Cuaderno de Bitácora 2011 FC Colombia
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Cuaderno de Bitácora 2011 FC Colombia
DE INDIAS
Colombia
CUADERNO DE BITCORA
EL CARIBE:
Epicentro de la Amrica
Bicentenaria III
CUADERNO DE BITCORA
EL CARIBE:
Epicentro
de la Amrica
Bicentenaria III
Coordinacin:
Correccin de estilo:
Sonia Crdenas
Fotografa:
Autores
Diseo y Diagramacin:
Monica Moore
ISBN:
978-958-99021-5-8
CONTENIDO
CONTENIDO
Presentacin
Adela Morales
Prlogo
Julin Ruiz Rivera
14
23
30
38
La Masonera en Colombia.
Csar Alarcn Daz
46
53
60
70
79
85
CONTENIDO
92
100
106
114
Hace 200 aos: Fue realmente un grito de libertad o fue el inicio de una nueva
esclavitud?
Nancy Smith Pinilla M.
122
130
Falt educacin.
Una interpretacin de la propuesta educativa de Simn Rodrguez a las nuevas
repblicas americanas.
Patricio dgar Vera Pearanda
135
144
152
Para quienes han participado de los diplomados de los aos 2009, 2010 y 2011, es claro
que el de este ao es la culminacin de un sueo que se empez a planear desde el ao
2008.
Todo el continente, Espaa y Colombia entera hablaban de bicentenarios, fechas,
memorias, gritos de independencia y pensamos que en nuestro Diplomado no podamos dejar de lado el tema, y que este deba en 2011 dedicarse a la Independencia de
Cartagena, a veces tan olvidada en muchos de nuestros textos histricos.
Es as como este ciclo -que se program a tres aos- culmina con esta publicacin, que
como las anteriores de la serie Cuadernos de Bitcora de la Fundacin Carolina recoge
los textos de los becarios y un excelente prlogo de un gran amigo de esta Fundacin, el
profesor Julin Ruiz Rivera, quien durante los dos ltimos aos nos acompa como
conferencista en el Diplomado.
PRESENTACIN
S que los lectores disfrutarn cada uno de los textos; aprendern, como lo hemos hecho
quienes ya los lemos, y s tambin que quienes escribieron estos ensayos, cuando los
vean publicados traern gratos recuerdos a su memoria, oirn de nuevo las voces de los
conferencistas, recordarn sus rostros, sus planteamientos, sus ancdotas y las vivencias
del tiempo compartido en esa mgica Cartagena, de la cual recibieron tantas enseanzas
en el ao de su bicentenario.
Hasta las fechas tienen mucho de magia: da 11, del mes 11, de 1811. Esta fecha inolvidable por lo simblico y lo sucedido, sabemos que representar una nueva visin sobre el
tema de las independencias y sobre la importancia de estos procesos en el Caribe,
internas y externas.
Por todo lo anterior es muy grato para la Fundacin Carolina Colombia hacer entrega
de este nuevo Cuaderno a sus lectores. Esperamos que lo disfruten.
Adela Morales
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Supone un honor para m realizar este prlogo, que es la primera palabra y el portal de
entrada. Me conformara con ser el heraldo de los meritorios pregoneros que componen
este texto. Es una iniciativa loable para poner a prueba a los alumnos del Diplomado, que en
el presente caso ha versado acerca de la Independencia de Cartagena que cumpli dos
siglos: fue el da 11, del mes 11, del ao 1811. Cartagena se ha adornado, se ha limpiado y se
ha remozado profundamente desde mi primera estancia en ella hace cuarenta aos, pero su
estructura de calles dentro del recinto amurallado no ha variado, por lo que en estos
mismos y precisos lugares tuvieron lugar aquellos sucesos atrevidos y arriesgados,
represivos y punitivos de apuestas, riesgos, presiones y dubitaciones. Ah mismo, con
idnticos muros como testigos, que si pudieran hablar nos contaran cmo sucedieron los
acontecimientos.
La sabia direccin acadmica del profesor scar Collazos para organizar conferencias y
en el programa de la Universidad Tecnolgica de Bolvar y con el apoyo de la Fundacin
Carolina este fenmeno anual del Diplomado en el conocimiento vital del Caribe. Ningn
alumno que se acerque a las aulas del Diplomado podr permanecer indiferente, sea
empequeecidos, como si el escenario robara protagonismo a los actores. Un Diplomado
en Cartagena siempre ser un xito porque cuenta con uno de los mejores plats del
mundo. Si a eso se aaden otros rasgos de la ciudad, los tintes de suspense de los piratas o
los negocios del contrabando, es todo lo que se necesita para completar la imagen.
PRLOGO
PROLOGO
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En 1811, por su parte, haba que adoptar una postura, haba que posicionarse sobre si se
rompa la fidelidad a Espaa o no, o si se buscaba una va independiente con los
consiguientes riesgos.
Cartagena es un marco ideal hasta para escenificar los hechos del pasado, porque se
conservan los mismos lugares, como en el caso del Santo Pedro Claver, cuya casa religiosa
ah est, el patio donde buscara un poco de refresco en las rigurosas horas del calor
tambin, su habitacin y la iglesia donde celebr tantas Misas, imparti la doctrina y los
sacramentos y donde permanece incorrupto. Ojal pudiramos decir lo mismo con
respecto a otros personajes que representaron algo importante en la ciudad. Pero ah est la
catedral en el mismo lugar, el palacio de los gobernadores sin haber variado de
emplazamiento o el Palacio de la Inquisicin. Los grandes acontecimientos, los que poda
conocer una ciudad de su tamao y peso poltico sucedieron dentro de aquellos muros, los
mismos muros actuales y en las mismas calles y plazas de hoy. Habr que hacer un esfuerzo
de imaginacin para llenar esos espacios de las gentes de otras pocas, pero el escenario lo
proporciona la ciudad como en pocos lugares del planeta.
PRLOGO
PROLOGO
Estoy seguro de que cada alumno del Diplomado ha sabido extraer sus conocimientos del
tema tratado y, mucho ms, una experiencia vital de la convivencia nica y excepcional con
compaeros, con profesores y con responsables de la direccin. No habr dos que hayan
tenido la misma vivencia, iguales sensaciones, las mismas sugerencias e inspiraciones al
escuchar las conferencias y ponerlas en su mquina del tiempo comparndolas con sus
previos conocimientos y experiencias. Por consiguiente, los trabajos son resultado de esa
diversidad y de la reflexin muy personal que cada uno ha realizado. Cada uno tiene un
aporte valioso, aun no parecindose entre s. Dado que tampoco se trata de competir,
demos la bienvenida a todos, porque lo ms valioso es esa esencia destilada en el alambique
de la reflexin. El proceso de independencia de Cartagena puede haber sido visto a la luz de
una experiencia personal o comparado con el proceso vivido en su pas de origen. Lo que
nadie olvidar es la convivencia dentro del recinto de una ciudad nica, que lo es por
mritos propios, en un emplazamiento tropical verde-esmeralda, una ciudad amurallada de
muros centenarios, con el apstol de los esclavos de rango universal, las mltiples iglesias,
las casas-palacio de frescos patios y floridos balcones, las estrechas calles sombreadas, las
solemnes puertas y portales, las plazas para las tertulias al caer la tarde y el mar tranquilo o
rugiente, segn los vientos y los muros y baluartes ceidores para castigo y seguridad.
Cuentan de un gobernador, Francisco de Murga, que en el primer tercio del siglo XVII
exiga un permiso a los vecinos para abandonar la ciudad, aunque fuera para visitar sus
campos, por la nica salida hacia tierra adentro, que era la puerta de la Medialuna. As
como ese sistema defensivo se converta en una servidumbre, tambin se volva una
garanta de poder parar los primeros asaltos, cuando se presentaba una amenaza exterior.
Que sirvan, pues, estos trabajos como ejercicio escolar, pero tambin como altavoz de unas
instituciones que difunden los mejores valores del saber y de la convivencia, as como de
una ciudad exclusiva y nica, verdadero museo del mundo hispnico, que encierra en su
interior un compendio de humanismo real y tambin heroico.
Julin Ruiz
PRLOGO
PROLOGO
10
Fotografa: Cesar Augusto Gutirrez Prez Nathlia Henrich Patricio Vera Juan David Murillo
Alonso de Sandoval:
Un tratadista en Cartagena de Indias
Andrea Guerrero Mosquera
Estudiante del Doctorado en Historia de Amrica Latina. Universidad Pablo de Olavide, Sevilla-Espaa.
Introduccin
Este trabajo versar alrededor de dos conferencias del Diplomado Cartagena
de Indias: Conocimiento vital del Caribe: la del doctor Enrique Muoz,
titulada Cartagena de Indias en la formacin de msicas y danzas del Caribe
colombiano. Siglos XIX y XX; y la del doctor Jorge Sandoval, titulada Las
del padre Alonso de Sandoval, quien vivi en Cartagena de Indias en el siglo
XVII; y la segunda conferencia enmarc a Cartagena en la construccin de las
presente ensayo es evidenciar la obra de Alonso de Sandoval.
Quin fue Alonso de Sandoval?
De la obra y vida de Sandoval se han realizado numerosos estudios.1 Durante su
estancia en Cartagena evangeliz a los esclavos que arribaban desde los puertos
africanos.
Sus bigrafos sealan unas posibles fechas de nacimiento: segn lo expresado
por el jesuita al ingresar a la Compaa de Jess en la ciudad de Lima el 30 de
junio de 1593, su edad era de 17 aos y entonces habra nacido en 1576. Del
mismo modo, no es preciso el lugar donde ocurri; sobre el particular hay
datos contradictorios pues en el acta de su admisin en la Compaa dijo que
era natural de Sevilla, pero en sus libros dice ser natural de Toledo.
1
Por citar algunos de los estudios: Navarrete, Mara Cristina, Las Cartas Annuas jesuitas y la
representacin de los etopes en el siglo XVII, en Chaves Maldonado, Mara Eugenia, Ed.,
Genealogas de la diferencia. Tecnologas de la salvacin y representacin de los africanos
Ocampo Lpez, Javier, Ideario del Padre Alonso de Sandoval S.J. sobre la Esclavitud en el Nuevo
Reino de Granada. Siglo XVII, en Colombia en sus ideas, Tomo I, Bogot, Ediciones Fundacin
Universidad Central, 1998, 133-149; Almeida de Souza, Juliana Beatriz, Guerra justa y gobierno de
los esclavos: la defensa de la esclavitud negra en Bartolom de las Casas y Alonso de Sandoval, en
Chaves Maldonado, Mara Eugenia, Ed., Genealogas de la diferencia, 58-86; Gutirrez Azopardo,
Idelfonso, La iglesia y los negros, en Borges, Pedro, Ed., Historia de la Iglesia en Hispanoamrica y
Filipinas: (siglos XV-XIX), Volumen I, Aspectos Generales, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos,
1992, 321-337; Olsen, Margareth M. , Slavery and salvation in colonial Cartagena de Indias, Florida,
University Press of Florida, 2004; Sann Fonnegra S.J., Javier, Aproximacin a la lectura de Alonso
de Sandoval, Colombia, Tatiana Grosch Obregn , Ed., 2011; Picn Salas, Mariano, Sandoval el
olvidado, en Amricas, Washington. Vol. 3, No. 1, Ene. 1951, 13-15; Franklin, Vincent P., Alonso
No. 3, Jul. 1973, Association for the Study of African American Life and History, 349-360,
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14
15
Sann Fonnegra S.J., Javier, Aproximacin a la lectura de Alonso de Sandoval. Editado por Tatiana
Grosch Obregn. Colombia. 2011, p.45.
3
Ibid, p. 42.
4
Aristizbal, Tulio, Los Jesuitas en Cartagena de Indias. Cartagena: Espitia Impresores. 2a Edicin.
2009, p. 79.
5
Ibid, p. 41.
16
Para el siglo XVII, con el auge de los asientos, Cartagena tuvo un cambio social
y econmico, pasando de ser una regin agrcola y ganadera a ser centro del
comercio de la trata negrera; al mismo tiempo que creci se convirti en un
punto atractivo para piratas y corsarios, por lo cual la construccin de las
murallas se hizo muy importante.
A pesar de haber diseado bien el trazo de la construccin de la muralla, se
levant el baluarte de San Ignacio sobre los predios del terreno que los jesuitas
haban destinado para el colegio, lo que dio origen al pleito entre la Corona y la
orden religiosa. Esta invasin del terreno provoc que los padres de la
Compaa acudieran en 1627 al Consejo de Indias, ya que la muralla no les
permita continuar con la construccin. El gobierno de la poca no deseaba
derribar la muralla por lo cual Don Francisco de Murga, Caballero de la
Orden de Santiago, Maestre de Campo, experto ingeniero, gran amigo de la
Compaa, y entonces suprema autoridad de la Ciudad, permiti a stos
edificar parte de su Colegio sobre la muralla.9 Con este permiso se continu
con la construccin del colegio y se mudaron a este espacio con la edificacin
aun sin terminar.
Cuando ya haba finalizado la construccin del establecimiento comenzaron
los problemas para la orden religiosa en Cartagena. Durante el gobierno de
Don Melchor de Aguilera se vuelve a agitar el tema del colegio y la muralla, en
1638, porque a l no le pareca prudente que una construccin estuviera sobre
las defensas de la ciudad, y lo que complic ms las cosas es que se haban
hecho dos perforaciones para puertas de entrada y salida por el sector de la
muralla que cruzaba por el colegio. Por parte de Don Melchor fue una lucha
constante con la intencin de tumbar el colegio y desalojar a los jesuitas;
entonces en 1656, otro ingeniero, Juan de Somovilla Tejada propone una
solucin que satisface a ambas partes y pone fin al conflicto: el Colegio
permanecer en su sitio, y la comunidad que lo dirige, a su costa, construir,
setenta pies ms afuera, una segunda muralla o cortina que comunique los
baluartes de San Ignacio y de San Francisco Javier.10
Sandoval y la evangelizacin de esclavos en Cartagena de Indias
Sandoval inici sus labores con los negros en 1606 y se percata del problema de
los bautizos que les daban a los negros en los puertos africanos, cuestin que
trat de resolver ante el Tribunal de la Inquisicin instaurado en Cartagena en
1610, por aquello de los dobles bautizos y no cometer pecado por ello, tanto
que el el 19 de julio de 1610 Sandoval present a tres testigos ante el alcalde de
Cartagena, quienes hablaron de cmo hacan los bautizos en los puertos antes
de embarcarse,11 con los cuales quedaba claro que la obra del jesuita con los
esclavos estaba bien fundada y las dudas con respecto a la misma fueron
satisfechas.
6
Ibid, p. 61.
En SantaF inici el templo, en Tunja modific la residencia, en Panam colabor en la construccin
del colegio.
8
Aristizbal, Tulio. Op. cit, pp. 61-62.
9
Ibid, pp. 134-135.
10
Ibid, pp. 135-136.
11
Buitrago Escobar, Flor ngela, op.cit., p. 322.
7
17
Al llegar los navos al puerto, Sandoval y sus ayudantes acudan a recibir a los
esclavos; lo primero que hacan era averiguar cuntos eran, de qu naciones y
puertos de embarque procedan, qu enfermedades traan, cul su gravedad y
cules no estaban legtimamente bautizados. Remediaban primero sus males
fsicos sobre todo su sed y despus se interesaban por el alivio espiritual.12 Para
no perderles el rastro, anotaban por escrito los lugares adonde los llevaban a
curar, en qu sitios se encontraba el resto de la armazn y cuntos haban
quedado en los navos por enfermedad, todo esto quedaba consignado en un
libro13 y a cada uno de los bautizados se les regalaba una medalla de estao
para, de esta forma, reconocer a los ya bautizados.
Su labor con los esclavos era exaltada por los dems sacerdotes y autoridades de
la ciudad, sus superiores, lo cual se refleja en las pginas iniciales del texto y en
las diferentes aprobaciones, en donde le felicitan por su obra y la intencin de
sta de dar a conocer un poco la nacin de los etopes y la salvacin de sus
almas. Al padre Sandoval le llegaban cartas de todas partes felicitndole por su
labor;14 e incluso al viajar a Lima el Provincial se disgust ya que dej esta labor
en manos del Padre Claver y del Padre Juan de Cabrera, quienes lo hacan de
buena fe y con empeo, tal y como se seala en el siguiente fragmento de una
carta del 17 de febrero de 1618 que el Padre General Vitellechi le escribe al
Provincial Manuel de Arceo: No quisiera que el P. Alonso Sandoval hubiese
ido al Per por ese negocio, dejando el misionero de los negros en que con
tanto ejemplo y con tanto servicio de Dios y bien de las almas estaba tan bien
empleado; y a la verdad, pudierase haber echado mano de otro que no hiciese
tanta falta; y por ms que haga el P. Juan de Cabrera, cierto es que no podr
llegar con mucho a lo que con esos pobres hacia el P. Sandoval.15 Al mismo
tiempo que su labor era del agrado y estima de sus superiores, se solicit en dos
ocasiones a la Provincia del Nuevo Reino de Granada realizarle una distincin
en la ciudad de Cartagena: la primera dirigida a Vitellleschi y la segunda a
Carafa,16 ocasiones en las que la respuesta fue negativa por que, segn los
superiores en Roma, esta prctica iba en contra de la costumbre de la
Compaa de Jess,17 a pesar de esto Sandoval continu con su labor con los
negros hasta el da de su muerte.
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19
20
Sale Segunda ves luz el tomo De Instauranda thiopum salute, tanto le he acrecentado, que
siendo el mismo, viene ser distinto por su grandaza; y y con alientos de grande, quiere reconocer
por su Autor V.P. muy Reuerenda, alegando ser tan vnos los que son hermanos, que no puede auer
cosa entre ellos, que no sea indiuisa, y tan propia de ambos, como lo es, la sangre q los enlaza.
Sandoval, Alonso de, TOMO PRIMERO de Instauranda thiopum Salute Historia de thiopia,
Naturaleza, Policia Sagrada y profana, Costumbres, ritos y Cathecismo Evangelico, de todos los
thiopes c que se restaura la salud de sus almas. Dividida en dos tomos illustrados de nuevo en esta
segunda impresion con cosas curiosas y provechosas y indice muy copioso, Madrid: Alonso de
Paredes (Impresor). 1647. (s.p.).
21
Rey Fajardo, Jos del, La Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Javeriana, 1706-1767, Indito.
22
Splendiani, Ana Mara y Aristizbal, Tulio. Proceso de beatificacin y canonizacin de san Pedro
Claver. Bogot: Pontificia Universidad Javeriana. 2002, 84. Con asuntos de la Religin se refiere a un
asunto relacionado con el colegio de Cartagena.
23
Buitrago Escobar, Flor ngela, op. cit., p. 324. Con asuntos econmicos se refiere con esto a unos
donativos que recibi el colegio de Cartagena, por lo cual el Padre General se molest y le escribe al
Provincial de Nueva Granada, el 17 de febrero de 1618: No quisiera que el P. Alonso Sandoval hubiese
ido al Per por ese negocio, dejando el misionero de los negros en que con tanto ejemplo y con tanto
servicio de Dios y bien de las almas estaba tan bien empleado; y a la verdad, pudirase haber echado
mano de otro que no hiciese tanta falta; y por ms que haga el P. Juan de Cabrera, cierto es que no
podr llegar con mucho a lo que con esos pobres hacia el P. Sandoval . Aristizbal, Tulio, op.cit., p.71.
20
24
25
21
Adems de lo anterior, el mismo Sandoval dice que tena contacto con los
capitanes de los navos, a quienes Sandoval poda haberles encargado algunos
libros que necesitara sobre la historia de frica. Del mismo modo que algn
padre o hermano de la Compaa de Jess que estuviese en las misiones
africanas le pudo haber mandado informacin o textos que el padre
solicitara. Lo que s es curioso es que haya tenido acceso estando en
Cartagena a diferentes Cartas Annuas: una de Mxico de 1622 y dos del
padre Hernando Guerrero, una de 1608 y otra de 1618, y que por el contrario
el acceso de libros solo lo haya tenido en la ciudad de Lima. Sumndose a esto
se debe retomar el hecho de que el primer tomo de la segunda edicin le
demand 20 aos escribirlo, y durante este tiempo no fue hasta la ciudad de
Lima, Santaf o Quito para recolectar informacin, simplemente us lo que
tena en Cartagena, que al parecer era suficientemente abundante para
acrecentar en gran medida los conocimientos que plasm en este texto y que
l mismo se sorprende exponiendo en el prlogo lo siguiente: Sale Segunda
ves luz el tomo De Instauranda thiopum salute, tanto le he acrecentado,
que siendo el mismo, viene ser distinto por su grandeza.26 Lo que deja ver
que haba hecho una labor de investigacin, tal vez, ms ardua que en la
edicin de 1627 y que se puede constatar al comparar las dos ediciones.
Por los argumentos anteriores es preciso decir que el texto no fue redactado
en Lima y mucho menos que Sandoval llevara un carpacho del manuscrito
debajo el brazo al llegar a Cartagena. Ms bien es necesario anotar que gran
parte del texto lo escribi en Cartagena. Se puede pensar es que esa
informacin estaba en la ciudad en el momento que se escribi el libro;
asimismo se puede colegir que los libros e informaciones que no estaban en
Cartagena el padre los encarg a algunos de los tratantes de esclavos con los
cuales evidentemente l tena contacto muy a menudo por el trabajo de
evangelizacin que se llevaba a cabo con los bozales y tambin por medio de
cartas a sus colegas de la orden religiosa, como es el caso de las Cartas Annuas
que l cita en varias ocasiones. Toda esta informacin debi ser
complementada con lo consultado en Lima en su estancia de dos aos, la cual
posteriormente agrandara para una segunda edicin del Tratado.
Hasta aqu la obra de Sandoval y su vida en la Cartagena de Indias del siglo
XVII, donde realiz un excepcional trabajo con los esclavos. Fue Cartagena el
lugar adecuado para que Alonso de Sandoval escribiera su texto ya que a este
puerto arribaban gran cantidad de negros trados desde diferentes puertos de
frica.
26
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23
24
Los ritos, cultos y creencias del pueblo afrodescendiente presentes en la santera son uno de tantos
ejemplos concretos de tal resistencia al cambio y perduracin de las cosmogonas autctonas de
aquellos pobladores trados como esclavos.
4
Cancin A dnde van?, compuesta por Leonardo Gmez y Diana Hernndez, grupo Mara Mulata.
25
Cancin Un fuego de sangre pura, del compositor Rafael Castro Fernndez. Agrupacin Los Gaiteros
de San Jacinto.
6
De acuerdo con Wade (2002) para hablar de afrocolombianidad es necesario partir del supuesto de
que el pueblo afro en el territorio nacional se ha valido de diferentes recursos culturales, provenientes
de las culturas europeas e indgenas, para elaborar nuevas formas de expresin e identidad. La gaita,
instrumento caracterstico de la cumbia, por ejemplo, estaba presente en las comunidades Zenes
(asentadas principalmente en los departamentos de Crdoba y Bolvar) que tocaban flautas con
cabeza de cera, llamadas chanuas (Convers y Ochoa, 2007).
26
Foucault (Ball, 1994) es quien nos recuerda claramente los efectos positivos del poder, con la idea de
que los mecanismos de poder (supervisin, prescripcin, el castigo, entre otros) crean un tipo de
subjetividad polticamente dcil y econmicamente til, absorbiendo la escancia creadora del sujeto,
su impulso creador o performativo para encauzarlo en la produccin y a su vez garantizar la
continuidad del orden.
8
Edgar Bentez (2000) en su texto Huellas de africana en el bullerengue: La msica como resistencia
resalta la importancia que tiene comprender los diversos gneros musicales del Caribe colombiano a
la luz de una continuidad de la memoria sociocultural del pueblo afro, en contraposicin de una
ruptura definitiva de la misma entre Amrica y frica. La continuidad, presente en el uso de
tamboras, coros y bailes, est adems garantizada por la mujer cantadora, que despliega la genealoga
de sus pueblos mientras realiza sus oficios (lavando en el arroyo, pilando el arroz) o en funerales
(donde se reencuentran con familiares y se recuerda al que muere ceremonialmente). Su papel central
en el bullerengue (y otros ritmos) es asociado a su funcin en la socializacin de las nuevas
generaciones, dada la cantidad de conocimientos que ellas portan (son parteras, saben de plantas
medicinales, rezos, secretos de la historia, entre otros).
27
Cancin Latinoamrica, interpretada por Calle 13, Tot La Momposina, Susana Baca y Maria Rita.
28
Bibliografa
Ball, S. (1994), Foucault y la educacin. Disciplinas y saber. Segunda edicin,
Ediciones Morata, Madrid.
Bentez, E. (2000), Huellas de africana en el bullerengue: La msica como
resistencia.
En http://www.uc.cl/historia/iaspm/pdf/Benitez.pdf. Consultado el da 15 de
agosto de 2011.
Convers, L. & Ochoa, J. (2007), Gaiteros y Tambores. Material para abordar el
estudio de la msica de gaitas de San Jacinto, Bolvar (Colombia). Primera
parte. Editorial Pontificia Universidad Javeriana, Bogot.
Fuentes, Carlos (2001), El espejo enterrado, Fondo de Cultura Econmica,
Mxico D. F.
Galeano, E. (1989), El libro de los abrazos. Tercer Mundo Editores. Bogot.
Gonzlez, Fernn E. (1994), Poblamiento y conflicto social en la historia
colombiana, en Territorios, regiones, sociedades, Universidad del Valle y
CEREC, Bogot.
Mairet, G. (1981), Mito Orgnico. En Chatelet, Francois, Historia de las
Ideologas, Tomo 2, Premia Editora, Mxico,
1980. pp. 11 a 23.
Paz, Octavio (2009), Conquista y Colonia. Editorial Facultad Ciencias
Humanas, Universidad Nacional de Colombia, Bogot.
Wade, P. (2002), Construcciones de lo negro y del frica en Colombia:
poltica y cultura de la msica costea y el rap.
En Afrodescendientes en las Amricas. Trayectorias sociales e identidades. 150
aos de la abolicin de la esclavitud en Colombia, Universidad Nacional de
Colombia, Bogot.
29
Percepciones iniciales
Cartagena se present ante mis ojos como una ciudad de cara al mar al igual
carcter portuario y dinmica comercial.
La comparacin con Montevideo era una idea recurrente, as habran sido
nuestras murallas? El tipo de ciudad era similar, as como las puertas de ingreso
al recinto amurallado; la dinmica colonial de las dos ciudades portuarias
seguramente habra tenido semejanzas. Cartagena de Indias -con un nmero
de habitantes muy superior al de la pequea ciudad de Montevideo-, haba sido
asiento de esclavos, como lo sera con posterioridad la ciudad platense.
La veterana Cartagena de Indias, fundada tempranamente en el siglo XVI (1533)
casi dos siglos de existencia a la joven San Felipe y Santiago de Montevideo cuando
se inicia su proceso fundacional (17241730).
Las dos ciudades, ubicadas en puntos estratgicos, deban defender en ese
entonces al territorio espaol de los ataques enemigos, o de las incursiones de vecinos
imperiales como los portugueses, en el caso de Montevideo.
Ambos territorios eran fronterizos y marginales, muy acostumbrados al
contrabando como medio de vida de amplios sectores de la poblacin, que el
lejano monarca no poda reprimir con efectividad, y al que las autoridades
locales muchas veces vean como un mal necesario, si no formaban parte de l.
colombiano segua siendo, en su mayor parte territorio de frontera, negado a la
explotacin de las sociedades criollas y a los avances civilizadores de
Espaa.1
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31
Esclavos
Mulatos y libertos
Indios
Blancos
899
141
603
3033
19,22%
3%
12,89 %
64,89%
32
33
Esclavos
Mulatos y libertos
Indios
Blancos
899
141
603
3033
19,22%
3%
12,89 %
64,89%
32
34
Montevideo, bastin espaolista hasta 1814, capitular primero ante las fuerzas
porteas, y luego ante las orientales (1815), para ser nuevamente ocupada en
1817 por los portugueses,Montevideo, bastin espaolista hasta 1814,
capitular primero ante las fuerzas porteas, y luego ante las orientales (1815),
para ser nuevamente ocupada en 1817 por los portugueses, quienes ansiaban
alcanzar el Ro de la Plata, al que consideraban su lmite natural. Los puertos
que posee la provincia le permitirn disputar a Buenos Aires su preeminencia
en el comercio transatlntico.La Provincia Oriental era la nica geogrfica y
econmicamente independiente de Buenos Aires. Era la nica con puerto de
salida al Ocano, a Europa, que no dependa, que ya no poda ser vigilada por
la ex capital virreinal.9 quienes ansiaban alcanzar el Ro de la Plata, al que
consideraban su lmite natural. Los puertos que posee la provincia le
permitirn disputar a Buenos Aires su preeminencia en el comercio
transatlntico.La Provincia Oriental era la nica geogrfica y
econmicamente independiente de Buenos Aires. Era la nica con puerto de
salida al Ocano, a Europa, que no dependa, que ya no poda ser vigilada por
la ex capital virreinal.10
Los puertos de la Provincia Oriental son clave en el proyecto confederal
artiguista, las provincias del interior podran tener otra va de salida para su
produccin, sin los impuestos que les cobraba la aduana bonaerense. Dentro
del proyecto artiguista, las rentas de aduana se repartiran equitativamente
entre las provincias confederadas. Artigas les ofreci a las provincias tantas
ventajas cuantos inconvenientes encontraban en Buenos Aires: salida al mar,
libertad comercial, igualdad provincial, reparto de las rentas aduaneras.11 El
proyecto artiguista sostena como principio fundamental la soberana
particular de los pueblos, en contraposicin con la interpretacin centralista
bonaerense.
Foto: Augusto Gutirrez Prez
35
Mnera, A., El fracaso de la nacin. Regin, clase y raza en el Caribe colombiano (1717-1821), Ed.
Planeta, Bogot, 2008, p.74.
2
Capillas de Castellanos, A., Montevideo en el siglo XVIII, Ed. Nuestra Tierra, Montevideo, 1971, p.5.
3
Barrios Pintos, A., Montevideo visto por los viajeros, Ed. Nuestra Tierra, Montevideo, 1971, p.7.
4
Ibid., p.50.
5
Pi Hugarte, R., Vidart, D., El legado de los inmigrantes, vol.1, Ed. Nuestra Tierra, Montevideo, 1969, p.14
6
Helg, A., Sociedad y raza en Cartagena a fines del siglo XVIII, en Calvo Stevenson, H., Meisel Roca,
A., Cartagena de Indias en el siglo XVIII, Ed. Banco de la Repblica de Colombia, Cartagena, 2005, p.
319.
7
Mnera, A., op.cit. p. 178.
8
Mnera, A., op.cit., p. 204
9
Los portugueses la haban invadido en 1811 y devuelto a Espaa poco despus.
10
Barrn, J.P., Nahum, B., Bases econmicas de la revolucin artiguista, Ed. Banda Oriental,
Montevideo, 1964, p.53.
11
Ibid., p.55.
Bibliografa
Barrn, J.P., Nahum, B. (1964), Bases econmicas de la revolucin artiguista,
Ed. Banda Oriental, Montevideo.
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Mnera, A. (2008), El fracaso de la nacin. Regin, clase y raza en el Caribe
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Pi Hugarte, R., Vidart, D. (1969), El legado de los inmigrantes, vol.1, Ed.
Nuestra Tierra, Montevideo.
37
De acuerdo al relato de Jos Hilario Lpez, quien presenci la ejecucin de Policarpa Salavarrieta,
stas fueron las palabras que pronunci antes de ser fusilada. Se encuentran en el libro de Rafael
lvarez Policarpa una herona genio...? publicado en 1996 en conmemoracin del bicentenario del
natalicio de Policarpa Salavarrieta.
Volver al Indice
38
La connotacin que aqu se le da a ese concepto no quiere ser despectiva, sino que por el contrario
busca visualizar la condicin de la mujer en la poca, pues no tendra sentido entrar a criticar los roles
que le eran asignados a las mujeres del siglo XIX con las expectativas y posibilidades de las mujeres
hoy en da.
39
II
La figura de Policarpa slo es representada por medio de pinturas. No se
conservan objetos que le hayan pertenecido, sino que el rincn que se le ha
dedicado est conformado por una serie de ilustraciones de ella, cada una
diferente a la otra tanto en el modo de representarla como en las tcnicas
usadas.
40
41
Los dos textos anteriores, junto con la inscripcin de las obras que me ocupan,
resaltan el valor principal de la figura de Policarpa que la diferencian de la
imagen de los otros prceres y heronas de la Independencia; esta idea es la de
La Pola como mrtir de la patria, como aquella que por la libertad de una gran
masa estaba dispuesta a morir. Su sacrificio y su martirio la han identificado en
la historia como una herona, que ha llegado a representar a la nacin como se
hace visible en la segunda imagen. En la obra Policarpa Salavarrieta marcha al
suplicio, lo que se est representando es su capacidad de morir por otros, por el
bien nacional. Ella acepta martirizarse, como se muestra en la cita
introductoria de este texto, porque est confiada en que hay un grupo de
hombres que acabarn con el sistema colonial. El cuadro Policarpa marcha al
suplicio ha sido objetivado en la memoria histrica como muestra del sacrificio
de sta. Es sobre todo su capacidad de aceptar la muerte lo que la ha convertido
en herona nacional. Entonces, las dos obras contribuyen a sostener una
narracin del pasado que se sostiene en una figura histricamente fabricada
como herona y mrtir, lo que explica que los objetos que hacen alusin a ella
se ubiquen en una sala dedicada a conmemorar los procesos y los hombres que
permitieron la emancipacin y el nacimiento de la Repblica.
Si bien ya se ha mencionado que ella hace parte de ese selecto grupo de mujeres
que la institucin resalta y que su papel en tanto mujer en la historia
independentista es diferente al de los hombres tambin presentes en la sala, no
se ha analizado cul era ese rol diferente que se le asign y hasta qu punto lo
que se representa de ella se relaciona con las expectativas de las mujeres de su
poca. Es decir, hasta ahora se ha explicado cmo la figura de Policarpa
Salavarrieta, desde su condicin de herona nacional, moviliza sentimientos de
unidad, pero se ha olvidado que no solo moviliza objetivos cvicos sino
tambin de gnero, pues es la nica mujer que hace parte de ese panten de
grandes hombres fundadores de la patria. Si se observan de nuevo las
condiciones en las que particip del proceso independentista, es posible notar
cmo su mito tiene dos caras: una masculina y otra femenina.
Lo que aqu se presenta es una aproximacin muy breve de los hechos ms importantes de su vida;
no se pretende que lo subrayado sea interpretado como una biografa, ni mucho menos.
4
Lo que aqu se presenta es una aproximacin muy breve de los hechos ms importantes de su vida;
no se pretende que sea interpretado como una biografa.
42
http://www.lablaa.org/blaavirtual/biografias/salapoli.htm
En un texto de Jos Hilario Lpez, quien se supone presenci la muerte de La Pola, se puede leer la
siguiente frase que hace alusin al sacrificio de ella por los hombres: Todava viven Bolvar, Santander,
Nonato, Prez, Glea y otros fuertes caudillos de la libertad; a ellos est reservada la gloria de rescatar la
patria y de despedazar a sus opresores. (lvarez, 1996), citado.
6
43
44
Bibliografa
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45
La Masonera en Colombia.
Csar Alarcn Daz
Peruano. Abogado, licenciado en Educacin. Magister en docencia universitaria; mster en Estudios Sociales
de la ciencia y tecnologa. Doctor en Estudios Sociales de la Ciencia y Tecnologa (Universidad de Salamanca, Espaa).
Qu es la masonera?
La masonera es un movimiento del espritu en el cual tienen cabida todas las
tendencias y convicciones favorables al mejoramiento moral y material del
progresiva, que procura inculcar en sus miembros el amor a la verdad, el1
ejercicio respetable de la libertad, la prctica constante de la virtud, el sano
ejercicio de la tolerancia, el estudio de las ciencias y las artes y la pasin por el
trabajo, haciendo de los hombres unos seres verdaderamente unidos por los
lazos indisolubles de la fraternidad y la solidaridad.
sinnimo de francmasn, palabra equivalente a obrero libre. Los smbolos de la
masonera se inspiran en cosas e instrumentos relacionados con la
arquitectura, como el comps y la escuadra, y sus ritos son heredados de
tradiciones msticas de la Antigedad y del Medioevo.
De sus principios y creencias
La masonera no quiere fanticos, ni sectarios de ninguna clase, sino espritus
libres y comprensivos que no olviden nunca la tolerancia y el amor fraternal
que se deben todos los hombres; adems admite en su seno, sin distincin de
nacionalidad, raza, creencia religiosa, etc., a todos los hombres libres y de
buenas costumbres que se sientan atrados por este ideal y estn dispuestos a
servirle con rectitud de propsitos, claridad, serenidad de juicio y pureza de
ideales.
propsito de estudiar, al margen y por encima de aquellos, los problemas
referentes a la vida humana, para asegurar la paz, la justicia y la fraternidad
entre los hombres y los pueblos.
Proclama la existencia de un principio creador al cual llama Gran Arquitecto
del Universo, pero deja a sus miembros en absoluta libertad para dar a esta
primera causa el nombre y para asignarle los atributos que correspondan a la
creencia religiosa que cada uno de ellos profese. Su doctrina entera, en todo
caso, se encierra en esta inscripcin: "Ama a tu prjimo". Por lo tanto, no
prohbe a sus miembros ningn dogma religioso y rechaza todo fanatismo.
Volver al Indice
46
Establece que el trabajo es uno de los deberes y de los derechos del hombre y lo
exige a sus adeptos como contribucin indispensable al mejoramiento de la
colectividad. Propugna y defiende los postulados de libertad, igualdad y
fraternidad y, por consecuencia, combate la explotacin del hombre por el
hombre, los privilegios y la intolerancia.
No cree posible el progreso si no es a base del respeto a la personalidad, la
justicia social y la ms estrecha solidaridad entre los hombres.
Consecuentemente, sin inscribirse en ningn sector poltico, ostenta el lema de
Libertad, Igualdad y Fraternidad.
Orgenes de la masonera
De acuerdo con la tradicin masnica, el origen de la masonera antigua se
remonta a la edificacin del templo de Jerusaln (Templo de Salomn),
aproximadamente 1012 aos antes de Cristo. Al parecer, en esta poca los
arquitectos judos y de Asia Menor ya tenan una forma muy particular de
organizarse y conformaban la Fraternidad de Hermanos Dionisianos,
asociacin que tena el privilegio exclusivo de erigir edificios pblicos y que se
basaba en el honor, el mutuo apoyo, los ritos simblicos y la iniciacin en los
secretos de las ciencias y del arte de la construccin. La edificacin del templo
fue realizada por judos y tirios, y encargada por Salomn a Hiram, arquitecto
fenicio a quien segn la creencia Dios le revel los grandes secretos para
construirlo de acuerdo con las leyes armnicas del universo.
De su organizacin
La organizacin moderna de la masonera en Grandes Logias data de 1717,
cuando en Inglaterra se estableci un nuevo concepto sobre la conformacin
de las logias admitiendo que stas fueran integradas por obreros simblicos, no
necesariamente constructores, y su principal objetivo se transform en la
construccin de templos espirituales. Esta decisin foment el ingreso de los
nobles a la masonera, con lo cual se fortaleci el poder de dicha asociacin, a
tal punto que la expulsin de los jesuitas de las colonias americanas en 1767 fue
en gran medida instigada por varios aristcratas adeptos a la masonera.
En cada pas su organizacin depende de una confederacin denominada Gran
Logia, la cual dirige las logias existentes en su territorio, cuyos miembros
generalmente slo admiten hombres aunque en Europa existen algunas logias
de mujeres que se estratifican en un orden jerrquico: Aprendiz, Compaero
y Maestro, segn grados de prctica y conocimiento que van generalmente del
grado 1 al 33; por ejemplo, en los tres primeros grados se aprende el
simbolismo esencial de la masonera.
La masonera en Colombia Antecedentes
La masonera nunca ha sido partidaria de la monarqua; por el contrario ha
emprendido campaas de desacreditacin hacia la segunda, criticando sus
mtodos y avaricia por el poder. Este hecho ha generado la condena absoluta de
la monarqua sobre la masonera, esta ltima perseguida y satanizada por los
47
48
49
De esta forma, en agosto de 1828 -fecha posterior a la Convencin de Ocaael presidente Simn Bolvar declara inexistente la Constitucin de 1821 y
asume poderes dictatoriales; automticamente los opositores al rgimen
autocrtico de Bolvar tomaron el camino de la conspiracin. Segn Arango, la
respuesta de Bolvar no se hizo esperar: las logias y masones fueron
sentenciados y perseguidos; mediante un decreto del 8 de noviembre de 1828
se prohibi en la Gran Colombia el funcionamiento de las asociaciones o
confraternidades secretas, quedando as proscrita la masonera.
Tras el obligado receso que ocasion el mencionado decreto, y gracias al
concurso de algunos masones ingleses y jamaiquinos, se constituy en
Cartagena de Indias el Supremo Consejo Neogranadino, el cual propici el
levantamiento de columnas en diferentes rincones de Colombia. La masonera
bogotana habra de reiniciar sus actividades solo en el ao de 1849, al fundarse
en Bogot la Respetable Logia Estrella del Tequendama, a instancias de algunos
visionarios masones espaoles que haban llegado a Colombia, como
miembros de la Compaa de Teatro de Belaval, Gonzlez y Fournier.
Muy pronto los ibricos despertaron el entusiasmo de muchos masones
criollos, que a pesar de las dificultades pululaban en el medio desde los albores
mismos de la Independencia. Importante papel habran de jugar esos obreros
del pensamiento durante la segunda mitad del siglo XIX, a quienes
correspondi eliminar los reductos del rgimen colonial y la esclavitud, crear
las bases del desarrollo econmico y librar una muy dura batalla para ampliar
el abanico de libertades y garantas ciudadanas.
No obstante lo anterior, la masonera en Colombia cay nuevamente en el
letargo en 1886, perseguida y combatida con fiereza por el movimiento
acaudillado por el presidente Rafael Nez y diversos miembros de los grupos
de intolerantes derechistas que accedieron desde entonces al poder.
Para el ao de 1912 la masonera reinici sus labores con renovados bros y en
el ao de 1922 se fund la Gran Logia de Colombia con sede en Bogot, por
donde han desfilado muchos y muy prestantes miembros de la sociedad
colombiana, algunos de los cuales han llegado a desempearse en las ms altas
magistraturas del Estado, en el foro, en la industria, el comercio, en la ctedra,
irradiando con su conducta los principios de la augusta y benemrita
institucin.
El 23 de febrero de 1935 se crea la Gran Logia Occidental de Colombia,
desprendindose de la Serensima Gran Logia Nacional de Colombia.
Grandes logros
Uno de los grandes logros de la masonera en Colombia ocurri en el periodo
1819 -1854, poca durante la cual los presidentes fueron masones:
50
Simn Bolvar, Antonio Nario. Jos Mara del Castillo y Rada, Francisco de
Paula Santander, Domingo Caicedo, Joaqun Mosquera, Jos Ignacio de
Mrquez, Rafael Urdaneta, Juan de Dios Aranzazu, Pedro Alcntara Herrn,
Toms Cipriano de Mosquera, Rufino Cuervo, Jos Hilario Lpez, Jos Mara
Obando y Jos Mara Melo; todos ellos en su momento contribuyeron a la
causa masnica.
La segunda mitad del siglo est marcada por las alianzas con fines comerciales
entre masones antioqueos y santafereos, que trajeron grandes beneficios
para ellos y que en cierto modo favorecieron al pas. Entre los hechos ms
relevantes encontramos:
- En 1819, gracias a los actos diplomticos emprendidos por reconocidos
miembros de la Logia Fraternidad Bogotana, la naciente Repblica obtuvo
prestamos del extranjero para suplir los dficit fiscales que dejo el segundo
grito de independencia. Por otra parte comerciantes antioqueos masones
tambin sirvieron de prestamistas al gobierno, para subsanar sus penurias
financieras en los aos venideros.
- En 1835, gracias al masn antioqueo Miguel Uribe Restrepo, se libera la tasa
de inters que permaneca congelada en 5% desde la poca de la Colonia.
- En 1847 los comerciantes antioqueos Francisco Montoya Zapata y
Raimundo Santamara financiaron junto con el gobierno la construccin de
una empresa naviera que aprovecho la navegacin a vapor por el ro
Magdalena.
- En 1848, con la liberacin del cultivo de tabaco, el gobierno entreg su
comercializacin a varias firmas privadas, entre ellas la de Francisco Montoya
Zapata, quien aprovechando su conocimiento y contactos en el medio
consolid rpidamente un imperio tabaquero en el pas.
- Las alianzas entre comerciantes antioqueos y la elite bogotana promovida
por la masonera, favoreci la inversin antioquea en la capital y por ende el
desarrollo de la misma.
La masonera en la creacin del Partido Liberal
51
Bibliografa
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http://granlogiadecolombia.org/modules/news/article.php?storyid=2
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Arango Jaramillo, Mario (junio 2006), Masonera y Partido Liberal, Otra
cara en la historia de Colombia. Medelln. Editorial Corselva.
Primera edicin.
52
Los medios de comunicacin, tan desarrollados en las ltimas dcadas del siglo
XX, han permitido reproducir a gran escala y difundir prcticamente a todo el
mundo las manifestaciones populares de esta gran regin, que as han logrado
visibilizar, luego de cinco siglos de encubrimiento, a esos amplios sectores
poblacionales tradicionalmente ignorados, no solo por la historia, como ya
dijimos, sino tambin por la administracin pblica, la poltica, la economa, la
educacin, la ciencia, etc., es decir, por toda la accin del estrato social
dominante.
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53
55
Son ampliamente reconocidos los alcances que tuvo la habanera (nombre que
define su procedencia, de La Habana, Cuba) un gnero que incidi con fuerza
tambin en la msica acadmica europea de finales del siglo XIX, como ya lo
hicieron anteriormente otros productos musicales americanos como la
zarabanda, la chacona, etc., llegando hasta la paradoja de que actualmente la
obra ms interpretada de este gnero en el mundo es la compuesta por el
francs Georges Bizet para su pera Carmen. Tambin es curioso que se
mantenga hasta ahora un concurso internacional de habaneras, de gran
renombre, en la ciudad espaola de Torrevieja, cuando no se conoce uno
similar en su lugar de origen.
Algo parecido pasara luego con el tango, un gnero urbano tan difundido en
nuestro continente que encontramos composiciones de este ritmo en casi
todos los pases de Latinoamrica, realizadas por msicos locales y
manteniendo todas la estructura caracterstica, pero aportando cada quien sus
propios elementos musicales identitarios de la regin donde se lo concibe.
Ya para entonces, el empleo de la partitura como transcripcin de la msica
ser un recurso cada vez ms frecuente, sobre todo entre los msicos con
formacin acadmica y los residentes en Europa y Estados Unidos, donde la
tradicin escrita es abrumadoramente preponderante. Sin embargo, nunca se
abandona la tradicin oral que sigue siendo el mecanismo preferido por las
clases populares, desde siempre con menor acceso a la tecnificacin.
Ya adentrado el siglo XX, y contando con los avances tecnolgicos de la radio,
el disco, el cine y posteriormente la televisin, la expansin de la msica
latinoamericana ser un suceso que peridicamente llamar la atencin del
pblico mundial conectado a travs de las empresas del disco y del espectculo.
Ritmos como el bolero, mambo, son, cha cha ch, samba, bossa nova, ranchera,
etc., se suceden a travs del tiempo, imponiendo su esttica a todos los lugares
a donde llega su produccin.
Esta oleada continuar sin interrupciones, compartiendo espacios con el jazz y
el rock, que tambin sern influenciados en alguna medida, hasta las ltimas
dcadas del siglo XX y principios del XXI, cuando seguimos asistiendo a la
difusin a gran escala de la salsa, merengue, candombe, bachata, hasta los
actuales reggaeton y perreo. A estas alturas, la tecnologa ha creado otras fuentes
de generacin y transmisin musical, recayendo la mayora de la produccin
en los medios informticos.
Y a propsito del disco, es muy interesante la forma como se hicieron las
primeras grabaciones de msica latinoamericana: las empresas productoras
estuvieron radicadas en los pases europeos y en Estados Unidos, donde tenan
sus fbricas y estudios de grabacin; a inicios del siglo XX, las distancias eran
muy considerables en relacin con los medios de transporte de la poca, como
para que los intrpretes latinos pudieran trasladarse permanentemente de un
sitio a otro a realizar grabaciones.
56
57
58
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- http://pachuco.jimdo.com/que-es-la-cumbia-colombiana
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- www.ecuadorconmusica.com
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59
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60
61
62
Amzaga Aresti, Vicente de, Los hombres de la Compaa Guipuzcoana, Vol. II. Bilbao, Editorial La
Gran Biblioteca Vasca, 1979.
3
Vase el captulo destinado a Cartagena en la obra de Ricardo Escobar Quevedo, Inquisicin y
judaizantes en Amrica espaola (siglos XVI-XVII). Bogot, Universidad del Rosario, 2008.
63
Segn seala Adolfo Meisel, Martn Jos Amador sera procesado por el levantamiento de Gual y
Espaa en La Guaira de 1797. En: Meisel Roca, Adolfo, Entre Cdiz y Cartagena de Indias: La red
familiar de los Amador, del comercio a la lucha por la independencia americana, Cuadernos de
Historia Econmica y Empresarial, No. 12, julio de 2004, p. 15.
5
Ibd. pp. 11-25.
6
Sobre la dimensin intelectual y poltica adquirida por los Consulados Ultramarinos vase: Paquette,
Gabriel, State-Civil society cooperation and conflict in the Spanish Empire: The intelectual and
political activities of the Ultramarine Consulados an Econmic Societies, c. 1780-1810, en Journal of
Latin American Studies, No. 39, 2007, pp. 263-298.
64
AGI, Fondo Indiferente, Salidas y presupuestos de las embarcaciones para Amrica, ao 1790. Legajo
No. 229.
8
Para un anlisis ms puntual sobre el comercio de libros en el Caribe durante el siglo XVIII, vase:
Mrquez Macas, Rosario, La actividad cultural en los puertos del Caribe en el siglo XVIII. El caso
del comercio de libros, en Elas Caro, Jorge y Vidal Ortega, Antonino (Eds.), Ciudades portuarias en
9
La Gran cuencaa del Caribe: visin histrica, Barranquilla, Ediciones Uninorte, 2010. pp. 37-73.
Vase: Lopez, Franois, "La Legislacin: control y fomento". En J. F. Botrel, V. Infantes, & F. Lpez
(Comp.), Historia de la edicin y de la lectura en Espaa 1472-1914.Madrid, Fundacin Germn
Snchez Ruiprez, 2003.
10
Gahn se refiere especficamente a Mutis como [] el primer filsofo que hay tal vez en las Indias
espaolas []. En Silva, Renn, Los ilustrados de la Nueva Granada 1760-1808. Genealoga de una
comunidad de interpretacin. Bogot, Banco de la Repblica, EAFIT, 2002, p. 256.
11
Ibd.
65
Pombo fue quiz el primer lector de la obra de Adam Smith en el Nuevo Reino,
y su suficiencia ilustrada sera incluso admirada por Humboldt. Pombo
tambin sera un favorecedor de las investigaciones de Caldas, su coterrneo
ilustrado payans, a quien provee, adems de dinero, varios libros e
instrumentos cientficos, objetos que gracias a su posicin como comerciante y
contactos externos no le debieron ser difciles de adquirir12.
El rpido ascenso social de Pombo en Cartagena le convirti a inicios del siglo
XIX en el comerciante ms importante de la ciudad. Miembro activo y muy
incidente del Consulado, Pombo tuvo en su haber una gran influencia poltica
y econmica, que le permiti desenvolverse bastante bien en las cambiantes
circunstancias del comercio espaol en el Caribe. Si bien Pombo provena de
una notable estirpe payanesa de comerciantes, su consolidacin en esta ciudad
fue propiciada por su matrimonio en 1784 con Mara Josefa Amador, hija del
ya nombrado Esteban B. de Amador, lazo que le permiti agregar a sus ya
establecidas conexiones otra extensa red de agentes o corresponsales en
mltiples destinos manejados por los Amador, como Baltimore, Cdiz,
Barcelona, Guayaquil o La Guaira.
Ciertamente, las posibilidades que brindaba el conocimiento de los circuitos
comerciales caribeos para el abastecimiento de productos eran una fortaleza
de la lite comercial cartagenera. Por otro lado, la conectividad caribe les
permiti, ms que en cualquier otra ciudad -y esta es otra caracterstica del
potencial cultural portuario- estar al tanto de las novedades bibliogrficas o
noticiosas de diversos orgenes, que recorran las ciudades de todo el Caribe,
intercambiando novedades, rumores y conocimientos. Por todo lo anterior,
durante el periodo de crisis monrquica y posterior despegue del nimo
independentista criollo, Cartagena sera uno de los epicentros de libros y
lecturas favorables a la autonoma, el autogobierno y, seguidamente, de la
independencia.13
El lugar de Cartagena en la Ilustracin neogranadina
En su clsico trabajo sobre la Inquisicin en Cartagena, Jos Toribio Medina
sugiere que aparte de la capital virreinal, en ninguna otra ciudad del Nuevo
Reino se pudieron cultivar las luces; segn l, en Cartagena no hubo gentes
ilustradas.14 Tal afirmacin, basada en una lectura frgil y errnea de la
localizacin de los espacios educativos, que evidentemente se limitaron a
Santa Fe, ciudad del Observatorio, los peridicos ilustrados, la Expedicin, los
colegios mayores y las universidades, puede dar lugar a claros contrastes. Sin
embargo, trayectorias como la de Jos I. Pombo, o la dinmica misma que
adquiri Cartagena luego de la crisis monrquica (la vacatio regis), la eclosin
12
Sobre los aportes de Pombo a Caldas, vase: Chenu, Jeanne, Francisco Jos de Caldas, un peregrino
de las ciencias. Madrid, Historia 16, 1992.
13
Resulta apropiado aqu remitir a la obra de Franois-Xavier Guerra, especialmente a su artculo
sobre las redes de comunicacin en la Amrica Hispnica, vase: Voces del pueblo. Redes de
comunicacin y orgenes de la opinin en el Mundo Hispnico (1808-1804), en Revista de Indias,
Vol. LXII, No. 225, 2002, pp. 357-384.
14
Medina, Jos Toribio, Historia del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisicin de Cartagena de
Indias. Santiago de Chile, Imprenta Elzeveriana, 1899, p. 380.
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69
A la historia nacional:
Una necesidad revisionista
Juan Pablo Duque Caas
Introduccin
Las discusiones sobre la historia colombiana se caracterizan por no ser muy
profusas. Parece ser que su estudio no resulta interesante o que se da por hecho
1
que solo una decena de acontecimientos son merecedores de acercamiento.
Adems, sobre estos pocos acontecimientos la sociedad opt por memorizar
algunas fechas y personajes sin detenerse a cuestionar si hay algo ms. La
Universidad Tecnolgica de Bolvar y la Fundacin Carolina han venido
haciendo un denodado esfuerzo por ofrecer un espacio de encuentro y
discusin sobre la historia nacional. He sido yo uno de los afortunados
participantes de este mbito en el marco del Diplomado Cartagena de Indias,
conocimiento vital del Caribe. El Caribe Epicentro de la Amrica Bicentenaria
III, y no encuentro mejor manifestacin de agradecimiento por esta
experiencia que presentar a ustedes el siguiente ensayo. A los organizadores del
evento, mi eterna gratitud y mi amistad.
La historia colombiana es, por un lado, demasiado corta, y por otro, poco y
acrticamente escudriada. El que sea breve es lo de menos, porque una
historia, por breve que sea, no deja de tener elementos trascendentes. No
obstante, tambin es discutible que esta historia sea tan corta como aparece en
los libros a travs de los cuales nos la han enseado. Si consideramos que, a
diferencia de lo que aparece en forma redundante en la historiografa nacional,
nuestra historia va (o viene) ms all de las fechas que sealan los procesos
entonces un campo mucho ms amplio e interesante de estudio. Es ms, ni
siquiera cuando se considera abarcar la poca colonial, ampliando esta historia
unos pocos siglos ms, se alcanza a establecer la totalidad del espectro histrico
del que somos consecuencia, pues lo que pas ac antes de la llegada de los
espaoles tambin hace parte de nuestra historia.
Lamentable es que ni siquiera aquellos acontecimientos que han ido
constituyndose como hitos esenciales de esta historia hacen parte de nuestra
cotidianidad cvica.
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Conclusin
Para concluir, adems de lo ya expuesto, Mnera plantea que, en medio de esta
divisin, la relativa configuracin de un estado-nacin colombiano fue posible
en 1831 por una simple razn: apenas en este momento pudo Santa Fe
dominar, por la fuerza de los ejrcitos, las otras regiones. El tan mencionado
mito nacionalista de la conformacin unificada de ideales personificados por
las lites ilustradas de los criollos santafereos es apenas un mito que debe ser
cuestionado, no slo porque ese ideal nico y compartido nunca existi, sino
porque los subordinados ejercieron un protagonismo que no ha sido
reconocido hasta ahora. Con el propsito de reivindicar el aporte de los
subordinados, este fundamental trabajo se une a los de otros nuevos
historiadores que, con aclaraciones como las que intenta Mnera en este libro,
demuestran la necesidad de contribuir a las revisiones de la historia estatal para
romper con la peligrosa univocidad prevaleciente.
Es hora de iniciar el debate. La discusin queda abierta.
Manizales, 2011.
78
Cartagena
Memoria y espacio en tiempos del Bicentenario.
Julin Augusto Vivas Garca
Economista y magister en historia de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogot.
Docente de las Universidades Nacional, Javeriana y Antonio Nario en las reas de
historia econmica e historia agraria.
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79
Plan de Desarrollo 2008-2011 Por una sola Cartagena. [Documento en lnea]. Disponible desde
Internet en: www.elsonrezende.hpg.ig.com.br/artigos/educaomc.htm [con acceso el 29-8-2011].
2
Cmara de Comercio de Cartagena. Inversin empresarial en Cartagena y los municipios del norte
de Bolvar, 2009 [Publicacin en lnea]. Disponible desde Internet en:
http://es.scribd.com/doc/39421843/Indicadores-Cartagena-2009 [con acceso el 29-8-2011].
80
81
Mary W. Helms. Los indios del Caribe y Circuncaribe a finales del siglo XV. En: Leslie Bethell (ed.).
Historia de Amrica Latina. Tomo 1. Ed. Crtica, Barcelona, 1990. p. 35.
82
Antonino Vidal Ortega. Cartagena de Indias y la regin histrica del Caribe. 1580-1640. Universidad
de Sevilla 2002. pp.. 260-262.
7
J.M. Henao, G. Arrubla. Historia de Colombia. Voluntad, Bogot. 1952.
83
84
Mucha gente dice que ama el Caribe, con lo cual quieren decir que tiene la
intencin de volver a visitarlo, pero que jams podran volver a vivir en l.
Derek Walcott,1992.
autora,1 y que han sido reorganizadas a lo largo del Diplomado Cartagena de
Indias: conocimiento vital del Caribe 2011, gracias a la beca otorgada por la
Fundacin Carolina Colombia, entidad que propici el encuentro de un grupo
de personas interesadas en los asuntos del Caribe. Se analiza el Caribe como
regin, siendo la ciudad de Cartagena parte de ella; se espera que el texto aporte
elementos al debate sobre la construccin de una identidad regional.
El Caribe como regin geohistrica fue conformada a partir de disporas
africanas, sefardes, europeas y asiticas, y sirvi como el laboratorio de la
colonizacin europea durante los siglos XVI y XVII. En esta rea se entretejen
redes comerciales, culturales y polticas. En un primer momento su integracin
estuvo marcada por una economa extractiva orientada a proveer a las
metrpolis europeas de materias primas, sobre todo de azcar. La regin ha
conformado su identidad y su integracin a partir del colonialismo y de las
disporas. En la actualidad, a pesar de las independencias de la mayora de sus
territorios, si es que se puede considerar como en verdad independientes, y del
cambio en el modelo econmico, an continan siendo lugares de explotacin
a travs del turismo y otras nuevas formas de comercio. En esas nuevas
actividades econmicas se expresan, aunque de otra manera, continuidades de
ese modelo colonial en las que la regin sigue siendo una periferia con graves
problemas de desigualdad social. Los habitantes deben lidiar con esos modelos
econmicos globales que no dan razn de las problemticas locales del medio
ambiente, las relaciones de gnero o sociales.
Padilla, K. (2010). Entre lo local y lo global: el caso del movimiento de veedura cvica de Providencia
y Santa Catalina islas. Tesis con mencin de honor Meritoria para optar al ttulo de Magister en
Estudios del Caribe. Universidad Nacional de Colombia, sede Caribe.
2
Ver Vidal, A. (2003). La regin geohistrica del Caribe. En Revista Mexicana del Caribe, Vol\ao
VIII, No 15, Mxico. pp. 7-37; Ratter, B. (2001). Redes Caribe, San Andrs y Providencia y las islas
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Introduccin a una potica de lo diverso. Barcelona, Editorial del Bronce 2002.
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87
Glissant, E. (1996). Introduccin a una potica de lo diverso. Barcelona: Editorial del Bronce, 2002.
Ver Mintz, Sidney.(1966). Op.cit.
12
Abello, A., Lpez, C. (2008). El Caribe colombiano: realidad regional al final del siglo XX.
Informe de Investigacin Versin PDF. Observatorio del Caribe. [Recuperado en
http://www.ocaribe.org/publicacionesinfo.php?la=es&id_publicacion=41 Marzo 2011]. p 36.
11
88
Por otra parte, Pantojas (2007), considera que la posibilidad de una identidad
Caribe asociada con la parte insular a la inclusin de varios pases en la
bsqueda de una integracin caribea desde lo econmico, no es real. El autor
desarrolla la idea sobre la cual la nica verdadera integracin caribea que
existe es la del turismo de resort con su trfico sexual, llamado por l las
industrias del pecado, cargado de una imagen llena de prejuicios. En dicha
realidad el nativo queda desprovisto de herramientas para defenderse en un
sistema econmico depredador de sus recursos naturales (entre otros) tal como
adverta en su discurso en la ceremonia de entrega del premio Nobel el escritor
Derek Walcott en 1992, en donde hace un anlisis sobre la representacin que
se tiene del Caribe, a partir de su imagen turstica y la manera como estos
extranjeros deterioran el medio, proceso en el cual los nativos pierden su
territorio sin una clara postura de los gobernantes para evitarlo.
Este anlisis en torno al turismo en la regin Caribe es importante en tanto que
es una de las actividades econmicas ms importantes de la regin. Los
turismos ecolgico y tnico han sido promovidos por las entidades centrales
del pas, pero la realidad y los verdaderos esfuerzos nacionales lo demuestran.
El asunto real es que el turismo, a pesar de su exuberante belleza natural y de
la riqueza de la cultura de nuestra parte del Caribe y del inmenso potencial
para hacer de l, por su diversidad, una de las zonas ms visitadas del mundo,
no ha vuelto a ocupar renglones de importancia desde la dcada de los aos
70s.13 Cabe anotar que los autores perciben el turismo como un motor de
desarrollo, pero sostenible; por lo cual no tendra distancia de lo propuesto por
Pantojas.
Buscar alternativas de desarrollo, pero que den razn de las particularidades
culturales y un enfoque diferencial es necesario en la regin, en vista de que el
ndice de desarrollo humano (IDH), de la regin est por debajo del de pases
como Tnez y Repblica Dominicana. Cinco millones y medio de costeos no
tienen seguridad social; cinco de cada 10 nios mueren antes de cumplir el
primer ao y el 15% de ellos presenta desnutricin crnica.14
Retomando lo planteado por Gaztambide, en la categora de Caribe Cultural en
la que tiene cabida el Caribe sin plantacin colombiano, aparecen los trabajos
realizados por Bentez Rojo y ngel Quintero, este ltimo a partir del
desarrollo de la salsa analiza las identidades Caribe como diaspricas.
En el Seminario Internacional de Estudios del Caribe del ao 2007, realiz una
ponencia que recoge trabajos anteriores,15 en la cual caracteriza el ritmo que es
popularizado por el sonero mayor Ismael Romero, quien luego se convertir
en el emblema de la msica tropical, la salsa, donde se tiene un swing que
identifica el sentir Caribe. El autor a lo largo del texto muestra el origen del
ritmo y desarrolla la importante idea del carcter transatlntico y diasprico
Caribe. De igual manera, Antonio Bentez Rojo en su libro titulado La isla que
se repite,16 muestra lo que l llama del ritmo al poliritmo; el autor comenta que
el ritmo caribeo no es solo en la percusin, puede usar cualquier sistema de
signos como la msica, arte, texto, danzadigamos que uno empieza a
caminar bien, es decir, no solo con los pies.
13
Ibid, p. 8.
Ibid, p.9.
14
89
Para estos autores el asunto de la identidad cultural caribea, que dara una
identificacin a todos los habitantes de una regin de acuerdo a las tendencias
antes expuestas, estara directamente asociada al ritmo, la corporalidad entre
otros aspectos, que a decir de Bentez Rojo se repiten en diferentes espacios de
la regin, al igual que las problemticas sociales. De ser as, entonces cmo
estara construido lo que llamaramos Caribe?; para Gaztambide y Norman
Girvan, es necesaria una definicin sobre qu es el Caribe pero estas se
encuentran constantemente en reinterpretacin.17
Para Stuart Hall las identidades no son una lnea recta y deben ser marcadas en
dos ejes que operan al mismo tiempo: el de similitud y continuidad, y el de
diferencia y ruptura.
La identidad Caribe est dada por similitudes y diferencias, en las cuales las
caractersticas se repiten; dichas diferencias llevaran a hablar de mltiples
identidades de lo que es el Caribe que no se excluyen entre s y que no son
mscaras que se pueden quitar o poner. La construccin del Caribe como
regin est dada por la bsqueda, escenificacin y construccin de una
identidad propia, que va desde lo ritual, cultural, artstico, histrico,
econmico, acadmico y poltico, constituyendo una polifona. Cada uno de
los espacios es apropiado y tiene de manera inherente una historia diasprica
pero que no puede entenderse como una fotografa del pasado, sino como un
conglomerado de relaciones que se han construido dentro de un espacio
geogrfico de experimento de la Conquista y de encuentro de cinco
continentes, en una regin de fronteras, tal como lo muestra en sus textos
Gaztambide como parte de la descripcin de lo que es Caribe.
Desde estas mltiples identidades asociadas con lo que es el Caribe, la cultura
es uno de los elementos ms visibles; por ejemplo, el cine cubano con
representantes como Toms Gutierrez18 Alea; la literatura, con sus premios
Nobel, Gabriel Garca Mrquez, Naipaul, Derek Walcott. Se podra hablar de
una identidad Caribe desde las artes: en el caso de la literatura predomina una
evocacin a la libertad; en el caso del cine cubano y venezolano las
escenificaciones estn cargadas de costumbrismos.
El Caribe es un espacio geogrfico alrededor del mar Caribe que se ha
configurado de diferentes maneras, desde distintos momentos histricos;
puede tener influencia en otras regiones construyendo una macro regin desde
lo cultural; sin embargo, an est por definir.
Lo cierto es que dentro de lo que ahora es considerado Caribe se ha
conformado una identidad polifnica mltiple, que pasa por diferentes
espacios, variadas regiones y relaciones identitarias, as como una problemtica
general asociada al turismo.
15
Quintero, A. (2007). El Swing del soneo del sonero mayor. La improvisacin salsera y la memoria del
ritmo en el Caribe y su dispora. En Revista Memorias, noviembre, Vol 4, No 8. Uninorte, Barranquilla. pp 1-35.
16
Bentez Rojo, Antonio. (1998). La isla que se repite. Premio Casa de las Amricas. La Habana, Editorial Casiopea.
17
Hall, S. (2003). Introduccin: Quin necesita identidad. En Hall S., E. Gay (Comps). Cuestiones de
identidad cultural (pp. 13-39). Buenos Aires, Amorrortu.
18
Director de la pelcula Memorias del Subdesarrollo; ganador del premio Goya en 1993 por su pelcula
Fresa y Chocolate.
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93
96
Los trastornos sociales y polticos acaecidos en Espaa a finales del siglo XVIII
tuvieron grandes repercusiones en Amrica. De alguna manera, fue durante
esa coyuntura cuando se gestaron los movimientos emancipatorios que
cundiran en el subcontinente una vez traspasada la primera dcada del XIX.
Lo cierto es que una vez independizados, los nuevos pases enfrentaron un
nuevo dilema, el de la construccin de un estado-nacin, mismo que se erigira
sobre las bases culturales del antiguo rgimen, aunque tendra que presentarse
como lo suficientemente distante para legitimarse. En este ensayo la intencin
ha sido dar cuenta de los cambios que se sucedieron en una etapa
profundamente compleja, pero en el afn de bsqueda de los cambios, suelen
aparecer una y otra vez las permanencias. Fijando la atencin en la nada
sencilla materia de las identidades encontramos un instrumento eficaz para
intentar alcanzar la legitimacin de nuevas formas de gobiernos -proyectadas o
establecidas- y cmo estas son reutilizadas a conveniencia de acuerdo a los
intereses y momentos histricos. Buscar elementos identitarios comunes y
tambin contrastantes en otras regiones de Iberoamrica, analizando sus
transformaciones y sus permanencias antes y despus de la revoluciones de
independencia, podran ayudarnos a comprender mejor las reacciones de sus
protagonistas, as como los mismos procesos emancipatorios y el camino que
tomaron para construir los nuevos estados.
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97
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100
En el Per, el Centenario coincidi con el Oncenio de Augusto B. Legua, en el momento en que este
ya haba establecido la naturaleza de un gobierno dictatorial, al cual denomin la Patria Nueva. De
este modo, la Independencia tuvo un marcado sesgo de manipulacin poltica, siendo el objeto de la
celebracin asociar la repblica de 1821 con su gobierno, establecindose que la Patria Nueva
propuesta por Legua era la continuidad de la Patria Republicana de los primeros caudillos; en el caso
mexicano, el Centenario tuvo caractersticas de paradoja como bien seala Lemprire, coincidiendo
con el rgimendictatorial de Porfirio Daz; en el caso argentino, la fecha tuvo un marcado carcter de
fiesta, en donde la ciudad y puerto de Buenos Aires tuvo un rol protagnico.
2
Plan de Desarrollo 2008-2011 Por una sola Cartagena. [Documento en lnea]. Disponible desde
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http://reflexiones.fcs.ucr.ac.cr/documentos/24/el_debate.pdf
101
Esfuerzos semejantes se han realizado desde la Sociologa; cabe mencionar el debate planteado por
Theda Skocpol en torno a la necesidad de realizar estudios sobre las revoluciones comparativamente,
y su anlisis sobre las razones que explicaran las revoluciones, en tanto una clase monopolice el poder
y margine a otra al punto de afectarla bajo formas coercitivas y violentas.
102
Reflexiones finales
A lo largo de mi exposicin he citado algunas de las principales influencias que
nos dan cuenta del amplio desarrollo historiogrfico que ha tomado el tema de
los bicentenarios. En ellas es conveniente resaltar lo siguiente:
Las polticas estatales no han estado ausentes del tema; como en todo
acto que se precie de tal, el Estado ofreci visiones generales en donde la
mayora de los ciudadanos deberan haberse sentido incluidos. Sin embargo, el
marco en el que se dieron estas celebraciones durante el primer centenario fue
de naturaleza excluyente.
No obstante, a diferencia de las celebraciones del primer centenario, el
Bicentenario constituye una extraordinaria oportunidad para evaluar de
manera cuantitativa y cualitativa qu tan cerca estamos de los ideales
republicanos, como ha sucedido en el Per con el CEPLAN, el Plan Nacional
de Desarrollo para el Buen Vivir en Ecuador, la creacin de la Alta Consejera
Presidencial para el Bicentenario de Colombia, entre otros.
Ello es posible porque el Estado del siglo XXI se encuentra ms desarrollado e
institucionalizado; por primera vez en nuestras historias existe la necesidad de
alinear los objetivos nacionales con los indicadores de gestin en el marco de
las polticas pblicas de cada sector. Varios factores han incidido en esta
situacin: Latinoamrica ha pasado a tener en su mayora naciones de renta
media, cuyos ingresos per cpita se han incrementado, aunque manteniendo
serias desigualdades en su distribucin; un segundo elemento es que pese a las
vertientes autoritarias de Ecuador y Bolivia, ninguno de los pases del
hemisferio Sur, salvo Venezuela y Cuba, han planteado romper con la
economa de libre mercado y volver a los modelos estatistas de la dcada de los
ochenta. En conjunto Amrica Latina ha logrado la tan ansiada estabilidad
poltica y en menor grado econmica, pese a problemas globales como la
migracin transnacional y el narcotrfico.
104
Los problemas sociales que afronta Latinoamrica son cada vez ms
complejos. El Bicentenario puede propiciar reflexiones en torno a los
elementos que daran sustento a una identidad latinoamericana, basada en
principios reales de inclusin, poniendo un mayor nfasis en el desarrollo de
polticas culturales que expliquen la participacin de los sectores populares en
la independencia, las transformaciones polticas dadas a lo largo del desarrollo
de la repblica, los vnculos histricos que nos unen con Espaa y que explican
nuestras transformaciones en un marco ms global, y la necesidad de seguir
hurgando en nuestra historia nuevas respuestas a lo ocurrido desde el ltimo
tercio del siglo XVIII hasta el presente. Latinoamrica se ha convertido en un
laboratorio poltico sumamente complejo, cuyas independencias se vienen
labrando an en el presente, como bien se seal en una de las disertaciones,
para el caso de las islas de Martinica y Guadalupe -consideradas como
departamentos de ultramar por parte de Francia-, dando un vivo ejemplo de
que el debate no ha perdido vigencia.
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105
106
107
a fundar un Estado nacional en el que residiera la soberana, pero que una vez
conquistado el poder, seran objeto de importantes tensiones y amenazas
provenientes de sus propios miembros, evidenciando la inexistencia de algn
tipo de solidaridad, por no decir proyecto comn, entre los diversos grupos de
poder a nivel regional. Y otra vez convendra preguntarse hasta dnde estas
reacciones tuvieron su origen en miedos, odios, desconfianzas y rencores, ms
que en la necesidad o el deseo de construccin de proyectos polticos distintos.
Y entonces emerge all, otra vez, un temor reiterativo: si el nuevo gobierno tena
claro que la soberana resida en la nacin, pero resultaba que ni los
analfabetos, ni los sirvientes, ni las mujeres, ni los pobres en general podan
participar en las decisiones polticas, la nacin quedaba constreida a un 5% de
la poblacin. Miedo al pueblo acaso?
tanto europeas como americanas. Cmo desconocer por ejemplo los ecos de la
Revolucin Francesa en el mundo hispnico; el impacto que gener en el
sistema de alianzas, alterado profundamente a raz de los sucesos de 1789, el
repudio que generaron sus efectos nocivos y radicales haciendo descalificar a
cualquiera que resultara tildado de afrancesado. Porque si bien los reformistas
ilustrados estaban al tanto del enciclopedismo francs, la radicalizacin de la
Revolucin Francesa no era compatible con el mantenimiento del Despotismo
Ilustrado, en definitiva de la monarqua absoluta. Y entonces, el temor a que la
llama revolucionaria prendiera en un pas cargado de problemas e hiciera mella
en la sociedad estamental a la que la monarqua absoluta serva de eje, movi a
establecer medidas de contencin a fin de aislar a Espaa de la influencia
revolucionaria. Accin nada fcil, si tenemos en cuenta la proximidad
geogrfica, los vnculos comerciales muy intensos que unan a los dos pases, la
existencia de una constante emigracin francesa hacia Espaa y la presencia de
importantes colonias francesas en las principales ciudades espaolas, lo que
terminaba favoreciendo la rpida difusin de las noticias y de la propaganda.
En ese mismo orden de ideas, el ascenso al trono de Napolen Bonaparte
merece especial atencin. En su estrategia poltico militar, el emperador de los
franceses anhelaba conquistar la monarqua espaola, que cabe mencionar, no
era un territorio exclusivamente europeo y contemplaba en cambio las
onerosas rentas de sus territorios americanos. A partir de entonces la historia
de Espaa, lase tambin la de Amrica, estara ligada a los movimientos del
estratega francs que generaron cualquier cantidad de reacciones motivadas en
buena medida por el miedo.
El miedo a Gran Bretaa, tras la derrota naval de la armada espaola en
Trafalgar (1805) con lo cual quedaban indefensas las rutas comerciales con las
Indias y las propias colonias, as como la invasin a Buenos Aires (1806), que
aunque no prosper, s dej en evidencia -si es que haca falta- el inters de los
ingleses por las posesiones espaolas en Amrica,1 puede ayudar a entender la
firma del tratado de Fontainebleau. Otra alianza desesperada de la Corona
espaola con Napolen en su tan bien planeado sistema de alianzas (Prusia
(1805), Rusia (1807) y Austria (1809). Alianza desesperada, pero tambin
costosa, que supedit en la prctica la poltica y recursos espaoles a los
intereses del emperador francs. Hay que recordar que Espaa vena
colaborando con Francia y en contra de Gran Bretaa desde el Tratado de San
Ildefonso en 1796, alianza que fue confirmada al suscribir el segundo Tratado
de San Ildefonso en 1800, y que dicho sea de paso, no puso fin a los temores del
gobierno espaol por una expansin de la Francia revolucionaria; slo signific
que Espaa consideraba la amenaza de la Gran Bretaa como algo
infinitamente ms grave.
El miedo a la invasin de las tropas francesas al territorio peninsular espaol,
hizo que la familia real preparara todo para irse a Amrica, tal y como lo haba
hecho la portuguesa un ao antes. Lo que explica que se encontrara en
Aranjuez el 15 de marzo de 1808 cuando ocurri el famoso motn. La ruta
estaba trazada: Aranjuez, Sevilla, Cdiz Veracruz en Nueva Espaa.
109
Y desde la comodidad que produce mirar los hechos con doscientos aos de
distancia y buscar interpretarlos con las posibilidades y restricciones que el
comps temporal otorga, pudiramos preguntarnos ahora entonces por el
miedo a la reconquista: El retorno del rey. Aludiendo no necesariamente a la
popular triloga cinematogrfica, sino y sobre todo, al libro del profesor Justo
Cuo, obra que analiza uno de los procesos que se concitaron para la
formacin de Colombia a partir de la primera desintegracin.5 Porque ya
sabemos lo que ocurri despus de ese primer intento de estructuracin, si no
nacional, por lo menos estatal, que inici de manera tan agitada como termin:
Bogot, 20 de julio de 1810 Cartagena, 4 de diciembre de 1815. La provincia
de Cartagena fue la primera que dio noticia sobre la restauracin monrquica
acaecida en la Pennsula y sobre la invasin de tropas espaolas que se
avecinaba. Situacin obvia y a la vez paradjica, si consideramos lo bien
comunicada que poda estar Cartagena gracias a su posicin portuaria, pero
tambin que fue quizs la regin que recibi con ms fuerza la nada pacfica
visita de don Pablo Morillo (el Pacificador). En agosto de 1815 inici el sitio
de Cartagena de Indias. Sus habitantes resistieron durante 106 das, al cabo de
los cuales se rindieron a causa de los estragos que caus el hambre y la miseria
que provoc el sitio. Las cifras ms dramticas hablan de 6000 personas
muertas en menos de cuatro meses. Segn uno de los sobrevivientes, el general
O'Leary, para aplacar el hambre, llegaron a comer ratas, gatos, y hasta cuero de
vaca remojado en agua salada de mar. En el mes de febrero de 1816 Morillo
hizo fusilar en Cartagena a los nueve primeros lderes patriotas, inaugurando
as el llamado "Rgimen del terror". Manera nada tcita de referirse a la
estrategia de los espaoles para contener el ya iniciado proceso de
Independencia. El derrumbe del primer experimento republicano de la Nueva
Granada y la desaparicin de buena parte de los dirigentes que se haban
111
consolidado entre 1810 y 1815, dejaron abierto el nada seguro, de hecho el muy
incierto y miedoso, camino de las armas. El turno fue entonces para el Ejrcito
Libertador, que en su accionar modific sustancialmente las condiciones de la
futura accin poltica.
Fueron todos estos eventos los que definieron una poca delimitada por
circunstancias novedosas y variables que provocaron inseguridades,
desconfianzas, temores, miedos, a hombres y mujeres que iban reaccionando
en la medida en que sus sentimientos y los mismos acontecimientos iban
tambin evolucionando. Fue una poca neurlgica, en la que se hizo necesario
tomar decisiones que solo el paso del tiempo termin revelando lo acertadas o
equivocadas que fueron. As, podemos pensar que quienes habitaban
territorios como Cartagena de Indias, no permanecieron, de ninguna manera,
al margen de las circunstancias. Pese a la distancia geogrfica con la metrpoli
y la capital del virreinato, y la distancia poltico-administrativa con las
provincias cercanas, los habitantes cartageneros tenan informacin de lo que
estaba aconteciendo en el mundo hispnico. Tergiversada, cruda, equivocada,
manipulada, contradictoria, pero al fin y al cabo informacin que los mantena
al da en un gil -y por eso mismo sorprendente para la poca-, ejercicio de
transmisin de buenas y malas nuevas a distancia, y continuamente
cambiantes.6 As, ellos y ellas se dieron a la tarea de traducir los mensajes que
iban recibiendo y establecer posiciones, y tomar decisiones de acuerdo a sus
expectativas, necesidades, temores y condiciones. La vida de los habitantes de
Cartagena de Indias, y de la misma provincia, experiment una importante
transformacin con la entrada del siglo XIX y el acaecimiento de una serie de
procesos enmarcados en crisis y coyunturas que terminaron por conectar de
manera casi natural estos territorios con la otra orilla del ocano.
Renuncio de esta manera, a concepciones que dejan al ser humano como sujeto
pasivo de la historia. Que si bien participa de ella, no la construye, no la
determina, antes bien, pareciera padecerla. Visiones que dan todos los crditos
a esa Historia, con maysculas, que se desarrolla de acuerdo a sus propias
reglas, y movida por razones completamente ajenas a la voluntad humana (los
ciclos naturales, los propsitos divinos, el desenvolvimiento del Espritu
Absoluto, etc.). De igual manera a aquellas que idealizan a seres tan humanos
como cualquiera de nosotros, lderes sobrenaturales difcilmente igualables,
tan anhelados an en la contemporaneidad, y que siempre supieron qu hacer
y qu decir en el momento justo. Me uno en cambio, muy consciente del
contexto de celebraciones del bicentenario en el que nos movemos, a la
percepcin de Santiago Ramn y Cajal7 cuando afirmaba que Mala manera de
preparar a la juventud para el engrandecimiento de su patria es pintar sta
como una nacin de hroes, de sabios y de artistas insuperables. Porque
sospecho que slo hasta que entendamos que no hay buenos ni malos en la
pelcula de la historia; que el hecho de no declararse como amigo de alguien
no lo hace automticamente su enemigo; que se poda ser patriota o realista
independientemente del lugar de nacimiento, la profesin o la ubicacin
geogrfica; que existan vas alternas, es ms, que era posible cambiar de
posicin dependiendo de las distintas lecturas que se hicieran de los tambin
distintos acontecimientos; solo hasta entonces podremos tener una visin si no
ms aproximada, por lo menos ms global.
112
Y no digo slo de la historia, tambin del ser humano entendido como una
combinacin de ideas, imgenes, pasiones y juicios de valor que enfrenta
diariamente a la que cree es su realidad en tiempos y espacios determinados.
Bibliografa
Acta de Independencia de la Provincia de Cartagena de la Nueva Granada.
Papel Peridico Ilustrado Nmero 31; Ao II; Imprenta de Silvestre y
Compaa, 16 de diciembre de 1882.
Chust, Manuel (coord.) (2008), 1808: La eclosin juntera en el Mundo
Hispnico. Fondo de Cultura Econmica, Mxico.
Cuo Bonito, Justo (2008), El retorno del Rey: El establecimiento del Rgimen
Colonial en Cartagena de Indias. Universitat Jaume I, Castelln, 2008. 481 pp.
ISBN 978-84-8021-614-2
Frasquet, Ivana (coord.) (2006), Bastillas, cetros y blasones: la independencia
en Iberoamrica. Instituto de Cultura. Fundacin Mapfre, Madrid, 390 pp.
Martnez Garnica, Armando (1997), La defensa de los fueros provinciales
durante el tiempo de la Patria Boba (1810-1815). Universidad Industrial de
Santander, Bucaramanga.116 pp.
Mnguez, Vctor (coord.) (2004), El imperio sublevado: Monarqua y naciones
en Espaa e Hispanoamrica. Consejo Superior de Investigaciones Cientficas,
CSIC. Espaa, ISBN 84-00-08247-8
Footnotes
1 La ocupacin de La Habana en 1762 y la amenaza de toma de Montevideo
pueden ser consideradas como otras muestras de la apetencia americana por
parte de Gran Bretaa.
2 Juras de absoluta fidelidad a Fernando VII y la ms enrgica condena y
reconocimiento de los actos de Napolen, se sucedieron por toda la
monarqua espaola.
3 Si bien la eclosin juntera fue solo el cumplimiento de una orden enviada por
la Junta Central, y no necesariamente resultado de una expresin de
autonoma, no deja de ser llamativa la habilidad con la que se hace el anlisis
en diferentes espacios americanos en torno al hecho de que habiendo dejado
de existir la casa real espaola, y partiendo de la irreversibilidad de la accin
napolenica en Europa (vaco de poder), el movimiento inmediato era la
asuncin de la soberana absoluta por cada una de las provincias.
4 Son de especial inters los debates que se desarrollan en torno a la declaracin
del sufragio universal, disposicin que crear pnico en muchas regiones
americanas; el caso de Mxico suficientemente documentado se me hace un
atractivo ejemplo. Ver los trabajos de Jaime Rodrguez: Una cultura poltica
compartida: Los orgenes del constitucionalismo y liberalismo en Mxico. En:
El imperio sublevado: Monarquas y Naciones en Espaa e Hispanoamrica.
Vctor Mnguez y Manuel Chust (eds.). pp. 195-224, e Ivana Frasquet (Coord.)
Tctica y estrategia del discurso poltico mexicano: La cuestin de la
soberana, 1821-1822. En: Bastillas, cetros y blasones. La independencia en
Iberoamrica. pp. 123-149.
5 Cuo Bonito, Justo. El retorno del Rey: El establecimiento del Rgimen Colonial
en Cartagena de Indias. Universitat Jaume I: Castelln, 2008. 481 pp. ISBN
978-84-8021-614-2.
6 El contenido del Acta de Independencia absoluta de Cartagena en su
exposicin de motivos, deja ver lo informado que estuvo el buen pueblo de la
provincia de Cartagena de Indias y la postura tomada frente a los
acontecimientos ms significativos acaecidos en la Pennsula desde la
irrupcin de los franceses, pasando por la abdicacin de Fernando VII, la
conformacin de la Junta de Sevilla, la Junta Central, la Regencia y la
instalacin de las Cortes Generales. Acta de Independencia de la Provincia de
Cartagena de la Nueva Granada. Papel Peridico Ilustrado Nmero 31; Ao II;
Imprenta de Silvestre y Compaa, 16 de diciembre de 1882.
7 Mdico espaol, premio Nobel de Medicina (1906), que adverta acerca de la
necesidad de re-escribir la historia de su pas para limpiarla de todas estas
exageraciones con que se agiganta a los ojos del nio el valor y la virtud de su
raza.
113
El Bicentenario:
Soy negra, soy casta, soy libertad, yo soy caribe
Merly Esther Beltrn Vargas
Administradora de Empresas Tursticas, Universidad Los Libertadores.
Especializacin en Desarrollo social, Universidad del Norte. Mster en Direccin y Organizacin de Empresas
Tursticas, actual, UTB. Docente, asesora de turismo cultural sostenible. Directora Fundacin Tucultura.
[email protected] [email protected]
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114
Enrique Marco Dorta, Cartagena de Indias puerto y plaza fuerte. Alonso Amado Editores, 1996. p.167.
Eduardo Lemaitre, Breve Historia de Cartagena 1501-1901, p. 95.
116
117
119
En manos de los patriotas el interior del pas despus de las batallas de Boyac
(7 de agosto de 1919) y Carabobo (24 de junio de 1821) y tomados los grandes
puertos de Cartagena y Maracaibo, le quedaba prcticamente imposible a
Espaa una segunda reconquista.
Una segunda reconquista en el siglo XXI
Y quiero finalizar este recorrido por la historia contndoles que gracias a la
Organizacin de Estados Iberoamericanos OEI, gan una beca de movilidad
para viajar a cualquier pas de Iberoamrica. Hubiese escogido Espaa e ir
donde est la historia contada por los espaoles, pero prefer ir a Cuba y desde
mi proceso de investigacin armar mi historia. Los negros antes de llegar a
Cartagena llegaban a La Habana y es all donde me he encontrado con mi
existencia; sueo con visitar frica, que es donde estn las verdaderas races,
pero de igual forma siento en mi corazn la alegra de encontrarme y revivir
mis ancestros.
Pensar en una reconquista y que nunca hemos estado en libertad es caer en
verborrea. Somos lo que somos. Se hizo una historia que hubiese sido construida
de otra forma, pero hoy celebramos un bicentenario con corazn valiente,
orgullosos de ser negros, castos, mestizos. Yo soy Caribe.
Bibliografa
Aristizbal Giraldo, Tulio (2001), Iglesias, conventos y hospitales en
Cartagena colonial. Cartagena. Alianza editorial. 160 p.
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Hernndez. 258 p.
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Registro de Bolvar, No 727.
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Arsenal de Cartagena de Indias (1533 1810). Cartagena. Tesis de grado
Universidad Jorge Tadeo Lozano Seccional del Caribe. 355 p.
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colombiana. Bogot. Grficas Modernas. 178 p.
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Lemaitre, Eduardo (1987), Historia general de Cartagena. Tomo I. Bogot,
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Cartagena. Alonso Amado Editores. 369 p.
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1 ed. New York. Wadsworth International. 363 p.
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Zapatero, Juan Manuel (1979), Historia de las fortificaciones de Cartagena de
Indias. Madrid, Ediciones Cultura Hispnica del Centro Iberoamericano de
Cooperacin. 284 p.
121
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122
123
124
El hecho de que los pequeos granjeros hayan decidido cultivar sus tierras para
su propia subsistencia, y otros se dedicaran a comercializar caf, pero no en
suficiente cantidad para exportar, dejando an lado la produccin de caa,
producto en la cual se basaba la economa del Pas, oblig al cierre de muchos
trapiches, lo que a su vez origin el no contar con ingresos para exportacin,
que a su vez permitieran importaciones. Este fenmeno es otro golpe dado a la
otrora pujante economa haitiana.
Pero tambin esta catica situacin, se desprende del temor que tenan los
opresores de que este ejemplo tan claro de libertad fuera seguido rpidamente
por otros pases, lo que llev a los franceses a amenazar con una nueva
invasin, si no se le pagaba un tributo econmico por la prdida de su territorio
y propiedades (esclavos) por un monto de 150 millones de francos, lo que
oblig al gobierno local a aumentar los impuestos y a marcar los primeros
peldaos de la pobreza, que poco a poco ira creciendo.
La hostilidad de los pases opresores hacia aquellos que haban gritado libertad,
no se dej esperar y muy pronto Hait recibi bloqueo econmico, que unido al
debilitado concepto hombre/tierra (pues los muertos en la guerra fueron casi
300 mil), las limitaciones tecnolgicas, la falta de transporte, la desforestacin
originada por la quema de las plantaciones y la presencia del intermediario,
contribuyeron an ms a sumir a la Nacin en la pobreza.
La inestabilidad poltica que a travs del tiempo se ha presentado en este
territorio, se convirti, adems, en otro factor que acab con el ingreso que por
turismo tena Hait, unido al temor en los visitantes, que asociaban la
comunidad negra con el flagelo del SIDA.
Todas estas razones parecen haberse unidos para arrasar con la prspera
economa de un Pas que hace 200 aos era considerado como uno de los
emporios productivos ms importantes de Amrica y que en la actualidad
segn su gobierno y luego del terremoto del presente aos, la inflacin superar
el 10 por ciento y la economa se puede contraer en un 8 por ciento. En el
informe presentado durante la asamblea anual del BID, se seala que la fuerte
disminucin de los ingresos fiscales ocasionarn una disminucin de la
financiacin estimada actualmente en alrededor de 350 millones de dlares y
la balanza comercial deber deteriorarse por la cada en la produccin y las
importaciones, necesarias para la subsistencia de la poblacin y para la
reconstruccin"2.
Una libertad que amenaza orgenes tnicos?
Pero si el grito de independencia en Hait se convirti en uno de los peores
enemigos para su economa, la misma libertad se convirti en la mayor
amenaza para las costumbres y races de los esclavos trados a Amrica por los
espaoles, y en especial para aquellos cimarrones que se atrevieron a huir y a
buscar refugio en los famosos sitios denominados palenques, particularmente
en aquel ubicado en las faldas de los montes de Mara, que hoy es el nico
pueblo en Colombia en dnde an quedan algunas races y riqueza de los
ancestros africanos los ma-kuagro .
125
San Basilio de Palenque, fue considerado desde el siglo VX, como el primer
pueblo esclavo libre de Amrica Latina del sur, que alcanz la misma, gracias a
su lder cimarrn Benkoz Bioho, trado a Cartagena de Indias en 1596 y quien
se atrevi a rebelarse a sus amos y a invitar y liderar a otros para que lo hicieran.
Este primer intento de libertad (vivir en sus refugios-palenques) fue la primera
seal de la prdida de sus races ancestrales, pues era inminente que la
comunicacin, tal como ha ocurrido a travs de la historia en cualquier tipo de
sociedad, es una de las bases esenciales para sobrevivir, no quedndole ms
remedio a stos hombres, perseguidos, que crear su propia lengua en donde se
mezclaron el kikongo, con una gramtica original.
Quiz este fue el primer golpe a la ruptura con sus races, que muy pronto se
vieron mezcladas con el nuevo lenguaje: el bant, en donde se emparentaron
400 lenguas para dar origen a la que hoy an se conserva en San Basilio de
Palenque.
Los intentos de los palenqueros por entrar a la sociedad del blanco empezaron
cuando en 1906, se instal un ingenio de azcar en la regin, lo que permiti a
los adultos enrolarse en ellas, pero cuando los mismos fueron ampliado su
campo laborar en las bananeras y en la ciudad, sintieron vergenza de su
lengua, al punto que los mayores dejaron de transmitirla a sus hijos, pues en ese
mundo de libertad que tanto anhelaron, eran estigmatizados por
considerrseles que no saban hablar un buen espaol.
126
Otras msicas que pueden dar testimonio de sus rebeliones, se pueden haber
perdido, por el contrario lo que se escucha ahora de los negros, es msica
relacionada con la religin catlica, con sus costumbres sociales, con el
contacto con la naturaleza, canto a las aves, a los ros, a los animales, pero nada
que suene a himnos revolucionarios. Este es un fenmeno interesante que
podra indicar que despus de haber logrado la plena libertad, el negro se ha
sentido feliz y ha olvidado tan tenebroso pasado, hasta el punto de haber
borrado toda reminiscencia musical o potica en contra de sus terribles amos3
Y por qu no decirlo una de las causas que freno gran parte de la
conservacin de esa msica ancestral, fue la calificacin dada por las familias
prestantes de la ciudad, quienes consideraban la misma como inculta, de
muchos desorden y slo adecuada para negros, al ir contra los parmetros
establecidos dentro de la cultura moderna. Ritmos como la Champeta
(contiene todos los elementos africanos) no estaban bien visto dentro de esa
sociedad, obligndose al desplazamiento de sta hacia los barrios populares, en
donde fue masificada.
Si nos detenemos un poco en el ritmo tradicional de San Basilio de Palenque,
el Mapal, es muy fcil hallar caractersticas musicales tpicamente africanas,
que en sus orgenes fue una danza de labor que era ejecutada en las noches y
estaba amenizada por tambores yamaro y quitambre, las palmas de la mano y
el canto, y en la cual se dejaba salir el frenes de la situacin de opresin que
vivan los esclavos a travs de la fuerza del movimiento de su cuerpo. Hoy el
Mapal tiene otra temtica que lo convirti en una de las danzas ms sensuales
y alegres del folclor colombiano.
Cabe aclarar que esa composicin intelectual que es la ciudad y sus habitantes
- en la historia, parte tanto de supuestos como de hechos cAunque, desde 1991
la lengua de Palenque, es materia obligatoria en le escuela primaria y el colegio,
los nios y adolescentes, slo tienen de ella un conocimiento pasivo y se
limitan a emplear frases que les sirven de emblema identitario, ms que de
comunicacin, pues la consideran que no sirve para nada, y tal como afirman
algunos de ellos en el exterior no les entienden.
Si no hubiese sido por el reconocimiento hecho por la UNESCO, en el 2005, a
San Basilio de Palenque, como Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad,
la cultura palenquera, que representa el 01% de la poblacin afrodescenciente
en Colombia, y en dnde an quedan vestigios africanos a travs de la lengua,
el ritual del Lumbal, la medicina tradicional, el folclor, la gastronoma, los
peinados, la tradicin oral y su organizacin social en Kuagro, pareca tener
como nico futuro su desaparicin.
Hoy se trabaja a travs de organizaciones como el Centro de Memoria
Colectiva Simankongo, por mantener y hacer perdurar entre las nuevas
generaciones el fortalecimiento de las distintas manifestaciones culturales
tradicional, que permitan mantener la identidad y autonoma. (tcnicas y
procedimientos mdicos naturales, prcticas curativas, lengua ancestral y
tradicin oral)
3
127
128
Bibliografa
Conferencia Frannk Moya "Hait, la Primera Independencia y las
Servidumbres de su Historia".. Escuela de Verano Cartagena de Indias. El
Caribe: Epicentro De La Amrica Bicentenaria
Conferencia Armin Schwegler: Palenques Escuela de Verano Cartagena
de Indias. El Caribe: Epicentro De La Amrica Bicentenaria.
La Msica Palenquera. Enrique Marquez San Martn.Edun Valdez
Hernndez.
Conferencia. Weildler Guerra Los pueblos indgenas en Amrica Central y la
Gran Cuenca del Caribe dos siglos despus de la Independencia.
Palenque Cultura Presente, Territorio ausente. Estudio Universidad
Externado de Colombia. Facultad de Finanzs, Gobierno y Relaciones
Internacionales.
www.scielo.org.ar/ Estudios de Filosofa Prctica e Historia de las Ideas.
Versin On-line ISSN 1851-9490
www.herramienta.com.ar"El Significado de Hait": Tragedia, Historia,
Cultura, Filosofa. Gogol, Eugene
www.cronicon.net/paginas/edicanter/ediciones.Palenque:
Una comunidad Afrocolombiana
nica y Universal. Yves Moino.
son entidades territoriales los departamentos, los distritos, los municipios y los territorios indgenas.,
San Basilio de Palenque es un corregimiento, es decir, una divisin del rea rural de un municipio, el
cual incluye un ncleo de poblacin y segn el Artculo 117 de la Ley 136 de 1994 se crea con el
objetivo de mejorar la prestacin de los servicios y asegurar la participacin de la ciudadana en los
asuntos pblicos de carcter local
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130
Este relato es el producto de esta experiencia y est claro que es algo de carcter
muy personal, muy subjetivo y sentimental lo que bajo mi punto de vista lo
hace ms humano y no menos objetivo o importante-. Es muy personal porque
expreso aqu mis opiniones e impresiones ms particulares, frutos de mi
formacin personal y profesional y de las experiencias acumuladas a lo largo de
la vida. Es por lo tanto, lo ms subjetivo que se puede ser. Y s, es sentimental,
porque no hay otra forma de aprender sino buscar saber lo que te apasiona, te
mueve, te inspira.
132
Conferencia tras conferencia, fuimos invitados a meternos por las sendas del
pasado de Cartagena. Pero la preocupacin tampoco era con el conocimiento
del pasado por s mismo sino con la mirada hacia el presente y a las
posibilidades del futuro. Me di cuenta de que finalmente iba a entrar por la
puerta de la historia, que apenas vislumbraba entreabierta a travs de la
literatura. Aprend entonces que la misma ciudad que era la ms importante del
Caribe espaol -de ah sus murallas y el tener la plaza fortificada ms grande
del Caribe, que estaba entre las ciudades ms importantes de la Amrica
Espaola, que haba sido residencia de los Virreyes, posea un comercio
pujante y prspero, abrigaba uno de los puertos ms importantes de las
Amricas y que tuvo el privilegio ingrato de ser el mercado de esclavos
africanos ms grande de la regin-, en determinado momento asisti a un
periodo largo de decadencia. La perla del Caribe colombiano pas por tiempos
de gloria y de tinieblas, de xito y fracaso, de independencia y sometimiento.
Cartagena fue pionera en su declaracin de independencia: el 11 de noviembre
de 1811 se convierte en el segundo territorio a separarse de Espaa. En este
proceso estuvieron involucradas obviamente las elites tradicionales y las
investigaciones ms recientes vienen demostrando que tambin las capas
populares tuvieron su papel. Esta audacia le cost un precio alto. Luego, en
1815, la ciudad enfrent la campaa de reconquista liderada por Pablo Morillo,
cuyos resultados fueron terribles en trminos humanos, polticos y
econmicos. Como consecuencia de la resistencia a los ataques de Morillo y
tambin del hambre y de las epidemias, Cartagena fue reconocida con el ttulo
de Ciudad Heroica. La toma de Cartagena dio paso a Morillo para atravesar el
resto del Virreinato de la Nueva Granada y permiti la restauracin del
gobierno virreinal, que dur hasta 1821. No fue solamente el proyecto de la
independencia que se malogr sino tambin el protagonismo de la ciudad en el
escenario poltico, que enfrenta disputas sin fin por el poder con las vecinas
Santa Marta y Barranquilla, y con Santa Fe de Bogot.
El impacto de la decadencia se hizo sentir en la sociedad, en la economa, en la
demografa, y marc todo el siglo XIX. A partir de la segunda mitad del siglo
XX, Cartagena empieza a despertar nuevamente y trata de rescatar su pasado y
transformarlo en un agente de desarrollo. Tras haber sido declarada
monumento nacional en 1959 y patrimonio histrico y cultural de la
humanidad por la UNESCO en 1984, Cartagena adentra el siglo XXI con las
esperanzas renovadas en la importancia que tiene su historia como motor que
la empujar hacia un futuro en donde podr volver a encontrar el esplendor
que conoci un da.
Llegu a este Diplomado a aprender sobre Cartagena, sobre el Caribe, sobre
Colombia, sobre Amrica Latina. Sal de all con mucho ms que eso, porque
conoc cartageneros, caribeos, colombianos, latinoamericanos. As, a la historia le puse
rostros y eso represent una diferencia fundamental en el aprendizaje. Uno de los
puntos fuertes del Diplomado fue reunir personas de pases, culturas, edades,
profesiones, formaciones y opiniones diversas.
133
134
Falt educacin
Una interpretacin de la propuesta educativa de
Simn Rodrguez a las nuevas repblicas americanas.
Patricio dgar Vera Pearanda
Podremos, tal vez, construir una utopa hacia el pasado que encuentre
legitimidad en la experiencia de vivir entretiempos.
Adriana Puiggrs
El presente ensayo intenta hacer un anlisis de la propuesta de Educacin
Social de Simn Rodrguez como principal estrategia para completar el proceso
de emancipacin de la Amrica Hispana en el siglo XIX. Rodrguez estaba
convencido de que el proceso emancipatorio estaba inconcluso y necesitaba de
la educacin para conquistar una verdadera libertad en todo el sentido de la
palabra; escribi a Simn Bolvar a las pocas semanas de su llegada a Cartagena
de Indias en 1823: He odo decir que usted se retira una vez concluido, no s
qu proyecto, si es el de las independencias, me tranquilizo pues falta mucho
por hacer todava.1 En una de sus cartas pondra claro el propsito de su
retorno a Amrica: Mis ltimos aos que han de ser pocos los quiero servir a
la causa de la libertad, para eso tengo escrito ya mucho.2 Esos escritos pocos
son los que se conocen-, eran propuestas originales que intentaban demostrar
la importancia de una Educacin Social.
Rodrguez abogaba por la originalidad en Amrica; constantemente repeta: o
inventamos o erramos, y planteaba que las nuevas repblicas no deberan tratar
de europeizarse que fue lo que sucedi-, sino construir las nuevas soberanas
con base en las caractersticas propias de estas tierras:
la INSTRUCCIN PUBLICA en el siglo 19 pide MUCHA FILOSOFA
que el INTERES JENERAL est clamando por una REFORMA y que
la AMRICA est llamada por las circunstancias, emprenderla
atrevida paradoja parecer....
.... no importa ....
los acontecimientos irn probando,
que es una verdad muy obvia
la Amrica no debe IMITAR servilmente
sin ser ORIGINAL3
1
Idem.
Rodrguez, Simn, Obras escogidas de Simn Rodrguez, Caracas, Ed. Bloque de Armas, 1985, p.115.
Volver al Indice
135
Idem.
Idem.
136
Ibd, p.120.
Ibd, p.201.
Se sabe muy poco todava de esta escuela; Rodrguez manifestara:
fue la gente de mostrador y ruana de Bogot, las que impidieron que este proyecto siguiera
adelante Ibd, p.45.
10
En enero de 1826 Bolvar nombra a Rodrguez Director de Instruccin Pblica, cargo que ocupara
hasta el 15 de julio de ese mismo ao. Vera, Patricio, Las ideas de Educacin Popular de Simn
11
137
12
13
14
138
Rodrguez crea que solo con la educacin se lograra dejar de lado lo malo de
la poca colonial y formar verdaderas repblicas.
El hombre que gobierna pueblos... en el da,
debe decirse con frecuencia
solo LA EDUCACIN impone OBLIGACIONES
a la VOLUNTAD
estas OBLIGACIONES son las que llamamos HBITOS23
Tambin era consciente de que la educacin por s sola no cambia la sociedad,
pero que no existe cambio social sin la educacin. Muchas de las reformas de
los nuevos gobiernos eran ms de forma que de fondo; falt apoyarse en la
educacin para crear una nueva cultura con nuevos ciudadanos; segn
Rodrguez la Amrica emancipada estaba en condiciones para este objetivo.
La mayora de los historiadores coinciden en sealar que el proceso de las
independencias en la Amrica Hispana no fue una pugna de ideologas
(monrquica vs. republicana), sino una revolucin poltica desarrollada
principalmente en los centros urbanos de la Colonia por criollos y mestizos
que aprovecharon el vaco de poder en la pennsula por la invasin francesa en
1808, exigiendo mayor autonoma poltica y administrativa de las riquezas
generadas en Amrica; y si bien muchos de los nuevos estados redactaron
constituciones que tenan un espritu liberal republicano e invirtieron como
nunca antes en la educacin pblica (Instruccin Pblica), en la prctica la
cultura, o mejor dicho el orden colonial, se mantuvo por muchos aos ms,
sobre todo en las posiciones estamentales dentro de la sociedad.24
El Proyecto de Educacin Popular de Rodrguez estaba basado en una Educacin Tcnica Productiva,
Colonizacin y Educacin Popular, entendida no como asistencialismo o educacin de las masas, con el
propsito de controlarlas, sino como una educacin liberadora. Es por esto que a l se le reconoce como
el primer referente del Movimiento de Educacin Popular en Latinoamrica.
22
Schroeder, Joachim, Modelos Pedaggicos Latinoamericanos, La Paz, CEBIAE, 1994.
23
Rodrguez, Simn, op.cit., p. 217.
21
139
...muchos, por no singularizarse tanto, son de parecer que las cosas deben
dejarse como estn, (no hay consejo con ms docilidad y todos van a quien
menos hace)25
Despus del fracaso en su intento de construir Escuelas Sociales con un cargo
pblico, Rodrguez deseaba regresar a Europa pero careca de recursos; todo lo
haba invertido en sus ideas. Se dedic entonces a ejercer el magisterio
enseando idiomas y a leer y escribir en Bolivia, Chile, Per, Ecuador y
Colombia, tratando siempre de innovar y de vincular la educacin con el
trabajo,26 no dejando de escribir sobre la necesidad de una verdadera reforma
social, que tenga como estrategia a la educacin.
Hace 24 aos que estoy hablando, y escribiendo pblica y privadamente,
sobre el sistema republicano, y, por todo fruto de mis buenos oficios, e
conseguido que me traten de loco.27
Los nios y los locos dicen las verdades28
En sus ltimos aos escribira como reproche:
Los americanos estaran, viendo el suelo que pisan no mirando las estrellas
esperando lo que est en el orden, no que el olmo de peras, buscando
su vida en el trabajo, no rezando el padre nuestro, para poder con que
almorzar, contentos con lo que tienen, no con lo que les promete,
el que no tiene que dar.29
Rodrguez morira pobre en Amopate (Ecuador) el 28 de febrero de 1854, a la
edad de 83 aos, pero se lo enterrara en el puerto de Paita, dejando como nica
herencia material dos cajones de libros que llevaba a todas partes.30
El anlisis
140
Por esta razn quizs-, una vez conquistada la independencia los nuevos
estados, las nuevas Repblicas, cambiaban de nombre a sus antiguas
instituciones coloniales pero mantenan su mismo funcionamiento.
Simn Rodrguez saba que a este proceso de independencia le faltaba apostar
por la educacin como principal estrategia para lograr cambios significativos.
La independencia poltica deba estar acompaada de la educacin para que
esta ensee a formar repblicas y ciudadanos; ahora, lo interesante y
controversial de la propuesta de Rodrguez fue plantear una educacin social
con principios de igualdad, bienestar y productividad que chocaron con los
intereses de las lites oligarcas, pues se trataba de principios sociales de
bienestar para todos.
En los aos posteriores las nuevas repblicas implementarn varias reformas
educativas tratando de copiar lo que se estaba haciendo en Europa. La consigna
era La educacin como locomotora del desarrollo,31 sobre todo a inicios del
siglo XX; sin embargo, ms all de la excelente frase, estos modelos
importados- que intentaban homogeneizar, uniformizar y modernizar el
Estado, demostraron ser descontextualizados para la Amrica Latina debido
principalmente a su diversidad de gentes y culturas, y a las necesidades bsicas
de sus educandos, sin olvidar el siempre latente problema de sostenibilidad
econmica. Educadores como Paulo Freire critican estas reformas que tratan
de reducir el problema educativo en Amrica Latina a lo pedaggico,
ignorando no s si a propsito- la dimensin poltica de la educacin. Para
Freire al igual que para Rodrguez, la educacin debe ser poltica, en el sentido
de formar sujetos histricos, protagonistas de su tiempo.32
La confianza que tena Rodrguez en la educacin estaba bien fundamentada y
hoy se sabe que todo proceso de cambio poltico, social y cultural debe estar
acompaado necesariamente de la educacin, y que en el caso de Amrica
Latina, la educacin se presenta como su principal camino para salir del
subdesarrollo.33
31
32
33
141
Como la Escuela en el Campo, en Cuba, que ensea a trabajar y a tecnificarse, y tambin genera sus propios
recursos, o la de Warista en Bolivia que logr realizar una verdadera educacin indigenista aprovechando
contenidos de la cultura occidental.
35
Lpez, Luis Enrique, La cuestin de la interculturalidad y la Educacin Latinoamericana, Promedlac,
UNESCO, 2001, p.20.
36
A lo largo de este 2011, surgieron grandes protestas en Chile pidiendo que se mejore la calidad de la
educacin y se garantice su carcter gratuito, en ese pas que tiene una de las tasa ms altas de inversin
educativa de Latinoamrica.
37 Adriana Puiggrs manifiesta que la educacin en Latinoamrica carece de una reflexin filosfica; hemos
olvidado preguntarnos, Qu es educacin? y Hacia dnde vamos?
34
142
El Diplomado
El Diplomado Cartagena de Indias, Conocimiento Vital del Caribe 2011: El
Caribe como epicentro de la Amrica Bicentenaria, fue una experiencia
enriquecedora, gratificante y muy valiosa para mi vida profesional y personal.
Me permiti nuevamente socializarme con excelentes profesionales
latinoamericanos, aprender mucho de ellos en corto tiempo y de las excelentes
exposiciones. Tambin me permito reflexionar sobre el proceso de
independencia en nuestra regin; comparar lo sucedido en Cartagena de
Indias en 1811 con lo que vivi Bolivia por esos aos, que si bien fueron
procesos diferentes, me sorprendi encontrar elementos comunes, como la
pugna de poderes de las lites criollas, la segregacin de las clases populares
despus de la Independencia, y la bsqueda permanente de autonoma;
reconocer lastimosamente que nuestras independencias estn todava en un
proceso inconcluso que hoy en da tiene otros matices (independencia
econmica, cultural, etc.). Saber de la existencia de un mundo Caribe, que
enriquece a la idea de Latinoamrica; un mundo de contradicciones pero que
evoca pasiones y sueos. Caminar por las calles de Cartagena fue un privilegio,
sabiendo que es una ciudad que tiene tanto qu contar, de tantas historias y de
gente muy amigable. Compartir con el grupo de maestros fue otro regalo, y
recibir su amistad y confianza. Por ltimo, felicito y agradezco nuevamente a la
Fundacin Carolina Colombia y a la Universidad Tecnolgica de Bolvar por la
buena organizacin, la creatividad y por darnos la oportunidad de reflexionar
y producir.
Bibliografa
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Aires, A-Z Editora.
38
143
I
Las ciudades del Caribe colombiano fueron fundadas y pobladas en el marco
de ejercicios de violencia en los que predomin la imposicin fsica de un
grupo sobre otro; de los colonizadores europeos sobre afros e indgenas; de los
colonizadores sobre mestizos y todos aquellos que tuviesen alguna mezcla con
la sangre de los marginados. Tal imposicin consisti bsicamente en el
sometimiento del esclavo africano o indgena, del mulato, pardo, zambo o
mestizo, en el control de sus cuerpos con miras a la consecucin de riquezas o
provisiones que eran requeridas para el mantenimiento del proyecto
Volver al Indice
144
145
Vemos entonces que buena parte del principio de relacin de tales colectivos
humanos fue la violencia fsica, que se acompasaba al ritmo de las dinmicas
econmicas del momento; recordemos que los primeros intentos de
poblamiento estaban conectados con la idea de asentamientos-factoras. La
posibilidad de llevar a cabo proyectos econmicos a travs del comercio
esclavista, del comercio con nuevas mercancas y el uso de mano de obra
esclava resultaba muy atractivo en medio de un territorio que se empezaba a
descubrir, adems del gran aliciente que significaba el hallazgo de oro en
manos de los indgenas americanos. Este sentido del inicio de Cartagena como
factora y su posterior mantenimiento como puerto clave del gobierno espaol
en la regin, muestra que la organizacin social se dio como ejercicio militar
que estaba ligado a la puesta a punto de prcticas econmicas desde las cuales
se intentaba establecer una regulacin social a gran escala.
Si miramos ahora el momento en el que se declara la independencia de
Cartagena, encontramos que la regulacin ejercida por los espaoles a partir de
la fundacin de poblaciones permiti dar pasos hacia la construccin de las
murallas, la construccin de barrios y hacia el establecimiento de mecanismos
de tributacin, entre otras cosas. Lo que nos da una idea del sostenimiento de
unas prcticas que se mantuvieron estructuralmente y que funcionaron como
aspectos estructurantes de tal sociedad y de su futuro; encontramos entonces
un continuo ejercicio militar evidenciado en unas fortificaciones que servan
de control y una economa apoyada fuertemente en el comercio martimo de
mercancas, de esclavos y eventualmente en la produccin de materias primas.
A su vez, desde la fundacin de la ciudad en 1533 hasta el ao de 1811, se
fueron configurando nuevos equilibrios de poder y los sectores marginados se
encontraban en otra situacin frente a los establecidos, sus interrelaciones eran
ms complejas dejando abierta la posibilidad de una mayor presencia de ambos
en la toma de decisiones. Se sabe por la revisin histrica que se ha llevado a
cabo que, el 11 de noviembre de 1811, una multitud de negros y mulatos
patriotas, armados con lanzas, cuchillos y pistolas asaltaron el palacio de
gobierno de Cartagena. Luego de insultar y golpear a los miembros criollos que
conducan la junta revolucionaria, la multitud les forz a firmar una
declaracin de independencia contra su voluntad (Lasso, 2008). Vale la pena
resaltar que, a pesar de la participacin popular vivida en el proceso de
independencia, por lo general se ofrecieron imgenes acerca de una elite criolla
organizada y reacia frente a la Corona, una elite que orientaba y lideraba al
pueblo en aras de la soberana local.
146
Es evidente entonces, que se dio una disputa por la definicin de la verdad, por
la aclaracin acerca de aquello que deba recordarse y resaltarse, y se
promovieron y potenciaron versiones del pasado que engrandecan y
justificaban las acciones del establecimiento, marcando un orden y una
geometra del representar, del actuar y de las relaciones.
II
Las imgenes que se promovan como parte de ese nosotros patritico fueron
huellas de los pasos que se dieron en la transformacin de una regulacin
fsica-corporal, de la organizacin de las energas corporales y la interiorizacin
de las coacciones que haban sido apropiadas por los sectores establecidos y que
fueron promovidas entre los marginados (Scribano, 2009). Ello significaba que
se empezaban a constituir incidentalmente los referentes desde los cuales se
iba perfilando un sentido del ser patritico, una caracterizacin de la
comunidad imaginada en general y de sus diferentes sectores. La disputa que se
daba cuerpo a cuerpo iba trasladndose lentamente hacia un escenario en el
que se gestaba una lucha simblica por las representaciones de los grupos
humanos inmiscuidos, configurndose nuevos espacios de las interrelaciones
personales, de la regulacin de sus comportamientos y del ejercicio de la
violencia.
Vemos entonces que, por ejemplo, las disputa de las elites andinas y las elites
costeas por dirigir las acciones independentistas y de administracin del
nuevo proyecto patritico, siguen la idea del desacreditamiento mutuo con
miras a postularse cada una como mejor alternativa para ocupar la posicin de
liderazgo. Los criollos asentados en estas dos regiones formaban una elite
compuesta bsicamente por comerciantes, representantes de la corona y
militares, y venan de una tradicin que exaltaba lo hispnico frente al mundo
subordinado constituido por diferentes clases de gente, que eran resultado de
las mezclas tnicas. A la par que se haba desacreditado al marginado, se fue
dando tal situacin entre las propias elites de forma ms fuerte, promovindose
imgenes de vala social, de carisma y superioridad humana; por ejemplo,
como lo sugiere Mnera:
Los ensayos de Francisco Jos de Caldas y Pedro Fermn de Vargas, dos de los ms
importantes intelectuales de la elite andina de los aos finales de la Colonia,
describen la costa Caribe como un lugar distante, no solo fsica sino culturalmente
tambin. En los trabajos de Caldas las provincias de la costa, con sus llanuras
ardientes y sus salvajes e indisciplinados negros y mulatos, representan la
imagen ms exacta no slo de la ausencia de progreso, sino de la imposibilidad de
obtenerlo. Los Andes, por el contrario, han sido idealmente creados para producir
un individuo moral e intelectualmente superior (1996).
147
III
Esta versin del Himno de Cartagena fue encontrada en: www.cartagenadeindias.com ; existen diferentes
versiones de audio con variados arreglos y adaptaciones musicales que pueden escucharse a travs de
internet.
149
Reconocer tales aspectos ser clave para que, en medio de las celebraciones del
aniversario por el Bicentenario de la Independencia, podamos inquietarnos
acerca de la forma en que se construyen y son promovidas diferentes
perspectivas de vida. El descubrir que en alguna medida estamos repitiendo
formas coloniales de relacin, formas que se recrearon en el mismo momento
de la fundacin de la patria, puede permitir problematizar esos modos de
vinculacin entre los diferentes colectivos y entre las personas. Este escrito
intenta ofrecer algunas ideas entendidas como un ejercicio de descripcin y de
reflexin terica acerca de la dificultad que tenemos al re-elaborar nuestro
pasado como parte del tejido de nuestra propia imagen colectiva, mirar el
espejo que es nuestra historia es una oportunidad para descubrirnos en medio
de las contradicciones y para intentar otras prcticas.
Aunque estigmatizacin y violencia se han presentando aqu como ejes clave
de la conformacin de la nacin, han sido a su vez y a travs de los tiempos
dinmicas humanas de un proceso inacabado e inacabable que puede alterarse.
Tal proceso, en el que se tejen interdependencias, se halla lleno de
potencialidades para que los principios de relacin entre los humanos puedan
ser orientados en otro sentido, ms all de esa pretensin del establecimiento
de unos sectores sobre otros. A pesar de que volver la vista sobre el pasado no
significa necesariamente evitar su repeticin, la problematizacin del mismo,
de las imgenes que construimos y sostenemos acerca de la historia -como
reflejo de las imgenes de nuestra actualidad-, posibilita en alguna medida
nuevas lneas y caminos que cruzan esas murallas y fronteras que parecen
anclarse como anteojeras de nuestras relaciones, de nuestras miradas y
nuestras acciones.
Bibliografa
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151
La ciudad decimonnica:
Ramn Moreno Carlos
Arquitecto con Master en Restauracin y Rehabilitacin del Patrimonio por la Universidad de Alcal,
Espaa; maestro en Historia por El Colegio de San Luis A.C.; candidato a doctor en Historia de Amrica por la
Mxico de Restauradores sin Fronteras; ex becario de la Fundacin Carolina (Espaa y Colombia);
ex becario de la Unesco-Cencrem (Cuba), ex becario del CONACYT, Mxico;
ex becario Mecesup (Chile), profesor universitario de la Universidad del
Centro de Mxico y de la Universidad del Valle de Mxico.
Guadet, Julien. Elments et theorie de architecture. Paris, S. I., 1901, pp. 90-107.
Bachelard, Gastn. La potica del espacio. Mxico, FCE, 1965.
Volver al Indice
152
Heidegger, Martn. Construir, habitar. Santiago de Chile, Pontificia Universidad de Chile - Facultad
de Arquitectura y Urbanismo, 1988.
4
Ibdem.
5
Derrida, Jacques. The Ends of Man, en Margins of Philosophy. Traduccin de Alan Bass. USA,
University of Chicago Press, 1982.
6
Ibdem.
3
153
Sin participar de esta discusin filosfica, podemos decir que la ciudad como
producto o no de la cultura, es el espacio en donde por ms que arquitectos,
urbanistas, polticos y ciudadanos se empeen en proyectarla y ordenarla a su
modo, la ciudad de forma diacrnica va creando sus propias aplicaciones,
extensiones y ramificaciones. Es decir, la configuracin histrica de una ciudad
depende de muchas variables, entre otras la geografa, la economa, la poltica,
las personas y sus intereses; y cada uno de esos aspectos ha impuesto con el
paso de los aos, una perspectiva, un sentido, un ritmo y una realidad que
puede ser semejante en diversos lugares pero difcilmente idntica en todos los
sitios.
Entre lo urbano y lo rural
En el siglo XIX, y quiz con mayor evidencia en su ltimo cuarto, se present
un perodo de interesantes confluencias y divergencias. Cabe recordar que la
centuria decimonnica representa una poca a la que muchos han
denominado como el siglo de la revoluciones y de hecho lo fue. Por lo
mismo, la atencin y el estudio sobre ese tiempo abri como quiz para ningn
otro perodo anterior, la posibilidad de una diversidad de investigaciones y
especialistas que buscaron abundar en el conocimiento y la interpretacin del
fenmeno urbano del siglo XIX. As, el trabajo sobre temas como el espacio
atrajo cada vez ms a los historiadores, sumndose al abundante bagaje de los
socilogos; por ende, los caminos para estudiar la temtica urbana se
diferenciaron abiertamente, destacando en volumen los que asuman una
militancia ideolgica, bien al lado de la perspectiva marxista o en contra de ella.
dominante en los Estados Unidos durante el siglo XIX, enarbolado por Thomas
Jefferson. Lugar aparte ocupa, en este devenir de las ideas y el debate sobre la
ciudad, la obra de Georg Simmel sobre Las grandes ciudades y la vida del
espritu, ya que tendr una profunda influencia en las dcadas siguientes, sobre
todo porque defini a la ciudad como un hecho social; su planteamiento
parta de asegurar la superposicin de lo social sobre lo fsico, afirmaba que lo
importante para la sociedad no es el espacio, sino el eslabonamiento y conexin
de las partes del espacio, producidos por factores espirituales8.
Y si con Marx y Engels ya se haba dado la crtica sobre la subordinacin de lo
rural bajo lo urbano, lo cierto es que solo hasta con Simmel, es cuando
podemos hablar de la aparicin del concepto de lo rural y lo urbano, como
una expresin dicotmica fundamental que constituye la espina dorsal de los
estudios sobre el urbanismo moderno. Una trascendente visin sociolgica
sobre la ciudad es la de Max Weber, quien aplica su metodologa de los tipos
ideales al estudio del hecho urbano. Para Weber la ciudad -como un tipo
ideal-, debera implicar al mercado, la plaza fuerte, una jurisdiccin propia,
leyes al menos parcialmente autnomas, un asociacionismo especfico y una
administracin relativamente independiente puesta en manos de unas
autoridades elegidas por los habitantes. Por lo anterior, resulta Max Weber, y tal
vez ms que Marx, quien profundiza en ese aserto que se cuenta estaba inscrito
en el frontispicio de la puerta principal de una ciudad alemana, ya en la Edad
Media: el aire de la ciudad nos hace libres9.
Y si bien la sociologa y la historia ocupan los papeles principales dentro del
trabajo de investigacin y reflexin urbanas en el siglo XIX, surgen trabajos que
partiendo de otras disciplinas tambin conforman aportaciones importantes al
estudio de las ciudades, pero stas s con un mayor nfasis en el desarrollo de la
ciencia urbana, tal es el caso de la obra del espaol ngel Ganivet10. En su
Granada la Bella, escrita en 1896, Ganivet identific la temprana respuesta en
castellano a la tecnocratizacin del urbanismo, en trminos mucho ms sutiles
y profundos que la mera oposicin romntica y reaccionaria a los ensanches,
tan habituales en la poca. En su perspectiva, la dicotoma urbano - rural radica
en la diferencia entre pueblo y ciudad, ya que es precisamente la ciudad la que
tiene espritu, un espritu que todo lo baa, lo modela y lo dignifica. En el
mismo sentido, Ganivet descubre a la evolucin orgnica de las ciudades como
una accin oculta de la sociedad; incluso se puede advertir - en sus
reflexiones sobre los hitos artsticos -, el origen quiz de lo que seis dcadas ms
tarde Kevin Lynch desarrollara en su texto La imagen de la ciudad 11.
155
Lynch, Kevin. The image of the city. Cambridge, Harvard University Press, 1960.
Flanagan,W.G. Contemporany Urban Sociology. Cambridge, Edition CUP, 1993.
13
Ibdem.
14
Lefebvre, Henri. De lo rural a lo urbano, Mxico, FCE, 1987.
11
12
156
17
157
Para el caso del fenmeno urbano asociado a los procesos histricos que
manifestaron ese cambio social, Paul Rabinow en su French Modern se ocup
de darnos un bosquejo histrico de lo que el movimiento arquitectnico
moderno signific para Francia, definiendo sus caractersticas centrales. Esta
autor analiz la forma en la que las teoras y concepciones externas a la
arquitectura misma, influyeron en las maneras de pensar la urbanizacin
francesa entre los aos de 1830 y 1930. De acuerdo con Rabinow, la
arquitectura es una disciplina que siempre est marcada por las ideas
prevalecientes en la sociedad en la que viven los urbanistas, los arquitectos y los
constructores.19
El investigador francs advierte que la manera como el gobierno francs
manej los asuntos epidmicos marc la primera ocasin en la que la ciudad
misma fue el objeto de la accin centralizada de las autoridades, tomando en
cuenta a la ciudad como unidad de estudio y experimentacin; Rabinow
descubre en esta intervencin, la primera manifestacin de la forma moderna
de concebir a la ciudad como una entidad funcional que requiere planeacin
centralizada. Para el caso, tambin Rabinow nos asegura que tiempo despus
Napolen y su Prefecto Haussman entendieron a Pars como un objeto
poltico, econmico y tcnico, pero todava no como un objeto social.20
158
Mumford, Lewis. The city in history : its origins, its transformations, and its prospects. New York,
Brace & World Editors, 1961.
Ibdem.
23
Benvolo, Leonardo. Orgenes del urbanismo moderno. Madrid, Ediciones Celeste, 1994.
21
22
159
Para el caso, y si bien los asuntos ms atendidos por la historiografa han sido
el fenmeno artstico y los valores esttico y cultural tanto de la arquitectura
como del urbanismo, lo cierto es que en los aos recientes se han llevado a cabo
investigaciones que asocian la transformacin del espacio no slo al mero
proceso constructivo, sino a su relacin con los paradigmas y las acciones
polticas y econmicas de los diferentes grupos que componen a una sociedad,
y poniendo el nfasis en el rol de quienes han detentado histricamente los
poderes econmico y poltico.
En general, los estudios que abordan el proceso de transformacin urbana en
las ciudades latinoamericanas de origen virreinal, la referencia del fenmeno
urbano europeo con sus protagonistas, modelos, obras y proyectos -, aparece
como un elemento comn para el anlisis. Esto, a partir de que la influencia del
desarrollo urbano y arquitectnico de Europa resulta por dems evidente en
cualquier ciudad de mediano tamao, lo mismo en la Ciudad de Mxico que en
Buenos Aires, Santiago o La Habana; y sobre todo, para aquellas que tuvieron
un proceso intenso de renovacin urbana y edilicia para la segunda mitad del
siglo XIX.
Como ya lo hemos anticipado pero tomando como base esos estudios,
podemos suponer que la transicin del siglo XVIII al XIX encontr a Europa
envuelta en diversos procesos econmicos, y prxima a una revolucin tcnica
e industrial. Y esta revolucin se haba echado a andar abarcando no slo a la
tecnologa sino tambin a la economa, a la poltica, y en general, a casi todo
fenmeno y actividad social; se dio, pues, el inicio de la transformacin de las
sociedades precapitalistas en razn de una progresiva e irreversible
industrializacin.26
24
25
Ibdem.
Benvolo, L. op.cit.
160
161
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