Trabajos Lazarillo
Trabajos Lazarillo
Trabajos Lazarillo
Rodrigo de Murcia
Realizado por:
Antonio Miguel Martín Guirado
Alfonso Muela Martín
3ºB
Estimado amigo:
Durante todos estos años, he venido viviendo en muchos sitios, desde cuando me dejó mi
madre en el orfanato, hasta el último “padre” que he tenido.
Un día, en el orfanato, estando yo jugando en el patio, vino un hombre rico a verme, el
cual no podía tener hijos, y quería tenerme con él. Convenció a la “jefa” de allí, diciendole
que él solo buscaba ternura y amor junto con un hijo y su mujer.
Pero no todo era cierto...
A las dos o tres semanas de vivir en su casa, una lujosa casa, hice una pequeña
travesura, rompí un jarrón jugando al tirachinas. Y ya me di cuenta de como era... me tuvo
encerrado en mi cuarto trece días, dandome solo como alimento pan de sandwich y
botellitas de agua. Entonces, con mi cabreo, cuando me soltó y prometí ser un chico
bueno, hice la jugada final. En una cena que había esa noche en su casa, al ir los
comensales en el ascensor, bloquee toda la infraestuctura, fundi el panel de la luz, y eche
a corer. Nunca mas lo he vuelto a ver, ni quiero, me siento muy bien por lo que hice.
Quien rie el último rie mejor.
Estuve mucho tiempo vagando por la calles, viviendo de lo que la buena gente me
daba, hasta que un día, entré en un convento de monjas. Allí me dieron la educación que
nunca recibí de mis padres, aprendí a leer y escribir, los números y muchas cosas mas.
Después de mucho tiempo en el convento, fui a la casa de una monja, de la que me gane
su confianza llamaba Rosa, y era muy buena conmigo. Su casa era muy pequeña, pero
muy reconfortante, me sentía muy bien, hasta que un dìa...
La monja, que era joven, venintiún años, dejó el convento pues quería casarse.
Yendo con ella a ver a su futuro esposo, a lo lejos lo distinguí. Se iba a casar con el
hombre rico con el que viví y al que engañé y bromeé.
En ese momento, corrí tanto como mis piernas me permitían. La monjita, no paraba de
gritarme: ¡ Rodrigooo ! ¡ Vuelve aquí Rodrigooo ! Pero Rodrigo no volvió, Rodrigo se
perdió en el bullicio de las calles.
Después de eso, estuve tres años vagando por las calles, en las que me pasaron muchas
cosas, y conocí muchas otras.
Al año y medio de vivir en la calle, encontré a otro vagabundo, que se llamaba como yo,
Rodrigo. Nos llamábamos “tocayo”, y nos ayudábamos mutuamente.
Ibamos a mismas calles, cada uno en una punta, y pedíamos, cada día en una calle.
Al final de cada día, sobre las doce de la noche, nos reuníamos y juntábamos el dinero
conseguido.
Esos días fueron los mejores de mi vida, aunque viviera en la calle, pues ahí fuimos una
verdadera familia.
Pero todo eso se vio conmpensado por una catástrofe...
Un día, yendo los dos para una gran plaza en la que siempre recaudábamos gran
cantidad de dinero, Rodrigo cruzó rápido y sin mirar, y vino un autobús...
Rodrigo murió en el acto.
Estuve dos semanas llorando, y hasta hoy me sigo acordando de todos los días que pasé
con él. Prefiero acordarme de lo bueno, y no de lo malo.
Pero no todo fueron penurias...
En el funeral, conocí a su hija, el amor a primera vista fue mutuo, y hasta hoy es mi
esposa, Marta, y tenemos dos hijos, Rodrigo y Martín.
Ella es enfermera, y yo dirijo una ONG, en la que ayudamos a la gente sin techo, ya que
no quiero que pasen lo que he pasado yo.
Mis hijos tienen aspiraciones, Rodrigo quiere ser bombero, y su hermano Martín quiere
ser futbolista.
Espero verte pronto, tu amigo Rodrigo.
LA VIDA DE:
ROBERTO MORALES
“ER COBRA”
Ya que me escribe preguntándome por lo ocurrido, sepa usted que yo soy Roberto
Morales “er cobra”, y que le escribo esta carta para explicarle mi historia desde el
comienzo.
Nací el 24 de Agosto de 1970, en una pequeña aldea de Granada a la orilla del río
Genil. Mi padre, Bernardo Morales, se dedicaba a la venta ambulante de vinos por las
diversas tabernas de la comarca. Mi madre, María Romero, trabajaba limpiando los
portales del barrio. A mis 14 años, mi madre falleció por una grave enfermedad que desde
hace años nos tenía preocupados. Desde ese momento, nuestras vidas cambiaron, pues
mi padre no quiso saber nada más de mí. Una mañana me encontré una carta encima de
la mesa de la salita en la que me explicaba que el no podía mantenerme y que era tal la
pena que tenía que necesitaba desconectar de su entorno y comenzar una nueva vida. En
ese momento me encontré solo y mis lágrimas empaparon de tristeza la bonita foto que
yo conservaba en la que se veía a mi madre más feliz que nunca. Pronto busqué una
solución. En el pueblo de al lado vivía una tía mía hermana de mi madre que seguro me
acogería. No tenía hijos pues no tendría ningún problema en cederme una habitación. Ella
poseía una tienda de ultramarinos, que le proporcionaba los beneficios suficientes para
subsistir. Yo decidí no volver a estudiar y mi tía me dijo que si no quería estudiar debería
ayudarla en la tienda. Y así fue, pronto pasaron los años y me convertí en una persona lo
suficientemente madura para independizarme. A los18 años decidí marcharme a otra
ciudad donde empezar una nueva vida. La elegida fue Villa Rubia de los Ojos. Allí pronto
encontré un trabajo como mecánico en un taller de chapa y pintura. Alquilé un pequeño
apartamento en el centro de la ciudad, ya que el sueldo era digno y podía permitírmelo.
Y por fin...encontré a la mujer de mi vida. Se llama Marina. La conocí en la fiesta de
cumpleaños de mi amigo Rubén, él me la presentó. Desde ese día hemos permanecido
juntos.
Ahora tenemos dos hijos, pero mi mujer está en paro y al no poder mantenerlos es mi
suegra quien los cuida. Ella puede darles todo lo que necesitan.
Desde el nacimiento de mis hijos entré en un estado de depresión porque veía que no
podía cuidar de ellos, y encontré una vía de escape para mis problemas, la droga, mi peor
amigo.
Como usted ya sabe ahora me encuentro en una clínica de desintoxicación, desde donde
le escribo esta carta. Quiero que sepa que gracias a usted se ha creado en mi interior una
nueva persona con ganas de vivir y de seguir luchando por mis hijos ya que por
desgracia, yo nunca pude disfrutar del cariño de unos padres.
Pronto saldré de aquí cargado de ilusión, fuerza y valentía.
Ya que me escribe preguntándome por lo ocurrido, sepa usted que yo soy Lucas Ruiz.
Estaba yo tranquilamente escuchando música en mi ipod, cuando vino una señora muy bien
vestida y con una coleta en la cabeza bastante alta , acompañada de su hijo , de unos seis años
que tenía en sus manos una psp , cosa que yo deseaba con toda mi alma y mi madre no quería
comprármela. Entonces mi cabeza , sin yo tomar el rumbo , empezó a imaginarme jugando con ese
cacharro. Entonces ideé un plan. Cuando la señora entró en la carnicería de enfrente de donde yo
me encontraba, y más tarde salio cargada de bolsas. Yo , astuto , me ofrecí voluntario a llevarlas a
su casa de la playa. Cuando descarguemos las bolsas en la cocina , el chaval , se metió en su
cuarto , para que nadie le molestase. Mientras que la madre colocaba los productos , yo, entré en
su cuarto y le saludé diciendo el típico 'Hola' , el me contestó lo mismo inclinado la cabeza hacia
la izquierda. Para iniciar un tema de conversación , le pregunte que que hacía , el me contestó que
jugaba a Mario Bros y me ofreció jugar un rato con él. Yo acepté , era lo que más deseaba en ese
instante , jugar y jugar. Me aparté de los ojos mi melena marrón , casi siempre despeinada.
Empecé a jugar con el chico de las gafas doradas. Cuando llevábamos casi una media hora allí , la
madre entró para asegurarse de que el niño estaba bien , o eso me pareció al mirar su rostro.
Me ofreció un café y yo acepté encantado... esa tarde no había comido nada , por que en mi casa
solo había choped,y yo , ya estaba un poco harto de comer siempre lo mismo , así que eso pareció
un regalo de Dios.
Puso delante de mis ojos , cansados de no dormir por la noche a causa de la lluvia que caía contra
la chapa de mi pequeña y oscura casa, un café con nata en el centro.
Me lo bebí con ganas y la mujer me preguntó que que edad tenía y en que colegio estudiaba.
Yo le respondí que dieciséis recién cumplidos , en septiembre, y que estudiaba en el Doña Ana de
Cózar , no muy lejos de aquí. Es un instituto un poco cutre , pero no me dieron plaza en otro.
Conversamos durante quince largos minutos,yo creo que los quince minutos mas largos de mi
vida,estaba deseando tener esa psp no dejaba de pensar en ella en todo momento.
Inesperadamente y para mi , como otro regalo de Dios , apareció el chico por detrás dejando la
psp al lado de mi café .La madre le sugirió que la guardase en su estuche morado,pero hizo caso
omiso. Por lo poco que lo conocía , daba la sensación de que era un chico muy terco y cabezota ,
parecido a mí,lo que nos diferenciaba era la cantidad de dinero que ambos teníamos.
Entonces Jaime fue al servicio , llaman a la puerta , y la señora se levanta para abrirla.
Yo sin hacer caso a mis remordimientos (no la cojas ,no es tuya..te arrepentirás) , cogí la psp sin
pensármelo dos veces y me la guarde en mi mochila ,ya vieja y desgastada.
Aproveche ,mientras la señora después de abrir se metió en la cocina y yo salí como alma que
lleva el diablo.
Pasada la tarde ,empezó a oscurecer ,serian alrededor de las nueve cuando marche para casa.
Entre sigiloso empujando la vieja puerta oxidada y corrompida por el tiempo. Nadie se dio cuenta
de que llegue,estaban todos cenando en el comedor del fondo el mas espacioso comparando con
las demás habitaciones. Entonces , sin siquiera pensar en cenar , entré en mi habitación , la
misma que compartía con mis dos hermanos menores , y me tapé hasta la cabeza con mis
sábanas color azul apagado , impaciente , por empezar la partida , que antes Jaime , el chico de las
gafas doradas había guardado en la memoria. Me metí tanto en el juego , que perdí la noción del
tiempo por completo , entonces mis hermanos llegaron acompañados por mi madre. Entonces , en
ese instante cerré los ojos simulando estar dormido , guardando la psp debajo de mi colchón.
Pero mi madre se acerco sigilosa , y me destapó con un gesto , nada agradable. Me di cuenta de
que no apagué el sonido del juego , y la melodía divertida no para de sonar .Mi madre extrañada ,y
cabreada porque se olía que algo malo había echo yo,me agarro del brazo y me saco de la cama
preguntándome con el ceño fruncido que, que era aquello que sonaba cuando empecé a hacerme
el tonto .Ella mosqueada ya por el dichoso ruido de la psp rebusco debajo de la cama,levanto la
almohada,por ultimo levanto el colchón. Yo, nervioso, y alterado me puse a morderme mi piercing
del labio superior. Con la psp en la mano me miro con llamas en los ojos. Me preguntó que si había
vuelto a robar, yo , sin recursos ya , le dije que me lo encontré en la acera de la carnicería. Pero mi
madre no tiene un pelo de tonta, más que no era la primera vez que había hecho algo semejante.
Entonces , empezó el mismo rito de siempre , (me riñe , y después acaba dejándome las nalgas y la
cara roja como el tomate].
Cansado ya de su riña , le prometí , y esta vez con el gesto muy formal , que no se volvería a repetir
y que a partir de ahora cumpliría mis castigos , que no me escaparía y todo ese royo que se suelta
cuando intentas ser serio. Yo crucé los dedos.
U N L A Z A RI L L O D E L S I G L O 21
En Salobreña a 19 de Abril de 2010
Ya que me escribe preguntándome por lo ocurrido, sepa usted que yo soy Gabriel
Urquiza de Salobreña.
Mi historia de desdicha y miseria comienza en mi localidad municipal. Yo solo era un
niño de una cierta edad que tuvo que abandonar todo lo que tenía y lo que amaba para
comenzar una nueva vida un tanto cuestionable.
Mi primera parte se remonta a cuando mi familia se arruinó económicamente y me
tuvieron que dejar en manos de un internado de monjas, del cual yo me escapé y decidí
encaminarme en un viaje Cádiz, en mi largo camino por encontrar al resto de mi
familia, conocí a un humilde ganadero que me dio cobijo en su establo a cambio de que
ordeñara sus vacas y pintara el granero.
Allí permanecí durante dos semanas, y decidí seguir mi camino porque tenía la
impresión de haber estado aprovechándome de su hospitalidad.
Llegando a Málaga sufrí un inoportuno accidente, pues al caminar al lado de una
acequia, resbalé y caí al agua, debido a mi infancia en la cual no me enseñaron a nadar,
grité y pataleé, dentro del agua, hasta que un gran hombre (muy fornido por cierto),
me ayudó a salir del que creí por un momento que sería mi tumba, (mi tumba acuática).
Era muy amable y, debido a mi extrema delgadez por no haber comido nada en varios
días, no le supuso mucho esfuerzo sacarme de allí.
Él me llevó a su casa y me cubrió con una manta, y me dio para que comiera un cálido
cocido, le pregunté cuál era su profesión y él me dijo que era un pastor, y me comentó
que quería ir a Sevilla, y le dije yo que iba de camino a Cádiz, no tardó mucho en decir
que quería ir conmigo.
Yo acepté, puesto que con él tenía mayor probabilidad de llegar sano y salvo, Tres
semanas después, llegamos a punta de tarifa, puesto que no llevábamos mucho dinero,
había noche que teníamos que dormir al raso, y nos hicimos unas mantas con algunas de
sus cabras que a su vez también nos proporcionó carne y leche. Un día debido a que
llevábamos demasiado tiempo sin comer verduras, saltamos a un huerto porque vimos
unos hermosos y apetecibles aguacates, pero en medio de la acción del salto, nos
sorprendió el agricultor, era un hombre rudo y bruto y en su mano derecha llevaba un
garrote de madera.
Yo solo vi el garrote un segundo, antes de que me impactara en la cabeza, desperté al
cabo de unas horas tirado en un tosco camino de tierra. El maldito loco me dio tal
golpe que me abrió una brecha por la cual brotaba un gran chorro de sangre.
Tuve suerte de que se me cortara pronto la hemorragia, me di cuenta de que mi amigo
el pastor había desaparecido, no quiero ni pensar lo que habría hecho el "caníbal" ese
del garrote, y notando que no estaba decidí volver al viaje yo solo de nuevo.
A los tres días llegué a una pequeña aldea costera en la que me hospedé unos días,
porque conseguí unas monedas de unas generosas personas a los que siempre les
estaré muy agradecido.
Una vez allí pude descansar como dios manda, y pude dormir en una cama después de
dormir incontables veces al raso.
Cuando partí de allí lo hice con mucha fuerza y voluntad, tanta que ese día estuve
caminado unas doce horas, después de eso llegué a Punta de Tarifa, mi camino hacia
Cádiz se vio reducido a una caminata de unas dos horas. A continuación llegué a Cádiz
exhausto a causa de que por el camino me estuvo persiguiendo un perro sarnoso,
conseguí despistarle a cambio de mi última reserva de comida (Un pequeño trozo de
carne del cordero del pastor), por culpa de ese maldito chucho ese día me quedé sin
almorzar.
Y aunque parezca mentira es mismo día me hice pescadero de las lonjas, y conocí a una
bella chica que me inundó el corazón de un nuevo sentimiento para mí, y bendito sea el
destino que hoy veinte años después estoy felizmente casado con ella, y tengo dos
hijos y una hija, y estoy feliz con mi nueva vida y mi nuevo trabajo, pero eso es otra
historia… .
Estimado amigo/a:
Ya que me escribe preguntándome por lo ocurrido, sepa usted que yo soy Lázaro
de Salobreña o así me llama mucha gente. Voy vagando sin rumbo por los
callejones de este mundo marginal y sin ninguna idea en mi cabeza salvo la de
dormir y comer caliente, andar horas y horas hasta aparecer en un sitio al que ni
siquiera quería llegar y así todos los días. Hay días en los que no consigo nada
para comer y desgraciadamente estos días son muchos. Yo me describo a mi
mismo como una persona honrada a la que la vida no le ha sonreído. La gente dice
que los desgraciados son los que toman drogas y tienen problemas con las
adicciones pero yo creo que la gente se equivoca al decir esto y quizás por esa
equivocación estoy aquí ahora.
Todo el pueblo me conoce, me saludan la mayoría cuando me ven por la calle y
otros me tiran piedras y me insultan, quizás por mi rostro poco cuidado y mi
ridícula forma de vestir, ya que no tengo otra cosa que ponerme. Cuando los días
se me hacen infinitamente largos y no consigo nada de comer tengo que robarlo
de los puestos al descubierto que hay por la calle. A mí no me gusta nada robar
pero solo lo hago para subsistir. Lo único que veo cambiar en mi vida son las
estaciones , me alegro cuando llega el sol y el calor y por fin se va el frío y la
lluvia, aunque ya empiezo también a aburrirme de esto. El camino es el mismo
todos los días, suelo sentarme en una plaza que hay a la derecha del parque
porque me gusta ver a los niños jugar y divertirse, me gusta verles hacer lo que
yo nunca pude y que en otra vida, si probablemente tengo la oportunidad, lo
haré. Suelo comer pan con algo de fruta y carne embutida que puedo coger del
supermercado.
Página 1.
Yo nací siendo pobre y moriré siendo pobre sin ninguna probabilidad de escalar
socialmente, tengo 24 años y no veo ningún futuro ni destino que pueda sacarme
de este mundo.
En verano paseo por la playa, un poco alejado de la gente para evitar las burlas,
los insultos y si tengo mala suerte también las piedras, camino de una punta de la
playa a la otra esperando a que caiga el sol de la interminable tarde.
Le digo esto porque ya pocas cosas quedan por hacer y quizá sea este sol de
verano que me hace delirar un poco, pero yo creo que todavía estoy bien de la
cabeza.
Gracias por leer esta carta y entenderme que es lo más difícil.
Firmado:
“Lazarillo de Salobreña”
Página 2.