El Museo Nacional de Antropología
El Museo Nacional de Antropología
El Museo Nacional de Antropología
FRAGMENTOS DE LA IDENTIDAD
MEXICANA
ESCENARIOS Y DISCURSOS DEL PASADO
PREHISPNICO Y LA DIVERSIDAD TNICA EN EL MUSEO
NACIONAL DE ANTROPOLOGA Y SUS MLTIPLES
MIRADAS
T
QUE
MEXICO, D.F.
FEBRERO DE 2012
Agradecimientos
A Carlos, Emiliano y Santiago, a
Alma y Francisco por ellos existo y soy.
A Joel e Irene por heredarme sus pasiones; siempre estn conmigo.
Ha pasado mucho tiempo desde que las tardes eran ocupadas por los cuidados y ocurrencias
de los abuelos. Las mejores fueron recorrer las zonas arqueolgicas y museos, que muy pocos
citadinos de las reas conurbadas del DF visitaban por las tardes entre semana. Fue en esos
paseos que conoc al Museo Nacional de Antropologa, y no pude experimentarlo ms que con
las emociones y los sentidos, tal vez por eso fue una experiencia duradera e intensa que marc
mi vida de tal forma que aos despus me convert en arqueloga.
Pronto relacion mi objeto de estudio con el nacionalismo y as con el apoyo del Dr.
Ricardo Prez Montfort, especialista y apasionado del tema, a quien agradezco la direccin de
este trabajo, sus comentarios, ideas y sugerencias que fueron siempre sumamente relevantes
para mejorar esta tesis. As tambin agradezco los puntuales comentarios de la Dra. Eva
Salgado, quien ha conocido el desarrollo de este trabajo desde que comenz siendo un
proyecto y siempre me anim a seguir adelante y mejorarlo.
Las dudas para realizar la segunda parte de este trabajo, dedicada al pblico y su
relacin con la divulgacin de la historia y la socializacin de la arqueologa, me llevaron a El
Colegio de Michoacn a realizar una estancia en la que fui recibida por la Dra. Magdalena
Garca Snchez y la Mtra. Mara Antonieta Jimnez Izarraraz, a quienes agradezco
profundamente su hospitalidad, disposicin y apoyo, as como a la propia institucin las
facilidades brindadas mientras estuve all.
ndice
Introduccin..............
PARTE 1
TRAS BAMBALINAS
EL ARTE DE LA CREACIN Y PUESTA EN ESCENA DE PERSONAJES
ANTROPOLGICOS
Captulo 1
Delineando la creacin de los personajes de la antropologa mexicana y la
teatralizacin del poder. De monstruosidades y rarezas a fundadores de la
nacin
Los objetos monstruosos estn mejor lejos de casa .
Los indios arqueolgico se transforman en constructores del pasado.
El Museo del Mxico independiente. Entre la representacin del macrocosmos, el
racionalismo y el nacionalismo.
La consolidacin del Museo como centro de investigacin, docente, educativo y la
cara pblica de la nacin. Del museo racionalista al nacionalista.
La institucionalizacin de la antropologa. Hacia el nuevo Museo Nacional de
Antropologa y la delineacin de los indios como personajes de la metfora
nacionalista..
24
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30
42
51
75
Captulo 2
El Museo Nacional de Antropologa: la construccin del gran escenario
El nuevo museo y an la sombra de la duda los indios vivos en la metfora del
nacionalismo? .
El proceso de planeacin .........................................
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Captulo 3
Rehacer el Museo Nacional de Antropologa
Por qu y para qu volver hacer el Museo?...........................................................
Los tropiezos de la restructuracin ..
Los aos recientes ..
Dossier grfico comparativo Museo Nacional de Antropologa: 1964 vs 2011.
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Captulo 4
Entre el decir y el hacer. Perspectivas de los curadores de las salas del
Museo Nacional de Antropologa
El decir. Del museo imaginado como espacio educativo
La etnografa: contexto visual y provocacin al ritual
Arqueologa. De cmo el aprendizaje puede ser bello..............................
La labor educativa del Museo, las cdulas y el lector universal..
El hacer. Tensiones de la produccin discursiva, entre la ciencia, el arte y la
provocacin al ritual del nacionalismo..
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PARTE 2
SE ABRE EL TELN. LOS ESPECTADORES FRENTE AL MUSEO NACIONAL
DE ANTROPOLOGA
Captulo 5
El modelo de anlisis de recepcin y las expectativas de los espectadores
264
frente al Museo Nacional de Antropologa
Hacia un modelo de anlisis de la recepcin: el registro de la experiencia de los
visitantes
El registro de la experiencia museogrfica del espectador: herramientas
para leer lo ledo
De aqullos que visitan el Museo Nacional de Antropologa: quin?, por qu?,
para qu?
Quines visitan el museo? .
La dimensin afectiva Qu tan dispuesto estoy para aceptar lo que me
ofrece el Museo?.......................................................................................................
La dimensin cognitiva. Qu tan preparado estoy para interactuar con el
museo?.....................................................................................................................
La dimensin sociocultural. Los imaginarios del Museo Nacional de
Antropologa..
La dimensin de la visita: motivaciones y naturaleza de la visita.
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278
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Captulo 6
Acto primero, segundo, tercero Voy bien o me regreso? El espacio y el
294
tiempo como ejes secuenciales de la narrativa del museo
El Museo Nacional de Antropologa. Conjuncin del tiempo y el espacio dramtico..
Recorrer para saber, percibir o sentir o slo para llegar al final..
Apropiacin material del espacio...
Apropiacin simblica del espacio.
El discurso espacial como hilo conductor de la narracin..
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298
298
314
324
Captulo 7
Se cierra el teln. Escenarios, objetos, personajes, textos e imgenes me
contaron una historia, o me la cont yo solito?
El mar de objetos y el mapa de la mirada para navegarlo..
La mirada inerte ..
La mirada atnita.
La mirada imaginativa
La mirada inteligente
La mirada ritual.
Reflexiones finales
Anexos.
Bibliografa.
330
335
338
342
346
376
381
386
400
404
Introduccin
La idea de este trabajo se desprendi de un inters general por comprender la
construccin del nacionalismo en el contexto contemporneo. Particularmente me
interesaba abordarlo como un proceso del poder mediante el cual se crea una idea de
nacin en tanto entidad cultural, y la forma en la que sta se expresa y comunica en
espacios que parecen creados especialmente para ello, como los museos nacionales. As
tambin, comprender la forma en la que estas expresiones son capaces o no de recrear
un vnculo de identificacin entre la nacin y los ciudadanos y por qu.
Ahora bien, aunque las expresiones oficiales del nacionalismo se han asociado con
una funcin legitimadora del poder del Estado y una fuerza justificadora de la
subordinacin de los miembros de la nacin, una vez que, desde hace algunas dcadas,
el neoliberalismo y la globalizacin se propagaron, se ha tendido a plantear que existe
una crisis del nacionalismo as como de las identidades nacionales. En consecuencia, la
figura de nacin ha perdido terreno como la dimensin unificadora de las pluralidades,
porque parece no generar aspiraciones de validez colectiva. Es decir, que el vnculo
afectivo entre el individuo y la nacin, incluso las estrategias del poder para provocarlo,
fueron trastocados, y tambin lo han sido la conformacin de las identidades nacionales,
como un ejercicio de construccin y bsqueda de atributos unvocos de una nacin.
David Harvey afirma que, en este contexto, el nacionalismo y los localismos se han
fortalecido por la seguridad emocional que los lugares como espacios fuertemente
simbolizados en el sentido de Marc Aug ofrecen a los individuos, frente a los
desplazamientos y la transitoriedad que supone la condicin de la posmodernidad
-1-
(Harvey, 1997: 338). De tal manera que las estrategias de construccin de las
expresiones del nacionalismo deben estar fuertemente apoyadas en la esttica, en el
poder motivacional o de convencimiento que ejercen las emociones, y en una bsqueda
de races que en el peor de los casos termina siendo producida y vendida como una
imagen, como un simulacro o pastiche (...), a travs de la presentacin de un pasado
parcialmente ilusorio (Ibid.:335).
As, el momento parece ofrecer una disyuntiva. Por un lado, las estrategias del
poder para construir las expresiones simblicas del nacionalismo tendern a incrementar
sus componentes irracionales, es decir, estticos, afectivos, emocionales, por otro,
estamos frente a la necesidad de su revisin constante, de su replanteamiento en
trminos realistas, para que reflejen quines son verdaderamente los miembros de la
nacin, su cultura y la posicin subordinada que ocupan en el panorama socioeconmico
de ella, e incluso en el mundo globalizado.
Los antecedentes del MNA se remontan hasta 1822, con Porfirio Daz en el poder,
ya era la institucin nacional por excelencia, ya que como ninguna otra refleja el alma
Patria (Rodrguez, 2001:4), y tambin baluarte del nacionalismo cvico y patritico
(Prez Montfort, 2001:27). Desde entonces, cumpla la funcin de educar al pueblo
-2-
dentro de una visin que justificara el orden de las cosas y que promoviera un sentido de
orgullo nacional (Ibid.:30), una funcin didctica de promover la enseanza objetiva de
la historia patria.
2004:IX). De tal modo que sus colecciones tienen un valor simblico que, de manera
consciente o inconsciente, se asocia con la idea de nacin divulgada por los grupos
hegemnicos, y que tambin, al menos en parte, se ha convertido en la nuestra; pero
difcilmente reconocemos la explicacin del momento histrico o el contexto social del
cual los objetos provienen.
Con base a lo anterior, el MNA poda ser entendido como un espacio expresivo del
nacionalismo desde el poder, pero se hizo necesario explicar por qu, de qu manera los
imaginarios construidos desde la ciencia antropolgica sobre los grupos prehispnicos e
indgenas coadyuvan o no a ello, de qu manera la museografa y este espacio
fuertemente simbolizado y su historia influyen en ello, o son los visitantes quienes hacen
que ste sea significado preferentemente como una expresin del nacionalismo y por qu
ocurre as.
Las tradiciones inventadas son definidas como un grupo de prcticas, regidas normalmente por reglas
aceptadas abierta o tcitamente y de naturaleza simblico-ritual , que buscan inculcar determinados valores
o normas de comportamiento por medio de su repeticin , lo cual implica automticamente continuidad con
el pasado () cuando es posible intentan conectarse con un pasado histrico. () La peculiaridad de estas
es que su continuidad es en gran parte ficticia. (Hobsbawm y Ranger 2002:8)
1
-4-
Dicho de otro modo la dimensin nacionalista del museo puede asociarse a la vieja
museologa y al mismo tiempo a la esttica, en tanto su objetivo est centrado en la
provocacin de emociones y sensaciones, y su hacer encaminado a enfatizar las
cualidades materiales de los objetos. Mientras que su funcin divulgadora, educativa, se
asocia a la nueva museologa, representa la tica, pues su base es la transmisin del
significado del objeto, es decir, la explicacin del contexto social del que ste fue
desprendido, y de alguna manera, implicara la representacin realista de quienes
componen la comunidad nacional.
divulgadora se expresan en ellos; pero tambin comprender que no slo son stas las que
componen el Museo.
As nos dimos a la tarea de buscar los intereses que all convergen y que podran
expresarse de manera discursiva y, adems del poltico-ideolgico vinculado al
nacionalismo, los que reconocimos fueron: i) institucionales, relacionados con su hacer o
deber como integrante del aparato burocrtico estatal de la cultura; ii) cientficos, como
espacio de produccin o reproduccin de saberes; iii) educativos o pedaggicos, en su
sentido de transmisor de conocimientos; iv) museogrficos, relacionados con las tcnicas
de comunicacin de la propuesta cientfica o de los contenidos temticos en trminos
visuales; y v) recreativos, ldicos, de contemplacin esttica, o de entretenimiento. Una
vez reconocidos, tratamos de entender de qu manera se articulan o no en la narrativa
museogrfica de las exposiciones del museo, y consecuentemente revelar la manera en
la que se adecuan o no, sirven o no, a su funcin nacionalista, es decir, se convierten o no
en estrategias para promover el nacionalismo, o son independientes a esta dimensin.
Las exposiciones son el puente entre el espectador y los productores del Museo.
Su complejidad requiri un anlisis semitico espacial para comprender las tareas que le
sugieren al visitante en cuanto al recorrido fsico y los contenidos propuestos, que pueden
desembocar en la activacin de competencias cognitivas, emotivas y sensoriales del
espectador y resultar en la compenetracin con alguna de las dimensiones del Museo. En
principio pens que la primera competencia podra articularse con la dimensin educativa,
y las ltimas dos con el nacionalismo, es decir, que los visitantes cuya experiencia fuera
mediada por la cognicin hacen funcionar al museo sobre todo desde su dimensin
educativa, y quienes lo experimentan bajo las emociones y sensaciones interactan
principalmente con la dimensin nacionalista.
-7-
Empero aunque el objetivo de los creadores del Museo es inocular los significados,
conocimientos, emociones y sensaciones por ellos planteados, los espectadores fungen
como lectores no pasivos, as que podrn aceptar o rechazar lo que se les propone,
resignificarlo, y tambin acercarse a l desde el pensamiento, las emociones, las
sensaciones, o todo junto.
frente a la oferta cultural, este espacio es uno de los pocos, sino el nico, que tiene la
posibilidad de enfrentar al espectador con sus imaginarios sobre el pasado prehispnico y
los grupos tnicos, y la potencialidad de cambiarlos de acuerdo a los imaginarios
producidos desde la ciencia y, al mismo tiempo, construir un vnculo afectivo con la nacin
y la comunidad imaginada, aunque sea por unos momentos.
Ahora bien, la otra parte del anlisis que se llev a cabo se centr en los
espectadores y en la comprensin de sus distintas formas de consumo-recepcin. Lo
anterior requiri confrontarlos para analizar de qu manera se acercan al Museo, y
conocer si, a partir de la propuesta museogrfica, sus interpretaciones resultan en nuevos
imaginarios de las sociedades prehispnicas y los grupos indgenas, que integren alguna
informacin propuesta por el MNA, o, por otro lado, en la reproduccin de los que han
sido instituidos socialmente.
El teatro era para los griegos el lugar donde se mira y se hace mirar, porque los
actores estaban en alto y magnificaban su voz con unos conos para ser escuchados. Era
donde se ejecutaba una accin en un tiempo dramtico que narraba aos, meses o das
en unas cuantas horas, y en un espacio dramtico sugerido mediante algunos referentes
en escena. La accin es representar a otro que no se es.
As, en principio, el museo integra elementos del teatro, es el lugar donde se mira
y se hace mirar, su tiempo y espacio son imaginarios, es un acto expresivo, una estrategia
cultural de recrear el mundo de otros, quienes son construidos como personajes a los
cuales se les aaden caractersticas fsicas y psicolgicas, que incluso pueden ser
estereotpicas. De esta manera, su hacer est encaminado a realizar una puesta en
escena. Sus productores clave, curadores y musegrafos, que podramos llamar
narradores y directores, deciden tras bambalinas el papel que desempearn los objetos
y los personajes representados, los momentos de tensin y calma, las pausas de su
narracin.
para
los
museos,
- 11 -
p.
14,
consultado
el
27
de
enero
en
Esta historia, que podra ser interpretada por personajes humanizados, debe ser
representada, por lo general, por su cultura material, como si presenciramos los restos
de su xodo, porque la base de esta puesta en escena es la coleccin del Museo. sta se
ha definido como un conjunto de objetos que han sido apartados del circuito comercial,
ya no son mercancas, su valor no puede explicarse por las reglas del mercado sino por
sus valores simblicos y culturales (Morales 1996:85). Estos valores, siempre en
construccin, les da a los objetos la cualidad de inacabados y al mismo tiempo determina
su proteccin especial con la finalidad ltima de ser expuestos a la mirada (Zunzunegui,
2003:40).
La coleccin de objetos se hace posible en el MNA porque stos slo tienen valor
all, su utilidad est en el mundo de la produccin simblica, son marcas mentales de los
imaginarios sociales sobre el pasado prehispnico y los grupos tnicos. Son smbolos
porque son referencias ampliadas de un gran contexto () [que] evidencian en el
presente () otras culturas cuyas formas de vida han desaparecido en la actualidad o, en
3
4
En el plan original del museo en 1964 se resalta su estructura cientfica y las disciplinas antropolgicas cuyos
conocimientos son representados: arqueologa, etnografa, antropologa fsica, etnografa, lingstica, etnohistoria y
antropologa social o aplicada, citadas en orden de aparicin. En ese ayer como ahora no todas tienen la misma
jerarqua porque de hecho algunas estn relacionadas de manera auxiliar o son perspectivas de anlisis diran algunos.
Tal es el caso de la antropologa fsica, la lingstica y la etnohistoria.
- 12 -
el mejor de los casos, estn presentes en nuestra sociedad como algo ajeno a nosotros
(Prez Taylor 1996:233, 218). De esta forma los objetos del Museo son testimonios de
quienes ya no estn y tambin de quienes estn, y los curadores/narradores debern
capturar su sentido para que el pblico los haga suyos.
con su presente. Pero si nos enfocamos al mundo material del museo casi nada de lo que
est all puede explicar o evocar la cotidianidad de los espectadores, porque lo que nos
presenta es la otredad pasada y presente, as que puede experimentarse como un mundo
ajeno, diferente al nuestro.
Ahora bien, como sealamos anteriormente, la metfora del teatro ha sido utilizada
por algunos autores, como Rosas Mantecn, para criticar a los museos. As, se han
referido a su excesiva teatralidad o teatralizacin, usando esta palabra, pareciera, como
sinnimo de falsedad, o para indicar que este espacio establece una representacin
totalmente alterada de la realidad tal cual es, justificada en reafirmar el orden de las
cosas.
Por ejemplo, la seccin etnogrfica del museo inspira las crticas ms elocuentes
que claman por la representacin realista de los grupos indgenas, porque estn
supeditados al pasado prehispnico, y porque las relaciones sociales de subordinacindominacin existentes en Mxico no estn representadas; aunque ests existen desde
siempre y obviamente en el pasado prehispnico, incluso con ms fuerza.
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Por otro lado, para Claudio Lomnitz, el Museo Nacional de Antropologa se inscribe
especficamente como una forma de produccin estatal de nacionalismo, la cual, advierte,
tender a renovarse e innovar. Pero el propsito, de fondo, es construir una imagen
pblica de lo que somos y lo que no somos, de lo nacional y de lo extranjero (Lomnitz,
2001:136). Es decir, para Lomnitz, las expresiones del nacionalismo se construyen como
un escenario (front stage), en trminos de la propuesta de Erwin Goffman.
El autor usa la metfora de escenario (front stage) y tras bambalinas (backstage)
para referirse a la relacin entre la presentacin pblica del sujeto y la que podramos
llamar privada, aqulla que no se quiere mostrar (Ibid.:136). Desde luego, en el escenario
se presenta una cara pblica, una imagen construida con estrategias especficas para no
mostrar, u ocultar la cara fea de nuestra realidad.
Por otro lado, podemos referirnos al sentido de teatralidad que propone Vctor
Turner. Para el autor, el teatro y el ritual son performances, actos expresivos y juegan un
papel en la regulacin de los conflictos sociales que transitan entre la prdida y la
recuperacin de la unin. El performance puede analizarse mediante la bsqueda de las
operaciones que determinan su sentido.
temporal del rito, mismo que debe finalizar para reintegrar a los participantes a la
estructura social imperante, a veces con un estatus distinto, como sucede con los ritos de
iniciacin (Turner,1974:201-202).
De esta forma el MNA es un espacio ritual en tanto que subvierte el orden, cuando
coloca a los grupos indgenas para ser admirados, reconocidos para que quienes los han
mirado con desdn, por lo menos all, no lo hagan. El Museo no podr cambiar la
estructura social, pero s podra dar pautas para mirar y relacionarnos con los otros del
presente de otra manera que conlleve al respeto y a la tolerancia de la diversidad tnica.
La virtud del MNA es hacer una puesta en escena basada en la materialidad de los
objetos, cuya existencia real revela la ausencia de sus creadores. Su hacer consiste en
resolver esta ausencia, en traerlos al escenario, hacerlos presentes y tambin a sus
pensamientos, o por el contrario en ocultarlos y en convertir al objeto en la nica
presencia en el escenario.
El MNA nos presenta una especial expresin creativa que se articula mediante la
narrativa cientfica teatral, o la ciencia/arte, porque en ella convergen la neutralidad
cientfica con los tintes ficcionales, o la lgica y la racionalidad de la ciencia con las
emociones y sensaciones de la esttica; el pasado/presente o presente ajeno/presente,
es decir, entre otredad e identidad, y su virtud es combinarlos en el gran teatro de sus
escenarios.
consolid hasta entrado el siglo XX. Sobre todo se encuentra ntimamente ligada a la
ingeniera ideolgica de los grupos dominantes para reinterpretar a los objetos y sujetos,
que despus seran materia de estudio de la antropologa, como personajes posibles de
una metfora convincente de los orgenes de una nacin, y al mismo tiempo, factibles de
otorgar referentes de su carcter unvoco, para convocar a propios y extraos a participar
de ella, para provocar orgullo de pertenecer a ese colectivo que es la nacin.
El primer captulo presenta este recorrido histrico. La intencin es mostrar qu
personajes, imgenes y saberes especializados, que componen los imaginarios del
pasado prehispnico y los grupos tnicos, se fueron creando y transformando en
elementos de esta puesta en escena; proceso delineado por un contexto poltico y
cientfico a veces bien abigarrado. De creadores de monstruosidades, rarezas y objetos
de hechicera, reflejados en algunas descripciones de los misioneros y conquistadores, se
desprendi el personaje del indio muerto. De indios borrachos, flojos y feos, sealados en
escritos de algunos cientficos virreinales e incluso del Mxico independiente, y por el
gobierno en sus ordenanzas, se desprendieron los personajes de los indios vivos.
Nuestro recorrido muestra las funciones que fue adquiriendo el Museo. De ser un
conservatorio desordenado y bodega atiborrada en sus primeros aos en el Mxico
independiente, en el Porfiriato se especializ como una estrategia de promocin del
nacionalismo mediante la explotacin de las cualidades materiales de los objetos y sus
escenificaciones, y comenz una transformacin del lenguaje museogrfico de la
taxonoma proveniente de la naturaleza, hacia una esttica nacionalista. Tambin se
desarroll como centro educativo y de investigacin, como espacio de contemplacin
esttica, atractivo turstico, promotor de la historia patritica, cara pblica de la nacin,
espacio de imaginacin museogrfica y germen de una escuela mexicana de
museografa. Hasta llegar a 1964, cuando fue transformado en uno de los mejores del
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mundo, pues su actual sede se realiz con las ms altas expectativas de desarrollar
todas sus facetas, para competir con los grandes museos del mundo.
Indios muertos y vivos ahora ocupan su lugar en la puesta en escena con el fin de
expresar que hoy la nacin mexicana es diversa, plural, pero sobre todo incluyente,
porque sa es la base de la democracia: todos diferentes pero iguales, incluidos en un
proyecto de nacin. Fue necesaria una ciruga mayor a finales de la dcada de los
noventa para mostrarlo en los escenarios, pero adems las expectativas estaban puestas
en transformar al Museo en uno educativo, cuyo fin se enfocara en la transmisin de
significados. Analizaremos, en el Captulo 3, este proceso de remodelacin y si ese fin fue
logrado.
las etnogrficas son un acercamiento a la prdida protagnica del objeto con la finalidad
de mostrarnos visualmente las relaciones con sus creadores.
Despus de desarrollar esta primera parte, el teln se abre para acercarnos a los
espectadores, quienes presencian las otredades por los investigadores conocidas,
analizadas e interpretadas. La tarea inicial, que desarrollo en el Captulo 5, es conocer a
los espectadores. Primero, quines son, despus reconocer sus condicionamientos o
predisposiciones para ir y experimentar el museo, considerando cuatro dimensiones. La
primera indaga un panorama afectivo frente a las temticas del MNA y la propia institucin
museo, es decir me gustan o no? Despus, observamos sus condicionamientos
cognitivos, o sea, el nivel de conocimientos que consideran tener sobre las temticas del
museo y si lo consideran suficiente para comprender las exhibiciones. Posteriormente,
nos acercamos a conocer sus expectativas, antes de visitarlo. A partir de ello fue posible
conjuntar una serie de imaginarios sobre los grupos prehispnicos y tnicos, insistimos,
previos a la visita, que sirven como referentes para comparar si stos fueron modificados
al salir del museo. Por ltimo reconocemos cul es la naturaleza de su visita, es decir,
cul es la motivacin de los espectadores para asistir.
- 23 -
Captulo 1
Delineando la creacin de los personajes de la antropologa mexicana y la
teatralizacin del poder. De monstruosidades y rarezas a fundadores de la
nacin.
La creacin artstica (y tambin la cientfica) es
una actividad mental de cierto tipo que trae
sentimientos (o pensamientos) oscuramente percibidos
hasta un grado de lucidez que estos sentimientos
(o pensamientos ) se transmiten a otras gentes
Tolstoi, Sobre el arte
Mientras la prctica de utilizar imgenes y narraciones para teatralizar el poder, con el fin de
obtener un consenso social y la subordinacin, parece ser tan antigua como lo son las
sociedades jerarquizadas, la institucionalizacin de un espacio como el museo, que le sirva
como escenario, no lo es.
Tuvo que pasar un largo proceso para que se conformara el primer museo de este tipo
en Mxico, en el que confluyeron, por lo menos, tres condiciones bsicas: 1) el
establecimiento del museo como una institucin cientfica, pedaggica y recreativa; proceso
que se llev a cabo en Europa, y sus funciones y la manera de realizarlas fueron adoptadas
de los primeros museos europeos; 2) la formacin de un Estado-nacin que imprimi al
museo un significado poltico para legitimarse frente a sus ciudadanos, y transform las
capacidades expresivas y comunicativas de la institucin; y 3) la construccin de
determinados elementos culturales como colecciones de museo, mediante su resignificacin
como recursos cientficos, estticos, y, sobre todo, identitarios, capaces de representar a la
nacin y de evocar un sentimiento de orgullo y/o pertenencia en los ciudadanos.
El proceso de resignificacin de los objetos arqueolgicos, que los hizo susceptibles
de convertirse en colecciones de museo, se hizo latente antes de la creacin del museo y de
la formacin del Estado-nacin, a finales del siglo XVII, con el desarrollo de la ciencia y
especialmente con los antecedentes de lo que hoy consideramos antropologa.
Desde la produccin cientfica virreinal se comenzaron a cultivar los primeros
imaginarios del pasado prehispnico y los estereotipos de los indios muertos, lo que implic
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tica de la
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1
Los objetos monstruosos estn mejor lejos de casa
En los primeros aos de la Colonia, el mundo indgena en tierras novohispanas fue visto por
los conquistadores como monstruoso, mientras que en Europa vir hacia la curiosidad
extica e incluso enciclopdica. En la Nueva Espaa los escritos de conquistadores y
misioneros como Sahagn, De Las Casas, Motolina, Torquemada, Quiroga, Zorita, Durand,
entre otros, interpretaban o simplemente registraban, con claras diferencias ticas entre los
autores, el modo en el que se relacionaron con los otros. Para unos, el indio era inferior y por
ello deba ser subordinado y su papel simplemente era servil, para otros, era igual a los
europeos y, para otros mas, esa igualdad estaba mediada por la evangelizacin.
La riqueza descriptiva de los escritos convirti a los autores en precursores de la
etnologa, pero finalmente eran partcipes de los propsitos de occidente hacia con los
nativos y, de alguna u otra forma, debieron favorecer al nuevo orden y colaborar para que los
objetos e ideas que construan la vida de los indios fueran destruidos y sustituidos.
De ser objetos de la vida cotidiana y ritual, coherentes con el modo de vida de las
sociedades prehispnicas, algunos quedaron enterrados, sumergidos, incluso se convirtieron
en material constructivo de las ciudades virreinales; pero sobre todo se transformaron en
pruebas de idolatra, rastros monstruosos de una antigua visin del mundo que deban ser
destruidos antes que comprendidos.
Las palabras de Duran ilustran bien esta transformacin: en todo se halla
supersticin e idolatra, en el sembrar, en el coger, en el encerrar las trojes, hasta en el labrar
la tierra y edificar las casas. (citado en Todorov, 1995:216). En este sentido, la materialidad
y la espiritualidad del indio, sobre todo para los partidarios de su conversin total, fueron
interpretadas como pruebas fehacientes de idolatra, por lo que no eran susceptibles de
conservarse en la memoria y deban ser simplemente borradas.
Sin embargo, ms all de los confines de la Nueva Espaa, en Europa, se conjuntaron
las primeras colecciones de objetos provenientes de las sociedades americanas
conquistadas. Se trataba de objetos posibles de coleccionar por su rareza y exotismo, y
tambin como prueba del poder sobre otros.
- 27 -
En el Viejo Mundo el coleccionismo era una actividad de larga data y comn en las
lites. Primero entre los griegos y romanos, las rdenes religiosas en la edad media, y
despus entre la aristocracia del Renacimiento. En consecuencia, el museo ya tena sus
primeros antecedentes en las cmaras de arte (Kuntskammer) o de maravillas
(Wunderkammer), gabinetes de estudio (gabinettos, studiolos) y galeras (gallerias),
construidos bajo el espritu renacentista y enciclopdico con el afn de estudiar, explicar,
ordenar, observar y admirar a la naturaleza y al mundo mediante objetos y representaciones
artsticas en la privacidad de los palacios, de aqullos que podan darse el lujo de hacerlo.
El museo, y su base el coleccionismo, resultaban un lugar y una prctica de prestigio
social, pero tambin, argumenta Findlen quien realiza un estudio sobre los orgenes del
museo en Europa entre los siglos XVI y XVII,era ante todo un espacio de produccin de
conocimientos, especialmente en las ramas naturales. En consecuencia, las clasificaciones
naturalistas taxonmicas fueron puestas en prctica para el ordenamiento de objetos. stas
no solo referan su lugar en la ciencia sino que servan de gua para colocar las colecciones
en el espacio del museo. Es decir, la taxonoma se convirti en el lenguaje museogrfico de
aquella poca y persisti varios siglos, incluso fue adoptado en Mxico, y parcialmente
abandonado hasta entrado el siglo XX.
En un principio, la naturaleza acapar la atencin y curiosidad cientfica de los
coleccionistas en Occidente. Findlen relata que, en un pequeo museo italiano, un
crisantemo peruano fue admirado por todos los hombres y mujeres nobles por el tamao y la
belleza de su flor (Findlen, 2006:132). Pero la novedad que desde siempre parecieron exigir
los museos fue prontamente agotada por la naturaleza; baste decir que aquel crisantemo se
convirti, en palabras de su expositor, en algo tan vulgar que a nadie le importa.
Una vez que la naturaleza y el coleccionismo de maravillas y especmenes animados
resultaron poco novedosos, se abri pas a los objetos inanimados; situacin que allan el
camino para la acogida a los del Nuevo Mundo, que poco a poco ganaron terreno en lo
maravilloso. Para muestra las palabras del pintor alemn Durero, quien al admirar los
obsequios que Moctezuma le haba dado a Corts, coment: en toda mi vida nada he visto
que tanto regocijara mi corazn como estas cosas. Pues vi entre ellas asombrosos objetos
de arte y me maravill ante el sutil talento de los hombres de esas tierras distantes (citado
en Bernal 1992:120).
- 28 -
- 29 -
2
Los indios arqueolgicos se transforman en constructores del pasado
Entrado el siglo XVII inici de manera incipiente un inters por conservar y sacar del olvido a
los documentos y objetos de los antiguos indios. Con ello comenzaron a construirse los
imaginarios del pasado prehispnico y de los indios vivos. Este proceso est relacionado
bsicamente con los criollos y su sed de conocimiento del territorio de la Nueva Espaa,
contextualizado por el inters poltico de imaginar una nacin independiente y su
construccin del concepto de mexicanismo, as como la conservacin y difusin de la
cultura que lo sustentaba. As comenz la interpretacin no ya del otro, sino como afirma
Jos Lameiras, del encuentro del yo y del nosotros criollo con el afn de legitimar su
existencia en una sociedad naciente, en un territorio y una historia y de justificar una vida
criolla independiente (Lameiras, 1979:112).
El escenario es la produccin cientfica del virreinato, primero al estilo potico del
barroco, y despus guiada por los principios de la Ilustracin y el enciclopedismo. Tres
personajes fueron clave para lograr la resignificacin de los objetos, antes monstruosos, en
valiosos por s mismos, y aquellos rasgos, antes incomprendidos, comenzaron a tener una
dimensin testimonial y poltica que jugaba con la posibilidad de un pasado propio.
Se trata de los jesuitas Carlos de Sigenza y Gngora y Francisco Xavier Clavijero. A
ellos se suma el abogado italiano Lorenzo Boturini, quien sin ser criollo, se involucr en este
proceso cuando lleg a la Nueva Espaa con un poder notarial que le haba otorgado
Manuela de Oca y Silva Moctezuma, una descendiente del emperador, quien lo contrat para
cobrar unas mercedes en su nombre. El abogado aport a la imaginacin del mexicanismo
por su devocin a la Virgen de Guadalupe y su intencin de coronar a la reina de Mxico sin
autorizacin de la corona espaola.
Sigenza y Gngora fue, en la segunda mitad del siglo XVII, uno de los cientficos ms
representativos de la poca virreinal y luch porque los criollos fueran vistos por los
espaoles peninsulares como hombres de razn. El cientfico tuvo en su haber
antigedades arqueolgicas, documentos literarios e histricos, y a partir de ellos se propuso
esclarecer la historia remota india, estableciendo as su importancia como fuentes de
- 30 -
de
los once
emperadores mexicas
as conforma la construccin del personaje del indio muerto inspirado en sus gobernantes,
cargados de adjetivos como los aqu citados: admirables, milagrosos, prodigiosos.
Lorenzo Boturini lleg a la Nueva Espaa en 1736. Tal vez por su cercana con los
descendientes de Moctezuma se interes por el pasado indgena y por documentar la
aparicin de la Virgen de Guadalupe. El abogado se sensibiliz no slo con ese ser divino,
despus de observar la devocin con la que los indios pedan su salvacin de las epidemias,
sino con ellos. Se coloc en una interesante red social que le permiti subsistir nueve aos
en la Nueva Espaa, e instruir a indios y mestizos a que le facilitaran documentos y mapas,
que en principio, le permitieran documentar la aparicin de la Virgen; aunque sus intenciones
fueron ms all.
Su contacto con los indios sirvi para que los documentos fueran interpretados, los
jeroglficos revelados, y fueron la base para escribir Idea de una nueva historia general de
la Amrica septentrional. En esta obra el abogado incluy a manera de suplemento el
Catlogo del museo Indiano, en el que realmente despleg una intencin museogrfica al
proponer mostrar, o ms bien representar visualmente la historia por regiones y culturas
mediante los documentos y mapas que haba comprado o copiado, adems de sugerir la
explicacin de temticas como el calendario y la lengua nhuatl.
Segn Joseph Burrol, dictaminador de la obra de Boturini, sta permita indagar e
inquirir seriamente el origen de los Indios, (), sus transmigraciones, gobierno, poltica,
religin, idiomas, signos, jeroglficos y pinturas con que explicaban entre los ausentes sus
conceptos y dejaban a la posteridad memoria y noticia de sus hechos y acciones (Boturini,
1746:1). El autor avalaba que la memoria de los indios, supuestamente borrada, era de larga
data y que an permaneca, y la pretenda traer a la luz para que fuera rememorada y
comprendida.
A lo largo de la obra intenta convencer a los occidentales de que los indios no eran
esos herejes y hechiceros que haban querido ver, sino que cada dios, que se haba
agregado a lo largo de su historia, era muestra de un acto heroico, humano. Incluso propuso
que el cristianismo era practicado en el Mxico prehispnico, cuando hizo una extraa
relacin entre Quetzalcoatl y Santo Toms, adems refiri que la Virgen de Guadalupe
- 32 -
contena los mismos elementos que le hacan suponer que antiguamente se adoraba a ese
santo.
Todo lo anterior para mostrar que estos indios eran, por derecho natural, no slo
hroes sino humanos. sta era la tercera etapa de la historia que propona Vicco, toda
civilizacin deba llegar all, a la humanidad, a la racionalidad, y los indios haban llegado
all antes que los espaoles los conquistaran. A final de cuentas la utilidad de su Idea era,
en sus palabras, componer el derecho civil de cada nacin para ilstralo con su historia ()
porque estos gentiles desean ser gobernados con justicia y que se promulguen leyes
inteligibles verdaderamente humanas no fabricadas a golpe de martillo con infinita
desproporcin sino templadas con la natural equidad (Ibid.:161).
Portada de Idea, tomado del catlogo digital de Dorothy Sloan rear books (http://www.dsloan.com/)
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Portada del suplemento Catlogo del Museo Histrico Indiano, que muestra en las manos un dibujo de Boturini con la imagen de
la virgen de Guadalupe y un ejemplo de la calendarizacin indgena. Tomado del catlogo digital de Dorothy Sloan rear books
(http://www.dsloan.com/)
Al final del siglo XVIII, el jesuita Francisco Xavier Clavijero, despus de la expulsin de
los de su orden, escribi desde el exilio, en Italia, la obra Historia antigua de Mxico. En ella
debate con aqullos que sealaban la supuesta inferioridad de las poblaciones del Nuevo
mundo cobijados por la Ilustracin europea (Buffon, Robert y Paw), y convierte su obra en
una denuncia del etnocentrismo europeo y los intereses coloniales (Lameiras, Op. Cit.:114).
El ejercicio era parecido al de Boturini, pero Clavijero no slo llamaba a la cordura y a
la racionalidad, pareca realmente indignado. Para el autor, la corta visin de los
occidentales, espaoles e incluso criollos, alimentada por su ignorancia o falta de
racionalidad, era la causa del desprecio de los indios actuales y la negacin del valor de su
pasado. En consecuencia, afirma el autor, fueron ellos quienes los llevaron a la degradacin
como un ejemplo funesto de justicia divina y de la inestabilidad de los reinos de la tierra, que
a pesar de las cristianas y prudentes leyes de los Monarcas Catlicos [los indios quedaron]
abandonados a la miseria, a la opresin y el desprecio, no solamente de los espaoles sino
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de los ms viles esclavos africanos y de sus infames descendientes (Clavijero Tomo III,
1945:313-314)
En su obra ensaya un ejercicio de imaginar al indio muerto basado en las leyes de la
Historia, sealando sus virtudes y de alguna manera justificando sus defectos. Por
ejemplo, sobre el sacrificio humano escribe que no existi hasta los mexicanos. A pesar de
considerarlo brbaro y cruel, nos dice, era practicado para merecer o agradecer algn favor
del cielo y casi siempre observaron no sacrificar a otros que los prisioneros de guerra o los
esclavos (Ibid.:119-120), o, cuando se trataba de un sacrificio gladiatorio, nos relata que era
un sacrifico de mucho honor. De alguna manera Clavijero justifica los sacrificios por el
podero que los mexicanos o mexicas alcanzaron, y si los sacrificios eran muchos, afirma que
fueron porque las conquistas eran rpidas, y en lugar de matar a sus oponentes en guerra,
los sacrificaban.
Las ilustraciones del libro, que coloco a continuacin, apoyaban al discurso escrito.
Por ejemplo, el dibujo de las edificaciones de Mxico Tenochtitlan las representa al estilo
europeo con el fin de demostrar que las obras de los antiguos mexicanos estaban a la altura
de las del Viejo Mundo. El discurso estaba dirigido a sus contrincantes occidentales
ilustrados. Pero al mismo tiempo reforzaba la grandeza del pasado de los indios al igualar
sus construcciones con las occidentales.
Clavijero tambin describi a los indios vivos y, al mirar sus diferencias, dice: no puede
dudarse que los mexicanos presentes no son en todo semejantes a los antiguos. () En las
almas de los antiguos mexicanos haba ms fuego y hacan mayor impresin de las ideas de
honor. Eran ms intrpidos, giles, ms industriosos, ms activos, pero ms supersticiosos y
ms inhumanos (Clavijero, Tomo I: 1945:172). El hroe que ya pareca conformar el
estereotipo de los indios muertos, no es una caracterstica en el indio vivo, pero la
humanidad mediada por la evangelizacin s lo era.
Para Clavijero los indios vivos eran iguales a todos los hombres porque contaban con
las mismas facultades y la misma razn. Pero no todos eran iguales entre ellos, por
ejemplo, deca, slo hay unos cuantos dedicados a la ciencia y que son verdaderamente
inventivos, pero otros, y afirma, la mayora, se sumen en la embriaguez y la supersticin y
por ende en la miseria. En esas circunstancias son presa de malignas impresiones, y una
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Clavijero imagina el templo mayor al estilo occidental y para mostrar la monumentalidad de las obras de los
mexicanos coloca la escala humana en la parte inferior, al centro.
Sacrifico gladiatorio
Sacrificio ordinario
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vez tildados de ese mal son ms desposedos de los medios para corregir sus errores. Pero
su pereza e indiferencia podan corregirse porque, argumentaba el autor, no hay almas
ms dciles que las de estos indios.En un mensaje dirigido a la Real y Pontificia Universidad
de Mxico, Clavijero escribe que considera irreparable la prdida de documentos y
antigedades por su valor testimonial para construir la verdad histrica, y conmina a la
preservacin de los objetos de los indios muertos y con ello a la recuperacin de su memoria,
y, en este afn, propone la creacin de un museo que reuniera:
las estatuas antiguas que se conservan o que se vayan descubriendo en las
excavaciones, las armas, las obras de mosaico y otros objetos semejantes, las
pinturas mexicanas esparcidas por varias partes y sobre todo los manuscritos as de
los misioneros y otros antiguos espaoles como los de los mismos indios que se
hallan en las libreras de algunos monasterios, de donde se podrn sacar copias antes
de que los consuma la polilla o se pierden por alguna otra desgracia (Clavijero, Tomo
I, 1945:22).
Estas ideas no disonaban del todo con las de Carlos III, quien tambin mostraba
inters por las antigedades. El rey haba ordenado que las poblaciones enterradas por la
lava del Vesubio fueran sacadas a la luz mediante excavaciones arqueolgicas. Tambin
consider lo mismo para la Nueva Espaa, y as propuso que se realizaran expediciones
cientficas arqueolgicas, entre otras. Adems solicit que existiera un registro o noticia de
las ruinas que fueran descubrindose. Pero con lo que no estaba de acuerdo era con que
estas antigedades sirvieran para construir una idea de mexicanismo, y dictamin que
fueran enviadas a la Galera de Madrid. As, de manera oficial no podra existir un espacio en
la Nueva Espaa para recuperar la memoria histrica.
Sin embargo, el primer museo formal en Mxico no sera de antigedades sino uno de
corte natural, un escaparate de la exuberancia de la naturaleza mexicana que, de alguna
forma, satisfizo el deseo de los criollos de enaltecer su territorio. Se trata del Gabinete de
Historia Natural, ubicado en lo que ahora es la calle de Madero, en el Centro Histrico de la
Ciudad de Mxico. En l se exponan especmenes de flora, algunos restos seos de fauna y
la parafernalia cientfica del momento con la intencin de divulgarlos al pblico. Poco tiempo
despus, el Gabinete dej de funcionar y sus colecciones fueron trasladadas al edificio de la
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Pirmide de las serpientes emplumadas, en Descripcin de Xochicalco, Antonio Alzate (1791) en Gaceta de literatura. Tomado
del catlogo digital de Dorothy Sloan rear books (http://www.dsloan.com/)
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consider que estas piezas deban permanecer en la Nueva Espaa, por su antigedad,
por los escasos monumentos que nos quedan de aquellos tiempos, y por lo que pueda
contribuir a ilustrarlos (Florescano, Op. Cit., 153). El Virrey dio cabida a la rememoracin de
un pasado hasta ese entonces borrado.
Las piezas fueron trasladadas para su anlisis a la Universidad, que ya se haba
convertido en un repositorio de documentos, piezas antiguas y rplicas de la antigedad
clsica occidental. La Coatlicue fue enterrada. Despus de un corto periodo de exhibicin
qued fuera de la vista de la juventud novohispana, [porque era] indigna de figurar al lado de
las rplicas griegas y romanas (Morales, Op. Cit.:35). Esto no respondi al terreno de lo
estilstico, sino que la diosa madre fue recordada por los indgenas y acudieron a ella a
hacerle reverencias espirituales.
Aos despus la diosa fue desenterrada para que William Bullock hiciera un molde de
ella, para una primera exposicin internacional. l relata que mientras realizaba la rplica
acudan grupos de indios a admirarla, y uno tuvo la osada de reclamar: es verdad que
ahora tenemos tres dioses espaoles muy buenos; pero an as deberase habernos
permitido guardar algunos cuantos de los pertenecientes a nuestros antepasados (Bullock,
1991:17).
- 39 -
En la noche los indios colocaron coronas de flores sobre ella como prueba de su
devocin, y nuevamente fue enterrada una vez que el molde estuvo terminado. Enrique
Florescano observa en esta situacin el momento dramtico en el que la hegemona poltica
decidi tener una relacin ambivalente con los indios, por un lado, el rechazo a la cultura
viva, a los indios vivos, y, por otro lado, el fervor con el que el pasado prehispnico haba
comenzado a ser apropiado.
Sin embargo ese fervor es mejor ilustrado con el calendario azteca. Desde su hallazgo
no slo fue analizado, como ocurriera con la Coatlicue, sino que fue trasladado en el mismo
ao de su descubrimiento a una de las torres de la catedral. Un espacio verdaderamente
pblico para ser visto por todos y se convirti en smbolo del pasado, que se haba
comenzado a imaginar glorioso, forjado por hombres heroicos, prodigiosos, milagrosos, como
los que se describen por los autores analizados.
Los dos monolitos suscitaron tambin gran inters como objetos de estudio. Prueba de
ello fueron los escritos de Len y Gama, quien los describi y analiz en su Descripcin
histrica y cronolgica de las dos piedras, y que dio inicio a una serie de discusiones con
Alzate sobre el desciframiento de sus smbolos. El caso es que el hallazgo tambin gener la
creacin de una Junta de antigedades que se dedicara al resguardo y estudio de los
vestigios materiales y documentos indgenas, pero su labor acab con las revueltas de
Independencia.
Los objetos monstruosos que enfrentaron los espaoles comenzaron a transformarse
en objetos de mltiples valores y significados. De su valoracin por los europeos como
objetos exticos pasaron a ser indicios de una historia borrada. Tal vez los misioneros ms
comprometidos con los indios, aqullos que los consideraron como iguales, fueron el primer
eslabn de la cadena, porque registraron buena parte de la memoria indgena con la que
aos despus trabajaron los criollos, quienes finalmente les dieron un sentido, al convertirlos,
e imaginarlos, como portadores del pasado de una cultura propia y un recurso identitario de
una nacin en ciernes.
Justo aqu, como advirti Florescano, se construy una clara separacin entre los
indios vivos y los muertos. Los muertos, fueron imaginndose, crendose como personajes
- 40 -
gloriosos, heroicos, incluso causaba preocupacin que siguieran borrndose las huellas de
su paso.
Lminas del Calendario azteca y Coatlicue, tomadas de Descripcin histrica y cronolgica de las dos piedras, (Len y Gama,
1792)
Mientras que los vivos eran construidos como sujetos que rompan el orden de
distintos modos. No slo porque algunos se haban sublevado, sino porque seguan fieles
a sus antiguas costumbres. En este contexto, el rey prohibi oficialmente que realizaran
sus ceremonias, porque atentaban contra el culto catlico y eran una
detestable
incapaces
de
igualarlos.
Sin
los
indios,
los
que
no
eran
3
El museo del Mxico independiente. Entre la representacin del
macrocosmos y el racionalismo.
Las antigedades mexicanas pueden
conducirnos a conocer un pueblo cuya
historia envolvieron en tinieblas casi
impenetrables la ignorancia y el fanatismo
Ignacio de Icaza y Rafael Gondra (1827)
Con un naciente pas debatindose entre liberales y conservadores era necesaria la creacin
de un estado fuerte. Esto requera la creacin de una identidad comn en la que el pasado
prehispnico tuviera cabida, as como una interpretacin histrica que lo cargara de sentido.
Tambin de un museo que lo representara y, adems, cumpliera las funciones ilustradas de
- 42 -
de
la
naturaleza
hasta
ese
por la razn, lo que coloc en el centro a la ciencia y a la educacin, como nica va para el
progreso. En este contexto, entretejido tambin por las ideas del positivismo, el Museo quedo
- 43 -
estrechamente vinculado al proyecto de educacin laica, y la historia form parte del sustento
ideolgico de la nacin.
El gobierno juarista formaliz la relacin estado-educacin-museo al establecerlo
como una dependencia del Ministerio de Justicia e Instruccin Pblica. Para cumplir con sus
fines, el gobierno propuso que el Museo tuviera una organizacin conveniente para que, al
paso que sirva a la instruccin y recreo de los habitantes de la capital, pueda dar a los
extranjeros que nos visiten una idea ventajosa del estado de cultura que ha alcanzado
nuestro pas (citado en Rico, 2004:208).
A pesar de las intenciones formalizadas en papel, la falta de presupuesto y la
desorganizacin fueron caractersticas del Museo, de 1825 hasta 1865. Ao en que
Maximiliano, impulsado por su inters naturalista, decidi asignarle un local propio en la calle
de Moneda 13, en lo que ahora es el Museo Nacional de las Culturas. Fue hasta ese
momento que el museo se reorganiz bajo el paradigma de la taxonoma naturalista.
Podemos decir que los logros del Museo en esta poca fueron: la participacin en la
organizacin de la primera exposicin internacional en Londres; la difusin de conocimientos,
mediante sus primeras publicaciones y al parecer algunas notas periodsticas de divulgacin
y, por ltimo, su reorganizacin total para ser reinaugurado en 1866, cuando cambi de
nombre a Museo Pblico de Historia Natural, Arqueologa e Historia.
Entre 1823 y 1824 el Museo fue partcipe de la organizacin de la primera exposicin
internacional; se trat de la Ancient Mexico y, entre otras sedes, se expuso en la Egyptian
Hall, del Picadilly, en Londres. A pesar de que la exposicin fue iniciativa del ingls William
Bullock, cont con la anuencia del gobierno mexicano, mediante Lucas Alamn, y con la
supervisin de los conservadores del Museo: Isidro Ignacio de Icaza y Rafael Gondra.
Bullock viaj por el pas durante seis meses en 1823 y, en sus relatos, caractersticos
de los viajeros de esa poca, describe a Mxico como de sumo inters para el mundo ahora
que haba dejado el yugo de la vieja Espaa (Bullock, 1991:10). Incluso pretendi atraer
inversionistas al pas relatando las posibilidades de inversin en estas tierras. Lucas Alamn
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otorg al ingls todas las facilidades para realizar los moldes de la Coatlicue, el calendario
azteca y la piedra de Tizoc, adems de que se le facilitaron algunos cdices y mapas del
imperio de Moctezuma, para hacer copias de
ellos.
A pesar de la participacin mexicana, fue
Bullock quien elabor esta primera recreacin de
Mxico para el extranjero. Present sus moldes
y copias, una diversidad de esculturas y tambin
incluy una serie de litografas realizadas por su
hijo. Entre ellas se encontraban algunas de
Teotihuacan, cuyo objetivo era representar su
monumentalidad para mostrar que la pirmide
del sol casi se igualaba a las de Egipto, cono
en
aquella
poca
del
adelanto
de
las
civilizaciones pasadas.
Bullock tambin represent al Mxico
moderno en su exposicin bajo el paradigma del
exotismo, reflejado en la vida de los indios y la
exuberancia natural. Para ello disec ejemplares
de animales, mostr plantas, frutas y flores, e
incluso consigui que los indios le vendieran sus
vestimentas de gala, artesanas, e ide la
construccin de una choza en la que habitaban. El ingls fue ms lejos y se hizo acompaar
de un indio para que fuera el presentador de la exposicin y, al mismo tiempo, satisfacer las
miradas curiosas, intrigadas, por tan extraa forma de vida.
No podemos decir ms de las consideraciones de Bullock sobre los indios vivos,
porque en el Catlogo de la exposicin en el Picadilly, que sobrevive hasta hoy, slo
describi el material arqueolgico; lo que me hace suponer que all no se expuso completa.
Sin embargo podemos darnos una idea de la perspectiva romntica de Bullock con la
litografa anterior en la que retrata a una pareja de indios.
- 45 -
Por otro lado, Bullock divulg el estereotipo que haban creado los criollos de los
indios muertos. Pero l mismo los engrandeca, al estilo occidental, al compararlos con los
egipcios o hinds, y al calificar a sus objetos con adjetivos positivos. Tal como lo muestra el
texto de una ficha del Catlogo: Busto femenino en lava. Esta pieza guarda un gran parecido
a la diosa Isis de los egipcios, que lleva en la parte superior un magnfico tocado (Bullock,
1991:68)
- 46 -
Exposicin del Picadilly en Londres, tomado de Primera exposicin de arte prehispnico por William Bullock
- 47 -
Pero los indios vivos parecan una figura ambigua, de mltiples facetas. La primera es
la que vieron los viajeros extranjeros como Bullock: el indio romntico como figura extica, en
su realidad diferente compuesta por sus vestuarios, sus casas, su comunidad, su lengua, su
modo de vida. Pero, por ejemplo, el italiano Carlo Linati los represent en sus litografas de
costumbres de Mxico. Slo una de sus imgenes se acompaa con la palabra indios, una
en la que dos mujeres pelean, cuya actitud contrasta notablemente con la litografa que
dedic a Moctezuma de rostro apacible y enigmtico.
Otro ejemplo es Desir Charnay, el francs pionero de la arqueologa, present en su
libro Las antiguas villas del Nuevo Mundo (1885) algunos dibujos en los que pareciera que
los indios son todos aquellos que viven en las zonas rurales. As retrat a un indio
obteniendo aguamiel para elaborar pulque. Pero tambin existe un intento de clasificarlos por
tipos, as sus dibujantes retrataron a una india de tipo tolteca y a uno de tipo lacandn.
Charnay transmite la incertidumbre que representaba el encontrar el elemento
definitorio del indio, y parece resolverlo con las caractersticas raciales, en un ejercicio de
tintes antropolgicos. Tanto su obra, como la de Linati, fueron preparadas desde la otredad
para la otredad y finalmente estas imgenes reflejaban lo pintoresco y curioso del Mxico
- 49 -
naciente.
grficas,
este
inters
de
- 50 -
de tablas, adobes, o piedras mal unidas con lodo (). En tan miserable aposento no se ve
casi nada (Prieto, citado en Rozat, 2001:404).
Con esta frase ilustramos la segunda faceta del indio vivo que se relaciona con lo que
Rozat reconoce como el indio sujeto, y ms bien vctima, de la economa poltica. El indio es
una vctima culpable por no poder sujetarse a los vaivenes de la economa poltica. Como
argumentaba Jos Mara Luis Mora: estos indios cortos y envilecidos, restos de la antigua
poblacin mexicana despertaban compasin pero no pueden considerarse la base de una
sociedad mexicana progresista (Florescano, 1997:363), por su necedad y cerrazn de
permanecer arraigados a sus costumbres caracterizadas de atvicas.
En la lnea de ese pensamiento aparece la pregunta de Prieto planteada en sus
Lecciones No despus de borrar su memoria y evangelizarlos, han guardado
resentimiento y esperan vengarse? Preguntas que slo muestran la imperiosa necesidad de
reinventar a ms de la mitad de poblacin que eran indios, y realizar acciones para
civilizarlos, la primera de muchas, ya estaba dicha por los profesores del museo: la
castellanizacin.
4
La consolidacin del Museo como centro de investigacin, docente,
educativo y la cara pblica de la nacin. Del museo racionalista al
nacionalista
Porfirio Daz tena un inters personal en la arqueologa, que se reflej en la seleccin del
pasado prehispnico como un instrumento poltico dedicado a fomentar el nacionalismo. Para
lograrlo, estableci un compromiso estatal con el patrocinio de una arqueologa oficial al
servicio del Estado, as como con el desarrollo del Museo en distintos mbitos: como centro
de investigacin, docencia y educacin patritica para lo cual tambin se idearon nuevas
estrategias de escenificacin.
Si bien, el desarrollo del Museo estuvo vinculado a la figura de Daz, tambin se
relacion con Justo Sierra, idelogo de la poltica cultural y educativa porfiriana, cuya
intencin era lograr una educacin primaria laica y gratuita para todos, para lo que propuso,
en 1905, la creacin de la Secretara de Instruccin Pblica, de la cual fue ministro.
- 51 -
Justo Sierra tena un gran inters por la historia. Le pareca fundamental que se
convirtiera en una ciencia positiva, creadora de verdades objetivas, alejada de las
emociones, centrada en la fijacin de los hechos, en su anlisis y en la coordinacin de sus
caracteres dominantes (Sierra Mndez, 1977:397). Su inters se revel en las gestiones que
hizo para que el Museo tuviera el presupuesto adecuado para fortalecer la investigacin y la
educacin que all se imparta, y para llevar a cabo una remodelacin integral de sus
instalaciones en 1909.
Sierra haba construido una tica indgena de la redencin mediante la educacin y el
acercamiento al progreso que representaba la modernizacin porfiriana. Por un lado, el
ministro consideraba a los indios como una suerte de primo lejano que haba cado en muy
malos pasos. Los llamaba la gran familia indgena que yace todava en grandes grupos (),
con las mismas costumbres y las mismas supersticiones: tiene que silbar mucho tiempo la
locomotora en sus odos para arrancarla del sueo, tiene la escuela que soplar la verdad en
sus almas por dos o tres generaciones todava para hacerla andar (Sierra Mndez,
1977:397). Pero, por otro lado, pensaba que el pasado prehispnico era lo nico que
caracteriza la personalidad de Mxico ante el mundo cientfico: todo lo dems es lo mismo
que existe en otras partes (Citado en Florescano, 2004:162).
Con Daz y Sierra el crecimiento del Museo fue apuntalado durante el largo periodo del
Porfiriato, desde 1876 a 1911, ao en el que realmente alcanz su mayor desarrollo, cuando
la labor de sus profesores era muestra del grado de profesionalizacin que la antropologa
haba alcanzado en Mxico. Adems logr gran proyeccin internacional por medio de
publicaciones y congresos y se establecieron relaciones con instituciones musesticas de
todo el mundo. Incluso despus de este periodo, el Museo fue precandidato al premio Nobel,
segn relata Luis Castillo Ledn, en un libro conmemorativo de los primeros Cien aos del
Museo.
La consolidacin del Museo, como centro de investigacin, se vincul con el
establecimiento del trabajo de campo pues sus profesores antes no lo hacan y con la
creacin de Departamentos que coadyuvaron a la especializacin de la antropologa. En una
primera etapa se desarrollaron los departamentos de Arqueologa, Historia patria (de la
conquista a la Repblica); Etnografa, inaugurado en 1887, y Antropologa Fsica, inaugurado
en 1888. En una segunda etapa, a partir de 1909, el Departamento de Etnografa se
- 52 -
una
metodologa
cientfica
tomada
de
la
antropologa
europea
norteamericana. [No obstante] los temas estuvieron relegados a los elementos subrayantes
de la peculiaridad indgena mexicana ().Generalmente lo indgena fue descrito y explicado
como prolongacin evidente y milagrosa del pasado prehispnico (Lameiras, 1979:121).
El Departamento de Etnografa contaba con profesores como Nicols Len, lfego
Adn y Samuel Villada, quienes investigaban desde la perspectiva descrita por Lameiras que
denomin como la etnografa del tipo extico, pero que finalmente careca de una dimensin
reflexiva que criticara las estructuras de dominacin. Mientras Andrs Molina Enrquez se
alej de ella y se convirti en uno de los precursores de la Revolucin y el agrarismo, al
analizar el sistema opresivo de Daz en su obra Los grandes problemas nacionales, en la que
sealaba las condiciones de desigualdad de los indios.
El autor adems propuso una divisin geogrfica de nueve regiones etnogrficas. En
ellas existan subdivisiones correspondientes a las etnias. Enrquez utiliz por primera vez
esta palabra para referirse a una agrupacin de individuos ms o menos grande de carac-
- 53 -
bien,
el
Departamento
de
stos
fueron
primera
criminalizaba
vez,
su
el
Estado
destruccin
al
precedente
para
las
leyes
posteriores.
Las regiones propuestas por Molina Enrquez eran: regin interior norte, regin central, regin litoral
nororiental, regin litoral suroriental, regin litoral noroccidental, regin litoral sudoccidental, regin stmica,
regin peninsular de Baja California, regin peninsular de Yucatn. (Sierra, Op. Cit.: 26).
- 54 -
embargo, en 1907, la labor docente se formaliz e intensific cuando Sierra propuso que
aqu, adems de recolectar, estudiar y exhibir los objetos relativos a la historia, arqueologa y
arte industrial retrospectivo (etnografa colonial y aborigen), se ensearan esas materias a
grupos de alumnos bien preparados que constituyan las futuras escuelas arqueolgica y de
historia mexicana.
En 1909 se fund la Escuela Nacional de Altos Estudios en la que se impartiran
cursos superiores a los universitarios con la intencin de formar catedrticos. Las materias
eran diversas, como matemticas o filosofa y tambin se incluy a la antropologa. La
Escuela no contaba con ningn local porque el plan era que los cursos fueran impartidos en
diversas instituciones, de las que procedan los especialistas, entre ellas, el Museo, y all sus
profesores impartieron los cursos por poco ms de un ao.
Pero en realidad, la intencin de Sierra se materializ hasta 1911, cuando se inaugur
la Escuela Internacional de Arqueologa y Etnologa Americanas. sta se cre en convenio
con las universidades de Columbia, Harvard y Pensilvania, fsicamente estuvo en el Museo y
comenz a atraer a personajes influyentes de la antropologa de ese tiempo. Me refiero a
Franz Boas, Edward Seler, Alfred Tozzer, entre otros. Boas se incorpor a impartir una
ctedra de estadstica aplicada a la antropologa y otra de biometra. Fue director de la
Escuela de 1911 a 1912 y su presencia fue clave para asentar las bases metodolgicas y
cientficas de la antropologa en Mxico; aunque su impacto pareci mayor en la arqueologa.
La entrada de Boas al Museo implic la divulgacin del particularismo histrico, el
desarrollo de tipologas cermicas, y, por primera vez, la aplicacin de la excavacin
estratigrfica. De hecho, junto con Gamio, propusieron la primera secuencia estratigrfica
para el centro de Mxico. Sus ideas se resumen en Curso de antropologa general, que
rene una serie de conferencias dedicadas a la enseanza de la antropologa. All se reflejan
sus intenciones de alejarse de la antropologa que haba servido para mostrar la inferioridad
y al mismo tiempo la superioridad de razas.
La presencia de Seler tambin fue importante pues implic la adopcin del
difusionismo alemn y la concepcin de las reas culturales, que prepararan el terreno para
la conceptualizacin de Mesoamrica. Entre los alumnos de la Escuela, destacaron Alfonso
- 56 -
Caso, Ignacio Marquina, Eduardo Noguera y Manuel Gamio, quienes posteriormente seran
figuras importantes en el mbito antropolgico.
Con profesores contratados para cada departamento y el desarrollo de la actividad
docente, el Museo como centro de investigacin fue muy productivo en ese tiempo. Los
resultados de las investigaciones se difundieron en crculos especializados mediante
publicaciones peridicas. La revista Anales del museo se comenz a publicar en 1877, y
desde 1903 incluy secciones especializadas en etnologa y lingstica, mientras el Boletn
del museo comenz a imprimirse en 1903, aunque desapareci en 1934.
El Museo tambin se convirti en un espacio de confrontacin y dialogo entre
especialistas en actos acadmicos. Muestra de ello es que fue la sede en dos ocasiones del
Congreso Internacional de Americanistas. La primera en 1895 y la segunda en 1910, para lo
que se construy un saln de conferencias.
Ahora bien, en la poca porfiriana el Museo tuvo tres reorganizaciones importantes. La
primera fue en 1887, cuando se reacomodaron las colecciones arqueolgicas para crear la
Galera de Monolitos. Despus en 1895, cuando se inaugur la seccin de Antropologa y
Etnografa y, en 1910, fue remodelado con motivo de la celebracin del Centenario de la
Independencia.
La conformacin de la Galera de Monolitos es un claro indicio de la transicin del
museo racionalista hacia la
Ahora nos referiremos a las dos remodelaciones que siguieron. Ambas coincidieron
con la realizacin del Congreso Internacional de Americanistas, por lo que fue necesario la
construccin de dos imgenes, una capaz de demostrar el grado de avance de la ciencia en
Mxico, y la otra, como en la Galera de Monolitos, de refrendar la vocacin nacionalista del
Museo.
En el primer momento, en 1895, el Museo an era un espacio universal, que
aglomeraba el saber de las ciencias naturales y sociales. Galindo y Villa en su Breve noticia
histrico-descriptiva del Museo Nacional de Mxico (1896) nos ofrece una fotografa del
Museo de esa poca. ste se divida en tres grandes secciones: Arqueologa, Historia de
Mxico o Patria, e Historia Natural. Pero la novedad fueron tres salas que conformaron la
Seccin de Antropologa y Etnografa, que mostraban la diversidad de tipos fsicos humanos,
pero tambin que las ideas del evolucionismo darwiniano, la antropologa criminal, la
frenologa y la antropometra haban penetrado en Mxico, y daban la impresin de que stas
se haban desarrollado ampliamente en el pas.
Las
colecciones
de
las
salas,
entre
osteolgicas
evidencia
fsica
de
atvicos que permiten clasificarlas y colocarlas como miembros de las razas prximas a
extinguirse (citado en Gorbach, 2000:61).
Aunque tambin exista, en menor medida, la intencin de mostrar las particularidades
y adaptaciones de una raza propiamente mexicana, mestiza, para discutir con aqullos que
pensaban que el ambiente y el factor indgena presente en esa raza, la haba degenerado o
aportado rasgos atvicos.
La Sala de Anatoma Comparada y la de
Teratologa se encontraban en el segundo piso, o
entresuelo.
La
primera
contena
colecciones
de
Teratologa,
mostraba
las
rarezas
MNA.
importante para la comparacin del estado mental del hombre y los animales, y, tal vez,
podra revelar datos sobre su origen.2
En el tercer piso se encontraba la tercera sala de esta seccin. Aqu se mostraban
mapas lingsticos, fotografas de tipos fsicos indgenas y de otras razas, cuadros de
mediciones antropomtricas, colecciones de crneos y esqueletos, y, lo que ahora
consideramos objetos etnogrficos: los utilizados por los indios, que Galindo y Villa describe
como curiossimos.
Respecto a los otros departamentos, en la planta baja se distribuan las colecciones
de Arqueologa en la Galera de Monolitos y el Saln de Cermica, Reproducciones y Piezas
2
Frida Gorbach hace un interesante estudio sobre esta seccin del museo en su artculo Los indios del Museo
nacional. La polmica teratolgica de la patria en Ciencias 60-61, marzo 2001 que puede consultarse en:
http://www.alumno.unam.mx/algo_leer/IndiosMuseo.pdf o http://redalyc.uaemex.mx/pdf/644/64406110.pdf
- 59 -
por
350
objetos
aspectos
mitolgicos,
de
juego
monumentos
Saln de cermica, autor desconocido ca. 1905, tomadas de Alquimia (2001)
de
pelota,
conmemorativos,
de
cdices,
modelos
de
y,
al
final,
descontextualizadas en el orden
temporal,
las
carrozas
de
Maximiliano y Jurez.
- 60 -
- 61 -
- 62 -
tica de la mitologa
los
Americanistas
el
expositores
grado
de
de
XVII
Congreso
especializacin
que
de
la
reinauguracin fue el 28 de agosto de 1910 con la presencia de Porfirio Daz, quien coment
que el Museo haba conservado su brillo como centro de enseanza especializada y de
aprendizaje libre y placentero.
La innovacin en esta ocasin fue el espacio que ganaron las exposiciones de corte
etnogrfico, y especialmente las dedicadas a los indios vivos y su cultura material. Para
mostrarlo retomaremos una gua oficial de 1938 escrita por Eduardo Noguera, quien entrega
una fotografa del Museo despus de la mencionada remodelacin. Si bien la gua se aleja
de ese momento, es til pues el Museo sufri modificaciones radicales en sus salas de
arqueologa y etnografa hasta entrada la dcada de los cincuenta. Sin embargo, hay que
aclarar que, para 1938, las salas de historia ya haban sufrido algunos cambios para reflejar
la cada del Porfiriato.
El Departamento de Arqueologa ocupaba, como en el museo actual, el espacio ms
grande. Se divida en diez salas distribuidas a lo largo de los tres pisos. Este momento me
parece que es transicional entre la taxonoma y el enfoque cultural. En el sentido de que
parte de la museografa de las salas arqueolgicas an se organizaban para mostrar tipos de
objetos; pero en otras se comenzaban a utilizar para representar un panorama de
determinada cultura prehispnica o etnogrfica.
Salas y contenidos temticos
Guide to the National Museum of Archaeology, History and Ethnology ( Noguera, 1938)
Departamento de Arqueologa
Departamento de Etnografa
Galera de Monolitos
Cartografa
Cdices
Grupos del Centro de Mxico
Objetos de jade y oro
Grupos del Norte
Maya
Grupos desaparecidos
Totonaca
Etnologa moderna
Tarasca
Zapoteca
Mixteca y tolteca
Azteca y de modelos
Departamento de Antropologa Fsica
Departamento de Historia
Periodo colonial
Periodo de la guerra de independencia y el periodo de guerra
con los Estados Unidos y Francia
Revolucin desde la cada de Porfirio Daz hasta ese presente
- 64 -
Planos del Museo de 1938, tomado de la Gua del Museo Nacional (Noguera,
1945)
- 65 -
Las salas etnogrficas contenan vestimenta e instrumentos de las tribus y razas que
habitan o habitaban el pas de Mxico en un pasado no muy distante (Noguera, 1938:49).
Contaba con seis salas, la primera de ellas, denominada Cartografa, mostraba varios
cuadros con las caractersticas culturales y raciales de los grupos indgenas; tablas que
mostraban la mezcla racial entre indios, espaoles y negros; cuadros lingsticos y sobre
distribucin regional de los grupos.
La segunda sala mostraba objetos de los Grupos del norte de Mxico (kikapues,
huasaves, cachita, tarahumaras, yaquis, ocaronis y tepehuanes). La tercera presentaba los
grupos del Centro de Mxico, entre ellos: otomes, huicholes, mexicanos o aztecas,
popolocas, totonacas, zapotecos y chinantecos. Cada grupo era representado a partir de sus
objetos mejor realizados como los quexquemitl, y cermica o lacas, como las de olinal.
Otra sala mostraba los grupos desparecidos como los apaches. La ltima se dedicaba a
mostrar los ejemplares de etnologa moderna como los textiles y la cermica de diversas
regiones, que al mismo tiempo proclamaban los valores estticos propios.
Sin embargo, las salas etnogrficas parecan no representar las ideas de la mayora
de los profesores del Departamento de Etnografa, pues an perciban al indio como una
figura retrograda, atvica, y sus investigaciones resultaban en miradas despectivas,
justificadas por los criterios dominantes de la poca. ste es un indicio de la separacin entre
la produccin cientfica del Museo y su labor nacionalista. Sin embargo, podramos decir que
la labor de los profesores, como coleccionistas de objetos, fue la que se reflej en las salas, y
sta correspondera, tiempo despus, a la construccin del nacionalismo posrevolucionario
que recoga los valores estticos de las artesanas indgenas.
El Departamento de Historia se divida en tres salas temticas: Periodo colonial,
Periodo de la guerra de Independencia y Periodo de guerra con los Estados Unidos y
Francia, y una pequea seccin que mostraba la Revolucin, desde la cada de Porfirio Daz
hasta ese presente. Situaciones todas que demostraban el herosmo de personajes y las
batallas de las cuales, se daba la impresin, de haber salido bien librados, triunfantes, con la
clara idea de que la nacin siempre se diriga al progreso.
- 66 -
Saln de etnografa
(s/f), Exposicin de
vestimenta indgena,
aparentemente era
la sala de Textiles y
cermica, tomado de
Museo Nacional de
Antropologa (2004)
Saln de etnografa
dedicado a los
tarahumaras,
huicholes y seris (s/f)
tomado de Museo
Nacional de
Antropologa (2004)
- 67 -
La
sala
de
Antropologa
Fsica
Alquimia, 2001
fsica.
All
convivan
los
con
los
rasgos
raciales
- 69 -
Los objetos recolectados, las fotografas tomadas por Rafael Garca, los dibujos
realizados por Jos Mara Velasco y una serie de modelos, entre ellos, uno de la pirmide de
los nichos de Tajn, Veracruz, conformaron parte del Mxico prehispnico que se represent
en aquella ocasin. Incluso se hicieron modelos de los gobernantes para mostrarlos
prodigiosos, ataviados con sus penachos y sus armas, en pie de guerra.
Del Paso haba recibido instrucciones de que se incluyera una seccin de aborgenes
actuales, pero los organizadores cambiaron de opinin y fueron excluidos de la exposicin.
Sin embargo, Del Paso decidi continuar con los preparativos para conformar una seccin
dedicada a la etnografa, al indio vivo. El director propuso que se realizaran expediciones
para recolectar material etnogrfico y comision a Achille Gerste para recorrer la sierra
tarahumara, y a Samuel Villada, profesor del museo, para que hiciera lo propio en San Luis
Potos. De hecho stos seran los primeros trabajos etnogrficos de campo realizados desde
el Museo. Tambin solicit apoyo a los gobiernos estatales para conjuntar las fotografas de
las nacionalidades indgenas, y, por lo general, contrataron fotgrafos comerciales para
elaborar los retratos.
Otras fueron retratos artsticos,
completas
puestas
en
escena,
En
otros,
los
fotgrafos
- 70 -
Segn el catlogo de la exposicin, del que slo se conserva una parte, las fotografas
fueron acompaadas por algunos textos que subrayaban las caractersticas fisonmicas, las
del vestuario, o las de las viviendas y los tipos de trabajo realizados por los indgenas e
incluso algunos mestizos. En general, omitan datos de su situacin econmica, y otro tipo de
censura fue la exclusin de los grupos indgenas en pie de guerra, como los mayas. As
tenemos una de las primeras estrategias para inventar al indio vivo como un personaje digno
de admiracin, quitndole, como mencionamos, el estigma del atraso y la pobreza; aunque
sta en algunas fotos es evidente.
Es difcil saber la frase exacta que acompa a las fotografas en la exposicin, como
advierte Georgina Rodrguez, quien analiz el corpus visual. Todas tienen textos escritos en
la parte trasera y, de all, supone la autora, se generaron los que se escribieron en el
catlogo de la exposicin y en la exposicin misma.
- 71 -
- 72 -
Pabelln de Mxico en la Exposicin Universal de Pars, 1889, tomada de Luis Gerardo Morales (1994)
Exterior pabelln de Mxico en la Exposicin Universal de Pars, 1889. Tomada de Luis Gerardo Morales (1994)
- 73 -
- 74 -
tica de la
5
La institucionalizacin de la antropologa. Hacia el nuevo Museo Nacional
de Antropologa y la delineacin de los indios vivos como personajes de
la metfora nacionalista.
Los tiempos posrevolucionarios fueron significativos para la antropologa en Mxico sobre
todo en lo concerniente al indigenismo. Es decir, en las posturas que no reconoca al indio
por sus elementos pintorescos sino por su pobreza, su marginalismo econmico, su
conservadurismo y su incultura y entonces las propuestas para resolver estas problemticas,
() que proponan como solucin la educacin, la mejora de la economa relacionada con el
problema agrario nacional (Warman, s/f:24). Aparejados, se encontraba la redefinicin
ideolgica y filosfica de la nacin.
Dos personajes son importantes para la definicin de lo mexicano y lo indgena
posrevolucionario: Jos Vasconcelos y Manuel Gamio. El primero fue nombrado rector de la
Universidad en 1920 y en 1921 impuls la creacin de la Secretara de Educacin Pblica, a
la que convirti en plataforma para divulgar su concepcin filosfica de nacin. sta era
concebida como una entidad cerrada, en principio a los imperios extranjeros, pero para
investigadores como Jos Joaqun Blanco, tambin implicaba cerrarla a los indios, en el
sentido que constituyen naciones ajenas y desintegradoras de la Nacin (Citado en
Lameiras, 1979:132-133).
Una vez cerrado el crculo no haba cabida para unos y otros diferentes sino un todos
iguales, homogeneizados armnicamente mediante la eliminacin o reduccin de
diferencias y contradicciones, bajo la concepcin del mestizaje cultural y racial; y no es que
existiera propiamente una raza mestiza, o mexicana, era una raza ideal, una raza csmica.
Gamio coincidi con Vasconcelos al suponer como sustento de la nacin la
homogeneidad mediante la fusin de razas y culturas que hablaran una sola lengua, pero a
l tambin le importaba el equilibrio econmico entre todos los sectores. El camino era que el
indio dejara de serlo mediante la integracin. La novedad del proceso era que se trataba de
una suerte de intercambio de valores positivos entre Occidente e indios. Occidente aportaba
la economa, la lengua, la organizacin poltica, la ciencia. Los indios, su arte o su historia.
- 75 -
En palabras de Gamio la labor de la antropologa deba ser i) Adquisicin gradual de conocimientos referentes
a las caractersticas raciales, a las manifestaciones de cultura material e intelectual, a los idiomas, dialectos a la
situacin econmica y a las condiciones del ambiente fsico y biolgico de las poblaciones regionales actuales y
pretritas de la repblica; ii) investigacin de los medios realmente adecuados y prcticos que deben emplearse
tanto por las entidades oficiales como por las particulares para fomentar efectivamente el actual desarrollo
fsico, intelectual, moral y econmico de dichas poblaciones; iii) preparacin del acercamiento racial, de la
fusin cultural, de la unificacin lingstica y del equilibrio econmico de dichas agrupaciones las que solo as
formarn una nacionalidad coherente y definida y una verdadera patria (Citado en Lameiras, Op. Cit.:136)
4
Quintanilla Susana, La educacin en Mxico durante el periodo de Lzaro Crdenas 1934-1940 consultado
en http://biblioweb.dgsca.unam.mx/diccionario/htm/articulos/sec_31.htm
- 76 -
5 6
. En
1939 para favorecer la prctica del quehacer antropolgico se cre el Instituto Nacional de
Antropologa e Historia. Mientras, con el fin de fortalecer la profesionalizacin de la
antropologa se fund en 1936 el Departamento de Antropologa, dependiente del Instituto
Politcnico Nacional, que con la creacin del INAH fue absorbido por la Escuela Nacional de
Antropologa e Historia y, desde 1930, se haba creado el Instituto de Investigaciones
Sociales de la UNAM.
Los sexenios que siguieron al gobierno de Crdenas, a decir de Lameiras, fueron
caracterizados, por algunos intelectuales y polticos, como de una crisis moral y de confusin.
sta se acrecent con la participacin del capital extranjero y de un liberalismo que se
tradujo en un anticomunismo, una revisin del nacionalismo que exiga reivindicaciones
clasistas y sexistas y trasluce en muchos casos un rechazo sin justificacin del mexicanismo
y del indigenismo (Lameiras: Op. Cit.:154).
Las urbes se acrecentaron y se transformaron con la industrializacin, la migracin, el
fortalecimiento de una burocracia estatal, y una creciente clase media de comerciantes y
profesionistas, adems de la clase proletaria. Con ello, sobrevinieron problemas sociales
nunca antes vistos, se requera cientficos sociales que fueran capaces de analizarlos los
antroplogos tuvieron que responder a estas necesidades.
Ahora bien, cabe preguntarse si estas condiciones sociales, las formas de replantearse al
indgena y a la labor de la propia antropologa, impactaron en el Museo. Si bien hubo cierto
impacto en la forma de investigar a los grupos indgenas, lo ms notable fue una aceleracin
5
Creado en 1939 cuya Ley orgnica indica que sus funciones sern i) explorar, conservar y restaurar las zonas
y monumentos arqueolgicas e histricos del pas as como los objetos que en ellos se encuentran y ii)
investigaciones cientficas y artsticas que interesan a la arqueologa e historia de Mxico, antropolgicas y
etnogrficas, principalmente de la poblacin indgena del pas y iii) la divulgacin de los conocimientos
resultantes mediante la publicacin de obras y tambin estara encargado de publicar obras relacionadas con
las materias expuestas. El Museo Nacional de Arqueologa, Historia y Etnografa as como la Direccin de
Monumentos Prehispnicos y la Direccin de monumentos coloniales fueron absorbidos por el INAH cuyo
primer director fue Alfonso Caso.
6
El INI fue fundado en 1948 y retom en parte las funciones de su antecedente inmediato el Departamento
Autnomo de Asuntos Indgenas creado 1936 con el fin de establecer una dependencia dedicada
exclusivamente a plantear a la consideracin del ejecutivo las necesidades indgenas y los medios para
satisfacerlas.
- 77 -
estudiantes becados por la ENAH, entre ellos, Pedro Carrasco, Fernando Cmara y Ricardo
Pozas.
Andrs Molina Enriquez se enfoc a los estudios indgenas de los otomes del Estado
de Mxico y los coras y huicholes en Nayarit. Roberto Weitlaner realiz diversos trabajos de
reconocimientos etnogrficos lingsticos en reas cercanas a la ciudad de Mxico, para
describir la familia otomiana, e hizo lo mismo en Oaxaca y Guerrero. De manera paralela se
fortaleci una lnea etnohistrica con los estudios de Pedro Carrasco y Brbara Dahlgren.
En los aos cincuenta se realizaron una serie de estudios antropolgicos con un
enfoque culturalista norteamericano, que se traslucieron despus en las salas del Museo
Nacional de Antropologa, en 1964. Tambin se cultivaron una serie de estudios prcticos
que correspondan a la sacudida de las problemticas actuales que se enfocaban en la
poblacin mestiza rural y urbana. Adems de investigaciones que podramos colocar bajo la
perspectiva de la antropologa urbana, relativos a centros industriales, a la integracin social
de algunas colonias urbanas a la ciudad de Mxico y a las necesidades de la poblacin
urbana del centro de la repblica.
Respecto
la
problemtica
prehispnica
las
investigaciones
no
pudieron
desprenderse de los objetivos e intereses que durante aos haban sido promovidos y
apoyados por el Estado: el anlisis de los centros urbanos y el inters por la reconstruccin
con el objeto de atraer al turismo.
Tambin resulta fundamental Paul Kirchoff y su propuesta del concepto Mesoamrica,
emparentado con el difusionismo alemn y cuyo germen se encontraba tambin en Edward
Seler, quien aos atrs haba sido profesor del Museo. Las ideas de este personaje
revolucionaron el mundo arqueolgico y pusieron sobre la mesa la relacin entre elementos
culturales, historia, geografa y arqueologa, relacin que sin duda resulta fructfera.
Los arquelogos mexicanos adoptaron y adaptaron el concepto y ocuparon su tiempo
en buscar aspectos cronolgicos e histricos, establecidos con base en tipologas cermicas,
tecnologa y estilos arquitectnicos, con el fin de colocar, acotar o mover su regin de estudio
en el espacio y tiempo de Mesoamrica. Jorge Acosta, Ignacio Bernal, Antonio Caso, Jos
Garca Payn, Isabel kelly, Eduardo Noguera, Romn Pia Chan, Alberto Ruz, Carlos
Navarrete, entre otros, interpretaron sus trincheras arqueolgicas desde esta perspectiva.
- 79 -
Mientras que las salas histricas, antes de ser integradas al Castillo de Chapultepec,
mostraban cambios museogrficos importantes. De entrada, en el espacio dedicado al
Mxico colonial, no slo se mostraban los personajes ilustres mediante sus retratos. Tambin
se reconstruy una capilla colonial, que al mismo tiempo representaba el estilo esttico
propio de la nacin. Se agreg el uso de la figura humana representada por maniques para
completar la visualizacin de los personajes ilustres como Maximiliano y Carlota y, desde
luego, el cura Hidalgo, refrendando el nacionalismo patritico.
- 81 -
- 82 -
Respecto
las
salas
etnogrficas
que
en
poste-riormente
Chapultepec,
se
intentara
- 83 -
Jardn del Museo y entrada principal, fotografas facilitadas por el Archivo histrico del MNA, autor no reconocido
- 84 -
Captulo 2
El Museo Nacional de Antropologa. La construccin del
gran escenario
1
El nuevo museo y la sombra de la duda Los indios vivos en la metfora
del nacionalismo?
Cuando Justo Sierra promovi la remodelacin del Museo Nacional de Arqueologa Historia y
Etnografa, para la celebracin del centenario de la Independencia, el secretario deseaba que
contara con un nuevo edificio acorde con la intencin de promover el orgullo por la nacin, su
pasado prehispnico y su historia patria.
Sierra pareci heredar su preocupacin a los directores del Museo que transitaron en
los aos siguientes. En 1930, Luis Castillo Ledn realiz una serie de planos arquitectnicos
para un nuevo museo, con la intencin de que su solicitud fuera atendida por las autoridades.
Alfonso Caso, primer director del INAH entre 1939 y 1944, hizo lo propio y mand a elaborar,
a los arquitectos de nombre Echegaray y Solrzano, un proyecto para un nuevo edificio.
Segn narra Luis Aveleyra, director del Museo de 1956 a 1960, la propuesta debi ser
archivada, porque mientras Miguel Alemn ocupaba la presidencia el compromiso sexenal
con la cultura haba sido la construccin de la Ciudad Universitaria, y deban esperar.
Despus de experimentar dcadas de aspiraciones insatisfechas en el inadecuado
local que aloj al museo por ms de un siglo (Aveleyra, 1965:12), Aveleyra hizo varias
solicitudes para convencer a las autoridades. En un ltimo intento por persuadir al presidente
Adolfo Ruz Cortines, el director elabor un anteproyecto con la colaboracin de los
investigadores del Museo.
En 1957 el proyecto fue entregado al presidente junto con un oficio que evidenciaba el
peligro que corran las colecciones de permanecer en el edificio de Moneda 13. Adems, con
el fin de apoyar la solicitud, Aveleyra se dio a la tarea de recolectar las firmas de 34
- 85 -
presidente; aunque Ramrez Vzquez relata que cuando lo felicit, poco despus de su toma
de protesta, le adelant que el proyecto iba a realizarse. (Ramrez, citado en Villar, 1997a:14)
Mientras tanto Amalia Gonzlez Caballero, quien contaba con una carrera dedicada a
la promocin del teatro y la vida poltica de las mujeres, fue nombrada subsecretaria de
Asuntos Culturales de la SEP. Gonzlez tambin era la viuda de Luis Castillo Ledn, el ex
director del Museo, de manera que conoca la problemtica en voz de su esposo y se
dispuso a organizar una serie de reuniones con Jaime Torres Bodet, secretario de Educacin
Pblica para mostrarle el anteproyecto, que de entrada convirti en su prioridad.
Torres Bodet contaba con una trayectoria filosfica y poltica. Haba sido secretario de
Educacin Pblica de 1943 a 1948, cargo que retom en 1958 con Lpez Mateos;
diplomtico, director de la UNESCO, entre otros cargos. En palabras de Torres Bodet, y en la
lnea de pensamiento de Vasconcelos, la base de la educacin era impartir el conocimiento
de lo propio, el fomento al amor a la patria y la coordinacin de las diferencias irreductibles
para civilizar a los grupos en aislamiento; la ya conocida integracin.
La educacin deba promover la formacin del individuo integralmente, lo cual
implicaba desarrollar todas sus facultades, la aptitud para el bien y su correspondencia con
los derechos y obligaciones sociales y cvicas. Pero tambin, con base en la experiencia de
Torres Bodet como diplomtico y despus de las guerras mundiales vividas, consideraba que
la educacin y la cultura deban promover la solidaridad internacional.
Con estas convicciones el secretario de educacin se comprometi con la
construccin de espacios educativos y culturales. Mientras que su primera gestin se centr
en la construccin de escuelas (urbanas, rurales, normales regionales para maestros y los
Centros de Capacitacin para el Trabajo Industrial), en la segunda, se comprometi con la
construccin de centros culturales, y especialmente museos. As se propusieron el Museo
Nacional del Virreinato en Tepozotln, Estado de Mxico, el Museo Nacional de Historia, el
Museo de Arte Moderno y el Museo Nacional de Antropologa, entre otros. Sin duda los
museos se vislumbraban como una herramienta educativa al alcance de todos, con una
incidencia en la formacin integral del individuo; pero el Museo Nacional de Antropologa no
slo era una herramienta educativa, era una necesidad instrumental dirigida a promover la
unidad nacional enseando a amar a la patria.
- 87 -
Dora Sierra Carrillo, citando a Fernando Cmara, comenta que fue hasta que los
etnlogos del Museo hablaron con Eusebio Dvalos e Ignacio Bernal que se acept incluir a
la seccin etnogrfica, fue entonces que se procedi a incluir al equipo de trabajo en el
proyecto (Sierra, op.cit.:79). La misma versin fue narrada por Donaciano Gutirrez, curador
actual de esta seccin y quien tambin colabor con Cmara (Gutirrez, comunicacin
personal 2010).
Si bien, los indios vivos fueron incluidos en el Museo, basta tomar como indicio los
discursos dictados en su inauguracin para percatarse de que en realidad estaban ausentes.
Por ejemplo Adolfo Lpez Mateos abri el suyo diciendo: Que inspire nuestros esfuerzos la
grandeza de ayer (Pia 1964:1). El presidente tambin dict las palabras que fueron
grabadas en el recibidor del museo, develadas durante su inauguracin: El pueblo mexicano
levanta este monumento en honor de las admirables culturas que florecieron durante la era
Precolombina en regiones que son ahora, territorio de la Repblica. Frente a los testimonios
de aquellas culturas el Mxico de hoy rinde homenaje al Mxico indgena en cuyo ejemplo
reconoce caractersticas de su originalidad nacional.
La rememoracin y el homenaje apelaban a la imaginacin de las races de la nacin
conformadas por un pasado prehispnico, ya imaginado e instituido como glorioso. Los indios
muertos son los nicos que jugaban un papel aqu, mientras que los vivos fueron
invisibilizados.
Por su parte Torres Bodet decidi inscribir en la entrada del museo la frase: Valor y
confianza ante el porvenir hallan los pueblos en la grandeza de su pasado. Mexicano,
contmplate en el espejo de esta grandeza. Comprueba aqu, extranjero, la unidad del
destino humano. Pasan las civilizaciones, pero en los hombres quedar siempre la gloria de
que otros hombres hayan luchado para erigirlas. Torres Bodet tambin alimenta al
imaginario ya instituido del pasado prehispnico. Sin embargo, el pasado no slo se liga con
el presente, sino con el futuro cuando lo transforma en una fuente de inspiracin.
Nuevamente los indios vivos se hacen invisibles y tambin se refleja que ellos no eran objeto
de admiracin o grandeza.
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hara perder su nico valor de ser un pasado viviente. Pero de all, result otro de los
argumentos de la inclusin de la seccin etnogrfica del Museo, pues cuando los indios vivos
elevaran su rgimen de vida, se occidentalizaran del todo, ya no quedara memoria de
ellos, as el Museo conservara su cultura material y la memoria escrita sobre ella.
La falta de reflexin de la clase hegemnica sobre los indios vivos, incluso sobre los
arqueolgicos, mostraba que el proceso de bsqueda de elementos de la mexicanidad de
los mexicanos pareca haberse agotado con Vasconcelos. stos ya haban quedado
conformados desde la dcada de los veinte y ya no requieren discusin sino memorizacin
(Monsivis, 1989:209).
En este sentido podemos entender el proceso de produccin del Museo de 1964 como
una especializacin y diversificacin de estrategias de la antropologa, la museografa, la
arquitectura, incluso la pedagoga, para la teatralizacin que requera la construccin y
transmisin de la tica de la mitologa nacionalista.
2
El proceso de planeacin
Desde sus inicios, el Museo se aliment con los discursos de la ciencia, el arte y la poltica, y
en 1964 stos tambin se entretejieron para cumplir una serie de objetivos que planearon
sus hacedores, los cuales en realidad no eran nuevos. Primero, ser una herramienta
educativa o de enseanza, en el sentido de espacio divulgador de los conocimientos de las
disciplinas antropolgicas; y abigarrada tambin con la segunda funcin: fomentar el
nacionalismo. Tercero ser un espacio esttico, de contemplacin de la belleza y, cuarto, su
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Fotografa 1. Al final el gigantesco atlante fue colocado en el centro, para ser admirado por sus cuatro lados. Tomado de Museo
Nacional de Antropologa, 1964
La propuesta de Alberto Ruz para la sala maya es otro ejemplo. Entre sus mltiples
ideas propuso que la jerarqua social de los mayas fuera representada mediante una
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pirmide, en la que se colocaran figurillas cermicas que ilustraran las diferentes clases
sociales. Desde el jefe supremo en la parte superior hasta los trabajadores comunes en la
base. (Fotografa 2)
Ruz propuso realizar un diorama de una sublevacin campesina en el que se
mostrara un ataque de los campesinos armados con macanas y lanzas; la destruccin de la
ciudad, especficamente de unas cabezas de estuco, representativas del poder, y por all
las mujeres preparando nixtamal, apoyando a los hombres en combate. Al mismo tiempo, el
diorama representara la defensa de la ciudad a cargo de sacerdotes y guerreros. Dos
dioramas ms representaran el sacrificio humano, uno en el que el corazn fuera arrancado
en presencia de sacerdotes y guerreros, y otro, el de una joven arrojada al cenote sagrado.
Ninguna de estas ideas se plasmaron en el escenario porque, a diferencia de los
planteamientos de Acosta, stos no correspondan al personaje imaginario del indio muerto.
Sin embargo, Ruz tambin contribuy al estereotipo del pasado prehispnico, sin
proponrselo, cuando plante que se realizaran reproducciones espectaculares para
mostrar la arquitectura maya (Fotografa 3). De hecho fueron realizadas en el jardn del Museo
y an se conservan. (Las ideas de Acosta y Ruz pueden observarse en la Tabla 1, que presenta
extractos de sus guiones).
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los escenarios del museo. De hecho, sugeran remitirse a coleccionistas privados y a museos
locales, de donde podran obtenerlos.
TABLA 1
Fragmentos de guiones de las salas arqueolgicas
Fragmento de Guin provisional para la sala: Cultura Maya
[Refirindose a la representacin de la jerarqua social]
Esquema grfico, bajo la forma de pirmide esquemtica, de las diferentes clases de la poblacin, representando cada
uno con dibujos de individuos vestidos de acuerdo con su categora social. En la base est el pueblo comn de los
trabajadores (cultivadores, pescadores, artesanos) con sus denominaciones mayas chambul uinic yalb o mexicanas
macehuales, as como los esclavos o ppentacoob. Encima de ellos de representar un grupo intermedio de
comerciantes y gente rica atzmen uinic. Ms arriba la nobleza almenehoob y sacerdocio.
En vez de poner simplemente el nombre de los grupos, pueden representarse mediante figurillas de barro originales
(sacerdotes, jefes, guerreros, etc.) (Ruz, 1961:46)
[Refirindose a la representacin de la arquitectura]
() DOS REALIZACIONES ESPECTACULARES DE LA CIIVILIZACIN MAYA
1) Reproduccin a tamao natural del Templo I de Bonampak, con las pinturas de los tres cuartos y dinteles
2) Reproduccin a tamao natural de la Tumba del Templo de las Inscripciones con exhibicin de los objetos
hallados e historia grfica del descubrimiento () (Ibid.:73-74)
Fragmento de Guin para la Sala Tolteca
[Refirindose a la colocacin del atlante o coloso de Tula
Al entrar a la Sala Tolteca, lo primero que debe llamar la atencin del visitante, es uno de los gigantescos atlantes de
Tula que miden 4.60 mts. de altura. Dicha pieza debe estar colocada en el centro para que pueda ser apreciada por los
cuatro lados (Acosta, 1961:21)
Fotografa 3. Construyendo la realizacin espectacular de los mayas, tomado de Museo Nacional de Antropologa, 1964
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primero con Cem anahuac Tenochca Tlalpan, con su traduccin: el mundo es tierra de los
mexicanos. El segundo con Cem anahuac Tlatoani, cuya traduccin era: el rey del mundo.
As, bajo el argumento del imperialismo caracterizado como una cualidad, cuando no se
miraba la visin de los subalternos, y reyes y dueos del mundo, el arquelogo apuntal la
construccin y divulgacin del estereotipo de los aztecas, como fuertes fundadores de la
nacin.
Ahora veamos el caso de los etngrafos con un guin presentado por Barbro
Dahlgren, correspondiente a Los nahuas de Tuxpan, Jalisco. La antroploga muestra un
indio con reminiscencias prehispnicas, observable en la conservacin de su herencia
cultural, por ejemplo, en sus trajes. Sin embargo, el sello de este grupo es que llevan un
nivel de vida igual o superior que la mayora de los campesinos mexicanos () presentan un
cuadro de integracin cultural y bienestar sociocultural bastante excepcional entre los grupos
indgenas. () Pero se encuentran apegados a la medicina tradicional que resulta en alta
mortalidad, as como en las ruinosas obligaciones de gastos en las fiestas ligadas al ciclo de
vida y a los cargos religiosos (Dahlgren, 1961, 3-4)
El personaje del indio vivo que aqu se revela es de mltiples facetas, por un lado, su
apego a la herencia cultural le da un halo positivo, pero tambin negativo pues lo podra
llevar a la ruina, incluso a su propia muerte. Dahlgren observ en su investigacin de campo
un grupo aculturizado, y parece invocar al proceso de integracin para que el indio termine
de despojarse de toda su carga cultural, para lograr de lleno superar a las condiciones del
campesino. Aqu no slo apela a ese grupo sino a todos los dems para igualar la
peculiaridad econmica de los nahuas de Tuxpan.
La antroploga refleja la incertidumbre de definir lo indgena, cuando encuentra una
comunidad que convive felizmente con los mestizos, que se estn haciendo a su forma, o
tal vez piensa, que los han subordinado, dnde qued el indio puro? El mensaje es tan
confuso, como ambiguo el personaje. Lo mismo se plasm en el Museo pues, a pesar de que
sus escenarios fueron una herramienta para visualizar y revalorar las particularidades
culturales de los grupos indgenas, se les deba convencer a ellos y al pblico de las ventajas
de que los indgenas se incorporaran a la cultura nacional para convertirse en elementos
fundamentales del progreso (Ramrez, 1964:251). La situacin se reflej visualmente con un
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retrato de Benito Jurez, que abra la sala del Indigenismo. Su figura se transformaba all, en
el emblema de la incorporacin y el progreso.
Al final el proceso de montaje de las salas fue mucho ms complejo que asirse a un
guin. Muchos colaboradores se incorporaron a lo largo del proyecto: estudiantes, artistas,
arquitectos y pedagogos. An as el nmero de guiones que se produjeron refleja la
complejidad del trabajo, se trata de alrededor de 50. En los Anexos ( Tabla 1) se muestran las
investigaciones y guiones que se realizaron para las salas arqueolgicas y etnogrficas,
sealando cules fueron ocupadas para cada sala.
En los planos originales (Fig. 1) aparecen las salas que finalmente fueron inauguradas
en 1964. En el proceso se agregaron dos salas, de las que no existen guiones preliminares.
Se trata de la Sala Etnografa social, cuyo nombre fue sustituido por Sntesis de Mxico.
Aunque en diferentes textos se refieren a ella como del Indigenismo, porque all se resuma
el proceso indigenista como una muestra de los avances de la incorporacin del indgena a
la modernidad, enmarcada por el equipamiento de servicios de salud y educacin. Al final la
sala result un hibrido, porque adems mostraba el concepto de mestizaje basado en la
esttica, reflejado en el arte pictrico y en la arquitectura. La otra sala es la de Mesoamrica,
que pretenda ser una introduccin a las salas arqueolgicas, adems de explicar las
regiones y horizontes culturales de este concepto.
-Arquitectura y museografa: didctica, espectculo y religin.
Al mismo tiempo que el equipo de investigadores conceba los guiones de las salas, el
equipo museogrfico realiz una proyeccin de las instalaciones y sus medidas. Segn Iker
Larrauri, quien particip de manera inicial en el proyecto, en ste se consideraba, adems del
Museo y las dependencias con las que contaba en ese entonces, la construccin de una
torre para albergar las instalaciones del INAH. Para ello se hizo una revisin de la estructura
orgnica del Instituto para replantearla y plasmarla en la arquitectura, pero el proyecto no
prosper.
En los primeros informes se proyect que el espacio mnimo de exhibicin deba ser
de 12,000 m2 de superficie. De stos, 11,250 m2 estaran dedicados a las exhibiciones
permanentes y 750m2 a exhibiciones temporales. La distribucin quedara de la siguiente
manera: para arqueologa y antropologa fsica el 50%, para etnografa y espacios
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relacionados el 30%, para colecciones extranjeras el 15%; y se tena contemplada una sala
que fungiera al mismo tiempo como recibidor y distribuidor que ocupara el 5% restante.
Dada la descripcin, puede tratarse del gran patio central o el vestbulo de acceso, con la
nica diferencia que all se planeaba montar la piedra del sol como una pieza emblemtica
de la identidad nacional, completamente descontextualizada, con el fin de aportar a la tica
de la mitologa nacionalista.
Al final las reas de exposicin que se construyeron cubrieron un total de 30,000 m2,
y el espacio contemplado para mostrar colecciones extranjeras fue ocupado por piezas
nacionales, las cuales pasaron a formar parte del acervo de lo que ahora conocemos como
Museo Nacional de las Culturas, ubicado en Moneda 13.
El equipo arquitectnico se dispuso a hacer lo propio para la elaboracin del diseo
del continente del Museo, que conceba adems del propio edificio, su equipamiento.
Ramrez Vzquez fue asistido por Rafael Mijares, Jorge Campuzano y un equipo de casi cien
arquitectos e ingenieros. Una de sus primeras labores fue un recorrido por museos
nacionales, y al parecer internacionales, con el fin de observar sus aciertos e inconvenientes. En estos recorridos, los arquitectos, en ocasiones acompaados por Luis Aveleyra,
analizaban las soluciones tcnicas de aire acondicionado, control de temperatura y humedad,
seguridad contra incendios, sismo o robo, las caractersticas de espacios para la
investigacin y las bodegas de las colecciones, e incluso las propuestas educativas y
museogrficas.
Los recorridos por los museos resultaron de la ambiciosa, aunque tambin pretenciosa
idea, de que la concepcin arquitectnica resolviera las problemticas que observaban los
museos nacionales e internacionales en aquella poca. Por ejemplo, Ramrez Vzquez
identific en su visita al Louvre la obligatoriedad de recorrer todo el Museo, an cuando el
visitante tuviera el deseo de admirar slo una pieza o de recorrer un fragmento de ste. Se
trataba, segn el arquitecto, de un error arquitectnico. De all se le ocurri que la
arquitectura del Museo deba favorecer la libertad del pblico de recorrer nicamente las
salas de su inters y propone como solucin el patio central y las salas a su alrededor.
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Figura 1 Planos del Museo Nacional de Antropologa, tomados de Ramirez Vazquez, 1964
Ernesto Uruchurtu, regente del entonces Departamento del Distrito Federal, hicieron las
gestiones para que el espacio fuera cedido.
Una vez que se cont con el espacio, el proceso de construccin inici en febrero de
1963, dur 19 meses, y concluy el 17 de septiembre de 1964, el mismo da en el que se
inaugur. Ramrez Vzquez tena un punto de partida muy sencillo, el continente, es decir el
edificio, deba ser coherente con el contenido que siempre privilegi: la historia prehispnica.
Pero tambin deba tener en mente dos directrices encomendadas por Lpez Mateos:
primero, que cuando salga la gente comente ya fuiste al museo? como se dice ya fuiste al
teatro? as de atractivo lo deseo y segundo que, al salir del museo, el mexicano se sienta
orgulloso de ser mexicano. (Vzquez, citado en Villar, 1997:25). En suma, la teatralidad y el
espectculo como vehculo del orgullo nacionalista
aparejaban con soluciones nuevas, () con las tcnicas contemporneas y las necesidades
y condiciones del medio y del hombre de su propia poca (Ramrez, 1964:19).
De esta manera la modernidad de las soluciones arquitectnicas, que representaban
en esos momentos las estructuras de acero prefabricadas, el concreto, el aluminio y el vidrio,
se amalgamaron con el estilo prehispnico y el trabajo artesanal del labrado de la roca
volcnica. S hay un apoyo en races arquitectnicas prehispnicas, pero con el uso de otros
materiales. Fue un poco tratar de actuar como supongo que habra actuado un arquitecto
prehispnico si hubiera tenido () la tecnologa actual (Ramrez citado en Villar 1997:17).
An con todo el equipo de arquitectos, ingenieros y obreros el edificio estuvo listo para
recibir las colecciones seis semanas antes de la inauguracin, y un par de meses antes
comenz el desmantelamiento del museo de Moneda 13. Los guiones y contenidos ya
estaban definidos. La increble labor del montaje, por el corto tiempo que se tena, pretendi
resolverse asignando a cada sala un equipo coordinado por el asesor investigador que
incluy: un arquitecto, un musegrafo, un electricista, un carpintero, un instalador, un pintor y
un redactor de cdulas.
En el momento en el que se construy el MNA, la Escuela Mexicana de Museografa
haba alcanzado prestigio por la conjuncin entre arte y didctica que pareca haber logrado.
Desde 1940, maestros como Miguel Covarrubias, Fernando Gamboa, Daniel Rubn de la
Fotografa 5 Montaje del paraguas, columna vertebral
arquitectnica del museo, tomada de Museo Nacional de
Antropologa (1964)
Alfonso Soto Soria, quienes se formaron como musegrafos con aquellos maestros. La
museografa llev el peso del papel educativo-comunicativo del museo, es decir, la
transmisin de los conocimientos cientficos, pero tambin a la espectacularidad se le dio un
papel en ello, porque era el vehculo
para seducir el espectador.
Ahora bien, cmo podemos definir
la
dimensin
didctica
de
la
que
lo
cre
(Ramrez
1964:38).
La museografa deba tener la
capacidad de mostrar todas las facetas
de un objeto como producto social,
artstico, ritual e incluso funcional, pero
tambin que la particularidad del objeto
pudiera relacionarse con la generalidad
de la sociedad a la que representaba. La
exigencia era finalmente comunicar el
contexto social de la obra. Tal como hemos dicho antes, se trataba de reunir al objeto con su
Fotografa 6 Elaboracin de modelos para dioramas, tomado de
Museo Nacional de Antropologa, 1964
creador original.
Con esa intencin los musegrafos hicieron uso de herramientas como los dioramas,
empleados en escenas de caza, comercio y an para representar escenas mgicas y
religiosas difciles de objetivar como la ceremonia del Chac-Chac (Idem).
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que
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decorativo
con
cuerdas
de
ixtle
plsticos
su
transformacin
contemporneos
en
trminos
(Ramrez,
Otras creaciones eran netamente artsticas, alejadas del clculo que representaban
los murales cientficos, resguardados en la libertad interpretativa de la dimensin mgicoreligiosa de los indios prehispnicos y actuales. Un ejemplo claro de ello es la pintura de
Leonora Carrington El mundo de los tzotziles (Fotografa 13) colocada en la sala de etnografa
maya. Otro ejemplo inspirado en el pasado prehispnico fue la obra de Rufino Tamayo Lucha
de Quetzaolcoatl con Tezcatlipoca (Fotografa 14). El artista plasm la lucha entre el bien y el
mal y la dualidad como elementos rectores de la esencia filosfica de aquellas culturas.
mestizaje, y de alguna forma la esttica del dolor. sta representa el recorrido de la historia
mexicana, surcada de heridas, simbolizada por puales o por una espada-cruz en el caso de
la Conquista, el gran tajo. Lucha permanente de contrarios hasta alcanzar el ideal del hombre
futuro, asociado al desarrollo cientfico en un mundo pacificado (Reyes, 2004:418)
Ahora bien, qu era lo que queran transmitir los investigadores y musegrafos: la
totalidad de las culturas arqueolgicas de Mxico, as como las culturas indgenas que
sobreviven a la evolucin y desarrollo modernos (Ramrez 1964:38). Algo bastante
ambicioso y que refleja que, ms all de los conocimientos, lo importante era transmitir de un
solo golpe la construccin de una idea de nacin y su fundacin. Los mensajes a comunicar
iban dirigidos a un nivel de captacin universal, un pblico homogneo, cuya nica
caracterstica era no contar con conocimientos previos para poder comprender al Museo.
La investigacin fue la base indispensable de la ordenacin de las colecciones, pero
se pens que la informacin tuviera uniformidad. Al final las temticas que cada sala
mostraba eran:
aspectos climatolgicos de vegetacin y orografa; la consideracin del hombre fsico
en interaccin con los elementos del medio natural y con los producidos por su propia
cultura, medios de subsistencia y de relacin, las formas de vida comunitaria en sus
diferentes expresiones de estructura familiar, poltica y social, as como en las formas
de economa; el mundo mgico y religioso con sus panteones de dioses. Los
conocimientos cientficos, desarrollados, en algunos casos, por encima del nivel
cultural correspondiente, incluyendo escritura, matemtica, herbolaria y cronologa.
Por ltimo, el proceso histrico, la evolucin de estos pueblos y, sobre todo, sus
aspectos de expansin, influencia y contactos, as como las diferentes etapas
culturales (Ramrez, 1964: 34)
Las exhibiciones arqueolgicas no tuvieron problema al ser planteadas en el espacio
porque ya se tena el concepto eje de Mesoamrica, y sus implicaciones en la interpretacin
de la cultura con su acomodo en el tiempo y el espacio. As se tenan reas culturales:
Altiplano central, Costa del Golfo, Occidente de Mxico, rea Maya, rea de Oaxaca y Norte
de Mxico, y por otro lado los horizontes temporales: preclsico, clsico y posclsico,
adems del periodo prehistrico.
El problema, podramos pensar, fue determinar la jerarquizacin que cada cultura o
regin cultural tendra en el espacio, porque el museo quera mostrarnos todo el desarrollo
del Mxico prehispnico. Sin embargo Alfonso Caso tuvo muy claro desde el principio que el
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Museo deba enfatizar en la cultura mexica, porque es la que estaba viva en el momento de
la conquista: cronolgicamente es nuestra raz gentica ms cercana, entonces debe ser la
principal, porque es el arranque de lo que somos ahora, es el abuelo identificado; lo anterior
son antecedentes (Ramrez, citado en Villar 1997:18).
La arquitectura apoy la idea de diversos modos. Por ejemplo las salas arqueolgicas
presentaban dos alturas: 3.50 mts. y 6 mts. En la primera se presentaban los antecedentes y
la informacin general de la sala y en la parte ms alta se colocaba lo ms trascendente e
importante de esa cultura. El cambio de altura servira para que el visitante, supuestamente,
se percatara de esta diferencia.
La Sala Mexica fue la nica que se plante con doble altura en su totalidad. Tampoco
haba una sala arriba de ella, all, no establecimos la diferencia porque siendo la [cultura]
ms cercana a nosotros todo es importante (Ramrez, citado en Villar, 1997:18). Caso
tambin deseaba que el pblico mostrara absoluto respeto hacia los mexicas, ralentizando su
paso al entrar. Por ello, aunque la sala se encontraba al mismo nivel que las dems, se
decidi colocar una rampa para ascender y otra para bajar, para no ir de frente hacia al
calendario azteca que se prevea sera la pieza que todos iran corriendo a admirar sino
conducir hacia los lados para que los visitantes, adems, estuvieran obligados a ver los
antecedentes y el contexto social de los mexicas.
Ramrez Vzquez explica cmo la arquitectura junto con la museografa son las que
manejan el espacio y cumplen con el propsito que seal el asesor cientfico () a travs
de los objetos y no los letreros se gua al pblico, se le manipula (sic.) (Idem). Con estas
directrices y manipulaciones el museo termin siendo centralista, porque ms de la mitad
se dedic a los mexicas y sus antecedentes.
Otro apoyo para completar la experiencia en las salas arqueolgicas, y mostrar al
pblico el pensamiento de las culturas prehispnicas, fue la colocacin de poemas
prehispnicos al inicio de cada sala. stos fueron seleccionados por los historiadores ngel
Mara Garibay y Miguel Len Portilla, junto con el asesor de cada sala.
Independientemente de lo acertado o no de la seleccin de estos poemas como
testimonio del pensamiento de una poca, salta a la vista que, al parecer, ellos fueron los
nicos historiadores que formalmente fungieron como asesores en la ejecucin del proyecto
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Para Nolasco la solucin fue que cada sala tuviera la libertad de construir su propia
tica de representacin; es decir pluralismo al pluralismo. Sin embargo para Ramrez
Vzquez las salas etnogrficas se guiaron solamente por una tica: la autenticidad. En
pocas palabras, segn el arquitecto se mostraba la realidad de la pervivencia del pasado
prehispnico. Un ejemplo de ello es la manera en la que se resolvi la reproduccin de su
hbitat especfico a partir de la construccin de viviendas indgenas hechas por ellos
mismos. As se trasladaron a varios de ellos con todos los materiales de construccin,
muebles y enseres, para que elaboraran las reproducciones que fueron colocadas en las
salas de etnografa.
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Margarita Nolasco narra las discusiones que formaron parte cotidiana en la instalacin
del museo y comenta: los pedagogos se rean de las extensas cdulas, de su complicado
lenguaje o de lo innecesarias y absurdas que resultaban algunas (Nolasco 2004:354). An
con lo complicado que debi ser llegar a un acuerdo, esto nos da cuenta que la perspectiva
de los pedagogos estaba presente al momento de planear y montar las salas. Si esto mejor
o no las exposiciones, en cuanto a la comprensin y asimilacin de conocimientos por parte
del pblico, es difcil saberlo
Fotografa 15 Impartiendo taller en el rea de servicios
educativos, tomado de Museo Nacional de Antropologa,
Artes de Mxico, 1965
La
propuesta
del
rea
de
Servicios
regiones (Larrauri, citado en Vzquez, 2005:73); y fueron Salvador Novo e Iker Larrauri, los
encargados de transformarlo.
La sala de Introduccin debi ser todo un espectculo en el que, insisto, la sorpresa
era el ingrediente principal. Iker Larrauri nos la describe: se trataba de entrar a una sala
vaca, que no se viera nada, que la gente no supiera a qu haba entrado o qu haba all
porque estaba vaca y negra. Comenzaba la narracin [en voz de Lpez Tarso] y apareca
una imagen proyectada y luego, mientras la observabas, sala otra cosa por el otro lado.
Haba proyecciones planas, dioramas dentro de los muros que giran. () En un momento
dado se haca oscuro, y se iluminaba una vitrina, () la Coatlicue surge de abajo del piso,
las figuras y maquetas que salen dando un giro y aparecen ah (Larrauri, citado en Vzquez,
2005:73).
Adems de la espectacularidad, la museografa recurri a la ritualidad en dos sentidos.
El primero conformado por la totalidad de elementos arquitectnicos, museogrficos y las
propias colecciones, que nos recordaban en todo momento que el Museo era un espacio
fuera de lo cotidiano. El segundo compuesto por elementos que evocaban una ritualidad
religiosa.
Por ejemplo, mencionamos que la arquitectura de la Sala Mexica obligaba a entrar con
respeto, despacio, como si asistiramos a misa, pero tambin la altura y la iluminacin
evocaban un espacio religioso. Mario Vzquez lo dice de manera ms contundente, cuando
reconoce que sta es la sala ms catlica del mundo: () el altar de acceso () y despus
su planta basilical, sus dos ambulatorios, su altar mayor (la piedra del sol), su cruz, son sus
dos deidades a los lados (Coatlicue y Xiuhcoatl) y luego el mercado (Vzquez citado en
Villar, 1997:27). Un guio al catolicismo y su arquitectura enfrascaban a la religin mexica
porque el respeto y la reverencia que se tiene al entrar en las iglesias, deba tenerse en esta
sala.
Por otro lado, los cuatro elementos principales de la religin prehispnica fueron
representados en el patio central. La escultura sol de viento, realizada por Iker Larrauri,
refera al viento. sta se coloc sobre una playa de tierra oxidada, segundo elemento, un
pebetero aluda al fuego y el estanque, aluda al agua. En contraposicin se encontraba la
Imagen de Mxico, de Chvez Morado que recubra el paraguas con la misin de mostrarnos
el ideal del hombre del futuro.
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Fotografa 17 Traslado de Tlaloc en su paso por la Avenida Reforma, tomada de Museo Nacional de Antropologa,
1964
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Museo
Na-cional
de
pas
sino
del
mundo
coment este magnfico museo no slo es el ms nuevo en todos los aspectos sino el mejor
del mundo.
As comenzara el prestigio del Museo Nacional de Antropologa como uno de los
mejores del mundo. Desde que se inaugura, no se ha construido ningn gran museo en el
mundo sin que sus diseadores vinieran previamente a ver la solucin de ste (Vzquez,
citado en Villar 1997:23), argumenta Mario Vzquez, para darnos cuenta del impacto de la
obra a nivel internacional.
A nivel nacional su impacto se reflej en los diarios. Fue noticia de primera plana y los
cartoneros le dedicaron sus caricaturas del da. Los proveedores del Museo publicaron notas
de agradecimientos y aprovecharon las imgenes del pasado prehispnico para promover
sus artculos.
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Anuncio publicitario que retoma la imagen de Tlaloc, Chalchitlicue, tomado de El Universal, 18 de septiembre de 1964
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Sus veinte aos de adelanto lo alcanzaron pronto, tal vez demasiado pronto. Al
siguiente sexenio, despus de su inauguracin, el Museo Nacional de Antropologa no recibi
ni un solo centavo. Entonces esas lmparas maravillosas y esos reflectores se fueron
sustituyendo por spots de 150, iluminacin que no llega jams a las piezas y aquello se fue
convirtiendo en una caverna oscura (Larrauri citado en Vzquez, 2005:77-78).
Han pasado ms de cuarenta aos y los apoyos museogrficos se han desarrollado
ampliamente. Los creadores del museo nos lo dicen. Los artesanos de la imagen, los
dibujantes, el pincel y los lienzos han sido sustituidos por la computadora, por la imagen
digital y la multimedia, e incluso ahora las proyecciones de imgenes ponen los toques de
color en donde haga falta. Ahora se pide una museografa que considere al visitante como
alguien activo y no pasivo (Vzquez citado en Villar, 1997:29). El pblico universal ha dejado
de existir para convertirse en un pblico con necesidades especficas, por lo menos
dependientes de su edad. La pregunta es esto ha impactado al Museo Nacional de
Antropologa? En voz de uno de sus creadores, Mario Vzquez, quien fue entrevistado hace
trece aos, el impacto no ha sido el esperado, el Museo se encuentra como aquel entonces,
piensa que tal vez es por la falta de presupuesto.
En el campo de lo cientfico los aportes tericos no han cesado, ni en la arqueologa ni
en la etnografa, cuyo elemento de estudio, los grupos indgenas, se han modificado de tal
forma que ahora los objetos que son acogidos por las bodegas del museo pertenecen en su
mayora a la categora mestizo; y lejos de desaparecer, el indio sigue all. Las formas de
imaginarlo desde el Estado y la comunidad cientfica han cambiado.
Son demasiados cambios y es difcil que el museo los acoja a todos. Pero su prestigio
sigue ah porque el pblico ha tenido la ltima palabra y, al igual que sus primeros visitantes,
sigue admirando a propios a extraos, por su teatral espectculo; pero no precisamente por
su labor de divulgacin de conocimientos. Siendo as lo que hace vigente al museo no es la
investigacin, sino su propia inercia institucional de seguir siendo justamente un espacio
espectacular para provocar orgullo, un espacio construido desde la tica de la mitologa
nacionalista para divulgarla.
Tambin podemos decir que a ms de 40 aos de su fundacin el Museo es el ms
visitado a nivel nacional. En 1951, cuando an estaba en Moneda 13, era concurrido por
106,664 visitantes (Monzn, 1954:90), en 1988 sumaban 1, 379,910 y en 2007 llegaron a
- 121 -
1,793, 584 visitantes, y en promedio se acercan a los dos millones, segn la informacin de
la Coordinacin Nacional de Museos del INAH.
A nivel mundial es importante si tomamos como referente un documento del The Arts
Newspaper que pblica los museos ms visitados1. Al Museo Nacional de Antropologa le
correspondera estar entre el lugar 17, despus del Museo Reina Sofa, de Espaa (2, 000,
008 visitantes).
3
El triunfo de la tica de la mitologa nacionalista y la investigacin como
una de sus estrategias
Es claro que la intencin del Museo era que el espritu del nacionalismo transitara por sus
pasillos, por ello se acogi a la tica de la mitologa nacionalista. Tambin los espectadores
tenan marcas en su mente para que funcionara de esta manera; y la enseanza de la
historia y geografa en la educacin bsica es slo un ejemplo de las herramientas
hegemnicas para que as sea. No redundaremos en ello y sera tambin imposible enlistar
todos los medios y las informaciones que recibimos para poder sentir el espritu del
nacionalismo al circular en sus pasillos.
Pero si consideramos que la base de los discursos del Museo es la antropologa y uno
de sus objetivos es transmitirlos, por qu la ciencia pareci rendirse frente a su funcin
nacionalista? O dicho de otro modo porqu la antropologa se convirti en una estrategia
para construir la tica de la mitologa nacionalista. En apartados anteriores explicamos cmo
la arqueologa, la poltica y el nacionalismo congeniaron rpidamente y, en general, fue una
relacin muy fructfera en tanto que benefici el desarrollo de la profesin arqueolgica.
Mientras que la relacin entre etnografa, poltica y nacionalismo result ms bien con
altibajos, que fueron desde ignorarse mutuamente, hasta el involucramiento, de tal forma que
la labor de los antroplogos no pudo desprenderse de la poltica. Esto ocurri cuando la
descripcin de los grupos indgenas dej de ser mero conocimiento o inters folklorista, para
Actualmente la pgina web no se encuentra disponible pero pueden consultarse referencias al artculo del The newspaper
arts en http://www.3viajesaldia.com/los-10-museos-mas-visitados-del-mundo/, http://mate-pastor.blogspot.com/2010/04/losmuseos-mas-visitados-del-mundo.html
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convertirse en la clave de acceso para la modificacin radical de su cultura, por una acorde al
proyecto de la nacin moderna.
Finalmente esa violenta modificacin de los indios sin punto de retorno fue la clave de
su entrada al Museo, y de manera forzada tambin al umbral del nacionalismo, porque haba
que recuperar lo perdido. Como comentaba Aveleyra esa prdida acelerada de rasgos de
cultura material y espiritual en nuestros aborgenes es indispensable estudiar y registrar
antes de que desaparezcan del todo (Aveleyra, 1965:17). Si todo se perda no habra
elementos para argumentar que las races se haban mantenido fuertes y, por otro lado, lo
recuperado servira para consolidar una actitud de respeto, estima y proteccin de lo
aborigen.
Ahora bien cules eran las caractersticas de la ciencia que se realizaba en el Museo,
y para qu fluira a sus escenarios. De entrada se plante enriquecer la produccin cientfica
concedindole ms espacio fsico. As se construyeron, adjuntas al Museo, la Escuela
Nacional de Antropologa e Historia y la Biblioteca Nacional de Antropologa, con miras a que
en un futuro los propios egresados colaboraran con el museo. Tal vez en los primeros aos
as fue, cuando muchos alumnos trabajaron en las investigaciones conducidas por los
etngrafos investigadores del museo, y cuando la relacin entre la Escuela y las instituciones
oficiales era cordial, pero esto no fue siempre as y la escuela fue trasladada en 1979 a su
sede actual, en Cuicuilco.
Independientemente de la real necesidad de trasladar la Escuela por falta de espacio,
o por hermana incmoda, me parece que para el Museo, como centro de investigacin,
represent una gran prdida. Tal vez sta ocurri antes, porque hubo un tiempo, como
mostramos en el captulo anterior, en el que el Museo era el nico productor activo de
propuestas tericas y metodolgicas novedosas, o de discusiones importantes de temticas
antropolgicas.
Es inevitable pensar en Boas o Seler, cuando se incorporaron las clases a los
espacios del museo de Moneda 13. Pero el museo poco a poco perdi esa esencia que
podemos relacionar con las revoluciones cientficas. En primer lugar porque dej de ser el
nico espacio de produccin cientfica antropolgica, con la creacin del Instituto de
Investigaciones Sociales de la UNAM, en 1930; y con la Direccin de Investigaciones
Antropolgicas del INAH, en 1954, creada especficamente para fomentar la investigacin en
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campos que no podan ser cultivados en el Museo; primero porque no servan para la
teatralizacin de los indios vivos y segundo porque algunas investigaciones se alejaban de
ese objeto de estudio.
En consecuencia el museo abri paso a una manera diferente de hacer investigacin,
una centrada en sus colecciones, y tal vez por ello se volvi convencional, centrada en los
paradigmas y alejada de los mrgenes que poco a poco la revolucionan, porque lo
importante no es especficamente hacer investigacin, sino que sta fluya hacia las salas
para un pblico no conocedor.
As se comienza a construir una forma especfica de investigar que desembocara en
la creacin de la figura del curador investigador, cuya misin en voz de Oliv es:
ante todo conocer la cultura, saber la funcin que dentro de su contexto corresponde a los
objetos, conocer en suma y hasta donde le sea posible a la sociedad de donde proviene ().
Obliga a investigar instituciones y creencias, la organizacin social, su base econmica, el
papel de la ideologa y de todos los dems elementos que permiten proporcionar a quienes
asisten a los museos, la idea ms aproximada de la cultura a la que pertenece el objeto y del
significado de ste dentro de dicha cultura (Oliv citado en Salinas, 1987:140-141).
Pero para investigar propiamente, se requera, tal vez, de los mtodos tradicionales
asociados a estas disciplinas: trabajo de campo para los etngrafos y excavaciones para los
arquelogos; y reconozco que no son stas las nicas formas de llegar al conocimiento de
los grupos originarios y las sociedades arqueolgicas. Pero desde que el museo organizara
esas expediciones arqueolgicas para acrecentar sus colecciones durante el proyecto de su
construccin, no habra ms excavaciones para los arquelogos curadores. No as para los
etngrafos que practicaron salidas al campo. Posiblemente no derivadas de proyectos de
investigacin a largo plazo situacin que pudo cambiar actualmente sino de coyunturas o
aplicaciones inmediatas, ya sea para documentar un festejo ritual u organizar una exposicin
temporal.
En 1987 Isabel Salinas hizo un estudio sobre La investigacin antropolgica en los
museos nacionales, en el que entrevist, entre otros, a los curadores investigadores del
MNA. La autora concluye: frente a las necesidades de investigacin que requieren [los
acervos culturales] y el nmero de investigadores adscritos a cada uno de ellos, considero
que no hay equilibrio entre estos elementos. Antes bien hay una incoherencia; sus
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Sin embargo, que esto ocurra, es una muestra de que el estilo de investigacin, o si se
quiere, la forma de hacer ciencia en el Museo, parece algo dbil que no fluye con toda su
fuerza: la de estar siempre en constante crtica e innovacin. Aunque esto parece que s se
hace desde otros espacios como en sus auditorios, y sus investigadores lo hacen en
seminarios, congresos y en la redaccin de libros o artculos especializados; porque as lo
requiere la tica de la mitologa nacionalista.
Empero la ciencia forma parte de los discursos del Museo, porque debe ser divulgada,
socializada, comunicada en sus salas, independientemente de si proviene de libros, archivos
o trabajo de campo, o de tal o cual corriente terica. Lo importante es que requiere
traducirse para el pblico, para provocar su reflexin o deleite. Tal vez por esto, los
curadores se sienten tentados a alejarse de las revisiones de las posiciones tericas, las
crticas y las nuevas interpretaciones, porque se piensa que no son de incumbencia del
pblico.
La adaptacin de la ciencia a la teatralizacin y al lenguaje del museo es para facilitar
el entendimiento del pblico y educarlo, ensearle. Sin embargo, la situacin es algo
contradictoria porque esta labor se siente distanciada de los investigadores, pues se tenda y
an se tiende a pensar que quienes necesitan ser educados son solamente los escolares, y
para ellos trabaja la seccin de servicios educativos, no los investigadores.
Todo lo anterior es un reflejo de que parece haber un acuerdo tcito en la comunidad
cientfica de separar la ciencia que se realiza en los centros de investigacin y la que se
realiza en un museo; de hacerla de manera diferente, y no me refiero slo a la forma que
adquiere el lenguaje cientfico para poder ser transmitida, sino que de fondo parece menos
reflexiva, crtica.
De esta manera se ha generado un habitus en los investigadores en el que la ciencia
en los museos tiene sus especificidades, y de alguna u otra forma lo que se espera hacer es
recrear los imaginarios sociales instituidos, incluso los estereotipos de los indios muertos y
vivos, para que funcionen como un puente de comunicacin entre los investigadores y la
sociedad. De manera que los investigadores, por inercia e incluso sin proponrselo,
recomponen a los objetos y sujetos de estudio que analizan como figuras estticas, que
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El historiador pensaba que el museo tena una doble funcin. La instructiva entendida
en un sentido prximo a un proceso de enseanza-aprendizaje, a manera de una transmisin
de informacin calificada que pueda ser apropiada por el visitante, e incorporada a su
memoria. La otra funcin es educativa y se plantea como un proceso integral capaz de
cambiar la conducta y la percepcin del visitante. Que mejor enseanza, que la
proporcionada por un museo () puesto que con sta se obtiene una educacin mltiple y
simultnea de la atencin, de la abstraccin, de la vista, de la percepcin, del sentimiento
esttico, del raciocinio, en suma, de las facultades en general (Ibid.: 426)
En este sentido el museo, piensa el historiador, tiene la capacidad de modificar la
forma en la que un individuo percibe determinadas realidades, pues inculca valores y formas
de actuar y sentir que permiten aproximarse a esos valores. Si personas ilustradas, indica,
pensaban sobre los monolitos arqueolgicos eso es pavoroso, no hemos visto esculturas
ms deformes y horribles () con una educacin e instruccin en la materia han quedado
asombradas de lo que antes su no educada percepcin no alcanzaba, de lo que el ojo no
vea (Ibid.:427)
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Por ejemplo las colecciones arqueolgicas al montarse en el museo deban expresar sus valores tecnolgicos (en tanto
ejemplos de soluciones a problemas especficos especialmente relacionados con el aprovechamiento de los recursos
naturales), histricos y artsticos. En el caso de las colecciones etnogrficas se pensaba que estas pudieran transmitir un
conocimiento profundo (Ignacio Bernal 1965: 10) de manera que deba mostrarse todos los aspectos de la sociedad en
cuestin.
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Valor y confianza ante el porvenir hallan los pueblos en la grandeza de su pasado mexicano. Contmplate en el espejo de
esta grandeza. Comprueba aqu, extranjero, la unidad del destino humano. Pasan las civilizaciones, pero en los hombres
quedar siempre la gloria de que otros hombres hayan luchado para erigirlas Jaime Torres Bodet, plasmado a la entrada
del museo
- 131 -
Las expectativas de Torres Bodet al respecto eran muy altas, y al inaugurar el Museo
brind porque acciones culturales como sta coadyuvaran a mantener la paz, la justicia y la
solidaridad en el mundo. As que adems de un embajador cultural, el museo tambin lo era
de paz y ste deba cumplir su labor y salir a mostrarse por el mundo, pero tambin deba ser
la visita obligada de jefes de Estado, reyes, reinas, prncipes y princesas.
Esto nos lleva a preguntarnos si realmente era posible un proceso de aprendizaje que
emana de los sentidos, era posible un proceso de enseanza-aprendizaje en un espacio
hecho para reproducir los imaginarios instituidos del pasado prehispnico y los grupos
indgenas.
Orellana, quien analiza la tarea pedaggica del Museo a finales de la dcada de los
ochenta, concluye: es una institucin que reproduce los esquemas tradicionales de la
educacin: mensajes dogmticos, verticales, ajenos a las necesidades de sus visitantes
(Orellana, Op. Cit.:99). Para l la transmisin de conocimientos estaba obstaculizada por sus
propios curadores y directivos, cobijados por la estructura burocrtica y jerrquica del INAH,
por falta de visin o entendimiento del papel educativo.
Jaime Torres Bodet, tomado del discurso inaugural del MNA, publicado en El Universal, 17 de diciembre de 1964, Primera
seccin p. 14A
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- 133 -
En ese mismo estudio Kernou seala que el 96 % del pblico entrevistado recorri
slo las salas arqueolgicas, mientras que el 57% recorri ambas secciones del museo.
Cabe preguntarse si la situacin del pblico es diferente en las salas etnogrficas. Susana
Muoz, quien realiza un estudio de pblico de las salas etnogrficas en el 1999, responde:
Los principales objetivos del MNA son mostrar y resaltar las caractersticas que conforman la
identidad mexicana, pero desafortunadamente en las salas de etnografa y al contrario de las
salas de arqueologa el pblico aprecia a los indgenas actuales como alejados de la vida
nacional. La representacin tradicional de las salas de etnografa desafortunadamente no
logra que el visitante reflexione sobre los aspectos que han formado parte de las culturas
indgenas y de las mestizas y que son producidos cotidianamente (Muoz, 2000:83)
Por las razones que sean discursos cientficos anquilosados procedentes de una
ciencia normal, transmisin de informacin en un lenguaje inadecuado, organizacin
museogrfica asequible slo para especialistas la tica de la mitologa nacionalista cumple
su cometido, no slo por las dificultades que implica al espectador comprender el mundo del
Museo, sino porque formamos parte de una comunidad interpretativa, compartimos, de cierto
modo, los imaginarios instituidos socialmente sobre el pasado prehispnico y los indios vivos.
Y al no poder participar de otros referentes para explicarnos sus colecciones, la nica base
comn es el sentimiento de orgullo por la nacin, o, por otro lado, las emociones y las
sensaciones.
Si pudiramos identificar un logro del Museo del 64, frente al actual, es precisamente
su conviccin y compromiso de transmitir, de acuerdo con las caractersticas de los visitantes
del momento que se viva: el analfabetismo. De all se desprendieron las ideas de la
contextualizacin de objetos, los dioramas y maquetas que sin duda fueron un acierto.
- 134 -
Captulo 3
Rehacer el Museo Nacional de Antropologa
Los aos de optimismo y celebracin por el crecimiento econmico que Mxico haba tenido
en la dcada de los cincuenta comenzaban a quedar atrs, despus de la inauguracin del
MNA. No haba cabida para recrear imaginarios de nacionalismos apasionados, ni recursos
que lo soportaran. Prueba de ello fue que en el sexenio de Daz Ordaz, posterior al de Lpez
Mateos, el presupuesto de la institucin quedo reducido al pago de sueldos.
La situacin no resultaba preocupante porque estaba prcticamente nuevo. Sin
embargo, eso fue el principio de un largo camino hacia al rezago. Sus seales se notaban en
la museografa, en las estrategias de la comunicacin visual, que deban facilitar al pblico la
interpretacin del mundo del museo, y en la dimensin informativa que se supona deba
renovarse conforme a los nuevos hallazgos y teoras.
Los sistemas de seguridad tambin quedaron rezagados. Muestra de ello fue que el
25 de diciembre de 1985 aconteci un robo. En efecto, el da de la navidad ameritaba un
festejo y, mientras los guardias estaban en lo suyo, ocurri el hurto de ms de cien objetos,
entre los que se encontraba una mscara zapoteca del dios murcilago, piezas de oro
mixteco, una vasija azteca de obsidiana con forma de mono y la ofrenda de la tumba del rey
Pakal.
Marcia Castro Leal diriga el Museo cuando esto aconteci. La directora fue sucedida
por Eduardo Matos, quien relata las acciones un tanto incompetentes que tom la
Procuradura General de la Repblica para la recuperacin de las piezas. Con la intencin de
redactar un folleto informativo de los avances del caso, la Procuradura pensaba colocar los
retratos hablados de los supuestos ladrones, cuando ya antes se haba declarado que nadie
haba visto sus rostros. La extraa respuesta de la inclusin de los retratos es que haba
bases para suponer que los ejecutores del delito debieron ser jvenes (Matos, 2004:111).
A final de cuentas las imgenes no se incluyeron porque, a pesar de que se contaban
con las huellas dactilares de los ladrones, no se encontr ningn registro coincidente. Aun
- 135 -
Fotografa 1 Boletines distribuidos en las embajadas sobre las piezas robadas y recortes de peridico sobre las noticia
del robo del museo. Tomado de Informe de las investigaciones del robo al Museo Nacional de Antropologa, 1985.
La leccin dej la tarea de reforzar la seguridad del Museo con un mayor nmero de
guardias y el mejoramiento del sistema de inventarios, porque demostr fallas cuando
algunas piezas declaradas como robadas se hallaron en sus bodegas. Tambin se redact
un reglamento de normas mnimas de seguridad para los museos, publicado en el Diario
Oficial en 1986, que an sigue vigente. En l se establece la responsabilidad de los
1
Ver Informe de las investigaciones del robo al museo nacional de antropologa, PGR, Mxico, 1986
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directores de vigilar que los museos cuenten con los mecanismos de seguridad
correspondientes, as como las acciones a seguir en caso de traslado de piezas.
La lista de rezagos no acaba all, y es que por distintas razones la labor de los
investigadores no traspasaba el umbral de sus cubculos, quedaba tras bambalinas sin
reflejarse en las salas del Museo. Mientras, segua mantenindose como un promotor del
nacionalismo basado en la construccin esttica de las figuras del indio vivo y el
arqueolgico; a las que pareca no hacerles falta, en correspondencia con la tica de la
mitologa nacionalista, informacin novedosa de las investigaciones antropolgicas.
En un principio los investigadores haban sido contratados como encargados de rea,
y en 1972 su nombramiento cambi a curador-investigador. Por un lado desempe-aban
labores acadmicas, es decir, las propias de la investigacin. En este caso: estudios de las
colecciones, de los que se desprendan artculos en revistas, libros o disertaciones en
congresos, y la conformacin y publicacin de catlogos; tal como haban hecho los
profesores del Museo desde sus inicios2. Pero su labor ms importante consista en la
divulgacin de los conocimientos propios de su rea, para lo cual requeran de una
renovacin constante de objetos y cdulas; labor que difcilmente se llev a cabo y slo en
casos excepcionales
Los curadores-investigadores pugnaban porque el campo de la ciencia se reflejara en
los escenarios del Museo, pero esto no ocurri. Por ejemplo, Jess Nrez, quien fungi como
curador de la sala arqueolgica del Norte de Mxico, de 1984 al 2000, se refiere al
desempeo de su antecesora Margarita Velasco, y explica: durante su gestin hizo
numerosas propuestas de arreglos parciales para la sala, as como el planteamiento de un
nuevo cedulario, pero estas tareas no se llevaron a cabo (Nrez y Rojas, 1996:22). Nrez,
en un balance personal de su desempeo de 1984 hasta 1996, comenta: se han hecho
varias propuestas de mejoras para la sala, pero slo ha sido posible atender algunos
aspectos menores (Idem).
2
Ejemplo de los catlogos publicados, reflejo de la labor de los curadores-investigadores son: Cardos, Amalia, Estudio de la
coleccin de escultura maya del Museo Nacional de Antropologa (1987); Daz Oyarzabal, Clara Luz, Coleccin de objetos
de piedra, obsidiana, concha, metales y textiles del Estado de Guerrero, Museo Nacional de Antropologa (1990); de la
misma autora, Cermica de sitios con influencia Teotihuacana Catalogo de las colecciones arqueolgicas del Museo
Nacional de Antropologa (1991), Rodrguez Lazcano, Catalina, La cestera maya de tierras bajas: catlogo de las
colecciones etnogrficas del Museo Nacional de Antropologa (1992).
- 137 -
del Museo del 1997 a 2000, ste se encontraba en los sesenta () tena que volver a
hacerse (Garza citada en Audiffred: 2000).
2
Por qu y para qu volver hacer el Museo Nacional de Antropologa?
Podemos pensar en muchas razones por las que el Museo no tuvo la capacidad de
renovacin que se haba imaginado: falta de perspectiva a futuro de sus propios creadores
situacin que pudo ser agravada, cuando se construy con recursos y personal
extraordinarios. De manera que no podran haber imaginado un futuro realista dependiente
de los recursos de una sola institucin falta de presupuesto, resultante de las crisis
econmicas recurrentes, o anquilosamiento institucional y del personal.
Sin duda el Museo fue clave para el cumplimiento de la poltica cultural y educativa
estatal. Su hacer era congruente con la moral del estado y la produccin de imgenes que
sustentaran los valores del nacionalismo de esos aos. Pero estas polticas, la forma de
concebir a la nacin y la forma de produccin y circulacin de la cultura, haban cambiado.
La hegemona estatal que haba visto nacer al Museo se encontraba en franca
recesin. A finales de la dcada de los sesenta y principios de los setenta, se hacan
evidentes los fracasos de las polticas sociales, econmicas, tecnolgicas, e incluso de las
polticas integracionistas de los grupos indios. En pocas palabras, la aparente seguridad que
provea la figura del Estado a sus ciudadanos comenz a desquebrajarse, y fueron varias las
voces que cuestionaron sus funciones.
As comenz un trayecto en el que se pugnara por un cambio de tica en las polticas
culturales: de excluyente y de produccin monoplica estatal, a incluyente y de produccin
participativa, o, como se ha tendido a denominar, democrtica. En esta transformacin
intervinieron principalmente los intelectuales y los movimientos sociales, especialmente los
de los indgenas. El contexto es el cambio de modelo econmico y poltico al neoliberal, que
aceler el rompimiento del monopolio que el Estado haba creado para producir y reproducir
la cultura; y al mismo tiempo le imprimi una funcin econmica.
- 139 -
Cfr. Prez Ruiz, Maya Lorena (1999), El sentido de las cosas. La cultura popular en los museos contemporneos,
Conaculta, INAH, Mxico
- 140 -
nacional, sino unos particulares y depositados en las propias comunidades que han
producido y utilizado ese patrimonio (Tovar, 2004: 101).
Otra vertiente se centr en las demandas de los grupos indgenas. Desde 1980
antroplogos como Guillermo Bonfil Batalla apelaban a la la necesidad de la revaloracin de
las culturas indgenas, la regularizacin de sus tierras y su subsistencia, la oficializacin de
sus lenguajes, la legitimacin de formas de organizacin y de transmisin de valores
culturales (Prez Montfort: s/f). Incluso en 1983 el Estado reconoci que Mxico era un pas
multitnico, condicin que deba entenderse como un recurso y no como un obstculo.
La culminacin de este proceso se aceler con la insurgencia del Ejrcito Zapatista de
Liberacin Nacional, en 1994, pues oblig a que en el campo legal se reconociera la
composicin pluricultural del Estado mexicano. La reforma del artculo 2 de la Constitucin
manifestaba el derecho a la libre determinacin y a la autonoma, para que los grupos
indgenas decidieran sus formas internas de convivencia y organizacin social, econmica,
poltica y cultural.
Por otro lado, el modelo estatal que pugnaba por borrar las diferencias culturales
mediante un monopolio dirigido a producir una cultura monoltica nacional conllevaba cierta
reticencia a la apertura de las fronteras comerciales, en pro de la conservacin de la
soberana. Pero tambin esto cambi, cuando en 1980 el gobierno mexicano adopt
abiertamente al neoliberalismo como modelo econmico y poltico, cuyo punto culminante fue
la firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canad.
El neoliberalismo repercuti en muchos mbitos, como: el adelgazamiento de la figura
estatal a partir de la descentralizacin del federalismo, la privatizacin, el abandono o
decremento de los compromisos sociales, que en algn momento haban sido contrados por
el Estado, y la distribucin restringida de los recursos pblicos.
Desde ese momento el Estado se declar incapaz de mantener el monopolio cultural.
De manera que las propuestas de resquebrajarlo caan como anillo al dedo, y se propici el
desarrollo cultural a nivel regional y local. Incluso se pas la batuta a otros actores para que
fueran ellos quienes produjeran y difundieran la cultura. As la propia sociedad y el capital
- 141 -
- 142 -
El otro rumbo que ha guiado a la poltica cultural es una lgica en la que la cultura es
concebida abiertamente como un recurso econmico, y las particularidades culturales de los
grupos, las localidades y las regiones, son consideradas recursos econmicos, y
especialmente tursticos. Lo eran desde hace mucho, la nica diferencia es que ahora esa
deba ser su funcin primordial, y de alguna manera las construcciones e imgenes de las
figuras de la diversidad fueron vaciadas ticamente para ser llenadas estticamente.
El caso es que el programa econmico neoliberal, basado en los tratados y atraccin
de inversiones internacionales, requera de un acervo de imgenes de convencimiento. Una
estrategia denominada dentro de la poltica neoliberal como soft power o de seduccin de los
futuros inversionistas, en contraposicin a las tcnicas coercitivas hard, como el militarismo.
As, se llevaron a cabo en el gobierno salinista los Proyectos Especiales de
Arqueologa. stos representaron la accin de mayor envergadura de ese sexenio en torno a
la cultura y, cuyos resultados centrados especialmente en el hermoseo de las zonas
arqueolgicas, recuerdan las obras realizadas durante el Porfiriato con el mismo fin. Sin
embargo, adems de la restauracin de 14 zonas arqueolgicas, se trataron tambin de
trabajos intensivos de investigacin, excavacin, realizados entre 1992 y 1994 con la
intencin de poner en valor una parte importante de patrimonio cultural, respaldado por las
comunidades locales (Franco, 1994:1)5
Los recursos incluan tambin la ejecucin de dos importantes museos. El primero el
Museo de los Pueblos del Norte, ubicado en Casas Grandes, Chihuahua, especficamente en
la zona arqueolgica de Paquim. El segundo, el Museo del Pueblo Maya, en Dzibichaltn,
Yucatn. Adems de un trabajo de remodelacin de los museos de sitio, casi en cada una de
las zonas exploradas.
El flujo de recursos hacia los estados era una muestra del proceso de fortalecimiento
de los regionalismos, en contraposicin de la figura de nacin. De manera un tanto
demaggica, partieron de la pretensin del cumplimiento de la participacin de las
5
La eleccin de las 14 zonas arqueolgicas sigui un criterio poco ortodoxo que igual cumplan sitios que haban sido
declarados patrimonio de la humanidad por la UNESCO (Teotihuacn, Chichn Itz, Monte Albn y Palenque); o aquellos de
los que se saba poco (Filobobos, Veracruz; Cantona, Puebla; Xochitecatl, Tlaxcala; y Kinichn, Kohunlich; y Dzinbanch,
Quintana Roo); o de los que haba que saber ms por su importancia regional (Xochicalco, Morelos; Tonin, Chiapas y
Calakmul, Campeche).
- 143 -
http://zedillo.presidencia.gob.mx/pages/vocero/boletines/com2542.html
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territorio nacional que proclamaba la poltica cultural? Era necesario un Museo Nacional de
Antropologa?
Si fuera as, qu papel jugara un espacio que pareca obsoleto porque era
representante viviente del monopolio de la cultura nacional monoltica, del que ya se haban
revelado sus secretos en torno a su papel de subordinacin de los ciudadanos?, deban
considerarse las opiniones del pblico o las voces de los grupos tnicos para dirigir las
exhibiciones del museo que se planteaban en la produccin democrtica de la cultura?
Algunas preguntas siguen en la mesa sin respuesta, pero era necesario que uno de
los
proyectos
culturales
contemporneos
de
mayor
envergadura
se
remodelara
Cfr Mara Luisa Lpez, Rina Lazo vuelve a su infancia, Reforma, 19 de mayo de 1996. Mara Luisa Lpez, Reabren
sala tolteca, Reforma, 11 de diciembre 1995. Mara Luisa Lpez, Lucen como nuevas dos salas ms, Reforma, 20 de
septiembre de 1995. Consultados el 25 de mayo de 2011 en http://busquedas.gruporeforma.com/reforma/Documentos/
DocumentoImpresa.aspx bajo la bsqueda Museo Nacional de Antropologa
- 145 -
Surez, citada en: Lpez, Mara Luisa, Lucen como nuevas dos salas ms, Reforma, 20 de septiembre de 1995
- 146 -
la que se colocan los propios investigadores; pero tambin los miembros de la Coordinacin
Nacional de Museos. Cada uno construye una imagen de los grupos indgenas. Los
investigadores basados en el conocimiento antropolgico y el fragmento de mundo que
quieren representar o subrayar. La Coordinacin Nacional de Museos en una poltica de
museos por la cual deben velar; y que puede contraponerse a la imagen creada por los
investigadores.
Mara Eugenia Snchez y Catalina Rodrguez Lazcano fueron las encargadas de
proponer esta restructuracin. La primera labor fue realizar investigaciones de campo para
decidir las temticas a representar. De entrada: la diversidad tnica de la regin, las
relaciones intertnicas, la tierra y el trabajo, con un guio hacia el enfoque de gnero, la
religin, la organizacin social y la lengua.
El reto era hacer al pensamiento y la vida indgena visible, tangible en el espacio del
Museo. Las primeras estrategias para revelarlos de manera visual fueron recurrir a
documentos de archivo, fotografas y litografas. Las investigadoras jugaron con las temticas
y la manera en la que seran representadas por cada uno de los grupos indgenas. Con los
tzeltales se toc la relacin con la tierra. La organizacin del trabajo fue abordada a travs de
la participacin activa de la mujer tojolabal. Con el pueblo mam se ejemplificaron las
relaciones sociales que se establecen en las cooperativas para la produccin del caf
(Snchez, comunicacin personal: 2010).
La propuesta de Snchez y Rodrguez tambin enfatizaba una perspectiva histrica
sobre los grupos mayas. sta se decidi partiera desde la conquista, pues para muchos
visitantes existe la interrogante de cundo surgieron grupos como los tzotziles, tzeltales,
tojolabales, que si bien tienen un devenir histrico, no existe mencin de ellos en las salas de
arqueologa (Idem).
Pero la parte problemtica fue mostrar las relaciones intertnicas y la larga disputa
por la tierra, con la violencia, la resistencia y el conflicto que implica. De esta manera,
primero se representaran con un cdice la relacin criollos-mayas y la resistencia indge-na
a la exigencia de tributos. As como importantes enfrentamientos armados y levanta-mientos
indgenas posteriores, entre ellos, la batalla de San Juan Chamula acontecida en 1869, que
sera mostrada visualmente con una litografa.
- 147 -
Resulta ilustrativo que en 1964 cuando los invitados arribaron a la sala arqueolgica
Culturas del Norte durante el recorrido inaugural, el redactor de la nota periodstica rese la
forma en que algunos visitantes rean cuando despus de admirar el esplendor de la sala
maya, comentaron: la sala del Norte, de Quertaro para arriba, como quien dice el chiste no
se hizo esperar los brbaros del norte9. Ya la arqueologa haba acumulado conocimientos
para explicar el desarrollo de esas regiones culturales, para no subordinarlas a las culturas
arqueolgicas mesoamericanas y convencernos de que no eran brbaros. De la misma
forma los grupos indgenas debieron ser explicados de otra forma. Mostrar la diversidad no
era difcil, pero tambin deban convencernos del valor de las diferencias, y que stas
conforman un nosotros, pues la figura de nacin se haba construido como una suma de
pluralidades.
Ortiz Lanz revela la funcin del Museo como un promotor de la revaloracin de las
diferencias culturales. Lo extrao es que esto no tiene aplicacin al presente, cuando slo
nos habla del pasado. Ortiz nos recuerda el estilo de Lpez Mateos, Ignacio Bernal y Torres
Bodet, quienes parecan olvidar que los grupos indgenas existan, ms all de las ideas de
occidentalizarlos. Situacin que resulta ms reprochable, cuando la diversidad cultural, la
pluralidad, son sin lugar a dudas expresadas por los grupos tnicos. Adems, an falta
mucho por descubrir sobre la pluralidad cultural de tiempos arqueolgicos. sta fue arrasada,
igual que en la actualidad, por grupos dominantes, y algunas de sus voces han quedado
silenciadas, esperando a que los arquelogos las desentierren para hacerse escuchar.
Mercedes de la Garza fue ms reservada al respecto, porque reconoca que la
pluralidad se presentaran en terreno no neutral, pues el Museo evocaba al centralismo
debido al predominio de la cultura mexica y advirti: ''seguir el mismo gran centralismo con
el que se concibi el museo debido a la decisin de respetar la tradicin de esta instancia
planeada por el arquitecto Pedro Ramrez Vzquez (De la Garza, citada en Audiffred,
9
Duque, Oliverio, Qued inaugurado ayer Museo Nacional de Antropologa, 18 de septiembre de 1964, Exclsior, 10A
- 149 -
200010). Despus de todo, el pasado y la tradicin del Museo como promotor del mito
fundador de la nacin, fueron ms pesados que los aires de renovacin y la tica de la
mitologa nacionalista continu dirigiendo gran parte de los discursos del Museo.
La obra museogrfica, como mencionamos, fue coordinada por Jos Enrique Ortiz
Lanz, asistido por Alfonso Soto Soria, quien haba participado en el proyecto original del
Museo. Adems particip la Coordinacin Nacional de Museos del INAH, encabezada en
aquel entonces por Miguel Fernndez, y la parte cientfica qued al mando de los curadores
de las salas.
El objetivo obligado era actualizar la informacin cientfica que por ms de 30 aos
haba estado rezagada y casi ausente de los escenarios del museo. Los curadores se dieron
a la tarea de organizar reuniones acadmicas para decidir de manera consensuada el rumbo
de cada sala. Consecuentemente la escritura de un guin cientfico que, a travs de los ojos
de los musegrafos, pudiera explicar visualmente las temticas planteadas por los
investigadores. No podemos decir que esto redituara en mostrar la gran diversidad de
teoras, enfoques o interpretaciones, incluso contrapuestas que caracterizan al desarrollo de
la ciencia, pues por lo general los consensos a los que se llegaron representaban lo que Karl
Popper, llamara, ciencia normal, o Thomas Kuhn, paradigmtica.
Por ejemplo la Sala Poblamiento de Amrica, se pens, estara vinculada a la de
Introduccin a la Antropologa y se realizaron reuniones con especialistas de instituciones
nacionales como el INAH y el Instituto de Investigaciones Antropolgicas de la UNAM; e
internacionales, como la Universidad de Witswatersrand en Sudfrica, el Museo Nacional de
Kenia y la Universidad de Granada. Finalmente la sala muestra los cambios en el ambiente,
la diversidad biolgica y cultural y el resultado que los grupos humanos tuvieron en el diseo
de estrategias de supervivencia y el aprovechamiento del entorno (Muoz, 2001:57). El caso
es que bajo esta perspectiva qued enmarcado el origen del hombre americano y, a pesar de
la diversidad de teoras que lo explican, los investigadores decidieron mostrar todava la del
paso por el estrecho de Bering, y sin advertir a los visitantes todos los embates que esta
teora haba sufrido.
10
Miryam Audiffred Reabre sus salas permanentes el Museo Nacional de Antropologa, La Jornada, 22 de noviembre,
2000. Consultado el 13 de septiembre de 2009 en http://www.jornada.unam.mx/2000/11/22/06an1cul.html
- 150 -
Desde luego los nuevos guiones requirieron de objetos que lo representaran. El reto
era que por lo menos el 30% de los objetos que se exhibieran fueran piezas nunca vistas; y
sin recurrir para ello, por completo, a la vieja tcnica del saqueo de los museos de sitio y
regionales.
Las bodegas del Museo fueron revisadas acuciosamente por los curadores en busca
de nuevas colecciones a exhibir. Cuando sus relaciones sociales lo permitieron pudieron
agregar objetos pertenecientes a otras bodegas, resultantes de proyectos realizados, por
ejemplo, por el Instituto de Investigaciones Antropolgicas de la UNAM. Tal es el caso de la
sala arqueolgica Culturas del Occidente. Dolores Flores Villatoro, su curadora, solicit a
Mara Teresa Cabrero, investigadora de la UNAM, objetos de sus excavaciones recientes en
el Can de Bolaos, Jalisco, para incluirlos en esta sala.
Otro ejemplo es la Sala Mexica, en la que se super el porcentaje de nuevas piezas e
incluso se duplic el nmero de objetos expuestos. Felipe Sols, curador de la sala, consigui
colecciones resultantes de trabajos de excavacin en Tlatelolco, Templo Mayor y de los
trabajos de salvamento arqueolgico ocasionados por la construccin de nuevas lneas del
Metro. As decidi que la sala dejara de ser netamente mexica, al incluir objetos de sus
vecinos (texcocanos, tepanecas, xochimilcas, tlaxcaltecas, cholultecas).
Al final 2 mil obras embodegadas por ms de tres dcadas quedaron al descubierto
para brindar una imagen ms completa de la historia nacional. Adems de los objetos
sacados de bodega, la nueva museografa permitir exhibir algo de los recientes
descubrimientos en Chichen Itz, () as como parte de las colecciones recientemente
adquiridas y las vasijas policromadas donadas por el Instituto de Investigaciones
Antropolgicas de la UNAM (De la Garza, citada en Audiffred, Op. cit)
Podemos considerar que el objetivo principal de la restructuracin fue la integracin de
nuevas colecciones e informacin, y para ello se siguieron ciertas directrices. Por ejemplo la
continuidad histrica entre las salas arqueolgicas y etnogrficas, de por s difcil de plantear,
cuando la vocacin del Museo haba sido borrar el periodo colonial. De esta manera las salas
arqueolgicas concluiran explicando el momento del contacto, y las etnogrficas, como ya la
- 151 -
haban planteado Snchez y Lazcano en las salas de los mayas, comenzaran explicando
ese momento histrico.
Ahora bien, la dimensin didctica intent replantearse de tres formas: la
contextualizacin, la aplicacin del arte para visualizar las interpretaciones de la ciencia y la
integracin de juegos interactivos. A diferencia de 1964 cuando era importante contextualizar
a las culturas en su entorno ambienta guiados por un determinismo ambiental o en la
realizacin de una monografa completa en 1998 se propuso que cada uno de los grupos
prehispnicos mantuviera una estrecha relacin con el aspecto arquitectnico de su poca.
Por eso, el guin incluye reproducciones en fibra de vidrio de estructuras como la pirmide
de Quetzalcatl de Xochicalco, el patio de Tepantitla y los frescos de Cacaxtla (Idem).
La toma de esta decisin revela que el pblico fue escuchado, porque, a decir de Ortiz
Lanz, exista un estudio respecto a las actitudes del pblico frente a las reproducciones en el
que haban sido calificadas como positivas, en el sentido de que ayudaban a la comprensin
de los contenidos del museo11.
Los musegrafos se dieron a la tarea de construir reproducciones de fibra de vidrio en
distintos tamaos. Lo mismo ya se haba hecho en 1964, la diferencia fue ms bien de
cantidad; y al final fueron demasiadas reproducciones, desde el punto de vista de los propios
curadores. Por ejemplo para Federica Sodi, curadora de la sala tolteca, las enormes
reproducciones arquitectnicas incluidas resultaron en una sala plasticosa, como ella
misma la denomina, y stas predominaron sobre el contenido.
Lo anterior da cuenta de la importancia que dan los curadores al equilibrio entre la
originalidad, que otorgan los objetos, y la artificialidad representada por las reproduccio-nes.
sta es justificada cuando la didctica est de por medio, cuando ayuda al visitante a
comprender las colecciones del museo, a contextualizarlas; es decir, cuando se hacen
evidentes las relaciones entre los objetos y los ambientes artificiales. Pero en el caso de la
Sala Los Toltecas y su poca, Sodi reconoce que tampoco se cumpli este fin. Los
referentes artsticos y estilsticos monumentales arquitectnicos all plasmados sirvieron para
11
Ver Mara Olvido Moreno Guzmn. Encanto y desencanto, el pblico ante las reproducciones en los museos. INAH,
Mxico, 2001.
- 152 -
de mostrar la varia-
del
museo.
As
se
- 153 -
Tambin el arte plasmado en el Museo de 1964 fue restaurado por especialistas del
INBA. Si bien existan 73 murales, once pinturas de caballete, tres esculturas, cuatro
grabados en madera, tres murales en cuerda, un lienzo y un vitral, que haban carecido de
- 154 -
- 155 -
nos muestra esto es que ellos se miran all representados, no que ellos construyen o
participan de esa representacin. Sin embargo la cosa resultaba ms compleja porque,
segn Catalina Rodrguez curadora de la sala, lo que esta mujer nos representa es la
autoobservacin especializada que los indios vivos hacen al estudiarse a s mismos. Incluso
la vitrina que aparenta observar la maniqu, presenta varios estudios purpechas hechos por
este mismo grupo (Fotografa 4).
En realidad el problema es an mayor, porque no se trata de colocar o no elementos
que representen la presencia de los indios vivos como observadores y no como sujetos
observados. Ms bien se trata de una tensin an no resuelta, un dilema tico y epistemologico, es decir, quin debe construir la
imagen del indio vivo en el museo, ellos
mismos o los etngrafos?, y si son
ellos cul es el papel del etngrafo?,
son los etngrafos los que construyen
la realidad indgena al seleccionar e
interpretar fragmentos de sus vidas? y si
es as por qu no el indio vivo la
construye y la narra? Y a pesar de que
Ortiz Lanz nos deje una idea de que los
indios vivos fueron participes activos en
hallazgos,
siguen
presentando
visiones
monogrficas
sobre
los
grupos
- 157 -
que podemos relacionar con la vida cotidiana, como una cocina en la Sala Mexica, y una
vivienda en la Sala Preclsico en el Altiplano Central.
Al final el presupuesto del proyecto ascendi a 100 millones de pesos. El proceso se
dio en dos etapas. La primera entrega fue en noviembre de 1999, cuando se inauguraron
seis salas: Preclsico en el Altiplano Central, Mexica, Oaxaca (arqueolgica), Pueblos Indios,
Gran Nayar y Otopames.
Las notas periodsticas de la inauguracin researon el ambiente festivo y ritual de
las salas etnogrficas, que mostraban la vida cotidiana indgena, cuyos maniques portan
la indumentaria propia de su regin, rodeados de piezas y objetos representativos de su
cultura12. Tambin los apoyos museogrficos a travs de computadoras interactivas, as
como artefactos rsticos en forma de campanas suspendidos sobre algunos de los pasillos,
para que la gente escuche descripciones de esa cultura, su msica regional y su lengua
(Idem).
Las salas arqueolgicas, como de costumbre, fueron las que recibieron los mayores
halagos. No hay duda. La principal atraccin es la parte prehispnica. Con su diversidad de
piezas: las ms pequeas y delicadas, celosamente resguardadas en vitrinas iluminadas con
un sistema de fibra ptica que resalta su forma; en tanto que las monumentales, salen al
paso, imponentes, en el laberntico recorrido, yendo por pasillos, subiendo y bajando
pequeos peldaos (Idem).
A partir de las notas periodsticas podemos observar que, a pesar de los esfuerzos, la
tica del Museo parece ser la misma que en 1964: la de resaltar los rasgos esencialistas de
los indios vivos; aunque ahora esas festividades parecen estar acorde a una mirada de
espectculo, para convencernos de que ellos tambin son dignos de admiracin. En cuanto a
lo arqueolgico, el personaje del indio muerto sigue resultando estereotpico: mtico, capaz
de construir obras monumentales, y as el fundador de la nacin.
Por otro lado la relacin museo-pblico se planteaba como si fuera interactiva a partir
de las sofisticadas herramientas incluidas. Sin embargo, la interaccin entre los discursos
12
Velzquez, Patricia, Muestra un nuevo rostro el museo de Antropologa, El Universal, 22 de noviembre 1999. Consultado
en septiembre de 2009 en http://www2.eluniversal.com.mx/pls/impreso/noticia.html?id_nota =2101&tabla=cultura
- 158 -
cientficos y los recorridos propuestos por los hacedores del Museo pareca no existir; es
decir la relacin entre la propuesta cientfica y la museogrfica pareca no corresponder. Tal
como nos dice la redactora de la nota anterior, el espacio a recorrer es un laberinto que
descifrar. Analicemos esto con profundidad en los siguientes captulos.
La segunda etapa fue entregada en noviembre del 2000, cuando se reinauguraron el
resto de las salas: Orientacin, Culturas Indgenas de Mxico, Introduccin a la Antropologa,
Poblamiento de Amrica, Teotihuacn, Mayas, Culturas de Occidente, Culturas del Norte,
Culturas de la Costa del Golfo, Los Toltecas y su poca, Sierra de Puebla, Purecherio, El
Noroeste: Sierras, Desiertos y Valles, Los Nahuas, Mayas de las Montaas, Mayas de la
Planicie y la Selva, Costa del Golfo: Huasteca y Totonacapan.
La entrega de las dos etapas de la restructuracin fueron actos sumamente discretos.
No hubo grandes preparativos,
ni fastuosos actos ceremoniasos patriticos, a comparacin
de 1964. En ambas ocasiones
acudieron
Mercedes
de
la
del
INAH,
Ernesto
el
Zedillo,
Miguel Limn Rojas, secretario de Educacin Pblica. En la segunda entrega asisti, como
invitado especial, Pedro Ramrez Vzquez.
- 159 -
2
Los tropiezos de la restructuracin
La alternancia en el gobierno hegemnico que se registr en el 2000, represent para
algunos un sinfn de esperanzas, que hasta ahora resultaron slo eso. La herencia en el
sector cultural ha sido su resquebrajamiento, su base han sido las cifras y la creacin de
artilugios mercadotcnicos. Quienes trabajan en la cultura, en el mbito oficial, han dicho que
desde que el PAN ocupara la presidencia no han visto la suya, el grupo en el poder no ha
sabido aprovechar la ocasin para hacer algo digno en el mbito de sus responsabilidades.
No se les peda mucho que supieran escuchar e interpretar los signos de los tiempos: la
cultura (Lpez Morales, 2006:175).
En suma el fin de la cultura que planteaba el sexenio de Vicente Fox y tambin
como veremos ms adelante, el de Felipe Caldern es econmico, turstico, y su
infraestructura debe apoyar la construccin de imgenes para otros: los turistas, los
extranjeros; pero tambin para nosotros. Monsivis ya lo haba visto venir, cuando
argumentaba, al final de la dcada de los ochenta, que para los grupos en el poder la cultura
tena la vocacin de espectculo. Los personajes de los indios muertos y vivos, construidos
mediante representaciones estticas, sirven para ello, aunque desconoz-camos quines son
en realidad, pues en estas construcciones la tica se desdibuja. Tal vez esto corresponda a
los tiempos posmodernos en los que precisamente, como David Harvey apunta, la tica se
ha sustituido por la esttica.
En ese contexto se han elaborado exposiciones internacionales como Aztecas. Su era
la divulgacin de de la historia, pero si observamos el siguiente comentario, queda claro que
su fin es esttico: el de estetizar el pasado de una nacin, incluso el de ser un artilugio
mercadotcnico. Me refiero a las palabras de la Sra. Sari Bermdez, titular del Conaculta del
2000 al 2006, pronunciadas en la parada final del itinerario de esta exhibicin: ''de la misma
forma en que hace unos 500 aos Espaa conquist a Mxico hoy vienen los aztecas a
conquistar Espaa. Y lo consiguieron con su arte excepcional." (Bermdez, en Espinosa,
2005). Los aztecas no son personajes histricos, sino artistas, desposedos de su contexto
social, pero sta es la esencia de imaginar el pas para otros.
- 160 -
- 161 -
irse con la finta hasta que una tesis sea debidamente aceptada por los investigadores, ya
que los materiales que presentan son punto de referencia en el pas y en el extranjero13.
De manera que las interpretaciones cientficas utilizadas, por lo menos en esta sala,
siguieron cayendo en la ciencia normal o paradigmtica, pues se recurri a estudios
clsicos argumentando que estos, al parecer, no han sido refutados o, por otro lado, los que
estn en discusin no son relevantes para un museo representativo de la identidad nacional.
Pero ya entrados en los tiempos de la pluralidad y diversidad cultural, la sala tambin
deba representarla. Cards afirma que la sala lejos de sustentar un sentido unitario,
muestra sistemticamente su diversidad14. Al final parece que justamente esto es lo que no
queda claro, porque la sala se bas en la representacin sistemtica de diferentes rasgos
estilsticos, lo cual para un no conocedor no es fcil de relacionar con la variabilidad cultural.
Mostrar el estilo artstico, la esttica maya, apuntala el estereotipo del pasado
prehispnico y especficamente de los mayas como constructores de obras de gran belleza.
Cards tiene la vocacin de reafirmar el estereotipo cuando la coleccin exhibida tiene por fin
mostrar que, para estas culturas: el ser humano tiene una funcin sagrada que cumplir, era
el motor del universo. Es probablemente esa conviccin vital la que dota de una apabullante
belleza a sus obras (Idem).
Nada se dijo en el momento de la inauguracin, ni despus, de cules haban sido los
errores en la sala simblicamente inaugurada en el 2000. Sin embargo, stos al parecer
fueron netamente museogrficos. Entre ellos, segn Federica Sodi, quien retom la sala
despus de que Cards se jubilara, el exceso de reproducciones arquitectnicas que tuvieron
que ser desterradas a los jardines, porque resultaban poco afortunadas. De la sala
inaugurada en el 2000, el nico acierto rememorado fue la restauracin ms fiel hasta el
momento de la mscara del rey Pakal II de Palenque (Idem). sta resalt los rasgos fsicos
del rostro y no slo se concentr en la parte tcnica de la restauracin.
13
Cards, citada en Gmez, Isabel, Si me dicen anticuada me muero de risa, Reforma, 16 de agosto de 2003. Consultado
en septiembre de 2009 en http://busquedas.gruporeforma.com/reforma/Documentos/Documento Impresa.aspx, bajo el
criterio de bsqueda Museo Nacional de Antropologa
14
Notimex, Reabren sala maya, El siglo de Torren, 13 de julio de 2003. Consultado en septiembre 2009, en
http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/39695.reabren-sala-maya.html
- 162 -
A pesar de quedar pendientes tres salas por abrir, la inauguracin de la Sala Maya fue
la nica que se llev a cabo en un acto oficial. En este tiempo estaba prxima la apertura del
nuevo edificio de la Escuela de Conservacin y Restauracin del INAH; as como por concluir
la restructuracin del Museo Nacional de Historia del Castillo de Chapultepec, uno de los
lugares favoritos de Vicente Fox. En la inauguracin no estuvo el presidente pero estuvieron
Reyes Tamez Guerra, secretario de Educacin Pblica, Leticia Navarro, secretaria de
Turismo; Sari Bermdez, Sergio Ral Arroyo, director del INAH, y el director del MNA, Felipe
Sols.
En septiembre de 2004 se abrieron las salas faltantes de etnografa, que no haban
sido acabadas por falta de presupuesto, a decir de sus curadores. La restructuracin iniciada
en 1998 concluy con la apertura de las salas Pueblos Mayas, y Oaxaca: Pueblos Indios del
Sur. Al final se incorporaron 5 mil piezas nuevas a las exhibiciones del museo, y los metros
lineales de recorrido pasaron de 5 a 8 km.
La Sala Pueblos Mayas se dividi en dos secciones: Mayas de la Planicie y Selva, y
Mayas de la Montaa, aunque la idea era que fuera una sola sala unificada bajo el
argumento de los rasgos de identidad compartida, como la lengua. Aqu se dio cabida a ocho
grupos tnicos: mayas yucatecos, choles, chontales de Tabasco, los caribes o lacandones y
tzotziles, tzeltales, mam y tojolabales.
Cabe decir que la seccin de la Montaa recogi parte de la versin que tena en
1998. En suma, las curadoras Mara Eugenia Snchez y Catalina Rodrguez sealaron que la
intencin era que el pblico revalorara a los grupos mayas como personas que luchan por
adaptarse al sistema global actual. Snchez seal al respecto: "se les ve como habitantes
del pasado por el hecho de ser indgenas, lo cual no es as, y es de reconocer su valor al no
evolucionar al ritmo de la globalizacin, pues eso los hubiera hecho desaparecer" 15.
Rodrguez completa la idea: estas etnias son pueblos vivos, adaptados a su medio y que
mantienen una tradicin histrica que les ha permitido sobrevivir (Idem). En cuanto a los
apoyos museogrficos se colocaron diversas pistas de audio para que el visitante pudiera
escuchar las distintas lenguas mayas habladas y su traduccin al espaol
15
INAH, Reabren dos salas de etnografa, en el 40 aniversario del Museo Nacional de Antropologa, 13 de septiembre de
2004
- 163 -
La Sala Oaxaca: Pueblos Indios del Sur estuvo a cargo de Efran Corts. La intencin
fue mostrar la diversidad cultural de 17 grupos tnicos; no slo de Oaxaca, como haba
mostrado la sala anterior, sino tambin de Puebla, Veracruz y Guerrero. Al final se
mostraron: mixtecos, zapotecos, mazatecos, chinantecos, triquis, amuzgos, chocholtecos,
nahuas, ixcatecos, chatinos, afromestizos, mixes, zoques, huaves, chontales cuicatecos y
afromestizos.
De la misma forma que se propuso en las otras salas, se parti de un esbozo histrico
desde la poca prehispnica. Se colocaron elementos de la vida cotidiana de cada uno de
estos grupos, ponderando la vida ritual y la vida comunitaria, as como los medios de
subsistencia: el cultivo y la elaboracin de artesanas (alfarera, textiles, bordados, cestera).
Para articular, a los distintos grupos que se exhiben, se escogieron dos temticas
recurrentes: el maz y la prctica de ceremonias de pedimento (Idem).
Al igual que en otras salas etnogrficas se incluye informacin sobre la migracin que
han emprendido estos grupos hacia las ciudades mexicanas y ms all de las fronteras,
donde su presencia ya conforma grupos significativos que se han preocupado por revalorar
su cultura y rescatar sus tradiciones. Como apoyos museogrficos tambin se colocaron
pistas de audio que recogieran los festejos, las asambleas comunitarias, adems de msica.
Se agregaron las opiniones de nios sobre sus perspectivas a futuro, las cuales plasmaron
en una serie de dibujos, mismos que se proyectan en la sala.
Con estas salas se concluy el proceso de restructuracin iniciado en 1998, y an
con todos los esfuerzos, algunas cosas permanecieron igual. El Museo sigui siendo
centralista, como apunt Mercedes de la Garza. La informacin cientfica, de tan
consensuada, no dio cabida a la duda o a la sugerencia de nuevas interpretaciones y, al
mismo tiempo, minimiz las posibilidades de propiciar la reflexin del pblico.
Esto ocurri por diversos motivos, como los personales, en clara muestra de
homenajes a maestros, o incluso figuras internacionales representativas del medio
antropolgico. Otro motivo pueden ser las luchas de poder que existen entre las distintas
instituciones
que
generan
los
conocimientos.
Sin
embargo,
como
mencionamos
anteriormente, de fondo est que los investigadores han incorporado un habitus de lo que
- 164 -
- 165 -
3
Los aos recientes
Felipe Caldern, a un ao del inicio de su gestin como presidente, present el Plan Nacional
de Cultura, en el Museo Nacional de Antropologa. En aquella ocasin demostr que los ejes
de las polticas culturales no haban cambiado, y seguan guiadas por la diversidad como
componente de la nacin, y la transformacin de la cultura como recurso econmico. En su
discurso seal, en repetidas ocasiones, la necesidad de:
generar ingreso () [a partir de la] enorme riqueza cultural () del pas: mediante el
turismo cultural acerca de lo que somos, acerca de lo que hemos hecho, acerca de
nuestros colores, de nuestros sabores, de nuestra gente, ingreso a travs de su
difusin. () Mxico est profundamente orgulloso de los intelectuales y artistas
mexicanos, desde aquel indgena que maneja un telar hasta los mximos escritores,
msicos y pintores reconocidos dentro y fuera del pas 16 .
All tambin, Caldern propuso la apertura de diez nuevas zonas arqueolgicas y el
mejoramiento de 163; cifra que contrasta con los 300 sitios que se lograron abrir al pblico o
trabajar intensivamente en el sexenio de Zedillo. Adems, plante un plan integral de
rehabilitacin de museos. Cabe decir que esto se refiere al mejoramiento de los edificios,
ms no el reforzamiento de las reas de investigacin o museografa.
Ahora bien, los aos recientes del MNA muestran que la labor ha sido mantener la
tradicin de ser un espacio promotor de la figura de nacin ahora de composicin cultural
plural o diversa su pasado y su presente. Esto ocurre, porque la institucin pretende
responder a las polticas culturales actuales y tambin por el habitus de los hacedores del
museo que los guan por inercia a seguir alimentando su tradicin nacionalista.
16
Caldern demanda generar ingreso con la riqueza cultural, Claudia Herrera y Fabiola Palapa, La Jornada, 11 de
diciembre 2007. Consultado en septiembre 2009, en http://www.jornada.unam.mx/2007/12/11/index.php?section
=cultura&article=a05n1cul
- 166 -
La intencin, desde la educacin pblica, es mostrar que los indios vivos son tambin
motivo de orgullo. Incluso se dibujan como heroicos, porque se les equipara con los hroes
de la Independencia, y en el mismo libro de texto se advierte que:
esos indgenas, por su nmero y por su sangre, fueron quienes conquistaron nuestra
independencia. Hay que tener en consideracin, adems, que la inmensa mayora de los
mexicanos sigue siendo, por sus rasgos fsicos y por su amor a la libertad, herederos de esos
17
El libro correspondiente a Formacin cvica y tica de segundo grado, coordinado por Mara Bernldez presenta una
reflexin del comisionado para el desarrollo de los pueblos indgenas (CDI) sobre el desarrollo de estos pueblos. Tambin
muestra una reflexin sobre la diversidad cultural ejemplificada por la riqueza lingstica y finalmente un ejemplo de palabras
en varias lenguas indgenas (lvarez, 2009:29, 35, 38). En el caso de tercer grado el libro de Espaol Actividades muestra
un listado de palabras en lenguas indgenas (Gmez, 2009:175) y el de Formacin Cvica y tica establece el concepto de
patrimonio cultural y natural caracterizando al tangible e intangible ejemplificado por la lengua y las costumbres e incluso
presenta la imagen de un danzante de la danza del venado. (lvarez, 2009:26).
- 167 -
indios. () No hay razn para dar trato injusto a ninguna persona o discriminarla, y nuestra ley
lo prohbe. Las personas indgenas merecen, como toda persona, y por estar en la raz de lo
que somos, cabal respeto. (lvarez, 2008b:36)
Cabe decir que los libros de Cvica y tica, para los diferentes grados, estn ilustrados
con imgenes de esculturas miniatura y monumentales del Mxico prehispnico, de hecho de
la coleccin del MNA. El objetivo es equiparar a los grupos indgenas con los arqueolgicos
prehispnicos, como una estrategia para establecer un terreno comn para provocar el
respeto e incluso el orgullo.
Los indios muertos aparecen tambin en las lecciones cvicas de manera indirecta, por
ser portadores de la historia oficial que se divulga de manera hegemnica, para que se
convierta en algo compartido, y la tradicin inventada permanezca. Para muestra un
fragmento del libro de primer grado, tambin de Cvica y tica: Tu nio o nia de Mxico
eres grande porque formas parte de una gran nacin. () La sociedad a la que perteneces
tiene rasgos comunes, como su historia y sus leyes (lvarez, 2008:8).
As de entrada si quieres formar parte de la nacin debes conocer la historia, nuestra
historia. Los indios arqueolgicos salen a escena en el libro de Historia regional, en este caso
del Distrito Federal, para recordarnos lo que a estas alturas ya todos aprendimos. Por
ejemplo que Mxico-Tenochtitlan era una gran ciudad, se destacaba por sus imponentes
construcciones [y] que aun conservamos algunos conocimientos y costumbres que son
nuestra herencia cultural (Gortari, 2008:47-51). Todo lo anterior, explica el libro, se incluye
con el objetivo de enriquecer la visin que tienes de tu pas. Tu identidad nacional ser base
de legtimo orgullo para ti, y se fomentar tu amor patrio (lvarez, 2008 a:7)
En este sentido, el Museo es una herramienta til para lograrlo, pues aqu se apela al
reforzamiento de la historia oficial y a la visualizacin de la diversidad cultural indgena;
consecuentemente a construir y reforzar una visin de identidad nacional.
Ahora bien, de manera institucional el MNA se vincula directamente a los propsitos
del Conaculta y el INAH y las funciones de ambas instituciones recaen en el fomento de la
identidad nacional. La misin del Conaculta es:
- 168 -
Es posible que ese camino no sea el adecuado, porque para que uno pueda realmente
identificarse, sentirse como igual o semejante a, y poder convivir, cohesionarse con quienes
representan la diversidad cultural, se debe partir de que las instituciones del Consejo
generen un conocimiento y que se sea divulgado. No la expresin de esa diversidad
18
Tomado de http://www.conaculta.gob.mx/acerca_de.php
1. Promover la igualdad en el acceso y el disfrute de la cultura, 2. Ofrecer espacios, bienes y servicios culturales de
calidad, 3. Favorecer las expresiones de la diversidad cultural como base de unin y convivencia sociales, 4. Ampliar la
contribucin de la cultura al desarrollo y el bienestar social: entraa el reconocimiento de la importancia del sector de la
cultura en la economa y la necesidad de fomentar las industrias, las actividades y los proyectos culturales que tienen una
repercusin positiva en el desarrollo y el bienestar de las comunidades y las regiones. Como generadora de riqueza e
integrante de los procesos econmicos, la actividad cultural es compatible con el concepto de inversin, por lo que implica
tambin valorar los mecenazgos, patrocinios y coinversiones como componentes indispensables de la promocin y difusin
de la cultura y las artes 5. Impulsar una accin cultural de participacin y corresponsabilidad nacionales.(Programa Nacional
de Cultura 2007-2012: 27-28)
20
La visin del Conaculta es: Convertirse en la institucin de mayor relevancia nacional en los sectores cultural y artstico.
Estimular la creacin artstica y cultural con la garanta de que los creadores tengan plena libertad, esto en reconocimiento
de que el Estado debe promover y difundir el patrimonio y la identidad nacional. Elevar la presencia del arte y la cultura
nacional a travs de proyectos, exposiciones, eventos culturales y cinematografa. Tomada de
http://www.conaculta.gob.mx/acerca_de.php
19
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cultural, que finalmente nos lleva al lugar comn de produccin de imgenes, sino que
comprendamos el porqu de esas expresiones.
Si bien estos ejercicios de redactar la misin, visin y programas de trabajo son una
muestra de la perspectiva empresarial en las instituciones gubernamentales. En teora se
redactan con sumo cuidado para resumir en unas cuantas lneas lo que la institucin es,
hacia dnde va y qu va a hacer para lograrlo. En este caso mientras la diversidad cultural y
el factor econmico aparecen en los cinco objetivos primordiales del Consejo, el
conocimiento, su base, no est presente.
mexicana. En tal caso el Museo cumple con el objetivo de divulgar los componentes de esa
identidad.
El propsito formal del MNA poda leerse en su sitio web, hasta el 2009. All podamos
reconocer una serie de funciones, que son las de cualquier museo: conservar, registrar,
restaurar y difundir; y se agregaba la especificidad de su temtica, cultura prehispnica y
pueblos indgenas actuales22. Mientras que las colecciones estn valoradas no slo como de
inters nacional sino universal, resulta extrao que la palabra investigar, o la investigacin
como fuente de creacin de las exposiciones, est ausente. Desafortunadamente en estos
documentos no explican cul es el propsito de esta difusin, pero ya lo vimos con la misin
del INAH, se trata de fortalecer la identidad mexicana y la memoria.
Para completar la idea expongamos las palabras de sus directivos. Felipe Sols, quien
fue director del Museo del 2001 al 2009, argumentaba: El MNA es el mayor centro difusor
del patrimonio histrico y el panorama multicultural de Mxico, () la institucin ms
representativa
de
la
identidad
mexicana
sus
acciones
se
han
encaminado
Despus de todo, coincidimos con Felipe Sols y Diana Magaloni. El primero afirma
que el Museo est al servicio del fomento de la identidad nacional. Mientras Magaloni seala
la forma en la que lo hace, celebrando y mostrando la grandeza. El Museo sigue
correspondindose a una poltica educativa y cultural que pugna por fomentar el amor a la
patria mediante la divulgacin de los rasgos esencialistas y la expresin de la identidad
nacional, centrada en dos vertientes: la fundacin de la nacin y la diversidad cultural
indgena.
22
Los objetivos del Museo Nacional de Antropologa son: i) La difusin de la cultura prehispnica y la de los pueblos
indgenas actuales entre la poblacin nacional e internacional, por medio de la exposicin de las piezas de los acervos
arqueolgicos y etnogrficos. ii) La difusin, en forma accesible, de todo lo relativo a la antropologa en Mxico mediante las
exhibiciones, conferencias, as como por las visitas guiadas. iii) La conservacin, registro y restauracin de las colecciones
arqueolgicas y etnogrficas, mismas que se encuentran entre las ms valiosas de nuestro pas y el mundo. Tomados de
http://www.mna.inah.gob.mx
23
(http://www.gobiernodigital.inah.gob.mx/mener/index.php?contentPagina=33).
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De igual forma, las acciones de renovacin que narraremos ahora muestran que el
Museo sigue construyndose para reflejar la visin hegemnica de identidad nacional.
Situacin que corresponde tambin al habitus de sus hacedores, quienes difcilmente podrn
dejar de lado que estn laborando en el espacio ms representativo de la identidad
nacional.
Las readecuaciones han sido mayores en la seccin de Etnografa. En 2006 la Sala
Nahuas fue remodelada. El objetivo era mostrar la diversidad de este grupo tnico y su
dispersin en el espacio geogrfico. La sala, a cargo de la investigadora Lourdes Bez,
present, mediante 600 piezas, las temticas: el impacto de la conquista, la conquista
espiritual, la vida ritual, el maz como smbolo de la cultura nahua, los espacios domsticos,
la indumentaria, la produccin artesanal y la expansin del grupo nahua.
La sala cont con una pieza emblemtica. Se trata de un huipil que supuestamente
perteneci a la Malinche, porque ste era muy similar al que presentaban las imgenes del
textil en las fuentes histricas. Despus de hacer estudios, se concluy que la temporalidad
del huipil no corresponda a la poca, sino al siglo XVIII. Ni los materiales con los que se
haba hecho eran netamente prehispnicos, sino coloniales. Aun as la pieza se exhibe con
este nombre y se completa con algunas mscaras que representan al personaje mtico.
Aunque en la exhibicin hay referencias que explican el por qu de la confusin. El
caso muestra, nuevamente, que el espacio del Museo y el hacer del curador-investigador se
gua tambin por la esttica. Si bien parece que esto responde a la revaloracin de los
grupos indgenas mediante su recreacin como figuras espectaculares, tambin apuntala el
estereotipo del indgena como un portador de memorias ancestrales, correspondiente a la
visin hegemnica de la identidad nacional.
Como mencionamos anteriormente, esto tambin responde a la directriz de mostrar la
permanencia como base de la diferencia o la diversidad cultural. Al hacerlo las imgenes que
recrea el Museo son un tanto artificiales. Otro ejemplo es la restauracin de algunas de las
casas que se exhiben en las salas etnogrficas. Para ello se contact a los grupos indgenas
para encomendarles la labor y, a pesar de que este tipo de vivienda est ya casi extinta, se
est haciendo lo posible para que queden igual que en su primera versin.
- 172 -
como
inspiracin artstica.
Ejemplo de ello
fue la donacin de dos
obras. La primera es el
Trptico de Venus, del
pintor Ricardo Martnez
Trptico de Venus, de Ricardo Martnez de Hoyos
de
Hoyos,
colocada
en
2003
en
la
sala
arqueolgica Culturas de Oaxaca. El autor concluy que esta obra constituye un homenaje
esttico al principio femenino, clave en nuestras civilizaciones antiguas, generador de todo
cuanto existe, creador y fuente del cosmos. (Ramrez citado en Leero:2010).
En 2003, Martnez de Hoyos sugiri a Vicente Rojo donar tambin una obra. El pintor
acept la propuesta y, despus de recorrerlo, decidi realizar un cuadro inspirado en las
temticas de la Sala Culturas del Occidente. Su objetivo era establecer un ''dilogo'' con las
culturas de Chupcuaro, que se caracterizan por la produccin de cermica de color rojo, con
diseos en blanco y negro. El artista realiz su obra Crter en la que hizo una combinacin
del terreno ms bajo que es la arena de las playas se trata de arena de Cancn hasta la
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ceniza
del
volcn
Popocatpetl.
Es
el
privado
en
la
construccin
del
Antropologa no hubiera recibido apoyo de este sector. Pero en 2004 inici esta relacin de la
que han resultado varias obras, algunas slo con la participacin del capital privado y otras
en conjunto con recursos pblicos.
Desde 1965 el Arq. Ramrez Vzquez organiz una asociacin para apoyar la labor
del museo y por razones desconocidas sta dej de funcionar24. Con exactitud no sabemos
cundo es que la asociacin se desintegr, pero en 1985, cuando ocurri el robo, los Amigos
del Museo ofrecieron una recompensa a quienes ayudaran a apresar a los culpables. El caso
es que hasta el 2004, despus de una serie de gestiones, se constituy una nueva
asociacin civil. Se trata del Patronato del Museo Nacional, presidido nuevamente por
Ramrez Vzquez, cuyo fin es apoyar el desarrollo del museo ms representativo de la
nacin (Idem).
El consejo del patronato se estableci en ese ao con personalidades de amplio
capital social, para facilitar la labor de atraccin de fondos privados. Aunque cabe hacer notar
la ausencia de acadmicos, a algunos de los miembros del Consejo los hemos escuchado
nombrar por su labor en la comunicacin, en el sector empresarial o por aparecer en las
pginas y revistas de sociales. Ellos son: David Serur, quien fue el encargado de realizar la
obra del segundo piso en perifrico sur; Manuel Marrn, quien funga en ese entonces como
24
Mondragn, en http://patronatomna.com/.
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sido recuperado de manera definitiva para exhibir temticas etnogrficas, all, de mayo a
agosto de 2011, se realiz una exposicin de este corte denominada Alas del mundo
indgena.
Otro proyecto, en el que colabor el patronato, fue la remodelacin de la Sala de
Orientacin. Hay que recordar que desde la reinauguracin del Museo, en el 2000,
presentaba atrasos en su entrega. Elas Sacal consigui una donacin para que fuera
concluida. En 2006 se inaugur el espacio donde se puede mirar un video de 25 minutos,
que sustituy por completo a la espectacular y sorpresiva sala de Prieto y Larrauri, que pas
a la historia por el deterioro de los mecanismos y porque sta representaba la tecnologa de
punta del pasado pero no la actual (INAH, 2006), agreg Felipe Sols, en aquella ocasin.
Los empresarios celebraron su obra porque haban trado la modernidad al museo
con las animaciones que presenta el video, que tiene por funcin: la planeacin de
recorridos al recinto por parte de los asistentes, acorde con su tiempo e intereses; y la
planeacin de novedosos circuitos de visita, que estimulen la asistencia a sus espacios poco
frecuentados, entre ellos, el acervo de obras del siglo XX (Idem). Bajo el mismo argumento
de la modernidad, ese mismo ao el patronato gestion la donacin de pantallas y DVDs,
que fueron colocados en diversas salas.
En 2008 se llev a cabo una remodelacin total del rea de Servicios Educativos y del
auditorio Tlaloc, ubicado en esa misma seccin, y que ahora lleva como apellido Cinemex. La
obra se hizo de manera conjunta con dinero pblico, procedente del fideicomiso de la
celebracin del bicentenario, y de recursos privados provenientes de Cinemex y Fundacin
Televisa, gestionados por el patronato. Adems se instalaron baos y guardarropa para los
estudiantes y se sustituy el mobiliario para la realizacin de talleres. Como parte de la
celebracin del bicentenario nada se ocup para fortalecer la investigacin o la museografa,
nada para reflexionar sobre los 200 aos de la nacin. Los recursos fueron destinados para
una serie de acciones de mantenimiento y rehabilitacin de su infraestructura.
A lo largo de este recuento hemos visto que el valor del edificio propuesto por Ramrez
Vzquez ha sido respetado, se ha conservado y mantenido intacto. Este gran objeto de la
memoria nacionalista fue formalmente reconocido como monumento artstico del INBA, por
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sus cualidades artsticas y estticas. La declaratoria fue firmada el 31 de julio de 2010, por
Felipe Caldern, al reconocer que el museo: es una obra representativa de la arquitectura
mexicana del siglo XX y se puede incluir en el movimiento moderno caracterizado por el
funcionalismo y racionalismo que conjuga diversas corrientes internacionales, sin dejar de
lado elementos tomados de la tradicin mexicana (Notimex:2010).
Con lo anterior, el continente del Museo es intocable, para que permanezca en nuestra
memoria y de las generaciones siguientes tal cual es. Tal vez porque es lo nico que queda
para conmemorar el momento en el que el fomento al nacionalismo tuvo todo el apoyo del
Estado; y porque tal vez no haya otro lugar que pretenda evocar orgullo por una nacin que
se nos dibuja como plural y tolerante hacia las diferencias.
4
Dossier grfico comparativo: Museo Nacional de Antropologa, 1964 vs
2011
Cerramos este captulo mostrando, principalmente de manera visual, cmo cambi el Museo
de 1964 a su versin actual. De fondo estuvieron dos condiciones. La primera es el cambio
en las polticas culturales, tendientes a la revaloracin de la diversidad o pluralidad cultural.
De manera que estas palabras son recurrentes, tanto en el lenguaje verbal como en el visual.
La segunda condicin es el desarrollo de la antropologa.
Sin embargo, el Museo permaneci igual en diversos sentidos. Primero, la tendencia a
reflejar conceptos y su interpretacin de manera didctica, se desarroll de mejor forma en
las salas que se alejan del sentido nacionalista del Museo. Me refiero a las de Introduccin a
la Antropologa, y Poblamiento de Amrica. Segundo, una tendencia a la permanencia del
protagonismo del objeto en las salas arqueolgicas; a pesar de algunos intentos de
contextualizarlos. Tercero, la permanencia de la cotidianidad y la figura humana para explicar
a los grupos indgenas en las salas etnogrficas.
Aunque tambin existen cambios por ejemplo, en el caso de las salas arqueolgicas
hay, en cierta medida, una prdida de la dimensin artstica de los objetos. Me refiero a que
algunos dejaron de interpretarse bsicamente como obras de arte. En el 64, los objetos
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parecan descirbirse desde un lenguaje universal, que apelaba a los rasgos estlistos y
estticos que celebran lo bello. Era un lenguaje clido. Ahora, si bien los objetos tambin son
vistos como obras de arte, son, sobre todo, objetos arqueolgicos; es decir, explicados con
un lenguaje propio de la arqueologa y de los arquelogos. Es un lenguaje fro, apela a lo que
los objetos representan para el arquelogo, como el militarismo, o determinada fase de una
periodizacin arqueolgica. En el caso de las salas etnogrficas hay una bsqueda de
estrategias de espectacularizacin, reflejada en la conversin de algunos objetos en
protagnicos; tal como ocurri con el huipil de la Malinche.
A continuacin mostramos una serie de fotografas que pretenden reflejar de manera
comparativa los cambios en las salas. Algunas estn acompaadas de un anlisis de sus
objetivos, tanto del 64 como actuales en el 2010, para evidenciar el cambio y la permanencia.
Tambin seleccionamos algunos objetos y sus cdulas para mostrar el estilo del lenguaje.
Primero ejemplificaremos la primera tendencia, la expresin didctica de la antropologa, con
las salas Introduccin a la Antropologa, y Poblamiento de Amrica. Es notorio en ellas el
ejercicio de mostrar la variabilidad o la diversidad para corresponderse a las polticas
culturales.
Respecto a las salas arqueolgicas presentamos el anlisis de la Sala Teotihuacn,
que evidencia el cambio del lenguaje al que nos referimos. La Mexica muestra la
permanencia del protagonismo, en todos sentidos. Mientras que la Sala Culturas del
Occidente es la que mejor refleja el cambio generado por el desarrollo de las investigaciones
arqueolgicas. Lo mismo ocurre con la sala arqueolgica Culturas del Norte, aunque tambin
representa un ejercicio incluyente al estilo arqueolgico, cuando se buscan estrategias para
mostrar los rasgos que
Sala Mesoamrica , inaugurada en 1964. Actualmente funge como sala de exposiciones temporales.
La Sala Mesoamrica ofreca una perspectiva general de las exhibiciones de las culturas precolombinas que el
Museo contiene. (). Muestra la unidad de estas culturas, sus influencias mutuas, sus rasgos culturales comunes, la
cronologa y las zonas de los diferentes pueblos (Ramrez Vzquez, 1964, 53). En la parte superior de la fotografa se
aprecia un mural de Jos Chvez Morado, que muestra una interpretacin del desarrollo de las culturas
mesoamericanas del preclsico al posclsico.
Si bien la sala mostraba y enalteca los rasgos escenciales culturales de Mesoamrica en tiempos arqueolgicos, sta
resultaba didctica, pues pretenda ensear al pblico la manera en la que la seccin arqueolgica del museo estaba
organizada, y a qu tiempo y espacio corresponda cada una de sus salas.
Posteriormente la sala se sustituy por una denominada, Culturas Indgenas de Mxico, cuyo objetivo, segn una
gua, aproximadamente de 1995, era: mostrar un panorama general de la historia y la cultura de las sociedades y
culturas indgenas (Navarrete, sin fecha) a travs de piezas arqueolgicas y etnogrficas. Actualmente no hay
colecciones en esta sala, pues funge como espacio para exhibiciones temporales.
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La otra vertiente, de la humanizacin, pretende representar lo simblico e imaginario. Sin embargo, se hacen pocas
referencias a ello, a partir de dos elementos. Se trata de las representaciones de entierros y artsticas, como las
pinturas rupestres. Para el caso se ocupa el ejemplo de las de Lascaux, mediante una reproduccin, y otra de la venus
de Willendorf, Austria. Por otro lado, la diversidad biolgica pareciera hacerse evidente mediante los diferentes
primates, pero llegando al presente se le representa con la variabilidad de familias lingsticas y las caracetrsticas
raciales.
La vocacin pedaggica de la sala del 64, de explicar al visitante las especialidades de la antropologa, es retomada en
menor medida; aunque tal vez de mejor forma, por los elementos visuales que se ocupan para ello. Por ejemplo se
explican algunos mtodos y tcnicas de la antropologa, con nfasis, tal como en la sala del 64 , en la arqueologa y la
antropologa fsica. En el primer caso, se recupera a la excavacin estratigrfica mediante la explicacin del proceso de
formacin de los estratos terrestres, y, ste es recreado de manera tridimensional en una cdula (Visible en la
fotografa inferior). En el caso de la antropologa fsica se explica la aplicacin del anlisis de restos oseos, pero no se
hace de manera visual, slo textual. Mientras la antropologa cultural o social, enfocada al presente, no sehace
evidente en la sala.
Si bien los resultados de la antropologa aplicada de la dcada de los treinta, cuarenta y cincuenta, ha sido criticada
por los propio antroplogos, el que su aplicacin prctica apareciera reflejada en la sala del 64 le daba otro sentido a
la antropologa, pues pareca til para el desarrollo de la sociedad. Ahora su utilidad es dificilmente explicada. Es decir,
a partir de la sala, no entendemos cul es el sentido social de la antropologa, tal vez es en un mbito intangible, de
conocernos a nosotros mismos, pero la sala carece de esta reflexin.
A traves de la aplicacin de mtodos y tcnicas para excavar, la antropologa revisa detalladamente la formacin de los
estratos geolgicos, los restos de las actividades de los pueblos que nos antecedieron, as como los esqueletos de sus
muertos(). Es as tambin como se sabe acerca de las primeras aldeas e incluso de las ciudades de los pueblos
sedentarios. El estudio de los huesos permite identificar la edad que tena el individuo (), el sexo e incluso si durante su
infancia y desarrollo vivi en condiciones de carencias nutricionales, o si tuvo alguna enfermedad que, como las fracturas,
la tubercolosis o la artritis dejan sus huellas sobre el esqueleto (Texto de cdula)
A pesar de que la sala parece enfocarse a los ejes y conceptos que propone, el sesgo es hacia la evolucin y all hacia
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su vertiente biolgica: la hominizacin. La humanizacin, la cultura, es dificil entenderla con las referencias visuales, e
incluso textuales, de la sala. Por otro lado el tercer eje, el del cambio, slo se refiere a un periodo de tiempo del
desarrollo humano: la evolucin hasta el homo sapiens. No se hace mencin, aunque sea verbal, de qu otros cambios
culturales, o biolgicos, podran haber o estn revolucionado la vida del gnero homo sapiens sapiens. Lo que resulta
contradictorio, cuando la cdula que concluye el recorrido de la sala y, que finalmente, explica qu es la antropologa,
subraya: el reto actual para la antropologa es el reconocimiento de una realidad en la que individuos, familias,
sociedades y naturaleza interactuamos en un mundo en constante cambio y movimiento; mundo que no representa
la sala, cuyo anclaje est en el pasado prehistrico.
La sala tambin pretende transmitir, me parece, el objetivo emotivo de mostrar que ante la diversidad, todos somos
iguales, pues somos de la misma especie y cuando sta surgi tambin lo hicieron nuevas formas de entendernos a
nosotros mismos, a nuestros semejantes y al mundo que nos rodea. Me parece que visualmente la idea es
representada en el tzompantli de tipos raciales actuales.
Diversidad humana
Cada individuo es el resultado de una historia en la que se entrecruzan nuestra propia biografa con las historias de la
familia, la sociedad, la cultura y la especie a la que pertenecemos. La postura erguida nos ayud a sobrevivir a los
cambios ambientales, a la vez que permiti liberar las manos, desarrollar un cerebro ms grande y modificar nuestras
formas de reproduccin y organizacin social. Estos cambios que llamamos hominizacin implicaron nuevas estrategias
en nuestra relacin con la naturaleza e hicieron posible la humanizacin: la emergencia de nuevas formas de
enetendernos a nosotros mismos, a nuestros semejantes y al mundo que nos rodea. Los seres humanos expresamos
nuestra realidad histrica a travs del pensamiento artstico, mgico, religiosos y cientfico. La antropologa trata de
reconstruir todas estas historias en la que la diversidad no es otra cosa que el resultado de la compleja interrelacin entre
los genes que compartimos como specie y los aributos sociales que tenemos como miembros de una cultura, una familia,
y de un grupo lingstico que se expresa en nuestra historia personal. El reto actual para la antropologa es el
reconocimiento de una realidad en la quqe individuos, familias, sociedades y naturaleza interactuamos en un mundo en
constante cambio y movimiento (Texto de cdula)
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impacto para el desarrollo humano: la agricultura, y en este caso, mostrarla a partir del cultivo del maz.
En esta sala se reprodujeron la excavacin del mamut de Santa Isabel, Ixtapan, se utiliz una pintura de Iker Larrauri
para representar y hacer visible la apariencia de la fauna del pleistoceno, adems de que se colocaron otros restos
seos, y se elabor el diorama de la caza del mamut. Los tres se encuentran actualmente en la sala.
As, se resume la llegada del hombre por el estrecho de Bering, sin mostrarnos claramente otras opciones de
explicacin del origen del hombre americano. Otro ejemplo es la presentacin del diorama de la caza del mamut,
cuando los propios curadores, parecen estar de acuerdo, en que esta accin dificilmente ocurri. Lo mencionaron,
desde la sala de Introduccin a la Antropologa, cuando explicaban, que ms bien el hombre era carroero de esas
grandes especies. Incluso en la sala que nos ocupa, se hace mencin de que las puntas de flecha encontradas en el
mamut de Santa Isabel, fueron ocupadas para su destazamiento, por lo que, se infiere, no para su caza; pero esto no
se aclara en las cdulas.
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Una vez representada la llegada del hombre a Amrica seguimos () hasta su diferenciacin en culturas
arqueolgicamente identificables que darn origen al periodo denominado Preclsico (INAH, 2002). ste es quiza el
cambio ms importante entre la sala anterior y la
actual: mostrar las diferentes culturas existentes en
el periodo previo al preclsico mesoamericano, es
decir, del 5,000 al 2,000 a. C.; situacin que refleja
los estudios que se desarrollaron a lo largo de ms
de tres dcadas. De la misma forma esto responde a
la representacin de la diversidad cultural, la cual se
muestra mediante las herramientas lticas.
() los primeros pobladores del continente trajeron
consigo el conocimiento de la manufactura de
herramientas de piedra. La diversidad de los
artefactos americanos se debe a muchas causas,
como la calidad de la materia prima, los usos que daban a las herramientas y estrategias econmicas de cada grupo; una
herramienta tosca puede ser tan til como una fina dependiendo de la circunstancia. Es importante tener en cuenta,
entonces, que el aspecto primitivo de los tiles de algunos sitios no significa que sus portadores tuvieran una mentalidad
incipiente los primeros pobladores tenan un cerebro tan moderno como el actual. (Texto de cdula)
Si bien la sala de 1964 pretenda explicar algunas condiciones que dieron pie a la transicin de los cazadores
recolectores a las primeras sociedades sedentarias, y en consecuencia al periodo preclsico mesoamericano, sto se
enfoc especialmente en la agricultura. En la sala actual se agregan otros elementos relacionados con la organizacin
social y con la economa, como la produccin de bienes especiales, que desencadenaron el intercambio comercial.
De alguna manera estos pretenden reflejarse en una serie de dioramas, pero no todos los procesos se hacen visibles
all. De esta manera la sala pretende articularse con la sala subsecuente del Preclsico en el Altiplano Central, an
cuando gran parte de los sitios que se mencionan en la sala que nos ocupa, estn fuera de los lmites de Mesoamrica.
Por otra parte tambin se articula a los mismos ejes de la sala Introduccin a la Antropologa, cuando pretende
mostrarnos la variabilidad entretejida con la humanizacin y especialmente en la cultura material. Pero nuevamente
sta es presentada en un sentido de invencin tecnolgica, es decir materialista, y la parte simblica slo es
representada por algunas pinturas rupestres de la Sierra de San Francisco, Baja California. En la cdula de las pinturas,
se dedica un gran espacio a explicar las tcnicas y mtodos para pintarlas, lo cual sin duda resulta ilustrativo, pero muy
poco sobre sus significados.
El objetivo es mostrar la variabilidad de las culturas, aunque de una manera ms bien materialista, pero tambin
subyacen dos objetivos emotivos. El primero provocar en el pblico un cambio de actitud respecto a los grupos de esta
poca, pues se supone son vistos como atrasados. As en la cdula que aparentemente cierra el recorrido se
advierte: es importante tener en cuenta, entonces, que el aspecto primitivo de los tiles de algunos sitios no significa
que sus portadores tuvieran una mentalidad incipiente los primeros pobladores tenan un cerebro tan moderno como
el actual.
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Qu significan?
Algunos autores han propuesto ciertas explicaciones sobre el
significado de las pinturas , relacionndolas por ejemplo, con una
parctica propiciatoria de la caza, o bien con ceremonias en las
cuales los pintores pasaban por estados de trance. Otros autores
en cabio creen que las pinturas podran indicar territorios
definidos, en donde caracterpisticas sutiles en las
representaciones maracaran los lmites entre un grupo y otro
(Fragmento de cdula)
Figurilla de mujer abrazando un perro, Preclsico medio, siglos XII a VIII A.C., Tlatilco,
Estado de Mxico (Texto que pudo acompaar a las figurillas, Ramrez Vzquez, et al,
1964:66)
En las tumbas de Tlatilco se hallaron cientos de estas mujeres que
parecen encarnar las preferencia de los nahuas por las caderas
voluminosas y la coquetera femenina en sus tocados. Probablemente se
relacionaban con el culto de la fertlidad y la abundancia (Texto que pudo
acompaar a las figurillas, Ramrez Vzquez, et al, 1964:66)
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Fotografa tomada del libro Museo Nacional de Antropologa, Ramrez Vzquez, et al, 1964
Fresco el paraso de Tlaloc. Cultura Teotihuacana, Siglos IVVIII DC, Tepantitla. A ambos lados, los sacerdotes hacen
ofrendas y riegan semillas sobre la tierra que Tlaloc ha hecho
frtil, entre un friso de estrella nocturnas (Ramrez, Vzquez,
et al, 1964:73)
encontrados en zonas distantes, como la maya, o la Costa del Golfo. Sin embargo, la explotacin intensiva de la
naturaleza, no se hace visible y nicamente aparece en el texto de una cdula, como una posible causa de la
desintegracin teotihuacana.
El cambio de la sala del 64 a la actual es cuantitativo,
como un nmero mayor de reproducciones, y la
integracin de algunos elementos resultados de
investigaciones recientes, ejemplo de ello es el sacrificio
humano. En cuanto a la forma, hay variaciones de grado.
Las cuales se reflejan en una prdida, en cierta medida,
de la dimensin artstica de los objetos. Me refiero aqu, a
que algunos objetos dejaron de interpretarse y verse
sobre todo como obras de arte. Esto se manifiesta en el
lenguaje visual, por ejemplo, en la forma de exhibicin del
Xipe Totec. Ahora pierde su protagonismo, al ser
expuesto con otros objetos, adems se coloca a nuestro
nivel, no tenemos que mirarlo hacia arriba, como en la
sala anterior, sino de frente.
Pero los objetos tampoco se transformaron en
testimonios de una sociedad, sino, sobre todo, en
testimonios del trabajo del arquelogo. Por ejemplo, la
misma figura de Xipe Totec, ahora se coloca para mostrar
que es un indicador de la fase de la desintegracin de
Teotihuacn. Sin duda lo ser para el arquelogo, pues
corresponde a la fase Metepec, que se asocia al colapso
Teotihuacno, pero no nos explica por qu, o que ocurri
en esa fase y tampoco, que representaba este dios para la
sociedad teotihuacana.
La
pirmide
de
la
Serpiente
Emplumada () destaca por su
elaborada ornamentacin en la que
priman dos elementos ecultricos de
bulto: una cabeza de serpiente
emplumada y otra pieza que ha sido
identificada como una representacin
del Dios de las Tormentas.
() Numerosos entierros mltiples de
individuos sacrificados con indumentaria
de guerreros han sido hallados en
exploraciones
recientes
en
esta
pirmide,
comprobndose
as
la
importancia del sacrificio humano y del
militarismo en Teotihuacn desde
pocas tempranas.
El nmero de sacrificios y la simetra de
la distribucin de los entierros indica que
el edificio y el ritual del sacrificio estuvieron directamente relacionados con el pensamiento cosmolgico, con el calendario
y la astronoma. (Texto de cdula)
A diferencia del texto de la sala del 64 en el que se resaltaban los elementos estilsticos de la pirmide, en sta
describen de manera formal, y sta se ocupa para escenificar el sacrificio humano, pues en la parte posterior se
presenta una muestra de entierros, que ms bien son restos de los sacrificados.
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mostraba la escultura en roca, la plumaria, la poesa, que la cermica. (Sala Mexica, audiogua, Novo, 1964:IV)
Esta sala, expresa el estilo del Museo del 64 y su vocacin de enfatizar la esttica de los objetos. Esto es visible en la
forma de exhibicin, cuando la mayora se presenta en solitario, la iluminacin dramatiza su presencia cuando slo
apunta hacia ellos, como si fueran preciadas obras de arte, olvidando sus otros significados. Lo mismo en el lenguaje
verbal, en este caso el de las narraciones de la audiogua. El estilo de las figuras descriptivas, evoca, por ejemplo, la
belleza de la ciudad y del centro ceremonial (Ver texto de la fotografa en la que aparece la maqueta de la ciudad de
Tenochtitlan)
A diferencia de las dems salas su planteamiento era el ms ambicioso, no slo porque era el pilar de la construccin
imaginaria de la fundacin de la nacin, sino porque su guin cientfico era el nico que se argumentaba como
histrico. No alcanzamos a comprender con claridad a qu se refieren con esto, pero era la nica sala, la nica
cultura prehispnica que crea conocerse con mayor claridad, pues se tena un largo camino recorrido de interesados y
especialistas en ella y un sinfn de fuentes etnohistricas, adems de los elementos arqueolgicos para interpretarla.
As que se contaba con los elementos para hacerlo y explicarla, desde sus antecedentes, hasta su la Conquista, en
todos sus aspectos. Era posible escribir una mirada abarcadora y entonces explicar su historia, --como si sta fuera un
proceso posterior o separado del trabajo del arquelogo, y tal vez en la prctica as sea-.
Posiblemente como resultado de todos los conocimientos generados, era la nica sala en la que el nfasis estaba en lo
simblico, pues la religin, lo abarcaba todo.
Fotografa tomada de Museo Nacional de Antropologa, Ramrez Vzquez, et. al., 1964
- 192 -
- 193 -
- 194 -
Gran
urna
policroma
de jaguar.
Cultura
zapoteca,
periodo
Clsico,
siglos IIIVIII D.C.
Monte
Albn
Oaxaca.
El jaguar
era
temido,
respetado
y adoado
por la
mayora
de las
culturas
precolomb
ionas. Su
gracia
amenazan
te y felina
forma
esta urna policroma monumental que contena los
fuegos funerarios y reciba las frutas, el agua y los
regalos a los dioses que el muerto deba entregarles
(Ramrez Vzquez, et. al. 1964)
Durante el
Protocl-sico
o Monte
Alban II, se
moldearon
grandes
urnas con un
gran
realismo,
como sta en
la que se
represent
un jaguar,
gueche, en
zapoteco; el
sagrado
animal se
relacionaba
con la tierra,
la fecundidad
y su rugido
era la voa de
las
montaas,
era considerado dios tutelar de Monte Albn y de su
genealoga de gobernantes. Es esta pieza la de mayores
proporcioes de su gnero, y fue excavada en la sagrada
capital cuyo nombre original parece haber sido Cerro del
Jaguar
Procedencia: Plataforma Oeste de Monte albn
Cronologa: Protoclsico, Monte albpan II, 200 a.C.-200 d. C.
(Texto de cdula)
- 195 -
- 196 -
- 197 -
Tumbas de tiro
Probablemente el simbolismo de esta construccin
mortuoria haya reproducido las condiciones del
nacimiento, para renacer en la vida despus de la muerte;
as,el tiro y la cmara estaran inspirados en el aparato
reproductor de la mujer
(Fragmento de texto de cdula de)
Figura hueca que procede de Nayarit. Representa a una
mujer en actitud de dar a la luz, muestra orejeras de aros
mltiples y narigueras (Texto de cdula)
- 199 -
- 200 -
Etnografa
Introduccion a la Etnografa, 1964
El objetivo de la sala, en 1964, era presentar las generalidades de los grupos indgenas, mediante una muestra de su
cultura material que reflejara su sensibilidad, la imaginacin creadora y el vigor de sus creaciones Aqu se pretenda
mostrar las lenguas, caractersticas fsicas, costumbre, artes y vestuarios. Todos ellos considerados como elementos
definitorios de los indgenas; quienes a su vez estn unidos por un vigoroso etnocentrismo que a la vez conserva y es
conservado por su cultura. (Ramrez Vzquez, et al, 1964:185).
- 201 -
el cultivo de maz, la propiedad comunal de la tierra, la ayuda mutua entre familias y el cumplimiento de obligaciones
colectivas.
Por otro lado la sala actual muestra un inters de explicar a la etnografa, como multidisciplinaria, que hace uso de la
lingstica, la arqueologa, la antropologa fsica y la historia. Lo anterior se refleja en la primera parte de la sala cuando
muestra las lenguas, la variabilidad fsica y la historia de los indgenas en la colonia.
La etnografa se ocupa de la investigacin comparativa de las culturas. Para ello se vale principlamente de los
estudios etnogrficos que versan sobre poblaciones vivas. La descripcin requiere conocimientos de lingstica, puesto
que todo el mbito geogrfico y las conductas sociales tienen significado dentro del lenguaje en general. Asi mismo la
arqueologa le otorga el conocimiento sobre los antiguos pobladores () La antropologa fsica, por su parte, apoya a la
descripcin etnogrfica al proporcionar, entre otros aspectos; informacin sobre la herencia biolgica, la constitucin
corporal y los problemas de salud de la poblacin. El estudio etnogrfico es tambin histrico. Se apoya en la trdicin
oral y fuentes documentales, por lo que contribuye al anlisis de la evolucin de los pueblos indios hasta nuestros
das (MNA; 2000)
Estas fotografas pertenecen a una cdula de pared
titulada Antropologa fsica, en la que, por un lado, se
pretende representar la variabilidad fsica de los indios.
Por otro, a diferencia de 1964, cuando se resaltaban las
similitudes fsicas con los indios prehispnicos, se hace
lo contrario, advirtiendo que es prcticamente imposible
distinguir en trminos biolgicos a la poblacin mestiza y
a la indgena, ya que presentan semejanzas en rasgos
como la estatura, las formas craneales, los sistemas
sanguneos y las condiciones de alimentacin y de vida
en general. Esto se expresa tambin en similares
comportamientos culturales (Texto de cdula).
Pareja mixteca de la costa de Santiago Ixtayutla, Oaxaca. Uno de los grupos culturalmente ms conservadores del sur de
Mxico. La camisa (cotn) y el calzn de hombre se adornan con bordados de hilo coloreado con anilina. El huipil de la
mujer se decora con hilo de seda teida. En la mayora de los pueblos indios el lazo conyugal se efectua cuando la edad
de los contrayentes no rebasa los diecisis aos. Aunque existe el cortejo entre los jvenes, su unin es comunmente de
- 203 -
la incumbencia de los padres o mayores quienes, mediante presentes y negociaciones propias, sellan el compromiso. La
boda constituye un acontecimiento mayor y en muchas ocasiones su trascendencia es social, por lo que su celebracin
implica gastos extraordinarios en comida, bebidas y bandas de msica locales o conjuntos modernos de instrumentos
electrnicos. (Texto de cdula)
El texto, por un lado, muestra el avance de los conocimientos que los investigadores del Museo han adquirido sobre
este grupo. A dieferencia de 1964, cuando se represent una boda, el texto aluda a la descripcin de la indumentaria
y nada se refera al acto en cuestin. Sin embargo tambin muestra lo contradictorio de estas salas, la representacin,
al mismo tiempo, de la permanencia y el cambio cultural.
Purpecha, 1964
Purecherio actual
- 204 -
Oaxaca, 1964
- 205 -
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- 207 -
Norte, 1964
- 208 -
- 209 -
Captulo 4
Entre el decir y el hacer. Perspectivas de los curadores de las salas del
Museo Nacional de Antropologa
1
El decir. Del museo imaginado como espacio educativo
En este apartado nos centramos en analizar la manera en la que se produce el Museo
Nacional
de
Antropologa,
desde
sus
hacedores,
especialmente
los
curadores
investigadores. Su hacer se orienta por la propia historia del Museo, que encierra los
imaginarios del significado de este espacio, as como las formas de hacer y ser curador de
esta institucin, donde intervienen tambin las polticas culturales y el contexto institucional.
Aqu revisar las formas de hacer de los curadores, como colaboradores de los
propsitos de la institucin, constructores de discursos que se pretenden poner en escena
para transmitir significados, y las tensiones que se presentan desde el proceso de
elaboracin de la propuesta cientfica hasta su transformacin en el montaje de los
escenarios del Museo. Tensiones que pueden convertirse en contradicciones entre el decir y
el hacer, y que desplazan el sentido de la propuesta cientfica y las propias intenciones de los
curadores.
Los curadores investigadores desarrollan una serie de pasos con el propsito de
exhibir un objeto en los escenarios del Museo y reunirlo con su sociedad creadora mediante
la investigacin y el lenguaje visual, con la colaboracin de los musegrafos. El primer paso,
paradjicamente, es separar al objeto de su sociedad, mediante una escisin quirrgica que
practican los investigadores del Museo, cuando por un momento se convierten en
coleccionistas.
Ese mundo de objetos sin dueo est en espera de que los investigadores los
transformen en testimonios de una sociedad, y tambin de que los espectadores se
apoderen de ellos con la mirada y el pensamiento; pero no todos tienen este fin, algunos
- 210 -
permanecen ocultos tras bambalinas, en las bodegas del Museo. Cualquiera de los dos
destinos de los objetos, la exposicin o el embodegamiento, los rescata del olvido, para
preferentemente, en un futuro, convertirse en trazas de una memoria colectiva o en un objeto
de estudio para los investigadores.
Para los arquelogos no resulta difcil dar cabida a un objeto en el museo, ya que
tienen un estndar claro, incluso legal, que los define para ser conservados. El tiempo es su
dictaminador; como lo expone la Ley Federal de Zonas y Monumentos Arqueolgicos
Histricos y Artsticos, que define como monumentos arqueolgicos a los bienes muebles e
inmuebles que son producto de culturas anteriores al establecimiento de la hispnica1. De
manera que los objetos realizados antes de 1521 son susceptibles de ser conservados. La
problemtica cada vez menor para los arquelogos curadores es dictaminar la autenticidad
de los objetos, pues se ha promovido la recoleccin nicamente de objetos provenientes de
excavaciones arqueolgicas. Sin embargo la problemtica existe cuando stos provienen de
colecciones privadas.
Pero los objetos etnogrficos carecen de ese soporte legal, el tiempo no determina su
calidad de etnogrfico, y las caractersticas para definirlos como tales estn en constante
discusin y transformacin. Qu es lo que los hace objetos etnogrficos? Son aquellos
producidos por quienes, bajo la legalidad, viven de acuerdo a sus usos y costumbres?, o los
que producen quienes se autoadscriben como miembros de un grupo indgena, o por
aqullos que son hablantes de una lengua indgena, o los que realizan quienes son
mestizos y conservan tradiciones ancestrales?. Posiblemente todos.
Segn la UNESCO, los objetos etnogrficos son referentes del crisol de la diversidad
cultural e intercultural y representan el patrimonio cultural inmaterial definido como:
los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y tcnicas junto con los
instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes (...) Este
patrimonio cultural inmaterial, se trasmite de generacin en generacin, es recreado
constantemente por las comunidades y grupos en funcin de su entorno, su interaccin con la
- 211 -
Esta definicin puede ser una gua, pero el planteamiento de los atributos para definir
un marco legal para la conservacin de los objetos etnogrficos es sumamente complejo.
Qu debera de conservarse? Solo los objetos histricos, remitindonos al mismo
parmetro de lo arqueolgico, adecuando alguna temporalidad? Pero si son actuales, qu
faceta de la vida de los grupos tnicos, es la que debe conservarse: los objetos asociados a
la ritualidad, a la explotacin del medio ambiente, cuyas tcnicas son tambin ancestrales, o
aquellos de su vida cotidiana? Preguntas que en realidad se resuelven sobre la marcha, en
funcin de cada investigador, pues no hay una poltica clara sobre su conservacin.
Ahora bien, el mundo de objetos aqu conservado debe ser primeramente registrado,
catalogado y, en su caso, ordenado en las bodegas. A pesar de que los investigadores
reconocen que hay avances en las maneras de realizar estas labores, el resultado, el
catlogo, no deja de ser una serie fotogrfica acompaada de someras descripciones. Lo
que trasluce la falta de una poltica clara sobre la investigacin de las colecciones en bodega.
Es decir, el registro y consecuentemente la catalogacin, no slo deberan servir para
encontrar a los objetos en el espacio fsico, y no perderse en los anaqueles, sino a
encontrarlos en su contexto social. O sea que desde las bodegas ya se tenga un bosquejo
que los rena con sus creadores originales.
sta es la propuesta de Catalina Rodrguez, investigadora de la seccin etnogrfica:
dar el mismo estatus a todos los objetos, como testigos de una realidad determinada,
independientemente de las cualidades estticas que posean o no, o de la valoracin como
tesoros que se les haya asignado o no, y de que se encuentren en las bodegas o no
(Rodrguez, comunicacin personal, Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana de
Antropologa, 2010). Desde esta propuesta, los procesos de registro y catalogacin de las
colecciones deberan incluir tres aspectos o planos: uno descriptivo, otro explicativo que
presente su significado y contexto social, y por ltimo uno tcnico, en el que se registren las
acciones a seguir para su conservacin fsica y, en su caso, su restauracin. El resultado:
2
- 212 -
ms que una fotografa, una monografa del objeto, acompaada de una historia de las
intervenciones tcnicas realizadas. Pero mientras, hay mucho trabajo por hacer.
El tercer paso para reunir al objeto con su creador en los escenarios del Museo es la
investigacin, de la cual se desprende un guin cientfico y/o uno temtico, que plasmar el
musegrafo en los escenarios del museo. Presentaremos de manera separada las formas de
hacer de los curadores investigadores de la seccin etnogrfica y la arqueolgica, pues
presentan diferencias que iremos viendo a lo largo del captulo.
Para el caso han sido entrevistados a Catalina Rodrguez Lazcano, curadora de la Sala purpecha y Pueblos
mayas, Leopoldo Trejo, curador de la sala Costa del golfo: huasteca y totonacapan, Lourdes Bez, curadora de
la sala nahuas, Donaciano Gutirrez curador de la sala culturas del norte, y Alejandro Gonzlez Villarruel,
subdirector de la seccin etnogrfica y curador de la sala pueblos indios
- 213 -
cuestionamiento
all
el
sobre
el
constante
papel
del
representacin
cmo
delinean
en
los
el
escenario?,
personajes
que
relevantes
para
un
espacio
estar
en
discusin
las
las
tanto asptica, alejada de algunas problemticas actuales. Pero la intencin, aunque pueda
perderse en los escenarios, no es sa. El fin es exclusivamente mostrar la permanencia de
determinados elementos culturales, en los que subyace la construccin de la diversidad
cultural y la diferencia.
Otras recreaciones se tejen a partir de la complejidad ritual y simblica de estos
grupos, representadas por su religiosidad, que igual se plasma en un collar, un textil o en
una boda. O bien, otras hilan esa complejidad ritual con la organizacin social, poltica y
econmica -algunas veces con reflexiones sobre la contraposicin de las economas locales
con la economa nacional y global- para entonces construir una monografa. Situacin que ha
sido criticada, en tanto que revive al particularismo histrico y sus interpretaciones
ensimismadas en las culturas. Pero la intencin, insisten los etngrafos, es remarcar la
diferencia de concebir el mundo y apropirselo, y mostrar al visitante la validez y la
importancia de ser diferentes.
Por otro lado, una postura emergente, que parece concebirse ya como radical y que
se antoja difcil que traspase a los escenarios del museo es aqulla en la que
entre
- 215 -
La tendencia etnogrfica que defenda que cada sala debera reflejar la cultura indgena; la tendencia
educativa y de comunicacin propona que se reinterpretara y se recreara esa cultura para que as se conociera
y respetara; la tendencia indianista de los extremistas que opinaban que los indios mismos decidieran qu
exhibir, en qu orden y como. Praxis y ciencia, pedagoga y realismo, esttica y cruda realidad se enfrentaban
en cada ocasin en interesantes discusiones (Nolasco, 2004:353),
- 216 -
Estos guiones son la seleccin del fragmento de realidad que los curadores van a
narrar en los escenarios: una parte de vida de las comunidades que interpretaron con ayuda
de la memoria escrita que hay sobre el tema, y lo dicho por los grupos observados, sus
pensamientos, su historia y el simbolismo de los objetos.
En este tenor, Donaciano Gutirrez comenta que el objetivo al realizar un guin es:
mostrar una etnografa ligada a la realidad de los indgenas, todo lo que estn mostrando en
el siglo XXI; as como parte de su historia, bajo el consenso de investigadores y las
comunidades. Slo as, aqu estn ellos, presentes. (Gutirrez, comunicacin personal,
entrevista 2009). O, como comenta Leopoldo Trejo, la intencin es que la gente comprenda
a partir de objetos simblicamente relevantes y sus contextos la diferencia de pensamientos
y la importancia de que sta exista (Trejo, comunicacin personal, entrevista 2009).
Revelar en escena la realidad, el simbolismo, la historia, el pensamiento, o cualquier
otro elemento que ayude a contextualizar un objeto, construye un efecto de presencia de los
grupos originarios en los escenarios del museo, como si ellos estuvieran aqu. En estas
acciones radica primordialmente la labor de los etngrafos, pues slo as, desde su
perspectiva, se construye la diferencia entre un museo de arte, que solamente exhibe, y uno
como el que ellos quieren: didctico o educativo que explica el significado de los objetos.
Dicho de otro modo, la diferencia entre un museo tradicional que da primaca al objeto, y uno
moderno, que ante todo, pretende revelar al objeto como testimonio de una sociedad.
Resultan ilustrativas las palabras de Lourdes Bez:
el fin del museo es didctico, que pueda comunicar al pblico, ensear algo. Si tiene slo una
finalidad esttica, pues las cosas se muestran sin ninguna explicacin. Las mismas
comunidades tienen un sentido de la esttica increble, pero no slo nos quedamos en eso.
Por ejemplo, una vitrina mostraba puras mscaras, sin explicacin alguna. As solas son
objetos estticos, y discutimos con la musegrafa y las dividimos por tipos de danza en las
que se utilizaban. Por eso es importante el contexto y cuando se pueda su apoyo visual
(Bez, comunicacin personal, entrevista 2009).
proceso del montaje y vigilar que no se traicione el contenido cientfico con la finalidad de
que sea lo ms apegada a la realidad (Snchez, comunicacin personal, entrevista 2009).
Snchez refleja la tensin que existe entre la interpretacin cientfica y la interpretacin
museogrfica; entre informacin cientfica y lenguaje artstico. Si sta no es resuelta,
Snchez parece advertirnos el resultado ser construir una ficcin, o ms bien un problema
de correspondencia entre el sentido propuesto por los curadores y el propuesto por la
museografa.
A final de cuentas el contexto o la realidad son imposibles de reflejar en escena. Lo
nico que podemos ver es la perspectiva de realidad de los investigadores, su recorte de una
red de relaciones de significado, que bien podra ser ms amplia o ms reducida. Para
algunos la realidad se construye, por ejemplo, mirando solamente el sistema de la religin y
el espacio en el que se desarrolla una comunidad. Otras veces, la red de significado es tan
amplia que atraviesa la religin, la economa, la poltica, y sale del espacio local, para llegar
al sistema global. All, en esta amplia red de significado, es posible vislumbrar la posicin
subordinada de los grupos originarios.
Independiente de la complejidad o no con la que los etngrafos construyan ese
contexto o realidad, el sello distintivo de las exposiciones etnogrficas es la intencin de
contextualizar fsicamente los objetos en los escenarios. Es decir, fabricar contextos visuales
en los que se revelan en escena relaciones significativas entre objetos y sus creadores. Cabe
mencionar que existe una radical diferencia cuantitativa del uso de contextos fabricados
como formas de exposicin, frente a las salas arqueolgicas, en donde casi no existen e
incluso no presentan figuras humanas encarnadas, sino sus restos.
Sin embargo, no todos los objetos pueden representarse contextualizados
visualmente. Incluso, como nos advierten los investigadores, no todas las facetas de la
sociedad se corresponden con objetos; es decir, la cultura material no alcanza a representar
la complejidad simblica de una sociedad. sa es otra diferencia con las salas de
arqueologa, porque para los etngrafos antes que nada est el pensamiento, lo inmaterial, lo
humano y no el objeto. Pero cabe preguntarse cmo pueden representarse en los
escenarios, los pensamientos o el simbolismo? Si no es con los objetos, son las cdulas las
encargadas de explicarlo, as nos enfrentamos a la pregunta si stas realmente los reflejan y
- 218 -
Tabla 2
Eplogo de la Sala Pueblos Mayas
Cuenta el Popol Vuh sobre los mayas que de maz
amarillo y de maz blanco se hizo su carne. Las pieles de
animales era su nico atavo eran pobres, nada posean,
pero su naturaleza era de hombres prodigiosos.
Hoy de maz est hecha todava su carne. Nutridos de
maz, continan los mayas construyendo su cultura,
aunque ya no se visten con pieles, sino con telas tejidas
en telares de cintura o industriales. Pobres siguen
siendo la gran mayora. Y su antigua naturaleza de
hombres prodigiosos ahora se refleja en su
perseverancia.
Quieren seguir siendo mayas. Sus lderes y principales
lo han dicho en sus distintas lenguas y en espaol para
que los entiendan. Buscan mantener los principios de la
comunidad: sembrar las tierras y recoger los productos,
servir a sus santos y gobernarse a su modo y en su
lengua dentro de su mbito. Tambin aspiran a ser
considerados parte de la nacin en igualdad de
circunstancias.
Lo han dicho y lo seguirn diciendo, con voz cada vez
ms fuerte y ms extendida. No descansarn hasta
lograrlo porque su naturaleza es de hombres
prodigiosos.
grupo; pero al mismo tiempo la intencin es reflejar las semejanzas con el resto de la
sociedad. El ejercicio no es buscar una tolerancia, pues ello implicara la aceptacin de dos
entes que se enfrentan con diferencias irreconciliables, sino partir de un terreno comn, algo
que haga al personaje de los indios aqu representado como igual a m. Sin embargo el
efecto en las salas puede ser distinto, pues, como vimos en la cdula anterior, el valor de ser
indio, que nos presentan los etngrafos, es justamente arraigarse a esas diferencias
culturales. De manera que lo que hace falta es subrayar cules son las semejanzas.
A pesar de lo dicho nos enfrentamos a la pregunta sobre el resultado final. Es decir, si
las intenciones de los curadores se traslucen en los escenarios del museo y las exhibiciones
son capaces de mostrarnos objetos contextualizados socialmente, o slo en el espacio fsico
porque estn unos junto a otros, pero no sabemos por qu. Entonces miraremos una serie de
objetos sin dueo, un museo de arte, como el no quieren los curadores, o ms bien
tradicional centrado en el protagonismo del objeto y sus cualidades estticas; y no uno como
el que han imaginado: educativo.
- 220 -
En el momento que se realiz esta investigacin se entrevistaron de las salas arqueolgicas a Federica Sodi,
curadora de la sala Tolteca y Maya (actualmente cura slo la sala maya), Martha Carmona curadora de la sala
Oaxaca, Patricia Ochoa, curadora de la sala del preclsico, Dolores Flores curadora de la sala de Occidente,
Juan Martn Rojas curador de las sala Norte, Introduccin a la Antropologa y Poblamiento de Amrica
(actualmente ya no cura la sala norte) y a Marcia Castro curadora de la sala Costa del Golfo y a Roberto
Velasco del Departamento de Movimiento de Colecciones.
- 221 -
muy importante saber el contexto arqueolgico, porque la pieza no la puedes ver aislada como
pieza de arte. La tienes que ver como parte de un imago mundi, de una cosmovisin.
Entonces es muy importante saber cmo o de dnde sale esta pieza para poder imaginarlo.
An cuando una pieza tiene datos iconogrficos o epigrficos, s las puedes ubicar en un
contexto imaginario, pero no en uno real. Este simple hecho de trabajar con la coleccin y
conocer el objeto completo te da una idea de cmo eran los pensamientos de una cultura
(Sodi, comunicacin personal, entrevista 2009)
Sodi refleja la importancia que para los arquelogos tiene el contexto arqueolgico.
ste parece concebirse en dos planos. Uno fsico que corresponde a las condiciones del
hallazgo. Cuando ste se realiza por arquelogos, son ellos quienes escinden el objeto de un
espacio, e intentan preservar y registrar las relaciones espaciales entre ese objeto y otros,
as como con las capas estratigrficas, para construir un contexto que despus ser
interpretado.
El otro plano es epistemolgico, pues el contexto es la condicin de la construccin del
conocimiento arqueolgico, incluso, como parece sugerir Sodi, de su objetividad y veracidad.
Es decir, es la clave de acceso a la realidad de las sociedades prehispnicas. sta es
quizs la suposicin ms importante hecha por muchos arquelogos: que el modelo espacial
de los restos arqueolgicos refleja el modelo espacial de las actividades llevadas a cabo en
el pasado; pero ms all, es reflejo, como argumenta Sodi, de sus pensamientos, de su
forma de ver el mundo. Si uno no tiene el contexto arqueolgico, en su plano fsico, se parte
de un vaco, o incluso, siguiendo tambin a Sodi, de falsedad.
- 225 -
De esta forma, ya sea por medio de la seleccin de piezas por sus cualidades
estticas, o al considerar que el papel del arquelogo curador es reproducir interpretaciones
ya aceptadas o paradigmticas, como nos advierten Pearson y Shanks, puede tergiversarse
el pasado, distorsionndolo a travs de su seleccin y clasificacin, creando una historia
narrativa particular. El museo puede tambin reestructurar el pasado a partir (...) de la
manera en la que es contada la historia*, en la forma en la que los artefactos son
presentados [y tambin] directamente distorsionan el pasado a manera de legitimacin de
intereses particulares del presente (Pearson y Shanks, 2001:68)6 Pero como sugieren estos
autores, esto tambin depende de la labor de los musegrafos.
Esta es una traduccin libre. Las comillas se colocan para llamar la atencin en que el autor escribe historia en
el sentido de contar una historia narrativa, una especie de cuento, a diferencia de una historia cientfica y los
principios ticos que ello conlleva.
- 226 -
- 228 -
sabe o encuentra una relacin y explicacin del porqu tengo estos aretes o piercings
(Rodrguez, comunicacin personal, entrevista 2009).
Otro ejemplo, ahora de una actividad dirigida a preescolares. Se trata del taller de
artesanas, en el que se reflexiona en todo el proceso de su elaboracin, desde la obtencin
de la materia prima, hasta la venta. La actividad inicia con reconocer la importancia de la
ecologa y del mantenimiento del bosque, porque de ah obtengo material para hacer mis
cosas. Hacemos la artesana y terminamos haciendo un mercado, un tianguis. Hay que
sentarse en el suelo y vender su artesana porque lo importante es aprender a respetar el
trabajo de otra gente, en este caso, la del artesano de un lugar especfico (Idem).
A diferencia de las ideas de los curadores, en las que el discurso cientfico puede
utilizarse como una estrategia para encadenar las temticas del museo al pasado por
ejemplo en la seccin etnogrfica la idea de la permanencia puede equiparar a los grupos
originarios con los indios arqueolgicos en estas actividades pedaggicas es notoria la
necesidad de relacionar con referentes claros y directos el pasado con el presente. Incluso,
el futuro aparece de manera indirecta, cuando el objetivo es reflexionar en la importancia del
cuidado de los recursos naturales para no agotarlos, pensando en el maana.
Empero el trabajo del Departamento parece haberse alejado totalmente de los
investigadores, a los que slo acuden para solicitar su aprobacin. Por ejemplo, para el caso
de la elaboracin de material didctico sobre las salas el equipo del Departamento recurre a
investigadores externos, pero la informacin debe ser aprobada por los curadores. En el
fondo, no existe colaboracin entre ellos, situacin paradjica, cuando lo que importa a todos
es que el Museo sea educativo, que transmita conocimientos.
Independientemente de todo lo anterior, tanto arquelogos como etngrafos
consideran que trabajan en uno de los mejores museos del mundo. Un espacio cuyo
prestigio, en realidad, fue construido en 1964, con ciertas bases, y que hasta ahora lo ha
acompaado. Pero sabemos que ha pasado por muchas dificultades y que esas bases tal
vez ya no sean tan slidas.
Pero lo interesante y paradjico es que esa imagen permanece en sus investigadores.
Por ejemplo Patricia Ochoa, curadora de la Sala Preclsico en el Altiplano Central, comenta:
- 229 -
en un libro de los mejores museos del mundo me puse a hojearlo, y all est el Museo de
Antropologa (Ochoa, comunicacin personal, entrevista 2009). Sodi, curadora de la Sala
Los Toltecas y su poca, refiere lo siguiente: hoy por hoy es uno de los cinco museos ms
importantes de su especialidad y uno de los diez mejores del mundo (Sodi, comunicacin
personal, entrevista 2009).
Los etngrafos tambin lo consideran as; pero les parece valioso adems como
museo etnogrfico, que en apariencia, no muestra visiones colonialistas. Porque como
Lourdes Bez comenta hay museos en que todas las colecciones fueron retiradas, porque
[los grupos tnicos] no queran verse reflejados por visiones colonialistas, pero aqu hay
quienes desean estar representados en el museo (Bez, comunicacin personal, entrevista
de 2009).
Pero no para todos es visto de manera positiva; en general, porque se han enfrentado
a restricciones e impedimentos, cuando quieren actualizar la informacin de las salas porque
sta no refleja la diversidad de opiniones que la ciencia trae consigo, y porque adems,
estando reciente una restructuracin, es imposible que se logre obtener presupuesto para
realizar los cambios. Tambin la colaboracin entre arquelogos y etngrafos ha sido difcil
cuando se quieren plantear exposiciones conjuntas, porque existe una desvalorizacin de las
colecciones etnogrficas por parte de los arquelogos o una supuesta incompatibilidad entre
lo etnogrfico y lo arqueolgico. Situacin que coloca a los etngrafos, y su trabajo, en una
posicin subordinada frente a los arquelogos.
Si pudiramos resumir el hacer de los curadores, ntimamente relacionado con el
museo que imaginan, diramos que ste es cimentar la base educativa del museo pues para
ellos la misin de este espacio es la de transmitir sobre todo conocimientos.
2
El hacer. Tensiones de la produccin discursiva, entre la ciencia, el arte y
la provocacin al ritual del nacionalismo.
Hasta aqu hemos analizado las perspectivas del hacer de los curadores investigadores. En
pocas palabras hemos analizado el decir. Pero cabe preguntarse cules son los resultados
- 230 -
de su trabajo en los escenarios, es decir el hacer; y cules son las tensiones que integra la
produccin discursiva; que podran llevarnos a un problema de no correspondencia de las
intenciones de los curadores y las puestas en escena. En pocas palabras a perder el sentido
de los objetos como testimonios de una sociedad.
de
la
urdimbre
discursiva
del
Museo:
la
cognoscitiva,
que
apela
consecuentemente a las competencias cognoscitivas del espectador. Pero sta tiene otras
dimensiones, que no se excluyen la una de la otra: 1) sensorial, que apela a los sentidos del
espectador; 2) la persuasiva o esttica, son las formas que toman los discursos para apelar
al convencimiento del espectador de lo que se le presenta, lo convencen acerca de su
coherencia y verosimilitud; pero sus efectos detonan la imaginacin, la fantasa y el placer; 4)
emocional, apela a las emociones y sentimientos del espectador, para, por ejemplo, cambiar
de actitud sobre las temticas expuestas; y 5) la ideolgica, que integra la tica de la esttica
nacionalista.
Estos discursos son comunicados y ambientados por los musegrafos. Pero no slo
se trata de contextualizar o dar curso a la informacin del investigador, sino de hacerla visible
en el espacio, de narrarla de otra forma: visualmente, en la que los colores, las texturas, la
iluminacin, la colocacin en el espacio y las propias cdulas, dan sentido a la puesta en
escena. Como resultado de este ejercicio las dimensiones discursivas se despliegan de
distintas formas:
materiales de apoyo que, sin ser piezas originarias de la coleccin del museo, pretenden dar
sentido a los objetos. stos son, por ejemplo, dioramas, maquetas, dibujos, pinturas y
fotografas.
- Discurso verbal escrito y oral: en cedularios, as como servicios especializados de gua,
audioguas y videos.
dos, se abus del plstico. Hay que enriquecer la informacin porque la que existe en esa
sala es pobre. Desconozco por qu realmente no se logr la integracin de la informacin
(Sodi, comunicacin personal, entrevista 2009).
Hasta aqu pareciera que la tensin entre ciencia y arte, o el guin cientfico/temtico y
el museogrfico, no se resuelve; y se genera una problemtica de correspondencia entre la
interpretacin de los investigadores y las puestas en escena. En todo caso, pareciera que es
la museografa la que no logra en el plano de lo visual incorporar la informacin, y
consecuentemente tampoco revela en los escenarios los significados de los objetos. No creo
que sea del todo as.
En primer lugar, si quisiramos tipificar al Museo Nacional de Antropologa en cuanto a
su museografa, ste es tradicional, segn las caractersticas propuestas por Santos
Zunzunegui (2003) y otros. Los museos tradicionales enfatizan la afinidad entre contenido y
continente mediante la arquitectura, que se convierte en una herramienta privilegiada para
promover los valores de las colecciones y, sobre todo, para orientar el acercamiento del
pblico a los objetos, mediante un recorrido prescrito.
Los museos tradicionales:
son llamados tambin del arte del detalle, entendiendo por detalle todo aquel aspecto que,
aun siendo parcial, permite, a partir de l, llevar a cabo la reconstruccin de la totalidad de la
que forma parte: cada obra se inscribe en un texto superior que lo engloba y le da sentido.
Cada obra se presenta como un modelo reducido de la historia que lo sustenta, de la que
respeta la pretendida cronologa y donde la intervencin de los conservadores se concibe
como reconstruccin especular de un tiempo referencial. (Zunzunegui, 2001:85)
Bajo esta perspectiva la labor de musegrafos y curadores se acota por la totalidad del
museo que pretende hacer evidente una liga entre pasado y presente, representa una suerte
de tica del progreso humano, siguiendo el imperativo de la presentacin cronolgica en
todas sus salas. Incluso si pensamos en el recorrido que se sigue desde la Sala Poblamiento
de Amrica hasta la Mexica, la tica del progreso est all representada; y no slo la del
progreso humano sino la de la nacin y sus primeros aos.
Ahora bien, la museografa ha sido criticada porque, en palabras de Pedro Miguel,
hubo un tiempo en el que reduca las culturas a sus expresiones materiales, las cosificaba y,
a fin de cuentas, converta a los humanos en objetos. [Ahora] el proceso es al revs, pues se
- 233 -
trata de restituir el objeto a los humanos, convencer a los objetos de que nos cuenten,
desgracias y felicidades (Miguel, 2007:51).
Para Iker Larrauri:
una planeacin museogrfica eficaz es la que reconoce y considera como propsito esencial
que los visitantes disfruten no slo las cualidades materiales de las cosas que se exponen
sino que tambin comprendan sus significados. Con ese fin la planeacin y el diseo de
exposiciones deben procurar un ordenamiento de los elementos del conjunto los elementos
de exhibicin y los objetos que se exponen- de manera que favorezcan el reconocimiento de
los significados de las cosas, pues (), la posicin de las cosas y la relacin espacial entre
ellas afecta directamente sus significados (Larrauri 2007:59-60)
Concuerdo con Miguel en parte, porque este Museo, y lo mostramos a lo largo de los
captulos anteriores y con Zunzunegui, es prueba de que la museografa no ha cambiado del
todo y an se centra, al menos en parte, en la cosificacin de las sociedades, en el
protagonismo del objeto, incapaz de restituirlo a sus creadores originales; porque an
permanece la tica de la esttica nacionalista.
La no correspondencia, o contradiccin de la interpretacin del investigador con la
puesta en escena, puede radicar en la preeminencia de la museografa tradicional; y
consecuentemente con su objetivo de la tica del progreso humano y de la nacin, que lo
desborda y trasciende hacia cualquiera de sus otros objetivos, o dimensiones discursivas, a
las cuales minimiza.
Larraruri explica los efectos de una buena museografa como hacer evidente la
organizacin de las temticas en el espacio y la revelacin del significado de los objetos en la
puesta en escena con lo que concordamos del todo y comprendemos que ese es el hacer
de la museografa, pero habra que agregar que no es slo la propia museografa la que
cosifica una sociedad, pues de fondo tambin est el sentido que los objetos tienen para la
arqueologa y la etnografa. En el caso de la primera, su base son stos y no las personas.
Eso no importara si los objetos fueran restituidos a una sociedad, es decir, interpretados
como testimonios de ella; pero son cosificados, cuando, a pesar de todo argumento, se les
- 234 -
exhibe como obras de arte alejadas de todo contexto social. Cuando, como decamos, se
centran en describir sus cualidades materiales, como el color, la forma, la materia prima.
Sin embargo, siguiendo a Larrauri, el problema de correspondencia puede
relacionarse con la propia narracin visual del museo, conformada por el ordenamiento y la
posicin de los objetos, que revela u oculta relaciones significativas con sus sociedades
creadoras. Es decir, estos elementos son estrategias para poner en circulacin la informacin
de los investigadores, de manera que dependen de sta.
Si la interpretacin del investigador no relaciona al objeto con su contexto social,
porque el peso est en subrayar la materialidad de los objetos y el lenguaje especializado
que el investigador ocupa para ello. Por un lado, el musegrafo no tiene bases para
presentar o fabricar visualmente ese contexto, y, por otro, el proceso de interaccin o
persuasin del espectador es difcil, ya que finalmente la informacin no est dirigida a l,
sino a aqullos capaces de leer esa informacin especializada.
Ahora bien, hay por lo menos cuatro maneras de conformar el lenguaje visual,
determinado por las formas de exhibicin de los objetos, en las que se revelan u ocultan las
relaciones con su contexto social. El primer tipo es el protagnico, en ste, un objeto es
mostrado como un nico elemento y su significacin est construida por l mismo, se
autorrefiere. Este tipo expositivo subraya un elemento de la narrativa del museo y se
transforma por un momento en el nico en el escenario, generalmente apoyado por la
iluminacin que lo resalta dramticamente. Ejemplo claro es el calendario azteca, el penacho
de Moctezuma, el atlante de Tula o el huipil de la Malinche, en la Sala Nahuas.
El tipo protagnico privilegia al objeto y no a la relacin con sus creadores, es decir,
con su contexto social, el cual se revela mediante la informacin verbal de las cdulas; pero
puede que esto no ocurra. Por ejemplo, el atlante de Tula carece de cdula, as, no hay nada
que lo enlace con su contexto social. A continuacin (Fotografas 1, 2 y 3) presentamos
algunos ejemplos de este tipo expositivo, con el texto de la cdula, en el que se pretende
revelar el contexto social.
- 235 -
Fotografa 3
diferencias evidentes, pero esto no necesariamente puede ser entendido por los
espectadores, y tampoco revelar el contexto social del objeto, sobre todo, si esa no es la
intencin del curador.
Por ejemplo en una vitrina (Fotografa 5) de la s arqueolgica Maya se colocan una
serie de piezas de alfarera que representan la Cermica del clsico temprano. Si bien la
similitud entre stas es evidente pues todas son de cermica, no se revela una relacin con
el contexto social del cual proceden. En todo caso es posible acudir al lenguaje verbal de las
cdulas para encontrar el sentido de la pertenencia de este conjunto a una vitrina, y a su vez
referencias a su contexto social. Sin embargo en las cdulas tampoco se aclara nada de ello.
Slo se refieren una serie de atributos estilsticos, un texto que sin duda ser til a los
arquelogos para la interpretacin del pasado de los mayas; pero ste no es posible
entenderlo a partir de lo exhibido pues nada nos dice de la manera en la que estos objetos se
relacionaban con los humanos.
Por otro lado el protagonismo de un objeto u objetos en las vitrinas estar determinado
por su tamao, la colocacin y la iluminacin. Como resultado, algunas veces ninguno de los
objetos ocupa un papel protagnico, de manera que todos son secundarios en este tipo de
narrativa del museo. El tipo de exposicin normal no resalta los elementos del discurso, en
tanto que, como mencionamos, es tradicionalmente el tipo de exhibicin ms utilizado por los
museos.
Tipo expositivo normal
Fotografa 4
- 237 -
Fotografa 5
Otra estrategia es contextualizar a los objetos con referentes grficos que aluden a su
contexto social y sobre todo a su funcin. En este caso el texto escrito de una cdula se
acompaa de un grfico que sirve para contextualizar el objeto, o incluso para hacer
comprensible un proceso. Por ejemplo en la Sala Preclsico en el Altiplano Central se coloca
una cdula para explicar la tecnologa aplicada para realizar un textil. ste se acompaa de
un dibujo que muestra la manera de uso de un malacate y un cajete bailador, elementos
necesarios para fabricar el hilo, y estos objetos se superponen al dibujo para ejemplificar su
proceso de elaboracin (Fotografa 9).
Tipo contextual
Fotografa 6
Fotografa 7
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Fotografa 8
Sala Mexica
LOS EDIFICIOS SAGRADOS DE MXICO-TENOCHTITLAN
Hacia finales del siglo XV, en su poca de esplendor, los
edificios consagrados a los dioses en Mxico Tenochtitlan
se ornamentaban con magnficas esculturas y recipientes
ceremoniales, cuyo simbolismo exaltaba el poder de las
deidades que crearon el universo y mostraba el fervor y la
devocin hacia los hombres.
Los techos lucan esculturas en formas de crneos
humanos que se alternaban con elementos esfricos,
simbolizando la noche y las estrellas; e el borde superior de
estas habitaciones se colocaban figuras esculpidas en
piedra conocidas como remates o almenas ()
En la cspide de la pirmide, frente al templo, estaba la
piedra de sacrificios llamada tchcatl, y a los lados de las
entradas, los grandes braseros () En la plataforma de la
pirmide haba lpidas para sacrificio y los
portaestandartes que sustentaban las banderolas de los
dioses. Ubicadas e el arranque de las escalinatas estaban
las cabezas de serpiente, que abran sus fauces
amenazadoramente, a manera de protectores del templo.
(Texto de cdula)
Fotografa 9
casas indgenas o las representaciones de actividades cvico religiosas (Fotografa 11). Este
tipo es la figura visual ms compleja, en tanto que integra en un mismo plano el contexto
fsico y referentes del contexto social, aportando elementos para que el visitante los
interprete de manera cercana a los objetivos de los investigadores.
Fotografa 10
Cabe preguntarse cmo se distribuyen los tipos expositivos en las salas. Por lo
general los tipos protagnico y normal son los mayoritarios, sobre todo en la seccin
arqueolgica. De tal forma que el contexto social de los objetos, en el plano de lo visual, es
escasamente representado y los elementos visuales que auxilien al visitante a su
significacin tambin.
- 241 -
- 242 -
Figura 2
Sala Mexica. Distribucin espacial de temticas
Croquis elaborado por Erndira Muoz
Revisemos otros ejemplos, se trata de las salas arqueolgicas Culturas del Golfo, y
Maya. En el primer caso las colecciones se distribuyen en 37 vitrinas, correspondientes al
tipo normal, 66 objetos son mostrados como protagnicos, y se recurre al tipo contextual en
una sola ocasin, para representar una ofrenda mortuoria. Marcia Castro, curadora de la
sala, propone como objetivo importante revalorar el papel de la mujer en las sociedades
prehispnicas, y lo expresa, me parece, dedicando un espacio exclusivamente a lo femenino,
- 243 -
Tabla 3
Seccin femenina, Sala Culturas del Golfo, cdula de pared
CONJUNTO DE FERTILIDAD
El culto a la fertilidad se convirti en el aspecto fundamental de la
sociedad cuya base de alimentacin era la agricultura. Las figuras
femeninas se convirtieron en diosas y sacerdotisas.
Desde la poca Clsica las mujeres se asociaban a la tierra y se
representaban desnudas, detallando su sexo y los senos, embarazadas o cargando a sus hijos.
Durante la poca Clsica, en el centro de Veracruz, se integraron
diosas asociadas al origen de la vida como Tlazolteotl diosa con
mscara bucal y pintura negra alrededor de la boca y Xochiquetzal,
diosa de las flores, que lleva en la cabeza un tocado con dos
remates de plumas de ave.
Los huastecos expresaron su fertilidad en forma bien definida a
travs de la sexualidad y la fertilidad humana, por ello en muchas
esculturas en piedra representaron a mujeres con las manos en el
vientre, sitio del cuerpo humano donde se desarrolla la vida, a la
figura masculina con el sexo bien marcado como parte de la
reproduccin de la vida, los ancianos con bastn plantador entre las
manos y, en ocasiones, con el sexo erecto que representan a los
que depositan las semillas para la creacin de plantas, o el semen
necesario en la generacin de vidas humanas. (Texto de cdula)
- 244 -
Fotografa 13
TLAZOLTEOTL
Esta figura de la poca
clsica representa a la
Deidad de la Creacin de
la Vida quien siempre
lleva
chapopote
alrededor de su boca.
Debido a su asociacin
con la tierra lleva una
cabeza de cocodrilo
como tocado, en tanto
que su chaleco de
algodn an sin tejer,
muestra su relacin con
este producto de la tierra
en su estado natural y
como
creadora
de
textiles
(Texto
de
cdula).
Fotografa 14
DIOSA ALIMENTADORA
La capacidad de la mujer de reproducir la vida la convirti en la
diosa principal de los huastecos. En estas figuras femeninas se
enfatizan sus funciones, como el considerarla la fuente de
alimentacin, por ello, la representaban con los senos
desnudos y bien marcados para asegurar la vida del recin
nacido. La leche esa una sustancia tan importante que se le
atribua el mismo valor que la sangre. (Texto de cdula)
Fotografa 15
El ALGODN
Fue uno de los productos ms
abundantes en la costa, y era
exportado a otras regiones como
al Altiplano. Para hilarlo los
malacates de tamao y peso
diversos. Las prendas tejidas eran
mantas blancas pintadas, teidas
o adornadas con plumas y pelo de
conejo. (Texto de cdula)
La intencin de la curadora debe ser apuntalada por las cdulas; pero la mujer de
carne y hueso no aparece en el texto, casi siempre se refiere a ellas como figura femenina.
Se confunde con las diosas y sacerdotisas, y si bien este ltimo apelativo las coloca en un
plano terrenal, tampoco nos dice si efectivamente las mujeres fungan como sacerdotisas,
sino que as se les representaba. No es claro el papel de la mujer, es decir, realmente
fungan como sacerdotisas? Y si fuera as, qu implicaba para ellas. Slo una cdula del
Conjunto de Fertilidad, despus de explicarnos el algodn, su comercio y su procesamiento
- 245 -
tcnico, explica lo que pudieron hacer y ser estas mujeres terrenales: tejedoras que
enseaban a las hijas la misma labor.
Si recorriramos toda la sala, nos percataramos que muestra ms figuras que
representan a lo masculino que a lo femenino. En total hay 27 composiciones masculinas
frente a 16 composiciones femeninas, y cuatro vitrinas en las que lo masculino y lo femenino
estn mezclados (Figura 3). Si bien esto puede corresponder a las relaciones de gnero en
las sociedades prehispnicas, y que el culto a la fertilidad, implica tambin lo masculino, el
objetivo de revalorar el papel de la mujer, podra diluirse en el plano visual. Tambin, cuando
al salir de esta seccin femenina se encuentra un falo de dimensiones inmensas sealado
con el nmero 32C en la Figura 3, que al mismo tiempo representa el culto a la fertilidad
(Fotografa 16).
De manera que aunque el objetivo
Fotografa 16
podra
ser
de
la
mujer
como
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confusa
Figura 3 Sala arqueolgica Culturas del Golfo, Composiciones masculinas vs femenina. Croquis realizado por Erndira Muoz
Composicin femenina
Composicin masculina
Composicin mixta
- 247 -
En todo caso, el reto para los investigadores est en incorporar informacin textual
explicativa de porqu el encuadre de objetos en una vitrina; y de porqu la importancia de un
objeto en su contexto social, para presentarlo en solitario. El riesgo es que si esto no se
explica de manera visual y/o verbal, el resultado es la cosificacin de una sociedad o el
nfasis en los valores estticos de los objetos Pero realmente esta informacin textual
verbal seleccionada por los investigadores es capaz de revelarnos las relaciones del objeto
con su sociedad?
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- 249 -
- 250 -
Sala
Maya
Sala
Culturas
de
Oaxaca
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masculinas
femeninas
en
el
Altiplano
Sala
Preclsico
en el
Altiplano
Central
Sala
Purecherio
Sala
Pueblos
Mayas
un
acercamiento
hacia
el
planteamiento que corresponde a las primeras pocas, en algunos casos se hace referencia
desde los cazadores recolectores. Se trata de mostrar una etapa de acomodamiento o
primeros desarrollos, para despus llegar a un clmax o punto culminante. ste corresponde
a lo que se denomina poca de esplendor de una cultura o a la de las grandes ciudades,
en la que todos los mbitos posibles tuvieron su mayor auge, y a partir de ello comienza un
desenlace marcado con el predominio de un grupo prehispnico sobre un otro, o por la
Conquista.
Por ejemplo, la Sala Culturas de Oaxaca comienza con los cazadores-recolectores,
despus explica el desarrollo de Monte Albn, como un punto culminante, y de all su
desenlace. He aqu la cdula: Durante el clsico se manifest un gran auge en lo artstico
comprende esplndidas urnas de arcilla, lpidas grabadas, pinturas murales y un
impresionante desarrollo arquitectnico, civil y religioso. () Al declinar Monte Albn
alrededor de 800 d. C. ces toda la construccin importante; sin embargo, la ciudad nunca
fue totalmente abandonada. La idea se completa cdulas despus: Una vez que la gran
capital zapoteca decae polticamente, alrededor de 800 d. C., no volver a surgir una entidad
que unifique con el antiguo esplendor y eficacia a los diferentes seoros. () Aprovechando
polticamente el vaco de poder que se viva en los Valles Centrales surgieron otros centros
como Noriega, Xoxocotln y Cuilapan.
Otro ejemplo es la Sala Teotihuacn
Tabla 7. Punto culminante y desenlace
TEOTIHUACN
Pasada su etapa aldeana Teotihuacn empieza a cobrar auge
durante los primeros cien aos d. C., cuando la poblacin del valle
de Mxico es concentrada en el rea que ms tarde ocupara la
ciudad. Esta fuerza laboral se empeo en () en la ejecucin de las
pirmides del Sol y la Luna, un plan maestro de los gobernantes que
abarcaba no solo aspectos econmicos, sino tambin una temprana
orientacin y planificacin de la ciudad concebida como modelo del
universo y como el sitio donde ste tuvo su origen ()
Finalmente, despus de un prolongado auge, presiones externas
provocadas por nuevos sitios emergentes en el Altiplano debieron
influir en la cada de Teotihuacn hacia 750 d. C. Sin embargo, las
evidencias de incendios y de una destruccin sistemtica y
demoledora a lo largo de los edificios de la calle de los muertos son
prueba fehaciente de que los conflictos internos debieron ser la
causa principal del colapso teotihuacano.
referencias
de
la
cada
de
las
grandes
como
nos
cdula
de
ciudades,
muestra
la
Teotihuacn,
anteriormente
expuesta.
Me
que
parece
el
periodo
arqueolgico. Seguramente
los
arquelogos
- 256 -
las
relaciones
de
refleja
las
pocas
referencias de las salas arqueolgicas a las etnogrficas. Mientras que las salas
etnogrficas, casi todas, muestran en su narrativa referencias al tiempo arqueolgico. Aqu
un ejemplo de la Sala Otopames: Segn los estudios lingsticos, los hablantes del idioma
proto-otomangue habitaban desde hace 6500 aos, aproximadamente, en Aridamrica y
Mesoamrica..
Aun as, explcitamente no se invita al visitante a que suba o baje a comprobar dicha
relacin. Dicho sea de paso, existe una sola cdula que hace un claro llamado al visitante en
la Sala Gran Nayar. Por lo general en los casos en el que se apela al interlocutor se hace
utilizando verbos como obsrvese, vase. La cdula tambin hace referencia al tiempo
arqueolgico. Los invitamos a conocer la cosmovisin de los nayares, cuya matriz
mesoamericana se mantiene vigente gracias a una tradicin de resistencia particularmente
fuerte. () Acompaaremos a los peregrinos en este viaje, recorreremos la Sierra del Nayar
y llegaremos hasta
Ahora bien, si el particularismo histrico es la posicin terica que predomina o la base
para la elaboracin de las exposiciones, el resultado ser descriptivo. Sin embargo, la
propuesta cientfica de stas se articula, como explicamos anteriormente, con diversas
posiciones tericas, algunas explicativas, pero estn subordinadas al objetivo cognitivo del
particularismo histrico.
Haciendo una revisin general de las cdulas podemos decir que los distintos
objetivos cognitivos de las posiciones tericas se traslucen. De tal manera reconocimos
- 257 -
varios tipos: descriptiva, explicativa, narrativa. Las primeras responden a la pregunta qu. En
stas, el curador se coloca como un narrador observador especializado y describe el objeto u
objetos exhibidos, la mayora de las veces, con tecnicismos propios de la disciplina,
convirtindose en un lenguaje completamente autoreferente que, en lugar de ser un puente
entre el espectador y el museo, es una brecha. He aqu varios ejemplos que
fundamentalmente narran lo que curador observa, incluso remiten al visitante a hacer lo
mismo que el narrador: observar. Cabe decir que la mayora de las cdulas del Museo son
de este tipo; lo cual resulta contradictorio cuando, recordemos, la intencin del curador es
explicar.
Tabla 11. Cdulas de tipo descriptivo
Sala
-Entre las piezas mayas ms antiguas abundan vasijas de paredes gruesas y formas complejas; ollas
arqueolgica globulares, con o sin cuello, con vertedera y asa; cajetes en forma de escupidera o de silueta
Maya
compuesta.
-DINTEL 9 DE YAXILN, CHIAPAS.
Este dintel es uno de los ms antiguos en los que se presenta al gobernante con un subalterno. El
texto habla de la celebracin de un ritual, durante un solsticio de verano. El gobernante Pjaro Jaguar
IV y Gran Crneo estn ricamente ataviados. El gobernante es mencionado con los ttulos de: el Captor
de Ah kuk, el Seor de los veinte prisioneros, el gobernante sagrado de de Yaxchiln.
Texto:
A1-A4 1 eb, asiento de yaxkin, akot-ta-ha. En 1 eb, asiento de yaxkin, bailaron B1-8 ti ja-sa w (a)* , ux
ahaw Katun, Yaxum Balam, u chan, ah Uk, Ah Kal bak, Yaxchiln (y as sigue)
Periodo: Clsico Tardo (600-800 d.C.)
Fecha: (9.16.17.6.12), 16 de junio de 768 d.C.
Sala
Teotihuacn
Sala
arqueolgica
Culturas del
Golfo
Sala
arqueolgica
Culturas de
Oaxaca
Sala Gran
Nayar
(huicholes)
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El tipo explicativo responde a la pregunta por qu, al hacerlo, resultan cdulas cuyo
contenido es de mayor complejidad, independientemente del lenguaje cientfico utilizado.
Incluso en ellas se explican algunas de los conceptos tcnico-cientficos referidos. Desde
luego existen distintos niveles de complejidad en la explicacin y rara vez plantean al
visitante alguna problemtica que requiera de su reflexin.
Tabla 12. Cdula explicativa
Sala
CAZA
Preclsico en
Desde los inicios de la humanidad, los animales comenzaron a ser importantes en la vida del
el Altiplano
hombre pues comparten el mismo medio ambiente. Sin embargo el ser humano ha logrado
Central
beneficiarse de la fauna valindose de la observacin de sus costumbres migratorias y ciclos
reproductivos; as el hombre se le facilit la cacera y logr la domesticacin de algunas especies
como el perro y el guajolote.
El beneficio de la caza no fue solamente alimenticia ya que los hombres aprovechaban a las presas
completamente pieles, hueso, grasa y tendones para la elaboracin de su indumentaria,
instrumentos en algunos casos sustancias medicinales.
Sala
Purecherio
(purpechas)
EL SER HUMANO
Una de las caractersticas del hombre es su variablididad, como se aprecia, para el Preclsico, en los
restos seos rescatados en las exploraciones. A travs de su estudio sabemos que la estatura en
promedio era media (alrededor de 1.64m hombres y 1.53 m mujeres), que fueron tanto delgados
como de complexin robusta y con diferentes formas de cabeza, predominando los mesocrneos,
es decir una proporcin armoniosa entre la longitud y la anchura del crneo.
Esta gran diversidad puede indicar que estos grupos tuvieron contacto unos con otros, ya sea
dentro del mismo Altiplano, como con otras regiones ms alejadas. Las figurillas elaboradas durante
este tiempo tambin muestran diferentes tipos fsicos, aunque podran corresponder a estereotipos
locales de aquella poca.
ECONOMA
La base sobre la que se constituye la cultura purpecha es la economa tradicional, aun cuando en
trminos de ingreso monetario sea menos redituable que la siembra del aguacate o el trabajo
migratorio.
Entre las actividades econmicas tradicionales sobresale la agricultura de milpa, pues alrededor de
ella gira el resto de las ocupaciones. El calendario del cultivo del maz marca los tiempos de trabajo
y los tiempos de celebracin del ritual religioso que debe observarse para tener una buena cosecha.
Junto con las tierras del cultivo se aprovechan otros recursos de la regin: bosque de pino, encino y
oyamel, pastizales, los lagos y sus riveras.
La elaboracin de manufacturas de uso en el purecherio se transform a partir de la dcada de
1920 cuando el estado nacionalista promovi el rescate de los valores de las sociedades originarias
y convirti esta actividad tradicional en la altamente comercial con fines tursticos. En los mercados
y ferias lo purpechas de distintas regiones cambian sus productos, aunque esto es cada vez menos
visible por la invasin de puestos con productos industriales.
La economa tradicional enfrenta serias dificultades y es insuficiente para satisfacer el nivel de vida
al que los purpechas aspiran. Por ello, buscan oportunidades fuera de la regin.
El tipo narrativo es representado por las cdulas que no son narradas por el
investigador, aqu, l cede la voz a alguien ms, pueden ser los cronistas de la Nueva,
- 259 -
Espaa, que tambin hablarn en tercera persona sobre los grupos prehispnicos. En las
salas etnogrficas, el caso puede ser el mismo, o excepcional, cuando pasan la voz a los
propios grupos indgenas y la narracin es en primera persona.
Tabla 9. Cdulas narrativas
Sala tolteca
-Los mitos relatan que mientras cazaba en los valles de Morelos, se encontr a una mujer
que al verlo se desnud, y Mixcatl le lanz cuatro flechas sin herirla; el suceso se repiti y al
final el la tomo y la posey; de esta unin naci Ce catl Topiltzin Quetzalcoatl, el personaje
ms importante del periodo Posclsico Temprano (850-1250 d.C:).
- Desde pocas muy antiguas los viajeros que han pasado por la cercana de los volcanes no
han escapado al hechizo de su imponente belleza. Su presencia se encuentra en las
tradiciones orales que venan de tiempos remotos y fueron recogidos por los cronistas del
siglo XVI.
Sahagn nos relata que: <<Hay uno muy alto que humea, que esta cerca de la provincia de
Chalco, que se llama Popocatpetl, que quiere decir monte que humea, es monstruoso y
digno de ver, y yo estuve encima de l Hay otra sierra junto a esta que es la sierra nevada, y
llmase Iztactpetl, que quiere decir sierra blanca, es monstruoso de ver lo alto de ella.
Donde sola haber mucha idolatra; yo la vi y estuve sobre de ella>> (Historia General de las
cosas de la Nueva Espaa. Tomo II p. 479 1946)
Sala etnogrfica
de la Costa del
Golfo
HUASTECA Y TOTONACAPAN
se debe considerar y mirar que gran diferencia de temples hay en este pueblo y los dems
de la sierra, porque en menos distancia de una legua es grande la diversidad de ellos, porque
en todos los sujetos que estn poblados casi no se halla igualdad de temple siendo cada uno
diferente segn el puesto que tiene en este dicho pueblo y los dems comarcanos a el por
mas alto y ms bajo y las sombras, aires y aguas que alcanzan por la gran serrana y
fragosidad de los montes y quebradas lo cual es la causa de la diversidad de temperamentos
que causan no poder acomodar a unos con otros.
Tambin se debe advertir que segn los dichos temples, as tienen las cosechas y frutos de la
tierra porque lo que se da en unos no se da en otros, as de infinidad de frutas y races como
de maz, que en unos se da una vez al ao y en otras dos y en otras tres, con lo que es
abundosa la tierra.
(Alegato de los principales de Tlamatlan, 1599)
- 262 -
Parte 2
al
Museo
Antropologa.
- 263 -
Nacional
de
Captulo 5
El modelo de anlisis de recepcin y las expectativas de los espectadores
frente al MNA
1
Hacia un modelo de anlisis de la recepcin: el registro de la experiencia de los
visitantes
Los estudios de pblico refieren, en sentido amplio, a todos los procesos de conocimiento
sobre las prcticas del pblico en torno a una experiencia de comunicacin y/o recreacin,
as como de los saberes que obtiene de sta. Mientras que los estudios de visitantes se
refieren a la evaluacin especfica de una exposicin en cuanto a sus objetivos educativos
y/o comunicativos.
En palabras de Graciela Schmilchuck los estudios de pblico son los que pretenden
ocuparse de toda la gama de comportamientos y actitudes, hbitos culturales, y
construcciones imaginarias ligados al modo en el que la gente utiliza su tiempo libre en los
espacios concebidos para la recreacin y la informacin (Scmilchuck 1996:32). De este
modo, abarcaran un rango tan amplio como los museos y los parques naturales, hasta los
videojuegos y obras de teatro. Este tipo de estudios son ms que una evaluacin, porque
implican un acercamiento al pblico para conocer, con profundidad variable, algn o algunos
aspectos de interaccin entre ellos y el espacio comunicativo y/o recreativo.
se vincul a este inters temprano por conocer y evaluar la efectividad de las exposiciones;
que despus se aun a la responsabilidad y necesidad de transparentar los recursos
pblicos y privados, utilizados por instituciones culturales. A partir de ellos, se sentaron las
bases tericas y prcticas de este tipo de estudios alrededor del mundo, pero sobre todo
evidenciaron la importancia de la evaluacin de las exposiciones y su aplicacin en su
planificacin, con el fin de establecer una comunicacin ms efectiva con el pblico.
Las perspectivas de la escuela anglosajona transitaron de lo cuantitativo a lo
cualitativo, de lo conductista a lo educativo, de lo estratgico y particular a lo general y la
evaluacin de la calidad. Este trnsito obedeci a las diferentes formas en la que se concibi
al pblico, la manera en la que el museo pretende acercrsele y los alcances o
potencialidades que se vislumbraron en la institucin. As, de un tipo de estudios en el que se
miraba al pblico como un conglomerado indiferenciado, se transit hacia un universo de
visitantes con caractersticas diversas e intereses propios; de un museo que slo exhibe, a
uno que pretende comunicar, educar y entretener.
propia. Si bien los antecedentes de estudios de museos pueden encontrarse en 1920, con
las reflexiones de Galindo y Villa (1921) respecto al papel educativo del museo o con algunas
notas sobre la historia del Museo Nacional, incluso ms tempranas, los estudios que se
refieren al pblico son bastante tardos y escasos; y podemos decir que comenzaron a fluir
en la dcada de los setenta y se afianzaron hasta la de los noventa del siglo pasado, pues
requirieron, ms que de una recomposicin terica, una poltica cultural que les diera cabida.
Algunas referencias tempranas, y ms bien aisladas, sobre estudios de pblico
corresponden a 1952, cuando se publica el estudio pionero de Arturo Monzn Bases para
incrementar el pblico que visita el Museo Nacional de Antropologa 1, que presenta la
primera muestra cuantitativa de los visitantes del Museo por edades y procedencias. Por otro
lado, en 1977, Rita Eder elabor un estudio sobre los visitantes de la exposicin Hammer2.
Vase Arturo Monzn Bases para incrementar el pblico que visita el Museo Nacional de Antropologa en
Anales del Instituto Nacional de Antropologa e Historia,Tomo IV, 2 parte, nm. 31, Mxico, 1952
2
Vase El pblico de arte en Mxico: Los espectadores de la exposicin Hammer, en Guillermo Sunkel
(coord.). El consumo cultural en Amrica Latina. 2 ed.ampliada y reeditada. Bogot, Convenio Andrs Bello,
2006 (pp.229-244)
- 266 -
Las dcadas de los setenta, ochenta y noventa fueron relevantes, porque en ellas se
gest la necesidad de los estudios de pblico. Primero, varios autores, contagiados por los
estudios marxistas y la categora gramsciana, revelaron el papel de los museos como
aparatos ideolgicos del estado y como instrumentos del poder que contribuan al
mantenimiento del orden de las cosas, al provenir y servir a la hegemona de los grupos
dominantes. Despus, retomando las propuestas de Bourdieu, los museos fueron concebidos
como consagradores de las diferencias sociales. Al mismo tiempo, Bonfil Batalla y otros
revelaban la necesidad de la revaloracin de las culturas indgenas y populares, el proceso
de su reproduccin de manera subordinada, y la necesaria conversin de esos grupos en
productores de cultura, y no en meros consumidores o espectadores de una cultura
impuesta3.
En este contexto se publica El pblico como propuesta: cuatro estudios sociolgicos
en museos de arte (1987), en el que Esther Cimet, Martha Dujovne, Nstor Garca Caclini, y
otros ponen sobre la mesa la necesidad de conocer al pblico que visita los museos para
poder evaluar las polticas culturales; y al mismo tiempo inauguran una de las vertientes de
los estudios de pblico en Mxico: la del consumo cultural. sta recupera la perspectiva de la
antropologa urbana y la sociologa de Bourdieu, y de fondo pretende mostrar las
recepciones diferenciales encauzadas por la desigualdad social, econmica y poltica4.
Vase Prez Ruz, Maya Lorena Aportes de Guillermo Bonfil Batalla al concepto de lo popular, en Nueva
Antropologa, vol XVI, nm. 55, Mxico, 1999
4
En Venturas y desventuras de los estudios de pblico, Graciela Schmilchuck hace un recuento y valoracin de
los estudios de pblico en Mxico.
- 267 -
elegidos, aqullos que al visitar el museo se muestran incapaces de apreciar el arte por
carecer de esa educacin. Los no elegidos se convierten en los excluidos, de manera que la
funcin de los museos consiste en reforzar el sentimiento de pertenencia en unos y en los
otros el sentimiento de exclusin (Bourdieu, 2003:176).
Incluso sta parece la hiptesis de El pblico como propuesta, cuando Schmilchick
escribe posteriormente que, a partir de estos estudios, se conclua que la prctica de visitar
museos es minoritaria por la desigual distribucin de la educacin formal y los ingresos,
coinciden con los desequilibrios entre la oferta y el consumo cultural (Schmilchuck, 1996:43).
Garca Canclini seala que los trabajos de Bourdieu respondan bsicamente a dos
preguntas cmo estn estructuradas -econmica y simblicamente- la reproduccin y la
diferenciacin social? y cmo se articulan lo econmico y lo simblico en los procesos de
reproduccin, desigualdad y construccin del poder? (Garca Canclini: 2005:58). Me parece
que estas preguntas tambin guan los estudios de consumo cultural en Mxico, con un giro
tal vez hacia lo poltico, es decir, se enfocan a la comprensin de la manera en la que se
articulan la cultura, lo econmico y lo poltico en los procesos de reproduccin, desigualdad y
construccin del poder.
Con ello queremos hacer notar la adaptacin del modelo de Bourdieu al caso
latinoamericano, es decir, no fue retomado tal cual y ha sido objeto de cuestionamientos,
crticas y reflexiones; situacin que vemos culminada en Diferentes, desiguales y
desconectados, cuando se realiza una crtica, a partir de las voces del propio Garca Canclini
y de Claude Grignon, Jean-Claude Passeron y Luc Boltanski (Garca Canclini, 2004:45, 5678).
Del mismo modo, Garca Canclini ya tena un camino recorrido en la comprensin de
los procesos desiguales de produccin y consumo cultural centrados en dos lneas, la
primera, en el campo artstico; y la segunda en el patrimonio cultural nacional. La primera se
encuentra reflejada en La produccin simblica. Teora y mtodo en sociologa del arte
(1971); mientras que la segunda lnea ha sido recurrente y la podemos ver reflejada en Los
usos sociales del patrimonio cultural (1993) y en A quin representan los museos
nacionales? El Museo Nacional de Antropologa ante la crisis del nacionalismo moderno
(1994).
- 268 -
En este ltimo trabajo, el autor pone de manifiesto los procedimientos usados por el
museo para monumentalizar y ritualizar el patrimonio convirtindolo en fundamento del
nacionalismo (Garca Canclini 1994:109). Garca hace un anlisis de la estructura del Museo
y de los recorridos que propone, y argumenta que el MNA est organizado bajo pautas
cientficas que se materializan en explicaciones consistentes:
donde se reproduce la especializacin de las ciencias antropolgicas en la exhibicin dividida
de lo arqueolgico y lo etnogrfico. Pero la museografa subordina el conocimiento conceptual
a la monumentalizacin y ritualizacin nacionalista del patrimonio. El Estado da a los
extranjeros, pero sobre todo a los nacionales (...) el espectculo de su historia como base de
su unidad y conciencia poltica (Ibid, 115).
- 269 -
Si pudiramos ponerle una objecin a la lnea, es tal vez que al analizar la relacin
entre consumo cultural y desigualdad, no se revisan a las ofertas culturales a las que se
refiere con exhaustiva profundidad, es decir, qu son, cmo se producen; y si bien revelan
que las recepciones diferenciales estn mediadas por la desigualdad a veces es en
menoscabo de mostrarnos la calidad de la propia recepcin. Tambin hay trabajos, que
partiendo de esta lnea, se han enfocado con profundidad a la comprensin del acto
museogrfico, como los de Rosas Mantecn en el Templo Mayor (1993) y el de Prez Ruiz
sobre el Museo de Culturas Populares (1999), que integra tambin otras vertientes de los
estudios de pblico6.
Otras dos vertientes han vertebrado los estudios de pblico en Mxico. La primera se
centra en la comprensin del papel educativo de los museos o su eficacia como transmisor
de conocimientos, que recupera las condiciones y problemticas del aprendizaje en los
museos. La segunda, la llamaremos del acto museogrfico, que toma elementos de la
historia del arte, las ciencias de la comunicacin, la semitica y el anlisis del discurso, para
entender los procesos de significacin de los visitantes en el museo.
- 270 -
museo tiene amplias restricciones para poder cumplir su papel como medio educativo no
formal, creativo, en el que el visitante perciba las luces y sombras del mundo
mesoamericano, el infinito social que ha logrado sobrevivir a las mudanzas del tiempo, (...)
que el pblico vea lo nunca antes visto (Orellana, 1988:101).
En otras palabras, el autor considera que, a pesar de ser el MNA el mayor receptor de
recursos financieros y humanos del panorama cultural gubernamental situacin que ahora
puede ser diferente reproduce esquemas tradicionales educativos, es decir, mensajes
dogmticos y verticales que otorgan al pblico un papel pasivo, porque no se preocupa en
atender sus necesidades. En el fondo del problema que observa Orellana est la carencia de
una poltica educativa, que debera ser definida por el propio museo, y que adems facilite la
cooperacin entre sus diferentes reas.
Susana Muoz (2000) hace lo propio con la tesis Imgenes y discursos de los grupos
tnicos en el Museo Nacional de Antropologa, cuyo objetivo consisti en conocer las
imgenes que el pblico mexicano ha instituido acerca de los grupos indgenas del pas, y
analizar de qu manera el MNA, y especficamente sus salas de etnografa, contribuyen a la
formacin o ms bien deformacin de stas, pues el punto de partida es que el museo aporta
conocimientos para transformar esas imgenes en realidades. La autora concluye que las
salas de etnografa no logran que el visitante reflexione sobre los aspectos culturales
indgenas, y ms bien permiten y propician que el pblico conciba a los grupos tnicos como
ajenos a la realidad, incluso como lejanos en el tiempo y el espacio, permaneciendo as las
imgenes preconcebidas.
Diana Antonia Massa Perborell (2004), en un trabajo de tesis sumamente original, Los
objetos que nos narran. La transmisin de ideas sobre el patrimonio cultural a escolares en el
museo nacional de antropologa, analiza las ideas transmitidas por medio de la palabra a los
visitantes escolares, a partir de entrevistas con los guas del rea de servicios educativos. En
la obra analiza las contradicciones de la construccin del discurso hablado, en tanto
cientfico, pero tambin nacionalista. De manera que el resultado de recorrer el Museo, es
ms que una experiencia de aprendizaje cognoscitiva, un acondicionamiento social del
nacionalismo y el pasado construido de manera hegemnica.
- 271 -
Las aproximaciones desde esta vertiente parten de la comprensin del museo como
un producto cultural, un campo de produccin discursiva, y se han centrado, como lo hemos
venido haciendo, en analizar las condiciones de produccin, circulacin y recepcin de los
discursos museogrficos. La premisa es mirar al museo como un espacio de comunicacin
multidimensional y multifuncional: por sus objetivos, sus mtodos de trabajo y su contexto
institucional: es un espacio de comunicacin, de creacin y transmisin de significados
(Prez Ruiz, 1999:37).
Los pioneros en la lnea son un grupo de investigadores, entre ellos Lauro Zavala,
Mara de la Paz Silva y Francisco Villaseor, quienes se rebelan en contra de los estudios de
pblico cuantitativos en los que el visitante queda reducido a una mera estadstica que
permite justificar estrategias administrativas o legitimar discursos institucionales (Portillo,
1993:8). Para ello conformaron una propuesta de anlisis cualitativo de la recepcin de la
experiencia museogrfica en tanto espacio comunicativo, educativo, ldico y ritual en la obra
Posibilidades y lmites de la comunicacin museogrfica (1993).
- 272 -
Por otro lado tenemos las propuestas centradas en el anlisis del discurso desde la
perspectiva de Julieta Haidar, pero que comparten los principios del consumo cultural, en
tanto que, insistimos, se considera que las interpretaciones del visitante son resultado
tambin del contexto social. Aqu podemos citar el trabajo de Maya Lorena Prez Ruz (1999)
sobre el Museo de las Culturas Populares y de Luz Mara Lepe Lira (2008), sobre una
seleccin de museos queretanos. Esta ltima autora retoma tambin elementos analticos de
la propuesta de Lauro Zavala (1993) que desarrollar ms adelante con el fin de perfilar un
modelo analtico para el caso del Museo Nacional de Antropologa.
El estudio que aqu se desarrollar no tiene como objetivo principal la evaluacin, sino el
conocimiento de la interaccin de los visitantes con la complejidad significativa del museo.
Nuestro ejercicio obliga a estar enfocados principalmente en la lnea del acto museogrfico
pues requerimos de la profundidad que aporta esta lnea.
Para recuperar la mirada de los espectadores tomamos como punto de partida la Gua
para el registro narrativo de la experiencia museogrfica, propuesta por Zavala, que postula
nueve elementos (condiciones de lectura, ttulo, arquitectura, umbral, diseo,
recorrido, discursos de apoyo, esttica e ideologa) que pretenden establecer el grado
de interaccin del espectador con los elementos discursivos del museo por l reconocidos:
ritual, educativo y ldico, as como su lectura.
De entrada la gua sirvi para estructurar las distintas herramientas construidas para
aproximarse al pblico, como cuestionarios y entrevistas, pero pensamos en realizar modelos
lo suficientemente abiertos, para no forzar al espectador a observar dimensiones del museo
que no hubiera descubierto. Aqu cabe el ejemplo de la dimensin de los recorridos
sugeridos o la organizacin espacial, que pretende corresponder a un tema, tiempo, espacio
o cultura, y que por algunos espectadores no es reconocida.
- 274 -
Horizonte individual
Tabla 1
Registro de la experiencia museogrfica
Personal: quin es el visitante? (edad/gnero/ocupacin)
Afectiva: inters en la prctica de recorrer museos y en sus temticas
Cognoscitiva: Nivel de conocimientos en la temtica del museo
Socio-cultural: prenociones del museo y posicionamiento sobre el valor simblico de sus
colecciones
Museogrfica o de la visita: motivaciones y naturaleza de la visita, memoria museogrfica
y temporalidad de la visita
Estructural: propuesta arquitectnica del edificio y organizacin por salas y niveles
Flujo: Recorridos sugeridos y disposicin espacial de las exposiciones
Jerarquas: Preferencias por objetos, tipos expositivos e informacin
Contenidos temticos: grado de compenetracin con los discursos del museo
Autoevaluacin de la visita y reconocimiento de compenetracin con los discursos del
museo
- 275 -
Fue difcil seleccionar y disear las herramientas necesarias para aproximarse a los
espectadores, pero sobre todo delimitar el nmero de participantes. Se pens en tener una
muestra estadsticamente representativa correspondiente al nmero de espectadores por
ao. Desde esta perspectiva la representatividad radica en su factibilidad para generalizar los
- 276 -
resultados hacia la poblacin total, aunque esto no es mi intencin. Para el caso una muestra
aceptable, podra ser conformada por 317 espectadores con las consideraciones siguientes.
Como nmero de espectadores consideramos el promedio de asistentes por ao, que son
1,800, 000. Con base en ello, la cifra elegida de espectadores aporta un margen de
confianza del 95%, con un porcentaje de error de 5.5%.
Al final se cont con un total de 308 participantes activos y 40 participantes con los que
no tuve interaccin directa, porque fueron seguidos durante su recorrido sin ponerlos sobre
aviso. Si bien sta puede ser una muestra representativa estadsticamente mi objetivo,
insisto, no es generalizar ni presentar datos concluyentes a partir de la misma muestra, sino
conformar un corpus capaz de mostrar cualitativamente la diversidad de personas que visitan
el museo y sobre todo sus experiencias. De esta forma el trabajo sigue una metodologa
mixta en tanto que se utilizaron cuatro herramientas con alcances y posibilidades distintas de
anlisis; aunque la mayora ser analizada desde la perspectiva cualitativa.
La segunda herramienta es una entrevista corta para conocer con mayor profundidad
la manera en la que el espectador interpreta los diferentes tipos expositivos dispuestos en los
escenarios. La intencin adems era comprender si la manera en la que se exhiben los
objetos revelando u ocultando visualmente sus contextos sociales impactaba en la
- 277 -
La tercera herramienta fue la narrativa del recorrido, una especie de etnografa hecha
por los propios espectadores en la que se les pidi el relato de su recorrido considerando los
aprendizajes y emociones resultantes. Adems sealar en un croquis su recorrido y el tiempo
empleado en recorrer una o dos salas, fotografiar las piezas o elementos de su preferencia
tanto visuales como verbales. Se cuenta con 20 relatos de espectadores de entre 18 y 20
aos.
2
De aqullos que visitan el Museo Nacional de Antropologa: quin?, por
qu?, para qu?
El espectculo comienza y si bien la intencin es conocer de qu manera lo experimentan
quienes estn all para presenciarlo, lo primero que nos toca es hacer un bosquejo de ellos y
establecer las condiciones que presentan para experimentar el museo. Nuestro trazos nos
obligan a saber por qu toman esta decisin, su disposicin de interactuar, sus percepciones
y saberes previos y su finalidad al estar all. ste es el punto de partida y luego nos tocar
relacionar este contexto con la experiencia para conocer las diferentes posibilidades de sus
lecturas.
-Quines visitan el museo?
La cualidad de los espectadores es su diversidad. Tomemos como ejemplo la muestra de
- 278 -
GRUPOS DE EDAD
VISITANTES
2 (1%)
12 a 15
62 (20%)
16 a 20
98 (32%)
21 a 25
53 (17%)
26 a 35
41(13%)
36 a 45
17(6%)
45 a 65
29 (9%)
6 a 12
MS DE 65
6(2%)
Tabla 2
PRIMARIA
57
NORMAL UNIVERSIDAD
POSGRADO
12 A 15
16 A 20
77
21 A 25
29
26 A 35
22
10
36 A 45
46 A 65
3
38
MS DE 65
TOTALES
11 (4%)
N/C
5 (2%)
61 (20%
97 (31%)
5 (2%)
1 (0.3%)
111 (36%)
17 (5%)
VISITANTES
ESTUDIANTES
208 (69%)
HOGAR
14 (5%)
matemticas.
DOCENCIA
13 (4%)
HUMANIDADES
13 (4%)
ECONMICO ADMNISTRATIVAS
10 (4%)
TCNICOS Y MANUALES
9 (3%)
ramas
ARTE
9 (3%)
arquelogos,
EMPLEADOS
7 (3%)
COMERCIANTES
6 (2%)
INGENIERAS
4 (1%)
JUBILADOS
4 (1%)
SALUD
3 (1%)
N/C
8 (3%)
Tabla 4
que
los
docentes
de
nivel
son
antroplogos,
pedagogos,
psiclogos
trabajadores sociales.
El segundo grupo de profesionistas son los
quienes se dedican a las artes, son arquitectos, diseadores grficos y de modas, msicos y
bailarines; y por ltimo estn aqullos dedicados a las ingenieras. Por otro lado hay quienes
teniendo una carrera universitaria no la ejercen y son empleados o trabajadores federales. La
informacin puede observarse en la Tabla 4.
Aqullos que no cuentan con instruccin universitaria son
PROCEDENCIA
EDO. DE MXICO
VISITANTES
102 (33%)
96 (31%)
90 (29%)
REPBLICA
DF
MIGRANTES
VISITANTES
8 (3%)
8 (3%)
4 (1%)
EXTRANJEROS
Tabla 6
NIVEL DE INGRESOS
VISITANTES
1500 A 3000
9 (3%)
3001 A 6000
21 (7%)
6001 A 9000
12 (4%)
9001 A 12000
15 (5%)
12001 A 15000
9 (3%)
MS DE 20000
17 (5%)
NO PERCIBE INGRESOS
210 (68%)
N/C
15 (5%)
Tabla 5
- 280 -
- 281 -
- 282 -
por lo menos un museo al mes. Pero la gran mayora, 64 (52%) slo hacen una visita al ao,
o casi nunca 26 (21%). De manera que el pblico, puede decirse, se constituye de
espectadores inexpertos, que difcilmente cuestionarn la autoridad del museo.
-La dimensin cognitiva. Qu tan preparado estoy para interactuar con el museo?
Se tiende a asegurar que el Museo da todas las herramientas para que los espectadores
comprendan sus temticas, pero ellos consideran que se requiere contar con conocimientos
previos para comprender lo que ste les presenta. Tal como una visitante afirma () yo creo
que hay que leer antes de venir, sino no entiendes de que te estn hablando. De la misma
forma opinan 73 (58%) de 180 encuestados.
En este sentido, ms que un proceso de aprendizaje en el Museo, parece que los
espectadores perciben que refuerzan conocimientos que han sido aprendidos antes; y en el
caso de que estos no existan la asimilacin resulta sumamente complicada. No queremos
decir con ello que la interaccin con el museo no pueda darse, porque existen otras
dimensiones discursivas con las que los espectadores podrn dialogar. Incluso hay
espectadores que perciben alguna informacin entregada por el Museo como un
conocimiento nuevo.
Grfica 1 Nivel de conocimientos
90
112
85
Desde
esta
perspectiva
la
49
16
2
33
conocimientos
arqueolgicos
conocimientos
etnogrficos
ral, se cree tener conocimientos regulares del tema. As, los espectadores parten de la
premisa de tener competencias cognitivas para interactuar con el museo.Resulta ilustrativo
que de los 16 espectadores que se consideran especialistas en arqueologa, slo 4 de ellos
pudieran serlo, porque dos son arquelogos y dos maestros de historia. Mientras los dos
especialistas en etnografa, se encuentran en camino de serlo pues son estudiantes de
Etnologa.
- 283 -
- 284 -
Ahora bien, quienes no parten de la premisa de los museos como centros educativos,
los perciben como lugares de esparcimiento, ocio o distraccin. Como vimos en lneas
anteriores, hay para quienes las dos dimensiones del museo no se excluyen, sino que
parecen complementarse. Pero para otros, parecen irreconciliables pues acuden all ()
para pasar el rato, o porque son buenos para distraerse o desestressarse.
Pero si observamos a los museos como un servicio de entretenimiento, tal como nos
sugieren sus usuarios, estos compiten con ofertas de muy diversa ndole (tv, internet, cine,
videojuegos, conciertos, bailes, rodeos, parques de diversiones, etc.) y cuyas intenciones no
son necesariamente compartidas con el museo, y as simplemente hay quienes lo descartan.
No les gustan, porque como dice un espectador () prefiero hacer otras cosas en mi tiempo
libre; o porque la prctica de recorrerlos () no s por qu pero me aburre.
Otra veta que nos sugiere nuestro corpus es que los museos se asocian a la
representacin de la historia pues se percibe que en ellos se aprende de esta materia, o de
modos de vida pasados. As tambin se asocia al resguardo de lo histrico, lo viejo o lo
antiguo. De esta manera el perfil del Museo Nacional de Antropologa se asocia con estas
expectativas. Sin embargo, lo anterior nos sugiere la gran ausencia de los museos
cientficos, tecnolgicos o de arte, pues no hay referencias en los espectadores que los
sealen.
Ahora, concentrmonos en el corpus referente al Museo Nacional de Antropologa.
ste es percibido como un medio, una herramienta de difusin porque: muestra, difunde,
fomenta, exhibe, expone o da a conocer. Sus fines principales son cognoscitivos, en el
sentido que aporta conocimientos especficos y de cultura general, pero tambin tiene fines
afectivos relacionados con el establecimiento de un vnculo emocional entre el individuo, el
territorio, el pasado y la cultura que el museo encierra; en pocas palabras es un recurso
identitario.
En el caso de la dimensin cognoscitiva, existe un reconocimiento de la funcin
institucional no slo de este museo, sino de todos, en tanto que sus contenidos permiten
acrecentar el acervo cultural de quienes los visitan. As la funcin del museo es ()
incorporar cultura general () o () ayudar a conocer sobre la cultura. Pero tambin se
reconocen sus contenidos temticos especficos, aunque volcados hacia lo histrico y lo
- 285 -
prehispnico. La dimensin histrica o del devenir del tiempo se reconoce cuando, por
ejemplo, se percibe que el Museo () da a conocer lo que ha sucedido. Pero tambin se
reconoce el momento histrico especfico, cuando se dice que all se () exponen las
culturas prehispnicas ms sobresalientes que dieron origen al pas.
La dimensin afectiva radica para los encuestados en que el Museo permite un
ejercicio de revaloracin. Es decir, est enfocado a cambiar la actitud respecto a un tema y
consecuentemente cambiar de una valoracin negativa a positiva o gradual. En palabras de
un encuestado, el museo puede () hacer que las personas valoren ms nuestra cultura.
Pero resulta interesante que en todas las respuestas se ocupe el pronombre nuestros,
nuestras. As el museo no divulga el pasado prehispnico sino nuestras races; no da a
conocer la cultura, sino nuestra cultura. En otras palabras el Museo es percibido como un
divulgador de lo nuestro.
Lo anterior refleja un imaginario instituido socialmente, de hecho, parece ms un
proceso hegemnico en el que el significado de este espacio parece haberse difundido como
irrevocablemente asociado a la representacin de la identidad y esto ha cobrado sentido en
los encuestados, cuando usan el pronombre nuestro, adscribindose a una colectividad, a
la de la comunidad imaginada.
Ms all de su funcin de divulgacin, el Museo es percibido como un conservatorio,
dedicado a guardar los tesoros del pasado de Mxico. Sin embargo, su funcin como centro
de investigacin, casi no aparece reflejada. De manera que la labor de los curadores, parece
desconocida o poco valorado para los espectadores.
Sabemos que las temticas del Museo estn colocadas simblicamente en posiciones
distintas, debido a coyunturas polticas, histricas y sociales, que reflejamos en la primera
parte de esta investigacin, pero cul es la percepcin que se tiene de ellas cuando no se
ha recorrido el Museo Nacional de Antropologa?
A partir de nuestro corpus podemos decir que los imaginarios del pasado prehispnico
se construyen a partir de las emociones, la imaginacin y el pensamiento. Identificamos
varios sentidos o significados, ms o menos recurrentes, en los que se pondera: la esttica,
la relacin del pasado con el presente y la alteridad y el orgullo, que confluyen hacia la
construccin subjetiva de la identidad nacional y el nacionalismo.
- 286 -
- 288 -
en el caso de los grupos indgenas deb aclarar en algunas ocasiones que tambin formaban
parte de los contenidos del Museo para poder conocer sus opiniones.
A diferencia del corpus del pasado prehispnico en el que la dimensin afectiva y la
imaginacin juegan un papel importante, la dimensin racional tiene un papel preponderante.
Incluso se prefiere no contestar antes que poner esas competencias en juego, es decir, antes
de imaginarlos. De esta manera, los significados sobre los pueblos indgenas estn
integrados bsicamente por cinco referentes: la cultura, lo social, la esttica, la
representacin de los grupos indgenas y la identidad.
El sentido de los grupos indgenas basado en su cultura se construye a partir de tres
elementos. Si bien la tradicin y las costumbres podran englobar lo mismo, los entrevistados
las mencionan por separado, como si fueran diferentes. stas, ms la lengua, son los
referentes de este sentido, y se relacionan con la conservacin, la permanencia, la
diferencia, y lo que podramos reconocer como mestizaje.
As tenemos que para tres estudiantes de psicologa los grupos indgenas: () son
gente que conserva su cultura y dialecto (); o que () ante todo, su forma de vida es
diferente (); o () son etnias, cada una diferente. El mestizaje es expresado por un
estudiante de comunicacin, quien dice: () son como el seguimiento de las antiguas
civilizaciones junto con tradiciones y costumbres nuevas o alteradas, pero aun hablan
idiomas ancestrales (). O tambin son () aqullos que no pierden las costumbres y
tradiciones pues permanece an lo de las culturas antiguas.
El sentido de los grupos indgenas, basado en lo social, depende de la percepcin de
que stos son resultado de condiciones sociales, polticas y econmicas especficas, y que
han determinado sus problemticas actuales. Por ejemplo, un entrevistado percibe que son:
() pueblos que vivan en extrema pobreza, pero que con ayuda del gobierno estos pueblos
han salido adelante. Mucha gente cooper para que estuvieran en mejores condiciones. O
son () personas que viven apartadas de las ciudades, en marginacin, escasos recursos
econmicos (), o simplemente que () han sido discriminados.
En el sentido construido a partir de la representacin o construccin psicolgica de
quienes pertenecen a un grupo indgena; se parte de un sentimiento, me parece de
compasin pues se percibe que han tenido que sortear muchas vicisitudes. As tenemos
- 289 -
quien dice que los grupos indgenas: () son muy verstiles pues se tienen que adaptar a
toda situacin o modo de vida. O quien opina que () es gente muy luchona que le cuesta
ms trabajo salir adelante que nosotros. Pero tambin se relaciona con la dimensin cultural
cuando se dice que son: () personas dignas y orgullosas porque no se avergenzan de
sus tradiciones.
Otros no se centran en la persona sino en lo material y, el significado que podran
asociar a los grupos indgenas, se concentra en las llamadas artesanas y su calificacin
esttica, es decir, me gustan sus artesanas, son realizadas con creatividad.
Por ltimo, quienes construyen un sentido de los grupos indgenas a partir de la
identidad reflejan una aceptacin de un nosotros en el que ellos tienen cabida. Ya sea
porque son parte de: nuestra cultura, nuestro pas o incluso nuestra historia. Es
relevante el uso de este pronombre porque a diferencia del pasado prehispnico en donde se
utiliza muy frecuentemente, aqu no. Presentamos dos ejemplos en donde son utilizados:
Quiz su cultura, sus lenguas y tradiciones se van perdiendo pero son parte de nuestra
historia y cultura; () sus tradiciones reflejan una parte de nosotros los mexicanos.
Por otro lado las personas entrevistadas nos dejan ver que el museo no est dirigido
slo a un nosotros, es decir, los mexicanos, sino a un otros, el resto del mundo, o los
extranjeros. As, el Museo es imaginado como un centro de divulgacin de un nosotros, un
nuestro, para nosotros mismos pero tambin para los otros, como afirman los entrevistados
() porque es lo que nos representa mundialmente (); () tenemos ms conocimiento
sobre las personas que vivieron antes que nosotros y para que los extranjeros que vienen los
conozcan tambin.
Este apartado refleja dos posiciones distintas de acercamiento con las temticas del
Museo, es decir, dos formas de darles sentido. Por un lado, el pasado prehispnico parece
poner en juego las emociones y la imaginacin de los entrevistados y, en menor grado, lo
que podemos relacionar con una dimensin cognoscitiva-racional. Pero para el caso de
explicarse y dar sentido a los grupos indgenas, esta ltima dimensin es la que parece
delimitar las percepciones. Si tomamos estos imaginarios como el punto de partida del cual
los espectadores darn sentido al Museo, podramos pensar que lo mismo ocurrir cuando lo
visiten y que, por ejemplo, ser imposible que los grupos indgenas tengan para el
- 290 -
La primera decisin que toman los espectadores del Museo es por qu ir? Lo hacen por
diversas razones. En primer lugar se encuentra quienes asisten de manera obligada, al ser
llevados por sus escuelas, entre semana o en fin de semana, para realizar una tarea escolar.
El entrecomillado responde a que a pesar de que van por esa razn, tambin se contesta
que asisten porque les gusta hacerlo, o porque tienen inters en conocer sobre alguna
temtica del museo. Lo mismo sucede con los acompaantes solidarios quienes afirman
estar all por otras razones.
11, 3%
29, 7%
19, 5%
En
6, 1%
1, 0%
181, 43%
lugar,
los
Visita escolar
Aprendizaje
segundo
Costumbre
Segunda opcin
Esttico
Obligado
Grfica 2
Motivaciones para la visita al MNA
esto
ltimo,
eran
estudiantes
de
incluso se dirigen en busca de algn color o textura para realizar algn diseo o dibujo. Pero
tambin hay quien efectivamente va por obligacin, pues no encuentran otra razn ms que
acompaar a la novia, como expres uno de los entrevistados.
Con quin ir al museo?
Quienes van al museo lo hacen en compaa de la familia o la pareja, los amigos, en grupos
de escuela, o en grupos tursticos. La forma ms comn, considerando un universo de 298
espectadores, es ir acompaados de sus maestros y compaeros como parte de una visita
escolar (127, 41%), despus con la familia o en pareja (87, 28%), y al final con los amigos
(53, 17%). Hay quienes combinan a la familia y a los amigos (26, 8%), y quienes van en
familia pero como parte de un grupo turstico (4, 1%), y finalmente quien va solo (1, 0%).
Independientemente de con quin vayan resulta interesante que para la mayora no es
la primera vez que visita el museo. Como referente usemos los nmeros de los 307
encuestados, para 179 (58%) no es su primera visita al museo.
Los participantes fueron entrevistados entre semana, fin de semana y vacaciones
pues cannicamente se pens que la muestra correspondera en el primer caso a
estudiantes o visitantes escolares, y en los otros casos a familias. Entre semana se
entrevistaron a 152 personas, la mayora de la muestra. En fin de semana a 89 y en
vacaciones a 67. Sin embargo tanto en vacaciones como en fin de semana acuden para
realizar tareas, lo mismo que entre semana acuden familias con otras motivaciones.
Hasta aqu hemos descrito el primer horizonte del modelo de la experiencia
museogrfica del espectador, intentado descubrir las condiciones bajo las que se llevar a
cabo la experiencia de los espectadores y los elementos con los que puede construirse su
lectura o interpretacin.
Si tratramos de hacer una evaluacin, nuestro papel sera decir si estas condiciones
favorecen o desfavorecen la interaccin con el museo. En tal caso podemos decir, en sentido
amplio, que son favorecedoras, porque desde el horizonte afectivo existe inters en las
temticas del museo, ms por las salas de arqueologa que por las etnogrficas, y de la
misma forma inters por los museos. Cabe agregar que aunque se tienda a pensar que una
- 292 -
visita escolar es obligada, tanto los estudiantes, como sus acompaantes no contestaron que
fuera as y slo una persona as lo refiri.
Con referencia al nivel de conocimientos los espectadores consideran contar con un
acervo que les permitir comprender el Museo y de esta manera las condiciones son
favorables para emprender un proceso cognoscitivo. De la misma forma que el museo se
asocia con un espacio educativo incuestionado y cuenta con la autoridad simblica para
ejercer un proceso de aprendizaje, y, por otro lado, la motivacin para asistir es justamente la
de aprender. De manera que tambin podra ser favorable para la experiencia cognoscitiva
del visitante
Pero si miramos nuestro corpus nos podemos dar cuenta de algunas contradicciones,
o reconocer elementos que en la experiencia resulten ms bien desfavorables para
interactuar con todos los discursos del museo. Si bien existe el inters por los museos, en el
terreno de las prcticas se revela que la mayora de los espectadores son inexpertos, en
tanto que casi no acuden a estos espacios.
La inexperiencia aunada al poder simblico del museo es un arma de doble filo, por un
lado, si ste cuenta con la autoridad incuestionada, genera la confianza necesaria en el
espectador para interactuar con l. Pero al mismo tiempo, si no se le cuestiona, si no se le
recorre con frecuencia, si no sabemos ver en un sentido crtico se carece de herramientas
para interactuar en un espacio al que se es ajeno y del que se desconoce su funcionamiento.
Lo que se perfila es una experiencia basada en otras competencias que no son las
cognoscitivas. Pero no queremos decir que se carezca de un proceso significativo, porque lo
que har el espectador es precisamente construir un significado utilizando distintas
estrategias de interpretacin como el uso de los imaginarios que lo avalan como parte de una
comunidad interpretativa.
El horizonte sociocultural muestra los imaginarios que existen sobre el propio MNA y
sus temticas, y los espectadores construirn su interpretacin a partir de ello. Me refiero a
imaginarios en el sentido de que los espectadores parten de vacos explicativos que han
llenado a partir de la imaginacin y de un proceso de socializacin. El reto en los captulos
siguientes ser saber en qu medida stos son reafirmados, rechazados o modificados
despus de recorrer el Museo.
- 293 -
Captulo 6
Acto primero, segundo, tercero Voy bien o me regreso? El espacio y el
tiempo como ejes secuenciales de la narrativa del museo
1
El Museo Nacional de Antropologa. Conjuncin del tiempo y el espacio
dramtico.
El espacio, como plantean varios autores, entre ellos Michel De Certeau (2000), es una
dimensin cuya produccin resulta de un conflicto dialctico permanente entre poder y
resistencia al poder, es producto de las operaciones que lo orientan, lo temporalizan, lo
sitan y lo hacen funcionar; en cada una de estas operaciones acta una fuerza hegemnica
y disciplinaria y otra que se le contrapone (De Certeau, 2000:117).
Esas fuerzas contrapuestas son los productores y los consumidores. Los primeros son
quienes ejercen el poder; y podran ser, en trminos foucaultianos, agentes disciplinarios que
lo construyen, lo poseen, lo nombran. Son quienes establecen reglas respecto a las
prcticas y usos del espacio; y entregan una gua a sus usuarios, una forma de hacer
sentido, que se constituye, para moverse en su interior (De Certeau, 2000:104).
En palabras de David Harvey (1998), la construccin del sentido del espacio y al
mismo tiempo su comunicacin se constituye a partir de su representacin, es decir de su
expresin por medio de cdigos y saberes. Las formas de representar el espacio permiten
que las prcticas de recorrerlo y construirlo se comprendan, se practiquen y se comuniquen
en trminos cotidianos o especializados, por ejemplo: geogrficos, cartogrficos, y para el
caso, arquitectnicos y museogrficos.
- 294 -
En el caso del museo, sus productores, los especialistas, entre ellos musegrafos y
antroplogos, cotidianamente construyen y reconstruyen el espacio, lo nombran, crean sus
reglas para darle sentido y lo convierten en uno ms de sus horizontes discursivos, para ser
ledo por los espectadores.
Por un lado, el espacio en el museo tiene un sentido que puede ser expresado en su
arquitectura, en su continente. Si bien, ste parte de referentes artsticos, su cualidad es ser
la materialidad que engloba su sentido como un todo, o sea como lugar en el sentido de Marc
Aug, como un espacio fuertemente simbolizado (), un universo de reconocimiento, ()
un conjunto de puntos de referencias, sociales e histricos1.
El museo, visto como un todo, decreta un espacio imaginario, es resultado de una
invencin, una acumulacin histrica de las formas de nombrarlo, concebirlo y darle sentido.
El espacio imaginario, en trminos de Harvey, propone nuevas posibilidades de usarlo y
comprenderlo; en l se crean discursos simblicos o artsticos, en los que las dimensiones
espaciales y temporales convergen de formas distintas, que corresponden a un proyecto
utpico.
El proyecto utpico del Museo Nacional de Antropologa, es decir el sentido de este
espacio imaginario, es de naturaleza simblica y ritual, en tanto que sugiere la comunin del
tiempo pasado y presente para dar sentido a la invencin de una nacin y su historia de vida,
adems del sentido de comunidad o de pertenencia a un territorio. Como lugar los
espectadores construyen su sentido desde distintos mbitos, como observamos en el
captulo anterior, a partir de los imaginarios de este espacio, y sobre el museo como
institucin, pero tambin de los valores de sus colecciones.
Una vez que el espectador ingresa al continente del Museo, atraviesa un borde
espacial, un umbral que lo separa de la cotidianidad y lo predispone hacia la experiencia
museogrfica. Despus del umbral, el espectador entra al topos del museo, una porcin
discreta de espacio tendiente a desempear un rol significante para ser desdoblado por el
espectador, quien ha entrado y ha sido envuelto por el espacio en donde el cuerpo transitar
para ejercitar sus competencias perceptivas, emocionales y cognoscitivas, y posiblemente
ser llevado a partir de la organizacin del espacio que constreir sus recorridos.
1
- 295 -
- 296 -
Horizonte estructural
Horizonte de flujo
Tabla 1
Modelo de anlisis del discurso espacial
Uso del espacio
Apropiacin material:
Interaccin fsica con el espacio
mediante el transitar del cuerpo
Apropiacin simblica:
interaccin simblica con el
espacio mediante la resignificacin,
ligada o no al contenido
Jerarquizacin de espacios
- preferencia de un espacio sobre otro
Resignificacin del espacio, mediada por:
- percepcin desde los imaginarios, redondeados con
saberes y prejuicios del espectador
- gusto, juicio personal de la experiencia de transitar un
espacio
-vivencias, evocan memorias del espectador
-conocimientos
Interaccin con el discurso espacial como hilo conductor
de la narrativa museogrfica
-Comprensin de la secuencia lgica mediante los signos
del discurso espacial
Espacios
transitados
Espacios
apropiados
simblicamente
a travs de los
significados
asociados a
referentes o
marcas en el
espacio
lectura de la
secuencia
narrativa
- 297 -
Tal vez convenga aclarar en este punto que para explicar la apropiacin simblica se
sumaron algunas interpretaciones de objetos y escenarios que integran el espacio del
museo, porque para los espectadores de stos depende su apropiacin o rechazo. Sin
embargo an no estaremos en condiciones de explicar a fondo este proceso de
interpretacin de los objetos, o el propio lenguaje de los objetos, ya que se desarrollar con
mayor profundidad en el prximo captulo.
2
Recorrer para saber, percibir o sentir o slo para llegar al final.
-Apropiacin material del espacio
Antes de comenzar con el desarrollo del captulo, recordemos que su base es un corpus de
25 seguimientos de grupos de espectadores, en los que fui trazando sus flujos de recorrido y
tiempos de visita; y 15 grupos ms, a los que se les solicit trazaran su propio mapa de
recorrido en un croquis, de una, dos o tres salas; quienes adems anotaron sus tiempos de
recorrido y describieron su experiencia. En algunos casos, nos referiremos tambin a las
respuestas de 180 espectadores que respondieron un cuestionario de salida, en el que se
sealan las salas recorridas por ellos, as como su preferencia por alguna o algunas de
stas, as como tambin por los objetos exhibidos en ellas y las motivaciones para que as
sea. stas son importantes porque nos ayudaran a construir un mapeo de los referentes
materiales en el espacio, de los que depende su apropiacin simblica.
Comencemos por explicar en qu medida es usado el espacio del Museo como un
todo. Recorrer su totalidad es una labor titnica a la que pocos se enfrentan, esto les llevara
ms de un da, sin importar qu tan profunda o superficial sea su interaccin con su espacio.
As lo coment una espectadora, quien acudi con sus hijos en fin de semana: () venimos
sabiendo que no lo podemos recorrer en un da, pero nos gusta a veces recordar las salas
que hemos visitado y ver si hay algo nuevo. Reafirmamos lo anterior agregando que ninguno
de los grupos de espectadores observados recorri el museo en su totalidad, es decir, de 25
grupos, ninguno lo hizo. Por otro lado, de nuestra muestra de los 180 espectadores
encuestados, slo 17 afirmaron recorrerlo todo.
- 298 -
encuestados tambin ocurre lo mismo, pues 46 (44%) recorrieron igual nmero de salas. Eso
quiere decir que gran parte de los espectadores utiliza slo el 14% del espacio dedicado a
las exhibiciones permanentes del Museo.
Salas recorridas
1a3
4a6
7a9
10 a 12
13 a 15
16 a 18
19 a 21
Nmero de espectadores
46 (26%)
34 (19%)
34 (19%)
29 (17%)
8 (5%)
3 (2%)
21 (12%)
Para perfilar la apropiacin material del espacio, veamos cules de estas salas son las
ms visitadas por los 180 espectadores encuestados (Grfica 1 y 2). No es de sorprender que
la Sala Mexica y la Maya sean las ms concurridas, por 135 y 131 espectadores
respectivamente. Podemos pensar que esto se debe al prestigio y valor simblico que han
adquirido estos grupos prehispnicos a travs de los aos y, como veremos ms adelante,
porque tambin estas salas integran algunos de los objetos ms emblemticos del Museo,
que despiertan curiosidad e inters en los espectadores.
La situacin contrasta con los datos de las salas etnogrficas. En este caso, la sala
ms frecuentada es la de Pueblos Indios, visitada por 57 espectadores. Por otro lado,
mientras que la sala arqueolgica de menor afluencia es la del Preclsico en el Altiplano
Central, con 73 espectadores, en el caso de las etnogrficas, es la de Sierra de Puebla,
visitada slo por 33 espectadores.
Cabe agregar que, de 175 encuestados, la mayora, 94 (64%) espectadores, recorrieron
ambas secciones del museo. Pero hay otros nmeros que reflejan lo ya intuido, que existe
mayor apropiacin material de las salas arqueolgicas que de las etnogrficas. Por ejemplo,
el dato de que 81 (46%) espectadores visitaron slo las salas arqueolgicas, que contrasta
fuertemente con los 2 (1%) que recorrieron exclusivamente el rea de etnografa.
- 300 -
77
86
82
73
131
75
74
recorrido.
86
grupos
Veinticinco
recorrieron
(62%)
slo
de
las
estos
salas
decir
que
de
stos,
slo
grupos
81
40
40
43
36
44
39
42
45
33
quienes
seleccionaron
algunos
objetos
Grfica 2
sus alcances y planear si continuar o no, y desde dnde. As, ms que instrumentos de
planeacin, los mapas son usados a posteriori.
Ahora bien, si los espectadores son seducidos por la estructura arquitectnica y el
recorrido que sta sugiere, empezarn por las salas iniciales, ya sea la del ala derecha
(Introduccin a la Antropologa) o la de la izquierda (Culturas del Norte). De los 25 grupos de
espectadores observados, 14 comenzaron por estas salas, y nueve no siguieron el recorrido
estructural, haciendo un uso del espacio diferente al propuesto por el Museo.
El recorrido estructural es aquel que sigue el espectador de acuerdo con la estructura
arquitectnica del Museo, la cual, como mencionamos, sugiere el plan de recorrido de los
productores del espacio. Este tipo de recorrido es propiciado claramente cuando se accede
por el ala derecha del Museo, porque aqu la propia arquitectura no presenta escisiones, es
continua, y las nicas alternativas son seguir por la planta baja, o subir al primer piso, pero
ambas opciones llevan finalmente hacia la misma direccin: la Sala Mexica. Ocho grupos de
espectadores comenzaron su recorrido por el ala derecha, en la Sala Introduccin a la
Antropologa y, al salir de ella, tres grupos recorrieron casi toda el ala de manera
subsecuente, es decir, se atuvieron al recorrido estructural, llegando hasta la Sala Mexica
(Figura 1).
Pero por la manera en la que se accede al Museo, del lado izquierdo, existe una
variacin del plan original, y el recorrido inicia por la Sala Culturas del Norte. De esta manera,
seis grupos de espectadores iniciaron all su recorrido; pero una vez que salen, la estructura
arquitectnica presenta una escisin, es interrumpida, y el espectador es libre de transitar
hacia cualquier punto. As, algunos cruzaron al ala derecha, otros ascendieron al segundo
nivel, y otros superan el aislamiento de las Salas Culturas del Norte, y Culturas de Occidente
y siguen hacia la Sala Maya, en el ala izquierda. Estos espectadores iniciaron con un
recorrido estructural, pero una vez saliendo de la Sala Culturas del Norte se transforma en
uno totalmente aleatorio (Figura 2).
Los nueve grupos de espectadores, que no iniciaron su recorrido por las primeras
salas de cualquiera de las alas del Museo, rechazan por completo del recorrido estructural,
van en busca de una cultura, un objeto, o una temtica especfica, ya sea por motivos
escolares o personales, y desde el inicio su recorrido es aleatorio.
- 302 -
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
Salas etnogrficas
Pueblos Indios
Gran Nayar
Purecherio
Otopame
Sierra de Puebla
Oaxaca: Pueblos Indios del Sur
Itinerario
1:19 a 1:26
2
3
4
5
6
7
Salas arqueolgicas
Introduccin a la Antropologa
Poblamiento de Amrica
Preclsico en el Altiplano Central
Teotihuacn
Los Toltecas y su poca
Mexica
Culturas de Oaxaca
9
10
11
12
Itinerario
12:54 a 1:18
1:27 a 1:41
1:46 a 1:58
1:58 a 1:59
2:18 a 2:25
2:25 a 3:07
3:09 a 3:10
3:12 a 3:28
- 303 -
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
Salas etnogrficas
Pueblos Indios
Gran Nayar
Purecherio
Otopame
Sierra de Puebla
Oaxaca: Pueblos Indios del Sur
Costa del Golfo: Huasteca y Totonacapan
Pueblos Mayas
El Noroeste: Sierras, Desiertos y Valles
Los Nahuas
Itinerario
12:36 a 12:40
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
Salas arqueolgicas
Introduccin a la Antropologa
Poblamiento de Amrica
Preclsico en el Altiplano Central
Teotihuacn
Los Toltecas y su poca
Mexica
Culturas de Oaxaca
Culturas de la Costa del Golfo
Maya
Culturas del Occidente
Culturas del Norte
Itinerario
12:26 a 12:34
12:15 a 12:25
12:00 a 12:15
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
Salas etnogrficas
Pueblos Indios
Gran Nayar
Purecherio
Otopame
Sierra de Puebla
Oaxaca: Pueblos Indios del Sur
Costa del Golfo: Huasteca y Totonacapan
Pueblos Mayas
El Noroeste: Sierras, Desiertos y Valles
Los Nahuas
Itinerario
12:56 a 13:09
- 304 -
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
Salas arqueolgicas
Introduccin a la Antropologa
Poblamiento de Amrica
Preclsico en el Altiplano Central
Teotihuacn
Los Toltecas y su poca
Mexica
Culturas de Oaxaca
Culturas de la Costa del Golfo
Maya
Culturas del Occidente
Culturas del Norte
Itinerario
2:25 a 2:55
1:57 a 2:25
1
2
3
4
Salas etnogrficas
Pueblos Indios
Gran Nayar
Purecherio
Otopame
5
6
7
8
9
10
Sierra de Puebla
Oaxaca: Pueblos Indios del Sur
Costa del Golfo: Huasteca y Totonacapan
Pueblos Mayas
El Noroeste: Sierras, Desiertos y Valles
Los Nahuas
Itinerario
5:01 a 5:07
5:07 a 5:14
2
3
4
5
Salas arqueolgicas
Introduccin a la Antropologa
Poblamiento de Amrica
Preclsico en el Altiplano Central
Teotihuacn
6
7
8
9
10
11
12
Itinerario
4:12 a 4:20
4:20 a 4:27
4:28 a 4:50
4:51 a 4:56
4:56 a 5:00
-Horizonte de flujo
Respecto al trnsito al interior de las salas, hay que aclarar que existen variaciones
importantes entre los grupos de espectadores a quienes se les solicit expresamente
sealaran sus recorridos en un croquis, frente a los que fueron seguidos sin previo aviso. El
primer ejercicio gener condiciones ficticias, los espectadores sintieron que realizaban una
tarea, por ende los recorridos tendieron a ser exhaustivos y, por lo general, iniciaron por
donde sugiere el recorrido estructural, mientras que los que fueron seguidos sin previo aviso
presentan una variabilidad que explicaremos ms adelante.
- 305 -
Contamos con recorridos trazados de 14 salas2, pues son stas las que los
espectadores eligieron recurrentemente transitar, aqu me referir slo a ellas. Al llegar a una
sala, el espectador se presenta en un umbral en el que decidir por dnde iniciar. En diez
salas el recorrido estructural sugiere que debe partir por el lado derecho y terminar por el
lado izquierdo. Sin embargo el umbral presenta las dos alternativas en un mismo plano, as
que los espectadores pueden elegir iniciar por el final o por el principio de la narrativa de la
sala. En la Sala Mexica la situacin es ms compleja, pues nos propone tres puntos de
arranque: de frente (hacia el calendario azteca, a pesar de que una plataforma impida el
trnsito), por la derecha y por la izquierda.
En la Sala Los Toltecas y su poca se presenta slo una alternativa de punto de inicio,
la del principio de la narrativa, en la Sala Culturas de Oaxaca tambin, sobre todo para quien
viene de la Sala Mexica. As los espectadores comenzarn desde el principio de la narrativa
de la sala. Sin embargo quienes acceden a ella por la Sala Culturas del Golfo se les
presentan las dos opciones en el umbral. Por ltimo la Sala Teotihuacn presenta un trayecto
de frente al espectador, como nica alternativa de punto de arranque, y despus una
bifurcacin en donde deben decidir hacia cul lado dirigirse.
Pero la situacin se vuelve ms compleja cuando hay salas que presentan
accesos/salidas por el jardn, o cuando hay dos salas que comparten el mismo espacio como
las de Culturas de Norte, y Culturas de Occidente. En este caso si se inicia el recorrido por la
primera sala, al salir de ella se sugiere un punto de inicio de la segunda sala por el final de la
narracin.
Frente a este panorama, el punto de arranque puede presentar dificultades para
interactuar con el recorrido estructural que sugieren los productores del Museo. Algunos
espectadores comienzan por el lado derecho, atenindose a la secuencia lgica propuesta.
Otros inician por el lado izquierdo, y podran observar indicios de que se est iniciando por el
final de la narrativa de la sala. Por ejemplo, en las salas arqueolgicas considerando que
sta se relaciona con el tiempo, se presentan en ocasiones, referencias al periodo colonial.
Mientras que en las etnogrficas, cuando se presenta una especie de resumen de lo
presentado en la sala, o reflexiones a manera de cierre. Aun as ninguno de los grupos de
2
- 306 -
espectadores observados percibe estos indicios como tales, lo que los llevara a cambiar el
sentido de su recorrido. Lo anterior podra indicar que el discurso del espacio como hilo
conductor de la narrativa de las salas no es comprendido por los espectadores, no se hace
explcito para ellos, o no es importante.
Resultado de estas condiciones, podemos encontrar tres estilos de arranque: por el
principio, por el final de la narrativa, y uno aleatorio o inesperado, con dos variantes. El
primer estilo tiende a propiciar que el
recorrido del espectador sea estructural,
siguiendo la lgica de la narrativa de la sala
(Figura 5). El segundo, de entrada es
diferente al planteamiento de los productores, en tanto que inicia por el final; pero una
vez iniciado su recorrido, el espectador
recorrer
la
sala
de
manera
continua
- 307 -
de
espacio
de
la
Figura 7
- 308 -
Desde luego existe una variabilidad de formas de transitar e interactuar con las salas;
intentar resumirlas y ejemplificarlas a partir de tres tipos, basados en la relacin espacio
transitado y tiempo dedicado. stos son exhaustivo, superficial y por polos de atraccin. El
tipo exhaustivo es aquel en el que los espectadores dedican el tiempo que ellos consideren
necesario para poder interactuar con los discursos del museo. Recorren la mayora o parte
de la sala; pero su cualidad es que el tiempo que ocupan para transitar una sala, es mayor al
que se requiere para mover el cuerpo desde el punto de inicio de la sala al final (Figuras 8, 9,
10 y 11). En los croquis se seala el recorrido de los espectadores, con una cruz se
marcaron los objetos de su inters, y en el caso que ellos mismos marcaron el recorrido se
hacen anotaciones para sealar lo mismo.
Resulta interesante que las salas que propician, en mayor medida, recorridos
exhaustivos, en los que se recorren las salas en su totalidad, se interacta casi con todos los
elementos expuestos, y se posibilita la interaccin con los discursos del museo, son las salas
Introduccin a la Antropologa, Poblamiento de Amrica, y Pueblos Indios. Tal vez esto
ocurre porque son las ms pequeas y de colecciones reducidas.
- 309 -
Los
espectadores
recorren
Figura 11
slo por un lado del recorrido. Es decir, todas las salas presentan un flujo en el que el
espectador debe mirar hacia su lado derecho y tambin al izquierdo, pero slo miran hacia
un lado y continan su recorrido. El recorrido superficial es aquel en el que prcticamente
slo se transita la sala, y el espectador se detiene a mirar los objetos que le atraen o incluso
ninguno. El tiempo de recorrido es el mnimo en el que el cuerpo se traslada desde el punto
No encontramos relacin entre el tamao de las salas y su contenido, con que stos
favorezcan o propicien un recorrido superficial. Es decir, en principio pens que las grandes
dimensiones de las salas, causara el mismo efecto que el total del Museo: el de
imposibilidad de recorrerlas. Y en todo caso, esto llevara a abandonar el recorrido
prontamente, o acelerarlo, hacerlo de manera superficial. Pero esto no es as, porque sin
importar el tamao de la sala, se les dedica un tiempo considerable y, aunque sea por
fragmentos, se les recorre de manera exhaustiva. Lo que s podemos decir, es que quienes
recorren de manera superficial una sala, lo hacen de la misma forma en todas las que
deciden transitar.
- 312 -
Si
bien
tanto
el
recorrido
la
atraccin
que
siente
el
del
recorrido,
de
alguna
quienes
realizan
trnsito
por
la
sala
est
nicamente del espectador, rechazando la interaccin con el recorrido sugerido por los
productores del Museo (Figura
16).
En
general
estos
re-
tiempo
para
hacerlo
es
la
curiosidad
estos
polos
que
de
Figura 17
Recorrido por polos de atraccin, vitrina de jerarquizacin, vitrinas de msica y
bailes, Tumba de Pakal y el jardn como punto de fuga. Duracin del recorrido en
la sala 4 minutos.
Croquis y seguimiento realizado por Erndira Muoz
- 313 -
trnsito aleatorio al interior de la sala. Mientras que el acceso a los jardines, que presentan
maquetas o reproducciones arquitectnicas a escala 1 a 1 u otros elementos, son detonantes
para que el espectador abandone la sala. Varios espectadores toman el jardn como un
punto de fuga y ya no regresan a la misma sala, o si regresan es para abandonarla (Figura
17).
stos son los medios por los que se establece una relacin, no sabemos qu tan duradera,
entre el espectador y el espacio, reconocemos tres mediadores:
1) la percepcin vinculada con los imaginarios, condicionados socialmente y
redondeados por lo que el espectador considera saberes, as como sus prejuicios. En suma,
el Museo pone en contacto al espectador con sus imaginarios y a travs de ellos se relaciona
con el espacio
Sala
Menciones
MEXICA
66
MAYA
54
TEOTIHUACN
12
TODAS
POBLAMIENTO DE AMRICA
OAXACA
INTRO. A LA ANTROPOLOGA
6
6
OAXACA ARQUEOLGICA
PUEBLOS MAYAS
apreciacin
PRECLSICO
PUEBLOS INDIOS
GRAN NAYAR
PURECHERIO
LOS NAHUAS
NINGUNA
2
2
OTOPAME
SIERRA DE PUEBLA
Salas ms gustadas
0
0
Tabla 4
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3) vivencial, el museo evoca memorias personales
del espectador
3) los conocimientos adquiridos, es decir la
de
un
conocimiento
adquirido
del
de
Amrica
Introduccin
la
las races de la nacin. La palabra races remite al vnculo imaginario del pasado y el
presente que se ha instituido socialmente, y el Museo hace visual esa relacin, colocando al
espectador frente a ese imaginario y no le quedar ms que corroborarlo. Incluso podramos
decir que las respuestas de los espectadores, no se relacionan estrictamente con el
contenido de la sala, sino exclusivamente con las representaciones que los espectadores se
han construido de esta cultura, resultantes de los imaginarios instituidos socialmente.
El predominio de esta cultura se refleja en los siguientes comentarios: () es una
cultura muy chingona, la predominante; () es la cultura ms grande que existi en nuestro
pas; () me gust mucho esta cultura, me apasion conocer el porqu de una gran cultura
y civilizacin tan grande como sta; () es la que muestra ms la grandeza de nuestra
cultura. Mientras el vnculo del pasado con el presente, e incluso el sentido de pertenencia a
la comunidad imaginada, se refleja en estos comentarios: () me gusta porque muestra las
races de Mxico, () las races de donde soy yo.
Si bien la Sala Mexica es una marca en el espacio con la que se construye una
relacin entre el espectador y el Museo, los objetos que presenta tambin lo son. La lista de
los ms gustados est encabezada por el calendario azteca y el penacho de Moctezuma. El
primero fue preferido por 87 de 175 espectadores, y el segundo por 45. El simple hecho de
comprobar que existen y que estn en esta sala, en otras palabras corroborar el imaginario
instituido, es motivo suficiente para que sean ponderados sobre cualquier otro objeto por los
espectadores. As lo expresan los espectadores: () no conoca el calendario y aqu lo vi
por fin; () me gusto la Mexica por el calendario azteca y el penacho.
Pero aqu la preferencia radica tambin en una operacin dirigida por el Museo
basada en las dimensiones, que juegan con el gusto del espectador, pues el tamao s
importa y la forma narrativa tambin. sta es la sala ms grande y la de mayor contenido,
tambin la que integra mayor nmero de esculturas monumentales en piedra. Con todo, los
espectadores son llevados a percibir el predominio de esta cultura, en la que los objetos
tambin son un medio para expresarla. As el espectador experimenta el espacio tambin por
los objetos que lo ocupan. He aqu algunos comentarios de los espectadores: () esta sala
me gust porque sus esculturas son impresionantemente grandes; simplemente me
impactaron todos los objetos de gran tamao, en especial el calendario, y as la sala es
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fragmentos de la vida del espectador, cuando ellos mismos migraron del estado en el que se
desarrollan los grupos indgenas. As estas salas preferidas por los espectadores son marcas
que se transforman en una relacin emotiva entre el espacio y el espectador. Presentamos a
continuacin cuatro comentarios que reflejan lo anterior. Los primeros tres se refieren a la
Sala Oaxaca Pueblos Indios del Sur y el cuarto es de la Sala Nahuas: La sala me gust
porque mi abuelita es de Oaxaca; () soy de all y me record mucho lo que viv y lo que
vea a mi alrededor; () me record a mi tierra natal; la seora cocinando me record a
mi abuelita cuando haca su comida al estilo tradicional.
Sin embargo, la apropiacin simblica en este caso, tambin est mediada por la
experiencia y el haber comprendido o integrado en la memoria alguna informacin del
Museo. Lo anterior subyace cuando los espectadores expresan que estas salas son una ()
muestra que no se pierden las tradiciones y que tienen su propio gobierno, o ensean la
complejidad de un ritual y todo lo que tienen que hacer para llevarlo a cabo, como
despertarse temprano y estar a expensas de que los mayores o sabios confirmen que el
matrimonio se consume.
El caso ms interesante lo presentan las salas Introduccin a la Antropologa, y
Poblamiento de Amrica, pues refleja que la apropiacin simblica de estos espacios est
mediada, ante todo, por la percepcin de haber adquirido un conocimiento, o en la creencia
que el manejo museogrfico resulta adecuado para plasmarlos, pues propicia su
entendimiento. En este caso las respuestas estn basadas de manera estricta en los
contenidos de la sala.
Desde luego hay respuestas que reflejan la percepcin ligada a los imaginarios
instituidos socialmente. Por ejemplo, cuando un espectador cree que en estas salas se
representa la poca de los dinosaurios y que el hombre comparti su hbitat con ellos, ()
me gust por los dinosaurios y sus fsiles. A otros simplemente les interesa el tema y as lo
dicen: () es el tema que ms me interesa, el origen del hombre y los cambios presentados
siempre me han gustado. Pero an en esta respuesta, que refiere aspectos individuales,
muestra un acercamiento con la propuesta educativa de la sala.
As, llegamos a quienes la relacin que los espectadores tejen con estas salas est
mediada por lo educativo: () me gust porque aprend el origen del hombre; () porque
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pareciera pasar a segundo plano, porque lo que se cree es en el podero de la cultura para
fundar una nacin.
Ahora expliquemos la jerarquizacin de los espacios en el horizonte de flujo, es decir,
qu elementos o marcas en el espacio de las salas son los que llevan a los espectadores a
construir una relacin con el espacio. A partir de los recorridos observados hay dos
elementos que reflejan la importancia que otorgan los espectadores a los elementos de las
salas. Uno es la permanencia, es decir dedican ms tiempo a observarlos que otros, y otro
es la toma de fotografas. En el caso de los encuestados se les pregunt cules fueron los
elementos que ms les gustaron y porqu? Aqu retomaremos algunas de sus respuestas.
Resulta obvio que el calendario azteca es el
objeto ms fotografiado, junto con el penacho de
Moctezuma. Son fotos obligadas, diramos por
pertenecer a una comunidad interpretativa. Algunos
posan para simular que cargan con una sola mano
el Calendario, otros escogen las posturas ms
extravagantes para simular que estn ataviados con
el penacho de Moctezuma. As que el tiempo
dedicado a las piezas, se remite a la dificultad de la
pose y capturarla, ms que la intencin de
comprender la informacin de ellas. Ambos objetos
ponen
en
contacto
al
espectador
con
sus
- 320 -
maquetas,
reproducciones
son
las
esculturas
- 321 -
- 322 -
MENCIONES
124
58
47
39
35
21
ESTELAS
19
15
13
RESTOS DE MAMUTH
11
10
HERRAMIENTAS LTICAS
10
PINTURAS CONTEMPORNEAS
INSTRUMENTOS MUSICALES
- 323 -
28
26
19
3
El discurso espacial como hilo conductor de la narracin
Para comprender el discurso espacial como hilo conductor de la narracin en el horizonte
estructural, analizaremos lo que ocurre cuando se intenta descifrar la relacin entre las salas
de la planta baja y el primer piso. Lo anterior representa una clara escisin del discurso del
espacio justificada en la lnea del tiempo histrico y el mestizaje cultural.
Si consideramos que la mayora de los espectadores recorren primero la seccin
arqueolgica y luego, al subir por cualquiera de las cuatro escaleras, la etnogrfica, el museo
les plantea una duda por qu estn arriba, por qu esta escisin?; y no siempre se resuelve
de la mejor forma. El tener claro que la escisin responde en parte a la lnea del tiempo,
juega un papel muy importante para que los espectadores tengan claro que se est
representando el presente. Slo entonces la intencin de los productores de las salas
etnogrficas de promover el reconocimiento, la tolerancia y respeto a las diferencias
culturales, cobra sentido. Porque se trata de que, tal vez de manera utpica, en la
cotidianidad la forma en la que los grupos indgenas son percibidos y representados en la
mente de los espectadores cambie, y esto propicie relaciones sociales ms armoniosas; y
esto no suceder si se les sigue percibiendo como agentes del pasado.
A 125 espectadores se les pregunt cul era la relacin entre las dos secciones del
museo? De ellos, 10 no visitaron las salas etnogrficas, as que nuestro universo se reduce a
115 espectadores, y 37 (32%) no saban o no entendan la relacin, contestaron no s o no
la entend. Del resto, algunos realmente no entienden la relacin sugerida por el museo, pero
la interpretan desde su experiencia, o desde las representaciones que tienen de las
disciplinas antropolgicas, y otros la interpretan siguiendo la propuesta de los productores.
Comencemos por explicar a los perdidos en el tiempo histrico: aqullos
espectadores que, por carecer de herramientas, no pueden percibir diferencias entre las
secciones del museo. Consecuentemente la dimensin temporal se congela, porque sin
importar hacia donde se transite, se queda esttica en la poca prehispnica, periodo del que
seguramente se tienen ms referencias. En este sentido los espectadores refieren que: ()
las dos reas representan lo mismo, no encuentro diferencia; () ambas explican el
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Por otro lado, aunque con otra intencin de los productores, existen claros referentes
materiales del presente como manteles de plstico, tenis, botellas de coca-cola, cigarros y
licores. Es justo cuando estos referentes son observados con detenimiento por los
espectadores cuando son provocados a leer las cdulas, y descubren y corrigen () Ay!
que todava se visten as, o quien sabe. El reconocer que se trata del presente, para muchos
visitantes por sorprendente que parezca es un descubrimiento, porque los lleva a
reconocer la diversidad, las diferencias de pensamiento e incluso a imaginar sus formas de
vida. Pero tambin hay quienes observan en estos referentes temporales un error
museogrfico, pues consideran que () en lugar de tenis deban poner huaraches, y, en vez
de esos manteles de plstico, los bordados. Hay tantas cosas hermosas por qu no las
ponen?. Aun reconociendo que el Museo expresa el presente de los grupos indgenas,
choca con el imaginario que el espectador se ha formado
Siguiendo con la comprensin de la dimensin temporal, algunos espectadores
perciben que las salas etnogrficas muestran justo el momento del contacto espaol, algo as
como el choque de culturas. As para un espectador la relacin sera el principio del
mestizaje: () Es el enfrentamiento de lo original con lo espaol, cmo se dio esa mezcla
en la colonia.
Nos acercamos a quienes perciben la relacin de las secciones del Museo como una
relacin temporal secuenciada y de continuidad. Expresada de manera rpida por dos
espectadores, la relacin de las salas est basada en: () pasado-presente, se quiere
hacer el paso; o () es como el antes y el despus de los pueblos mesoamericanos, algo
as como antes y ahora; () el tiempo es la relacin primero sucedi lo de abajo y luego lo
de arriba. Otros expresan firmemente esta continuidad pero sobre todo el punto de
encuentro entre el presente y las culturas vivas. En ese sentido las salas se presentan ()
en orden temporal y se complementan, arriba lo vivo, abajo lo muerto. Arriba explica que
todava hay culturas vivas a pesar de la globalizacin.
As llegamos a quienes fueron seducidos por la secuencia del espacio, leen completo
el mensaje del museo, son aquellos que relacionan el tiempo, con la cultura. All, el punto de
unin es la permanencia o herencia de determinados elementos culturales. Incluso el
desarrollo o la evolucin, porque sin importar a cul sala hayan ido, o a cuntas, se es el
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mensaje, una imagen de ir siempre hacia adelante, como mencionamos, una tica del
progreso humano.
He aqu los comentarios de los espectadores al respecto:() Creo que la idea original
es mostrar cmo han cambiado los pueblos, desde la poca prehispnica a la actualidad.
Tienen mucha relacin porque se seala lo que comparten y no comparten; () hacer por
medio de visualizaciones el reflejo de la herencia histrica en los pueblos indgenas actuales
y dar a conocer que los indgenas no han desaparecido; () es como mostrar cmo se han
modificado, o bien como permanecen, ciertas cosas como vestimenta o estilos de vida.
Cerramos con este comentario que refleja la intencin del discurso espacial como hilo
conductor de todo el museo, y es que ste nos muestra: () como se desarrollaron desde la
prehistoria y cmo fueron creciendo.
Ahora bien, si se les pregunta a los espectadores si encontraron una secuencia
durante su recorrido por las salas, o si hacan falta sealizaciones para saber por dnde ir de
acuerdo con la secuencia propuesta por los productores, casi de manera equitativa se
responden los que encontraron una secuencia (88, 49%) espectadores) y los que no (84,
47%), mientras que 7 (4%) no pudieron contestar. Al insistir con los espectadores que no
pudieron responder, me percat de que ellos en realidad desconocan que exista un
recorrido sugerido que respondiera a la lnea del tiempo, el espacio o a diferenciar campos
temticos, o sea que realmente existe la intencin de dar una secuencia a la narracin,
aunque sta tenga contradicciones. Pareciera entonces que el discurso espacial permanece
oculto para los espectadores, porque no es importante para ellos. Sin embargo, si ste no se
le revela, puede ser que el museo sea interpretado como un mar de objetos a la deriva.
Como dice una espectadora () las salas ms bien me parecen bodegas, pero las piezas
son tan bellas que no necesitas un orden para admirarlas.
Tambin una espectadora especialista, arqueloga, argument que ella no encontraba
una secuencia () porque en realidad no la hay, es muy confuso, es como si no se hubieran
puesto de acuerdo y cada quien invent su propia forma. Si uno que sabe no la ve, o prefiere
no verla para no perderse, el pblico que no es especializado est perdido.
Algunos espectadores hicieron comentarios para complementar la pregunta sobre la
secuencia, como aquellos que sugeran que el Museo debera ofertar folletos que marcaran
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Captulo 7
Se cierra el teln. Escenarios, objetos, textos e imgenes me contaron
una historia, o me la cont yo solito?
El museo es una puerta que nos teletransporta
a una poca, aunque slo sea por medio de sus imgenes.
Pero no todo te va a gustar hay cosas que te aburren
y hay otras que te despiertan.
Guadalupe, 19 aos
Con ello queremos alejarnos de la tendencia actual que sugiere que los museos
mexicanos estn construidos bajo una nueva museologa, cuyo principio ha sido revalorar
y, de hecho, reconstruir la relacin con la sociedad a la que pretenden servir. En
consecuencia se tiende a pensar que los museos se producen de manera participativa y/o
como espacios preeminentemente educativos, didcticos o pedaggicos. Por tanto
tendientes a normar las interpretaciones de los espectadores, que resultaran de una
comunicacin eficaz de los conocimientos. O dicho de otra forma, que los discursos
cientficos (lgico-racionales) del museo, que integran la narrativa museogrfica, sean
comprendidos sobre cualesquiera otros, y que se conviertan en la base comn de la cual
partan las interpretaciones de los espectadores.
Nos desprendemos de esa tendencia, en primer lugar, porque sucede y este trabajo
es una muestra de ello que los principios de la nueva museologa parecen haberse
convertido slo en recursos discursivos, pues en la prctica, como tambin argumenta Maya
Lorena Prez, no significa:
que tales principios se cumplan siempre y se concreten en prcticas coherentes con tales
principios. Incluso, estara por demostrarse, tambin, si la primera museologa mexicana
estatista, centralista, patrimonialista y ajena a las necesidades e iniciativas de la poblacin
efectivamente ha dejado de existir o si an subyace y se reproduce con buena salud en
diversos museos mexicanos (Prez Ruiz, 2008:88)
Simplemente pensar en las necesidades de los espectadores, requiere una traduccin del
lenguaje cientfico, al utilizado por ellos (Jimnez, 2007).
Considerando que el principio de las propuestas mencionadas estn alimentadas por
el cambio de paradigma del aprendizaje lineal, hacia uno constructivista y significativo, un
museo didctico debe volver la mirada al espectador, al sujeto cognoscente. Esto requiere
del conocimiento profundo de sus expectativas. Incluso considerar las preguntas de los
espectadores como punto de partida de la produccin del museo, o bien jerarquizarlas sobre
las que se plantean los especialistas. De esto depende aportar referentes para que el
espectador construya su conocimiento. As, el museo didctico debe partir de un tipo de
relacin cercana, dinmica que obligue a una retroalimentacin entre los espectadores y el
museo; situacin que no ocurre en el caso que nos ocupa.
Por otro lado, estas propuestas muestran un cambio de orientacin respecto a las
funciones educativas del museo, y tal vez un viraje hacia la tica alejndose de la esttica,
porque de fondo se pretende privilegiar la entrega de conocimientos. As, estas propues-tas
se han enfocado en mejorar sus funciones educativas, proponiendo formas o modos de uso
para facilitar el trabajo de quienes producen los museos y reforzar la interaccin con el
espectador.
Por ejemplo Santaca propone que:
los objetos siempre deben acompaarse de un cierto contexto. Los objetos son los elementos
ms importantes de las exposiciones, en cuanto articulan el discurso expositivo. Pero en todo
caso, si no estn contextualizados de alguna forma, quizs no sean significativos para el
visitante. () Puede que los objetos expuestos posean un valor excepcional, sean de
importante significado para un grupo [cientfico o de otra ndole], pero no cobren relevancia
para el pblico. [Aportar informacin visual o escrita que lo contextualice] ofrece parmetros
que ayudan a situar el objeto ms all de sus lmites fsicos. (Santacana y Serrat, 2005:93)
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De este tipo de reflexiones dependera que los museos sin asomo de alguna
ideologa dirigida, partan del anlisis del devenir histrico, encontrado con la realidad de la
sociedad actual (Len, 1990:339). Slo de esta forma pueden encauzar al espectador a
desarrollar sus capacidades () para entender, valorar, y criticar el mundo que les rodea y a
los seres humanos que lo habitan, sus culturas, sus mitos, sus prejuicios, etc. (Pastor,
2004:58). O en palabras de Iker Larrauri a: valorar las situaciones y problemas de cuya
solucin dependen el logro de condiciones de vida ms justas (Larrauri, 1987:213).
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1
El mar de objetos y el mapa de la mirada para navegarlo
Antes de comenzar con el anlisis sealaremos algunos puntos de partida. El primero es
que, contrario al paradigma racionalista, cuya propuesta es que el conocimiento slo es
verificable cuando se acciona el pensamiento o la razn y stos se separan de lo sensible,
aqu propondr que el proceso de conocimiento en el museo se lleva a cabo de una forma en
la que razn, sentidos y emociones no se contraponen, sino que se complementan.
A partir de lo anterior, recurrimos a Carlo Ginzburg, quien muestra a travs del
paradigma indiciario, que no hay oposicin entre racionalismo e irracionalismo, entre lo
sensible y la razn. Dicho paradigma representa una revaloracin de la experiencia en el
proceso de conocimiento, misma que integra imponderables, como los sentidos y la intuicin,
entendida como una recapitulacin fulmnea de procesos racionales (Ginzburg 2003:154).
El paradigma indiciario, en pocas palabras, se remite al proceso de acceder a una realidad
profunda mediante huellas o indicios, que una vez captados por los sentidos, se analizan,
comparan y clasifican para realizar inferencias, conjeturas. Este proceso, argumentar, es al
que recurren los espectadores para conocer el MNA.
Si bien el paradigma indiciario, enfatiza Ginzburg, parte de indicios, a veces
imperceptibles, tambin explica que es necesario contar con un conjunto de ellos, pues el
- 335 -
mtodo indiciario es comparativo. Para explicarlo, nos referiremos al caso del mtodo
morelliano, primera referencia de Ginzburg para caracterizar el paradigma indiciario.
Morelli tena la intencin de crear un mtodo para distinguir un cuadro original de una
copia. Para ello examin los detalles ms omitibles y menos influidos por la escuela a la que
perteneca el pintor: los lbulos de las orejas, las uas, la forma de los dedos de las manos y
pies (Ginzburg, Op. Cit.: 95). Con ese conjunto de indicios, Morelli elabor catlogos de los
rasgos atribuibles a cada pintor, y de esta forma pudo restituir y atribuir los cuadros originales
a sus autores.
Haciendo una analoga al caso del museo, podemos decir que cuando se tienen los
indicios precisos, y un buen nmero de ellos, se hace posible que los espectadores puedan
restituir los objetos y exposiciones a su verdadero autor, a la sociedad que la produjo. Lo
anterior nos lleva a una segunda proposicin, que el proceso de conocimiento en el museo,
llevado a cabo de manera indiciaria, se complejiza mientras ms indicios aporte la exposicin
museogrfica, y, en este caso, son los objetos contextualizados y los dioramas los que
aportan mayores indicios.
Ahora bien, no todas las experiencias resultan igual de complejas. En todos los casos,
los sentidos, y especficamente la mirada, son un primer acercamiento a los objetos. ste es
el primer tipo de experiencia que analizaremos, la de la mirada inerte, es la ms simple de
todas, y se refiere nicamente a la exploracin sensorial del objeto. De hecho, es la nica en
la que parece no desencadenarse un proceso complejo de conocimiento. En este sentido,
ms que ser una experiencia voluntaria, le acontece al espectador, pues son los sentidos los
que actan. Para Inmaculada Pastor, especialista en el proceso de aprendizaje en museos,
la exploracin es el primer paso para conocer; pero en los casos de los espectadores, que
veremos ms adelante, el proceso inicia y concluye all. Su subjetividad, y especialmente los
sentidos, dirigen la experiencia de manera contundente, limitando la transformacin del
objeto en indicio de cualquier ndole.
Cuando los sentidos fluyen con las emociones se accede al primer momento de una
experiencia esttica. sta tambin le acontece al espectador, casi de manera involuntaria, al
momento que despus de mirar el objeto es apabullado, intimidado por l. Su subjetividad es
lo que predomina y slo puede aproximrsele mediante los sentidos y las emociones; pero
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todo es inseparable del espectador an cuando da sentido a sus partes, sin embargo, all no
es posible asir esa dimensin del museo.
La mirada inerte
Mencionamos que este tipo de experiencia se remite a la exploracin sensorial del objeto,
cuyos elementos a examinar, segn Pastor, son: tamao, escala, materiales, colores, olores,
sabores, ruidos, texturas, temperatura, peso o estado de conservacin (Pastor, 2004: 56-57).
El espectador construye esta experiencia de manera inmediata y un tanto pasiva. Resulta de
su contacto directo con el entorno, y en este caso de la mirada con el objeto. En otras
palabras parece tratarse de un proceso de estmulo y respuesta, mediado bsicamente por
los sentidos. Pero tambin es un ejercicio de observacin en el sentido de diferenciar, de
distinguir al objeto del resto, y nombrarlo.
Los objetos mirados as son incapaces de transformarse en indicios. Dicho de otro
modo, sta no es, en sentido estricto, una experiencia de sentido, pues los objetos pierden
su capacidad simblica. Si miramos desde los espectadores que viven esta experiencia
sensorial, nos daremos cuenta que los objetos no denotan para ellos una intencin de
comunicar. El objeto se mira como lo que es en un acto de inmediatez.
Respecto a los tipos expositivos del museo, pensamos que el objeto protagnico
desfavorece el proceso indiciario ya que se presentan como un elemento nico, aislado de
todo contexto, y no hay posibilidad de hacer un ejercicio comparativo. El objeto se presenta,
en palabras de Hjelmslev, como un preliminar estado de juego, en el que una sola pieza se
coloca en el tablero, de manera que parece imposible saber cul es el valor de esa pieza,
porque no tenemos ms para hacer una comparacin.
Mientras que el tipo expositivo contextual, como su nombre lo sugiere, coloca en un
mismo plano un conjunto de indicios, o de piezas en el tablero, de manera que favorece el
proceso indiciario. An con estas consideraciones, hay algunos espectadores a los que este
tipo expositivo no les dice nada. Sin embargo, lo realmente cuestionable es que esto
suceda, cuando el MNA, an con todas sus contradicciones, est hecho con la intencin de
que todos los objetos, incluso todo en l, evoque algo en el espectador, comunique, de
hecho ni siquiera un algo que parece escabullirse de las manos, sino uno bien especfico
planteado por quienes producen el museo.
- 338 -
En algunos casos se realiza un recorte pues la experiencia es narrada por el propio visitante en un texto
escrito y sern sealados en el texto con un inicio y final en puntos suspensivos entre parntesis, pues ocurre
que tambin estos puntos son utilizados por los espectadores.
- 339 -
los
espectadores,
si
bien
que se trata de nios, no as podemos intuir que representa la organizacin social. Lo que
nicamente sabramos leyendo la cdula.
Organizacin social
II.- La nios
Los nios a muy temprana edad se incorporan
a las actividades de los adultos, el trabajo
constituye una etapa fundamental para la
subsistencia de la unidad familiar. A travs del
juego empiezan a aprender los roles y tareas
que realizarn durante su vida adulta de
acuerdo a su sexo, al mismo tiempo cargan
con responsabilidades dentro de la familia
que acortan el tiempo de infancia. (Texto de
cdula).
Fotografa 2
- 340 -
que
los
slo la tridimensionalidad, sino poner todo en perspectiva, como comnmente se dice. Pero
algunos espectadores slo pueden mirarlo como lo que es: una maqueta. As se refiri un
estudiante de secundaria al mirar un diorama de la Sala Poblamiento de Amrica, que
muestra actividades cotidianas como la agricultura o la elaboracin de instrumentos de
piedra.
Esta forma de experimentar el Museo, de nombrar los elementos del entorno, se aleja
mucho de sus objetivos. No slo los llamados didcticos o educativos, sino los afectivos e
- 341 -
analizar
experiencia
de
la
estos
el
museo,
sin
por
otro
lado
Este
tipo
de
esta experiencia parece emerger en el espacio de una casi disociacin del espectador con su
entramado sociocultural. Tambin es simple porque es un primer momento de la experiencia
esttica compleja, que analizaremos ms adelante en la mirada imaginativa.
En esta primera instancia de la experiencia esttica el espectador es impresionado por
el objeto, lo apabulla, lo intimida. El objeto se hace presente y el espectador teje una relacin
con l mediante su subjetividad, pero es incapaz de revelarlo como un indicio, una huella o
un testimonio. Por un lado se genera un asombro, pero el objeto slo puede entenderse
como un conjunto de motivos estticos, pero por otro, se transforma en real porque, en
palabras de Freud, se borran los lmites entre fantasa y realidad, cuando aparece frente a
nosotros como real algo que habamos tenido por fantstico (Freud, 1919:244). All se
genera un trauma, un extraamiento.
El espectador se coloca solamente en el umbral de la experiencia esttica compleja.
Porque de ese momento traumtico, el objeto se transforma en maravilloso, y se convierte
en un smbolo, asume la plena operacin y el significado de lo simbolizado (Freud,
1919:244). Sin embargo, en este primer momento slo es posible enajenarse, escindirse del
todo social y experimentarlo con las emociones y las sensaciones.
Jessica una espectadora de 18 aos narra su experiencia al recorrer la Sala
Teotihuacn, que colocamos como ejemplo de esta experiencia esttica simple:
Entr a recorrer la sala, sta empieza con estas esfinges -refirindose a la fotografa que
Jessica tom-. Esta cultura es la que me gusta ms y lo que ms me gust fueron las
columnas refirindose a la reproduccin de la pirmide de Quetzalcatl-, stas, slo de
verlas, llamaron por completo mi atencin. Sus colores rojos, verdes, azules, sus figuras de
una cabeza de serpiente, tena plumas alrededor de la cabeza de color verde, un tanto
oscuras, colmillos grandes. Sus ojos mostraban ms intriga, ms furia, tenan bigotes como de
gato y tenan dibujados unos caracoles que dan forma a sus odos; y la otra cabeza aunque
muy parecida a la otra, pareca de dragn, un poco ms simtrica, cuadrada y sus ojos eran
crculos que daban la impresin de estar ms tranquilo. Su tamao me impresion mucho por
lo que no le tom importancia a las dems partes y explicaciones de la sala.
- 343 -
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Otro ejemplo es Kenya, una espectadora de 19 aos, quien al entrar a las salas
etnogrficas, dice: () no tom fotos, s estaban interesantes las piezas y lo que ah
mostraban pero en realidad no me gust ninguna, estaban muy simples (). Si bien el caso
de Kenya revela a las emociones como causa y efecto. Es decir, la emocin de desprecio
resulta de un contacto directo con los objetos, y una vez mirados, la emocin se convierte en
la causa de una accin. En este caso a no tomar fotografas, a excluir a las piezas
etnogrficas de su memoria grfica personal de su visita al Museo. Pero tambin es una
muestra de que las emociones resultan de un sustrato sociocultural, y actuamos de cierta
manera, porque pensamos que eso es lo que debe sentirse al mirar un objeto etnogrfico.
El ejemplo ms claro de ello es representado por Felipe, un espectador estudiante de
finanzas de 22 aos, quien se refiere a la vitrina de produccin artesanal de la Sala Nahuas:
No es que no me gusten pero es que estas cosas las puedo ver en vivo, comprarlas,
ponrmelas, tocarlas, son comunes. Las venden las maras o en los pueblitos. No se me
hacen como piezas de museo. No, no llaman tanto la atencin.
Los comentarios de los espectadores muestran el flujo de la subjetividad hacia el
objeto que se mira, concentrada en captarlo en s mismo, concedindole por un momento
una suspensin a su calidad de indicio, testimonio de una sociedad, o de signo cultural.
Cuando se hace imposible vincularse al objeto, porque la condicin de acceder a una
experiencia compleja de sentido es la simbolizacin, el espectador solamente se queda en el
umbral de una experiencia esttica.
Esto sucede tal vez, porque como argumenta Freud, los objetos ejercen un poderoso
influjo cuando pueden ser aprehendidos, o sea, reducidos a conceptos, a huellas que son
capaces de explicar por qu el poder de los objetos. Cuando no puedo hacer eso () soy
casi incapaz de obtener goce alguno (Freud, 1914:217)
Pero tambin mostramos que las emociones contienen un sustrato sociocultural. All
es cuando el espectador no se concede la disociacin de la matriz sociocultural. Cuando se
hace imposible apreciar lo que en los imaginarios se ha construido como despreciable, en el
sentido esttico. De manera que se hace inoperable una experiencia esttica. Ni siquiera al
nivel del umbral, cuando ocurrira una primera transformacin del objeto, por lo menos, en
motivos estticos.
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La mirada imaginativa
En la mirada imaginativa se conjuntan las emociones, las sensaciones y el pensamiento.
Aqu, los imaginarios sociales dialogan con el pensamiento creativo, o sea con la imaginacin
del espectador, conformando un proceso complejo de dar sentido a lo expuesto mediante un
ejercicio indiciario que confluye con una experiencia esttica compleja, o una simbolizacin
del objeto, en palabras de Freud.
Es decir, la diferencia con las experiencias anteriores es que se ejercita la capacidad
de simbolizar. De manera que lo visto se transforma en otra cosa: un indicio, un signo y un
smbolo cultural. Porque no slo est en juego la subjetividad del espectador, sino que
tambin se coloca como miembro de un colectivo social, de manera que los parmetros de
significacin, los imaginarios sociales, se accionan para explicarse el mundo del museo, pero
tambin la imaginacin funciona como una fuerza transformadora del objeto.
Considerando a las emociones, en su cualidad de disposiciones, en este tipo de
experiencia los espectadores son llevados a la actuacin, a dialogar con los objetos, y, en
este sentido, existe una interaccin entre el museo y espectador. Pero en esta experiencia
las emociones cobran otro sentido cuando se conjuntan con la razn y los sentidos para
llevar a cabo una accin conjetural o indiciaria.
Si bien el paradigma indiciario nos revela de qu manera se conoce el mundo del
museo y se accede a una realidad ms profunda, la mirada imaginativa tambin es una
experiencia esttica compleja cuando, una vez superado el asombro, el espectador es capaz
de fusionarse con el objeto y transformarlo. All surge el espacio de la experiencia esttica, el
de la imaginacin creadora dialogando con los imaginarios. All, en conjuncin con el
ejercicio indiciario, se da la experiencia de sentido.
La experiencia esttica, como referimos en el apartado de la mirada atnita, comienza
con el asombro, o el extraamiento. ste implica el inicio del encuentro con otro, al
extraarnos en otro, el yo asciende a una realidad que lo engaa (Goldstein, 2005:37, 48).
Es en esta realidad engaosa, en un extrao retroceso temporario y/o una transmutacin
espacial, en la que ocurre la fusin del espectador con el objeto; y no slo con ste, sino con
quien lo hizo.
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significaciones
que
las
suyas
normales,
cannicas,
sociohistrica-mente
tambin
estn
interrelacionados
con
la
experiencia
esttica
compleja,
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Para Guadalupe el indicio de las flores es seal de que existan sentimientos que
movilizaron a los neandertales a colocarlas all. Aqu hay una relacin de semejanza, pues
ella parece pensar que, como ahora, las flores se colocan a los muertos por los afectos hacia
ellos. De all, se pregunta cul es la causa de esos sentimientos: el amor de una pareja o el
compaerismo, y as recrea tambin una imagen de otros.
Mara Ester tambin dialoga con su imaginacin y, por momentos, piensa como si ese
otro imaginario fuera ella.
Lucy: la madre de todos nosotros, se podra decir. Me pregunto como ella pudo sobrevivir con
tan malas condiciones de vida (). Los homnidos vivieron hace millones de aos y con esto
vino la evolucin, supongo por el cambio del ambiente a travs del largo tiempoCon esto
pensaba todo lo que ellos sufrieron y carecieron de todas las cosas que tenemos, pero aun as
supieron cmo hacer las cosas. (.) Haba muchas maquetas que exponan, como entierros.
Uno de un neandertal. Un hombre cansado porque puso todo su empeo en sobrevivir.
semejante animaln? Para ser comido o utilizado: los cuernos, los huesos para
elaborar herramientas, y la piel para protegerse del fro
Ahora nos referiremos a un diorama en la Sala Poblamiento de Amrica, que pretende
mostrar el modo de vida agrcola sedentario,
condicin que se piensa necesaria para el
surgimiento del periodo preclsico y la
formacin de los estados (Fotografa 6). El
diorama se convierte en un indicio, cuya
interpretacin resulta cercana a la que
proponen los productores del Museo. Cada
accin
representada
en
l,
cobra
otro
de
descubrimiento
()
la
de
la
importancia
agricultura,
del
para
Antes, cuando Amrica era slo un pedazo de tierra sin habitantes, llegaron unos seres, no
tan evolucionados como ahora, a poblar Amrica. Despus conforme se fueron adaptando,
fueron evolucionando, crearon la agricultura y dejaron de ser nmadas, y crearon las
primeras civilizaciones en Mesoamrica. Otro espectador comenta: () muestra la
actividad de los caverncolas, pues ellos vestan con pieles, andaban con perros y como en la
pelcula de El caverncola iban tras la presa del da, deban ser ingeniosos para elaborar sus
herramientas y trabajar en grupo
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Para otros espectadores es una muestra de la divisin del trabajo. Por ejemplo, Aldo,
un economista de 30 aos, comenta que: () es una visin de cmo vivan en esas pocas,
a qu se dedicaban, a qu actividades se orientaban. La divisin del trabajo: agricultura,
hombres; mujeres, cuidado de los nios, molienda de nixtamal, etctera.
Alma, una espectadora de 53 aos, comenta: () presenta la vida comn, cotidiana.
Las mujeres cuidando a los nios y haciendo la comida. Casi como se haca hasta hace unos
aos. Para Magdalena, una espectadora de 64 aos:
representa la actividad de una comunidad en determinado tiempo, muy antiguo, claro. Cada
quien tiene una labor, mujer preparando nixtamal; otra amamantando a su hija. Los nios
jugando a hacer flechas o a cazar. Otra persona construye ladrillos y hay un hombre
cultivando maz. Vamos, son actividades humanas, muy cercanas, pues como ahora tambin
son seguidos por las mascotas. Yo vivo en San Pedro Martr, y all hay alguno que otro
indgena originario, y la divisin del trabajo es muy parecida. Cuidan a los nios, mientras
juegan. Aunque ahora ellas son las que siembran.
Las dos espectadoras, mientras observan el diorama, realizan una asociacin y una
bsqueda de semejanzas entre esos otros representados y el presente, que se refleja en la
divisin del trabajo por gneros, de manera muy tradicional.
Finalmente presentamos un comentario de Jessica, una estudiante quien transforma el
diorama en un indicio de la convivencia armnica. La bsqueda de semejanzas y diferencias
entre la manera de relacionarse socialmente, que imagina de esos otros, y las de ahora, la
llevan a inducir que en aquellos tiempos los vnculos sociales eran ms fuertes. En estas
maquetas podamos observar como todo un grupo de personas trabajaban en conjunto.
Todas haciendo cosas diferentes y responsables de hacerlas; pero con una organizacin que
los llevaba a tener una mejor convivencia social. No como ahora.
Ahora bien, cules son los imaginarios que resultan de estos procesos. La Sala
Introduccin a la Antropologa est orientada hacia tres ejes: evolucin biolgica, cambio y
diversidad. stos se articularon con los conceptos de hominizacin y humanizacin.
Mientras el primero se explica en relacin con la evolucin biolgica y el nfasis en las
caractersticas de este tipo, que el hombre comparte con los primates, la humanizacin se
enfoca propiamente a la cultura (INAH:2000).
De alguna manera, los espectadores se remiten al proceso de hominizacin cuando
las interpretaciones de la sala se refieren, sobre todo, a los homnidos. Estos representan,
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Y por otro lado, el efecto es disparar la imaginacin. Por ejemplo para Mara:
Las cmaras o maquetas que se muestran en estas salas son interesantes ya que muestran
a los hombres como realmente fueron. Nos dan la idea de la vida de ellos, que la llevaron de
manera sorprendente, porque buscaron de todo para sobrevivir. A m como que no me gustan
las placas que les ponen, me gusta mucho ver lo que son las maquetas, porque estas nos
dicen ms que las lecturas porque as t te das una idea y tu imaginacin empieza a volar sin
lmites. Pero no digo que no hay que leer porque esas incrementan tu intelecto. () Pero en el
museo encontr de todo, a m no me gusta leer me gusta definirlas por ellas mismas.
porque
como
Matilde
Salas Arqueolgicas
Tal vez convenga aclarar algunos puntos de partida antes de analizar los procesos de
conocimiento de los espectadores en las salas arqueolgicas. Consideramos que stas, en
tanto que estn construidas de manera cercana al museo tradicional, representan un modo
de comunicacin diferente al de las salas anteriores, tendiente a expresarse en el
protagonismo del objeto.
Decimos tendiente, pues en las salas arqueolgicas tambin hay una intencin de
contextualizar, incluso desde 1964. En esa ocasin se integraron algunas reproducciones de
tumbas y edificios arqueolgicos. La diferencia con el Museo actual, podramos decir, es de
cantidad, porque la intencin de la remodelacin de 1998 fue contextualizar a las culturas
prehispnicas con base a la representacin de sus estilos arquitectnicos, motivo por el que
incorporaron reproducciones en casi cada una de las salas.
Empero la narrativa museogrfica en estas salas pondera al objeto protagnico. Este
tipo de exposicin transforma a los objetos en rasgos estticos o estilsticos. Es necesario
considerarlo porque, por un lado, tiende a promover la observacin, a ejercitar la mirada, y de
all suscita procesos indiciarios que resultan en descripciones de los objetos, y/o de menor
complejidad que los que observamos en los casos anteriores. Por otro, implica un
desplazamiento mayor de sentido, es decir, un alejamiento de los significados que pretenden
transmitir los productores del museo, especficamente los curadores.
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Esto no quiere decir que los espectadores no accedan a una experiencia compleja de
sentido. Sino que de este tipo de comunicacin centrada en el objeto protagnico, resulta un
proceso especfico de conocer. Los objetos pueden transformarse en indicios para los
espectadores porque stos, en palabras de Santacana, son enigmas a resolver, en tanto que
sus cdigos de lectura son desconocidos para los espectadores. Pero los enigmas cautivan
la atencin tan slo de aqullos que tienen una idea clara () respecto al mensaje que
transmite la exposicin [y] colocar respuestas a preguntas que el visitante no se ha planteado
o son de elevado nivel, no slo no cautiva su inters sino que aburre (Santacana, 2005:91).
Concedemos cierta razn a Santacana, pero no creemos que la nica manera de
transformar a los objetos en enigmas o indicios sea mediante la informacin que pueda
aportar el museo, o que el espectador requiera cierto nivel de conocimientos para
transformarlos. De la misma forma que los objetos se transforman en enigmas por otras
circunstancias, y especialmente por su calidad simblica. Por ejemplo el calendario azteca,
an con las complicadas explicaciones que lo acompaan, para muchos es un objeto
enigmtico por su carga simblica asociada al nacionalismo, o simplemente porque se
encuentra presente en sus imaginarios.
Estamos ms de acuerdo con Santacana cuando afirma que frente a la poca claridad
del mensaje verbal propuesto por los especialistas, el mensaje no verbal es el que tiene
mayor impacto en el espectador. Consecuentemente existe una sublimacin del lenguaje no
verbal, en este caso, centrado en la esttica. Lo que nos lleva a asumir la idea de
Zunzunegui de que existe una suspensin de la dimensin cognoscitiva del museo, y los
espectadores recurren a otros saberes para conocerlo. Esos saberes son precisamente los
imaginarios sociales.
Aun as es necesario reconocer que parece no existir un flujo de los discursos
cientficos del museo hacia el espectador, pero lo importante es revelar de qu otras
maneras es posible dar sentido a lo expuesto. La pregunta a resolver es qu objetos se
transforman en indicios o enigmas, para el espectador, o cules son los enigmas que
perciben en esos objetos, independientemente de qu manera los resuelvan. Pues si
sabemos cules son daremos pistas de cules son los intereses de los espectadores.
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mostrando
los
Los
casos
que
descriptiva.
En
este
caso
la
bien,
este
proceso
sencillo ocurre tambin con la recreacin de los entierros. Nos referiremos a la Tumba 6 de
Coaixtlahuaca (Fotografa 7), de la Sala Culturas de Oaxaca, cuya intencin es mostrar un
entierro de gente comn, y evidenciar que las ofrendas colocadas eran de acuerdo con los
recursos econmicos del difunto. Gabriela, una pedagoga, nombra lo que mira: un entierro
con ofrenda chiquita, hay una especie de momia y vasijas antiguas. Tambin lo hacen dos
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estudiantes universitarios: (...) un individuo de pie con vasija para poner ofrenda y envuelto
en un petate amarrado; () entierro con ofrenda, envuelto en petate con mscara
mortuoria, atado y vasijas con ofrenda.
Analizamos el caso de la reproduccin de las tumbas de tiro de la Sala Culturas de
Occidente, cuya informacin verbal, como mencionamos anteriormente, versa sobre su
simbolismo, relacionado con el proceso de recreacin simblica del nacimiento. Carmen, una
arqueloga, se refiere a esta reproduccin: Dos cuerpos en decbito dorsal extendido en
posicin anatmica paralelos uno al otro. Los dos tienen ofrendas asociadas, figurillas,
concha, ltica Es de Occidente.
Aun con la complejidad de la descripcin, o ms bien la cercana al lenguaje
especializado de la arqueologa con la que cuenta la espectadora, se aleja de la informacin
que pretende entregar la curadora de la sala. Con ello queremos mostrar que an contando
con los referentes del lenguaje, es decir con herramientas explicativas, la informacin verbal
puede no fluir hacia los espectadores.
Hasta aqu el ejercicio parece ser nombrar, haciendo uso de los sentidos y la intuicin.
Sin embargo es diferente a la experiencia de la mirada inerte, pues en este caso s subyacen
algunos procesos simblicos, que residen en el dilogo entre el espectador y el objeto, u
objetos que se miran, y los imaginarios instituidos socialmente. As la escultura monumental
deja de ser piedra o slo una escultura, para transformarse en dios o guerrero. Unos huesos
y los objetos colocados alrededor, se transforman en tumbas con ofrenda, o en objeto de
estudio para la arqueloga, capaz de nombrarse desde su lenguaje.
Este tipo de induccin, de concebir a las figuras humanas como dioses, es posible
porque la arqueologa ha construido personajes imaginarios, y ms que humanos terrenales,
de carne y hueso, se construyen como dioses. se es el imaginario con el que dialoga el
espectador. As, sin importar el tamao o los materiales con los que estn hechos, se tiende
a relacionar esas figuras con dioses. Eso es justamente el proceso conjetural, inducir a partir
de indicios una generalidad. As todas las figuras humanas que se exhiben en estas salas
son dioses. Lo anterior, lo podemos reafirmar con en el caso de un estudiante de
preparatoria, quien dice sobre el atlante de Tula: de estos curiosos monumentos, lo que
normalmente se dice es que son representaciones de dioses prehispnicos.
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Ahora nos referiremos al penacho de Moctezuma. Martina comenta que vio un video
en el History chanel que explicaba sobre Moctezuma, quien era un gobernante, all creo que
no sale nada del penacho. El que vimos aqu es una rplica del penacho de ese tlatoani de
nuestro pas, que le toc vivir durante la conquista espaola y lo usaban para demostrar su
poder sobre los habitantes del pueblo. Marco revela que acudi a una exposicin del Templo
mayor as que ya lo haba visto. Se trata de un penacho de mxima importancia pues fue
usado por un tlatoani mexica, es decir, un emperador llamado Moctezuma Xocoyotzin. Est
formado por plumas de Quetzal, que era un ave sagrada.
Estela, una mujer quien se dice dedicada al hogar, comenta: ya la haba visto, me
gusta mucho. Es de los mexicas, una de las culturas prehispnicas ms importantes. Esta
cultura tuvo varios tlatoanis, que eran los que dirigan al pueblo, uno de estos fue Moctezuma
y a este emperador perteneca el penacho y ste slo es una rplica, el original est en un
museo extranjero.
De acuerdo con los comentarios anteriores, la informacin que aporta el MNA parece
poco relevante para los espectadores, quienes afirman tener informacin de otros lados, y
con ella ya se han explicado ese objeto, an antes de entrar, incluso con datos que
consideran especializados como el video y la visita al Museo del Templo Mayor. Pero
tambin la importancia del penacho es en el terreno de lo simblico, pues no interesa
reafirmar algn conocimiento, pues se cree que ya se tienen suficientes, y especialmente
relacionados con el poder de los aztecas y sus artilugios. As lo que importa es verlo,
comprobar su existencia y que ese podero realmente existi.
El caso es similar en la Sala Maya, con el personaje de Pakal, pues los objetos
asociados a l, incluso su tumba, son indicios de su importancia y poder, y a su vez de los
mayas. Pero, al mismo tiempo, la esttica del objeto se convierte en indicio de que son
representativos del poder, y de ninguna manera podran pertenecer a gente comn.
Independientemente de saber o no a qu gobernante se asocian un objeto, el espectador lo
relaciona con esos otros imaginarios construidos: emperadores, gente importante, los
poderosos
Un estudiante de preparatoria, al mirar los rostros de Pakal, que lo muestran a
distintas edades, induce que: () son rostros de los consejeros del tlatoani o de alguien
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Si bien los procesos indiciarios anteriores son resultado del dialogo del espectador
entre los imaginarios sociales y su imaginacin, stos parecen casi monlogos, en el sentido
de que lo que resulta es una interpretacin que reproduce los imaginarios sociales. En los
casos que mostraremos a continuacin la imaginacin resulta determinante para el proceso
del espectador de conocer el museo. En algn sentido, esta manera de aproximarse a l est
destinada a un proceso de identificacin entre el objeto y el espectador, una bsqueda de
semejanzas y diferencias.
Esto ocurre cuando el espectador se explica a los objetos colocndose como si se
fuera un otro imaginario, y a partir del dialogo con ese yo/otro resultado del dialogo con los
imaginarios y su imaginacin le da sentido a las exhibiciones. En esta experiencia la
imaginacin se usa como fuerza transformadora de los objetos, es por tanto una experiencia
esttica compleja.
Matilde, una espectadora arquitecta de 26 aos, recorre la Sala Culturas del Norte. Se
refiere a una vitrina que muestra dos temticas: la tecnologa de navegacin y la subsistencia
mediante las herramientas lticas asociadas a la cacera de especies, y otros artefactos de
cacera como el lanza dardos y el palo conejero.
Matilde comenta () esta imagen [se refiere a la foto tomada por ella] corresponde
con los ejemplos de ltica, de los ms interesantes me resultaron la pieza central, es una
pieza muy elaborada, lo que me hace pensar en lo difcil que debi de haber sido realizar
esos diseos (). Ahora se refiere al adolescente huasteco, de la Sala Culturas del Golfo:
() piezas como sta, me parecen tan estticas, tienen proporciones cuidadas y no puedo
evitar pensar que debe haberles costado mucho trabajo realizarlas ().
Pensar en la dificultad del trabajo, slo es posible cuando Matilde compara las
tcnicas actuales con, las que imagina, tcnicas arqueolgicas. De esta comparacin, de
este miramiento como si ella fuera ese yo/imaginario, resulta pensar que elaborar objetos
como los vistos era, para esos otros imaginarios, una tarea sumamente complicada.
Lo mismo ocurre con una espectadora de 43 aos en la tumba de Pakal, cuando
comenta: es de gran belleza su tallado en la piedra, su forma de construccin, y debi
implicar un alto grado de dificultad con las herramientas que ellos tenan. Su habilidad y el
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De la misma forma que Matilde, Mnica explica los objetos que ve como si ella fuera
esos otros que imagina. Es visible el sustrato de los imaginarios instituidos socialmente,
cuando piensa que las figurillas son representaciones de dioses, y por otro lado el sustrato
de su imaginacin, su subjetividad, cuando piensa que stas son representaciones de
mascotas; lo que resulta de una relacin sentimental que ella tiene con los animales. Esta
interpretacin resulta nica, en el sentido de que existe una real identificacin entro ella y lo
que ve, hay un vnculo personal.
Hay otras formas de llevar a cabo un proceso de identificacin. Por ejemplo, Jazmn,
quien recorri la Sala Teotihuacn, comenta que: () hay una figura con el nombre
complejo muerte. Me llam la atencin porque sta es la forma en que ellos representaban
la muerte, tal como nosotros an la representamos. En este caso Jazmn busca semejanza
con el presente, que resulta en una continuidad de tipo cultural, y que la abarca no slo a ella
sino a la comunidad imaginada que compone a la nacin.
En el segundo caso, tambin se busca una relacin del pasado con el presente; pero
no una de continuidad real. Nos referimos a quienes explican un objeto con relacin a la
carga simblica del nacionalismo. Situacin que ocurre con las esculturas monumentales,
especialmente el calendario azteca. Aqu un espectador comenta que () el calendario
azteca resulta imponente, porque es importante para todos los mexicanos, representa
nuestra historia. El calendario azteca, interpretado as, no es un indicio de la sociedad que lo
hizo, sino de la representatividad de la identidad nacional.
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Por distraccin me encontr de repente con objetos purpechas o tarascos. Aqu confirm mi
predileccin a observar los ritos fnebres y sus diferentes formas de disponer el cuerpo. Las
tumbas de tiro fueron entierros en los que se hacan cmaras dentro de un tnel, sea
horizontal o vertical. La de la sala es vertical con dos cmaras con restos seos. Las ofrendas
consistan en cermica, ollas y cuencos que contenan alimentos, probablemente, figurillas. El
ajuar funerario se compona de piedras coloridas y objetos de ornamento. Todo esto era
puesto junto con los restos para que en su travesa a otros mundos ste se alimentara y
bebiera y se ataviara con lo ofrendado; por lo general objetos personales y ofrendas de
acuerdo a su posicin social.
Me absorto con el tema de la muerte en el mundo prehispnico, tal vez sea por mrbido
placer, o porque congeniamos con sus ideas de la vida despus de la muerte
Pero por otro lado, la contextualizacin que representa los entierros parece no incidir
en la complejidad de las inducciones. La respuesta parece ser que los espectadores tienden
a pensar que ya tienen conocimientos de lo que aqu se presenta, precisamente extraidos de
los imaginarios. Slo as es entendible que algunos espectadores declaren que sea ms fcil
comprender y explicar a un tercero elsignificado del calendario azteca, que el de un diorama
de la Sala Poblamiento de Amrica, porque, como ellos argumentan, lo conozco, lo he
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visto en los libros de texto y aqu lo vi. Aunque se reconzca que los entierros tienen ms
informacin, es ms fcil entender el calendario azteca, porque me gusta. Existe una
familiaridad y un proceso de identificacin implcito en la aceptacin del conjunto de
referentes significativos de lo que se ha construido como identidad nacional.
Reafirmamos lo anterior con los comentarios de dos espectadoras, la primera una
universitaria quien considera ms fcil entender las piezas u objetos () actuales [se refiere
a las casas indgenas] y las muy famosas como el penacho de Moctezuma, porque son
cosas que ya conoces y es ms fcil descifrar y explicar lo que son. Aunque en realidad no
es as, pues, por ejemplo el penacho de Moctezuma tiende a suscitar una experiencia desde
la mirada atnita, en la que el objeto se convierte en una serie de rasgos estticos; los ms
valorados, sus colores.
La otra espectadora, una guatemalteca, comenta: es ms fcil comprender el hombre
de la prehistoria por que tendra que ser mexicana para saber el por qu o la explicacin de
las otras, porque aunque lo maya de Guatemala y la azteca puedan parecerse son
diferentes. As el ser mexicano establece los imaginarios de los cuales se extraen los
parmetros de significacin, y al final parecen determinantes para guiar la experiencia de
recorrer el museo.
De la misma forma que en el caso anterior, el proceso de conocer en el museo,
siguiendo a Pastor, concluira con una sintsis. Pero resulta una labor difcil para los
espectadores, pues estas salas, en general, parecen atenerse al objetivo de difundir todo lo
referente a la antropologa, y en este caso a la arqueologa.
Hay pocas interpretaciones que podemos considerar una verdadera sntesis. Aqu
colocamos las tres que nos parecieron ms cercanas a ello. Karen se refiere a la Sala
Preclsico en el Altiplano Central: En la sala vimos ms y ms figuritas de barro, varios
entierros con ofrendas, la representacin de una choza con sus cosas con las que viva, y un
almacn con forma de rbol. Jazmn se refiere a la Sala Teotihuacn () como una
repeticin de la del Altiplano Central; pero muestra mayor complejidad, porque nos dan a
conocer que ya exista una organizacin poltica, que se plasma en la construccin de una
ciudad
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dioses,
hacernos
su
que:
eran
seres
de
gran
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Tenan
que
cuidarla
Pero tambin tienen un halo de misticismo, cuando se cree que: tienen un vnculo con
lo superior, lo sagrado. O por la comprensin del ser humano y su relacin con el creador.
Estos pueblos eran mucho ms avanzados en cuanto a la conciencia del amor y el respeto a
s mismos, a sus dioses generadores y a la sociedad.
La particularidad de los objetos arqueolgicos, apoyada por la narrativa museogrfica,
es su cualidad de smbolos para ser ledos bajo las reglas de lectura determinadas histrica y
socialmente. La manera de acercarse, de identificarse con estos objetos y el espacio
histrico que representan se construye desde un yo colectivo y un yo individual, pero el
primero parece acallar las voces del
segundo.
De
manera
que
la
para
que
cualquier
posibles
de
evocar
Salas etnogrficas
Gabriela inicia su recorrido por las salas etnogrficas y comienza diciendo: Hay ms y ms
maniques, representando su estilo de vida. Cuando los veo recuerdo la pelcula Una noche
en el museo; y mi imaginacin dibuja cmo sera si fuera realidad. Mara se arrepiente de
haber elegido las salas arqueolgicas, y comenta: Despus de ver tantas y tantas cosas,
pues te encuentras todo el tiempo con las lecturitas de las cosas y eso me cans, las pas
de rpido. Sub a otra sala, que pens tambin era de los mayas, pero estos son otros, ms
actuales y vi los maniqus representando a la gente. Eso me gust mucho, porque a m me
gusta ver la gente y lo qu hacen y cmo lo hacen. As vi la msica, las peregrinaciones y las
actividades que ellos realizaban ()
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Gabriela y Mara muestran los puntos de partida, o las que podran ser las constantes
de la experiencia de conocer en las salas etnogrficas. Por un lado, la duda de su
antigedad, es decir, qu tan antiguos o actuales son estos grupos que presentan las salas.
La otra, el contraste con las salas arqueolgicas de lo que podramos decir: la muerte frente
a la vida. La muerte, lo inerte de los objetos, las cosas de las salas arqueolgicas, frente al
dinamismo de las figuras humanas , reales expresadas en los maniques, gente que
parece ejecutar acciones cotidianas.
De all se deriva una experiencia en la que subyace un dialogo entre los imaginarios
sociales y la imaginacin del espectador, que lo llevan a mirarse como si se fuera esos otros
imaginarios, para explicarse lo exhibido en el Museo. Tambin hay en este proceso una
bsqueda de semejanzas y diferencias, que se remiten a contextos bien personales de los
espectadores; y cuando se encuentran semejanzas conminan a la nostalgia y al recuerdo. O
por otro lado, el espectador recurre a explicar lo que ve, mediante la elaboracin de un
personaje salido de los imaginarios instituidos socialmente.
Aun as hay experiencias sencillas en donde la intencin del espectador es describir lo
que se mira, nombrarlo. Pero en el caso de las salas etnogrficas, este ejercicio, incluye una
bsqueda de referentes para ubicarlo en el tiempo. Respecto al rbol de la vida, una
arqueloga comenta: () es del Estado de Mxico, de Metepec. Tcnica al pastillaje, trabajo
artesanal muy elaborado, incluye imgenes religiosas, flores y personajes. Parece actual,
reciente. Una espectadora de 64 aos dice: es un rbol de la vida muy colorido y con
muchos elementos actuales.
Ahora veamos el caso de una vitrina etnogrfica de produccin artesanal de la Sala
Nahuas. Una ama de casa y jubilada, transforma los objetos en indicios para establecer su
temporalidad: Artesana popular moderna, del siglo XVIII para ac, se pudo hacer hace 200
aos hasta hoy. Tienen motivos cristianos, modernos, animales trados del viejo mundo.
Caras que ya no son estilo indgena de antao, todo es barroqusimo, colonial, saturado
como una mescolanza de todo.
Ahora me referir a una boda mixteca representada en la Sala Pueblos Indios, vista
por una sociloga de 30 aos. Ella comenta: es una muestra de dos cosas: del mestizaje, y
que el consumismo ha penetrado a todos los rincones, transformando la vida de todos.
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Escogieron bien la coca cola porque es el smbolo del consumismo y la globalizacin. Por
elaborada que parezca esta asociacin, como sucede en las salas arqueolgicas, tambin se
aleja de los parmetros de significacin propuestos por el Museo, pues lo que se intenta es
describir los elementos del vestuario, y el apego a la tradicin de los conservadores
mixtecos, en cuanto al arreglo de las bodas.
Pero decamos que la constante en estas salas es la bsqueda de semejanzas y
diferencias entre el espectador y lo que se mira, porque a diferencia de las salas
arqueolgicas, aqu las figuras realistas de carne y hueso nos remiten a un espacio privado,
y a la cotidianidad, para mostrarnos que en efecto son reales, cercanos.
Mostremos primero aqullos espectadores que explican las exhibiciones mediante la
elaboracin de un personaje indgena, creado desde los imaginarios sociales. De manera
que los objetos expuestos tienen una lgica basada en ese personaje, y lo que l hara con
los objetos. La bsqueda de semejanza es entre lo exhibido y el personaje imaginario, entre
el espectador y las exhibiciones.
Pongamos como ejemplo el caso de una vitrina etnogrfica de la Sala Pueblos Mayas
(Fotografa 3) que pretende mostrar una parte de la organizacin social y las tareas que
desempean los nios. Una espectadora de preparatoria explica que sta muestra: ()ropa
y juguetes tpicos de los indgenas. As se visten los nios y esos son los juguetes que los
indgenas hacen. Ellos viven de hacer ese tipo de ropa y venderla. Mirando desde ese
personaje imaginario, los objetos se transforman en artesanas, en productos de venta y en
una forma de subsistencia econmica, y por ms cercana que esa interpretacin est a la
realidad de algunos pueblos indios, se aleja de los parmetros de significacin propuestos
por los productores del museo.
Otro estudiante de preparatoria se refiere a una vivienda de los mayas de la montaa:
()Aqu se presenta un hombre haciendo labores. Todos los objetos y muebles tienen una
funcin; pero es una vivienda muy humilde, porque son pueblos oprimidos, que tienen muy
pocas posibilidades de tener una calidad de vida, no s si por estar aferrados a sus
costumbres.
Una pedagoga de 26 aos comenta al mirar una casa de Tulimn Guerrero, de la Sala
Nahuas: es una cocina tradicional, que muestra a una seora elaborando sus productos.
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Nos puede servir para conocer la diferencia entre modernidad y lo que han vivido
anteriormente, o no s si sigan as, porque son muy apegados a sus tradiciones, a su
religin, siguen todas sus doctrinas.
Una sociloga de 26 aos comenta para el mismo caso: es una seora haciendo
tortillas en su casa. Me cost saber que era de tiempo reciente, pero vi lo que podan ser
unas fotografas y es que conservan parte de la cultura de aos atrs pero muchos se ven
influenciados y actan de acuerdo a lo moderno; y se estn extinguiendo porque no cuentan
con los recursos que contaban antes y se ven afectados.
Para el caso de un contexto que presenta una boda mixteca en la Sala Pueblos Indios,
un psiclogo de 30 aos comenta: () es una muestra de cmo la tradicin se ha mezclado
con la modernidad y nos podra poner en igualdad de circunstancias; pero reconozco que las
diferencias existen pues no tienen acceso a todo lo que deberan y mereceran tener.
Todas las explicaciones anteriores corresponden a los imaginarios instituidos
socialmente, en ese plano los indgenas se construyen como atrasados en varios sentidos.
Por ejemplo, en lo econmico y en lo cultural, cuando se aferran a sus costumbres de aos
atrs. Aqu tambin subyace la duda de la temporalidad de estas representaciones. Para
unos la duda se centra entre pasado o presente, y para resolverlo una espectadora recurri a
la bsqueda de referentes, como las fotografas. Para otros la duda es entre modernidad y
tradicin, pero lo resuelven argumentando que estas representaciones son muestra de la
hibridacin o mescolanza entre tradicin y modernidad.
Ahora expongamos dos casos en los que la bsqueda de semejanzas radica entre lo
que se exhibe y el espectador. Es decir, aqu esta bsqueda no es un dialogo entre el
espectador y el personaje imaginario creado desde los imaginarios soiales, sino entre el
espectador y lo que observa. Karen, en la Sala Purecherio, comenta:
() Haba muchos maniques representando diferentes formas de vida. En una casa estaban
un par de nios jugando con las canicas. Recuerdo que cuando era nia mis primos jugaban
mucho con ellas. Jams aprend, pero me gustaba verlos. Esa representacin me trajo
recuerdos; y llegaron a m sentimientos, no s, como de nostalgia. As que ah me qued a
observar durante 10 minutos, adems tena sonido de alguien hablando en nhuatl, otom o
mazahua ().
socialmente y de los que quiere instituir el Museo. Este ejercicio se repite con el contexto de
las reproducciones de casas de las salas etnogrficas, pues evocan en los espectadores a
las abuelas y sus formas de cocinar, o a los lugares olvidados a los que ya no se ha
regresado. La experiencia de recorrer el museo es sumamente personal y nostlgica.
Jazmn, encuentra semejanzas a otro nivel, al narrar su experiencia en la Sala
Pueblos Mayas:
() Lo que ms me interes del segundo pueblo, que era el de los Mayas de la Montaa, es
la forma de sus casas y el material con la que las construyen; como las puertas de madera,
tejas, las paredes de adobe, y en ellas cuelgan colocan los clavos para colgar sus ollas, etc.
Todo eso me hizo recordar mi pueblo lindo, la casa de mi abuelita, de vecinos y conocidos.
Por otro lado haba un instrumento que an utiliza mi ta para hacer el queso de vaca, no s si
antes lo ocupaban para eso, pero es igualito, igualito ()
Jazmn parece no ser ese otro imaginario, sino que se asume como ese otro, pues
todo lo que ve all es igualito. Se coloca como si se estuviera all, y empieza un vaivn entre
la exhibicin y la espectadora de bsqueda de semejanzas: las casas, los materiales, los
instrumentos. El riesgo de que las salas etnogrficas propicien este proceso de conocer,
centrado en el yo individual, en sus memorias y nostalgias, es que el personaje que dibuja el
museo se escapa de la mente del espectador, porque ste ya no existe, es el propio
espectador el que se coloca all, guiado o no por los imaginarios instituidos socialmente.
Las experiencias de conocer el museo que presentamos muestran un desplazamiento
de sentido del propuesto por Museo. El indicio ms claro es que la significacin del
espectador se aleja por completo de la informacin de las cdulas, pues, a diferencia de las
interpretaciones anteriores y de acuerdo con las cdulas, la reproduccin de la casa en la
Sala Pueblos Mayas refiere el proceso de su construccin, los elementos constructivos y el
ritual final del festejo inaugural, y en el caso de la casa de la Sala Nahuas a la importancia de
la cocina, como lugar central de interaccin del ncleo familiar.
Otro ejemplo claro de desplazamiento de sentido generado por esta bsqueda de
semejanzas, lo muestra Yorubith al adentrarse a la Sala Nahuas: () Cuando entr me
atrajo la cruz de piedra que se encontraba en la parte de en medio, me agrad la forma
retorcida que tena en la parte de abajo y me record la pelcula del Rey Arturo y pens
encontrar la espada en la piedra (). En efecto, la cruz podra ser semejante, pero desplaza
a Yorubith a crear sentido en otros terrenos bastante alejados de las temticas Museo.
- 374 -
pero
lo
hay
que
hacer
todos.
Una jubilada de
55
aos
gustaron
dice:
me
mucho
las
- 375 -
de
colorido
gracia, que nosotros mismos despreciamos. Estn tan infravaloradas en el mercado. Tal vez
porque nosotros mismos los despreciamos, eso no debe ser ms.
Elisa, una administradora de 24 aos dice: Actualmente gran parte de ellos viven en
la pobreza extrema, son denigrados por sus rasgos fsicos. No reciben las mismas
oportunidades que todos los dems mexicanos, porque hemos visto una dificultad en su
lengua. Pero si nos ponemos a pensar, hay casos exitosos de migrantes en otros pases. A
lo mejor nosotros somos los que estamos mal y deberamos de apoyarlos ms.
En este sentido la intencin emotiva de estas salas de lograr un cambio de actitud
frente a los indgenas, podra cumplirse de cierta manera. Cerramos con los comentarios de
Felipe, licenciado en finanzas, quien muestra este posible cambio: () son pueblos
diferentes. Por ejemplo yo no me vestira as, y es que ellos se enfocan en tradiciones. Es
difcil que convivamos todos y respetar las diferencias; pero no hay que pensar que mi forma
de ver es mejor que otra. Slo son puntos de vista diferentes pero al final todos queremos y
buscamos lo mismo, convivimos en el mismo espacio
La mirada inteligente
La palabra inteligencia proviene de latn intellegere, un trmino compuesto por inter, entre y
legere, leer, escoger, por lo que, inteligente, etimolgicamente, es quien sabe leer o
escoger informacin. Partiendo de esta definicin, en la experiencia de la mirada inteligente
colocamos a aquellos espectadores que supieron leer desde los parmetros del museo. El
saber leer implica que, resultante de la experiencia de recorrer el museo, se considere
haber aprendido algo nuevo, y hacerlo a la manera en la que ste exige, leyendo las cdulas,
pero tambin incluye un ejercicio de almacenar la nueva informacin leda.
Desde los espectadores, el aprender en el Museo s est relacionado con la lectura de
las cdulas. Colocamos estos comentarios que reflejan la idea de que, al no leer las cdulas
no hay posibilidades de aprendizaje. Por ejemplo, un ex trabajador de la extinta Luz y Fuerza
del Centro, despus de mirar el calendario azteca afirma: pues lo admiramos un rato, pero la
verdad no lemos, as que no puedo decirte nada, seguro con la lectura podra explicarte ms
de la cultura mexica y para qu usaban la piedra. Otra espectadora de 45 aos comenta:
me gust verlo, pero tal vez me falt leer ms detenidamente para entender cmo la
hicieron, cmo cortaron y elaboraron los tallados en la piedra. De la misma forma, varios
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cocina, como los molcajetes y los metates. Tambin en el uso de alguna prenda como los
huaraches.
Otros espectadores encuentran continuidad con referencia a la cultura, como en el
arte. Por ejemplo Adriana, quien comenta: s, pienso que an compartimos algo. En los
diseos que vi aqu, hay algo de ellos en los actuales. Tambin existe continuidad en la
cultura, entendida como las tradiciones o las costumbres. En ese sentido se reconoce
que stas han cambiado, pero que tuvieron su origen all. As piensa scar, un estudiante de
preparatoria: yo creo que s compartimos algo, como los entierros, que son una muestra de
que all se origin la tradicin de las ofrendas o el da de muertos.
Los que no encontraron continuidad, se refieren a elementos culturales que resultan
incompatibles con la actualidad, como los sacrificios humanos: no, para nada, ya no queda
nada de esto. Cmo vamos a hacer un sacrificio!. O simplemente la tecnologa que ya
nada tiene que ver.
Pero en su conjunto, el sentido del Museo parece ser otro, pues all esa continuidad no
encontrada se rectifica. All los espectadores son capaces de mirar una historia, un legado y
un origen compartido. Como dice un espectador de 50 aos: La historia que nos dejaron es
nuestra, es parte del pasado de todos nosotros. En la totalidad es posible mirar al Museo
como una muestra de la grandeza sobre nuestros antepasados, lo bello de nuestro
pasado, como las races de la identidad cultural de los mexicanos, una presentacin de
nuestros orgenes, de nuestro Mxico.
Cuando el museo se mira como un todo tambin es posible asumir a esos otros del
presente como un nosotros. Por ejemplo, un espectador de 37 aos, quien dice: tanto los del
pasado, como los actuales indgenas, nos dan una identidad nacional y pertenencia. Nos
hace nicos. O Arturo, de 46 aos, quien comenta respecto a lo que considera el mensaje
del museo: Combatir tanto desconocimiento sobre los indgenas. Basta una mirada al
Museo, para saber que son dignos de respeto, que son parte de nosotros.
Gisela de 30 aos, tambin comenta al respecto: el museo da conciencia de que
cuidemos el pas, de lo maravilloso que son los indgenas, que son parte de la historia y de la
actualidad y que hay que considerarlos. Somos de los pocos pases que contamos con tanta
diversidad, historia y de tan larga data. Otro espectador de 26 aos comenta respecto al
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mensaje del Museo: Conocer tanto la historia, como demostrar que an hay culturas que
conservan sus costumbres y que todos somos Mxico. Daniel, un espectador de 60 aos
comenta: el mensaje del museo es despertar orgullo de nuestros antepasados, pero a
nuestros pueblos indgenas actuales los tenemos en el olvido, eso est mal
Aqu cobra sentido entender al MNA como una experiencia ritual. sta como sealaba
Vctor Turner, tiene el efecto de hacer tangible el sentimiento de solidaridad entre
participantes que normalmente se encuentran separados por su estatus social. Aqu caben
las respuestas de quienes ven por un momento un nosotros, un nuestro, que parece
evocar los lazos de solidaridad, que segn Andrea, una espectadora de 49 aos, tiene por
funcin recordar el Museo. Tambin cabe aqu que los espectadores se refieran a lo
maravilloso de los indgenas, y lo dignos de respeto que son.
Ahora bien el museo como un todo, tiene el efecto, dicho de manera contundente por
una espectadora de 60 aos: de aprender a amar a la nacin, y la misin profunda de
hacernos sentir orgullosos de nuestra nacionalidad. El museo escenifica a la nacin, sus
orgenes, que parecen contraponerse con la diversidad del presente y sus condiciones reales
de existencia, pero aqu se combinan para mostrar su cara pblica. Nos la muestran a
nosotros los mexicanos, pero tambin a los extranjeros y as tambin lo perciben los
espectadores.
Es en la mirada ritual en la que radica la especificidad del Museo Nacional de
Antropologa, y es que ste es uno en el que la categora de identidad colectiva nacional
opera de manera radical en el plano subjetivo, pues como mostramos pone en el mismo
plano dos maneras de contactar al espectador con lo que se ha imaginado como identidad
nacional.
porque
las
se
cualidades
estas
colecciones,
vastas
porque
muchos
extranjeros
El Museo en su
dimensin de cara pblica
o front stage, dirigido los
extranjeros, se revela cuando Juan, comenta que su objetivo es: mostrar a los visitantes
extranjeros todo lo bello de nuestro pasado. Tambin cuando Gabriela comenta: () segu
mi camino y en la entrada de una sala hay un gua explicando a unos extranjeros. Les habla
de nuestra cultura y estn fascinados. A m tambin me fascin verlos tan emocionados con
nuestra cultura, que bueno que exista un lugar como ste ().
Mientras realizaba mi trabajo de campo se instal una exposicin que mostraba
realidades urbanas de la ciudad de Mxico, aspectos como el embotellamiento de autos y
los nios de la calle. En la libreta de comentarios haba varios que expresaban cierto
malestar con que la exposicin se hubiera montado all; porque que pena con los extranjeros
que vean esto. Simplemente esa es la cara que no se quiere mostrar y no en este espacio.
Porque no es slo para ser utilizado por la clase poltica y su programa de relaciones
- 384 -
exteriores, es tambin para los espectadores ese necesario front stage, ese espacio posible
de experimentarse con la mirada ritual, capaz de reencantar el mundo por unos minutos.
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Reflexiones finales
El pasado nunca est ah, esperando
que lo descubran, que lo reconozcan como es.
La historia constituye siempre la relacin
entre un presente y su pasado.
En consecuencia el miedo al presente
lleva a la mistificacin del pasado
Jon Berger
Al principio planteamos el objetivo de analizar las estrategias mediante las cuales se producen
las expresiones del nacionalismo, desde el poder, para acercarnos a comprender si era posible
que a partir de ellas los individuos tejieran un vnculo con la nacin, de qu tipo y de qu
manera.
La reconstruccin del pasado prehispnico fue una de las labores de los profesores del
Museo, pero ste estuvo vinculado a la produccin de la memoria de la fundacin de la nacin.
De manera que esta construccin histrica se apoy tambin en las imgenes de los indios
arqueolgicos, provenientes de fuentes que los dibujaran como hombres prodigiosos y
civilizados, cuyas cualidades confirmaran a sus monumentos y vestigios, como sus testimonios.
Con ello comenzaron a sobrevenir una serie de imaginarios que perduran hasta nuestros das.
De hecho parecen ms un estereotipo, en tanto su casi inamovilidad a travs del tiempo.
Los imaginarios representados en las exhibiciones del Museo, y los que de all pudieron
devenir, igual mostraban discursos biologicistas de tintes racistas, que un personaje
romantizado, extico, de alguna manera cercano al buen salvaje. ste se alejaba de las ideas
de los profesores de la institucin, quienes an los consideraban un estorbo para el desarrollo
de la nacin, por sus modos de vida y las caractersticas psquicas e incluso fsicas que les
haban atribuido; y que slo reflejaban la imposibilidad de servir al modelo de progreso que
sustentaba la idea de nacin.
La prctica cientfica era y es la base de las exposiciones del Museo, pero en s mismo,
ste se convirti en una herramienta del poder para infundir en los espectadores el sustento
ideolgico de la nacin, que conjugaba un repertorio cultural y la memoria histrica, o ms bien
la historia patria convertida en un mito fundacional. Ese abigarramiento de sus funciones
- 387 -
la labor del museo como institucin cultural fue replanteada, y tiende a vislumbrarse como un
espacio inclinado a otorgar mayor peso a la transmisin de informacin, es decir, a sus facetas
comunicativa y educativa.
Como hemos mostrado, la transformacin del Museo como expresin del nacionalismo e
institucin cultural sobre todo se ha dado en el terreno de la esttica, all ha radicado su
especializacin, ms que en la tica. Lo que ha implicado un vaciamiento de la interioridad en
provecho de sus signos exteriores, de un agotamiento del contenido por la forma (Barthes,
1981:17), construyndose por inercia con las bases de un mito.
ii)
iii)
iv)
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Tampoco se han revalorado las cualidades del espectador como un individuo que quiere
conocer, tal vez confirmar sus imaginarios, pero tambin transformarlos, llenarles los espacios
en blanco. Porque aunque tiende a pensarse que los espectadores van obligados, cuando la
mayora provienen de las visitas escolares, esto no es as, y sus expectativas an viniendo de
escuelas, ms que distraerse o entretenerse, son de aprendizaje, como lo muestran nuestros
datos.
Si bien esto puede ser diferente cuando los espectadores recorren el museo y existe una
contradiccin entre el decir y el hacer, y adems el aprender corresponde al imaginario del
espectador de lo que debe hacerse en un espacio cultural como ste, y no necesariamente se
hace, tambin mostramos que la mayora realmente tiene intencin de interactuar con el museo
y, en ese sentido, recorrerlo para efectuar las distintas tareas que ste les solicita: mirar, sentir,
emocionarse, pensar para explicarse y tejer una relacin con los objetos e imgenes que all
convergen y con el espacio que recorre.
Ilustremos lo anterior con los comentarios de tres espectadores, quienes explicaron sus
expectativas antes de recorrer el Museo. Se trata de dos estudiantes de preparatoria, quienes
acudieron en una visita escolar. Gabriela asisti con la intencin de () entender el motivo que
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llev a una cultura a realizar enormes pirmides, figuras de piedra, hueso, etc. Entender bien y
con claridad lo que antes no entenda y hasta me aburra. Eliud comenta: () generalmente
acudo a los museos por inters de conocimientos, y aqu voy a descubrir cosas nuevas que tal
vez puedan influir en m. Mientras, Nereyda, universitaria, afirma que asisti porque () es
bueno dejar de hacer lo que siempre haces y abrirte a un mundo interesante, que en cierta
forma es parte de ti, porque en los museos se ve reflejado el pasado del hombre, visto por los
ojos de otros.
Los tres espectadores muestran adems de sus propias expectativas, las del Museo, y
tambin algunas de sus problemticas: construir una imagen del pasado o el presente a travs
de los ojos de otros y hacernos mirarlos como nuestros, transmitir conocimientos para cambiar
la situacin intelectual de los espectadores, entretener, y finalmente la capacidad de influir,
incidir en el espectador. Esto nos lleva a nuestro planteamiento anterior, a la necesidad de
reflexionar y preguntarse esta realidad construida por los ojos de otros qu es lo que
pretende comunicarle al espectador?, cul es la incidencia que intenta tener en l?
La respuesta ms clara la tienen los etngrafos. Ellos utilizan al museo como medio para
conseguir un fin, porque se plantean comunicar los conocimientos sobre los grupos indgenas
para incidir en el espectador y cambiar su actitud frente a ellos, ayudarlo a valorar las
diferencias culturales y aprender a verlas como necesarias y enriquecedoras, como propias de
un nosotros.
Para ello, la estrategia ha sido una tendencia a estetizar la realidad de los grupos
tnicos, llevarla de cierta forma al pasado, construir una realidad imaginada para revelar que
esas diferencias culturales persisten. Mismas que se han comenzado a enaltecer en el espacio
museogrfico mediante su cultura material, mostrndola, aunque en menor medida, como
espectacular, expuesta como protagnica. An queda la duda de si enfatizar las diferencias, es
la estrategia correcta para aprender a mirar a otros como un nosotros y establecer relaciones
de semejanza. A final de cuentas, uno de los fines de la antropologa es mostrarnos la
diversidad, las diferencias, pero el dilema vuelve a ser para qu? Tal vez la respuesta, incluso
sealada por algunos curadores, es para enfrentarnos de mejor forma a los otros, de manera
respetuosa, o acaso tolerante.
- 391 -
Lo anterior, nos coloca en la disyuntiva sobre la forma en la que se deben representar los
grupos indgenas: mediante la realidad que construyen los investigadores, la realidad construida
por los grupos tnicos, o una realidad totalizadora que muestre tambin los problemas sociales,
polticos y econmicos que, cabe decir, para los investigadores son difciles de museografiar,
incluso algunos sugieren que ste no es el espacio para ello. Mientras tanto, pensando en los
objetivos de lograr el cambio de actitud en el espectador, los grupos indgenas son
representados a partir de la realidad que construye el investigador.
Ahora bien, por un lado, el cambio de actitud que persiguen los curadores parece
lograrse cuando algunos espectadores perciben, despus de su recorrido, que ahora respetan
o valoran ms a los pueblos indios, porque, como argumenta Daniel, () cada pueblo tiene
una forma peculiar de hacer las cosas, de vestirse, alimentarse y sobrevivir. Si algo hay que
aprender es que todo tiene un significado cada dibujo, cada diseo hay que valorarlo, porque
hemos perdido el sentido de casi todo. Ahora respeto ms a quienes nos han dado un arte tan
colorido. Pero por otro lado, algunos espectadores, aunque pocos, exigen una representacin
realista de los grupos indios. Como comenta Carla: () lo que est all parece que no existe,
es como del pasado, pero no es as y habra que verlo como es en realidad, y es en el presente,
cuando se ha perdido casi todo.
Aun as, los imaginarios que recuperamos de los espectadores sobre los grupos
indgenas, antes de su visita, tienden a repetirse despus de haberla efectuado, y en suma se
construyen personajes problemticos, algo atrasados, alejados, huraos, pobres, resultado
- 392 -
Aunque, cabe decir, al salir del Museo existe cierta tendencia a hacer algunas
reflexiones, no muy profundas, sobre la revaloracin de los grupos tnicos. Es decir, el respeto
y la tolerancia puede existir porque, despus de experimentar las exhibiciones, se reconoce a
quienes con tanto trabajo han preservado determinadas tradiciones, y eso los hace
merecedores de una restitucin en el plano de lo simblico e incluso en el plano de lo
econmico, o sea, una necesaria igualdad de condiciones. Es como si la redencin de los
grupos indgenas, que planteaban los productores del Museo en 1964, cobrara sentido, pues es
ante los ojos de un nosotros que esos otros se han redimido; pero en la realidad falta mucho
por hacer para establecer esa igualdad, y sa es una labor en la que podran incidir las
exposiciones del Museo.
Mientras, los arquelogos consideran al museo como un medio, pues lo que se persigue
es explicar y transmitir el significado o el contexto social de los objetos. En este sentido parece
que se plantean tener una incidencia de tipo educativo, ensear al espectador. Es difcil
comprender la intencin que hay detrs de ello, ms que el conocimiento por el conocimiento, lo
cual no es menor, pero podemos decir que el fin es que se revalore el pasado prehispnico y no
slo las cualidades de sus materiales. De tal modo que los objetos no slo sean vistos como
bellos, sino como un testimonio de un tiempo histrico. Sin embargo, la estrategia museogrfica
ha radicado en enfatizar la materialidad de los objetos en los escenarios, y las explicaciones
verbales que los transformaran en testimonios, se hacen desde un lenguaje que resulta crptico
para los no especialistas y tienden ms a la descripcin que a la explicacin.
Lo anterior est relacionado con el imaginario de los arquelogos sobre su hacer como
cientficos y divulgadores. Pero lo cierto es que esos elementos descriptivos son slo
significativos para ellos y llevan a centrarse en la esttica de los objetos. El espectador puede
sentirse rebasado, pues no encuentran all el elemento humano que los acerque a entablar un
vnculo desde otro mbito, ms que el imaginario que se han construido del pasado
prehispnico y el personaje del indio arqueolgico. De tal manera que todo objeto expuesto se
justifica en este plano, se hace corresponder con esa figura imaginada. De otra forma, el
espectador tendra que saber cul es el mtodo de la arqueologa para poder comprender por
qu las descripciones de los materiales arqueolgicos son tan importantes para el arquelogo, y
cmo se transforman en un indicio de un proceso sociohistrico, o, por otro lado, tendra que
saber por qu no es posible hacer una interpretacin histrica ms completa y se le presentan
las descripciones.
Sin embargo, hay espectadores que afirman haber aprendido algo despus de su
recorrido: un nombre, el significado de algn objeto y su funcin utilitaria o simblica. De
manera que podra, de cierta forma, cumplirse el objetivo de los curadores, pero esos datos
difcilmente podran recomponer el contexto socio histrico del objeto. Por otro lado, en el caso
de estas salas, los imaginarios que recuperamos de los espectadores, previos a su visita,
parecen ser los mismos despus de recorrerlo. Incluso tambin aquellos que construyen el
sentido del pasado prehispnico en el plano de lo mstico, que se desprenden totalmente de la
dinmica del Museo, tambin sirven en este espacio para dar sentido a lo expuesto, porque,
como argumenta Jon Berger nunca miramos slo una cosa; siempre miramos la relacin entre
las cosas y nosotros mismos (Berger, 2006:14).
relacionarnos con aqullos que hemos imaginado como un nosotros o, en dado caso, como
otros, y tambin nuestras acciones frente al devenir de la historia.
La nacin no slo es cultural, sino poltica y econmica, es all donde radican las
condiciones de desigualdad y la posibilidad de mostrarla de manera realista. La historia, aqu
sugerida, lejos est de ser un recuento de los hechos, es una hecha por personajes
sobrehumanos que conllevan a la prdida de la condicin del sujeto histrico, y en el peor de
los casos, la historia se convierte en una sucesin de objetos descritos al detalle.
Mientras tanto ms que influir o incidir, el Museo parece influenciado por el ejercicio de
construccin del nacionalismo posrevolucionario, no slo porque de all se desprendieron los
principios ideolgicos que lo conformaron, sino por su tica de negar lo que parece ajeno y con
ello cerrar sus puertas a la creatividad. As, el Museo es una muestra, en el sentido de Octavio
Paz, de que se ha racionalizado el mito, () no se ha podido destruir, (.) sus verdades
cientficas, a pesar de los esquemas racionales que las enmascaran, tienen esa tendencia que
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lleva a toda sociedad a imaginar una edad de oro de la que el grupo social fue arrancado y a la
que volvern los hombres (Paz, 1998:89).
El Museo transforma a los testimonios sociales en objetos fetiche que tambin evocan un
recuerdo imaginario, recuerdo falso que slo puede ser producido por la dialctica entre el
individuo y el contexto sociocultural, en donde se conforma y produce una memoria colectiva:
una suerte de interrelaciones de memorias que se articulan con la propia, en un juego en el que
se integra una dimensin de poder, cuya facultad es repetir los recuerdos falsos para integrarlos
en los imaginarios sociales y en los individuos.
Despus de todo, el Museo no es un espacio slo del y para el poder, es uno ldico,
recreativo, un lugar para el descanso y contemplacin del que todos quieren llevarse un
recuerdo de su recuerdo imaginario, simulando ser otros del pasado, colocndose en la
fotografa como si estuvieran ataviados con el penacho de Moctezuma, cargando con una sola
mano el peso del calendario azteca, o abrazando a Lucy, la australopitecus.
Al final del recorrido por esta investigacin, y respecto a los planteamientos iniciales en los que
consideraba que las dimensiones que componen el sentido nacionalista y educativo del Museo
pudieran estar construidas de manera independiente, incluso conflictiva, hemos visto que esto
difcilmente ocurre. La tica, la razn, la intencin de transmitir conocimientos; y la esttica, las
emociones y las sensaciones son indisolubles, pues conforman el habitus del curador del
Museo Nacional de Antropologa, y de manera inconsciente se convierte en una suerte de
autocensura, en una gua que obliga a los curadores a hacer de este museo tambin un
espacio del nacionalismo.
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Frente a las condiciones adversas que nos plantean diversos autores sobre la crisis del
nacionalismo y las identidades nacionales, este espacio parece estar ajeno, pues es aqu, y no
insistiremos ms en ello, donde se corroboran los imaginarios del ser mexicano. Sin embargo,
esta sensacin de pertenencia puede remitirse solamente al momento de recorrer el museo.
En nuestra bsqueda por definir al MNA encontramos que existen tres museos, tres
formas de expresin, de comunicacin, y consecuentemente de proponer una interaccin con
los espectadores. As en las salas de Introduccin a la Antropologa y Poblamiento de Amrica
se vislumbra un museo tico que pondera la transmisin de conocimientos y que alienta,
adems de las emociones y las sensaciones de los espectadores, a la cognicin y a la reflexin.
Las salas arqueolgicas y el protagonismo de los objetos proponen una relacin basada en la
esttica que alienta a las sensaciones y emociones de los espectadores; mientras que las
etnogrficas, en parte, proponen a la tica, sin embargo alientan sobre todo a la evocacin de
memorias personales como forma de interaccin con los espectadores.
De la misma forma cada una nos presenta sociedades ideales, es decir, las primeras
salas representan sociedades creativas, cuya cultura depende totalmente del entorno natural;
las salas arqueolgicas sociedades fuertes, con un complejo y en parte incomprensiblesistema religioso, y casi carentes de conflictos de toda ndole, pero capaz de representar el
pasado que se mira como propio. Mientras las etnogrficas son sociedades idealizadas, pero
que muestran la diversidad fundada en las diferencias culturales, es decir una nacin diversa.
En este sentido se representa un nacionalismo esttico que transita en parte hacia uno tico,
pues refleja una nacin en parte ilusoria, que es aceptada por los espectadores.
Respecto a los espectadores slo queda agregar que, de cierta forma, parece
independiente la manera en la que se exhiban y expliquen los objetos o los procesos
sociohistricos o simblicos, de la experiencia del espectador, pues el Museo tiene una gran
eficacia simblica que lo hace funcionar invariablemente desde su dimensin nacionalista, y en
segundo plano cualquier otra.
Por ltimo los curadores nos dejan claro que trabajan para divulgar los conocimientos
que se producen desde la antropologa, y en este sentido pareciera que la idea, de fondo, es
- 398 -
Pero tambin cabe preguntarse si no sera mejor plantearse ms que divulgar, educar,
transformar, concientizar. De manera que sea obligado centrarse en el espectador para, como
mencionamos, plantearle un nexo causal entre l y la historia, entre l y la forma en la que se
reproducen los grupos indgenas, es decir, hacerlos parte de la solucin. Incluso
comprometerse con ello no requiere cambiar los elementos con los que se construye el Museo.
- 399 -
ANEXOS
Guiones realizados para la planeacin del Museo Nacional de Antropologa
Tabla 1
Guiones que posiblemente se
ocuparon por sala
Salas inauguradas
Introduccin a la antropologa
(el hombre como ser cultural),
Ignacio Bernal, 17 pp., 1961
Introduccin a la antropologa
(el hombre fsico), Javier
Romero, 54 pp., 1961
Introduccin a la antropologa
Antropologa fsica: origen y evolucin del hombre y
relacin con los primates (fsiles, leyes de la gentica
y aplicaciones en la medicina y salud pblica )
Instrumentos y mtodos de la antropologa:
estratigrafa, relaciones entre objetos y pasos
evolutivos de la cultura humana en orden cronolgico
agricultura, cermica, tejido y metalurgiaEtnologa y estudio de las culturas (objetos que
ilustran diferentes aspectos economa, religin y arte
de distintos continentes del mundo)
Lingstica explicacin de la lengua como sistemas de
comunicacin diversos msica, escritura y otros no
verbalesAntropologa aplicada o aplicaciones de la
antropologa- reconstruccin de ciudades perdidas,
estudia de historia antigua, textos para grupos
analfabetos programas de salud pblica y de
desarrollo e comunidades atrasadas
Introduccin a Mesoamrica
Perspectiva general de las exhibiciones de las culturas
precolombinas, mostrando su unidad, sus influencias
mutuas, rasgos culturas comunes, cronologa de los
diferentes pueblos, y extensin geogrfica.
Orgenes
Comprender la posicin y la cronologa que ocupan en
la prehistoria general de Amrica, migracin por el
estrecho de Bering, apariencia fsica, fauna del
pleistoceno y cultura material
Asesores cientficos ,
asistentes y musegrafos
que montaron las salas
Santiago Genovs
Beatriz Barba de Pia Chn
Julio Csar Oliv
Asistentes y musegrafos
Jorge Gussinyer
Juan Dosamantes
Paul Kirchoff
Romn Pia Chn
Asistente
Manuel Barrn
Jos Luis Lorenzo
Asistentes
Jorge Angulo
Francisco Gonzlez Rul
Iker Larrauri
SALAS ARQUEOLGICAS
Sala de las culturas preclsicas
del altiplano de Mxico, Romn
Pia Chn, 14pp., 1961
Sala de arqueologa
teotihuacana, Ignacio
Marquina, 40pp, 1961
Sala Tolteca, Jorge Acosta,34
pp., 1962
Culturas preclsicas
Mostrar la evolucin histrica cultural de los grupos
aldeanos que comenzaron con el desarrollo de la
agricultura en el Altiplano central (Edo. De Mxico,
Puebla, Morelos y Tlaxcala) cuya cronologa se
presenta dividida en tres periodos principales
preclsico inferior, medio y superior
Teotihuacan
Mostrar el origen y desarrollo del centro poltico y
religioso ms extenso de Amrica precolombina.
(cermica, arquitectura, murales)
Toltecas
Caractersticas de los toltecas, predominio de la casta
militar, la expansin imperialista, las conquistas y
tributos.
- 400 -
Ignacio Bernal
Ignacio Marquina
Romn Pia Chn
Alberto Ruz?
Asistente
Eduardo Pareyn
Mexicas
Origen de los mexicas, peregrinacin, desarrollo de
Tenochtitlan. (economa tianguis y tributos-, arte
escultura monoltica-, religin
Oaxaca
Desarrollo cultura zapoteca y mixteca
Norte
Occidente
Comisionada a Wigberto
Jimnez Moreno, sin registro de
su entrega
Los huicholes, cultura no
material, Alfonso Villa Rojas, 56
pp., 1961
Los coras, Barbro Dahlgren,
1962
Alfonso Caso
Felipe Sols
Francisco Gonzlez Rul
Salvador Novo?
Carlos Navarrete
Carlos Martnez Marn
Asistentes y musegrafos
Jorge Stepanenko
IKer Larrauri
Enrique Rivero Lake
Ignacio Bernal
Asistentes
Guillermo Rode
Octavio Falcn
John Padock
Golfo de Mxico
Olmecas
Centro de Veracruz
Huastecas
Mayas
Alberto Ruz
Asistentes y musegrafos
Jos Luis Essquerra
Leonardo Borobia
Julio Martnez
Irma Dubost
Ricardo de Robina
Romn Pia Chn
Francisco Gonzlez Rul
Beatriz Brannif
Guillermo Bonfil
Asistentes
Chapi Angulo
Mario Guizar
Romn Pia Chn
Asistente
Jos Lameiras
SALAS ETNOGRFICAS
Introduccin a la etnografa
Coras y huicholes
Tarascos
- 401 -
Barbro Dahlgren
Asistente
Eduardo Ugarte
Alfonso Villa Rojas
Musegrafo
Alfonso Soto Soria
Guillermo Bonfil
Asistente
Marco Antonio Garfias
Fernando Cmara
Margarita Nolasco
Irmgard W. Johnson
Musegrafo
Alfonso Soto Soria
Oaxaca
Zapotecos, mixtecos, mazatecos, mixes, chinantecos,
chatinos, chontales, huaves, zoques, cuicatecos,
triques, nahuas, chochos, amuzgos e ixcatecos
Roberto Weitlaner
Asistentes
Rafael Ramrez
Antonio Biosca
Isabel Kelly
Asistentes y musegrafos
Enrique Ortiz
Luis Snchez de Carmona
Mayas
Mayas tierras bajas: chontales, lacandones, choles y
mayas peninsulares
Mayas tierras altas:
Tzotziles, tzeltales y tojolabales
Noroeste,
Seris, tarahumaras, yaquis y mayos
Fernando Cmara
Jos Luis Campero
- 402 -
pp., 1961
Etnografa aplicada
Alfonso Caso
Sala Mesoamrica
Sala Sntesis o tambin llamada Del Indigenismo
- 403 -
Guin
Luis Aveleyra
Zita Basich
Realizadores
Julio Prieto, Iker Larrauri,
Pedro Armendriz Jr.,
Salvador Novo (Texto de
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Tarso (narracin)
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