Estoy Tan Cansada de La Vida .... Cuento
Estoy Tan Cansada de La Vida .... Cuento
Estoy Tan Cansada de La Vida .... Cuento
Estoy tan cansada de vivir que ya no sé si un día no acabo con mi vida. O simplemente
me quedo en la cama, sin comer, sin tomar agua, sin tan siquiera levantarme para ir al
baño. Dejando que breves lapsos de sueño me posean tan solo por unos instantes.
Hasta alcanzar ese estado donde uno ya no distingue entre la realidad y el mundo de
los sueños. Dejándome tomar por ese abandono típico de quien no tiene la fuerza para
matarse, pero menos fuerza tiene para seguir viviendo. Desde que te fuiste, odio las
mañanas, odio el sol, la primavera, y la risa de las personas que viven todavía, odio el
saber que me levanto en un mundo en el que ya no estás. Saber que todos los días tengo
que cuidar a los mismos gurises de esas putas que me dan de comer a cambio de que
los cuide y les lave los calzones. Todas las mañanas me levanto sabiendo que los
gusanos ya te comieron, y entonces comprendo que toda la vida besé la comida de los
sepulté el día que te fuiste- sé que estarías puteando a diestra y siniestra porque no
cremaron tu cuerpo. ¿Pero yo que podía hacer en contra de tu mujer? ¡La señora de
Rodríguez!… ella, que tan copetuda ahora se estará paseando vaya a saber por dónde,
sirvienta viene todos los días, aunque nadie sepa. Porque lo único que hizo tu querida
mujer fue darle unos mangos al viejo borracho que le cambia el agua a tus flores, que
ya ni las cambia, porque el pobre ya se dio cuenta que nadie le da corte a tu querida
sepultura. Simplemente espera todas las semanas aquel taxista que por encargo trae un
¿Si no hubieras sido tan cobarde?, si al menos le hubieras dicho a tu mujer toda
llamada de tu amigo, el abogado, avisándome que habías muerto. Pero si vos supieras
Así se la veía a la pobre vieja todos los días. Así se la veía con la cabeza gacha,
murmurando frente a la imponente estatua del Obrero que descansa. Aquella insolente
que parecía tener vida. Poco se sabe de quien realizó tan imponente escultura, dicen
algunos idóneos en el arte, que fue un escultor italiano, de la escuela naturalista, que por
verse con las primeras luces de la aurora parece ser un gigante mitológico. Llama a la
memoria la imagen del coloso de Rodas. Pero su postura es la del descanso merecido de
fundamental base que significa la familia. Sin tan siquiera se pudieran encontrar las
palabras para describir la expresión de aquel rostro, las manos cayendo y apenas
descanso. Sin lugar a dudas esa imagen atraía a mucha gente, artistas, escultores que
lo que causa a persona alguna que osa pararse frente al descanso del obrero. Así era que
la pobre vieja dejaba de murmurar y se callaba cada vez que algún respetuoso
ella también, levantando la mirada compartía una misma imagen y entrambos, mirando
por el aburrimiento y por ese insaciable deseo de que las historias de amor subsistan,
circunstancia. Claro que no deja de ser una narración que seguramente termine
convirtiéndose en leyenda. Porque quien hay que pueda parar las ocurrencias del vulgo
cuando estos a causa de tener tanto tiempo de ocio, alimentados sus fantasmas por algún
lo único que tengo. Porque tan poco luchaste por nuestro amor que dejaste que se
llevaran todo lo mío, hasta aquel hijo que parío con dolores mi cuerpo. Dolores que ni
siquiera sentiste en tu lecho de muerte. Tengo miedo de pensar que todo lo nuestro fue
una mentira. Tanto así que fueron treinta y tres años amando a destajo, queriéndote a
escondidas, callada de todo el mundo. Como a vos te gustaba. Solo ahora me doy
cuenta que vos me pedías silencio no para que yo demostrase el amor que te tenía, sino
para no enfrentarte a las circunstancias. Recién ahora esta pobre vieja se da cuenta
que fue usada…que su cuerpo fue uno mas de los servicios que por tantos años
desgastaron mi alma. Como te fuiste tan callado jurándome amor eterno. Pero más
bronca me dá saber que la eternidad para el hombre no existe, que no voy a recuperar
mis años, y que nunca vas a poder redimirte…hombre bandido. Como haberte
enseñado a vos que naciste en cuna de oro lo que hace una mujer luchadora toda la
vida…
Creo que la vi a la vieja como siempre, sentada y parasitando frente a la estatua del
obrero. Dicen algunos que conocen bien la historia que ella era empleada de la casa
donde vivía el finado Rodríguez. Al parecer cada dos por tres le bajaba los calzones a la
vieja y ahí la dejó, loquita. Pero lo que son las cosas de la vida que los familiares del
desgraciados!,¡ir a tirarle de las patas cuando uno está muerto!...y dicen otros que los
aquel, y vea usted como son las cosas que uno de los lugares que mas frecuentaban era
el cementerio. ¡Ah viejo bicho eh! Él si que la tenía clara. Quien los iba a encontrar
donde vamos a ir a parar. Hay unos policías que tienen años haciendo servicio en el
cementerio que dicen que el lugar típico de encuentro era la puerta del fondo. Yo en
particular nunca los ví, y eso que hace años que trabajo en la división de Necrópolis de
la Intendencia y prácticamente todos los días tenía que venir por el tema de los papeleos
diarios. Por razones obvias claro, la gente se muere todos los días.
Un día uno de esos policías me contó algo extraño. Dice él, que la vieja Lucía no
lo esperó en la puerta del fondo. Sino que se hizo presente en la puerta delantera con
una flor en la mano. Dice que él estaba apostado precisamente en esa puerta y que no le
llamó tanto la atención este hecho, sino que lo que realmente lo asombró fue que el
viejo Rodríguez pasó como siempre por el frente del cementerio con su auto, la miró, y
no se detuvo, siguió hasta el final del segundo cuerpo del cementerio pero antes le hizo
una seña con la luces a ella, como diciéndole que fuera para allá. Lucía ni se movió, y
quedó esperándolo en el frente. Nadie sabe porque. Pero a partir de ahí nadie mas los
volvió a ver. El día en que el finadito estiró la pata Lucía se cruzó con el policía y aquel
sin saber, le preguntó en que andaba, ella le respondió que estaba esperando una
Nunca me entendiste Luciano. Vos que te la tirabas de ser tan docto y tan
delantera esperando a que vinieras. Esperando tan solo un gesto de tu parte. Nunca
esta vieja, ni en sus años mozos, cuando supe hacerte vibrar con la fiebre de mi cuerpo,
nunca pedía favor alguno de tu parte, y menos te exigí gesto alguno. Cuanto te habré
amado que ni siquiera te pedí que me amaras. Pero nunca me comprendiste. Ayudaste
a cuanto santo andaba por la calle. Cada vez que una vieja con sus mulambos se
acercaba y te pedía una moneda te arrancabas un brazo igual para ayudarla, pero a
quien te amó toda una vida ni siquiera le distes el único gesto que te pidió. Todavía
recuerdo aquella estúpida pregunta por teléfono cuando te distes cuenta que la flor que
había robado para vos la tiré con bronca y la pisé en el suelo. Acaso no fueron
bastantes los años en que me tuviste para no saber lo que yo quería. Acaso no te enseñé
a hablar con el cuerpo. Cuantas fueron las veces que frente a tu mujer, con una tos, con
una mirada en un espejo, con la posición de un vaso, construimos un lenguaje que solo
quería esta vieja. Esa fue la última vez que te ví Luciano. Pasando por mi lado, como si
no me conocieras, ignorando noches dormido en mis brazos. Que injusta que fue la
vida conmigo…que injusta que fui conmigo misma…nunca debí darte todo y quedarme
sin nada. Te llevaste todo con tu muerte Luciano…y si superas que de todas las
siente saber que cuando yo muera, todo lo que fuiste, todo por lo que luchaste, tus
Sentí hace algún tiempo una historia parecida. Yo creo que en el fondo ella lo sigue
esperando. Como si el fuera a resurgir de la tumba. O tal vez a llegar caminando por la
puerta trasera del cementerio. Debe de ser una actitud normal tomando el contexto de la
pobre Lucía. Ya no tiene nada más que sea la esperanza de ver llegar al viejo. Es
indudable que ella lo cree, aunque no lo quiera aceptar y se la pase puteándolo todos los
días frente al obrero. Ya ni siquiera se distrae en cosas para ella misma. Por lo menos
hasta hace algún tiempo cuidaba gurises y unas meretrices le tiraban unos mangos con
lo que podía comer. La casa no…el techo no es problema porque lo único bueno que
hizo el viejo Luciano fue comprarle aquella casita. Pero que mierda que ni siquiera la
usa para algo productivo. Hubiera servido mas que lo enterraran en el jardín de la casa
de Lucía, por lo menos ella se hubiera encargado de regarle las flores que ya ni siquiera
mandan los familiares. Hay veces que me pregunto para que luchar tanto toda una vida
para ser olvidado en la oscuridad de un cajón a unos cuantos metros bajo tierra. Tantas
veces charlamos de lo mismo Luciano y yo. Hablando de tanto en tanto nunca tocamos
los temas que a él mas le importaban. Pero siempre le advertí del advenimiento de la
muerte. El creyó que construyendo un imperio nunca lo iban a olvidar, “las piedras y los
sonriente. Siempre creyó, pero nunca supo, nunca descubrió la diferencia entre creer y
saber, entre creer y sentir. Ahora, ahí está siendo comido digerido por esos seres
Los portones se cerraron antes de la caída del sol, como era costumbre y estaba
dispuesto. Aquella tarde nadie vio salir por ninguna de las puertas a Lucía. Un gato
negro con bizarría caminaba y se autoproclamaba rey del lugar mientras se acercaba a
ella. Por detrás del obrero, repentinamente salió una mujer vestida con ropas algo
extrañas. Lucía no se extrañó por su presencia. Ya la había visto días anteriores parada,
a pocos metros de ella mirándola fijamente. Como cuando la vio parada aquella vez en
la puerta trasera del cementerio. En aquella entonces Lucía era mas joven. La extraña se
sentó mientras el gato ronroneaba. El último haz de luz desaparecía detrás del obrero y
- Me hubiera gustado que me encontraras con vida. Dijo Lucía con voz apagada,
mirando el suelo.
Fin.