México Virreinal. Bernabéu, Salvador
México Virreinal. Bernabéu, Salvador
México Virreinal. Bernabéu, Salvador
E IMPACTO ILUSTRADO
Salvador Bemabu Albert y Mana Justina Sarabia Viejo
EEHA-CSIC/Universidad de Sevilla
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proporcionaba el estar rodeado de difciles caaverales y el conseguir alimentos de forma fcil. Peces, ranas, patos, grullas, pjaros de todos los
tamaos, gusanos y camarones saciaron el hambre de los primeros pobladores, que levantaron un templo a su dios, conocido despus por los espaoles como Huichilobos.
El islote original, de aproximadamente ciento ochenta hectreas, fue
paulatinamente creciendo gracias a las famosas chinampas, armazn formado por ramas atadas con cuerdas de ixtle sobre las que se dispona primero
un resistente caamazo y encima una gruesa capa de tierra vegetal. Las chinampas -del nhualt chinmitl- permitieron el aumento del suelo frtil para
el cultivo de alimentos y, con ello, el crecimiento demogrfic05 No obstante,
el desarrollo de la ciudad en un lugar tan inhspito fue posible gracias al
sojuzgamiento de los pueblos vecinos y, ms tarde, lejanos, que les proporcionaron alimentos, tributos y esclavos. La situacin estratgica de la capital
mexica tambin la convirti en un centro comercial de primer orden, lo que
permiti sostener a una numerosa poblacin. Como ha sealado Sonia Lombardo de Ruiz, esta ciudad fue generada por un proceso inverso al normal:
en lugar de ser la resultante del exceso de produccin de una regin, primero
se levant como un centro de caractersticas urbanas, y despus, sus habitantes se ocuparon de proporcionarle, por medio de las armas, un hinterland
capaz de sustentarlo6.
El urbanismo de Tenochtitlan - cuyo significado en nhualt era <<lugar
de pencas de nopal>>- reflej la organizacin sacerdotal y guerrera de los
aztecas, las herencias de los pueblos que visitaron o sojuzgaron en su peregrinaje y, asimismo, el desarrollo econmico proporcionado por sus rpidas
conquistas. Las primeras construcciones diseminadas por el islote pronto se
dispusieron geomtricamente siguiendo una planificacin urbana heredada
de Teotihuacan y otras ciudades mesoamericanas. Pero el crecimiento no fue
fcil: los esfuerzos para levantar la ciudad que contemplaron los espaoles
fueron titnicos. Desde la fundacin hasta el reinado de Itzcalt (1426-1440),
Tenochtitlan no pas de ser una amalgama de chozas en torno a un centro
ceremonial, con una vida precaria basada en los recursos lacustres. Con este
monarca se construy la primera calzada que uni la isla con tierra firme, y se
plane la ciudad de forma regular, alrededor de un centro poltico y religioso
de grandes proporciones y suntuosidad. Ms importancia para el futuro de la
urbe tuvo el reinado de Moteczuma Ilhuicamina (1440-1468), quien la abasteci de agua dulce de forma permanente gracias a la construccin de un acueducto y atac el difcil problema de las inundaciones mediante un albarradn
, Sobre los mexicas, vase LPEZ AUSTIN y L PEZ LUJN, 1996, 219224 .
LOMBARDO DE RUIZ, 1973, 103.
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PEREYRA, 1931,327.
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San Pablo Zoquiapan, San Juan Moyotln y Santa Mara Cuepopan. Asesorado por los misioneros, el monarca determin que su congregacin -y separacin de los espaoles- facilitara la evangelizacin, que en un principio fue
encomendada a los franciscanos. Para realizar su tarea, se edificaron capillas
e iglesias y, para atraer y sujetar a los indios en la antigua metrpoli, fueron
dispensados del repartimiento y de la encomienda a cambio de que trabajasen en la renovada urbe. As se inici una nueva inmigracin a los pocos
meses de la cruel matanza de Tenochtitlan. Las obligaciones de los indios
eran los repartos de las casas reales, el hacer alcantarillas y reparos dellas,
limpiar las acequias y atengas pblicos, hacer calzadas y albarradas y cosas
semejantes, hacer las casas donde se hace audiencia por los alcaldes indios,
hacer la casa de comunidad, que est junto a ellos, la construccin del albarradn, del hospital de indios, del palacio virreynal, de la catedral, etc.13.
Estos indios no pagaron tributo hasta 1564, a raz de las pesquisas del visitador general Jernimo de Valderrama.
La vida en los barrios de indios era similar, por lo general, a la del resto
de las poblaciones rurales o misiones que se multiplicaron en el territorio
mexicano. La campana marcaba las actividades diarias, que comenzaban con
los trabajos agrcolas y ganaderos en los campos, segn tcnicas herederas de
un saber ancestral, pero tambin adaptando con rapidez plantas, animales y
tecnologa europea. Como ha sealado Enrique Florescano, en el transcurso
de dos generaciones, los pueblos indgenas se haban apropiado de las artes y
tcnicas de los espaoles: Con ellas levantaron iglesias, monasterios, casas
reales y seoriales, haciendas agrcolas y de beneficio de metales, caminos,
puertos y ciudades, y las decoraron con pinturas, esculturas y mobiliarios de
tradicin europea14. La cotidianidad se rompa con la fiesta del patrono,
parteaguas que sola celebrarse con numerosos festejos, presididos por sus
autoridades.
Las almenas y torres de las primeras dcadas, que daban a la ciudad de
Mxico un aire militar, fueron paulatinamente desapareciendo. A lo largo del
siglo XVII, se levantaron numerosas iglesias, capillas, colegios y conventos
que llenaron la capital de campanarios y cpulas. Junto a estos edificios religiosos, las grandes mansiones y palacios, construidos de tzontle y chiluca,
daban a la urbe un aire aristocrtico que no pas desapercibido para los viajeros. Como sede virreinal y arzobispal, Mxico se engrandeci con importantes edificios que albergaban a las mximas autoridades de la Nueva Espaa y a otras instituciones civiles y eclesisticas, como el tribunal de la
13 VALERO, 1991 b., 184-185. Los datos proceden del manuscrito Pintura del Gobernador, Alcaldes y Regidores de Mxico [Cdice Osuna], 1973.
" FLORESCANO, 1997, 195.
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insignias, los patronos, los emblemas, las vestiduras, el orden riguroso, etctera, manifestaban la jerarqua, las diferencias, la subordinacin al monarca y
la legitimidad del orden colonial. Mxico, como urbe capital del Virreinato,
se convirti en el principal escenario de la grandeza novohispana y de su lealtad al monarca, aunque todo teatro tiene sus bambalinas: antes de 1629, la
ciudad albergaba 340 tabernas y bien poda considerarse como la capital de
los rufianes. Arias de Villalobos la hace famosa en seis Ce: Calles, Calzadas,
Caminos, Caballos, Carrosas, y Canoas; si bien pone otras dos CC, que se
hallan muy comunes, que son Criaturas, y Capas negras, y pone la multitud
de oficiales en todo genero, que tambin se hallan en cualquiera17.
La administracin y el abastecimiento de-esta gran urbe, que, segn el
franciscano Baltasar de Medina (1634-1697), consuma anualmente 170.000
carneros, 12.000 cabezas de ganado mayor, 30.000 cerdos, 220.000 fanegas de
maz y ms de 180.000 de harina, estaban encomendados al Concejo metropolitano, fundado en 1522 18 El Ayuntamiento reuna dos grandes actividades
de la gestin pblica. En primer lugar, administraba la capital virreinal por
medio de los regidores, quienes se encargaban del citado abasto, de las calzadas, de mantener la limpieza, etctera. En segundo lugar, imparta justicia
-de primeril instancia- mediante el corregidor, sus tenientes, los alcaldes
ordinarios y alguaciles, el alcalde de la Santa Hermandad y los fieles ejecutores. Para atender a estos gastos, los Cabildos contaban con los ingresos generados por el arrendamiento de servicios pblicos, desde el abasto de las carniceras y el estanco de la nieve, hasta los cordobanes y las harinas. Todos
ellos permitan sostener la actividad urbana, si bien esas entradas de fondos
no fueron suficientes, por lo que la ciudad de Mxico estuvo endeudada a lo
largo de toda la centuria debido a dos partidas fundamentales: los desembolsos para las obras del desage y las cantidades impuestas por la Corona para
sostener la Armada de Barlovento l9 Y ello a pesar de las continuas recomendaciones del Consejo de Indias de eliminar esa deuda y de introducir la austeridad en su economa.
Una de las constantes de la capital mexicana a lo largo del siglo XVII
fue la lucha contra las aguas, que la rodeaban, la invadan y la amenazaban en
sus actividades y desarrollo. Gran parte de los caudales y de los esfuerzos de
los funcionarios del Ayuntamiento se dirigieron a controlar esta amenaza,
que se hizo patente con la gran inundacin (1629-1638)2. Toda la ciudad
qued anegada durante cinco aos a excepcin de la Plaza Mayor, la del
Volador y el barrio de Tlatelolco. El reforzamiento de diques y calzadas se
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haba realizado desde mediados del siglo XVI, pues a partir de 1555 las inundaciones fueron sistemticas, agravndose el problema en la primera dcada
del siglo XVII. Tras la inundacin de 1607 se aprob el proyecto de desage
general diseado por Enrico Martnez, que consista en la disminucin del
volumen de agua del lago de Mxico gracias al drenaje del lago de Zumpango
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PAZOS, 1999,335 .
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Los cuadros de castas, a pesar de las crticas que han recibido (los
autores, aunque seguidores del realismo, obraron con entera libertad, pintando lienzos principalmente para la exportacin), son una muestra de ese
gran laboratorio social y tnico que fue la Nueva Espaa23
El Virreinato estaba jerrquicamente organizado por diversos estamentos: funcionarios, clero, rdenes religiosas, comerciantes, cofradas y otros
numerosos grupos corporativos, que ofrecan a los novohispanos formas de
sociabilidad, representacin, proteccin y prestigio, pues cada uno de estos
grupos tena sus privilegios. Los numerosos pleitos que surgan entre ellos
servan para consolidar las diferencias, mientras las procesiones, las tomas de
posesin de los virreyes y otras ceremonias se empleaban para representar el
orden jerrquico y transmitir los valores a todos los miembros del reino. Las
insignias, los patronos, los emblemas, las vestiduras, el orden riguroso, etctera, manifestaban las diferencias, la jerarqua, la subordinacin al monarca y
la legitimidad del orden colonial. Sin embargo, como han sealado Lyle N .
McAlister y Felipe Castro, al finalizar el dominio espaol, la identidad y el
orden basado en los estamentos y las corporaciones fueron paulatinamente
sustituidos por un nuevo sistema asentado en las relaciones econmicas y
sociales24 En particular, en las grandes ciudades y reales mineros empez a
surgir una conciencia de clase en perjuicio de una identidad tnica, que se
puso de manifiesto en las revueltas contra las reformas borbnicas.
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KATZEw, 2004.
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Annimo, De albina y espaol nace tornatrs, siglo XVIII, detalle. Coleccin particular
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VELZQUEZ, 2006.
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general, todas estaban en inferioridad con el hombre, fuera ste indio, espaol o de castas, al mantenerse bajo la patria potestad de su padre o de su
esposo, si bien los historiadores vienen descubriendo mujeres menos dependientes y ms comprometidas con su destino: viudas que sacaron adelante
sus casas31 , separadas que pleitearon con los maridos, criadas que denunciaron a sus amos y trabajadoras que encabezaron tumultos contra los administradores. Incluso conocemos casos en los que la mujer, no satisfecha con un
primer matrimonio, se aventur en un segundo para ascender socialmente,
como fue el caso de Mara Felipe Marrn, acusada de bigamia, delito, por
otra parte, ms frecuente de lo que se piensa en la Nueva Espaa32 En cualquier caso, los estudiosos de las mentalidades vienen insistiendo en que los
comportamientos de los hombres y mujeres del siglo dieciocho estaban muy
alejados de las normas establecidas por la Iglesia.
Si las mujeres estaban vigiladas en la Nueva Espaa, lo mismo ocurra
con los esclavos, buena parte de ellos negros, y con los indios, quienes desde
los primeros aos de la colonia fueron protegidos por una legislacin tutelar,
que ayud a su sobrevivencia y recuperacin a cambio de un tributo al soberano y de cumplir con otras cargas econmicas. La igualdad que algunas
visiones nos han dejado de los indgenas est muy lejos de la realidad, pues
exista una nobleza hereditaria, que mantena sus privilegios. Los ilustrados
impulsaron un indio til al Estado, pero en general mantuvieron una visin
negativa, al acusarle de ser torpe, vicioso y aptico. Y es que el indio, desde
la conquista, ha sido interpretado segn los discursos de los grupos que quisieron utilizarlo y dominarlo: Lo aderezan desde fuera -ha escrito Luis
Villoro-, desde fuera lo arreglan, lo presentan, le hacen decir discursos y
representar papeles33.
II
TORALES, 2002, 203 -230.
" BOYER, 1995.
" VILLORO, 1950, 241.
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Pero antes de seguir adelante, hay que trazar a grandes rasgos un dibujo sociolgico de la ciudad de Mxico a fines del siglo XVIII. Con 113.240
personas segn el censo de 1790, era la ciudad americana ms poblada. El
primer grupo en importancia numrica lo constituan los criollos, con un
47'25% de la poblacin; seguido por los indios, con un 22'60%; los mestizos, con el 12%; los mulatos, con un 6'60%; los europeos, con el 2'25%; los
negros, con el 30%, y las castas o mezclas interraciales con el 9'00%.
La capital virreinal era el centro de las mezclas interraciales y, si bien en
los primeros tiempos de la colonizacin la divisin de razas lleg a corresponder con la divisin social por estamentos, ya en este periodo la urbe
mexicana era testigo de la ausencia de patrones estrictos que determinaran la
participacin econmica y social de los individuos. El ser espaol signific no
tanto orgenes genticos sino culturales y econmicos, y as poda encontrarse a un peninsular de origen tanto entre la elite novohispana como de artesano y sirviente. Asimismo, se hall en esa elite novohispana sangre mestiza e
incluso rastros de genes negros.
La ciudad de Mxico fue el lugar de residencia de la mayor parte de la
elite novohispana y, por tanto, tambin centro del poder econmico. En ella
tuvieron su sede las grandes riquezas, producto de la minera, el comercio y
tambin algunas de la agricultura, adems de ser el centro ms importante de
consumo y comercializacin de la Nueva Espaa. Desde ella no slo se ejerca el control de la mayor parte del comercio interprovincial de todo el territorio, sino tambin una gran actividad mercantil de pequeos comerciantes.
La ciudad estaba llena de tiendas de abarrotes, azucareras, laceras, sederas,
veleras, tlapaleras, semilleras, vidrieras, madereras, vinateras, pulqueras
y almacenes de mercancas importadas. El centro ms importante era El
Parin, una serie de tiendas grandes ubicadas en el lado suroeste de la Plaza
Mayor. Igualmente importantes eran el Portal de Mercaderes, callejn lleno
de tiendas de menudeo, y el Portal de las Flores, que posea varias tiendas
pequeas y serva tambin como muelle principal para las canoas que venan
de Chalco con frutas y verduras frescas. En la calle de Plateros se congregaba una multitud de plateras, tiendas pequeas y fondas, y en las vas situadas
detrs del palacio se sucedan pequeas tiendas y varias pulqueras, siendo
sta la zona ms humilde. Detrs de la catedral y al sur y suroeste de la Plaza
Mayor se ubicaron las residencias palaciegas, pero tambin las bodegas de
los mayoristas ms importantes.
La capital del Virreinato fue el centro manufacturero por excelencia, en
el que proliferaron gran cantidad de talleres, panaderas, tocineras, molinos,
etctera, todos ellos bajo estricta organizacin gremial. Adems, fue el primer centro educativo en los distintos niveles y, por ende, imn de atraccin
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las calles, no abandonar a los animales, eliminar de las calles toldos, cajones y
saledizos, concentrar a los vendedores ambulantes en los sitios aprobados
por el Cabildo, quitar los salientes y escalones de las fachadas que entorpeciesen a los viandantes, edificar en los baldos, enmendar las casas ruinosas,
enlosar las aceras e impedir que se abrieran hoyos. Todos estos mandamientos se resumen en uno: vigilar el espacio pblico en beneficio del Estado, si
bien su cumplimiento no fue fcil. Por ejemplo, algunas medidas como el
enlosado, que deba ser financiado por cada uno de los propietarios -segn
el tamao de sus fachadas-, provocaron la indignacin de los vecinos y, particularmente, de los conventos de religiosas. El virrey Bucareli volvi a
impulsar el cumplimiento de las ordenanzas de 1769 por medio de un nuevo
bando rubricado en agosto de 1775, y Carlos m, en marzo de 1780, aprob
finalmente un Plan de Empedrados y Enlosados37, lo que demuestra la
escasa respuesta del vecindario capitalino.
El control de la poblacin para fines fiscales, estadsticos, militares y
de seguridad llev a la divisin de la ciudad en cuarteles. El virrey Martn
de Mayorga emiti un bando el 7 de diciembre de 1782 en el que estableci
ocho cuarteles mayores y treinta y dos menores, con una detallada ordenanza
para hacer ms pronta y expedita la administracin de Justicia, y poner en
buen orden y mtodo el gobierno poltico y econmico. Los cuarteles estaran dirigidos por los alcaldes de barrio, con amplias funciones, a las rdenes
de los alcaldes del crimen y del corregidor}8. Formando parte de este proyecto de seguridad, hay que citar el alumbrado de la ciudad con el fin de reducir
la delincuencia e imponer el orden pblico, teniendo cada propietario que
poner y mantener un farol en su casa, entre otras medidasJ9
En la memoria de la capital, dos virreyes tienen un lugar especial.
En primer lugar, el prudente Antonio Mara de Bucareli y Ursa (17711779)40, que construy una alameda para embellecer el centro urbano, adems
de impulsar ordenanzas y otras normas sobre la polica de la ciudad de
Mxico. En segundo lugar, destaca Juan Vicente Gemes Pacheco y Padilla,
segundo conde de Revillagigedo (1789-1794)4\ que se empe en perfeccionar y cumplir con las ordenanzas anteriores. Como destaca Sonia Lombardo:
Las calles fueron empedradas con sus desages por atarjeas, ceg algunas acequias secundarias por las que ya no corra el agua, mand colocar faroles, placas
VIQUEIRA,1987.
Sobre Mayorga y sus medidas, Real y Heredia, 1967,11,199214 . Este tema ser abordado en
el captulo siguiente, escrito por Guadalupe DE LA TORRE VILLALPANDO.
" Sobre este tema, TRENS, 1954,431-456; Y L EMOINE, 1963,783818.
'" D1AZTRECHUELO, RODIGUEZ y PAJARON, 1967, 567578 .
.. D1AZ.TRECHUELO, PAJARON y RUBIO, 1972,91123 (Cap. 1, El mejor alcalde de Mxico).
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con los nombres de las calles, azulejos con nmeros en las casas, esto ltimo
para facilitar el levantamiento de los padrones. Puso guardias nocturnos pagados, nombr por su cuenta a los capitanes del Regimiento Provincial de Milicias, organiz el servicio de limpia, provey carros para regar los paseos yarregl la Alameda. En una palabra, ejecut las obras pblicas contratando a
oficiales, maestros y profesionistas, que por libre competencia se ajustaron a las
necesidades de rapidez y eficacia requeridas por el virrey, marginando a los
cuerpos tradicionales que las tenan a su cargo y que hasta entonces haban
sido inoperantes, entre ellos el de la ciudad y los gremios de arquitectos que,
regidos por las ordenanzas, no las efectuaban en forma expedita42
La aplicacin de las medidas no fue uniforme: se ejecutaron aceleradamente en la traza, pero se demoraron en los barrios. Muchas de ellas slo se
cumpliran despus de la Independencia, como la creacin de cementerios
civiles. Durante su mandato, el conde de Revillagigedo haba prohibido los
entierros en los atrios de las iglesias por razones de salubridad. Pero, a pesar
de un temprano proyecto de Tols de cementerio extramuros, se mantuvo
durante bastantes aos la costumbre de inhumar los cuerpos en los conventos y parroquias de la capital43
Por ltimo, otras medidas econmicas tambin afectaron a la distribucin de la ciudad, como la creacin de fbricas, que llev aparejada una concentracin de trabajadores -por ejemplo, la Real Fbrica de puros y cigarros-, y el traslado de varios artesanos, como herreros, carroceros, etctera, a
los barrios, alejndolos del centro.
Sin embargo, las reformas provocaron numerosas tensiones, fracturas
sociales y resentimientos y, a la larga, el empobrecimiento de la mayora de
los mexicanos. El sabio alemn Humboldt escribi que los males de la Nueva Espaa nacan de la desigualdad de condiciones, porque en el reino no
hay estado intermedio: es uno rico o miserable, noble o infame de derecho
o de hecho44. Como caba esperar, estas desigualdades se reflejaron en el
urbanismo y la arquitectura de <da ciudad de los palacios. Grandiosos templos barrocos fueron inaugurados, en buena parte financiados por los grandes comerciantes y mineros, a la vez que se levantaron cientos de edificios de
dimensiones y factura palaciegas, convirtindose la capital en una esplendorosa corte. Segn el mercader gaditano Pedro Alonso O'Croulet5 , Mxico
contaba con 84 templos en 1774, sin contar las ermitas y capillas, sobresaliendo la magnfica catedral. El barroco mexicano continu con xito, sin aparecer
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Pedro Alonso O'Crouley, Idea compediosa del Reino de Nueva Espaa, 1774
Pedro Alonso O'Crouley, Idea compediosa del Reino de Nueva Espaa, 1774
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el menor sntoma de agotamiento. En 1695, el arzobispo de Mxico, Francisco de Aguilar y Seijas (1683-1698), bendijo la primera piedra del nuevo templo dedicado a la virgen de Guadalupe, que fue proclamada patrona de la
ciudad de Mxico en 1737. Jernimo Balbs tall el grandioso retablo del
altar de los Reyes, de la catedral mexicana, entre 1718 y 1730, y slo al final de
siglo se introdujo el gusto neoclsico (el jalapeo Jos Damin Ortiz de Castro construy las torres de la catedral de Mxico y Francisco Eduardo Tresguerras dise la iglesia del Carmen en la dudad de Celaya). Otros edificios
notables eran la Inquisicin, la Aduana, la Casa del Cabildo, la Casa de la
Moneda, el Arzobispado, el convento grande de San Francisco y la Universidad. Entre los edificios palaciegos, la casa de los condes de San Mateo de
Valparaso fue construida entre 1769 y 1772 por Francisco Guerrero y Torres,
quien posteriormente trabajara en el palacio de los condes de Santiago de
Calimaya (1777-1781). Todos estos ejemplos son muestras de la vitalidad
alcanzada por la Nueva Espaa; una vitalidad que caus sorpresa y admiracin en los visitantes.
En general, los virreyes se mostraron celosos reformadores de las
costumbres e impulsores de las obras pblicas y del orden social, destacando
-como sealamos anteriormente- el segundo conde de Revillagigedo (17891794), gran benefactor de la ciudad de Mxico y frentico administrador, que
goz de gran popularidad. El orden pblico fue una de las obsesiones de
estos gobernantes ilustrados, que heredaron los polticos mexicanos tras la
Independencia. Unos y otros tambin estn unidos por la preocupacin sanitaria, los deseos de instruccin popular y el destierro de las costumbres fanticas. Por eso, la limpieza, el alumbrado, etctera, ocuparon buena parte de
sus administraciones, buscando, al menos en los discursos, la felicidad de los
ciudadanos, palabra la primera que ser una de las ms repetidas en los escritos y discursos de los ilustrados y de los independentistas.
Respecto a la ciencia, y en relacin con lo anteriormente esbozado, la
ciudad de Mxico se interes particularmente por problemas prcticos, por
lo que se realizaron numerosas mediciones que mejoraron la cartografa local
y minuciosos estudios del temperamento y el aire, que sirvieron de referencia
para identificar las enfermedades de la capital46 En verano, segn el marino
Antonio de Ulloa -que pas una larga estancia en el Virreinat<r- se goza de
un temperamento benigno, ni clido ni fro, sin grandes variaciones en el
transcurso de la jornada. En invierno, el fro es ms sensible, acompaado de
hielos y nieves, particularmente en los lugares elevados, a causa de los vientos
nortes 47
"" COOPER, 1980.
47
BERNABU, 2001, 571-579.
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Alentados por grupos minoritarios, pero muy activos, la urbe capitalina se llen de barmetros, termmetros, bombas neumticas, microscopios,
higrmetros, etctera. Dichos grupos y algunos funcionarios fueron conscientes del atraso novohispano en los diversos ramos cientficos, por ello
intentaron ponerse al da patrocinando centros de enseanza, reuniones,
seminarios y gabinetes privados, e impulsando la difusin entre sus paisanos, naciendo diversas empresas editoriales. Jos Ignacio Bartolache (17391790) public en 1772 el Mercurio Volante con artculos importantes y curiosos sobre varios asuntos de fsica y medicina, incluyendo diversas noticias,
informes, teoras explicativas, innovaciones tcnicas y advertencias para
mejorar la salubridad general de la poblacin, a la par que arremeta contra
las viejas teoras. Otro promotor de publicaciones peridicas fue Jos Antonio de Alzate (1737-1799), quien edit el Diario Literario de Mxico (1768),
los Asuntos varios sobre ciencias y artes (1772), las Observaciones sobre la Fsica,
Historia Natural y Artes tiles (1787) y las Gacetas de Literatura de Mxico
(1788-1795).
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para profundizar en el pasado indgena, pero tambin para mitificarlo y utilizarlo en un nuevo discurso nacionalista que se impondr tras la Independencia48.
" La Corona, por su parte, no fue ajena a esta indagacin del pasado, sino todo lo contrario,
como demuestra la investigacin realizada en las ruinas mayas de Palenque en 1787 por el capitn de artillera Antonio del Ro y el dibujante Ricardo Almendriz.
" BERNABU, 1998.
'" GOMEZ, 1986,8.
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Hechiceras, falsas beatas y curanderos siguieron desarrollando sus trabajos a hurtadillas, mientras los clientes asistan a las procesiones, a las festividades de los patronos y a las novenas de los santos devotos. El olor a flores
ya velas haca casi insoportable el interior de las iglesias, mientras a las puertas, una legin de nios y mendigos asaltaba a los visitantes. En Mxico,
como en otros ncleos urbanos, buena parte del pulso de la ciudad se encontraba en los mercados, donde se adquira comida fresca, se mataba el hambre
y los compradores podan encontrar casi de todo: desde productos europeos
y orientales, hasta remedios de todo tipo y mercancas robadas. La vida cotidiana se estremeca ante el robo y el asesinato de algn mercader, la ejecucin de los maleantes, el sermn de un Campazas mexicano o el parto de la
reina. Los corrillos populares debatan sobre la caresta de la vida, las noticias de Espaa, los temblores, los accidentes, los bailes y los toros. Las tertulias de las clases acomodadas no eran ms ilustradas, a pesar de la visita de
algn cientfico extranjero o algn misionero pidn, que, como en el caso de
nuestro fray Francisco de Ajofrn, capuchino que visit la Nueva Espaa
para recolectar fondos para las misiones del Tibet, nos dej un buen retrato
de la sociedad mexicana. Entre las cosas que llamaron la atencin al religioso
andariego, destaca la manera de saludar en la calle:
Son muy cariosos y dulces en su trato. El modo de saludarse, cuando se
encuentran, es afabilsimo y para la gravedad europea muy extrao. Aunque
sea hombre con mujer, se dicen: Adios, mi alma; adios, mi vida; adios, mi consuelo; adios, espejo mo. Es usted mi honra; es usted todo mi querer; es usted
mi almita; es usted mi vida .. . Es usted mi amo; es usted mi seor. Se preguntan
sin hacer coma ni punto: Cmo est usted? cmo lo pasa usted? cmo le va
a usted? cmo se halla usted? Si se les pregunta algo que no saben, v. gr.: Qu
hora es?, no tienen que responder sino Quin sabe? Y estas salutaciones y frases son en toda esta Amrica' I .
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Fueron calificadas de abusivas, supersticiosas y favorecedoras de los desrdenes, como las representaciones de Semana Santa, los desfiles de los
armaos, las ofrendas del da de Todos los Santos, las danzas en honor de
los patronos, etctera. El crtico Hiplito de Villarroel recogi en sus Enfermedades polticas de la Nueva Espaa un catlogo de estos desrdenes, concluyendo: que en ninguna parte del reino cristiano se presume de ms cristiandad y devocin y en ninguna est menos radicada que en esta capital52.
Mxico -y el resto del Virreinato por extensin- qued bajo sospecha y
en espera de una segunda evangelizacin53. Como ha escrito Juan Pablo
Viqueira: Lo novedoso del Siglo de las Luces fue, entonces, el recrudecimiento de la oposicin de la Iglesia a las manifestaciones religiosas del pueblo y la constante intervencin, en este campo, de los gobiernos virreinales54. La reaccin popular fue la de crear nuevos espacios de sociabilidad y
la de privatizar las fiestas, que se trasladaron a la intimidad de los patios vecinales y a los barrios perifricos, escenarios perfectos de los coloquios y las
posadas. All se siguieron consumiendo gran cantidad de bebidas y bailando
danzas lascivas y poco edificantes, como el famoso chuchumb.
Pese a todo, la sociedad mexicana -antes y despus de la Independencia- fue una sociedad dominada por la inseguridad y el miedo, donde el fantasma del hambre y la enfermedad acechaban a la poblacin. A lo largo del
siglo XVIII, otro jinete del Apocalipsis se hizo presente: la guerra. Es cierto
que los novohispanos podan morir de forma violenta, bien en las calles, a
manos de asaltantes, o en reyertas en las numerosas tabernas y pulqueras.
Tambin podan ser vctimas de algunos conflictos familiares, o locales (por
causa de los celos o de linderos de tierras), o por causa de las calamidades
naturales (terremotos e inundaciones, tornados y sequas), pero a finales de
la poca colonial, la amenaza de una extensin a la Nueva Espaa de los conflictos blicos del Viejo Mundo se hizo real. Finalmente, una guerra civil vino
a confirmar esos miedos, y as se acab el reino ms preciado de la Corona y
la capital ms deslumbrante: el Mxico de los palacios y los templos. De su
claroscuro durante el siglo XVIII nos han hablado varios autores, pero
dejemos, para terminar, el testimonio del citado Villarroel: ste es Mxico,
vuelvo a decir, donde es indefinible cul sea mayor, si el fausto o la miseria;
receptculo de hombres vagos, viciosos y mal entretenidos, albergue de malhechores, lupanar de infamias y disoluciones, cuna de pcaros, infierno de
caballeros, purgatorio de hombres de bien y gloria de mujeres55.
5J
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