El Warao en El Contexto Antillano

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10mo ENCUENTRO DE INVESTIGADORES DE ARQUEOLOGIA Y

ETNOHISTORIA

TITULO: LA PRESENCIA WARAO EN EL CARIBE


ANTILLANO

Autor: Eduardo Fras Etayo

San Juan, 2015

INTRODUCCIN
El Delta del Orinoco no slo es el punto de partida de la mayora de los grupos que poblaron
las Antillas, es tambin el lugar de residencia de la mayor parte de la etnia warao. Los waraos
son un grupo tnico aborigen que habita principalmente en el Delta del Ro Orinoco, aunque
habitan tambin en los estados de Sucre y Monagas en el Noreste venezolano, y en los
vecinos pases de Guyana y Surinam. En Guyana se encuentran ubicados en el bajo Moruca
y Pomeroon, aunque se les encuentra tambin tierra adentro en la zona de Orella.
No existen descripciones de los warao que hallaron los europeos al arribar por vez
primera al continente americano. Tal vez sea vlida aquella que refiere Las Casas y que
atribuye a Coln cuando describe los indgenas hallados en Tierra de Gracia, Dice que son
de la color de todos los otros de las Indias; traen de ellos los cabellos muy largos; otros, as
como nosotros; ninguno hay trasquilado como en La Espaola y en las otras tierras (Las
Casas qtd. en Lavandero 2000: 16). El etnnimo warao con que se autodenomina este
pueblo significa gente de la canoa o gente de los bajos. A la llegada de los espaoles a
Amrica este pueblo se encontraba an en la fase de economa de apropiacin, aunque
existen evidencias de una incipiente agricultura.
Es innegable la posibilidad de la presencia warao en el Caribe insular. Su proverbial
habilidad en la construccin de canoas y sus conocimientos de navegacin permiten afirmar
su presencia en el Caribe antillano desde tempranas fechas. Aunque hasta el da de hoy la
mayora de las investigaciones sobre la poblacin del rea del Caribe antillano se han
enfocado en la presencia de dos etnias especficas, la aruaca, y la kalia (o caribe), sabemos
que el panorama cultural de ese momento era mucho ms amplio y que diversos pueblos del
tronco lingstico aruaco, y otros como el warao arribaron a las playas de las islas del
Caribe.
El objetivo principal de esta investigacin es demostrar la presencia de la etnia warao en
las Antillas Mayores. Su presencia en islas de las Antillas Menores ya se ha probado en
Trinidad, Aruba y Curaao. Para esto nos basamos en:
1.

Existan las condiciones para un proceso migratorio similar al de otros grupos, con

mayores probabilidades debido a las habilidades de construccin y navegacin de grandes


canoas.

2.

Similares razones a las que se designan a las motivaciones de los desplazamientos

aruacos hacia las Antillas (desplazamiento de estos grupos por el movimiento de otros
grupos guerreros desde el sur).
3.

Gran similitud de prcticas rituales.

4.

Presencia de waraismos en el habla aruaca del Caribe insular.

5.

Existencia de herramientas de tipologas especficas en sitios asociados a warao y

sitios del Caribe antillano.


Partiendo de estos preceptos dividiremos la investigacin en tres reas de estudio: la
etnohistoria y la etnologa, la lingstica, y la arqueologa. Dentro de la etnohistoria y la
etnologa estableceremos los paralelismos entre los estudios que se han hecho acerca de los
warao, y las crnicas acerca de la conquista y colonizacin del Caribe. En la parte
lingstica haremos un estudio de etimologa de vocablos recogidos por los cronistas en las
Antillas Mayores y lo comparemos con vocabularios de procedencia warao, y para la
arqueologa se analizarn herramientas diagnstico, y contextos arqueolgicos. Con el
anlisis de estos elementos de la cultura demostraremos la presencia de esta etnia en
especfico como una de las que poblaron el rea antillana, aadiendo as nuevas
aportaciones culturales a la ya riqueza etnolgica del Caribe.

LOS WARAO
Este grupo que, al arribo de los europeos, se encontraba en el estado de comunidades de
pescadores-recolectores en la fase de economa de apropiacin, se le otorgan fechados en el rea
entre los 9000 y 8500 aos a.P., aunque Sanoja y Vargas (1974) otorgan para estas comunidades
del rea de la Costa Nororiental fechados de hasta 14 000 aos a.P (Sanoja y Vargas 1974: 23).
Hecho curioso es la presencia en sus mitos, transmitidos oralmente, que en muchos de ellos se
habla de conucos de yuca al referirse al tiempo primigenio. Dicha situacin permitira especular
la posible transformacin de sus actividades productivas debido a una variacin en la adaptacin
a un nuevo entorno. La migracin hacia el territorio del Delta del Orinoco, regin de anegadizos,
podra haber sido dicho catalizador de transformacin. Este grupo warao, por sus habilidades de
navegacin, se halla expandido y mezclado con otros grupos dentro del Caribe antillano.
Granberry y Vescelius (2004: 15, 41) plantean que el macor de Santo Domingo, y,

posiblemente, el Guanahatabey de Cuba sean grupos waraoides.


An cuando en sus inicios los grupos warao fueron considerados grupos nmadas,
caracterstica asociada a los grupos de economa de apropiacin, estos rpidamente cambiaron su
estilo por uno ms sedentario ya que el entorno de la sabana del Delta del Orinoco, por su
ecosistema estable les proporcionaba una fcil adaptacin al medio y un acceso total a sus
fuentes de subsistencia. Su habilidad en la elaboracin y manejo de canoas les proporcionaba
fcil acceso a los ecosistemas tanto fluvial (su lugar de habitacin) como al costero, adems de
que el mecanismo de las mareas en el Delta del Orinoco provoca un fenmeno conocido como
macareo que hace que en la pleamar muchas especies marinas entren a los caos del Orinoco.
Sus habitaciones son construidas sobre pilotes dentro del rea del ro (aldeas palafticas).
Aunque se conoce de grupos que se asientan en la propia costa o tierra adentro. Las casas de
forma rectangular eran construidas unidas entre s con la plaza central del pueblo a travs de
puentes elaborados sobre pilotes de madera, y cubiertos por tarimas de maderas para hacer fcil
los traslados entre ellas. Las plataformas o pisos de las casas consistan en dos capas de troncos
de arboles y sobre ellos una capa de barro (Steward Vol. 3 1950: 872), mientras que el techo era
construido con hojas de palma (Mauritia o Manicaria).
Economa Warao
La pesca es una de sus principales actividades econmicas. Se realizaba, y an se realiza,
tanto en el rea fluvial como marina. Para la pesca usaban flechas sin pluma con puntas
lanceoladas o con tres puntas de madera, tambin usaban flechas-arpn con doble punta
desmontable y fijadas con una cuerda, arpones usados como lanzas ligeras, anzuelos, entre estos
se incluyen los de doble punta (estos se elaboraban con las espinas de palmas afiladas en ambos
extremos y atados al cordn por el centro, o cruzando dos espinas), y trampas cilndricas
elaboradas con la corteza del aragun (Tebebuia aurea).
Los warao practicaban la recoleccin de frutos y moluscos tanto marinos como fluviales, as
como tambin la captura de quelonios. En etapas de sequa se dedicaban a la captura de
cangrejos (Callinectes sp.). La recoleccin de moluscos en el rea de manglar del Orinoco es
muy rica y puede producir por hectrea un promedio de 17,000,000 de individuos (Sanoja y
Vargas 2005: 153). Entre las especies de moluscos se encuentran la Crassotrea rizophorae,
Anomalocardia brasiliana, Arca sp., Lucina, y gasterpodos como la Melongena melongena,

Strombus sp., Thais y otros (Sanoja y Vargas 2005: 153).


Una de los principales medios de subsistencia para los warao fue (y an lo es) la explotacin
de la palma moriche (Mauritia flexulosa). Esta palma abundante en la sabana del Delta,
proporcionaba a los warao alimento, ya que de ella se extrae la harina, conocida por yuruma, con
sus hojas elaboraban los techos de sus casas y su cestera, y de sus ramas fabricaban arpones.
Las pocas referencias de cronistas acerca de este grupo radican en el difcil acceso a sus
lugares habitacionales, a los que slo llegaron en el siglo XVIII. Sin embargo varios etnlogos
en el siglo XX han realizado interesantes estudios no slo en recoger las tradiciones orales sino
tambin de etnografa comparada acerca de las actividades econmicas y su diferente desempeo
y evolucin. Entre ellos se destacan los trabajos de Wilbert, y los de Heinen. Estos autores
coinciden en que el proceso de elaboracin de la yuruma va ms all del simple proceso de
alimentacin (Wilbert 1993; Heinen y Ruttler 1974). En ambos casos vinculan la recoleccin de
la harina de moriche, yuruma, con el festival del nahanamu vinculado al ritual del kanobo. Para
el festival del nahanamu, se recogen considerables cantidades de yuruma, en algunos de ellos se
han recogido hasta 1500 kg. (Heinen y Ruttler 1974:127). Estos autores plantean que este ritual
est asociado a un nivel de conciencia colectiva encaminado a combatir posibles etapas de
hambruna y escasez. Un elemento que est por determinar es si estas reuniones tienen por fin
ms el intercambio o la distribucin en la escasez ya que dichas festividades no tienen poca
determinada en el ao, sino que se realizan dependiendo de los sueos premonitorios del
nahanamu arotu.
Sociedad Warao
Los warao eran comunidades gentilicias de carcter endogmico. La estructura social es
igualitaria. Las relaciones de parentesco son matrilineales (la herencia la recibe el hijo de la hija)
y matrilocales, basadas en una relacin suegro-yerno. La unidad socioeconmica es el ncleo
familiar y gira en torno a la mujer ms anciana de la casa. Los asentamientos tienen un jefe
hombre que es la mxima autoridad en tiempos de guerra.
Los warao son considerados los ms polgamos de las tribus de Guayana (Kirchoff 1963:
874). La mayora de los hombres tienen dos o tres esposas, y los jefes tienen hasta cuatro o
cinco, en la mayora de los casos hermanas. Cuando un warao muere su viuda y sus hijos son
heredados por el hermano del fallecido, o por un familiar cercano.

Los contratos matrimoniales se realizan desde muy temprana edad, siendo los padres de la
nia los que escogen al futuro marido (Kirchoff 1963: 875). En casos de matrimonios
intertribales, entre lo warao se pueden hallar muchos de los que ellos llaman otoarao, solo el hijo
de madre warao es considerado warao. La divisin del trabajo se realiza a travs de gnero. Los
hombres se dedican a la pesca, la construccin de canoa, mientras que las mujeres elaboran la
harina obtenida de la fcula de la palma moriche, y la cestera.

ETNOHISTORIA, ETNOLOGIA, LINGSTICA Y ARQUEOLOGA


Los etnohistoriadores no han recogido muchas crnicas acerca de los grupos warao. En la
actualidad existen serios trabajos etnolgicos y lingsticos realizados en las comunidades
warao, ejemplo de estos son los trabajos de Wilbert y Briggs, en etnologa, y los de Wilbert,
Barral, y Lavandero en lingstica. Los cronistas tampoco son muchos, Gumilla, Bernau, y
Hillhouse, los cuales interactuaron con los grupos warao en los siglos XVIII y XIX.
Ninguna crnica del Caribe indica la presencia del warao en el contexto antillano isleo. Las
pocas crnicas provienen de viajeros o religiosos en las reas del Orinoco. En el Caribe antillano,
aun los estudiosos siguen dividiendo los grupos culturales mayormente en las dos categoras
irreales de Tanos y Caribes (Curet 2006: 170). Esto ha conllevado a que el estudio del pasado
indgena caribeo se haya enmarcado en una diferenciacin dual a partir de las dos
denominaciones tnicas usadas por los europeos que escribieron las crnicas en el momento del
contacto. Y a partir de ah, y como consecuencia de esta prctica es que los grupos de diferentes
regiones o islas agrupados bajo estas rbricas como Tanos o Caribes, son vistos en conjunto
como una unidad cultural, social y poltica homognea (Curet 2006: 173), creando as una
camisa de fuerza para el establecimiento de la presencia de otras etnias en el Caribe.
Otro problema a enfrentar es que los etnohistoriadores cuando se enfrentan a una crnica
pueden tener en cuenta en su anlisis aspectos muy diferentes a los que tom en cuenta el autor
de la crnica. Referente al Caribe antillano, los etnohistoriadores han utilizado informacin
recogida mayormente en la Isla de La Espaola, en casos incluso en que los cronistas discrepan
entre s sobre un mismo fenmeno o aspecto cultural. Aspecto o fenmeno que puede variar
segn el grupo de estudio de cada uno de los cronistas, tema que debera ser tomado en cuenta
por los etnohistoriadores, ejemplo de estos es cuando Pan habla en su crnica acerca de que el

lenguaje que l conoce mejor es el macorije por haber estado mas tiempo con ellos, pero en la
transcripcin de Ulloa (la de Pan se desconoce su paradero) adems de italianizar trminos
aborgenes, no esta claro de donde proviene la obtencin de datos, ya que se mencionan varios
caciques diferentes, y no el momento en que Pan obtuvo la informacin de ellos. Y como en las
de Pan, en las crnicas recogidas en La Espaola no est claro si la informacin provista se
refiere a tradiciones culturales practicadas en toda la isla, una regin, en un cacicazgo, o en una
comunidad (Curet 2006: 176).
La presencia del warao pasa as por alto para los cronistas que al recoger datos en lugares
especficos y atribuirlos a toda una regin, e incluso al conglomerado de islas, adjudican solo dos
denominaciones tnicas para todo un vasto espectro de culturas aborgenes en el Caribe
antillano. Modo de vida simple e idlico, palmeras maravillosas, canoas enormes, son algunos de
los elementos ms mencionados en las crnicas que nos trasladan al universo warao. El asombro
ante el modo de enfrentar la naturaleza es una de las constantes en los escritos, la capacidad de
construir dentro de un rea prcticamente inhabitable para el hombre europeo. El milagro de que
casi toda la economa gire alrededor de un solo rbol.
En esta investigacin partimos de comparaciones de las crnicas acerca de las costumbres en
los dos sitios, en el entorno warao y en el Caribe antillano, y utilizamos referencias etnolgicas
estableciendo as similitudes en ambos casos. Y mostrando la presencia de determinadas
costumbres, como las funerarias, que ayudan a explicar determinados contextos arqueolgicos.

Crnicas y Cronistas
Es innegable la posibilidad de la presencia warao en el Caribe insular, aunque an, sin la total
evidencia arqueolgica, no nos aventuraramos a afirmar la posibilidad de que fuesen, como
sealan Granberry y Vescelius macorijes o guanahatabeyes, ni siquiera como plantea Rouse su
presencia especfica en esta o aquella isla. Lo que si hasta este punto podemos afirmar es su
habilidad para la construccin de grandes canoas y sus habilidades para la navegacin tanto
fluvial como martima.
Si, como veremos en el captulo dedicado anlisis lingstico, tomamos la referencia que hace
Pan en su Relacin, y la nota aclaratoria de Arrom (Pan 2008: 38), cuando se habla del cacique
Guarionex y lo escriben como Guaraionel, el que es de estirpe guarao, tendramos la primera

referencia directa de la presencia warao en las Antillas.


Acerca de los warao no existen muchas obras que recojan sus costumbres en la poca de la
conquista. El medio ecolgico de sus asentamientos los converta en enclaves con muy difcil
acceso. En las narraciones de sus tradiciones orales se cuenta de su asentamiento en este tipo de
territorios escapando de los kalia. Aunque entre los grupos aruacos sus vecinos si existen
historias acerca de la tradicin marinera de los warao.
Realmente la primera mencin que se hace de los warao en las crnicas de la conquista
espaola, an cuando no se les menciona por su etnnimo, es en el Diario del Tercer Viaje de
Cristbal Coln cuando habla del encuentro con una canoa el 2 de agosto de 1498, hallndose al
sur de la isla Trinidad frente a lo que el llam la Boca del Draco, que no es ms que la
desembocadura del ro Orinoco, por sus muchos caos.
Vino de hacia oriente y empez a seguirnos una grande canoa con veinticuatro
hombres, todos mancebos y muy ataviados de arcos y flechas y tablachinas, de buena
disposicin, no negros, salvo mas blancos que otros que haya visto en las Indias, y de muy
lindo gesto y hermosos cuerpos y con cabellos largos y llanos, cortados a la guisa de
Castilla y traan la cabeza atada con un pauelo tejido a labores y colores, el cual crea
yo que era almaizar. Otro de estos pauelos traan ceido y se cobijaban con l en lugar
de paetes. Muchos traen piezas de oro bajo colgadas al pescuezo. Tienen canoas muy
grandes y bien hechas, as como livianas, con un apartamiento en el medio como cmara
en donde van los principales y sus mujeres. Cuando lleg esta canoa habl de muy lejos,
hablaban a gritos. Yo ni otro ninguno los entendamos, aunque se poda discurrir que
preguntasen que gentes ramos nosotros y de dnde venamos
Coln (1987: 198)
Posterior a esta cita en el diario de Coln, se halla muy poco en la literatura acerca de los
aborgenes de esta etnia. Afirmamos que esta referencia de Coln es precisamente acerca de los
warao , ya que el arco y flecha era uno de sus principales mtodos de pesca, y el lugar del
encuentro de el Almirante con los indgenas es precisamente en el rea de pesca e intercambio de
los warao. Hubo de pasar mucho tiempo para que los extranjeros europeos pudiesen alcanzar las
pantanosas regiones del Orinoco donde habitan los warao. En 1659 el sacerdote capuchino
Padre Pedro de Berja hace una descripcin de las viviendas, topografa, y formas de subsistencia

de los farautes y tiwitiwis, nombre por los que se conoca en ese entonces a los warao. Su
expedicin a los caos del Orinoco dur un mes y sent bases para intentos posteriores de
establecer misiones en el rea (Vaquero 2000a: 5). No es hasta 1745, que el sacerdote Joseph
Gumilla nos traera descripciones de los parajes y de la vida de los aborgenes del Orinoco,
incluyendo el inhspito Delta.
Una de las primeras descripciones de exploradores ingleses que hemos podido consultar data
de 1834, en la que William Hilhouse narra sus expediciones en tierras warao de Guyana. En su
opsculo, Hilhouse (1834: 328) describe a los warao como muy semejantes al resto de los
pueblos aborgenes de la costa nororiental de Venezuela y Guyana. Aade que en lo referente a
la construccin de canoas son ms industriosos que el resto de los aborgenes. Y basa sus
afirmaciones en la habilidad que tenan para construir canoas para cincuenta personas con un
modelo perfecto para velocidad y condiciones marineras para la navegacin en el mar.
Mi canoa lleva a dieciocho hombres y cinco mujeres. Tenia una gran bandeja circular
de hierro, que se utiliza para la coccin del casabe, en medio del barco-, y en este fuego,
que siempre se estaba encendido ", bien cargado de sopas, guisos, ollas y pimienta yo
tena ocho piezas de caza de aves a bordo, pero dos deberan haber sido suficientes para
el abastecimiento de doble nuestro equipo.
()
Los warows no difieren en sus hbitos generales de las otras tribus de la costa que estn
sucios en sus personas y, en el punto del intelecto, son muy despreciados por los dems,
pero ciertamente son ms industriosos y la habilidad con la que disean una canoa para
cincuenta personas, en el modelo ms perfecto de la velocidad y el maniobrabilidad en el
mar, es una prueba de que tiene al menos un talento disponible. Construyen pequeas
embarcaciones para toda la colonia, que por lo barato y durabilidad superan con creces
cualquier produccin europea. Le di diez libras esterlinas, para una canoa, 40 pies de
largo, 6 de ancho y 3 de profundidad en el centro: ella lleva con facilidad veinticinco
personas, equipajes, y pertrechos para dos meses, ella pas cuatro veces sobre todas
las cascadas del Massaroony, fuimos dos veces usando rodillos del Pomeroom al
Oronoque1, fue arrastrado por las rocas, arenas y dur diez aos sin un parche. No

1 Orinoco

existen embarcaciones Europea, al triple del costo, que se mantengan, en este clima con
un tercio de este desgaste, sin ser reparadas constantemente, pintadas y aun as siempre
harn agua.
Hillhouse (1934: 326-328)
Como se puede ver en este fragmento Hillhouse se admira del talento warao para la
construccin de casas y canoas, e incluso para la obtencin de pan de la harina de la Mauritia
flexulosa, pero an as se ve su mirada de superioridad europea sobre el aborigen en general.
Bernau narra en su obra que las dems tribus de la Guyana Britnica (aruacos, arraguayos,
caribes y macusis) compran o truecan sus productos por canoas warao, debido a sus grandes
condiciones como medios de transporte. Menciona adems haber visto canoas warao con
capacidad para cien personas (Bernau 1847: 34). Plantea, adems (Bernau 1847: 53),
refirindose a las costumbres mortuorias de los warao la elaboracin de un fogn, que arde
durante varias semanas, sobre el lugar de enterramiento, as como el enterramiento de perros
junto a los cadveres de jefes o individuos con determinada influencia en la tribu.
Otros reportes afirman que para los jefes tambin se ataba el cuerpo a una cuerda y se dejaba
sobre el ro todo un da hasta que los peces dejaban limpios los huesos, poniendo estos luego en
orden de pequeos a mayores con el crneo encima dentro de una cesta que se colgaba en la
entrada de la casa del jefe. Algunos cronistas describen la colocacin del cadver dentro de la
urna, y que esta se llevaba a un lugar fuera del poblado, o se dejaba en la misma casa del
muerto sobre estacas a un metro de altura. En este ltimo caso la vivienda era abandonada
totalmente.
Tambin otro mtodo utilizado es el de enrollar el cadver en una hamaca y enterrarlo en
posicin sentada a unos tres pies de profundidad. Al igual que el de poner el cuerpo sobre una
canoa o un tronco ahuecado sobre dos crucetas de madera encajadas en tierra en un lugar cercano
a la cabaa del difunto. Este ltimo se desconoce si se realiza con solo figuras prominentes de la
aldea, o si se hace en perodos de inundacin en el que el agua impide los enterramientos en
tierra (Kirchoff 1963: 876).

Etnologa
Entre las costumbres de los warao existen muchas similitudes con las prcticas y los mitos

recogidos por los cronistas en el Caribe Antillano. Pan recoge mitos y costumbres a los que en
el siglo pasado se han recopilado entre los warao, como los que describen el origen de los sexos
y la salida de la humanidad de una roca. Describe ritos de iniciacin, de curacin, de evocacin
que en lneas generales coinciden con los que an usan los warao actuales.
Respecto a los sistemas de curacin, tenemos este ejemplo recogido por Charles Briggs
(1994: 13) quien narra que en 1987 viaj a casa de un joven herido por el aguijn de una raya
(pez que abunda en las revueltas aguas de las bocas del Orinoco). Iba l junto con Santiago
Rivera, lder warao y conocido curandero del rea, el cual era a su vez to del joven herido.
Rivera dio comienzo a la curacin entonando un canto desde una hamaca instalada en la misma
habitacin del joven, luego comenz a dar vueltas alrededor del herido mientras soplaba y
escupa. Repiti el curandero esta secuencia de canto, soplido y esputos cuatro veces. Al finalizar
la cuarta anunci que tena que marcharse, y sali precipitadamente. Al da siguiente el joven dio
muestras de franca mejora, Briggs (1994: 139-140).
Recordemos el texto de Fray Ramn Pan en el que describe los usos de los behques:
Entonces comienzan a entonar el canto mencionado; y tomando una antorcha beben
aquel jugo. Hecho esto lo primero, despus de poco tiempo se levanta el behque, va hacia
el enfermo, que est solo en medio de la casa, como se ha dicho, le da dos vueltas, como le
parece; luego se lo pone delante, le toma por las piernas, le palpa los muslos y de all hasta
los pies; despus tira de l fuertemente, como si quisiera arrancar alguna cosa; va a la
puerta de la casa, la cierra, y habla diciendo: Vete luego a la montaa, o al mar, o donde
quieras; y da un soplo, como si despidiese una paja; vuelve de nuevo, junta las manos,
cierra la boca; le tiemblan aqullas como si tuviese fro; se las sopla; aspira el resuello,
como cuando chupa la mdula del hueso, y sorbe al enfermo por el cuello, el estmago, la
espalda, las mejillas, el pecho, el vientre o por otras partes del cuerpo. Hecho esto,
comienza a toser, y a poner mala cara, como si hubiese comido alguna cosa amarga, escupe
en la mano y saca lo que ya hemos referido que se puso en la boca en su casa o por el
camino, sea piedra, o hueso, o carne, como ya es dicho
Pan (2008: 27-28)
Este ejemplo muestra las similitudes entre mtodos de curacin empleados por los behques a
la llegada de los espaoles y los mtodos tradicionales de curacin aun aplicados por los

curanderos warao.
Aunque en el captulo referido a el anlisis arqueolgico haremos referencia en ms extenso a
las prcticas funerarias de los warao y su relacin con el Caribe, en especial con el Occidente
cubano, debemos hablar de sus costumbres mortuorias. Bernau nos habla en su trabajo de la
prctica de dejar fogones encendidos por varias semanas o meses sobre los enterramientos
(Bernau 1847: 53). Segn Vaquero (2000b: 82) para los warao los espritus de los muertos
regresan implorando comida. Al fallecido se le supone vivo, pero con carencia total de medios y
recursos para proporcionarse alimento, es por eso que se le surte de comida y bebida para evitar
su regreso.
Estas creencias podran ser la cuna de la costumbre de elaborar un fogn sobre los
enterramientos para ir supliendo de comida al fallecido. Para los warao la provisin de viaje es la
guanaba, palabra que aparece en el texto de Pan como comida de los muertos, y que se ha
traducido como guayaba. Es nuestra opinin que estos fogones elaborados por los warao y, que
como veremos ms adelante, aparecen tambin en enterramientos de individuos de grupos
apropiadores tardos en Cuba (principalmente en enterramientos infantiles) son la provisin de
viaje al ms all y los recursos para mantener satisfecho el espritu del fallecido para que no se
aparezca a los vivos.
Hernando Coln en su Historia del Almirante Don Cristbal Coln hace referencia a diversas
costumbres funerarias en La Espaola.
Asimismo, cuando estos indios mueren, les hacen sus exequias de diversos modos; la
manera de sepultar a sus caciques es la siguiente: abren el cadver del cacique y lo secan
al fuego para que se conserve entero; de los otros, solamente toman la cabeza; a otros los
sepultan en una gruta y ponen encima de la cabeza pan y una calabaza llena de agua.
Otros, los queman en la casa donde muere, y cuando los ven en el ltimo extremo, antes de
que mueran los estrangulan; esto se hace con los caciques. A unos los echan fuera de
casa; a otros los echan en una hamaca que es un lecho de red, les ponen agua y pan al
lado de la cabeza, los dejan solos y no vuelven a verlos ms.
Coln (1947: 185)
Cuando hablamos anteriormente en la investigacin de las costumbres funerarias tambin
mencionamos reportes que afirman que para los jefes tambin se ataba el cuerpo a una cuerda y

se dejaba sobre el ro todo un da hasta que los peces dejaban limpios los huesos, poniendo estos
luego en orden de pequeos a mayores con el crneo encima dentro de una cesta que se colgaba
en la entrada de la casa del jefe.
Otros cronistas describen la colocacin del cadver dentro de la urna, y que esta se llevaba a
un lugar fuera del poblado, o se dejaba en la misma casa del muerto sobre estacas a un metro de
altura. En este ltimo caso la vivienda era abandonada totalmente. Kirchhoff (1963: 876)
menciona un caso de que a la muerte de un chaman, se le enterr en su casa y se le prendi fuego
a esta y a todo el poblado.
Tambin otro mtodo utilizado es el de enrollar el cadver en una hamaca y enterrarlo en
posicin sentada a unos tres pies de profundidad. Al igual que el de poner el cuerpo sobre una
canoa o un tronco ahuecado sobre dos crucetas de madera encajadas en tierra en un lugar cercano
a la cabaa del difunto. Este ltimo se desconoce si se realiza con solo figuras prominentes de la
aldea, o si se hace en perodos de inundacin en el que el agua impide los enterramientos en
tierra (Kirchhoff 1963: 876).
Son varias las similitudes tanto en lo mitolgico, como en la prctica de sus ritos y
costumbres que sera muy difcil no establecer paralelismos y certezas de lo compartido entre las
culturas que habitaron el Caribe antillano y los grupos warao. Tanto as que hay autores que van
ms all de hablar de presencia warao como para establecer que la llamada tana es
presumiblemente warao (Lavandero 2000: 20). An as, no afirmamos la absolutizacin de este
planteamiento, pero si afirmamos que existi presencia warao desde tiempos tan tempranos
como la llegada de las comunidades apropiadoras a las Antillas Mayores.

Lingstica
Como el nexo entre lengua y cultura es tan fuerte, solamente estudiando las lenguas
aborgenes americanas desde sus diversas funciones primarias y secundarias se lograra conocer e
interpretar el desconocido mundo del aborigen americano (Valds 2000: 108). Es por esto la
necesidad de estudios de lingstica histrica o etimologa lingstica para complementar el
estudio antropolgico donde otras disciplinas no dan los suficientes datos. El estudio crtico de la
lingstica histrica (estudios etimolgicos) como disciplina histrica, y que ser el tipo de
aproximacin antroplogo-lingstica que usaremos en este trabajo,

se refiere a cuestiones

fundamentales relacionadas con las que Wylie (1985: 483) identifica como campo vecino de la
arqueologa.
El acercamiento etimolgico, como mtodo histrico, se puede resumir como un tipo de
hermenutica diacrnica, la reconstruccin de las historias de la palabra a travs de la proyeccin
de las formas ancestrales, situadas en redes postuladas de significados los cuales estn motivados
por sus caractersticas fonticas y semnticas. Las relaciones histricas son, por necesidad,
hiptesis. De este punto de vista, el razonamiento histrico de los lingistas se puede comparar al
de los arquelogos, que se comprometen con la reconstruccin del pasado a travs de la evidencia
fragmentaria. Los temas metodolgicos seleccionadas por Wylie (1985: 483), proporcionan un
punto de partida til para resumir el grado de consenso entre etimlogos, y lingistas histricos
generalmente referente a la formacin y el ceimiento a hiptesis. El nuevo mtodo etimolgico
prob su eficacia destapando hasta ahora cognadas insospechadas. Pero para un correcto anlisis
etimolgico, las etimologas propuestas deben ser consistentes con las derivaciones propuestas
para otras palabras de la lengua, deben ser fonticamente razonables, y las posibles fuentes de
prstamo tambin se deben considerar.
El obstculo establecido por la desaparicin de las lenguas aborgenes de las Antillas en el
proceso de aculturacin/transculturacin que se produce simultneamente a la colonizacin,
provoc que slo se conservaran listados de palabras. La mayora de los vocablos conservados
corresponden a fitnimos, zonimos, topnimos, algunos mitnimos, y a objetos de uso diario
(como hamaca, burn, canoa, guayo), recogidos por los cronistas. Cronistas que, incluso, no
todos estuvieron en Amrica, como es el caso de Pedro Mrtir de Anglera.
De estos vocablos conservados, autores y estudiosos del tema como Breton y Brinton,
lograron establecer similitudes etimolgicas para algunos de ellos con el aruaco hablado por
grupos lokono. Posterior a estos estudios, y partiendo desde la base establecida de que la lengua
hablada en el Caribe antillano era una lengua aruaca (llamada por algunos tano), se han
realizado muchos trabajos tratando de establecer la filiacin a esa lengua de las diferentes listas
de vocablos recogidas por los colonizadores.
En pueblos como los nuestros donde slo se salv de su cultura lo recogido por los cronistas,
entre ellos una serie de nombres, podemos determinar sus races etimolgicas a travs de
estudios lingsticos realizados en otros pueblos que s conservaron su lengua, como lo son la
aruaca, o el warao. Un importante papel han jugado los investigadores Brinton (1871), Breton

(1665), Perea (1941), Alvarez Nazario (1996), Barral (1957, 1969, 1975), Valds Bernal (1991,
2000), y Arrom (1967, 1975, 1980, 2008) entre muchos otros. Aun as hasta el momento se han
realizado muy pocos trabajos para establecer cuales eran las otras lenguas habladas en el
contexto antillano.
Tres lenguas haba en esta Isla distintas, que la una a la otra no se entenda; la una
era de la gente que llambamos del Macorix de abajo, y la otra de los vecinos del
Macorix de arriba, que pusimos arriba por cuarta y por sexta provincias; la otra
lengua fue universal de toda la tierra, y esta era la ms elegante y ms copiosa de
vocablos, y ms dulce el sonido; en esto la de Xaragu, como dije arriba, en todo
llevaba ventaja y era la ms prima.
(Las Casas 1875: V: 486)
Estudios posteriores han demostrado que la variedad lingstica era mayor pero muy pocos
han profundizado en cuales eran las races de estas otras lenguas, y en algunos casos se han
referido a ellas tan solo como aruaco protomaipure. Segn Granberry y Vescelius se hablaban
cuatro lenguas diferentes y hasta 5 dialectos procedentes de dos de estas lenguas (Granberry y
Vescelius 2004: 15). Las Casas y otros escritores en los tempranos 1500s claramente
distinguieron cuatro lenguas aborgenes en las Antillas Mayores; Tano, Macors, Ciguayo, y
Guanahatabey, y para dos de ellas Tano y Macors- l (Las Casas) se percat de la existencia
de cierto nmero de dialectos claramente diferenciados geogrficamente (Granberry y Vescelius
2004: 7). Adems existe una clara influencia warao en casi todos los grupos de lenguas de las
Grandes Antillas, con excepcin de los Ciguayos. Los paralelismos son lexicales en el Tano
Clsico y en el Ciboney, y toponmicos en el Macors y el Guanahatabey (Granberry y Vescelius
2004: 48).
Ejemplo de estos vocablos son Duho, Hamaca, Guanajatabey, Guara, Guaniguanico,
Guanahatabey2

Arqueologa
La escasez de trabajos arqueolgicos en reas warao, dificulta an ms el trabajo para el
estudio del pasado de estos grupos. Hasta el momento en la presente investigacin solo contamos

2 Ver Anexo de Vocablos

con referencias arqueolgicas de trabajos realizados en el territorio del Orinoco, pero que
enfocados desde la arqueologa social no definen las etnias que habitaron el rea, y los realizados
en Trinidad, en los que aparecen artefactos similares a algunos usados por los warao. Tambin
contamos con informacin personal de arquelogos en Puerto Rico que tambin han hallado este
tipo de evidencias en la isla, evidencia arqueolgica hallada en sitios del Occidente de Cuba en
los que trabaj el autor junto al Dr. Gabino de la Rosa, e informacin de numerosos sitios en
dicha isla, adems de hiptesis planteadas a partir de elementos etnohistricos que aparecen en
sitios mesolticos de Cuba y otras reas.
Hasta la actualidad no hay una gran cantidad de trabajos de importancia en las reas de
asentamiento warao. Las condiciones del entorno en el que se mueve este grupo tnico y las
caractersticas de sus asentamientos, la mayora de ellos sobre palafitos, hace que las
acumulaciones de material arqueolgico queden en sitios muy difciles de acceder para la
investigacin arqueolgica. La eliminacin de desechos y detritus se hace generalmente en el ro,
por lo que se hace casi imposible la obtencin de material, sin contar las inundaciones que
remueven constantemente las posibles acumulaciones por aluvin.
Las similitudes del llamado Ciboney Cayo Redondo y Guayabo Blanco con los grupos de
recolectores-pescadores del noroeste venezolanos son demasiadas como para dejarlas pasar por
alto. En el complejo Cubagua, 2360 A.P., aparecen ya piedras de moler junto con herramientas
de piedra en volumen pulido y de estilo bicnico, y lascas de piedras, esptulas y punzones de
hueso, y artefactos de concha. En otros sitios del noreste de Venezuela aparecen no slo
majadores y percutores, sino tambin lajas moledoras, y percutores lticos conjuntamente con
puntas de hueso, y gubias manufacturadas con la concha del Strombus gigas (Sanoja y Vargas
1974:36)
En general se observa a travs de las evidencias mencionadas, que la tendencia en la
evolucin de la tecno-economa de los recolectores de concha del Oriente de Venezuela y del
Occidente cubano, se caracteriza inicialmente por una dependencia bsica de la colecta de
conchas marinas para la subsistencia, complementada esta con la utilizacin de alimentos
vegetales, y el empleo de la piedra y el hueso como materia prima para la fabricacin de
artefactos (Sanoja y Vargas 1974: 37). En perodos posteriores, si bien en el complejo de
alimentos se mantiene estable, se observa un desplazamiento cuantitativo de la piedra y el hueso

por la concha como materia prima, modificacin sugerida posiblemente por el desarrollo de
nuevas necesidades tecnolgicas.
Como vimos en la parte de Etnohistoria de este trabajo, los warao tienen diversas formas de
enterrar a sus muertos. Lo que los etnlogos no determinan es si en cada grupo se hace diferente
dentro del propio grupo, o si es segn las condiciones del enclave del asentamiento, o si cada una
de las formas responde a grupos diferentes dentro de los warao.
De todas las formas de enterramiento estudiadas para los warao, analizaremos slo tres. Estos
mtodos de enterramiento de los warao coinciden con tipos de enterramientos frecuentes, o por
lo menos relacionados por los cronistas, para el Caribe. El primero de los que habla Kirchhoff es
el de guardar los huesos en una cesta suspendida en la entrada de la casa (Kirchhoff 1963: 876),
este caso nos plantea el autor que est reservado a jefes principales y jefes de subtribus. Este tipo
de enterramiento ha sido recogido por los cronistas de Indias (ver mito de Yayael en Pan).
El siguiente modo de enterramiento es el de posicin sedente. Entre los warao uno de los
mtodos ms comunes es el enrollar el cuerpo del fallecido en una hamaca, y enterrarlo a
aproximadamente un metro de profundidad en la posicin de sentado (Kirchhoff 1963: 876).
Por ltimo Kirchhoff hace referencia a casos de personajes importantes dentro del grupo, a los
que una vez enterrado, sobre la tumba se hace un fuego que arde por muchos das, e incluso
semanas. Este ltimo tipo de entierro nos llama la atencin. En numerosos enterramientos
aborgenes, sobretodo de los grupos de Economa apropiadora, con tradiciones mesolticas, en la
fase conocida como Complejo Cayo Redondo, aparecen fogones sobre los enterramientos.
Incluso, en la segunda campaa de excavaciones en el sitio de Marin II (Cueva de la Caa
Quemada), uno de los ndices de observacin diagnstico para determinar posibles
enterramientos fue la presencia de fogones con abundantes moluscos en estado de carbonizacin
(La Rosa, inf. pers.).
Entre los grupos clasificados como fase Ciboney, los enterramientos son frecuentes en el
mismo sitio de habitacin (La Rosa y Robaina 1995: 9). Durante la primer campaa de
excavaciones en el sitio Marien I, coincidente en fase con sitios apropiadores de tradiciones
mesolticas fase Cayo Redondo, se observ que sobre los enterramientos 10 y 21 se hallaba una
capa de fogn, y que ninguno de ellos presentaba huella de alteracin. Al parecer una vez
enterrados los cadveres se hizo un fogn sobre ellos que tuvo una larga duracin por la

acumulacin de cenizas. Ambos enterramientos eran de nios menores de un ao, y adems del
fogn sobre el entierro, al lado de sus cabezas se encontraron ejemplares grandes de Cittarium
pica. En muchos de los enterramientos aparece sobre ellos gruesas capas de moluscos, en el caso
de Marien II, de Isognomun alatus (La Rosa y Robaina 1995: 46).
Otras referencias a enterramientos con fogones encima aparecen en Pichardo (1944: 523) en
el trabajo que realiz sobre los caneyes del sur de la provincia de Camagey. Pichardo dice en su
artculo haber encontrado un extrao pavimento donde se hallaban los esqueletos, y que despus
de ser analizado result una capa intermedia formada por una slida mezcla de cenizas y
pequeos caracoles, en este caso Neritina sp. (Pichardo 1944: 523).
Si como plantea Kirchhoff, en diversos enterramientos de los warao el observa la
elaboraciones de fogones que duraban de varios das e incluso varias semana, y lo sumamos al
dato arqueolgico de lo establecido en comunidades apropiadoras cubanas, de la fase Ciboney,
podramos estar frente al hecho de un mismo patrn de enterramientos en los que se mantiene un
fogn durante un tiempo para cocinar las provisiones de viaje que llevara el occiso a su otra vida.
Ms aun en el caso de infantes, como son los de Marin II que por su edad no estaban aptos para
buscar su sustento en el otro mundo.

Las Gubias
La herramienta elaborada en concha denominada gubia es una de las piezas arqueolgicas
usadas como elemento cronodiagnstico (Rouse y Herrera 1951; Rouse 1992). Esta herramienta
se obtiene de varias familias malacolgicas como son la Strombidae, Melongenidae, Xancidae,
Cymatiidae, Charonidae, Cassidae, pero en especial de las especies Strombus gigas y Strombus
costatus.
En los estudios arqueolgicos de Cuba esta herramienta ha tenido gran importancia ya que ha
sido utilizada para el establecimiento de complejos culturales. Es una herramienta que aparece
con prolijidad en los sitios de los complejos Guayabo Blanco y Cayo Redondo. Por ejemplo en el
sitio Banes II (La Habana) se encontraron cerca de 40, en El Carnero (Granma) ms de 250, en
Ro Chico (Matanzas) 60, en Cayo Cantiles (Isla de la Juventud) 30 (Gonzalez et. al. 2011), en
Jardines I (La Habana) 36 (Fras 1998). De estas evidencias es que por un tiempo se consider
que podra constituir un fenmeno local para Cuba, debido a la escasez de este tipo de

herramientas en La Espaola o Puerto Rico e incluso para reas continentales cercanas. Sin
embargo tenemos la presencia de esta misma herramienta en sitios de comunidades apropiadoras
con tradiciones mesolticas (recolectores-pescadores-cazadores, Rouse los denomina serie
Manicuaroide) del noreste venezolano y la isla de Aruba (Sanoja y Vargas 1974; Rouse y
Cruxent 1963).
La gubia modificada, una de la que ms nos interesa debido a su presencia en sitios warao
(Sanoja y Vargas 1974; Wilbert 1972, 1993), y en sitios arqueolgicos cubanos (Gonzalez et al.
2011), presenta una morfologa obtenida de forma deliberada. Las paredes son rebajadas
intencionalmente, son largas y estrechas, pero con mayor profundidad en la pala que las de
paredes alisadas. En ocasiones el ancho de la pala no rebasa el ancho de su pice. En Cuba este
artefacto de concha se reporta en comunidades apropiadoras tardas (Ciboney Cayo Redondo), y
en algunos sitios de comunidades productoras. Entre los sitios de economa de apropiacin
tenemos a Banes II (La Habana), Ro Chico (Matanzas), El Carnero (Granma) (Gonzalez et al
2011), y Jardines I (Fras 1998) entre otros.
La presencia de elementos diagnstico como es la herramienta conocida por gubia, y el patrn
observado en los sitios de enterramiento, elementos que coinciden para una misma cultura en el
occidente y centro cubano, las comunidades apropiadoras con tradiciones mesolticas (aspecto
que se agudiza en las tardas), y que guardan extrema similitud con los patrones de los grupos
warao y las comunidades apropiadoras del noreste venezolano, nos permiten afirmar la presencia
del warao desde tiempos que se remontan al 4000 A.P. hasta el momento de la conquista europea
(la presencia de elementos lingsticos warao en los textos de los cronistas nos permiten
afirmarlo).

CONCLUSIN
Para concluir esta investigacin me gustara citar una frase de Julian Granberry: mis
conclusiones no son el establecimiento formal de una teora, sino la simple correlacin de un
cuerpo de datos no vistos hasta el momento como una unidad (Granberry 2004: xii).
La presencia warao es un hecho innegable entre los primeros pobladores de las Antillas, al
igual que lo es la presencia de grupos aruacos. La no definicin hasta la actualidad de su
existencia como etnia, debido a los pocos estudios que existen del warao en toda su complejidad

no invalida el hecho de que realmente formaron parte de los grupos aborgenes que habitaron e
interactuaron en el perodo pre-colonial en la regin Circum-Caribe. Su presencia en el rea del
Orinoco est constatada desde hace unos 7000 aos, y tuvieron las mismas razones para
movimientos migratorios que el resto de los grupos que llegaron a las Antillas, con la ventaja de
sus habilidades como marineros y constructores de embarcaciones aptas para la navegacin
martima y fluvial.
La similitud de sus mitos y ritos es muy grande, tambin lo es la de sus costumbres funerarias.
La incineracin de las cabaas de personalidades importantes fallecidas en el grupo, la
exposicin en giras o calabazas en lo alto de los hogares de los huesos de los antepasados, la
elaboracin de fogones rituales sobre los enterramientos. A esto se suma la presencia de
numerosos warasmos como los conocidos y anteriormente adjudicados al aruaco tano de dujo,
nagua, hamaca, behique, guanaba. Vocablos que se consideraron aruacos durante mucho tiempo
y que nos dan la posibilidad de la pervivencia de migraciones warao aun en fechas tan tardas
como la llegada de los espaoles a Amrica.
La gubia, herramienta diagnstico, usada por Rouse para grupos tanto de economas de
apropiacin en el noreste venezolano, como en Cuba en general (aunque la mayor presencia de
estas herramientas tipos en Cuba se halla en los sitios apropiadores de Occidente), es otro ndice
de que estas tradiciones viajaron desde los asentamientos warao, las comunidades productoras de
cermica an no haban arribado en fechas tan tempranas al Delta del Orinoco y menos aun a las
Antillas Menores, hasta el extremo oeste de la isla de Cuba.
Por esto nos atrevemos a afirmar que el warao fue una de las etnias aborgenes que primero
colonizaron el espacio isleo del Caribe. En el caso especfico de Cuba, las migraciones warao
probablemente van desde el perodo de Economa de Apropiacin, en la fase mesoltica
temprana, y que corresponde a los grupos denominados histricamente guanahatabeyes, y que
luego arqueolgicamente se les nomin Ciboneyes, en sus dos complejos, Guayabo Blanco y
Cayo Redondo. Esto les otorgara fechados en el Caribe entre los 5500-5000 A.P.
Y debido a la presencia de la gran cantidad de warasmos en el habla llamada tano
podemos afirmar tambin que el warao estuvo en constante movimiento por el Caribe, no ya en
oleadas migratorias, como plantean algunas teoras, sino en un continuo ir y venir, con
asentamientos permanentes en nuestras islas.

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ANEXO
Vocablos warao en el habla del Caribe
1.

Vocablos procedentes de La Relacin acerca de las Antigedades de los Indios de Fray


Ramn Pan3.

Anakakuya: Arrom (1990: 62) plantea que este polisintetismo est formado por los vocablos
annaka que significa: centro, medio y cuya, que bien pudiera ser Kuya, espritu
o Kuhuyakoeia, estrella, constelacin; que traducido podra ser Espritu Central
o quizs Estrella o Lucero Central.
En lengua warao Anacacuya, podra ser Anakura, del warao Ana- oscuro,
anochecer, y kuya- estrella. Estrella de la Tarde, nombre comn que se le da a
Venus.

Areto:

Segn Arrom (2008: 24) la voz pudiera estar relacionada con el vocablo aruaco
aritaga, recordar. En warao el vocablo areje- cuento historia (Barral 1957: 36),
proviene de la raz are- adverbio de tiempo que significa Antes. De esta raz
proviene tambin a-robo- Anciano, Jefe Patriarcal, y Arotu, dueo, maestro.

Baibrama:

Arrom (1990: 75) plantea que Alba y Buya, los otros nombres de este cem que
recoge Pan, ms que nombres son eptetos y aade que tienen su raz en aya
y pux, feo y malo, respectivamente y cita a Brinton en The Arawak language
of Guiana in its Linguistic and Ethnological Relations p.444, y al Conde
Ermano Stradelli, en Vocabularios da lingua geral portuguez-nhengt e
nhengt-portuguez, Rio de Janeiro (1929: 385, 625). Sin embargo en estudios
que hemos realizados de las lenguas de procedencia aruaca tenemos que en
lokono, Buya es alimentar, nutrir, dar de comer, Edwards (1980: 73) y Aakwa,
es hincharse, engrosarse, dilatarse, expandirse.
Barral en su Diccionario recoge Buya como paragoje de abuya, muerdo,


3 Todos los anlisis lingsticos y conclusiones acerca de la procedencia warao de los vocablos
pertenecen al autor.

muerdes (1979: 78) y Aida (1979: 6) Crecer, crecido, grande, Grande (en
sentido moral), superior, Jefe; y tambin Aida: El grande, el que es grande
entre otros ms pequeos, el de ms categora.
Una de las formas de nombrar al Ser Supremo los warao es Aidamo que
significa Seor o Jefe. Bare Aidamo, significa Padre Supremo en warao.
En lengua guajira, Jusay (1977: 71,75,83), Aiu significa, ser querido, amado,
estimado.
En lengua Ceona, Aybue se traduce como los Antepasados o Mayores.
Entre los cunas Ayban es un Ser Superior, jefe de una montaa donde viva una
generacin de deidades.
Analizando lo anterior llegamos a la conclusin de que Baibrama, cem de la
yuca, lleva como eptetos: El que Crece, el Superior, el que alimenta, y el
nombre Baibrama es una corrupcin del warao Bare Aidamo, Padre Supremo.

Behque:

En el original de Ulloa aparece como bohuti, y luego en los captulos siguientes


como Buhuitihu. Arrom en sus notas al texto de Pan (Arrom 2008: 24) se
decide por el vocablo behique recogido por Las Casas, aunque no hace
referencia a la procedencia del vocablo. Behque pude provenir del warao biji
~ curar, sanar, o bahu ~ salud, o tambin del vocablo bahana ~ magia.

Duho:

Asiento de madera o piedra. Supuestamente para uso de personajes con jerarqua


dentro de la tribu o grupo aborigen. Dentro del aruaco no existe ningn vocablo
cercano o referente a duho, o dujo como asiento o banco. En warao duhu
proviene de los vocablos dau- palo y hu- coccis. Duhu significa asiento y
duh es su forma verbal para sentarse.

Guabancex: Cem tano recogido por Pan (1990:45), el cual segn su descripcin
corresponde a la deidad de la tempestad, o ms bien del huracn, tambin
aade que es de sexo femenino y que va acompaado por dos cemes, el uno
heraldo y el otro recogedor de las aguas, Guataub y Coatrisquie
respectivamente.

Gua es prefijo prenominal posesivo, y bancex tendra su posible raz


lingstica en el vocablo warao bat (Barral 1957: 48) que significa
movimiento oscilante, que da lugar a bete que indica movimiento convulsivo u
oscilante y a ber que significa barrer, pero tambin salir volando. Vocablos
que estn presentes tambin en el nombre de la deidad de la tempestad, los
huracanes y los terremotos de los waraos, Betere.

Guabonito: Personaje de la mitologa tana recogida por Pan (1990: 25), es de sexo
femenino, viva en fondo del mar, fue quien cur a Guahayona de su
enfermedad y le regalo los guanines.
Trmino de posible raz guarana, en esta lengua wabon significa inmortal, que
no muere, Barral (1979: 449).

Guacar:

Uno de los eptetos por los que se conoce a Atabey. Ser mitolgico de los tanos
al que s se le renda culto, representaba a la madre del Ser Supremo. Pan
(1990: 21) la recoge con este nombre y con otros cuatro por los cuales, segn
l, tambin era conocida. Estos son: Guacar, Apito, Yermao y Zuimaco; en
ocasiones la nombra Atabeira, Atabina o Atabex. Es smbolo de la fertilidad y
la maternidad.
Arrom (1990: 58) analiza dos de las variantes del nombre, Atabeira y Guacar.
De Atabeira da su raz en el vocativo Atte, madre y el sufijo ligado beira, agua;
lo que equivaldra a Madre de Aguas; y Guacar lo plantea como la unin del
prefijo wa, nuestro y kar como forma apocopada de katti~kairi, luna, mes,
trmino compuesto a su vez de ka, fuerza e iri, marea, menstruacin, todo lo
cual nos vinculara esta deidad al smbolo de la fecundidad, la femineidad, la
maternidad.
En el caso de Guacar es posible su relacin al vocablo Guaku, que significa
Tortuga. Usamos esta posible relacin partiendo de la premisa de los mitos que
vinculan a Atabey con Itiba, la madre tierra, y la tortuga o caguama como
greadora del gnero humano.

Guarionex: En la nota 125 al texto de Pan (Arrom 2008: 38), Arrom plantea y cito: Ulloa:
Guaraionel, y as otra vez en el mismo captulo. En el siguiente al principio se
da Guarionel, luego Guarionex y en una ocasin Guariones. Las Casas y dems
cronistas escriben siempre Guarionex. La primera variante suscita la
posibilidad de que el nombre fuera originalmente Warauno-el de la estirpe de
los guaraunos. Arrom da as la posibilidad de posible nombre warao, incluso
conserva la primera versin del nombre en el texto de Pan.
Guayaba:

Arrom refirindose al trmino Maquetaire plantea que acaso este relacionado


con el vocablo aruaco Kokke, Kak, vivir, vida lo cual podra significar
ligado al prefijo ma-, el sin vida.
En cuanto a Guayaba cita a Ulloa que la escribe como Guabazza y a Anglera
que lo da como Guannaba.
Para los warao guajaba significa muy lejos, y guanaba, es la comida o
provisin de viaje. Si asociamos la raz warao Guab- muerte, guajaba- sitio
lejano, y guanaba- provisin de viaje, y si a eso aadimos la costumbre warao
de hacer fogones sobre los enterramientos durante meses y cocinanar en ellos
comida para el muerto, podemos llegar a la conclusin de que el Guanaba se
refera no a una fruta en especfico, que bien puede ser la guayaba, sino a la
provisin del viaje lejano, al otro mundo.

Guayza:

Segn Arrom (1990:72) es la forma correcta del vocablo goeiza relacionado por
Pan (1990:33) y plantea que proviene de waisiba, isiba es cara, rostro, wa
como prefijo prenominal posesivo que significa nuestro, por lo que significara
nuestro rostro. Es el alma de los seres vivientes que habita el cuerpo mientras
vive pero que en el momento de la muerte se escapa de l. Segn lo referido
por Pan se puede entender tambin corno especie de espritu o fantasma.
Posible raz del vocablo en los vocablos warao guab- muerte, o guab-ja el
que muri.

Itiba Tahubaba: Arrom en su anlisis del libro de Pan (1990:66) plantea que a menudo en
las lenguas aruacas la T se permuta por la K por lo que Tahuvava (as lo

escribe Ulloa) podra leerse Cahubaba, seala adems que de haber existido
relacin con el Tup-Guaran la palabra podra provenir del vocablo Kayu que
en esta lengua significa vieja cargada de aos.
Ite en aruaco procedi de la raz ite~ tt~tte que significa sangre, todo lo
cual se traducira como Ensangrentada Madre Vieja.
En warao la raz iti- significa lejos, el trmino iti-da - muy lejos. Tahu en warao
significa mujer, y la repeticin guagua (en el original de Ulloa uaua) significa
tortuga. La posible traduccin de Itiba Tahubaba, o Tahuguagua, sera La
Lejana Mujer Tortuga, posible vinculada al mito de Caguama.

Soraya:

Segn Pan, Isla donde se encuentra Coaybay, o reino de los muertos. Arrom
dice que tal vez tenga relacin directa con la base ra, lugar generalmente
distante del que habla, que entra en la composicin de raia, apariencia, y
explica que en todo caso So-raia se relacionara con la idea de un lugar
apartado, inaccesible, irreal. En lengua warao Sora-ya se compone de dos
races lingsticas Sor- asomarse, dejarse ver y Ya- Sol, por lo que Sor-ya es
el Este, Lugar por donde asoma el Sol.

Toa:

En los mitos recogidos por Pan (1990:24) voz con que los nios abandonados
por sus madres, cuando Guahayona separ las mujeres de los hombres,
llamaban a aquellas. Los nios abandonados a la orilla de un arroyo se
transformaron en ranas.
Arrom en sus notas (1990:61) cita a Ulloa en esta voz como too y
posteriormente tona, dice adems que es posible que la forma correcta sea toa y
que signifique agua.
En warao to significa desechar, abandonar; y toa-nae significa me abandon.

Yaya:

Arrom (1990:65) aclara la contradiccin existente al mencionar el nombre


Yaya y decir inmediatamente que se desconoce su nombre citando a C. H. de
Goeje (1928:45,142 y 204) donde se explica el trmino aruaco Ia que significa
espritu, causa primera de la vida y que por su duplicacin se torna un
superlativo que podra traducirse como Sumo Espritu.

Segn Izquierdo Gallo Yaya es dios solar, y vincula la ruptura de la jcara al


mito del diluvio.
Para los warao Ya es el Sol.

2. Vocablos tomados de Las Casas

Guanahatabey: El trmino Guanahatabey o Guanajatabey es recogido por Las Casas, y se


refiere a l como aplicado a los aborgenes que viva en el rea ms occidental
de Cuba. Por Las Casas no haber conocido la lengua de estos se infiere que se
trata de una denominacin tnica y no de un etnnimo, o sea no es la forma por
la que se llamaban a s mismos, sino por la que eran conocidos por otros
grupos. No existe hasta el momento races dentro del aruaco que nos den una
posible definicin de este polisintetismo.
Sin embargo en warao Ana significa anochecer, atardecer, Jatab, vivir en
determinado sitio, por lo que Guanahatabey significara Los que viven del
lado donde se pone el Sol, trmino que si definira los grupos que ocupaban el
extremo occidente cubano.

Nozai:

Las Casas dice que es la forma en que los Ciboneys llaman al oro. En warao
nasei significa piedra, y nasei-simo, oro.

3. Topnimos, fitnimos y zonimos


Cuba
Cuba: Kuba/ arma objeto para pescar, cazar o luchar.
Arabo*: de la raz warao arau/ rbol. (Nombre de un pueblo de la zona Central de la Isla,
tambies es un fitnimo, Erythroxylon sp.).
Ariguanabo: ari-gua-na-bo/ Canoa con barbasco (Ro zona de La Habana).
Arimao: (y) arima-(a) jo/ Aguas envenenadas. (Ro zona de La Habana).

Bacunagua: baku-na-gua/ Canoa sin tortugas (Ro entre las actuales provincias de La
Habana y Matanzas).
Baragua*: Baragua o Baraba/ Ro lleno (Lugar de las provincias orientales).
Caiguanabo: kai-gua-nabo/ La canoa de los anzuelos boy (Ro de la provincia Matanzas).
Camujiro: ka-muji-ro/ Tronco de palma (Ro de la zona Centro-Occidental).
Guajaba: gua-jaba/ Canoa pintada, guajaba tambin es nombre de un ave (Ro de Pinar del
Ro).
Guaniguanico: guani-guanicu/ La Canoa de la Luna que se oculta (Coordillera de la zona
mas occidental de la Isla).
Guara: wara/ Garza Blanca (Pueblo de La Habana).
Hanabana: jana-b(a)na/ Espuma del Cao (Llanura entre las provincias La Habana y
Matanzas).
Jaruco*: Jaru-uku/ Entre los rboles (Poblado de la provincia de La Habana).
Jcaro: ju-kar(o)/ Cola partida (Cabo y Poblado del Norte-Centro de la Isla).
Sagua: sa-gua/ Canoa de los murcilagos (Montaa y pueblo de la regin CentroOccidental).

Puerto Rico
Guabate: gua-bat/ Canoa colgada (Nombre de un poblado).
Guajataca*: guaja-taka/ La gota en lo seco (Nombre de un lago).
Guanajibo: gua-najibu/ Canoa que golpea (Nombre de un cabo).
Guanica: Guaniku/ Luna (Nombre de regin suroccidental de la Isla).
Kaguana: En medio de. En el centro
Orocobi*: oro-kobe/ Avispa Feroz (Poblado).
Granberry y Vescelius tambin incluyen a Morovi en su listado de topnimos waraos en
Puerto Rico pero no dicen la raz lingstica.

Repblica Dominicana

Bahoruco: bajor-uko/ Dentro de la mortaja (Nombre de un monte).


Jaina: ja-ina/ multitud de chinchorros (Nombre de poblado).
Macao: makao/ Serpiente maponara (Nombre de un cabo).
Mana: mana/ Dos, doble (Nombre de un ro).
Samana: sa-mana/ Dos murcilagos (Nombre de una montaa).
Saona: sa-ona/ Llanto del murcilago (Nombre de una de las islas del archipilago
dominicano).

Zonimos y fitnimos4
Ateje: en warao en otros tiempos, antiguamente. En Cuba especie de rbol Cordia sp.
Macao: en warao serpiente. En Cuba se le da este nombre al cangrejo ermitao.
Guab: en warao muerte En Cuba y en Puerto Rico nombre que se le da a especies de
araa. En el caso de Cuba es la Mygale spinicrus conocida popularmente como araa
peluda.
Guajaba: en warao nombre de ave. En Cuba nombre de rbol, el Cassia alata.
Jubo: en warao sepiente. Nombre popular que se le da en Cuba a dos especies de
serpientes pequeas el Alsophis angulifer, y al Antillophis andreae.
Maj: en warao abrazar, estrechar, adherirse. Nombre que se le da en Cuba a un reptil
(serpiente) el Epicrates angulifer.
Cobo: en warao redondo, lleno. En el Cuba y Repblica Dominicana llamamos cobo al
Strombus gigas, en Puerto Rico se le llama cobo al cangrejo ermitao.


4 Todos los anlisis lingsticos de zonimos y fitnimos pertenecen al autor, al igual que los terminus
sealados con asterisco.

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