Anderson, Perry - Modernidad Y Revolucion
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Modernidad y revolucin
Perry Anderson
Modernidad Y Revolucion
En
Nicols
Casullo,
El
debate
modernidad
posmodernidad, Bs. As., El cielo por Asalto, 1993
El tema de nuestra sesin de hoy ha sido un foco de debate intelectual y pasin poltica
durante, al menos, las seis o siete ltimas dcadas.** En otras palabras, tiene ya una larga
historia. Sin embargo, en el ltimo ao ha aparecido un libro que reabre el debate con una
pasin tan renovada y una fuerza tan innegable que ninguna reflexin contempornea sobre
estas dos ideas, modernidad y revolucin, podra dejar de ocuparse de l. El libro al que
me refiero es All that is Solid Melts into Air (Todo la que es slido se evapora en el aire), de
Marshall Berman. Mis observaciones hoy tratarn muy brevemente de analizar la estructura
del argumento de Berman y considerar hasta qu punto nos ofrece una teora convincente
capaz de conjugar las nociones de modernidad y revolucin. Empezar reconstruyendo, de
forma resumida, las lneas generales del libro, y luego proceder a hacer algunos comentarios
sobre su validez. Una reconstruccin como sta debe sacrificar el vuelo de la imaginacin, la
amplitud de la resonancia cultural, la fuerza de la inteligencia textual que dan su esplendor a
All that is Solid Melts into Air. Estas cualidades harn sin duda de l, con el tiempo, un clsico
en su gnero. Una correcta valoracin de las mismas est hoy fuera de nuestras posibilidades,
pero hay que decir desde un principio que un anlisis sucinto del argumento general del libro
no es en modo alguno el equivalente de una correcta evaluacin de la importancia y el
atractivo de la obra en su conjunto.
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restriccin feudal, toda inmovilidad social y toda tradicin claustral, en una inmensa operacin
de limpieza de los escombros culturales y consuetudinarios en todo el mundo. A este proceso
corresponde una tremenda emancipacin de las posibilidades y la sensibilidad del individuo,
ahora cada vez ms liberado del estatus social fijo y de la rgida jerarqua de papeles del
pasado precapitalista, con su moral estrecha y su imaginacin limitada. Por otro lado, como
subrayaba Marx, la misma embestida del desarrollo econmico capitalista genera tambin una
sociedad brutalmente alienada y atomizada, desgarrada por una insensible explotacin
econmica y una fra indiferencia social, que destruye todos los valores culturales o polticos
que ella misma ha hecho posible. De igual modo, en el plano psicolgico, el autodesarrollo en
estas condiciones slo podra significar una profunda desorientacin e inseguridad, frustracin
y desesperacin, que son concomitantes y en realidad inseparables de la sensacin de
ensanchamiento y alborozo, de las nuevas capacidades y sentimientos liberados al mismo
tiempo. Esta atmsfera escribe Berman de agitacin y turbulencia, de vrtigo y embriaguez
psquica, de expansin de las posibilidades experimentales y de destruccin de las fronteras
morales y de los lazos personales, de autoensanchamiento y autodescomposicin, fantasmas
de la calle y del alma, es la atmsfera en la que nace la sensibilidad moderna.3
Esta sensibilidad data, en sus manifestaciones iniciales, del advenimiento del propio
mercado mundial hacia el ao 1500. Pero en su primera fase, que para Berman dura hasta
1790, carece an de un vocabulario comn. Una segunda fase se extiende a lo largo del siglo
XIX y es aqu donde la experiencia de la modernidad se traduce en las diversas visiones
clsicas del modernismo, que Berman define esencialmente por su gran capacidad de captar
las dos caras de las contradicciones sin precedentes del mundo material y espiritual sin
convertir jams estas actitudes en anttesis estticas o inmutables. Goethe es el prototipo de
esta nueva visin en su Fausto, que Berman analiza en un magnfico captulo como una
tragedia del individuo que se desarrolla en este doble sentido. Marx en el Manifiesto y
Baudelaire en sus poemas en prosa sobre Pars son presentados como emparentados por el
mismo descubrimiento de la modernidad, una modernidad prolongada, en las peculiares
condiciones de una modernizacin impuesta desde arriba a una sociedad atrasada, en la larga
tradicin literaria de San Petersburgo que va desde Pushkin y Gogol hasta Dostoievski y
Mandelstam. Una condicin de la sensibilidad as creada, afirma Berman, era la existencia de
un pblico ms o menos unificado que conservara todava el recuerdo de lo que era vivir en un
mundo premoderno.
En el siglo XX, sin embargo, este pblico se ampli al tiempo que se fragmentaba en
segmentos inconmensurables. Con ello la tensin dialctica de la experiencia clsica de la
modernidad sufri una transformacin crtica. Aunque el arte modernista cosech ms triunfos
que ninguno antes el siglo XX, dice Berman en una frase imprudente, puede muy bien ser
el ms brillante y creativo de la historia del mundo,4 este arte ha dejado de influir en la vida
del hombre de la calle o de conectar con ella: como dice Berman, no sabemos cmo usar
nuestro modernismo.5 El resultado ha sido una drstica polarizacin del pensamiento
moderno acerca de la propia experiencia de la modernidad que ha hecho desaparecer su
carcter esencialmente ambiguo o dialctico. Por una parte, la modernidad del siglo XX, desde
Weber a Ortega, desde Eliot a Tate, desde Leavis a Marcuse, ha sido implacablemente
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Berman, Op.Cit., p. 18
Berman, Op.Cit., p. 24
5
Berman, Op.Cit.., p. 24
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Berman, Op.Cit., p. 24
Berman, Op.Cit., p. 36
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una traicin al objetivo marxista del libre desarrollo de todos y cada uno?.8 No obstante cito
de nuevo si un comunismo triunfante afluyera algn da por las compuertas que abre el libre
cambio, quin sabe qu horribles impulsos podran afluir con l, siguiendo su estela o
inmersos dentro de l? Es fcil imaginar cmo podra desarrollar una sociedad partidaria del
libre desarrollo de todos y cada uno de sus propias variedades distintivas de nihilismo. De
hecho, un nihilismo comunista podra resultar mucho ms explosivo y desintegrador que su
precursor, el nihilismo burgus aunque tambin ms atrevido y original , porque mientras
que el capitalismo encierra las infinitas posibilidades de la vida moderna dentro de unos
lmites, el comunismo de Marx podra lanzar al individuo liberado a espacios humanos
inmensos y desconocidos sin lmite alguno. Berman concluye: As pues, irnicamente,
podemos ver cmo la dialctica de la modernidad de Marx reconstruye el destino de la
sociedad que describe, generando energas e ideas que luego se esfuman.9
NECESIDAD DE UNA PERIODIZACION
El argumento de Berman, como ya he dicho, es original y llamativo. Est presentado con
gran habilidad literaria y rigor. A una generosa postura poltica une un clido entusiasmo
intelectual por su tema: se podra decir que tanto la nocin de moderno como la de
revolucionario salen moralmente redimidas de sus pginas. De hecho el modernismo es para
Berman, por definicin, profundamente revolucionario. En la cubierta de su libro proclama:
Contrariamente a la creencia convencional, la revolucin modernista no ha acabado.
El libro, escrito desde la izquierda, merece la ms amplia discusin por parte de la
izquierda. Esta discusin debera iniciarse por el anlisis de los trminos clave de Berman,
modernizacin y modernismo, y luego por el vnculo entre ambos mediante la nocin
bivalente de desarrollo. Si hacemos esto, lo primero que llama la atencin es que, si bien
Berman ha captado con inigualable fuerza de imaginacin una dimensin crtica de la visin
de la historia de Marx en el Manifiesto comunista, omite o pasa por alto otra dimensin no
menos crtica para Marx y complementaria de aqulla. La acumulacin de capital es para
Marx, junto con la incesante expansin de la forma de mercanca a travs del mercado, un
disolvente universal del viejo mundo social, y puede ser legtimamente presentada como un
proceso en el que se da .una revolucin continua de la produccin, una incesante conmocin
de todas las condiciones sociales y una inquietud y un movimiento constantes', en palabras de
Marx. Obsrvense los tres adjetivos: continuo, incesante y constante. Denotan un tiempo
histrico homogneo, en el que cada momento es perpetuamente diferente de los dems por el
hecho de estar prximo, pero por la misma razn es eternamente igual corno unidad
intercambiable en un proceso que se repite hasta el infinito. Este hincapi, extrapolado de la
totalidad de la teora marxista del desarrollo capitalista, da lugar rpida y fcilmente al
paradigma de la modernizacin propiamente dicho, teora por supuesto antimarxista desde el
punto de vista poltico. Sin embargo, para nuestros propsitos lo importante es que la idea de
modernizacin implica una concepcin de desarrollo fundamentalmente rectilneo, un proceso
de flujo continuo en el que no hay una autntica diferenciacin entre una coyuntura o poca y
otra, a no ser en trminos de una mera sucesin cronolgica de lo viejo y lo nuevo, lo anterior
y lo posterior, categoras sujetas a una incesante permutacin de posiciones en una direccin, a
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Karl Marx, Grundrisse der Kritik der politischen Okonomie, Frankfurt, 1967. p. 439. (Elementos
fundamentales para la critica de la economa poltica, Madrid, Siglo XXI 1976, Vol. 2, p. 32.)
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revoluciones de 1848 y el destino de las formas culturales producidas por la burguesa como
clase social o dentro del mbito de sta. A partir de mediados del siglo XIX para Lukcs la
burguesa se vuelve abiertamente reaccionaria, abandonando su enfrentamiento con la nobleza
para entablar una lucha a muerte contra el proletariado. Con ello entra en una fase de
decadencia ideolgica, cuya expresin esttica inicial es predominantemente naturalista, pero
termina desembocando en el modernismo de comienzos del siglo XX. Este esquema es
generalmente criticado por la izquierda hoy en da. De hecho, la obra de Lukcs dio lugar a
menudo a anlisis parciales bastante agudos en el campo de la filosofa propiamente dicha: El
asalto a la razn est lejos de ser una obra despreciable, por desfigurada que quede tras su
advertencia final. Por el contrario, en el campo de la literatura la otra rea general a que lo
aplic Lukcs el esquema result relativamente estril. Es curioso que no haya ninguna
exploracin lukcsiana de ninguna obra de arte modernista comparable en detalle o
profundidad a su tratamiento de la estructura de las ideas de Schelling o Schopenhauer,
Kierkegaard o Nietzsche; en cambio Joyce o Kafka por tomar a dos de sus btes noires
literarias apenas son evocados y jams son estudiados por derecho propio.
El error bsico de la ptica de Lukcs aqu es su evolucionismo: el tiempo difiere de una
poca a otra, pero dentro de cada poca todos los sectores de la realidad social se mueven de
forma sincrnica, de modo que el declive a un nivel debe reflejarse en un descenso a todos los
dems niveles. El resultado es una nocin de decadencia generalizada en exceso, nocin por
supuesto enormemente influenciada, podra decirse como atenuante, por el espectculo del
hundimiento de la sociedad alemana y de la mayor parte de su cultura oficial en la que el
propio Lukcs se haba formado, en el nazismo.
Pero si ni el perennismo de, Berman ni el evolucionismo de Lukcs proporcionan una
descripcin satisfactoria del modernismo, cul es la alternativa? La hiptesis que esbozar
brevemente aqu es que ms bien deberamos buscar una explicacin coyuntural del conjunto
de prcticas y doctrinas estticas posteriormente agrupadas como modernistas. Esta
explicacin implicara la interseccin de diferentes temporalidades histricas para componer
una configuracin tpicamente sobredeterminada. Cules fueron esas temporalidades? En mi
opinin, el modernismo ha de ser entendido ante todo como un campo cultural de fuerzas
triangulado por tres coordenadas decisivas. La primera de stas est quizs insinuada por
Berman en un pasaje de su libro, pero la sita demasiado lejos en el tiempo, por lo que no la
capta con la suficiente precisin. Se trata de la codificacin de un academicismo, sumamente
formalizado en las artes visuales y de otro tipo, a su vez institucionalizado dentro de los
regmenes oficiales de unos estados y una sociedad todava masivamente influidos, y a
menudo dominados, por unas clases aristocrticas o terratenientes: unas clases que en cierto
sentido estaban econmicamente superadas, sin duda, pero que en otro seguan marcando la
pauta poltica y cultural en todos los pases de la Europa anterior a la primera guerra mundial.
Las conexiones entre estos dos fenmenos son grficamente descritas en la reciente y
fundamental obra de Arno Mayer, The Persistence of the Old Regime,11 cuyo tema central es
la medida en que la sociedad europea estuvo dominada hasta 1914 por unas clases dominantes
agrarias o aristocrticas (no necesariamente idnticas, como deja bien claro el caso de
Francia), en unas economas en las que la industria pesada moderna constitua todava un
sector sorprendentemente reducido de la mano de obra o del modelo de produccin.
11
Arno Mayer. The Persistance of the Old Regime, Nueva York, 1981, pp.189273
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los nuevos ingenios e inventos. De aqu la celebracin ambidextra por as decirlo de tales
inventos desde la derecha y desde la izquierda: Marinetti o Maiakovski. Finalmente, la bruma
que se cerna sobre el horizonte de esta poca dio mucha de su luz apocalptica a aquellas
corrientes del modernismo ms decidida y violentamente radicales en su rechazo del orden
social, la ms significativa de las cuales fue sin duda el expresionismo alemn. El modernismo
europeo de los primeros aos de este siglo floreci pues en el espacio comprendido entre un
pasado clsico todava usable, un presente tcnico todava indeterminado y un futuro poltico
todava imprevisible. 0, dicho de otra manera, surgi en la Interseccin entre un orden
dominante semiaristocrtico, una economa capitalista semi-industrializada y un movimiento
obrero semiemergente o semiinsurgente.
La llegada de la primera guerra mundial alter todas estas coordenadas pero no elimin
ninguna de ellas. Durante otros veinte aos vivieron una especie de posteridad enfermiza.
Desde un punto de vista poltico, los estados dinsticos de Europa oriental y central
desaparecieron. Pero la clase de los Junker conserv un gran poder en la Alemania de la
posguerra; el Partido Radical, de base agraria, continu dominando la III Repblica en Francia
sin grandes rupturas; en Gran Bretaa, el ms aristocrtico de los dos partidos tradicionales, el
conservador, barri prcticamente a sus rivales ms burgueses, los liberales, y pas a dominar
todo el perodo de entreguerras. Desde un punto de vista social, hasta el final de los aos '30
persisti un modo de vida tpico de la clase alta, cuyo sello distintivo que lo diferencia por
completo de la existencia de los ricos tras la segunda guerra mundial era el normal empleo
de sirvientes.
Fue la ltima clase verdaderamente ociosa de la historia metropolitana. Inglaterra, donde
esta continuidad fue ms fuerte, iba a producir la ms importante ficcin sobre este mundo en
Dance to the Music of Time, de Anthony Powell, rememoracin no modernista de la poca
posterior. Desde el punto de vista econmico, las industrias de produccin en serie basadas en
los nuevos inventos tecnolgicos de comienzos del siglo XX solo consiguieron un cierto
arraigo en dos pases: Alemania en el perodo de Weimar e Inglaterra a finales de la dcada de
1930. Pero en ningn caso hubo una implantacin general o muy amplia de lo que Gramsci
llamara el fordismo, a ejemplo de lo que por aquel entonces haca dos dcadas que exista
en los Estados Unidos. Europa estaba todava una generacin por detrs de Norteamrica en la
estructura de su industria civil y de su modelo de consumo en vsperas de la segunda guerra
mundial. Por ltimo, la perspectiva de una revolucin era ahora ms cercana y tangible de lo
que haba sido nunca, perspectiva que se haba materializado de forma triunfal en Rusia, haba
rozado con sus alas a Hungra, Italia y Alemania justo despus de la primera guerra mundial, y
asumira una nueva y dramtica urgencia en Espaa al final de este perodo. Fue en este
espacio, prolongando a su modo una base anterior, donde las formas de arte genricamente
modernistas continuaron mostrando una gran vitalidad. Adems de las obras maestras de la
literatura publicadas en estos aos pero esencialmente concebidas en aos anteriores, el teatro
brechtiano fue un producto memorable de la coyuntura de entreguerras en Alemania. Otro
producto fue la primera aparicin real del modernismo arquitectnico como movimiento con
el Bauhaus. Un tercero fue la aparicin de lo que seria de hecho la ltima de las grandes
doctrinas de la vanguardia europea, el surrealismo, en Francia.
FIN DE TEMPORADA EN OCCIDENTE
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Fue la segunda guerra mundial y no la primera la que destruy estas tres coordenadas
histricas que he analizado, y con ella concluy la vitalidad del modernismo. A partir de 1945
el antiguo orden semiaristocrtico o agrario, con todo lo que le rodeaba, lleg a su trmino en
todos los pases. Al fin se universaliz la democracia burguesa. Con ella se rompieron ciertos
lazos crticos con un pasado precapitalista. Al mismo tiempo, el fordismo hizo su irrupcin.
La produccin y el consumo de masas transformaron las economas de Europa occidental a
semejanza de la americana. Ya no poda haber la menor duda acerca del tipo de sociedad que
consolidarla esta tecnologa: ahora se haba instalado una civilizacin capitalista
opresivamente estable y monolticamente industrial. En un magnfico pasaje de su libro
Marxism and Form, Fredric Jameson ha captado admirablemente lo que esto signific para las
tradiciones de vanguardia que en otros tiempos haban apreciado las novedades de los aos 20
y 30 por su potencial onrico y desestabilizador: La imagen surrealista, observa, fue un
esfuerzo convulsivo por romper con las formas de mercanca del universo objetivo
golpendolas unas contra otras con fuerza.12 Pero la condicin de su xito fue que .estos
objetos escenarios de una oportunidad objetiva o de una revelacin preternatural son
inmediatamente identificables como productos de una economa an no plenamente
industrializada y sistematizada. Es decir, que los orgenes humanos de los productos de este
perodo su relacin con el trabajo del que procedan no haban sido todava plenamente
ocultados; en su produccin an mostraban las huellas de una organizacin artesanal del
trabajo, mientras que su distribucin estaba todava asegurada por una red de pequeos
tenderos... Lo que prepara a estos productos para recibir la carga de energa psquica
caracterstica de su uso por el surrealismo es precisamente la marca semiesbozada, no borrada,
del trabajo humano; son an un gesto congelado, todava no despojado por completo de la
subjetividad, y son por consiguiente tan misteriosos y expresivos potencialmente como el
propio cuerpo humano.13 Jameson prosigue: No tenemos ms que cambiar este ambiente de
pequeos talleres y mostradores de tiendas de mercados y puestos callejeros por las
gasolineras de las autopistas, las brillantes fotografas de las revistas o el paraso de celofn de
un drugstore americano, para darnos cuenta de que los objetos del surrealismo han
desaparecido sin dejar huella. Ahora, en lo que podemos llamar el capitalismo posindustrial,
los productos que se nos suministran carecen de toda profundidad: su contenido de plstico es
totalmente incapaz de servir de conductor de la energa psquica. Toda inversin libidinal en
tales objetos est excluida desde el principio, y podemos muy bien preguntarnos, si es cierto
que nuestro universo objetivo es desde ahora incapaz de producir cualquier 'smbolo
susceptible de excitar la sensibilidad humana, si no estamos en presencia de una
transformacin cultural de proporciones gigantescas, de una ruptura histrica de un tipo
insospechadamente radical.14
Finalmente, la imagen o la esperanza de una revolucin se desvaneci en Occidente. El
comienzo de la guerra fra y la sovietizacin de Europa oriental anularon cualquier perspectiva
realista de un derrocamiento socialista del capitalismo avanzado durante todo un perodo
histrico. La ambigedad de la aristocracia, el absurdo del academicismo, la alegra de los
primeros coches o pelculas, la tangibilidad de una alternativa socialista hablan desaparecido.
En su lugar reinaba ahora una economa rutinaria y burocratizada de produccin universal de
mercancas, en la que consumo y cultura de masas se haban convertido en trminos
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ms concretamente California.16 Es decir, una turbulencia social y cultural que crey ser una
versin francesa de la Revolucin Cultural cuando de hecho no signific ms que la llegada de
un consumismo permisivo esperado desde haca tiempo en Francia. Pero era precisamente esta
ambigedad una apertura de horizontes donde las figuras del futuro podan alternativamente
asumir las formas cambiantes de un nuevo tipo de capitalismo o de una erupcin de
socialismo la que constitua en gran medida la sensibilidad original de lo que se haba dado
en llamar modernismo. No es de extraar que no sobreviviera a la consolidacin posterior de
Pompidou ni en el cine de Godard ni en ninguna otra parte. Lo que caracteriza a la situacin
tpica del artista contemporneo en Occidente es, por el contrario, el cierre de los horizontes:
sin un pasado apropiable, o un futuro imaginable, en un presente interminablemente repetido.
Esto no es aplicable, evidentemente, al Tercer Mundo. Es significativo que muchos de los
ejemplos de Berman sobre lo que l considera los mayores logros modernistas de nuestro
tiempo hayan de ser tomados de la literatura latinoamericana. Pues en el Tercer Mundo en
general existe hoy una especie de configuracin similar a la que en otros tiempos prevaleci
en el Primer Mundo. Abundan las oligarquas precapitalistas de diversos tipos, principalmente
de carcter terrateniente; el desarrollo capitalista es normalmente mucho ms rpido y
dinmico, all donde se da, en estas regiones que en las zonas metropolitanas, pero por otra
parte est infinitamente menos estabilizado o consolidado, la revolucin socialista se cierne
sobre estas sociedades como una posibilidad permanente, posibilidad de hecho realizada ya en
pases cercanos: Cuba o Nicaragua, Angola o Vietnam. Estas son las condiciones que han
producido las autnticas obras maestras de los ltimos aos que se ajustan a las categoras de
Berman: novelas como Cien aos de Soledad, del colombiano Gabriel Garca Mrquez, o
Hijos de la medianoche, del indio Salman Rushdie, o pelculas como Yol del turco Yilmiz
Guney. Sin embargo, obras como stas no son expresiones intemporales de un proceso de
modernizacin siempre en expansin, .sino que surgen en constelaciones muy delimitadas, en
sociedades que se encuentran todava en una determinada encrucijada histrica. El Tercer
Mundo no ofrece al modernismo la fuente de la eterna juventud.
LOS LIMES DEL AUTODESARROLLO
Hasta ahora hemos considerado dos de los conceptos fundamentales de Berman: el de
modernizacin y el de modernismo. Consideremos ahora el trmino mediador que los une, la
modernidad. La modernidad, como recordaremos, se define como la experiencia sufrida
dentro de la modernizacin que da lugar al modernismo. En qu consiste esta experiencia?
Para Berman es esencialmente un proceso subjetivo de autodesarrollo ilimitado, a medida que
se desintegran las barreras tradicionales de la costumbre o rol: una experiencia necesariamente
vivida a la vez como emancipacin y ordalas, jbilo y desesperacin, temor y regocijo. Es el
impulso de esa marcha siempre adelante hacia las fronteras inexploradas de la psique el que
asegura la continuidad histrica del modernismo a escala mundial, pero es tambin este
impulso el que parece obstaculizar de antemano cualquier perspectiva de estabilizacin moral
o institucional bajo el comunismo, y quiz incluso de impedir la cohesin cultural necesaria
para que exista el comunismo, haciendo de l una especie de contradiccin en los trminos.
Qu debemos pensar de este argumento?
16
Rgis Debray, A modest contribution to the rides and ceremonies of the tenth anniversary, New Left Review,
nm. 115, mayo-junio de 1979.
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Para comprenderlo, tenemos que preguntarnos: de dnde viene la visin de Berman de una
dinmica de autodesarrollo totalmente ilimitada? Su primer libro, The Politics of Authenticity
que contiene dos estudios, uno sobre Montesquieu y otro sobre Rousseau, ofrece la
respuesta. Su idea procede de lo que el subttulo del libro designa correctamente como el
individualismo radical del concepto de humanidad de Rousseau. El anlisis que hace
Berman de la trayectoria lgica del pensamiento de Rousseau, como si tratara de luchar con
las consecuencias contradictorias de esta concepcin en obras sucesivas, es un tour de force.
Pero para nuestros propsitos el punto crucial es el siguiente. Berman demuestra la presencia
en Rousseau de la misma paradoja que atribuye a Marx: si el objetivo de todos es el
autodesarrollo ilimitado, cmo puede ser posible la comunidad? Para Rousseau la respuesta,
en palabras que cita Berman, es que el amor al hombre deriva del amor a uno mismo.
Extended a los dems el amor a vosotros mismos y se transformar en virtud.17 Berman
comenta: Era la va de la autoexpansin, y no la de la autorrepresin, la que conduca al
palacio de la virtud... A medida que el hombre aprenda a expresarse y desenvolverse, su
capacidad para identificarse con los otros hombres aumentaba, y su simpata y empata hacia
ellos se profundizaba.18 El esquema est aqu bastante claro: primero, el individuo desarrolla
su yo, y luego su yo puede entrar en relaciones mutuamente satisfactorias con los otros,
relaciones basadas en la identificacin con el yo. Las dificultades con que tropieza este
presupuesto una vez que Rousseau trata de pasar en su lenguaje del hombre al
ciudadano, con vistas a la construccin de una comunidad libre, son brillantemente
explotadas por Berman. Lo que llama la atencin, sin embargo, es que Berman no desautoriza
en ningn lugar el punto de partida de los dilemas que demuestra. Por el contrario, acaba
afirmando: Los programas del socialismo y el anarquismo del siglo XIX, del Estado de
bienestar y de la Nueva Izquierda contempornea del siglo XX pueden ser considerados todos
ellos como un desarrollo posterior de la estructura mental cuyos cimientos sentaron
Montesquieu y Rousseau. Lo que tienen en comn estos movimientos tan diferentes es su
forma de definir la tarea poltica esencial: hacer que la sociedad liberal moderna cumpla las
promesas que ha hecho, reformarla o revolucionarla para realizar los ideales del liberalismo
moderno. El orden del da del liberalismo radical que Montesquieu y Rousseau elaboraron
hace dos siglos est an pendiente.19 Al igual que en All that is Solid Melts into Air, Berman
puede referirse a la profundidad del individualismo que subyace al comunismo de Marx,20
profundidad que, sigue sealando consecuentemente, debe incluir formalmente la posibilidad
de un nihilismo radical.
Sin embargo, si volvemos la vista atrs, a los propios textos de Marx, encontramos en ellos
una concepcin muy diferente de la realidad humana. Para Marx el Individuo no es previo a
las relaciones con los otros, sino que est constituido por ellas desde el principio: hombres y
mujeres son individuos sociales, cuya socialidad no es posterior sino contempornea a su
individualidad. Despus de todo, Marx escribi que slo dentro de la comunidad con otros
tiene todo individuo los medios necesarios para desarrollar sus dotes en todos los; sentidos:
solamente dentro de la comunidad es posible, por tanto, la libertad personal.21 Berman cita la
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frase, pero sin comprender aparentemente sus consecuencias. Si el desarrollo del individuo
est inherentemente imbricado en las relaciones con los otros, su desarrollo no puede jams
ser una dinmica ilimitada en el sentido monadolgico evocado por Berman: la existencia de
los otros seria siempre ese lmite sin el cual no podra producirse el propio desarrollo. El
desarrollo de Berman es pues, para Marx una contradiccin en los trminos.
Otra forma de decir esto es afirmar que Berman no ha comprendido como muchos otros,
por supuesto que Marx posee una concepcin de la naturaleza humana que descarta el tipo
de plasticidad ontolgica infinita que l supone. Esto puede parecer una afirmacin
escandalosa dado el carcter reaccionario de tantas ideas habituales sobre lo que es la
naturaleza humana. Pero es la pura verdad filolgica, como pone de manifiesto la inspeccin
ms somera de la obra de Marx y como muestra, de forma irrefutable, el reciente libro de
Norman Geras, Marx and Human Nature. Refutation of a Legend.22 Esta naturaleza, para
Marx, incluye un conjunto de necesidades primarias, capacidades y disposiciones lo que en
los Grundrisse, en los famosos pasajes sobre las posibilidades humanas bajo el feudalismo, el
capitalismo y el comunismo, llama Bedrfnisse, Fahigkeiten, Krfte, Anlagen, todas ellas
susceptibles de ampliacin y desarrollo pero no de supresin o sustitucin. La visin de una
tendencia nihilista y desordenada hacia un desarrollo completamente ilimitado es por tanto una
quimera. Ms bien, el autntico, libre desarrollo de cada uno slo puede realizarse si respeta
el libre desarrollo de todos, dada la naturaleza comn de lo que constituye el ser humano. En
las primeras pginas de los Grundrisse en las que se apoya Berman, Marx habla sin la menor
ambigedad del desarrollo pleno del dominio humano sobre las fuerzas naturales, tanto sobre
las de la as llamada como sobre su propia naturaleza, de la elaboracin (Herausarbeiten)
absoluta de sus disposiciones creadoras, en las que la universalidad del individuo... (es la)
universalidad de sus relaciones reales e ideales.23 La cohesin y estabilidad que Berman se
pregunta si podra desplegar alguna vez el comunismo estriban para Marx en la naturaleza
humana a la que finalmente emancipara, naturaleza muy lejos de una mera catarata de deseos
informes. A pesar de su exuberancia, la versin de Marx que ofrece Berman, con su nfasis
prcticamente exclusivo en la liberacin del individuo, est inquietantemente prxima por
radical y razonable que sea su acento a los supuestos de la cultura del narcisismo.
EL ACTUAL CALLEJON SIN SALIDA
Para concluir: a dnde lleva pues esta revolucin? Berman es muy consecuente en este
punto. Para l, como para muchos otros socialistas hoy, la nocin de revolucin tiene una
duracin dilatada. En efecto, el capitalismo produce constantes trastornos en nuestras
condiciones de vida y en este sentido est inmerso como l dice en una revolucin
permanente que obliga a los hombres y mujeres modernos a aprender a anhelar el cambio:
no slo a estar abiertos a los cambios en su vida personal y social, sino a exigirlos
positivamente, a buscarlos activamente y a provocarlos. Deben aprender a no aorar
nostlgicamente a las relaciones fijas y congeladas de un pasado real o imaginado, sino a
deleitarse con la movilidad, a esforzarse por la renovacin, a buscar futuros desarrollos en sus
condiciones de vida y en sus relaciones con sus semejantes.24 El advenimiento del socialismo
no detendra ni frenara este proceso, sino que por el contrario lo acelerarla y generalizara
22
Norman Geras, Marx and Human Nature Refutation of a Legend, Londres, 1983
Karl Marx, Grundrisse, pp. 387, 440 (op. cit. vol. 1. pp. 447448: vol.2.p.33)
24
Marashal Berman All that is Solid Melts into Air, pp. 9596
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inmensamente. Los ecos del radicalismo de los 60 se dejan or aqu de forma inconfundible.
El atractivo de tales nociones ha demostrado ser muy amplio. Pero, de hecho, no son
compatibles ni con la teora del materialismo histrico estrictamente comprendida ni con lo
que dice la historia, cualquiera que sea su teorizacin.
La revolucin es un trmino con un significado preciso: el derrocamiento poltico desde
abajo de un orden estatal y su sustitucin por otro. No hay nada que ganar con diluirla en el
tiempo o con extenderla a cada porcin del espacio social. En el primer caso, resulta imposible
de distinguir de las meras reformas, es un simple cambio, por gradual o fragmentario que sea,
como en la ideologa del eurocomunismo moderno o en las versiones afines de la
socialdemocracia en el segundo, se queda en una simple metfora que puede ser reducida a
supuestas conversiones psicolgicas o morales, como en la ideologa del maosmo con su
proclamacin de una Revolucin Cultural. Frente a estas devaluaciones del trmino, con
todas sus consecuencias polticas, es necesario insistir en que la revolucin es un proceso
puntual y no un proceso permanente. Es decir: una revolucin es un episodio de
transformacin poltica convulsiva, comprimida en el tiempo y concentrada en sus objetivos,
que tiene un comienzo determinado (cuando el viejo aparato del Estado est todava intacto) y
un trmino preciso (cuando este aparato es roto definitivamente y en su lugar se erige uno
nuevo). Lo distintivo de una revolucin socialista que creara una autntica democracia
poscapitalista sera que el nuevo Estado tendra un carcter de autntica transicin hacia los
lmites practicables de su propia autodisolucin en la vida de la sociedad en general.
En el mundo capitalista avanzado de hoy. es la aparente ausencia de cualquier perspectiva
de este tipo en un horizonte prximo o incluso lejano la falta, al parecer, de cualquier
alterativa concebible al statu quo imperial de un capitalismo de consumo lo que obstaculiza
la posibilidad de cualquier renovacin cultura profunda comparable a la gran Era de los
Descubrimientos Estticos del primer tercio de este siglo, Las palabras de Gramsci siguen
siendo vlidas: La crisis consiste, escriba, precisamente en el hecho de que lo viejo est
muriendo y lo nuevo no puede nacer; en este interregno aparecen una gran variedad de
sntomas de enfermedad.25 Es licito preguntarse, sin embargo: Se puede decir de antemano
algo sobre cmo podra ser lo nuevo? Creo que s se puede predecir una cosa. El modernismo,
como nocin, es la ms amplia de todas las categoras culturales. A diferencia de los trminos
gtico, renacimiento, barroco, manierismo, romanticismo o neoclasicismo, no designa en
modo alguno un objeto descriptible: carece por completo de contenido positivo. De hecho,
como hemos visto, lo que se oculta tras esa etiqueta es una amplia variedad de muy diversas
y de hecho incompatibles prcticas estticas: el simbolismo, el constructivismo, el
expresionismo, el surrealismo. Todas estas prcticas, que poseen programas especficos,
fueron unificadas post hoc en un concepto global, cuyo nico referente es el mero paso del
tiempo. No hay ningn otro concepto esttico tan vaco o tan viciado. Porque lo que en un
tiempo fue moderno pronto se vuelve obsoleto. La futilidad del trmino y de su
correspondiente ideologa puede verse con toda claridad en los actuales Intentos de aferrarse a
los restos de su naufragio y sin embargo nadar con la marca ms lejos an de l, mediante la
acuacin del trmino posmodernismo: un vaco que esconde otro vaco que esconde otro
vaco, en una regresin serial de cronologa autocongratulatoria. Si nos preguntamos qu hara
la revolucin (entendida como ruptura puntual e irreparable con el orden del capital) con el
25
Antonio Gramsci, Selections from the prision notebooks, comp. por Quintin Hoare y Geoffrey NoweIlSmith,
Londres, 1972. p. 276
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Perry Anderson
Modernidad y revolucin
modernismo (entendido como este flujo de vanidades temporales), la respuesta es, sin duda,
que le pondra trmino. Porque una autntica cultura socialista sera una cultura que no
buscara insaciablemente lo nuevo, definido simplemente como lo que viene despus,
destinado a ser rpidamente arrinconado con el detritus de lo viejo, sino ms bien una cultura
que multiplicara lo diferente, en una variedad de estilos y prcticas concurrentes mucho
mayor de la que jams ha existido antes: una diversidad basada en una pluralidad y
complejidad de posibles formas de vida mucho mayores que las de cualquier libre comunidad
de iguales, que no estara dividida ya por clases, razas o gneros. Los ejes de la vida esttica
seran, en otras palabras, horizontales y no verticales. El calendario dejara de tiranizar u
organizar la conciencia del arte. La vocacin de una revolucin socialista, en este sentido, no
sera prolongar ni servir a la modernidad, sino abolirla.
Libros Tauro
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