Cuentos Cerreños
Cuentos Cerreños
Cuentos Cerreños
caminaban por dicho lugar y para los pastores que se aproximaban a sus
inmediaciones. Creca al mismo tiempo la codicia por al posesin del
indicado cerro, que los toros vigilaban, porque el pasto de Santa Rosa
poda remediar la situacin penosa de los rebaos en las pocas de
sequa.
Estas circunstancias hicieron que los principales de los pueblos de la
regin se dieran cita y acordaran hacer el chaku (cacera) de los toros.
En efecto, al amanecer del da convenido se alistaron treinta jvenes de a
caballo, armados de lanzas y lazos, capitaneados por hombres de
experiencia, y otros treinta peones provistos de hondas y garrotes,
seguidos tambin de muchos perros. Todos se encaminaron al cerro
Santa Rosa, guindose por otros que iban llevando trompetas hechas de
cuerno de vaca y tambores. El sol era quemante, eran los meses de
verano. Por fin, despus de una fatigosa caminata, pudieron llegar a un
pequeo cerro de donde se poda divisar a distancia, como puntos, a los
tres toros y por las cimas revoloteaban cndores oteando alguna presa.
Se acord hacer el alto con el fin de que los caballos tomasen un poco de
pasto, sacando tambin los jvenes jinetes y los de a pie su chuspa
(bolso de lana tejida) un poco de coca para chakchar, as como el
tabaco que portaban en taleguitas para envolverlo en pancas de maz y
fumarlo, libando a la vez la tradicional chakta (aguardiente de caa), que
algunos llevaban en sus cuernos de vaca.
Despus de algn tiempo de reposo y llenos los carrillos de pikchu (bolo
de coca), se pusieron a embozalar a los caballos y, prosiguieron la
caminata a paso ligero, siendo divisados a una distancia de tres millas por
los tres animales. Los toros levantaron la cabeza y enroscaron los rabos
sobre las ancas, en seal de rabia, para acometer en seguida; pero el
sonar de las trompetas, tambores y clarines, el ladrido y la embestida de
los perros y los impactos de los hondazos lanzados por los de a pie,
no nos queda sino ir rastreando por la chiura (fangal) los pasos del toro.
En efecto, en medio de la niebla, atinaban a seguir los rastros que los
perros husmeaban, llegando por fin a una lagunita donde desaparecan
las huellas, notndose cerca del borde turbia el agua, como si alguien
hubiera removido el lodo hacia el fondo.
Algo semejante suceda con los hombres del otro grupo, pues cuando
llegaron a la actual poblacin de Goyllar, en cuya direccin se
encaminaba el toro negro, fueron sorprendidos por vientos huracanados
que hacan caer las piedras de los cerros, apareciendo igualmente una
densa humareda negra que se levantaba como un incendio, por lo que
atemorizados por esos extraos fenmenos tuvieron que volver en
precipitada fuga.
Al da siguiente, todos los indios que intervinieron en el chaco se haban
buscado para contarse lo que sucedi. Acordaron en la reunin volver al
cerro Santa Rosa para ver si haban vuelto los toros huidos; pero, cuando
llegaron a los hermosos pastales ya no fueron hallados ninguno de los
tres toros.
Desde el da siguiente, los indios echaron sus rebaos de carneros,
llamas, y otros animales al cerro de Santa Rosa. Empezaron tambin los
pastores a construir sus chozas, poblndose as la regin.
Transcurridos algunos aos, fueron descubiertas las grandes vetas de oro
y cobre en el Cerro Santa Rosa, las de plata en Colquijirca y el carbn de
piedra en Goyllar. Los tres toros, eran el nima de estos fabulosos
yacimientos.
aprisionaba
fuertemente
una
serpiente
que
agnica
No, mamita, pero ellos creen que ser imposible poder construir
nada sobre el puquial.
Fue suficiente.
Despus de desecar el gran manantial de Tauripampa, erigieron la Iglesia
en honor a la Virgen Mara Inmaculada Concepcin, la que siempre
derram sus bendiciones sobre la tierra y las gentes tapeas.
cuarto menguante. Del brazo izquierdo hasta el medio del soporte central,
la lanza con el que Longinos atraves el costado derecho del Salvador del
Mundo; simtricamente, del derecho, un largo listn circular, en cuyo
extremo superior estaba la esponja, que mojada en hiel y vinagre, se le
acercara al Crucificado cuando manifest tener sed; las dos escaleras
que sirvieron para descender el bendito cuerpo despus de su muerte,
oblicuamente pendientes de ambos brazos hasta el centro del soporte
central; las tres slidas escarpias de acero con los que se fij el cuerpo; el
martillo con el que se lo clav triturando palmas y empeines; las tenazas,
con las que se extrajeron los clavos; en un cartelito blanco las letras
S.P.Q.R.S.
que
en
latn
dice:
SENATUS
POPULUS
QUORUM
crucifixin. Fueron aadidos: los cinco dados usados por los soldados
romanos para jugarse las vestiduras del Salvador, un largo sudario usado
por Nicodemo, Jos de Arimatea y sus ayudantes para descender el
cuerpo; la trompeta del juicio final; la balanza en la que habrn de pesarse
las almas en el juicio final; el cliz de la ltima cena y la bolsa conteniendo
las treinta monedas, smbolo de la traicin de Judas.
Despus de noches de intenso trabajo fue terminada la hermosa cruz
recargada de smbolos y esperanzas. Los sacrificados hombres mujeres y
nios de la mina la haban tallado con amor y dedicacin. Finalmente la
sombro;
despus,
fueron
trazndose
unas
resquebrajaduras
agrandando cada vez ms sus intersticios. Los aos fueron pasando. Los
que la confeccionaron fueron muriendo en cumplimiento de su destino, los
hijos heredaron con fe una tradicin que fue hacindose aosa.
Un da, una mujer desesperada, arranc el largo sudario de Cristo,
asegurando que si envolva con l a su marido descalabrado en la mina,
sanara. Otro da se llevaron la tnica; otro, la corona de espinas; otro el
gallo As fue perdindose cada uno de los smbolos que las gentes
llevaban como sacros amuletos. Cuando ya no quedaba ninguna rplica,
comenzaron a astillar el cuerpo de la cruz. Cada japiri deba tener en su
poder, siquiera una astilla. El pedazo de madero lo amparaba de los
riesgos de la mina. Todos aseveraban que la cruz los protega.
Aseguraban que quien tuviera en su poder un pedazo del santo madero,
estaba resguardado por la presencia de Cristo. Testificaban muchos
milagros ocurridos en las negras oquedades
Finalmente, qued
escasez de mercurio:
uni
con
el
sagrado
lazo
del
matrimonio
los
nacido
libre
en
su
tierra,
la
hacan
esclava
del
apoyo
de
sus
superiores,
el
fraile
sigui
PATARCOCHA (Leyenda)
Cerro de Pasco, laguna de Patarcocha,Leyendas de Pasco
Muy arriba del macizo andino del Per, a casi cinco mil metros, donde el
viento alla en el glido imperio de las nieves en el que actualmente se
halla enclavada la capital minera del Per, vivi el venerable cacique
Patar, jefe de la tribu de los Yauricochas, alternando el pastoreo con la
caza y la incipiente minera.
La vida de su gente ha quedado grabada para siempre en los anales de la
historia peruana; no slo en los nombres que perviven en los pueblos,
ros, aldeas, ventisqueros, lagunas y numerossimas minas, sino tambin
en las memorables tradiciones de su noble e inextinguible raza.
Aquellos tiempos, cuando el brillo del imperio incaico declinaba, Patar, el
patriarcal curaca, cargado de aos y experiencias, sinti el acecho de la
muerte en silencioso merodeo por su choza. Temeroso de que la parca lo
sorprendiera en posesin de sus ageros y sus sueos, convoc a toda
su gente y con gran parsimonia las prepar para darles una dolorosa
noticia. Su rostro, surcado por profundas arrugas, se contrajo en un rictus
de odio y dolor. Su mirada era triste, su voz grave, y en aquel momento de
ntima comunicacin, comenz diciendo:
predicadores,
jugadores
profesionales,
bandoleros
implacable para los japiris, pero la borrachera tambin lo es; tras el cobro
dej al descubierto su corpio con sus senos majestuosos que latan con
la turbulencia de su desbocado corazn. Al cura le temblaban las manos
cuando desat los lazos del corpio de franela y fue despojndola de sus
abrigadas enaguas, sus calzones largos de bayeta y una camiseta que
cubra las flores de sus pezones ardientes. No hubo necesidad de quitarle
los botines de cordobn ni las medias de lana sujetas con artsticas ligas
bordadas. Su pecho acezaba con palpitaciones de agona y el corazn se
desbocaba a punto de estallarle. Estaba convencido que Amparo era la
mujer ms bella del mundo, un verdadero ngel. La luz parpadeante de la
lmpara minera sobre los vetustos muebles repletos de candeleros,
vinajeras, floreros y palmatorias, arrojaba luces mezquinas sobre un
espejo velado por el tiempo. El resto de vestuario ritual colgando de las
paredes,
en
confusin
de
ornamentos
talares,
capas
pluviales,
marisma del amor, toda la tarde, sin reparar en la hora que era ni en el fro
que reinaba. Slo ellos existan en el mundo. Tanta fue la eficacia de la
ceremonia de provocacin que la beldad morena sinti que se abra
plenamente como una flor carnvora para atraer al cura como un insecto,
tragrselo plenamente y sentir en sus entraas sus arremetidas
inacabables. Estaba completamente desnuda bajo la luz dorada que se
filtraba por las hendijas de la puerta. Diego sinti que la sangre se le
converta en fuego impetuoso y alarg sus manos temblorosas hasta
colocarlas sobre su largo cuello lbrico. Dominada por una desconocida
energa poderosa que la ahogaba, ella no sinti ningn dolor en la
penetracin, ms bien s una insuperable delicia al sentir el licor de vida
en sus entraas. Este fue el da ms memorable de sus existencias.
Ambos lo recordaran en sus nfimos detalles.
Ese fue el comienzo.
Desde entonces, aquel amor prohibido se convirti en irrefrenable entrega
pasional, desbocada y monstruosa, que ya no conoci lmites. Los mozos
del pueblo que seguan los pasos de la joven descubrieron sus citas y
urdieron una historia fantasiosa que ha quedado como leyenda en el
imaginario del pueblo minero. Dice: Una noche, desde su escondite
fabricado ex profeso, los jvenes la vieron llegar sigilosamente para
abandonarse a los vidos brazos del cura, su amante, para una brutal y
satnica confrontacin de deseos desbocados y abyectos. Desnuda ya,
con las carnes palpitantes y tentadoras, acometida de transpiraciones y
temblorosos ahogos, se entregaba lasciva y febril a los dictados carnales
del cura que responda agresivamente, apoderndose de aquel racimo de
carne lujuriosa que bajo l palpitaba incontenible. En estas circunstancias
la mirada desorbitada y babeante de deseo de los curiosos vieron que
a la mujer le emergan orejas y cola, en tanto su cuerpo se cubra de
espesa pelambre blanca. Se haba convertido en briosa mula blanca!.
las
necesidades
de
sus
obreros.
Aprovecharon
la
oportunidad. Disfrazados y separados uno del otro -cada uno por su ladose embarcaron en las caravanas que iban a oriente. No les fue difcil. All,
provistas
de
una
uas
negruzcas,
como
garfios
PAUCARTAMBO (LEYENDA)
Esto sucedi hace miles de aos. La ubrrima quebrada de Paucartambo
estaba convertida en una extensin mustia y agonizante por un castigo
del dios sol. Hasta entonces haba sido el lugar de trnsito y de pascana
para los viajeros que se aventuraban a llegar a este lmite de tierras
conocidas como residencia de los salvajes indios infieles, los Chunchos.
Ahora los rboles resecos, muertos en posiciones grotescas, lucan sus
tallos deformes; las piedras emergiendo sobre una interminable extensin
terrosa y estril daban la impresin de un yermo gigantesco. Silencio
absoluto donde ya no se escuchaban ni trinos, ni cantos de vistosas aves
ayer numerosas. Las escasas aguas del ro Negro convertidas en una
barrosa sustancia parecida al petrleo reptaban entre las piedras y races
tratando infructuosamente de humedecer la gleba cuarteada del pramo
moribundo. Desde la cumbre del legendario mirador Capilla lmite entre
Carhuamayo y Paucartambo- se poda apreciar un manto impenetrable de
oscuridad envolvindolo todo. Ni un rayo de sol poda filtrarse por aquella
cortina asesina. El da y la noche eran una misma cosa en aquel lugar. La
muerte se haba apoltronado en esa extensin ttrica donde la luz y el
calor de los rayos del sol estaban proscritos.
As transcurrieron muchos, muchsimos aos.
Un da soleado, a extramuros del pueblo apareci un desmedrado
anciano de solemne mirada que asegur ser sobreviviente de aquella
tierra castigada y que, como testigo, haba permanecido en el lugar.
Relat con lujo de detalles la manera cmo los habitantes de su comarca
castigada haban faltado al dios sol. Que tanto haba sido el desatino y la
soberbia de los habitantes que el sol, cansado de tanto salvajismo
determin castigarlos. Efectivamente dijo el anciano- los gentiles que
poblaron estas tierras eran tan malos que, llevados por el odio fratricida,
rendidos;
lo
mismo
hacan
los
Yarhuay, Huagaichau,
Gasacyacu,
Aquivilca,
Centinela,
Chuchihuahn,
EL CONDENADO MALDITO
haba
acortado
la
distancia
hasta
acercrseles
Muy cerca de Ninagaga, a la vera del camino que lo une con Huachn,
hay una hermosa laguna repleta de truchas a la que se le ha dado el
nombre de Luli cocha. De este lugar se cuenta la siguiente leyenda:
Al borde de sus aguas, hace mucho tiempo, viva un hombre cuyo
sustento dependa de la crianza de ovejas a las que amorosamente iba a
pastar a largas distancias.
Este pastor, que diariamente tena que preparar sus alimentos despus
de llegar cansado a su casa, se sorprendi cierto da. Encontr su
humilde casucha muy pulcra y atusada y, sobre la mesa, un caliente y
delicioso almuerzo. Qued sorprendido. Seguro de ser vctima de una
broma, estuvo contemplando los apetecibles potajes ah expuestos. Tan
apetitosos estaban que finalmente tuvo que devorarlos por el extremo
apetito que lo apremiaba. Todo result muy agradable porque qued ahto
hijaco.
Gracias,
maestro...gracias...
Mas
tarde,
cuando
haban
quedado
irremediablemente
cerrados
como
HONOR
LOS
MARTIRES
DE
LA
MINERIA
CARRIONINA"
(Narracin recopilada de la obra: LA CONQUISTA DEL POZUZO del
Escritor Pasqueo, Maestro de Pasco Cesar Prez Arauco.)
olla
que
estaba sobre
la
bicharra,
les dijo:
qu
-Son
no
collotas,
comen
mis
abuelita!
papitas?
Tron
Respondieron
los
la
vieja.
nios.
haca
brillar
los
ojos,
la
tenebrosa
vieja
dijo
la
nia:
despertarse.
-Tu hermanito es muy tierno y an duerme; djalo as, que descanse!.
-Ya, abuelita.
-Entretanto, t, toma esta canasta y trae agua del puquial. Yo, como lo
hago diariamente, buscar algo de comer.
Abrumada por un negro presentimiento, la nia dedujo que se encontraba
ante la Achkay, cruel y maligna bruja devoradora de nios, a la que
todos conocan como la Ganchana. Con gran dolor, juzg que su
hermanito haba sido degollado por la siniestra mujer ya que, en la
madrugada, no lo haba odo quejarse.
Cansada por los vanos esfuerzos desplegados en su intento de llenar de
agua la enorme canasta, la nia retorn a la cueva.
No se puede llenar esta canasta, abuelita dijo.
Lo que pasa es que eres ociosa Cmo no vas a poder traer agua en
la canasta? trae ac vas a ver!.
-Mientras yo vaya al puquial, t encrgate de ayudar a mi pobre hijita!
Bien, abuelita.
Cuando la iracunda Ganchana hubo salido llevando el canasto, la hija,
siguiendo
los
consejos
de
su
madre,
dijo:
-Chica!mueve el perol!.
No s como hacerlo. Ensame.
Cuando la pequea Ganchana se puso a mover el perol para mostrarle
como se haca, la nia aprovech el instante para empujarla dentro del
enorme recipiente que herva. En cuanto la brujita hubo cado en el perol,
la nia, utilizando una gran espumadera, sac el cuerpo de su hermanito
y, envolvindolos en un pullo, sali para escaparse por el escabroso
camino que parta de la cueva.
sta
gritando
grandes
voces,
le
dijo:
ovejas.
Haba
transcurrido
un
tiempo
apreciable
cuando
nitidez
desde
su
alto
observatorio.
en
aquel
escenario,
como
un
triunfado.
levanta
el
Pueblo
de
Goyllarisquizga.
trabajo
ante
la
mirada
de
asombro
de
la
zona.
Despus
de
un
buen
rato
de
espera,
qued
con
los
ojos
S?
Aceptado, Muqui, aceptado!. No s cmo o voy hacer, pero acepto. El
prximo ao, un da como hoy y en este mismo lugar tendrs a tu hombre.
Ahora veo que eres sensato e inteligente. No podra ser de otra
manera: Eres minero. Habras sido un papanatas si por pequeos
prejuicios desecharas las riquezas que te ofrezco
No, no. El prximo ao como hoy, tendrs aqu a un hombre para que
hagas con l lo que quieras.
Bien, est muy bien. Nosotros no necesitamos ningn documento
firmado; basta nuestra palabra; palabra de minero. Ahora ve a gozar de tu
fortuna en el trabajo y sus resultados que te producirn mucho dinero y
felicidad. Hasta el prximo ao como hoy! No lo olvides!
As como lo haba dicho el Muqui, as sucedi. A partir del da siguiente,
nuestro minero se convirti en la estrella de los socavones. De su Stop
dursimo sac, como nadie, un abundante mineral que aquella semana le
hizo recibir el triple que los campeones. Ingres en el crculo de los
privilegiados. Se convirti en marronista, es decir, el hombre que reciba
solamente billetes de cincuenta soles que aquella vez tenan un color
marrn y los fajos que entraban en sus faltriqueras eran numerosos. No
slo eso, a donde fuera la suerte lo acompaaba. Sudaba como un
descosido en aquella sauna quemante del Cuatrocientos Sur en que el
calor es tal que hay que trabajar en paos menores transpirando a mares.
l no lo senta. Tambin trabaj en aquellos heladeros en los que el fro
era tremendamente impactante, abrigado con sus recias chompas de lana
de llama y sus capotes impermeables; labor en las galeras
abandonadas en donde las estalactitas de sulfato, a manera de cirios
azules, adornaban las bvedas mineras; se haba hundido, casi sin
sentirlo, en el asfixiante polvo perforista como experto jackamerista. Haba
entrado en todos los resquicios de los bovedones mineros saliendo
triunfador y campante de todos ellos. Como enmaderador haca prodigios
grave
ronca,
no
concordante
con
su
estatura.
ha
sido
vinculado
con
los
duendes
mineros.
celebracin
pueblerina,
esta
dems
decirlo,
constituy
un
EL MILAGRO DE LOS
JIRCAS
(Cuento tradicional)
mejores maestros de la zona. El festival era libre para que todos los que
quisieran celebrarle a la morena Virgen del Monte Carmelo. La noticia se
irradi por todos los confines de estas tierras altas e importantes del Per.
Considerando la calidad y cantidad de premios que se ponan en juego,
las inscripciones fueron numerosas.
El da del concurso la expectativa era grandiosa. En todo el mbito de la
plaza principal, donde se efectuaban la corrida de toros, no caba un alma
ms. Sus confines estaban repletos. Aquel da, nadie trabaj. La ciudad
minera estaba paralizada. Todos estaban all presentes, en el torneo
musical. De la ciudad y de los pueblos vecinos fueron llegando los
msicos ms famosos. Solistas, dos, tros, conjuntos, rondallas,
orquestas. El certamen sera el ms sonado en muchos aos. La Virgen
se lo mereca.
A medida que transcurra la competicin, los nimos se iban llenando de
una alegra muy especial.
decir que el primer premio fue para l. Tan copiosa fue la recompensa
que, en pocos das, cas con la hermosura de su pueblo con la que vivi
muy feliz el resto de sus das.
Recuerdos de mi barrio La hija del sol
comprob que estaba como ausente, como una mueca, ajena lo que la
rodeaba. A medida que las rplicas calmaban fue volviendo poco a poco a
la realidad. Era el primer da del mes de noviembre de 1947.
La abuela qued sumamente impactada. Cmo pudo saber lo que iba a
ocurrir?
Ese fue el comienzo.
Otro da, acompaando a Chicha Fuerte, lleg a la casa un compaero
de trabajo trayndolo porque estaba muy briago. Despus de dejarlo a
buen recaudo se despidi muy comedidamente. El cido comentario de la
abuela respecto del compaero de su padre incomod a la hija del sol
que, compungida, le dijo: No sea mala con l, mamacha, no va a llegar a
la noche. La vieja incrdula y sorprendida le pregunt. Por qu dices
eso?. La chica, poniendo punto final al dilogo dijo terminantemente.
Porque maana, al medioda, va a morir. Terminado el dilogo, la abuela
qued intrigada.
Al da siguiente, cerrada la noche, oyeron toques desesperados a la
puerta. Cuando Chicha Fuerte abri, se oy claramente la voz de un
hombre que emocionado informaba. Maestro, ha habido un accidente a
la entrada del polvorn de Garga. El brequero Urbiola resbal y fue
arrollado por la mquina de patio nmero cincuenta. Ha muerto
destrozado. Aterrorizada la vieja que haba odo todo fue a ver a su nieta
que estaba despierta y, cuando iba a preguntar, su ndice derecho llev a
sus labios y orden silencio. La vieja obedeci.
La noche que recibieron el ao nuevo, la hija del sol dijo que ese ao
sera fatal para todos. Matarn al demonio dijo- y lo pagarn muy caro.
No dijo ms. Su abuela respet el silencio que vino a continuacin. Por
esos das el pueblo estaba en vilo. No haba pan ni azcar, ni harina, ni
manteca; se present una caresta fatal que a todos remeci. El pueblo se
mora de hambre y, como si fuera poco, el invierno ms crudo invadi la
ciudad. Nunca haba ocurrido algo parecido. Los nimos se caldearon y
por
las
frases
picantes
cargadas
de
amorosa
Sin embargo.
Confiada en las promesas del cantor, se haba entregado totalmente
subyugada en tanto haca los preparativos para su boda. Todo en su
hogar era alegra y esperanza hasta que notando la prolongada ausencia
de su novio, fue en su busca y, al encontrarlo, le increp su conducta. El
infame respondi con una carcajada y unas palabras duras, muy duras,
con las que le haca saber que todo haba sido una farsa y que nunca se
casara con ella ni con nadie.
Poco falt para que muriera de angustia. Temblorosa y casi sin aliento
lleg a su hogar y all encontr a su hermana Antolina hundida en una mar
de llanto incontrolable.
de sus ojos.
Algo grave te ocurre. Nunca ha habido secretos entre nosotras!
Habla!
Se trata de tu novio!.
pueblo T no lo sabas?.
No, claro que no!pero Quines son esas mujeres?.
Todas ellas?.
Es una basura!.
nacido!.
Pero eso no es todo Josefina!
Qu ms?!Dmelo!
Qu haremos, hermanita?.
Yo?!.
S, t!.
De nadie, dices?.
decididas
mujeres
lo
maniataron
luego
de
desnudarlo
atrevidas e
Pero
Un da que estaba ocupado en una de sus correras, en forma por dems
misteriosa, comenz a silbar un viento helado por entre los roquedales
diseminando un acrrimo olor azufrado que invadi todos los confines. En
ese momento, sin que pudiera evitarlo, una fuerza extraa y poderosa lo
llev como a un autmata a las puertas de la gigantesca caverna llamada
Pachapa Shimin (La gran boca de la tierra). Cuando hubo llegado a
este lugar, el cielo se encapot formando amenazadoras cerrazones y un
relmpago traz su rbrica luminosamente inquietante en los cielos. En
ese instante se oy una voz, misteriosa y profunda, salida del antro
misterioso:
Yo soy la boca del mundo y por m escuchars lo que los dioses deben
decirte! Queremos recordarte algo que a sabiendas no has obedecido!
. Desde hace muchsimos das y noches y soles y nevadas, los
machays, los Jircas, las apachetas, son lugares sagrados que deben
reverenciarse; pero t no slo no los has respetado, sino que los has
ofendido. La Pachamama que te ha provisto de abundante alimento sin
que te falte un solo da: chicash, tuclush, papa shillinco, mauna,
papa shire, maca, todo para que tu ganado se harte de abundante
pasto de estas inmensidades; para que puedas levantar tu morada y vivir
en ella; la que te ha dado abundante champa para el fuego de tu hogar.
Donde has encontrado en abundancia venados, vizcachas, tarucas,
llamas, guanacos y vicuas que te han servido para tu alimentacin y
abrigo La voz tajante, bronca e inconfundible, sealaba, puntualizaba
y pona nfasis en cada nombre para que no se le fuera a olvidar al
irreverente. ste escuchaba alelado y lleno de pesadumbre las
reconvenciones del cerro -. La Mamacocha (lago de Junn) te ha dado
abundantes challwas, saga y uchuc challwas y ranas enormes; y entre
los totorales de la ribera y los islotes del interior, wachwas, yanavicos,
parihuanas, zambullidores, yacutucus, corcovados, aynos, gallaretas,
chorlitos, piwis, y gran variedad de patos por centenares
LA SUEGRA
sabes!.
Bien, madrecita.
que es capaz!.
Un ojo en la nuca?! Qu lo ve todo?!Por favor no me
Nada!, todo lo que hay aqu nos pertenece a todas por igual
No son nuestros maridos los que trabajan?No son ellos los que
mantienen esta casa? No somos nosotras la que atendemos la
casa?!
S pero trataron de protestar las tmidas.
Ustedes no tienen por qu vivir aterrorizadas ni esclavizadas,
queridas hermanas Ahora, se acab!. Hoy da y los sucesivos
amargamente.
Es verdad!- gritaron- tienes razn! As lo haremos!.
Fue suficiente.
La vieja, impedida de protestar a viva voz por el reparto, muri
congestionada y ciantica, presa de la ira de su impotencia.
A partir de entonces, los hijos vivieron felices con sus mujeres, ocupando
la herencia que les corresponda.
mis
compaeros
de
viaje,
sentados
sobre
una
piedra,
Moquegua,
en
el
lugar
denominado
Alto
del
Conde,
anteriores posesiones hasta las once de la maana del 26, hora en que
principi el combate de artillera, generalizndose entre los dos ejrcitos a
las doce del da; all la divisin a que yo perteneca a rdenes del coronel
Cceres y en el que tuve por valeroso e intrpido cabo, al seor Juan Blas
Rojas Vera, hoy capitn, jefe militar de esta provincia y a cuyo testimonio
apelo de la veracidad de cuanto les he narrado, fue el que pele con ms
denuedo en razn de estar a la izquierda del ejrcito, a punto que los
chilenos batieron con sus mejores regimientos como fueron , el Buin, el
Santiago, el Victoria y otros ms, y el grueso de su caballera que
sostena ese flanco.
Era las tres y treinta ms o menos, en que la fatalidad declar la derrota,
la cual nos oblig a marchar batindonos en retirada contra las huestes
chilenas que avanzaban. Fue en uno de estos instantes cuando vi caer
herido a mi cabo Rojas Vera sin poder evitar el que se me cayeran
algunas lgrimas al considerar mi ineptitud para socorrerlo. Y como la
derrota fue completa, nos dispersamos todos, tomando yo y algunos
compaeros al ruta de Pacha. Aqu fue donde tropezamos con un
soldado boliviano herido que nos llam, manifestndonos que, como su
herida era grave, tena la certeza de morir y que sindole, en
consecuencia, imposible continuar redoblando su tambor, me lo entregaba
para hacerlo siempre en contra de los malditos chilenos, expirando
enseguida entre mis brazos.
Cargado con mi tambor ste que ustedes ven- llegu a Pacha en
donde cog una fiebres fortsimas que causaron el abandono en que me vi
despus de dos meses de penosa enfermedad. Ya mejor de mis dolencias
sal de aquel pueblecito para, cruzando, montes, ros y cordilleras llegara
a Tangor, morada de la que fue mi esposa y cuyos recuerdos me
causaban en campaas la nostalgia del terruo.
Desde entonces conservo este tambor como el emblema del recuerdo,
como objeto apropiado para dar a mis hijos lecciones de patriotismo y
odio eterno a Chile.
Tres jvenes mineros que se haban unido para explotar una mina de
plata a extramuros de la vieja ciudad cerrea, vieron premiados sus
esfuerzos y privaciones, en muy corto tiempo. Haban descubierto un filn
admirablemente fabuloso que al explotarlo debidamente, les dio ingentes
un buen escondite.
As cuando los jvenes queran aumentar sus depsitos en el arca,
conjuntamente lo solicitaban y, cumpliendo su cometido, se lo devolvan.
As muchas veces. Fue transcurriendo el tiempo en el que los jvenes
alternaban las duras tareas de la mina con sus semanales y notables
francachelas. Dos de ellos tocaban guitarras y cantaban, el otro taa el
violn. Este ltimo cuidaba mucho de su instrumento extremando su celo
en protegerlo; tanto es as, que para que est seguro, se lo entregaba al
viejo de la fonda para que se lo cuidara con mucho empeo.
Un da, alegres y acicalados para la juerga, salieron muy rumbosos y
entusiastas; estando en la calle, repararon que el violinista no portaba su
instrumento por lo que lo conminaron a que urgentemente se lo pidiera al
posadero. El violinista les orden que lo esperaran y raudamente se
present ante el viejo al que orden:
Al ver que sus amigos se iban muy confiados, el joven violinista fue hasta
el viejo que sin ningn reparo le hizo entrega del cofre.
Aquella noche despus de pasar gratas horas de alegra, llegaron al
amanecer haciendo un ruido infernal. Para acallarlos el viejo se levant de
su cama y fue al encuentro de los tunantes:
No hagan tanto ruido por favor que hay mucha gente durmiendo
en el Tambo.
la casa del juez y dgale: Seor Juez: Tenga presente que cuando los tres
mineros me confiaron su dinero, me lo dieron con la orden terminante de
no entregarlo si no venan los tres juntos a pedrmelo. Le ruego, por tanto,
que se sirva usted mandar que vayan los dos que quedan a buscar al
compaero que falta y que se presenten aqu los tres juntos para que se
HIMNO A PASCO
Letra: HUGO APESTIGUE RAMIREZ
Msica: MORFE MAURICIO ATENCIO
CORO
Somos hijos cercanos a Dios,
Somos cndores osados del sol;
defendemos el Orbe Minero!
Con mulizas y de paz y valor.
ESTROFAS
Fuiste el Edn del magnfico Yaro
Pero en tu suelo la infamia cabalg
Y la codicia confes al mundo
Que eres la prdiga Ciudad Real
Despert Huaricapcha tu fama
Y en tu vientre la rueda rugi,
Geografa y honor defendiste
tiempo
1000
a.C.
bandas
de
cazadores
superiores
Pasco
esta
dividido
en
divisiones
intermedias
Ubicacin
Est ubicado en la parte central del pas, al este de la cordillera
Occidental, con zona central del Per andinas y de selva alta y media del
ro Pachitea. Su capital, la ciudad de Cerro de Pasco, con una altitud de
casi 4.338 msnm, es la ms alta del pas. Limita al norte con Hunuco; al
sur con Junn; el este, con Ucayali; y al oeste con Lima.
Nmero de provincias: 3
Nmero de distritos: 28
Transporte y comunicaciones
Carreteras:
Economa
Est sustentada en la minera, principalmente en la extraccin del cobre y
otros minerales, a tajo abierto, en razn de la abundancia de minerales de
baja
ley.
En
los
valles
de
Oxapampa
Pichis-Palcaz
se
amarillo
duro, frijol, yuca, pltano, naranja, papaya, cacao. Villa Rica es la Capital
del caf en el Per. En esta zona se ha desarrollado muy bien
laganadera vacuna y la apicultura. Hay pequeas empresas productoras
de quesos y miel.
Cuenta con las centrales hidroelctricas de Yaupi y Paucartambo, las que
aprovechan las aguas del ro Paucartambo, y la mini central de
Oxapampa, que usa las aguas del ro Choro bamba, todas las cuales
atienden la demanda de energa de las ciudades de Oxapampa, Villa Rica
y Pasco. En la actualidad la central hidroelctrica de Yuncn tiene una
capacidad de generacin de 130 MW, utilizando las aguas de los ros
Paucartambo y Huachn.
Educacin
por Mayordomos.
Junio
Julio
Agosto
Septiembre
Octubre
Diciembre