Dependencia Emocional y Violencia Domestica
Dependencia Emocional y Violencia Domestica
Dependencia Emocional y Violencia Domestica
La violencia domstica es un fenmeno de gran actualidad, aunque posiblemente haya existido desde
hace muchsimo tiempo. Es difcil agrupar en un mismo patrn a la cantidad de personas que sufren de malos
tratos, a la vez que resulta complicado proporcionar un perfil nico de los maltratadores. Las vctimas de la
violencia domstica pueden ser personas que han tenido la desgracia de emparejarse con sujetos
extraordinariamente agresivos o posesivos, y no por ello tender hacia este tipo de individuos. Una vez entran
en una dinmica de agresiones y humillaciones, posiblemente les cueste salir de ella tanto por su propia
situacin (dificultades econmicas, aislamiento del entorno, etc.) como por las amenazas de su pareja, que
lamentablemente resultan muy crebles. Por lo que respecta a los maltratadores, la mayora de las veces
varones, su comportamiento puede ser el resultado de la interiorizacin de unas normas machistas, que
consideran a la mujer como una persona-objeto sobre la que pueden descargar sus frustraciones o en la que
simplemente deben demostrar su poder. Estas normas culturales machistas pueden no ser las vigentes en
nuestra sociedad, pero s existir en otras o aparecer en determinados entornos, muchas veces desfavorecidos.
Los maltratadores tambin pueden ser personas sin escrpulos y con una gran carga de hostilidad hacia el
resto de la gente, desplegando su comportamiento antisocial hacia su pareja con el fin de amedrentarla y
tenerla a su disposicin, o por el mero disfrute con su dolor. Es habitual que este tipo de maltratadores cuenten
con un amplio historial delictivo.
Pero con esta breve explicacin no alcanzamos a comprender la totalidad de perfiles tanto de vctimas
como de perpetradores de violencia domstica. Como hemos afirmado, no se pueden englobar en un mismo
patrn a estas personas. Existe un determinado tipo de individuos vctimas de malos tratos que desconcierta a
los profesionales de la salud mental, asistentes sociales, fuerzas de seguridad y resto de la gente en general.
Este grupo de vctimas no denuncia a sus agresores (y, en estas personas, este hecho no se debe al miedo),
retira las denuncias si es que alguna vez se han producido, visita a sus parejas a las crceles, incumple rdenes
judiciales de alejamiento por malos tratos repetidos, etc. Pero lo ms significativo es que estas personas,
habitualmente mujeres, afirman con rotundidad que continan queriendo con locura a sus parejas. Y no slo
eso, sino que una ruptura de una relacin de este tipo vendr seguramente acompaada de intentos
desesperados de retomarla, o bien del inicio de una nueva pareja de similares caractersticas.
De la misma forma, un grupo de maltratadores tambin es bastante peculiar. Las continuas agresiones a
sus parejas se acompaan de un sentimiento insano de posesividad, con unos celos habitualmente patolgicos
que denotan tanto la necesidad como la suspicacia que tienen hacia la persona que atacan. Dicha necesidad se
manifiesta igualmente en el establecimiento de una nueva relacin de pareja con similares caractersticas si se
disuelve la anterior; o en intentos que pueden ser tanto de remordimientos, con splicas y promesas de cambio
de comportamiento, como de agresiones todava ms feroces (que son las que continuamente aparecen en los
medios de comunicacin) para evitar la ruptura.
El comportamiento de estos grupos de vctimas y de perpetradores es notablemente paradjico, porque
no tiene sentido que una persona tienda a relacionarse con otra que la agrede, maltrata y humilla
sistemticamente. Asimismo, es desconcertante en los maltratadores que tras sus agresiones exista una
necesidad posesiva hacia la pareja, porque lo lgico sera que si la odian no tuvieran inconveniente alguno en
romper la relacin.
En trabajos anteriores [1] [2] y en otros pendientes de publicacin [3] presentamos un fenmeno novedoso
que hemos descrito como un trastorno de la personalidad, que a nuestro entender explica estos
comportamientos tan paradjicos propios de la violencia domstica, no siendo sin embargo exclusivo de sta.
Este fenmeno recibe el nombre de dependencia emocional, y a continuacin procederemos a describirlo
brevemente.
Pueden tener a otra persona al telfono hablando de su pareja durante mucho rato sin importarles,
por ejemplo, que tengan visita o que se tengan que marchar por cualquier motivo.
2) Autoestima:
Autoestima y autoconcepto muy bajos. No esperan ni echan a faltar el cario de sus parejas
porque tampoco lo sienten hacia s mismos, y generalmente tampoco lo han tenido de sus
personas ms significativas a lo largo de sus vidas. Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que
as como el miedo a la soledad es uno de los rasgos distintivos de los dependientes emocionales,
la falta de autoestima es el fundamento de dicho rasgo. El autoconcepto es tambin bajo por
simple coherencia con la autoestima, aunque esto en ocasiones no es as en tanto pueden
desarrollar habilidades a lo largo de su vida en las cuales adquieran confianza y seguridad (por
ejemplo en el rea laboral).
Como sntesis de estas caractersticas podemos extraer las que consideramos bsicas para la dependencia
emocional, que deben estar presentes necesariamente para que una persona merezca este diagnstico. Son las
siguientes:
a) Miedo e intolerancia a la soledad.
b) Historia de relaciones de pareja gravemente desequilibradas, o una nica relacin que por su
duracin ha ocupado la mayor parte de la vida adulta del sujeto.
c) Baja autoestima.
Las causas de la dependencia emocional son lo suficientemente extensas y complejas como para no
profundizar en ellas en este artculo. No obstante, s podemos anticipar que, entre otros factores, la mezcla de
carencias afectivas tempranas y el mantenimiento de la vinculacin emocional hacia las personas que han
resultado insatisfactorias son las responsables de la gnesis de la dependencia.
coexistiendo aqu tanto la necesidad afectiva propia de la forma estndar, como una intensa agresividad hacia
la pareja. La ambivalencia resultante es la responsable del comportamiento peculiar del grupo de
maltratadores al que hemos hecho referencia al comienzo de este artculo.
Los dependientes dominantes se caracterizan, como su propio nombre indica, por tener relaciones de
dominacin en lugar de sumisin, sin por ello dejar de sentir dependencia hacia su pareja. Ya hemos visto en
la dependencia emocional normal que las relaciones de pareja se caracterizaban por la sumisin y la
idealizacin. En el caso de la dependencia dominante se da simultneamente con la necesidad afectiva un
sentimiento de hostilidad. Se puede interpretar esta hostilidad como una especie de venganza por las carencias
sufridas, que ciertas personas con una autoestima algo ms slida se pueden permitir el lujo de mostrar. Estas
personas suelen ser varones, lo cual tiene posiblemente implicaciones tanto biolgicas como culturales, en
tanto stos tienen presiones sociales para adoptar posiciones de fuerza y competitividad, y cierta facilidad para
la desvinculacin afectiva hacia los dems.
Estos dependientes dominantes establecen relaciones de pareja desde una perspectiva superior, de
dominio, y utilizan a su pareja para satisfacer sus sentimientos ambivalentes (la ambivalencia es la presencia
simultnea de afectos positivos y negativos que entran en conflicto). Por un lado atacan, controlan, dominan o
incluso humillan a su pareja. Esto refuerza al mismo tiempo su autoestima porque niegan as su otro
sentimiento fundamental, la dependencia. Pero detrs de esta posicin de superioridad se esconde una
profunda necesidad y control del otro, al que quieren siempre consigo y en exclusividad. En este tipo de
dependencias son muy comunes los celos, incluidos los patolgicos, que encubren la necesidad y la posesin
que sienten hacia su pareja. Digamos que con esta actitud de dominio obtienen lo mismo que desea el
dependiente emocional estndar, que es la presencia continua de su pareja, y adems contentan otra tendencia
ms hostil y dominante, satisfaciendo as su ego y su rencor hacia las personas.
Cmo se sabe que hay una dependencia tras la dominacin y la hostilidad?, porque est claro que
muchas veces no es as. Tenemos que sospechar la presencia de sentimientos de dependencia afectiva cuando
a pesar de la hostilidad, la crtica, el desprecio o el aparente desinters, estas personas no rompen la relacin,
siempre y cuando no obtengan una gratificacin narcisista de ella en forma de recibimiento de alabanzas o de
fascinacin por parte de su pareja (si es as, posiblemente sta sea dependiente emocional convencional) o que
haya un inters personal o material por medio. Adems de esto, observando el tipo de interaccin entre ambos
o entrevistando por separado a los componentes de la pareja, nos daremos cuenta de que sea por un motivo o
por otro el dependiente dominante se las ingenia para estar con la otra persona, a la que supuestamente
desprecia, o bien mantiene el contacto con ella. Otro hecho que nos debe alertar de la presencia de este
fenmeno es que estas personas niegan rotundamente cualquier sentimiento positivo hacia la pareja, cuando se
puede sospechar de ellos como nico motivo del mantenimiento de la relacin.
Un procedimiento que se puede utilizar para confirmar la presencia de dependencia emocional larvada
en estas personas ambivalentes es proponer un tiempo de separacin o de ausencia de contacto entre la pareja.
Si la hostilidad, dominacin y desprecio son puros aguantarn perfectamente este periodo, porque realmente
no tienen sentimientos positivos hacia la otra persona; de existir dependencia la llamarn con cualquier excusa
por la necesidad imperiosa que tienen.
Pero sin duda este fenmeno se destapa e incluso se reconoce por el que lo padece cuando se produce
una ruptura. Como es fcil imaginar, las rupturas son frecuentes en este tipo de relaciones porque la otra
persona se cansa de las crticas, de la hostilidad, del desprecio, de hacer siempre lo que el dominante quiere o
de observar cmo niega tanto para s mismo como para los dems cualquier sentimiento positivo hacia ella.
Cuando se da la citada ruptura, el dependiente dominante puede reaccionar exactamente igual que cualquier
otro dependiente emocional: entra en una profunda depresin, suplica a su expareja que se reanude la relacin,
le promete que cambiar, reconoce lo mal que se ha portado, etc.
La pareja de estos dependientes se sorprende de que despus de la ruptura muestre que tras la fachada de
superioridad, dominacin, cinismo, desinters u hostilidad, se esconda una profunda necesidad afectiva. Esta
sorpresa se acompaa en la mayora de los casos de indignacin y suele ser un motivo por el que la relacin
no se reanuda. Adems, est el fundado temor de que al retomar la relacin estos dependientes vuelvan a su
anterior pauta de interaccin.
Pero tras la ruptura, los dependientes dominantes pueden reaccionar de una forma bien distinta. Si su
tendencia hostil es superior a su necesidad afectiva, en lugar de implorar reanudar la relacin pueden vengarse
de la afrenta recibida, que interpretarn como la confirmacin de sus sospechas sobre la falta de sentimientos
de su pareja o sobre presuntas infidelidades de sta. La idea de posesin absoluta es tan grande que no podrn
siquiera imaginar que la persona que es de su propiedad, segn ellos, tiene ahora libertad para hacer lo que
desee. El odio por no poder satisfacer su necesidad reavivar viejas heridas por desengaos interpersonales
sufridos durante toda su vida, con lo que se abren las puertas para un desenlace trgico. La mezcla de
necesidad enfermiza y de odio hacia una misma persona es extremadamente patolgica, y causa sufrimiento
tanto en la persona que la padece como sobre todo en el destinatario de estos sentimientos.
5.- Conclusiones.
Hemos intentado clarificar el comportamiento de un grupo determinado de personas vctimas de
violencia domstica y de otro grupo de maltratadores, que no necesariamente tiene que coincidir en una
misma relacin. Para ello hemos utilizado un modelo novedoso que recibe el nombre de dependencia
emocional, y que en los trabajos citados al comienzo de este artculo hemos propuesto como un trastorno de
la personalidad. Esperamos que la utilizacin de dicho modelo aporte algo de luz a fenmenos como la
violencia domstica que da a da no dejan de desconcertarnos.
J.
DEPENDENCIA
EMOCIONAL:
CARACTERSTICAS
Jorge Castell
Psiclogo
[email protected]
Libros
MI MARIDO ME PEGA LO NORMAL: REALIDADES Y MITOS
de Miguel Lorente Acosta