Carlos Ernesto Noguera. Reflexiones Sobre La Desaparición de La Infancia

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CARLOS ERNESTO NOGUERA R.

REFLEXIONES SOBRE LA DESAPARICIN


DE LA INFANCIA

Resumen
Si la infancia ha desaparecido o est en vas de desaparecer, las reflexiones y prcticas pedaggicas tendran
que transformarse. El presente artculo retoma algunos estudios en los que la infancia es considerada como una
categora social, histrica, y por tanto, variable en el tiempo y en distintas culturas; de otro lado, seala algunos
trabajos que desde la dcada de los aos ochenta han venido planteando la desaparicin de la infancia y, a
propsito de ellos, esboza algunos reflexiones preliminares sobre las implicaciones que tal acontecimiento
tendr para el saber pedaggico, el maestro y la escuela.
Palabras clave: Infancia, desaparicin, medios de comunicacin, televisin, nio.

Abstract
If infancy has disappeared or is in roads of disappearing, the reflections and practical pedagogic would have to be
transformed. The present work recaptures some studies in those the childhood is considered as a social, historical
category, and therefore, variable in the time and in different cultures; the other side, it points out some works that
from the decade of years eighty have come outlining the disappearance of childhood and, about them, it
sketches some preliminary reflections on the implications that such event will have for the pedagogical knowledge
went, the teacher and the school.
Key words: Infancy, disappearance, mass media, television, infant.

En 1900, la escritora sueca Ellen


Key, proclamaba el nuevo siglo
como el siglo del nio. Sobre la
base de un profundo optimismo pe* Profesor Universidad Pedaggica Nacional - [email protected]

daggico, Key consideraba que una


reforma radical de las prcticas de
crianza y educacin llevara a un
mejoramiento de las cualidades psquicas de la humanidad, produciendo, de esta manera, un cambio
mental general que contribuira a

resolver los problemas sociales y a


transformar el mundo. De ah su insistencia en la proteccin de la infancia y en la necesidad de transformar la educacin infantil en las
escuelas y la actitud de los padres
frente a la educacin de sus hijos.

75
Pedagoga y Saberes N 18 Universidad
2003
Pedaggica Nacional. Facultad de Educacin, 2003, pp. 75-82

Sin lugar a dudas, el lugar que ocup la infancia en las preocupaciones, reflexiones y acciones durante
el siglo pasado en Occidente, ratifica la nominacin que hiciese Key
de aquel como el siglo del nio,
pues ninguna otra sociedad en otro
momento ha hablado tanto de la infancia, ha escrito tanto sobre ella ni
ha erigido tantas instituciones cuyo
encargo es justamente el cuidado y
desarrollo infantil. Desde este punto de vista, podramos decir que la
infancia es un acontecimiento relativamente reciente en nuestra cultura. No tiene ms de tres siglos de
existencia y, sin embargo, nos parece como si la niez hubiese ocupado siempre el lugar privilegiado
que hoy le otorgamos o queremos
otorgarle en nuestras sociedades.
Por ello, quiz nos cueste mucho
trabajo imaginarnos que antes de
los siglos XVII y XVIII la presencia
de la infancia careca de importancia, o, por lo menos, era considerada tan slo como un momento, y
no precisamente el ms importante
de la vida humana.
Grandes intelectuales, como San
Agustn o Descartes, vieron a la infancia, o como la edad del pecado
o como la edad del error. San Agustn, siguiendo las doctrinas bblicas,
se avergonzaba de la niez, pues la
consideraba como la mxima expresin de la naturaleza animal del
hombre. Adems de ser el fruto del
pecado (producto de una relacin
carnal), la infancia, para este sabio
medieval, era la edad de las pasiones, de la exaltacin de los instintos animales. Siglos ms tarde, en
los umbrales de la era de la razn,
Descartes vea en la infancia el precio que deba pagar el hombre por
obtener el tan preciado entendimiento. La niez era para este filsofo,
lo opuesto a la razn, y por lo tanto,
la poca del error. En algunas de
sus reflexiones filosficas pensaba
cun feliz sera el hombre si desde
su nacimiento tuviese entendimiento, juicio, razn. Pero la naturaleza
humana era imperfecta y entonces
debamos pasar tantos aos en la
oscuridad, en el error, sujetos a los

instintos, a los deseos, a las sensaciones, a los prejuicios, antes de


llegar, por fin, a disfrutar de ese don
que nos llevaba al trono de la creacin (Bandinter, 1991).
Se ha mencionado a dos filsofos,
a dos pensadores; sin embargo, la
imagen negativa de la infancia no fue
slo asunto de intelectuales. Durante siglos, las mujeres europeas manifestaron una total indiferencia frente al fruto de su vientre. En algunos
perodos de la historia, se negaron
a dar pecho a sus hijos y para ello
recurrieron a las nodrizas, quienes
a su vez, abandonaban a sus vstagos para vender su leche. En otros
momentos, la muerte de sus hijos
lleg a ser un hecho tan comn, que
muy seguramente se sorprenderan
si pudiesen observar el profundo
dolor con el que una madre moderna entierra a cualquiera de sus hijos infantes (Bandinter, 1991).

En su libro sobre la infancia y la vida


familiar durante la Edad Media, el
historiador francs, Phillipe Aris,
nos muestra la indiferencia de la sociedad medieval ante la infancia: no
exista un sentimiento particular
que se reflejase en las actitudes
frente a la muerte, en la distribucin de los espacios sociales, en
los juegos, en los hbitos de crianza, etc. Segn este autor, antes del
siglo XVII era comn enterrar a los
nios en el patio de las casas, como
se haca con cualquier animal domstico; la presencia de nios en
espacios propios de los adultos,
como las tabernas, o la ausencia
de juegos especficamente infantiles, o incluso, la ausencia de una
indumentaria particular para la infancia, de un vestido que diferenciara
u otorgara una especificidad al nio
o nia, son muestras evidentes de
la inexistencia, para esa sociedad,
de algo parecido a lo que hoy con-

Pedagoga y Saberes N 18 2003

sideramos como la niez. Slo,


hacia el siglo XVIII, la infancia ocupara por primera vez un sitio privilegiado en la sociedad occidental;
slo hasta entonces, la humanidad
comienza a dar muestras de una
particular sensibilidad y preocupacin por aquella etapa tan frgil de
la vida humana.

ticular, del amor como eje de la relacin marital. La familia burguesa,


el hogar moderno burgus, aparece
all como fundamento del nuevo orden social, pues slo un hogar, una
familia, podra preservar el tesoro
infantil, las tiernas plantas infantiles.

La infancia, es pues, un acontecimiento relativamente reciente. No un


descubrimiento tardo, sino ms
bien una invencin. Una invencin
cuya aceptacin social tuvo que vencer muchos obstculos, tuvo que
pasar por una imposicin, que, segn nos relata la escritora Elisabeth
Badinter (1991), implic por lo menos tres estrategias diferentes: de
una parte, la puesta en evidencia,
por parte de ciertos intelectuales, del
valor econmico de la niez. Segn
aquellas novedosas ideas que los
fisicratas de los siglos XVII y XVIII
divulgaron, la infancia representaba
la mayor riqueza de cualquier nacin, pues llegara a constituir la
fuerza trabajadora y productiva de
toda repblica. As, pues, se dieron
a la tarea de elaborar propuestas,
como la reforma de los hospicios e
incluso sugirieron la alimentacin
con leche de animales para su preservacin. Por otra parte, fue necesario convencer a las madres europeas de la necesidad de amamantar a sus hijos. En esta estrategia
los mdicos jugaron un papel central; para lograr sus propsitos, utilizaron un doble mecanismo: la seduccin y las amenazas. La literatura mdica del siglo XVIII en Europa da cuenta de cmo los mdicos
intentaron convencer a las madres
de las bondades de dar pecho a sus
hijos. Seran ms bellas, ms amadas, ms felices, y desde luego,
ms sanas. Por el contrario, si continuaban negndose a ello, sufriran
el reclamo de sus hijos e incluso
podran llegar a la muerte por acumulacin y degradacin de exceso
de leche en sus cuerpos. Una ltima tctica a la que los nuevos intelectuales ilustrados apelaron para la
proteccin de la infancia fue la consolidacin del matrimonio, y en par-

Tanto en los discursos educativos,


mdicos e higinicos como en los
polticos y jurdicos de comienzos
del siglo XX, la niez empez a ocupar un lugar destacado. A las voces
del movimiento de educacin nueva
y de la pedagoga activa, se sumaron las de gobernantes, polticos y
diplomticos, quienes, desde los
nuevos escenarios polticos de discusin mundial, abogaron por la
defensa de la niez del mundo. Congresos mundiales, conferencias regionales (panamericanas), ligas nacionales se crearon y comenzaron
a funcionar a lo largo de la primera
mitad del siglo XX: desde el Primer
Congreso Internacional de la Proteccin de la Infancia, realizado en Bruselas en 1913, hasta la Declaracin
de los Derechos del Nio, en 1959,
el mundo occidental conoci la ms
grande campaa por la proteccin
de aquella etapa de la vida durante
siglos ignorada, desconocida, abandonada.

Pedagoga y Saberes N 18 2003

Siglo XX: el siglo de la niez

El carcter de estas primeras acciones fue bsicamente asistencial

y se ejercan a travs de diversas


organizaciones de beneficencia,
como las gotas de leche, las escuelas, las ligas de proteccin de la infancia y de asociaciones profesionales, como sociedades de pediatra.
Esta fue la perspectiva ms relevante
hasta la promulgacin de la Declaracin de los Derechos del Nio en
1959, cuando la concepcin sobre
la infancia se transforma. Desde ese
ao y hasta 1989, la ONU y sus rganos asociados fueron complejizando
la mirada sobre la niez, dando inicio
a una perspectiva fundamentada en la
nocin jurdica de derechos del nio.
La infancia como poblacin
vulnerable: la perspectiva
asistencial
El siglo XX caracteriz a la infancia
como uno de los grupos poblacionales ms altamente vulnerables
debido al estado de indefensin caracterstica de su edad. Desde los
primeros aos del siglo pasado, diversos Estados manifestaron una
significativa preocupacin por generar mecanismos de asistencia y
apoyo a la niez. As se expresa en
el Primer Congreso Internacional de
la Proteccin de la Infancia en Bruselas (1913) en la Declaracin de
Ginebra (1924) y en la Declaracin
universal de los Derechos del Nio.
En 1913, los temas centrales fueron la atencin y deteccin de nios anormales, la higiene de la infancia, el alcoholismo, la mortalidad
infantil, la libertad vigilada y tutela
de nios naturales, la educacin de
las madres y la vigilancia sobre parteras y nodrizas (Saenz, Saldarriaga
y Ospina, 1997:186). Para 1924 (Declaracin de Ginebra) esta preocupacin se convirti en un compromiso moral de la humanidad para
dar al nio lo mejor por encima de
consideraciones de raza, nacionalidad o creencia. Aparecan como
compromisos urgentes ante los nios: posibilitar su desarrollo normal
tanto material como espiritual, proveerlos de alimento, cura y atencin
y contribuir para el socorro, la ayuda y la proteccin de deficientes,

desadaptados, hurfanos, abandonados o propensos a situaciones de


explotacin. Tambin se contempl
que el nio debe ser educado inculcndole el sentido del deber que
tiene de poner sus mejores cualidades al servicio del prjimo.
La infancia: sujeto de derechos*
Si la mirada asistencialista de la primera mitad del siglo XX consideraba la niez como objeto de atenciones y proteccin, la nueva perspectiva transforma al nio en sujeto de
derechos y deberes. La Declaracin
Universal de los Derechos del Nio
de 1959, retoma los presupuestos
sobre infancia expuestos en la convencin de Ginebra, y seala que
los nios deban estar cobijados por
una proteccin especial garantizada por la ley, en la cual se contemplaran la libertad, la dignidad, las
oportunidades y la prestacin de los
servicios. As mismo, se consideraron como derechos de los nios:
un nombre y una nacionalidad; el
desarrollo fsico, mental, moral, espiritual y social saludable y normal,
la seguridad social (salud, alimentacin, vivienda, recreo y servicios
mdicos adecuados); el desarrollo
de su personalidad, mediante el
amor y la comprensin de los padres, siempre que fuera posible; la
educacin gratuita y obligatoria, por
lo menos en las etapas elementales, favoreciendo en el nio su cultura, aptitud, juicio individual y sentido de responsabilidad moral y social; el disfrute pleno de juegos y
actividades recreativas orientadas
hacia los fines educativos.
Uno de los aspectos inditos de esta
perspectiva tiene que ver con la delimitacin de una edad mnima para
vincularse al mundo laboral. Nios
y nias de siglos anteriores haban
trabajado desde corta edad, pero
ahora se buscaba preservar la edad
infantil para la educacin. De esta
*

Apartado elaborado sobre la base de un


trabajo indito de la profesora Sandra Patricia
Rodrguez acerca de la Educacin Infantil
en Iberoamrica.

manera, las acciones propuestas en


la Declaracin de 1959, no slo
apuntaron a resolver problemticas
concretas, como en 1913 y 1924,
sino que, adems, se pretendi generar acciones para superar las situaciones adversas y definir polticas que permitieran ampliar las
oportunidades de desarrollo y crecimiento de la poblacin infantil.
Entre la Declaracin de 1959 y la Convencin de 1989, la ONU en tanto
organismo multinacional, manifest su preocupacin por la niez en
la Declaracin Universal de Derechos
Humanos, en el Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Polticos (art.
23 y 24), en el Pacto Internacional
de Derechos Econmicos, Sociales
y Culturales (art. 10) y en los Convenios constitutivos de los organismos
especializados y de las organizaciones internacionales que se interesan
en el bienestar del nio. Bajo la consideracin de que el nio, por su falta de madurez fsica y mental, necesita proteccin y cuidado especiales, incluso la debida proteccin legal, tanto antes como despus del
nacimiento se dispusieron en el
mbito internacional las siguientes
medidas que reglamentaron el cuidado, la proteccin y la atencin dirigida a la niez: Resolucin 3318
(XXIX) de la Asamblea General (14
de dic. 1975 sobre la proteccin de
la mujer y el nio en estados de
emergencia o de conflicto armado);
Resolucin 40/33 de la Asamblea
General (29 de nov. 1985 en Beijing
sobre la normatividad mnima de la
ONU para la administracin de justicia de menores) y la Resolucin 41/
85 de la Asamblea General (3 de dic.
1986 sobre los principios sociales y
jurdicos relativos a la proteccin y
el bienestar de los nios que contemplaron la adopcin y colocacin
de nios en hogares de guarda nacional e internacional).
En 1990, se llev a cabo la Primera
Cumbre Mundial a favor de la Infancia con el fin de proyectar un plan de
accin que permitiera desplegar los
derechos del nio en polticas, programas y proyectos sociales. La

atencin a la infancia a propsito de


las siete metas propuestas en la
Cumbre1 y de los lineamientos de la
Convencin, evidencia una perspectiva integral en la cual se conjugan
las acciones que garantizan la salud, la educacin, el desarrollo en
todas sus dimensiones, el bienestar
y la seguridad social. Esta mirada
sobre la niez ha posibilitado que en
el ltimo decenio, UNICEF y diversas organizaciones preocupadas por
la defensa de la infancia, hayan
liderado campaas masivas en contra de las minas terrestres, del empleo de los nios como soldados, de
la explotacin sexual y otras formas
de violencia y hayan juntado esfuerzos encaminados a estudiar e inter1

Las siete metas trazadas en el plan de Accin propuesto por la Cumbre fueron: 1) Reducir, con respecto a 1990, la tasa de mortalidad de los nios menores de 5 aos en una
tercera parte o a un nivel de 70 por 1000
nacidos vivos, si ello representa una mayor
reduccin. 2) Reducir la tasa de mortalidad
materna en un 50% con respecto al nivel de
1990. 3) reducir la tasa de malnutricin grave
y moderada entre los nios menores de 5 aos
en un 50% con respecto al nivel de 1990. 4)
Dar acceso a todos al agua apta para el consumo y los servicios sanitarios de eliminacin
de excrementos. 5) Lograr que por lo menos
el 80% de los nios en edad de asistir a la
escuela primaria tenga acceso a la educacin
bsica y termine la enseanza primaria. 6)
Reducir la tasa de analfabetismo de los adultos a por lo menos la mitad del nivel registrado en 1990 (cada pas determina el grupo de
edades correspondientes), otorgando particular importancia a la alfabetizacin de las
mujeres. 7) Dar proteccin a los nios en circunstancias especialmente difciles, sobre todo
en situaciones de conflictos armados.

Pedagoga y Saberes N 18 2003

venir la pobreza, la desigualdad, el


VIH/SIDA y el trabajo infantil.
Este marco es el que ha guiado la
poltica internacional, los acuerdos
regionales, las cumbres de jefes de
estado y las conferencias y declaraciones mundiales, tal como se
muestra en los siguientes documentos: Declaracin Mundial sobre
Educacin para todos y Marco de
accin para satisfacer las Necesidades Bsicas de Aprendizaje
(Jomtien, Tailandia, marzo de
1990), documento producto de una
consulta realizada despus de la
aprobacin de la Convencin sobre
los Derechos del Nio, en donde 155
Estados y 350 organismos revisaron las necesidades educativas bsicas con nfasis en la niez. En
septiembre del mismo ao se elabor la Declaracin Mundial sobre
la Supervivencia, la Proteccin y el
Desarrollo del Nio, documento en
la cual se analizaron las problemticas de la infancia en la regin en
torno a la salud del nio, la condicin de la mujer y la familia, el analfabetismo y las oportunidades de
educacin, la proteccin del nio en
circunstancias especiales de conflicto armado, migraciones o extrema pobreza. Un aspecto novedoso
en esta declaracin fue la promocin de la escolarizacin de la nia
y la mujer con el fin de cumplir con
la meta de equidad propuesta por
los organismos internacionales.
En Abril de 1991 se celebr la XXII
Reunin Ordinaria del Consejo Interamericano para la Educacin, la
Ciencia y la Cultura de la OEA
(CIECC) en la cual los Ministros de
Educacin de la Regin reunidos en
Washington, D.C. aprobaron la Resolucin 811/91 sobre Proyectos
prioritarios en Defensa y Proteccin
de los Nios y Jvenes en Riesgo y
recomend que los pases fortalecieran los Programas de atencin
integral para nios desde el nacimiento hasta el ingreso a la educacin primaria. Entre 1991 y 1996 las
Asambleas Generales de la O.E.A,
vigilaron el cumplimiento y seguimiento de los acuerdos internacio-

Pedagoga y Saberes N 18 2003

nales y acuaron un nuevo concepto para la poltica internacional


Atencin Integral al Nio Menor de
Seis Aos a travs de Experiencias
Formales y No Formales de Educacin Inicial y Preescolar para lograr
el principio de equidad.
Entre 1993-1998 los Simposios Internacionales proponen lneas de
accin en torno a la Atencin integral y pertinencia cultural (Chile
1993), la Participacin de los padres
de familia y comunidad (Per 1994),
Infancia y Pobreza (Costa Rica
1995), Investigacin y evaluacin
(Brasil 1996), Escenarios culturales,
diversidad, equidad y calidad (Mxico 1998). En estos espacios se han
ratificado los acuerdos a los que han
llegado los Estados participantes en
las convenciones y declaraciones
celebradas en la regin y han definido polticas para el cumplimiento
de dichos acuerdos. Prximamente se darn cita los jefes de estado
y organismos internacionales con la
invitacin especial de los nios y
jvenes en la Sesin Especial a
favor de la Infancia, para evaluar y
proponer acciones que mejoren los
efectos que hasta ahora ha tenido
la poltica promulgada en el ltimo
decenio entorno a la infancia2.

A partir del Movimiento a favor de la Infancia promovido por Nelson Mandela


ganador del Premio Nobel de la Paz y
Graa Machel especialista de las Naciones Unidas en cuestiones relativas a los nios en los conflictos armados se organiz
La Sesin Especial en favor de la Infancia como un encuentro sin precedentes de
la Asamblea General de las Naciones Unidas, dedicada a los nios y adolescentes
del mundo. Varios jefes de Estado y de gobierno, ONG, defensores de los derechos
de los nios, y los propios nios y nias, se
daran cita en septiembre de 2001 en Nueva York (se aplaz por los hechos del 11 de
septiembre) para participar en esta reunin.
De la Sesin especial se esperaba un programa mundial que estableca metas y un
plan de accin con miras a obtener tres
resultados fundamentales: que los nios
puedan iniciar sus vidas en las mejores condiciones, que todos los nios puedan recibir una educacin bsica de buena calidad y que todos los nios y especialmente
los adolescentes, puedan participar de manera significativa en la vida de sus comunidades. Se convocaron los lderes de los gobiernos, la sociedad civil y el sector priva-

Este conjunto amplio de documentos rubricados a nivel mundial, permiten observar la mirada que desde
el concepto de derechos de la infancia se ha venido construyendo
en la ltima dcada. Dentro de esta
mirada vale la pena sealar la aparicin de la nia en el mbito de la
poltica internacional, pues aunque
haba sido objeto de anlisis desde
los aos setenta en relacin con la
idea de equidad y acceso a servicios, durante los ltimos diez aos
se multiplican los estudios en los
cuales se analiza la situacin de la
nia en diferentes mbitos.
Sin embargo, el auge de los nuevos
discursos y la nueva perspectiva de
los derechos del nio y la nia, no
ha significado el abandono de la
concepcin asistencialista. sta se
mantiene a pesar de los intentos de
los distintos pases iberoamericanos
por fortalecer programas integrales
de atencin, promovidos para su ejecucin conjunta con la familia y la
comunidad. De otra parte, y siguiendo algunos anlisis recientes, la concepcin de la infancia como sujeto
de derechos ha venido contribuyendo, paradjicamente, a su desaparicin. Como dira Corea, hoy ya
no se trata de tutelar a la infancia
sino de velar por que sus derechos
se respeten (COREA, 1999: 127),
o dicho de otra manera, del enunciado moderno la infancia debe ser
protegida en tanto es frgil, vulnerable, en proceso de ser, se pasa
al nuevo enunciado los derechos del
nio deben ser protegidos y los
derechos infantiles (en particular la
posibilidad de eleccin y decisin
sobre aspectos le ataen) llevan a
concebir un sujeto muy distinto del
promovido por la modernidad.

do para establecer una alianza mundial


que se comprometa a poner fin a la discriminacin contra nios y adolescentes con
el propsito de persuadir a los dirigentes
de que acten en favor de los nios, inspirar e involucrar a la poblacin mundial en
los asuntos que afectan a los nios y escuchar las opiniones de los propios jvenes.

Siglo XXI: hacia la desaparicin


de la infancia
Uno de los acontecimientos ms importantes que tendrn que enfrentar
las polticas educativas durante los
prximos aos tiene que ver con las
profundas transformaciones que
est sufriendo la concepcin de infancia en el mundo occidental. No
se trata de un asunto meramente
acadmico e intelectual, por el contrario, ha sido un conjunto de prcticas y condiciones sociales y culturales el que ha venido mostrando los
cambios radicales que la sociedad
occidental de finales del siglo XX y
comienzos del XXI viene consintiendo a propsito de su mirada y sus
nuevas formas de tratar a la infancia.
De acuerdo con los anlisis del socilogo norteamericano Neil Postman (1999), la subsistencia de la
concepcin de infancia moderna
dependa de dos principios fundamentales: el control de la informacin y la secuencia en el aprendizaje. La infancia estaba protegida
contra cierto tipo de informacin, no
todo estaba disponible, muchas
cosas deban reservarse de la mirada y de los odos de los nios. De
otra parte, la concepcin moderna
de la infancia (quizs desde Comenio) como una etapa especial de
la vida, llev a pensar en la secuencialidad como principio rector de los
procesos educativos y de los aprendizajes: la infancia procede de lo
simple a lo complejo, de lo fcil a lo
difcil, de lo particular a lo general.
La educacin es una secuencia, el
aprendizaje requiere una graduacin, una estructura jerrquica.
Ahora bien, estos dos principios han
sido horadados por las recomposiciones que la comunicacin y la
informacin han sufrido en la sociedad a lo largo del siglo XX. El telgrafo inici el proceso que llevara a
la prdida del control que sobre la
informacin ejercan la escuela y la
familia: posteriormente la radio, el
cine y la televisin completaran el
proceso a travs de la alteracin del
tipo de informacin a que los nios

podan tener acceso, su calidad y


cantidad, su secuencia y la circunstancias en que sera vivida. (POSTMAN, 1999: 86) En particular, la
expansin social de la televisin es
el acontecimiento que ms ha contribuido a la destruccin de la lnea
divisoria que la sociedad occidental
haba trazado entre infancia y edad
adulta, en tres sentidos: en primer
lugar, porque no requiere entrenamiento particular para asimilar su
funcionamiento a diferencia de lo
que acontece con el libro cuyo acceso implica un complejo proceso
de asimilacin de reglas y un aparato lgico particular; en segundo
lugar, porque no hace exigencias
complejas ni a la mente, ni al comportamiento; por ltimo, porque no
discrimina su pblico el lenguaje
de la imagen va dirigido a todos, no
es exclusivo, no requiere un abec.
(POSTMAN, 1999: 92).
De acuerdo con Postman, la sociedad contempornea est mostrando, a travs de distintas prcticas,
la desaparicin de esa lnea que la
modernidad dibuj para identificar la
infancia como una etapa claramente diferente al adulto:

Tomando como punto de referencia el ao de 1900, se puede


mostrar que el inicio de la pubertad se ha venido adelantando
a un ritmo de 4 meses por dcada; es decir, mientras en 1900
la primera menstruacin era
aproximadamente a los 14 aos,
en 1979 la edad promedio eran
los 12 aos.
En la televisin, nios y nias
son mostrados y representados
como adultos en miniatura, proceso que podra denominarse
como la adultificacin de la infancia. En este sentido, pareciera que estuvisemos retornando
a la Edad Media en donde esa
era la concepcin predominante
de la infancia, segn nos lo relata Philippe Aris.
A medida que el concepto de infancia se hace ms difuso, los

indicadores simblicos de la infancia se difuminan con l. Varios ejemplos ilustran esta situacin: ya no existe hoy un traje
particular que diferencie a la infancia; las prcticas alimenticias
han venido borrando las diferencias entre los hbitos de nios y
adultos (pizza, hamburguesa,
emparedados, bebidas gaseosas, etc., forman parte de la dieta normal de millones de nios y
adultos en el mundo).

Los juegos infantiles estn desapareciendo, a cambio, cada


vez ms los deportes profesionales se constituyen en los juegos comunes de nios y adultos (ftbol, basketbol, beisbol).

Aquello que divierte a los nios


tambin divierte al adulto; el cine
comercial produce gran cantidad
de pelculas en donde el carcter de apta para menores en
ningn momento excluye el disfrute de los adultos.

Hoy no podra decirse que existe una msica particular que


identifica a la niez; tanto nios
como jvenes y adultos pueden
compartir gustos musicales comunes que encuentran a disposicin en las emisiones radiales
aptas para todos.

El dominio de los adultos sobre el


lenguaje no es, en la mayora de
los casos, mucho mayor que el
de los nios. En la televisin, en
la calle, en la radio, en el cine, en
las transacciones comerciales, incluso en el aula de clase, no se
nota que los adultos usen un lenguaje con ms variedad, profundidad y precisin que los nios.

Existe hoy una acelerada disminucin de la diferencia entre las


tasas de criminalidad de adultos
y nios y que se explica por el
asombroso aumento de la criminalidad infantil. (Nios de diez a
trece aos de edad aparecen
involucrados en crmenes de adultos como nunca antes).

Pedagoga y Saberes N 18 2003

El nivel elevado de actividad


sexual entre adolescentes desde los aos sesenta del siglo XX,
est mostrando que el oscuro y
profundo misterio adulto del sexo
se est transformando en producto disponible para todos.
(POSTMAN, 1999: 142-151).

Si bien Postman nos habla de la sociedad norteamericana de la dcada de los aos ochenta, ms recientemente Mariano Narodowski (1999)
investigador Argentino considera
que la sociedad del siglo XXI ha entrado, definitivamente, en un proceso de desinfantilizacin, para lo
cual seala dos rasgos particulares:
la infancia hiperrealizada y la infancia desrealizada. En el primer caso,
se trata de la infancia de la realidad
virtual, de los chicos que realizan
su infancia con Internet, computadoras, sesenta y cinco canales de
cable, vdeo, family games, y que
hace ya mucho tiempo dejaron de
ocupar el lugar del no saber. Suelen
ser considerados como 'pequeos
monstruos' por sus padres y sus
maestros y parecen no generar
cario o ternura o, al menos, no ese
cario o esa ternura que guardbamos tradicionalmente para la infancia moderna. No suscitan en sus
adultos 'protectores' demasiada necesidad de proteccin (NARODOWSKI, 1999: 47).
En el segundo caso, se trata de la
infancia de la calle, de la infancia
abandonada, de aquella infancia que
es independiente, que es autnoma
porque vive en la calle, porque trabaja desde muy temprana edad.
Son tambin los chicos y las chicas de la noche, que pudieron reconstruir una serie de cdigos que
les brindan cierta autonoma econmica y cultural y les permiten realizarse, mejor dicho, des-realizarse,
sa es la palabra correcta, como
infancia. Son nios hacia los cuales difcilmente tendremos un sentimiento moderno de infancia, ternura y proteccin. Hay una niez que
no est infantilizada, una niez que
no es obediente porque no precisa
obedecer, en muchos casos, una

Pedagoga y Saberes N 18 2003

niez que no es dependiente es independiente en la negociacin cotidiana para lograr su sustento y, por
tanto, una niez que es autnoma
y que en la calle construye sus propias categoras morales. Una niez que, al verla sola o en grupo,
difcilmente nos causa ternura (NARODOWSKI, 1999: 51).
Trtese de la desaparicin de la infancia, de la desinfantilizacin o de
la adultificacin de la infancia, de
cualquier manera las prcticas culturales contemporneas estn dibujando (o desdibujando) un nuevo rostro para aquello que llambamos la
infancia o la niez. Como en el Antiguo Rgimen, en la sociedad contempornea viviremos adultos infantilizados y nios adultificados; la oferta
cultural de los mass media, en particular de la televisin, y las tecnologas de la informacin y la comunicacin, en particular Internet, nos
obligan a preguntarnos hoy: A quines pretendemos educar? Desde
qu instituciones y procesos pretendemos hacerlo? Desde qu principios y con cules herramientas pretendemos hacerlo? Las anteriores
lneas son una primera aproximacin a un tema de investigacin que
recin comienza. Por lo pronto, como resulta evidente, seguimos empeados en una concepcin de infancia que se estrella cada vez de
manera ms fuerte con esas nuevas subjetividades que habitan nuestros jardines, escuelas y colegios.
ALGUNAS REFLEXIONES
FINALES
La juventud en la mira
La desaparicin de la infancia implicar grandes transformaciones dentro del saber pedaggico, de ah la
necesidad de abordar a fondo el problema de los sujetos y los procesos de subjetivacin en la modernidad. Ahora bien, si la infancia parece estar desapareciendo, la juventud aparece hoy en el centro de las
preocupaciones; podramos decir
que si el siglo XX fue el siglo del nio,

el siglo XXI ser el siglo de la juventud. Desde hace algunos aos hemos venido escuchando un rumor
de voces que desde distintos ngulos vienen planteando su preocupacin por los jvenes y adolescentes. De la misma manera, acciones
oficiales y privadas, programas sociales, agendas educativas de instituciones internacionales y polticas
estatales han venido interviniendo
sobre este importante sector de la
sociedad.
Paralelamente a este conjunto de
discursos y prcticas, una forma particular de representarnos la juventud
ha venido ganando terreno en el imaginario social: las imgenes construidas en torno a los jvenes de los
barrios perifricos de las grandes
ciudades, nos muestran una sociedad que sospecha de las actitudes,
sentimientos y capacidades de sus
jvenes, una sociedad en donde la
juventud es vista como delincuencia potencial y como sinnimo de
descomposicin social.
Por otro lado, los nuevos procesos
econmicos que vive la sociedad
contempornea han generado un
inters inusitado por los jvenes
identificndolos como una masa significativa de consumidores y por tanto gran parte de las estrategias comerciales se dirigen hoy hacia la
captura de ese mercado. De esta
forma, paralelamente a la venta de
una amplsima gama de objetos
materiales para el consumo, ha venido consolidndose la industria
igualmente lucrativa de la venta de
imgenes, smbolos y valores.
El consumo simblico, caracterstica de las sociedades contemporneas, ha encontrado en la juventud
(y en la infancia) un espacio sui
generis para ampliar su mercado, y
en los medios de comunicacin sus
mejores aliados3. As, mientras para
un sector considerable de la socie-

Al respecto ver: STEINBERG, Shirley R. Cultura infantil y multinacionales . Madrid: Ediciones Morata, 2000.

dad la juventud representa una amenaza latente, para otro significa una
posibilidad sin igual de aumentar
ganancias expresadas no slo en
trminos econmicos sino adems
ideolgicos.

maestro, hecho que ms all de las


polmicas que pueda generar, constituye una afirmacin que vale la
pena profundizar y ante la cual el
nuevo educador que se quiere formar tendr que tomar posicin.

Frente a estos hechos es necesario replantear la concepcin de juventud, y con ello, la mirada perversa hacia las actitudes de los jvenes de hoy. Pero antes que una
caracterizacin o esquematizacin
psicologista, es necesario un anlisis en una perspectiva ms social y
cultural. La juventud no es slo una
etapa psicolgica sino un hecho social, cultural e histrico de amplias
potencialidades creativas y transformadoras. (Recordemos cmo el
movimiento juvenil de los 60 plante la posibilidad de generar diversos estilos de vida, nuevas prcticas a la vez que incidi en la creacin de nuevas formas de pensar
cuyos ecos llegaron incluso a tocar
las reflexiones filosficas del momento). Como se aprecia, es este
un problema central que deber asumir la reflexin pedaggica y que
toca directamente con el quehacer
de los nuevos educadores.

La importancia que ha tenido el


maestro en nuestra cultura ha estado definida por los alcances sociales de la escuela, escenario privilegiado del ejercicio docente. Hoy la
escuela ha perdido su papel protagnico en los procesos de produccin y reproduccin cultural, y por
tanto la funcin y rol del maestro se
ha visto limitada y cada vez ms
distante de los procesos y la dinmica de produccin de saber sobre
la educacin y la pedagoga. Estos
hechos, a la vez que ratifican la condicin de subordinacin intelectual
del maestro, condicin histrica que
lo ha acompaado desde su aparicin en nuestro territorio, ponen de
presente la aparicin de una multiplicidad de nuevos sujetos que cumplen funciones pedaggicas de gran
importancia social.

Maestro o pedagogo?
El panorama contemporneo ha
puesto de presente la crisis de la
figura social y profesional del maestro. Para Tedesco, la prdida de capacidad socializadora de la escuela a causa de la masificacin de la
educacin, la prdida de prestigio
de los maestros, la rigidez de la institucin educativa y de los sistemas
educativos, el auge de los medios
de comunicacin, expresan el significativo deterioro del maestro como
agente socializador. Y as como la
televisin ha llevado a la desaparicin entre la niez y la adultez, en
la escuela se produjo un proceso de
desaparicin de las distinciones
entre maestro y alumno, hecho que
tiene que ver, principalmente, con la
crisis de la autoridad en la sociedad contempornea. Segn Tedesco
estaramos ante la desaparicin del

Por estas razones, es necesario dejar un poco al lado la preocupacin


por el maestro y la escuela y enfatizar la mirada en los nuevos sujetos
(educadores comunitarios, grupos
de accin social, locutores, periodistas, actores, personajes cinematogrficos, cantantes, artistas, etc.)
y escenarios pedaggicos (medios
de comunicacin, parques, ciclovas, calles, centros comerciales, en
fin, la ciudad). En una sociedad en
donde la comunicacin y el manejo
de la informacin es cada vez ms
importante, la formacin adquiere un
nuevo sentido y las apuestas por la
educacin pblica tienen que pasar
necesariamente por la discusin
sobre el problema de la distribucin
del conocimiento y el manejo, procesamiento y acumulacin de informacin. De otro lado, la complejidad simblica de la vida contempornea impone a los sujetos el desarrollo de nuevas competencias frente a las cuales la escuela y el maestro permanecen ajenos.

La vida cotidiana ha venido sufriendo un proceso de pedagogizacin


y por tanto de control simblico, de
ah que pensar hoy el problema de
la democracia pasa por la construccin de discursos y prcticas de
resistencia frente a la imposicin de
cdigos hegemnicos y a favor de
la diversidad de interpretaciones y
usos de la oferta simblica y cultural. Y esta, desde luego, es una lucha que va ms all de las fronteras
de la escuela y del alcance del
maestro tradicional.
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Pedagoga y Saberes N 18 2003

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