Rosenfield. Política y Libertad
Rosenfield. Política y Libertad
Rosenfield. Política y Libertad
^ o ltic a
^ y lib e rta d .
La estructura lgica de la
F iloso fa d el D erech o de Hegel
Denis Rosenfield
Xlj
Traduccin de
J os Brrales V all\dares
DENIS ROSENFTELD
POLITICA
Y LIBERTAD
L a estructura lgica de la
Ttulo original:
Pat&qui f LUmi Um ilud sur la structur* logigui di la Philoaopbie du Droit di H tgtl
1984 ditions Aubier Montaigne, Pars
ISBN 2-7007-0532-4
D. R. 1989, Fondo dc C ultuha Econmica, S. A. d i C. V.
Av. de la Universidad, 975; 05100 Mxico, D. F.
ISBN 96S-16-2931-0
Impreso en Mxico
PREFACIO
1821: Hegel acaba de publicar los Lincam ientos fundamentales
de la filosofa del derecho. Le quedan an diez aos de vida,
diez aos de enseanza intensa en la ctedra de Berln, a la que
tres aos antes fue llamado para ocupar. Pero no publicar ya
nada notable, con excepcin de esas obras sistemticas a las que
necesitamos recurrir siempre, si queremos medir, en un solo mo
vimiento, la fuerza de su pensamiento, el secreto de su influen
cia histrica y la ocasin que sigue ofrecindonos para lograr
algn despliegue esencial en nuestra propia aventura intelectual.
Phnom enologie des Geistes [Fenom enologa del espritu],
Wissenschaft der Logik [Ciencia de la lgica], Encyclopadie der
Philosophischen Wissenschaften [Enciclopedia de las ciencias
filosficas], Grundlinien der Philosophie des R echts [Lineamientos fundamentales de la filosofa del derecho]. La primera de es
tas obras, que ha sido la ms estudiada entre nosotros hasta fe
chas recientes, ofrece todo el sistema en su confrontacin con el
elemento dualizante de la conciencia; los otros tres exponen ese
mismo movimiento de las esencialidades en el puro elemento de
la ciencia ; entendamos: en la plena coherencia conceptual
que el hombre, en su nueva libertad, tiene com o tarea elaborar,
una vez exorcizadas las tentaciones adversas y formalmente
idnticas de la representacin, pensamiento material, una con
ciencia contingente que se limita a sumergirse en el contenido ,
y del razonar, libertad acerca del contenido, la vanidad en tom o
a l .1 Con la Lgica en el nivel del principio, y la Enciclopedia
y la F ilosofa del derecho en la concrecin, satisfecha por fin
plenamente, del universo natural y del mundo humano, lo que
ms adelante se pondr en juego es la efectividad * com o tal,
en la exacta articulacin de su dinamismo conceptual y de las
condiciones de su afirmacin histrica.
Lo que a mi m odo de ver garantiza el inters del presente esi Fenomenologa del espritu: edicin Hoffmeister, p. 48, traduccin
de Hyppolite I 51. (Existe edicin al espaol del F.C.E., consltese la
bibliografa.)
* Hegel, en la Ciencia de la lgica, diferencia muy bien los dos conceptos
alemanes con que se nombra a la realidad; el primero, Realitat, significa para
l realidad en el sentido de lo contrario a la negacin, mientras que el se
gundo, Wirlichkeit, significa realidad en acto, concreta o efectiva; de ah que
en esta obra, cuando se habla de realidad (en el sentido de la Wirlichkeit),
dicho concepto se traduzca com o efectividad.
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INTRODUCCION
DE L A NECESIDAD DE HACER ALGUNAS
DISTINCIONES PREVIAS
Lgica y filosofa poltica
LA FILOSOFA poltica de Hegel ha sido bastante maltratada
por toda una tradicin que se ha dedicado, ante todo, a poner
de relieve lo que consideraba com o predominio autoritario, y
hasta totalitario, del Estado sobre el individuo. A Hegel se le
ha tenido, por turnos, com o filsofo de la Restauracin, com o
defensor del Estado prusiano, com o idelogo de una burguesa
ascendente, etc. Su filosofa poltica se ha empobrecido confor
me se ha vuelto por ello una simple poltica de su tiempo. Iro
nas de la historia, los Principios de la filosofa del derecho1 ha
sido una obra leda com o si se afirmara en ella una ciencia par
ticular. A pesar de las mltiples precauciones de Hegel contra
una exposicin de la realidad que prefiriera uno de sus aspec
tos una de sus partes (com o si stas pudieran aislarse de su relai
Todas las referencias que aparecen en nuestro texto se darn de acuer
do con su disposicin original, es decir prrafos y notas, segn la edicin
de J. Hoffmeister Grundlinien der Philosophie des Rechts, Hamburgo,
Flix Meiner Verlag, 1967. Existen de ella dos traducciones francesas: la
de A. Kaan, Pars, Ides/Gallimard, 1940; y la de R. Deratb, Pars, Librairie philosofique J. Vrin, 1975. Las modificaciones que se introducen en
ambas traducciones son de nuestra absoluta responsabilidad. Adems, he
mos preferido conservar el ttulo de Principes de la philosophie du droit ms
bien por comodidad que por conviccin, porque esta obra es conocida del
gran pblico bajo este nombre. Debera titularse en realidad Lignes fondamentales de la philosophie du droit (traduccin propuesta por J.P. Lefebvre,
en La socit civile-Bourgeoise, Pars, F. Maspero, 1976).
En lo que se refiere al uso de las Zusatze ( Apndices") (notas de los
cursos de alumnos de Hegel, que organiz y public Ganz en 1833), existe
una nueva edicin, realizada laboriosamente por K.L Ilting, quien no toca,
sin embargo, lo que consideramos com o punto central de la filosofa pol
tica de Hegel, com o son las relaciones entre lo lgico y lo poltico. Nos
atendremos, por tanto, a lo que Hegel public por si mismo, porque es,
segn nosotros, el nico medio para apreciar la significacin lgica de las
categoras polticas. Portal motivo, tomaremos los Apndices com o com
plemento del texto y medio de esclarecimiento de algunos pasajes oscuros.
Cuando difieren del texto, los hemos preferido siempre en lo que ha sido
escrito por Hegel mismo. Para estos Apndices", hemos consultado, ade
ms de la traduccin de R. Drath, la edicin de E. Moldenhauer y K.M.
Michel, Francfort, Suhrkamp Verlag, 1970.
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E fectividad y racionalidad
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es el movimiento que expone a la esencia; es la autopresentacin del concepto. Se trata, en consecuencia, de conocer en
lo aparente de lo temporal y de lo pasajero, la sustancia que es
inmanente y lo eterno que es presente (Prefacio, p. 15). La in
manencia de la sustancia, la presencia de lo eterno, esos obje
tos aparentemente intemporales de la filosofa, estn sometidos
ellos mismos a los cambios propios de toda sucesin temporal.
En efecto, la esencia no se forma en la exterioridad de su propia
negatividad, sino por su inmersin en la historia. Por eso la Idea
no llega a la inmanencia de su propio proceso integrador ms
que exteriorizndose: no es sino engendrndose temporalmen
te, com o se hace presente a s mismo lo eterno: lo infinito no es
ms que el proceso reflexivo fundamental de la finitud en la in
mediatez del ser. O tambin, el infinito es la forma lgicohistrica en que se constituye la finitud.
Esta problemtica es lo que informa a la clebre frmula del
prefacio de la Filosofa del d erecho: L o que es racional es efec
tivo, y lo que es efectivo es racional. Frmula que se encuentra
en la parte introductoria de la edicin de 1830 (y de 1827), c o
rrespondiente a la Enciclopedia de las ciencias filosficas3 con el
matiz de que ahora Hegel se dirige a muchos espritus a quie
nes han parecido chocantes estas proposiciones. Hegel tiene
el cuidado de recordamos, aun cuando lo haga con cierta irona,
que la inteligibilidad de esta frmula descansa en una lectura
estrictamente lgica. A esto se debe el camino que hemos elegi
d o seguir. Nos apartamos, por tantoj de todas las interpretacio
nes segn las cuales Hegel se adaptaba al orden de cosas exis
tente, se conformaba a la realidad inmediata del mundo. As,
por ejemplo, Horkheimer afirma, siguiendo por otra parte el
falso concepto, aunque extendido, del sistema hegeliano com o
sistema necesariamente cerrado,4 que la segunda parte de la
frase formula de manera clsica el acto por el cual el pensamien
to puro sanciona el curso del mundo; porque, si todo lo real es
racional, ello significa que est en orden .s Ahora bien, l des-
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Pensamiento y crtica
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Herbert Marcuse, Raison et rvolution. Hegel y los orgenes de la
teora social. Presentacin de R. Castel. Traduccin de R. Castel y P.H.
Gronthier, Pars, Editions de Minuit, 1968, pp. 284-286.
I. LA VOLUNTAD Y SU META
Filosofa y ciencias reales
EL PUNTO de vista de la filosofa, bajo la forma principal en
que se afirma com o lgica, es el de la mediacin. El comienzo
de la Idea se encuentra en la necesiad de que sea engendrada en
forma mediata en la sucesin temporal del mundo. La Idea est
as expuesta a la contingencia hasta de los acontecimientos his
tricos: se media en la inmediatez de las cosas. Captar lo que es
el objeto mismo de la filosofa lo absoluto en su carcter de
autodeterminacin del concepto exige un pensamiento que se
site en la perspectiva de lo que condiciona a lo condicionado o,
ms bien, de lo que pone su propia presuposicin. A este res
pecto, el ltimo pargrafo ( 577) de la edicin de 1830 (y de
la de 1817), de la Enciclopedia16 nos muestra claramente que la
esencia de la Idea de la filosofa es entregarse a una nueva dife
renciacin en la inmediatez del mundo. La razn que se sabe
com o razn se escinde (sich entzw eit) en naturaleza y esp
ritu de tal maniera que esas dos ciencias reales engendran en
verdad la Idea. Esta no se sita ni encima de las ciencias reales,
ni debajo de los dominios de la efectividad que ellas expresan. La
Idea no existe sino por su engendramiento en las diferentes cien
cias reales y segn la lgica propia de stas. Lo lgico exige de
nuevo su propia mediacin com o naturaleza y com o espri
tu . Debe entonces entregarse necesariamente al proceso que
lo ha dado a luz; proceso que en adelante estar contenido en
esta nueva presencia de s. Esto significa que la naturaleza
y el espritu son manifestaciones (M anifestationen) de lo
lgico en el sentido de que la Idea se genera de nuevo y crea
nuevas determinaciones en la inmediatez del mundo. El tr
mino manifestacin no es, claro est, la expresin temporal de
una esencia eterna siempre idntica en sus diferentes apariciones.
Las ciencias reales , as com o los dominios de la efectividad
que expresan, no son de ningn m odo ilustraciones de una
Idea pura . Por el contrario, Hegel afirma que la Idea no es
verdadera sino gracias al proceso que consiste en producirse
de otro m odo en la naturaleza y en el espritu . El concepto
se entrega entonces a la temporalidad de la historia y a la con16
Hegel, Ene. 577, p. 499. Traduccin francesa de M. de Gandillac.
Pars, Galimard, 1970. Vase tambin, en lo referente a la relacin entre la
filosofa y las ciencias reales, Jarczyk, G. obra citada, pp. 248-313.
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1, p. 5; WL I, p. 15.
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E l concepto de voluntad
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Treb, cuando aparece asociado en su forma plural, com o es el
caso aqu, con Begierden (propensiones) y Neigungen (inclinaciones)
significa instinto en un sentido bastante cercano del que corresponde a
instinto . Cuando se emplea solo para significar un puro movimiento
lgico, su sentido es el de una tendencia que lleva al concepto a ser lo
que es segn la direccin que se ha impreso a su proceso de determinacin
de s. Tenemos, por tanto, la posibilidad de elegir, ya sea la palabra instin
to o bien la palabra tendencia de acuerdo con el empleo que Hegel
haga de ella. Lo cual no quiere decir que Hegel utilice la misma palabra
para significar los niveles ms inmediatos de la voluntad natural y los nive
les lgicamente ms concretos. Hemos decidido entonces traducir siempre
"Trieb com o instintos , con la preocupacin de marcar el autodespliegue original del concepto; el despliegue del concepto es su proceso mismo
de engendrarse a s.
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El juicio de la voluntad
Eligiendo formas determinadas para la satisfaccin de sus ins
tintos e inclinaciones, la voluntad asciende a una labor subjeti
va y objetiva para determinarse a s misma. Niega entonces su
inmediatez primera y llega de ese m odo a un nivel de menor
subordinacin respecto de las exigencias siempre apremiantes de
una voluntad natural, no consciente an de su poder para deve
nir en otra distinta de lo que es. Vemos, as, que no se trata
de dos formas yuxtapuestas de la voluntad, sino del progreso
gracias al cual la segunda actualiza las determinaciones de la pri
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el tiempo
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La propiedad o
el ser a ll de la libertad
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L as determinaciones de la propiedad
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El trabajo asalariado
Ceder a otro, por un tiempo determinado, la posibilidad de dis
poner de mis capacidades fsicas e intelectuales la fuerza (
67, nota) de mi trabajo o vender una parte de mi produccin
lo que depende de la particularidad de mi capacidad producti
va es, para Hegel, algo propio de la relacin entre los objetos y
no perjudica al concepto de persona. El trabajo asalariado es
una determinacin del trabajo y nada ms, es decir, del proce
so de formacin de la voluntad, habituada por eso a actuar de
acuerdo con una relacin de derecho que a s misma se ha dado.
De este m odo se vuelve esencialmente cuantitativo ( 67) el
criterio para determinar si la persona no cae bajo el dominio de
otra en el momento de venderle una parte de su tiempo. La limi
tacin cuantitativa del tiempo de trabajo decide en esa forma
una transformacin posible del movimiento de exterioracin
(usserung) en una situacin de alienacin" (Entfreumdung).
En otras palabras, si yo vendo a otro la totalidad de mi tiempo,
ello significa que le cedo la totalidad de mi ser y, al hacerlo, me
encuentro desposedo de mis determinaciones sustanciales.
Vemos as que el trabajo asalariado es una determinacin de
la actividad de la voluntad. En Hegel no implica connotacin
alguna de explotacin social, salvo si rebasa ciertos lmites cuan
titativos. Por esta razn Hegel analiza el trabajo en la figura del
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E l contrato
El proceso que se ha esbozado es el de tomar en consideracin
la voluntad de los dems. Tenemos as dos niveles de anlisis:
uno expresa, en el nivel inmediato, que los propietarios se en
cuentran, unos respecto a los otros, en una relacin de exclu
sin; el otro prepara la mediacin que est por venir, es decir, la
voluntad comn a varias personas.
El contrato , com o voluntad, tiene por ello dos aspectos:
a) Uno hace notar la identidad de una relacin de cambio que
expone lo que es comn en el com ercio entre los hombres;
b) el otro revela el carcter inadecuado de esta voluntad al
pretender regir las relaciones entre los hombres, pues cada quien
sigue estando orgulloso de su particularidad y no llega a estar,
por ello, ligado conceptualmente a esta determinacin comn.
Cada voluntad sigue siendo soberana de su propio albedro. Esta
suspensin mutua de mercancas descansa, com o consecuencia,
en el libre albedro de cada quien (una relacin contingente,
exterior y dependiente de la particularidad), en una voluntad
com n situada slo en su inmediatez, y que no ha llegado an a
establecer su movimiento de reconocimiento. Lo que subsume
el contrato son objetos bajo una misma determinacin. Ahora
bien, esto no puede ms que subrayar lo inadecuado de querer
trasponer esta relacin propia de las cosas hacia una relacin
propia de los hombres. De donde resulta, vemoslo ahora, la
crtica de la nocin de contrato sociaL
El contrato social: invasin del Derecho privado
al Derecho p oltico
La principal crtica que Hegel dirige a los tericos del contrato
social consiste en el hecho de que stos han identificado dife-
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libertad es una tarea que vara de una a otra poca. Una poca
puede perfectamente preferir una figura cuya necesidad expe
rimenta ms, porque para ella se trata de dar trmino a su pro
pio movimiento de las figuras. La presencia histrica, y has
ta puntual, del movimiento de las figuras del concepto es
una cosa contingente. L o que puede faltar al proceso de me
diacin propio de una sociedad particular com o a cualquier
sociedad del futuro no es por ello forzosamente la ltima
figura que haya aparecido en el nivel de los acontecimientos
histricos. La efectividad, com o sabemos, no es slo la esfera
de la necesidad sino tambin la de la posibilidad y de la
contingencia . Las necesidades propias de una poca se tra
ducen, en el nivel de los hechos, con un fortalecimiento de lo
que se encuentra debilitado en el sistema de sus determinacio
nes. As, por ejemplo, la tarea del espritu en una poca deter
minada puede ser perfectamente reforzar a la moralidad
dentro de una totalidad tica, inclusive si otras sociedades de
la misma poca estn generando un poder estatal que existe de
masiado en la primera. Lo que fue vlido para el tiempo de
Hegel, a saber: la realizacin del concepto de Estado, no lo es
necesariamente para otra poca, y hasta para una sociedad di
ferente de la que exista en la primera mitad del siglo x k
europeo. Hegel mismo hace demasiado hincapi, en ocasiones,
en la importancia histrica del nuevo Estado tratando de cap
tar cm o estaba transcurriendo el pasado, en el presente, hacia
una nueva figura de libertad. La gestacin histrica de una
nueva figura se establece en el tiempo, lo que dificulta con fre
cuencia reconocer, en un momento determinado, lo que es ver
dadero en ello. Hegel experiment al respecto, tomando com o
determinaciones del concepto lo que no eran sino aconteci
mientos en que resultaba difcil el reconocimiento de la liber
tad: as, por ejemplo, la monarqua hereditaria o los elogios
frecuentes que dirige al Estado respecto a su capacidad de re
solver los problemas de la sociedad. En suma, lo que la historia
plantea com o problema es contingente, y una de las tareas de
la libertad es la de sostenerse ante lo imprevisto y responder
en forma determinada segn las exigencias de la Idea. Las fi
guras de la libertad no son verdaderas sino por el sistema que
pone realmente la totalidad de sus determinaciones o, ms bien,
el sistema verdadero de las determinaciones del todo se con
vierte en el que el despliegue de cada figura se comprueba con
la realizacin de las otras.
dialectique dans la Phenomenologie de l'esprit de Hegel, Pars, AubierMontaigne, 1968, p. 310.
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una nueva vida tica (en ese caso tendramos un trmino verda
dero), as com o puede perderse en una especie de autodisolucin de todo contenido slido (ya sean los del orden de la subje
tividad, o bien los del orden de la objetividad). Considerada de
ese m odo, la moral es una muralla siempre presente contra los
abusos del poder tico. Jams pierde su capacidad de volatilizar
todo contenido para comprobarlo verdaderamente. La moral no
reconoce entonces sino lo que proviene de s misma, lo que se
ha sometido a su poder de autodeterminacin. La armona
objetiva pasa as por la bsqueda subjetiva, libre, de sus concep
tos fundamentales. Bsqueda que se determina segn la dialc
tica negativa de la razn. Mediacin de s por s, que no aprecia
com o verdadero sino lo que ha establecido ella misma. La posi
cin de la moralidad se convierte por ello en la que consiste
en comprobar subjetivamente la situacin en su verdad.
El m al" y la negativa a elevarse a lo universal
Tratar de definir el mal com o si estuviera de algn m odo
vinculado con un contenido particular determinado es ya, en
efecto, un enfoque malo del fenmeno moral. Bien" y
mal son trminos que no adquieren sentido para Hegel, sino
a la luz de un pensamiento que trata de captar la mediacin (o
la carencia de mediacin) adecuada para procurar que un con
tenido determinado sea bueno o malo . As, cuando la vo
luntad particular se adapta a una especie de disolucin trivial
de todas las determinaciones morales en vigor, o intenta definir
para siempre un contenido en particular com o si dependiera
del mal , el sujeto realiza una mala accin. Se trata de
esos casos en los que el sujeto" hace valer un contenido en
particular com o si fuera un principio universal. El bien
aparece, por tanto, com o cumplimiento verdadero de un m o
vimiento moral de mediacin que trata de conocer a fondo lo
que es esencialmente el proceso consistente en hacer que la
particularidad sea universal. Vemos que el bien y el mal
tienen la misma raz ( 139), porque esas dos determinaciones
morales descansan en una certeza subjetiva, formal, propia de
una buena conciencia que lucha contra la disolucin de
toda particularidad. El mal resulta por ello de una posibili
dad arraigada en la accin humana misma, en el movimiento
lgico que acta. El proceso de autodeterminacin de la con
ciencia se convierte en lo contrario de lo que quisiera ser la vo
luntad moral. Tratando de ponerse com o verdadero poder para
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Siguiendo a B. Bourgeois y a J. Taminiaux, traducimos "Sittlichkeit"
com o vida tica .
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La sustancialidad tica
Podemos captar a la objetividad a partir del concepto de sus
tancia, no a la manera de una exterioridad que apremie a los
individuos, sino com o un movimiento en que el individuo,
aparecindose a s mismo com o ser comunitario, afirma las re
laciones ticas com o relaciones puestas por la actividad de la
63 SL II, pp. 270-274; WL, II-l, pp. 219-222.
SL II, pp. 159-161, 269 y 276; WL, II-l, pp. 133-135, 218 y 223.
65 SL II, p. 269; WL, II-l, p. 218.
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EL CONCEPTO DE V ID A TICA
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sino una relacin orgnica en la que cada quien cumple con una
funcin determinada. La ms importante llega a ser la que de
pende del com etido del jefe de familia, cuya labor de previsin
econmica, adquirir bienes, representar en el exterior la unidad
familiar; en suma, de individualizar el ser tico, se enfoca al bie
nestar y a la organizacin interna de esta persona sustancial. El
padre se convierte en una personificacin natural de la familia,
as com o el prncipe personificar al Estado.
Cada miembro tiene el derecho de disponer de una parte de
los bienes comunitarios, con la condicin de que no se trate con
ello de una apropiacin individual, pues el patrimonio familiar
es bien de todos. Estamos as en presencia de una unin sustan
cial entre diferentes individualidades que forman una misma
unidad. En efecto, Hegel asimila este proceso de diferenciacin
interna de la familia a un proceso orgnico de diferenciacin na
tural. Toma elementos naturales (diferencias de sexo, de edad) y
hace de ellos determinaciones ticas. El concepto ajusta aqu a
un modelo natural en un hecho histrico, en lugar de que este
ltimo brotara del concepto. En este panorama, el padre de fa
milia, el esposo, ve que se le confa una funcin poltica, por
decirlo as, que consiste en organizar la naturalidad del todo fa
miliar conforme a una divisin de tareas en la que la totalidad
de sus miembros ha de obedecer. La jerarqua familiar se con
vierte en cierta forma de organizacin de las determinaciones
sustanciales inmediatas. Mejor an, la familia determina el des
pliegue de la sustancia tica, lo que la hace una presuposicin
del desenvolvimiento de la jerarqua estatal, de tal m odo que c o
rresponde a sta poner nuevamente (y de manera distinta) su
propio presupuesto. En ese sentido, podramos decir que la je
rarqua familiar es todava portadora de una naturalidad inme
diata que la hace un tanto reticente a desplegar una nueva
circulacin del sentido entre sus diversas determinaciones. La je
rarqua estatal, a su vez, media esta rigidez de la inmediatez
familiar, liberando as el nuevo sentido que sta contena. El re
sultado es una nueva articulacin de las determinaciones sustan
ciales, que lleva desde entonces las huellas de las limitaciones
que seala la concepcin hegeliana de la familia (la personifica
cin natural del poder en la figura del prncipe ser otra de
sus expresiones).
En suma, la figura masculina se convierte, para Hegel, en per
sonificacin del ser tico que fundamenta a la vez una relacin
de poder, que excluye de los asuntos de la vida econmica y po
ltica a la mujer. La jerarqua familiar, en lugar de desplegar los
deberes de la persona (ms all de la diferencia de sexos, el dere-
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ment de las clases sociales (com o era el caso del Estado medie
val y de los que llevan esas trazas) y se ha convertido en una uni
dad puesta por el proceso de diferenciacin del mundo m o
derno.
Se aleja as el peligro histrico de que muera la sociedad civil
burguesa, pues la sostienen dos formas histricas de unidad o ,
ms bien, estas formas se han convertido en determinaciones
propias de una sociedad que ha de mediarse en ellas. Considera
da de ese m odo, la anterioridad histrica no sigue el mismo ca
mino que la anterioridad lgica. Esta ltima presupone, efectiva
mente, tod o un proceso de mediacin que es una especie de
depuracin del movimiento histrico, mientras que el orden his
trico implica un proceso de mediacin que no ha emprendido
todava su movimiento de autointeriorizacin: no se ha produ
cido an com o representacin. El orden conceptual, realizado
post-factum , es el que se expresa figurativamente en la inmedia
tez del mundo, mientras que el orden de aparicin histrica es
siempre contingente. A la altura de los acontecimientos del
mundo, el presente condensa en s las figuras pasadas a travs de
la contingencia temporal misma. Nadie puede prever la duracin
del presente histrico ni, tam poco, lo que nos reserva el porve
nir. Las condiciones propiamente histricas de la actividad
humana estn verdaderamente subordinadas a multitud de cir
cunstancias que van, desde las formas ms diversas de la necesi
dad natural, hasta la razn, pasando por los diferentes aspectos
del libre albedro. Estos diferentes niveles constitutivos de lo
real son as tanto suprimidos com o conservados; lo que ha sido
mediado puede hacer irrupcin de nuevo y ello no depende sino
de la articulacin tica viviente, de una poca determinada. El
movimiento a travs del cual llega el concepto a la autoconciencia se convierte en el proceso por el cual muere, generando as
una nueva representacin. La conciencia del orden conceptual
del mundo, ese momento privilegiado en el que se encuentran
efectivamente diferentes figuras presentes a s mismas, es enton
ces el momento en que los hombres tienen el mximo de posibi
lidades de perpetuar (se trata, claro est, de una eternidad hu
mana) el goce de esta libertad tica. La libre presencia del
concepto en s mismo marcar en adelante, de manera definitiva,
la experiencia del Espritu. Toda forma de comunidad humana
libre lleva en su seno esta totalidad reflexiva en s misma. Su
disociacin, la prdida de una vida tica libre, se volver por ello
en el lugar y el tiempo de su mediacin, de su recuerdo (Erinnerung).
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La vida econmica
Hegel comienza ( 190) el anlisis de la vida econmica con una
comparacin entre el hombre y el animal, para precisar el carc
ter no-natural, es decir, espiritual, de las relaciones que sostienen
los hombres entre s. A diferencia del animal, que vive en el
crculo limitado de sus necesidades y de las modalidades de su
satisfaccin, el hombre, en tanto que agente econm ico, tiene el
poder de liberarse de su dependencia frente a la naturaleza, por
m edio de la creacin de relaciones de dependencia social rec
proca entre los dems hombres. Aqu los otros se convierten en
condicin necesaria para satisfacer mi propia necesidad. El hom
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La movilidad social
La divisin de la sociedad en estados sociales es, para Hegel, un
proceso necesario que deja al libre albedro del individuo el
derecho de escoger el estado social del que quiera ser miembro.
En efecto, no es racional la divisin en estados sociales sino con
la condicin de que se reconozca ese derecho de la voluntad par
ticular. El libre albedro del individuo actualiza de tal m odo este
reparto necesario de todos los individuos en sistemas particulares
de necesidades. El derecho de escoger un estado social, presu
pone que el individuo debe pertenecer a un estado cualquiera.
Movilidad social del individuo y diferenciacin necesaria de la
sociedad en estados sociales son los trminos que as han de
mediarse. La mediacin que realice el individuo se convierte en
nico medio de liberar este proceso necesario. Dicho de otro
m odo, la articulacin orgnica del tod o no se concluye sino en
el momento en que los individuos tienen efectivamente el poder
de escoger libremente un estado social.
Esto implica, en lo que se refiere a la concepcin hegeliana
del individuo, que el hombre se forma, se cultiva, con el propsi
to de pertenecer a un estado social que corresponda lo mejor
posible a sus inclinaciones individuales. Se convierte en miembro
de l por su decisin personal, basada en el conocim iento de lo
que son las relaciones sustanciales que mantienen los individuos
entre s. La determinacin de movilidad social est as en
vinculacin estrecha con la decisin del individuo, y ambas
descansan en un concepto del hombre com o ser cultivado en el
ejercicio de la libertad; ejercicio que debe comprenderse en su
ms amplio sentido, que consiste en dar libre curso a tod o lo
que proviene de la opinin subjetiva pura. Com o lo deca ya de
otra manera la figura de la moralidad ,93 el individuo es fruto
de su propio trabajo.
El individuo se da realidad por pertenecer efectivamente a un
estado social, lo que significa que el individuo pertenece exclusi
vamente a un solo estado social y que despliega en l todas sus
determinaciones. En consecuencia, la actividad propiamente
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La jurisdiccin
El concepto del derecho se engendra, en efecto, gracias al desen
volvimiento de las nuevas relaciones sociales. Expresa una uni
versalidad que, asegurando la legalidad de los intercambios
mercantiles, despliega las determinaciones de igualdad y justicia
de las cuales es portadora. Por esa razn se plantea as el movi
miento de la sociedad civil burguesa com o una realidad efectiva,
lo que se haba avanzado ya en el derecho abstracto . O, ms
bien, la jurisdiccin actualiza el sistema de necesidades en
el despliegue de las contradicciones socioeconmicas. Sin juris
diccin, las contradicciones sociales no conduciran sino al
desorden ms grande. Adems, la inseguridad hace que retroceda
el dinamismo de la voluntad particular. Hegel, por eso, antes de
abordar directamente el movimiento contradictorio de la socie
dad, se aplica a analizar la jurisdiccin, porque sta garantiza un
marco universal al despliegue de estas contradicciones. Estamos,
por tanto, en presencia de dos determinaciones propias de este
movimiento de mediacin: una pone al derecho privado com o
realidad efectiva, com o ley, y la otra consiste en considerar pre
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La positividad de la ley
El derecho llega a hacerse efectivo en el elemento del ser all
debido a la cultura (Bildung) ( 209). Esto significa que la
subjetividad de la vida tica, determinacin que forma al
todo, se genera en el entrelazamiento de la cultura y el derecho.
La conciencia se entrega as en su dimensin propiamente social
y jurdica gracias a que piensa en la cultura, por ejemplo, en el
proceso objetivo que forma al individuo com o miembro de la
sociedad. Hegel insiste en el hecho de que la cultura, realidad
objetiva del derecho, es reconocida, sabida y querida umversal
mente por todos ( 209). Debemos hacer notar que no es indi
ferente que Hegel utilice expresiones cuyo peso lgico (allgemein
Anerkanntes, Gewusstes und Gewolltes) dice bastante sobre el
poder de mediacin que aqu tiene lugar. La jurisdiccin no es
libre sino con la condicin de estar perpetuamente revivida por
este movimiento que es el nico que puede emanciparla de todos
los apremios propios del desarrollo temporal del concepto. Su
camino consiste en hacer y deshacer, en la sucesin diaria de los
hechos, el ejercicio de la libertad. Como siempre en Hegel. por
otra parte, no basta con afirmar que todos los hombres son
iguales, sino que se trata de vivir subjetivamente esta igualdad en
la exterioridad de las cosas. Esta negativa a aceptar lo dado (aun
en sus aspectos universales) com o simplemente dado, o de ence
rrarse en una universalidad puramente subjetiva, es una constante
del pensamiento hegeliano, porque, para l, lo que se discute es
la unidad vivida, actuante, perpetuamente examinada, de la
objetividad y de la subjetividad. Lo que implica que esta unidad
de derecho debe darse una realidad firme que garantice legal
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esas afirmaciones de Marx. No nos detendremos ms en la unilateralidad del texto de Marx tal com o ha sido abundada por
Lukacs. En efecto, lo que tomaremos de la formulacin de Marx
es que sta nos permite poner de relieve la disociacin que opera
Hegel entre el trabajo y el valor en la lectura que hace de la eco
noma poltica.
La teora del valor-trabajo, cara a Smith y ms an a Ricardo
quien critica al primero por oscilar entre el trabajo y el trigo
com o medida de valor (standard mesure o f valu)102 se vuelve
objeto de una disociacin que consiste, por un lado, en aceptar
que el trabajo es en generad y simultneamente un medio para
satisfacer necesidades y un medio para la autoproduccin del
hombre es por ello un elemento totalmente primordial del pro
ceso de reconocimiento de los hombres entre s y , por el otro,
en constituir al valor com o nica dimensin de medida del
cambio mercantil (aqu, el valor se determina por la necesidad
de todos, y hasta por la relacin entre la oferta y la demanda).
Dicho de otro m odo, Hegel considera el trabajo sin el valor y el
valor sin el trabajo, en la teora del valor-trabajo.
El trabajo crea un proceso de reconocimiento en todos sus
niveles de despliegue, desde sus determinaciones ms inmediatas
(por ejemplo, las reglas de trabajo transmitidas de individuo a
individuo, de poca a poca),103 hasta aqullas, mucho ms
complejas, de una actividad de la voluntad en general que se
reconoce en un mundo convertido en producto de su propio
trabajo. Tratemos ahora de precisar la nocin del valor.
La Realphilosophie / , texto contemporneo de la lectura de
Smith, nos da la ocasin. Se sita entre la extensin de las
necesidades del [individuo] singular y su actividad [para satisfa
cer sus necesidades] el trabajo de tod o el pueblo, y el trabajo de
cada uno es, respecto a su contenido, un trabajo universal [en
relacin] con las necesidades de todos, as com o [que es] confor
me (Angemessenheit) a la satisfaccin de todas sus necesidades-,
es decir que tiene un valor, su trabajo, y su posesin, no son lo
que son para l, sino lo que son para todos. 104 Incluso, si hay
que evitar atribuir un peso lgico demasiado grande a un manus
crito anterior a la redaccin de la Lgica, debe observarse que
ese texto incluye el pargrafo 63 de la Filosofa del derecho en
el que Hegel afirma que el valor es una determinacin cuantitati101 David Ricardo, On the Principies o f Political Economy and Taxation, ed. por Piero Sraffa con la colaboracin de M. H. Dobb, Cambridge,
Cambridge University Press, 1951, pp. 13-14.
103 vase Erste Philosophie des Geistes I , p. 236; Premire philosophie de lEsprit I*, p. 124.
104 Ibidem, p. 238\lbidem, p. 127.
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E l E stado
Hegel ha tratado de hacer inteligible la historia que vivi su
poca, la cual se caracteriz por los acontecimientos cu yo alcan
ce conocem os: se trataba, a la vez, de la Revolucin francesa
(particularmente de dos fenmenos que la marcaron profunda
mente, com o son la Declaracin de los derechos del hombre y
del ciudadano , y la Dictadura jacobina), de las guerras napo
lenicas, del Estado tal com o apareci, de la Restauracin,
etc.107 El ambiente histrico, tan cambiante, profundamente
imprevisible, constitua un cam po en plena efervescencia. Este
campo se ofreca a la investigacin filosfica con el sesgo de
. oposiciones siempre nuevas, que se ocultaban luego a un pensa
miento que deseaba dar preferencia a uno de los trminos en
detrimento del otro. El desafo de su poca consista en pensar
acerca de la unidad que se generaba a travs de un proceso de
diferenciacin que opona, en forma exclusiva y en ocasiones
brutal, a los individuos frente al Estado. Dicho de otro m odo,
Hegel trata de dignificar al individuo en el seno del Estado pro
ducido por los acontecimientos revolucionarios, sin que por ello
cayera en el atomismo propio de las teoras del contrato social;
teoras que, en su opinin, son parcialmente responsables de los
acontecimientos del Terror jacobino.
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El derecho a decir no
Tocaremos ahora uno de los puntos ms sensibles de la filosofa
poltica de Hegel. No hay a este respecto sino una contradiccin
aparente entre el carcter divino del Estado y el derecho que
tienen los ciudadanos para decir no a lo que se les impone sim
plemente, porque se trata, com o lo hemos subrayado, de una
articulacin interna del movimiento de la sustancia, lo que se
traduce en la formulacin del Estado com o voluntad sustancial.
Es necesario as precisar que la oposicin entre los ciudadanos y
su Estado se disuelve y se engendra en el mismo movimiento hist
rico de la sustancia. En efecto, la identidad entre el concepto de
Estado y su ser all histrico no puede ser sino provisional.
El Estado no es una obra de arte, est en el mundo, com o
consecuencia, en la esfera de lo arbitrario, de la contingencia y
del error; pero pueden desfigurarlo algunas medidas desagrada
bles en varios lados ( 258, Apndice). El concepto hegeliano
de vida tica no rebaja a las determinaciones lgicas hasta un
puro ser all histrico, sino que se dedica a elevar los aconteci
mientos histricos hasta su determinacin conceptual. No todos
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BIBLIOGRAFA
297
298
BIBLIOGRAFA
BIBLIOGRAFA
299
NDICE
Prefacio..........................................................................................
Introduccin. De la necesidad de hacer algunas distinciones
previas................................................................................
Lgica y filosofa poltica................................................
Efectividad y racionalidad..............................................
Pensamiento y crtica......................................................
L
La voluntad y su m eta......................................................
Filosofa y ciencias reales................................................
Filosofa y filosofa del derecho......................................
El concepto de voluntad..................................................;
9
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II.
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70
75
83
El contrato.........................................................................
93
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III.
106
302
NDICE
El sujeto: trmino medio entre la persona y el miembro de una
comunidad, 107; El limite (Grenze) y lo limitante (Schranke) o
cmo se construye el mundo el sujeto* a partir de si mismo, 110;
La naturaleza de la accin moral, 112
115
118
IV.
143
El concepto de familia......................................................
154
El Estado...........................................................................
El pensar del ciudadano, 231; La majestad histrica del derecho,
232; El derecho a decir no, 234; El derecho poltico interno y el
reconocimiento de la voluntad particular, 237; Los derechos y los
deberes, 238; El regreso al fundamento tico, 240; Algunas obser
vaciones acerca de la relacin entre el Estado y la religin, 243;
El poder civil y el poder militar, 246; La monarqua constilu-
227
NDICE
cional y la divisin de poderes, 248; El poder del principe: la in
dividualizacin de lo universal, 251; La individualizacin de la
totalidad, 253; La soberana del Estado, 254; La naturalidad del
prncipe, 256; El trmino de la representacin: la personalizacin
del poder, 258; El poder gubernamental es una actividad del
entendimiento, 260; El control de gobierno y la autonoma de las
comunas y corporaciones, 262; El poder legislativo: participacin
mediada de loa ciudadanos, 265; Una visin orgnica del
bicameralismo, 269; La formacin de la opinin pblica, 275; La
dialctica de la guerra y del reconocimiento, 278; El ser-sustan
cial y el reconocimiento del otro, 281; La historia como tribunal
del mundo, 285; El sentido del regreso a la inmediatez, 286; La
formacin de la voluntad natural de cada pueblo, 289; La ideali
dad del mundo, 290