El Todo-Uno Del Idealismo Alemán en La Poesía de Hölderlin

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El todo-uno del idealismo alemn en la poesa de Hlderlin (Gabs)

Introduccin:
La idea de esta clase es cerrar la temtica del idealismo alemn a partir de un
anlisis de las ideas estticas de Hlderlin. Vamos a tomar como referencia el
artculo de Gabs, y a partir de la propuesta de este autor vamos a analizar la
vinculacin de las ideas de Hlderlin con algunos representantes del
romanticismo alemn (Schiller) y con los idealistas: Kant, Fichte, Schelling y
Hegel. Vamos a partir de ver la influencia de Hlderlin en El ms antiguo
programa sistemtico del Idealismo Alemn.
1. Biografa
Friedrich Hlderlin naci en Lauffen am Neckar (Wurtemberg) en el seno de una
familia burguesa. Su padre muere cuando l tena dos aos. Su madre contrae
segundas nupcias con Johann Christoph Gock, consejero municipal de Nrtingen,
donde Hlderlin se crio junto con su hermana y su hermanastro.
Su padrastro muri cuando Hlderlin tena nueve aos y de sus seis hermanos
slo dos sobreviviran a su infancia: su hermana Rike, mayor que l, y Karl, seis
aos menor.
En 1784 ingres en un colegio preparatorio para el seminario, en Denkendorf, y
en 1788 entr como becario para estudiar Teologa en el Tbinger Stift (seminario
de la Iglesia Protestante en la ciudad deTubinga, en Wrttemberg), donde fue
amigo y compaero de los futuros filsofos Hegel y Schelling. Se influyeron
mutuamente y se ha especulado que fue probablemente Hlderlin el que
present a Hegel las ideas de Herclito acerca de la unin de los contrarios, que
el filsofo desarrollara en su concepto de la dialctica.
Estudi tambin literatura y filosofa clsicas, tradujo al alemn
algunas tragedias griegas y escribi poesa. Muy influido por Platn y por
la mitologa y cultura helnicas, se apart sensiblemente de la fe protestante.
En 1793 sali del seminario provisto de la licencia que le permita ejercer el
ministerio evanglico, pero decidi no dedicarse a su carrera, sino emplearse
como preceptor. Durante los aos siguientes se dedic a educar hijos de nobles y
de comerciantes ricos.
Schiller le proporcion una plaza para ocuparse del hijo de Charlotte von Kalb,
en Waltershausen, aunque pronto abandon su puesto, dada la limitada
influencia que ejerca sobre su alumno. Se instal luego en Jena, uno de los
principales centros intelectuales del pas. Asisti a clases impartidas por Fichte, y
Schiller le public un fragmento del Hiperin en su revista Thalia.
Falto de recursos, volvi a Nrtingen en 1795 y en 1796 trabaj en casa de Jakob
Gontard, comerciante de Frncfort del Meno y se enamor de su mujer, Susette.
A ella le dedic varios escritos, entre ellos el Hiperin, refirindose a ella con el
nombre de Diotima. A pesar de su trabajo y de los viajes que debi efectuar con

la familia Gontard a causa de la guerra, fue una poca de intensa actividad


literaria, y en 1799 finaliz la novela epistolar Hiperin, o el eremita en Grecia.
En septiembre de 1798 tuvo que abandonar la casa de los Gontard, despus de
vivir una penosa escena con el marido de Susette, con quien mantendra la
relacin durante casi dos aos de forma clandestina. Se entrevist varias veces
en secreto con ella, hasta que se traslad a Hamburgo, por consejo de su amigo
el diplomtico Isaak von Sinclair.
Emprendi entonces la redaccin de su tragedia La muerte de Empdocles e
intent lanzar una revista intelectual y literaria que fracas. En 1800 fue invitado
a Stuttgart, donde tuvo tiempo para dedicarse a la poesa y traducir a Pndaro,
que ejercera una gran influencia sobre sus himnos. A finales del ao acept otro
puesto como preceptor en Hauptwil, Suiza.
Se ignora por qu razones abandon su trabajo en abril de 1801 y volvi con su
madre a Nrtingen. Segn se desprende de una carta de marzo de 1801 a su
amigo Christian Landauer, Hlderlin era cada vez ms consciente de sus
problemas mentales, que ya desde su poca de estudiante se le haban
presentado en forma de depresiones. En invierno de ese ao tuvo una fuerte
crisis.
Hasta enero de 1802, cuando obtuvo un cargo en casa del cnsul
de Hamburgo en Burdeos, trabaj ininterrumpidamente en su obra potica. Al
aparecer los primeros sntomas de su enfermedad mental, en abril, abandon
una vez ms su puesto. Sinclair le comunic por carta la muerte de Susette
Gontard, el 22 de junio de 1803, en Frncfort del Meno.
Tras un perodo de gran violencia, su trastorno mental pareci remitir. Sinclair lo
llev de viaje a Ratisbona y Ulm y, a la vuelta, escribi El nico y Patmos, dos de
sus obras maestras. Por influencia de su amigo Sinclair, en 1804 obtuvo la plaza
de bibliotecario de la corte en el palacio del landgrave de los Homburg.
Como sus crisis mentales se hicieron cada vez ms frecuentes (profera
maldiciones como un poseso y andaba sin rumbo mientras hablaba consigo
mismo), en 1806 Sinclair decidi internarlo en una clnica psiquitrica
de Tubinga. Tras cuatro das de viaje, fue recibido por Ferdinand Autenrieth
(1772-1835), el responsable mdico de la clnica, que haba alcanzado fama
desde su apertura por los nuevos mtodos teraputicos empleados.
Hlderlin ingres en la clnica el 14 o 15 de septiembre de 1806 y estuvo
internado 231 das. Sus sntomas eran una gran agitacin motriz, largos paseos
sin rumbo, escasa orientacin espacio-temporal, frecuentes accesos de ira y,
sobre todo, una incontrolable e ininteligible verborrea (probablemente indicativos
de una esquizofrenia catatnica).
Tras ser declarado enfermo incurable, en mayo de 1807 fue puesto al cuidado de
un ebanista de la misma ciudad, entusiasta de la lectura del Hiperin, quien lo
acogi en su casa; la madre del poeta se hizo cargo de los gastos de
manutencin. All permaneci hasta su muerte, en unas condiciones de locura
pacfica que se prolongaron durante treinta y seis aos.

2. El ms antiguo programa sistemtico del idealismo alemn

Uno de los rasgos ms determinantes de la obra de Holderlin es, justamente, la


manera en que favorece la interpenetracin de los discursos filosfico y
potico. Es claro, por lo dems, que esta mutua imbricacin se hizo posible en
la medida en que Holderlin supo aprovechar al mximo los vnculos existentes
entre el idealismo especulativo, por entonces incipiente, y la esttica del
romanticismo temprano. Muchas veces se ha citado, a este respecto, el
testimonio que representa ese famoso fragmento conocido como El ms antiguo
programa del sistema del idealismo alemn, de 1796. Como se sabe, se trata de
un breve texto materialmente escrito por Hegel, pero cuya autora se ha
atribuido tambin a Schelling y a Hlderlin, sus amigos y compaeros en el
seminario de Tubinga. Hoy se acepta ya generalmente que la redaccin del
fragmento corri a cargo del propio Hegel. Pero ello no impide seguir pensando
en Hlderlin como principal inspirador, al menos, de los prrafos dedicados a
cuestiones estticas.
Suyas parecen , de hecho, las sugerencias acerca de la idea que lo une todo, la
idea de la belleza, tomada la palabra en el sentido ms alto, platnico. As, el
autor se declara convencido de que el ms alto acto de la Razn, en cuanto que
ella abarca todas las ideas, es un acto esttico, y de que la verdad y el bien slo
en la belleza estn hermanados"; por eso, aade, el filsofo tiene que poseer
tanta fuerza esttica como el poeta. Por otro lado, e! fragmento termina con un
comentario acerca de la necesidad de una religin sensible: monotesmo de
la Razn y del corazn, politesmo de la imaginacin y del arte. Esto no es sino
la asuncin del programa herderiano de la instauracin de una nueva
mitologa, aqu definida como una mitologa de la Razn . Pues mientras no
hagamos estticas, es decir, mitolgicas, las ideas, ningn inters tiene para el
pueblo. E inversamente: mientras la mitologa no sea racional, el filsofo tiene
que avergonzarse de ella. De lo que se trataba, por tanto, era de corregir los
excesos desmitificadores del racionalismo ilustrado, camino de una nueva
religin de signo patentemente utpico: la mitologa tiene que hacerse
filosfica para hacer racional al pueblo, y la filosofa tiene que hacerse mitolgica
para hacer sensibles a los filsofos. Entonces reinar entre nosotros perpetua
unidad"... Ninguna fuerza ser ya oprimida, entonces reinar universal libertad
e igualdad de los espritus!"
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Lo que esas frases revelan es una perspectiva que por entonces compartan
muchos jvenes romnticos. Por un lado, sus esperanzas de renovacin poltica y
cultural haban sido estimuladas por los todava recientes acontecimientos de la
Revolucin francesa. Por otro lado, los puntos de referencia en el mbito del
pensamiento ya no se encontraban en el contexto de la Ilustracin ortodoxa, sino
en los caminos abiertos por Herder y Kant, despus proseguidos en Jena por
Fichte y
Schiller. El desafo era el que representaban las numerosas escisiones
establecidas por la filosofa de la reflexin: sujeto y objeto, necesidad y
libertad, espritu y naturaleza, entendimiento y sensibilidad, razn y revelacin,
teora y prctica, individuo y sociedad. En este marco, y antes que hubiesen
madurado las filosofas respectivas de Hegel y Schelling, los esfuerzos de
Hlderlin se orientaran hacia un pensamiento de la unificacin de aquellos
contrarios, segn el famoso lema adoptado por el viejo Lcssing: en kai pan, uno
y todo. Slo que, a diferencia de sus viejos amigos de Tubinga, el territorio en
donde esperaba ver cumplida o anticipada esa unificacin no haba de ser el de
la filosofa, sino el de la literatura y, por tanto, el de la experiencia esttica.
3. Relacin con Kant
La Crtica del juicio de Kant es el foco originario de la esttica en la poca del
idealismo alemn. Se advierte en ella una duplicidad e incluso una contradiccin
entre el juego de formas (esttica formal) y la libertad como contenido que
aparece en la belleza sensible. Pues el juicio esttico consiste ciertamente
en

el

libre

juego

formal

de

las

facultades

cognoscitivas:

el

entendimiento y la imaginacin; pero, por otra parte, precisamente


como juego es un smbolo de la moralidad, una forma de aparicin
sensible de lo que en s mismo es suprasensible. El comportamiento
recproco de ambos polos, de lo sensible y lo suprasensible, o de lo
infinito y lo finito, es tal que nunca se llega a una quietud definitiva. El
reino de lo bello implica una simultnea presencia y ausencia. Lo bello
es un signo de lo suprasensible y a la vez un signo manifiesto de que
esto es inaprehensible, inagotable.
Lo bello es instantneo y fugaz. Kant trata este tema sobre todo a propsito de la
relacin entre lo bello y lo sublime. El impacto de lo sublime confiere una vida
exultante a la imaginacin, que se siente embargada por un simultneo encanto
y dolor, por el placer de poder expresar fuerzas infinitas, y por el dolor de no
poder expresarlas adecuadamente. Pero no hay duda de que en el intercambio
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de fuerzas y formas entre lo sublime y lo bello se da para Kant la


experiencia ms completa del espritu.
Hlderlin intenta una interpretacin de Kant que lo haga compaginable con la
concepcin objetiva de la belleza en Grecia. Encuentra una coincidencia de
Kant con los griegos en el pensamiento de la concordancia en la
discordia. Desde la perspectiva de un ser fundado en la subjetividad habramos
de decir que Kant est contra los griegos. Pero Hlderlin busca un punto de
apoyo en el hecho de que Kant define lo bello como objeto de un agrado
desinteresado, sustrado a los fines del sujeto. A este rasgo le da el
nombre de favor. El favor deja que el objeto sea lo que es y hace que
en el sujeto no se interponga ningn inters. All se da una unidad de la
naturaleza en tanto que fenmeno y de la humanidad en tanto que
libertad. Esta unidad enigmtica puede entenderse como una reciprocidad
originaria de la receptividad y de la espontaneidad en el fundamento de la
humanidad finita. Hlderlin entiende que la libertad se funda en un fondo
que est en el sujeto como aquello que es puramente naturaleza.
4. Relacin con Schiller (Cecilia)
Hlderlin objetar a Schiller que ste permanece prisionero del punto de vista
subjetivo, pues asocia al objeto bello la idea de la libertad, que es necesaria en
relacin con el sujeto y accidental en relacin con el objeto. Este pensamiento de
la belleza no est asentado en Schiller sobre el signo de una correlacin de la
receptividad y la espontaneidad, sino sobre el signo de una dualidad de lo
objetivo y lo subjetivo, de lo sensible y la libertad. La gracia est situada
enteramente bajo el signo de la autonoma del sujeto. Y la belleza no es
entendida como categora del ser. Hlderlin, en cambio, piensa la belleza como
el ser, si bien la considera intrnsecamente ligada a la finitud. En efecto, el
nacimiento de la belleza (de Afrodita) y el de la finitud son un mismo origen. Para
los griegos la belleza era el esplendor del ser, lo que hay en l de ms manifiesto
y lo que constituye su unidad. El amor era asimismo el vnculo del todo en su
presencia. Sin embargo, a pesar de este desplazamiento de la belleza hacia la
ontologa, Hlderlin esboza en el fragmento de Thalia una filosofa de la
historia cuyo esquema tiene su origen en Schiller: unidad original, escisin,
sntesis superior.
Hlderlin refuerza la omnipresencia de la belleza alejndose de la tradicional
concepcin metafsica del Fedro, segn la cual se da en dicho dilogo un
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movimiento ascensional hacia la belleza una, donde la mediacin del eros queda
superada en la plenitud de la visin. A esa concepcin contrapone otra, tomada
fundamentalmente del Banquete, que se centra en la belleza de las cosas del
mundo. Desde esta perspectiva, tambin el amor permanece con su ambigedad
interna en medio de la belleza. La esencia hbrida del eros es el signo de que la
belleza se revela. De acuerdo con la sentencia de Erixmaco en el Banquete: el
uno se compone oponindose en s mismo a s mismo, Hlderlin entiende la
belleza como tensin concordada. Es la armona de la unidad del ser en tanto se
compone oponindose ella misma a s misma. En la lectura del Banquete se deja
guiar ms por Herclito que por el platonismo tradicional. As, entiende la belleza
como el ser que se unifica a travs del velo de una diferenciacin de s. Y
concibe el amor como el ser mismo en el movimiento por el que concuerda y se
desgarra diferencindose. La concepcin de la tradicin metafsica aprehende el
ser como un ente privilegiado, situado en una regin eminente. La que Hlderlin
desarrolla en relacin con el Banquete quiere captar el ser como el reino de la
presencia a travs del ente, y la verdad como el desarrollo de esta presencia,
que atraviesa el ente sustrayndose. El hombre lleva impreso un ser que aqul
olvida sin cesar. Y eso hace posible la reconquista constante de la visin del ser.
Lo bello es lo que deja irradiar el ser a travs del ente.
El primer captulo de la redaccin ms antigua de Hiperin, titulado La juventud
de Hiperin, contiene el siguiente texto:
Lo bello implica un sentido oculto. Interpreta su sonrisa! As se nos aparece el
espritu que pone fin a la soledad del nuestro. En las ms pequeas cosas se nos
manifiesta lo que hay de ms grande. La ms alta efigie de todo acorde viene a
nuestro encuentro en los movimientos apacibles del corazn, se expone aqu en
la cara de este nio. No entiendes las melodas del destino? Sus disonancias
significan lo mismo.
El lema inicial de Hlderlin es el uno-todo de la poca de Tubinga. Sus
poemas de juventud cantan la presencia de una totalidad de vida en la
naturaleza. Son un canto a la libertad y al amor como gloria de una vida
sagrada que el mundo expande. Una misma unidad originaria se
despliega como gloria, libertad, amor y belleza.
5. Relacin con Fichte

En 1794 y 1795 Hlderlin estuvo en Jena, donde escuch las lecciones de Fichte.
A partir de 1794 lee la Base de toda la teora de la ciencia. El influjo fichteano es
patente en la persuasin de que el hombre tiene necesidad, tanto para su saber
como para su accin, de un progreso infinito, de un tiempo ilimitado, a fin de
aproximarse al ideal ilimitado. Hlderlin dice que ha calificado de quietismo
cientifista la opinin, segn la cual, la ciencia podra completarse en un
momento determinado. El error sera en todo caso que el hombre pudiera
satisfacerse en un lmite individual determinado, o negar el lmite en general.
Pero la apropiacin de Fichte va acompaada de una profunda crtica, que
tiende a fusionar el yo con la naturaleza. Le objeta que cae, lo mismo que
Spinoza, en la negacin de la conciencia de s en el absoluto, en una
negacin de la individualidad concreta. En la carta a Hegel del 26 de enero de
1795, despus de sugerirle lo mucho que habrn de interesarle los Fundamentos
generales de la doctrina de la ciencia y de expresar su persuasin de que Fichte
aspira a ir en la teora ms all del hecho de la conciencia, escribe:
Su Yo absoluto (= substancia de Spinoza) encierra toda la realidad. Es
todo y fuera de l no hay nada. Por tanto, este Yo absoluto no tiene
objeto; de otro modo, no encerrara toda la realidad. Es todo y fuera de
l no hay nada. Pero una conciencia sin objeto es impensable; incluso si
yo mismo soy ese objeto, en cuanto tal me hallo necesariamente
limitado, aunque sea en el tiempo; por tanto, no soy absoluto. De modo
que una conciencia es impensable en el Yo absoluto, como Yo absoluto
no tengo conciencia, y, en tanto en cuanto no tengo conciencia, soy
nada (para m) y el Yo absoluto es (para m) Nada.
De ah saca Hlderlin la conclusin de que es necesario tomar en serio el yo
finito y temporal, lo cual exige que la naturaleza deje de considerarse
como simple negacin del yo. La naturaleza no se agota con ser un simple
obstculo que hay que vencer, o la materia de nuestra actuacin histrica. Si el
yo tiene realmente necesidad del no-yo, la negacin de este segundo no ha de
poderse pensar sin la supresin de la conciencia y del yo mismo. En la carta al
hermano escrita desde Jena el 13 de abril de 1795 describe as una de las
peculiaridades principales de la filosofa de Fichte:
En el hombre hay una aspiracin a lo infinito, una actividad que no tolera
ningn lmite como perpetuo, ninguna tregua, sino que aspira a ser cada vez
ms amplia, libre e independiente; esta actividad, infinita segn su impulso, est
limitada; la actividad infinitamente ilimitada segn su impulso es necesaria en la
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naturaleza de un ser que tiene conciencia (de un yo, tal como se expresa Fichte),
pero tambin la limitacin de esta actividad es necesaria para un ser que tiene
conciencia, pues si la actividad no estuviera limitada, no fuera deficiente, esa
actividad sera todo y fuera de ella no habra nada; por tanto, si nuestra
actividad no tuviera ninguna resistencia de fuera, no habra nada fuera de
nosotros, no sabramos de nada, no tendramos ninguna conciencia; si nada
tuviramos enfrente, no habra ningn objeto para nosotros; ahora bien, tan
necesarios como son para la conciencia la limitacin, la resistencia y el
sufrimiento producido por la resistencia, as de necesaria es tambin la
aspiracin al infinito, una actividad ilimitada segn el impulso en el ser
que tiene conciencia, pues si no aspirramos a ser infinitos, libres de
todas las limitaciones, no sentiramos que algo es opuesto a esta
aspiracin, no sentiramos nada distinto de nosotros, no sabramos de
nada, no tendramos conciencia.
En 1795 Hlderlin redacta tambin el escrito Urtheil und Sein, (Juicio y ser), que
constituye una toma de posicin frente al libro de Schelling sobre el yo y frente
al concepto de substancia en Fichte. Interpreta el juicio como una divisin
originaria. Segn Hlderlin, la separacin entre sujeto y objeto est ubicada en el
origen de la autoconciencia, en el momento en que cesa la inmersin en el
confuso material primigenio de la naturaleza. Sin esa divisin resultara
imposible la conciencia de s. Nosotros no podemos escapar a la escisin
que va inherente a nuestra conciencia. Sin embargo, el sentido de todos
nuestros esfuerzos se halla orientado a unirnos con la naturaleza en un todo
infinito. Hlderlin toma del holands Hemsterhuis la frmula unificacin con
todo cuanto vive. Esta unificacin acta desde una base real, pues, a
pesar de la separacin entre sujeto y objeto en la conciencia de s, es imposible
una separacin y un aislamiento absolutos. Lo que originariamente est unido
sale de s, se escinde en partes, se derrama en el juicio. El pensamiento puede
entender el vnculo infinito de todo lo viviente, pero no agotarlo. La vida no es
un producto del pensamiento, sino un presupuesto indeducible del
mismo. El pensamiento reproduce las leyes necesarias de la vida, pero no aquel
nexo ms infinito al que aluden las leyes divinas no escritas de Antgona. Ese
nexo, la unidad con todo lo que vive, se alcanza en la intuicin intelectual.
Hlderlin deja entrever la unidad, el ser absoluto, slo en la separacin
de sus partes y en el seno de la multiplicidad misma.

En un proyecto de prlogo de los esbozos de Frankfurt (1795) relativos al


Hiperin, Hlderlin afirma que todos nosotros recorremos una ruta excntrica, y
que no hay ninguna otra va posible de la infancia al cumplimiento. La
concordancia dichosa con el ser est perdida para nosotros. Nos adherimos al
en kai pan del mundo para restaurarlo por nosotros mismos. En ningn
momento de nuestra existencia llegamos al punto donde cesa el
conflicto y todo es uno. Sin embargo, no tendramos idea de la paz
infinita si no estuviera presente el ser unificante, si no estuviera
presente como belleza. La mera existencia de la belleza en este mundo
sera, pues, no slo la garanta del advenimiento del nuevo reino - de
la reconciliacin universal, sino la condicin de posibilidad del sujeto
como tal.
6. El Hiperin
En la carta a Neuffer de noviembre de 1794 dice que Schiller le ha entregado un
ejemplar de Thalia con un fragmento publicado de su Hiperin. Esta parte,
denominada Fragmento de Thalia, contiene las cinco primeras cartas del
Hiperin. El primer tomo completo apareci en Cotta a mediados de abril del ao
1797. El segundo tomo apareci en octubre de 1799. Dicho fragmento arranca
de la idea, tomada de Kant y Schiller, de que el hombre debe aprender a
reencontrar por sus propias fuerzas lo que la naturaleza le prodigaba
originariamente. Hlderlin afirma la identidad entre el estado original
de la humanidad y el estado en el que se cumpla su desarrollo
voluntario.
En la carta del 4 de septiembre de 1995 a Schiller, Hlderlin escribe:
Intento desarrollar la idea de un proceso sin fin de la filosofa, pretendo mostrar
cmo la exigencia ineludible que debe plantearse a todo sistema, la unin del
sujeto y del objeto en un absoluto yo o como quiera llamrsele, sin duda es
posible estticamente, en la intuicin intelectual, tericamente en cambio slo
es posible mediante una aproximacin sin fin, a la manera de la aproximacin
del cuadrado al crculo, y cmo, para realizar un sistema del pensamiento, es
necesaria una inmortalidad tanto como para un sistema de la accin.
Por intuicin intelectual esttica ha de entenderse la aprehensin de
la unidad infinita de la naturaleza en medio de sus fenmenos
sensibles. Y en marzo de 1796 escribe a su hermano:
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Me escribes que quieres ocuparte de esttica. No crees que la determinacin


de los conceptos debe preceder a su unificacin y que, segn esto, las partes
subordinadas de la ciencia, por ejemplo, del derecho (en el sentido puro), o de la
filosofa moral, han de estudiarse antes de entrar en las cumbres de las cosas?
No crees que, para conocer la indigencia de la ciencia y presentir algo superior
por encima de ella, primero ha de comprenderse la indigencia? Es cierto que se
puede entrar en ella desde arriba, y es necesario hacerlo en el sentido de que
siempre el ideal puro de todo pensar y hacer, la belleza irrepresentable e
inalcanzable, tiene que estar presente por doquier para nosotros, pero slo
puede conocerse por completo y en toda su claridad cuando se ha pasado a
travs del laberinto de la ciencia y, despus de haber aorado hondamente la
patria, se llega al pas silencioso de la belleza.
Hlderlin objeta a Fichte que l, al caracterizar la actividad como un
esfuerzo infinito, sacrifica el yo absoluto al prctico, al yo finito en
general. Y si bien admite por su parte que en la esfera de la ciencia y de
la accin no se llega a ninguna consumacin, afirma, sin embargo, la
presencia del absoluto, la fusin absoluta de sujeto y objeto en la
intuicin intelectual de tipo esttico. En Fichte la intuicin intelectual se
transforma en idea. La verdadera intuicin intelectual es la esttica.
Con apoyo en Schelling, que ve en la esttica el mbito de adecuacin entre
lo subjetivo y lo objetivo, entre el criticismo y el dogmatismo, tambin Hlderlin
atribuye a la belleza la superacin de la oposicin entre ambas
dimensiones. Sin embargo, frente a Schelling, que se centra en el
absoluto como lugar de fusin de todas las diferencias, Hlderlin afirma
que el verdadero absoluto slo puede reconocerse a travs del camino
de las diferencias finitas. La unidad absoluta es inmanente a las
oposiciones en las que se escinde. La autntica profundidad no est en la
conquista de una unidad excluyente de las diferencias, sino en el conocimiento
de las partes y de lo que las funda en su unidad.
Encontramos en Hlderlin la afirmacin de que la belleza es el absoluto que
regresa hacia s a travs del laberinto de lo finito, a travs del
movimiento negativo del perecer y de las contradicciones. De ah que el
hombre sea un dios cuando suea y un mendigo cuando reflexiona.
Hlderlin esclarece el movimiento de la belleza mediante la relacin entre la
Tierra y el Sol. La Tierra es la esposa cada da ms fiel del dios solar, pero est
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separada de l por un decreto del destino, a fin de que ella lo busque, se


acerque, se aleje, se expanda en su belleza ms radiante. La alternancia de
desarrollo y repliegue es la ley que rige asimismo la historia. Pero
solamente Grecia ha tenido el privilegio de unir la entrega a la
naturaleza y la autoconciencia de la libertad.
El Hiperin podra considerarse como el drama del drama. Es una novela
epistolar que narra la historia de Hiperin y de su amada Diotima.
Hiperin es un griego que vive en el extranjero, y que regresa a la
patria para liberarla del dominio turco. La novela se centra, as en la
recuperacin de la unidad con la naturaleza, en la reunin unificante de
sujeto y objeto, aquella que la belleza garantiza. Pero esa reunificacin
es producto de un camino excntrico, y requiere la exteriorizacin del
sujeto, su decisin de atravesar la alteridad infinita del mundo, la
asuncin de toda la negatividad de la experiencia y el riesgo de perder
la identidad en ese devenir.
Hlderlin quiere entrar en la esencia de la vida y de la accin. En el mundo no
hay otro acontecer fudamental que el de la belleza, el de la reunin de lo
escindido en el fundamento de su unidad. Entusiasmo, alegra, libertad, patria,
belleza, amor son diversas maneras de manifestacin de la fuerza unificante.
Bajo su llama las individualidades dispares son inducidas a la accin. Todo drama
consiste en que un determinado individuo, inundado por el entusiasmo,
emprende una lucha o una accin significativa para la comunidad de los seres
vivos. Hlderlin ofrece en su Hiperin un tratado fundamental de esttica,
pedagoga y poltica. No hay otra fuente posible de sentido que la del todo-uno
de la naturaleza.
El libro comentado narra el regreso del protagonista, que vive en el extranjero, a
su Grecia natal, subyugada tambin por un poder extranjero (los turcos). Grecia
es la naturaleza fsica (los montes, los ros, el mar) y a la vez la patria que
guarda la memoria histrica del pueblo que experiment la belleza. Hlderlin usa
la figura de Diotima para enmascarar la persona de su amada, Susette, esposa
del banquero Gontart, en cuya casa de Frankfurt actu como instructor. Pero a la
vez Diotima es una expresin singular de la belleza y constituye la meta
de los anhelos humanos, encarnados en la persona de Hiperin. En el
volumen primero de la obra dominan el canto y la aoranza de la naturaleza una,
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y el volumen segundo se centra en la batalla por la liberacin de Grecia, por la


constitucin del hroe en la accin y por la creacin de una comunidad de
hombres libres. El relato de acontecimientos es mnimo. La lucha a la que se
entrega Hiperin ocupa un espacio muy reducido en su desarrollo y relato, pero
representa un elemento indispensable para comprender el sentido de la
existencia. En la batalla entran en juego las fuerzas que unen la comunidad de
los combatientes y los conducen ms all de la mera finitud aorante.
El corazn atormentado y acosado de Hiperin vuelve a los brazos de la
inmutable,

serena

hermosa

naturaleza.

All

la

plenitud

del

mundo

infinitamente vivo nutre y sacia con embriaguez mi indigente ser. Perdido en el


inmenso azul, es como si se disolviera el dolor de la soledad en la vida de la
divinidad. Hiperin alcanza con frecuencia esa cumbre, pero un momento de
reflexin basta para despearlo de la naturaleza. Entonces se encuentra ante
ella como un extrao y no la comprende. Cuando desaparece el entusiasmo,
pregonero de la naturaleza una, el hombre se queda como un hijo prdigo a
quien el padre ech de casa. Sin embargo, en medio del abandono y de la
desolacin, asoma en nosotros la ambicin irresistible a ser todo, que, como el
Titn del Etna, brota enojado desde las profundidades de nuestro ser.
La alternancia de los momentos esplendorosos de la vida se muestra tambin en
el amor. S!, el hombre, cuando ama, es un sol que todo lo ve y todo lo
transfigura; cuando no ama, es una morada sombra en la que se consume un
humeante candil. A travs del sentimiento del amor irradia la belleza,
que est presente all donde se forjan las coordenadas fundamentales
del hombre. Tal como sucedi en Grecia, de la belleza nacen el arte, la
religin y la filosofa. En el arte, primer hijo de la belleza humana, se
rejuvenece y perpeta a s mismo el hombre divino, que para sentirse a
s mismo coloca su belleza frente a s. La religin a su vez es amor a la
belleza. El pueblo la ama a travs del rostro de sus dioses. Y sin tal
amor a la belleza, sin tal religin, todo Estado es un flaco esqueleto sin
vida ni espritu, y todo pensamiento y toda accin un rbol sin copa,
una columna tronchada. Los griegos, precisamente como pueblo
potico y religioso, fueron adems un pueblo filosfico. A la manera de
Minerva, nacida de la cabeza de Jpiter, la ciencia filosfica mana de la poesa de
un ser infinitamente divino. El que alguna vez en su vida no ha sentido la belleza
en toda su plenitud, el que no ha experimentado cmo en las horas de
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entusiasmo concuerda todo interiormente, segn Hlderlin nunca llegar a ser


ni siquiera un filsofo escptico, pues, en efecto, el escptico slo sabe de la
contradiccin porque conoce la armona de la belleza sin tachas. En Grecia
hubo filosofa cuando Herclito formul las palabras: Lo uno diferente
en s, que para Hlderlin es la definicin de la belleza. Sin belleza del
espritu y del corazn, la razn es como un capataz que el amo de la casa ha
enviado para vigilar a los criados [] Cuando el trabajo acabe no tendr que dar
ms rdenes y su papel se habr acabado. La verdadera tarea del pensamiento
viene de la belleza.
Despus de una serie de descripciones grandiosas de la belleza embriagadora, al
final del volumen primero, Diotima, encarnacin de la fuerza amorosa emanada
de la belleza, pronuncia la tremenda sentencia: Hay un tiempo para el amor,
como hay un tiempo para vivir en la cuna feliz. Pero la vida misma nos
arranca de all. Y seguidamente anuncia a Hiperin que ha nacido para
grandes cosas. Debe descender a la tierra mortal, para iluminar, sacudir
y vivificar. Tiene que volver a Atenas y fijarse en los hombres que caminan
entre sus ruinas, y se consuelan con la ultrajante tirana que pesa sobre ellos.
Hiperin acoge la tarea entusiasmado y exclama: Que cambie todo a fondo!
Que de las races de la humanidad surja el nuevo mundo! Que una nueva
deidad reine sobre los hombres, que un nuevo futuro se abra ante ellos!. Y
Diotima le anuncia: Sers educador de nuestro pueblo. Las palabras
finales del

primer volumen anuncian

una

unin

futura

entre

la

naturaleza y la accin histrica del hombre: Ya llegarn tus hombres,


naturaleza! Un pueblo rejuvenecido te rejuvenecer tambin a ti, y sers como
su desposada, y el antiguo vnculo de los espritus se renovar contigo. Slo
habr una belleza; y humanidad y naturaleza se unirn en una nica divinidad
que lo abarcar todo.
El segundo volumen se abre con el pensamiento de que incluso lo divino
tiene que humillarse y compartir la muerte necesaria con todo lo que es
mortal.
Alabanda comunica a Hiperin que ha llegado la ocasin de actuar militarmente,
mediante una alianza con los rusos contra los turcos. Con la perspectiva de la
batalla se introduce el horizonte de las experiencias mortales, que, lejos de
destruir la belleza, la elevan a un grado ms alto. La separacin misma de
Diotima no lo arroja de la naturaleza, que envuelve tanto la alegra como la pena
(p. 139). Hiperin tiene que entregarse a la accin finita, porque Diotima no
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puede ser todo para l. Su amada le dice: Poda librarte yo de la traba de ser
mortal? Poda calmar la llama de tu pecho, para la que no mana fuente alguna
ni crece ninguna cepa? Poda ofrecerte en una copa las alegras de todo un
mundo?26.
Hlderlin describe el estado de los hombres como una lucha entre
nuestra mismidad y el mundo. Estn presentes en la vida humana el
amor y la accin, pero en ninguno de ellos se logra la consumacin. De
su fracaso surge la tendencia a aclararse sobre el todo de la vida. El
curso de la vida es una sucesin de intentos de interpretarla. Llegados
a la madurez, se hace urgente una interpretacin que mantenga unidas
las tendencias opuestas. El todo-uno se presenta como abierto, pues el
curso

de

la

vida

puede

intervenir

en

su

desarrollo.

Cualquier

experiencia de la vida ha de integrarse en una comprensin que lo


abarque todo. El proceso de comprensin no es lineal. Puede suceder
que se pierda lo que ya se ha entendido. El sufrimiento y la indigencia
son incluidos en la unidad del todo. La certeza de la unificacin se nos
da en las experiencias de la belleza, de la paz y del amor. El fundamento
presente en la conciencia se abre a sta en la reflexin. Pero el proceso
de la propia comprensin no conduce a un cierre definitivo en una
verdad demostrable. EXPERIENCIA TRGICA DE LA EXISTENCIA.
7. El Empdocles
Esta obra tuvo tres versiones sucesivas, dos con el ttulo de La muerte de
Empdocles y una con el de Empdocles en el Etna. El plan frankfurtiano de
Empdocles proviene del ao 1797. En 1799 trabaja en la segunda redaccin. El
argumento del poema trgico se refiere a la figura del filsofo griego
Empdocles, que, persuadido de su condicin divina y de su unin con la
naturaleza, ensea al pueblo y se granjea su veneracin. Pero Hermcrates,
sumo pontfice de Agrigento y hbil manipulador de los hombres, vuelve al
pueblo contra Empdocles. ste experimenta su honda soledad y se retira hacia
el Etna acompaado por Pausanias. En el camino un campesino les niega el
hospedaje. Entre tanto llega el pueblo con Termcrates a su cabeza, que invita a
Empdocles a volver, pues ya ha expiado su delito. Pero l se niega y prosigue su
camino.

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El autor del poema se propona resucitar la tragedia antigua. La figura de


Empdocles muestra rasgos de semejanza con Prometeo, condenado por llevar
lo divino a los hombres, lo mismo que con la de Jess en el Nuevo Testamento. La
obra expresa el pensamiento de que lo divino debe perecer y de que el
hombre genial est destinado a experimentar la desdicha. Pero en ese
destino los grandes hombres cumplen la funcin de unir al pueblo
conectndolo con lo divino de la naturaleza. Lo mismo que los poderes de
la naturaleza alentaban la vida del pueblo griego, Hlderlin espera el retorno
de Grecia como principio de vida de la nueva comunidad humana. Desde
los primeros esbozos de Frankfurt se articula el tema de Empdocles
arrojndose al fuego del Etna para volver al fondo creador de la
naturaleza. En el primer esbozo de la tragedia el sentido de esta accin es
abolir toda determinacin sumergindose en la unidad indiferenciada.
Pero Hlderlin aade un manuscrito de la primera versin con una nota que
indica su resistencia a la fuga de Empdocles. Luego desarrolla la persuasin de
que slo es retorno autntico el que asume la dureza de la oposicin, la firmeza
de la diferencia. La vida tiene vnculos a los que no puede arrancarse y
que pueden designarse con el nico nombre de conciencia. Y el
segundo esbozo de la muerte de Empdocles renuncia a la idea de una
naturaleza sin indigencia, a la oposicin entre la vida pura y las
determinaciones (del arte, del entendimiento). La naturaleza y la actividad
humana no se relacionan tanto por una oposicin, cuanto por una
mediacin en la que cada uno cumple su esencia a travs del otro.
Hlderlin ve ahora en la naturaleza la duplicidad de un poder unificador
y un sagrado caos regenerador. Las dos fuerzas que rigen la naturalza
son lo orgnico, fuerza que une y configura, y lo argico, fuerza que
divide y es portadora de la potencia infinita de la naturaleza. Esta
fuerza es inaprehensible para la conciencia. La vida pura, para hacerse
cognoscible, para adquirir conciencia de s misma, tiene que dividirse
en los extremos de lo argico y lo orgnico, de lo inaprehensible y de la
reflexin. Los extremos opuestos, actuando el uno sobre el otro, se
transforman entre s y acaban estableciendo un vnculo infinito entre
ellos.
El lenguaje trgico consigue comprender el conflicto de la muerte misma como
acontecer entre la totalidad viviente y lo singular. El sentido bsico de la tragedia
est en que lo fuerte y originario se manifiesta en su debilidad. Los hroes
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trgicos expresan la naturaleza anonadndose, pero revelando al mismo tiempo


el todo.
La carta desde Homburg el da 4 de junio de 1799 a su hermano, ofrece
un resumen muy conciso sobre la relacin entre la naturaleza y el arte,
tema central del poema. En dicha carta leemos:
Por qu tenemos ciencia, arte, religin? Porque el hombre quera algo mejor
que lo que haba encontrado. Aunque los hombres se desollen malignamente, lo
hacen porque no les basta lo presente, porque quieren las cosas de otra manera,
y as se arrojan con antelacin al sepulcro de la naturaleza, aceleran la marcha
del mundo. Lo mayor y lo ms pequeo, lo mejor y lo peor del hombre brota de
una nica raz, y en conjunto todo es bueno, y cada uno cumple a su manera la
destinacin humana, el uno ms bellamente, el otro ms salvajemente, a saber,
el destino de configurar de manera multiforme la vida de la naturaleza, de
acelerarla,

especializarla,

separarla,

mezclarla,

separarla

atarla

Ves,

querido!, cmo te he planteado la paradoja de que la tendencia al arte y a la


formacin, con todas sus modificaciones y desfiguraciones, es un servicio
peculiar que los hombres prestan a la naturaleza. Pero hace tiempo que estamos
de acuerdo en que todos los torrentes errantes de la actividad humana corren al
ocano de la naturaleza, lo mismo que salen de ella. Y la tarea de la filosofa, de
las bellas artes y de la religin, que nacen ellas mismas de dicha tendencia, es
mostrar este camino a los hombres, que ellos mayormente recorren a ciegas,
muchas veces con desaliento y contra su voluntad, mostrrselo de modo que lo
recorran con ojos abiertos, con alegra y nobleza [] El arte y la actividad del
hombre, por mucho que l haya hecho ya y pueda hacer, no tiene capacidad de
producir lo vivo, la materia originaria, que l est en condiciones de transformar
y elaborar, pero no es capaz de crear; l puede desarrollar la fuerza creadora,
pero la fuerza misma es eterna y no es obra de manos humanas.
En consonancia con la relacin entre arte y naturaleza, Hlderlin
distingue tres tipos o gneros de hombres: el hombre natural (ingenuo); el
abnegado y contradictor del mundo (heroico), y la armona acogida en el
interior, pero sin configurar un todo armnico en el exterior (ideal). Al hombre
natural le falta la energa, lo heroico, junto con el sentimiento profundo (lo ideal).
Y el carcter ideal apenas tiene a la vista lo singular. Le falta la ingenuidad del
don de presentacin. Lo vivo es lo concreto, la idea entrelazada con la
realidad.
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8. Hlderlin y Hegel
Hegel y Hlderlin compartieron en Tubinga los ideales de una renovacin de la
comunidad humana, paralelos a los de la revolucin francesa, que fueron
acuados especialmente con los lemas de todo es uno (en kai pan) y Reino
de Dios. En la carta del 10 de julio de 1794, Hlderlin le escribe a Hegel:Estoy
seguro de que te habrs acordado a veces de m, desde que nos separamos con
la consigna Reino de Dios. Por muchas metamorfosis que pasemos, creo que
siempre nos reconoceremos en este lema45. Entre 1793 y 1796, poca
hegeliana de Berna, ambos amigos estn separados y siguen cada uno su propio
camino. Hegel contina en Berna la elaboracin del tema de la religin del
pueblo y analiza el cristianismo de cara a esta finalidad. Hlderlin trabaja en el
Hiperin, pero no ha olvidado el programa comn elaborado en Tubinga, pues en
la mencionada carta a Hegel de enero de 1795 le dice: Estoy dndole vueltas
hace tiempo al ideal de una educacin del pueblo: y como t te ocupas
precisamente de una parte de ello, la religin [] tal vez pueda escribirte
enseguida por carta lo que acaso tardara ms en escribir (para m)46. Hlderlin
acta como mediador de la colocacin que permite a Hegel trasladarse a
Frankfurt. Todo est ultimado a finales del 1796. Hegel por su parte le enva el
poema Eleusis. Despus de la llegada de Hegel a Frankfurt, expresiones como la
unificacin de sujeto y objeto, libertad y naturaleza, lo divino , sin duda se
deben al influjo de Hlderlin47.Ya en 1793 ste se haba mostrado entusiasmado
por la lectura del Banquete y del Fedro de Platn. Esa lectura repercutir
tambin en Hegel, cuya visin del mundo griego en la poca de Frankfurt est
filtrada por la lectura simultnea de Platn y del Hiperin.
Uno de los aspectos centrales que comparten Hlderlin y Hegel es la
temtica de un regreso a los griegos. La contraposicin entre
Antigedad y Modernidad o, en los trminos de Hlderlin, entre Grecia
y Hesperia, no se ha de entender como una relacin entre modelo y
copia, o entre autenticidad e inautenticidad, sino que ha de ser resuelta
por remisin a cierto fundamento comn originario. Ese fundamento
no es otro que aquello que Hlderlin mienta en Juicio, posibilidad y ser
cuando habla del juicio como la escisin originaria.. {Ur-Teilung), o
cuando en El devenir en el perecer habla del ocaso o trnsito de la
patria como la disolucin necesaria que abre un estado entre ser y
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no-ser' (que es el mbito propio del arte) desde donde se hace posible
la unificacin, es decir, en cuanto que producto de la libertad. La
escisin, por tanto, es comn a griegos y modernos.

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