Personalismo
Personalismo
Personalismo
El personalismo más allá de ser una corriente filosófica sistematizada, representa una
corriente de pensamiento que tiene como centro de sí a la persona. Se distingue como
una ideología que considera al hombre como un ser subsistente y autónomo pero
esencialmente social y comunitario, un ser libre pero no aislado, un ser trascendente con
un puro valor en sí mismo que le impide convertirse en un mero objeto. Un ser moral,
capaz de amar, de actuar en función de una actualización de sus potencias y finalmente
de definirse a sí mismo pero considerando siempre la naturaleza que le determina.
Orígenes
El personalismo como corriente de pensamiento tiene lugar dentro de un medio rodeado
por diversas ideologías propias de la situación política que el mundo atravesaba durante
la primera mitad del siglo XX.
Esta respuesta, debería estar contextualizada en la realidad del mundo actual y debería
ser un medio para facilitar propuestas de acción a las problemáticas del hombre.
Resaltar la noción de persona, la experiencia de su ser, el encuentro con los demás, su
trascendencia, subjetividad y libertad constituía una tarea de suma importancia y
laboriosidad que finalmente el Personalismo toma a bien realizar.
Precursores
Emmanuel Kant
Immanuel Kant
Artículo principal: Emmanuel Kant
Antes de abordar los puntos por los cuales se le considera precursor del Personalismo,
es importante dar un vistazo al camino de reflexión recorrido por Kant, a través de lo
que se llamaría su Antropología Filosófica.
Aún cuando Kant no logró trazar una Antropología que contemple al hombre completo,
hizo importantes aportaciones, cuando en su reflexión filosófica da el salto de la razón
especulativa, a la razón práctica. Es en su obra titulada “Fundamentación de la
Metafísica de las costumbres” (1785), cuando presenta una reflexión centrada en la
persona como valor absoluto. Es a partir de aquí que sus aportaciones son valoradas
dentro del contexto de una filosofía personalista.
• Primera formulación
Kant ha empleado una primera fórmula y general de este imperativo: “obra de tal modo
que la máxima de tu voluntad pueda siempre valer como principio de una legislación
universal”.
Con esta primera formulación, Kant pone sobre la mesa de la reflexión, la importancia
de hacer que la propia acción se conforme con la ley. Es verdad que Kant concibe la ley
a partir de la razón, sin embargo ya se presenta un nivel de exigencia para la persona, el
hecho de no actuar guiado por la propia conveniencia e intereses, sino siguiendo un
criterio objetivo, que al mismo tiempo pueda convertirse en criterio para los demás. A
pesar de este planteamiento Kantiano sobre la obediencia a la ley, todavía se mantiene
en el ámbito del deber.
• Segunda formulación
La segunda fórmula dice: “obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu
persona como en la de los demás, siempre como fin, nunca simplemente como medio”.
Aquí introduce la noción del fin dentro del orden moral, que antes consideraba entre los
motivos materiales. Los demás fines relativos que el hombre se propone son máximas
subjetivas, con valor para el propio sujeto. Sólo “el ser racional existe como fin en sí
mismo” y “posee un valor absoluto”.
Por lo tanto, ya no entra solamente entre los fines subjetivos, sino vale también como
principio objetivo y universal. Los seres irracionales valen sólo como medios y por ello
se llaman cosas, “mas los seres racionales, se les llaman personas, porque su naturaleza
los distingue como fines en sí mismos, esto es, como algo que no se puede usar
meramente como un medio”.
Por eso Kant, vez de hablarnos de un “bien (que puede entenderse como una cosa)
común”, prefiere hablar de un “reino (de clara connotación humana y cristiana) de
fines”, en el que el ejercicio de las libertades individuales sea compatible con el
sometimiento a una ley universal.
Con esta formulación Kant aporta al Personalismo una intuición fundamental, que será
la base de los planteamientos de algunos autores posteriores. A través de esta fórmula
del imperativo categórico, Kant no hace otra cosa, que colocar a la persona como centro
de la reflexión, como un valor absoluto, radicalmente distinto de las cosas y como
criterio de juicio determinante para adecuar el obrar del hombre, evitando los
subjetivismos.
• Tercera formulación
“Obra de manera que la voluntad de todo ser racional pueda considerarse a sí misma,
mediante su máxima, como legisladora universal”. Esta fórmula es una prolongación de
la anterior, en cuanto sujetos morales, como reino de los fines, acentuándose finalmente
la autonomía del hombre.
Soren Kierkegaard
Soren Kierkegaard
Artículo principal: Soren Kierkegaard
Aportaciones al personalismo
Para el pensador danés la libertad se aprehende en la angustia, a la que refiere como “el
vértigo de la libertad”. Ella surge cuando al querer el espíritu poner la síntesis, la
libertad fija la vista en el abismo de su propia posibilidad y echa mano a la finitud para
sostenerse. Y, más adelante, al afirmar “que cuando más hondamente se angustia tanto
más grande es el hombre” precisa que no hay que considerar a la angustia “en el sentido
en que los hombres en general la toman, refiriendo la angustia a algo externo que se
acerca desde fuera, sino en el sentido de que el hombre mismo produce angustia."
Heidegger, Sartre y otros pensadores, casi un siglo después, retomarían en este punto la
ruta desbrozada por Kierkegaard.
• Estadio estético
• Estadio ético
Es el nivel del ser en sí. El hombre se afirma cada vez más en el amplio tejido de las
relaciones humanas, el hombre descubre en sí mismo la verdad, que es la subjetividad.
En este estadio se manifiesta el sentimiento de responsabilidad ante compromisos
adoptados. El individuo se decide por el matrimonio, por una profesión o una actividad
social, etc.
• Estadio religioso
Es aquí donde se encuentra una de las más importantes aportaciones de este filósofo a la
alternativa personalista. La persona para Kierkegaard es tal, por estar delante de Dios,
por ser existencia dialogada entre el yo humano y el Tú de Dios. El hombre es
verdaderamente persona cuando sale al encuentro de Dios, que es el Trascendente, el
Tú. Sólo en referencia a Él puede hablarse del ser personal del hombre.
[Pensamiento filosófico
La humanidad "la esencia del verdadero hombre" se expresa en la cultura, de tal manera
que el hombre no es un animal de naturaleza, sino un animal de cultura; su naturaleza
consiste en su cultura, entendiendo ésta principalmente en su dimensión subjetiva; esto
es como cultivo. De esta forma viene dada la apertura a la consideración de la educación
como eminente tarea humana; pues puede decirse que, para Maritain, la educación es la
vía para la humanización del hombre. La humanización es el esencial dinamismo que
mueve y da sentido a la conducta humana. El animal simplemente sobrevive; el hombre
trasciende este dinamismo primario pues se da a sí mismo los recursos para la
supervivencia y, así, va más allá de ellos: los trasciende.
En esto consiste el paso de individuo a persona que, para Maritain es otra forma de
considerar la existencia plena y radicalmente humana. Además de como tomista,
Maritain es considerado como un personalista; la síntesis de ambas dimensiones está en
su personalismo cristiano que, junto con Gabriel Marcel que, por cierto, también fue
discípulo de H. Bergson, le distingue de otras visiones o pensamientos personalistas.
Para Maritain, "la idea completa del hombre, la idea integral del hombre necesaria para
la educación no puede ser sino una idea filosófica y religiosa. Filosófica porque esa idea
tiene por objeto la naturaleza o esencia del hombre; y religiosa en razón del estado
existencial de la naturaleza humana con relación a Dios".
Principales personalistas
[editar] Su filosofía
“Una persona es un ser espiritual constituido como tal por una manera de subsistencia e
independencia de su ser; mantiene esta subsistencia por su adhesión a una jerarquía de
valores libremente adoptados, asimilados y vividos por un compromiso responsable y
una conversión constante: unifica así toda su actividad en la libertad y desarrolla, por
añadidura, a impulsos de actos creadores la singularidad de su vocación”.
El hombre es todo cuerpo, pero también, es todo espíritu. Esta última noción restaura la
dignidad inherente que Sartre rechaza, mientras combate la convicción de Marx, de que
el hombre es únicamente cuerpo. El hombre no puede existir sin el cuerpo, ciertamente,
pero es el reconocimiento de su espíritu el que completa la antropología que Marx
rechaza.
Mounier esbozó cinco puntos que se hacen necesarios para que pueda llegar a
desarrollarse una sociedad personalista y comunitaria:
1.Salir de sí mismo; esto es, luchar contra el “amor propio”, que hoy denominamos
egocentrismo, narcisismo, individualismo;
2.Comprender: Situarse en el punto de vista del otro, cual empatía; no buscar en el otro
a uno mismo, ni verlo como algo genérico, sino acoger al otro en su diferencia;
3.Tomar sobre sí mismo, asumir, en el sentido de no sólo compadecer, sino de sufrir con
el dolor, el destino, la pena, la alegría y la labor de los otros;
5.Ser fiel, considerando la vida como una aventura creadora, que exige fidelidad a la
propia persona.
La persona y la vocación, en las palabras de Mounier, son posibles "sólo en su sin igual
obediencia al orden de Dios, el cual es llamado "amor al prójimo"’. Amar a otros
involucra las relaciones interpersonales y la interacción comunitaria, cuyo resultado es
"reconciliar al hombre a sí mismo, exaltarle y transfigurarle." Esto deja al hombre
abierto a experiencias y a la trascendencia, experiencias que no están disponibles al
individuo aislado.
Entre otros puntos de su filosofía, Mounier habla sobre el estado como una admisión
social de que el hombre puede ejercer poder sobre el hombre, una noción que es
engañosa a la idea personalista de comunidad. El argumenta que la inevitabilidad del
estado no necesariamente le otorga autoridad.
El Estado está hecho para el hombre, no el hombre para el Estado, así como la
economía está destinada para servir al hombre, y no el hombre al servicio de la
economía. En términos del personalismo de Mounier, el Estado no es una comunidad
espiritual, o una persona colectiva en el sentido propio de la palabra. No está por encima
de la patria ni de la nación, ni mucho menos respecto a las personas. En ese sentido,
viene a ser un instrumento al servicio de las sociedades, y, a través de ellas, al servicio
de las personas, teniendo el carácter de artificial y subordinado, pero al fin necesario.
Debido a la naturaleza dual del ser humano, en cuanto tiende tanto al bien como al mal,
las personas y las sociedades sucumbirían a la anarquía sin la presencia del Estado.
El Estado se constituye como el “último recurso” para arbitrar los conflictos de los seres
humanos entre sí. He ahí a la jurisdicción del Estado. Pero, en cuanto relación de medio
a fin, se puede detectar ya que, según la doctrina personalista, el Estado viene a ser el
medio, y la persona el fin. El Estado existe para que las personas encuentren su
realización, desde un primer plano de aseguramiento de una coexistencia superadora del
más absoluto caos social. El Estado sólo existe en beneficio de la persona realizada en
sociedad.
Al paso de su muerte, se creó un instituto que pretende ser ámbito de encuentro entre
intelectuales, profesionales y trabajadores con un común deseo transformador; el de
realizar una comunidad de adultos liberados del afán de posesión y tendentes a una
sociedad personalista y comunitaria, por libre, ética, fraterna y profundamente
espiritual.
Maurice Nedoncelle
Personalismo de Nedoncelle
Método
Yo-tú
Amor
Dios
Comunidad
Gabriel Marcel
Pensamiento filosófico
Las claves del pensamiento de Gabriel Marcel tienen como punto de partida las
vivencias experimentadas por el filósofo durante la Primera Guerra Mundial. Dichas
claves se determinan en primer lugar por el rechazo a la abstracción y a lo sistemático
que le recordaban la esterilidad del idealismo inicial que caracterizaba su filosofía y en
segundo lugar (pero no menos importante) por la experiencia y el pensamiento positivo.
Los misterios son concebidos, pues, como realidades en las que uno habita y de las que
no es posible salir ni mirarlas desde fuera aunque sea para estudiarlas. Para mirarlas de
modo “objetivo” hay que buscar experiencias concretas y considerarlas desde dentro.
Otro elemento importante dentro de su reflexión filosófica reside en el lugar que a la
corporeidad humana le otorga. Rechaza toda posible visión instrumental del cuerpo
humano con la afirmación “yo soy mi cuerpo”, y afirma que el hombre no tiene un
cuerpo, sino que es cuerpo en el sentido de que éste forma parte de su ser y de su
esencia. No posee un cuerpo al igual que posee determinadas cosas, sino que se
relaciona con él de un modo totalmente peculiar que, entre otras cosas, le permite poseer
determinados objetos.
Más allá de ser clasificado dentro del género existencialista, Marcel es considerado
como un filósofo personalista en cuanto a que insistió en la revalorización de la realidad
personal de cada hombre.
Marcel hizo hincapié en que todas las realidades ya mencionadas, están impregnadas
por la libertad puesto que la persona es un ser que se construye a sí mismo en el camino
de la vida, pero siempre considerando un punto de referencia. De esta manera, la
libertad humana no es comprensible sin la referencia a algo más grande que ella.
Una de las categorías en las que el filósofo francés se centró fue la capacidad de
recogimiento de la persona, es decir, de penetrar en su interior y con ello, de
trascenderse. Es en este punto en donde se ubica el centro de su antropología; una
consideración del hombre como imago Dei, como apertura y referencia a Dios, una
dimensión que confiere a la persona un valor sagrado e inviolable y fundamenta de
modo definitivo su dignidad.
Finalmente, Marcel hace una marcada diferencia entre el ser y el tener. Criticaba al
hombre contemporáneo por preocuparse fundamentalmente por tener cada vez más en
vez de esforzarse por ser más ya que, esto no hacía más que agravar su crisis de sentido,
puesto que en las cosas nunca se puede encontrar una plenitud existencial.
Karol Wojtyla
Artículo principal:
El pensamiento filosófico de Karol Wojtyla
Con este esfuerzo, Wojtyla se coloca dentro de la tradición del pensamiento dialógico
(Martin Buber, Emmanuel Levinas, etc.) que sostiene que la persona es un sujeto
relacional llamado a la entrega sincera a los demás. Esta misma idea reaparece al
momento en que Juan Pablo II escribe sus catequesis sobre el amor humano. Dios crea
al hombre, como unidad-de-los-dos, como varón y mujer, para que el hombre no esté
solo. La creación del hombre es un acto comunional (de las Personas divinas) que hace
radicar justamente la imagen y semejanza de lo humano con Dios en su carácter
relacional.
Por lo que será posible hablar propiamente de que la sociedad posee «subjetividad»
cuando el modo humano de la acción, es decir, la acción solidaria, se establece como
dinámica estable en una comunidad. El tema de la “subjetividad social” será una de las
claves para comprender la propuesta de las Encíclicas Solicitudo rei socialis y
Centesimus agnus. El Estado, la democracia y el mercado sólo pueden constituirse a la
altura de la dignidad humana cuando se diseñan y operan a favor de la subjetividad
personal y social. La Doctrina social de la Iglesia, de esta manera, no es más una suerte
de Derecho natural “ad usum christianorum”, no es más una suerte de deontología
social, sino un verdadero conocimiento sapiencial que puede ser usado como teoría
crítica tanto para leer la modernidad como para actuar en ella en el orden práctico-
concreto.
A Wojtyla siempre le interesó la ética, el problema del bien y del mal, quizá por su
componente vital y comprometido, cercano a los intereses de los hombres. Pero junto a
ese interés personal Wojtyla intuía también la necesidad de remozar la ética clásica
cercana al tomismo. Ésta había prestado unos servicios inestimables a la sociedad
occidental y al catolicismo pero había llegado el momento de renovarla porque algunas
de sus tesis resultaban difícilmente comprensibles para los hombres de hoy al depender
de esquemas de pensamientos forjados en una época muy lejana a la actual. Las tesis de
fondo, sin embargo, eran esencialmente correctas y ahí era donde se encontraba la
dificultad de la tarea: había que remodelar esas argumentaciones y estructuras sin perder
lo esencial pero sin conformarse con un mero cambio de fachada.
Ésta es la tarea que afrontó Wojtyla con la ayuda de sus colaboradores y que cuajó en
una serie de importantes aportaciones que se fueron publicando poco a poco en artículos
dispersos. Insistió, por ejemplo, en la importancia de la experiencia como punto de
partida de la ética para resalta que esta ciencia no es un resultado deductivo de unas
normas o teoremas surgidos de una abstracción, sino la reflexión sobre un hecho de
experiencia fundamental y común, la moralidad, algo que cada hombre encuentra sin
dificultad en el interior de sí mismo.
Romano Guardini
Artículo principal: Romano Guardini
Su filosofía
Carlos Díaz
Toda la reflexión de Carlos Díaz está centrada sobre el sujeto personal, el proyecto
metafísico y cristiano, que no separa jamás del prójimo y de la comunidad. Militante del
movimiento obrero, desde una perspectiva de completa libertad y con un horizonte
espiritual constante, ha analizado lúcidamente la crisis de la civilización capitalista
occidental, que constituye el desorden establecido. El anuncia diversos imperativos
urgentes: recuperar la casa de todos, es decir la naturaleza, manchada por una
tecnocracia ávida solamente de ganancia; después de este deber ecológico, es preciso
reconstruir una cultura auténtica y abierta a todos, en el sentido de una sabiduría atenta a
la espiritualidad de la persona solidaria, para lo cual necesitamos un relajo que nos
posibilite reflexionar con calma (en lugar de agitarnos en un trabajo incesante e
inhumano); es necesario luchar constantemente por la justicia social y contra la opresión
de los poderosos y de los burócratas estadistas; en fin, es preciso restablecer la fuente
viva del amor, que reside en Dios. En la diaria lucha de liberación debe evitarse todo
laxismo: ello requiere la ascética y una consagración de todos los instantes.
Edmund Husserl, creador de la fenomenología, se enfrentaba a finales del siglo XIX con
una compleja situación intelectual. Por un lado, el positivismo que negaba toda validez
científica a los conocimientos humanistas y filosóficos y por otro lado, todavía
subsistían con fuerza los epígonos del idealismo con Hegel. Así, por la presión de estos
dos elementos, quedaba ahogado tanto cualquier intento de filosofía objetiva como de
reflexión científica sobre las realidades espirituales.
Husserl consideró que era necesario abrir una vía para que la filosofía dejara de ser un
saber donde todo era opinable y discutible, donde la primacía en la constitución del
saber la tenía la visión personal de cada sujeto y donde, en consecuencia, no había
ninguna posibilidad de que la filosofía se constituyera en una ciencia objetiva aceptada
por todos.
La clave para conseguir esta meta fue el desarrollo del método fenomenológico, un
nuevo modo filosófico de acercarse a la realidad.
Este método se conforma estaba ligado además, a lo que Husserl llamó intuición de las
esencias (intuición eidética) y consistía en eliminar todos los aspectos irrelevantes del
fenómeno que se presentaba en la conciencia hasta llegar a la esencia, y como esa
esencia no es era el producto de ninguna elucubración o deducción, sino el resultado de
mirar atentamente, tenía que ser necesariamente la misma para todos y, por tanto, podía
constituir el fundamento para un conocimiento científico y universal.
Husserl abría con su método un camino para que la filosofía se volviese de nuevo hacia
la realidad y reflexionase sobre lo existente. Es así como la fenomenología influyó en el
personalismo no sólo por el método, sino también por los contenidos que aportó a la
reflexión filosófica ya que trata de encontrar la vía que comprendiera una filosofía
teorética y una filosofía práctica, constituyendo en su integridad todo un sistema de
saber donde “una tal idea de la filosofía como saber de totalidad (porque apunta al ser)
y radical (por su pretensión de apodicticidad) debe tener por objeto un conocimiento
universal del mundo y del hombre con una absoluta ausencia de prejuicios, viendo
finalmente en el mundo mismo la razón y teleología inmanente en él así como su
principio supremo, Dios (La crisis, § 3).
Según Scheler, Kant comete el mismo error que los empiristas al creer que sólo
contamos con dos tipos de facultades:
Entre 1913 y 1922 surgen sus obras decisivas: “El formalismo en la ética y la ética
material de los valores” y dos colecciones de ensayos: “Acerca de la subversión de los
valores” y “De lo eterno en el hombre”, en esta época Scheler es personalista, teísta y
cristiano convencido y desde esta perspectiva realizó importantes avances en la
antropología; es suyo por ejemplo, el término de antropología filosófica.
Actos como preferir, amar u odiar no son racionales, sino emocionales, y descubren a
priori unos contenidos materiales que no proceden de la sensibilidad. Estos contenidos
son los valores, cualidades dotadas de contenido que están en las cosas, pero son
independientes tanto de ellas como de nuestros estados de ánimo subjetivos.
Por otro lado, Scheler frente a la pretensión nietzscheana de crear valores se opone
firmemente puesto que los valores son siempre los mismos, no cambian, lo que cambia
es nuestra percepción de ellos. Cada época, cada cultura, descubre distintos valores e
ignora otros.
Las cosas son buenas en la medida que ellas realizan y cumplen en alguna medida un
determinado valor o cualidad valiosa. Los valores no son “valiosos” porque los
deseemos o estimemos como tales, sino todo lo contrario: los estimamos y deseamos su
realización y cumplimiento en las cosas porque son de suyo valiosos.
El buen actuar (la moral) consistirá en la realización de los valores de acuerdo con su
naturaleza, orden y jerarquía:
1. Los valores religiosos (sagrado/profano),
2. Luego los espirituales (bello/feo, justo/injusto, verdadero/erróneo),
3. Luego los valores de la afectividad vital (bienestar/malestar, noble/innoble)
4. Los valores de la afectividad sensible (agradable/desagradable, útil/dañino).
De lo que se trata es de vivir en armonía. No hay que optar por unos valores y renunciar
a otros. Para ello hay que vivir los valores inferiores de un modo tal que se encuentren
ordenados a los superiores. De esta manera, cada vez que obremos bien en lo más
simple y cotidiano estaremos alabando a Dios, ya que los valores religiosos se
encuentran en la cúspide de la pirámide.
Es evidente que toda esta doctrina de los valores es incompatible con una teoría
naturalista del hombre. La antropología scheleriana es decididamente personalista, y
especialmente en la primera etapa de su evolución intelectual.
Menciona que la palabra hombre se aparece con un doble sentido: primero, indica “los
caracteres morfológicos distintos que posee el hombre como subgrupo de los
vertebrados y de los mamíferos” y en segundo lugar, “un conjunto de cosas que se
oponen al concepto de animal en general”.
Este último, el que Scheler llama el concepto esencial del hombre, constituye el tema de
la antropología Scheleriana.
Es así como Scheler recorre la serie gradual de las fuerzas y facultades psíquicas, las
que coinciden con el límite de la vida en general, línea fronteriza entre el sustrato
material y el fenómeno de los “seres vivos”.
Scheler menciona que una conducta instintiva debe tener, en primer lugar, relación de
sentido, es decir, debe tender a un fin relativamente conocido para el ser viviente como
un todo (en bien propio o del ajeno). Una segunda características de la conducta
instintiva consiste en que sólo responde a situaciones que se repiten de un modo típico y
son significativas para la vida de la especie como tal, no para la experiencia particular
del individuo. De esto se desprende que los instintos son innatos y hereditarios.
Entonces se pregunta: ¿Acaso existe algo más que no sea una mera diferencia de grado
entre el hombre y el animal? ¿Existe entonces una diferencia esencial? ¿O es que hay en
el hombre algo totalmente distinto, superior a los grados esenciales tratados hasta aquí,
algo que corresponda específicamente a él solo, algo que la elección y la inteligencia
aún no tocaron y agotaron?”.
Scheler afirma que la esencia del hombre y lo que se puede llamar su puesto particular,
está muy por encima de la inteligencia. Es decir fuera de las esferas antes señaladas:
impulso afectivo, instinto, memoria asociativa, inteligencia y elección; dominios más
bien, de la biología y la psicología. Incluso este nuevo principio se encontraría fuera de
todo lo que llamamos “vida”. Lo que hace de un hombre, un Hombre, “es un principio
que se opone a toda la vida en general, incluso a la vida que habita en el hombre”
concluye Scheler.
Los griegos llamaron a este principio “razón”, pero Scheler prefiere usar un concepto
más amplio no sólo referido a la razón y al pensar ideas; un concepto que comprenda
también la intuición y una determinada clase de actos volitivos y emocionales tales
como la bondad, el amor, el arrepentimiento, la veneración, el asombro, el deleite, la
desesperación y el libre albedrío. Tal concepto será el de “espíritu”.
Este actuar del hombre tiene su base en lo que Scheler define como “recogimiento”
cuyo fin es la “conciencia de sí”. El animal no tiene conciencia de sí.
El hombre es, por tanto, el único que, en cuanto persona, que puede elevarse por encima
de sí mismo –como ser vivo– y convertirlo todo, incluso a sí mismo, como objeto de
conocimiento.
Por lo tanto, Sheler menciona cual es el puesto del hombre en el cosmos; lugar que está
más allá de la inteligencia, pues suponiendo que este fuera el escalón terminal de la vida
humana, no podrían cumplirse acciones que por cierto se dan en los seres humanos y
que dependen de otra facultad, como por ejemplo la creación.
Scheler habla de un hombre que puede liberarse, distanciarse del mundo a través de la
objetivación realizada por el espíritu. El mundo se nos “contra-pone” y nos demanda
hospitalidad. Es el estar abierto al mundo, es la libertad humana entendida en su más
bello sentido, en su sentido filosófico: como “apertura”. Pero no como una apertura
ingenua sino como deseo de constatar cual es el verdadero Ser de las cosas.
Personalismo que declara muchas veces de una manera explícita sus contactos con el
cristianismo. Este personalismo se determina en primer lugar mediante la crítica de las
concepciones intelectualistas que definen a la persona como un ser meramente racional,
como un sujeto lógico. Tal intelectualismo «desindividualiza» al hombre, y, por
consiguiente, le despersonaliza, ya que es esencial a la persona el ser un individuo
concreto.
Lo peculiar del ser personal es que en todo acto suyo está toda la persona, aunque la
persona no se agota, por así decirlo, en ninguno de ellos, ni tampoco en el conjunto de
ellos.
Esta importante idea de que la persona se concreta en cualquier acto suyo, esto es, se
ofrece como un ser unitario en todas sus manifestaciones. Tal peculiaridad le viene dada
a la persona por su específico modo de ser: como tal es intemporal, pero necesita
realizarse o desplegarse en el tiempo.
Hay una vinculación o nexo esencial entre persona y mundo. El mundo es el correlato
objetivo de la persona. Cada persona, que según hemos visto, es individual en cuanto
tal, tiene asimismo un mundo individual, propio. La condición de posibilidad de pasar
de estos mundos individuales, desconectados entre sí, a un mundo único, común a todo
ser espiritual, halla su fundamento en la idea de una Persona infinita y perfecta. Y es así
cómo “La idea de Dios nos es dada juntamente con la identidad y unidad del mundo
sobre el fundamento de una conexión esencial” (El formalismo en la Ética).
Quizá sea lo más interesante de toda esta teoría el esclarecimiento de las relaciones
interpersonales. La idea de una comunidad con otros seres espirituales no está excluida
ni mucho menos por el hecho de que toda persona es singular y hasta tiene un mundo
propio. Esta comunidad es estrictamente espiritual, y su conexión con el mundo
corpóreo es extrínseca.
La persona en cuanto totalidad, es responsable, por lo tanto, de todos sus actos, aún de
los más íntimos, ejecutados en el ámbito de su conciencia, es así como el acto moral se
fundamenta en la persona, y, concretamente, en su autonomía e incluye:
Como se ha podido ver, los valores no se quedan como meros entes sin fondo, más bien,
Scheler los remite a la persona: “todos los valores, incluso todos los valores posibles de
las cosas y también de las organizaciones y de las comunidades impersonales, están
subordinados a los valores personales” (Ética, nuevo ensayo de fundamentación de un
personalismo ético).
Martin Buber
Martin Buber es llamado filósofo del diálogo porque su filosofía se basa en la palabra,
el diálogo y en especial, las relaciones entre las personas.
Buber dice que la persona logra realizarse por medio de tres tipos de relación: la
relación con el mundo, con los hombres y con Dios. Estas relaciones tienen como base
tres conceptos que hacen referencia a cada tipo de relación: Yo, Tú y Ello. El primero
hace referencia a cada persona que se reconoce a sí mismo como tal, el segundo se
refiere al otro u otros y al Tu Eterno o Dios y el tercero se refiere a las cosas (el mundo).
Yo y Tú (1992), en ella elabora una teoría del diálogo, en la que se establecen tipos de
relaciones entre el Yo y Tú (sujeto a objeto, sujeto a sujeto y a un otro). El ser humano
necesita de estos dos tipos de relación, es decir, necesita de la relación con las cosas y
con las personas. Dentro de estas relaciones, la de sujeto a sujeto permite reconocer en
el otro como igual a mí (como persona). Cuando se confunde la relación de sujeto a
objeto con la de sujeto a sujeto, es cuando se cosifica a la persona y deja de reconocerse
como alguien igual que YO.
De acuerdo con lo anterior también menciona que el ser humano es un ser de relación,
un ser de encuentro que está abierto hacia los demás, y por medio de su relación con
ellos, se descubre a sí mismo y al otro.
Otro punto del que habla en esta obra es la reciprocidad que se da en la relación, pues
como ser social y abierto a la encuentro, responde al otro por medio de la palabra y el
amor, creando así una sociedad con estructuras de justicia y libertad.
Relación Yo - Tú en la educación
Relación
"El hombre, única criatura terrestre que Dios ha amado por sí misma, no puede
encontrar su propia plenitud si no en la entrega sincera de sí mismo a los demás.
"(Gaudium et spes)
Corporeidad
El cuerpo es aquello que media entre mi yo y el mundo. Esto nos lleva a concluir que no
es sólo algo materia. Hay que considerar al hombre como un espíritu encarnado. La
corporeidad es expresión de interioridad. No vemos nunca el cuerpo de un hombre
como simple cuerpo, sino como cuerpo humano; es decir como una forma espacial
cargada de referencias a una intimidad. El hombre es una corporeidad pero no lo es
todo, lo cual nos lleva a superar esa visión dualista. La materia es intrínseca relación
con el cuerpo, con el alma que se llama trascendental, por lo tanto la corporeidad es una
espacialidad conmaterial en el hombre.
Sexualidad
En cuanto a la diferencia entre hombre y mujer, éstos no son iguales. Hombre y mujer
son diferentes pero complementarios uno para el otro. El hombre, no es plenamente
homo sin la presencia de la mujer, ni ésta es totalmente humana sin el complemento del
hombre. Hombre y mujer son proyectados como seres correspondientes el uno al otro,
en el mismo plano, que se relacionan con la palabra, la sonrisa, el llanto, el amor. La
dualidad hombre- mujer es una igualdad total, si se trata de la dignidad humana; es una
maravillosa complementariedad, si se trata de los atributos, de las propiedades y de los
deberes, unidos a la masculinidad y feminidad del ser humano. [4]
Personalismo comunitario
El ser humano es una apertura radical al mundo y a las demás personas, y como tal su
ser consiste en estar siendo, en estar en permanente estado de constitución, y por eso
más que de integración del hombre en el mundo, al modo como se integran las cosas
desde fuera, cabría hablar de integrificación, o sea, de integración desde el interior,
desde lo que va plenificándose sin perder la autonomía.
El hombre está llamado a construir y habitar un mundo con otros, el cual mundo de tal
modo construido vuelve a actuar sobre la persona, y así sucesivamente, de modo que en
la relación entre la naturaleza y el mundo social la propia persona se transforma
transformando. Y como todo ello ocurre en el tiempo, el hombre hace historia, porque la
historia consiste en ese flujo de fuerzas donde el hombre es el agente principal.
El Personalismo Comunitario, del cual trata este espacio, busca la afirmación de que la
persona es el valor más valioso, un modo de vida que sitúa a la persona en el centro de
todas sus reflexiones y sus acciones. Es un pensamiento que no deja de lado ninguna
dimensión de la persona. Pretende pensar a fondo, con rigor. Es tarea abierta. Sus
reflexiones sobre la persona y su existencia comunitaria, sobre lo interior y lo exterior,
están orientadas a formar un criterio que guíe la acción para hacer posibles unas
determinadas estructuras políticas, económicas, sociales y culturales al servicio de la
persona. Se trata de un pensamiento que llama al compromiso.
Cultura
Dentro del mundo nos encontramos con diversos tipos de ideologías, unas que nos
ayudan a crecer, a desarrollarnos de manera integral como personas, y otras que nos
reducen a simples objetos. Para tener un claro ejemplo de esto, se pueden mencionar
que la “cultura de la vida” y la “cultura de la muerte” asignan un valor a la persona, el
primero en sentido positivo y el segundo en sentido negativo.
“En el contexto social actual, marcado por una lucha dramática entre la ‘cultura de la
vida’ y la ‘cultura de la muerte’, debe madurar un fuerte sentido crítico, capaz de
discernir los verdaderos valores y las auténticas exigencias”. Evangelium Vitae
Fe y ciencia
“Hoy en día, la persona está al servicio de los avances científicos y no los avances
científicos al servicio del ser humano,” afirma Juan Pablo II, y tristemente podemos
notar como la persona empequeñece en su trascendencia volviéndose tan sólo un avance
más de la tecnología.
Es que la doctrina cristiana sobre las relaciones entre Dios, el hombre y el universo
constituye el fundamento teórico de la actitud científica, y la hizo posible. De hecho, la
base de la ciencia moderna ha sido siempre un realismo metafísico y gnoseológico, el
que se encuentra en continuidad con el razonamiento metafísico que lleva hasta Dios.
[editar] La Modernidad
• Emmanuel Mounier
• Simone Weil
• Carlos Díaz
• Dorothy Day
También el pensamiento del cristiano protestante y libertario Jacques Ellul tiene ciertas
similitudes con el personalismo, así también Soren Kierkegaard.
http://es.wikipedia.org/wiki/Personalismo
• El Personalismo -
• E. Mounier
La PERSONA
- MANIFIESTO PERSONALISTA -
Al haber hecho una opción fundamental por la persona, quiere ser ante
todo, un estilo, una actuación educativa que permita a cada hombre poder
vivir como persona.
· Economía:
· Cultura:
· Democracia:
· Trabajo:
El trabajo tiene primacía sobre el capital. El dinero sólo puede ser ganado
en vinculación directa con el trabajo.
· Instituciones:
Deben estar al servicio del hombre y favorecer la libertad y creatividad de
las personas. Es necesario revisar las estructuras y valores
despersonalizados.
· Familia:
Debe ser protegida para evitar que sea manipulada por la sociedad, o por
el Estado, respetando siempre su intimidad.Se purificará también todo lo
que tenga de autoritarismo y legalismo para que se abra a la fraternidad y
a la igualdad.
- PEDAGOGÍA PERSONALISTA -
+ Valora, ante todo, la libertad personal de cada uno para realizarse como
persona según su vocación
http://html.rincondelvago.com/el-personalismo-de-mounier.html
LA DOCTRINA DE
EMMANUEL MOUNIER
SOBRE EL
PERSONALISMO Y LAS
BASES GENERALES DE
LA PERSONA Y LA
SOCIEDAD EN LA
CONSTITUCION
POLITICA DEL ESTADO
PERUANO
INDICE
I. INTRODUCCION
V. CONCLUSIONES
VI. NOTAS
VII. BIBLIOGRAFIA
I. INTRODUCCION
El nombre de Emmanuel Mounier puede no ser tan conocido para las nuevas
generaciones de seres humanos inmersos en la vorágine de la lucha por el
poder terrenal, en el contexto de un mundo globalizado a partir de referentes
económicos y tecnológicos. Su destino, que linda con la frontera del olvido, se
parece al del gran filósofo Giordano Bruno, trágicamente muerto por los
asesinos de la inquisición católica de la Edad Media. La injusticia del olvido de
los mencionados hombres de reflexión está siendo remediada y subsanada a
través de la obra de profesores de filosofía contemporáneos, conocidos
mayormente en el ámbito de sus centros de labores. En esa medida, el rescate
del legado de Bruno, y también en esa medida el rescate de la doctrina
personalista de Mounier.
Sin tratar de emular al estilo del manifiesto comunista de Engels y Marx, la obra
de Mounier, escrita en 1936, no puede evitar caer en la tentación de la emisión
de la declaración de principios, de corte personalista, pero también de carácter
provisional, como el mismo autor lo señala en su prefacio, seguramente más
como muestra de sencillez y humildad de pensamiento que como inestabilidad
en su construcción doctrinaria. Es de señalar que el prefacio de “Manifiesto al
Servicio del Personalismo” está inmediatamente acompañado por un escrito
que rotula “Medida de nuestra acción”, en el cual desde el inicio define
específicamente al personalismo, en términos que se refieren a la doctrina
personalista como propia de toda civilización que afirma el primado de la
persona humana sobre las necesidades materiales y sobre los mecanismos
colectivos que sostienen su desarrollo.
Lo que a simple vista parece ser extraído del museo de la historia sin
embargo asume aparentemente cierta actualidad cuando los preceptos
constitucionales declaran que la persona humana (o la defensa de la misma) es
el fin supremo de la sociedad y del Estado (artículo 1 de la Constitución Política
del Estado). En esa medida, estaríamos ante una Constitución personalista, por
lo que cabe plantearnos la siguiente interrogante:
¿ Resulta ser o no de índole personalista la Constitución Política del
Estado vigente a la luz de lo preceptuado en su primer artículo ?
Fuera del círculo intelectual español, muchos intelectuales católicos han tenido
relación con el movimiento personalista. Así puede considerarse también
“personalista” alguna obra de Jacques Maritain (especialmente “Humanismo
integral”). Junto a la filosofía, el personalismo ha tenido un importante
componente literario. Así, por ejemplo, se ha llegado a considerar que la obra
de Mounier resulta difícil de comprender sin la literatura de Charles Péguy.
Cristiandad difunta: Como la que ha muerto por connivencia con el poder del
mundo, por olvidar la profecía, por desatender el sentido de la parábola del
buen samaritano. Para Mounier es esencial comprender que no hay dos
historias, una “sagrada” y “profana” la otra, sino que la Iglesia debe optar por lo
que denomina “sobrenaturalismo histórico”.
Resulta un tanto difícil valorar hoy la actualidad del personalismo por muchas
razones. En cualquier caso está claro que la filosofía personalista, como
también el existencialismo, quedó al margen de la corriente de pensamiento
central en el siglo XX, es decir, fuera del análisis lingüístico; muchas de sus
metáforas aguantarían mal un análisis de este tipo. Es significativo que los
actuales pensadores “comunitaristas”, muchos de ellos católicos, prácticamente
nunca reconocen su deuda con el movimiento personalista pese a que éste se
basaba muy especialmente en la reivindicación de la “comunidad”. Y la
explicación puede ser sencilla: el comunitarismo actual es de tipo liberal,
mientras que Mounier abominaba del liberalismo que consideraba anticristiano
por poner al hombre bajo el dinero.
Algunas de sus obras son de edición póstuma, pero tal bagaje constituye la
herencia intelectual de Emmanuel Mounier para los tiempos venideros.
Las millones de vidas humanas perdidas en el altar del Estado nación con
doctrina sistémica y totalitaria han sido la experiencia necesaria y suficiente
para que se devuelva a la persona su dignidad inherente, que fue
objetivamente mancillada. La humillación concreta de las personas en las
doctrinas de Estado ha servido, pues, de incentivo para, desde una respuesta
dialéctica, fomentar precisamente lo contrario; es decir, la defensa y el respeto
de la persona humana, en su inmanente dignidad. Tal revaloración de la
criatura humana tiene que ver con el hecho de ser una parte especial en el
ecosistema de la vida: una parte pensante y sensible, que, desde el primer acto
de asombro y planteamiento acerca de su identidad, se reconoce como agente
de conocimiento del mismo universo infinito, eterno e increado.
Está claro que Mounier fue consciente de tal interrelación vital. La persona no
puede existir sin la comunidad, y la comunidad no puede ser concebida sin la
persona. Sólo el individualismo, recogiendo fraseología personalista, tiende a la
evasión y el aislamiento, no la persona. Sólo el liberalismo burgués resquebraja
a la comunidad en sectores privilegiados y pauperizados, no el personalismo.
Sólo el colectivismo aplasta al ser humano dentro de una estructura monolítica
que deja poco o ningún lugar para las cuestiones del alma.
Pero la contrastación con los hechos nos lleva a un mundo en caos social y
conflictos diversos. Y es que las ciudades urbanas se han convertido en “selvas
de cemento”, en donde cada cual vela con salvaje devoción por sus propios
intereses, cuando no importan los demás, sino solamente uno mismo, en una
competencia desleal, concebida contra los demás, y no alrededor del propio
desarrollo del individuo. En tal sentido, la comunidad podría ser vista como el
resultado lógico obligatorio de un proceso de imposición de los más fuertes
hacia los más débiles. Y es que la comunidad se explica en primera instancia
por la existencia previa física de las personas naturales que la integran. Como
se diría, la comunidad no es concebible sin individuos que le den sustento a la
misma, ya que la comunidad, como tal, no pasa de ser un mero concepto que
para no ser una ilusión necesita de un carácter diferenciador, puesto que una
simple reunión física de personas no tiene porqué identificarse con lo que es o
puede ser en sí la comunidad.
V. CONCLUSIONES
1. La filosofía personalista constituye para algunos el síntoma y para otros la
respuesta a esa situación de nihilismo, cuando ni la soledad, ni la muerte
permiten responder a la pregunta por el sentido, y la “persona” se divisa en el
horizonte conceptual como alternativa a la crisis de la modernidad.
VI. NOTAS
(1) Respecto a los esquemas estrechos de concepción a través de la historia
podemos citar a la oscuridad filosófica y científica imperante en la Edad Media,
en donde, por ejemplo, se llegó a afirmar como dogma que la tierra era plana y
que las estrellas y demás cuerpos celestes giraban alrededor de nuestro
planeta.
(2) Sobre la problemática del lenguaje, es de destacar que, por ejemplo, para
Ludwig Wittgenstein no existe un lenguaje ideal, perfecto, que nos mostraría la
esencia del lenguaje, lo que el lenguaje realmente es y cuyo descubrimiento
sería el objetivo final de la investigación sobre el lenguaje. Los estudios de este
filósofo sobre el lenguaje han hecho revalorar la importancia del lenguaje
ordinario y el lugar que el uso ocupa en el tratamiento del mismo. En ese
sentido, el “individuo” que Emmanuel Mounier condena y ataca es lo mismo
que la “persona”. Sólo que para este autor personalista se hizo necesaria la
creación de un término que simbolice lo que él precisamente trataba de poner
en duda abierta y en franca oposición a su doctrina, obviamente con fines de
ubicar claramente al “enemigo” principal, al cual ya se podía destinar los más
cruentos ataques en el mundo de lo intelectual.
(3) Los conocidos hermanos Chirinos Soto al respecto señalaban que la
persona no puede ser, como tal, fin de la sociedad ni del Estado, pues la
defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad sí pueden ser no
sólo uno de los fines, sino el fin supremo de la sociedad y del Estado. Con tal
tautología, no queda mucho por agregar, salvo el hecho de que lo más propio
seria hablar de una realización plena del ser humano como objetivo máximo de
la sociedad y el Estado peruanos.
http://www.tuobra.unam.mx/publicadas/041216173347.html
Pregunta resuelta
El personalismo más allá de ser una corriente filosófica sistematizada, representa una
corriente de pensamiento que tiene como centro de sí a la persona
http://es.answers.yahoo.com/question/index?qid=20071115194605AAiR1TC
El Personalismo
http://www.textos.org/el-personalismo.php
(1º) Porque existen, entre las creencias de nuestra cultura, y sobre todo en
el lenguaje, personas no humanas (personas divinas: Padre, Hijo y Espíritu
Santo; personas angélicas o diabólicas; o incluso las extraterrestres).
(2º) Porque hay seres o cosas que son humanos, pero no son personales
(por ejemplo el «hombre de Neanderthal» –nadie dice: «la persona de
Neanderthal»– o bien una máquina, un mueble, y en general, la «cultura
extrasomática», que es humana, «cultura humana», y no es personal).
http://www.filosofia.org/filomat/df278.htm