Los Misterios Paganos y El Misterio Cristiano
Los Misterios Paganos y El Misterio Cristiano
Los Misterios Paganos y El Misterio Cristiano
ALFRED LOISY
LOS MISTERIOS
PAGANOS
Y EL MISTERIO
CRISTIANO
'
PAIDOS
ORIENTALIA
PAIDOS ORIENTALIA
Dirigida por Osvaldo Svanascini
Ttulos publicados:
l. M. Eliade - Patjali y el yoga
2. H. Wilhelm - El significado ael I Ching
3. E. Herrigel - El camino del zen
4. Tetsugen - El sennn sobre el zen
5. Annimo - Teatro tibetano. Tres misterios
6. E. Wood -Diccionario zen
7. A. N. Narihira - Cuentos de !se
8. Annimo - Cuentos del vampiro
9. l. Shah - Cuentos de los derviches
10. l. Shah - El monasterio mgico
11. M. Buber - Cuentos jasdicos. Los primeros maestros, I
12. M. Buber - Cuentos jasdicos. Los primeros maestros, II
13. M. Buber - Cuentos jasdicos. Los maestros continuadores, I
14. M. Buber - Cuentos jasdicos. Los maestros continuadores, II
15. J. Shah -El camino del Sufi
16. J. Krishnamurti - El vuelo del guila
17. l. Shah - Las hazaas del incomparable Mul Nasrudin
18. A. Reza Arasteh - Rum, el persa, el sufi
19. R. T. Deshimaru -La voz ael valle
20. M. Eliade /J. M. Kitagawa - Metodologa de la historia de las religiones
21. l. Shah - Las ocurrencias del increble Mul Nasrudin
22. l. Shah - Reflexiones
23. l. Shah - Aprender a aprender
24. A. Coomaraswamy - Buddha y el evangelio del budismo
25. J. K.lausner -Jess de Nazaret
26. A. Loisy - Los misterios paganos y el misterio cristiano
Alfred Loisy
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PAIDOS
Barcelona
Buailos Aires
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CONCLUSiN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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CAPTULO
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Parece seguro que el sacrificio, en el origen de las religiones, ha sido
algo muy distinto de un medio de reconocer, por una especie de tributo,
la soberana autoridad de los dioses personales, o de conciliarse el favor
de esos dioses, de prevenir o apaciguar su descontento con ofrendas o
expiaciones voluntarias. Las relaciones de los hombres con sus dioses no
tienen, al principio, ese carcter moral que en un comienzo slo estaba bastante oscuramente implicado en lo que se podra llamar una concepcin
mgico-religiosa del universo. El sacrificio, la presentacin, el abandono,
la destruccin de objetos naturales o fabricados para otro fin que su destino comn, y segn nosotros normal, con el objeto de alcanzar las potencias misteriosas que, se supone, gobiernan el mundo, pertenecen al sistema de ritos por los cuales los hombres, en los grados inferiores de la
cultura, creen cooperar en la accin de estas potencias, o incluso crearla,
promoverla y regirla, en la medida en que es necesaria y bienhechora, o
bien, por el contrario, creen librarse de esa accin, alejarla, eliminarla,
segn que sea juzgada temible y funesta. Esas potencias, en las religiones
histricas, parecen haber sido concebidas muy vagamente al principio, y
sus influencias sobre los fenmenos naturales, sobre la vida de las plan1 Estas investigaciones se han sintetizado en Essai historique sur le sacri/ice, 1920.
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mucho miis extendido que en los tiempos primitivos, una cantidad innu
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Como lo dijimos al comienzo, los misterios paganos y tambin el
cristianismo nacieron de los cultos nacionales, pero surgieron de stos en
condiciones tales que pudieron desnacionalizarse, dirigirse a todos y a
cada uno, universalizarse e individualizarse, reclutar sus adeptos en todos
los pases del imperio y en todos los rangos de la sociedad. Los misterios
de Dinisos y los misterios rficos, cuyos orgenes se buscan por el lado de
Tracia, aparecen como cofradas religiosas que se multiplican sin tener en
cuenta las divisiones del mundo helnico. Los misterios de Eleusis, viejo
culto local, no tuvieron otro centro de iniciacin que el mismo donde se
constituyeron. Pero su clientela provino poco a poco de todo el mundo
helnico y luego del Imperio Romano. El culto de Cibeles y de Atis era el
culto nacional de Pesinunte trasportado a Roma desde fines del siglo m
antes de nuestra era; pero sus misterios, en tiempos del Imperio, eran
una religin abierta a todos los que venan a pedir la iniciacin. Suceda
lo mismo en los misterios de lsis, surgidos de la antigua religin del
Egipto. Tambin ocurra esto con Mitra, que provena de Persia, pasando
por Babilonia y Asia menor 2 En cuanto al cristianismo, todos sabemos
que, nacido en el judasmo, religin nacional, si la hubo, a pesar de sus
pretensiones de universalidad, se transform no bien lleg al mundo pa2 Hacemos abstraccin aqu de los cultos de Demter y Persfone que existieron
en diversos lugares y donde se practicaban ritos de misterios. Ninguno de estos cultos
tiene importancia, en tiempos de Roma, comparados con el de Eleusis, y no se ve
que, en tiempos anteriores, se los haya considerado sucursales del templo eleusiniano,
abiertas a todos los griegos para la iniciacin que se reciba en ste.
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Pero estas economas de salvacin, fundadas sobre aspiraciones msticas y sobre una lgica de sentimiento contra la cual una razn algo
severa encontrar cien objeciones contra una, se ofrecen tambin al historiador como un espejismo de la fe cuyos orgenes hay que aclarar. En la
realidad los ritos precedieron a los mitos; el hecho divino, fundamento supuesto de la fe, jams tuvo lugar; la fe misma lo conjetura y crea para
explicar los ritos y para contentarse a s misma. El rito esencial de los
misterios bquicos, desmembracin e ingestin de una vctima viviente, fue
practicado antes que se imaginara el mito de Zagreo, quien por no haber
existido, al igual que los Titanes, no pudo ser devorado por stos. Jams
Demter perdi ni reencontr a su hija, pero los ritos agrarios, que no
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pletos, legendarios o mticos, en algunas partes, y de interpretacin delicada. Parece no obstante que las fuentes de que disponemos permite:1
discernir, hasta cierto punto, cmo los cultos de misterios se relacionan
con el fondo ms antiguo de las religiones nacionales; por qu la fe en la
inmortalidad Ee form y desarroll dentro de los cultos de los dioses de
los que se deca que haban muerto y resucitado; por qu estos cultos se
nos ofrecen desde la antigedad como cultos de cofrada o como influidos
pur tales cultos; por qu la idea de la salvacin individual y de la inmortalidad ha prevalecido sobre los intereses sociales y tempurale:-; cmo el
carcter universal de estos cultos se hall implicado, en alguna meditla,
en su objeto espiritual y personal; cmo el sentimiento relidoso que
haba favorecido su difusin, y al que esta difusin haba al mismo tiempo
sobreexcitado, encontr una satisfaccin ms completa en el cristiani~
mo; cmo el Evaugelio debe su fortuna al hecho de haberse trasformado
oportunamente en misterio, aunque guardando en s mismo la consistencia
que tena del monotesmo judo e invocando el ideal moral que repre,:entaba la predicacin de Jess; cmo el Nuevo Testamento, y especialment<~
las Epstolas de Pablo, atestiguan la metamorfosis que, del profeta que
anuncia el reino de Dios, del Mesas que ha venido para cumplir la
esperanza de Israel, ha hecho el dics salvador encarnado para abrir la va
de la inmortalidad a los hombres mediante su muerte y resurreccin.
Aunque no nos ocurriera, como seguramente nos ocurrir, que plantera
mos ms preguntas que las que podemos resolver, no es tiempo perdido
plantear cuestiones tan importantes como las que nos van a ocupar.
No dejaremos de lado, por otra parte, el tema del sacrificio. En efecto.
en todos los misterios y hasta en el culto cristiano encontraremos ritos de
sacrificios y mitos de sacrificios. Ritos y mitos son tan variados unos
como otros. Ciervos destrozados vivos y devorados por las bacantes; lechones inmolados a Demter; tanrbulos y cribolos de la Gran Madre;
cena de Mitra, tan parecida a la cena cristiana de la cual, segn Justino,
slo el diablo pudo ser inventor; eucarista donde la Primera a lus Co
rintios nos har ver la comunin con Cristo muerto y resuciL<~do: tales
son los ritos cuyo verdadero origen y significacin primera tendremos que
explicar. Zagreo devorado por los Titanes, Core raptada en el reino de ;
la muerte, Atis mutilado, Osiris desmembrado y resucitado, 1\'Iitra matan- .
do al toro, Cristo entregado a la muerte para borrar los pecados de los
hombres, tales son lm; mitos que querrn explicarnos el objeto de los ritos
y cuyo sentido y alcance nos ser preciso reconocer. Todos estos mitos 1i
son teoras de salvacin y estn coordinados con los ritos por los cuales
se obtiene la salvacin. Los misterios nos ensearn muchas cosas relacionadas con el sacrificio y las ideas vinculadas con l.
CAPTULO
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DlNISOS Y ORFEO
No nos corresponde exponer la historia, medianamente oscura, del
culto de Dinisos 1 Por otra parte, deben distinguirse los misterios de
Dinisos de su culto oficial; y entre los misterios de Dinisos los de Orfeo
se distinguen por un desarrollo particular de la doctrina y del ritual. En
tiempos del Imperio Romano, estos misterios no tenan la misma importancia que aquellos de los que tendremos que hablar ms adelante. Pero
merecen atencin a causa de su carcter particular y de la influencia que
ejercieron probablemente sobre los otros.
1
El Dinisos helnico es, en la medida en que se puede juzgar, una
divinidad anloga, si no idntica, al dios tracio Sabazios. Su culto parece
haber sido, desde los tiempos ms antiguos, orgistico y misterioso; en
l los iniciados se entregaban a un entusiasmo ruidoso y delirante. Al
introducirse en la religin de las ciudades helnicas, este culto se haba,
hasta cierto punto, atemperado y moderado. En las Antesterias de Atenao;
la mujer del arconte rey y sus catorce asistenteb cumplen, dentro del ma. yor recogimiento, los ritos secretos que se coronan con la unin de Dinisos y la reina. No obstante, las cofradas de thyiades 2 o bacantes se abandonaban en ciertas ocasiones a todos los trasportes de una locura salvaje.
1 Se puede ver sobre este tema especialmente Farnell, Cults of the Greek State.<.
V, caps. IV-VII; Rhode, Psych, 4, II; P. Foucart, Le culte de Dionysos en Attique;
S. Reinach, "La mort d"Orphe", en Cultes, mythes et religions, II; Perdrizet,
Cultes et mythes du Pange; artculo "Dionysos" de Kern, en Paul-Wissowa, RealEncyclopaedie, V; artculo "Dionysos", de Voigt, y artculo "Orpheus", de Gruppe,
en Roscher, Lexicon, I y III; artculos "Orpheus" y "Orfici", de P. Monceaux, y
artculos "Thuyiades" de Perdrizet, en Daremberg-Saglio, Dictionnaire des Antiquits; Pettazzoni, op. cit., 57-71; F. Cumont, Les religions orientales dans le paganisme
romain, (F ed.: 1906; 4" ed.: 1929), apndice de la ltima edicin, "Les mysteres de
Uacrhus :l. Rome'", 195-204, con las notas correspondientes.
2 'El nomhre se relaciona con la ra?. de Oetv, "saltar", 6e/,.).cx, "tempestad".
25
o II Cor. XI, 2.
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cuya virtud mgica acciona la fecundidad de la naturaleza, hasta las efusiones de la mstica cristiana, donde los nombres de esposo y esposa representan a los dos sujetos, el divino y el humano, del amor beatfico. La
idea de una comunin divina existe desde el comienzo, pero el poder comunicado es una virtud de fecundidad natural que se considera esparcida
sobre los seres. En el misterio, la virtud divina se comunica de persona
a persona, y se considera que permanece en el individuo que la recibe;
pero la idea de la unin espiritual se desprende apenas del smbolo que
la envuelve, hasta que el dios del misterio se trasforma en el tipo divino de
un amor totalmente incorporal, tal como sucede en el culto cristiano.
Es un hecho digno de poner de relieve la preeminencia de las mujeres en el culto y los misterios de Dinisos desde la ms remota antigedad. Cofradas de bacantes presiden las fiestas trietricas de Dinisos
en Delfos y en Tebas, as como vemos que en Atenas las mujeres presiden
el culto de Dinisos de Limnas. Condiciones anlogas de pureza ritual
Ee imponen a unas y a otras. Antes de celebrar su ritos las bacantes ~e
preparan mediante un ayuno de algunos das 8 y observan la continencia 0
Sus principales ritos son nocturnos y para los iniciados solamente. Su
delirio no lo provocaba la embriaguez; las danzas, los cantos, los gritos,
despus del ayuno preliminar, podan fcilmente ocasionarlos, sin gran
consumo de licor embriagante. Dinisos no fue siempre el dios del vino 10
y los misterios debieron existir mucho antes de que llegara a serlo. La
hiedra era la planta de Dinisos; las thyiades se coronaban la cabeza con
sus ramas, masticaban sus hojas y se deca que por all entraban en ellas
los espritus violentos que causaban su entusiasmo 11 La punta de su
largo bastn, el tirso 12, estaba tambin guarnecida de hiedra. A veces
tenan serpientes 13 en las manos.
El rito esencial de los misterios dionisiacos era la omofagia. "Qu
alegra para Dinisos -dice el coro al comienzo de las Bacantes de Furpides 14- cuando sobre la montaa, despus de la carrera de los tas();;,
se deja caer sobre el suelo! Vestido con la tnica sagrada, vido de beber
Plutarco, De de/. orac. 14.
Tito Livio, XXXIX, 9. Las mujeres que intervienen en los ritos de las An.
testerias en el templo de Limnae juran tue son puras, Ct. Neaer, 78. No es pret:iso
aclarar que la interdiccin sexual, como condicin de pureza litrgica, no procede
originariamente de un sentimiento de delicadeza moral. Los ritos de "matrimonio
sagrado" bastaran para probarlo. Dirase ms bien que se consider que el cumplimiento de las funciones religiosas requera en aquellos que participaban un;
integridad de virtud fsica y mgico-mstica, contra la cual atentaba la relacin
sexual, disminuyndola y agotndola; de ah la incapacidad, "la impureza" que re
sultaba. Y es la misma virtud que encontraba su utilizacin ritual en el "matrimonio
sagrado".
10 Sobre este punto ver principalmente Perdrizet, Pange, 57-65.
11 Plutarco, Quaest. rom. 112.
12 llada, VI, 134, menciona los 6a6o:, de OotY "sacrificar" o, menos probable
mente, de Oatv, "saltar". Perdrizet, 47, n. l.
13 Eurpides, Bacch., 102-103. Plutarco, Alex., 3.
14 Bacch., 135-140.
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El objeto de la omofagia no es dudoso y el sentido primitivo del
rito se conserv intacto casi hasta los ltimos tiempos del paganismo.
Plutarco 28 nos dice que las bacante3, masticando hiedra, incorporaban
"espritus violentos que producen una ebriedad sin vino". Mediante la
succin de la planta sagrada se absorba una virtud divina. Con esta
misma finalidad se devoraba la carne viva de la vctima, que contena
la misma virtud que la hiedra. Frmico Materno 29 describe en estos
trminos el sacrificio del toro entre los cretenses, en honor de Dinisos:
"para apaciguar la clera del tirano furioso -Zeus irritado por el mal
trato que los Titanes haban infligido a su hijo Dinisos-, los cretenses
han estatuido una solemnidad fnebre, y consagran un ao de cada dos
a esta ceremonia, reproduciendo sucesivamente todo lo que el nio ha
hecho y sufrido al morir. Desgarran a dentelladas un toro vivo, recordando as peridicamente el cruel festn (de los Titanes), y lanzando en
lo profundo de los bosques sus gritos discordantes fingen la demencia de
un espritu furioso, para hacer creer que el crimen antiguo no se cometi
por argucia sino por un acceso de locura. Se trae la caja donde la hermana
(del nio inmolado, Atena) haba encerrado furtivamente su corazn. Con
el sonido de las flautas y el tintineo de los cmbalos imitan los ruidos que
engaaron al nio. As, para complacer a un tirano (Zeus, que era rey de
Creta), fue hecho dios por un pueblo servil aquel que no haba tenido
sepultura". Pero segn Arnobio, como los que participaban en el rito sangriento slo pensaban celebrar una ceremonia conmemorativa, se consideraban llenos de virtud divina 30 por efecto del rito.
Se observar que el mito, aunque ponga a un nio, es decir a una
Supr. cit. n. ll.
De err. prof. relig. 6. "Cretenses, ut furentis tyranni saevitiam mitigaren!,
festos funeris dies statuunt et annuum sacrum tri~terica consecratione componunt, omnia
per ordinem facientes quae puer moriens fecit aut passus est. Vivum laniant dentibus
taurum, crudeles epulas annuis commemorationibus excitantes, et per secreta silvarum
clamoribus dissonis ejulantes fingunt animi furentis insaniam, ut illud facinus per
fraudem factum sed per insania m crederetur: praefertur cista, in qua cor soror latenter
absconderat, tibiarum cantu et cymbalarum tinnitu crepundia quibus puer deceptus
fuerat mentiuntur. Sic in honorem tyranni :! serviente plebe deus factus est qui habere
non potuit sepulturam."
30 Adv. nat. V, 19. "Bacchana!ia ctiam praeterrnittemus irnmania quibus nomen
Omophap:iis graecum est. in quibus '. urore mentito et seques trata pectoris sanitate
2R
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circumplicatis vos anguibus, atque z ." vos plenos dei numine ac majestate doceatis,
l'aprorum rPclamantium vif<rera
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35
36
V, 199 y sigs.
65. Mito reciente, donde Dinisos imita a Alejandro.
181, donde se puede ver la crtica de las otras hiptesis que se
ltimos tiempos.
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lbd., 281-284.
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III
Nos vemos limitados a meras conjeturas acerca de cmo nac10 y ~''
desarroll en estos grupos de iniciados la creencia en una inmorl<1lidad
feliz. Pudo nacer tan slo cuando el espritu de la vegetacin, que mora
y re8ucitaha al comienzo en su maniestacin anual y sus perpetuas encarnaciones, huho adquirido la consistencia de una personalidad divina d~
la que se contaba que haha sufrido la muerte al comienzo de '"" Lit~n1pn~,
4~ En el cristianismo primitivo, las manifestaciones extranrdirwria> .,, E> o ritu
estn relacionadas con el Lautiomo (Act. X, 44-18; XIX, 17); ,;e r.:piten en la n
uniones de la comunidad (cf. 1 Cor. XIV). Se pudran recordar aqu lo:; orrerw' d"l
profetismo israelita.
44 ~&,..;.::at, ~l'.xGu.
35
para resucitar a una Yid~ sin fin, de la cual poda ahora hacer hene
ficiar a sus fieles.
La creencia en una vida feliz, inmortal junto a lus dioses, parece
haher exi~tido dt>><de tt'mprano entre lo~ tracios. Segn Herdoto los getas,
que eran "los ms valientes y los ms justos de los tracias" 45 , se crean
inmortales y pen,:aban que sus muertos iban "a reencontrar al dios Zalmoxis". Pomponia Mela 4 dice tambin que los getas son muy bravos y
estn siempre dispuestos a afrontar la muerte, porque unos piensan que
los muertos vuelven a la existencia; otros, que los muertos no vuelven
ms, pero que pasan a una VIda meJor; urros, por fin, que los muertos
estn hien muertos, pero que la muerte es preferible a la vida. Parece que
estos testimonios se completan mutuamente y que se atenuara indebidamente su alcance suponiendo que los getas crean en la inmortalidad slo
en la medida en que admitan la trasmigracin de las almas 47 No es
de ningn modo lo que afirma Herdoto, sino una inmortalidad dichosa, de
finitiva, junto a Zalmoxis, conforme a la segunda de las creencias que seala
Pomponio Mela. Es verdad que esta creencia no era universal 48, pero
no se podra, sin arbitrariedad, reducirla a la simple fe en el renacimiento
perpetuo 49 bajo pretexto de que la vida espiritual de los tracias no era lo
bastante desarrollada como para que tuvieran la idea de una inmortalidad
45 Herdoto, IV, 94. El historiador agrega: "he aqu cmo se creen inmortales:
piensan que no mueren, y que el muerto va junto al dios Zalmoxis". Zalmoxis habra
sido un dios oso (d. Rohde, II, 8). Sin embarw Herdoto dice que los getas no admiten
la existencia de otro dios que Zalmoxis. Parece que se celebraba cada cuatro aos una
epifana de Zalmoxis (esto es lo que significa la leyenda evemerista y malevolente
trasmitida por Herdoto, IV, 95, y lo que dice del mensajero enviado cada cinco aos
podra entenderse en relacin con esta circunstancia). La coincidencia de la fe en la
inmortalidad con el culto de un dios nico merece atraer la atencin, en tanto que
este dios, que habitaba una caverna de rocas (Rohde, IJ, 30), no parece por lo dems
trascendente. Comprese lo que Herdoto (V, 4) dice de los trausos, otro pueblo tracio.
46 De situ orbis, II, 2. "Qnidam (Thracum) feri snnt et ad mortem paratissimi,
Geta .. utique. Id varia opinio perficit: alii redituras putant animas oheuntium; alii,
t:;i non rcdeant, non exstingni tanwn, sed ad heatiora transire; alii emori quidem, sed
id nwliu" csse quam vivere".
47 Rohde, II, 31, 35, 134.
48 Si se toman al pie de la letra las indicaciones de Pumponio :\Iela; pero podra
preguntar~e si los datos recogidos por este autor fueron hien comprendidos por l. Sin
duda una variedad tal de opiniones ha podido existir induso en un pueblo brbaro.
Pero no se habran tomado como opiniones contradictorias dos elementos de una
misma creencia, la reencarnacin para la mayora, la dicha sin fin para una lite?
Y la negacin de la existencia de ultratumba es muy antigua? O tena una signifi
cacin tan absoluta? Sobre los ascetas tracias, ver Rohde, II, 133.
49 "No puedo creer que la religin dionisaca haya esperado hasta el Imperio
Romano para preocuparse del ms all. Debi seguir el ejemplo del orfismo. La secta
rfica, nacida en el seno de la religin dionisaca, ha repercutido sobre sta, le ha
impuesto sus preocupaciones escatolgicas." Perdrizet, 102. Dado que el orfismo estaba
difundido en los pases helnicos desde el siglo VI a. C., no se podra probar que la
fe en la inmortalidad feliz no lleg desde el orfismo a los misterios dionisacos. N
tese no obstante que el culto de Zalrnoxis entre los getas, en tiempos de Herdoto, no
acusa influencia rfica y posee la fe en la inmortalidad; del mismo modo los trausos.
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IV
Esta creencia exi~ta, sistemtil'anwnle coordinada con la de la trasmigracin de las almas, en los misterios de Orfeo. La le) e rula ele- Orfco r.:
lo presenta como el gran inieiador de los misterios, el fundador no slo
de los que llevan su nombre, sino de los misterios de Dinisos e incluso de
los de Eleusis ~ 4 No fund los misterios de Dinisos, pero de ellus procede, y sus propios misterios son un culto de Dinisos ms desarrollado en
lo que respecta a las creencias, reformado en cuanto a las prcticas. Su
mito lo hace morir en las condiciones de algunas vctimas de los misterios
dionisacos, como un sacerdote destrozado por las bacantes. En este aspecto es una forma de Diniso" como sus misterios son una variedad de los
misterios de este dios, nacida probablemente en los confines de Grecia y
Tracia. Cualquiera sea nuestro punto de vista acerca de la existeneia ptrsonal de Orfeo, es evidente que el orfi,;mo no dehe ser el producto Je una
evolucin espontnea. En tanto es creencia, se presenta como una doctrina
teolgica en donde la tradicin mitolgil'a ha sido conscientemente elaborada e interpretada en sistema, y en lo que respecta a las ohservancias,
aparece tambin como una reforma deliherada del antiguo culto de Dide esta unin m,tica su idea dd alma t'ltrna, didna, <'>tapada del primer sacrificio, del
sacrificio tpico, !'S d<<ir el 'acrificio de Za::reo inmolado por los Titan<"R, del <~tal ln
otros son un recuerdo que perpeta y perfecciona su eficacia.
52 Cf. supr. n. 49. Obsrvese en Herdoto, 11, 81, la a,imilacin de la,; tra<liciones
rficas a las tradiciones bquicas; tambin en Eurpids, f rarmento de los Creten~es,
infr. cit., la a~ociacin que se hace dP los miRterioR de z,.u, Idt>o, ,,. Zarr<"o ,,,....,s),
de la gran :Madre; de"le esta puea la pronw'a d inmortalidad deba ser comLn a los
principalts misterios de lo~ cultos hel(nicos. l\ ,,. trata .,. la inmortalidad en las
Bacantes de Eurpidt"R, sino que F.urpides desarrolla poticanlt'nle un tema mtico,
describiendo el exterior de los mist<rios, aquello qtu puede decirse en pblico, y
parece, por lo dems, no haber credo dt"masiado, por su parte, en la vida futura.
Nunno !lo dice lllll<:bo m' en sus ViunisilCils. (P<'tdrizet, 99.)
5:1 Es posible que esta leyenda se relacione eon un antiguo sacrificio del zorro,
llevado a cabo en las condicione' de los sacrificios dionisiaco~, como pretende S. Reinach, art. cit.; el sacrificio habra sido celebrado por una cofrada de mujeres; p... ro
no corresponde hacer intervenir en este asunto lo <JIL<' s<' llama totem de sexo de loo
no-civilizados. Lo que se sabe de stos no corresponde en ahRoluto a la economa de
los cultos dionisa<"os. \'ase sobre e>to> prl'tendidos totem de sexo Frazer, Tutem."sm,
I, 456, 458, 496; lli, 456.
4 Gruppe, 1906, al referirse a la tral(edia
ranas, ] 023.
;"""t~ \~-
e-
3[1
ALFRED LOISY
40
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41
CAPTULO
111
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Pax, 374-375.
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43
Fuucart, 268.
f.
Sync~iu.
44
!\LFRED LOISY
ran el Vl8Je slo una \f'Z, ~e celebraba una se~10n ~uplcmcnlaria Je loE
P~'<luciios misteo~ en la proximidad de los grandes 11 : artifieio ritual que
no debe remontarse a tiempo!' antiguos y l{Ue no realza en modo alguno
la imporlmwia de los vetueos mistnius. Las fiestas se celebraban con
mucha vornpa eada do" mos, y sobre ludo cada cuatro aiios 10
De lo,; pc1ucios mi:<tcrio;; :<alwmos muy poco: las ceremonias se lle
vahau a caho en el harrio de Atena:< llamado A.:rai; induan una purificacin en el lliso y concernan a l'ersfone, la dio,; de lo,; .infiernos, la
mi,.,ma l!UC hajo el Jwmhre de Core (virgen) est asociada a Demtcr en
los misterios lle Eleu:sis 11 Si se con"idera la poea de celebracin se
deducir que el mito de la fc,.,tiYidad deba ""'" d retorno de la dio,.,a, ms
bien que su rapto por el rt')' de los infiernos 1 ~. De un cseolio de E~te!Jall
de Bizando resultara que los ptqueo" rnistcrios eran "'una reprcsen!a\'n
de lo que respecta a Dinisos" 13 ; e\ocal'in de Dinisos, probablemente
para el retorno de la primavera, y no pasin del dios o matrimonio sa
grado H. La mencin de Dinisos tiene su inters, porque si se admite
el dato del escoliasta, la influencia del culto dionisiaco sobre los misterios
eleusinos no podr discutirse. Una leyenda pretenda que los pequeiios
misterios haban sido instituidos por Heracles, deseoso de recihir la iniciacin, en una poca en la que Elcusis no abra an a los extranjeros
las puertas de su santuario 1 ~. Se podra inferir de er-te mito que los
pequeos misterios haban sido instituidos en Atenas nnlts que ;;la se
anexara a Eleusis y para rivalizar con los misterios tic esta ltima, y
que la coonlinacin de los !IIsterios atenienses con los eleusinos habra
ocurrido despus 16
El culto eleusino, al menos en lo que respecta a lo,.; mi:<f('t'io,- ) a la
inil'iacin, parece haber estado sobre todo en las IIHlllos de do>' familia:o
-los Eurnlpidas y los Krykcs- que hacan remontar su origen a la
antigiiedad, a una poca anterior a la unin de Elcusis con Atenas 17 La
dignidad ms destacada era la del hierofante, '"mostrador de lar- cosa" :<a
gradas" 18, el gran iniciador, elegido entre los Eumlvidns; deba tener,
11
(a p.
Tr"crip..in de
n .. u,;i~,
la mi~ma.
1'/ul. 816.
210 h.
nratrimonio de llil11ri"'s en la~ Antht>lria", El
nwdo 1n<-~ llal ural dt' t'lllttHfcr tl k\lo ciladn t'll la no la 13 ~cra, tpti.t.~, H.r en
l un simulaao de la pa,in de J)i(lllio>' (De Jon;, /Ja., antik Jlysterientct:.\!'11., [)1,
pero ~in la omofagia y """ la n,urr<"C<"iln .,.[ uim', que oera el rito propio de la
estacin.
lfJ
lfl
17
IS ;J tevJ~:Xv-rr,.;.
4:'i
entre otras cualidades, bello a~pecto, voz fuerte ) bien timbrada 1 "; en
ltimos tiempos su nombre era sagrado ) lomaba el de su funcin 2 '1,
que era vitalicia. Pausanias 21 dice que deba guardar celibato y esta ohli
gacin no es tampoco antigua, aunque sea la continuacin de las pruhi
bieiones temporarias que se impona antiguamente a este personaje duranlt
los perodos rituales. Dos hierofntidas, ninguna de las l'Uales era mujer
del hierofante, lo asistan en las ceremonias de inil'al'in: una e,.;taha
consagrada al servicio de Demter, la otra al de Core :!:!, F.l personaje
principal despus del hierofante era el daduco. "el que lleva la antorcha" 23 , nombrado vitaliciamente lo mismo que el hierofante, pero elegido de
la familia de los Krykes: como su nombre lo indka, llevaba una Johle
antorl'ha en las ceremonias de los misterios :! 4 El hierokr) x ~ 5 , elegido
probahlemente de la misma familia de los Kr) kes, haca a los mystai
las proclamaciones necesarias, incluida la del silencio. Un lugar aparte en
este sacerdocio corresponde a la sacerdotisa de Demter zn elegida de la
familia de los Filidas: esta sacerdotisa interviene en los misterios, pero
tiene tambin funciones especiales, independit'ntcs de los misterios; da
su nombre al ao, como la sacerdotisa de Atenas sobre la Acrpolis, y sin
duda representa el ms antiguo culto de Demter en Eleusis, un culto
anterior a la organizacin de los misterios 27
Desde el 13 de hoedromin los efebos atenienses 28 iban a Eleusis
para buscar all los ohjetos sagrados que la proec~in de los mptai deba
devolver solemnemente el 19; el 14 escoltaban la proce::;in sacerdotal que
llevaba de Eleu;;is a Atenas los ohjeto~< en cuestin, probablemente imgenes
divinas :! 9 conservadas de ordinario en la cmara secreta 30 del santuario
lo~
-;r,
::ivcXll.'topov.
46
ALFRED LOISY
Sobre este tema ver S. Reinach, art. cit., 110-113; Fou..,art, 309,-31.1.
lscrates, Paneg. 157, ap. Farnell, 345, n. 172. Suetonio, Nero, 34. '.:],u,iniis sacris, quorum initiatione impii et scelerati voce praeconis submnventur, inl eresse non ausus est."
36 Era necesario que el candidato fuese eapaz de comprender el gri~l!" U.
Farnell, 167; Reinach, 110.
37 El caso de Apolonio de Tiana, excluido por el hierofante porque no C>'taha
permitido iniciar a un yrc;, un hombre que no era xa6o:poc; 't": c:.ct.6>t:.c. fii<t rln,
Vit. Apoll. 4, 18 ap. Farnell, 358, n. 221
38 Cf. Foucart, 282. Sobre los gastos de la iniciacin, ver el 1ni,mo. 27,).
39 Porfirio, De abstin. IV, 16 (ap. Farnell, 355, n. 217 l>l, clllllllera como
prohibidos: aves domsticas, pescados, habas, granadas, manzana,, Para las haba,,
cf. Pausanias, 1, 37, 4.
34
35
40
~'lt:O'lt't"E {o:.
47
48
ALFRF:O LOISY
49
III
Los ritos nocturnos de la iniciacin formaban un conjunto y estaban
coordinados para un mismo fin. Pero este fin no consista simplemente
en el reclutamiento de los iniciados y la garanta de dichosa inmortalidad
que cada uno de ellos obtena de e!'os ritos. Acabamos de ver que el
cumplimiento de las ceremonias tradicionales importaba tambin al bienestar del Estado y que era para Atenas una garanta de proteccin divina.
Supr. n. 50.
La di>tancia l'ra de veinte kilmetros, pero es preciso tomar en cuenta las
dPtenriomg, los sacrificios, las danzas, supr. n. 51.
:;~ La no<:h~ ;;arrada de la "icada" sera propiamente la del 20 al 21; cf. Eurpidcti. lnn, 104 y ~i.r;;.
M
5r.
;,7 F11ucart,
~57.
50
ALFRED LOISY
Sl
estaban en relacin con los mitos rle Core y de Dem'I!r; que la participacin en las penas de las rliosas traa naturalmente la participacin en su
dicha. y que esta doble participacin, que introduca al my~tes en su intimidad, era en el fondo la verdadera y nica raranta tle inmortalidad que
:>e otorgaba al iniciado. Al haher:;e hallado una 'ez en familiaridatl con
las dio~as inmortales. poda estar seguro de que ~e encontrara junto a
ellas, y para siempre, despus de la muerte. Faltara ~alwr tu mitos e~ta
han simbolizados de modo especial en la liturgia y por qu mitos ritual~~
oc cstahleca la comunin de los mystai con las divinidade,; en la cormwmoracin de la prueba y el triunfo de stas.
Apuleyo 63 hace alusiones perfectamente claras al rapto de Cure, a
las bsquedas de Demter, a la reunin de las diosas, tal como se representaban en los misterios de Eleusis. No parece dudoso de ninrn modo
que se fuera el tema mtico representado en las ceremonias de la init:incin comn. Y este tema se da completo, ya que comprende los dos elementos, tristeza y alegra, cuya sucesin constitua la totalidad del drama
litrgico. Sin embargo otros testimonios, emanados por cierto de autore~
cristianos, pero cuyos datos de hecho no cabe descartar, suponen que tambin en Eleusis se representaba un matrimonio sagrado, la unin de z~us
y Demter, en condiciones que eran fcilmente interpretables como indecentes.
"No sucede entre nosotros -escribe Gregorio de Nacianzo 6 ~- qut
una Core sea raptada, que una Demter vague, que se traigan Kleos, Triptlemos, serpientes, que se haga esto, que se sufra aquello 6 ~: pues yo ten ro
vergenza de publicar esta iniciacin nocturna y de erigir la obscenidad
en misterio. Eleusis la conoce como la conocen los te~tiros ,; de e~la~
cosas que no se dicen y que merecen por cierto quedar e;J reserva." Lo
que Gregorio no quiere decir, no se refiere al duelo de Demter rle~pu(,
del rapto de Core. Tertuliano 67 dice que la sacerdotisa de Ce re:< Oem
ter) era raptada en un momento de las ceremonias eleusinas, tal como
rios, no se deduce que se hiciera conocer a los my"lai "' plano ,, la morada infnll'd
y frmulas para exorcizar a los monstruos qw "" podan "'"''"'' rar all ( Foucart, 'lllfj,
394). sino que lus iniciados estn como en su t'a>'a <'11 el utro mundo y se hallan
por encima de los peligros que el homhre comn puede correr all.
63 Metamorph., VI. Plegaria de p,ique a Ctrp,;: P"r !u '" fru(!ift.ram '""'"
dexteram istam dcprecor, per laetificas me"ium caerinwnia>'. fleT tacita secreto ri.,rarum et per famulorum tuorum dracunum innata curri<"ula, d !lehae Skula ,uleanlina.
et currum rapacem et terram tenacem, et illuminartw1 l!rvserpinae 111/fi/rmun ,, ..
ALFRED LOISY
T.?~;
-;iv (;:;;:;:xv
53
}.',u.
rupto.
711
De .Ton:r, 1;)2.
Hym /Jem. 206211, DnJttr thti!'a beber la "opa k vino qu .. ofn..-. \k.
tan ira: no cldw lwlwr el vino rojo y da la receta dt>l b k<'n.
7' 11. XI, 631J.f>-il; la rt'<TI<; cft: CirPe, Od. X, :?:\J.i:\1>. ,., todada m<> .... cnpli .. ad.<.
77
7fJ
1/ist.
11tll.
bO
Lo"
t<~cita
81
S2
XX, ;,.:;:;,
54
ALFRED LOISY
5.5
IV
Vn r~coliasta de Platn dice que los mi~terios de Eleusis concernan
a Deo (Demter) y a Core porque Plutn haba robado a sta y Zeus
se haba unido a aqulla x;. Este ltimo mito no est atestiguado en la
literatura rL~ica 86 y no debe t'f'r la ms antigua explicacin del matrimonio ~a!rado en la tradicin eleusina. Una tradicin que aprovecharon
Homero ~ y He~odo 88 nombra a Jason como el personaje que se uni a
Dem~ter. mortal favorecido por una diosa: es una leyenlla creten;;;e. En
lugar de J ason la leyenda de Eleusis nombraba a Keles 89 , el prncipe
mtico en cuya casa Demter haba recibido hospitalidad. La unin se
haba cumplido sobre el campo tres veces roturado: es decir que despus
de la tercera roturacin 90 , la de otoo, para las siembras, una unin
similar tena lugar cada ao como un rito capaz de provocar o mantener
la fecundidad de la tierra. Segn parece, en Eleusis esta funcin la
cumpla el jeft' local, que en la circunstancia encarnaba ms o menos a
Zeus. o ms bien a la potencia generatriz del grano, y una mujer calificarla para representar a la Madre del grano. En tiempos histricos el
pawl rlc Zeus lo desempeaba el hierofante, y el de la Madre del grano,
la .~acerdoti;;;a de Demter, que representaba a la diosa. Pero desde mucho
tiempo atr~ slo subsista un simulacro del acto sexual. El autor de los
Philosophoumena dice incluso que el hierofante se hara impotente para
la relehrarin de los misterios lll. No quedaban sin salvar las aparien~.
:n
56
ALFRED LOISY
57
58
ALFRED LOISY
V
Estos son los escasos detalles que nos han llegado acerca de los mi~
terios de Eleusis. l\'o dejan de estar de acuerdo con los datos ?:enerales
concemientes al tema de los dramas msticos, el carcter y objeto d~ la;;
ceremonias de iniciacin. Fcilmente se deduce que los gestos litr~ieo~
se acompaaban con frmulas recitadas y con himnos que determinaban
su sentido tradicional. No haba ni sombra de instruccin propammte
dicha, de sermn doctrinal dicho por el hierofante u otro per~onuje
sacerdotal. En el ritual mismo y en la fe que se expresaba mediante ln>'
ceremonias sagradas, en los gestos y las frmulas se encerraba toda la
enseanza. Inclusive los ritos de la epopta son una cosa totalmente
distinta de la revelacin de una creencia hasta entonces mantenida secreta; no se aprenda sino que se vea; y sabemos que el hierofante no t'ra
un doctor, sino un "mostrador de objetos sagrados".
Debe notarse, en efecto, que la iniciacin eleusiniana. al mtno" <'11
su grado superior, la epopta, no se define en un smbolo de unin en la
vida divina e inmortal, como son la manducacin de una vd inw idenl
Ateneo, 496 A (ap. Farnell, 358, n. 220).
Philosoph. V, 7, texto citado, n. 91.
102 Foucart, 495, "avec rserve"; cf. Pirard, 249.
100
101
59
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104
61
11!!
62
ALFRED LOISY
lH
64
ALFRED LOISY
121 Ntese la invocacin que Aristfanes, Ran. 886, pone en boca de Esquilo:
"Oh Demter, que has nutrido mi espritu, ojal pueda yo mostrarme digno de tus
mi"terios! ", e ibd., 445, lo que dice en los infiernos el coro de los mystai que ce
lebran a Iacchos-Dinisos: "Para nosotros solos luce el sol con sus alegres rayos,
(para nosotros), todos los que hemos sido iniciados y hemos llevado una vida piadosa a los ojos de los extranjeros y de los ciudadanos." As tambin Cicern, De
legibus, II, 14: "Mihi quum multa eximia divinaque videntur Athenae... peperisse
atque in vitam hominum attulisse, tum nihil melius istis mysteriis, quibus ex agresti
immanique vita exculti ad humanitatem et mitigati sumus, initiaque ut appellantur,
ita revera principia vitae cognovimus, neque solum cum laetitia vivendi rationem
accepimus, sed etiam cum spe _meliore moriendi."
122 Or;enes, Ct. Cels., III, 16, VIII, 49 Cf. Rohde, Il, 367-369.
CAPTULO
IV
CIBELES Y ATIS 1
En el ao 205 a. C., durante la segunda guerra pumca, mientras
Roma estaba amenazada an por Anbal y cuando diversos prodigios
haban aterrado al pueblo, se consult los libros sibilinos y se encontr
que el enemigo sera arrojado de Italia si se haca venir a la Madre 2 ;
se comprendi que se trataba de Cibeles, la gran Madre del Ida, que
deba "compensar la potencia de la gran diosa-madre de Cartago" 3 , y se
envi una embajada al rey talo, de Prgamo, para obtener de l la vieja
piedra sagrada, fetiche de Cibeles, que l mismo haba llevado recientemente a su pas, desde Pesinunte 4 El ohjeto sagrado fue llevado a Roma y
se lo deposit provisoriamente en el templo de la Victoria, el 4 de abril
de 204; al ocurrir luego la derrota de Cartago, se construy entonces,
sobre el Palatino, un templo en honor a la Madre, el lO de abril del
ao 191 a. de C. 5 Desde entonces los juegos llamados Megalenses se
1 Sobre los misterios de Cibeles y de Atis, vanse Hepding, Attis, sene Mythen
und sein Kult (Giessen, 1903); F. Cumont, Les religions orientales, 43-68, y notas;
Farnell, JII, VI; Frazcr, Adonis, Attis, Osiris (1907); artculos Atis, de Cumont, en
"Paulr-Wissowa; Attis et Kybele, de Rapp, en "Roscher"; Toutain, La Lgende
de la desse phrygienne Cybele, en "Revue de l'histoire des religions", nov-dic. 1909
(LX, 299-308), y Les cultes pa~ens dans l'empire rumain, 1, II (1905-1911); Lagrange, Attis et le christianisme, en "Revue biblique", 1919, pgs. 419-480; Esprandieu, art. Taurobuliurn, en "Dareruberg-Saglio"; sobre todo H. Graillot, Le culte
de Cybele (1912).
2 Tito Livio, XXIX, 10-ll, 11. Ovidio, Fasti, IV, 23't y sigs. Tito Livio hace
norr.urar expn'"amente or el orculo a la Madre del Ida; puede que l d la frmula oficial de la interpretaein. Segn Ovidio (v. 239 Mater abest, Matrcm iubeo,
Romane, requirus), el texto sibilino slo hablara de la Madre y el oreulo de
Apolo (consultado en Delfos; e/. Tito Livio, 10) se habra referido a la Madre del
Ida. Pero esto es ficcin del poeta. Para la discu;;in de los testimonios ver
Graillot, 25-51.
3 Graillot, 32.
4 Graillot, 46-49, desmiente en este punto a Tito Livio. La identificacin de
la Madre del Ida con la de Pcsinunte se habra producido con posterioridad.
5 Tito Livio, XXXVI,' 36. Sobre la hiptesis de Showerman (Transactions o}
the American Philol. Association, XXXI, 1900, pgs. 46 y sigs.), que niega que el
culto de Atis se haya introducido en Roma bajo la repblica con el de Cibeles, cf.
66
ALFRED LOISY
1
Cibeles tena sacerdotisas 10 , pero sobre todo sacerdotes, y sacerdotes
eunucos que se haban mutilado a s mismos, voluntariamente, durante las
fiestas conmemorativas de la muerte de Atis. Las fiestas se llevaban a cabo
en el equinoccio de primavera, del 15 al 27 de marzo. Y a que Atis era
originariamente un dios de la vegetacin, el objeto esencial de estas
fiestas era, o por lo menos haba sido, la evocacin del dios muerto, para
lograr la renovacin de la naturaleza. El dios haba muerto a fines del
verano precedente; pero en la perspectiva litrgica la muerte se haba unido
a la resurreccin esperada, y la representacin mstica de esta muerte
preceda inmediatamente a la de la resurreccin. La economa de estas
festividades slo nos es conocida por las fiestas de Roma y en los ltimos
tiempos del Imperio Romano. Pero no parece dudoso que se remonte al
antiguo culto frigio, tal como lo haban importado a Roma los sacerdotes
que haban acompaado a la diosa 11
Hepding, 142; Cumont, en "Pauly-Wissowa", Suppl. 1, 225; Gruppe, Mythol. Literatur, 430; Graillot, 73, n. 4.
O Sobre el culto pblico de Cibeles en Roma bajo la repblica, ver Graillot,
70-107.
7 Joh. Lydus, De mensibus, IV, 59. Sobre este testimonio, ver Hepding, 145,
y Graillot, 45.
B Graillot, 114.
9 Juliano, Orat. V (ap. Hepding, 54) distingue en las fiestas de marzo, desde
la tabla del pino sagrado (vase pg. 83), dos series de ritos.
10 Mencin de sacerdotisas en inscripciones denominadas de los "orgeones"
(siglos IV y 11 a. J. C.), cofradas atenienses de la Madre, que tena su Mtroon
en el Pireo. Cf. Hepding, 80-81, 136-138; Wissowa, Religion und Kultus der Romer 2,
320.
11 Los das de fiesta fueron fijados, por otra parte, segn el calendario ro-
67
El primer da de la fiesta era el 15 de marzo, indicado en el calendario romano bajo la denominacin Canna intrat, "la entrada de la caa".
En ese da toda la cofrada de las cannforas llevaba en ceremonia al
templo del Palatino, caas cortadas sin duda en las orillas del AliT'.o, el
afluente del Tber, en cuyas cercanas se llevaban a cabo, para las fiestas
de Roma, los ritos que se celebraban a orillas del Galos, afluente del San
garios, en las fiestas de Pesinunte. La ceremonia se acompaaba de un
sacrificio que haca el archigalo, el gran sacerdote de Cibeles, asistido por
las canforas, "para los campos de las montaas", probablemente al borde
del Almo. La vctima era un toro de seis aos 12 La significacin agraria
de la ceremonia no se haba borrado en la tradicin, ya que el sacrificio
se haca para el bien de los campos 13
Se admite de buen grado que esta ceremonia est en relacin r::on el
mito de Atis expuesto en el momento de su nacimiento entre los juncos
del Galos y recogido por Cibeles 14 La fecha, tan cercana de la conmemoracin de la muerte, no sera una objecin, y las ceremonias se conocen
demasiado poco como para poder pronunciaree con seguridad sobre este
punto. Pero los ritos, aqu como en muchas otras ocasiones, no parecen
ser la copia de un mito, y la idea de nacimiento casi no aparece en esta
circunstancia. En la realidad, el nacimiento de un dios de la vegetacin
coincide con su resurreccin anual, y hay que examinar atentamente el
asunto antes de suponer una conmemoracin distinta. Si los juncos eortamano. Indicacin de las fiestas en el calendario de Philocalus (en 354), ap. Hepding, 51:
Id. Mart. Canna intrat.
XI. K. Apr. Arbor intrat.
IX. K. Apr. Sanguem.
VIII. K. Apr. Hilara.
VII. K. Apr. Requietio.
VI. K. Apr. Lavatio.
V. K. Apr. Initium Caiani.
12 Lydus, IV, 49. El autor menciona en este lugar canforas como asistentes
del archigalo, por error, en lugar de cannforas. Sobre las cannforas ver Graillot,
262-264.
13 Lydus, loe. cit.
14 Cf., Hepding, 149; Cumont, Religions orientales, 52. La hiptesis de una
faloforia, que se habra transformado en canoforia (Showermann, ap. Cumont, 224,
n. 33) parece gratuita. Una faloforia del tipo comn no sera un perfecto contrasentido en el culto de Atis? Salustio el filsofo (De diis et mundo, 4; texto en
Hepding, 58-59) da una interpretacin de las fiestas que parece fundada sobre el
mito romano de Atis como se lo encuentra en Ovidio, F'asti, 221-244 (Atis, amado por
la Madre, le es infiel unindose a la hija del ro; enloquece por la obra de la Madre
y se mutila: este mito es una adaptacin del mito frigio de Agdistis, del que
hablaremos luego y con el que se lo encuentra entremezclado en Arnobio, V, 5-7),
y que parece ser tambin el de Juliano (ver texto en Hepding, 52) : las fiestas
comienzan por abstinencia del grano y de otros alimentos impuros (es decir prohibidos) y este comienzo corresponde a la unin de Atis con la ninfa del ro; el
pino cortado y el ayuno corresponden a la mutilacin de Atis. As el da de las
"caas" no conmemorara el descubrimiento de Atis recin nacido, sino la infidelidad
de Atis. Esto permite adivinar un doble empleo de las "caas" en lo que respecta
al "pino". Cf. Graillot, 117-118.
68
ALFRED LOISY
dos son ya un ser divino, como debe serlo tambin, msticamente, el toro
inmolado", los ritos del 15 de marzo son ms bien un rito de muerte, la
muerte del dios para que pueda renacer, y son paralelos a los ritos del
22 de marzo, que conciernen al pino cortado, que es Atis. El doble empleo
no tiene nada de sorprendente: abunda en todas las liturgias. Y como el
toro es la vctima de Cibeles ms que de Atis, podramos preguntarnos si
el eco de estos ritos en la tradicin mtica no sera la aventura de agdistis (forma hermafrodita de Cibeles), mutilado cerca de la fuente donde
acostumbraba a beber 15.
Siete das despus de "la entrada de la caa" tena lugar "la entrada
del rbol'': A rbor intrat. El rbol era un pino, provisto por la cofrada
de los dendrforos 1 n. Se pudo pensar que el junco y el pino, sobre todo,
concentraban en s las fuerzas vivas de la naturaleza, el espritu de la
vegetacin durante la mala poca; all convena ir a buscar el principio
de vida para esparcirlo mediante el sacrificio y reanimar as la fecundidad de la tierra. De esto viene, quizs, que se dijera que Atis haba muerto
bajo el pino, o que se haba metamorfoseado en pino 17 Los dendrforos
traan del bosque 1 ", en ceremonia, el pino cortado. Sin duda el abatimiento del rbol tena, de inmediato, un sacrificio como complemento, al
igual que el corte de los juncos. Al pino de Atis debe de referirse la
indicacin de Frmico Materno 19 acerca del carnero que el diablo hace
inmolar durante una noche sombra. sobre las races de un rbol cortado.
Nada de extrao tiene que tal ope~acin se realice durante la noche; el
tocn que queda en tierra es el lugar natural de la inmolacin; por otra
parte, el carnero, que es la vctima de Atis, concuerda aqu.
El duelo de Atis se llevaba a cabo por el pino cortado, como si el dios
hubiera sido alcanzado por la muerte del rbol, como si hubiese sido el
rbol que viva en d bosque y fuese ahora el rbol muerto 20 Se deca que
Atis habase mutilado La jo un pino y que all haba expirado; Cibeles tom
un pino para llevarlo a la gruta de la montaa y llorar sobre l a su amante muerto. El tronco del pino estaba cubierto de vinchas 21 , como un
cadver; coronas de violetas se ataban a las ramas, porque se deca que
las violetas haban nacido de la sangre de Atis mutilado 22 Las violetas,
en efecto, son una de las primeras manifestaciones del despertar de la
naturaleza en el mundo vegetal, y ya se puede ver aqu qu son en realidad
los ritos conmemorativos de la muerte de Atis y cul es su objeto: los
Arnobio, Adv. nat., V, 6; ntese la mencin del Sangarios en el contexto.
Sobre los dendrforos, ver Graillot, 264-278.
17 Arnobio, V, 7; Ovidio, Metam. X, 103-105.
1 Quiz~ el bosque de pinos consagrado a Cibeles, que menciona Prudl'n<'io,
Peristephan. X, 196.
1u /Je errore pro/. relig. 27, 4. "Arhorem suam diabolus consecrans intcmpcsta
nocte arietem in ca.,sae arboris facit radicihus immolari." El autor ha hablado ante
rionnente de tres rboles cortados para Atis, Osiris y Proserpina.
:w "Cortejo fnebre de Atis, espritu del rbol". Graillot, 121.
15
16
~t
Arnohio. V, 7.
ritos, corte del pino e inmolacin dtl carnero, estn destinado~ por ,
mismos a producir el renacimiento de la naturaleza; son una muerte
coordinada con una resurreccin, son la verdadera muerte de Atis, la
nica que se ha producido alguna vez, como la prima\'era ha sido la nica
resurreccin que l haya gozado. Pero al tomar consistencia este mito
como historia divina, al convertirse el pino en el simulacro de Atis ~\ ~t'
relacionaban tambin con esto los atributos del dios, los instrumentos dt>l
culto de Cibeles: el cayado del divino pastor, los tamboriles y los cmbalo~.
las flautas y las castauelas, el aparato de las orgas de la :Madre :!l. En
mitad del rbol estaba fijada una imagen del dios 25 Segn Frmico :\laterno, ese pino era conservado, despus de las festividades, durante un ao.
y quemado luego para dar lugar al del ao siguiente ~ 6
Hay que notar que la ceremonia del pino cortado, considerada conmemorativa de la muerte de Atis, es, sin embargo, distinta en la lituq!ia.
del rito horrible por el que se renueva la mutilacin que se supona cau
sante de la muerte del dios. La razn de la distincin bien podra ser que
los dos ritos, que tienen por s mismos una significacin completa, no son
del mismo origen y slo se han relacionado con el correr del tiempo, por la
mezcla de cultos originalmente distintos. Adems existen, sobre la muerte
de Atis, dos tradiciones principales: segn la primera, fue muerto por
un jabal 27, lo que supone como punto de partida del mito el sacrificio
de un animal, de un jabal, que encarna al espritu de la vegetacin,
identificado con el dios, considerado luego como la causa de su muerte,
cuando el dios ya no muere anualmente y el jabal contina siendo sacrificado en su honor; segn la otra, Atis, enloquecido por la clera celosa
de Agdistis o de Cibeles, secciona sus partes genitales y muere, mito que
tiene su origen en la mutilacin de los sacerdotes galos y que est destinado
a explicarla.
Ninguna ceremonia particular sealaba el 23 de marzo. En ese da
los salios celebraban el Tubilustrium, la bendicin de las trompetas, que,
como rito de primavera, estaba en armona con las fiestas de Atis 28
El 24 de marzo era "el da de la sangre": dies sanguinis. En este da
Cibeles recluta sus sacerdotes, es el gran da de la iniciacin sacerdotal.
En ese momento el espritu de la Madre, apoderndose de sus elegidos, le~
inspira una locura que rivaliza por su horror con la que Diniso:-; comunicaba a sus fieles.
2 3 Arnobio, V, 17: "Cur ad ultimum pinus ipsa paulo ante in dumi' inerti,.
simum nutans lignum mox ut aliquod praesens atque auguotisoimum numen dtum matri'
constituatur in sedibus?"
24 Firm. Materno, 27, l.
25 Se puede ver la imagen reproducida en Roscher, II, 1610.
2 6 Op. cit., 27, 2. Frmico Materno parece decir que los rboles de Atis y de
Osiris (supr. n. 19) servan as cada ao para la renovacin del fuego sagrado:
"Nihil tibi poterit ignis iste prodesse; frustra tibi ex ista flamma blandiris, hune
ignem commentis tuis semper renovans."
27 Leyenda antigua, pues se la encuentra ya completamente evhemerizada tn
Herdoto, 1, 34-45.
28
Graillot, 125.
ALFRED LOISY
La preparacin para ese da se realizaba durante una novena de observancias especiales 29 a las que haba que someterse desde el 15 de marzo,
y que se reforzaban quizs desde el 22 hasta el 24: abstinencia sexual, 30
como era habitual en casos semejantes, y ayuno, pero en condiciones muy
particulares. Ayuno glotn, deca San Jernimo 3 1, ya que se come faisn
para no mancillar el pan. En efecto, la carne estaba permitida y el pan
prohibido. La prohibicin se extenda a casi todos los productos de la
vegetacin: todos los granos y las comidas que se preparaban con granos; muchos frutos, excepto los higos, y el vino 32 Debe ser para explicar la prohibicin del vino que se imaginaron los mitos en los que se
ve a Agdistis, embriagado por una argucia de Dinisos y prfidamente
atado con ciertos cordeles mientras dorma, mutilarse involuntariamente
al despertar, y a Atis confesar en estado de embriaguez el amor que tiene
por l Agdistis, revelacin que causa su desgracia 33 Pero esta prohibicin
no necesita un motivo especial. Se hace abstinencia de los productos
vegetales porque el dios de la vegetacin est msticamente en estado de
muerte desde que se han cortado los juncos y el pino sagrados. As, se
identific a Atis con la espiga segada 34 Originariamente, la abstinencia consecutiva a los ritos por los que se preparaba la renovacin de la naturaleza
tenda, quizs, a sostener y promover la eficacia de esos ritos. Y ste
tambin poda ser un modo de marcar o de establecer la separacin
entre la economa del ao anterior, del ao muerto, y del que iba a empezar y a vivir con la primavera.
No todas las carnes estaban permitidas. Se prohiba el pescado, probablemente como smbolo de la vida; tambin las palomas y, en especial,
el cerdo. La prohibicin del cerdo se encuentra, como es sabido, en muchos
pueblos de Asia occidental. As como se deca en Lidia que un jabal haba
matado a Atis 35, as se deca en Fenicia, y por el mismo motivo, que un
jabal haba matado a Adonis 30 El animal sagrado, prohibido primeramente, excepto en ciertos sacrificios excepcionales, haba terminado por
volverse impuro.
El da cruento parece haber sido una ceremonia de duelo oficiada
con mucho ruido. Los sacerdotes y los candidatos a la iniciacin sacerdotal se excitaban juntos hasta el paroxismo de la locura. No se sabe en
29 El castus de los escritores latinos, Arnobio, V, 16; Jernimo, Adv. lovin,
Il, 5, 17. Salustio el filsofo ( supr. cit., n. 14) ; parece indicar un perodo de abstinencia a partir de Canna intrat, y un "ayuno'", a partir de Arbor intrat.
30 Esto es incontestable, aunque no haya testimonios directos, sino solamente
alusin probable en Philosophoumena, V, 9 (ap. Hepding, 35). Cf. Graillot, 119, n. 5.
31 Ep. CVII, ad Laetam. "Faciant hoc cultores Isidis et Cybeles, qui gulosa
ahstinentia Phasides aves ac fumantes turtures vorant, ne scilicet Cerealia dona
c(1ntanlinent."
32 Ver en Hepding, 156, las interpretaciones alegrico-morales dadas por la
mstica de Juliano a estos viejos tabes.
33 Cf. Arnubio, V, 6.
34 Philosophoumena, V, 8.
3o .'!upr. n. 27.
at;
7l
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Hepding, llO. Kaibel (ap. Gruppe, Myth. Literatur, 430) supone que el meique
de Atis debe ser originariamente el araorov.
73
e~ta!.h-ce
74
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mujer; mientras se celebran sus bodas con la hija del rey de Pesinunte,
Agdistis aparece sbitamente en el lugar del festn y todos los asistentes
enloquecen; el padre de la novia se amputa las partes viriles 50 ; Atis
mismo, demente como los dems, huye hacia el campo y finalmente, bajo
un pino, tambin se mutila y muere. Lamentos de Agdistis, que querra
resucitarlo, pero slo obtie 1e de Z<us que el cuerpo de Atis permanezca incorruptible en la tumba y la vida se manifieste en l por el crecimiento de
sus cabellos y el movimie 1to de su dedo meique 57
En el primer rasgo de este mito complejo, hecho con mitos acumulados
unos sobre otros y entre.nezclados, hay que reconocer la ms antigua representacin de la Madre, es decir la piedra donde resida su espritu, y
que aparece aqu como el smbolo de la tierra fecunda, o ms bien, es
virtualmente la tierra misma. Y es posible que el acto atribuido a Zeus
corresponda a un rito 58, para nosotros muy grosero, a una especie de
matrimonio sagrado en el que la tierra, en lugar de identificarse en esa
circunstancia con una mujer, se concentraba, por as decirlo, en el trozo
de slice que fue el smbolo de Cibeles y que los romanos veneraron ms
tarde, engastado en la cabeza de la estatua de plata de la gran Madre, en
el Palatino 59 El rito puet1e ser muy antiguo, y no sera fcil establecer
si dej de practicarse cuando se introdujeron los ritos sangrientos de la
castracin, o bien si no se perpetu durante un perodo bastante largo junto a stos.
La castracin de Agdistis, la de Atis y la de su suegro, slo constituyen
56 Pausanias dice que el suegro se mutil como Atis. La fuente de Arnobio
daba la misma indicacin. Arnobio dice primeramente (V, 7): "Agdestis scatens
ira convulsi a se pueri et uxoris ad studium derivati convivantibus cunctis furorem
et insaniam suggerit: ... , mammas sibi demetit Galli filia pelicis, rapit Attis fistu
lam, quam instigator ipse gestitabat insaniae, furiarum et ipse iam plenus, perbacchatus proicit se tandem et sub pini arbore genitalia sibi desecat dicens: "Tihi
Agdesti, haec habe, propter quae motus tantos furialium discriminum concitasti."
Luego, criticando el relato en detalle (V, 13) : "Quid admiserat Gallus, quid
pelicis filia ut ille se viro; haec mammarum honestate privaret?" La antigua leyenda de Pesinunte pona pues en escena a Gallos como rey (Hepding, 109), y no
a Midas (que aparece en Arnobio, V, 7). El equilibrio de la leyenda era perfecto.
Gallos, como Nana, deba haber nacido de Sangarios; se convirti en el prototiJo
de los galos al emascularse, y su nombre lo califica para esto: la prometida de Atis
era hija de Gallos, como su madre Nana era hija de Sangarios; la leyenda la haca
nacer de una concubina. La amputacin de los pechos correspondera a un rito
antiguo para la consagracin de las sacerdotisas, como mutilacin paralela a la
castracin de lo' galios? Es probable; pero no parece que la costumbre se haya
mantenido. Cf. H~pding, 164, n. 3. La "fistula" es el atributo del pastor Atis.
57 Supr. n. 49.
58 Cf. Eisler, e:t Archiv fr Religionswissenscha/t, XV (1912), 310-311.
59 Arnobio, VII, 49. "Adlatum ex Phrygia nihil quidem aliud scribitur missum
rege ab Attalo, nisi lapis quidam non magnus, ferri manu hominis sine ulla impres
sione qui posset, coloris furvi atque atri, angellis prominentibus inaequalis (Eisler,
supr. cit., habra podido mencionar esta indicacin en apoyo de su hiptesis sobre
el 'hysterolito' de Cibeles), et quem omnes hodie ipso illo videmus in signo oris loco
positum, .indolatum et asperum et simulacro faciem minus expressam simulatione
praebentem." As adornado, el dolo del Palatino "deba tener el aspecto de nues
75
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na (Graillot, 235).
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Cibeles y de Atis. ste es el rito de la consagracin sacerdotal, y los 1mciados en el misterio participan mediante otro rito de la muerte de Atis
para ser copartcipes de su inmortalidad.
Despus de estos ritos sangrientos, el pino-Atis era bajado a la cripta
del templo y permaneca all hasta el ao siguiente 78 Atis resucitaba el
2.5 de marzo, el da de "la alegra": Hilara 79 La noche del 24 al 25 transcurra en una espera piadosa. Continuaban probablemente, con una calma
relativa, los lamentos mezclados con llamados al dios. Por la maana se
anunciaba su resurreccin y el dolor abra paso a la alegra. Algunos
relacionan con esta circunstancia un pasaje de Frmico Materno, donde
este autor, sin decir de qu ritual la ha tomado, describe una escena de
duelo en torno de una estatua divina puesta sobre unas angarillas, durante la noche. Todos lloran; de pronto alguien trae una luz, y un sacerdote, despus de ungir la boca de todos los que lloraban, les dice: "Valor,
mystai, el dios est salvado; tambin para vosotros de las penas vendr
la salvacin" 80 Pero aunque Frmico Materno habla en otro pasaje de
una estatua ligada al pino de Atis, lo que dice en nuestro contexto sobre
"los miembros de piedra que se vuelven a poner en su lugar" no concuerda en nada con el duelo de Atis y hara pensar, ms bien, en Osiris 81
La resurreccin de Atis haba llegado a constituir una gran fiesta en Roma
y se cuenta que en ese da el sobrio Alejandro Severo coma faisn 82 El
punto culminante de la fiesta era la procesin solemne en la que Atis
apareca, junto a la Madre, sobre su cuadriga, de modo que. la ceremonia
acababa en hierogamia 83
No haba celebracin el 26 de marzo, el da del "reposo": requietio.
Al da siguiente se llevaba a cabo la gran procesin de la Madre al arroyo
Almo para el bao sagrado: lavatio. Por la maana, sobre un carro tirado por vacas, se ubicaba la estatua de plata que representaba a Cibeles
sentada sobre sus dos leones, con el tamboril, y se marchaba hacia la
Supr. n. 26.
Permaneca, pues, en estado de muerte tres das y tres noches.
De err. pro/. relig., 22. "Aliud etiam symbolum proferimus (el autor se
ocup anteriormente de una frmula dionisaca) . . . Nocte quadam simulacrum in
lectita supinum ponitur et per numeros digestis fletibus plangitur: deinde cum se
ficta lamentatione satiaverint, lumen infertur; tune a sacerdote omnium qui flebant
fauces unguentur, quibus perunctis sacerdos hoc lento murmure susurrat:
78
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SO
O:p
80
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ribera, donde el archigalo baaba la estatua 84, los leones y los objeto:,
sagrados, y el carro mismo. Dirigan la procesin los quindecenviros y
los m~ nobles romanos se preciaban de marchar descalzos delante del
carro. De,.pus del bao la escolta de la Madre volva a la ciudad y se
encaminaba hacia el templo bajo una lluvia de flores 85 Si creemos a
San Agustn, la procesin del bao se acompaaba en Cartago con cantos
m uy obscenos: "Qu ser lo sacrlego, si esto es sagrado?", dice. Pero
t-1 tuvo esta impre;;in a la di~tancia del tiempo, pues reconoce haberse
intere1:'adn en otra ~poca en la ceremonia 86 Y, por otra parte, es cierto
que los cantos, referidos a los mitos de Cibeles y de Atis, no podan ser
mu~ edificantes para un cristiano.
Se trata de una simple purificacin despus de la fiesta? Se podra creerlo as. al ver que tambin se lavan el carro y los objetos del
culto. Pero. como la eeremonia parece tomada del ritual de Pesinunte s y
el viaje al Almo eorre~pondt a la ida al Gallos, y como en el Gallos no
se debi baar nacla ms que la piedra, la intencin primitiva de la ceremonia podra ser la rle un rito de lluvia 8 ~. En efecto, aunque se cumpliera sobre la piedra un rito de fecundacin, no hay otra probabilidad de
que se la sometiera al hao que los argivos hacan tomar a Hera, en la
fuente Knathos. despus de la consumacin de su matrimonio con Zeus ~l'.
Existe la posibilidad de elegir entre esta hiptesis y la del rito de lluvia,
que parece ms verosmil, en el cual la inmersin tena por objeto asegurar a la tierra ft~eur~tlada. reprt>sentada por la piedra, el agua que nece!'taha para producir su fruto; en cuanto a la ceremonia romana, la idea
!eneral de purificacin aventajaba. sin duda. a la idea primitiva del rito.
81
11
El 28 de marzo 90 comenzaban las ceremonias de las iniciaciones
comunes, que aparecen as en una especie de paralelismo con la iniciacin bautismal de los cristianos durante la noche pascual.
Hemos visto cmo el rito de la iniciacin sacerdotal, que deba ser
en parte secreto, estaba relacionado di.rectamente con los grandes ritos
de marzo. Prudencio dice que los sacerdotes eran, adems, tatuados en
diversas partes del cuerpo con agujas enrojecidas al fuego, pero no nos
dice nada acerca da las imgenes que se dibujaban. Eran seguramente los
estigmas de Atis, las marcas de su consagracin al servicio de Cibeles,
en calidad de nuevos Atis, que los sacerdotes castrados impriman en sus
miembros. Despus de su muerte se cubran con lminas de oro esos
signos grabados sobre la piel 91
Exista en Roma un santuario especial, llamado Phrygianum, para las
iniciaciones comunes; estaba ubicado en el Vaticano, muy cerca del circo
de Cal:ula, y sin duda fue establecido all desde el reinado de Claudio.
En el \;.;::cano, no en el Palatino, se celebraban los taurbolos para la
salud del emperador 92 y los taurbolos de las iniciaciones privadas. El
taurbolo es en s un rito de objeto personal, pertenece al ceremonial de
la iniciacin. Nadie duda que los fieles de la Madre y de Atis hayan sido
90 La indicacin del calendario filocalio para el 28 de marzo, initium Caiani,
designa las iniciaciones (cf. el texto de Cicern citado en cap. III, n. 121) y se
refiere a los taurbolos qae se celebraban despus de las fiestas, en el santuario
de Cibeles sobre el Vaticano, cerca del circo de Calgula ( Gaianum).
91 Peristeph., X, 1076-1085:
Quid, cum sacrandus accipit sphragitidas?
Acus minutas ingerunt fornacilms ...
Quamcunque partem corporis f~rvens nota
Stigmarit, hanc sic consecratam praedicant.
Functum deinde cum reliquit spiritus
Et ad sepulcrum pompa fertur funeris,
Partes per ipsas imprimuntur bractaeae.
lnsignis auri lammina obducit cutem,
Tegitur metallo, quod perustum est ignihus.
Dieterich, Eine Mithrasliturgie, 165, entiende la ltima estrofa como un simulacro de muerte, tal como se encuentra en las iniciacirnes; pero parece claro lJtte Prudencio la entiende de otro modo y dice lo que sucede .~n la muerte de un galo. Sob1~
el tatuaje religioso, ver Perdrizet, La miraculeuse histoire de Pandare et d'Echdore,
en "Archiv fr Religionswissenschaft", XIV (1911), 54-129. Graillot, 182, 297, que
entiende la iniciacin comn segn la descripcin de Prudencio, pretende que el
tatuaje se practic sobre todos los iniciados.
92 Cumont, en "Pauly-Wissowa", 11, 484, y Hepding, 156, supusieron equivocadamente que el archigalo celebraba, el 24 de marzo, un taurbolo para el emperador. Lo que dice Tertuliano, Apologet. 25, del archigalo que, el 24 de marzo de
180, cuando la muerte de Marco Aurelio se ignoraba an en Roma, "pro salut~
imperatoris Marci iam intercepti solita aeque imperia mandavit", se interpreta como
votos emitidos por el archigalo en el mandamiento preliminar a la ceremonia del db.
Graillot, 128, n. 3.
82
ALFRED LOISY
primero [ taurobolados] y [ criobolados] 93 por s mismos, y que la recepcin del taurbolo para otro se haya producido ms tarde. Parece que en
poca del imperio, el taurbolo y el cribolo podan celebrar~e en toda
estacin. Pero los ritos de iniciacin deban tener, por lo menos originalmente, una ptlriodicidad regular, y sin duda estaban conectados, en cierta
medida, si no en forma exclusiva, con las fiestas de primavera.
Sobre los ritos secretos de Atis no estamos mejor documentados que
sobre los de Eleusis, y esto por la misma razn. San Agustn, que no lo~
conoca mejor que nosotros, se pregunta a qu grado de abominacin podan
llegar las ceremonias ocultas, cuando las ceremonias pblicas eran tan
chocantes para el sentido moral 94 Pero no deba haber en este respecto
una gran diferencia entre unos y otros, y los creyentes no perciban la
obscenidad de los ritos, en la medida en que all la hubiera, ms de lo
que perciban la de los mitos. Se puede ver por las inscripciones que la
Madre y Atis se haban vuelto dioses guardianes del alma 95 Sus groseras
y ~angrientas aventuras eran slo una vieja historia, la leyenda de un
pasado escabroso que no constitua un obstculo para que su carcter
poseyera en el presente una cierta moralidad. Y )os ritos, relacionados
necesariamente con la fbula antigua, se comprendan, en este caso coma
en los dems, como medio para entrar en la comunin de divinidades benevolentes, y que tenan poder en el pas de la muerte.
La consagracin de los sacerdotes representa un tipo de iniciacin
perfecta que jams pudo extenderse a un nmero muy grande de personas, sino slo a unos pocos individuos, y del sexo masculino. Como la
Madre tena tambin sacerdotisas, deban existir ritos especiales para la
consagracin de stas 96 Adems haba ritos de iniciacin para los laicos.
Las cofradas de mystai no nacieron slo cuando el culto de Cibeles y de
Atis se expandi fuera de su pas de origen, y no hay que imaginar que el
9 :l Las palabras "taurbolo" y "cribolo" significan propiamente "la accin de
alcanzar un toro, un carnero, con ayuda de un arma arrojadiza, probablemente la
correa de un lazo. Esta accin (que tena su lugar natural en una caza ... ) termin
sin duda por reducirse bajo el imperio romano a un simple simulacro, pero se continu utilizando siempre, para golpear a la bestia, un arma de montera, un chuzo
sagrado. Cumont, Religions orientales, 63.
94 De civ. Dei, VI, 7: "Quid de sacris eorum boni sentiendum est quae tenebris
operiuntur, cum tam sint detestabilia quae proferuntur in lucem? Et certe quid in
occulto agant per abcisos et molles ipsi viderint.''
95 "Dii animae mentisque custodes", en una dedicatoria latina (ap. Cumont,
230, n. 77). Este testimonio parece bastante aislado; no prueba que el culto de la
Madre y de Atis estuviera enteramente espiritualizado.
96 Cf. supr. n. 56. No vemos, por lo dems, que las sacerdotisas se consagraran
mediante la mutilacin que se deca que haba sufrido la hija de Gallos. Sin duda
conservaban la integridad de su persona, como la Madre. Pero si la amputacin
de los senos se practic en otra poca en el culto de Pesinunte, como es probable, no
era de ningin modo como penitencia (opinin de Gruppe, 1545, n. 5) ni para sustituir al sacrificio de la mujer misma ( Graillot, 295), sino por la misma razn que
la castracin de los galos. Sacerdotisas y sacerdotes, mutilados para ordenar y
promover la fecundidad de la naturaleza, fanticos de Agdistis, eran hombres y mujeres que !'o eran hcmbres ni mujeres.
33
antruo culto de Pesinunte inclua 8lo ritos pblicos en los que todo
ciudadano del lugar poda participar por el mero ttulo de su origen. En
Pesnunte mismo exista m~a cofrada de Ati~, cerrada sin duda y organizada como sociedad de misterio 117 Es superfluo preguntarse si tales cofradas se derivaron del sacerdocio de eunucos, del que seran una forma
atenuada, o bien si el sacerdocio no se habra derivado de estas cofradas
de las que sera una forma reforzada; pues sacerdocio y cofradas pudieron existir desde los orgenes y crecer juntos, mutuamente coordinados.
Lo ms preciso y seguro que sabemos acerca de las iniciaciones privadas est en la frmula que cita Clemente de Alejandra, y que era la
contrasea de los iniciados: "Cm en el tamboril, beb del cmbalo, lleve
el kernos, entr bajo el baldaqun" 118 Frmico Materno nos da una variante ms clara, que f'.,ece explicativa y menos autntica 1111 Apenas puede cuestionarse el parentesco de esta frmula con la de Eleusis, que citamos anteriormente 100 Puede haber habido imitacin de una parte y otra,
o deper:.dencia de un tipo comn. Pero en cualquier hiptesis cada miembro ce la frase sacramental corresponde a un rito de la iniciacin.
Los instwmentos de la algazara sagrada, el tamboril y el cmbalo,
precisamente porque eran los instrumentos favoritos de la Madre, servan
de plato y de copa, de vaso ritual para un banquete mstico L:Uy'D men
ignoramos, pero que consista en alimento slido y bebida. Frmico Materno interpreta l mismo esta comida como equivalente de la cena cristiana. Al comentar la contrasea escribe 101 : "Te equivocas, desdichado,
cuando proclamas el crimen cometido por ti; has tomado el veneno de
una pocin pestilencia!; tragaste un brebaje morial en el desenfreno de
tu funesta locura. El desenlace inevilcible de esta comida es la muerte
con el castigo; eso que consideras haber bebido como trago vivifican te,
empuja a la muerte ... Otro es el alimento que da la salvacin y la vida ...
Busca el pan de Cristo, la bebida de Cristo". No hay que olvidar que los
productos del suelo son un don de Atis, son en cierto sentido Atis mismo,
a quien en su liturgia se califica de "espiga segada verde" 102 ; es preciso
97 Los 'A .. -rcx~oxa:oio El ncmhrc de Atis entra en la composicin de esta palabra,
pero se i1:nora la significacin del sel~undo miembro; Hepding, 204, y Grail!ot, lff)O,
se pre1:untan si no ser "vaquero" y comparan con los Buucolui de Dinisos.
84
ALFRED LOISY
Ati~.
85
testculos de un carnero, como si se hubiera mutilado a s mismo en expiacin de la ofensa cometida. Arnobio, refiriendo este mito, dice que Zeus
se haba transformado en toro para unirse a la Madre. No era posible
destacar ms claramente la significacin del doble sacrificio, taurbolo y
cribolo, cuyo objeto es la unin con la Madre, por Atis -originariamente esto deba ser la fecundacin de la tierra, como en la castracin
del galo- y su relacin con la iniciacin, ya que tanto el toro como el
carnero son los intermediarios que sirven a Zeus y al mystes para llegar
a su fin. El mito que presenta las relaciones de Zeus-Atis y de la Madre,
prueba, a falta de otro testimonio, la antigedad del taurbolo y del cribolo en el culto de la Madre y de Atis. En el caso de Sabazios y probablemente tambin en el de Dinisos, una divinidad masculina reclutaba a
sus iniciados mediante un simulacro de unin sexual. En el culto de la
gran Madre, una divinidad femenina reclutaba a los suyos por el mismo
simulacro; pero aqu el medio simblico de la unin no era una serpiente dorada; era el miembro generador al natural, que se llevaba a la diosa.
El rito que haba servido y que serva an para promover la renovacin
de la naturaleza, serva tambin, multiplicndose, para reclutar a los creyentes de la Madre, sus amigos, sus Atis. Pues el mystes se identific con
la vctima, que es tambin Atis; en cierto sentido muere con aqulla y
con ste, lo que no le impide haberse regenerado por su sangre; y por
esto revive como Atis, como la naturaleza, por la virtud de esta sangre
esparcida sobre l.
Estas conclusiones surgieron, en la medida de su certeza o de su
probabilidad, independientemente del sentido que se quiera atribuir a una
palabra equvoca en el pasaje donde Frmico Materno cita la frmula del
misterio. "En cierto templo -dice-, para que el hombre [destinado a
morir] pueda ser admitido en el departamento secreto, dice: 'Com en el
tamboril'", etc. 106 Muchos 107 ven aqu una alusin a un rito simblico
de muerte que se cumplira en la cmara secreta; pero parece que se
engaan sobre la aplicacin de la frmula ritual, como tambin sobre el
sentido del calificativo atribuido por Frmico Materno al hombre que
quiere entrar. Este autor no tiene la intencin de describir los ritos de
la iniciacin; y no la tiene porque los ignora. Lo que dice es que el
iniciado -no el mystes en el curso de las ceremonias de la iniciacin-,
cuando ms tarde, por ejemplo para ciertos ritos comunes de la cofrada,
quiere entrar en los lugares reservados donde slo tienen acceso los iniciados, se hace conocer como tal dando la contrasea. sta, en efecto,
estara fuera de lugar si el candidato que se presenta para entrar en
"el departamento secreto" la dijese durante la iniciacin; pues no es en
absoluto verdad que en ese momento haya "penetrado bajo el baldaqun".
En estas condiciones el epteto: "destinado a morir" no puede apuntar a
Texto anteriormente citado, n. 99.
Dieterich, 162; De Jong, Das antike Mysterienwesen, 203; Hepding, 195;
tambin Graillot, 183, que construye sobre esto todo un ritual.
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107
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una ceremonia que estara a punto de cumplirse, sino que determina, segn
el escritor, la posicin del hombre de quien se trata. El que pide entrada
en el lugar sagrado est destinado a la muerte y no piensa en ella; habla
de un alimento y de un brebaje que considera ingredientes de inmortalidad; son, por el contrario, venenos mortales, tal como Frmico Materno lo
explica comentando la frmula 108 Su lenguaje carece de claridad 109 ;
pero sera imputarle gratuitamente el colmo de la incoherencia e incluso
de la contradiccin, si se le hace decir que en la cmara secreta se cumple
un rito de muerte, mientras que segn l, y en la realidad, la frmula del
misterio slo contiene smbolos engaosos de vida y de inmortalidad. La
muerte simblica se ubica antes de la entrada en la "cmara nupcial";
pertenece al ceremonial del taurbolo, y no puede suponerse una repeticin
de ella. Quizs se ofreciera al iniciado, al salir de la cmara nupcial, el
brebaje de leche del que habla el filsofo Salustio 110 Al menos el rito,
que tuvo su paralelo entre los cristianos en las ceremonias complementarias del bautismo, era tambin en el culto de Cibeles y Atis un smbolo
del renacimiento cumplido, de la vida nueva y totalmente joven del mystes.
El bautismo sangriento mediante el taurbolo y el cribolo preceda
a los ritos aludidos en la frmula que explicamos antes. Pero hemos podido ver ya que el rito se celebraba tambin independientemente de la iniciacin y que los emperadores romanos, a quienes su dignidad no permita someter su persona a un rito extranjero, cumplan el taurbolo por
poder. Los textos epigrficos testimonian que el taurbolo y el cribolo
se celebraban, sea para los fieles que reciban sobre s la sangre de la
vctima, sea para beneficio de otras personas ausentes, tal como suceda
con el emperador 111 Y a hemos citado el caso de los cristianos de Corinto
que se hacan bautizar en lugar de sus padres. En este caso se sobrellevaba el taurbolo para la salvacin de otros seres. Esta variedad, el
taurbolo para el emperador, es la ms antiguamente atestiguada en textos epigrficos 112 e incluso literarios. Pero no debera concluirse apresuradamente que los taurbolos privados derivaron de este taurbolo
pblico. Sera como sostener que los fieles de Corinto comenzaron por
hacerse bautizar en bien de sus padres muertos 113 , y luego consideraron
oportuno recibir el bautismo para su propia salvacin. Quizs tampoco
convenga afirmar apresuradamente, y sin prueba positiva, que el taurbolo pblico y el taurbolo privado no tienen el mismo origen, y que los
10 8
Supr. n. 101.
La leccin moriturus no es, por otra parte, totalmente segura; pero la variante introiturus puede parecer demasiado fcil; sin embargo no carece de signifi.
cacin, puesto que se trata de penetrar en un lugar donde la mayora de los
mortales no entra jams.
110 De diis et mundo, 4 (ap. Hepding, 59).
111 "Slo el sirio Heliogbalo se hizo taurobolizar, quizs por imitacin de los
reyes de Asia." Graillot, 164.
112 Ver la lista de estos taurbolos en Graillot, 159-160.
l13 Cf. supr. pg. 40.
109
87
88
ALFRED LOISY
tarda que no prueba directamente nada en un culto que tena viejas tradiciones propias, y, por ltimo, porque no podemos decir de qu culto Cibeles habra tomado el taurbolo y slo podemos formular conjeturas al
respecto. Por lo tanto, no resulta en modo alguno temerario seguir la
verosimilitud admitiendo, hasta que se pruebe lo contrario, que taurbolo
y cribolo son ritos antiguos en los misterios de Cibeles y Atis.
Todos conocen la descripcin que Prudencia hizo del taurbolo y
casi todos admiten que esta descripcin es la del taurbolo comn, en los
tiempos en que Prudencia pudo ser testigo de l. El poeta cristiano nos
muestra al "pontfice supremo" descendiendo al fondo de una fosa, con
la frente ceida de vinchas preciosas, con una corona de oro, vestido
con una toga de seda, para recibir la consagracin. La fosa est cubierta
por una plancha que presenta agujeros. Se trae un enorme toro, que
lleva, tambin, una lmina de oro en la frente. Se abre el pedw a la
vctima con la lanza sagrada; un ro de sangre caliente brota de l y se
esparce a travs de los agujeros de la plancha, lluvia que cae sohre el
sacerdote y mancha sus hbitos; a ella ofrece su rostro para que le cuhra
las orejas, los ojos, las fosas, nasales, los labios e incluso la lengua. Pt>ro
el animal se va enfriando, la sangre cesa de manar; se saca el cadnr
rgido, se abre la fosa y el pontfice, horrible en su aspecto, avanza, tOflo
manchado de sangre que se coagula sobre su cara, su barba, sus adorno~
y su vestido. Sucio como est, se lo saluda y adora a distancia: la sangre
del animal muerto no lo ha purificado en su agujero? 118
Los crticos declaran a porfa que el mystes es considerado sacerdote,
o bien que el taurbolo era una consagracin sacerdotal. Y es verdad que
118
Peristeph. 1006-1050.
10ll.
Summus sacerdos nempe sub terram scrobe
Acta in profondum consecrandus mergitur,
Mire infulatus, festa vittis tempora
Nectens, corona tum repexus aurea
Cinctu Gabino sericam fultus togam ...
1021.
Huc taurus ingens fronte torva et hispida,
Sertis revinctus aut per armos floreis,
Aut impeditis cornibus deducitur,
Nec non et auro frons coruscat hostiae
Setasque fulgor bractealis inficit.
Hic ut statuta est immolanda bellua,
l'ectus sacrato dividunt venabulo ...
1031.
Tum per frequentes mille rimarum vas
Inlapsus imber tabidum rorem pluit,
Defossus intus quem sacerdos excipit ...
1041.
Postquam cadaver sanguine egesto rigens
Conpage ah illa /lamines retraxerint,
Procedit in de ponti/ex vis u horridus ..
1046.
Hunc inquinatum talibus contagiis,
Tabo recentis sordidum piaculi,
Omnes salutant atque adorant eminus,
Vilis quod illum sanguis et bos mortuus
Foedis latentem sub cavernis Iaverint.
89
90
ALFRF:D LOISY
renacer como Atis. En calidad de tal, el hombre puede recoger los testculos del toro, que son los despojos de Atis, que son su propio despojo,
y presentarlos a la Madre, como en otra poca lo hizo Zeus con los
testculos del carnero. "Es verosmil que los catecmenos (de la Madre)
recibieran al menos el bautismo crioblico" 124 La regeneracin por medio de una sangre divina, que en la economa de los ritos cristianos es
blo una metfora, era aqu una realidad. La conciencia de esta afinidad
exista en una y otra parte, y deba ser un sacerdote de Atis el que deca
a San Agustn: "El dios del bonete (Atis) es tambin cristiano" 1 ~:;. Pero
sera ir contra toda verosimilitud adjudicar a la metfora cristiana el
sentido dado al taurbolo en los misterios de Atis 120 En efecto, la
metfora cristiana y la idea de regeneracin del fiel en la sangre de
Cristo proceden necesariamente de ritos como el taurbolo y de las ideas
relacionadas con estos ritos.
El cribolo se celebraba del mismo modo que el taurbolo y tena
la misma significacin. Eran ritos de regeneracin, de renacimiento para
la eternidad 127 Sin embargo, esta idea no era en ellos tan exclusivamente
esencial que no se manifestara otra, cuya perspectiva se detiene en la
vida preEente. Los taurbolos en beneficio del emperador no eran para su
salvacin eterna, sino para la salud, la conservacin y la prosperidad
imperiales, idea que, por otra parte, no se confunde totalmente con la
de la salud y la conservacin de la persona soberana, pero que representa
12~
Graillot, 178.
in ]oh. tr. VII, 1, 6. Agustn habla de los engaos de los demonios para
tentar a lo~ cristianos: "usque adeo, fratres mei, ut illi ipsi qui seJucunt per Jigutura,. wr praecantationes, per machinamenta inimici, misceant praecantationihus suis
nc.omen Chri~ti ... ; usque adeo ut ego noyerim aliquo tempore illiu~ Pikati sa\'crJutem
solere dicere: 'Et ipse Pileatus christianus est' ". Se podra wn:<ar cn :\litra, que
tambin PS "pileatus"; pero San Agustn habla adems del culto de la ~ladre y de
Atb, y el bonete de Atis tena una significacin que no tena ,. de \litra.
126 Tal como parece admitirlo Cumont, Reli~ions orientales, 66. La relacin
histrica de las dos economas de salvacin est bien definid, por .\mhrosiaster,
QuaPstiones V. et N. Testamenti, 84: "Et quia in primo nHnse (en marzo), in quo
aequinoclium habent Romani, sicut et nos i!os cri,tianos. que ~e<>rminan la fiesta
de Pascua segn el equinoccio), ea ipsa observatio (las fiestas de Atis) ah his
custoditur, ita ut etiam per sanguinem dicant expiationem fieri (se traa de la sangre
de los sacerdotes y de la de las vctimas en el laurholo) sicut et nos per crueem
lla conmemoracin de la pasin de Cristo): hac versutia paganos detinet ( diaholus)
in errore ut putent veri:atem nostram (d cristianismo, fundado sobre el mito de la
cruz) imitationem potius videri quam veritatem, quasi per aemulationem superstitiones quadam inventam; nec enim verum esse posse aiunt quod postea inventum". Es
el punto de vista pagano: pero el autor no plantea contradiccin aqu en lo que
respeeta a la prioridad histrica de las fiestas y ritos de Atis, incluso segn su
interpretacin, en la relacicin con la doctrina y las fiestas cristianas. Veremos ms adelante que la actituJ de San Justino es la misma frente a los misterios de Mitra.
Ver el conwntario de Cumont al texto de Ambrosiaster, en Revue d'histoire et de littrature relir<i<'uses, VIJI (1903), 423-424.
127 'Taurobolio criobolioque in aeternum renatus". Inscripcin romana del 376
12.-;
Graillot, 172.
91
cierta virtud divina de la soberana. "Realizar un taurbolo para la salvacin del prncipe es contribuir a la prosperidad de todo el mundo roma
no" 128 Podemos ver que los taurbolos privados se renovaron al cabo
de veinte aos 129, como si su eficacia no se extendiera ms all, o tuviera
entonces necesidad de ser reforzada. Nada nos lleva a suponer que esta
reiteracin sea una particularidad reciente 130 Probablemente la regla antigua haya sido la reiteracin peridica, porque la idea de una regeneracin para la vida eterna no est al principio ligada a esta consagracin.
El mystes se transformaba en Atis en la oportunidad, por un tiempo,
no para toda la eternidad. Quizs en poca antigua se consagrara as
a los reyes de Pesinunte, de quienes la tradicin dice que fueron al mismo
tiempo sacerdotes de Atis, y la reiteracin de la ceremonia se introdujo
en lugar de una sustitucin de personas 131 La misma periodicidad se
habra observado en los ritos aplicados a todos los sacerdotes o a todos
los iniciados, si no fue as desde el principio.
Originariamente el rito sangriento no tena por objeto hacer inmortales a los que participaban en l, sino que los capacitaba para cooperar
en las obras de la Madre y de Atis, es decir en las obras de la naturaleza,
tal como la iniciacin dionisaca volva capaces de cooperar en la obra
de Dinisos a los bacantes y las bacantes 132 N o era, en sentido estricto,
ni un sacrificio purificatorio, ni un sacrificio de homenaje a los dioses,
sino un rito mgico y de eficacia positiva. Las ceremonias mgico-reliGraillot, 164.
Inscripciones: "taurobolio criobolioque repetito" (Roma, 383); "iterato viginti annis expletis taurobilii sui aram constitutit" (Rima, 390). En Hepding, 87, 90.
Comprese el Carmen contra paganos (escrito annimo, compuesto en 394; fragmento
en Hepding, 61):
Quis tibi taurobolus vestem mutare suasit
Infla tus dives, subito mendicus ut es ses?
Obsitus et pannis, modica stipe factus epaeta,
Sub terram missus, pollutus sanguine tauri,
Sordid us, infectus, vestes servare cruentas,
V ivcre cum speras vigintis mundus in annos?
El taurbolo est considerado aqu como una purificacin efectiva durante
veinte aos de la vida, pero que da la esperanza de vivir esos veinte aos. Encontraremos asimismo en los misterios de lsis la esperanza de longevidad asociada a la
de inmortalidad. Ntese que este autor presenta al hombre que ha recibido el taurbolo con ropaje de mendigo, y no como Prudencia en traje real. Esto, porque ha
visto el taurbolo de un simple particular.
130 Se ha comparado con la costumbre romana de los vicennalia (Cumont, Revue de philologie, XVII [1893], pg. 196). Pero jams se habra pensado en reiterar
el taurbolo si la reiteracin no hubiese estado concorde con la idea y la prctica
antiguas.
131 Recordar la hiptesis de Frazer, seala supr. n. 77.
13 2 Hepding, Gruppe, Esprandieu, Graillot, ubican al taurbolo en la categora
de los ritos de purificacin; pero la idea primera es una idea positiva, comunicacin de virtud y vida nuevas, regeneracin ( Dieterich, Cumont, Reitzenstein), y la
128
129
92
ALFRED LOISY
CAPTULO
ISIS Y OSIRIS 1
Los misterios de lsis, que en los primeros siglos cristianos gozaron de
gran favor en el Imperio Romano, procedan del antiguo culto egipcio
de Osiris y de Isis, pero bastante helenizado en tiempo de los Ptolomeos
en el culto de Serapis, que fue como una adaptacin reflexiva de la religin egipcia al espritu y a los hbitos helnicos 2 Se atribuye un papel
en la instauracin del culto de Serapis 3 al eumlpida Timoteo: en lugar
de hacer depender los misterios eleusinos de los misterios egipcios, convendra, quizs, examinar si los ltimos no habran adquirido su organizacin definitiva como economa de salvacin por influencia de los
primeros. Pues la helenizacin del viejo culto egipcio de Osiris lo desnacionaliz, no slo ponindolo al alcance de los no-egipcios, sino tambin
abriendo a stos el acceso al culto mediante una iniciacin que no tomaba
en cuenta para nada la nacionalidad y que se ofreca por s misma. El
problema, sin embargo, podra ser insoluble ya que la liturgia isaca es
completamente egipcia en sus ritos y frmulas, inclusive despus que
comenz a formulrsela en griego y en latn. Pero a pesar de la conservacin del ritual antiguo, la nocin mi~ma de la inmortalidad podra
haber sido ms o menos helenizada. Veamos qu era el culto de Isis y
qu se sabe de sus misterios.
1 Ver Plutarco, De lside et Osiride; Apuleyo, Metamorfosis, XI. Consultar Moret, Rois et dieux d'Egypte y Mysteres gyptiens, Pars, 1911; Frazer, Adonis, Attis,
Osiris; Curnont, Religions orientales, 69-94 y notas relacionadas.
2 Sobre el culto de Serapis, ver I. Lvy, Sarapis, en "Revue de l'histoire des
religions", nov-dic. 1909, marzo-abril 1910, marzo-abril 1911 y mayo-junio 1913.
3 Plutarco, De ls. 28. Cf. Curnont, 71, 232, n. 4; Gruppe, Griech. Mythol.
1574-1582, tornando en cuenta la crtica, quizs exagerada, de l. Lvy, Revue citad.!,
marzo-abril 1910, pgs. 195-196; Pettazzoni, 167-174. Corno quiera que se piense ac~r
94
ALFRED LOISY
I
Osiris, y no Isis, es el personaje que est en primer plano en la
antigua religin egipcia. Sin embargo en el siglo V antes de nuestra era,
cuando Herdoto visit Egipto, parece que lsis era una divinidad muy
popular 4, ms popular que Osiris, en contradiccin con la importante ubibacin que ste retena en el culto y que nunca perdi. Cuando la religin osiriana y sus misterios se difunden en el mundo mediterrneo, lsis
es la figura principal, como Demter en el culto de Eleusis, como Cibeles en el culto de la Madre y de Atis. Osiris deba a Isis su resurreccin y su inmortalidad; ella haba instituido los misterios en que se
perpetuaban los ritos que haban hecho resucitar a Osiris; ahora ella otorgaba en esos ritos una prenda de inmortalidad a los hombres 5
Desde poca antigua el culto osiriano comprenda ritos pblicos y
ritos secretos, reservados por ende, al menos en cierta manera, a personas
privilegiadas, y en relacin con stas el comn de los egipcios 'le consideraba profano. Herdoto, sin embargo, no habla de iniciacin y estos
ritos no son en modo alguno de cofrada: son las partes secretas de las
fiestas pblicas y no intervienen aqu ms que las personas calificadas
para tener un papel en estas funciones particularmente santas 6 La existencia de tales ritos no autoriza, pues, a suponer que los temples egipcios,
incluso los de lsis y Osiris, fueran centros de iniciacin comparables, en
mayor o menor grado, al santuario de Eleusis. Aunque haya visto muchas
de estas ceremonias, Herdoto no se envanece de que se lo hubiese admitido en virtud de alguna iniciacin; l cree que Isis es Demter y Osiris
Dinisos. Pero no se considera mystes de Isis o de Osiris; calla, no
obstante, acerca de lo que ha visto y conocido de estos ritos secretos,
y acerca de ciertas leyendas, explicativas de los ritos, que los sacerdotes
le confiaron, tal como lo hara en relacin con un misterio. De esto
podemos deducir que los sacerdotes fueron benevolentes con su curiosidad,
pero que le hicieron sentir a la vez el carcter sagrado de sus revelaciones
y de los ritos secretos que le permitan ver, de modo que el mismo temor
religioso que haca guardar el secreto de los misterios, le at la lengua.
En este antiguo culto, los ritos secretos eran complementarios de los
ritos pblicos y formaban parte de una misma religin oficial: no eran
Cf. Herdoto, Il, 40-41, 59, 61.
Ver, por ejemplo, la inscripcin de los (siglos II o m d. J. C. lnscript. Graecae, XII, V, 1, pg. 217; reproducida en Deissmann, Licht von Osten, 91).
Se ha notado ya ( Deissmann, 87, 193) que Isis y el Cristo del cuarto Evangelio
hablan la misma lengua, revelndose a s mismos en letanas (cf. Juan, VI, 40, 48,
51; VIII, 12, 43; IX, 5; X, 7, 9-11, 30; XI, 25, etc.). Pero es lsis quien habl primero.
La plegaria de Cristo en Mateo, XI, 25-30 (Lucas X, 21-22) es del mismo tono. lsis
dio leyes a los hombres e instituy misterios como Demter.
6 Cf. Herdoto, II, 48, 61 (descripcin de las fiestas pblicas cuya leyenda
sagrada Herdoto no se permite narrar); 171 (fiestas nocturnas sobre el lago de
Sals, que son secretas y que el historiador compara con las Tesmoforias helnicas).
4
5
95
rito:;: de iniciacin privada, exteriores o laterales con respecto a la religin comn. Unos y otros se relacionan al mismo conjunto ritual y
corresponden a los diversos momentos de los mitos osirios. Pero este
mismo ritual ser el del culto cosmopolita de lsis, siempre con una parte
de ceremonias pblicas, accesibles a todos 7 , y una seccin de ceremonias
secretas, accesibles slo para personas iniciadas. En efecto, las partes
secretas comprendern ritos de iniciacin: adaptacin de los viejos ritos
a fines particulares, individuales, hecha para reclutar no sacerdotes o
simples fieles, sino familiares que vendrn a buscar junto a Isis la gracia
de la inmortalidad.
El culto osiriano se prestaba muy especialmente para esta transformacin. La antigua religin egipcia, sin ser principalmente un culto de los
antepasados, era sobre todo una religin de la muerte. Los ritos y los mitos osirianos, que se referan a la muerte y a la resurreccin de un dios,
se impusieron, en cierto modo, en toda la religin. Llegaron a dominar
e incluso constituyeron el ritual de los dioses y el ritual de los muertos.
La liturgia comn del sacrificio era una especie de repeticin y una
reduccin de los ritos que haban devuelto la integridad de su persona
y la vida a Osiris muerto 8 En cuanto al ritual de los funerales, era la
aplicacin a los hombres difuntos de lo que se haba hecho para Osiris
originariamente; era el medio reconocido para hacer del muerto, por la
virtud de los ritos osirianos, un nuevo Osiris 9
Pero esta predominancia del mito y de los ritos osirianos, que cre
la unidad relativa de la religin egipcia y orient su evolucin histrica,
no es un hecho primitivo. Es ya el fruto de una larga y compleja evolucin, cuyas lneas, incluso las ms generales, slo pueden reconstituirse
por conjetura. Sin embargo algunos hechos esenciales parecen establecidos. El mito osiriano gira alrededor de antiguos ritos funerarios y agrarios ms o menos coordinados entre s. El ritual funerario del divino
Osiris, que jams existi personalmente como dios, que nunca fue muerto
ni desmembrado ni restaurado ni resucitado, no es otra cosa que el
ritual primitivo de los funerales reales. Este ritual, como ritual del divino
Osiris, posteriormente se transform, en gran medida, en el de todos los
dioses. Es el ritual funerario de los reyes que poco a poco se convirti
en el ritual comn de los muertos.
Esta evolucin supone que exista en el comienzo una participacin
muy estrecha y hasta una especie de identidad entre el dios y el rey 1 0.
Para que el ritual de los funerales reales haya podido ser al mismo tiempo el ritual del culto de Osiris, es preciso que el rey egipcio -conviene
emplear esta expresin ms que decir el rey de Egipto, pues la religin
osiriana se constituy, en sus elementos esenciales, en tiempos prehistVer Moret, Rois et dieux, 183-189.
Ver Moret, Le rituel du culte divin joumalier en Egypte, Pars, 1902.
Ver Erman, Die aegyptische Religion 2, c. V.
lO Sobre la concepcin egipcia de la realeza, ver Moret, Du caractere religieux
de fa royaut pharaonique, Pars, 1902.
7
8
9
96
ALFRED LOISY
ricos, antes de las dinastas que reinaron en el alto y en el bajo Egiptoes preciso, pues, que el rey egicio haya encarnado de algn modo a
Osiris. Slo con esta condicin se podr explicar que el ritual funerario,
instituido para los antiguos jefes de alguna tribu egipcia, se haya trans
formado, o ms bien haya sido el de un dios. Queda por saber sobre
qu se fundaba la participacin mstica entre Osiris y el rey, a ttulo
de qu ste, vivo y muerto, poda representar a aqul.
La personalidad mtica del dios Osiris, tal como aparece en la historia, es muy compleja, y entre los elementos que constituyen su fisonoma
puede parecer difcil elegir el que debe considerarse central y primitivo.
Todos conocen este mito 11 Osiris, hijo de Geb, dios de la Tierra, y de
Nuit, seora del Cielo, sucedi a su padre en el trono de los dos Egiptos,
en la remota poca en que los dioses por s mismos y directamente presidan el gobierno de los hombres. Los predecesores de Osiris no haban
logrado civilizar a la humanidad. Gracias a l los hombres renunciaron
a su existencia de bestias salvajes y deja ron de comerse unos a otros 12 ;
les enseJ a distinguir las plantas alimenticias de las otras especies vegetales y a cultivarlas. Con la ayuda de su mujer Isis, que a la vez era su
hermana. les ense el trabajo de la tierra; tambin les habra enseado
todas las otras artes, hasta la astronoma. Despus de esto, dejando el
reino en manos de Isis, habra recorrido el mundo a la cabeza de un
ejrcito, ms para civilizarlo que para conquistarlo. A su regreso muere
en una emhoseada que le prepar su hermano Seth, ayudado por setenta
y dos cmplices; encerrado vivo en un sarcfago, se lo arroja al Nilo y
el atad va flotando hasta Biblos, donde choca con un matorral y queda
unido al tronco de un rbol gigantesco. El rbol es cortado y se lo convierte en columna en el palacio del rey Malcandro: lsis saba por qu
brazo del Nilo se haba ido el cofre y adnde haba llegado; llega a Biblos y, despus de Yarios incidentes maravillosos, recobra el sarcfago. lo
lle\'a de regreso a Egipto y lo oculta en Buto, donde se cri<tba su hijo
Horo. "Cna noche, mientras Seth cazaba (parece que Seth, como divinidad animal sera un galgo salvaje 13 y que una de las formas de
Os iris podra ser la liebre) 14 , descubre el sarcfago al claro de luna,
y tras reconocer el cuerpo de Osiris, lo destroza en catorce pedazos que
dispersa en distintos lugares" 1 ~. La triste lsis debe recomenzar sus bsquedas; encuentra una tras otra las partes del cadver, excepto una,
el miembro viril, que haba sido arrojado al ro y que ciertos peces
haban comido 1 . En cada lugar en que encuentra un trozo del cuerpn,
Resumen en Muret, Ruis et dieux, 79 y sil(s,
Cf, supr. n. 5.
Loret, ap. J\Iuret, 82, n. 2.
J\luret. 82, n. l.
Plutarco. De ls. 18.
Plutarco, loe. cit. "La umca parte del cuerpo de Osiris que Isis no encontr
fue el miembro viril; no bien l cay al ro, el lepidoto, el pagro y el oxirrinco se
lo devoraron. Por t>8tO el horror especial que inspiran estos peces." Ms arriba (7)
!1
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Isis ubica ese resto en una estatua de cera y erige una tumba a ;;u esposo.
Por esto es que varias ciudades reclaman el honor de poseer la tumba
de Osiris. Pero algunos pretenden que slo una tumba es la verdadera
y que tiene el cuerpo entero, reconstituido con todos los miembros que
Isis haba juntado. "Para reemplazar el miembro viril Isis hizo una
imitacin de l; as consagr el falo, cuya fiesta celebraron despu3 los
egipcios 17 ". Despus que lsis sepult en la inmortalidad a Osiris, su hijo
Roro lo veng y rein en su lugar.
Todos los elementos de esta leyenda no tienen la misma antigedad.
La idea dominante no deja de ser la que muestra a Osiris como el faran
ideal, soberano de todo el Egipto, monarca bienhechor que extiende su
poder hacia las otras comarcas del mundo, como lo hicieron los Sesostris,
los Tutmosis y los Ramss. Osiris debi comenzar como rey de poca
envergadura. El mito de Osiris, en Biblos, por antiguo que sea 18 es una
verdadera interpolacin en el mito egipcio; pero atestigua a su manera
una relacin histrica entre los cultos de Osiris y Adonis, al mismo tiempo
Plutarco dice que los habitantes de Oxirrinico no comen el pez del mismo nombre,
que la gente de Siena no toca el pagro, y que los sacerdotes se abstienen de todn
tipo de pescado. La relacin de estas prohibiciones con el mito osiriano es artificial
y el detalle del falo no encontrado queda por explicar. Muy probablemente alude
a l Herdoto, II, 48, donde describe una faloforia en la que las mujeres egipcias
llevaban estatuas itiflicas (de Osiris) cuyo falo era casi tan grande como la misma
estatua. Herdoto no quiere narrar la leyenda sagrada que explica esta singularidad.
Lo que l quiere callar no nos instruira mucho ms de lo que dice Plutarco. Lo
que Herdoto no quiere decir se adivina: el falo de la estatua es tan grande porque
representa no un miembro natural sino el que se debi fabricar para reconstituir d
cuerpo de Osiris ntegro. Explicacin artificial tambin: la estatuilla itiflica expresaba inocentemente la gran virtud fecundante del dios. Pero la prdida del
falo no se habr imaginado para justificar la faloforia? Nada es menos probable.
El elemento mtico parece muy antiguo y ligado al mito del desmembramiento. Ahora bien, si el desmembramiento corresponde, como se ver luego, a un antiguo rito
de fecundacin de los campos mediante dispersin de los miembros de una vctima
humana, el falo enterrado (o arrojado al agua para aumentar la virtud de sta) no
poda encontrarse al cabo de cierto tiempo, como las osamentas, e interesaba por
otra parte a la fecundacin del suelo que quedase all. Cf. Frazer, 336.
17 Plutarco, loe. cit. Esta fiesta es aquella de la que habla Herdoto. Plutarco vuelve a ella en De 1s. 12 y 36. Pero da dos explicaciones de esta fiesta, llamada
de las Pamylias: dice en primer trmino (12) que se la celebra porque Osiris al
nacer fue confiado a un cierto Pamyles, de TeLas, luego (36) que Isis instituy b
fiesta para recordar el falo artificialmente restituido. Es que en el fondo el nacimiento y la resurreccin de Osiris son una misma cosa: el renacimiento de la Yegetacin. Segn Herdoto, para esta fiesta cada egipcio degollaba frente a su puerta
un lechn que entregaba al pastor que se lo haba vendido, para que se lo lleYara.
Plutarco ( 8) dice que slo se sacrificaba cerdo en ese da del ao, porque Tifn
(Seth) iba persiguiendo a un cerdo durante el plenilunio, cuando encontr el sanfago de Osiris. As el cerdo habra sido vctima particular de Osiris: el cerdo hahr1
sipo Osiris, como era Adonis, como era Atis. Cf. Frazer, Spirits of the Com and of
the Wild, 1912, II, 30-31; Baudissin, Adonis und Esmun, 148-149.
18 Indicaciones sobre este punto en Moret, 84, n. 2. Cf. Baudissin, 185-202.
Los descubrimientos recientes confirman estas relaciones muy antiguas de Egipto
con Biblos.
98
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22
Frazer, 3\18.
2R
99
100
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Erman, 270.
101
32
la pieL Comparar
dorada en la que
por otra parte, "el
a Isis.
102
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gares, luego se los recoga al cabo de cierto tiempo, para darles sepultura
definitiva. Estos restos del soberano son los recogidos en la piel para
reanimar al muerto. No estamos frente a una simple hiptesis, pues esta
forma de dar sepultura reuniendo los huesos previamente esparcidos, parece haberse practicado en Egipto en tiempos prehistricos 34 Y no se
puede decir que el rito funerario fuese una imitacin del mito osiriano,
pues en esta hiptesis el mito quedara sin explicacin. El mito, por el
contrario, supone un rito como comentario ms o menos exacto. Le sucede a Osiris lo mismo que le haba sucedido a los reyezuelos de la antigedad: se los investa, como a Osiris, de poderes divinos y, en Egipto,
como se comprueba en todas partes en los comienzos de la civilizacin,
presidan los ritos estacionales como sacerdotes magos y la vez jefes,
como oficiantes y a veces como vctimas de los sacrificios.
El tema del rito y del mito osirianos bien parece ser, como se ha sugerido, el de un sacrificio agrario cuya vctima era un hombre que encarnaba el espritu de la vegetacin, un Osiris viviente, sacrificado al final
de la estacin, no para imitar la muerte de la vegetacin, sino para
prevenir su desaparicin total y proveer a su renacimiento mediante el
tratamiento sufrido por la vctima, en la que se concentraba la virtud
de la vegetacin. Se dispersan los restos de la vctima por todas partes
a causa de la virtud que en ella reside, y por eso se desea penetrar con
ellos la tierra y el agua 35 En el momento de la siembra se querrn
recoger los restos para practicar sobre estas reliquias los ritos eficaces del
renacimiento. No se encuentran entonces ms que con osamentas; para
devolverles la vida se pondrn dentro del cuero de vaca, y el espritu
no dejar de renacer, el cereal no dejar de brotar. Nos puede parecer
que habra sido posible consagrar, como Osiris, a una vctima humana
cualquiera; pero los antepasados de los egipcios probablemente no lo
crean as, ya que el modo de tratar al hombre-Osiris es exactamente
el ritual de los funerales reales. El rey mismo representaba el papel de
Osiris; en l mora el dios y en sus restos resucitaba. A medida que nos
alejamos de la barbarie primitiva crece el poder real, y el rey osiriano
pudo sustraerse a la inmolacin de su persona. El sacrificio se consum
entonces slo por sustitucin o mediante un simulacro; las creencias, por
otra parte, se iban tambin espiritualizando y Osiris, convertido en dios,
34 Cf. Meyer, 57, Moret, Mysteres, 35: "A principios de los tiempos histricos,
la presencia en las necrpolis de cadveres cortados en trozos, por imitacin de los
ritos osirianos, prueba", etc. Estos cadveres prueban que el rito y el mito osirianos
se fundan en una costumbre real que originariamente no tena como nica razn de
ser la conservacin del muerto. Hay, pues, dos etapas distintas y distantes en este
sepelio: primero, desmembramiento y dispersin; luego, reunin y sepultura definitiva.
35 Alguien puede conjeturar, sin duda, que el milagro de xodo, VII, 1921, la
transformacin de las aguas en sangre, debe estar en relacin no slo con el fen
meno del Nilo rojo en poca de crecida, el 15 de julio (Mas pero, I, 23), sino tambin
con un mito de la coloracin de las aguas por la sangre de Osiris. Cf. Frmico Materno, 2: "Hanc aquam (el agua del Nilo) quam colis ... , certe funestus regis tui
sanguis immaculat".
103
104
ALFRED LOISY
con la persona del rey, parece derivarse del ritual de los dioses); Frazer, 381. Cf.
supr. pg. 91, lo dicho en cuanto a la reiteracin del taurbolo.
105
muy temprano, otros personajes fueron admitidos en ellos como favor excepcional38. Tambin ellos renacan en vida en la piel y participaban
de la beatitud junto a Osiris. Sobre esto se injertaron los misterios de
la poca grecorromana. Pero puede ser arriesgado hablar de misterioE
propiamente dichos y de iniciacin, sobre todo de grados de iniciacin,
antes de esta poca. Ni la inmortalidad tiene el alcance y la precisin
que tendr en los misterios, ni los ritos anticipados sobre un ser viviente
aparecen como condicin indispensable y suficit.mte de la felicidad despus de esta vida junto a Osiris.
Tambin con las ms grandes reservas conviene, antes de los misterios, considerar a Osiris C<W''J dios salvador. Intencionalmente no lo
es en mayor meJ~,J::: cue Din:;;os y Atis en sus comienzos. Como stos,
Osiris es la personificacin de los ritos eficaces, fuentes de virtud mgica,
de vida natural (segn nuestro modo de pensar), que se interpretaron
gradualmente como principio de vida bienaventurada en el ms all. El
sacrificio de Osiris se repite indefinidamente, pero Osiris no tiene la iniciativa de la repeticin, as como no tuvo la iniciativa del sacrificio
primordial. La sufre, acepta morir y resucitar en otro: no puede decirse
que lo haya querido o lo quiera. Y e~to constituy una condicin de inferioridad para los misterios pagan0s con respecto al misterio cristiano.
Sus orgenes no permitan presentar a sus dioses como buscadores voluntarios de la muerte para la salvacin de los hombres, ya que los dioses
mismos slo debieron su propia salvacin a ritos instituidos por otros
dioses de los cuales haban sido los primeros en sacar provecho. Osiris
bien puede ser "la gran vctima", aquel cuyo "corazn est en todos los
sacrificios", aquel del que, en cierto sentido, "se come la carne" en t<;~das
las oblaciones sagradas 39. Todo esto no constituye an sino una magia
divina, por encima de la cual slo se cierne el tipo ideal del soberano
bienhechor y civilizador que dio a los hombres los frutos de la tierra.
Su materia no era menos fcil y rica para explorar como misterio. Por
esto los Ptolomeos la utilizaron as, haciendo del culto helenizado de lsis
y de Osiris una religin que fue aceptable tanto para los griegos como
para los egipcios. El desarrollo que haba tenido desde tiempo atrs la
idea del juicio de los muertos daba a la fe osiriana un carcter moral;
las precisiones detalladas que esta fe tena acerca del otro mundo le daban
consistencia. No quedaba sino exaltar la nocin de los dioses, ampliar
y espiritualizar la de inmortalidad, interpretar los ritos como garanta
de salvacin para todos los que, egipcios o no, los recibieran a modo de
iniciacin en el servicio del buen Osiris y de la gran Isis.
38 Moret, Mysti!res, 90-96. Por lo dems, lo mismo ocurre con la concepcwn
de la inmortalidad sideral que se desarroll en los cultos orientales. "Los ritos empleados primeramente para asegurar a los reyes la inmortalidad e igualarlos a los
dioses se extendieron poco a poco, por una especie de privilegio, a los personajes
importantes del Estado y slo mucho ms tarde terminaron por aplicarse a todos los
106
ALFRED LOISY
II
Isis, nos dice Plutarco, "despus de reprimir y sofocar la locura y
la furia de Tyfn, no quiso que los combates que haba sostenido, las
carreras multiplicadas, los numerosos rasgos de su sabidura y su coraje
cayesen en el olvido y en el silencio. Instituy pues iniciaciones santsimas
donde se representaran por imgenes, alegoras y escenas figuradas, los
sufrimientos pasados 40 , como leccin de piedad y aliento para los hombres y las mujeres a los que aguardaban las mismas pruebas" 41 As, pues,
Isis no fue solamente la primera en practicar sobre Osiris e instituir los
ritos de la sepultura; ahora se pretende que, como Demter en Eleusis,
haya instituido un misterio, ritos de iniciacin 42 Pero Plutarco interpreta la institucin desde el punto de vista de su filosofa moral, bastante
superficial e inexactamente. Se dira que los ritos no habran sido sino
una representacin, a medias alegrica, de la antigua leyenda, y que tenda
simplemente, representando verdades generales 43 , a inspirar valor a las
personas a las que acechaba la adversidad. No obstante, los misterios de
Isis eran una religin; Isis ofreca a sus fieles una promesa de inmortalidad feliz, y los ritos aseguraban el efecto de la promesa asociando al
iniciado a la pasin y a la resurreccin de Osiris. Los datos que aporta
Apuleyo, en el libro XI de sus Metamorfosis, no dejan lugar a la ms
pequ~a duda.
Se puede deducir de esto que de todas las religione; antiguas, en la
40 e!x6YC<<; l<.e<\ '!tOYO{e<<; l<.al Lt[U)[J.a 't:WY '!:6'!: '!tC<6l).<'t:WY.
41 De ]s., 27.
42 Cf. supr., n. 5.
43 Esta tendencia
107
108
ALFRED LOISY
con ella. "Heme aqu, Lucio, conmovida por tus splicas -dice al desdichado que, en su desgracia, dirigindose a la Luna, haba invocado
a la Reina del Cielo-, yo, naturaleza madre de las cosas, seora de
todo" los elementos, tronco inicial de los siglos, la ms alta de las divinidades, reina de los Manes, la primera entre los seres celestiales, forma
universal de los dioses y las diosas; yo soy quien gobierna a su arbitrio
las alturas luminosas de los cielos, las brisas salubres del mar, el silencio
desolado de los infiernos. Soy la nica divinidad que bajo formas mltiples, ritos diversos, numerosos nombres, es adorada en todo el universo.
Los antiguos frigios me llaman la Madre divina de Pesinunte; los naturales del tica, Minerva Cecropia; los isleos de Chipre, Venus de Pafos;
los cretenses tiradores de flechas, Diana Dictina; los sicilianos trilinges,
Proserpina Estigia; los eleusinos, la vieja diosa Ceres; unos me llaman
Juno, otros Belona; stos, Hcate; aqullos, Ramnusia; y los que el dios
Sol alumbra al nacer con sus primeros rayos, los etopes, habitantes de la
Ariana, egipcios dotados de la ciencia antigua, que me honran con mi
propio culto, me llaman con mi verdadero nombre, la reina Isis" 48
;)eclaracin solemne y que muestra bien que al juzgar un culto es
preciso no dar demasiado crdito a las especulaciones de sus doctores.
En efecto. Isis contina su discurso dando instrucciones a Lucio con respecto de la fiesta que se celebrar en su honor al da siguiente, el modo
en que l podr aprovechar de esta procesin para recobrar la forma
humana, y las obligaciones morales que van parejas con las gracias temporales y eternas que le promete la diosa. Lo que cuenta para la fe, para
la religin y la vida prctica no es la letana metafca en que lsis
parece complacerse primero, sino la promesa de inmortalidad, el servicio
de la diosa, el rgimen de vida isaca 49 Las viejas prohibiciones de la
religin egipcia se han cambiado en disciplina moral 50 lsis, que antes
era la madre, que fue la esposa de duelo, pero que se mostr por largo
tiempo como una divinidad poco severa en punto a castidad, aparece ahora
rodeada de una aureola de santidad perfecta 51 Por un contraste que 'no
debe ser involuntario, pero que no por ello deja de ser de dudoso gusto,
las Metamorfosis de Apuleyo, en las que el autor sembr obscenidad a
manos llenas, acaban con una visin de pureza y de piedad. Los fieles
48 "En adsum, tuis commota, Luci, precibus, rerum natura parens, elementorum
omnium domina, saeculorum progenies initialis, summa numinum... Me primigenii
Phryges Pessinunticam nominant deum matrem. . . priscaque doctrina pollentes Aegyptii, cerimoniis me propriis percol,.ntes, appellant vero nomine reginam Isidem". Apuleyo rene a la vez a Plutarco (supr. n. 43) y la inscripcin citada en ]a n. 5. Su
retrica se extiende sobre un tema que le es dado y que estaba en el estilo de la
inscripcin: "Yo soy'", etc. La splica (al final del libro) que Lucio dirige a Isis
antes de abandonar Corinto, se presenta en las mismas condiciones, pero es el fiel
quien habla a la diosa: "Tu quidem sancta, et huma ni generis sospitatrix perpetua",
etctera.
49 Texto citado supr. n. 46.
~o Cf. supr. n. 43.
fol
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llO
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curricula".
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pasados los dos tercios del da, se regresaba al templo. All el sacerdote
hace una admonicin secreta a Lucio; luego, en alta voz delante de la
concurrencia, le impone una abstinencia de diez das, durante los cuales
deber privarse de carne y vino.
Al cabo de los diez das, a la cada del sol, se celebra la iniciacin.
Los fieles concurren al templo y, segn la costumbre antigua, hacen regalos de todo tipo al nefito, no probablemente porque se lo trate desde
ese momento como a un dios, sino, quizs ms bien, porque se lo va a
considerar como a un muerto, a menos que tales presentes sean testimonio
de benevolencia y fraternidad. Despus que los profanos se alejan, el
sacerdote hace que Lucio se vista con una tnica de lino crudo y lo toma
de la mano para conducirlo a los aposentos secretos del santuario, donde
se cumple la iniciacin. Aqu comienza el secreto. "T preguntars, quizs, lector curioso, qu se dijo luego y qu se hizo. Te lo dira si estuviese
permitido decirlo. Lo sabras si tuvieras el derecho de orlo. Pero al
participar de esta temeraria curiosidad, los odos y la lengua seran cul
pables del mismo crimen. Si, sin embargo, tu deseo religioso te mantiene
en suspenso, no quiero torturarte por ms tiempo. Escucha pues, pero
cree que esto es la verdad. Llegu a la frontera de la muerte y despus
de hollar el umbral de Proserpina volv, trasportado a travs de todos los
elementos. En medio de la noche vi el sol radiante de luz pura. Me
acerqu a los dioses del infierno y a los dioses del cielo y los ador de
cerca. Aunque lo hayas odo, ests condenado a ignorar lo que te he contado" 66
Apuleyo, en efecto, ha insinuado todo sin precisar nada; ha dado
una idea general de las ceremonias, sin determinar el ms mnimo rito,
sin repetir la ms pequea frmula. Ni l ni su lector se exponen al castigo debido al sacrilegio. Pero ha dicho lo bastante para que sepamos
en general lo que suceda. Y no nos ense antes el mismo sacerdote
que la iniciacin se confera por una especie de muerte a la que segua
un retorno a la vida? 67 De esta muerte y esta vida, de sus mitos y ritos,
lihertatis quaeris insignia, nec spem tibi redditae salutis aguaseis, nec ex poenitentia
praeteritorum criminum indulgentiam postulas. Frustra tibi hanc aquam quam eolio
putas aliquando prodesse: alia est aqua qua renovati homines renascuntur." El autor
habla en ltimo lugar del bautismo cristiano, pero no lo opone directamente al bautismo isaco. El contexto muestra que se trata del culto que se tributa al agua del
Nilo, y especialmente en las fiestas anuales de Osiris; sin embargo, podra haber aqu
una alusin indirecta al bautismo isaco, ya que Frmico Materno probablemente no
ignorara que el agua de ese bautismo se identificaba con la del Nilo y se crea que
ella regeneraba al mystes, tal como el agua del Nilo haba reanimado el cadver
de Osiris (cf. supr. pg. 102, y Reitzenstein, 84-85). Pero la "luz mostrada", la "libertad recobrada", la "salud (espiritual) devuelta", la "remisin de las faltas pasadas",
no son alusiones a las creencias o a los ritos isacos, es la enumeracin de los bienes
que ofrece la iniciacin cristiana y de la que el pagano se priva por su incredulidad.
66 "Accessi confinium mortis, et calcato Proserpinae limine, per omnia vectus
elementa remeavi. Nocte media, vidi solem candido coruscantem lumine; deos inferos e~ deos superos accessi coram et adoravi de proximo."
67 Supr, n, 62.
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haca Osiris, asociado al sol e identificado con Ra. Del mismo modo
lo hace el mystes; por esto, despus de atravesar el reino infernal, perso
nificando a Ra-Osiris, sube en las mismas condiciones hacia el mundo
celeste, como el sol sube al horizonte cada maana. Lucio ha recorrido el
mundo en el curso de la ceremonia de iniciacin 71 ; despus de recorrer
los infiernos, subi al cielo. As pudo ver el sol en plena noche; tal como
haba visto de cerca en el infierno a los dioses inferiores, del mismo modo
vio de cerca a los superiores, siempre en las mismas condiciones, es decir
que en alguna habitacin preparada para esto, resplandecientemente iluminada, con un globo brillante que representaba al sol, el mystes tuvo la
visin del mundo celeste. Y comprendemos que, en este viaje, haya atravesado todos los elementos, ya que ha recorrido toda la economa de los
mundos. Ha hecho como el sol, se ha convertido en el dios-sol, lo es y en
calidad de tal aparecer, se podr decir que se levantar por la maana,
como Ra y como Horo, ante la piadosa asamblea que se apretuja en el
oficio de la aurora para rendir homenaje al nuevo elegido.
No es lgico suponer aqu, como tampoco en Eleusis, una completa
alucinacin del iniciado o una maquinaria sabia con una puesta en escena
hbilmente trucada. Apuleyo no escribe una palabra que implique el xtasis o la visin 72 Ha visto lo que cuenta: una sucesin de ritos y de
cuadros representando y realizando msticamente su propia muerte,
su resurreccin, su viaje osiriano por el mundo inferior y el superior. Un
profano encontrara infantiles los medios empleados, pero stos se mostra
ban en el mbito de la fe; todo ello estaba vivo para la imaginacin
creyente, y el piadoso Lucio, profundamente emocionado, no se preocupaba por preguntar quin haba colgado el sol del techo de la habitacin
en que lo vea a medianoche, ni cmo se preparaba la iluminacin del
mundo celeste encerrado en esta capilla; no se detena tampoco a pensar
que los dioses ofrecidos a su contemplacin eran vulgares estatuas, o
bien, si eran los miembros del cuerpo sacerdotal, los mismos que habla71 Nada se opone a ello puesto que estamos en un mundo de ficcin. Erman,
272, supone que Lucio ha visto el sol nocturno, el sol tal como es durante la noche,
cuando atraviesa el mundo infernal; el iniciado, pues, no habra hecho otra cosa que
atravesar los infiernos con el sol durante la noche, y saldra de all con el sol
naciente. En s esta combinacin parece muy lgica; pero Apuleyo parece decir otra
cosa. l se ha visto "per omnia vectus elementa" y esto no indica una simple travesa del mundo inferior; vio tambin el mundo superior, opone los dioses superiores
a los inferiores y parece querer decir que los ha adorado en su morada. Nada impide
verdaderamente que se le haya hecho ver medioda a medianoche, ya que los ritos
de su muerte y de su resurreccin eran seguidos por una especie de revelacin
csmica. Por elementa "no se entenda slo las cuatro sustancias simples cuya oposicin y mezcla producen todos los fenmenos del mundo sensible, sino tambin los
astros y en general los principios de todos los cuerpos celestes o terrestres". Cumont,
189, 298, n. 16-18.
72 Los que hablan de xtasis (otra vez Cumont, 245, n. 106) deberan decir
claramente qu entienden por eso; Apuleyo no habra podido decir nada de un
xtasis, y su paseo a travs de los mundos no se hizo nicamente en su imaginacin,
115
han de l cada da durante su 110\ iciadus, los que representaban los papeles divinos. Totalmente inmerso en el espectculo divino que se desarrollaba delarte de l, lo gozaba ingenuamente, sin otra ilusin que la de
una fe sobreexcitada por la preparacin del retiro, la abstinencia, las
conversaciones piadosas y la oracin frecuente. Y tampoco tenemos que
ubicar en esta noche sagrada la revelacin de una doctrina trascendente
wbre las antinomias del universo, la lucha del bien y del mal en el hombre, la verdad y la sabidura que constituiran el sentido profundo de los
ritos. Plutarco 7 3 pudo comprender as, a distancia, la religin de lsis,
como comprenda toda religin; pero es evidente que Lucio no oy nada
parecido. No se le ense la filosofa moral que Plutarco quiere encontrar en todas partes, ni la metafsica trascendente que ste puso por su
cuenta en la primera revelacin de lsis y que le vena de sus sacerdotes 74 La noche santa de la iniciacin slo contiene representaciones y
actos puramente religiosos: se entra en el mundo divino mediante los ritos
osirianos; se ve a los dioses de cerca; se los adora. No es verdad que
la ms pequea leccin de teologa abstracta o incluso de moral filosfica perturbara la economa religiosa de los ritos y enfriara la dulce emocin del mystes?
Por la maana Lucio reaparece en el templo donde se celebran los
ritos ordinarios del culto, y la ceremonia que corona la iniciacin no
est sometida al secreto. Al terminar el oficio comn del da, el iniciado
avanza cubierto con doce vestiduras sagradas (que quizs representan la
revolucin anual del sol y los doce meses del ao) ; se ha preparado un
estrado de madera en medio del templo, delante de la estatua de Isis;
Lucio sube a l, esplndido en su tnica de lino blanco con flores y la
clmide que cae por su espalda hasta los talones, "la tnica olmpica" donde se ven figuras de animales de toda especie. En su mano derecha sostiene una antorcha encendida, sobre la cabeza tiene una hermosa corona
de hojas blancas de palmera, que parecen rayos de sol. Se descorren las
cortinas que ocultaban el estrado y Lucio, vestido como dios-sol, ubicado
como una estatua divina, se ofrece de pronto a la vista de la multitud
que lo contempla admirada y devota 75 sta es la ceremonia de la entroDe ls 40, 49.
Supr. n. 54.
75 "Mane factum est, et perfectis solemnibus (el oficio ordinario), processi
duodecim sacratus stolis, habitu quidem religioso satis, sed effari de eo nullo vinculo
prohibeor; quippe quod tune temporis videre praesentes plurimi". Lucio se cuida
muy bien de decir qu significan esas doce tnicas; sin duda se las ha ido poniendo
a medida que avanzaba a travs de los "elementa". pero esto es un secreto; slo
puede hablar del vestido que ha llevado finalmente por la maana ante la comunidad
entera. "Namque in ipso a,edis sacrae meditullio, ante deae siruulacrum constitutum
tribunal ligneum iussus superstiti, byssina quidem sed floride depicta veste conspicuus... Han e olympiacam stolam sacra ti nuncupant. At manu dextera gerebam
flammis adultam facem, et caput decora corona cinxerat, palmae candidae foliis in
modum radiorum prosistentibus. Sic ad instar Solis exornato, et in vicem simulacri
Ponstituto, repente velis reductis, in aspectum populus haerebat". Reitzenstein, Das
73
74
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para tener derecho a sus privilegios, Lucio deba hacer los gastos ordina
rios de la iniciacin; despus l pertenecera verdaderamente a la comunidad 83 Digamos que recibi dos veces el mismo sacramento. En cuant0
a los misterios de Osiris o de Serapis, no se inventaron para explotar su
credulidad; otras almas simples habrn participado en ellos. Pew como
estos misterios no son ni preliminares ni complementarios de los de Isis,
de los que, adems, no constituan un grado superior o inferior, y como
los misterios de Osiris no podan ser sino misterios de his, tal como stos
eran incontestablemente misterios de Osiris, no es excesivamente temerario suponer que pudo inventarlos el clero de Isis, en el Campo de Marte,
bajo pretexto de honrar a Osiris y probablemente para aumentar las rentas
del santuario. Esta sera, pues, una variedad secundaria y poco importante
de los misterios de lsis. En todo caso, no parece que podamos suponer
ms categoras de iniciados en estos misterios 84 Al parecer, el culto
no admita otra distincin que la del clero, que tena su jerarqua propia, y
la de iniciados, en la que no vemos que haya habido diferentes grados.
8 3 Este rasgo, muy explicable, no honra al clero de lsis y no realza mucho los
misterios egipcios. El razonamiento: "tres iniciaciones valen ms que una", no se
comprende si no es desde el punto de vista del eclecticismo pagano. Los fieles se
hacan iniciar en dos templos de lsis como se haran, y como se hacan, iniciar en
dos o ms misterios distintos, creyendo que por ello aumentaban sus posibilidades de
salvacin. Pesar el potius exsulta, supr. n. 81. En la Iglesia cristiana jams se habra
pensado en rebautizar a los fieles que pasaban de una comunidad a otra. Slo se
planteaba la cuestin de si se rebautizara a los herticos. Los misterios paganos,
que no conocan herticos, no teman multiplicar los bautismos.
84 Lo que Apuleyo dice de los misterios de Osiris no induce a mirarlos como
coordinados con los misterios de Isis del mismo modo que la epopta, por ejemplo,
lo estaba con la primera iniciacin de Eleusis ( Cumont. 91) ; de otro modo la
iniciacin romana de Lucio en los misterios de lsis, posterior a su iniciacin en los
misterios de Osiris, lo habra hecho descender al grado que, en la hiptesis esta
ltima iniciacin le haba hecho franquear.
'
CAPTULO
VI
MITRAt
Pudo decirse que los misterios de Mitra llegaron a tener tanto peso
como el cristianismo 2 Al menos parece que constituyeron el culto de
misterios que ms terreno ganaba en el mundo occidental durante el siglo m, mientras la propaganda cristiana llegaba a su culminacin. No
tenan con qu vencer al cristianismo, pero no dejaban de ser para l un
rival peligroso, y los padres de la Iglesia as lo sintieron. Ellos mismos
parecen haber encontrado en ciertos rasgos de estos misterios una afinidad con los ritos cristianos, que perciban menos clara en los otros. Por
desdicha la historia, la economa interior y los ritos del culto mitraco
nos son conocidos muy imperfectamente.
I
El culto de Mitra se remonta a los orgenes del pueblo indoiranio 3
En el antiguo panten vdico, como en la religin medo-persa y en la
del Avesta, Mitra tiene su lugar; en aqul junto a Varuna, en stos al
lado de Ahura Mazda, como dios de la luz y de la verdad. Su personalidad se b;:;rr en la tradicin de la India, se acentu en la de Irn y en
los misterios se vuelve preponderante. En Persia, en la religin preavstica Mitra ocupa la posicin de mediador entre el mundo superior y
luminoso, donde impera Ahura Mazda (Ormazd), y el mundo inferior,
1 Obras a consultar: Cumont, Textes et monuments figurs relatifs aux mysteres de Mithra, Bruselas, 1894-1896 y 1899; Les mysteres de Mithra 3, Bruselas, 1913;
Les Religions orientales dans le paganisme romain, 125-149 y las notas respectivas;
Toutain, La Lgende de Mithra, en Revue de l'histoire des religions, marzo-abril 1902
(XLV, 141-157); Pettazzoni, 220-273.
2 Renn, Marco Aurelio, 579: "Si el cristianismo se hubiese detenido en su
crecimiento por alguna enfermedad mortal, el mundo habra sido mitrasta".
3 Cumont, Mysteres, 1-3. Se encuentra en el siglo XIV a J. C. a Mitra, Varuna,
Indra y los Nasatiya mencionados como dioses de Mitani (Mesopotamia del Norte)
en las inscripciones cuneiformes de Capadocia. Cf. E. Meyer, Geschichte des Altertums 2, I, Il, 580, 829.
120
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136, 272.
de la religin fue modificado sensiblemente (por la especulacin filosfica), su cuadro litrgico permaneci relativamente fijo y la alteracin del dogma se concili con el respeto del
rito". Aqu como en otras partes parece que se debe distinguir entre las especulaciones de los filsofos y las creencias comunes alimentadas por el culto mismo. N o
eran las especulaciones las que constituan la religin mitrasta, era el culto y la
fe que con l se relacionaba.
121
Ostia; igualmente en Saalburg los dos templos estaban situados a pocos pasos uno
de otro". Cumont, 189.
122
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de los persas implicaba ritos secretos, a juzgar por lo que dice Plutarco, Artax. 3,
de las ceremonias de la consagracin real.
123
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125
26
27
126
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rctono. Estas relaciones y equivalencias parecen probar, en primer lugar, que la imagen principal est en relacin directa con la liturgia que
se celebraba en el templo, cosa que por cierto se poda sospechar, y que la
imagen conveniente a los diversos ritos y a los diversos momentos de una
ceremonia se poda llevar incluso a ciertos lugares; en fin, que la comida
de los mystai es paralela del sacrificio, que los dos estn coordinados y
que cabe tratar de explicarlos uno por el otro.
No es slo entonces el pequeo santuario lo que representa el mundo,
y su techo el cielo, sino que la decoracin del templo en su cuadro principal tiene un alto valor simblico, como as tambin el resto. Este simbolismo parece haber llegado muy lejos, y es muy difcil interpretarlo
en detalle por la falta de textos antiguos para comentarlo. No es menos
importante observar que el simbolismo de la escena principal, en su significacin esencial, no es exactamente teolgico y no concierne a un teorema de creencia abstracta; se refiere directamente a la fe, y tiene su
aplicacin en la liturgia. Sin querer determinar desde ahora la significacin precisa de esto, no es excesivamente temerario pensar que el bajorrelieve de Mitra taurctono presenta el sacrificio del toro como principio
de la vida bienaventurada prometida al iniciado, as como de la virtud
que hay en el banquete sagrado para la obtencin de esa inmortalidad.
En algunos bajorrelieves otras escenas mitolgicas enmarcan la escena
principal, y es justificado creer que sas tienen el mismo carcter, que
se relacionan tambin con los ritos que se cumplan en el santuario, como
la cena de los mystai. Veremos luego que muchas de estas escenas
deben estar en relacin con los ritos de la iniciacin. El conjunto de
estas representaciones simblicas era el comentario mtico del ritual que
se practicaba en el templo 2 8,
11
El ritual de los santuarios mitracos comprenda, por un lado, un
servicio regular de culto, con sus observancias cotidianas, sus ceremonias
peridicas y anuales, y, en segundo lugar, las ceremonias propias de las
iniciaciones, coordinadas con este servicio religioso. Un sacerdote, o a
veces varios, atendan cada santuario 29 El sacerdote era un iniciado del
grado superior, un Padre, pero no todos los Padres eran sacerdotes, y los
ritos propios de las iniciaciones estaban a cargo de los Padres con la
cooperacin de los sacerdotes, y no a cargo del sacerdote solamente. La
funcin propia del sacerdote era, probablemente, como la de los magos
en Persia, velar por el mantenimiento del fuego perpetuo, hacer las tres
oraciones cotidianas al Sol, cumplir los sacrificios prescriptos para ciertos
28
29
127
31
32
33
quiere citar un equivalente animal de su ttulo. Pero en otra parte, como veremos
luego, habla del Persa,
128
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39 Cumont,
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El ioldado debe pertenecer a la categora de los iniciados propiamente dichos. Porfirio, es verdad, designa a los Leones como los que
participan en los misterios 46 Pero Porfirio no menciona los grados intermedios entre los Cuervos y los Leones, y casi no es posible basarse
en su testimonio para considerar slo como verdaderamente iniciados a
los cuatro grados superiores, con exclusin de los Soldados. En la economa de los misterios el ttulo tiene una alta significacin religiosa. En
la antigua economa de las clases de iniciados, los Soldados eran, sin
duda, verdaderos guerreros, cofrada de jvenes dedicados a la caza y a
los combates. Ya no son novicios. Tertuliano, que parece haber conocido
muy bien los misterios de Mitra, se extiende sobre la iniciacin del Soldado. El diablo, dice, "tambin bautiza a ciertas personas, sus creyentes;
promete la expiacin de los pecados por el efecto del bao; y, si recuerdo
an a Mitra, l (el diablo) marca all en la frente a sus soldados, celebra
la oblacin del pan, trae una imagen de la resurreccin y rescata la corona bajo la espada" 47.
Tertuliano parece por cierto recordar a Mitra como si hubiese sido
aclito suyo. De cualquier modo, como hijo de centurin pudo estar
exactamente enterado de las prcticas de un culto que reclutaba sus
adeptos principalmente en el ejrcito. Ahora bien, cuando Tertuliano
habla de los soldados del diablo que ste marca con su sello en la religin
de Mitra, no se refiere a los iniciados de Mitra en general 48 sino a la
categora de iniciados que se designa con el nombre de Soldados, cuya
iniciacin se caracteriza por el rito de la corona, rito que Tertuliano,
como lo veremos luego, conoce tambin muy detalladamente. Lo que
primero surge es que la iniciacin de los Soldados implicaba un bautismo 49 , con el que se relacionaba la imposicin de una marca sobre la
frente. Tertuliano considera, y con razn, que esto se parece extraordinariamente al bautismo cristiano y a la signatio vinculada con l, que
ms tarde se llam la confirmacin. Sera una sutileza decir que las
primeras lneas del texto citado no se refieren a los misterios de Mitra:
Tertuliano habla primero en general, porque sabe que e! diablo bautiza
46 J.e't:;(ovte<; 'tWY pylwY. Supr. n. 11.
131
en otros ru ltos aparte del de Mitra 50 ; pero slo en este culto se une al
haulismo la imposicin de un signo en la frente, como en la Iglesia
cri:..tiana. Pero Mitra lo haca ms brutalmente que la Iglesia: marcaba
a ~us hombres con un hierro al rojo 51 mientras que el obispo se contentaba con trazar con su dedo sobre la frente del nefito el signo de
la cruz, signo fugitivo que el cristiano repeta luego a menudo sobre
s mismo. La intencin del rito era la misma: el Soldado se consagraba
a Mitra, como el cristiano al Cristo.
He aqu ahora lo que Tertuliano escribe en cuanto al rito de la
corona: "Sonroj aos, hermanos de armas de l (Cristo), que no seris
juzgados por l (en el ltimo da}, sino por un Soldado de Mitra, al
que se ofrece, al iniciarlo en la caverna, verdadero campamento de tinieblas, la corona con una espada, como para imitar el martirio, y luego
de colocrsela en la cabeza se le advierte que la aparte de ella con la
mano tendida, diciendo que Mitra es su corona" 52 Rito soberbio, acorde
con la iniciacin de un soldado. Tertuliano percibe la belleza de esta ceremonia y se dira que conserva una impresin vvida. Se ofrece una
corona que el candidato parece poder alcanzar slo con peligro de su
vida; sin embargo la gana, pero en el momento en que se la van a poner
sobre la cabeza la rechaza, protestando que no quiere otra corona, corona de proteccin y de gloria, que Mitra, su salvador 53 El ritual de
Mitra no se haba desarrollado entonces nicamente en el sentido del
simbolismo doctrinario y teolgico; tena rasgos de profundo simbolismo
moral. En la antigedad, este rito de la corona que era preciso tomar de
la punta de la espada poda ser muy bien una prueba real y que tena
todo un valor en s misma, a menos que fuera un rito de estacin coordinado con la iniciacin del Soldado.
Este rito parece tener un paralelo mtico en una escena de los bajo
rrelieves, en la que se ve al Sol arrodillado, a veces con una corona cerca,
y a Mitra, de pie, con un cuchillo, u otro objeto, en su mano levantada,
.:.o De bapt. 5, supr. cit., cap. V, n. 65.
~1 A esta marca se refiere probablemente el pasaje de Gregorio de Nacianzo,
Or. IV, adv. ]ulian, 70 (a p. Cumont, Monuments, Il, 15).
~ 2 De Corona, 15. "Erubescite, commilitones eius ( Christi), iam non ah ipso
iudicandi, sed ab aliquo Mithrae milite (parece buscado el juego de palabras entre
los commilitones de Cristo y el miles de l\Iitra; pero de esto no se sigue forzosamen
te que Tertuliano atribuya a miles un sentido tan general como a commilito; es la
frmula especial y caracterstica, miles Mithrae, lo que induce a Tertuliano a recordar a los cristianos que ellos, sin llamarse soldados, son tambin hermanos de
armas de Cristo) qui cum initiatur in spelaeo, in castris uere tenebrarum, corona m
interposito gladio sibi oblatam, quasi mimmum martyrii, dehinc capiti suo accomodatam, monetur obuia manu a capite pellere et in humerum si forte transferre, dicens
Mithram esse coronam suam. Atque exinde numquam coronatur idque in signum
hahet ad probationem sui, sicubi temptatus fuerit de sacramento (cf. supr. cap. V,
n. 52) statimque creditur Mithrae miles si deiecerit coronam, si eam in deo su o esse
dixerit. Agnoscamus ingenia diaboli", etctera.
W
,~
132
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cap. V, n. 36), sicut aridae et ardentis naturae sacramenta leones Mithrae philo
sophantur."
133
puras de todo mal, de toda mala accin y de toda mancha; en tanto son
un mystes (es decir un len, que es el animal simblico del fuego) , siendo
el fuego purificador, se les presenta la ablucin que les conviene, evitan
do el agua como enemiga del fuego. Tambin con miel se (les) purifica
la lengua de toda falta" 56 Estas indicaciones son un poco confusas. El
hecho objetivo es que se pona miel sobre la lengua de los Leones y que
se la esparca tambin sobre sus manos.
Es posible que se haya empleado la miel como medio de purificacin 57, aunque la miel en la boca podra significar una comunicacin de
virtud. La eleccin de miel en lugar de agua para esta ceremonia, basada
en que el Len es el fuego y el fuego rechaza al agua, slo es aceptable
si se crea que los Leones encarnaban el fuego, pero esto no es totalmente
seguro, y tampoco es muy probable que se haya pensado desde el comienzo que los Leones de Mitra representaban el fuego 58 Los Leones de Mitra
pudieron existir y se los pudo consagrar con miel mucho antes de identificarlos con el elemento gneo. El empleo de la miel tendra otra razn.
Sin embargo, la idea de una participacin mstica entre el fuego, el len
y los Leones de Mitra podra ser mucho ms antigua que la interpretacin de los ritos mitracos mediante la teora de los cuatro elementos.
Podemos recordar tambin la costumbre de untar con miel la lengua de
los recin nacidos 59 y la importancia de la miel en la tradicin religiosa
de los persas 60 La miel, sustancia celestial, llegada de la Luna, donde se
recogi la simiente del toro divino que inmol Mitra en el origen de los
tiempos, poda ser aqu un elemento particularmente eficaz de consagracin, de regeneracin, superior, por su virtud, al agua, y comparable por
sus propiedades msticas al brebaje sagrado del haoma.
Tambin se empleaba miel en la consagracin del Persa. Segn Porfirio la miel se le habra "presentado como al guardin de los frutos",
porque la miel no tiene solamente una virtud purificante, sino tambin
una virtud de conservacin 61 Esta vez la explicacin tiene ms de juego
He palabras que de filosofa y por ello no resulta ms valedera. Como
en el caso precedente, el alto grado de la iniciacin justifica el empleo
56 De antro nymph. 15. Segn Porfirio la miel tiene virtud de purificacin y
virtud de conservacin. Pero en sus palabras no pueden discernirse claramente las
ideas -si es que las hay- que estn en el fondo de la comparacin: la miel purifi.
cante conviene al Len, que es mystes; la miel conservadora conviene al Persa, que
es guardin de los frutos. La integridad del texto, por otra parte, no es pasible
de sospecha (con Cumont, Monuments, I, 317, n. 2), pues es perfecto en su lgica
verbal.
57 Segn Gregorio de Nacianzo, Or. IV, 52, despus de su apostasa Juliano
habra purificado con miel sus manos, que haban tocado el pan eucarstico; y
Juliano estaba entonces iniciado en el culto de Mitra. Cf. Cumont, Mysteres, 162, 213.
58 Hemos visto, supr. n. 55, que Tertuliano no lo cree en absoluto, y que
parece conocer un mito sobre los Leones con el cual se haba relacionado artificial.
mente la interpretacin naturista que identificaba al len con el fuego.
59 Cumont, Mysteres, 162.
60 Id. ibd., y Monuments, 1, 320.
61 Supr. n. 56.
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68
135
riamente un carcter menos ideal, y quizs hayan regulado segn sus ritos
el curso normal del astro con el que estaban en comunin mstica, ya
que el culto del Sol y del fuego se remontan, entre los persas, a los tiempos
ms antiguos.
El grado supremo era el de Padre 69 , cuya dignidad corresponde a
la de Mitra en el cielo. Como encontramos padres en todas partes, quizs
no es forzoso que la denominacin se haya tomado de los thasoi grie
gos 70 ste puede ser el grupo originario de los antiguos, de los viejos
sabios, guardianes de las tradiciones sagradas de la tribu. En la economa
de los misterios, son los perfectos iniciados que participan plenamente de
Mitra. Tambin a ellos les corresponda conferir todas las ;iniciaciones,
cumplir los ritos relacionados con las obras mticas de Mitra. A la cabeza
de los Padres mismos, estaba el Padre de los Padres 71 , sin duda el gran
presidente de las iniciaciones y el jefe espiritual de toda la comunidad en
sus diferentes clases. Ignoramos cules eran las condiciones preliminares
de la iniciacin 72 , de la progresin en la jerarqua de clases. Los Padres
regulaban todo esto o velaban por la observancia de las reglas tradicionales.
Aunque ignoramos casi todo acerca del ritual de las iniciaciones, se
sabe al menos que entre las condiciones preliminares de admisibilidad a
los distintos grados haba "pruebas" bastante duras, y que incluso el
ritual de las iniciaciones, sobre todo para el Soldado, mantena cuando
menos el simulacro de luchas y peligros. Gregario de Nacianzo habla de
los "tormentos y de las cauterizaciones msticas" 73 a que se somete a los
fieles de Mitra. Las quemaduras son el signo de que hablamos antes.
Segn un comentarista de Gregario, los tormentos habran consistido en
pruebas por el agua, por el fuego, en la nieve, por el hambre, la sed y
carreras prolongadas 74 Programa exagerado indudablemente, pero en el
69 En las inscripciones, "pater, pater patratus, pater sacrorum, pater patrum,
pater et sacerdos", etc. Vase, para las referencias, Cumont, Monuments, II, 535.
Cf. Tertuliano, Apol. 8: "Atquin uolentibus initiari mors est, opinor, prius patrem
illum sacrorum adire, quae, praeparanda sint describere"; y Ad nat. V, 7: "Sine
dubio enim initiari uolentibus mos est prius ad magistrum sacrorum uel patrem
adire". Los iniciados se llaman "sacrati, consacranei, fratres". Cf. supr. cap. V,
n. 75.
70 Cumont, Mysteres, 158.
71 Cf. supr. n. 69 y Cumont, Mysteres, 159.
7 2 Parece que se design la ceremonia con el nombre de sacramentum, como
lo hemos visto para lsis. Implica un compromiso sagrado anlogo al juramento
militar. Partiendo de la idea que la iniciacin trae consigo, esencialmente, revelacin
de doctrina secreta, se ba podido decir que "el candidato se comprometa antes
que nada a no divulgar las doctrinas y los ritos que le seran revelados" ( Cumont,
Mysteres, 160); pero la obligacin del secreto, en relacin con los ritos del misterio,
era evidente, y el objeto principal, directo, del juramento, en el que se implicaba
por otra parte el secreto, era ms bien un compromiso positivo con el dios del
misterio (remitirse al texto de Apuleyo supr. cap. V, n. 52), tal como el juramento
militar era un compromiso de servicio respecto del emperador, y el bautismo cris
tiano la consagracin del fiel al Cristo. Cf. Reitzenstein, Mysterien 1, 71.
73 Supr. n. 51.
74 Nono el mitgrafo. Textos en Cumont, Monuments, Il, 27-28.
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que todo podra no ser imaginario. Haba ayunos y abstinencias, por cierto. Es muy posible que las carreras estuviesen representadas en algunas
escenas de los bajorrelieves por las carreras de Mitra. Por ltimo, el ritual
conservaba ceremonias sangrientas e imgenes de lucha que debieron ser,
antiguamente, pruebas reales y no simulacros inofensivos.
El historiador Lampridio escribe, a propsito de Cmodo, que este
emperador deshonr los misterios de Mitra con un verdadero homicidio,
mientras que la costumbre era slo decir o simular alguna cosa seme
jante para producir espanto 75 La indicacin no parece dudosa: haba un
simulacro de asesinato, llevado a cabo por el mystes, o bien en su presen
cia, o, quizs ms probablemente, sobre l. Cmodo, en cumplimiento de
los ritos, quizs en calidad de Padre, y en la iniciacin de un Soldado,
habra matado al candidato, mientras que normalmente tena que simular
tan slo la muerte. Esta representacin no deba ser la de un homicidio
vulgar, tampoco la de un sacrificio humano directamente ofrecido al dios,
sino ms bien, como hemos dicho anteriormente, la representacin de un
combate que por otra parte poda tener desde su origen una significacin
mgicoreligiosa. Y solamente en este sentido la muerte del vencido podra
considerarse como un sacrificio humano. Ms tarde la lucha se haba
convertido en una prueba ms o menos peligrosa, y finalmente en una
ficcin litrgica. Cmodo cometi un verdadero asesinato, porque el can
didato no pensaba en absoluto batirse y se prestaba sin desconfianza a
ese manejo ritual, que quizs fuese el combate por la corona 76
Segn el mismo autor, Cmodo habra matado leones y hombres, tam
bin tullidos vestidos de dragones provistos de colas postizas, hechas
con trozos de tela 77 El texto no est desprovisto de oscuridad, quizs
porque el historiador no ha comprendido bien los datos que transcriba,
pero, aunque no lo diga expresamente, esta indicacin parece referida tambin a los ritos de misterios, y a los misterios de Mitra. En ellos Cmodo,
mientras desempeaba el papel de cazador de fieras, habr exterminado
con su maza, realmente, a un cierto nmero de Leones, en lugar de perse
guirlos ficticiamente. El paralelo de este rito no se encuentra en los monu~ Lampridio, Commodus, 9 (en Cumont, Monuments, Il, 21): "Claua non
sol um leones in u este muliebri et pelle leonina sed etiam homines multos adflixit;
debiles pedibus et eos que ambulare non possent in gigantum modum formauit, ita
ut a genibus de pannis et linteis quasi dracones degerentur, eosdemque sagittis
confecit. Sacra Mithriaca homicidio uero polluit cum illic aliquid ad speciem timoris
uel dici uel fingi soleat."
70 Lampridio dice claramente que slo haba un simulacro de homicidio, y no
piensa de ningn modo en un sacrificio humano. La antigua religin persa no
desconoca los sacrificios humanos, sobre todo, por lo que parece, en el culto de
Ahrimn. Cf. Herdoto, VII, 113-114.; y hemos visto qu pensaba Plinio de los
magos y de sus operaciones; pero no haba sacrificios humanos en los misterios
en tiempos del imperio. Ver sobre este punto: Cumont, Monuments, 1, 69, 70; II,
42. 45.
77
Supr. n. 74.
137
138
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logie, 1!i9H.
rne
130
ser el toro zodiacal. Puede que todo esto se coordine con los mitos de sequa y
140
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escena de la inmolacin no aparece como un sacrificio de un animal presentado solemnemente ante el altar de los dioses. Todo esto tiene una
apariencia mtica, y por ello se ha propuesto no ver aqu sino un mito.
Aqu hay un mito. La tradicin avstica 91 retuvo la leyenda del
toro inmolado en el origen del mundo, del cual surgieron las plantas; su
simiente recogida y purificada por la luna dio nacimiento a las especies
de animales tiles; su alma, elevada hasta los dioses, se haba convertido
en genio protector de los ganados. ste es el toro al cual mat Mitra, y
sin duda se honraba tambin anticipadamente a ste con el sacrificio del
toro divino que, segn la creencia avstica, debe tener lugar al final de
los tiempos por obra de Saoshiant: la grasa de este toro, mezclada con la
savia del haoma blanco, ser un brebaje de inmortalidad para los elegidos. As como Mitra haba sido creador, deba ser tambin salvador.
Al ser el rasgo esencial de este tipo, el resto se comprende sin demasiada dificultad. La puesta en escena del toro perseguido y domado prueba
la antigedad del mito y corresponde a las costumbres de un pueblo cazador 92 Se considera que el cuervo llev a Mitra, de parte del Sol, la orden
de matar al toro, y que aqul habra, a su pesar, ejecutado la orden recibida 93 Por eso aparece el Sol en algunos cuadros; la presencia de la
Luna proviene igualmente de su relacin con el toro; los satlites de
Ahrimn, el escorpin, la serpiente, la hormiga, que habran querido envenenar o absorber la simiente vital, no lo lograron; se los representa en
su tentativa infructuosa 94 Cautes y Cautopats son dobles de MitJ a;
Cautes representa al sol que se eleva o al da que crece, desde el solsticio
de invierno hasta el equinoccio de la primavera; y Cautopats, al sol que
cae o al da que declina desde el equinoccio de otoo, el medio, o si se
quiere el comienzo del ao, en que triunfa la luz, que pertenece propiadiluvio, como lo supone Cumont; la escena de Mitra que golpea la roca se relacionara tambin con esto. Pero tambin todo ello estuvo coordinado al comienzo con
ritos particulares o con ceremonias de estacin que dieron nacimiento a los mitos.
Y en lugar de que la celebracin del culto mitrasta en cavernas sea "una supervivencia ritual del mito que ubicaba en una gruta la inmolacin del toro" (Cumont,
M onuments, 1, 185) , es ms bien el mito el que coloc la inmolacin del toro
originario en una gruta, ya que el culto de Mitra con sacrificio real del toro se
habra celebrado siempre en antros de rocas.
91 Ver Cumont, Monuments, 1, 186-188. En el Boundahish es Ahrimn quien
causa la muerte del toro. No hay motivo para suponer que los sacerdotes de Mitra
sustituyeran su dios por Ahrimn. La correccin del mito est ms bien del lado
de la tradicin ms reciente, que tuvo escrpulos en hacer que un dios luminoso
y bueno matara al toro divinizado. Pero no es posible que la tradicin primitiva
haya atribuido al dios de la muerte y de las tinieblas el acto que introdujo la
vida en el mundo.
92 Cumont, Mysteres, 135.
93 Cumont, Mysteres, 136.
94 Cumont, Mysteres, 137. Los mitos son ordinariamente de una lgica poco
severa; pero ste tendra una particular inconsistencia si el cuadro aludiera a un
sacrificio que se llev a cabo solamente una vez antes de la creacin del mundo
actual, y si no interpretara msticamente un sacrificio real, perpetuo, de una efica-
141
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tena pues una significacin tan amplia como el corte del pino de Atis,
como el sacrificio del jabal que debe de constituir la base de uno de
sus principales mitos. Tambin se ha dicho de Atis, en tiempos del sincretismo grecorromano, que representaba el grano recogido 99 , tal como
se lo ha dicho, y mucho ms antiguamente, de Osiris.
En el comienzo de los tiempos se ha ubicado el sacrificio del toro
como principio de vida sobre la tierra, precisamente porque se lo destinaba no a significar, como se ha dicho muchas veces, sino a procurar
la renovacin de la naturaleza. Apenas puede hablarse de transposicin
mtica. Bastaba que se pensara en un comienzo de las cosas, para que se
ubicara en l el sacrificio que cada ao procuraba un nuevo inicio.
No ser que el mismo rito eficaz que todos los aos reanimaba la vida
de la naturaleza, despertaba las energas del mundo vegetal y del mundo
animal, y probablemente aEeguraba tambin el predominio del da sobre
la noche y produca .la estacin florida, debi dar origen al proceso de la
vida sobre la Tierra, y que de tal sacrificio debieron nacer al comie:~zo
los seres vivientes, ya que su reproduccin perpetua dependa de l en la
actualidad?
No hace falta preguntar cmo se pudo inmolar un toro antes que existieran animales. Tampoco haba hombres en esa poca, ni ningn orden
en las cosas. Este primer toro era ms un espritu viviente que un animal, prototipo del toro de sacrificio, que lleva en s la simiente de los
seres vivos. No hay que olvidar que el toro anualmente sacrificado no
era una bestia vulgar; era la manifestacin de la vida universal, su expresin ms perfecta, y en l se condensaba, por as decirlo, la virtud de sta:
tal virtud poda difundirse entonces mediante el sacrificio en toda la
naturaleza. As ocurra con el toro primordial. La vctima anual era
verdaderamente divina; el toro original lo haba sido de modo especial.
En cuanto a las circunstancias del sacrificio de aqul, era materia de imaginacin, como el toro mismo. Las ideas deban ser mucho menos firmes
sobre estas circunstancias que sobre el hecho, pues es la muerte del toro,
y no su ocasin particular, lo que constituy el principio de la vida. Adems era inevitable una incertidumbre en las ideas acerca de las condiciones accesorias del sacrificio original, por el hecho mismo de que la vctima era divina, encarnaba el espritu, y haba sido primero, en los sacrificios reales, de algn modo un dios inmolado y no una vctima ofrecida
a un dios. Por ello el toro primordial era dios; no se haba convertido
en tal, sino que haba seguido sindolo.
En casos similares la vctima, que el ritual y el mito presentan como
elemento perteneciente propiamente a una divinidad, ha sido en un comienzo esta divinidad misma, en el sentido de que encarn el espritu
por renacer. La intencin es la misma en los dos casos. Pero el mito invita a
ubicar el sacrificio mitraco en relacin inmediata con la renovacin de la naturaleza.
99 Supr. cap. IV, n. 34.
143
144
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No obstante, el sacrificio del toro, cuyo mito parece haberse relacionado tan exactamente con el banquete sagrado de los iniciados, no aportaba de ningn modo, por lo que se sabe, la materia de ese hanquetc.
No se haba comido al toro originario, ni tampoco se lo haba dc:mcmbrado: la vida haba salido de l para pulular sobre la tierra. El toro
del sacrificio escatolgico tampoco deba ser descuartizado para alimento
de los elegidos. Slo se deca que su grasa entrara en la composicin
del brebaje de inmortalidad. Atenuacin probable de un dato tradicional
que habr parecido chocante: hemos visto que el semen del toro originario, llevado a la luna, se haba convertido en el principio de la vida animal; no es excesivamente temerario suponer tambin que en un comienzo
no se haya mezclado sino identificado el semen de la vctima suprema con
el haoma celestial y con el brebaje de inmortalidad. El soma divino, en
la mitologa vdica, es el semen de una vctima animal 10 \ y se identifica
con la luna, como el haoma persa y el semen del toro primitivo. Estos
mitos hacen suponer que el gran sacrificio del toro, en el ritual de Mitra,
jams fue un sacrificio comido. Solamente su virtud, su substancia, puede
decirse, fue un elemento de la cena, pero no lo fue su forma fsica
y natural. As el sacrificio del toro era un rito infinitamente eficaz, que
no constitua, que no parece haber constituido jams por s mismo un
rito de comunin sagrada. Tal sacrificio es, pues, perfectameute compa
tible con la abstinencia de carne en el banquete litrgico; podra serlo
con la prctica de la misma abstinencia fuera del santuario.
Tertuliano 102 nos dijo que el diablo haba instituido en el culto de
Mitra "la oblacin del pan". Como la ofrenda del pan se encuentra muy
difundida en los cultos antiguos, si la oblacin de que se trata aui :<e
considera caracterstica del culto de Mitra y testimonio del ms estrechn
parecido con el cristianismo, es porque esta oblacin afecta la misma forma
en el culto de Mitra y en la Iglesia, y no es una simple oblacin :<no que
constituye la cena mitraca, en condiciones sumamente parecida" a la~
de la cena cristiana. Ya el apologista San Justino, que vivi como Terlu
liano largo tiempo en el paganismo antes de convertirse a la fe de Cri~to.
se sinti impresionado ante esta semejanza. Cuando describe la cena
cristiana, en la que slo participan los fieles bautizados, dice que el pan y
el vino no se entienden como un pan y una bebida comunes; tal como por
el poder del verbo divino Jesucristo se convirti en carne y sangre para
la salvacin de los hombres, el alimento que debe nutrir la carne y la
sangre del fiel se consagr por la virtud de la oracin eucarstica y se
101 Cf. Bergaigne, Religion vdique, 1, 228. "El caballo macho cuyo semen
es el Soma". Ibd. 172: "Soma ... semen del caballo macho ... o leche del toro".
lbd. 155: "Se identific el Soma .. en la mitologa brahmnica con un astro al
que dio tambin su nombre. . . la luna, cuyas fases se explicaron por las comidas
que los dioses y los padres hacen sucesivamente a expensas de su substancia, la
ambrosa, originariamente idntica al Soma celestial. Los grmenes de este mito
se hallan ya en el Rig-Veda" (textos, pg. 158).
102
Supr. n. 52.
145
terios de
146
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147
sentaban las copas; sin duda ellos, o bien el "Padre de los padres", pro
nunciaban las palabras sagradas. Sin embargo, no es verosmil que los
otros iniciados, ministros auxiliares de esta cena, no tuvieran absolutamente ninguna participacin. Pero quizs slu tomaran parte en un se
gundo plano, detrs de los dignatarios.
Los misterios de Mitra eran una gran religin. El dios era joven, hermoso, valiente, puro. Enseaba una moral austera, que practicaba l
mismo. Cunto ms grave y conmovedor que las Demter y las Core,
que Dinisos con sus enloquecidas, que Cibeles y su Atis, incluso que Isis
y Osiris con su aparato fnebre, mechado con buenos desayunos! Sabemos ahora por qu llevar a cabo tan gravemente la inmolacin del toro:
esta inmolacin salvadora haba sido la pasin de un dios, y Mitra tambin, dios salvador y rr.~s verdaderamente que la mayora de los otros
dioses de misterios, era l mismo, en cierto modo, un dios sufriente.
CAPTULO
VII
slo se advierte al lector esta vez que aqu se los deja de lado.
149
I
Jess naci en medio de una cns1s nacional y religiosa de su pueblo.
Exista un reino judo bajo la autoridad de Herodes, prncipe magnfico a
quien se atribuye a menudo el epteto de "Grande". Herodes era idumeo
de origen, a medias judo, de tendencia pagana, y reinaba por la gracia de Csar Augusto. La monarqua herodiana disimulaba muy mal,
pues, la dominacin ejercida por una autoridad extranjera sobre la nacin
que se crea elegida por Dios. Ya bajo Herodes, y ms tarde bajo los
3 Lucas, 111, l. Probablemente esta fecha, en el pensamiento del evangelista,
apunta al ministerio de Jess, a su carrera pblica, incluida la muerte (vase
L'vangile selon Luc, 153). Se podra preguntar si esta fecha resulta de clculos
ms o menos slidos o bien de informaciones directas. De las bsquedas de E.
Norden (Agnostos Theos, 1913) sobre los Hechos parece resultar que el primer
redactor de este libro, y por consiguiente del tercer Evangelio, sera Lucas, di.,cpulo y compaero de Pablo. En estas condiciones la fecha indicada ofrecera cier-
150
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procuradores romanos, eran continuos los roces entre los judos celosos
y el poder poltico, pues en esto el fanatismo religioso iba paralelo con el
:14-:{l). Cf., L'vrm{[ile .1elun Mare, 403; l!vangile selon Luc., 518.
151
152
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153
otra cosa que un lamentable fracaso, sea que, por un imposible, el predicador quedara en libertad de anunciar el arribo prximo de un reino
divino que no deba llegar, o bien que un fin trgico como el de Juan
Bautista no dejara a su propagacin otro porvenir que una supervivencia
provisoria de la fe entre algunos discpulos inaccesibles a la desilusin.
Pero la autoridad poltica no poda mirar con ojos indiferentes los
movimientos mesinicos. Antipas encarcel a Juan Bautista y lo conden
a muerte: el motivo de esta ejecucin habr sido el temor de un levantamiento popular 14 y no la venganza exclusivamente personal de Herodiades 15 El entusiasmo de Jess no poda dejar de chocar del mismo modo,
y desde el comienzo, wn la implacable realidad. Iniciado en Galilea, el
movimiento evanglico parece haber sido obstaculizado muy pronto por la
actitud amenazante del tetrarca 16 Como la misin que Jess se atribua
lo incitaba a elegir definitivamente, para su predicacin, el escenario ms
grande en que se poda desarrollar, es decir, Jerusaln, hacia ella se encamin para la pascua, probablemente la pascua del ao 29 17 El gran
peregrinaje de la fiesta le proporcionara un auditorio muy distinto de los
pescadores del lago Tiberades o de los habitantes de los pueblos galileos.
All estaban el templo y los sacerdotes, las principales escuelas y sus doctores; a la ciudad santa acudan fieles de toda la Palestina y de los distintos pases por los que los judos ya se haban expandido. Tambin all, y
all en especial, velaba la autoridad romana, y no era pequeo el peligro
de ir a anunciar, bajo la mirada de Poncio Pilatos, funcionario conocido
por su dureza, el prximo advenimiento de Dios y de su Cristo sobre la
tierra otorgada en otro tiempo por el Seor a la posteridad de Abraham,
de Isaac y de Jacob. Jess no poda desconocer el peligro; pero tampoco
poda sustraerse a l, a menos que renegara de su vocacin. Sin duda
esperaba que Dios no abandonara a su enviado 18
En Jerusaln encontr lo que deba encontrar: la oposicin inquieta
del judasmo oficial, poco interesado en comprometer en una aventura sin
salida la paz y el porvenir de la nacin; y adems, la severa justicia de
Roma que no admita que el imperio de Csar debiera terminar en la
tierra de Judea. El anuncio del cercano reino de Dios, en efecto, slo
tena significacin para los judos, como para el Cristo mismo, en caso de
Motivo supuesto en Josefo, Ant. XVIII, 5, 2.
Marcos, VI, 17, (Mateo, XIV, 3-12; Lucas, III, 19-20; IX, 9).
Recuerdo de esta hostilidad en Lucas, XIII, 31-33. Cf. L'tv. selon Marc,
187; L'v. selon Luc, 375.
17 Cf. supr. n. 3.
18 Segn los Evangelios Jess habra ido a Jerusaln a buscar la muerte, pues
la Providencia la haba decretado y las Escrituras la haban anunciado. Esta perspectiva totalmente teolgica recubre una tradicin ms antigua (cf. Marcos, XIV, 35)
a la que contradice (ver L'tv. selon Luc, 529); y la actitud general de Jess es la
de un entusiasta arrastrado por la idea del cercano reino de Dios a arriesgar su
propia existencia para llevar a cabo lo que le parece que es el deber de su ministerio proftico, ms que la de un fantico enceguecido que ajustara sus pasos a un
programa estrechamente definido en frmulas teolgicas.
14
15
16
Pero nada les impeda aguardar an lo que esperaban, pues aquel al cual
lloraban no era el que convirti a algunas almas simples; el maestro que
haban perdido era el rey de gloria en el cual pensaron que Jess se convertira al llegar el reino. El reino deba llegar de lo alto, y de all muchos
esperaban al Mesas; en cierto sentido tampoco ellos haban dejado de
esperar su venida de all. Si todos los justos deban resucitar para el
reino, por qu no resucitara Jess como ellos y antes que ellos? Y ya que
Dios deba enviarlo para establecer su reino, no lo haba llevado cerca
de sL en lugar de dejarlo en el pas de los muertos'? Si Jess mismo haba
considerado delante de ellos, como es posible e incluso probable 2 1, la
eventualidad de su muerte, no pudo representarse ni presentar a ellos de
21 En la medida en que previo su muerte violenta. Pero no parece haberse
detenido mucho en esta consideracin, ya que la tradicin no retena ninguna pala.
bra autntica de l sobre este tema, y ya que las predicciones de la pas10n que se
le atrilmy~n, las concihi la tradicin segn los hechos consumados y su relacin
~upne>'ta con las profecas.
154
ALFRED LOISY
155
de la gran obra que los sedujo. A menudo van desde el comienzo y directamente a su perdicin; pero generalmente no mueren en forma total.
Jess, con la idea que se haba forjado del Mesas instaurador del reino,
idea que pens realizar en su persona, marca en cierto sentido la bancarrota de la esperanza israelita; pero contribuy a una obra ms amplia
y menos imaginaria que la que l haba soado. Muri por un reino de
Dios que jams lleg ni llegar, y de su tumba pudo nacer la Iglesia
Cristiana.
II
La fe antecedente de los discpulos en Jess-Mesas explica por qu
despus de su muerte, por otra parte desconcertante para ellos, lo creyeron resucitado. ] uan Bautista tambin haba predicado el advenimiento del
reino de Dios. y tuvo fervientes adeptos; su muerte violenta no tuvo por
efecto la sobreexcitacin de esa fe hasta la apoteosis final y absoluta del
maestro, aunque su secta parezca haber durado, si es que no se perpetu
en alguna forma hasta nuestros das en la secta de los Mandeos. Es indudable que ni el hombre ni el mensaje ni las circunstancias en las que la
secta ejerci su propaganda pudieron procurar a la fe del Bautista la gran
fortuna que obtuvo en la historia la fe de Jess. Por otra parte, conocemos mal la forma en que se afirm la fe en el Bautista despus de su
muerte, y reina una cierta oscuridad sobre las condiciones en las que se
desarroll al principio la fe en Jess despus de su resurreccin. Los
textos evanglicos no dicen sino que ms bien dejan entrever lo sucedido.
Parece que de un modo o de otro los discpulos haban credo que
Jess era, o ms bien sera, el Mesas prometido a Israel, aquel con el cual
y por el cual llegara el reino de Dios. Si permaneca sepulto en la muerte, la fe del reino se derrumbaba entre sus adeptos con la del Mesas.
Pero nada les impeda aguardar an lo que esperaban, pues aquel al cual
lloraban no era el que convirti a algunas almas simples; el maestro que
haban perdido era el rey de gloria en el cual pensaron que Jess se convertira al llegar el reino. El reino deba llegar de lo alto, y de all muchos
esperaban al Mesas; en eierto sentido tampoco ellos haban dejado de
esperar su venida de all. Si todos los justos deban resucitar para el
reino, por qu no resucitara Jess como ellos y antes que ellos? Y ya que
Dios deba enviarlo para establecer su reino, no lo haba llevado cerca
de sL en lugar de dejarlo en el pas de los muertos? Si Jess mismo haba
considerado delante de ellos, como es posible e incluso probable 21 , la
eventualidad de su muerte, no pudo representarse ni presentar a ellos de
21 En la medida en que previo su muerte violenta. Pero no parece haberse
detenido mucho en e"ta con"ideracin, ya que la tradicin no retena ninguna palabra autntica de l sobre este tema, y ya que las predicciones de la paswn que se
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Para la crtica de los relatos de la resurreccin ver L'v. selon Marc, 471-
157
1927, I, 80-81.
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30
159
haba consagrado a l; reciba el bautismo "en su nombre", bajo la invocacin de Jess Mesas, para que l lo reconociera- en el da del gran
juicio 31
Igualmente las comidas comunes de estos creyentes acentuaron su
carcter religioso y adquirieron una significacin especial, en relacin es
trecha con la nueva fe. En estos gapes frugales se reunan los adeptos
del Resucitado, como en tiempos de Jess, unidos por un mismo sent
miento, por la comunin ntima de una misma esperanza. All reviva el
recuerdo de la ltima cena que haba presidido el maestro bien amado,
siempre esperado, la ardiente esperanza que Jess haba sembra-do en sus
almas y el pregusto del reino venidero. All, en una palabra, sobre todo
all, comenzaron a sentirse cristianos, fie~es de Jesucristo, miembros de un
grupo religioso poseedor de una fe propia, una vida distinta, un fin par
ticular. Por otra parte all se form la fe, se afi;:m y creci. En efecto,
no se coordinan con las cenas de los discpulos las apariciones de Jess
resucitado, al menos las que tienen cierta consistencia de recuerdo histrico? 32 Se volva a ver a Jess sobre todo en esas ocasiones porque
entonces su recuerdo dominaba a los fieles. As surgi la idea de que l
estaba siempre vivo, que se hallaba all entre los suyos, partiendo el pan
y presentando la copa, con las frmulas de bendicin, como en otro
tiempo; all estaba, incluso cuando no se lo vea; y as se creaba el sen
timiento de su presencia invisible, no todava en los elementos de la co
mida, sino en la sociedad de los que participaban en ella. De este modo
la cena de comunidad se convirti en el acto principal y distintivo de la
vida religiosa del grupo en que se perpetuaba la fe en el reino anunciado
por Jess y la fe en el Cristo resucitado. Debe verse aqu el comienzo
del culto cristiano.
La existencia religiosa de la primera comunidad se desarrollaba en
dos partes: "pasaban juntos los das en el templo", dice el libro de los
Hechos 33, "y partan el pan en la casa". "La particin del pan" 34 es la
primitiva eucarista. En esas comidas de gente pobre el pan era el elemento principal; por otra parte era el alimento que haba recibido la
bendicin junto con la copa y que por ello tena una significacin religiosa. No se le agregaba ningn otro simbolismo ms que el resultante
de la participacin comn: la unidad de los hermanos que comulgaban con
el mismo alimento, con el mismo pan; el mismo pan los converta en un
Cf. Heitmueller, Taufe und Abendmahl im Urchristentum, 1901, 10-14.
Cf. Juan, XXI, 9, 12, 13; Lucas, XXII, 30-31, 41-42. Estos textos prueban
al menos que las apariciones de Jess se relacionaban con comidas de los discpulos.
La misma idea, menos perceptible, est en el fondo de Juan, XX, 19, 26 (en el pensamiento del evangelista estos dos das de apariciones son los dos primeros domingos
de la Iglesia, en los que la reunin se celebr con la presencia visible de Cristo), y
la volvemos a encontrar en Marcos, XVI, 14.
33 Hechos, 11, 46.
34 Hechos, 11, 42. El nombre testimonia que no se vinculaba ninguna significacin especial con los elementos de la comida. La copa de vino no era absolutamente
indispensable, y todo hace creer que a menudo se la omiti (cf. Les origines de la
31
32
160
ALFRED LOISY
III
N.o es un azar que la reunin de Troas tuviera lugar el primer da
de la semana. El domingo es ya visiblemente el da de las asambleas
cristianas, aunque no estn limitadas a este da ni reglamentadas de otra
manera. Si creemos al libro de los Hechos, las comidas comunes habran
sido cotidianas entre los primeros fieles de Jerusaln, ya que vivan all
todos juntos 40 Aunque este punto de vista sea pasablemente sistemtico,
cene eucharistique, 90-91). El simbolismo eucarstico de la multiplicacin de los
panes, que aparece en los relatos evanglicos, est en relacin con la cena primitiva,
caracterizada esencialmente por la particin del pan en una comida comn. HeitmueIler, 52. Para el sentido de este milagro ver L'v. selon Marc, 194-196, 225-228. Los
relatos de las apariciones del Cristo resucitado (supr. n. 32) en cierto sentido son
tambin mitos de institucin eucarstica; esta tipologa parece particularmente cara
al redactor del tercer Evangeli y la encontramos nuevamente en Hechos. 1, 4.
Cf. Les Actes des Apotres, 145.
35 1 Cor. X, 17.
36 Didach, IX, 4.
37 Hechos, XX, 7.
as Hechos, XX, ll.
39 I Cor. XI, 23-25 implica tambin esto.
40 Hechos, 1, 14; 11, 42, 46; IV, 32.
161
Wissenschaft, XIV, 1913, 2327; sobre todo Bousset, 99134; sobre el empleo de la
palabra en los cultos orientales, Cumont, 257, n. 56.
162
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pg. 266.
46
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CAPTULO
VIII
EL EVANGEL! O DE PABLO 1
166
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Cristo salvador, lo que representa la garanta de una inmortalidad bienaventurada, como en los misterios, que ya no es verdaderamente el reino
de Dios, cuyo cumplimiento sobre la tierra de Palestina deba llevar a cabo
al c::>mienzo el Mesas prometido a Israel.
1
El Evangelio de Jess llamaba solamente a la sinceridad de la fe
y a la buena voluntad. El arribo del reino era como un postulado de
la creencia juda al que el predicador galileo se refera con toda certeza,
para deducir la obligacin de aceptar su propio mensaje. l vena a
decir que pronto se cumplira lo que los profetas antiguos haban anunciado. Quien crea en los profetas deba creer en l, enviado de Dios
como ellos, autorizados como ellos por su inspiracin y los milagros de
curacin que realizaba. La fe pedida se refera sobre todo al mensaje
de Dios a su pueblo y a la misin divina del mensajero. La salvacin,
es decir la participacin en las alegras del reino, se adquira mediante
esta fe simple a la que no se peda otra cualidad excepto la de una
confianza infantil 2 No era slo, como se ha repetido en estos ltimos
tiempos, la confianza del alma en Dios, la seguridad del pecador en la
absoluta misericordia del Padre; era tambin el abandono del fiel israelita a la bondad del Dios que haba elegido a Israel entre todas las na
ciones para colmarla con sus favores. En verdad, se conceba a ese Dios
como esencialmente bueno, pero no se adverta que su bondad perfecta
estaba en contradiccin con la indiferencia que se le atribua con respecto
a todos los otros pueblos. ~t'odo justo de Israel tena un derecho natural
al reino prometido. Casi r olamente por excepcin y por asimilacin a
los herederos del reino pod;an entrar en l otros justos. El reino no era
distinto de un Israel ideal en el que entraba cualquiera que practicase perfectamente la ley israelita: no era la patria universal de las almas reclutadas
por la eleccin de un Dios que ignorase las divisiones de los pueblos.
Ahora bien, cuando pas<tmos del Evangelio de Jess al de Pablo, lo
primero que nos llama la atencin es que el Dios del Apstol no se contenta con recordar a Israel su sentimiento de la fidelidad: l mismo elige
soberanamente a los suyos y los elige en todas partes. Pero en principio
los elige. Ya hemos visto 3 cmo describe Apuleyo la av~!'.hlra de su
conversin al culto de una divinidad que lo retira de una vida licenciosa
y le asegura junto a s, en el otro mundo, una felicidad sin fin. En la
Epstola a los Glatas 4, el autor se precia de que su Evangelio no es de
orden humano, porque l lo recibi mediante una revelacin que le hizo
2
Gl. 1, 15-16.
167
Jesucristo en persona, cuando Dios, que lo haba predestinado, quiso hacerle s . mocer a su Hijo para que l lo anunciara a los gentiles.
Luego volveremos sobre las circunstancias, causas y carcter de esta
converswn. Por el momento nos interesa la idea que el autor de la
Epstola tiene al respecto. Transformado ahora en apstol del Cristo, predicador del Evangelio, de un Evangelio que no recibi ni aprendi de
nadie 5 , de una fe que fue una revelacin, Pablo no lleg espontneamente, por medio de estudio y bsqueda, por haber escuchado sin opinin
preconcebida a los que crean antes que l, a la fe que trataba de propagar. Incluso no quiso discutir al Cristo que se predicaba entonces;
habia conocido a la secta que s~ proclamaba de Jess, que lo crea
resucitado, Cristo junto a Dios. Haba juzgado que e'ita fe era contraria
a la que l mismo prof~saba como judo convencido; la combati con
ardor, como a una locura en oposicin con las creencias tradicionales del
pueblo judo; puso todo su celo en acosar a la comunidad de Damasco;
y de pronw se encontr convertido al cristianismo. Por medio de una
revelacin interior Dios le hizo conocer a su Hijo, y adems qu era
preciso creer, qu se deba anunciar a los gentiles. Pablo crey a la
visin que le deca que Jess, aquel al que persegua como falso Cristo,
era el Hijo de Dios, y el Apstol no sinti necesidad de buscar informacin acerca de ese Cristo entre aquellos cuya propaganda haba querido
reprimir; lo conoca, pensaba conocerlo plenamente por lo que su visin
le haba revelado acerca de ese Hijo de Dios. En seguida Pablo predic
en Arabia, despus en Damasco, sin duda a los paganos tanto como a los
judos, durante tres aos 6 Deca que su fe y su misin apostlica provenan directamente de Dios. Dios mismo o su Cristo lo haban llamado
a su fe y a la prctica, porque estaba predestinado a ello.
As pues, haba entrado en el cristianismo como en una religin de
misterio. En efecto, evidentemente, sin tener conciencia de ello, haba
abandonado el judasmo. Este pretendido fantico de la tradicin juda
abraz una fe que antes haba considerado, no sin cierta apariencia de
razn, poco conforme a esa misma tradicin. No la adopt tras verificar,
mediante un maduro examen, que antes se haba equivocado; la tom
-la fe lo tom a l- porque Jess le habl en una visin 7 No es as
como Jess haba entendido la fe del Evangelio, y tampoco por esta va
haba encontrado su vocacin. La fe en el reino prximo, tradicional en
su objeto, se ofreca por intermedio de su mensajero a la simple adhesin de las almas de buena voluntad; y Jess mismo haba obtenido esta
fe de la tradicin de su pueblo; la reaviv en su corazn, ciertamente,
pero no parece que la haya considerado como una visin que se le habra
Gl. I, 11-12.
Gl. I, 17. Es totalmente gratuito suponer que el tiempo pasado "en Arabia"
habra sido un tiempo de retiro, en el que Pablo habra permanecido inactivo.
7 Sobre la predestinacin y la vocacin en Apuleyo y en San Pablo cf. Reit
zenstein, H ellenist. M ysterienreligionen 1, 25, 99.
5
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impuesto, subyugndolo y revolucionando su pensamiento 8 Nada parecido o~urre tampoco con Juan Bautista ni con la tradicin de los profetas.
La corriente de una tradicin que era, en el fondo, el alma del pueblo
israelita inspir, puede decirse, a los profetas, a Juan Bautista, a Jess
mismo. Pablo pretende haber quedado repentinamente fuera de toda tradicin. Como nadie es tan independiente, se engaa a s mismo; pero no
se engaa al decir que ha renegado de la tradicin juda y que no depende
de la tradicin de los primeros apstoles de Cristo. No recibi de estas
tradiciones los elementos caractersticos de su fe, y la forma en que se
precia de haber sido atrado a ello est ms acorde con el judasmo que
con el Evangelio. Un judo no necesitaba predestinacin para el reino
de Dios: por su nacimiento, se era su destino natural. Para participar
en la promesa del Evangelio le bastaba creer en l y no precisaba un
llamado especial de la divinidad en una visin. Pablo pide una predestinacin, una vocacin especial, porque pertenecen a una economa de
salvacin fundada no sobre los principios nacionales de la eleccin de Israel
y del reino mesinico, sino sobre los principios universales de una eleccin por medio de la gracia y de una salvacin por la participacin
personal en un espritu divino.
Dejando de lado su v_ocacin apostlica, Pablo concibe la salvacin
de todos los cristianos en las mismas condiciones que la suya. "Sabemos
-escribe a los romanos- que Dios hace que todo resulte bien para
quienes lo aman, para los que son deliberadamente llamados. Pues a
los que conoci previamente los predestin a ser similares a la imagen
de su Hijo, para que ste sea primognito entre numerosos hermanos.
Ahora bien, a los que predestin tambin los llam, y a los que llam
tambin los justific, y a quienes justific, a sos, adems, los glorific" 9
8 Segn los relatos del bautismo, o por lo menos segn la idea que sugiri,\
en un principio la invencin de tales relatos, la idea de una consagracin mesinica
mediante la efusin del espritu divino, con revelacin del Mesas a s mismo en
una visin en que su vocacin mesinica se le habra manif ~stado por una palabra
de Dios, se habra pensado que el Cristo vena no para la fe del reino, sino para
cubrir su propio papel de Mesas. Pero los relatos del bautismo del Cristo recibieron la influencia de la concepcin del misterio cristiano (cf. st;pr. cap. VII, n. 25).
Las condiciones en que se form la conciencia mesinica de Jess escapan a la
historia. No pudo dejar de intervenir alguna forma de visin, probablemente del tipo
de las que determinaron la vocacin de los antiguos profetas, pero no la que describieron Marcos y los otros evangelistas.
9 Rom. VIII, 28. Veremos cmo la Providencia que predestina y llama se
opone, como una especie de fatalidad, a la fatalidad maligna que, en el pensamiento
de Pablo, resulta del pecado. Cu1iosa transposicin de la creencia antigua segn
la cual los paganos se jactaban de escapar mediante la proteccin de los dioses de miste
rios a la coaccin de la fatalidad. En Romanos, VIII, 29, la conformacin de los ele~i
dos a "imagen del Hijo de Dios" es el objeto final de la predestinacin y la Yocacin.
La imagen de que se trata es la forma divina del Cristo glorioso y la de sus elegidos
resucitados. Cf. 1 Cor. XV, 12, 20; II Cor. III, 18; Fil. III, 21. Pero II Cor. lii, 18.
muestra que la imagen divina est formada en el fiel desde esta vida, por una
especie de refraccin que se produce en l com" en un espejo, del Cristo mismo, "que
es espritu". Estas son concepciones anlogas a las de los misterios; a las que por
169
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supr. cit.).
16 Rom. I, 16. En la accin del espritu aparece la "virtud de Dios". Cf. I Cor.
I, 18; U, 4-5; II Cor. XIU, 4 (Rom. I, 4; Reitzenstein, 182, 185).
17
1.~
Rom. X, 12.
171
II
Este Dios universal, que toma a sus elegidos en todas las familias
humanas, como los dioses de los misterios, estableci tambin la salvacin
sobre el esquema comn de los misterios paganos. Un personaje divino
se encarga de realizarla, pues el Cristo de Pablo ya no es el de la primera comunidad. Sin duda el nombre perdura, y tambin la persona histrica de Jess, en un segundo plano dentro de la fe. Pero en qu se
convirti el profeta galileo que anunciaba el cercano reino y que deba
ser el rey de un Israel justo? Del reino celestial queda slo la perspectiva de un juicio final, pero de un juicio verdaderamente universal, al que
llegarn gentiles y judos, para que se recompense o castigue a unos y
otros segn sus mritos. El Israel justo se ha realizado ya en la sociedad
de los predestinados, en la Iglesia, que a partir de ahora tiende a sustituir
al reino futuro. Queda la preocupacin de la llegada de Cristo: Jess,
Mesas consagrado por su resurreccin, debe aparecer al final de los
tiempos -y este fin es siempre inminente- para reunir a su alrededor en
la gloria a los justos vivientes y a los justos resucitados 20 El cuadro
de la esperanza juda subsiste, pues, bastante ampliado, con la idea de
Cristo y de su parousa 21 Sin embargo nuestro autor comprende muy
bien que su Cristo no es ya el Mesas de los judos, que no es en absoluto
el de los primeros discpulos. Por eso prodiga tanto al Cristo que l
llama "el Cristo segn la carne", es decir, en el fondo, al Cristo que
realmente existi, que fue el maestro de los apstoles galileos, que pensaba llevar a cabo la esperanza de Israel, y al que Pablo considera venido
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El sistema se apoya en un sentimiento ms fuerte que todas las razones. Conviene recordarlo si queremos explicarnos los desvos de su
lgica y los argumentos sutiles, verdaderas escapatorias, juegos de palabras en que el autor se sorprende a s mismo, y que no son otra cosa que
repeticiones retorcidas, alambicadas, rahinizadas, de un postulado que no
discute, el postulado antijudo de su fe nueva: para ser salvado hasta
creer en Cristo salvador. El honesto Pedro, si oy esta argumentacin,
no habr comprendido nada, pero hubiera podido responder que los que
escucharon a Jess creyeron en l como Mesas, en el Evangelio y en el
reino celestial como en el cumplimiento de la esperanza de Israel; que la
salvacin de todo hombre por la fe en el Cristo nicamente, por la virtud
de su muerte y de su resurreccin, era algo inaudito teniendo en cuenta
la predicacin del Cristo mismo. Pedro hubiera podido decir esto, aparte
de Pedro otros hubieran podido decrselo a Pablo, pero Pablo tampoco
los hubiera comprendido. Con la ayuda de textos bblicos interpretados
en sentido contrario y oponindose arbitrariamente a la fe en la Ley,
como si el judo no tuviera su fe en Dios, autor de la Ley, les hubiese
repetido que la Ley por s misma no garantiza la salvacin de quien cuida
de observarla; la salvacin est solamente en Jesucristo; es superfluo
preocuparse por la Ley; los que creyeron en Jess proclamaron con ello
la insuficiencia y la inutilidad de la Ley para la salvacin; considerar
necesaria la observancia de la Ley es proclamar la insuficiencia y la inutilidad de la mediacin del Cristo, caer nuevamente en el judasmo despus de salir de l, y declararse prevaricador respecto de la Ley abandonada para seguir al Cristo; el cristiano est muerto en la Ley, por efecto
de la Ley que maldice a todos los que no la observan 43 ; de esta muerte
lo ha redimido el Cristo, a cuya pasin se ha vinculado; ha sufrido crucifuese necesario para su salvacin, confiesa que an es pecador, como lo son los
paganos, y hace del Cristo mismo o de la fe cristiana un principio de impureza o
de pecado. Del mismo modo, en el vers. 18, lo que Pablo ha "destruido" es la
obligacin para con la Ley; si la restablece, si, como Pedro, parece reconocer esta
obligacin, confiesa a la vez que se equivoc al declarar que la Ley no era obligatoria y al no someterse a ella. Cf. Lietzmann, 238-239.
43 Gl. III, 10; Rom. VII, 6. Es preciso comprender que el judo convertido
al cristianismo est muerto para la Ley, escapa a su dominio, por lo mismo que est
muerto -msticamente, en el bautismo- con el Cristo, que es su nico dueo en
su vida nueva. Es ms difcil discernir qu quiere significar cuando dice que el
fiel muere as "en virtud de la Ley" misma. Es porque la Ley al hacPr conocer
el pt<:ado hace sentir la necesidad de la gracia (segn Rom. VII, 7-23)? Ms bien
es porque la Ley condena a muerte a todos los pecadores, como lo hace con el crucificado (Gl. III, 13, aludiendo a Deut. XXI, 23). Se condena a muerte a todos
los vecadorcs junto con el Cristo crucificado, pero escapan a la muerte y a la Ley
con el Cristo resucitado. Se dira que el abogado de este Ristt>ma jm;ga con las
palahras, pero en realidad, aparentando argumentar, no hace otra eo~a que afirmar
su fe. El lector debe recordar que en esta discusin nos esforzamos por fijar
el sentido del misterio que predir,an las Epstolas, no por determinar la posicin
hist.rka de Pablo, que bien hubiera podido, como los apstoles de Antioqua, dispen,ar ele las observancias judas a los convertidos paganos, sin ensear la gnosis
,j, .la, Ep,tola,. 1d. <'a p.
YH, n. 21.
181
111
El fondo del cristianismo paulino est en las palabras: "No soy yo
quien vive, es Cristo que vive en m" 44 Y en estas palabras mismas aparece uno de los puntos esenciales que relacionan este cristianismo con los
misterios, diferencindolo del judasmo y del Evangelio predicado por Je
ss. El Evangelio era una promesa; el sentimiento de piedad que peda
y que inspiraba era la confianza. Aqu aparece un principio nuevo: la
idea de un espritu personal y, al mismo tiempo, comunicable, de una virtud divina que lleva un nombre, que es inmaterial pero de ninguna manera
abstracta, que se expande sin disiparse, que se multiplica sin debilitarse,
que se apodera de aquellos en quienes penetra y no se contenta con dominar su personalidad, sino que la sustituye, y est entera en todos y
hace que todos sean uno en ella y por ella. Este espritu, esta virtud no
son sino el Cristo inmortal, aquel al que Pablo entreg su fe; por esto
44
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Pablo dice que Cristo est en l; tambin por esto Pablo dice que la
comunidad de los creyentes es el cuerpo de Cristo 45
Un cristiano, al menos un cristiano perfecto, es un hombre "espiritual" 46 , y Pablo enumera inagotablemente los dones del espritu que
hacen al cristiano, que lo hacen Cristo. Ya nos dijo que no recibi su
Evangelio de ningn hombre, ni de Jess vivo, a quien no conoci, y a
quien no querra alegar si lo hubiese conocido, ni de los apstoles que
oyeron a Jess, y a quienes deja por lo que son, no otorgando por otra
parte ninguna importancia a sus pretensiones 4 7 Su Evangelio entr en
l con el espritu, se le revel por el espritu. No se trata de una tradicin, es una revelacin directa, revelacin de la cual el Cristo es el
objeto, pero tambin el autor, ya que es precisamente el Cristo espritu
quien ilumin a Pablo apoderndose de l. Gracias a su obra Pablo se
convirti en otro hombre, creyente y profeta, que vivi en Cristo y tuvo
al Cristo viviente en s, iluminado por el Cristo y poseedor dentro de s
mismo del secreto cristiano, gracias a Cristo.
Escuchmoslo hablando a los corintios: "En cuanto a m, hermanos,
cuando vine a vosotros no vine con afectacin de elocuencia o de sabidura a anunciaros el testimonio de Dios. Porque no pretendo saber entre
vosotros otra cosa que Jesucristo, y como crucificado" 48 Definicin
muy clara de lo que Pablo considera esencial en su Evangelio, en la revelacin que ha recibido, ya que l por "Jess crucificado" no entiende el
hecho brutal de la crucifixin, que no vio ni quiere testimoniar histricamente, sino la significacin que tuvo para la salvacin de los hombres
la crucifixin de Jess 49 -"Vine a vosotros -en lo que respecta a
las condiciones exteriores- en debilidad, temor y gran temblor, y mi
palabra y mi predicacin no se recomendaban con frases persuasivas de
la sabidura, sino con demostracin de espritu y de fuerza, para que
vuestra fe se basara no sobre la sabidura de los hombres, sino sobre la
virtud de Dios" 50 Pablo no quiso derrochar elocuencia, como se hara
para una doctrina humana e intereses humanos. Sin embargo haba una
virtud en su palabra, la virtud de Dios que haca comunicativa la fe del
predicador y que daba a su enseanza los caracteres extraordinarios por
los que se reconocen las manifestaciones del espritu. Por otra parte, el
4r.
so J Cor. U, R-5.
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tual que nos invade, producen los distintos charisrnata que nuestro autor
describe con complacencia, clasificndolos segn la utilidad que tienen
para la comunidad, o segn su relacin con la perfeccin moral del individuo y con su fin ltimo, la unin al Cristo en el tiempo y la participa
cin de su gloria en la eternidad.
La accin de este espritu multiforme podra compararse con la del
espritu sobre los profetas antiguos; pero sus analogas inmediatas son
con la mstica pagana. Ya no se trata, en efecto, de inspiraciones temporarias del Dios de Israel que amonesta a su pueblo a travs de enviados
escogidos, hacindole llegar por medio de ellos predicciones amenazantes
o consoladoras adecuadas a las circunstancias. En lugar de orientarse, as,
hacia afuera y hacia el grupo social, la obra del espritu concierne ahora
a los individuos que el espritu invade plenamente para regenerarlos, comunicarles una vida y facultades nuevas, sobrenaturales. Y la obra del
espritu comienza por una iluminacin interior que atae en primer lugar
al sujeto que la recibe, incluso cuando ese sujeto, como Pablo, est destinado a convertirse en instrumento del espritu para ensear a otros hombres. Este espritu no es especficamente proftico, es un espritu de alta
ciencia y sabidura profunda, es un espritu de gnosis y de misterio mediante el cual se llega a Dios 60
Un profeta jams hubiera escrito lo que escribi Pablo: "El espritu
penetra todo, incluso las profundidades de Dios. Pues qu hombre conoce las cosas del hombre, si no es el espritu del hombre" -su espritu
natural, su alma- "que est en l? Del mismo modo nadie conoce las
cosas de Dios, si no es el espritu de Dios. As, pues, no hemos recibido
el espritu de este mundo, sino el espritu que viene de Dios, para que
conozcamos aquello que nos ha otorgado -la economa de la redencin
por Cristo sigue siendo siempre el objeto esencial de la revelacin, el
fondo del misterio, lo que tom en realidad el lugar del reino de Dios
anunciado por Jess-; tambin nosotros decimos eso, no con las pa
labras que ensea la sabidura humana, sino con las que ensea el espri
tu, explicando a los espirituales lo espiritual 61, -es decir, comunicando
esta sabidura a quien es capaz de comprenderla-. El hombre natural 62
no percibe las cosas del espritu de Dios: para l son locura, y no puede
comprenderlas porque eso se juzga espiritualmente 63 El espiritual juzga
todo, y l mismo no es juzgado por nadie, pues quin conoce el espritu
del Seor para poder enser"arle? 64 Y nosotros, nosotros tenemos el es60 La gnosis completa es la del "perfecto", del "espiritual" que penetra las
profundidades de Dios; pero slo pertenece al que ama a Dios. La virtud evanglica
de la caridad se convierte as en nuestras Epstolas en la condicin de la gnosis
superior. Cf. 1 Cor. XIII, 1-2, 8-13, y Reitzenstein, 126-128.
61 1 Cor. 11, 10-13.
G2 Cf. supr. n. 46.
63 Al <juztx6~ le falta el "'ve.a divino ( vers. 12) mediante el que se disciernen y reconocen las cosas espirituales (supr. n. 60).
64 Cita (abreviada) de Is. XL, 13, segn los Setenta. Obsrvese cmo el autor
prueha pnr la EReritura que el espiritual no est sometido al juicio de nadie: el
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7 Cf. supr. n. 68. Hemos visto antes, n. 22, que la idea del "Seor" acusa
una influencia pagana, pero no especialmente la influencia de los misterios.
88 1 Cor. X, 18; Gl. VI, 16.
CAPTULO
IX
LA INICIACiN CRISTIANA 1
Religin de misterio, el cristianismo tiene sus ritos msticos, sus sm
bolos eficaces, sus sa~;ramentos, cuya presencia debe considerarse contra
dictoria con el principio de la justificacin por la fe, ya que, como en
los misterios, constituyen la forma natural y la expresin indispensable
de esa fe. Hemos visto antes que en los misterios se garantiza la salvacin
mediante una participacin ritual del iniciado en las pruebas, en los sufrimientos, en la muerte, luego en la resurreccin y triunfo de los dioses
que dan la inmortalidad. Lo mismo sucede en el misterio cristiano, en
que el bautismo de la primera comunidad, la ablucin purificante que
agrega al individuo a la comunidad de los fieles, se transforma en smbolo de muerte y resurreccin, sacramento de regeneracin espiritual, y otro
tanto ocurre con la particin del pan, que se convierte en memorial de la
pasin y medio de comunin con el Cristo inmortal.
1
"Todos vosotros -dice la Epstola a los Glatas, en un pasaje que
ya hemos citado- sois hijos de Dios por la fe en el Cristo Jess, pues
todos los que habis sido bautizados en el Cristo, os habis revestido del
Cristo" 2 Hay aqu, lo sabemos bien, expresiones de significacin concreta y substancial, que no podemos convertir en metforas osadas. El
cristiano es hijo de Dios porque vive en el Cristo y el Cristo vive en
l, porque el Cristo inmortal, el Cristo espritu, es como el elemento en
que el fiel est sumergido. Ahora bien, en el bautismo, al recibir la
ablucin ritual, el nefito hace profesin de ser en el Cristo (Lucio, em
pleando el lenguaje de Pablo, hubiera podido muy bien decir que estaba
bautizado en Isis), se reviste as del Cristo y penetra en la atmsfera
1 Vase Heitmueller, Taufe und Abendmahl in Urchristentum; J. Rville, Le~
origines de l'eucharistie, 1908; M. Goguel, L'eucharistie, des origines a lustin Martyr,
1910; Lietzmann, Messe und Herrenmahl, 1926; el artculo sobre Les origine~ de
la cene eucharistique, supr. cit., cap. VII, n. 26.
2 Gl. III, 26-27; supr. cit., cap. VIII, n. 15.
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divina que es el espritu del Cristo. Pablo agrega: "As como el cuerpo
es uno con muchos miembros, y como todos los miembros del cuerpo,
por numerosos que sean, son un solo cuerpo, as ocurre con el Cristo.
Porque todos cuantos somos hemos sido bautizados en un solo espritu
para ser un solo cuerpo, judos o helenos, esclavos o libres, y todos
hemos bebido de un solo espritu" 3
Sabemos ya que este cuerpo, constituido por la comunicacin de
un mismo espritu, el espritu del Cristo, a todos sus miembros, no es
otro que la Iglesia, cada comunidad de fieles, y la gran comunidad de
todos los cristianos. La Iglesia es como el modo visible o el cuerpo del es
pritu en que el hombre natural, que pertenece a la carne, no podra
entrar sino por la renovacin de su ser, por la infusin de una 'nueva
vida, dejando de ser l mismo para convertirse en otro, para ser un
nuevo Cristo y el Cristo en persona. "Ignoris" -dice la Epstola a los
romanos- que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jess
hemos sido bautizados en su muerte?" 4 Bautizados para ser en el Cristo,
lo hemos sido para morir con l, msticamente, es decir simblicamente,
virtualmente, en lo que respecta a nuestro ser anterior, en el bautismo
que se pareca a un entierro del cuerpo, del hombre natural. "Fuimos
sepultados pues con l por el bautismo para la muerte" -es decir, para
estar muertos en cuanto a nuestro ser carnal y pecador- "a fin de que,
tal como el Cristo resucit de los muertos por la gloria del Padre" -comunicada a l en sU resurreccin-, "marchemos tambin nosotros en
novedad de vida. Porque si hemos participado por imitacin en su muer
te, participaremos tambin en su resurreccin: sabiendo bien que nuestro
hombre viejo ha sido crucificado" -junto con Jess, que tena la carne
de pecado, nuestra carne, que sufri crucifixin con l, as como el peca
do que lleva en s-, "para que sea abolido el cuerpo del pecado, de modo
que no seamos ms esclavos del pecado. El muerto est absuelto de
pecado. Ya que hemos muerto con Cristo, creemos que viviremos tam
bin con l, sabiendo que Cristo, resucitado de los muertos, ya no muere,
(que) la muerte no tiene ya ms poder sobre l. Porque si ha muerto,
ha muerto de una vez por todas en el pecado; si vive, vive para Dios;
3 I Cor. XII, 1213. El cristiano es bautizado "en el espritu", y no solamente
en el agua (:vlarcos, I, 8; Juan, 1, 26, 31, 33; Hechos, I, 5; XI, 16). A causa de
su asociacin con el agua, se dijo que el espritu abrevaba tambin al creyente; sin
embargo I Cor. X, 4, permitira suponer una alusin a la eucarista (Lietzmann,
136).
4 Rom. VI, 3. Para comprender bien el desarrollo simblico que se relaciona
con este enunciado, hay que recordar que el bautismo de que se habla aqu es una
inmer;in completa, lo que permite asimilar al fiel bajo el agua a un hombre St'
pultado, r al fiel que sale del agua a un hombre que sale del sepulcro, al Cristo en
el moincnto de resucitar. Ser bautizado "en el Cristo" es la misma cosa que ser
bautizado "en nombre del Cristo" (c. I Cor. I, 13). Y la evocacin del nombre era
la pronunciacin de un vocablo; el nombre llevaba en s la virtud de lo que denominaba, y as quien reciba el bautismo en nombre de Jess, estaba bajo la influenda y la proteccin de su espr:~' Cf. Hcitmueller, 14; Reitzenstein, 17, 123, 179.
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modo los muertos reviven por qu se bautizan por ellos?" 7 Es totalmente superfluo preguntarse, como se ha hecho a menudo, si Pablo aprueba, tolera o se reserva la crtica de la prctica de que se trata 8 Si la
consideraba absurda, habra que decir que parece admitir este absurdo
para dar autoridad a aquello que cree verdadero. Por otra parte, no
quiere decir por cierto que los corintios escpticos admiten ellos mismos
implcitamente la resurreccin, pues quiere probar y no constatar una
creencia, y una observacin de esa ndole no probara nada. Segn las
apariencias del Apstol en persona, no ense positivamente la eficacia del
bautismo por los muertos, pero tampoco trata de rechazarla, ya que
sobre ella justamente funda su razonamiento: el bautismo sirve para algo;
pero desde el momento que se trata de muertos, no servira para nada si
no pudiera procurarles la resurreccin. La prueba es del mismo tipo de
la que aporta luego: por qu l mismo habra de preocuparse tanto si
no hubiera resurreccin futura? Sera ms prudente, dentro de esta hiptesis, llevar una vida alegre esperando el fin 9
As el bautismo es un verdadero sacramento, un smbolo mstico so
brenaturalmente eficaz. Es superfluo discutir acerca del modo y las condiciones de esta eficacia, pues el autor mismo no tiene ninguna idea de
este tipo de cuestiones, que tienen sentido para los telogos ociosos pero
no para un apstol. Sin embargo faltaba algo a este sacramento para
ser perfecto, para satisfacer las exigencias de la fe: un mito especial de
institucin. Pablo no sinti la necesidad de este mito o de lo contrario
hubiese tenido la visin necesaria para proverselo, como lo hizo para la
institucin eucarstica. Su preocupacin exclusiva por la muerte de Jess
le habr hecho encontrar suficiente la interpretacin de la inmersin bautismal como rito de sepultura cuyo prototipo sera la sepultura de Jess.
Quizs tambin saba perfectamente que la prctica del bautismo no era
una institucin de Jess, y la idea de que el Cristo lo hubiera instituido
formalmente no poda ofrecerse a su espritu.
Pero la relacin del bautismo con la sepultura del Cristo no era tan
perceptible como para que satisficiera a todos. Por ello se quiso tener
una escena, en la vida terrestre del Salvador, que sera como la inaugura
cin y la consagracwn del bautismo cristiano. A tal fin se concibi el
relato del bautismo del Cristo por Juan, como lo leemos en los tres pri7 1 Cor. XV, 29. La tradicin cristiana no retuvo la prctica de la cual
Pablo nos habla aqu. Pero Crisstomo (in h. loe.) dice que los marcionistas acostumbraban bautizar por procuracin a aquellos que moran catecmenos, y hay restos de costumbres similares por otra parte ( cf. Lietzmann, 152) . Sobre las costumbres rficas ver supr. pgs. 24-25.
8 La relacin con 1 Tes. V, 7, sugerida por Ciernen, 33, no parece fundada,
Cf. Heitmueller, 19.
9 1 Cor. XV, 30-32. Sabemos que la preocupacin por la salvacin de les
muertos hizo trabajar la imaginacin de los cristianos. Segn I Pedro, III, 19-20;
IY, 6, Jess habra ido a los infiernos a predicar el Evangelio a los muertos; segn
Hermas, Sim. IX, 16, 56, seran los apstoles quienes habran bautizado a los justos
difuntos despus de su muerte.
197
meros Evangelios 10 Que Jess haya ido o no junto a Juan para recibir
el bautismo de arrepentimiento con vistas al reino de los cielos, lo que los
evangelistas nos describen es el bautismo tpico, aquel en que el Cristo,
realizando en s mismo lo que luego debera llevar a cabo para los suyos,
fue el primero en recibir el bautismo del espritu en el agua del Jordn.
As, el primognito de Dios apareci sobre la tierra como primognito del
espritu, para que sus fieles, siguiendo su ejemplo, recibieran en la inmersin mstica el espritu que los convierte en hijos de Dios. El bautismo
cristiano, el rito del misterio, habra sustituido al rito judo, pese a que
Jess pareci presentarse para recibir slo ste. Por otra parte Cristo el
resucitado, en Mateo y en el final deuterocannico de Marcos, prescribe
formalmente que se confiera el bautismo 11
El cuarto Evangelio proclama en trminos expresos la necesidad del
bautismo para la salvacin: "Aquel que no ha nacido del agua y del espritu, no puede entrar en el reino de Dios" 12 Para representar los bienes
espirituales que llegan al hombre por el Cristo, simbolizar los dos sacramentos cristianos, bautismo y eucarista, en el agua y en la sangre que
brotan del costado de Cristo por el lanzazo del soldado 13 Y el autor de
la Primera Epstola de San Juan dar la frmula sistemtica del mito
cristiano: "Es l quien vino por el agua y por la sangre, Jesucristo; no
en el agua solamente, sino en el agua y en la sangre. Y es el espritu
quien da testimonio, porque el espritu es verdad. Pues tres son los que
dan testimonio, el espritu, el agua y la sangre, y los tres son uno" 14
Sera errneo considerar un galimatas este lenguaje de misterio, que
expresa verdaderamente la quintaesencia del misterio cristiano. Cristo,
Hijo de Dios encarnado, se manifest en la Tierra por el agua y en el
agua cuando recibi el bautismo; se manifest por la sangre y en la san10 Marcos, 1, 9-11; Mateo, 111, 13-17; Lucas, 111, 21-22. Cf. L'v. selon
Marc, 60-62; La lgende de Jess, 404-405; L'v. selon Luc, 142-143. El sentido
de Juan, 1, 32-34, es el mismo en el fondo, aunque el evangelista se abstiene t.! e
narrar el bautismo, corno si quisiera evitar decir que el Cristo fue bautizado por
su precursor. No tiene carcter de dato histrico lo que este mismo Evangelio (111,
22; IV, 1-2) dice de los bautismos que Jess en persona habra administrado cuando
predicaba. Cf. Le quatrieme vangile, 121-124, 169-170, 176-177.
11 Mateo, XXVIII, 19; Marcos, XVI, 16.
12 Juan, 111, 5. El discurso a Nicoderno contiene la teora mstica del bautismo
cristiano: nuevo nacimiento, y desde lo alto, por el espritu. Cf. Bauer, J ohannes,
1912, 33-34.
13 Juan, XIX, 34. El carcter simblico de este rasgo no ofrece duda. El
evangelista quiso significar el nacimiento de la Iglesia, al modo de la creacin de la
primera rnuj er, en y por los sacramentos de la iniciacin cristiana; muestra abierta,
en el costado de Cristo (como lo anunciara, VII, 38; ver Le quatrieme vangile,
271-:~73, 492), la fuente de la vida eterna. La sangre representa la eucarista, la
vida eterna que el cristianismo bebe en el sacramento conmemorativo del amor y
de la muerte del Cristo (Juan, VI, 35, 50-51, 53-58); y el agua representa el
bautismo, el sacramento de la regeneracin por el agua y el espritu (Juan, 111, 5).
Cf. Bauer, 176.
14
35, quiere poner de relieve; pero ese testimonio era un testimonio "espiritual".
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lG
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el agua que surge de la piedra para calmar su sed y que jams, segn Pablo, les falt, como tampoco el man, porque llevaban la piedra consigo,
se convierten en los elementos de una eucarista de la que se dice tambin
que el Cristo es no slo el ordenador sino la substancia mstica. El
apstol se representa pues estos viejos milagros como los sacramentos que
eran el smbolo de aquellos en que se funda la economa verdadera y
definitiva de la salvacin por el Cristo. Acepta as la nocin del sacramento eficaz, y podemos decir incluso que est totalmente penetrado de
ella. Pero rechaza la idea del sacramento mgico, que podra asegurar
la salvacin de un indigno. Tal como los israelitas perecieron en el desierto por su desobediencia y no vieron el efecto de las promesas divinas,
un cristiano regenerado por el bautismo y aspirante a la resurreccin
dichosa, pierde su privilegio y queda abandonado a la suerte de los infieles si cae otra vez voluntariamente y se obstina en el pecado 20
11
Se dice que Pablo, a causa de los desrdenes que se producan en las
reuniones, debi recordar a los fieles de Corinto su doctrina sobre la
eucarista. "Cuando os reuns en el mismo lugar no es posible hacer una
comida del Seor" 21 As la comida de comunidad se presenta como
una "comida del Seor", tal como el domingo es su da, y lo fue antes
que Pablo lo constituyera para la conmemoracin especial de la muerte
del Cristo en la cruz 22 "Pues cada uno (que puede) toma antes su propia
comida; y ocurre que no est hambriento y el otro est ebrio" 23 , pero
que no hay esa comunidad de comida que constituye esencialmente la cena
del Seor, tal como existe desde que se predica el Cristo resucitado. "No
tenis, pues, casas (vuestras) para comer y beber (all) ? O bien menospreciis la comunidad de Dios y avergonzis a los que nada tienen? Qu
os dir? Es preciso que os alabe? En esto no alabo" 24
''Porque yo mismo recib del Seor, y a mi vez os lo he enseado,
que el Seor Jess, en la noche en que fue entregado" a sus enemigos, a
los que deban condenarlo a muerte; y si el Apstol pens en los autores
de la traicin, en los que entregaron a Jess, no tuvo en mente a Judas
o a los sacerdotes, ni a D.os mismo que hubiese abandonado a su Hijo a
la muerte, sino ms bien a los "soberanos de este mundo", que segn
l "crucificaron al Seor de la gloria" 25 , "tom el pan y, despus de dar
gracias, lo parti y dijo: 'ste es mi cuerpo, que (es) para vosotros.
Haced esto en recuerdo de m'. Y del mismo modo la copa, despus cle
20
~1
~~
~"
~4
~
I Cor. XL 22.
1 l.or. IJ, 8, snpr. cit., cap. VUI. n. 54.
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travs
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elem~ntos
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1 Cor. X, 19.
aqu absolutamente prohibida por un motivo religioso que se relaciona con la nocin
del misterio cristiano. Pero la instruccin (X, 1-22) que nos da este precepto se
encuentra enclavada en otra leccin (VIII, 1-13; X, 23-XI, 1) que muestra en su
concepcin un espritu distinto: all se prohbe unirse a las comidas de sacrificio,
porque los creyentes de conciencia dbil podran encontrar en tal ejemplo ocasin
de cada; por otra parte, puede comprarse carne en el mercado sin informarse si
proviene de sacrificio; se puede, convidado en casa de un pagano, comer de todo
lo que se ofrezca, excepto si se indica que un alimento proviene de una oblacin
sacrificial y, aun en ese caso, hay que abstenerse a causa del escndalo. Estos preceptos de buen sentido no estn en contradiccin expresa con la otra instruccin,
pero no es creble que se hayan dado al mismo tiempo, ni es probable que emanen
del mismo autor. Se puede sospechar que la leccin aparentemente ms liberal
sea la ms antigua; pero tampoco es seguro que la instruccin mstica venga de
Pablo.
2{)8
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1 f.nr. VI.
1~17.
209
III
Hemos visto anteriormente 48 que el cuarto Evangelio y la primera
Epstola de Juan establecen la misma relacin entre el bautismo y la
eucarista. Se puede decir que el Evangelio se propone impartir una
enseanza acerca de la cena eucarstica, y la desarrolla relacionndola con
el milagro de la multiplicacin de los panes, presentado no sin razn como
el prototipo de la cena, de la que se convierte en el mito de institucin 49
Tan lejos est, en efecto, el misticismo de Juan de excluir la preocupacin
por el rito, y el evangelista de haberse preocupado solamente por ajustar
de cualquier modo a su propia teologa una interpretacin idealista de la
prctica que ya se haba convertido en tradicin dentro de las comunidades 50 Lo que induce a error a ciertos exegetas es la falta aparente de
un relato de institucin eucarstica tal como el de los Evangelios Sinpticos. Pero tal como en los cuatro Evangelios el bautismo de Jess es el
prototipo del bautismo cristiano, el hecho mstico que inaugur este bautismo, as en el Evangelio de Juan el relato de la multiplicacin de los
panes, que parece ser el mito ms antiguo de institucin eucarstica 5 1,
anterior a la difusin del que prevaleci por la visin y la enseanza de
Pablo, es el prototipo de la eucarista, el hecho mstico que inaugur la
cena cristiana. Y no contento con inaugurarla as, el Cristo de Juan, en
un largo discurso que no se relaciona con el milagro como una especie de
comentario, formula una teora del sacramento. Nada est ms acorde
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211
para la vida del mundo'' 57, hace entender claramente que su muerte es la
condicin del presente que ofrece. Pues el evangelista no quiere mostrar,
ni siquiera en imagen, a los fieles comiendo la carne y bebiendo la sangre del Cristo fsicamente vivo. Comer la carne y beber la sangre de
Cristo implica su muerte, tal como lo implica en Pablo y en los tres primeros Evangelios la presentacin del pan y del vino, con las palabras:
"ste es mi cuerpo", "sta es mi sangre". Sin embargo la muerte de
Jess, aunque sacrificio voluntario y agradable a Dios, no se entiende
aqu como sacrificio propiamente expiatorio. Es siempre un sacrificio, un
acto directamente coordinado con la gloria de Dios y con la salvacin
de los hombres, el acto mediante el cual el Verbo encarnado, crucificado
y glorificado, se pudo entregar realmente a los creyentes como garanta y
principio de inmortalid,;.:;, La cena no es por s misma e;;:e sacrificio, sino
que es la comida de comunin, indefinidamente renovada, que se relaciona
con la consagracin que el Cristo hizo de s mismo a su Padre a travs
de su muerte 58
En el fondo la ltima cena del Cristo, en el cuarto Evangelio 59 ,
donde no se habla de la institucin eucarstica, est ms llena que en los
Sinpticos del pensamiento de la cena cristiana y su relacin esencial con
la muerte del Cristo. Si se examina el conjunto de relatos y discursos
que le conciernen, no se puede dejar de pensar que el evangelista quiso
imaginar en la representacin de esta comida el gape, la comida de
fraternidad que es todava en su tiempo la cena eucarstica, con la plenitud de significaci-1. mi3tica y moral que lleva consigo. La descripcin
simblica del lavado de pies 60 contribuye a esta enseanza; la leccin
de caridad 61 tiene all su lugar natural y la oracin del captulo XVII
es una verdadera plegaria eucarstica, imitada de la costumbre cristiana 62 ,
cuyo modelo tpico se cree que es. N o hay ya accin de gracias sobre el
pan y el vino, sobre los bienes de la tierra, sino accin de gracias por
los bienes espirituales, por los dones de Dios en el plano de la salvacin,
como conviene al sacramento cristiano. Jess mismo habla de ello como
sacerdote soberano, que se ha consagrado a su obra, a la salvacin de los
predestinados, aceptando la muerte. Hay all mucho ms que un relato
de institucin; est el misterio mismo, celebrado y comentado con anticipacin, y el Cristo aparece como exegeta y como fundador de la cena
mstica.
La doctrina de Juan acerca de los sacramentos est en armona perJuan, VI, 51. Parfrasis de Juan de la frmula paulina: "ste (1'1 pan)
que es para vosotros". Sobre cote versculo y los siguien!('~ v~asc
Le quatrihne mngile, 241.
~.s Juan, X\ II, 19. Cf. Bauer, 157; Le qu.atrieme vangile, 4,18.
5 Juan, Xlll-XVII.
Gu Juan, XIII. 1-20. Cf. Le quatrieme vangile, 382-394; Bauer, 129-130. Al
bautismo y la eucarista se alude al mismo tiempo en el vers. 10.
57
es mi
l
r.~
cu~rpo,
quatri,~me
vangile, 440-451.
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CAPTULO
LA CONVERSiN DE PABLO
Y EL NACIMIENTO DEL CRISTIANISMO 1
Acabamos de ver cmo se injert el misterio cristiano sobre el Evangelio de Jess y de sus primeros fieles. Es ms difcil captar cmo se
form el misterio en el espritu y el alma de quienes lo construyeron.
}'ablo (o la literatura que nos ha llegado bajo su nombre) es para nosotros el tipo representativo de esos grandes artesanos, ya que desconocemos casi completamente a sus colaboradores y, en gran parte, hasta la
vida ntima de las primeras comunidades entre los aos 60 y 140. Pero
estos testigos heroicos no eran hombres que se autoanalizaran para dar
ejemplo edificante a la posteridad. Pablo no nos habla de s mismo, ni
sus Epstolas nos hablan de l para describir su pasado, su evolucin
religiosa y el trabajo de su pensamiento desde la poca de su juventud
hasta los tiempos en que organizaba sus comunidades de Asia menor y de
Grecia y se preparaba a llevar su apostolado a Occidente. Por otra parte,
el relato de sus misiones en los Hechos, por slido que sea en su ncleo
esencial, nos informa bastante mal acerca de su predicacin y menos todava acerca de la dinmica interna de su pensamiento. El relato de su
conversin, aun cuando su historicidad no fuera dudosa, no tiene nada
de estudio psicolgico: es un puro milagro cuyos antecedentes desconocemos 2 Debemos investigar pues, si es posible, las circunstancias de
1 Recientes estudios sobre la vida de Pablo y sobre su convers10n: C. Ciernen,
Paulus, sein Leben und Wirken, 1904; A. Deissmann, Paulus, Ein kultur und reli
gionsgeschichtliche Skizze, 1911; P. Gardner, T he religious experience o/ Saint
Paul, 1911; H. Boehlig, Die Geisteskultur von Tarsos im augusteischen Zeitalter,
mit Bercksichtigung der paulinischen Schriften, 1913; W. Heitmueller, Zum Pro
blem Paulus und Jesus, en "Zeitschrift fr die neutestamentliche Wissenschaft",
XIII, 1912, IV, 320-337; C. G. Montefiore, ]udaism and Saint Pan!, 1914; J. Weiss,
Das Urchristentum, 1914; C. H. Watkins, Ver Kampf des Paulus um Galatien, 1913;
J. Wellhausen, Kritische Analyse der Apostelgeschichte, 1914. Todos estos autoreo
admiten la autenticidad sustancial de las principales Epstolas. La obra reciente
de Delafosse se ha considerado ms arriba, cap. VIII, n. l.
2 Sobre la crtica de los Hechos, ver Norden, Agnostos Theos; E. Preuschen,
Die Apostelgeschichte, 1912; Heitmller y Wellhausen, supr. n. l, nuestro comentario, Les Actes des Apotres, 1920.
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esta convers10n, y tratar de ver en los documentos que con ella se relacionan cmo naci y creci la fe del misterio cristiano en los convertidos que se proclamaban adeptos a Jess, y, por ltimo, cmo los que se
supondran depositarios de la autntica tradicin del Evangelio no pudieron rechazar enrgicamente el misterio, y qu gan el Evangelio convirtindose en misterio. Pero aqu, como en los captulos anteriores, una
buena parte de lo que diremos acerca de Pablo se trasladar a los cristianos de las generaciones siguientes, que en todos los aspectos acabaron
su obra.
1
"Si algn otro cree poder afirmarse en la carne" -escriba Pablo a
los filipenses con respecto a sus adversarios judaizantes que s se prevalan de "la carne", es decir de su origen israelita y de las ventajas que
suponan relacionadas con l-, "yo bien podra hacerlo ms: circuncidado
al octavo da; israelita de raza" -que era el caso de todos los circuncisos-; "de la tribu de Benjamn, hebreo nacido de hebreos; fariseo en
cuanto a la observacin de la Ley; en cuanto a celo, perseguidor de la
Iglesia; con respecto a la j nsticia que es, segn la Ley, de vida irreprochable. Pero lo que era provechoso para m, por el Cristo lo consider
una prdida. Y an considero todo como una prdida, con relacin al bien
eminente del conocimiento de Cristo Jess, mi Seor, por quien todo lo
he perdido, considerndolo como basura, para ganar al Cristo y ser
hallado en l, provisto no de una justicia ma, que vendra de la Ley, sino
de la justicia que (se obtiene) por la fe, la justicia que viene de Dios
por la fe; para conocerlo" -no slo de un modo especulativo, sino tambin experimentalmente-, "a l (Cristo) y la virtud de su resurreccin,
as como la comunin con sus sufrimientos, conformado a l en su muerte,
para llegar, si puedo, a la resurreccin de entre los muertos" 3
La Epstola a los Glatas dice lo mismo con respecto a una idea
judaizante divulgada contra la que polemiza tambin la Epstola a los
Filipenses: "Si quisiera an agradar a los hombres" -forma delicada de
designar a los que se oponen al autor, los hombres de quienes dir que no
les debe su Evangelio, y por consiguiente los antiguos apstoles-, "no sera y a (verdaderamente) servidor del Cristo. Pues os declaro, hermanos,
que el Evangelio por m predicado no es asunto de hombre". No es una
3 Fil. III, 511. Se puede dudar que Pablo, recordando su pasado de fariseo
(v. 6), haya querido marcar el cambio que debi operarse en l para reconocer que
Dios se haba revelado a las gentes del pueblo, galileos pecadores (Dibelius, 59).
El Pablo que habla aqu no insiste jams sobre esa maravilla y no cree que los apstoles galileos hayan comprendido tan bien el Evangelio. Lo que quiere significar es
ms bien la transformacin del celador de la Ley en predicador de la salvacin
por la fe sin la intervencin de la Ley. Ntese cmo insiste en todo este pasaje
en la fe y el conocimiento mstico, la rvwat ~ No piensa en destacar a los que conocieron a Cristo "segn carne".
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cisin a los paganos COI'I'ertidos; pero los "notables" no tuvieron esta exigencia con
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Tito, y que han hecho con l una especie de acuerdo. Dios, cuya virtud se ha mani
festado suscitando y sosteniendo el apostolado de Pedro entre los circuncisos, tam-
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cado en Hechos, XV, 36-41, habr determinado la separacin de los dos apstole.>.
Vase l,es Actes des Aptres, fi07-614.
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contradeca a s mismo, despus de evangelizar a los paganos en las mismas condiciones que Pablo.
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consecuencias, en Hechos, VII, 58, VIII, 3. Tambin en IX, 1-2, el mensaje pedido
al gran sacerdote parece un prembulo artificialmente ubicado antes del relato de
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II
Entre las cualidades espirituales que se deben reconocer a Pablo y a los
grandes adeptos de la fe cristiana durante el perodo heroico de su fundacin,
hay que poner en primer plano una aptitud singular para apropiarse de
las ideas que combatan. Por otra parte podemos creer a Pablo cuando
se jacta de haber sido celoso entre los celosos de las tradiciones naciona
les. Haya frecuentado o no las escuelas de Jerusaln 24, recibi la forCf. Heitmller, 326.
Hemos visto que para los sucesos anteriores a la converswn el testimonio
de los Hechos es lo menos seguro posible. Lo que leemos all acerca de las relaciones
de Pablo con Gamaliel est dentro de un discurso que muy probablemente perte
nezca al ltimo redactor; el Apstol cuenta all sus antecedentes como los compren
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macwn rabnica y est penetrado a fondo por ella. De all viene su lgica extraa, sutil, embrollada, verbal, tal como su mtodo de exgesis, que
sigue siendo el mismo cuando interpreta las Escrituras en favor del cris
tianismo y contra el judasmo legal. Sus conocimientos literarios casi
no van ms all de las Escrituras, que es probablemente el nico libro
que se dedic a estudiar 2 ;;; Pablo no debe haber odo a otros maestros
excepto los doctores de la Ley, sea pesando gravemente huevos de mosca
en balanzas de tela de araa, o bien discutiendo los problemas ms serios
de la teologa y la moral bajo la misma forma de argumentacin escols
tica, de tal modo que tenan el aire de otorgar gran importancia a las
frusleras y muy poca en cambio a los problemas capitales, muy ansioo;;oo;;
de la verdad, en el fondo, y a veces mucho ms accesibles a las ideas de
afuera de lo que se podra suponer a primera vista por el particularismo
de su existencia y su lenguaje.
Es que el judasmo de esa poca se abra al proselitismo, y no poda
ganar a los paganos sin hablarles, sin discutir sus ideas, sin tomar algo
de ellas. Pablo no haba nacido en Palestina sino en Tarso 26 , donde
creci y debe haber pasado casi todos los aos anteriores a su conversin.
Naci pues en un pas pagano, en un medio de sincretismo religioso. Sobre el viejo culto nacional, emparentado con las antiguas religiones de
Siria y Asia Menor, se haban injertado las divinidades helnicas, y tam
bin se introdujeron otros cultos orientales, especialmente el de Mitra,
uno de cuyos centros principales era la Cilicia, a principios del Imperio
Romano 27 Jams se dio tiempo Pablo para observar qu impresiones
producan esas religiones paganas sobre su espritu, y no lo dice en
de ese hagigrafo, y liega a recordar al gran sacerdote y a sus auxiliares la famosa
comisin que habra recibido, de perseguir a los fieles de Damasco, como si el mismo
gran sacerdote y los mismos asesores estuviesen todava all para dar testimonio de
ello (Hechos, XXII, 1-5). El mismo redactor que hace que Pablo asista al martirio
de Esteban siendo "joven", bien pudo hacerlo del mismo modo discpulo de un
rabino clebre, en esa misma ciudad de Jerusaln, sin tener ningn dato, tal como
pone en boca de Gamaliel mismo un discurso referido a los comienzos de la predicacin apostlica, cuya existencia y contenido slo pudo conjeturar (Hechos, V, 34-39).
El redactor atribuye a Gamaliel el discurw que, segn su parecer, deba ser en e~a
circunstancia el de un judo prudente y piadoso, tal como en caso anlogo atribuir
a Galin las ideas que juzga convenientes para un magistrado pagano, arbitrando con
toda equidad y sabidura poltica las querellas entre judos y cristianos (Hechos,
XVIII, 14-15; cf. Les Actes des Apotres, 284-292, 700-703, 811-819).
25 Cf. Deissman, Paulus, 38-39, 69, en que Pablo recibe el nombre de "un
piadoso judo de la Biblia de los Setenta". Ha ledo el libro de la Sabidura, si es
l quien lo ha utilizado en la Epstola a los Romanvs (ver sobre todo Sab. XII,
27 -XIII, 9 y Ro m. 1, 18-28). Cf. N orden, 128, n. 1; Ciernen, Paulus, II, 69.
26 Sobre Tarso vase especialmente Boelig, supr. cit.
27 Cumont, Mysteres de Mithra, 28. Ciernen, Einfluss, 11, dice que es simple
mente posible haya tenido un lugar de culto en Tarsos en tiempos de Pablo. Pero
importa poco que haya existido un mithreum en la campaa vecina a Tarsos, a una
legua o a cuatro. Ni las doctrinas generales de la religin persa, ni Ormazd, ni Mitra,
ni la existencia de sus misterios se desconocan en Tarsos en poca de Pablo.
Cf. Boehlig, 90-93.
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ningn lugar. Su orgullo de judo lo dispensaba de prestar gran atencin a esto; no estuvo tentado de observarlas por un sentimiento de curiosidad; tampoco debi estudiarlas; por cierto que hubiera tenido escr
pulos de leer sus textos rituales, si hubieran existido 28 Pero como los
dems judos de su tiempo, en especial los de la dispersin, conoca el
paganismo por la costumbre comn de la vida y por la frecuentacin de
los paganos. Apstol del judasmo antes de serlo del Cristo, Pablo conoci del paganismo circundante lo que pudo captar en sus relaciones con
los paganos y discutiendo con ellos. Debe haber conocido sobre todo el
espritu, y de l se haba impregnado sin darse cuenta.
Hasta estos ltimos tiempos muchos crticos protestantes han considerado la conversin de Pablo como el caso de un telogo ortodoxo de
los ms intransigentes, que por la fuerza de sus experiencias ntimas se
convirti en liberal descubriendo que la nica garanta de salvacin estaba en la fe, en la bondad de Dios, que haba revelado la misin del Cristo; slo que en lugar de tener directamente confianza en esta bondad,
como exhortaba el Evangelio de Jess, Pablo habra concebido, bajo la
influencia de ideas que la mayora de los crticos aludidos se niegan an
a considerar extraas a la tradicin juda anterior, su sistema de la
justificacin por la fe en el Cristo, muerto y resucitado para la salvacin
de los hombres. Pero el tipo de evolucin que se manifiesta en las
Epstolas es de otro carcter. Se ha considerado como resultado de largas
observaciones psicolgicas lo que dice la Epstola a los Romanos, por
ejemplo, referente al reino del pecado en la carne y la incapacidad congnita para hacer el bien, de la que el hombre se salva por la gracia de
Dios en el Cristo Jess 29 No se ha advertido que estas pretendidas
experiencias son parte integrante de un sistema teolgico al que se asign
poco valor, y que, en la medida en que corresponden a una realidad,
debera reconocerse que esas experiencias sufrieron en cierto modo la
influencia de creencias anteriores y se amoldaron, por decirlo as, a una
tradicin religiosa; se ha hecho de Pablo un alma inquieta a la manera
de Lutero, y que habra encontrado la paz en las mismas condiciones 30
La conjetura -pues es slo una hiptesis- parece enteramente gratuita. Pablo jams declara que no se halle a su gusto bajo la Ley, que
tenga angustias de conciencia antes de convertirse, que haya juzgado
insuficiente la garanta de salvacin que le ofreca la fe de los fariseos,
esa fe que era la misma fe de Jess, pues esperaba de la bondad de Dios
28 Segn Reitzenstein, 59, 209, Pablo habra ledo e incluso estudiado literatura religiosa del mundo helenstico. En varios lugares sus Epstolas hablan esa
lengua; pex<o para ello no era preciso leer esos libros, y muy raramente se puede
entrever all el conocimiento especial de algn culto pagano. No es fcil imaginarse
a Pablo leyendo libros paganos para llenar las necesidades de su apostolado. Incluso
los primeros apologistas parecen poco versados en la lituraetura religiosa del paganismo.
29 Rom. VII.
so La observacin es de Wrede, Paulus, y todava no acab de asombrar a los
telogos de la Reforma (cf. Gardner, 28).
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ga~e
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cwn universal, y cuya muerte misma, seguida de resurreccin, testimoniaba que era dueo de la inmortalidad para todos los hombres 47
Estos primeros telogos del cristianismo se internaron en el paganismo en la medida en que lo permitan la constitucin de su espritu y
los antecedentes de su pensamiento. Crean estar firmes sobre la roca del
monotesmo judo, y as era; pensaban que haban interpretado en su
verdadero sentido la esperanza israelita y las promesas profticas; se imaginaban estar trabajando siempre en el reclutamiento del verdadero Israel,
aunque persiguiendo a la vez la conversin del gnero humano. No hubieran podido seguir adelante sin afectar ya sea a la doctrina del Dios
nico, o a la unicidad de su revelacin, o bien al papel nico del Cristo.
El sincretismo gnstico pudo sobrepasarlos, pero porque su religin no
es realmente sincretista; no se construy deliberadamente con elementos
de diversa procede:P-cia, ni para concordar en principio y en el fondo con
otras religiones, como sucedi en los cultos paganos. Mantienen para la
revelacin cristiana la trascendencia que el judasmo atribua a la revelacin mosaica. La interpretacin que dieron al papel de Jess les permiti trasladar el judasmo convirtindolo en un misterio de salvacin universal. Pero este misterio sigue siendo nico en su gnero, como pretenda
serlo el judasmo entre todas las religiones nacionales. Ningn elemento
extrao entr tal cual en la concepcin cristiana, sino que se haba efectuado poco a poco una elaboracin de la concepcin cristiana primitiva
segn la analoga de las concepciones paganas, y esta concepcin se defini en su espritu, proveyendo as al Evangelio de la forma que necesitaba para poder esparcirse y arraigar en el mundo grecorromano.
Est claro que lreneo, Orgenes, Atanasia, Agustn y otros como ellos
se dedicaron a sistematizar una doctrina que en su principio no tuvo un
equilibrio lgico ni una firmeza de detalles que jams adquiri totalmente. Slo se perfeccion y complet a travs de la experiencia, las
coincidencias, los obstculos. En la forma que esta doctrina afecta en
las principales Epstolas, se desarrolla en visible contraste con el judasmo y en oposicin con los cristianos judaizantes. El contraste con el
judasmo farisaico existi necesariamente desde el comienzo; luego se
afirm ms enrgicamente cuando Pablo debi defender los principio~
reguladores de su apostolado contra los que no queran or hablar de un
cristianismo no judo. Frente a stos, y tambin por una adaptacin
necesaria a la mentalidad comn del mundo mediterrneo, el principio
de salvacin por la fe en el Cristo se defini como una teora de la
justificacin por la fe sin las obras de la Ley; por otra parte, el xito
de la propaganda evanglica entre los paganos no pudo menos que favorecer la asimilacin del cristianismo a los misterios, e inducir a Pablo, o
47 Delafosse (supr. cit. cap. VIII, n. 1) no ha demostrado que la gnosis de
salvacin desarrollada en las Epstolas sea en realidad la de Marcin; en efecto,
Marcin slo pudo adaptarla a su sistema por medio de artificios de exgesis, que
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El movimiento cristiano posea una intensa vitalidad. Los progresos
<'onsiderables que realiz en poco tiempo prueban que el terreno estaba
preparado para l y que supo responder a las necesidades del momento.
El judasmo le proporcion desde el comienzo un cuerpo de misioneros
ardientes, que podan ser de tendencias muy distintas, y a menudo disputar vivamente, sin llegar a dividirse por eso ni considerarse como ~ervi
dores de causas distintas 48 Esto ocurra porque el judasmo albergaba
ya en s estas tendencias y lograba sin embargo mantener su unidad en
la fe en su DiGs, en su destino. La obra evanglica se continu igual
mientras subsisti Jerusaln, sin que estallara un cisma propiamente dicho entre los judaizantes extremistas, agrupados alrededor de Santiago, y
los helenizantes decididos, entre los que Pablo es el ms activo. Pablo
nos dice que regularmente enviaba subsidios a los santos "pobres" de
Jerusaln 49 ; hizo para ellos colectas mientras predicaba libremente en el
mundo pagano 50 ; l mismo volvi a Jerusaln despus de su gran gira
de predicacin por las ciudades de Asia Menor, Macedonia y Acaya, y
Santiago y los ancianos de la comunidad lo recibieron 51 Se pasaba por
encima de las divergencias, los rozamientos, incluso los procedimientos
enojosos, "siempre que el Cristo fuera predicado". Ni unos ni otros advertan la escisin radical que, por la fuerza de los principios y de las
cosas, iba a surgir en poco tiempo entre el judasmo envejecido y el
cristianismo naciente, a tal punto que el judeocristianismo, es decir en
el fondo el cristianismo de Jess, sera tachado de hertico por el cristianismo helenizante, que finalmente subsistira slo con una nica relacin con el judasmo: su origen.
Esta flexibilidad, al menos aparente y provisoria, del cristianismo primitivo, proviene de que naci no como una secta fundada por un jefe
48 Vase, por ejemplo, lo que Pablo dice en Fil. 1, 15-18. Un hecho es, por
otra parte, ms significativo que todas las declaraciones: Pablo jams rompi totalmente con la comunidad de Jerusaln, ni sta con l.
49 Gl. 11, 10.
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de escuela sobre una doctrina fija, sino como una poderosa corriente de
esperanza religiosa que, fundada por Jess Nazareno, se concentr en su
nombre y se propag entre los gentiles bajo este mismo nombre, cada vez
ms engrandecido. Jess haba encarnado por un momento, y continu
encarnando para algunos fieles, la esperanza juda; luego encarn tam
bin la esperanza de esos israelitas de espritu amplio que tendan, como
Filn de Alejandra, a ver en el monotesmo judo, sanamente comprendido, una revelacin de sabidura para todos los pueblos; tambin represent como Seor y Salvador crucificado la esperanza de todas las
almas que esperaban de la bondad divina una garanta segura de perdn
y de inmortalidad. Todo esto se produjo rpida, espontneamente; y en
las primeras efervescencias de este desbordamiento de fe, las discordancias no provocaban inmediatamente una contradiccin violenta con la
excomunin definitiva.
Se poda ver en esos tiempos a un Apolos 52 , judo de raza, alejandrino de origen, "hombre elocuente", dicen los Hechos, "y muy conocedor de las Escrituras", que llegaba a feso y predicaba el Cristo en la
sinagoga con cierto xito, luego se trasladaba a Corinto donde ense un
Evangelio ms o menos cercano al de Pablo, pero que segn parece tena
una modalidad ms culta y ms agradable para ciertos fieles corintios
que la predicacin de su apstol 5 3 No obstante Pablo no pretenda imponer a Apolos su propio tema de enseanza.
El Apstol no impona su creencia a los judaizantes y tampoco se
dejaba imponer las de ellos. Las discusiones que sostuvo con stos se refirieron siempre a asuntos que interesaban directamente a la prctica: si
se obligara a los conversos del paganismo a seguir las observancias judaicas, y si en una comunidad mixta los judaizantes se negaran a admitir
a los helenizantes a su cena o a participar de la de ellos. As las divergencias
de opinin, que podran parecernos generadoras de las ms violentas polmicas, pasaban desapercibidas o no suscitaban querellas. Tambin por
esta misma causa una enseanza como la de la Primera a los Corintios,
referente a la cena eucarstica, pudo producirse bajo un aspecto aparentemente contradictorio con la idea que se tuvo al comienzo acerca de la
cena en la comunidad apostlica. Pero la cena mstica se encuadr dentro
de la perspectiva de la cena mesinica y escatolgica. Y es preciso recordar que la forma exterior de la comida comn segua siendo la misma.
52 Hechos, XVIII, 24-28. La noticia siguiente, XIX, 1-7, seala tambin la
existencia en feso de un grupo de doce crbtianos en las mismas condiciones que
Apolos. Las dos noticias se aclaran mutuamente, aunque la segunda, con la reiteracin del bautismo y la imposicin de las manos por Pablo para la efusin del espritu, si no pertenece en su totalidad al redactor, es ms tendenciosa que la primera.
Parece que el redactor de los Hechos, para hacer entrar a Apolos y a los "discpulos" de feso (convertidos por Apolos?) en su cuadro sistemtico de la evangelizacin cristiana, los hace adeptos de una especie de cristianismo inferior, necesitados
de que se los elevara hasta el cristianismo espiritual, verdadero completamiento del
judasmo legal (vase Les Actes des Apotres, 710-723).
53 Cf. 1 Cor. 1, 12; III, 4-6.
LOS
~USTERIOS
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En todas partes se acogan sin dificultad las maneras de ver que completahan, ampliaban y embellecan la tradicin del Evangelio.
Sin embargo, si durante algn tiempo podan subsistir de este modo
corrientes diversas sin combatirse a muerte o sin confundirse, y equilibrarse por mezcla, era inevitable que muy pronto una de las corrientes
prevalec;era y que la unidad se forjara en el sentido de esa corriente predominante. El pequeo nmero y el aislamiento de las comunidades judaizantes no les permitieron ejercer una influencia sobre la organizacin
de la cristiandad. La Iglesia cristiana se edific sohre los cimientos esta
blecidos por Bernab, Pablo y los fundadores del misterio cristiano, aun
que conservando del cristianismo primitivo la tradicin judeocristiana
referente a la vida y la enseanza de Jess, tradicin que algunos sostenedores del cristianismo mstico se sintieron inclinados a menospreciar.
Slo que esta tradicin se amalgam con el misterio de salvacin. Nada
ms instructivo al respecto que el relato de la ltima cena del Cristo en
los Evangelios Sinpticos, en los que se une la visin de Pablo al recuerdo
tradicional, para constituir la representacin hiertica de la institucin
sacramental 54 Y a en los tres primeros Evangelios el predicador de Galilea llega a emplear alguna vez el lenguaje que conviene al Seor Cristo
y al Salvador divino 5 5 ,
En fin, en el cuarto Evangelio, que se inspira en una filosofa mstica
ms amplia que la de Pablo, ms alejada del judasmo y de las sutilezas
de la exgesis, el Cristo recibe el calificativo de Dios y hahla constantemente como dios de misterio, llegado a este mundo para revelar al Padre,
de quien procede, y al mismo tiempo para revelarse a s mismo, ya que
el Padre y l slo son uno. Si la tradicin de Pablo dio al cristianismo
su ritual de misterio, el cuarto Evangelio construy definitivamente la
personalidad del dios de ese misterio, explicando la misin de Cristo como
encarnacin del Verbo eterno. La sntesis mstica del cuarto Evangelio
est mucho mejor equilibrada que la de Pablo. Ya no se habla all de
justificacin, sino de regeneracin. Como Cristo es el pensamiento creador de Dios hecho hombre, los sacramentos son el espritu de Dios en el
signo visible. Los hechos evanglicos se transforman en smbolos de la
accin salvadora de Cristo en las almas. Y la preocupacin por el ltimo
da, tan viva todava en Pablo, pasa a segundo plano y se convierte en
accesoria, ya que la vida de Cristo en las almas de los creyentes es desde
este momento el principio y el comienzo de la vida eterna 56 As el misterio estaba completo y el cristianismo pertrechado para la conquista del
mundo antiguo.
ste, en efecto, se convirti al misterio cristiano y no al Evangelio
Cf. supr. pgs. 201-207.
Cf. Marcos, II, 10, 28; IV, 11-12; sobre todo Mateo, XI, 25-30 (Lucas, X,
21-22). Para la discusin de este ltimo texto vase Les vangiles synoptiques, 1,
905-915; Norden, 277-308, donde el carcter mstico del pasaje, si no su dependencia
con respecto a un tema helenstico anterior, est slidamente establecido.
GG Cf. ]sus et la tradition vanglique, 250-254.
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Mateo, XV, 24 (X, 6). Autntica o no, esta frase resume bien la misin de
Jess.
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judos, posea solo los ttulos que se necesitaban entonces para hacerse
aceptar como el verdadero Dios.
Del mismo modo result que Jess posea, slo entre los dioses de
misterio, los ttulos necesarios para que se lo aceptara como verdadero
Salvador. El Pablo de las Epstolas no sospechaba cunta ventaja repre
sentaba para el Cristo del misterio tener detrs de s a Jess Nazareno.
Es ocioso probar qu fluctuante e inconsistente era la leyenda de los
dioses salvadores cuando se la quera examinar de cerca. Su obra terrestre se haba cumplido entre las sombras del ms remoto pasado, no se
saba cundo, y tampoco se saba bien cmo. Mucho ms claramente
se destacaban la persona y la actividad del Salvador cristiano. Haba
nacido ste en la poca de Augusto; predic bajo Tiberio; vivi en
Palestina, fue crucificado en Jerusaln por orden de Poncio Pilatos. El
mito paulino de redencin se presentaba como una historia, ya que su
hroe haba aparecido incontestablemente sobre la tierra y sufrido esa
muerte dolorosa que era la salvacin del gnero humano.
En resumen, lo que se poda contar de Jess, de su enseanza, de
su vida, de su actitud ante la muerte, le confera una fisonoma digna
del papel salvador que se le atribua. Su moral era pura, y su existencia
haba estado a la altura de su moral. Todo esto se interpretaba, se ampliaba en el misterio, pero a la vez otorgaba a ste un color de alta
moralidad que jams tuvieron ni podan tener las viejas fbulas de Dinisos, de Demter, de Cibeles, de lsis y Mitra. Qu contraste entre la
pasin de Atis, e incluso la de Osiris o la de Dinisos, y la pasin del
Cristo! Por Jess viva el mito del Cristo; en cambio los mitos paganos
vivan solam.::ute por el sentimiento que velaba a medias su significacin
primera, desprovista de moralidad.
Si es verdad en un sentido que el misterio cristiano salv al Evangelio, por otra parte no es menos cierto que el Evangelio aport indomable vigor y encanto permanente al misterio cristiano. Por influencia
del judasmo y gracias al Evangelio el misterio cristiano se afirm como
la nica economa de salvacin y pudo hacerse aceptar como tal. Tambin por influencia del judasmo y gracias al Evangelio, se organiz al
principio la Iglesia, como una comunidad universal, especie de pueblo
elegido, reclutado entre todos los pueblos, reino de Dios realizado en la
sociedad de los creyentes. Por la asociacin ntima de estos elementos
provenientes del judasmo y de los misterios paganos, el cristianismo,
como religin, pudo adquirir un poder de atraccin y una vitalidad que
no tuvieron ni el judasmo ni los misterios y convertirse as en la religin del mundo romano 59.
59 Para no exagerar las dificultades que tuvo que superar, es preciso tener en
cuenta la mentalidad comn de aquella poca. "El destino de ultratumba era entonces la gran preocupacin. Un ejemplo interesante de la vivacidad de ese cuidado
nos lo aporta Arnobio. f:l se convirti al cristianismo porque, conforme a su psico
loga singular (?), tema que su alma muriese, y crey que slo Cristo poda ase-
CONCLUSiN
El Evangelio de Jess se convirti verdaderamente en un misterio
dentro del cristianismo, o ms bien se convirti en el misterio por excelencia, el nico que, a los ojos de los creyentes, mereci ese nombre, y
la frmula sinttica de l aparece en Marcos 1 : es "el misterio del reino
de Dios". El anuncio del reino de Dios se convirti en una religin, el
misterio de la salvacin por el Cristo, que muri y resucit. La predicacin escatolgica del Evangelio, que slo tena significacin plena para
los judos, que era nicamente una manifestacin especial de la fe israelita, se transform en una fe autnoma, en una religin distinta, en una
instauracin de culto que afectaba todos los caracteres por los cuales los
misterios paganos tendan a distinguirse de las religiones nacionales de
las que haban salido: se trata de la garanta personal de una inmortalidad feliz por medio de una iniciacin que era una revelacin, no la
simple enseanza de creencias vulgares, accesibles a todos, sino la introduccin del fiel en la esfera propia de las manifestaciones y de las operaciones divinas; como principio de esta garanta, idea fundamental de
esta redencin, la nocin de un salvador divino, revelador y fundador
del misterio, revelador del Dios que el hombre natural no puede alcanzar
1 Marcos, IV, ll. El evangelista ha pensado en el gran misterio de la salvacwn por la muerte del Cristo, misterio de misterios, ante el cual no se cansar de
mostrar como poco inteligentes a los apstoles galileos, aunque Jess lo haya reve
lado a ellos sin smbolos, se lo haya "dado". Mateo y Lucas, que no estn dominados por la misma idea, hablan de "misterios" en plural y dicen que se les ha
"otorgado" a los apstoles "conocerlos". Ver Mateo, XIII, 11 y Lucas, VIII, 10.
Cf. vangiles synoptiques, l, 741-743; L'v. selon Marc, 131-133; L'v. selon Luc,
241. Ntese que en estos pasajes la idea de la salvacin a travs de la "gnosis", por
la revelacin del misterio, se une estrechamente a la de la predestinacin, como en
Pablo. Cf. Rom. VIII, 28-30. No es posible cuestionar la cercana con los misterios
paganos, bajo pretexto de que no se trata aqu del misterio propiamente dicho, ya que
no hay secreto. El secreto del misterio cristiano est en el smbolo que lo envuelve,
smbolo ininteligible para el profano y el rprobo, inteligible para el iniciado y d
predestinado. Esta nocin del secreto se aplica por parte de los evangelistas a la
enseanza del Cristo; los tres primeros parecen no aplicar el principio sino a las
parbolas, porque la materia tradicional de los discursos de Jess se prestaba poco
a la alegora; el cuarto hace hablar constantemente al Cristo una lengua de misterio.
Tal idea no es propia de los Evangelios; la encontramos en Filn; pertenece a la
teologa helenstica, a los misterios mismos Cf. Reitzenstein, 36-38.
242
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por los solos recursos de su razn y su actiYidad 2 , fundador de la salvacin que efectu primero en s mismo, pasando a la inmortalidad a travs
de la muerte; como expresin y medio de la comunin divina por la
cual se realiza en este mundo el misterio y se prepara la dichosa inmortalidad del ms all, ritos plenos de simifieacin, smbolos llenos de
eficacia, sacramentos espirituales, que establecen la conformidad, la identificacin del creyente con el Cristo.
1\'"o era necesario, verdaderamente, probar que el cristianismo fue un
misterio. pues se nos presenta como tal, y nada es ms evidente. Lo
importante, ya lo hemos dicho al comienzo, era ver cmo lleg a serlo
y cmo pudo realizar mejor que otro culto la nocin misma de misterio.
En efecto, si est claro que el cristianismo es una economa de salvacin
totalmente anloga a los cultos de misterios a los cuales disput la
conquista del mundo pagano y venci, no est menos claro, por imperfecta que sea nuestra documentacin acerca de los mi;terios paganos, que
la promesa de inmortalidad feliz estaba mejor definida, la esperanza misma de la inmortalidad ms intensamente sobreexcitada, en el cristianismo
que en todo otro culto rival; que su idea de la salvacin universal estaba
enunciada con una precisin mayor en cuanto al papel del mediador y
al objeto de su epifana terrestre; en fin, que en ninguna otra parte se
2 Es el tema mstico del "Dios desconocido", tratado por Norden, Agnostos
Theos, 51-124. La idea del Dios no cognoscible e~t en el fondo de los sistemas
msticos, donde tiene por consecuencia la subordinacin e incluso la oposicin del
demiurw, el dios de los judos, que era conocido, a ese dios primordial e inefable.
Su origen pagano es muy evidente, y tambin est claro que la tradicin no se habra
podido adherir a esto sin reserva, a menos que renegara de su hase juda, bblica y
evanglica. Los gnstiros, sin embargo, no estaban totalmente equivocado~ al referirsP a ~[ateo, XI, 27. Norden, 287, relaciona con esto Gl. IV, 8-9; l Cor. XIII, 12;
Juan. X, 15; y fija el sentido del miembro de frase que introduce la dcelaracin
rd e rente al conocimiento recproco del Padre y del Hijo. Se trata de una transmisim de verdad, de una comunicacin del Padre al Hijo, que es el conocimiento
mi~mo dt Dios, que llega por el Hijo a los humildes que lo escuchan dcilmente.
Totlo el trozo e~t concebido se?:n un tipo que se encuentra en el ltimo captulo
del Eclc"ia,;t.;:,., ya en Pl captulo XXIV, incluso en Rom. XI, 25-XII, 2, tambin en loa
libros hermtieos. Es eiertamt'nte un viejo tema de gnosis. No sera difcil encontrar tipo' muy antiguo,; fuma de Egipto: en los viejos textos mdco-religiosos de
Babilonia, muchas recetas emp]Padas en exorcismos para la curacin de los enfermos se preentan como revelacin que el dios Ea hace a su hijo Marduk para que
ste las comunique a los homhres. Sea lo que fuere de estos lejanos orgenes, el
pasaje t-vangt:lieo est concebido en el espritu y el lenguaje de la teosofa helenstica, pero con estt> correctivo especfieamente cristiano; que la gnosis verdadera no
es una alta filosofa, nvelada por lo dems, que constituira el monopolio de los
oabios de este mundo: es una nvelacin que ~ dirige a los pequeos ( cf. I Cor. I,
18, III, 2). Los gn~ticos de,iaron caer ..1 !'orrectivo y retomaron la. idea de una
gnosis tras,endente y universal, fundada sohre la nocin del dios incognoscible. Esta
idea no se perdi tampoco para la mstica cristiana. Pero el texto citado por Norden, 114, no prueba qu<' la id!'a del "dios desconocido" sea de orip:en propiamente
babilnit-o. Cf. RevuP d'histoire et de littrature religieuses, IV, 1913, 355. Lo ms
cercano a esto bien podra ser el Templo infinito de la teologa mitrao-ta. Cf. Cumont,
Mysteres, lO-108: BouN, Hauptprohleme der Gnosis, 85-87.
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pudo expresar con tan grande plenitud de sentido ni con aparato m<is
simple.
Aunque la metamorfosis del Evangelio en misterio haya sido rpida,
no fue obra de un da, ni de un hombre, ni tampoco de una generacin
de creyentes, como no fue el fin consciente de una o varias voluntades
reflexivas que se propusieran deliberadamente dar al Evangelio la forma
de religin que convena para asegurar el xito de su propaganda. Las
Epstolas de Pablo permiten discernir cmo el Evangelio, recogido por
judos helenizantes, se heleniz casi espontnamente, y luego se ofreci
a travs de ellos a los paganos en forma de religin que les era comprensible, que tena todas las ventajas sin los inconvenientes que encontraban
en el judasmo, y adems en esa forma de economa de salvacin por
un mediador divino que les era familiar, y sin la cual se sentan incmodos frente al monotesmo.
Quizs no se seala bastante qu considerable fue en esta primera
poca del cristianismo la fecundidad de la fe. El caso de Apolos, ese doctor de Alejandra, lejano precursor de Clemente, Orgenes y otros tales,
se ha sealado precedentemente. El autor de la Epstola a los Hebreos
tambin tena su gnosis y expone magistralmente una teora de salvacin,
emparentada con la de las Epstolas paulinas, pero que no obstante constituye otro poema u otro mito de la redencin: su Cristo preexiste desde
la eternidad, y salva a los hombres por su muerte, pero no lo hace precisamente como hombre espiritual y tipo de la humanidad regenerada,
sino como pontfice nico, instituido para ofrecer a Dios el sacrificio
incomparable, nico medio de expiacin de los pecados, es decir, el
sacrificio de su propia existencia humana, y para llevar al cielo, para
siempre, la sangre de la expiacin universal, entrando en l por medio de
la muerte en la cruz, como el gran sacerdote de Israel entraba una vez al
ao en el Sancta Sanctorum con la sangre de las vctimas que purificaba
provisoriamente al pueblo de sus culpas. Cuando leemos esta Epstola,
menos antigua que las de Pablo, creeramos que el que la escribi est
sin embargo ms cerca del judasmo, ms alejado de los misterios por su
concepcin general de la salvacin por el Cristo. Podra ser slo una
apariencia, ya que bajo la tipologa del Antiguo Testamento se encuentra
una idea q~e nada tiene de bblica, y que es ms bien la idea fundamental de los misterios, la de una muerte divina cuya virtud salvadora se
extiende a todos los hombres de todos los tiempos 3
3 El autor de la Epstola no incluye expresamente los ritos cristianos en sus
especulaciones, y algunos crticos creyeron poder concluir de esto que la eucarista
no tena para l ninguna importancia (J. Rville, 70; Goguel, 218), o que incluso
la haba combatido (0. Holtzmann, en Zeitschri/t jr die neut. Wissenschait, 1909,
pgs. 251-260). El autor de la Epstola tambin habla del bautismo slo por alusin,
lo que no prueba que lo desdee: es que su tema no implica extenderse sobre los
ritos cristianos y l no tiene por otra parte ningn motivo para hablar de ellos especialmente a sus lectores. No encontramos que una mencin especial de la eucarista
se imponga en Hebr. VI, 1-2, donde se enumeran los rudimentos de la enseanza
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QU<'S
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aplica indiferentemente al procedmiento por el que se desarrolla una religin original apropindose de elementos nuevos, y a aquel por el cual
crece un sistema verdaderamente sincretista de creencias y de ritos. En
un sentido es verdad, y falso en otro, que el cristianismo haya tomado
de los cultos paganos la nocin misma y la forma religiosa del misterio.
Es verdad porque la idea de la salvacin cristiana es una concepcin
totalmente anloga a la de los misterios, que se traduce en forma similar
en el culto, y porque esta concepcin no es la del judasmo y del Evangelio de los cuales naci el cristianismo. Es falso, si se pretende que se
haya trasladado deliberadamente la idea pagana junto al Evangelio, de
modo que las dos formasen las partes ms o menos distintas de una religin compuesta. Ni subsiste el monotesmo en el cristianismo con sus
modalidades judas, ni el misterio con sus modalidades paganas. Hemos
visto antes cmo se ampli en el cristi:>.nismo la idea juda de Dios; conviene agregar que se adapt al misterio incorporndose lo que necesitaba
de gnosis para que pareciese que el Evangelio haba sido en la historia
la epifana de la Divinidad. Otro tanto ocurre con todos los otros elementos que el cristianismo obtuvo del judasmo: dejaron de ser judos a
causa del espritu nuevo con que el misterio los penetr; por otro lado,
no se convirtieron, sin embargo, en paganos y lo que provino del misterio
para transformarlos no sigui sindolo. Las tres personas de la Trinidad
cristiana se asemejan, ms o menos, a determinada trinidad de los cultos
politestas y a las emanaciones de la gnosis; no son ni tres dioses de un
sistema politesta, ni tres eones gnsticos. El Salvador cristiano se asemeja a todos los dioses de misterio, sin corresponder exactamente a ninguno de ellos; es superior a todos ellos, tanto por la definicin metafsica
de su ser como por la perfeccin moral de su carcter y la idea moral de
su misin. El cristianismo no pretendi ser un misterio como los otros
ni simplemente superior a los otros; pretendi realizar en forma absoluta
aquello que, segn l, los cultos paganos y los misterios paganos no realizaron de ningn modo. Renov, transfigur y ampli lo que debe a la
filosofa religiosa y a las creencias de los misterios, no menos que lo
que debe al judasmo. Se dir pues, si se quiere, que el cristianismo
es un misterio, pero hay que entender bien que ese misterio es nico
en su tipo y no entra en la misma categora, que no es del mismo tipo
que los misterios paganos, a los que sin embargo se parece y de los que,
en alguna medida, ha nacido.
La influencia de la filosofa helenstica y de la mstica pagana sobre
el cristianismo naciente parece innegable en la misma medida en que
es difcil determinar en detalle las condiciones y la importancia de esta
influencia, y en que parece imposible resolverla en una cantidad dada
de creencias y de ritos que se habran importado de las religiones antiguas a la religin nueva, sin ningn cambio de su carcter en su nuevo
empleo.
No se sostiene histricamente ese postulado de numerosas hiptesis
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recientes 18, segn el cual el cristianismo es slo un agregado o un residuo de viejos mitos orientales, babilnicos, egipcios, sirios, que en un
momento dado, no sabemos bien por qu ni cmo, se coagularon en el
mito del Cristo y se convirtieron como por encantamiento en el cristianismo. Tenemos quizs desde ahora el derecho de considerar tal postulado como una moda cientfica, cuyas manifestaciones, a veces ruidosas,
caern cuando se comprenda mejor lo que puede dar y lo que no puede
dar el estudio comparativo de las religiones. La evolucin de stas no
es la de un caos de mitos que se engarzan unos en otros, por encuentros
fortuitos, para constituir sistemas de doctrina ms o menos extraos y
Yiahles. Las religiones viven en los hombres, y gracias a la vida intensa
que adquieren inicialmente en algunos individuos y algunos grupos particulares determinadas concepciones religiosas, se determinan los movimientos religiosos y nacen las nuevas religiones. Todos los elementos del
Evangelio preexistan en el judasmo; pero fue necesario Jess para percibirlos y crear, a partir de ellos, esa sntesis luminosa simple, moralmente
emotiva y atrayente que fue la fe evanglica, abrazada por el grupo creyente que, despus de la muerte de Jess, predic el Cristo resucitado.
Todos los elementos del cristianismo preexistan ya de algn modo en el
mundo mediterrneo, cuando el evangelio comenz a difundirse a travs
de l, franqueando los lmites de Judea y de Galilea; pero fueron necesarios misioneros como Bernab, Pablo, Apolos, y otros ms o menos conocidos o desconocidos, cuya obra completaron los apologistas del siglo 11
y los telogos de los siglos m y IV, para realizar la sntesis del Evangelio
18 Aqu no se trata slo de hiplf>>'is radicales que se basan en un pretendido
mito del Cristo para negar la existencia histrica de Jess, sino de otros sistemas
menos absolutos, menos lgicos tambin quizs. que asocian el pretendido mito del
Cristo con la existencia de un Jess cuya originalidad habra consistido en repre
sentar 'el imperativo moral del individualismo religioso" ( Gunkel, 87), es decir, que
no tendra ningn asidero en la historia, personaje sin realidad, cuyo fantasma
no podra conjurar las negaciones de los mitlogos consecuentes. El principio
comn a unos y otros, principio inconfesado, no demostrado ni demostrable, es que
el cristianismo sera un mosaico fortuitamente compuesto por el encuentro de ele
mentos diversos simplemente yuxtapuestos y que se podran separar con seguridad,
porque conservar. su carcter primitivo. Se olvida que esta~ creencias formaron parte
de una religin vivida, y vivida intensivamente, de modo que todas las ideas que
entraron en ella recibieron su marca, cambiando as, en mayor o menor grado, de
significacin, de forma y de carcter. No hay que considerar pues slo las ideas,
como si se hubieran combinado de por s en embrollada madeja, sino que debe
prestarse atencin a las personas cuya iniciativa determin y ampli la corriente del
pensamiento cristiano. Y estas personas no deben mirarse como "intdectuales" ins
!ruidos en el lenguaje y las ideas paganas para bien de su propagan.d, que adoptan
deliberadamente lo que les conviene (hiptesis de Reitzenstein, supr. cit. cap. X, n. 2U,
a prop.-ito de Pablo), sino que la influencia del medio fue sobre ellas tanto ms
profunda cuanto que era inconsciente e incluso combatida. De modo que no ;;e
pre~ent al Cristo como un Salvador divino para asimilarlo a los diot es de misterio; :-e lo proclam el nico y verdadero Salvador justamente para 1 istinguirlo y
ponrrlo por :ncima d.e. ellos Y el mito del Cristo no preexista al cristunismo, sino
qn~e sP formo y cn~c1o -con el.
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de misterio.
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