La Música y La Psicofisiología
La Música y La Psicofisiología
La Música y La Psicofisiología
ESCRITA
FRANCS
MA,
TRADUCIDA
AL
JALL
ESPAOL
POR
MADRID
IMPRENTA DEL CUERPO D E
1901
ADMINISTRACIN
MILITAR
E s t a obra es propiedad de la
traductora. - Reservados todos
los derechos.Queda hecho el
depsito que m a r c a la L e y .
T o d o s los ejemplares estarn
numerados y llevarn el selloy la rbrica de la traductora *
PHLOaQ DE LA AUTORA
Estudiar la msica por medio de un perfeccionamiento refinado de nuestra actividad orgnica, es
acercarse ella por una va hasta hoy inexplorada;
y para hacerlo as, necesariamente henos tenido que
valemos en sta nuestra tentativa, de un instrumento de msica como lazo de unin entre el arte
y el artista.
Aplicamos todos nuestros estudios al piano, porque de l hemos hecho durante mucho tiempo la
base de nuestras observaciones; sto, aparte de juzgarnos incompetentes si tratsemos de analizar otras
funciones distintas de las del pianista. Sin embargo,
todo instrumento de msica, aun la misma voz humana, es un intermediario que transforma nuestra
actividad orgnica en sonidos harmoniosos discordantes, y puede, con justo ttulo tambin, servir de
campo de observacin. Cada una de estas manifestaciones diferentes, debe permitir investigar, la vez
que el arte, los fenmenos de la belleza esttica y
las relaciones de estos fenmenos con el organismo
que los evoca.
Cuanto ms perfecta sea la identificacin de la
causa y del efecto, mejor llegaremos, gracias esta
va ignorada, conocer, penetrar los fenmenos
del arte, y, por consecuencia, asimilarnos su harmona por un estudio inteligente.
LA MSICA Y LA PSIC0F1SI0L0GA
* Unificar en el estudio
del piano las funciones motoras y el sentimiento m u sical, es dar unaslida base
las aspiraciones ms elevadas d*.l artista,
CAPTULO PRIMERO
EL
MECANISMO
DE LA
KXPRESIN
MUSICAL
10
nmenos les inspira el desvo instintivo que experimentaran los pintores los poetas ante la idea de
estudiar su arte por medio de la viviseccin. Tal es
la preocupacin que se ha levantado,- por un pretendido antagonismo entre el anlisis razonado de la
accin mecnica transmisible todos, y la accin no
razonada del instinto artstico individual. Querer hacer coincidir la belleza de la expresin musical con
una accin material metdicamente analizada, parece risible los msicos. Tambin limitan la ciencia
experimental, obtener deducciones lgicas de hechos de un orden inferior, en tanto que, segn su opinin, el arte se eleva regiones transcendentales,
donde las deducciones superiores deben resolverse
por revelaciones sbitas, delante de las cuales toda
relacin entre la causa y el efecto desaparece.
Esta calificacin de incompetencia, formulada
contra la ciencia por el juicio de los mismos artistas,
no est hecha en vano, pues formlanla para desalentar los que adivinan el poderoso recurso que la
ciencia puede aportar al estudio de la ejecucin musical. Debido la ciencia, la obscuridad
mecnica,
creada por los procedimientos usuales en el estudio
del piano en los que ninguna significacin esttica
aparece por anticipado sealada atribuida al movimiento de los dedos deber ceder plaza la mecnica clarividente,
en la que los movimientos transmitidos al teclado permitirn al ejecutante producir
con la mayor naturalidad, la belleza esttica del arte
musical.
Reina en el estudio del piano una ignorancia absoluta acerca del carcter esencialmente esttico del
mecanismo.
Familiarizarse con los fenmenos de la expresin
musical, analizando por una observacin razonada
11
los movimientos por los cuales se la transmite al teclado, es una idea nueva. Y por qu no admitir que,
en principio, el verdadero conocimiento de la belleza
ideal, implica el conocimiento profundo, exacto, minucioso, de los fenmenos materiales que sirven para
producirla, sobre todo cuando como en el estudio
del piano, el doble funcionamiento del mecanismo
del ejecutante y del instrumento, ofrece una amplia
base al anlisis de las relaciones entre causas y
efectos?
Por qu ese respeto excesivo que se guarda la
esencia misteriosa del sentimiento musical? No s e
v e por el gran nmero de ejecutantes desorientados,
que ste es un culto falso y estril que no aprovecha nada aqullos quienes se les ensea el arte?
La casi totalidad de los artistas, aun aqullos mejor
dotados de sentimiento artstico, procuran, aunque
intilmente, desarrollar con movimientos que son
ininteligentes una chispa no ms de inteligencia; y
sto lo hacen porque se les ha asegurado, falsamente,,
que si estn destinados ser msicos, la luz brillar
por una manifestacin espontnea de su intuicin;
pues la grandeza, el misterio del arte, reside en la
circunstancia de que su vitalidad no puede ser comunicada; es preciso llevarla en s mismo.
Tal es el lenguaje que se emplea generalmente
con los discpulos deseosos de aprender tocar el
piano; porque el mecanismo de los dedos y la expresin musical, son considerados, equivocadamente,
como formados por dos elementos distintos: uno,
material, que se comunica; y el otro, espiritual,
que
es intransmisible. LeibnitB dice: Si los hombres observaran y estudiaran con ms inters los movimientos exteriores de que van acompaadas las pasiones,
sera difcil disimularlas. H ah, precisamente, en
12
13
B A I N . E l espritu
y el
cuerpo.
14
15
16
sentimiento puede demostrarse lo mismo que la indestructibilidad de la materia, por la cual un gramo
de materia conserva su peso, cualesquiera que sean
los cambios de estado que se le impongan. Pero si
hay siempre equivalencia de la fuerza gastada y producida, la ininteligencia
del movimiento conduce al
que tiene sentimiento musical, la deformidad de la
expresin musical; mientras que la inteligencia
del
movimiento transmitido, permite aqul que no tiene
un gran don natural, producir la expresin exacta
del sentimiento musical.
Si el talento musical puede manifestarse por actos
materiales determinados transmitidos los dedos,
las prerrogativas del msico podrn generalizarse.
El exclusivismo del lenguaje musical dejar de
existir. Los dedos trazarn sobre el teclado movimientos que transmitan la expresin, como los signos de un escrito transmiten el pensamiento. D e s d e
el instante que se sepan producir estos movimientos,
se producir forzosamente tambin, la expresin
contenida en la obra que se ejecuta. A l principio,
los movimientos slo sern voluntarios, y la expresin en el tocar ser una resultante involuntaria;
pero tan consecuente en su aparicin, tan seguramente adquirida, que vendr ser, por su influencia
prolongada, un acto consciente, perfecto, para constituir en todo ejecutante los fenmenos complejos de
la consciencia musical. L a obtencin de la inseparabilidad del movimiento y de la expresin, habr hecho que se realice en los mismos qu no demostraban aptitudes musicales, la aspiracin imperiosa que
sentan de expresar.
Evidentemente se sigue en la enseanza de la msica, el sistema errneo d la antigua psicologa, en
la que el alma era considerada como una entidad re-
18
P A U L H M A N . L a Fisiologa
del
espritu.
19
sobre la vista, sirvindose de chispas elctricas sucesivas para completar la visin de un grabado. El
sistema de Wundt, demuestra que no es necesario
que la accin de las chispas sobre la retina sea diferente, para modificar la sensibilidad visual; porque
no se distingue la primera chispa casi ninguna lnea
de las formas que el grabado representa, mientras
que se distingue claramente la 30. 40. el dibujo
entero. Este fenmeno resulta de que las representaciones mentales de las formas percibidas, se adhieren sucesivamente las unas las otras y hacen verdaderamente ver la 30. 40." chispa, lo que.no ha
podido verse la primera.
As, despus de haber hecho nacer una sola percepcin auditiva por una accin muscular, se podr,
no solamente despertar favor de acciones anlogas percepciones sucesivamente ms complejas, sino
comunicar el sentimiento musical, aun cuando el ejecutante carezca de toda predisposicin. Pero claro
es que este fenmeno se obtiene ms rpidamente,
en aquellos ejecutantes que se encuentran ms favorablemente predispuestos;
A sto podr objetrsenos diciendo: tal persona,
en quien las chispas elctricas han despertado por
percepciones sucesivas la visin de un dibujo, no se
convierte en dibujante por sto. Ciertamente que no;
pero es, porque la chispa es para l un excitante exterior, y no puede ejercer mas que una accin indirecta sobre sus sentidos y su cerebro. Al contrario
d lo que sucede travs de la accin muscular de
los dedos, pues en stos la excitacin funciona interiormente y desarrolla, su modo, la obra inacabada
de la Naturaleza, influyendo directamente sobre el
organismo al objeto de-perfeccionarle.
Pues qu este mismo perfeccionamiento no se
a
AO
comunica alguna vez, como por milagro, una multitud de personas que se encuentran bajo la influencia
de una audicin musical? Claro es que no se alude
aqu los xitos aparentes, prodigados bajo la forma
de aplausos de manifestaciones ruidosas. Esas manifestaciones de entusiasmo no tienen, con frecuencia, relacin con la impresin producida por la msica en el auditorio. Esta impresin no se manifiesta
de un modo verdadero, mas que por la atencin y
recogimiento prestados en la audicin. Una bella
ejecucin musical tiene el privilegio de desarrollar
las.percepciones del oyente, despierta por este hecho
su atencin y hace nacer, veces, en el profano, la
sensacin unificada de la imagen musical, travs
de las percepciones sucesivas de los sonidos.
Si la sobreexcitacin del sentido auditivo ha producido el fenmeno de la atencin espontnea porqu la sobreexcitacin del sentido muscular, puesto
en accin para la emisin de los sonidos sobre el teclado, no ha de producir el mismo fenmeno?
L a sobreexcitacin del sentido auditivo habr
producido un perfeccionamiento fugitivo del organismo. Extinguida la causa exterior de la sobreexcitacin, esta superioridad adquirida se repercutir
por representaciones cada vez ms dbiles, medida
que se vaya alejando del efecto real producido. Bajo
la influencia del perfeccionamiento de las funciones
musculares de los dedos, por el contrario, la superioridad del organismo se agrandar casi indefinidamente, y con ella la de las percepciones sensoriales
del oido; y en las facultades cerebrales, la concepcin musical.
Puede decirse que no se trata nicamente del perfeccionamiento de la enseanza musical, sino de la
perfectibilidad del organismo humano bajo la in-
21
C A P T U L O II
LA
ATENCIN
EL
SENTIDO
MUSCULAR
23 -
24
26
hilos de caoutchouc,
se caldean al contraerse. Es,
pues, aprendiendo dirigir sus msculos, haciendo
que sean cada vez ms aptos para m o v e r s e por impulsiones rpidas independientes, cmo el individuo llega realmente poseer la atencin, y por este
medio ser capaz de realizar actos de artista.
El estudio del piano nos ofrece, pues, en cierto
modo, la posibilidad de aumentar nuestra fuerza de
atencin y nuestra actividad cerebral, en el mismo
grado que aumente la tensin muscular de nuestros
dedos.
Este proceso psico-fisiolgico del estudio del piano
se ignora generalmente, porque se puede, desgraciadamente, fuerza de ejercicios mal dirigidos, adquirir una grande agilidad en los dedos, con funciones
musculares muy relajadas muy mal utilizadas.
El organismo de estos ejecutantes lleva en s mismo, una negacin del arte; se parece un arpa, en
la que todas las cuerdas estuvieran flojas mal afinadas. Para hacer msica es preciso vibrar en s mismo harmoniosamente.
El estado de vibracin intensa no nos es natural
ms que en raros intervalos. En el estado normal,
nuestra atencin y nuestra tensin estn difusas; podra comparrselas las ondulaciones dbiles, extendidas sobre una gran superficie de agua. La atencin voluntaria,
nos permite acumular sobre un punto determinado la corriente de esas ondas difusas, y
limitando restringiendo el campo de su accin,
aumentar la fuerza del movimiento de las ondas. La
atencin espontnea
realiza este mismo fenmeno
ms rpida y ms enrgicamente; pero en lo general,
por una cortsima duracin. V a s e , pues, en qu
consiste, para el estudio artstico, el imperio sobre
nosotros mismos; y an dejamos de ejercitar este
27
imperio, desde el momento en que nuestro organismo no se encuentra en su estado normal. La fatiga
grande, una enfermedad, pueden atrofiar nuestra
energa vital; ninguna atencin voluntaria podr establecerse, si faltan los movimientos impulsivos. Hipertrofiada nuestra atencin, no se podr obtener
ninguna concentracin por parte de la voluntad.
Una tercera evolucin de las ondas se escapa la
voluntad: la que constituye la idea fija; si sta ha
sido producida por actos de concentracin voluntaria, puede ser alguna vez una prueba de superioridad. Pero viene ser un caso patolgico, si se deriva
del desorden de la voluntad, porque pierde la orientacin de la fuerza impulsiva en una parte en el
todo de su esfera de accin.
Las funciones musculares son indefinidamente
perfectibles por el estudio del piano; sin embargo,
se las tiene generalmente en un desenvolvimiento
muy superficial y nocivo, porque se exige el esfuerzo, enseando un movimiento
aislado, que resulta
contraproducente.
Hacer trabajar los dedos de otro modo que por
series de movimientos sucesivos, entre los cuales
hay un cambio no interrumpido de fuerzas comunicadas, y utilizadas y comunicadas de nuevo, es un
sistema ininteligente, que prolonga la duracin del
estudio sin facilitar el resultado apetecido. As, la
pelota de goma y el cerebro pueden producir, despus de comunicrseles una sola impulsin, una serie de movimientos. El aro con que juegan los nios,
lanzado sobre un terreno llano, contina solo, dando
vueltas y adelantando. Una pelota de goma, arrojada
sobre el pavimento, rebota diferentes v e c e s antes de
perder enteramente el impulso que recibi. Pero si
despus de haber contrado un dedo se le deja caer
28
e n la tecla, la impulsin dada queda sin el salto, parecido al que da una piedra llana, tirndola de cierto
modo, sobre la superficie del agua. Su fuerza sirve
nicamente para hundir la tecla, y est perdida para
el movimiento siguiente, porque se necesita una segunda impulsin para levantar el dedo de la tecla.
L u e g o para un solo sonido que se ha de producir, s e
ensean al dedo dos acciones, opuesta la una la
otra- Estos sistemas son contrarios las leyes de la
elasticidad muscular, basada en la fusin de las sacudidas sucesivas, y no pueden, por lo tanto, ser tiles
los progresos del organismo individual, que todo
ejecutante debe perseguir y alcanzar.
En lugar de adquirir la costumbre de manejar estas dos impulsiones contradictorias con destreza, sin
gran provecho para la tensin muscular, se podr
perfeccionar indefinidamente el sistema muscular dirigiendo cada movimiento del dedo, aun en el ms
ligero ataque la tecla, de manera que acrezca la
fuerza que le produce. Con este fin, deber sustituirse el movimiento
circular trazado con la y e m a
del dedo en el glisado durante el hundimiento de la
tecla, por el movimiento de va-y-ven,
generalmente
practicado en los ataques.
Por qu el artista que se v e precisado inventar
el mecanismo tan delicado del pensamiento musical,
no ha de reconocer como el mecnico de los motores
artificiales, que los movimientos alternativos son una
causa de prdida d fuerzas para el estudio del arte?
Podra aplicar- ventajosamente el mismo razonamiento que el mecnico, y decir: Para que una pieza
pesada, lanzada con una velocidad determinada, sea
retrada en sentido contrario, es preciso, al punto",
destruir todo el trabajo acumulado en ella, por decirlo as, bajo la forma de fuerza viva. As, un dedo
29
bruscamente extendido, necesita para ser rpidamente doblado, que su velocidad sea inmediatamente
destruida, lo que exige, desde luego, un gasto de
fuerzas.
Para detenerse y no continuar en esas prdidas
de trabajo motor, los mecnicos recurren todo lo que
pueden al movimiento circular, en lugar de al movimiento de va-y-ven. As, el hombre, que en sus invenciones se inspira tan frecuentemente en las leyes de
que la Naturaleza le ofrece constantes ejemplos, se
aleja esta vez de su modelo, pretende sobrepujarla,
y tiene razn (1).
En lo que concierne al movimiento de va-y-ven
del ataque del dedo, debe anotarse un hecho curioso,
y es que J. S. Bach, segn las noticias que acerca de
este notabilsimo msico ha suministrado J. N. Forkel, no le empleaba tocando el
clavicordio.
En el captulo de su libro, consagrado Bach,
clavicordionista,
Forkel dice: No he podido dejar
de sorprenderme con frecuencia de que
Phil,Emmanuel Bach en su Ensayo sobre la verdadera manera,
de tocar el clavicordio, no haya descrito los caracteres que constituyen el alto grado de limpieza en la
forma de tocar este instrumento; l mismo posea, en
efecto, ese modo de tocar, que constitua en su padre una de sus grandes originalidades en la ejecucin.
D e s e o s o de llenar esta laguna, Forkel analiza el
modo de tocar de J. S. Bach, y dice textualmente:
La impulsin la cantidad de presin comunicada
la tecla, debe ser mantenida con igualdad; por sto,
el dedo.no se debe levantar perpendicularmente de
la tecla, sino que con frecuencia se debe glisar dul1)
MUUY.La
nguiia
animal.
30
J . N . E O R K E L . Via, talentos
(2)
M A H C Y . L a mquina
animal.
y trabajos
de J. S.
Bach.
31
M A E C Y . O b r a citada.
(2)
d e m . I d . id.
B A I N . El espritu
y el
cuerpo.
acaba de hacer, porque no se corrigen los movimientos defectuosos ms que en la proporcin con
que se conocen. Esto no se refiere sola y exclusivamente los defectos visibles de los movimientos,
sino que se conoce asimismo de una manera muy
insuficiente, la influencia buena mala de los movimientos visibles. Por lo general, cuanto ms pequeo
es un movimiento menos importancia se le concede;
pero medida que se es ms artista, se comprende
que es todo lo contrario lo que se debe realizar;
cuanto ms pequeo sea un movimiento, ms atencin se le debe conceder. Cuando por su pequenez
se escapa, es preciso coger un cristal de aumento
para llegar v e r l e , es decir, para llegar la concepcin de su complejidad, determinando su mecanismo. A s , para hundir artsticamente la tecla
de un teclado, sin hablar del tacto, tratado en el
captulo III, las impotencias funcionales innatas de
nuestros msculos pueden establecerse (admitiendo la contraccin preliminar de los dedos para el
ataque):
I. Por la insuficiencia de la inmovilidad de
los dedos, antes de proyectar el movimiento de
ataque;
II. Por la lentitud del movimiento motor del
ataque;
III. Por lo defectuoso de la reaccin del dedo,
despus del ataque la tecla;
IV. Por la imposibilidad de hacer corresponder
la inmovilidad de ciertos dedos, con la actividad motriz de algunos otros.
l.La inmovilidad
muscular.Se
puede decir
que el ejercicio de la inmovilidad es el ms favorable
al desarrollo de la inteligencia; una educacin que
3
34 -
despreciara este ejercicio, suprimira la atencin; sera, por tanto, una educacin regresiva (1).
Ciertos psiclogos, parece que confunden algunas
v e c e s la inmovilidad
voluntaria
de los
msculos,
con el reposo de los misculos. La misma confusin
reina en la enseanza del piano, en la que, errneamente, no se procura cultivar la inmovilidad de los
dedos tanto como su actividad.
S e quiere desarrollar el principio de la inmovilidad, por esos ejercicios, en los que ciertos dedos tienen las teclas hundidas, en tanto que otros dedos hacen los ataques. Pero precisamente esta inmovilidad,
producida por la detencin de los dedos en el hundimiento de las teclas, representa el reposo, es decir,
el sueo de los rganos. Esta inmovilidad no tiene
nada de comn con la inmovilidad que corresponde
la tensin muscular, y cuya influencia es preponderante en el desarrollo orgnico, porque la accin
esttica (la inmovilidad) produce, como Beclard lo ha
demostrado, ms energa, y hace aumentar la temperatura del msculo ms rpidamente que la accin
dinmica (el movimiento).
Si se contraen fuertemente los dedos de una mano
por el sistema del mtodo titulado Arte de tocar el
piano (2), se puede, por contactos sucesivos del dedo
ndice de la otra mano, comparar la diferencia de estado inherente los dedos de cada mano. L o s dedos
contrados dan, sin moverse, la sensacin de una verdadera fuerza de presin; el ndice no contrado parece inconsciente, porque, aun movindose, su ac(1)
C H . F R . P a t o l o g a de las
(2)
M A R I E J A E L L . A r l e de tocar
emociones.
el piano.
N u e v o s principios e l e -
obra.
la traduccin
de
35
On. F B . P a t o l o g a de las
emociones.
36
El avance crnico de los ataques de la mano izquierda sobre los de la derecha, es un defecto conocido de cada uno. El defecto menos conocido, es el
que procede cuando se anticipan los movimientos de
ataque de la mano derecha, nuestra propia voluntad. Si los dedos se levantan con fuerza, fcilmente
se demuestra que el descenso se efecta, no en el momento en que el ataque se h a c e , sino con una anticipacin considerable. El ejecutante ignora, generalmente, estas dificultades funcionales, que deben ser
corregidas por el estudio de la inmovilidad y por el
perfeccionamiento de la representacin mental de
los movimientos; porque la energa de un movimiento, est en relacin con la intensidad de la representacin mental del mismo (1).
Importa esclarecer estas relaciones psicomotoras,.
que parecen estar en contradiccin con la inconsciencia relativa con que generalmente se ejecutan los movimientos mecnicos transmitidos los rganos, por
un ejercicio prolongado, y de lo cual M. Marey da la
definicin siguiente:
Muchos fisilogos piensan, y nosotros con ellos,
que existen en el cerebro y en la mdula centros nerviosos de accin, que adquieren ciertas facultades
atribuciones, por consecuencia de la costumbre, los
cuales llegan imprimir y coordinar ciertos grupos,
de movimientos, sin participacin completa con la.
parte del cerebro que preside al razonamiento y al
conocimiento de nuestros, actos (2).
Precisamente porque estos hechos son fisiolgicamente ciertos, es por lo que importa consignar su
perniciosa influencia, pues el estudio musical tiene
(1)
FR.Sensacin y
(2)
M A R E Y . -La
mquina
movimiento.
animal.
37
38
M A R I E J A E L . - O b r a citada.
39
movimiento debe ser aminorado en la velocidad, en
razn del peso que le hace caer; es decir, debe ser
contenido, como si estuviera contrabalanceado por
un peso que nos viramos obligados elevar descendiendo. Con esta manera de mover la palanca, la
fuerza transmitida al ataque est mantenida, en parte, por la gravedad que aade al aumentarle en peso
lo que el movimiento pierde en velocidad.
Nada de esto debe tener lugar en el movimiento
que se trata de transmitir por la accin del dedo. El
ataque hecho por la lnea curva trazada por el extremo del dedo en el estudio, debe producir el menor
peso posible, como si no tuviera este ataque ms que
una resistencia muy dbil que vencer. La influencia
de la pesadez gravedad, debe eliminarse del estudio, porque el peso sin equivalencia es antiartstico,
y con equivalencia refrnala velocidad.
El movimiento del ataque la tecla necesita tal
ligereza, que si durante la realizacin del recorrido
circular del dedo se hiciera avanzar la mano, el dedo
trazara, precisamente en medio, sus cuatro fases: la
inmovilidad, el ataque, el contacto y la reaccin;
sea el mismo recorrido elptico trazado por la punta
de un ala durante el vuelo de un pjaro. ( V a s e Marey, La mquina animal).
E s en esta misma ligereza del movimiento, donde
por un esfuerzo complejo, se busca el medio de producir el hundimiento ms rpido posible de la tecla,
sin gasto de peso, lo cual constituye el problema motor del estudio.
Es decir, que para formar los rganos de la sonoridad, interesa trabajar de manera que se produzca
muy poco sonido al hundir la tecla, fin de emplear
todas las fuerzas de los rganos, para perfeccionar
el movimiento mismo.
40
111. La imperfeccin
de la reaccin del dedo
despus del ataque la tecla.El perfeccionamiento
de la reaccin del dedo despus del ataque la tecla, tiene una importancia capital en la ejecucin de
una obra musical cualquiera. El timbre de la sonoridad es, en parte, provocado por el carcter de esta
reaccin.
El hecho ha podido comprobarse, gracias la invencin de M. Carpentier, porque su meltropo pone
de manifiesto, no solamente la reproduccin exacta
de la ejecucin del pianista, sino que llega revelar
la sensacin del timbre de la sonoridad. Este efecto
no puede atribuirse otra causa, que la de la reaccin del dedo, fielmente reproducida por el meltropo, el cual no puede transmitir ninguna de las influencias del tacto, ora sea en relacin la cantidad
de la extensin, de la blandura de la dureza del
contacto, bien por relacin al carcter de la presin ejercida.
El poder de la reaccin instantnea, es por dems
una fuerza expresiva de primer orden; para el enlace
de las notas, las diferencias ms mnimas en las reacciones, realzan atenan extraordinariamente la expresin de los ataques bien ejecutados.
L a s diferentes reacciones consisten:
1. En establecer la duracin absoluta de las notas escritas, si estas notas no estn ni ligadas ni en
stacato.
2. En establecer una variedad infinita de aminoramiento de su duracin en el stacato.
3. En establecer con una grande precisin de relaciones, la prolongacin de las duraciones de las notas en los ligados.
Las reacciones que se han de efectuar para el li-
41
42
43
miento de los otros. El menor movimiento de asociacin producido en un dedo, representa, pues, no solamente para este dedo una fuersa perdida, sino tambin para aqul que debe actuar.
Cuando toda la musculatura del organismo est
en tensin para desplegar en la flexin en la tensin de un dedo el mximum de fuerza transmisible,
los menores desfallecimientos motrices, tienen una
importancia capital. Esto es tan cierto que se podra
afirmar, respecto del ejecutante que ha llegado vencer todos los gneros de dificultades.del movimiento
para el ataque, que tiene salvadas, en principio, las
dificultades del lenguaje musical. Por este proceso
motor inicial, es por lo que se impide, la vez, los
dedos, moverse antes que el cerebro se lo haya mandado; y al cerebro, dar rdenes en tanto que falsos
movimientos asociados de los dedos, impidan que
estas rdenes sean ejecutadas con la perfeccin deseada.
C A P T U L O III
EL
TACTO
EL
SENTIDO
AUDITIVO
En cualquier ramo del saber, que un hombre conoce mejor que sus semejantes, encuentra diferencias all donde los dems no v e n ninguna. (Bain.
El espritu y el cuerpo).
Cada uno por s mismo podr experimentar, si
quiere, la exactitud de esta observacin, haciendo
un trabajo analtico del tacto, aplicado al estudio del
piano, observando lo delicado de las relaciones en
las diferentes formas del tacto y la diversidad de sonidos que se producen, con sus diversas acciones reflejas sobre las sensaciones auditivas y las representaciones mentales de los sonidos.
45
(X)
J . N . F O R K E L . Vida, talentos
y trabajos
a"e J. S.
Bach.
46
activo) puede transmitir al instrumento (motor pasivo) la belleza del timbre de la sonoridad.
En todo tiempo se ha considerado el tocar bien un
instrumento, como un don innato;se habra calificado
de utopia la tentativa de querer, por sistemas especiales, facilitar cada discpulo el modo de influir
sobre el mecanismo del instrumento, de manera que
pudiera dar bellezas de timbre su sonoridad. Pruebas innegables desmienten hoy esas teoras; los
tres meses de estudios, la mala sonoridad puede, en
el discpulo ms desprovisto de dones naturales, ser
reemplazada por sonidos tan harmoniosos, que no se
crea estar oyendo tocar al mismo ejecutante.
L a s causas de la modificacin del timbre de la sonoridad, han sido, respecto al mecanismo del instrumento, reveladas por la fotografa instantnea, la
cual, por el anlisis de la accin compleja del martillo mazo, demuestra que el contacto entre el mazo
y la cuerda, presenta diferencias notables, segn que
el timbre sea bueno malo.
Basndose, pues, en estas diferencias, el ejecutante puede dar forma los ataques la tecla de manera tal, que pueda provocar una accin favorable
del mazo en el timbre. Gracias este estudio especial, el mecanismo del instrumentista y el del instrumento se combinarn y perseguirn un fin claramente determinado.
Sin esta fusin, la unin entre el piano y el pianista es una palabra vana. El pianista no har verdaderamente msica cuando ejecute una pieza al piano,
puesto que por relacin su mecanismo ntimo, obtendr tan poca harmona de su instrumento, como el
interlocutor al cual Hamlet presenta bajo el simbolismo ingenioso de aparecer tocando un instrumento
de msica que no aprendi tocar.
47
El mecanismo
del maso. Cada mazo del piano
est construido de manera que tiene un muelle que
le asemeja una pelota de goma elstica; el mazo
rebota, pues, muy de prisa, cada vez que hiere la
cuerda, 3' esta elasticidad es una de las condiciones
esenciales de su perfecto modo de funcionar (1).
Para producir un timbre bello debe, gracias esta
elasticidad, comunicar durante su contacto, una serie
de sacudidas la cuerda y no rebotar demasiado deprisa despus de haberla tocado.
Este fenmeno se explica por el anlisis fotogrfico del movimiento (2), que demuestra que si el mazo
rebota demasiado deprisa, la cuerda, vibrando, se le
rene y le roza en las diferentes v e c e s que le alcanza
en sus rebotes. Cada uno de estos contactos suplementarios, disminuye la intensidad de las vibraciones
de la cuerda. Por eso el mal timbre, en las relaciones
del mazo y de la cuerda, se resume en una prdida
de fuerzas de la cuerda, puesto que la fuerza de v i bracin comunicada por el mazo al primer contacto,
vuelve, en parte, al mazo durante los siguientes contactos, los cuales son, desde luego, perjudiciales.
El timbre bello, por el contrario, es el resultado
de un solo contacto, durante el cual el mazo est por
un mayor espacio de tiempo unido la cuerda, y
v u e l v e caer en seguida sin que la cuerda, en sus
movimientos vibratorios, llegue reunrsele.
Qu conclusin debe deducirse de estos hechos?
Incontestablemente que el dedo, una vez hecho su
ataque la tecla, debe continuar accionando sobre
ella, fin de que impida al mazo rebotar demasiado
(1)
H E L M H O L T Z . Teora
(2)
M. G . L Y O N E x p e r i e n c i a s
fisiolgica
de la
msica.
fotogrficas.
48
de prisa. Esta accin suplementaria puede adquirirse
por el estudio del glisado del dedo. El glisado, pues,
se impone lgicamente como una accin complementaria del ataque.
Interesa, por consiguiente, estudiar el arte en la
forma de tocar el piano, bajo la doble manifestacin
del contacto y de la accin motriz unida al contacto.
La diferencia
de extensin del contacto.En el
estudio del tacto, las diferencias de extensin del
corftacto, entran en gran parte en la modificacin de
la sonoridad. La falange extrema de la mano del
pianista, representa verdaderamente una pequea
pala paleta, por la cual el carcter del sonido vara,
segn el aumento disminucin de la extensin de
su contacto con la tecla. Esta extensin se reduce
sus menores proporciones, cuando el ataque se ha
hecho replegando la falange hacia el interior de la
mano, de manera que se hunda la tecla, por decirlo
as, con el extremo de la ua; y llega su
mximum
cuando el ataque se hace con el apoyo de toda la falange. Estos recursos son desconocidos en la prctica, toda vez que no se desarrollan con el estudio.
D e b e tenerse presente, que cualquiera que sea su
extensin, el contacto debe hacerse en el estudio
del tacto, con el menor gasto de fuerzas posible. L a
finura del tacto, no puede desarrollarse mas que por
contactos delicados. Tocar con pesadez groseramente, es combinar dos cosas contrarias; es
la vez excitar una sensacin y extinguirla (1). En
efecto; la delicadeza del tacto de las y e m a s de nuestros dedos tiene una intensidad tal, que la sensibili(L)
de
expresin.
G R A T I O L E T . O b r a citada.
50
muy delgados disponen naturalmente de una extensin muy estrecha de contacto, podrn corregir este
defecto, si suplen con longitud lo que les falta al contacto en anchura. En estas condiciones, la extensin
de la sonoridad habr sido adquirida tan completamente por los dedos delgados, como si hubiera aumentado su anchura. Se produce verdaderamente la
sensacin como si hubiera aumentado la mano de volumen, si el ejecutante sabe sacar con inteligencia,
partido del agrandamiento del contacto de que puede
disnoner artificialmente por el estudio; porque estas
adquisiciones son forzosamente el fruto de su trabajo.
Las personas cuyos dedos son muy anchos, pueden realizar las compensaciones en sentido inverso;
porque replegando las falanges, pueden aprender
tocar sobre l#extremidad de la yema del dedo, lo
cual reduce su contacto la ms pequea dimensin,
y les permite producir una sonoridad la vez exacta
y delicada, como si sus dedos hubieran disminuido
de volumen. D e s d e el punto de vista de esta doble
fuerza motriz, es como el tacto est analizado en el
ttulo siguiente.
L o s cambios de timbre producidos por el cambio
de extensin del contacto, tienen un carcter especial, y no pueden confundirse con aqullos que son
producidos por la accin motriz del ataque la tecla,
por la presin de los dedos.
Entre estas dos influencias extremas que modifican la sonoridad segn las dimensiones del contacto
mximo mnimo, se escalonan en gran nmero influencias intermedias que transforman la sonoridad
en diversos grados. El todo est en encontrarlos y
poder disponer de ellos en el momento deseado.
El estudio del movimiento motor de las pequeas
51
O H . F R . t a patologa
de las
emociones.
52
F i g u r a 1 . (G. Demeny).
A
53
(1)
vioso.
LEURET
Y GRATIOLET.Anatomia
comparada
del
sistema
ner-
54
el esfuerzo no se lleva ms que sobre aqul c u y o
papel es el predominante; los ataques inversos parecen agruparse por el empleo de los movimientos reflejos. D e ah la gran facilidad introducida en el mecanismo de los dedos, por el arte de trocar los movimientos.
No solamente la combinacin de las diferentes
formas del tacto, sino tambin las inclinaciones de l o s
dedos, toman una aptitud esttica particular. Si las
combinaciones de las formas distintas del tacto facilitan el mecanismo por el empleo de los movimientos
reflejos, ciertas inclinaciones de los dedos ofrecen
una facilidad no menos racional, porque estn basadas en las tendencias fisiolgicas de la mano sobre
los movimientos concntricos de los dedos.
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Figura 3 .
55
(1)
V a s e el capitulo I X .
El sentido auditivo .El desarrollo de las percepciones auditivas, puede provocarse, estimularse
artificialmente, por la complejidad del arte de tocar
el piano.
- S e g n la definicin de Bain no puede haber conocimiento, sin el sentimiento de la diferencia, y cuanto
ms se desarrolla este sentimiento, ms grande es el
caudal de nuestra inteligencia; es decir, mejor podremos llegar generalizar esta superioridad adquirida, percibiendo las mismas diferencias travs de
la conexin que enlaza nuestros sentidos principales.
L u e g o si algunas personas no slo no comprenden las relaciones harmoniosas discordantes de las
notas diferentes, sino que no llegan comprender
los intervalos, tambin diferentes, el estudio del
piano (donde la diversidad de las notas existe de
hecho por la diversidad de las teclas, y donde el intervalo de la tercera, por ejemplo, puede ser calculado prcticamente por las teclas intermedias que requiere), deber facilitar las percepciones auditivas,
pudiendo ser la vez vista, mirando las teclas, y
oida, por el sonido que produce en el momento del
ataque la tecla. Sin embargo, con frecuencia el estudio del piano no desarrolla ni el oido ni el sentimiento musical; pero este hecho no prueba ms que
una cosa, y es que se aprecian mal sus efectos.
El conocimiento no es posible ms que por el
cambio; el cambio no es posible ms que por el movimiento (1). Si esta teora se pone en accin, se
llegar, por los cambios de los movimientos de los
dedos, producir los cambios de percepcin de
(1)
B A I N . B l espritu
y el
cuerpo.
58
59
60
teres. Esta es la primera impulsin que se debe comunicar un mecanismo que careciera de muelle
vital; de esta impulsin nacer el sentimiento del encanto que reside en las sucesiones de las notas, y el
atractivo producido en el espritu por la meloda.
Cuando los dedos, adems de producir bellos sonidos sucesivos, puedan producir cierto nmero de
sonidos simultaneados constituyendo acordes, cuya
resonancia bien ponderada presente con claridad la
cantidad de sonoridad de cada nota con proporciones
justas, entonces es cuando se a g r e g a un nuevo elemento las percepciones adquiridas. A los fenmenos complejos de laharmona inherente al sonido
aislado y las sucesiones de las notas formando meloda, se unir el fenmeno, ms complejo an, de la
harmona de los sonidos combinados.
Todas estas asimilaciones de percepciones auditivas, se realizarn por una atraccin que se impone.
El ejecutante est cogido en el engranaje de un mecanismo funcional complejo, cuyas consecuencias fatales se repercuten en sus sentidos y en su cerebro.
L a emocin nace as. Involuntariamente se llega
ser sensible, se llega ser msico; porque travs
de las percepciones renovadas sin cesar, la esfera de
la vida musical se ensancha gradualmente. D e s d e
que arrancamos bellezas de sonoridad al instrumento
que tocamos, un lazo une nuestro propio organismo
al instrumento musical, y por mediacin de ste, a l a
msica.
El conocimiento de su fuerza expresiva, se completa por esta revelacin de la fusin indisoluble de
la meloda y de la harmona. Estas dos impulsiones
iniciales representan bien, en sus ondulaciones creadoras, esta fuerza de vida, en la que la memoria del
pasado y la presciencia del porvenir, realizan el en-
61
C A P T U L O IV
EL
ESTUDIO
L o s Aissauas.El
carcter inicial del mecanismo del ejecutante determ i n a el carcter de su pensamiento m u s i c a l . L a induccin psicomotriz.Posibilidad de transformar el mximum
de esfuerzo interior en un mnimum
de movimiento visible.Todos los errores del
pensamiento m u s i c a l son consecuencia de los errores motrices.
Hora y media dos horas de estudio deben battnr p a r a v e n c e r las
dificultades de la ejecucin en el p i a n o . E l abuso del t r a b a j o .
L a s l u c h a s sin r e s u l t a d o . L a s experiencias psicofsicas sobre la
apreciacin de la duracin de los movimientos cronomtricos.
L a s representaciones mentales d l o s sonidos.La imap-en falsa;
la imagen verdadera.
63
64
S P E N C E R . - Ensayos
sobre el
progreso.
66
C H . F E . L a patologa
de las
emociones.
67
68
69
otro mal. El arte debe propagarse, pero las aberraciones de la inteligencia musical, comunicadas por el
estudio, deben ser combatidas y vencidas.
Leibnits
dice: El pensamiento es el espejo del
universo. Con igual razn el pensamiento del que
hace msica es el espejo del arte; pero nuestro organismo no es por naturaleza tan fino que llegue
hasta el punto de que los dotados de mayores aptitudes artsticas puedan gozar de este pensamiento
como de una superioridad innata. El trabajo de asimilacin debe hacerse. Desgraciadamente, nuestra
incapacidad aumenta frecuentemente al instante que
queremos emplear nuestra excitabilidad funcional
para comunicar al estudio ms energa y ms voluntad. Desde que nosotros queremos continuar la
obra de la naturaleza y desarrollar los g r m e n e s de
los cuales nos provey, comprobamos que empleamos impropiamente nuestra energa y nuestra voluntad.
Nosotros somos de los organismos
cuyo poder motor excede en mucho d la adaptacin
que
sabemos
comunicarle.
Si se pudieran acumular todos los esfuerzos gastados sin provecho y hacerlos tiles qu
diferente aspecto nos ofrecera la humanidad! El estudio del arte es precisamente el estudio ms propsito para hacernos ver la nada de los esfuerzos ininteligentes;
ex\ l, se ve con una espantosa lgica
que ciertos errores nacen de la lucha abierta que se
mantiene con el progreso. Para evitar esta fatalidad
en el estudio musical, no son necesarios seres humanos ms perfectos, bastar saber conducir los
existentes, de un modo apropiado, A perfeccionar
las
aptitudes
que i.'enen, fin de llegar una sola, la
de la representacin mental de los sonidos.
No se puede tener nocin alguna de la ejecucin
70
72
74
cen solos. Cada perfeccionamiento funcional agregar esta v a g a visin un nuevo rasgo. L o s movimientos ms perfeccionados evocarn naturalmente
ms sensaciones, ms percepciones; son ellos los que
constituyen la propiedad reflectora del conocimiento,
que bajo la influencia directa de los movimientos ms
artsticos, reproducir la imagen con exacta fidelidad, reflejndola con detalles cada vez ms numerosos. Por medio de los movimientos bien preparados,
en previsin de los pensamientos que debern hacer
nacer, se llegar obtener la penetracin absoluta
del problema esttico, ese revivir de la imagen, esa
eterna juventud del arte la cual la evocacin de la
emocin se une como una irradiacin de las formas.
Es indudablemente el movimiento que ocupe la
menor extensin en el conjunto de la musculatura, el
que ejercer, si se realiza con una suprema rapidez,
la ms grande influencia sobre el carcter especial
del desarrollo muscular. Esta observacin parece
exacta, sobre todo cuando se aplica, como en el estudio del piano, los msculos dobladores de los dedos; pero dicho resultado no podr alcanzarse sin
transformar el estado fisiolgico del organismo. Con
el sistema usual de enseanza, se tiene cuidado de
decir al discpulo que no haga movimientos intiles,
ni con el cuerpo, ni con los dedos. Pero esta recomendacin es superficial; no solamente se cumple en
muy pequea parte, sino que adems est hecha con
el-desconocimiento de su verdadero objeto, porque
se ignora completamente que no basta estar en el momento del estudio visiblemente quieto, sino que es necesario que la inmovilidad
del cuerpo sea
absoluta.
As, para estudiar las notas de una obra musical,
interesa ante todo asegurar por procedimientos especiales la inmovilidad del cuerpo, la inmovilidad del
75
brazoexcepto en el movimiento horizontal indispensable para el cambio de lugar de la mano sobre el teclado, la inmovilidad de la mano y la de los dedos,
aparte de su movimiento de ataque. D e b e concentrarse un considerable esfuerzo en este estado esttico de los msculos, en comparacin del cual el estado dinmico parece poco considerable. En efecto;
los nicos movimientos que deben producirse, consisten en el ataque instantneo verificado por l o s
msculos dobladores de los dedos, bien sea para hundir una tecla aislada, bien para hundir muchas teclas simultneamente. El estudio de un trozo musical debe hacerse no solamente muy piano, sino con
extraordinaria lentitud, fin de espaciar los ataques
suficientemente para que entre cada uno de ellos el
estado esttico de los msculos, vivamente percibido
por el ejecutante, permita una nueva concentracin
de energa que asegure cada ataque el mximum
de velocidad del movimiento. Esta separacin de l o s
ataques, est experimentalmente justificada por el
hecho siguiente: En las experiencias psicofsicas sobre la apreciacin de la duracin de las pul, aciones
cronomtricas, se observa que el punto intervalo
de tiempo calculado es, por trmino medio, igual al
intervalo de tiempo real, y le reproduce fielmente en
0 7 2 de segundo; luego, es tambin el valor medio de
la duracin necesaria en general para la reproduccin por la memoria representacin. Una velocidad
de tres cuartos de segundo prximamente, es por
consiguiente en la que los procesos de reproduccin
y de asociacin se efectan lo ms fcilmente (1). H
aqu por qu el ejecutante, una vez que ha llegado
producir buenos ataques no deber, para la duracin
(1)
G U Y A U . G n e s i s de la idea del
tiempo.
76
de los intervalos, rebasar este mximum de velocidad. Es decir; si en el Presto de una obra musical los
valores ms rpidos son de semicorcheas, la rapidez
de cada semicorchea debe reducirse para el estudio,
prximamente = 72 del metrnomo; y lo mismo se
har para el estudio de cualquier otro trozo musical.
Estas proporciones ofrecen ventajas de las que no
podra prescindir para el estudio del piano, el que
aplique la enseanza musical todos los procedimientos razonados de la fisiologa experimental, por
el grado de cohesin exigido entre el mandato cerebral y los movimientos de los dedos. Dichos procedimientos adquieren una condicin esttica puesto que
los signos de la escritura musical, de donde emana
el principio del mandato, expresan el pensamiento del
artista que ha creado la obra. Obedecer en el estudio
con la exactitud ms absoluta este mandato, es adquirir cualidades artsticas reales, es vencer la parte
casi enfadosa de las ejecuciones musicales; y conste
que no hacemos mencin de las desviaciones crnicas involuntarias cometidas generalmente por los
ejecutantes en detrimento de las indicaciones precisas de la escritura musical. Si se quisiera reflexionar
un instante en el hecho de que, por lo que respecta
la ejecucin de las notas, la escritura musical no
mande ms que sencillos movimientos de los dedos
respectivos, no se maravillaran los doctos en el arte
musical de que los procedimientos explicados en el
mtodo El arte de tocar el piano se cian al problema exclusivo d l a accin y de la inmovilidad que
debe comunicarse los dedos,, fin de que puedan
transmitir las teclas, con una perfeccin cada vez
mayor, lo que aparece mandado en el escrito.
Los eruditos comprendern fcilmente el problema de esta dificultad inicial. Por qu los que
77
quieren estudiar el piano no han de comprenderlo y
mirar atentamente el progreso artstico bajo esta
forma exacta?
Cierto es que se notar en el mtodo El arte de
tocar el piano, un gnero de inexactitud, el de no
hacer tener las teclas hundidas durante el estudio
todo el tiempo que deben estarlo realmente durante
la ejecucin de una obra. Esto tiene por objeto agrandar la vez el papel de la inmovilidad y el del silencio. V a s e por qu.
En lo que concierne la actividad cerebral exigida
para la ejecucin musical, nuestro organismo se parece los aparatos fotogrficos muy imperfectos que
exigen una larga exposicin del objeto que se desea
reproducir. D e este modo, para el estudio del piano,
la gimnasia de los dedos que responde las necesidades de nuestro organismo, debera ser calificada de
intelectual. El aislamiento del movimiento de ataque
facilita la obediencia inmediata y evoca nuestras sensaciones y percepciones musicales. La inmovilidad
las prolonga y determina, durante los silencios, la
accin cerebral; la facultad de pensar las notas.
D e igual modo, con el estudio del mtodo El arte
de tocar el piano, cada ataque rpido comunicar
una impulsin la actividad cerebral del ejecutante,
el cual percibir la nota tocada; pero tan slo por el
estado de inmovilidad muscular, durante los silencios
que separan los ataques unos de otros, es cuando la
representacin mental de una nota tocada se ha realizado debidamente. La velocidad del movimiento
determina la intensidad de la actividad cerebral,
pero es la accin muscular invisible de la inmovilidad, la que completa el mecanismo de la accin cerebral de donde nace el pensamiento musical del ejecutante. Es solamente durante los silencios cuando la
78
79
CAPTULO V
EL
COMPS Y
EL
TEMPO
RUBATO
81
HELMHOLTZ.Causas
(2)
O H . F R . P a t o l o g a de las
fisiolgicas
di la harmona
emociones.
musical.
82
Do = 264 vibraciones.
Mi = 3 3 0
Sol = 3 9 6
Mtronme
6o
SAINT-SAE'NS.Problemas g
misterios.
83
aguda, la cifra de las vibraciones inconscientemente
percibidas por el oido, ser de 7.920.
D o = 2 . 1 1 2 vibraciones.
Mi = 2 . 6 4 0
Sol = 3.168
El oido puede percibir muy claramente la diferencia de los sonidos, entre 40 y 4.000 vibraciones en la
extensin de siete octavas (1).
El msico est inclinado suponer que el instinto
del ritmo debe tener una relacin estrecha con esas
maravillosas funciones de los rganos del oido. Pero cmo deslindar estas relaciones en las que no se
ve el mecanismo?
Si bien es cierto que no tenemos ninguna nocin
acta referente este problema esttico y funcional, est sin embargo permitido afirmar que para
aqul cuya ejecucin es muy exacta y rtmica, cada
tiempo del comps ser divisible en grandsimo nmero de partes; y para aqul cuya ejecucin es menos precisa, menos rtmica, cada tiempo del comps
ser divisible en menor nmero de partes.
Despus de sentada esta teora del perfeccionamiento del ritmo, afirmamos que ste depende del
perfeccionamiento de la velocidad del ataque la
tecla, Iorcaai viene decir que el ritmo se adquiere
por la velocidad e i t e l tocar, y que su desarrollo s e
encuentra subordinado al. desarrollo muscular.
En toda obra musical, el comps sirve para colo(1)
H B L M H O L T r=- Teora
fisiolgica
de-la
msica.
84
car por orden las notas sucesivas; por l, se transforma el tiempo en idea musical; sin l, no habra
expresin, ni imgenes, ni vida.
En la ejecucin musical, el comps tiene tres caracteres diferentes: se le podra comparar l o s
tres caracteres diferentes por los cuales un rostro
humano se transforma totalmente: la rigidez de la
muerte; la animacin normal del semblante bajo la
influencia de una emocin generosa y noble, y l a s
contorsiones del semblante en los casos patolgicos.
La rigidez del comps.Admitamos por un instante la hiptesis de que los diferentes tiempos de
cada comps sean los hilos blancos que impiden e n
un ligero tejido, sobre el cual se halla pintada la imag e n musical, que sta se desforme. Suponiendo que
esta trama es absolutamente regular, si los hilos engrosaran se marcaran con exceso en la superficie
del tejido, tan claramente como se experimenta la
sensacin de v e r una imagen detrs de un enrejado
de gruesos hilos blancos que la divide en tantas partes diferentes como tiempos hay en cada comps.
Imaginmonos por un instante que se coloca esta
trama sobre un cuadro bello, y se ver lo que queda
de la obra de arte; pues sucede lo mismo en la interpretacin de las obras musicales.
Por qu la precisin absoluta de los tiempos del
comps es forzosamente infecunda?
Porque se opone las mismas l e y e s de la medida.
Una obra escrita en /s puede desfigurarse por el
hecho de que se la quiera escribir en /s) porque tres
compases e n / s no forman uno solo en /s- Cada comps tiene sus tendencias particulares, su vida propia.
Constituye un todo completo, en el cual las ondas del
movimiento sufren en principio cierta depresin en
la marcha desde el principio al fin d e cada comps.
9
85
Sin querer obligar nuestra imaginacin la concepcin de esta depresin de marcha ultra-sutil, pod e m o s llegar representrnosla por otro medio. Admitamos por un momento que el instinto del ritmo,
estando inseparablemente unido los rganos del
oido funciona como ellos por las percepciones inconscientes de una finura extrema que llamaremos
ondas
rtmicas.
Admitida esta suposicin, si decimos que un comps de 3/t de % podra formar la totalidad de 3.000
ondas rtmicas, nosotros distinguiremos desde l u e g o ,
para las desviaciones de los diferentes tiempos del
comps, infinitas variaciones relativas. En efecto, en
lugar de repartir el comps en sumas iguales de 1.000
ondas para cada tiempo, se podra sealar su primer tiempo 980, su segundo tiempo 1.000, y su tercer tiempo 1.020 ondas. El primero vendra ser d
e s t e modo ms corto que el segundo, y el segundo
ms corto que el tercero, sin que el comps sufra
modificacin en la suma total.
Estas modificaciones tan fluidas son apreciables
en la interpretacin de un trozo musical, cuyo movimiento metronmico sea de una negra = 60; dichas
modificaciones constituyen ya la desaparicin de la
rigidez antimusical.
Por qu el comps no puede pasar de esta variabilidad de cifras? No puede pasar, porque debe comunicar la sensacin de la renovacin de cada una
de sus apariciones; no llegara nunca comunicarla
sin esa renovacin
que existe de hecho en la desviacin de los nmeros que la componen.
S e dir sin duda que la acentuacin es tambin
una delimitacin que puede producir la impresin de
la renovacin si los tres diferentes tiempos del comps se acentan con una atenuacin de sonoridad.
86
87
88
portante e s , pues, retroceder sin vacilar en el momento en que este desconocimiento intervenga fatalmente. El ejecutante llegar ello medida que
demuestre cada vez ms que la expresividad de su
modo de ejecutar puede aumentar en razn de la disminucin de los medios por los cuales la transmite.
Esta revelacin ser la que le ponga en el camino de
los progresos realmente fecundos.
Necesariamente, toda belleza artstica no se reduce, en la ejecucin, este mnimum de accin; pero
ofrece al artista el secreto de la verdadera penetracin de su arte. El artista deber fatalmente, en efect o , darse cuenta de que desplegando una grande
energa de movimientos, el esfuerzo deber desaparecer, es decir, la expresin realizada deber hacer
desaparecer la sensacin de los medios como causa
de la expresin.
H a c e tiempo es un hecho conocido que las dos
grandes ramificaciones del sistema nervioso, aqulla
en que se operan las sensaciones y aqulla que produce las imgenes, son antagnicas, en otros trminos, que las sensaciones son ms dbiles medida
que las imgenes se fortalecen, y recprocamente (1).
El estudio de nuestro mtodo de enseanza titulado El arte de tocar el piano, se ha publicado precisamente para dirigir su accin contra el antagonismo de esas dos grandes ramificaciones del sistema nervioso. Indudablemente las dos actividades
no se combatirn ms, si por el estudio se desarrollan intencional mente las sensaciones, en beneficio de
la imaginacin artstica. Todo el tiempo que la realizacin de la complejidad de los movimientos expresi(1)
T A I N E . B e la
inteligencia.
90
D A R W I N . L a expresin
de las
emociones.
91 -
G U Y A U . G n e s i s de la idea del
tiempo.
92
93
M A M E J A E L : Obra citada.
C A P T U L O VI
L A
I N T E R P R E T A C I N
Influencia de los caracteres del movimiento.La velocidad.La duracin.La direccin.La amplitud.La potencia.La coordinacin.El orden de sucesin.Las fases.El pensamiento musical
inconsciente.El
p e n s a m i e n t o m u s i c a l consciente.E\
mecanismo
del p e n s a m i e n t o m u s i c a l . C i e r t o s m o v i m i e n t o s e x c i t a n la a c c i n
c e r e b r a l ; o t r o s la h a c e n i n f e c u n d a . C i e n c i a d e l a s c a u s a s n f i m a s .
A s i m i l a c i n de las m s p e q u e a s diferencias de la s o n o r i d a d .
- A s i m i l a c i n de las m s p e q u e a s diferencias del r i t m o . P r o d u c i r d u r a n t e a l g n t i e m p o , aun contra su voluntad, l a e x p r e s i n m u s i cal.El espacio interestelforo.La individualidad artstica.Caracteres de las obras m u s i c a l e s y su influencia s o b r e el e j e c u t a n t e .
Schumann.
Chopn.Liszt.Bach.Btcthoven.
A . B I N B T .Introduccin d la Psicologa
experimental.
95
doble fenmeno sin su manifestacin esttica, la intensidad de la fusin de los dos elementos se vuelve
encontrar en la ejecucin donde la elocuencia del
movimiento, su significacin esttica, no est ya suspendida como trabando los progresos de las funciones tctiles y motrices de los dedos.
La velocidad. L a velocidad del movimiento de
los ataques las teclas, como hemos dicho, debe ser
susceptible de un progreso constante, al cual no se le
ha sealado ningn limite, pero que determinar el
lmite de todos los dems caracteres de que se compone el movimiento. La velocidad mxima, realizable respectivamente por cada ejecutante, es por consiguiente sobreentendida por la permanencia en sus
movimientos de ataque las teclas.
El grado de velocidad en las funciones musculares de los dedos, es el que determina, en principio,
la potencia de la expresin musical. Cuanto mayor
sea la rapidez y la instantaneidad de los ataques las
teclas, ms la expresin del sentimiento musical podr ser viva inmediata.
La duracin.La
duracin del movimiento de los
ataques las teclas puede prolongarse, como se ha
dicho, para ciertos ataques muy lentos y amplios, en
razn de la ley de las equivalencias, por la cual, el
movimiento debe ser contenido en su velocidad en
proporcin del peso que le hace caer; es decir, que
debe ser contenido como si estuviera contrabalanceado por un peso equivalente que tiene q u e levantar
descendiendo.
Respecto este, cambio de fuerza, se puede admitir que cuanto ms intensa sea la velocidad adquirida en el movimiento, ms poderosamente se ejercitar el contrapeso, lo cual hace afirmar de nuevo
el principio de que no existe calidad apreeiable del
96
Por el primer sistema, el cerebro se asimila la funcin esencialmente antiesttica de pronunciar deletreando; por el segundo procedimiento, se asimila la
funcin de pronunciar palabras.
A causa del desconocimiento que domina en la enseanza, un gran nmero de ejecutantes estn fatalmente condenados no hacer jams otra cosa que
deletrear en el arte musical; estn predestinados de
antemano por los movimientos que han aprendido
hacer; porque el cerebro, asimilndoselos, no encuentra en ellos el resorte vital definitivo; reproducir los movimientos estriles y permanecer estril.
La amplitud.La.
amplitud del movimiento es
infinitamente variable por su relacin con el ataque
la tecla y por su relacin con el acto material de
tocar el piano.
Para el ataque, dicho movimiento se reduce su
mnimum cuando se pone anticipadamente el dedo
sobre la tecla antes de hundirla. Cada pianista debe
poder servirse de este sistema, que le facilitar: primero, una gran amplitud en la sonoridad si appya
una gran superficie de la pequea falange del dedo
sobre la tecla para un ataque fuerte; y segundo, una
sonoridad muy dbil, pero tenida, si para un ataque
dbil apoya solamente la extremidad de la pequea
falange sobre la tecla.
Despus de hecho este ataque, despus del apoyo
preliminar del ded,o sobre la^tecla, hasta el ataque
del dedo hecho en la tecla con el mximum de amplitud, hay escalones no interrumpidos, que son
otros tantos medios diferentes de accin para modificar el timbre de-la sonoridad y el carcter de la
expresin.
Estas diferencias se aplican tambin la palanca
del antebrazo, cuyos movimientos deben tener a v e 7
98
99
es efectuado, conservar siempre una influencia especial sobre la sonoridad y sobre la expresividad de
la ejecucin. La superficie redonda de la pequea
falange puesta en contacto con la tecla, en el momento del ataque, es uno de los medios por el cual
el ejecutante determina la amplitud que quiere transmitir su ejecucin.
La cualidad esttica de la amplitud realizada por
la ejecucin musical, ser un hecho an ms visiblemente definido por los movimientos apropiados bajo
muchas formas diferentes.
La potencia.El
ms ligero roce de la tecla es
expresivo, porque la potencia artstica se encuentra
igualmente en el movimiento m e n o s , que en el ms
aparente. Se encuentra asimismo como factor invisible y por consiguiente inmediato, en la presin del
dedo que supone un estado de vibracin constante
de la musculatura, durante la ejecucin musical.
Porque se puede crear, por la transformacin del
organismo, esta presin muscular transmisible inteligentemente la tecla, es por lo que se puede crear
el sentimiento musical.
Darwin entrevio la existencia de este problema
muscular y esttico, puesto que,.hablando de la expresin musical, dijo: El efecto no depende solamente de los sonidos mismos, sino de la naturaleza de
la accin que los produce
No es evidente que interpretamos en realidad las acciones musculares que
producen el sonido, como interpretamos en general
toda accin muscular? Estas consideraciones, sin embargo,.son insuficientes para explicar el efecto ms
sutil y ms especial que nosotros denominamos la e x '
presin musical (1). Darwin. tena razn; la accini
(1)
D A R W I N . - X a opresin de las
emociones.^
101
En efecto; medida que los grupos de movimientos se combinan con tanto orden como los movimientos sucesivos de los dedos, la significacin esttica
de los elementos que los componen ser realzada.
Realizadas por los msculos de los dedos, las fas e s de los movimientos constituirn el pensamiento
musical inconsciente; realizadas en el cerebro, constituirn el pensamiento musical consciente.
D e este modo la expresin inconsciente produce el
nacimiento del conocimiento musical; porque el papel
de-los movimientos adaptados consiste en crear en
el cerebro el mecanismo del pensamiento musical,
por asimilacin y por reproduccin de las funciones
motrices transmitidas al teclado por el ejecutante.
Para completar esta obra, el cerebro acta bajo
la impulsin de su capacidad funcional, de la cual
Taine hace un anlisis tan brillante en su Estudio
sobre Carlyle, cuando dice: En el instante que queris pensar, tenis delante de vosotros un objeto entero y distinto, es decir, un conjunto de detalles enlazados entre s y separados de lo que les rodea.
Cualquiera que sea el objeto, rbol, animal, sentimiento, acontecimiento, es siempre lo mismo; s e
compone de partes, y esas partes forman siempre un
todo; este grupo, ms menos vasto, se compondr de
otros, y se encontrar comprendido en otros grupos,
de modo que la ms pequea porcin del Universo,
como el Universo entero, es un grupo. D e este modo
el constante empleo del pensamiento humano es el de
reproducir grupos: segn el entendimiento es apto
no para ello, ser capaz incapaz; segn que
pueda reproducir grupos grandes pequeos, ser
grande pequeo; y segn que pueda producir grupos completos solamente partes de ellos, ser completo incompleto.
103
Qu es, pues, el reproducir un grupo? Es, primeramente, separar en l todas las partes, despus
ordenarlas en fila segn su semejanza, en seguida
juntar estas filas por familias, en fin, reunir el todo
con algn carcter general y dominante; en pocas
palabras, imitar las clasificaciones jerrquicas de las
ciencias. Esto es indudable; pero la tarea no ha concluido ah; porque esta jerarqua no es un adorno
artificial y externo, sino una necesidad natural interna. Las cosas no estn muertas, sino que viven;
hay una fuerza que produce y organiza ese grupo,
que rene los detalles del conjunto y que repite el
tipo en todas sus partes. Es esta fuerza la que el entendimiento debe reproducir en s mismo con todos
sus efectos; es preciso que l la sienta de rechazo y
por simpata, que se engendre en l como se ha desarrollado fuera de l, que la serie de ideas interiores
imite la serie de cosas exteriores, que la emocin se
una la concepcin, que la visin termine el anlisis, que el entendimiento llegue ser creador como
la Naturaleza (1).
Es necesario decirlo: en la ejecucin de una obra
musical, esta asimilacin y esta reproduccin de los
movimientos musculares por las funciones cerebrales no se realizan framente, sino por atraccin bajo
la excitacin sensorial auditiva. La vida del arte
musical no se transmite travs de la colocacin en
orden de los movimientos, ms que porque ellos producen la expresin esttica.
Este hecho debe admitirse como una verdad absolutamente adquirida, que no se puede desmentir.
Permanecer inmutable sea lo que quiera lo que se
haga; es la va del progreso ampliamente abierta en
(1)
T A I N E . -El
idealismo
ingls.
104
]os dominios de la enseanza musical; har reconocer, tarde temprano, que la mayor parte de la
atencin y del esfuerzo debe consagrarse la formacin de los movimientos, puesto que el movimiento
vivifica esteriliza la accin cerebral, produce destruye el sentimiento musical.
Este poder ejercido por las funciones adquiridas
tiene algo de noble, puesto que es el resultado de
un perfeccionamiento adquirido mediante una lucha
emprendida con nuestras impotencias funcionales
innatas. Este poder nos lo hemos creado nosotros
mismos, antes de experimentar la impresin de su
accin impulsiva; pesar de la identidad de los procedimientos aplicados por cada uno, este poder ser
realmente diferente en cada individualidad que le
produzca. La esttica enseada es invariable, pero
se reencarna travs de cada organismo que la produce.
El arte de la interpretacin est basado en tres
fundamentos esenciales:
1. El ejecutante, favor de sus conocimientos
cientficos acerca de las causas nfimas, debe siempre
obtener un bello sonido del instrumento, es decir,
debe evocar las vibraciones de los sonidos harmnicos que constituyen un bello timbre.
2. D e b e poder graduar la amplitud de las ondas
sonoras, de modo que pueda modificarlas, desde el
sonido ms dbil hasta el ms potente, por los cambios menos perceptibles.
D e b e poseer un concepto unificado de la harmona inherente l o s grupos de las notas tocadas, ya
sea sucesiva simultneamente. Esta unificacin
consiste, como principio elemental, en enlazar las
dos notas ms fuertes, es decir, la nota fundamental
y la nota extrema superior, por un decrecimiento y
105
- 107 musical desde que las notas realizan una alta concepcin esttica.
D e este modo una frase que parece corta aqul
que la toca no puede resultar expresiva; si llega
ser expresiva, parece contener tantos elementos diversos que muchas v e c e s esta impresin de acrecentamiento vivamente sentida nos ha hecho creer que
por su multiplicidad, las pequeas diferencias reconstruyen , su manera, los fenmenos de la dilatacin de las molculas del aire, y aumentan el volumen de la frase segn el grado de expresividad comunicada.
El artista ms grande es aqul que, con conocimiento sin l, llega conocer las ms pequeas
causas de la vida del arte. A medida que uno se aficiona las causas ms aparentes para los profanos,
la concepcin artstica decrece. En los discpulos de
Lisst, los ejemplos sorprendentes de este hecho se
realizaban. La mayor parte de ellos no imitaban el
modo de tocar de su maestro ms que grandes rasgos, lo cual daba lugar las divagaciones ms antiartsticas; cuanto ms se dedicaban copiar los efectos muy aparentes, tanto ms hacan de ellos una caricatura. L o s discpulos, por el contrario, cuyo sentido musical estaba ms perfeccionado, recogan, en
cierta medida, los detalles innumerables de que estaba constituido el modo de ejecutar del maestro;
entrevean de este modo el verdadero fenmeno de
su belleza, y trataban de progresar en este camino.
Es preciso decirlo y aqu tocaremos la cuestin
importantsima de la individualidad artstica del ejecutante, todo lo que est hecho por imitacin es en
s mismo antiartstico.
Uno no reproducir siempre ms que someramente la interpretacin de otro ejecutante. Los pun-
108
tos de observacin quedarn, pero todos los elementos que constituyen la vida, el encanto, la personalidad, sern imperfectos. L a imitacin es en s misma
la negacin de la expresin, porque no se puede
transmitir al exterior ms que lo que uno posee en s,
lo que nos pertenece en propiedad. L a intransmisibilidad de la interpretacin artstica es semejante la
concepcin de las pequeas causas por las cuales s e
manifiesta. En efecto; siendo por las diferencias menos perceptibles como se produce la belleza musical,
si estas diferencias escapan en su manifestacin ms
elevada aqul mismo que las realiza, porque son
irreductibles, cmo admitir que pueden reproducirse por la imitacin de otro? Las grandes capacidades
auditivas estn reservadas los grandes artistas; sin
embargo, el mejor artista es incapaz de copiarse s
mismo, es decir, puede llegar realizarlo si ha repetido bastantes v e c e s la misma obra, pero no reproducir ms que una especie de clich de una ejecucin viviente en otro tiempo, y no llenar ya la misin que le incumbe. En lugar de volver crear la
obra de arte interpretada, la vaciar en un molde; no
producir ms como la Naturaleza, sino como el
obrero; se le podr considerar como decado de su
rango, porque el artista que es la vez observador
atento intrprete inspirado, no ver jams, interpretando la misma obra, reformarse las causas primeras de la expresividad en las relaciones idnticas.
A travs de los movimientos en apariencia muy semejantes, la agrupacin de las pequeas diferenciasperceptibles variar hasta el infinito, sin cesar por sto
detraducir la misma expresin, el mismo sentimiento.
L a imaginacin del ejecutante sedesarrollarbajo
la influencia del carcter de las obras interpretadas
por l. L a expresin realizada durante la ejecucin
109
110
111
zonamiento inconsciente. Dejando un lado el problema transcendental de la esttica musical fuera de
causa, es preciso reconocer que durante la ejecucin de una obra, las reuniones de notas se combinan
en el cerebro del ejecutante como las reuniones de
cifras se combinan en el cerebro del calculista.
Por consecuencia, si nos representamos un instante el amontonamiento de las cifras que se agitan
en el cerebro de un calculista que resuelve los problemas con una rapidez vertiginosa, se concibe que
el cerebro de Lisst funcionaba por un acrecentamiento de actividad anloga durante la ejecucin de
estos prodigios de destreza. No basta, pues, reconocer en el estudio de las obras de Lisst la necesidad
de mover diez dedos con una destreza de combinaciones extraordinarias, sino la de comunicar las
funciones cerebrales una ligereza de combinaciones
muy superior la de los dedos. Sin esta fusin del
mecanismo funcional intelectual, la obra interpretada ser fatalmente desfigurada, y no se parecer
en nada la que Lisst pens y realiz sobre el teclado. No se tocar verdademente una obra de Lisst
ms que cuando se toque con expresin. Cada uno
deber considerar la obra en la que no expresa nada
cuando la ejecuta, como inaccesible para l y absolutamente perjudicial. D e b e guardarse de ella como
de un principio n o c i v o , porque esta gran complicacin del mecanismo de los dedos lleva consigo gran
nmero de elementos mrbidos que, en nuestra
poca, alteran muy profundamente la expresin y el
estilo musical.
Es evidente que la interpretacin de las c o m p o s i ciones de Lisst ofrece un escollo, no solamente por
la dificultad, sino en ciertas obras por la facilidad
extrema del mecanismo. (Vanse los Aos de pere-
112
115
CAPTULO V i l
EL
PliDAL
V e n t a j a s y peligros del empleo del pedal.La lentitud y la i n c o n s ciencia de los m o v i m i e n t o s . E l funcionamiento generalmente
m s perjudicial del pedal.El funcionamiento ms til. La trama
de las harmonas s u c e s i v a s . E l arte de levantar el pedal.El pedal
levantado debe considerarse como su estado n o r m a l . E l abuso del
pedal existe en estado crnico.Arte de s e r v i r s e del pedal lo m e nos posible.El pedal es un trazo de unin g e n i a l . B a j a d a p a r cial del pedal.
117 -
118
O H . F R . L a Patologia
de las
emociones.
119
120
121
122
123
CAPTULO
L<>S F A C T O R E S D E
VIII
L A MEMORIA
MUSICAL
125
accin directa, la cual se manifiesta ms especialmente por las funciones del sentido muscular, del
sentido auditivo, del sentido de la vista.
Un compendio publicado en 1787 por la casa de
Barrois
hijOj contiene una serie de cartas en las
cuales Engelj hablando de la influencia que ejercen
las ideas sobre los caracteres de la marcha, dice:
Cuando el hombre desarrolla sus ideas sin obstculo, su marcha es ms fcil; cuando la serie de
objetos se presenta difcilmente su entendimiento,
su paso es ms lento. Cuando una duda importante
se le presenta de pronto, se detiene y queda suspenso. Pues lo mismo sucede con las ideas disparatadas, las cuales llevan consigo una marcha irregular.
D e igual manera que las ideas influ3'en en la marcha del hombre que piensa, los movimientos de los
dedos, por los cuales una obra musical se transmite
al teclado por el estudio, influyen sobre la memoria
musical. Esta marcha no marcha, es irregular,
lenta, rpida, segn la idea musical transmitida por
los movimientos de los dedos. Una ejecucin inteligente hace funcionar con regularidad, facilidad y seguridad la memoria; una ejecucin no inteligente,
nada explica claramente; funciona como por sofrenazos sobarbadas, nada est coordinado, nada se
enlaza libremente por una acumulacin superior; la
memoria contrae todos los defectos del pensamiento
musical, y su modo de funcionar denota desde luego
un desarrollo musical muy restringido en el ejecutante.
El desarrollo de la memoria est en ntima relacin con el carcter del estudio y con el carcter de
la interpretacin. Si la musculatura est en gran tensin durante el estudio, si la sucesin de los movi-
126 -
AUgemeine
ilusikteUivng,
J u n i o 1895.
127
miento de las funciones musculares influye muy directamente en el desarrollo de la memoria, es por
que todo ser sano tiene la facultad de representarse
sus propios movimientos. Gratiolet, que se ha ocupado del gran valor de esta facultad, ha hecho curiosas observaciones este fin. Despus de haber
puesto un ciego, inmvil, en contacto con una tabla
redonda, por medio de tactos variados, tuvo que reconocer la imposibilidad de hacer nacer en l la idea
del crculo. Despus aadi: En cambio, demos la
libertad nuestro ciego y preguntmosle qu figura
tiene el cuerpo que ha tocado. El procedimiento de
que se servir es sencillo; dar vueltas alrededor de
la tabla, describir, ya sea con la mano, ya con el
cuerpo entero crculos alrededor de ella, y por la
comparacin de los movimientos que ha descripto,
con ciertas ideas abstractas de las que su entendimiento guarda el tipo y la frmula, nos dir que la
tabla es circular.
Pero qu descubriremos nosotros en esta opinin? Una facultad nueva? Seguramente no; pero s
una facultad admirable que empleamos cada instante, sin dignarnos concederle entre los rangos de
nuestras facultades principales, el muy alto que ella
ocupa; y o quiero decir, me refiero, la facultad de
sentir nuestros movimientos, de sentir nuestras actitudes y de percibir nuestras partes, no solamente
en ellas mismas, sino aun en sus relaciones accidentales con las otras partes de nuestro cuerpo, de forma
que por ella sintamos nuestros miembros, esos miembros que la voluntad muda cada instante, al lugar
donde ellos realmente estn, en el espacio (1).
Gratiolet dice ms adelante: Coordinar es met)
G R A T I O L E T . - De la fisonoma
y de los movimientos
de
expresin.
128
dir, y medir es sentir. Determinando as la ms alta
inclinacin artstica de las sensaciones musculares
por las cuales se puede en cierta forma medir, travs de los movimientos metafricos, la expresin musical en sus relaciones ms sutiles. Es por esta facultad de medir las relaciones de los movimientos, por
la que se puede adquirir tambin esta memoria consciente en la cual se oyen las notas por una resonancia
interior, y en seguida son transmitidas al piano. Antes que esta audicin mental sea muy activa, las notas
mentalmente odas no se sucedern ms que con una
relativa lentitud.. Sin embargo, aquellos mismos que
no tenan odo musical, que no discernan ningn intervalo y no distinguan las notas falsas que tocaban
si no las vean mirando funcionar sus dedos sobre las
teclas, llegarn tocar de memoria sucesiones de
acordes complicados, desde que las audiciones mentales de su memoria musical funcionen ms activamente. Si les llega suceder que tocan una nota
falsa, el error ser en seguida rectificado por una
necesidad inmediata que prueba tambin que esta
nota ha debido ser vivamente advertida para ser
reemplazada en seguida por la nota precisa.
Esta memoria, que. confirma la existencia de una
verdadera brjula auditiva sobre la cual el ejecutante establece su juicio y gua sus acciones, se obtiene indistintamente por todos aqullos que emplean
los movimientos apropiados al desarrollo de las funciones musculares, tal como estn definidas en el estudio de nuestro mtodo (1). Siendo evidente que
esta audicin mental llegar ser ms consciente, en
razn del acrecentamiento progresivo de la velocidad funcional de los ataques las teclas.
(1)
M . J A E L L . - O b r a citada.
130
levador del tocar, la sobreactividad muscular comunicada por estos ejercicios se extenda de alguna
manera sobre todo mi organismo. Este estado muscular tiene la particularidad, de parecer como que ensancha el campo del conocimiento; parece como que
de todas las cosas deberamos poder volver darnos
cuenta, por qu y cmo cumplen su misin, fin de
emplear ms tilmente los recursos de los cuales la
Naturaleza y nuestro propio trabajo nos han provisto.
Durante estos ejercicios, la atencin permanece fija,
con una estabilidad absoluta, sobre las mismas observaciones musculares; establecindose una gran
concentracin de la voluntad. El esfuerzo aparece
como una necesidad que lleva seguramente una
manifestacin superior de nuestra fuerza, un progreso.
Bajo la influencia de este estado muscular intenso,
en el momento en que terminaba mis ejercicios, fu
cuando la concepcin dla memoria motriz se produjo
por primera vez. Durante medio segundo, tuve las
sensaciones sucesivas de un conjunto de funciones
musculares que se han de realizar por mis dedos sobre
las teclas para ejecutar un scherso de
Mendelssohn,
en el que no haba pensado haca muchos aos, pero
que exiga una grandsima destreza de movimientos,
que no realic jams mi satisfaccin cuando lo t o caba hace ya ocho diez aos. L a s impresiones sentidas durante este medio segundo eran tan vivas, tan
perceptibles, que tuve la ilusin de una percepcin
auditiva instantnea de la obra musical. L a obra apareci sbitamente tan presente en mi pensamiento
que no dudaba poderla ejecutar de memoria despus
de esta repentina revelacin de los movimientos
musculares necesarios para su interpretacin. Me
dirig en seguida al piano y, aparte de algunos tro-
131
piezos, la ejecut de nuevo un aire extremadamente rpido desde el principio hasta el fin, aunque,
transcurridos tantos aflos, en vano hubiera querido
acordarme de esta obra que como suele decirse, haba desaparecido ya de mi memoria.
H e sentido esta reaparicin instantnea de la memoria, como la renovacin de un lazo establecido de
nuevo entre la actividad muscular de los dedos y la
de los centros nerviosos del cerebro. Podra citar,
este propsito, las palabras de Bain: Haced caer
una chispa en el agua, y se extinguir; hacedla caer
en la plvora y producir una explosin ('). P u e s
bien, este fenmeno de la explosin es el que yo
sent. E s decir; haba acumulado por el trabajo muscular prolongado, la chispa que se haba comunicado repentinamente la actividad cerebral, produciendo, como por un eco inmenso, la evocacin
mental de una obra musical. L a sobreactividad comunicada los msculos de los dedos pareca, por
un fenmeno sbito, haber hecho posible la fusin de
las dos manifestaciones cerebrales y musculares.
Quiz se pudiera establecer una relacin entre
este hecho y la experiencia por la cual M. Ch. Fr,
suspende la representacin auditiva de una letra del
alfabeto, cada vez que inmoviliza la lengua del sujeta que la piensa, mientras que por el contrario
cada v e z que la lengua v u e l v e estar libre en sus
movimientos, la representacin se reproduce (2).
Podra por consiguiente consignarse que el entorpecimiento de las funciones musculares, por las cuales una obra se transmite al teclado, inmoviliza la
accin cerebral, y que es frecuentemente esta inca(1)
B A I N I E l espritu
(2)
C H . FR.Sensacin y
y el
cuerpo,
movimiento.
132
133
Ay! Apenas haba hecho yo esta reflexin, la
marcha del pensamiento haba vuelto ser intermitente y vacilante. Una nueva transformacin se produjo e n s e g u i d a , para desaparecer despus. As, por
intervalos de dos y tres minutos, experimentaba
fluctuaciones en mi facultad de pensar en la msica,
cuya causa no poda conocer.
En fin, dedicndome determinar una diferencia
cualquiera entre los dos estados tan diferentes de
mi memoria, pude comprobar que, en el caso de una
ejecucin un aire rpido, el acrecentamiento de
actividad era ocasionado por la representacin de
los movimientos musculares que se adheran la
accin mental auditiva de la memoria. Intent tambin servirme voluntariamente de este procedimiento, y pude de este modo vencer definitivamente esta
pereza del pensamiento musical, hacia la cual siempre tuve una aversin grande sin poder deshacerme
de ella.
No he tenido, despus, ocasin de darme cuenta de
si esta ventaja adquirida se extenda tambin sobre la
accin de la imaginacin para la composicin musical;
pero llegara creerlo, porque es igual que las sucesiones de las notas sean inventadas por m reproducidas por un acto de memoria. Todo pensamiento
musical se manifiesta con mayor penetracin, desde
que y o uno las harmonas y las melodas pensadas, las sensaciones de las funciones musculares por
las cuales las transmitira al piano. T e n g o , en este
caso, decir verdad, un teclado imaginario delante
de m, sobre el cual me imagino tocar. Me rpresento
todas las sensaciones de los movimientos transmitidos para los ataques las teclas, travs del funcionamiento de los msculos cuya accin me es sensible
partir desde el codo hasta las pequeas falanges de
134
los dedos, sin exceptuar las sensaciones tctiles del
contacto producido entre los dedos y las teclas del
teclado, en el momento de hundirlas.
Esto me recuerda un hecho que he observado
frecuentemente: Liszt, mientras escriba la msica,
posaba algunas v e c e s la mano sobre su mesa de tra
bajo con el fin de establecer realmente con los dedos
los intervalos de las notas que quera escribir, como
si se las representara as bajo la forma de movimientos de ataque. Mientras conservaba los mismos intervalos, pareca hacer un esfuerzo de atencin para
entenderlos mejor, y pareca en seguida que aprobaba desaprobbalas combinaciones musicales, de
este modo escudriadas.
Sea de ello lo que quiera, poseer perfectamente la
facultad de transmisin de la expresin sobre un instrumento de msica, debe ofrecer desde el punto de
vista de la representacin mental de los sonidos,
grandes ventajas para el compositor.
As, yo puedo siempre representarme mentalmente
los sonidos por el funcionamiento nico consciente del
sentido auditivo, sin agregar las sensaciones musculares de los ataques de las notas odas, pero al mismo
tiempo las sucesiones de las harmonas sufren un decaimiento: los sonidos percibidos son menos vibrant e s , tienen menos tendencia m o v e r s e y son pro
pensos desaparecer por la necesidad de enlazarse
sonidos diferentes. Porque desde que los sonidos
son ms vibrantes, parecen transformarse por una
necesidad inherente su propia naturaleza; sufren
en cierto.modo el arrastramiento de una fuerza rotativa en la cual el movimiento
es sinnimo de transformacin,
puesto que desde que no refuerzo mis
concepciones mentales de los sonidos por las representaciones de los movimientos musculares, mi pen-
135
Sarniento se retrasa fatalmente, lo que me obliga
renovar, por impulsaciones reiteradas de mi voluntad, la marcha de las notas.
Creo reconocer que esta diferencia tan esencial
de la vitalidad del pensamiento musical reside sobre
todo en la diferencia del timbre de los sonidos mentalmente odos. Estos sonidos, odos con ayuda de representaciones musculares, vibran hasta el punto de
que se cree distinguir la amplitud de las vibraciones
como una primera manifestacin rtmica de los sonidos.
S e vuelve aqu al problema abordado ya en el
captulo III, en que los ejecutantes que no distinguen
los intervalos de las notas diferentes, llegan formar su sentido auditivo por medio del discernimiento
de las amplitudes diferentes comunicadas, por el estudio del tacto, una misma nota. El conocimiento
de las menores diferencias lleva consigo y hace alcanzar, bajo una nueva manifestacin, las diferencias
ms grandes que no se conceban antes.
Estos hechos son ciertamente bastante concluyentes para hacer comprender aqullos que se dedican la composicin musical, que los recursos vitales de su pensamiento seran mayores si concibieran las sensaciones musculares del ejecutante como
elemento consciente inherente sus representaciones mentales de los sonidos.
Es verdad que para concebir estas representaciones musculares, es preciso adquirir un conocimiento
cientfico de los movimientos que e x i g e un esfuerzo
continuado, una facultad de concentracin cada v e z
ms desarrollada, de la cual cada uno prescinde con
gusto, porque es mucho ms fcil confiarse su inspiracin y decir que se ha nacido artista!
Y se observa con frecuencia que esos que se con-
136
138
dedos ndices no experimentan fatiga alguna; los terceros, cuartos, quintos dedos y los pulgares que haban permanecido inmviles, estn como agarrotados; si quiero cambiarlos de posicin, el menor movimiento es doloroso.
3 . Si contraigo, continuacin, los mismos dedos
para trazar con los ndices figuras menos complejas,
veo que me es absolutamente imposible comunicar
los otros dedos la misma inmovilidad, aun haciendo
los mismos esfuerzos para llegar conseguirlo; imposible el suprimir ciertos pequeos movimientos reflejos, los cuales reaparecen pesar mo.
4 . Si quiero, despus de sto, trazar de nuevo los
movimientos complejos suprimiendo toda contraccin muscular en los otros dedos, la rapidez de los
movimientos disminuye considerablemente.
Mi voluntad se manifiesta desde luego con una
grande intensidad, en seguida con una debilidad notoria, aun cuando haga, travs de estos procedimientos fisiolgicos diferentes, un esfuerzo
igual
para todos los movimientos. Estas observaciones me
hacen comprender la transformacin producida en la
diferencia de la marcha de mi pensamiento musical.
A s mi memoria musical funciona con tanta lentitud
cuando no la agrego las representaciones musculares de los dedos, como los movimientos en el momento que no les aumento realmente las contracciones musculares de los dedos. Por el contrario, mi
memoria y mi pensamiento musical llegan ser tan
impulsivos bajo la influencia de las representaciones
musculares, como los movimientos bajo la influencia
de la contraccin muscular.
a
139
duzco que precisamente es sta la dificultad del problema de los movimientos enseados, que permite
obrar progresivamente sobre los organismos ms
refractarios, puesto que he comprobado que acta
saludablemente sobre la capacidad muscular de mi
propio organismo. Ella me permite, en cierto modo,
aumentar y adquirir una voluntad que no puedo menos de considerar como superior la ma.
D e s p u s de haberme ejercitado un poco en ejecutar estos movimientos complejos, he observado
que convierten muy rpidamente los dedos en independientes; y pueden por consiguiente hacer buen
servicio aqullos que se sirven de sus manos para
los movimientos de arte de precisin.
Observando que sera imposible prolongar a duracin de los ejercicios con la inmovilidad de ocho
dedos contra dos solos que funcionaran, he procurado proporcionar mejor el esfuerzo dinmico con
el esfuerzo esttico haciendo la vez los dos movimientos con el segundo y el tercer dedo de la misma
mano. Es decir, que antes de empezar simultneamente los dos movimientos, se pondr la primera falange del segundo dedo en extensin forzada, y las
dos ltimas falanges en flexin extrema. En el tercer
dedo la flexin extrema se conservar en las ltimas
falanges, y la primera falange estar en extensin.
Mientras que el tercer dedo empezar su movimiento
poniendo su primera falange en extensin forzada, el
segundo dedo empezar el suyo poniendo su primera
falange en extensin. Comunicada esta impulsin, las
dos ltimas falanges de los dos dedos se pondrn, por
direcciones inversas, en semi-extensin. Al instante
. de tomar esta posicin, las primeras falanges de los
dos dedos recobrarn sus posiciones iniciales respectivas que sern conservadas en tanto que las lti-
141
terceros, cuartos y quintos dedos, en lugar de trazarlos, como se ha indicado anteriormente, con los
dedos ndices solamente. El aflojamiento proviene de
que la inmovilidad de los dedos no tendr el tiempo
necesario para formarse y llegar ser muy intensa.
L o s movimientos sern ms rpidos si el ejercicio dinmico no se extiende ms que cuatro dedos, de
manera que conservando la contraccin en tres dedos de cada mano, se realicen alternativamente los
movimientos con los dedos ndices y los terceros
dedos.
Todos estos ejercicios aumentan la independencia
de los dedos y el conocimiento del movimiento; tienen, por lo tanto, para el pianista una doble utilidad.
Necesariamente, es preciso tener los dedos ya ejercitados para llegar ejecutarlos.
Quizno carezcade inters el aumentar aqu especialmente para los psiclogos, un ensayo hecho para
llegar utilizar el procedimiento muscular fuera del
dominio de la memoria musical.
Teniendo la memoria de las palabras poco desarrollada, he querido darme cuenta si poda, por los
mismos medios, acelerar sus funciones. H e por consiguiente procurado, pronunciando lentamente las
palabras ya mentalmente, ya en alta v o z , articular
cada slaba con la misma rapidez con la cual yo habra tocado una nota en el teclado, y he observado
tambin que para la memoria de las palabras, la
transformacin se produca. Puedo, por lo tanto, segn, desee hacer funcionar mi memoria dbil fuertemente: en el primer c a s o , conservo el movimiento
sin fuerte tensin de mi organismo, del que dispongo
siempre; en el segundo c a s o , es el movimiento perfeccionado el que entra en actividad. L e manejo fcilmente; sin embargo tiene, como funcin pianstica,
142
por cooperador inmediato la tensin muscular completa del cuerpo, porque, sin hundir una tecla del
teclado, la repercusin del movimiento circular del
dedo, hecho en el vaco, me es perfectamente sensible en todo el cuerpo, aunque pierda algo de su intensidad en los dos miembros inferiores. Naturalmente, el funcionamiento de los movimientos sin
fuerte tensin m e parece como un estado aptico,
por el cual me esterilizo m misma y prefiero servirme de mis funciones musculares transformadas,
fin de aumentar la energa de mi voluntad.
CAPTULO' IX
EL ACELERADOR
DEL
TOCAR
L o s e p t e t o s m e t a f r i c o s a p l i c a d o s l a s o n o r i d a d y al e s t i l o . MI
acelerador del tocar d e b e h a c e r al m i s m o t i e m p o t r a b a j a r y p e n s a r .
L a e l a s t i c i d a d r t m i c a . D e l i c a d e z a e n la p e r c e p c i n d e l a s o s c i l a c i o n e s r t m i c a s , por l a d e l i c a d e z a en la m a n e r a de t o c a r el p i a n o .
La v a r i a b i l i d a d d e l a s o n d a s r t m i c a s d e l c o m p s , d e b e p e r m a n e cer i n a d v e r t i d a para el o y e n t e . E n las c o r r i e n t e s r t m i c a s , d o s
tres m i l s i m a s de s e g u n d o , d e b e n ofrecer u n a duracin apreciab l e por la c u a l e l e j e c u t a n t e c o m b i n e l a s d i f e r e n c i a s d e l o s i n t e r v a l o s . - L a c o l o c a c i n r t m i c a d e l o s c o m p a s e s p o r M. Wundt
Los
tiempos fuertes y los tiempos dbiles.Los compases simbolizados
p o r Ai. Wundt.La
influencia ejercida por las presiones s u c e s i v a m e n t e diferenciadas de las p e q u e a s f a l a n g e s sobre la rotacin
d e l c i l i n d r o d e l acelerador.Las
digitaciones que permiten regularizar estas presiones d i f e r e n t e s . - P e r c e p c i n d e l a s m s p e q u e a s
diferencias de los intervalos.
144
S e g n la opinin emitida por M. Ch. F r , las
expresiones metafricas tienen frecuentemente por
base un hecho fisiolgico (1).
As, se puede decir tambin, con propiedad; que
se arde en deseo, que se hierve en clera, que
se inflama por el entusiasmo; y por el contrario, que
se enfra con las dificultades , transido de miedo,
helado de espanto. Estas metforas, no son expresiones de representaciones mentales puramente imaginarias, porque nosotros sentimos
fisiolgicamente,
realmente estos efectos diferentes bajo la influencia
de las emociones correspondientes. Tambin con
justo ttulo la metfora del crculo puede ser aplicada las concepciones de la esttica musical. El
ejecutante forma con las lneas curvas los anillos de
una cadena travs de la cual circula su propio pensamiento y el del oyente.
El acelerador del tocar s e compone de dos cilindros de bano de los cules uno tiene 20 centmetros
(1)
M . C H . F R . P a t o l o g a de las
emociones.
146
macin del estado esttico de los msculos, los movimientos de los dedos se harn ms rpidamente y
su carcter vendr ser ms artstico.
Esta sobreactividad de las funciones motrices de
los dedos es no solamente adquirida directamente
por el contacto de los dedos con el cilindro, sino que
basta que este contacto tenga lugar con una sola
mano, para que en los dedos de la otra mano aumente
la elasticidad hasta el punto de hacerles hundir las
teclas ms rpidamenteAs cada glisado hecho por los dedos de una mano
sobre el cilindro permitir, en el mismo instante,
los dedos de la otra mano, atacar ms rpidamente
la tecla, porque se ha transmitido un aumento de
energa, por las funciones musculares de los dedos
que se mueven al contacto de la rotacin aqullos
que se mueven sobre las teclas. Conviene entender,
que la sobreactividad producida es el premio del esfuerzo mximo al cual el ejecutante sea capaz de
obligarse; en este supuesto.no puede admitirse ninguna tibieza, en cualquiera fase de superioridad
que el ejecutante haya alcanzado. Solamente, bajo la
influencia del'mximum de contraccin voluntaria de
los msculos de la mano, es como el acelerador comunicar un grado funcional superior aqul que el
ejecutante puede adquirir por su propia voluntad.
Sin esta tensin mxima voluntaria, en lugar de un
perfeccionamiento de su organismo, no comunicar
al ejecutante ms que la velocidad que ste pudiera
adquirir por su propia voluntad, si quisiera gastarla;
en este c a s o , aqulla no le aprovechar, porque sin
esfuerzo voluntario no se puede obtener un progreso
saludable: el conocimiento musical no se despierta.
El acelerador debe no solamente activar las funciones motrices de los dedos; debe sobre todo ayudar
147
148
149
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12
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Estas definiciones del orden rtmico del comps
creadas por Wundt, nos proporcionan una base para
la explicacin de las digitaciones especiales que comunican modificaciones tan sutiles la rotacin del
cilindro del acelerador, las cuales permiten al ejecutante percibir la variabilidad de los intervalos bajo
el carcter de corrientes rtmicas.
Estas digitaciones son de tal naturaleza, que permiten al ejecutante dirigir las presiones de las pequeas falanges, por las cuales el movimiento rotativo del cilindro es aumentado moderado, precisamente de manera que se haga corresponder su fuerza
(1)
W U N D T . - Teora
de Psicologa
fisiolgica.
151
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- 152
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154
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2 3
L o s ritmos ternarios pueden ser definidos por digitaciones aun ms sutiles; as el / en su forma usual
podra realizarse por esta digitacin:
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1
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2
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definido
por
155
Si-!-
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Para el comps de / la corriente rtmica ms
fuerte, se obtendra por la primera digitacin;
La corriente media, por la segunda; y
12
156
La corriente ms dbil, por la tercera: -
12
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34
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157
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Si diferencias tan imperceptibles ejercen una influencia sobre las duraciones respectivas de los interv a l o s sucesivos, es fcil representarse la sutileza de
las modificaciones realizadas por el ejecutante.
Naturalmente, el empleo de las presiones diferenciadas por la subdivisin del comps, suprime la costumbre que se debe tener de contar en voz alta
baja durante el estudio.
Estas combinaciones sutiles de la presin de las
pequeas falanges son un gua muy fino, gracias al
cual el comps forma orgnicamente un todo homogneo, que familiariza al ejecutante con el principio
inicial de la elasticidad del ritmo.
Para estudiar las obras musicales y los ejercicios
de nuestro mtodo El arte de tocar el piano con
ayuda del acelerador, se emplear siempre el estudio por flexin de una mano y el estudio por extensin de la otra; el tocar por extensin deber ser
asimismo empleado con preferencia para el acelerador, y el tocar por flexin para el teclado.
Despus de un estudio relativamente poco prolongado de estos sistemas, se sentir la influencia maravillosa que las ms dbiles manifestaciones de la
elasticidad rtmica pueden ejercer, con aptitud, sobre la interpretacin. Apenas se da uno cuenta tra-
158
CAPITULO X
LAS
SENSACIONES
DE
LOS
OYENTES
La p o t e n c i a c o m u n i c a t i v a d e l a m s i c a . L o s o y e n t e s i n c o n s c i e n t e s
se parecen los s u j e t o s h i p n o t i za d o s. La orientacin de l o s o y e n tes: la brjula intelectual: la brjula sensorial: la brjula c o n v e n cional.Las e x c i t a c i o n e s reflejas. - C r e e n c i a g e n e r a l de q u e es m s
f c i l o i r m s i c a q u e hacerla.-El
verdadero e n t e n d i m i e n t o de la
m s i c a reside en el cerebro.La obra m u s i c a l debe ser re-creada
p o r e l q u e la i n t e r p r e t a y por el q u e la o y e . G o c e s s e n s a c i o n a l e s
i n t e l e c t u a l e s , q u e la m s i c a p r o p o r c i o n a . L o s e j e c u t a n t e s q u e no
se oyen t o c a r . E l a b u s o d e l e s t u d i o d i n m i c o d e l o s m s c u l o s e n
d e t r i m e n t o d e l e s t u d i o e s t t i c o . A p r e n d e r pensar l a s n o t a s . L a s
grandes capacidades auditivas pertenecen los grandes msicos.
E l A r t e y la C i e n c i a p a r e c e n p e r s e g u i r u n fin c o m m : c o m b a t i r
la falta de c o n o c i m i e n t o m u s i c a l .
La misma obra musical, oda la vez por 100 personas, puede producir impresiones tan diferentes que
se halla uno al principio desorientado sobre el valor
intrnseco que una obra de arte puede realmente tener, viendo el desorden de las apreciaciones contradictorias que puede hacer nacer.
Y an se halla uno ms penosamente impresio
nado, al ver que ciertas audiciones no pueden hacer
nacer sensaciones personales. Frecuentemente los
oyentes no disfrutan de ningn modo en la audicin
de una obra bella, si el nombre del compositor no es
clebre. Otras v e c e s , una admiracin impuesta por
un renombre adquirido algunas v e c e s por medios censurables, les obliga admirar lo que creen que y a ha
sido admirado por otros. En los dos casos, el juicio
160
va extraviado por una pendiente fatal, y espanta considerar las necedades que pueden cometerse por los
mismos oyentes, que, en otras circunstancias, parecan inteligentes instruidos.
La belleza artstica no es por consiguiente una
fuerza viva invencible y convincente? Desgraciadamente no! Para un gran nmero de oyentes hemos
comprobado, por las reacciones sensoriales que una
audicin musical provoca en ellos, que el agente de
su reaccin est por bajo del agente de su percepcin;
es decir, sufren la influencia de los sonidos que han
odo, pero no tienen conocimiento musical. Sin embargo, las sensaciones que experimentan por estas
reacciones les comunican algunas v e c e s una viva sobre-excitacin, que creen debida al entusiasmo artstico.
L a msica es de tal modo comunicativa por su
esencia, que subyuga los oyentes ms inconscientes. Este poder es tan extraordinario q u e , si se produjera por la pintura sera preciso que pudiramos,
estando sentados detrs de un lienzo bellsimo, experimentar un encanto indefinible y admirar vivamente este cuadro con sensaciones verdaderamente
sentidas y vistas. El oyente falto de todo conocimiento musical est durante una audicin de msica,
absolutamente en esta misma situacin; si despus
de la audicin se le pregunta qu es lo que ha odo,
tendr la misma dificultad para responder que tendra el espectador sentado detrs de un buen cuadro
pintado, el cual no podra explicar lo que ha visto.
No se cometeran tantos errores si, en el problema de la audicin musical, no viramos comprobado siempre que los oyentes se aficionan la materialidad del arte, los sonidos que les sobre-excitan,
pero no su valor esttico, el cual son incapaces de
161
163
siasmo, sto es feo, aqullo es bonito, estarn al unsono por su opinin, pero sus impresiones sern en
realidad producidas por excitaciones muy diferentes.
Impera, en lo que concierne la audicin musical,
un error general, el de creer que es ms fcil or la
msica, que hacerla.
A decir verdad, or msica y hacer msica no son
en s dos cosas diferentes; estas dos funciones e x i g e n
un gasto igual de actividad intelectual; pero como se
tiene el aspecto de no hacer nada mientras se escucha, suponen algunos que es tan fcil escuchar msica como el no hacer nada.
Gratiolet dice: el verdadero msico escucha menos que los piensa los sonidos que le encantan. Este
es el secreto del enigma; la verdadera audicin de la
msica reside en el cerebro; la emocin se produce
por las relaciones estrechas que hacen que los sentidos no puedan ser agradablemente sobreexcitados
ms que por lo que el pensamiento reconoce como
bello. El pensamiento y los sentidos se fusionan; lo
que el primero determina por una actividad en algn
modo abstracta, los sentidos lo encarnan con esa potencia de vida que les es propia. Redimida de las sensaciones v a g a s , la audicin musical puede adquirir
en el msico tan suprema grandeza, qu esta facultad
de oira msica parece ennoblecer la vida, tan fuertes y vivificantes son las emociones que hace experimentar!
.
Es, pues, la falta de conocimiento musical lo que
es preciso combatir; por ella es por lo que el arte musical est envilecido; por ella el buen gusto degenera
y se producen las falsas grandes obras; por ella cualquier obra disparatada pasa por una maravilla del
arte, y s e transmiten de una otra generacin las
arraigadas opiniones viciosas; por ella las disparata-
164
das imitaciones ocupan el lugar del mrito y del saber, y,las falsas glorias de los virtuoses
trastornan
las multitudes.
L a falta de conocimiento musical sugiere los esfuerzos modo de travesuras infantiles, sin conviccin real, sin ardor efectivo. El arte quiere ser conquistado en lucha abierta. L o s que no le vean entronizarse de manera que ejerza sobre ellos un poder
la v e z atractivo y repelente, y se les aparezca tan
potente que se consideren ellos mismos dbiles indignos, no son los llamados hacia l. Se complacen
en achicar el arte fin de realzar su raqutica estatura: cmo quieren, pues, que se les mire seriamente? No toman el arte en serio y son al lado del
artista lo que el polvo del camino al lado del buen
grano que fructifica; les falta la savia, la levadura,
el conocimiento: son estriles y esterilizan.
Para que una obra musical tenga verdaderamente
vida, no basta que sea re-creada por el que la interpreta; debe ser tambin re-creada por cada oyente
que la escuche.
Esto es lo que constituye la fuerza misteriosa de
la msica: ella fusiona en apariencia los pensamientos de las multitudes; el lenguaje musical que todos
parecen comprender es un lazo simptico que hace
sentir los seres humanos una comunidad de origen,
un parentesco ideal, una disposicin para conmov e r s e por las mismas atracciones. Escuchando una
bella obra musical, el ms humilde de los oyentes
puede disfrutar del encanto de esta nivelacin como
una redencin momentnea. No percibe la distancia
que le separa intelectualmente de la obra de arte que
le apasiona. No ha penetrado en ella por emociones
suaves? envuelto en resplandores de luz brillante?
Su influencia no es tan directa, tan inmediata que le
165
pensarlas!
El abuso del estudio dinmico de los msculos, en
detrimento del estudio esttico, es el que produce
166
este contrasentido tan censurable. Como se cree que
no se hace nada oyendo la msica, se cree tambin
no hacer nada, obligando los dedos permanecer
cada vez ms inmviles.
En uno y otro caso, la accin se ejerce interiormente, y es precisamente tanto ms potente cuanto que
ninguna parte de su fuerza est absorbida por una manifestacin visible. As es como se llega por la supresin de la accin material de la tensin esttica, suprimir inconscientemente la accin, digmoslo as,
inmaterial, de las representaciones mentales de los
sonidos. D e s p u s de haber as desasociado efectivamente, por el carcter especialmente dinmico del
estudio, el sentimiento musical del ejecutante en la
accin realizada por sus dedos sobre el teclado, se
declara: la misteriosa belleza del arte reside en el
hecho de que su vitalidad no puede ser enseada, e s
preciso llevarla en s. A l contrario, puede ser enseada, mas para sto no basta aprender leer msica,
aprender desarrollar la memoria, aprender ejecutar muy bien un trozo musical en el piano; es preciso, antes de poder verdaderamente hacer bien una
de esas cosas, aprender pensar las olas.
A travs de las funciones exteriormente visibles,
e s como s e comprueba si se es buen lector, si se tiene
la memoria de las obras musicales y si se sabe ejecutar bien un trozo musical. No es por ninguna funcin
visible como el acto de saber pensar las notas est
establecido. Desgraciadamente sto basta para que
no se tenga en cuenta, cuando todo el esfuerzo debera precisamente dirigirse hacia este fin.
D e este modo se hacen las educaciones retrgra das; porque uno se preocupa del saber exteriormente
adquirido, sin preocuparse del desarrollo reflexivo
tan importante-del pensamiento. As, mientras que
- 167
las funciones exteriores parecen progresar, con frecuencia el estado del organismo permanece estacionado: la educacin no le ha sido provechosa, no ha
ejercido ninguna influencia sobre l. Este es un defecto capital, porque es necesario admitir que, en
todo estudio de piano, deben tenerse las funciones exclusivamente consagradas al desarrollo de las representaciones mentales de los sonidos, las cuales se
desarrollan bajo la influencia de la inmovilidad muscular.
Saber escuchar la msica no es solamente una
cualidad que el oyente deba necesariamente tener,
sino que importa ante todo desarrollarla en el ejecutante, fin de que se oiga l mismo tocar. Para ser
un admirable intrprete, es preciso ser ante todo un
admirable oyente.
Como hemos dicho, las grandes capacidades auditivas pertenecen los grandes msicos. Uno de sus privilegios es oir diferencias, all donde los dems no encuentran ninguna. D e ah proviene la facultad que
tienen de enlazar las notas, de agruparlas con un
arte ms penetrante, ms profundo; de sentir en las
evoluciones de las frases los ligados que permanecen
impenetrables para los dems. Estas superioridades
estn tan ntimamente enlazadas con el carcter especial de sus capacidades auditivas, y con su facultad
de pensar las notas, que la necesidad de formar las
representaciones mentales de los sonidos se impone:
la cual debera ocupar un lugar preferente en la enseanza del piano.
Saber escuchar la msica no puede verdaderamente consistir en el hecho de experimentar sensaciones vagas, sino en volver sentir tanta ms emocin, cuanto mejor se disciernen los fenmenos diversos por los cuales se realiza la belleza.
Ello es igual para la audicin como para la interpretacin. Cuanto ms numerosas son las causas conocidas de la belleza de la obra que se o y e , la audi:
cin toma un carcter ms potente, ms racional, y
que ms subyuga. En la interpretacin, cuanto ms
se constituye el mecanismo de la expresin por un
arte complejo, ms aparece la expresin bajo una
forma perfecta.
Se trata siempre, sase oyente ejecutante, de
una reconstitucin real que se ha de hacer, ya se haga
solo mentalmente durante la audicin, mental y activamente durante la interpretacin. La inteligencia
musical del oyente es la que re-evoca en l mismo
toda la belleza de la obra musical que escucha, bajo
la forma abstracta de los pensamientos, cuyo mecanismo funciona invisiblemente. El ejecutante une
esta accin la reencarnacin del arte, bajo la forma
visible del mecanismo de los dedos, por el' cual trans:
mite el escrito de una obramusical en el instrumento.
Se ve que es posible, sin derogar la alta misin
del arte, combatir el error de la esttica musical por
la lucha contra la falta-de conocimiento musical del
ejecutante.
Gracias los progresos de la biologa, conocemos
las causas de muchos fenmenos d nuestro organismo, los cuales antes nos eran desconocidos. La influencia que nuestras funciones orgnicas pueden
ejercer sobre nuestro pensamiento nos es ya, en cierta medida, divulgada por la ejecucin musical.
En realidad el arte y la ciencia.parece que deben
perseguir un fin comn: combatir la inconsciencia
6
falta de conocimiento musical.
L a enseanza de la msica debe demostrar que el
sentimiento musical no es necesariamente una fuerza
inconsciente, sino que puede ser creado por el es-
169 -
170
modulaciones de la voz, y colocarnos por consiguiente en las mejores condiciones para participar
de ello? Es de este modo como las matemticas, que
nacieron con ocasin de las observaciones de la fsica
y de la astronoma, y que han llegado ser en la actualidad una ciencia independiente,han influido despus en la fsica y en la astronoma para el mayor
progreso de stas. As tambin ocurri con la qumica, que habiendo tenido su origen en los procedimientos de la metalurgia y de las artes industriales,
habiendo llegado poco poco constituir un estudio
independiente, viene sosteniendo con su ayuda toda
clase d e artes prcticas;as es como la fisiologa,
que tiene su origen en la medicina, y le estaba anteriormente subordinada, ha venido ser estudiada
por ella, y e n nuestros das aparece como una ciencia
de la que depende el porvenir de la medicina; y lo
mismo la msica, teniendo su raz en el lenguaje de
la pasin, de donde ha ido saliendo por grados, ha influido sin cesar sobre el lenguaje y le ha hecho progresar. No hay ms que examinar esta hiptesis, para
ver que est conforme con la marcha constante de
toda civilizacin.
Probablemente muchas gentes encontrarn que
es una funcin de poca importancia esta funcin de
la msica. Pero meditando sobre ello cambiarn de
opinin. Calculando lo que el uno y la otra pueden
influir en la felicidad de los hombres, ese lenguaje de
las emociones que se desenvuelve y se afina por la
cultura musical nos parece que sigue inmediatamente en segunda lnea, despus del lenguaje de la
inteligencia; y quizs, a u n e n primera lnea.
Despus de haber hecho observar que dimana del
arte musical una fuerza de simpata, que debe influir
en nuestros sentimientos-y en nuestro lenguaje, fin
171
de permitirnos expresar con precisin los pensamientos ms delicados, Spencer aade: Ese sentim i e n t o inperceptible de una felicidad desconocida
que la msica despierta en nosotros, esa ilusin indeinida de una vida ideal y nueva que nos hace ent r e v e r , todo es una profeca, de la cul la msica
misma asegura por su parte el cumplimiento. Este
extrao poder que existe en nosotros de impresion a r n o s por la meloda y la harmona supone, se
puede decir, que nuestra naturaleza no es incapaz
de realizar los g o c e s ms perfectos de los cuales la
meloda y la harmona nos dan el presentimiento, y
oque ellos mismos contribuirn la realizacin de
ese ensueo. En esta hiptesis, el poder y la significacin de la msica son hechos inteligibles; de otro
modo, quedan en el misterio.
Nosotros queremos solamente aadir que si se
admiten estos corolarios como probables, la msica
debe adquirir un lugar preferente la cabeza de las
bellas artes, porque es entre todas la que ms cont r i b u y e la felicidad de la humanidad. D e este
modo aun cuando perdiramos de vista los g o c e s
inmediatos que nos proporciona cada instante, no
cesaramos de aplaudir el progreso de la cultura
musical, la cual est en camino de llegar ser uno
de los signos caractersticos de nuestra poca (1).
Si el desorrollo musical est conforme con la marcha constante de toda civilizacin, cmo, en razn
de la superioridad de nuestro arte, no profetizar para
nuestra civilizacin un poder particular? Desgraciadamente el msico que, en su conviccin profunda,
(1)
SPENCER.Ensayos
sobre
el progreso.
(Traduccin de A.
Bur-
173
FIN
E n el curso de esta obra, se menciona repetidamente el nuevo sistema de enseanza del.piano debido la notabilsima pianista ilustrada escritora
Mad. Marie Jaell. El estacionamiento que en nuestro
pas tiene cuanto con el estudio del piano se relaciona, y el xito grandioso que en todas partes alcanz la monumental obra de Mad. Marie Jaell, como
lo prueban las mltiples ediciones que en diversos
idiomas se han publicado y a de la obra citada, nos
han inducido hacer la traduccin espaola (previa
la correspondiente autorizacin), en la confianza de
que no sern los pianistas y profesores espaoles los
que acojan con menor entusiasmo las nuevas teoras
de enseanza del piano en dicha obra sustentadas.
Con este motivo, est
En prensa
E L A R T E D E T O C A R E L P I A N O . N u e v o mtodo
basado en la Fisiologa. S e compone de cinco volmenes, que tratan de las materias siguientes:
Primer volumen.Ejercicios
progresivos de E L
A R T E D E TOCAR E L P I A N O .
(Coil
72
figuras).
Segundo volumen.-EL
A R T E D E TOCAR E L P I A N O
elemental, aplicado la ejecucin de obras musicales. (Con 44 figuras).
Tercer volumen.-EL
A R T E D E TOCAR E L P I A N O harmonizado y aplicado la ejecucin de obras musicales. (Con 50 figuras).
Cuarto volumen.Suplemento
los ejercicios
progresivos de E L A R T E D E TOCAR E L P I A N O . (Con
figuras).
Quinto volumen.Suplemento
las enseanzas
de E L A R T E D E TOCAR E L P I A N O , aplicado la ejecucin de obras musicales. (Con 6 figuras).
N D I C E
Pginas
Prlogo de la traductora
de la autora
CAPTULO
I.El mecanismo de la expresin
' musical
IV.El estudio
VI.La interpretacin
VILEl pedal
5
7
9
22
44
62
80
94
116
124
143
159
FE DE ERRATAS
Pginas
Lnea.
Dice.
Debe decir.
16
12
. Si el talento
Si el espritu
16
28
La obtencin
La com probacin
22
' 8
Las dificultades
Las impotencias
22
19
27
si son defectuosos
Marcy
Marey
Marcy
Marey
29
. Nota
30
Nota 2 .
31
Nota 1.
Marcy
Marey
32
28
justada
- ajustada
32
28
ihdispensablea
indispensable
32
30
de realizar
de producir