2-Soboul, Albert, Introducción y Conclusión, en La Revolución Francesa
2-Soboul, Albert, Introducción y Conclusión, en La Revolución Francesa
2-Soboul, Albert, Introducción y Conclusión, en La Revolución Francesa
FEUDALISMO Y CAPITALISMO
A finales del siglo XVIII la estructura social de Francia segua siendo esencialmente
aristocrtica: conservaba el carcter de su origen, de la poca en que la tierra
constitua la nica forma de riqueza social y, por lo tanto, confera a quienes la
posean el poder sobre quienes la cultivaban. La monarqua de los Capetos haba
despojado a los seores, al precio de grandes esfuerzos de sus derechos de
regalas: no por eso dejaron de conservar sus privilegios sociales y econmicos. Los
derechos seoriales seguan subrayando la sujecin de los campesinos.
El renacimiento del comercio y el desarrollo de la produccin artesanal haban
creado sin embargo, desde los siglos X y XI una nueva forma de riqueza, la riqueza
mobiliaria, y con ello haban dado nacimiento a una clase nueva, la burguesa, cuya
importancia haba quedado consagrada con su admisin en los Estados Generales
desde el siglo XIV. En el marco de la sociedad feudal, la burguesa haba seguido su
expansin al mismo ritmo del desarrollo del capitalismo, estimulado por los grandes
descubrimientos de los siglos XV y XVI y por la explotacin del mundo colonial, as
como por las operaciones financieras de una monarqua siempre escasa de dinero.
En el siglo XVIII la burguesa estaba a la cabeza de las finanzas, del comercio, de la
industria; proporcionaba a la monarqua tanto tcnicos administrativos como los
recursos necesarios para la marcha del estado. La aristocracia, cuyo papel no haba
dejado de disminuir, segua no obstante en el primer rango de la jerarqua social;
pero se estancaba en casta, en tanto que la burguesa creca en nmero, en poder
econmico y tambin en cultura y en conciencia. El progreso de la ilustracin
minaba las base ideolgicas del orden establecido al mismo tiempo que se afirmaba
la conciencia de clase de la burguesa. Su buena conciencia: como clase en
ascenso, con fe en el progreso, estaba convencida de representar el inters general
y de asumir las cargas de la nacin; como clase progresiva ejerca una atraccin
victoriosa tanto sobre las masas populares como sobre los sectores disidentes de la
aristocracia. Pero la ambicin burguesa, llevada por la realidad social y econmica,
topaba con la letra aristocrtica de las leyes y de las instituciones.
Esos caracteres no diferenciaban a Francia del resto de Europa. En todas partes el
ascenso de la burguesa se haba producido en detrimento de la aristocracia y en los
mismos marcos de la sociedad feudal. Pero, como sea que los diversos pases
europeos haban tomado parte de forma muy desigual en el desarrollo de la
economa capitalista, esos caracteres les afectaban en grados muy diversos, desde
los Pases Bajos e Inglaterra que desde el siglo XVII haban llevado a cabo su
revolucin burguesa, hasta las grandes monarquas de Europa central y oriental, con
burguesas poco numerosas y con escasa influencia.
En Francia, en la segunda mitad del siglo XVIII, el desarrollo de la economa
capitalista, sobre cuya base se haba edificado el poder de la burguesa, se vea
frenado por los marcos feudales de la sociedad, por la organizacin tradicional y
reglamentaria de la propiedad, de la produccin y de los intercambios. "Haba que
romper esas cadenas -escriben los autores del Manifeste- y se rompieron" As se
plantea el problema del paso del feudalismo al capitalismo. Problema al que no se
sustrayeron los ms clarividentes hombres de la poca. Lejos de estar inspirada por
un idealismo abstracto, como pretende Taine, la burguesa revolucionaria tena una
clara conciencia de la realidad econmica que le daba su fuerza y que determin su
victoria.
Barnave fue el primero que formul, ms de medio siglo antes que Marx, la teora de
la revolucin burguesa. Barnave, que haba vivido en el Delfinado, en medio de esa
inmensa actividad industrial que, si creemos lo que el inspector de las manufacturas
Roland escriba en 1785, haca de esa provincia, por la variedad y densidad de sus
empresas y la importancia de su produccin, una de las primeras del reino, lleg a
concebir la idea de que la propiedad industrial acarrea el advenimiento poltico de la
violencia, de las luchas de clase que han llevado a la burguesa al poder, hay que
buscarlas en las caractersticas especficas de la sociedad francesa del Antiguo
Rgimen.
ESTRUCTURA Y COYUNTURA
Antagonismos sociales
La aristocracia (es decir, la nobleza y el alto clero, dado que el orden del clero no
presentaba ninguna unidad social) planteaba un doble problema, social y poltico.
Socialmente, ms que sobre los matices y los enfrentamientos en las filas de la
aristocracia, hay que insistir en su unidad profunda y en sus caractersticas
especficas: estas se miden en comparacin con la aristocracia inglesa que no
disfrut ni del privilegio fiscal ni del prejuicio de derogacin. Sin dada la nobleza
francesa no era homognea, puesto que la evolucin histrica haba introducido
diferenciaciones en el seno del orden: nobleza de espada tradicional y nobleza de
toga, adquirida al nacer, nobleza de corte y nobleza provinciana, de sangre una y
otra pero con opuestos gneros de vida. Sin duda tambin en el siglo XVIII el dinero
se impona a la nobleza como a la burguesa y tenda a disociar sus filas. El noble,
incluso el de espada, no era nada si era pobre. Haba que ser rico para adquirir la
nobleza, rico tambin para mantener su rango. En sus capas superiores, la
aristocracia se vea reducida en una minora a la que el dinero, el espritu de
empresa, las costumbres y las ideas, acercaban a la burguesa. No obstante, la
masa de la nobleza permaneca al margen de esa renovacin, obstinadamente
aferrada a sus privilegios y a su mentalidad tradicional.
Si bien es cierto que el exclusivismo nobiliario no data del siglo XVIII, s se reforz
considerablemente a finales del Antiguo Rgimen: el ejrcito (la medida ms clebre
en la materia es la ordenanza de 1781), la Iglesia (en 1789 todos los obispos son
nobles), la alta administracin (acabado el reino de la "vil burguesa"), se cerraron a
los plebeyos. "De una forma u otra -escribe Sieys en su folleto Qu'est-ce que le
tiers tat?- todas las ramas del poder ejecutivo cayeron tambin en la casta que
suministraba la Iglesia, la Toga y la Espada. Una especie de espritu de
confraternidad hace que los nobles se prefieran entre ellos y para todo, al resto de la
nacin. La usurpacin es total: reinan realmente". Entre la espada, la toga y las
finanzas recin llegadas, la solidaridad de los intereses aseguraba una rpida fusin:
la diversidad de los orgenes se borraba ante la afirmacin del privilegio. El pequeo
noble de las provincias segua todava ms aferrado a su condicin: le iba en ello su
6
El tercer estado, o estado llano, inclua confundidos en sus filas a todos los
plebeyos, o sea, segn Sieys, al 96 % de la nacin. Esta entidad legal encubra
elementos sociales diversos cuya accin especfica diversific el curso de la
Revolucin.
Es una verdad evidente que la burguesa gui la Revolucin. Tambin hay que
observar que no constitua, en la sociedad del siglo XVIII, una clase homognea.
Algunas de esas fracciones estaban integradas en las estructuras del Antiguo
Rgimen, participando en grados diversos de los privilegios de la clase dominante:
bien por la fortuna inmobiliaria y los derechos seoriales, bien por la pertenencia al
aparato del estado, bien por la direccin e las formas tradicionales de las finanzas y
la economa. Todas ellas estuvieron afectadas en grados diversos por la Revolucin.
Convendra medir exactamente el papel de la gran burguesa comerciante e
industrial tanto en el Antiguo Rgimen como en la Revolucin. El capitalismo todava
segua siendo bsicamente comercial. Dominaba un sector importante de la
produccin, bien en las ciudades, bien en el campo, donde el negociante-fabricante
haca trabajar a trabajadores a domicilio a destajo. El capitalismo comercial, si bien
histricamente representa una fase de transicin, no llevaba esencialmente a la
revolucin del antiguo sistema de produccin y de intercambio en el que estaba en
parte integrado. Los sectores de la burguesa vinculados a l no tardaron en
mostrarse partidarios de un compromiso. Desde ese punto de vista, no podra
sealarse una cierta continuidad lgica desde los monrquicos a los feuillants, y
despus a los girondinos? Mounier, portavoz de los monrquicos, escribira ms
tarde que su destino era "seguir las lecciones de la experiencia, oponerse a las
innovaciones temerarias y no proponer en las formas de gobierno entonces
existentes ms que las modificaciones necesarias para mantener la libertad". En
cuanto a los girondinos, cuyas vinculaciones con la burguesa de los puertos y el
9
gran comercio colonial son bien conocidas, el ejemplo de Isnard ilustra su posicin
social y poltica; diputado por el Var en la Convencin, clebre por su apstrofe
contra Pars el 25 de mayo de 1793 ("Pronto se buscara en las orillas del Sena..."),
Isnard era un negociante especializado en el comercio al por mayor de aceites y en
la importacin de granos, propietario de una fbrica de jabones y de una fbrica de
torcidos de seda. Ejemplo significativo de una actividad industrial subordinada al
capital comercial y que no cambiaba las relaciones de produccin tradicionales:
tanto desde el punto de vista social como desde el punto de vista econmico la
industria segua siendo subalterna.
La existencia de un amplio sector de pequea y mediana burguesa ya constitua
una de las caractersticas esenciales de la sociedad francesa. La mayor parte de la
produccin local segua alimentada por artesanos, productores independientes y
vendedores directos. Pero en el artesanado reinaba una enorme diversidad en
cuanto a la condicin jurdica y el nivel social. Existan muchos matices, desde la
burguesa media hasta la clase humilde, que trabajaba manualmente. Algunos
oficios, como los Seis Cuerpos de Pars, estaban considerados y sus miembros se
encontraban entre los notables. A menudo se ha citado la opinin de la esposa del
convencional Lebas -hija del "carpintero" Duplay (entendmonos: empresario
carpintero)- husped de Robespierre, que afirmaba que su padre, preocupado por la
dignidad burguesa, jams hubiera admitido en su mesa a uno de sus "servidores",
es decir, de sus obreros. Se ve as la distancia que separ a los jacobinos de los
sans-culottes, a la pequea o mediana burguesa de las clases populares
propiamente dichas. Donde acababan unas y empezaban otras era algo difcil de
precisar. En la sociedad del Antiguo Rgimen, de dominante aristocrtica, las
categoras sociales englobadas bajo el trmino general de tercer estado no estaban
claramente dilucidadas. La produccin artesanal y el sistema de intercambios a
travs del tendero facilitaban transiciones insensibles del pueblo a la burguesa. El
obrero trabajaba y viva con el pequeo artesano, comparta su mentalidad y sus
condiciones materiales. Del artesano al empresario haban mltiples matices y los
pasos eran lentamente graduados. En lo alto de la escala unos cambios casi
insensibles provocaban una brusca mutacin: en la primera fila de la clase media y
ya en las fronteras de la autntica burguesa, un cierto parentesco con las
profesiones liberales, as como unos privilegios concretos o una reglamentacin
especial, aislaban a libreros, impresores, boticarios, maestros de postas, algunos
grandes empresarios que, si trataban a tenderos importantes y a obreros, se
irritaban de ver a los burgueses propiamente dichos comportarse de igual forma con
respecto a ellos.
10
12
todas nuestras instituciones civiles al dejar de ser una institucin poltica -escribe
Tocqueville-. As reducida, todava provocaba muchos ms odios, y puede decirse
en verdad que al derribar una parte de las instituciones de la Edad Media se haba
hecho cien veces ms odioso lo que se dejaba."
Frente a la explotacin feudal, la comunidad rural permaneca unida; frente al seor,
frente al diezmero, frente tambin al impuesto real. Pero detrs de este antagonismo
fundamental ya se perciban oposiciones que llevaban el germen de las luchas del
siglo XIX, una vez destruidas la feudalidad y la aristocracia. La desigualdad haba
penetrado desde haca mucho en la comunidad rural, y tenda a disociarla.
En las regiones de grandes explotaciones, la aplicacin del capital y sus mtodos al
trabaja agrcola con vistas a un cultivo intensivo y a una produccin para el mercado,
haba producido evidentes repercusiones en la condicin campesina. El grupo social
de los grandes terratenientes se desarroll ampliamente al final del Antiguo
Rgimen, concentrando no la propiedad sino la explotacin: los campesinos de las
llanuras cerealcolas de la cuenca parisiense denunciaron en sus cuadernos de
quejas la "reunin" de las explotaciones agrarias y se obstinaron en vano, hasta el
ao II, en reclamar su divisin. As se afirmaba ya el antagonismo entre un
capitalismo agrcola y un campesinado en vas de proletarizacin. Faltos de tierra,
despojados de sus derechos colectivos a medida que se reforzaban la propiedad
privada y la gran explotacin, los pequeos campesinos engrosaban las filas de un
proletariado miserable e inestable, presto a alzarse tanto contra las grandes
explotaciones como contra los castillos.
Desde luego, no hay que exagerar esas caractersticas: en vsperas de la
Revolucin, la mayor parte del pas segua siendo dominio de la pequea
explotacin tradicional. Pero tambin aqu la desigualdad se haba introducido en el
seno de la comunidad rural. La propiedad de los bienes comunales, las presiones
colectivas sobre la propiedad privada (prohibicin de cercar, rotacin de cultivos
obligatoria), los derechos de uso sobre los campos (pastos comunales, derechos de
espigueo y de rastrojera), sobre los prados (derecho de segunda hierba) o sobre los
bosques haban constituido durante mucho tiempo unos slidos cimientos
comunitarios. En la segunda mitad del siglo XVIII, bajo la ola del individualismo
agrario y con el apoyo del poder real (edictos de cercado, clasificacin de os
comunales), la estructura comunitaria se resquebraj: fue la aristocracia quien se
aprovech sobre todo de ello. Pero, en el seno de la comunidad, algunos
propietarios, "gallitos de pueblo", dominaban a jornaleros y pequeos campesinos
que dependan de ellos para sus yuntas o para su pan cotidiano; producan ms o
13
14
"Lo que la Revolucin no ha sido en modo alguno es un acontecimiento fortuito. Ha tomado, es cierto, el
mundo de improviso, y sin embargo no era ms que el complemento del trabajo ms largo, el trmino
repentino y violento de una obra en la que haban trabajado diez generacio nes de hombres."
Sobre la feudalidad, en sentido limitado, cf. Bloch, M., La socit fodale, vol. I: La formation des liens
de dpendance (Pars, 1939); Boutruche, R., IX Congrs International des Sciences Historiques, I:
Rapports (Pars, 1950); Boutruche, R., Seigneurie et fodalit, I: Le premier ge des liens d'homme
homme (Pars, 1959). Sobre el problema de la transicin del feudalismo al capitalismo, cf. The Transition
from Feudalism to Capitalism, A Symposium, de Sweezy, P. M.; Dobb, M.; Takahashi, H. K.; Hilton, R. y Hill,
C. (Londres 1954); Hilton, R. H., "Y aut-il une crise gnrale de la fodalit?" (Annales, Economies,
Socits, Civilisations, nm. 1, 1951); Procacci, G.; Lefebvre, G. y Soboul, A., "Une discusin historique: du
fodalisme au capitalisme" (La pense, nm. 65, 1956); Soboul, Al, "La Rvolution franaise et la fodalit.
Notes sur le prlvement fodal" (Revue historique, nm 487, pg, 33, 1968).
(2)
15
Albert Soboul
La Revolucin Francesa
Conclusin
La Revolucin Francesa
en la historia del mundo contemporneo
EL RESULTADO DE LA REVOLUCION
Despus de diez aos de peripecias revolucionarias, la realidad francesa apareca
transformada de forma fundamental.
La aristocracia del Antiguo Rgimen fue destruida en sus privilegios y en su
preponderancia; la feudalidad fue abolida. Al hacer tabla rasa de todos los restos del
feudalismo, al liberar a los campesinos de los derechos seoriales y de los diezmos
eclesisticos, y en cierta medida tambin de las obligaciones comunitarias, al acabar
con los monopolios corporativos y al unificar el mercado nacional la Revolucin
Francesa marc una etapa decisiva en la transicin del feudalismo al capitalismo. Su
ala activa no fue tanto la burguesa comerciante (en la medida en que segua siendo
nicamente comerciante e intermediaria se avena con la vieja sociedad: de 1789 a
1793 generalmente tendi al pacto) como la masa de pequeos productores
directos, cuyos sobretrabajo y sobreproducto eran acaparados por la aristocracia
feudal apoyndose en el aparato jurdico y los medios de presin del estado del
Antiguo Rgimen. La revuelta de los pequeos productores campesinos y artesanos,
asest los golpes ms eficaces a la vieja sociedad.
No es que esa victoria sobre la feudalidad haya significado la aparicin simultnea
de nuevas relaciones sociales. El paso al capitalismo no es un proceso sencillo por
el cual los elementos capitalistas se desarrollan en el seno de la vieja sociedad
hasta el momento en que son lo bastante fuertes como para romper sus marcos.
Todava har falta mucho tiempo para que el capitalismo se afirme definitivamente
en Francia: sus progresos fueron lentos durante el perodo revolucionario, las
dimensiones de las empresas siempre fueron reducidas y el capital comercial
preponderante. Pero la ruina de la propiedad terrateniente feudal y del sistema
corporativo y reglamentario liber a los pequeos y medianos productores directos,
aceler el proceso de diferenciacin de clases tanto en la comunidad rural como en
el artesanado urbano y la polarizacin social entre capital y trabajo asalariado. As
16
17
as el camino hacia el capitalismo. La historia del siglo XIX demuestra que esto no
fue un mito.
REVOLUCION FRANCESA
Y REVOLUCIONES BURGUESAS
Etapa necesaria de la transicin general del feudalismo al capitalismo, la Revolucin
Francesa no deja de tener, en comparacin con las diversas revoluciones similares,
sus caracteres propios que se derivan de la estructura especfica de la sociedad
francesa al final del Antiguo Rgimen.
Estos caracteres han sido negados. La Revolucin Francesa no sera ms que "un
aspecto de una revolucin occidental, o ms exactamente atlntica, que empez en
las colonias inglesas de Amrica poco despus de 1763, sigui con las revoluciones
de Suiza, los Pases Bajos, Irlanda, antes de alcanzar a Francia entre 1787 y 1789.
De Francia pas nuevamente a los Pases Bajos, alcanz a la Alemania renana,
Suiza, Italia..."(3). Sin duda no se puede subestimar la importancia del Ocano en la
renovacin de la economa y en la explotacin de los pases coloniales por parte de
Occidente. Pero no es ese el propsito de nuestros autores, ni tampoco el demostrar
que la Revolucin Francesa no es ms que un episodio del movimiento general de la
historia que, despus de las revoluciones holandesa, inglesa y norteamericana, llev
a la burguesa al poder. La Revolucin Francesa no seala por otra parte el trmino
geogrfico de esta transformacin, como los ambiguos calificativos de "atlntico" u
"occidental" dan a entender: en el siglo XIX, en todas partes donde se instal la
economa capitalista, el ascenso de la burguesa fue a la par; la revolucin burguesa
tuvo un alcance universal. Por otro lado, poniendo al mismo nivel la Revolucin
Francesa y "las revoluciones de Suiza, los Pases Bajos e Irlanda...", se minimiza de
un modo extrao la profundidad, las dimensiones de la primera y la brusca mutacin
que represent. Esta concepcin, al vaciar a la Revolucin Francesa de todo
contenido especfico, econmico, social y nacional, dara por nulo medio siglo de
historiografa revolucionaria desde Jean Jaurs hasta Georges Lefebvre.
Sin embargo, Tocqueville haba abierto el camino para la reflexin cuando
preguntaba "por qu unos principios anlogos y unas teoras polticas parecidas
llevaron a los Estados Unidos slo a un cambio de gobierno y a Francia a una
subversin total de la sociedad". Plantear el problema en esos trminos es ir ms
all del aspecto superficial de una historia poltica y constitucional, para esforzarse
en llegar hasta las realidades econmicas y sociales en su especificidad nacional.
La comparacin que puede establecerse a partir de ese momento entre las
18
19
an, es por la propia expansin del capitalismo, conquistador por naturaleza, como
los nuevos principios y el orden burgus se apoderaron del mundo, imponiendo por
todas partes las mismas transformaciones.
La diversidad de las estructuras nacionales, la desigualdad en el ritmo de desarrollo,
dieron lugar, de un pas a otro, a muchos matices de los que dan cuenta las
mltiples modalidades en la formacin de la sociedad moderna capitalista. En
particular, cuando la evolucin hacia los mtodos capitalistas de produccin fue
impuesta, por as decirlo, desde arriba, el proceso de transicin se detuvo a mitad de
camino y el viejo modo de produccin se vio en parte salvaguardado ms que
destrudo: una va de compromiso de la que la historia del siglo XIX ofrece ejemplos
notorios. El carcter irreductible de la Revolucin Francesa parece, en comparacin,
todava ms claro.
Los movimientos de unificacin nacional que conoci Europa en el siglo XIX deben,
por ms de un motivo, ser considerados como revoluciones burguesas. Sea cual sea
en realidad la importancia del factor nacional en el Renacimiento o en la unidad
alemana, las fuerzas nacionales no hubieran podido llegar a la creacin de una
sociedad moderna y de un estado unitario si la evolucin econmica interna no
hubiera tendido hacia el mismo objetivo. Todas las dificultades halladas en el
anlisis histrico, y que han provocado muchas de las confusiones, se deben a que
esos movimientos constituyen, a diferencia de la Revolucin Francesa, revoluciones
de tipo mixto a la vez nacional y social.
En uno de sus planes de trabajo, en prisin, Gramsci sealaba este tema de
reflexin: "La ausencia de jacobinismo en el Renacimiento"(5). Gramsci, que define
al jacobinismo en concreto por la alianza de la burguesa revolucionaria y las masas
campesinas, subrayaba as que el Renacimiento, revolucin burguesa, no haba sido
una revolucin tan radical como lo fue, gracias a los jacobinos, la Revolucin
Francesa; esto significaba tambin plantear el problema del contenido econmico y
social de una y otra. En la medida en que el Renacimiento haba "carecido", segn
la expresin de Gramsci, de revolucin popular y concretamente campesina, en esa
medida se aleja de la revolucin burguesa de tipo clsico cuyo modelo ofrece la
Revolucin Francesa. Esta negacin de la burguesa italiana a aliarse con el
campesinado en la poca de la unificacin, alianza revolucionaria por excelencia, el
compromiso que despus venci en la realizacin de la unidad nacional entre
aristocracia feudal y burguesa capitalista, tiene sus orgenes medio siglo antes en
las soluciones que entonces se aportaron al problema agrario. Con las reformas que
a finales del siglo XVIII y principios del XIX, sobre todo bajo la ocupacin francesa,
21
afirmaba cada vez con ms fuerza la oposicin del campesinado, sobre todo de los
campesinos medianos, y de los pequeos y medianos comerciantes contra el
sistema monopolista de los grandes negociantes y financieros aliados con los
poderes seoriales y con los grandes propietarios rurales (jinushi) no explotadores
que reciban la renta en especie. La "apertura" del pas por la presin de Estados
Unidos y Europa precipit la evolucin, pero sin que hubieran tenido tiempo de
madurar de manera autnoma y suficiente las condiciones internas, econmicas y
sociales, necesarias para la revolucin burguesa.
La abolicin del rgimen seorial se realiz en forma de pacto: los derechos
feudales, contrariamente al caso de la Revolucin Francesa, fueron suprimidos con
indemnizacin; la carga acab cayendo sobre los campesinos sujetos a los nuevos
impuestos sobre las tierras en dinero (chiso). Los campesinos propietarios (honbyakusho) se vieron liberados de los vnculos feudales de dependencia; pero
siguieron siendo contribuyentes de esos nuevos impuestos, carga ms o menos
idntica a la de los viejos cnones seoriales en especie. Por otra parte, no tuvieron
ocasin alguna de adquirir tierras, como los campesinos franceses, a travs de la
venta de los bienes nacionales. Los campesinos japoneses no conocieron ni los
labradores "con cabriol" ni los campesinos acomodados del tipo kulak. En cuanto a
la masa de campesinos, jornaleros agrcolas (mizunomi), pero tambin pequeos
propietarios (kosaku), su liberacin fue una operacin blanca: una vez que los
grandes terratenientes (jinushi) se convirtieron, gracias a la reforma agraria, en
autnticos propietarios de sus tierras y contribuyentes del impuesto sobre las tierras
en dinero, los labradores inmediatos (kosaku), lejos de ser liberados, siguieron
pagando a los jinushi la renta anual en especie. As se mantuvieron las tradicionales
relaciones de dependencia y la explotacin del sobretrabajo de los kosaku, con la
garanta del estado y de sus medios de presin.
Los campesinos propietarios y explotadores "liberados" por la revolucin Meiji no
pueden, pues, compararse a los campesinos propietarios libres e independientes,
nacidos en la Europa occidental de la descomposicin de la propiedad de las tierras
feudal: en Japn no hubo ni yeomanry como en Inglaterra, ni campesinado medio
como en Francia, ni junker como en Prusia. El campesinado japons estuvo
subordinado al sistema oligrquico de la gran burguesa privilegiada y de los
propietarios jinushianos de tipo semifeudal: la nueva sociedad capitalista
salvaguard lo esencial de las relaciones feudales de produccin. As se explica, sin
olvidar la importancia de las circunstancias de la apertura del pas bajo la presin
exterior, que la revolucin Meiji haya desembocado en la formacin de una
23
24
25