Symbolon: Extracto Del Liber X
Symbolon: Extracto Del Liber X
Symbolon: Extracto Del Liber X
Estrella de Tucumán n° 71
La Masonería Especulativa, del término latino speculum, y desde la acepción heideggeriana,
speculare como: “acechar, avistar, apresar, captar”, propone la hierogámica re-ligión [re-ligare,
de las cosas, donde el νóος [noûs, intelecto esencial] se remite al espejo que refleja el objeto
per se, cual ejercicio escolástico para el Conocimiento. Y es que en la distinción entre
escuelas del pensamiento de comienzos del Siglo XVIII con lo que daríamos en llamar
2
Masonería Especulativa, se re-únen el Secreto simbólico inexpresable con la lengua
desde el símbolo (σύμβολον) 3 silencioso (σιγηλóς) que nos remonta a los Misterios Pitagóricos.
En castellano sería un poco difícil de entenderlo, ya que no siendo como el griego clásico, o el
«ser»; allí aparece el sistema heideggeriano del das Seienden. Entonces la esencialidad –
podrá decirse– estará al alcance de una comprensión y clasificación del ser de la cosa en tanto
tal (ontología platónica). ¿Pero para quiénes o para qué es alcanzable? La mente práctica del
1
Algunas fuentes afirman que el origen de la Masonería es adámica, y que a lo largo de la historia de la Humanidad pasó por el
Arte de los constructores egipcios, artistas griegos, arquitectos hebreos de tiempos de Salomón, ghyldas o gremios albañiles
medievales europeos, artesanos inmobiliarios Templarios… hasta el Renacimiento, transmitiendo sus conocimientos mediante
símbolos, emblemas y alegorías hoy reunidos en la Doctrina Masónica.
2
Tras la decadencia del interés por el Arte Real hacia fines del S. XVI, el ingreso de miembros no pertenecientes al gremio
constructor permitió enriquecer a los Iniciados o Masones Libres en materia de filosofía, política, ciencias, etc. Se sumaron a la
Cofradía como Masones Aceptados. Intelectuales, militares, burgueses, etc. del XVII encontrarán en las Logias vacías de
demandas de obras civiles de construcción la oportunidad de un espacio para el librepensamiento. La historia cuenta que
cuatro logias londinenses se reunieron el 24 de junio de 1717 e.·. v.·. para conformar una sola Gran Logia. Al respecto, Peter
Gower (Masonería: Mito y Realidad; en: La Palabra de la Masonería; n° 1, Bs. As., Diciembre de 1982 e.·. v.·., p. 12), dice: “el
surgimiento de la Masonería especulativa […] no se efectuó para cortar con la tradición sino para asegurar la perpetuación de
la «cadena iniciática». Lejos de significar una ruptura con el pasado, fue un cambio de modalidad, un traslado del campo de
aplicación de los conocimientos iniciáticos, un cambio de la construcción real a la construcción ideal.”
3
También se traduce por: contrato, marca, distintivo, señal, signo, contraseña, emblema, símbolo, convención, tratado. Cfr. el
término συμβόλαιον: síntoma, convenio, contrato, signo, marca, señal. Grower (loc. cit), nos explica que “etimológicamente
significa «poner o arrojar junto». En este caso, se trata de juntar dos mundos, el humano y el trascendente y hacer que este
último se torne inteligible para el primero. […] La antípoda etimológica de Symbolon es Diabolon, lo que dispersa o separa […].”
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conclusiones fragmentando las cosas para clasificarlas. “Todo es Mente, el universo es
Mental”, reza el texto alejandrino. Y en cuanto ser –realidad divina [cielo, ouranós]: ámbito del
profana encuentra un nicho tras la incomprensión de los silenciosos y mudos signos [sêmai] 4
que solo conocen las comunidades iniciáticas reacias de competir con la paideia democrática
de la Ilustración griega.
Los símbolos [sýmbolai] heredan las conveniencias de las circunstancias sociales, las
enseñanzas místicas son resistidas y los iniciados acaban advirtiéndose bajo un “velo
oscurantista” que cubrirá la cultura occidental hasta la Era de las Revoluciones Modernas.
Condenados a cuestionar las leyes establecidas por convención [nómoi], intentan transgredirlas
imponiendo una impulsiva ley de la naturaleza [physei]; 5 la historia los proscribirá por
Arístocles y su “descontructivismo” paidético usará símbolos con sus mitos y alegorías para ir
más allá de la comprensión por esquemas convencionales y limitaciones del lógos. Recurre –
podría decirse– a un sistema iniciático-pedagógico del saber –el que, a la vista de todos, es
distinguido solo por pocos dentro de poemas como los del pitagórico disidente Parménides–,
4
Platón, en su diálogo Fedro (250 c), hace un juego de palabras que ha permitido, por parte de los investigadores, diversas
especulaciones que tendieron a relacionar el sôma-sêma (“cárcel del cuerpo”) con la tradición órfica, ya que ésta consideraba
al cuerpo [sôma] la “tumba/prisión” [sêma] del alma [psykhé].
5
La Declaración de los Principios de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones “considera que la moral es
tanto un arte racional, como un fenómeno evolutivo propio de la vida colectiva, que obedece a leyes naturales.”
6
“[…] la Masonería es un hecho de la Naturaleza […], una repetición diaria, ocurrida y realizada en el hombre mismo. Sus leyes
son las mismas de toda religión; su objetivo es el descubrimiento del Verdadero Ser Interior del hombre y el conocimiento de
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A partir de allí, y con la evolución y re-volución de las Naciones occidentales, se consigue
sintetizar el fundamento de esta larga protección del Misterio Único con la simbolización de tres
(hermandad que otras escuelas llamarán “Amor”). 9 De esta tri-logía distingue la base
fundamental del Delta como una díada (. .), plataforma por la cual la anábasis permite la re-
Elegir como posibilidad de acción –pero racional, científicamente– es la base de la libertad del
uno mismo. El Símbolo es como el arte verdadero: nunca debe hablar solamente a los sentidos, y ciertamente debe excitar la
imaginación […]. Entonces ya comprendemos que los símbolos, leyendas, fábulas y parábolas tienen por objeto redescubrir la
luz oculta por el denso velo de los sentidos, y son necesarios porque constituyen enseñanzas en el cuerpo físico […]. Tal como
dijimos, la Masonería es el estudio de las leyes que rigen y se repiten diariamente en el Universo mismo y en el hombre, según
la máxima de Hermes: «Lo que está arriba es como lo que está abajo […]».” Adoum, Jorge; El Maestro Perfecto y sus
Misterios, IV 24.
7
Eleuthería; recuérdese que el yo-verdadero de Sócrates es lo espiritual, y el principio moral socrático, el dominio interior del
hombre [enkatría]. Vid. Jaeger, Werner; La Herencia de Sócrates, en: Paideia III, México, 1957 e.·. v.·., pp. 433-444. “Libre”
[eleútheros] es lo opuesto a “esclavo” [doûlos], y se relaciona a un derecho político que libera tanto a hombres como a
ciudades en un sentido no-metafísico (al contrario de como se entiende en la actualidad). Cfr. Jenofonte; Memorabiblia I 5, 5-6,
IV 5, 2-5.
8
Tautón, el Ser-en-sí. Prefiero el término “identidad” al de “igualdad” [tò isón], que en la época helenística tenía un sentido
político-jurídico que puede ser relacionado con la Libertad post-revolución-francesa basada en el derecho natural. Además, la
identidad permite la «identificación» del sujeto a partir del objeto imaginario en el reflejo del espejo, analogía de la actividad del
Conocimiento gnóstico y filosófico a partir del re-conocimiento del sí-mismo, del lugar que éste ocupa en la Realidad, y de las
posibilidades de «Ser» en relación a todo lo que lo rodea, tanto en el aspecto «sensacional» como «eidético». Un texto
masónico que arriba a conclusiones similares, es el Manual del Aprendiz de Magíster –Aldo Lavagnini– (Kier, 24ª reimp.,
Buenos Aires, 2006 e.·. v.·., p. 117): “La igualdad iniciática […] descansa sobre la conciencia de la identidad fundamental de
todos los seres, de todas las manifestaciones del Espíritu o Suprema Realidad, por encima y por detrás de todas las
diferencias externas de dirección y grado de desarrollo.”
9
Eros, cuyo objeto será “la posesión constante de lo bueno” (Platón, Simposio 206 a). En la Masonería, el Testamento del
aspirante a la Iniciación pregunta de tres a cinco cuestiones de fundamental trascendencia para el Rito: “¿Cuál es vuestro
deber hacia Dios? ¿Cuál […] hacia vos mismo? ¿Cuál […] hacia la humanidad? La contestación a la primera es el
establecimiento por medio de la Fe –primera columna de la vida renovada– de una más perfecta relación con el Principio
Eterno de la vida individual; la contestación a la segunda es la Esperanza –segunda columna– que hace fecunda, efectiva y
productiva la primera, madurando el perfeccionamiento individual; la contestación a la tercera no puede ser sino Amor, principio
y base de la Fraternidad, o perfecta relación con nuestros semejantes, con la cual únicamente se llega al Magisterio.”
Lavagnini, Aldo; Manual del Maestro Secreto, Kier, 11ª edic., Buenos Aires, 2003 e.·. v.·., p. 11.
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nos advierte que el êthos –traducido como “carácter”, pero derivación de una variable del
vocablo que expresa “costumbre”, modo de ser– es el daímon del anthropón. 10 La felicidad [eu-
daimonía], el télos –fin y perfeccionamiento– con el que el noûs (aspecto divino del ser
“Nada en demasía”, proclamaba el Oráculo délfico, del que por tres meses al año era su
acudían tanto sabios como ignorantes, monarcas y súbditos, para operar en sus asuntos de la
manera más correcta. Posteriormente, con “la filosofía de Epicuro, el hombre se convierte en el
constructor de su propia vida [siendo] responsable de su autonomía; ésta se muestra como una
constante conquista, como el fruto vivo de un diario ejercicio que aleja todo quietismo o
conformismo al mismo tiempo que inserta al individuo en el mundo de las relaciones. Mas la
mirada hacia el otro es también una mirada comprometedora, ya que busca […] su
buen vivir, y –con más precisión– la causa de la vida propia del alma, ya que es superior al
cuerpo y su facultad es por naturaleza lo más elevado del hombre, de manera que su ejercicio
constituye el fin último […]. Además, lo que se cumple como fin tiene mayor valor que lo que se
y olvidaron su naturaleza divina destruyendo “lo más bello entre lo más valioso”, consecuencia
que acabó dándole a Zeus incuestionables razones para castigarlos cruelmente. Desde
entonces la libertad quedó condicionada –en el imaginario popular– a la voluntad de Dios. Mas
10
Aristóteles, Ética Nicomáquea II 1, 1103 a 15-20.
11
Quiñones, Blanca A.; El sentido de la filosofía de Epicuro y su conexión con el Protréptico de Aristóteles, en: Revista Theoría,
n° 4, UNT, Tucumán, 2001 e.·. v.·., p. 145.
12
Platón, Critias 113 c.
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al cuestionar lo su-puesto, lo que está dado como Ley indiscutible (opresiva), nos aproximamos
al acto divino del pensamiento (eu-daimonía), y por ejercicio filosófico, al Bien [tò agathón]
como idea suprema platónica. De esa manera, reconocer lo divino [tó théion] nos permite: 1)
explorar en-nosotros –dentro– esa ilimitada e infinita verdad oprimida por la materia pesada y
Tó autó, el género supremo que junto con la medeontología atraviesa todo el “plexo relacional”
de lo inteligible [ekéi] marcando una clara distinción entre filosofía eleata y concepción
13
académica de las ideas [géne] múltiples, se vincula con la comunidad [koinonía]
Este aspecto [démas] de la división del ente [ón, Ser; hén, Uno] se corona con la imitación
[mímetai] a los dioses como “creadores” en la ascensión iniciática del samadhi y la conclusión
de la Gran Obra; no tan solo expresando la re-ligión a la Ur, sino la conversión misma, la
transformación –acción de identidad e identificación con lo divino–, estadio sacro que afecta el
entorno dinámico de la materialidad [phýsis] con la enérgeia de las Formas alquímicas a través
El éros es una sensación [aísthesis], que como bien lo ha descrito Aristóteles, posibilita un
primer acercamiento al Conocimiento que parte de la percepción sensible (en este caso, la
ópsis como sentido más sutil). En Platón se da con el primer contacto de la Belleza [kalós:
bello, noble] en sí [haplôs] desde un cuerpo individual, el cual comparte con todos la misma
13
Platón; Sofista 254 b ss.
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ιδεα, permitiéndole la anábasis desde las tinieblas al topós hyper ouranós, donde se es alma
Curiosamente en los Stobaei Hermetica (XVIII, 1-2) vemos una ascensión con rasgos de la
la cosa– intuye el objeto de investigación. Por ello especulamos con que el fin último es sin
dudas la re-unión (re-ligión) al Todo parmenídeo que se percibe fragmentado con los sentidos,
espejo, el sujeto se advierte proyector del objeto imaginado con los ojos de la psikhé). Es
entonces cuando el principio de unidad asume que todo persigue un arquetipo geométrico
formado por la parte y el todo –e incluso ejercitamos en la definición del «ser masónico» la
diáiresis para arribar a la sýnopsis– permitiéndose una suerte de ejercicio perceptual para la
explicación de una existencia material; porque la razón actúa sobre la materia sin perder su
copias de las Ideas, que al dividirse y reunirse por Amor, 16 activan una cierta re-volución
trascendente que nos devuelve re-ligiosamente al lugar celeste donde pertenece esa Mente,
14
“Los griegos llamaron nous a la sabiduría suprema en que lo verdadero está patente, es decir, en que se hace patente en el
pensamiento humano la disposición del ser con arreglo al logos. A este concepto de nous corresponde en el pensamiento
moderno el de la razón. Ella es la facultad de las ideas (Kant). Su exigencia principal es la exigencia de la unidad en que se
coordina lo disparejo de la experiencia.” Gadamer, Mito y Razón, 1954 e.·. v.·.
15
Platón; Parménides, 130 a ss.
16
Cfr. Empédocles; Frg. 17, 1-13 DK; 348 KRS; Simplicio, in Phys. 158, 1; donde la separación es “por acción del odio de la
Discordia [Neíkeos]” (v. 8) y “la unidad por efecto del Amor [Philóteti]” (v. 7).
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“Pánton khremáton métron ánthropos, ton men ónton os estin, ton de ouk ónton os ouk
estin.”, 17 la célebre sentencia que autocondenó al sabio de Abdera según los comentaristas
(objeto): toda la mutabilidad del kósmos debe ser regulada por una Ley (Lógos, Noûs), pero no
es necesario que una arjé (poder, principio) la fundamente, aunque puede que haya un re-inicio
constante, fluyente). Este fuego “re-novador” que los ocultistas británicos celebraban como un
nuevo Eón, o la Sin hebraica que los románticos representaron como el elemento [stoicheîon]
motor [“éstin he nóesis noéseos nóesis”] 18 causante de la “eter-nidad”, nos indica el lugar
al Hades y reascensión a los cielos. Para ello la realidad debe ser comprendida por una
eidética del divino Noûs, medida [métron] de todas las cosas, el imago Dei y Dios mismo, las
palabras y sus caracteres infinitamente combinables, los números como entidades racionales:
Ahora bien, si lo que llamamos «dios» puede ser encontrado en los términos clásicos arjé,
lógos, tò hén, tò ón, noûs, seguramente el cristiano theoû –la más popularizada nominación
17
Protágoras, Frg. 1 DK, 551 KRS; Sexto Empírico, Adv. math. VII, 60. Generalmente a “el hombre es la medida de todas las
cosas, de las que son en cuanto son y de las que no son en cuanto no son” se lo ha tratado a partir del término «hombre» y
definiendo tres tipos: como ser individual, como especie in genere y como homo socialis, el cual por naturaleza, vive integrado
a los círculos de cada pólis.
18
Aristóteles; Tôn Metà tà Physikà Λ 9, 1074 b 34-35.
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divina–arribará tras la re-ligión entre el Ser parmenídeo y la entidad impronunciable del Éxodo.
son nombres del Uno, fundamento (interpretación) del en-contrarse-en el Dasein (existencia del
Como dialécticos, si partimos de una diaíresis que intente revelar el conocimiento del Lógos,
“materia” divina –êidos eterno e inmortal, aspecto [démas] de la realidad Universal que afecta
al kósmos–. Por eso el noûs no puede provenir de afuera, como pretendía el estagirita, sino
que resulta del despertar del Ser interior, real, ámbito de los dioses y la conciencia del Bien
[Anánke]: almas efímeras, he aquí que comienza para vosotros una nueva carrera caduca en
condición mortal. No será el Hado [daímon] quien os elija, sino que vosotras elegiréis vuestro
hado [daímona]. Que el que salga por suerte el primero, escoja el primero su género de vida, al
que ha de quedar inexorablemente unido. La virtud [areté], empero, no admite dueño, cada uno
responsabilidad [aitía] es del que elige; no hay culpa alguna en la Divinidad.” 20 La capacidad de
con-ciencia, 21 poseer esa ciencia (que es propia de los dioses), es tarea divina, y por lo tanto,
responsabilidad [aitías, causa] del hombre. De este modo, con el Conocimiento de los tres
19
Aristóteles; Frg. 60 Rose: “El castigo que sufrimos viviendo la vida presente es evidentemente la sanción de un crimen
cometido por nosotros en una vida anterior o con ella misma.” Cfr. el mito escatológico del Fedón platónico, donde se describe
cómo las almas antes de encarnar cruzan el río Leteo frente al Hades, y por ello olvidan lo que contemplaron en una vida
pasada, en la patria de los dioses (vid. Empédocles; Frg. 115 DK, 401 KRS, Hipólito, Ref. VII, 29, 14 (11, 1-2, 4-14) y Plutarco,
de exilio 17, 607 c (vv. 1, 3, 5, 6, 13): “vagabundo y prófugo del cielo”), el reino in-visible [a-idéin]. De allí que Heidegger
expresara que el término “verdad” en el símil de la Caverna platónica es la privación (“a”) del Leteo (“Lethes”; de la raíz Melete:
esfuerzo): acción de des-olvidar, des-ocultar, des-velar [a-létheia]. Vid. Heidegger, Martin; Doctrina de Platón acerca de la
Verdad; 1931-1932 e.·. v.·.
20
Platón; Politeía X, 617 d-e.
21
Mondolfo, Rodolfo; Moralistas Griegos, Buenos Aires, 1941 e.·. v.·., pp. 54-55: “La función de la conciencia es una educación
de la voluntad.” Cfr. al respecto lo que dice en su Sócrates (Eudeba, Buenos Aires, 1996 e.·. v.·., pp. 38) acerca del protréptico
pitagórico y el auto-examen de conciencia.
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aspectos del Ser (a: Libertad; b: Igualdad/Identidad; c: Fraternidad/Amor) definidos por diaíresis
dialéctica, reclamamos una sinopsis entre el bien divino que los hombres deben cultivar con la
excelencia [areté politiké] y la ascensión [anábasis] erótica que alcanza la idea suprema de la
Belleza-Bien, luz reinante en la ousía epistémica cual astro padre Helios sobre el Oriente en la
La dialéctica divide (para analizar, distinguir) y re-une (para definir, determinar), como el
“reinado de Justicia, vida de la naturaleza”], 22 y con ello, insinúa una cierta existencia. La
Analicemos que la tripartición de la esencia «aparece» íntimamente vinculada a los arjai que
fundaron el pensamiento Occidental. Esto nos da la pista para “bocetar” una interpretación más
acabada del Ser: “gnózi seautón” proclamaba el oráculo de Delfos… «Mirar-nos» un poco a
nosotros mismos nos posibilitará caer en reflexio (toma de conciencia), 23 y «re-visar» el estadío
especular de Lacan –que “ilustra la naturaleza conflictiva de la relación dual”– nos sugerirá que
el objeto, 24 la imagen [phántasma] del reflejo, coincide con el «yo» freudiano –destinado al
capacitado de llevar a cabo situaciones que nosotros (sujetos) subestimamos poder realizar,
porque entramos en una tensión agonal que inadvertidamente nos rebasa. «Advertir-nos»
como sujeto deja a la vista la hiancia biológica que nos distancia de la Naturaleza, como el
22
Jaeger, Werner; La Teología de los Naturalistas Milesios; en: La Teología de los primeros filósofos griegos, FCE, México, 1952
e.·. v.·., p. 41.
23
“La inteligencia, en su aprehensión primera, antes de conocerse a sí misma, conoce el ser o lo que es algo, aunque lo conoce,
precisamente, como no yo; después, por reflexión se conoce a sí misma como relativa al ser, intencional; entonces juzga al ser
como distinto en sí mismo, como no yo. Esta es la primera división del ser en objeto y sujeto.” Aquino, Tomás de; De Veritate,
q. I, art. 1, 9.
24
“La metafísica idealista declara que añadir a esas percepciones una sustancia material (el objeto) y una sustancia espiritual (el
sujeto) es aventurado e inútil: yo afirmo que no menos ilógico es pensar que son términos de una serie cuyo principio es tan
inconcebible como su fin.” Borges, Jorge Franciso Isidoro Luis; Otras Inquisiciones, 1952 e.·. v.·.
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abismo del Daäth cabalístico que nos re-torna al tópos hyperouranós, patria de los dioses: la
Aristóteles, que afirma que “por naturaleza deseamos saber [eidénai: ver, formar]”, como en
Lacan analiza el Simposio académico concluyendo que el ágalma es el objeto del deseo desde
el origen: la identificación con el Bien; y asume que el amor tiene dos perspectivas: una
en-Dios”, substare de toda relación amorosa; y otra que “gira en torno al privilegio, al punto
único constituido en alguna parte por aquello que solo encontramos en un ser cuando lo
erastés, el erón, el amante, es conducido hacia un lejano erómenos a través de todos los
erómenoi, todo lo que es amable, digno de ser amado […]. El Problema es, […] qué puede
seguir significando, más allá del franqueamiento, de este salto tan acentuado, lo que se
presentaba al principio de la dialéctica como ktêma, como finalidad de posesión. Sin duda […]
indica suficientemente que el término de la finalidad no está ya en el plano del tener, sino en el
plano del ser, y […] que […] en ese progreso, en esta ascesis, se trata de una transformación,
de un devenir del sujeto, de una identificación última con aquello supremamente amable. […]
Cuanto más lejos lleva el sujeto su finalidad, más derecho tiene a amarse […] en su yo ideal [el
yo deseante]. Cuanto más desea, más se convierte él mismo en deseable.” (op. cit,, IX 1).
En el diálogo Fedro, al definir qué es el Amor (una manía de inspiración divina), se presencia
una dialéctica que nace de la sensación erótica experimentada al momento de ver al amado
que el amante persigue; el primero se incomoda pero seguidamente re-conoce que es objeto-
25
Lacan, J.; La Transferencia 1960-61 e.·. v.·., Seminario 8, X.
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involucrado el deseo de la doctrina de Freud, se advierte “bifurcado”, puesto “que está
suspendido […] en forma de metonimia […] de una cadena significante, que es en cuanto tal
constituyente del sujeto, aquello por lo que éste es distinto de la individualidad tomada
simplemente hic et nunc.” (op. cit., VII 1). La ambivalencia freudiana del amor-agresividad
alétheia), como una ilusión de fusión entre amado-amante en busca de llenar un faltante,
Luego el deseo es una facultad del alma como entélecheia –acabamiento y perfección– de un
Esto nos lleva a pensar que vivir en el espejo de Alicia se asemeja más a un refugio que a una
semejanza del Todo (Macroprosopus), como «sujeto», re-vela también un objeto imaginado por
la mente del Gran Arquitecto [arjé-tektón] del Universo, principio [arjé, poder] constructor del
Masónica.
“La esencia y sentido del conocimiento reposa precisamente en el simbolismo […], todo sentido
sentido recóndito que otro ser le asignara y que se halla latente en tal símbolo. A partir de esta
premisa [vemos] que la Tradición Esotérica no se prolonga tan solo a través de la enseñanza
oral directa sino a través de símbolos fundamentales a los que se asoció antaño un sentido
definido. Pero, además, el gran libro de la Ciencia Sagrada fue, es y seguirá siendo la
invisible. Nuestro universo fáctico y físico pasa así a ser representativo, el corolario diríamos,
de una realidad de orden más elevado o sea de un Principio en el orden metafísico que lo
26
De Ánima II 1, 412 b 5-6. Cfr. del mismo autor: Parte de los Animales I, 641 a 15-27.
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visible y podremos así llegar al noúmeno conociendo el fenómeno. […] Desde luego que […]
solo será accesible a nosotros […] por medio de [una] forma de inferencia trascendental […].
Pero, una vez más, sería erróneo limitar esta Tradición a una serie de preceptos y
siempre encontraremos una sensible uniformidad en medios y en fines. […] El objetivo final de
mera esfera ético-moral. Este hecho es inefable pero su efecto visible e innegable es
transmutar al hombre en algo más completo y […] despertarlo para que perciba una Realidad
verdadera naturaleza. Tales palabras podrían hacer pensar que estamos frente a hechos de
naturaleza mística pero […] se trata pura y exclusivamente de la Realización Metafísica del
Para comprender que lo fenoménico parte de lo in-visible [“(h)a-des”: a-idéin, no-êidos], puesto
que la esencia es inmanente del objeto (la cosa), pero claro está, en dos planos diferentes de
realidad, debemos observar cómo los símbolos son configurados, comprendidos, a partir de la
una determinada realidad: «vista» para la percepción sensible, física, natural; «entendimiento»
para la visión intelectual, real y ontológica. Es cuando aparece el emblema masónico como la
«plancha» más perfeccionada a la vista del Iniciado que busca comprender y, al mismo tiempo,
Conciencia (el Noûs divino simbolizado por el Ojo de Horus), aparece la letra «G» de la
27
Palingenius, En torno al simbolismo; en: La Palabra de la Masonería; n° 2, Bs. As., Marzo de 1985 e.·. v.·., pp. 19-21.
«Sýmbolon», por: Marco ALbornoz, DNI 25.212.376, A.·. M.·. [ XIII ] Log.·. Cap.·. Estrella de Tucumán n° 71
Geometría, 28 se acuña al emblema masónico para representar las dos prácticas de igual inicial
(Γ) y así recordarle al testigo que todos somos parte de las medidas de la Ciencia. “[…] La
Geometría [γεωμετρία] sólo se diferencia de la Geodesia [γεωδαισίας] en que una trata de las
cosas que percibimos con los sentidos, y la otra, de las no sensibles […].” 29
Recordemos el adagio hermético V.·. I.·. T.·. R.·. I.·. O.·. L.·. U.·. M.·. (visita interiore teerrum
rectificando invenies occulctum lapidem universalem medicinam) que nos permite experimentar
la «visita» al interior de la Tierra –lo que está abajo, el microcosmos–, acto que nos remontará
pero tres, siete, diez 30 y hasta doce 31 procedimientos para alcanzar el Uno-Todo que corona la
Mágnum Opus: sea como transmutador de los metales groseros en «oro-puro» –aspecto
28
Vid. Cooke, Matthew; Hystory and Articles of Masonry, I, 1861 e.·. v.·. (Manuscrito Cooke del Museo Británico, Londres, ca.
1410 e.·. v.·.): “[…] comprenderás que de entre todas las Artes del Mundo, (la más importante) es el Arte del Hombre; el Arte de
la construcción tiene la mayor importancia y la mayor parte en la Ciencia de la Geometría, como está escrito y dicho en la
Storia, en la Biblia, en el Polycronicón, una crónica ilustrada, y en la Historia de Beda, en De Immagine Mundi y en el
Ethimologiarum de Isidoro, en Metodio, obispo y mártir, y en muchos otros; digo que la Masonería es el principal [Arte] de la
Geometría, como pienso que bien puede decirse, porque fue la primera en ser creada; como se dice en la Biblia, en el Libro I
del Génesis, capítulo IV.” Cfr. con el Manuscrito Regius (ca. 1390 e.·. v.·.) publicado por James O. Halliwell en 1840 e.·. v.·. en
The Early History of Freemasonry in England, I: Fundación de la Masonería en Egipto por Euclides, vv. 18-26: “Ya en aquellos
tiempos, por la buena geometría, / este honesto oficio que es la masonería / fue ordenado y creado de tal manera, / concebido
por todos estos clérigos; / gracias a sus oraciones ellos inventaron / la geometría. / Y le dieron el nombre de masonería / al más
honrado de todos los oficios.” Cfr. finalmente la Antigua Constitución de los Masones Libres y Aceptados (1607 e.·. v.·.): “V. La
Geometría, que enseña al hombre a mensurar la medida de la tierra y de todas las otras cosas, cuya ciencia es llamada
Masonería.”
29
Aristóteles, Tôn Metà tà Physikà B 2, 997 b 25. Cfr. Plotino, Enéadas V, 9 (5), 11: “Pero la geometría, perteneciendo a lo
inteligible, debe ordenarse allí igual que la sophía perteneciendo al más alto nivel del ser.”
30
Cfr. al respecto de la tetraktýs el excelente trabajo de: Lentino, José María; El secreto de los pitagóricos; en: Revista Símbolo,
n° 84, Bs. As., Marzo de 2007 e.·. v.·., pp. 18-27.
31
“El número 12 es […] muy apropiado para caracterizar al Maestro en la Perfecta Arquitectura: tanto el número como el nombre
que lleva lo harían especialmente apto para caracterizar el último y final grado masónico […]. Con el número 12 efectivamente
llegamos a un término o finalidad: al fin del Ciclo Zodiacal, representando un grado determinado de perfección en la Gran Obra
Individual y Cósmica, análoga al Ciclo Anual que se cumple con la revolución del Sol o de la Tierra.” Lavagnini, Aldo (Magíster);
Manual del Gran Elegido, Kier, 9ª edic., Buenos Aires, 2004 e.·. v.·., p. 16.
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descomponemos los Cinco elementos del pentalfa que trazan la Estrella Flamígera con el fin de
encontrar en Kether (séfira I) al G.·. A.·. D.·. U.·., el punto final de nuestra Iniciación.
Aristóteles le sumó a éstos el cielo (o Éter) como quinto. Todos éstos resguardaron, desde
Totalidad con la Pirámide Tetramórfica exaltada por un verbo dinámico («ire»: voluntad,
thélema). La plataforma: las columnas de «velle» (fuego), «audere» (agua), «scire» (aire) y
«tacere» (tierra), 32 cuaternario que sugerido en la Tábula Esmeraldina con las figuras del Sol
(fuego), Viento (aire), Luna (agua) y Nodriza (tierra), también nos inspira el significado del FIAT
bíblico: «F», fumus: vapor de agua; «I», ignis: fuego; «A», aer: aire y «T», terra: tierra. En
Atziluh /varas /león /fuego ()י, Briah /copas /dragón /agua ()ח, Yetzirah /espadas /hombre /aire
Sobre el cubo material se eleva la Voluntad (Azoth o Luz Astral para los ocultistas, Od para los
hebreos), 34 ley griega de la Necesidad (Anánke), principio de causalidad que influye sobre la
vida humana y cuya existencia tanto dioses como hombres están obligados a re-conocer. “Esa
32
Cfr. Lavagnini, A.; Manual del Maestro Secreto, pp. 144-155: “Desde un punto de vista analógico, el Saber puede parangonarse
con el Aire que constituye la esfera de la manifestación, el Querer con el Fuego que sube, como las aspiraciones y los deseos
de los hombres, de la tierra al cielo; el Atreverse con el Agua que desciende para fecundar y fertilizar la tierra, y Callar con la
Tierra en cuyo seno germina y brota silenciosa la semilla de la realización. […] Puede equipararse el saber a la cabeza humana
de la Esfinge, el querer a sus alas de águila, que se dirigen hacia arriba; el atreverse a sus patas y pecho de león, y el callar a
la parte posterior e inferior taurina del monstruo –palabra equivalente etimológicamente a mirabilia– simbólico. […] Hay una
igual correspondencia en entre el Saber y las copas o corazones de los naipes, el Querer y los bastones, cetros o flores, el
Atreverse y las espadas o picas y el Callar y los dineros, cuadros o pentaclos que completan el cuaternario. Y esto nos
demuestra cómo el simbolismo iniciático se encuentra muchas veces en donde menos lo sospecharíamos, y por ello debemos
cuidar de no despreciar o considerar indigno de nuestra consideración lo que todavía no comprendemos.”
33
La Yod de Kether es el ser oculto del G.·. A.·. D.·. U.·. llamado En Soph, el ∞, mientras que en los Naipes de Tarot representa
al Caballero; la He es el Palacio: la Reina; la Vav el aglutinante, el mundo de los ángeles y el substrato de las formas; en el
Libro de Thot es el Príncipe; y la He final el arquetipo del espíritu del mundo sensible [physis], al tiempo que la Princesa. Sin
embargo otros autores afirman que en el nombre de Dios la Yod ( )יse desprende de un «punto» superior que es el Adám
Kadmón y representa a Kether. Luego la Yod es la Emanación en Chokmáh, la He ( )חla Creación en Bináh, la Vau ( )וla
Formación en Tiphareth y la He ( )חfinal la Acción en Malkuth. Cfr. al respecto Szalay, Ione; Kabaláh, Kier, Buenos Aires, 2003
e.·. v.·. pp. 49-54.
34
Sin hebraica ()ש. Es el espíritu como armonizador y regente del Tetragrámaton rígido.
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Quinta Esencia o el quinario representa la aspiración, el aliento que mantiene la vida en lo
creado; […] el medio que une al Espíritu Divino al cuerpo material, así como el hombre une a
Horus), compuesta por el andrógino divino y el Uno-Todo: emanación [apórroia] y acción del
«volátil». El “3” está relacionado al triángulo (Lógos), a la multiplicación de los seres vivos y
también al hijo Kresthos que es Rey-Sacerdote-Profeta nacido del Principio manifestado (el
número “1”, el lingam) y la duplicidad universal (el número “2”, yoni, las columnas masónicas
del Templo de Salomón: יכין y )בצז. El triángulo se asocia a los planos del
hermético fundamental que dice que “no existe más que un solo elemento en el universo”: el
Amor. Así com-prendemos que el Mundo como un kósmos afirma la Unidad del Todo
realidad). Se conquista la Gran Obra. Para la Kabbaláh este lugar [tópos] es el Reino de la
Tríada Superna (madre-padre-hijo) que aprehendemos espiritualmente una vez depuramos los
metales innobles del cuerpo microcósmico: porque la unidad del Creador y la Criatura es la re-
ligión entre el Hombre Superior y el Gran Arquitecto del Universo. Finalmente, la creación como
materia como continente pasivo y la Luz inteligible –pleroma de arquetipos– como agente
35
Adoum, J., El Compañero y sus Misterios, III 62.
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De esta observación: la Libertad, la Necesidad-destino (voluntad-resultado, causa-efecto) y la
Trabajo”, revelamos los conceptos de substancia (subtare, estar debajo) y energía (energós, lo
que actúa desde adentro y por sí mismo) a partir del matrimonio dual entre el lenguaje del
espíritu y lógos de la inteligencia, más allá del continum espacio-tiempo, en el instante eterno e
“Ninguna de las varias eternidades que plantearon los hombres –la del nominalismo, la de
Ireneo, la de Platón– es una agregación mecánica del pasado, del presente y del porvenir. Es
una cosa más sencilla y más mágica: es la simultaneidad de esos tiempos. El idioma común y
aquel diccionario asombroso dont chaque édition fait regretter la précédente, parecen ignorarlo,
pero así la pensaron los metafísicos. «Los objetos del alma son sucesivos, ahora Sócrates y
después un caballo –leo en el quinto libro de las Enéadas–, siempre una cosa aislada que se
concibe y miles que se pierden; pero la Inteligencia Divina abarca juntamente todas las cosas.
El pasado está en su presente, así como también el porvenir. Nada transcurre en ese mundo,
en el que persisten todas las cosas, quietas en la felicidad de su condición.» […] Paso a
considerar esa eternidad, de la que derivaron las subsiguientes. Es verdad que Platón no la
inaugura –en un libro especial, habla de los «antiguos y sagrados filósofos» que lo
precedieron– pero amplía y resume con esplendor cuanto imaginaron los anteriores. Deussen
lo compara con el ocaso: luz apasionada y final. Todas las concepciones griegas de eternidad
imaginación personal de la que puede prescindir el lector; de lo que no conviene que prescinda
es de alguna noticia general de esos arquetipos platónicos, o causas primordiales o ideas, que
pueblan y componen la eternidad. […] Para nosotros, la última y firme realidad de las cosas es
la materia –los electrones giratorios que recorren distancias estelares en la soledad de los
átomos–; para los capaces de platonizar, la especie, la forma. En el libro tercero de las
Enéadas, leemos que la materia es irreal: es una mera y hueca pasividad que recibe las formas
universales como las recibiría un espejo; éstas la agitan y la pueblan sin alterarla. Su plenitud
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es precisamente la de un espejo, que ni siquiera desaparece, porque no tiene ni la capacidad
conocer?, ¿o acaso la que permite fotocopiar las ideas que nos sugiere la pseudo-realidad que
nos es dada? Aristóteles nos dirá que el ser es aquello que resulta de haber captado en una
mirada de conjunto la totalidad de las opiniones plausibles, por lo que resulta que pensar es
pensar el ente [phainómena] como una totalidad. Lo cognoscible tiene materia [hylé] y forma
[êidos]; es un compuesto [sýnolon]; y mientras la filosofía estudia el ente en cuanto ente (tò ón
hê ón) en su composición total (la unidad y la multiplicidad) nos valemos de la vista [ópsis] para
primera y sus determinaciones esenciales. “Saber” se traduce de la palabra que usamos para
“ver” y “formar” [eidénai]. Este lenguaje erótico que describe el deseo [oregonthai] de la
inteligencia, explica el porqué la verdad la atrae revelando una situación aporética del noûs que
recorriendo y despejando toda dificultad [a-poría] dentro del sujeto, examinado dialécticamente
hasta alcanzar la eu-poría (buena salida), decisión de la ciencia técnica que deviene en la
verdad (tò tì hên eînai: lo que la cosa ha de ser 37 ), aquella que se alcanza cultivando la filosofía
(actividad contemplativa [theoretiké] que genera la mayor felicidad). Por esta razón el estagirita
no considera a las sensaciones como sophía, pues éstas dan cuenta del hecho (el «cómo») y
no el «qué» son las cosas, alcanzando solamente lo verosímil y quedando en el mero ámbito
empírico (no teórico). De esta manera no pueden desvelar ni principios ni causas, ya que por
eternidad del ser. “Además, de las sensaciones, no consideramos que ninguna sea sabiduría,
aunque éstas son las cogniciones más autorizadas de los objetos singulares; pero no dicen el
porqué de nada; por ejemplo, por qué [dià tí] es caliente el fuego, sino tan solo que [óti] es
36
Borges, J. L.; Historia de la eternidad, I. Bs. As., 1936 e.·. v.·.
37
Aristóteles; Tópicos I, 1, 101 b 20.
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caliente.” 38 Como el conocimiento es lo que complace, y con ello entran al juego nuestros
sentidos, estos últimos no satisfacen el placer por el objeto determinado que persigue la
perseguida tò eidénai tò epístasthai) es divina; y ya que “mienten mucho los poetas” al creer
acerca de que la divinidad es por naturaleza envidiosa (Ib., 982 b 32 - 983 a 5), al ser esta
ciencia la más digna de aprecio, no “puede ser el motivo de los celos de Dios”, pues sería la
mejor, y le corresponderá a los hombres perteneciéndole al G.·. A.·. D.·. U.·., pues es éste para
todos “una de las causas [aitíon] y cierto principio [arjé]”: la naturaleza que deseamos alcanzar
cualitativamente divina.
sustituto pseudo-ontológico como toda construcción mental, y por lo tanto, no-real. Sentimos y
explicamos a partir de la estética, pero ello no indica que «sea» verdad. Si el sufrimiento
precede o antecede al placer, seguramente no será más que un suceso en el devenir, y así,
una ilusión imaginaria [phantasía] de la cual y por la cual creemos y creamos las sensacionales
explicaciones que acuden a la percepción antes que a la inteligencia. El primer contacto que
tiene el hombre con la naturaleza es por medio de la vista (evidencia que nos posibilita la
epagogé), que trasciende el mundo sensible y empírico (lo particular), cuando éste aprehende
la téjne (Arte) que versa sobre lo universal por medio de esa mirada de conjunto que captura el
como la cosa en tanto tal, o re-conociendo al objeto como “proyección” del sujeto, igualmente
sirve a los propósitos de distanciamiento y “protección” que provoca la definición de las cosas
38
Aristóteles; Tôn Metà tà Physikà A, 1, 981 b 10 y ss.
39
“Elijo deliberadamente la palabra […] para insistir un poco más en el griego y en la experiencia de la traducción: problema
puede significar […] proyección o protección, lo que ponemos o lanzamos delante de nosotros […], pero también la protección
de un sustituto, de una prótesis que ponemos por delante para que nos represente, nos reemplace, nos cobije, nos disimule u
oculte algo inconfesable, a la manera de un escudo […] tras el cual resguardamos en secreto o al abrigo en caso de peligro.”
Derrida, Jacques; Finis, en: Aporías –esperarse (en) «los límites de la verdad», I, Paidós, Barcelona, 1998 e.·. v.·., pp. 29-30.
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comprensibles, puesto que para “apresarlas” debemos de alguna manera sentirlas, y por lo
acto, se presenta para nosotros, ya no solo sujetos, sino que también objetos-sujetos-a-
comunicar-nos.
El lenguaje es ámbito de manifestación, lo cual nos permite, además de re-conocer que éste
nos distancia (protege) de aquello que está in-visible [a-dicto], criticar [kategoréo] los distintos
empleos que tienen los términos o sus múltiples significados, siempre a la Luz de la realidad
que se quiera expresar con los logoi. Para ello necesitamos clasificar la realidad significada por
realidad [τò όν] a través del lenguaje, e identificada por el σοφός, tras su cuidadosa distinción
[aristós] una vida particular, sino que por el re-conocimiento, el re-cuerdo y la “re-ligio” de que
aprehensión 40 de los sentidos, pero siempre Uno y lo mismo en Todo, en la Realidad eidética,
40
“Entendemos más cuanto más definición posea la percepción disponible para aplicar a la aprehensión del símbolo; es una
ecuación personal, es dimensión innata, como en lo físico es la agudeza visual. Pero profundizaremos más en su sentido
cuanto mayor agudeza desarrollemos para concebir y abstraer el concepto con exclusión del objeto; y esto es producto de
reflexión y cultivo… es territorio a disposición de nuestra voluntad de ser mejores, de ser más; es simpleza a desbastar… entre
otras. […] Y cuando el entendimiento está así clasificado por la capacidad de abstraer, descubrimos que la dirección de las
acciones relacionadas con el símbolo son centrífugas; el símbolo emite, proceso inverso al encontrado para los casos de
aprendizaje y convencionalismos. […] Los símbolos contienen conceptos difíciles de sustituir por explicaciones, cuando no
imposibilidad o por lo menos inconveniencia en los casos en que la frescura de su significado deba estar presente y completar
el sentido de ceremonias o rituales. […] Los símbolos, la mayoría de ellos pasivos en su presentación, cobran dinamismo
cuando son interpretados o cuando, captados de modo conciente, se internan en quien los recibe.” Williams, José María; Una
valoración del símbolo; en: Revista Símbolo, n° 70; Julio-Agosto de 2000 e.·. v.·.; pp. 14-15.
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