6.las Imagenes
6.las Imagenes
6.las Imagenes
LAS IMGENES
justificar, contra Focio, el papel de las imgenes en el culto cristiano: la sagrada imagen
de Nuestro Seor sea adorada con honor igual al del libro de los Sagrados Evangelios.
Porque as como por el sentido de las slabas que en el libro se ponen, todos
conseguiremos la salvacin, as por la operacin de los colores do la imagen, sabios e
ignorantes, todos percibirn la utilidad de lo que est delante, pues lo predica y
recomienda la obra que consta de colores (Denzinger 337).
Se ve, pues, en la imagen sagrada -el icono, sobre todo del Seor- una realidad referida
continuamente al original. Y es interesante comprobar el paralelo que se establece entre
el Libro sagrado y la Imagen: el uno para el odo y la otra para la vista, los dos quieren
conducirnos a la misma meta, Cristo Jess.
c) En el siglo XVI fueron los reformadores protestantes los que de nuevo mostraron un
rechazo absoluto de toda imagen en el culto cristiano. Tambin en este caso puede
considerarse el abuso popular, ciertamente exagerado en la Edad Media, en la lnea de una
cierta "idolatra" de las imgenes sagradas, como una relativa explicacin de la postura de
los protestantes. Ellos dieron decididamente el puesto de honor a la Palabra proclamada y
acogida, evitando todo lo que pudiera considerarse como mediacin, incluidas las
imgenes.
Esta vez la respuesta la dio el concilio de Trento, a la vez motivando y matizando este
culto tan antiguo de la Iglesia: deben conservarse las imgenes de Cristo, la Virgen y los
Santos y tributrseles el debido honor y veneracin, no porque se crea hay en ellas alguna
divinidad o virtud, por la que haya de drseles culto, o que haya de pedrseles algo a ellas,
o que haya de ponerse la confianza en las imgenes, como hacan los gentiles, que
colocaban su esperanza en los dolos; sino porque el honor que se les tributa se refiere a
los originales que ellas representan (Denzinger 986).
Opcin cristiana por la imagen visual
La Iglesia, pues, ha hecho una clara opcin por la presencia de imgenes sagradas en sus
lugares de culto.
Frente a una cultura y religin como la juda, que concede la primaca a la Palabra (al
odo), evitando toda imagen, el cristianismo ha preferido seguir el camino de la cultura
griega, que privilegia el lenguaje de la vista: ciertamente con una sntesis que asimila la
fuerza tanto de la palabra como de la imagen visual.
Es una sntesis que haba encarnado en s mismo Cristo Jess, que es la Palabra de Dios,
pero a la vez imagen visible de Dios invisible (cfr. Col 1,15; 2Cor 4,4...). La
Encarnacin puede considerarse el modelo de conducta y de lenguaje para muchos
aspectos del misterio cristiano, entre ellos tambin para ste del papel de la imagen y del
cuerpo en nuestra sensibilidad religiosa.
Desde muy pronto los cristianos rompieron con la prohibicin juda de imgenes. Con los
frescos de las catacumbas y los relieves de los sarcfagos (siglos II-III), las pinturas de los
lugares de reunin (como en Doura Europos, a orillas del ufrates), y sobre todo de las
grandes baslicas que se empiezan a construir en el siglo IV, la Iglesia asumi el arte como
un lenguaje muy vlido para su culto. Los grandes mosaicos, las pinturas, y ms adelante
los retablos, las portadas, las esculturas: todo ello se aprecia como expresin de la fe
cristiana y como una proclamacin catequtica de la Historia de la Salvacin.