Un Día Habra Una Isla

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Comentario crtico de [Un da habr una isla] de

Pedro Garca Cabrera, seleccionada para la opcin B


(textos literarios) de la Prueba de Acceso a la
Universidad (PAU). Orientacin para el comentario:
La libertad es, hoy, una realidad en nuestras islas,
como tambin lo es la solidaridad. [Un da habr
una isla] de PEDRO GARCA CABRERA
Un da habr una isla
que no sea silencio amordazado.
Que me entierren en ella,
donde mi libertad d sus rumores
a todos los que pisen sus orillas.
Solo no estoy. Estn conmigo siempre
horizontes y manos de esperanza,
aquellos que no cesan
de mirarse la cara en sus heridas,
aquellos que no pierden
el corazn y el rumbo en las tormentas,
los que lloran de rabia
y se tragan el tiempo en carne viva.
Y cuando mis palabras se liberen
del combate en que muero y en que vivo,
la alegra del mar les pido a todos
cuantos partan su pan en esa isla
que no sea silencio amordazado.
Las islas en que vivo

1. Aspectos para la contextualizacin.


Pedro Garca Cabrera (Vallehermoso, 1905; Santa Cruz de Tenerife,
1981) es una de las figuras literarias de la Espaa insular de mayor
proyeccin: proyeccin en el tiempo, por la extraordinaria influencia
que su palabra potica ejercer en la obra lrica del siglo en el que
vive; y proyeccin en el espacio, por su reconocimiento tambin en la
Espaa peninsular.

Se suele decir que su vida y su extensa obra vienen confirmadas


particularmente por dos constantes: su claro compromiso social y su
especial atencin hacia el paisaje isleo. Tambin es significativo
comprobar cmo determinadas circunstancias histricas, que
incidieron directamente en su vida, ayudaron a definir dos grandes
momentos lricos en su trayectoria artstica. As, hay un Pedro Garca
Cabrera en la primera mitad del siglo que algunos consideran como
un creador en trnsito, como una figura que se busca en distintas
tendencias. Encontramos en este perodo reminiscencias
modernistas, un acercamiento importante hacia los ismos (el
surrealismo y, en menor medida, el creacionismo) ciertos ecos
tambin de la poesa pura de Juan Ramn Jimnez y, por ltimo, un
remedo significativo de la esttica lorquiana y de Rafael Alberti.
Advertimos unas influencias muy semejantes a las que veremos
respecto de la obra de Josefina de la Torre. No es de extraar, pues
ambos participaron activamente de la efervescencia cultural de los
primeros treinta aos del siglo XX (implicacin en revistas literaria,
tertulias) con la diferencia de que el ambiente musical y teatral del
entorno familiar de Josefina la 2 Lengua Castellana y Literatura II
Modalidad: BDI dirige a establecer fuertes lazos con la vida artstica
del momento, mientras que el ambiente familiar de Pedro Garca
Cabrera, de militancia poltica, conduce sus pasos hacia un
compromiso ideolgico y social muy significativo. Superado el
meridiano del siglo y hasta el final de sus composiciones,
encontramos un Pedro Garca Cabrera fuertemente enraizado en lo
ntimo y social. En el primer perodo del autor comienza ya su
vinculacin con las revistas literarias de la poca, revistas que
muchas veces avanzarn los poemas que ms tarde vern la luz en
formato libro. Hesprides, Gaceta de Tenerife, Cartones, Gaceta de
Arte son los nombres ms destacados de dichas publicaciones; de las
dos ltimas fue, adems, cofundador y, en la ltima, public incluso
numerosos ensayos literarios. Precisamente fue una revista local, La
voz de Junonia, la que acogi su primera publicacin, el relato breve
Recordando.
Pero el libro que lo da a conocer como poeta de importancia ser, en
1928, su primer poemario, con el sugerente ttulo de Lquenes,
recopilacin de versos cuyo espacio temtico es la realidad insular, y
de manera muy especial el contexto del mar. Se trata de un diario de
impresiones, cuidadosamente anotadas a cada sugerencia del
paisaje. Transparencias fugadas (1934), La rodilla en el agua (1935) y
Drsena con despertadores (1936) pertenecen tambin a este
momento. No obstante, aunque escritos en esos aos, estos dos
ltimos libros no veran la luz hasta mucho tiempo despus: el
primero, en 1981, y el segundo un ao antes. Transparencias fugadas
supone un modo muy personal de adoptar el estilo surrealista.
Temticamente se advierte en l tambin la gran importancia
concedida al paisaje como motivo literario. En La rodilla en el agua
llama la atencin cmo el motivo de la isla sirve para concretar las
abstracciones e imgenes onricas que pueblan los versos. Por su

parte, el breve poemario Drsena con despertadores (solo ocho


poemas) es todo un experimento lrico construido, en palabras del
propio poeta, a partir de dos largas listas de palabras autnomas.
En julio de 1936, al estallar la guerra civil en Espaa, Garca Cabrera
fue deportado a Villa Cisneros (en la costa del Sahara occidental
espaol), a un campo de concentracin. De all se evadi ms tarde
para dirigirse a Dakar (Senegal), donde permaneci de marzo a junio
de 1937. Logr entonces ir a Francia y de all pasar a la Pennsula,
donde se incorpor al bando republicano. Herido en un accidente,
estuvo internado en el hospital de Jan. All comenz su relacin con
Matilde Torres Marchal. Tras ser cerrado el hospital de Jan, fueron
trasladados al de Baza (Granada), donde permanecieron hasta el final
de la guerra. El 28 de febrero de 1938, ante la inminencia de la cada
de Baza, Matilde Torres Marchal se dirigi a Madrid, y Garca Cabrera
al puerto de Cartagena con el propsito de abandonar Espaa, pero
no consigui embarcar. Tras fracasar su intento, Garca Cabrera volvi
a Baza, donde fue detenido el 29 de marzo. Implicado en varias
causas judiciales, en julio de 1942 fue trasladado a la prisin
provincial de Granada. El 21 de diciembre de 1944 se autoriz su
salida de la prisin.
En los aos de la guerra, Garca Cabrera supo aprovechar las
ocasiones de obligado reposo para escribir varios libros de poemas,
que no pudo publicar entonces. El primero era Entre la guerra y t, el
aludido ttulo surrealista. Los otros libros de esta poca no respondan
ya a una esttica surrealista. En el primero de estos libros, 3 Lengua
Castellana y Literatura II Modalidad: BDI Romancero cautivo, el
lenguaje y el ritmo de los poemas no dejan de recordar los del
Romancero gitano de Lorca. En el segundo de estos libros, La arena y
la intimidad, prximo en muchos aspectos a Unamuno y a Miguel
Hernndez, cada poema se presenta como una invocacin al desierto,
vivida desde el recuerdo de la isla. Otro libro de la poca de prisin de
Garca Cabrera es Hombros de ausencia, en el que el poeta trata de
dilucidar su conciencia escindida entre el presente y el pasado. Garca
Cabrera empez en Baza en 1944 y termin ya en Tenerife en 1946
Viaje al interior de tu voz, poema largo, de ms de mil trescientos
versos, en forma de monlogo del amante.
Superados esos diez aos de inestabilidad, hemos de llegar al ao
1951 para encontrar otro libro publicado por nuestro autor y en el que
ya vamos a percibir su aproximacin a la poesa social. De este ao
es Da de alondras, obra integrada por cuarenta y nueve poemas o
alondras que vagan por siete escenarios en los que suceden las
ms variadas situaciones lricas: el jardn, el bosque, la orilla del mar,
la alcoba, el campo, la azotea y la ciudad. Es evidente aqu el motivo
potico de la libertad que, a partir de ahora, no abandonar la
creacin lrica de nuestro autor.
Tambin son significativos en estos aos los intentos del poeta por
contribuir a reflotar nuevas propuestas y revistas culturales (como el

suplemento literario del diario vespertino La Tarde, denominado


Gaceta semanal de las artes), su implicacin casi simultnea en
nuevos libros (poesa y cuentos), su inters por la traduccin al
francs y, en definitiva, su proyeccin internacional auspiciada por
contactos con intelectuales belgas y franceses.
En los aos 50 y 60, nuestro autor escribe casi simultneamente los
siguientes poemarios: En 1959, en Madrid, publica La esperanza me
mantiene. Siguen, cronolgicamente, en 1968 Entre cuatro paredes y
Vuelta a la isla; Hora punta del hombre en 1970 y Las islas en que
vivo, 1971, libro este al que pertenece el poema que aqu
comentamos. Se alimentan todos ellos, junto al tema de la libertad ya
mencionado, del leitmotiv de la esperanza en un futuro mejor, que se
construye solidariamente entre todos. Junto a ella, una vez ms, el
paisaje y su gente. Y en el paisaje, por encima de todo, el mar, del
que debemos sacar fuerza y arrojo para seguir adelante, para que la
soledad no nos anule.
Sus ltimos poemarios recrudecen los temas de los libros anteriores
y ponen el acento en la rebelda. El poeta se vuelve cada vez ms
intolerante con la injustita y las desigualdades sociales y hace de la
denuncia su tono lrico dominante. Los ttulos ya lo sugieren: Elegas
muertas de hambre, en 1975, Ojos que no ven, en 1977 y Hacia la
libertad (1978). Con esta obra el poeta reitera su deseo ferviente de
un mundo sin fronteras y de plena libertad, sin exiliados y con
amnista total para los perseguidos. Finalmente, destacamos la
antologa A la mar fui por naranjas.
El poema que nos ocupa se ubica en un momento de consolidacin
del tono social. El desasosiego que reina an en la pluma de Pedro
Garca Cabrera se acenta extraordinariamente en algunos de los
poemas de Las islas en que vivo. La soledad casi se convierte en un
personaje y frente a ella el poeta busca apoyos solidarios: la libertad
es tambin ahora una meta colectiva.

2. Temas recurrentes
El deseo de libertad junto con la necesidad de la esperanza
conforman el ncleo temtico de este poema circular de Pedro Garca
Cabrera. No podemos sustraernos a las circunstancias histricas en
las que vivi nuestro poeta gomero: una Espaa que, entre 1939 y
1975, estuvo supeditada a un rgimen de privacin de libertad, el del
general 4 Lengua Castellana y Literatura II Modalidad: BDI Franco.
Adems, ya hemos comentado cmo el poeta sufri en sus carnes las
consecuencias directas de dicho rgimen.
No es de extraar que, viniendo de un hombre tan ticamente
comprometido como l lo fue, sean frecuentes, en el corpus de su
obra, poemas como este, que quieren convertirse en un autntico
espacio de clamor reivindicando que un da la libertad ser
conquistada. La idea de luchar por ella desde la colectividad nos
recuerda la voz comprometida de los versos crticos de Gabriel Celaya

o de Blas de Otero, en el panorama peninsular, o de Agustn Millares


Sall, en las letras isleas.
Por otro lado, igual de recurrente en toda su obra podemos
considerar la presencia del motivo potico de la isla y de sus
residentes, inveteradamente instalados en la eterna contradiccin:
sentirse aislados y olvidados, pero tambin ansiosos por huir al
exterior.

3. Justificacin del carcter literario del texto


Que el poeta puede expresar su compromiso solidario con la
sociedad nos lo demuestra nuestro autor con este formidable poema.
Con estos versos, Pedro Garca Cabrera explicita su fe en la palabra
como arma transformadora de dicha sociedad. Es evidente que el
discurso lrico puede erigirse en relevante espacio de denuncia, en
espacio de decisivo compromiso personal frente, por ejemplo, a la
obra literaria concebida como exclusivo marco de evasin. En Un da
habr una isla la fuerte carga lrica se acenta ya desde los versos
iniciales con la presencia (que ser recurrente) de la primera persona
gramatical. Este yo lrico se refuerza, si cabe ms an, con la mencin
de los otros, irrenunciable en este clamor.
En el terreno de la mtrica, encontramos la estrofa denominada
silva, combinando a voluntad versos heptaslabos y endecaslabos,
con los que subraya as su impronta personal. Con respecto a la rima,
da relevancia a la asonancia i-a de los versos impares 1, 5, 9, 13 y 17,
y focaliza as la atencin sobre el concepto isla. Recordemos que,
en su preocupacin constante por el paisaje, la isla ocupa siempre el
epicentro de su mirada.
La estructura del poema se caracteriza por su disposicin circular: el
poeta empieza (v. 1 y 2) y acaba de modo similar (final del v. 17 y v.
18): reconociendo, necesitando, anhelando _y a la vez certificando_ la
existencia de un espacio, de un entorno mejor, de un futuro ms justo
y solidario y no solo para disfrutarlo l en su soledad. Antes al
contrario, el deseo del poeta es justamente compartirlo con los
dems (a todos.5 y, de nuevo a todosv.16). En los versos
centrales del poema (6-13) especifica esos otros grupos, esos
sectores humanos desfavorecidos que igualmente luchan y van de la
mano con el poeta. As, observamos las alusiones estructuralmente
expresadas de modo paralelstico, y semnticamente adornadas con
metforas y metonimias (v. 7 y 13) y sucesivas perfrasis (v. 8-12) que
sealan en su conjunto a los diferentes, a los que sufren, a los que se
muestran llenos de conviccin, a los perseguidos.
Si dibujsemos la organizacin que el poeta da a su clamor,
comprobaramos el perfecto y equilibrado crculo que traza en su
isla:
Anhelo y constatacin de la existencia de esa isla (vv. 1 -2).
Deseo de yacer en ella con todos (vv. 3-5).
Quines conforman ese todos? (vv. 6-13).

Reiteracin de su deseo con todos (vv. 14-16 y comienzo del verso


17).
Anhelo y constatacin de la existencia de esa isla (final v. 17 y v.
18)

La armona del poema se justifica tambin con el empleo recurrente,


en primer lugar, del hiprbaton, que pone de relieve ideas y
conceptos clave. Lo observamos en los versos 6 y 7, que destacan la
imagen de soledad y la presencia de los otros, respectivamente, as
como en el verso 16, que evoca la imagen de la esperanza (la
alegra del mar). En segundo lugar, la frecuencia del
encabalgamiento subraya la contundencia del mensaje que quiere ser
unnime. Advertimos el encabalgamiento oracional del comienzo y
del final del poema isla/que no sea que fluye suavemente hasta el
final del verso encabalgado. Los otros ejemplos son igualmente
encabalgamientos suaves en cuanto a su extensin, pero
sistemticos en cuanto a su naturaleza. Los encontramos en los
versos 8-9 (cesan/ de mirarse), v.10-11 (no pierden/ el corazn
y), v. 14-15 (se liberen/del combate en).
Otros recursos estilsticos presentes no hacen sino reiterar la
contundente fuerza expresiva del mensaje lrico de Pedro Garca
Cabrera: desde la elipsis del verso 3, hasta la anttesis del 15.
El objetivo prioritario del poeta es hacer de la expresin artstica una
va irrenunciable de denuncia y compromiso social ante la imposicin
del silencio, ante el silencio amordazado. La complicidad con el
lector es absoluta.

4. Relacin entre las ideas del autor y el tema


planteado
Denunciar una injusticia, reclamar derechos fundamentales es algo
que tambin se ha hecho y se hace desde la tribuna de las artes en
general.
No podemos olvidar, por otra parte, el contexto poltico en el que
Pedro Garca Cabrera concibe este poema, incluido en un poemario
del ao 1971, todava bajo un rgimen de censura y privaciones.
Sabemos como dijimos anteriormente que nuestro poeta tiene fe en
la palabra como transformadora de la sociedad y forma parte adems
de un grupo de poetas que manifiesta su compromiso solidario con su
momento histrico. No olvidamos tampoco los esfuerzos del poeta
por recuperar su plena voz a travs de las publicaciones que fueron
silenciadas durante los aos difciles.
El discurso, a travs de los versos, pero tambin a travs del ensayo
comprometido, encontr en este poeta un representante singular. Su
voz supo conciliar, sabia y oportunamente, y sobre todo en sus

ltimas producciones, su intencin esttica junto al calado de su


mensaje.
Hoy en da, aun viviendo en una situacin sociopoltica muy
diferente, la necesidad de dar cuenta de nosotros (en una lnea muy
similar a la que veremos en Josefina de la Torre) pero, sobre todo, la
necesidad de proclamar a los cuatro vientos lo que nos desagrada, lo
que rechazamos y censuramos, ha encontrado numerosos escenarios
crticos dentro del ambiente artstico. Entre los jvenes, gneros
musicales como el rap o expresiones plsticas como los graffitis son
algunos ejemplos relevantes.
Entre los menos jvenes, determinados oficios y profesiones cumplen
a la perfeccin ese papel de ser farolillos permanentes de denuncia
de lo que deshonra a cualquier sociedad que se precie de moderna o
progresista. La fotografa de Sebastiao Salgado, cuando retrata las
penosas condiciones de vida de algunos colectivos en nuestro propio
pas, las polmicas vieta de El Roto o de Forges o las metafricas
columnas periodsticas de Juan Jos Millas o e Maruja Torres,
alertndonos ante situaciones y circunstancias impensables y, sin
embargo, ocurridas a la vuelta de nuestra esquina, son claros
ejemplos.
Todo ello puede ser entendido como un modo de resistencia, como
un modo de activismo cultural.
5. Argumentacin del alumnado y conclusin del comentario.
El alumnado deber realizar, junto a la reelaboracin de la
parte descriptiva (analtica) del comentario, una
argumentacin tomando como referencia el tema que se le
propone en el enunciado de este comentario.

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