Sel Textos Lucas
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Sel Textos Lucas
(UNIDAD 1)
Otra(s) fuente(s)
Hasta aqu slo se han mencionado Marcos y Q como fuentes para Lucas. Un
somero vistazo a Lucas caps. 1-2 da lugar a la conclusin obvia de que Marcos
y Q no dan cuenta de todo el material que Lucas contiene. Lucas 1 y 2 en su
integridad as como otras secciones (7.36-49; 10.29-42; 11.5-8; 12.13-21, 35-8,
47s.; 13.1-17, 31-3; 14.1-14, 25-34; 15.8 - 16.12, 19-31; 17.7-19; 18.1-14; 19.110, 41-4; 22.35-8; 23.6-12, 27-32; 24.13-35) a todos los efectos carecen de
paralelos en los evangelios. Este material se denomina comnmente L. La
presencia de tal material no sorprende. Ya hemos observado que el prlogo de
Lucas alerta al lector acerca de sus propias investigaciones que acompaan el
uso que pudo haber hecho de otras fuentes. Esto significa que la hiptesis de
las dos fuentes necesita unos pequeos matices. A continuacin veremos dos
maneras de matizar:
1. Fuentes adicionales
Segn este modelo, Mateo y Lucas dependen de Marcos y Q, pero cada cual
tambin tiene su(s) propia(s) fuente(s). La fuente particular de Mateo se
designa con una M; la de Lucas, como ya hemos notado, con una L.
Hemos observado ya el significado de suponer que ciertas partes de Lucas se
deban a la existencia de la presunta fuente Q. Pero cules son los motivos por
los que se mantenga que entre los evangelios, Marcos fuera el primero (y que
Lucas se haya servido de Marcos)?
(UNIDAD 1)
O bien Lucas tena a Marcos en tan alta estima que procur siempre que
fuese posible mantener en una forma identificable el material recogido de
all;
Vista la soltura con que Lucas altera el material de Marcos a travs de todo el
evangelio, a Caird le parece infinitamente ms probable la segunda opcin.
Existe una observacin en particular que parece militar contra tal razonamiento.
Lucas contiene once casos de lo que denominamos dobletes (o sea incidencias
dobles de dichos similares o idnticos). Dos veces Lucas sencillamente repite
un dicho derivado bien de Marcos (Luc. 9.46; 22.24) o de L (Luc. 14.1; 18.14).
Pero en nueve de las once ocasiones el motivo del doblete es que Lucas ha
Textos sobre Lucas 2
Lucas A
8.16
8.17
8.18
9.3-5
9.23
9.24
9.26
20.46
21.14s.
Lucas B
11.33
12.2
19.26
10.3-12
14.27
17.33
12.9
11.43
12.11s.
Mateo/Q
5.15
10.26
25.29 (?)
10.7-15
10.38
10.33
10.33
23.6s.
10.19
De esto infiere Caird que no hemos de suponer que cada vez que Lucas coincide
con Marcos se estaba en efecto sirviendo de Marcos en ese punto. Una
observacin ms vital, sin embargo, es que en siete de las nueve ocasiones la
versin de Marcos viene antes que la de Q. Esto sugerira que Lucas pudo
haber tenido acceso a Marcos desde el principio y no tan slo durante una
segunda fase de su composicin (o sea despus de haber compuesto el
Protolucas). Por qu, si no, iba Lucas a incluir dobletes de dichos de
Marcos 4, 6 y 8, cuando ya haba prescindido de todo el material comprendido
entre Mar. 6.45 - 8.26 (comnmente conocido como la gran omisin), cosa
que parece haber hecho precisamente para evitar dobletes? La inclusin de los
dobletes de Marcos 4, 6 y 8 es ms fcil de explicar si Lucas se sirvi de
Marcos ya desde el principio como marco fundamental para su propia
composicin. Adems, puesto que Mateo y Lucas nunca coinciden en la
ubicacin del material de Q donde difieren de Marcos, y sin embargo
generalmente s coinciden en su ubicacin del material de Marcos, lo ms
probable es que tanto Mateo como Lucas tuviera acceso a Marcos desde el
principio.
Sin embargo Caird da tres motivos adicionales para opinar que el Protolucas
haya existido.
Lucas contiene dos envos misionales; uno, a los doce (cap. 9, derivado de
Marcos); el otro, a los setenta (cap. 10, derivado de Q). En el relato de la
ltima Cena, curiosamente Jess recuerda a los doce discpulos del envo
Textos sobre Lucas 3
misional hecho a los setenta en lugar del de los doce. Caird sostiene que
este lapsus es perfectamente comprensible si en el momento de escribir su
narracin sobre la ltima Cena (L), Lucas slo tena un envo misional al
que referirse (el de los setenta, recogido de Q). Hay que admitir que es
sta una posible solucin (entre otras) para uno de los problemas ms
complejos de la crtica de fuentes.
(UNIDAD 2)
Algunos pasajes de Qumrn podran dar la impresin de que el mesas davdico
desempeara un papel relativamente insignificante, al encontrarse subordinado
el mesas levtico (sacerdotal), pero esto con toda probabilidad es cierto slo
respecto a los rituales litrgicos. Otros pasajes indican que fuera a tener un
papel bastante imponente. Es tpico 4QpIsaa Fragmentos 8-10 (Columna iii,
lneas 11-25), que abre con una cita de Isa. 11.1-5 y luego explica:
(18) [La interpretacin de la cita se refiere al retoo] de David que
brotar [en los das postreros, puesto que] (19) [con el aliento de sus
labios ejecutar a] sus enemigos y Dios le sostendr con [el espritu
de] valenta [] (20) [...] trono de gloria, corona [santa] y vestiduras
bordadas (21) [] en su mano. Dominar sobre todos los pueblos y
Magog (22) [...] su espada juzgar a todos los pueblos. Y lo que dice:
No (23) [juzgar por apariencias] ni sentenciar de odas, su
interpretacin: que (24) [] segn lo que le ensearn as juzgar, y
sobre su boca (25) [] con l saldr uno de los sacerdotes de
renombre llevando en su mano vestidos.
As tambin podemos sealar 1QSb 5.24-29, una bendicin pronunciada sobre
esta figura (y vase tambin 4QpBless):
(24) Que [golpees a los pueblos] con la fuerza de tu boca. Que con tu
cetro devastes Vacat. la tierra. Que con el aliento de tus labios (25)
mates a los impos. [Que enve sobre ti un espritu de] de consejo y de
fortaleza eterna, un espritu Vacat. de conocimiento y de temor de
Dios. Que sea (26) la justicia el cinturn de [tus lomos, y la vitalidad]
el cinturn de tus caderas. Que te ponga cuernos de hierro y
herraduras de bronce. (27) Cornears como un toro [ pisotears los
pue]blos como el barro de las ruedas. Porque Dios te ha establecido
como cetro. (28) Los que dominan [ todas las na]ciones te servirn.
Te har fuerte por su santo Nombre. (29) Ser como un le[n].
Un cuadro a todos los efectos idntico es el que se halla en 4QFlor 1.10-13, y
adems en 4Q215, 252, 285 y 522, de reciente publicacin. Este no es un
cuadro que corresponda tan slo a Qumrn. Prcticamente se repite en Sal. Slm.
17 y 18 (de ambientes fariseos). Aqu tenemos una seccin representativa del
Salmo 17:
(21) Mralo, Seor, y susctales un rey, un hijo de David, en el
momento que t elijas, oh Dios, para que reine en Israel tu siervo. (22)
Rodale de fuerza, para quebrantar a los prncipes injustos, para
(UNIDAD 2)
Ben Witherington III, Nacimiento de Jess. Originalmente publicado por
InterVarsity Press como Birth of Jesus de Ben Witherington III del
Dictionary of Jesus and the Gospels pp. 60-74. 1992 de InterVarsity Christian
Fellowship/USA. Traducido con permiso de InterVarsity Press, P.O. Box 1400,
Downers Grove, IL 60515.
es la que recurre a Isaas 7.14 en Mateo 1.23. Las siguientes observaciones son
elementales.
En primer lugar, la interpretacin precristiana de Isaas 7.14 parece haber
mantenido que se haba cumplido en Ezequas, hijo y sucesor de Acaz.
Aparentemente no existe evidencia de que ningn judo de la antigedad haya
entendido que esta profeca tuviera que ver con el Mesas, ni mucho menos que
fuese una profeca acerca de una concepcin virginal. Los targmenes tienden a
interpretar Isaas 9.5-6 a modo mesinico, pero no est nada claro que hayan
visto tal sentido en Isaas 7.14.
En segundo lugar, la palabra hebrea 'almh que se emplea en Isaas 7.14 (TM)
hace referencia a una joven casadera. Bien es cierto que la idea de virginidad
con toda probabilidad va incluida en esta palabra, pero no es sta la palabra
tcnica para referirse a una virgo intacta. La palabra hebrea betl se aproxima
mucho ms a ese sentido (Wenham).
En tercer lugar, la palabra 'almh nunca se usa en el AT respecto a una mujer
casada, pero s respecto a una mujer que ha llegado a la madurez sexual. No
hay ningn texto en el AT donde 'almh signifique fuera de dudas, una mujer
sexualmente activa, aunque es posible que Cantar de los Cantares 6.8 (cf. Prov.
30.19) lo d a entender. Parecera ser entonces que 'almh normalmente, si bien
no siempre, da a entender una virgen, aunque la palabra en s no hace referencia
a ese atributo.
En cuarto lugar, varias traducciones griegas del AT (o sea, Aq, Sym, Theod)
traducen 'almh como neanis; sin embargo la LXX claramente la traduce como
parthenos. Probablemente sea correcto aseverar que si 'almh no hubiese
normalmente dado a entender la virginidad, es difcil si no imposible entender
por qu los traductores de la LXX emplearon parthenos como el equivalente
griego.
otra.
Se puede hacer un listado de las diferencias ms notables. En Mateo (1) la
genealoga abre el evangelio y en particular las narraciones sobre el nacimiento,
trazando la lnea desde Abraham y pasando por Jos hasta Jess, usando la
palabra engendr (egennsen); (2) hay una divisin artificial de los nombres
en tres grupos de catorce; (3) hay una insercin notable de varias mujeres y
posiblemente algunos hermanos; (4) se omiten varios nombres; (5) hay una
circunlocucin algo ponderosa al final de la genealoga, que refleja la creencia
del autor en la concepcin virginal.
Por lo contrario la genealoga de Lucas (1) viene despus del bautismo y hace
de introduccin al ministerio de Jess por lo que, para ser exactos, ni siquiera es
parte de las narraciones en torno al nacimiento; (2) frecuentemente usa la
expresin [hijo] de sin ningn verbo, y traza la lnea de Jess desde Adn y
Dios; (3) abre con una circunlocucin que indica que le consta al autor que
Jess no era de verdad hijo de Jos, y de hecho omite el artculo delante del
nombre de Jos (lo cual acaso deje a Jos fuera de la lista); (4) inserta a Resa y
aade un Cainn de ms a la lista genealgica (cf. Gn. 10.24; y 1 Crn. 1.24).
La primera impresin sera que la genealoga de Mateo intenta mostrar a Jess
como un verdadero israelita, y en particular de la estirpe de David, mientras que
Lucas intenta mostrar a Jess como un verdadero ser humano. Acaso d
cuentas esto de algunas de las diferencias de forma y de contenido que hallamos
entre las genealogas. En ambas genealogas, sin embargo, la intencin
principal sigue siendo la de decir o explicar algo acerca de Jess mismo y su
carcter, ms que acerca de sus antepasados (Witherington, 1988).
4.2. Propsitos teolgicos. Varias caractersticas de la genealoga de Mateo
llaman la atencin de una manera especial. La genealoga de Mateo debe leerse
a la luz de la percopa que la sigue (1.18-25). Abordado conjuntamente este
material se centra en Jess como hijo de David y tambin de Dios, temas ambos
que el evangelio luego desarrolla en otros lugares.
Mateo 1.18-25
probablemente tiene como fin explicar la genealoga y en particular cmo Jess
pudo haber nacido de Mara, aunque no de Jos, sin dejar de pertenecer a la
lnea davdica (Stendahl) Esto significa que la genealoga y la percopa que la
sigue dan por supuesta, y hasta cierto punto intentan explicar, la concepcin
virginal. Parece haber un reconocimiento de las dificultades que entraa la
naturaleza irregular de los orgenes de Jess, por lo que este material puede
concebirse como un intento apologtico a la luz de que Mateo acepta la
concepcin virginal. Esto explica en parte la anomala de que se incluyan
varias mujeres en la genealoga, puesto que es inusual incluir mujeres en una
genealoga a no ser que el padre fuera desconocido, o cuando los hijos de un
mismo patriarca descendan de su unin con diferentes esposas, o si las mujeres
estaban emparentadas con figuras famosas o eran famosas por derecho propio
(como en este caso).
La genealoga de Mateo no slo menciona a Maria sino tambin a otras cuatro
mujeres. Se ofrecen varias teoras para explicar la presencia de mujeres (y en
particular, de Tamar, Rahab, Rut y Betsab) en la genealoga de Jess.
En primer lugar, se ha ofrecido la conjetura de que el autor est intentando
identificar a Jess con gentiles y pecadores, aunque no queda nada claro que
todas estas mujeres pertenezcan a una de estas categoras ni a ambas.
Textos sobre Lucas 15
encontrar un lugar donde pasar esa noche probablemente no viene del texto
bblico (Bailey).
Un segundo punto crtico tiene que ver con cmo traducir katalma en Luc. 2.7.
La palabra puede significar una habitacin para huspedes, una casa o una
posada. Es dudoso que haya habido una posada all en los das de Jess, puesto
que por Beln no pasaba ninguna carretera importante y las posadas
normalmente se encontraban tan slo en las carreteras principales,
especialmente las carreteras romanas (aunque cf. Jer. 41.17, que no trata de un
lugar en Beln). Adems, cuando Lucas hace mencin de una posada comercial
utiliza la palabra pandocheion; 10.34 hace referencia a un establecimiento que
se hallaba en la carretera entre Jerusaln y Jeric. Por cierto, cuando Lucas usa
la palabra kataluma en su evangelio (22.11 y par.; cf. 1 Rey. 1.18), est claro
que no tiene que ver con una posada sino con una habitacin para huspedes.
Aqu tambin cabe mencionar que las versiones arbiga y siraca del NT jams
traducen kataluma como posada.
Es entonces ms probable que al poner kataluma Lucas tiene en mente bien una
casa o bien una habitacin para huspedes, y la segunda posibilidad lleva la
ventaja de que la inmensa mayora de las viviendas de campesinos del Medio
Oriente de las que tenemos evidencias arqueolgicas y literarias, el pesebre
estaba dentro de la casa, no en un edificio o granero aparte. Los animales y la
familia dorman dentro de un mismo espacio compartido, que se divida de tal
manera que normalmente los animales se hallaban al nivel de la tierra mientras
que la familia dorma sobre una tarima algo ms elevada (Bailey). En este caso
en particular, probablemente debemos imaginar que Mara y Jos eran
huspedes de sus parientes o amigos, en una casa abarrotada debido al censo
que se estaba tomando, una casa en la que Lucas nos dice que ya no caba nadie
ms en la habitacin para huspedes (ntese el artculo definido delante del
sustantivo). Por eso Mara tuvo que dar a luz a su hijo en la habitacin ocupada
por la familia misma y ponerle en el pesebre de piedra. Todo esto equivale a
decir que una buena parte de la concepcin popular de esta escena no tiene nada
que ver con el texto. En particular, esa idea de Mara y Jos que no consiguen
dar con un alojamiento civilizado y que acaban teniendo que apaar
provisionalmente con un lugar apto slo para animales, sin duda se basa en una
interpretacin muy equivocada del texto.
Tambin existe una tradicin citada ya en el siglo II d.C. por Justino Mrtir, de
que Jos y Mara, como no pudieron encontrar alojamiento en Beln, tuvieron
que fijar su residencia en una cueva cercana al pueblo (Dial. Tryph. 79). Esta
conjetura no es descabellada, ya que a veces los campesinos en tiempos de Jess
se servan de cuevas para hacer sus hogares. Pero Lucas no sugiere ni que la
Sagrada Familia se haya establecido en las afueras de la ciudad, ni que
estuvieran en una cueva (es difcil imaginar que Lucas tuviera en mente una
cueva con una habitacin para huspedes).
7. La concepcin virginal
Hasta el siglo XX llega el debate sobre la concepcin virginal sin mostrar
seales de que vaya a decaer en intensidad (Cranfield, Bostock, Benson). Lo
que est en juego es una concepcin virginal, que no un parto virginal, de
manera que por toda esta seccin emplearemos esta terminologa tcnicamente
ms correcta (Brown, 1973).
que hubo concepcin virginal y alteran sus respectivas genealogas para tomar
este dato en cuenta (Luc. 1.23; Mat. 1.16), pero su inters principal est en el
hecho de que el Mesas ha llegado y el significado de tal acontecimiento. Slo
en segunda plana muestran algn inters acerca de cmo fue posible su venida.
Adems, ni un evangelista ni el otro vuelven a tocar el tema directamente una
vez empiezan a relatar el ministerio. Una vez se han contrastado todos los
datos, es ms fcil explicar la evidencia ofrecida por los evangelios suponiendo
que la concepcin virginal haya sido un suceso histrico del que los autores de
los evangelios intentan dar explicacin, que partiendo de la suposicin de que se
trate de un theologoumenon.
7.2. El significado del suceso. No debe minimizarse la significacin de este
suceso. Indica que Jess no fue meramente Hijo de Dios por medio del Espritu
Santo (Brown, 1973), sino que Jess fue una persona nica, producto tanto de lo
divino como de lo humano en una forma nunca igualada ni antes ni despus.
Bien es cierto que nuestros dos autores no intentan versar sobre la relacin de la
concepcin virginal con la doctrina de la encarnacin del Hijo preexistente,
pero es posible que ms tarde el autor de Juan 1 viera una conexin entre los
dos conceptos (cf. Juan 1.13).
En trminos de su significacin teolgica, la concepcin virginal explica cmo
sucedi la encarnacin, aunque Mateo y Lucas no hablan del suceso en trminos
de la encarnacin de un ser preexistente (Fuller). La reflexin teolgica
posterior tambin habra de ver en la concepcin virginal la explicacin de
cmo Jess pudo haber nacido con una naturaleza humana incontaminada por el
pecado original. La doctrina de la concepcin virginal tambin pone el acento
en que Jess fuese plenamente humano, participando en el ciclo humano
completo desde la matriz hasta la tumba.
Pero acaso lo ms significativo de todo sea que este concepto expresa el hecho
de que Jess es un don milagroso a la humanidad, que no en primera instancia el
producto de ninguna actividad o proceso humanos. El es un don que viene en
ltima instancia de Dios, aunque viene por medio de Mara de tal manera que
nos permite decir que los orgenes de Jess fueron humanos y a la vez divinos.
Est claro que si Jess en el fondo hubiese sido un hijo ilegtimo, hubiera sido
poco menos que imposible que Lucas pudiese con un mnimo de integridad
personal haber presentado la concepcin de Jess como un milagro aun mayor
que el de la de Juan el Bautista (contra Hellwig), ni que Mateo hubiese visto en
la concepcin de Jess algo tan sagrado que un hombre justo como Jos se viese
persuadido a aceptarlo y a aceptar a Jess como su hijo legal y por ende como
hijo de David.
Las dos narraciones se vienen abajo aparte del supuesto de una concepcin
virginal. Adems, los argumentos de ambos evangelistas acerca de la
significacin teolgica de los orgenes de Jess se desprenden de la realidad
histrica que atribuyen a la concepcin virginal. Aparte de esto no habra
necesidad del tipo de apologtica y ni de los ajustes genealgicos que hallamos
en estas narraciones.
8. Los magos y los pastores
8.1. Los magos. Las tradiciones acerca de los magos tal y como las
encontramos en Mateo no hablan de reyes, sino a astrlogos y/o sabios, y el
texto no indica que hayan sido tres ni cmo se llamaban. El trmino mago (del
Textos sobre Lucas 26
griego magos, latn Magus) indicaba una persona que se dedicaba a la magia o
hechicera, o a un sabio en la interpretacin de las estrellas y/o de los sueos.
En las antiguas Media y Persia los magos frecuentemente se asocian con las
castas sacerdotales, y en la tradicin cristiana es frecuente suponer que estos
hombres vinieron desde Persia para encontrar a Cristo.
Otras conjeturas acerca de los orgenes de los magos han incluido varias partes
de Arabia, e incluso se ha llegado a especular que pudieran haber venido de
Asia Menor. Esta conjetura se basa en la frase vimos su estrella en el oriente
(Mat. 2.2); se supone que un mago en Persia hubiera tenido que verla en el
occidente (Marsh-Edwards). En contra de esta teora de que los magos hubieran
venido de Asia Menor, parece probable que en t anatol de Mateo 2.2 significa
en el ascendente, que no en el oriente, y en 2.1 dice especficamente que
los magos vienen del oriente.
La historicidad de los magos ha sido puesta en cuestin muchas veces, y se ha
especulado que este relato se compuso a partir de textos del AT tales como Sal.
72.10-11, Isa. 60.1-11 y la visita de la reina de Saba que trajo obsequios para
Salomn. Incluso se ha llegado a sugerir que el relato entero es un midrs sobre
1 Reyes 10. Estas teoras por lo general nacen de que se ha considerado que el
relato en s mismo era altamente inverosmil. Qu sabio persa iba a honrar el
nacimiento de un campesino judo?
Pero tales reservas no tienen lo bastante en cuenta el intenso inters muy
corroborado de los astrlogos de la antigua Persia (y de otras partes) en la
conexin entre los fenmenos astrales y los sucesos polticos, ni el hecho de que
en el 66 d.C. el astrlogo oriental Tiridates y otros magos visitaron Roma (cf.
Dio Cassius 63.7; Suetonio, Nern 13). En aquella era estaba muy difundida la
creencia en que las estrellas anunciaban el nacimiento de los seres humanos
destinados a ser grandes (Brown, 1977), y de hecho tanto Suetonio como Tcito
nos cuentan que a principios de nuestra era exista una expectacin de que un
soberano mundial saldra de Judea (Suetonio, Vesp. 4; Tcito, Ann. 5.13).
Adems, los obsequios que traan los magos son lo que las fuentes antiguas
mencionan con regularidad como los productos valiosos de Arabia y otros
pases orientales. No hay nada intrnsecamente inverosmil acerca del relato
mismo, aunque tampoco cabe duda de que el primer evangelista ha dado forma
final al material de su fuente, a fin de realzar los puntos que l consider
sobresalientes.
Por ltimo, la opinin de que esta historia sea un midrs sobre varios textos del
AT deja de explicar ciertos rasgos sobresalientes del texto. Tanto Salmo 72.1011 como Isaas 60.1-11 tienen que ver con reyes, no magos, por mucho que la
tradicin cristiana posterior equivocadamente identificara a los magos como
reyes; y 1 Reyes 10 habla de una reina, no de astrnomos. Como observamos
en lo expuesto acerca de los gneros literarios, no es muy apta la descripcin del
material narrativo de Mateo como midrs incluso despus de que l haya
editado sus fuentes, aunque nos puede valer para describir cmo utiliza sus citas
de las Escrituras y las hace encajar en el material que recoge de sus fuentes
(France).
El motivo por el que el evangelio de Mateo incluya el relato sobre los magos
probablemente sea el de mostrar cmo ciertos sabios, incluso sabios gentiles,
buscaron activamente a Jess mientras que un rey judo que debera haber
Textos sobre Lucas 27
relato en s mismo tiene las marcas de autenticidad ya que cuenta cmo Jess
empieza a deslindarse de la autoridad familiar para seguir exclusivamente la
autoridad del Padre, una cuestin que se vuelve a repetir en otros materiales del
evangelio (Witherington, 1984). Incluso puede ser que en 2.19 y 51 Lucas nos
est indicando la fuente de su informacin (Brown, 1977).
Tanto aqu como en otros lugares de Lucas 1-2, Mara figura como la
protagonista y Jos aparece en un papel secundario. Lucas 2.41-52 es en
algunos respectos como Juan 2.1-12, porque el relato acaba con que Jess hace
lo que Mara desea, sin haber indicado verbalmente que efectivamente as hara.
Las tensiones entre las obligaciones impuestas por sus lealtades fsica y
espiritual se hacen evidentes cuando Mara menciona el padre de Jess (Jos) y
Jess le replica con referencia a su verdadero Padre (Dios).
Aqu Jess acta como una especie de nio prodigio, pero Lucas tambin quiere
indicar que Jess creci y madur como cualquier otro nio (2.52). Creci
intelectualmente (sabidura), fsicamente (estatura) y espiritualmente (la gracia
de Dios). De este relato tan singular aprendemos que la niez de Jess fue en
general como la de otros nios que pudieran tener padres piadosos, fue un
perodo de crecimiento, desarrollo y aprendizaje. En particular, fue un perodo
para aprender acerca de la fe, y en cuanto adolescente un tiempo para
desenredar la voluntad de Dios y los deseos de sus padres. Queda totalmente
fuera de este relato cualquier asomo de que Jess haya sido un milagrero
infantil, algo que gustaban de enfatizar los autores de evangelios apcrifos. Al
contrario, el nico aspecto destacable de Jess en este relato es lo que sabe
acerca de Dios, tanto de su Palabra como de su voluntad, un conocimiento que
asombr tanto a los maestros como a sus propios padres.
(UNIDAD 3)
La lingstica de la expresin el reino de Dios
Existe bastante consenso entre los eruditos respecto a dos puntos, a saber:
como viste que una piedra fue cortada del monte sin ayuda de manos y
que desmenuz el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro.
Es esta clase de realidad (la intervencin dramtica y el gobierno de Dios)
que subyace bajo muchas de las referencias intertestamentales al reino de
Dios. Es lo que espera el autor del Testamento de Moiss (anterior al 70
d.C.) cuando escribe (10.1 y vase tambin el resto del captulo):
Entonces se manifestar su reino sobre toda su creacin, entonces el
diablo tendr (su) fin y la tristeza se alejar con l.
Son los comienzos de esta realidad lo que tiene en mente el autor del Rollo
de la Guerra de Qumrn cuando asevera respecto a la batalla final contra el
mal (1QM 6.6):
Pues la realeza pertenece al Dios de Israel y por los santos de su
pueblo obrar proezas.
Y es lo que hubieran tenido en mente los judos cuando rezaban
diariamente, en la oracin de Qaddi (ver Jeremias 1974: 233),
Glorificado y santificado sea su grannombre Haga l reinar su
seoro porel tiempo de vuestra vidaen seguida y pronto.
Aqu establezca l su reino significa la venida de Dios para asumir el
gobierno. Y lo que significa eso es que el poder o la fuerza activa de Dios
se manifiesta en actividad liberadora y salvadora a favor de su pueblo,
juzgando al mundo. B. Chilton (Galilean Rabbi, pp. 58ss.) ha sealado
recientemente cmo la tradicin targmica traduce, por ej. Isa. 31.4: "El
Seor de los ejrcitos descender para pelear sobre el Monte de Sin" en
hebreo, se transforma en "As el reino del Seor de los ejrcitos se
manifestar para morar sobre el Monte de Sin".
(UNIDAD 3)
Evidencias de que Jess esperaba un inminente reino apocalptico
Existe una probabilidad a priori de que Jess empleara su lenguaje de la misma
manera que sus contemporneos (o sea como lo empleaban los apocalpticos).
Jess comenz su ministerio asocindose con Juan el Bautista, que parece
haberse presentado a s mismo como un profeta del fin de los tiempos que
preparaba el camino del Seor (cf. su empleo de Isa. 40.3 en Luc. 3.4 y //s), o
sea, predicando el arrepentimiento radical antes de la venida de Dios en juicio.
el mensaje de Juan tiene un talante claramente apocalptico, como se resume en
por ej.:
El hacha ya est puesta a la raz de los rboles (Luc. 3.9: o sea que toda
maldad est por ser talada; cf. Quin os ense a huir de la ira que
vendr? 3.7).
Luego tenemos los dichos acerca de la lucha por entrar al reino de Dios,
como Mar. 9.47 (y //Mateo): Si tu ojo te es ocasin de pecar, scatelo; te
es mejor entrar al reino de Dios con un solo ojo, que teniendo dos ojos ser
echado al Gehenna.
Segn se entiende normalmente la esperanza apocalptica, el reino de Dios
al fin de los tiempos traera consigo unas condiciones totalmente nuevas.
Los que obedecieran a Dios antes de la llegada de su reino tendran parte
en el nuevo orden que su venida establecera. Los que no obedecieran tan
slo podan esperar perecer, excluidos de la nueva creacin. Este dicho de
Marcos que traza un contraste entre la entrada al reino de Dios y el ser
echado al Gehenna, nos refiere claramente a una entrada futura del reino de
Dios que se basa en acciones emprendidas hoy, lo que es coherente con la
tpica enseanza apocalptica.
Mar. 9.1 y paralelos (cf. Luc. 9.27) tienen una fuerte carcter de esperanza
inminente: En verdad os digo que hay algunos de los que estn aqu que
no probarn la muerte hasta que vean el reino de Dios despus de que haya
venido con poder. Weiss y Schweitzer entendieron que tenemos aqu una
promesa clara de que el tan anhelado reino vendra mientras los discpulos
de Jess siguieran con vida. Y Schweitzer lleg a conclusiones firmes
basadas en Mat. 10.23, Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra;
porque en verdad os digo: no terminaris de recorrer las ciudades de Israel
hasta que venga el Hijo del Hombre.
Textos sobre Lucas 33
Tambin se supona que la teora del fin inminente del mundo poda
explicar por qu Jess aparentemente no proclam pblicamente que era el
Mesas. La respuesta, segn Weiss, era bien sencilla. La era mesinica tan
slo amanecera con la llegada del reino de Dios. Hasta entonces Jess no
poda ser el Mesas; tan slo era el elegido para ser el Mesas.
No es de extraar que surgiera una reaccin violenta contra las ideas de Weiss.
Sin embargo haba presentado su caso tan magistralmente que casi logr
imponerse, y lo cierto es que hasta hoy sus ideas se mantienen vivas. La
singular virtud de su argumentacin consisti en su habilidad para demostrar
cmo la predicacin de Jess tena relacin directa con lo que los judos,
inclusive Juan el Bautista, se supone que de verdad esperaban: o sea el reino
como un acto csmico de Dios. La contribucin imborrable de Weiss fue situar
a Jess firmemente en el contexto histrico del judasmo del primer siglo. El
Jess de Weiss respira el aire judo, piensa pensamientos judos y suea sueos
judos. El pensamiento teolgico hasta el da de Weiss (y lamentablemente a
veces hasta hoy) tena la tendencia de abstraer a Jess de su medio ambiente
para hacer de l un protestante europeo moderno.
Sin embargo, la debilidad de Weiss (as como de gran parte de la erudicin
alemana desde entonces) fue que hizo de su concepcin de la apocalptica la
nica interpretacin posible de lo que Jess pudo o no pudo haber dicho o
querido decir. Intent imponer uniformidad, y en el intento acab hacindole
violencia al texto. Hay aqu tres cuestiones de fondo, relacionadas entre s:
No todos los judos tenan convicciones apocalpticas del tipo descrito por
Schweitzer. Pero incluso si la perspectiva que l postul (respecto al
reinado de Dios) fuera muy corriente, significa eso acaso que Jess no
Textos sobre Lucas 35
(UNIDAD 3)
Evidencias de que Jess en su ministerio habl de la presencia del reino de
Dios.
Algunos dichos de Jess sugieren que el tan anhelado tiempo de la promesa
ha llegado:
Por ejemplo, Jess dijo a sus discpulos, Dichosos los ojos que ven lo que
vosotros veis; porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo
que vosotros veis, y no lo vieron (Luc. 10.23s.//Mat. 13.16s.).
R. H. Fuller (1954: 70) y E. P. Sanders (1985: 148s.) argumentan que este
dicho no infiere necesariamente que el reino de Dios haya venido, slo que
las seales de su venida inminente ya se ven. Pero tal argumento carece de
base.
Existen dichos paralelos en los Salmos de Salomn:
Bienaventurados son los que vivan en esos das. Vern la buena fortuna
de Israel que Dios traer (17.50) y Bienaventurados sern los que vivan
en esos das. Vern la bondad del Seor que l har: (18.7). Estos dichos
se refieren claramente al reino de Dios en s, no tan slo a las seales de su
advenimiento. Y es poco menos que increble la nocin de que los
profetas tan slo anhelaran ver las seales de la venida del reino, y no ver
el reino mismo!
Muchas de las parbolas del reino de Dios lo dan por presente (reconocer
esto fue la mayor contribucin de Dodd):
Luc. 17.20s.: El reino de Dios no viene con seales visibles ... Porque he
aqu, el reino de Dios entos humon est. Este es un dicho controvertido,
pero Beasley-Murray (siguiendo aqu a Rustow) ha presentado buenos
argumentos a efectos de que esas dos palabras griegas no significan
dentro de vosotros (Jess est hablando a los fariseos!), ni tan slo
entre vosotros. Ms bien, el sentido en general es algo as como que el
reino de Dios est dentro del alcance de vuestras decisiones, y est en
vuestro poder el recibirlo. (Nolland (35B, pp. 853-4) ve mritos en esta
manera de entenderlo, pero al final se retrae a favor de la interpretacin
futurista de Bultmann, para poder as establecer la conexin entre Luc.
17.20-21 y 17.22-37.)
Est mucho ms claro el caso de Luc. 16.16 (Q): La ley y los profetas se
proclamaron hasta Juan; desde entonces se anuncian las buenas nuevas del
(UNIDAD 3)
Quines eran los pecadores?
El judasmo daba por hecho que todos pecan. Pero los que guardaban el pacto
(lo cual inclua el Da de Expiacin los sacrificios por el pecado) eran los
justos. El trmino pecadores, como contraste, se empleaba principalmente
para designar a aquellos que estaban fuera del pacto. Estos seran:
los gentiles
Aquel que viene ya tiene el bieldo en las manos con ese fin; y el fuego ya est
encendido (Luc. 3.17; 3.7, 9).
Una vez llegue el reino, los que insisten en permanecer como pecadores
recibirn su justo merecido. Este parece ser el sentimiento prevaleciente.
El escndalo del compaerismo a la mesa entre Jess y los pecadores
Entre las acciones de Jess que resultaron ms llamativas y provocadoras estuvo
la de comer y beber con recaudadores de impuestos, y con los que eran tenidos
por pecadores. No se trataba sencillamente de que alguna vez aceptara una
invitacin de dudosa procedencia; l mismo recibi a tales personas como
invitados (cf. Luc. 15.2; Mar. 2.15). Cinco observaciones resean el significado
de ello:
Varias parbolas intentan volver las tornas a las crticas de los fariseos.
Ellos se quejan de la gracia que reciben los pecadores, que no se la
tienen merecida. No sera ms apropiado que los crticos se alegrasen al
ver que la gracia generosa de Dios llega incluso a tocar y transformar a
los pecadores? La parbola de los obreros de la via (Mat. 20.1-16)
establece esto mismo, como remata la pregunta final, O tienes t envidia,
porque yo soy bueno? (Reina-Valera 1995) De igual modo, las parbolas
de la oveja perdida (Luc. 15.3-7) y la moneda perdida (15.8-10) retan a los
crticos a que se unan en el alborozo divino por los que son restaurados
para Dios.
(UNIDAD 4)
La actuacin de Jess en la sinagoga como cumplimiento del Antiguo
Testamento (Lucas 4.21-24)
Las cuestiones fundamentales en juego aqu son
hecho de que a ninguna de [las viudas de Israel] fue enviado Elas sino a la
viuda gentil. As tambin con Eliseo ninguno de [los leprosos de Israel] fue
limpiado de su lepra. Hace as hincapi en que en estas ocasiones la ayuda y la
curacin se limitaron estrictamente a los no judos.
No causa sorpresa descubrir que este planteamiento universalista a expensas de
Israel diera lugar a la hostilidad contra Jess en la sinagoga. Lo que s
sorprende es que esta cuestin del rechazo aparezca tan pronto en el desarrollo
de la trama de Lucas. En cualquier caso, ya que el nfasis principal de Lucas es
en la cuestin del rechazo, este universalismo implcito con toda lgica ha de
aparecer pronto y requiere ser tratado por sus propios mritos. A travs de toda
la Unidad 4 se demuestra su importancia como paradigma o patrn que se
repetir en todo Lucas-Hechos.
Hemos visto cmo Luc. 4.16-30 funciona como escaparate del cuadro del
ministerio galileo de Jess, que para el evangelista es el ministerio a Israel.
Esto hace tanto ms notable la combinacin de las cuestiones del rechazo y del
universalismo, elementos tan caractersticos de esta percopa inicial y
programtica. Al mismo tiempo hemos de tener la precaucin de observar que
Lucas aqu en 4.16-30 no se explaya en estas ramificaciones. Slo sern
visibles para aquellos lectores que conozcan el trasfondo de los episodios de
Elas y Eliseo en el Antiguo Testamento. Por tanto y a modo de conclusin
para esta seccin, hemos de examinar la mecnica del recurso a figuras del
Antiguo Testamento, especialmente Eliseo, que hace Jess.
Crockett (Luke 4.25-27 and Jewish-Gentile Relations in Luke-Acts JBL 88,
177-83) ha sugerido que la referencia en Lucas a la purificacin de Naamn (un
gentil sirio) que efecta Eliseo presagia el bautismo purificador de los gentiles
que les capacita para unirse en confraternidad con los cristianos judos. Luego
P. F. Esler (1987: 35) propuso que Naamn una vez sanado reconoce a Yahv
como Dios nico (2 Rey. 5.15) sin dejar por ello de permanecer en la condicin
de comandante militar gentil e incircunciso, funciona como prototipo de los
militares y dems funcionarios romanos que a travs de todo Lucas-Hechos
manifiestan una disposicin favorable hacia el evangelio.
10
(UNIDAD 6)
En cuanto a autoridad, no cabe duda de que los Doce (y luego Pablo)
desempearon un papel singular. El mismsimo Cristo resucitado les haba
comisionado. Tambin queda claro en Hechos que los Doce desempearon un
papel importante en la salvaguarda de la continuidad de la enseanza cristiana.
Sin embargo, en cuanto a haber sido enviados a alguna parte (o sea viajes), es
tambin evidente que para los Doce esto no viene a cuento. Esto queda
demostrado por el envo de los setenta (y dos) antes de la resurreccin, as como
por la actividad misionera de la Iglesia primitiva despus de la resurreccin
(Hechos). Grandes porciones de Hechos demuestran que la Iglesia primitiva no
supona que el envo a todas las naciones (Luc. 24.47) tuviera que ver
exclusivamente con los Doce (a pesar de Hech. 1.2!), sino con la comunidad
cristiana entera. De ah que parece haber existido desde los albores del
cristianismo una distincin entre la autoridad singular de los apstoles basada
11
(UNIDAD 5)
Lucas muestra a Jess en oracin con una frecuencia notablemente mayor que
Marcos o Mateo. De hecho, incluso en la narracin de la anunciacin (o sea,
antes de que Jess entre fsicamente en la historia) Lucas elige realzar la oracin
comunitaria de la gente durante la ofrenda de incienso en el santuario (1.10).
Nos cuenta en el v. 13 que la oracin de Zacaras ha sido contestada. Nos
cuenta de Ana, la profetisa, que era una viuda que se dedicaba principalmente a
visitar el templo y a orar (2.37s., sirviendo noche y da con ayunos y
oraciones). De todos era conocido que los discpulos de Juan el Bautista
ayunaban y oraban regularmente (5.33). De hecho l les haba enseado a orar
(11.1), cosa que motiv que los discpulos de Jess le pidieran a Jess que l les
ensease a ellos a orar.
Jess mismo ora unas diez veces en el evangelio de Lucas y el autor llega a
sealar, en cierta ocasin, que Jess acostumbraba retirarse a lugares solitarios
para orar (22.39, cf. 5.16; 6.12). Es til mencionar algunas cosas sobre esta
oracin.
12
(UNIDAD 6)
Las ltimas dcadas han visto un importante nmero de estudios que versan
sobre la actitud de Jess acerca de la Ley de acuerdo con Lucas. La mayora de
los comentaristas tienden a ver a Lucas como el ms conservador entre los
escritores del Nuevo Testamento en este particular. En otras palabras, en la
opinin de la mayora, Lucas sera el que de entre todos los autores del Nuevo
Testamento parece ms dispuesto a conservar la Ley como una gua permanente
y vigente, al menos para los creyentes cristianos judos. J. Jervell, que es el
principal exponente de Lucas como telogo conservador (o sea conservador
respecto a la validez vigente de la Ley) ve la teologa de Lucas como a veces
esencialmente mosaica (1972). Una opinin parecida es la de P. Vielhauer en
su ensayo titulado On the "Paulinism" of Acts, (Sobre el paulinismo de los
Hechos en Studies in Luke-Acts, L. E. Keck y J. L. Martyn, eds., Philadelphia:
Fortress, 1980) donde argumenta que Lucas muestra a Pablo en Hechos como
un creyente cristiano que permanece enteramente leal a la Ley juda. El punto
de vista defendido por estos eruditos se ha visto reforzado ltimamente por un
estudio importante de Esler sobre Lucas (1987).
Sin embargo tambin han habido estudios que sostienen que para Lucas la
cuestin de la Ley no era tan importante como lo ha planteado la mayora de los
eruditos hasta ahora. Wilson, por ejemplo, expone que la presentacin de la
actitud de Jess respecto a la Ley en Lucas acaba siendo contradictoria (Luke
and the Law, 1983). Lucas, segn Wilson, careca de motivacin para
reconciliar esas tensiones ya que de todas maneras no escriba para lectores
judos. Por cierto, este ltimo punto ha sido cuestionado por Esler, que supone
que la audiencia que Lucas tena en mente al escribir comprenda una
proporcin importante de cristianos judos. Sin embargo, Wilson pudo
construir sobre el trabajo publicado por Banks en 1975 (Jesus and the Law in
the Synoptic Tradition) que llega esencialmente a la misma conclusin a que
haba llegado Wilson. Los dos estn de acuerdo con Creed (1942) que propuso
esta idea ya en 1930: Para Lucas la cuestin de la Ley era de importancia
secundaria.
Al otro extremo del abanico, que podra denominarse el de abrogacin (de una
Textos sobre Lucas 47
13
(UNIDAD 6)
Refleja correctamente el sentido de Lucas 16.16ab la afirmacin La Ley
de Moiss ahora sobra?
Hasta ahora no hemos visto nada en Lucas que haga inevitable tal punto de
vista, si bien hemos visto reiteradamente a Jess ejercer autoridad sobre la
Ley/ley. Hemos mencionado en varias oportunidades a lo largo de esta unidad
que hay que mantener una distincin escrupulosa entre la ley oral (las leyes
orales) y la Ley mosaica. Si perdemos de vista esta distincin, cabe un peligro
real de malentender los debates en torno a la ley oral. Tambin es til observar
que ni Jess mismo ni el evangelista distinguen activamente entre las dos. De
ah que es difcil evadir la idea de que la autoridad de Jess alcanza no slo a la
ley oral, sino a la Ley de Moiss tambin. De hecho, hemos visto que con toda
probabilidad el incidente de arrancar espigas el da de reposo en Lucas 6
muestra a Jess deliberadamente planteando su autoridad sobre la Ley mosaica,
en lugar de defender la accin de sus discpulos trazando distinciones entre la
Ley y la ley. No haba ningn motivo ineludible por el que Jess tuviera que
compararse con David quien, cuan legtimas fueren sus razones, de hecho viol
la Ley de Moiss e indujo a sus compaeros a hacerlo tambin (6.4).
En resumidas cuentas, es difcil escapar la impresin de que Luc. 6.1-5 pretende
por lo menos en parte preparar el terreno para Luc. 16.16. El Hijo del Hombre
ha llegado, de ah que los das de la Ley estn contados. Hasta aqu pisamos
sobre seguro: Lucas 16.16 distingue entre dos eras (pertenezca a la que
pertenezca el Bautista, sobre lo cual cf. Nolland), y la Ley est
inseparablemente ligada a la primera. Tambin y dejando de lado de momento
el v. 17, la combinacin de hasta Juan y desde entonces sin lugar a dudas
da a entender que la predicacin del reino reemplaza a la Ley. Cualquier otra
lectura resultara artificial. As Marshall (1978: 628) intenta evitar tal lectura al
sugerir que no es la validez de la Ley lo que estaba por concluir, sino el proceso
mediante el cual tom forma. Aparte de lo artificial que resulta tal lectura, es
difcil ver entonces cul sera el papel de Juan en todo esto. Sin duda es mejor
atenernos a la lectura ms sencilla que ve en el v. 16 una mencin de las ltimas
etapas de la aplicabilidad de la Ley.
Dada la aparente tensin entre esta interpretacin y el sentido del versculo
siguiente, surge una cuestin hermenutica interesante: Debe condicionarse la
interpretacin de un dicho (en este caso el v. 16a) a lo que viene en otro dicho
contiguo (v. 17) que resulta aparentemente incongruente con el primero? Es
este un caso en el que el principio de que la Escritura se interpreta a s misma
debe aplicarse con el fin de lograr una armonizacin? Hubiera sido tal
armonizacin lo que tena en mente Lucas? O deberamos interpretar cada
dicho independientemente, ya que cabe pensar que bien pudieron haber surgido
independientemente?
Acaso lo mejor sea argir que Lucas o su fuente bien pudieron haber
yuxtapuesto estos dichos para que sirvieran cada cual como contrapeso del otro.
Eso sugerira que los dos dichos no deberan fundirse entre s. Al contrario,
deberamos permitir que permanezcan uno junto al otro, cada uno como
testimonio de una perspectiva muy distinta desde la que ver una misma
cuestin. Es posible que Lucas haya querido matizar el impacto del v. 16a
ponindolo junto al v. 17. Pero puede que sta acabe siendo una solucin
insatisfactoria ya que deja en el aire el lugar de la Ley para el cristianismo.
Existen formas de evitar semejante estado de limbo o hemos de conformarnos
con mantener una mente abierta respecto a la cuestin?
14
(UNIDAD 6)
Refleja correctamente el sentido de Lucas 16.17 la afirmacin la Ley de
Moiss mantiene toda su vigencia para el cristianismo?
Expresa esta afirmacin correctamente la esencia del v. 17? Sin duda expresa
lo que entienden en l un buen nmero de intrpretes modernos. Pero, cmo
hemos de interpretar el v. 17?
De lo que no cabe duda es que el v. 17 dice claramente que la Ley no puede
fracasar. Todo lo contrario, ser cumplida y reivindicada en todos sus detalles.
Se da el caso de que el pasaje paralelo en Mateo tambin toca estos dos puntos.
Sin embargo ni Lucas ni Mateo tratan sobre la permanencia de la Ley mosaica.
Aunque es posible entender que el v. 17 sea compatible con tal concepto,
tampoco es algo que asevere, ni explcita ni implcitamente. Lo que aqu pone
es que la Ley ser reivindicada sin excepcin, no que su vigencia permanezca
para siempre.
La cuestin de la permanencia o no de la Ley ha sido tratada suficientemente en
el v. 16 y no existen razones de peso para invalidar el sentido del v. 16 por
causa del v. 17. Bien es cierto que la validez y vigencia de la Ley que se dan
por sentadas respecto al tiempo cuando esto fue dicho, pero eso no es lo mismo
que haber dicho claramente que la Ley vaya a tener un papel permanente,
continuo e inalterable. Cuando eruditos como Jervell (1972: 140) y ms
recientemente Esler (1987: 120) argumentan que el v. 17 demuestra que la Ley
tiene validez eterna, han cedido a la tentacin de sacrificar el v. 16ab para dar
lugar a una interpretacin dudosa del v. 17. Segn Luc. 16.17 y tambin el
paralelo en Mateo, Jess promete el cumplimiento de la Ley, que no su
permanencia. Esto no niega que la Ley pueda seguir siendo relativamente
pertinente (trataremos sobre esto ms adelante), pero necesitamos establecer con
precisin la naturaleza exacta de esa pertinencia. De momento bstenos con
apuntar que cualquier afirmacin acerca del paso del tiempo se halla en el v. 16,
no en el v. 17.
A la vista de lo dicho no parece muy til hablar de un verdadero significado de
la vigencia continua de la ley (Fitzmyer, 1987: III: 731; as tambin Marshall,
1978: 630). Segn cmo se entiende, hay una cierta medida de verdad en esta
aseveracin, pero est expresada de tal manera que se presta a malentendidos al
Textos sobre Lucas 49
15
(UNIDAD 7)
Lo que queda claro de inmediato es que Marcos no tiene su contrapartida al
sermn que viene en Mateo o en Lucas. Esto es notable en vistas al hecho de
que hasta el sermn en el cap. 6 Lucas sigue a Marcos bastante de cerca, con la
excepcin de Mar. 3.7-12 que Lucas deja fuera entre los caps. 6, 11 y 12. La
mayora de los eruditos argiran que Lucas retrasa el material contenido en
Mar. 3.7-12 con el fin de utilizarlo como introduccin al sermn que empieza
en el v. 20. Pero hasta qu punto son de verdad paralelos Luc. 6.17-19 Mar.
3.7-12? Ha reescrito Lucas Mar. 3.7-12 para trasladarlo a 6.17-19 (Fitzmyer,
1986, II, p. 584; Marshall, Luke, p. 241; Nolland, 35A, p. 275)?
A favor de este punto de vista se halla el hecho de que tanto Lucas como
Marcos mencionan que la multitud consista en gente de Judea (que para Lucas
puede incluir Galilea, cf. Mar. 3.7) y Jerusaln y desde la costa de Tiro y Sidn.
Pero existen motivos para sugerir que no debemos sencillamente atribuir a
Lucas el haber reescrito Mar. 3.7-12. Una primera indicacin en esta direccin
sera la misma omisin inicial de Mar. 3.7-12 por parte de Lucas. Hasta aqu
Lucas haba seguido muy de cerca el orden de las percopas en Marcos. No
pudo Lucas 6.17-19 haber sustituido a Mar. 3.7-12 (en lugar de ser
reescribirlo)? En otras palabras, no sera acaso posible atribuir Luc. 6.17-19 a
otra fuente que a Marcos 3? Nolland reconoce esta posibilidad a la luz de la
introduccin del sermn de Mateo, que difiere de Marcos de una manera similar
a la versin de Lucas.
Marcos concibe de un escenario junto al mar e indica la peticin de una barca
que hace Jess. En Lucas la situacin es en las montaas, algo que confirma
Mat. 5.1. Es acaso probable que Mateo y Lucas hubieran reescrito a Marcos
de esta manera independientemente? Es mucho ms probable que Mateo y
Lucas muestren aqu la influencia de otra tradicin que no slo da un resumen
del ministerio de Jess en ese momento (Marcos), sino que brinda detalles de un
caso de la predicacin de Jess y el lugar donde sucede (Mateo y Lucas).
Est claro que Mar. 3.7-12 no nos da ms que un resumen de las actividades de
Jess. Es poco probable que las multitudes mencionadas por Marcos se hayan
desplazado desde tan lejos tan slo para estar junto a Jess unas pocas horas y
escucharle hablar desde una barca. El escenario junto al mar y la peticin de
una barca que menciona en los vv. 7-9 no fueron incluidos porque Marcos
considerara que el ministerio de Jess fuera asunto de una sola vez, sino porque
la necesidad de una barca en esta ocasin en particular ilustra para el
evangelista la enorme acogida del pueblo que fsicamente apretuj a Jess
(Marcos frecuentemente recurre a tales detalles en su escenificacin). No hay
ninguna sugerencia en el resumen de Marcos a efectos de que este incidente
fuese el nico o el principal evento del perodo que su resumen describe.
Adems, en contraste con Mateo y Lucas, Marcos no est interesado en este
momento en la enseanza de Jess, sino tan slo en su ministerio de curaciones
y su reconocimiento como Hijo de Dios por parte de los espritus inmundos.
Mateo y Lucas parecen haber combinado el resumen de Marcos con (o incluso
acaso lo han sustituido por) tradiciones que sugieren que parte de la motivacin
del pueblo por ver a Jess era su deseo de escuchar su enseanza (Mat. 4.23;
Luc. 6.18), y procedieron a dar extractos de una ocasin, cuando Jess ense
en un lugar llano del territorio montaoso, tal vez cerca de Capernam.
Ya queda claro que desde la perspectiva de la crtica de formas el trasfondo de
Luc. 6.17-49/Mat. 5 - 7 (o sea Q) probablemente es demasiado complejo
como para poder resolverlo del todo. Lo que quizs de una manera
excesivamente simplista podramos denominar como material de Q, bien
pudo haber llegado a los dos evangelistas como versiones diferentes de Q, lo
cual a la vez puede reflejar distintas ramas o etapas de la tradicin oral inicial.
Sea eso como sea, lo que sabemos del deseo de Mateo de presentar su material
dentro de una estructura clara y sencilla nos sugiere que su ambientacin
geogrfica para el sermn del monte (Mat. 4.23 - 5.2) puede ser ms somera e
histricamente menos precisa (aunque no incompatible!) que la que ofrece
Lucas en 6.17-20.
Segn Lucas, Jess, despus de elegir a los Doce, desciende de la montaa hasta
que llega a un lugar llano, donde acontece el encuentro con la multitud a la que
entonces se dirige. Segn Mateo, Jess haba pasado por toda Galilea (4.23)
atrayendo grandes multitudes que le seguan. En resumidas cuentas, Mateo
toma esta ocasin de la predicacin como ejemplar del ministerio ms amplio
de Jess en Galilea por aquella poca, mientras que Lucas se centra
exclusivamente en esta ocasin en particular cuando la multitud esperaba a
Jess en un lugar llano. Mateo no nos informa de la noche pasada en oracin
sobre la montaa y el nombramiento de los Doce (que, segn Lucas, tambin
sucedieron en esa montaa). En lugar de ello, da cuenta resumida del
desplazamiento de Jess a la montaa (5.1), as como ya haba resumido el
ministerio de Jess en Galilea en los versculos anteriores. Si el lugar llano que
describe Lucas en 6.17 estaba situado en un territorio montaoso (algo que
16
(UNIDAD 7)
Aunque el trasfondo exacto del sermn del monte/llano (Mateo/Lucas) queda a
oscuras en cierta medida desde la perspectiva de la crtica de fuentes, lo
siguiente puede establecerse respecto al contenido:
Hay semejanzas amplias entre los dos relatos. Fitzmyer, 1986, II, p. 593 da
las siguientes:
- la enseanza acerca de la conducta del discipulado
- la exhortacin mediante las bienaventuranzas
- el contenido (casi todo el sermn de Lucas se halla tambin en
Mateo)
- la parbola final sobre las dos casas
- la ocasin: pronto en el ministerio de Jess
- la situacin: territorio montaoso
A esto podemos aadir el orden de los episodios narrados. Donde Mateo y
Lucas coinciden en sus narraciones tambin mantienen el mismo orden del
material (Bienaventuranzas; Amor a los enemigos; Advertencia contra
juzgar a los dems; Parbola de edificar una casa). Puesto que el orden de
las percopas previas a las narraciones de los sermones en Mateo y Lucas
se encuentran en un orden inverso, el hecho de que para el sermn mismo
el orden coincida nos sugiere como mnimo la existencia de un ncleo
semejante en la tradicin de este sermn, al que tuvieron acceso ambos
evangelistas.
17
(UNIDAD 7)
Nuestro texto principal para una comparacin de los paralelos paulinos ser
obviamente Rom. 12.14-21. El versculo 21 en particular ha de entenderse
como un resumen apropiado de Luc. 6.27-36. Esto se puede suplementar con
Rom. 2.1-5, que encaja hasta cierto punto con lo expresado en Luc. 6.37s.
Otros textos paulinos que vienen a cuento son 1 Cor. 4.12 (cf. Luc. 6.27) y 13.5
(cf. Luc. 6.28). Los paralelos se pueden demostrar mediante columnas paralelas
(Lucas a la izquierda, Romanos y 1 Corintios a la derecha):
Lucas 6
Romanos / 1 Corintios
v. 27 amad a vuestros
enemigos; haced bien a los
que os aborrecen;
Rom. 12.17
Rom. 12.21
1 Cor. 13.5
Rom. 12.14
1 Cor. 4.12
Rom. 2.4
Rom. 2.3
t que juzgas, [] al
juzgar a otro, a ti mismo
te condenas.
Rom. 2.1
Los paralelos son bastante evidentes. Bien es cierto que vara la exactitud del
paralelo verbal, pero esto es de importancia secundaria. Sin duda cuando se
escribi Romanos, las tradiciones vivas sobre Jess eran bastante fluidas, por lo
menos en cuanto al vocabulario exacto. Fuere cual fuere el caso, Pablo no suele
considerar que sus cartas sean en primer lugar un medio para traspasar las
tradiciones de la enseanza de Jess. El hecho permanece en pie que tenemos
aqu unos paralelos de concepto entre la enseanza conservada de Jess y el
mensaje de Pablo a los romanos y corintios (ambas cartas datan de mediados del
primer siglo d.C.).
18
(UNIDAD 7)
Por los pasajes del Antiguo Testamento citados queda claro que no hay una
frmula sencilla y uniforme en el Antiguo Testamento respecto a la necesidad
de amar a los enemigos. Queda claro en varios textos del Antiguo Testamento,
por ejemplo, que el pueblo de Israel respondi de una manera un tanto diferente
que la recomendada por Proverbios 25 (el pasaje del Antiguo Testamento ms
parecido a la tica radical enseada por Jess) ante la agresin de sus enemigos.
Este fenmeno no crea sorpresa y hasta cierto punto tiene su paralelo en el
Nuevo Testamento. Aqu tambin la Iglesia primitiva y sus lderes (incluso
Pablo) a veces respondieron a la agresin del enemigo en modos algo distintos
de los sugeridos en Lucas 6 (protegindose o huyendo, por ejemplo), como
Nolland nos recuerda (p. 297). A pesar de este paralelo entre el Nuevo
Testamento y el pensamiento del Antiguo Testamento, ha de sealarse que la
tica de amor en Rom. 12.14 es ms precisamente cristiana (o sea, basada en la
tradicin viva de Jess) que juda. Como seala Dunn (Romans, p. 745) el
contraste entre bendecir y maldecir aparece en esta forma precisa tan slo en
Luc. 6.28 y Rom. 12.14. Esta observacin se tiene en pie fuese o no recordado
(como seguramente lo fue) concretamente como una tradicin proveniente de
Jess.
Al examinar el v. 17, descubrimos que las matizaciones de Pablo ante la lex
talionis se asemejan a las del pensamiento judo (Nunca paguis a nadie mal
por mal, cf. Prov. 20.22 y 24.29; tambin un buen nmero de pasajes
extrabblicos). El hecho de que Pablo estuviera perfectamente familiarizado
con este aspecto concreto del pensamiento judo queda claro no slo por su cita
del Antiguo Testamento en los vv. 19s., sino tambin por su cita de Prov. 3.4 en
2 Cor. 8.21, un pasaje ajustadamente paralelo al de Rom. 12.17b. A la vez, los
paralelos al v. 17a en 1 Tes. 5.15 y tambin 1 Ped. 3.9 demuestran cmo este
consejo lleg a ser normal dentro del pensamiento cristiano. Al comparar los
vv. 14 y 17, se observa cmo la tica de Pablo estaba informada tanto por el
pensamiento del Antiguo Testamento como por el de la tradicin sobre Jess
que lleg hasta l. Parece ser que el pensamiento tico de Pablo no vio motivos
para distinguir entre el uno y el otro. Cabe suponer que en general lo mismo
suceda con casi todo el cristianismo primitivo.
La frase No seas vencido por el mal, sino vence con el bien el mal en el v. 21
recoge y combina los temas de los vv. 14 y 17. Tomada por s sola esta
expresin es lo bastante general como para hallar paralelos no slo en la
literatura juda sino tambin en textos griegos. Sin embargo el v. 17 ha de
entenderse a la luz de aquellos versculos de los que es un resumen (los vv. 1416 y 17-20).
Hemos visto que el primer caso tiene un contenido
especficamente cristiano, mientras que podramos describir el segundo como
judeocristiano. Para Pablo trazar tal distincin probablemente resultaba
artificial. Era perfectamente natural que los valores ticos judos pasaran a
formar parte del pensamiento cristiano. De hecho, gran parte del uso que hace
Pablo del Antiguo Testamento representa un esfuerzo constante por demostrar
la compatibilidad del pensamiento bblico judo con la tica del nuevo pacto.
Habiendo examinado el trasfondo de la enseanza de Pablo sobre amor a los
enemigos en Romanos 12, necesitamos ahora ver cmo la enseanza de Jess se
llev a la prctica en la vida de la Iglesia primitiva. esto depende en parte del
origen y el trasfondo de la enseanza de Pablo, a la vez que tambin en parte de
cmo Pablo aprovech las tradiciones a su disposicin de cara a la situacin de
las congregaciones romanas.
19
(UNIDAD 8)
Lo que el ejemplo de la parbola del campesino demuestra es que podemos
mantener los significados que eran intencin del autor a la vez que damos lugar
a una diversidad de significacin. Tambin manifiesta que significacin viene a
ser aqu prcticamente un sinnimo de aplicacin o incluso contextualizacin.
En dos palabras, el significado es lo que el intrprete busca descubrir; la
significacin es el alcance hasta donde el significado puede ser aplicado a una
nueva situacin. Por lo tanto podemos tener ambas cosas, un significado fijo
unido a un nmero de significaciones. Esencialmente Hirsch acus a Gadamer
de haber ignorado esta distincin.
Como resultado Gadamer se vio
encasquetado en un modelo que situaba el significado no en el autor/texto, sino
en el punto de fusin de horizontes. Esto resulta inevitablemente en una
pluralidad de significados que es incompatible con una hermenutica de la
intencin del autor. Lo que es peor, despoja al autor del derecho a definir o
esperar cmo un texto ser entendido. La interpretacin viene a ser entonces un
ejercicio subjetivo cuyo resultado nunca puede ser correcto ni falso. Depende
Textos sobre Lucas 55
de una interpretacin autntica, sino que sirve tambin para realzar la distancia
natural entre el intrprete y el texto que conduce a su vez a una comprensin
renovada de la parbola. De donde podemos formular una nueva pauta:
Un evento lingstico con xito supone que haya imgenes
contemporneas o contextualizadas capaces de salvar la distancia
natural entre el mundo de la parbola y el intrprete, a la vez que de
comunicar con fuerza la verdad proposicional que la parbola original
da a entender.
Esto conduce al ltimo punto respecto a mtodo que debemos considerar. Ha
sido corriente tanto entre eruditos como entre predicadores clasificar a las
parbolas bajo categoras teolgicas. A. M. Hunter, por ejemplo, las clasifica
bajo las cuatro categoras de
La revolucin ha llegado
Llamamiento a la decisin
20
(UNIDAD 8)
Es posible combinar el enfoque de Nolland con la propuesta de Blomberg?
Se habr notado el inters de Nolland en cmo Lucas ha dado nueva forma a su
fuente en Marcos. Aunque no hemos puesto el acento en este aspecto, es vital
no olvidarlo. La parbola del sembrador ocurre en los tres evangelios
sinpticos y es menester no leer la idea de Marcos en Lucas ni viceversa. Los
evangelistas tienen a veces intereses distintos al emplear el mismo material de
sus fuentes y no debemos hacer la vista gorda ante esas diferencias. La
dimensin sinptica que nos da Nolland hace de teln de fondo contra el que se
puede evaluar la propuesta de Blomberg. Ha de aplicarse tan slo a la versin
de la parbola que narra Marcos (donde Blomberg basa su argumentacin)? Se
tiene en pie tambin ante la evidencia de Lucas? Aunque no podemos aqu
analizarlo en gran detalle, hemos de ver lo que tiene que decir Nolland mismo
acerca de esta parbola (pp. 226-9). Esto te permitir hacer una comparacin
con Blomberg. Tambin es importante observar que, una vez considerada la
exposicin de Nolland, estars en disposicin de rellenar un hueco importante
en el trabajo de Blomberg, o sea, su carencia de atencin a la diferencia de
nfasis en cada sinptico.
Blomberg sugiere que la parbola del sembrador tal como la relata Marcos est
construida alrededor de dos estructuras tridicas. Primero tenemos el
sembrador/la semilla (la figura unificadora), la tierra mala (negativa) y la tierra
buena (positiva). En segundo lugar, la tierra mala puede subdividirse entre el
camino, la roca y los espinos. Esta segunda trada est claramente subordinada.
No distingue entre elementos positivo y negativo, sino entre varios grados de
fertilidad. Lo que Blomberg no indica es que se puede detectar una tercera
trada entre los grados de fertilidad (treinta por uno, sesenta por uno y ciento
por uno) que hace deliberadamente de equilibrio en cuanto a los grados de
fertilidad. Para completar el bosquejo de la parbola sugerido por Blomberg
para Marcos bien podramos sugerir lo siguiente:
el sembrador
la tierra buena
treinta por uno
camino
la tierra mala
los espinos
21
(UNIDAD 9)
El escriba
Los escribas eran los ms altos expertos y maestros de la Ley. Eran a la vez
telogos y abogados. Un corolario de esto era su papel influyente en los
procesos judiciales y de decisin poltica en la sociedad. Aunque su relacin
con los fariseos no est an del todo clara, parece ser que el farisesmo pudo
servirse ampliamente de los conocimientos de los escribas para cimentar su
imposicin de todo aquello que crean fuesen obligaciones legales.
En Lucas 10 el escriba da lugar al debate con Jess al ponerle a prueba, una
expresin que Lucas subraya (Nolland, p. 583). La idea aqu no es la de
tenderle una trampa sino la de examinarle; la pregunta sin duda tena el fin
de averiguar si de verdad era digno del trato de maestro. Esto viene apoyado
por la observacin de que era sta una pregunta predilecta entre los rabinos. Lo
que se da a entender es que aquel que puede contestar a esta pregunta es
verdaderamente digno del trato de maestro. Merece la pena examinar la
pertinencia de esta pregunta en tiempos de Jess.
Muchas culturas antiguas trazaban una distincin entre los de dentro y los
de fuera. En el caso de Israel observamos, por ejemplo, que el cobro de
intereses sobre los prstamos estaba prohibido si el deudor era israelita. Si el
deudor era gentil, se permita el cobro de intereses. Hasta cierto punto esto es
natural y no debe tomarse como evidencia de una actitud hostil hacia los
extranjeros. El Antiguo Testamento establece claramente un trato bondadoso
con el extranjero. Era perfectamente aceptable el proselitismo. Esto no
desmiente las evidencias de que, para el tiempo de Jess, la influencia
extranjera sobre Judea haba progresado hasta tal punto que una clara inquietud
acerca de esa influencia extranjera haba surgido entre los sectores
conservadores de la sociedad juda. Una actitud extremista respecto a la
influencia extranjera se puede observar en los documentos de Qumrn, por
supuesto, pero est tambin presente en la literatura rabnica (Nolland, p. 584).
Aunque sta viene de fecha relativamente tarda (despus del 200 d.C.), su
coherencia con los textos de Qumrn manifiesta que los sentimientos que all se
expresan son hasta cierto punto representativos tambin del siglo I.
As que el interrogante Quin es mi prjimo? cobr un significado especial y
tena que preguntarse con inters renovado. Algunos habran trazado la frontera
siguiendo las lneas de la pertenencia al pacto (proslitos inclusive). Otros
trazaban una lnea entre la poblacin urbana y los campesinos sin instruccin
que a veces eran considerados demasiado ignorantes de la Tor como para
figurar entre los de dentro. Para ellos el nivel social y religioso vala como
ndice de pertenencia al pacto.
Contra este trasfondo, la pregunta del escriba en Luc. 10.29 resulta ser algo ms
que una mera transicin editorial entre el preludio y la parbola. La pregunta
que hizo el escriba era realmente importante. El extranjero tiene que ser
considerado tambin como un prjimo a tener en cuenta? Qu de los
marginados de la sociedad o de los que no han recibido una amplia instruccin
en la Tor? Deben incluirse las mujeres? (Ntese que Lucas sita las
percopas sobre Marta/Mara inmediatamente a continuacin de la parbola,
como para despejar cualquiera duda que pudiese quedarle al lector sobre este
particular).
El camino entre Jerusaln y Jeric
La parbola empieza en el v. 30 e inmediatamente centra la atencin del oyente
en el camino que conduce desde Jerusaln hasta Jeric. Descubrimos que el
sacerdote y el levita tambin van por este camino. Como nos informa Nolland,
el camino era relativamente empinado, descendiendo ms o menos 1.100 metros
Textos sobre Lucas 60
en el transcurso de unos 29 Km. Es digno de notar que los clrigos que pasaron
junto a la vctima de robo bajaban, o sea se dirigan desde Jerusaln hacia
Jeric. Esto puede encerrar alguna pista acerca de las excusas que podan
hacerse al ignorar a un hombre necesitado.
Nolland considera la posibilidad de que el sacerdote se pudiera considerar
justificado en su actitud de mantenerse aparte del hombre herido, pero decide al
fin que la atencin est firmemente en la insolidaridad del sacerdote, no en
posibles excusas. Tal vez debamos ir ms lejos y mantener que el v. 31 excluye
cualquier posibilidad de excusas motivadas por la religin. Los comentaristas a
veces han opinado que el sacerdote pudo haber deseado evitar la contaminacin
de tocar a un hombre medio muerto (acaso muerto del todo?), ya que eso le
hubiera impedido desempear su ministerio. Pero el hecho de que el sacerdote
bajaba de regreso a Jeric indica que aunque tuviera que ver con la rotacin
semanal del ministerio en el templo, en estos momentos volva a casa (es un
dato bien conocido, que muchos de los sacerdotes vivan en la frtil Jeric).
Puede que la doble insistencia en el verbo bajar no tenga como fin dejar clara la
conclusin a la que hemos llegado, pero no deja de ser una posibilidad
llamativa.
Hay una dimensin adicional. El camino entre Jerusaln y Jeric era
notoriamente peligroso. Por su naturaleza geogrfica vena de perlas para el
asalto de viajeros. En el siglo XII se lleg a fundar una orden de cruzados con
el fin de proteger a los peregrinos que circulaban por estos kilmetros. Incluso
en el siglo XIX el ejrcito turco sola proveer escolta para los peregrinos que se
dirigan a Jerusaln. Esto nos ayuda a reconocer que lo que hoy es ya una
carretera moderna, ancha y confortable habra resultado para los oyentes de
Jess un emblema del peligro perfectamente verosmil del tipo de robo que
haba sido vctima el herido. En aquel entonces no haba llegado an hasta la
Palestina la red de buenas carreteras romanas.
22
(UNIDAD 9)
El sacerdote y el levita
Es posible que la parbola deba entenderse como una polmica contra el clero
que figura en la trama. Nolland sugiere, sin embargo, que los clrigos sirven
tan slo para que nos hagamos ilusiones respecto al herido, con el fin de
desilusionarnos al ver que pasan de largo. No cabe duda de que esto es cierto, y
sin embargo puede que haya tambin algo ms.
Como indica Nolland, la parbola traza un paralelismo estrecho entre el
sacerdote, el levita y el samaritano. Tanto el sacerdote como el levita pasaron
por el otro lado; tanto el levita como el samaritano llegaron ... tanto el
sacerdote como el levita y el samaritano vieron (Nolland, p. 594). Esto
estimula al oyente a ampliar el paralelismo al considerar el trasfondo de estas
tres figuras. El sacerdote, por ejemplo, sin duda era el que ms reconocimiento
social tendra, seguido por el levita (los levitas normalmente eran los
responsables de la msica y el orden en el templo, el sacrificio de los animales a
ofrecer, etc.). Existen indicios en textos extrabblicos de que los sacerdotes no
eran muy queridos y que tenan bastante mala fama. El Testamento de los doce
Textos sobre Lucas 61
23
(UNIDAD 9)
El samaritano
El hecho de que el samaritano resulte ser la figura positiva hubo de ser una
sorpresa mayscula para los oyentes de Jess.
Nuestro conocimiento
generalmente intenso de esta parbola (mediante la escuela dominical,
sermones, etc.) hace que corramos el peligro de ignorar el sentimiento de odio
que marcaba las relaciones entre judos y samaritanos. Este es el cuarto aspecto
de la parbola que ilustra la necesidad de conocer el trasfondo histrico.
Cuando los asirios se llevaron cautivos a muchos de los judos del reino del
norte, Israel, poblaron Palestina con gente no juda para que cultivasen la tierra.
Los judos que quedaron all acabaron mezclndose con estos no judos.
Cuando volvieron los judos exiliados un par de generaciones ms tarde,
consideraron degenerada e impura esa poblacin mixta. Este es el pueblo que
vino a denominarse como samaritano. En el tiempo de Jess se les segua
considerando judos slo a medias, que adems haban tenido el desparpajo de
construirse su propio lugar de culto y tenan su propia versin del Pentateuco
adems de sus propios targmenes (traducciones libres al arameo, de libros
bblicos).
En el 128 a.C. los judos de Judea dispusieron de la suficiente fuerza militar
como para invadir el norte y aplastar el culto del templo samaritano y asentar a
judos en lo que no dejaba de ser una zona geogrfica juda. Sin embargo,
cuando los romanos se hicieron con Palestina en el siglo I a.de C. los
samaritanos se valieron del poder romano para acabar con los asentamientos
judos. El odio entre ambos grupos lleg a su apogeo en el 6 d.C. cuando
algunos samaritanos tomaron el templo de Jerusaln una noche y lo
contaminaron con huesos humanos, obligando as a los judos a tener que
24
(UNIDAD 11)
El judasmo intertestamental ofrece un nmero de comentarios acerca de las
mujeres, que incluyen alabanzas de las mujeres trabajadoras y virtuosas y
crticas de las infieles. Por ejemplo en Eclesistico (que data de finales del siglo
II a.C.), Ben Sira da la siguiente estimacin de una mala esposa:
El nimo decado, la cara larga, el corazn oprimido: tales son los
logros de una mujer rencorosa ... El pecado comenz con una mujer,
y gracias a ella todos hemos de morir. No dejes que el agua encuentre
una fuga, ni permitas que una mujer rencorosa d rienda suelta a su
lengua. Si no hace lo que le mandas, deshazte de ella.
Filn y Josefo, contemporneos de Pablo, nos dan ejemplos de actitudes judas
acerca de las mujeres en el tiempo de Cristo. Aunque es cierto que no siempre
representan al judasmo tpico de Palestina, sus puntos de vista frecuentemente
se hallan en acuerdo con los de Ben Sira y los escribas fariseos posteriores.
Filn sugiere que la diferencia principal entre los hombres y las mujeres es que
la actitud del hombre viene informada por la razn, la de la mujer por la
sensualidad [o los sentimientos]. De manera que parece decir que la mujer es
menos racional, cosa que l estima como un defecto.
Josefo dice, La mujer es inferior al hombre en todas las maneras. Sea por lo
tanto obediente, no para su humillacin, sino para que reciba direccin; porque
la autoridad ha sido encomendada por Dios al hombre. O sea, parece decir,
cuando hay que tomar una decisin, las mujeres deben someterse al juicio ms
cabal de los hombres. As para Filn y Josefo, las mujeres son claramente
Textos sobre Lucas 63
inferiores.
El Talmud se expresa con an mayor claridad en sus afirmaciones sobre la
inferioridad de las mujeres. Valora a las mujeres frecuentemente junto a los
nios y los esclavos gentiles. Tal vez la afirmacin ms hostil sea la del Rabino
Jud ben Elai (aprox. 150 d.C.) que escribe, Un hombre debe recitar las tres
bendiciones diarias: [Bendito eres t] que no me has creado pagano, que no
me has creado mujer, y que no me has creado torpe (analfabeto).
Podemos ver una estimacin de la capacidad de la mujer para aprender, en una
seccin que describe un incidente que tiene que ver con el Rabino Eliezer, en el
que una mujer le pregunta acerca de la variedad de muertes que sufrieron los
israelitas que adoraron al becerro de oro. La mujer sugiere que ya que todos
haban cometido la misma ofensa, deberan de haber sufrido una misma muerte.
El le contesta que cualquier mujer que de verdad fuera sabia se dedicara a
hilar con sus manos. El Talmud indica que la mujer es sabia, pero que de
todas maneras carece de entendimiento, ya que menciona la diversidad de
muertes que menciona xodo 32. Los rabinos normalmente daban por supuesto
que las mujeres eran del todo incapaces de aprender acerca de cuestiones de la
religin, por lo que el Talmud da a entender que la mujer sabia no se entera
de los principios en juego.
Tambin hay indicaciones en el Talmud y la Misn de que como mnimo era
cosa de necios el hablar o estar a solas con una mujer, especialmente una mujer
casada, una actitud que acompaaba el sentimiento de que no era correcto que
una mujer hablara con un hombre.
En cuanto a las mujeres en la vida religiosa, en el culto pblico en el templo de
Herodes, las mujeres slo tenan acceso al atrio de los gentiles y al atrio de las
mujeres, y tenan del todo prohibido el acceso al templo durante sus perodos de
impureza ceremonial. Las mujeres tenan un poco ms de libertad en la
sinagoga. Aunque no podan constituir parte del qurum necesario para poder
celebrar un acto religioso (para lo que se requeran diez varones adultos), s
podan asistir. Parece ser que frecuentemente se sentaban en partes separadas
de la sinagoga y no podan participar directamente en los actos.
El lugar pasivo de las mujeres en el culto guarda relacin directa con la
estimacin rabnica de su habilidad para aprender y la cuestin previa de si
mereca la pena ensearles. Se les permita asistir a la sinagoga ya que Deut.
31.10-13 lo requiere con claridad. Pero el punto de vista rabnico sobre esto
pude juzgarse del Rabino Eliezer ben Asaras, que dijo, Los hombres vinieron
para aprender, las mujeres vinieron para escuchar. As que parece ser que no
se esperaba que las mujeres aprendieran gran cosa de los actos religiosos.
De manera que el lugar de las mujeres en la vida religiosa era muy pasivo.
Generalmente las consideraban inferiores, y los rabinos frecuentemente
hablaban de las mujeres de una manera negativa, despectiva, condescendiente y
crtica. Es con este trasfondo en mente que ahora examinaremos cmo Lucas
describe la actitud de Jess hacia las mujeres.
25
(UNIDAD 11)
Parecera justo decir que Lucas indica que Jess tena una actitud positiva y
benvola hacia las mujeres, tanto en sus acciones como en su manera de
hablarles. En estas cosas, se conduca de una manera muy distinta de la de sus
contemporneos judos, algo especialmente notable si se tiene en cuenta su
empeo misionero por alcanzar a sus congneres judos. Haciendo contraste
con ciertos escritores judos, no omos de comentarios negativos de Jess acerca
de la naturaleza, la inteligencia o el potencial religioso de las mujeres en
comparacin con los hombres.
Muchas personas deban de protestar ante la enseanza de Jess a efectos de
que sus demandas tenan prioridad tanto para los hombres como para las
mujeres, por encima de la familia (ver Luc. 8.19-21; 14.26; 18.29). Pocos
maridos, tanto judos como gentiles, tienen que haberse mostrado bien
dispuestos a que sus esposas abandonaran el hogar y la familia para seguir a
Jess, sin embargo 8.3 parecera indicar que Juana la esposa de Chuza hizo esto
mismo, y tal vez otras tambin.
Probablemente sea cierto que era en su propio contexto judo en particular que
lo que dijo e hizo Jess respecto a las mujeres en cuanto a su valor y papel
resultaba especialmente radical y excepcional. Bien puede ser que para cuando
Lucas escribi su evangelio, hubiese llegado a ser necesario defender una
actitud especialmente abierta y positiva hacia las mujeres. Lo cierto es que se
toma molestias por presentar a varias mujeres como modelo religioso para su
audiencia. As Jess parece haber roto con las tradiciones rabnicas que
limitaban los papeles de las mujeres en las prcticas religiosas y rechaz los
esfuerzos por desmerecer el valor de una mujer. Las enseanzas de Jess sobre
las prioridades de ser discpulo y su disposicin a aceptar a mujeres como sus
seguidoras y compaeras de viaje (ver Luc. 8.1-3; 10.38-42) abrieron el camino
para que las mujeres desempearan papeles clave en la comunidad cristiana. No
haba lmites sobre quin poda seguir a Jess.
En cuanto a los roles, Lucas indica que para algunas mujeres los papeles
tradicionales de ofrecer hospitalidad y sostn econmico venan perfectamente
bien, aunque esto se ofreciera ahora muchas veces a la comunidad de Jess (ver
Luc. 8.3). Sin embargo, tales papeles no deban impedir que las mujeres
decidiesen que una sola cosa es necesaria (Luc. 10.42). Podemos observar
cmo Marta y Mara Magdalena tuvieron que aprender a dar una nueva
orientacin a sus papeles tradicionales a fin de dar primera prioridad a los
valores espirituales, la primera aprendiendo a servir la mesa a la vez que
desenvolverse como discpula, la segunda dando apoyo material mientras segua
a Jess.
Tambin podemos realzar la presentacin de Lucas de las mujeres como testigos
importantes de la muerte, sepultura, tumba vaca y apariciones del Cristo
resucitado. Es notable que una parte tan crtica del mensaje cristiano se base en
el testimonio de estas seguidoras de Jess. Lucas subraya la validez de su
testimonio al indicar que luego fue confirmado por el apstol Pedro (ver Luc.
24.1-10, 12).
Algunos se han preguntado si la aparente libertad e igualdad que indica el
evangelio de Lucas acerca de la condicin social y el papel de las mujeres se ve
Textos sobre Lucas 65
26
(UNIDAD 13)
La terminologa del Hijo de Dios empleada en los sinpticos respecto a
Jess como sinnimo de Mesas
En algunas de las tradiciones de los evangelios el trmino Hijo de Dios (o
equivalentes) parece que se emplea fundamentalmente como un sinnimo de
Mesas, y el enfoque se centra en Jess como Hijo de Dios por ser el rey de
Israel.
Luc. 1.32-33: el ngel anuncia, Ser llamado Hijo del Altsimo; y el Seor
le dar el trono de su padre David.
Luc. 4.41: aqu se nos informa que los demonios gritaron T eres el Hijo
de Dios y que lo dijeron porque saban que l era el Cristo. No es que
se suponga que los demonios estuvieran al tanto de que el Mesas es
tambin el Hijo de Dios; sino que Hijo de Dios es un ttulo apto por el
que dirigirse al rey de Israel. Entonces los trminos Hijo de Dios y
Mesas vienen a ser sinnimos. Hallamos el mismo fenmeno en dos
otros lugares.
Marcos nos dice que Pedro confes T eres el Cristo (8.29); la versin
de Mateo ampla para poner T eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente
(Mat. 16.16).
Tal evidencia sugiere con fuerza que los que repitieron estas historias
emplearon el trmino Hijo de Dios sencillamente como un sinnimo de
Mesas. Pero hasta qu punto podemos estar seguros de poder atribuir a
Jess mismo tal interpretacin? Se vea Jess a s mismo como el Hijo de
Dios, y en caso afirmativo, en qu sentido?
Evidencia tcita de que Jess se consideraba Hijo de Dios
Aunque Jess no sola emplear el trmino especfico Mesas para s, hay
bastante ms evidencia de que s emple el trmino ms ambiguo Hijo de
Dios o el Hijo. Adems en aquellas ocasiones cuando claramente se refiere
a s mismo en tales trminos, se observan evidencias tcitas que lo apoyan. De
particular importancia en este sentido es la manera que Jess trata a Dios de
Abba (por ej. Mar. 14.36). Esta era la palabra normal (e ntima) aramea (y
hebrea tarda) que empleaba un hijo (fuese pequeo o adulto) al dirigirse a su
padre humano. J. Jeremias sostuvo que el judasmo jams emple esta
expresin como modo de dirigirse a Dios a pesar de que los judos hablaban de
Dios como de un padre; el trmino se consideraba demasiado ntimo. Jeremias
concluye, acertadamente, que el empleo de l que hace Jess es una expresin
de la singularidad de su condicin de Hijo.
Los cristianos, por supuesto, utilizamos esta misma expresin (Rom. 8.15; Gl.
4.6) o alguna equivalente (por ej. el tratamiento sin reservas de Padre en el
Padrenuestro, etc.). Pero slo hablamos a Dios de esta manera porque estamos
en Cristo y su Espritu est en nosotros, segn explica Pablo. De manera que
utilizamos el trmino indirectamente donde Jess lo utiliz directamente. As el
uso de la expresin abba o Padre que hace Jess sirva como ndice de su
relacin filial con Dios singularmente ntima.
Otro aspecto singular de la relacin filial de Jess se desprende de lo que
acabamos de decir: Jess vea su condicin de Hijo como propia. Los
discpulos slo pueden llamar abba a Dios precisamente porque se hallan en la
relacin de discpulos de Jess. El slo invita a su propio crculo a dirigirse a
Dios de esta manera. La condicin de hijos propia de los discpulos descansa,
en otras palabras, no en el hecho de que son seres creados, ni de que son
israelitas. Su condicin de hijos de Dios es un don escatolgico que deriva de
su relacin con el Hijo de Dios, Jess.
Pero precisamente, cmo vea Jess su singular condicin filial? Se saba
Jess Hijo de Dios a consecuencia de saberse el Mesas (ya que Hijo de
Dios era un ttulo propio del Mesas)? O pona ms bien el nfasis en la
intimidad filial de su relacin con Dios como Hijo?
En segundo lugar, el dicho no tiene nada que ver con que Jess reciba toda
autoridad despus de la resurreccin (cf. Mat. 28.19): todas las cosas me
han sido entregadas significa aqu todas las cosas me han sido
reveladas.
Mesas de (por ejemplo) Sal. Slm. 17.32-37; 18.7-9 es una figura de justicia y
poder transformador tan pasmosos precisamente porque depende tan
ntimamente de Dios mismo. Adems, B. Witherington ha argumentado
convincentemente que la narracin del bautismo sea autntica, con la visin
inaugural de Jess. Si eso es as, hemos de ver todo el lenguaje filial de Jess,
al menos en parte, desde la perspectiva de Sal. 2.7 y el llamamiento a comenzar
la real tarea mesinica.
Cmo hemos de ensamblar todo esto? La explicacin ms razonable parece
ser que donde Jess emple la frase el Hijo esperaba que se entendiese a
modo mesinico, pero que prefiri hablar del Hijo de Dios en lugar del
Mesas por tres motivos:
27
(UNIDAD 14)
M. M. B. Turner, La oracin en los evangelios y Hechos, en Teach Us to
Pray: Prayer in the Bible and the World, ed. D. A. Carson (Exeter:
Paternoster, 1990) [Las notas numeradas se pueden hallar a partir de la p. 92.]
I. INTRODUCCIN
La oracin cristiana, como la de los santos del Antiguo Testamento, es una
respuesta tanto al mandamiento de Dios: Buscad mi rostro (Sal. 27.8, etc.)
como a la oferta de su disposicin a or nuestro clamor y volver hacia nosotros
en su gracia (Sal. 4.3, etc.).1 La oracin especficamente cristiana, sin embargo,
tiene sus races en el ejemplo y la enseanza de Jess, y del crculo apostlico.
Sobre este ejemplo y esta enseanza los evangelios y Hechos lgicamente
aportan un testimonio importante. Pero eso no significa que los cuatro autores
traten el tema de la misma manera. De los cuatro, Lucas y Juan requieren
especial atencin.
Si bien es cierto que Mateo y Marcos nos dan mucho ms que unas referencias
de pasada, es Lucas quien se centra en el tema, haciendo de l uno de los nfasis
de sus escritos. Lucas incorpora casi todo el material pertinente de Marcos y
comparte con Mateo muchos de los dichos importantes de Jess sobre la oracin
(aunque ste contiene algunos dichos que Lucas ignora: Mat. 6.5-6; 18.19s.;
21.22 y 24.20). Pero Lucas aade ms. No slo acaba con un 59 por ciento
ms de ocasiones donde aparece mencionada la oracin que Mateo2 (incluyendo
adems un vocabulario ms amplio para referirse a la oracin3) sino que incluye
tres parbolas adicionales y caractersticas en relacin a la oracin (El amigo a
medianoche [11.5-8]; El juez injusto [18.1-8]; y El fariseo y el publicano [18.9-
2.
3.
5.
cualquier momento y lugar. En ese sentido, Lucas toma nota de que Jess
estaba orando cuando vino sobre l el Espritu al empezar su ministerio, y
que or tambin por los que tenan que ver cuando le crucificaban al final
de su ministerio pblico (23.34, aunque existe aqu una variante textual).
Su ltima accin al morir fue el de entregarse a s mismo en oracin en las
manos de su Padre (23.46), y su ltima accin despus de la resurreccin y
antes de ser ascendido de este mundo fue una bendicin (24.50s.). En el
transcurso de su ministerio, su ejemplo movi a sus discpulos a rogarle,
Seor, ensanos a orar (11.1).
6.
Luc. 10.21-24 ha sido objeto de atencin de los eruditos por largo tiempo,
en particular por la significacin cristolgica de 10.22 (que alguien, por lo
sorprendente que resulta en el contexto sinptico, ha llamado un
relmpago jonico cado desde un cielo despejado), que tiene tanto que
ver con que Jess tratara a Dios de Abba, como ya hemos comentado.
Sin embargo nuestro inters en este pasaje es ms amplio que la mera
cristologa; nos interesa descubrir lo que nos dice sobre la oracin de Jess.
Tal vez sea justo comenzar por notar que sta es una oracin de
agradecimiento (semejante, en algunos respectos, a [por ej.] 1QH 7.26), y
que el agradecimiento de Jess aqu no es una formalidad no sentida,
motivada por un agobiado sentido del deber (como lo es tantas veces el
nuestro), sino que rezuma gozo, como lo indica el verbo agallia
(regocijarse, estar jubiloso). La ocasin que da lugar a este jbilo es
el regreso de los setenta, el xito de su ministerio y su participacin
Textos sobre Lucas 75
consumacin del reino de Dios, y que lleguen a existir esa nueva tierra y esos
nuevos cielos que acompaan al fin. Sin embargo, como Jess hablaba de ese
reino escatolgico como algo que ya haba amanecido (cf. Luc. 11.20, etc.35), la
oracin de los discpulos es a la vez, aunque slo en un sentido secundario, una
oracin por la realizacin ms plena del reino de Dios dentro de los horizontes
de quien ora: ya sea respecto a ciertos aspectos de su mundo (el xito de la
misin de los discpulos, la victoria sobre algn problema concreto [por ej. la
oposicin o la incomprensin, su propia lucha con el pecado, etc.]), o algo
menos especfico. Estas peticiones, como el abba inicial, constituyen un reto
a la integridad de quien ora. No se puede invocar a Dios para que venga como
Rey, Salvador y Juez, y a la vez persistir en el pecado y la vida egosta.
Expresado positivamente, el abba con que abre la oracin, junto con las dos
peticiones iniciales, dan a su vida y oracin las prioridades correctas: ser
mucho menos propenso a orar a la ligera o con egosmo si al comienzo ha
llamado a Dios Padre con sentido, y le ha rogado que traiga su reino.
La tercera peticin, la del pan (traduciendo un vocablo judo para referirse a
los alimentos en general), ha sido entendido de idntica manera a las primeras
dos por algunos eruditos. La traduccin que hemos dado en este texto excluye
esa posibilidad, pero el griego subyacente ha sido entendido de tal manera que
pudiera significar el pan del maana, o sea el pan propio del banquete
mesinico. La oracin en Mateo entonces dira algo as como danos hoy las
bendiciones propias de la edad mesinica, de donde su semejanza con las dos
peticiones iniciales resultara obvia. El adjetivo algo ambiguo en torno al que
gira el debate es epiousios. Aqu lo ms probable es que tenga el sentido o bien
de para [nuestra] existencia/supervivencia o (lingsticamente lo ms
probable) propio del da que llega (desde la perspectiva del comienzo del
da), y entonces (por igual en ambas interpretaciones) significa algo as como
el alimento que necesitamos.36 La peticin es un reconocimiento de la
habilidad e intencin de Dios, en cuanto Creador y Rey, para proveer a las
necesidades de sus hijos con atencin paternal, sea bendiciendo el fruto de su
trabajo, sea, como en las misiones de los discpulos, proveyendo la necesaria
hospitalidad en las comunidades que sirven al proclamar el evangelio (9.2ss.;
10.4ss.). Escribe Carson, La oracin tiene que ver con nuestras necesidades,
no nuestras aspiraciones desmesuradas.37 La manera que viene expresada
refleja una inseguridad econmica y una necesidad de depender da a da de la
provisin de Dios, caracterstica de quienes viven en las condiciones
econmicas opresivas y precarias de los proletarios del primer siglo, que cada
da se vean obligados a buscar trabajo (condiciones que para muchos perduran
hasta hoy).
La cuarta peticin recuerda al discpulo de dos cosas: primero que sirve a un
Dios santo de cuya gracia generosa no puede presumir a la ligera; segundo, que
el llamado del evangelio tiene una dimensin corporativa. Por eso las
peticiones tercera a quinta estn en la primera persona del plural. En el
evangelio, como el autor de Efesios haba ms tarde de sentar con tanta
claridad, Dios est venciendo no slo el distanciamiento vertical entre el
hombre y Dios, sino tambin el distanciamiento horizontal entre el hombre y su
prjimo. El mundo, fragmentado por el pecado, viene a su unidad csmica en
Cristo (cf. Ef. 1.10; 2.11-22). La peticin de los discpulos de perdn slo
puede tener integridad (y slo en tales circunstancias pueden ellos confiar que
sern odos38) si extienden a sus hermanos y hermanas, voluntaria y
compasivamente, la misma clase de misericordia que buscan para s mismos.39
una cosa ni la otra puede ser el caso; dentro de aquella cultura la peticin es
perfectamente natural, y la misma forma de la pregunta de Jess (como ya
hemos notado) da por supuesta la respuesta Es imposible que alguien pueda
negarse de esa manera! incluso antes de que Jess proceda a explicar el motivo
por el que el anfitrin recibir lo que pide, o sea antes de mencionar la palabra
anaideia.
Los oidores de Jess tienen que haber disfrutado con la idea del amigo
refunfuando para sus adentros mientras buscaba lo que se le requera so pena
de ser objeto del desprecio de sus vecinos. As tambin, el discpulo ha de
recordar que cuando trae ante Dios sus necesidades (siempre y cuando de
verdad sean necesidades) est en juego el honor de Dios si no respondiese; as
que responder! El sueo no le entorpecer y no tiene nios que lloren cuando
acuda a responder!
3. Luc. 11.9-13: Proverbios de seguridad y el Smil del padre y su hijo
La triple exhortacin a seguir pidiendo, buscando y llamando (en oracin) se
basa en la certeza de todo aquel que (v. 10 pas ho) as hace, obtendr
respuesta, hallar, se le abrir la puerta. Esta certeza como mnimo funciona en
el sentido negativo de que sin pedir, etc., es poco probable que se reciba (cf.
Sant. 4.2 No tenis, porque no peds). En el sentido positivo nos ofrece una
orientacin; a Dios le encanta responder a las oraciones de su pueblo. Contra
un cierto pesimismo escatolgico judo que tenda a esperar demasiado poco de
Dios en esta edad perversa, el mensaje de Jess a sus discpulos es, Pedid;
porque ahora recibiris. Es un mensaje que mana directamente del evangelio
del reino de Dios que irrumpe, el amanecer de un gobierno liberador y salvador
es precisamente lo que garantiza que todo aquel que (en cuanto discpulo) ahora
pide, recibir. Este proverbio de seguridad no puede ser, por supuesto, una
garanta rgida; el arte del proverbio es la generalizacin til, no la verdad
universal. Las peticiones indebidas no conducirn a recibir de un Dios santo
(cf. Sant. 4.3 Peds y no recibs, porque peds con malos propsitos); Dios
slo da dones buenos, un punto que remata el smil que sigue a continuacin.
Nos han llegado dos formas bastante distintas del smil. En Mateo, el sentido es
sencillamente animar al discpulo a traer sus peticiones en oracin a su padre
Celestial, con la total confianza en que Dios responder. Despus de todo,
ningn padre humano al que su hijo pide pan o pescado, sera capaz de burlarse
de la peticin sirvindole una racin de cantos rodados (que se parecen a panes
pero no se pueden comer) o de serpiente (anguila? barbt?) que parece
pescado pero no se puede comer porque es inmundo segn las estipulaciones
levticas.44 As como incluso a un padre humano y pecador le satisface darles
cosas buenas a sus hijos, tanto ms el Padre en el cielo. Pero la versin de Lucas
es ms compleja. La clase de padre que sera capaz de darle a su hijo una
serpiente en lugar de un pescado y un escorpin en lugar de un huevo no sera
meramente despreciable, sino patolgicamente perverso, al poner al alcance de
su nio lo que cualquiera reconoce como alimaas peligrosas.45 La versin de
Lucas, entonces, insiste en que Dios tan slo puede dar cosas buenas, jams
malas.
Ahora bien, en qu contexto cobra sentido tal afirmacin? Hemos de recordar
que en 10.19 Jess ya se haba servido de esta combinacin de serpiente y
escorpin para hablar de malos espritus (sobre los que los discpulos han
recibido poder). Y debemos notar que el pasaje que sigue de inmediato al smil
tiene que ver con la acusacin de que Jess exorcizaba por el poder de
Beelzeb, precedida por las palabras estaba Jess echando fuera un
demonio (11.14ss.). Juntando estas dos observaciones, probablemente sera
justo suponer que el smil mismo tiene como intencin asegurar a los discpulos
que cuando pidan a Dios poder para su misin junto a Jess, el poder que
reciban no ser el de un mal espritu. Sin lugar a dudas Dios les dar un buen
espritu46, es decir una participacin del Espritu Santo del que Jess mismo
tiene uncin. En otras palabras, la forma particular del dicho en Lucas se debe
al contexto de la misin junto a Jess en la que los discpulos, as como tambin
su Seor, estaban siendo acusados de hacer las obras de los poderes malficos.47
4. Luc. 17.5-6: Pedir con fe
Ante la peticin de los discpulos de que Jess les aumente la fe, el Seor
responde que si tuviesen el ms pequeo grano de fe podran ordenar que se
arrancase el sicmoro48, conocido por sus races muy profundas, y se plantase
en el mar. Mateo conserva un dicho muy parecido en 17.20 que habla de mover
una montaa.49 Las dos son metforas conocidas en el judasmo, y tienen que
ver con la capacidad de emprender cualquier tipo de tarea poco menos que
imposible.50 Lo que Jess parece querer decir no es que los discpulos
meramente necesiten ms fe sino fe de otra clase, por pequea que fuese; ya
que (por lo menos en esta ocasin) no tenan siquiera esa cantidad minscula
(del tamao de un grano de mostaza: cf.. Mar. 4.31) de las cualidades
requeridas.
No queda claro en Lucas qu es lo que da lugar a esta conversacin; pero en
Mateo el contexto es la pregunta de los discpulos acerca de por qu no haban
podido echar fuera un demonio en particular. Jess responde que es por causa
de su fe ineficaz (oligopistia). La palabra griega tiene que significar aqu fe
dbil/pobre, o sea fe que no rene las caractersticas necesarias, ms que poca
fe (tal como dara a entender, equivocadamente, la etimologa), ya que de otra
manera la respuesta de Jess, que slo necesitaban un mnimo muy pequeo de
fe, tendra poco sentido. En Mar. 11.22-24 par. Mat. 21.20-21 se conserva una
enseanza parecida, otra vez haciendo referencia a una obra milagrosa (la
maldicin de la higuera). Ya que los dichos en Mateo y Marcos se encuentran
tan claramente en un contexto de obras carismticas (as tambin Pablo: cf. 1
Cor. 13.2) sera poco prudente derivar otra leccin de Lucas.51
Pero a dnde quiere ir a parar Jess con esta enseanza y otras parecidas? La
manera que viene expresado en Marcos, que resalta la fe que no duda (11.23
par. Mat. 21.21), probablemente ha sido mal interpretada al enfatizar la
responsabilidad humana de esforzarse por creer las promesas de Dios. La clave
de la oracin contestada (segn esa interpretacin) sera desterrar todas las
dudas, manteniendo firmemente la conviccin de que Dios tiene que conceder
lo que se le ha pedido. Las palabras exactas de Mar. 11.24 (creed que ya las
habis recibido, y os sern concedidas) han sido forzadas a querer decir algo
por el estilo de Cree que ya has sido sanado (aunque todos tus sntomas sigan
presentes!), y lo que "verdaderamente" ya ha sucedido ("espiritualmente"?
"msticamente"?) se har visible como realidad manifiesta. Tal consejo,
pastoralmente peligroso, descansa sobre una interpretacin de este dicho, que en
absoluto se tiene en pie. Al contrario, aquello a que se llama al discpulo a creer
antes de que el hecho en cuestin suceda en la historia, es que el soberano S
de Dios ya ha sido recibido respecto a la peticin, y que por tanto se cumplir.
La cuestin de fondo entonces es: cmo puede un discpulo saber que una
peticin en particular haya sido concedida, antes de ver el cumplimiento? Con
referencia a algunas peticiones bien podra esperarse que deduzca esa
aprobacin (prcticamente segura), basndose en su comprensin de las
Escrituras (por ej. del A.T. podra deducir que Dios perdona al pecador
arrepentido, y por tanto tener confianza en que su peticin penitente de perdn
seguramente ser concedida); pero tales consideraciones generalizadas no
vendran a cuento tocante a cuestiones ms especficas, arrancar esta higuera
o arrojar aquella montaa al mar. Y aunque los discpulos haban credo en
aquel sentido general (y basndose en su experiencia hasta ese momento) que
podran exorcizar al chico con un espritu mudo (Mar. 9.14-29), de nada les
vali. Cuando los discpulos pidieron explicaciones por su fracaso, Jess les
dio a entender que carecan fe de las caractersticas necesarias (que no fe en las
cantidades necesarias).
Una alternativa atractiva sera que la fe que sabe que Dios concede (o ya ha
concedido) una peticin en particular es una fe carismtica; o sea, una
revelacin o un testimonio directo del Espritu sobre el particular. Tal
interpretacin sin duda resulta consonante con la aseveracin de Jess a efectos
de que slo se requiere una nfima cantidad de fe (ya que el cumplimiento de la
peticin en la historia, o el poder de la orden pronunciada para efectuar lo
dicho, depende de la intencin ya revelada por Dios, no del esfuerzo humano
por creer). Tambin puede dar sentido a la exhortacin de creer sin dudar, ya
que tal fe es posible precisamente all donde se siente que Dios ha hablado muy
especficamente al caso. Segn esta manera de entenderlo, entonces, la
proclamacin de poder carismtico (Di a esta montaa) o
(alternativamente) la oracin de fe est asegurada porque Dios mismo ya ha
revelado su intencin.
Si esta interpretacin es la justa, hallamos en la enseanza de Jess un
paralelismo con el carisma milagroso de la fe que reciben algunos miembros del
cuerpo, segn (por ej.) 1 Cor. 12.9. Y el sentido de la enseanza no es un
llamado a sacarse de la manga la suficiente fe como para efectuar grandes obras,
sino a situarse en esa relacin con el Padre donde l, por su gracia, puede
revelar su voluntad y sus propsitos. Sin embargo y adems de la manera de
entenderlo ms particular que acabamos de exponer, es tambin posible otra
manera algo ms general de entender Luc. 17.5s. dentro del contexto de LucasHechos. Lucas dice de ciertos individuos que estaban llenos del Espritu Santo
y de fe (por ej. Hech. 6.5; 11.24). Con tal descripcin Lucas da a entender
personas cuyas vidas se caracterizan por la rica actividad del Espritu y por una
fe que est siendo modelada por su experiencia del Espritu. Bien pudo Lucas
haber entendido que un Esteban o un Bernab vivan en tal unin con Dios
mediante la oracin que sus peticiones desde ya estaban normalmente en
armona con la voluntad de Dios, y que sabran casi intuitivamente (una
intuicin informada por el mismo Espritu) si llegaran a pedir algo ajeno al
propsito de Dios.
5. Luc. 18.1-14: Las parbolas de la viuda insistente y de los dos hombres que
oraban
Ninguna de stas es en primera instancia una parbola acerca de los principios
generales de la oracin. En la ltima, el sentido de la parbola se centra menos
en la oracin como tal que en las actitudes con que se ora: concretamente la
culpabilidad del fariseo por opinar que l era justo precisamente en el instante
bendicin del rey que viene en el nombre del Seor (cf. Sal. 118.26). El
lenguaje de esta descripcin es muy tpico de Lucas, resultando muy parecido a
las narraciones del nacimiento. Ah frecuentemente hallamos alabanzas
alborozadas que se ofrecen a Dios por motivo de su intervencin salvadora en la
concepcin y nacimiento de Juan y especialmente de Jess, como Salvador y
Mesas de Dios: 1.46-55 (el regocijo de Mara); 1.68-79 (el elogio de Zacaras);
2.14 (la alabanza angelical; de la que se hacen eco los pastores, 2.20), y 2.29-32
(la alabanza de Simen; y cf. 2.38).56
Lucas ve estas alabanzas como habla inspirada (cf. explcitamente respecto a
Zacaras en 1.67), y posiblemente pretenda que sus celebraciones gozosas de la
irrupcin de la prometida redencin de Dios valiese de ejemplo de las alabanzas
que los discpulos podan ofrecer a Dios (cf. los ecos de 2.14 en 19.38).
Debemos cuidarnos, sin embargo, de arrastrar a Mara, Zacaras, Simen y estos
sencillos pastores a la arena poltica, o de coronar a la madre de Jess con
laureles como teloga de los pobres.57 El lenguaje de Mara sobre los pobres,
los hambrientos, y los humildes oprimidos en 1.52-54 no es en primera
instancia lenguaje literal, sino el empleo de metforas tradicionales que
designan a Israel en su necesidad de salvacin al que Dios ahora rescata por su
misericordia, a para el que inaugura un jubileo mesinico (ver tambin Luc.
6.20-26; 4.16ss.). Y en cuanto a los opresores, a saber, los ricos, los que
comen, los soberbios y los poderosos, no debe concebirse como referencias
a los que literalmente pertenecen a tales estamentos socioeconmicos, sino
como metforas tradicionales respecto a los enemigos (espirituales y
temporales)58 que oprimen a Israel. Entonces se ofrece agradecimiento al Dios
que ha odo el clamor de su pueblo. Y la liberacin que trae, aunque no sea en
primera instancia poltica y econmica, no es menos real, ni su gozo menos
intenso, que el que producen el alimento para los hambrientos, la liberacin de
los afligidos, y la alegre visin (por lo menos para los oprimidos) de la justicia
por fin conseguida. Ese es el sentido de la metfora. Tal lenguaje de liberacin
en realidad hace referencia a la nueva libertad de los poderes espirituales que
esclavizan en el pecado (y ataduras demonacas ms profundas: cf. los
exorcismos),59 y la libertad del consiguiente distanciamiento de Dios y del
prjimo. El reino de Dios que irrumpe es en fin una profundizacin de su
presencia reconciliadora y restauradora60 en individuos que as llegan a
conocerle como Padre, y al pueblo de Dios como hermanos y hermanas.
La exhortacin de Jess a los discpulos a orar al Seor de la mies para que
enve obreros a sus campos de siega (10.2 par. Mat. 9.37) expresa de una
manera parecida, a modo de enseanza, un tema que hemos notado en otros
puntos que realza su narracin: la soberana de Dios al traer salvacin y (a la
vez) la responsabilidad del hombre de orar respecto a ello mismo. Su inters
especial en este tema se hace relativamente claro en la observacin de que
Lucas tiende a mencionar especficamente la entrega humana a la oracin en, o
justo antes de, lo que acaban siendo puntos claros de inflexin en la historia de
la redencin.61 Es cuando todo el pueblo se halla en oracin (1.10; cf. 1.13) que
Zacaras recibe el gran anuncio del amanecer de la salvacin; es cuando Jess
est orando que el Espritu llena de poder para la proclamacin de las buenas
nuevas desciende sobre l (3.21); es despus de orar que elige a los doce que
habran de ser el ncleo o la fundacin del Israel del cumplimiento (6.12); es
tambin despus de estar l orando que ellos hacen la confesin sin parangn
acerca de su identidad mesinica (9.18); es en realidad mientras l ora que sus
discpulos captan un reflejo de su gloria del tiempo del fin (9.28ss.), a la vez
contestada en el temblor del lugar donde oran, y en una nueva llenura del
Espritu Santo que conduce a su vez a una osada renovada en la proclamacin
(4.31; cf. 6.4, 7; donde la oracin apostlica ha de entenderse como oracin por
la propagacin del evangelio). As tambin, en 12.5-16, Lucas enfatiza que la
liberacin de Pedro de la crcel viene como respuesta a la oracin ferviente de
la iglesia, al encuadrar la narracin de su liberacin milagrosa entre
afirmaciones acerca de la peticin fervorosa de la iglesia (12.5, 12). La cmica
descripcin de la lentitud de la reaccin de la iglesia ante la respuesta (12.13ss.)
viene a poner el acento en la fidelidad de la gracia divina evidente en la
respuesta de Dios a sus oraciones. El sentido de esta historia (y de 16.25ss.) no
es que Dios siempre rescata del desastre al creyente. Menos an, que como
respuesta a la oracin haga fcil y cmodo el camino del creyente por la vida,
ya que Esteban y Jacobo (en el contexto inmediato), y ms adelante Pablo
(posteriormente al punto final de Hechos; si ya previsible en l),64 sufren el
martirio. Todo lo contrario, es posible que el cristiano tenga sabido por parte de
Dios que el camino que tiene por delante le conduce al sufrimiento y
probablemente la muerte (tal el caso de Pablo: 20.23; 21.4s.; 21.12s.). El
sentido es ms bien que se puede esperar que Dios conteste incluso de maneras
dramticas ante ese pedir, buscar y llamar que mana del sentido de la voluntad
divina que Dios mismo otorga (cf. Mar. 11.24, etc.).
Cuatro caractersticas del contexto ms amplio de la oracin en Hechos
requieren especial atencin:
En primer lugar, la iglesia se ve identificada como el Israel del cumplimiento
con el que el Dios de Israel est comprometido y en medio del que est
realizando sus promesas antiguas, promesas que incluyen la bendicin de los
gentiles (cf. Hech. 3.25s.; 15.14-19; 28.28; Luc. 2.30ss., etc.).65 La iglesia
entonces, naturalmente, espera que su Dios intervenga y que demuestre su
salvacin en y a travs de ella de modo que vea anticipada la gloria de Dios del
fin de los tiempos (as como de hecho haba empezado a suceder ya en el
ministerio de Jess).
En segundo lugar, las oraciones de la iglesia son ahora cristocntricas. La
iglesia atribuye a Jess lo que Israel haba identificado como prerrogativas
divinas: l es el Salvador (4.12); el autor de la vida (3.15; 5.31), el que
concede el arrepentimiento y el perdn (5.31); y el Juez que viene (10.42,
etc.). La iglesia ha sido adquirida con su sangre (20.27s.), y, lo ms
significativo de todo, ahora le reconoce como el Seor quien otorga el Espritu
divino (2.33), y por ende como aquel nico Seor cuyo nombre han de invocar
(en las palabras de Joel) para recibir la salvacin (2.17-39). Es as como incluso
a l pueden elevar sus oraciones Esteban (7.59) y Ananas (9.10-16). El
ministerio, la muerte y la resurreccin de Jess, amn de su seoro sobre aquel
Espritu que la iglesia siente como el Espritu de Cristo, han influido para hacer
manifiesta su verdadera gloria y su unidad con el Padre.66
En tercer lugar, el Espritu de profeca prometido por Joel, es decir, el rgano
de comunicacin entre Dios (y junto a l, el Cristo ascendido) y su pueblo, se
derrama ahora sobre todos los discpulos, dando lugar a visiones y sueos (por
ej. 7.55; 9.10-18; 10.1-20; 16.9-10; 18.9-10, etc.), y orculos profticos o de
revelacin, y sabidura carismtica (por ej. 10.19; 13.2; 6.9s. [cf. Luc. 21.15!];
5.3 y 16.7, etc.), que guan a la iglesia y dan poder a su testimonio acerca del
Seor.67 El Espritu, as entendido, no es meramente un medio del que se sirve
los actos decisivos de Dios para la salvacin, hasta la mismsima parusa (Luc.
18.1ss.). Lucas-Hechos en conjunto constituye as un estmulo poderoso y un
llamamiento proftico a la iglesia para que sea una iglesia de oracin: no slo
que ore por su propia perseverancia como pueblo de Dios presionado por la
presente edad, y por salvacin en el fin (as Ott); sino por fidelidad continua en
el testimonio sobre el evangelio hoy, y por frescas irrupciones de la gracia y el
poder de Dios hoy, que sealen hacia la gracia, la gloria y el poder del Seor
ascendido hasta que l vuelva.
Es difcil resumir adecuadamente la enseanza de Lucas sobre la oracin en
Lucas-Hechos. Todos los intentos por reducirlo a un nico nfasis pronto
delatan la simplificacin de la que pecan. Es cierto que el retrato que hace
Lucas de la vida de oracin de Jess es biogrfica, y le muestra como un
hombre piadoso, pero es mucho ms que eso, como Ott, Harris y O'Brien han
demostrado. Tambin es cierto que nos ofrece la vida de oracin de Jess como
un ejemplo (cf. 11.1; 22.39-46!), pero Lucas no desarrolla este aspecto
detalladamente, ni tampoco apura del todo su perspectiva. Podemos coincidir
parcialmente con Ott en que la oracin en Lucas es especialmente oracin por
salvacin (cf. esp. 18.1ss.; tambin 11.24; 21.36; 22.39ss.), pero tambin lo es
de agradecimiento y alabanza, y de peticin de las necesidades de cada da. Por
cierto que tambin lo es oracin por el reino y el Espritu (coincidiendo con
Dunn y Smalley, si bien no en la manera que ellos explican esa relacin)69 y
mucho ms. Harris est en lo cierto al sostener que en Lucas (y ms
especialmente en Hechos) la oracin es el medio hacia la revelacin, si bien no
slo para uno mismo; la oracin de Jess es la ocasin de la revelacin para s
mismo, s, pero tambin para otros, y hay numerosos ejemplos de oracin
mediadora. Para Lucas la oracin es, tambin (recurriendo a una frase de von
Baer) la fuerza motora de la historia de la salvacin, aunque, como sin duda
coincidira O'Brien, no exclusivamente; y en absoluto de manera que llegara a
poner en duda la soberana de la iniciativa de Dios. La textura del retrato de
Lucas de la oracin es demasiado extica como para poder resumirla con un
epigrama; para l la oracin no es una tcnica para conseguir algn objetivo o
alguna meta, es el hombre que relaciona cada aspecto de su vida (y de la de su
prjimo) con Dios y con su voluntad y propsitos salvadores por gracia, segn
la novedad revelada como buenas noticias.
NOTAS
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
pp. 219ss.
13. TDNT 2.803.
14. G. H. Twelftree en D. Wenham y C. Blomberg, eds., Gospel Perspectives
Vol. 6 (Sheffield: JSOT, 1986), pp. 389-92, prefiere concebir de cada
exorcismo como un acto de primero atar al Hombre Fuerte (contra E. Best,
The Temptation and the Passion: The Markan Soteriology [Cambridge:
Cambridge University Press, 1965], p. 13); sin embargo, en la metfora, no
se trata de robar una sola cosa de la casa del hombre atado, sino una
seleccin (plural) de sus posesiones (Mar. 3.27); o sea,
(probablemente) un acto (previo) de atar libera una nmero plural de los
que estaban atados.
15. Ver por ej. C. E. B. Cranfield, The Gospel According to Saint Mark
(Cambridge: Cambridge University Press, 1959 [1977], pp. 304s.
16. Segn la exposicin ya clsica de J. Jeremias, Abba en The Prayers of
Jesus (Londres: SCM, 1967), pp. 11-65. Para ver el rechazo de
Conzelmann y una rplica al mismo, cf. I. H. Marshall, The Origins of New
Testament Christology (Leicester: IVP, 1976), pp. 46, 59.
17. Cf. su El bautismo del Espritu Santo (Buenos Aires: Editorial La Aurora,
1977), cap. 3; dem, Jess y el Espritu (Salamanca: Secretariado
Trinitario, 1981), pp. 65-70.
18. Contra Dunn, ver M. M. B. Turner, Jesus and the Spirit in Lucan
Perspective, TynB 32 (1981), pp. 3-42.
19. Para su interpretacin de la copa ver entre los comentarios por ej.
Cranfield (Mark; y su artculo The Cup Metaphor in Mark xiv.36 and
Parallels, ExpTim 59 [1947-48], pp. 137-8); Lane (Mark), y Marshall
(Luke). El material pertinente del A.T. est coleccionado en Goppelt,
TDNT 6.149-53.
20. No hace falta que dudemos de que Jess predijo su muerte; sus choques
con con la jerarqua juda la haca poco menos que inevitable, y su
expectativa est aducida por fuentes y formas mltiples (que incluyen la
afirmacin directa y tambin la mera alusin: por ej. Luc. 12.50). Cf.
G. R. Beasley-Murray, Jesus and the Kingdom of God (Exeter:
Paternoster, 1986), pp. 237-272; 278-283.
21. La lectura ms larga es aqu sin duda la original: cf. J. Jeremias, The
Eucharistic Words of Jesus (Londres: SCM, 1966), pp. 138-58; H.
Schrmann, Lk. 22.19b-20 als ursprngliche Textberlieferung, Bib 32
(1951), pp. 336-92, 522-41. Para las objeciones de M. Rese y una
respuesta a las mismas cf. M. M. B. Turner en D. A. Carson, ed., From
Sabbath to Lord's Day (Exeter: Paternoster, 1982), pp. 145s. n. 112.
22. Lo cierto es que la versin de Marcos de las palabras de la peticin inicial
de Jess (Padre! Para ti todas las cosas son posibles; aparta de m
esta copa) dan una base ms slida para el punto de vista que aqu se
expone, que la de Lucas (sobre lo cual ver Marshall [1978] p. 831). Para
ver la opinin de que la copa que Jess pide le sea quitada no es tanto
morir, como que no sea abandonado a la muerte sino resucitado, ver
C. A. Blaising, Gethsemane: A Prayer for Faith, JETS 22 (1972), pp.
333-43; aunque obsrvense las objeciones decisivas que ofrece
D. A. Carson en F. E. Gaebelein, ed., The Expositor's Bible Commentary
(Grand Rapids: Zondervan, 1984), 8.544.
23. Leyendo t pneumati t hagi con p75 B al. El dativo generalmente se
entiende como instrumental, pero contra tal opinin vase M. M. B. Turner,
Luke and the Spirit: Studies in the Significance of receiving the Spirit in
Luke-Acts (disertacin doctoral no publicada, Universidad de Cambridge,
28
(UNIDAD 16)
Jess esperaba una venida inmediata del reino de Dios (= fin de esta
creacin): as Weiss y Schweitzer. Para ellos, Jess fue un hombre de su
tiempo, que aceptaba plenamente el marco conceptual apocalptico, y
result estar totalmente equivocado respecto a la doctrina medular de su
enseanza. Una posicin por el estilo, aunque mucho ms positiva, es la de
C. K. Barrett (1967) que mantiene que Jess no esperaba que hubiese un
intervalo
importante
entre
su
propia
muerte
y
su
resurreccin/reivindicacin efectuada por la llegada del reino de Dios; en
absoluto el tiempo suficiente como para que se estableciese la Iglesia.
Contra este argumento, ver el artculo por H. F. Bayer, Predictions of
Passion and Resurrection (seccin 3.2) en DJG p. 632. Bayer opina que
todos los dichos sobre su propia pasin y reivindicacin pronunciados por
Jess asumen un intervalo muy breve entre ambas cosas (por ej., al tercer
da) mientras que sus referencias al reino de Dios son ms opacas y
distantes.
La posicin mayoritaria (representada por, por ej., por G. R. BeasleyMurray, O. Cullmann, J. D. G. Dunn, J. Jeremias y W. G. Kmmel) es que
Jess tena en mente un perodo de tiempo ms prolongado entre la muerte
que esperaba que le sobrevendra, y la llegada final del reino de Dios (= fin
de esta creacin), pero que fij unos lmites claros dentro de qu tiempo
llegara. Ense que el fin llegara dentro de una generacin (cf. Mar. 9.1;
Luc. 9.27), inmediatamente despus de la cada del Templo, que sera la
ltima seal del fin mismo (13.30 = Luc. 21.32).
Una cuarta opinin est emergiendo, que entiende que la mayora del
lenguaje apocalptico de Jess es de un gnero simblico corriente en aquel
entorno para hablar de sucesos titnicos pero histricos que cambian el
mundo, ms que del fin literal del cosmos y una nueva creacin.
Segn esta manera de entenderlo, Mar. 13.24-27 en absoluto describe en s
el fin del cosmos, sino que es una descripcin apocalptica del juicio
histrico de Dios sobre Israel. La cada del templo, y el auge de la Iglesia,
son sucesos en los que se puede ver la venida del Hijo del Hombre en
gloria. Son sucesos que reivindican al Hijo del Hombre, y demuestran que
l ha cumplido la visin de Daniel 7 y ha sido exaltado a la posicin de
todo poder.
El argumento lo expuso hace muchos aos R. T. France (1971: 227-39).
Considera la totalidad de Mar. 13.1-30 como referencia a sucesos
histricos. Los cruciales versculos 24-27 no son una visin del fin; antes
bien el lenguaje del tiempo del fin se emplea potica y metafricamente
para describir la cada de Israel y el auge de la Iglesia. As en Mar. 13.24
Jess emplea las mismas palabras que Isaas haba empleado antes para
describir la cada de Babilonia (13.10). Mientras tanto, segn France,
Jess est empleando Dan. 7.13 como una prediccin de aquella autoridad
que ejerci cuando en el 70 d.C. la nacin juda y sus lderes, que le
hubieron condenado, fueron derrocados, y Jess fue reivindicado como el
recipiente de todo poder de manos del Anciano de Das (1971: 236). En
el v. 27 Jess emplea el lenguaje de Zac. 2.6[10] y Deut. 30.4
tipolgicamente para describir la congregacin del nuevo Israel (la Iglesia)
en la predicacin del evangelio. Para una perspectiva parecida respecto a
Mat. 24, ver France (1985).
Una vez ms, no hacemos ms que confundir la cuestin si pensamos que
esta no es ms que una frivolidad conservadora para evitar el mal trago de
aquellos pocos textos problemticos que contienen la aparente esperanza
de Jess en la proximidad del reino de Dios. El argumento descansa sobre
dos novedades de importancia mayscula:
sido capaz de demostrar, entre otras cosas, que muchos de los dichos
apocalpticos de Jess acerca del juicio, con toda claridad advierten
acerca de un juicio histrico sobre un Israel impenitente en la forma de la
guerra con Roma, y conduciendo a la destruccin de la mismsima nacin,
la prdida a todos los efectos prcticos de su vocacin (a entregar a otros), y
un prolongado tiempo de los gentiles. En otras palabras, paralelamente
con lo que estn diciendo los especialistas en el judasmo intertestamental,
Borg y otros han expuesto razones de peso para suponer que el lenguaje
apocalptico futurista de Jess fuese principalmente acerca de los grandes
cambios que aguardaban a Israel y su lugar en el mundo. La nacin se halla
en la encrucijada o bien de gran bendicin y transformacin prometida en el
Antiguo Testamento o de desastre histrico. Su suerte penda de su
respuesta. La posicin de Borg es un reto muy importante a las lecturas
tradicionales.
Est claro segn esta manera de verlo, que el lenguaje de Jess acerca de la
inminencia del reino de Dios no trata de el fin de la creacin sino del
comienzo de un orden fundamentalmente nuevo para Israel. La manera natural
de entender el lenguaje de Jess dara el sentido de que su muerte que se
avecinaba y su posterior resurreccin y reivindicacin desencadenaran la
anhelada transformacin de Israel y purificacin de Sin. Por consiguiente
viene a ser del todo razonable (que no caprichoso) ver su aplicacin en la
emergencia de un remanente restaurado y transformado de Israel en la Iglesia, la
divisin de Israel que de ello deviene, y la suerte que sobrevino a la nacin
impenitente. Chris Caragounis (1993) explora tal tipo de interpretacin (aunque
no todos los detalles de su argumentacin resulten aceptables, como el caso de
su negacin de que pudiera estar presente el reino de Dios en algn sentido
ya en el ministerio de Jess, cosa que reduce a una presencia meramente
potencial en Jess).
29
(UNIDAD 16)
La estructura a continuacin representa la opinin mayoritaria acerca de dnde
se encuentran las divisiones.
(A) 21.5-6(7)
(B) 21.7(8)-11
(C)
(D)
(E)
(F)
(G)
21.12-19
21.20-24
21.25-28
21.29-33
21.34-36
Una versin levemente distinta es la propuesta por Evans (1990) que une los vv.
10-11 con 21.12-19, pero a nuestro juicio la mayora est en lo cierto cuando ve
que la unidad 12-19 se enfoca en la persecucin de los discpulos, y que tiene
poca conexin temtica con 21.10-11, cuyo lugar est entre las seales
apocalpticas de 21.7-9. Fitzmyer incluye el versculo 7 (la pregunta de los
oyentes de Jess) en el prrafo A porque lo dems es monlogo de Jess. La
Textos sobre Lucas 99
mayora de los eruditos, sin embargo, entienden que la pregunta del oyente es
formalmente la oportunidad requerida para la respuesta de Jess y por tanto el
comienzo de la seccin (B). Esto es especialmente cierto en Marcos donde ha
habido un cambio de escena, sin embargo nada interesante depende de cmo se
vea el asunto.
En general existe tambin un acuerdo extenso (con una gama algo ms amplia
de variaciones) entre los comentaristas acerca del argumento del pasaje.
Se entiende que las secciones (B) y (C) conducen hasta la cada de Jerusaln, la
seccin (D) describe el asedio romano con las consecuencias desastrosas para el
judasmo (la generacin de Lucas las hubo conocido como un hecho ya en el
pasado) y el tiempo de los gentiles al que conduce tal devastacin. Se entiende
entonces que las secciones (E)-(G) constituyen material no muy uniforme sobre
el fin en s, y acerca de la necesidad de velar antes de que suceda.
Sin embargo hay que decir que esta opinin, si bien generalizada, tiene que
vrselas con problemas de consideracin. Si Lucas piensa que la cada de
Jerusaln conduce a un prolongado tiempo de los gentiles (como arguy
Conzelmann), a santo de qu mete aqu una seccin sobre el fin? Despus
de todo, el discurso alega versar sobre lo que conducir a la cada del templo
(21.5-7), que no sobre la escatologa en general (como sin embargo lo entiende
Evans). Conzelmann respondera a esa pregunta alegando que Lucas necesit
crear una versin revisada de Mar. 13, porque Marcos haba dado a entender
una conexin demasiado estrecha entre la cada de Jerusaln y el fin. Pero esto
bien puede deberse a no entender bien a Marcos (segn lo que ya hemos
expuesto) y, de todas maneras, si ese hubiese sido el propsito de Lucas,
esperaramos verlo reflejado en la pregunta del oyente (por ej., hacindola
menos especfica, como lo es en Marcos!, en lugar de vincular el tema con toda
precisin a la cada del templo). Quiz tambin esperaramos una ruptura
temporal ms clara en 21.25 (algo as como, Y en los ltimos das, despus de
todas estas cosas). Y muy especialmente no esperaramos la aseveracin
categrica de 21.32, donde Jess afirma que esta generacin no pasar hasta
que todo esto se haya cumplido. Si desde 21.25 en adelante est hablando
acerca del fin mismo, 21.32 tiene que dar a entender que Lucas conceba del fin
como algo que sucedera antes de la muerte de los oyentes de Jess. Escribiera
Lucas cuando escribiera, eso est plagado de dificultades.
Sin embargo otra lectura de Lucas 21, una muy invitadora, supone que las
secciones (E) y (F) describen los mismos sucesos que (B)-(D), aunque en
trminos complementarios y mucho ms cargados de metfora apocalptica.
Entonces el lenguaje de la venida del Hijo del Hombre con poder se podra
entender como una afirmacin profundamente teolgica acerca del significado
de la cada de Jerusaln (es una reivindicacin ms de Jess y de la
restauracin/transformacin de Israel en la Iglesia a la que conduce su
ministerio). El discurso entero as se desprendera de la pregunta en 21.(5-)7, y
no cabra un problema con 21.32, ya que Lucas sabe que todo esto de verdad
sucedi en la generacin de los oyentes de Jess.
30
Textos sobre Lucas 100
(UNIDAD 17)
era que si era justo rescatar un animal que sufra sin duda ms justo sera sanar a
un ser humano que sufra (Luc. 14.1-6). O, ms especficamente, si el sbado
no tena por qu ser motivo para negarle un trato humanitario normal a las
bestias (dejarlas pastar o abrevarlas), tampoco deba constituir una excusa para
interrumpir las actividades redentoras que Dios emprenda mediante Jess
(Luc. 13.19ss.). Vemos aqu un conflicto directo entre el paradigma centrado en
la santidad (guardar el sbado lo ms marcadamente posible) y el paradigma
centrado en la misericordia (las obras de rescate, ya que manifiestan el amor de
Dios, no deben detenerse por motivo del sbado).
El mandamiento a amar los enemigos
En el compaerismo de Jess en torno a la mesa, sus actitudes sobre las
abluciones y los diezmos, y sus curaciones en da sbado, los fariseos crean
entender que Jess rebajaba la identidad de Israel en cuanto nacin santa,
amenazando as su mismsima supervivencia. Tal evaluacin slo se poda ver
confirmada en el mandamiento de Jess de amar al enemigo, y a estar dispuesto
a ir la segunda milla con el soldado romano que requisaba tus servicios como
porteador por la milla legalmente establecida (Mat. 6.41-44; Luc. 6.35ss.). Esta
aplicacin del paradigma centrado en la misericordia a aquellos que se hallaban
fuera de Israel, incluso a sus opresores, tena forzosamente que oler a traicin, y
potencialmente a apostasa del Dios de Israel.
31
(UNIDAD 17)
Isaas 52-53
servir
mi siervo
en lugar de muchos
Alegan que Mar. 10.45b no puede ser autntico, porque la idea de una
muerte sacrificial como rescate por otros hubiera sido desconocida
para el judasmo palestino de lengua aramea. El concepto es griego, y
primero aparece en el judasmo en 4 Macabeos, escrito en Antioqua
hacia mediados del siglo I. Mar. 10.45b probablemente fue la
creacin de la iglesia antioquena, y posteriormente la nocin fue
atribuida Jess.