DUELO
DUELO
DUELO
La forma en que comprendemos el proceso de duelo est relacionada con la forma en que
manejamos la muerte en el medio cultural en el que nos movemos y ha ido evolucionando segn las
distintas pocas por las que ha atravesado la humanidad.
A lo largo de los siglos, el proceso de buena o mala muerte ha variado.
En la Edad Media, la buena muerte era la que ocurra de forma lenta y anunciada y se haca de
forma asistida. Por el contrario, la inadecuada era la que llegaba de forma repentina.
En los siglos XIV al XVIII, el dolor y la agona con sufrimiento adquieren un notable valor
religioso y se consideraba una muerte adecuada9. En la actualidad cada vez ms el duelo, como la
muerte, tienden a ser echados del mundo pblico y tienen que refugiarse ms y ms en lo
privado10. En efecto, la actitud social ante la prdida afectiva ha seguido y est siguiendo en nuestro
entorno social un camino paralelo a la actitud social ante la muerte.
La muerte ha dejado de considerarse una parte de la vida, su final, convirtindose en algo molesto
de lo que ya no se habla ni tan siquiera con quien la est vivenciando cercana.
La actitud social ante los duelos, en nuestro medio, es de presin hacia su ocultacin y aislamiento.
La alteracin del morir humano es, quizs, una de las novedades ms llamativas de finales del siglo
pasado y como consecuencia de ella, es preciso abordar qu significa morir dignamente en una
sociedad tecnolgica.
En pocas anteriores era habitual que la muerte fuera mucho ms pblica de lo que es ahora. La
gente sola morir en sus casas, entre la familia, amigos y vecinos, el enfermo se preparaba
consciente y lcidamente. Hoy, sin embargo, ha cambiado la forma de morir, se prefiere en general
una muerte rpida, instantnea, sin darse cuenta uno que se muere. La muerte que se desea es la que
no turba, la que no pone en compromiso a los supervivientes.
En la mayora de las culturas la expresin de dolor individual tiene un sitio en el marco del ritual
del duelo pblico, sin embargo en nuestro medio social actual aparece relativamente controlada y
poco expresiva. Apenas se viven ya aquellas explosiones y gestos apasionados de dolor, rabia y
desesperacin propio de hace algunas dcadas. Por hondo que sea el dolor de los deudos no est
bien visto manifestarlo de una manera pblica y en la prctica no se hace. Cada da ms, los
familiares prefieren realizar los funerales y/o entierro en la ms estricta intimidad.
Como seala F. Torralba11, en todo ser humano convive el abismo de la fragilidad y vulnerabilidad.
Afirmar que el ser humano es vulnerable significa decir que es frgil, que es finito, que est sujeto a
la enfermedad y al dolor, al envejecimiento y a la muerte. La tesis de que el ser humano es
vulnerable, constituye una evidencia fctica, no precisamente de carcter intelectual, sino
existencial. La enfermedad constituye una de las manifestaciones ms plsticas de la vulnerabilidad
humana.
El ser humano es vulnerable y ello afecta a todas y cada una de las dimensiones o facetas. La
vulnerabilidad est arraigada a su ser, a su hacer y a su decir. Decir que es vulnerable, significa
afirmar que no es eterno, que no es omnipotente, que puede acabar en cualquier momento. Significa
afirmar que lo que hace puede ser indebido, que lo que dice con sus palabras o sus silencios pueden
ser equvocos.
Es el sufrimiento el que nos revela y nos pone en contacto con nuestra vulnerabilidad.
El sufrimiento causado por la prdida constituye, en muchos casos, una experiencia penetrante hasta
el ncleo de nuestro ser, como muy pocas otras cosas pueden hacerlo. Si no aprendemos a asimilar
los sufrimientos de las prdidas pueden degenerar en enfermedades mentales e incluso fsicas que
irn desmoronando nuestro equilibrio vital.
El sufrimiento admite cierto movimiento del sufriente, puede enfrentarse a l, darle vueltas, incluso
intentar entender su significado, sus conexiones. Nadie nos puede quitar el sufrimiento, pero la
lucidez y capacidad de mirarlo cara a cara es ya el inicio de un camino para superarlo.
Poder expresar, decir el propio sufrimiento es un paso hacia su superacin. Sabida es la funcin
teraputica de la palabra, de la articulacin de lo que a uno le pasa ante alguien que escucha.
Es cierto que la cultura actual ignora, oculta o evade la muerte. Se la considera y se la trata como un
tab. Adems muchas veces, tal vez demasiadas, la soledad, el miedo, el abandono y la impotencia
componen el ltimo acto de la vida.
Todo esto est sucediendo a pesar de un movimiento que vuelve a interesarse por la muerte y el
duelo.
ALGUNOS MODELOS PARA COMPRENDER EL DUELO
Han sido muchos los pensadores que han intentado explicar el fenmeno del duelo.
Freud cre un modelo de duelo muy directamente inspirado por la depresin, la melancola, y en el
cual las relaciones con los dems, con los objetos, son el elemento fundamental de la prdida que
se experimenta con el duelo, es decir, cuando se pierde afectivamente algo o a alguien significativo,
se pierde una parte del yo, del mundo interno, de la estructura personal.
Otro modelo es el de la teora del vnculo de Bowlby15. Esta teora describe el desarrollo
psicoemocional sano en el ser humano. La persona desarrolla de forma instintiva vnculos (apegos).
El mantenimiento de un vnculo se experimenta como fuente de seguridad y dicha16.
La meta de la conducta de apego es mantener un vnculo afectivo. Cuando tales vnculos se ven
amenazados o rotos, se suscitan intensas reacciones emocionales.
Parkes17 ha sido otro estudioso del tema con su teora de constructos personales, sugiriendo que la
experiencia de duelo da lugar a grandes cambios en el espacio vital del individuo. La persona
establece vnculos afectivos con los elementos de su espacio vital y los vivencia como propios. En
el duelo, el individuo debe renunciar a los constructos acerca del mundo que inclua al fallecido y a
l mismo en relacin al fallecido, y por lo tanto, ha de desarrollar un nuevo esquema de constructor
acerca del mundo acorde a sus nuevas circunstancias vitales.
Tradicionalmente se ha entendido el duelo como un proceso que sigue unas fases, que van desde el
inicio a la resolucin del mismo.
ETAPAS O FASES DEL DUELO
Diversos autores han definido distintas fases o etapas que con algunos matices se pueden apreciar
elementos comunes. Estas fases son un proceso y no secuencias o etapas fijas, de tal manera que no
reproduce un corte claro entre una y otra fase, y existen fluctuaciones entre ellas.
A continuacin vamos a describirlas brevemente:
Etapas descritas por la Dra. E. Ross
1) Negacin y aislamiento: la negacin nos permite amortiguar el dolor ante una noticia inesperada
e impresionante; permite recobrarse. Es una defensa provisoria y pronto ser sustituida por una
aceptacin parcial: "no podemos mirar al sol todo el tiempo".
2) Ira: la negacin es sustituida por la rabia, la envidia y el resentimiento; surgen todos los por qu.
Es una fase difcil de afrontar para los padres y todos los que los rodean; esto se debe a que la ira se
desplaza en todas direcciones, an injustamente. Suelen quejarse por todo; todo les viene mal y es
criticable. Luego pueden responder con dolor y lgrimas, culpa o vergenza. La familia y quienes
los rodean no deben tomar esta ira como algo personal para no reaccionar en consecuencia con ms
ira, lo que fomentar la conducta hostil del doliente.
3) Pacto o negociacin: ante la dificultad de afrontar la difcil realidad, mas el enojo con la gente y
con Dios, surge la fase de intentar llegar a un acuerdo para intentar superar la traumtica vivencia.
4) Depresin: cuando no se puede seguir negando la persona se debilita, adelgaza, aparecen otros
sntomas y se ver invadida por una profunda tristeza. Es un estado, en general, temporario y
preparatorio para la aceptacin de la realidad en el que es contraproducente intentar animar al
doliente y sugerirle mirar las cosas por el lado positivo: esto es, a menudo, una expresin de las
propias necesidades, que son ajenas al doliente. Esto significara que no debera pensar en su duelo
y sera absurdo decirle que no est triste. Si se le permite expresar su dolor, le ser ms fcil la
aceptacin final y estar agradecido de que se lo acepte sin decirle constantemente que no est
triste. Es una etapa en la que se necesita mucha comunicacin verbal, se tiene mucho para
compartir. Tal vez se transmite ms acariciando la mano o simplemente permaneciendo en silencio a
su lado. Son momentos en los que la excesiva intervencin de los que lo rodean para animarlo, le
dificultarn su proceso de duelo. Una de las cosas que causan mayor turbacin en los padres es la
discrepancia entre sus deseos y disposicin y lo que esperan de ellos quienes los rodean.
5) Aceptacin: quien ha pasado por las etapas anteriores en las que pudo expresar sus sentimientos
-su envidia por los que no sufren este dolor, la ira, la bronca por la prdida del hijo y la depresincontemplar el prximo devenir con ms tranquilidad. No hay que confundirse y creer que la
aceptacin es una etapa feliz: en un principio est casi desprovista de sentimientos. Comienza a
sentirse una cierta paz, se puede estar bien solo o acompaado, no se tiene tanta necesidad de hablar
del propio dolor... la vida se va imponiendo.
Esperanza: es la que sostiene y da fortaleza al pensar que se puede estar mejor y se puede promover
el deseo de que todo este dolor tenga algn sentido; permite poder sentir que la vida an espera algo
importante y trascendente de cada uno. Buscar y encontrar una misin que cumplir es un gran
estmulo que alimenta la esperanza.
Fases segn Bowlby:
1. Fase de aturdimiento o etapa de shock. Es como un sentimiento de incredulidad; hay un gran
desconcierto. La persona puede funcionar como si nada hubiera sucedido. Otros, en cambio, se
paralizan y permanecen inmviles e inaccesibles. En esta fase se experimenta sobre todo pena y
dolor. El shock es un mecanismo protector, da a las personas tiempo y oportunidad de abordar la
informacin recibida, es una especie de evitacin de la realidad.
2. Fase de anhelo y bsqueda. Marcada por la urgencia de encontrar, recobrar y reunirse con la
persona difunta, en la medida en que se va tomando conciencia de la prdida, se va produciendo la
asimilacin de la nueva situacin. La persona puede aparecer inquieta e irritable. Esa agresividad a
veces se puede volver hacia uno mismo en forma de autorreproches, prdida de la seguridad y
autoestima.
3. Fase de desorganizacin y desesperacin. En este periodo que atraviesa el deudo son marcados
los sentimientos depresivos y la falta de ilusin por la vida. El deudo va tomando conciencia de que
el ser querido no volver. Se experimenta una tristeza profunda, que puede ir acompaada de
accesos de llanto incontrolado. La persona se siente vaca y con una gran soledad. Se experimenta
apata, tristeza y desinters.
4. Fase de reorganizacin. Se van adaptando nuevos patrones de vida sin el fallecido, y se van
poniendo en funcionamiento todos los recursos de la persona. El deudo comienza a establecer
nuevos vnculos.
El conocer las manifestaciones y las fases del duelo tienen una utilidad prctica, si entendemos que
las fases son un esquema orientativo y no rgido, que nos puede guiar a la hora de saber en qu
situacin se encuentra la persona en su proceso de duelo.
El psiquismo, por su propia dinmica interna se cura a si mismo, como un rasguo en nuestra piel,
pero esto ocurre slo si nos enfrentamos al dolor en vez de negarlo.
VIVENCIAS DE LA PERSONA EN DUELO
En general en todos los duelos existirn muchas caractersticas comunes, puesto que parten de una
informacin bsica heredada y en ntima relacin con nuestra supervivencia. Sin embargo, la
experiencia, el aprendizaje, la personalidad, y otra serie de factores externos, como pueden ser otros
vnculos, moldearan de forma individual la respuesta de duelo en cada individuo.
Las emociones son parte del legado gentico de nuestra especie, que permanecen en nuestras
clulas. Y aunque somos un todo interdependiente, podemos distinguir distintas dimensiones de
nuestro ser que se vern afectadas de diferente manera ante la experiencia de duelo.
Todas estas manifestaciones que a continuacin vamos a sealar de manera sucinta deben ser
matizadas por el hecho de que la expresin de duelo no es universal, ni uniforme, ni homognea, y
posee diferentes matices, expresiones, ritos y comprensiones desde variables socioculturales.
En efecto, nunca hay que olvidar que las manifestaciones de duelo no son universales,
generalizables, sino que vienen mediadas por la cultura en las que sucede.
De las manifestaciones externas del duelo, seala Tizn19, no puede deducirse la intensidad del
dolor privado.
Veamos las vivencias ms comunes en nuestro medio20:
Dimensin fsica. Se refiere a las molestias fsicas que pueden aparecer a la persona en duelo.
Sequedad de boca, dolor o sensacin de vaco en el estmago, alteraciones del hbito intestinal,
opresin en el pecho, opresin en la garganta, hipersensibilidad a los ruidos, disnea, palpitaciones,
falta de energa, tensin muscular, inquietud, alteraciones del sueo, prdida del apetito, prdida de
peso, mareos. Algunas investigaciones han demostrado que las situaciones de estrs estn
ntimamente relacionadas con la inmunodepresin y, por tanto, el organismo humano es ms
vulnerable a enfermar. Y obviamente la muerte de un ser querido es una de las experiencias ms
estresantes.
Dimensin emocional. Aqu sealamos los sentimientos que el deudo percibe en su interior. Los
estados de nimo pueden variar y manifestarse con distintas intensidades. Los ms habituales son:
sentimientos de tristeza, enfado, rabia, culpa, miedo, ansiedad, soledad, desamparo e impotencia,
aoranza y anhelo, cansancio existencial, desesperanza, abatimiento, alivio y liberacin, sensacin
de abandono, amargura y sentimiento de venganza.
Voy a profundizar un poco ms en alguno de estos sentimientos. As, respecto a la tristeza,
destacaremos que si antes de morir la relacin con el ser querido se ha sanado y se ha podido
expresar el afecto, el manejo de la tristeza ser menos complejo. Si no se ha podido expresar,
todava estamos a tiempo de aliviar la pena mediante tcnicas de visualizacin etc. Generalmente
las penas compartidas en un grupo de personas en duelo con situaciones parecidas es un alivio. El
remedio ms eficaz para la tristeza es el consuelo, que fundamentalmente habr que buscarlo en el
interior de uno mismo, de una misma, sin menospreciar el que se recibe del exterior por otros seres
queridos.
Si el origen de la tristeza est ms bien en que no dio tiempo a despedirse o a manifestarle a la
persona difunta todo lo que significaba para el deudo, se le puede sugerir a este que escriba una
carta de despedida. Una carta sincera, escrita desde el corazn.
El sentimiento de culpa suele aparecer con cierta frecuencia. Si la causa de la culpa puede
subsanarse en alguna medida mediante actos fsicos o materiales, es buena idea estimular al deudo
para que los realice.
Quizs algn tipo de ritual en el que solicitamos el perdn del ser querido pueda aliviar.
Relacionado con esta estrategia, si la persona es creyente, pedir perdn mediante alguna oracin,
sabiendo que la persona difunta nos puede escuchar desde otra dimensin, puede dar buen
resultado.
Nunca sobra en el trabajo de duelo, si aparece la culpabilidad, el intentar objetivizar los
comportamientos, ya que en muchas ocasiones son ms fruto de nuestras autoexigencias que de la
realidad.
Cuando el sentimiento predominante es la rabia, deberemos entender que se trata de un mecanismo
de compensacin del dolor sentido. La mejor herramienta es canalizar y expresar la rabia. La
actividad fsica con gran esfuerzo suele ser un buen remedio para calmar esa rabia que nos oprime,
as como el romper papeles, o golpear un cojn o quizs el gritar en un lugar seguro.
Dimensin cognitiva. Se refiere a lo mental. Dificultad para concentrarse, confusin,
embotamiento mental, falta de inters por las cosas, ideas repetitivas, generalmente relacionadas
con el difunto, sensaciones de presencia, olvidos frecuentes.
Dimensin conductual. Se refiere a cambios que se perciben en la forma de comportarse con
respecto al patrn previo. Aislamiento social, hiperactividad o inactividad, conductas de bsqueda,
llanto, aumento del consumo de tabaco, alcohol, psicofrmacos u otras drogas.
Dimensin social. Resentimiento hacia los dems, aislamiento social.
Dimensin espiritual. Se replantean las propias creencias y la idea de trascendencia. Se formulan
preguntas sobre el sentido de la muerte y de la vida.
INTERVENCIN EN DUELO
La prdida de alguien significativo produce una amplia gama de reacciones que pueden y deben
considerarse como normales y adaptativas, tal y como hemos visto en apartados anteriores.
No debemos olvidar que la mayora de las personas son capaces de afrontar y realizar
adecuadamente el duelo sin ayuda. Las decisiones diagnsticas y de intervencin han de ser
prudentes para evitar la interferencia en un proceso humano normal.
Para poder considerar un duelo como posible patolgico, deberamos tener en cuenta los siguientes
criterios26:
Falta de respuesta o respuesta dbil durante las semanas que siguen a la prdida. Prolongacin del
embotamiento afectivo.
Tras las primeras semanas persisten emociones muy intensas de rabia, resentimiento, tristeza o
culpa.
El deudo no puede hablar durante la entrevista del fallecido sin experimentar un intenso dolor.
La persona que ha sufrido la prdida no quiere desprenderse de ninguna pertenencia material que
perteneca al difunto, o, por el contrario, se deshace precipitadamente de todos los objetos
(evitacin fbica).
Cuando algn acontecimiento relativamente poco importante desencadena una intensa reaccin
emocional.
El deudo no hace la menor referencia a la prdida, evitando cualquier circunstancia que pudiera
recordarle.
El doliente ha desarrollado sntomas fsicos como los que experimentaba el fallecido antes de la
muerte, incluso imita a ste en gestos, conductas, etc.
El deudo realiza cambios radicales en su estilo de vida despus de la muerte de su ser querido.
Miedo desmesurado a la enfermedad y a la muerte, hipocondra, consultas frecuentes al mdico.
Impulsos destructivos y autodestructivos con abuso del tabaco, alcohol. En su grado extremo
puede llevar a realizar intentos de suicidio.
Si tras el primer ao desde que falleci el ser querido, no hay ningn signo de recuperacin.
Cuando a los 2 3 aos de la prdida no hay una clara evolucin satisfactoria.
Si la persona presenta una larga historia de depresin subclnica, marcada por la culpa persistente
y baja autoestima.
La estrategia fundamental para el manejo del duelo es darse tiempo y permiso para abordar de
forma consciente el proceso y restablecerse. Es cierto que el tiempo en si mismo no nos alivia27 pero
necesitamos tiempo para realizar una serie de tareas que nos llevarn a la superacin de la prdida.
Ser lo que hagamos en ese tiempo lo que nos brindar una solucin real. El paso de los das y aos,
como dice Santiago Rojas28 sin un proceso restaurador, slo traslada el dolor de la superficie a la
profundidad, pero la persona sigue atrapada en la amargura de su pena de lo que fue y ya no volver
a ser.
Con el tiempo debemos encaminarnos a aceptar la prdida para reconocer que el ser querido ha
muerto, debemos utilizar el tiempo para expresar de forma honesta y autntica los sentimientos que
acompaan la prdida.
El tiempo, adems debe emplearse para aprender a vivir sin esa persona. Ese tiempo estar bien
invertido si se recupera el inters por la vida, se reconstruye el sentido de esta y se logra volver a
gozar de la existencia.
Para recuperarse hay que permitirse bucear en una misma, en uno mismo y descubrir los
sentimientos que habitan en nuestro interior, sin censurar, sin negar, pero tampoco recrendonos en
ellos y enganchndonos, sino dejndolos ir29.
Es cierto que habr momentos difciles y emociones intensas que amenacen con rompernos. Habr
que atravesar esos desiertos con la esperanza de un maana mejor30.
Siguiendo el esquema propuesto por Worden31, despus de sufrir una prdida hay ciertas tareas que
se deben realizar para restablecer el equilibrio y para completar el proceso de duelo. Puesto que el
duelo es un proceso y no un estado, estas tareas requieren esfuerzo y podemos hablar de que la
persona realiza el trabajo de duelo.
El objetivo de esta tarea es conseguir que la persona no arrastre el dolor de la prdida a lo largo de
su vida.
Es imprescindible para la superacin del duelo, que la persona exprese tal como vive y siente sus
emociones, sin censuras, por horribles que le parezcan los sentimientos, el deudo debe dejarles
espacio y se deben expresar para liberarse de ellos.
Las emociones pueden estar acompaadas por sensaciones corporales. Tambin pueden aparecer
trastornos de la alimentacin y alteraciones perceptivas como ilusiones o alucinaciones.
En conclusin, la expresin de las emociones, ante alguien que escucha, se convierte en una tarea
necesaria para la elaboracin del duelo.
Adaptarse a un medio en el que el fallecido est ausente
En general el deudo no es consciente de todos los roles que desempeaba la persona fallecida hasta
algn tiempo despus de su muerte.
El deudo tiene que desarrollar nuevas habilidades y asumir roles que antes desempeaba la persona
fallecida.
En esta tarea aprendemos a vivir solos, solas, a tomar decisiones sin el otro, sin la otra; a
desempear tareas que antes haca con el difunto, la difunta, o que comparta con el o ella. A pesar
del dolor, la vida sigue a su propio ritmo y en ocasiones con exigencias importantes. El duelo nos
obliga a solucionar los problemas que surgen de la carencia del ser querido.
En este momento debemos reforzar el desprenderse del ser querido sin renunciar a su recuerdo, que
nos facilite vivir sin la otra persona.
Detener la tarea III es no adaptarse a la prdida.
Recolocar emocionalmente al fallecido y continuar viviendo
Probablemente nunca se pierden los recuerdos de una relacin significativa. Nunca podemos
eliminar a aquellas personas que han estado cerca de nosotros, o de nosotras, de nuestra propia
historia.
La disponibilidad del deudo para empezar nuevas relaciones depende no de olvidar al fallecido, sino
de encontrarle un lugar apropiado en su vida psicolgica, un lugar importante, pero que deja un
espacio para los dems.
La vida est llena de nuevas posibilidades. Se puede de nuevo disfrutar, se puede pensar en ser feliz
y establecer nuevas relaciones.
La cuarta tarea se entorpece manteniendo el apego del pasado en vez de continuar formando otros
nuevos. Algunas personas encuentran la prdida tan dolorosa que se hacen la promesa de no volver
a querer nunca ms.
Es un proceso con altibajos porque, en ocasiones, en fechas sealadas, en aniversarios, se dispara de
nuevo el dolor, la impotencia, la tristeza que creamos superada.
Para que esta cuarta tarea se pueda completar habr que haber realizado con xito las tres anteriores.
El final del duelo ocurrir cuando encontremos motivos para vivir, y podamos volver a vincularnos
con aquello que la vida nos ofrece, sin olvidar, ni dejar de amar a quien estuvimos unidos, unidas y
nos dej.
Resolver un duelo es sentirse mejor, y para ello, como sealan John W. James y Russel Friedman33
requerir la atencin del doliente, intencin de cambiar, fuerza de voluntad y valor.
Consideraremos que un duelo est resuelto cuando la persona es capaz de pensar en el o la fallecida
sin dolor, lo que significa que consigue disfrutar de los recuerdos, sin que estos traigan dolor,
resentimiento o culpabilidad. Sin descartar que pueda sentirse triste de vez en cuando, pero las
acepta y adems consigue hablar de esas emociones con libertad.
Otro signo del duelo resuelto es cuando conseguimos estar inmersos en el ciclo de la existencia,
abiertos al fluir de la vida en una apertura a los dems, conscientes de que ello conlleva
vulnerabilidad, y hasta la disposicin a ser heridos. Dicho de otra manera, cuando la persona
recupera el inters por la vida, cuando se siente ms esperanzada, cuando experimenta gratificacin
de nuevo y se adapta a nuevos roles. Cuando la persona puede volver a invertir sus emociones en la
vida y en los vivos.
EL DUELO CON RESPECTO A FAMILIARES Y AMIGOS
Desde nosotros:
se perturba nuestra relacin con los dems;
sentimos que no comprenden nuestro dolor;
no entendemos sus actitudes
queremos volver a convivir de la mejor manera pero no sabemos cmo hacerlo;
nos molesta cuando nos dan consejos o, por no sufrir ellos, nos presionan a una pronta mejora;
todo lo sucedido nos trae emociones, sentimientos y pensamientos que son difciles de trasmitir a
quienes no han pasado por lo mismo que nosotros;
solemos aislarnos;
nos duele que eviten mencionar a nuestro ser querido, que lo transformen en un tema tab;
solemos pensar que se han olvidado de ellos;
como estamos en un estado de protagonismo descalificamos el dolor ajeno, comparndolo con el
nuestro;
somos ambivalentes: no queremos estar en familia pero, a la vez, nos quejamos si no nos tienen
en cuenta o no nos convocan;
nos molesta que se alejen o teman estar con nosotros;
a veces nos sentimos culpables de no haber podido evitar su muerte y pensamos que seremos
juzgados... eso tambin nos lleva a aislarnos;
comprobamos que algunos amigos se transforman en extraos y algunos extraos en amigos;
aprendemos que est en nosotros hacerles saber a los que nos rodean lo que necesitamos y lo que
nos ayuda a estar mejor.
Desde ellos para con nosotros...
la muerte de nuestro ser querido tambin les impact pero con una intensidad y duracin
diferentes:
se sienten, en muchos casos, incapaces de ayudarnos; caen en silencios prolongados porque no
saben qu decir ni qu hacer;
la desaparicin de nuestro ser querido hizo irrupcin en sus vidas pero la recuperacin es ms
rpida que la nuestra. Y a veces sienten culpa al continuar viviendo como antes de la prdida;
no les es fcil comprender nuestro dolor;
sufren por no poder o no saber cmo ayudarnos;
omiten nombrarlos o recordarlos delante nuestro en la creencia que nos haran sufrir, sin saber
que nos hace falta hablar de nuestro ser querido;
no saben cmo abordar el tema de la muerte o les falta coraje para hacerlo;
consideran que hay un tiempo establecido para hacer el duelo y que, transcurrido dicho plazo
-que para ellos es ms rpido-, deberamos recomponer nuestras vidas;
creen que nuestra recuperacin es ms fcil de lo que realmente es;
nos mortifica cuando nos dan consejos como una forma de ayuda, instndonos al "deberas...",
"yo te aconsejo.." o "si hicieras...";
no entienden nuestros estados de nimos tan cambiantes de ira, enojo, tristeza, dolor, angustoa,
etc;
pueden sentirse incmodos cerca nuestro; tienen miedo de causarnos ms dolor o algo
inapropiado.
Esos momentos especiales
Los aniversarios del nacimiento y muerte de un ser querido, as como las festividades religiosas,
vacaciones, fiestas o momentos especiales que vivamos con l, son los momentos de mayor stress,
angustia y desorientacin.
Es importante que en esos das nos podamos dar el permiso de respetar lo que uno siente, sin estar
pendientes si los dems se molestan por no aceptar lo que ellos suponen que deberamos hacer. El
disgusto posterior que podamos sentir ser ms doloroso an que decirles a quienes nos quieren que
no deseamos hacer lo que ellos desean.
Facilita conversar, en los das previos, con el cnyuge y los otros hijos sobre el tema y aceptar sus
sugerencias, permitiendo que ellos tambin participen y propongan modos de pasar el momento o
el da.
Sirve vivir estas experiencias con el grupo familiar y reservar algn momento del da para nuestra
intimidad y para hacer lo que en el fondo de nuestro corazn sentimos que deseamos hacer en
soledad.
Ayuda intentar sentir que nuestro ser querido est en nuestro corazn y que nos acompaa en todos
los momentos. Sentirlo presente, compartir con l nuestros sentimientos, en la intimidad ms
profunda. Evitar racionalizarlo y simplemente amarlo incondicionalmente puede aliviar el dolor.
Sentimientos dolorosos mezclados o contradictorios.
Durante el duelo puede haber sentimientos que no estn ni bien ni mal: es lo que uno puede sentir
en un determinado momento. Con el tiempo, y a medida que el dolor disminuye, irn
desapareciendo. Parte de la tarea es aprender a perdonarnos y a perdonar.
Podemos tener sentimientos contradictorios ante:
la alegra ajena;
todas aquellas malas personas que siguen vivas;
las personas muy ancianas;
los que no han perdido hijos;
todo aquel relacionado con las circunstancias de la muerte;
ante la muerte misma;
para con el ser querido muerto;
con uno mismo... por qu no me preocup ms?
La fe en el duelo
La muerte de un ser querido es la prueba ms profunda que deben atravesar las personas de fe. Del
mismo modo, es inevitable que se produzca un replanteo general de la vida, de los valores, del
orden de prioridades, un proceso de alejamiento o de cuestionamientos de los principios de fe.
Las diferentes reacciones nos muestran que, para muchos, la fe:
es una ayuda para aceptar lo inaceptable;
es algo lejano y cuestionable;
es muy variable, lo cual causa preocupacin;
si no se tiene, el sufrimiento puede ser mayor;
desaparece, o decae, y cuesta recuperarla;
se descubre, como una nueva experiencia de vida;
se fortalece o es ms fuerte de lo que se crea.
CONSIDERACIONES FINALES
No llores porque las cosas hayan terminado, sonre porque han existido
C.E. Bordakian.
Los duelos, por muy dolorosos y complicados que resulten, pueden ser oportunidades excepcionales
para nuestro crecimiento personal y realizacin, siempre y cuando seamos capaces de afrontarlos y
de integrar la correspondiente prdida. La persona sana es aquella que no intenta escapar del dolor,
sino que sabiendo que ocurrir intenta saberlo manejar.
El duelo, seala Bermejo34, quiz reclame nuestra verdad ms grande y hermosa: el valor del amor.
Y nuestra verdad ms trgica: la soledad radical que nos caracteriza. La muerte de un ser querido
nos confronta irremediablemente ante el misterio de la vida. Nos impone silencio; y el silencio