Felicísimo - Vida y Misión - Fidelidad y Satisfacción
Felicísimo - Vida y Misión - Fidelidad y Satisfacción
Felicísimo - Vida y Misión - Fidelidad y Satisfacción
Presentacin
incompatible con la fidelidad evanglica. Slo una vida religiosa alegre y feliz
acredita la vocacin y tiene capacidad de convocatoria vocacional.
Pero en la vida religiosa la calidad de vida tiene dos dimensiones distintas y
complementarias.
En primer lugar, hace referencia a la calidad evanglica de la vida de las
religiosas y los religiosos. Una vida con calidad significa en este caso una vida
que se atiene a las exigencias fundamentales de nuestro bautismo cristiano y
de nuestra profesin religiosa: vida de fe, esperanza y caridad; vida de
pobreza, castidad y obediencia evanglicas; vida de fraternidad y sororidad y
de servicio generoso a esta humanidad. Aqu estn las claves para buscar la
identidad de la vida religiosa, el fondo teologal de la misma, la razn de ser, la
fuente de sentido. Creo que esto es lo que piden sus reportes cuando hablan
de los siguientes desafos: buscar la identidad de la vida religiosa, basar la vida
sobre los cuatro pilares de la vida dominicana, recuperar el ideal de la santidad
y la dimensin teologal de la vida, ofrecer a los candidatos el testimonio de una
vida evanglica
Pero el ideal de la calidad de vida va adquiriendo en la vida religiosa otro
sentido tambin importante. Est relacionado con el nivel o el grado de
satisfaccin personal de las religiosas y los religiosos. Una vida con calidad es
una vida capaz de proporcional satisfaccin personal, una vida en la cual las
satisfacciones personales ms hondas estn asociadas con la propia vocacin,
con la convivencia fraterna y sororal, con la misin apostlica Esta
satisfaccin personal es compatible con el sufrimiento y las renuncias. Pero se
expresa en forma de entusiasmo, optimismo, alegra, celo apostlico Por el
contrario, la falta de calidad de vida y de satisfaccin personal se manifiesta en
falta de entusiasmo, falta de optimismo, tristeza profunda, amargura,
monotona, atona existencial, lo que el monaquismo llamaba acedia
monstica
Por consiguiente, no es poco lo que est en juego cuando hablamos de
calidad de vida en la vida religiosa y dominicana, cuando intentamos despejar
la ambigedad de este ideal de la calidad de vida. No es opcional buscar
niveles siempre ms altos de satisfaccin personal. No est prohibido ser
felices en la vida religiosa. La felicidad es un derecho y una obligacin
personal.
En la vida religiosa y dominicana nos jugamos la calidad de vida evanglica
y la satisfaccin personal en tres niveles bsicos: a nivel personal depende
fundamentalmente de la experiencia de la fe, fuente de sentido y motivacin
en este gnero de vida; a nivel comunitario depende fundamentalmente de la
calidad de la convivencia; a nivel apostlico depende de la dedicacin
generosa a la misin y de la capacidad para disfrutar la misin.
cada vez ms se asocia con la meditacin sobre las claves del xito o el fracaso
en el seguimiento de Jess. Esto, por supuesto, interesa a la vida religiosa.
En el texto de Lc 24 se reflejan bien dos momentos del relato. En la primera
parte del relato aparecen unos discpulos que caminan lentamente, tristes,
desencantados, que han perdido la esperanza, abandonan el seguimiento, la
comunidad del seguimiento y se regresan a sus negocios Esperbamos que
sera el liberador de Israel Pero a l no le han visto. Este es el final de una
empresa del seguimiento que ha estado inspirada por la buena voluntad, la
generosidad, la seduccin que en ellos ha producido la persona de Jess. Estas
motivaciones no son capaces de enfrentar la prueba final, la crisis de la Cruz, el
fracaso humano de Jess Por eso tiene lugar el abandono y la dispersin. As
termina el seguimiento pre-pascual o el seguimiento del Jess histrico. Es un
seguimiento con motivaciones demasiado frgiles: buscan los primeros
puestos, no entienden, tienen poca fe, estn llenos de miedos... El resultado
final son el abandono, la negacin, la dispersin No superan la crisis. Este
modelo de seguimiento pre-pascual est bien descrito en los evangelios.
En la segunda parte aparecen los discpulos corriendo hacia Jerusaln,
alegres y entusiasmados, recuperando la esperanza, regresando a la
comunidad, emprendiendo de nuevo el seguimiento Esto tiene lugar despus
de encontrarse con el Resucitado (la escucha de la Palabra y la fraccin del
Pan). Esta es la fe que les afianza ahora en el seguimiento y que les permitir
enfrentar no slo el escndalo de la muerte de Jess, sino tambin el escndalo
de la propia muerte. Es el seguimiento post-pascual, bien definido en el libro de
los Hechos. Los discpulos tienen las mismas debilidades humanas, e incluso
morales, pero ahora su seguimiento se afianza en una fe inquebrantable, capaz
de llenar su vida de sentido y de superar todas las pruebas con alegra, incluso
el propio martirio.
La buena voluntad y la generosidad son importantes como punto de partida
del seguimiento en la vida religiosa. Pero no son suficientes para garantizar la
firmeza y la fidelidad en el seguimiento. Con frecuencia son motivaciones que
no consiguen superar el momento de la crisis. Cuando sta se presenta, nos
dejan sumidos en el sinsentido y en el sinsabor, y quiz den lugar al abandono
o, lo que es peor, a permanecer en la vida religiosa sin encontrarle sentido y
sabor. Lo nico que garantiza la firmeza y la fidelidad en el seguimiento es la fe
radical. Slo la fe es fuente de sentido y de sabor en la vida religiosa. Es
condicin indispensable para garantizar la calidad de vida en la vida religiosa.
Muchos de sus reportes reclaman la bsqueda de sentido, de santidad, de
identidad La vida religiosa tendr que fijar los ojos en Jess, el que inicia y
consuma nuestra fe (Hb 12, 2). La fe es un don, lo s. Pero se pueden hacer
algunos ejercicios para cultivarla, para sostenerla, para fomentarla. Hoy se
Una vida con misin tiene sentido, est llena de sentido. Una vida con
misin cumplida es una satisfaccin enorme. A medida que la vida va pasando
y volvemos la vida atrs comprobamos cmo duelen los tiempos vacos de
misin y qu satisfaccin tan grande proporcional los tiempos de la vida
dedicados generosamente a la misin, al servicio a esta humanidad. Una de
mis experiencias pastorales ms fuertes ha sido precisamente la atencin a
enfermos terminales, tambin en las enfermeras de comunidades religiosas. Al
final de la vida, cuando la muerte est delante y no hay lugar para el engao y
la mentira, he escuchado a hermanos y hermanas decir en medio de una
envidiable serenidad: Padre, misin cumplida, estoy preparado/da, cuando
Dios quiera. Debe ser extraordinario terminar nuestros das as, con esa
sensacin de la misin cumplida.
Pero una vida sin misin es una vida sin sentido, es una vida vaca y
fracasada. Una vida sin misin cumplida o con misin errada es motivo de
mucha frustracin y angustia, sobre todo al final, cuando llega la hora de la
verdad. En ese momento tambin he escuchado a algunas personas decir
cosas como stas: Padre, me he equivocado en la vida, la he malogrado, he
perdido el tiempo. Que el Seor me perdone. Por supuesto que Dios nos
perdona, pero, quin nos podr dejar de ese vaco que la falta de misin ha
dejado en nosotros? Cuando los aos van pasando y uno mira hacia atrs, los
das, los meses, losa aos vacos duelen y duelen sin remedio, o duelen sin
ms remedio que el perdn.
La misin en la vida dominicana tiene algunas caractersticas especiales,
que vale la pena considerar.
En primer lugar, la misin puede estar motivada por la necesidad de
ganarse el sustento cotidiano y cubrir las necesidades materiales propias y
ajenas. Esto no es pecado, aunque tampoco es la motivacin ms evanglica.
Sin embargo, ojal en la vida religiosa todos furamos conscientes de la
obligacin que tiene todo ser humano en edad y condiciones laborales de
ganar el pan de cada da con el trabajo cotidiano. Esto dignifica a la persona y
la proporciona conciencia de su dignidad.
Pero la misin en la vida dominicana debe estar motivada sobre todo por el
celo apostlico, por la compasin, por el deseo de hacer algo por esta
humanidad. Es preciso superar los criterios meramente econmicos en la
planificacin y el discernimiento de los ministerios apostlicos. Como en la vida
religiosa, las responsabilidades econmicas suelen ser de carcter institucional
la institucin nos respalda-, si falta el celo apostlico se puede prever que
algunos miembros de la comunidad pasen prematuramente al paro voluntario y
se desentiendan totalmente de la misin. En reuniones de Superiores Mayores
a aparecido ya preocupacin por el mal uso que algunos miembros de la vida
religiosa hacen de la jubilacin. Una cosa es la jubilacin laboral; otra muy
sabemos quin se beneficiar, por los cuales nadie vendr a darnos las
graciaspero ah estn. Por ejemplo, la lucha por la justicia y la paz, por los
derechos humanos de las mayoras o las minoras excluidas o discriminadas,
por amnista internacional, contra el armamento y la guerra, por la ecologa e
incluso el ejercicio del gobierno en la vida religiosa o escribir un libro que
probablemente nadie compre o nadie lea etc Estos trabajos slo pueden
disfrutarse desde la pura experiencia de gratuidad.
En las respuestas al cuestionario y en los reportes hay abundantes
materiales para que la Asamblea procese el asunto de la misin. Muchas
hermanas ven como reas de misin y ministerio: el testimonio de la vida, el
encuentro y el dilogo interpersonal, las celebraciones litrgicas y la lectio
divina, la evangelizacin a travs de las nuevas tecnologas, la presencia en
mbitos de pobreza y de exclusin, el ministerio de la predicacin en sus
diversas formas Consideran retos fundamentales hoy: la presencia en medios
pobres y excluidos, la emigracin, la mujer, la familia, la educacin, la
bsqueda de sentido en la sociedad secularizada del bienestar, el dilogo
intercultural y religioso Y por supuesto los desafos de la justicia y la paz, los
derechos humanos, la ecologa
En la vida dominicana el testimonio de la vida es el primer anuncio del
Evangelio. Por eso se llamaron casas de predicacin incluso a los conventos
de clausura. Pero el carisma dominicano nos obliga a colocar el ministerio de la
predicacin o de la evangelizacin en el centro de nuestra misin. Otras
rdenes y Congregaciones tendrn otros ministerios como prioritarios.
Nosotros/as tenemos como prioridad el ministerio de la evangelizacin o de la
predicacin en sus mltiples versiones: el dilogo interpersonal, la catequesis,
la docencia, los escritos, los retiros, la lectio divina, la predicacin litrgica
(Afortunadamente estn teniendo lugar dos fenmenos importantes en relacin
con el ministerio de la predicacin: En primer lugar, la conviccin de que la
homila no es la nica forma de predicacin. En segundo lugar, la conviccin de
que todos los bautizados son ministros de la Palabra).
Gracias a una misin realizada y disfrutada podremos decir al final de
nuestros das: No ha sido intil, Seor, nuestra vida sobre la tierra.