Teoría de La Educación Según Ortega y Gasset
Teoría de La Educación Según Ortega y Gasset
Teoría de La Educación Según Ortega y Gasset
Pero lo que el hombre debe ser no es algo necesitado, determinado de antemano por otros.
El hombre es humano desde el momento en que decide autnomamente vivir y elaborar su propio
proyecto de vida. En este sentido, la educacin es ante todo una ayuda desde el exterior (heteroeducacin) para que todo hombre pueda ser libre inventor y fabricador de su vida, dentro de las
circunstancias que lo condicionan. Por esto la educacin termina siempre siendo autoeducacin,
esto es, la educcin que cada hombre hace de su propio proyecto de vida en una sociedad y la
realizacin de ese proyecto, lo que requiere un armnico y notable dominio de todas las fuerzas
de su ser. La vida del hombre es problemtica. Por ello, la educacin no es una receta, sino un
proceso de relativo perfeccionamiento en el vivir con los dems. Por esto, la educacin implica
un irremplazable proceso de aprendizaje, de experiencia de vida, de aprovechamiento de facilidades individuales y sociales para mejorar al individuo y a la sociedad en interaccin.
Lo que pasa es que se ha educado siempre a los hombres para la estabilidad y no para la movilidad. Por movilidad entiendo los cambios rpidos en la estructura de nuestro contorno social2.
didctica posee, en efecto, una relativa autonoma y especificidad: ella consiste en facilitar los
aprendizajes y se rige, por lo tanto, por un principio diverso (al inters del cientfico), donde se
integra el saber cientfico con las posibilidades psicolgicas del aprendizaje del discpulo.
"La actividad cientfica, el saber, tiene su organizacin propia, distinta de esta otra actividad en
que se pretende ensear el saber. El principio de la Pedagoga es muy diferente del principio de la
cultura y de la ciencia"6.
Para que el hombre pueda cultivarse, crecer y desarrollarse en el dominio de sus propias
fuerzas, las instituciones escolares deberan ofrecer medios. En una poca en la que los conocimientos son crecientes y parecen ahogar al nio y al joven, Ortega hace una opcin por lo cualitativo ms bien que por lo cuantitativo. La educacin general debera ofrecer una imagen fsica del
mundo (Fsica), temas fundamentales de la vida humana (Biologa), un panorama del proceso
histrico de la especie humana (Historia), la estructura y el funcionamiento de la vida social (Sociologa), un plano del Universo (Filosofa)7 y el dominio de lenguajes (matemtico, simblicos).
Luego vendrn las especializaciones y los saberes segn las diversas ocupaciones sociales. Las
asignaturas no son sino fracciones convencionales para aprender a vivir: con las ciencias, las
filosofas y las letras intentamos solucionar los problemas de comprender la vida; con la moral
procuramos solucionar las formas de vivir; con el arte ensayamos expresar el ltimo rincn de la
misma, lo sublime (sub-limine: experimentar lo que est ms all del lmite)8. La filosofa es antes que un sistema de doctrinas critalizadas, una disciplina de liberacin ntima que ensea a
sacar triunfante el pensar propio y vivo de todas las ligaduras dogmticas. Por ello, no habr
buenos pedagogos mientras no haya un poco de filosofa en quienes se preparan para ser docentes9.
Pero adems de ejercitarse en el aprendizaje de s mismos mediante el dominio de estas
materias, los alumnos deberan prepararse para la vida dominando una profesin: ser un buen
mdico, un buen juez, un buen profesor, etc. Es ms debera aprenderse tambin prcticamente:
en el trabajo y mediante el trabajo social de la profesin elegida para el trabajo. El trabajo profesional debera entenderse como una cooperacin en comn, engendradora de la comunidad. De
este modo, cada aprendiz educa sus propias fuerzas con la ayuda de los dems, y para s y para
los dems. Una pedagoga, pues, centrada en el aprendizaje, pero con sentido social10.
El saber, sin embargo, implica no slo el ejercicio y produccin de la cultura y el ejercicio
de una profesin; sino, adems, iniciarse en el dominio abierto de una forma de aprender mediante el ejercicio de la investigacin. No se trata de hacer de todo estudiante medio un cientfico
nato, preocupado de un sector reducido y especfico, pero despreocupado de la estructura general
de su disciplina o de los problemas humanos y sociales a ella inherentes.
"Las disciplinas de cultura y los contenidos profesionales sern ofrecidos en forma pedaggicamente racionalizada -sinttica, sistemtica y completa-, no en la forma que la ciencia abandonada as misma preferira: problemas especiales, trozos de ciencia, ensayos de investigacin"11.
Si bien no se puede confundir el mtodo cientfico con el mtodo didctico (pues ste implica, adems, la preocupacin por adecuar y facilitar la investigacin sistemticamente), la investigacin no se opone a las instituciones de enseanza. Por el contrario, la enseanza vive del
espritu de investigacin y de los resultados de la ciencia. La ciencia es la dignidad y el alma de
las instituciones de enseanza, especialmente de la Universidad. La ciencia es el intelecto que
procede en una forma determinada: con capacidad para la invencin de hiptesis e interpretacio-
nes y con el rigor de la prueba. La ciencia es una forma de pensar y esta forma hace del estudiante un aprendiz con espritu cientfico-crtico. Es este espritu crtico el que hace lentamente
del nio un ciudadano eficiente, capaz de criticar la tierra de los padres y construir la tierra de los
hijos.
Slo se puede ser crtico cuando se asume conscientemente criterios: medidas o puntos de
vista precisos con los cuales proceder a observar, analizar, confrontar, experimentar. La crtica,
propia del espritu cientfico, es el alma del mtodo para aprender y educarse. Ella supone disciplina interior para poder dudar y confrontar las opiniones contrapuestas; supone libertad de pensamiento para generar otros puntos de vista y no temer al error si se lo sabe aprovechar para continuar investigando la verdad12.
b) La enseanza y la educacin implican no solo la variable del saber; sino, adems, al que ensea o educa ayudando, facilitando aprender. La enseanza y el docente, en efecto, tienen sentido
slo en funcin del aprendizaje, del aprendiz en cuanto ste puede y desea aprender13.
Ahora bien. como el aprendizaje consiste en un proceso en el que el aprendiz es el protagonista (irremplazable, personal y libre aunque condicionado por las circunstancias), el docente
no puede imponer la verdad de su enseanza. La verdad humana requiere, para ser tal, la libertad
para investigarla. El docente, por lo tanto, ms que ensear verdades, tiene la funcin de facilitar
el acceso a ella para que cada aprendiz la investigue o descubra por su cuenta y riesgo, en un proceso critico y vital.
"Quien quiera ensearnos una verdad que no nos la diga: simplemente que aluda a ella con un
breve gesto, gesto que inicie en el aire una ideal trayectoria, deslizndonos por la cual lleguemos
nosotros mismos hasta los pies de la nueva verdad. Las verdades, una vez sabidas, adquieren una
costra utilitaria; no nos interesan ya como verdades, sino como recetas tiles. Esa pura iluminacin
subitnea que caracteriza a la verdad, tinela sta slo en el instante de su descubrimiento. Por esto
su nombre griego, aletheia (signific originariamente lo mismo que despus la palabra apocalipsis),
es decir, descubrimiento, revelacin, propiamente desvelacin, quitar el velo o cubridor. Quien
quiera ensearnos una verdad, que nos site de modo que la descubramos nosotros"14.
El fantico trata de convencer a los dems, de imponer sus ideas; el docente, por el contrario, tiene conciencia de los propios lmites y los del propio saber y, aun sin pretender que su
alumno sea un cientfico, presenta los conocimientos con la funcin de facilitar un aprendizaje
crtico, con menos tiempo y esfuerzo. Como el docente no se halla centrado en lo que l desea
ensear, sino en lo que el alumno puede aprender, se dedica a facilitar los aprendizajes "eliminando las disciplinas que el estudiante no puede aprender" y dedicndose a los mtodos de ensear que no excluyan la actividad inquisitiva de los alumnos. El docente, ms que ensear una
ciencia, ensea la necesidad de una ciencia que el alumno deber recrear. Procura, sin embargo,
ensear desde un punto de vista cientfico y organiza didcticamente la ciencia en funcin de la
vida15.
El docente se diferencia del investigador porque aqul: 1) se preocupa por el aprendizaje
del alumno; 2) se preocupa porque el saber tenga un carcter sinttico y sistemtico, y 3) no
obliga a estudiar, pero evala los aprendizajes desde un punto de vista psicolgico, lgico y humano, esto es, evala lo que objetivamente aprende, y tiene en cuenta el esfuerzo y las dificultades objetivadas que hallan en aprender tal o cual realidad. En consecuencia, no espera psicolgicamente los mismos resultados.
Si el docente no se preocupa por el aprendizaje del alumno, todo el proceso de ensear se
La enseanza del docente cobra sentido a travs de la facilitacin del aprendizaje del alumno. Se trata, sin embargo, de una facilitacin de las dificultades excesivas, pero no de un exceso
de facilitacin que excluya el esfuerzo del alumno por resolver o replantear los problemas. En
este sentido, el docente debe facilitar que el alumno se introduzca en la vida, individual y social,
en sus problemas, posibilitando los intentos de autodisciplina para dominar esos problemas y para
organizar sus propias posibilidades17.
La ciencia (de la vida, de la sociedad, etc.) es para el docente materia y pretexto (pre-texto)
para su misin de ensear. El docente ensea algo (fsica, historia, etc.), pero lo que verdaderamente se espera de l es que, adems de saber su ciencia, sepa pedagoga y en especial didctica,
esto es, que sepa facilitar el aprendizaje de esos conocimientos, teniendo presente cul es el fin de
la educacin y cules son los medios. Mas nada es tan necesario al maestro como la libertad de
espritu, una autodisciplina de liberacin ntima que le ensea a pensar sin ligaduras dogmticas,
una sabidura que reconoce los lmites del saber y del actuar. Ms que dar soluciones, el buen
docente sabe presentar problemas gradualmente, sabe posibilitarle analizar sus pre-juicios, porque siempre aprendemos a partir de una tradicin de conocimientos previos que no hemos analizados18. No impone la necesidad de estudiar: los problemas lo hacen por l. Tampoco espera
iguales soluciones de parte de todos los alumnos.
En mi opinin, hombre culto es aquel para quien en todo momento el mundo interior
existe19: un mundo con ideas propias, con sentimientos y proyectos propios, aunque por ser propios no tiene que ser necesariamente opuestos a los de los dems. El docente es un hombre culto
precisamente porque sabe claramente lo que quiere: no se pierde en la selva de la cultura. Sabe
reconquistar una sobriedad en los contenidos del saber actualizado, para manejarlos y manejarse
con una disciplina creadora e interior, por lo que elabora una cultura crtica y de carcter sinttico, capaz de se gua eficaz para las situaciones prcticas. La funcin docente exige para ello una
actividad realizada en el dilogo y en el amor, esto es, en pro del desarrollo pleno del que aprende, situado siempre en un contexto histrico y crtico. El docente no debe separar a los alumnos
de la sociedad y de la vida real. La realidad, en efecto, con sus dificultades y facilidades, es la
primera pedagoga20.
c) La enseanza y la educacin implican tener presente el saber, al docente o educador y al que
aprende. El que aprende y su aprendizaje para llegar a ser persona constituyen el centro de la
educacin y de todos los procesos e instituciones educativas.
El proceso de educarnos y de aprender son autnticos cuando se inician en una necesidad
previamente sentida por el sujeto21. Se trata de una necesidad sentida en el sujeto, con sus races
en l, autctona, autntica.
Desgraciadamente la educacin y la enseanza han seguido -por una necesidad social- un
camino falso imponiendo necesidades desde el exterior, sin que sean, para el sujeto que aprende,
una autntica necesidad.
"El hecho es que el estudiante tipo es un hombre que no siente directa necesidad de la ciencia,
preocupacin por ella y, sin embargo, se ve forzado a ocuparse de ella. Esto ya significa la falsedad
general del estudiar... Quin va a pretender que el hombre sienta efectiva necesidad en un cierto
ao de su vida, por tal ciencia que a los hombres anteriores les vino en gana inventar?
As, de lo que fue una necesidad tan autntica y vivaz que a ella dedicaron su vida ntegra unos
hombres -los creadores de la ciencia- se hace una necesidad muerta y un falso hacer. No nos hagamos ilusiones: en ese estado de espritu no se puede llegar a saber el saber humano. Estudiar es,
pues, algo constitutivamente contradictorio y falso. El estudiante es una falsificacin del hombre22.
rrollo sera que la esfera espiritual en que consiste la persona fuera maciza y compacta.
Ntese que ambas espiritualidades, la perifrica y la ntima, son de muy distinto rango. Aquella
est integrada por lo recibido y mostrenco. Son las ideas que piensa todo el mundo, los impulsos de
conducta que el ambiente imprime a todos por igual, las preferencias y repulsiones comunes. Se trata, pues, de la forma inferior de espiritualidad, en que sta se confunde casi con lo mecnico. En
cambio, la intimidad comprende solo los pensamientos que el individuo crea o recrea por s, las actitudes morales que nacen con plena independencia en la soledad original de su ser, aparte de los
prjimos. Todo esto, que es lo ms valioso, ltima potencia del espritu, es lo que tarda ms en formarse dentro de la persona, y es lo que estimamos. En definitiva, se trata de los criterios decisivos intelectuales, morales, etc.-; solo cuando el hombre posee en su fondo estos criterios propios, firmes, que son su sustancia inalienable, decimos que es plenamente persona. El que solo posee el repertorio de modos recibidos slo funcionar con correccin en las situaciones rutinarias previstas
por ese repertorio. Colocadlo en una circunstancia nueva, y no sabr qu hacer, su reaccin ser
torpe, porque no puede recurrir al fondo creador de sus criterios propios"30.
La persona implica un cuerpo, tambin un alma (que anima -o da vida-, los sentimientos,
las emociones, los deseos, los apetitos; pero implica tambin un espritu.
Llamo espritu al conjunto de actos ntimos de que cada cual se siente verdadero autor y protagonista. El ejemplo ms claro es la voluntad. Ese hecho interno que expresamos con la frase yo quiero, ese resolver y decidir, nos aparece emanado de un punto cntrico en nosotros, que es lo que es31
trictamente debe llamarse yo .
Est claro que la persona es una unidad; y esa unidad de conocimiento, sentimiento y
voluntad, capaz de intuiciones, de afectos y razonamientos es la que se educa o no se educa, esto
es, se da una forma de ser, relativamente constante, propia y por ello, personal. El buena parte,
el resultado de la educacin consiste en el lograr el dominio de s en nuestra relacin y colaboracin con los dems. No todo lo que est en nosotros est bajo nuestro dominio, bajo el dominio
de nuestra persona. Mis impulsos, inclinaciones, amores, odios, deseos, son mos, pero no son
yo. El yo asiste a ellos como espectador, interviene en ellos como jefe de polica, sentencia
sobre ellos como capitn... El espritu o yo no puede, por ejemplo, crear un sentimiento, ni directamente aniquilarlo; puede sin embargo, encauzarlo, contenerlo, impedir que se derrame o
abandonarse a l. La educacin es el proceso y el ejercicio que posibilita al ser humano ese dominio32.
Si por persona se entiende el origen y dominio de los propios actos, ella implica entonces
dos aspectos mutuos: 1) la vida del sujeto humano 2) en bsqueda de objetividad. La persona
educada domina o encauza sus actos, pero los actos espirituales (de la inteligencia y la voluntad)
se dirigen no al sujeto sino a los objetos, a saber cmo son las cosas, los acontecimientos. Aunque sentir, conmovernos, desear, son actos individuales, privados; conocer verdaderamente una
cosa tiene sus races y fundamento en ese orbe universal y transubjetivo33.
De esta manera, la educacin y el aprendizaje cumplen la tarea de preparar al ser humano
para autoconducirse en la vida social, como sujeto y persona con objetividad, en medio de las
variantes circunstancias. Formarnos una persona implica formarnos una jerarqua de valores, un
proyecto de vida, raz ltima, unificadora de la persona y cimiento de su carcter. Dicho en otras
palabras, educarse es hacerse persona en la dimensin social e individual, en constante interaccin: de afuera hacia adentro y de adentro hacia fuera.
El principio radical de la filosofa de Ortega es la vida esclarecida con la razn, el raciovitalismo; pero este principio genera, a su vez, otro principio primario: la vida humana es interaccin entre el Hombre y el Mundo.
Asuntos, importancias, facilidades, dificultades.
Hombre
Mundo
Interaccin
de su vida en el contexto de su mundo. Para ello no son suficientes los instintos y dejarse vivir.
AI decidir vivir, el hombre toma en sus manos el timn de sus actos siguientes. La educacin se
convierte, entonces, en el proceso por el cual intentamos ser humanos: fantasear nuestro proyecto
de vida e intentar realizarlo o reformularlo, realizando as nuestro ser en una sociedad.
En este sentido, la educacin se vuelve el proceso de convertirnos en persona social e individualmente. El mundo nos moldea exteriormente desde que nacemos; pero reactuamos e interactuamos con ese mundo (fsico, social, poltico, cultural, etc.) formndonos interiormente, elaborando nuestra intimidad, nuestros proyectos, criterios y valores. Todo lo que nos posibilita y
facilita, pues, el logro de nuestra personalidad ntima (proyectos, criterios, valores) debe ser considerado educativo, fundamental para darnos una forma propia o formacin. Esta formacin es
una conquista, no un don; es un logro mediante un esfuerzo. La educacin no es, por tanto, un
mero proceso de instruccin. sta se halla en funcin de aqulla.
La razn la construye el hombre en funcin de su vida: no vive para pensar sino que piensa pare vivir. El cuidado de la inteligencia debe encarnarse, pues, en el contexto de la vida que
interacta con el mundo. Pero ni el hombre ni la realidad son necesarios o naturalmente racionales38. La racionalidad es un recurso de ordenamiento, de previsin de las consecuencias que
se derivan de los presupuestos admitidos. Mas nada asegura que nuestra lgica y nuestras interpretaciones se adecuen con la realidad del mundo.
La educacin, por ello, implica un proceso en el que ensayamos interpretaciones y conductas para comprender y actuar en la vida; pero en el cual no se descarte el error y el fracaso.
La competencia y el xito no debieran convertirse en los valores absolutos de la vida humana. La
vida humana es compleja y su valor no puede establecerse solamente por el xito en el logro de
un proyecto. Tiene importancia conservar el recuerdo de los errores: ello hace a la historia personal y social, y hace a la experiencia. La educacin -ese intento por darnos una forma estable de
vida, una formacin con la cual podemos dominar nuestras posibilidades y dirigir nuestros actosno es un proceso en el que el sujeto necesariamente logra su fin; por el contrario, implica esfuerzo y no garantiza el xito. El hombre es un nufrago en el mar de la vida y no siempre alcanza la salvadora orilla. Todo lo que merece la pena, todo lo que es de verdad humano, es difcil. Con frecuencia, la vida tiene un carcter deportivo: Se complace en el esfuerzo y no en su
resultado39.
El reconocimiento de la carencia, de las necesidades y de la falibilidad humana es, fundamental en educacin, pues se constituye en el motor de los procesos de investigacin, en la
promotora de la libertad para la verificacin, en la base de la sabidura al reconocer la limitacin
del conocimiento humano40. Surge, entonces, como necesaria a la educacin, la actitud crtica
ante las creencias propias y ajenas.
En la perspectiva intelectual, la educacin consiste entonces en posibilitar que el sujeto, al
interactuar con el mundo, lo interprete subjetivamente y lo verifique objetiva o intersubjetivamente.
Pero el ncleo del ser humano es, adems, afectivo y activo, y la inteligencia se pone en
funcin de la resolucin de problemas que surgen tambin en el mbito afectivo y activo.
Dado que el hombre es lo que puede ser; su ser inacabado se halla proyectado hacia el futuro, hacia lo que proyecta ser. De aqu la posibilidad y la necesidad de la educacin. Su no acabamiento, su imperfeccin posibilitan su educacin, pero a su vez la definen como una necesidad
del ser humano para poseer sus fuerzas, su ser y llevarlo a plenitud como persona en su mundo.
Ahora bien, como el hombre es l y sus circunstancias, no puede ser pensado sin la sociedad y el Estado con el cual interacta. El hombre, en este contexto, es el protagonista de su educacin, pero en ella est presente la sociedad y el Estado, entendidos como colaboradores de la
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autoeducacin41. El modo en que se organiza el actuar social influye y condiciona indudablemente la manera de pensar y actuar de los individuos; y stos influyen, a su vez, sobre aqul.
El hombre y la sociedad nacen sin un ser fijo y determinado. Son no solo lo que son sino
adems lo que desean y pueden ser; son proyectos abiertos y reformulables. Por esto estima Ortega que la mejor base de la poltica es la sociedad democrtica en cuanto aprecia la libertad. Esto
-hecho sistema- es un socialismo democrtico liberal42. Este sistema parece ser el ms acordado
con la dimensin social, pluralista e individualmente libre del hombre. Indudablemente que el
hombre puede educarse y se ha educado en todos los sistemas polticos. Pero el sistema recin
mencionado parece ser una facilidad ms adecuada para favorecer el logro de individuos que se
formen una personalidad, social e individual, libre y responsable de s misma y de la sociedad
con la que interactan. La sociedad democrtica y liberal parece ser una condicin conveniente
(aunque no suficiente) para colocar a todos en situaciones favorables para ser plenamente hombres. A la inversa, los hombres formados en el espritu crtico -con pluralidad de criterios- parecen ser la base sana para proteger una poltica social de participacin en la libertad. Es fundamental a la educacin humana la tolerancia para con las opiniones ajenas. Esta, en efecto, implica el reconocimiento de la falibilidad humana y, en consecuencia, la necesidad de la libertad de
investigacin y de dilogo. La tolerancia "es una proyeccin en lo poltico de aqueIla cualidad
individual que llamamos buena educacin"43. Pueblo e individuo deben mutuamente defender, en
colaboracin, la conciencia propia y la libertad.
"En Europa, el pueblo tiene una conciencia poltica y no tolera que le arrebaten la libertad de
conciencia, porque como usa de su conciencia, necesita de la libertad"44.
"La abstraccin lgica es, pues, un orden ideal de los conceptos establecido segn su mayor o
menor contenido, segn el mayor o menor nmero de sus notas... La abstraccin es el resultado rendido por el acto psquico de la atencin. Llmase atencin esa peculiar fijacin de la visin psquica
sobre una parte del contenido presente en ella"47.
Los conceptos son aspectos arrancados (abstrados) a las cosas intuidas. El espritu crece
robusteciendo el dominio de sus fuerzas; por eso, sobre la intuicin o visin directa, al abstraer,
puede liberarse parcialmente del objeto, dominando su modo de ver las cosas. La ideacin indica
un paso adelante en ese dominio. Las ideas, en efecto, que se inventan; no se abstraen: suponen
un mayor ejercicio de la fantasa y de la inteligencia pero, a su vez, una mayor necesidad de crtica y verificacin. Por ello, no es difcil constatar que, por una parte, la juventud en su fantasa
estime haber resuelto todos los problemas; y, por otra, que la sabidura consiste en progresar reconociendo los limites de nuestra ignorancia, la inadecuacin existente entre nuestras creencias y
la realidad a la cual se refieren48.
En un sentido humano y maduro, nadie es ms espontneo y menos libre que el nio, el
primitivo y las comunidades primitivas. La libertad de algo y para algo supone, en efecto, la organizacin y el dominio del sujeto que interacta con las circunstancias de su mundo, sin ser
alienado por ellas. La educacin aparece entonces como una opcin entre dos posibilidades: seguir nuestro gusto o ajustar nuestra voluntad a una ley superior49. Por ello, el no educado exige,
ante todo y principalmente, a los dems; y el educado se exige ante todo a s mismo: en consecuencia, es capaz de esperar, de ceder el paso, de atender al dbil, de comprender ponindose en
el lugar del otro. Ortega lamentaba que las instituciones educativas se alejaban cada vez ms del
ideal de posibilitar el sugimiento de aristcratas, en el buen sentido de la palabra: hombres sabios, justos y de sentimientos delicados, fuertes hombres ptimos. La aristocracia actual consiste, no en cualidades internas a los hombres, sino en un poder material annimo, cuantitativo:
el dinero. El capitalismo en que vivimos podra definirse como el estado social en el que las
aristocracias son imposibles50.
El no educado vive autoabsorbido en su yo, en su mundo, en sus urgencias, en su imagen,
en su importancia. El hombre supera al animal precisamente porque ha Iogrado dominar su atencin, ensimismarse, crearse un si mismo, fantasear ms pero siendo responsable por sus fantasas.
"No hay duda que en todo ser animado, el ms importante de sus mecanismos es la atencin. Estamos all donde atendemos... El animal est siempre fuera: el animal es perpetuamente lo otro, es
paisaje. No tiene un chez soi, un dentro y por eso no tiene un s mismo. Cuando materialmente le es
dado desatender al contorno, se duerme"51.
Solo el hombre, en quien el alma se ha formado plenamente, posee un centro aparte y suyo, diferente respecto del cosmos fsico y social, no coincidente con l. Por eso, la persona madura debe construir su propio fundamento y su relativa seguridad a partir de su soledad, con su propio esfuerzo. Por eso, la educacin es el proceso, y el resultado del proceso de poseerse a s
mismo; es utilizacin y superacin de lo biolgico, es dominio de la voluntad por parte del hombre para decidir personalmente lo que va a ser52.
El hombre-masa, al carecer de un "dentro" o s mismo personal, constituye, por el contrario, un ejemplo patente de lo que es el hombre no educado. El hombre an no educado, es presa
de sus apetitos, vive sin obligaciones, a disposicin de las circunstancias, carente de voluntad
para elaborar e intentar realizar una vida segn un proyecto personal. El hombre-masa, como un
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nio mimado, abrumado por las facilidades que le presentan las circunstancias, no ha podido ni
necesitado organizar su s mismo personal y verificar su valer con las limitaciones del medio.
Mimar es no limitar los deseos, dar la impresin a un ser de que todo le est permitido y a nada
est obligado. La criatura sometida a este rgimen no tiene la experiencia de sus propios confines.
A fuerza de evitarle toda presin en derredor, todo choque con otros seres, llega a creer efectivamente que slo l existe, y se acostumbra a no contar con los dems, sobre todo a no contar con nadie como superior a l"53.
El hombre, por otra parte, puede ser instruido pero no educado: puede usar los productos
tcnicos materiales (aparatos, maquinarias, etc.) y espirituales (resultados de las ciencias, literatura, etc.), pero hacerlo en forma mecnica, sin conocer los principios que producen esos productos, sin poder recrear el saber, sin replantear los problemas. El hombre-masa vive dogmticamente sin duda y sin crtica. Su actuar es directo e impone sus ideas como las nicas verdaderas y vlidas. Con ello, suprime el dilogo y la tolerancia entre las opiniones y creencias divergentes. Su nica razn es la fuerza: la fuerza que totaliza las razones, el totalitarismo en la conducta para con los dems. Por ello desea imponerse a los dems y desea a los dems a su disposicin. La actitud totalitaria, individual o social, es la negacin de la libertad y de la educacin humana.
En este contexto de la educacin segn la concepcin de Ortega, el hombre argentino es,
como el joven, un ser rico en posibilidades, pero sin determinarse nunca por medio de una vocacin; sino siendo perenne promesa como la Pampa y constante bsqueda de fortuna sin un proyecto de vida definido. Bien podernos decir, pues, que el tpico hombre argentino es -l y su estructura social- un hombre y parte de un pueblo an por educarse. Un hombre y un pueblo vertidos al exterior, hacia la fachada, sin inters y sin esfuerzo por la personalidad que es riqueza interior54. Incapaz de exigirse competencia especfica y de exigirla a los dems, vive a la defensiva,
en la inseguridad personal y social; inseguridad que la sociedad misma agrava al desalentar todo
intento serio de educacin personal y social.
En su aparente cultura, el hombre argentino sigue en su interior sin cultivar un proyecto
personal que supere los valores econmicos y la beatera de la cultura, la cual nunca llega a ser
personal. El argentino no carece de posibilidades pero estas permanecen en la condicin de promesas. No asume, en efecto, la irremplazable tarea educativa de convertirse en persona. Por otra
parte, la carencia -desde sus orgenes- de autntica vida democrtica con la cual interactuar, es
causa y efecto del autoritarismo individual y social55.
La educacin de todo hombre no se reduce a su personalidad social, a su trato mecanizado
con los dems. En realidad, la verdadera educacin humana comienza cuando los hombres deciden vivir y realizarse como personas interactuando con la sociedad, con valores y criterios propios, pero aceptando el valor fundamental y comn de la vida cualitativamente humana. Mas esto
exige deseo y voluntad por aprender, por aprovechar la experiencia, corrigiendo los errores del
presente y del pasado, en la realizacin de un proyecto propio, personal y social. Un pueblo y un
individuo que no aprenden no sern nunca educados. Mas aprender exige responsabilidad individual y social, ofrecer y recibir confianza que compense el esfuerzo realizado. En este contexto,
Ortega adverta dos defectos de la enseanza moderna: a) ensea derechos (del hombre, de la
mujer, del nio) y no obligaciones; y b) deja inculto el fondo de la existencia: ensea medios y no
aquello que es absoluto, como la defensa de vida del hombre56.
En perodos de corrupcin general, el proceso educativo se vuelve particularmente dramtico. La desesperanza lleva a aceptar soluciones extremas de conduccin autoritaria, de inter-
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Pero el espritu de la tcnica y del mtodo cientfico -la crtica- es slo un medio o instrumento en funcin de la educacin. sta es desarrollo, organizacin, crecimiento de vida acompaado de razn: es raciovitalismo. La educacin no es desenfrenada expansin de lo60s instintos
vitales, ni seco discurrir abstracto. Es vida que reconoce sus lmites, su falibilidad, sus errores
que capitaliza para corregirse. La educacin se convierte, entonces, en el proceso o ejercicio encaminado al intento de resolver la problematicidad de la vida individual y social61, resolucin o
replanteo que se verifica interactuando en la prctica. La madurez psicolgica y humana va siempre acompaada de la crisis y de la crtica acerca de los principios con los que se piensa y acta,
abandonando el miedo al cambio, pues lo nico seguro en la vida humana es su natural inseguridad62. Una vida y una educacin sanas implican crecimiento, esto es, movilidad y estabilidad en
interaccin. Un organismo (biolgico o espiritual) sano se corrige y regula en la vida, que es interaccin del yo con el medio63. La vida sin educacin es por lo pronto catica, manejada por las
circunstancias, sin la realizacin de un proyecto de vida planificado por el sujeto. La primera
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educacin con la que se arma y armoniza el sujeto consiste en momentos de contemplacin esttica o admirada (el nio mirando cmo actan los mayores), combinada con momentos de invencin de mitos y de prcticas mgicas y actos rutinarios, luego sobreviene el problema de la verdad, de la crtica y de la justicia para con nuestros modos de contemplar estticamente, de pensar
imaginativamente, de actuar mecnicamente. La educacin de la persona individual se realiza
enfrentando el problema de vivir, del vivir que se constituye en un problema. La educacin, como
el aprendizaje, no tienen un objetivo fuera de la vida, en la previa ordenacin que establece el
docente para el alumno. El problema (pro-blhma: lo lanzado delante, la dificultad que traba el
camino) es lo que da ocasin para que el sujeto decida superar la dificultad (lgica, psicolgica,
operativa) y al resolver o replantear el problema superarse a si mismo en el dominio encauzado
de sus fuerzas, en el proceso de personificacin64. El verdadero objetivo (ob-jectum: lo lanzado
delante) de la educacin no es extrao, pues, ni exterior al proceso de aprendizaje. Es paradjico
pretender que el objetivo de la educacin sea, por ejemplo, el desarrollo de la persona individual
y social y luego, en los medios, al desarrollar la situacin de aprendizaje en aula, no se facilite el
ejercicio de la libertad y de la responsabilidad en la resolucin sistemtica de problemas vitales
que autodisciplinen a los que aprenden. La educacin y el aprendizaje son parte de la vida, de lo
que se hace en la vida y de lo que hace calificar a la vida. Ellos constituyen procesos que se ejercen durante toda la vida, aunque haya instituciones que gradualmente los faciliten.
En este contexto de relaciones, el pensamiento de J. Ortega y Gasset manifiesta particular
pujanza para repensar el concepto de "educacin" que vivimos los argentinos. La educacin no se
reduce ni se centra en las meras instituciones -necesarias pero insuficientes- ni en la enseanza
(emprica o altamente tecnificada) de los docentes, ni en el proceso masivo de la sociedad con sus
influencias sobre las personas, ni en el proceso de dependencia econmica que todo lo condiciona65. La educacin, en el pensamiento de Ortega, se centra en el aprendizaje que ejerce cada
ser humano en su intento por convertirse, social e individualmente, en persona libre, que interacta con la sociedad, en la problematicidad de la vida, por su liberacin cada vez ms humana y
plena. Repitmoslo una vez ms: la persona y la nacin que no manifiestan su capacidad para
aprender, corrigindose, a ser libres, con criterios propios y una cultura propia, nunca llegarn a
educarse; caern una y otra vez en los fanatismos de distintos signos (polticos o religiosos, de
derecha o de izquierda) que pretenden suprimir la problematicidad de la vida con sus recetas, e
imponer sus ideas y estilos de vida en nombre de la verdad, suplantando con ellas a las personas
y a sus derechos a investigar y decidir66.
Digmoslo en forma esquemtica:
15
Educacin
Proceso de aprendizaje en el que cada uno intenta realizarse como persona social e individual, asumiendo la problematicidad de la vida.
Didctica
Ciencia y arte por los que el docente:
a) Facilita el saber, economizando las
energas y el tiempo del que aprende.
b) Ofrece una visin sinttica, sistemtica, completa, sin ligaduras dogmticas, y pedaggicamente racionalizada
de las disciplinas, para introducir en
la vida y en funcin de ella (raciovitalismo).
c) Evala los aprendizajes sin esperar
iguales resultados psicolgicos en el
desarrollo personal de cada alumno.
Aprendizaje
Proceso de aprovechamiento
crtico:
a) De la experiencia vivida,
b) En la interaccin del yo
con el mundo de las circunstancias (sociales, polticas, culturales, etc.),
c) Creando o recreando los
objetos culturales y el
cultivo de s mismo,
d) En cooperacin social y
crtica con los dems.
Instituciones educativas:
En el contexto de un socialismo demcrata liberal, las
instituciones se propongan:
a) Posibilitar el surgimiento del hombre culto, armnicamente desarrollado.
b) Que ejerza una profesin.
c) Con capacidad crtica, nutrida de espritu cientfico,
respecto de la sociedad, la tcnica y la cultura, para realizar una tarea social en colaboracin, con libertad de
conciencia personal.
NOTAS
1
Citamos las Obras Completas de Ortega, en su edicin de Alianza Revista de Occidente (Madrid, 1983). Los nmeros romanos indican el
volmen y los arbigos la pgina: I, 509. 508; III, 552; XII, 471, 125; V, 19, 137, 168, 563; VII, 344; IV, 447. Cfr. HORST, K. Ortega y Gasset
als pdagogischer Denker en Wort un Wahrheit. Ao X, Freiburg, p. 821-830. ZARAGUETA, J. El pensamiento pedaggico de don Jos Ortega
y Gasset en Revista de Educacin. Maduird, 1955, n 13, p. 65-70.
16
2
IX, 706; I, 125, 313-315. Cfr. MANTOVANI, J. La pedagoga de Ortega y Gasset en Cursos y Conferencias. Ao 26, Vol. L, n 277, Bs. As., p.
122-140.MAFFEI, F. Las ideas pedaggicas de Ortega y Gasset en Revista de Educacin. La Plata, Ao II, n 7, p. 49-61.
3
V, 608; IV, 417, 341-342; VIII 403.
4
IV, 327, 334, 173.
5
IV, 346, 325-326.
6
IV, 328. Cfr. SALMERON, F. La pedagoga de Jos Ortega y Gasset en Mensaje, Mxico, Japala, 1946, n 4, p. 1-17.
7
IV, 335.
8
I, 479.
9
VI, 266.
10
I, 516-8; IV, 337. Cfr. SANTOLARIA SIERRA, F. Regeneracionismo y tutela pedaggica En torno a Ortega y su Pedagoga social como
programa poltico en Revista de Educacin. Nmero monogrfico, Madrid, 1997, p. 65-76.
11
Cfr. SCHIEMANN, A. Logic of Meanings and Situated Cognition en Learning and Instruction, 1998, n 6, p. 489-502. RUIZ LQUEZ, J. El
profesor Docente o investigador? en Universitas 2000, 1996, n. 4, p. 69-77. DARS, W. Ciencia y teora curricular en Enseanza de las Ciencias de la Universitat Autnoma de Barcelona, 1996, n. 14(1), p. 63-73.
12
VI, 394, 183; VII, 146, 328; IX, 354, 438; I, 44; IV, 351, 527, 530; V, 16, 373, 389; I, 506.
13
VI, 394, 327, 332-334; VII, 146, 328; IX, 354, 438.
14
I, 335.336. Cfr. DARS, W. Verdad, error y aprendizaje infantil en Revista Espaola de Pedagoga. (CSIC). Madrid, 1993, n. 195, p. 325-353.
15
II, 737; IV, 339, 345-346, 347- 348, 351,553-554. Cfr. TOLEDO MERCEGU, L. Reflexionar la Pedagoga en Perspectiva Educacional,
1997, n 30, p. 9-15. DARS, W. La Educacin o la conducta cientfica y heternoma del hombre, segn el pensamiento de B. Skinner en Revista
Espaola de Pedagoga, 1986, Madrid, n 173, p. 241.
16
IV, 552, 347-348.
17
VI, 266; V, 222-229; XII, 484, 266;
18
I, 473; XII, 18, 484; VIII, 215-216. Cfr. LABURU, C. La crtica en la enseanza de las ciencias: constructivismo y contradiccin en Enseanza
de las Ciencias, 1996, n. 14(1), p. 93-101.
19
X, 129. Cfr. JOHN-STEINER, V. Et Al. A Functional Systems Approach to Concept Development en Mind, Culture and Activity. An International Journal, 1998, n 2, p. 127-135.
20
VII, 191; VI, 389, 366; V, 557; VII, 202, 321; VIII, 364.
21
IV, 327, XII, 16.
22
XII, 21.
23
II, 642. Cfr. DARS, W. La construccin de los conocimientos y currculum de base epistemolgica en Revista del Instituto Rosario de Investigaciones en Ciencias de la Educacin, Rosario, 1993, n. 7, p. 5-53. DARS, W. Verdad y crtica en la construccin de los conocimientos al
aprender en Rivista Rosminiana di Filosofa e di Cultura, 1996, Fasc. I, p. 15- 48.
24
XI, 441; XII, 24,317.
25
IX, 621-622, 437, 654; VII, 302; VI, 42-43; V, 222; XII, 348.
26
IV, 481-482; III, 165.
27
IV, 479.
28
II, 298, 299; VI, 351; VII, 417.
29
II, 466, 469; IV, 376; VII, 191, 295.
30
IV, 376-377.
31
II, 461.
32
II, 463. Cfr. DARS, W. Educacin: proceso correcto e integral en un desequilibrio ontolgico en Atti del Congresso Internazionale
Michele Federico Sciacca e la filosofia oggi. Firenze, Olschki Editore, 1996, Vol. I, p. 303-318.
33
II, 467; V, 544. Cfr. AGULLA, J. La persona social en Revista de Humanidades. Crdoba, 1964, n 7, p. 3-30.
34
I, 509, 512; II, 374; III, 179-180, 241, 405; IV, 188; V, 15; VII, 67; XII, 348.
35
VI, 196; VII, 116; III, 291, IV, 190; IX, 208; XII, 218; V, 321; VII, 427.
36
VII, 116. Cfr. GONZLEZ, S. Educacin para un futuro solidario. Madrid, Paz y Cooperacin, 1993. FERMOSO, P. Pedagoga social: fundamentacin cientfica. Barcelona, Herder, 1994. PIN, F. La educacin como herramienta estratgica en Proyecto Principal de Educacin en
Amrica Latina y el Caribe, 1998, n 45, p. 51-63. GIMENO SACRISTN, J. Poderes inestables en educacin. Madrid, Morata, 1998.
37
III, 291; IV, 190; II, 745; V, 61; VI, 345. Cfr. WALGRAVE, J. La filosofa de Ortega y Gasset. Madrid, Revista de Occidente, 1965, p. 145.
38
VII, 345; VIII, 314; VI, 741; V, 498.
39
V, 439; VIII, 411; XII, 218.
40
VII, 358,509.
41
IX, 127; VII, 148. Cfr. FOLLARI, R. Los retos del siglo XXI ante el Estado evaluador en revista Cuadernos, 1994, n. 2, p. 55-77.
42
II, 425, VI, 79. Cfr. ROCHE, G. L'apprenti-citoyen. Une ducation civique et morale pour notre temps. Paris, ESF, 1993. DARS, W. La
formacin civil. Un aspecto de la finalidad educativa en Perspectiva Educativa, (Chile) 1996, n. 27, p. 35-52. W. DARS. La educacin integral
y la fragmentacin posmoderna en Revista de Ciencias de la Educacin, Madrid, 1997, n 171, p. 275-309.
43
X, 36, 125.
44
X, 114, 125.
45
III, 211; VI, 348; IV, 376-377,176-177.
46
VIII, 309. DARS, W. El saber y el aprender posmoderno en Concordia, Internationale Zeitschrift fr Philosophie, Aachen, 1997, n. 31, p. 7996.
47
XII, 462.
48
VII, 358, 509; IV, 370; X, 42.
49
I, 461; IX, 679; V, 73; VII, 83.
50
X, 239. Cfr. GIL VILLA, F. El estudiante como actor racional. Objeciones a la teora del capital humano en Revista de Educacin (Madrid),
1995, n. 306, p. 315-328.
51
V, 75-76; II, 468.
52
VII, 33, 99,107; V, 473; VI, 13; IV, 121, 132, 171.
53
IV, 178. Cfr. WEIL, S. Reflexiones sobre las causas de la libertad y la opresin social. Barcelona, Paids, 1995. DARS, W. Libertad e
17
II, 498. Cfr. THIEBAUT, C. Vindicacin del ciudadano. Un sujeto reflexivo en una sociedad compleja. Bs. As. Paids 1998. McLAREN, P.
Pedagoga, identidad y poder. Los educadores frente al multiculturalismo. Rosario, Homo Sapiens, 1999. BLYTHE, T. Y otros. La enseanza
para la comprensin. Bs. As., Paids, 1999.
62
IV, 100; III, 170; IX, 588; XII, 74.
63
XI, 24, 190. Cfr. MC LAREN, P. Life in schools: an introduction to critical pedagogy in the foundation of education. New York, Longman,
1994. WATT, J. Ideology, objectivity, and education. New York, Teachers College Press, 1994. AYUSTE, A. et al. Planteamientos de la pedagoga crtica. Comunicar y transformar. Barcelona, Gra, 1994.
64
II, 668.
65
Cfr. VICO, G. I fini della educazione. Brescia, La Scuola, 1995. BAEZA, S. La primarizacin de las funciones de la escuela. Familia y Escuela
en Signos Universitarios, 1994, n. 25, p. 83-95. DARS, W. La negacin de fines puede ser el fin de la educacin? en Revista de Filosofa,
1995, n. 83, p. 207-238. GATTY J. Quatre rflexions sur l'ducation. Essai. Paris, PUF, 1993.
66
Cfr. DARS, W. El entorno social y la escuela. Rosario, Artemisa, 1997. JAIME CSARES, M. Las ideologas en el aula en Aula abierta,
1996, n. 48, p. 48-51. RICOEUR, P. Ideologa y utopa. Barcelona, Gedisa, 1989. ARIO VILLARROYA, A. Ideologas, discursos y dominacin
en REIS. Revista Espaola de Investigaciones Sociolgicas, 1997, n 79, p. 197-219.
18