La Mediación Del Maestro
La Mediación Del Maestro
La Mediación Del Maestro
Mara Zambrano
de tiempo. El maestro ha de llegar. Como el autor, para dar tiempo y luz, los
elementos esenciales de toda mediacin.
Y ese tiempo que se abre como desde un centro comn, el que se derrama por
el aula envolviendo a maestro y discpulos, un tiempo naciente, que surge all
mismo, como un da que nace. Un tiempo vibrante y calmo; un despertar sin
sobresaltos. Y es el maestro sin duda el que lo hace surgir, haciendo sentir al
alumno que tiene todo el tiempo para descubrir y para irse descubriendo,
liberndolo de la ignorancia densa donde la pregunta se agazapa, de ese temor
inicial que encadena la atencin; el temor que dispara la violencia. Pues toda
ignorancia tiende a liberarse en la agresividad, la del Minotauro en su oscuro
laberinto. Toda vida est en principio aprisionada, enredada en su propio
mpetu. Y el maestro ha de ser quien abra la posibilidad, la realidad de otro
modo de vida, la de verdad. Una conversacin es lo ms justo que sea llamada
la actitud del maestro. La oscuridad. La inicial resistencia del que irrumpe en
las aulas, se torna en atencin. La pregunta comienza a desplegarse. La
ignorancia despierta es ya inteligencia en acto. Y el maestro ha dejado de
sentir el vrtigo de la distancia y ese desierto de la ctedra como todos, prdigo
en tentaciones. Ignorancia y saber circular, se despiertan igualmente por parte
del maestro y del alumno, que slo entonces comienza a ser discpulo. Nace el
dilogo.
La vocacin del maestro.
Todas las vocaciones tienen algo en comn, sin duda alguna. El ahondar en
ese luminoso fenmeno que es la vocacin exige todo un tratado, pero ms
todava un sistema de pensamiento desde el cual la vocacin aparezca como
algo inteligible; como uno de esos inteligibles que no solamente se entienden
sino que hacen entender. Y la mayor parte de los sistemas filosficos del
mundo moderno, y de las ideologas que lo llenan, no dejan lugar siquiera a
que se tenga en cuenta el hecho de la vocacin; es ms, ni siquiera la palabra
misma, vocacin, puede ser usada.Y as, en vez de vocacin se habla de
profesin, despojando a esta palabra de su primordial sentido, hacindola
equivalente de ocupacin o de simple trabajar para ganarse la vida.Pues que la
palabra vocacin tiene, como todas, sus afines: est enclavada dentro de lo
que podemos llamar la constelacin y as hay palabras que son como
vida que el filsofo-poeta pues para ello haba que ser poeta tambinNietzsche nos ha legado.
Tenemos pues as, como revelaciones esenciales pues hay otras- en el
pensamiento moderno antihegeliano estas tres cosas: la realidad, el hombre, la
verdad y la vida. Ms, como venimos anotando por separado, de Hegel
quedar siempre un cierto sentido de la historia, de la historia como un
contenido, con un argumento que en ella se desarrolla sea el que sea: quedar
la universalidad de la historia humana y an, llevndolo a sus justos lmites, el
ser del Estado, de un estado ligado indisolublemente a la moral del individuo y
del cual, por tanto, el individuo no puede desentenderse. En este clima naci la
filosofa de la Razn Vital de Ortega y Gasset que se encamina a integrar razn
y vida; a algo ms que a integrar en realidad, a descubrir; toda filosofa
pretende o por los menos aspira a descubrir algo radical y universal-, a
descubrir en la vida la razn de manera tal de enunciar que la vida, ella, es
racional, y la historia, dimensin esencial de la vida, sistema. Seala por lo
menos el pensamiento de la Razn Vital la direccin a seguir, la va integradora
o rescatadora de la unidad perdida, de la fragmentada unidad entre realidad y
verdad, entre razn y vida humana; mas discpulos de este pensamiento como
somos, no podemos por lo menos declarar que dentro de la Razn Vital lejos
de rescatarse el ser y su unidad, la identidad, su crtica implacable constituye
una de las etapas en el camino de la Razn Vital. Y quien esto escribe entiende
que el ser, el ser en cuanto tal y el ser en el hombre y del hombre, que la uni
(2) ella, como identidad y la identidad suprema, ltimo del ser humano son
irrenunciables. Se trata pues, en el acto del pensamiento filosfico de hoy, de
restar el ser sin perder de vista la realidad; de revelar la vida sin revelar al
mismo tiempo la razn; de descubrir la integridad humana sin desconocer
ninguno de los aspectos que la integran. Sin pretensiones de llegar a un saber
absoluto reconocer el absoluto, bajo el cual la relatividad de la razn humana
ha de mantenerse con esa impavidez nacida al propio tiempo de la fe en la
absoluta razn y del conocimiento de sus propios lmites. Unos lmites
ciertamente que pueden y han de irse ensanchando no infinitamente, pero si
indefinidamente. Esperemos que al paciente lector no le haya parecido
demasiado largo lo que no es un rodeo, sino un inevitable recordar
ordenadamente la situacin actual del pensamiento filosfico para mostrar
para
que
tal
pensamiento
integrador
se
vaya
revelando.
clase, la simple observacin de todos los das nos da noticia de que la mejor
actriz del siglo ha sido una mujer tmida en modo enfermizo; de que el Doctor
Sweichzer que tan clara estela ha dejado, fuera por temperamento un hombre
de interior en todos los sentidos: msico, filsofo, un poco telogo, y que un
da por amor a los abandonados y an excluidos de la civilizacin, dejara su
celda y fuera a compartir instante a instante su vida al abierto rodeado siempre
de gentes, teniendo que organizar, que ser prctico y as da tras da, ao tras
ao, hurtando un poco de tiempo a la convivencia para quedarse a solas como
le placa estar. Y ante la mirada del lector desfilarn otros muchos casos
conocidos donde se da la misma paradoja.No coincide tampoco siempre la
vocacin con los gustos y lo que es ms grave, con las aptitudes, con los
llamados talentos. Cosa esta ltima que puede ser dramtica y que en un
principio lo es siempre. Que la vocacin sea cosa distinta de los gustos se
muestra bien a la vista en lo corriente que es el que una persona dominada por
una vocacin determinada, tenga una aficin de tipo muy diferente y que a ella
dedique con avidez el tiempo que le est permitido, como si quisiera resarcirse
de la servidumbre de su vocacin y quisiera ofrecerse a s mismo ese regalo,
como si fuera el gusto que est salvando desde el bajo del peso de esa, su
dedicacin, que al menos en apariencia, podra dejar si quisiera; y sa es la
cuestin de quin tiene una vocacin, no puede ni tan siquiera querer librarse
de ella, aunque le sienta como una servidumbre.La esencia de la vocacin y su
manifestacin igualmente es la ineludibilidad. Mas como el hombre es ante
todo libre, puede siempre eludirla. Y no hay sino una contradiccin aparente en
estas dos aserciones, pues que al eludir lo ineludible algo sucede, algo as
como que la persona vaya quedando progresivamente desustanciada,
expresin sta que sera interesante una vez analizar. Ha fallado en su vida, en
lo que la vida que le han dado ms tiene de suya, y ella lo sabe. Todo lo que
vaya haciendo cada da estar dictado por el afn de justificarse desde el punto
de vista moral. Una afanosa broga ms fatigosa en verdad que todos los
trabajos que el seguir la vocacin le hubiese deparado. Ssifo acarreando su
roca sin descanso podra ser el smbolo de esta fatiga destructora.Pues que en
la vocacin se revela en modo privilegiado la esencia trascendente del hombre
y su realizacin concreta. En ella aparecen unidos los planos y estancias del
ser y de la realidad, del hombre y de la vida que al principio de estas pginas
vocacin
del
maestro.
La
mediacin.
Toda vocacin es esencia mediadora. Lo hemos ido viendo en todas sus notas
sorprendidas empricamente, y en la consideracin final que pudiramos llamar
metafsica. Mediadora entre las fuerzas y modalidades que constituyen al
individuo, entre los planos del ser y de la realidad, de la vida y de la razn. Mas
es mediadora tambin y en grado eminente en sentido social; es mediadora
entre el individuo y la sociedad, pues que toda vocacin al acabar en una
ofrenda es por esencia de naturaleza social. Nada hay que ligue ms que ella
al individuo con la sociedad, ni la heredada posicin social ni los oficios del
poder, ni las apariciones fulguran antes en la escena creando este vnculo entre
el individuo y la sociedad del modo permanente en que se da cuando el
maestro cumple su vocacin.Sigue siendo un mtodo seguro para descubrir el
ser de algo el situarlo dentro de su especie, segn hemos procurado hacer, y el
ver luego las diferencias dentro de ella con el gnero o los gneros ms
prximos. Y as intentaremos hacerlo.En este caso la etimologa de la palabra
maestro no nos alumbra mucho, pues viene de magister, como bien sabido
es, y magister dicen que de magis; un adverbio comparativo. Es un grado
supremo pues es lo ms. Pero este ms, a qu otro se refiere que sea
menos? No aparece tan claramente. Pues que de una parte el grado de
maestro es ms que el de aprendiz en los oficios de artesanas cosa sta que
conviene no olvidar- y ms que el de estudiante o licenciado y an doctor, si de
estudios se trata. El maestro es pues ms de lo que l mismo era antes de
llegar a serlo, el peldao superior de una escala, la copa de un rbol. Ha tenido
que llegar a serlo, en suma. Es pues un cumplimiento, un trmino ms all del
cual no hay ningn otro. En el caso de los oficios y artesanas se trata del
grado supremo del hacer, en el de los estudios del saber, mas no tan
simplemente, del saber de aquello que hay que ensear y de saber ensearlo,
lo que no deja de ser cierto igualmente para el hacer de los oficios.Se trata
la
conduce
su
realizacin
plena.
Noviembre de 1965.
Citas:
1 Estos textos de la filsofa espaola Mara Zambrano son inditos, publicados
por primera vez en este nmero de El Cardo. Agradecemos a Jorge Larrosa el