Camino Real Persa
Camino Real Persa
Camino Real Persa
Resumen:
La red viaria implantada por los monarcas de la dinas a aquemnida conect los centros de gobierno
provincial en Asia Menor, Egipto y Fenicia en el oeste, la India, Aracosia, Bactria y Sogdia en el este, con las
capitales del Imperio, Babilonia, Ecbatana, Susa y Perspolis. Cmo eran estas vas es di cil de dilucidar,
aunque lo que es seguro es que stas fueron lo suficientemente amplias y slidas como para dar cabida y
soporte al paso de los carros, aunque una obra de tan extensa amplitud requiri un importante esfuerzo
por parte del Estado aquemnida. Todo apunta as a la existencia de una organizacin oficial des nada a
ampliar, modificar, reparar y trazar esta compleja red de caminos.
Palabras Clave: Camino real, aquemnida, pavimentacin, carro, constructores de caminos.
Abstract:
The road network implemented by the monarchs of the Achaemenid dynasty connected the provincial
government centers in Asia Minor, Egypt and Phoenicia in the west, India, Arachosia, Bactria and Sogdia in
the east, with the capitals of the Achaemenid Empire, Babylon, Ecbatana, Susa and Persepolis. How these
routes were, it is dicult to explain, but what is evidence is that they were suciently ample and robust
to accommodate and support the passage of carriage, despite the fact that a work of such vast extent required an important eort by the Achaemenid State. Everything thus points to the existence of an ocial
organiza on designed to expand, modify, repair and draw this complex roads network.
Key Words: Royal Road, Achaemenid, paving, carriage, road builders.
Las vas reales del Estado aquemnida fueron calificadas por las fuentes clsicas
como caminos de carros (amaxitos)2, debido, fundamentalmente, a que eran transitadas con frecuencia por estos vehculos. Esta u lidad vendra a demostrar la evidente
calidad de estas vas reales, puesto que estaran bien cuidadas y contaran con una importante anchura para facilitar las comunicaciones3, aunque hay que tener en cuenta
tambin que no todos los caminos presentaran estas mismas comodidades4. Del mismo
1 Ar culo recibido el 16-2-2012 y aceptado el 7-9-2012
2 Jenofonte, Anab., I, 2.21 (hodos amaxitos cerca de las Puertas Cilicias); cf. igualmente Arriano, III, 16.2
(entre Gaugamela, Babilonia y Susa); Arriano, III, 18.1 (amaxitos) y Quinto-Curcio, V, 3.16 (iter campestre)
entre Fahln y Perspolis; Arriano, III, 23.2 (en Hircania).
3 P. Briant, Rois, tributs et paysans, Paris, 1982, pp. 161-173.
4 P. Briant, De Sardes Suse, AchHist 6, 1991, nota 26.
modo que el trmino transmi do por las fuentes griegas, la an gua palabra persa u lizada para designar a los caminos era ratha, vocablo que deriv para hacer referencia a los
caminos de carros5. De todos modos hay que poner de relieve que este trmino griego,
amaxitos, no indicaba que tales vas tuvieran que estar necesariamente pavimentadas
(Jenofonte, Anab., I, 1.21; Arriano, III, 18.1).
Tuvo que tratarse ms bien de caminos de erra ms o menos anchos, pero a
la vez bien cuidados y balizados por la administracin aquemnida. En la an gua Mesopotamia, las excavaciones realizadas en la an gua Erid, descubrieron una superficie
de una calle de marga comprimida. Esta compactacin pudo ser realizada por medio de
rodaduras y compresiones ar ficiales, aunque es ms probable que se creara por el paso
del trfico a lo largo del empo. Las opiniones que demandan que el rodillo de piedra
fue inventado y u lizado por los babilonios no se han confirmado, aunque se han hallado rodillos de piedra caliza u lizados para aplanar las azoteas de barro en Khorsabad,
por lo que no se puede descartar que este instrumento fuera empleado para aplanar
los caminos de erra. De todas formas no se puede descartar, a juzgar por los hallazgos
realizados, que exis eran tramos pavimentados en las proximidades de las ciudades ms
importantes del Imperio o en tramos de cierta importancia.
Los caminos pavimentados en el Prximo Oriente estuvieron restringidos normalmente a las calles y a las entradas principales de las ciudades que actuaban como
capitales6, donde la pavimentacin se realizaba con piedra o ladrillos, aunque tambin
se sola aplicar una superficie de brea o betn7. En el pa o del enorme templo de SinShamash en Aur se ha hallado un peculiar camino procesional que consis a en una
capa de ladrillos en asfalto, fechados, por las inscripciones que portaban, en el reinado
de Sargn II (Fig. 1). Las losas de yeso contenan surcos ar ficiales producidos por el paso
de las ruedas (de unos 70 cen metros aproximadamente). Pavimentos similares con las
mismas seales se observan tambin en el pasillo del banquete de Senaquerib y en el
Templo de Aur en la ciudad del mismo nombre. Sabemos tambin de la existencia de
un camino pavimentado, con losas poligonales de piedra caliza, que se diriga desde el
palacio de Sargn, cerca de Nnive, hasta el Tigris, aunque no presentaba ni combaduras
ni aceras8.
En Babilonia tambin existe un buen ejemplo de cmo eran los caminos pavimentados
en el periodo neo-babilnico. El gran camino procesional Aiburshabu (Fig. 2) se diriga
desde la puerta de Itar del palacio situado en la colina de Kasr hasta el complejo templa5 D. F. Graf, The Persian Royal Road System in Syria-Pales ne, Trans 6, 1993, p. 150.
6 D. D. Luckenbill, Ancient Records of Assyria and Babylonia, Chicago, 1926-1927, Vol. II, pp. 474-476. Sobre la existencia de caminos pavimentados dentro de las ciudades mesopotmicas ver R. J. Forbes, Notes
on the history of ancient roads and their construc ons, msterdam, 1934, pp. 75-80.
7 J. Wiesehfer, Ancient Persia, Londres, 2007, p. 76.
8 R. J. Forbes, op. cit., 1934, p. 73.
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Fig. 1- Camino procesional en el Templo de Ishtar en Asur. Dibujo de R. J. Forbes, 1934, p. 78.
rio del Esagila en la colina de Amram, donde se adoraba al principal dios del panten babilnico, Marduk. La va iba en lnea recta durante unos 1.200 metros antes de girar hacia
la derecha para con nuar sobre 500 metros hasta un puente situado sobre el ufrates.
Este camino que parece haber sido erigido por Nabopolasar, o quizs fuera anterior, fue
reconstruido en el reinado de Nabucodonosor. La calle fue pavimentada en una anchura
de 10 a 20 metros con losas tradas desde dis ntas partes del imperio; el camino estaba
formado por tres o ms capas de ladrillos en argamasa bituminosa. La parte media de
la superficie del camino estaba formado por losas de piedra caliza (105 x 105 x 35 cenmetros) trada del Lbano, mientras que los bordes de la va estaban cons tuidos por
losas rojas y blancas de brecha (66 x 66 x 20 cen metros) procedentes de Kapridargila,
cerca de Tell Barsip, sobre el ufrates. Este pavimento fino no se repite en otros caminos
procesionales, donde tres capas de ladrillos en argamasa bituminosa forman generalmente el nico pavimento, como se observa en la va procesional que se diriga desde
la puerta de Nabnido, aunque su superficie tena una capa especialmente gruesa, de
5 cen metros, de almciga. Sin embargo, durante el periodo Aquemnida, este po de
pavimentacin parece haberse desarrollado poco o nada en su construccin.
De todas formas se han hallado otros ejemplos de pavimentacin en las principales arterias que conectaban las capitales reales persas en Irn, lo que podra estar
sealando que tales caminos fueron pavimentados por los frecuentes viajes que el Gran
Rey aquemnida realizaba entre sus residencias reales, facilitando por ello los desplazamientos de la corte9. De este modo se han hallado restos de guijarros, as como grava de
9 M. T. Mostafavi, The Achaemenid royal road post sta ons between Susa and Persepolis, en A survey
of Persian art XIV, Tehern, 1967, p. 3010; D. F. Graf, op. cit., 1993, p. 150; idem, The Persian Royal Road
System, AchHist 8, 1994, p. 173.
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piedra pavimentada, dispuestos sobre el terreno en una anchura que comprende entre
los 5 y los 7 metros, cerca de Kh-i Qale10 y Kh-i Shahrak11, en el corazn de la regin
iran de Frs. Hay inves gadores que han relacionado estos restos con los de un canal,
aunque la inexistencia de estas estructuras al sureste de Kh-i Qale apoya la interpretacin de que estos restos formaban parte de una an gua va pavimentada, que ha sido
fechada en el periodo aquemnida12.
An ms al noroeste, en Kh-i Shahrak (en la actual Baiza), Nichol descubri un
camino pavimentado de piedra de 5 metros de anchura en el estrato ms bajo del emplazamiento. El camino fue construido con una capa de grava de piedra, cuyo grosor
alcanza los 15 cen metros. El lado sur del camino ene un bordillo hecho de piedras
adobadas (30 x 20 x 17 cen metros), afirmando ste que tales piedras fueron trabajadas usando las mismas tcnicas de albailera que se observan en la presa-terrapln
aquemnida de Bard Burideh II13. Igualmente un camino de piedra, fechado tambin en
el periodo aquemnida, fue iden ficado entre Asartepe y Sarmisakli Tepe14, en la zona
occidental de Anatolia.
En Gordion, Frigia, se ha hallado un tramo pavimentado de un camino que desde
la ciudad frigia se diriga al este hacia Ancyra y que se man ene en un buen estado de
conservacin. Este tramo mide aproximadamente 6,25 metros de anchura, con una superficie dura de grava, bordeada por una serie de sillares o bordillos de piedra en el margen,
con una espina o cresta en el centro, dividiendo el camino en dos carriles; el piso estaba
formado por un pavimento uniformemente empedrado, sobre un basamento de grandes
piedras, que poda soportar el peso de grandes carros15. A par r del corte estra grfico
se pueden observar tres diferentes niveles de construccin, donde los casquetes hallados
debajo del lecho, con paralelos en los sepulcros de Gordion del perodo arcaico y del periodo lidio, han sido datados a finales del siglo VI a.C., proporcionando una cierta base para
su iden ficacin como parte del camino real aquemnida16, aunque su aspecto general
parece llama vamente romano17. Por otra parte, no aparece ninguna evidencia en otra
parte de Asia Menor de caminos pavimentados antes del perodo romano18, a excepcin
10 W. M. Sumner, Achaemenid se lement in the Persepolis Plain, AJA 90, 1986, p. 17.
11 M. B. Nichol, Rescue excava ons near Dorudzan, EW 20, 1970, pp. 278-279.
12 W. M. Sumner, op. cit., 1986, p. 17.
13 M. B. Nichol, op. cit., 1970, pp. 278-279.
14 I. Gezgin, Defensive systems in Aiolis and Ionia regions in the Achaemenid period, Papers read at
the First Interna onal Symposium on Anatolia in the Achaemenid period (Bandirma, August 15-18, 1997),
Bandirma, 1997, p. 185.
15 R. S. Young, The Gordion campaign of 1957, AJA 62, 1958, pp. 139-140.
16 R. S. Young, Gordion on the Royal Road, Proocedings of the American Philosophical Society 107 (August 1963), 1963, pp. 348 y n 6.
17 S. F. Starr, The Persian Royal road in Turkey, Yearbook of the American Philosophical Society, 1963, p.
169.
18 D. H. French, The Roman Road system of Asia Minor, en H. Temporini & W. Haase (eds.), Aufs g und
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de lo mencionado para el tramo entre Asartepe y Sarmisakli Tepe, por lo que hay que tener presente que la pavimentacin de caminos en el Prximo Oriente, es a juzgar por los
hallazgos, una contribucin propia de los romanos.
Se han hallado tambin otras modalidades de camino en el corazn del Frs, donde
una porcin de una de estas rutas ha sido reconocida al sur de Pasargad, en la garganta de
Tang-i Bulaghi, sobre el ro Pulvr (Figs. 3 y 4)19. En este punto, en donde la inundacin del
ro Pulvr puede eliminar por completo cualquier pista sobre el recorrido de una an gua
va en el fondo del estrecho valle, y donde, adems, la orilla occidental est cons tuida
por escarpados acan lados, el camino an guo ocupaba un audaz corte en la roca situado
a unos 30 metros sobre el lecho del ro, extendindose sobre una longitud de ms de 350
metros. En algunos puntos del camino se trabaj a una altura de 10 metros, teniendo la
va una anchura de aproximadamente 1,70 metros, suficiente como para que un animal
de carga pasase con seguridad por ella20. La cara perpendicular de la roca, en el extremo
meridional del camino, presenta una serie de perillas o de repisas que pudieron haber
sido u lizadas para apoyar un andamio durante las etapas finales del trabajo21. Adems,
otras perillas, de 10 cen metros de altura y de 19 cen metros de longitud, son tambin
observadas en la cara interna del camino, a lo largo de la mayor parte de su longitud, en
intervalos que van generalmente de 90 cen metros y a una altura de 1,20 metros sobre la
superficie del camino. Se observa que la va fue rastrillada con cinceles, pues aparecen las
marcas de estos instrumentos a cada lado de la ruta, ates guando la dureza de la oscura
piedra caliza y dando una idea de la enorme labor que requiri su trabajo.
De significacin incierta son tres depresiones poco profundas, cada una de 18
x 11 cen metros de tamao, que yacen sobre un surco de 1,70 metros de largo, exactamente en el centro del camino, cerca de su extremo septentrional. Quizs, estas depresiones, pueden estar indicando la presencia de una puerta que control la entrada
y la salida en este punto de la va22. Es tambin percep ble que, en la parte baja, sobre
el borde exterior del camino, fue cortado en la roca un parapeto, indudablemente para
garan zar la seguridad de aquellos individuos que viajaban a lo largo de la va cuando
el ro presentaba su caudal ms elevado, aunque es posible tambin que este parapeto
Niedergang der rmischen Welt, II/7.2, Berln/New York, 1980, p. 704.
19 Inves gaciones ms recientes sugieren que dadas las reducidas dimensiones de esta construccin, no
estaramos ante un an guo camino, sino ante los restos de un an guo canal, aunque la opinin entre los
inves gadores sigue estando dividida. Para ms informacin sobre esta interpretacin vase M. Atai & R.
Boucharlat, An Achaemenid pavilion and other remains in Tang-i Bulaghi, ARTA 2009.005, 2009, pp. 2332. En el presente estudio se mantendr la tesis del an guo camino como se expondr a lo largo del texto.
20 Ver A. Stein, An Archaeological Tour in the Ancient Persis, Iraq 3, 1936, p. 220 y fi g. 31; como se ha
anunciado hay quien piensa que esta anchura, inferior a 2 metros, era inapropiada para un camino, de ah
que desechen esta posibilidad, indicando que eran canales.
21 D. Stronach, Pasargadae. A report on the excava ons conducted by the Bri sh Ins tute of Persian Studies from 1961 to 1963, Oxford, 1978, p. 166.
22 D. Stronach, op. cit., 1978, p. 166.
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fuera u lizado a modo de canal para cuando fuera necesaria la irrigacin de los pequeos valles situados ro abajo23. No hay evidencias que permitan una datacin segura,
pero presumiblemente, un esfuerzo de estas magnitudes, realizado en las proximidades
de Pasargad, hace muy posible su adscripcin al periodo aquemnida24.
Fig. 4-Seccin de 250 metros del pasaje cortado en Fig. 5-Vista del pasaje cortado en la roca en la secla roca en la orilla derecha del ro Pulvar. Fotograa cin de Rah-e Shahi, en el Valle de Bulaghi. Fotograa de Behbam Farid
de T. Atai & R. Boucharlat, 2009, p. 24.
Adems, las excavaciones realizadas en una cueva hallada en el Dar-e Bulaghi (TB
75, Haji Baharami) han desvelado mul tud de restos cermicos, pithoi de grandes dimensiones, y una punta de flecha de hierro trilobada, semejante a la hallada en el Tesoro
de Perspolis, pertenecientes al periodo aquemnida25. La cueva, probablemente, fue
u lizada a modo de almacn para una guarnicin que controlaba el camino real que pasaba por esta regin (Figs. 5 y 6). A esto hay que aadir las dos estructuras descubiertas,
una estacin para los viajeros (TB 64) y un pabelln des nado a dar cobijo al monarca o
a los altos dignatarios de la corte (TB 34)26.
23 D. Stronach, op. cit., 1978, p. 166.
24 D. Stronach, op. cit., 1978, p. 166.
25 Para ms informacin sobre el hallazgo ver T. Adachi & M. Zeidi, Achaemenid and post-Achaemenid
remains from TB 75 and the general survey of the Tang-i Bulaghi, ARTA 2009.002, 2009, pp. 1-8.
26 Para ms informacin sobre estas edificaciones ver Fazeli Nashli, The Achaemenid/Post Achaemenid
Remains in Tang-i Bulaghi near Pasargadae: A Report on the Salvage excava ons conducted by five joint
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Fig. 6-Seccin del pasaje de Rah-e Shahi. Fotograa de CAIS Archaeological & cultural news.
Del mismo modo existen en Irn otros ejemplos que permiten una comparacin.
La misma tcnica se emple en un pasaje hallado a unos 30 kilmetros al noroeste de
Perspolis. Como se indic con anterioridad se han hallado restos de guijarros y de grava
de piedra pavimentada dispuestos sobre el terreno, con una anchura comprendida entre
los 5 y los 7 metros de longitud cerca de Kh-i Shahrak27 y Kh-i Qale28 respec vamente.
Los restos de este camino pavimentado no se pueden fechar con certeza, pero la presencia
de varios si os aquemnidas en las inmediaciones de la zona, as como numerosos restos
aquemnidas hallados en tres si os a lo largo de este sendero, hacen probable su adscripcin a este periodo29. Adems la va se diriga a travs de un paso de montaa, siendo ste
esculpido en la roca, midiendo unos 5 metros de ancho sobre los bancos del ro Kur30.
teams in 2004-2007, ARTA 2009.001, 2009, pp. 1-6; M. Atai, & R. Boucharlat, op. cit., 2009, pp. 23-32.
27 M. B. Nichol, op. cit., 1970, pp. 278-279.
28 W. M. Sumner, op. cit., 1982, p. 17.
29 W. M. Sumner, op. cit., 1982, p. 17.
30 W. Kleiss, Ein Abschni der achaemenidischen Knigsstrae von Pasargada und Persepolis nach Susa,
bei Naqsh-i Rustam, AMI 14, 1981, pp. 45-54; W. M. Sumner, op. cit., 1986, p. 11.
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Esta porcin del camino real que una Perspolis con Susa fue prospectada sobre
43 kilmetros entre Naqsh-i Rustam y Madakeh (Mazara, situada entre rz e Isfahn),
donde el curso de un an guo camino es visible en numerosos lugares de la regin. El
emplazamiento de Madakeh (Fig. 7) se situaba en el borde norteo de la llanura de
Marvdat, en la an gua ruta caravanera existente entre rz e Isfahn, que pasaba por
Mains, Laiekuh, Aspas, Dombone, Kuksard, Dehgerdu e Izadkha. El an guo camino hallado no es idn co en su trayecto a esta ruta caravanera, ya que cruza algo al norte,
a unos 3 kilmetros, la actual aldea de Madakeh. El an guo camino se diriga desde
Naqsh-i Rustam a lo largo del margen septentrional de la llanura de Marvdat, por una
parte de las primeras estribaciones montaosas de la regin, para evitar el rea de inundacin del ro Kur. Siguiendo esta ruta, a 8 kilmetros al noroeste de Naqsh-i Rustam
y a 4 kilmetros al sureste de Germabad, sobre una loma, se encuentran los restos de
un edificio de forma rectangular (Fig. 8), de 30 metros de longitud, que contaba con una
serie de compar mentos. Los restos descubiertos muestran que el si o fue ocupado
durante varios periodos histricos, aunque su planta ms an gua puede fecharse en
poca aquemnida gracias al hallazgo de una punta de flecha. La situacin del hallazgo
ha provocado que los restos se hayan atribuido a los de una estacin, situada sobre el
camino real31.
Siguiendo hacia el noroeste, en Ramjed, a 5 kilmetros al oeste de Madakeh,
Kleiss informa de lo que podra ser una segunda estacin aquemnida32. El si o consiste
en un edificio de piedra (40 x 30 metros de longitud), compuesto por cinco habitaciones,
dispuesto sobre una elevacin de la llanura, igual que los restos hallados en la estacin
prxima a Germabad. El promontorio sobre el que descansa el edificio sobresale a menos de 150 metros del canal del Ro Kur, donde el talud es erosionado su lmente por la
pequea corriente que fluye en el ro. Un canal moderno de irrigacin est cortando el
lecho de la roca del fondo sobre el promontorio, donde debajo de este canal hay una
muesca con un piso de 5 metros de anchura que fue cortado de par en par en la roca.
Kleiss interpreta esta caracters ca como un corte en la roca provocado por el camino
que iba a lo largo del Ro Kur, es decir, como parte del camino real aquemnida. Adems,
en el si o, se han hallado restos cermicos, fechados durante todo el I milenio a.C., lo
que denota una ocupacin prolongada del lugar.
A pesar de estos ejemplos hay que tener presente que los textos an guos aportan una serie de referencias para el periodo aquemnida que nos hacen pensar que la
gran mayora de estos caminos eran de erra. Herdoto (VII, 115) menciona como los
tracios no trabajaron ni sembraron la ruta por la cual el rey Jerjes pas con su ejrcito,
31 W. Kleiss, op. cit., 1981, p. 46.
32 W. Kleiss, op. cit., 1981, pp. 48-50.
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mientras que otros dos textos, de poca helens ca33 ponen de manifiesto como los
campesinos de la Frigia Helespn ca pusieron en cul vo erras por las que anteriormente pasaba un camino real aquemnida con frases como an gua ruta que los cam-
Fig. 7-Estacin en las inmediaciones de Madakeh, con el recorrido del camino real. Dibujo de W. Kleiss,
1981, p. 49.
Fig. 8-Estacin en las inmediaciones de Germabad, con el recorrido del camino real. Dibujo de W. Kleiss,
1981, p. 46.
33 C. B. Welles, Royal Correspondence in the Hellenis c Period, New Haven, 1934, n 18, pp. 89-100, y n
20, pp. 102-104.
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pesinos vecinos pusieron en cul vo o estaba sobre un camino real. Por este mo vo, al
ser caminos de erra, los viajes se volveran di ciles en aquellas zonas que presentaran
un abundante rgimen de lluvias o en aquellos si os que tendieran a ser ms o menos
pantanosos, puesto que los caminos reales se volveran imprac cables e intransitables
ante tales condiciones (es frecuente en los an guos documentos asirios la expresin ina
naptu harrnim, la reapertura del camino [despus del invierno]). Estos inconvenientes son ilustrados por Jenofonte en un pasaje de la Anbasis (I, 5.7-8):
Un da en el que estaba en un pasaje angosto, donde el barro haca di cil
a los carros su camino, Ciro detuvo a los individuos ms dis nguidos, los
ms ricos de su corte, y envi a sus soldados, junto con un destacamento de brbaros, para sacar los carros de una situacin tan desfavorable.
Cuando estas personas no le parecieron suficientes para ir rpidamente,
de un aire de clera, l orden a los nobles persas de su entorno que ayudaran para acelerar las cosas Saltaron sin vacilar al barro y ms rpidamente de lo que uno alguna vez poda haber pensado, re raron los carros
del barro con sus manos.
La misma situacin, por ejemplo, es narrada con anterioridad, en el II milenio
a.C.:
El rey de Razam, en alguna parte entre el Tigris y el Khbur debi volver
a Mari; a causa de su equipaje y del lodo, tom un barco sobre el Khbur,
en Qa unn, antes de alcanzar Mari por un trayecto ms corto34.
El proceso de construccin o preparacin de un camino recibi poca atencin en
las fuentes escritas del periodo aquemnida. Por lo tanto, podra ser l inves gar como
lo hacan Estados anteriores a los persas. Esta construccin, e incluso su preparacin,
son descritas en fuentes escritas del Prximo Oriente. En un texto de la poca de Shulgi
se cita la construccin de un camino:
Ampli los senderos, enderec los caminos de erra, restaur miles de
caminos35.
Referencias a la construccin de caminos en las fuentes mesopotmicas posteriores hacen referencia a la apertura de una va en erras extranjeras durante las cam34 Citado de A. Finet, LEuphrate, route commerciale de la Msopotamie, AAAS 19, 1983, p. 46.
35 J. B. Pritchard, Ancient Near-East Texts, Princenton, 1969, p. 585.
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paas militares. Tukul -Ninurta I, por ejemplo, en el relato de su campaa contra Nairi
afirma que cort (pasdu) las montaas con picos de cobre (akkul ), ampliando sus
caminos estrechos36. Asimismo, Tiglath-Pileser I, que describe su campaa contra la erra de Kutmuhi, afirma:
Ataqu las escarpadas montaas y sus di ciles caminos con picas de cobre; mejor el camino para que mis carros y mis fuerzas pudieran avanzar
(AKA 39:11, 7-11)37.
Sargn II, durante su octava campaa, alcanz el Monte Simirra, encontrndose
con un camino demasiado abrupto y di cil para sus carros, sus caballos e incluso para
sus soldados de a pie. Sargn convoc a los zapadores de su ejrcito, quienes procedieron a realizar un camino mejor, haciendo pedazos la ladera de la montaa38. Cuando
se complet el trabajo, Sargn march por delante, seguido por sus carros, caballera,
infantera, zapadores, etc.
La herramienta u lizada en todas estas empresas que conllevaban la construccin de un camino era el akkulu, un utensilio que era u lizado frecuentemente para la
realizacin de bloques des nados a la construccin. De todas formas, no todos los caminos mesopotmicos fueron edificados con fines militares. Nabucodonosor abri pasos
(upa nerb ) para hacer un buen camino para el transporte de cedros (mlak erin
uteteir)39 y Senaquerib describe la construccin de su va real a travs de Nnive40. Las
referencias ocasionales a la construccin de caminos tambin aparecen en las fuentes
egipcias. Se relata como abri un camino hacia el sur de las canteras de Edf41. Durante la XII Dinas a, Thuthotep describe cmo reclut los servicios de los hombres jvenes,
los trabajadores de la necrpolis, mineros y canteros, con sus jefes, para ayudar en la
tarea de hacer un camino ms favorable para intentar llevar un bloque de 60 toneladas
de piedra42.
En conclusin parece que la construccin de caminos se limitaba a la eliminacin
de los obstculos, en la mayora de las ocasiones de las rocas, y a la nivelacin de la superficie. La eliminacin de protuberancias o piedras obstruc vas de un camino era realmente importante en terrenos rocosos, puesto que incluso, si se descuidaba su cuidado
36 I. J. Gelb, The Assyrian Dic onary of the Oriental Ins tute, University of Chicago, Chicago, 1979, Vol. A,
p. 276; D. D. Luckenbill, op. cit., 1926-1927, Vol. I, p. 165.
37 Para declaraciones similares ver D. D. Luckenbill, op. cit., 1926-1927, Vol. I, pp. 236, 333, 461, 498.
38 D. D. Luckenbill, op. cit., 1926-1927, Vol. XI, p. 142.
39 I. J. Gelb, op. cit., 1979, Vol. E, p. 360.
40 D. D. Luckenbill, op. cit., 1926-1927, Vol. XI, pp. 474-476.
41 M. Lichtheim, Ancient Egyp an Literature: A Book of Readings, Vol. 2, Berkeley, 1976, pp. 52-54.
42 J. H. Breasted, Ancient Records of Egypt, New York, 1935, Vol. I, pp. 696-697.
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y mantenimiento, podra conver rse en una ruta nuevamente plagada de piedras como
consecuencia, por ejemplo, de las lluvias. De este modo, por ejemplo, los caminos rocosos fueron una pesadilla para los exploradores del siglo XIX que cabalgaron a lo largo de
vas desatendidas. Robinson, que describe el camino principal entre Jerusaln y la costa
mediterrnea relat lo siguiente:
El camino es malo y toda la regin rocosa, desolada y triste. La maldad
del camino surge principalmente del gran nmero de piedras sueltas que
se van acumulando en la ruta de acceso. Si stas se eliminaran, el camino
sera ideal para el pas, tal y como han hecho los misioneros que residen en
verano en Abeih y Bhamdun, que quitan las piedras todos los aos del camino que une esos lugares con Beirut, y con ello, han reducido la distancia
en un empo de una hora43.
De este modo parece algo evidente que la ges n de un sistema de caminos tan
vasto necesitaba de una administracin numerosa y especializada. A modo de comparacin, uno puede observar que en la China de los Tang la red de caminos estaba dirigida
por 21.500 oficiales distribuidos sobre los diferentes i nerarios y por 100 altos oficiales
situados en postas a lo largo de los caminos44. Dado que, adems, la gran mayora de las
vas estaban sin pavimentar, stos necesitaban de un mantenimiento regular para que su
eficacia no decreciera. Se observa que esta prc ca ya estaba en uso durante el periodo
neo-asirio; la organizacin de las postas dispuestas sobre los caminos, el establecimiento
y el mantenimiento de las estaciones, la ac vidad de los correos reales que surcaban
los principales i nerarios estratgicos del Imperio Asirio, y las carreteras fronterizas llamaron frecuentemente la atencin del monarca asirio. Se preocupaba de su estado y
quera siempre mantenerse al corriente de los problemas que planteaba la necesidad de
mantenerlos libres y prac cables, a causa de la presin de los enemigos o de los daos
que les eran causados por las inclemencias meteorolgicas. Sobre la frontera de Urartu,
Senaquerib, entonces prncipe heredero, escribi a su padre Sargn con el propsito de
que se mejoren los caminos que van a [ y que se reparen] los puentes45. En otra carta
dirigida al mismo Sargn46, otro corresponsal informa de las dificultades que presentaba
el paso de un i nerario montaoso:
43 A. Dorsey, The Roads and Highways of Ancient Israel, Bal more, 1991, p. 31.
44 J. Needham, Science and civiliza on in China, Vol. IV, Cambridge, 1954, p. 36; P. Briant, Histoire de
lempire perse de Cyrus Alexandre, Paris, 1996, p. 374.
45 R. F. Harper, Assyrian and Babylonian le ers belonging to the Kouyoujik Collec on of the Bri sh Museum I-XIV, Londres-Chicago, 1892-1914, ABL 198.
46 R. F. Harper, op. cit., 1892-1914, ABL 312.
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Hay otros autores que ven a los da mara y a los portadores del irak (lanza)
como una fuerza de supervisin, ya sea como directores de los trabajadores encargados
de crear y mantener los caminos, o como una especie de policas o exploradores55, los
hodofilakas mencionados por Herdoto, individuos estos que recordaran a aquellos que
vigilaban los caminos reales en el reino hi ta56. La escolta de los viajeros y las guarniciones dispuestas sobre los caminos reales persas es ates guada ciertamente bien (Herdoto, V, 35; VII, 239; Diodoro, XI, 56.6; Plutarco, Ellos., 26), aunque los trminos que
aparecen en los textos del Archivo de la For ficacin de Perspolis para designar a esta
especie de polica que vigilaba estos caminos es dauba sh (PF 1250, 1487, 1902)57,
53 D. D. Luckenbill, op. cit., 1926-1927, Vol. I, p. 221; Vol. II, p. 142.
54 Citado de R. J. Forbes, op. cit., 1934, pp. 71-72.
55 H. Koch, Die achmenidische Poststrae von Persepolis nach Susa, AMI 19, 1986, p. 135; Ch. Tuplin,
Xenophon and the garrisons of the Persian Empire, AMI 20, 1987, p. 211.
56 A. Goetze, The Roads of Northern Cappadocia, RHA 61, 1957, p. 103.
57 I. Gershevitch, op. cit., 1969, p. 169.
mientras que da bara (PF 1272) hace referencia a los oficiales de la ley58. Tal diversidad de terminologas poda estar implicando una especializacin de deberes y de funciones, aunque tales deberes oficiales pudieron tambin haber variado dependiendo
de las circunstancias del momento; esto se puede observar en el empleo del trmino
griego hodopoios (fabricantes de caminos) como mensajeros (Papiro Oxy., 1656.1).
Adems, de los textos procedentes del Archivo de la For ficacin de Perspolis podemos
concluir que las funciones de los portadores del irak (lanza) eran muy variadas. Eran
escoltas de los grupos de viajeros de la lite, as como tenan la labor de inspeccionar a
los trabajadores, los caminos y los corrales reales.
Est claro que la construccin y el mantenimiento de tales caminos requera de
una mano de obra importante. Es probable que estos trabajadores recibieran el mismo
nombre otorgado a los trabajadores de Perspolis, kurta, pero igualmente, tampoco
habra que descartar, como se haca en otros lugares, que se requiriera a los campesinos
en forma de corveas (Eliano, Anim., XV, 26; Diodoro, XVIII, 32.2). Los textos del Archivo
de la For ficacin de Perspolis, ms concretamente, quince tablillas de la serie Q, mencionan a estos trabajadores (kurta) en sus desplazamientos. En ellas los trabajadores
son singularmente favorecidos en las raciones que se les entregan. Cuando reciben harina (PF 1328, 1363, 1368, 1382, 1396, 1428, 1489, 1513) es ms frecuente que la racin
sea de 1,5 QA, ms que la racin prevista de 1 QA. Adems son afortunados al recibir
pequeas raciones (probablemente adicionales) de cerveza (PF 1527, 1547 y 2055), de
vino (PF 1557, 1565), ciertos productos cereals cos (PF 1575) y d les (PF 1577). Estas
indicaciones estaran sealando que la mayor parte de estos trabajadores gozaron, evidentemente, de un trato especial. Parece que eran trasladados para supervisar, instruir,
o simplemente para ejercitar sus habilidades especiales a un nuevo lugar en el que los
trabajadores locales proporcionaran la mayor parte de la mano de obra. La mayora de
los des nos son Tamukkan (PF 1363, 1368, 1557 y 2055) y Elam (PF 1565, 1575 y 1577).
En una tablilla procedente del Archivo de la For ficacin de Perspolis (PF 1489)
aparece un trmino, purkurzap, que es interesante debido a su dis ncin cuidadosa entre el personal de la direccin y el resto de las personas que viajan, aun cuando ambos se
subdividen en dos grupos que reciben 1,5 QA y 1 QA. Los purkurzap, que reciben 1,5 QA
son al parecer trabajadores de un estatus superior. La palabra, que solo aparece en este
texto, debe ser analizada, evidentemente, como pur- ms kurzap (= kurt[a]+ el plural
-ap), los trabajadores. Podramos esperar que el elemento previo represente un prefijo
en an guo persa, aunque parece inverosmil, sin embargo, que pur represente el prefijo
en an guo persa fra- o para-. La funcin de estos individuos, por la escasez de los datos,
sigue siendo un enigma.
58 I. Gershevitch, op. cit., 1969, p. 169; D. F. Graf, op. cit., 1994, p. 174.
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finalizar cabe preguntarse cmo eran estas vas. La respuesta en realidad es muy incierta. Es poco realista visualizar algo as como una moderna carretera asfaltada, con una
cada que sirviera para el drenaje. Cualquier fina superficie debi de haberse limitado a
las secciones del camino prximas a las entradas de las ciudades y dentro de las mismas,
aunque lo que es seguro es que estos caminos reales eran lo suficientemente amplios
y slidos como para dar cabida y soporte al peso de los carros, como as lo ates gua el
repe do uso del trmino griego, hodos amaxitos. Como se ha mencionado, secciones
de lo que se piensa que eran caminos del perodo aquemnida se han encontrado en
el Frs, demostrando que algunos de ellos estaban pavimentados, mientras que otros
fueron entrecortados en las laderas montaosas para permi r el paso y, probablemente
nivelados, para que fueran les para el trfico rodado. De todas formas, tambin hay
que tener en cuenta, que adems de los caminos reales bien provistos, tambin hubo
otras rutas menos hospitalarias, que habran sido u lizadas en circunstancias especiales.
Adems, hay que tener siempre presente que la trayectoria de los caminos estuvo influenciada por el paisaje en el cual se proyectaban, pues ros, desiertos, mesetas,
zonas montaosas, estepas y otros accidentes geogrficos, as como la vegetacin y las
fluctuaciones clim cas (como las precipitaciones, la humedad del subsuelo, las nevadas
y la frecuencia de las heladas y del hielo), marcaron su recorrido y su planificacin. Con
los datos que poseemos, se puede afirmar que los caminos reales implantados por los
monarcas Aquemnidas supusieron todo un logro de la ingeniera, puesto que durante
su amplio recorrido se atravesaron montaas, ros, bosques y desiertos.
De este modo, instalar y mantener las estaciones, as como los caminos, requirieron un esfuerzo muy importante por parte del Estado aquemnida, y que solamente se
podra jus ficar por la circulacin muy densa que debi de exis r. As, para mejorar las
comunicaciones, los monarcas aquemnidas se preocuparon por mantener los caminos
libres de obstculos: como acabamos de ver una serie de individuos se encargaron de
mantenerlos en buenas condiciones a travs de prospecciones peridicas. Todo apunta
as a la existencia de una organizacin oficial des nada a ampliar, modificar, reparar y
trazar esta compleja red de caminos. Lamentablemente, en lo que se refiere a los caminos, no se poseen ms datos de los aqu expuestos. Esperemos que futuras excavaciones
arqueolgicas puedan dar ms luz a este tema tan oscuro y controver do.
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