Goffmann - Footing Traducido
Goffmann - Footing Traducido
Goffmann - Footing Traducido
Posicionamiento*1
Erving Goffman
I
Washington [UPI] - El Presidente Nixon, un caballero conservador brome ayer con una periodista
que llevaba pantalones en la Casa Blanca y dej en claro que prefera los vestidos para las mujeres.
Tras celebrar la firma del proyecto de ley en la Oficina Oval, el Presidente se levant de su escritorio
y, en tono de broma, le dijo a la reportera Helen Thomas, de UPI: "Helen, insiste con los pantalones?
De verdad le gustan? Cada vez que veo chicas que usan pantalones me recuerda a China".
La seorita Thomas, un poco avergonzada, le cont al Presidente que las mujeres chinas se visten
cada vez ms como las occidentales.
"No la quiero ofender pero los pantalones pueden quedar muy bien o muy mal, dependiendo de la
persona". El Presidente agreg rpidamente "pero creo que usted se ve muy bien; d una vuelta".
Nixon, el fiscal general Elliott Richardson, el director del FBI Clarence Kelley y otros oficiales de alto
rango de las fuerzas legales rean [sic] mientras la seorita Thomas hizo una pirueta para el
Presidente. Llevaba pantalones blancos, una remera de jersey azul marino, unos largos collares
blancos y zapatos azules de cuero con un adorno rojo.
Nixon le pregunt a la periodista si a su marido, Douglas Cornell, le gustaba que ella usara
pantalones.
"No le molesta ", respondi ella.
"Son ms baratos que los vestidos?
"No", dijo la seorita Thomas.
"Entonces cmbiese", orden el Presidente con una gran sonrisa mientras otros reporteros y
camargrafos rean estrepitosamente. [The Evening Bulletin (Filadelfia), 1973]
El incidente muestra el poder que tiene el presidente para sacar por la fuerza a un individuo de sexo
femenino de su rol laboral y llevarla a su rol sexual, domstico, cuando en la ocasin corresponde (a ella y a
1
. Versin de Footing publicado en Form of Talk. Philadelphia, Pennsylvania U.P, 1981. Traduccin realizada por Roco
Flax y revisada por Maia Dalila Upstein y Georgina Lacanna.
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las muchas mujeres a quienes representa simblicamente) que se la considere nicamente en su papel
profesional. Por supuesto, el incidente ilustra un momento en la poltica de gnero en que un presidente
poda ejercer ese poder sin pensarlo. Detrs de este hecho hay algo mucho ms significativo: la definicin
social contempornea de que las mujeres siempre tienen que estar listas para recibir comentarios sobre su
"apariencia"; las nicas limitaciones son que los comentarios sean favorables, que vengan de alguien
conocido y que no puedan ser tomados de modo sarcstico. Estructuralmente, la situacin implica que una
mujer debe estar siempre lista para cambiar de terreno, o para que alguien se lo haga cambiar a ella, ya que
momentneamente puede convertirse en objeto de aprobacin en una conversacin y dejar de ser
nicamente participante en ella.
La reaccin de Nixon tambin nos recuerda otras cosas. En nuestra sociedad, cuando dos individuos
conocidos se encuentran por asuntos de negocios, profesionales o de servicios, hay quizs un periodo de
charla trivial (small talk) que empieza y termina una versin resumida del juego previo y juego
posterior que encierran los eventos sociales ms extendidos. Los temas de la charla sern los que surjan de
la relacin entre los participantes y los que cada uno considere intereses generales del otro (salud, familia,
etc.). Cuando se llegue al tema principal del encuentro, se presume que los dos interactuantes tendrn una
relacin ms parcial, ordenada por requisitos del trabajo, autoridades especficas y dems. Por otro lado, una
sesin de planificacin militar comienza y termina, por ejemplo, con un reconocimiento formal del rango, si
bien durante la reunin el ambiente cambia y las decisiones se toman de forma conjunta. En ambos casos, al
entrar y salir del tema de inters, se produce un cambio de tono y los roles sociales activos para cada
participante tambin varan.
Finalmente, debe observarse que cuando ocurren estos desplazamientos entre ms de dos personas,
generalmente tambin hay cambios de destinatario. En la situacin anterior con Nixon, Thomas surge como
destinataria especfica cuando comienza el intercambio en broma (tambin puede ocurrir un cambio
simultneo en la postura, lo que sucede aqu, en un sentido amplio, cuando Nixon se levanta de su
escritorio).
Para ejemplificar el desplazamiento en la conversacin de Nixon, es necesario recurrir a lo que en
lingstica se denomina cambio de cdigo, donde cdigo se refiere a la lengua o dialecto. El trabajo de John
Gumperz y sus colegas provee un texto central para el anlisis. Para citar un ejemplo rudimentario (Blom
and Gumperz 1972:424):
En una ocasin, nosotros, extranjeros, nos acercamos a un grupo de nativos que estaban
conversando; nuestra llegada produjo un cambio significativo en la postura informal del grupo.
Retiraron las manos de los bolsillos y cambiaron las miradas. Como era de esperar, nuestros
comentarios provocaron un cambio de cdigo marcado simultneamente por un cambio en las
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marcas del canal (velocidad de la frase, ritmo, ms pausas de duda, etc.) y por una variacin de
estructuras entre (R) [un dialecto regional de noruega] y (B) [una forma estndar y oficial de
noruego].
Pero por supuesto, no es necesaria la presencia de un extranjero; el cambio puede suceder entre
participantes tnicamente homogneos:
De la misma forma, cuando los residentes [de Hemnesberget, en el norte de Noruega] se acercan al
escritorio de un empleado, los saludos y las preguntas acerca de la familia suelen realizarse utilizando
la forma dialectal, mientras que la parte formal del intercambio se lleva a cabo en la lengua estndar.
Tampoco es necesario que uno se restrinja al mundo formal y adulto de la poltica y los negocios para
observar las relaciones superficiales de servicio; es suficiente con observar un aula:
Los maestros cuentan que mientras las exposiciones formales donde no se estimulan las
interrupciones se realizan en (B) [una forma estndar y oficial de noruego], el hablante cambia a
(R) [un dialecto regional de noruega] cuando quieren estimular la discusin libre y abierta entre los
estudiantes.
En 1976, en un trabajo no publicado acerca de una comunidad donde se habla activamente esloveno
y alemn, Gumperz se enfrenta a la creciente dificultad del tema. Luego de la recoleccin de fragmentos de
dilogo de madres e hijas y entre hermanas, se descubri que el cambio de cdigo est presente en casi
todos los mbitos de la vida conversacional. Gumperz (1976) hace un intento de identificar los cambios y
comprender su funcionamiento:
1.Discurso referido
2.Seleccin de los destinatarios
3.Interjecciones
4.Repeticiones
5. Franqueza o relacin sentimental
6.Informacin nueva y vieja
7.nfasis
8.Separacin de tpico y sujeto
9.Tipo discursivo, e.g., lectura y discusin.
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El punto es que sin acceso a la orientacin del cuerpo y al tono de voz, sera fcil unir los tres
segmentos en un texto continuo y descuidar el hecho de que estaban ocurriendo cambios en la postura que
toma el hablante hacia los oyentes.
A travs de estos cambios se ilustra lo que denomino posicionamiento2. En un breve resumen:
1.
La proyeccin se puede mantener en una extensin menor a una oracin gramatical o mayor,
por lo cual la oracin gramatical no va a ayudarnos demasiado, aunque hay, por lo mnimo, una
unidad cognitiva de algn tipo involucrada, quizs una clusula fonmica. Son los segmentos
prosdicos, no los sintcticos, los que estn involucrados.
3.
Para los hablantes, generalmente hay un cambio de cdigo y, si no es as, al menos estn los
marcadores de sonido que estudian los lingistas: tono, volumen, ritmo, acento y cualidad tonal.
5.
ms alto; el nuevo posicionamiento tiene un rol liminal y funciona como tope entre dos o ms
episodios sustanciales.
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II
El anlisis tradicional del decir y lo dicho parece estar tcitamente comprometido con el siguiente
paradigma: dos y solo dos individuos se relacionan en la interaccin. En cualquier momento, un participante
comunica sus pensamientos sobre un tema y expresa sus sentimientos, aunque sea con cautela; el otro,
mientras, escucha. La preocupacin total de la persona que habla recae sobre lo que dice y su recepcin; y la
preocupacin de la persona que escucha, sobre lo que se est diciendo. El discurso, entonces, ser la mayor
preocupacin de ambos. Y, en efecto, estos dos individuos son los nicos que saben quin est hablando,
quin est escuchando, qu se est diciendo e incluso que se est emitiendo un discurso; todos estos
aspectos son imperceptibles para los dems, es decir, inaccesibles. Durante el curso de la interaccin los
roles de hablante y oyente se intercambian en apoyo del formato afirmacin-respuesta, y se pasa entre
ambos el conocido derecho del hablante. Finalmente, lo que sucede se denomina conversacin o charla.
La disposicin de las dos personas descripta aqu parece ser bastante comn y productiva, puesto
que constituye el imaginario subyacente que tenemos de las interacciones cara a cara. Y es una disposicin
para la cual los trminos hablante y oyente se aplican completa y ordenadamente; los trminos sencillos
son aqu perfectamente adecuados para las necesidades tcnicas. As, parecera que podemos manejar
cualquier modificacin de las condiciones sin requerir ningn cambio bsico en los trminos del anlisis: se
pueden agregar participantes, se puede ubicar al conjunto en presencia inmediata de no-participantes y as
sucesivamente.
Considero que el lenguaje que los estudiantes han utilizado para referirse al hablar y al escuchar no
se adapta bien a su propsito. Y lo creo as tanto para la generalidad como para el anlisis del
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posicionamiento. Es demasiado indiferenciado para proveernos con punto de inicio. Hace uso de categoras
populares de ndole global (como hablante y oyente) en lugar de descomponerlas en elementos ms
pequeos y analticamente coherentes.
Por ejemplo, los trminos hablante y oyente implican slo sonido, cuando, de hecho, es obvio
que la vista es un criterio organizacional muy significativo sumado, a veces, al tacto. Resulta evidente que la
mirada es crucial para hablante y oyente si se tienen en cuenta las siguientes instancias: el manejo de los
turnos de los hablantes; la evaluacin que se hace de la recepcin a travs de seales de retorno de los
canales visuales; la funcin paralingstica de la gesticulacin; la sincrona del cambio de miradas; las seales
que evidencian la atencin (como la mirada de media distancia), y la evaluacin del compromiso del hablante
a travs de implicaciones secundarias y expresiones faciales. Para que la comunicacin sea efectiva en una
charla, es preferible que el hablante y el oyente puedan observarse el uno al otro. El hecho de poder hablar
por telfono sin el canal visual y que las transcripciones de habla sean efectivas, no debe verse como indicio
de que trasmitir palabras es lo nico importante; de hecho, evidencia la eficacia de los procesos de
reconstruccin y transformacin.
III
La forma ms sencilla de mejorar el paradigma tradicional del habla es reconocer que cualquier
momento de ella puede formar parte de una conversacin, es decir, un segmento de interaccin importante
y naturalmente limitado que comprende todo lo relevante que ocurre desde el momento en que dos (o ms)
individuos inician una transaccin y contina hasta que finalizan esta actividad. La apertura se marca
tpicamente por los participantes, que dejan de lado sus orientaciones dispersas, se mueven en forma
conjunta y se dirigen con sus cuerpos hacia el otro; el cierre es evidente por el alejamiento fsico de su copresencia anterior. Tpicamente, tambin se encuentran rituales de encuadre, como los saludos de apertura y
de cierre, que inician y terminan el compromiso oficial y abierto, esto es, ratifican la participacin. En
resumen, un encuentro social. A lo largo del encuentro los participantes estn obligados a sostener la
atencin en lo que se dice y a asegurarse de evitar que pasen intervalos extensos sin que uno (y no ms de
uno) haga uso de la palabra. As, en un momento dado, puede que ningn participante est hablando y, sin
embargo, los participantes sigan en estado de habla. Una vez que el participante presume las caractersticas
del encuentro que tendr lugar -aunque sea nicamente un comienzo, un cierre y un perodo no marcado
por stos- resulta evidente que cualquier perspectiva transversal, cualquier segmentacin inmediata
enfocada en la conversacin, no en una conversacin, pierde necesariamente caractersticas importantes.
Algunos temas, como el trabajo sobre las apelaciones al interlocutor, el factor del tpico, la construccin de
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una informacin comn a todos los participantes (con la consecuente integracin de los participantes
nuevos) y el rol de los pre-cierres parecen especialmente dependientes de la unidad como un todo.
Es un paso esencial dar crdito a la autonoma de una conversacin como una unidad de actividad
en s misma, un dominio sui generis para su anlisis. Pero, por supuesto, luego surgen nuevos interrogantes.
Si bien es fcil seleccionar para su estudio un segmento de habla que exhiba las propiedades de un encuentro
social bien delimitado (y aun ms fcil asumir que cualquier ocasin de habla seleccionada deriva de esa
unidad), existen muchos momentos de habla que no pueden ser identificados fcilmente. Y existen tambin
muchos encuentros tan entrelazados con otros que se debilita la pretensin de autonoma de cualquiera de
ellos. Entonces, creo que se debe regresar al anlisis transversal para examinar momentos de habla, teniendo
en cuenta que cualquier etiqueta general que se le aplique tal como conversacin, habla, discurso- es
muy prematura. La cuestin de una unidad relevante deber tratarse eventualmente, aunque el anlisis
comience por seleccionar sin pensar demasiado un momento de habla para su estudio y sin pensar
demasiado, utilice etiquetas que quizs no puedan aplicarse a toda la conversacin.
IV
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no se aprovechen de esta condicin y pongan en prctica la tica situacional que obliga a alertar a aquellos
que estn hablando de que, sin su consentimiento, se tiene acceso a la conversacin; al mismo tiempo el
espectador se ve obligado a simular desinters y a dejar de prestar atencin y apartarse de la charla para
minimizar su acceso a ella (muchas de las reglas de etiqueta que tienen los oyentes circunstanciales surgen
de la comprensin bsica del deber de actuar simulando no estar presentes; en otras palabras, de que se
reconocen las asunciones del paradigma conversacional). Pero educacin aparte, los espectadores
circunstanciales son capaces de registrar informacin; por ejemplo, pueden identificar el lenguaje hablado,
quines (ya sea en trminos categoriales o biogrficos) participan de la interaccin?, cul de los
participantes es el hablante? y cules los oyentes?, cul es el tono general de la conversacin? y dems.
Vase tambin que al controlar el acceso a un encuentro, los participantes y espectadores circunstanciales
dependen fuertemente de la vista, no del sonido; ms aun, otra razn para considerar insuficiente el
paradigma binario inicial (imaginemos una persona sorda escuchando casualmente una conversacin; no
podra recolectar informacin social suficiente sobre lo que ve?).
El acto de or del oyente en nuestro paradigma resulta ambiguo en otro sentido: el oyente
establecido en una conversacin de dos personas es necesariamente tambin el destinatario, esto es, la
persona que recibe la atencin visual del hablante y a quien, por cierto, este espera ceder el rol de hablante.
De ms est decir que, aunque comunes, los encuentros entre dos personas no son los nicos que existen;
frecuentemente los participantes oficiales son tres o ms. En esos casos, es posible que el hablante dirija sus
comentarios al crculo como un todo, abarcando a todos sus oyentes con la mirada, para atribuirles el mismo
estatus. Es ms probable, sin embargo, que el hablante dirija sus comentarios a un oyente en particular, al
menos durante periodos de su discurso, de tal forma que de todos los participantes establecidos, el hablante
distingue entre el destinatario principal de los no principales. Vase nuevamente que la distincin
importante estructuralmente que tiene lugar entre los participantes establecidos se logra frecuentemente
utilizando slo seales visuales, aunque tambin se utilizan vocativos para lograr el objetivo a travs de
seales auditivas.
La(s) relacin(es) entre el hablante, el destinatario principal y los no principales son complicadas,
significativas y no han sido exploradas. Un ideal de la conversacin casual es que ninguno de los participantes
ocupe ms frecuentemente, o por un periodo ms largo de tiempo, ninguno de estos tres roles. En la
prctica, esta situacin es casi imposible de identificar, en su lugar encontramos mltiples variaciones.
Incluso cuando dos personas mantienen la palabra por un periodo extenso, las implicancias estructurales
pueden variar; por ejemplo, la conversacin puede avanzar hacia tpicos privados y excluir cada vez ms al
resto de los participantes o puede presentarse como una exhibicin para los oyentes que los rodean como
una versin en miniatura de los talk shows televisivos o el interrogatorio que un abogado le hace a un testigo
frente a un jurado.
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Una vez que se cruzan los lmites didicos de la conversacin y se admiten espectadores
circunstanciales y/o ms de un receptor oficial en la situacin surge como posibilidad la comunicacin
subordinada: es la conversacin alentada, entonada y sincronizada para formar una interferencia
perceptible y limitada que atene la llamada comunicacin dominante presente en su entorno inmediato.
En efecto, en muchos ambientes laborales el habla informal est subordinada a la tarea que se est llevando
a cabo; el habla no se adapta a otra conversacin sino a las exigencias del trabajo.
Los que mantienen una comunicacin subordinada a una dominante quizs no intenten disimular
que se estn comunicando de ese modo selectivo ni oculten lo que estn diciendo. De all se desprenden las
siguientes definiciones: juego o representacin exterior (byplay), es decir, comunicacin subordinada entre
un subconjunto de participantes oficiales; juego o representacin cruzada (crossplay), esto es, comunicacin
entre participantes oficiales y espectadores circunstanciales cruzando los lmites del encuentro dominante;
juego o representacin lateral, palabras en voz baja que intercambian los espectadores circunstanciales. La
naturaleza abunda en detalles innecesarios; en nuestra cultura cada una de estas tres formas de
comunicacin, aparentemente no desafiantes, se manejan a travs de marcadores gestuales distintivos
estandarizados y asumo que otras comunidades cuentan con sus conjuntos equivalentes funcionales.
Cuando intentamos ocultar la comunicacin subordinada, se lleva a cabo un acto de conspiracin
(collusion), ya sea dentro de los limites de un encuentro (conspiracin de representacin exterior), a travs
de ellos (conspiracin de representacin cruzada) o enteramente fuera del encuentro, como cuando dos
espectadores circunstanciales comentan por lo bajo sobre lo que estn escuchando (conspiracin de
representacin exterior). La conspiracin se logra de formas diversas: ocultando la comunicacin
subordinada, fingiendo que las palabras ajenas a los participantes son inofensivas o usando palabras alusivas
que se dirigen aparentemente a todos los participantes, pero cuyo significado adicional slo puede ser
captado por algunos.
Junto con la conspiracin se encuentra la insinuacin (innuendo): el hablante dirige sus palabras a
un destinatario pero superpone a sus comentarios un significado patente, aunque negable; los comentarios
tienen, ms que destinatario, un blanco, ya que suelen ser despectivos hacia el receptor. Su propsito es ser
comprendidos por el blanco; sea este el destinatario principal o no, o incluso un espectador circunstancial
(Fisher, 1976). Dijimos anteriormente que una conversacin puede estar subordinada a una actividad nolingstica en curso, cuando y donde esa tarea lo permita; se presume que los participantes pueden
abandonar la conversacin en cualquier momento cuando las exigencias del trabajo lo justifiquen y, es de
suponer, retomarla cuando sea posible, es decir, cuando el trabajo requiera menos atencin. En estas
circunstancias es imaginable que se debilite la ritualizacin usual de las interacciones y que se produzcan
lapsos de silencio de longitud variable, que es impreciso definir como interludios entre encuentros ni como
pausas internas. En estas condiciones (y muchas otras) es posible un estado de habla abierto, en el que los
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participantes tienen el derecho pero no la obligacin de iniciar una breve charla y luego recaer en el
silencio, todo esto sin ningn marcador ritual claro, como si simplemente se agregara otro intercambio a una
conversacin en curso. Esto no corresponde a una participacin oficial ni a un espectador casual, sino a una
condicin intermedia particular.
Resta examinar la dinmica de la participacin oficial. Es clara la distincin entre la apertura y el
cierre de un encuentro, por un lado, y el sumarse o abandonar una conversacin, por el otro; se pueden
encontrar prcticas convencionales que ilustren la diferencia entre ambas actividades. Evidentemente, puede
suceder que dos encuentros diferentes se den bajo condiciones de accesibilidad mutua, cada uno como
espectador del otro3. En este punto, sin embargo, aparece otra cuestin: la posibilidad de abandonar y unirse
a una interaccin, tomados de manera conjunta, implica que los participantes se desplacen de un encuentro
a otro. En otro nivel de anlisis, se debe tambin considerar la posibilidad de un encuentro de cuatro o ms
participantes que se divide y da lugar a encuentros separados. Segn parece, estos cambios son frecuentes
en algunas situaciones sociales. As, en una cena de ocho o ms participantes se observa una marcada
inestabilidad en la participacin. Aqu un hablante puede sentir la necesidad de controlar la atencin de sus
receptores, no tanto para resguardarse de espas (ya que, en efecto, en la mesa las escuchas no deseadas
apenas se disimulan), sino para atraer a los oyentes que se alejan y estimular a que se unan nuevos. En estos
casos, interrumpir, elevar el tono y acercar el tronco parecen adquirir una funcin y significacin especial.
(Vase cmo un pasajero sentado en el asiento delantero de un taxi puede funcionar como pivote, ya
dirigindose a sus acompaantes en el asiento trasero, ya al conductor; el pasajero confa efectivamente en
que el conductor sabr determinar si debe mantenerse al margen o si es el destinatario principal, y todo esto
sin que el conductor retire los ojos de la calle ni dependa del contenido del comentario para recibir
instrucciones de participacin.) Otro ejemplo de inestabilidad estructural se observa en los encuentros entre
parejas. Las dos parejas proveen las herramientas para un encuentro momentneamente ms inclusivo, que
luego puede bifurcarse de forma tal que cada miembro de las parejas participantes puede saludar
personalmente a un miembro de la otra. Luego, se intercambian los pares y otros se saludan; despus
pueden reagruparse por ms tiempo.
Consideremos lo siguiente, en la nocin de espectadores circunstanciales, se produce un
desplazamiento desde el encuentro como punto de referencia hacia algo ms grande denominado situacin
social, definida como el espacio fsico total en el cual las personas presentes estn a la vista y al odo los
unos de los otros. (Estas personas, en su conjunto, pueden considerarse una reunin, sin implicaciones de
ningn tipo vinculadas con las relaciones entre ellos.) As con frecuencia resulta propio de una reunin, y no
3. Un orden estndar es la modulacin mutua que asigna igualitariamente el espacio sonoro disponible; otra
(como fue sugerido) es el silenciamiento diferenciado mediante el cual las personas en uno de los encuentros
restringen unilateralmente su comunicacin en deferencia de la otra, o incluso la llevan a un cierre
respetuoso.
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de un simple encuentro, que los hechos interaccionales deban ser considerados. Por ejemplo, los hablantes
modificarn su forma de hablar, o incluso lo que dicen, si su charla se lleva a cabo en el rango visual y
auditivo de participantes no oficiales. En efecto, como Joel Sherzer ha sugerido, cuando comunicamos algo
que otra persona dijo, nos sentimos obligados a aclarar si escuchamos esas palabras como participantes
oficiales de la conversacin en la que se dieron o si las escuchamos como espectadores ocasionales.
Quizs la evidencia ms clara de la importancia estructural que tiene la situacin social para la
conversacin (e, incidentalmente, de las limitaciones del modelo convencional del habla) se observa cuando
estamos solos pero en presencia inmediata de extraos. Las reglas prescriptivas de comunicacin nos obligan
a desistir del uso del habla y de palabras o sonidos articulados. Pero, de hecho, existe una gran variedad de
circunstancias en las cuales dirigimos audiblemente expresiones a nosotros mismos, dejamos escapar
imprecaciones y pronunciamos gritos de respuesta como ay, ups, etc. (response cries, Goffman, 1978).
Estas verbalizaciones tienen una funcin de autocontrol; demuestran a cualquiera que las oye que el apuro
que ven no debe tomarse en cuenta para definirnos. Con este fin, regulamos el volumen de la voz, de modo
tal que aquellos que participan de la situacin social y advierten nuestro apuro, tambin puedan oir nuestro
comentario sobre l. Sin duda, entonces, buscamos alguna respuesta de aquellos que nos escuchan, pero no
una rplica especfica. En realidad lo que hacemos es dar informacin a alguien dentro del rango visual o
auditivo, pero no tomamos la palabra en una conversacin. Lo que se busca no son oyentes, sino
espectadores circunstanciales, aunque sea intencionadamente. Claramente, los comentarios autodirigidos y
los gritos de respuesta forman parte de una unidad sustantiva natural que no es necesariamente una
conversacin.
Finalmente, vase que si tomamos a un individuo particular que est hablando un corte transversal
instantneo de una interaccin- podemos describir el rol o la funcin de todos los participantes del
encuentro social desde este punto de referencia (ya sean participantes oficiales de la conversacin o no),
tomando para la descripcin los conceptos aqu analizados. La relacin de cualquier miembro del encuentro
con esa emisin se denomina estatus de participacin, y la relacin del conjunto de las personas con la
emisin constituye el marco de participacin para ese momento de habla. Los mismos trminos se utilizan
cuando el punto de referencia se desplaza de un hablante particular a toda la actividad que se realiza en esa
situacin. El punto de todo esto, por supuesto, es que una emisin no divide al mundo ms all del hablante
en dos partes precisas, destinatarios y no destinatarios, sino que abre una serie de posibilidades
estructuralmente diferentes y establece el marco de participacin con el cual el hablante organiza su emisin.
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Quizs haya actores interpretando sus parlamentos, dispuestos de forma tal que puedan orlos los que estn
debajo del escenario. Nosotros utilizamos sin vacilar la palabra audiencia para referirnos a los que
escuchan un discurso poltico y para aquellos que miran una obra de teatro; pero, de nuevo, los elementos
en comn entre estos dos tipos de oyentes no debe impedir que veamos las importantes diferencias entre
ellos. Las palabras de un poltico estn destinadas a su audiencia y para ellos las enuncia; si una respuesta
fuera necesaria, debera venir de esos oyentes ya que, como se dijo anteriormente, a veces corresponde dar
seales de acuerdo o desacuerdo. Probablemente se debe a que hay tantas personas en la audiencia que se
omiten las preguntas y respuestas directas, o al menos se posponen hasta
propiamente dicho. Si un miembro de la audiencia intentase responder verbalmente a algo que el hablante
ha dicho en el medio de su discurso, este ltimo puede elegir responder y, si tiene experiencia, sostener la
situacin en la que est. En cambio, las palabras que un personaje dice a otro en una obra (al menos en la
dramaturgia occidental moderna) estn absolutamente cerradas para la audiencia, puesto que pertenecen al
reino de la ficcin, a pesar de que algunos actores que representan estos personajes (y que de algn modo
tambin estn desconectados de su accin dramtica) quizs aprecien las demostraciones de atencin de la
audiencia.4
He sugerido que los oradores y los actores presentan un contraste con respecto al hablante de una
conversacin; los primeros tienen audiencias y el segundo, interlocutores. Pero debe tenerse en cuenta que
lo que sucede arriba de un escenario es habla slo incidentalmente, no analticamente. All se puede cantar
(otra forma de pronunciar palabras) y realizar otras acciones que no necesariamente conllevan palabras,
como, por ejemplo, tocar un instrumento, realizar trucos de magia, hacer malabares y todos los otros actos
que han tenido lugar en el vaudeville. Los distintos tipos de audiencia no son, analticamente hablando, un
rasgo de los eventos de habla (utilizando el trmino de Hymes), sino de eventos de escenario.
Y desde aqu, se puede avanzar hacia casos an ms difciles. Existen, por ejemplo, congregaciones
del tipo evangelista donde se sostiene un intercambio activo de llamadas y respuestas entre el ministro y sus
feligreses. Y hay muchsimos arreglos sociales en los cuales un evento de habla es central y, sin embargo, no
se est llevando a cabo ni un evento de escenario con su audiencia, ni una conversacin con sus
participantes. Se trata de un elemento obligatorio en ciertos arreglos sociales; por ejemplo, juicios, subastas,
sesiones de informacin y conferencias. Aunque estas ocasiones de habla relacional (binding talk) en el
podio, pueden a veces tener participantes nicamente en el rol de audiencia, tambin necesitan de otro tipo
de oyente, ms comprometidos con lo que se dice y que tengan ms derecho a ser escuchados que en otros
sucesos de estrado.
4. Mantener una separacin rgida entre personajes y audiencia no es en absoluto, por supuesto, la nica manera de
organizar la produccin dramtica. El teatro tradicional birmano brinda un ejemplo (Becker 1970); nuestro melodrama
burlesco, otro.
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Ya sea que se trate de eventos de podio del tipo recreacional, congregacional o relacional, se puede
encontrar un marco de participacin especfico a cada uno diferente de la disposicin genrica de la
conversacin. El marco de participacin paradigmtico de dos participantes del habla no nos dice mucho
sobre la nocin de marcos de participacin en general.
VI
Dijimos que para apreciar los distintos tipos de oyente primero debemos despegarnos de la nocin
de encuentro conversacional y pasar a la situacin social en la cual el ocurre ese encuentro; y luego
debemos ver que, en lugar de formar parte de una conversacin, las palabras pueden formar parte de una
ocasin de estrado que frecuentemente incluyen acciones distintas al habla, donde las palabras aparecen al
principio y al final de diferentes partes del programa slo para anunciar, saludar y agradecer. Esto quizs no
nos quite la idea de que cuando las palabras se emiten entre un pequeo nmero de personas, la unidad
prototpica por considerar es la conversacin o charla. No obstante, tambin debemos cuestionar esta
presuncin.
En el habla cannica, los participantes comparten, aparentemente, un foco de atencin cognitiva un
tema de conversacin comn- y, aunque es menos evidente, un mismo foco de atencin visual. El tema de
atencin es claro, su centro lo es menos. Los oyentes estn obligados a evitar mirar directamente al hablante
durante mucho tiempo para evitar violar su territorialidad y, sin embargo, deben dirigir su atencin visual
para obtener claves de gesticulacin y demostrarle al hablante que lo est escuchando. Es como si miraran
las mismas palabras del hablante, que, despus de todo, no se pueden ver. Es como si tuvieran que mirar al
hablante pero sin verlo.5
Por supuesto, el hablante puede dirigir la atencin visual de sus oyentes hacia algn objeto que pasa
digamos, un auto en cuyo caso por un momento habr una gran diferencia entre el hablante y la
atencin cognitiva y visual del oyente. Y lo mismo sucede cuando el foco de ambos tipos de atencin es una
persona, como cuando dos individuos que estn charlando comentan sobre un tercero que est durmiendo
o cruzando la calle. Y entonces debemos considerar otra posibilidad: cuando un paciente muestra a un
medico dnde le duele, un cliente seala dnde le aprieta el zapato, o un sastre muestra cmo queda la
chaqueta nueva, el individuo que es objeto de atencin es tambin un participante oficial. La dificultad que
ahora debemos considerar es que en muchas de estas situaciones, el contexto de la emisin no es
realmente una conversacin; se trata de una tarea no lingstica y fsicamente detallada, en la cual los
eventos no lingsticos tienen mayor importancia. (En efecto, si rastreamos el origen del lenguaje a una
5. Una amplia gama de prcticas referidas al manejo de la interaccin se superponen a este patrn general. La
frecuencia, la duracin y las miradas mutuas o unilaterales pueden marcar el comienzo y el trmino de un tuno de
habla, distancia fsica, nfasis, intimidad, gnero, etc. -y, por supuesto, un cambio en el posicionamiento. Ver, por
ejemplo, Argyle y Dean (1965).
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escena primigenia, es mejor remontarnos a la necesidad ocasional de una seal-gruido que ayude a
coordinar una accin en un universo compartido de tareas conjuntas, que a una conversacin a travs de la
cual se genera un universo subjetivo comn.6)
Un contexto no lingstico estndar donde media la palabra es el contacto de servicio, donde un
servidor y un cliente se juntan momentneamente en una transaccin coordinada, que implica, en general,
dinero de un lado y bienes o servicios del otro. Otros suponen contactos pasajeros entre dos extraos que se
informan la hora, se pasan la sal o se dejan el paso en un pasillo repleto. Aunque esos momentos a veces
incluyan un ritual de interaccin propiamente dicho, las transacciones fsicas de algn tipo forman el
contexto significativo y son la unidad relevante para el anlisis. Las palabras, dichas por un participante o dos,
son parte integral de una tarea fsica coordinada mutuamente, no de una charla. El intercambio verbal se
trunca con frecuencia en su disposicin porque la tarea que se est llevando a cabo no es conversacional. Es
la ejecucin de este trabajo, y no el intercambio verbal, la que ocupa, en general, el mayor inters de los
participantes. Y slo cuando ocurre un obstculo en lo que de otra forma hubiera sido una serie de actos
interdigitados, es ms probable un intercambio verbal entre ellos.
Observamos una situacin similar en las transacciones extendidas de servicios. Tomemos, por
ejemplo, una consulta peditrica en un hospital pblico escocs, incluido recientemente en el informe de
Strong (1979, esp. Cap. 6). Aqu el asunto de la madre con el doctor (cuando al fin le toca su turno) se
encierra en una pequea charla trivial (small talk), en forma de apertura y cierre, aunque el chico reciba
algunas atenciones rituales. La madre se sienta frente al escritorio del mdico, responde concisamente las
preguntas a medida que l las formula y espera pacientemente, en silencio y atenta entre cada una. Ella se
encuentra disponible, lista para hablar, pero slo lo hace cuando debe responder. El mdico, por su parte,
intercala sus consultas, hechas de manera brusca, con toma de notas, lectura de notas, reflexiones
inaudibles, instrucciones a estudiantes, manipulacin fsica del nio, intercambios verbales con su enfermera
y colegas, y movimientos que lo alejan de su escritorio para tomar archivos o equipamiento todas estas
acciones se justifican por su rol institucional y por el examen del paciente. Las respuestas de la madre algunas
veces llevan al doctor a realizar ms preguntas aunque, en general, estimulan otro tipo de accin de su parte.
Su estatus social y profesional le permiten mantener un estilo formal (businesslike); l est siguiendo todas
las fases de una revisacin, o una lista; no es una conversacin, y solo algunos asuntos requieren la
contribucin verbal de la madre. De hecho, la madre posiblemente no sepa qu objetivo especfico tienen
las acciones que realiza el doctor; no es necesario que comprenda en su totalidad la secuencia significativa
para que pueda contribuir. Por eso, aunque ajusta sus turnos de habla y la informacin que da a las
preguntas del mdico (como en la organizacin de una charla), lo que precede y sigue inmediatamente este
6. Un anlisis til de los argumentos puede ser encontrado en Hewes (1973); y una visin opuesta en Falk (1980).
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VII
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En el habla estndar, uno de los dos participantes mueve sus labios, acompaa con gesticulaciones
faciales (y a veces corporales) y se oyen salir palabras de su boca. Es su caja de resonancia la que est en uso,
aunque en algunos casos puede compartir esta funcin fsica con un parlante o un telfono. En resumen, es
la mquina parlante, un cuerpo ocupado en una actividad acstica o, si se quiere, un individuo activo en el
rol de producir emisiones. En este sentido, funciona como un animador. El animador y el receptor son
parte del mismo nivel y modo de anlisis, dos trminos cortados de la misma tela. No se trata de roles
sociales en el sentido completo de la palabra, sino de nodos funcionales en un sistema de comunicacin.
Pero, por supuesto, cuando se utiliza el trmino hablante, muy frecuentemente enturbiamos el
asunto, teniendo otras cosas en mente. Por esta razn animador no puede denominar un rol social, sino
simplemente uno analtico.
Algunas veces consideramos que existe un autor de las palabras que escuchamos, esto es, alguien
que ha elegido los sentimientos que se expresan y las palabras con las que se transmiten.
Otras veces pensamos que un hay un principal (en el sentido legal) en el asunto, esto es, alguien
cuya postura se establece a travs de las palabras pronunciadas, cuyas creencias se comentan, alguien que se
compromete con el contenido de las palabras.
Ntese que en este caso se trata no tanto de un cuerpo o una mente, sino de una persona activa en
una identidad social o rol particular, un rol especial como miembro de un grupo, oficina, categora, relacin,
asociacin, o lo que fuera, una fuente de auto-identificacin basado en lo social. Frecuentemente, esto
significa que el individuo habla, explcita o implcitamente, en nombre de un nosotros, no de un yo (pero
no por las razones que tenan la reina Victoria o Nixon para hablar as), el nosotros no incluye slo al
hablante (Spiegelberg 1973: 129-56; Moerman 1968: 153-69). Y, por supuesto, el mismo individuo puede
cambiar rpidamente el rol social en el cual se inserta, incluso si su rol de animador y autor se mantiene
constante lo que en las reuniones de comits se denomina cambiar de sombrero. (Esto es, en efecto, lo
que ocurre durante una gran cantidad de cambios de cdigo, como ilustra ampliamente Gumperz). En tanto
introduce el nombre o el rol a travs del que habla, el hablante avanza en el establecimiento de bases
recprocas de identificacin para los destinatarios del discurso. En algn punto, entonces, seleccionar el rol
social activo significa seleccionar (o intentar seleccionar) el rol que ejercen los receptores de nuestra accin
(Weinstein y Deutschberger 1963:454-66). Todo este trabajo se consolida con la eleccin de nombres y, en
muchos idiomas, a travs de la seleccin de pronombres en segunda persona que estn disponibles.
Las nociones de animador, autor y principal, tomadas en conjunto, pueden servir para informar sobre
del formato de produccin de una emisin.
Cuando uno utiliza el trmino hablante, quiere decir que el individuo que habla formula su propio
texto y expone su posicin a travs de l: animador, autor y principal son una misma persona. Hay algo ms
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natural? Es tan natural, de hecho, que no puedo evitar seguir utilizando el trmino hablante en ese
sentido, mucho menos el pronombre masculino como la forma singular no marcada.
Pero por supuesto, la superposicin implcita de roles tiene excepciones institucionales extensas. Es
evidente que recitar un texto memorizado o leer en voz alta un guin preparado nos permite animar palabras
sin haber participado de su formulacin, y expresar opiniones, creencias o sentimientos que no son
nuestros. Podemos hablar pblicamente por alguien ms y usando palabras de otro, como hacemos,
digamos, en la lectura de un testimonio o cuando hacemos la traduccin simultnea de un discurso este
ltimo caso resulta interesante porque con frecuencia las palabras del hablante original, aunque ste se
identifique con ellas, fueron escritas por otra persona. Como se ver ms adelante, el problema engaoso es
que aun cuando participamos de habla espontnea (fresh talk), es decir, la formulacin improvisada
continua de un texto bajo la exigencia de respuesta inmediata a nuestra situacin7 actual, no es cierto que
siempre usemos palabras propias y que tomemos la posicin que avalan esas palabras.
Una consideracin final. As como podemos escuchar una conversacin sin ser oyentes oficiales (o
serlo y, aun as, no escuchar), podemos como oyentes oficiales participantes de la interaccin que no
tienen la palabra en ese momento interponer brevemente nuestras palabras y sentimientos en los
intersticios dentro o entre los intercambios sostenidos por otros participantes (Goffman 1981:28-29). Aun
ms, una vez que otros tcitamente nos han prometido el uso de la palabra para contar una historia o
desarrollar un argumento, podemos tolerar o incluso invitar a una pequea interrupcin, sabiendo que lo
ms probable es que escuchemos por un momento, sin dejar de ser los hablantes, as como los otros pueden
interrumpir por un momento y no dejar de ser oyentes.
VIII
Tomando una emisin como punto de partida en nuestro anlisis, he argumentado que nuestras
nociones de oyente y hablante basadas en el sentido comn son demasiado toscas; la primera oculta una
compleja diferenciacin de los estatus de participacin y la segunda, cuestiones complejas acerca de los
formatos de produccin.
Delinear el marco de participacin y del formato de produccin proporciona una base estructural
para analizar los cambios en el posicionamiento. Al menos sirve para analizar los cambios de
posicionamiento descriptos al comienzo de este artculo. Pero se obtiene una perspectiva que simplifica
sistemticamente el soporte de marcos de participacin y de formatos de produccin en la estructura de las
7. David Abercrombie (1965:2) divide lo que aqu llamo habla espontnea en conversacin, que supone un veloz
intercambio de los roles de hablante y oyente, y monlogo, que supone un ejercicio extendido de una sola persona con
estilo ampuloso que se acerca a la formalidad de la forma escrita.
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emisiones. Si bien estn contemplados los temas sociolgicos ms slidos, los caracteres auto-referenciales
del discurso no tienen lugar. Se pierde la calidad de imaginacin esencial del habla. Para resolver esa
inestabilidad, es la lingstica no la sociologa la que nos da herramientas. Son estos elementos los que
abren la posibilidad de encontrar alguna justificacin estructural incluso para los desplazamientos en el
posicionamiento ms sutil.
Podemos comenzar analizando cmo se construyen las afirmaciones, especialmente teniendo en
relacin al encuadre (embedding); ste es un asunto cuya dificultad aumenta por la facilidad de confundirlo
con otra idea analticamente diferente, la nocin de roles sociales mltiples que ya fue considerada junto con
la idea de principal.
Si se escucha a un individuo emitir una frase desnuda y sin adornos, sin estar cubierta o puesta entre
parntesis por ningn ndice o pronombre, como las siguientes:
Una orden: cierre la ventana8
Una pregunta: Por qu aqu?
Una declaracin: Empez a llover.
Una promesa: El trabajo estar hecho para las tres en punto
Comnmente las palabras se entienden como representacin directa de un deseo actual, creencia,
percepcin o intencin de quien sea que anima la emisin. El yo actual de la persona que anima la emisin
parece estar involucrado inevitablemente de alguna forma lo que se denomina yo que toma la palabra
(addressing self). Asimismo, suele entrar en juego la deixis temporal y espacial. Aqu, uno se acerca a la
comunicacin expresiva que podra manejar un animal a travs de un pequeo vocabulario de sonidosgestos disponibles. Ntese que esas emisiones se toman como el mensaje de un individuo que no solo anima
las palabras, sino que est activo en un rol social determinado que les da autoridad a sus palabras.
Sin embargo, muchas, si no la mayora de las emisiones, no se construyen de esta forma. En cambio,
como hablantes, nos referimos a nosotros mismos usando un pronombre personal, tpicamente yo y
constituimos as una figura una figura dentro de la declaracin que sirve como agente, un protagonista
en una escena descripta, un personaje en una ancdota, alguien que pertenece al mundo del cual se habla,
no al mundo donde tiene lugar la emisin. Y una vez que se emplea este formato, se crea una flexibilidad
sorprendente.
Por un lado, se hace posible el uso de mitigadores y calificadores introducidos con verbos modales
performativos (yo deseo, creo, podra, espero, etc.), que establecen cierta distancia entre la figura y
sus dichos. En efecto, se produce una doble distancia, puesto que se supone que una parte de nosotros
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apoya incondicionalmente nuestros dichos, de otra forma deberamos decir algo como yo creo que creo.
As, cuando emitimos una palabra y elegimos interrumpir el hilo con una expresin correctiva como ups!
Me equivoqu o Quiero decir estamos proyectndonos como animadores en la charla. Pero, esta es
una figura y no el animador real; es una figura que se acerca ms al individuo que asume el rol de animador.
Y, por supuesto, vale resaltar que estas disculpas por romper el hilo pueden ser animadas de forma
elocuente, con lo cual exhiben una cualidad marcadamente diferente de la persona a la que se refieren y nos
recuerda que, como sea que nos sintamos obligados a describirnos, no es necesario incluir la capacidad y
propensin para proyectar esas descripciones. (En efecto, no podemos hacer eso totalmente.) Cuando
decimos, parece que no puedo hablar claramente hoy, esa misma expresin se dice muy claramente.
Cuando decimos me qued mudo, no lo hicimos. (Y si intentamos ser listos y decir me qued mudo, pero
aparentemente no lo suficiente para no poder decir esto, nuestra descripcin enmarcara la gracia, pero no
hara referencia a ella.) En los trminos de Mead, un a m que intenta incorporar su yo requiere otro yo
para hacerlo.
Segundo, como Hockett (1963:11) recomienda, es posible un desplazamiento sin restriccin en el
tiempo y en el espacio, de forma tal que nuestra referencia puede ser lo que hicimos, lo que quisimos o lo
que pensamos en un tiempo y lugar distantes, cuando estbamos activos en un rol social que quizs ya no
ejercemos y en una identidad que ya no es nuestra. Es totalmente cierto que cuando decimos:
seguramente queremos decir casi lo mismo que si hubiramos emitido la versin sin adornos
Cierre la ventana
como repeticin de una orden anterior. Pero si estamos narrando una historia sobre algo que sucedi hace
muchos aos, cuando ramos una persona que pensamos ya no somos, luego el yo de yo dije que cierre la
ventana est conectado con nosotros la persona presente simplemente a travs de una continuidad
biogrfica. En este caso, se puede decir que hay dos animadores que estn involucrados: uno que fsicamente
anima los sonidos que escuchamos y otro animador enmarcado, una figura del discurso que slo est
presente en el mundo del que se habla y no en el mundo donde sucede la emisin. (Los autores y los
principales enmarcados tambin son posibles.) Siguiendo el mismo argumento, vemos que usando la
segunda o tercera persona podemos contar algo que dijo otra persona, alguien presente o ausente, alguien
humano o mtico. Podemos insertar un hablante completamente diferente dentro de nuestra emisin,
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puesto que es tan fcil citar a otro como citarse a uno mismo. En efecto, cuando se nos pregunta acerca de lo
que otro dijo, nosotros podemos citar en forma de discurso referido:
Cierre la ventana
y, aunque sin adornos, esta expresin se entiende como algo que dijo otra persona y no nosotros, el
animador actual. Presumiblemente hay un l (o ella) dijo pero no necesariamente explcito.9
Una vez que admitimos la posibilidad del enmarcamiento, es fcil observar la posibilidad de mltiples
enmarcamientos, como en los siguientes casos:
donde (1) refleja algo que actualmente se cumple en el individuo que anima (el yo que toma la palabra);
(2) un animador enmarcado que es una encarnacin anterior del hablante actual y (3) una figura doblemente
enmarcada, es decir, una encarnacin previa a una encarnacin anterior.10
Aunque los lingistas han dado muchas herramientas de anlisis tiles sobre discurso referido directo
e indirecto, han sido menos tiles en el anlisis de qu otras formas tenemos, en tanto animadores, para
transmitir palabras que no son nuestras. Por ejemplo, si alguien nos repite que cerremos la ventana,
podemos responder repitiendo sus palabras con un timbre estridente, como una versin satrica de su propia
emisin. De manera similar, podemos imitar un acento o un dialecto y proyectar una imagen estereotipada
que se parece ms a una interpretacin teatral que a una simple cita. As, tambin, podemos confirmar
nuestras propias palabras con un refrn o un dicho; se presume que la charla casual ha cesado
9. Algunos semantistas generativos argumentaron que cualquier expresin sin adornos implica un verbo performativo
ms alto y un pronombre. Por ejemplo, "yo digo", "afirmo", "pregunto", etc. De esto se desprende que todas las
declaraciones estn hechas por figuras mencionadas o implcitas y no por sujetos vivientes. Ver, por ejemplo, Ross 1970.
10. Sera fcil pensar que "yo" tiene propiedades especiales nicamente cuando hace de puente entre la escena en la
que ocurre la charla y la escena acerca de la que se habla, puesto que se refiere tanto a una figura en una emisin como
al individuo presente que la anima. Pero no es tan as. Los pronombres de segunda persona tambin poseen estos dos
planos: se refieren a personas dentro de la narracin que tambin estn presentes en la situacin comunicativa y
escuchan lo que un hablante dice sobre ellos. An ms, ambos tipos de pronombre aparecen frecuentemente
enmarcados como parte de un discurso directo:
Ella dijo, "Yo insisto en que cierres la ventana"
en cuyo caso el individuo que funcion como animador presente y con vida se convirti en una figura de un
estrato ms bajo. El poder que "yo" posee como puente se mantiene, pero lo que se une es un hablante enmarcado y
una persona descripta. La escena en la cual se realiza actualmente el acto de hablar y escuchar no aparece salvo a travs
de una implicatura: la implicacin de que todos los que escuchan van a saber a quien se refiere "ella".
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momentneamente para invocar de repente a una autoridad annima ms importante que nosotros
(Laberge and Sankoff 1979, esp. Sec. 3). Si estas proyecciones se piensan en trminos de enmarcamientos,
luego las actuaciones y la recitacin de poesa tambin deben pensarse como formas de accin enmarcadas.
Parece ser el mismo caso cuando socializamos lingsticamente a los nios y les enseamos palabras y frases,
ya que desde el principio les enseamos a utilizar el habla en esta forma extravagante y disociada de uno.11
Debe quedar claro, entonces, que el significado del formato de produccin no puede analizarse al
menos que se encare la funcin de enmarcamiento del habla. Puesto que cuando pasamos de decir algo
nosotros mismos a referir lo que dijo otra persona, estamos cambiando nuestro posicionamiento. Lo mismo
sucede cuando nos corremos de la narracin de nuestros sentimientos al momento de habla, los
sentimientos del yo que toma la palabra, hacia los sentimientos que alguna vez tuvimos pero que ya no
tenemos. (Un cambio de cdigo algunas veces funciona para marcar este tipo de desplazamientos.)
Algunas consideraciones finales. Como se ha dicho, cuando como hablantes nos proyectamos en un
rol que se encuentra activo actualmente, las personalidades de nuestros interlocutores estarn parcialmente
determinadas en correspondencia. Pero si relatamos un evento pasado, el yo que elegimos para nosotros
solo puede interactuar con otras figuras dentro de la historia, dejando a los oyentes indeterminados en
este aspecto. Ellos se constituyen como receptores de un fragmento sin importar a quines incluyamos en
nuestras narrativas y en qu rol estn activos. Entonces, el estatus de narrador y oyente de una historia,
que parecen poco relevantes en trminos de la estructura social global, resulta ser de una importancia
considerable dentro de una conversacin, puesto que esos estatus dan un posicionamiento hacia el cual se
pueden desplazar un amplio rango de hablantes y oyentes.12 (Es cierto que, si el oyente es tambin un
11.Cuando se juega con un chico, el padre trata de hacer que el chico hable. Utiliza "nosotros", "yo", "el bebe", algn
trmino carioso o el nombre del beb y algn tipo de habla infantil tipo ceceo, para evidenciar que no se le habla al
beb sino que es l quien habla. Adems, seguramente hay juguetes a mano muecos, osos de peluche, robots y el
padre tambin hablara por ellos. As an cuando el chico aprende a hablar, aprende a hablar en el nombre de esas
figuras que nunca van a ser, o no al menos todava, l mismo. El chico no slo aprende a referirse a s mismo con un
nombre que otros han elegido para l; igualmente temprano aprende a enmarcar declaraciones de un montn de seres
en su propio comportamiento verbal. Puede argumentarse que este formato le permitir al chico aos despus describir
sus propias acciones pasadas, que ya no siente como propias; tambin le permitir utilizar "yo" como parte de una
declaracin citada que alguien ms dijo. (Uno puede decir que Mead tena el trmino equivocado: el chico no adquiere
un "otro generalizado" tanto como la capacidad de enmarcar "otros particularizados" los cuales, tomados en conjunto,
forman una coleccin heterognea y accidentada). Me impresiona, entonces, que el habla infantil por parte de un padre
(y la que el chico adquiere primero) implique una simplificacin en la sintaxis y en el lxico, cuando sus caractersticas
estratificacionales no son para nada sencillas. Tampoco considero que deba criticarse a los padres. Para un tratamiento
de este tema en otras culturas ver Schieffelin (1974).
12. Un ejemplo: algunos aos atrs, la BBC realiz un documental de una hora sobre el backstage del palacio real. Se
anunci que el show mostraba a la Reina en su entorno domstico, aun haciendo las compras y picnics con su familia.
De alguna forma, los productores y las estrellas lograron pasar todo el show sin mostrar demasiado que pudiera ser
considerado inadvertido, revelador o natural en parte, sin dudas, porque gran parte de la vida de la familia real se
maneja de esta forma incluso en ausencia de cmaras. Pero hubo una excepcin: la Reina y otros miembros de su
familia ocasionalmente contaban al interlocutor historias familiares o experiencias personales. Las historias sin duda se
seleccionaban cuidadosamente (como todas las historias), pero en la actividad de narrarlas los personajes reales no
podan sino momentneamente ocupar el lugar de narrador de historias y permitirle a la audiencia la momentnea
(relativa) intimidad que se establece con los oyentes de historias. Lo que podra considerarse "humanidad" es
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personaje en la historia que est escuchando como en las recriminaciones de pareja es probable que
est ms comprometido con la historia que un mero receptor.)
La narracin de historias, por supuesto, requiere que el contador enmarque dentro de sus propias
emisiones las palabras y acciones de los personajes de la historia. Y si la historia es muy extensa requiere que
durante la narracin el hablante se aparte a s mismo del alineamiento que hubiera mantenido en una
conversacin ordinaria; durante este perodo de relato mantendr otro posicionamiento, el de un narrador
cuyas pausas extensas y terminaciones de emisin no deben verse como signos de que est listo para ceder
la palabra. Pero estos cambios en el posicionamiento no son, de ninguna forma, los nicos cambios posibles
en la narracin de una historia; en un cuento (como Livia Polanyi ha mostrado [1977]), el narrador puede
romper el marco narrativo en momentos estratgicos: para recapitular la historia para los nuevos oyentes;
para estimular a los oyentes a esperar el clmax; para dar caractersticas adicionales de alguno de los
protagonistas; o para retroceder en la historia y realizar una correccin luego de una falla en los
requerimientos narrativos, como algn detalle contextual, secuencia temporal apropiada, un aumento
gradual del dramatismo y dems.13
IX
Dijimos que se puede dar cuenta de la base estructural del posicionamiento fragmentando las
nociones bsicas de hablante y oyente en partes ms diferenciadas, esto es, marcos de participacin y
formatos de produccin. Luego sugerimos que esta situacin deba completarse con el concepto
de
enmarcamiento y con una consideracin del efecto de los estratos que son, aparentemente, una de las
consecuencias esenciales del proceso de produccin de habla. Pero esto se ver con claridad, a menos que se
analice otro aspecto del enmarcamiento, no muy desarrollado por la lingstica, a saber, la transformacin de
los marcos de participacin. De un anlisis etolgico resulta que ritualizamos los marcos de participacin con
bastante frecuencia; esto quiere decir que trasplantamos conscientemente las disposiciones de participacin
que son naturales en una situacin social a un entorno interaccional en el cual no lo son. En trminos
lingsticos, no slo enmarcamos emisiones, tambin disposiciones de interaccin.
prcticamente ineludible, puesto que la narracin implica cierta democracia; el rango ms bajo de esa actividad no es
muy bajo segn los parmetros sociales -el derecho y la obligacin de escuchar una historia de una persona, sin tener
que estar en posicin de poder una.
13. Es interesante observar que los textos que dan los expertos en folclore y sociolingistas con historias cotidianas
suelen omitir sistemticamente los quiebres en los marcos narrativos que ocurren muy frecuentemente en las
narraciones originales. Aqu el investigador acepta con tacto el mandato del narrador de que se omita del documento el
desplazamiento en el posicionamiento necesario para hacer una correccin o algn otro comentario fuera del marco.
Tambin se suelen omitir las apreciaciones de los oyentes con las que cambian su posicionamiento e infunden al pasar
sus propias contribuciones al relato (Goodwin 1978, esp. cap. 3 y cap. 4, pt. 5).
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Tomemos, por ejemplo, la conspiracin. Esta disposicin quizs no sea comn, pero s lo son las
conspiraciones ldicas, generalmente representadas con guios y golpes con el codo en presencia abierta del
que no participa del acto. La insinuacin tambin puede someterse a la transformacin ldica. En este caso,
el blanco del desaire entiende que la forma no se est usando seriamente. Esta prctica a veces se utiliza
para transmitir una opinin que no sera conveniente transmitir con una insinuacin autntica y, mucho
menos a travs de una declaracin directa. Taparse la boca con la mano es una accin ritualizada que marca
una representacin exterior durante reuniones concurridas. Esta accin se traslada a crculos
conversacionales pequeos para marcar que una comunicacin simula ser una charla apartada, si bien nadie
queda excluido. (Vi una vez a una mujer anciana en una calle tranquila hablando de los asuntos del barrio
con un vecino; al terminar la conversacin, dividi su boca con los cinco dedos de su mano derecha estirados
y de un lado coment cmo estaban creciendo sus flores. La utilizacin de este gesto aparentemente
marcaba su apreciacin de que hacer el comentario de forma directa hara alusin a una competencia y una
comunidad de intereses no demasiado masculina y que, por lo tanto, su vecino estara poco dispuesto a
discutirla.) Tambin podemos ver cmo el contacto fsico, el tono y las caricias propias de un encuentro
romntico, pueden tomarse a modo de broma si se dirigen a un candidato no adecuado para llamar la
atencin en un crculo social ms amplio. O, en el mismo tipo de crculo, podemos responder a lo que un
hablante le dice a un destinatario principal como si no furamos co-participantes oficiales, sino espectadores
circunstanciales en una representacin lateral irrelevante. O incluso cuando dos individuos estn bastante
aislados y es imposible que otros los escuchen, se puede marcar el ambiente de confidencialidad y sinceridad
de un chimento al cambiar a un tono de susurro. Creo que no hay dudas de que una buena parte de la
conversacin espontnea cotidiana presenta las caractersticas ejemplificadas; en cualquier caso, la
conversacin ciertamente es vulnerable a estas estratificaciones. Y cada aumento o disminucin en los
estratos cada movimiento que se acerca o aleja de lo literal conlleva un cambio en el posicionamiento.
Una vez observado que el marco de participacin puede enmarcarse en un ambiente extrao,
debera ser evidente que todos los marcos de participacin que ocurren fuera de una conversacin
situaciones que incluyen una audiencia o que no tienen destinatario oficial- pueden someterse al proceso de
cambio de marco,tambin pueden insertarse en una conversacin. Y, por supuesto, con cada uno de esos
enmarcamientos ocurre un cambio en el posicionamiento. Podemos re encuadrar ldicamente el monlogo
reflexivo privado que utilizamos entre extraos cuando nuestras circunstancias de pronto requieren
explicacin en una conversacin, no tanto proyectando las palabras, sino proyectando a una persona
estupefacta que proyecta las palabras, como si fueran de otra persona. As tambin, en esas ocasiones,
podemos momentneamente imitar el registro de un discurso de podio o dar una versin teatral (burlesca,
melodramtica) de una conversacin apartada. Todo esto justifica la necesidad quizs sea la justificacin
principal- de diferenciar distintos marcos de participacin.
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Es cierto que los marcos de las interacciones verbales exceden por mucho a la conversacin
espontnea cotidiana. Pero tambin es cierto que esos marcos diversos se reinsertan en la conversacin,
representados en un contexto que inicialmente haban trascendido. Lo que la naturaleza divide, la
conversacin re encuadra, inserta y mezcla. As como un dramaturgo puede representar cualquier universo
en su escenario, nosotros representamos cualquier marco de participacin y formato de produccin dentro
de nuestra conversacin.
Hasta ahora lidiamos con cambios en el posicionamiento donde el individuo pareca simplemente
cambiar una postura o alineamiento por otro. Pero esta imagen es demasiado mecnica y fcil. Es apenas
sensible a la forma en que funcionan el enmarcamiento y la ritualizacin. Frecuentemente parece que
cuando modificamos nuestro tonopara hablar desde otro rol o a travs de otra persona, para alivianar
nuestro discurso recreando alguna disposicin interaccional extraa no damos por finalizado el
alineamiento previo, sino que lo mantenemos en suspenso sabiendo que lo retomaremos a la brevedad. De
la misma manera, cuando cedemos la palabra en una conversacin y nos posicionamos como receptor
(principal o no), tenemos la garanta de poder volver al rol de hablantes en el mismo posicionamiento que
habamos abandonado. Como se ha dicho, esto sucede cuando un narrador permite que el oyente
contribuya, pero tambin se ve el abandono temporal de la posicin aun si no se narra ninguna historia.
Entonces est permitido mantener el mismo posicionamiento durante varios turnos de habla. Y un
posicionamiento puede incluir otro en su interior.
Esto debera prepararnos para esas situaciones institucionales en las que un funcionario ocupado
est obligado a sostener ms de un estado de habla simultneamente. De la misma manera, durante una
subasta, el subastador puede entremezclar las emisiones dirigidas a la audiencia que oferta con varias
conversaciones fuera de marco: reportes de venta que transmite por micrfono a un secretario que lleva un
registro en otra sala, instrucciones para los asistentes en el piso y (menos frecuentemente) saludos a amigos
y respuestas individuales a compradores que se aproximan con varios pedidos de actualizacin. Por otra
parte, no es necesario que un estado de habla sea el dominante y el resto lateral, respetuosamente
insertados en las coyunturas. Por ejemplo, en un establecimiento de investigacin y entrenamiento mdico
(como se informa en un artculo prximo de Tannen y Wallat), una pediatra quizs deba cambiar de cdigo
continuamente, ya dirigindose a su joven paciente en un tono maternal, ya sosteniendo un intercambio
conversacional con la madre, ya girando hacia la cmara de video para informar a sus alumnos en la
audiencia en el marco de un informe mdico. Aqu aparece la capacidad de distintos tipos de participantes
para ser espectadores de una comunicacin mientras esperan retomar la conversacin y tener la atencin del
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XI
Para terminar, volvamos a la escena de Nixon presentada en la introduccin de este artculo. Cuando
Helen Thomas dio unas vueltas para el presidente, ella estaba enmarcando dentro de su postura periodstica
otra postura, la de una mujer recibiendo comentarios sobre su apariencia. Sin duda el sexismo y la figura del
presidente estn en juego, pero las fuerzas funcionan por nuestra capacidad general para enmarcar
actuaciones breves de un determinado rol social dentro de la representacin ms extendida de otro.
Cuando Helen Thomas dio unas vueltas frente al presidente, estaba empleando una forma de
comportamiento propia del ambiente del ballet. Esta forma se ha convertido, por un reencuadre
convencional, en un rasgo de modelaje en los shows de moda y Helen Thomas lo estaba representando, de
todos los lugares posibles, en una conferencia de prensa. A ninguno de los presentes le result extrao este
traslado. As se estratifica la experiencia. El informe de noticias de esta conferencia de prensa no lo deja en
claro, pero por lo que se sabe de Nixon como intrprete, podemos suponer que cambia del contexto de un
alto ritual (la firma de un proyecto de ley) a bromear con Helen Thomas no solamente para marcar que la
parte relevante de la ceremonia haba terminado, sino para mostrar que es una persona con humor, siempre
en contacto con la gente comn. Y creo que, aunque su audiencia se haya redo a carcajadas como
corresponde , deben haber considerado su gesto forzado, acartonado y artificial, separndose de ellos por
un velo de comportamiento autoconsciente y armado. Es necesario comprender lo anterior para intentar
entender lo que proyectaba Nixon en esa situacin, su alineamiento hacia las personas presentes, su
posicionamiento. Y creo que la lingstica descubre seales y marcadores que ponen de manifiesto los
posicionamientos, ayudndonos a encontrar nuestro camino hacia una base estructural para su anlisis.
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