Navidad G. K.
Chesterton
La Navidad, que en el siglo XVII tuvo que ser rescatada de la
tristeza, tiene que ser rescatada en el siglo XX de la frivolidad.
La Navidad, como tantas otras creaciones cristianas y
catlicas, es una boda.
Es la boda del ms indmito espritu de gozo humano con el
ms elevado espritu de humildad y sentido mstico.
Y el paralelo de una boda es bien vlido en ms de una
manera; porque este nuevo peligro que amenaza la Navidad
es el mismo que hace tiempo ha vulgarizado y viciado las
bodas.
Es lgico que haya pompa y gozo popular en una boda; de
ninguna manera estoy de acuerdo con los que querran que
fuera algo privado y personal, como la declaracin de amor o
el compromiso de matrimonio.
Si una persona no est orgullosa de casarse, de qu podr
enorgullecerse?, y por qu se empea entonces en casarse?
Pero en casos normales todo este jolgorio que se organiza
est subordinado al matrimonio porque existe en honor del
matrimonio. Fueron a ese lugar a casarse, no a alegrarse; y se
alegran porque se han casado.
Sin embargo, en tantas bodas de famosos se pierden de
vista por completo este serio objetivo y no queda nada ms
que la frivolidad. Porque la frivolidad es el intento de alegrarse
sin nada sobre lo que alegrarse. El resultado es que al final
hasta la frivolidad como frivolidad empieza a desvanecerse.
Quienes empezaron a juntarse slo por diversin acaban
hacindolo slo porque est de moda; y no queda ni siquiera
la ms dbil sugestin de regocijo, sino tan slo de ruido y
alboroto.
De manera parecida, la gente est perdiendo la capacidad
de disfrutar la Navidad porque la ha identificado con el
regocijo. Una vez que han perdido de vista la antigua
sugestin de que es por alguna cosa que ocurre, caen
naturalmente en pausas en las que se preguntan con asombro
si es que ocurre algo de verdad.
Que se nos diga que nos alegremos el da de Navidad es
razonable e inteligente, pero slo si se entiende lo que el
mismo nombre de la fiesta significa.
Que se nos diga que nos alegremos el 25 de diciembre es
como si alguien nos dice que nos alegremos a las once y
cuarto de un jueves por la maana.
Uno no puede ser frvolo as, de repente, a no ser que crea
que existe una razn seria para ser frvolo.
Un hombre podra organizar una fiesta si hubiera heredado
una fortuna; incluso podra hacer bromas sobre la fortuna.
Pero no hara nada de eso si la fortuna fuera una broma. No
sera tan bullicioso, le hubiera dejado puados de billetes
bancarios falsos o un talonario de cheques sin fondos. Por
divertida que fuera la accin del testador, no sera durante
mucho tiempo ocasin de festividades sociales y
celebraciones de todo tipo.
No se puede empezar ni siquiera una francachela por una
herencia que es slo ficticia. No se puede empezar una
francachela para celebrar un milagro del que se sabe que no
es ms que un engao de milagro.
Al desechar el aspecto divino de la Navidad y exigir slo el
humano, se est pidiendo demasiado a la naturaleza humana.
Se est pidiendo a los ciudadanos que iluminen la ciudad por
una victoria que no ha tenido lugar.
Hoy nuestra tarea consiste en rescatar la festividad de la
frivolidad. Es la nica manera de que vuelva a ser festiva.
Los nios todava entienden la fiesta de Navidad: algunas
veces festejan con exceso en lo que se refiere a comer una
tarta o un pavo, pero no hay nunca nada frvolo en su actitud
hacia la tarta o el pavo. Y tampoco hay la ms mnima
frivolidad en su actitud con respecto al rbol de Navidad o a
los Reyes Magos.
Poseen el sentido serio y hasta solemne de la gran verdad:
que la Navidad es un momento del ao en el que pasan cosas
de verdad, cosas que no pasan siempre.
Pero aun en los nios esa sensatez se encuentra de alguna
manera en guerra con la sociedad.
La vvida magia de esa noche y de ese da est siendo
asesinada por la vulgar veleidad de los otros trescientos
sesenta y cuatro das.
La mujer y la familia G.K. Chesterton, Ed. Styria, 2006
Visto en: Stat Veritas
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