidio en su rostro.
-No me vas a presentar a tu amigo?
-Si perdona... Laure, Franco; Franco, Laure.
-Mucho gusto Franco.-Le salud Laure mirndolo muy detenidamente, ms de lo
necesario.
-Igualmente Laure.
-Bueno vamos ya.-Indic Nicols rompiendo el momento.
Llegaron a una pequea sala, esta estaba iluminada, avan unas quince
personas, igual como la vez pasada, todos jvenes, la mayora estaban sentados
en unas sillas improvisadas, haba un chico hablando de pi delante de todos los
dems, Nicols, Laure y Alein se dirigieron a unas de las sillas que estaban ms
atrs, Laure les ofreci un poco de agua, estos aceptaron su ofrecimiento y sin
ms se dispusieron a escuchar.
-...y as es, somos un pas bsicamente rural, de los veintisis millones de
habitantes que hay en todo el pas, veinte somos campesinos, la cochina nobleza
se muestra absolutamente contraria a contribuir con el dficit de nuestro pueblo.
Es necesario que tomemos una iniciativa ante esto...
-Y cmo haremos eso?-Pregunt alguien.
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-...por ende, es muy peligrosa para todo nuestro pueblo, es una mujer
sumamente poderosa, y si llega a tomar un mayor rango junto al Rey, sera el
inicio de la hegemona. La burguesa tiene en sus manos el mayor poder
econmico, en definitiva, desea acabar con los privilegios nobiliarios. Por eso
compaeros, os ruego que no sean tontos, si dejamos que esto se desarrolle ms
de lo que ya est, seremos sus vctimas, no seamos cobardes, aunque en estos
momentos somos pocos, pronto se nos unirn ms, alguien tiene que empezar
por algo, y no hay mejores que nosotros para ello...
-Siii!!!-Evocaron todos excitados, deseaban pelear, en esos momentos se sentan
ms fuertes que nunca.
-...Pero... tenemos que empezar a hacerlo inteligentemente, poco a poco y con
mucha sumisin, somos pocos y no queremos que en lugar de crecer, vayamos
disminuyendo.
Alein tambin estaba emocionada, este ego elocuente era muy pegajoso, pero no
dejaba aparte lo que esto significaba, no saba si salir de ese lugar y seguir con
su rutinaria vida, ahora como hombre que ya era muy difcil de hacer, o
quedarse y ser partcipe de esto, no dejaban de tener razn ante todo, pero aun
as era muy peligroso, y ms para ella, si por alguna razn la detenan y se
daban cuenta de que era mujer, sera su fin, y no solo ella sera la afectada,
tambin su familia. Pero el hacer algo nuevo, algo por el que luchar, y hacer el
bien a un pueblo reprimido, era algo muy tentativo par ella.
-Y dime, qu te ha parecido?-Le indag Nicols junto a ella.
-Es bastante interesante y todo es verdad, tenis un fuerte espritu de lucha,
pero tambin es demasiado peligro estar en contra de la burguesa, es demasiado
poderosa y se atreven a hacer lo que sea con tal de destruir lo que se les
atraviese en su camino.
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-S, tienes razn, pero como lo dijo Alphonse, nuestro lder, alguien tiene que
empezar a luchar por nuestros derechos, por nuestra libertad, y estamos ms
que dispuestos a enfrentarnos a ellos.
-Tambin t tienes razn, luchar por la verdad es algo muy noble, y...estoy al
igual que ustedes dispuesto a luchar por ello.
Nicols se le qued mirndolo muy seriamente, algo asombrado y a la vez
orgulloso.
-Ests seguro de ello?, no quiero llevarte a algo muy difcil para ti.
-Estoy seguro, y t no me llevars a ningn lado, lo har por la libertad de
nuestro pueblo, lo har por mi familia, por ti... y por m.
-Compaeros y compaeras...poned atencin.-Deca Alphonse que momentos
atrs hablaba en el mismo lugar en el que est ahora.- Parese que tenemos
entre vosotros a un nuevo hermano, por favor Franco, queris venid ac?
Alein al escuchar su nombre, algo recelada se dirigi hacia el hombre.
-Franco que bueno que estis aqu, me dijeron que eres amigo de vuestro querido
y respetado compaero Nicols, y si eres amigo de l, tambin lo eres de
vosotros.
-Gracias Alphonse, para m es un honor estar aqu compartiendo con vosotros,
espero serles de inters.
-Ya lo hacis Franco, quiero que te sintis a gusto, aqu todos somos hermanos,
nos somos fieles entre s, cada uno lucha por el futuro del pueblo, por nuestras
familias y amigos. Espero que sintis lo mismo.
-As es Alphonse, as es.
-Bien, entonces seis bienvenido.
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en
dnde
vives?-Le
pregunt
Laure
muy
cerca
de
ella.
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Le hablo de la gran guerra que se avecinaba, sobre como hubieran podido lidiar
contra el enemigo si estuvieran juntos y sacar provecho por partes iguales de
ello, tambin sobre el comienzo de la revolucin, el rey no era idiota, saba que
en cualquier momento el pueblo iba a alzarse contra l y la burguesa.
-Es un miserable cobarde-Hubo pensado Alexandra, cuando este le deca todo
aquello.
No poder librarse de lo que l mimo sembr, pidindole que se uniera a l, que
tomara un rango ms importante del que est ahora, que sera ms poderosa
an, que entre los dos podas llegar a ser indestructibles, que el rgimen
totalitario se iba a expandir por todo Europa y despus hacia el mundo entero.
-Un rey cobarde y tras de eso con ansias de poder y conquista...peligroso, muy
peligroso-Pensaba Alexandra.
Todo eso la haba dejado muy agotada, era algo en lo que pensar muy pero muy
bien.
Despus de haber hecho el recorrido por el Sena en el lujoso barco, haban
almorzado all mismo, despus de dirigi hacia el Hotel-Dieu, donde se haba
hospedado ella y todos los otros invitados, para poder descansar un rato, habl
con su consejero sobre todo lo que le haba dicho el rey, este solo le propuso
esperar un poco y no precipitarse, pensar muy bien su propuesta, y darle una
respuesta despus del aniversario. El rey le haba invitado a cenar en el palacio
de las Tulleras, all le habl otro poco ms, pero este decidi no sacar ms el
tema. Despus de la cena la Marquesa Alexandra se excus anunciando que se
encontraba cansada, y as lleg de nuevo al Hotel-Dieu.
No tena ni una pizca de sueo, se levant de la cama y se apresur a colocarse
un vestido, despus se puso un abrigo de pieles encima, para luego salir lo ms
despacio y con todo el cuidado posible de su habitacin, para no ser descubierta.
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Deseaba salir de all, tomar aire fresco y caminar un rato, se senta ahogada y
encerrada como siempre haba vivido.
Sin ningn problema pudo salir, y al fin se encamino a paso lento por la calle
vaca de la gran ciudad de Pars.
Alein se le qued mirando, vio el odio que a este le empez a nacer, se pregunt
porqu era as, si esta mujer nunca le haba hecho nada y solo por su clase
social no quiere decir que fuera buena o mala persona, sinti que el problema
era nicamente de l.
-Vamos.-Dijo este solamente.
-Qu?-Contestaron todos al mismo tiempo, mirndolo desconcertados, para
despus seguirlo.
Se dirigan hacia aquella mujer, la cual caminaba muy despacio y pensativa.
Pararon a una distancia prudencial de esta.
-Qu haces?-Le pregunt Nicols algo nervioso a Alphonse que miraba a la
mujer.
-Franco...-Dirigiendo su mirada hacia l.-...Sabes, para poder ser parte de
vuestro grupo, tienes que demostrar varios aspectos, como por ejemplo... lealtad,
compaerismo, respeto, carisma, sinceridad, entre otros, pero lo ms importante
es pasar una prueba, todos vosotros tuvimos que hacerlo, no es as?Dirigindose hacia sus otros dos compaeros.
-S, claro...aja, todos...tuvimos que hacerlo....si.-Dijeron estos mirndose entre
s.
-Ves?...bien, por eso ahora os toca a vos.
-Y qu clase de prueba tengo que hacer?-Le pregunt Alein nada confiada y
muy seria.
-Bueno, lo nico que tenis que hacer es demostrarnos tu valor.-Le contest
Alphonse muy serio tambin.
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Empez a caminar tratando de tomar todo el aire que le faltaba, en eso lo nico
que pudo sentir fue a un elefante caerle encima y extirparla contra la calle,
dndose un somerendo golpe en la cabeza, y desde entonces no volvi a ver ni a
sentir nada ms.
-Alexandra, queris repetirme otra vez todo por favor?-Le propuso Dominique.
Este que no dejaba de mirar al muchacho rubio que se encontraba dormitando
en la cama de la habitacin de Alexandra.
-Hay te va otra vez...-Le indic Alexandra toda ofuscada a su consejero, y se
prepar para contarle la historia de nuevo.-...Sal a dar un corto paseo por la
ciudad...
-Cmo se te ha ocurrido hacer eso? Dios mo Alexandra, y a esas horas, te pudo
pasar algo, mira hasta te robaron!!!-Le regaaba Dominique, sin crerselo
todava.-Oh, lo siento, prosigue por favor.
-Bien, como deca...sal a dar un paseo, para tomar un poco de aire, me senta
asfixiada, as que empec a caminar, despacio, pensando en todo lo que me ha
pasado desde que llegu ac...bueno pues, en eso estaba cuando sent que me
arrebataban mi abrigo, me cost reaccionar, no me lo esperaba, pens que no
haba nadie a tres cuadras a la redonda, despus empez a hervirme mi piel y no
dud en seguir al bandidillo este, me hizo correr como nunca.-Le dijo esto
mirando al que crea era un chico y la persona que la haba estado haciendo
divagar en todo el maldito da.
-Hayyy...Alexandra solo a vos te pasan esas cosas, y porque las andis
buscando, es tu culpa.
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-Si si, ya no me sigas regaando por favor.-Esta hizo rodar sus ojos
desesperadamente y prosigui.-Despus...lo pude alcanzar, pens que ya no le
segua, y tuve la oportunidad de caerle encima y sostenerlo contra la calle, pero
no me di cuenta que se haba golpeado la cabeza, me levant lo ms rpido que
pude, vi que estaba inconsciente, despus le examin su cabeza para ver el
golpe, le sangraba un poco y decid traerlo, lo acost en mi cama, le limpi la
sangre y lo vend con uno de mis pauelos...despus te llam y fin de la historia.
-Umm...ya veo, no es el mismo chico que visteis el otro da en las afueras del
Pavillon de flore?
-S, eso parese.
-Ehhh.... no ser el chico que me contasteis que se haba tropezado contigo esta
maana?
-Este...s, creo que s.
-Interesante...
Su consejero, pos uno de sus dedos ndices en su mentn escondido y empez a
estirarse la barba una y otra vez, como pensando, miraba de nuevo hacia la
cama donde se encontraba un pequeo bulto totalmente desparramado, despus
dirigi su mirada hacia la Marquesa, la cual estaba absorta mirando tambin
hacia el pequeo bulto, le pareci a l ver una pequesima, casi imperceptible
sonrisilla en esos labios angelicales.
-Bueeeno....que sueo tengo... haaayyyy, s, creo que mejor me voy a dormir.Deca esto, levantando las manos y estirndolas.-Alexandra, veo que tienes todo
controlado, me llamas cualquier cosa, sabes que estoy en la otra habitacin.
-Est bien Dominique, perdn que te haya hecho alarmarte, buenas noches.
-Buenas noches y...Bonne chance!!! Mi Marquesa.
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Tercera parte
...Se estremeci, dando un sobresalto tan grande que hizo a la Marquesa darse
un golpe en la frente con la suya propia, esto hizo retroceder a Alexandra, la cual
se frotaba con su mano tratando de disminuir la intensidad del dolor, mientras
refunfuaba y apretaba los dientes para poder mantener el poco control que
tena y el cual estaba a punto de salrsele de las manos. Alein confusa y muy
asustada, se acurruc ms en la cama, tapando su dolida cabeza con la sbana,
la cual en ese momento era su nico escondite y su nica salvacin.
-Sal de ah!-Le ordenaba Alexandra, tratando de volver a su compostura
normal.-Sal te he dicho.
Al minuto Alein bajo poco a poco la sbana, pero solo dej ver sus ojos
tremendamente temerosos.
Alexandra suspir y se acerc al atemorizado chico que no dejaba de temblar y
de agarrar la sbana como si esta fuera a escaprsele. Alexandra empez a
abrirle las manos con mucho cuidado para que esta pudiera soltar la sbana que
estaba toda arrugada por la fuerza con la que la agarraba, Alein empez a
desistirse y abri por completo sus manos para que la mujer mayor pudiera
librarla de la blanca seda.
-Tranquilo muchacho, no te voy a hacer nada.-Le deca Alexandra, para
tranquilizar al supuesto chico.-Djame ver cmo anda tu cabeza.
Alexandra le empez a quitar el improvisado vendaje, para poder verle la herida.
-Umm, que rpido te curas muchacho, veo que tienes una cabeza muy fuerte...y
dura.
Dijo esto sonrindole y frotndose la frente donde ya se le vea un pequeo
crculo rojo. Esto hizo que Alein le devolviera una sonrisa tmida, y empez a
relajarse un poco.
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mirase a los ojos, se senta tan pequea, tan insignificante, tan nadie, en otras
palabras, peor que la misma mierda.-...pero...por alguna razn, no te odio a ti.
Alein solo la miraba, no entenda lo que quera decir, pero estas ltimas
palabras, hicieron que se le escapara todo el aire que haba comprimido en todo
ese tiempo.
De golpe, Alexandra se alej, sintindose de repente un poco mareada, se sent
en la cama, sin decir ms.
-Que estoy haciendo?, porque no solamente llamo a alguien para que se lo
lleve y reciba su merecido?, pero como pudo hacer algo as, parese que no
matara ni una mosca, seguramente es por pura necesidad-Pensaba Alexandra
mirando hacia el chico, que estaba esperando sin saber qu hacer.
-Te perdono.-Dijo la Marquesa secamente.
Alein la mir incrdula, nunca pens escuchar esa palabra de alguien a quien le
haba hecho lo que le hizo, menos a alguien como ella, que perfectamente poda
hasta hacer que le mataran si quisiera.
-Gracias...yo...-Le deca Alein, la cual no pudo terminar la frase.
-Con una condicin...-Le propuso Alexandra, que la miraba muy seriamente.Quiero que trabajes para m.
Alein crey estar soando, no poda asimilar nada, todo era muy confuso, y con
el miedo de despertar del sueo, le pregunto.
-Marquesa, est usted segura de lo que me estis diciendo?, mira lo que os
acabo de hacer, y no he sido ms que un estorbo para vos, las pocas veces que
nos hemos...umm, tropezado, ha sido frustrante para usted...yo...-Y fue callada
por la mano alzada de Alexandra.
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Alein haba llegado a su casa, apenas entr fue recibida por Mari, su madre, la
cual estaba muy preocupada, Alein estaba sumamente cansada, pero hizo un
esfuerzo para lanzarse a contar su historia, su madre solo asenta con la cabeza
incrdula de lo que escuchaba, pero no le sorprenda, conoca a su hija y todo lo
que esta poda hacery deshacer.
-Y eso es todo.-Finaliz Alein con una Mari perpleja al lado.
-Biennnparece que has tenido un da tremendo hija.
-As es madre, me ha dicho que me quiere ver maana para hablar sobremi
nuevo trabajo.
-Y estas segura de eso?, quiero decir, as nada ms?, lo que le hicisteis no fue
muy grato que digamos; Alein hija, porque te metes en problemas?, ya tenis
mucho con hacerte pasar por hombre para que puedas trabajar, porque
meterse en algo tan peligroso?, no quiero que te pase nada malo hija, por favor!,
sal de eso antes de que sea tarde.-Le rogaba una Mari preocupada.
- Madre, s que lo que hice estuvo mal, t me conoces, yo nunca hubiera hecho
algo as, aunque nos estuviramos muriendo de hambrebueno ya hemos
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sentido eso antes, siempre buscamos una salida, perono s, Alphonse hizo que
me cegara en ese momento y solo me deje llevar, no quise salir corriendo como
una cobarde, de verdad deseo ayudar en lo que puedo para que se haga justicia,
tu sabes que no podemos vivir as, adems no es muy peligroso, lo nico que se
hace es hablar sobre esto y aquello...
Mari no estaba muy convencida, pero saba lo inteligente que era su hija, y si
esta quera hacer algo lo haca, aunque se le prohibiera, siempre fue as, as que
no dijo ms.
- Pero por dicha no ha pasado nada madre, la Marquesa fue muy amable con
migo, le debo eso.
-Est bien Alein, como quieras, ya eres muy grande para tomar tus propias
decisiones, siempre lo has hecho, desde que muri tu padre.
Alein era muy feliz por como era su madre, ms que una madre para ella, era su
amiga, y poda decirle todo lo que quisiera, nunca se pondra a regaarle o a
prohibirle, pero tampoco deseaba preocuparle, as que no dijo ms despidindose
de su madre, para irse con su hermana que minutos antes se haba despertado
de un sueo profundo y se haba aferrado al abrazo de su hermana mayor, para
estar as mientras Alein le hablaba a su madre.
-Bonne nuit!!! Madre, vamos An.
-Buenas noches hija, que descanses.
Mari se qued un segundo mirndolas mientras estas se iban, y con una sonrisa
se fue a su cama la cual no quedaba muy lejos del pequeo comedor, donde
haban estado conversando.
-An no sabes cuan feliz me siento-Deca Alein entre suspiros, mientras se
quitaba los zapatos, pantalones, la camisa, el chaleco, bueno toda la vestimenta
de hombre, quedndose solamente en interiores, para posteriormente lanzarse
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en la pequea cama junto a su hermana, la cual solo la vea divertida por lo que
haca.
-Es demasiado para m..., con solo poder tenerla tan cerca me basta y sobra
-Te gusta mucho verdad?-Le preguntaba su hermana menor.
- No te voy a mentir, as es bueno a quien no?, es una mujer magnfica.
-Creo que a las mujeres no-Le informaba Anabella.-Creo que esto de ser hombre
te ha afectado un poco hermana.
-S, seguro, quien sabe, puede ser, no lo s
-Ya, bueno buenas noches, que ni mam ni yo hemos podido dormir por culpa
tuya, caballero tonto.
-Alein se volvi a su hermana y las dos cmplices se sonrieron, para despus
girar hacia el otro lado y apagar el candelabro dispuestas a dormir, cada una con
sus respectivos sueos.
Otra maana, ahora como era ya su costumbre, de pi ante la puerta de su casa
Alein se arreglaba su boina, ponindosela de lado, para despus partir hacia su
trabajo.
Antes de que el primer gallo quiquiriqu ara, antes de que el primer pjaro
cantara, antes de que el panadero pusiera a hornear el primer bollo de pan
fresco y el lechero repartiera sus primeras botellas de leche recin ordeada,
antes de que el primer rayo de sol cayera sobre las casas desgastadas y el
borracho callejero se perdiera al final de una de las tantas callejuelas, se empez
a propagar por cada rincn de la gran ciudad de Pars, una de las noticias ms
aborrecidas por toda persona viviente de ese lugar, ms bien de toda Francia.
Los ingleses haban declarado la guerra a Francia, esto no era en s, y de por s,
nada alarmante, ya que Francia mandara sus tropas hacia aquellos pases que
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Alein estaba muy, pero que muy contenta, se le notaba mientras pasaba en
medio de la gente, la cual la mayora tena caras de mal humor, otros muy
pensativos, otros que iban hablando solos, viejas chismeando por ah, caras
largas y amargadas, de todo un poco. Pero ella era la nica que generaba
felicidad, se sala hasta de sus poros, toda radiante, sin importarle nada ni
nadie, bueno excepto una persona.
-Franco? heee, Franco!!!-Le gritaba una chica de cabello rubio muy largo, ojos
color miel, delgada, de la misma altura que Alein y muy atractiva, que se iba
aproximando a esta con un andar muy sexy.
-Laure?, hola que tal, cmo estis?
-En este momento estoy ms que bien-Le responda Laure algo provocativa.
-Eh, bueno jeje, me alegrocreo.
-Y dime tenis algo que hacer?
-S, me tengo que ver con alguien.
-Oh, qu mal, me hubiera gustado ir a charlar un rato contigo, no s.-Deca
Laure algo decepcionada.
-Lo siento, es algo muy importante y no puedo aplazarlo, que pena.
-No hay problema, ser en otra ocasin.
-Claro, bueno si me disculpis me tengo que ir.
-Queris que te acompae?-Le preguntaba Laure de repente esperanzada.
-No!!!...eh, lo siento, tengo que ir solo, pero gracias.
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-Est bien, de todos modos me acord que tengo que hacer algo.-Le informaba
Laure forzando una sonrisilla.
-Bueno, nos vemos entonces.
-S, esta noche, vas verdad?
-S, ah estar.
-Est bien, que te valla bien entu cita.
-S, gracias.
Y sin otra cosa, Alein se encamin de nuevo hacia su destino, pero unos
pensativos ojos color miel la seguan desde lejos, para despus retirarse y seguir
su propio camino.
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mundo, un mundo olvidado y desolado, los que queran verlo podan verlo y los
que no tambin.
Alexandra no se tard mucho, le haba dicho a su consejero que se quedara, pero
este dijo que no tena mucho hambre, as que sin ms se fue dejando a solas a
Alein y Alexandra, sus criadas tampoco estaban, a Alexandra no le gustaba que
estas estuvieran mientras ella coma, al minuto ya estaba siendo servida su
comida, primero la entrada, el cual se vea muy delicioso, Alein quera comrselo
de golpe, tena tanta hambre, pero pudo contenerse y copiar a cmo poda los
movimientos tan prcticos de la Marquesa con la cuchara, al terminar de
comerse el exuberante platillo, Alein pens que haban acabado.
-Marquesa, esto estuvo sumamente exquisito, nunca haba comido algo tan
esplndido, muchas gracias.
-Oh, eso no es nada, ahora viene la mejor parte.
Alein no entenda de qu estaba hablando antes de que llegaran de nuevo los
meseros para empezarles a servir el plato fuerte. Alexandra solo sonrea muy
contenta de ver la cara que tena Franco, saba que esto para l era algo nuevo, y
se sinti muy feliz de ser parte de ello.
Despus de haber degustado ms de cinco platillos diferentes, sin contar el
delicioso postre, que en ese momento estaban disfrutando, Alexandra se puso un
poco sera para empezar a hablar.
-Estissatisfecho
-Oh, claro que s, mucho, ha sido toda una exquisitez y toda una nueva
experiencia para m, te lo garantizo.-Le deca Alein poniendo nfasis en la
palabra
toda.
-Me alegro.
-Estoy que si me como algo ms estallo como un globo.
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-S, yo tambin.-Le informaba Alexandra con una sonrisa la cual Alein devolvi.
-Bueno, a lo que iba Franco, primero que todo olvida elincidente que tuvimos
tu y yo ayer, de acuerdo?
-S, pero, nunca voy a dejar de sentirlo, es algo que no acostumbro a hacer, lo
hice solo parasolo porque necesitaba hacerlo.
-Lo s, s que necesitabas me imagino que algo de dinero, para comida.
-Sias es.-informaba Alein con la cabeza baja.
-buenoya est olvidado.
-S, est olvidado.-Repiti Alein.
-Perote dije que quera que trabajareis para m, a cambio de no acusarte.
-As es.
-Bien, quiero que seis mi mensajero mientras est en Pars, no s por cuanto es
eso, pero necesito a alguien que lleve mis mensajes, me haga enviados y todo
eso, no me fo mucho de l que est haciendo ese trabajo, as que quera
contratar otra persona, eso lo pueden hacer por m, pero me gusta hacerlo yo, no
confo en muchas personas sabes? la noche pasada, me hicisteis correr como
nunca,
veo
que
eres
rpido,
eso
es
lo
que
necesito.
pudieran dejar ver aunque sea un poco su verdadero yo, y no ese que quieren
que la gente vea.
-Gracias Marquesa.
-Entonces estis de acuerdo?
-S, estoy de acuerdo, para m ser todo un placer.
-Para m tambin-Pens Alexandra.-Bueno, entonces, espero verte maana,
para que empecis, necesito que vallas por unos encargos, en la maana
-Oh, Marquesa, disculpe, peroes que soy pescador, trabajo en las maanas en
el Sena, en una embarcacin, por eso la vez que nos tropezamos
-Ya veo, pens que no trabajabas.
Alein saba porque lo deca, alguien que trabajaba no era ladrn, no necesitaba
de eso o eso pareca.
-Renuncia.
-Perono puedo, mi vidaest ligada a la pesca Marquesa, esa parte de m me
mantiene viva, no puedo vivir sin eso, ahora no.
-Te pagar el triple de lo que ganas o ms si quieres.
Alein lo pens, pero si dejaba eso, ahora que lo amaba tanto, que lo necesitaba
como la comida, en donde se senta ms cerca de su padre que ninguna otra
parte, no poda.
-Est bien Marquesa, pero no es necesario que me pague tanto, solo lo que a
usted le parezca.
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Cuarta Parte
- Trescientas mil libras pagadas con nuestros impuestos para comprar barcos
de guerra y para qu?, para ser destruidos el mismo da de su inauguracin...
creen que eso es justo???
-No!!!-Gritaron todos al unsono.
-Claro que no...Esta misma maana se ha hecho pblico, que efectivamente los
ingleses han declarado la guerra a Francia
Empezaron a murmurar entre ellos asintiendo con sus cabezas.
-Silencio!..., se va a librar la guerra contra los espaoles, los malditos ingleses y
los impertinentes holandeses, ya que son aliados de vuestro enemigo. Por eso, no
debemos permitir que los tacaos e infelices monarcas se lleven vuestro dinero y
nos dejen aqu muertos de hambre, pensemos en nuestro pueblo, pensemos en
nosotros mismos, somos jvenes nos falta mucho por vivir.
Alein, despus de haber partido de su cita en el Hotel-Dieu la cual se supona fue
una entrevista de trabajo, incluido un maravilloso paseo, un delicioso e
inesperado almuerzo, ms un momento ameno con una compaa envidiable,
rodeada de una niebla de sentimientos, confusin, excitacin, pudor y sorpresa;
se anim a ir con el pequeo grupo rebelde, suponiendo que ms que todo el
tema no iba a ser otro que la guerra, pero aun as no quera perdrselo, aunque
tuviera que tragarse el fastidio que le causara ver de nuevo a Alphonse, solo
esperaba no tener ms encontronazos con ese pendejo.
Y all estaba ahora, escuchando al engredo lder con Nicols a su lado, los dos se
miraban y despus volvan a retomar su atencin hacia l, mientras al otro lado
de la sala se encontraba Laure que no dejaba de admirar al apuesto chico
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manera, hay que llevarlos a la verdad, destapar sus ojos y hacerles entender de
una veis por todas.
-Siiii!!!, esooo!!!-Respondan todos a las palabras impetuosas, ardientes y
apasionadas que salan a brotes de su lder Alphonse tan estimulado que pareca
fuera de s.
Alein tambin respiraba la misma sensacin tan intensa de lucha que
sobrevolaba toda la sala, pero despus sin querer le vino a la mente las posibles
consecuencias que poda conllevar todo aquello, no quera pensar en ello, pero
no poda engaarse, todo sonaba tan bien, tan fcil y febril, pero al final es todo
lo contrario.
-Escuchen!, pronto les hablar con ms detalle sobre lo que debemos hacer, por
lo pronto, solo les aviso, ellos hace mucho tiempo nos manejan como si furamos
marionetas, pero nosotros vamos a cortar los hilos muy pronto.-Les proclamaba
Alphonse con mucha suspicacia y ansias de venganza, despus prosigui con
otro tema.
-Pues bien, les informo que vamos a tenemos a un nuevo compaero, me
enorgullece presentar ante ustedes el nombre de este gran ilustre caballero, el
seor Condorcet
Todos se sorprendieron al escuchar ese nombre tan conocido en todo Pars,
respetado por la gran sociedad baja y temido por la alta.
-Me imagino que muchos ya saben de quien se trata y para los que no, les dir
que es una figura muy importante en el mbito social, un caballero pulcro,
inteligente y muy respetado, un idelogo y luchador por los derechos humanos,
hace siete aos realiz una obra, un bosquejo de una tabla histrica de los
progresos del espritu humano, reclam el reconocimiento del papel social de la
mujer
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eso estamos aqu, para librarnos de una injusticia que no merece nadie y al final
vale la pena, sentirnos libres por lmenos unas horas o unos minutos vale la
pena, ahora imagnate poder sentirlo para siempre y para que muchas otras
personas lo puedan hacer, valdr la pena morir por ello.
Alein asinti mirando a Nicols seriamente, tena mucha razn, tratara de no
pensar en las consecuencias, pero si saba que deba de tener mucho cuidado y
mucha inteligencia si no quera ser un blanco fcil para algn oficial o noble,
ahora no poda ser nada despistadano ahora que su vida pareca empezar a
tener sentido.
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ejemplarte pareces mucho a l Alein, lo conoc muy bienmuy bien y tienes las
mismas agallas que l para hacer semejante cosa...-Le deca esto a Alein la cual
lo escuchaba atentamente.
-Despus Alein observ a su madre que se encontraba con los ojos cerrados y
con una sonrisa en sus labios rojizos. Esto la hizo recordar cuanto amaba su
madre a su padre y las veces que este las haca pasar una velada agradable
aunque en ese momento estuviese acechando el hambre.
-Si bueno-Continu el Padre Jean.-Aleinten mucho cuidado mi niahay
muchos bichos malvados en la ciudad que con mucho gusto te acusaranno
confes en nadie, entiendes?
-Entiendo Padre, gracias.-Le responda Alein.
-Padre Jean, queris quedarte a cenar con vosotras?-Le preguntaba Mari al
Padre.
-Ah, no hija ma, pero graciastengo que hacer unas cuantas visitas
msbuenas noches hijasespero que esto les sirva de algo, s que no es
muchopero hago lo que puedo mientras pueda.
El Padre sac de la bolsa de su tabardo unas monedas para entregrselas a
Mari.
-Padre gracias peromejor llveselohabr alguien que lo ocupe ms que
nosotras.-Le indicaba Alein al Padre Jean parndolo para que metiera de nuevo
sus monedas en su bolsa, este asinti con su cabeza mientras se retiraba.
-Ou revoir!...nia Alein, cudate.
-Lo har Padre.
-Mari, pequea Anabella, gracias por todo.
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Y as transcurri la cena que para el rey fue excitante, pero no pudo hacer
mucho por la no bienvenida presencia del consejero, para Alexandra fue tediosa,
frustrante y aburrida, tratando de no vomitarse encima de la comida, y para
Dominique fue todo un nerviosismo mal disimulado.
-Cmo os ha parecido la cena?-Preguntaba el rey, el cual haba comido como si
nunca hubiese comido en su vida, en otras palabras como un cerdo.
-Muy buena gracias Alteza.-Respondi Dominique limpiando con una servilleta
de bordados de oro su casi invisible boca con una prctica experimentada.
-Bien.-Dijo Alexandra sin ms.
-Excelente.-Recalc el rey, mientras coga la campanita para hacerla sonar de
nuevo.
Antes de que la hiciese sonar ya todos tenan los odos tapados conocedores del
grave sonido perturbador proveniente de esa cosita.
-Entonces Alteza, vamos al punto por favor.-Deca una casi ofuscada Alexandra
-Est bien, quiero saber si ya tenis una respuesta a la proposicin que te haba
hecho.
Alexandra se qued un rato mirndolo muy seriamente, despus se reclin en la
silla y mir a su consejero.
-Alteza, necesito hablar en privado con mi consejero, por favor excseme por un
momento.
Alexandra se levant de su silla para ser seguida de su consejero. Mientras el rey
la segua con su vista, ya le haba dado mucho tiempo, odiaba esperar, pero
saba que en este caso tena que esperar todo lo que pudiera.
-Dominique, no lo voy a hacer.
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Un suspiro y una mirada verde frente al agua serena y suave del Sena era el
despido final de una maana pesada y dura, de una pesca torpe, no haba sido
un buen da.
-Lo siento mucho seor Mirror.
-Ahseor Franco, no se preocupe, llegarn mejores das, as es la pesca, un da
sacamos tantos como para un mes entero, al otro no sacamos ni para dos das,
as es esto.
-S seor, as es.-Le espetaba Alein entristecida.
Ya venan los das difciles para la pesca, las embarcaciones peleaban un lugar
en el ro donde se encontraban las mayores proporciones de peses. Alein y el
seor Mirror contemplaban a lo lejos como otras embarcaciones tambin haban
perdido su suerte, mientras que otras llegaban a la orilla con las redes repletas
de pescado.
-Seor Mirror, le agradezco haberme permitido trabajar solamente medio tiempo,
en ese medio tiempo har el doble del trabajo que haca antes.
-Est bieneres muy trabajador chicosigue as, eso me gusta de la gente.
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-GraciasOu revoir!!!
-Ou revoir! Seor Franco.
Y as Alein se despidi del gran hombretn, encaminndose hacia su otro
trabajo.
-Huy, ahora s que voy a quedar agotadapero no me importapara nadaPensaba Alein sonrindole a la imagen de su nueva patrona profusa en su mente
mgica.
Al llegar a la entrada del Hotel-Dieu, el oficial de la entrada lo mir y le sonri,
con una mano le atino a sealar que pasara sin ningn problema, Alein se qued
extraada, ya que siempre tena que lidiar con estas personas que le dejasen
entrar o por lo menos le creyesen, pero sigui adelante y cruzo los pasadizos
topndose de vez en cuando a gente noble que no le tomaban importancia.
Ya conoca muy bien cul era la habitacin de la Marquesa, su corazn como ya
muchas otras veces empez a martillarle descontroladamente, al llegar a la
puerta de la habitacin su corazn se par de repente cuando abrieron la puerta
del otro lado, la ya conocida sirvienta cachetona y amargada la miro como si
nada y abri la puerta totalmente para que pudiera pasar, Alein sin preguntar
nada entr y empez a buscar con sus ojos algo o mejor dicho a alguien.
Y al visualizar lo que quera, se qued sin aliento al ver que la Marquesa se
estaba vistiendo no, que la estaban vistiendo sus dos criadas, esta estaba solo
con sus interiores, Alexandra al darse cuenta de la presencia de Franco, le dijo
a sus dos criadas que se fueran, que ella segua, las otras dos obedecieron y
salieron de la habitacin dejando a las dos a solas.
-Franco!...hola, como estis?
-Muy bien Marquesa, gracias, vos como estis?
-Bien Francodime pudisteis ponerte de acuerdo con tu patrn.
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de
ella
que
poda
respirar
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su
propio
aliento
-S.
-Franco?
-S?
-Gracias.
-Por qu?
-Por ayudarme a ponerme el cors.
-Fue un placer.-Le respondi Alein regalndole una sonrisa tmida que fue
correspondida, para despus abrir la puerta de la habitacin y retirarse.
Y as se dispuso Alein a empezar su nuevo trabajo.
Mientras Alexandra cada vez senta que sus sentimientos crecan rpidamente,
no poda hacer nada por impedirlo, era algo que no estaba a su alcance, siempre
pens tener todo bajo control, pero esto tan nuevo y profundo para ellano
poda aunque quisiera y eso la estaba asustando mucho.
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Quinta parte
Alein hizo lo que le haba dicho. Al llegar al Palacio Real les haba dicho que era
el nuevo mensajero de la Marquesa de Versalles, estos haban dudado, pero al
ver la carta con la marca personal de la Marquesa, accedieron y lo dejaron pasar
dentro del palacio, Alein fue guiada hacia donde se encontraba el Rey reunido
junto a sus locuaces en una gran sala.
-Esperad aqu.-Le indic el criado, mientras este entraba para comunicarle al
Rey la presencia del mensajero.
-Hacedlo pasar.-Orden el Rey el cual firmaba con su pluma unos tantos papeles
que
los
hombres
de
porte
intachable
orgulloso
le
pasaban.
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rea
exageradamente
acompaado
de
tres
repugnantes
risas.
-Alein tranquila, sabes lo que son, solo ten paciencia, no les hagas
casotranquila.-Se deca as misma tratando de ignorar sus comentarios y sus
risas.
-Aybueno, mensajero personal de la altsima Marquesa, dame esa carta que
dices ser de la Marquesa Alexandra.
Alein sac de una pequea bolsa de tela que traa consigo una carta, extendi su
mano para entregrsela al Rey. Este la miro antes de cogerla con una de sus
manos, mir por un momento las M y V doradas que sobresalan del sobre
blanco y que lo sellaba. Este se apresur a abrirlo, pero par de repente y mir a
los caballeros.
-Seores, pueden retirarse.-Les indic su rey.
Estos se miraron entre s, hicieron sus reverencias para despus retirarse sin
mirar al joven mensajero.
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por ello y a llamar a su esposa a gritos para que le atendiera y para sentirse
aunque sea por unas horas amado.
Mientras Alein sala del Palacio Real, fijndose por todos lados procurando no ser
vista por alguien del grupo rebelde, y as se destin hacia el Hotel-Dieu
despertando a las mariposas que haban estado durmiendo plcidamente dentro
de su pequeo estmago, sin darse cuenta que un par de sorprendidos ojos
marrones la seguan por el camino.
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-Porque lo preguntas?
-Bueno se te nota, te conozco muy bien Alexandra, nunca podrs engaar a este
viejo metiche.
-Si lo sabes porque me lo preguntas?
-Quiero que me lo digas.
Alexandra se tom su tiempo para reflexionar un poco sobre ello, esto era como
una conversacin de padre e hija, era algo que hace mucho Dominique se haba
ganado, ella lo quera demasiado, desde que muri su padre inmediatamente
haba tomado ese lugar en su corazn, sin l no hubiera estado ahora donde est
y no hubiera hecho muchas cosas nobles y buenas, siempre lo supo, nunca ha
podido decrselo, pero lo deseaba hacer.
-Est bien, Domi...-Alexandra suspir antes de empezar a divulgar sus propios
sentimientos, cosa que la pona muy nerviosa, pero tal vez su consejero poda
ayudarle a llegar a una conclusin lgica y menos temible, como ya lo era.-...No
s cmo ni porqu, desde la primera vez que le vi, no he podido sacrmelo de la
mente, Dominique y cada vez que le veo siento algo tan increble en mien mi
ser y me entran unas incontenibles ganas dede ser parte de su vida y hacerle
felizDominique tengo miedo, porque
-Porque por primera vez en toda tu vida te sientes dbil?-Prosigui el consejero
tiernamente con su pregunta.
-S.-Respondi est casi en un susurro.
Alexandra se volvi haca su fiel consejero, esta tena una mirada que l nunca le
haba visto, era miedo yamor?... si eso era, estaba seguro.
Y como si supiera que lo necesitaba, se adelant a estrecharla en un tierno
abrazo, como lo hubiera hecho anteriormente el cual ella recibi agradecida.
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-Mugriento pescador, he, mal nacido!, como me hubiera gustado defenderme...Murmuraba Alein entre dientes mientras en su mente se retroceda el tiempo e
imaginaba cogiendo del bufete la tinta de la pluma del rey con su mano y
echndosela toda encima mientras rea al ver a los tres animales que se
encontraban all tratando de limpiarle con sus manos mientras el rey coga la
chaqueta de uno de ellos para limpiarse por l mismo.
-Ja, sin duda hubiera sido muy bueno.-Pens Alein por sus ocurrencias.-Que
estaris tramando majestad?, que estarn tramando t y la Marquesa?...si la
gente supiera lo que tengo en mis manos, si el grupo se diera cuenta para quien
trabajo o se diera cuenta la Marquesa y hasta el mismo rey que estoy
involucrada en una rebelin, Dios ni quiero imaginar, a qu hora me met en
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91
-El rey tiene razn, soy solo una mugrienta pescadora.-Pens Alein, al tiempo
que alguien le hablaba, volviendo de nuevo a la realidad, aunque lo que pensaba
tambin lo era.
-Franco!...como te fue?-Le preguntaba Alexandra cambiando inmediatamente de
aburrida
alegre,
al
ver
la
chica
que
extraamente
extraaba.
-Bien Marquesa...le entregu la carta al rey como me habais dicho que hiciera y
le dije tambin...
-Muy bien Franco, te dio algo para m?
-S, perdone...aqu esta, una carta para vos de su altsima majestad.-Alein hizo
que su vos sonara ms grave de lo que haca, e hizo rodar su mano varias veces
antes de entregarle la carta a Alexandra haciendo una reverencia y erguirse de
nuevo.
Alexandra la mir alzando una de sus cejas negras y delineadas, mientras que
Alein alzaba sus hombros poniendo cara de no se nada, este gesto le arranc a
la generalmente seria Marquesa una risilla tonta, Alein solo le sonri pero como
por arte de magia quedaron hechizadas, incapaces de no hacer otra cosa ms
que mirarse, Alein por un segundo se sinti descubierta ante la intensa mirada
azul, esto la hizo inquietarse y acabar con el inexplicable momento, Alexandra
sali del trance mirando hacia todos lados menos a la chica que se encontraba al
frente de ella totalmente ruborizada.
Dominique no haba perdido ni un solo detalle y no se haba atrevi a romper el
momento.
Alexandra mir la carta que sostena entre sus manos con expresin de asco, no
deseaba leerlo, as que se lo entreg de nuevo a Alein.
-Franco lemelo.
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Alein la mir extraada, que no saba que la mayora de los plebeyos no saben
leer?, se estaba burlando de ella?, ...seguramente cree que como en Versalles
gracias a ella ahora se le da educacin a algunos nios ac tambin, pero aqu
no es Versalles, es la sucia y atestada ciudad de Pars, donde el rey vive y solo l,
donde solo los nobles y alguno que otro plebeyo saban leer.
-Marquesa...yo no s leer.-Le inform Alein un poco triste y avergonzada ante tal
persona.
-Oh..bueno...no pasa nada, perdona.-Alexandra miraba a la cabizbaja chica, y se
contagi de su vergenza.
-Alexandra yo lo ar.-Le propuso Dominique que haba estado mirando.
-No Dominique, est bien...lo leer despus.
Entonces Alein se la entreg a Dominique para que la guardara, poda
esperar...en ese momento poda esperar cualquier cosa.
-Franco sintate.-Le indic Alexandra suavemente.
-Gracias.-Alein se sent donde antes haba estado Dominique acomodndose en
el suave sof.
-Dominique!-Llam al consejero.-Trelo.
Al minuto Dominique lleg con una caja de cartn y se la entreg a Alexandra,
est la mir por un momento y despus mir hacia la chica.
-Franco...umm...creo
que...si
trabajas
para
m,
deberis
de
vestir...ms
puesto de pie, Dominique la gui a la mesita de t que estaba a un lado del sof
blanco para que pusiera la caja all, Alein as lo hizo e inmediatamente la empez
a abrir.
Alexandra le hecho una mirada rpida a su consejero y se sonrieron, para
despus poner su atencin a la emocionada Alein por el regalo de la Marquesa.
Ya la haba abierto, miro dentro con curiosidad para encontrar un traje
perfectamente doblado, estaba muy contenta, Alexandra y Dominique le pidieron
probrselo, esta asinti y se fue a ponrselo a un lugar donde no la pudieran ver.
Alexandra no pudo resistirse a la idea de cmo sera su cuerpo dentro de esa
incmoda ropa de hombre, pero al poco rato se le fueron las ideas para quedar
encantada con lo que vea.
Alein tmida se par al frente de estos vistiendo con unas calzas de terciopelo
negras,
una
chaqueta
color
verde
hasta
las
rodillas
que
combinaba
perfectamente con sus magnficos ojos, unas medias de seda negras, una corbata
tambin negra, los puos de encaje eran verdes y hacan juego con todo, sobre
todo negro y su elegante vestimenta finalizaba con unos lindos zapatos de raso
con enormes hebillas.
Dominique estaba encantado mirando al chico con orgullo, como si fuera su
hijo, todo un glamoroso caballero, le quedaba muy bien.
Alexandra todava no reaccionaba, le pareca increblemente guapo...bueno
guapa, aunque le hubiera gustado verla ms con un vestido, pero se conform
con verla vestida con ropa elegante de hombre...por ahora.
-Sire Franco, te veis increble, un hombretn de verdad hijo.-Le deca el orgulloso
Dominique.-Vais a tener a muchas chicas haciendo fila detrs de ti.
Alein se ruboriz un poco, al tiempo que le sonrea a Dominique mientras
luchaba con el apretado e incmodo traje.
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tena ni idea que aquel joven plebeyo que tanto admiraba su consejero era una
chica. Se acord entonces que tena que decrselo...algn da.
-Franco...creo que esto es todo por hoy...-Le empez a decir Alexandra,
sentndose de nuevo, se qued un momento mirando a Alein como pensando en
si decirle o no.
Alein pens que le estaba despidiendo, as que empez a retirarse.
-Esperad!-Le indic Alexandra de golpe.
Alein se detuvo y se volvi para mirar hacia la Marquesa y esperar lo que tena
que decirle, mientras que dentro de esta pareca estar debatiendo con algo...cosa
que hizo a Alein inquietarse un poco.
-Franco...me estaba preguntando, umm...si te gustara aprender a leer y a
escribir...bueno sera muy bueno para ti, es muy importante en esto de ser
mensajero...adems, bueno yo soy una de las que estn de acuerdo con que todo
el mundo debera de saber, ya sabis, en Versalles estamos luchando por
ello...as que me gustara saber si queris.-Le propona Alexandra que la miraba
expectante.
-Bueno, yo...claro que me gustara Marquesa.-Le informaba Alein que no caba
en su sorpresa.-Marquesa no tenis porqu hacer esto...yo no tengo nada para
darte a cambio...
-Franco...solo, solo djame ayudarte...te preguntars porque lo hago...mira, ni yo
misma lo s exactamente...lo nico que s es que...-No estaba muy segura de
que decir, su mente estaba muy confusa, su corazn pareca tener vida propia,
su boca le era infiel y se mova por su propia cuenta, pero al final pudo ganarle
su orgullo a sus sentimientos.-...sera muy bueno que supieras, para que te
puedas defender ms en la vida y para...para que me leas si es necesario.
-Lo nico que s es que me tienes en las nubes, nia estpida!!! porque me
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-Siempre est mirando ese pedazo de papel, no entiendo muy bien porque lo
hace...ni siquiera sabe leer.-Le expuso Nicols sealando a su padre.
Alein miraba al hombre con pena, el cual no haba hecho caso a la presencia de
los chicos, despus miro haca Nicols el cual buscaba entre sus pocas ropas
algo para ella.
-Ten.-Nicols le pas a Alein la ropa para que esta se cambiara.-No es como esa
que andas puesta, pero...servir.
-Gracias.-exclam Alein.-Nicols puedo preguntarte algo?
-Claro.
-Que pas contigo?...quiero decir...no te arrestaron tambin?
-No...no tuvieron ese placer...yo solo era una cra y a mi madre le haban
informado que los oficiales estaban a punto de llegar, as que a como pudo me
llev con su hermana y me dejo con ella...por eso me salv. Paso un buen
tiempo, yo haba crecido con el cuidado de mi ta, hasta que me enter que mi
padre estaba vivo...fui en su busca y lo encontr...lo encontr, pero l an segua
perdido...en medio de la calle, de la gente que pasaba y le escupa o lo golpeaban,
estaba en un estado deplorable, casi muerto y...y como pude, lo traje ac. Fueron
das muy difcil, yo tena que cuidar de l y trabajar...mi ta me ayud, nos ayud
mucho, l no quera poner de su parte, eso lo haca ms difcil an. Despus mi
ta se enferm de tifus y a los pocos das muri. Me qued solo, tratando de llevar
las cosas lo mejor que poda. Toda su vida, todo lo que una vez am se haba ido
aquel da...ese da que todava en sus pesadillas se hace presente...y mi vida se
fue el da...que lo encontr.
Alein haba escuchado todo y su corazn se haba empequeecido, la vida de
Nicols verdaderamente haba sido dura y triste, y entonces supo por qu l se
haba unido al grupo rebelde...para poder as vengar la muerte de su madre y su
hermano, pero la gran razn era porque pensaba que tal vez de esa manera poda
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Nicols no daba crdito a lo que escuchaba, su padre muy, pero que muy pocas
veces haba hablado, y esta era la primera vez que le haba odo agradecer a
alguien.
-No me tenis que agradecer nada Monsieur...vos siempre lo has sabido...yo solo
se lo record.
El hombre asinti, Alein asinti de vuelta, para as salir de la casa junto a su
sorprendido amigo.
-Cmo has hecho eso?
-Hacer qu?
-Pues eso...hacerlo volver...cmo?
-Nicols no he hecho nada...solo...solo le toqu el corazn.-Le indic Alein
ponindose su propia mano en el pecho.
-Nicols asinti y sonri, saba que si segua hablando de ello con su amigo se le
poda fundir el cerebro, por eso prefiri dejarlo as.-Solo...gracias.
-No hay de qu.
-Franco?
-Um?
-Me cuentas tu larga historia?
-Est bien...sorprndete ms...
Entretanto en una pequea casa cerca de all un hombre invlido que pens
haber perdido todo lo que una vez am...haca pases con el alma de su esposa,
con la de su hijo, con l mismo y con la realidad...regalndoles unas lgrimas de
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esperanza y amor, mientras rompa en pedazos aquel viejo y sucio peridico con
letras que nunca pudo descifrar, que lo haba tenido oculto casi toda una vida y
con solo el aroma de aquel misterioso ngel que le haba hecho recordar a su
sutil y delicada mujer cambi repentinamente su vida.
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Sexta parte
Nicols caminaba junto a su amigo Franco por una de las muchas callecillas
pars leas donde poco a poco el bullicio silenciaba y la noche imponente
despertaba con su total oscuridad.
Nicols iba absorto escuchando al joven de su lado quien le hablaba sin parar,
contndole la historia de cmo haban llegado esas caras ropas a su cuerpo y
otras cosillas de ms.
-Espera un momento por favor.-Le indic Nicols a Alein, quien par de golpe
sus pasos.-Djame entender algo...umm...hablis de la Marquesa de Versalles,
verdad?...
-S!!!-Exclam Alein por ensima vez en todo lo que iba de su historia, casi
salindose de sus casillas.
-Um...la mujer que hace solamente cuatro das llegaba a las puertas de la
ciudad?...la misma mujer que solo Dios sabe cmo se tropez contigo en el
puerto aquella maana?...a la que le robasteis el abrigo la noche de tu
iniciacin?
-Ajaaa!!!
-La mujer ms cotizada del momento en toda la ciudad?, mejor dicho en toda
Francia?
-Pues eso parece.
-Ya...umm...esta mujer, Alexandra Misnard...Marquesa de Versalles y seora
feudal de la ciudad, que por ende es una de vuestras peores enemigas...te ha
dado un trabajo como mensajero personal?
-S.
106
sino
una
de
las
ms
importantes...un
monstruo
ms.
-Nicols...ella es diferente...
-Veo que habis estado mucho tiempo junto a ella...porque te importa tanto?...es
peligrosa...
-No, no lo es, no la conoces!!!-Replic Alein enojada.
Alein se empez a dar cuenta del error que haba cometido al confiar en su amigo
y decirle todo aquello.
Nicols nunca haba visto esa faceta de su persona, tampoco poda entender
porque demonios le defenda tanto...pero algo si saba y era que su amigo confi
en l y le cont todo aquello, algo sumamente delicado...confiaba en l y l no
poda ser ms que un amigo leal.
-Franco...no s porque le proteges tanto...pero creo que tienes razn...no la
conozco y no puedo juzgarla...creo que a veces me dejo llevar por mi ira
interna...por lo que esas personas le hicieron a mi familia...y a veces pienso que
todos son iguales y que todos merecen lo mismo.
-Te entiendo Nicols...solo creme al decirte que ella no es igual.
107
indag
Nicols
cortndolo
de
golpe.-...No
tienes
ni
que
108
Momentos ms tarde.
-...Hermanos y hermanas ha llegado el momento que muchos de vosotros hemos
estado esperando, es un placer para m presentarles a Monsieur Condorcet.Comunic Alphonse a los jvenes revolucionarios.
Todos empezaron a aplaudir y a chiflar emotivamente mientras se acercaba el
tan esperado invitado y el hombre que pretenda incitar a estos intrpidos
jvenes a una revuelta ms grande y sangrienta.
-Bonne nuit...tengan todos vosotros mis respetos...me imagino que ya muchos de
ustedes han escuchado de mi persona...
-Por supuesto monsieur...como no haber escuchado de sus grandes logros y
proezas!...Revel Alphonse que se encontraba a su lado.
El seor Condorcet lo mir y le sonri agradecido.
-Muy bien...quiero informar primera mente que eso no me hace menos o ms que
todos vosotros, al igual que ustedes solo intento luchar y ser escuchado, intento
hacer ver a las personas la injusticia que hay en esta sociedad gobernada por
diablos, para eso estamos peleando...para eso estoy aqu. Se de sus planes sobre
el
asalto...Alphonse
me
ha
informado...quiero
ayudaros...tengo
algo
de
experiencia al respecto y desde hace mucho que he deseado hacer algo ms que
hablar y escribir libros...es tiempo de actuar.
Los jvenes hicieron ver su acuerdo y aceptacin con sus innumerables
exclamaciones y vitoreo. Las voces de todos resonaban facundos, pero una a
excepcin de las dems pareca indecisa he insegura.
Era un hecho de que el seor Condorcet tena el don del habla, y sus palabras
parecan apoderarse de la mente de los dems.
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que sera...sus ojos?, los cuales brillaban como estrellas en una noche clida y
sincera, hacindola entrar en un estado de absoluta devocin; que sera...sus
labios acaso?, redondos y perfectos, los cuales tenan el poder de hacer a un
mudo hablar; acaso sera...su rostro?...o su sin igual y hermoso cuerpo?, o acaso
sera...el maldito miedo de perderla?, no lo saba, lo que s saba era que se
odiaba a s misma por esto, y por muchas otras cosas.
Alexandra no caba en su felicidad, el destino le haba dado el ms bello de los
regalos, toda su dureza y tosquedad desaparecan apenas una pequea chica tan
preciosa ella, vestida de hombre pronunciaba su nombre, todo odio y desquicio
se retiraba de su alma al mirar sus ojos, toda infelicidad y amargura hacan
haden de despedida junto con su impaciencia al mirar esa sonrisa encantadora,
todo lo malo se iba de su vida, nunca haba sentido tanta paz y alegra desde que
haba muerto su padre, y por ello cada segundo a su lado lo disfrutaba tanto
como poda. Pero todava algo faltaba, Alexandra deseaba que la chica tuviera
total y profunda confianza en ella, dara lo que fuera para que la joven le dijese el
porqu de su secreta identidad, solo esperaba que alguna vez se lo dijese, alguna
no muy lejana.
-...Muy bien, ahora lee este prrafo...despacio.-Le indic Alexandra sentada al
frente de Alein sealndole con un dedo las letras, entre ellas un pequeo
escritorio y varios libros, hojas y plumas.
-Est bien...umm...Los...tres brazos...tradi...cionales,...la no...bleza,...el...cle...ro,
el clero,...y el tercer...estado.
-Perfecto!!...vas muy bien Franco, eres muy inteligente.
-Eso crees?
-Claro, para haber empezado solo hace dos das, eres muy bueno.
-Tengo una excelente maestra.
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Igual senta Alexandra la cual ya se haba dado cuenta de lo que haban hecho
sus intrpidas manos, pero no atinaba a quitarlas, las dos se encontraban
absortas ante los fuertes efectos que ello produca, sus ojos como ya otras veces
se deshacan mirndose mutuamente, Alexandra quiso hablar, pero en eso
tocaron de nuevo a la puerta, una, dos, tres veces, hasta que pudieron
reaccionar de nuevo y se deshicieron del contacto lentamente. Esta vez fue Alein
la que se levant para ir a abrir la puerta que ya empezaba a odiar y que con
mucho gusto tirara a patadas.
-Franco!!!-Expres un Nicols contento de ver a su amigo y a otra persona
sentada elegantemente y muy pensativa al fondo de la habitacin en la pequea
sala.-Siempre tan elegante.-Le deca a Alein mirando su uniforme de trabajo.Me la vais a presentar o qu?-Le dijo este al odo muy emocionado.
-Con que esas te traais he?-Le matiz Alein entre dientes.-No que te caa mal y
no s qu?
-Qu?...hay Francosi t mismo me dijisteis que no hay que juzgar a la gente
antes de conocerla, as que sigo tu consejo amigo.
-Claro cmo no.
-Hay como eres de malpensado, la verdad es que vine por ti, ya que de ac nos
vamos a la reunin.
-Est bienbueno vencuidado sales con algo de ya sabes que.-le advirti Alein
a su amigo que no dejaba de ver a la hermosa figura impaciente.
-Si si claro.-Le dijo Nicols como quitndole importancia, pero seguramente ni
haba escuchado.
-Alexandra, quiero presentarte a un buen amigo mo
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-Muy biensi es as, creo que te lo dir muy prontoen sus ojos veo lo mismo
que veo en los tuyos
-Y que es lo que ves?
-Amor.
-Espero que tengas razn.
-La tengo.
-Dominique?
-Dime.
-Puedes hacerme un favor?
-Sabes que si linda.
-Quiero saber todo acerca de esta chica, quiero saber su nombre, los de sus
padressi tiene hermanostodo.
-Est bien.
-Gracias.
-Oh mi joven nianunca te haba visto as.
-Ni yo.
-Nicols,
Franco!!!-Exclam
Laure
al
llegar
estos
la
reunin.
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-Estis seguro?
-S.
-Franco, ella no dir nadayo le conozco.
-Espero que tengis razn, si noestoy perdido.
-Muy bien, pareceparece que entonces...deberamos de empezar a celebrar
nuestra cercana victoria!!!-Proclam Alphonse alegremente mientras todos
vitoreaban y exclamaban su acuerdo efusivamente.
Alein se relaj de inmediatopero aun as no estaba muy segurapens que
mejor sera hablar con Laure.
Nicols sonri a Franco tratando de calmarlo. Alein le sonri de vuelta, y
despus mir de reojo a donde se encontraba Laure que conversaba
tranquilamente con otro chico.
-Vamos por ms bebida!-Propuso Nicols jalando a Alein del chaleco.
El ambiente empezaba a calentarse rpidamente, unos bailaban y cantaban
golpeando algunas cajas de madera llevando un solo ritmo, otros conversaban
gozosamente y brindaban por todo lo que se les viniera en mente, en los rincones
ms alejados se poda observar como ya a varias parejas se les haba subido el
alcohol a sus cabezas, la mayora se encontraban comiendo de la abundante
comida en la mesa.
Alein se encontraba con un pequeo grupo de chicos que solo hablaba de
mujeres, varias de estas se acercaban a provocarlos. Alein sonrea de mala gana,
alguna que otra chica se le haba acercado para coquetearle, pero esta ni se
inmutaba, as que se iban enojadas.
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Nicols s que estaba disfrutando de todo, este bailaba emotivamente con varias
chicas a lo largo y ancho del pequeo lugar, a veces hasta chocaba con una que
otra silla o persona, ya se encontraba bastante ebrio y rea incontrolablemente.
Laure que se encontraba junto a algunas chicas, miraba como Franco no haca
caso a ninguna chica, esto le pareci un poco raro, pero tambin le pareci un
reto exquisito, as que sin ms se dirigi hacia el pequeo grupo de chicos, todos
inconscientemente se volvieron para mirarla, caminaba despacio, moviendo sus
pequeas caderas de un lado a otro, su mirada estaba clavada en solo uno,
haba estado bebiendo bastante, eso ayud a incrementar ms su descaro.
Alein al ver que todos haban dejado de hablar y miraban algo o mejor dicho a
alguien de inmediato hizo lo mismo, para despus desear no haberlo hecho.
-De nuevo esos ojos marronesno puedo estar huyendo de ellatendr que
enfrentarla.-Pens Alein bebiendo de su jarra que ya empezaba a gustarle.
Muy provocativamente, Laure se puso al frente de Alein, pens que le iba a decir
algo, pero lo nico que sinti fue como le agarraba una de sus manos y le
incitaba a seguirle, Alein se dej llevar, el amargo alcohol que haba bebido ya le
empezaba a ser efecto, sus sentidos se debilitaron, y por un momento lo que
lleg a su mente no fue ms que la imagen preciosa de Alexandra, quien la
llevaba no era Laure, era Alexandra o eso pretenda hacerle creer su mente.
Laure la diriga a un cuarto, mucho ms pequeo que aquel otro, no haba visto
este sitio antes, seguramente muchos de all tampoco saban que exista.
Al entrar pudo ver que no estaban solas, haba un olor extrao, nunca lo haba
olido antes. Al segundo sinti que alguien le empujaba para que se sentase, pudo
sentir algo suave debajo suyo, parecan almohadones o algo por el estilo. Quera
ver exactamente quienes estaban all, por un momento pudo divisar bien las
otras caras, all se encontraba Alphonse junto a una chica que pudo reconocer
como amiga de Laure, tambin estaba el seor Condorcet y de igual manera con
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otra chica, pareca que estaban sosteniendo algo del cual sala un hilillo de
humo, y se lo pasaban entre ellos.
Alein vio que era su turno de sostener aquello que no poda ver bien, por un
momento dudo que tena que hacer con eso, entonces mir a Laure que se
encontraba junto a ella y le susurr al odo lo que deba de hacer, no sinti nada
por el susurro de Laure, pero saba que si hubiera sido otra persona, una muy
bella, se le hubiera parado el corazn. Entonces hizo lo que le dijo, se llev esa
cosa a los labios muy despacio y aspir el humo que emanaba, eso le hizo tener
un ataque de tos, escucho que se rean de ella, pero de nuevo aspir, ahora con
ms suavidad y sinti como todo su cuerpo se relajaba, mir a sus lados y supo
que era el centro de atencin. Quiso salir de all, se trat de poner de pi pero
alguien se lo impeda, estaba dbilmuy dbil como una pluma atrapada por
una piedrecilla, entonces sinti algo suave en sus labios, los cuales eran
succionados delicadamente, por un momento se dej hacersolo unos ojos
azules que aparecieron como una rfaga de viento en su mente la despert de
golpe, abri sus ojos como rayo y vio que Laure la besaba impulsivamente, trat
de quitarla pero esta no ceda, es ms empez a besarla ms eufricamente,
quera hablarle, decirle que estaba mal, pero no poda, no tena fuerzasas que
lo nico que pudo hacer fue morder uno de sus labios, esta se quit indignada,
Alein la trat de tranquilizar pero Laure no le escuchaba, entonces volvi su
mirada hacia los dems, al parecer estaban tan drogados que no se percataban
de la situacin.
Alein vio que Laure se levantaba rpidamente, quiso seguirle, ha como pudo se
levant y la sigui hacia afuera, antes de entrar al otro lado donde todos
festejaban, Alein la pudo alcanzar, puso sus manos en los hombros de esta y la
volvi quedando frente a frente.
-Laureestis llorando.
-Djame!!!
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Alein sigui con su camisa, desabrochando los botones uno a uno, mirando a
Laure seriamente.
-Franco no s qu diablos hacispero si sigues-Laure se qued sin palabras
al ver lo que Franco quera ensearle.
-Oh por Dioseresereseres
-Suna mujer.
Laure se haba llevado las manos a su boca como reaccin a lo que vea. Mir
entonces a los ojos de la mujer que se encontraba al frente suyo ensendole sus
bien formados pechos. Pudo ver en ellos miedomucho miedo y splica.
-Est bien.-Dijo Laure relajando sus manos y expresin.-Podispodis volverte
a poner todoeso.
Alein hizo lo que le dijo, cuando hubo terminado mir a Laure impotente.
-Cmo te llamas?-Le pregunt Laure.
-AleinAlein Bussie.
-Aleinlindo nombre.-Apunt Laure.-Mucho gusto Alein.-Dijo est acercndosele
y sonrindole para darle la mano como saludo.
-Oh Lauregracias.-Dijo Alein con unas cuantas lgrimas en su rostro.-Gracias.
-Est bien, tranquilaalguien ms lo sabe?-Quiso saber Laure.
-Nosolo t.-Respondi Alein.
-BienFranco.-Seal Laure con una sonrisa autentica.-Podis llamarme
amiga.
-Y vos a mi amigo.-Dijo una sonriente Alein mientras abrazaba a su amiga.
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Sptima parte
Da del aniversario de la ascensin al trono del rey.
-Que pasa que no est listo mi espectacular traje?, donde est mi peluca para
eventos especiales???...mi perfume, ponedme el perfume de violetas!!!-Indicaba y
sealaba un rey alterado hacia cualquiera que pasase por su lado en ese para
todos de indeseable momento.-No puedo creerlo, malditos buenos para nada, no
sabis que da es hoy?apuraos todos si no queris que os meta en la Bastilla
por el resto de sus despreciables das!!!
Al decir esto todos los criados y personal real que corran de un lado a otro
llevando y trayendo de todo al indeciso rey aumentaron su ritmo de trabajo
haciendo al rey marearse, se puso las manos en la sien mientras su cabeza daba
vueltas por el gran alboroto que rega en el palacio.
-Lo que tengo que pagar por ser majestuoso.-Se deca a si mismo resignado
mientras lo vestan y ponan un poco de colorante en sus cachetes plidos.Dnde
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Alein solo sinti que algo pequeo pero con gran peso saltaba encima de ella,
diciendo su nombre sin parar, con tanta pereza como sueo, se volvi con sus
ojos cerrados quedando acostada sobre su espalda, de pronto sinti que se le iba
todo el aire de su pequeo estmago, esto hizo que abriera enormemente sus
pequeos ojos cansados, y chillara de dolor.
-Ven ac pequeo demonio!!!-Le gritaba a su hermanita Anabella que al ver a su
hermana mayor irse contra ella furiosa sali espanta de la pequea habitacin,
dejando a Alein un poco adolorida. Poco a poco se fue avivando, le dola la
cabeza, como era eso posible?, siempre haba sido muy sana, nunca se
enfermaba, y ahora se senta a morir.
-Oh Dios que dolor!-expres Alein ponindose de pi, y de pronto llegaron a su
cabeza imgenes de la noche pasada, desde la sonrisa tierna y suave que le
haba regalado Alexandra solo y exclusivamente para ella al momento de
despedirse en aquella lujosa habitacin, hasta el rostro indignado de Laure al ser
testigo de su verdadera fisiologa.
-No puedo creer que me est pasando esto.-Deca Alein quedamente.
Despus de que salieran de aquel lugar, Nicols, Laure y ella, caminaron hasta
sus respectivos hogares, mientras estaban en ello, Laure le pidi a Alein que le
contase porqu trabajaba para la Marquesa Alexandra, Alein indignada le cont
ms o menos el porqu, mientras la otra pona toda su atencin y Nicols bailaba
alrededor de ellas.
-As quees una buena persona he?
-As es, es la mejor persona que he conocido en mi vida.
-Sabes?, la verdad pens que eras una clase de soplnque ibas y decas lo que
vosotros hacamos y tenamos planeado hacer.
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mejor cada da, todo el amor que nos tienes a tu hermana y a mesto no es
nada mi amorte merecis una vida mejor
-Madrecon solo el hecho de tenerlas a vosotras dospara m ese es el mejor
regalo que puedo tenerlas amolas amo a las dos.
Alein no dijo ms y abraz a esas dos mujeres que tanto quera, no pudo
contener unas lgrimas que cayeron de sus ojos ahora totalmente verdes de la
emocin, supo tambin que esta podra ser la ltima vez que las abrazaba y solo
se dej llevar cerrando sus ojos fuertemente hasta que su hermana decidi
soltarse de su abrazo rompiendo el profundo momento.
-Graciasgracias a las dos.
-Buenoy que esperas?, pgale un mordisco a ese pobre pastel.-Le propuso su
madre.
Y as lo hizo, no antes de haberles servido una tajada a cada una, se sentaron y
disfrutaron del agradable sabor a vainilla y nuez moscada. Alein estaba
disfrutando al mximo junto a su pequea familiajunto a lo que consideraba lo
ms preciado para ella, aparte del recuerdo de su padre.
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-Por favor Dominique, sabis lo que pienso, adems no tengo porque hacerlo.
-Tu tosquedad y coraje no te van a ayudar en nada si queris
-No Dominique, no quiero, estos das que llevo ac haciendo y tomando
decisiones que no quiero tomar solo por el hecho de satisfacer al rata del Rey,
solo por escalar medio peldao para que se me tome un poco ms en cuenta, no
quiero que se me tome ms en cuenta Dominique, no quiero tener a cientos de
hombres detrs mo solo por mi potestad y podero, ya tengo suficiente por lo que
soy ahora.
-Acaso no queris cambiar las cosas y hacer justicia?, todo tiene un precio
Marquesa, y muy caro, pero el producto es mejor
-Es un precio que no deseo pagar, no si por ello me voy a sentir como una
mierda, como una malditaperra, ni quiero que la gente me vea como tal,
aunque algunos ya lo hacen.-Indic Alexandra bajando tristemente su cabeza.No los culpo, adems ya tienen suficiente con su querido Rey.
-No puedo creer que te des por vencida tan rpido
-Y qu quieres?...que siga amortiguando las decisiones viciosas e injustas de
Luis???-Expuls Alexandra molesta hacia su consejero.
-No Alexandra.
-Dmelotu eres mi consejero, har lo que t digas.-Indic la alterada mujer
dejando a Dominique sin saber que decir.
Alexandra esper un momento encarando a Dominique, y luego dirigi su mirada
al papeleo, frunciendo su seo por un momento, mir sus manos llenas de joyas,
su vestido intachable, posteriormente se mir en la reluciente superficie de su
escritorio observando sus ojos sin brillo, su cabello recogido como si fuera una
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especie de obra de arte, dejando unos rollitos a los lados. De pronto supo que no
tena eleccin, haba nacido para ser lo que era, una pattica Marquesa sin vida
en su interior y tratando de reflejar lo que no era, porque por dentro se senta
totalmente dbil, siempre supo que algo le faltaba, y saba que no era algo
material, porque poda tener todas las joyas y dinero que quisiera pero nada de
eso iba a llenarla nunca.
Entonces se levant y tir los papeles y todo lo que tena encima del escritorio al
suelo, harta de todo, harta de todos.
Dominique se asust por la repentina ira que demostraba su Alexandra, sin
pensrselo se puso a recoger todo.
-Djalo Dominiquetodo eso est donde tiene que estaren el suelo.
Dominique dej de hacer y mir a Alexandra expectante, esta miraba por la
ventana, observando a lo lejos las pobres casas, gente desnutrida caminando por
las callecillas, otros pidiendo en las esquinas, mir un grupo de gitanos que
danzaban, algunas de las mujeres ofreciendo sus servicios a cuanto hombre o
mujer noble pasase por all, despus gir sus ojos hacia la otra parte de la
ciudad, casas increblemente grandes y lujosas, con jardines hermosos y
coloridos, carruajes que iban y venan, criados paseando diminutos perros con
collares de lujo, nodrizas llevando de sus manos a nios regordetes quienes iban
insultndolas y golpendolas, Volvi otra vez a mirar la parte fea y olvidada,
que para muchos era la vergenza de la ciudad, y vino a su mente la imagen ms
bella que haba visto en toda su vida, el rostro de la joven plebeya.
-Nosotros somos los que deberamos de estar all, no ellos.-Dijo Alexandra
apenas en un susurro.
-Perdn que habis dicho mi Marquesa?
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Alein se senta muy mal por mentirle a su madre, pens que esta era la primera
vez que lo haca, pero mejor aspara no preocuparla.
-Oh, qu bueno!...pues supongo entonces que deberas ir.
-S bueno
Y en eso tocaron a la puerta, las tres se volvieron a la vez preguntndose quien
era.
-Seguro es el padre Jean que te viene a felicitar Alein, a ese viejito no se le
escapa nada.-Dijo Mari sonrindole a su hija y acercndose a la puerta para
abrirla.-S dime?-Pregunt Mari a un joven de pie en la puerta, pareca medio
tmido e impaciente, le pareci a Mari que tena un aspecto bastante simptico.
-Hedisculpe seorita
-Seorita?umm-Pens Mari mirndolo burlona.
-Soy amigo de su hijo.
Mari analiz por un momento lo que el joven haba dicho, no estaba nada
acostumbrada de que alguien llamara hijo a su hija.
-Tendr que acostumbrarme.-Pens.-S espera que te lo llamo, cmo te llamas?
-Nicols.-Dijo este sonriendo.
-Mucho gusto Nicols.
-El placer es todo mo Madame.
Al momento apareci Alein en la puerta mirando a su amigo con una pequea
sonrisa.
-Hola Nico, ya conocisteis a mi madre.
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-S, es lo mejorno somos un ejrcito, lo que los dems piensan que son
torpemente.
Nicols miraba de soslayo a Franco, saba lo valiente que era y que tena razn,
no saban luchar, pero lo hacan con las palabras, y solo los sordos no los iban a
poder escuchar.
Retomaron sus pasos siguiendo por la ciudad rumbo a la catedral, all se
reuniran primero, para despus salir hacia el Pavillon de Flore y empezar all su
demostracin de contrariedad ante todas las importantes personalidades que
estaran disfrutando de la celebracin y que los escucharan aunque fuera a la
fuerza.
Y as se hizo, primero en la catedral los jvenes llegaban dispuestos a hacer lo
que tenan que hacer, Alein se dio cuenta que haban ms que la ltima vez,
Laure al llegar les cont que el seor Condorset as como enemigos tena amigos
y muchos, estos tambin queran participar. Alphonse medi unas cuantas
palabras de nimos, todos estaban lujuriosos, excepto Alein que estaba ms que
preocupada por lo que fuera a pasar, no por ella si no por la encantadora
Marquesa, senta que Alphonse tena algo planeadolo vea en sus ojos, en su
sonrisa sospechosa, trat de no pensar en ello, pero no poda ser. Laure lleg a
su lado y le sonri, Alein la miro y tambin le sonri, se quedaron all mientras
Alphonse terminaba de hablar, el seor Condorset indic a dos hombres que
estaban all para que trajesen algo, Alein sigui con la mirada a estos dos para
darse cuenta que iban hacia unos sacos de tela, parecan pesados ya que los
hombres las llevaban arrastras, sin ms deshicieron el nudo y de ella empezaron
a sacar algunos puales y espadas, los dems se quedaron mirando tambin,
Alein sinti un escalofro en la espalda.
-Me pareca a m que esto estaba muy honesto.-Pens mientras vea como se
pasaban las armas uno a uno, todos mirndolas con curiosidad.
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miro
indecisa
para
luego
cogerla
mirarla
con
asco.
No quera ser partcipe de ello, no quera ver morir a gente por culpa de esas
cosas, ahora tena una en sus manossi alguna vez se sinti perraahora se
senta una completa zorra.
-Ahora todos moveosllego la hora.
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fuerza, creis que ellos...-Dijo Alein sealando a todos los jvenes.-Van a dejar
que eso pase?
-Puesno.
-Nicols all es donde va a empezar la guerra que te dije, en ese momento se va a
empezar a derramar sangre.-Dijo Alein a su amigo muy seriamente.
Nicols saba que tena razn, ahora lo vea, ahora lo saba.
-Alphonse siempre lo supo verdad?, por eso las armas.-Dijo Nicols tocando la
espada en una sucia funda que tena escondida en sus pantalones pegada a una
de sus piernas
-S, y el seor Condorset no se queda atrsno vez quenos estn usando?
Al decir esto Alein y Nicols se volvieron para mirar a Alphonse que en esos
momentos alzaba las manos para indicar que su manifestacin estaba por
empezar.
-Oigan muy bienal sonar las trompetas, salimos de aqu hacia donde nos de la
luz, o sea all cerca del portn.-Indic Alphonse.-Y al sonar las campanas de la
catedral, empezamos a corear nuestras peticiones, primero la numero uno y as
sucesivamente, que se oiga en todo Parslistos?
-S!-Dijeron todos al mismo tiempo.
-Bienentonces preparaos, y recuerden cualquier cosa no huyis, usen sus
armas.
Alein entonces mir dentro de su chaleco, ella llevaba un pual, tuvo la
tentacin de tirarlo all y salir corriendopero no poda, ahora no, pero algo si
poda hacer y era que si ese estpido de Alphonse llegaba a dar un paso hacia la
Marquesa, all estara ella esperndolo para protegerla.
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-No voy a dejar que te hagan dao Alexandra, primero sobre mi cadver.-Pens
Alein decidida.
-Ahora que os he dicho todos los importantes y conocidos nombres de cada
caballero y dama aqu presentehe de decirque viva el Rey!!!
-Viva!!!-coreaba la multitud una y otras vez.
-Ahora que empiece la celebracin!
Dos trompetas retocaron al unsono, la gente se par de sus asientos para
celebrar su alegra, de quien sabe de donde salieron un montn de acrbatas y
danzarines, tira fuegos, una mujer con una serpiente en sus hombros, un enano
junto a un gigante los dos vestidos como bufones, una mujer seguida de diez
perritos saltarines, en fin un alegre inicio para un final no muy alegre.
Ya el grupo de jvenes rebeldes se haba ido hacia donde les haba sealado
Alphonse, mientras todos los ojos de las otras personas solo tenan un punto a
donde mirar, bueno muchos puntos, pero ninguno que fuera ellos.
Y en eso las campanas de la gran catedral empezaron a moverse, primero muy
suave para poder alcanzar as una velocidad que llevara a hacerse sonar, los
inquietos ojos se giraron en direccin que llevaba hacia la catedral, cuando hubo
terminado el estrepitoso sonido, se volvieron de nuevo hacia delante para
empezar a alzar sus voces y canturrear lo ms alto que podan sus derechos, su
ira, su ilusin y su justicia.
-Oficial pero que.relajo es eso?.-Indicaba el rey mirando al fondo un apuado
grupo
de
plebeyos
diciendo
quien
sabe
que
porqueras
insultos.
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Alexandra miraba todo con una mezcla de curiosidad y temor. Los dems
asustados se haban ido a cmo pudieron en sus carruajes, pero una bola de
gente no dejaba que estos pasasen.
El rey miraba todo sin crerselo y muy desconcertado, un oficial le insista que se
fuera de all, pero l no escuchaba por estar absorto a lo que vea.
-Desgraciados inmundos!!!!, me las vais a pagar caro.-Gritaba a los cuatro
vientos una y otra vez.
-Alexandra, que estis esperando, porque no nos vamos?
-No lo s Domipero todava no puedo irme.
-No entiendo, estar aqu es muy peligroso para ti Marquesa
-Espera!
En eso Alexandra alz su cabeza lo ms que pudo para fijar sus ojos en una
pequea persona siendo golpeada por dos oficiales, esta estaba junto a otra
figura tirada en el suelo al lado de ella, mir por un momento, la pequea figura
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arrodillada en el suelo levant por un momento su cabeza y pudo ver que tena el
cabello rubio y sinti de nuevo ese estremecimiento difcil de describir y difcil de
olvidar.
-Oh! Por Dios!, Alein!!!
Dominique se le quedo mirando sorprendido al escuchar ese nombre y an ms
al ver a Alexandra ir hacia all.
Lo ms rpido que pudo Alexandra trat de llegar pero un hombre extrao le
obstaculiz su camino.
-Maldicin, lrgate!!!-Le grit Alexandra al hombre que no la dejaba pasar, este
sac un pual de su camisa con intencin de atacarla.
-No me voy a ir a ninguna partehe esperado esto por mucho tiempo.
-Que quieres?...no tengo tiempo para idioteces entendisteis?-Le indic Alexandra
amenazantemente.
-Quiero matarte-Respondi este.-Mi nombre es Alphonse, lder de un grupo
revolucionario que ha acabado con esta asquerosa celebracin-Continu
Alphonse burlonamente.-Y que acabar con zorras como tya lo vern, te lo
juro. Te doy esta informacin para que te la lleves al infierno maldita!!!
Alphonse se fue contra Alexandra, quien instintivamente se hizo a un lado y con
sus manos golpearlo por detrs, este callo de hocico tragndose la tierra del
suelo.
-Por qu no vas y se lo dices t mismo.
Alexandra ni lo volvi a ver siguiendo adelante, al fin lleg empujando a los
oficiales que estaban all, los oficiales al darse cuenta quien era se hicieron a un
lado para dejarla pasar, entonces mir a la pequea figura derrumbada en el
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suelo, la agona que haca mucho tiempo haba sentido por alguien volvi de
nuevo a apoderarse de ella y no dud en caer de rodillas para estrechar entre sus
brazos a la chica que ahora pensaba estaba muerta.
-Alein?-Dijo Alexandra suavemente sintiendo el dolor al decir ese nombre,
mientras miraba ese rostro precioso que ahora estaba todo magullado y con
cortes-Despierta por favor.
Nada, solo los cuchicheos de los oficiales se oan, solo el viento que rozaba y
haca caricias en el rostro fro de la Marquesa y que trataban de congelar las
pequeas lgrimas que caan a su lado. Ya casi toda la gente se haba ido o
dispersado, los oficiales llevaban algunos detenidos, todos jvenes.
-Nios estpidos!-Exclam Alexandra con rabia, mientras volva de nuevo su
rostro hacia el de la rubita.
En eso vio que Alein mova un poco su boca, Dominique haba llegado a su lado
y miraba desde arriba, bueno no tanto. Alexandra de repente se puso feliz al ver
que la chica estaba viva, mir hacia Dominique y este le sonri.
-Va a estar bien.-Le dijo este.
-S, lo estar.
Alein de nuevo movi sus labios para decir algo, pero le costaba demasiado, tena
la boca hinchada y sus pmulos, una ceja cortada y un ojo morado, tena un
buen golpe en la cabeza que le sangraba un poco, eso le record a Alexandra
cuando se la haba llevado para curarla.
-Sese llevaron a
-Schhhno pasa nada, tranquila, te cuidareests conmigo.
-Lolo siento.
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-Tranquila, todo est bienle dijo Alexandra tranquilizndola, con una mano le
acariciaba la cabeza con cuidado del golpe.-Yo me encargo de ella.-Dijo a los
oficiales indiferente y como una orden ms que un aviso.
-Pero-Uno de los oficiales iba a protestar, pero fue callado por una mano en su
hombro departe de Dominique.
-Nunca trates de contradecirla.-Le indag Dominique amenazante.
De repente Alexandra se puso en pi alzando a Alein en sus brazos, mir a los
oficiales que estaban all estudiando sus rostros, estos estaban temerosos, gir
sus pies para marcharse de all seguida de su fiel consejero.
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Octava parte
Arriba del plpito un par de ojos colricos miraban la escena, sin creerse lo que
vean, cmo era posible?, estaba ayudando a un plebeyo, y no solo eso, a uno de
esos cros revolucionarios, y si fuera poco, ella misma lo llevaba en sus manos.
-Bien, muy bien Marquesa, queris jugar?, pues entonces juguemospero a mi
manera.
Sin ms el rey dio se volvi para alejarse de all, pero entonces par de repente,
girndose
hacia
sus
dos
oficiales
de
seguridad
que
iban
siguindolo.
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Solo poda preguntarse, porque se encontraba en ese lugar, y tan impotente sin
poder hacer nada, solo poda atenderla, y curar un poco de sus heridas.
Mientras la cosa, cada puntada le era como una pualada en su corazn, todo
ese dolor lo quera para ella.
-"Y ahora que ira a pasar?, cul ser la represalia que ir a tomar el rata del
rey?..." -Muy enfurecida pensaba Alexandra.-"...Pero sea lo que sea nunca dejar
que la vuelvan a daar... primero tendrn que vrselas conmigo."
Despus volvi a la realidad al contemplar el rostro de Alein todo maltratado, a
pesar de su dao era tan hermoso y le daba tanta paz, finalmente le cubri la
herida de la cabeza con la venda. Alein volvi en si despertando poco a poco.
-Ayyy... -Se quej gravemente del gran dolor que senta en todo su cuerpo.
-Schhhh... Tranquila todo est bien.-Le tranquilizaba Alexandra, mientras
quitaba sus ropas desgarradas con mucho cuidado, tratando de no lastimar sus
heridas, para as poder curarlas.
Cuando la vista de Alein se fue aclarando se dio cuenta de quien estaba a su
lado y no solo eso, de que la estaba desnudando, muy asustada clav su mirada
en los compasivos ojos de la marquesa y cubri su cuerpo con las sbanas
totalmente avergonzada, sintiendo en ese momento que el mundo se le vena
encima, solo deseaba desaparecer inundada de incertidumbre, y un susurro de
dolor brot desde el fondo de su corazn.
-Perdname... no puedo... yo, solo... perdname.-Deca sintiendo su garganta
ms estrecha que nunca, como si alguien le estuviera estrangulando en ese
momento.
La Marquesa sin pensarlo la trat de abrazar, pero Alein se apart de ella
bruscamente.
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-De verdad?... Dijo Laure girndose hacia Alexandra que miraba la escena desde
lejos.
-S... pero... Nicols no s, ellos... se lo llevaron
-Si lo s, esto es una mierda... se llevaron a muchos de los nuestros, a otros... los
mataron a sangre fra.
-Pobre Nicols... l no merece esto, yo deb ir en su lugar.-Deca Alein
ensimismada pensando en su amigo.
Alein mir a su amiga pensativa sin responder a su cuestin, en vez de eso se dio
cuenta que ya no era necesario decir ese nombre por lo menos delante de la
Marquesa.
-Laure... no tienes que decirme "Franco"... podis llamarme Alein.
-Oh, la Marquesa lo sabe?-Pregunt Laure tratando de sonar despreocupada.
-Sip... no hay problema.-Respondi Alein mirando a Alexandra de soslayo y
recordndose preguntar despus a la mujer sobre ello.
Alexandra se sinti resentida de saber que Alein se lo haba dicho a su amiga y
no a ella.
-"Pero bueno... apenas si la estoy empezando a conocer, adems porque debera
de confiar en una extraa como yo?"-Pens Alexandra sintindose triste de que
Alein no confiara ni sintiera lo mismo que ella.
-Pues entonces os llamar Alein.
-Solo en presencia de Alexandra.
-Est bien.-Entonces Laure se volvi a la Marquesa como recordndose de algo.Sabes?... por tu culpa tambin se llevaron a el lder de vuestro grupo.
-Ja!, por mi culpa?, estis loca...
-Por favor chicas...-Inquiri Alein inquietada por el pequeo enfrentamiento de
sus amigas.
-Jaja, loca?... siempre he pensado... que definitivamente hay que estar bien loca
para ir a revolcarse con el rey para poder asegurar el puesto... pobrecita...-
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por
Dios!!!-Exclam
Alein
llevndose
las
manos
su
rostro.
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-No
comprendo...
-Dijo
Alexandra,
pero
entonces
escuch
unos
ruidos
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Horas ms tarde.
-Marquesa!... no la esperbamos tan pronto.-Le revel uno de sus criados que se
sorprendi al ver llegar a la Marquesa de Versalles.
-Bueno pues creo que puedo llegar cuando me d la gana... oh no?
-Oh si claro Madame... es solo que... como se trataba de algo tan importante.
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perdida
desde
ya
hace
unos
minutos
en
una
fantasa
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Alein mir hacia las puertas entre abiertas, y all estaba, lo que necesitaba para
olvidarse de todo, para olvidarse de su pasado y su futuro, solo necesitaba el
presente y el presente era ella.
-Bonjour! Alein, parece que te has tragado un loro mientras dormais.
-Que graciosa.- Indic Alein fingiendo enfado.
Alexandra se hecho una pequea carcajada mientras se acercaba a la
adormilada chica con una bandeja llena de comida.
-Te traje el desayuno.- Anunci Alexandra que resplandeca de felicidad, cosa
que extrao mucho a la pequea joven.
Alexandra con cuidado puso la bandeja en las piernas de Alein que estaba un
poco incmoda por las atenciones que estaba recibiendo de la feliz Marquesa.
-Gracias... umm, pens que tenais gente que haca esto.
-Pues... estn muy ocupados.
-Oh... umm... Alexandra puedo hacerte una pregunta?
-Lo que quieras.
-Como... como supisteis mi nombre... mi nombre verdadero?- Le pregunt Alein
sabiendo que era su oportunidad para saber la verdad y no la quiso
desaprovechar.
Alexandra suspir lentamente y se sent a un lado de la cama, mientras pensaba
en cmo decrselo.
-Est bien, saba que me lo ibais a preguntar.- Le revel sonriendo. -Vers, Alein,
yo... yo lo he sabido desde hace mucho...
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-Cmo?... pero...
-Djame explicarte... desde que soy nia, no s, tengo como un sexto sentido, se
cuando la gente me miente la mayora de las veces...
-Oh!- Exclam Alein cabizbaja y arrepentida porque saba que le haba mentido,
lo cual no se mereca.
-Tu olor...
Alein extraada la mir entonces.
-Mi qu?
-Supe que no eras hombre, por... tu olor, tu aroma... no hueles en absoluto a
hombre.
-Vaya!... y, por qu no me dijisteis que sabas?
-Porque... pens que t me lo ibais a decir... algn da.
Esta vez fue Alexandra la que baj su cabeza un poco dolida, pero Alein puso dos
dedos en su mentn y se la levant con delicadeza.
-Creo que te debo una gran disculpa por haberte mentido Alexandra... yo, lo
siento mucho, tena miedo... miedo de que supieras y me entregaras o algo
peor...- Le deca Alein mirndola con sus ojos tan sinceros y arrepentidos como
nunca. -... Pero despus eso cambi y supe... que t nunca haras nada para
lastimarme.
-No... nunca lo hara.- Revel Alexandra mirndola con igual sinceridad, y algo
ms.
De pronto Alexandra se sinti extasiada por ese aroma afanoso y a la vez
delicado de mujer que calaba sus sentidos, ese rostro que haca a su corazn
helarse, se senta dbil, casi a desfallecer, era muy fuerte... demasiado.
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182
Sus rostros estaban muy cerca, Alexandra entonces record la noche anterior,
ese beso robado que la haba inundado por dentro, y... otras cosillas que pasaron
despus en su habitacin, pero... supo que no iba a poder resistirse a esta y sin
ms se fue acercando, suave, poco a poco, este era el instante, el soplo de ellas,
Alein tambin acerc su rostro, despacio, sentan que el tiempo les perteneca,
que
eran
dueas
del
momento,
sus
ojos
se
cerraron
lentamente
y...
-Lo s.
-Bien... entonces... nos vemos luego, tienes toda la libertad de pasear por el
palacio y hacer lo que quieras.
-Creo que primero ir a visitar a Dominique.
-Perfecto... Ou revoir!
- Ou revoir!
Alexandra se retir de la habitacin cerrando tras de s las puertas.
Alein se qued un momento all, pensando en lo que haba pasado y en lo que
probablemente hubiera pasado si no hubiera interrumpido aquel criado.
Se gir hacia la ropa que reposaba encima de la cama, se dio cuenta que eran
dos trajes diferentes, uno de hombre y el otro era un vestido de color celeste muy
bonito, sonri al darse cuenta que Alexandra no estaba segura de s darle un
vestido o un traje de hombre, lo pens por un momento y al final se decidi por
el traje de hombre, la verdad le pareca que era ms cmodo y adems ya se
haba acostumbrado.
Al terminar de vestirse, mir hacia la bandeja que muy dedicada Alexandra le
haba trado, y cogi una manzana roja y brillante, su estmago entonces
reclam un pedazo a lo que Alein le hizo caso pegndole un gran mordisco.
-Ummm...pero que delicia... definitivamente la voy a pasar bien aqu, mientras
dure.
184
-Eras solo una nia Alexandra, no podais hacer mucho, le dijisteis a tu padre,
yo te vi... s que hicisteis algo.
-No como deb.- Apunt Alexandra enfadada con ella misma.
-Est bien, de verdad... el pasado es el pasado.
-Bien... voy al grano, necesito un favor tuyo.
-Dime... de qu se trata?
-Se trata de un recluso.
-Oh... entiendo.
-Su nombre es Nicols... es un chico de unos veintitrs aos de edad, su cabello
es rojizo y como de este tamao.- Indic Alexandra con una de sus manos.
-Seguramente es uno de los que lleg con otros chicos revolucionarios, los que
hicieron el gran desastre en la Plaza...
-S, es uno de ellos... pues bien, quiero que lo saques de all.
El hombre se lo pens por un momento, saba que se iba a jugar la vida en ello,
pero tambin quera quedarle bien a esta mujer que tena al frente suyo y que
una vez quiso mucho.
-Est bien... lo har.
-S que puedes perder tu puesto o peor an, te pueden meter en el maldito
calabozo... Melvil, sers recompensado por ello y por la injusticia de la vida.
-Alexandra... por ti, ar lo que sea.- Le dijo este sin pensarlo.
-Gracias.
-No es nada... es importante para ti verdad?
186
-Hola.
-Veo que ya has conocido casi todo el palacio.
-S... no es increble?...
-S lo es... Deca Alexandra mirando hacia el centro de la enorme sala.
Su mente viaj por unos segundos a un pasado lleno de felicidad y amor.
Una nia con un largo cabello negro bailaba alrededor de la gran sala con sus
pequeos ojos cerrados, de pronto aparece un hombre alto y apuesto que le
sonrea y aplauda alegremente, la nia lo mir sorprendida con esos ojitos
azules y chispeantes y se abraz a l, empezaron a bailar un vals que sala de la
nada, daban vueltas juntos y rean incontrolablemente, de pronto l hombre dej
de bailar y la miraba dulcemente mientras iba desapareciendo, la nia asustada
trataba de agarrar su mano, pero no poda, sin ms desapareci por completo y
la
nia
poco
poco
se
fue
desvaneciendo
en
el
aire
tambin.
189
no
tena
cabeza
para
nada
ms
que
para
Dominique...
-Oh... um... vaya.- Alein se sonroj tanto que estaba a punto de echar humo por
los poros de su rostro.
Alexandra rea a gusto de ver su reaccin, cmo poda ser tan mona?
-S.- Comunic la Marquesa. -La rosa es demasiado hermosa y tan... inocente.Le dijo mirando a Alein de reojo.
-Oh... la rosa claro, jeje... si es muy hermosa.- Opin Alein algo afligida.
-Claro... qu creais, qu estaba hablando de alguien?
Alexandra estaba disfrutando como nunca junto a esa chica de mirada selvtica,
tomndole el pelo como le encantaba hacer.
-Bueno yo...
-Alein...- Alexandra la miro entonces directo a sus ojos. -... te ment.
-Me mentisteis?- Pregunt Alein extraada.
-S... no hablaba de la rosa...
-Entonces... de... qu?
-Hablaba de ti.
Alexandra entonces con una de sus manos la agarr por el cuello y se lo empez
a acariciar, Alein se senta a desmayar, en ese momento no crea en nadie ni
nada, solo en ella en esa mujer que la haca ver ms all de lo incomprensible,
ms all de la amistad y el amor, quera ser vencida por ese maremoto de ojos,
quera ser llevada como una hoja por el viento, que delicia!, cada caricia de esa
mano
era
como
agua
en
el
desierto,
191
la
necesitaba
cada
vez
ms.
En ese momento Alexandra supo que no iba a necesitar palabras para demostrar
lo que senta.
Sus rostros estaban encandecidos por la luz del sol, nico testigo de ese deseable
momento, era ahora o nunca.
Alexandra aproxim su rostro al de la chica rubia, esta cerr sus ojos y esper a
lo que saba iba a ser un cambio completo en su vida, tena miedo, miedo de no
ser ms que un ingrato delirio de su mente.
Alexandra cerro sus ojos sin pensarlo y una aclaracin lleg al fondo de su
corazn, amaba a esta chica, la amaba con todo su ser.
Se detuvo a un milmetro de su destino, abri sus ojos para ser testigo de lo ms
maravilloso que la vida le haba dado y sin pensarlo ms, uni sus labios a los de
Alein quien tembl mientras era atacada por una descarga elctrica que arrasaba
todo su cuerpo.
Alein haba credo que su vida no era ms que una ilusin, un engao que
rondaba la tierra, un ser sin importancia que haba nacido solo para morir de
nuevo, alguien tan insignificante y lleno de ensueos, solo eso, deseos, no eran
ms que eso, por ello muchas veces quiso morir y ya, como su padre lo haba
hecho, quiso poder irse con l a ese universo dentro del mar, seguirlo y ser feliz a
su lado, pero al sentir esas pequeas y casi imperceptibles caricias de los labios
de Alexandra en los suyos, supo que haba estado equivocada, porque sus
sueos se haba hecho realidad, ahora no deseaba morir nunca... tena el mar en
sus manos.
Sus labios se separaron tan delicadamente que hubieran jurado no haberlo
hecho nunca, Alexandra era incapaz de decir nada, ya lo haba hecho, supo que
Alein lo saba, al igual que ella.
192
que
estis
dentro
del
palacio,
mejor
prevenir.
-Bernal!
-S Marquesa Alexandra.
-Necesito que mandis una carta al conde Von Lippe-Detmond, escrbele que
necesito con urgencia su persona, escribe que...- Alexandra se par de su silla y
se dirigi a un estante donde tena unas cuantas botellas de vino, escogi una
medio llena y se empez a servir un poco en la copa, dio un trago grande y se
relami los labios, mir entonces a Bernal que esperaba sin titubear. -... que ya
es la hora... de poner la ratonera.
-Muy bien Marquesa.
-Ve.
Bernal sali sin otra cosa, empezando a buscar al mensajero del palacio,
Alexandra tom otro trago y se sent de nuevo en la silla frente a su escritorio,
en l tena un papel con varios nombres importantes de la nobleza escritos, los
mir desde arriba como tratando de recordar quien era quien, eso decan sus
muecas de repulsin y otras de diversin.
194
195
Alein la mir a su vez triste tambin, saba que esta mujer lo amaba, y que sufra
por l.
-Alexandra?
Alexandra la mir sin decir nada.
-Crees... crees que se pondr bien?
-No lo s.- Dijo est ponindose de pi y alcanzando la botella de vino que estaba
tomndose, sirvi en una copa un poco y se la entreg a Alein, despus se sirvi
otra para ella.
-Gracias.- Le dijo Alein.
-T qu piensas?... crees que se recuperar.
Alein la mir mientras pensaba.
-Creo que est luchando por ello...
-S.- Recalc Alexandra.
-Creo que... lo har, ganar y se pondr bien.
Alexandra la observaba detenidamente, se fue acercando poco a poco.
-Tienes razn... se pondr bien.
-Solo hay que tener fe.
-S... solo eso.
Alein se empez a acercar a su vez, tres, dos, un paso y podan hacer sus deseos
realidad, era tan fcil y a la vez tan difcil, por qu no solo lo hacan?, acaso no lo
deseaban?, s que lo deseaban, pero solo ellas mismas lo saban.
196
aire, Ahora fue Alein quien acarici con la punta de su lengua los calientes labios
de la Marquesa, esta sonri y estamp un beso mojado a su dulce Alein, s!,
ahora era suya.
-Vaya!- expres Alein limpiando con un dedo la humedad que haba quedado en
sus labios, y parte de su rostro.
-S!... eso fue increble Alein... me encanta besarte.- Le revel Alexandra tirando
de ella de nuevo.
-Espera...
-Qu?- Le dijo Alexandra mirndola temerosa. -No... no te gusta?
-No, no me gusta... me encanta.
-Entonces?- Reprocho Alexandra.
-Escuch que alguien vena.
Se
quedaron
en
silencio
un
momento,
pero
no
se
escuch
nada.
198
200
Dcima parte
-Condeee!!!- Exclam Alexandra entrando en el saln actuando como ella solo
saba.
-Marquesa Alexandra.- Apunt el conde volvindose para mirarla con una
sonrisa que ni l se crea.
-Bienvenido a mi humilde hogar Conde Von Lippe.
-Marquesa djese de cuentos, los dos sabemos que solo estoy aqu por vuestra
conveniencia.- Indic el conde mientras besaba la mano de Alexandra, esta
enarc una de sus negras cejas.
-Oh! Conde, siempre sois as de obstinado?- Le pregunt Alexandra riendo de
mala gana.
-S, no s porque tengo que ser diferente ahora, eso sera ser hipcrita, y eso no
os gustara, verdad?
-No, tenis razn conde... no os gustara ser un embustero, farsante, mentiroso...
como queris llamarlo...
201
-Marquesa por qu creo que vuestras palabras son indirectas hacia mi persona?
-No no no... qu va!- Indag Alexandra irnicamente.
En ese momento Bernal se acerc con una bandeja y dos copas de vino tinto,
Alexandra cogi la suya y el conde la otra, los dos tomaron en silencio
estudindose mutuamente.
-Muy bien Marquesa Alexandra, no tengo mucho tiempo, as que... si no le
importa.
-"Este cerdo es ms duro de lo que cre"- Pens Alexandra observando al hombre
que tomaba tragos de su copa. -Claro claro... vos sabis que una de las cosas
que me caracterizan es que me gusta ser sincera y no andar con rodeos...
-Eso lo sabemos todos Marquesa y eso es lo que me gusta de vos... adems
vuestra carta es un honorable ejemplo... ambos tenemos muchas cosas en
comn Marquesa... eso y el deseo por el poder...
-No conde, te equivocis en algo... ya no deseo el poder de nada... hace mucho
que no.
-Marquesa, todos deseamos el poder de algo siempre... acaso no deseis el poder
de destruir al... rey?
Alexandra mir el fuego de la chimenea pensativa, saba que haba dado en el
clavo, gir su mirada a l y dej la copa en una consolilla cerca de ella.
-Sgueme Conde...- Le indic la Marquesa llegando a las puertas. -...Vamos a un
lugar ms confidencial... quiero que sepis que esto nos conviene a los dos,
Conde... no lo olvide.
Alexandra lo gui a su despacho y de inmediato se dispusieron a conversar, era
su nica oportunidad, no deba perder ms tiempo.
202
Haba quedado muy sorprendida, el Conde le haba indicado que eran muchas
personas implicadas, la mayora de nobles estaban en desacuerdo con el rey, su
forma de gobernar y el rgimen con que llevaba el gobierno, muchos hasta tenan
sus propios grupos secretos en contra del sistema, tenan sus propias creencias
y leyes, como haba sido el grupo en el que Alein fue miembro.
Los nobles junto a los clrigos de la iglesia eran la gran minora, pero eran los
que gozaban de todos los privilegios habidos y por haber en ese absolutismo
monrquico. Pero por qu pasaba esto?, si podan hacer lo que les diera la
gana?... la respuesta no es nada complicada ni del otro mundo, sencillamente es
porque el hombre desde que existe nunca ha quedado satisfecho con nada... as
somos y seguiremos siendo siempre. Hasta el ms allegado al rey poda clavarle
un pual en la espalda y no sentirse culpable.
Alexandra lo que quera era que esta gente despertara, arriar el ganado, darles
una cachetada para que actuaran ya, y no haba otra persona mejor que el
Conde Von Lippe-Detmont, l era su conexin para ello, su gran podero entre los
nobles y el respeto que se ganaba por la persona que era ayudaban mucho.
Saba que deba de actuar con cuidado, no quera involucrase mucho, o por lo
menos que no fuera reconocida como la propulsora de una revuelca incontrolable
que dara de que hablar al mundo. Antes tal vez ella misma hubiera querido ser
la asesina del rey, la que cortara su despreciable y malvada cabeza y derramara
su sangre gota a gota por su desdichado cuerpo, deleitndose por ello sin
importarle nada ni nadie, pero ahora no, no poda, ahora no estaba sola.
-Conde... no podemos perder ms tiempo, Luis XV est creciendo como nunca,
ha llegado el momento.
-Lo s, lo s... crees que me escucharn... muchos todava temen...
-Lo harn no os preocupis por eso... solo diles lo que te dije, las mismas
palabras, haz los mismos gestos... te escucharn.
203
204
visto entrar, dirigindose a ella como a un l, pero Alein le haba indicado que era
todo lo contrario, pues la joven pens que no haba problemas dentro del palacio
de Alexandra.
-Sabes?... te parecis mucho a mi madre.
-Enserio?... entonces debe de ser muy bella.- Opin la anciana sonriendo.
-Si... es muy bella.- Dijo Alein pensativa.
-La extraas mi nia?
-Bueno yo... no lo s... es que...
-La Marquesa te hace olvidar?
Alein escupi de su boca todo el oporto que en ese momento beba, su rostro
cambi de color haciendo que la anciana riera de lo lindo.
-Jajaja... tranquila nia... tranquila, te puedo asegurar que la Marquesa tambin
olvida por ti.
-En serio?
-S mi nia... as es.
-Oh bueno... yo...
La anciana dej de llenar una bandeja con diferentes y suculentas carnes, pan,
quesos, salsas y se acerc a Alein que la observaba sentada en la mesa de la
cocina, la anciana cocinera le tom las manos y las estudi por un momento,
mir a los ojos en ese momento verdes claros y le sonri.
-Tu corazn... tiene miedo...
Alein le vea expectante y sin hablar, solo escuchaba la voz tierna de la anciana.
206
-... Te voy a contar una historia... algo que pas hace mucho, mucho tiempo...
cuando las races de los cngaros creca entre mala yerba y Pars se llenaba de
sombras sin rostro en una de tantas noches solas y desiertas...
70 aos atrs.
-No!!!... por favor... no lo hagan...
-Cllate perra!!!... no tenis derecho a hablar...
-Os suplico... piedad, piedad... por favor...
-Os he dicho que callis!... puta!!!, merecis esto y ms.
-Oh Dios!!!... no, no...
Una gitana sufriendo su destino, cinco hombres hacindoselo saber sin pena ni
mente, oscuridad por doquier, gritos por doquier... noche inmunda y perpleja,
juez y acusadora, un hedor a azufre viajaba por las calles desde el cementerio,
aullidos de lobos a lo lejos proclamando su desacuerdo, los hombres uno a uno
bajaban sus pantalones demasiado excitados, jadeantes como animales en celo,
la joven gitana lloraba sin fuerzas, ya no deca nada, esperaba a que esos cerdos
terminaran de matar su alma, su corazn y su vida, violada hasta la mdula, los
hombres le escupan, otros mordan sus redondos pechos dejando sus rastros
como pequeos recuerdos, la laman con descaro, le decan porqueras, le
arrancaban las ropas, era profanada como un templo o peor an, pues un
templo no tiene vida.
Mujer que das antes rea junto a sus hermanos, ahora mora junto a perros, tal
vez... tal vez algn milagro!... no, en Pars no haban milagros, menos para ella...
bella y gitana, don para los suyos, blasfemia para la iglesia y pecado para los
hombres.
-Maldita!... bruja!... no desearais haber nacido nunca...
207
-Jaz... Jazmn.- Respondi la joven con miedo. -Me vais a matar?, vienes por m?
-No Jazmn... no te voy a hacer dao, solo quiero ayudarte...- Le dijo el hombre
que la sostena por la cadera para ayudarla a caminar. -...Ven conmigo, quiero
ayudarte a curar tus heridas... por lo menos las fsicas.
En eso un carruaje lleg de la nada, traa una antorcha encendida a cada lado
dando as luz al camino, la joven pudo ver entonces el contorno de su salvador
quedando impactada ante lo hermoso de su rostro, unos ojos azules
resplandecan, parecan tristes... tristes?, tal vez fuera por ella o tal vez no, quien
sabe, pero lo que si supo fue que desde ese momento el poco corazn que le
quedaba se lo entregara a l.
-Trabajaris en mi Palacio. -Le haba dicho el Marqus de Versalles. -...No puedo
ofrecerte ms, o si queris puedes salir y estar escondindote toda tu vida para
no ser cazada como a un zorro.
La que una vez fuera virgen asinti con su cabeza, no le importaba lo que fuese,
con tal de estar cerca del Marqus, lo hara todo.
Trabaj como cocinera del palacio, cada da su corazn gema y su estmago
creca ms y ms y ms... s!, estaba embarazada, los que en sus pesadillas
invadan su mente, le haban dejado ese pequeo regalo, para que se acordara
siempre de ellos, de sus rostros, de su tirana... Culpa?... no!, castigo.
-Me han maldecido... gitana maldita soy, llevo conmigo mi reproche, llevo
conmigo la locura.
Lo odiaba, odiaba a ese bastardo que la haca verse fea ante l, por ello no la
amaba... el Marqus no la amaba, su amor no era correspondido.
Pero estaba equivocada, el Marqus s que la amaba, la am cuando la vio
aquella noche, la am ayer y la ama hoy, pero ese sentimiento nunca se deber
saber... nunca.
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As una noche fue entre gritos y sudor la ms dolorosa de las noches, la joven
gitana dio a luz un hijo, pero no se sabe si por dicha o por desdicha, el bastardo
haba nacido muerto.
Los das pasaron y pasaron, se hacan viejos, una lloraba de amor, el otro mora
de amor, hasta que un da.
-Jazmn!!!, Jazmn!
-Pero qu os pasa mujer?
-El Marqus... l se est... se est...
-Dmelo mujer!
-El Marqus muere.
Sin ms Jazmn sali de las cocinas corriendo como nunca, por el pasadizo hacia
las habitaciones, su vista era directa, pas junto a los criados cabizbajos, que
susurraban lo bueno que haba sido, el futuro de sus vidas y el futuro de su
primognita y nica hija.
Lleg a la habitacin, cruz las puertas donde se encontraba la hija del Marqus
mirndolo de largo, pareca enojada... con l?, acaso con ella?
Camin hasta la cama donde el viejo y enfermo Marqus inspiraba las ltimas
bocanadas de aire, estaba plido y sus ojos cerrados, le costaba respirar, la que
una vez fuera joven y bella lo miraba con ternura, unas lgrimas resbalaban por
su arrugado rostro y caan en la cama, se agach y pos su cabeza en el pecho
del hombre, tratando de aspirar su aroma, el Marqus abri sus ojos poco a
poco, y mir hacia abajo, alz con dificultad una de sus manos y la puso de golpe
en la cabeza de Jazmn, esta se asust y lo mir con sus ojos como platos, era la
primera vez que se acercaba tanto, era la primera vez que con sus ojos le
210
expresaba todo el amor que siempre haba sentido, el hombre la miraba sin
titubear, y de pronto le sonri.
-Jazmn... te amo.
La mujer no lo poda creer, todos esos das, todos esos malditos das llenos de
agona por un amor inalcanzable la haba amado como ella lo hiciera... pero ya
era demasiado tarde.
-Marqus... yo tambin te amo, te he amado todos estos aos, por Dios!!!... por
qu?, por qu no me podais amar?, demostrar tu amor... decrmelo, por qu?
-Perdname... por ser un maldito cobarde, lo siento tanto... Jazmn, mi amor...
mi eterno amor.
El Marqus se agach un poco y bes su frente, despus volvi su mirada a su
hija que lo miraba desde las puertas y le sonri de medio lado, como lo haca
siempre, sin ms sus prpados se cerraron y su corazn dejo de latir para
siempre.
-Por Dios!!!, que historia ms triste... es terrible.
-Si nia Alein, lo es... pero sabis algo?, Jazmn se sinti mejor despus de todo
eso.
-Cmo es eso posible?... yo seguro no lo soportara.
-Eso mi nia, es porque se haba dado cuenta que su amor si haba sido
correspondido, alguien siempre la am... y el amor sana hasta el ms duro y
lastimado corazn.
-Oh bueno... entonces no fue tan malo despus de todo.
-Si mi dulce nia... no lo fue.
211
loca".-
Pens
mientras
observaba
de
abajo
hacia
arriba
Alein
atrevidamente.
La vieja se dio cuenta de ello y solt una pequea carcajada. Alexandra la mir y
esta trato de aparentar que haca otra cosa, la joven ms alta gui sus ojos por la
cocina y empez a recordar cuando era pequea. Como le gustaba ir all despus
212
As las dos fueron hacia la habitacin donde estaba Dominique. Cuando llegaron
un criado del palacio le pasaba agua por sus labios resecos con ayuda de una
esponja, Alexandra le indic que lo dejase y le diera la esponja a ella, esta se
puso a hacerlo, despacio y con ternura.
Alein miraba desde lejos la escena, le pareca muy tierna y a la vez triste, ver all
postrado a Dominique que desde que le conoci le quiso mucho y ver a
Alexandra sufriendo por su querido amigo que toda su vida le haba
acompaado, querido y cuidado, era muy triste, ya casi no tenan esperanza,
todo termina cansando.
Alein se acerc dnde estaba Alexandra de cuclillas a un lado de la cama,
cuando lleg, pos una de sus manos en el hombro de Alexandra tratando de
trasmitirle todo la comprensin que senta, y que supiera que comparta su
tristeza.
En ese momento algo pas, algo que Alein nunca crey llegar a ver, Alexandra se
volvi a ella y como si fuera una nia pequea empez a llorar, abraz con fuerza
las caderas de Alein y hundi su cabeza en ese suave y pequeo estmago.
Llor y llor hasta cansarse, sacando afuera toda su ira interna, todo sufrimiento
y dolor que en su vida haba oculto dentro de su mente y de su alma, desnud
su corazn ante Alein, regalndole ese momento que a la joven rubita le pareci
inolvidable.
-Shhh... tranquila, tranquila amor...- Alein le obsequiaba palabras suaves y
amorosas. -... Aqu estoy Alexandra, aqu estoy mi vida.
Alein acariciaba con sus suaves y pequeas manos los cabellos largos y
ondulados de Alexandra mientras esta iba tranquilizndose. La camisa de Alein
estaba toda mojada por las tibias lgrimas regadas con desespero. Alein se hinc
frente a la Marquesa tomando la cabeza de esta con sus dos manos y
levantndosela, las dos se miraron por un momento, Alein se acerc al rostro
baado en lgrimas y una a una las fue limpiando con besos delicados, alrededor
214
215
Mir a donde estaba Alexandra inmvil, pereca indecisa, y era verdad, le costaba
mucho mostrar lo que deseaba, siempre se lo guardaba para ella, pero era Alein,
era lo qu deseaba Alexandra o no?
-"Porque me costar tanto?... soy una cobarde idiota... como mi padre.- Pens
Alexandra recordando cmo haba descubierto a su padre mirando a Jazmn una
y otra vez sin hacer nunca nada. -"No... no soy como mi padre, no tengo que
serlo".
-Alein?- Llam Alexandra a la mujer que la haca ver estrellas cada vez que la
besaba.
-S?- Pregunt Alein que estaba a punto de entrar a su habitacin.
-Alein ven... por favor, esta noche... ven conmigo.
Alein no pens ms, solo obedeci a sus piernas quienes se mostraron de
acuerdo con la idea y que no dejaron de caminar hasta llegar delante de la
Marquesa.
Alexandra sin dejar de mirarla abri las grandes y talladas puertas de su lujosa
habitacin, agarr entonces una de las manos de Alein y la bes, Alein si no
fuera porque estaba agarrada a una de las puertas seguramente se hubiera
desmallado all mismo. Entonces la invit a pasar, tirando de ella suavemente y
la bella Alein se dej llevar como abeja por polen.
Mientras, en el Pavillon de Flore en el centro de Pars.
-Majestad, todo listo.
-Bien, muy bien... espero que esta vez lo hagan bien.- Indic el rey a sus
oficiales. -... Y que no vengan con las manos vacas.
-Majestad os juro que esta vez no se escaparn.
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Alein sigui hablando, casi adormecida por esa paz que reinaba all afuera.
-... Alexandra que injusto es este pas... por Dios!, no te imaginas como viven las
personas all afuera, no te imaginas que es escuchar a nios llorando por las
noches porque tienen hambre, yo misma llor una vez, o porque su mam fue
ahorcada por haber robado un miserable pedazo de pan aejo para drselos.
Alexandra suspiraba triste por lo que le contaba Alein... no!, nunca haba sentido
que es tener hambre, pero le hubiera gustado hacerlo, as tal vez hubiera dado
ms importancia a lo que tena, gente como ella era la que deba sentir eso, no
nios inocentes que no tenan culpa de vivir en esa ingrata sociedad, en esa
injusta vida llena de crueldad y castigos para los pobres y llena de placeres para
los ricos.
-Por eso mi querida y dulce Alein... es hora de hacer algo.
-S... ya no tendr que hacerme pasar por hombre.- Dijo Alein sonriendo
irnicamente.
-Jaja claro que no... aunque bueno, la verdad es que a m me encanta veros
vestir pantaln.
-De verdad?- Pregunt Alein volviendo su mirada a Alexandra y caminando hacia
adentro de nuevo.
-Sip... te vez muy... sexy, muy... interesante... muy diferente.- Indic Alexandra
bajando despacio de la cama como si fuera una gran gata.
-Oh vaya!- Exclam Alein sonrojada, y olvidndose de todo, menos de donde
estaba y con quien, mir a Alexandra que se aproximaba a ella peligrosamente,
como si fuera su presa... su rica presa.
-Atrs gata, atrs.
219
Alein sin querer empez a temblar, saba que Alexandra quera jugar, pero no lo
poda evitar, como tampoco poda evitar sentirse excitada, cada vez ms, cada
avanzada que daba Alexandra hacia ella, pero no quera echarse atrs, tambin
quera jugar.
Como si quisiera escapar, Alein mir a ambos lados buscando el camino ms
fcil, poco a poco se fue haciendo a un lado, Alexandra la tena en su mira, en
cualquier momento poda atacar, se senta como un leopardo apunto de
satisfacer su apetito, su necesidad que haca mucho posea y ahora la mataba
por dentro. Alein por tratar de escapar baj su guardia un segundo y ese
segundo le cost caro, Alexandra se lanz a ella y las dos cayeron en la alfombra
riendo como nunca.
-Sabais qu ests loca?- Le comunic Alein riendo hasta ms no poder.
-S... estoy loca por ti.
Alein poco a poco fue calmando su risa, Alexandra la observaba como idiota, la
idolatraba, veneraba todo de ella, adoraba su risa y su forma de ser, admiraba su
gran nobleza y el amor que senta por la vida... la amaba, la amaba con locura.
-Ale... Alexandra?... otra vez recordando?
-No... solo estoy viviendo el momento, amo cada segundo contigo Alein, no puedo
explicar lo que me ests haciendo, pero me encanta y quiero que nunca termines
de hacerlo.
-Vaya!, no saba que erais poeta.
Alexandra le empez a hacer cosquillas en las costillas y Alein estaba que
reventaba de la risa.
-Por favor!... os suplico Marquesa... jajaja... paraaa!!!... jajaja... para yaaa!...
-Me volvis a decir poeta y te juro que te va peor.
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Con un gran esfuerzo Alein rod y tir de Alexandra hasta dejarla debajo de ella,
Alexandra qued sorprendida pues fue tan rpido el movimiento que ni tiempo le
dio de defenderse. Alein le cogi sus manos y se las puso a cada lado, la chica
rubia estaba sentada en la panza de Alexandra que la miraba con sus ojos azules
oscuros de deseo.
-Qu habis dicho que me ibas a hacer si te llamaba de nuevo...
-No te atrevas nia!
-Qu pasa si me atrevo?- Le indag una altanera Alein.
-Sufriras las consecuencias.
-Ah s?, cmo sabes?, tal vez me vayan a gustar.
-Bueno... estis advertida nia.
-Pues... me arriesgar...- Indic Alein acercndose a Alexandra que cada vez le
costaba respirar, sus labios quedaron rozando los de Alexandra. -... Eres... una...
gran... poeta.
-Te lo advert... ahora sufriris la ira de la gran Marquesa de Versalles.
-Jaja... no te tengo miedo... Alexan...
Alein se tuvo que tragar medio nombre, Alexandra como la fiera que era en esos
momentos agarr con sus dientes los labios de Alein, esta tuvo que bajar su
rostro sin mover ni un msculo, pues si no le ira mal, Alexandra sonrea
triunfadora, luego su ataque se volvi ms suave, junt sus propios labios y
succion los de Alein que estaban increblemente rojos, dej de morderlos, pero
continu chupando cada labio como si fueran gajos de mandarina, Alein estaba
que arda por dentro, su cuerpo reaccion de inmediato bajndolo todo sobre el
cuerpo de Alexandra, esta ltima tena el control, Alein se lo ceda con gusto, es
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ms, si quisiera se lo dara por toda la eternidad, los besos empezaron a ser
sensuales y pausados, Alein sigui la danza con los suyos, sus lenguas jugaban
al escondido, a cada una le tocaba encontrar a la otra, besos placenteros y
deliciosos, sus pequeos gemidos lo anunciaban, sus cuerpos que se movan
tratando de acoplarse hasta ms no poder lo describa. Alexandra se separ un
momento para que sus pulmones se llenaran de nuevo, al igual que los de Alein.
-Alexandra... quiero que sepas...
-Shhh... no hay nada que decir...
-Es que... yo nunca... nunca...
-Alein tranquila... no eres la nica.
-Quieres decir que t tampoco... nunca...
-No... nunca.
-Oh... yo pens... tu sabes, con tantos pretendientes detrs de ti... o tal vez una
mujer bella...
-No, nadie me haba interesado antes... es que siempre quise entregarme a la
persona que iba a amar y pues... ya la encontr.
-Sabes?... en eso concordamos, yo tambin tuve pretendientes... pero solo viejos
gordos y feos.
-Jaja si... tambin me pas a m... pero encontr a la persona que me rob el
corazn en el mismo instante que le vi.
-Que coincidencia, a m me pas lo mismo... majestuosa como solo ella, elegante,
hermosa...
-No sigas o me voy a poner celosa.
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todo
lo
habido
por
haber
en
ese
impresionante
cuerpo.
Lleg hasta sus muslos, pasando sus manos una y otra vez y despus a sus
perfectos glteos amoldando sus manos en ellos, Alexandra gema suavemente,
mientras que al mismo tiempo sus manos paseaban por el cuerpo de Alein y
vagaban sus incontrolables labios por cada parte de su rostro, las dos se daban
placer con caricias que hablaban por ellas, Alexandra enseguida quiso sentir
ms de Alein y por ello bajo sus manos delineando el contorno de su cuerpo con
extrovertidos dedos para quitar sus pantalones, Alein estaba en los cielos,
volando entre las nubes como un pequeo pajarito, Alexandra fue bajando esos
metiches pantalones hasta quitrselos quedando desnuda como Alexandra, ya
nada iba a impedir su demostracin de amor. Alein envolvi con sus firmes
piernas las de Alexandra, esta con su mano desliz esas piernas hacia arriba,
ponindolas en su cadera, deseaba todo contacto posible, lo deseaba ahora ms
que nunca, as sus centros se juntaron haciendo que las dos chicas no pudieran
retener gemidos de placer, aunque nunca antes habran hecho el amor con
nadie, las dos parecan ser expertas en el arte de amar, se dejaban llevar por su
necesidad, la habitacin se empapaba por el aroma de sexo que de sus cuerpos
emanaba.
-Ohhh... Alexandra, esto es delicioso... umm... oh s!... ahhh!
Las dos jvenes movan sus cuerpos de arriba abajo, de un lado al otro,
circularmente sin detenerse, suave, al comps de sus suspiros, se besaban a
cada instante, sus lenguas jugueteaban, se laman los labios como si fueran
paletas de helado de ricos sabores, cada vez ms rpido, sus pequeos y
mojados cltoris parecan bailar un vals frentico que llenaba sus almas con
descargas elctricas, cada movimiento produca chispas, las dos amantes
estaban a punto de llegar a la cima, pero Alexandra deseaba que durara ms, as
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que bajo la intensidad de sus movimientos poco a poco, Alein estaba sufriendo
de verdad, sta la mir con desespero y Alexandra le sonri, le quit de su rostro
unos necios flequillos cortos y empapados de sudor y la bes deliciosa y
delicadamente, luego fue bajando por su cuerpo llegando hasta sus pechos que
se pusieron duros al instante, Alexandra pas su lengua caliente y jugosa en
cada uno haciendo que Alein gimiera ferozmente, la estaba matando.
-Ummm... Alein... nunca olvidaremos esta noche mi amor... te lo juro.
Despus de un rato de haber perturbado los sensibles pechos de Alein,
Alexandra sigui su camino hacia abajo, deslizando todo su cuerpo en el de
Alein, lami su fuerte abdomen, jug con el ombligo, sigui con la entrepierna,
con los muslos interiores, Alein pasaba sus manos, sus dedos, sus uas por los
brazos de Alexandra, por su espalda, por su cabello en donde se instalaron al
final empujando la cabeza de la mujer que la estaba atormentando hacia donde
quera toda su atencin, Alexandra entendi el mensaje y sin dudar se adentr
en ese mundo lleno de sorpresas y sensaciones, su lengua le agradeci por el
manjar que estaba degustando quitando as su gran hambre, se diverta dentro
de ella, le dio tanto gusto conocer a ese rico y delicado cltoris que trataba de
esconderse tmidamente y rea por las cosquillas que la lengua de Alexandra le
haca.
-Dios!!!... s!, sigue... sigue mi amor... ohhh!, Alexandra me vuelves loca!.. Ya, ya
no puedo ms!!!... te amo, te adoro...
Alexandra sabiendo que su dulce Alein estaba a punto de llegar al extremo, meti
uno de sus dedos dentro de la caliente y mojada Alein, esta grit por dolor y al
mismo tiempo por placer, Alexandra llev sus labios a los de Alein, para as
querer compartir lo que senta Alein en esos momentos, sus gemidos eran
callados por los labios de la mujer de ojos azules que segua hundiendo su dedo
en los confines de Alein, hasta que esta dej de gemir y de mover su cuerpo con
frenes, dejando totalmente claro que haba subido a la cima con xito.
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-Alexandra...- Deca Alein sin aliento. -... No tengo palabras... para explicaros...lo
que
he
sentido...
solo...
solo
quiero
que
t...
lo
sientas...
tambin...
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Alexandra se fue a un estante que haba en la pared y cogi una afilada espada,
despus agarr a Alein de una mano y las dos salieron espantadas de la
habitacin, corrieron por los pasillos, escucharon cuando los hombres abrieron
las puertas con ayuda de un tronco y gritaban a las dos mujeres que salieran,
los criados asustados empezaron a salir de sus propias habitaciones, Alexandra
al pasar les indicaba que entraran y no salieran, se dirigiran rpido a las
cocinas donde haba una puerta trasera que daba al bosque, all se toparon con
Jazmn que estaba muy asustada por los gritos de los hombres y los de algunas
criadas del palacio.
-Marquesa... qu pasa?
-Jazmn... toma a Alein, vayan por la puerta trasera y corred hasta el bosque.Indic Alexandra desesperada.
-Alexandra pero que dices?- Indag Alein. -... Yo no quiero ir a ningn lado sin
vos...
-Alein tienes que ir... yo estar bien, ve con Jazmn, las alcanzar luego.
-Alexandra no... por favor... quiero estar contigo!
-No hay tiempo... ve... hazme caso Alein!... por favor!
-Ven mi nia... Alexandra estar bien...- Le propuso la anciana a Alein que no
quera dejar a su amada.
Alein hizo caso, pero antes de ir con Jazmn se aproxim a Alexandra y le dio un
suave beso en los labios, esta se lo devolvi con pasin y le indic que siguiera a
la gitana, Alein la sigui entonces por la puerta hacia el bosque oscuro y
tenebroso. Alexandra qued sola en la cocina esperando a los hombres para
combatirlos, alcanz la puerta de la entrada y la cerr, se puso delante de ella y
coloc su espada delante de sus narices, escucho los pasos de los hombres
aproximarse a ella, un fuego alcanz su cuerpo erguido y firme, el mismo ardor
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que entraba en ella cuando practicaba sola en el bosque, o con algn noble que
la retase. Tena que enfrentarse a esos hombres, si no seguiran detrs de ellas
hasta cazarlas a las dos, podan llevrsela a ella y matarla, pero no a Alein.
Los hombres golpearon una y otra vez la puerta para poder abrirla, hasta que lo
hicieron, pero lo que no se esperaban era a la Marquesa esperndolos del otro
lado con su cuerpo en llamas y lista para darles una buena paliza, estos sin
pensarlo se fueron a ella, Alexandra daba estocadas con su espada, aunque eran
bastantes, luch con cada uno, no pretenda hacrselos fcil, daba golpazos y
ruga con furia, los hombres estaban asombrados de la gran luchadora que era
para ser una mujer noble, pero ellos tampoco queran darse por vencidos, varios
eran muy buenos con sus espadas, despus de un buen rato de enfrentamiento,
Alexandra estaba cansada se le notaba en su rostro, pero pensaba en su Alein y
eso le llenaba de fuerzas de nuevo, su cuerpo sudaba, sus manos estaban
mojadas y tenan ampollas, algunos hombres estaban en el suelo inconscientes,
otros mareados gimiendo de dolor, era una gran lucha, quince contra una,
nunca antes visto por ninguno de aquellos hombres, muchos en sus adentros
sentan admiracin por esa mujer poseedora de belleza y fiereza, los hombres
tambin estaban fatigados, llevaban ya mucho tiempo con sus espadas en alto,
Alexandra no se renda, pero en una de las tantas estocadas que recibi de los
hombres, su espada resbal de sus manos, dejndola desprotegida, los hombres
al notarlo se abalanzaron a ella tirndola al piso totalmente extenuada,
recibiendo golpe tras golpe en todo su cuerpo, dos de los hombres le sujetaron
los brazos con fuerza y la alzaron para ponerla de pie, estaba dbil y eso la haca
odiarse por dentro, pero no poda ms, su cuerpo no responda.
-"Alein... perdname... ya no puedo, no puedo...".
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-Yo se lo dije.- Apunt la otra chica llegando junto a ellas. -... Lo he visto en su
mano.
-Estis segura?- Pregunt la anciana a Areli.
-S... lo presiento, es muy fuerte.
-Me tengo que ir.- Plante Alein.
-Mi nia ya estoy muy vieja... quiero quedarme y morir entre mis races...
Alexandra lo entender.
-Entiendo Jazmn... gracias por todo.- Alein le dio un fuerte abrazo a la anciana y
luego se dirigi a la chica. -Gracias.
-No es nada... ve por tu amor Alein.
Sin ms se fue de all corriendo seguida por las miradas de la gente y de las dos
mujeres junto al fuego.
-Aqu estn!!!, dos suculentos caldos de gallina y queso de cabra.- Indic
Danubian llegando con la comida de la anciana y de Alein. -Um... dnde est la
linda joven?
-Siguiendo a su destino hombre... siguiendo al amor.
La vieja gitana cogi su caldo y se sent junto a la chica llamada Areli que haba
cogido la otra taza con caldo.
-Queris or una historia mi nia?
-Claro!- Exclam la chica.
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-Esto pas hace poco... poco tiempo, cuando la mitad del corazn de una gran
joven noble pareca haber muerto... pero lo que no saba, era que esa mitad
estaba escondida en una joven y hermosa plebeya...
lo miraba con repulsin como siempre lo hubiera hecho. -... Sabis que has
cometido algo muy grave Marquesa... digamos que habis traicionado a la
sociedad burguesa apoyando a un grupo revolucionario que est en contra de
nuestro rgimen... Qu tienes que decir ante esto?
Alexandra permaneca en silencio, ya estaba harta de ese hombre responsable de
millones y millones de muertes... saba que deba ser sumisa, no quera echar a
perder nada, ya pronto los mismos de su gremio se ocuparan de l.
-Alexandra...- El rey lleg a su lado de nuevo. -... Te doy la ltima oportunidad
de unirte a m... te dar lo que me pidis, lo que quieras.- El rey la miraba
esperanzado.
-Luis...
eres
una
repugnante
rata...
nunca
tendris
de
nada...
Una joven rubia, de cuerpo delgado y pequeo corra con destreza por el bosque
lbrego sin detenerse, su respiracin agitada daba paso entre el follaje, atrs
quedaban solo sus huellas y su miedo, un bho se atraves por su camino, pero
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Alein no le dio importancia alguna, los largos brazos de los seores rboles
parecan querer agarrarla y hacerla suya. Un tronco cado quiso hacerla caer,
pero Alein pudo equilibrarse sin dejar que el bosque se riera de ella. Pronto a su
vista apareci el gran Palacio, se detuvo un momento a coger un poco de aire y
contino corriendo rodeando el palacio hasta la entrada, las puertas estaban
abiertas, entr con cautela por si todava haba algn oficial dentro, pero no vio a
nadie, entonces hizo sus pasos ms rpidos por los pasillos hacia las
habitaciones, lleg a la habitacin de Dominique y abri las puertas sin esperar,
este estaba acostado pero despierto.
-Dominique!... gracias a Dios nada te hicieron.
-No hija... estoy bien, pens que te haban llevado a ti tambin.
-No estoy bien... o sea qu a Alexandra la capturaron?
-Eso me temo... uno de los criados me dijo que Alexandra luch por horas con
los hombres, pero al final no pudo ms y se la llevaron.
-Oh Dios!... tengo que ir a ayudarle.
-Mi nia no podis hacer mucho... seguramente la tiene el rey.
-Lo s... pero no debo dejarla... no ahora.
-Ten cuidado Alein.
-Lo tendr Dominique.
Alein sali de la habitacin rumbo a los establos del palacio, cuando lleg escogi
a uno de los caballos, le puso rpido los implementos y mont en l, solo una vez
en su vida haba montado a caballo, pero de inmediato record cmo hacerlo y
pronto parti a Pars.
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Cabalg hasta llegar a la ciudad, pas a gran velocidad por la Rue aux Fers y por
el Cimetire des Innocents. Rumbo al Pavillon de Flore, cerca de all par al
caballo que jadeaba hondo, se baj de este y lo amarr a una percha.
-Bien... estoy lista.
Alein se encamin a la entrada del Pavillon donde pensaba estaba Alexandra,
pero un sonido la distrajo y la hizo parar, se gir adonde pens provena.
-Psss... psss...!
Alein mir entonces convencida de que all haba alguien, se acerc despacio
hasta que una cabeza se asom asustndola.
-Pero que...!
-Franco!... eres t?
-Nicols?
-S... Franco, gracias a Dios te encuentro.
-Nicols que gusto verte amigo.
Nicols sali de su escondite y abraz a Alein efusivamente, esta estaba feliz de
ver a su amigo bien.
-Franco... no vas a creerlo, vi a tu Marquesa.
-Visteis a Alexandra?... dnde?
-Aqu.- Nicols seal el gran Pavillon.
-Entonces est all?
-Estaba.
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-Estaba?
-S... se la han llevado unos oficiales, escuche que a la Bastilla.
-Oh cielos!... Nicols debo ir a ayudarla.
-Lo s... saba que ibais a venir, por eso te he esperado... te voy a ayudar.
-Oh amigo... seguro lo menos que queris ver ahora es a esa sucia Bastilla.
-Tranquilo... s quin puede ayudarnos... el mismo que me ayud a m a
escapar... sabes?... me dijo que haba sido la Marquesa Alexandra... ahora
quiero ayudarla.
-S... pero vamos, no perdamos tiempo.
-Bien vamos.
Alein y Nicols se montaron en el caballo y cabalgaron hasta llegar al Quatre
Dauphins, la taberna donde antes Mari la madre de Alein haba trabajado.
Nicols le haba dicho a Alein que all se encontraba el hombre que lo haba
sacado, entonces los dos se metieron a la taberna, dentro estaba llena de gente,
prostitutas y borrachos peleando y lanzando botellas, Alein y Nicols casi no
podan caminar, buscaban con sus miradas al amigo de Alexandra.
-Mira!... all esta.- Indic Nicols.
-Vamos.
Al fin pudieron dar con l, este estaba sentado con otros oficiales de la temible
crcel, todos beban y cantaban totalmente desafinados pero alegres, Alein y
Nicols se pusieron al frente suyo, el hombre los mir irritado.
-No tengo limosnas... que no ven que soy tan pobre como vosotros?
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Salieron los tres de la taberna, Alein agarr al caballo de las riendas y lo llev
con ellos hasta la orilla del Sena, varios botes de remos estaban estancados en la
orilla, Alein amarr al caballo en un poste y despus se fue tras los otros que
estaban montndose en uno de los botes. Remaron hasta la otra orilla donde
estaba la Batilla con todo su espanto, pronto tomaron una ruta diferente a la
entrada, entre los matorrales un tnel se abra ante ellos, Nicols saba que
exista pues por all el hombre lo haba sacado, se adentraron en l, la noche
estaba callada, solo el recorrer del agua se escuchaba como eco por las paredes
del tnel.
-Esto nos llevar a uno de los pasillos que van a las celdas... tengan cuidado que
ningn guardia os vea... si no, estaremos fritos.- Informo el hombre mayor.
Estaban cerca... muy cerca, Alein lo senta.
-"Pronto Alexandra... pronto estaris fuera de nuevo".
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-Nosotros!!!
-... Ahora, lo nico que debemos hacer es asustar a su Majestad... que todos se
den cuenta... y que se nos unan... vamos a ser una sola persona, y esa persona
va a hacer ver la diferencia... quines estn conmigo?
-Nosotros!!!
-El tiempo ha llegado... el inicio del final os espera all afuera... hagmoslo ver...,
hagmoselo ver a vuestro rey... a esa rata del rey... es la hora de actuar... esto es
historia!!!... es el inicio de la revolucin, el inicio de la verdad.
-Si!!!
-Manos a la obra!!!
Alexandra estaba muy pensativa y de pronto como si fuera natural para ella
sonri ante la oscuridad, sintindose de repente completa, su corazn empez a
retumbar sin control.
-Alein.
-Los estaba esperando.- Revel Alexandra aun con sus ojos cerrados mientras su
amigo sacaba unas llaves y abra la celda.
-Perdonadme Marquesa... tuvimos unos pequeos contratiempos.
-Alexandra!!!... ups... lo siento.- Se disculp Alein cuando todos la callaron con
los ojos.
Esta lleg a donde su amada Marquesa y la estrecho en un gran abrazo mientras
era correspondida. Alexandra la mir sonriendo al igual que lo haca Alein y uni
sus labios a los de la chica rubia sin importarle la presencia de los otros.
-Por Dios!... qu te han hecho?- Le pregunt Alein a Alexandra percatndose de
las heridas.
-Debemos irnos.- Inform el hombre mayor si dejar a Alexandra explicar.
-Solo os doy gracias por venir antes de que me dieran otra paliza.
Alein y Nicols ayudaron a Alexandra a levantarse y a caminar. Los cuatro
salieron en silencio de la celda, movindose rpido por los pasillos, Alexandra en
cada movimiento arrugaba su cara de dolor pero no se quejaba, pronto tendra
tiempo para hacerlo, ahora no.
Sin ser descubiertos pudieron llegar al tnel, se adentraron en l y caminaron
hasta la salida del mismo, un bote de remo, el mismo que antes haban cogido
los estaba esperando, remaron de regreso y ayudaron a Alexandra a bajarse de
l, despus a subirse al caballo.
Todo haba salido perfecto.
-Melvil... gracias amigo.- Agradeci Alexandra al hombre.
-Oh... no fue nada Alexandra.
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-Claro que lo fue, has arriesgado tu pellejo por m dos veces... estoy sumamente
agradecida.- Alexandra estrech a su amigo con un sincero abrazo. -Ahora
debemos irnos... pronto descubrirn que no estoy.
As Nicols y Alein se despidieron del hombre que tom otro rumbo. Alein iba
caminando junto a su amigo, Alexandra iba atrs en el caballo. Pronto llegaron a
la casa de Alein.
-Hija!!!... por Dios!- Mari abraz a su hija apenas esta toc la puerta mirndola
con sorpresa.
-Mam... estoy bien... tranquila.
-Hija?- Recalc Nicols extraado.
Alexandra desde el caballo lo mir y le sonri, palpando uno de sus hombros.
-Por favor... pasen, pasen...- Propuso Mari.
Alein y Nicols ayudaron a Alexandra a bajar del caballo y la llevaron dentro de
la casa.
-La hermana de Alein, Anabella la abraz de inmediato, la joven rubia entr a la
casa casi dejando caer a Alexandra.
-Alein!!!... Pero que te habais hecho hermana?... mam y yo estbamos muy
preocupadas... Oh vaya, al fin trais al amor de tus sueos.- Le indic Anabella
en el odo de su hermana y dndole un golpecito con el hombre. Alein solo la
call con su mirada verde azulada ponindose roja.
-Pero no recibieron la carta?- Pregunt Alexandra.
-S.- Dijo Mari. -... Pero aun as, somos su familia... es natural que estuviramos
preocupadas Marquesa... aunque estuviera con voz.
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-S.
Las dos mujeres se dirigieron a un hermoso carruaje que las esperaba y juntas
se adentraron en l.
-A dnde dices que vamos?- Pregunt la mujer rubia.
-Amrica...- Indic Alexandra, Marquesa de Versalles tomando de la mano a
Alein. -Veremos que historias nos esperan por all.
-Suena interesante para un par de viejas como nosotras.
-Lo es... ya lo vers.
FIN
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J7 y XWP
(Traducciones al Espaol y dems)
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