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Omar Delgado
DE LA PICARESCA A LA SICARESCA
http://ir.uiowa.edu/etd/186
Aclaracin: el trmino Sicaresca se tom de la
tesis doctoral: La novela sicaresca, exploraciones ficcionales de la criminalidad juvenil del narcotrfico, de Margarita Rosa Jcome Libano.
DE LA PICARESCA A LA SICARESCA
Analizar dos gneros de la literatura
hispanoamericana tal como son la novela de picaresca y la Novela del narco o Narconovela con el fin de encontrar los vasos que los comunican, y reflexionar acerca de las similitudes econmico sociales que les dieron origen.
Objetivo
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Personaje de ficcin, por lo general
hiperbolizado y alegrico que encarna el corpus de valores de una sociedad con el fin de educar a sus integrantes, a travs de narraciones, en las conductas deseadas e indeseadas del contrato social al que pertenecen.
HEROE
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El hroe, en sus muy diversas variaciones y
rostros, muestra tambin la circunstancia e ideales de una sociedad determinada. -Sigfrido y los Nibelungos (Pueblos Nrdicos) -47 Ronin (Japn medieval) -El Mo Cid (Espaa del siglo XII)
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Concepto de Contrato Social
Pensador de la Francia del Siglo XVIII
Jean Jaques Rosseau
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El Contrato Social es el pacto consciente o
inconsciente que hacen los individuos para pertenecer a una colectividad. Para ello, tienen que renunciar a parte de su libertad individual con el fin de obtener los beneficios de pertenecer a dicho grupo. El Pacto Social se cohesiona a partir de un Corpus de Valores Compartido.
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Tal es el caso del
Pcaro
Sin embargo, no todos los hroes validan el
Contrato Social. Algunos lo ponen en duda, e incluso lo desafan.
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[...] Tradicionalmente se caracterizaba la novela
picaresca recurriendo a una constante en temas o en argumentos que se centraban en la figura del protagonista, del pcaro, tipo de persona descarada, traviesa, bufona y de mal vivir que, por lo general, haca un relato autobiogrfico en el que se sucedan
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situaciones o pasajes variados y jocosos que
daban pie al autor para presentar un amplio muestrario de caracteres propios de la poca. Lpez Castelln, Enrique. Evocacin de Quevedo y gua para la lectura de El buscn. Prologo de la edicin de El Buscn, de Francisco de Quevedo, Madrid, 2007, EDIMAT Ediciones, p. 14
Felipe II ( 1556-1598) , Felipe III (1598-1621) y
Felipe IV (1621-1665)
A pesar que su surgimiento es anterior, el
Pcaro hispanoamericano tiene su caldo de cultivo ideal en la Espaa del Siglo de Oro, comprende el reinado de los tres Felipes:
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Espaa vivi en ese periodo una prosperidad
nunca vista, consecuencia de las riquezas del Nuevo Mundo. Sin embargo, tambin exista una marginacin muy extendida debido a la corrupcin, la falta de movilidad social y la burocracia real. Es en este ambiente donde el Pcaro halla su hbitat natural
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-Lazarillo de Tormes (De autor desconocido,
publicado en 1554). -Guzmn de Alfanche (publicado en 1599, de la autora de Mateo Alemn) -Don Pablos el Buscn (Escrito por Francisco de Quevedo en 1626).
OBRAS CUMBRES DE LA PICARESCA
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El Periquillo Sarniento (de la pluma de
Fernandez de Lizardi, en Mxico, en 1816)
El Canillitas (Artemio del Valle- Arizpe, 1941)
Diablo Guardin (Xavier Velasco, 2003)
, DE LA PICARESCA A LA SICARESCA
ETICA DE LA SUPERVIVENCIA
En todas ellas, el Pcaro se caracteriza por
enfrentar a un medio hostil y corrupto. Su fuerza radica en su ingenio y arrojo.
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CARCTERSTICAS DE LA NOVELA PICARESCA -Narrada en prosa -Cuadro de costumbres de la poca -Tabernas, lupanares, la calle. -Narrada en PRIMERA PERSONA -Narrada ante una instancia que el pcaronarrador considera superior.
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Esta narracin dota al
pcaro de sustancia y existencia, pues representa un acto de contricin de su vida pasada con el que busca incorporarse al Contrato Social que abandon (o del que nunca fue parte)
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[...] Pues sepa usted, vuestra merced, ante todas
cosas, que a mi llaman Lzaro de Tormes, hijo de Tom Gonzlez y de Antonia Prez, naturales de tejares, aldea de Salamanca. Mi nacimiento fue dentro del ro Tormes, por la tal causa tom el sobrenombre, y fue de esta manera: mi padre, que Dios perdone, tena cargo de proveer una molienda de una acea que est ribera de aquel ro
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(Principio de El Lazarillo de Tormes)
Pues siendo yo nio de ocho aos, achacaron a
mi padre ciertas sangras mal hechas en los costales de los que all a mover venan, por lo cual fue preso, y confes, y no neg, y padeci persecucin por justicia. Espero en Dios que est en la gloria, pues el Evangelio los llama Bienaventurados.
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[...] Pues yo, seor, soy de Segovia. Mi padre
se llam Clemente Pablo, natural del mismo pueblo; Dios lo tenga en el cielo. Fue tal, como todos dicen, de oficio barbero; aunque eran tan altos sus pensamientos, que se corra de que le llamasen as, diciendo que l era tundidor de mejillas y sastre de barbas. Decan que era de muy buena cepa, y segn el beba, es cosa de creer (Principio de Don Pablos el Buscn)
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[...] Postrado en una cama, muchos meses hace,
batallando con los mdicos y enfermedades, y esperando con resignacin el da en que, cumplido el orden de la Divina Providencia, habris de cerrar mis ojos, queridos hijos mos, he pensado dejaros escritos los nada raros sucesos de mi vida, para que os sepis guardar y precaver de muchos de los peligros que amenazan, y aun lastiman, al hombre en el discurso de sus das
(Inicio de El Periquillo Sarniento)
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El pcaro se define as como el gran hurfano
(De padre) El padre en la sociedad Espaola del siglo de oro es el que dota de linaje, por lo tanto, de identidad. El pcaro se narra a s mismo ante una autoridad representante del Rey-, o ante la posteridad sus propios hijos.
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[...] Es hurfano, o ilegtimo. Criatura de
la ciudad, el centro de la nueva burocracia patrimonial. Busca legitimidad a travs de los cdigos en los que la nueva autoridad est objetivada: la retrica del nuevo estado. Desahoga su conciencia culpable con el relato de su vida.
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Se puede definir a la narrativa del narcotrfico
como aquella cuyos personajes de alguna manera estn vinculados tanto al trfico de drogas como a sus fenmenos perifricos -asesinato, prostitucin, consumo de drogas, corrupcin policiaca, violencia-.
NOVELA DEL NARCOTRFICO
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Estas narrativas -casi siempre enmarcadas
dentro de los gneros del cuento y la novela-, se caracterizan por mostrar tambin un retrato de costumbres de los estratos bajos de la sociedad que retratan, y de tener su epicentro en zonas geogrficas muy definidas: la frontera mexicana, Medelln, en Colombia, el frica mediterrnea, etctera
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La narrativa del narcotrfico se centra en los
elementos que estn ms abajo del escalafn del negocio del narcotrfico: sicarios, mulas, vendedores de droga; muy pocas veces se ocupan de los grandes lavadores de dinero, de los capos trasnacionales o de los gobernantes coludidos. El ncleo de la narrativa del narco es la violencia
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[...] Trabajar con la violencia implica emplear
ciertos elementos, muy pocos, para crear smbolos que sean representativos de la realidad. Exige tambin elegir mi punto de vista en funcin de lo que se desea tratar [...] buscamos crear efectos, no un discurso ingenuo, sino una obra de arte que represente la realidad sin dejar de ser vanguardista [...]
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los escritores pugnamos por encontrar las palabras
precisas, el tiempo ideal, el tono, el estilo candente para sacudir a los lectores desconcertados, felices o aterrorizados. Pretendemos una propuesta estilstica que sea lenguaje, ritmo, narrativa e historia. Elmer Mendoza. Tomado de: OLVERA, Ramn Gernimo. Slo las cruces quedaron. Literatura y narcotrfico. 2014, Mxico, Ficticia, p. 29
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El sicario/ narco, al igual que el pcaro, es un
hurfano. Desarraigado, sin ms esperanza que la vida al da, su pica consiste en sobrevivir. No busca ser reconocido por esta gran figura paterna que lo despoj de identidad, sino que busca definirse a s mismo sin el reconocimiento de ella.
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[...] Es de llamar la atencin que el horizonte
existencial de los personajes sea justo el del desarraigo. Ya sea David, de El amante de Janis Joplin, quien se desdobla y transita la vida con su conciencia como un agente externo, o Tiburn, de Al otro lado de Heriberto Ypez. David y Tiburn son seres despojados del futuro
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y la novela es un espacio de atmsfera que no
denuncia especficamente, sino de manera fenomenolgica condiciona a manera de paisaje un pas quebrantado y sin sentido.
OLIVERA, Ramn Gernimo, Op. Cit. p.
33.
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Este desamparo lleva al narco/ sicario a la
necesidad de nombrarse a s mismo, de explicarse ante un interlocutor que lo dote de la sustancia y el sentido que su origen le han negado. Quiz por eso muchos de los autores de narconovela optan, como los de la picaresca, por la primera persona en sus narraciones.
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[...] Sabes que carnal? Durante el ao tres meses
y diecisiete das que llevamos camellando juntos te he estado wachando wachando y siento que eres un bato ac, buena onda, de los mos. No s como explicarte, es como una vibra, carnal, una vibra chila que me dice que no eres chivato y que puedo confiar en ti, a poco no. MENDOZA, Elmer, Un asesino solitario. 2013, Mxico D.F. Tusquets Editores, p. 11
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[...] Dicen que las mujeres matan mejor. Yo no
s si esto es verdad. No creo que en este negocio ninguna de nosotras est pensando en ser ms cabrona que la otra, slo por hacerse la chingona. Esa si es una diferencia entre ustedes los hombres y nosotras las mujeres. De cualquier manera s, lo confieso, yo misma lee apunt a las caras.
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Traa una Colt. Los hijos de puta ya me haban
dado telfonos, carteras y reproductores de msica. Le dije a Sandra: listo, ya estuvo, pero le encabron que el puto chofer de mierda nos dijera pinches viejas. Pinche tu puta madre. Sandra le apunt a la cabeza. Y no fall. Nieto, Omar, Las mujeres matan mejor, 2013, Joaquin Mortiz, p. 11
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[...] Es que entindeme, mi rey, no me part la
madre en la polica, luego en el ejrcito, y sobre todo all, en lo de Quintana Roo, pa que un pendejo me vena con que las viejas no debemos andar en esto. Por eso dispar y no me arrepiento. Nosotras tambin sabemos hacer nuestro trabajo. Adems, para eso me entrenaron no? Pues ahora se chingan, mi rey. Ibdem, p. 13
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Si bien los personajes de la narconovela
mexicana saben definirse a travs de su propio discurso, los que pueblan la variante colombiana no cuentan ni siquiera con ese lujo. Los sicarios de Medelln son hurfanos absolutos, con la autoconciencia extirpada, sin otro mvil que sobrevivir un da ms
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En La virgen de los sicarios, el narrador es el
Gramtico, un escritor homosexual que se vincula emocionalmente con dos jvenes sicarios El primero de ellos, Alexis, le muestra al narrador y al lector la violencia sin sentido y el vaco del que estn repletos sus das.
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Ramn Gernimo Olvera vincula a Alexis, y a
su sucesor Wilber, con la figura del hroe abyecto, especie de antihroe que va ms all que el propio pcaro en su pragmatismo y frialdad y que es la representacin del individualismo ms feroz, pues:
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[...] Descendiente del esclavo, el mendigo, el
tonto y el loco: los encarna y representa a todos pero viene armado de una carga centenaria de resentimiento y de una fuerza vengativa y destructiva... En l es mximo el ejercicio de la hybris y su nilhismo es creciente -como el Ubermensch nietzcheniano-
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Op. Cit. p. 13
acta sin el aval de los dioses, sin justificacin
racional o externa, no encarna ideales colectivos, su interior es un caos, un laberinto, o mejor, un abismo
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Rosario Tijeras, novela de Jorge Franco,
ejemplifica tambin esta incapacidad del sicario de enunciarse a s mismo. Aqu el narrador es uno de los amantes de Rosario, asesina y prostituta que fue violada cuando nia y que recibe su apellido-mote al castrar a uno de sus violadores.
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[...] Rosario no tiene apellido y su nombre es
un colectivo en donde cabe el calvario que viven las mujeres de las comunas de Medelln. En La Virgen de los Sicarios, Alexis carece de apellido y, al igual que Rosario, ambos han construido su personalidad en la ausencia de la figura paterna. Ibdem, p. 94
Hay un nexo que vincula ambas obras:
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El sicario ni siquiera tiene ese lujo.
La diferencia principal entre la orfandad del
Pcaro con la del Sicario es que el primero tiene conciencia de que lo tuvo por lo tanto, que tuvo un lugar, as fuera muy modesto, dentro del contrato social.
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As es como el Gramtico, narrador de La Virgen
de los Sicarios, retrata los arrabales de Medelln:
Otra caracterstica que comparte la novela del
narco con la picaresca es el retrato de costumbres que hace, misma que en ocasiones a veces, involuntariamente-, cae en la denuncia social
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[...] Las comunas cuando yo nac ni existan. Ni
siquiera en mi juventud, cuando me fui. Las encontr a mi regreso en plena matazn, florecidas, pesando sobre la ciudad como su desgracia. Barrios y barrios de casuchas amontonadas unas sobre otras en las laderas de las montaas, atronndose con su msica, envenenndose de amor al prjimo, compitiendo las ansias de matar con la furia reproductora.
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Ganas con ganas a ver cual puede ms. En el
momento en que escribo el conflicto aun no se resuelve: siguen matando y naciendo. A los doce aos un nio de las comunas es, como quien dice, un viejo: le queda tan poquito de vida... Ya habr matado a alguno y lo van a matar.
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Dentro de un tiempito, al paso que van las
cosas, el nio de doce que digo reemplcenlo por uno de diez. sa es la gran esperanza de Colombia. VALLEJO, Fernando, La virgen de los Sicarios, 2010, Mxico, Coleccin Punto de Lectura, Editorial Santillana, p.28
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Y, por supuesto, en ocasiones tambin comparten esa mirada cargada de irona, tal y como ejemplifica el siguiente fragmento de El Canillitas, de Artemio del Valle-Arizpe:
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[...] Se levant el Mochiln preso a la cadena,
pas una temporada de descanso en la Crcel de la Corte, con ms roa que la de costumbre y muy saboreado de chinches y piojos que gustan de ella golosamente, y luego, un buen da, o ms bien, un mal da, entre honroso acompaamiento, compuesto por lo ms lcido, eclesistico y seglar de la corte, se le condujo a la plaza mayor en donde
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, a pesar de no ser el da de su santo, lo
colgaron. Le pusieron ceida corbata de Ixtle, y bendijo as muchsimas veces con los talones a la multitud mitotera que fue a ver cmo lo exterminaban. DEL VALLE-ARIZPE, Artemio, El Canillitas, 2001, Mxico, Coleccin Sepan Cuantos...Editorial Porra, p. 7
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Que muy bien puede
competir en hilaridad y malaleche con este pasaje de Tiempo de Alacranes, de Bernardo Fernndez BEF:
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[...] Una ligera sonrisa, la curvatura
involuntaria de la comisura de los labios de Mickey traicionaron su rostro. Era claro que no jugaba tan bien las cartas como Valenzuela, que supo que estaba dominando la situacin. -Cheque personal? -Transferencia electrnica. Ahora.
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-Usted es muy duro.
-De eso vivo. -Dnde est la catsup? -interrumpi Chabelo-. quin puede comer salchichas sin catsup? -Puedes decirle al cabrn marrano que deje de atragantarse mi alacena?! Tras decir sus ltimas palabras, el crneo de Valenzuela salt astillado por los aires.
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Su masa enceflica se estamp contra la pared,
escurriendo lentamente, dejndola como el lienzo de un cuadro abstracto. Uno muy malo. El gordo, con la mirada inyectada de furia, sostena su escopeta Mossberg recortada desde la cocina
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An humeaba. Tams ni siquiera haba tenido
tiempo de reaccionar. Valenzuela jams se enter de lo caro que le haba salido envalentonarse. -Nadie... Nadie, pinche Tams, me llama marrano. Fernandez, Bernardo (BEF), Tiempo de Alacranes, 2005, Joaquin Mortiz, pp. 42-43
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El Sicario y el pcaro comparten esa orfandad a
la que la sociedad de sus respectivas pocas los ha condenado. Orfandad que lleva a la miseria, y que es refrendada por la corrupcin, la impunidad y la falta de oportunidades para subir en el escalafn social de manera legtima
CONCLUSIONES
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A ambos les tocaron, paradjicamente, pocas
de gran riqueza: la Espaa del Siglo de Oro con todas las riquezas de ultramar y la Latinoamrica de los supermillonarios globales. Sin embargo, ellos han quedado excluidos de esa abundancia. Ambos son expertos en el arte de la supervivencia, el pcaro, con su astucia y desenfado, el sicario, con el ejercicio de la violencia.
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En dichos entornos, en donde la hipocresa es
la verdadera norma, antihroes como el pcaro y el sicario desenmascaran, a travs de su lucha por la supervivencia, a una sociedad cuya nica y verdadera norma tica parece ser la depredacin sin freno.
