Cualidades Del Director Espiritual

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2.

CUALIDADES DEL DIRECTOR ESPIRITUAL


Las cualidades del buen director espiritual se
deducen de las cualidades que hemos
sealado debe tener la buena direccin
espiritual. San Francisco de Sales las resume
diciendo que el director ha de estar lleno de
caridad, de ciencia y de prudencia; si
careciere de cualquiera de stas, habr peligro
en la direccin. El motivo no es otro que la
seria responsabilidad que asume ante Dios
todo director espiritual. Consciente de esto,
escriba a una dirigida Columba Marmion:
Usted no olvide que, al tomarla bajo mi
direccin, cargo con toda la responsabilidad
de su alma delante de Dios. Tome por tanto la
costumbre, desde ahora, de encomendarme
con todo fervor a Nuestro Seor a fin de que
le pertenezca enteramente y que no me
domine otro deseo que el de cumplir en todo
su divina voluntad. Y a otra persona: As
como yo... tomo sobre m la responsabilidad
de su alma, as tambin debe Usted rogar por
m a fin de que Jess llegue a ser el verdadero
maestro de mi vida interior y que viva en
absoluta dependencia de su Espritu.

Detallemos un poco ms cada una de las


cualidades arriba mencionadas.
1) Santidad
Es una gracia que no tiene precio encontrar un
director santo. No hablamos de una santidad
caracterizada por favores extraordinarios sino
aquella que se cimienta en la humildad y la
caridad. Estas dos virtudes son
fundamentales.
La humildad hace que el director respete su
puesto entre Dios y el alma y comprenda que
l no es ms que instrumento del autntico y
nico artfice de la santidad, el Espritu Santo.
As como la finalidad de la direccin es lograr
la docilidad al Espritu Santo en el alma
dirigida, en la misma medida es fundamental
que el director sea dcil al Espritu divino para
dejarse guiar por sus dones en el acto de la
direccin. Para esto es fundamental la
humildad porque Dios resiste a los soberbios y
da su gracia a los humildes (1 Pe 5,5). Ni bien
el director se atribuye a s mismo, a sus dones
o a sus cualidades, la obra de la perfeccin
espiritual, destruye su obra.

Junto a la humildad hay que sealar la


caridad, pues la direccin espiritual es obra
eminente de caridad. Brota del celo por las
almas y del amor a Dios a quien quiere
acercar las almas. Es una de las obras de
misericordia al configurarse muchas veces con
el aconsejar al que lo necesita, alentar a los
dbiles, ensear al ignorante, confortar al
atribulado, etc.
Por esto deca Santa Teresa: todo el remedio
del alma est en tratar con amigos de Dios.
2) Prudencia
El gobierno de las almas es el arte por
excelencia (ars artium regimen animarum).
Porque la materia de este trabajo es la
oscuridad de lo divino (respecto de nuestra
limitada inteligencia) y la complejidad de la
naturaleza humana. Cada alma es diversa,
cada camino elegido por Dios para ellas es
distinto: a cada una lleva Dios por diferentes
caminos, que apenas se hallar un espritu
que en la mitad del modo que lleva convenga
con el modo del otro. En qu cosas se

ejercita la prudencia divina?


Ante todo, en la exploracin de la voluntad
divina y en el discernimiento de los signos que
la acreditan, es decir, en el discernimiento de
espritus. El director debe aguardar las
manifestaciones ciertas antes de tomar
decisiones que podran resultar peligrosas
para el alma. Por tanto, debe saber esperar
sin precipitarse; la espera hace que se disipen
los falsos entusiasmos y los engaos.
Luego escoge los medios ms adecuados,
que no son muchas veces los que pretendan
imponer los entusiasmos iniciales o las
impaciencias de un xito pronto, sino los que
indican las fuerzas limitadas del alma y la
larga perseverancia. Santa Teresa cuenta el
gran peligro que corri por el deseo
intemperante de su director, maestro Daza, de
hacer remontar, en poco tiempo, la virtud de
la Santa a la altura de los favores divinos que
sta reciba. Los medios tienen que ser
ajustados a las posibilidades del alma: ni
imposibles para ella ni demasiado tmidos; no
debe contentarse con que se muestre el alma
a slo cazar lagartijas.

La prudencia, en tercer lugar, hace que el


director no rebase los lmites de la direccin
espiritual, evitando que se entrometa en otros
dominios, por ms que el dirigido le haya
autorizado o suplicado.
En cuarto lugar, la prudencia del director
dictar a ste el autntico respeto por la
libertad del dirigido. El director no debe
imponer sino aconsejar, guiar, responder,
sugerir. Y al mismo tiempo, educar la libertad
del dirigido para que sea l quien tome las
decisiones deliberadas y maduras de caminar
a la santidad. No es direccin espiritual el
decidir por el dirigido cul es su vocacin, qu
medios emplear, qu mortificaciones hacer. Es
un abuso que deja al dirigido en un estado de
infantilismo afectivo. Esto vale ms todava
cuando los dirigidos quieren cambiar (por
serias razones, se entiende) de director. Por
eso dice San Juan de la Cruz: Deben, pues,
los maestros espirituales dar libertad a las
almas, y estn obligados a mostrarles buen
rostro cuando ellas quisieren buscar mejora;
porque no saben ellos por dnde querr Dios
aprovechar cualquier alma, mayormente

cuando ya no gusta de su doctrina, que es


seal que no le aprovecha, porque o la lleva
Dios adelante por otro camino que el maestro
la lleva, o el maestro espiritual ha mudado
estilo. Y los dichos maestros se lo han de
aconsejar, y lo dems nace de necia soberbia
y presuncin o de alguna otra pretensin.
Finalmente, la prudencia implica la guarda
del secreto de direccin; lo que se confa al
director, sin ser secreto de confesin, debe
ste guardarlo rigurosamente. Esto por dos
motivos. Primero, porque el director es testigo
de lo que obra Dios en el alma, y esta obra es
secreta y su continuacin est condicionada al
secreto; por eso los santos tienen una especie
de pudor espiritual instintivo; parece
muchas veces que Dios suspende su operacin
cuando se fijan en su actuar los ojos
indiscretos. Santa Teresa del Nio Jess narra
cmo su alegra por la aparicin de la Virgen
se convirti en amargura al comunicar su
secreto. Por tanto, el comunicarlo al director
por necesidad, para no ser engaada por
ilusiones naturales o por el demonio, es ya
una dura exigencia para el alma; no ha de
pasar, pues, ms all del director. En segundo

lugar, por deber de justicia: el secreto de


direccin es secreto profesional confiado y el
respeto por el mismo obliga en razn de
justicia. Por eso, comete de suyo pecado
mortal quien lo revela, sin autorizacin y sin
una causa gravsima, particularmente si se
refiere a defectos del dirigido.
3) Experiencia
Es una verdad incontestable que todos los
grandes maestros de la vida espiritual han
hablado segn su experiencia personal o la de
las almas que han tenido ocasin de observar
de cerca. Pinsese, por ejemplo, en San Juan
de la Cruz, San Ignacio de Loyola, San
Francisco de Sales, Santa Teresa de Jess,
etc.
La accin de Dios en el alma desconcierta la
lgica humana; por tanto, no alcanzan los
mtodos y tcnicas humanas para seguirle el
ritmo; el riesgo de quien se maneja slo por
cierta ciencia sin experiencia es la de bloquear
al alma en su docilidad a Dios. Porque la
accin divina no puede explicarse totalmente
con los razonamientos humanos. Santa Teresa

cuenta que no se tranquiliz plenamente


acerca de sus visiones y de las palabras
interiores hasta or a San Francisco de Borja y
San Pedro de Alcntara, quienes podan
apoyarse en la experiencia personal.
Asimismo, parece que los signos dados por
San Juan de la Cruz acerca de la
contemplacin y su aplicacin a los casos
concretos requieren cierta experiencia.
Escriba San Juan de vila: Convineos que
tomis por gua y padre a alguna persona
letrada, y experimentada en las cosas de
Dios; que uno sin otro ordinariamente no
basta. Porque las solas letras no son
suficientes para proveer las particulares
necesidades y prosperidades y tentaciones,
que acaecen en las nimas de los que siguen
la vida espiritual.
Santa Teresa, por eso, recomienda al
principiante tomar director experimentado:
para esto es muy necesario el maestro, si es
experimentado; que si no, mucho puede errar,
y traer un alma sin entenderla, ni dejarla a s
misma entender... Yo he topado almas
acorraladas y afligidas por no tener
experiencia quien las enseaba... porque no

entendiendo el espritu, afligen alma y cuerpo,


y estorban el aprovechamiento.
Y San Juan de la Cruz: Algunos padres
espirituales, por no tener luz y experiencia de
estos caminos, antes suelen impedir y daar a
semejantes almas que ayudarlas al camino. Y
en otro lugar: Cuanto a lo primero,
grandemente le conviene al alma que quiere ir
adelante en el recogimiento y perfeccin,
mirar en cuyas manos se pone, porque cual
fuere el maestro, tal ser el discpulo, y cual el
padre, tal el hijo. Y advirtase que para este
camino, a lo menos para lo ms subido de l,
y aun para lo mediano, apenas se hallar una
gua cabal segn todas las partes que ha
menester, porque, adems de ser sabio y
discreto, ha menester ser experimentado.
Porque, para guiar al espritu, aunque el
fundamento es el saber y discrecin, si no hay
experiencia de lo que es puro y verdadero
espritu, no atinar a encaminar al alma en l,
cuando Dios se lo da, ni aun lo entender. De
esta manera muchos maestros espirituales
hacen mucho dao a muchas almas, porque,
no entendiendo ellos las vas y propiedades
del espritu, de ordinario hacen perder a las

almas la uncin de estos delicados ungentos


con que el Espritu Santo les va ungiendo y
disponiendo para s, instruyndolas por otros
modos rateros que ellos han usado o ledo por
ah, que no sirven ms que para principiantes.
Que, no sabiendo ellos ms que para stos, y
aun eso plega a Dios no quieran dejar las
almas pasar, aunque Dios las quiera llevar, a
ms de aquellos principios y modos
discursivos e imaginarios, para que nunca
excedan y salgan de la capacidad natural, con
que el alma puede hacer muy poca
hacienda.
4) Ciencia
Finalmente, es necesaria la cualidad de la
ciencia. Es clebre la recomendacin de Santa
Teresa: ...aunque para esto parece que no
son menester letras, mi opinin ha sido
siempre, y ser, que cualquier cristiano
procure tratar con quien las tenga buenas, si
puede, y mientras ms, mejor. A San
Francisco de Sales se atribuye haber dicho:
Es ms de temer en un sacerdote la
ignorancia que el pecado. Si Ginebra (Calvino)
ha causado tan terribles devastaciones, se

debe a que nosotros estuvimos dormidos y


nos limitamos a rezar nuestro Breviario sin
que hubiramos pensado en acrecentar
nuestra ciencia.
La ciencia a la que se hace referencia aqu no
es una ciencia corriente. Santa Teresa
recuerda en sus escritos el mal que le
causaron los medioletrados que no acertaron
a explicarle el modo de la presencia de Dios
en el alma o la gravedad de sus faltas; ella los
denomina medio letrados espantadizos que
le cuestan muy caro. Y eso que en
comparacin con la formacin media de
muchos sacerdotes de nuestro tiempo
aqullos podan considerarse sabios. Santa
Teresa los contrapone a los eruditos que
supieron encaminarla bien. Qu ciencia
tenan stos?
La ciencia que peda la Santa para los
directores es ante todo un profundo
conocimiento del dogma, gracias a lo cual
puedan confrontar las ms elevadas
experiencias espirituales y no asustarse por el
hecho de ser nuevas. En efecto, las
experiencias msticas tienen ordinariamente

su fundamento sobre verdades dogmticas.


En segundo lugar, profundo conocimiento de
la Sagrada Escritura y asiduidad con ella: en
la Sagrada Escritura que tratan, siempre
hallan la verdad del buen espritu.
Junto a estos conocimientos dogmticos y
escritursticos, el director ha de poseer
conocimientos ms especficos sobre lo que
hace a la direccin del alma. Tales son:
La teologa espiritual. Ante todo, lo relativo a
la perfeccin cristiana: en qu consiste; a
quines y de qu manera obliga; cules son
los obstculos que hay que remover y los
elementos positivos que es preciso fomentar.
Ha de conocer particularmente todo lo relativo
a la vida de oracin: sus diferentes tipos y
grados, las pruebas que Dios suele enviar o
permitir en almas que llevan vida de oracin
(arideces, asaltos diablicos, noches del
sentido, del espritu, etc.).
La teologa moral. sta le dar los elementos
de juicio para distinguir la diferencia entre
primeros movimientos, tentaciones,

imperfecciones y pecados propiamente dichos;


entre sentir y consentir, etc.
La psicologa humana. El director ha de
conocer tambin los principios elementales de
la psicologa humana: la teora de los
diferentes temperamentos y caracteres, la
influencia que haya podido ejercer sobre el
dirigido el medio ambiente en que ha vivido,
la educacin recibida, etc. Es muy
conveniente, tambin, que conozca los
distintos casos patolgicos, las enfermedades
nerviosas y mentales ms frecuentes, para
poder ejercer un autntico discernimiento en
este terreno.
La ciencia del director, si corona la santidad y
la experiencia, hacen de ste el director ideal:
As que importa mucho ser el maestro
avisado, digo de buen entendimiento, y que
tenga experiencia; si con esto tiene letras es
grandsimo negocio. Mas si no se pueden
hallar estas tres cosas juntas, las dos
primeras importan ms; porque letrados
pueden procurar para comunicarse con ellos
cuando tuvieren necesidad. Y en el mismo
sentido Santa Catalina de Siena escriba: Es

mucho mejor ir a pedir consejo para bien del


alma a un humilde con santa y recta
conciencia que a un letrado soberbio, porque
ste no puede dar sino de lo que en s tiene; y
por eso, muchas veces su vida tenebrosa
presentar en tinieblas la misma luz de la
Sagrada Escritura.
5) Cualidades humanas
La direccin espiritual es una obra de arte
donde se conjugan elementos divinos y
humanos. Por eso el director espiritual debe
ser a la vez un hombre de Dios y un fino
psiclogo (psiclogo sobrenatural); al menos
en cuanto a los elementos esenciales. Entre
las cualidades humanas que el director debe
cultivar principalmente destaquemos:
Un afecto cordial sano. Tiene que poseer el
don de la cordialidad que vemos en Jesucristo
al encontrarse con Natanael (cf. Jn 1,48);
debe despertar en el dirigido los sentimientos
que Nuestro Seor arranca del joven rico:
Maestro bueno! (Mc 10,17). Esta cordialidad
es fruto de la gracia, aun cuando tenga en
algunos una base humana, pues exige las ms

de las veces el sacrificio y la cruz. Implica la


comunicabilidad y la comprensin; el saber
escuchar y esperar. Hay que vigilar para que
no se deforme en falsa y nefasta afectividad,
cayendo en lo que se conoce como
transferencia afectiva, o sea en una relacin
basada en el sentimiento humano.
El don de entender a las personas. Una
cualidad importantsima es la que saber leer
el alma, es decir, entenderla. Esto es menos
comn de cuanto se supone; Santa Teresa
escribe que pas veinte aos de vida espiritual
sin encontrar confesor que la entendiese.
Aunque parezca algo evidente, no est dems
recordar que para entender es antes
necesario escuchar. Hay que escuchar a
veces con mucha paciencia y caridad al
dirigido. Directores hay que no escuchan a sus
dirigidos; que los interrumpen en sus
exposiciones cuando no deben; que nos les
dejan exponer con serenidad sus problemas;
que hacen acotaciones que no vienen al caso,
o son tiradas de los pelos o desvan del tema.
A veces esto deja en los dirigidos la sensacin
de no haber sido comprendidos o, al menos,
de no haber podido manifestar sus verdaderos

conflictos.
El arte de sugerir con sencillez y eficacia. En
ocasiones precisas el director debe ser capaz
de exhortar y mandar, especialmente cuando
el dirigido se encuentra en un estado de
languidez y titubeo (o en los casos de
escrpulos), pero por lo general deber ms
bien sugerir las posibles actitudes que su
dirigido debe tomar; su tarea es ensear al
alma a hacer actos libres y meritorios y
aprender as a caminar sin muletas. Jesucristo
nos da ejemplo de esto, por ejemplo, al
exponerle el camino de perfeccin al joven
rico a modo de hiptesis: si quieres ser
perfecto...; la Virgen hace lo propio al
insinuar al Hijo en las Bodas de Can: no
tienen vino (Jn 2,3). A veces se hace de forma
abstracta, como Jess a Nicodemo: Si alguno
no nace de agua y espritu... (Jn 3,3).
La magnanimidad y la confianza. El trabajo
de direccin espiritual es eficaz, pero muchas
veces montono e ingrato. Al mismo tiempo
es tan complejo y difcil y de tanta
responsabilidad que el director necesita gran
confianza y magnanimidad para no amilanarse

ante las dificultades. Hay que tener conciencia


de que se trata de una enorme obra de
misericordia con las almas, y tal vez la ms
grande de las obras que pueden hacerse por
un alma.

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