Historia Bíblica

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Geografía Bíblica

Seminario Bíblico / Iglesia Presbiteriana Bíblica Fundamentalista

GEOGRAFÍA BÍBLICA
Los individuos y los pueblos no viven en el vacío. Las casas que fabrican, las actividades comerciales y las
gestiones políticas que los distinguen, .y aun las herramientas y armas que utilizan, revelan el ambiente físico
en el cual viven. El clima y el terreno determinan las labores agrícolas, la forma de vestir y el tipo de vivienda.
La flora y la fauna afectan los hábitos alimentarios. El comercio y el desarrollo industrial están íntimamente
relacionados con la materia prima disponible y el acceso a los mercados de una región. La industria marítima se
relaciona con la disponibilidad de puertos y el acceso al mar. Incluso la ubicación de las ciudades no es
accidental; por lo general están ubicadas en lugares estratégicos para el comercio y el transporte. La topografía
de la región afecta sustancialmente las fronteras y la administración de las ciudades. Es por todo eso por lo que
nos detenemos aquí a estudiar el mundo tras los relatos bíblicos. El conocimiento de ese mundo nos ayudará
en la recta comprensión e interpretación del texto bíblico.
La geografía física del mundo de la Biblia
Ante todo, debemos darnos cuenta de que el mundo de la Biblia no es sólo el territorio conocido como «Tierra
Santa», es decir, Palestina. Si bien es cierto que Palestina es de suma importancia en la historia bíblica, el
contexto geográfico que la rodea no lo es menos.

Objetivo de la Geografía Bíblica.


El estudio cuidadoso de la geografía histórica de las tierras bíblicas es importante por dos razones:
1. Estas regiones han ejercido una inmensa influencia sobre nuestro mundo occidental. No solo en detalles
como el alfabeto, la metalurgia, la astronomía, medicina, etcétera... sino más fundamentalmente en la herencia
de la religión judío cristiana.
2. El estudio de la geografía es necesario para el entendimiento de la Biblia.

Países del Antiguo Testamento.


Egipto
1 INTRODUCCIÓN
La historia de Egipto fue la más larga de cuantas
civilizaciones antiguas florecieron en torno al
Mediterráneo, extendiéndose casi sin interrupción
desde aproximadamente el año 3000 a.C. hasta el
siglo IV d.C. La naturaleza del país, desarrollado en
torno al Nilo, que lo baña y fertiliza, junto al casi total
aislamiento de influencias culturales exteriores,
produjo un estilo artístico que apenas sufrió cambios a
lo largo de sus más de 3.000 años de historia. Todas
las manifestaciones artísticas estuvieron destinadas,
básicamente, al servicio del Estado, la religión y el
faraón, considerado como un dios sobre la Tierra.
Desde los primeros tiempos, la creencia en una vida
después de la muerte dictó la norma de enterrar al
muerto con sus mejores pertenencias para asegurar
su tránsito hacia la eternidad. La regularidad de los
ciclos naturales, la crecida e inundación anual del río
Nilo, la sucesión de las estaciones y el curso solar que
provocaba el día y la noche fueron considerados como
regalos de los dioses a los habitantes de Egipto. El
pensamiento, la moral y la cultura egipcias estuvieron
arraigadas en un profundo respeto por el orden y el equilibrio. El arte quería ser un arte útil; no se hablaba de
piezas u obras bellas, sino eficaces o eficientes. El cambio y la novedad nunca fueron considerados como algo
importante por sí mismos; así, el estilo y los convencionalismos representativos del arte egipcio establecidos
desde un primer momento continuaron prácticamente invariables durante más de 3.000 años. Para el
espectador contemporáneo el lenguaje artístico egipcio puede parecer rígido y estático (hieratismo); su
intención fundamental, sin embargo, no fue la de crear una imagen real de las cosas tal como aparecían, sino
captar para la eternidad la esencia de la persona, animal u objeto representado.

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2 PERIODO PREDINÁSTICO O ARCAICO


Los primeros pobladores prehistóricos se asentaron sobre las terrazas o mesetas formadas por los sedimentos
que el río Nilo iba depositando en su recorrido. Las herramientas y útiles dejados por estos primeros habitantes
de Egipto muestran su paulatina evolución desde una sociedad de cazadores-recolectores seminómadas a
agricultores sedentarios. El periodo predinástico abarca desde el 3200 a.C. al 2755 a.C. aproximadamente.
Se han encontrado restos de asentamientos organizados que datan de este periodo, así como diversos
materiales asociados, sobre todo, a enterramientos. Tales objetos se introducían en la sepultura junto con el
cadáver a fin de que su espíritu pudiera disfrutar de ellos en la siguiente vida; gracias a eso se han conservado
una gran cantidad de efectos personales, cerámica, útiles diversos y armas. La cerámica se solía decorar con
pinturas que reflejaban la vida y costumbres de la época. Entre los motivos representados se incluyen imágenes
de los pájaros y animales característicos de las zonas próximas al Nilo, así como también, ya al final del periodo
predinástico, minuciosas representaciones de embarcaciones con remeros sobre las aguas del río. El cobre
forjado se utilizó, en pequeñas cantidades, para la elaboración de collares y algunas herramientas, aunque la
mayoría de los elementos se obtuvieron de la piedra. Las espátulas hechas de piedra se utilizaron para
pulverizar la pintura de ojos. Se tallaron pequeñas esculturas y figurillas en marfil y hueso, así como también en
arcilla.

3 IMPERIO ANTIGUO
El Imperio Antiguo de Egipto, dominado por las dinastías III a VI, abarca los cinco siglos comprendidos entre los
años 2755 y 2255 a.C. Hacia el año 3100 a.C. el país se unificó bajo el mando de poderosos caudillos del sur,
pero la idea de un Egipto dividido en dos zonas bien diferenciadas (Alto Egipto al sur y Bajo Egipto al norte)
persistió durante algún tiempo. Es la época conocida como tinita, dominada por las dinastías I y II, y en ella
destaca el rey Narmer (algunos historiadores lo identifican con el rey Menes), artífice de la unificación y
fundador de la I Dinastía. En la Paleta de Narmer (c. 3100 a.C., Museo Arqueológico de El Cairo), en piedra
tallada, se puede ver al propio faraón portando la corona del sur y subyugando a las gentes del norte, con dos
animales entrelazados que significan la unificación de las dos zonas de Egipto bajo el mando único del faraón.

3.1 Arquitectura
Durante las primeras dinastías se construyeron importantes complejos funerarios para los faraones en Abidos y
Saqqara, a imitación de los palacios y templos (la tumba era una síntesis de la noción de templo y de mansión
privada). La gran cantidad de cerámica, trabajos en piedra y tallas de marfil o hueso encontrados en estas
tumbas atestiguan el alto grado de desarrollo de esta época. Los jeroglíficos (escritura mediante dibujos), forma
de escribir la lengua egipcia, se encontraban por entonces en su primer nivel de evolución, y ya mostraban su
carácter de algo vivo, como el resto de la decoración.
En la III Dinastía la capital se trasladó a Menfis y los faraones iniciaron la construcción de pirámides, que
sustituyeron a las mastabas como tumbas reales. El arquitecto, científico y pensador Imhotep construyó para el
faraón Zoser (c. 2737-2717 a.C.) el conjunto de Saqqara; se trataba de una necrópolis integrada por una
pirámide escalonada de piedra y un grupo de templos, altares y dependencias afines. La gran pirámide
escalonada donde reposan los restos del faraón está compuesta de varias mastabas superpuestas, y es el
ejemplo más antiguo de arquitectura monumental conservado en la actualidad; ilustra también una de las fases
en el desarrollo de la pirámide como tipología arquitectónica.
El conjunto monumental de Gizeh, donde fueron enterrados los faraones de la IV Dinastía, pone de manifiesto
la destreza y habilidad de los arquitectos egipcios a la hora de construir monumentos que han permanecido
como una de las siete maravillas del mundo, y muestran el esplendor de la civilización egipcia. Snefru
emprendió la construcción de la primera pirámide sin escalones. Keops fue su sucesor y artífice de la gran
pirámide, que llegó a alcanzar en su momento 146 metros de altura y está formada por cerca de 2,3 millones de
bloques de piedra con un peso medio, cada uno, de 2,5 toneladas. Su hijo Kefrén levantó una pirámide menor, y
Mikerinos fue el artífice de la tercera gran pirámide de este conjunto monumental.
El fin que se perseguía con las pirámides era preservar y proteger los cuerpos de los faraones para la eternidad.
Delante de ella se depositaban las ofrendas y se realizaba el culto funerario. Bajo tierra se encontraba la
cámara sepulcral, a la que se accedía por un pasaje que se sellaba una vez depositado el cadáver.

4 IMPERIO MEDIO
Mentuhotep II, faraón de la XI Dinastía, reinó entre los años 2061 y 2010 a.C., y fue el primer faraón del nuevo
Egipto unificado del Imperio Medio (2134-1570 a.C.). Creó un nuevo estilo o una nueva tipología de monumento
funerario, probablemente inspirado en los conjuntos funerarios del Imperio Antiguo. En la orilla oeste de Tebas,
al otro lado del Nilo, en el lugar denominado Dayr al-Bahari, construyó un templo en el valle conectado por un
largo camino real a otro templo que se encontraba adosado a la ladera de la montaña. Formado por una
mastaba coronada por una pirámide y rodeado de pórticos a dos niveles, los muros fueron decorados con
relieves del faraón en compañía de los dioses.

5 IMPERIO NUEVO
La XIII Dinastía tuvo faraones débiles e ineficaces, alcanzándose un número de unos 50 en 120 años. El
segundo periodo intermedio (XIII a XVII dinastías) fue de nuevo para Egipto una época de gobierno dividido.
Los hicsos, pueblos venidos del Asia occidental, entraron en Egipto proclamándose a sí mismos faraones.

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Impusieron su poder gracias a la utilización de caballos y carros de guerra. Esta circunstancia tuvo una
prolongada influencia, ya que los hicsos llevaron a Egipto nuevas tecnologías a la vez que también
proporcionaron una visión más amplia de su lugar en el mundo mediterráneo. Una vez más, sin embargo, Tebas
instigó la reunificación del país, los extranjeros fueron expulsados y se restableció el poder central de la
monarquía. El Imperio Nuevo (1570-1070 a.C.) comenzó con la XVIII Dinastía, y fue una época de gran poder,
riqueza e influencia, como lo evidencia su importante comercio exterior y sus conquistas en el extranjero.
Durante la XIX Dinastía, en época de Ramsés II, uno de los más importantes faraones del Imperio Nuevo, se
levantaron los gigantescos templos de Abu Simbel, en Nubia, al sur de Egipto. Fueron excavados en el interior
de la roca, sobre la falda de una montaña y con las fachadas custodiadas por cuatro figuras monumentales del
faraón y su esposa respectivamente. Entre 1964 y 1968 ambos templos tuvieron que ser desmontados en
bloques y trasladados a un lugar más elevado con el fin de salvarlos de su inmersión bajo las aguas de la nueva
presa de Asuán.

6 ÉPOCA TARDÍA
A los poderosos faraones de las dinastías XVIII, XIX y parte de la XX les reemplazaron débiles monarcas que
sumieron al país en una nueva etapa de crisis y decadencia, con continuas usurpaciones del poder. Ramsés III,
fundador de la XX Dinastía (1198-1166 a.C.), levantó un enorme templo funerario en Madinat Habu, cerca de
Tebas, en la orilla occidental del Nilo, cuyos restos son de los mejor conservados en la actualidad. La existencia
de un palacio junto al templo indica que el faraón frecuentó y habitó aquel lugar en bastantes ocasiones.
Escenas de batallas relatando las campañas de Ramsés III contra los invasores extranjeros (pueblos del mar)
aparecen representadas con gran viveza en relieves distribuidos por los muros del templo.
Las dinastías XXI a XXIV están consideradas como el tercer periodo intermedio, un lapso de tiempo de más de
350 años en el que diversos monarcas se establecieron paralelamente en Sais, Tanis y Bubastis, capitales del
delta del Nilo, en un momento de división política del país. La reunificación llegó con los faraones de la XXV
Dinastía; éstos fueron etíopes que penetraron desde Nubia avanzando hacia el delta y ocupando Tebas.
Respetaron las creencias y divinidades egipcias, asumiendo también sus costumbres con la idea de ser ellos
quienes tenían la obligación de restablecer la gloria y el esplendor de Egipto. Restauraron los viejos templos y
construyeron otros nuevos dedicados a sus dioses. Tomaron los nombres de los antiguos faraones y en sus
producciones artísticas copiaron e imitaron escenas y motivos de épocas pasadas. Recuperaron la tipología de
la pirámide como lugar de enterramiento. Durante su reinado, los asirios, acaudillados por Asaradón, llegaron
hasta Tebas en el año 671 a.C., pero fueron rechazados.
Poco después de este primer intento fallido, el rey asirio Assurbanipal conquista Egipto convirtiéndolo en
provincia asiria, hasta que Samético I (664-610 a.C.) libera al país de la dominación asiria y crea una nueva
dinastía, la XXVI, denominada saíta. Continuando la labor de restauración de viejas tradiciones iniciada por los
etíopes, durante el periodo saíta tiene lugar un florecimiento de las artes. Destacan los trabajos escultóricos en
bronce, de gran suavidad y blandura en el modelado, con tendencia hacia formas contorneadas. Tuvieron
contacto con los griegos, algunos de los cuales habían servido en el ejército egipcio como mercenarios.
También con los judíos, a través de una colonia que éstos poseían en el sur, cerca de Asuán. El arte de la XXVI
Dinastía utilizó muchas formas y modelos del pasado, copiando a veces literalmente los motivos de los antiguos
monumentos.
La XXVI Dinastía acaba con la invasión del Imperio persa, y, salvo breves periodos, Egipto nunca recuperó su
libertad de manos de la dominación extranjera. La conquista del país por parte de Alejandro III el Magno en el
332 a.C., y por los romanos en el año 30 a.C., introdujo a Egipto dentro de la órbita del mundo clásico, aunque
persistieron sus antiguas tradiciones artísticas. Alejandro (que había fundado la ciudad de Alejandría, que se
convirtió en un importante foco de la cultura helenística) y sus sucesores aparecen representados en los muros
de los templos como si fueran auténticos faraones en un claro estilo egipcio. Los templos construidos durante el
periodo tolemaico (la dinastía fundada por Alejandro el Magno) repiten los modelos arquitectónicos tradicionales
de Egipto.

Babilonia (imperio)
1 INTRODUCCIÓN
Babilonia (imperio), antiguo reino de Mesopotamia, conocido originalmente como Sumer y después como
Sumer y Acad, situado entre los ríos Tigris y Éufrates, al sur de la actual Bagdad (Irak). La denominación de
este territorio, que llegó a constituirse como un gran imperio, deriva del nombre de la ciudad de Babilonia.

2 CIVILIZACIÓN BABILÓNICA
La civilización babilónica, que duró desde el siglo XVIII hasta el VI a.C., era, como la sumeria que la precedió,
de carácter urbano, aunque se basaba en la agricultura más que en la industria. El país estaba compuesto por
unas doce ciudades, rodeadas de pueblos y aldeas. A la cabeza de la estructura política estaba el rey, monarca
absoluto que ejercía el poder legislativo, judicial y ejecutivo. Por debajo de él había un grupo de gobernadores y
administradores selectos. Los alcaldes y los consejos de ancianos de la ciudad se ocupaban de la
administración local.

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Los babilonios modificaron y transformaron su herencia sumeria para adecuarla a su propia cultura y carácter.
El modo de vida resultante demostró ser tan eficaz que sufrió relativamente pocos cambios durante
aproximadamente 1.200 años. Influyó en sus países vecinos, especialmente en el reino de Asiria, que adoptó la
cultura babilónica prácticamente por completo. Afortunadamente, se ha encontrado una colección importante de
obras de literatura babilónica gracias a las excavaciones. Una de las más importantes es la magnífica colección
de leyes (siglo XVIII a.C.) frecuentemente denominada Código de Hammurabi, que, junto con otros documentos
y cartas pertenecientes a distintos periodos, proporcionan un amplio cuadro de la estructura social y de la
organización económica.

2.1 Sociedad
La sociedad babilónica estaba compuesta por
tres clases sociales representadas por el
awilu, persona libre de clase superior; el
wardu, o esclavo; y el mushkenu, persona
libre de clase inferior, que se encontraba
legalmente entre el awilu y el wardu. La
mayoría de los esclavos eran prisioneros de
guerra, aunque algunos eran reclutados entre
la población babilonia. Por ejemplo, las
personas libres podían ser hechas esclavos
como castigo por algunos delitos; los padres
podían vender a sus hijos como esclavos en
momentos de necesidad; o un hombre
incluso, podía someter a toda su familia a los
deudores como pago de una deuda, pero no
durante más de tres años. Los esclavos eran
propiedad de su amo, como un bien mueble,
podían ser marcados y azotados, y eran
severamente castigados si intentaban
escapar. Los esclavos tenían algunos derechos legales y podían realizar negocios, prestar dinero y comprar su
libertad. Si un esclavo se casaba con una persona libre y tenían hijos, éstos eran libres.

2.2 Ciudades
El número de habitantes de una ciudad variaba probablemente entre 10.000 y 50.000. Las calles de la ciudad
eran estrechas, sinuosas e irregulares, flanqueadas por los muros altos y sin ventanas de las casas. Las calles
no estaban pavimentadas ni tenían alcantarillas. La casa media era una estructura pequeña, de una planta y de
ladrillos de barro, compuesta de distintas habitaciones agrupadas alrededor de un patio. Por otra parte, la casa
de un próspero babilonio era, probablemente, una residencia de dos pisos de ladrillo con aproximadamente una
docena de habitaciones, con muros interiores y exteriores enlucidos y enjalbegados. La planta inferior tenía una
habitación de recibimiento, una cocina, un cuarto de aseo, las habitaciones del servicio y, a veces, incluso una
habitación privada para el culto. Los muebles incluían mesas bajas, sillas con respaldo y camas con armazón
de madera. La vajilla doméstica estaba fabricada de arcilla, piedra, cobre y bronce, y los cestos y las arcas de
caña y madera.
Las casas frecuentemente se construían sobre un mausoleo donde se enterraban a los miembros de la familia.
Los babilonios creían que las almas de los muertos viajaban al siguiente mundo, y que, al menos en cierto
grado, la vida seguía allí como en la tierra. Por ello, enterraban junto al muerto tarros, herramientas, armas y
joyas.

2.3 Sistema legal y escritura


Ley y justicia eran conceptos fundamentales en el modo de vida babilónico. La justicia era administrada por los
tribunales, cada uno de los cuales tenía entre uno y cuatro jueces. Los ancianos de una ciudad frecuentemente
formaban un tribunal. Los jueces no podían revocar sus decisiones por ninguna razón, aunque podían dirigirse
apelaciones contra sus veredictos ante el rey. Las pruebas consistían en afirmaciones de testigos o de
documentos escritos. Los juramentos, que desempeñaban un papel importante en la administración de justicia,
podían ser prometedores, declaratorios o exculpatorios. Los tribunales aplicaban castigos que iban desde la
pena de muerte al azote, la reducción del estado social a la esclavitud y el destierro. Las compensaciones por
daños iban desde 3 a 30 veces el valor del objeto perjudicado.
Para asegurar que sus instituciones legales, administrativas y económicas funcionaban eficazmente, los
babilonios utilizaban el sistema de escritura cuneiforme desarrollado por los sumerios. Para formar a sus
escribas, secretarios, archiveros y demás funcionarios administrativos, adoptaron el sistema sumerio de
educación formal, bajo el cual escuelas seglares servían como centros culturales. El plan de estudios consistía
principalmente en copiar y memorizar ambos libros de textos y los diccionarios sumero-babilónicos que
contenían largas listas de palabras y frases, incluidos los nombres de árboles, animales, pájaros, insectos,
países, ciudades, pueblos y minerales, así como una gran y diversa colección de tablas matemáticas y
problemas. En el estudio de la literatura, los alumnos copiaban e imitaban distintos tipos de mitos, epopeyas,
himnos, lamentaciones, proverbios y ensayos en lengua sumeria y babilónica.

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3 HISTORIA
Largos periodos de la historia del antiguo Oriente Próximo no pueden datarse con exactitud. La Relación de
Reyes Sumerios ofrece una sucesión de gobernantes hasta el final de la I Dinastía de Isin, hacia el 1790 a.C.,
pero no es fiable para las fechas anteriores a la dinastía de Acad, hacia el 2340 a.C. Se establece una
cronología relativamente fiable para el periodo que comienza con la dinastía de Acad hasta el final de la I
dinastía de Babilonia, cerca del 1595 a.C. Sin embargo, este periodo es seguido por más de 700 años de
oscuridad, durante el cual las fechas son únicamente aproximadas. Se utilizan tres sistemas cronológicos
principales para el antiguo Oriente Próximo: alto, medio y bajo, dependiendo de si la fecha asignada al primer
año de reinado de Hammurabi de Babilonia es 1848, 1792 o 1728 a.C. Las fechas de este artículo siguen la
denominada cronología media, y se data el primer año de reinado de Hammurabi en el 1792 a.C.

3.1 Los sumerios


Hacia finales del III milenio a.C., el reino de Sumer y Acad cubría una gran zona regida por una dinastía sumeria
conocida como la III Dinastía de Ur. El catalizador de su caída fue la migración de un gran grupo de nómadas
semíticos, los amurru, o amorreos bíblicos, desde los desiertos arábigos hasta el oeste. Tomaron una serie de
ciudades importantes como Isin, Larsa, Babilonia y Esnunna (actualmente Tell Asmar) donde establecieron
nuevas dinastías. Hacia el 2000 a.C. el último gobernador de la III Dinastía de Ur fue capturado por los elamitas.
El reino de Sumer y Acad se desintegró y se inició la guerra civil. Al principio la ciudad de Isin intentó controlar
Sumer y Acad, pero su autoridad fue retada por Larsa, algo alejada hacia el sur, y las dos ciudades estuvieron
constantemente en guerra. Hacia el 1790 a.C. el rey Rim-Sin I de Larsa (que reinó hacia 1823-1763 a.C.)
conquistó y ocupó Isin, acontecimiento considerado tan importante que marcó el comienzo de una nueva,
aunque limitada, época de datación en los anales de los escribas.

3.2 Hammurabi
Rim-Sin era incapaz de explotar su victoria, porque al mismo tiempo, en la hasta entonces modesta ciudad de
Babilonia, el gobernante Hammurabi empezaba a destacar. Como rey, Hammurabi combinaba la astuta
diplomacia con el liderazgo militar; derrotó a Rim-Sin, así como a los reyes de Elam, Mari y Esnunna, y hacia el
1760 a.C. se convirtió en el gobernante de un reino unificado que se extendía desde el golfo Pérsico hasta el río
Jabur. Se considera que la historia de Babilonia se inicia con Hammurabi.
Administrador inusualmente activo y capaz, Hammurabi ofreció su atención personal a detalles tales como la
limpieza de canales de irrigación y la introducción de un mes más en el calendario. Era un extraordinario
legislador; el Código de Hammurabi es uno de los documentos legales más importantes jamás descubierto.
También era un inspirado líder religioso; durante su reinado el dios de la ciudad babilónica Marduk se convirtió
en el líder reconocido en el panteón de las deidades.

3.3 Los casitas y la II Dinastía de Isin


Durante los reinados de Hammurabi y de su hijo Samsu-Iluna (que reinó hacia 1750-1712 a.C.), quien le
sucedió, la civilización babilónica alcanzó el cenit de su desarrollo cultural y poder político. Algunas de las
ciudades más importantes de Babilonia comenzaron a buscar la independencia y, durante el reinado de Samsu-
Iluna, los casitas invadieron por primera vez el país. Aunque Samsu-Iluna tuvo éxito en expulsarles, durante los
siglos siguientes se infiltraron definitivamente en Babilonia. Samsu-Iluna también había tratado con el líder
rebelde, Iluma-Ilum, quien fundó una dinastía en el sur de Babilonia, en la frontera con el golfo Pérsico, en el
territorio conocido comúnmente como el país del mar.
Con los sucesores de Samsu-Iluna, Babilonia sufrió un grave deterioro en cuanto a su poder y territorio.
Cuando, hacia el 1595 a.C., un ejército hitita penetró por el sur hasta Babilonia y llevaron prisioneros y riquezas
babilónicas hasta la alejada Anatolia, en el reino comenzó el desorden. Durante un breve periodo, Babilonia
cayó bajo el dominio de la dinastía del país del mar. Finalmente, hacia mediados del siglo XVI a.C., el
gobernante casita Agum (que reinó hacia el 1570 a.C.) tomó Babilonia y extendió su territorio desde el río
Éufrates a los montes Zagros.
Bajo dominio casita, Babilonia de nuevo se convirtió en un poder de considerable importancia. Así, a comienzos
del siglo XV a.C., era uno de los cuatro poderes principales de Asia occidental, los otros tres eran los imperios
egipcio e hitita, así como el reino de Mitanni.
Después de la recuperación de la independencia de Asiria respecto de la dominación de Mitanni a principios del
siglo XIV a.C., sus gobernantes comenzaron a interferir en los asuntos de Babilonia e intentaron controlarla
políticamente. Finalmente, tuvieron éxito y Babilonia estaba tan debilitada que cayó a manos de los elamitas,
que la invadieron por el este, depusieron al rey casita y la redujeron a un estado de vasallaje. En el sur y centro
de Babilonia surgió una revuelta y se fundó una nueva dinastía, conocida como II Dinastía de Isin. Hacia finales
del siglo XII a.C., Nabucodonosor I (que reinó hacia 1125-1103 a.C.), uno de los reyes de Isin, derrotó a los
elamitas y atacó Asiria. No mucho después, grandes grupos de nómadas arameos emigraron a Babilonia.
Durante dos siglos aproximadamente, el país estuvo en un estado de caos político.

3.4 Periodo caldeo


Una de las tribus que rodeaban Babilonia era el poderoso grupo conocido como los caldeos. Se asentaron y
dominaron el territorio a lo largo del golfo Pérsico. Desde el siglo IX al VI a.C., los caldeos desempeñaron una

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parte importante en la conformación de la historia de Asia; sus gobernantes ayudaron a destruir el Imperio asirio
y, al menos durante un breve periodo, se establecieron en Babilonia (a la que se comenzó a conocer
gradualmente como Caldea), el poder dominante de Mesopotamia.
Uno de los principales reyes caldeos fue Merodak-Baladán II (que reinó en el 722-710 a.C.), quien luchó
amarga y valerosamente, aunque sin éxito, contra cuatro poderosos monarcas asirios: Teglatfalasar III (que
reinó en 745-727 a.C.), Salmanasar V (que reinó en 727-722 a.C.), Sargón II (que reinó en 722-705 a.C.) y
Senaquerib (que reinó en 705-681 a.C.), destructor de Babilonia. Los sucesores de Senaquerib, Asaradón (que
reinó en 681-699 a.C.) y Assurbanipal, mantuvieron el control político a pesar de las numerosas rebeliones y
deserciones. Sin embargo, en el 626, cuando Asiria estaba sumida en desórdenes y amenazada por medas,
escitas y cimerios, un caldeo llamado Nabopolasar (que reinó en 626-605 a.C.) se autoproclamó rey de
Babilonia. Aliándose con los medas, ayudó a destruir el poderío asirio.
Aprovechándose de la débil posición de Asiria, Egipto comenzó a amenazar Palestina y Siria. En el 605 a.C.
Nabucodonosor II marchó contra los egipcios y los derrotó en Karkemish (en la actual Siria). Nabucodonosor II,
que reinó durante 43 años, extendió el control político babilónico sobre la mayor parte de Mesopotamia. Entre
los estudiosos bíblicos se le conoce como el destructor de Jerusalén y como el rey que llevó a los judíos
cautivos a Babilonia. Para los arqueólogos e historiadores es conocido como gran constructor y restaurador.
Reconstruyó Babilonia, su capital, con un estilo lujoso y restauró muchos templos en todo el Imperio.
La resurrección babilónica no duró mucho tiempo. Tras la muerte de Nabucodonosor en el 562 a.C., hubo una
prolongada lucha por el poder entre los distintos partidos e individuos. En el 556 a.C. Nabonides, uno de los
gobernadores de Nabucodonosor, se convirtió en rey de Babilonia (donde reinó en 556-539 a.C.). Figura
enigmática en cierto modo, se opuso a la influyente clase sacerdotal de Babilonia. Nabonides dejó la ciudad de
Babilonia bajo el control de su hijo Baltasar y vivió durante cierto tiempo en la ciudad de Harran y después en el
oasis de Tema (Tayma), en el desierto de Arabia. En el 539 a.C. los babilonios fueron derrotados por el rey
persa Ciro II el Grande, quien también había derrotado a Media. Nabonides fue capturado en Sippar (cerca de
la actual Bagdad, Irak); los persas entraron en Babilonia sin encontrar resistencia. Babilonia fue entonces
anexionada a Persia y, de este modo, finalmente perdió la independencia.

3.5 El legado babilónico


Más de 1.200 años pasaron desde el glorioso reinado de Hammurabi hasta la subyugación de Babilonia por los
persas. Durante este largo lapso de tiempo, la estructura social, la organización económica, el arte y la
arquitectura, la ciencia y la literatura, el sistema judicial y las creencias religiosas babilónicas sufrieron una
considerable modificación, aunque en general únicamente en los detalles, no en la esencia. Basados
prácticamente por completo en la cultura de Sumer, los logros culturales de Babilonia dejaron una profunda
impresión en el mundo antiguo, y particularmente entre los hebreos y los griegos. La influencia babilónica es
evidente en las obras de poetas griegos tales como Homero y Hesíodo, en la geometría del matemático griego
Euclides, en astronomía, en astrología, en heráldica y en la Biblia.

Asiria
1 INTRODUCCIÓN
Asiria, antiguo país de Asia, que se extendía
hacia el sur desde aproximadamente la frontera
norte del actual Irak y abarcaba el valle del río
Tigris y uno de sus afluentes más importantes, el
Zab, formando una zona con forma similar a un
triángulo invertido. La parte occidental del país
era una estepa únicamente adecuada para una
población nómada. Sin embargo, la parte oriental
era apropiada para la agricultura, con colinas
boscosas y fértiles valles bañados por pequeños
ríos. Al este de lo que fue Asiria se encuentran
los montes Zagros; al norte, un escalonamiento
de terrazas conducen al accidentado territorio
armenio; al oeste se extiende la llanura de
Mesopotamia. Al sur se encontraba el país
conocido primero como Sumer, después Sumer y
Acad, y más tarde Babilonia. Mesopotamia es el
nombre que los antiguos griegos dieron a toda la
región en la que surgieron estos países, incluido

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Asiria. Las ciudades más importantes de Asiria, todas situadas en el territorio del actual Irak, eran Assur,
actualmente al-Shargat; Nínive, de la cual los únicos vestigios que señalan en la actualidad su localización son
dos grandes tells, Quyunyik y Nabi Yunas; Calach, ahora Nimrud, y Dur Sharrukin, actualmente Jursabad
(Jorsabad).

2 PRIMEROS ASENTAMIENTOS
Desde comienzos de la época paleolítica, los territorios que se conocieron como Asiria estuvieron habitados.
Este hecho ha sido confirmado por el descubrimiento de dos cráneos de personas adultas neandertales en una
cueva en el borde noreste de la región. Sin embargo, la vida agrícola sedentaria no comenzó en esta zona
hasta cerca del 6500 a.C. Aunque se desconoce la composición étnica de las primigenias comunidades
agrícolas de Asiria, los primeros habitantes pueden haber pertenecido a un pueblo conocido posteriormente
como subarios, quienes hablaban una lengua aglutinante en lugar de una flexional. Probablemente en el III
milenio a.C., nómadas semíticos conquistaron la región y convirtieron su lengua flexional, muy próxima al
babilonio, en el idioma dominante de la región. La escritura asiria era una versión ligeramente modificada de la
cuneiforme babilónica.
A comienzos del VII milenio a.C., los granjeros de Asiria cultivaban trigo y cebada y poseían ganado vacuno,
ovejas, cabras y cerdos. Construían sus casas de arcilla compacta (algunas de ellas tenían cuatro
habitaciones), utilizaban hornos redondos para cocer harina molida y almacenaban grano en grandes tinajas
recubiertas de betún. Este pueblo agrícola tejía prendas con la ayuda de husos con poleas; fabricaba cuchillos
de obsidiana y sílex, piedra similar al pedernal, y utilizaba formones, objetos fabricados de piedra, azuelas y
azadones. Su cerámica era notable; en su mayoría realizada con arcilla hábilmente cocida y pintada con
atractivos motivos. La obsidiana y otras piedras duras fueron convertidas en vasos, cuentas, amuletos y sellos.
Modelaron en arcilla figuras femeninas para fines religiosos. Los muertos, que solían ser enterrados en posición
flexionada con las rodillas dobladas hacia el pecho, eran sepultados entre las casas en lugar de en cementerios.

3 CULTURA Y COSTUMBRES
La cultura asiria se asemejaba a la babilónica en muchos aspectos. Exceptuando los anales reales, por
ejemplo, la literatura asiria era prácticamente idéntica a la babilónica, y los reyes asirios más cultos,
especialmente Assurbanipal, alardeaban de almacenar en sus bibliotecas copias de documentos literarios
babilónicos. La vida social o familiar, las costumbres matrimoniales y las leyes de propiedad eran muy parecidas
a las de Babilonia. Las tres colecciones asirias de documentos de la corte y legales que se han encontrado son
muy similares a la legislación sumeria y babilónica; sin embargo, los castigos establecidos para los infractores
de la legislación asiria eran habitualmente más brutales y bárbaros. Las prácticas y creencias religiosas asirias
eran prácticamente idénticas a las de Babilonia, incluso, el dios nacional asirio, Assur, fue sustituido por el dios
babilonio Marduk. La principal contribución cultural de los asirios se desarrolló en los campos del arte y de la
arquitectura.
En el III milenio a.C., Asiria, como la mayor parte de Oriente Próximo, estuvo bajo la influencia de la civilización
sumeria en el sur. Un templo de este periodo, excavado en la ciudad de Assur, contiene estatuas de estilo y
apariencia similares a las encontradas en los templos de Sumer. Hacia el 2300 a.C., Asiria formó parte del
imperio de Sumer y Acad. Tras el colapso de ese imperio hacia el 2000 a.C., los amorreos, pueblo semítico
nómada del desierto de Arabia, se infiltraron y conquistaron gran parte de Mesopotamia, incluida Asiria. Hacia el
1850 a.C. mercaderes asirios colonizaron partes del área central de Anatolia (Asia Menor), donde desarrollaron
un floreciente comercio de cobre, plata, oro, estaño y productos textiles.

4 EXPANSIÓN Y DEPENDENCIA
Hacia el 1810 a.C. un rey asirio, Samsi-Adat I (que reinó hacia el 1813-1780 a.C.), consiguió extender el
territorio asirio desde los montes Zagros hasta el mar Mediterráneo. Samsi-Adat I puede haber sido el primer
gobernante en establecer un imperio centralizado en el antiguo Oriente Próximo. Dividió su reino en distritos al
frente de los cuales colocó a administradores y consejos especialmente nombrados, estableció un sistema de
correos y realizó con regularidad un censo de la población. Sin embargo, el primer Imperio asirio no duró mucho
tiempo; el hijo de Samsi-Adat, Isme-Dagan I (que reinó hacia 1780-1760 a.C.), fue derrotado hacia el 1760 a.C.
por el rey babilonio Hammurabi, y Asiria comenzó a formar parte del Imperio babilónico.
El Imperio babilónico también fue efímero. Los casitas, pueblo no semítico, invadieron Babilonia en el siglo
XVI a.C. y se hicieron con el poder político. Otro pueblo no semítico de las montañas, los hurritas, ocupó la
mayor parte del norte de Mesopotamia, llegando incluso a Palestina en el oeste. Poco después de los hurritas, y
hasta cierto punto entremezclado con éstos, llegó un pueblo indoeuropeo cuyo nombre se desconoce. Como
resultado de estas migraciones, el siglo XVI a.C. se presenta sumido en la confusión en la historia
mesopotámica.
Hacia el 1500 a.C. Asiria se hizo dependiente de Mitanni, un reino de proporciones imperiales que extendió su
influencia por todo el norte de Mesopotamia. Asiria continuó bajo su control hasta comienzos del siglo XIV,
cuando el reino de Mitanni sufrió una grave derrota a manos del naciente imperio de los hititas en el norte.
Aprovechándose de la posterior confusión, el rey asirio Assur-Uballit I (que reinó en 1364-1328 a.C.) liberó
Asiria del reino de Mitanni e incluso anexionó algunos de sus territorios.

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Assur-Uballit I fue sucedido por una serie de gobernantes enérgicos, principalmente Adat-Nirari I (que reinó en
1306-1274 a.C.), Salmanasar I (que reinó en 1274-1244 a.C.), y Tukulti-Ninurta I (que reinó en 1244-1207 a.C.).
Tuvieron éxito al ampliar aún más las fronteras de Asiria y al mantener a raya a sus fuertes vecinos: urarteos,
hititas, babilonios y lullubis.

5 SURGIMIENTO DE UN IMPERIO EN GUERRA


Hacia el 1200 a.C., una nueva ola de migraciones cambió profundamente la composición de Asia occidental.
Desde la península Balcánica, con toda probabilidad, llegó un conglomerado de pueblos, conocidos como
pueblos del mar, que acabaron con el Imperio hitita en Anatolia y se introdujeron en Siria y Palestina. Un pueblo
indoeuropeo denominado mushki, que se asentó al este de Anatolia, se convirtió en una amenaza constante
para Asiria en el noroeste. Al oeste de Asiria, un grupo semítico nómada, los arameos, también estaba en
movimiento. Asiria resistió ferozmente, y en su mayor parte con éxito, a las presiones y ataques de sus nuevos
vecinos. Durante su amarga lucha por la existencia, desarrolló una máquina militar proverbial por su crueldad y
que se convirtió en el azote y terror de todo Oriente Próximo.
Al principio, las campañas adoptaron la forma de escaramuzas a la búsqueda de botín y tributo. Teglatfalasar I
(que reinó en 1115-1076 a.C.), por ejemplo, defendió las fronteras asirias contra arameos y mushkis, y realizó
incursiones por el norte, hasta el lago Van, en Urartu (actualmente al noreste de Turquía), y por el oeste, hasta
Palmira (en la actual Siria). En la mayoría de los casos, los pueblos amenazados huían al conocer que se
aproximaban sus ejércitos, y aquéllos que se quedaban eran masacrados o llevados a Asiria. Los pueblos y
ciudades eran saqueados y arrasados, pero no se hizo ningún intento de anexionar estos territorios.
Gradualmente, este modelo de conquista varió, los gobernantes asirios comenzaron a convertir Asiria en el
centro de un nuevo imperio, incorporando las tierras conquistadas a sus dominios, aunque probablemente sin
seguir un plan consciente. Hacia finales del siglo X a.C., por ejemplo, Adat-Nirari II anexionó el estado arameo
cuyo centro era Nisibis, al este del río Jabur. Su hijo, Tukulti-Ninurta II, anexionó varios estados arameos
alrededor de la ciudad de Harran y el valle central del Éufrates, así como la región entre los dos ríos conocidos
respectivamente como el Gran Zab y el Pequeño Zab.

6 EXTENSIÓN DEL DOMINIO ASIRIO


Assurnasirpal II, hijo de Tukulti-Ninurta II, gobernó desde el 884 hasta el 859 a.C. y extendió el dominio asirio al
norte y al este. Sus terribles y brutales campañas devastaron las tierras de las fronteras de su Imperio, aunque
fue suficientemente prudente para no atacar a los vecinos fuertes, Urartu al norte, Babilonia al sur y Aram al
oeste. En una campaña llegó hasta el mar Mediterráneo. A su regreso construyó la ciudad de Calach, a la que
convirtió en su nueva capital, en lugar de la antigua Assur. En las ruinas de Calach se han encontrado
numerosos monumentos con inscripciones de Assurnasirpal, convirtiéndole en uno de los gobernantes mejor
documentados del antiguo Oriente Próximo.
Salmanasar III (que reinó en 859-824 a.C.), hijo de Assurnasirpal, realizó 32 campañas durante los 35 años que
duró su reinado. Muchas de estas campañas se dirigieron contra las tierras al oeste del Éufrates,
concretamente contra el poderoso reino de Aram. Aunque tuvo algunos éxitos e incluso recibió un considerable
tributo de los aliados de Aram, incluido Israel, fracasó en conquistar el propio Aram. Dos de sus monumentos,
actualmente en el Museo Británico, son particularmente notables: el Obelisco Negro, en el que se representa a
Jehú, rey de Israel, besando el pie de Salmanasar, y las placas de bronce batido conocidas como las Puertas
de Balawat.

7 IMPERIO MUNDIAL
A finales del gobierno de Salmanasar se inicia una revuelta en la corte asiria, a la que siguen varios años de
guerra civil. Asiria cae en la oscuridad y su poder se reduce. Sin embargo, a mediados del siglo VIII a.C., la
prosperidad resurge con la subida al trono de Teglatfalasar III (que reinó en 745-727 a.C.), quien comenzó
vigorosamente a convertir a Asiria en un imperio mundial. Empezó reafirmando la autoridad del trono y
reduciendo el poder de los nobles problemáticos de la corte. Fundó un Ejército permanente, compuesto
principalmente por tropas extranjeras, y proyectó sus campañas con el objetivo de anexionar el territorio
enemigo. Los pueblos que conquistó fueron deportados y situados dentro del dominio de Asiria para romper su
conciencia y cohesión nacionales. Liberó a Asiria de la presión de las tribus arameas que amenazaban el valle
del Tigris central, expulsó a los urarteos de Siria, anexionó los estados arameos de Arpad y Damasco, sojuzgó
las ciudades de Palestina y se convirtió en el gobernante de Babilonia.
Sargón II (que reinó en 722-705 a.C.), que siguió en el trono al inmediato sucesor de Teglatfalasar III,
Salmanasar V (que reinó en 727-722 a.C.), extendió la dominación asiria en todas direcciones, desde el sur de
Anatolia al golfo Pérsico. Al inicio de su reinado deportó a la población de Israel, que Salmanasar V había
conquistado poco antes de su muerte. Durante su reinado, Sargón dirigió campañas contra Urartu y los medas,
anexionó numerosos estados de Siria y el sur de Anatolia, y derrotó a los arameos en el valle del Tigris central y
a los caldeos en el valle del Éufrates inferior. Para asegurar un control eficaz de su gran Imperio, que se
extendía desde la frontera de Egipto hasta los montes Zagros y desde los montes Taurus al golfo Pérsico,
Sargón lo dividió en 70 provincias aproximadamente, cada una dirigida por un gobernador que era responsable
directo ante el rey. En su capital, Calach, creó una organización administrativa central y delegó algo de su poder
en su hijo Senaquerib (que reinó en 705-681 a.C.). Al final de su reinado, Sargón construyó una nueva ciudad,
Dur Sharrukin, al norte de Nínive, erigió su palacio junto a la muralla de la ciudad y lo adornó con

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impresionantes bajorrelieves. También creó en Nínive una biblioteca. El comercio y la agricultura se fomentaron
en todo el imperio.

8 INICIO DE LA DECADENCIA
Bajo Sargón II, el Imperio asirio fue más fuerte y extenso de lo que había sido jamás. Los pueblos estaban muy
unidos en cuanto a lengua, religión y cultura. Parecía muy razonable pensar que duraría siglos. Sin embargo,
los sucesores de Sargón establecieron como objetivos principales la conquista de Egipto y Elam y la completa
subyugación de Babilonia. Para asegurar su victoria sobre estas lejanas tierras, los asirios retiraron algunas de
sus fuerzas de la regiones fronterizas del norte y del noreste. En estas regiones norteñas, los medas y dos
nuevos grupos de pueblos nómadas, cimerios y escitas, pudieron por tanto fortalecerse.
Senaquerib mantuvo las tierras conquistadas por su padre e incluso amenazó la frontera egipcia. Trasladó la
capital de Dur Sharrukin a Nínive, donde construyó su palacio. Fue el primer gobernante asirio que utilizó la
marina, con la que en el 694 a.C. persiguió a los rebeldes caldeos y les derrotó. En el 689 a.C., cuando
Babilonia cooperaba con los caldeos contra Asiria, Senaquerib lanzó una serie de fieros ataques contra ambos
estados, que culminaron en la captura y saqueo incluso de Babilonia, a pesar de su tradicional categoría de
ciudad sagrada. El hijo de Senaquerib, Asaradón (que reinó en 681-669 a.C.), más predispuesto hacia
Babilonia, ayudó a reconstruirla. Su principal éxito militar consistió en cruzar hasta Egipto y tomar Menfis, su
capital. Su hijo, Assurbanipal, continuó controlando Egipto y penetrando al sur hasta Tebas. También saqueó
Susa (actualmente Shush, Irán), capital de los elamitas. Aparte de su fama como conquistador, Assurbanipal
destaca por la gran biblioteca que creó en su palacio de Nínive.

9 FIN DEL IMPERIO


A la muerte de Assurbanipal, en el 627 a.C. siguió una revolución en la corte. Sobre los acontecimientos de
Asiria después de esa fecha se sabe poco. Los medas tomaron la ciudad de Assur en el 614 a.C. y, con ayuda
babilónica, capturaron Nínive en el 612. El Ejército asirio, dirigido por el último rey asirio, Assur-Uballit II (que
reinó en 612-609 a.C.), se replegó a Harran, a cierta distancia al noroeste de la capital asiria. Esta derrota
supuso el final del Imperio asirio.
A través de su historia, el poder de Asiria dependió prácticamente por completo de su potencia militar. La fuerza
principal del Ejército estaba compuesta por infantería ligera y pesada, y equipada con picas, arcos y espadas
cortas, aunque únicamente la infantería pesada iba protegida con armadura. La caballería estaba equipada de
modo similar y montaba sin silla. Los carros pesados iban conducidos por tres hombres, y se utilizaban torres
de asedio y arietes para atacar y romper murallas y fortificaciones.
El rey era comandante en jefe del Ejército y normalmente dirigía sus campañas. Aunque en teoría era monarca
absoluto, en realidad los nobles y cortesanos que le rodeaban, así como los gobernadores que nombraba para
administrar las tierras conquistadas, adoptaban frecuentemente decisiones en su nombre. Las ambiciones e
intrigas de éstos fueron una amenaza constante para la vida del gobernante asirio. Las revueltas y revoluciones
de palacio eran habituales, especialmente hacia el final de los reinados, cuando la elección de un sucesor se
convertía en un asunto crucial. Esta debilidad central en la organización y administración del Imperio asirio fue
en gran medida responsable de su desintegración y colapso.

Reinos helenísticos
La larga confrontación entre los persas y los griegos a lo largo de las tres guerras médicas verá su final en la
total derrota persa que pondrá todo aquel inmenso imperio en las manos de Alejandro y sus militares. Los
griegos que hasta entonces se habían mantenido básicamente a la defensiva, se lanzan ahora a una campaña
sistemática de invasión y conquista del imperio persa, hasta conseguir el éxito más absoluto y derrocar al último
monarca persa, Darío III.
Con motivo de estas campañas Alejandro Magno entró en Jerusalén en el año 333 a.C. inaugurando así una
nueva etapa en la historia del pueblo judío. Alejandro, trató de realizar una síntesis entre el mundo oriental y el
occidental. Organizó una gran boda en Susa, en la que él, sus generales y otros diez mil macedonios se
casaron con mujeres de la nobleza persa. Pero a pesar de sus esfuerzos no consiguió que Persas y
Macedonios fueran un solo pueblo. Como los reyes persas, Alejandro siguió también una política de gran
tolerancia religiosa.
Apenas hay alusiones en la Biblia a Alejandro. Sólo en Dn 8,5, “un macho cabrío de occidente”, quizás Za 9,1-8
y 1 Mc 1,1-7. En realidad las guerras de Alejandro no afectaron a Judea, y la tolerancia de Alejandro no supuso
ningún cambio sustancial para aquella pequeña provincia que cambiaba de dueño.
Su muerte prematura impidió que esa síntesis llegara a la madurez, y llevó a la división de los inmensos
territorios conquistados por él entre sus generales. Este es el origen del nacimiento de los llamados Reinos
helenísticos. En todos ellos encontramos una estructura semejante. En la capital hay una minoría griega en
torno a la corte y al rey, que va a ir filtrando la lengua y la cultura griega al resto de la población. Esta tarea que
tardará varios siglos recibe el hombre de “helenización”. En unos casos se da de una forma más rápida y radical
que en otros. Lo helenístico se contrapone a lo helénico. Designamos como helénicos a todos los fenómenos
culturales asociados a la península griega durante los siglos de oro, siglos V y IV a.C. En cambio llamamos

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“helenísticos” a todos los fenómenos, artísticos, literarios, y sociales relacionados con la cultura griega
exportada a los países del Oriente, durante los siglos III a.C. al siglo I.
De entre los reinos helenísticos los que más nos interesan para la historia bíblica son los asentados en Siria y
en Egipto. En Siria se establece la dinastía de Seleuco, uno de los generales de Alejandro, con capital en
Antioquia. En Egipto se instala la dinastía de Tolomeo, otro de los generales, con capital en Alejandría. Ambas
dinastías se conocen con los nombres respectivos de seléucidas y lágidas.

1.- Judá bajo los lágidas durante el siglo III a.C.


El primer general en afianzarse fue Tolomeo en Egipto. Seleuco tuvo que refugiarse donde Tolomeo I Soter,
porque Antígono se había hecho fuerte en Asia Menor y Siria. Cuando finalmente Seleuco pudo tomar
Babilonia, la ciudad de más prestigio, dará comienzo la era seléucida en el año 312. Once años más tarde en
301, Antígono quedará definitivamente derrotado en la batalla de Pisos, y Seleuco se quedará como dueño y
señor de la siria, poniendo su capital en la ciudad de Antioquía.
Entre el 301 y el 200 a.C., Jerusalén quedará bajo el dominio de los Tolomeos, dependiendo de Alejandría,
aunque no deja de sufrir las ambiciones expansionistas de la corte de Antioquía; numerosos judíos se
asentarán en ambas ciudades.
Durante este siglo se sucedieron cinco monarcas en Alejandría que portan todos ellos el nombre de Tolomeo.
Los reyes de Antioquía nunca aceptaron que Judá y la Celesiria quedasen bajo el poder de los lágidas de
Alejandría, y promovieron continuas guerras para tratar de ocupar estos territorios. Aunque apenas sabemos
nada de Judea en este siglo, las heridas de estas continuas guerras debieron de ser muy profundas en todo el
país.
Antígono fue el primero en dividir el reino en “toparquías”, que consistían en una ciudad y el territorio
circundante con sus pueblos. Un conjunto de toparquías constituían la hiparquía. El nombre de estas hiparquias
se nos ha conservado en nombres en –itis como Gaulanitis, Trachonitis, o en –aia, como Ioudaia, Galilaia…
Al parecer durante esta época Jerusalén y toda Judea estaba gobernada por una asamblea de 70 ancianos que
se denomina “la gran Asamblea” en la literatura rabínica posterior. La Asamblea estaba presidida por el sumo
sacerdote que tenía una posición muy importante. El sumo sacerdocio se pasaba de padres a hijos.
Samaría parece haber sido repoblada con macedonios y tendrá una población griega. Es en la vecina Siquén
donde los “samaritanos” continuarán su culto con su templo, aunque el cisma sólo tendrá lugar más adelante.
Las nuevas autoridades de Alejandría no cambiaron el régimen administrativo que la provincia había tenido
durante el dominio persa, y Jerusalén gozó de un notable grado de autonomía social y política, pero la cultura
helenística que se iba difundiendo progresivamente a través de escuelas y gimnasios chocaba fuertemente con
la mentalidad judía, y la sabiduría griega, muy atractiva para los sabios de Israel, cuestionaba su visión del
mundo. En esta época comienzan a fundarse nuevas ciudades, según el modelo de la “polis” griega, autónomas
y con democracia interna, que serán uno de los principales medios de difusión del helenismo. Algunas ciudades
antiguas adoptan también estatuto de autonomía y se refundan con un nombre griego, como es el caso de Akko
que pasa a llamarse Tolemaida, o Beisán que pasa a llamarse Escitópolis.

2.- Judá bajo los seléucidas: La insurrección macabea


En el año 200 a.C. Antíoco III, en el curso de la quinta guerra siria conquista Judá, incorporándola al reino
seléucida. La batalla decisiva se libró en Panium (Banias), cerca del templo del dios Pan. El general egipcio
Escopas, fue totalmente derrotado a manos del ejército de Antíoco III el Grande.
Los lágidas, como hemos dicho se habían mostrado muy tolerantes para con la cultura y la religión judía. Sin
embargo los seléucidas intentaron apretar el pedal de la helenización. A partir de este momento se acentuó la
tensión entre los judíos “helenizantes” (admiradores de la cultura griega y partidarios de cambiar la tradición
hierocrática judía por un sistema democrático) y los tradicionalistas (los “puros” o hasidim). La situación se fue
enrareciendo cuando Jasón primero, y Menelao después, representantes de un judaísmo helenizante y sin
escrúpulos. acceden ilegítimamente al sumo sacerdocio, gracias al apoyo que el rey de Antioquía les presta a
cambio de importantes sumas de dinero. El conflicto de fondo es más un conflicto civil entre judíos que una
guerra entre los judíos y los sirios. Es el partido judío helenizante el que acudió a Antíoco pidiéndole su
protección, y exigiendo que acelerase el proceso helenizador de las instituciones.
Antíoco III el vencedor de Panium, fue poco después aplastado por los romanos en la batalla de Magnesia, (189
a.C.) y en la humillante paz de Apamea se vio obligado a pagar unas cuantiosísimas indemnizaciones de guerra
a los romanos. Esto acentuó mucho en adelante la necesidad de fondos de los seléucidas, y su afición a
confiscar los bienes de las provincias, especialmente los templos de los dioses que cumplían entonces la
función de los bancos.
Su sucesor Antíoco IV, con la complicidad del sumo sacerdote Menelao, saqueó el templo de Jerusalén e
impuso allí el culto de Zeus, lo cual constituyó el último determinante de la revuelta nacionalista de los
Macabeos. Este culto de Zeus en el interior del templo de Jerusalén es lo que el libro de Daniel designa como
“abominación de la desolación” (Dn 11,31; 12,11). Para controlar mejor la ciudad los sirios construyeron cerca
del templo una gran fortaleza conocida con el nombre de Acra, desde donde ejercían su supremacía militar
sobre toda la ciudad
Matatías ben Hasmón y sus hijos fueron los dirigentes de la revuelta. En un principio el objetivo era mantener la
pureza de la religión frente a las contaminaciones idolátricas de los griegos. A este efecto los macabeos en los
comienzos de su revuelta se vieron apoyados por el partido de los hasidim, los judíos celosos de la Ley. Pero
como veremos los hasidim acabarán enfrentándose a la dinastía nacida de los macabeos, una vez que el éxito

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militar de la revuelta llevó a la dinastía asmonea a ambicionar la independencia política desconocida por los
judíos desde el final de la monarquía davídica.
Matatías murió poco después de la sublevación (167 a.C.). Su sucesor al frente de la sublevación fue su
hijo Judas Macabeo, que tras los triunfos espectaculares en las batallas de Bet Horon, Emaús y Bet Zur logró
entrar triunfalmente en Jerusalén y purificar el templo (164 a.C.), pero no consiguió tomar el Akra, la fortaleza de
los seléucidas junto al templo. El aniversario de esta rededicación del Templo el día 25 de Kislev (Diciembre)
pasó a convertirse en la popular fiesta judía de Hanukkah, en la que se encienden las luminarias, el candelabro
de los ocho brazos, y se recuerda el prodigio de que el fuego que ardía permanentemente delante del santuario
fuera hallado ardiendo todavía milagrosamente.
Estas guerras se nos cuentan en los libros primero y segundo “de los Macabeos”, que se consideran libros
deuterocanónicos por no estar incluidos en la Biblia judía ni tampoco en la de las Iglesias protestantes que
siguen el canon judío.
Los dos libros no cuentan historias sucesivas, como pudiera pensarse, sino que discurren de forma paralela y
tienen características literarias muy diferentes. El “libro segundo”, escrito en griego y con un estilo
grandilocuente, narra las campañas gloriosas de los rebeldes y el triunfo final de los hasidim, que culmina con la
nueva consagración del altar y la instauración de la Hanukkah. En cambio, el “libro primero”, en realidad
posterior al “segundo”, y escrito en hebreo, está orientado a justificar la entronización de los asmoneos
(Jonatán, Simón, Juan Hircano, Alejandro Janeo) como sumos sacerdotes.
Volviendo a la historia política de Palestina, tras la muerte de Judas (160 a.C.), su hermanoJonatán (160-142
a.C.) heredó el liderazgo de la revuelta y usurpó el sumo sacerdocio en el año 152 a.C., tras la muerte del sumo
sacerdote Alcimo. Supo aprovecharse de la extrema debilidad del reino seléucida dividido entre los dos
pretendientes Demetrio I y Alejandro Balas y sus sucesores. Jonatán fue muy hábil para jugar a favor de unos y
otros siempre en función de su ambición política de total independencia.
Aunque la familia de Matatías era de estirpe sacerdotal, sin embargo no pertenecían a la estirpe sadoquita, que
era la única con derechos al sumo sacerdocio según las exigencias más estrictas. Esto dio lugar a una ruptura
con los hasidim, que hasta ahora habían apoyado la revuelta macabea, y llevó a algunos sacerdotes radicales a
apartarse del templo y sus instituciones, para separarse de la corrupción: este es el origen de la “secta” de los
esenios (en el año 141 a.C. tiene lugar el exilio del “maestro de Justicia”), que no se reduce al asentamiento
monástico de Qumrán; hubo también esenios en lugares como Damasco o Alejandría.

3.- El afianzamiento de la monarquía asmonea


Jonatán murió violentamente en la ciudad de Tolemaida, del mismo modo como murieron todos los hermanos
Macabeos. Le sucedió Simón (143-134 a.C.), el último de los hermanos, que unió en su persona la función
religiosa de sumo sacerdote y la función política de etnarca. Consiguió de Demetrio II la total exención de
impuestos, lo cual suponía de hecho la plena independencia con respecto al poder de los seléucidas.
Simultáneamente abolió la era seléucida como modo de datación cronológica, y a todos los efectos gobernó
como un soberano independiente. Como sus hermanos antes de él, Simón buscó siempre el favor y la
protección de Roma, siempre dispuesta a debilitar el poder de los seléucidas. Simón fue asesinado también
violentamente junto con dos de sus hijos por su yerno Ptolomeo, lo cual nos hace ver lo turbulentos que fueron
aquellos tiempos en los que la casi totalidad de los reyes y pretendientes antioquenos así como los dirigentes
judíos murieron violentamente.
Tras él, su hijo Juan Hircano (134-104 a.C.) fue aún más lejos, proclamándose rey y ampliando el territorio judío
hasta los límites que había alcanzado en su momento de mayor esplendor, en tiempos de David y Salomón.
Entre sus conquistas se cuenta la Idumea y la Samaría. Hircano llevó a cabo una intensa judaización de su
reino (destrucción del templo samaritano del Garizín en el 128 a.C.), forzando a sus habitantes a circuncidarse o
exilarse.
Pese a estos éxitos militares, Juan Hircano vivía más como un monarca helenístico que como un verdadero
sacerdote judío, y los sectores más tradicionales criticaban la identificación entre la realeza y el sacerdocio,
reclamando una separación de ambas funciones. En este contexto surgió el grupo de los “fariseos”, que tan
importantes serán en la época de Jesús y posteriormente. Constituían una piadosa fraternidad laica, que
buscaba la santificación de la vida cotidiana, trasladando a esta la exigencia de pureza ritual del templo de
Jerusalén. Aspiraban a aplicar la Torah a la vida de su tiempo, para lo cual completaron la ley escrita en el
Pentateuco con numerosos preceptos tomados de la tradición oral de Israel (rabinismo).
Los fariseos, que pronto alcanzaron gran prestigio entre el pueblo, pretendieron influir en la política judía y
fueron entrando en conflicto con la dinastía asmonea que se iba helenizando cada vez más. A la muerte de
Juan Hircano, uno de sus hijos, Aristóbulo I, hizo morir a su madre y a su hermano Antígono, y asumió el título
de rey por primera vez. Su reinado fue muy breve, apenas dos años, pero en este tiempo consiguió seguir
ensanchando las fronteras del reino conquistando la Iturea y forzando a la población a judaizarse.
A la muerte temprana de Aristóbulo, su viuda Alejandra Salomé contrajo matrimonio con el hermano de
Aristóbulo, Alejandro Janeo, que será el más brillante de los reyes asmoneos (103-76 a.C.) En su época se
agudizó el conflicto con los fariseos que tomaron parte en un levantamiento general contra su monarquía con
ayuda extranjera. Janeo respondió con una violenta represión (más de 3000 fariseos fueron crucificados), pero
a su muerte encomendó a su sucesora, la reina viuda Alejandra, que actuara de forma más conciliadora.
Alejandro Janeo siguió la política expansionista de sus predecesores y extendió su dominio sobre casi todas
las ciudades costeras, y muchas de las ciudades de la Decápolis en la Transjordania. Al final de las campañas
de la dinastía asmonea, los judíos consiguieron recomponer un reino casi tan extenso como el atribuido a David

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en la Biblia. Su política de limpieza étnica intentó crear una homogeneidad judía, forzando a los extranjeros a
judaizar a exiliarse.
Alejandra Salomé (76-67 a.C.) asumió el poder tras la muerte de su marido y realizó un cambio brusco de
política. Admitió a los fariseos en el consejo real (“sanedrín”), al lado de los saduceos, con lo cual su influencia
se acrecentó notablemente. De hecho, es la espiritualidad farisea la que dominó, hasta los tiempos de Jesús, el
judaísmo palestino.
Dado que no podía ejercer la función sacerdotal por ser mujer, Alejandra confió este puesto a su hijo mayor
Hircano II, hombre débil e influenciable, sometido a su consejero Antípatro el idumeo.
A la muerte de Alejandra, el hijo pequeño Aristóbulo, se proclamó rey, deponiendo a su hermano mayor
Hircano. Éste tuvo que huir a refugiarse con los nabateos y aconsejado por su canciller Antípatro, entró en
negociaciones con Pompeyo. Pompeyo era el representante de Roma, la nueva potencia mediterránea, que se
encontraba por entonces por la zona, donde había anexionado los últimos restos de la monarquía seléucida
transformando a Siria en provincia romana.
El general romano decidió apoyar la causa de Hircano porque le vio más manipulable. Las legiones romanas
consiguieron hacerse con Jerusalén y cautivar a Aristóbulo y a sus hijos a quienes llevó consigo a Roma como
cautivos.
Con la entrada de Pompeyo en Jerusalén (63 a.C.), terminará la autonomía del reino de los judíos que a partir
de entonces estará sometidos al poder de Roma bien directamente o bien a través de regímenes marioneta.

4.- La literatura bíblica durante la época helenística


Veremos algunas de las novedades que se producen en la elaboración de los libros sagrados del judaísmo
durante esta época. Ya nos hemos referido anteriormente a los dos libros de los Macabeos que no fueron
admitidos en el canon rabínico, pero que están presentes en la edición de los LXX.
En el contexto del primer influjo del helenismo surge el libro de Qohelet (conocido también por su nombre griego
de Eclesiastés, o “el predicador”), una obra extrañísima, que rezuma escepticismo y desengaño. A lo largo de
este período se cierra también la colección de los salmos, y se recogen una serie de cantos de amor
tradicionales que van a configurar el “Cantar de los cantares” (quizá reflejo de un deseo de mostrar, ante la
pujanza de la literatura griega, el genio lírico hebreo).
Durante la etapa helenística proliferan las escuelas rabínicas, dedicadas al estudio de la Torah. En una de ellas
surge el libro del “Eclesiástico”, que recoge las enseñanzas de Jesús ben Sira, maestro de Jerusalén.
Redactado en torno al año 200 a.C. y traducido al griego en Alejandría, se difundió sobre todo entre los judíos
de la diáspora (hasta hace un siglo sólo se conocía en versión griega). Consiste en una especie de enciclopedia
sapiencial, que contribuyó a alimentar la piedad judía, igual que otro libro de esta época, el de Tobías, una
“novela ejemplar” ambientada en Nínive (y por ello especialmente atractiva para los de la diáspora). Ninguna de
las dos obras ha sido admitida en el canon judío.
A mediados del siglo III se produce un acontecimiento de gran importancia: se traduce por primera vez la Torah
al griego, para atender a las necesidades de los judíos de Alejandría, que ya no eran capaces de leer el hebreo.
Dicha traducción tuvo lugar durante el reinado de Tolomeo II Filadelfo (285-247 a.C.). Según se cuenta en la
“carta de Aristeas”, el rey de Egipto, deseoso de conocer los libros sagrados de las diversas religiones, había
pedido a Jerusalén el envío de expertos; el sumo sacerdote le mandó setenta maestros, los cuales, trabajando
independientemente, llegaron a un resultado idéntico en la traducción. La versión “de los LXX”, que supone un
esfuerzo notable de inculturación por parte del judaísmo, será la Biblia de las primeras comunidades cristianas,
y la que manejarán los redactores del Nuevo Testamento.
Los sucesos relacionados con la revolución asmonea no fueron meramente una guerra de liberación contra las
autoridades de Antioquía, sino que dieron lugar a una importante reflexión sobre esos mismos sucesos a la luz
de la fe. En estos tiempos conflictivos, la espiritualidad judía acentúa la invitación a confiar en Dios y en su
intervención salvadora en favor de los justos; tal es el humus en el que se va a desarrollar la literatura
apocalíptica. Ya no hay profetas que puedan iluminar, con la luz de Dios, la oscuridad en que camina el pueblo;
por eso se escriben libros evocando a los grandes testigos del pasado (Elías, Moisés, Enoc, incluso Adán y
Eva...), a los cuales, por su cercanía a Dios, se les considera capaces de predecir el futuro.
La literatura apocalíptica también ha encontrado su lugar en la Biblia: a este género pertenecen la segunda
parte del libro de Zacarías (capítulos 9 al 14) y, sobre todo, diversas secciones del libro de Daniel. Este es un
texto complejo, con diversos estratos redaccionales, y con una posible base histórica muy escasa (el
protagonista es un judío llamado Daniel que vive en Babilonia en la época del destierro). Una parte está escrita
en hebreo, otra en arameo y otra en griego; esta última no se incluye en las Biblias judías y protestantes, de
manera que el libro tiene diferente extensión en unas Biblias y en otras.
Las características de la literatura apocalíptica ya están presentes en las primeras obras: pseudonimia,
simbolismo numérico, lenguaje secreto, actividad de los ángeles y angelología, división de la historia en
períodos, y referencia a un tiempo futuro de salvación en medio de grandes cataclismos. Esta urgencia
apocalíptica se hace sentir sobre todo en tiempos de gran opresión y persecuciones.
Otro libro escrito en esta etapa helenística es el libro de Ester, una novela “ejemplar”, probablemente con algún
fondo histórico, que muestra cómo Dios interviene en favor de su pueblo oprimido. La parte hebrea del libro no
contiene, curiosamente, ninguna alusión de tipo religioso, y más bien da la impresión de ser un canto a la
venganza; en cambio, la sección escrita en griego, más piadosa, incluye numerosas oraciones. El libro de Ester
se lee en la fiesta llamada Purim (“las suertes”), fiesta de origen desconocido, aunque ciertamente posterior al
exilio, y que tiene que ver con la costumbre babilonia de “echar las suertes” en la primavera, al comienzo del

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año astrológico. Naturalmente, el judaísmo ha reinterpretado esta fiesta pagana, dándole otro sentido, pero aún
quedan en el libro ciertas reminiscencias babilónicas.
El libro de Judit (“la judía”), novela escrita para alentar a los participantes en la rebelión asmonea, es una
exaltación de la debilidad judía (Judit) frente a la fuerza de las grandes potencias (Holofernes). En el trasfondo
de la narración se mezclan, de manera poco histórica, elementos de los diversos imperios que habían dominado
el Oriente en los siglos anteriores (Asiria, Babilonia, Persia, Grecia...). Los libros posteriores, como el de Baruc,
la “carta de Jeremías” o el libro de la Sabiduría, escrito en griego en torno al año 60 a.C., ya no serán incluidos
en el canon judío

Fenicia.
Situación Geográfica.
Larga y estrecha región situada en el extremo este del Mediterráneo, y que se extiende desde ese mar al oeste,
hasta las estribaciones de los montes del Líbano al este. Sus limites norte y sur son, respectivamente, el río
Oronte y el monte Carmelo.
Características Físicas.
Regada por varios ríos, entre ellos el Eleuteros, el Adonis y el Licos. Fenicia era una región fértil que producía
cereales y frutas en gran abundancia. Su principal riqueza, sin embargo eran las maderas que se encontraban
en las estribaciones del Líbano, y especialmente los cedros.
Hiram rey de Tiro suministró a David y a Salomón las maderas necesarias para sus grandes construcciones,
como el templo. La riqueza de madera y el hecho de que su territorio siendo limitado por montañas y por
vecinos poderosos, llevaron a los fenicios a dedicarse a la navegación y al comercio.
Características Históricas.
Los fenicios se encontraban entre los opresores de Israel en el período de los jueces. Sin embargo, en tiempos
de Salomón las relaciones entre éste y los habitantes de Fenicia parecen haber sido excelente. También se
unieron a Salomón para establecer un puerto en el Mar Rojo, y para tripular y navegar los lugares mercantes.
Después de la división del reino, hicieron alianza con Israel, y se apartaron de Judá, a cuyos habitantes llegaron
a vender como esclavos a los Idumeos.
El culto a Baal, que en Fenicia florecía se trataba de un culto de fertilidad. El dios tomaba diversos nombres en
distintas localidades y junto a él había varias otras deidades, de las cuales las más importantes para la historia
del A.T. son: Astoret, Dagón.
Aparte de la historia bíblica, Fenicia es importante para la historia general, porque se dice que fue allí donde se
inventó el alfabeto. El alfabeto fenicio contaba con veintidós letras todas consonantes, y parece que de ellos los
griegos y otros pueblos tomaron el alfabeto.

Moab y Amón.
Moab.
Situación Geográfica.
Las fronteras de Moab al sureste y oeste son siempre fijas: El río Zared, el desierto y el Mar Muerto, al norte la
frontera variaba desde el Armón hasta la terminación abrupta de la meseta un poco al norte de Hesbón.
Características Físicas.
Moab era una meseta con una altura promedio de unos 900 metros. sobre el nivel del mar. Gran parte de su
superficie era casi desértica. Sus ciclos de población se alternaban con períodos de despoblación. Durante el
tiempo de los profetas era una pequeña nación bastante estable con un alto grado de civilización.
Características Históricas.
Los moabitas son descendientes de Lot. En tiempos de Moisés los moabitas, permitieron a Israel pasar por su
territorio y aun les ayudaron con comida, pero según Núm. 21, no les permitieron transitar por la "Carretera del
Rey" que atravesaba el territorio de sur a norte. Israel luego atacó y venció a los amorreos, entrando por el
norte. Cuando Israel descansó en la llanura de Moab, el rey Balac procuró debilitarlo. Por fin la mayor parte de
los Israelitas cruzaron el Jordán y dejaron en territorio moabita a la tribu de Rubén.
En la época de los Jueces el rey Eglón invadió a Israel y como resultado de esto el pueblo sirvió a los moabitas
18 años.
El rey David llevaba en sus venas sangre moabita, y Salomón hizo un templo para Quemos (dios moabita)
cerca de Jerusalén.
Al extenderse el poder de Asiria Moab quedó como vasallo de ella y años mas tarde los árabes borraron su
nombre de la historia.
Amón.
Situación Geográfica.
Tribu de pastores descendientes de Lot, que se estableció entre los ríos Jaboc y Arnón y que finalmente ocupó
solo el territorio encerrado en la gran curva del Jaboc.
Características Históricas:

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Debido a la estrecha relación de los amonitas con Israel, Dios no permitió a Moisés atacarlos, pero ellos no
recibieron con bien a sus hermanos Israelitas, y por tanto fueron excluidos del templo de Jerusalén. Esto
provocó a partir de ese momento una relación muy agria entre el pueblo de Israel y Amón
Ezequiel profetizó su destrucción total.
La capital fue Raba-Amón. Para poder posesionarse de ella los amonitas tuvieron que desplazar a los
zomzomeos, una raza de gigantes. Después fueron vencidos por los amorreos, que le obligaron a desplazarse
más al este hacia el desierto.
En el tiempo de los jueces Jefté salió en defensa contra las fuerzas amonitas que atacaron a Israel y logró
vencerlos. En los días de David existían muy buenas relaciones entre los dos reinos, hasta que Nahas murió y
David escribió a su hijo tratando de consolidar las relaciones que habían existido en los días de su padre, pero
sus intentos fracasaron.
Salomón tuvo mujeres amonitas que inclinaron su corazón hacia Milcon (Maloc), su dios, al que construyó un
templo. Finalmente Judas Macabeo venció a los amonitas y los sometió

Edóm.
Situación Geografía.
Tierra habitada por los descendientes de Esaú. Se extendía en forma rectangular, desde el Mar Muerto y el
Arroyo de Zered, en el norte hasta Elat y Ezión-Geber por el golfo de Acaba, en el sur, incluye ambos lados del
Arabá.
Características Físicas.
Era tierra montañosa y quebrada. Parte del Arabá está bajo el nivel del mar y a sus lados hay montañas que
tienen una altura de 1 500 metros. sobre el nivel del mar.
Características Históricas.
Antes de llegar los edomitas, esta tierra estaba habitada por los horeos.
Los edomitas eran agricultores y comerciantes. Atravesaban su tierra numerosas caravanas, a los que
cobraban por pasaje y alojamiento. También les vendían el cobre e hierro que extraían de sus minas.
Practicaban el politeísmo.
Después del éxodo Edom prohibió a los israelitas pasar por su tierra. Durante el reino de Saúl hubo guerra entre
Israel y Edom. Más tarde David mató a 18,000 edomitas en el valle de la sal. Los profetas entre ellos Jeremías
anunciaron el juicio de Dios sobre los moradores de esta tierra. Después del cautiverio algunos edomitas se
establecieron en el sur de Judá y allí fundaron un territorio conocido como Idumea.
Judas Macabeo los destruyó y con la llegada del Imperio Romano Idumea y los edomitas desaparecieron de la
historia.
Herodes Antípates era de ascendencia edomita y se casó con Mariamne, nieta de Juan Macabeo.

Filistea.
Filistea es la tierra por la costa de Palestina, entre Jope y el riachuelo de Gase, a unos 10 Kilometros al sur de
Gaza. Esta llanura litoral se conoce también con el nombre de la Sefela.
Los filisteos, pueblos no semítico, de origen indoeuropeo, ocuparon la parte sur de la costa de Palestina.
Forman parte de los llamados "Pueblos del Mar" que habitaban las islas y las costas de mar Egeo, pero que
fueron expulsados de sus territorios al producirse los grandes movimientos migratorios ocurridos en el este del
Mediterráneo y el sureste de Europa, durante la última parte del segundo milenio A.C.
Durante varios siglos asimilaron la gran cultura egeomicénica y al ser expulsados invadieron, junto con otros
pueblos, a Egipto. De aquí fueron expulsados por Ramsés III, cerca del 1,180 A.C.
De su religión sólo conocemos el nombre semítico de algunos de sus dioses. En Gaza y Asdod habían templos
a Dagón, en Ascalón había uno a Astarte y en Ecrón uno a Baal-zebub. Los Filisteos eran conocidos por su
fama de agoreros.
La historia de los filisteos puede dividirse en tres períodos:
a.) Desde su llegada a Palestina hasta ser derrotados por David. (1.188-965 A.C)
b.) Desde Salomón hasta el reinado de Acaz. (960-735 A.C.)
c.) Desde la dominación Asirio-Babilónica hasta la incorporación por los helenos. (735-586 A.C.)
En sentido general los filisteos eran un pueblo de cultura avanzada, tenían un ejército bien organizado y
armado.
Durante el período de los jueces gobernaron en Palestina, hasta la llegada de Samuel y Saúl, quienes lograron
detener el avance de los filisteos, pero después de la muerte de Saúl volvieron a dominar gran parte del
territorio. Solo fueron expulsados del sur de Palestina durante el reinado de David desde ese momento pasaron
a desempeñar un papel muy secundario e iniciaron su decadencia.
Finalmente fueron asimilados, poco a poco, por los fenicios y por los pueblos helénicos.
Estos pueblos ocuparon paulatinamente los territorios y los filisteos desaparecieron como entidad racial.

Palestina.
Situación Geográfica y Divisiones Naturales.

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Palestina ha ejercido una inmensa influencia en la historia del mundo fuera de proporción con su tamaño y
recursos naturales. Su prominente papel en la determinación de la vida religiosa del mundo moderno, es
sorprendente.

Situación Geográfica.
Al norte se encontraban los montes Líbano, el sur llegaba hasta la ciudad de Beerseba, al este el Mar Muerto y
al oese el Mediterráneo. Palestina era considerada por muchos el centro de la "superficie terrestre". Por ella
pasaban las rutas que unían Europa, Asia y África.

Divisiones Naturales.
Palestina es un país pequeño, pero tiene una configuración muy variada. Se distinguen cinco regiones físicas
paralelas que con cierta modificación se extienden a lo largo del territorio, ellas son:
1. Llanura Marítima: Se extiende por la costa Mediterránea como una franja estrecha que va dilatándose
hacia el sur. Es de tierra ondulante y altamente productiva cuya altura oscila entre 45 y
75 m.
2. Sefela: Regada por los torrentes Besor y Sorec, y de suelo muy apropiado para el cultivo de olivos, uvas y
granos, la sefela está formada por las ramificaciones de los contrafuertes del altiplano de Judá. Sus
ciudades fortificadas eran Laquis, Debir, Libna, Azeca y Betsemes. Era la histórica comarca de
disputa entre los israelitas y los filisteos, y en una postrera época entre los greco-sirios y los
macabeos.
3. Cordillera central o espinazo del país: Es una continuación de la cordillera del Líbano que se extiende de
norte a sur., desde las faldas del Líbano hasta el desierto de Arabia.
Esta región se subdivide en: Alta Galilea, Baja Galilea, La tierra
montañosa de Samaria y Judá, y el Negeb.
4. Valle del Jordán: Constituye la gran Falla Geológica, que se extiende desde Siria entre las cordilleras del
Líbano y Antilíbano a través de Palestina hasta Ezión-Geber. Propiamente dicho, el
término se aplica a aquella parte de la quiebra entre los mares Tiberia y Muerto, llamado
por los árabes el "Ghor" que quiere decir "Hondonada". Por razones desconocidas se ha
hundido la superficie de la tierra aquí para formar la depresión más profunda del mundo.
5. Altiplanicie Oriental: Es la prolongación del Antilíbano. En su conjunto los montes de esta región son más
uniformes, más pendientes y de mayor elevación que los de Palestina Occidental,
alcanzando una altura de 850 m. Las divisiones de esta región son: Basán, Galaad y
Moab.

Características Físicas.
Puertos. Los principales en orden de importancia fueron:
Jope: Uno de los centros comerciales marítimos desde tiempos antiguos.
Aco: Puerto de mar de Aser, llamado Tolemaida en los tiempos del N.T y Acra en la época de las
cruzadas. Se halla a 40 Km. al sur de Tiro y a 13 Km. del Carmelo
Gaza: Había un embarcadero cerca de la antigua población del mismo nombre.
Cesarea: Puerto artificial entre Jope y Tiro, construido por Herodes el Grande y terminado a tiempo para
llevar el evangelio al occidente.
Ríos.
Los ríos de Palestina forman dos vertientes: La del Mediterráneo; la del Jordán.
Los principales son:
El Leontes, El Belus, El Cisón (después del Jordán es quizás el río más importante de Palestina), El Sorec, El
Besor, El Sihor, El Jaboc.
El Jordán: Único en su género, recorre 64 Km. desde Hasbany hasta el lago Merom, cuyas aguas atraviesa,
para luego seguir unos 24 Km. hasta el mar de Galilea, otro lago alimentado por él. Saliendo de
allí su curso se hace tortuoso a medida que desciende la quebrada en una carrera veloz e
impetuosa, entre multitud de meandros, innumerables caídas, cataratas y zig-zags, perdiendo
profundidad a medida que se acerca al Mar Muerto, en donde van a parar sus aguas. La
distancia en línea recta de su trayectoria de Hermón a su desembocadura es de 215 Km., pero si
se toma en cuenta sus múltiples sinuosidades llega a unos 320 Km. Anchura promedio: de 27 a
45 m. Profundidad: de 1.5 m a 3.5 m.
Montes.
Los montes más importantes son:
El Líbano: Que quiere decir, blanco. Se halla al noroeste de Palestina. De aquí son los famosos cedros.
Tabor: Grande y hermosa montaña ubicada al noreste de la llanura de Esdraelón.
Gilboa: Constituye el ramal noreste del Monte Efraín.
Carmelo: Aquí fueron escondidos los cien Profetas de la impiedad de Jesabel y sustentados por
Abdías.
Eval y Gerizim: Montes de Samaria, están separados por vallesitos en cuya entrada se encontraba la antigua
Siquem. En estos montes se renovó el pacto, poco después de la conquista.

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Sión y Moria: Eminencias sobre las cuales estaba construida Jerusalén. El arca fue guardada en Sión
hasta que Salomón la transfiriera al Templo que había construido sobre el Monte Moria.
De los Olivos: Situado a 1.5 Km. al este de Jerusalén, de la cual está separado por el valle de Cedrón.
Hermon: Forma el limite noreste de Palestina.

Características Históricas.
Cerca del 2,300 A.C se hicieron presente los amorreos en Palestina y en el 1,900 A.C. entraron los cananeos.
Llegaron otros como los horitas, jebuseos e hititas. Políticamente Palestina estaba formada por muchas
ciudades-estados. En el siglo XIII y XII por las costas entraron las gentes del mar, los filisteos y por el sur y el
este los israelitas.
Josué presentó dificultades para la conquista y al terminar los Israelitas su campaña, aún quedaban sin
conquistar Jebús, Ajalón, Saalbim y Gezer en el sur las ciudades amuralladas a los lados de Esdraelon, como
también, Aco y Aczib en la costa Septentrional y Bet-Semes y Bet- Anat en la alta Galilea.

Repartición de Palestina Entre las Doce Tribus:


Palestina fue repartida en forma desigual entre las doce tribus de Israel. La región transjordánica fue cedida a
las tribus aguerridas y ricas en ganado. El resto de las tribus se ubicaron al occidente del Jordán.
Tribus de Palestina Oriental: Rubén, Gad, Manasés
Tribus de Palestina Occidental: Simeón, Judá, Benjamín, Dan, Efraín, Manasés, Isacar, Aser, Zabulón, Neftalí.

El Reino Unido.
Después de la muerte de Josué, el pueblo de Israel se encontraba como una débil barquilla a punto de
zozobrar. Nunca había descendido tanto en sus valores morales. Los escritores bíblicos llamaron a este período
"el tiempo en que cada cual hacía lo que quería".
Esta situación y la influencia de las demás naciones, vinieron a impulsar al pueblo a solicitar a Samuel, último
juez de Israel, que les pusiera un rey que dirigiera la nación. Así comenzó lo que conocemos como la época de
la Monarquía y el Reino Unido.
Saul, primer rey de Israel fue un gobernante incapaz, que se dejó llevar más bien por su propio instinto y por las
presiones del pueblo. Esto lo llevó a ser desechado por Dios quien escogió a un humilde pastor en Belén. El
gran rey David. Este fue uno de los mejores gobernantes del pueblo. Bajo su reinado libró y aseguró a Israel de
todos sus enemigos. Conquistó Jerusalén y la convirtió en capital del reino. Muchos pueblos se sometieron a él
y preparó el camino de tal forma que su hijo Salomón reinara sin dificultades.
En el tiempo de Salomón el imperio alcanzó dimensiones tales que era el más grande de aquella época,
extendiéndose desde el lindero meridional entre Israel y Egipto, hasta el curso superior del Eúfrates al noreste.
Fue tal su fama que la Biblia dice que todos procuraban ver el rostro de este hombre. A él se le debe la obra
arquitectónica y religiosa más sublime de aquellos tiempos en Israel, el templo.

El reino dividido. Israel y Judá.


La causa fundamental de la división de los dos reinos fue el ascenso de Roboam, hijo de Salomón al trono. El
país se dividió entre el reino del norte o Israel y el reino del sur o Judá.
El reino del norte dirigido por Jeroboam I escogió como capital a Siguem, ciudad central y religiosa pero
indefensa. Luego se trasladó a Tirsa y esta fue la capital hasta la fundación de Samaria. De los 20 reyes que
tuvo la comunidad de Israel ninguno hizo lo bueno ante los ojos del Señor. El más malo de todos fue Acad y su
mujer Jesabel ya que introdujeron el culto a Baal en el pueblo. Entre los Profetas que condenaron se
encontraba Elías, Eliseo, Amos, Oseas, etc.
La caída de Samaria y deportación del pueblo de Israel sucedió en el año 721 A.C. por Sargón II, en el año de
su ascenso al trono, el pueblo fue transportado a las provincias de Mesopotamia, y Habór, comarca de Asiria al
este del Eúfrates.
Reino de Judá: Su primer rey fue Roboam. En sentido general sus reyes hicieron lo bueno ante los ojos del
Señor con la acepción de algunos entre los cuales se encontraban. Ocozias (el peor de los reyes de Judá)
Atalía, Manasés, etc.
Los Profetas que ministraban en esta comarca fueron: Isaías, Miqueas, Sofonías, Jeremías, etc.
La caída de Jerusalén (capital de este reino) ocurrió en el año 587 A.C. por Nabucodonosor rey de Babilonia.

Palestina en el N.T.
La Geografía política de Palestina en el N.T estaba formada por Circunscripciones, Monarquías y Provincias.
Para facilitar el estudio dividieremos los grupos de provincias en dos partes:

Provincias al Oeste del Jordán.


Judea: Era la más grande de Palestina, pues abarcaba el territorio que antiguamente correspondía a las tribus
de Judá, Simeón, Dan, y Benjamín. Los Romanos pusieron como rey de Judá a Herodes.
Samaria: Era la provincia central de Palestina, situada entre Judea y la cordillera del Carmelo. Los samaritanos
tenían la reputación de ser gentes descontentas que sabían abrigar sentimientos de odio y

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venganza. Existía una gran división entre judíos y samaritano pues para los judíos los samaritanos
se habían mezclado con las naciones paganas y por eso no pertenecían al pueblo santo del Señor,
hasta que los expulsaron definitivamente del templo de Dios.
Galilea: La más Septentrional de las provincias occidentales, comprende todos los territorios al norte de
Samaria hasta el monte Líbano, extendiéndose de este a oese entre el mar Mediterráneo y Fenicia y
Mar de Galilea, se llamaba "Galilea de los Gentiles", en razón de hallarse poblada de fenicios, árabes,
egipcios, sirios, etc. Más tarde se establecieron allí algunos Judíos, entre los cuales se encontraba la
familia Macabea y algunos patriotas que habían seguido a Matatías. Fue pues entre aquella gente que
nuestro Salvador encontró su mejor aceptación, sus primeros discípulos y agresivos misioneros.

Provincias al Este del Jordán:


Perea: Designada en el N.T. como "la otra parte del Jordán", se aplicaba a la franja del terreno que se extendía
a lo largo del Jordán desde un poco al sur de Pella hasta Arnón.
Decápolis: Decca: diez, y Polis: ciudad. No era un territorio preciso, por consiguiente no debe considerarse
como una Jurisdicción Política. En el sentido más limitado de la palabra se refiere a diez ciudades
griegas bajo la protección del Gobernador de Siria.

Geografía humana y económica


Desde la antigüedad hasta ahora, el país se ha ido empobreciendo por culpa del hombre. En épocas antiguas
las zonas montañosas de ambos lados del Jordán fueron bosques que, debido a la deforestación, ya no existen.
Esto ha provocado la erosión de sus suelos. De hecho, el país nunca fue rico. La economía del país es
esencialmente pastoril y agrícola. La estepa y la montaña no le permitieron producir tanto para una población
grande.
Población:
En la primera parte del siglo VIII a.C. (época de prosperidad económica) había menos de 800.000 habitantes.
La población del Reino del Norte no llegaba a 300.000 habitantes, y Judá era tres veces menor. Agregando la
población de Amón, Moab y Edom, nunca llegaron a más de un millón de habitantes.
Las ciudades del Antiguo Testamento eran muy pequeñas y poco pobladas. Las ciudades importantes eran de
unas cuantas hectáreas y algunos millares de habitantes. Otras poblaciones (en este caso, por sus
características se les consideraría aldeas) medían menos de una hectárea y contaban con menos de mil
habitantes.
Jerusalén en Judá, y Samaria en Israel, eran ciudades de gran extensión, pero no contaban con más de 30.000
habitantes.
Las ciudades se construían cerca de una fuente, o sobre una capa de agua subterránea.
En cuanto a Palestina, las regiones más pobladas eran: el borde de la llanura de Esdraelón, la baja Galilea, la
vertiente oeste de la montaña de Judea, y la Sefela.
Tipos de oficio en la población: Los habitantes en su mayoría eran campesinos dedicados a la agricultura, sobre
todo en la parte norte del país. Los cultivos de esta región eran trigo, cebada, olivos, uvas e higueras.
Los habitantes de la parte sur eran pastores dedicados a la cría de ovejas y cabras, y poco ganado mayor.
Las irregularidades físicas de la región (clima-relieve) producen en parte falta de unidad en la población. El
terreno es muy quebrado (tiene elevaciones desde el nivel del mar hasta 1.000 m. de altura en una distancia de
25 km. (Mapa 6); esto se da constantemente a lo largo del territorio), por lo que ciudades y pueblos forjaron
estilos de vida e intereses distintos.

Vías de comunicación:
Por su ubicación entre las grandes civilizaciones que se desarrollaron entre los ríos Tigris-Éufrates y el Nilo, y
por estar enclavada al sur de los reinos del Asia Menor, Palestina desempeñó un papel preponderante en la
historia del Próximo Oriente Antiguo. En las caravanas de comerciantes y en los carros de guerra se transmitían
valores culturales y comerciales que influyeron de forma destacada en la región. Esos intercambios culturales,
comerciales y bélicos pusieron en contacto a los pueblos palestinos con sus vecinos del Próximo Oriente
Antiguo.
Las relaciones entre los pueblos se efectuaban a través de una serie de caminos, de los cuales se mencionan
algunos en la Biblia. Desde el cuarto milenio a.C. fue importante la influencia de la cultura mesopotámica en
Egipto. La ruta comercial entre estas culturas se conoce como «el camino de la tierra de los filisteos» (Ex
13.17); los egipcios lo llamaban «el camino de Horus». Comenzaba en Zilu, Egipto, y seguía cerca de la costa,
a través del desierto, para llegar a Rafia, Gaza, Ascalón, Asdod y Jope; hacia el norte cruzaba el Carmelo, por
Meguido, y llegaba a la llanura de Esdraelón; proseguía al norte, hacia Damasco, por el sur del antiguo lago
Huleh, o al sur del Mar de Galilea
Otra ruta de importancia se conoce como «el camino de Shur» (Gn 16.7). Nace en el lago Timsah, en dirección
de Cades-barnea, desde donde prosigue hacia el norte, a través del Néguev, para llegar a Beerseba, Hebrón,
Jerusalén y Siquem; también llega a la llanura de Esdraelón

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La tercera de las más importantes rutas comerciales que pasaban por Palestina es «el camino real» (Nm 20.17–
21). Procedente de Egipto, cruzaba Ezión-geber, al norte del golfo de Akaba, pasaba por Edom y Moab, para
subir por Transjordania y llegar a Damasco

La vida en Palestina
La vida de los hebreos giraba en torno al hogar (Dt 6.4–9). Ellos se organizaban en aldeas, pueblos y ciudades.
En las zonas montañosas las casas se construían con roca caliza gris, dándoles forma cuadrada o
cuadrangular. Pero en los valles, las casas eran de adobe cocido al sol. En los techos se almacenaban
alimentos, y sobre ellos se encontraba la azotea, considerada como el lugar más fresco y con mejor vista (Mt
10.27). Era el sitio adecuado para alojar a los visitantes (Hch 10.9). Los pobres vivían en casas de un solo
aposento. En general, las casas eran acogedoras y frescas, aunque escaseaba el agua. Los pobres se
sentaban y dormían en esteras, y se alumbraban con lámparas de aceite (Lc 15.8). Los ricos dormían en
camas, comían en mesas, y contaban con servidumbre.
Por lo general, las mujeres esquilaban la lana de las ovejas del rebaño familiar (Pr 31.13). Se empleaba la lana
en la confección de ropa. Los que contaban con plantas de lino se dedicaban a la fabricación de vestidos de ese
material. El lino y la lana se usaban para hacer la ropa de los bebés, los cuales dormían en una cuna de madera
que colgaba del techo de la casa. Antes de acostar al niño, la madre lo frotaba con sal en polvo y hojas de
mirto.
La ropa dependía del clima y de la condición social. La gente se vestía con mantos largos y holgados. Los más
ricos se vestían de lino y lana fina (Ez 34.3). Pero en general se usaba delantal, manto y una túnica blanca que,
en el caso de los hombres, llegaba hasta la rodilla, y en el de las mujeres, hasta los tobillos. Los hombres
usaban un paño blanco sobre la cabeza, atado con una cuerda de pelo de camello. A la cintura se ataban una
especie de cartera, que venía unida al cinturón. Las mujeres vestían igual que los hombres, salvo por la
presencia de un velo a color que se podía trenzar con el cabello. Sobre las vestiduras se solía echar una capa,
que en las noches frías servía de frazada (2 Ti 4.13). Las ropas, por lo general, eran de dos piezas cosidas; sin
embargo, como el caso de la túnica de Cristo, había ropas de una sola pieza y sin costuras, pero eso era un
caso excepcional dentro de las costumbres judías (Jn 19.22–24).
En su mayoría, los judíos andaban descalzos. Para caminatas muy largas se usaban sandalias, que no eran
más que un cuero atado al tobillo y cruzado en dos dedos (Is 5.27; Mc 6.9). Hombres y mujeres usaban aceites
y perfumes. Algunas personas acostumbraban llevar perfume en pequeños frasquitos hechos de piedras
preciosas, los cuales se ataban al cuello (Mt 26.7; Mc 14.3).
La agricultura era la labor más importante. En el otoño se hacían las eras con el arado y se lanzaban las
semillas. Con las lluvias de la primavera se daba la cosecha. La paja se separaba del grano usando bueyes que
desgranaban lo cosechado, costumbre conocida en la Biblia como «trillar» (Dt 25.4; 2 S 17.19; 1 Co 9.10). En
las tardes se aventaba el grano y volaba la paja; luego ésta era llevada al horno casero (Sal 1.4; Is 47.14; Jer
13.24). El grano se medía, y se empacaba o se almacenaba. Palestina era productora de uvas, higos,
aceitunas, lentejas, frijoles, pepinos, ajos, cebollas, trigo y mostaza. El oficio de pescador no era muy
gratificante: lo que se pescaba, se vendía; y si no, se salaba. Los israelitas no desarrollaron mucho la pesca,
excepto en ríos y lagos, principalmente en el lago de Galilea. Puede ser que los Zebedeos y Simón Pedro
usaran el tercer método de pesca de los judíos: la red de arrastre, con flotadores y lastre, y una serie de redes
en dirección vertical que se estrechan hasta lograr la pesca (Jn 21.8; cf. Mt 4.8; Mc 1.16). Se acostumbraba
comer los pescados ahumados y salados, junto con el pan (Jn 21.9). A veces se envolvían en una masa de trigo
y se asaban. Era la comida favorita. La vida del pastor de ovejas era más sacrificada. Todas las noches debía
contar las ovejas, e incluso dormía en la puerta del corral para cuidar el rebaño de las acechanzas nocturnas de
chacales, leones, lobos y zorros (1 S 17.34–37). El pastor cuidaba a la vez sus ovejas y sus cabras. Ambas
daban carne, leche y material para abrigos, aunque las ovejas eran más apreciadas.
Dentro de la sociedad judía ocuparon importancia los artesanos, pues de ellos procedían arados, cribas,
vasijas, pieles, sandalias y vestidos. Se reunían a vender en las plazas. Estos eran precisamente los lugares
públicos de mayor concentración popular (2 Cr 32.6; Neh 8.1; Pr 1.20; Lc 14.21; Hch 17.17). Palestina contó
con alfareros, curtidores y carpinteros. José y Jesús fueron carpinteros (Mt 13.55).
La vida matrimonial era un deber. Los matrimonios eran arreglados por los padres (Gn 24.1–67). Un intercambio
de regalos era señal de compromiso. El día de la boda, la novia esperaba que el novio fuera a visitarla. Los
parientes contemplaban cómo la amada era conducida hacia el nuevo hogar. A veces las fiestas nupciales
duraban más de una semana.
Se estimaba una calamidad si faltaban los hijos; la felicidad era proporcional al número de la descendencia. Se
circuncidaba al varón a los ocho días de nacido y, si era el primogénito, los padres debían ofrecer el sacrificio
correspondiente (Nm 3.13; Lc 23–24). El destete se daba a los tres años.
Las fiestas anuales eran clave para la vida religiosa del pueblo. En ellas se recordaba el favor de Dios hacia su
pueblo elegido. La más importante era la fiesta de la Pascua, que celebraba la salida de Egipto (Ex 12.11; Mt
26.2). Otras fiestas eran: las de las Semanas o de Pentecostés, al inicio de las cosechas (1 Co 16.8); la de los
Tabernáculos, durante la cosecha (Jn 7.2); la de la expiación, o de Purim, que festeja la liberación de los judíos
en tiempos de Ester (Est 9.1–32). Los fieles debían ir al templo tres veces al año. Salvo situaciones especiales,
sólo se asistía una vez. El sábado era día de reposo dedicado a honrar y agradecer a Dios su favor (Ex 20.8;
31.13). De esta manera, la vida israelita gravitaba alrededor de la presencia de Dios y de un especial
reconocimiento hacia él. Serían estos elementos, en efecto, también retomados por la vida cristiana.

Teología y geografía

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La Biblia es un texto de teología. Su mensaje pone de manifiesto la historia de la salvación. La Sagrada


Escritura no es un manual de ciencias naturales, sino el recuento de la fe y de las interpretaciones teológicas de
los acontecimientos históricos significativos de un pueblo. Por esa razón, cuando los pasajes bíblicos aluden a
la belleza, exuberancia y fertilidad de la tierra, destacan y ponen de manifiesto los valores teológicos.
Todos los detalles geográficos que hemos discutido nos ayudan a comprender mejor la teología que hay detrás
de cada mención de la geografía, la flora y la fauna de Palestina. Consideremos algunos ejemplos.
La «llanura» y la «montaña»: La descripción geográfica que hicimos de Palestina en cuatro franjas que corren
de norte a sur, se puede resumir en dos expresiones simples: «Palestina de la llanura» y «Palestina de la
montaña». Esta situación geográfica tiene gran importancia en la historia de Israel, pues por lógica la montaña
se prestó para las guerras de infantería y la llanura para la guerra de caballería y carros. Esto hacía de las
montañas el lugar más seguro para vivir, pues las naciones vecinas preferían la guerra y el comercio a través
de las llanuras de Palestina. En realidad, las montañas fueron el último territorio que perdieron los israelitas
frente a las invasiones de los imperios vecinos. Israel era poderoso en la montaña, pero débil en la llanura. Esto
generó la idea de que el Dios de Israel era un Dios de la montaña y no de la llanura. Por eso cuando el rey sirio
Ben-adad invade Israel, es derrotado en las montañas por Acab, rey israelita. La explicación que ante la derrota
dieron los oficiales del rey Ben-adad la encontramos en 1 Reyes 20.23: «Los dioses de los israelitas son dioses
de las montañas; por eso nos han vencido. Pero si luchamos contra ellos en la llanura, con toda seguridad los
venceremos».
«¡Raza de víboras!»: Mencionamos antes que, durante el verano, era muy común el incendio forestal, lo cual se
daba mucho en el desierto. Conforme avanzaba el fuego que consumía hierbas y arbustos, salían despavoridos
de sus agujeros los escorpiones y las víboras. Juan el Bautista, acostumbrado al desierto, toma esa vívida
imagen y la utiliza contra la gente que llegaba a escucharlo y a bautizarse: «¡Raza de víboras! ¿Quién les ha
dicho a ustedes que van a librarse del terrible castigo que se acerca?» (Lc 3.7; VP). «Castigo» (VP) o «ira
venidera» (RVR), provienen de la imagen del fuego que avanza, y es símbolo entonces de la ira de Dios. El
ruido producido por los arbustos en llamas, y el humo, advertían a los animales. El pecado de aquella gente que
llegaba a oír a Juan martilleaba en sus conciencias, advirtiéndoles del peligro. Así que, lejos de representar un
insulto, la frase promulgada por Juan es sólo una advertencia y una reflexión teológica.
Palestina: «Tierra prometida»: Por lo que se refiere al Antiguo Testamento, la tierra prometida es fundamental
tanto para la historia del pueblo de Israel como para la teología bíblica. El sustantivo «tierra» (erets, en hebreo)
se encuentra más de tres mil veces en el Antiguo Testamento, siendo superado únicamente por «Dios» e
«hijo», si se sigue la lectura del texto hebreo. La importancia de Palestina se destaca en el Antiguo Testamento
con las palabras «propiedad», «herencia», «posesión», y particularmente con los nombres «Jerusalén» y
«Sión».
El tema de la tierra prometida es prioritario en el Pentateuco; da cohesión y continuidad a los relatos
patriarcales y mosaicos. La historia inicial del pueblo de Israel gira en torno a la tierra. La Biblia menciona la
tierra con predilección en los relatos de la promesa a los antepasados de Israel; en la liberación de Egipto; en el
peregrinaje por el desierto; y, finalmente, en la entrada y conquista de Canaán.
De acuerdo con la teología del libro del Éxodo, la promesa de la tierra es el resultado de la acción liberadora de
Dios. En los relatos de los patriarcas, se relaciona con otras promesas: el nacimiento milagroso de un hijo (Gn
18.10), tener una descendencia numerosa (Gn 13.16), ser de bendición a todas las familias de la tierra (Gn
12.1–3), mantener una relación especial con sus descendientes (Gn 17.7) y disfrutar de la providencia divina
(Gn 28.15). Se destacan, en ambas perspectivas, diferentes aspectos de la teología de la «Tierra Prometida».
Por un lado, se pone de relieve la relación estrecha de Dios con su pueblo; por el otro, se subraya la
importancia de la liberación.
El libro del Deuteronomio presenta la «Tierra Prometida» de una forma ideal: «…buena tierra, …un país lleno
de arroyos, fuentes y manantiales que brotan en vegas y montes; es una tierra donde hay trigo, cebada,
viñedos, higueras, granados, olivos y miel. En ese país no tendrán ustedes que preocuparse por la falta de
alimentos, ni por ninguna otra cosa; en sus piedras encontrarán hierro, y de sus montes sacarán cobre.» (Dt
8.7–9)
En los relatos de la conquista de Canaán o Jericó, se ve la tierra como un don de Dios. La narración de esos
importantes acontecimientos de la historia bíblica comienza con la organización del pueblo y la gesta dirigida
por Josué (cf. Jos 1–10), y continúa hasta las conquistas militares de David (2 S 5–10). Durante ese período, el
pueblo contaminó la tierra con abominaciones y prácticas idolátricas: Israel no correspondió a la generosidad
divina. Uno de los objetivos teológicos de la Historia deuteronomista—que incluye los libros de Josué hasta 2
Reyes—es responder al interrogante: ¿Por qué el pueblo ha sido derrotado y humillado, y ha sido obligado a
abandonar la tierra que Dios le había prometido y otorgado a sus antepasados?
Los profetas de Israel también utilizaron de forma destacada el tema de la tierra. Los que profetizaron antes del
exilio en Babilonia anunciaron el castigo al pueblo y amenazaron con el destierro (por ejemplo, Isaías y
Jeremías). El pueblo de Israel no había vivido de acuerdo con las normas dadas por el Señor para vivir en paz
en la tierra prometida. El resultado de esa apostasía y desobediencia fue el exilio. Los profetas exílicos hablaron
del retorno a la tierra, y presentaron ese acontecimiento de restauración nacional como un nuevo éxodo, una
nueva liberación (Is 51–52). Posteriormente, los profetas posexílicos y la literatura apocalíptica destacaron los
valores universales de la tierra, hablaron de una «nueva Jerusalén», e incluyeron la idea de «los nuevos cielos y
la nueva tierra» (Is 65.17; 66.22; Dn 9; Joel 3).

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Aspectos Geográficos que atañen a la vida del Salvador


Según Gálatas 4:4, “Venido el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo”, lo que implica que el tiempo se
había cumplido y que el escenario fue preparado para la venida del Mesías y luego para la difusión del
evangelio al mundo gentil, como se puede apreciar por lo siguiente:

1.- Un Pueblo, que tenía el conocimiento del Dios verdadero le esperaba en Palestina.

2.- Un Mundo, que había perdido su fe en sus deidades, prevaleciendo sí en muchas partes, una expectación
de que surgiera un Personaje que satisficiese los anhelos profundos del corazón humano; y,

3.- Un lenguaje, que se hizo universal, servía de vínculo para propagar las “Buenas Nuevas” al mundo gentil,
pues después de las conquistas de Alejandro, el griego se arraigó de tal manera en toda la cuenca oriental del
Mediterráneo y en los países más al este hasta la India, que seguía siendo el idioma popular en aquellos países
a pesar de la dominación romana.

4.- Vías de Comunicación. En los magníficos caminos construidos por los romanos, se estacionaban
guarniciones de soldados imperiales, garantizando así la vida de los viajeros.

5.- Sinagogas Establecidas, por todo el mundo de aquel entonces constituían excelentes puentes de partida
para la predicación del Evangelio a las naciones paganas.
Nuestro Salvador procedía de la tribu de Judá, tanto por parte de José, como por parte de María. Ninguno de
los evangelistas sigue con exactitud el curso cronológico de su vida, sin embargo, se ha podido establecer el
orden de la mayoría de los acontecimientos.
En seguida nos referimos a los lugares relacionados con los eventos principales de Su Niñez y Juventud, y
después para facilitar el estudio de Su Ministerio Público lo presentaremos en forma de giras misioneras.

1.- Periodo del Nacimiento y Juventud.


Bethlehem-Jerusalén-Egipto, Nazaret el Templo.
Bethlehem, situada en lugar placentero en una loma rodeada de colinas terraplenadas, cubiertas de ricos
viñedos y almendros, en las serranías de Judá a 8 Kms. Al sur este de Jerusalén. Su recuerdo se relaciona con
la incomparable historia idílica de Boaz y Rut. Allí se esperaba que naciera el Mesías, y en sus inmediaciones
tuvo lugar la anunciación a los pastores. Los magos se dirigieron a este lugar orientados por una estrella, y poco
después fueron sus niños asesinados por orden de Herodes. Cuenta hoy con gran número de iglesias e
instituciones religiosas. Si es digna de confianza la tradición, fue éste el lugar en donde San Jerónimo efectuó la
traducción del vulgo de entonces de las Escrituras griega y hebrea, dando al mundo la versión conocida como la
Vulgata (Miq. 5:2 y Mat. 2:1-5).

El Templo de Jerusalén, era la escena de la Presentación del Niño Jesús (Luc. 2:21-38).
Egipto, país de refugio para la Familia Sagrada cuando huyó de Judea para librarse del furor de Herodes (Mat.
2:13-15); y,
Nazaret, donde pasó nuestro Salvador su niñez y su juventud, está situad en Baja Galilea, al norte de la llanura
de Esdraelón, sobre la vertiente de una colina que domina por el lado nor-oeste un feraz valle circular. Está
rodeada de cerros, cuyas laderas cubiertas de hermosos sembrados, e higueras y olivos, tachonados de casas
hechas de piedra caliza blanca, contribuyen a convertir los alrededores de Nazaret entre los más pintorescos de
Palestina, pero desgraciadamente sus habitantes no gozaban de muy buena reputación.
Hoy es un gran centro de peregrinación cristiana y de turistas en general, y numerosas son las iglesias,
monasterios, orfanatos y hospitales de diferentes sectas religiosas que se han construido en derredor suyo
(Mat. 2:19-23).

2. Periodo de Inauguración, Betábara, el Desierto-Betábara-Caná-Capernaum.


Betábara (Mat. 3:13). El lugar tradicional del Bautismo del Salvador, se encuentra en el margen oriental del
Jordán, frente a Jericó. Después de su bautismo fue arrebatado por el espíritu al:
Desierto de la Tentación (Mat. 4.1) Hay conjeturas que se refieren a la región despoblada entre Hebrón y el
Mar Muerto.
Regresando nuevamente después de los 40 días a Betábara, recibió el testimonio de Juan y tuvo el encuentro
con sus primeros discípulos, después de lo cual se apartó de la escena del ministerio de su Precursor, haciendo
viaje al norte a:
Caná de Galilea (Juan 2:1-12) donde se realizó su primer milagro. Edificada sobre una alta colina y rodeada de
otras más bajas, domina sus alrededores salpicados de jardines y olivos. Existe hasta hoy a 7 Kms. Al nor-este
de Nazaret.
De Caná partió para:
Capernaum (Juan 2.12), donde permaneció solamente unos cuantos días pues quiso volver a Jerusalén para
asistir a la fiesta de la Pascua.

3. Ministerio en Judea

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Podemos seguir con facilidad los primeros pasos de Jesús, en el comienzo de su Ministerio, pero con la
Purificación del Templo y la entrevista con Nicodemo, que tuvieron lugar con ocasión de su visita a la capital,
cesan abruptamente nuestros informes con respecto al primer año de su Ministerio Publico, y durante ocho
meses no hay indicio alguno de sus actividades en Judea, excepto que “El hacía discípulos y bautizaba más
discípulos que Juan”.
Es cierto que los representantes autorizados de la nación le trataron con frío desdén en Jerusalén, y tomando
esta actitud como un rechazo se vio obligado a cambiar la esfera de sus actividades a Galilea, en la parte
septentrional de Palestina. En su viaje al norte pasó por:
Sicar (Juan 4:1-42) población de Samaria, situada un poco al norte del pozo de Jacob en donde reveló a la
mujer Samaritana que El era el Mesías. No es sinónimo de Siquem, nuevamente:
Caná (Juan 4:46-54), fue honrada con Su presencia en esta ocasión cuando sanó al hijo del Noble.

4. Ministerio en Galilea
Después del primer año de su Ministerio Público, Jesús cambió su esfera de actividad a Galilea y durante unos
18 meses obraba entre los sencillos e industriosos galileos. Visitaba los pueblos que Rodeaban el mar de
Galilea, de forma semejante a la de una pera, llamado antiguamente Cinneret o Cinnerot, y posteriormente el
Lago de Genezaret, Galilea o Tuberías (Núm 34:11 y Juan 6:1). Esta expansión de agua que mide unos 21
Kms. De largo por 13 de ancho en su mayor extremidad hacia el norte está encerrada por colinas escarpadas,
salvo en el lado norte y noroeste y en el punto donde el Jordán sale del lago por el lado sur siendo más
pendientes las elevaciones que surgen en la faja de verdor por el lado oriental.
Sus aguas dulces abundaban en peces que daban empleo a gran número de pescadores y los muchos barcos
que surcaban su superficie ofrecían mucha animación. Debido en parte a su bajo nivel y la forma de los montes
que lo rodean, el lago está a menudo expuesto a frecuentes tempestades; súbitas ráfagas de viento descienden
los declives del monte Hermón, y precipitándose por las quebradas entre los montes que dan al mar
concentran toda su furia en sus aguas.
De las numerosas poblaciones que antiguamente cubrían sus riberas sobre todo por el lado occidental, sólo
puede indicar con certeza la situación de Tiberias y Mágdala, entre las incógnitas ruinas de las que
antiguamente constituían florecientes centros de comercio e industria.
Parecía durante el primer año del Ministerio de Jesús en Galilea, que su obra traería un reconocimiento
nacional, tan grande era el entusiasmo y cariño con que los galileos lo recibieron. Pero el milagro de dar de
comer a los 5.000 hombres, que está colocado en el apogeo de este período por los cuatro evangelistas, revela
la fe deficiente, y los deseos materiales y poco espirituales de los galileos. En el discurso que Jesús les dirigió
más tarde, El mismo dio el golpe mortal a su popularidad (Juan 6:25-66). Desde entonces, abandonó en gran
parte su antiguo trabajo de predicar y hacer milagros, y se consagró a instruir más particularmente a sus
discípulos, retirándose a las regiones limítrofes de Palestina, tales como Cesarea de Filipo, monte Hermón, etc.

En el itinerario de los viajes misioneros, que llevó a cabo el Salvador en Galilea tocó los siguientes lugares:

a. Jerusalén-Nazaret-Capernaum. En la capital:
Jerusalén (Mar. 1:14). Oyó de las noticias del encarcelamiento de Juan. Luego viajó a Galilea para comenzar su
Ministerio. Llegado a:
Nazaret (Luc. 4:29), los hombres incrédulos le llevaron a una peña detrás de la población para despeñarlo,
hecho que le obligó a fijar su residencia en la ciudad marítima del Lago de Galilea, es decir:
Capernaum, situado sobre la orilla nor-oeste del Mar de Genesaret distante unos cuantos Kms. Del Jordán. No
se menciona en el Antiguo Testamento, puesto que fue edificado después del Cautiverio. El punto exacto de su
situación ha desaparecido, pero algunas autoridades la sitúan en Tel-Hum, pueblo a 5 Kms. Al nor-oeste del
expresado lago, sus habitantes en un buen porcentaje está representado por Judíos. Su importancia estriba en
que era:
Base militar Romana y centro para la recaudación de impuestos;
Punto de empalme sobre el gran camino del mar, recorrido por las caravanas que de Damasco se dirigían al
Mediterráneo y a Egipto, además era:
Centro por algún tiempo de los trabajos del Salvador en Galilea, admirablemente situada para hacer giras de
evangelización a todas partes de la provincia.
En esta ciudad se verificaron los siguientes hechos:
El llamamiento de los cuatro discípulos (Luc. 5:1-11)
La pesca milagrosa (Luc. 5:1-11)
La predicación en la Sinagoga (Mar. 1:21)
La curación del endemoniado y de la suegra de Pedro (Mar. 1:23-31). Hizo luego:
Las visitas a las aldeas de los alrededores (Mar. 1:38); y, el saneamiento del leproso (Mar. 1:40-42); después de
esto regresó al puerto, centro de tanta actividad misionera (Mar.2:1).

b. Capernaum-Naín
Capernaum. De vuelta a esta floreciente ciudad de Galilea, el Salvador:
Curó al paralítico (Marcos 2:1-12)
Llamó a Leví (Marcos 2:14)
Sanó la mano seca (Marcos 3:1-16)
Pasó la noche en oración y eligió a los discípulos (Marcos 3:7-19)
Pronunció el Sermón del Monte en los cuernos de Hatin (Mat. 5 a 7:28) y,

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Sanó el siervo del centurión (Mat. 8:5-13)


Naín. De Capernaum se dirigió a Naín, pueblo amurallado y hermosamente ubicado en el lado nor-oeste del
pequeño Hermón a 8 Kms. Al sur- este de Nazaret, que hasta el día de hoy conserva el mismo nombre. En la
referida población:
Resucitó al hijo de la viuda (Lucas 7:11-17)
Recibió el mensaje de Juan desde la prisión (Lucas 7:18-23)
Fue ungido por una mujer (Luc. 7:36-50) y
Predicó en las poblaciones cercanas (Luc. 8:1)

c. Capernaum-Guerguesa
Capernaum, en cuyas cercanías:
Sanó al endemoniado ciego y mudo (Mat. 12:22-23)
Fue visitado por su madre y hermanos (Mat. 12:46-50)
Pronunció la parábola del Sembrador, etc. (Mat. 13:1-23)
Conversó con los discípulos presuntos (Luc. 9:57-62) y luego;
Cruzó el mar y calmó la tempestad (Marcos 4:35-41)
Pasados estos acontecimientos se encaminó rumbo a:
Gerguesa, situada en la orilla este del Lago, a 8 Kms, distancia desde donde el Jordán entra en dicho lago. Los
datos que tenemos de su ministerio en este lugar son en extremo escasos. Sabemos que curó al endemoniado
y que después regresó a Capernaum (Mat.8:28).

d. Capernaum- Nazaret.
Capernaum, teatro de sus más portentosas obras. Figuran en esta ocasión:
La Resurrección de la hija de Jairo (Mat. 9:18:26)
La curación de la mujer enferma y del endemoniado mudo (Mat. 9:20-22 y 32-34) y,
La recuperación de la vista de dos ciegos (Mat. 9:27-31)
Nazaret. Movido por su profundo amor para con los nazarenos volvió a visitarlos, recibiendo nuevamente un
rechazo (Marcos 6:1-6) luego:
Mandó a los doce discípulos a predicar (Marc. 6:6-13) y,
Oyó acerca de la muerte de Juan quien había sido decapitado en el castillo de Maquerus, distante unos 18
Kms. De la cabecera del Mar Muerto, por el lado orientasl (Mar. 6:14-29).
Emprendió la jornada a pie a Capernaum.

e. Capernaum-Betsaida-Genezaret.
Capernaum. Mientras que estaba en este lugar los discípulos retornaron de su expedición misionera,
retirándose poco después a :
Betsaida, patria de Felipe, Andrés y Pedro, situada en la cabecera nor-este del lago. Fue testigo de grandes
milagros, pues en sus inmediaciones:
Alimento a los 5.000 hombres (Mar. 6:31-44); y
Caminó sobre el mar (Mar. 6:45-52).
El siguiente centro de operaciones lo constituyó:
Genezaret, en medio de una llanura semi-circular en el litoral nor-oeste del lago, la cual regada por diversas
corrientes se convertía en un paraíso de fertilidad y hermosura. Luego de curar a muchos enfermos, volviese,
otra vez a Capernaum (Mar. 6:53-56).

f.Capernaum-Fenicia-Decápolis-Dalmanuta-Betsaida.
Capernaum. Nuevamente fue Capernaum el punto de partida de un viaje a:
Fenicia, cuyo territorio nunca fue poseído por los hebreos, pero fue testigo de la curación de la joven sirofenisa
(Mar. 7:24-30). Después viajó por tierra, siendo su destinó:
Decápolis. Aquí curó al sordomudo (Mar.7:31-37) y
Alimentó a los 4.000 (Mar. 8:1-10)
Entonces despedidas las gentes, entró en un bote y se hizo a la vela a:
Dalmanuta, situada en la playa occidental del Mar de Galilea, en la vecindad de Magdala. A poco de
desembarcar los Fariseos comenzaron a altercar en él demandándole una señal del cielo, circunstancia que lo
obligó a navegar de nuevo con rumbo a Betsaida, en cuya vecindad sanó al ciego (Mar. 8:10-12; 22-26).

g. Betsaida-Cesarea de Filipo-Monte Hermón-Capernaum- Jerusalén.


Betsaida, de donde emprendió viaje al norte deteniéndose en:
Cesarea de Filipo, ciudad al pie del monte Hermón que antiguamente se llamaba Paneas, por ser centro por
largo tiempo del culto a Pan, dios griego de pastos, rebaños y bosques, muy aficionado a la música. Fue
embellecida y ensanchada por Felipe el Tetrarca, quien cambió su nombre con cesarea, en honor a Tiberio
César, agregando el suyo propio para distinguirla del puerto de este nombre a orillas del Mediterráneo. Es un
pueblo notable por la trascendente declaración de Pedro que se registra en las Escrituras. “Tú eres el Cristo”.
(Mar.8:27-29).
Es muy verosímil que una de las faldas solitarias de:
Monte Hermón, donde se encontró después, fue testigo de la transfiguración del Salvador, terminado lo cual
curó al lunático al pie del mismo monte (Mar. 9:2-19). Concluidos esos sucesos emprendió viaje de regreso a:

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Capernaum, donde se proveyó de dinero para pagar el tributo, y se originó la disputa sobre lo de ser el mayor
en el Reino de Dios (Mat. 17:24-27 y 18:1-35). Esperó en este lugar hasta que hubiese comenzado la Fiesta
de los Tabernáculos antes de dirigirse a la capital:
Jerusalén, donde perdonó a la mujer tomada en adulterio (Juan 8:3-11).
La oposición de los Fariseos tomó en esa ocasión una forma amenazante, manifestándose en un intento de
apedrearle, lo cual dio motivo a su regreso, según se cree a Capernaum, donde permaneció por corto tiempo
(Juan 8:12-59).

5. Ministerio en Perea
Su ministerio en esa comarca abarca tres viajes:

a. Capernaum-Samaria-Perea-Betania-Jerusalén.
Capernaum. Ante las sublimes verdades que pronunció, y los prodigios que obró el Salvador, en Capernaum,
sus habitantes prestaron una funesta impasibilidad e impenitencia, por lo que los conminó Jesús con los juicios
más terribles, tales como los que se encuentran en (Mat. 11:23-24).
Salió de Galilea para nunca regresar y los últimos meses de su Ministerio Público los ocupó en un lento viaje a
Jerusalem (Mat. 19:1) sufrió un rechazo en:
Samaria. El lugar tradicional en que se detuvo en esa ocasión era la antigua Enganim, en cuyas cercanías se
realizó la entrevista con el discípulo vacilante (Luc. 9:61-62)
Perea. Era parte de la misión de Jesús predicar el arrepentimiento en todo el país, y a fin de preparar las aldeas
de esta región para recibirle:
Envió setenta discípulos delante de El (Luc. 10:1-16)
Jesús les siguió por Perea (Mat. 19:1-2)
Los setenta regresaron (Lucas 10:17)
Pronunció las parábolas del Buen Samaritano, del rico insensato, de la Higuera seca, y de la Mostaza (Luc.
10:25-37; 12; 16-21; 13:6-9; y 13:18-19);
Enseñó a sus discípulos a orar y sanó a un endemoniado (Luc.11:1-14)
Asistió a una fiesta en la casa del fariseo (luc. 11:37-54)
Sanó a la mujer invalida (Lucas 13:10-17); y
Fue advertido contra Herodes (Luc. 13:31-35). en:

Betania, de pintoresca situación en la falda oriental del Olivote, al este sur este de Jerusalén, en medio de una
espesura de higueras, olivos y almendros. Hasta tiempos recientes había escasos vestigios de vida en este
lugar (Luc. 10:38-42) encaminándose luego a:
Jerusalén, curó al hombre nacido ciego (Juan 9:1-41)
Disertó sobre el Buen Pastor (Juan 10:1-18) y,
Asistió a la fiesta de la dedicación (Juan 10:22-23).
Sus enseñanzas en esta ocasión despertaron tanta oposición entre sus enemigos que creyó que fuese prudente
retirarse al otro lado del Jordán (Juan 10:31-42).

b. Betabara-Batania-el Retiro de Efraín. Mientras estuvo en:


Betabara, comió con el Fariseo (Luc. 14:1)
Sanó al hombre hidrópico (Luc 14:2-4)
Pronunció las parábolas de la Gran Cena, de la Oveja perdida, del Hijo Pródigo, del Mayordomo Injusto, y del
Rico y Lázaro (Luc. 14-17) y,
Disertó sobre las ocasiones de tropezar (Luc. 17:1-10)
Regresando una vez más a: Betania y a Efraín.

C. Pera- Jericó- Betania


Perea. Los pereanos en esta ocasión fueron favorecidos con las parábolas siguientes:
El reino venidero (Luc. 17:20-37)
El juez injusto, el Fariseo y el publicano y los labradores
Bendijo a los niños (Luc. 18:15-17)
Predijo su muerte (Mat. 20:17-19) después paso de frente a:
Jericó, la “iudad de las palmas”, ubicada a 24 Kms. Al este nor-este de Jerusalén y a 8 Kms. Del Jordán. Como
dominaba el Bajo Jordán y el paso a los montes del interior del país, era menester su captura antes de iniciar la
conquista del Canaan Central. Por lo tanto sus captores la fortificaron no como un centro estratégico militar, sino
como una base de abastecimientos. Era indefensa en tiempo de guerra, debido a que se podía desviar el agua
potable con facilidad en la parte norte de la ciudad, y ocupar sus colinas posteriores: además sus soldados no
se distinguieron por su valor, pues su clima cálido contribuía a que se apoltronaran fácilmente.
Betania, fue ungido por María (Juan 12:1-8).

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Israel Augusto Quezada

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