Velasco Núñez, Alfredo - La Gesta Traicionada. Los Anarquistas Vascos y La Guerra Civil en Euskal Herriak (Julio 1936 - Junio 1937)
Velasco Núñez, Alfredo - La Gesta Traicionada. Los Anarquistas Vascos y La Guerra Civil en Euskal Herriak (Julio 1936 - Junio 1937)
Velasco Núñez, Alfredo - La Gesta Traicionada. Los Anarquistas Vascos y La Guerra Civil en Euskal Herriak (Julio 1936 - Junio 1937)
Gesta
:
Alfredo
Velasco
Nez
(Bilbao, 1973) es licenciado
en Derecho (especialidad
jurdica) e Historia (especia
lidad Moderna y Contempo
rnea) por la Universidad de
Deusto.
Ha colaborado con las
publicaciones libertarias Al
Margen (publicacin de
debate libertario) de Valencia,
Ekintza Zuzena (Aldizkari Libertarioa) de Bilbo,
Germinal (Revista de Estu
dios Libertarios) de Madrid
y del ao 2003 al 2006 edi
t el fanzine autogestionado
Cartas a la Anarqua - La
Opinin Libertaria sacando
9 nmeros. Tambin particip
de la obra colectiva CNT
1.910-2.010. Cien imgenes
para un centenario. Es autor,
en esta misma editorial, de El
hilo negro vasco. Anarquismo
y Anarcosindicalismo en el
Pas Vasco (1870-1936),
del que la presente obra es su
continuacin cronolgica.
La Gesta
traicionada
Los anarquistas vascos
y la Guerra Civil en Euskal Herriak
(Julio 1936-Junio 1937)
Est permitido el uso total o parcial de la presente obra para todo tipo de uso,
siempre que se cite su procedencia, salvo el comercial. Asimismo, tampoco
est permitido el uso de ninguna de las imgenes que ilustran la obra, salvo
autorizacin expresa solicitada a la Fundacin Anselmo Lorenzo de Madrid.
Gatazkaren Aztarnak 5
Gatazka Gunea
Ronda Kalea 12
48005 Bilbo
Tel/Fax: 944790120
E-posta: [email protected]
Web orria: www.ddtgatazka.com
ISBN: 978-84-615-4020-4
Depsito legal: SE-7869-2011
Printed by Publidisa
Indice
Introduccin
1. La sublevacin facciosa en Euzkadi y la consiguiente represin.
2. La comuna de Donostia.
3. La lucha en Gipuzkoa y la batalla de Irn.
4. La cada de Gipuzkoa.
5. El Gobierno Provisional de Euzkadi y los anarquistas.
6. Los asaltos a los prisioneros derechistas de las crceles.
7 I -os anhelos revolucionarios anarquistas y la poltica
realista de la victoria.
7.1. La revolucin terica.
7.1.1. El Comunism o Libertario.
7.1.2. La Revolucin Social.
7.1.3. La unificacin sindical.
7.1.4. Espaolismo.
7.1.5. El Gobierno Sindical.
7.2. Sindicalizacin social.
7.2.1. Sindicalizacin.
7.2.2. Anarquizacin.
7.2.3.Cooperativizacin.
7.2.4.
Colectivizacin.
7.2.5. Municipalizacin.
7.2.6. Comits.
7.2.7. Criticismo.
7.2.8. Culturizacin.
7.2.9. Individualismo.
7.2.10. Apoliticismo.
7.3. Militarizacin de la vanguardia.
7.3.1. Unidad de Mando.
7.3.2. Disciplina.
7.3.3. Obediencia.
7.3.4. Ejrcito regular.
7.3.5. Ocio miliciano.
7.3.6. Antifascismo.
9
21
49
69
85
89
99
109
115
117
122
129
133
136
140
140
152
161
167
171
172
176
181
186
189
193
194
201
206
208
210
212
7.3.7. Moral.
7.3.8. Fortificacin.
7.3.9. Crueldad.
7.3.10. Conclusin.
7.4. La victoria como nico objetivo.
7.5. Militarizacin de la retaguardia.
7-5.1. Responsabilidad.
7.5.2. Gubernamentalismo.
7.5.3. Circunstancialismo colaboracionista.
7.5.4. Depuracin.
7.5.5. Austeridad.
7.5.6. Moralizacin.
7.5.7. Control.
7.5-8. Conclusin.
7.6. Internacionalismo proletario.
7.7. Papel de la mujer.
8. La cotidianidad anarquista en el C N T del Norte.
8.1. Historia del peridico C N T del Norte.
8.2. C N T del Norte y la censura.
9. La ofensiva nacional contra Bizkaia hasta la cada de Bilbao.
9.1. La cuestin de la intervencin de la C N T
en el Gobierno Vasco.
9.2. Cronologa de los hechos ms relevantes desde
la aprobacin del Estatuto Vascohasta la ofensiva deMola.
9.3. Cronologa de los hechos ms relevantes desde
la ofensiva de Mola contra Bizkaia a la cadade Bilbao.
10. La cada del Norte.
10.1. De la cada de Bilbao al hundim iento de Santander.
10.2. Los anarquistas vascos y la cada del Norte.
Conclusin
Bibliografa
Anexo grfico
224
227
228
230
232
239
245
252
260
265
270
271
274
281
283
296
307
307
314
319
319
322
328
339
339
345
349
357
361
A mi madre
Alfredo Velasco Nez y Gatazka Gunea agradecemos sinceramente a la
Fundacin Anselmo Lorenzo la cesin del material grfico que se publica en
este libro, procedente de su amplio archivo fotogrfico.
Agradecemos tambin a la Federacin Local de la C N T de Bilbao
la ayuda proporcionada.
La Gesta traicionada
Introduccin
En la pgina web de Noticias de Gipuzkoa del 21 de marzo de 2009
(http://w w w .noticiasdegipuzkoa.com /ediciones/200 9 /0 3 /2 1 / sociedad/
euskadi/d21eusl5...) hay colgado un artculo periodstico que constituye
una crnica de la participacin del catedrtico de Historia Contempornea
de la Universidad de Zaragoza Julin Casanova en las IX Jornadas de Historia
celebradas en Donostia y organizadas por Aranzadi. C on el titular que reza
El no anarquismo vasco de la Guerra empieza diciendo el texto que antes
de que comenzara el conflicto blico, y a diferencia de otros muchos pases
de Europa, el anarquismo contaba en Espaa con una base slida que fue
desapareciendo tras el golpe. Y adelanta la tesis fundamental del catedrtico
Casanova en su intervencin: En Euskadi, sin embargo, su presencia fue
tan escasa como poco significativa. Por el contrario, el libro que el lector
tiene en sus manos trata de probar esta presencia que no fue tan escasa y
de desvelar su significatividad, por lo que afirma la tesis opuesta. Casanova
afirm en su conferencia que el anarquismo no arraig en Gipuzkoa por
la rpida toma de la provincia por las tropas de Mola y la poca resistencia
que encontraron, resultando que el anarquismo desapareci sin haber lle
gado a asentarse. Afirm el historiador social que y eso que, si hubo un
territorio vasco en el que el anarquismo ech algunas races, se fue G i
puzkoa, porque, en el resto, su implantacin fue an m enor. Su presencia
fue casi nula en lava y muy escasa en Bizkaia. Claro que tuvo defensores
y gente implicada, pero, a diferencia de lo que sucede con la U G T o el
socialismo, que s fueron relevantes, el anarquismo no es un movimiento
im portante para explicar la historia vasca de la Guerra asegur Casanova.
Diversamente, en la presente obra se ver que, muy lejos de ser testimonial,
10
La Gesta traicionada
el triunfo de la revolucin, si bien como tendencia hum ana antiautoritaria
siempre tendr defensores. C ontinuando el comentario del catedrtico,
afirma que el verdadero rival del anarquismo durante la guerra fue el
comunismo que gan posiciones por la internacionalizacin del conflicto
y la intervencin sovitica. La centralizacin poltica juega en contra de
quien no defiende esa centralizacin. Una vez que se cre un ejrcito regular,
quienes mejor dominaron la situacin fueron quienes defendan esas pol
ticas centralizadas. Y stos no eran precisamente los anarquistas, sino los
comunistas y una tendencia im portante del socialismo. El anarquismo fue
perdiendo fuerza porque su movimiento se lleva muy mal con la coyuntura
blica, opin el historiador. A nuestro juicio, esta opinin de Casanova
es acertada, y como se ver a travs de la parte de anlisis ideolgico de
la presente obra. Concluye el catedrtico diciendo que la contienda fue,
en definitiva, el principio del fin del movimiento. Despus, tras el fin de
la dictadura, el hecho de no contar con una organizacin internacional a
sus espaldas (al contrario que socialistas y comunistas) y el tener dispersas
sus bases hizo muy difcil su supervivencia. Su resurgir era prcticamente
inviable. Quien realmente hizo desaparecer el anarquismo fue la represin,
pero tambin la modernizacin poltica y social. Espaa haba cambiado
mucho en 40 aos. Aadimos, como con causa explicativa, las divergencias
internas que reaccionaron ante dicha modernizacin y la tracin a s mismos
de los anarquistas de los aos treinta, pero coincidimos con el diagnstico
del historiador acadmico.
Tras esta breve referencia al estado de la cuestin de la que trata este libro
hay que entrar en la materia sealando algunos aspectos que contextualizan
el perodo estudiado. En primer lugar, la particularidad de la guerra civil
en Euzkadi es que una fuerza de derechas y catlica, el Partido Naciona
lista Vasco (PNV), se sum en tierra vasca al bando republicano. La otra
particularidad es que en las provincias vascas no hubo Revolucin a dife
rencia de otras reas geogrficas que se mantuvieron leales al rgimen leg
timo. Esto supuso la prctica ausencia de violencia anticlerical en territorio
bajo la frula del Gobierno Vasco, algo bastante inslito y la obtencin de
la autonoma poltica con la concesin por el parlamento de la Repblica
espaola de un Estatuto de Autonoma que organiz la zona bajo el mismo
Gobierno Provisional Vasco, en el que no particip el movimiento liber
tario local a diferencia de otros sitios, y que, en realidad, fue semi-inde-
11
12
La Gesta traicionada
pamplnica y que tena 27 aos de edad cuando empez la guerra. Es un
testimonio atroz de barbarie que no desentonara demasiado con lo que
pas en el resto de la Espaa en que triunf la sublevacin. La cita literal es
como sigue:
Yo estaba afiliado al sindicato de Peones de la CNT, en Pamplona.
Apenas se declar la sublevacin, los militares, los falangistas y los requets
se apoderaron fcilmente de la ciudad. Comprendimos que toda resistencia
era intil y acordamos buscar los medios de salvar nuestras vidas. Ya en
la primera noche, las escuadras negras, integradas por falangistas y capita
neadas por un fraile, se dedicaron a recorrer las casas de los obreros para
detenerlos. Los llevaban a la crcel, y all les daban tormento, quemndo
les las manos, hasta que el dolor les obligaba a delatar a sus camaradas. Y
acto seguido se proceda a la detencin de los delatados. Algunos compa
eros consiguieron pasar los Pirineos e internarse en Francia. Otros fueron
muertos a tiros antes de alcanzar la frontera francesa. Por la noche, los de
tenidos eran bajados al patio de la crcel, en donde el fraile que capitanea
ba las escuadras les echaba un sermn y les invitaba a jurar la fe catlica...
Algunos, creyendo salvar as la vida, juraban y declaraban su fe en la religin;
pero acto seguido el fraile les separaba de los dems y les haca pasar a una
pequea corle interna, anunciando que les pona en libertad, por haberse
declarado buenos catlicos. Se oa el crepitar de las pistolas, pues los de la
escuadra ya saban su misin. Y as sucesivamente, hasta que haban sido
todos fusilados. Los falangistas llamaban a aquel pequeo patio interior, el
patinillo de limpieza. Yo habitaba cerca de la crcel, y una noche sal a dar
un paseo y pude or las voces y el fusilamiento de los infelices. Un falangista
de la escuadra negra, a quien llamaban de apodo el Cristo, cont una vez, en
el caf, que l solito haba limpiado un centenar de revolucionarios, y que
le dola el dedo de apretar el gatillo de su pistola. Relat tambin lo de los
tormentos inquisitoriales, diciendo que los ejecutores eran seminaristas, a
los que se les deca que tenan que entrenarse a esta labor del tormento,
ya que habra que hacer lo mismo en toda Espaa con millones de herejes,
pues que la Santa Inquisicin iba a ser proclamada y ellos seran funcio
narios del Santo Oficio. Todo esto que os cuento lo oy la novia de un
compaero mo, que serva en aqul caf. Yo calculo que slo en el primer
mes del Movimiento, se fusil a ms de tres mil personas en Pamplona, sin
contar la provincia. Tambin se asesin a algunas mujeres, y las hijas de los
13
12
La Gesta traicionada
pamplnica y que tena 27 aos de edad cuando empez la guerra. Es un
testimonio atroz de barbarie que no desentonara demasiado con lo que
pas en el resto de la Espaa en que triunf la sublevacin. La cita literal es
como sigue:
Yo estaba afiliado al sindicato de Peones de la CNT, en Pamplona.
Apenas se declar la sublevacin, los militares, los falangistas y los requets
se apoderaron fcilmente de la ciudad. Comprendimos que toda resistencia
era intil y acordamos buscar los medios de salvar nuestras vidas. Ya en
la primera noche, las escuadras negras, integradas por falangistas y capita
neadas por un fraile, se dedicaron a recorrer las casas de los obreros para
detenerlos. Los llevaban a la crcel, y all les daban tormento, quemndo
les las manos, hasta que el dolor les obligaba a delatar a sus camaradas. Y
acto seguido se proceda a la detencin de los delatados. Algunos compa
eros consiguieron pasar los Pirineos e internarse en Francia. Otros fueron
muertos a tiros antes de alcanzar la frontera francesa. Por la noche, los de
tenidos eran bajados al patio de la crcel, en donde el fraile que capitanea
ba las escuadras les echaba un sermn y les invitaba a jurar la fe catlica...
Algunos, creyendo salvar as la vida, juraban y declaraban su fe en la religin;
pero acto seguido el fraile les separaba de los dems y les haca pasar a una
pequea corle interna, anunciando que les pona en libertad, por haberse
declarado buenos catlicos. Se oa el crepitar de las pistolas, pues los de la
escuadra ya saban su misin. Y as sucesivamente, hasta que haban sido
todos fusilados. Los falangistas llamaban a aquel pequeo patio interior, el
patinillo de limpieza. Yo habitaba cerca de la crcel, y una noche sal a dar
un paseo y pude or las voces y el fusilamiento de los infelices. Un falangista
de la escuadra negra, a quien llamaban de apodo el Cristo, cont una vez, en
el caf, que l solito haba limpiado un centenar de revolucionarios, y que
le dola el dedo de apretar el gatillo de su pistola. Relat tambin lo de los
tormentos inquisitoriales, diciendo que los ejecutores eran seminaristas, a
los que se les deca que tenan que entrenarse a esta labor del tormento,
ya que habra que hacer lo mismo en toda Espaa con millones de herejes,
pues que la Santa Inquisicin iba a ser proclamada y ellos seran funcio
narios del Santo Oficio. Todo esto que os cuento lo oy la novia de un
compaero mo, que serva en aqul caf. Yo calculo que slo en el primer
mes del Movimiento, se fusil a ms de tres mil personas en Pamplona, sin
contar la provincia. Tambin se asesin a algunas mujeres, y las hijas de los
13
...........
. ...............
14
La Gesta traicionada
15
------ ----
16
.....
............
17
I a Parte:
De la sublevacin
al Estatuto de
Autonoma
La Gesta traicionada
21
...^
En total, aquel 17 de julio, en Gipuzkoa haba una fuerza de unos 1.400 afi
liados a la CNT. En dicha provincia, ltimamente, haban estado muy activos
junto a las otras fuerzas sindicales (U G T y STV) con sendas prolongadas
huelgas en el sector de la construccin y el pesquero. La tensin laboral en
la provincia no tena precedentes y las noticias polticas nacionales la extre
maron an ms. Por otro lado, el sector pesquero, en el que participaba el
sindicato llamado Avance Marino de Pasaia, haba celebrado los das 12 y 13
de julio de ese ao el congreso constitutivo en Santander de la Federacin
Cantbrica de la Industria Pesquera. Representando a Pasaia estuvieron Jos
Ces y Miguel Gonzlez Inestal con una masa de afiliados segn las actas de
1.050 individuos. Miguel Gonzlez Inestal haba organizado el sindicato
pesquero Avance Marino y poco antes de julio haba dejado su secretara
general que asumi Juan Varela. En general, los combativos anarcosindica
listas guipuzcoanos haban previsto un movimiento como el alzamiento y
andaban a la bsqueda de todo tipo de armas para enfrentarse a l.
En Araba la presencia de los anarcosindicalistas haba sido muy fuerte
en Vitoria-Gasteiz pero, desgastadas las fuerzas, se haban moderado
limitndose a controlar a sus trabajadores y venan acercndose a socialistas
y comunistas en la llamada Alianza Obrera. En el campo haba alguna
presencia anarquista en Bastida donde, en diciembre de 1933, hubo una
insurreccin libertaria, y en Maeztu, en torno a la figura del mdico Isaac
Puente. La provincia se encontraba en manos de las derechas y, la izquierda,
fundamentalmente, se encontraba dbil por los pasados conflictos laborales
y polticos del perodo republicano. Esto explica la pobre reaccin de la
izquierda del Frente Popular y los anarcosindicalistas al Alzamiento en Araba.
Por su parte, en Bizkaia, existan grandes ncleos industriales en donde la
presencia anarquista era ms notoria. Sobre todo Bilbao y la Margen Izquierda
del Nervin contaban con numerosos sindicatos y grupos anarquistas. La
comarcal de Bizkaia de la Federacin Regional de Grupos Anarquistas del
Norte se encontraba rearticulndose tras los conflictos republicanos, funda
mentalmente, la Revolucin de Octubre de 1934. La Federacin Anarquista
Ibrica (FAI) se encontraba poco organizada pues casi todos los anarquistas
militaban en los cuadros de defensa confederal. En Bizkaia, y contrariamen
te a Araba y Gipuzkoa, las fuerzas polticas y sindicales de izquierda eran
poderosas.
22
......... - ......................
La Gesta traicionada
As, por diferentes juegos de poder de las diversas fuerzas polticas, sin
dicales y militares en los diversos territorios, Araba y Nafarroa cayeron r
pidamente en poder de los facciosos. En Gipuzkoa se produjo un enfren
tamiento, como se ver en el siguiente captulo, y en Bizkaia a la legalidad
republicana le sucedi una llamada Junta de Defensa de Bizkaia posicionada
a favor del gobierno legtimo republicano.
A escala espaola, los hitos fundamentales de los siguientes das fueron
el discurso radiofnico del general Francisco Franco a los espaoles desde
Tenerife del da 18 de julio y que, ese mismo da, el gobierno de Madrid
reaccionara destituyendo a los mandos militares en Marruecos y licenciando
a las fuerzas de la Pennsula. El da 19 dimiti el gobierno de Casares Quiroga
constituyndose el de Martnez Barrio, que dur unas horas y fue sustituido
por el de Giral. Mientras, en Nafarroa, el general Mola declar el Estado de
Guerra. El da 20 comenz el asedio en M adrid del cuartel de la montaa y
la columna navarra entr en Logroo. En Zaragoza se armaron 4.000 volun
tarios nacionales y en Cascaes, localidad portuguesa, muri en accidente de
aviacin el general Sanjurjo, uno de los principales conspiradores, cuando
se diriga a Espaa.
Araba
23
.........
24
La Gesta traicionada
que la accin ha de ser en extremo violenta, para reducir lo antes posible al
enemigo, que es fuerte y bien organizado, sealando como primeros obje
tivos a todos los directivos de los partidos polticos, sociedades o sindicatos
no afectos al M ovimiento. Asimismo determin que a stos se les deban
aplicar castigos ejemplares... para estrangular los movimientos de rebelda
o huelgas.
Como desafectos al Movimiento Nacional, los anarquistas alaveses
sufrieron con celeridad el hecho de la represin facciosa. La represin, en
general, consisti en ejecuciones, encarcelamientos, requisa de bienes y
humillaciones, incluso a los familiares de los represaliados. La represin de
libertarios, aparte de en Gasteiz, se ceb especialmente en dos ncleos de
la provincia de Araba. Uno fue la localidad de Maeztu, contra Isaac Puente
y parte de la juventud del pueblo que se hallaba bajo su influjo. Y otro fue
Labastida, donde a pesar de la fuerte represin ejercida tras la insurreccin
de 1933, ao en el que muchos anarquistas tuvieron que huir y exiliarse,
sigui el ambiente revolucionario que inspir aqul hecho.
Maeztu era un pueblo agrcola y bsicamente derechista. Slo en la
fbrica de asfaltos situada en Atauri tena una pequea implantacin el
sindicato CNT. Parte de la juventud ms rebelde del pueblo estaba relacio
nada con la C N T y la FAI y no se encontraban mal vistos siendo aficionados
a las marchas por los montes cercanos. Al iniciarse el Alzamiento llegaron al
pueblo, llamado La pequea Rusia, requets y falangistas que detuvieron
a 36 personas, a las que encerraron en una crcel habilitada en el mismo
pueblo antes de trasladarlos a la de Gasteiz. La mayora de los detenidos
tena planeado escapar a Gipuzkoa por Araia pero fueron detenidos antes.
Diez de ellos, incluido Isaac Puente, fueron fusilados en lugar desconocido
salvo dos de ellos que lo fueron en el puerto de Azazeta. El 25 de agosto lleg
al pueblo el militar faccioso Milln Astray, que mand congregar al pueblo
en la plaza para cantar el himno fascista Cara al sol. Finalmente, como
nadie en el pueblo lo conoca, acabaron cantando el Corazn santo. Los
falangistas andaron por el pueblo acosando a los familiares de los detenidos,
cortando el pelo y obligando a beber aceite de ricino a las mujeres, allanando
casas entre insultos, obligando a los nios a hacer el saludo fascista y a
gritar Viva Espaa!, etc. Esta situacin perdur hasta que un capitn del
Ejrcito, natural de Maeztu, les envi al frente.
25
26
.. i
La Gesta traicionada
27
.......----------- -----
28
La Gesta traicionada
En el comit Provincial de Defensa de la Repblica, constituido en una
reunin celebrada en el Gobierno Civil, presidido por Echevarra Novoa,
como gobernador, le correspondi a la C N T el cargo de Sanidad. El Comit,
adems de armar y distribuir las fuerzas humanas de que dispona, trat
de recuperar la normalidad de la provincia. Por eso las centrales sindicales
ordenaron la vuelta al trabajo el 24 de julio. El sbado 25, se procedi al alis
tamiento para organizar las milicias, de entrenarlas, de crear ya las primeras
fuerzas de choque y, por otro lado, organizar Bilbao en sus estructuras admi
nistrativas y econmicas, bajo la direcin del Comit Provincial de Defensa.
El O rden Pblico del Comit Provincial realiz numerosas detenciones
de derechistas y carlistas que fueron hacinados en la crcel bilbana de
Larrinaga. Ms tarde, seran aposentados en algunos barcos-prisin para
aliviar su nmero de la crcel bilbana. Las ejecuciones sumarias de presos
polticos fueron excepcionales.
El 12 de agosto se celebr una reunin en el Palacio Provincial, presidida
por Rufino Laiseca, de la Diputacin Provincial, que segua sus actividades,
y acudi la C N T para discutir el mejor modo de organizarse militar y eco
nmicamente, ya que el Comit Provincial de Defensa haba sido creado
con las miras puestas en una rpida decantacin por uno de los dos campos.
La realidad se estaba imponiendo y se prevea ya una larga e incierta guerra
civil. La C N T acord la constitucin de una Junta de Defensa, como la
de Donostia, que concentrase todos los poderes polticos y militares de un
gobierno, a cuya autoridad deban supeditarse todos los organismos e indivi
duos. Esta posicin, es de destacar, contravendra los principios anarquistas
clsicos debido a la asuncin de la responsabilidad por las circunstancias
especiales del mom ento y la posicin minoritaria de los anarcosindicalistas
que les hizo contemporizar gravemente con frentepopulistas y nacionalistas
vascos.
Horacio M artnez Prieto, el dirigente de la C N T nacido en Bilbao, y
Manuel Foyos, representando el primero a la C N T en calidad de comisario
de Sanidad del Com it Provincial de Defensa de la Repblica, defendieron
la postura de la creacin de una Junta de Defensa con omnmodos atributos
gubernamentales. Alrededor de esta propuesta inicial se centr la discusin.
Tras debatirse cuestiones de detalle se aprob, por unanimidad, la consti
tucin del nuevo organismo. La naciente Junta de Defensa tuvo que tomar
rpidamente una disposicin fundamental: nombrar un delegado que fuera
29
==----^................
30
La Gesta traicionada
Finalmente, el 2 de octubre, se aprob en M adrid el Estatuto de Auto
noma Vasco y llegaron armas y municiones a Euzkadi. As se iniciara una
nueva fase de la guerra con la formacin del primer Gobierno Provisional
Vasco liderado por el peneuvista Jos Antonio Aguirre el da 7 de octubre.
Para acabar este recorrido sobre las provincias vascas despus del Alza
miento contra el gobierno legtimo vamos a referirnos a continuacin a la
historia del anarquismo en Nafarroa y la represin sobre los libertarios en
esta provincia desde julio de 1936.
Nafarroa
31
32
La Gesta traicionada
bre de 1920 en las fbricas azucareras de las dos ltimas y de Cortes, que
demostraba el avance del anarcosindicalismo por la Ribera de Nafarroa, es
buena muestra de ello. A principios de los aos veinte se detect en Tafalla
la existencia de un ncleo anarcosindicalista vinculado a la Confederacin
Regional de Aragn, Rioja y Navarra. En Martzilla, ya en 1920 haba una
seccin del Sindicato Unico Regional de Obreros Azucareros y Alcohole
ros, que secund la huelga convocada por los correligionarios aragoneses
para conseguir la libertad de algunos de sus compaeros detenidos. En
1922 se cre un Centro Obrero anarcosindicalista presidido por Suescun
en Martzilla. En Lodosa, la explosin de un petardo en un conflicto laboral
campesino supuso la condena de 30 aos de presidio de un lodosano y la
persecucin de los anarcosindicalistas ms conocidos del potente Sindicato
anarquista de este pueblo. En febrero de 1920, y en pugna con los ugetistas,
la mayora de obreros del pueblo fund un Sindicato Unico de Trabajadores
a cuya iniciativa se debieron otros conflictos locales. Tambin hay constancia
de influencia de los anarcosindicalistas en Altsasu y Olazagutia en 1927. En
el pueblo de Peralta se cre una Sociedad de Trabajadores del Campo en
1922 llamada Justicia y Tierra, afn a la CNT. Su promotor parece que fue
Esteban Echeverra, pen caminero de la Diputacin y vecino de Martzilla,
de cuya sociedad ugetista haba sido presidente hasta que se disolvi en abril
de 1921. En Tutera se legaliz en junio de 1920 la Sociedad de Obreros de la
Azucarera de Tudela que fue, al principio, una sociedad de resistencia, pero
pronto oscil hacia el Sindicato nico y como tal organiz un m itin para el
31 de octubre de 1920 en el que intervinieron propagandistas de Zaragoza.
La caresta de la vida en el pueblo ese noviembre fue superior a la de Madrid.
Con todo, en abril de 1921, surgieron diferencias entre los que queran
cotizar con carnet del Sindicato nico Regional de Obreros Azucareros y
Alcoholeros y los que no. El mes siguiente el alcalde, Cndido Franca, y
el teniente de la Guardia Civil informaron de que se haban separado del
nico slo aparentemente, pues seguan en contacto con los dirigentes de
ste en Zaragoza. Un ao despus optaron por entrar al fin en el Sindicato
nico en una asamblea en julio. Votaron a favor 99, en contra 34 y hubo 5
abstenciones. Fubo varias huelgas con victoria obrera. En Castejn, a prin
cipios de 1923 la Sociedad de Trabajadores del pueblo, de la UGT, quiso
ser captada por los anarcosindicalistas. El Sindicato Unico de Logroo se
ofreci a ayudar a esta agrupacin para crear una organizacin similar a la
33
34
La Gesta traicionada
Asi, en Alio, que fue en los aos treinta el enclave anarquista ms
importante de Nafarroa, y donde la trayectoria anarquista fue ms consoli
dada, durante la Dictadura de Primo de Rivera, los anarquistas influyeron
notablemente en el Centro Catlico de Obreros de Alio, hasta el extremo
que el 25 de noviembre de 1927 fue suspendido por el Gobierno Civil
por estar en l peligrosos sindicalistas de corte anarquista, prohibiendo la
participacin de estos socios tras la reapertura de 1928. Al frente de la C N T
estaba Aurelio Iigo. En mayo de 1932 crearon el Ateneo Libre Acuerdo con
numerosos socios y una biblioteca. En las elecciones de febrero de 1936 la
influencia anarquista con consigna abstencionista llev a un 43,7% de no
votacin, algo excepcional en Nafarroa. La represin desmantel el Ateneo
y su biblioteca quemando frente al cuartel de la Guardia Civil los libros,
muebles y cuadros con imgenes de la Libertad. Los ricos del pueblo, el cura,
ayudados por el cabo de la Guardia Civil y carlistas y matones de pueblos
cercanos recorrieron las casas de los socios del Ateneo instndoles a que se
presentasen en el cuartel. Algunos se escondieron y no fueron, otros fueron
puestos en libertad y otros fueron detenidos. Los sublevados se organizaron
en partidas y persiguieron a los escapados. La libertaria Blasa Roncal fue
capturada y se enfrent valientemente a sus asesinos, una partida compuesta
por dos guardias civiles y dos requets que la mat cerca de Lern, intentando
antes abusar de ella. Algunas decenas de hombres fueron asesinados y unos
pocos lograron escapar a Francia. 50 jvenes de izquierda fueron obligados
a luchar en el bando nacional. Aurelio Iigo, que practicaba el amor libre
con su compaera, fue tambin asesinado. A las mujeres no les cortaron el
pelo, pero dos fueron obligadas a acostarse con un sublevado a cambio de
no matar a sus hermanos. A Anacleta la M onda le hicieron beber durante
bastantes das aceite de ricino. A un grupo del pueblo le hicieron cantar
algunas veces el him no fascista Cara al Sol en la plaza.
En Andosilla, los vecinos pobres exigieron mediante numerosos incidentes
corracileros el labranto de las tierras de los caciques y construyeron un
Casino Principal o Centro de Obreros llamado casino de los pobres para
distinguirlo del de los ricos propietarios de la Sociedad de Labradores Amigos
de Andosilla. U G T y C N T se repartieron las simpatas izquierdistas de la
villa si bien los segundos fueron mucho ms perseguidos durante y despus
de la Repblica. Toms Gurrea, Jos Mndez y Matas M uro eran los ms
significados cenetistas locales. La C N T de Crcar, .Andosilla y Santaguda
35
36
La Gesta traicionada
la casa parroquial de Olazti, seguido de otros contra intereses empresariales
en algunos pueblos del valle. En junio de 1923, con motivo de una im por
tante huelga, se habl de la preparacin de un atentado contra el consejo
de Administracin de la fbrica de Cementos que al final no se llev a
cabo. En la Repblica sigui existiendo presencia crata. En este pueblo
de mayora izquierdista hubo asesinatos, algunos huyeron y combatieron
en la zona republicana muriendo en las luchas o al caer prisioneros o tras
ser encarcelados. Hubo mujeres represaliadas con cortes de pelo, paseos y el
ricino.
En el pueblo agrcola de Caparroso el Sindicato Unico de la C N T
contaba con varias decenas de afiliados. Su activo dirigente, Jos Calvo, de
24 aos, fue detenido el da de Santiago, en 1936, permaneciendo preso
hasta el 20 de febrero del 37, fecha en que le desaparecieron. La represin en
este pueblo fue muy cruel.
En Crcar, la CNT, sin tener la fuerza y el nmero del sindicato socia
lista, formaba un grupo activo y juvenil con bastantes simpatizantes, entre
ellos algunas chicas. Mas de 60 vecinos fueron asesinados, especialmente
cuando traan el cadver de alguno del pueblo cado por el bando faccioso y
el pueblo fue arruinado y deshecho.
En la villa de Caseda se form la C N T con la afluencia de un gran nmero
de trabajadores forasteros llegados al pueblo para trabajar en las obras del
Canal de las Bardenas, en la que ingresaron algunos vecinos. Las relaciones
en 1935 entre la U G T y la C N T fueron excelentes, as como la existente
entre trabajadores casedanos y forneos. Despus de las elecciones de 1936 el
Centro Obrero del Sindicato nico de Trabajadores, afecto a la CNT, renov
su junta directiva siendo nombrados Juan Mata como presidente y Jess
Falces y Juan Campoy, vicepresidente y Secretario respectivamente. En el
mes de abril de 1936 se inici una dura huelga de los trabajadores del Canal.
El Primero de Mayo se celebr con una manifestacin conjunta de U G T y
CNT. Al paso de sta, los fascistas, desde una ventana arrojaron 2 bombas
que no llegaron a explotar. Registrada la casa, los agresores resultaron ser
capataces y jefes del Canal, siendo detenidos. El 5 de julio, una comisin de
la U G T y la C N T avis al gobernador que al da siguiente los obreros afilia
dos procederan a la incautacin de los trabajos realizados, objeto de conflicto
con la sociedad propietaria de las obras del Canal. Das antes de la subleva
cin los trabajadores del Canal de las Bardenas llevaban 2 meses de huelga,
37
vindose obligados muchos de ellos a trasladar a sus hijos a Iruea para que
fueran acogidos solidariamente entre varias familias de compaeros. El 19
de julio, sali en un taxi hacia Pamplona una comisin con, entre otros,
Juan Campoy, de la CNT, para entrevistarse con el Gobernador y recibir
instrucciones. Pero ste ya haba sido destituido y en un control fueron
detenidos. En el pueblo trataban de reunirse los de izquierdas pero fueron
disueltos y algunos escaparon. Una parte, por los montes, llegaron al Aragn
republicano. Los que se quedaron fueron detenidos y encerrados. Se produ
jeron diversos fusilamientos de izquierdistas y mientras los hombres estaban
repartidos entre crceles, exilios, frentes y cunetas, las mujeres fueron hum i
lladas y paseadas por las calles del pueblo despus de haberles cortado el pelo
al cero. El maestro Jernimo Lusarreta fue de ronda con ellas. Este hombre
que en tiempos de la Repblica cantaba con los chavales Viva la FAI/muera
el fascismo/viva la C N T / y el comunismo, con msica de Viva Mara,
cambi la chaqueta rpidamente.
En la izquierdista Corella la C N T consigui esconder la vspera del
Alzamiento todos sus archivos, que no seran encontrados. Los corellanos
asesinados fueron 98.
En Cortes, en 1916, se tenan noticias de la actividad cenetista en torno a
la fbrica azucarera. La influencia de los anarquistas se reflej en la huelga de
las azucareras de 1920 en la que participaron activamente los obreros de las
dos importantes fbricas de Cortes. A medida que se postergaba la reforma
agraria por la Repblica, la U G T y la C N T locales se fueron radicalizando
con la quema de algunos pajares y fascales, la ocupacin de alguna finca
y en julio de 1933, en demanda de tierra, se produjo una huelga total de
braceros y pastores promovida por U G T y secundada por la C N T y por el
Sindicato Agrcola, filial a la derecha. Con la Sublevacin los izquierdistas
fueron encarcelados y a sto le siguieron diversas sacas.
En Lizarra, la C N T slo tena un local y una afiliacin minoritaria y
algunos dirigentes, como Francisco Elizalde, significados en la FAI. Lizarra,
tras el Alzamiento, fue el centro de la represin en la Merindad. El dirigente
anarquista Francisco Elizalde mantuvo hasta el ltimo mom ento su actitud
rebelde. El 18 de julio intent, sin conseguirlo, convencer a sus compaeros
para apoderarse de la ametralladora instalada por los militares en la plaza de
los Fueros. Una vez detenido fue torturado salvajemente para que confesase
donde tenan alijos de armas, que solo existan en la imaginacin de los
38
i,'
39
de febrero de 1936, Lodosa fue una de las pocas localidades navarras en las
que triunf el FP. Ai producirse el Alzamiento los vecinos afiliados a las
organizaciones obreras lodosanas ocuparon puntos estratgicos formando
barricadas y armndose como pudieron. Tras varios incidentes, el 19 de julio
la Guardia Civil proclam el Estado de Guerra y se produjeron intensos
tiroteos. Los obreros resistieron hasta el da siguiente vencidos por refuerzos
militares de los sublevados. Comenzaron inmediatamente las detenciones y
la persecucin de los que lograron huir. Muchos lodosanos huidos fueron
capturados en otros pueblos y fusilados. Se fusil y represali cruelmente a
mujeres. Destac el caso de Mercedes Colas Irisarri. Fusilaron a su padre en
Tutera, al cual se le consideraba uno de los principales dirigentes de la C N T
local. A ella, con apenas 12 aos, le cortaron el pelo, acusada de tener una
gran inteligencia y de haber dado varios mtines comunistas pronunciando
vibrantes y alentadores discursos a los de la C N T . Con un gorro y unas
trenzas postizas que disimulaban su cabeza, Mercedes fue vestida de blanco y
llevada a bautizar y comulgar junto con una hermana de 17 aos. Su madre,
abuelo y otros parientes de la significada familia anarquista fueron asimismo
obligados a comulgar entre la satisfaccin derechista del pblico que acudi
al acto. El responsable de la detencin de su padre, Luciano Aramenda,
hizo de padrino de la recin bautizada acompaado en el acto de Lolita
Gascn siendo ambos quienes regalaron el vestido a la nia. Condenada,
al parecer, a soportar durante toda su vida los abusos del fascismo, 50 aos
ms tarde Mercedes Colas se encontraba en Argentina entre las Madres de la
Plaza de Mayo, intentando recuperar a su hija Alicia secuestrada, y al parecer
muerta, como antes lo fue su padre, por un gobierno militar fascista. En
total hubo 131 asesinados de Lodosa, la mxima cantidad de toda Nafarroa
si exceptuamos Iruea. Algunos murieron obligados a combatir en el bando
nacional y tres vecinos afiliados a la C N T pudieron llegar al ejrcito de
Euzkadi, donde pelearon hasta la cada del Frente Norte.
En Mendabia, con un grave problema de desigualdades sociales, a
la izquierda del potente sindicato ugetista, la C N T agrup a la mayora
de la juventud. El Sindicato Unico qued constituido en agosto de 1931
con Julin Suberbiola, Felipe Elvira, Apolinar Maiza, Gregorio Sagasti,
Estanislao Lorenzo y otros dirigentes; su local fue clausurado en varias oca
siones. Contaban asimismo con un grupo artstico que organiz veladas
teatrales. A pesar de alguna polmica, la relacin con la U G T fue franca
40
La Gesta traicionada
mente buena y el sindicato socialista se dej llevar en ocasiones del idealismo
de los anarquistas hasta el extremo de proclamar en la villa, el 7 de febrero de
1932, el comunismo libertario, ocupando las calles y cruzando disparos con
la Guardia Civil. El 19 de julio las organizaciones obreras y el Ayuntamiento
leal controlaron la situacin hasta la tarde, mom ento en el que llegaron al
pueblo varios camiones de requets armados que neutralizaron todo intento
de resistencia. Unos 200 mendavieses huyeron para reorganizarse en otras
localidades fieles a la Repblica. Muchos fueron asesinados, obligados a
combatir en las fuerzas sublevadas o fueron presos. Las mujeres sufrieron
los cortes de pelo tristemente popularizados por los falangistas y fueron
insultadas con el trmino despectivo de mochonas. Ms de cien menda
vieses fueron asesinados aunque alguno logr escapar a Francia.
En Milagro, con gran parte de los habitantes viviendo en la ms absoluta
de las miserias, la C N T agrup en su torno varias decenas de simpatizantes.
A Milagro le arrebataron de golpe 78 hombres, adems de los cados en el
frente y diez desaparecidos. Por citar un caso a Modesto Pardo, el tesorero de
la C N T detenido en agosto, huido en Funes, lo enterraron de medio cuerpo
y despus lo mataron a palos.
En M iranda de Arga, con una larga y dolorosa lucha corracilera, en julio
de 1932 se form el Sindicato nico de Obreros y Campesinos, bajo la
influencia del anarquista Francisco Musgo. Los 19 socios fundadores eligieron
a Donato Marcilla, Severiano Ezquerro y Felipe Elizalde como directivos.
La represin, similar a la de otras localidades tuvo la particularidad de que
cortaron el pelo junto a las mujeres a un hombre.
En Iruea, las eleciones municipales del 12 de abril de 1931 trajeron el
triunfo de la coalicin monrquico-derechista, siendo la capital navarra una
de las nueve del estado donde no triunfaron las fuerzas republicanas. Para
los republicano-socialistas el triunfo derechista fue debido al ingenio del
zacuto hbil y a la influencia de otro gnero de coacciones an ms eficaces.
Las elecciones municipales se repitieron el 31 de mayo del mismo ao,
dando el triunfo a la coalicin republicano-socialista gracias al nuevo clima
republicano que respiraba la ciudad y a la retirada de los representantes del
Partido Nacionalista Vasco que pasaron a apoyar la candidatura republicana.
Los partidos y sindicatos de izquierda adquirieron un empuje enorme en
este primer perodo republicano. Los anarquistas tuvieron una presencia
importante en la capital en torno a la Federacin Local de Sindicatos
41
42
La Gesta traicionada
registraban los domicilios llevndose a los detenidos. Al escoger las vctimas
se observaron criterios ms polticos en los primeros y ms religiosos en los
tradicionalistas. Los presos fueron conducidos al Fuerte de San Cristbal
en el monte Ezkaba, a la crcel o a la improvisada prisin de los Escolapios,
lugar donde tenan mayores posibilidades de ser inmediatamente fusilados.
Muchos fueron trasladados directamente al lugar de ejecucin. La represin
se ceb principalmente en las zonas ms humildes de la ciudad, sobre todo
del casco antiguo, de mayor incidencia izquierdista. Jvenes militantes, diri
gentes y cargos pblicos, fueron especialmente perseguidos. Algunas familias
perdieron todos o casi todos sus miembros. La particularidad de la represin
en Iruea fueron los fusilamientos legales en la Vuelta del Castillo, junto
a los muros de la Ciudadela, que se constituyeron en espectculo pblico.
Junto a los fusilamientos, Iruea sufri todas las variedades represivas que
se prodigaron en Nafarroa aquellos meses: detenciones, registros, exilios,
enrolamientos forzados, quemas de libros, destrozos y usurpacin de locales,
cortes de pelo, ricino y abusos a las mujeres, palizas, expedientes de incau
tacin de bienes, robos, vejaciones, trabajos obligatorios no remunerados,
prdidas de empleo, desahucios, etc.
Peralta recibi la Segunda Repblica con una injusta distribucin de la
propiedad de su trmino municipal. En 1922 la C N T form la agrupacin
Justicia y Tierra impulsada por Esteban Echeverra. En Peralta la represin
fue especialmente espantosa con 89 fusilados y muchos cortes de pelo de
mujeres. Muchos, antes de morir, tuvieron que escuchar la frase irnica que
resuma el motivo de su muerte: No queras tierra? Pues toma, toda para
t. Tambin mataron a un prroco natural de la localidad por ser contrario
a la represin.
En Ribaforada, un grupo de jvenes anarquistas encuadrados dentro de
la Agrupacin socialista decidieron en una asamblea conjunta permanecer
unidos para tener ms peso poltico en las elecciones del 36. Jos Zardoya
fue el introductor de las ideas libertarias y, junto con Domingo el Fraile, su
principal impulsor. Familias enteras fueron impulsadas del pueblo, hubo
cortes de pelo a mujeres y varias decenas de fusilados.
En Zangoza, las organizaciones obreras adquirieron un impulso rele
vante con el comienzo de las obras del Canal de las Bardenas y la consi
guiente afluencia de trabajadores a pesar de la hegemona carlista. Junto
a la UGT, una C N T muy activa mantuvo considerable presencia con los
43
.....
44
La Gesta traicionada
medioda. Al atardecer la madre de los Palacn, Asuncin Campaa, y una
hermana de sta, salieron hacia Iruea en el Correo. Al llegar a la venta de
Izco, fueron abordadas y obligadas a bajar, encontrndose sus cadveres das
despus, en una casilla, con claros sntomas de violacin.
En Sartaguda, a pesar de su extenso y feraz regado que le daba una
imagen de abundancia y prosperidad, muchas de sus familias se ahogaban
en la miseria. En el pueblo llegaron a funcionar diversas organizaciones. Los
jvenes pertenecan a Juventudes Socialistas o a CNT, que tambin tuvo
su pequeo local y biblioteca. Al menos 33 nios no fueron bautizados
entre los aos 1932-1936 y por primera vez se escucharon los nombres de
Libertad, Progreso, Igualdad, Galn, etc. El triunfo del FP en el pueblo
reanim las reivindicaciones y el 15 de marzo de 1936 una manifestacin
convocada por Unin Republicana, U G T y CNT, pidi, entre otras cosas,
la expropiacin del pueblo sin indemnizaciones y que se quitara el puesto
de la Guardia Civil. El 3 de mayo a la noche unos elementos fascistas reali
zaron algunos disparos en el pueblo y al da siguiente se produjeron indig
nadas manifestaciones por las calles en reaccin. Estallado el Alzamiento
fascista, el pueblo se vi sorprendido por la aparicin djs una veintena de
boinas rojas armados que con la Guardia Civil se hicieron dueos de la
situacin. Confirmado el triunfo derechista en Nafarroa, faltos de armas
y de preparacin militar, las izquierdas optaron entre escapar a otras zonas
bajo dominio republicano, esconderse en el pueblo o intentar pasar desaper
cibidos. Se empezaron a detener a izquierdistas y el resto de la poblacin de
esta filiacin obligadamente comenz a portar el brazalete blanco. N um e
rosos hombres fueron fusilados. El 16 de agosto, en plena marea represiva,
comenzaron a detener a numerosas mujeres para cortarles el pelo. Prctica
mente todas ellas tenan parientes, esposos o novios detenidos y posterior
mente fusilados. Dos barberos fueron encargados de hacerlo y uno de ellos
les cobraba por raparles. Las burlas y bromas de los fascistas completaron el
escarnio: a algunas les dejaban un ridculo mechn de pelo colgando para
ponerles un lazo, o un cabestro de caballera; a otras les rasuraban una ceja; a
la mayora les dieron aceite y les obligaron a desfilar por el pueblo, ordenn
doles que gritaran Abajo las putas, Viva la Guardia Civil, etc. H ubo nue
vas redadas y ejecuciones. Algunos fueron enrolados a la fuerza en el Tercio
de Sanjurjo y fusilados. H onorato Oate, de 36 aos, padre de dos hijos
(Bienvenido y Libertad), responsable de la C N T y Elias Sesma, jornalero y
45
...............
46
La Gesta traicionada
de concentracin de M iranda de Ebro. Una vez en el pueblo, permaneci
escondido durante 4 aos, dndosele por muerto y desaparecido. Acab en
el exilio.
As, como se ha visto, el dbil, idealista y juvenil movimiento libertario
navarro fue neutralizado prontam ente por una cruel represin en la que
destacaron los asesinatos de las personas ms localmente significadas y se
elimin todo asomo de rebelda. Todo tras el esperanzador perodo republi
cano en el que se preparaba una transformacin social que diluyera atroces
desigualdades cuyas vctimas fueron obreros industriales y trabajadores del
campo. La C N T form en Nafarroa el ala ms radical del ms arraigado
movimiento socialista encauzado por la U G T y, su implantacin, deriv
de diversas personalidades anarquistas que contagiaron a la juventud de sus
ansias manumisoras con reivindicaciones sociales y prcticas alejadas del
catolicismo institucionalizado. La preponderancia carlista castig especial
mente a los libertarios y sus mujeres ms por motivaciones religiosas que
puramente polticas y, siendo imposible la resistencia, solo la huida a zona
republicana o a Francia permiti a unos pocos enfrentarse con las armas al
fascismo.
47
La Gesta traicionada
2. La Comuna de D onostia
El 17 de julio de 1936 los libertarios guipuzcoanos se encontraban alar
mados por las noticias nacionales de violencia poltica y la amenaza de un
golpe de estado contra la Repblica por parte de las derechas espaolas.
Tenan fama de ser los ms activos de la Confederacin Regional y se
hallaban inmersos en Pasaia en el conflicto laboral mas enconado de toda
la historia social de Gipuzkoa. Todos los barcos de la industria pesquera de
la provincia llevaban anclados ms de 40 das y el conflicto se encontraba
bastante lejos de una solucin.
Al igual que los comunistas, que fueron los ms previsores de la suble
vacin facciosa, los anarquistas donostiarras se venan preparando almace
nando armas e infiltrndose en la Falange. El militante anarquista Eduardo
Likiniano llev una actividad de topo dentro de la Falange y, gracias a sus
informaciones, la C N T consigui varias partidas de armas que los falangistas
haban recibido desde Iruea.
O tro anarquista del que la Historia no conoce su identidad se aprovech,
por su parte, de que uno de los dos hermanos Aizpurua, homosexuales y
jefes de la Falange en Donostia, se encaprich de l y le llevaba a todas las
reuniones y actos privados en los que se tramaba la sublevacin. Gracias a los
informes del acompaante de Aizpurua, al comenzar la guerra, todos estos
responsables de la asonada seran inmediatamente detenidos por milicianos
anarquistas.
Pero, al llegar las primeras noticias del Alzamiento en Marruecos y
Canarias, fue el militante anarquista y hombre de accin Flix Likiniano
el que se encarg de sondear y contactar con el resto de organizaciones de
izquierda. Flix Likiniano Hriz haba nacido en la localidad guipuzcoana
de Eskoriatza en 1909 aunque pronto se traslad a vivir a Arrasare. Estudi
en Donostia y se puso a trabajar de albail con su padre que era contratista
49
50
La Gesta traicionada
51
52
La Gesta traicionada
adentr por las vacas calles disparando contra los milicianos y desapareciendo
a gran velocidad. A las 3 de la madrugada, y conocidos los movimientos de
las fuerzas derechistas de la ciudad prestas para apoyar la inm inente subleva
cin militar, decenas de milicianos fueron concentrados en las proximidades
del Gobierno Militar, en la Diputacin, en el Bulevar, etc. El despliegue lo
fue de todas las fuerzas del FP: comunistas, socialistas, republicanos y anar
quistas con sus brazaletes de filiacin poltica.
A las cuatro de la madrugada, el gobernador militar Carrasco convoc en
el Gobierno Militar a los tenientes coroneles Eloy de la Brea y Jos Vallespn,
responsables del cuartel de Loiola. Vallespn y de la Brea acudieron a la
cita con una escolta de 18 hombres. Despus de que la comitiva deshiciera
varias barricadas en Egia, los militares fueron tiroteados por un grupo de
milicianos a la altura del Kiosko del Bulevar. Los soldados respondieron al
ataque y pidieron refuerzos a Loiola mandando disparar a las dos ametralla
doras ubicadas en el exterior de la calle Igentea. Com o resultado de la refriega
se produjeron varios heridos y la primera muerte entre los insurrectos,
precisamente un soldado de la propia escolta. Horas ms tarde se producira
la primera vctima civil, una mujer de 21 aos vecina de un casero, al
disparar varios desconocidos que crean que la sublevacin estaba en marcha
contra los grupos de milicianos que patrullaban por los alrededores. Tras el
tiroteo del Bulevar, los militares se replegaron a Loiola, destacando, a partir
de entonces, varias piezas de artillera en el exterior del cuartel, as como en
su permetro de M artutene y en las faldas de Ametzagaa.
Al iniciarse la maana del 19 de julio, vigente la huelga general y sin
circulacin de tranvas, los dirigentes del FP crearon una Junta de Autoridades
con todas las organizaciones polticas y sindicales leales, cuyo mandato se
extendi en los siguientes tres das, iniciando su labor analizando los acon
tecimientos de la madrugada anterior. Comunicaron al gobernador militar
Len Carrasco que el tiroteo del Bulevar constituy un inicio de las hosti
lidades.
Al da siguiente, los militares del cuartel de Artillera decidieron no
aceptar el decreto de disolucin del gobierno Giral. De momento, quedaron
dentro de las instalaciones militares. Esto produjo tensin mxima en la
ciudad.
53
=^=^..i.....:......
El Frente Popular decidi crear una columna con parte im portante de sus
fuerzas para que fueran a armarse a la localidad de Eibar, centro armero de la
provincia de Gipuzkoa. Cientos de militantes leales abandonaron Donostia
en coches y camiones requisados y en tren.
La polica se encontraba dividida en dos bandos y, por ello, no intervena
en la calle dejando que los milicianos se aduearan de la situacin. La
conjura facciosa segua sus contactos y las fuerzas derechistas se concentraron
en distintos puntos de la capital. Dos seciones de requets dirigidas por
Bustindui ocuparon la iglesia del Buen Pastor. O tra seccin, al mando de
Gorospe, se concentr en la iglesia de las Carmelitas de Amara. Otros dos
grupos ms se reunieron en el hotel Biarritz y en un restaurante de M artutene. Pero, al no llegar rdenes, se dispersaron yendo algunos a Nafarroa
y el resto, la mayora, a sus domicilios a esperar la salida a las calles de los
militares.
Esa maana lleg la noticia de que el PNV entraba en la guerra del lado
de los leales. En el peridico Euzkadi vino una nota oficial asegurndolo:
Ante los acontecimientos que se desarrollan en el Estado espaol, y que
tan directa y dolorosa repercusin pudieran alcanzar sobre Euzkadi y sus
destinos, el Partido Nacionalista declara -salvando todo aquello a que le
obliga su ideologa, que hoy rectifica solemnemente que, planteada la
lucha entre la ciudadana y el fascismo, entre la Repblica y la Monarqua,
sus principios le llevan indudablemente a caer del lado de la ciudadana y la
Repblica, en consonancia con el rgimen demcrata y republicano que fue
privativo de nuestro pueblo en sus siglos de libertad.
En la ciudad, el FP reparti armas y su vigilancia era constante. El dipu
tado socialista Alvarez del Vayo lleg a Donostia esa maana y en el palacio
de Bella M ar se entrevist con Carrasco y con los representantes de los
partidos y sindicatos fieles a la Repblica. Al tiempo, una tanqueta militar,
salida del cuartel de Loiola, avanz por la cuesta de Egia para tantear a las
fuerzas de izquierda. Flix Likiniano corri a dar la alarma a las autoridades
reunidas en el Gobierno Civil. El patio exterior del Gobierno Civil estaba
repleto de guardias de asalto y guardias civiles y hacia las cinco de la tarde,
policas, guardias civiles y de asalto, se fueron apoderando de los edificios
estratgicos de la ciudad: el hotel Mara Cristina, el edificio de la Equitativa,
que dominaba el puente de Santa Catalina, el Gran Casino, el Club Natico
y el Gobierno Militar.
54
La Gesta traicionada
Estando as todas las piezas en el tablero de la ciudad apareci Valentn
Alvarez, llamado el mstico, con otros obreros al mando de un camin de
basura que haban blindado en la calle Larramendi donde estaba la sede de
la CNT. Son un disparo y los milicianos del FP se dirigieron a las armeras
a asaltarlas y armarse. Eran los dueos de las calles pues la polica no hizo
acto de presencia. La Parte Vieja, feudo marxista, fue vigilada por socialistas
y comunistas. Los libertarios, por su parte, pusieron controles en Egia,
Antiguo y, sobre todo, Amara actual Amara Zaharra, enclave de la CNT,
cuyos locales estaban en la calle Larramendi.
Pero la mxima urgencia libertaria se centr en el abastecimiento de ar
mas. Desde haca meses llevaban intentando hacerse con un buen arsenal,
aunque los resultados haban sido escasos. Haban creado unas primitivas
armeras al poco de establecerse la II Repblica, en cuanto los militantes
ms esforzados salieron con la amnista en libertad. La prueba de ello fueron
la fbrica de Oria o los ccteles molotov fabricados por las mujeres de
los marineros de Trintxerpe. Pero lo conseguido en cuestin de armamento
era muy parco frente a la amenaza de los militares. A los libertarios no les
haba correspondido nada en el reparto de armas de las armeras ni de las
disponibles en los edificios oficiales de Donostia.
A la tarde del 19 de julio, el ncleo de rebeldes situado en el hotel Mara
Cristina dispar sobre el edificio del Gobierno Civil. Este hecho forz a
los dirigentes del Frente Popular a trasladarse a otro edificio institucional,
la Diputacin, en la plaza Gipuzkoa. All, vista la situacin y obligado por
las circunstancias, el FP dispuso controlar todas las salidas de la ciudad y
cercar a todos los facciosos que no reconocan su autoridad ni las legtimas
del Estado.
Chiapuso reconoce en su obra la meritoria labor de municionamiento de
Valentn Alvarez que blind al servicio del FP los camiones de la basura y
m ont dos talleres de fabricacin de granadas y donde se instrua sobre su
uso en una villa de Ategorrieta y en la fbrica de hilados y tejidos de Brunet
y Ca, en Oria. Pero el armamento era tan escaso y desperdigado que surgi
la dea de ir a la localidad armera de Eibar para pertrecharse ya que all
se fabricaban armas. Un grupo numeroso de donostiarras leales march a
Eibar para armarse y recibi noticias de VitoriaGasteiz que se encontraba
alarmantemente amenazada de caer en poder de los sublevados. As, con
55
..
56
I"
......... ...............................---"=
La Gesta traicionada
57
58
La Gesta traicionada
As, al iniciarse los primeros enfrentamientos serios en la ciudad, los
rebeldes controlaban los cuarteles de Loiola, donde estaban un Batalln de
Ingenieros y un Regimiento de Artillera con los jefes y oficiales sublevados;
el hotel Mara Cristina, con las fuerzas de asalto, elementos de la guardia
civil, un piquete de carabineros leales que estaban prisioneros y algunos
civiles de derechas; el Gran Casino, con varios soldados de Artillera, una
docena de nmeros de la Guardia Civil y un destacamento de cabecillas
fascistas; la Comandancia Militar, donde estaba el retn.
Al anochecer, sin iluminacin alguna debido al corte del alumbrado de
la ciudad, una nueva columna de dos centenares de soldados, al mando
del comandante Velasco, sali de los cuarteles de Loiola para tantear a los
milicianos leales. Pero, como hizo la columna de la tarde, al llegar a la altura
del Puente de Hierro, volvieron atrs. No estaban seguros de sus tropas de
reemplazo con lo que acordaron atacar al da siguiente con oficiales y civiles
comprometidos con la sublevacin.
Por otro lado, la columna de Eibar se prepar para regresar a Donostia.
Los dirigentes Juan de los Toyos y Toribio Echevarra se reunieron con
el gobernador civil y con el comandante Garmendia. Decidieron sumar
las fuerzas leales que se encontraban en Arrasate y Eibar y caer sobre los
sublevados en Donostia. A las ocho de la tarde salieron unidas las fuerzas
rumbo a Donostia va Zumrraga, Beasain y Tolosa. Algunas fuerzas llegaron
a Donostia esa misma noche aunque el grueso lo hara de madrugada.
Eran cuatro mil hombres medianamente armados. Entre la columna haba
hombres procedentes de Bilbao al mando del teniente de asalto Rodrguez
que morira en las calles donostiarras.
Por fin, el mircoles 22 de julio, a las 5 de la madrugada, varios cientos
de militares y civiles sublevados salieron del cuartel de Loiola a la toma de
la ciudad. Inmediatamente fueron advertidos por los milicianos leales que
haban pasado toda la noche de guardia en los locales de la CNT, en la calle
Larramendi, junto a las requisadas escuelas de Amara y el Colegio de los
Corazonistas. As la verdadera batalla de Donostia se entabl en el reducido
espacio de Amara Zaharra, entre las calles Larramendi y Moraza.
Hacia las seis menos cuarto de la maana, los rebeldes se asomaron por
el final de la calle Urbieta. Se oyeron las voces de alarma y se iniciaron los
primeros disparos de los milicianos para repeler la agresin. Los militares
dispararon a su vez provenientes de las marismas de Amara. Los militares
59
60
La Gesta traicionada
Los rebeldes no pudieron sino retroceder hasta los jardines de Amara,
dejando algunas fuerzas por los inmuebles que dominaban la barricada
levantada en la bocacalle de las calles Urbieta y Larramendi. En otro intento,
los militares atacaron por la calle de detrs, la calle Prim. Pero, en cuanto
se acercaban, eran recibidos por un gran potencial de fuego anarquista y no
lograron pasar.
En la Parte Vieja, los milicianos republicanos atrincherados se enteraron
del escenario de la lucha y la mayora de clulas comunistas fueron a reforzar
a las fuerzas libertarias de la sede de la CNT.
Los combatientes de ambos bandos se jaleaban y encorajinaban con vivas
a las consignas que idealizaban su lucha. Tambin se insultaban en cuanto se
reduca el ruido del enfrentamiento.
Se sucedieron los ataques y todo el barrio de Amara estubo sometido
a la tensin de redoblados fuegos de armas y explosiones. En uno de los
retrocesos de los rebeldes a los jardines de Amara instalaron all dos morteros,
frente a la calle Urbieta, y el combate, con sus disparos de obs, se inten
sific. Los libertarios se retiraron de la primera barricada y salt con sus
adoquines hecha pedazos. Sin embargo, la barricada que cortaba el camino
directo al local de la C N T se mantuvo slidamente pese al bombardeo inin
terrumpido de toda la zona. Los defensores aguardaron el fin del bombardeo
protegidos en los portales.
Los rebeldes iniciaron otro ataque ms precavidos, tras la preparacin de
los morterazos. Uno a uno, de puerta en puerta y de reborde en reborde,
se fueron acercando sin ser hostigados por los defensores de la ciudad. No
dudaron en tom ar rehenes de las casas cercanas y obligarlos a lanzarse sobre
las barricadas amenazados con, de otra forma, morir junto a sus familias.
De pronto estall un pequeo cartucho de dinamita en el centro de la calle
Urbieta frente a una huevera. Era la seal de los defensores para el fuego
a discrecin. Entre las explosiones y los disparos, los rebeldes cejaron en su
empeo intil de avanzar en un combate callejero que los perjudicaba. La
lucha tambin se debata en las azoteas.
Los rebeldes se establecieron en los portales de los nmeros pares de la
calle Urbieta, en la manzana comprendida entre Moraza y Larramendi; en
los nmeros impares del trozo de esta calle comprendido entre las de Urbieta
y Easo y el trozo de la de Moraza, comprendido tambin entre aqullas
ltimamente citadas.
61
62
La Gesta traicionada
ser alcanzado sus conductores se refugiaron en las escuelas de Amara y en
el colegio-convento. Bajo el fuego enemigo varios hombres recuperaron las
granadas del camin y las distribuyeron a los defensores. Flix Likiniano
y sus compaeros tambin haban trado algunos cartuchos de dinamita y
botellas incendiarias tras ser muy hostigados por los pacos derechistas por
toda su ruta.
Rabiosos por no haber impedido el refuerzo de los leales, los morteros
de los militares redoblaron su bombardeo. Los sublevados prosiguieron su
avance por la calle Urbieta. Los libertarios, con las granadas, se distribuyeron
por los portales en una calle en la que ya no haba barricadas y esperaron a
los rebeldes que estaban ya cerca de la bocacalle UrbietaLarramendi. Los
defensores les disparaban sin cesar desde las escuelas de Amara. A costa de
gastar los ltimos cartuchos se rechaz el ataque a pesar de que algn rebelde
haba llegado a la calle Larramendi. El tiroteo ces y slo se oan algunos
disparos de francotirador.
Nuevamente sin explosivos ni municin, los defensores se aprestaron a
iniciar la quinta hora de combates ininterrumpidos. Likiniano, con su RollsRoyce requisado, se dirigi de nuevo a Trintxerpe a por ms botellas incen
diarias fabricadas por las mujeres del sindicato de la C N T de pescadores
Avance Marino.
Tras una pausa de calma tensa surgi un coche por la Plaza del Cente
nario. Cruz por la calle Urbieta a toda velocidad y a la altura de los restos
de la primera barricada que impeda la entrada de la calle Larramendi lanz
varias rfagas de ametralladora. Los defensores se mantuvieron expectantes
y no respondieron al fuego. El coche regres disparando.
Los libertarios, desmoralizados al prever un nuevo ataque al que no
podan responder por carecer de armamento, abandonaron sus puestos diri
gindose a la Parte Vieja de la ciudad. Los defensores evacuaron las escuelas
de Amara.
Iniciado el movimiento de repliegue, lleg a la ciudad un tren especial
proveniente de Eibar en el que se trasladaban unos cientos de milicianos
leales que no haban podido desplazarse en autobs. Unos cuantos guardias
de asalto y paisanos facciosos, apostados por los terrenos en los que se insta
laban las ferias de Amara, tirotearon a los del tren. El tiroteo por las colinas
y el llano de Amara, por la parte del Gas, se hizo muy intenso.
63
64
La Gesta traicionada
atendiendo al ruego del FP de publicar un solo diario leal llamado preci
samente Frente Popular. Por otro lado, se cambi la plantilla infiltrada por
los fascistas de Radio San Sebastin y se puso un personal adicto a las au
toridades republicanas constituidas por el Estado Mayor de Garmendia en
contacto con el FP
Los rebeldes causaron algunas bajas milicianas que pretendan acercarse
a sus reductos. Sobretodo hubo muertos en la calle Okendo, cerca del hotel
Mara Cristina, y en el Bulevar, junto al Gran Casino.
Esa noche se dispuso en el barrio de Amara doblar la guardia en las terrazas
de los inmuebles y se rehicieron algunas barricadas. Algunas patrullas reco
rrieron el llano de Amara hasta la misma entrada de Loiola. Pero la noche
fue tranquila.
Al amanecer del da 23, los militares tomaron posiciones defensivas
en las colinas que corran a lo largo del cuartel por el lado de Polloe y de
Ametzagaa e instalaron estratgicamente un can y dos ametralladoras. En
su despliegue los militares contaban con la defensa natural del ro Urumea.
Los militares parecan atrincherarse dejando a su suerte a los facciosos de la
ciudad.
Durante esas horas de relativa calma, Likiniano y otros afines junto a
afiliados del sindicato pesquero de la C N T Avance Marino se apoderaron del
torpedero Xauen, que se encontraba anclado en el puerto de Pasaia y con su
caoncito de pequeo calibre trataron de bombardear los bastiones rebeldes
de la ciudad. Su efecto fue desmoralizar a los facciosos pues su puntera no
fue muy alta.
El Estado Mayor de los leales orden la conquista del edificio del Gran
Casino. El comandante Garmendia dispuso las fuerzas que llevaran a cabo
la operacin de asalto contando con unos 35 guardias civiles afectos a la
Repblica y algunos milicianos. Tras desatarse un intenso fuego hecho desde
todas las bocacalles que daban al edificio recreativo, el asalto dur un cuarto
de hora. El asalto fue dirigido por el comandante de la Guardia Civil Garca
Ezcurra, que result levemente herido. Los atacantes creyeron que la mayor
parte de los defensores se haban refugiado en el cuartel de Loiola apro
vechando las horas de la noche. En el edificio, en realidad, slo haba 14
guardias civiles facciosos. Los atacantes desembocaron rpidamente por la
calle Elcano direccin al Bulevar. En segundos, los leales pasaron el fuego
de los sublevados y atacaron con determinacin las verjas, las puertas y las
65
^.......
.......
66
La Gesta traicionada
inflamado. Se consiguieron algunos pequeos incendios. Las autoridades
republicanas trataron de hacerse con un avin para bombardearles desde el
aire pero no lo consiguieron. Ms tarde, con el crepsculo, los doscientos
defensores del hotel se rindieron al observar su situacin desesperada por la
falta de apoyo de los militares.
Aqu se produjo la primera quiebra de la confianza y alineamiento de la
C N T y el FP. El bloque republicano nombr al comunista Larraaga como
responsable de las temidas y deseadas armas automticas requisadas a los
vencidos y afirm que las repartira entre los afiliados a todas las organiza
ciones leales. Pero los anarquistas y los cenetistas no recibieron ninguna con
lo que se plantearon procurrselas por s mismos.
Tras la victoria sobre los ltimos focos considerables de resistencia
rebelde en D onostia, las fuerzas populares y los anarquistas deliberaron
sobre la perm anencia del cuartel de Loiola en manos de los sublevados. La
verdad era que ya el da 23 por la maana un avin rebelde haba lanzado
un mensaje del jefe de la sublevacin en Nafarroa, general Mola, animando
a la resistencia. Los militares facciosos no se fiaban de sus tropas y por ello
no haban tenido una actitud ofensiva pero la nica esperanza de defensa
vena dada por la confianza en la unin con las fuerzas que, provenientes de
Nafarroa, am enazaban con caer sobre la capital de Gipuzkoa.
La otra preocupacin urgente de las fuerzas populares fue la de organizar
el debido cuidado de las bajas que haban tenido en los ltimos combates y
la custodia de los prisioneros. A tal efecto, el Hotel Londres se convirti en
hospital y se hicieron los primeros recuentos de vctimas de la sublevacin
en la ciudad. El cnsul francs en Donostia, en una carta dirigida a informar
al ministro de Exteriores de Pars, dio la cifra de entre 150 y 200 vctimas
mortales. El diario Frente Popular indic que, de ellas, slo la C N T tuvo
entre 40 y 50 bajas.
Con las fuerzas provenientes del casco urbano, las milicias populares
reforzaron el cerco al cuartel de Loiola. Sin embargo, el cerco acus la inex
periencia de los milicianos y su pobre armamento. Result que, antes de la
sublevacin, se celebr en el cuartel un certmen de tiro con los mejores
tiradores militares de toda Espaa. Estos hostigaron a los sitiadores con tan
buena puntera que les causaron algunas bajas.
67
..
68
La Gesta traicionada
69
70
La Gesta traicionada
Durante el desarrollo de estos sucesos es de destacar que Galo Diez,
representante histrico de los anarquistas guipuzcoanos, lleg a Donostia
proveniente de la localidad de Tolosa participando en las deliberaciones
sobre el destino de los acusados. Tambin influy en el estado del ambiente
la noticia de que el coronel faccioso Beorlegui haba hecho su aparicin
mediante patrullas de requets cerca de Oiartzun, a apenas 10 kilmetros de
Loiola. Esta mala noticia extrem la actividad de la cheka o prisin depen
diente de las organizaciones de izquierda que improvis la C N T en su sede
de la calle Larramendi y que no tard en desaparecer siendo un caso nico
en Gipuzkoa.
Es en esta situacin de cierta estabilidad en Donostia cuando, el 26 de
julio, se constituy la Junta de Defensa de Gipuzkoa como rgano director
leal de la poltica de guerra y de organizacin social. En ella, por su fuerza,
estuvieron representados los anarquistas y la C N T contribuyendo a la nueva
situacin creada tras las primeras luchas.
La primera decisin de la Junta fue crear un rgano propagandstico de la
misma que fue el peridico llamado Frente Popular en el que se representaran
todas las ideologas leales y que pondra sordina en los posibles desacuerdos
entre las organizaciones progubernamentales. Su primer nmero saldra al
da siguiente, 2 7 de julio, dando publicidad oficial a la creacin de la Junta y
sealando los nombramientos en que recaan sus correspondientes Comisa
ras. En el organigrama decidido por la Junta de Defensa, a cada Comisara
le correspondi un representante de cada partido y sindicato leal con un
reparto equitativo de las presidencias.
La comisara de Defensa, la ms relevante dadas las circunstancias, recay
en el comunista Jess Larraaga. En ella a la C N T la represent Falomir,
sindicalista ferroviario con gran facilidad oratoria y que se encontraba en
la ciudad casualmente. Su sede se dispuso en el edificio de la Diputacin
Provincial.
La Comisara de Abastos se encarg del abastecimiento de la ciudad y
especialmente, de acuerdo con los sindicatos, de dar de comer a los comba
tientes que asediaban el cuartel de Loiola. El representante libertario en esta
Comisara fue el secretario Patricio Ruiz y se instal en el Ayuntamiento. Su
labor de coordinacin de las casas de comidas y comedores sindicales como
el de las escuelas de Amara de la CNT, que alimentaba a sus militantes, y
71
z^=-^.=...
...;...........................
las riendas para la poblacin civil pronto se encontr con algn desabasteci
miento de ciertos productos.
Por su parte, la presidencia de la Comisara de Transportes recay en
Jos Aguado que era republicano y que puso orden en la materia haciendo
un censo del parque automovilstico y abriendo algunas lneas de tranvas y
autobuses. En ella el representante anarquista fue Pancorbo, exlegionario y
militante con un pasado aventurero por varios pases.
La C N T consigui la presidencia de la comisara de Comunicaciones,
encargada del peridico y de los medios de comunicacin en uso como la
radio que era vital para soldar las familias separadas por los ltimos aconte
cimientos.
La comisara de materia ms delicada fue la de O rden Pblico, pues la
administracin de justicia se hallaba situada en cada organizacin acostum
brada a aplicar sus criterios particulares. La presidi el ex diputado por el
PNV Telesforo Monzn. En ella la C N T nombr como su representante al
panadero y viejo militante Julio Gmez.
Finalmente, la presidencia de la Comisara de Finanzas recay en Jos
Imaz, siendo el representante cenetista Jos Iglesias, organizando el control
de las operaciones bancarias.
Mientras, ese mismo 27 de julio, los mandos militares de las tropas del
cuartel de Loiola se reunieron a parlamentar con cinco diputados en repre
sentacin del bando leal. Los representantes parlamentarios presentaron las
condiciones siguientes a los jefes sublevados:
I a) Rendicin inmediata.
2a) Respetar sus vidas en tanto se les instrua el sumario de guerra.
3a) Aconsejar el indulto por parte de la representacin parlamentaria, sin
perjuicio de que el Gobierno marcara un criterio nico sobre la tramitacin
de los expedientes.
Vallespn crea, cada vez ms desesperadamente, en la resistencia, pero
Carrasco y el comandante Erce eran ms favorables a la capitulacin con
garantas. Por el momento, establecieron una tregua absoluta hasta las siete
de la maana del da siguiente, hora fijada para que los militares dieran la
respuesta definitiva.
Pero las deliberaciones de los militares fueron pesimistas. Goteaban las
deserciones de militares y ni los fascistas ms exaltados crean en la posibi
lidad de su xito. Vallespn, el ms intransigente, reuni la noche del 27 a
72
La Gesta traicionada
algunos oficiales de confianza y les propuso una salida del cuartel avanzando
hacia Nafarroa a travs de las lneas leales. El mismo Mola previo que, en el
caso de que fracasara la sublevacin en Gipuzkoa, se diera la orden de reti
rada a Nafarroa. Pero ningn militar acept dicho movimiento arriesgado.
La tregua de 24 horas para las deliberaciones sobre la rendicin y sus
condiciones fue aprovechada por los republicanos para reponer su escasa
municin gracias a la llegada de varias cajas provenientes de Santander. Esa
noche, Vallespn se escap del cuartel mezclndose con los asediadores,
separndose de ellos y finalmente marchando con precauciones hacia
Nafarroa. Gracias a esta audaz fuga y su suerte, Vallespn consigui llegar al
territorio de Gipuzkoa dominado por los requets navarros. Posteriormente
Vallespn sera sometido a un consejo de guerra por los franquistas del que
saldra absuelto. Huido Vallespn, la jefatura de los facciosos en Gipuzkoa
correspondera al comandante Velasco, el de mayor antigedad de los jefes
sublevados. A las seis de la maana le comunicaron la huida de Vallespn
y le hicieron entrega de unas contrapropuestas que haba redactado y que
aceptaban la rendicin con ciertas garantas e inmunidades y trato decoroso.
Velasco reuni a los oficiales para hacerse cargo de la situacin y se vi inviable la continuacin de la lucha.
En la CNT, en previsin de una probable rendicin del cuartel de Loiola,
Likiniano plante la cuestin del destino del armamento all situado. Likiniano propuso que la C N T se apoderara del armamento para que no cayera
en manos inseguras. El hecho que planteaba era que no se repitiera lo
sucedido con las armas encontradas y recogidas en el hotel Mara Cristina de
las que los anarcosindicalistas no recibieron nada. Jess Larraaga consigui
distribuirlas exclusivamente a los suyos, a las M A O C o Milicias Antifascistas
de Obreros y Campesinos, y a los nacionalistas vascos. Para Likiniano, el
botn armamentstico del cuartel garantizara el triunfo de la revolucin
sobre cualquier desviacin de partido.
As, finalmente, en el atardecer del da 28 los cuarteles se rindieron
oficialmente siendo todos los jefes, oficiales, tropa y paisanos detenidos y
trasladados a la Diputacin donde quedaron retenidos en una sala anexa a la
Caja de Ahorros Provincial. El pueblo de Donostia, reunido en la Plaza de
Gipuzkoa, fue arengado por el comunista Larraaga que prometi ejercer
justicia por los tribunales a los responsables de la sublevacin vencida. Hacia
73
= ^ ;----
74
Iip "
...... .......... .
.............
La Gesta traicionada
Por su parte, ante las protestas por las ejecuciones sumarias de insurgentes
se nombr al comandante de la Guardia Civil M ariano Garca Ezcurra como
jefe de la Guardia Cvica.
Se hizo un balance de los cados en los diez primeros das de lucha y se
celebraron los funerales de los muertos del bando republicano. Ms de 200
heridos fueron curados en el Euskal Billera, que era el hospital provisional
de la parte vieja de la ciudad.
Mientras se haca el anterior balance, Flix Likiniano levant una partida,
sobre todo compuesta de marineros de Trintxerpe, para enfrentarse a los
carlistas en los montes de la zona de Peas de Aia. Fueron en expedicin en
varios vehculos y camiones, y su primer contacto con el enemigo les supuso
ser bombardeados por unos caones de los navarros emplazados en Arkale.
Los obuses estallaron lejos de la carretera y la columna de Likiniano pas sin
problemas. Pero el bombardeo supuso que se cerrara el paso de la carretera
general de Donostia a Irn. Para los leales quedaba el paso por Lezo saliendo
a Gaintzurizketa y Ventas. Pero la partida de Likiniano pudo llegar a la
localidad fronteriza de Irn. De all, el grupo se dirigi a Endarlatza donde
mandaba el suboficial de carabineros Ortega. Su sector de Erlaitz y Endar
latza contaba con escasos hombres y algunos muy mayores para combatir
por las montaas con lo que se alegr del refuerzo. El puesto fronterizo
estaba apenas defendido por hombres con armas automticas situados por
las alturas cercanas. El plan ofensivo de Likiniano le disgust pues supona
que atraera el contraataque navarro en un sector hasta entonces en calma.
Para Likiniano, la nica forma eficaz de atenuar la presin sobre Errenteria
era atacar por detrs a los requets, ya que era consciente de que sus fuerzas
no eran militares, muchos eran jvenes e inexpertos con las armas, y no
poda plantear un enfrentamiento regular con xito.
La partida de Likiniano abandon los vehculos y se dirigieron a pie hacia
la zona en que podan cortar las lneas de abastecimiento de los navarros
Beorlegui y del coronel Ortiz de Zrate. De esta forma llegaron al ro
Bidasoa, frente a Artikutza. All vieron que el puente haba sido volado,
no se saba por quin. Trataron de seguir el reconocimiento del terreno y
en la ermita cercana de San Antn tomaron contacto con los requets con
un intercambio de disparos que les hizo retirarse no sin tomar dos carlistas
prisioneros. Por ellos se enteraron de las dificultades que tenan los navarros
para avituallarse de comida y municin a travs de las montaas y a lomos de
75
76
La Gesta traicionada
dieron Gipuzkoa al grito de Muera Euzkadi! y asesinaron a nacionalis
tas vascos. Su alianza con los izquierdistas la vean absurda y trgica pues
tenan ms en comn con los carlistas y se decidieron a impedir excesos
izquierdistas como los sucedidos en otras zonas leales en que se asesinaba a
sacerdotes y se robaban e incendiaban iglesias. Los jeltzales se horrorizaron
al comprobar que la derecha era peor que la izquierda y que sus asesinatos
en Gipuzkoa y Nafarroa, cometidos por personas que se decan creyentes,
por gente supuestamente instruida, resultaban an ms imperdonables que
los llevados a cabo por los pobres y desheredados de la izquierda, supues
tamente sin inhibiciones morales y ms atvicos. Pero su adhesin tena la
reserva de que la izquierda era un peligro para ellos y que en caso de ganar
la guerra habra un enfrentamiento con ellos. En previsin de ese segundo
enfrentamiento el PN V cre un estado mayor paralelo con el propsito de
aprestarse para combatir a la izquierda hasta la concesin del autogobierno
al Pas Vasco en que prescindieron de l, ya que, a partir de entonces, existi
una sola autoridad y el PN V la controlaba.
Sin embargo, no todo el nacionalismo vasco comparta los prejuicios,
las dudas y consiguientes vacilaciones del PNV. El sindicato nacionalista
vasco Solidaridad de Trabajadores Vascos (STV) se declar inmediatamente
al lado del pueblo por considerarse parte de la clase obrera. Tambin, Accin
Nacionalista Vasca (ANV) que se haba aliado electoralmente con el FP
particip poltica y militarmente en el bando izquierdista.
El PNV se vi implicado en el bando republicano y deseaba la victoria
de ste en la contienda pero, a la vez, no estaba dispuesto a que el Pas Vasco
cayera en manos de los comunistas y de los anarquistas. Por supuesto, su
ambigedad fundamental provino de la actitud que adoptaron de considerar
un problema mayor que el de ganar la guerra el no ensuciarse las manos de
sangre. En una coyuntura blica atroz, de guerra civil, esta reserva supuso
una adhesin sin contenido realista y explica su comportamiento general y
sus justificaciones e implicaciones esquizofrnicas durante el transcurso de
la guerra.
Ante esta actitud vacilante, Likiniano, con su sentido prctico de la
accin, trat de influir en un sentido ms comprometido. As, se present
en el Santuario de Loiola donde estaban acuarteladas las fuerzas armadas
del PNV. Likiniano, encabezando una delegacin de revolucionarios, pidi
apoyo de los jelkides en la formacin del frente de Oiartzun. Sin embargo, el
77
78
La Gesta traicionada
Pikoketa y Erlaitz y dejaron en riesgo crtico a Puntxa, San Marcial e Irn.
Para conquistar estas posiciones tardaron dos semanas, ms que nada, por
lo accidentado del terreno. Los republicanos solo contaron de artillera
algunos viejos caones del fuerte cercano de Guadalupe y algunas piezas de
Loiola. La defensa de dichas crestas cont con la participacin tambin de
milicianos vizcanos, asturianos y franceses. Para el 22 de agosto el frente
discurra de Oiartzun, en lnea recta, hasta la frontera, frente a la cresta de
Puntxa y a la colina de San Marcial. Los rebeldes se vieron apoyados por el
bombardeo desde el aire de aviones Caproni.
Por el mar aparecieron los buques de guerra rebeldes Espaa, que era un
acorazado, y el Velasco y el Cervera, que eran destructores. Los tres navios se
dedicaron a bombardear la costa sin encontrar ningn tipo de resistencia.
Posteriormente, los rebeldes iniciaron su ofensiva contra Irn. En la
misma frontera se hallaba situada la colina de San Marcial, cerca de Irn, y
la dominaba la cresta de Puntxa, que se encontraba bien fortificada y era el
eje central de la defensa republicana. A los pies de dichas alturas discurra el
ro Bidasoa. En las dos semanas siguientes al 3 de agosto las tropas de Mola
se haban acercado a Irn, llegando a Ventas y acercndose a Puntxa y a San
Marcial.
La carencia fundamental de los defensores de Gipuzkoa era la falta de
armamento y municin. La Junta de Defensa logr adquirir algo de arma
mento en el extranjero. Tambin esperaba un envo de armamento prove
niente del Gobierno de Madrid. Desde Bizkaia se enviaron algunos hombres
armados as como desde Asturias y Cantabria. Y a medida que el frente se
iba acercando al Puente Internacional, el fuerte de Guadalupe, tradicional
viga de esta zona situado en el m onte Jaizkibel, dominando la lnea fronte
riza durante varios kilmetros, haca funcionar su batera de caones.
Todo el N orte y el Gobierno de M adrid estaba interesado por la suerte de
los combates en el paso fronterizo guipuzcoano. Por eso en Puntxa se resista
milmetro a milmetro. Frente a esta posicin fronteriza fortificada los dos
adversarios se empecinaban y cada da se empleaban ms fuerzas. La moral
de los combatientes republicanos era alta hasta que ocurri un desgraciado
incidente con consecuencias funestas. Varias salvas de la batera de Guada
lupe cayeron por error en las trincheras leales. Los combatientes, creyendo
que se trataba de una traicin, reaccionaron brutalmente pasando por las
armas a toda la guarnicin. As se vengaron los muertos en las trincheras. Se
79
80
La Gesta traicionada
del enemigo impidi tomar el menor reposo para organizar sobre nuevas
bases mas propiamente castrenses. Esta cuestin fue una de las esenciales
que vinieron dadas con la guerra y que hizo que la C N T y la FAI fueran
perdiendo convicciones particulares ideolgicas en favor del inters comn
en el bando republicano.
En los primeros das de septiembre los aviones italianos del Duce
Mussolini aumentaron sus bombardeos sobre las crestas fronterizas en ma
nos de los leales. Las trincheras republicanas reciban su mortfera carga con
una impotencia absoluta para enfrentarlos. La aviacin facciosa bombarde
tambin Irn con total impunidad. La aviacin republicana en Gipuzkoa
contaba con un nico biplano de reconocimiento que despegaba en el aer
dromo de Lasarte, cerca de Donostia, para reconocer las posiciones rebeldes.
Los milicianos le apodaron El abuelo frente a la modernidad de los aparatos
enemigos, ya que perteneca a la promocin de la I Guerra Mundial. Su
nica carga ofensiva era una bomba de 10 kilos debajo de las alas.
Al bombardeo areo sigui una intensa preparacin del teatro de opera
ciones a base de fuego de morteros. Era el prlogo eficaz de un nuevo ataque
masivo de la infantera de los sublevados. Tras tener numerosas bajas a ma
nos de los fusiles de los defensores continuaron su avance hasta las alambra
das de las trincheras republicanas y fueron recibidos con el lanzamiento de
granadas. El asalto fue rechazado una vez ms con grandes prdidas de los
rebeldes.
En ese mom ento de combates en San Marcial se conoci la muerte del
hermano de Flix Likiniano, Jos Antonio, apodado El Boti por trabajar en
una farmacia de Hernani, y todos los integrantes de su patrulla de reconoci
miento a manos de los rebeldes.
Poco a poco los rebeldes avanzaron con cautela, encontrando dbil
resistencia por el frente del sur de Donostia. A pesar de que la orografa del
terreno permita una defensa firme y escalonada, las milicias donostiarras,
con poca iniciativa, iban cediendo las alturas que rodeaban a Tolosa, entre
ellas el Hernio, ms tarde la de las Ventas de Grate, luego el Buruntza,
que durante las Guerras Carlistas cumplieron un gran papel defensivo. Los
rebeldes iban tomando los pequeos pueblos guipuzcoanos, donde inme
diatamente practicaban una feroz represin de desafectos, sin casi bajas y
mediante ligeras escaramuzas. Slo hubo un choque digno de mencin y
bastante confuso en la localidad de Beasain que concluy a favor de los nava
81
82
La Gesta traicionada
ms a los defensores de Irn ante la pronunciada carencia de medios para la
defensa.
Los sublevados, con nuevos refuerzos, lanzaron un nuevo ataque defi
nitivo y conquistaron la cota de Puntxa, que era el bastin ms resistente
de los milicianos. Los atacantes desataron entonces un fuerte bombardeo
combinado de la aviacin, la artillera de montaa, los morteros y los barcos
de guerra sobre las alturas que dominaban Irn y los defensores tuvieron
que retirarse. Esta retirada despus de unos combates dursimos min su
nimo moral guerrero. Las cuatro semanas de combates constantes en las
montaas, con una constante tensin nerviosa, hizo que se desbandaran
impotentes. San Marcial fue abandonada.
En Irn, los milicianos izquierdistas fueron retirndose hacia Hondarribia, Ventas de Irn y el Puente Internacional. Mientras el grueso de los j
venes defensores abandonaba dicha localidad, ya tocada por los bombardeos
facciosos, los anarquistas, que slo obedecan a Likiniano, mantuvieron una
desesperada resistencia con las pocas armas de que disponan.
Entonces se produjo el conocido episodio de la quema de Irn por los
anarquistas. El propio Likiniano lo explica en la obra La guerra en Euskadi de
los hermanos Jimnez de Abersturi: Entonces yo dije: que todo el m undo
coja dos baldes de gasolina. Y estbamos en stas cuando se nos acerc
un joven socialista, muy majo, y dirigindose a m dijo: Esto es lo mismo
que cuando bombardeamos el hotel Mara Cristina de San Sebastin con el
can del torpedero Xauen". Mientras nosotros estbamos discutiendo, los
obuses del enemigo se nos venan encima. As que le dije: Coge dos baldes
de gasolina y chalos ante las puertas de las casas. Eso fue todo el incendio
de Irn.
M anuel Chiapuso explic las motivaciones de los anarquistas para quemar
el pueblo: Haba que hacer la guerra con todas las consecuencias. De no
hacerlo as, debamos quedarnos en casa y dejar va libre a los fascistas. Se
les iba dejando el Pas Vasco con todo su potencial sin la menor muestra
de gesto de desesperacin. El enemigo bombardeaba las ciudades, las
incendiaba y no hallbamos motivo para que los republicanos, al retirarse,
dejsemos intactas las aglomeraciones. Haba que hacerles comprender que
estbamos dispuestos a hacer tabla rasa de la geografa poltica. Los ingleses
quemaron San Sebastin porque la conducta de la guerra contra Napolen
dictaba un acto de esa gravedad. Lo mismo sucedi con los rusos en Mosc.
83
84
La Gesta traicionada
4. La cada de Gipuzkoa.
Tras la cada de Irn y por efecto de la desmoralizacin de los derro
tados se produjo un nuevo episodio masivo de justicia espontnea con la
participacin de libertarios. Se trat del asesinato de los presos del fuerte de
Guadalupe. El 30 de agosto se traslad a 20 presos derechistas de la crcel
de Ondarreta al fuerte. Entre ellos se encontraban el conde de Llobregat,
Honorio Maura, Antonio Elsegui y el ex diputado Joaqun Beunza entre
otros. El traslado vena justificado por el desarrollo de las acciones militares
en el frente guipuzcoano, con la ofensiva para cerrar la frontera y los conti
nuos bombardeos de la zona.
El da 2 de septiembre se ejecutaron en Guadalupe cuatro detenidos en
una saca realizada por elementos frentepopulistas de Irn al margen de
toda autoridad de la Junta de Defensa. Todos los asesinados pertenecan
a la Confederacin Espaola de Derechas Autnomas (CEDA). Y el da 4
de septiembre, al ser ocupado Irn por las fuerzas de Beorlegui, la guarni
cin evacu el fuerte de Guadalupe dejando abandonados a los presos. El
comandante slo contaba con 22 hombres de la guarnicin, pues las mili
cias haban desertado haciendo imposible la defensa. El comandante militar
de la posicin no pudo pedir refuerzos y Hondarribia estaba abandonada,
con lo que decidi la evacuacin al anochecer. Decidieron no fusilar a los
prisioneros.
Al da siguiente, ante la huida de sus guardianes, 156 presos se dieron a la
fuga antes de la llegada de unos 200 milicianos anarquistas que se retiraban
en direccin a Donostia. Fueron estos anarquistas los que ejecutaron a varios
presos del fuerte y, entre ellos, a Beunza y Maura.
Ese mismo 5 de septiembre, el gobernador civil Ortega hizo una alocu
cin radiada corta que provoc la reaccin de un grupo de la C N T llamado
Los Temerarios. Planearon recuperar el monte Buruntza que dominaba el
85
- .... - ....
- .....................
86
La Gesta traicionada
naran en la decisin sobre la evacuacin o la resistencia. La CNT, en una
reunin en el colegio-convento de Amara, entre caras de resignacin, se
decidi por la consigna de evacuacin.
El 13 de septiembre de 1936, a las 10 de la noche, en una sala del Palacio
de la Diputacin, se reunieron el gobernador civil con los mandos militares
leales y los representantes del Partido Comunista, el Socialista, los Republi
canos, el Nacionalista Vasco, Accin Nacionalista Vasca y las organizaciones
sindicales. El PNV abog por la evacuacin, al igual que los comunistas que
la aceptaban por la disciplina de partido. Los socialistas tambin defendieron
el abandono y la U G T manifest que se adherira al acuerdo tomado por la
mayora. El Estado Mayor militar anunci el proyecto de formar una nueva
lnea al otro lado del ro Oria. Galo Diez, el delegado de la C N T nombrado
por la asamblea de militantes, llev el acuerdo de votar por la evacuacin.
As, la Junta de Defensa, contra el criterio de M adrid, acord una evacua
cin ordenada de la ciudad.
La evacuacin de Donostia se hizo ordenadamente y una masa imponente
de la poblacin civil particip en ella temerosa del trato de los vencedores
sobre los desafectos al rgimen que pretendan instaurar y que no eran
temores para nada infundados como efectivamente sucedi. Los fascistas
permitieron la evacuacin sin perturbarla de ningn modo. El Estado
Mayor acord cometer algunas destrucciones en el ferrocarril y en el puerto
de Pasaia para sus respectivas inutilizaciones. Al anochecer del da 12, en el
tnel del ferrocarril cerca de Pasaia, se levantaron varios metros de va, se
lanzaron luego varios vagones al interior y, sobre stos, y a toda velocidad,
una locomotora. La intencin era retardar la normalizacin de los trans
portes entre Iruea y la frontera. En Pasaia se hundi un barco cargado de
cemento en el estrecho paso del puerto entre el Jaizkibel y el Ula. As el
puerto estara impracticable por un tiempo.
Se requisaron todos los vehculos motorizados, sin dejar ninguno a los
fascistas, para practicar la evacuacin. La desaparicin de la autoridad de
la Junta de Defensa no supuso las temidas escenas de histeria, ni robos ni
asaltos. Slo se incendi el edificio que sirvi de taller de armamento a las
Juventudes Libertarias. Los sindicatos pesqueros evacuaron la importante
flota de pesca de Pasaia y los barcos fondeados en Donostia.
87
=^=================^=====
La Gesta traicionada
89
90
La Gesta traicionada
poltica internacional del momento, se convirti en un banco de pruebas de
la ciencia y tecnologa militares de las grandes potencias. La cuestin inter
nacional y el apoyo extranjero sera una de las grandes insatisfacciones de
los contendientes del bando republicano y, como se ver, de los anarquistas
vascos, aptridas e intemacionalistas.
En cuanto a la situacin militar en Gipuzkoa, el da 20 de septiembre los
navarros ocuparon Orio, Zumrraga, Azpeitia y Azkoitia. Seis das despus
los nacionales entraron en la localidad de Arrasate a la bayoneta. Los mili
cianos republicanos se retiraban dando batalla en todo el terreno que aban
donaban. Desde Eibar su Junta organiz la resistencia, recopil armas, etc,
permitiendo sentar las bases de reorganizacin del Ejrcito Vasco. En el
bando fascista el general Franco lleg a Burgos para asumir todos los po
deres del nuevo Estado Espaol el 30 de septiembre y, al da siguiente, fue
proclamado jefe de gobierno. Este hecho coincide en su cronologa con la
concesin por las Cortes de la Repblica de la Autonoma a Euzkadi.
Los ltimos das de septiembre de 1936, con el grueso de las tropas
republicanas en retirada y con la falta de mandos directos sobre los milicianos,
las escaramuzas fueron escasas. En todos los casos se trataba de grupos de
milicianos que actuaban defendiendo el terreno guipuzcoano ante el avance
fascista y nunca como producto de un diseo estratgico. As, la cada de la
mayora del territorio de Gipuzkoa en manos de las columnas facciosas no
fue todo lo tranquila que hubieran deseado. En la marcha de la columna
facciosa que iba por la costa hubo un punto en el que la lucha adquiri
unos tintes intensos y dramticos. Fue en Itziar, junto al pueblo de Deba,
donde un pequeo grupo de anarquistas recin llegados de Bilbao defendi
sus posiciones, sabiendo de antemano su derrota ante una columna facciosa
superior en fuerzas. El precio pagado por los anarquistas fue alto, pues 7 de
ellos perdieron la vida en el combate.
En Bilbao, tras la llegada de un im portante cargamento de armamento,
la CNT, a pesar de la polmica por su sustraccin de armas en Donostia con
motivo de la rendicin de los cuarteles de Loiola, recibi el 29 de septiembre
568 fusiles para armar a sus milicianos. El reparto tuvo cariz poltico pues
el PNV dispuso de ms armas que milicianos tena mientras que, el resto de
milicias, se encontr en la situacin contraria.
91
92
La Gesta traicionada
de un ejrcito, la C N T celebr un Pleno para constituir un nuevo Comit
Regional mejor adaptado a las necesidades del momento. A la comarcal de
la perdida Gipuzkoa le correspondieron tres miembros: Julio Gmez, pana
dero; Altube, albail, y M anuel Chiapuso. Por Bizkaia, Rebolleda, amigo
ntimo de Arregui, director general de Seguridad; Shanti, metalrgico de
Sestao; Garca de Begoa y Angulo de Barakaldo. Se nombr Secretario
General a Manuel Foyos. Posteriormente se incorporaron, primero Jos Gil,
evadido de la Rioja Alavesa, de Bastida, y el militante conocido como Villamor, tambin huido de Bastida, representando a la comarcal de Araba. Para
no dejar totalmente aislados a los santanderinos se decidi que la comarcal
de Santander tendra estrecho contacto con la Regional sita en Bilbao y
que, por su intermedio, se relacionara con el Comit Nacional. En conse
cuencia, la Regional seguira llamndose del Norte, pero con una situacin
de hecho que la limitaba a Euzkadi. El hecho era que en Bilbao acuciaban
problemas muy diferentes que a los santanderinos en materia social.
Mientras se hacan estas reorganizaciones se produjo el fatdico primer
bombardeo areo de Durango. En Eibar se produjeron unos combates
intenssimos con gran nmero de bajas en ambos bandos e incluso luchas
cuerpo a cuerpo entre las mismas lpidas del cementerio de la villa armera.
En las milicias anarquistas de aquel sector murieron dos milicianas: Clara
Morn e Isabel Beritxinaga. La derrota fascista fue clara el 5 de octubre
en que, parada la incursin sobre Bizkaia en la sierra de Elgeta, el frente
quedara estabilizado siete meses, hasta la ofensiva general de Mola, ya en la
primavera de 1937. Los facciosos fueron repelidos especialmente en el alto
de Elgeta y en el de Intxorta.
El 7 de octubre, Jos Antonio Aguirre, por el PNV, constituy el Gobierno
de Euzkadi. El da anterior el FP acord designar un candidato del PNV. El
nuevo Gobierno orden los contraataques de Intxorta y Karabitza, Kalamua,
no lejos de Markina, Arrate y Campanzar. Las milicias populares se encon
traban bastante militarizadas y obedecieron las directrices del Gobierno. Los
frentes se fijaron excepto en el sector del Kalamua. Los nacionales atacaron
duramente con aviacin y artillera y luego asalt la infantera tomando
varias posiciones leales. Entonces la aviacin fascista, por error, lanz sus
bombas sobre su propia infantera. Los requets sufrieron bastantes bajas y
tuvieron que retirarse. Los milicianos retomaron sus primitivas posiciones y
volvi la calma al sector.
93
------
94
La Gesta traicionada
i rea que la FAI deba asumir la misma responsabilidad con respecto a la
( INT. La posicin del Presidente poda venir motivada por el deseo de
ijiie la FAI se responsabilizase en materia de colaboracin gubernamental
eliminando la sensibilidad crtica libertaria o por la conviccin de que la
repulsa de la FAI por estas labores polticas, eliminara elegantemente a
los libertarios del gobierno logrando as aparecer ante Europa como un
gobierno que no admita el anarquismo entre sus filas. Para los libertarios, su
inarginacin poltica acarreara dificultades de gestin y de organizacin, de
contacto con otros partidos y organizaciones sindicales, cosa que hasta ese
momento haban hecho por el intermedio de las Juntas de Defensa, favora
blemente para todos. La poltica, con sus intrigas, maquinaciones, maquia
velismos, personalismos y vanidades planteaba un grave dilema a los lderes
libertarios vascos que se vean enfrentados a perder su idiosincrasia frente a la
(irania de las circunstancias. La inexperiencia poltica de los libertarios y sus
incmodos prejuicios ideolgicos dio una frmula de la que Aguirre saldra
airoso en la prctica para no formalizar una alianza perjudicial a su poder.
Pero la falta de poder de los libertarios les supona tener a sus afiliados a
merced de actuaciones arbitrarias por tener intereses ajenos a los de partido.
Y el ejemplo concreto de esto ltimo vino de la evacuacin al puerto de
Bilbao de los pescadores de Pasaia del sindicato Avance Marino, adherido
a la CNT, con sus barcos y bienes. A medida que iba llegando la flota
evacuada de Pasaia al puerto de Bilbao, los naturales la registraron buscan
do los fusiles cogidos en el cuartel de Loiola y su dinero obtenido del fru
to de su trabajo colectivizado. Se hizo una campaa de denigracin de los
pescadores y la C N T y los lderes libertarios tuvieron que aclarar las cosas. El
botn de las autoridades bilbanas consistente en la suma de 22.000 pesetas
y 28 fusiles en un sindicato de 2.500 adherentes que efectuaban, unos, las
faenas de la pesca sin lucrar a explotadores y, otros, hacan la guerra con
lo que recibieron las soldadas correspondientes de la Junta de Defensa de
Gipuzkoa, eran motivos irrisorios para gritar a escndalo. Pero su exitoso
ejemplo revolucionario tena que ser combatido y vengado su deseo autogestionario llevado a la realidad. El Gobierno Vasco nombr un delegado que
tratara con los pescadores refugiados y sus relaciones fueron tensas.
95
=-
96
La Gesta traicionada
ile calzado, levantados sin medios ni capital, apoyados nicamente por los
sindicatos, que eran un vaso de agua en el mar de la economa vasca leal.
En la declaracin del Gobierno Vasco se hablaba de la coadministracin de
las empresas pero no se reconvirtieron realmente a una economa de guerra.
I .a intervencin en la economa creando empresas mixtas, nacionalizando o,
menos an, socializando brill por su ausencia. Slo se militarizaron algunas
empresas que producan para la guerra. Ante este panorama desolador para los
revolucionarios libertarios la C N T propuso a la U G T reuniones para tratar
problemas planteados por la guerra: la municipalizacin de las viviendas,
dadas las dificultades econmicas de muchas familias, nacionalizacin de la
tierra a partir de un cierto tamao, reformas municipales tendentes a que las
colectividades locales tuviesen ms autoridad y ms medios para defender
a sus ciudadanos, el control efectivo de la banca, etc. Pero, como en otras
ocasiones histricas, la U G T no quiso plantear problemas al gobierno.
D urante los dos meses de tregua, para no dificultar el trabajo guberna
mental, la C N T se dedic a varias tareas. Al margen del proceso de militari
zacin de sus adherentes y simpatizantes, que culmin en la estructuracin
de seis batallones llamados Bakunin, Malatesta, Isaac Puente, Saccoy Vanzetti,
Durruti y Celta, as como buena parte de un batalln republicano con cuyos
dirigentes la C N T se puso de acuerdo, su actividad consisti en llevar a
cabo una dinmica sindical de informacin y organizacin. Se produjeron
bastantes reuniones de las Federaciones Locales y mtines en las ciudades.
1.a C N T tambin se fue implantando y ganando posiciones en la cuenca del
Nervin en donde la poblacin se iba politizando.
La C N T se encarg adems de crear un rgano de prensa portavoz propio,
pues el peridico ugetista La lucha de clases les sirvi para las convocato
rias y los informes pero esto haca a los libertarios tributarios del sindicato
socialista. Adems la C N T quera dar a conocer a la opinin pblica su p
tica sobre los problemas de gobierno y de la vida en general. Manuel Chiapuso, como miembro de Propaganda del Comit Regional, con la ayuda
de dos miembros del sindicato de Artes Grficas de Donostia encontraron
en la calle Ledesma de Bilbao una imprenta que ya no poda trabajar por la
falta de pedidos y de obreros. El propietario accedi a venderla por 60.000
pesetas y se efectu la compraventa con la fe de un notario. Por la C N T
firm Angulo, administrador y tesorero del Com it Regional. La imprenta
posea bastante material tipogrfico, dos minervas y una mquina plana.
97
La Gesta traicionada
99
.- ........
100
La Gesta traicionada
Al terminar los fusilamientos, el responsable de los mismos reparti entre
los presos hojas con la letra de La Internacional que debieron cantar varias
veces. Tras los disparos y gritos de las vctimas, el pnico se adue del resto
de presos que empezaron a correr con los cabellos erizados y cubrindose los
rostros con almohadas, mantas y colchonetas, de una parte a otra, sin rumbo
ni propsito fijo, tirndose al suelo, acurrucndose y arremolinndose todos
ciegamente.
La opinin favorable a la defensa de la Repblica, pero alejada de los
extremismos, reaccion alarmada y se tomaron algunas medidas, entre ellas
la de colocar guardianes ms seguros y la mayora, por vez primera, de militancia nacionalista vasca.
Pero solo una semana despus, el 2 de octubre, otra vez se repiti el hecho
cuando, al saberse que un buque de guerra propio haba sido hundido por
la escuadra rebelde en el estrecho de Gibraltar, la marinera del acorazado
Jaime I, en esos momentos en Bilbao, tom al asalto el Cabo Quilates,
producindose una nueva matanza de la que resultaron vctimas, entre
otros, una docena de sacerdotes. Los guardianes intentaron impedir el asalto
pero eran slo doce y fueron materialmente arrollados por los exasperados
tripulantes del Jaime L.
Por lo que se ve, la responsabilidad de las matanzas en los barcos-prisin
no es achacable a los anarquistas. Pero el asesinato de 17 vecinos del pequeo
pueblo de Elosu el 20 de octubre de 1936 s se debi a elementos de dicha
filiacin. El culpable de dichas muertes fue Marcelino Urkiola, apodado
El Buey, natural del propio pueblo y trabajador en Bilbao, donde entr en
contacto y se afili a la FAI. Al parecer, antes de la guerra tena aterrorizados
a sus habitantes por su actitud pendenciera. Llegada la guerra le nombraron
capitn de un batalln de la C N T y lo destinaron a Elosu.
Ese 20 de octubre, Marcelino Urkiola se present en el pueblo en un
camin con algunos milicianos. Detuvieron a 17 personas y saquearon sus
casas. Con el producto del saqueo hicieron una juerga en un casero. En la
misma madrugada del da 21, tras la juerga, condujeron a los detenidos en
el camin a un monte prximo a Olleras y all los mataron.
Tras la cada de Bilbao, Marcelino Urkiola volvi al pueblo y se aloj
en la casa de su cuado, a quien amenaz para que no le denunciase. La
gente de Elosu se enter de que haba vuelto, rodearon la casa y avisaron a
la Guardia Civil que, finalmente, le detuvo. En el interrogatorio que le efec
101
102
La Gesta traicionada
Larrinaga era la mejor crcel con incluso oficios de misas todos los das.
El 23 de diciembre ingresaron aqu quienes ocupaban el Altuna Mendi,
con lo que, evacuados poco antes el Cabo Quilates y el Arnzazu Mendi,
desaparecieron los barcos-prisin de tan infausta historia.
Lo peor en cuanto a matanzas de presos derechistas en las crceles llegara
el 4 de enero de 1937. Entonces, todos los presos se encontraban ya entre
los muros de edificios supuestamente bien protegidos y el responsable del
orden pblico no era la Junta de Defensa de Bizkaia, muy volcada hacia
la izquierda, sino el gabinete de concentracin que presida el nacionalista
vasco Jos Antonio Aguirre. Su inters era mantener el orden pblico para
dar una imagen de Euzkadi civilizada ante las democracias europeas, sobre
todo ante la britnica, y tambin, para contrarrestar la propaganda rebelde
que sostena que el Gobierno Vasco como la Junta antesera incapaz de
controlar a los ms radicales de sus sbditos.
Sin embargo, de un modo imprevisto, el 4 de enero, y una vez ms a
consecuencia de la indignacin entre la poblacin causada por un bombardeo
areo de los alemanes, una m ultitud se lanz furiosamente sobre las crceles.
Un grupo con un sargento y un cabo al frente se dirigieron hacia la crcel
de Larrinaga. Esta prisin fue pasada a sangre y fuego con el resultado de 54
personas muertas. Por su parte, en la Casa Galera murieron 53 presos y en
los ngeles Custodios 109. Slo en el Carmelo, debido a la estratagema de
apagar las luces y lanzar contra el suelo bombillas que los asaltantes tomaron
por disparos y bombas de mano, salieron mejor parados, con siete muertos.
Pero lo peor no fueron las muertes en s, sino cmo se produjeron, ya que
los linchadores emplearon desde fusiles a pistolas, pasando por bombas de
mano, y an ms atrozmente, hachas y palos. Muchos presos fueron desfigu
rados, mutilados, arrastrados, mientras que se saqueaba y robaba, tanto sus
pertenencias como las de los guardianes, que, casi todos, haban huido. La
llegada al Carmelo de miembros de la Comisara de O rden Pblico sirvi de
bien poco, pues los guardias dijeron que no pensaban hacer uso de sus armas
contra el pueblo. En los ngeles Custodios estuvieron a punto de fusilar a su
director y a su segundo en el mando.
Estos crmenes causaron honda conmocin en el bando franquista y en
el Gobierno Vasco que public, de inmediato, una nota en la que anun
ciaba que iba a exigir responsabilidades a cuantos incumpliendo rdenes
recibidas, dejaron de actuar en los sucesos. El Gobierno Vasco decidi
104
La Gesta traicionada
de simpatas hacia los sublevados. Las Juventudes Libertarias le acusaron
de espionaje a favor de los fascistas en un informe muy duro: Fascista,
asesor jurdico del presidente Aguirre, propuso en abril de 1937 la fuga
en avin del jefe del Gobierno Vasco, dicindole que estaban perdidos. Al
negarse Aguirre, fue abofeteado por Jauregi que despus se jactaba de ello en
nna reunin de fascistas. Esta cita es del Informe sobre la cada de Bilbao
presentado por el Comit Inter-regional de Juventudes Libertarias del Norte
de Espaa al Comit Peninsular de la Federacin Ibrica de Juventudes
Libertarias.
Entre los imputados por los asaltos a instancia de Jauregi hubo algunos
milicianos de diversos batallones y, entre ellos, del cenetista Malatesta. Y los
nombres de los encausados en este proceso llegaron a poder de los franquis
tas a la cada de Bilbao, porque los autos del mismo no fueron destruidos
al abandonar el Gobierno Vasco la capital vizcana, como s, en cambio, la
mayora de la documentacin de la Consejera de Justicia. Esta negligencia,
probablemente intencionada, dio pie a que todos los funcionarios y milicia
nos cuya responsabilidad apareca en la instruccin judicial fueran ejecuta
dos por las autoridades fascistas por garrote-vil, procedimiento ste cuyo uso
sera excepcional en la represin franquista en territorio vasco.
105
2a Parte:
Anlisis del
CNT del Norte
La Gesta traicionada
109
.....--
110
La Gesta traicionada
111
112
mL
113
114
La Gesta traicionada
7.1. Revolucin terica.
115
116
La Gesta traicionada
7 .1.1. El C om unism o Libertario.
117
118
p ..
La Gesta traicionada
119
.......... .........................
fijar esta ausencia por turno riguroso, para que todos los colectivistas y no
solo una minora privilegiada puedan tener parte directa como gestores de la
asociacin. 3o La prctica del intercambio con el exterior har desaparecer la
moneda. 4o Este intercambio no debe hacerse con moneda por productos.
5o En vez de buscar oradores en la ciudad, lo que han de buscar los colecti
vistas son elementos tcnicamente solventes. 6o El problema de las escuelas
debe resolverse enseando unos campesinos lo que saben a otros para no
hacer burocracias. 7o Libre acuerdo y apoyo m utuo en todas las cuestiones
del exterior, por remoto que sea ste, sin que haya mas ttulo de ciudadana
que el trabajo y la cultura activa. 8o Supresin absoluta de prostbulos, cafs
y tabernas, lugares de abyeccin y degradacin. 9o Supresin absoluta de
retribucin monetaria e implantacin de trabajoprestacin personal a la
colectividad. 10 Q uem a de archivos en cuanto no se trate de estadstica
de poblacin, planos de su territorio, cuanta y calidad de cosechas, historia
local o comarcal, aspectos documentales de sus cultivos, industrias e inven
tiva. 1 I o Negacin de tributo, ya que si ste se quiere destinar a carreteras,
estas pueden construirse por federacin directa de productores interesados
con la consiguiente asesora tcnica, nunca permanente ni burocrtica. 12
Libertad de partida, trnsito y permanencia dentro de las posibilidades eco
nmicas, y a resolver los casos dudosos mediante publicidad y acuerdo. 13
Empleo de asambleas plebiscitarias con voz para todos los que opinen, sin
restriccin alguna. 14 Mejora de productos y seleccin, ayuda para estudios
y pensiones lejos del poblado, fomento del arte sin tarifa del espectculo
aleccionador y moral, de la excursin y de los deportes. Aliz concluye
diciendo que no se vaya al campo a dar lecciones, sino a recibirlas. Solo as
podra haber una corriente de simpata recproca entre el agro y la urbe,
demasiado retrasada sta para aleccionar a nadie en ningn sentido.
La sociedad antigua se basaba en la idea de autoridad. Por ello la nueva
sociedad haba de fundamentarse en la idea de libertad basada en la solidaridad
y el altruismo. El autoritarismo fue siempre cruel e implacable, brbaro y
opresor; por eso la sociedad antigua para templar algo los rigores de sus
excesos sola cubrirse con la careta de una moral contradictoria: la caridad.
La caridad fracas ante el fanatismo de los clrigos, ante el despotismo de
los reyes y ante la codicia usuaria de los propietarios. Los hombres averi
guaron, tras siglos de engaos, que la autoridad envilece las almas, humilla
a los pueblos y explota a los trabajadores y buscaron en la libertad, por la
120
La Gesta traicionada
rebelda, el fundamento de una civilizacin nueva, sin dioses, sin reyes y sin
amos. Pero la nueva sociedad podra naufragar si la libertad no se empapara
y sumergiera en la idea moral de solidaridad hum ana y en el principio del
altruismo. Estos principios informan el Comunismo Libertario y deberan
hacerlo en los sectores antifascistas.
Si el m undo haba visto perturbado el normal desarrollo de su vida por
toda clase de luchas, el factor generador de esto haba sido la desigualdad
imperante. Se repeta este fenmeno en todas las capas sociales. La
desigualdad econmica haba sido la inoculadora de todos los vicios
sociales. El robo, el asesinato, la estafa y el engao tenan como padre
nico esta desigualdad. La razn impona que la sociedad sacudiera cuantos
vicios mantena e imposibilitara, no por la fuerza, sino por la persuasin
y carencia de motivos, de que estados violentos pudieran producirse. La
guerra de entonces, se preguntaba un editorial, no tena como finali
dad, por parte de ellos, pretender afianzar el privilegio material de unos
pocos en detrimento de los ms, y, por consiguiente, el afianzamiento de
las luchas personales, de las perturbaciones sociales, del robo y del crimen?
Las normas de convivencia social y humana haban de ser modificadas en
su base para el futuro. La situacin econmica del pueblo debiera de ser
modificada en el sentido de que cada uno pudiera disponer de cuanto para
una vida lgica y racional precisara, con la sola limitacin que imponerles
pudiera la capacidad productiva. Una vez el pueblo en posesin de amplias
facilidades adquisitivas, terminara con los vicios y tiranas inherentes que
produca la excesiva acumulacin de bienes por un lado, y como duro
contraste con esto, la total carencia de lo ms imprescindible por otro. La
propiedad privada podra ser respetada en tanto no hiciera extorsin con
siderable a los intereses colectivos; pero en el mom ento en que pudiera ser
un perjuicio para los otros, la propiedad privada no tendra razn de existir
ni podra ser respetada. Los intereses de los ms as lo reclamaran, y por
reclamarlos deberan de sacrificar los intereses de los menos. Las industrias
y todo lo que fuera fuente de riqueza de la sociedad, no podran hallarse en
manos que tuvieran como nico inters hacerlas producir con arreglo a su
criterio y necesidades comerciales y puramente personales; stas deberan
de ser patrimonio general y deberan de producir con vistas a cubrir las
necesidades colectivas. C ontinuar por el mismo camino que haban venido
marchando hasta entonces, sera tanto como defraudar a los que en la lucha
121
dieron lo mejor que posean, y a los hombres del m undo entero, que fiaban
en la tierra espaola como la antorcha luminaria que iluminara el camino a
seguir de los pueblos todos, para su total emancipacin y liberacin econmica-poltica-social.
En conclusin, se ha visto en este epgrafe, que la revolucin por la que
luchaban los libertarios del norte se condensaba en la instauracin de un
nuevo rgimen social llamado Comunism o Libertario que conllevaba un
nuevo tipo de relaciones sociales sin precedentes en la Historia. El ideal
del Comunism o Libertario, con sus caractersticas particulares, era la mo
tivacin profunda de la participacin de los libertarios en la guerra y su no
reflejo en la realidad por las necesidades de la guerra lo convirti en anhelo
utpico siempre insatisfecho hasta que la derrota militar lo hiciera definiti
vamente imposible.
7 .1 .2 . La R evolucin Social.
122
La Gesta traicionada
Gobierno Provisional Vasco. Pero que a partir de entonces esto variara pues
la obra legislativa del Gobierno Vasco haba sido nula ya que no vean la
Revolucin Social como finalidad de la guerra.
Otro artculo del 10 de enero de 1937 titulado La U.G.T. En Euzkadi
dice que, en Espaa, la unin U G T-C N T era revolucionaria y que la
excepcin a sto era Euzkadi. Constata el texto que la U G T era mayoritaria
en Euzkadi y que marginaba a la CNT. El autor dice que no emular a sus
sindicatos espaoles por la Revolucin era traicionar su gesta. De aqu
vena el ttulo de esta obra que llama Gesta a la Revolucin Social, y su no
implementacin una traicin al proletariado espaol y mundial. El artculo
argumenta el lema intemacionalista comn de que la emancipacin de los
trabajadores era obra de los trabajadores mismos y cualquier otra cosa era
traicionarse. Dice que incluso el sindicato nacionalista vasco Solidaridad de
Obreros Vascos posea ansias transformadoras. Aade que la C N T deseaba
la unin del proletariado y hacer la Revolucin.
El Gobierno de Euzkadi no reconoca el derecho proletario a hacer la
Revolucin por la que ya se haba iniciado la guerra, a diferencia de otros
lugares del Estado.
En el editorial del 22 de enero de 1937 llamado C ontra toda tirana se
afirma que la lucha es anticapitalista, y que debiera desarrollarse sin secta
rismos y por un rgimen de igualdad y justicia social. Es una declaracin de
principios en esta primera fase definitoria de la Revolucin que, implcita
mente, critica al Gobierno Vasco por obstaculizarla.
Por su parte, en el editorial de fecha 26 de enero titulado Espaa ante el
mundo la redaccin del rgano libertario norteo informa que Espaa era
desconocida por el mundo, que no saba que estaba haciendo la Revolucin
Social.
Los polticos decan que el objetivo de la lucha se agotaba en el antifas
cismo y que la Revolucin Social era prematura. Frente a ello, la Revolucin
era consecuencia lgica de la guerra. La lucha antifascista, como sinnimo
de Revolucin, beneficiaba al capitalismo a pesar de algunas incautaciones
que eran una broma.
Jos Mara M arn afirma que la misin del mom ento era hacer la Revo
lucin Social. Aade que haba que combatir y criticar al gobierno si no la
haca.
123
.............
Por su parte, Fermn Arce firma el artculo con el largo titular Pese a la opi
nin de los polticos, la nueva estructuracin econmica y social corresponde
encauzarla a los sindicatos donde refiere que el Partido Comunista deca
que la nueva estructuracin econmica y social no corresponda encauzarla a
los sindicatos. El autor afirma que los partidos polticos encauzaban lo social
a sus intereses partidistas. Los polticos haban retardado la Revolucin y no
haban beneficiado a los trabajadores. Lo cedido por la poltica haba venido
por la presin sindical. La razn de ser de la C N T era hacer la Revolucin.
Finaliza diciendo que los partidos polticos tenan falta de responsabilidad.
O tro artculo firmado por Juan Expsito titulado simplemente
Socializacin del 9 de febrero ahonda en las diferencias entre la izquierda
vasca afirmando, en primer lugar, que la emancipacin de los trabajadores
se lograra con los postulados sociales de la Ia Internacional. Recuerda que
Marx crea en la va poltica y el Estado proletario, pero Bakunin crea en la
revolucin por la revolucin misma y la destruccin del Estado que era el
mayor enemigo del productor, ya que tena que vivir a sus expensas y de sus
esfuerzos. Expsito afirma a continuacin que a la libertad se llegaba por la
libertad misma. Finaliza sealando que la participacin poltica de la C N T
no significaba que dejara de ser apoltica ni que hubiera variado ideolgica
mente sino que eran los polticos los que tenan que variar. Esta ltima tesis
era una argumentacin falaz y hbil pues, segn el modelo revolucionario
de Malatesta, la participacin poltica era injustificable y aqu se ve el inicio
de los equilibrismos entre el ideal y la realidad.
Los trabajadores luchaban en la guerra animados por la visin de una
convivencia humana ms justa y equitativa que no se dara si ganara
el fascismo. En la retaguardia, por tanto, el deber era destruir todas las
injusticias por la revolucin. As, hacer la revolucin era imprescindible para
la pronta liquidacin de la guerra. El sistema capitalista, en su bsqueda
del lucro, no aprovechaba mucho las posibilidades de la produccin. La
labor revolucionaria haba de estructurar la nueva forma de produccin para
optimizarla y eliminar los parsitos contando con el trabajo manual e inte
lectual, la maquinaria y los recursos naturales. La base de la nueva organiza
cin econmica era el trabajo organizado en los sindicatos que pasaban de
combatir al capital a ser una organizacin puramente econmica.
124
I 4c' -
............
La Gesta traicionada
125
126
La Gesta traicionada
mezquino inters individual. Frente a los batallones con credos que traan
consecuencias lamentables para todos haba que oponer el ejrcito regular
del pueblo, fuerte, moderno y disciplinado. A pesar de que esto asustara a
la educacin libertaria, mientras las naciones fascistas tuvieran la libertad de
intervenir en Espaa, sta necesitara un ejrcito del pueblo que garantizara
su independencia porque era ms eficiente, no se poda esperar el apoyo de
las democracias y el apoyo del proletariado internacional nada poda contra
el fascismo armado.
La guerra haba venido a empujones de una gestacin revolucionaria.
Guerra y revolucin tenan que marchar y desarrollarse al unsono sin que
una no obstara a la otra. Una guerra al uso o una revolucin de quita y ponpodan terminar con un arreglo, con una maniobra o con una traicin. Una
revolucin verdadera era preparada por aos previos y costaba sacrificios al
pueblo. El pueblo que quera ser libre rechazaba que se hablara de paz con
los fascistas. Solo hablaban as los que queran vivir sin trabajar y los cobar
des en el extranjero pero el pueblo de ah no pensaba ms que en ganar la
guerra y laborar en su provecho.
Prometeo dice que uno de los pequeosgrandes inconvenientes de la
revolucin en el campo era el amor del campesino por la pequea propiedad.
Para persuadirlo de que la pusiera y trabajara en comn haba de ser por el
ejemplo ms que por la propaganda. Parece un artculo escapista que, de
forma hbil, preserva el sentir libertario revolucionario.
El 9 de mayo otro artculo dice que la movilizacin de los libertarios era
por y para la revolucin. Si el fascismo triunf en Italia, Portugal y Alemania
haba que culpar al conformismo poltico, a la educacin reformista de las
multitudes engaadas por promesas demaggicas. En Espaa no triunfara
el fascismo ni se volvera al ayer. Haba que defender desde la base las posi
ciones conquistadas en julio y haba que alcanzar an ms. Los libertarios
no eran ambiciosos o locos que ponan en peligro el triunfo en la guerra. Los
anarquistas no hacan de los pensamientos dogmas y de las tcticas reductos
sectarios. Pero si la burguesa se lanzaba a la reconquista de sus objetivos,
los libertarios tendran que alzar su voz y preparar sus fuerzas para acciones
posteriores de tipo transformador. Una anarqua implantada por decreto
era imposible ni siquiera a plazo. Pero el nervio del movimiento libertario
estaba en conseguir el mayor nmero de libertades. Posible esta libertad,
no se lograba en el Estado sino luchando constantemente en el centro de
127
= = -.............
128
La Gesta traicionada
de esta traicin ontolgica en la razn de ser del movimiento libertario que
tuvo posteriores implicaciones con el revisionismo y el politicismo.
Desde un punto de vista anarquista (como el elegido con la perspectiva
de Malatesta) la participacin poltica y otros aspectos de la actuacin de la
C N T durante la guerra y la dejacin revolucionaria en Euzkadi que supuso
por no existir suficiente preparacin psicolgica implic la traicin de los
propios ideales y principios y la defraudacin de la esperanza en la conse
cucin de mejores derechos de existencia para el proletariado vasco. Esta
constatacin de que la asuncin de cargos polticos fascin a los lderes
libertarios supuso la prdida de la inocencia de todo un movimiento en un
contexto francamente hostil y no previsto cual fue una guerra civil conven
cional en un m undo industrial para el que los tericos libertarios no haban
encontrado una lgica libertaria y tampoco se difundi, en un movimiento
de masas con abundantes recin llegados, la tradicin anarquista de un siglo
previo de luchas.
Por lo valorado, se concluye este epgrafe con las preguntas que se haca
un ltimo artculo del 20 de mayo de 1937 titulado Es ya la hora?.
Pregunta: Ha llegado ya la hora de ir preparando el futuro?. Los liber
tarios crean que si. Todo el esfuerzo haba de tender a conseguir el triunfo
pero asimismo no se poda olvidar la solucin que maana los libertarios
haban de dar a los problemas importantsimos que se hallaban planteados.
Los libertarios deban de guerrear para destruir, pero el complemento digno
de esto haba de ser estudiar para construir. Porque qu valor tuviera su
esfuerzo guerrero si no tuviesen un programa constructivo para despus?
Qu valor e importancia tuviera el destruir si fueran incapaces de crear? De
qu hubiera valido su heroico sacrificio si las cosas siguieran tal como antes
se hallaban? Se poda afirmar, sin temor a errar, que de nada!
7 .1 .3 . La unificacin sindical.
129
...........
......
de 1934 cuando en Asturias regin se cre una alianza sindical para llevar a
cabo la revolucin, bajo el famoso lema Unios Hermanos Proletarios, en que
el deseo de unin se vi cumplido. D urante la guerra hubo pasos y gestos
entre la U G T y la C N T a nivel estatal en pro de la unificacin. Sin embargo,
en Euzkadi, la U G T era mayoritaria y sto les hizo reacios a perder dicha
ventaja. Aparte, en el Pas Vasco haba mayor pluralidad sindical pues exista
el representativo sindicato nacionalista vasco Solidaridad de Obreros Vascos
que se posicion hacia el proletariado vasco. Durante la guerra, la unifica
cin fue un hecho en otras regiones espaolas del bando republicano a pesar
de las diferencias ideolgicas y con el objeto de llevar adelante la Revolucin
socialista no sin causa de la inicial fuerza anarcosindicalista donde venci a
la sublevacin militar. Numerosos artculos del C N T del Norte hablan de
este anhelo hondam ente sentido de unificacin proletaria por la unidad de
las centrales sindicales.
As, Solano Palacio en su artculo del 27 de diciembre de 1936 seala que
es necesaria la cooperacin de todas las fuerzas en la retaguardia, y especial
mente las de la C N T y la UGT. El autor se muestra favorable a lo que llama
federalismo sindical para estructurar el nuevo orden de cosas y resolver los
problemas diarios de cariz econmicosocial.
En el editorial del 9 de enero de 1937 titulado Control, no. Incautacin
se pone como ejemplo revolucionario el acuerdo C N T -U G T en Asturias
por el control de la produccin. Se define el control como incautacin de
los elementos de produccin por las organizaciones obreras.
El artculo, ya citado, titulado La U G T en Euzkadi dice que constituye
traicionar la gesta revolucionaria del resto de la Espaa leal la no unificacin
de la U G T y la C N T en Euzkadi. El autor ve la no voluntad de la mayo
ritaria U G T de unificarse con la C N T y su voluntad de marginarla como
una traicin al proletariado y al principio comn de la I Internacional con
su lema de que la emancipacin de los trabajadores debe ser obra de los
trabajadores mismos. Aade que SOV posea ansias transformadoras y que
la C N T deseaba la unin del proletariado para hacer la revolucin.
La victoria supona hacer la Revolucin mediante la unificacin de los
sindicatos. La unificacin sindical sacara partido a la guerra, obligara a los
gobernantes a acelerar la revolucin y proletarizara la masa neutra, como en
Asturias. Una vez ms se apela al ejemplo asturiano como modelo cercano.
130
La Gesta traicionada
El 26 de febrero vuelve Solano Palacio a la carga con un nuevo artculo
en el que dice que haba una campaa pro unificacin de los sindicatos
CN T y U G T pero el acuerdo no llegaba. U G T deca que la poltica estaba
por encima de los sindicatos y, por tanto, era absurdo creer que la industria
pasara al control de estos ltimos, y que el FP representaba la esencia de los
partidos polticos y, por tanto, las industrias seran nacionalizadas contra los
que pensaban lo contrario. Palacio seala que esta no era la forma adecuada
de buscar la unin. Cada uno tena que perder algo de sus aspiraciones pero
nadie poda imponer su criterio.
Meses despus, en el nmero 70 del peridico del da 14 de abril de
1937, el editorial Con paso firme vuelve a apelar a Asturias. Dice que
en Asturias haba vuelto a haber la alianza revolucionaria U G T -C N T por
el pacto firmado el 5 de enero. Un congreso de la U G T haba reafirmado
dicho pacto. La editorial indicaba que ese era el camino.
Seis nmeros despus, el 6 de mayo, el artculo llamado La C N T y la
UGT base fundamental del triunfo antifascista dice que sto era para crear
el Comunismo Libertario. Detecta sntomas de aislamiento internacional de
la U G T y un cierto acercamiento a la C N T
En el editorial del da 7 de mayo titulado Unidos hasta el final, dice
que la propaganda por la unin antifascista les sonaba a hueca al no verse
por parte alguna en la retaguardia. Misteriosos hilos impedan o retrasaban
la unin del proletariado vasco a semejanza de Asturias. La unidad de
accin era imprescindible, no ya para abatir al fascismo, sino para hacer la
revolucin.
En el peridico del 9 de mayo de 1937 ponen, en portada, un recordatorio
sobre un documento histrico de las dos Centrales Sindicales intitulado La
U GT y la C N T por la U N ID A D OBRERA. El Comit Nacional de la
C N T y la Comisin ejecutiva de la U G T instaban a estrechar sus relaciones
y unificar el proletariado para su emancipacin declarando facciosas las
organizaciones que pretendieran constituirse y desarrollarse al margen de las
dos centrales sindicales.
El 16 de mayo, Galo Diez firma el artculo Del momento. Leccin de
los hechos a travs de medio siglo largo de experiencias dolorosas en el que
el anarquista bilbano dice que en medio siglo de luchas entre el proletariado
sosteniendo dos luchas internacionalmente, una entre s y otra contra su
enemigo comn: el Capitalismo; el proletariado haba avanzado pero lo
131
132
La Gesta traicionada
aras de la nueva sociedad. Pero, como advierte Galo Diez, la experiencia de
medio siglo aconsejaba no fiarse de los manejos polticos que, si sobrevivan,
incumpliran sus compromisos por sus intereses partidistas y divisores del
pueblo. En Euzkadi, la C N T no logr una unidad de accin revolucio
naria con la U G T ya que su recelo m utuo vena enconadamente de lejos,
pero abandonarse en brazos de la poltica hubiera supuesto una traicin a
la razn de ser anarcosindicalista. Es claro que la C N T pona en un papel
predominante a los sindicatos frente a los polticos, pero la sociedad vasca y
el proletariado vasco estaba muy politizado a diferencia de otras regiones del
Estado en que la fuerza sindical era aplastante frente a los partidos polticos
de izquierda. El anhelo de unificacin se mantuvo en su lnea apoltica hasta
el fin, reforzada por la prdida del poder poltico de los anarcosindicalistas
que se vean cada vez mas arrinconados entre las fuerzas antifascistas tras los
sucesos de mayo en Barcelona y la crisis del Gobierno de Largo Caballero.
La unificacin sindical con fines revolucionarios, por tanto, fue traicionada
por una U G T de Euzkadi totalmente sometida a los dictados polticos con
trarios a la Revolucin Social a pesar de las apelaciones a su historia socialista
de los orgenes de la I Internacional.
7 .1.4. Espaolism o.
133
134
La Gesta traicionada
El 24 de febrero, un espectador firma el artculo dedicado al Congreso
Juvenil Libertario del Pas Vasco. En l se acord el carcter permanente del
Comit Interregional de Asturias, Santander y el Pas Vasco. Se suprimen
dos semanarios provinciales juveniles por uno interregional en Asturias que
representaba a toda la juventud libertaria del Norte, titulado Acracia.
Por su parte, el 7 de mayo de 1937, viene publicado el artculo titu
lado Espaa seguir siendo tradicin de libertad. Dice que siempre fue
Espaa la expresin del sentido liberal que impulsaron las civilizaciones.
Espaa pas slo un colapso al ser dominada por el clero y el militarismo.
La decadencia de Espaa no lo era de su pueblo sino de su plutocracia. En
esta guerra donde se ventilaba la libertad del mundo, Espaa estaba en la
vanguardia de los pueblos mas avanzados de la civilizacin moderna. Espaa
volvera a ser el vehculo de la tradicin revolucionaria y liberal. Este art
culo puede ser discutible, pero s est claro que da una visin nacionalista
espaola liberal.
Como conclusin de este sentimiento de nacionalismo espaol proletario,
se trae a colacin el editorial del 22 de mayo titulado Euzkadi la m rtir,
en plena batalla por Bizkaia. En l se afirma que un motivo que mova a los
libertarios a estimular ms su defensa al mximum de sacrificio era la ayuda
que les haba de prestar la Espaa antifascista.
Pero en aquellos instantes extremos de combates la esperanza deposi
tada en la Espaa antifascista haba de ser desigualmente correspondida.
Los principales armamentos en una poca industrial que determinaba con
ste carcter a la guerra no llegaron mayormente y la solidaridad se bas en
recursos y hombres de Asturias y Santander. Esto se coexplica por el aisla
miento del N orte desde el establecimiento de los frentes en la guerra. En
resumen, el espaolismo vena como reaccin a la falta de realismo poltico
de los nacionalistas vascos dominados por veleidades independentistas basa
das en cuestiones raciales y diferenciadoras.
135
-.............. .......... =
7 .1 .5 . El G obierno Sindical.
136
Bt-.
................... .....
137
138
If
--------- .................... -=
-----
La Gesta traicionada
139
I
140
La Gesta traicionada
Comentarios, se dice que sobre la unificacin del proletariado haba dos
tipos de opiniones. En Espaa, las fuerzas sindicales eran la expresin del
socialismo en sus variadas formas, y por esto tenan un punto principal de
coordinacin entre s. La diferencia era la forma de llevar a cabo su cometido.
Unos opinaban que tendra que ser por medio de los partidos obreros, y
que consista en que a los sindicatos no les crean capaces de estructurar la
economa y la administracin de la cosa pblica, o sea de los intereses de
todos los ciudadanos, y que, por lo tanto, se precisaba del director poltico,
hombre dotado de cualidades especiales de saber y disciplina. Los libertarios
opinaban que, por el contrario, los Sindicatos eran capaces de llevar a satis
faccin esta empresa, y adems, en mejores condiciones que los anteriores
y con mayor nmero de garantas. En primer lugar, los Sindicatos eran la
organizacin de la totalidad de los trabajadores, tanto intelectuales como
manuales, y si verdaderamente se aspiraba a crear una sociedad en la que
todos y cada uno aportaran un trabajo til a la sociedad, era innegable
que todos fueran sindicalistas por obligacin, pues era la nica manera de
hallar la solucin de orden tan precisa que se requiriera para la coordinacin
de la produccin y del consumo. Todava se pretenda hacer creer a los
trabajadores que no eran capaces por s mismos de resolver sus propios
problemas con disciplina y provecho? Estas preguntas retricas planteaban
as, mediante el autor del artculo, la posicin libertaria por la sindicalizacin
frente a las posturas polticas.
Los libertarios estaban persuadidos de que los polticos, empeados
siempre en el medro personal, eran incapaces de comprender el alcance tan
profundo que en s encerraba esa frase axiomtica de la Primera Internacional:
Los Sindicatos estn llamados a ser la base de la futura economa. Los
libertarios saban que los polticos, para conquistar proslitos, engaaban
una y otra vez al pueblo, mofndose de sus necesidades, de sus miserias y
de su dolor. Los trabajadores empezaban a comprender, en masa, que la
base de la riqueza de un pas se cimentaba en el trabajo, en la produccin.
Pues entonces era a los trabajadores a quienes tocaba administrar sus inte
reses. Haba que poner en movimiento todos los medios de produccin y
organizar el racionamiento del consumo.
O tro texto del 9 de enero de 1937, firmado por Castellanos, dice que
nunca, como en ese momento, los postulados de la C N T tuvieron tantas
probabilidades de realizacin. El fruto del titnico esfuerzo de la CNT, llegaba
141
1
Alfredo Velasco Nez
................
.... .............. - ... -..- ...........
142
La Gesta traicionada
el punto de vista econmico industrial. En l se centralizaba la direccin
y la administracin de los servicios, pasando de lo simple a lo compuesto.
Los sindicalistas repudiaban la profesin del poltico, el arte de gobernar. Ya
que no tenan relacin alguna con la tcnica de la produccin y que, por lo
tanto, al permanecer alejados del rea de la produccin y de la distribucin,
tenan que fracasar necesariamente en la direccin econmica de la vida.
Si se obstinaban los partidos polticos o las organizaciones anarquistas en
dirigir directamente la vida econmica del pas, conduciran a una dictadura
tan odiosa como todas. Las nicas organizaciones con capacidad suficiente,
por su heterogeneidad profesional, para dirigir y organizar, de abajo a arriba,
la economa social, eran los sindicatos de trabajadores manuales e intelec
tuales y, sencillamente, porque solo ellos se hallaban en contacto directo,
inmediato y permanente con los trabajos de los establecimientos industriales
y comerciales, con medios del transporte y comunicacin, con las oficinas
administrativas y las empresas agrcolas. Una vez logrado, en el Sindicato de
Industria, lo que los sindicalistas llamaban la sntesis de clase, desde el punto
de vista tcnico-profesional, la puesta en marcha de la nueva economa,
socializada o colectivizada, era cuestin de buena voluntad, de convicciones
profundamente revolucionarias, exento de todo inters partidista. La Clula
econmica de la vida moderna era el sindicato industrial y no el profesional.
Pero, tras este paseo por las cimas del sindicalismo, ste, en su base,
planteaba dificultades. As, el artculo del 16 de enero firmado por un Fac
tor, y titulado Trozos de carril, anima a engrosar las filas de los sindicatos.
As, vean que entre los ferroviarios haba desmotivacin y resistencia a la
participacin en la dinmica sindical. El sindicalismo exiga sacrificios que
una parte de la masa proletaria no estaba decidida a padecer entusiasta.
Mientras, la prensa desataba polmicas que indirectamente denigraban
la opcin sindical. Por ejemplo, se refiere a una de ellas el artculo del 19 de
enero firmado por el asiduo colaborador y polemista Luka-Zaga, titulado
Las cuentas de la lechera. En l se dice que desde haca unos das se haba
desencadenado en Bilbao una viva polmica entre peridicos de diversos
sectores polticos, que compartan la responsabilidad del gobierno de
Euzkadi. El motivo de la disputa era la forma en que despus del triunfo se
haba de desenvolver la vida en el Pas Vasco. Se invocaban los intereses de los
trabajadores y efectivamente eran suyos los que en esta guerra se ventilaban
y nadie mejor que los trabajadores mismos para su custodia. UGT, C N T
143
144
Im"
La Gesta traicionada
145
146
La Gesta traicionada
sin anhelos libertadores, capaz solamente de sentir necesidades de carcter
material, y llegaban a la conclusin de que ira solamente tras el que satisfa
ciera su hambre. Era una forma de justificar la necesidad de la autoridad y
del Estado. Segn ese criterio, el pueblo slo era capaz de producir, obedecer,
pelear y de satisfacer sus necesidades biolgicas. Se crea indispensable al
director, al jefe, al superhombre (?). En el terreno poltico, este prejuicio
haba hecho que se arraigara en algunas organizaciones el concepto de que
los Sindicatos obreros deban ir a remolque de los partidos polticos, y que,
como consecuencia, la economa, la asistencia social y la cultura deban ser
dirigidas por los polticos. Frente a ese concepto autosuficiente y centralista,
el Comunism o Libertario ofreca soluciones claras y sencillas. El hambre, la
miseria y la ausencia de libertad haban sido los efectos producidos por la
vigencia de la propiedad privada y por las instituciones religiosas, pedaggi
cas y autoritarias que haban contribuido a su defensa y a la justificacin de su
utilidad. No porque fueran de difcil solucin. La socializacin de los medios
de produccin y consumo era un medio fcil de establecer la igualdad eco
nmica y la justicia social. Para ello no se precisaban grandes conocimientos
cientficos, artsticos o literarios, sino voluntad de hacer, trabajar y establecer
la igualdad, la justicia y la solidaridad bien entendida. Slo era necesario que
los trabajadores constituyeran los Consejos Tcnicos y Administrativos en
cada centro de trabajo o de distribucin. Federados entre s, bajo una base
industrialista y tica, constituan un todo armnico que admita la variedad
dentro de la unidad orgnica. Los obreros manuales e intelectuales se asocia
ran, segn su profesin u oficio, en los sindicatos correspondientes de ramo
o industria. Habra tantos sindicatos, con sus consejos respectivos, como
mltiples y varias fueran las actividades a desarrollar para cubrir las necesida
des materiales, morales e intelectuales de los hombres: Consejos Industriales
de Produccin en sus varias formas, de Distribucin y Consumo, de Ense
anza escolar y universitaria, de Medicina, etc. En los Plenos y Congresos,
con la asistencia directa de los delegados de cada Consejo Local o Comuna,
se establecera, en lneas generales, el plan de economa, de cultura e higie
ne a desarrollar. En la discusin de estos problemas intervendran, previa
la confeccin de un orden del da que se discutiera en cada pueblo y sin
dicato, todos los trabajadores manuales e intelectuales, los estudiantes, los
nios, las mujeres, los ancianos y los intiles. En estas asambleas se nom
braran los delegados que habran de representar a la Com una o Consejo
......
148
La Gesta traicionada
y mundial, sino que haban de defenderse y reivindicar este ejemplo, al que
se le quera poner empuaduras de descrdito, calumnias e injurias. No
podan presentar a los ojos del pueblo espaol toda la trama que se teja en
torno al prestigio de los libertarios, porque esta trama se basaba en mltiples
hechos aislados, que de por s parecan inocentes y faltos de inters, pero que
en conjunto formaban todo un plan de ataque a la organizacin libertaria
premeditado y tanto ms odioso cuanto que se basaba en insidias y en apre
ciaciones que se salan de la realidad. Se haba presentado la socializacin
como algo catico y fracasado, como culpable de la desorganizacin que
poda haber en la retaguardia valenciana cuando en realidad la socializacin
110 se haba hecho ni se haba organizado, porque para ello se precisaba
una transformacin econmica y social completamente opuesta a la que les
haba legado el rgimen burgus (y que exista el propsito de perpetuar);
a lo sumo haba habido colectivizaciones que por la desorganizacin exis
tente no haban podido ser debidamente organizadas y coordinadas. Como
prueba irrefutable de que la socializacin no haba fracasado, presentaban
el caso de Aragn, cuyos pueblos, de una forma callada, haban puesto en
prctica ciertas fases de la socializacin, no todas, que les permitan vivir
sin apuros y sin problemas internos, una vida de trabajo y de convivencia
social con arreglo a los postulados libertarios prescindiendo del dinero para
la vida interior del pueblo; exigiendo a todos y cada uno de sus habitantes
tiles, la presentacin del carnet de productor que les daba derecho a parti
cipar de la satisfaccin de sus necesidades con los productos que se ponan
all a la disposicin de los vecinos. No haba vagos, no haba abusos, no
haba desorden; haba sabotaje por parte de quienes estaban en la obligacin
de ayudarles en sus problemas (intercambio, tcnica agrcola, etc) y no lo
hacan por tratarse de Aragn, del Aragn anarquista. La campaa de ciertos
sectores, que en todo mom ento hablaban de que lo importante era ganar
la guerra, prescindiendo de los partidismos y de los deseos de hegemona
contra el frente inactivo de Aragn (en el que la mayora eran anarquistas)
que no hacan nada contra el enemigo. La realidad... otro sabotaje. Sabotaje
de armas, tanques, caones, aviacin y hasta vveres por quienes tenan en sus
manos todo lo relativo a estas cosas y, por lo tanto, no saban si ambas cosas
estaban relacionadas por lo coincidentes: por una parte, sabotaje; por otra,
una campaa de descrdito; ya la CNT, la FAI y las JJLL de Catalunya, salie
ron al paso de esta maniobra asegurando que, con caones, fusiles, tanques
149
.......... .........
150
La Gesta traicionada
La C N T en Euzkadi sabra imponer por la fuerza de su lgica, pese a la
abstraccin de que se la haca objeto. No se podan mantener a las organi
zaciones obreras como instrumentos de los partidos polticos. Se insista,
y coincidan todos, en que haba que llegar a la sindicacin forzosa, como
medio de control y fiscalizacin ms eficaz, al tiempo que se consegua coor
dinar la funcin individual segn facultades, dentro de la seccin de oficio
o profesin correspondiente. Es decir; todos los productores individuales y
manuales definidos y clasificados. Era de aqu, de los sindicatos, de donde
haban de salir los hombres que asumieran la representacin en el Gobierno.
Era de esta forma, y de acuerdo con el momento de guerra que vivan todos
como los libertarios podran depurar lo que de malo hubiera. Y no era que
la C N T fuera contra la poltica propiamente especfica o doctrinal; no. Lo
que la C N T haca era arremeter contra los desaprensivos que haban hecho
de la poltica una profesin de zancadiileo; prctica de la que todava que
daba como muestra la actual guerra. El que no cupiera en el Sindicato era
porque careca de profesin: era un parsito, era probablemente enemigo
de los libertarios. Perteneca a la clase que viva de sus rentas (?), alejado
de la idea de ser til... Haba que rechazarlo! Persistir en dar la exclusiva
de la direccin de la retaguardia y de la guerra a los partidos polticos era
mantener el motivo de desconfianza entre los verdaderos trabajadores. No
se viera en este Alerta de los libertarios motivo tendencioso alguno. La
C N T haba guardado silencio mientras lo haba considerado prudente. En
ese momento, que vea en ciertas actitudes un peligro, se limitaban a llamar
la atencin y a sealar normas de colaboracin que hicieran eficiente la labor
de la retaguardia. La mitad del artculo apareca censurado y es, sin duda,
un sindicalismo politicista al querer llevar al Gobierno la postura que mues
tra. En este sentido, apuesta por una sindicalizacin forzosa y coactiva para
crear el rgimen sindical. Era la llegada a puerto de la deriva de la guerra en
cuanto al sindicalismo de la CNT.
Com o conclusin de este subepgrafe, se ha visto al Sindicato como
institucin social fundamentadora de un nuevo rgimen proletario
basado en el trabajo y la satisfaccin de las necesidades sociales por el
productivismo industrial econmico. Consideran los autores referenciados
que el sindicalismo supona un rgimen democrtico ya que reconocera
la personalidad individual de los trabajadores que constituan no solo la
mayora social, sino la ms importante y adecuada a la nueva sociedad
. .. .
152
La Gesta traicionada
mo y nunca ser impregnado de dosis de sindicalismo un anarquista. Se ha
ba hablado de labor constructiva pero slo haba habido huera oratoria.
El trabajador haba aumentado su coeficiente cultural pero solo haba de
ser eso, un trabajador. El trabajador haba de perfeccionarse en su oficio y
no pretender ser un gran tribuno. Estas referencias muestran claramente el
clsico anti-intelectualismo anarquista ms creyente en el hacer que en el
decir.
Por su parte, Luka-Zaga firma el texto titulado Una hora de
meditacin, en el que dice que le haba gustado perder unas cuantas horas
para dedicarlas a la meditacin, a la reflexin, a la fiscalizacin de sus actos,
de su conducta, de la inversin de su tiempo, de toda su vida. Y siempre
en s mismo, haba encontrado errores que subsanar y tiempo perdido que
se precisaba aprovechar. Haba un enemigo que estaba en la retaguardia:
la irresponsabilidad. El m undo caminaba con pasos de gigante hacia una
profunda transformacin social y la revolucin sera anarquista si los que
as llamndose cumplan con su deber, hacindoles responsables si, por su
desidia o dejadez, esa revolucin se desviase. Estos conceptos se unan a la
tradicin libertaria de la libertad como responsabilidad y deber, tan cara a la
doctrina anarquista.
R. de la Mata en su artculo titulado Revolucin terica y revolucin
prctica interviene evitando tergiversaciones. Dice que siempre haba sido
objeto de tergiversaciones caprichosas la palabra Revolucin, pero quizs
nunca lo hubiera sido tanto como en esos momentos. Los revolucionarios
del mom ento se haban formado un concepto de la revolucin que podra
resumirse en catastrfica para el sentido puritano de la Libertad y llegaban
en su concepto a llamar antirrevolucionario a todo el que tuviera una idea
diferente de los momentos de entonces a la que ellos tenan. Los anarquistas,
que crean que la causa de sus dolores eran el Estado, sus fuerzas coercitivas
y el capitalismo, y entonces resultaba que eran su felicidad, sus aliados y
su salvacin. Aplicaran al momento su concepto terico de la revolucin
en el campo y empezaran la revolucin prctica, dejando a un lado a estos
bien venidos del momento, con sus descubrimientos asombrosos. Con esta
irona, el autor advierte desde su forma de vida revolucionaria contra los
excesos lingsticos que daban gato por liebre. El concepto de Revolucin
no estaba bien, por lo tanto, en boca de todos. Haba mistificaciones intere
sadas del concepto revolucionario, para nada anarquistas.
153
154
fr-
- -
155
I&
156
.............- =
La Gesta traicionada
157
158
wp
----- ..........
.........-
La Gesta traicionada
159
160
La Gesta traicionada
unos motivos de satisfaccin y orgullo al poder comprobar que no fue estril
su sacrificio.
Com o conclusin de este subepgrafe, hay que decir que el matiz anar
quista no fue en el C N T del Norte tan marcado como el sindicalista, y la
defensa de sus postulados dbil y contemplativa de los acontecimientos, sin
tratar de influir en ellos. El seguidismo de las directrices de la C N T fue
sin resistencia especfica y bastante autocomplaciente, en vez de conformar
el elemento que diera sal al escamoteado proceso revolucionario. La razn
puede deberse a la poca calidad humana de los anarquistas vascos de la poca
y a su carcter minoritario, aparte de la autocontencin que supona tener
que tragarse las ruedas de molino que las circunstancias blicas supusieron
para el tradicional discurso libertario que pas a un segundsimo plano.
7 .2 .3 . C ooperativizacin.
161
162
La Gesta traicionada
vergonzosos. Uno de estos casos era el de Abastos. En el Ayuntamiento de
Bilbao se haba denunciado a los almacenistas de garbanzos por vender este
artculo con un 80% de beneficio. Estos sinvergenzas eran precisamente,
con su actuacin y con el asentimiento de los que debieran de cortar estos
abusos, uno de los factores determinantes del malestar y de la depresin
moral que se observaba en el pueblo. La paciencia de ste tena un lmite
y era preciso no desbordarle para que inconscientemente no se prestara al
juego de los que a la sombra acechaban y esperaban el mom ento oportuno
para hundir definitivamente al movimiento que les haba de redimir. Expo
nan un ensayo libertario, basado en el principio cooperativista que era el
que poda normalizar estos abusos y, por consiguiente, elevar la moral del
pueblo y del miliciano.
El 2 de febrero viene publicado en el C N T del Norte el artculo titulado
Soluciones. Sobre el abastecimiento, donde se plantea claramente la
alternativa cooperativista. El problema no tena solucin adecuada mientras
no se dejaran de lado los intereses ms o menos sagrados de los comerciantes,
almacenistas y vendedores. Por eso, los libertarios daban su solucin
prescindiendo de los citados intereses, entendiendo que los intereses del
pueblo estaban contrapuestos en absoluto con los de los que comerciaban
con sus necesidades. La piedra angular para su solucin eran las Coope
rativas de Consumo por barriadas. En cada barriada, el Ayuntamiento de
barrio entregara a cada familia un padrn, en el que los interesados haran
una relacin del nmero de familiares y una serie de datos para organizar la
estadstica; condicin de cada uno de los familiares dividida en 5 clasifica
ciones: I a Milicianos (Estos coman en los cuarteles). 2o Presos (Coman en
las crceles). 3a Nios menores (Diferente racionamiento, previo estudio de
los mdicos sobre la edad). 4a Enfermos (Racionamiento diferente, previo
certificado del mdico). 5a Personas sanas (Trabajen o no). Otros detalles
de importancia a llenar en el padrn seran: Profesin y lugar donde se
trabaja para estudiar una posible sobrealimentacin de los trabajadores en
faenas pesadas; condicin de refugiados (para que siguieran consumiendo
en los comedores colectivos, o para establecer cooperativas especiales).
La distribucin de los productos correra a cargo de las Cooperativas de
barriada, a las cuales regulara la Direccin local de Cooperativas, encar
gada de transmitir los pedidos al Departamento de Abastecimientos y de
163
164
Bp1
--------------
La Gesta traicionada
165
....
166
La Gesta traicionada
7 .2.4. Colectivizacin.
167
168
La Gesta traicionada
lejanas pocas, agudizaba constantemente con nuevos fraccionamientos por
el sistema hereditario de la propiedad privada, transmitidas de padres a hijos
de unas a otras generaciones, tropezaba con tantos inconvenientes, que el
buen sentido aconsejaba suprimirla de raz. La pequea propiedad tropezaba
en el orden econmico, con toda clase de dificultades. Condenados los
pequeos propietarios, desde haca mucho tiempo, a una vida precaria dada
la exigua produccin, se vean compelidos a soportar mltiples privaciones
despus de jornadas agotadoras, donde las horas del da les resultaban insu
ficientes, cargados de dbitos la mayora, y sin crdito para proporcionarse
aquellos abonos qumicos necesarios a sus tierras para reponer los desgastes
efectuados por una produccin ininterrumpida, llegando la poca de nitratarlas sin poder hacerlo, reduciendo as su produccin y acrecentando sus
miserias. Mas esto no era bice para que el Estado reclamase a tiempo sus
tributos, embargndoseles si ste no poda satisfacerlos. El pequeo propie
tario, por la simple razn de serlo, se haba unido abiertamente a la causa del
Estado, de la burguesa; se haba convertido en su defensor, en un socio ms
de su razn social, siguiendo el ritmo iniciado por la burguesa con la Revo
lucin Francesa. A su lado se crea amparado; para eso haba un cmulo de
leyes y gendarmes para garantizarle ese derecho de propiedad privada, sin
jams cruzar por su mente la idea de que era copropietario, devenido a triste
la condicin de arrendatario. Q ue el nico propietario era el Estado, ya que
cobraba renta (tributos) por las tierras, embargndoseles y vendindoselas a
otros cuando ste no poda pagarlas. A pesar de todas las anomalas apun
tadas, el pequeo propietario se hizo a la idea de que aquellas tierras eran
suyas, y sobre ellas puso todos sus afanes y desvelos. En defensa de ellas, por
un mojn arrancado, o simplemente tumbado; por un extremo tuerto; por
algn fruto destrozado pleite con sus vecinos, con sus hermanos. Pic el
anzuelo que le tendi la curia. En los conflictos surgidos entre el capital y el
trabajo se puso abiertamente al lado del capital, desarrollndose en l una
mentalidad con resabios burgueses.
C ontina el artculo de Prometeo el 14 de marzo, y dice que tal es la
psicologa del pequeo propietario, salvando las excepciones que toda regla
tena! Y a modificarla en un sentido radical, deban tender las prdicas liber
tarias y actos comprendiendo que la base fundamental de la transformacin
que se operaba radicaba en el campo, en el buen cultivo y aprovechamiento
en su rendimiento mximo. Y para ello necesitaban la cooperacin decidida
169
..... ...............
La Gesta traicionada
171
172
La Gesta traicionada
por el fascismo tena recursos alimenticios suficientes para mantenerse
modestamente. Sin embargo, esta posibilidad poda sufrir un serio golpe si
no se saba organizar sus recursos, ya menguados, en forma de utilizarlos lo
mejor posible. No era admisible que en periodo de guerra la vida material
de la poblacin estuviera entregada al inters particular en una minora de
personas -aunque figuraran entre ellas empleados sindicadosque viviera
del comercio. Estas personas pensaban ante todo en ganar dinero. Fabri
caban y vendan alimentos de lujo. Se venda sin control. Durante 5 meses
hubo un verdadero derroche de productos alimenticios. Sabiendo que sus
fuentes de produccin no eran muy abundantes, cualquier persona sensata
poda prever las colas actuales. El caso era saber si seguiran entregando la
satisfaccin de las necesidades ms primordiales al arbitrio de esta minora.
El caso era saber si toleraran que continuaran acumulando vveres quienes
de dinero disponan, o aumentando su precio quienes los tenan en manos.
Haba muchos modos de sabotear las revoluciones y la resistencia de las
poblaciones. Uno de los mas eficaces y seguros era, precisamente, ste de
crear descontento en las masas provocando el hambre del pueblo. Las colas
se terminaran organizando la distribucin en forma adecuada. Deba cesar
el despilfarro y terminar las ocultaciones de productos a que se entregaban
tantos comerciantes, con afanes de especulacin. Deban terminar el privi
legio, la injusticia, que permita al burgus, antifascista forzoso, comprar 3
o 4 veces ms productos que un obrero. Deba terminar el espectculo del
mendigo. Esto era indigno de la Espaa antifascista. No bastaba adoptar
medidas de tiempos de paz, limitar los precios, castigar con la prisin a los
comerciantes que robaban en el peso. Haba que socializar la distribucin.
La sociedad deba ser duea de sus medios de existencia, de lo que produca
y necesitaba y dominar el mecanismo de su distribucin. En todas las pobla
ciones, la compra de los artculos alimenticios deba entregarse a los Comits
centrales de abastecimiento o las filiales de los mismos. Empicese en todas
partes donde se pudiera, sin esperar rdenes ni autorizaciones. En toda esta
lucha la iniciativa de abajo precedi e indic el camino a la de arriba. Tme
se cuanto antes y en la mayor escala posible. Era imperioso, era inaplazable.
A. Riones escribe el artculo del 11 de febrero titulado Problemas
que plantea la revolucin. Desarrollo industrial y desarrollo agrcola. Dice
que las industrias siderometalrgicas de las mrgenes del Nervin haban
reducido su capacidad productiva a la mitad y los obreros trabajaban a 4 y
173
174
La Gesta traicionada
el material haba de emplearse en un elevado beneficio comn que estaba
por encima y muy lejos de sus miserables egosmos. Este sabotaje, ms o
menos consciente, de cuyo desarrollo haba gentes interesadas y que ni
siquiera justificaba seguir la deficiente alimentacin a que estaban sometidos
porque todos la padecan, estaban dispuestos a sacarlos a la vindicta pblica
y a proceder en consecuencia, ya que habran de catalogar como se merecan
a quienes a la altura de hechos que haban llegado, no saban ponerse a
tono con ellos para salvarles de inminente peligro circunstancial (la guerra),
e ir sentando los pilares del anhelado porvenir. Bien que a quien por su
esfuerzo se lo merezca, se le beneficie del sobreracionamiento que permitan
las posibilidades del momento. Para su justa aplicacin exista una comisin
con representacin de las tres sindicales: UGT, STV y CNT, titulada Sobreracionamiento o super-alimentacin, de la cual formaba parte un miembro
de este Comit en cuyo inflexible espritu de equidad confiaban, pero
condenable, que eran sus groseras protestas, los eternos triperos de cabeza
vaca, formaron la piedra de alteraciones cuyas consecuencias no era difcil
precisar de antemano; la consciencia de lo cual les haba obligado a salir con
esta nota y a prevenirse adecuadamente. A trabajar con la mejor voluntad
posible, y si haba injusticias en forma de irritantes diferencias, aydense
todos a subsanarlas, pero pertrechndose antes de una conducta que, por
lo edificante, diera autoridad moral para aplicar la sancin que cada caso
exijiera. Como se ve, un comit sindical se enfrenta a la irresponsabilidad
laboral en un contexto blico. Se sabe que muchos trabajadores vieron
empeoradas sus condiciones de existencia bajo la autoridad de los sindi
catos que se amparaban en la excepcionalidad de la guerra. Esta resistencia
pasiva a la disciplina sindical impeli a los sindicatos a someterla al reproche
pblico y a amenazas y coacciones. Tambin, muchos trabajadores no
perciban la situacin blica y no queran sacrificarse ante la nueva auto
ridad que les infliga este mal. La guerra apareca lejana y ficticia, pero los
intereses inmediatos de los trabajadores se vieron recortados y se acusaba el
descontento con los sindicatos y las nuevas autoridades.
Como se ha visto por estos pocos ejemplos, la sindicalizacin social
empleaba los mismos rganos y formas de estructuracin que en el periodo
de resistencia al Capital. Bien est que esta labor constructiva revolucionaria
se dedicaba a nuevas materias de organizacin. Lo ms interesante es que los
sindicatos, como estructuras de orden, tenan tambin una funcin discipli
176
La Gesta traicionada
Confederacin Regional del Norte, considerando el hecho como un atrope
llo cometido contra toda ley y justicia.
Por tanto, tras los 100 primeros das del Gobierno Vasco ejerciendo sus
funciones, se acababa la cortesa del silencio y se daba patente de crtica la
C N T a s misma para expresar su malestar por su marginacin y el escamo
teo de la revolucin que se estaba realizando. As, Juan Expsito firma el
texto Se puede opinar? el da 19 de enero de 1937, donde dice que tenan
un gobierno provisional y un Estado provisional tambin, y a este Estado
podan y deban juzgar sus actos, sus hechos y sus disposiciones. Siempre se
haba dicho que la opinin era libre y que libre deba de ser toda la labor
crtica, cuando esta labor no daaba y perjudicaba a la labor defensiva con
tra el enemigo que haban de destruir. La censura deba atenuarse, deba de
corregirse y deba dejar paso libre a la obra de depuracin, en tanto esta obra
no perjudicara al conjunto de defensa militar contra el fascismo. Por todo se
les deba dejar opinar y no tenerlo que hacer fuera del territorio vasco.
El 21 de enero de 1937, LukaZaga firma el artculo titulado Sin nimo
de polmica. Para Euzko Languille, donde dice que Euzko Langille haba
publicado refirindose a la CNT: Quien perjudique la labor de nuestro
Gobierno, es un fascista o un revoltoso. Hay que tratarlo como si fuera un
enemigo!. Se les acusaba a los libertarios de crear dificultades al gobierno.
No era cierto. Los libertarios deseaban que el Gobierno de Euzkadi no se
dejara arrastrar por influencias extraas que le desviaran del camino de la
victoria. Y quien sealaba las faltas con nimo de que se subsanaran no era
un enemigo. La C N T consideraba que quien adverta un error que pudiera
acarrear serios perjuicios a la Revolucin y los silenciaba, era responsable por
encubridor del dao que se pudiera ocasionar. Pero cuando una y otra vez se
presentaban denuncias claras y concretas y quien estaba en la obligacin de
atenderlas no se daba por aludido qu recurso le quedaba a quien no tena
representacin en los organismos rectores de la vida del pas? Forzosamente
tendra que manifestarse en la calle para que el pueblo supiera cul era su
opinin en el asunto que se trate. Los anarquistas no obstruccionaban por
el afn de obstruccionar. Deseaban la unin de todos los antifascistas y
principalmente de todos los trabajadores. En la misma disposicin crean
al resto de las organizaciones obreras. Pero tenan los libertarios la culpa
que en algunos partidos polticos no se advirtieran de una manera positiva
sus cantadas manifestaciones unificadoras? En cuanto a la investigacin en
177
= ^ ^ = ^ ^ ^ = ^ ^ = = ^ = = = =
178
Br
La Gesta traicionada
179
180
La Gesta traicionada
Habilidoso no lograran hacerles perder la serenidad, ni desviaran la
trayectoria que se haban marcado. La crtica libertaria a su labor guberna
mental sera implacable, pero sin veneno ni vesana; honrada, con salvaje
honradez; animados de un solo deseo, poner al desnudo el cuerpo que rega
los destinos de Euzkadi, para ver si en l haba lacras que merecieran un
tratamiento especial.
Como se ha visto, aparte de las quejas cotidianas como la anterior, el
peridico libertario apost, como vocero de la C N T nortea, por la crtica
constructiva de los errores, a su juicio, de las actuaciones del Gobierno Vasco.
Pero, en toda guerra, la verdad es la primera vctima y la protesta contra la
autoridad la debilitaba en un mom ento crtico. Esta actitud libertaria, de
dignidad opositora, supuso el incidente de la incautacin del propio peri
dico basado en el mismsimo principio de autoridad del Gobierno Vasco,
que as pretendi matar varios pjaros de un tiro, y uno de ellos, precisamen
te, la molesta crtica libertaria a su querido y necesitado cierre de filas con la
excusa del antifascismo. Hay que resaltar, del efecto de la censura se hablar
en otro lugar, que esta funcin o estrategia del criticismo era fundamental en
la concepcin ortodoxa de Malatesta que se ha aludido como papel o medio
revolucionario de los anarquistas en la prctica de la Revolucin. Es indu
dable, por la represin del Gobierno Vasco, que la funcin de crtica se hizo
a la altura de las circunstancias con valenta y responsabilidad, no dejando
que el poder definiera su papel y sentido, sino desde la propia conciencia y
temperamento libertarios.
7.2.8. Culturizacin.
181
182
La Gesta traicionada
Liberto Lucarini es el autor del artculo titulado Temas sociolgicos
de actualidad. Sinceridad y consecuencia objetivas, factores del espritu
progresivo, que dice que misin constante del idealista deba ser la
educacin del pueblo, siguiendo una lnea de conducta bien definida, que
aportara orientaciones precisas del objeto que se persegua. Era frecuente
de la exposicin ideolgica del orientador chocara con un ambiente refrac
tario a la asuncin de sus concepciones integrales o totalitarias, debido a la
informacin sectaria y tradicional del pueblo; pero ello, en lugar de deprimir
su animo deba servirle de acicate para poner ms ardor y fuerza de voluntad
en la empresa emprendida, hasta lograr neutralizar los efectos nefastos de
una educacin arcaica y de un medio ambiente conservador. El idealista,
con el escalpelo de su voluntad, no deba cejar hasta conseguir transformar
las interpretaciones equivocadas que con respecto a la Economa, Medicina
y cultura general privaran en los hombres y en los pueblos objeto de su
accin cultural y propagandista. Actuaba constantemente, siempre intran
sigente con toda interpretacin errnea de la vida en cualquiera de sus
aspectos ideolgicos, morales o intelectuales. Combata el error y el mal
ah donde se encontraran, dando normas de espritu constructivo para
corregir lo defectuoso y superar lo mediocre. Los idealistas que supieran
observar una lnea de conducta tal que no cedieran por bienquistarse con
los dems y que adems supieran abstraerse del medio ambiente castrador
habran conseguido labrarse una personalidad bien definida, que al ponerse
al servicio de la colectividad para su elevacin moral, cultural y econmica,
haban de reportar innumerables beneficios progresivos a la Humanidad.
Inconformistas contra todos los defectos, pulverizaban los prejuicios de
casta y religin, y con un sentido innovador en lo que ataa al sentido
cosmopolita, universal y humanizador, emprendan entusiastas generosas y
nobles cruzadas para formar el alma del maana, henchida de anhelos de
perfeccin y grandeza. Hombres de carcter incorruptible y autoiconoclasta
mantenan su personalidad contra tirios y troyanos, aun cuando eso supu
siera la existencia de una vida continuada de privaciones. La satisfaccin
del deber cumplido superaba en grado mucho a los dolores sufridos. En su
anhelo de libertad y justicia combatan la idea religiosa por ser contraria al
progreso y emancipacin humana.
184
La Gesta traicionada
funcin creaba el rgano y el nio aprenda a andar andando. La sociedad
que vivan hasta el 19 de julio, era una forma de convivencia social que no
poda ni deba de repetirse. Aquella se hallaba basada en que la mitad de ella
viva y se desarrollaba a costa de la otra mitad. El dolor y la miseria de unos
era la alegra y la opulencia de los otros. Todo era mercantilismo; todo era
susceptible de compra y venta. Ni los hombres ni las cosas tenan otro valor
que el que pudiera ser equiparado a una mayor o menor cantidad monetaria.
El amor al prjimo? Los sentimientos humanitarios? Nada; nada tena
efectividad! Pero de estos hechos no eran responsables los que lo realizaban:
la responsabilidad nica recaa por entero al medio ambiente social en
que se desenvolvan, que era puro materialismo insensibilizado en grado
superlativo. Pero si as haban vivido, as no podan continuar viviendo. Y
el hombre haba de ser el nico valor positivo y real de la humanidad y
como tal haba de ser considerado. Claro que, para que esta consideracin
fuera efectiva y pudiera ser plasmada en realidad en la vida, era preciso
modificar desde sus cimientos la sociedad y estructurar la economa de tal
forma racional, que sta fuera una esclava del ser humano y no una tirana
a cuyos pies tuvieran que hallarse sometidos todos los hombres y todas las
cosas. Mas todo esto que lgicamente muri cuando se alzaron en armas los
detentadores de la economa patria por estar en sus manos indebidamente
acumulada la riqueza toda, y que el pueblo con las armas estaba defendiendo
la nueva estructuracin, en la cual no fuera posible vivir como se haba
vivido; sino vivir con arreglo a las leyes que dimanaban directamente de la
naturaleza y sin ms limitaciones que las que esta misma les impusiera. Pero
para conseguirlo no eran solamente necesarias las armas; tan necesario, o
ms, eran los libros, el estudio. Pero si no poda educarse una generacin
mal educada durante siglos, en unos momentos poda suplir a esta falta
de educacin colectiva los organismos apropiados que condensasen en s
los anhelos todos del pueblo productor y que fuera de forma despus de
amplias deliberaciones, en las que todos sus componentes tuvieran la misma
libertad de expresin y sus expresiones fueran sinceramente dictadas por sus
necesidades y particulares puntos de vista. Los organismos indicados para
esto eran los sindicatos obreros de profesiones, por practicar la verdadera
democracia que tena como slido basamento la autonoma individual y
colectiva y el voluntario federalismo de los hombres entre s y de estos entre
los organismos. El porvenir era de los sindicatos o no era de nadie!
186
La Gesta traicionada
revoluciones fracasadas hubieran sido factores de progresos medios que ace
leraron la revolucin: ms afirmados que la etapa evolutiva hacia la sociedad
anarquista sera mas dolorosa y lenta si no ponan ms empeo en realizar la
Revolucin del individuo en arrancar de ellos la herencia mesinico-esclavista que les anulaba para toda accin frtil.
Angel Pino, por su parte, es el autor del artculo del 3 de marzo de 1937
titulado Despertad, hijos de la luz!, donde dice que la experiencia les
enseaba que el progreso era una ley de la Naturaleza, cuyo fin era hacer
perfecto al hombre y unir su espritu con el Gran Espritu, que avivaba el
todo. Para poder alcanzar esto, deban no perder de vista el ideal que repre
sentaba al verdadero hombre, y cada uno deba esforzarse para alcanzar este
Ideal. El cuerpo era la expresin del alma.
Finalmente, el editorial del 26 de mayo de 1937 titulado Por favor, no
lo matemos!, dice que un da la guerra tendra su fin. El hombre, y con
l su espritu racial y su temperamento consustancial con su suelo y clima,
sobrevivira a estos accidentes que sufran en la actualidad. Por esto haban
de tener todos sumo inters en que la psicologa especial hispana no sufriera
merma alguna. Saban que su pueblo por temperamento era anrquico, irre
verente e inadaptable a caprichos o egosmos, y que se revelaba con gran im
petuosidad cuando alguien quera imponerle su voluntad. Por mor de este su
modo de ser era asimismo desinteresado en grado sumo e improvisor. Viva
al da, trabajaba para alimentarse y no tena inters por acaparar productos;
esto en sentido general, aun cuando exista la excepcin que por razn de
existir ya confirmaba la regla. Los caracteres eran totalmente opuestos segn
las regiones en que nacan o se desarrollaban, pudiendo contemplarse la mas
grande variedad, desde el pacfico y hogareo hombre amante del pedazo de
tierra que le vi nacer, hasta el aventurero que recorra todo el m undo reco
giendo por l todo un caudal de conocimientos y toda clase de inquietudes;
pero sin perder ni un momento su espritu de espaol. Esta gran variedad
produca un caudal inagotable de iniciativas espontneas que si se haban
perdido en su inmensa mayora era porque no haban encontrado el apoyo y
calor preciso para llevarla a feliz trmino: se haba esfumado en la ms alegre
indiferencia de los hombres que se intitularon ellos mismos clases directoras.
Este espritu individualista que haba posedo el pueblo espaol era el que
le haba conseguido la victoria contra todos los ataques que le haban hecho
a su independencia espiritual y a su libertad de accin. Despus de esta
187
188
La Gesta traicionada
7 .2 .1 0 . A politicism o.
189
..-......
......
190
La Gesta traicionada
escisiones peridicas que respondieran al nacimiento de hombres nuevos,
disconformes con la estabilidad del partido y su falta de visin de la realidad
ambiente actual. Pero, con esta o sin esta escisin, el partido, todos los par
tidos, por ms extremistas que hubieran sido, terminaban siendo moderados
en grado superlativo, por su jefe, quien le dio vida y aliento; iba siendo viejo
y sus ideas, producto del cansancio, no evolucionaban: se anquilosaban y se
estacionaban. Tampoco se daba un caso, ni poda darse, de que todo un pue
blo y las necesidades materiales que la situacin produca, se estabilizara o
marchara en concordia con la inteligencia de un individuo, por ms clarivi
dente que ella fuera. Todos los partidos que no haban tenido otro gua que
un programa fijo, haban terminado aliando con los que fueron sus enemi
gos y por ser los colaboradores ms eficaces de aquello que decan destruir.
Por el contrario, las organizaciones que tenan como finalidad atender a las
necesidades sociales, no podan caer en el crculo vicioso, ni hacer una ne
gacin de sus postulados, como podan hacerlo los programas polticos; ya
que estos no vivan del reflejo que les prestara un hombre, sino que vivan y
se alimentaban de las necesidades que la hora impona. Como no tena una
idea recta e inalterable, como su lucha no quedaba circunscrita a un tema, o
varios determinados, sino que su lucha y su actuacin estaba sujeta a las nor
mas que las necesidades imponan; como no estaba sometida a un nombre y
de l haba de esperar la orden de actuar y la forma en que haba de hacerlo,
sino que su lucha y actuacin la determinaba la voluntad de las necesidades
comprendidas y analizadas por un gran nmero, por el total de sus com
ponentes, de hombres que luchaban bajo la gida de una organizacin, no
podan dejar de reflejar el sentido evolutivo de la marcha de los pueblos, ya
que en ellas haba, por razn de su estructuracin, la condensacin de estas
necesidades y evolucionaban al unsono con ellos. Por lo cual, la garanta
ms firme de la sociedad del maana se hallaba en la aceptacin de sta, para
su desarrollo, de las normas que informaban a las organizaciones obreras;
o sea, atenerse en un todo a las necesidades sociales cuya representacin
mxima radicaba en las agrupaciones de hombres cuya misin era servir a
los intereses de clase desligados de las necesidades partidistas. La realidad les
deca que haban de luchar y actuar con arreglo al dictado de las circunstan
cias. Ningn hombre se marcaba una lnea de conducta a seguir de por vida,
ni se marcaba lo que haba de hacer cada da por horas en sus ms nimios
detalles. Por que no haca esto? Porque tena la seguridad de no poderlo
191
...................
192
La Gesta traicionada
7.3. M ilitarizacin de la vanguardia.
193
.............
194
...........
La Gesta traicionada
por carecer de medios ofensivos, tenan que ponerse a sufrir las bravatas y
los disparos facciosos y guardar el propio mpetu en espera de elementos
que les permitieran adoptar una posicin en consonancia con el espritu,
que a todos los animaba, ahora podan demostrarlo; medios tenan, y en
abundancia, hombres dispuestos a usarlos tambin. Haban de hacer que
sus lneas en jornadas ininterumpidas fueran avanzando, fueran diezmando
al invasor; rompiendo sus trincheras y alojamientos, para que los defensores
madrileos no preguntaran con angustia: Y en Bizkaia, qu hacen nuestros
hermanos? Esta unificacin, raras veces sentida y anhelada como hoy,
posibilitaba la actuacin decisiva para ir a un inmediato plan de conjunto y
elevar el coeficiente moral de las milicias a un plano insospechado, capaz de
arremeter con empresas de recia envergadura.
Por su parte, el editorial del 9 de febrero, titulado Vamos de realidades,
hace un balance de la unidad de mando. Dice que ya haban visto cmo los
resultados no haban podido ser ms ptimos, donde al M ando Unico por
los libertarios propuesto no se le haba coartado, no se le haban puesto trabas
ni cortapisas; antes al contrario se le haba forzado desde arriba. Haba que
vivir de realidades y no podan una vez aceptada la necesidad de establecer
un mando nico, permitir que por un ridculo amor propio mal entendido,
que funciones que entraaban gravsima responsabilidad, vieran mermadas
sus atribuciones; regateada, cuando no negada, su personalidad y expuestos
a protagonizar la fbula de las liebres y del podenco. M ando nico, pero
respetado y acatado por todos. Las milicias poniendo a su disposicin lo
ms precioso: su vida; stas ya lo hacen; en la retaguardia facilitndole lo
que el Mando, lo que la persona nombrada al efecto precisara, teniendo
como imperativo nico e inalienable, el aplastamiento del fascismo, que
llevaba inherente la transformacin total y absoluta del rgimen de oprobio
y estigma que haban padecido y posibilitaba la instauracin de uno ms
humano, ms en consonancia con el siglo que vivan, y que ya moraba en
las conciencias y en las incontenidas ansias de los que dejando los instru
mentos y herramientas productoras, empuaron las armas destructoras que
son al mismo tiempo las de la emancipacin. Haba que guerrear, se guerrea
ba; haba que administrar, se administraba; pero estas funciones que eran
consubstanciales en esos momentos, no se vieran supeditadas a nadie ni
por nadie. El pueblo lo exiga. As, observaban que el M ando Unico no se
desarrollaba ptimamente.
195
196
La Gesta traicionada
hacer comprender cul poda ser la postura de la C N T ante la citada nota.
El afn de la C N T haba sido siempre la unificacin. Por ella y para ella
laboraba y laborara. Y con vas a esa realizacin, se unira con todas sus
fuerzas a aquellos que, guiados por ese mismo sentimiento, se ajustaban a
las realidades del momento.
Pero la explicacin y justificacin mxima de esta consigna (junto a la
correlativa del ejrcito regular) la hace el C N T del Norte en su editorial del
21 de febrero de 1937 titulado, precisamente, M ando nico y ejrcito
nico. Dice que no anhelaban ni pedan un dictador que impusiera sus
decisiones a rajatabla; pedan precisamente la desaparicin de jefes y jefecilios mas o menos dictadorzuelos, que al calor de este movimiento haban
surgido espordicamente, creyndose un Napolen y pretendiendo hacerles
ver en sus elucubraciones, formidables planes de estrategia y como cada
uno de estos Napoleones pretendiera que su genio guerrero prevaleciera,
estaban abocados constantemente a un descalabro cuya intensidad se poda
prejuzgar. Se impona el M ando Unico visto a travs del prisma libertario,
por entender que revalorizando el prestigio de los tcnicos que haban abra
zado la causa del pueblo y ponan a su disposicin las dotes adquiridas con
sus estudios, elevaban su coeficiente moral, deprimida por los traidores de
su misma carrera, que atentos a su medro personal o a innobles venganzas,
no haban dudado en hipotecar el suelo que les vi nacer. Por lo tanto, al
poner a su disposicin las incontables energas que encerraba el productor
suficientemente demostradas, stos, con su capacidad acadmica y conoci
mientos prcticos en las campaas blicas, podan dosificarlas, evitando el
derroche que se estaba haciendo y llevando ah donde sus conocimientos
les sugirieran, el golpe de estrategia que aniquilara al enemigo. Por este solo
enunciado que dejaba capitidisminudas las probabilidades de xito de los
insurgentes, al enfrentarse con capacidades que podan rivalizar en planes de
operaciones, y, por consecuencia, aumentar las propias, haban propugnado
por el M ando nico, que deban llevar como apndice imprescindible, a
Ejrcito nico, homogneo. Un solo mando para un solo Ejrcito. Una y
otra cosa, que respondieron a los instantes de angustia que se vivieron, tenan
que ser reemplazadas por organismos ms en consonancia con la duracin
de la campaa y que respondieran automticamente a las necesidades de la
guerra; sin lagunas ni intermitencias, perjudiciales todas a la situacin critica
que forzosamente era de esperar. Se precisaba un eslabonamiento en todas
197
198
La Gesta traicionada
juzgara por s de las bondades que encerraban. Esta labor, eminentemente
civil y ciudadana, no poda entorpecer la marcha guerrera de las propias
milicias, que en todo mom ento conservaban su personalidad sindical e ideo
lgica y que no estaba reida ni mucho menos con la que las circunstancias
les haban obligado a adoptar; antes bien, haba de servirles de acicate en la
lucha emprendida por tener ante s la responsabilidad de reivindicar para su
ideario las gestas que con su empuje escribieran.
Como conclusin de este subepgrafe vale el artculo del comienzo de
junio de 1937 en el C N T d el Norte, firmado por las iniciales A.G.R. y titu
lado El factor personal en la guerra. La apologa militarista que realiza el
autor es coherente con la deriva de la consigna del M ando Unico, dando una
visin profundamente autoritaria y personalista (carismtica) de la guerra
moderna. Dice que en la guerra concurran m ultitud de factores que eran
los determinantes, en comn, del resultado final de la misma. Mas, entre
ellos, haba uno que siempre, y sobre todo, en ciertas circunstancias espe
ciales, poda ser decisiva: el personal. Y al expresar factor personal quera
significar el peso de la direccin de la contienda. Las cualidades morales e
intelectuales, el temperamento y el carcter de quienes dirigan a la masa en
armas, al ejrcito, con los que fijaban, en momentos de peligro, el sentido
favorable o desfavorable que el hecho en desarrollo haban de tomar... toda
accin im portante resolvera, en definitiva, y previas otras condiciones que
entre ellos, por ejemplo, se daban-, a favor de la fraccin cuyos elegidos
gozaran de una ms clara y profunda inteligencia, mayor presencia de
nimo, serenidad y sangre fra y valor ms ponderado, reflexivo y conscien
te. Conservar los jefes la plenitud de todas las facultades intelectivas y fsicas
y la diafanidad y previsin en las concepciones ante sucesos ms o menos
extraordinarios y retumbantes representaba ya un gran paso en el camino
de la victoria... Los hechos tenan repercusin en el nimo de la masa, de
la fuerza y la haca oscilar en movimientos de vaivn segn el valor de
los mismos. Hay situaciones en que el barmetro colectivo, por virtud de
contingencias adversas e inesperadas, se senta propicio a la depresin. A
poco que se desalentara, el grupo perda la confianza de sus destinos y todos
los acontecimientos se le ofrecan enormemente abultados para su dao;
creaba, a priori, el fracaso, y de antemano se daba por vencido, originando
cadas tan verticales, como, por ejemplo, la de Mlaga... Pero si en las esferas
superiores se mantena la firmeza y seguridad suficientes para inyectar a la
199
--------- -- ...
200
La Gesta traicionada
militarismo libertario, que se obvi como un lastre por la mayora y dirigentes
libertarios en la Guerra Civil dej un hueco de sabidura conflictiva que se
llen de consignas autoritarias basadas en la presunta eficacia castrense y que
no dio el resultado apetecido.
7.3.2. D isciplina.
201
..........
...........-
circular, tanto milicianos como clases y oficiales y jefes cumpliran con sus
deberes militares, atenindose en los casos de indisciplina y desobediencia a
las sanciones que determinaba el cdigo de justicia. Disciplina! Disciplina!
Disciplina! Es lo que esperaban de ellos.
Sentada la consigna de la disciplina en los ambientes libertarios, el 11
de febrero de 1937 escribe Primi un artculo titulado Y nos llamaban in
disciplinados a nosotros, a los anarquistas!, donde trata de cmo la enten
dan los anarquistas. Dice que no negaban, y ste era su mayor orgullo, que
desde haca 50 aos, que era cuando el verbo anarquista se hizo carne, los
anarquistas se metieron a fondo y aconsejando la indisciplina en todos los
estamentos oficiales que sirvieran de base y sostn al rgimen capitalista, in
cluso, en aquellos organismos obreros, que ms que defensores de la eman
cipacin proletaria, eran ncleos de hombres en agrupaciones fosilizadas y,
que unos cuantos mentores se encargaban de dirigirlos, siempre de acuerdo
con los gobernantes de turno. Confiaban ellos, y as era exactamente, que
en la indisciplina de estos organismos haba de encontrarse precisamente la
subversin de todos los valores; el caso de Espaa era ejemplo viviente de
ello. Pero ellos destruan e iban construyendo; al centralismo absorvente
de los polticos, oponan el federalismo autnom o y humano; la Libertad,
de acuerdo con la responsabilidad, que comenzaba en el individuo y ter
minaba en la colectividad. La disciplina en conjunto era el resultado de la
autodisciplina consciente. He ah el por qu en sus medios confederales
no les haba resultado difcil imponer una disciplina, que a los mismos de
fuera les haba dejado estupefactos. Cuando al hombre se le educaba en un
sentido de responsabilidad, le era ms dable conducirse segn el ambien
te, de la manera ms apropiada a las circunstancias. Precisamente, eran los
organismos oficiales en completa contradiccin consigo mismos, los ms
indisciplinados. Oh, santa indisciplina de los anarquistas! T dabas la pauta
de la responsabilidad. A t se acoja porque era la nica tabla salvadora de
los pueblos. Cuando de vencer a un enemigo se trataba, no haba quien dis
crepara; cuando de hacer obra constructiva, dabas amplias facilidades para
que todos aportaran su iniciativa. Eres la razn, la persuasin y el conven
cimiento personificado. Te apartabas de ruindades, apetencias y egosmos
polticos. Establecas el bien por encima de todos. Si la disciplina haba de
salvarles a todos en horas graves, fuera a base de no incurrir en esos defectos.
As entendan los anarquistas la Disciplina.
202
La Gesta traicionada
La valorizacin de la disciplina junto al compaerismo se presenta como
el deber del momento en el artculo firmado por M.P. del 7 de mayo, titu
lado Plumas al viento. Compaerismo y disciplina. Dice que la disciplina
era en s el concepto de la responsabilidad en el cumplimiento del deber.
Se era ms compaero cuando se daban ms cuenta de la responsabilidad
contrada del camarada. A ste le serva de estmulo, para el cumplimiento
del deber, el respeto del compaero. Todas las grandes conmociones que
se haban sucedido en la Historia universal, haban cambiado el concepto
de las cosas y producido fenmenos. La conmocin que se haba sucedido
aqu, cuyos resultados estaban viviendo, haba tenido la virtud, entre otras
cosas, de recoger y dar a la palabra disciplina el verdadero concepto intrn
seco en beneficio de todos los hombres que luchaban en el apretado haz
para conseguir la victoria sacudindose del yugo que queran imponer los
brbaros invasores tanto a los que luchaban por impedirlo derramando su
sangre en los frentes como a los que en la retaguardia, al mismo tiempo que
ayudaban a la consecucin del triunfo, laboraban por la estructuracin de
una sociedad ms justa y equitativa que la que haban sufrido hasta ahora.
Sin compaerismo quedaba exenta la armona obligada que deba de haber
entre los que luchaban por la liberacin de la Espaa leal. Sin disciplina no
poda haber la entereza de nimo ni el sacrificio sufiente para sobrellevar el
duro trabajo que el deber les impona. As pues, la palabra deber encontrara
siempre el punto de apoyo en los grandes sostenes base del triunfo: Compa
erismo-Disciplina.
El mismo da, y en la misma pgina 4, viene otro artculo del que ya se
ha visto la primera mitad titulado Las dos disciplinas. La que odibamos y
la que se impone aceptar, que contina diciendo: Quera esto decir que los
libertarios fueran enemigos de toda disciplina, que no tuvieran su discipli
na? N O . La tenan ayer y con mucho mas motivo la deban tener y aceptar
hoy. En todo momento, el libertario que se haba preciado de consciente
y de actuar con un elevado concepto de responsabilidad, haba tenido su
disciplina, la que era indispensable para vivir en sociedad; en una sociedad
de hombres libres e iguales y sin la cual no habra sociedad posible, como
no era posible hoy por hoy, por muy individualistas que se creyeran, vivir
sin sociedad. Cul era esta disciplina? En el terreno personal del hombre
que conceba, analizaba, defina y aceptaba, y al hacerlo ya se haba creado
su ley o su disciplina que por no ser impuesta por nadie, tena el doble de
203
204
La Gesta traicionada
sus afiliados, ya que estos haban sido siempre los ms disciplinados, aunque
hubieran padecido siempre los nicos indisciplinados y los eternos incon
trolables. Si les haban presentado disolventes cien por cien, indisciplinados
por amor propio e incontrolables por sistema, esto solo lo haban hecho,
o sus eternos enemigos, cuya misin triste y pobre misin! era crearles
una aureola de odios y de fomentar en su contra las mas bajas pasiones de la
generalidad del pueblo, o por lo que les desconocan total y absolutamente
y cuyo odio, o fanatismo, les impeda acercarse a ellos para conocerles. Pero,
pese a estas apariencias, la verdad era que slo la C N T y sus hombres haban
posedo siempre un alto concepto de la disciplina, ponindola en prcti
ca en todas las actuaciones de su agitada vida confederal e ideolgica, por
ms nimias e insignificantes que stas hubieran sido. Bien era verdad que
esta disciplina libertaria no era la disciplina impuesta y aceptada de forma
automtica, en la que el hombre haba de hacer dejacin de su yo personal
y consciente para quedar convertido automticamente en un ser insensible
e instrumento dcil de los que imponan esta disciplina. Disciplina que no
siempre responda a una necesidad del momento, sino que, con demasiada
frecuencia, sta disciplina tena como misin servir los intereses de partido
opuestos casi siempre a las necesidades generales de los pueblos o, lo que era
peor, cuya aceptacin sin discusin y sin el necesario y minucioso exmen,
solo satisfacan los intereses personales del hombre u hombres que la impo
nan. Indisciplinados podan ser, y lo eran, los que aceptaban esta imposicin
sin analizarla fra y detenidamente, y sacar de este anlisis la conclusin
exacta y necesaria, si poda ser o no beneficiosa en la ocasin en que era
dictada o apropiado el lugar en que se haba de poner en prctica. Esta dis
ciplina mal entendida, para el que as la aceptaba, no poda llamarse hombre
disciplinado, sino que el verdadero, calificativo era el de borregos. Para stos,
si acaso haban existido, sera necesario machacar sobre la necesidad mo
mentnea de la adopcin disciplinaria que la hora de ahora impona. Que
se disciplinen con las necesidades de la hora en que vivan la mal entendida
disciplina que los atara al yugo de partido, y del que slo l poda salir bene
ficiado, en detrimento de la mayora, del pueblo antifascista. Las teoras de
la C N T eran la encarnacin del espritu individualista de este pueblo, de las
grandes soluciones. Si Espaa no haba podido ser degradada ni sometida
cuya demostracin estaba a travs de su historia-, a ninguna tirana, haba
sido por su espritu individualista, por la disciplina de su cerebro y por su
205
...................-.......
206
La Gesta traicionada
207
- ..........
tenan. Qu era lo que les faltaba para que rindiera la labor necesaria? Algo
tan ntimamente a l ligado, que sin ello, sus proyectos tcticos ofensivos
y defensivos, careceran completamente de eficacia. Obediencia nica! Si
queran que el M ando Unico cumpliera la misin que tena encomendada,
era imprescindible que se le diera el mximo de facilidades y que sus deter
minaciones fueran fielmente cumplidas por aquellos a quienes afectara. Sin
obediencia nica, el M ando Unico era una ficcin. Todos sus esfuerzos para
conseguir una obra eficaz resultaran estriles. El M ando nico, asistido por
la obediencia nica, era la base de la victoria.
Como se ha visto, la consigna de la obediencia como parte de la
militarizacin y aspecto fundamental de la eficacia blica impregn algunos
artculos del C N F del Norte, en un tratamiento de choque para la sensi
bilidad libertaria. Esta virtud castrense se opona frontalmente al discurso
antimilitarista y fue una adaptacin a la circunstancia guerrera tras el fracaso
(constatado en la cada de Gipuzkoa) de la lucha popular y de milicias. Pero,
junto a otros aspectos, vaci de contenido caracteriolgico a la lucha liber
taria, lo cual se intentara llenar con la ideologa del antifascismo militar.
7 .3 .4 . Ejrcito regular.
208
La Gesta traicionada
que se pusiera trmino a las prdidas superfluas e intiles de existencias, y al
fin los generales y los legisladores participaban a dar la debida importancia
al problema de conservar al soldado apto y en buenas condiciones para la
lucha. A pesar de toda previsin y cuidado, se encontraba la sanidad militar
con que no bastaban sus hospitales ni sus medios de transporte para los
heridos, y por eso su gran preocupacin era que en la dolorosa actualidad
se mejoraran, se ampliaran y especializaran los que tenan, seguros de que,
si se haca, se salvara una gran parte de la propia juventud. El progreso y la
humanizacin de la guerra lo reclamaba imperativamente.
S. Riones escribe tambin el artculo Problemas que plantea la revolu
cin. Cmo se constituye un ejrcito, en el que se ve qu tipo de Ejrcito
queran. Dice que urga la creacin de este ejrcito regular con todas las
condiciones ventajosas que eran necesarias en una guerra: disciplina, tcticas
propias y anulacin total y absoluta de la diversidad de opiniones ms o me
nos istas en las rdenes emanadas del mando, controladas por los comisarios
polticos y sindicales en su compleja concrecin.
Por su parte, el 4 de marzo, M anuel Beorlegui, en su artculo Al habla
con la realidad, afirma que los milicianos que empezaron la lucha en su
comienzo, con dolor en el corazn lo pedan tambin, como lo peda toda
Espaa; basta ya de labor de prensa, de llamamiento y que se empezara a
estructurar un ejrcito potente, que con la moral que caracterizaba a los mi
licianos y con el dolor de prolongar tanto esta guerra sangrienta, terminara
con esta pesadilla, terminara con el mayor enemigo, el fascismo. Fuera la
labor de partidos y viniera la colaboracin de todos para ganar la guerra sin
distintivos de ninguna clase!
En este proceso de vertebracin militarista de un Ejrcito Regular es
interesante el texto del 10 de marzo titulado Lo que se podra hacer. Dice
que todos los hombres tiles para la guerra, controlados en los batallones.
Supresin del sueldo a las milicias. M antenimiento de los familiares de los
mismos. Creacin del Ejrcito Regular y M ando Unico. Movilizacin ade
cuada de la Marina de guerra y M arina mercante. Clausura de las tabernas,
cafs y restaurantes. Teatros y cines cerrados a todo lo que no fuera represen
taciones antifascistas. Cabarets y prostbulos, intensa campaa profilctica y
moral, colocando a quienes de ellos vivan en condiciones de llevar una vida
digna. Fortificaciones en la costa, en las poblaciones y en los frentes mientras
quedara un solo gramo de cemento, sacrificando la construccin de edifi-
209
.- .....-.........
...- ................
cios. Escuelas militares, ejercicios de gimnasia fsica para las milicias. Escuela
de Aviacin. Limpiar la retaguardia de todo lo que oliera a quinta columna.
El 5 de mayo, C N T del Norte anuncia finalmente el establecimiento del
Ejrcito Regular. El Secretario General del C om it Central de Guerra de
las Milicias Unificadas de Euzkadi anuncia que por voluntad expresa de los
partidos y organizaciones que integraban el FP, haba quedado disuelto el
Comit Central de Guerra de las Milicias Unificadas de Euzkadi. El acuerdo
obedeca a la creacin del Ejrcito regular y Comisariado poltico que haca
innecesaria su actuacin.
Como se ha visto, y como conclusin, la militarizacin de la vanguardia
supuso la consigna del establecimiento del Ejrcito regular que, finalmente,
se llev a efecto para evitar el partidismo de las milicias y una mayor eficacia
militar. Para los anarquistas esta vertebracin militar a la que se sumaron
supuso un tramo ms en la renuncia de sus ideales propios en aras a la
victoria en la desatada contienda. La fusin de las milicias libertarias (a pesar
de conservar sus batallones con miembros de sus propias organizaciones)
en el Ejrcito Vasco regular complement el resto de consignas y fue en
coherencia con ellas como el M ando nico, etc., aunque en el terreno de
la realidad histrica realizaran actuaciones sobre las que conservaron cierta
autonoma en lo concreto.
7 .3 .5 . O cio m iliciano.
210
La Gesta traicionada
bertarias hablaban a los jvenes luchadores; si has de defender la causa que
te obliga a matar, mata, pero no te embrutezcas con los horrores de la guerra,
por horribles que stos sean. Se consciente de tus actos en todo momento. A
tu regreso del campo, ten siempre la confianza de haber cumplido un deber
y siente la satisfaccin de tu obra. Pero jams olvides que en la ciudad tienes
otra misin que cumplir, tan im portante como la otra. Desgraciadamente,
todava existen tabernas, bares y cafs, que tu no has de frecuentar, pues
ello es nocivo al fin que persigues, y es otra consecuencia de la falsa moral,
que contribuye al mantenimiento de la guerra, atrofiando, como esta, tu
sensibilidad. Lamentable tambin es, por lo que la prostitucin supone, la
gran afluencia de milicianos en prostbulos y cabarets. Ateneos, Centros de
cultura, lugares de capacitacin, son los que debes frecuentar, invirtiendo
en ellos los ratos de ocio que equivocadamente inviertes en los lugares antes
mencionados.
El 9 de marzo se public otro texto por Luis Surez, del Batalln Bakunin
titulado Moralizando. El vicio del juego en las milicias, en el que arremete
contra este tipo de ocio. Dice el autor que se resista a creer que hubiera
hombres que, hermanados en una misma causa, se dedicaran, a las pocas horas
de haber expuesto sus vidas, a robarse mutuamente el dinero que perciban
con el objeto de que sus familiares pudieran procurarse lo indispensable
para poder vivir. Pensad que mientras tantos hermanos mueren en dife
rentes frentes, otros estn malgastando el tiempo de descanso en despojarse
el dinero! Resulta paradjico oir en boca de estos viciosos jugadores, la
palabra compaero. Compaeros milicianos! Pensad en la lucha que estis
sosteniendo. N o olvidar por un momento que estaban luchando por la
implantacin de la nueva sociedad, a la cual haba que llegar libre de toda
lacra social. As como ante la bestia fascista demostraban ser invencibles,
as tambin ante sus vicios o defectos deban demostrar la misma entereza,
vencindolos a todos por muy arraigados que estuvieran. Extirpen, pues,
toda inmoralidad y as, una vez derrotados todos los explotadores, podran
instaurar la sociedad por tanto tiempo anhelada. Q ue nuestra vida fuera
consagrada a estos dos fines. Vencer al fascismo y a la inmoralidad. Todo
por la revolucin social!
Como se ha visto, la militarizacin de la vanguardia alcanz al tiempo libre
miliciano que deba de dejar de pasar el tiempo de ocio al uso tradicional de
los hombres, reproduciendo viejos vicios de la sociedad pre-revolucionaria,
211
212
te-
--........
La Gesta traicionada
213
futuro Comit Central de Guerra, todos los buenos propsitos de los liber
tarios se estrellaron ante la intransigencia de los que ms cerca deban estar
de ellos. Nunca pudieron sospechar que el hecho de haber unificado desde
el primer m om ento sus milicias pudiera traer como consecuencia, en un
plan de unificacin general, el encontrarse en un plano de inferioridad con
los dems. Todos estaban acordes en reconocer que, en efecto, la necesidad
sentida por la C N T desde el prim er m om ento y hecha pblica por todos
los medios de expresin haba tomado carta de realidad, en efecto, al lanzar
la C N T las consignas de milicias y m ando nicos se haba adelantado a los
acontecimientos, habindose encargado stos de demostrar su necesidad.
Todos iban de acuerdo en la exposicin de las razones que obligaban a tomar
esta determinacin; pero, si tratar de la representacin en el Comit Central
de Guerra y proponer los libertarios que se diera en el mismo cabida a una
representacin de la FAI y JJLL, la ms absurda intransigencia cerraba toda
va de arreglo, esgrimindose como razonamiento nico el que slo haba
milicias de la C N T y que, por lo tanto les caba una sola representacin
en el ya citado Com it Central de Guerra. Solamente Izquierda Republi
cana, comprendiendo la razn que asista a los libertarios, abog por su
proposicin; pero todo fue intil. Pareca como si existiera el deliberado
propsito de que la C N T quedara descartada de la unificacin. Todas las
razones de los libertarios para hacer llegar a su nimo la justicia de sus deseos
fueron vanos: ni la presentacin de su lnea de conducta en aquellas regiones
donde la CNT, a pesar de su preponderancia sobre las dems organizaciones
obreras, dando pruebas de un desinters partidista, conceda a stas una
personalidad igual a la suya. Y era que a la C N T no le haba guiado nunca un
inters de partido, sino el inters del pueblo, de los trabajadores, y por tanto,
para evitar entorpecimientos que dificultaran la marcha revolucionaria del
proletariado espaol, haca dejacin de los derechos que le confera la repre
sentacin mayoritaria que ostentaba. As ocurra en Catalunya y en Levante,
donde la C N T y la UGT, hermanadas por las circunstancias revolucionarias
que atravesaban, caminaban sobre seguro hacia la conquista de los fines que
les eran comunes y que haba hecho posible la alianza revolucionaria tantas
veces propugnada por los libertarios. Pero en Vasconia, no saban por qu,
no suceda as; discrepaban con sus afines del resto de Espaa y se crean o
consideraban autosuficientes para ganar la guerra y hacer la revolucin. El
hecho de aceptar este sistema de representacin sobre la base del articulado
214
La Gesta traicionada
del proyecto supona, de hecho, en principio, la prdida del control de los
milicianos libertarios y en un tiempo no muy lejano hasta la prdida de
sus milicias, pues no podan creer en la buena fe de quienes mostraban su
intransigencia en punto tan capital para ellos como supona el tantas veces
debatido. Queran ser ellos, nicamente ellos, quienes pudieran mover a
su antojo, todas las fuerzas antifascistas de Euzkadi, y antes que esto no
tuvieron ms remedio los libertarios que romper unas gestiones iniciadas
por ellos y que infaliblemente tanto provecho hubieran reportado a la causa
antifascista. La C N T no poda entregar sus milicias a quien tanto egosmo
demostraba. La C N T no poda aceptar aquella denigrante proposicin que
rebajaba su dignidad revolucionaria.
A pesar de la anterior falta de reconocimiento y representatividad antifas
cista, la postura oficial de la C N T fue la de la unidad leal. En este sentido,
por ejemplo, el 2 de febrero, C N T del Norte hace una crnica de En Sariena, Federica M ontseny pronuncia una interesantsima Conferencia, en
donde destaca las declaraciones de la importante dirigente anarquista: Yo
os aseguro que un da, no muy lejano, la C N T y la U G T desaparecern
para dar vida a un nico organismo que agrupe a todos los trabajadores
de Espaa. La ministra de Sanidad de la Repblica, Federica Montseny,
pronunci anteayer una im portante conferencia, disertando sobre el tema
Vencer. Deca que haba que mantener una estricta disciplina, una disciplina
ejemplar. La unidad era necesaria para vencer.
La situacin creada en el antifascismo de Euzkadi la expone lcidamente
Luka-Zaga en su artculo del 2 de febrero de 1937, titulado La segunda
vuelta. Dice que la diversas Organizaciones en armas contra el fascismo
principalmente las polticas, a pesar de que la lucha se mantena estacio
nada, hacan cbalas y proyectos para cuando la contienda terminara; y para
que stos tuvieran en el futuro mayores probabilidades de xito, atendan
ms sus problemas particulares, que los que en conjunto se debieran adoptar
para el ms rpido triunfo de sus aspiraciones colectivas. El aplastamiento
del fascismo haba de ser obra de todos, puesto que una por una, las diversas
Organizaciones que le combatan, se vean impotentes para exterminarlo.
As como conjuntamente eliminaban la bestia fascista, iban sentando los
jalones de la nueva sociedad, adaptndolos a las aspiraciones colectivas. Pero
en Euzkadi era muy distinto, dndose el caso paradjico de ser precisamente
los que ms contribuan con su sangre en los campos de batalla quienes
215
216
: La Gesta traicionada
217
218
La Gesta traicionada
del fracaso de los hombres de ayer y la voluntad vencedora de los repre
sentantes de hoy. Las ltimas lecciones desprendidas de la marcha de la
guerra exigan la rpida intervencin de las organizaciones revolucionarias
en esta depuracin, que comprenda mltiples aspectos. No poda haber
antifascistas que no hubieran forjado su ideal en el sacrificio y la amargu
ra. En el silencio de las crceles o en el trabajo extenuador de campos y
fbricas, cuando sobre estos factores se alzaba la trgica sombra del predo
minio de la contrarrevolucin. No admitan ese antifascismo tibio y lega
lista que saba a complicidad de imbciles con el adversario o a delirio de
poetastro, que ms que al presente, pertenece al estudio que la patologa
realiza de los hombres de la generacin del 98. El antifascismo, que era re
volucin social, superestructura sindical y renovacin de los viejos criterios,
tena que estar formado a base del martirio y de las noches sin pan y sin
techo, sintiendo en los dolores colectivos el propio. Y este sentido de la
pelea se impona. Necesitaban terminar con tantos espectculos que revela
ban la decadencia de una raza educada en las defectuosidades de una rancia
moral. No haba antifascismo en quienes eliminaban a los facciosos, y en
la retaguardia de las ciudades liberadas seguan en su obra de mantener la
supervivencia de los mtodos fascistas en los distintos aspectos de la vida
humana. No poda haber idea antifascista en los que necesitaban del dolo
hecho carne y defectos, para avanzar o para retroceder, segn las convenien
cias del icono. Solamente en los hombres descredos e iconoclastas estaban
las esencias salvadoras y creadoras de la revolucin espaola. El antifascismo
no poda ser el hombrecorcho, magnfico ejemplar que fluctuaba en toda
revolucin a tenor de las circunstancias. Tena que ser el convencido de la
derrota estrepitosa de la democracia burguesa, enfangada y salpicada de
sangre proletaria y abandonada por la reaccin internacional despus de
servir los intereses de sta. Haba de significar el audaz propugnador del
sentido transformador de la sociedad, reflejado en la potencialidad clasista
de los sindicatos, y el hombre, que incansablemente estimule el margen de
stos, normas que renovaran la rutina que rompa la sociedad capitalista.
Pero antifascista de meses de lucha an perduraba. Los antifascistas en la
opulencia, que demaggicamente tronaban en la tribuna y que hacan de sus
palabras ms que arietes de demolicin, motivo de preciosismo o vanidad,
no. Esos pertenecan al pasado. Eran la muerte, pretendiendo renovarse para
continuar su obra nefasta. El movimiento antifascista, en la hora actual,
219
~~.......
220
221
------- --
......
222
La Gesta traicionada
Ellos vean la necesidad de la unificacin y la apuntaban e insistan sobre tan
importante y necesario tema; pero llamaban a la reflexin de todos para que
se realizara en fecha prxima; de no hacerlo as responderan todos y cada
uno ante la historia, de la responsabilidad que pudiera caberle.
Como conclusin de este subepgrafe, hay que citar el editorial del 9 de
junio de 1937, en que la militarizacin antifascista se pide que alcance a
la retaguardia y el futuro encarnado, con el ttulo Los hijos de Vizcaya a
Inglaterra. La unificacin haba de ser ms amplia, haba de abarcar ms.
No poda ni deba hallarse circunscrita a una unificacin guerrera, ya que
la guerra terminara un da, pero la vida no terminara con la guerra, sino
que sobrevivira. Si se haban unificado para la destruccin, deban de unirse
para la construccin. Lo exigan una multitud de causas, todas ellas im por
tantsimas, pero sobre todas ellas lo imponan sus hijos. Estos nios que eran
la vida del maana y que les condenaran con acritud, y con sobrada razn,
si por pequeos escrpulos de conciencia eran responsables de dejar a toda
una generacin sin el calor del cario que precisaban y sin la sonrisa infantil,
que era el ms bello y hum ano poema que posea la humanidad.
Como se ha visto, la militarizacin de la vanguardia implic para los
libertarios renunciar a sus ideales propios para, con honradez, combatir en la
ideologa del antifascismo el partidismo del bando republicano en Euzkadi.
Pero se quedaron solos en este apartidismo, pues el resto de sectores sigui ha
ciendo su propia poltica incluso atacando al movimiento libertario. Se mar
gin a los libertarios de su representatividad a pesar de que ellos no hicieron
lo mismo en los lugares donde tenan la hegemona, y tras la reaccin del
affaire de C N T del Norte y los sucesos de mayo en Barcelona, optaron por
la unidad antifascista de todos los sectores republicanos. Pero fue una vela
que solo ellos aguantaron ante el desastre total y las ansias de los partidos
polticos y sindicatos de ganar el futuro. El movimiento libertario plante
un antifascismo presentista ante la guerra, pero a los partidos slo les inte
resaban las cuotas de poder en el futuro sin renunciar a sus propios ideales.
La derrota de todos supuso la gravsima crisis del anarquismo mientras que
el resto de partidos regres al poder tras la dictadura franquista. La ideologa
del antifascismo supuso, por tanto, la crisis de identidad del anarquismo
espaol hasta la actualidad, y fue producida por la dinmica de la guerra
civil, tal como se plante.
223
224
La Gesta traicionada
esencial en la consecucin de la emancipacin individual, deba ser en los
actuales momentos en que sta se resquebrajaba por el espritu e instinto de
conservacin endeble creado en las trincheras, la premisa esencial que hiciera
del pueblo espaol el faro iluminado de conciencias. Los milicianos eran los
ms directamente abocados a esta depravacin de la moral, eran de los que
primordialmente haban de cuidar; ste que incesantemente vea en peligro
su vida en los parapetos, no pensaba sino en el deseo inconsciente de pasar
orgas en cabarets y prostbulos, sin pensar cun asqueroso y denigrante
era el atrofiamiento causado por esos antros, a la vez que demostraba la
inconsecuencia a los fines de igualdad que persegua en los frentes de lucha.
Los milicianos, por el continuo luchar, llegaban a pervertir sus virtudes
solidarias y de fraternidad para con los dems seres. No deban, pues, estar
alejados de los medios que pudieran proporcionarles regeneracin y cultura.
La guerra atrofiaba, y, por tanto, el peligro que poda correr Espaa, una vez
terminada la guerra, haban de disiparlo, procurando, por todos los medios,
que el ejrcito de milicias no tuviera en ningn mom ento la caracterstica
del extinguido ejrcito mercenario. Para esto, todos los mtodos a emplear
eran buenos, con tal de evitar, lo que pasado el tiempo, sera irremediable. El
teatro social, fiel y magistral exponente de las sensibilidades, virtudes y males
que aquejaban a la humanidad, deba pulverizarse por los lugares limtrofes
a la vanguardia, para que el miliciano gozara de l por todo momento. La
biblioteca deba de estar no solamente en retaguardia, sino en los bolsillos de
los milicianos, para, en rato de descanso, bebiera la esencia cientfico-social
escrita por sus orientadores, pasados y presentes. La conferencia mdica de
moral, etctera, tena que ser dada en los lugares de vanguardia por mdicos,
para impedir el contagio de sfilis o venreo que tanto pulula entre los mili
cianos, impidindoles que estubieran dotados del vigor que la guerra exiga,
y crearles la personalidad que encarnaban como defensores del progreso y
justicia universal. Hoy, ms que nunca, haban de combatir la inmoralidad
reconcentrada en lugares amparados inconscientemente por el pueblo, ya
que lleg el momento propicio deban sacrificarse todos por la guerra y para
los milicianos, dndoles las diversiones sanas y culturales a tenor con las
exigencias de la guerra y con arreglo a las aspiraciones del futuro.
La necesidad de moral se acentu si cabe en los ltimos momentos de
la guerra. De esta forma, una proclama del Com it Regional de la C N T a
la opinin, A los milicianos hroes, deca el 15 de junio, a punto de caer
225
226
La Gesta traicionada
7 .3 .8 . Fortificacin.
227
228
La Gesta traicionada
incontrovertible. Sino porque vivan en un perodo de guerra ms brbara
y cruel que conoca la historia; y que los condenados a muerte eran los eje
cutores materiales y voluntarios, segn confesin propia, de estos horribles
crmenes. Siendo, pues, voluntarios, les demostraban que eran profesionales
del crimen, porque la actuacin de la aviacin en su suelo, no era hacer la gue
rra, era la de realizar crmenes. Y ante este hecho consumado y demostrado,
crean que estos seres insensibilizados podan no ser ellos responsables direc
tos, sino producto de una falsa educacin, constituyendo un peligro conti
nuo para la humanidad, por lo cual entendan que deban desaparecer. Si
la naturaleza en su marcha normal eliminaba cuanto poda ser un factor de
perturbacin para su normal desarrollo; si en ella se efectuaba un proceso
continuo de seleccin natural para mejorarse por qu no haban de hacerlo
los hombres tambin? Tanto por esto como por haber vivido los hechos
vandlicos que estos seres haban cometido, era por lo que no se hallaban
dispuestos a pedir fueran perdonados. Pero sus instintos les impedan, asi
mismo, ser la barrera que se opusiera a que el perdn no les llegara; pero su
cerebro les haca razonar a la vista de los hechos y decir a los que pedan este
perdn: Qu haban hecho ellos para impedir que los hombres cuyo perdn
solicitaban no cometieran los actos brbaros que haban realizado? Cul
haba sido su posicin ante la invasin de estos modernos Atilas en Espaa?
Qu facilidades les haban dado para que contendran la accin brbara de
esta parca encaramada sobre aviones? Ninguna! La verdad nica era que
ninguna. Pues si nada haban hecho por impedirlo, por qu solicitaban el
perdn para quien no era digno de l? O era que pretendan que estos hom
bres al servicio de los mismos amos que haban tenido hasta que cayeron en
manos leales, continuaran sembrando la desolacin y la muerte por todo el
territorio hispano? Reconocan que era triste segar dos vidas en plena flora
cin juvenil, pero no era ms triste la muerte de miles y miles de hombres,
mujeres y nios que nada hicieron y de nada eran responsables? Se halla
ban de acuerdo con la contestacin dada por el presidente del Gobierno de
Euzkadi: para que ellos pidieran perdn, era preciso que se comprometieran
tambin a influir para imponer el sentido humanitario a los fascistas, del que
carecan. Por otra parte, los que solicitaban perdn para unos delincuentes
que delinquieron en terreno extranjero, no tenan en su suelo hombres que
sufran persecucin o encierro por causas menos justas que los alemanes que
aqu tenan? Queran creer que s, ya que no haba Estados capitalistas que
229
230
La Gesta traicionada
lucha, necesitaba precisamente esto: ayudar. Una ayuda minuciosa, prdiga,
si las circunstancias as lo exigieran: una ayuda que le pusiera a cubierto de
un prematuro cansancio y descenso de la buena moral que llevaba consigo.
Hombres tenan para llevar a cabo esta obra llena de humanismo. Hombres
y en abundancia. Q ue el triunfo de una operacin guerrera no consista ni se
asentaba solamente en el coraje mas o menos arrollador de que hiciera alarde
una de las dos partes beligerantes: consista, ms que en ninguna otra cosa,
en estar bien atendidos de cuanto necesitaran. Con lo uno sin lo otro, se po
da exigir voluntad, pero no precisin matemtica en sus movimientos. Con
ambas cosas a la vez, como virtud, conseguiran cuanto era dable pedir a un
ejrcito: moral y disciplina. Y su ejrcito haba de poseer ambas cosas como
hasta la fecha le vena distinguiendo. Pero para que continuara con ellas era
preciso, necesario, que se supiera l mismo asistido en lo ms fundamental y
en lo ms nimio por ellos. Sus amarguras, sus necesidades haban de consti
tuir su mxima preocupacin. En atenderles o no estribaba el principio de la
victoria o el alargamiento de una guerra que arrasaba a Espaa, a la cual qui
sieran ver floreciente, aunque el concepto patritico que otros alardeaban,
tuvieran muy poco, porque este, generalmente, solo serva para cubrir como
la tapadera de cualquier cacerola, el olor y contenido que en s encerraba.
El artculo precisa la militarizacin de la vanguardia como ayuda al ejrcito
sobrado de valor de los elementos materiales y morales que le hicieran vencer
en la contienda. Pero el hecho fue la derrota, donde se aprecia que las virtudes
morales o espirituales de un ejrcito revolucionario no llegaron a su ptima
realizacin. La explicacin de esto es que los milicianos no apercibieron la
ayuda de la retaguardia cumpliendo sta su misin fundamental, que para los
anarquistas era hacer la revolucin, con lo que no rindieron espiritualmente
todo su potencial. Salvado esto, el mensaje concluyente preserva el valor de
su anlisis en otro sentido: se haba perdido una batalla, pero no la guerra.
Con lo que haba que salvar las fuerzas morales y materiales para proseguir
la contienda y conseguir el triunfo final. La derrota poda ser anecdtica si
empleaban sus energas en la obtencin de la victoria definitiva pero, junto
a otros factores externos, la revolucin decay en picado en toda Espaa y
no se intent hacer una guerra popular de guerrillas hasta que fue demasiado
tarde. El no llevar a cabo una verdadera guerra revolucionaria o popular por
parte de los anarquistas fue una verdadera traicin a sus convicciones que
pagaron demasiado caro.
231
232
La Gesta traicionada
pabelln haba de quedar a la altura inmarcesible de herosmo. El pueblo
ganara esta nueva batalla y rescatara para siempre su libertad. Pero as como
en los frentes de combate sus milicianos luchaban fundidos en una sola
aspiracin y en un solo ideal, ganar la guerra, era preciso que la retaguardia
respondiera a ese sacrificio con una exigencia inexcusable: mantener una
estricta disciplina, una disciplina ejemplar. A menos que una intervencin
internacional se produjera para lograr un armisticio que pudiera admitir
dignamente, haba que acostumbrar a la gente a que pensara que la guerra
sera larga y que la haban de ganar ellos. La ganaran, pero a condicin de
la unidad, a condicin de la disciplina severa, a condicin de que todos
aportaran a la causa el mximo sacrificio. La victoria estaba en sus manos si
se hacan acreedores a ella.
El 19 de febrero, C N T del Norte publica una conversacin mantenida
por su reprter con el comandante intendente del batalln Bakunin, Julio
Martnez (Lenin). El entrevistado dice que para l no exista ms que un
problema, y ste, por el momento, era ganar la guerra. Quien as no lo
comprendiera no haca ms que entorpecer su labor sin construir, sin aportar
ninguna idea beneficiosa para la causa que decan defender y que todos
desearan que triunfara, como as esperaban que fuera.
O tro artculo que abunda en la misma idea es el titulado Guerra para
ser libres!, de mayo de 1937. Dice que aos, decenios de fervorosa labor, de
crcel y persecuciones, haban demostrado con hechos sus anhelos pacifistas,
su voluntad de cimentar un m undo de hombres fraternales. Para ello hoy
estaban en guerra, para ello decan: Todo para ganar la guerra y ser libres! Al
fascismo no se le derrotaba con discursos, no se le detena con leyes de diso
lucin, no se le abata desde los bancos parlamentarios; slo la fuerza podra
aplastar a quienes hacan de la fuerza su suprema razn. Guerra alfascismo!
Guerra para ser libres!
El editorial del 14 de mayo, titulado Por Espaa y para Espaa, dice
que por esto haban de luchar hoy con ms entereza que nunca. Por esto
haban de poner ms inters que nunca en vencer. A los vascos les reservaba
la historia la gloria de exterminar aqu el criminal movimiento de Espaa.
Los vascos tenan la responsabilidad de ganar para Espaa y para Euzkadi,
el ms glorioso galardn.
233
....................
234
'
La Gesta traicionada
235
- ----
.........
236
La Gesta traicionada
a producirse. Pero que ellos hubieran procedido mal no quera decir que
haban de imputarles, y, por lo tanto, haban de pagar el mal que les hicieron
con evitar la guerra que penda sobre sus cabezas. Era en el suelo espaol
donde deban de quedar para siempre aplastados los grmenes blicos de tres
hienas sanguinarias. Para aplastarlos no servan los grupos de romnticos ni
el valor personal diseminado; se precisaba un Ejrcito regular y un M ando
Unico, exactamente lo que ellos posean; pero se precisaba, adems, que la
lucha fuera encaminada a un slo objetivo: vencer; y que hubiera una sola
idea: Espaa. Y con esto, sin ms pensamiento, sin otro inters, entregarnos
a la lucha con el ardor de que eran poseedores. Las ideas, las teoras, las
tcticas, podan serles una rmora y un manantial de desconfianzas internas
que imposibilitaran el triunfo o lo retardaran. Hoy estaban en guerra para
salvar a Espaa; cuando la hubieran salvado, cuando la vieran libre y comen
zara su era normal, sera la poca de hablar de ideas. La CNT, que no haca
dejacin de las suyas y que sera el ms fuerte valladar que poda existir si
quisiera dejarse que las cosas continuaran por los caminos que marcharon
antes, decan: en lo que sea guerra y de ella pudiera derivarse, no poda ni
deba de haber ideas, que nadie pretendiera influir en la marcha de las cues
tiones tcnicas guerreras con su ideologa partidista; la guerra no entenda
ni quera entender de otra cosa que vencer, y vencer rpidamente. Lucharan
todos pensando en ganar la guerra, slo la guerra; hoy no podan hacer, pero
pensaran todos que con el triunfo de la guerra se les abran a todos las posi
bilidades de hacer su revolucin, la que soaban, la que tan fervientemente
anhelaban y a la cual haban consagrado lo mejor de su existencia.
Como conclusin de este epgrafe, la victoria como nico objetivo no
impeda la futura participacin de la C N T en la reconstruccin. As lo afirma
el artculo del 11 de junio de 1937, titulado Nuestros merecimientos de
hoy producirn el prestigio del maana. La CNT, responsable de sus actos,
no haba de dar motivo de discrepancia respecto al presente, siempre que el
presente estuviera revestido de la asistencia que las necesidades exigieran. En
este aspecto, la C N T haba de ser el ms fiel colaborador para afrontarlo.
Les interesaba y les preocupaba tanto como al que ms que as sucediera.
Relegar a segundo trmino otras necesidades que la organizacin confederal
senta por dedicar todas sus energas a ganar la guerra, a ello iban con cuanto
tenan, posean y podra exigrseles, lo aportaban. No escatimaran nada.
Nada pediran que no estuviera dentro de lo posible, de lo humano, y de lo
237
238
La Gesta traicionada
7.5. M ilitarizacin de la retaguardia.
239
...
240
La Gesta traicionada
Por su parte, el 4 de febrero de 1937 viene un artculo de S. Riones titu
lado Problemas que plantea la revolucin. Cmo se constituye un ejrcito
donde precisa la militarizacin de la retaguardia en cuanto a la produccin
y su importancia. Dice que organizar la retaguardia quera decir que sta
tena el ineludible deber de regular todas sus actividades agrcolas, indus
triales, mecnicas y productivas en material blico, para que nada falte en
la retaguardia. Quera decir esto que todas las industrias deban producir,
en proporcin a su caracterstica, todos los elementos blicos que pudieran,
dedicando las organizaciones sindicales toda su mayor actividad y celo para
que, controlada por ellas esta produccin, saliera de talleres y fbricas lo
ms abundante y perfecto a las necesidades de la vanguardia. El sentido
comn les deca que los vencedores de una guerra, no eran los que mejor
ejrcito tuvieran, sino los que mejor hubieran sabido organizar una reta
guardia que hubiera incrementado y controlado la siembra y laboreo de la
agricultura. Las organizaciones, pues, deban controlar y penetrar en estas
zonas, entonces prohibidas para ellas, el laboreo y siembra de estas hectreas
de terreno susceptible de laboreo.
El 3 de marzo de 1937, Primi firma el texto Hay que revisar la mquina,
donde seala que la organizacin de la retaguardia tiene carencias ante la
posibilidad de dejar de im portar productos. Dice que si eran imparciales,
veran que la retaguardia no estaba tan bien organizada. La industria de
guerra, dada su situacin privilegiada de factoras, materias primas y ele
mentos mecnicos fcilmente transformables en material blico, no renda
a su entender lo que de ella se poda exigir. A la altura que se encontraban
y cerca de los das en que las potencias extranjeras pondran en prctica el
control, les asaltaba la duda de si su tren guerrero estara en condiciones
de suplir la falta de los materiales importables. Todo, todo antes de que su
marcha guerrera tuviera que sufrir colapso.
J.L. Otero firma el 7 de marzo de 1937 el artculo titulado Hacia nuevas
soluciones econmicas, donde reclama medidas de verdad para adaptar las
industrias vascas a las necesidades de la guerra. Dice que a pesar de que todos
estaban de acuerdo en encauzar su economa por otros derroteros distintos
de los llevados hasta entonces, y adaptar sus industrias a las necesidades de
la guerra, pareca que en Euzkadi ni se enfocaba ni se dejaba entrar abier
tamente este problema, y no saban si era consciente o inconscientemente,
pero que desde luego, era en perjuicio de todos. Se encontraban con que era
241
-=^ -
242
La Gesta traicionada
real que deba ser aplicado a las industrias sidero-metalrgicas de materias
primas, combustible y energa elctrica, cuando como hasta la fecha,
existan mltiples causas que dificultaban este control. Una de ellas era el
nmero exorbitante de talleres pequeos que trabajaban a jornadas redu
cidas que, a juicio del autor, reuniendo el conjunto de la produccin de
estos pequeos talleres a las grandes factoras, determinaban que todas las
de primero, segundo y tercer orden se vean en la triste necesidad de limitar
sus actividades industriales al mismo orden de cosas anormales como era
la jornada reducida a falta de estas materias primas y dems elementos
complementarios que por efecto de la guerra no se podan adquirir. A j uicio
del autor, el verdadero control a ejercer sobre las industrias con respecto al
consumo, debiera comenzar por suprimirse la produccin en esos pequeos
talleres de tercer orden que trabajaban jornadas reducidas y destinar tanto
las materias primas, como los dems elementos factores de la produccin,
a las industrias grandes que por su mayor capacidad y adelantos tcnicos
podan asumir la responsabilidad productiva de material blico e incluso
dar acogida a estos obreros que trabajaban en los talleres pequeos, en los
suyos, con jornadas normales. De esta forma habran obviado las dificultades
primordiales con que tropezaba su industria sidero-metalrgica; defectuosa
adquisicin de materias primas, limitacin de combustible y de energa elc
trica. Para esto, naturalmente, hara falta que las organizaciones sindicales,
ms conocedoras de la importancia que cada industria chica o grande tena
en la produccin blica, fueran las que sealaran el nmero de stas que ha
ba de suspenderse, como, asimismo, aquellas que haban de resumir la pro
duccin para la guerra que era tanto como decir la produccin que necesi
taba para vencer al fascismo, el pueblo antifascista. De esta forma, pudieran
salir del marasmo en que se encontraban y descongestionar para aplicarlo a
su verdadero terreno el consumo de cuantos elementos para la produccin
necesitaban las industrias sidero-metalrgicas. Ahora bien, para estos efectos
necesitaran el asesoramiento de los tcnicos que quirase o no reconocer,
eran un factor importantsimo en el estudio y aplicacin del cambio de ac
tividades industriales para aquellas factoras no destinadas hasta la fecha a la
fabricacin de elementos para la guerra. Los libertarios procuraban atraer a
sus medios a estos obreros del cerebro, que de no haber sido por un prejuicio
del ambiente en que se desarrollaron, hubieran convivido con el resto de sus
243
244
La Gesta traicionada
7.5 .1 . R esponsabilidad.
245
.............
246
La Gesta traicionada
dos meses y ya se consideraban relevados del compromiso que se haban
impuesto. Crean que haban tenido tiempo suficiente para encauzar los
trabajos de gobierno hacia derroteros de honda transformacin social y eco
nmica. Haba llegado, por lo tanto, la hora para los libertarios de depurar
esta labor realizada. Su crtica haba de ser mesurada, sealando defectos
con toda correccin, pero implacable, recta, ecunime. La posicin liber
taria, por estar al margen del gobierno, no era de irresponsabilidad; todo
lo contrario, se consideraban tan responsables como las organizaciones y
partidos representados en aqul. Spanlo, pues, el Gobierno Provisional de
Euzkadi y el pueblo en general. El alejamiento forzoso de los libertarios de
aqul no haba implicado ni implicaba dejacin de deberes, sino deseo de
que no vieran en los libertarios apetitos insanos, sino deseos vehementes de
facilitar los primeros pasos de un rgimen naciente advenido en un poca
erizada de dificultades, dificultades que los libertarios no queran aumentar
con su crtica que, aun siendo imparcial, podra parecer a la gente ruin,
deseos incontenidos de cargos de relumbrn.
El editorial del 5 de enero de 1937, titulado Insistiendo, profundiza
en la lnea del anterior ahondando el papel de los libertarios, su realidad y
responsabilidad. Dice que tampoco consentiran que se le diera una trayec
toria caprichosa y deformada a la que el Pueblo quisiera darse, pretendiendo
ejercer una tutela que estaba muy lejos de estar solicitada, ni mucho menos
aceptada cuando menos por un sector y quizs por distintos sectores de la
opinin que luchaban y moran por la Causa. Estaban clamando un da y
otro por la adopcin de medidas conducentes a dar a la opinin sensacin
de vida activa y regeneradora, sin que hasta la fecha hubieran logrado que
sus voces fueran odas. Era muy peligroso, peligrossimo, querer enfrentarse
con el pueblo, con la parte ms sana, mas digna del cuerpo social y sobre
todo designar como elemento de choque a determinada fraccin, que lo
nico que podra lograr era conquistar la antipata del resto y ese da haba
que evitar todo rozamiento.
La responsabilidad de la C N T llev a su comit Regional a tratar de
evitar los roces con otros sectores, haciendo el siguiente anuncio el 16 de
enero de 1937: Este Comit, previo cambio de impresiones con las Com ar
cales y Locales, anula todos los actos de propaganda anunciados y desauto
riza, en todos sus efectos, los que se organicen en nombre de los sindicatos,
sin el aval de este Com it.
247
248
La Gesta traicionada
y no vea por parte alguna la panacea milagrosa que hiciera caminar por
la recta a tanto desaprensivo vividor como haba surgido, aumentando los
que ya haba en abundancia antes del 19 de julio. Haba que trabajar; pero
todos y desde todos los sitios, en las fbricas, en los talleres, en las obras de
fortificacin y de defensa, que, a juzgar por lo que haban constatado, haba
quien slo defenda su estmago. Si se haba dictado un decreto por el cual
se suprima la semana inglesa, entendan que deba cumplirse a rajatabla, no
refirindose con esto a que haba que permanecer la jornada en los lugares
de trabajo; sino que haba que producir durante ese tiempo, pensando que
todo esfuerzo sera poco para que las necesidades de la guerra estuvieran
suficientemente atendidas y compensaran en una mnima proporcin
con esta labor intensa, su estancia en la retaguardia; alejados de los tiros
y pernoctando en sus hogares. A trabajar! Eso tena que ser su lema en la
retaguardia.
El 4 de mayo viene publicado el artculo titulado La nueva fiebre
revolucionaria, donde se exige responsabilidad a los nuevos libertarios afi
liados desde el inicio de la contienda. Dice que tanto los partidos polticos de
izquierda, como los sectores sindicales, haban duplicado, triplicado y hasta
cuadruplicado, segn en qu sitios, sus afiliados. Cuanto ms a la izquierda
estuvieran situados, mayor haba sido la afluencia de solicitantes. Pueblos
y pueblos donde antes no existan organizaciones sindicales de uno y otro
sector, ni siquiera partidos polticos, ese da existan lo uno y lo otro. Cono
cedores de la psicologa y prejuicios humanos, no olvidando que el instinto
de vivir se impona al deber de luchar, que el miedo a la cesanta y al hambre,
rebajaban las ideas de los hombres, colocndolas a la altura del ombligo, que
el miedo a la prdida del puesto, del jornal, les haca encerrar en la cueva
subterrnea de su cobarda sus verdaderos pensares y sentimientos, dando
la sensacin de que haban anulado o se les haba secado un poco lo que
al hombre le distingua del resto de los animales: el cerebro y el corazn;
sabedores de todo esto, un tanto comprensivos y un mucho indulgentes,
llegaban a comprender, aunque no pudieran justificar y... seguan el propio
camino sin su compaa, aunque quizs contaran con su simpata entera.
Tambin se daban cuenta de que no todos los llegados desde que empez
el movimiento lo han hecho por impulso material y espontneo, por
inclinacin o por simpata. Dada la natural suspicacia y recelos de quienes
por su temperamento o ideologa se enfrentaron en los primeros momentos
249
de la sublevacin fascista; los neutros, los indefinidos y hasta los fascistas que
por no estar bien declarados pudieran pasar inadvertidos, sintieran prisas
por definirse en cualquier partido poltico o sector sindical. Se dieron cuenta
de que el aval de un partido o un sindicato era un resguardo de garanta y se
parapetaron tras un carnet para mayor seguridad. Concretando, diran que
venan observando una verborrea, una fiebre y unas gesticulaciones revolu
cionarias tan fuera de tono, tan impropias del mom ento y circunstancias
que vivan y a veces tan espordicas como irresponsables. Verborreas, fiebre
y gesticulaciones que en el mejor de los casos no pasaba de ser una pompa de
jabn o cuando ms taponazo de botella de champn, y que por ser eso y su
falta de buen sentido, de solidez y de oportunidad, son gritos que distraen,
fiebres que entretienen, y gesticulaciones que entorpecen. Analizando este
fenmeno haban podido observar, que los que gritan, chillan y gesticulan,
en su mayora, son los que han llegado ayer, los que nadie sabe donde estaban
anteayer y quizs lo que ellos mismos no saban: lo que quieren y a dnde
van. Son camaradas cargados de insignias y colorines en el gorro, en el cuello,
en la solapa y hasta en los dedos, que queran demostrar con sus gritos y
demostraciones externas la falta de contenido interno. Haban llegado los
ltimos y queran demostrar que eran los primeros, no con actos serenos,
sino con palabras y actitudes ultrarrevolucionarias. Les haba entrado la
fiebre revolucionaria y hablaban y actuaban bajo sus efectos. Lo que decan
de los individuos podran tambin aplicarlo a muchos pueblos que por cual
quier futesa armaban una trapatiesta y distraan atenciones y actividades de
Comits y compaeros, que haban de emplearlos en cosas ms eficaces.
N o tuvieran ahora tanta prisa los que tardaron en llegar; no gritaran tanto
los que ayer callaron: contnganse los que ayer no se movan, y procuren
calmar los efectos de esa fiebre que les devora y a veces les hace delirar, con
unas inyecciones de buen sentido y unas dosis de concepto de la responsabi
lidad. Estaban seguros de que sera una determinacin que ayudara mucho
a ganar la guerra y a encauzar la revolucin, ya que ni la una se gana, ni la
otra se encauza, con gritos, gesticulaciones y determinadas actitudes, sino
con serenidad, buen sentido y concepto de la responsabilidad.
Por su parte, Flix Cuende, en su artculo del 18 de mayo titulado Qu
guerra les damos!, exalta la responsabilidad de los libertarios vascos, que
supona no tener actitudes anticlericales ni contrarias al culto religioso en
Bizkaia. Dice que el territorio de la Repblica era el mejor y ms elocuente
250
La Gesta traicionada
de los testimonios. Al lado de los centros obreros seguan en pie muchas igle
sias, y a la salida de esos lugares se confundan religiosos y revolucionarios;
ah estaban precisamente bien demostradas las mentiras que propagaban las
radios facciosas. Esta era la mejor demostracin de que haban conquistado
una vida libre sin reducir el derecho de los dems. Porque luchaban contra
el imperialismo y la injusticia social representada por el fascismo, era por lo
que unos y otros, catlicos y anarquistas estaban unidos en la vanguardia.
El editorial del da 15 de junio de 1937, titulado Ni nos engaemos,
ni engaemos a los otros, refiere la responsabilidad de la situacin guerrera
delicada a las organizaciones obreras y los amantes de la libertad poco antes
de la fatal cada de Bilbao. No se hacan ilusiones. No queran hacrselas.
Conocan la situacin de todo y de todos; pero esperaban, asimismo, la
reaccin favorable que era natural en todos los hombres y en todos los
pueblos cuando vean en inminente peligro sus vidas y sus libertades.
Dnde se hallaba la causa que pudiera producir esta reaccin favorable? En
la rpida fusin de los organismos obreros. Esto haba comenzado en parte,
ya que los organismos obreros se hallaban en reunin permanente cerca del
Gobierno de Euzkadi para conocer al mom ento las incidencias de la lucha
de su pueblo. No eran horas de duda; no haba, no poda haber ms que una
solucin digna, y sta era: que se responsabilizaran los organismos respon
sables y confiaran la defensa de la capital al que en realidad fuera acreedor
a esta confianza. Claramente iban a ver quines eran los que en realidad
defendan a Euzkadi y quines eran los amantes de la libertad, haciendo para
ello las dejaciones de su ideario que fueran precisas para vencer.
Com o conclusin de este apartado, como se ha visto, la irresponsabilidad
planeaba como sospecha sobre los libertarios que, con honestidad, la comba
tieron frente al Gobierno Vasco orgnicamente, frente a festejos y actitudes
de nuevos anarquistas y como prueba de la verdad al ir concluyendo la ofen
siva facciosa sobre Bilbao. La filosofa crata imbricaba la libertad personal
con el deber moral resaltando una autntica apologa de la responsabilidad
por los actos del individuo autnomo frente a tutelas y coacciones violentas.
Por tanto, la que hemos visto multivalente consigna de responsabilidad fue
consecuentemente adaptada por los libertarios frente a otros colectivos de
la retaguardia, como los vagos vividores y otros sectores polticos y sociales
que se guiaban por otra clase de principios ms oportunistas. Lo que era la
disciplina en la vanguardia era la responsabilidad en la retaguardia como
251
252
La Gesta traicionada
este apartado como una estrategia ms producto de la militarizacin de la
retaguardia.
LukaZaga firma el artculo de finales de diciembre de 1936, titulado
Polmica cordial. A los compaeros de Tierra Vasca, donde discute la
cuestin gubernamental antedicha. Dice que Tierra Vasca expona en su
artculo Los anarquistas y nosotros el punto de vista de su ideario respecto
al desenvolvimiento poltico de los pueblos. Decan que la actualidad
presente habr demostrado a los anarquistas que las cosas tienen que ser
as. Y ellos mismos, los hombres de la CNT, estn mandando, dictando,
dictando normas, distribuyendo rdenes en el Gobierno de Espaa y en
el Gobierno de Catalunya. Y ellos mismos, los anarquistas y sindicalistas,
estn obedeciendo las rdenes de esos compaeros que ellos mismos
eligieron para esos cargos. Muy bien pudiera contestar que en la Guerra,
como en la Guerra, o sea, que atenindonos a las circunstancias los liber
tarios adoptaron la determinacin que ms pudiera posibilitar el triunfo
del antifascismo. Si en Espaa la hegemona del movimiento antifascista
estuviera en su totalidad controlado por la C N T no hubiera sido preciso la
incorporacin de los representantes libertarios al Gobierno de la Repblica,
puesto que ste hubiera desaparecido, pero atenindose a que son diversos
los sectores que en la contienda intervenan, a fin de poder llegar a unificar
el esfuerzo de todos, todos haban tenido que hacer concesiones; y la de los
libertarios era, precisamente, sa. Saban que en la Guerra tena que desapa
recer la libertad y el federalismo, para dar paso a la disciplina, al militarismo.
Si tenan en cuenta que las Juntas o Gobiernos que actuaban en Espaa y
Catalunya eran Estados Mayores de las operaciones guerreras, se compren
dera que al dictar estos una orden, los libertarios, que en estos momentos se
consideraban militares, sin discusin, habran de cumplirlas.
O tro artculo del 31 de diciembre de 1936, la mitad del cual est censurado,
es el titulado El gobierno de Euzkadi y la C N T , y transmite la polmica
que haba por el tema. Dice que en la estructuracin francamente federalista
que la revolucin y la guerra iban imprimiendo a la geografa poltica de
Espaa, se vea claramente y con acusados matices, por fortuna, la inter
vencin directa y creadora de la CNT. Intervencin solicitada, respetada y
reconocida en todas partes, con slo una excepcin. Esta sola excepcin era
Euzkadi. En Euzkadi, a consecuencia de la obtencin del Estatuto, consti
tuyse un gobierno regional, integrndolo los diversos sectores antifascistas,
253
254
La Gesta traicionada
de los trabajadores. Nada ms justo que las organizaciones obreras cola
boraran en las tareas de gobierno con plena responsabilidad, como haban
demostrado tenerla en esos seis meses de lucha feroz en cuanto haban inter
venido. Convencidos por la sucesin de los hechos de que slo la unidad de
accin, de mando y de responsabilidad, podra asegurar el triunfo, propu
sieron y proponan la direccin del pas pasara a las organizaciones obreras,
ya que stas eran nicamente quienes salvaran la situacin aceptando la
responsabilidad directa de gobierno. STV, U G T y C N T seran los grandes
constructores de la sociedad vasca, convirtindola en una sociedad libre,
justa, donde desapareciera la tremenda injusticia que haba caracterizado a
las sociedades, mejorando la vida del trabajador hasta convertirle en un ser
digno, capaz de marchar firme, seguro, por la senda del futuro, y esta obra
haba de ser de los trabajadores.
El editorial del 14 de enero de 1937, denominado No perdamos
tiempo. La intervencin de las organizaciones sindicales en el Gobierno de
Euzkadi, vuelve a insistir en la reclamacin gubernamental. Dice que no
haban variado ni un pice en sus deseos de intervenir directamente, y con
la representacin de la CNT, en el Gobierno Provisional de Euzkadi. Deli
beradamente haban dejado su campaa pro-intervencin porque queran
dejar al libre albedro de los que ese da regan los destinos de Euzkadi la
adopcin del sistema que creyeran pertinente para dar satisfaccin cumplida
a los millares de ciudadanos que la esperaban como una cosa de justicia tal,
que todo retraso, toda dilacin en concederla, supona una falta absoluta de
visin y unos deseos de avivar pasiones que en esos momentos no juzgaban
por la delicadeza de los mismos, fomentar. Haban de insistir una vez ms
y mil si preciso fuera, en la ineludible necesidad de que las organizaciones
obreras, palanca propulsora de la economa, fueran las que iniciaran la obra
de reconstruccin desde arriba, que unida a la posesin de los elementos de
la produccin, sera el bloque grantico que hiciera intangible la vida y el
nuevo rgimen que con las armas estaba forjando el ejrcito popular.
El 16 de enero de 1937, el Com it Regional de la C N T del Norte firma
el artculo titulado Aclaraciones. Tendenciosos, no. Sinceros, siempre! en
que, a raz de una campaa pro-intervencin gubernamental con pasquines,
la C N T vuelve a la carga con la cuestin. Dice que era ah, en Euzkadi,
donde no slo no se les admita en el Gobierno, sino que, por el simple
hecho de colocar un pasqun en las fachadas, pasqun que no rozaba ni
255
- ............
256
La Gesta traicionada
Partido Socialista, no por su contenido, sino por su posicin especial aqu
en Euzkadi, era el sptimo. Si a la CNT, que estaba alejada del Gobierno
por una incomprensin absurda, se le negaba el derecho a realizar toda labor
partidista e ideolgica, de crtica y gubernamental, dgaseles que tena que
hacer la C N T ante esto. Cruzarse de brazos? No; bajo ningn concepto.
Los libertarios no podan estar de acuerdo con la labor del Gobierno, porque
no era su Gobierno y no estaban representados en l. La retirada libertaria
del FP fue por este motivo, pues en lugar de que el FP apoyara incondicio
nalmente al Gobierno, estimaban que este FP deba llevar al Gobierno todas
las medidas que el mismo consideraba pertinentes debieran llevarse a cabo,
para poner a estudio y consideracin de los gobernantes. Si los libertarios
se encontraban representados en el Gobierno, no podan por menos de
suscribir lo que a su consideracin expona el Partido Socialista. Pero tngase
en cuenta las circunstancias tan especiales en que se encontraba la CNT. Sin
responsabilidad, sin intervencin en las tareas de gobierno. Y, lgicamente,
cuando queran que se les escuchara, se vean forzados a salir a la tribuna y
a la calle. Esta era la posicin exacta de la CNT. Si no se quera que su orga
nizacin planteara problemas de carcter poltico y tomara determinaciones
de una ndole que no era norma en la misma, bsquese la solucin ms
factible que, en este caso, era el de responsabilizar a la C N T en el Gobierno.
No slo crean que deba implantarse en Euzkadi el M ando Unico militar,
sino tambin el M ando nico poltico, donde un Gobierno fuera gobierno
de todos. Entonces, ese Gobierno tendra la confianza absoluta y el apoyo
incondicional de todos los organismos. Si no era as, le faltara algo, eso algo
que probablemente, lgicamente, les llevara a la victoria: la unin en la reta
guardia en todos los problemas, para que sirviera de acicate a sus compaeros
del frente. Tambin estimaban que no podan efectuar ensayos de nuevos
sistemas econmicos; pero s decan que dentro del rea de las posibilidades
de avance en el terreno social caba mucho hacer todava en Euzkadi, donde
pareca que no haba llegado el aire ambiente del resto de Espaa en las
conquistas sociales y que eran tan preciadas para los trabajadores. Nada
de ensayos totalitarios, como dice el Partido Socialista, pero s adquirir
puestos por los trabajadores en la economa. Aqu, en Euzkadi, pareca que
no sentaba bien esta conquista parcial del proletariado, puesto que nada se
haba hecho y que todos estaban obligados a hacer, tanto el Partido Socia
lista como la CNT. La C N T no se opondra a nada, pero manifestaba que
257
.......
258
La Gesta traicionada
pasiones, el crear una tensin nerviosa en los hombres que se sentaran im pu
tados como traidores, creando con esto una delicada situacin que precisaba
poco para quedar convertida en una posicin de violencia. Haba que hacer
justicia, pero no justicia partidista, contra quien y como sea; pero no deban
adelantar juicios que pudieran ser perjudiciales, ni envenenar el ambiente
y crear una aureola de odio contra unos para beneficiar a otros. La C N T
cargaba con la responsabilidad que le correspondiera. La C N T no poda ni
quera escamotear la verdad a la vindicta pblica. La C N T se hallaba al lado
del gobierno si haca justicia y depuraba actuaciones. La razn que pedan,
la nica que deba realizarse, era callar, depurar, inquirir, hallar las causas
que haban motivado los hechos sucedidos, tanto la entrega de Mlaga como
los sucesos de Barcelona. Y una vez depurado esto con todas las amplias
garantas para todos los sectores, y con las pruebas en la mano, vinieran
las sanciones, vinieran las crticas, viniera lo que fuera preciso que viniera
y cargara cada uno con la responsabilidad que le correspondiera. Mientras
ganaban la guerra, hicieran depuracin, pero en tanto la depuracin no
estuviera hecha, los comentarios holgaban, y ms si stos eran parciales.
Com o conclusin de este apartado, como se ha visto, la militarizacin de
la retaguardia, al igual que el M ando Unico, exigi para los libertarios un
gobierno nico de concentracin en el que ellos y el resto de sectores estuviera
representado. Esta era la realidad impuesta desde el principio de la guerra y
la solucin encontrada en el resto de regiones espaolas fieles a la Repblica.
La CNT, como organizacin con presencia militar y actividad social en la
retaguardia, demandaba una responsabilidad gubernamental como su deber
ante el pueblo y ante las circunstancias blicas del momento. La seduccin
gubernamental evitaba al movimiento libertario una funcin ms anarquista
de oposicin y crtica en la que mayoritariamente no se encontraba a gusto
ante el juicio de la Historia, y que planteaba un conflicto permanente con
sus aliados y un estado de tensin permanente. Ms adelante se ver la
sucesin de acontecimientos histricos que supuso la no atencin de esta
requisitoria que concluy con la prdida de los libertarios de su razn de ser,
su fuerza, su coherencia interna y el encumbramiento de sus antagonistas
por vas polticas.
259
260
La Gesta traicionada
Pero no era esto preferible a las inconsecuencias e irresponsabilidades que
de otra forma pudieran acumularse en contra de ellos, desprestigindoles
frente a la opinin? La conclusin tajante saltaba a la vista: la belicosidad y
el federalismo se repelan en cuanto ambos se rozaban. Anteayer se abus
del tpico federalista hasta la saciedad. Las milicias, sobre todo, crean
perder esa personalidad que en los sindicatos haban adquirido si solamente
se les conceda personalidad en lo blico, y en lo sindical no intervenan
fuera de los sindicatos, y, sin embargo, en lo ms recndito de sus propias
conciencias, estaban seguros que opinaban y sentan con arreglo a lo que por
una realidad apreciada por todos, la organizacin se vea precisada a sentir
y poner en prctica circunstancialmente, hasta vencer al fascismo. Slo les
pedan a su vez que ellos cumplieran con dos deberes: aplastar al fascismo
con las armas en la mano y transigir con ser un poco menos federalistas
mientras duraba la lucha, y en la retaguardia cumpliran con aquel deber
que se haban impuesto y que haba sido su exponente comn para la
humanidad: hacer la Revolucin. Iba a discutirse si a las milicias se las iba
a seguir considerando con personalidad y derechos iguales a los sindicatos
para discutir los asuntos sindicales desde sus cuarteles o no. Comenzaban los
delegados de milicias manifestando que no era prudente ni necesario privar
a stas de intervenir en lo sindical desde sus cuarteles, cuando los asuntos
de la organizacin fueran a ventilarse. En apoyo de su teora argumentaban
que no era cierto que ellos se reunieran en asamblea olvidando sus deberes
defensivos y ofensivos que les estaban encomendados en la vanguardia,
frente al enemigo. Coincidan todos los representantes de milicias en que
era necesario dar otra estructuracin ms adecuada a las milicias, para que
la disciplina bien entendida y puesta en prctica fuera un hecho pero, eso
s, sin que se vieran mermadas del derecho concedido por el ltimo Pleno
Regional para intervenir como sindicatos, federaciones locales y federacin
comarcal, en los asuntos sindicales. Otros representantes de milicias, sin
embargo, se manifestaban de acuerdo en que las Milicias no tuvieran ms
personalidad que la de guerreros mientras se encontraran con las armas en
la mano y frente al enemigo. Intervenan los delegados directores de los
sindicatos y todos ellos se manifestaban porque las Milicias no tuvieran otra
personalidad ni actividades en la vanguardia y en el cuartel que aquellas
propias de la guerra. Argumentaban que no era posible que las milicias estu
vieran al tanto de las interioridades de los asuntos sindicales y de actualidad
261
262
La Gesta traicionada
mayora, sintindose militares, no querran dejar de serlo! Era posible que
algo ocurriera de esto, pero ello era inevitable. La necesidad de triunfar no
dejaba tiempo para preveer estas contingencias que, aunque posibles, nunca
seran tan lamentables como el triunfo del adversario. No esperaba que los
hombres, los compaeros de convicciones arriesgadas, que ese da por un
imperativo de las circunstancias transigan con lo que ayer combatieron y
detestaron; terminadas las circunstancias que se lo impusieron, haban de
seguir aceptndolo como norma de vida. El suponerlo, en la mayora, sera
una ofensa y tener un concepto muy pobre de los valores libertarios y de sus
convicciones. No dudaba que la intervencin en el gobierno y aceptacin
del militar, terminaran tan pronto como las circunstancias no lo determi
naran necesario. Mientras ese mom ento llegaba, estimaban que no slo era
compatible, sino tilsimo e indispensable, que el libertario por ser revolu
cionario estaba obligado a levantarse contra el fascismo tirnico y opresor y
que, para vencerle, tena que combatirle con sus propias armas, hacindose
militar en lo que en orden guerrero supona y aceptando la disciplina del
mando.
El 8 de mayo de 1937 viene publicado el artculo titulado La participacin
en el Gobierno, en el que se trata esta cuestin como circunstancial y que
no supone una variacin al autoritarismo de los anarquistas. Dice que nadie
poda hablar de realizaciones totalitarias en el mom ento presente. Estaban
en un frente de colaboracin con diversas fuerzas de carcter poltico, cuyos
principios y programas distaban bastante de los libertarios. En verdad,
ninguna revolucin, en las actuales condiciones de todos los pases del
mundo, poda hacerse en la forma totalitaria que respondiera a las directrices
de un sector social o de una tendencia poltica, cuando existan varias frac
ciones que tenan sus respectivos idearios y mtodos polticos, econmicos
y sociales, que juzgaban como los ms variables y acertados. Surga as, el
problema de la actuacin anarquista en una Revolucin, cuando no queran
lanzarse a una nueva guerra civil, a una dictadura ejercida por los anarquistas,
a una renuncia a sus propios postulados mediante la adopcin de mtodos
coercitivos. Malatesta, con la claridad de visin que le haba distinguido al
enfocar los problemas revolucionarios, haba sealado que la misin del anar
quismo era influenciar lo ms posible en sentido libertario a la Revolucin,
interviniendo a ese efecto siempre que hubiera convulsiones sociales, y exigir
el derecho a la libre experimentacin para los que quisieran vivir de acuerdo
263
- ..... -
::= =-
a los principios anarquistas. Por otra parte, se haba sostenido que dadas las
modalidades absorbentes y centralizadoras del marxismo, dadas sus expe
riencias en diversos pases, conocidos sus procedimientos de la revolucin
rusa, era infantil exigir y lograr esa libertad de experimentacin. La nica
solucin era, en consecuencia, participar en la accin revolucionaria y en la
reconstruccin inmediata al triunfo sobre el capitalismo, de manera que las
masas siguieran las orientaciones libertarias, atrayndolas por el ejercicio de
experiencias libertarias de efectos convincentes. La participacin de los anar
quistas en los organismos estatales no entraba en el terreno que sealaban.
No era una rectificacin de mtodo que se afirmaba como precedente para
futuras actuaciones. No era una tctica surgida como adaptacin del anar
quismo a una realidad que haba de subsistir mucho tiempo. La partici
pacin en los estamentos gubernamentales se deba sola y exclusivamente
a condiciones circunstanciales de guerra. Quienes confundan esta verdad,
pretendiendo que los anarquistas seguiran colaborando en el poder una
vez terminada la guerra para dirigir y controlar la reconstruccin; quienes
sealaban, precisamente, esa intervencin gubernamental y por tanto
antianarquista. Com o antianarquista era la guerra misma a la que se entre
gaban sin reservas, como lo nuevo, aprendido, como lo nuevo que moderni
zaba el anarquismo espaol haba ratificado en todos sus plenos y congresos
ltimos, que no era el Estado, ese da, cuando a la guerra haba de suceder
un intenso proceso revolucionario que completara la obra cumplida desde
el 19 de julio, una cosa distinta de lo que haba sido siempre, como aparato
opresivo, incapaz y antieconmico, negador de la libertad popular, creador
de nuevas capas privilegiadas. No era esa participacin en los gobiernos una
tctica que quedara involucrada en los mtodos de lucha y de realizacin
del anarquismo. Lo que s era leccin que resultara benfica y permanente,
incorporando valiosas tcnicas revolucionarias, era la colaboracin entre los
productores, la unidad proletaria, la alianza entre los trabajadores de las
distintas tendencias socialistas, para poner en movimiento, directamente,
desde sus propias organizaciones sindicales, la nueva vida econmica y social.
Todo el esfuerzo de los anarquistas, a la vez que se concentraba en derrotar al
fascismo con todas las armas, deba tender a que en la base social, en el seno
del pueblo productor, se concertaran slidos vnculos para la gestin directa
264
La Gesta traicionada
de la economa revolucionaria. Lo que haba de resolver el viejo problema
de la post-revolucin, sobre la base de un entendimiento entre todos los
productores, para vivir solidaria y libremente.
Como conclusin decir simplemente que las renuncias ideolgicas
al anarquismo, la intervencin en el gobierno y la militarizacin, con el
nico objetivo de vencer al fascismo con sus propias armas y evitando una
dictadura anarquista que reprodujera una guerra civil interna en el bando
republicano no tuvieron carcter circunstancial. Perdida la guerra, muchos
libertarios aceptaron el Estado y el Capital fatalmente, aunque con inten
ciones sindicales de justicia social autnticas. Desmoralizados y frente al
fascismo y el comunismo totalitarios, adoptaron una esperanza reformista en
la democracia liberal. Sin embargo, y cindose a la guerra civil en Euzkadi,
se ver que los anarquistas del Norte, frente a lo que pudiera mostrar el
peridico C N T del Norte, no intervinieron en el gobierno ni se militarizaron
totalmente mostrando desprecio a los que no les hacan aprecio.
7 .5 .4 . D epuracin.
265
266
La Gesta traicionada
en su mayor proporcin en descrdito de la CNT. El Comit Nacional de
la C N T reafirmaba esta postura, honradamente mantenida la firmeza que
ponan en que se efectuara la depuracin necesaria, crean les autorizaba
a pedir a todos que cesara la campaa que pudiera crear desconfianza y
recelo en todos, y que daban comienzo, con los hechos, a la tarea de hallar
las causas determinantes de tal campaa. Ellos se abstendran de criticar a
nadie ni a nada; su lnea de conducta momentnea tena un solo fin: vencer
la guerra con la premura que se requera. Pero queran creer que los dems
imitaran su ejemplo y se propusieran todos vencer. Podra suceder que uno
o todos los organismos que ese da luchaban contra la reaccin tuvieran en
su seno algunos individuos indeseables y de quien se hiciera poco menos
que imposible el poderlos controlar; pero esto, de existir, no poda ser causa
que determinara el responsabilizar a todo un sector y mxime cuando este
sector exiga, como el que ms, que esta depuracin se efectuara y estuviera
ella dispuesta para hacer justicia en sus propios medios. Para dedicarse a
la crtica acerba en estos momentos, deban de tener presente la dificultad
que se presentaba para llegar a una efectiva controlacin [sic] total de todos
sus afiliados, ya que la situacin actual obligaba a todos a enrolarse en uno
u otro organismo, y a ellos haban acudido bueno, mediano y malo. Lo
que pretendan era afianzar los lazos de confianza que deban de existir en
todos los sectores antifascistas y no se fomentara entre ellos la desconfianza
que producira el debilitamiento de su accin de conjunto, tanto en la
vanguardia como en la retaguardia. La prensa deba de ser, ese da, un
elemento de guerra efectivo, que dijera la verdad del movimiento libertario
a los luchadores que se hallaban en el frente; deba de ser el vnculo que
uniera a los milicianos con sus respectivos organismos, que era para ellos
una firme garanta; la prensa tena que afianzar la moral del miliciano y ser el
nexo donde vinieran a converger los lazos armnicos de todos los luchadores
de diferentes tendencias. Pero nunca la prensa, y menos en estos momentos,
deba ser el camino que les arrastrara a la desunin de las ideas y de las masas
trabajadoras.
El 30 de mayo, el artculo titulado As procede la CN T! Nuestra justicia
es real habla de la depuracin de los elementos responsables de los sucesos
de mayo en Barcelona. Dice que decan en uno de sus editoriales, que la
C N T se hallaba dispuesta siempre para hacer justicia en quien fuera, contra
quien fuera y hallrase donde se hallare. Si la justicia haban de hacerla en
267
268
La Gesta traicionada
ingresar en uno u otro organismo, y otros para cubrir sus ideas retrgradas
se haban enrolado en un organismo que poda ser una garanta para su
personalidad. Como los tenan todos, como nadie poda controlar todos sus
componentes por la enorme cantidad de ellos que haban llegado a ltima
hora, todos asimismo, deban de imitar la posicin de la CNT, sin comentar
lo de otros, sin silenciar lo de uno y depurando todo lo que fuera susceptible
de depuracin.
El 12 de junio de 1937 el editorial titulado Nosotros nos sumamos!
obedece a la orden de depuracin establecida por el Gobierno Vasco. Dice
que entresacaban de la nota dada por el Consejero de Gobernacin: Todas
las Organizaciones Sindicales y Partidos Polticos estn en la obligacin de
vigilar, con sumo cuidado, la clase de elementos que controlan. De acuerdo.
Pedan que en beneficio de la causa antifascista se investigara y anularan
los tales elementos peligrosos. Aceptaban gustosos esa comisin investiga
dora para realizar una depuracin que a cada momento se haca ms nece
saria e imprescindible. Entendan que realizada sta, terminara de una vez
para siempre la desconfianza que poda existir entre los diferentes sectores
antifascistas, y esta desaparicin tan necesaria al vnculo mas seguro que les
encaminara a la realizacin prctica y efectiva de la unidad de accin en las
masas proletarias que tan fervientemente anhelaban.
Com o conclusin de este afn cenetista por la depuracin de indeseables
surgidos por lo dicho al iniciar este apartado (incontrolables, adheridos de
ltima hora y emboscados), se sufri la confusin de una prctica anar
quista inveterada cual era la expulsin de los adheridos, o su marginacin,
cuando eran de manifiesta inmoralidad, que siempre se haba realizado
automticamente dentro del movimiento, y las exigencias de otros sectores
de una depuracin o desamparo de los elementos mas irredentos de la
deriva que iba tom ando la guerra y la Revolucin como los causantes de los
sucesos de mayo en la Ciudad Condal. La motivacin de ambos tipos de
depuraciones, moral y de lid poltica, obedeca a la tradicin crata de regu
lacin de elementos afines y al maquiavelismo de la situacin catalana de la
que poco se supo a ciencia cierta en el momento y, desde luego, en Euzkadi.
As, que se mantuvo una postura tradicional, confundiendo la moralizacin
de los adheridos para garantizar su eficacia revolucionaria de hombres real
mente conscientes y el complejo de indeseables de los afines a la Idea que
cre a los libertarios el prejuicio del resto de sectores y, especialmente, los
269
270
La Gesta traicionada
desaparecer, y por otro imperativo an ms contundente. La Revolucin
social no poda amamantar chuppteros, ni permita que a su sombra se
emboscaran los eternos vividores y paniaguados.
Firmado en Bilbao por LukaZaga a 10 de febrero de 1937, viene en el
C N T del Norte del 13 de febrero el artculo titulado Austeridad y sacrificio
donde dice que estaban en plena guerra y por consecuencia, la economa
estaba en crisis, crisis que cada da adquira caracteres ms alarmantes. Haba
crisis. Crisis de materias primas. Crisis de alimentos. Crisis de todo. Cmo
hacerle frente? Por el momento, no haba ms que un medio a su alcance.
La austeridad. Austeridad en todos los rdenes de la vida. Austeridad y
sobriedad para todos! Pero empezaran a dar el ejemplo en la retaguardia!
Com o conclusin de este subepgrafe, y como se titula el himno anarquista,
los libertarios siempre haban llevado a gala el ser hijos del pueblo. Y esto les
conminaba a padecer los mismos sufrimientos y alegras que el pueblo llano.
Con lo que una consigna como la de la austeridad, solidaria con el momento
y tpicamente puritana, estaba en su lnea. Por ejemplo, se lleg a considerar
que el tom ar caf era un lujo no acorde al sufrimiento del pueblo y algunos
que podan consumirlo dejaron de hacerlo.
7 .5 .6 . M oralizacin.
271
272
La Gesta traicionada
construida sobre las ruinas y escombros de la vieja sociedad corrompida por
el capitalismo y la religin. Para esto, preciso era que se poseyeran de una alta
moral personal, y constructiva que garantizara sus ideas. Su proceder, haba
de ir siempre precedido de una alteza de miras y una responsabilidad plena
de sus actos. Consecuentes de esto, si algo mereciera rectificar, se admita
sin que por esto hubiera de hacerse cuestin personal, reconociendo el error
en que se hubiera podido incurrir. Deban de tener en cuenta, que haban
de presentar una sociedad nueva, sin los defectos que pudiera originar los
errores. Si todos sus actos iban precedidos de una alta moral personal por los
compaeros encargados de esta transformacin, no haba duda que habran
merecido la confianza de todos al cumplir satisfactoriamente con la difcil
misin a ellos encomendada. Nadie haba de negar su concurso a la reta
guardia, ni se reconoca til y preciso; pero nadie tampoco haba de usurpar
un cargo a quien pudiera interpretarlo y cumplir su cometido mejor, pues
este hecho representaba de por si slo un entorpecimiento a la estructura de
la gran revolucin y negaba la grandeza moral que caracterizaba sus ideas.
El 4 de junio de 1937, el editorial titulado Se prepara una gran ofensiva
nacional recurre a la victoria moral como segura. Dice que saban que
defendan algo suyo y por esto tenan una moral de la que ellos carecan.
Por esto crean que si se iniciaba la ofensiva con carcter general, sta sera
la ltima que tuvieran que realizar. No eran optimistas, pero crean ser un
poco videntes y conocedores de lo que suceda al lado de all. Podan vencer,
y venceran si la ofensiva era general y no se paralizaba; para realizar sta se
precisaba un lenitivo que les impulsara con nervio a realizarla. Ese da tenan
este motivo: el atropello de los otros. Una vez ms quedaba patente lo que
siempre afirm la CNT: que la tirana engendraba odios, que vencera, pero
no convencera. Ese da tenan una prueba sus enemigos y una leccin los
que pretendieran ser amos un da. Para que un pueblo estuviera al lado
propio, haba que tratarle con cario, y, segn el trato que recibiera, as sera
el pago que les d.
Com o conclusin, decir que la moral anarquista estaba ntimamente
proporcionada a su ideal, a la realizacin de la Revolucin. Los libertarios no
luchaban por un rgimen democrtico u otros peores como una dictadura,
sino por la utopa social. Esto hizo que las pobres conquistas revolucionarias
en Euzkadi, pero con su acariciado potencial, desilusionara su moral y la
hiciera ms realista aceptando una moral militarista de circunstancias de
273
...........
274
La Gesta traicionada
estn en la obligacin de vigilar con sumo cuidado, la clase de elementos que
controlan. De acuerdo. Pedan que en beneficio de la causa antifascista se
investigara y anularan los tales elementos peligrosos. La C N T se prestaba a
colaborar en esta medida de salud pblica, extensiva a todos los organismos.
El 3 de marzo de 1937, Alfredo Camn (Refaldo) escribe en su artculo
Problema de hoy la temtica de los desocupados exigiendo su control.
Dice que era hora de que hicieran un alto en el camino, dejaran a un lado los
cantos de sirena, que ninguna mella hacan, e impusieran el deber comn
de todos, obligndoles a aportar su esfuerzo a la guerra; haciendo un control
de todos los hombres tiles para el trabajo emplendolos en el frente, en la
ciudad o en el campo, donde ms necesarios fueran.
El Comit Ejecutivo de la Edificacin de Bizkaia (UGT) y la Junta del
Sindicato de la Construccin (CN T) firman el artculo del 4 de marzo de
1937 titulado A los trabajadores de la Construccin. Contra los incontro
l a b l e s Dice que con el propsito firme de hacer cumplir las disposiciones
marcadas por sus organismos nacionales de los suscritos sindicatos en orden
a hacer todo lo que estuviera a su alcance para ganar la guerra con paso
acelerado y firme, primera consigna que se haban impuesto, amn de otras
que el futuro les tena asignadas a sus organizaciones, queran llamar a la
conciencia honrada de los obreros ocupados en los trabajos de defensa en la
retaguardia a fin de que cooperaran con ellos a extirpar a los llamados incon
trolables, que tanto estorbaban para cumplir tan anhelado fin. Pero no sin
antes hacerles unas consideraciones y marcarles el camino para lograr entre
todos, estrechamente unidos, el exterminio, en bien de la causa antifascista,
de esas gentes indignas de estar entre ellos. No trabajaban y procuraban
distraer al compaero. De todo protestaban sin fundamento, queriendo dar
palabra de ser, falsamente, claro estaba, ms compaero que nadie. No obe
decan las rdenes de los delegados de sus sindicatos, ni a la direccin del
trabajo. Sembraban, por medio de la murmuracin y sin el debido funda
mento, el descontento de los dems compaeros con fines bastardos. Esta era
la forma de actuar en los trabajos de los irresponsables y esperaban que todos
los compaeros conscientes procuraran descubrirlos y denunciarlos, por
medio del delegado de la obra, al sindicato al que pertenecieran, sin poner
en esta misin alguna baja pasin de orden personal que deba estar alejada
en todo mom ento de esta cuestin para no degradar su gran obra colectiva.
Las organizaciones seran las que con recto criterio determinaran la sancin
275
276
La Gesta traicionada
crean que con halageos resultados, a la expedicin de tarjetas y registro de
cuantos se hallaban dentro de lo que sta Ley determinaba. En principio les
pareca bien el sistema adoptado, si bien crean fuera algo ingenua la manera
de llevarlo a cabo. Veamos: Por un anuncio se conminaba a los ciudadanos
residentes en la provincia, a que en el trmino de das, haban de personarse
en las oficinas designadas al efecto para verificar su control. Indudablemente
que esto no ofreca grandes garantas para poder afirmar que no quedaba
alguno o algunos resquicios para que los incontrolables (desgraciadamente
muchos) pudieran burlar el decreto. Y en el mejor de los casos, de que todos
los ciudadanos, todos, acudan a cumplir esta obligacin, no poda ser
esta tarjeta un salvoconducto formidable para avalar la libre estancia entre
nosotros a elementos peligrosos, que con el control de referencia se encon
traban con un arma gratuita y de positiva eficacia?. Estos vagos profesionales
y seoritos careteriles no tenan derecho a vivir, si no era con un viraje total
y rotundo de su modo de existencia, para lo cual nada mejor que una dosis
de pico y pala en la confeccin de refugios y parapetos; pero para conseguir
esto nada mejor que el control; pero de las organizaciones sindicales, a travs
del carnet profesional, que, unido al expedido por el Estado Mayor, sera el
salvoconducto real y efectivo que en todo momento les dara la expresin
verdad de las fuerzas que en la vanguardia y en la retaguardia disponan para
cualquier evento y toda ella perfectamente responsable.
Por su parte, el artculo titulado Apuntes. Y t, que haces?... completa
la anterior visin libertaria sobre el control del Gobierno de la Repblica.
Dice que la orden dictada ltimamente por el M inistro de la Gobernacin,
relativa a la invencin del certificado de trabajo, y en la que se determinaba
que ...todos tienen la obligacin de desarrollar el mximo de produccin,
aplicable a la consecucin de la victoria, imponindose diversas penas a
los contraventores, haba tenido la virtud de alterar el ritmo cmodo y
feliz en que vivan un buen nmero de sinvergenzas parasitarios. Ahora,
con la guerra, la vagancia no tena disculpa. Las costas estaban reclamando
brazos que las fortificaran; los campos, manos que los laboraran; las ciudades
refugios antiareos, y el frente, pechos recios de heroicos combatientes.
Todo, menos permanecer inactivos, menos ser un parsito. Se acabaron ya
los tiempos de vivir sin esfuerzo.
O tro artculo titulado Sobre el aumento de salarios se muestra a
favor de un control mediante el carnet de trabajo. Dice que solamente lo
277
.......
278
La Gesta traicionada
pueblos (especialmente los evacuados) y de la capital, comprendidos entre
la edad de 18 a 50 aos y que no trabajaran en factoras de guerra, a que se
inscribieran en sus oficinas a la mayor brevedad.
O tro llamamiento del mismo da de Ramn Pereira Echave, invlido de
la guerra, titulado A la CNT, UGT, STV y antifascistas en general, solicita
puestos para los intiles. Dice que ellos queran ser tiles a la causa y para
esto era necesario organizado, cmo?: que los heridos fueran clasificados
y colocados en la retaguardia tal como Orden Pblico, ordenanzas y otros
muchos puestos que muy bien podan desempear y que ese da estaban
ocupados por quien pudiera ocupar su falta en el parapeto.
C ontra los parados en un mom ento grave est el artculo del 9 de mayo
de 1937 titulado A t que no haces nada. En qu piensas? Por qu no te
decides?. Dice que los estudios detenidos no deban ser permitidos cuando
las circunstancias aconsejaban la movilidad. La hora presente era de accin,
de ejecucin, de lucha y de trabajo. Entretenerse a pensar despus de nueve
meses en los que se derroch tanta metralla y tanto herosmo, perteneca
solo a quien no senta los dolores producidos por tan terrible azote. Perte
neca a los castrados, a los faltos de ardor, a los malos. En su sociedad, no
deba haber parados ms que los enfermos y los intiles. Si en el banquete
de la vida quera un plato, deba tenerlo merecido. De su trabajo, dependa
su seguridad. Los ejrcitos y las armas necesitaban el complemento de su
esfuerzo.
Finalmente, el 9 de junio de 1937, F. Aldama firma el artculo Problemas
del mom ento, donde trata de la evacuacin de zonas rurales. En la guerra
se avanzaba y se retroceda y era necesaria la preparacin para todo, y para
que estos movimientos tuvieran ms eficacia y se efectuaran con la mayor
rapidez y las menores prdidas econmicas y personales posibles; deba estar
toda la poblacin civil instruida y disciplinada como estaba la vanguardia,
para que as pudiera responder a toda llamada que el mom ento les indi
cara. Esta operacin era necesaria a todos; pero, en particular, se refera a
los campesinos que poblaban las zonas de guerra y limtrofes, en casos de
evacuacin. La evacuacin del campesino se haca ms difcil por tener que
arrastrar consigo, adems de sus familias, cosas tan importantes para todos
como la ganadera y los comestibles, si le era posible. Pero esto, tenindolo
previsto y debidamente ordenado, poda llevarse a cabo con mayor rapidez,
porque las cosas de improviso no daban los resultados apetecibles; y si, por el
279
280
La Gesta traicionada
7 .5 .8 . C onclusin.
281
282
La Gesta traicionada
7.6. Internacionalism o proletario.
283
284
La Gesta traicionada
Por su parte, Solano Palacio firma el artculo del 6 de marzo de 1937
titulado Siempre heroicos, donde indica el sentido de la lucha. Ese da
se luchaba con valor, que rayaba en el desprecio de la propia vida, porque
se saba que lo que se jugaba en esta contienda internacional no era el
simple capricho de un tiranuelo cualquiera, ni la conquista de un pedazo
mayor o menor de terreno, ni el triunfo de ste o aqul partido, era la lucha
sangrienta, feroz y terrible, la lucha sin cuartel del ayer podrido y viciado
contra un m undo nuevo de justicia que se alzaba amenazando con arrasar
para siempre un pasado de abyeccin, oprobio y miseria que ya no tena
derecho a existir.
Liberto Lucarini firma el 7 de marzo de 1937 el artculo titulado
Prejuicios raciales. Nacionalismo e internacionalismo. Dice que la norma
de conducta de todo hombre que anhelara la felicidad humana, era practicar
el bien sin detenerse a mirar si los beneficiados por su proceder eran o no
compatriotas suyos. As lo entendieron los sabios que, a travs de la historia
humana, ofrecieron al mundo, an a cuenta de los mayores sacrificios, la
creacin de sus actividades artsticas, cientficas, literarias y profesionales.
Siguiendo esa lnea de conducta ascendente hacia la perfeccin suma, fue
posible el desarrollo de las sociedades humanas. Fuera mezquino que un
descubrimiento hecho por un sabio fuese monopolizado por el pas que le
vi nacer, en provecho exclusivo de sus intereses particulares y nacionalistas,
cuando ese mismo descubrimiento de ser aplicado o divulgado mundial
mente, podra reportar incalculables beneficios a toda la humanidad. Los
hombres que ensalzaron o adularon a los csares, al Estado, a la Banca, a las
empresas monopolizadoras, a la religin y a la patria, no fueron espritus
seeros, no supieron otear el horizonte y sentir amor hacia los hombres y los
pueblos del m undo entero, se doblegaron ante los tiranos, contaron endechas
al sentimiento patrio, lanzando a los pueblos a horrsonas y sangrientas
guerras para saciar los instintos de codicia o dominio de los csares, reyes o
emperadores de todos los tiempos. Los estudios verificados por los gelogos,
antroplogos, paleontlogos, etnlogos y arquelogos, respecto a la fijacin
del punto de partida de las primeras emigraciones humanas, haba permi
tido establecer la suposicin que todas las razas fueran originarias de un
mismo tronco comn, que tuvo sus races en las selvas tropicales del sur de
Asia. Partiendo de aquella parte del globo terrqueo, parece ser que haban
existido cuatro grandes movimientos migratorios, complicados desde luego
285
286
...... ............-......-
287
288
La Gesta traicionada
El 19 de mayo de 1937, el Secretariado de Prensa de la Federacin
Comarcal Montaesa (CNT-AIT) firma otro artculo de opinin titulado
Imposibilidad de un armisticio. Dice que los militares sublevados el 19 de
julio plantearon a Espaa y a Europa el gravsimo conflicto de la guerra civil
que amenazaba degenerar en un serio problema internacional. Sobre esos
traidores, alzndose frente al pueblo y al Gobierno legtimo que les repre
sentaba, caa toda la responsabilidad de este momento histrico que vivan
Espaa y el Continente. Apoyados en la rebelda de esos militares traidores,
las grandes naciones fascistas haban invadido el suelo de la Pennsula
Ibrica, y, basndose en los puntos estratgicos que dominaban los mares,
amenazaban la paz y la existencia de las democracias, contra quienes iba diri
gida toda la formidable organizacin blica que haban levantado en el suelo
espaol. En la tragedia que ensombreca la vida nacional, el agresor fue el
ejrcito mercenario que haba dejado de ser espaol, porque slo obedeca los
mandatos de las grandes naciones fascistas. El pueblo en armas representaba
el papel de agredido, de traicionado, que en uso de un legtimo derecho de
defensa se lanzaba a la lucha para defender su libertad personal, su libertad
colectiva y de su propia independencia como pas libre. Durante ms de
cuatro meses haban permanecido aislados. Mientras el ejrcito agresor
reciba toda clase de elementos de las grandes naciones fascistas, que haban
tomado posesin de la pennsula ocupando sitios estratgicos para atacar ms
tarde y vencer a las grandes democracias europeas, los pases que, por propio
instinto de conservacin, por representar ellos el papel de pas agredido,
vean que luchaban por las libertades nacionales y las de todos los pueblos
libres del mundo, les dejaron solos, abandonados. Los militares facciosos,
con su material extranjero, con sus tropas italoalemanas, con sus legiones de
moros, se apoderaban im punemente de pueblos y ciudades, amparados en la
propia debilidad. Cuando el pueblo, tras un heroico esfuerzo, lograba orga
nizar el ejrcito y el proletariado mundial, alzndose frente a la pasividad de
sus gobiernos, vena en ayuda propia, inicindose los triunfos de las armas
populares, que arrollndolo todo amenazaban dar al traste con el poder de
los militares sublevados apoyados en el poder del fascismo internacional; era
ahora, cuando se les ocurra (...), perdiendo lastimosamente el tiempo en
esa burla de la No Intervencin, largar la idea de un armisticio. Un armis
ticio a base de discutir posibles derechos de unos traidores que se alzaron
en armas para arrebatar las libertades pblicas asesinando a mansalva a sus
289
290
La Gesta traicionada
que defenda el pueblo espaol. La solidaridad que les prestaba no estaba
ni muchsimo menos, a la altura de la que en s procuraba comunmente
la burguesa. Entre bastidores, la burguesa no haba recurso imaginativo
que no pusiera en prctica para ayudar al fascismo de Espaa. El capita
lismo saba contemporizar lo mismo con los gobiernos democrticos que
con los autocrticos: se daba perfecta cuenta que un triunfo en el orden
social del proletariado ibrico tendra repercusin inmediata en el resto del
proletariado mundial, y conociendo esto a fondo, estaba dispuesto a defen
derse como fuera. Si partan de la base que el capitalismo no era ninguna
doctrina humana, sino el egosmo de una clase reconcentrado, fcilmente
se comprendera que todos los medios que empleen para subsistir, estaban
plenamente justificados. El movimiento libertario tena un carcter distinto
a los que se haban sucedido en otros pueblos: no quera ser un parntesis ni
una interrogacin en la Historia, sino una afirmacin. Esto no convena a
las democracias sostenidas ese da por esos arribistas; no queran tolerar que
ese proletariado en armas hiciera su experiencia y se daban cuenta de que su
papel, por innecesario, quedara automticamente descartado. As pues, el
obrero de otros pases desconoca la revolucin espaola. Los comits nacio
nales de las organizaciones de Espaa deban convocar a un congreso magno
de todo el proletariado mundial: en l deba de explanarse nuevas posibili
dades y aspiraciones revolucionarias; en l deba concentrarse la ayuda que
necesitaban y la que ms tarde podan prestar. Tomaran la leccin que les
daba la burguesa por medio de sus rganos representativos en las industrias
y en la alta Banca internacional. El capitalismo, por medio de la Sociedad
de Naciones, trataba de yugular la revolucin espaola y ellos, mediante este
congreso, salvaran la de Espaa y la del resto del m undo proletario.
El 6 de junio de 1937, el editorial titulado Despus de defendernos,
defendamos a los otros hace un canto a la solidaridad intemacionalista
proletaria. Dice que ni en un solo pecho de espaol poda existir la duda
de que haban de defenderse y con una defensa cerrada obtener la victoria.
Todos pensaban y as obraban con toda energa. Pero no era suficiente que
pensaran en defenderse y en alcanzar la victoria. Haban de pensar tambin
en defender a los dems. Su triunfo, indiscutible ya, haba de ser, debera
ser el triunfo definitivo de la razn y de la libertad en todos los mbitos de
la tierra. Nunca haban esperado nada de los Gobiernos ni de instituciones
oficiales; pero s tenan alguna esperanza de la efectividad solidaria de sus
291
292
La Gesta traicionada
la justicia, amoldndose a la rgida pretensin de explotacin y de tirana,
bajo la estpida influencia del codiciado dinero, base de la holganza, del
despotismo y de la inmoralidad poltica; por cuyos arraigados defectos, una
gran parte de la humanidad doliente se inhiba frgilmente del fundamental
sentido de la lucha de clases, influida por la ya citada corriente burguesa,
con la consiguiente y relegada solidaridad para con los dems pueblos
oprimidos, mxime, en aquellos casos de verdadera tendencia (como era
el actual conflicto espaol), en el cual el capitalismo internacional, sin ms
patriotismo que sus intereses financieros, tenda sus criminales garras para
exterminar (si posible fuera), sus humanas convicciones de libertad y rege
neracin. Y era as como se repeta y escriba la historia; de vulneracin,
intromisin y ultraje contra la soberana espaola; de invasin contundente
y demostrativa del territorio espaol, por las viles hordas fascistas de Italia y
Alemania, en confabulacin con la taifa de traidores y asesinos sublevados! Y
si esto era cierto, en qu lugar permanecan los grandes promulgadores de la
justicia y el derecho? Menos palabreras de Control y ms consecuencia en
los hechos, seores diplomticos!
El 10 de junio de 1937, el editorial titulado Al gobierno de Valencia si!
Al de Burgos no! comenta criticndola la equivalencia diplomtica que
se daba al Gobierno legtimo y al rebelde. Dice que si como juez lo colo
caban, era justo y era natural que para deshacer la responsabilidad que le
corresponda enjuiciara a los dems, y la responsabilidad no sera de l, sino
que sta recaera de plano sobre quien le dio un cargo que de forma alguna
era acreedor a l. Al delincuente se deba juzgar sobre el delito consumado
con amplias garantas para su defensa; pero nada ms. Poner de juez a un
criminal para que fallara sus propios crmenes era tanto como soslayar lo
sucedido y facilitarle la tarea de seguir cometiendo ms crmenes. Con las
condiciones que stos imponan, y las razones de los que les autorizaban qu
condiciones, se estaban laborando unas bases nuevas de control que seran
expuestas al gobierno de Valencia y al de Burgos para su aprobacin. Era
humanamente concebible que pudiera descenderse tan bajo? Al Gobierno
que resida en Valencia, que era el legtimo, el que se dio el pueblo por
voluntad expresa, era natural que se le consultara y atendiera en todo y
por todo. Pero al Gobierno de Burgos, por qu? Estas potencias que daban
cdula de legalidad a los militares sin honor que se alzaron contra su patria y
usando las armas que el pueblo les confi para la defensa de la misma queran
293
294
La Gesta traicionada
las bestias apocalpticas que se hallaban enfrente. El hambre, la explotacin,
la tirana, la depauperacin, no conocan las ideas; los ms opuestos ismos
los sentan con la misma intensidad y conocan un mismo idioma, ya que
siempre contestaban, en cualquier parte del mundo, con la rebelda; y
quien ms esto sufra, y quien ms se rebelaba, eran los trabajadores; por
esto, al decir trabajador, no saban decir ni ideas ni nacionalidades; saban
decir; nobleza, amor, desinters, corazn y nervio, y, todo ello, Solidaridad
Proletaria.
Como conclusin, y como se ha visto, el Internacionalismo combata
los prejuicios nacionalistas raciales y exiga la solidaridad de los proletarios
superando las fronteras que los separaban. La fe intemacionalista enunciada
por la 1 Internacional no fue demasiado satisfactoria para los libertarios
del Norte, que observaron una solidaridad proletaria poco decisiva y con
tardanza. En cuanto a la solidaridad internacional burguesa, las democracias
liberales actuaban bajo los intereses del dinero, la Banca y el armamentismo,
con lo que justificaron mediante la No Intervencin el abandono del pueblo
vasco bajo los designios imperialistas de las potencias fascistas. El miedo a la
Revolucin y la poltica realista de los beneficios y los intereses econmicos,
llev a un favorecimiento internacional del bando franquista. Esta insolidaridad y hostilidad amarg la lucha a los libertarios, salvo casos excepcionales,
que se vieron sin el nimo humanista del m undo hacia su gesta redentora.
En fin, los libertarios del N orte fueron conscientes de que su lucha se
enmarcaba en la lucha del proletariado internacional por su emancipacin.
295
296
La Gesta traicionada
donde plantean la solucin al problema de la prostitucin en Bizkaia. Dice
que crear una nueva moral en la mujer era una de ellas. Hacerla intervenir
en la vida pblica, introducindose en los lugares de produccin; haciendo
oir su voz en los sindicatos, en la tribuna, en la prensa; organizndose con
los trabajadores, como los trabajadores; conseguir por s mismas la emanci
pacin que los hombres no haban podido o no haban querido conseguir
para ella; desterrando para el oficio del hogar y del estropajo. Tampoco era
una solucin completa; necesitaba ir acompaada de otra solucin de ms
envergadura; la Revolucin Social. Slo una igualdad de derechos y deberes
entre el hombre y la mujer, la compenetracin econmica entre ambos,
permitira a sta emanciparse totalmente, y hacer con su persona lo que ms
le plazca, y entonces habra desaparecido la prostitucin, que era lo inicuo y
lo antisocial, aunque no desaparecieran las relaciones sexuales, que sin venta
ni comercio, resultaban naturales, beneficiosas y dignas. Esta transformacin
era la que haba que conseguir. Elevar su nivel cultural y econmico era lo
que estimaban ellos como nica solucin a la prostitucin.
O tro artculo titulado Guerra a la mujer ironiza sobre la posicin
social lograda por la mujer con la contienda. Dice que guerra a la mujer,
una guerra sorda, era la que se haba declarado, o por mejor decir, haba
continuado en Bizkaia; una guerra terrible por su indiferencia, por las armas
que en ellas se empleaban; guerra en la que siempre perdan las mujeres.
Pareca que al principio del movimiento faccioso la mujer iba a tener una
activa intervencin en la vida social. Los indicios eran halageos, a la
retaguardia de los combatientes desafiando como ellos el peligro fueron las
mujeres antifascistas de entonces, para las misiones de limpieza, de abasteci
miento, de Sanidad, etc. El Gobierno Vasco las suprimi de un plumazo, y
desaparecieron del frente las mujeres. Pero en la retaguardia tambin haban
tomado muchos cargos, excesivamente muchos y poco a poco iban siendo
suplantadas por hombres fuertes y robustos, que necesitaban de toda su
energa para picar las tarjetas de comidas de los refugiados y para vigilar si
coman bien, guardaban el orden, etc.
Por su parte, el 19 de febrero de 1937, Espectador firma el artculo titu
lado Comentarios a las disposiciones del Gobierno Vasco donde se vuelve
a incidir en la problemtica de la prostitucin. Dice que la noche pasada,
a las siete y media, un joven estudiante de la Federacin Universitaria
Escolar, pronunci una interesante conferencia sobre Prostitucin, en los
297
298
.........
.....
La Gesta traicionada
299
..... , ... ,
de otras labores para cubrir las necesidades de la UCA y aquellas otras que
se derivaran de la guerra o del abastecimiento en general de la poblacin
civil, e) Organizara, dentro de sus posibilidades, toda clase de servicios y
obras complementarias, haciendo que la refugiada guipuzcoana vea en l
su amparo ms firme y su mejor ayuda. El Hogar de la Mujer Guipuzcoana
mantendra una estricta neutralidad en materia poltica o religiosa, impo
niendo el mximo respeto m utuo y una tolerancia corts y afectuosa. Para
llevar a cabo los precitados fines, la UCA haba procedido a cerrar su balance
y haba acordado destinar el remanente de beneficios hasta ahora obtenidos a
la creacin y sostenimiento del Hogar de la M ujer Guipuzcoana, sin perjuicio
de las cantidades que al mismo objeto dedicara en liquidaciones posteriores.
Contaba, igualmente, con un plantel de altruistas guipuzcoanas, dispuestas
a colaborar con entusiasmo en los trabajos de organizacin. Quera el apoyo
de todas las entidades polticas, sindicales y sociales de Gipuzkoa y, al efecto
se diriga a las mismas, sin exclusin alguna, en exposicin de sus propsitos
y en solicitud de la ayuda material y moral que pudieran prestar. Quera
tambin el apoyo del Gobierno provisional de Euzkadi, expresando, muy
principalmente, por la concesin de los locales idneos y suficientemente
amplios para desarrollar la generosa idea. Ya previamente, se haba dirigido
al M inistro de Trabajo, Previsin y Comunicaciones, en solicitud de apro
bacin de esta im portante obra social.
El 28 de febrero de 1937, Eva...Adn firma el artculo titulado
Movilizacin general, donde seala el papel femenino en el esfuerzo blico.
Dice que estaban de acuerdo con la disposicin del Gobierno Vasco sobre el
plan de movilizacin y de las atinadas observaciones que haca a la misma el
diario CNT, pues le sobraba razn al sostener que deban ser los sindicatos
los que controlaran la vida de esas actividades que en la retaguardia se
haban de sumar al nuevo mtodo de produccin, ya que nadie como ellos
podra clasificar la posibilidad o no de un trabajo. Tenan una infinidad de
industrias que sin perder su ritmo podran marchar admirablemente mane
jadas por manos femeninas.
El 5 de marzo de 1937, Alicia firma el artculo titulado La rutina,
donde acusa a la mujer de no laborar lo suficiente por su liberacin so
metida a sa. Dice que la rutina era una seora atvica que presida todos
los hogares. Aquel que quera salirse de su feudo, se vea obligado a lu
char a brazo partido con los miembros que integraban su familia. Todos
300
La Gesta traicionada
los hbitos se haban hecho ley mediante la rutina, que se haba impuesto
contra todo razonamiento, contra toda idea de progreso. El ambiente que
creaba, asfixiaba, oprima e irritaba, a todo amante de las ideas renovadoras,
por lo que stos se enfrentaban a ella y la combatan por todos los medios.
Sobre los que ejerca su influencia funesta era en los timoratos y ablicos,
los cuales por cobarda o pereza, se dejaban conducir por ella con manse
dumbre borreguil. Donde tambin haba echado races profundas aprove
chndose de su falta de decisin, haba sido en el sexo femenino. Si no fuese
por esa rmora que semejante a los parsitos del reino vegetal absorba en
ella toda savia nueva, toda idea joven, la mujer ya estara emancipada de
muchos prejuicios. Por desgracia, una inmensa mayora, no se haba dado
cuenta an de que esa esclavitud, a la que ella se someta voluntariamente,
era la causa de todos los males que afligan a la Humanidad. Y si la mujer
deseara, en realidad, acabar con todos los padecimientos que les aquejaban,
no tendra ms remedio que salirse del cauce de la rutina, arrollando lo viejo,
para construir sobre nuevos cimientos.
O tro artculo feminista que plasma los lugares comunes sobre el papel
de la mujer en la guerra es el titulado La independencia de la mujer. Dice
que muchas veces se haba hablado de la independencia de la mujer sobre la
capacidad que sta tena para desempear cuantos cargos se le encomendaran,
habindose demostrado que saba salir tan airosa en sus empresas como el
sexo contrario. No obstante, aunque todos decan reconocer estas aptitudes,
segua colocndose a la mujer en un terreno secundario con respecto al
hombre. Existan infinidad de cargos que ellas, las mujeres, podan desem
pear fcilmente; sin embargo, se le negaba toda participacin. Nunca mejor
que ahora deban de hacer prevalecer sus derechos de igualdad, ayudando
al mismo tiempo con su colaboracin a que el aplastamiento del fascismo
fuera ms rpido. Todos los hombres tiles a la vanguardia! Las mujeres
podan suplantarlos, aunque no fuera en todo, por lo menos en gran parte
de ello, en la retaguardia.
O tro artculo titulado Mujeres de Vasconia: de vuestra lucha y trabajo
depende el maana libre, reincide en la cuestin de la emancipacin
femenina. Dice que la revolucin reclamaba su incorporacin colectiva a la
historia. La redencin histrica de la mujer no escapaba a las propias leyes
de la Naturaleza, que les haba demostrado que la evolucin y el progreso era
obra de masas y no de individuos; era de colectividades y no de unidades.
301
....- ....................................
302
La Gesta traicionada
El 30 de mayo de 1937 Nevoj anuncia en su artculo precisamente titulado
Mujeres Libres la creacin de una agrupacin de esta organizacin de
fminas libertarias en Bilbao. Dice que la labor a realizar por Mujeres Libres era
muy im portante, por lo que afectaba a la marcha de la guerra y a la solucin
de los problemas que planteaba el desplazamiento de los hombres a las lneas
de fuego y a las fortificaciones. Pero y la que tendra que emprender despus,
una vez el proletariado triunfante? Esta era de mucha mayor envergadura,
y requera una mayor preparacin que se haba de ir procurando empezar
desde ese mom ento mismo, sin dilaciones, con un espritu prctico y una
visin de conjunto de los problemas que se plantearan en el futuro. Mujeres
Libres vena a cumplir un determinismo social, producto de la evolucin de
un pueblo hacia la libertad: la incorporacin de la mujer a la vida activa de
la sociedad, para mejorarla, para humanizarla y para embellecerla.
El 4 de junio de 1937, el Com it de la Agrupacin Mujeres Libres
(seccin Aseo del Miliciano Sin Familia) firma el artculo Agrupacin M u
jeres Libres (Seccin Aseo del miliciano sin familia), donde se presenta y
explica sus propsitos. Dice que el propsito de esta agrupacin reciente
mente constituida, al formar la seccin de Aseo del miliciano sin familia,
naci de la contemplacin del lastimoso estado en que se encontraban algu
nos milicianos, bastantes por desgracia, que, faltos para siempre o acciden
talmente del calor de la familia, no tenan quien les atendiera en el cuidado,
limpieza y conservacin de la vestimenta. Agrupadas con fines esencialmente
humanos e idealistas, Mujeres Libres vean estos problemas de ndole sani
tario y moral al mismo tiempo, y se imponan la tarea de procurar, en estos
momentos trgicos, hacer sentir a los combatientes el calor de las mujeres
de la retaguardia, para hacerles ms fcil y llevadera la estancia en el frente,
con cuidados y atenciones constantes y organizados. Cuidados y atenciones
que, estaban seguras, haban de insuflar mas moral y espritu combativo a
sus milicianos. A todos, porque todos eran suyos, por ser del pueblo; igual
los de Euzkadi que los asturianos o santanderinos. La principal falta que
notaban estos milicianos era la limpieza de sus ropas, y a solucionarles este
problema tenderan sus primeros esfuerzos. Alguien tena que sustituir a las
mujeres evacuadas al extranjero en el cuidado a los combatientes que antes
atendan. Y la poca de verano se acercaba. Los combatientes y la retaguardia
se hallaban expuestos a ser vctimas de enfermedades infecciosas, si no se
cuidaba con esmero la limpieza y desinfeccin de las ropas de los primeros,
303
.............
.......... ...-...-
304
La Gesta traicionada
que la guerra traa consigo. Las Mujeres Libres realizaban una meritoria labor
en pro del triunfo de su guerra, pues la guerra se ganaba de varias formas,
a la par que creaban una corriente de conocimiento entre ambos sexos que
impedira el da de maana que el hombre viera slo en la mujer el instru
mento de placer, el objeto de lujo, para satisfacer sus apetitos carnales. No;
producto de esta meritoria labor que realizaban, los hombres veran que la
mujer era un ser completamente igual a ellos, que no haba en ella ni superio
ridad ni inferioridad; que, al igual que ellos, senta y luchaba y tena criterio
propio, que haban de respetar si queran que fuera el suyo respetado. Esto,
y la autoridad moral que ellas con sus actos fueran capaces de conquistar,
y auguraban que sera mucha, sera el ms firme basamento de la bondad
y firmeza de carcter de la sociedad del maana; ya que era la mujer la que
tena sobre s la gran responsabilidad de acompaar en los primeros pasos
por la vida a los hombres de maana, y stos seran indudablemente los
que fueran sus maestros: su madre. Bien, muy bien, Mujeres Libertarias; los
hombres, que desde haca muchos aos luchaban por la idea de redencin
humana que se conoca por Anarqua, se ponan a su lado y les alentaban
en su camino emprendido y les ofrecan su incondicional apoyo, y tenan la
seguridad de que haban de conquistar el de todos en cuanto se percataran
bien de la gran labor que tan voluntaria como desinteresadamente haban
cargado sobre sus espaldas.
Com o conclusin de este apartado y, como se ha visto, hubo dos
discursos troncales sobre la mujer en el peridico C N T del Norte. Uno era su
contribucin al esfuerzo blico sustituyendo o complementando las tareas
masculinas de los hombres que luchaban en el frente. En este sentido, la
realidad fue que las mujeres siguieron desempeando sus tareas tradicionales,
no pudiendo demostrar su capacidad semejante a la de los hombres (salvo
el breve perodo de los inicios de la guerra). El veneno emancipador no dio
alas a la mayora de proletarias vascas. Y el otro discurso, el propiamente
emancipador, sostenido por algunas animadoras libertarias, y que se concredz en la creacin de una agrupacin de Mujeres Libres no pareci conseguir,
dada la brevedad de su existencia, la problematizacin y cuestionamiento
de la posicin de la mujer en una sociedad fuertemente tradicional en esta
materia. Pero hay que subrayar la brevedad de este conato de evolucin en
un asunto decisivamente antropolgico y necesitado de largas transforma
ciones a las que el Anarquismo fue favorable.
305
La Gesta traicionada
307
308
La Gesta traicionada
salieron al paso del anuncio de la compraventa el 26 de febrero, diciendo
que careca de validez porque era ms bien una simulacin. Los libertarios
respondieron al da siguiente que el contrato cumpla todos los requisitos
legales y, adems, se adecuaba a los acuerdos tomados anteriormente por la
Junta de Defensa de Bizkaia: toda opinin popular debe poseer un portavoz
para expresar su ideologa. En la compraventa hubo otra clusula de nulidad
del contrato en previsin de que la Delegacin de Hacienda dispusiera otra
cosa. Esta clusula de nulidad fue impuesta por la empresa de El Noticiero
Bilbano que no quera un enfrentamiento directo con el Gobierno Vasco.
El Departamento de Hacienda del Gobierno Vasco comunic en marzo
de 1937 a la C N T que los peridicos La Gaceta del Norte, El Nervin y El
Noticiero Bilbano iban a ser suspendidos y en sus imprentas se editaran
los peridicos que carecan de ellas. En concreto, los talleres de El Noticiero
Bilbano, donde se tiraba C N T del Norte, seran cedidos al Partido C om u
nista para su edicin de Euzkadi Roja. Al C N T del Norte se le adjudicaban
los talleres de El Nervin, anulando as la compra que haban hecho los
anarquistas a Alejandro Echevarra. En la convocatoria de Hacienda expona
que a pesar de la dicha compraventa efectuada por los dichos otorgantes,
quedaba facultada la sociedad E l Diario Noticiero Bilbano para tratar con
Euzkadi roja en las mismas condiciones y precio que hasta la fecha haban
regido para la tirada en estos talleres del peridico C N T del Norte pero
guardando la debida proporcin, es decir, elevando el precio en la cantidad
correspondiente, habida cuenta de que el rgano autoritario era diario y
C N T del Norte trisemanal (cuestin errnea, pues el peridico libertario
norteo era diario desde el 14 de febrero). Esta medida se subordina a
cualquier medida que en sentido contrario pueda dictar en lo sucesivo el
Poder Pblico. La convocatoria de Hacienda haba tomado del contrato
de compraventa concordado entre el notario y la C N T esa clusula, acep
tada por el sindicato, porque Echevarra no se atrevi a enfrentarse con el
Gobierno Vasco de frente. En ltimo extremo se admiti por ambas partes
que Euzkadi Roja y C N T del Norte cohabitaran en los mismos talleres.
Mientras, ese mismo da, la polica autonmica se present en la imprenta
de la calle Ledesma con una orden del fiscal y recogi la revista libertaria
Horizontes en una actuacin relacionada con la cuestin del peridico y por
un artculo irnico en el que se cuestionaba la virginidad de la madre de
Jesucristo. La C N T encarg a un abogado socialista tramitar el pago de los
309
310
La Gesta traicionada
dejarlo todo para liberar a sus coordinadores. Hubo largas conversaciones
entre los comandantes nacionalistas y el comandante del Bakunin, Olmos,
quien amenaz con desguarnecer el frente de sus dos compaas si los
nacionalistas no deponan su actitud y se volvan a Bilbao. Algo similar
ocurri con el batalln Malatesta, que se encontraba descansando en su
cuartel en Portugalete. Con el Durruti sucedi lo mismo. El batalln Isaac
Puente se dirigi hacia Bilbao y tom posicin cerca de Galdakao, cuando
dos batallones nacionalistas iban a desarmarlo. Hubo tambin discusiones
entre los comandantes y la oficialidad. Por lo tanto, el Gobierno Vasco tena
un plan para el desarme de los batallones del sindicato anarcosindicalista
ante su posible reaccin a la detencin del Comit Regional. Hubo entre
vistas dramticas entre los comandantes Eskauriaza y Lago, del Malatesta
y del Isaac Puente, y los de los nacionalistas vascos, teniendo a las tropas
desplegadas en campo abierto. Compaeros en la guerra decidieron no abrir
fuego y dirigirse a sus superiores a pedir explicaciones sobre lo ocurrido en el
plano poltico. Los datos con que contaban los gudaris eran que la C N T se
haba levantado contra el Gobierno Vasco y que quera hacer la revolucin
en Bilbao. Los libertarios les explicaron lo sucedido con el C N T del Norte y
la detencin de los miembros del Com it Regional. La situacin entre los
combatientes enfrentados se relaj a la espera de la decisin final. En Basauri
estaba el batalln Sacco y Vanzetti, descansando. Se llam al comandante
Rivera, que recibi al mismo tiempo una orden del Estado Mayor de subir
a las posiciones. Rivera opt ante las contrardenes por aguardar antes de
ocupar las posiciones. Por esto fue encausado por indisciplina. La cosa no
pas a mayores ante la ofensiva de Mola de una semana despus.
Hubo una reunin del Lehendakari Aguirre con M anuel Foyos y Shanti,
del Comit Regional, y el comandante Rivera. La C N T le dijo que se senta
marginada de las decisiones del Gobierno Vasco y Aguirre ofreci un cargo
en el gobierno al sindicato. Foyos estubo a punto de aceptar el cargo en el
gobierno pero los milicianos expresaron sus quejas a Aguirre, que tambin
era consejero de Defensa. Aguirre dijo que trataran con ms calma los pro
blemas polticos y que haran la vista gorda con los actos de indisciplina mi
litar. Exigi respeto a las decisiones del Gobierno Vasco sobre la distribucin
de los talleres de prensa y dio su personalidad para garantizarles las mejores
condiciones para que saliera el C N T del Norte.
311
312
La Gesta traicionada
cuatro. Desde que se convirti en diario pas a tirarse con seis hojas, salvo
los dos nmeros sueltos que se editaron en su periplo santanderino, que lo
hara con cuatro, y 3 nmeros de su etapa posterior que lo hara con ocho.
El precio se mantuvo constante en 15 cntimos, aumentara o disminuyera
el nmero de pginas. La suscripcin anual para Bilbao costaba 36 pesetas,
y 42 para otras poblaciones.
En cuanto al contenido informativo del peridico, este era muy variado.
La primera pgina del peridico anarquista estaba dedicada a la informacin
de actualidad e inclua un editorial, que fue elaborado siempre por Valle,
segn las orientaciones del Com it Regional de la CNT, salvo una excepcin
que realiz Fuello. La segunda pgina se dedicaba a informacin nacional
y la ltima a noticias internacionales. El resto de las pginas se dedicaba a
informacin local, avisos, comunicados y partes de guerra. Una seccin casi
diaria fue Latigazos, firmada por Tiberio Graco. Tuvo muchos colaboradores
y el director fue Manuel Chiapuso.
313
314
La Gesta traicionada
pero sin excluir la funcin de crtica respetuosa y positiva. La sptima, tratar
con el mximo respeto a los Estados o representaciones de los mismos que
no se hubieran mostrado enemigos del gobierno legtimo, sin que esto
excluyera la crtica de sus actuaciones. La octava, no publicar blancos para
no dar la impresin de que se callaban noticias desagradables, con margen
para lneas en noticias o comentarios. Q ue la censura comience a las 10:30.
La novena, enviar al Gabinete de censura tres pruebas debidamente selladas
con el nombre del peridico respectivo, para que una de ellas sea devuelta
con la conformidad o tachaduras de la Censura, otra se archivara por el
Gabinete de la Censura y la tercera pudiera ser enviada a cada uno de los
Departamentos a que pudieran afectar las indicaciones o sugerencias que
existieran en los escritos. La dcima, envo de las pruebas con suficiente
antelacin para que la labor de la Censura no se realizara apresuradamente.
A estas normas se les aadi un anexo del da 9 de junio de 1937 que
deca: A fin de evitar tachaduras en las informaciones de la guerra, como
en cualquier otro gnero periodstico en relacin con la misma notas,
avisos, anuncios, esquelas mortuorias de combatientes, etc.- se recordaba
a los seores Directores de las publicaciones bilbanas que estaba prohibido
designar su nombre, nmero o cualquier otra indicacin que las identificara,
las unidades militares -divisiones, brigadas, batallones- que intervinieron
en los combates reseados, o que guarnecan determinado sector o posicin.
Asimismo, debera tenerse presente que estaba prohibido precisar los lugares
batidos por la artillera y la aviacin enemigas.
Las crticas de los peridicos censurados y que mostraban el malestar
contra la censura llevaron a Telesforo Monzn, consejero de la gobernacin,
a plantear en un consejo extraordinario del 17 de marzo el problema del
ejercicio de la censura en la prensa. El acuerdo del gobierno, tomado por
unanimidad, fue que sta se ejerciera con todo rigor y que se sancionase
indefectiblemente con la suspensin de peridicos, y dems medidas que
procedieran, el hecho de la publicacin de originales que la censura hubiera
tachado.
En el caso del C N T del Norte, sus denuestos contra la censura del
Gobierno Vasco fueron constantes. Hay en esta nave -escriban- quienes
llevan el timn y la manejan imponiendo sus decisiones y sin admitir inje
rencias de quien tiene perfectsimo derecho a hacer or su voz y manifestar
su criterio, hoy en abierta pugna con los que han trazado la carta de derrota
315
316
3a Parte:
Del Gobierno
Provisional Vasco
al final de la
Guerra en el norte
La Gesta traicionada
319
320
La Gesta traicionada
Aguirre slo se explic por el odio y el miedo que sentan los nacionalistas
por la extrema izquierda revolucionaria encarnada por la CNT, apoyados
por el recelo de comunistas y socialistas que rivalizaban con ellos por su
izquierda y les parecan demasiado emprendedores.
La C N T prosigui sus gestiones y continu con sus protestas y reparto de
octavillas. A la vez ayud al Gobierno Vasco en los asuntos en que decidan los
cargos de la C N T espaola. Tambin aument en efectivos y los batallones
sufrieron deserciones con abandono de alguna posicin en el frente. La
CNT, cada vez ms importante, no tena responsabilidad en el gobierno y
acendraba sus crticas al mismo. Estos hechos alarmaron a los gobernantes
vascos y quebrantaron su intransigencia. Aguirre se vio obligado a llamar a
la C N T y a proponerle la entrada en su gobierno. Aguirre se entrevist el 9
de mayo de 1937 con M anuel Foyo y Manuel Chiapuso, que representaban
a la CNT, y Rivera, comandante del batalln confederal Sacro y Vanzetti,
para acordar la modalidad de la participacin departamental de los liber
tarios. Pero Rivera adopt en el ltimo mom ento una actitud dogmtica
afirmando que el lugar de los anarquistas no estaba en el Estado y preocu
pndose por cuestiones ms prcticas de pertrechamiento militar. Aguirre
aplaz las negociaciones ante esta reaccin. Pero pocos das despus de este
imprevisto incidente se desencaden la gran ofensiva fascista contra Bilbao.
Se priorizaron las necesidades militares y las cuestiones polticas fueron
relegadas a segundo trmino. El problema de la incorporacin de la C N T al
gobierno vasco ya no volvi a plantearse.
321
322
La Gesta traicionada
terico anarquista italiano; el Celta, integrado por gallegos de la zona de
Pasaia y huidos de su regin al inicio de la contienda; el Sacco y Vanzetti, en
referencia a los dos anarquistas ejecutados en EE.UU. despus de una gran
campaa internacional de apoyo a su libertad; y el Durruti, en memoria
del carismtico anarquista muerto en M adrid el 20 de noviembre de 1936.
Com o curiosidad, decir que el batalln Isaac Puente integr en sus filas a
Antonio Saln Cubano, el nico miliciano de raza negra del Ejrcito Vasco.
Vecino de Santurtzi, Antonio Saln era trabajador de la empresa Altos
Hornos de Vizcaya cuando se produjo el golpe militar, integrndose en el
batalln anarquista y siendo ascendido a teniente en la campaa de Legutio,
en diciembre de 1936. Fue detenido, como tantos milicianos vascos, por las
tropas fascistas en Santoa, en el verano de 1937.
Como aspecto importante a nivel simblico, y al igual que otras organi
zaciones, los sindicatos anarquistas utilizaron el himno llamado Redencin,
compuesto por Alicia Vzquez: Surge llena de pasin/ la Confederacin/
dejando oir su voz potente/ en la batalla/ Vibra todo el corazn/ y llena de
valor/ avanza firme/ y avasalla.
El Gobierno Vasco respondi a la primera necesidad de comportarse ib
ricamente. El 16 de octubre, el coronel Aranda pudo escapar al asedio puesto
por los republicanos a la capital asturiana de Oviedo y hacerse dueo de la
ciudad. El Gobierno Vasco, como muestra de solidaridad, mand fuerzas
para reforzar los frentes asturianos. Asimismo, acept desembarazarse de
varios batallones para la ofensiva contra Oviedo, de acuerdo con los planes
del jefe militar Ciutat, cuya poltica consisti en hacer un todo de las tres
partes del Norte republicano. El Gobierno Vasco acept la llegada del general
Llano de la Encomienda para ponerse al frente de las tropas en nombre del
gobierno central.
El resto del mes de octubre, y mientras se proceda a la militarizacin
del ejrcito vasco, los facciosos fusilaron en Hernani al padre Ariztimuo el
da 17. El da 20, Azaa, Presidente de la Repblica, abandona Madrid y se
traslada a Barcelona. Al da siguiente 16 oficiales y 160 soldados alemanes
colaboraran por primera vez con los rebeldes en operaciones terrestres.
Portugal rompi sus relaciones diplomticas con M adrid el da 24. Al da
siguiente salan del puerto de Cartagena 510 toneladas de oro con destino
a la Unin Sovitica. El 28 hacen su aparicin los rpidos bombarderos
rusos SB-2 o Katiuskas. El da siguiente son fusilados en Madrid los fascistas
323
324
La Gesta traicionada
diciembre las fuerzas rebeldes de Solchaga rechazaron tres asaltos vascos en
Legutio. El da 2, Alonso Vega reconquist por sorpresa el pinar de Legutio.
Finalmente, el da 3 disminuy la actividad en el frente calentado. Durante
la ofensiva, en un pinar cercano a Legutio, dos compaas del Ejrcito Vasco
se enfrentaron mutuamente, confundidas por la bruma. El batalln Larraaga atac al Isaac Puente, producindole numerosas bajas. Los batallones
que ms vctimas mortales tuvieron entre sus filas en la ofensiva de Gasteiz
fueron, por este orden, el Largo Caballero (JSU), Perezagua (PCE), Olaberri
(ANV) e Isaac Puente (CN T). Todos ellos, y por separado, contabilizaron
ms muertos entre sus milicianos que el conjunto de los cinco batallones del
PNV, los dos del PSOE o los dos de Izquierda Republicana.
Tras el descalabro de Villarreal y siguiendo la cronologa del ltimo mes
de 1936, el da 10 la Comisin Ejecutiva de la U G T anunci la fusin con
la CNT. El da 11, la Sociedad de Naciones se declar a favor de las gestiones
de mediacin en la guerra de Espaa. El da 15, el general Franco rechaz
un proyecto de mediacin. El da siguiente, y con carcter oficioso, lleg a
Salamanca un delegado comercial britnico. El da 23 desembarcaron en
Cdiz 6.000 voluntarios italianos. El da siguiente se produjo el bloqueo de
los puertos republicanos del norte, cuyas entradas quedaron sembradas de
minas. El da 28, en la toma de Eibar, cay el prncipe Carlos de Borbn y
Orleans. El ltimo da del ao muri en Salamanca Miguel de Unamuno.
La composicin del Gobierno Vasco, aunque con carcter de concentra
cin nacional, rest protagonismo poltico a las fuerzas del Frente Popular.
El PNV, acaparador en el Ejecutivo de los departamentos con mayor
trascendencia en la vida social condicionada por la guerra, fue el aparente
beneficiario de estos cambios, ya que desde octubre de 1936 hasta agosto de
1937 sus imperativos condicionaron todas y cada una de las grandes lneas
maestras del pas. Con respecto a la composicin del Frente Popular vasco
que se haba presentado a las elecciones de febrero de 1936, la nueva organi
zacin matizada por la guerra tuvo una novedad importante: a partir del 9 de
enero de 1937, C N T y FAI se incorporan a la estructura del Frente Popular
vasco. La CNT, adems, no puso condiciones para su entrada en la coordi
nadora republicana, ms an despus de escuchar del PCE y del PSOE que
los consejeros no estn obligados al cumplimiento mecnico de los acuerdos
del Frente Popular, teniendo amplia libertad de interpretarlos. Com o era
lgico, la entrada de la C N T en el organismo republicano produjo ciertas
325
326
La Gesta traicionada
Dejando aparte este acontecimiento blico, febrero de 1937 empez
con el agregado comercial britnico entrevistndose con Franco. El da
2 se produjo la primera cuestacin callejera de Auxilio Social en la zona
nacional. El da 6 comenz la batalla del Jarama. Al da siguiente miles de
personas emprendieron el terrible xodo por las carreteras de Mlaga. El da
8 los rebeldes entraron en Mlaga y se produjo una reunin sin acuerdo en
Lisboa entre falangistas (Sancho Dvila y Gamero del Castillo) y carlistas
para fusionar ambas fuerzas. El da 27 se restableci en Burgos el antiguo
him no nacional, y se elev a la categora de oficiales el Cara al sol, Oriamendi
e himno de la Legin. El mismo da el batalln norteamericano Abraham
Lincoln tuvo su bautismo de fuego en el Jarama. El da 28 termin la batalla
del Jarama.
Continuando con los hechos ms relevantes del mes de marzo, su primer
da, Mola defina por radio el programa del Nuevo Estado. Mientras, en
Salamanca, present sus cartas credenciales el embajador italiano, Roberto
Cantalupo. El da 2, el Gran Consejo Fascista expres su solidaridad con
la Espaa nacional. El da 3, el representante de Alemania, von Faupel,
present sus cartas credenciales en Salamanca. El da 8 comenz la ofensiva
facciosa en Guadalajara. El da 19 el Papa Po XI conden en la encclica
D ivini Redemptoris los excesos contra la Iglesia en la zona republicana. El da
23 termin la batalla de Guadalajara. El da 27, por su parte, dimitieron los
consellers anarquistas de la Generalitat de Catalunya.
327
328
La Gesta traicionada
actitud del C N T del Norte y el sacrificio de los combatientes libertarios que,
en parte, soportaron los peores pesos de la contienda en las circunstancias en
que sta se encontr declarada.
Al iniciarse la ofensiva final, a las rdenes del lehendakari del Gobierno
Autnomo y Consejero de Defensa del mismo, Jos Antonio Aguirre,
mandaba el Cuerpo del Ejrcito el comandante Modesto Arambarri y
Gallastegui, con el teniente coronel M ontaud como jefe del Estado Mayor.
El frente vasco se encontraba dividido en tres grandes sectores. El sector
de Gipuzkoa defenda el frente que iba desde la costa cantbrica hasta
Arlabn, cubriendo unos 40 kms. Constaba de 19 batallones. La defensa
estaba fortificada por otras dos lneas de trincheras con nidos de ametralla
doras, extendiendo una alambrada delante de la primera lnea de trincheras.
Los batallones estaban divididos de tal forma que cubran dos escalones,
cubriendo el primer escaln el espacio que oscilaba entre 600 y 800 metros.
El sector de Araba tena 14 batallones defendiendo unos 30 kms. de
frente desde el Arlabn hasta el Gorbea. El sector de Burgos, compuesto
por 7 batallones cubra un frente de unos 50 kms. de terreno montaoso,
defendiendo principalmente los pasos de Ordua. En los 120 kms. de frente
defendidos por el cuerpo del Ejrcito vasco haba a fin de marzo de 1937
unos 51 batallones con 450 ametralladoras, 184 morteros y 46 piezas de
artillera. Se contaba adems con una docena de cazas de fabricacin sovi
tica, los legendarios Chatos, con pilotos soviticos y espaoles. Estos cazas
modernos y otros tantos Breguets-19 de tipo antiguo era toda la aviacin de
que dispona el frente republicano del norte, frente a ms de 300 aviones
modernos de la aviacin legionaria italiana y de la Legin Cndor alemana.
Estando esta situacin de las fuerzas en presencia, el 31 de marzo
comenz la ofensiva fascista en el frente de Bizkaia, con el avance de cuatro
brigadas navarras al mando de Solchaga. El da uno de abril los facciosos
ocuparon Gorbea, San Adrin, Urumendi y otras posiciones en Bizkaia. El
da 2 hubo tiroteos en el frente de Bizkaia y se consolidaron las posiciones.
Al da siguiente, pilotos republicanos atacaron el acorazado Espaa en el
Cantbrico. El da 5, con fuerte lluvia y granizo, los nacionales avanzaron
hasta cinco kilmetros a vanguardia de Otxandio. El da 6, tras vencer dura
resistencia, los fascistas ocuparon las alturas de Basaguren, Urieta y Serign,
y el puerto de Sumeiz. El da 7, los franquistas entraron en los puertos de
Urkiola y Barazar. El da 9, Franco comunic a los ingleses que bloqueara
329
..
330
........
331
332
............... =
La Gesta traicionada
333
334
La Gesta traicionada
tres brigadas franquistas alcanzasen sin excesivos problemas, las posiciones
de Gaztelumendi, rompiendo la lnea del Cinturn de Hierro. El jeltzale
Roque Amunrriz, que mandaba las fuerzas en este punto, pereci en la
defensa junto a decenas de milicianos de batallones tales como el Saseta,
Sacco y Vanzetti, Salsamendi y Celta. La derrota de las tropas vascas en esta
jornada fue total. Rotas las lneas, por ese frente se infiltraron los tanques
y cogieron por detrs las otras posiciones del cinturn, obligando a una
retirada estrepitosa y rpida comparada a las anteriores. El frente se hundi
pues no haba ms posiciones para defender Bilbao ni se contaba con una
fuerza de maniobra para lanzarla en la brecha. El enemigo se present en los
montes de Artxanda, en donde se libraron los ltimos combates y donde
acudi Aguirre a animar a los batallones que defendan esas alturas de Bilbao.
Aguirre orden un ltimo contraataque de tres batallones nacionalistas
vascos en los montes de Artxanda con objeto de facilitar la evacuacin de
Bilbao. Al da siguiente, las tropas de Franco lanzaron todo su potencial con
un intenssimo bombardeo de artillera y aviacin durante toda la jornada.
Las tropas de defensa rechazaron todos los ataques causando muchas bajas
al adversario. Impotentes los cuadros vascos para resistir otra jornada ms en
aquellas condiciones, recibieron orden de replegarse a la otra orilla de la ra
y proceder a la evacuacin de Bilbao.
El da 15 de junio se produjo en Areeta una situacin que demostr el
estado de confusin en el que se encontraba el cerco a Bilbao. En la retirada
de la V Divisin republicana, mandada por Pablo Beldarrain, los dinamiteros
volaron el Puente Colgante que separa Areeta de Portugalete cuando an
quedaban varias compaas en la margen derecha. Estos milicianos tuvieron
que cruzar en barcos la ra, momento en que un centenar de carlistas que
haban permanecido escondidos los once meses anteriores, aprovech para
salir al exterior haciendo ostentacin de fusiles y pistolas. Apercibidos los
milicianos del batalln Malatesta de la situacin, hicieron girar su embarca
cin para volver a Areeta. La quinta columna ocup el palacio de Zugazarte,
que haba servido de cuartel a las milicias vascas. Al mismo tiempo los ita
lianos ocupaban Algorta, al este. Jess Eskauriaza, comandante del batalln
Malatesta, mand que dos compaas que ya se encontraban en Portugalete
volvieran a cruzar la ra, y stos milicianos, durante cuatro horas, volaron
varias casas, la sede de la Telefnica, el batzoki, una fbrica de armas cortas,
e incendiaron la iglesia de Nuestra Seora de las Mercedes, cuyo prroco
335
336
La Gesta traicionada
337
338
La Gesta traicionada
339
340
La Gesta traicionada
obreras en el poder y el divorcio del pueblo con la obra de sus gobernantes,
dio motivo al fracaso moral y militar de Euskadi ante el enemigo.
Pero aunque los batallones jeltzales recibieron la confirmacin de que
no iban a participar en combate, el grueso del Ejrcito de Euzkadi, con sus
mandos, oficiales y milicianos, continuaba en guerra. La pasividad del PNV
contrast con la de otros grupos polticos que, habiendo recibido tanto o
ms castigo para sus militantes, prosegua defendiendo metro a metro el
exiguo territorio vasco que an permaneca leal a la Repblica.
Siguiendo con la cronologa desde la cada de Bilbao el da 20 de junio
de 1937 muri Andrs N in en una prisin clandestina de Alcal de Henares.
Los rebeldes ocuparon Amurrio y rebasaron Laudio. El da 21 las tropas
de Franco ocuparon O kendo y otros lugares. El da 22 cuatro batallones
republicanos se rindieron en Barakaldo y en la zona de Portugalete-Ortuella.
El da 23, en Bizkaia, el Ejrcito faccioso clasific ingentes cantidades
de material abandonado por el enemigo. Las tropas fascistas ocuparon
Santurtzi, Zierbana y Ortuella. El da 24 hubo mal tiempo en Bizkaia,
pero los rebeldes llegaron a Punta Lucero, tomando asimismo, Gallarta,
La Arboleda y Sodupe. La jornada del 25 Francia e Inglaterra ofrecieron
reorganizar el control naval, sustituyendo con sus flotas a las de Alemania
e Italia. El da 26, los nacionales ocuparon diversas posiciones en Bizkaia.
El da 28 hubo dbiles contraataques leales en Bizkaia. El 29 de junio, los
rebeldes entraron en Balmaseda. El da 30, en las operaciones de Bizkaia,
los prisioneros ascendieron a 14.000. El da uno de julio de 1937 el epis
copado espaol elabor una carta colectiva a los obispos del m undo entero.
Los franquistas llegaron a los lmites de la provincia de Santander. El da 2,
Alemania e Italia presentaron al Comit de No Intervencin unas considera
ciones para volver a ocupar sus puestos. Figur entre ellas la de que se reco
nocieran los derechos de beligerancia de los nacionales. En Berun enlazaron
las fuerzas que marchaban sobre Santander con la Divisin de Palencia. Los
Flechas Negras llegaron hasta Zierbena. De esta forma el Ejrcito de Franco
daba por terminada la campaa de Bizkaia, al considerar a Turtzioz, ltima
sede del Gobierno vasco, un enclave santanderino. El frente quedara estabi
lizado durante todo el mes de julio, pues el Ejrcito republicano desarroll
una fuerte ofensiva en Brete (sector Centro). Hasta el 14 de agosto no
comenz la ofensiva fascista sobre Santander.
341
342
...... =
La Gesta traicionada
343
344
La Gesta traicionada
10.2. Los anarquistas vascos y la cada del norte.
345
346
La Gesta traicionada
bombardeos desmoralizaron a los milicianos que perdieron sus enlaces con
los mandos. En unos das el caos fue generalizado y se produjo la dispersin
de los combatientes en grupos descoordinados, algunos de los cuales deam
bularan por los montes asturianos en los meses siguientes. Como colofn,
la aviacin fascista alcanz los depsitos de gasolina del puerto del Musel,
causando un incendio de proporciones gigantescas.
Posteriormente se produjo, al igual que en Santander, la huida de los diri
gentes republicanos de Gijn por mar. El da 21 Aranda y Solchaga entraron
en Gijn, mientras que varios miles de milicianos se desperdigaron por los
montes de Asturias y Len. Se produjeron huidas espectaculares como la
protagonizada por Vicente Gabilondo Iriarte y Jos Mantecn Noguerol,
ambos del batalln anarquista Celta que, evadidos desde Asturias, lograron
llegar a pie y cruzar la frontera del Bidasoa reintegrndose, como muchos
escapados, en Catalunya.
Finalmente, en enero de 1937 se cifraban en 20.000 los vascos refugiados
en Catalunya, muchos nios. Cada sector poltico vasco organiz all sus
refugiados y la necesaria asistencia. La C N T abri un Secretariado Vasco de
Refugiados en el nmero 56 de la calle Pelayo de Barcelona. La novedad de
este secretariado frente a los anteriores de otros grupos residi en que a su
cargo qued una guardera, ubicada en el nmero 14 de la calle Pearson, que
recibi el nombre de Vasconia.
Para algunos libertarios vascos la guerra no acabara fuera del norte, e
incluso al acabar se reengancharan a la Segunda Guerra Mundial. Para el
resto, les esperara la crcel, el hambre y la humillacin durante el rgimen
franquista.
347
La Gesta traicionada
Conclusin
Antes de presentar las conclusiones de la presente obra vamos a dar una
informacin escueta sobre la lucha anarcosindicalista vasca de la generacin
de la guerra tras la conclusin de la misma. La derrota no fue asumida de
inmediato, ni mucho menos, y a pesar de que muchos libertarios acabaron
la guerra en campos de concentracin, en compaas de trabajadores o en
las prisiones de los franceses colaboracionistas o de la mismsima Gestapo
alemana, la mayora se aprest a la continuacin de la lucha en plena II
Guerra Mundial, tanto en el exilio, sobre todo francs, como en el interior
del Pas Vasco.
Con el inicio de la II Guerra M undial el Consejo del Movimiento Liber
tario en el exilio fue languideciendo sus actividades hasta que desapareci
mientras las bases se desperdigaban. Pero en octubre de 1941, habiendo me
jorado algo la situacin, se rehizo clandestinamente la CNT. Los militantes
se federaron en grupos en la Francia libre y el 6 de junio de 1943 se celebr
el primer Pleno Confederal en Mauriac (Cantal) de reorganizacin. El Pleno
cre un comit de enlace del Movimiento Libertario Espaol en Francia y
se nombr como primer secretario a Jos Germn. Se acord constituir la
Alianza Democrtica en diciembre de 1943, cuando cambi el signo de la
Guerra Mundial en contra de los nazis, y se ratific en el Pleno de M uret del
12 de noviembre de 1944. En la Alianza Democrtica participaron todas las
fuerzas republicanas salvo el PCE y el PNV. Finalmente se transform en
Junta Espaola de Liberacin. Concluida la guerra en Europa el Congre
so de Federaciones Locales, representando a casi 30.000 afiliados, trat de
comprometer a todos los libertarios para disolver las querellas ideolgicas.
Pero la divisin anarcosindicalista saltara en una crisis ms tarde, en un
ambiente de derrota insano y sin unidad de accin. El Comit Regional de
Euzkadi fue uno de los primeros en reorganizarse, pues los alemanes de la
349
...........
zona fronteriza huyeron pronto hacia el norte para no ser copados por el
avance de las tropas de desembarco de los Aliados en la Guerra Mundial.
Por otra parte, tuvieron que hacerlo con urgencia con libertarios residentes
en los Pirineos Atlnticos, las Landas, Gironde y Alta Carona por la crea
cin inmediata de la Delegacin del Gobierno Vasco. Se preparaba por los
partidos y organizaciones el que se llamara Pacto de Baiona y hubieron de
estudiar sus propuestas al mismo. M anuel Chiapuso y Cndido Armesto
intervinieron particularmente en las discusiones generales. El segundo y E.
Likiniano, hermano de Flix y por indisposicin de ste, firmaron el pacto
a comienzos de 1945. Todo haba sido acordado por un Pleno Regional
que adems inst la creacin de un Consejo Consultivo con el fin de que
CNT, STV y U G T intervinieran en la labor del Gobierno Vasco en el exilio.
M anuel Chiapuso fue nombrado al Consejo, as como secretario del Comit
Regional.
Mientras tanto, anarcosindicalistas exclusivamente formaron el batalln
Libertad, con muchos vascos incluso en la oficialidad, y actu en la Punta del
Grave contra los alemanes. Tenan grandes esperanzas de volver a Espaa y
formaron grupos armados en Irati disfrazndose de leadores. Pero carecan
de recursos y el Com it Regional los busc en Heliodoro de la Torre, Conse
jero de Hacienda del Gobierno Vasco. Pero el Gobierno Vasco solo propuso
sufragar los gastos de manutencin, mientras C N T deba encargarse del
problema de pertrecharse del armamento necesario. En los grupos armados
haba no solo vascos, tambin haba aragoneses y catalanes. Pero el fracaso
de la invasin del valle de Arn por parte de los comunistas de la Unin
Nacional Espaola contra las tropas franquistas enfri el entusiasmo y los
catalanes se fueron. Estos grupos de accin estaban dirigidos por un capitn
del batalln Libertad llamado Mgica y por el comandante del batalln
Sacco y Vanzetti, Lago. Tras diversas vicisitudes y asentado Franco incluso
internacionalmente, tuvieron que disolverse. Con la llegada de la Guerra
Fra las potencias internacionales se decantaron por el dictador espaol y
los republicanos comenzaron la terrible y duradera travesa del desierto
instalados en el exilio. El Comit Regional de Euzkadi public su rgano,
La Voz Confederal, para exponer sus puntos de vista sobre los problemas de
entonces.
350
La Gesta traicionada
En la misma poca, la polica franquista desarticul seis Comits Nacio
nales de la C N T en el interior del Estado Espaol desde 1939 hasta agosto
de 1943. En una gris Euskadi, llena de miedo y hambre, desde 1941 comen
zaron a formarse grupos reducidos que poco a poco se fueron extendiendo
a otros puntos. Por fin, en 1942 se reunieron en el Primer Pleno Regional.
Con delegados que representaban una fuerza de 1.200 afiliados se celebr
en 1944 el Segundo Pleno Regional. A l acudi tambin una delegacin
de Nafarroa. Se cre una infraestructura clandestina para el desplazamiento
y cobijo de libertarios, que mantuvieron actividades de enlace y reuniones
orgnicas. Para mediados de 1945, con el Tercer Pleno Regional, se incre
ment el nmero de afiliados. Tres Comits Regionales acabaron en la crcel
pero se recompusieron. Se discuti el Pacto de Baiona y se mantuvieron
dificultosos contactos con el Com it Regional del exilio. En marzo de 1946
hubo una redada policial como consecuencia de un Pleno de Regionales
celebrado en Madrid. En el Pas Vasco la polica lleg incluso a emplear la
Ley de Fugas y el dirigente Pablo Velasco fue ametrallado en la Cuesta de
Santo Domingo cuando le llevaban detenido, siendo abandonado en la calle
creyndole muerto. El 18 de julio de 1946, una dcada despus de iniciada
la Guerra Civil, la C N T lanz un manifiesto invitando a continuar la lucha
y a protestar. De hecho hubo actividad sindical y algunas huelgas parciales.
La ms relevante fue la de Altos Hornos de Vizcaya, que se fue extendiendo
hasta el paro de ms de 40.000 obreros. En mayo de 1947 la UGT, la C N T
y STV fomentaron otra gran huelga. Pero, despus de otra gran huelga en
1951, que lleg hasta Iruea, la generacin de la guerra se hay exhausta,
agotada de crcel, vigilancia policial y lucha sin cuartel. Una nueva genera
cin haba aparecido que solo haba conocido el Franquismo.
Tras este somero repaso a la lucha anarcosindicalista vasca tras la
Guerra Civil, con sus grandes ilusiones defraudadas, vamos a recapitular
el contenido histrico de la obra antes de detenernos en las conclusiones y
el intento de observar la significatividad de la lucha de aquella generacin
que se atrevi a ser libre. Tras iniciarse el Alzamiento rebelde, la presencia
libertaria en Euskal Herriak logr armar una resistencia de algunos miles de
hombres. En Nafarroa y en Araba fueron anulados y reprimidos, aunque
una parte de los ms combativos lograron llegar a la zona leal. En Bizkaia
el alzamiento fue fcilmente sofocado y se cre una Junta de Defensa con
351
352
La Gesta traicionada
imprevisin que les hizo aceptar la guerra formal haciendo seguidismo de
los otros sectores leales. La tradicin antimilitarista crata se descart por
influjo interno del pensamiento heterodoxo de Horacio Martnez Prieto,
que luego llevara este criterio a instancias ibricas, y presionados fuerte
m ente por el resto de sectores sociales y polticos leales. Lo que apareci
como vital y prioritario, el enfrentameinto militar en una guerra formal de
frentes con su vanguardia y su retaguardia, hizo a los anarquistas asumir su
responsabilidad del momento no autnomamente segn sus fines y misin
histrica propia, sino con las circunstancias definidas polticamente por el
resto de sectores que, naturalmente, adoptaron una posicin autoritaria y
progubernamentalista como natural y teleolgica de la lucha. En Euzkadi,
los anarquistas conscientes, que en otras zonas leales cedieron a la guerra a
cambio de practicar la revolucin social en la retaguardia, se mostraron tan
dbiles que apenas representaron su papel histrico revolucionario como
retrica para motivar la participacin blica de su entorno en el bando leal.
El dilema que sacudi fuertemente el potencial libertario de los aos treinta
entre hacer la guerra o hacer la revolucin se decant en el Pas Vasco por
la primera sin ni siquiera un esbozo de la segunda. Pero esto fue ms por
imprevisin e indecisin y falta de calidad humana libertaria (al ser el anar
cosindicalismo vasco un movimiento pequeo) por la prdida de sus ele
mentos mas valiosos en las precedentes luchas de la Repblica, como lo
demuestra que en otras regiones leales se intent compatibizar con cierto
xito a pesar de la oposicin total de los otros sectores y a impulso de la
inicial hegemona libertaria real.
Desaparecido el temperamento anarquista de la confrontacin
poltica vasca leal, el movimiento deriv frontalmente en un sindicalismo
reformista que se quejaba de los continuismos burgueses mantenidos por el
nacionalismo en el poder y ni siquiera luchaba en la base por imponerlo en
los hechos. El margen de actuacin finalista sindicalista se redujo a brindis
al sol por la unificacin de los sindicatos obreros, un espaolismo de sentido
comn definido por el enemigo y el ostracismo internacional y el Gobierno
Sindical del realismo poltico de la C N T ibrica que supuso la cuadratura
del crculo anarcosindicalista fundado en la excepcin que lo extraordinario
e imprevisto de las circunstancias mandaba. As la C N T vasca, acomplejada,
asumi la poltica sindical definida por la reaccin republicana a la cada
del rgimen general del pas jugando en un terreno de responsabilidades
353
354
: -
355
-----
356
La Gesta traicionada
Bibliografa:
Aguirre, J.A.: El informe delpresidente Aguirre sobre los hechos que determi
357
------
358
La Gesta traicionada
359
Anexo
fotogrfico
La Gesta traicionada
363
364
La Gesta traicionada
365
La Gesta traicionada
367
'i