ERNESTO GARZON VALDES - Consenso Racionalidad y Legitmidad - Coto Vedado
ERNESTO GARZON VALDES - Consenso Racionalidad y Legitmidad - Coto Vedado
ERNESTO GARZON VALDES - Consenso Racionalidad y Legitmidad - Coto Vedado
Entre las teanas que adoptan corno marco para el anlisis de la legitimidad la situacin fctica de los miembros de una determinada sociedad
pueden mencionarse, entre otras, la de Niklas Luhmann, la de Jrgen
Habermas y la de James S. Fishkn.
Corno es sabido, segn Luhrnann, cada sistema poltico instituye, a
travs de un procedimiento especfico para la adopcin de sus normas y
decisiones, sus propios fundamentos de legitimidad o legitimacin (ambos trminos son utilizados indistintamente por este autor). La aceptacin rutinaria de los resultados obtenidos por el procedimiento es condicin necesaria y suficiente para la legitimidad del sistema. Cules sean
las razones por las cuales los miembros de un sistema poltico aceptan las decisiones es irrelevante. Se podra hablar en este sentido de
motivaciones en bruto. Lo importante es que exista un consenso bsico de aceptacin del procedimiento. Con palabras de Luhmann:
El sistema poltico tiene que poder combinar motivaciones incompatibles
del ms diverso tipo e igualarlas de manera tal que se produzca casi una aceptacin no motivada, evidente. de las decisiones obligatorias [1975, 159],
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o
[L]a incuestionabilidad de la validez legitima de las decisiones obligatorias
es una de las caractersticas tpicas del sistema poltico moderno, como una especie de consenso bsico, que puede ser logrado sin que exista acuerdo acerca de
lo que es objetivamente correcto en el caso particular, y que estabiliza el sistema
[1975,29 ss.].
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Segn Fishkin, la evaluacin acerca de si la autoridad es o no justificable se lleva a cabo de acuerdo 'con los argumentos que es racional
aceptar dentro de la respectiva cultura poltica. Es la posibilidad de la
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dad, si es que ella ha de ser entendida como coincidencia de los principios y reglas vigentes en una sociedad poltica con los principios y reglas
no ya de una moral positiva sino de una moral esclarecida o tica.
En vista de los problemas que plantea el consenso fctico, podra
pensarse que la salida est en buscar una situacin ya no real sino hipottica.
Tambin aqu quiero mencionar brevemente tres posiciones haciendo referencia, al igual que en el caso del consenso fctico, al tipo de
motivaciones que ellas aceptan.
James Buchanan ha propuesto un modelo de justificacin del Estado sobre la base de un consenso racional e hipottico sujeto tan slo al
respeto de la individualidad de cada cual. Esta individualidad est definda por el marco de los derechos de cada cual en una situacin de distribucin natural a la que se llega invirtiendo esfuerzos del ms diverso
tipo (fuerza fsica, astucia, inteligencia, engao). No obstante el heterogneo origen de esta distribucin natural, los individuos encontrarn racional, segn Buchanan, aceptar consensualmente un contrato constitucional que evite los gastos improductivos de ataque y defensa:
Cualesquiera que puedan ser las caractersticas de esta distribucin, sea que
prevalezca una simetra aproximada o que uno de los participantes se convierta
en un gigante del consumo y el otro en un pigmeo [oo.] ambas partes estarn
mejor si se logra llegar a un acuerdo [1975, 24 s.].
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los individuos obtengan lo que desean, cualquiera cosa que ello sea, con
la nica condicin del acuerdo mutuo (1975, 2).
Parece difcil aceptar esta fundamentacin racional y consensual del
Estado originado en una situacin hipottica en la que el mero consenso
es fuente de legitimidad sin ninguna otra limitacin normativa que la del
respeto a la individualidad plasmada a travs de la distribucin naturaL
Un paso hacia la imposicin de limitaciones normativas ms fuertes
en la situacin hipottica de consenso es el propuesto por David Gauthier (1986). La limitacin est dada en este caso por la clusula cautelar
de Locke, que prohibe beneficiarse infligiendo un dao a otro. Esta clusula es la que impide considerar como equitativo un contrato hipottico
entre amos y esclavos. A diferencia de lo que sucede en Buchanan, para
que sea racional aceptar una negociacin, hay que eliminar las situaciones en la que una de las partes impone a la otra una coercin:
Argumentaremos que si el resultado no cooperativo implica coercin, entonces sta tiene que ser reducida eliminando los efectos de esta coercin si es que
ha de servir como posicin inicial para negociar una estrategia conjunta
que racionalmente exija el cumplimiento individual [1986, 192].
La clusula cautelar de Locke prohibe la violacin de deberes negativos pero no impone deberes positivos. La coaccin a la que se refiere
Gauthier es aqulla que resulta del incumplimiento de aqullos y no de
estos ltimos. En el caso de la propuesta de Gauthier, tampoco es relevante el origen de las motivaciones; lo nico que importa es que las
preferencias sean considered pero, como seala Fishkin (1988, 54), este
criterio no especifica nada acerca de las condiciones apropiadas para la
formacin de las preferencias y, por lo tanto, stas no estn libres del
peligro de la manipulacin. Segn Gauthier:
Las preferencias son considered si y slo si no hay conflicto entre sus dimensiones de comportamiento y actitud, y son estables bajo la experiencia y la reflexin [1986. 33].
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dices colabor eficazmente en la quema de brujas [35, segn las crnicas municipales] y, por otra, en su testamento leg 3.000 onzas de oro
para becas a fin de reconciliarse con la posteridad): pero sera difcil
inferir de ello una evaluacin moral positiva de su comportamiento.
La teora de John Rawls (1971) es un buen ejemplo de un intento de
propuesta de una situacin hipottica como punto de partida para un
consentimiento racional por parte de individuos cuyas motivaciones han
sido filtradas a travs del recurso del velo de la ignorancia. En este
caso no se dan ya problemas de indoctrinacin pero s los que Fishkin
llama institucionales:
La dificultad es que una vez que nos apartamos de la vida real, podemos
apelar a cualquier nmero de situaciones contrafcticas. Aun la menor diferencia
por lo que respecta a la imparcialidad y la menor diferencia en las nocones de
pretensiones o intereses relevantes en estas situaciones imaginarias conducen a
resultados drsticamente diferentes [1988, 58].
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tran; por ello, hay que calificar de bueno al contrato que celebran los
unos para salvar su vida y los otros para adquirir esclavos.
Tambin Gauther acepta un concepto de racionalidad dbil, con el
agregado de la motivacin egosta de maximizacin de las propias utilidades. Pero, adems, supone que cada persona posee una informacin
completa acerca de las posibles preferencias y elecciones de los dems.
La racionalidad que le interesa a Gauthier es justamente la racionalidad
estratgica. Como esta ltima est directamente vinculada con los comportamientos esperables de los dems, es obvio que, segn las circunstancias, el contenido de qu sea lo razonable hacer puede tambin variar. Las preferencias son racionales si son considered tal como se seal
ms arriba, es decir, si no hay conflicto entre actitud y comportamiento.
Estas preferencias expresan el valor de un estado de cosas para una persona. Y un estado de cosas es bueno si contribuye a su bienestar (cfr.
1986, 50). En la sociedad de los antropfagos monogmcos, la reduccin culinaria del nmero de mujeres resulta ser Gauthier-razonable:
si alguien se opusiera a ello, conociendo los comportamientos esperables
de los miembros de esta sociedad, actuara irracionalmente desde el
punto de vista estratgico y pondra en peligro su propio bienestar (as
debe haber pensado posiblemente el Dr. Rttinger cuando ejercitaba sus
conocimientos jurdicos en los procesos de brujas; dado el comportamiento esperable de la mayora de sus conciudadanos -que compartan
su fervor persecutorio, pero carecan de formacin tcnicas-e- una actuacin ineficaz de su parte no habra contribuido al honor de la villa
-como se lee en su epitafio- y mucho menos a su bienestar). Adems,
como nadie es culpable del resultado estadstico del supervit de mujeres
y slo rige la clusula cautelar de Locke, no existira ninguna obligacin
moral de auxiliar a las mujeres sobrantes.
En los casos de Habermas, Rawls y Fishkn, el concepto de racionalidad parece ser tomado en un sentido fuerte. Estos tres autores hacen
referencia a la eleccin, adquisicin o modificacin individualmente deliberada de los deseos e intereses. En el caso de Habermas, esta racionalidad en sentido fuerte es equiparada a la autonoma de la persona en
sentido kantiano y, por ello, puede llegar a la conclusin de que la racionalidad prctica del discurso ideal conduce necesariamente a la moralidad. En lo que sigue, cuando utilice la expresin autonoma lo har en
el sentido de racionalidad fuerte y no con el significado kantiano de la
palabra.
Mientras en la versin dbil de racionalidad, la gnesis de los deseos
e intereses no juega ningn papel, aqu su consideracin es decisiva. Es
ella la que acta como filtro y elimina aquellos intereses y deseos que
estima irracionales. Elster (1983, 16 ss.) ha sealado una analoga, en
mi opinin instructiva, entre deseos racionales (en el sentido fuerte) y
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Es obvio que los juicios de correccin tica son de naturaleza normativa
y que, por lo tanto, no pueden ser inferidos sin ms de juicios que describan la realidad. Pero tambin es innegable que las normas morales
son concebidas justamente para reglar una parte de la realidad, es decir,
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significara imponer una discriminacin injustificada, es decir, constituira una violacin del principio de igualdad. Este ltimo requiere en estos
casos dos tipos de medidas: superacin y compensacin, segn se trate
de diferencias accidentales superables o no.
Dentro de la primera categora figuran aquellas desigualdades a las
que James Buchanan ha llamado ambientales, es decir, aquellas que
estn vinculadas con la disponibilidad o la carencia de recursos econmicos, culturales o polticos. Su no superacin debe estar justificada y, si
se admite la vigencia bsica del principio de igualdad, las desigualdades estarn justificadas si y slo si contribuyen a reducir las desigualdades accidentales superables. Esta idea est presente en la obra de John
Rawls y ha sido formulada con mayor radicalidad por Carlos S. Nino
(1984, 209 ss.) con su concepcin de la dependencia recproca del grado
de autonoma de los miembros de una comunidad. La no justificabilidad de las desigualdades accidentales en la sociedad capitalista constituye, como es sabido, uno de los temas centrales de los estudios de Habermas sobre la legitimidad.
En el caso de las desigualdades no superables, lo que requiere el
principio de igualdad es la compensacin de aquellas que constituyen un
dficit de igualdad o, si se quiere, una incapacidad bsica para la adopcin y/o realizacin de planes de vida. Estas medidas pueden ser incluidas en la categora de las disposiciones paternalistas ticamente justificables (cfr. Garzn Valds, 1987).
Si se acepta el principio de igualdad y las consecuencias que de l se
infieren, puede proponerse la siguiente definicin de legitimidad:
DI
Un sistema poltico S* posee legitimidad si y slo si respeta el principio de
la igualdad esencial de todos sus miembros y procura superar y/o compensar las
desigualdades accidentales de los mismos.
El procedimiento ms adecuado para lograr este objetivo es el democrtico pluralista, que permite el mayor grado de participacin, es
decir, la vigencia del principio de igualdad en el mbito poltico.
Las normas o decisiones que se obtengan a travs del procedimiento
democrtdo deben a) asegurar que no se lesione el principio de igualdad esencial, y b) promover la superacin y/o compensacin de las desigualdades accidentales. Dicho con otras palabras: asegurar el cumplimiento de los deberes negativos y de los deberes positivos que, en tanto
tales, imponen ciertamente limitaciones al ejercicio de la autonoma individual.
La definicin de legitimidad reza -ahora:
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Un sistema poltico S* posee legitimidad si y slo si respeta el principio de
la igualdad esencial de todos sus miembros y procura superar y/o compensar las
desigualdades accidentales a travs de la imposicin de deberes negativos y positivos sancionados mediante un procedimiento democrtico pluralista.
En estas propuestas de definicin de la legitimidad se hace referencia al procedimiento democrtico p1uralista y al principio de igualdad..
Conviene formular algunas precisiones al respecto. Por lo pronto, el concepto de igualdad. Igualdad en qu sentido? Ante todo, en el sentido de
la igual consideracin de los intereses de los miembros de una comunidad por lo que respecta a la formulacin y realizacin de sus planes de
vida. Pero igualdad tambin en el sentido de que todo ser humano es lo
suficientemente racional como para admitir la posibilidad de distanciar- .
se de sus propios intereses y comprender que ellos deben tener la misma
relevancia cuando se trata de la formulacin de normas morales. Se trata pues de una igualdad entendida tanto en sentido fctico como normativo. Este ltimo aspecto puede ser reformulado con el concepto de universalidad. Por cierto que alguien podra preguntar por qu ha de aceptarse la universalidad de las normas morales? La respuesta que considero ms obvia es la siguiente: la actividad de la formulacin de normas
ticas, es decir, normas que ofrecen la posibilidad ltima de justificacin
de la conducta humana, est sujeta a ciertas restricciones que son las
que justamente le permiten cumplir la funcin que de ella se espera. Por
ello no es posible equiparar sin ms consenso racional (tampoco en el
sentido reforzado de David Gauthier) y correccin tica. No toda razn
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es una buena razn desde el punto de vista tico. Para que sea tal ha de
satisfacer el requisito de poder ser aceptada (que no es lo mismo que
aceptacin fctica) por todo aquel que est dispuesto al ejercicio de su
razn bajo condiciones de imparcialidad. Al respecto no existe disenso
entre quienes se ocupan de cuestiones vinculadas con fundamentaciones
ticas. Se puede en este sentido pensar en la fonnulacin kantiana del
imperativo categrico o, si se quiere buscar una fundamentacin de raz
emprica, recordar a Hume:
La nocin de la moral implica algn sentimiento comn a toda la humanidad, que recomienda el mismo objeto a la aprobacin general y hace que todo
hombre, o la mayora de los hombres, coincidan en la misma opinin o decisin
al respecto. Implica tambin algn sentimiento tan amplio como para poder
ser extendido a toda la humanidad y hacer que las acciones y la conducta, hasta
de las personas ms remotas, sean objeto de aplauso o de censura, segn que
coincidan o no con la regla acerca de lo que es correcto que se ha establecido
[1957,93].
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