Anton Pannekoek - Una Nueva Forma de Marxismo (1974)

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U na nueva forma de Marxismo

Anton Pannekoek
Introduccin: Cajo Brendel

Titulo original: Neubestimmung_ des marxismus

Coleccin: Biblioteca Promocin del Pueblo, n. 0 13


Edita ZERO, S.A. Artasamina, 12 - Bilbao ..
Distribuidor exclusivo: ZYX, S.A. Lrida, 82 - Madrid-20
Traduccin de Carios Daz
Portada: AFA.
K.arin Kramei; Verlag, 1974, Berln.
ZERO, 1978
.
Madrid, Enerot 1978.
Printed in ~pain. Impreso en Espaa~
I.S.B.N.: 84-317-0440-3-
Depsito Legal: 800-1978
ImPr1me:_Litografa EDER, Fuenlabrada.
Fotocomposicin; MT. San Lambeno, 9 Tel. 255 12 13

Introduccin

Existen pocos tericos socialistas cuyo trabajo publicstico haya sido tan poderosamente influido por los cambios
habidos en el seno del moviniiento obrero y por. la lucha
. de clases, como Anton Pannekoek. Efectivamente, esto se
~ntiende mejor si se dice que en tie.mpos de Anton
Pannekoek tanto la situacin, como la praxis de la .clase
trabajadora, se vio sometida a cambios sorprendentes. Pero
hay algo ms que interesa saber: ya antes de que se uniera
al socialismo, hizo su trabajo como astrnomo y como
cientfico de la naturaleza -es decir, como alguien por as
decirlo interesado profesionalmente en la causalidad de los
hechos- en el sentido del marxismo. En vida, s:e separ
de las leyes sociales que regan la vida social. Esto significaba
para l el reconocimiento de las fuerzas reales que
dominan una historia dividida en clases, si bien e5tas
fuerzas no quedaron para l nunca reducidas a simples
frmulas, concebidas como algo absoluto e incarilbiable.
Su mtodo de trabajo corno cientfico naturalista no tena
nada de UQgento mecnicamente.aplicado para todo uso,
nada de receta.
Ya eri uno de sus primeros escritos, cuenta la expenencia que, lo mismo que a Marx y a Engels, le llevara a
concebir su cocepcin de la historia. Pannekoek dice que
las leyes> de la naturaleza o de la sociedad no deben ser
entendidas como leyes absolutas, como reglas, como.
7

mandatos inamovibles, que hubieran de influir a la


realidad de una manera forzosa.
Por eso escribe: cToda ciencia, en su calidad de pura
ciencia del espritu, es sistematizadora y ordenadora; busca
la regularidad, lo generalmente concreto. El mundo de las
apariencias es infinitamente plural y cambiante: siempre
nuevo, siempre distinto ... El espritu busca lo general, lo
comn a todas las modalidades de lo que aparece,
formando a partir de aqu, conceptos, reglas, causas,
leyes ... La pregunta de si realmente existe en la naturaleza
una ley, ha. de ser respondida a la yez, con l:(n ~ .Y _c<;>n un _
no. Con un s, en la medida en que lo general, lo
comunitario, est contenido en cada caso especial; con un
no, en la medida en que slo lo concreto, lo especfico, es
realidad, siendo la ley por lo tanto solamente una
abstraccin en nuestra cabeza. Cualquier regla, cualq-uier
ley, pese a su absoluteidad, rio puede ir ms all de lo que
aportan los materiales concretos, a partir de los cuales. esas
reglas o leyes se han formado. Ellas son lo general de estos
hechos, y si surgen nuevos hechos, entonces la ley queda
completada o modificada. De este modo, y de una forma
incesante, las leyes de la naturaleza ~on remodelad~s o
mejor formuladas, siempre que se producen nuevas o ms .
m~duras experiencias o se llega a unos grados mayores de
abstraccin 1 ;
Esta necesidad cientfica de configuracin continua. de
las leyes de" la naturaleza, puede aplicarse tambin hasta
un cierto -grado a las leyes que rigen la evolucin de la
sociedad2

Co,,_nunismo conse.1ista y bolchevismo


En 1921, la socialista holandesa Henriette RolandHolst 3 reproch a Pannekoek el haber cambiado -su actitud.
ante Rusia, respect<? a lo que haba escrito antes. Panne/,

De

Je la naturaleza en la /ucfu social, en


TijdJahrgang 1917, pp. 382-383.
l. Esto se ver con mayor claridad en lo sucesivo.
3. H. Roland-Holst: El Partido re110/ucionano. Kollectiv Verlag, Berlin .. 1972.
l. Anton_Pannekock: Dos in11estigm:lores

NieU'~e

koek replicaba: cEste es un reproche que se me formula


por reconocer que los pensamientos no se paran mientras
que el mundo cambia continuamente ... Las ideas, condiciona<l:as por las circunstancias continuamente nuevas, han
de cambiar igualmente, y concordar ~on el mundo real.
Esto significa, por ende, que nosotros debemos repensar,
reaprender, liberarnos de todo lo que hasta ahora hemos
pensado. Qu hay de malo en ello ... ? No es culpa
nuestra que el mundo cambie tan rpidamente. En una
poca de revolucin no hay que reprochar que la realidad
haya cambiado, y por lo tanto que haya cambia.do nuestro
pensamiento sobre ella. Al contrario, lo que tendramos
acaso qUe reprocharnos sera el no darnos cuenta de esto,
no quererlo reconocer por pereza de espritu o por estar
presos de ideas envejecidas ... > 4
Este problema caracteriza precisamente la separacin
terica del comunismo coilsejista con respecto al bolchevismo. Como Rosa Luxemburg (con la que entronca su
concepcin histrico-materialista), Pannekoek estuvo desde
el principio en una postura crtica frente a la revolucin
rusa. Comenz por declarar la guerra a los semidioses
burgueso-revolucionarios del Kremlin, mientras demostraba que sus mtodos no tenan nada que ver con un
marxismo revolucionario, ni con la praxis de la lucha de
clases de los trabajadores de- la Europa occidental, y qu_e
incluso estaban en contradiccin con todo ello.
Pannekoek carac~eriz a la tctica bolchevique como
oponunismo comunista, por lo que este oponunismo de
1a 111 Internacional era algo tomado de las formas de lucha
y de los mtodos de la 11 Internacional. Justamente las
experiencias de la lucha de clases dem.ostraban que tanto f;l
parlamentarismo como las organizaciones sindicales haban
de ser consideradas histricamente ya corno formas sobrepasadas por el capitalismo. Ambas formas -parlamentarismo
y organizaciones sindicales- solamente tenan para l un
. carcter social-demcrata, y ponaban los estigmas de un
movimiento reformista qe carcter radical-burgus. Para l
4. Anton Pannckoek: Ru.ria y el comunismo. En Die Nicuwc Tijd, Jahrgang
1921, pp. 640-641.

estaba claro que, en su evolucin social, los movimientos


reformistas socialdemcratas haban sacrificado su originaria
intencin, y que las nuevas y militantes organizaciones
obreras -por ejemplo los consejos y los comits de huelga .
autnomos-, independientes de las formas socialdemcratas existentes, habran de luchar de una forma totalmente diferente al modo en que luchaba la burocracia
sindical integrada en la sociedad burguesa 5
RevQ/u~iones en

el Estado futuro

La realidad social, la evolucin social de la lucha de


clases, obliga a Pannekoek a revisar sus propias teoras. Y
as escribe: El socialismo no es simplemente una leccin,
un manual o una serie de tesis, que, una vez aprendidas, pueda decirse: ahora ya me lo s, y es sufi~iente con ello!
El socialismo es un aprender co~tinuo, ampliacin de las
propias op1n1ones; el aprendizaje no cesa jams. El
5. Por mi pacte, y como traductor, sarne permitida una pcqucfta nota para
expresar, siquiera brevemente y a pie de pgina, la disconformidad de os actuales
consejistas con la cpureza> de su lder .A.nton Pannckoek. Hoy se piensa que el
Sindicalismo Revolucionario (es decir,. el nico au~ntico) y los Consejos Obreros no
son incompatibles. Aun rcconoci~ndo la burocratizaci6n posiblede las organizado~.
nes sindicalistas, incluso de las revolucionarias, stas son la estn_Jctura imprescindible
~ minima para mantener la coherencia y la continuidad de la lucha que, de otra
forma, se perdera (ejemplos: los soviets rusos de 1917, y los . posteriores de
Alemania, Italia, Hungra, Polonia, Checoslovaquia y Pas del 68). Por otro 'lado,
n~ entraa tambi~n, en ltimo. extremo, el co.mejismo cpuro una pimmidc
federalista de Consejos Obreros, edificacin espontnea, emprica, de abajo .arriba,
que en ciertos aspectos 5c conviene en u~ cburocracia de base.? Q pas en
Hungtia, donde por n desmesurado y-ennco resi>cto a la ba~, no hubo mod~de
que se reunieran siquiera los consejos de fbrica ms importantes de Budapcst.,
hasta tanto no decidiesen tOdos y cada uno de ~os obreros en. asamblea, mientras las
tanques rusos se abrian paso por las calles de ia capital? No hay en esto rasgos de
cizquierciismo infa~til? Por otra parce, del consejismo al espontancsmo desaforado
de ciertas tendencias cautnomas hay un paso muy pequeiio~. donde :el asamblesmo es artificial, y donde -para m'5 .desgracias- siempi'e algn giupt1Sculo o
fraccin quiere imponer su ley, en calidad de crepresentante .pur011> .de la lrica
autnoma. De ah que si bien el consejismo floreciese n condiciones blicas
(especialmente en Alemania y Rusia), y fuese all provechoso como reactivicin y
en~rgctizacin de la siempre lenta lucha sindical (por revolucionaria que sta sea),
sin embargo, en unos momentos en donde no hay posibilidad ni a corto ni a medie

10

-~--~:',..,.,...._.:_.

: ..,...,._.....,.

.,...,-.

.....

conocimiento socialista nunca est completo, no es una


cosa cerrada; por el contrario, el socialismo es una
evolucin inconclusa, un proceso progresivo> 6 Pannekoek
fue fiel a esta idea, y su crtica a Roland-Holst asf lo
demuestra, revisando no solamente la cuestin sindical y el
parlamentarismo, sino tambin la poltica socialista, examinando la poltica en general, frente a las tesis que .l
mismo defendi durante toda su juventud.
Dos artculos, publicados precisamente en este volumen, muestran inequvocamente que Pannekoek, en su
calidad d.e u.no de los ms celebrados tericos de la
internacional socialdemcrata, no. pudo al principio realizar totalmente esta crtica. As, en su artculo escrito a
comienzos de este siglo, titulado Revoluciones en el
Estado futuro, parte de la conviccin socialdemcrata de
que hay que romper el podero de la clase burguesa, a fin
de que la clase trabajadora misma pueda ejercitar el poder
estatal, que necesitara para ello. _Adems, dice que es
preciso que la nueva forma de Est-ado tome en sus manos
el nuevo orden revolucionario de la produccin social. Esto
est, naturalmente, muy alejado de lo que haya de afirmar
con el curso del tiempo ms adelante 7
En su trabajo titulado cEtica y Socialismo> an no
comprende al socialismo, de una manera consecuente,
como el resultado de l;. lucha lle.vada adelante por los
propios trabajadores. ~annekoek define al socialismo como
cinstriimento que proporciona al trabajador las armas.
espirituales.

plazo para la. rcvoluci6n, el conscjismo .carece de sentido. de al su actual


decaimiento. Resumiendo: consejismo a ultmnza puede ser peligroso,_ tanto como
burocracia a ultranza. Urge integrar y conexionar conscjistas y sindicalisas
revolucionarios. Lo dems es voluntarismo de grupsculo, inoperante para cambiar
la sociedad, y por ende reaccionario (Nota del Tea.ductor).
6.. Anton Pannekoek: Socialismo primiltilo. En De Nieuwe Tijd, Jahrgang
1908, pg. 375.
.
7. En la confrontacin con el escrito de Lenin. cEI &ta.do y la Rcvoluci6n., la
afirmaci6n de ~nin de que el destruido Estado burguEs habtia de ser.substituido
por un cestado proletario la comprendfa Pannekoek - y ello en contnste con sus
reflexiones en cRcvoluciones en el Estado furor~ en el sentido de que las
afirmaciones de Lenin slo eran inteligibles a partir de las contradicciones internas
de la rcvoluci6n rusa, pero que ellas nada tenan que ver con una cooccpci6n
marxista..

11

Etica y socialismo
En mi opinin, Pannekoek valora falsamente en su
obra cEtica y socialismo los motivo.s que mueven en su
lucha al trabajador. Recuerda a la burguesa holandesa,
que no pudo comprender en el ao 1903 la solidaridad de
clase de los trabajadores de los ferrocarriles con los
trabajadores del transporte. Naturalmente, es correcta su
opinin de que dominantes y dominados juzgan sus
acciones de manera completamente distinta, pero el
ejem.plo. qu~ pone para justificarlo. nq es co~recto del todo.
Pues la negativa de los trabajadores de ferrocarriles a
transportar bienes se debi a una lucha que dominaba su
situacin social. El no considerar esta parte de la lucha no
puede comprenderse sino desde dentro de la mentalidad
de la socialdemocracia, en la que estaba preso por aquel
entonces Pannekoek. As, en el mismo escrito, vuelve a
encontrarse otra cosa parecida. Habla de que los trabajadores no tienen cpor meta el cambio de la sociedad, sino
que sta cambia l.ndependientemente de los trabajadores.
Si se parte de -esta conviccin, no puede naturalmente
hablarse de proletariado socialista (lo que en realidad
hace en el citado escrito). Si el proletariado lucha contra el
orden social dominante, no lo hace porque desee un
mejor orden social> (como afirman los idealistas polticos). La lucha contra el capital no tiene sus orgenes en la
lucha del proletariado a partir de razones ideales, sino que
est fundada en sus necesidades materiales. Aun cuando
no se ape~cil?an directamente intereses materiales concretos, no. h:~bra. que buscar motivps deletreos, sino la
situacin prctica concreta. El sentimiento_ de justicia, las
razones ticas y morales que llevan a obrar' son,. segn
Pannekoek, exclusivamente sociales 8
Todo aquel que se ocupe con los mencionados problemas de tica y socialismo en Pannekoek, comprobar con
8. Afirmacin que. como vecemos ms adelante, no es tan nitida
Pannekock, el cual oscil6 -por decido con terminologa hispana- entre
cpancism0> de Unamuno (cEI socialismo es cosa de est6mag0>) y el ceticismo:.
Bcsteiro (clo primordial en la lucha de clases es la moral>); desde entonces,
cuestin oscila entre Bcsteiro y Unamuno. (Nota del Traductor).

12

en
el
de
la

~ ~?.

,;

,!:~"'-'---a.~

sorpresa que estos temas son hoy tan actuales como


entonces. Por slo nombrar algunos ejemplos: los mineros
belgas bloquearon durante sus huelgas las carreteras, los
nudos de comunicacin, impidiendo el trnsito de mercancas y -personas; en 1971, los mineros ingleses se
negaron a ir a las minas, y a hacer horas extraordinarias en
1973/74. Para juzgar tales acciones como correctas:. o
como falsas, hay que partir de motivos ticos como
cbueno:e> o malo>, teniendo adems en cuenta que tales
conceptos son relativos, condicionados a la situacin de
clase, a la edad y a las creencias morales, Lo __ que a los.
trabajadores les parece permitido, a sus enemigos de clase
les parece amoral, reprochable e ilcito.
El problema de la relacin entre tica y socialismo
atraviesa ms o menos todos los escritos de Pannekoek.
Para l, como terico socialista 9 , se trata de:
_desarrollar los mtodos 10 que no van de la idea a
la realidad, sino, viceversa, de la realidad a la teora;
- estudiar las leyes sociales (resaltando lo general, lo
esencial), que no han de estar forzosamente referidas al
tiempo, sino que son relativas.
La contemporaneidad dialctica de lo general y lo
particular hace aparecer las reflexiones de Pannekoek muy
actuales, pese a los hechos de que, naturalmente, como
9. Para comprender la importancia del factor moral en Pannekoek, s~ri de
importancia cstudiac el pensamiento deJoscf Dietzgcn.
10. Para Pannekoek, lo esencial es el mtodo, y no sta o aquella afirmacin
de Marx; en el mtodo vea Pannekoek el arma m'5 fuerte en la lucha
espiritual-social.
cLa concepcin materialista de la historia>, escribe,- cno es ni un sistema
determinado, ni una teora determinada; es un m~todo de investigacin, cuyas
causas y efectos se p\leden investigar en todos los acontecimientos. y que permite
explicaciones suficientes para los sucesos sociales qpe se suceden uno tras otro.
(Anton Pannckoek: Kant y el Marxismo. en De Nieuwe Tijd. Jahrhang 1901, pig.
613). Lo que se puede lograr con semejante mtodo lo describe el joven Pannekoek
como cun orden de apariciones populares y equtvocas, que -engaftosamentc-
prcse~tan a fenmenos completamente diferentes como una forma derivada de una
y la misma cosa. Asi aparecen, por ejemplo, a primera vista. las formaciones .
eclesiales del siglo XVI. y la gran revolucin francesa de 17 89, no como algo
esencialmente idntico, sino que pueden ser consideradas -como la conquista del
poder social por la clase burguesa, ciertamente diferenciad~. pero en la forma
esencialmente idntica> (Pannckoek, Op. cit. pg. 614).

13

hombre de su poca, no pudo prescindir. En la medida en


que consideraba a sus propias reflexiones no como inalterables, sino como algo en continua evolucin, sus anlisis
van
ms all de los problemas puramente relativos a su
.,,.
epoca.

& trabajador lucha por s mismo


Al comienzo del siglo XIX, Pannekoek se da cuenta de
que s.e halla ~n una encrucijada his~rj.ca 1 1 El p~ol~t.ariad~.
ya no era enemigo de cienas formas del modo de
produccin capitalista, sino del capitatismo en ge~~~~l..
Pannekoek vio llegar la poca histrica en que l~ ...clase
obrera misma tomara su papel histrico, en lugar de
servirse ms de sus. representantes tradicionales, polticos y
sindicales.
Naturalmente, y con este criterio, cay ininediatarilente en contradiccin con los bolcheviques, que no valoraban
la capacidad de iniciativa de las masas, sino la disciplina de
partido y la obediencia a ul~ranza. Slo con una informacin deficiente puede comprend~rse que Pannekoek luchara en favor de los bolcheviques rusos contra la imperial:Sta
carnicera de los pueblos socialista y contra el so~ialchovi
nismo de la 11 Internacional. Cuando comprendi. con
claridad la verdadera situaci6n, come.nz su resistencia. Un
motivo suficiente para esta comprensin fue el esc.-ito de
.respuesta al folleto de Lenin dirigido contra Pannekoek Y
otros, titulado cEl 'radicalismo de izquierdas', enfermedad
infantil del comu.nistno> 1 2
.
ll. La huelga de trabajadores portuarios de Hamburgo. Bremen, . Kicl
(1910-1913), las luchas de los mineros ingleses y belgas, la huelga de los
ttansportistas holandeses, contribuyeron esencialmente a que Pannekock desarrolla..;

ra una conccpci6n completamente nueva de la lucha de clases (as por ejemplo.


algunas aos ms tarde hablaba del csocialismo de los trabajadores:., por. conuap<>sici6n ~ csocialis~o de. las organizaciones tradicionales.).

12. La ctica de Len.in se diriga igualmente contra Hermano Goner y aquellos


que habian fundado en Alemania el Panido Comunjsta Obrero independiente de
Alemania, y que fueron excluidos de la 111 Internacional. En. el Tercer Congreso
Mundial del Komintern de 1921, tuvo lugar en Mosc la separaci6n definitiva.

14

Ruptura con el comunismo oficial


Tras su ruptura con el comunismo> oficial, comienza
el perodo terico ms importante de Pannekoek. En esta
poca, escribe no slo un extenso estudio sobre los consejos
obreros, no slo publica una investigacin sobre cel origen
del hombre:. -empalmando con el problema- que haba
bosquejado en su folleto Darwinismo y marxismo>- sino
que tambin rompe, claramente, con el mito bolchevique
(en su trabajo Lenin filsofo> 1 3 ). La ocasin para este
escrito fue el trabajo publicado por Lenin en ingls y en
alemn. titulado cMaterialismo y empiiiocriticismo:. i 4 Si
se hubiese conocido antes este ltimo escrito -escribe
Pannekoek-, antes se hubiese podido considerar desde
una perspectiva crtica tanto el bolchevismo como la
revolucin rusa .
.Cuando Pannekoek, en su trabajo titulado Revolucin
mundial y tctica comunista> (aproximadamente de 1920/
21), critic el oportunismo bolchevique, estaba ms o
menos claro para l que la revolucin rusa acabara en el
capitalismo de estado. A los mismos bolcheviques los
consideraba an como vctimas involuntarias y trgicas de
esta inevitable evolucin. Compar su situacin con la
analizada por Engels en SU estudio titulado cLa guerra de
campesinos e.n Alemania>, es decir, la situacin de un
Partido que toma el poder en una poca determinada en._ la
que an las condiciones sociales no estaban maduras para
el poder de clase que ese partido representaba. En su
escrito cLenin filsofo corrige Pannekoek sus anteriores
concepciones e ideas. Dice que la .concepcin filosfica ...de
Lenin bsicamente nada tiene en comn con el -materia- .
1ismo histrico de Marx y de Engels, sino ms bien todo
con el materialismo burgus del siglo XVIII.
A co~ienzos del siglo x.x; segn Pannekoek, eran
dominantes en la Rusia atrasada . las mismas relaciones
sociales que a comienzo de la gran revolucin burguesa en
Francia. En el enorme pas agrario, es predominante el
13. Publicada en esta editorial. (Nota del Traductor).
14. Igualmente publicada en esta editorial <N:ota del Traductor).

15

modo de produccin capitalista. Zar e Iglesia tienen el


poder econmico y social. En lucha contra ambos, el
materialismo cientfico se acredita como el arma ms
-segura. Tarea de la inmediata revolucin es acabar con la
situacin feudal, abrirse a la moderna evolucin industrial,
sobre la base del trabajo asalariado. Dicho de otra manera: .
La gran revolucin rusa del siglo XX es una revolucin
burguesa. Pero la revolucin no ser llevada adelante por
la clase burguesa, cuyos intereses estn ntimamente
unidos al zarismo. El papel histrico de la burguesa ser
toma9o en Rusia por el partido l~ninista, . qlJ.e. ap~ent~-
mente surge en nombre del proletariado. Esto imprime
carcter tanto al Partido como a la Revolucin.
Segn Pannekoek, por esto no cambia el carcter social
de la revolucin. Los bolcheviques, en lugar de ser las
vctimas de la evolucin social. en Rusia, son en realidad
sus exponentes, y de ah deriva todo lo que hace del
bolchevismo ser como es: el erigirse en enemigo y rival de
la lucha de clase proletaria, y el impedir el camino de la
liberacin de los trabajadores en la Europa occidental y en
USA. Despus de veinte aios, en que Pannekoek haca
estas reflexiones, los tanques aplastaban los levantamientos
de la Alemania Orien~al (1953), Hungra (1956) y Polonia
(1970).

Partido y clase obrera


En su libro sobre los consejos obreros, Pannekoek
responde a la pregunta d~ cmo. hay que ente~der la
revolucin proletaria. -En el artculo Partido y clase.
obrera da la siguiente definicin: La revolucin proletaria es un proceso histrico, cuyo peculiar carcter es la.
evolucin de la autoorganizacin de la clase obrera en
.lucha. La imponancia de esta autoorganizacin bajo la
forma de consejos obreros, salid<;>s de las mismas luchas de
clases (o, en su estado embrionario, como comits autnomos de huelga) es expresarriente acentuada por l.
El capitalismo como sistema econmico-poltico no se
supera si .se quitan de enmedio a los capitalistas privados,

16

pero se mantiene al Estado como dirigente de la produccin; trabajo asalariado y produccin de plusvala, es decir,
dependencia y explotacin de la clase obrera, permanecen.
El socialismo significa: autogestin de los obreros en las fbricas (lo que naturalmente. no hay que confundir con la
autogestin de Yugoeslavia). Adems, aade Pannekoek,
la caracterizacin del socialismo no ha de ser entendida como
una exigencia, sino que por as decirlo, es la descripcin
terica de lo que puede caracterizarse como visible.
La liberacin de los trabajadores slo puede ser obra
de los trabajadores mismos. Esta frase de Marx, ser,
naturalmente, aceptada por Pannekoek de una manera
total y absoluta. Pero solamente al comienzo del siglo XX
adquieren esas luchas formas tales que hacen buena la
frase en toda su magnitud. Ciertamente, hubo rebeliones
de tejedores en Silesia, y una revuelta en Lyon en el ao
1831, pero semejantes revoluciones proletarias sordas eran
expresin de la desesperacin proletaria, y en general no
eran caractersticas de las luchas de entonces. Solamente
ms tarde se caracterizarn las luchas por el hecho de que
los propios trabajadores formarn comits de lucha y
tendrn la responsabilidad por s mismos. A ello se refiere
Pannekoek, entre otros trabajos, _en el aqu contenido
Sobre consejos obreros.

Carcter de las luchas de clase


Pannekoek derivaba de las luchas de clases existentes
en su poca el carcter de las futuras. Este mtodo le
permita seguir la huella a los caracteres generales presentes en la pluralidad de formas de lucha y de sus diferentes
intenciones. A tal efecto aseguraba que los distintos
consejos obreros espontneamente formados se parecan
unos a otros. Pudo sin embargo tener otra visin de las
cuestiones fundamentales del socialismo y del poder
obrero.
Pannekoek proporcion con todo su trabajo cientficosocial una teora que pretende menos ser una doctrina>
que un medio para el nuevo movimiento obrero, capaz de

17

perfilar los ~ontornos de las futuras organizaciones de


lucha. Naturalmente, la teora no puede abrir ningn
camino, pe.ro s puede al menos decir qu camino podra
seguirse, y por qu. Justamente aqu radica la importancia
de Anton Pannekoek como terico socialista.
Cajo Brendel
(Amersfoon, enero de 1974)

. , 18

Capit-ulo Primero

El marxismo como hecho

Hasta ahora, los filsofos han interpretado el mundo de diversas


maneras; de lo que ahora se trata
es de transformarlo.
(K. Marx: Tesis sobre Feuerbach).
Las teoras cientficas no salen de los pensamientos
pur~s y.desapasionados de las cal;>ezas de los hombres. Esas
teoras sirven a la praxis, y estn determinadas a esclarecer
el camino de los homb~es ep. sus tareas vitales prcticas ..
Incluso, surgen por necesidades prcticas, y cambian su
configuracin si el a.mbiente, o la sociedad, o la necesidad
cambian. Por esta razn, la mjsma doctrina puede colorearse de tonos completamente diferentes con el transcurso
del tiempo. Qu gran diferencia existe entre ~l ~ristia
nisrno de los primeros siglos. ~e la Edad Media, de las
distintas iglesias protestantes de la poca. de la Reforma, y de
la burguesa librepensadora del siglo XIX!
Con el marxismo pasa lo mismo. Pese a ser una clara
teora cientfica, sin embargo ha tenido diversas apariencias, segn l~ necesidades de la poca.
El marxismo fue la teora del final del capitalismo.
Matx, corno escribi en 184 7 en el Manifiesto Comunista,
grit a los proletarios de todo el mundo capitalista:

19

cProletarios de todos los pases, unos!. E hizo algo ms


que llamar a la unidad, cosa que ya ha.b.n hecho otros
muchos para muy diversos fines. Proporcion adems a los
proletarios una teora que les mostraba su meta, que les
explicaba la sociedad, y que les dio la seguridad de su
xito. Esto fue el materialismo histnco.
El materialismo histrico analiza la actuacin de los
hombres en la historia a panir de sus relaciones materiales,
sobre todo econmicas. Dado que los hombres no actan
inconscientemente,
sino por medio de pensamientos,
ideas
.
.
.
y metas, siempre presentes en sus .acciones, . esto. quier~
decir que tales pensamientos, ideas y metas no surgen por
s mismas de una manera casual, sino que son un efecto de
sus mismas relaciones y necesidades sociales. Si una transformacin econmica es precisa, si las viejas circunstancias
estn sobrepasadas, todo ello genera siempre en las cabezas
de los hombres la conciencia de la imposibilidad de
permanencia de lo anterior, y la voluntad de hacerlo
cambiar; esta voluntad se abre irresistiblemente camino
por medio d~ la actuacin, y determina la praxis. Por todo
ello, el proletariado no solamente necesita realizar un
orden mejor; el materialismo histrico da al proletariado la
seguridad de que tal orden llegar, de forma que la
evolucin de la economa de las masas contribuye. y
posibilita su .,,logro. De esta manera,. el .socialismo deja de
ser una utopia para pasar a ser una c1enc1a.
Algunos contradictores, que no comprendieron esta
doctrina, porque negaba de una manera demasiado fu.ene
sus muy SQlidificadas opiniones, la tacharon de fatalista, y
dijeron que (bajaba a los hombres al nivel de una
marioneta sin .\roluntad. No tenan razn, como se ha visto.
anteriormente. Pero el hecho de que hubieran cado en ese
error, fue sin embargo tambin parcialmente una consecuencia del clima especial que tuvo el marxismo en este
tiempo atrs. El marxismo tit;ne dos partes: el hombre es
un producto de las circunstancias; pero a su vez el hombre
modifica las circunstancias. El hombre slo es agente de las
necesidades econmicas; pero estas necesidades slo pueden modificarse gracias a su -accin. Ambas partes son
igualmente correctas e unportantes, y juntas forman una.
-

20

J> - ...\. '~r.;~-

teoria completa. Pero segn las circunstancias hay que


resaltar ms o menos una u otra parte. En la poca de
duras persecuciones que sigui a 1878, cuando todo pareca
sin esperanza, cuando tantos lderes renunciaron o fueron
infieles a sus banderas, cuando las filas de los luchadores se
vieron severamente quebrantadas, cuando a los que quedaron en pie se les tambaleaba el nimo, entonces el
marxismo no les hubiera dado la confianza, ni la seguridad
del triunfo, ni la conviccin necesaria, si hubiera hecho
hincapi en que la fuerza humana a la larga habria de
perecer. ante el poder de la fatalidad .econmica. En los
aos siguientes hubo de hacerse mucho hincapi en que
grandes cambios polticos seran posibles, solamente en la
medida en que la evolucin econmica hubiese florecido
lo suficiente. El dejar madurar las cosas deba entonces ser
la solucin terica, y por eso el marxismo adopt la forma
de parlamentarismo, frente al anarquismo. El marxismo
sirvi, de este modo, como una teora de la completa
dependencia del hombre con respecto a las relaciones
econmicas durante los afos de su debilidad numrica,
dando a los socialistas una gua segura para su- tctica.
Por ello, el materialismo histrico hubo de tomar
necesariamente un acento fuertemente fatalista, y esto se
ve claro en el espritu de los lderes y tericos de aquella
poca. Esperar, realizar mientras tanto la propaganda,
organizar las masas proletarias crecientes, dado que las
circunstancias lo exigan, fue la tctica. Y los trabajos
tericos de aquella poca, sobre todo los de Kautsky, nos
muestran con toda claridad en la historia el poder predominante que se conceda a las relaciones econmicas.
Todo esto fue realizado conscientemente en los ltimos
aos, incluso cuando las circunstancias econmicas fueron
favorables a un surgimiento ms fuene de las cla5es . trabajadoras. Esto suena a contradictorio, pero se comprende
fcilmente. Cuando se hizo polticamente necesario llegar
a nuevos mtodos tcticos, alcanzar nuevos mtodos
tcticos, -lograr una accin enrgica en favor de importan~
tes derechos fundamentales, cuando se acercaban grandes
peligros trados por el imperialismo y las masas lucharon
por el derecho electoral, cuando todo esto ocurra, los
21

rculos dirigentes del Partido se dieron cuenta cada vez


ms del peligro con que esta nueva tctica -que por parte
de las fuerzas dominantes obtendr1a un enfrentamiento
muy fuene- amenazaba su tranquila actividad habitual.
Entonces dieron marcha at~, hicieron retroceder a las
masas, y se opusieron a que se siguiese. dando pasos hacia
adelante. Kautsky representaba la teora de que era
antirnarxista el aguijonear al proletariado a una tal actividad, que slo los anarquistas y sindicalistas aguijonean en
tal sentido, que el verdadero marxista deb~ra saber que
las ~ircnstancias han de madur~ por s mismas sin
forzarlas. y as, mientras la gran inayora de -la burocracia
del Partido paralizaba cualquier corriente viva, y la tctica
del partido era esclerotizadora, se defenda en las plumas
de sus tericos la doctrina del marxismo universalmente
revolucionario como un fatalismo estril. Para qu acciones, que entra.an tantos peligros, si la misma evolucin
econ(>mica ha de impulsarnos hacia adelante sin peligro y
de manera fatal, si nuestro poder crecer continuament~, y
finalmente caer como fruta madura?
Los trabajadores que aceptaron este marxismo, hasta el
presente no han hecho nada en contra de tales teonas. Los
enemigos de la socialdemocracia no fueron tan fatalistas
como para dejar que las cosas madurasen por si mismas,
hasta que la evolucin econmica de Ale.,nania alcanzase
por s" misma el lugar deseado en el mu~do. Saban. que
haba que luchar por ello, que sin lucha .no se puede ganar
nada, y durante muchos anos se ocuparon de la forma m.s
seria con esta lucha. El proletariado se d~j dirigir., ~e_. :4ej
enga.ar por el estruep.doso ruido artificial de la g,r~n
v~ctoria electoral, y sigui su curso.
_
. Pero ahora ha llegado el tiempo de resaltar. la otra
pane .del marxismo hasta ahora desconsiderada, ahora., e_n
que el movimiento obrero ha de orientarse de nuevo, a.,fin
de superar la estrechez de miras y la pas.ividad de la. vieja.
poca, si quiere superar la crisis. Los hoII)bres deben hacer
por s mismos la historia, sin que se la hagan. Cienamente
no pueden construir sin contar cqn .las circunstancias, pero
construyen~ El hombre mismo es e_l elemen.to capaz de
configurar activamente la historia. Efectivamente, la eco22 .

nomia ha de condicionarle, pero l debe actuar. Sin su


actuacin, nada ocurre; y actuar en el sentido de la
formacin de la sociedad es algo distinto y mucho ms que
depositar cada cinco aos un voto en una urna electoral.
De esta forma tan facilona no se construye ningn mundo
nuevo. El espritu humano no es tan slo el producto de
las relaciones econmicas, sino tambin la causa del
cambio de estas relaciones. Los grandes cambios del modo
de produccin (como por ejemplo, el paso del feudalismo
al capitalismo y de ste al socialismo) solamente se realizan
cuanclo las Quevas necesidades influy~n en el espiritu del
hombre, y le llevan a una determ.inada forma de querer
actuar; cuando este querer actuar se cumple en efecto, el
hombre cambia a la socie.dad, a fin de que sta corresponda a las nuevas necesidades. El marxismo nos ha enseado
cmo nuestros antepasados, al cambiar su mundo, fueron
impulsados por fuerzas sociales; ahora nos ensea que los
actuales hombres~ impulsados por--la necesi~d econmica,
han de poner manos
a la obra, si quieren cambiar el mundo.
.
.

23

Capitulo Segundo

Marxismo e idealismo

La teora social fundada por Marx junto con Engels,


constituye la base terica de la lucha de liberacin proletaria. Sus ms importantes tramas forman la investigacin
de las leyes de evolucin del capitalismo, contenidas en el
Kapital; sus consecuencias prcticas, la teora de la lucha
de clases como palanca de la revolucin proletaria, ya se
encuentran en el Manifiesto Comunista>; su parte filosfica (un nuevo modo de entender la sociedad humana, sris
fuerzas motrices y el papel del espritu humano en el
proceso de la evolucin), que frecuentemente es caracte~
rizada con el nombre de materialismo histrico, est
.presente en muy numerosas obras menores de MarxEngels. Todas ellas juntas forman este sistema de teoras
cientficas, que se contrapone totalmente, como una nueva
y slida cosmovisin, a las teoras burguesas tradicionales.
En la vieja socialdemocracia alemana, este marxismo
fue reconocido como .teora oficial, aunque no sin deformaciones unilaterales, por la propaganda, sobre todo por
m.edio de los numerosos escritos d~ Kautsky. La descom.:.
posicin de la socialdemocracia, no solamente de su praxis,
sino tambin de sus teoras, ha despertado en los crculos
de los tr~baj adores revolucionarios una cierta desconfianza
contra el marxismo, a lo cual tambin ha contribuido el
continuo abuso, por parte de los partidos que se confiesan

24

revolucionarios, de las frmulas de conspiracin contra la


revolucin. Una nueva generacin de luchadores surge
ahora, libre de los influjos espirituales del Partido Socialista Alemn. Su necesidad de profundizar tericamente y de
aclarar por s mismos los nuevos grandes problemas del
nuevo mundo, les impulsa hacia el marxismo. Como
intento en esta direccin, como sntoma de esta necesidad,
hay que saludar el artculo Materialismo e idealismo>
publicado en el nmero dos de Proletaner. Empalmando
con ello, pueden discutirse aqu algunos conceptos fundamentales del marxismo como nueva teora filosfica.
El marxismo es una forma de explicacin de la historia.
Toda historia es actuacin, actividad de los hombres. Todo
lo que los hombres hacen y realizan pasa por sus pensamientos, su voluntad, su espiritu. Por ello, la base del
marxismo es una ciencia del espritu humano. El marxismo
es la consideracin cientffica de todo lo que acaece en el
mundo de los hombres en cuanto que acontecimiento
natural, en contraposicin con el modo. de considerar las
cosas fantstica o ideolgicamente. Es, pues, tambin la
consideracin cientfica de todo lo espiritual en las cabezas
de los homl;>res en cuanto que hechos naturales, en contra-
posicin con la postura sobrenaturalista .. Su tesis es: el
espntu humano -.Y .por tanto todo lo que l hace-.- est
co_mpletam'!nte determinado por el mundo real, matenizl.
Para no comprender mal esta frase, es preciso una
aclaracin, relativa a la palabra material 15 , presente en
las denominaciones de concepcin materialista de . la
historia y de materialismo dialctico>. La incomprensin
de esta palabra pi;oviene del hecho de que a esta palabra se
le da ~l .sentido que tiene en la ciencia de. la naturaleza y
en la ciencia burguesa en general: material es tdo lo
tangible, lo visible o pesable, lo cont.t;apuesto a lo
espiritual; por eso, se equivocan quienes afirman que Marx
nieg_a los factores espirituales de la historia. Estas palabras
15. !~teresa subrayar la imposibilidad de traducir con total fidelidad las
palabras aqu empleadas por Pannekock. As, la palabra ml#~rie/k, sinonmica de
stoffliche y de wirklzche (lo que acta cwirklich:.), no puede en ningn caso
.traducir5e unvocamente por cmaterial:. ni por creal:.. Estas son las limitaciones de la .
traslacin de un idioma.a otro, que desazonan al traductor (Nota del Traductor).

25

tienen en el marxismo otra significacin,. la cual es ms


correcta y ms lgica si la entendemos desde las premisas
fundamentales que aqu se exponen, y por ello hemos de
rechazar tambin la opinin de quienes dicen que el
nombre.de materiali$mo no lo debemos usar ms:
Matnal, entre nosotros, es todo lo que es real, todo el
mundo real, todo, todo lo que acta sobre nosotros 16 No
solamente alimentacin y aire, rboles y tierra, sino
tambin colores y tonos, palabras y pensamientos. Todo lo
espiritual est, por lo tanto, contenido en ello; reales,
realmen'te reales, son los pensamientos en- nuestras cabe-zas, y ellos actan tambin influyendo en otros. No es
pues todo material en ese sentido? No: no materiales son
el diablo, los angelitos y el buen Dios, o ~odo lo que
fantasean las cabezas de los hombres. No reales son las
morales abstractas y el espritu de la humanidad>, no reales
son los eternos derechos del hombre>, que inexpresablemente penden de lo alto. Pero materiales, es decir reales,
son los pensamientos, las ideas en su calidad de pensamientos e ideas, las teoras de la fe, los ideales existentes
fcticamente en las cabezas de los hombres, y que por esta
razn tienen una influencia efectiva: la fe religiosa en Dios
y en el diablo, la bsqueda de libenad, el entusiasmo por
el dereeho, la entrega al gran ideal que tuvieron y tienen
su importa.ocia en la historia como poderosas fuerzas .
impulsoras . frenadoras.
.
Para la concepcin burguesa, las ideas, as como los
objet~s fantsticos de la ..qiisma naturaleza,' . e~tn en la
cabeza, y a todo ~llo lo d(!nomina cespiritual>; para ellos,
pues, el esp~itu hu~ano es una pequefa. parte de lo
espititUal gerieral, o un dbil e incompleto smil del
espitu de Dios, y la -idea de la j\lsticia en los hombres es.
una. emanacin de la justicia abstracta eterna, que por
doquier introd~ce .una existencia llena de fantasmas. Por
esta razn hace un gran corte entre todo esto espiritual por
16. Para que el lector juzgue de la imposibilidad de .tq1.ducd6n antes aludida
-sin crear un metalenguaje a .su vez intraducible, ciare>-, he aqu1 el texto alcmfn
de Pa'nnckeok: cMatcriell bcdcut:et bei uns allcs was wirklich ist, die ganze reale
Welt . a11cs was auf UDS wirkt ... wirldich. real bestehcnd, sind> (y de este. modo
pdamos prolongar los ejemplos con~uainente. Nota del Traductor)'.

26

una parte, y por otra parte la materia sucia aunque muy


anhelada. Para el marxismo, sin emb;.rgo, todo cuando
ocurre en el espritu humano es tan real y material como- la
propia materia f"'isica; lo espiritual es para l una parte de
la naturaleza, una parte del mundo como la materia de los
fsicos, y traza una lnea de demarcacin entre esta naturaleza universal y realmente material por una parte, y
las abstracciones fantasiosas a las que la fantasa del
hombre concede especial existencia y esencia, por otra
parte. En Dietzgen 17 se encuentra estudiada en su
magnitud real la significacin de. mundo,_ ~splritu y_
materia. As pues, la concepcin burguesa de la historia:
era ideolgica .y fantstica, mientras que la concepcin
marxista de la historia retrotrae todo a sus autnticas
fuentes, a las que caracteriza en su totalidad como
materiales.
El marxismo, por lo tanto, no dice que solo las
relaciones materiales, en el estrecho sentido burgus,
determinen el espritu de los hombres, sino que dice que
determina solamente el contorno real total, pero slo el
real.
Junto a las relaciones exteriores de la vida surgen cual
fuerza ms importante la relacin espiritual. de _los hom.:..
bres; por una parte, la tradicin nos proporciona intuiciones que nos troquelan desde nio, teniendo tambin sobre
nosotros su influencia la cuidadosa influencia de las clases
dominantes; por otra parte, i~fluye tambin la propaganda, que lleva las nuevas ideas de uno a otro. De ello se
despr~nde que el hombre es un ser social, .que la p_osesin
esp:iritual que los hombres tienen. de .sabidura, fe, intuiciones e ideales es una posesin colectiva. Lo que surge
ac, all, all, en forma de ideas en cada.una de las cabezas
17. Josef Dietzgen (1828-1888). filsofo alemn. autodidacta y obrero de la
mina, que, segn Lenin, cdescubri6 el materialismo dialctico a su manera (una
manera que no gustaba a Lcnin, claro). Fue miembro de la Liga de. los Comunistas.
Sorprende qqe Pannekcok, cientfico. deje en manos de los escritos filosficos de un.
obce~o manual como D_ietzgen asuntos de epistemologa que requeririan un ci~rto
nivel tcnico de formaci6n. En todo caso, de la formacin de Dicttgcn en este .
terreno puede juzgar el lector 9 en. lo publicado. hasta el presente por. la Editorial
Sgucme9 de Salamanca. (Nota del Traductor).

27

de los hombres, a partir de la influencia de nuevas


relaciones, se convierte en una propiedad total gracias al
trfico espiritual entre los miembros de una comunidad
(pueblo o clase) ; cada uno de nosotros no . necesita
descubrir algo completamente nuevo por s mismo, pero
su propia experiencia le ayuda a comprender las nuevas
ideas, y la propaganda de las nuevas ideas le ayuda a
comprender ms rpida.Illente que antes sus relaciones, su
.
. su s1tuac1on.
.
.-circunstancia,
.
Decamos que la historia es la actuacin de los
hombr~s .. Q~ determina la actuacin. humana? En.
primer lugar, los impulsos inmediatos, las necesidades
obligatorias de la vida; hambre y fro les impulsan, como
a las fieras, a buscar alimento y abrigo. Entre los hombres,
esto adquiere la forma de pensamiento, de voluntad
consciente. Pero otras fuerzas tambin determinan su actuacin: los impulsos morales, las influencias espirituales,
el nimo para el sacrificio, la penetracin intelectual, la
liberacin, los ideales, todos los cuales causan a menudo
una actuacin de signo contrario a los .intereses inmediatos. En pocas revolucionarias se aprecia el poder motor de
las grandes ideas. Los rivales ignorantes creen poder refutar
poi: esto al propio marxismo, al decir: no slo son las
fuerzas materiales las que determinan la historia. Pe.ro est
claro que esto es no entender el marxismo. El marxismo no
niega el poder de las fuerzas morales, espiritua.Ies, ideales,
sino que pregunta: .de dnde proceden esas fuerzas? No
proceden del cielo, sino del mundo real mismo. Surgidas a
partir de las necesidades de la evolucin econmica, .se
expanden por medio de los discursos y los . escritos,._.la
Htera~ra, el ane, la propaganda, y en general todos lo~
medios del trfico espiritual, mientra5 que siguen alimen~
tndose continuamente del suelo en que arraigan, alcanzando de este modo una .fuerza de gigante. La comprensin ideolgica de la historia por la burguesa f;xplicaba la
gran revolucin francesa p.or las nuevas ideas de libertad y
de derechos humanos; el marxismo las explicaba a panir.
de las necesidades del capitalismo en auge. Con ello no
dijo el marxismo que ia explicacin dada por la burguesa
fuese falsa, sino que el marxismo le achacaba su parcialidad;
28

su incomplecin, pues dejaba las cosas sin explicar, en la


oscuridad. As pues, las nuevas ideas brotaron exactamente
de las necesidades de la clase burguesa en auge.
La tarea de la investigacin materialista de la historia
era, por lo tanto, explicar en general las races econmicas
de los grandes acontecllnientos histricos. Sin embargo, al
hacerlo -corno por ejemplo en la breve referencia que acabamos de hacer a la revolucin francesa- se pasaban por alto
con demasiada frecuencia los estadios espirituales, que se
daban por supuestos. Esta forma de expresin, empero, da
pie con mucha frecuencia a equvocos, como si el hombre
fuera por as decirlo una herramienta pasiva y sin voluntad
de las fuerzas materiales. En las obras de Kautsky, por
ejemplo, en las que tienen carcter histrico, el marxismo
da
la llnpresin muy a menudo de ser un total mecani.
cismo.
Esta omisin se convierte en grave error, cuando se
prolonga al marxismo hasta la actualidad. Si hoy se
plantean las causas ecc;>nmicas y la revolucin como un
resultado que se implica .con necesidad fatal, entonces el
marxismo se convierte en fatalismo, cuyas soluciones y
mandatos marxistas:. son: dejar madurar las cosas, esperar,
no dejarse provocar, y sobre todo no atacar. En este fatalismo
ha cado el marxismo de 11 Internacional.
Justamente en la actualidad vemos lo que es el
marxismo en realidad; entre la necesidad econmica como
causa y la revolucin econmica como resultado hay un
enorme trecho cuyo nexo son los hombres vivi~ntes,
sensibles, pensantes, investigadores y luchadores, hombres
con sus viejas y nuevas intuiciones e ideales.. En nuestra
poca estamos asistiendo al proceso por el cual la sociedad
est cambiando gracias a la actividad de las acciones de los .
hombres. Los cambios econmicos violentos, p.rimero el
florecllniento del capitalismo y luego su desplome, act.an
en su espritu. Pero sus efectos no se escriben como en una
hoja en blanco. Sus cabezas estn llenas de intuiciones
procedentes de relaciones antiguas, pequeoburguesas y
pacficas, e incluso a vec.es proporcionadas por la tradicin
ms antigua. Las nuevas experiencias e impresiones (transmitidas directamente y por la propaganda) se aaden al

29

viejo_ contenido, se unen a l, se igualan, para aceptar la


ludia, modificarla o negarla. Segn la posicin personal y
las circunstancias, todo se realiza de una manera ms o
menos rpida, pero a la larga la nueva idea gana terreno y
se expande cada vez ms fuertemente, induce. a los
hombres _con una fuerza cada vez mayor a la accin, hasta
que finalmente llega la fuerza para la revolucin.
As pues, los hombres han de cambiar la sociedad; sin
la actuacin activa del proletariado, no existe revolucin
alguna, ni comunismo alguno; la necesidad> de que
habla el marxismo se produce por la mediacin de los
hombres; la voluntad humana y su inteligencia son
miembros de la cadena, que unen la causa y el resultado.
Por esto no se debe decir: dado que las relaciones econ. micas determinan la conciencia, independientemente de lo
que nosotros deseemos, debemos esperar, hasta que las
masas adquieran voluntad para ta accin~ Esto no es
correcto desde el punto de vista marxista. La afirmacin de
que el ser social determina la conciencia no significa que
las relaciones .econmico-sociales de hoy determinen la
conciencia de hoy. Tambin las anteriores relaciones
determin~ la conciencia de hoy: 1a conciencia se hace
presente -por medio d~l poder tremendo de la tradicin. Las
condiciones de ludia. y las intuiciones de la poca de la
seg~nda Internacional - y tradiciones al.n mS viejas.domin~n a~n ,.con g~an fuerza_ el :espiritu de los tia~aja~
dor.e~~ fr~n~do la compr~nsin .clara .de las nuevas condiciones y metas. de la lucha. El e~pritu humano va siemp~e
a .contrapelo ,de sus propias .tareas.. De ah surge . la
.necesidad de.Una propaganda intensiva, a fin.de meter .. Ia
nueva. realidad~ las nuevas tareas, en los cerebros y en los
corazone~,. a .fin .de :ensearles ~l ideal del comunismo~ y
sobre-todo. a :fil) de inostrarles el cainino en el cual podrn
a~mentar su propi~ poder. La tarea de la rev9lucin en. el
_.primer estadio es la de elevar la conciencia del proletariado
a la altura de la PQca, a la altura. de sus tareas. Por esto es
completamente correcto el afumar que en Europa occi.den.;.
tal, ~onde el peso de la tradicin ~urguesa es tan grande,
~I problema pnncipal es la evolucin de la autociencia del
proletanado.

30

No es, pues, algo -correctamente expresado el deor que


en el marxismo haya de rechazarse un momento idealista.
El idealismo 1 8 , el entusiasmo, la voluntad decidida para
actuar revolucionariamente, todo ello son justamente los
factores que el marxismo presupone como eslabones de la
evoluci-n social. Solamente frente a una tiesa y fatalista
desfiguracin del marxismo, como la que existi en la
segunda Internacional, hay que resaltar la importaQcia de
estos momentos de la actividad humana en el marxismo.

18. El nombre de idealismo que Marx utiliza.Para designar al sistema filosfico


que pane de las cideas> como base de surgimiento del mundo, y al que opone 511

materialismo, nada tiene en comn (a no ser el nombre) con el idealismo en el


sentido en que lo utiliza aqu1 Pannekock, a saber, como fidelidad y enttcga a los
ideales. En todo ca5o, la definici6n de materialismo e idealismo, con las armas que
utiliza Pannekeok, es imposible. La pobre.za epistemolgica de estos planteamientos
le lleva a veces a purs tautologas, o a cquivocidades, como puede apreciar el lector
atnto. Son los problemas que surgen cuando se quiere divulgar en exceso. Ms
logrado es el libro de Pannckock Lenin Fi/6sofo, donde, a ouo nivel, la prccisi6n es
mayor. {Nota del Traduct:or).

31

Captulo Tercero

Marxismo liberal e imperialista

Aunque en los anos de atrs hubo tantos acontecimientos que hicieron incluso que antiguos socialdemcratas,
por un Can:lbio gradual de su postura, llegase~ a ser
ministros y guardianes del Estado, sin embargo, nunca ha
habido un cambio tan grande y tan rpido como en la
actual guerra mundial.

No pensamos en primer lugar en los revisionistas que


incluso. durante los tiempos de paz no se recataron en
sustituir la lucha de clases por la continua paz burguesa, ni
taffipoco en los radicales de rojo desvahdo que st; han
visto forzados al colaboracionismo, enloquecidos y ensordecidos en inedio de la vorgine mundial, penosamente
aferrados- a lo viejo, a falta de metas claras. Lo que ms
sorprende es ver cmo gentes que antes fueron los dirigentes de las .extremas izquierdas, llegaron a ser alguna "vez los
defensores entusiastas del imp.erialismo.

Un caso semejante ya lo experimentamos antes, cuando


en la Rusia anterior al 1905 antiguos marxistas como Peter
von Struve y otros se conv~ieron en dirigentes polticos_ de
la burguesa. y puesto que el esclarecimiento de esos
hechos concuerda casi literalmente con .lo que est pasando
en la actualidad, copiamos lo siguient.e, de un anculo
viejo~ del ao 1909:
32

La causa de estos acontecimientos a primera vista


sorprendentes est en el mismo carcter dialctico del
marxismo, en el carcter histrico de la teora marxista de
' la historia. No slo es una crtica del capitalismo, sino que
tambin expone su necesidad histrica. Justifica cada paso
de la evolucin social en su necesidad histrica, hasta que
ese paso haya de ceder ante el estadio siguiente.
Marx no solamente ha atacado al capitalismo; talllbin
lo ha analizado de una manera sorprendentemente exacta.
El proletariado extrae a partir de ese anlisis el conocimiento de las causas de su situacin, la claridad terica
suficiente par~ que comprenda cmo se. extrae phisvaia de
su trabajo, cmo se producen las leyes de evolucin de ese
orden, as corno la meta que ha de buscar con su propio
esfuerzo, meta que es el socialismo. Pero el anlisis de
Marx muestra an otros rasgos, que caracterizan soberanamente incluso a quienes no viven esa realidad. Muestra
cmo el capitalismo echa abajo las viejas e inamovibles
relaciones, acab3: con la vieja barbarie e incultura, cmo
abre fuentes de gigantescas coirientes dinerarias y posibilidades ilimitadas, cmo proporciona campo libre a las
personas enrgicas y emprendedoras y cmo las hace
dominadoras del mundo, creando el milagro que nunca
anteriormente se ha-ba conocido.
Estos rasgos afectan incluso y sobre todo .a aquellos
que, como nuestros camaradas rusos, viven en circunstancias brbaras, en el brbaro _modo de produccin de la
incultura, que quieren superar, siendo por el contrar~o
violentamente reprimidos. Lo que en ellos brota como
ideal no es el socialismo apenas reconocible en el -cielo
azul, sino la violenta evolucin capitalista, que suprime las
viejas relaciones sociales. M~rx. ha caracterizado este capitalismo, y este capitalismo es el que ellos quieren y anhelan.
Naturalmente, no como meta final: slo es posible que
uno defienda algo con toda su persona, si se cree que_
traer felicidad a. todos los hombres. Esto no lo podan
garantizar por s solos el orden y la libertad burguesas. El
socilismo, al que Marx haba caracterizado como consecuencia necesaria. del capitalismo, haba de ser la meta
f"mal, pero el progreso del capi~alismo -nico medio para

33

esta meta final- era la prxima meta inmediata prctica.


As, el marxismo mostr mejor que todas las anteriores
ideologas la necesidad de acabar con lo viejo y comenzar
con el desarrollo de la teora de una burguesa progresivamente revolucionaria, o sea, sobre todo la inteligencia
rusa, que proporcion los representantes de esa .clase.
Cuando luego el proletariado hizo su aparicin, el
marxismo de estos idelogos de la burguesa hubo de
teirse de la conocida coloracin revisionista: los trabajado~
, res deban conquistar junto con la burguesa el estado de
derecho- burgus, p.ero sin pedir a cambio exigenci~
propias. Deban primero fonalecer el capitalismo, antes de
.poder superarle.
Si, pues, se comprende cmo el marxismo puede
adoptar el lugar del anterior liberalismo, al servicio de
una burguesa como la rusa, es igualmente comprensi. ble que en estas condiciones el marxismo haya de ser algo
completamente distinto de la teora de la lucha de clases
proletaria, teniendo en estas condiciones un estrecho
carcter mecanicista. Esta inteligencia rusa no. tom del
marxismo ms de lo que poda necesitar. No necesitaba
nada ms, considerando al capitalismo como algo racional
y necesario. Por cuanto el capitalismo hubo de someterse
tambin a la evolucin y a la decade~cia, la validez de esta
verdad se dej relegada para un lejano futuro, ~era del
terreno de la actuacin prctica.
Pero el marxismo no es una teora mecnica como .se
. pint entonces. No se pueden separar las dos partes del
.capitalismo, y la otra pane que entonces se releg no es una.
.cuestin del fututo, .sino actual. Burguesa y proletariado
no vienen una d~spus :de otro, surgen .a la vez en el
escenario del mundo, e inmediatamente comienza su
antagonismo. Cuanto ms pronto pueda ponerse el prole-.
tariado ~obre sus propi<?s pie5," tan~o ms rpidamente
crecer su fuerza,. y tanto ms rpidamente estar maduro
para alcanzar S'1 meta. Puede ser que al comienzo ambas
clases puedan tener el mismo inters en el progreso, pero
aun as existe ya desde el comienzo un contraste en el
modo en que cada clase entiende este progreso. El proletariado deseara configurar las formas polticas y econmi-

34

cas, de .tal suerte que se allanase lo ms posible el camino


para una evolucin ulterior pacfica y tranquila; la burguesa busca fonalecer su poder en todas las pocas. Si la clase
obrera se dejara envolver por los tericos cuasimarxistas,
debera entregar a la burguesa -siempre que fuera
progresista- de una manera confiada la direccin, ya que
las metas prximas seran comunes a ambos, pero de este
modo se dificultara a s misma su posterior auge. Pues las
metas prcticas reales son diferentes, aunque el nombre de
la teora a veces pueda coincidir.
Hasta aqu lo escrito tiempo atrs. ,Lo que entonces se
deca del capitalismo en. contraposicin con la primitiva
pequena produccin, vale ahora para el imperialismo en
contraposicin con el pequeo capitalismo. El imperialismo abre amplios horizontes, lleva ms all del pequeo
espacio europeo, da un vuelco al mundo en una medida
colosal, y despierta en los hombres una energa imparable.
As como los ingleses, en su calidad de pueblo dominante
de todos los ocanos, se encuentran en ellos corno en casa,
hablando d~ ellos en cualquier parte del mundo como si
fueran una parte d~ su territorio de accin, as tambin
toda nacin en auge debera imitar a los ingleses: el
podero mundial y la riqueza de Inglaterra, cimentados en
el dominio de los ms ricos pases de la tierra, es el modelo
de nuestros anhelos secretos.

Es por tanto muy natural que tambin los tericos


socialistas, para mostrar la irresistibilidad del imperialismo, acentuaran este aspecto en su lucha. contra la vieja
tradicin del partido, que n saba nada absolutamente
del imperialismo. Contra la embotad ,obstinacin del
espritu .de aquellos crculos del partido, que encubran su
total impotencia para comprender la moderna evolucin,
tras la cmoda frase de la tctica acreditada desde
siempre, tuvieron que resaltar sobre todo la irrebatibilidad de la. evolucin imperi~ista. Ahora bien, -quien ya no
ve otra cosa sino la imbatibildad y necesidad del imperialismo, lo mismo puede ser un ennisiasta portavoz del
imperialismo, que un socialdemcrata revolucionario, segn ponga elacento en f~mentar el imperialismo, o en la
necesidad de una estrategia de los ~rabajadores ms enr-

gica en su lucha contra dicho imperialismo. En antiguos


perodos del Leipziger Volkszeitung se afirmaba tambin
que a la nueva aparicin del imperialismo le corresp<;>nde
necesariamente la nueva tctica de la accin de masas .
. As se comprende que cualquier conocedor socialdemc.rata 1 9 del imperialismo, si quiere situarse desde la otra
perspectiva contraria a la nuestra, pueda encontrar fcilmente en su bagaje terico los argumentos pertinentes.
Solamente necesita concebir mecnicamente al marxismo,
y decir: el socialismo solamente es posible en la evolucin
imperialista de pases altamente capitalistas,- por lo cual
primeramente hemos de ayudar con toda nuestra fuerza a
fortalecerle, defender el imperio mundial del propio pas
contra el imperialismo ajeno. Ahora debemos ser imperialistas, pero el socialismo es la meta final, en el lejano azul.
Pero ya hemos dicho por nuestra parte que en el lejano
azul el proletariado es an muy dbil para la.victoria.
Est clarsimo que con esta actitud cuasimarxista la
realizacin del socialismo no se logra ni se fortalece, sino
que se frena y desva. Pues esa realizacin depende nica y
exclusivamente de la fuerza, de la autonoma, de la
energa y de la claridad de metas de la clase obrera.

19. Pannckoek usa ya la palabra cSOcialdcm6crata> con un sentido mis


peyorativo al que fuera usual enue sus contemporincos, para quienes, como es
sabido, la socialdemocracia era el marxismo en general, y no su act:ual conformacin
capitalista y burguesa. (Nota del Traduttor).

Capitulo Cuarto

El materialismo histrico

Dentro del materialismo histrico, lo ms discutjdo y


lo menos comprendido es el papel que juega el espritu
humano en esta doctrina. La culpa, hasta un cieno punto,
de esta mala inteleccin la tiene la propia formulacin.
Una formulacin no es ms que una combinacin de
conceptos dura, exacta, y as como un puro concepto
nunca puede reflej.ar la rica plenitud de la realidad, as
tampoco una formulacin puede expresar la pluralidad del
mundo real. Quien slc;> se atiene a la formulacin, puede
alejarse cada vez ms de la realidad, sin darse cuenta de
ello, analizando puntillosamente los conceptos. Quien
desee conocer el materialismo histrico, ha de acep:tar
siempre la formulacin como una regla cona que nos ha .
de servir para comprender la referencia a la realidad.
El materialismo histrico es en primera lnea una
explicacin, una descripcin de la historia, y especialmente
de sus grandes acontecimientos, de los grandes movimien~
tos de los pueblos, de los grandes cambios sociales. Todos
estos acontecimientos transmitidos histrica.IDente estn
compuestos por las acciones de los hombres que caDlb~
su mundo o intentan cambiarlo. As pues, el estudio de la
historia significa el estudio de las fuerzas motrices, de las
causas que llevaron al hombre a actuar.

37

. Importante en orden a la actuacin fue la necesidad


inmediata, el aguijoneo del hambre, que lleva a todas. las
especies vivientes al impulso por. mantenerse a s mismas.
La historia conoce muchos ejemplos en que las masas
fueron llevadas a la rebelin por el hambre; dando as
ocasin a la revolucin. Sin embargo,. al lado de. ello hay
tambin otros motivos que impulsan a las clases a la accin
y que determinan sus acciones: los motivos ms generales,
abstractos, llamados ideales, que en muchos sentidos estn
en contraste con el mantenimiento de las clases por s
mismas y de los intereses propios, y que posibilitan una
e.ntu.Siasta entrega. En las clases que lucha.ti, viveri pensa:... mientos y sentimientos ms profundos, una idea general
sobre lo que es bueno y necesario para el mundo," ideas e
ideales que son compendiados brevemente en decisiones,
las cuales determinan a la. propia conciencia los hechos
que dependen de ella. Estos hechos son caracterizados con
diversos nombres generales, como amor a la libertad, amor
a la patria, conservadurismo, descontento, espritu de
esclavitud, espritu revolucionario,. etc. Pero . es claro que
tales nombres, en s mismos considerados, no dan ninguna
aclaracin.
El materialismo,. en la concepcin materialista. de . la
historia, no rec~aza en modo .alguno tales motivos espirituales, sino que los fundamenta en causas materiales, -en
las .autnticas relaciones del mundo de los. hombres .
Llamamos materiales a estas acciones en el sentido de qu_e
son constatables y perceptibles objetivamente, en contraste
con. las representaciones subjetivas, y no. en el sentido .. de
Una-materia que.se contrapusiera a.un espritu. YaJ1emos.
diclio que, en primera. lnea, la realidad .del mundo.. del
hombre es de naturaleza espiritual, puesto que en primera
lnea el hombre es un ser dotado de voluntad y pensamiento. En cualquier terreno de la sociedad y de .la
pOltica, las relaciones entre los hombres tienen lugar
solamente por cuanto que ellos son ms o m~nos conscientes, gracias a su .conciencia, a su sent1m1ento, a sl.i
sabidura, a su voluntad.
Pero esto no corresponde al materialismo histrico:
Nosotros dirigimos la atencin al hecho de que, en
38

general, all donde los hombres, dentro de la sociedad,


entran en contacto, eXISten tras esos contactos unas
relacion~s reales, autnticas, las cuales, sean de ellas
conscientes los hombres o no lo sean, se alegren de ellas. o
las odien, las reconozcan o no quieran reconocerlas, sin
embargo no por ello pierden nada de su realidad. Detrs
de cualquier guerra o paz entre trabajadores y empres~ios,
est la realidad de que la fuerza de trabajo es vendida por
el obrero al capitalista; detrs de la discrepancia sobre el
libre comercio o el monopolio del Estado, est la relacin
real de vendedor y comprador; detrs de las medidas y
programas de los partidos sobre reforma- o democracia, est
la autntica relacin entre gobierno y gobernados, la
relacin entre clase y clase; toda ley es, adems de un trozo
de papel, la voluntad formulada por los gobernantes en
posesin del poder para realizar su voluntad. Todo esto,
llmesele material o espiritual, es algo objetivamente
observable, y por tanto una realidad material en el sentido
de Marx .
. Estas relaciones entre los hombres no son caprichosas,
sino que les son dadas, y ellos no tienen ni siquiera una
vez la posibilidad de su libre .eleccin, sea cual fuere el
papel que tengan en la totalidad de las relaciones. Les son
dadas por medio del sistema econmico en que viven. La
sociedad, la comunidad de que cada hombre forma pane y
de' la que no puede excluirse' es un organismo de
produccin, organismo que sirve a los hombres para que
esos hombres produzcan cuanto .es necesario para la vida,
sea sta del tono que fuere. En -primer lugar, los hombres
deben vivir, razn por la cual impera con fuerza irresistibleel organismo econmico que garantiza es~a vida. La
relacin en que este organismo dispone a unos hombres
con respecto. a otros es una realidad tan forzosa como la
existencia material de los hombres mismos; llena su vida y
determina sus pensamientos con irresistible fuerza. Creer
qu~ es posible permanecer indepeQdiente y fuera de estas
relaciones, sera corno creer que un cuerpo puede seguir
viviendo separado de sus miembros. El aserto de Marx de
que las ideas y las actitudes sociales de los hombres quedan
determinadas por el modo en que tales hombres ganan s

39

sustento vital, no significa, pues, que los hombres slo


piensen en comer y en beber, sino que el proceso . de
produccin pone a los hombres en determinadas relaciones
recprocas que llenan su vida, y por tanto su sentir, su
pensar y su querer. No hay que perder, pues, de vista que
durante todo el pasado, y an en el presente, el sustento
diario no ha estado garantizado con seguridad, de modo
que la preocupacin por el pan diario y el miedo a su falta
presiona corno una pesadilla en el cerebro, impidiendo
una libre elevacin del espritu, una irradiacin amplia de
los perisamientos. Un sistema econ~ico q~e erra~ica las
preocupaciones y asegura a la huma.Ilidad el dom.inio total
de sus condiciones de vida, determinar igualmente, por
medio de su carcter, la vida y los pensamientos, y
entonces cunto ms libres, universales y despreocupados
sern estos pensamientos!
-Por qu, pues, son las relaciones econmicas como
son? El modo de produccin que determina el ser de cada
. hombre, es ~l mismo un producto de los hombres; est
construido por la humanidad en un trabajo y en una
evoluci9n que se arrastra por los siglos. De este modo, el
que vive en el presente colabora con la ulterior evolucin.
Si se buscan los elementos ms imponantes de esta
evolucin, las fuerzas ms representativas que configuraron
el modo de produccin, entonces nos encontramos con la
tcnica y con el derecho: El . derecho determina a la
economa, frase con la que formulaba Starnmler la impug~
nacin del marxismo. Aqu, en esta frase, se expresa no
slo el deseo de los juristas por poner el objeto de su
estudio en primer. lugar, como elemento fundamental y
determinante de la. sociedad. Aqu, con esta afirmacin,
est contenid<? el viejo contraste entre materia y espritu.
La tcnica abarca el elemento material, el movimiento
visible 4e brazo~ herramienta, mquina. P~ro la actividad
laboral visible no hace an el modo de produccin, el cual
lo hace en primer lugar su regulacin por . las formas
jurdicas bajo las que es prodticido. El capitalismo no
solamente fue formado por la herramienta o la mquina,
sino por la libre competencia, el libre contrato de trabajo,
el libre intercambio de mercancas, la libenad de serv1c.1os

40

y de economa. Por esto, el elemento material, el proceso


tcnico, est determinado y dirigido por las relaciones

espirituales, por las reglas legales; el elemento espiritual,


el modo y manera segn los cuales los hombres regulan sus
relaciones recprocas por medio de su querer y su pensar,
es primario. Anotemos inmediatamente, empero, que el
contraste entre tcnica y derecho no coincide con el
contraste entre materia y espritu. El derecho no son
simples reglas, sino tambin poder coactivo; no son slo
las frmulas de los pargrafos legales, sino tambin el
sable de los p_olicas y los gruesos m-rqs de l~ crcel. Pero
sobre el elemento espiritual en la tcnica, volveremos a
hablar.
Por lo dems, la afirmacin de Stammler es cotrecta. El
modo de produccin capitalista no es solamente la produccin con mquinas y en fbricas, sino esta produccin bajo
el poder de la propiedad privada. Un modo de produccin
es una tcnica determinada, regulada por formas determinadas de derecho y _de propiedad. Pero la afirmacin de
Stammler no contiene toda la verdad. Ambos factores,
tcnica y derecho, no tienen la misma importancia. La
tcnica es la base dada, que no puede ser cambiada por la
voluntad sin ms, mientras que el derecho, la ley, radica
en el terreno de la voluntad de los hombres. No de una
manera caprichosa; en efecto; los hombres regulan sus
relaciones, es decir, fijan lo que es justo y lo que es
necesario dentro de una determinada tcnica, para seguir
haciendo posible y perfectible la produccin. La tcnica
del pequeno artesano hizo posible .el modo de. produccin
pequeoburgus, e incluso le hizo necesario, haciendo
forzoso para los hombres alcanzar la propiedad privada de
los medios de _produccin como una institucin jurdica
generalizada, pues gracias a ella se aseguraba este modo de
produccin.
Las grandes ~quinas hacan necesarias grandes industrias, y obligaron a suprimir todas las barreras de la
libertad de produccin y contratacin, en el camino del
libre desarrollo de la produccin. As, a partir de la tcnica
dada y de la Queva forma jurdica a ella acomodada, surgi
el cpitalismo.

41

La tcn~~ es, por tanto, la base ms profunda; por ello


es la ms ifuportante _fuerza de produccin~ ~i~nttas que
el derecho pertenece a la superestructura que descansa
sobre ella y que depende de ella. Justamente porque el
derecho y la ley determinan la economa, justamente por
ello los hombres se esfuerian por regular el derecho y la
ley, en cuanto que necesarias para. esta determinada
estructura de la sociedad. Por ello se da la acomodacin
del derecho a las necesidades de la tcnica, en orden a la
realizacin de un determinado sistema econmico, pero no
por s ~isrno y de un golpe, sino gracias a un esfuerzo
penoso de la lucha de clases. Esa acomodacin -es el sentidc
y la. meta de todas las. luchas polticas y de todas las
grandes revoluciones; el socialismo tampoco es otra cosa
que una inversin revolucionaria del derecho y de las
formas de propiedad, en la medida en que ellas pertenecen a la ms madura evolucin de la gran tcnica
industrial.
Las bases de la sociedad, las fuerzas de produccin,
estn hoy primordialmente formadas por la tcnica, mientras que .en las primitivas sociedades las relaciones naturales t~nan una gran importancia. Estas fuerza5 productivas
evolucionan continuainente hacia formas . -cada vez ms
plenas, pues la :praxis de los tra~ajadores mismos dirige el
pensamiento . de los hombres =a, aquellos. medios precisos
- para niejO(.r::-el trabajo o para s~tisfacer nuevas necesidades. La tq..fea no solanlente consta de mquinas materiales, fbric~:_; minas y ferrocarriles, sino_ tam_bin de .la
capacidad de. crearlos, y de la ciencia en que tal creacin
descansa. La. ciencia de la naturaleza, nuestro conocimiento de las ~~zas de la natural~za, nuestra capacidad para
trabajar co# .l y para orden~le,. hemos de contarlas, por as
.decir,. entre ~as fuerzas de. _produccin. En la tcnica est,
pues, contnido no slo un elemento material, sino
tambin :un fuerte elemento espiritu~l. Para el materialis.mo histrico esto es una cosa ~ompletamente natural, pues
en contraste .con las abstracciones fantsticas de los filsofos burgueses, pone al hombre viviente, con todas sus
necesidades -materiales, en el punto central de la evo.lcin. En el hombre, el elemento material y el espirituai_...

42

estn tan slidamente unidos, que son inseparables. Si


hablamos de necesidades humanas, no pensamos solamente en las necesidades del estmago, sino tambin en el
alimento necesario a la cabeza y el corazn,. necesidades
todas ellas a la vez materiales y espirituaies. Tambin en el
trabajo humano, incluso en el ms simple, lo material y lo
espiritual forman simultneamente una unidad, y es una
abstraccin artificial el querer separarlos.
Ciertamente, esta abstraccin l;iene un sentido histrico. La evolucin social, con su divisin del trabajo y la
separacin en clases haca de una parte de los elementos
espirituales del proceso de trabajo tina funcin -especial de
determinadas personas y clases, introduciendo as un estrechamiento por ambos lados del ser hombre> total.
Por esta razn, estos especialistas, los intelectUales,
acostumbraron a ver en lo espiritual lo contrario a. lo ms
material, a lo que consideraban ms bajo, pasando as por
alto la unidad orgnica y social de arribos. Naturalmente,
la imagen que pretende que ste sea el punto de vista del.
materialismo histrico, est completamente equivocada.
11

La historia se compone de acciones de los hombres; su


sentido se basa en aquello que sabemos, en general, de la
actividad humana. El. hombre es un organismo con determinadas necesidades -necesidades de su existencia- en '
medio de la naturaleza, a partir de la cual ha de satisfacer .
esas necesidades. Sus necesidades. y su entorno natural
influyen -sobre l; son las ~usas Q.e las acciones por. m~io
de las cuales asegura su existencia. Es lo qU:e tiene en
comn con todos los seres vivos; en la medida -.-sin
embargo-.- en que se. llega a un ms alto grado de
desarrollo en el mundo orgnico, se da entre la .accin y la
satis(accin un elemento espiritual cada vez mayor, un.
estmulo y una voluntad. En la evolucin humana se da
adems cada vez con mayor ferza una voluntad de
dominio; y si bien de cuando en cuando la necesidad hace
9~e los impulsos or.iginarios se presenten crudamente en
43

forma de voluntad espontanea, en la mayora de los casos


sin embargo el proceso pasa por el espritu del hombre, y
acta por medio de sus pensamientos, por medio de las
ideas, de la voluntad consciente. La necesidad experimen-
tada y el ambiente que nos rodea y q~e percibimos,
influyen en el espritu y. despiertan pensamientos y metas,
que ponen en moviiiento a los cuerpos, los cuales
producen la realizacin de la accin.
Para la conciencia del hombre mismo que acta, la
causa de su accin es el pensamiento, la idea; ese hombre
no pregunta la mayora de las veces <l:e dn4e proviene el
pensamiento, y del mismo modo tambin el ql.ie estudia la historia ideolgicamente describe los hechos en ella acaecidos como algo que parte de las .ideas de los hombres.
Esto no es forzosamente incorrecto, pero es al menos
incompleto, permaneciendo a medio camino de la comprensin verdadera.
El materialismo "histrico llega hasta las causas a panir
de las cuales surgen esas ideas, es decir, llega a las
necesidades sociales, que son la forma complicada de ~a
voluntad de vivir humana, condicionada por la vida socili.
En este sentido, un poderoso faro ha venido a iluminar los
grandes acontecimientos histricos, gracias a los escritos
histricos de autores m~stas. Y pese a todo, tambin se
ha abieno a veces el camino a una deficiente comprensin
del materialismo histrico. Cuando resaltan con fuerza
probatoria contundent las .causas materiales y econmica.5
de. las revoluciones, entonces los intelectuales que .se
oponen al materialismo histrico creen deber aferrarsea
idea contraria, diciendo que es innegable que las ide~
tienen una gran influencia. Al afirmar esto, pasan por alto
que la explicacin que da el materialismo .histrico, si bien
salt.a rpidamente por encima de las ideas para mostrar la
imponancla de la totalidad, a fin de unir las causas
primeras y el resultado final, no hace entonces en lo
esencial otra cosa que ac~arar las ideas impulsoras a panir
de sus causas sociales. ~
Por ejemplo: mientras la vieja concepcin terica
explicaba la revoluciQ francesa a partir del sentido de la
libertad de la burguesa rebelde, de suerte que ech abajo

la

44

el yugo del absolutismo y de la nobleza, el materialismo


histrico por el contrario cree que la causa de la revolucin
es que el capitalismo en auge utiliz para su propio
provecho el estado burgus, y esta breve formlacin,
cuando se analiza de una manera ms detallada, ha de ser
entendida as: el capitalismo naciente despert en la clase
burguesa la concie-ncia de que la libertad era necesaria en
el terreno poltico y econmico, facilitando as el entusiasmo en favor de estos ideales y les llev a la accin
revolucionaria.
El -pensamiento, la idea, es el mediador ent_re el efecto
de los factores sociales sobre los hombres y su accin
histrica. Lo que, de este modo, vivi en el espritu y
creci, cristalizse en el hecho de la revolucin social, de
modo imperecedero. Pero tambin de otro modo se ha
conservado ello para la posteridad: los pensamientos, las
sensaciones, las pasiones, los ideales que llevaron a nuestros antepasados a la accin, se expresan tambin en la
produccin de su trabajo espiritual, en su literatura, su
ciencia, su fe, su arte, su filosofa, sus teoras e ideologas;
son las fuentes a partir de las cuales les conocemos
inmediatamente, y constituyen el objeto especial del
estudio en todas las _mentadas ciencias del espritu.
Para la concepcin usual de la historia, que solamente
se ocupa con acontecimientos y con hec~, no parece
necesario resaltar todos estos estadios intermedios, ni
estudiar detenidamente los efectos del mundo material
econmico sobre el espritu, as como los del espritu sobre
el .mundo material. Le- basta, como mximo, con mostrar
la conexin entre la causa material y los resultados sciales,
y, .a partir del crecimiento de las fuerzas productivas, la
formacin del modo de produccin y la lucha de clases que
le acompaa necesariamente, as como las transformacio-
nes polticas subsiguientes. De este modo, se procede en la
mayora de los casos, especialmente en las generalizaciones
breves y globales. Pero si se quiere entender la vida
espiritual de un perodo, de sus ideologas, de su religin,
de su arte, de la evolucin de su ciencia, entonces se har
necesario referir el efecto de la sociedad sobre el espritu
humano como su causa principal, y para esto a su vez ser

45

preciso profundizar en la cuestin de cmo lo material


in.fluye en el espritu. Y entonces hay que ampliar y
utilizar minuciosamente esta parte del marxismo, la teora
de lo espiritual, del pensamiento, de la conciencia.
Pero todo ello es necesario incluso para entender la
historia misma, y, a fin de evitar las objeciones contra
nuestra doctrina, si queremos aplicar el marxismo en la
actualidad, en la historia que nosotros mismos vivimos y .
hacemos, entonces analizamqs las cosas de manera completamente distinta a como acometemos la investigacin del
pasado. Lo que ocurri en anteriores siglos, es decir, la
influencia social sobre los hombres y la recproca de los
hoffibres sobre la.sociedad, eso ya est hecho.
La serie de influencias de que el esp1ritu humano fue
un eslabn en el pasado, ya es algo cerrado; nosotros
vemos claramente el resultado final y la caus~ primera, uno
al lado de la otra. Pero la misma cadena de causas y efectos
no est ya cerrada en nuestra propia poca; nosotros nos
encontramos en el medio de esa cadena. Tremendamente
complicado es el modo en que la s~edad va modulando.
al espritu humano, sin que ste todava se haya exteriorizado y plasmado en una accin subsiguiente. So1:1 innmeros los hechos en que una nueva realidad apenas si logra
influir en los espritus. En este caso no puede, por tanto,
hablarse an de una causa social con un resultado prctico
social; mas bien estamos aqu en medio de un proceso
creciente de las influencias, de la madracin len.ta de
nuevos conocimientos, de la propaganda, "de la prepa-~aci~n de reyoluciones prximas. Aqu~ pues, a~n no existe
l simple conexin que en la historia del pasado era la
fuerza probatoria del materialismo histrico; aqu, la
.. doctrina parece est;ar totalmente" en contradiccin con la.
:~realidad, al no existir el desenla~e total de las viejas y de
las nuevas ideas, de la lucha de clases revolucionaria,. de
reaccin y de apata. y aqu entra entonces la pregunta
.
. -.
..
.
. .
por nuestra actuacion practica, una pregunta ineXIStente
en la elucidacin de la historia: Qu papel tiene nuestra
propia voluntad y nuestra accin en-este proceso?.

Es sabido que esta parte del marxismo (por causas


-sociales obvias) en el ltimo medio siglo ha permanecido
~

46

..

demasiado en el transfondo. La socialdemocracia hubo d~


limitarse en el perodo del parlamentarismo correspondiente al capitalismo en maduracin, a la preparacin y la
propaganda tranquila. El proletariado no estaba an
maduro para las acciones revolucionarias, por ~anto la
teora deba demostrar ante todo la necesidad de la
revolucin socialista, como resultado de la evolucin
capitalista. Puesto que la socialdemocracia no llam a la
accin, sino que la fren, hasta que las circunstancias
materiales estuviesen maduras, la teora adopt la forma
de un. nexo. mecanicista entre la causa econmica y. los.
efectos sociales revolucionarios, por lo cual desapareci del
campo .de la historia el eslabn de la actividad humana. Es
conocido, y no es casual, que justamente aquellos entre los
tericos que pertenecan a los portavoces de una nueva
tctica ms activa tambin acentuaran en la teora la importancia del eslabn intermedio, es decir, del espritu
humano y de sus conexiones -pasiva y activamente,
receptivarnente y efectivamente- con la sociedad.
111

Toda actuacin humana pasa por la medi~cin del


espritu humano .. El materialismo histrico, (:omo ciencia
-de la actuacin humana, debe estar en. ~strecho contacto
con una determinada ciencia del espritu. Su .punto de.
partida es una determinada concepcin sobre la relacin
entre pensar y ser; .su contenido es exactamente una nueva
filosofa; su base filosfica es la unidad del todo, teora
que en Marx y Engels adopta sencillament~ el nombre de.
'~~aterialismo.
.

El espritu humano est completamente de'terininado


por el ambiente. Todo lo que est en el esprit, prOcede
del mundo real, que influye por medio de los sentidos
sobre l. En. esta tesis filosfica del materialism<> histrico,
el espitu- no est subordinado 'a la materia, . sino por. el
contrario asegurada la unidad del espritu c:on todo el
mundo. Cualquier parte del todo mtindial est completamente d~terminada por el mundo restante, slo existe
c.

47

por su unidad con el resto del mundo, y su propia esencia,


la totalidad de sus propiedades especiales, no es otra cosa
que el todo, la totalidad de ese todo, el modo en que
recibe e irradia el efecto del restante mundo, el total de
todas sus acciones recproc~ con el todo. Si denominarnos
cosa a esa parte, esa denominacin es slo una palabra,
el nombre de un concepto, en donde se condensan todos
esos efectos que percibimos como sus manifestaciones.
De este modo, tambin el espritu humano -concepto
que igualmente no es ms que un conglomerado de una
serie infinita de manifestaciones espirituales 2 .~ -.- es una
pane del todo, continu3.1Dente interactuado con el resto:
del mundo parten hacia l acciones, las cuales, por medio
del cuerpo hum.ano, vuelven recprocamente de nuevo hacia
el mundo. Naturalmente, por mundo no solamente se
entiende el mundo objetivo material. Nuestro mundo en
su totalidad no es la totalidad de cuanto es corporal y
aprehendible, sino todo cuanto es perceptible, y en esa
medida real. Entre. ello se encuentra tambin lo espiritual
de las cabezas de los hombres. No se encuentran entre ello
naturalmente los ob.ietos imaginados por la pura fantasa 2 1 : un espritu del mundo de carcter general o una
idea absoluta no son propias del mundo material real.
Pero incluso estas mismas fantasas como pueden ser las
creencias en un espritu tan imposible, presentes en
mucha.S cabezas, estn d~'hecho ah, y por tanto son reales
y en._consecuencia materiales._ -eri el sentido de nuestras
, palabras 22 Todo el mundo material es material para
nuestro espritu en la medida que est ah como una
20. Ntese la tautologa del fil6sofo divulgador: define lo espi~ual como serie
infinita de manifestaciones espirituales (der mcnschliche Gcis.t als .... endloscr Rcihe
von geistigen Erscheinungen), lo que es insuficiente. (Nota d~l Tradu~or).
21. Traducimos cpura fantasa>, en lugar -simplemente, como. escribe
Pannekoek, de cfantasa (Phantasie)>-, porque la fan.tasa puede ser imaginacin
reproductora, y no simplemente creadora. (Nta del Traductor).
22. Sentimos tener que volver .a insistir en la insuficiencia de la cxposici6n de
Pannekoek, que se refleja inevitablemente en el lxico que usa: al final, gnero y
especie coinciden en su exposicin, no resultando delimitado lo que pretenda, a
saber, la realidad frente a la fantasia, al utilizar equvocamente esta ltima. (Nota
del Traductor).

48

materia a la que se enfrenta 23 Todo lo que existe en l, es


influencia del mundo circundante, y su esencia especial no
es otra cosa que la suma de sus propiedades, el modo en
que esa influencia es recibida y transformada.
La primera y ms importante facultad es la capacidad
de retener los acontecimientos, la memoria. Como una
corriente sin fin, pasa el proceso del mundo. por nuestro
espritu; del mismo modo, y como una corriente sin fin,
las impresiones y las influencias del mundo corren para
serenarse en nuestro espritu. La imagen que presenta al
tiempQ co_mo una fluxin siempre p~~jera, s~rtjej_antt; a la
maroma de una barca, en la que nos encontramos
agarrados siempre a un nico punto, el instante actual,
que a la vez se nos escapa, no es una imagen correcta. La
maroma sin fin, pese a su movimiento,. es recuperada, y
metida en el interior de nuestro propio barco. Lo que
ocurre en el mundo se nos mete dentro de nosotros,
hacindonos nuevos y distintos. Cuanto ms rica sea
nuestra experiencia, tanto mayor y ms pleno ser el
contenido de nuestra conciencia.
Qu hace el espirito con esta masa creciente de
impresiones?
La segunda propiedad que caracteriza la esencia del
espritu es la capacidad para abstraer. La infinitamente
diversa masa de impresiones que penetra en el espritu es
elaborada hasta formar una imagen .abstracta, en .donde lo
general de las manife5tacio.nes concretas y especiales se_
convierte en conceptos. La tcnica de este proceso, la
,relacin de la imagen hacia el objeto, la esencia de los
conceptos en contraposicin a la realidad, todo ello fue
expuesto con magistral claridad por]. Dietzgen, y por esto
no necesitamos aqu estudiarlo d~tenidamente. En el
concepto, se expresa lo general, lo esencial, lo comn, lo
23. Ahora la dificultad es de pura aaducci6n del alcrrul: A las anteriores
palabras aade una nueva -no univoca- para traducir cmaterial>. Observe el
lector: Diese ganzc matericlle Wclt is Material fr umercn Gcist und steht ihm al
Afgene gegeniber>, luego de haber idcntifiCado, en otro pirrafo lo re4' con lo
maten.el/ y lo tQtsiJch/ich. En una obra de divulgaci6n, la equiparaci6n de estos
trminos es perjudicial para la propia divulgaci6n, dndose un efecto contrario al
pretendido por el astr6nomo holands. (Nota del Traductor).

49

permanente de esa parte del mundo, de esos .grupos de


apareceres que l expresa; se abstrae a partir de lo especial,
de lo diverso, de lo que cambia en la realidad. Para la
infinita multitud y diversidad del mundo, no hay ~pacio
en nuestra cabeza. Por ello el espritu ha de simplificar~
dejar fuera de su atencin la diversidad y la diferencia, que '
e.s contingente y adicional. Los conceptos son, por su
propia naturaleza, algo completaniente, duramente, agudamente limitado, mientras que la realidad que se cristaliza eli conceptos es como una corriente mvil, siempre
distin.ta, _infinitamente otra, que con _su abigarrado colorido se escapa de nosotros. Con esto no deciffios que los
conceptos hayan de permanecer tranquilos e inaniovibles;.
sino que siempre son cambiantes, reformados, nuevamente delimitados, sustituidos por otros y acomodados a la
realidad cambiante.
La corriente de impresiones y experiencias va ininte- .1
rrumpidamente del mundo al espritu, siendo all genera- :
lizada, modificada, destilada, ampliada en forma de~
pensamientos, conceptos, juicios, ideas, sentimientos, re-
. glas, que forman el contenido de la conciencia, hundindose luego en la subconsciencia y en el olvido. Si las~
nuevas -impresiones concuerdan con la imagen existente,
porque el entorno siempre vuelve con las mismas formas,
entonces .esta imagen-. conceptual se refuerza y llega a
estar en .posesin de una solidez. espiritual inatacabl~. LO.
-mi.Smo pasa con la persona: gracias a la vida social com~
.nitaria y a la colaboracin comunitaria, se da un ~ontinuo
intercambio de las ideas; la imagen que se hace .el espritu
con respecto al mundo, no es una imagen de propiedad
individual, sino colectiva. La propiedad espiritual lograda
.en el transcurso del ti~mpo por una sociedad se entrega .al ,
gnero humano en auge, y mientras las relacio~es .vitales-.
no cambian sensiblemente, el nuevo gnero humano
encuentra al sistema transmitido de ideas y Conceptos, 1a
ideologa,. en .armona con la realidad. Entonces. esta
ideologa es ms slidamente fundada y se' hace indu-
dable.

Pero el mundo cainbia; por medio del trabajo humano, la sociedad va adoptando nuevas formas; nuevas
50

impresiones, nuevas experiencias penetran en el espritu, y


no se acomodan a la vieja imagen del mundo. El espritu
comienza a construir,
a partir de la vieja herencia y de las
.
.
nuevas exper1enc1as ..
Los viejos conceptos son cambiados, o deter~inados de
otra forma, los juicios cambian, nuevas opiniones surgen:
un nuevo mundo de ideas comienza, ms rpida o ms
lentamente, desde los fragmentos del viejo que se adecan
ms o menos a lo nuevo. Es el mismo proceso que se da en
el avance de la ciencia de la naturaleza, gracias al cual la
imagen qu_e nos. hacemos de la naturaleza se convierte en
una imagen continuamente nueva y distinta~ Con la
diferencia de que la evolucin aqu no se produce porque
el mismo . mundo haya cambiado notablemente, sino
solamente porque nuestra experiencia del mundo ha
cambiado continuamente como resultado de una investigacin de la naturaleza ms exacta y progresiva. Adems,
este proceso evolutivo se realiza de una manera ms
tranquila, consciente y objetiva, porque est fuera de la
lucha social, de los sufrimientos y de la necesidad vital
directa de las masas, y por tanto no es cosa de masas, sino
el objeto de estudio de un futuro. Por el contrario, la
sociedad todo lo prueba en su propio crculo de efectos, es
el mundo propio de la gran masa de' los hombres, arrastra
a su crculo a cada cual ~on gigantesca fuerza,. porque la
vida de cada cual est en dependencia de ella. Ir ms all
de .la sociedad. significa a la vez pensar cada cual sobre su
propia vida, en pensamientos que surgen espo~tneamen
te, que crecen inconscientemente, raramente como ciencia
objetiva, y la mayora de las veces c~mo representaciones
subjetivas. Continuamente cambia la sociedad - y en
nuestra era con pasos gigantescos- arrastr~ndo c~nsigo, y
con~ra la propia voluntad, a los cerebros ms perezosos. En
la lucha interior, en la batalla campal o en el trabaJo.
intelectual tranquilo, los pensamientos se revolucionan; a
veces, repentinaillente, cuando las fuerzas de fuera influyen de una manera especialmente fuerte, pero a menudo
tambin lentamente, de forma casi imperceptible durante
largo tiempo. En este proceso de formacin continuo, la
conciencia se acomoda al ser social.
51

Cuando Marx, por lo tanto, dice que el ser social


determina la conciencia, no ha de interpretarse en el
sentido de que las ideas de cualquier poca sean determinadas por la sociedad de la misma poca. La realidad social
del instante es una cosa, el mundo de ideas surgido de la
anterior realidad es el otro elemento; con los dos se
compone la nueva conciencia. El primero, la influencia del
mundo material, es el factor material, el segundo, la
posesin de ideas y representaciones, es el factor espiritual.
Por esto, los eruditos burgueses, juzgando desde fuera,
creen poder encontrar aqu la ine~ac~itud clel __ materialismo
histrico, diciendo: la realidad material por s sola no
determina a la conciencia, pues los factores espirituales le
son igualmente precisos. Pasan por alto que el mundo de
la actualidad no escribe su imagen sobre una hoja en
blanco, sino que es la imagen abstracta de las impresiones
de todas las situaciones precedentes, presentes en la
conciencia: la conciencia est determinada por la totalidad
de la realidad anterior y de la presente. La concepcin
burguesa parte del contenido de con~iencia espiritual
corno de algo dado que se acepta sin investigar su origen,
que surge de la naturaleza> del espritu o de una esencia
espiritual abstracta radicada fuera del hombre. Pero la
concepcin marxista parte de la conviccin de que el
contenido de conciencia ha de surgir de la influencia del
mundo real, y busca por ello su origen en las anteriores
relaciones vitales de los hombres. Esto vale no slo para. la
conciencia, sino tambin para las otras propiedades .del
espritu, para sus inclina~iones y sus impulsos,. sus instintos
y hbitos., ocultos en la profundidad inconsciente del
, espritu humano, y que aparecen como una naturaleza
llena de secreto para el hombre, exteriorizando las impre~
siones heredadas de un pasado de cientos de afos, desde
los tiempos ms remotos.

La conexin entre espritu y sociedad nos hace posible


una mirada a las causas por las cuales el proceso revolucionario (como se dice frecuentemente) se retrasa y ralentiza.
Y no slo nos referimos a los hechos subjetivos, ms lentos
que los deseos y la penetracin de los revolucionarios
vanguardistas, sino tambin a los objetivos, en la medida
52

en que la realidad de hoy domina y determina en una


medida tan escasa el espritu de la mayora de los
hombres. Nos referimos, ms bien, al poder de la
tradicin, en cuanto que gran fuerza que frena la evolucin. Si consideramos el mundo actual, su lucha de clases,
se tropieza frecuentemente con este violento poder;no . es
posible entende.r nada, si no se tiene en cuenta ese poder.
Con esto no nos ponemos totalmente fuera del marxismo,
pues toda tradicin es una parte de la realidad, que vive
en las cabezas de los hombres, que contribuye a determinar _sus_ ac<;iones, que influye po~erosarep.t~ s~bre
nosotros, y que de esta manera tiene un gran influjo sobre
la sociedad.
Lo que constituye la tradicin, su naturaleza especial
en contraste con otras formaciones del espritu, es que se
trata de un trozo de realidad de naturaleza exclusivamente
espiritual, cuyas races materiales estn ancladas en el
pasado, -viviendo de este modo slo del pasado, y apenas
encontrando alimento en el nuevo mundo. Como ejemplo
de tal cosa pueden servir las dos poderosas ideologas que .
dominaban el espritu de los trabajadores de forma
sumamente fuerte, siendo frenadas especialmente por el
socialismo: la religin y el .nacionalismo. Cmo la religin
creci a partir del modo de produc;cin primitivo . y
pequeoburgus, variando continuamente su forma y su
apariencia, siendo entonces
expresin de las organizaciones sociales que desde entonces iban perdiendo cada .vez
ms su base social, ha sido -ya expuesto. eri una .serie. de
obras y artculos. La ideologa nacionalista, por el contrario, hunde sus races en el capitalismo, es para la burguesa
una realidad viviente, y es por lo tanto. una tradicin . ms
joven y viva que por esta razn puede ser ms influyente
en los trabajadores.
Puede parecer extrafo el que una ideologa pueda
segu~ viviendo y autoafirmndose, d~pus de que ha .
perdido susuelo nutricio, sus bases, la realidad de la que
surgi. Sin embargo, no habra que olvidar que de ella se
predica lo mismo que de todo lo espiritual en el homb~e:
no slo. . permanece como una esencia espiritual, del mismo
modo que el recuerdo permanece despus de las impresio-

la

53

nes, o como toda imagen espiritual sigue a una serie de


impresiones, sino que su poder sobre los hombres sigue
multiplicndose por la influencia reciproca de unos. hombres sobre otros. Del mismo ~odo que en el cerebro los
centros sensitivos no slo reaccionan a la .estimulaci6n .del
mundo exterior, sino que se unen entre s . en formas mil
veces distintas, influyendo de este modo, de suene que se
da una vida espiritual fuera de las influencias del mundo
exterior, del mismo modo tambin actan en la sociedad
las ideas antafio formadas en las cabezas de los hombres,
como una. nueva fuerza sobre otros hombres. El mundo
externo que influye sobre nuestro 'espritu se compone no'
slo de hechos mudos de la vida y del ambiente, sino
tambin de lo que otros nos comunican como depsito de
sus experiencias, o de lo que ellos o las generaciones
anteriores han encontrado en libros y escritos. Asi como el
originalmente pequeo sonido de un arpa llega a alcanzar
la plenitud del tono gracias al arco de resonancia, as
tambin nos suena a nosotros la teora de los hechos~ de las
bases materiales de vida, como un acorde surgido del
mundo hum~o circundante. Las nuevas ideas, que se
acomodan a la nueva realidad, son anunciadas por cada
uno de los que las recibieron y asimilaron, si bien al
principio fueron como un dbil tono para ellos; pero ahora
su fuerte voz despierta a los ms jvenes .y a los espritus.
ms perezosos, su propaganda se aade a la.accin directa
de las experiencias vitales, y de este. modo sirve .tpj-.
damente para un concepto .claro de lo esencial contenido
en ella. Del mismo modo, la vieja ideologa :se fortaleC'e
por la misma fuerza, siendo capaz de m~tep.erse en vida.
Gracias._ a las influeQcias espirituales de los ms viejos sobre
los ms jvenes, de los viejos escritos sobre las nuevas
generaciones, sigue resonando an la vieja vi4a de .los
pensamientos durante un perodo de tiempo, si bien sus
causas materiales y primeras. ya no existen. Sin em.bargo, a
la larga, esa vieja ideologa -.-que ahora suena~ -ya :de un
modo desacorde- ha de acabar pereciendo. Cuando una
nueva realidad, de un modo o de otro, ha logrado influir
al espritu con .su. presencia, Y ha logrado introducir los
nuevos conocimientos en las cabezas, entonces la vieja

ideologa se agota, el espritu ha de ir abandonando poco a


poco sus viejas creencias y sus ideas, en favor de las
necesidades de la nueva sociedad. El prceso es a veces lento,
a veces indeciso, y a veces se queda a medio camino, pero
finalmente el proceso tiene lugar. Pues la propaganda de
la nueva ideologa adquiere nueva fuerza continuamente
porque parte de la realidad de la vida.
Aqu juega un papel imponante la celeridad del
proceso de cambio social. En pocas antiguas, cuando este
proceso se realizaba muy lentamente, las formas de
pensamiento nacidas de la sociedad se petrificaban, llegando a formar dogmas fuenemente inamovibles.- En pocas
de cambio rpido, el espritu queda desgarrado, se vuelve
ms plstico y mvil, y elimina de una manera muy rpida
las viejas ideas. Los decenios que hemos pasado, en los
cuales el capitalismo y el proletariado alcanzaron un alto
grado de evolucin, . trajeron consigo una dilacin o incluso
una paralizacin del proceso poltico revolucion.rio; durante este tiempo, se dio, por lo tanto, tambin el proceso
espiritual de evolucin en un tiempo lento, sobre todo si le
comparamos con la formacin de ideas terriblemente
progresivas del perodo de revolucin burguesa inmediatamente precedente. La consecuencia de ello . fue que
despus del primer brillante impulso del marxismo tuvo .
lugar un retroceso: duda revisionista, perviyencia
la
crtica burguesa, y, en una parte de los radicales, paralizacin dogmtica. Sin embargo, en ~tos momentos se '.~bre
de nuevo un perodo revolucionario, que. sin . ningn
gnero de dudas habr de traer consigo una revolucin de
los espritus, una profunda renovacin de las ideas, una
fuerte revolucin intelectual.

de

55

Captulo Quinto

Qu es el socialismo?

Queuna pane del Partido habla de socialismo respecto a las medidas tomadas por el gobierno para el control del
consumo de los alimentos (cuestin por la que nosotros
tambin nos preocupamos>) muestra que, en la cuestin
de qu sea realmente el socialismo existen profundas
diferencias de opinin en el seno de la socialdemocracia.
Pero esas discrepancias existen no sola.Dlente desde los
ltimos ocho meses; tambin en anos anteriores existi la
misma diferencia de opiniones. Por ejemplo, en la cuestin de)as propuestas de monopolio (como _ltimamente,
del monopolio 4el petrleo), que una parte de los ra-.
dicales consideraba como un escaso impuesto .indirecto,
mientras que muchos revisionistas la saludaron como paso
en el camino al socialismo ... La pregunta, por lo tanto, no
es simplemente. quin tiene razn?, sino sobre todo
.cmo es posible que unos se equivoquen tan crasamente?
La contestacin a esta pregunta radica en la evolucin del
capitalismo mismo.
A la pre-gunta qu es el socialismo?, todos dirri:
Socialismo es la produccin regulada socialmente, que
sirve a la necesidad de la generalidad, y no. al provecho
individual. Socialmente regulada>, significa naturalmente
que tia de ser dirigida por algn rgano de la sociedad,
por ejemplo el Estado, o por una totalidad de tales

56

rganos. En esta frase, empero, no debera buscarse tanto


una descripcin del orden futuro mejor, orden que
buscamos, sino ms bien .la crtica del actual sistema
capitalista. Puesto que esto constituye su contenido interno ms esencial, su imponancia y su acento debe buscarse
en la esencia del tan cricable capitalismo. Y ello tanto
ms, cuanto que en la frase estn contenidas, en primer
lugar, la regulacin social, y en segundo lugar, el servir a
la generalidad del pueblo.
.
Cuando el movimiento obrero se alz hace medio
siglo,_ la ~s imponante y notoria p~e del capitalismo era
la libre competencia, la ausencia de reglas para la produc- .
cin privada. Contra este desperdicio de trabajo, que slo
logr la meta de dotar a la humanidad de los medios de
vida suficientes por medio de un resultado casual y, por
trmino medio~ como resultado de muchos esfuerzos falsamente dirigidos, hubo de surgir la superioridad de una
organizacin del trabajo ms racional. Frente a la lucha
salvaje por la existencia, en la que perecan masivamente
los dbiles, surgi el deber de que la sociedad velase por
todos sus miembros. El estado tiene otras cosas que hacer,
que los servicios de vigilancia nocturna en la salvaje lucha
competitiva de los empresarios privados; el estado, se dijo,
deba actuar con inano firme, para mantener alejados de
nosotros a los ms grandes enemigos del pueblo: harnb~e,
fro y penuria.
As surgi el socialismo sobre todo como oposici~ al~
doctrina manchesteriana de la competen(":ia desenfrenada.
En las exigencias del proletariado, .que realmente era quien
haba de padecer ese estilo manchesteriano, surgi el ideal
del nevo orden social contra la realidad <;apitalista: contra
la anarqua de la C:lrganizaciri; contra el desenfrenado
individualismo, puso el principio comunitario; contra el
estilo. manchesteriano, la inmiscusin estatal; contra el
liberalismo, el socialismo. La cues~in principal era: reglamentacin, organizacin racional, pero todo esto solamente poda emanar del pode( del estado demcrata, que, en
su calidad de rgano superpuesto a la comunidad~ se
enfrent con el enorme montn de industrias privadas.
Que esta reglamentacin pudo servu entonces necesaria-

57

mente a los intereses de la gran masa popular, era tan claro


que no se poda hacer otra cosa. Toda ingerencia reglada
del Estado, fuere para la vigilancia de la debilidad econmica, fuere para la estatalizacin -de una rama de la
industria hasta entonces privada; fue considerada como un
primer paso en el camino hacia el socialismo, y resaltado
como Socialismo de Estado>.
Y en este sentido es cierto que, frente a los defensores
burgueses de economa privada, a menudo hacemos
alusin a una orgWizacin que tienda al monopolio estatal
de ferroc.ar1;iies y transportes, organiz~cin ~ la que consideramos ejemplo de lo que debe. ser. Pero tampoco
olvidamos que la palabra socialismo de estado significa lo
mismo que capitalismo de estado, y viceversa. En ls
servicios estatales, el trabajador no se siente la mayora de
las veces al servicio de un rgano de la comunidad que ha.
de servir al bien comn, sino al servicio de un empresario
omnipotente, contra el que se encuentra absolutamente
impotente. Una recomendacin, una propag.nda para las
ideas del socialismo no puede por lo tanto panir de los
actual~s servicios estatales, o de las actuaciones, por lo
dems violentadoras, del actual Estado. Por lo dems, en
el nterin, el propio capitalismo ~a ido realizando la mitad
del programa socialista. En lugar de los numerosos propietarios-~ privados, ha surgido un pequeo nmero -de
magnates; en lugar de la libre competencia,. ha nacido -la.
regulacin forzosa por- medio de .trust y crtels, en lug~r
del desmadre ha florecido la organiz.acin. Pero todo ello,
se ha producido de una forma qe, para el . trabajador~
para las masas populares, no es mejor que la anarqua de
antes. Pues esta organizacin sirve slo para los altos
beneficios del gran capital, no para la necesidad satisfecha
de Iageneralidad .. Ms an: el podero brutal. de este.gran
capital organizado gravita de una manera an ms dura
sobre el proletariado., de lo qe antao lo hiciera :el
pequeo poder del empresario aislado. -El gran capital va
intrnsecamente unido a la violencia del Estado:ambostrabaj.n
a .mano para la promocin de los grandes
.intereses. mano
,,,.
ec.onom1cos.
Dicho de otro modo: el socialismo implica dos cosas:.
.

58

organizacin y democracia (pues slo el poder popular pone


la meta de la sociedad en la satisfaccin de las necesidades
del pueblo). Ahora, el capitalismo se hace cada vez ms
organizado, pero cada vez se aleja ms de la democracia,
porque concentra en sus propias manos el poder econmico. De ah que en el prese-nte sea para nosotros innecesario.
el propagar la organizacin econmica, alal.:>ando los pasos
en ese sentido como pasos imponantes hacia el socialismo.
No. La libre competencia se ha terminado, y esta parre del
capitalismo se ha convenido en algo inesencial. As pues,
actualmente nuestra tarea ms importante del?e dirigirse a
la otra parte, a la pane que debe hacer de la organizacin.
de la economa (basada hoy en una fuente de gran presin
sobre las masas y de un gigantesco .poder para el gran
capital), una fuente de abundancia para las masas. La
democracia es ahora el captulo principal, la pane. ms
importante del socialismo. En este perodo de la evolucin
econmica se encuentra todo lo que fortalece la democracia, el poder de la clase trabajadora, un paso adelante en el
camino del socialismo. En este perodo de evolucin
econmica, todo lo que fortalece la democracia, el poder
de la clase obrera, es un paso adelante en el camino hacia
el socialismo. Por tanto, la organizacin estatal, que de
divcr;rsas maneras en los ltimos tiempos se vinculaba tanto
:al socialismo, no tiene nada que hacer con l.

59

Captulo Sexto

Sobre Consejos Obreros

Deseara hacer algunas apreciaciones y complementaciones a las declaraciones del compaero Kondor sobre
Organizacin burguesa o socialdemcrata?, aparecidas
en el nmero 7 de cFunke, de diciembre de 1951.
En primer lugar, all donde critica el papel actual de
los sindicatos. (y partidos), tiene toda la razn. Con los
cambios de la estructura econmica, ha de cambiarse
tambin la funcin de las diversas formaciones sociales. Los
sindicatos fueron y son imprescindibles como rgano de
lucha de la clase obrera dentro dei capitalismo. Bajo( el
capitalismo monopolista, han llegado. a ser una parte del
aparato burocrtico dirigente, que ha anucleado a tocla la
clas~ obrera dentro de su seno. En su calidad de orgariiza-
ciones construid.as y cuidadas por los trabajadores mismos,
son mejores que cualquier aparato forzoso para hacer q.e la
clase obrera, a ser posible sin friccin, un miembro de la
estructura social. En el actual perodo de transicin, este su
nuevo carcter surge cada vez con ms fuerza. Esto muestra
que sera un esfuerzo infructuoso volver a las viejas formas
orgaiiizativas. Por eso, los trabajadores han de encontrar
una mayor libertad en la elec~in de sus formas de lucha
contra el capitalismo.

La evolucin del capitalismo de estado -propagado en


Europa de muy diversas maneras bajo el nombre de

60

~:";--~

socialismo- no significa liberacin de la clase obrera, sino


mayor descontento. Lo que busca la clase obrera en su
lucha (libertad y seguridad, dominio de su propia vida)
slo es posible gracias a la apropiacin de los medios de
produccin. El socialismo de estado no es ya el lugar del
poder de los trabajadores, sino el rgano estatal que
dispone de los medios de produccin. Aunque democrticamente, esto significa que los trabajadores podran elegir
a sus amos. Frente a esto, el poder de disponer di.rectamente de los medios de produccin significa por parte de
los tr~baj_adores que ellos mismos d~rigen los se~icios, y de .
abajo arriba construyen las organizaciones centrales. Esto
es lo que se caracteriza como sistema de los consejos
obreros. Kondor tiene, pues, toda la razn, cuando les
caracteriza como el nuevo y futuro principio de organizacin de la clase trabajadora. Se oponen, en su calidad de
autogestin organizada de las masas productoras, frontalmente a la organizacin desde arriba del socialismo de
Estado. Llegados aqu, tenemos que tener en claro lo
siguiente: Consejo obrero> no significa una forma determinada de organizacin cuidadosamente pretrazada, que
habra que describir con detalle absoluto; significa por el
contrario un pnncipio, el principio del poder de disposicin de los trabajadores mismos de las industrias y de la
produccin. Su realizacin no es cosa de discusin terica
sobre la mejor realizacin prctica, sino que es cosa de la
lucha prctica contra el aparato de poder del capitalismo.
Los consejos obreros no significan hoy da un encuentro
fraternal con el trabajo corporativo; significan lucha de
clases -la fraternidad encuentra su expresin dentro de
esta lucha de clases-, significan accin revolucionaria de
las masas contra el poder del Estado. Las revoluciones no se
. planean; surgen espontneamente a partir de las relaciones
y comportamientos imparables, a partir de las situaciones
de crisis. Surgen solamente cuarido en las masas alienta el
sentimiento de que nada las puede parar, y cuando a la
vez existe una cierta unanimidad de conciencia en torno a
lo que hay que hacer. Aqu radica la tarea de la
propaganda, de la discusin abiena. Y estas acciones
solamente pueden alcanzar un xito permanente cuando

, 61

en las amplias masas de los trabajadores existe la inteligencia del carcter y l meta de su lucha. En esto consiste
la necesidad de tomar por tema de la discusin a los
consejos obreros.
As,. la idea de los consejos obreros no aparece como un
programa para la realizacin prctica maana o dentro de
un par de aos, sino como una lnea recta en la larga y
difcil lucha de liberacin en que todava se encuentra
metida la clase obrera. Ciertamente, Marx escribi una
vez: la hora del capitalismo ha llegado. Pero tampoco ha
dejado_ nip.gu_na duda en el sentido. de que esa hora
significa toda una poca histrica.

-

62

~+,:'?P~= .. ., _.,.._.
-~rii'J~~~......,..--

- . Captulo Spti1n0

Socialdemocracia y comunismo-

1.

m camino del movimiento obrero

La guerra mundial no ha trado solaIDente una violenta


revolucin de todas las relaciones econmicas y polticas;
tambin ha cambiado por completo al socialismo. Qui~n
haya crecido con la socialdemocracia alemana y participado
en sus filas por la lucha de la clase obrera, se encontrar desconcenado ante todo lo nuevo, y se preguntar si todo lo
que hasta ahora ha aprendido y realizado era falso, y si por
lo tanto ha de aprender y seguir las nuevas teoras. La
respuesta es: No era falso, sino algo incompleto .. El
socialismo no es una te.ora incambiable. Con la evolucin
del mundo crece la penetracin terica de los hombres, y
con las nuevas relaciones surgen _nuevos mtodos para
alcanzar nuestra meta. Esto se ve ya lanzando un~. mirada
a la evolucin del socialismo en el ltimo siglo.
A comienzos del siglo XIX imperaba el socialismo
utpico. Pensadqres d~ amplias miras y con amplia
sensibilidad respecto a la insoportabilidad del capitalis~o
hicieron esbozos para una mejor sociedad, en la cual el
trabajo deba ser. organizado cooperativamente. Un giro se
dio cuando Marx y Engels publicaron en el. 1847 el
Manifiesto. Comunista>. Por primera vez surgieron .claramente aqu los puntos principales del posterior soci.alismo:
6-3

a partir del capitalismo mismo nacer la fuerza capaz de


cambiar y hacer nacer una sociedad socialista. Esta fuerza
es la lucha de clases del proletariado. Los pobres, despreciados, ignorantes trabajadores sern en adelante los encargados de este cambio, en la medida en que toman como
misin la lucha contra la burguesa, ganando en este
proceso fuerza y capacidad y organizndose ellos mismos
como clase; por medio de una revolucin, el proletariado
conquistar
el poder poltico, y realizar el cambio total
.,,.
econom1co.
Hay .que resaltar adems que Mapc: y Eng~ls no denominaron nunca a esta tarea csocialismo> y que tmpoco se
denominaron a s mismos Socialistas> .. Engels lo ha
expresado con toda claridad: en aquella poca; eran caracterizadas con el nombre de socialismo diversas corrientes
de la burguesa, que, por un sentimiento de identificacin
con el proletariado o por otros motivos, queran echar
abajo el orden capitalista; a menudo, sus metas eran
incluso reaccionarias. El comunismo, por el contrario, fue
un movimiento proletario. Comunistas se denominaron los
grupos obreros que atacaron el sistema del capitalismo. De
la liga de los trabajadores comunistas sali el Manifiesto,
que senal al proletariado la meta y la direccin de su
lucha.
El ao 1848 estall con las revoluciones burguesas, que
abrieron el camino al capitalismo en la Europa central, y
con ello tambin el cambio de . los peqeos estados
tradicionales en estados nacionales ms poderosos. La
industria se desarroll en los aos cincuenta. y s~senta en
un tiempo rcord, :y en esta pi;osperidad se -hundieron
todos los ~ovimientos revolucionarios de. forma tal, que
incluso se olvid el nombre del comunismo. Cuando luego
en. los aos sesenta, a partir de este amplio capitalisp:io, el
movimiento obrero volvi a surgir en Inglaterra,. -Francia y
Alem3.nia, tena ya un suelo ms amplio que las anteriores
sectas comunistas, pero sus metas eran mucho ms limitadas y alicortadas: mejora de la situacin . ll;imediata,
sindicatos, reformas democrticas. En Alemania, L~ssalle
despleg una agitacin en orden a las cooperativas de
prc:>duccin con apoyo esta~al; el. estado deba de este
64

modo erigirse en artfice de las tareas sociales en favor de la


clase obrera, y para forzarle a ello, deba valer la democracia -el poder de las masas sobre el Estado-. As se
comprende que el Partido fundado por Lassalle se arrogase
el significativo nombre de socialdemocracia: bajo este
nombre se expresaba la meta del Partido, es decir, la
democracia con finalidad social.
Pero poco a poco el Partido creci ms all de sus
primeras estrechas metas. La incontenible evolucin capitalista de Alemania, la guerra para la formacin del
imperio al~rnn, la unin de la burguesa y d~l militarismo
latifundista, la ley socialista, la reaccionaria poltica. aduanera e impositiva, todo ello impuls a la clase trabajadora
hacia adelante, haciendo de ella la vanguardia .del movimiento obrero europeo, que aceptaba su nombre y sus
decisiones. La praxis agudiz su espritu en orden a la
comprensin de la doctrina de Marx, que fue accesible a
los socialistas, en las numerosas popularizaciones de Kautsky y en sus aplicaciones. Y de este modo se volvieron a
reconocer los principios y las metas del viejo comunisrno:el
Manifiesto Comunista como escrito programtico, el marxismo como su teora, la lucha de clases como su tctica, la
conquista del poder poltico por el proletariado, la revolucin social como su meta.

Sin embargo exista una diferencia:el carcter del


nuevo marxismo, el espritu de todo el movimiento, era
distinto al del viejo comunismo. La socialdemocracia.
creci en medio de una poderosa evolucin capitalista. No
. haba en principio que pensar en un .cambio violento. Por
esto, la revolucin se desplaz al lejano futuro, y se
satisfizo con la propaganda y la organizacin que habra de
prepararla, contentndose de mqmento con las luchas po.r
las mejoras inmediatas. La teora afirmaba que la revolucin habra de llegar como resultado de la evoluci~
econmica. de una manera necesaria, olvidando que la
accin, la actividad espontanea de las masas, era necesaria
para que tal llegada se produjese. De esta guisa se
. convirti en una especie de fatalismo econmico. La socialdemocracia y los sindicatos ascendientes por ella domina-
dos, se convirtieron en un miembro de la sociedad

65

capitalista; se convirtieron en la oposicin y la resistencia


creciente de las masas trabaj~doras, siendo el rgano que
impeda la completa depauperacin de las masas bajo la
presin del capital. Gracias al derecho electoral generalizado, llegaron incluso a convertirse en una fuerte oposi-
cin dentro del parlamento burgus. Su carcter principal
fue, pese a la teora, reformista, y, respecto a las cuestiones
inmediatas, reformista y miniinalista en lugar de revolucionario. La causa principal de esto radicaba en la pro~peri
dad proletaria, que proporcion a las masas proletarias una
cien~ seguridad vital, no dejando elevarse ninguna voz
revolucionaria.

En el ltimo decenio se han fortalecido estas tendencias. El movimiento obrero lleg a alcanzar lo que dentro
de estas circunstanciaS poda alcanzarse: un poderoso
Partido con un milln de miembros y un tercio de los
electores a su favor, y junto a l un movimiento sindical
que anucle en torno a s a la mayor parte de los
trabajadores capaces de organizarse. Choc contra ua
barrera ms poderosa, contra la que los antiguos medios
no haban podido salir .airosos: las fuertes organizaciones
del gran capital en sindicatos, cadenas empresariales }'
comunidades de intereses, as como la poltica del c-pital
financiero, la industria pesada, y el militarismo, formas
todas. de imperialismo que eran dirigidas fuera del parlamento. Pero este movimieQ.to obrero no estaba cap.acitado
para una total renovacin y enrilmbamiento de la tctica,
mientras que enfrente estaban las organizaciones poderosas, consideradas como unfinen s mismas, y con el deseo.
de protagonismo. Portavoz de esta tendencia era la
.burocracia, el numeroso ejrcito de empleados, jefes, parlamentarios,. secretarios, redactores que fornaban un grupo propio con intereses propios:. Poco a poco, la meta era,
manteniendo el viejo nombre, comportarse. de modo diverso. La conquista del poder poltico por el proletariadQ.
se convirti para ellos en conquista de la mayora por su
Partido;la substitucin de los polticos gbernantes y de la
burocracia estatal por ellos, los polticos socialdemcratas
y la burocracia sindical y del Partido. La realizacin del
socialismo deba venir ahora por medio de nuevas leyes

66

~":

favorables al proletariado. Y esta fue la postura dominante


no solamente entre los revisionistas. Tambin Kautsky, el
terico poltico de los radicales, dijo en una discusin que
la socialdemocracia quena ocupar el Estado con todos sus
rganos y todos sus ministerios, para poner simplemente a
otra gente, la socialdemocracia, en lugar de los ministros
hasta la fecha existen tes.
La guerra mundial rompi tambin la crisis existente
dentro del movimiento obrero. La socialdemocracia se
puso en general al servicio del imperialismo bajo la
frmula defensa de la ptria>; la burocracia del Partido y
de los sindicatos trabajaron mano a mano con la burocracia
estatal y con el empresariado para que el proletariado
derramase fuerza, sangre y vida hasta el lnite. Esto
signific la ruptura de la socialdemocracia como Partido de
la revolucin proletaria. Ahora se produjo, pese a la aguda
represin, una progresiva oposicin en todos los pases,
volviendo a ondear la vieja bandera de la lucha de clases,
del marxismo y de la revolucin. Bajo qu nombre haba
de ondear? Tena todo el derecho a hacerlo reclamando las
viejas frmulas de la socialdemocracia que los Partidos
socialdemcratas haban dejado en la estacada. Pero el
nombre. de socialista haba perdido ya sentido y fuerza,
puesto que las diferencias entre socialistas y burgueses casi
haban desaparecido. Para llevar adelante la lucha. de
clases, haba que llevar adelante primero y primordialmente
la lucha contra la socialdemocracia, que haba llevado al
proletariado al _abismo de la miseria, de la sumisin, _de la
. guerra, de la aniquilacin, de la impotencia. Podrn los
nuevos luchadores aceptar estos vergonzosos y desvergonzados nombres? Un nuevo nombre era necesario, pe(o
qu nombre era ms ac;lecuado que los otros, para erigit:se
en portador primero de la vieja y .originaria lucha de
clases? En todos los pases renace el mismo pensamiento:
recuperar.el nombre de comunismo.
.,,
De nuevo, como en tiempos de Marx, estn enfrenta~
dos el comunismo como direcct~n proletaria y revolucionaria, y el socialismo como direccin .burgueso-refornzista.
Y el nuevo comunismo no es solamente una nueva edicin .
de la teora de la socialdemocracia radical ..A partir de la

67

crisis mundial, ha ganado nueva profundidad, que le aleja


totalmente de la vieja teora. En lo que sigue, queremos
mostrar la diferencia entre ambas teoras.
2. Lucha de clases y socializacin

En sus mejores tiempos, la socialdemocracia estableca


la lucha de clases contra la burguesa como su principio, la
realizacin del socialismo como su meta, tan pronto. como
la conquista del poder poltico se lograra. Abo.ta la social. democracia ha abandonado este principio y esta meta;
ahora ambos principios los ha retomado el comunismo.
Cuando estall la guerra, la socialdemocracia sostuvo la
guerra contra la burguesa. Kautsky afirm que la lucha de
clases slo vala para pocas de paz, mientras que en la
guerra haba de ponerse en su lugar la solidaridad de clases
contra la nacin enemiga. Como base para decir esto se
sac de la manga la mentira de la guerra defensiva, con
que las masas fueron engaliadas al comienzo de la guerra.
Los dirigentes de la mayora y los independientes se
diferenciaban en este punto solamente porque los primeros
colaboraron entusiastarnente con la poltica blica de la
burguesa, mientras que los ltimos la soponaban .pacientemente, porque no se atrevan a realizar la lucha ellos
mismos como protagonistas .. Tras el militarismo alemn de
noviembre de 1918, volvi a repetirse la misma imagen..
Los dirigentes socialdemcratas gobiernan .junto con los
partidos burgueses e intentan persuadir a los obreros de
que esto es el poder poltico del prole-tariado. Pero no
utilizan su poder sobre los ayuntamientos y ministerios.
para realizar el socialismo, sino para restablecer el capitalismo. A todo esto hay que anadir que el gran, el increble
poder del capital, que es el principal enemigo y explotador
del proletariado, es ahora el capital de la Entente, que hoy
domina el mundo. La burguesa alemana, re.ducida a la
impotencia, solamente puede existir en calidad de pen y
agente del imperialismo de la Entente, encargado de
aplastar a los trabajadores alemanes y de explotar a favor
del capital de la Entente. Los socialdemcratas, como

68

representantes. polticos de esta burguesa y que ahora


forman el gobierno alemn, tienen la tarea de realizar las
rdenes de la Entente, y pedir su apoyo y ayuda.
Por su parte los independientes, que durante la
guerra frenaron a los trabajadores en su lucha contra el
poderoso imperialismo alemn han visto que despus de la
guerra su tarea consiste -por ejemplo, con su enaltecimiento de la liga de pueblos de Wilson y con su
propaganda en favor de la paz de Versalles- en frenar a
los trabajadores en la lucha contra esta prepotencia del
capitalismo mundial.
En. el anterior perodo de oposici'n de la socialdemo-
cracia a la guerra, poda suponerse buena fe a los lderes de
la oposicin, pensando tambin que su elevacin a los
lugares ms prominentes del gobierno significaba el poder
poltico del proletariado, ya que, como representantes de
los trabajadores, elaboraran leyes para la realizacin o al
menos para el acceso al socialismo. Pero cualquier trabajador sabe que -pese a proclamas ocasionales- no hay
nada que hacer con ellos. Se acepta que estos seores,
una vez satisfecha la meta de su codicia, ya no tienen ms
deseos ni metas, que por tanto la socialdemocracia no era
para ellos ms que ruido? En parte, tal vez. Pero adems
hay otras razones mejores para explicar su comportamiento. La socialdemocracia ha dicho que, en las circunstancias
actuales, tras el terrible hundimiento econmico, ya no es
en modo alguno posible realizar el socialismo. Y aqu~
encontramos una importante contraposicin entre la postura del comunismo y la de la socialdemocracia. Los
socialdemcratas dicen que el socialismo solo e~ posible en
una sociedad de abundancia, de creciente prosperidad. Los
comunistas dicen que en 'tales pocas el capitalismo est
sumamente seguro, pues en ellas las masas no piensan en
una revolucin. Los socialdemcratas dicen: primero hay
que recuperar. la produccin, para evitar una catstrofe
total, que las masas mueran de hambre. Los comunistas
dicen: ahora, en que la economa est por los suelos, es el
tiempo oportuno pra .recuperarla sobre bases socialistas.
Los socialdemcratas dicen: la ms simple recuperacin de .
la produccin exige la continuacin del v1eJO modo de

69

produccin capitalista, conforme al cual estn ordenadas


las instituciones, y gra~ias al cual se evitar~ una lucha de
clases devastadora contra la burguesa. Los comunistas
dicen: una recuperacin de las bases econmicas capitalistas es coni.pletamente imposible; el mundo se va hundiendo en la bancarrota ante nuestros ojos de una manera cada
vez ms profunda, en una miseria que hace necesaria la
ruptura contra la burguesa que frena el nico camino
posible de reconstruccin. A.s pues, los socialdemcratas
quieren restablecer primero el capitalismo, evitando la
lucha de clases; los comunistas quieren construir el socialismo de nuevo ahora~ bajo la direccin de la lucha de
clases.
Cmo es, por lo tanto, el asunto? El proceso social del
trabajo es la produccin de todos los bienes necesarios para
la vida. Pero la satisfaccin de las necesidades humanas no
es la meta de la produccin capitalista. Su meta es la
plusvala, el provecho. La actuacin entera del capitalista
est dirigida hacia el provecho, y slo por ello permiten a
los obreros trabajar en sus fbricas y fabricar bienes en su
pas, bienes que son precisos a nuestras necesidades.
Ahora, todo este proceso de trabajo est roto y paralizado.
Ciertamente, siguen extrayndose beneficios, incluso gi. gantescos beneficios, pero esto. ocurre por los retorcidos
caminos del desplazamiento, del parasitismo, del robo, del
~ornercio clandestino y de la especulacin. Si ha de resta~
blecerse la. fuente de -ganancia regular para .la. burguesa,
entonces hay que poner en funcio.namiento la produce.In,
_.el proceso laboral. Es ello posible?

En la _medida en que . se . trata del trabajo, de la


produccin., no. puede .~er una cosa difcil. Las masas
trabajadoras estn ah, dispuestas al trabajo. Alimentos, se
cultivan en Alemania suficientes. Materias primas, carbn,
hierro, existen ciertamente en menor cantidad para la gran
masa de trabajadores industriales altamente cualificados,
pero esto se podra solucionar fcilmente gracias al intercarnbio con los pases poco industrializados y ricos en
materias primas de Europa orie.ntal. As pues, la nueva
construccin de la. produc<:;in no es algo. sobrehumano.
Pero la produccin capitalista significa que una parte del
V

70

producto les corresponde a los capitalistas sin que ellos


trabajen.
El orden jurdico burgus es el medio que hace posible
que tales capitalistas dispongan de esa ganancia como cosa
natural, gracias a su derecho de propiedad. Mediante este
derecho, el capital tiene aspiraciones> a su ganancia. Lo
mismo pasaba antes de la guerra. Pero la guerra ha
incrementado enormemente la aspiracin a la ganancia por
parte del capital. La deuda estatal tiene hoy casi los
mismos miles de millones que antes tena simplemente de
millones .. Es.to significa que los propietarios .de_. los tltulos.
de deuda pblica del Estado aspiran a recibir sin trabajar
ante todo sus miles de millones de intereses a cuenta del
trabajo de todo el pueblo, en forma de impuestos. En el
caso de Alemania adems, hay que aadir a todo eso las
indemnizaciones de guerra a la Entente, que forman una
suma total de 200 300 miles de millones, ms de la
mitad del producto nacional bruto. Esto significa que, de
la suma total de la produccin, ms de la mitad ha de ser
pagada en concepto de indemnizaciones de guerra y a los
capitalistas de 1a Entente. Adems de eso, est la propia
burguesa alemana, que quiere extraer el mayor beneficio
posible, para poder acumular nuevo capital. Qu quedar
entonces para lo~ obreros? El trabajador, pese a todo,
necesita vivir; pero est claro que. en estas circunstancias su
. manntencin bajar hasta el mximo, mientras que la
obtencin de todas las ganancias del capital solamente se
podra producir gracias a un. trabajo intensivo, a una.
largusima jornada laboral, y a ~todos refinados de
explotacin.

La produccin capitalista implica ahora un grado de


explotacin tan alto, que ser intolerable y hasta imposible
para los obreros. Una reconstruccin del~ produccin en s.
misma, no tiene mayor dificultad, e#ge una organizacin
capaz y decidida, as como la e.ntusiasta colaboracin .de
todo el proletariado. Pero una reconstruccin de la produccin bajo tan tremenda presin,. bajo esta expoliacin
sistemtica, que slo da a los obreros lo que necesitan
mnimamente para vivir, es prcticamente imposible. El
solo intento ha de fracasar por la resistencia y la negativa
71

de los propios obreros, a los que se les desposee de toda


perspectiva de seguridad vital, llevando a la progresiva
ruina de toda la economa. Alemania es un ejemplo de
cuanto decimos.
Ya durante la guerra, los comunistas reconcieron la
imposibilidad de pagar las enormes deudas de guerra y sus
intereses, planteando la exigencia de anular las deudas de
guerra y las indemnizaciones blicas. Pero esto no es todo.
Hay que anular tambin los prstamos producidos durante
la guerra? Poca diferencia hay 'entre que un capital haya
sido pre~ta~9 durante la guerra pa.t;a la fal?_ri~aci~n de_
caones o las acciones de una fbrica para la fabricacin de
lminas o de granadas. Aqu no se puede diferenciar entre
las diversas formas del capital, ni reconocer la aspiracin
del mismo a la ganancia, si se rechaza el resto. Toda
ganancia para el capital es una carga para la produc~in,
que dificulta la reconstruccin. En una ecopoma floreciente, no solamente es una gran tara la tremenda carga de
los costes de guerra, sino cualquier carga en general. Por
esta razn, el comunismo, que de entrada rechaza toda
aspiracin del capital a la ganancia, es el nico principio
prcticamente realizable. Hay que reconstruir prcticamente la economa de nuevo, sin contar con la ganancia
del capital.

El rechazo de la ganancia del capital fue, empero,


siempre tambin un axioma de la socialdemocracia. 05mo se lo plantea ahora?. Lucha por la socializacin, es
decir, por que las industrias sean expropiadas en favor del
Estado, pagarido a los propietarios por esa expropiacin.
Esto significa que una vez ms, y esta vez incluso por
mediacin del Estado, hay que pagar una _parte. del
producto del trabajo a estos capitalistas por no haber
trabajado. De esta manera, la explotacin de. los trabaja~
dores por el capital sigue siendo la misma. Dos cosas
fueron siempre especficas del socialismo: eliminacin de
la explotacin, y regulacin social de -la produccin. La
primera es la meta ms importante para el proletariado, la
segunda es el mtodo razonable para el aumento de la
produccin, la organ.j.zacin tcnica. Pero en los planes de
socializacin que prepara la socialdemocracia sigue exis72

. . . . -.

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....-~~~-.--

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tiendo la explotacin, y la desprivatizacin de las industrias lleva tan slo al capitalismo de Estado (o socialismo
de Estado), que hace de los empresarios capitalistas un
accionista del Estado. Esta socializacin, tal como ahora la
quieren los socialdemcratas, significa por tanto una
mentira al proletariado, al que se le muestra tan slo el
aspecto extenor del socialismo, mientras que de hecho se
mantiene en pie la explotacin. El fundamento para esta
actitud est sin duda en el temor ante un agudo conflicto
con la burguesa en una poca en donde el proletariado
est creciendo, pero an no est en posesin de. todas las.
fuerzas precisas para la lucha revolucionaria. Pero en la
praxis lo que de verdad significa es un intento para volver
a poner al capitalismo sobre sus propios pies, desde bases
nuevas. Este intento ha de fracasar naturalmente en el
sentido de que la depauperada economa no tolera donaciones al capital.
Los socialdemcratas de ambas direcciones quieren,
pues, mantener la explotacin de los trabajadores por el
capital; una lnea socialdemcrata de manera descarada, la
otra hipcritamente;una lnea dejando que el capitalismo
se desarrolle, la otra impulsando y regulando esa explotacin por medio del Estado. Ambas, para el trabajador,
tienen esta nica solucin: Trabaja, trabaja, trabaja aplicadamente, con todas tus fuerzas! Pues la construccin de
la economa capitalista solamente es posible si el proletariado se fuerza a s mismo a la cota ms aguda de
explotacin.
3. 4ccwn de masas y revolucin
Ya antes de la guerra qued patente el contraste entre
comunismo y sociald_emocracia, si bien no bajo este
nombre. Entonces se trataba de la tctica de la lucha. Bajo
el nombre de radi~ales de izquierda> surgi entonces en la
socialdemocracia una oposicin (de la que nacieron los
predecesores del actual comunismo}, que defenda, frente
a -los radicales y revisionistas, la accin de masas. En esta
disputa, qued claro cmo los ponavoces radicales, espe73

cialmente Kautsky, defendan una posicin contraria a la


revolucin, tanto en sus opiniones tericas, como. en su
.... .
tact1ca.
La lucha parlamentaria y sindical haba trado -bajo el
capitalismo fuertemente en auge- a los trabajadores algunas mejoras de su economa, construyendo igualmente
un poderoso dique contra las silentes tendencias a la
pauperizacin por parte del capitalismo. Pero en el ltimo
decenio, este dique cedi poco a poco, pese a la fuerte y
creciente organizacin: el imperialismo reforz el poder
del empresariado, y el militarismo debilit el Parlamento,
llevando a los sindicatos a la defensiya, y preparando la
guerra mundial. astaba claro que los viejos mtodos de
lucha ya no servan. Instintivamente, las masas se han
dado cuenta de ello; en todos los pases se las ve- participar
en acciones, a menudo contra la voluntad de sus. dirigentes, o. en grandes luchas sindicales, o en huelgas de
transpones que paralizan la economa, o en demostraciones de carcter poltico. A .menudo, la irrupcin de la
revuelta proletaria estalla, rompien<Jo de tal manera la
autoseguridad de la burguesa, que se ve obligada a hacer
concesiones; a .menudo tambin, . los movimientos son
ahogados con matanzas. Los dirigentes socialdemcratas
tratafl de utilizar tambin estas acciones para sus fines
polticos, reconocen la utilidad de las huelgas polticas para
determinadas metas,:. solamente a .condicin. de que se
reduzcan a los lmites previstos, a condicin de que
comien~en y cesen cuando lo ordenen los dir~gentes, y
siempre permanezcan subordinadas a la tctica de estos
dirigentes. De este modo suelen seguir. utilizndose tambin hoy a veces, pero la mayora de ellas sin demasiado
xito. La violencia tempestuosa del surgimiento elemental
de las masas queda paralizada por la poltica de compromisos. lo que, por lo dems, teme la burguesa dominaflte
es la inseguridad, el no saber hasta qu punto podra
llegar la accin de un movimiento revolucionario,;: accin
que sin embargo falta en las acciones de masas disciplinadas, cuya candidez se anuncia de antemano.
Los marxistas revolucionarios, los posteriores .comunistas, se dieron cuenta ya de la limitacin de la ideologa de

la clase dominante socialdemcrata. Vieron que, durante


toda la historia, las masas, las clases. mismas, fueron la
fuerza motora y activa de todas las acciones. Las revoluciones no surgieron nunca de la prudente decisin de lderes
conocidos; cuando las circunstancias y las situaciones
fueron insoponables, las masas insurgieron con cualquier
ocasin,. defenestraron las viejas autoridades, y la nueva
clase o fraccin de clase llegada al poder conform . el
Estado o la sociedad segn sus necesidades. Slo durante el
ltimo medio siglo de tranquila evolucin capitalista,
pudo aflorar la ilusin de que los. lderes, . las personas
individuales, dirigan segn su ilustrada inteligencia a la
historia. Los parlamentarios en el parlamento, los em~
picados de la presidencia central, crean que sus hechos,
acciones, decisiones, determinan el camino de los acontecimientos; la masa que vena detrs de ellos slo deba
actuar cuando se la llamara, dar validez a las palbras de
sus ponavoces, y desaparecer luego rpidamente de la
escena poltica. La masa tendra que jugar un simple papel
pasivo, el de elegir a sus lderes, que son los que actan
dando fuerza activa a la evolucin.
Pero si esta creencia se limitaba en todo caso a las
revoluciones anteriores de la historia, an vale ms claramente cuando se toma en consideracin la profunda
diferencia existente entre una revolucin burguesa y una
revolucin proletaria. En la revolucin burguesa, la masa
popular de trabajadores y pequeos burgueses slo se
levant una vez (como en Pars en febrero de 1848) .o se
levant tan slo de cuando en cuando, como en la -gran
revolucin francesa, para echar abajo lavieja realeza, o un
nuevo poder incontenible, como el de los girondinos. Una
vez hecho su trabajo, -se presentaron como hombres
nuevos, como nuevo gobierno, como representantes dela
burguesa, para remodelar y renovar los institutos estatales~
la constitucin, las leyes. El p~der proletario de masas era
ne~esario para destruir lo viejo, pero no para. construir lo
nuevo, pues lo nuevo era la organizacin de un nuevo
poder.de clase.

Segn este modelo concibieron los socialdemcratas


radicales a la revolucin proletaria, a la que ellos --. en

contraposicin con los reformistas, creyeron necesaria. Un


gran levantamiento popular deba acabar con la vieja
dominacin militar-absolutista, llevar a los socialdemcratas al poder, los cuales se ocuparan del resto, construyendo el socialismo por medio de nuevas leyes. As pensaban
que deba ser la revolucin proletaria. Pero esta revolucin
es algo completamente distinto. La revolucin proletaria es
la liberacin de las masas de todo poder de clase y de toda
explotacin. Esto significa que ellas son las que han de
tomar la historia en sus propias manos, a fin de hacerse
dueas de su propio . trabajo. A partir del viejo gnero
humano limitado a un trabajo escla.vo, que slo piensa en
sY no ve ms all de su fbrica, han de crearse nuevos
hombres, arrogantes, dispuestos a la . lucha, de espritu
independiente, transidos de solidaridad, no dejndose
engaar por. la mentira astuta de las teoras burguesas,
regulando el trabajo por s mismos. Este cambio no podr
operarse por un acto nico de revolucin, sino que ser
preciso un largo proceso, en el cual logren los trabajadores,
por medio de la necesidad y de amargos desengaos~ por
ocasionales victorias y repetidas derrotas, poco a poco la
fuerza suficiente para lograr la slida unidad y la madurez
para la li~enad y el poder. Este proceso de lucha es la
revolucil) proletaria.
- El tiempo que tarde este proceso es diferente segn
pases y circnstancias y depende ante todo de la fuerza de
resistencia de la clase dominante. El hecho de que en
Rusia se die.ra en un espacio de tiempo relativamente
rpido .se debi a que la burguesa era dbil y a que,
gracias a su ligazn con la nobleza campesina, puso a los
campesinos de parte de los obreros. El gran lugar de poder
de la burguesa es la violencia del Estado, la organizacin
violenta de la fuerza con todos .los medios del poder a su
disposicin: -ley, escuela, polica, justicia, ejrcito y burocracia, que tiene en sus manos la direccin de todas las
ramas de la -vida pblica. La revolucin es la lucha del
proletariado contra este aparato de poder de la clase
dominante, y slo puede alcanzar su libertad si contrapone
a la organizacin enemiga una organizacin ms fuerte y
slida. El podero estatal y la burguesa p~etenden mante-

76

ner a los trabajadores impotentes, dispersos y cobardes, a


fin de romper toda unidad creciente por la violencia y la
mentira, para desmoralizarles en la fuerza de sus acciones.
Frente a esto, surge la masa obrera en accin de masas,
cuya accin significa la paralizacin y el desguace de las
organizaciones estatales. Mientras estas ltimas permanezcan intactas, el proletariado no podr vencer, pues continuamente actuarn contra l. As pues, la lucQ.a -si el
mundo no quiere ir a dar en el capitalismo- debe acabar
finalmente cuando las poderosas acciones del proletariado
rompen la.maquinaria estatal y la dejan iner~e.
Contra esto, ya Kautsky se manifest antes de. la guerra.
Segn l, el proletariado no debera adoptar esta tctica
que le llevara a la aniquilacin de la violencia compulsiva
del Estado, porque l mismo necesita de la presencia del
aparato del Estado para sus fines. Todos los ministerios del
actual Estado, bajo el poder del proletariado, seran igualmente necesarios, a fin de realizar las leyes al servicio de
los trabajadores. Meta del proletariado debera ser no la
destruccin del Estado, sino su conquista. La cuestin de
cmo habra que crear la orgariizacin de poder del
proletariado vencedor -si una continuacin del Estado
burgus, como Kautsky pensaba, o si .una organizacin
completamente nueva- quedaba -as planteada. Pero las
teoras socialdemcratas, tal y como fueron formuladas y
propagadas por Kautsky desde hace treinta aos, slo
hablaban de economa y capitalismo:, a partir de los cuales
habra de surgir el socialismo necesari~ente>; el cmo
de todo esto nunca fue formulado, y por ello la pregunta
por las relaciones entre Estado y revolucin no fue por
entonces respondida. Slo ms tatde lo fue.. De . todos
modos, el contraste entre las teoras socialdemcratas y las
comunistas
quedaba ya claro, en lo referente a la revolu. ,,,
c1on.
Para los socialdemcratas, la revoludn proletaria es un
nico acto, una actuacin .popular que destruye el viejo
poder y pone a los socialdemcratas en la cumbre del
Estado, y en los puestos del gobierno. La cada de los
Hohenzollern en Alemania el 7 de noviembre de 1918 es
para ellos una pura revolucin .proletaria, que. solamente
77

lleg a alcanzar tan fcilmente el triunfo gracias a la


circunstancia especial de que la vieja compulsin acab por
causa de la guerra. Para los comunistas, esta revuelta
solamente poda tener el sentido del inicio de una
revolucin proletaria, que, al suprimir la vieja c9mpulsin,
abra el camino a los trabajadores para terminar con el
viejo orden y construir su organizacin de clase. En
realidad, los trabajadores se dejaron dirigir por la socialdemocracia y, tras su parlisis, ayudaron a reconstruir el
podero estatal: siguen estando todava en una poca de
luchas difciles. Para Kautsky y sus _amig~s, Alemania es
una -autnt.ica repblica socialdemcrata -Noske y
aparato represivo son tan slo defectos de esttica- en
donde los trabajadores, si bien no gobiernan, al menos
colaboran en el gobierno. Ciertamente, an no deben
contar con que estn en el socialismo. Kautsk:y ha repetido
continuamente que, segn la concepcin marxista, la
revolucin social no se realizar de una vez, sino que es un
largo proceso histrico: el capitalismo no estara an maduro
para la revolucin econmica. Esto quiere decir con otras
palabras que, aunque la revolucin proletaria tuvo lugar,
los proletarios deben dejar explotarse al modo antiguo y
slo lentamente deben ir estatalizando algunas grandes
industrias. acon palabras ms secas: en lugar de los viejos
minisiros, .han ocupado la cumbre del Estado los- socialde.mcratas, pero: . el capitalismo con su explotacin. sigue
siendo el mismo. Este es . el sentido prctico de la
.aspiracin socialdemcrata segn el cual tras un aumento
proletario, revolucionario, hecho de una .vez, debera
producirse un proceso ms largo d~ socializacin, de
revolucin social. Frente a esto, el comunismo afirma que
la revolucin proletaria, la toma de la propiedad por el
proletariado, es un proceso muy lento en la lucha de
. masas, mediante el cual el proletariado va madurando
hacia el poder y arrinconando la vieja maquinaria del
Estado .. En el punto de inflexin de esta lucha, cuando los
trabajadores tomen el poder' se acabar en un breve
proceso con la explotacin, se proclamar inmediatamente
la eliminacin de toda aspiracin a la ganancia sin
trabajar, y se comenzar la nueva base. jurdica de la

su

78.

reconstruccin de la economa en favor de un mecanismo


de produccin organizado, consciente y conforme con unas.
metas.

4. Democracia y parlamentansmo
La doctrina socialdemcrata no se ocup nunca con la
cuestin de saber en qu formas polticas habra de
utilizar su poder, tras haberle alcanzado. El comienzo de
la revol-cin proletaria ha dado la respuesta prctica a esta
pregunta~ gracias a los hechos. Esta praxis de
revolucin
que comienza ha elevado enormemente nuestra capacidad
de penetracin en la esencia y en el camino de la
revolucin, ha aclarado enormemente nuestras intuiciones,
y proporcionado nuevas perspectivas en aquello que antes
estaba difuminado en la lejana neblina. Estas nuevas
intuiciones forman la ms importante diferencia que eXiste
entre la socialdemocracia y el comunismo. Si el comunismo en los puntos hasta ahora considerados significaba el
apoyo fiel y la continuacin correcta
las mejores teoras
socialdemcratas, ahora, gracias a sus nuevas perspectivas,
se eleva ms all de las viejas te<;>ras del socialismo~. El
marxismo experimenta en esta teora del comunismo una
ampliacin y en:Ciquecimien~o .importantes.
..
Slo unos pocos fueron hasta el presente conscientes de
que la socialdemocracia radical se haba distanciado mucho.
de las opiniones de Marx en su concepcin del Estado :-y la
revolucin -sobre lo que, por lo dems, nadie hablaba ni
discuta nunca-. Entre estos pocos estaba en primer lugar.
Lenin. Slo la victoria de los bolcheviques en 1917 y su
disolucin de la Asamblea Nacional poco despus, mostr
a los socialistas de Europa_ occidental que ~ estaba
surgiendo un nuevo principio. Y en el escrito de Lenin cEI
Estado y la Revolucin>~ que fuera redactado en el verano
de 191 7, si bien slo fuera conocido al afio siguiente en la
Europa occidental, se encontraban las bases de la teora del
Estado socialista en conexin con las afirmaciones de Marx.
El contraste entre socialdemocracia y socialismo de que
estamos hablando se expresa frecuentemente con el lema

la

de

79

Democrac-ia o dictadura. Pero tambin los comunistas


consideran su sistema como una forma de democracia.
Cuando los socialdemcratas hablan de la democracia,
mientan a la _democracia aplicada al parlamentarismo; lo
que ellos impugnan es la democracia parlamentaria o
burguesa. Qu significa esto?
Democracia significa gobierno popular, autogobierno
del pueblo. Las masas populares mismas deben regular sus
propias cosas y disponer sobre ellas. Es este el caso? Todo
el mundo sabe que no. El aparato de Estado domina y
regla.reQta_todo, rige al pueblo, que es su sbdito. Prcticamente, el aparato estatal se compone de la totalidad de
empleados y militares. En toda cuestin comunitaria
existen cienamente de modo necesario empleados para la
realizacin de la funcin administrativa, pero en nuestro
Estado los servidores del pueblo han pasado a ser sus amos.
La socialdemocracia es de la opinin de que la democracia
parlamentaria, por la que el pueblo elige su gobierno, est
dispuesta -si elige a la gente adecuada- a realizar el
autogobierno del pueblo. Lo que est pasando en la
realidad, lo prueba claramente la experiencia de la nueva
Repblica alemana. Est fuera de duda que la masa de
trabajadores no quiere volver a ver el triunfo del capitalismo. Ahora bien, en las elecciones no hubo limitacin de la
democracia, no existi terro.rismo militar, todos los rganos
de la reaccin quedaron impotentes, y pese a todo ello el
resultado es un resta.blecimiento de la vieja opresin y
explotacin, el mantenimiento del capitalismo. Lo~ comunistas ya advirtieron de ello y previeron que, en el camino
de la democracia parlamentaria, no sera posible una
liberacin de los trabajadores de su explotacin por el
capital.
La mas~ popular expresa su poder en las elecciones. El
da de las elecciones, la masa es soberana, puede imponer
su voluntad, por medio de la eleccin de sus -representantes. En este nico da, es seora. Pero ay si no elige a sus.representantes correctos! Durante todo el perodo que dure
la eleccin parlamentaria, est impot~nte. Una vez elegidos, los diputados, los parlamentarios, pueden decidir
sobre todo. Esta democracia no es un gobierno del pueblo
80

-...._"""""'..-.A.,.,..,:."'"'"-,..,.,.._,.-------- ..

'.""."'!
.......,
:r.-z._

mismo, sino un gobierno de parlamentarios, que estn casi


independientes de las masas. Para hacerles depender en
mayor medida pueden darse propuestas, por ejemplo nuevas elecciones cada ao, o algo an ms radical, el derecho
a ia deposicin (nuevas elecciones obligatorias, si un determinado nmero de electores lo pide); pero naturalmente
estas propuestas no las realiza nadie. Cienamente, los
parlamentarios no pueden hacer y deshacer a su antojo
completo, pues cuatro aos despus han de volver a
presentarse como candidatos. Pero durante ese tiempo
maniplan de tal modo a la masa, la acostumbran a tratar
con frmulas tan globales y con frases tan deinggicas,
que no se produce en absoluto un juicio crtico por pane
de ella. Realmente los electores, en el da de las
elecciones, se dan a s mismos un representante adecuado,
que hace en su nombre lo que ellos le encargan? No; slo
eligen entre varias personas, previamente seleccionadas por
los partidos polticos y aireados en los peridicos de esos
panidos.
Pero pongamos el caso de que una gran multitud de
personas sean elegidas por las masas como los verdaderos
representantes de sus intenciones, y enviados al parlamento. Se renen all, y pronto advierten que el Parlamento no
gobierna; slo tiene por misin decidir las leyes, pero
no realizarlas. En el Estado burgus existe una separacin
entre el poder que da la ley y el que la pone-en ejecucin.
El parlamento est slo en posesin de la primera, el
c~ntrol es de la segunda; el poder verdadero, el de realizar
las leyes-, est en manos de la burocracia, de las oficinas, en
cuya cima se encuentra el gobierno en calidad de alta
autoridad. Esto significa que en los pases democrticos las
personas de esos gobiernos, los ministros, son designados
por la mayora parlamentaria. Pero
realidad no son
elegidos, son nominados tras las bambalinas, con marrullera y tranca, por los dirigentes de los partidos con
mayora parlamentaria. Si algo hubiese en el parlamento
todava de voluntad popular, donde desd~ luego no la hay
ya es en el gobierno.
En las personas de este gobierno encuentra la voluntad
popular solamente - y ello de forma debilitada y mezcla-

en

81

da con otras influencias- el burocratismo, que rige. y


domina inmediatamente al pueblo. Pero los ministros son
casi impotentes frente a las organizaciones de la burocracia
a ellos nominalmente subordinadas. La burocracia tiene
todos los hilos de la situacin en su mano, y es ella quien
hace el trabajo, no los ministros. Es ella la que sigue en el
bur y contina en su sitio cuando vienen los polticos
siguientes. Se entrega a los ministros que la defienden en
el parlamento y que recaudan dinero para ella, pero si
actuaran en su contra, les hara la vida imposible.
~sto es ~odo lo que significa l~ cpncep<;i~ so~ialdm
crata de que los trabajadores podran llegar al. poder. -Y
echar abajo el capitalismo mediante el dominio adecuado
del derecho electoral general. O es que puede haber
quien crea que todos estos oficinistas, presidentes, asesores
s~cretos, jueces, oficiales y suboficiales, seran capaces de
cambiar algo en orden a la liberacin del proletariado por
gracia de los Ebert y Scheidemann, o de Dittmann y
Ledebour? La burocracia, en sus escalones ms altos,
pertenece a la misma clase explotadora, y en los grados
medios, as como en los ms bajos, existe una posicin
segura.y privilegiada con respecto a la poblacin restante.
Por esto se siente solidaria con la capa dirigente que
pertenece a la burguesa, y est unida a ella por los mil
invisibles lazos de la educacin, el parentesco y el contacto. Los dirigentes socialdemcratas pueden haber llegado a
creer que ellos, de ocupar el lugar de los anterio.tes
ministros, podran preparar el camino hacia el socialismo
por nuevas leyes. Pero en la realidad nada ha cambiado
por este cambio de las personas del gobierno -en el aparato
de Estado y el sistema de poder, y el hecho de que los
senores no lo quieren reconocer se mu~tra en que ellos
solamente se han preocupado de ocupar para s los puestos
gubernamentales, creyendo que con este cambio de personas h~n hecho ya la revolucin. Esto se.ve igualmente claro
en el h_echo de que las mismas organizaciones modernas
creadas por el proletariado bajo su direccin tienen en
peque.o el ~ismo carcter y tufillo estatal: los antiguos
siervos, ahora funcionarios, se han erigido en nuevos
seores, han creado una burocracia slida con sus intereses
82

propios, que tiene cada vez ms acentuadamente el


carcter de los parlamentos burgueses en los plenos de sus
respectivos panidos y asociaciones, y que solamente expresan la impotencia de sus masas de afiliados.
Decimos con esto que la utilizacin del parlamento y
la lucha por la democracia es una tctica falsa de la socialdemocracia? Todos sabemos que, bajo un poderoso y an
intocado capitalismo, la lucha parlamentaria puede ser un
medio para sacudir y despertar la conciencia de clase, y de
hecho as lo ha sido, incluso lo fue para Liebknecht
dura~te _la guerra. Pero por esta raz(>n no hay que pasar
por alto el carcter propio del paria.ffientaris.nio democr:-
tico. Ha apaciguado la combatividad de las masas, las ha
hecho creer falsamente que ellas eran las que dominaban
la situacin, y ha rechazado cualquier pensamiento que
pudiera haber en ellas de combate. Ha prestado al
capitalismo servicios inconmensurables, permitindole una
evolucin tranquila y sin sobresaltos. Naturalmente, hubo
de adoptar la especialmente daina frmula del engafio y
de la demagogia de la lucha parlamentaria, para poder
cumplir su meta de enajenar a la poblacin. Y ahora la
democracia parlamentaria proporciona al capitalismo un
servicio an mayor, en la medida que pone a las organiza~
ciones obreras al servicio del mantenimiento. del capitalismo. El capitalismo se ha debilitado de una forma tan
considerable, rtSica y moralmente, durante la guerra
mundial, que solamente podr mantenerse si lqs ptoplQs
trabajadores le ayudan de nuevo a. sostenerse sobre. sus
propios pies. Los dirigentes obreros socialdemcratas son
elegidos como ministros, porque solamente la autoridad
heredada de su partido y la falsa imagen del socialismo
prometido podr mantener tranquilos a los o.breros, ha.Sta
que el viejo orden estatal vuelva a ser suficientemente.
fortalecido. Este es el papel y la finalidad de la democra~
eta, ele la democracia parlamentaria, en esta poca e,; que
no se lrala de traer el .rocialismo, sino de frenarle. La
democracia no puede liberar a los trabajadores, .slo puede
esclavizarlos ms, desviando su atencin del autntico
camino de la liberacin; no fomenta, sino que frena la .
revolucin~ fortalece la fuerza de resistencia de la hurgue83

sa, y hace la lucha por. el socialismo ms difcil, larga y


costosa para el proletariado.

5. Democracia proletana o sistema consejista


La socialdemocracia pensaba que la conquista del
poder poltico por el proletariado debera darse por una
toma de poder del aparato estatal mediante el partido
obrero. Para ello, el socialismo deba permanecer intacto,
ponerse al servicio de la clase trabajado~a. Est~ lo pensaban
tambin los marxistas, entre ellos Kautsky. Pero el propio
Marx se expres de manera muy distinta. Mane y Engels
vieron en el Estado la violenta maquinaria de presin
erigida a s misma en clase dominante, alcanzando en ~l
siglo XIX un lugar tanto ms privilegiado, cuanto mayor
era el apoyo que el proletariado la prestaba. Marx vio la
tarea del proletariado. en la destruccin de semejante
aparato de Estado y en la creacin de rganos de administracin completamente nuevos. Saba muy bien que e~
Estado ejerce muchas funciones, que vistas desde fuera van
en provecho del inters general -seguridad, trfico comercial, enseanza, admiilistra~in- pero tambin saba
que todas estas atividades servan a la gran meta de velar
por el inters del capital, de asegurar el poder. del capital.
Por esto no -poda caer en la fantasa de que esta mquina
de represin llegase a convertirse en .rgano de liberacin~
popular, manteniendo sus restantes metas. El proletariado
haba de darse a s mismo el instrumento de su liberacin .
.El ~odo de paricih de este instrumento no poda
construirse antes de que apareciese dicho instrumento; slo
la praxis podr~ mostrarlo. Por primera vez fue. posible en
la Coiuna de Pars de 1871, cuando el proletariado hubo
conquistado el poder del Estado. En la . Comun; los
ci~dadanos de Pars y los tr:bajadores ~ligiron un parlamento segn el viejo modelo, pero ese parlamento se
convirti inmediatamente en algo distinto a nuestro parla.mento. No serva para entretener al pueblo con bellas
paJabras y para dejar que una . pequea camarilla de
seores y capitalistas mantuviesen sus pro.piedades priva84

das; los hombres que se reunieron en el parlamento


nuevo, hubieron de regular y administrar todo pblicamente para el pueblo. Lo que era parlamentario se
convini en una corporacin laboral; se dividi en comisiones, que se encargaron por s mismas de la confeccin
de las nuevas leyes. De este modo desapareci la burocracia como clase especial, independiente y dominadora del
pueblo, quedando supnmida la separacin entre el poder
legislativo y el e.iecutivo. Las personas que llegaron a los
puestos ms altos ante el pueblo, eran a la vez elegidas y
repres~ntantes que el propio pueblo. se dio inm~dia~amen-.
te a s mismo, y que en todo momento quedaban sujetas a
revocabilidad.
El cono perodo de vida de la Comuna de Pars no
permiti desarrollar completamente esta nueva concepcin; surgi por as decirlo instintivamente, y su febril
lucha agitacional y la genial perspicacia de Marx hizo que
ella fuera reconocida como germen de las formas futuras
del poder estatal del proletariado 24 Un nuevo e importante paso se dio en el afio 1905 en Rusia, con la
fundacin de los Consejos, de los soviets como rganos de
expresin del proletariado en lucha. Estos rganos no
conquistaron el poder poltico, aunque el consejo ob.rero
central de San Petersburgo tuviera la direccin de la lucha,
y a veces de forma importante. Cuando en el ao 1917
surgi la nueva revolucin, los soviets se erigieron inmediatamente de nuevo en rganos de poder prol~tario. Con
la revolucin de noviembre, tomaron en sus manos el
poder poltico y dieron el ejemplo histrico, por segunda
vez, de un poder proletario estatal. En el ejemplo ruso,
24. Pannekoek comete aqu una tremenda injusticia histrica, al adscribir en
exclusiva a Marx.el reconocimiento de la Comuna de Paris como la expresin m.~
pura histricamente de poder obrero. Nadie dda de que Bakunin fue el que
primero, y de manera ms consecuente, (frente al zigzagueo de Marx) la recon<xiera.
Hoy la historia no arroja ninguna duda sobre ello: los trabajos de Guillaunl.e,
Fernand Rude, Georges Ribeill, y, en fin, la propia narracin de la intrahistoria de
la Primera Intefnacional. Duele ver cmo los consejistas, cuando ms cerca se hallan
del anarquismo, ms tratan de reclamarse de la autoridad de Marx. Nos alegra saber
que esta actitud est en revisin entre los consejistas de hoy, y que su acercamiento
al anarquismo es ms maduro. (Nota del Traductor).

85

pues, hay que reconocer las formas y p.rinc1p1os polticos


ms claros de que el proletariado precisa para la realizacin
del socialismo. Son los principios del comunismo frente a
los de la socialdemocracia.

El primer pnncipio es el ele la dictadura del proletariado. Marx predijo entonces, y dijo muy a menudo, que
el proletariado, inmediatamente despus de su toma del
poder, habra de establecer su dictadura. Dictadura signficaba poder obrero, con exclusin de las otras clases. Esta
afirmacin levant mucho gritero: la justicia prohbe
semejante_ dictadura, que privilegia a d~termi_nados grupos
frente - a otros que quedan sin ley-. exigiendo- pr el
contrario la democracia y la igualdad jurdica para todos.
Pero _aqu no se trata de eso: cada c.lase entiende por
justicia y por derecho lo que es bueno o malo para ella; el
explotador se queja por la injusticia, cuando se le pone la
herramienta en la mano. En otros tiempos, cuando el
orgulloso seorito o el rico e instruido burgus despreciaban con cara de asco la igualdad poltica y los derechos
polticos para los esclavos que trabajaban en los peores,
ms pisoteados y degradantes trabajos, en esos tiempos
hubo una seal plena de importancia para la honra de los_
. hombres que se levantaban, cuando en su calidad de
proletarios se opusieron al estado de cos~, y dijeron:
nosotros tenemos el mismo derecho que vosotros. El
principio de la democracia fue la expresin de la- primera
autoconciencia creciente de la clase trabaj~dora, que a(n.
no se atreva a decir: yo no era nada, pero quiero serlo
todo. Si la comunidad de todos los trabajadores quiere
regir y decidir por s misma todas las tareas pblicas, bajo
s~ responsabilidad, tienen que hablarme entonces de un
derecho natural. o cado del cielo todos los criminales,
ladrones, rateros, todos los que comen del prjimo, todos.
los logreros de guerra, los estraperlistas, los terratenientes,
los prestamistas, los rentistas, todos los que viven a costa
del trabajo ajeno sin realizar un trabajo propio? Si es cierto
que cada cual posee un derecho natural a administrar . la
poltica, no es menos cierto que todo el mundo tiene un
derecho natural a vivir y a no morir de hambre. Y si para
realizar lo segundo hay que poner freno a lo primero,

86

ntonces nadie debe ver herido su sentimiento democrtic~.


El comunismo no se basa en un . cierto derecho
abstracto, sino en la necesidad del orden social. El
proletariado tiene la tarea de construir socialistamente la
produccin social, y de regular de nuevo el trabajo. Pero
entonces se tropieza con la resistencia enorme de la clase
dominante. Esta har todo lo posible por evitar e impedir
el nuevo orden: por esta razn, la clase dominante debe
quedar excluida de toda influencia poltica. Pues si una
clase quiere ir para adelante y la otra para atrs, el carro no
sale de su atasco, y el resultado es la mutua paralizacin.
Durante la primera poca del capital.is'mo, en -que an
necesitaba subir y fonalecerse, la burguesa mont su
dictadura sobre la base de un censo de elegibilidad. Luego
tuvo que - y se vio obligada a - pasar a la dei;nocracia,
pasando de dar la apariencia de igualdad de derechos con
los trabajadores, lo que tranquiliz a stos; pero esta forma democrtica no afect a la autntica dictadura de
clase de la bu~guesa, sino que slo la encubri, si bien
dio la oportunidad al proletariado en auge de reunirse
y reconocer sus intereses de clase. Tras 13: primera victoria del proletariado, la burguesa sigue disponiendo de
tan~os medios de _poder, de naturaleza material y espiritual, que trata ostensiblemente de trabar la obra de la
nueva reglamentacin, y acaso podra llegar a paralizarla,
si se dejase en sus manos la plena libertad de movimientos
polticos. Se har por lo tanto necesario, tener irianiatada .
a esta clase con las medidas de poder ms fuertes .Y castigar
sin consideracin~ como crimen gravl.Simo contra los intereses vitales del pueblo, todo intento de frenar o impedjr
la nueva organizacin de la economa ..
Ahora bien, podra parecer que la exclusin de una
determinada clase tiene siempre el carcter de un capricho
injustificado y artificial. Desde la perspectiva del sis~ema
parlamentario, puede ser. Pero desde la especial organizacin del Estado proletario, el sistema consejista hace que,
por as decirlo, todos los explotadores y parsitos queden :
autoexcluidos por s mismos, de manera automtica, de. la
panicipacin en la regulacin. de la sociedad. El sistema
consejista forma el segundo principio del orden comunista.
87.

En el sistema de consefos, la organizacin poltica se


construye sobre el proceso econmico de traba.fo. El parlamentarismo descansa en el individuo en su calidad de
ciudadano del Estado. Esto tuvo histricamente su justificacin, pues originariamente la sociedad burguesa se
compona de productores iguales uno con respecto al otro,
cada uno de los cuales produca sus mercancas para s, y
formaba, por la totalidad de sus pequeos negocios, el
proceso de produccin total. Pero en la moderna sociedad
con sus gigantescos montajes y sus contrastes de clase, esta
base se convierte cada vez en ms anacrnica. Con razn,
desde este punto de vista, los tericos del -sindic"alismo
francs (por ejemplo Lagardelle) han criticado agudamente
al parlamentarismo. La teora parlamentaria ve en cada
hombr en primera lnea al ciudadano del Estado, y como
tales, los individuos pasan a ser de este modo abstractas
entidades-, iguales unas a otras. Pero el hombre real y
concreto es un trabajador. Su actividad es el contenido
prctico de su vida, y las actividades de todos forman el
conglomerado del p_roceso laboral social.
No el Estado y la poltica, sino la sociedad y el. trabajo,
constituyen la gran comunidad vital del hombre. Para
reunir los hombres en grupos~ la praxis poltico-parlamentaria divide el Estado en .crculos electorales; pero los
hombres que se dan cit en un crculo, obreros~ rentistas,
buhoneros, fabricantes, terratenientes, miembros de todas
clases y oficios llamados a concilio por la cuestin pur~
mente casual de su lugar de residencia, no puede~ en
absoluto hacerse representar comunitariarnente en su inters y voluntad comunitaria, puesto que no tienen n~d en
comn. Los grupos naturales son los grupos de produccin, los trabajadores de una fbrica, de una actividad, los
campesinos de una aldea, y, en ms amplio espectro, las
clases. Ciertamente, determinados partidos polticos logran
reclutar gente primordialmente a partir de determinadas
clases, a las que representan, pero slo de una forma
deficiente. La pertenencia a un partido es en primer lugar
una cosa de perspectivas poltic"as, no de clase: gran pane
del proletariado busc siempre a sus representantes fuera
. de la socialdemocracia .
. 88

>.....c;:.s:;q;;_" . '<:. *

... ...._,.._... -- .. . .
~-;

La nueva sociedad hace del trabajo y su organizacin la


meta consciente y la base de toda vida poltica. Poltica es
el orden externo de la vida econmica. Bajo el capitalismo,
esto se expresa de forma oculta, pero en la sociedad
venidera tendr su expresin reconocida y patente, cuando
sus portavoces lo sean de hombres agrupados en su trabajo
natural. Los trabajadores de una industria eligen a uno de
entre ellos como representante de su voluntad, el cual
permanece en contacto continuo con ellos, siendo en todo
momento substituible por otro. Los delegados deciden
sobre todo lo que es de su competencia, y del mismo
modo" discrepan juntos en todo lo relativo
s oficio, sti .
hbita~, y dems. De ellos surgen las instancias directivas
centrales en cada. sitio.

En este organismo, no hay lugar para ningn tipo de


representacin de la burguesa; quien no trabaja como
miembro de un grupo de produccin, queda automticamente fuera de la posibilidad de decidir, sin que
necesite ser excluido por votaciones artificiales. Por el
contrario, el antiguo burgus, que colabora en la nueva
sociedad segn sus capacidades, por ejemplo como director
de fbrica, .dejar or su voz en las asambleas de fbrica y
podr decidir lo mismo que cualquier otro trabajador. Las
profesiones que tienen por objeto una funcin cultural
general, como la de maestro o de mdico, tienen sus
propios consejos, que deciden en sus. respectivos terrenos
de la educacin. y la sanidad con los representantes de esos
trabajos, que resultan ~s gestionados y regulados por
todos. En el terreno social, el medio es la autogestin y la
organizacin desde aba/o, a fin de tomar como meta el
poner en movimiento a todas las fuerz_as del pueblo en
orden a la gran tarea; arriba, estas fuerzas del pueblo se
renen en una direccin central, que garantiza su uso
adecuado.
El sistema consejista es una organizacin estatal, sin Ja
burocracia de funcionarios, que hacen del Estado un poder
ajeno y enajenante del pueblo. En el sistema consejista se
.hace realidad el aserto de Friedrich Engels de que el poder
sobre las personas deja su lugar ante la administracin d~
89

las cosas 2 5 Los (siempre necesarios para la administraci&n)


funcionarios cuyos puestos no son especialmente importantes, y que, tras una adecuada formacin popular,. sern
accesibles a todos. La autntica administracin est en
manos de los delegados elegidos, revocables . en todo
momento, y que trabajan por el mismo salario de un
obrero. Puede que en un perodo de transicin este
principio no se lleve a efecto total y perfectamente, pues la
capacidad necesaria no se encontrar en todo momento en
cada delegado; pero cuando la prensa. burguesa ensalza
intenciqnadam_ente hasta lmites grotesc9s la c~pacidad del
actual burocratismo, entonces tenemos que remitir al
hecho de que en noviembre de 1918 los consejos de
trabajadres y soldados superaron tareas enormemente
difciles, ante las que la burocracia estatal y militar no
saba qu hacer. Dado que en los consejos se unifican la
capacidad de dirigir y la de efecutar, ya que los mismos
delegados han de practicar lo que deciden, no queda
espacio ni para el burocratismo, ni para el profesionalismo
poltico, ambos rganos del poder estatal burgus. La meta
de todo panido poltico, es decir, de toda organizacin de
polticos profesionales, es el lograr tomar en sus propias
manos la .mquina del Estado, y esa meta es extraa al
partido comunista. La finalidad de ste no es ~l conquistar
para s el poder, sino el mostrar la meta y el camino al
prolet.arido en lucha, por la expansin de los principios
comunistas, a -fin de que tenga lugar el sistema de los.
consejos obreros. En este punto, en suma, estn en coritr3.posicin, r~specto a sus metas prcticas inmediatas, el
comunismo y la socialdemocracia: la una .busca la org~i
zacin del viejo Estado burgus;el otro, un nuevo sistema.
poltico.
25. Asombra pensar c6mo esa frase. que es prccisainente de Proudhon antes
que de Engcls. es puesta en boca de este ltimo. Una vez m'5 -por ltima vezhacemo5 _hincapi en esta dialctica del consejismo que. cuando .Inis cerca est del
anarquismo, se aleja de l. .En el caso presente. poniendo una cdirccci6n central
sobre los.consejos. cuando stos ya eran autnomos. descentralizados y capaces de
dar asambleariamente una respuesta a las necesidades de la totalidad. (Nota del.
Tcadu~or).

QO

Captulo Octtt1110

Revoluciones en el estado futuro

Ideal y ciencia
Si nosotros los socialdemcratas 2 6 hablamos en la
actualidad de cu~ndo en cuando sobre el futuro, lo
hacemos en un sentido completamente distinto del que
fuera habitual anteriormente a nosotros; y del que actual- .
mente lo hacen nuestros opositores.
Nuestros opositores creen, por ejemplo, que nuestra
meta es la de desarrollar a priori un proyecto de orden
social y estatal, al que luego se bautizara con el nombre
de estado del futuro>. Nosotros hemos aceptado_ esta
denominacin en nuestro lenguaje habitual, si bien se ha
hecho una disparatada burla de nuestra denominacin,
pese a que - o acaso porque- hablbam9s satricamente
de ella. Antiguamente, en la poca del socialismo utpico,
no haba otro modo posible de hablar del futuro~ a no ser
c~mo de un orden social completamente determinado que
haba que aceptar. Se crea entonces que un orden social
poda construirse y reconstrnirse por los hombres a capricho, y que solamente bastaba con encontrar el mejor y ms
razonable~ y propagarle despus.
26. Pannekoek. pese a su ctirica acerada a Ja socialdemocracia en el poder sigue
autodenominndose, como.lo hicieran sus contemporneos, tambin socialdem6crata. (Nota del Traductor).

91

Con el socialismo cientfico ocurre de modo completamente distinto. Si nosotros ahora hablamos del futuro,
como lo hacemos aqui, no preguntamos cmo queremos
el futuro?, sino qu ocurrir en el futuro? El socialismo
cientfico es la teora de la evolucin social. Ha extraid<;>
del pasado de la sociedad determinadas intuiciones, derivando de ellas ciertas leyes y reglas, que hoy nos permiten
tambin predecir algo del futuro, e, independientemente
de nuestros deseos y voluntades, extraer conclusiones sobre
cmo ser la sociedad ms tarde.
Pero_ se objetar que el socialismo no es _solamente una
teora cientffi.ca, sino tambin un inovimierito obrero'
prctico, y que para el socialismo prctico tal como se da
actualmente en los partidos socialdemcratas una cosa
semejante no vale. Nosotros representamos determinadas
exigencias para el futuro, que han de crear un determinado orden social; en el programa de todo partido socialdemcrata est la socializacin de los medios de produccin que defendemos para el futuro: es esto una contradiccin entre el socialismo terico y el so~ialismo prctico?
. No lo es, ciertamente; y no porque se trate de ls
ideales y deseos de una persona aislada, sino de los de toda
una clase. Nosotros sabemos que la evolucin social se
realiza no pese a la voluntad y a la actuacin de las masas
de hombres, sino gracias a ellas. Cuando la evolucin
social parece tan notable, que un vuelco de las relaciones
de produccin se hace necesario, entonces emerge en. Ja
conciencia de los hombres -no de toda la humanidad,
sino de una determinada clase- la conciencia._ siguiente:
ahora nos falta ~go en nuestra perspectiva social,: t;l orden
actual no. es bueno, es necesario otro orden social.
Entonces crece en esta clase el deseo de una sociedad mejor
que esa clase pretende realizar, y exactamente la fuerza de
la evolucin social consiste en que este ideal crece en
aquella clase. De esta manera se produce la evolu~in
histrica. La voluntadde cada una de las personas depende
de circunstancias casuales y personales, pero la voluntad de
una clase que se corporeiza en su ideal social, depende de
las relaciones sociales generales, y es por lo tanto previsible. Las necesidades del progreso social se" reflejan entonces

92

necesariamente en los ideales y deseos de una determinada


clase. Pinsese a tal efecto, por ejemplo, en el ideal
socialista de la actual clase proletaria, en donde la
necesidad de un progreso social pasa por el cese del
capitalismo. Pueden encontrarse en la historia otros ejemplos en los que se puede advertir que a veces los ideales de
una clase no coinciden con la direccin de la evolucin;
entonces no pueden realizarse, y la clase que los quiere
imponer es destrozada~ Esto fue lo que les ocurri a . los
campesinos a fines de la Edad Media 2 7 , y esto es lo que le
ocurre .en _la actualidad a la pequea burguesa. Para
realizar el ideal, hay que tener fuerz.a, y la fuer-za slo se
halla en las clases cuyos deseos se mueven en la direccin
del necesario progreso evolutivo social.
Si limitamos nuestras consideraciones a los . ideales de
progreso, tal como imperaban otrora en la burguesa y. hoy
en el proletariado, podemos decir. entonces que el ideal
social de ufia clase que lucha por su emergencia muestra ya
el prximo paso en el camino de la evolucin social, es
decir, muestra ya cmo se producir el siguien~e modo de
produccin. De ello se deduce claramente que esto no
puede ser en m.odo alguno la expresin pura y siffiple e
un irreprochahle mundo ._ mejor, que habr .. _de darse
posiblemente, dondetodo llanto cese y donde todo lo malo
sea .suprimido. - Un ideal semejante es. siempre y_ slo
relativo, expresa solamente el mejor de los posibles rdenes
del mundo, y plantea UQ orden social en el que quedan...
suprimidas determinadas fealdades, determina-das insoportabilidades. Pero no todas ellas podrn ser suprimidas, y
no surgir un paraso en ia tierra donde slo reine la
felicidad.no enturbiada y pura, sino que sern quitadas de
enrnedio 'de.terminadas -fealdades que clamaban por su
supresin porque opriman muy duramente, de modo que
el nuevo
orden se convierta
slo en un orden relativamente
.
.
meJory mas progresivo.
Ahora bien, puede ocurrir que la clase que lucha. _por
~

27. Lo mismo les ocurri a los caballeros que. bajo la direccin de Franz von
Sickingen. imaginaron en su cabeza un ideal ~eaccionario de la unidad del imperio

alemn.

93

un ideal semejante, que cree en dicho ideal, piense en un


mundo irreprochable, vlido en adelante para todo tiempo
y lugar, con cuya conquista cesa naturalmente toda ulterior
evolucin. Fue esto lo que le pas a la burguesa, cuando
acab en la revolucin francesa con las ltimas cadenas
feudales que frenaban la libre evolucin de las fuerzas de
produccin. De ello no era consciente, no pensaba que
nicarnente superaba uno de los atascos de la ulterior
evolucin, y que su propio ideal social de la competencia
libre e ilimitada habra de hacer ms tarde imposible la
evolucin, sino que crea que era el ideal de un orden
mundial mejor, absolutamente vlido y definitivo,
~onde habran de existir para siempre y para todos los
hombres libenad, igualdad y fraternidad.. As pensaba la
burguesa ascendente de entonces. Pero el proletariado
actual no puede pensar as, porque ha aprendido la
relatividad de su propio ideal.
Nosotros sabemos que aquello que deseamos realizar
no es -un mundo perfecto en s e irreprochable, con el que
podamos contentarnos para siempre y que slo es el
prxi~o paso que ha de darse en la evolucin social, pero
en modo ?-lguno pensamos que se trate del ltimo paso.
Si a nosotros los socialdemcratas se nos pregunta qu
orden social prefers, cul creis que es el mejor?, nosotros
responderemos: Ninguno en absoluto! Para nosotros no
existe un orden_ social que fuera el mejor! Diversos. rdenes
sociales fueron necesarios en una .poca, en determinadas
circunstancias, pero cuando estas circunstancias cambiaron,
~a r~zn se convini en sinrazn, el bienestar en plaga~ el
orden anteriormente bueno en malo y danino, y por ende
eliminable. _Nunca se habla, pues, de un orden social
socialdemcrata>, sino slo de un orden socialista, comunista, etc. Para nosotros, pues: no .hay ningn cmundo
absolutamente preferible; lo que ahora sabemos es qu~ la
evolucin socia). nos exige la sq.presin del capitalismo. El
capitalismo es ahora una barrera para el progreso; su
presencia hace la vida cada vez ms insoponable a mayores
masas humanas, y por esto luchamos con toda nuestra
fuerza por dar el prximo paso, conviniendo los medios de
produccin en propiedad social, a tln de que siga abieno

en

94

el camino para la ulterior evolucin social. T.l es la misin


histrica del actual gnero humano, de la actual clase
revolucionaria; quien haya liberado su espritu de las
lucubraciones fantsticas y enfermizas por un mundo no
mejor, sino absolutamente bueno, pod.r comprender que
no puede haber ninguna meta mayor ni ms imponante.
Tras lo dicho se comprende por qu no existe ninguna
contradiccin entre el socialismo terico y el prct_ico, que
incluso se encuentran en plena armona. Nuestra ciencia
nos dice los primeros pasos que hemos de dar, conocimien~o _que ha de ser nuestra _medida_ para nuestra.
actuacin prctica, que determina las exigencias contenidas
en nuestro prograrha y tambin nuestra cmeta final>, la
cual se adeca a lo que segn nuestro actual plantea.miento consideramos pasos prximos a dar. Esto no impide que
sigamos hablando del futuro, sobre lo que habr de
acaecer ms adelante. Ahora bien, al hablar de ello no
decimos que cdeba> ocurrir, pues esto es cosa de nuestros
descendientes, los cuales estarn en condiciones de poder
determinar -mejor y ms exactamente qu es lo que para
entonces haya de ser cambiado en el mundo. Para
nosotros, pues, el hablar sobre el futuro no conlleva
ninguna intencin prctica, dado que no puede influir en
la actualidad. Lo cual no significa que ese hablar sobre el
. futuro carezca de utilidad. Tiene el inters terico de saber
con claridad' lo que vamos a ser, pero tiene .tambin otro
valor, pues a su travs ser mayor la comprensin d.e
nuestras metas actuales, pudiendo ser tanbin. de .utilidad
para poder valorar correctamente todas las quejas y ataques
de nuestros enemigos, as como para desembarazarnos de
toda clase de utpicos .. Eri todo caso, siempre habr que
tener en cuenta que en toda profeca hay un elemento de
inseguridad. N~turalmente, cuanto ms se conoce el pasado y los contrastes de la evolucin. social, menos
peligros se corte de incurrir en errores sernej"antes. Pero
como es imposible conocer todo completamente, la profeca ser ta.oto ms peligrosa. y menos ajustada la verdad,
cuanto ms se adentre en el futuro.

El da siguiente a la revolucin
Comenzamos nuestro estudio con la revolucin social,
es decir, socialista. Revoluciones sociales ha habido muchas. Toda revolucin histrica fue social; implic UI)
cambio social. Cuando nosotros, de forma popular, hablamos de revolucin social, entendemos pbr ella. l~ revolucin socialista que significar el final del capitalismo. Hay
que distinguir, pues, entre forma poltica y contenido
econmico. Las formas polticas de esa revolucin son
difcil.qien_te qetermin~bles de anter:nao, pes __ qepe_nden
de factores tan diversos, que son imprevisibles; tampoco
esta vez nos -ocuparemos de ello. Dirigiremos nuestra
atencin al contenido econmico de esa revolucin. Su
esencia es la conquista del poder poltico en el Estado por
el proletariado. Esta conquista es un lento proceso, que
quizs se extender durante varios decenios de altibajos;
sobre ello no podemos conjeturar nada, sino que ms bien
queremos considerarlo como un acto nico, para extraer
luego sus consecuencias econmicas. Hagamos, pues, como
si fuera un nico acto, y pensemos, como escrib~era
Kautsky en el ttulo de su clebre folleto, que estamos en
cEl da .~iguiente a .la revolucin. Los trabajadores, pues,
han tomado el poder estatal, y la cu~stin es ahora: qu
ocurrir entonces?
Gentes hay que al pensr en ello dicen: Est claro, se
abolir la-propiedad.prjvada y quizs se confisque todo el
capital. Algunas cosas ms sobre lo que ocurrir- puede
leerse en el bello librit~ de Eugen Richter. Nuestros
pi-opios: companeros tienen naturalmente sobre el -asunto
...opiniones. ms razonables, pues la meta final de 7nuestro
p.togra~a es la. bsqueda del paso de. los medios de
produccin a la propiedad colectiva. Creen tal vez que
grcias a determin~das . .medidas, como la amnistia, tendr
lugar la socializacin de los medios de trabajo. Pero tales
opinio~es creemos que son insosteniblo-s. Tienen an
residuos de ut9pismo. un nuevo modo _de produccin no
se .puede introducir p~r ley o .. por medidas de .car~ter
poltico, sino que debe realizarse gracias a una evolucin
social ms o menos rpida o lenta~ Las insfituciones

polticas pueden incrementar o frenar esta evolucin, y por


ello la meta de todas las revoluciones es superar los frenos
en la evolucin, por la configuracin de una nueva poltica.
La meta de la revolucin social es, por tanto, tambin superar
las barreras actualmente debidas a la evolucin del capitalismo, a fin de que la evolucin natural y necesaria encuentre
un camino expedito.
Nunca por un; ley se podr instaurar el orden socialista
en lugar del capitalista, pasando por decreto todos los
medios de produccin a propiedad estatal. A lo sumo, una
serie de grandes industrias adecuadas podrt;J. convenirse
en servicios estatales; los monopolios, las minas, -los trusts,
los ferrocarriles, los servicios gigantescos donde se fabrican
los medios de produccin de los objetos de consumo
propiamente dichos, todo eso puede ser inmediatamente
estatalizado. Pero basta eso para traer al mundo un
principio completamente nuevo e inexistente hasta enton-
ces? un orden socialista, en lugar de capitalista? No!
Propiamente esto no sera sino la secuencia necesaria de lo
que est ocurriendo ya ahora y de lo que no slo defienden
los socialistas, sino tambin los polticos burgueses. En
Inglaterra se ha realizado en los escalones dirigentes lo que
podramos denominar socialismo municipal, es decir, que
las grandes industrias se han convenido en servicios
pblicos: fbricas de gas del alumbrado, carreteras, centr~
les elctricas, telfono. Y ello, no por desear e.l socialismo,
sino porque la burguesa no quera ser explotada por los .
propios grandes capitalistas. En muchos pases existen
servicios estatalizados de ferrocarriles. La estatalizacin de
las minas la piden ahora en Alemania polticos no
socialistas, y en Amrica la estatalizacin de los grandes
trusts es igualmente un punto programtico de la poltica
burguesa. En todas partes el saqueo de los monopolios a .
las masas es tan claro, que no se debera caer en esta.
solucin. Sin embargo, se h quedado hasta el presente en
un buen deseo y en los programas, de forma impotente;el
gran poder pol~ico de los dueos de trust y de propietarios
de monopolios impeda hasta hoy su realizacin, y los
partidos burgueses han sido incapaces de un ataque frontal
por su defensa por principios de la sacralidad de la

propiedad, es decir, de la explotacin. Slo si el proletariado toma el poder poltico cesa.ni todo esto, pues tiene el
poder y la volu~ta:d de llegar hasta el fin -como parece
razopable-, pues acepta con placer la consecuencia de la
ruptura con el capitalismo. La estatalizacin de las grandes
empresas, pues, tiene lugar porque a todos les parece
razonable, pero tal razn no puede an traducirse en
praxis, porque los grandes capitalistas tienen el poder
poltico en sus man9s. El nuevo principio no es, por tanto,
la estatalizacin de determinadas firmas, sino el poder
poltico de la clase obrera, que e_ntonces po~r hacer lo
que no es hoy posible.
.
.
Esto es slo la mitad de la tarea ;1. realizar por el nuevo
gobierno obrero. La otra mitad consiste en tomar medidas
qu~ igualmente parecen en general necesarias, pero que
fracasan ante el poder de la burguesa, por ejemplo una
reforma social fundamental. Inmediatamente despus de
la revolucin, se producir un gran trabajo de r~forma
social para levantar la situacin vital de la clase obrera y
para mejorar todas las situaciones sociales, y este ser el
difcil. pero predominane trabajo de la clase obrera en el
poder. Hay que notar el equvoco en que muchas gentes se
mueven creyendo que existe una contraposicin entre
revolucin y reforma social. Por el contrari: la obra
revolucionaria toda, en la medida en que se encarna en
medidas prcticas, no es otra cosa que una obra de reforma
consecuente y fui:idamentadora. Pet existe ciertamente un
gran contraste entre est reforma social. revolucionaria y
consecuente, y el espantajo pobt de espirit, engaoso y
ambiguo, que ahora se deno.mina reforma social. Esto se
ve claro si se compara la actual reforma social burguesa y la
segunda parte de nuestro programa de Erfun. All planteamos .una serie de reivindicaciones que en la actualidad
haran posible muy bien, si los dominantes quisieran, un
sistema que podra eliminar una gran parte de los
entuenos capitalistas. La. doble caracterstica del gran valor
de agitacin de estas exigencias radica en que por tina
parte a~ respetan en cierto modo el capitalismo, pero .por
otr~ abren el camino para una ulterior evoluciD: pacfica
de la sociedad hacia el socialismo.

98

El trabajo futuro de reforma en la poca en que la clase


obrera haya logrado el poder estatal se expresar en su
carcter muy fuertemente coincidente con las aspiraciones
contenidas hoy en nuestro programa. Slo se diferenciar
de l en que entonces ya no habr referencias al capitalismo, sino que se actuar decididamente, sin preocupaciones por el capitalismo. Pero su meta inmediata es en
gran medida la misma de nuestro actual programa: mejora
de las condiciones de vida de las masas trabajadoras. Una
educacin adecuada de los ninos, mejora de la enseanza7
preocupacin por la sanidad pblica, mejora de las
viviendas, proteccin en el trabajo, proteccin de los
enfermos, los invlidos, los ancianos, limitacin del tiempo de trabajo, prohibicin de todo lo que hace peligroso y
repugnante al trabajo: todo esto, que se puede denominar
limitacin de la cultura, ha de servir para formar un
gnero humano ms fuerte y evolucionado, a partir del
decado, disminuido, espiritual y corporalmente maltratado gnero humano, producto del capitalismo. Esto es lo
ms necesario de todo. Al trabajo de reforma se le puede
denominar superacin de la. ?niseniz, pues la miseria. social
de la actualidad es la . base de todas las relaciones frustrantes en las que vive actualmente la clase obrer~, y de
toda la incultura qu~ padece.
De tal especie habr de ser el trabajo con el que haya
de ocuparse el estado dominado por los. trabajadores.
Nuestros detractores afirman, con su habitual gritero~ que
nosotros arrumbamos violentamente las yiejas relaciones
sociales, y. que queremos generar el clesorden en todo el
muhdo. Quisiramos encontrrnosles y ver qu ojos ponen, cuando nos -vean ocupados. con un gran trabajo
cultural pacfico, cuya necesidad comprende cualquier
hombre prudente, trabajo que fuera imposible durante el
pod~r capitalista.
.
Hoy, en el capitalismo, el trabajo de re.forma se va a
pique; maana por el contrario, gracias a ese trabajo de
reforma se ir a pique el capitalismo. La superacin de la
miseria no es posible con el capitalismo; el capitalismo y la
miseria de la clase_ trabajadora estn tan estrechamente
unidos, que lo uno no. puede caer sin lo otro. Pinsese en
nn

que la tarea ms urgente con que el gobierno obrero habr


de comenzar su trabajo ha de ser el apoyo total a los que
no tienen trabajo. El paro, es decir, el ejrcito industrial
de reserva, es un pilar bsico del capitalismo, que de este
modo mantiene todos los salarios en el nivel ms bajo
posible. Si ya no ha de haber ms paro, ni ms mendicidad de trabajo, si el apoyo total al trabajador o el pago
correcto de su trabajo productivo se consideran como un
derecho, entonces las relaciones respecto al mercado del
trabajo son in.mediatamente las contrarias a las que
existan antes. Entonces, los sindicatos pasarn a ser
enormemente grandes frente a los capitalistas, y los salarios
subirn velozmente. Cul ser la consecuencia de todo
esto? Si los salarios suben tanto, el negocio para los
capitalistas se convertir en algo demasiado poco provechoso; no podrn generar plusvala, y tendrn que cerrar sus
tenderetes dejando que el Estado se preocupe de la
produccin. Vemos as cmo las medidas que solarriente
sirven al fin de superar la situacin psima del proletariado, han de conducir necesariamente a un vuelco rpido de
todo el modo de produccin. A la vez, partiendo de este
ejemplo -vase sobre l el folleto de Kautsky- se ve
cmo una clase trabajadora elevada al poder, aun cuando
slo -busque la poltica de sus intereses inmediatos y
carezca de comprensin terica de sus metas, puede llegar
sin embargo necesariamente al socialismo .
.As pues, lo que haremos el da despus .. de la
revolucin no ser una supresin violenta de todas las
industrias privadas, sino solamente una. superacin de la
pobreza y de la miseria, es decir, la promoci.n de la
cultura. Desde esta perspectiva, decimos: todo lo .que no
se conj-uga con e~ta cultura de clase restablecida, debe
perecer. Los capitalistas dicen: precisamente PQrque nuestro actual orden de produccin no es compatible con la
supresin de la miseria, sta no puede suprimirse, debiendo los trabajadores seguir siendo pobres y miserables, y no
habiendo de preocuparse por ningn tipo de apoyo a los
que no tienen trabajo. Para la clase dominante, el
;capitalismo es la cuestin principal, y a l se subordina
la cultura. Nosotros creernos lo contrario: si el cap1ta-

lismo no busca elevar el nivel de cultura, debe perecer.


Y viceversa. Si gracias al abndono de la miseria
ascienden venicalrnente los salarios y las aspiraciones
vitales de los obreros, desaparece la posibilidad de extraer
plusvala, y con ello tambin desaparece el motivo que en
la actualidad impulsa al propietario de capital_ a la
produccin 28 En lugar de la explotacin privada que
produce la miseria, habrn de surgir empresas altamente
evolucionadas tcnicamente -pues la produccin no podr disminuir-, que podrn ser estatales, comunales, o
corporativas, pero en todo caso tendrn un carcter social.
De esta manera, la pequea y mediana industria, basadas
en la tremenda .explotacin del trabajador o de los familiares del propietario, cesan; los pequeos burgueses actualmente atormentados saldrn ganando, cuando pasen a ser
trabajadores de las grandes industrias, en donde ocuparn
un buen puesto, y desaparecer el pequeo negocio, que
hasta la fecha slo permite llevar una existencia llena de
preocupaciones. La razn de esta desaparicin condiciona
tambin la permanencia de la artesana, la cual podr
seguir existiendo siempre que sea compatible con el mayor
nivel cultural. Nadie tiene nada que oponer a que un
trabajador trabaje autnoniamente para s y produzca cosas
con valor social. Esto sin duda no ser infrecuente; los
artistas podrn dedicarse de esta manera, segn el ideal de
William Morris, a la produccin de objetos de uso bellos y
adecuados a sus fines, y muchos campesinos, que labran s.~
trocito de tierra por s mismos, se a.ferrarn a este modo-de
produccin fuenemente al principio. Esto no puede.
pteocupar; gracias al auge general -del nivel soci_al _queda-..;.
rn todos en circunstancias tan favorables, que ya no
necesitarn seguir siendo esclav<;>s del trabajo como ahoi:a
28. En esta desvalorizacin de las industrias capitalistas consiste la ccxpropiaci6n
de los expropiadores:.. La expropiaci6n en sentido ccon6mico, frente a la de los
capitalist~ de hoy, no .consiste en la despropi.ci6n violenta de sus competidores,.
pagndoles su pleno valor como indemnizacin, (como tainbin
lo hace e.l Estado. y .
.
la ley). sino en una desvalorizaci6n de su propiedad. A la fu.ruca cxpropiaci6n no le
va, pues, que el Estado compre los negocios capitalistas desvalorizados. (Cfr.. la
diferencia entre la expropiaci6n jutdica y la econmica en el serio estudio de Joscph
Karner: cDie Soziale Fun.ktion der Rcchtsimtituto).

101

lo son; y .la mayor formacin general tendr como consecuencia el que la limitacin. heredada quedar substituida
por formas de trabajo ms razonables.
La produccin socialista
Una vez llegados aqu, hay que preguntar: qu ha
cambiado en el mundo con todo esto? Mucho. La
diferencia es enorme. La miseria, la pobreza, la necesidad,
todo .lo que conviene al hombre en lobo para el otro
hombre, la desesperacin y la crrn:inalidad,- tod eso
desaparece. El bienestar de los hombres es ya un hecho. El
contraste pintado por los cristianos entre cielo e infierno,
tal y como lo pintan los viejos cristianos, no puede ser
mayor que la diferencia entre el viejo y el nuevo orden
social. Tan grande es la diferencia, que nosotros, presos de
los hbitos de la actualidad, no podemos hacernos realmente una idea seria del futuro. En lugar del mundo
actual habr un mundo sin preocupaciones atormentadoras, un mundo donde se sepa que todos los hijos estn
bien alimentados y educados, y que ni los anqanos ni los
invlidos debern estar en la indigencia, en dondese sepa
con seguridad que no tiene por qu haber angustia por el
futuro. Para todo eso .qu gran cambio habr d~ darse en
el pensamiento y en el sentir de los hombres! Entonces
pcurrir como si un miedo, una queja, que desde hace.
siglos ha oprimido los cerebros de -Jos hombres, desaparece
de una vez, de modo que los hombres pueden v:olver a.
respirarJibremente..

Si ahora nos preguntamos por las bases econmicas _.de


este nuevo mundo, resaltar a primera vista que ha
cambiado muy poco. En su apariencia, la base econmca,
. presci~diendo de cosas muy paniculares, es la misma-. de.
ahora, y esto constituye la base para los ataques. de
. nuestros enemigos los hurgue-ses.y los anarquistas,;cuando
hablan de que reinar ...entre nosotros un socialismo de
estado, un capitalismo de estado, una esclavitd salarial
estatal. El modo . de produccin se diferencia del .actual
claramente en que, en lugar de_ los empresarios .Privados,
102

ha surgido el Esta:do, y .en que, por tanto, el Estado o sus


ms pequeos aparatos de gobierno han tomado el poder
que tienen actualmente los capitalistas. El Estado es el
grande, el nico productor de mercancas, y paga a todos
los hombres que estn a su servicio un salario o un sueldo,
como se le quiera llamar; estos hombres compran metcanc~
con su salario, como hasta ahora, pero ahora las compran de
los productores, que a la vez son los nicos vendedores de
mercancas. Puede haber obreros autnomos que vendan
ellos mismos los productos fuera de este crculo, pero son excepciones. A los productos no les afecta si los productores son
varios o es uno; lo imponante es que son mercancas, que
tienen un determinado valor y un precio determinado por
. el que son compradas. Habr dinero como ahora, pues es
necesario para comprar y vender, e incluso seguirn
existiendo, como reminiscencias de tiempos . anteriores,
diferencias en la posesin de dinero. La idea de los
utpicos de antes y de despus, de que en una sociedad
socialista habr de ser abolido inmediatamente el dinero,
procede de la creencia pequeoburguesa de que cel
dinero> es la fuente de todo mal. Para el pequefo
burgus, el dinero, es decir~ ms dinero del que posee, el
gran capital, es de hecho la fuente del mal; nosotros los
. socialdemcratas no creemos que el dinero. sea malo en s,
sino slo su aplicacin por .el capital en orden a la
ex]?lotacin. Pero esta ya no es posible. Entre nuestros
opositores hay quienes creen que si en una sociedad .hay
gente con muc.ho dinero, ste generar el capital y de
nuevo a su .vez la explotacin capitalista. Pero esto es
imposible si pensamos que el capitalismo ha desaparecid<;>
ya.por.una evo.lucin natural, sin ningn tipo de actuacin
violenta, slo como resultado de las reformas sociales
propias de un gobierno proletario.

Si consideramos, pues, el contenido econmicQ de esta


sociedad, hemos de decir: aparentement:e ha cambiado
poco, todo est como antes, se trabaja por salario, y por
salario se venden mercancas. La nica diferencia est ep
que en lugar de un gran nmero de empresarios individuales, el mayor de ellos paga ahora, por ser el actl.ial
propietario. :Pero para la estrnctura econmica, esta dife103

rencia es insignificante. As opinan nuestros opositores, y


as parece. Ahora bien, tienen realmente razn?
No; no tienen razn. El hecho de que tomen estas
apariencias por verdades muestra su tota~ incomprensin
del actual capitalismo, evidenciando que toman lo inesencial por esencial. Lo esencial del actual capitalismo no es el
trabajar por un salario al servicio de otro, cosa que ya
haba antes de la aparicin del capitalismo. Lo esencial en
primer lugar es que este trabajo asalariado supone para
una gran clase de la poblacin una fuente de plusvala, un
objeto de explotacin respecto a otra clase, y en segundo
lugar que la produccin no est al sen'icio del consumo, es
decir, de la satisfaccin de necesidades, sino al de la
acumulacin de plusvala, al provecho de personas privadas, . y por ello se realiza la forma acfala y anrquica.
Esta es la gran diferencia entre la estructura econmica de
sociedad actual y de la futura. La diferencia cuantitativa
aparentemente externa del salario condiciona la diferencia
cualitativa que existe entre explotacin y no explotacin. Y
la aparente reduccin del nmero de productores a algunas
corporaciones, que a la vez representan a todo el pueblo,
expresa la aguda diferencia que existe entre una produccin acfala y una produccin conscientemente regulada.
En la nueva sociedad, el trabajo -aunque aparentemente
sea un trabajo asalariado- no es fuente de plusvala,
teniendo slo en comn con el actual salario una apariencia superficial. Y adems ser conscientemente regulado y
adecuado a las necesidades, de modo que ya no sea posible.
ni el derroche ni la pobreza. Toda la sociedad produce
siguiendo un plan conscien~e en orden a la satisfaccin de
sus. necesidades. La produccin de la nueva sociedad es de
hecho una autntica prodqccin socialista.
.
En el primer captulo de su obra principal, :El Capital,
Marx ha .caracterizado las bases econmicasde los diferentes
modos de produccin, y, tras hablar del Robinsn Crusoe en
s isla, se pronuncia sobre la servidumbre feudal y la
moderna produccin. de mercanc~ con las siguientes
p~labras, respecto a la produccin socialista: Supongamos
finalmente una sociedad de hombres libres, que trabajan
con medios de produccin comunitarios, que conciben sus
104

muchas fuerzas individuales de trabajo como una fuerza


de trabajo social. Todas las connotaciones del trabajo de
Robinsn se repiten aqu, slo que socialmente, en lugar
de individualmente. Todos los productos de Robinsn
eran productos exclusivamente de uso personal, y por
tanto objetos de uso inmediato para l. El producto total
de la asociacin es ahora un producto social. Una pane de
este producto sirve de nuevo como medio de produccin.
Sigue siendo social. Pero otra pane es usada como medio
de vida por los miembros de la comunidad. Debe ser,
pues, ~ist~ibuida entre ellos. El modo de esta distribucin
cambiar de acuerdo con el modo especial del -organismo
de produccin social y con el correspondiente grado de
evolucin histrica de los componentes (pgina 45).
Hemos esbozado un orden social que acaba de surgir
inmediatamente despus del capitalismo; nos topamos
aqu por doquier con rasgos que nos recuerdan al menos
exteriormente al anterior capitalismo, si bien en su esencia
estos rasgos son slo el sistema segn el cual toda la pane
destinada al consumo del producto social es distribuida
entre sus miembros.
Hallamos, pues, en este cambio social la misma ley
general que determinaba tambin los anteriores cambios
histricos. El nuevo orden no puede caer desde el cielo
como algo ya dado; no puede ser construido -como antes
se deca- sobre las ruinas del capitalismo, una vez que
la revolucin acabara con todo lo anterior, haciendo tabla
rasa de ello. Pot el contrario,. se da una evolucin lenta,
aunque dentro de su celeridad, de modo que el espectador
superficial cr~e que slo ha cambiado lo accesorio permaneciendo lo esencial, pese a que en realidad, silentemente~
sin que se aprecie un brusco tajo, la base social cambie
totalmente. Est naturaleza dialctica de los cambios
sociales hace tan difcil su comprensin al pensamiento
burgus no dialctico. Aqu se mantienen en su apariencia
las estructura.S ms tpicas de nuestra. actual sociedad:
compra y venta de productos y salario a cambio de trabajo
asalariado. Pero, pese a esa apariencia, se da una pura
sociedad socialista, donde las instituciones heredadas del
capitalismo slo son el andami;je especial, el mecanismo
105

temporal,- mediante el cual se reparten los productos entre


los miembros de la sociedad.
En esto existe una contradiccin interna; las contradicciones de un orden social, empero, son siempre los
inconvenientes con que se enfrenta, hasta que los supCra
evolucionando a formas superiores. El actual orden social,
cuyo nacimiento hemos considerado hasta ahora, queda as
superado, cuando sus propias contradicciones son concientizadas por los hombres, como algo que no es bueno. Las
contradicciones que estamos considerando afloran a la
superficie cuando todos los cambios espirituales que
acompaa-o a . las grandes convulsiones sociales se. han
realizado plenamente; con otras palabras, cuando cada
conciencia ha comprendido bien y cuando se ha impregnado afectivamente de que la sociedad .ha pasado a ser una
socied.~d socialista. Es ah donde se reconoce la contradiccin entre las formas estructurales tomadas al capitalismo y
la esencia socialista.

La primera de estas contradicciones est en la cuestiri del


salario. En la socied~d capitalista, el pago del salario era el
mtodo por el que se entregaba a la clase obrera su exigua
participacin en la masa total de los medios de consumo; con
la evolucin capitalista, -incluidos capitalistas y directores- salario y dividendos son las formas cada v~z ms coi;nu-
nes de pago. En la nueva sociedad, desaparece esta forma
salaril entendida como forma general de pago, reniodelndose mejor, y~ que en lugar de los mltiples asalariad.os
privados es.l~ misma sociedad la que se convierte ~n nica
asalariadora, a travs de sus diversos cuerpos repres.entati. vos. Mientras tanto, la esencia del trabajo asalariado hajdo
cambiando igua~ente, y finalmente se ha de llegar a un
punto en que cada cual tenga claro que su relacin. con
respecto a la. sociedad ya no puede ser la .qiisma que e-ia. la
relacin del trabajador asalariado con respecto al capitalis-
mo .. Siente que ya no es un servidor asalariado,. sino un
miembro de la sociedad; la nuev;. economa no es. una
economa privada gigantesca en donde cada cual est.. al
servicio de un propietario y seor extrao a l, sino
realmente una colaboracin de todo~ -los hombres en orden
a una meta comn. Ser entonces cuando comprendan
106

que el salario Qo tiene sentido, y cuando lo encuentren


inadmisible.
Tampoco se entendern las diferencias salariales entonces. En el trnsito del capitalismo al socialismo, los
hombres entran en la n_ueva sociedad con muy diversa
formacin y capacidad de accin, lo que es menos una
consecuencia de una distinta capacidad, que de la diversa
formacin. Puesto que no basta con traducir a la praxis
cienas ideas abstractas. de igualdad, sino que es preciso
resolver las tareas precisainente en la realidad, esas tareas
que plantea el nuevo orden de la produccin a los
hombres, durante un tiempo se considerar natural que
aquellos que ocupan cargos directivos y de mayor responsabilidad organizativa, como directores, ingenieros, eruditos, tengan una mayor aspiracin salarial que los obreros
asalariados normales& Esto ser herencia de la sociedad
actual, y por lo tanto considerado como algo completamente normal. Pero cuando surjan nuevas generaciones
que no hayan conocido el capitalismo y que crean que
las relaciones capitalistas slo tienen el valor de residuos de
un pasado brbaro~ entonces esas generaciones no com~
-prendern por qu un hombre debe ganar ms que otro, si
los dos hacen por igual medida su tarea lo mejor que
pueden. A esto hay que. afiadir la consideracin de que las ..
grandes diferencias en la .capac.dad de direccin que ahora
existen como consecuencia de una diferente instruccin,
por ejemplo entre los hijos de obreros e hijos de burgue:ses, '1.abrn de desaparecer como consecuencia del aumen-
to en la instruccin general, lo mismo que el inaceptable
contraste entre trabajo espiritual y el corporal. Existirn ya
nicamente las diferencia.S personales de cada ser hun:lano;
pero si uno est mejor o peor dotado que. otro en ese
sentido, .no ser en todo caso ni una. culpa ni -un mrito.
Frente al orden capitalista, donde cada cual ha .de buscar
para s. mismo el sustento vital, en la nueva sociedad le
corresPonder a cada uno la parte necesaria para que .
pueda consu~ir los bie.nes que precisa, en pag,o a SU .
trabajo y en justa compensacin a sus servicios. Esta idea .
de que las personas privadas han de . procurar para s
mismos, en su razonable colaboracin con otros,. un nivel
107

de existencia humana, ir debilitndose poco a poco en la


concepcin socialista, en donde la sociedad vela, en la
medida en que sus miembros trabajan, por el sustento de
todos sus miembros, de modo que cada hombre, por el
solo hecho de srlo, tenga un derecho a la vida y a los
medios necesarios para mantenerla. De esta manera, poco
a poco se irn mostrando como inadecuadas a una conciencia socialista progresiva las formas heredadas del capitalismo y el sistema de distribucin de los productos que es
propio de dicho sistema. Quizs parezca a partir de
entonces_ oportuno, a la luz de estas nuevas ideas, considerar -que todos los hombres tienen las mismas as.piracio-
nes, y que a cada uno de ellos hay que darle una parte
igual de los productos. Con todo, sigue existiendo la
contradiccin que anida en la base misma econmica de
esta sociedad, que pasamos a considerar.
Esta contradiccin radica en que los productos del trabajo
se compran y se venden, siendo por ello tratados como
mercancas, aunque no lo sean ya en absoluto. En la actual
sociedad, los productos del trabajo son mercaricas porque
son productos de trabajos privados, simple parte de un
proceso de produccin social. Nuestra actual produccin es
una produccin social, pues los -hombres producen los
medios de consumo recprocamente, y no para s mismos.
Pero a la vez es una produccin privada; cada cual produce
autnornamente como parte del todo; debe intercambiar sus
productos por otros, y en este intercambio surge el valQr
comn de los productos, de manera que estos trabajos
privados se relacionan mutuamente como parte homognea
de un todo. Este valor parece como si perteneciera a la natu:..
raleza de las cosas, pero es una relacin entre personas que
slo aparece como propiedad de las cosas,. en la medda en
que estas personas son productores privados independientes.
Pero tan pronto como la produccin adquiere carcter
social, cesa esta apariencia; los productos no son ya mercancas, y ya no tienen valor. El intercambio entre productos privados, de donde surgi su valor como relacin
de intercambio, ha desaparecido; la compra> de . los
productos por losmiembros de la sociedad no tiene ya nada
en comn con un intercambio. Aunque el valor queda
10~

determinado por el tiempo de trabajo social, slo es


expresin de este trabajo cuando est en los diversos
productos de trabajo de diversas personas. Por ello fue un
sue.o utpico de escritores pasados -que Marx desterrel que, en una regulacin social del trabajo por medio de
una cuidadosa contabilidad, slo hubiera que medir el
nmero de horas que cada producto costaba hasta su elaboracin, para valorar correctamente su precio. Naturalmente,
se poda en la prctica colgar a cada objeto un cartelito, en
donde se expresase un cierto precio de mercado, o -lo que
sera lo mismo- un cierto nmero de _horas; pero esto no
sirve cuando se trata de un valor de .mercancas en una.
sociedad que produce mercancas por medio de efectos
internos, sin espacio alguno para el capricho de los
hombres, tal y como corresponde a un proceso natural. Al
comienzo de la nueva sociedad, empalmando con la praxis
de los productores capitalistas, habr que fijar los precios de
esta manera, en la medida en que segn las apariencias la
produccin es slo una transformacin de la sociedad
capitalista. Pero a medida que la produccin vaya reflejando aquello que realmente es, a saber, algo inmediatamente
social, tanto ms se ir comprendiendo la artificialidad de
concebir a este precio como un producto del capricho
convencional, sin ninguna esencia propia. Pero estos
precios artificiales cumplen una importante funcin como
medida para la distribucin de los bien.es comnmente
producidos por sus miembros. Cuando esta medida ya n~
sirve, entonces hay que buscar otra medida.
Esta dificultad se resuelve con una nueva fuerza, con la
evolucin de la productividad del trabajo, que vamos a
analizar. Es sabido que uno de los argumentos ms importantes de -nuestra propaganda en favor del socialismo es que
decimos: el actual modo de produccin no es suficientemente productivo, como para permitir . que todos los.
hombres puedan vivir; slo bajo el socialismo podrn
desarrollarse mejor las fuerzas de produccin, y el trabajo
ser ms llevadero. As pues, primero hay que ver en qu
consiste la mayor productividad de la sociedad socialista,
inmediatamente despus de la revolucin, .en comparacin
con la capitalista.
109

Consiste en que la produccin est ms planificada, con


respecto a una mejor satisfaccin de la.5 necesidades. Bajo el
capitalismo, la meta no es estasatisfaccin, sino que la meta .
de la produccin es la ganancia; por esta razn, existe en el
capitalismo una fuene disipacin de material y de fuerza de
trabajo, que se evitar bajo el socialismo. En la actualidad,
se producen tan innmeras coro intiles cosas, destinadas
a tanta gente que no las necesita, como cantidades de
gentes hay a la vez que carecen de los ms imprescindibles
medios de vida. La produccin capitalista es en gran medida
una produccin de gneros de pac~tilla; iuch~ de sus
cosas se .echan a perder sin ninguna finalidad, 3.rltes de que
encuentren un comprador. Los innmeros pequeos talleres
dispersos, que no tienen instalaciones adecuadas, ni pueden
utilizar los adelantos tcnicos, suponen tambin un enorme
despilfarro de fuerza de trabajo y de material. Por la otra
pane, los trusts frenan el progreso de la tcnica, porque no
. tienen inters alguno en la m.ejora de los mtodos de
trabajo, ya que su .monopolio les libra de la competencia.
Por todo esto, el capitalismo es improductivo, y lo que
otrora fuera su mrito, a saber, el que elevara el nivel
tcnico del trabajo, aparece como algo completamente
perdido en su ms alto grado .de evolucin, los trusts.
Todas estas causas de un pequeo rendimiento laboral
sobre la- pase de una gran presin al trabajador, cesan bajo
el socialismo. La superioridad de una produccin socialista.
con respecto a la .capitalista, dentro de un mismo grado de
evolucin
la tcnica, radica en la organizacin del
trabajo. Con ta supresin del dispendio de fuerza de. los
pequefios talleres- atrasados, y con la utilizacin de tod~ la
fuerza. d.e trabajo humana gracias a los. ms adecuados
auxiliQs ~cnicos, aumenta enormemente la . soponabilidad
del trabajo. Cuando adems la produccin se acomoda
totalmente a las necesidades, no se necesita. malgastar ni
fuerza:-. de trabajo ni material. Esta organ.izacin -de la
produ.ccin ser por ello el medio gracias al cual podr
garantizarse para todo ser humano, con un trabajo normal,
todo lo necesario para vivir en sociedad, una vez removido
lo que lo impide.
Con todo, el argumento bsico en orden a mostrar la

de

110

necesidad del socialismo no radica aqu, sino en que se hace


posible, gracias auna superacin de las barreras capitalistas,
una libre y no perturbada ulterior evolucin para las fuerzas
productivas. Si es posible poner inmediatamente en marcha
una productividad mayor que la actual, esto implicar
igualmente la presencia de una fuerza capaz de generar un
incremento an mayor y ms imparable de esta productividad. Tal fuerza est en el enorme progreso de la ciencia y de
la tcnica. Bajo el socialismo, la formacin cientfica y los
conocimientos que en la actualidad estn en posesin de
una minora limitada, pasarn a ser bienes comunes; ms
.que hoy,- ser para todos un motivo de alegra el ocuparse
con todo ello gracias a una buena instruccin y a los
descansos reparadores. Ahora, la formacin espiritual y la
tcnica estn en muchos aspectos divorciadas entre s; la
reunificacin de ambas dar a la tcnica un auge considerable. La investigacin, que ahora es monopolio de un
-pequeo grupo, llegar a ser patrimonio de todas esas
numerosas, poderosas y frescas mentes, que hoy en su
mayora se encuentran paralizadas por la miseria material.
A todo esto hay que aadir que entonces el cientfico que
conocer nuevas fuerzas de la naturaleza, o el inventor que
las sepa aplicar, no trabajarn como hasta ahora para la
curiosidad de una estrecha galera de eruditos y para la
glorificacin de los grandes capitalistas, sino que tendrn la
seguridad de que cada uno de sus trabajos elevar inme4iatamente la felicidad de los dems hombres, servir para quitarles el lastre de su pesado trabajo, y har su vida ms rica.
Esto dar al investigador y al tcnico un gran aliciente.
El resultado de todo progreso tcnico y cientfico, en
comparacin con el cual el famoso siglo XIX se quedar.
muy plido, se producir por lo tanto gracias a un gr~
incremento de la productividad del traba/o. Y esto habr de
notarse especialmente, este uso racional de la ciencia, en ese
terreno tan atrasado como imponante que es el campo. Esta
elevacin de la productividad del trabajo no significa ni ms
ni menos que el logro de un excedt;nte de productos, de
todos los que se necesiten. A partir de aqu .no habr ya
necesidad de llevar estrictamente en regla los libros de
contabilidad, ni de regular las minucias de todo proceso de
111

produccin, sustituyndolo todo esto por un tiempo de


trabajo moderado. El trabajo para la cornu-nidad, que ai
principio aparece como una obligacin para todos, al cabo
de unas cuantas generaciones que no hayan conocido el
tormento que representa el trabajo actual, ser considerado
corno una alegra y una necesidad. No habr ya entonces
necesidad de dar a cada cual una parte justa del todo de
los medios de consumo producidos. All donde reina la
abundancia, la necesidad de cada hombre ha de ser la
medida de su consumo. Alguien es posible que diga: S,
pero entonces habr quien tome ms de lo que necesita!.
Pero,. a fin .de qu lo hara? Para malgastarlo? Estq no
tendra ningn sentido (en el capitalismo s que lo tiene, y
por esta misma razn se produce). O para guardarlo para
tiempos futuros? Tampoco esto tiene ningn sentido, pues
la sociedad vela igualmente por el futuro. En estas
condiciones tampoco tiene por qu producirse el que uno se
oponga a otro porque necesite ms que l. Pongmonos en
el caso de un grupo de hombres que tiene hambre, pero
que slo tiene a su disposicin medios de vida limitados.
All el uno mira desconfiado al otro y trata de que no se
lleve ms que l. Pero pongmonos en el caso de estos
mismos hombres en un banquete sin escaseces: _all nadie se
preocupar de lo que otro torne, porque saben que habr de
sobra para todos.
_
.
.As pues, si en la . evolucin de la sociedad bajo el
socialismo la productividad del trabajo ha alcanzado .un.
grado tan alto como para que haya-abundancia para .t.odos,
entonces las instituciones sociales habrn de dar un vuelco
tal, que quede asegurada la: distribucin de. los productos
segn las necesidades de cada cual.. Se discute mucho. si en
el futuro lejano la propiedad .privada ser totalmente
substituida po~ la propiedad social' o si al menos el pan que
como y el vestido que me cubre habr de seguir siendo
siempre propiedad privada. Una breve consideracin de la
base econmica de este lejansima sociedad del .futuro
dejar en evidencia la inoperancia de esta discusin: si la
sociedad produce ms de lo que es capaz de- consumir, y si
cada cual toma lo que necesita, est claro que el concepto d~
propiedad habra de desaparecer en absoluto.
112

La superestructura espiritual y poltica


No necesitarnos, pues, tras lo dicho, lanzar una ojeada
sobre las transformaciones de lo espiritual y lo poltico, que
habrn de darse a partir de estas bases econmicas. En
parte, ya lo hemos dicho en todo lo precedente; nuestra
creencia de que el modo de produccin de la vida material
determina en general la vida poltica, jurdica, y espiritual,
ha de entenderse en el sentido de que estas ltimas no se
producen caprichosamente, sino segn lo precisa el modo
de produccin; es, pues, algo completamente natural el
pensar que ellas tienen un influjo determinante sobre el
modo de produccin. Las formas polticas se prueban por
sus efectos impulsores o retardatarios de la evolucin. Por
esta razn, antes de empezar con el cambio del modo de
produccin capitalista al socialista, hemos de cambiar el
poder poltico y las instituciones del mismo signo.
No podernos aqu tematizar en.sus detalles este cambio.
De nuevo hemos de comenzar por la toma del poder
poltico por parte del proletariado, y repetir las razones por
las que esta toma es necesaria para el proletariado.
Debemos romper el poder poltico de la burguesa, porque
ella. supone un freno para las reformas necesarias a la clase
trabajadora. Necesitamos incluso el. poder estatal, para
poder realizar las tareas positivas ya mentadas: el gran
trabajo de reforma necesario para el renacimiento de la
humanidad.y el fomento de la cultura, y como consecuencia
de ello Ja organizacin de la produccin social.
Si contemplamos ahora esa nueva forma de Estad~ _en su
aspecto poltico, encontraremos algo semejante. a lo que
antes encontrbamos al examinar la estructura econmica
de. la sociedad. Vista la cosa desde fuera, slo ha cambiado
un poco, <> ha cambiado accidentalmente. El sistema
poltico que habr de imponerse ser, desde esta perspectiva, en el mejor de los casos, una democracia.. plena,
consecuente y real. Naturalmente, al llamarla democra;cia
no hemos de pensar en el sistema que ahora se llama
democracia. Existe por el contrario una gran diferencia
entre la.actual democracia burguesa, que es una democracia
aparente y solamente un medio para torear a la clase obrera,
113

y esa democracia obrera real y pura, que representa la for~a


del Estado. Un ejemplo de esta democracia nos lo dan las
actuales organizaciones de lucha de la clase obrera, que ya
estn realizando en pequeo lo que habr de realizarse. ms
tarde en gran escala.
estas organizaciones obreras
dominan las reglas democrticas, de modo que cada uno
tiene el mismo derecho, pero la mayora tiene siempre
derecho sobre la minora, de suene que las decisiones de la
mayora son las decisiones de la totalidad, y se cumplen.
Cada cual conserva su libertad dentro de lo posible, y slo
en la medida en que es necesario para el trabajo comn se
postula la sumisin individual a las decisiones de la
totalidad. Estos principios, que ya son universalmente
reconocidos y realizados dentro del movimiento obrero,
habrn de valer naturalmente tambin para. el Estado
futuro. Esta es la diferencia con respecto a las actuales
formas de Estado, de las cuales ninguna es realmente
democrtica. Sin embargo, a quien ve las cosas superficialmente la concordancia entre el Estado actual y el proletario
le parece muy grande. Se habla entonces de admin_istracin
y de gobierno, se consideran necesarios para cualquier fin
los cuerpos y comits administrativos, se producen-leyes y se
envan diputados al parla.J.'.llento y a los consejos de
comunidad. As pues, parecera que todo es igual: hombres
. e instituciones; por eso el Estado, que supone la forma
externa de la vida social comunitaria, sera -prescindiendo
de su democracia- muy poco distinto del Estado ~tual.
Como-en lo atingente al orden econmico, tambin .aqw
hay que considerar que n.uestros enemigos nos atacan,
~uando habl~ de la .omnipotencia del poder estatal, y
cuando expresan su-- miedo anteIa esclavitud que .propicia el
EStado. Pero las gentes que as hablan se dejan llevar de las
apariencias superficiales, pues en realidad, en su esencia,_ el
Estado
del futuro y el actual son. totalmente diferent"es.
.
Actualmente, el poder estatal es un rgano de la clase
dominante, o sea, de una minora que pretende someter y
explotar a la mayora del pueblo. Pero en el futuro el Estado
habr de ser una institucin de la mayora de una sociedad
sin ~lases, que no tendr entonces sobre quien oprimir ni
dominar. Ahora, ~l Estado ha llegado a ser una institucin

En

114

puramente poltica que ejerce el poder, una corporacin con funciones econmicas que no necesita seguir ejerciendo
realmente ningn tipo de poder ms. Engels lo defini muy
atinadamente en el Anti-Dhring cuando escribi: cCon
este cambio, en lugar de un gobierno sobre las personas se
produce una administracin sobre las cosas>.
Se comprende que, como ocurre en general con las
instituciones democrticas, una cierta medida de coercin
resulte inevitable. Aquellos que buscan una libertad
absoluta pueden darse cuenta de que, all donde los
hombr~s Q.an de colaborar con su trabajo social en orden a
su mantenimiento vital, cada uno ha de subordinarse a la
totalidad. Pero el modo en que- se realiza esta subordinacin, no por capricho, sino por la forzosidad natural y social
de las circuristancias, es diverso segn las diversas circunstancias. En la futura democracia obrera ser completamente
distinta a la que se produce en el estado de clase capitalista.
Una minora necesita aqu para la afirmacin de su podero
medios de violencia fisica, polica, justicia, ejrcito, prisiones, etc. Para que una minora, en una sociedad sin clases
donde no existen profundos contrastes de clase, disponga
de las decisiones de la mayora, no hacen falta medios de
coaccin fsica. U na minora manda all gracias a su poder
moral; como es evidente, hay en la.S actuales organizaciones
obreras ejemplos en donde cada da puede verse que la
minora dispone, sin m_edidas coercitivas, de la mayora.
En la organizacin y la vida interna de nuestras actuales
asociaciones obreras hay que pensar siempre, si queremos
formarnos un concepto del orden poltico cpara el da
despus de la revolucin>, con la. salvedad de qu.e estas
asociaciones son ahora organizaciones de lucha- contra un
enemigo extremadamente poderoso, y por esta razn han
de comportarse con una severa disciplina. Pe.ro en todo caso
puede proporciona...-nos. importantes conclusiones respecto a
los medios morales de que se dispone para la supresin de
una minora, a fin de que puedan servir a los fines de la
generalidad. Cul es el medio moral que .da al actual
movimiento obrero su cohesin y su fuerza unitaria? La
discipl_ina voluntaria. Esta su.bordinacin voluntaria de cada
uno a la generalidad, esta superacin del egosmo propio y
115

de las propias inclinaciones es el cimiento moral de las


organizaciones obreras en la actualidad. Esto lo estamos
desarrollando en la lucha, estamos ejercitndolo porque
todas las experiencias nos dicen cada da que solamente de
este modo es posible el xito; de esta manera se har cada
vez ms fuerte, y se convertir tambin en el cimiento moral
del futuro orden socialista.
As pues, lo que mantiene a la nueva sociedad, tras la
destruccin del capitalismo, es la superacin, a la que se
llega por el convencimiento racional de su necesidad y a una
forma cada vez ms habitual, de una fuerza ~uy poderosa:
el egosmo. El .egosmo es un impulso. gue se
reforzado
bajo el capitalismo, o, mejor dicho, bajo toda la economa
privaqa. Por esta razn ha sido tan fuerte en todas las pocas
histricas, porque fue una caracterstica esencial en la lucha
por la existencia; quien en la sociedad capitalista posee
menos egosmo, quien piensa y defiende la humanidad, la
fraternidad, la compasin, ese tiene todas las de perder
como productor autnomo. Para vencer y superar a sus
competidores, es precisa una gran dosis de egosmo, y todo
lo que se opone a ese egosmo ha de ser rechazado con
energa y superado. Porque esto es as, el egosmo es un
instinto tan desarrollado hoy y tan profundamente enrazado en los hombres de nuestra poca, de manera que parece
un instinto natural propio del hombre desde la eternidad.
Por esto no puede sorprender que grandes y profundos
pensadores consideren al egosmo como un instinto intrn-:secamente ligado para siempre a la naturaleza humana.
Tales eruditos y sus imitadores se ren de nosotros cuando
les decirnos que en el futuro, en una sociedad socialista,~esta
instinto disminuir y hasta desaparecer, pues esta afirmacin les parece un sueo acientfico, insostenible, utpico.
Y sin emba;go, nuestra opinin es mucho ms fundada y
cientfica que la suya. Ciertamente porque el egosmo es_ en
la actualidad algo tan supervalorado, podramos predecir su
desaparicin. Pues el irresistible poder de la necesidad
econmica se muestra en el hecho de que un instinto al que
nadie valora como virtuoso pueda echar abajo. y romper -de
una manera tan absoluta los sentimientos comunistas que se
remontan a las antiguas comunidades de vida, de fraterni-

ha

116

dad y de igualdad. Por esto precisamente, puede concluirse


con seguridad que en un orden social diferente, en donde
son necesarios otros instintos, esos otros instintos puedan
igualmente dejar en la cuneta al actual egosmo.
Nosotros vemos en el actual movimiento obrero cmo
este fuerte impulso en muchos casos es superado por la
disciplina voluntaria, y esto ocurrir con mucha mayor
intensidad en la futura democracia obrera. En ambos casos,
los mismos efectos proceden de las mismas causas: de la
necesidad, primero la bsqueda y luego el mantenimiento
del nU:eV~ orden. En todo caso, la disciplina supone la
superacin, por la inteligencia y la razn, de n instinto.
vital, el de egosmo heredado del capitalismo. Pero cuando
la produccin socialista se d ya, entonces el egosmo no
encontrar ninguna justificacin posible. En la actualidad,
este instinto es renovado cada da, porque es necesario para
la economa, pero despus ya no ser ms necesario. Ya no
proporcionar a los hombres ninguna ventaja; all donde se
presente, daar a la comunidad y a todos sus miembros;
no podr en adelante ser usado para ninguna colaboracin
interhumana, y por ello habr de perecer poco a poco. Otro
instinto.ser entonces necesario para el mantenimiento de la
sociedad y de todos sus miembros, el sentido comn y la
fraternidad de los hombres. Por ello, bajo la primaca de la
produccin socialista, el egosmo habr de des~parecer cada
vez ms, y en. su lugar surgir el sentido comn dominndolo todo, y entonces como nico instinto natural.
Si un da el mundo va tan. lejos, que llega a desarrollar~
como consecuencia del nuevo sistema de produccin, un
sentido comn y una fraternidad semejantes, ya no se
. necesitar tampoco una autoridad externa como representante de la mayora. Entonces la ltima huella y la ltima
encarnacin de un gobierno, por democrtico que fuere, se
har completamente innecesaria y desaparecer. Entonces~
la organizacin del trabajo no necesitar ya medios
extrnos, ni reglas morales coercitivas, como base de la vida.
social comunitaria, pues se producir la organizacin y el
comportamiento colectivo como algo emanado del propio
hombre con su propio instinto, que crear lazos ms
fuertes. Esto .equivaldr aproximadamente a lo que a lo
117.

largo de toda la historia. ya expresaron muchos pensadores e


idelogos como la meta ms alta a alcanzar, a saber, el ideal
de una libenad completa. No es que por esto haya de
pensarse simplemente y en primer lugar en la solucin
anarquista, que solamente se concibe en contraposicin con
el actual Estado lleno de .violencia, pero pasando .por alto
sobre las bases econmicas. El hombre fue desde un
comienzo un ser no libre, no porque tuviese el poder de un
Estado sobre s, sino porque era esclavo de la naturaleza,
esclavo de sus necesidades carnales. En este sentido deca
Dietzgen que la introduccin de la esclavitud fue un
progreso en el camino hacia la libenad. Poco a poco la
humanidad se tom en serio lo de dominar la naturaleza, y
la satisfaccin de sus necesidades por la produccin. Esto no
fue posible sin que, a partir de esta vida social, a partir de la
forzosidad de determinadas relaciones de produccin, se
creara un nuevo poder y una nueva esclavitud que limitada
la libenad. Pese a todo, esta evolucin fue un incremento
en orden a una mayor libertad. Esta evolucin solamente
encontrar su meta cuando bajo el socialismo se d el pleno
dominio de la naturaleza, la satisfaccin sin esfuerzos de
todas las necesidades que expresan la b~e material de un
orden social, en donde no se haga necesaria ninguna .
forzosidad social ms.
Con esto hemos llegado al final de nuestras consideraciones; esto quiere decir que hemos de recapitular nuestras
consideraciones, pues no podemos seguir mirando hacia el
futuro. Habr quizs parecido en algn momento que en
un orden social tal y como lo hemos presentado hubiera
entrado una situacin en 1a cual ya no hubiera. nada que
cambiar. Pero esto no es ast pues cualquiera puede
comprender que no hay ninguna meta definitivamente
fijada en la evolucin total de la humanidad, y que nunca
llegar una poca de calma tranquila e inalterable. Esto
sera una ilusin de -la misma naturaleza del que intenta
seguir los pasos de alguien desde la cumbre de una alta
montaa. En la distancia prxima an se aprecian las
diferencias del paisaje, pero en el lejano horizonte todo se
funde en una nica lnea que es precisamente la del
horizonte. Pese a ello, sabemos que tambin all sigue. el
. 118.

camino a lo largo de .un paisaje siempre diferente.


Padecenamos la misma ilusin si pensramos que, dado
que ya no podernos alcanzar a ver ms relieves, cesa toda
evolucin y toda diferenciacin. De hecho, la evolucin, tal
y como nos lo hace suponer una reflexin sensata, no cesar,
sino que adoptar formas respecto a las cuales no tenemos
en la actualidad ninguna idea. Para la comprensin de las
formas de evolucin de una sociedad de personas que se han
liberado totalmente de la esclavitud de sus necesidades y
que se erigen en autnticos dominadores de toda la tierra,
para eso somos nosotros todava demasiado rudos y
dema5iado brbaros, y hemos crecido igualmente en medio
de unas relaciones demasiado brbaras. Nuestros grandes
predecesores Marx y Engels decan, respecto a este futuro,
con su poderosa y peculiar manera de expresarse, lo
siguiente: cCon el paso de los medios de produccin a
propiedad social, se cierra la prehistoria del gnero humano. Con ello se separa finalmente el hombre del reino
animal:.. As pues, ellos consideraban a toda la h_istoria de la
humanidad -hasta el comienzo del socialismo- como una
simple prehistoria, como la edad animal de la humanidad.
En mi opinin, debera decirse todo lo contrario: no- que
con el socialismo cesara la evolucin de la humanidad, sino
que con l y slo con l comenzara la pura y .. autntica
historia de la humanidad.

119

Captulo Noveno

Cinco tesis sobre la lucha


de clases

En un siglo de crecimiento, el capitalismo ha acrecentado enormemente su poder, no slo extendindose por


toda la tierra, sino tambin transformndose.
A su vez, la clase obrera ha aumentado en fuerza, en
nmero, .en concentracin, en organizacin. Contra la
expiotacin capitalista, por la posesin de los medios de
produccin, -su lucha se desarrolla sin tregua, y debe
desarrollarse bajo formas nuevas.
.
El desarrollo del Capitalismo al concentrar las principales ramas de la produccin, ha concentrado el poder en
manos de los grandes trusts y monopolios.
Estos se encuentran ntimamente ligad.os al poder
_estatal y, de; hecho, lo detentan. Controlan la mayor parte
de la prensa y forman la opinin pblica. La democracia
burguesa se revela como el mejor camuflaje de sta
dominacin poltica del gran capital. Simul(neamente,
comienza en la mayora de los pases una tendencia a
utilizar el poder organizado del Estado, cori el fin de
concentrar en sus manos la direccin de las industrias clave,
principio de la economa planificada. En la Alemania
Hitleriana, una economa dirigida por el Estado haba
unido Ja direccin poltica y la gestin capitalista en una
clase nica. En Rusia, donde reina el capitalismo de Estado,
120

la burocracia ejerce colectivamente su poder sobre los


medios de produccin y utiliza el instrnmento de la
dictadura para someter a las masas explotadas.
11

El socialismo, presentado como el fin de la lucha obrera,


no es, de hecho, ms que la organizacin de la produccin
por el gobierno. Es el socialismo de Estado, la direccin de la
produccin por los funcionarios del Estado, la autoridad de
los directores~ de los sabios, de los Cl:laclros de_la fbrica.
En la economa socialista, este cuerpo -forma una.
burocracia bien organizada que es directamente el Amo del
proceso de produccin y determina qu parte debe ser
dest~nada a los trabajadores bajo la forma de salarios,
guardando el resto para las necesidades generales y para
ellos mismos. En rgimen democrtico los trabajadores
pueden elegir sus Amos, pero no son dueos de su trabajo,
no reciben ms que una parte de lo que ellos producen, y.
esa parte les es atribuida por otros; siguen siendo explotados
y deben obedecer a la nueva clase d4'igente. Las formas
democrticas que este sistema conlleva, ni hoy ni mafana
pueden modificar su estructura fundamental.
El socialismo fue proclamado fin de la clase obrera en.
una poca en la que, desde su aparicin, sin fuerza, incapaz
de. conquistar por s misma la direccin de las fbricas, se
puso a buscar en las reformas sociales la proteccin d~l
Estado contra la clase capitalista. Los grandes partidos
Po.lticos que hicieron suyos estos tmes, los partidos.
laboristas y socialdemcratas, se transformaron en iristrnmentos de alistamiento de la clase obrera al servicio del
capitalismo, tanto en sus guerras imperialistas como, en
tiempos de. paz, en su poltica interior. No se puede decir
que el gobierno laborista ingls sea socialista: su obra no
supone la liberacin de los obreros, sino la modernizacin
del sistema capitalista. Haciendo desaparecer las ignominias
irritantes, calmando ciertos retrasos propios, introduciendo
el control del Estado para preservar y garantizar los
beneficios, refuerza la-dominacin del Capital Y perpetua la
explotacin de los trabajadores.

111
El objetivo de la clase obrera es el de liberarse de la
explotacin. Este fin no es y no puede ser alcanzado por una
nueva casta dingente que sustituya a la burguesa. Slo
puede ser alcanzado si los mismos obreros llegan a ser
dueos de la produccin.
Los obreros dueos de la produccin significa, en pnmer
lugar, que en cada fbrica,. en cada empresa, la organizacin del trabajo es obra del personal. En lugar de ser
dictadas por un director y su subalterno, las reglamentaciones son decididas por el conjunto de los trabajadores~ Este
conjunto, que comprende a todos los que to.man parte en la
produccin, decide en las asambleas todo lo que atae al
trabajo comn. Los que han de efectuar un trabajo deben
tener la direccin tambin, tomar la responsabilidad,
dentro de los lmites del conjunto; esta regla puede ser
aplicada a todas las ramas de la produccin. Implica que los
trabajadores creen sus propios rganos para reagtilpar a las
empresas separadas eri una entidad orgnica de produccin
planificacla. Estos rganos son los Conseios Obreros.
Los Consejos Obreros son cuerpos de delegados, designados por el personal de las diversas fbricas o secciones de
grandes empr.es~s, como portavoces de sus intenci_o.ne~, de
sus opiniones, para discutir los asuntos comunes, tomar las
decisiones y rendir cuentas a .sus mandatarios. Definen. y
dictan las diferentes reglas y unifican las diversas opiniones
en una posicin comn, unen entre s las unidades
separ~das formando un conjunto bien organizado. No
.forman un rgano director. p.ermanente, son revocables en
todo momento .. Sus primeros grmenes hicieron su apari.cin en el comienzo de las revoluciones rusa y alemana
(Soviet y Arbeiterrate). Deben jugar un papel cada vez
mayor en las futuras realizaciones de la clase obrera.

IV
Hasta el presente, los partidos polticos han cumplido
.dos funciones. En primer lugar, aspiran al poder poltico, a
la dominacin del Estado, a la toma. del. gobierno, a la

utilizacin de ese poder para poner en prctica sus


programas. En segundo lugar, deben, con esta intencin,
ganar a la masa de trabajadores para sus progr~as: su
ensefanza pretende instruir a los obreros, su propaganda
busca transformarlo simplemente en un rabao de corderos.
Los partidos obreros tienen por fin la conquista del poder
poltico, a fin de gobernar en inters de los trabajadores y, ms particularmente, de abolir el capitalismo.
Afirman ser la vanguardia de la clase obrera, su panido
ms clarividente, capaz de dirigir a la mayora desorganizada de ~a clase,_ de actuar en su noml;>re.. De .(ep:esentarla.
Pretenden poder liberar a los obreros de la explotacin. Una
clase explotada no puede, sin embargo, ser liberada por un
simple voto o por la llegada al poder de nuevos gobernantes. Un partido poltico no puede aportarle la libertad:
vencedor, introducir nicamente nuevas formas de servidumbre. Las masas trabajadoras no pueden ganar su
libertad ms que por su propia accin organizada, tomando
su destino en sus .manos por un esfuerzo de todas sus
facultades de cara a dirigir y organizar ellos mismos su
combate y su trabajo por medio de Consejos Obreros.
A los partidos incumbe entonces la segunda funcin, es
decir difundir las ideas y los conocimientos, estudiar,
discutir, formular las ideas sociales y, mediante la propaganda, esclarecer el espritu de las masas. Los Consejos
Obreros son los rganos de accin prc;tica de lucha de la
clase obrera; a los panidos corresponde la tarea de construir
la fuerza espiritual. Su trabajo es un~ pane indispensable
.de la autoemancipacin de la clase obrera.

V
La forma de lucha ms enrgi<:a contra la clase capitalista
es la huelga. Las huelgas, ms que nada, son necesarias para
luchar contra la tendencia de los capitalistas a aumentar s~
beneficios bajando los salarios, haciendo crecer la duracin
y la inte_nsidad del trabajo.
Los sindicatos, instrumentos de la resistencia organiza~
da, se han formado haciendo-una llamada a la soli<l:arid_ad y

ayuda mutua. El desarrollo de las cbig-business> (altas


finanzas) ha acrecentado de forma considerab~e el poder del
capital, hasta tal punto que los obreros no pueden evitar el
agravamiento de su condicin ms que en casos particulares.
Los sindicatos se transforman en instrumentos de mediacin
entre capitalistas y obreros. Firman pactos con los empresarios y tratan de imponrselos a los obreros a menudo
recalcitrantes. Los dirigentes de los sindicatos aspiran a
hacerse reconocer como parte del aparato de poder del
capital y el Estado que domina a la clase obrera. Los
sindicatos terminan por ser un instrumentq__ ~el _capit~~
monopolista que los utiliza para imponer sus condiciones a
los trabajadores.
Desde entonces, cada vez ms, el combate de la clase
obrera toma la forma de huelgas salvajes: explosiones
espontneas y masivas de un espritu de resistencia mucho
tiempo reprimido, acciones directas en las cuales los obreros
toman en sus manos la lucha, abandonando sindicatos y
dirigentes.
La organizacin del combate es hecha por los comits de
huelga, delegados de huelguistas elegidos y delegados por
el personal. La disensin en el seno de estos comits permite
a los obreros realizar su unidad de accin. La extensin de la
hu.elga de masas cada vez ms numerosas, es la nica tctica
apropiada para arrancar concesiones a los capitalistas, pero
est en los antpodas de la -de los sindicatos, que tratan de
limitar la lucha y ponerla fin lo antes posible. Hoy da, estas
huelgas salvajes son la nica forma real de lucha de clase de
- los obreros contra el capital. Es con ella como afirman su
libertad, eligiendo y dirigiendo .ellos mismos sus accio"nes,
no sufriendo la direccin de otras fuerzas que les son
extraas y cuyos intereses son otros.
Esto muestra la importancia para el futuro de es~os
conflictos de clases. Cuando las huelgas salvajes alcanzan
una extensin cada vez mayor, ven alzarse contra ellos toda
la fuerza fsica. Tienen entonces un carcter revolucionario.
Mientras que el capitalismo se transforma en un gobierno
mundial organizado (hasta ahora est formado por dos
fuerzas competitivas que amenazan a la humanidad con la
destruccin total), la lucha de la clas~ obrera por la libertad

acaba por convertirse en una lucha por el poder del Estado.


Estas huelgas toman el carcter de grandes huelgas generales. Los comits de huelga deben entonces desempear
funciones generales, polticos y sociales, es decir, realizar el
papel de los Consejos Obreros. La lucha revolucionaria
para la dominacin de la sociedad se convierte en una lucha
por la gestin en las fbricas, y los Consejos Obreros, rganos
de lucha, se transforman a su vez en rganos de produccin.

Bibliografa

A) Libros y folletos
Etica y socialismo (H .. A)
Religin y socialismo
Revoluciones en el Estado del futuro (H .. A)
La lucha obrera (A) (Siete tesis aparecidas en el Leipzigcr Volkszeitung .. editadas luego como folleto).
.
1908 El manc:ismo (H).
1909 Marxismo y darwinismo (H .. A . 1)
1909 Las diferencias tcticas en el movimiento obrero (A).
1909 La fundacin del Partido Socialista Alemn en Holanda (A).
1910 Lm medios de p9der del proletariado (A) .
.1911 La abolicin de la propiedad .. del &tado y de la rdigin (A).
1912 Lucha de clases y nacin (A).

1916. Sobre laprehistoriade la guerra mundial (H).


1918 Laparticindclbotn (A)
1919 Bolchevismo y democracia (A).
1919 El programa de Wilson (H .. A).
1919 (Bajo.el pscudnimo de Karl Hornee) Socialdemocracia y ~.omunismo (A).
1920 Rcvoluci~n .mundial y tctica comunista (A). (Originariamente en holand&
como serie de artcuios de la revista memual cDe Nieuwc Tijd:.; tamb~n
como tesis en la revista vienesa cKommunismus:.; ncva edicin en cParlamentarismus-debattc>, U ndcrground Prcss, . Berln 1968; en italiano, en
la obra Anton Pannekock . Organizzazonc rivoluzionacia e consigli operai .
Fcltrinclli .. Milano, 1970).
1906
1906
1907
1907

Lm parntesis A .. H . 1, F, lt, E significan: publicado en alemn, holands .

ingls .. francs .. italiano, espaol. Otras ediciones en otras lenguas no. se citan, por
razones prcticas simplemente. El lugar de aparicin y el editor s6lo se citan en.
aquellos libros cuyas nuevas ediciones se encuentran hoy en librerias sin dificultad.
No se han considerado los escritos de Pannekoek sobre astronoma . su profesin.

SI F La poltica de la Tercera Internacional respecto a la Europa occidental (H).


1932 Los trabajadores, el parlamento y el comunisno (H).
1935 Comunismo y religi6n (H).
1938 Lenin filsofo (originariamente bajo el pseudnimo de). Harpcr) (A,E,1, F).
Nueva edicin: Europaische Verlagsanstalt, Frankfun, 1969.
1946 Los consejos obreros (H,I,F en preparacin; tambin en castellano).
1947 El origen de los hombres (H,I).
B) Artculos de revistas
l.

En la revista mensual terica holandesa De Nieuwe Ti.id

1901
1904
1904
1905
1905
1905
1906
1906
1906
1906
1908
1908
1912
1916
1916
1916
1917
1917
1917
1919
1919
1919
1919
1919
1919
1919
1919
1919
1919
1920
1920

La filosofa de Kant y el marxism~.


Aigunas notas sobre las propuestas de la comisin agraria.
El materialismo hist6rico segn el Profesor Treub.
Consideraciones polticas.
Enseanzas de la huelga minera.
Estudios sobre Mane.
Derecho electoral general.
Una falta de comprensin progresiva.
Qu clase de pequea industria? La del siglo XIX?
Teo"a y principio en el movimiento obrero.
Socialismo primitivo.
El pleno del Panido en Nuremberg.
Las elecciones alemanas.
Friedcich Adler.
La necesidad econ6mica del imperialismo
El movimiento canista.
Rusia, Alemania, Amrica.
Dos investigadores de la naturaleza en lucha social y espiritual.
La revoluci6n rusa.
Socializaci6n.
(Bajo el pseud6nimo de Karl Horner). Intermedio contrarrevolucionario.
(Karl Horner). La revoluci6n sigue.
(Karl Horner). El crecimiento del comunismo.
(Karl Horner): Perspectivas.
El materialismo.. hist6rico.
Dos aos despus.
Lucha en torno a la tctica comunista en Alemania.
El comunismo alemn.
La nueva Europa.
Crisis mundial.
(Karl Horner). La Tercera Internacional y la revolucin mundial (primitiva redaccin del folleto e Revolucin mundial y tctica comunista>).

Todos los ttulos han sido traducidos del holands.


El trabajo es una sntesis de dos articulos que fueron publicados los das 29
y 30 de enero .de 1913, en la Bremer B_rger Zeitung. Se trata de un anlisis de la
obra.de Rosa Luxemburg cLa acumulacin del capital>.

1920
1921
1921
1921
1921
1921
1921
1921
1921

(Karl Horner). Ante el Congreso de Mosc.


El Partido Comunina Obrero AlelDl ante el Congreso de Mosc.
Dos puntos de vista.
El ascenso de la reaccin.
La crisis en Rusia.
Estrategias de partido.
La Rusia sov~tica y el comunismo de Europa occidental.
Accin de apoyo y lucha de clases.
Rusia y el comunismo.

2. En la re11is1a tenca alemana cDte Neue Zeil


1905 Teolga y mantismo.
1905 .Ciencia de clase y filosofa.
1907 La esencia de la religin.
1912 La esencia de nuestras aspiraciones actuales.
1912 Acci6n de masas y rcvoluci6n (Nueva edicin en cEl debate sobre la
accin de masas:., EVA Frankfun/M, 1970).
1912 Como conclusin.
1913 La obra de Dietz.gen.
1913 La cuestin de la cobenu.ra de fondos y.el Imperialismo.

3 . . E,i e Verbote,,, p11blicaci6n

mM'XSla

inlen116cionlll

1916 El imperialismo y Jas carcas del proletariado.


1916 Cuando la guerra termine .

. 1914
1915
1916
1916

Cultura y naci6n.
El marxiSmo como hecho.
El nuevo socialismo.
Marxismo liberal y marxismo imperialista.

1936 Partido y clase obrera (H).

1934 La tcoa del derrumbe del capitalismo (Nucva_cdici6n en cTcoda del derrumbe capitalista o sujeto revolucionaria Karin Kramer Verlag, Berln 197 3) .
. 1916 Partido y clase obrera (Nueva edicin en cPanido y rcvoluci6n:., Karin Kramcr
Verlag, Berlin, s/f).
S6lo se mencionan los trabajos mayores, de mayor importancia.

7. En Der Kommunisl, rgano Je/ Partido comunista alemn (S), el istnto


del noroeste

1919 Disputas organizativas y tcticas.

8.

En Proletarien (Re11is1a e/ Partido Comunista Obrero Alemn).

1921 Marxismo e idealismo.


1927 Principio y tctica.
9. En Funken, cuadernos hablados para la poltica socialista internacional

1952 Sobre consejos obreros.


1954 El trabajo bajo d sodalismo.
1955 Trabaj~ y ocio.
10. En lnternationa/ Soci/ist Re11t"ew

1907
1909
1910
1914
1917

La escuela del partido socialdemcrata en Berln (1).


La nueva burguesa (1).

Prusia insurrecta (1).


La gran guerra europea y el socialismo (1).
La Tercera lnternac~onal (1).

11. En Moem Socialism (USA)

1941 Partido y clas (1).


12 En lnternational Counci/ Con-espondance (USA)

19 3 5
19 36
1936
: 1936
19 36

Los intelectuales (1).


El movimiento sindical (I)".
Los consejos obreros (1).
Sobre el panido comunista (1).
EI papel del fascismo (1).

13 En Li111ng Marxi.rm (USA)

1938 Consi~e~ioncs generales sobre cuestiones organizativas (1).


1940. Las causas de la postracin del movimiento revolucionario acrual (1).

14. En cNew E.rsayi (USA)

1942 Materialismo y materialiSmo histrico (1).

15. En cRetort11 (USA)


1942 La rcvoluci6n de los cientificos (1).

16. En cPoli11cs11 (USA)


1946 La renuncia de la clase obrera (1).

17. En Science and Society11 (USA)


19 3 7 Sociedad y espiri tu en la filosofa marxista (I).

18. En The Communist Internalional (USA)


1919 El nuevo mundo (1).

19. En La Revo/ul'ion Pro/etanenne


1952 La pol1tica de Goner (F).

20. En Wetenschap en Samen/eving


1955 Politica at6mica (H).

21.

En Propna Cures

1950 ~ensamiento y mquina (H).

C) com:spondcncia

5- 3-1919 Orden y .revolucin.


12-3-191~

Lucha unitaria.
2-4-1910 Trabajo positivo.
9-4-1910 La org.anizacin en la lucha.
16-4-191 O Tctica proletaria de guerra.
23-4-1910 La ivictima de la .guerra.
28-5-1910 Uni6n clectoca.1 y derrota electoral.
25-6-1910 ncarecimiento y salarios obreros.
.Durante los aos de su estancia en Alemania (1906-~914) Pannekoek edit
sem3.nal~ente una correspondencia en la que apar~1e~on mis de 300 artculos.
Aqui mencionamos slo los ms imponantcs.

2-7-1910 La meta de la huelga de masas.


30-7-1910 La revuelta de Baden.
13-S-1910 Distintas tcticas de lucha.
20-8-1910 Unidad en Ja tictica del partido:
10-9-191 O La nueva burgucsfa.
9-10-1910 Mtodos de lucha militares y prolet~ios.
16-10-1910 Principio o tctica.
26-11-191 O La destrucci6n violenta.
17-12-1910 Democracia sindical.
21-1-1911 El 22 de enero.
28-1-1911 La decadencia del parlamentarismo.
25-2-1911 Marx como tico.
18-3-1911 Cuarenta aos despus.
25-3-1911 Tctica electoral.
15-4-1911 La liberaci6n del trabajo.
_
22-4-1911 El sistema representativo en el movimiento obrero.
29-4-1911 Discusiones electorales.
6;..5-1911 La lucha contra el capitalismo.
27-5-1911 Socialismo y estatalizacin.
3-6-1911 Cosmovisin.
10-6-1911 Trabajo de miquinas.
5-8-1911 Patriotismo.
26-8-1911 La lucha de clases en Inglaterra.
16-9-1911 Revolucionarios e incordiantes.
23-9-1911 Confusin pseudomancista.
2-12-1911 Socialdemocracia y militarismo.
9-12-1911 El Estado futuro.
17-12-19~1

La decadencia de la pequefta industria.

30-12-1911 Revoluci6n mundial.


27-2-1912 La prueba como ejemplo.
10-2-1912 &pritu y masa.
17-2-1912 Poltica de bloque o lucha de clases.
9-3-1912 La gran huelga de Inglaterra.
30-3-1912 La lucha contra el imperialismo.
18-5-1912 Roosevelt.
25-5-1912 Para la nueva lucha.
15-6-1912 Las teoas belgas.
13-7-1912 Historias paralelas.
3-8-1912 Sindicato y socialismo ..
24-8-1912 El instinto de las masas.
7-9-1912 Revolucin y evolucin.
5-10-1912 Realpolitik.
19 10-1912 El peligro de guerra y el proletariado.
26-10-1912 lntets popular y accin de masas.
2-11-1912 La reforma del capitalismo.
7- 12-1912 Mtodos de lucha contra la guerra.
14-12-1912 Socialdemocracia y guerra.
28-12-1912 Frente al nuevo mundo.
ll-l-1913 Anarquismo y socialismo.
1-3-1913 El liberalismo de Bremen.

8-3-1913 Producci6n de oro y lucha de clases.


15-3-1913 El patriotismo hace cien afios y ahora.
29-3-1913 Amenaza de huelga de masas y renuncia a la huelga de masas.
5-4-1913 Patriotismo y socialdemocracia.
3-5-1913 El resultado de la huelga de masas belga.
24-5-1913 Socialismo de Estado.
21-6-1913 Obstruccin.
12-7-1913 La disolucin de la familia.
26-7-1913 Las crisis y el socialismo.
2-8-1913 La necesidad de la huelga de masas.
9-8-1913 Hulga de astilleros.
23-8:-1913 Las dificultades de la huelga de masas.
30-8-1913 Los peligros de la huelga de masas.
4-10-191-3 De la defensa al ataque.
18-10-1913 Disciplina sindical.
25-10-1913 Rcflcxi6n sobre la conmemoracin de la batalla de las naciones.
8-11-1913 La teoi1a de Baden.
27-12-1913 Frente a la rcvoluci6n.

D) Artculos en semanarios y revistas


1.

En el Lei'pzi'ger Volksezei'tung

1912 sobre la cnueva tctica de Kaucsky.

2. En De Tnbune, semanario del Partido socialista alemn holands

1914 La guerra, su origen y su impugnaci6n (H).

3. En el Kommunistische Arbeiter Zeitung, Organo del Partido comunista


obrero alemn
1927 Socialismo y comunismo.

4. En The Southern Arl11oca1e for

Wor~ers

Control (Melbu1"11e, Australia)

1946 Cinco tesis sobre la lucha de clases (1). (Rccdicin alemana: cCinco tesis sobre la lucha de la clase obrera contra el capitalisma, en cPartei und Revoluction, Karin Kcamer Verlag, Berlin, s/f; tambin en francs con el titulo cLa huelga generalizada en Francia., 1968).
19 38 El anarquismo no es de utilidad (I).

J. En ll Bremer Bllrge1%ei1ung11

La colaboraci6n de Pannekock en la cBrcmcr BrgCrzeitunp, la mencionamos


aqu s6lo como recuerdo. La mayorfa de los artculos en ella publicados se
reproducen a partir de la Corrcspondcncgl. Entre fas excepciones esti la rccensi6n de
libro de Rosa Luxemburg sobre la acuniulaci6n del capital ya mencionada.

E) Cartas

En la medida en que se comervan -una pane de su correspondencia se perdi


en la Segunda Guerra Mundial- las canas de Pannekock se encuentran en el
Instituto para Historia Social de Amsterdam. Se csti preparando una sclccci6n de
dichas cartas.
Carta5 de Panneicock fueron publicadas en:
a) cDie Aktion, Revista bajo la direccin de Franz Pfemfen (Marzo de 1921).
b) cKommunistische Arbeiter Zeitunp (KAPD) Oulio 1920).
c) cSocialisme ou Barbario (Nm. 14 de abril I junio de 1954) (F).
d) cCahiers de Communisme de Conscils:. (Nm. 8, mayo de 1971).

F) Inditos

En el invierno de la guerra de 1944/45, escribi Pannekock lo que ~l denomin


cRccuerdos del movimiento -obrero:.. El manuscrito -destinado fcticamente a sus
familiares- fue publicado tan slo en unos cuantos ejemplares, en 117 folios. Un
ejemplar se encuentra en el lmtituto para lnvcstigaci6n Social de Amsterdam, y los
rcstantcS son hasta la fecha propiedad privada. Sin embargo, esos cRecuerdos han
de aparecer impresos den.tro de no .mucho tiempo (en el a~ndice de la seleccin de
cartas de que hablbamos).

Biografa de Pannekoek

Anton Pannekoek naci el 2-1-1873 en Vaasen (Holanda) . Estudi astronoma en la Universidad de Leiden y se
doctor. Desde el ao 1902 fue dirigente de la socialdemocracia de los Pases Bajos (SDAP). Ofici de profesor de
astronoma en Holanda. Desde 1905 form junto con
Herman Gorter y Her-iette Roland-Holst el ala izquierda
de la socialdemocracia de los Pases Bajos. En 1905 parte
hacia Alemania, para explicar en la Universidad del Partido
Socialista Alemn. En 1907 aparece como co-fundador de la
revista de oposicin De Tribune> (SDAP) .. En el ao 1909
-se le expulsa del Partido, junto con su ala izquierda, que
optar por constituirse como organizacin autnoma (1909)
bajo el nombre de SPD. El SPD supuso en 1918 la base del
Partido Comunista de los Pases Bajos. En 1912, tiene sus
primeras confrontaciones tericas con K.autsky, exponiendo
los rudimentos de lo que posteriormente iba a ser el
comunismo de izquierdas. Colaborador de la cNeue Zeit> y
de la Breiner Brgerzeitung, que estuvo _bajo su influencia. En 1914, sale.de Alemania .. Durante la guerra mundial,
portavoz de la resolucin leninista en la Primera Conferencia de Zimmerwald y t~rico del ISD; escribe .numerosas
contribuciones en cLichtstrahlen y-en cArbeiterpolitilt>. En
1918 es cofundador del Partido Comunista de los Pases
Bajos. Agita en Alemania, en favor de la IKD. Tras la

escisin del KPD (S) en octubre de 1919, pasa a ser


dirigente y portavoz de la oposicin cor;nunista de izquierdas. Inspirador del primer programa del KAPD de mayo de
1920, y luego mentor intelectual en el KAPD, y cofundador
del KAP de los Pases Bajos; excluido en 1920 del
secretariado europeo del Komintern, por su rivalidad con
Lenin. Junto a numerosos escritos de agitacin, obras de
carcter poltico-filosfico basadas en la epistemologa de
Josef Dietzgen. Realiz importantes estudios astronmicos,
y hasta su muerte en abril de 1960 fue el dirigente de los
consejistas de los Pases Bajos. Utiliz los pseudnimos de
Karl Ho.rner y John Harper (Nota de cGeist urid Tat>,'
10-1960, p. 219).

Biografa de Cajo Brendel

Naci en 1915 en Den Haag, y creci en una familia


pequeoburguesa. La crisis econmica de comienzos de los
aos treinta fue para l, entre otras cosas, la ocasin de
enfrentarse con ~l marxismo. Al comienzo, sus simpatas se
decantaron hacia el trotskismo, que desaparecieron rpidamente bajo la influencia de las asambleas abienas de
trabajadores de izquierda radical. Abandon el h9gar
paterno, para alternar, hasta_ la guerra, el trabajo y el paro.
En 1934, se uni al Grupo de Comunistas lnterna~iona
listas (GIC) y durante el afio 1936, e4it con su compaero
Haager un pequeo peridico policopiado, colaborando
tambin regularmente en peridicos consejistas o anarquistas, y siendo desde comienzo~ de 1952, hasta el final del
1954, redactor de la revista holandesa cSpartacus. Desde el
ao 196 5 hasta la actualidad, es. colaborador de la revista
mensual
.. cDaad en. Gedachte. Hoy se declara comunista
COOSeJ !Sta.
Sus publica~iones ms importante$ s~n: cTesis sobre la
revolucin china> (publicacin holandesa de 1967 en cDaad
en Gedachte>, que se volvi a publicar en julio del 69, en
francs en cCuadernos del comunismo de los consejos, en
1971 en ingls como folleto del Grupo Solidaridad, y en
1973 en italiano en las ediciones G. d. C.,); cAnton Pannekoek, terico del actual socialismo (SUN Verlag, Ni-

-:--:.

mega, Holanda, 1970);. _La interpretacin del marxismo


por Lenin (En cCuadernos del comunismo de los consejos>,
diciembre de 1970); clntroduccin a una correspondencia
entr~ Anton Pannekoek y Pierre Chaulieu> (en cCuadernos
del comunismo de los consejos:., mayo de 1971); cHenriette
Roland Holst como voluntarista> (Introduccin a una nueva
edicin de su folleto cEI Partido revolucionario), (Ed.
Karin Kramer, Berlri, 1972); cLenin como estratega de la
revolucin burguesa (en cSchwarze Protokolle>, abril de .
1973).

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