Ramallo. Significado Revolucion de Mayo

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Ramallo, Jos Mara

Significado de la Revolucin de
Mayo

Revista Teologa Tomo XLVII N 103 Diciembre


2010: 11-30
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Catlica Argentina, repositorio institucional desarrollado por la Biblioteca
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La Biblioteca posee la autorizacin del autor para su divulgacin en lnea.
Cmo citar el documento:
RAMALLO, Jos Mara, Significado de la Revolucin de Mayo [en lnea].
Teologa, 103 (2010)
<http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/revistas/significado-revolucion-demayo.pdf>
(Se recomienda indicar al finalizar la cita bibliogrfica la fecha de consulta
entre corchetes. Ej: [consulta: 19 de agosto, 2010]).

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SIGNIFICADO DE LA REVOLUCIN DE MAYO


Jos Mara Ramallo*

RESUMEN
El trabajo se refiere a la vinculacin de la Revolucin de Mayo con el auge de
la burguesa mercantil; a la confluencia de las ideas y los intereses de los grupos polticos y econmicos y de las sociedades pblicas y secretas en el Ro
de la Plata y a la constitucin de tres grupos polticos revolucionarios, cada
uno de los cuales busc su propia oportunidad para llevar a cabo la revolucin. Se menciona luego el fracaso sucesivo de cada uno de ellos hasta la llegada al Ro de la Plata del nuevo virrey Cisneros y el conocimiento de los
sucesos europeos, que determinaron el pronunciamiento de Saavedra.
Contina con la convocatoria al cabildo abierto del 22 de mayo de 1810 y la
formacin de una Junta Provisional el da 24, presidida por Cisneros, que fue
reemplazada al da siguiente por otra encabezada por Saavedra e integrada
por otras significativas personalidades, entre las que sobresalieron los integrantes de su grupo, mayoritario dentro del elenco revolucionario, que se
ubicaban en una posicin definidamente cristiana, de contenido americanista
y profundo sentido nacional y popular.
Palabras clave: Bicentenario, Revolucin de Mayo, Independencia, cabildo
abierto.
ABSTRACT
The present work links Argentinas Revolution of Independence (1810) with the
rise of the mercantile bourgeoisie, the confluence of ideas, the interests of public
and secret societies, political and economic groups and in the Rio de la Plata and
* Profesor emrito de la Universidad Catlica de Buenos Aires y de la Facultad de Historia
y Letras de la Universidad del Salvador. Es miembro de nmero de la Junta de Historia Eclesistica
Argentina, de la Academia Nacional Sanmartiniana, del Instituto Nacional de Investigaciones
Histricas Juan Manuel de Rosas y de la Comisin Nacional de la Reconquista. Fundador y miembro vitalicio de la Fundacin Nuestra Historia.

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the establishment of three revolutionary groups, each of whom sought his own
opportunity to carry out the Revolution. Failure of each of these groups is shown.
With the arrival of the new Viceroy Cisneros and the knowledge by the population of European events, the balance of pawer changed. This resulted in the message delivered by Cornelio Saavedra. The events that succeded where the open
meeting of May 22, 1810 and the formation of an Interim Board on the 24th, headed by Cisneros, who was replaced the next day by another led by Saavedra and
formed by other significant figures. This Junta had a distinctly Christian stand
with a deep sense of national and popular Americanism.
Key Words: Argentine Bicentennial, Revolution of Independence, Open
Junta of 1810.

Para entender el significado de la Revolucin de Mayo es necesario referirse al contexto universal de la poca, en una visin globalizada, no pormenorizada. Hay un punto de inflexin en la historia de los
tiempos modernos, que es la revolucin inglesa de 1688. La revolucin
comercial de que haba sido teatro la Cristiandad medieval entre los
siglos XI y XIII, hace eclosin en 1688. Por primera vez, la burguesa
mercantil alcanza una base mundial de poder.
La caracterstica fundamental de este cambio fue la primaca de la
funcin econmica y del valor del dinero. La nocin de absoluto fue
reemplazada por la economa y las finanzas. El hombre renuncia a su
trascendencia y hace del progreso material un valor absoluto. Segn
Jacques Le Goff seis siglos le llev a la burguesa mercantil alcanzar el
poder poltico, en el que se mezclan la bsqueda del inters y del
prestigio.1 Se impone entonces una tica mundana y laica. Se produce la desacralizacin y la laicizacin de la cultura, a la que va unido el
indiferentismo religioso. Se reemplaza una civilizacin fundada en el
culto de la tradicin por un mundo donde impera la idea de progreso.
A partir de entonces inspiradas por la burguesa mercantil proliferan las sociedades patriticas, literarias, econmicas, algunas de
carcter secreto o reservado, que fueron a menudo refugio de la masonera, y que derivaron en algunos casos en grupos polticos y econmicos que, alternativamente, se comportaron como grupos de presin
o factores de poder. En definitiva, el siglo XVIII fue el escenario de un
cambio profundo en el contexto del cristianismo.
1.

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J. LE GOFF, Mercaderes y banqueros en la Edad Media, Buenos Aires, Eudeba, 1969, 80.

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La consecuencia inmediata fue la Revolucin Francesa de 1789, que


anula definitivamente a la burguesa artesanal y, consiguientemente, el
sistema corporativo, y marca el apogeo de la burguesa mercantil, luego
devenida en industrial y financiera. Este cambio deriva en la Revolucin
Hispanoamericana de 1810 que, no por una casualidad, se inicia el 19 de
abril en Caracas y contina el 21 de mayo en Buenos Aires. En ese
momento confluyen las ideas y los intereses de los grupos polticos y
econmicos y de las sociedades pblicas y secretas existentes entre nosotros, que eran la expresin local de la burguesa surgente en Europa y
Estados Unidos de Amrica, conformada en el ltimo cuarto del siglo
XVIII, con la instalacin del Virreinato del Ro de la Plata. Como expresa con acierto Octavio Gil Munilla: la Emancipacin es fundamentalmente la Revolucin burguesa americana.2

1. Los tres grupos polticos revolucionarios


Entre nosotros es decir, en el Ro de la Plata, de acuerdo con
nuestro criterio, hubo tres grupos polticos revolucionarios. Los tres
tuvieron su origen en las invasiones inglesas. Como sostuvo Juan Jos
Castelli en una Memoria elevada a la Infanta Carlota: Desde la ocupacin de Buenos Aires por las fuerzas britnicas en 1806, no se ha
cesado de promover partidos para constituirse en gobierno republicano.3 Estos grupos se estructuraron definitivamente en 1808, al conocerse las noticias de la situacin crtica de la Pennsula.
Los grupos que se constituyeron fueron conducidos, respectivamente, por Martn de lzaga, alcalde de primer voto del Cabildo de Buenos
Aires; Juan Jos Castelli, abogado de la Real Audiencia; y Cornelio de
Saavedra, comandante del regimiento de patricios. Fuera de los grupos
polticos revolucionarios, debe considerarse la existencia del partido
metropolitano o regalista, enemigo de la revolucin, integrado por los funcionarios y magistrados adictos al rgimen imperante, que pugnaban por
mantener las posiciones alcanzadas en la administracin colonial.

2. O. GIL MUNILLA, Teora de la emancipacin. Madrid, 1965, 43.


3. Memoria que Juan Jos Castelli y otros elevaron a la Infanta Carlota el 20 de septiembre
de 1808. Cit. por ARIOSTO FERNNDEZ, Manuel Belgrano y la princesa Carlota Joaquina, 1808,
Historia 3 (1956) 83-87.

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El origen de los grupos ya los define: El grupo de lzaga defenda


el Ro de la Plata de la invasin extranjera como parte del territorio
espaol, pretenda conservar estos dominios para Espaa, o al menos
para los espaoles europeos. Era el grupo autnticamente conservador,
en el estricto sentido de la palabra, aunque, paradjicamente, de conviccin republicana. Este grupo estuvo integrado principalmente por
espaoles europeos; entre sus seguidores se encontraban Juan Larrea y
Domingo Matheu. En su mayora eran comerciantes, que integraban a
la vez el Cabildo y el Consulado o estaban ntimamente vinculados a
los intereses de la plaza. Con ellos tambin se alinearon algunos profesionales americanos, como Mariano Moreno, abogado y amigo de
lzaga y Julin de Leiva, tambin abogado y fervoroso espaolista.
En cuanto al grupo de Castelli, pretendi aprovechar las invasiones
inglesas, llegando a un entendimiento con los jefes britnicos, principalmente con Guillermo Carr Beresford, para lograr la independencia.
Fracasado este intento, actu siempre en bsqueda de una solucin con
apoyo extranjero, hasta coincidir, por necesidad, con la solucin nacional de Saavedra. Es el grupo que llamaremos reformista innovador, en el
cual haban prendido, en alguna medida, los ideales de los filsofos ilustrados franceses, a travs de la corriente liberal espaola. Por lo cual, su
liberalismo, salvo alguna excepcin, no era ateo, sino compatible con la
tradicin catlica vigente en el Ro de la Plata. Este grupo estaba orientado adems, por Manuel Belgrano, secretario del Consulado, Nicols
Rodrguez Pea y Juan Hiplito Vieytes, comerciantes, y Antonio Luis
Beruti, empleado de la Contadura. Ms adelante se agregaron al ncleo
dirigente Juan Jos y Francisco Paso, el primero auxiliar fiscal del Rey y
el segundo funcionario del Resguardo y Domingo French, empleado de
la administracin de Correos. Se lo conoci a este grupo como partido
carlotino o de la Carlota, por su adhesin a la princesa del Brasil,
Carlota Joaquina de Borbn, hija de Carlos IV de Espaa, casada con el
prncipe Juan, regente del reino de Portugal.
Por ltimo, el grupo de Saavedra se origin en el rechazo de las
invasiones inglesas por la defensa del suelo natal, por eso se le llam
partido de la Reconquista o partido de los patricios, como lo denomina el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros por ser stos sus conductores. ste es el grupo reformista renovador. Al decir de Jaime Delgado,
sus integrantes, basados en las doctrinas jurdico-polticas tradicionales, pretenden implantar reformas moderadas y razonables.4 Estuvo

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dirigido este grupo por los oficiales de los cuerpos de milicias, en su


mayora americanos: Martn Rodrguez, que fue el brazo derecho de
Saavedra, Juan Jos Viamonte, Francisco Antonio Ortiz de Ocampo y
Juan Ramn Balcarce. Tambin lo integraron algunos letrados criollos,
como Feliciano Antonio Chiclana y Joaqun Campana y varios sacerdotes, como los dominicos fray Manuel Alvario y fray Manuel
Ezcurra, los mercedarios fray Juan Manuel Aparicio y fray Hilario
Torres y fray Jos Ignacio Grela, tambin dominico. No obstante, por
diversos testimonios de la poca, pareciera que en este grupo predominaba el elemento popular, de extraccin ms humilde. La ideologa de
este grupo, probablemente se haya expresado con mayor exactitud en
la carta que Saavedra le dirigi a Chiclana el 11 de febrero de 1811: tal
vez llegar el caso le dice no de que nos rindamos, sino que sta la
ciudad de Buenos Aires sea dada a las llamas y desaparezca de la faz
de la Tierra. S, primero suceder esto que variar de sistema, ni dar un
paso retrgrado en nuestra causa; primero seremos vctimas del cuchillo que entregarnos a nuestros antiguos opresores y, finalmente, primero nos mataremos unos a otros que reconocer a Elo, a la Carlota,
ni a ningn otro amo que a nosotros mismos.5 Palabras de las que
surge una vigorosa conviccin nacionalista.
En definitiva, cada uno de estos grupos busc su propia oportunidad,
tratando de capitalizar el movimiento en su exclusivo provecho, pero,
sucesivos fracasos, condujeron a los dos grupos americanos, luego de eliminado el europeo, a una accin conjunta en la semana de mayo de 1810.
Esta fue la quinta oportunidad y la decisiva. Las oportunidades anteriores
fueron: 1. En 1806, con el apoyo del comandante ingls Beresford. 2. En
1808, con el respaldo de la princesa Carlota. 3. En 1809, con la iniciativa
de lzaga. 4. En 1809, con el auspicio de Santiago de Liniers.

2. El cabildo abierto de 1807


Ya en 1804, con la llegada del coronel irlands Santiago Florencio
Burke al Ro de la Plata, en calidad de emisario del primer ministro bri4. J. DELGADO, La independencia hispanoamericana, Madrid, Instituto de Cultura Hispnica,
1960, 35.
5. Cit. por ROBERTO ETCHEPAREBORDA, La diplomacia de Portugal ante la Junta de Mayo, en
La Nacin, Buenos Aires, 20 de agosto de 1960.

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tnico Guillermo Pitt, tuvieron lugar las primeras entrevistas con el


grupo de Castelli, que prepararon el camino para futuros entendimientos. Burke era un mercenario que perteneci al regimiento francs de
servicio en las Antillas, vencido en Hait en 1793 por el entonces coronel John Whitelocke, que luego condujo la segunda invasin inglesa al
Ro de la Plata. Como era costumbre, Whitelocke ofreci al regimiento
prisionero tomar servicio bajo la bandera vencedora. As sucedi, y aunque Burke figur en ese y otros regimientos con creciente grado militar
hasta que vendi su grado en 1826, siempre recorri el mundo como
espa britnico. Lleg a Buenos Aires, como hemos dicho, a mediados
de 1804 junto al irlands Toms OGorman y se aloj en la famosa posada de los Tres Reyes, a un paso del Fuerte. Desde all gobernaba interinamente el marqus Rafael de Sobremonte por muerte de su antecesor
Nicols Videla del Pino y Burke consigui intimar con l sin dejar de
lado a los partidarios de la independencia.
El ofrecimiento de Burke deba haberse concretado en ocasin de
las invasiones inglesas al Ro de la Plata, pero la ambicin imperialista
lo hizo fracasar. Las tropas britnicas fueron recibidas en 1806 con
jbilo por el grupo de Castelli y los sectores ms conspicuos del vecindario, pues vean en ellas la oportunidad de sacudir el decadente podero espaol, subyugado entonces por el inepto Manuel Godoy, ministro de Carlos IV. Sin embargo, los sectores ms humildes de la poblacin, enrolados posteriormente en las milicias, que constituan el
ncleo mayoritario de la ciudad y de la campaa, resistieron desde el
primer momento la invasin extranjera, a pesar de la apostasa de la
clase dirigente. La decidida actitud de Santiago de Liniers, con el eficaz apoyo de las milicias, y la singular energa desplegada por lzaga,
terminaron por desvanecer la esperanza de los anglfilos. El cabildo
abierto del 14 de agosto de 1806, al investir a Liniers con el mando de
las armas, consolid el poder de las milicias y les dio conciencia de su
fortaleza. Los orilleros fueron los hroes de la Reconquista como poco
despus tambin lo fueron de la Defensa.
El 10 de febrero de 1807 se llev a cabo la clebre Junta de Guerra
de la Ciudad de Buenos Aires, la que por su composicin, fue un verdadero cabildo abierto, en la que se resolvi suspender definitivamente al virrey Sobremonte, remitirlo a Espaa y entregar el mando poltico a la Real Audiencia.
El grupo de lzaga se haba pronunciado inequvocamente por la

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independencia, pero no obstante, los americanos, por instinto y obediencia a los impulsos de un patriotismo local que iba tomando consistencia, como escribe Bartolom Mitre, en vez de apoyar al partido espaol de lzaga que ostensiblemente sostena su causa, por una
contradiccin aparente, rodearon con sus simpatas a su glorioso caudillo [Liniers], salvndolo de las resultas de un juicio [se le acusaba de
conexiones con los ingleses y planes de independencia] y hasta del desprecio pblico, y lo reconocieron desde entonces como el jefe del partido criollo, esperando de l ms de lo que su alma fugaz poda dar.6
Digamos, por ltimo, que rechazados definitivamente los ingleses
de Buenos Aires en las gloriosas jornadas de la Defensa, en julio de
1807, por el esfuerzo conjunto de la mayora de los espaoles europeos y americanos, el grupo de Castelli, hurfano de apoyo para lograr
la independencia, fue en busca de una nueva oportunidad.

3. La Memoria de 1808
En enero de 1808, a raz de la ocupacin del territorio lusitano por
las tropas napolenicas, la corte portuguesa se traslad al Brasil, bajo
la directa proteccin britnica. Luego de una corta estada en Baha, se
estableci en Ro de Janeiro. Junto al prncipe Juan, regente de su
madre, la reina Mara declarada incapaz, lleg su esposa, la princesa
Carlota Joaquina de Borbn, ligada como hemos dicho por un
estrecho parentesco a la corona espaola, que pronto hizo valer, al
empuje de los acontecimientos peninsulares. En efecto, debido a la
invasin napolenica en Espaa, la infanta Carlota publica un manifiesto en el que sostiene sus derechos sobre las colonias espaolas.
A este manifiesto le siguieron otro del infante Pedro Carlos, que
ratifica el anterior, y un tercero suscripto por ambos infantes en el que
solicitan al regente que defienda sus derechos con el apoyo de la flota
inglesa. El prncipe Juan, implicado en esta maniobra, contest afirmativamente.
Paralelamente a esta postulacin, llegaba al Ro de la Plata el 13 de
agosto de ese ao, comisionado especialmente por Napolen, el mar6. B. MITRE, Historia de Belgrano y de la independencia argentina, Buenos Aires, Anaconda,
1950, 77.

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qus de Sassenay. Liniers, para entonces convertido en virrey interino,


lo recibi en una entrevista pblica y otra privada, eludiendo toda posibilidad de compromiso con el corso. Sassenay debi partir de inmediato de regreso para su pas, pero en Montevideo, Francisco Javier de Elo,
que haba sido nombrado gobernador de esa plaza por Liniers, lo hizo
detener y luego lo remiti prisionero a Espaa. Liniers emiti dos das
despus una proclama acordada en Junta General con el Cabildo y la
Audiencia de Buenos Aires, por la que dio cuenta de las ltimas novedades y fij el da 21 para la jura de Fernando VII. Con todo, no logr
despejar la atmsfera de duda que se haba creado en su torno.
Para complicar aun ms el panorama, el 23 de agosto siguiente
lleg a Buenos Aires el brigadier Jos Manuel de Goyeneche criollo
nacido en Arequipa enviado de la Junta de Sevilla para asegurar los
vnculos con la metrpoli, quien, con sus intrigas contribuy a separar
a los partidos revolucionarios. Elo, alentado por Goyeneche y apoyado por el grupo de lzaga, se insubordin entonces contra Liniers y
qued, el da 21 de septiembre de 1808, a la cabeza de una Junta local
independiente de la autoridad del virrey.
Entre tanto, el grupo de Castelli, creyendo entrever una coyuntura favorable, se decidi a enviar una Memoria a la princesa Carlota. Este
documento, fechado el 20 de septiembre de 1808, est firmado por
Castelli, Beruti, Vieytes, Nicols Rodrguez Pea y Belgrano, en ese
orden; cinco de nuestros principales amigos, como dice Saturnino
Rodrguez Pea desde Ro de Janeiro. Fue redactado por Castelli y
constituye el verdadero manifiesto de la revolucin. En l, luego de
pasar revista a la desgraciada situacin de la Pennsula y puntualizar el
repudio a la Junta de Sevilla, como asimismo a los ineptos gobernantes
del territorio americano, se concluye con estos significativos conceptos,
que ponen de relieve el pensamiento de sus promotores:
Si habitamos un suelo que no ha conocido la libertad y que ahora ms que
nunca se procura coartar, aun en la opinin racional por un Gobierno opresor: si
no obstante esto nos exponemos al riesgo que amenaza a nuestra seguridad individual, y a la suerte de nuestras familias; es seguramente, con el noble fin y esperanza de merecer dispense V:A:R: y el Seor Infante Dn. Pedro Carlos, su proteccin y fomento, con el Gobierno, a estos Reynos que son el retrato de las delicias y mineral de la opulencia.7
7.

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ARIOSTO FERNNDEZ, Manuel Belgrano y la princesa Carlota Joaquina, 83-87.

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Vieytes, en nombre del grupo carlotino, lo invit a Saavedra a participar del proyecto, pero ste se neg, con lo cual las posibilidades de
xito quedaron visiblemente disminuidas.
Un hecho fortuito contribuy en ese momento a quebrar nuevamente las ilusiones forjadas por los jvenes ilustrados, la princesa
Carlota, a causa de que Gran Bretaa se convirti en aliada de Espaa
en la guerra contra Napolen, denunci a Saturnino Rodrguez Pea e
hizo detener en Montevideo al comisionado de ste, Diego Paroissien,
joven ingls llegado al Plata durante las invasiones quien era portador de comprometedores documentos. Liniers, de inmediato hizo iniciar la clebre Causa Reservada contra los conspiradores. Sin embargo, Castelli, jefe del grupo, no fue procesado. Compareci como testigo y luego se encarg de la defensa del nico inculpado que fue
Paroissien. Es importante destacar que en esta emergencia, su alegato
se bas en la tesis del Pacto Poltico sustentada por el telogo jesuita
Francisco Surez, que ms tarde habra de esgrimir en el cabildo abierto del 22 de mayo de 1810, como doctrina jurdica de la Revolucin.

4. El grupo de Saavedra
De esta manera, al cerrarse el ao 1808, el grupo de Castelli qued
desplazado por un nuevo fracaso y, por aadidura, seriamente comprometido en un proceso cuyas consecuencias no podan preverse claramente. El grupo de Saavedra, todava leal a Liniers, segua a su jefe
que opacamente cumpla con su deber de lealtad a la Corona espaola
en un momento de gran confusin y desconcierto. Fue entonces que
entr en juego el grupo de lzaga, que desde las invasiones inglesas se
haba mantenido a la expectativa, esperando su oportunidad.
Fue en esas condiciones que la invasin francesa en Espaa, la
abdicacin de Carlos IV, la nacionalidad de Liniers, sus cartas con
Napolen, la visita del marqus de Sassenay, fueron hechos que exacerbaron los nimos de los alzaguistas, concluyendo en los preparativos de la revolucin.
Proyectado el movimiento primeramente para el 17 de octubre de
ese ao 1808, estall el 1 de enero del siguiente, quedndose simplemente en una asonada. En la gestacin de ese proyecto estuvieron presentes en los primeros momentos los integrantes del grupo de Castelli,

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pero posteriormente, debido a la primaca que lzaga quera dar a los


europeos, se separaron de la causa, volcndose y aun estimulando a las
fuerzas de represin.
Los hechos posteriores demostraron la exactitud de la prediccin de
Castelli. Por ello Saavedra y su grupo se opusieron al movimiento y fueron los encargados de reprimirlo. Como hemos dicho, los carlotistas
primero adhirieron al movimiento de lzaga, pero luego, cuando advirtieron sus verdaderas intenciones, corrieron a los cuarteles en bsqueda
de los saavedristas para paralizar la accin. Desde entonces data la jefatura de Saavedra sobre este grupo, debido a la inoperancia de Liniers. El
grupo de Saavedra sali altamente beneficiado de estos sucesos, por
cuanto a partir de entonces se convirti en el rbitro de la situacin.
Pocos das despus, el 6 de enero lleg a Buenos Aires la noticia
de la constitucin en la metrpoli de la Suprema Junta Central con
sede en Madrid. Liniers aprovech entonces la oportunidad que se le
brindaba para demostrar su lealtad a Espaa, y dos das ms tarde realiz el solemne juramento de la Junta Central. Adems, como en el
caso de los carlotinos, hizo iniciar contra lzaga y sus seguidores el
denominado Proceso por tentativa de independencia y procedi a la
disolucin de los regimientos comprometidos. En cuanto al inquieto
alcalde de Buenos Aires, fue deportado a Carmen de Patagones, desde
donde Elo lo hizo rescatar, llevndolo a Montevideo.

5. Los sucesos de 1809


El ao que se iniciaba con tan agitados acontecimientos, fue prdigo en hechos de graves consecuencias para la vida de esa pacfica ciudad de Buenos Aires que haba asomado al siglo XIX plena de sobresaltos. Fue en esas circunstancias que se produjo el 25 de mayo de ese
ao 1809 una revolucin de tono domstico en Chuquisaca, pero lo
suficientemente importante para que trascendiera hasta las orillas del
Plata, provocando el consiguiente enardecimiento de los nimos ya
encendidos. Poco despus, el 16 de julio, se reproduca en escala
mayor el episodio en La Paz, dejando el primer saldo de vctimas en
las tierras del Virreinato.
Y con estos singulares auspicios, tuvo lugar la llegada al Ro de la
Plata y a Buenos Aires, del nuevo virrey designado por la Junta

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Central, constituida en Espaa, entonces trasladada a Sevilla, Baltasar


Hidalgo de Cisneros, oportunidad que trat de aprovechar el grupo
saavedrista para llevar a cabo la postergada revolucin. El movimiento deba estallar como manifestacin de resistencia a la autoridad de
Cisneros y, consecuentemente, de apoyo al ya oscurecido hroe de la
Reconquista, Santiago de Liniers.
El proyecto tena envergadura y haba logrado concitar el apoyo
de los dos grupos revolucionarios ms importantes, y hasta de algn
miembro del grupo espaolista, de tal manera que hubiera sido coronado por el xito a no ser la actitud asumida en la emergencia por
quien deba ser la cabeza de la revolucin. Liniers se neg a prestar su
adhesin a pesar de la presin que sobre l ejercieron las fuerzas militares y el clamor popular hacia quien hasta entonces haban tenido por
su caudillo. Cisneros lo llam desde Montevideo, adonde haba llegado el 30 de junio, para que pasase a entregarle el mando del Virreinato
a la Colonia del Sacramento, para evitar as su entrada en Buenos Aires
sin el ejercicio del poder, y Liniers dcilmente se avino a cumplir con
lo que se le ordenaba, contradiciendo hasta el expreso pedido de una
manifestacin popular que segn cuenta Martn Rodrguez, tuvo
lugar frente a su casa para impedirle su viaje a la Colonia.
Los jefes militares, inclusive Saavedra, inhibidos de actuar por esta
defeccin, aceptaron finalmente al nuevo virrey, con la condicin de
que Elo desplazado del gobierno de Montevideo por la disolucin
de la Junta no fuera nombrado jefe de las tropas y de que se mantuvieran los regimientos de milicias, base de su podero.
Cisneros arrib finalmente a Buenos Aires el 29 de julio, debiendo afrontar de inmediato el problema planteado por el levantamiento
del da 16 de ese mes en La Paz, circunstancia que aprovech para alejar de la capital a varios cuerpos de los regimientos de patricios y arribeos, que fueron remitidos al norte para reprimir el movimiento.
Otros contingentes fueron enviados a las guarniciones de Montevideo,
Patagones y las fronteras con el indio. En definitiva, como comenta
Manuel Moreno: su venida pareci ms bien la entrada de un general
en un pas enemigo, que la de un Jefe Nacional mandado para restituir
el orden, y deseado en el territorio que iba a presidir.8
8. M. MORENO, Vida y memorias del doctor don Mariano Moreno, en Biblioteca de Mayo.
Coleccin de obras y documentos para la historia argentina, Buenos Aires, 1960-68, T. II, 1222-23.

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Entre tanto, los carlotistas proseguan por medio de Belgrano sus


gestiones ante la princesa del Brasil. En efecto, a principios de ese ao
1809, tuvo lugar el viaje al Ro de la Plata del emisario de la infanta
Carlota, Felipe Contucci, con lo cual tomaron nuevo impulso las
enfriadas negociaciones. A su vez, los alzaguistas desesperaban de
Cisneros, en quien haban credo encontrar un aliado, y se quejaban de
que los cuerpos europeos, disueltos despus del 1 de enero, no fueran
restaurados.
Cabe recordar, por ltimo, que al finalizar ese ao 9, como consecuencia del tratado de alianza contra Napolen, firmado en enero
entre la Junta Central y el gobierno britnico, se produjo la apertura
del puerto de Buenos Aires al comercio con los ingleses. Hecho que, a
pesar de las limitaciones impuestas, determin la afluencia de sbditos
de esa nacionalidad a estas playas, los que apoyaron decididamente al
movimiento revolucionario.

6. Preparacin del estallido revolucionario


Como ajustadamente lo expresa el propio Saavedra en la Solicitada
que publicara en la Gaceta Mercantil del 25 de mayo de 1826:
La Revolucin la prepararon gradualmente los sucesos de Europa. Los patriotas en sta nada podan realizar sin contar con mi influjo y el de los jefes y oficiales militares que tenamos armas en la mano. Cuando lleg el momento de
sazn di los pasos para verificarla con toda la circunspeccin y energa que es
sabida por notoriedad, y el voto pblico lo acredit en destinos que me coloc,
presidiendo el pas, pues afortunadamente viven muchos de aquellos das; el que
se atreva a desmentir esta asercin, presntese.9

En efecto, a fines de 1809, la situacin de la Pennsula se haba


agravado considerablemente. Napolen Bonaparte, que se encontraba
en Espaa, obtuvo los triunfos del Gamonal, Tudela y Somosierra, y
el 3 de diciembre volvi a entrar en Madrid, reponiendo a su hermano
Jos en el trono. La Junta Central ante el avance arrollador de los franceses debi retirarse a la isla de Len. En Cdiz decret su disolucin,
9. Cit. por Carlos Alberto Pueyrredn. 1810. La Revolucin de Mayo segn amplia documentacin de la poca, Buenos Aires, 1953, 317.

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y en su lugar se constituy el 29 de enero de 1810 el Consejo de


Regencia. Todo estaba perdido.
Estas importantes novedades demoraron en llegar a Buenos Aires
hasta el mes de mayo pero, dos meses antes, un suceso de importancia
habra de preparar los nimos ya predispuestos para el estallido revolucionario. Liniers, despus de la entrega del mando a Cisneros, haba
pasado a Crdoba con el fin de arreglar algunos asuntos privados, para
luego viajar a Espaa; pero en marzo de 1810 lleg la orden de que se
trasladara inmediatamente a la Pennsula.
Concomitantemente haba llegado a Buenos Aires la noticia de la
cada de Gerona, en Espaa, y de las ejecuciones ordenadas por Jos
Manuel de Goyeneche en La Paz, en el Alto Per. Hecho este ltimo
que puso en evidencia sobre la violenta represin desatada por los funcionarios espaoles de estada en Amrica, lo cual era un ejemplo nada
alentador por cierto. Estos dos episodios, bien aleccionadores, movieron a la accin a los saavedristas.
Al saberse las ltimas noticias de la Pennsula debido a la circulacin de las gacetas inglesas, llegadas a Buenos Aires el 14 de mayo de
1810 y publicadas de inmediato por orden del virrey, Saavedra y
Castelli, que se encontraban accidentalmente en San Isidro, donde
ambos ocupaban propiedades vecinas, fueron llamados con urgencia a
Buenos Aires. Para contener la accin revolucionaria a punto de desatarse, el virrey lanz una proclama pacificadora, cuyos primeros
ejemplares, aunque llevan fecha 18 de mayo, estuvieron en la calle probablemente el 19 a la noche.
En esas circunstancias, al decidir los conspiradores la revolucin,
Saavedra y Belgrano fueron comisionados para entrevistar al alcalde de
primer voto, Juan Jos de Lezica, en tanto que Castelli fue enviado
ante el sndico procurador del Ayuntamiento, Julin de Leiva, con el
objeto de pedir la separacin del virrey y la convocatoria a un cabildo
abierto para elegir un nuevo gobierno. Pero como esta gestin no
prosperara, al da siguiente, a estar con las Memorias de Martn
Rodrguez, se resolvi enviar una nueva comisin, esta vez ante el propio virrey, a los efectos de requerirle una contestacin definitiva, y
para desempearla se eligi al propio Rodrguez y a Castelli. Como se
ve, en la eleccin de ambas comisiones se tuvo presente el equilibrio en
la representacin de los dos grupos que conducan el movimiento.
En la noche del mismo da 20, los comandantes fueron citados al

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fuerte para una audiencia con el virrey y las tropas fueron acuarteladas. A la maana siguiente, la presin ejercida por la presencia en la
Plaza Mayor de la Legin Infernal, integrada por 600 hombres que
respondan al grupo de Castelli; y de los patricios de Saavedra, decidi
a Cisneros a autorizar la reunin de un cabildo abierto, pero como
maniobra dilatoria para evitar su cesacin inmediata en el mando. Era
evidente que el grupo de Saavedra haba asumido decididamente la
conduccin del proceso revolucionario, dispuesto a llevarlo hasta sus
ltimas consecuencias. Accin en la que era eficazmente secundado
por el grupo de Castelli, que se haba resignado a aceptar la autoridad
del caudillo popular.

7. La Semana de Mayo
El 22 de mayo tuvo lugar el magno acontecimiento. En esa ocasin le cupo a Castelli una de sus ms importantes actuaciones al pronunciar, probablemente, el ms slido y encendido discurso de la jornada. Como es sabido, Castelli sostuvo en esa emergencia la doctrina
de la reversin de los derechos de la soberana al pueblo de Buenos
Aires por ausencia del monarca, sostenida por el jesuita Francisco
Surez y, en general, por los telogos y juristas espaoles desde el siglo
XVI al XVIII; que fue el argumento jurdico fundamental de la revolucin. A tal punto, que el fiscal Manuel Villota, que sucedi a Castelli
en su exposicin, no pudo menos que admitir el fundamento de la
soberana sostenido por los revolucionarios.10
El resultado de la votacin subsiguiente puso de relieve la estrategia empleada por los revolucionarios en esta eventualidad, la cual se
bas fundamentalmente en la promocin circunstancial y ficticia, de
un tercer bloque o partido, integrado en su mayora por los oficiales
espaoles que no estaban comprometidos con el movimiento, pero
que por respeto a la jerarqua militar lo siguieron a Ruiz Huidobro,
ansioso de obtener el mando. Su constitucin fue exclusivamente el
resultado de una hbil maniobra poltica para quebrar la oposicin a la
10. Sobre Francisco Surez, ver: Francisco Surez, el filsofo de la emancipacin hispanoamericana, en: GUILLERMO FURLONG, Los jesuitas y la escisin del Reino de Indias, Buenos Aires,
Amorrortu, 1960.

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revolucin, y arrastr consigo toda la opinin independiente a favor


de la deposicin del virrey, pero es menester aclarar que este partido
no haba existido antes ni subsisti despus. Fue slo un engendro de
las circunstancias.
En cuanto al grupo de lzaga, no asisti por estar ste arrestado,
aunque los patricios lo invitaron. Desterrado a Carmen de Patagones
despus del movimiento del 1 de enero de 1809, fue liberado por Elo
quien lo hizo pasar a Montevideo, y meses ms tarde, con la llegada de
Cisneros al Ro de la Plata, el 8 de octubre de ese mismo ao, haba
regresado a Buenos Aires. Poco despus el propio Cisneros lo hizo
prender teniendo su casa por crcel por su notoria accin revolucionaria y la prosecucin del Proceso por Independencia. Y llegado el
caso del cabildo abierto del 22 de mayo, el grupo de Saavedra quiso
incorporarlo de una manera activa a la revolucin, pero lzaga se neg
a secundar su iniciativa. En cuanto a los miembros de su grupo, hurfanos de conduccin, adoptaron las ms diversas posiciones.
El Cabildo, a quien se haba conferido la facultad de nombrar el
nuevo gobierno, constituy el 24 de mayo una Junta Provisional,
integrada por el ex virrey Cisneros, asociado con Juan Nepomuceno
Sol, cura rector de Montserrat; Juan Jos Castelli, abogado de la
Real Audiencia; Cornelio Saavedra, primer comandante del cuerpo
de patricios y Jos Santos Inchaurregui, vecino y comerciante. La
Junta sera presidida por Cisneros, quien conservaba el mando de las
armas.
A las tres de la tarde de ese mismo da juraron los integrantes del
nuevo gobierno, lo que, desde el punto de vista revolucionario, indudablemente representaba un progreso sobre la situacin anterior, por
cuanto, si bien subsista Cisneros al frente del ejecutivo, su autoridad
ya no emanaba de un organismo europeo, como era la Junta Central
de Sevilla, sino del pueblo mismo de Buenos Aires. En verdad ste fue
el primer gobierno autnomo consentido por los grupos revolucionarios, y no el del 25 de mayo.
Y esto es evidente, en la Junta haban entrado los jefes de los dos
grupos revolucionarios ms importantes, esto es, Saavedra y Castelli;
adems figuraban dos destacados miembros de esa estructura de circunstancias que fue el denominado partido moderado, que por
otra parte, haban votado la cesanta del virrey en el mando, es decir,
Sol e Inchaurregui; y por ltimo el propio Cisneros, que era la figu-

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ra ms prominente del partido metropolitano. El grupo de lzaga


haba quedado al margen, e inclusive Ruiz Huidobro, cabeza visible
del partido conciliador, de acuerdo con la consigna, no figuraba en
la Junta.
La Junta era, en definitiva, fruto de la conciliacin, pero significaba un triunfo revolucionario, el propio Saavedra afirm posteriormente que pudiendo ser presidente en el primer instante, introdujo al ex
virrey. Sin embargo, los revolucionarios podan aceptar compartir el
mando poltico con el ex virrey pero no podan consentir que ste conservara la suprema autoridad militar.
En consecuencia, esa misma noche del 24, a las diez, la Junta
renunciaba en pleno. Su duracin haba sido efmera, pero como
escribe Gervasio de Posadas en su Autobiografa, no se alcanza la
razn que haya tenido el den de Crdoba doctor don Gregorio Funes
[y los historiadores subsiguientes] para olvidarse de esta primera Junta
en su Bosquejo de la Revolucin que ha dado a la prensa.11 Llama la
atencin que entre nosotros no se haya admitido a esta Junta presidida por el ex virrey como el primer gobierno revolucionario, cuando
adems de las razones apuntadas, constituye un hecho similar al que
tuvo lugar por la misma poca en Venezuela o en Nueva Granada.
Probablemente la omisin se deba al hecho de que se nos haya acostumbrado a llamar a la revolucin como del 25 de mayo, fecha en la
que, en realidad, culmin el proceso que se haba iniciado el 21 con la
manifestacin de fuerza en la plaza Mayor.

8. Las razones que explican la lista


De inmediato se elabor la lista de los integrantes de la nueva corporacin, que fue presentada en la maana del 25 de mayo al Cabildo
y que ste se vio obligado a proclamar. Encabezaba la nmina el coronel Cornelio de Saavedra como presidente y comandante general de
Armas, seguido por el Dr. Don Juan Jos Castelli como primer vocal;
el licenciado D. Manuel Belgrano, segundo vocal; D. Miguel
Azcunaga, tercer vocal; D. Manuel Alberti, cura de San Nicols,
cuarto vocal; D. Domingo Matheu, quinto vocal; D. Juan Larrea, sexto
11. G. DE POSADAS, Autobiografa, en Biblioteca de Mayo, Cit. T. II, 1410.

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vocal; Dr. D. Juan Jos Paso, primer secretario y Dr. D. Mariano


Moreno, segundo secretario. Como se ve, haba en la Junta del 25 un
orden de prelacin generalmente omitido, que era sin embargo de gran
importancia, sobre todo en aquella poca en que mucho se valoraba el
protocolo. Habitualmente se menciona a Saavedra en primer trmino
y seguidamente a los secretarios, comenzando por Moreno, con lo cual
se pretende llevar a ste, ficticiamente, a un primer plano que no tuvo
en ningn momento en aquellos acontecimientos.
Es importante sealar, asimismo, que este ordenamiento figura
sin excepcin en todos los testimonios de la poca y se mantiene en
todos los documentos suscriptos a partir de entonces por los miembros de la Junta, inclusive despus del famoso decreto de supresin de
honores, del 6 de diciembre de 1810, por el cual se estableca la absoluta igualdad entre el presidente y los vocales, sin ms diferencia que
el orden numrico y gradual de los asientos. Por la tarde, en la Sala
Capitular, los electos tambin en el citado orden juraron sobre los
Santos Evangelios desempear lealmente el cargo y conservar ntegra
esta parte de Amrica al Augusto soberano, el Seor Don Fernando
Sptimo y sus legtimos sucesores, y guardar puntualmente las leyes
del Reino.
En este lugar se plantea un interrogante: dnde y cmo se elabor esta lista? Por qu se escogieron stos y no otros nombres para
integrarla?
Sobre el nombramiento de Saavedra como cabeza del nuevo
gobierno, no caben mayores consideraciones. Resulta evidente su primaca tanto en la elaboracin como en la ejecucin del movimiento en
su carcter de jefe del grupo ms fuerte y mayoritario. Tampoco puede
ofrecer dudas la inclusin de Castelli en el segundo lugar de la Junta.
Fue el conductor del grupo carlotino y no es necesario repetir sus
mritos, acumulados a todo lo largo del proceso que llev al estallido
revolucionario. El nombre de Belgrano, que aparece en tercer trmino,
aunque se explica perfectamente por sus antecedentes revolucionarios
y por su estrecho contacto con su primo Castelli la abuela materna de
Castelli y el abuelo paterno de Belgrano eran hermanos. En cuanto a
Azcunaga, que sigue en orden de importancia en la Junta, haba sido
regidor, alfrez real, alcalde de segundo voto, sndico procurador y era
en ese entonces comandante de milicias provinciales de infantera y
perteneca a una familia de arraigo de la aristocracia portea.

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Al respecto cabe sealar que la Junta estaba integrada en su absoluta mayora por advenedizos en la sociedad del Ro de la Plata. En
verdad, era el triunfo de una burguesa ascendente, que reclamaba el
poder poltico, como complemento del poder econmico y social que
ya ostentaba.
El quinto lugar le correspondi al padre Alberti, que ejerca
entonces el curato de San Benito de Palermo, reciente subdivisin de
la parroquia de San Nicols, y haba sido cura de Maldonado en la
Banda Oriental. Larrea y Matheu fueron los ltimos vocales incluidos,
europeos los dos, y antiguos partidarios de lzaga, lo cual probablemente haya influido en su designacin. Ambos eran econmicamente
poderosos.
En cuanto a los dos secretarios: Paso entr seguramente por el
grupo de Castelli y sobre todo por su brillante actuacin en la asamblea del 22 de mayo; y Moreno, por el grupo de lzaga, como vemos
prdigamente representado, a pesar de no haber estado presente en
forma activa en los ltimos acontecimientos. Moreno tena estrecha
amistad con lzaga, a quien protegi ostensiblemente durante su permanencia en la Junta. Es importante sealar que Paso y Moreno ocupaban los ltimos lugares en la Junta, tanto es as, que no se les confiri voto al momento de la ereccin de la misma, aunque poco despus
se revirti este criterio.
El ulterior alejamiento de Castelli rumbo al Alto Per, y el de
Belgrano hacia el Paraguay, dio a Moreno la primaca y conduccin del
antiguo grupo carlotino, entonces prendado de sus singulares condiciones. De ah en ms la enconada lucha entre morenistas y saavedristas.
As como llama la atencin la inclusin de determinados nombres
en la Junta del 25 de mayo, no se explica claramente la omisin de otros
que fueron actores de primera lnea durante la gestacin y ejecucin del
movimiento revolucionario: Martn Rodrguez, Viamonte, Ortiz de
Ocampo, los Balcarce, Chiclana, del grupo de Saavedra; Nicols
Rodrguez Pea, Vieytes, French, Beruti, del grupo de Castelli, fueron
dejados de lado para dar lugar a Azcunaga, Larrea, Matheu y Moreno,
que no haban participado activamente en la promocin de los ltimos
acontecimientos. Evidentemente, hubo una transaccin e integracin
entre los grupos, que exigi el sacrificio de varios de los principales protagonistas. stos debieron esperar el curso de los hechos o aceptar el
desempeo de otros cargos de menor importancia.

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9. Hacia una posicin definidamente cristiana


A poco de instalada la segunda Junta comenzaron a manifestarse las
contradicciones internas, debido al carcter heterogneo de los grupos
polticos que la integraron. Sin embargo, el enfrentamiento formal no se
produjo hasta diciembre de 1810, con motivo de la sancin del famoso
decreto de supresin de honores, destinado a limitar el poder de
Saavedra. Para esa poca como hemos dicho Castelli se haba alejado
de Buenos Aires; lo mismo haba ocurrido con Belgrano y otros jefes
revolucionarios. Entre tanto, Moreno haba ido adquiriendo mayor
envergadura, hasta convertirse en la figura ms representativa de la tendencia ms radicalizada dentro del gobierno, que pretenda darle un
sesgo jacobino y terrorista a la revolucin. Hecho que qued evidenciado a travs del contenido del discutido Plan de Operaciones, cuya autora se atribuye precisamente al segundo secretario de la Junta.
La votacin del 18 de diciembre, en la que se decidi la incorporacin de los diputados del interior, signific la derrota de Moreno y,
consiguientemente su alejamiento de la Junta y su salida de Buenos
Aires en misin diplomtica rumbo a Inglaterra, en cuyo trayecto,
como es sabido, falleci.
Refirindose a estos acontecimientos, Saavedra le dice a Chiclana
en una extensa y significativa carta del 15 de enero de 1811: El
Sistema Robespierriano que se quera adoptar en sta, la imitacin de
la revolucin francesa que intentaba tener por modelo, gracias a Dios
que han desaparecido....12
No obstante, la salida de Moreno no determin el fin del morenismo, que se nucle en la primera Sociedad Patritica, fundada a principios de marzo de 1811, colocndose en abierta oposicin al saavedrismo. Pero la pueblada o primera montonera como la llama Posadas
en sus memorias del 5 y 6 de abril de 1811, le dio, aunque por poco
tiempo, el control de la situacin al saavedrismo, que constitua el sector ms ortodoxo y popular dentro del proceso revolucionario.
French, Beruti, Donado, Posadas y Vieytes fueron expatriados.
Yerran quienes atribuyen a Saavedra y sus seguidores una tendencia conservadora. Este grupo era tan revolucionario como su antago12. Transcripta por ENRIQUE RUIZ GUIAZ en El presidente Saavedra y el pueblo soberano de
1810. Apndice documental, Buenos Aires, Estrada, 1960, 575-76.

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nista, como lo demostr a travs de la adopcin de drsticas medidas


cuando fue necesario, pero entenda que deba procederse mesuradamente y de acuerdo con las circunstancias: no el Terror, sino la
Justicia y la Razn son los agentes en nuestros conatos, deca
Saavedra en otra carta a Chiclana, sealando con ello el verdadero
derrotero de la revolucin.
Con estas palabras, Saavedra y su grupo, que sabemos era mayoritario dentro del elenco revolucionario, se ubicaban en una posicin
definidamente cristiana, de contenido americanista y profundo sentido nacional y popular, que a partir de entonces aflorara peridicamente en nuestro devenir histrico, en pugna con la orientacin liberal y progresista sustentada entonces por el morenismo.
JORGE MARA RAMALLO
30.07.10 / 20.08.10

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