Salmo 27
Salmo 27
Salmo 27
(La casa de la
biblia)
Salmo de confianza y splica dividido en tres partes: canto de confianza (Sal
27,1-6); splica en la persecucin (Sal 27,7-14) y nueva afirmacin de confianza
(Sal 27,13-14).
En la primera parte de esta bellsima plegaria el salmista proclama
serenamente su absoluta confianza y seguridad en el Seor. Comienza con dos
afirmaciones rotundas y dos preguntas retricas para dejar establecido con
fuerza cul es su actitud (Sal 27,1).El Seor es luz (luz que es vida: vase Sal
4,7; 18,29; 36,10; 43,3, etc.), salvacin, fortaleza o baluarte (vase Sal 28,8;
31,5; 37,39; 43,2; 52,9): son imgenes conocidas y llenas de sentido. Por eso el
salmista no tiene ningn temor (vase Sal 23,4). Adems ha visto el fracaso de
sus enemigos, a los que presenta como fieras que se lanzan sobre l para
devorarlo pero que, gracias a la ayuda de Dios, no consiguen su sangriento
objetivo (Sal 27,2; vase Sal 17,10-12). La seguridad del salmista es tal que
busca dos casos lmites, hipotticos, para expresarla: aunque le ataque u n
ejrcito, aunque se declare una guerra contra l, sigue imperturbable. Por eso
y es lo que expone a continuacin- pide al Seor lo que constituye su ms
profundo deseo: que todo siga igual, que el Seor siga siendo su refugio y su
defensa. Y ms en concreto, que l pueda cobijarse y vivir siempre en el templo,
la tienda del Seor (Sal 27,5-6; vase Sal 15,1; 23,6), el lugar de su presencia,
lleno de su dulzura y de sus delicias, desde donde protege a su fiel y lo hace
triunfar (literalmente "levantar la cabeza"; vase Sal 3,4; 110,7) sobre toda
clase de enemigos y depeligros (vase Sal 26,8; 31,21; 36,8-9; 43,2- 3; 61,3-5;
84,2-5; 91,1; 135,3). La respuesta del salmista a la accin de Dios en su favor es
clara: mostrar su fe, su agradecimiento, su fidelidad al Seor con sacrificios y
cnticos entusiastas.
En la segunda parte del salmo cambia completamente el tono. Ahora
tenemos una splica apremiante en la que el salmista se muestra agitado e
inquieto: va alternando la oracin -dirigirse a Dios (Sal 27,7-9.11-13)- con la
reflexin -hablar de Dios (Sal 27,10. 14)-. El Seor, como en la primera parte del
salmo, es la salvacin del orante (Sal 27,1.9), y ste sigue confiando
plenamente en l t eres mi auxilio (Sal 27,9)-, confianza que expone
emocionadamente tambin con un caso lmite, exagerado, casi imposible: el
abandono por parte de sus padres (Sal 27,9-10). El salmista "busca el rostro" de
Dios, su mirada benevolente, su favor, como antes "buscaba" habitar en su
tienda (Sal 27,4.9; vase Sal 23,6; 40,17; 69,7; 105,4), y suplica con insistencia,
amontonando los imperativos {escucha, ten piedad, atindeme, no me
abandones, no me rechaces...), el auxilio divino en la situacin en que se
encuentra: acusado y calumniado injusta y saudamente por los enemigos.
El salmo termina con una especie de dilogo brevsimo (Sal 27,13-14). El
salmista reafirma su confianza y su esperanza en el Seor, en gozar de sus
bienes y disfrutar de la vida que l concede (Sal 27,13; vase Sal52,7; 116,9;
142,6). La idea es paralela a la de la primera parte en la que se mencionaban la
vida y la dulzura del Seor (Sal 27,4, vase Sal 16,11). La ltima frase del salmo
"Canto..."
CONFIANZA SUPLICANTE:
Pero all, el parntesis de paz ha
sido muy corto!
La vida sigue su curso, sus
combates.
Y la oracin se torna ansiosa.
Escucha, te llamo...
Respndeme...
No vuelvas tu rostro...
No te alejes de m...
No te separes de m...
No me abandones...
Guame con seguridad...
Mustrame tu camino...
No me dejes a merced del
mal...
CONCLUSIN SERENA:
Esperanza escatolgica:
"Un da te ver!"
Espera, alma ma!
Valor!
la oracin, en el deseo de intimidad con Dios... "La nica cosa que busco!" Es
esto cierto?
Tema de la crisis. El mundo est en crisis. La Iglesia est en crisis. La
esperanza que canta este salmista es ansiosa: el miedo ronda las puertas... Se
da la seal de batalla. As traduce Paul Claudel este pasaje: "Si me declaran la
guerra, es ganancia para la esperanza!... Fuego! Yo grito: hurra!". Creemos, s
o no, que Dios es nuestra defensa? Querrais que yo temblara?"
Tema de la escatologa. Dios tendr la ltima palabra "estoy seguro, ver la
bondad de Dios... Ver el rostro de Dios" (1 Corintios 13,12). Pero este logro de
Dios (esta salvacin "esta luz", esta "habitacin en Dios") hacia la cual
avanzamos, ya ha comenzado; nuestra tarea humana consiste en tomar parte
en ella desde ya: "espera... S fuerte y valeroso". En otras palabras: "puedes
contar con Dios, s!" Pero es necesario tambin poner de tu parte! La gracia y
la libertad.
Tema de la oracin. Nuestro mundo materialista suscita en muchas personas
una sincera vuelta a la oracin que toma con frecuencia la forma hoy muy en
boga de los msticos orientales. Este salmo, caracterstico de Cuaresma, nos
brinda la ocasin de hacer la experiencia ms prolongada de intimidad con Dios.
El salmista se consideraba "husped" de Dios: "slo una cosa le he pedido al
Seor, slo una cosa deseo: habitar en la casa del Seor todos los das de mi
vida... Me oculta en lo ms secreto de su morada... Tu rostro, Seor, yo busco".
Por qu no hacemos la experiencia de la proximidad sabrosa de Dios? "Jess
inspirado en este salmo, nos invita a una oracin ntima". "Cuando quieras orar:
entra en el silencio de tu habitacin la ms retirada, cierra la puerta y dirige tu
oracin al Padre que est all, en lo secreto". (Mateo 6,6). Se trata de la misma
frmula del salmo: "El me oculta en lo ms secreto de su morada". Alejarse en
Dios. Ocultarse en Dios. Expresin de ternura.
Tema del Rostro de Dios. Si hay un sentimiento vivo hoy, es el de la
"ausencia" aparente de Dios. El hombre occidental contemporneo est
realmente traumatizado por "el silencio" de "Dios". Concluye sin ms que Dios
no existe, que "Dios ha muerto". La frmula de este salmo 26, es dramtica en
este sentido: "No olvido que t has dicho: BUSCAD MI ROSTRO! Tu rostro busco,
Seor". El salmista de otros tiempos deba, como nosotros, experimentar la
dificultad de encontrar a Dios. Pero su canto termina con un grito de fe: "Estoy
seguro, ver las bondades del Seor".
Tema del combate de cada da. El intimismo de este salmo de confianza, no
debe llevarnos a lo ilusorio. La oracin, "la habitacin en Dios", la bsqueda de
su rostro no justifican la huida egosta de la realidad. El salmo est impregnado
de punta a punta por una atmsfera de batalla. Los "malvados", los
"adversarios", los "enemigos", "aquellos que me acechan", estn all, junto al
que ora. La bsqueda del rostro de Dios conlleva todo un programa de lucha
contra el mal, que puede convertirse en un verdadero programa para una
verdadera Cuaresma.