Ideario Politico Mario Briceño Iragorry
Ideario Politico Mario Briceño Iragorry
Ideario Politico Mario Briceño Iragorry
poltico
Mario Briceo Iragorry
Ideario
poltico
Coleccin Claves de Amrica
Ideario
poltico
Mario Briceo Iragorry
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Presentacin
Tarcila Briceo
PRESENTACIN
VII
IDEARIO POLTICO
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XI
***
Para Mario Briceo Iragorry, la venezolanidad, como elemento creador de nuestra identidad de pueblo, estaba hondamente enraizada, y en forma indisoluble, a la historia y la identidad de la
Amrica hispana. Dos escalas geohistricas que permiten ver el
problema en una amplia dimensin diacrnica y sincrnica, sustentadas por la lengua y la tradicin religiosa y cultural. De all
arranca para l la condicin de hispanoamericanidad que nos define y distingue del resto del continente. Defender esa tradicin
hispana es fundamental para la vigencia de los Estados nacionales.
En esa idea incluye tambin los conceptos de iberoamericanismo
y latinoamericanismo, espacios culturales fraguados al amparo
de las lenguas romnicas que recuerdan la vieja latinidad. Toda
su obra est vertebrada sobre este eje dual. En Ideario poltico de
nuevo y ex profeso, de manera reiterativa, trata este tpico especialmente en dos de sus artculos.
Con motivo de la X Conferencia Interamericana, que se deba
reunir en Caracas en marzo de 1954, Briceo Iragorry, a finales
del ao anterior, escribe Fariseismo bolivariano y la antiamrica.
Convencido defensor de nuestra autonoma como pueblo, critica
duramente la posicin de los gobiernos que en Amrica Latina se
han puesto, junto con una oligarqua servil, a seguir el coro de la
poltica de Washington para formar parte del llamado panamericanismo, alianza estratgica, iniciada desde 1889, que ms se
acercaba al espritu hegemnico de Monroe que al ideal integracionista de Bolvar.
La primera mitad del siglo XX, con la figura de Theodore Roosevelt y su poltica del Big Stick, corresponde al ascenso de los Estados Unidos de Norteamrica como potencia mundial, y al avance
brutal de su expansin por Centroamrica y el Caribe. El apoyo a
la independencia de Panam en 1903 y el control del Canal; la ocuXII
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Ideario
poltico
AL LECTOR
gran dificultad en Venezuela durante la sombra dictadura abatida en enero pasado. Como ella est desvestida del carcter de
libelo que suele asumir gran parte del material consagrado a la
crtica de los gobiernos, he querido darle cuerpo de libro, para
que as adquiera presencia nueva el sistema de ideas en que apoy
mis ataques al sistema derrocado. Principalsimo puesto ocupa
entre ellas el pensamiento, angustiosamente expuesto, de que la
liberacin del pas no podra ocurrir sino a travs de un proceso
de revisin de la vieja tctica de los partidos, por medio del cual
se llegase a crear una conciencia de unidad nacional. Sealaba,
tambin, por 1953, la urgencia de que los estudiantes elevaran su
voluntad sobre lo privativo de los partidos, para hacer un frente
que defendiera el civismo y la dignidad nacional. En noviembre de
1957, fueron justamente los estudiantes unidos quienes iniciaron
la lucha contra el vergonzoso plebiscito reeleccionista y fue el
pueblo unido, tambin, quien precipit el 23 de enero la fuga del
dspota. Como en los mejores momentos de la vida democrtica,
juventud, pueblo, partidos y Ejrcito conjugaron su accin para
salvar la vida de las instituciones y para hacer posible el retorno
del pas a un clima conveniente.
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nube anunciadora de peligros para la suerte del pueblo. Navegar antes que vivir, es la consigna del hombre vigilante. Vivire no
est necesse, navegare necesse esto (no precisa vivir, lo necesario
es navegar). Creo, adems, que la desaparicin de Marcos Prez
Jimnez y su inmediata camarilla no representa an el triunfo de
la revolucin voceada por quienes en una u otra forma asumimos
la responsabilidad de luchar contra la dictadura. Bien ha comenzado la jornada libertadora, pero, para felicitarnos en el orden
nacional, debemos esperar la hora en que un sereno inventario
nos diga que el pueblo no ha perdido esta vez el esfuerzo realizado
para abatir el terco despotismo.
M.B.I.
Gnova, febrero de 1958.
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EXPLICACIN
SE IMPRIME una vez ms el discurso que pronunci en Caracas la
noche del 26 de noviembre ltimo, en la extraordinaria concentracin popular con que el partido Unin Republicana Democrtica
puso trmino a la campaa electoral en la capital de la Repblica.
Hoy se reproduce en San Jos de Costa Rica, a donde me han
trado los acontecimientos funestos ocurridos en mi Patria con
ocasin de negarse la dictadura a reconocer el triunfo aplastante
logrado por el pueblo en un singular y heroico esfuerzo por recobrar su dignidad cvica.
En verdad, dicho triunfo no lo esperbamos los dirigentes de
la oposicin. Fue tal el aparato de represin usado por los agentes
gubernamentales, tan descarados fueron la distribucin de dinero y
los compromisos con los caducos representantes del gamonalismo
rural y del monopolismo urbano, a tal extremo llegaron las amenazas contra las personas dependientes, directa o indirectamente
de los organismos del Estado, que el ciudadano ms optimista no
poda esperar que fraguase en realidad la nobilsima resistencia
del pueblo frente a la opresin dictatorial. Tampoco el Gobierno,
con mejores elementos de juicio, advirti a tiempo su fatal deBIBLIOTECA AYACUCHO
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gacin de indeclinable cumplimiento. Invocaba Unin Republicana Democrtica como razn para agregar mi nombre a su lista de
candidatos, el propsito de que en las planchas del partido figurasen personas independientes, que dieran testimonio de la idea de
unidad nacional que ha perseguido como frmula poltica, desde
la hora funesta en que fue roto el 18 de octubre de 1945 el clima de
paz, de seguridad y de respeto que sirvieron de sustentculo a la
convivencia que dio carcter ejemplar a la poltica del presidente
Medina Angarita. Miembro soy del disperso partido poltico que
busc la manera de asegurar continuidad en el orden de la Repblica a las normas democrticas que distinguieron la accin de gobernante del general Medina Angarita, y como dirigente de aquella
colectividad poltica, me cupo en suerte trabajar asiduamente con
Jvito Villalba en las valiosas reformas e iniciativas democrticas,
como el Habeas Corpus, la Ley de Enriquecimiento Ilcito de los
Funcionarios, la eleccin directa del Presidente de la Repblica,
que se agitaron en el seno del Congreso de 1945.
ABSTENCIN ELECTORAL
Como independiente hoy y como voz a un tiempo de aquella
corriente poltica, ha sido escogido, pues, mi nombre para figurar
entre los candidatos de URD a la Asamblea Constituyente, por el
Distrito Federal. Al reclamo de luchar por la integracin nacional
bajo el abrigo de tales principios, me he sentido comprometido
a hacer acto de presencia en la campaa electoral ya a punto de
concluirse. El amao con que se desenvuelve este proceso ha dado
margen para que se creara en el seno del electorado nacional una
justificada corriente abstencionista, que mir por ilegtimo llamar
al pueblo al voto cuando las crceles estn llenas de presos polticos y en el exterior abundan ciudadanos expulsados del pas,
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duro nuestro pueblo para discernir sobre poltica. Por ello, aunque
sea en extremo difcil el panorama del momento y as se diga que
con participar en las defectuosas elecciones en curso, los partidos
de oposicin hacen indirectamente el juego al oficialismo, creo que
esta justa electoral est indicando por s sola cmo hay un pueblo
que no teme y que, en cambio, camina azaroso, con reflexin y con
angustia, el estrecho sendero que los hombres del poder apenas
dejan para el ejercicio de sus legtimos anhelos cvicos. Al fruto
de escasas voces, el pueblo agrega la leccin elocuentsima de que
no pueden proseguir tranquilos en el goce de los instrumentos del
poder, quienes no se hacen, as sea a base de fraudes y de provechos ilcitos, del aparente respaldo de los votos del pueblo. Saben
ellos que slo sobre el basamento moral del voto se sostienen los
aparatos gubernamentales, a quienes no dan por s solas validez
institucional las medrosas y afiladas bayonetas.
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IDEARIO POLTICO
UNIDAD NACIONAL
Esa debe ser la meta de nuestra lucha cvica. A la poltica de gallinero, burdamente pintada por el viejo Monagas, debemos oponer
una amplia poltica de comprensin, de inteligencia y de armona,
que ponga cese al proceso doloroso de una Venezuela gozosa y
una Venezuela doliente, de una Venezuela que se mira alegre en
el provecho del negocio y del poder y otra Venezuela callada, que
llora la persecucin, el exilio y la crcel de sus hijos. Esa Venezuela
dividida en el campo de la lucha actual y dividida aun en el campo
de los conceptos fundamentales de su geografa y de su historia,
debemos sustituirla por un nuevo modo de obrar poltico, en cuyo
ejercicio alcance la indiscutida categora a que tiene derecho en
razn de su pasado y en razn de las reservas morales y materiales
que enriquecen su futuro.
Si en el orden del debate poltico, Unin Republicana Democrtica ha venido luchando tesoneramente desde 1946 por hallar
frmulas de integracin que faciliten el recobramiento de la familia venezolana, tambin yo en mis libros, en la tribuna y en el peridico he sostenido la necesidad de ir a la conquista de un clima de
comprensin que d tono de altura a las tareas republicanas. No
estoy, dije el ao 1949 en Bogot, al servicio de una Venezuela parcelada por odios y banderas, sino al servicio de la Venezuela adolorida y confiada, que aspira a ver en conjuncin creadora a todos
sus hijos, y de la cual son factores eminentes hombres colocados
en posiciones contrarias, como Rmulo Gallegos, Jvito Villalba,
Isaas Medina y Rafael Caldera. Al servicio impostergable de esa
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confiada y adolorida Venezuela me siento hoy ms que nunca vinculado; y dispuesto a darle en sacrificio el reposo que imperativamente me reclama la salud, he aceptado la invitacin que me hizo
el lder indiscutido de las mayoras liberales del pas. De estmulo
me sirve en el trance de medir mis escasas fuerzas con el fardo de
responsabilidad que representa la funcin a que avoco, el recuerdo
austero del gran presidente costarricense don Ricardo Jimnez,
quien al ser requerido para que aceptase a los ochenta aos una
cuarta postulacin presidencial, dijo a los ciudadanos solicitantes:
Si la causa de la Repblica necesita el pellejo y los huesos a que
est reducido mi antiguo vigor, tomad huesos y pellejo. Como el
egregio poltico centroamericano, tambin yo, con la salvedad de
la distancia que reclama el smil, ofrezco a la Repblica, si en algo
pudiera serle til la luz modesta de mi esfuerzo, el sacrificio de la
paz y del reposo que reclama mi salud.
NUEVA CONSTlTUCIN
Poco puedo agregar como normas positivas o como reservas
programticas a las lneas de la colectividad que me hace el honor
de postular mi nombre de candidato. Sin creer que en partido al guno est la solucin de la actual crisis del pas, considero que las
lneas de URD contienen un programa de trabajo poltico capaz de
dar salida a mltiples problemas venezolanos. Nada tendra que
agregar en orden a lo que el partido aspira como elementos constitutivos de la nueva Constitucin poltica del pas. Si se mantuviese
la realidad progresista de la Constitucin de 1947 y se borraran de
ella algunas contraindicaciones que hacen rritos principios tan
nobles, por ejemplo, como el Habeas Corpus y la autonoma municipal, si se diese carcter popular a la eleccin de los gobernadores
de los estados y se configurase un tono de mayor libertad y al mis20
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EL EJRCITO
As parezca difcil, por las circunstancias del momento, es necesario volver en la Carta Fundamental a las viejas declaraciones,
principistas, que desde 1830 anularon el fuero personal de los militares y declararon la pasividad republicana de la noble misin del
Ejrcito. Quiz pocas cosas honren tanto la conducta del general
Pez como su conformidad con la abolicin del fuero castrense, de
que se creyeron en perpetua posesin los valientes guerreros que
se sentan padres de la Repblica. Pero la mayora de los nclitos
varones que lucharon en los campos de batalla por consolidar la
independencia de la Patria tenan puestos el inters y el corazn
ms en el porvenir de las instituciones que en el goce de privilegios contrarios a la igualdad republicana. Si no en explcitas normas
institucionales, a lo menos en habilidosos circunloquios legales se
mantiene hoy un sistema que sustrae la conducta general de los ciudadanos que visten uniforme, de la comn sancin de las leyes. Este
sistema, adems de ser contrario a la esencia del rgimen democrtico, hace que se vuelva la voluntad del pueblo contra los personeros
de un cuerpo que debe siempre ser visto con el respeto que deriva de
su noble, natural y exclusiva misin de garante de las instituciones
republicanas. Garante y no ejercitante, sostenedor de las leyes civiles, mas no ejecutor directo, en funcin de cuerpo, de los mandatos
de aquellas. Dirase que la violencia de la accin caracterstica de
los hombres del cuartel no puede pasar de la salvaguardia de los
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ejecutores civiles de la ley. En sus recias manos, los frgiles principios se quiebran fcilmente, y la simblica espada de la justicia
se convierte en recio machete de terror. Que aumente en dignidad
y disciplina nuestro Ejrcito, debe ser voto del pueblo. Testigos del
debate pblico, los militares han de mantenerse vigilantes desde
las almenas de los cuarteles. Ayer los ejrcitos libraron las batallas
sangrientas que nos dieron la libertad. Ahora ellos deben descansar,
mientras los hombres y las mujeres libramos en el campo del civismo la batalla de los principios y fijamos libremente las normas de la
administracin y la poltica.
GRATUIDAD EDUCACIONAL
A norma constitucional debe ser elevada una honrosa y dignificadora prctica que, junto con la igualdad social, son las ms
cabales conquistas democrticas de Venezuela. Me refiero a la gratuidad absoluta de la enseanza. Excepcin en el orden de todos
los pases, nuestra Repblica ha venido ofreciendo oportunidad
graciosa para que el pueblo, a travs de colegios y universidades
gratuitas, ascienda a las ms encumbradas jerarquas de la cultura. Es esta una conquista que no puede ser arrebatada sin que
se desfigure el rostro democrtico de la Nacin. Si por un proceso
involutivo hubisemos trocado nuestros ideales democrticos por
sistemas oligrquicos, se explicara fcilmente el carcter cerrado
que quiere darse hoy a la enseanza universitaria que suministra el
Estado. Los que no han podido mantener la disciplina docente y la
disciplina moral en nuestros centros universitarios intentan despoblar las universidades para hacer ms fcil su gobierno y convertir,
en consecuencia, la generosa amplitud antigua en rgimen de estudios reservados a las clases privilegiadas. Si en verdad se dificulta
ofrecer fsica oportunidad a todos los aspirantes, queda, en cambio,
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PROBLEMA OBRERO
Sobre la base de la Constitucin de 1947 podra erigirse, adems, un ordenamiento que diese mayor seguridad al trabajador
urbano y garantas ms amplias al sufrido hombre de los campos.
Nuestro obrero est pidiendo un estatuto que asegure estabilidad a
sus condiciones de trabajo y resguarde su libertad y sus instrumentos de defensa dentro de los cuadros sindicales. La crisis del sindicalismo corresponde en realidad a la crisis general de la libertad
y de la seguridad que padece el hombre venezolano. En el juego
nuevo de las libertades pblicas, precisa robustecer las garantas
que al trabajador corresponden frente a los intereses absorbentes
del capital. Es justo pensar en un instrumento legal que no permita
hacer del obrero venezolano un mero alquilador de fuerza para el
enriquecimiento de los consorcios extranjeros. Como ciudadano
y como elemento que crea con su esfuerzo la riqueza de la Nacin,
tiene el obrero derecho a que se le garantice, junto con la permanente oportunidad de trabajo, oportunidad para el descanso y el
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retiro remunerados, oportunidad para levantar, por el esparcimiento y la cultura, el nivel de su espritu, oportunidad de salario y de
primas que le aseguren abundosa mesa, abrigo cmodo y prudente
ahorro. Sobre todo, los hijos de los obreros, que son los hombres
de maana, necesitan madre libre que los atienda, que los limpie,
que los vista y que los peine. De nada servirn las tericas medidas
de proteccin y de reeducacin de los menores, si no se provee a
estos de padres con suficiencia econmica. La Repblica, escrib
en meses pasados, no necesita de esas lujosas Carmanias donde se
experimenta con los nios abandonados. La Repblica quiere
en cada hogar una minscula Carmania, donde padres con generoso salario y seguro techo puedan dirigir por s mismos la vida de
los futuros venezolanos. Ms que asilos, refugios, reformatorios
y albergues de beneficencia, la Repblica quiere hogares libres,
seguros y dignos.
Quien aspire a ver consolidada la fbrica de la Nacin, ha de
pensar obligatoriamente en el valor fundamental del trabajador
como piedra sillar del gran edificio social. Mientras el obrero permanezca en minora que niegue voz al trabajo en el proceso formativo de la riqueza, la libertad y la justicia se vern continuamente
expuestas a la quiebra provocada por la ambicin de los poderosos.
Justicia pide el obrero y no palabras demaggicas. Ahora, en cercana de las elecciones, se le han ofrecido por el Gobierno unas contradictorias reformas a su estatuto que, lejos de satisfacer sentidas
aspiraciones gremiales, le cercenan derechos adquiridos. De pies
se han puesto los obreros para pedir que dichas reformas sean ampliamente debatidas en el seno de la prxima Asamblea Constituyente. Ya nuestro obrero tiene suficiente sensibilidad de clase para
saber cundo se trata de complacerle con halagos amaados o intrascendentes. Por qu me deca en das pasados un obrero petrolero en cesanta en lugar de levantar el Gobierno un monumento
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REFORMA AGRARIA
Junto con la suerte del empleado, que forma la numerosa y
desamparada clase media, y junto con la suerte del trabajador fabril, la Constitucin debe mirar con atencin preferente hacia la
suerte del trabajador del campo. En 1945 el Congreso Nacional
sancion una reforma agraria que yo, desde la Presidencia de aquel
cuerpo, califiqu como uno de los pasos ms largos y seguros que
daba la Repblica en orden a su efectiva consolidacin. Dije entonces que, despus de la declaracin de Independencia y de la
libertad de los esclavos, la liberacin del hombre del campo constitua un hecho definitivo en la historia de Venezuela. Sin embargo,
aquella reforma no se ha hecho an. Las novecientas familias que
colonizan a Turn son casi una burla ante la realidad campesina de
la Repblica. Se ha temido lesionar viejos derechos oligrquicos
en pugna con la justicia. Se ha olvidado que el problema campesino
ocupa sitio medular en la vertebracin de la Repblica. Sin la convivencia democrtica no se ha llegado jams a la estabilidad de las
instituciones. Bien pudieron mantenerse vigorosas en los tiempos
antiguos ciudades como Atenas y Roma, fundadas sobre el duro
sistema esclavista, pero el progreso de la personalidad del hombre
en el campo de lo social y lo poltico no admite la convivencia de
seores y de siervos. Pues bien, hasta hoy el hombre que trabaja
con sus duras manos la tierra generosa de nuestros campos no ha
superado realmente la antigua categora de esclavo. Hace quince
aos, al referirme a la reforma agraria, apunt, a guisa de ejemplo,
el caso de mi provincia trujillana, donde al hombre que trabaja la
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IDEARIO POLTICO
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SEGURIDAD SOCIAL
De primero, entre todos los medios que hacen bonancible la
existencia, est la seguridad social. Si a ver vamos, nada ha influido
tanto en la crisis de nuestra riqueza como la falta de seguridad en
que ha discurrido la vida del hombre venezolano. Donde la libertad
personal est expuesta al capricho de las autoridades, jams puede
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realizarse obra segura. Nuestro obrero urbano y nuestro obrero rural, el sufrido hombre medio y el laborioso profesional, el profesor
y el estudiante, las mujeres y los jvenes, los ancianos y los invlidos, piden instrumentos que les mantengan en la confianza de s
mismos, en la confianza de su vigilia creadora y en la confianza de
su sueo reparador.
Como resultado de una reunin celebrada en Caracas a fin de
allegar elementos y experiencias para el prximo Congreso Mundial de Seguridad Social, fueron subidamente alabados por los
cientficos que nos visitaron, nuestro rgimen penitenciario y el
sistema de nuestras crceles menores. Lstima grande que esos
alegres sabios no se hubieran detenido a pensar que a cambio de
la seguridad que gozan en los penales los presos comunes, en la
calle, en el hogar, en la fbrica no tiene seguridad alguna el hombre
venezolano. La seguridad social tambin ha sido recluida en los
establecimientos penitenciarios, y en la conciencia atormentada de
Venezuela se ha levantado el nombre de Guasina como dantesca
pesadilla.
PETRLEO
Mientras nuestro rgimen econmico mantiene la tierra vegetal en una dolorosa situacin de improductibilidad, la tierra mineral es explotada en forma desleal y antipatritica. A las voces que
dentro denuncian constantemente el irregular aprovechamiento de
nuestra riqueza petrolera por los trusts imperialistas, se ha agregado recientemente la propia voz del Senado americano, que denunci las operaciones fraudulentas realizadas en nuestro propio
pas por las compaas incursas en el cartel petrolero: la Creole, la
Shell y la Gulf. Tres personas distintas y un solo diablo verdadero.
No es ya solamente el presidente del Consejo de Economa NaBIBLIOTECA AYACUCHO
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HIERRO
A la dolorosa peripecia del petrleo, se ha venido a sumar ltimamente la tragedia del hierro. Los grandes montes ferrferos de
nuestra opulenta Guayana han sido entregados en forma delictiva
al capital estadounidense, y sobre las aguas de nuestro majestuoso
Orinoco ya empiezan a deslizarse los barcos que transportan a las
costas de Norteamrica nuestro suelo despedazado. Aunque parezca mera figura literaria, es esta una dolorosa verdad que debiera estrujar la conciencia nacional. Nuestros montes de hierro son
trasladados en pedazos para beneficio de la industria y del capital
yanquis.
Desde 1883 la Nacin haba hecho a extranjeros concesiones
de hierro. En 1901 buques ingleses haban embarcado hacia Baltimore toneladas de nuestro rico mineral, mas, el proceso de la actual
explotacin arranca de las concesiones recientes otorgadas a la
Western Ore Company, a la Iron Mines of Venezuela (en actual
explotacin), y a la Swiss Iron Mines of Venezuela, que abarcan
un total de 21.650 hectreas, con un valor en hierro de 172.000.000
de toneladas. Pero la gravedad del caso, por muchos ignorada, la
constituye la amaada reforma que sufri en 1928 la Ley de Minas, encaminada a fijar una curiosa escala impositiva que libra de
todo impuesto al hierro cuyo precio en la boca-mina es menor de
Bs. 20 la tonelada. Justamente la ley fue reformada para favorecer
a la Bethlehem Steel Company, matriz de la Iron Mines. Una vez
en vigor el nuevo instrumento legal, se adecu a ella el ttulo que
da aparente legitimidad al despojo de que es vctima la Nacin.
El mineral de hierro que actualmente exporta la Iron Mines est
calculado a un valor de Bs. 13,50 en la boca-mina, lo cual lo exime
de toda imposicin fiscal. Al calcularse la monta de las concesiones que se benefician del rgimen de la Ley del 28, y al estableBIBLIOTECA AYACUCHO
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IDEARIO POLTICO
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puerto venezolano y de este al campo de produccin, cuando se trata de fijar el precio comercial de los crudos, el personero del Estado
venezolano se limit a aceptar como concesin una rebaja de 50%
en los impuestos que indirectamente pagan a Estados Unidos, no las
compaas, sino el propio Estado venezolano. En Bs. 25.000.000
al ao se calcula esta ventaja, compensada a la vez por la inclusin
en tratamiento de favor de 179 renglones arancelarios, en contra
de 90 a que ascenda la lista anterior. Se ha aumentado a slo seis
artculos el aforo, y se ha disminuido a 34. Se mantiene la rebaja
que favorece a los cigarrillos, cuando hubiera sido lgico buscar
que disminuyese su importacin, calculada durante junio ltimo
en Bs. 900.000. Se rebajaron los impuestos al wisky, a fin de hacer
ms accesible el consumo de bebidas alcohlicas, montante en el
mismo mes a la suma de Bs. 1.500.000. Bajo el absurdo concepto
de dar facilidad a la industria del ensamblaje, se estableci un
rgimen de favor, que los comerciantes yanquis calificaron de gran
ganga ganada a Venezuela. Cuando debi haberse negociado,
como es lgico, sobre la base de una clusula que fije cuotas mximas mensuales para la introduccin de automviles de paseo, se
ofrecen, en cambio, facilidades para que prospere la introduccin
de carros de todo gnero. Todo venezolano est conteste, salvo los
vendedores de automviles y los aspirantes a que el Gobierno les
regale uno, en que nuestro pas padece una sobresaturacin de vehculos. Slo en junio pasado se importaron automviles de paseo
por un valor de Bs. 6.379.353. Cualquiera piensa que en lugar de
proseguir en esta carrera de locura, debieran traerse tractores para
el campo y modestos carros para los hombres de trabajo.
Pero el imperialismo condiciona su poltica a la puerta abierta
para su comercio distribuidor. Es necesario quitar a Venezuela las
divisas que recibe por su petrleo. Y fcilmente lo consiguen los
capitalistas del Norte, porque ac se carece de un sentido naciona34
IDEARIO POLTICO
lista que defienda la riqueza y la dignidad de la Repblica y d empuje cierto a la industria nacional. Lejos de proteger lo nuestro, el
Tratado Comercial protege los intereses del imperialismo. An se
permite la elaboracin de un producto cuyo nombre ha adquirido
doble sentido en la jerga poltica venezolana. Me refiero a los jugos
Yukery, elaborados a base de agua venezolana y de concentrados
de frutas extranjeras, trados al amparo de la reforma del Tratado.
A este bebistrajo, tal vez por su funcin electoral, se le ha hecho
propaganda como producto de la industria nacional. Somos en realidad un pueblo sin lgica y sin sentido, que pareciera haber hecho
entrega en manos de los yanquis de su libertad y su decoro. Para
mantener la amistad del poderoso imperio del Norte, hemos llegado
a convertir en inmenso e incmodo garaje nuestra hermosa capital,
y junto con esto, hemos abandonado nuestra agricultura y nuestra
incipiente industria, para que puedan lucrar ms los granjeros del
norte y con ellos el inmenso capital financiero invertido por el imperialismo en nuestro pas, el cual, con su total de 9.000.000.000
de bolvares, duplica la riqueza nacional y reduce a la condicin de
pueblo dependiente a nuestra sufrida Repblica.
CRISIS DE LA NACIONALIDAD
No es por ello obra de resentidos ni ridcula labor de majaderos levantar la voz contra el peligro que nos viene de fuera y
contra el extremo peligro que representa en lo interior la conducta
antipatritica de los pitiyanquis. Necesario es vocearlo y repetirlo:
el nuevo invasor no penetra donde tropieza con voluntades recias
que le cierren las puertas de las ciudades. El imperialismo empieza
por corromper a los hombres de adentro. A unos, por unirlos a su
comparsa de beneficiados, a otros, por borrarles la imagen de la
propia nacionalidad. Para eso estn el cine, las revistas, los diarios,
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los libros, las modas y aun las tiras cmicas. Adems de dar con
ello buena oportunidad a su absorbente capital, llevan al pblico
incauto al relajamiento de los valores espirituales.
Las llamadas puertas abiertas para los inversionistas extranjeros, promueven cada da mayor entrada del capital financiero,
con lo que aumenta a la vez nuestra dependencia econmica y poltica. Poltica de puertas abiertas se llam la que Inglaterra impuso
en 1842 a la sufrida China. Hoy esa poltica no tiene necesidad de
ser impuesta por medio de buques de guerra y de tratados de paz.
Actualmente las puertas se abren alegremente para que venga el
enemigo de la dignidad nacional a gozar de toda manera de garantas. En cambio, el dinero criollo se mantiene en forzada condicin
de timidez, que lo obliga al agio y la hipoteca. Pero ocurre que el
extranjero tiene privilegios y seguridad, garantizados por la ley
internacional, que en este caso es la ley del ms fuerte, mientras el
capital criollo sufre la misma inseguridad que padece el hombre
venezolano. Por ello, Venezuela ha resultado una esplndida Jauja
para los extranjeros, aun para los obreros, que trabajan en mejores
condiciones que el obrero criollo.
Frente a la realidad de este cuadro de dolor, yo he insistido en
la necesidad impostergable de hacer sentir al venezolano que su
misin es ms que la de vender petrleo y hierro, para absorber despus enlatados extranjeros. Le he recordado que ayer contrajimos
un serio compromiso con la Historia y con Amrica. Fuimos los
paladines de la libertad y de la autonoma del mundo hispanoamericano. Crimen sin nombre serva desertar aquella altiva posicin
y dar espaldas a la libertad, para gozarnos en el amao de la nueva
esclavitud.
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IDEARIO POLTICO
LA X CONFERENCIA PANAMERICANA
Y cuando se debiera estar en trance de denunciar convenios y
de reformar contratos que someten nuestro desarrollo econmico
a la voluntad y al provecho del capital norteamericano, y cuando
debiera pensarse en el desarrollo de una poltica proteccionista que
defienda nuestra futura industria, nos preparamos confiados y alegres a albergar en nuestra capital la X Conferencia Panamericana,
en cuyos protocolos pretende el vicioso panamericanismo atar definitivamente los intereses de los pueblos latinoamericanos a la voraz poltica del imperialismo. Entre las grandes y superfluas cosas
que planea nuestro Gobierno para el xito de dicha Conferencia, el
Despacho de Comunicaciones organiz cuatro canales de radio
teletipo directos y permanentes con la ciudad de Nueva York, por
los cuales podr efectuarse la totalidad del trfico relacionado con
la conferencia y mensajes de prensa. En caso necesario, podr utilizarse uno de esos canales para el servicio directo entre el saln de
Conferencias y la Secretara de Estado de Washington. Por nada
se anuncia una rapidez de comunicaciones con los dems pases
de nuestra Amrica prieta. La poltica de la Conferencia se intuye desde ahora por nuestro propio Gobierno, como movimiento
telefnico cuyo centro de gravedad se halla en la trpode funesta
que componen Wall Street, la Casa Blanca y el Pentgono. No en
balde The New York Times del 16 de julio pasado escriba: Si los
Estados Unidos tienen responsabilidades hacia la Amrica Latina,
las naciones del Sur de Ro Grande que son tan independientes
y soberanas como nosotros tienen responsabilidades semejantes
hacia nosotros. La Organizacin de los Estados Americanos es un
sistema que TIENE que trabajar al igual de la Comunidad Britnica. Intentan, pues, nuestros buenos vecinos que los pueblos de
origen latino de este hemisferio entren a formar parte de un esqueBIBLIOTECA AYACUCHO
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IDEARIO POLTICO
NACIONALISMO LATINOAMERICANO
Precisa, pues, luchar por que la Conferencia Panamericana
reunida en Caracas, sea, por lo contrario, testimonio de la virilidad de nuestro creciente nacionalismo latinoamericano. Urge en
ella voces altivas que expresen nuestra voluntad de colaborar con
la poderosa nacin del Norte en todo aquello que se encamine a
mantener la paz de los pueblos y en todo aquello que represente
beneficio para la comunidad universal del hombre. Nuestro destino real es destino pacifista. A nuestros hombres los necesitamos
sobre nuestra propia tierra, vivos y enteros, trabajando los instrumentos de la abundancia y de la paz. Nuestra posicin moral nos
alinea con los pueblos que buscan la liberacin de su conciencia y
el aprovechamiento total de su riqueza. Nuestros sentimientos han
de manifestarse unidos en el orden de la esperanza con los sentimientos de los pases que sufren la coyunda colonial. Agrupados
con nuestros hermanos del Nuevo Mundo, podemos hacer frente a
quienes pretenden desviar aquel destino y alterar aquella posicin.
Unidos con los pueblos americanos que arrancan de la cepa peninsular, debemos mantenernos firmes en la defensa de la tradicin
que nos da fisonoma inconfundible frente a la tradicin que da
fuerza y carcter al pueblo angloamericano, del cual pretende separarnos la torpe poltica del capitalismo, que all se niega tambin
a reconocer los plenos derechos de la libertad.
Nuestro pueblo ha de hacer un voto solemne y salvador ante
los amenazantes momentos que se acercan. Debemos velar porque maana, cuando los miembros de la anunciada Conferencia
Panamericana vayan al Panten Nacional a colocar la consabida
corona diplomtica sobre las cenizas veneradas del Padre de la
Patria, aquellas flores no caigan tambin sobre el propio espritu de Bolvar, asesinado una vez ms por la voluntad entreguista
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LA CONCORDIA NACIONAL
Para que Venezuela pueda optar al sitio que le corresponde en
el orden defensivo y creador de la nueva americanidad, necesita
realizar previamente con sentido responsable la poltica de integracin nacional que el partido Unin Republicana Democrtica ha
venido pregonando desde la crisis funesta de 1945, y a la cual hoy
se suman los sectores ms responsables de la opinin venezolana.
Nuestro pas no puede seguir dividido entre ciudadanos perseguidos y agentes perseguidores. Tuvimos la experiencia de una gran
pausa en el proceso de nuestras disyuntivas domsticas. Cuando
gobernaba el pas el general Isaas Medina Angarita, nos sentbamos a los manteles de la alegre hermandad acciondemocratistas,
pedevistas, comunistas, independientes de izquierda. De entonces
ac, si en verdad el pueblo ha sufrido mucho, ha aprendido tambin
muchas cosas en orden a sus deberes y en orden a la nocin de la
libertad. El fracaso y el dolor han servido, adems, para que todos
hayamos meditado acerca de nuestro deber y de nuestra posicin
de ciudadanos. Grandes lderes, como el recientemente abatido
Leonardo Ruiz Pineda, han declarado con honrosa valenta errores
de ayer y errores de hoy. Las condiciones polticas han variado
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Esas ideas fundamentales de unidad y de defensa de la nacionalidad y de los principios que garanticen el libre desenvolvimiento de la personalidad del hombre y de la mujer venezolanos,
dentro del marco de una democracia progresista, donde lo individual se halle supeditado a la justicia social, habr de defender
tesoneramente en nombre del pueblo del Distrito Federal, si l me
concede el honor de sus votos en los prximos comicios. Al hacer
esta promesa confo en que Dios me dar fuerzas y luces suficientes
para que el pueblo que me atiende y me concede sus sufragios no
cambie para m los aplausos de hoy por el feo dictado de traidor a
las promesas. Este mi compromiso con el electorado es por dems
recio y grave. Al honor que constituye para m ir a la lucha cvica
embrazado con Jvito Villalba, se suman las obligaciones derivadas del espontneo movimiento surgido en torno a mi candidatura.
Nada para m ms encumbrado que ver la corriente de apoyo que
se mueve al lado de mi nombre. En ella se confunden voces de
distinguidos representantes de las altas capas influyentes con las
voces de modestos hombres del pueblo. Se parean el profesor y
el estudiante con el obrero cargado de sufrimientos. Coinciden el
hombre que conmigo comparte la vieja fe religiosa de los Padres
de la Repblica y el revolucionario negador de los valores del espritu. Se anan antiguos servidores que fueron mis compaeros
en pocas de opacamiento del civismo y exaltados dirigentes que
ayer condenaron sin examen a los hombres que, sin ir a la crcel y
al destierro, tambin, mientras rean, sufrieron en lo interior de la
conciencia. Esa convergencia de actitudes no obedece ni da lustre
de mi nombre ni da mrito de mi obra de escritor y de poltico.
Obedece al hecho circunstancial de haber tomado yo la voz antigua de la tierra. Suelta andaba esa voz, en busca de garganta
poderosa que dirale expresin. Cuando los mejores fallaron, la
voz lleg hasta mis labios y la idea descendi hasta los puntos ar42
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RAZN
ESTAS PGINAS no constituyen acusacin directa contra persona
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Si enderezareis al bien vuestras acciones, si administrareis justicia entre hombre y hombre, si no hiciereis
agravio al forastero, y al hurfano, y a la viuda, ni derramareis sangre inocente, y no anduviereis en pos de
dioses ajenos para vuestra misma ruina, yo habitara
con vosotros en este lugar, en esta tierra que di a vuestros padres, por siglos y siglos, dice el Seor.
Jeremas, 7-5, 7
Yo vi lo ms notable de lo mo,
llevado del demonio, y Dios ausente.
Miguel Hernndez
conciencia de autonoma en los viejos Cabildos de Amrica, cuando apenas se iniciaba nuestra vida civil en el siglo XVI. Los hombres que se echaron a la conquista de este hemisferio traan en su
acervo concencial el tradicionismo rebelde de los viejos Cabildos
peninsulares y el mpetu individualista que caracteriza al espaol.
De todos conocida es la rebelda de los cabildantes de Coro, que,
a la muerte del gobernador y capitn general Alfnger, desconocieron la autoridad de su Teniente Gobernador y declararon que
el poder recaa, mientras proveyese el Rey, en los representantes
del comn.
Empez, pues, nuestra vida institucional por el repudio que dieron los personeros de la nueva comunidad a un gobernante que slo
tena de apoyo la fuerza prestada por una presunta sucesin en el
orden del mando. La insistencia de los Cabildos en la defensa de
esta prerrogativa culmin con la Cdula de 8 de diciembre de 1560,
por medio de la cual el Rey reconoci a nuestros Ayuntamientos
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1797 al movimiento de Jos Mara Espaa, Manuel Gual, Francisco Zinza y los Rico Montesinos; por ello, tambin, se agitaron los
negros libres y los esclavos contra las autoridades coloniales de
Maracaibo y de Giria.
Mientras las clases bajas buscaban la igualdad, las clases del
privilegio pugnaban por variar el sistema que las mantena fuera de
los cuadros gubernamentales dirigentes. Una visin mezquina de
la Corte de Madrid, ya tomada del autoritarismo y de la centralidad
de poder que fue distingo de la dinasta francesa de los Borbones,
busc disminuir el impulso autodeterminativo de los criollos. Para
restar fuerza al autonomismo de estos, la llamada Cdula de Alternativas dispuso que cada segundo ao entrase un peninsular en el
Cabildo con rango de Alcalde Ordinario. Mientras tanto, la Corte, acaso pensando que el pueblo bajo llegara a servirle de tercer
brazo para el equilibrio del poder, haca concesiones a los pardos,
como las contenidas en la Cdula de Gradas al Sacar, por la cual,
mediante ciertas sumas, las clases de color podan optar las franquicias de las clases blancas. Ya estas, desde el siglo XVII, venan
convirtindose en nobleza, merced a la adquisicin de ttulos pagados con cacao, de donde el nombre de grandes cacaos con que
las bautiz el comn del pueblo. An, de quienes presumen nfulas,
se dice que la echan de cacaos.
Coincidan ambos grupos criollos oligarcas y pardos y mulatos en buscar frmulas que los llevasen a una superacin de niveles. Los terratenientes que formaban la primera clase, con el gusto
de los ttulos de condes y marqueses, proseguan en el empeo de
acumular honores que no slo consistiesen en llevar cojn y alfombra a las ceremonias religiosas. Ellos queran dirigir la poltica de
la Capitana General.
A partir de la creacin de la Intendencia en 1776 y de la Audiencia en 1786, se pronunciaron banderas y partidos que lucha50
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ban por ganar mayores influencias en el nimo de los altos funcionarios. Abolidos los privilegios monopolistas de la Compaa
Guipuzcoana, los empleados radicados en la Provincia pasaron
a formar grupos poderosos, que buscaban ejercer dominio sobre
Gobernador e Intendente, a quienes obstruan cuando no acertaban
en la influencia. Justamente en el movimiento revolucionario de
1797 errneamente atribuan su iniciativa a Picornell y a Campomanes figuraban numerosos vizcanos que alimentaban la idea
de formar una Repblica a la francesa. Ya enraizados en la tierra,
realizaban un movimiento semejante al que los agricultores canarios haban encabezado contra ellos en 1749. Eran entonces los
isleos la voz antigua de la tierra, que buscaba defenderse de la
explotacin forastera. Juan Francisco de Len se deca inspirado
y alentado por la voz del comn. Ahora, los guipuzcoanos residenciados en la Provincia, muchos vinculados por sangre con los
viejos criollos, o cabezas ya de hogares firmes, se sentan sumados
a las fuerzas indgenas, interesadas en un mayor delineamiento
autodeterminativo. Ya eran ellos voz del pueblo.
A los factores orgnicos y polticos que explican en criollos y
espaoles peninsulares arraigados en la Provincia el crecimiento
de un mpetu de prepotencia, se agrega el influjo que en las clases
pudientes e instruidas haba logrado el mejor conocimiento del estado de agitacin que viva el mundo europeo y que en las colonias
inglesas del norte de Amrica haba llegado a la forma revolucionaria de la repblica independiente.
Cuando ocurren en Caracas los clebres acontecimientos de
julio y noviembre de 1808 y de abril de 1810, haba una coincidencia de voluntades en las varias y pugnantes clases de la sociedad
colonial. Se ha presentado aquel movimiento como obra principal
del mantuano que buscaba mayor mbito para sus aspiraciones oligrquicas. Yo he defendido esta tesis frente a la tesis antitradicioBIBLIOTECA AYACUCHO
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Colombia no era un mero ideal irrealizable, ni era apenas una circunstancia favorable para ganar la guerra a la metrpoli. Colombia
haba existido como realidad poltica, cuando se cre por primera
y segunda vez el Virreinato de Santa Fe durante el curso del siglo
XVIII. La nueva Repblica no era una utopa inventada por Bolvar. De Miranda vena el nombre de Colombia para la unidad
poltica que deba defender en el Nuevo Mundo las esencias indohispnicas.
Se acusa a los polticos de Santa Fe de haber tomado la iniciativa en el proceso disolutivo de Colombia. Con exacta responsabilidad de los hechos histricos, debe asentarse que no fue la decantada enemistad entre Santander y Pez la causa de la desaveniencia
que provoc la crisis de abril de 1826. Distintas fuerzas se conjugaron para incitar el estado de anarqua que ya haba hecho presa
en la conciencia nacional. Quiz la primera piedra la arrojaron los
hombres de Caracas en el Congreso de Ccuta. En los caraqueos
haba creado un ilgico complejo de inferioridad el hecho de que
la capital de la unin colombiana no estuviese en Caracas. A esto
precisa sumar la circunstancia desfavorable de la larga estada en
el sur del Libertador, cuya presencia en la capital colombiana habra evitado el debilitamiento de los nexos entre Caracas y Santa
Fe. Para el acentuado regionalismo caraqueo se haca duro ver
a Santander en el ejercicio del supremo mando de la Repblica,
y el mismo crculo que haba acusado a Pez ante el Senado de
Bogot por su sistema arbitrario de reclutar las milicias, se le uni,
despus, para apoyarlo a resistir la accin de una justicia invocada
por ellos mismos contra el caudillo llanero y cuyos rganos visibles residan en Bogot. Los ambiciosos, que primero intentaron
acabar con Pez, lo tomaron despus como instrumento poderoso
para acabar con Colombia y satisfacer a la vez ansias desmedidas
de lucro y prepotencia.
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En aquella grave controversia, los polticos de Santa Fe faltaron, tambin, a la prudencia, y lejos de mirar con ojos apropiados
los hilos que movan los personajes y detenerse en el problema
fundamental de la conservacin de la Repblica, dieron anchas a
recelos y pequeeces. No vieron los problemas de la defensa exterior, necesitada de una recia estructura que previniese cualquier
ataque procedente de Cuba y Puerto Rico y, juzgando tejas adentro
el problema de la poltica, slo miraron la casustica de la libertad
domstica del ciudadano colombiano. Olvidaron que en aquellos
momentos crticos la misma dictadura obraba como herramienta
democrtica. Los romnticos de la libertad se empearon, por el
contrario, en ver en ella un antifaz que ocultaba presuntas aspiraciones de mando por parte de Bolvar. Confundieron los poderes extraordinarios asumidos por el Libertador con la autoridad
abusiva, despus perseguida entre nosotros por los dspotas que
slo miran el mando como oportunidad de lucro para s y para su
grupo.
La necesaria ligazn entre la institucionalidad y la fuerza armada que deba realizarla se haba roto en Valencia el 30 de abril
de 1826. Bolvar busc ms tarde intilmente los medios de acallar la discordia interior y asumi la dictadura, en espera de que
el Congreso de 1830 resolviese el problema de la legalidad y de
la unin. Colombia, en verdad, ya estaba muerta. La ambicin y
el temperamento impulsivo de Pez fueron instrumento dcil en
manos de los hombres de la inteligencia y de las leyes. Sobre el terreno de los viejos disgustos entre Santander y Pez supo sembrar
la vara de su resentimiento el prfido Miguel Pea, a quien el Gobierno de Bogot acababa de hacer responsable de una irregular
operacin de cambio con fondos del Estado.
Nuestra Repblica se rehizo en sus tradicionales moldes geogrficos sobre la inconsecuencia personal de sus hombres mejores.
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fin de asegurar el edificio republicano e independiente de Amrica, persigui el Libertador la confederacin de los pueblos que
haban sido antiguas provincias espaolas. Cuando vio el fracaso
del Congreso de Panam, en el cual ya aflor la tctica disolvente
de Washington, quiso, al menos, mantener la unin de Colombia,
como promesa de una fuerza poderosa que se opusiera en el Caribe
a un regreso colonialista. De haberse mantenido aquella unin, la
Colombia de Bolvar sera hoy, a la cabeza de Sudamrica, una
poderosa resistencia contra los intentos actuales del imperialismo
norteamericano. Como contraste, a cien largos aos de su muerte
y de su gloria, nuestra poltica exterior ha llegado a negar la necesidad de los pactos regionales hispanoamericanos, que tanto
molestan al panamericanismo del Departamento de Estado. Justamente, robusteciendo los grupos latinoamericanos, podra llegarse al equilibrio que Bolvar busc en Panam como medio de
asegurar la independencia. Pero nuestra poltica exterior ha perdido su soberana y se halla hoy inclusa en una rbita de intereses
antinacionales, donde tienen voz decisoria los agentes secretos de
Washington incrustados an en las altas esferas gubernamentales
de nuestros pases.
Cuando Venezuela reapareci como unidad poltica en 1830,
ya no presentaba la armona de fuerza que se haba conjugado para
hacer la independencia. La vieja oligarqua territorial de 1810 tena
ahora nuevos matices. Los Tovares y los Toros, digamos por caso,
se haban mantenido fieles a los ideales progresistas de la Repblica, y de ellos Martn Tovar Ponte ayudara a Toms Lander a
insuflar aliento a los nuevos principios que dieron origen al Partido
Liberal histrico. A los que la Historia llamar conservadores, o
meramente oligarcas, se sumarn los godos retornados del destierro en que se mantuvieron durante la lucha separatista, y los manBIBLIOTECA AYACUCHO
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llados, timoratos y cobardes sean aquellos que por poseer abundosos bienes de fortuna, pudieran considerarse en el disfrute de
una verdadera independencia econmica y moral. (En los ltimos
tiempos se ha venido creando, felizmente, un nuevo tipo de capital,
que pudiera llamarse progresista y democrtico, cuyos titulares ni
persiguen el falso aparato que distingue a los representantes de la
oligarqua, ni se consideran esclavos, para el xito de sus empresas, de la influencia del oficialismo).
Si se pregunta a los individuos que constituyen los cuadros
cerrados de la oligarqua la opinin que tengan sobre el porvenir
de las instituciones nacionales, dirn, como ayer lo dijeron ellos
mismos y como antier lo manifestaron sus predecesores, que nuestra organizacin social nos condena al fracaso de cualquier ensayo
democrtico. Como buenos oligarcas, tienen por fuerza que ser cesaristas. Cualquier forma de gobierno que amenace la permanencia
de su sistema de ventajas, en buena lgica ha de disgustarles. Por
poseer influencias y luces y por manejar hilos sutiles en la relacin social, sus buenos oficios podran reanudar en provecho de
la Repblica; pero ellos, lejos de ponerlos al servicio del pueblo
y del mejor destino de la Nacin, los aplican simplemente al sostenimiento de las prerrogativas de su clase. Esto explica que al
realizar algn elemento encuadrado en la oligarqua cualquier acto
que lo exhiba como poseedor de virtudes cvicas, su propia gente
se apresure a llamarle loco.
Se consideran a s mismos los mejores. Poseen, en realidad,
cualidades de mrito, pero estas apenas sirven para su propio y
egosta beneficio. Han sido en la vida de la Repblica la clara expresin del antipueblo. Sin embargo, cada vez que hacen alguna oportunista aparicin en los cuadros de la poltica, se llaman
pomposamente las fuerzas vivas de la Nacin. Mejor les dara
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llamarse la fuerza de los vivos de la Nacin. Son los ms cabales defensores del orden, entendiendo por este todo lo que lleve
provecho a la calderilla de sus negocios. El destino de la Nacin
no es para ellos sino una ponderacin mayesttica del destino de
sus negocios. En El Independiente informaba Pedro Jos Rojas,
conspicuo personero de los antiguos godos, de una insinuacin
hecha en 1862 a la reina Victoria por don Manuel Felipe de Tovar,
en orden a que los ingleses colonizaran la Guayana, a cambio de
armas para acabar con el rgimen de Pez. Documento similar,
pero sin firma, publica Jos Santiago Rodrguez en su estudio sobre la guerra larga.
El proceso de la juventud y el proceso del pueblo se han desarrollado a la buena de Dios, que frecuentemente resulta ser la mala
del Diablo. Al pueblo, en su reducida concepcin de clase humilde
y sin fortuna, se le han acumulado reatos insolubles. Fundados
los apstoles de la insuficiencia popular en extraos argumentos
raciolgicos y en desacreditadas teoras sobre la herencia, el suelo
y los climas, crearon una conciencia pesimista, contra la cual ya
haba alzado su voz admonitoria el austero Vargas, cuando inaugur en 1833 la Sociedad Econmica de Amigos del Pas. Se dijo
que eran tantos los defectos soportados por el pueblo venezolano,
que slo un Ejecutivo fundado en el poder carismtico del Caudillo
era el medio idneo de dar orden a la dispersin provocada por los
bajos instintos y por la resistente incapacidad de las masas. As sea
pobre y falaz dicha tesis, se ha hecho lamentablemente buen paso
entre diversas categoras de espritus. A unos place, porque sirve de
disculpa concupiscente para su carencia de esfuerzos cvicos; otros
la alaban, porque justifica su conducta y les permite lucrar a sus
anchas con los favores de un poder ilegtimo; otros la predican y repiten, porque es manera de alabar y de halagar al jefe transitorio.
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Bajo el peso de tal concepcin en la mente sombra de las clases directoras, el pueblo estuvo condenado a ser sumiso soporte de
los ambiciosos. Buen pueblo para recolectar las bellotas de caf y
las mazorcas de cacao, buen pueblo para cortar la caa y atizar el
fuego ardoroso del trapiche, buen pueblo para trabajar en los enrarecidos socavones de la mina y para agotar su fuerza en los campos
petroleros, buen pueblo para engrosar la tropa, que ha servido de
soporte a los verdugos y explotadores de sus propios hermanos.
Junto con esta pasividad provocada en la resistencia popular, los hombres a quienes corresponda la direccin intelectual de
las sucesivas generaciones sufrieron, tambin, un trauma conformista. Desprovistos por lo general los ejercitantes de las letras de
los medios econmicos que les asegurasen la libertad de accin, y
encerrados, adems, para la obra de pensamiento en la rbita restricta sealada a la palabra, cayeron fcilmente en la necesidad de
doblegarse ante el mezquino inters, que concluy por convertir a
muchos en fieles improntas del Mujiquita creado por Gallegos.
Alguien creo que Nez de Cceres escribi que a Venezuela han hecho ms dao sus doctores que sus generales. Si se
examina con sinceridad esta afirmacin, fatalmente hay necesidad
de adherir a la cruda verdad que contiene. El viejo guerrero fue, por
lo general, un hombre fresco y sencillo, que entendi el ejercicio de
las armas como modo natural de extraversin de la personalidad,
y manera segura, tambin, de crear privilegios sobre los medios
de aprovechar la riqueza. Ese guerrero valiente, generoso, alegre que se llama Jacinto Lara, Juan Bautista Araujo, Gregorio
Riera, Aquilino Jures, Jos Ignacio Pulido tuvo a su lado, cuando
gan los instrumentos del poder, una corte de doctores dciles,
que adecuaban las leyes a la voluntad del hombre fuerte o que le
aconsejaban alzarse para alterar el orden pblico.
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Cuando Diego Bautista Urbaneja dijo a Monagas que la Constitucin sirve para todo, cre la frase que define la filosofa de su
clase. El urbanejismo ha sido un sistema permanente de obrar el
intelectual frente al hombre de la fuerza que retiene los smbolos
del mando. Ministros y secretarios, en su mayora no han hecho a
travs de nuestra historia sino amoldarse a la voluntad del gobernante. El ejemplo antiguo ha servido para que las nuevas generaciones hayan tenido donde descargar la responsabilidad. Sobrado
conocido es el caso del gran escritor que para justificar la entrega
de sus ideas, acudi a una rebuscada y vana frase, inspirada en
angustiosa e innecesaria solicitud familiar. Es preferible dijo a
sus amigos que me prostituya yo, a que maana, por hambre, se
prostituyan mis hijas. Suficientemente recio es el decoro de su estirpe para pensar que alguna mujer de su apellido se prostituya bajo
el imperio del hambre. El escritor apenas quiso acuar una frase
humorstica, para hacerse perdonar de sus antiguos correligionarios el avenimiento tenido con Guzmn Blanco sobre la base de una
negociacin con bonos de la deuda pblica. Pero la frase infeliz
hizo escuela para justificar sucesivas cadas de otros, y aun para dar
aparente legitimidad a la conducta mercenaria de los escribidores
que creen factible prestar su pluma para el insulto o la lisonja vil.
A los hombres que hoy pasamos de la cincuentena se nos ofrecieron en nuestra infancia y juventud ejemplos llamados a empujarnos a la absoluta e irremediable irresponsabilidad cvica. En la
escuela de mi ciudad nativa, el bueno del maestro, con la mayor
ingenuidad, nos enseaba a vestir de flores el retrato del general
Castro, y cuando era abundante la cosecha del pequeo jardn, llevbamos ramilletes a la esposa del Presidente del estado. Aquella
educacin cvica se confunda con la propia enseanza de la Historia Patria. Junto con hacernos declamar los discursos incendiarios
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argumentos conducentes a declarar roto el hilo de la constitucionalidad y prepar los instrumentos que vistieron de legalidad el
continuismo ad mortem del general Gmez. Justamente para dar
la impresin real de alteracin del orden pblico, se produjo en
aquella oportunidad una situacin de guerra que oblig a aplicar a
los peones rurales la ley del cabestro atacada por Zumeta opositor.
(Para la conducta de otros escritores vale como interpretacin el
examen por m hecho en mis estudios acerca de la personalidad de
Pedro Emilio Coll y de Luis Correa, finos espritus que crearon un
mundo de sueos para compensar la tragedia provocada por el desdoblamiento de planos en que tuvieron por fuerza que moverse).
Unos all, otros ac consagrados a exaltar y defender la dictadura, preparaban, como era lgico, la conciencia de los jvenes. A
estos nos fue fcil tomar por bueno el ejemplo de tan conspicuos
maestros. Se les vea salir de la ctedra universitaria, donde explicaban con todo rigor Derecho Pblico, para ir a torcer las lneas
de las leyes en los gabinetes ministeriales. Ayer alentaron a los
estudiantes en su actitud rebelde, y al da siguiente se sumaron en
los Consejos de Gobierno a la lista de los ladrones y opresores. Pregonaban la honradez cuando eran meros profesionales sin esperanzas, y al rozar con algn negocio donde pudieran granjear buenas
ganancias, abran la conciencia a toda suerte de halagos y, con la
conciencia, terminaban por entregar al Diablo el propio suelo de la
Patria. Cuando estuvieron de frente a los gobiernos o cuando fueron de ellos marginados por cualquier causa, no hubo figura ms
odiosa que la del dictador en turno, ni misin ms elevada que servir a la libertad. Luego, tomada una posicin directiva, los compromisos de ayer se convirtieron en tolerancia para toda manera de
vicios de los poderosos. De algunos polticos se dijo que deban
de estar siempre presos, pues en las crceles se comportaban como
magnficos patriotas, mientras al tomar de nuevo un mando se conBIBLIOTECA AYACUCHO
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Arvalo Gonzlez ha tenido menos seguidores que el ejemplo gozoso de quienes pusieron la inteligencia, de manera irrestricta, al
servicio de las ms bajas apetencias, bueno es, tambin, tomar en
cuenta el valor de aventura que alcanz en nuestro mundo poltico
y econmico la explotacin petrolera y la concesin de nuestros
montes de hierro. Si en verdad el proceder de los altos polticos sigui la pauta antigua, y cuando se hizo una ley ad hoc en 1928 para
complacer a la Bethlehem Steel Company haba el antecedente del
Congreso de Guzmn Blanco, que desmunicipaliz los ejidos de
la Nueva Provincia para entregar sus tierras a las compaas del
oro, un nuevo estilo de vida se produjo, no slo en lo que dice al
progreso material impulsado por el bienestar econmico, sino en
lo referente a la fcil riqueza lograda por medio de la participacin
en el beneficio de los concesionarios, por medio de la venta desvergonzada de los funcionarios y por medio de las altas participaciones otorgadas a los abogados que ayudaron a la entrega de la tierra
y de las regalas de la Nacin.
Se puso en resalto la fragilidad de muchos hombres tenidos
por paradigma de virtudes pblicas. Otros, en cambio, sin pactar
con el provecho ilcito, no tuvieron fuerza para reaccionar contra la
pesadumbre del momento. Entendieron el Estado como un sistema
de orden y disciplina, sin cuidar que el uno y la otra fueran producto de un equilibrio justo entre el poder y la voluntad general. Por
nada se cuidaron del distingo fundamental entre orden consentido
y orden impuesto. Es decir, entre Democracia y Tirana. Pudieron
iluminar la Repblica con sus luces cientficas y pudieron, tambin, erigir su honestidad privada en pblico ejemplo constructivo;
mas, tomados del conformismo y de la abulia, fueron elementos
negados a servir a la evolucin social. Su buena obra se limit a
difundir teoras en la ctedra, a disertar con brillo en las academias,
a rendir en altos cargos un eficiente fruto burocrtico. Traidores
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de la inaccin, pasaron por la vida cargados de valores, pero desprovistos de fe en s mismos y de fe en el porvenir de la Nacin.
La Historia, no pudiendo ofrecerles ni la gloria ni el infierno, los
coloca en el limbo de los irresponsables.
El hacerse una fortuna se convirti para muchos venezolanos
de la clase media y de la clase baja en la sola razn de la existencia y
en la mejor manera de llegar a alternar con la absorbente oligarqua
capitalina. Nada import ya la manera de enriquecerse el hombre.
Como la peripecia poltica ha pasado en Venezuela a ser la mejor
industria, se busc a todo trance una posicin de confianza cerca de
quienes pudieran facilitar al aspirante el goce transitorio de la milagrosa lmpara de Aladino. La aventura minera lleg a convertirse en manera de fiebre, como el amor descrito por Stefan Zweig.
Correr, correr, correr hacia donde apunte la posibilidad de un negocio, ha sido el plan de vida de muchos venezolanos responsables
de la hora presente. El negocio no ya minero, sino de toda orden
de concesiones: licencias, permisos, contratos, porcentajes ha
destruido la fibra moral de gran nmero de hombres, otrora tenidos por ejemplo de correccin. Muchos, tambin, acuciados por
el propsito de hacer o de rehacer una fortuna, han cado, sin advertirlo, en graves compromisos con intereses que contradicen la
propia nacionalidad. Cumplindose ms tarde en ellos la sentencia
evanglica, pusieron el corazn y la inteligencia a defender, como
algo natural, la propia entrega de la soberana nacional. Traidores
y ladrones se han sabido protegidos para el caso tras el apotegma
funesto de que en Venezuela nada quita ni nada da honra.
Como la vida se ha juzgado a travs de esta concepcin concupiscente y cmoda, en la cual han incurrido espritus de insospechada claudicacin, han resultado, en consecuencia, por dems beneficiosos los gobiernos personales e irresponsables. Las razones
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aparecieron, por lo contrario, en alegre comparsa con los censurados de ayer, a quienes para justificar su conducta actual, encuentran
notablemente superados en el orden del servicio. Triste espejismo
les hace creer que aquellos cuya conducta criticaron ayer han subido hasta su antiguo y roto nivel, sin darse cuenta, los pobres, de
que son ellos quienes han descendido hasta la humillada sima de
los otros!
Cul es, en realidad, la causa de la constante traicin de los
tenidos por mejores?... Al correr de nuestra accidentada y dolorosa
historia, hallamos, entre los tantos elementos que explican la deficiencia de nuestra vida pblica, la extraordinaria influencia que en
el orden de la economa general ha desempeado el poder, ora por el
apoyo ofrecido a los negociados y por la garanta prestada a quienes
se le rinden sumisos, ora por ser el presupuesto fuente de mantenimiento de una numerosa y sumisa burocracia. Tampoco, en el orden
de la funcin pblica, se sustituyeron uno por otros los partidos
polticos. Se sustituyeron simplemente hombres, a quienes de inmediato rodea el incondicionalismo de los servidores del rgimen
pretrito. Estar con el poderoso es un medio de vida puesto en ejecucin por los endebles y oportunistas felicitadores, que se muestran partidarios entusiastas del hombre combatido hasta la vspera.
Sin doctrina, sin principios, sin otros propsitos que servirse de las
fuerzas de la Nacin, los hombres se acostumbraron a moverse en
torno al gobernante como las moscas en torno a rico pastel. Se careci de rumbo que guiase la poltica de los grupos personalistas, por
cuanto hubo una permanente carencia de sistemas que dieran marco
a la verdad sobre la cual tomasen cuerpo y fuerza los principios.
Un pas sin sistema puede calificarse, dentro de la fenomenologa
social, como pas sin verdades. Casi un antipas. Entre nosotros,
las nobles causas fueron sustituidas por las apetencias vulgares, y
ser del gobierno lleg a constituir consigna con que se granjearon
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fensa. Slo en los altos cuadros, tenidos por portavoces de la cultura nacional y por expresin de la fuerza moral y econmica del pas
doctores, clrigos, periodistas, escritores, banqueros, industriales, comerciantes y terratenientes permanece inalterable la vieja
conciencia sensualista, que pone por delante el beneficio y la comodidad como regla de accin pblica. Sin embargo, a la minora
histrica de hombres que supieron cumplir con su deber hace par,
tambin, una minora cargada de sufrimientos, que se empea en
seguir mostrando, dentro y fuera de la Repblica, que la vida social
tiene a la mayora cobarde y placentera que a todo se conforma de
grado o por temor de comprometer la tranquilidad individual; existe una minora que sabe vencer el miedo y la prudencia culpables,
para decir la verdad sobre nuestra honda crisis, agrandada hasta
lmites de vergenza por el silencio pblico de quienes, sirviendo
a la opresin, hacen gala en el radio domstico de su disconformidad con los procedimientos de los gobernantes. Embajadores,
Senadores y aun Ministros que se dicen forzados por el rgimen a
asumir posiciones en que se sienten inconformes!
El peligro hace a los hombres y a los pueblos. Al generalizarse
la virtud heroica, los hombres encuentran un canon funcional que
da unidad a sus acciones. No se necesita para ello la inminencia de
un peligro blico en el orden positivo de la Nacin. Al mirar con
ojos claros hacia todos los vientos de la hora, en cualquier parte
asoman seales que prueban la quiebra de la Repblica. No es
suficiente saber que se conspira contra la dignidad de la Repblica
para ponernos todos a la obra de salvarla? Se necesita, acaso, que
una potencia extranjera llegue a hollar materialmente el decoro
nacional para que los ciudadanos salgan a una a defender la Patria
y resuelvan olvidar mutuamente los odios estriles que mantienen
en espantosa anarqua a la sociedad?...
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Durante los ltimos aos nuestros cuerpos castrenses han mejorado extraordinariamente en el orden tcnico y en lo que dice a
comodidades para la vida del oficial y del soldado. Sin embargo, el
Ejrcito prosigue divorciado del pueblo. En un afn de pronunciar
la distancia se ha intentado crear para los cuerpos armados un sentido mesinico, que los colocara sobre el propio orden institucional de la Repblica y que los aleja an ms de la realidad del pueblo
de donde salen sus componentes. Engaados oficiales y soldados
por medio de esta hbil y funesta falacia, han sido llevados incautamente a constituirse en adversarios de las fuerzas populares y en
dciles cmplices de los mercaderes que venden diariamente un
nuevo jirn de la dignidad nacional. Lejos de estar sirviendo al
pueblo, al orden y a la paz, el Ejrcito, sin advertirlo, est sirviendo
hoy al grupo de enemigos de la nacionalidad.
Pueblo y Ejrcito, clases dirigentes y clases que pugnan por
ascender en el orden lgico de la suficiencia, reclaman una nueva
accin conjugante que salve la dignidad democrtica y la dignidad nacional de la Repblica. A la hora presente de Amrica es requerido romper los viejos amaados moldes de la poltica y ganar
nuevos mtodos para alcanzar la plenitud creadora de Venezuela.
Cuando la economa pblica y la economa privada han logrado su
mayor desarrollo y el pas cuenta con posibilidades para grandes
creaciones en el orden material de la Nacin, slo urge que esa
accin de progreso tenga tambin su lgica expresin en el campo
de la poltica, de la moral y de la cultura. De nada valen magnficos
establecimientos penales, donde van a dar con sus huesos ciudadanos que resisten la dictadura.
El camino de la desesperacin que pintan los negadores de las
virtudes del pueblo ha de ser reemplazado por el ancho y seguro camino de la confianza en nuestras cualidades de excepcin. Pueblo
lleno de excelentes aptitudes, el nuestro slo reclama una generosa
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AL LECTOR
Estas lneas, escritas en San Jos de Costa Rica, fueron meditadas en Caracas durante el curso angustioso del mes de diciembre de 1952. Carecen de erudicin, por cuanto al redactarlas no
tuve libros de historia patria que me hubieran ayudado a dar mejor
presentacin a las ideas que en ellas expongo. Mi sola intencin al
escribirlas ha sido corresponder por hoy a la voz de algunos jvenes que me pidieron, a la hora de abandonar el pas, unas nuevas
palabras sobre el problema de nuestra crisis de pueblo.
Como doloroso contraste con la realidad de mi Patria, me
ha tocado revisarlas y corregirlas en esta ciudad clsica de la
tolerancia, justamente despus de haber visitado en Aalsmer los
famosos mercados donde se ofrecen en venta, para Holanda y para
el mundo, las maravillosas flores cultivadas en sus fecundas praderas. En medio de los sencillos campesinos que llevaban su polcroma mercadera a los grandes distribuidores, sent mi espritu
estremecido por el dolor, lejano y vecino siempre, de una Patria
donde slo se cultivan las ortigas y los cardos espinosos de un odio
sin razn, el cual amenaza la propia estructura de la Repblica.
msterdam, 12 de marzo de 1953.
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MOTIVO
DURANTE el primer tercio del siglo XIX llegaban de Amrica al
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interna de sus pueblos. Suyo ha sido, tambin, el propsito de fomentar mtodos y corrientes de ideas que susciten el agotamiento
de las fuerzas que pudieran oponerse a la nueva conquista de la
libertad, principales entre ellas la desgana por el derecho y el
menosprecio ostensible de sus frutos.
Ya no se lucha por principios encaminados a fijar una posicin
cualquiera. Se lucha abiertamente por acabar la vieja repblica
democrtica y por erigir en lugar suyo un orden personal de fuerza, que facilite el aprovechamiento de los pases por los intereses
del imperialismo.
En Venezuela, como en Chile, como en Bolivia, como en Panam, como en Argentina, como en Guatemala, como en Brasil, como
en Costa Rica, se ha venido formando un denso sentimiento nacionalista, que tanto persigue el equilibrio en las fuerzas que dirigen
al pueblo, como la intervencin en los intereses que detentan la
riqueza nacional. El nacionalismo, como movimiento integrador,
sabe que solamente bajo un rgimen de unidad de voluntades puede realizarse la eficaz defensa de los contornos nacionales de la
Patria. Por ello, sus planes de lucha miran a la manera del estar
poltico del pas y a la manera de ser el pas en el orden de la poltica internacional. Las armas contra el enemigo de fuera no pueden
estar para tal evento en manos que diariamente corren el nudo a
la garganta de aquellos que claman por la efectividad interior de
la Repblica. Sus grandes instrumentos de lucha son la unidad y la
concordia del pueblo, como garanta de un frente democrtico que
asegure la libertad interior y el decoro exterior del pas.
En los ltimos aos yo he dedicado por entero mi trabajo de
escritor a la defensa de la idea nacionalista. Mi obra, ya larga de
historiador, est tambin consagrada al estudio del suelo histrico
donde arraiga el rbol poderoso de la Patria. En mi modesta labor
de servidor pblico, puse siempre de norte los intereses auton98
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estudio, me fue fcil comprender cmo nuestras masas estn maduras para la inteligencia del problema nacionalista.
Nuestro pueblo tiene ansia de sentirse y realizarse en venezolano. Rechaza nuestro pueblo todo ordenamiento enderezado
a aminorar la fuerza de su soberana y a disminuir el tono de su
independencia.
Si en realidad las clases altas estn comprometidas en una poltica entreguista, la mayora del pueblo piensa y siente de distinto
modo. Tambin las clases altas las minoras traidoras de mi
anterior ensayo1 estn empeadas en dar vigencia a conceptos
contrarios al destino republicano de la Nacin; las otras clases,
empero, piensan y sienten tambin de diversa manera.
Todo movimiento que aspire a ser mirado como expresin de
los intereses del pueblo ha de proclamar como tema irrenunciable
la defensa de la nacionalidad. Entre los votos ms ingenuos y vivos
de las masas estn, tanto la realizacin de una poltica popular en lo
que se refiere a la tcnica del poder, como la defensa de los valores
que integran el tutano de lo nacional. Ningn partido que pretenda
usar con legtimo derecho el cognomento de popular puede desechar estos dos puntos claves para su estructura programtica.
El tema del nacionalismo, sin embargo, es tomado por muchos
en un sentido contrario a sus propios valores de creacin en el orden
del pueblo. Arturo Uslar Pietri disinti en la prensa de Caracas de
las tesis tradicionalistas sobre las cuales Mariano Picn Salas, Miguel Acosta Saignes y yo hacamos gravitar irrenunciables valores
de la nacionalidad. Quiso mostrarse Uslar Pietri por avisado amigo
del progreso frente a un supuesto destino de gotoso tinajero, fomentado por nosotros como finalidad nacionalista. Provocado el deba1. La traicin de los mejores, Madrid, Edics. Bitcora, 1953, 84 p., (vase el
ensayo en este mismo volumen. Nota del editor).
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de ignorancia crasa del propio fin histrico del hombre como ser
dotado de conciencia ecumnica. Nuestro nacionalismo no aspira
a tanto. Encuadrado en lneas por dems modestas, nuestro concepto de nacionalizacin no representa agresin ninguna contra lo
forastero, sino bsqueda de una actitud integradora del ayer y del
hoy, como valores aglutinantes y defensivos de la realidad presente. Perseguimos la exaltacin de lo nuestro, no en un afn delirante
de superioridad, sino como recurso que fortalezca nuestra propia
personalidad de pueblo. Por medio de una labor paciente de rebusca de viejos valores desechados por la moda, procuramos revivir
la fuerza de factores de aparente subalternidad, que, en cambio,
contienen vivencias capaces de despertar espritus en trance de
disipacin nacional.
Los pretensos defensores del universalismo no se abajan a considerar que el nacionalismo es trnsito fecundo hacia la posibilidad
de realizar lo universal. Para que los pueblos puedan conjugar su
fuerza y su conciencia, necesitan robustecer la una y definir la otra.
La fuerza y la conciencia de los pueblos no medran y crecen si no se
las defiende de lo espreo y corruptor que pueda venirles de otros
sitios. Para que adquieran vigor, es preciso hacerlas vivir de acuerdo con la propia gravedad que les seala su historia. La fisonoma,
el rostro, el carcter de los pueblos necesitan la permanente deglucin de los viejos valores forjados por el tiempo. No para gustarlos
en actitud fetichista que lleve al espasmo inhibitorio, sino para
acondicionarlos para el movimiento nuevo. Por eso he insistido en
presentar la tradicin en su justa y fecunda dimensin de entrega
del legado que formaron las generaciones anteriores, el cual, a su
vez, las nuevas generaciones estn en el deber de reelaborar conforme al aire de los tiempos actuales.
Una historia cuyo errneo cultivo llevase a ahogar el mpetu
nuevo de los pueblos, sera historia falsamente colocada en el orden
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de la humanidad eterna, necesitamos asegurar nuestra propia ensenada en el ocano de la historia universal. Para que fructifique el
buen sarmiento de la universalidad, debemos robustecer el tronco
particular donde aquel ha de injertarse. Defender lo caracterstico
de cada pueblo no representa una actitud negada a recibir el aire
creador de lo universal, sino una posicin encaminada a asegurar
los medios de retener las semillas fecundantes que la ventisca del
eterno progreso conduzca hasta nuestra rea nacional.
El nacionalismo no se opone a la pluralidad ecumnica, ni
menos an significa actitud pretenciosa de intervenir en el orden
de la Historia con presindencia de otros pueblos. El nacionalismo
agrupa y define valores e intereses que, reteniendo la comunidad
de diversas circunstancias, entran luego a jugar en el orden mayor
de otros valores similares. El nacionalismo, lejos de crear actitudes
disgregativas, acumula signos para el agrupamiento mximo. Para
que Venezuela gane la integridad de su fisonoma histrica y tenga
voz clara en la grande anfictiona de los pueblos, necesita reelaborar
continuamente en su crisol nacional los valores de cultura creados
por las sucesivas generaciones que integran su riqueza histrica y
adecuarlos para su perenne fecundidad al aire del progreso de los
tiempos. En ese mismo crisol, con marca nacional, deben tomar
forma nueva las ideas, los conceptos, los sistemas que produzca el
curso incesante de la cultura universal. Hay una grande diferencia
entre tener doctores o tcnicos nacionales formados integralmente
en universidades extranjeras, y contar con doctores y tcnicos formados en universidades nacionales, que hayan mejorado estudios
en otros centros culturales. Si en realidad el pas est urgido de la
buena tcnica que ofrecen entidades forasteras, la aplicacin de
sus lneas a nuestro progreso interior necesita la experiencia de
quienes estn en el secreto de las posibilidades nacionales. Hasta
las normas de la puericultura han de adecuarse al ambiente del luBIBLIOTECA AYACUCHO
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to que las dicesis fuesen ganadas por mera gracia de quienes nada
saben de cosas de la Iglesia, cuando la tradicin espaola decale
que el celebrrimo don Gil de Albornoz lleg a la sede de Toledo
por favor de la concubina de Alfonso XI. Fciles desviaciones de
dicho criterio analtico han podido en algunas ocasiones provocar
hechos funestos; pero, sin embargo, perdura tan agradablemente la
conjuncin de autonoma personal y de devocin ortodoxa, hasta
habernos permitido recientemente conocer por la propia prensa
diaria reconditeces de la alta poltica eclesistica, sin que se hubiesen roto vidrios ningunos, ni hubiera alma alguna sufrido descarro.
En Venezuela, as parezca mentira, lo postizo es la opresin y
no el sentimiento de libertad. Postizo, s, aunque lo que se ponga
al bulto sean los frutos del despotismo. En la ecuacin de fuerza
y de razn que constituye el eterno problema del Estado, bien es
cierto que la primera ha tenido coeficiente de mayor apariencia. No
obstante ello, a todo lo largo de nuestra historia se ha mantenido
una voz permanente que pide la inversin del cuadro poltico. La
verdad no est en las plumas que escriben en la Gaceta Oficial. Esta debe verse apenas como la mscara, como la persona teatral en
el orden de la Repblica. A travs de todos los tiempos ha habido
una voz constante que clama por los derechos de la razn. Precisa
no olvidar que el esplendor de la fuerza no siempre coincide con
la realidad, as filsofos realistas hagan su apologa y enseen
que en el orden del mundo slo vale lo que tiene posibilidad prctica de realizarse de inmediato. Ms entera estaba Venezuela en
el invisible delirio de Miranda preso, que en la visible autoridad
desptica de Monteverde. Ese recado constantemente transmitido
por las generaciones leales al discurso de la razn es la tradicin
salvadora que no quieren ver ni escuchar los pseudoteorizantes
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sensualistas, que apenas juzgan a los pueblos por los hechos que
logran el transitorio ribete del xito ofuscante. Hay una filosofa,
en cambio, que persigue las voces no subidas hasta los planos de la
victoria, pero que, en cambio, representan una vigorosa condensacin de voluntad popular.
Hasta hoy los hechos visibles de nuestra historia republicana
corresponden en su mayora al triunfo funesto de la fuerza puesta al
servicio de intereses irracionales. Juzgar que su lamentable insistencia en el rea de la realidad le da categora ejemplar, para aceptar axiomticamente la primicia de los hechos disvaliosos con que
se ha intentado apagar la soterrada y legtima voz de la sociedad
venezolana, sera tanto como negar la parte mejor y ms sufrida de
nuestro pasado. Tanto como admitir que quienes permanecen fieles
a las ideas de Vargas, de Toro, de Acosta, de Lpez Mndez deben
dejar de ser lo que hoy son, para pedir lecciones a los trnsfugas
que venden el pas al inters extrao y conforman su conciencia al
xito de quienes pisotean la dignidad del hombre venezolano.
Justamente, Venezuela existe an como Repblica porque posee una potencia invencible que le ha permitido soportar las graves
crisis suscitadas por el predominio irracional de la fuerza. A la par
de quienes la han traicionado, han vivido permanentemente hombres sufridos que tomaron sobre s la responsabilidad de trasmitir
el mensaje de quienes confiaron en el triunfo final de los ideales
desamparados por los otros. Junto a los que imaginan que nuestro
pas es un mero campo de explotacin y de aventura, siempre han
mantenido el vigor de su fe otros hombres empeados en convalidar las viejas consignas de libertad y de decoro que dieron contorno
a nuestra gloriosa aventura republicana. Para ello nuestros Padres
firmaron un acta que constituye la raz de nuestros compromisos
con la Historia. En ella qued definida la razn de las nuevas formas asumidas por la sociedad venezolana. Independencia y LiBIBLIOTECA AYACUCHO
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Sobre esos valores desamparados y constantes debemos levantar con paciencia el edificio de nuestra efectiva tradicin cvica.
Ellos nos ayudarn a definir las lneas defensivas de nuestro pueblo
y a fijar las bases seguras de la nacionalidad. Negar la eficacia de
dichos valores morales y filosficos ha sido, en cambio, la labor
permanente de quienes quieren mantener el carcter irresponsable
del poder, para que a su sombra sean hacederos los negocios y la
misma entrega del propio pas.
Nuestro nacionalismo ha de comenzar, pues, por el saneamiento de las races histricas del poder. Para mantener la parte
material y mecnica de la Repblica, precisa refrescar los mismos
conceptos formativos de la nacionalidad. Nuestra vieja tradicin
hispnica rebelda, individualidad, cultura catlico-romana, castellanidad literaria produjo durante el barroquismo colonial, como
fruto del trasplante y de la confluencia con otros signos, nuevos valores, como el de la igualdad, que al rejuntarse con los conceptos
de libertad, de independencia y de tolerancia, formaron el comn
denominador de nuestra razn de pueblo. La regencia y el fernandismo vieron en nuestro proceso de independencia una actitud
antiespaola, sin llegar a intuir que nuestra guerra separatista era
expresin viva de las ms puras, nobles, altivas voces de la Espaa
eterna. Contra la poltica de Corte y de expoliacin se levantaron,
en realidad, las nacientes nacionalidades de la Amrica espaola.
Se alzaron all, por las mismas razones que debieron de haberse
levantado ac, para echar fuera a los Borbones. Se rebelaron, en
verdad, las provincias americanas y con su rebelin defendieron
los nuevos moldes para la continuidad de la Espaa ultramarina.
Sin la obra de los patricios que planearon nuestra independencia
y dieron lneas de repblica al grumo hispnico de Amrica, ya
la tradicin espaola estara plenamente absorbida en el Nuevo
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Historia y geografa caminan juntas en este proceso de realizarse las naciones como cuerpo y como espritu. La geografa
sin el hombre slo puede ser imaginada en una edad preadnica.
El hombre sin arraigo geogrfico es apenas el salvaje de la horda
recolectora de alimentos. La cultura es un proceso callado de humanizacin de la geografa. De all la geografa funcional como
disciplina destinada al estudio de la tierra en relacin con el servicio del hombre. Los pueblos modernos tienen tanta mayor conciencia de s mismos cuanto ms sea el dominio que ejerzan sobre
el marco geogrfico donde se mueven. Ese dominio no es la mera
defensa militar de montes y litorales, sino el mayor provecho que
cada nacin recibe de las posibilidades de su suelo y de sus aguas.
En nuestro caso, Venezuela sufre una distorsin de su geografa.
No se trata ya de la ventaja que su celo y los buenos alegatos de sus
agentes dieron a Colombia, ni de la usurpacin que en la frontera
sudoriental realiz la rapacidad geogrfica de Gran Bretaa. Se
trata del proceso antinacional de nuestra riqueza. Hasta en el mero
orden de la didctica, son hoy las compaas mineras extranjeras
quienes mejor pueden ensearnos acerca de la realidad de nuestro
territorio. Un pas donde se ha intentado editar, al coste de un milln de bolvares, un lbum descriptivo de los lucidos uniformes
de su Ejrcito, carece, en cambio, de un instituto geogrfico donde
debieran estar recogidos todos los datos pertinentes a la realidad
de nuestro suelo. Sin embargo, se alegan, para robustecer el mito
castrense, fantsticas reivindicaciones territoriales.
Nos llamamos en frase altisonante nacin independiente; pero
en cambio, dentro del marco que define la realidad de la Repblica,
se mueve un orden econmico que ha llegado a escapar a la propia supremaca de las autoridades nacionales. De poderoso sustentculo a ese orden espreo ha servido el rgimen de explotacin
de nuestra riqueza minera. Tan poderoso es en s mismo, que los
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completa. Pero, en la realidad, nos asemejamos a esas grandes casas de lucientes portales y hermosas ventanas, pero cuyo maderamen interno ha sido tomado por el comejn devorador.
Contra esa vaca realidad de comejn, que ningn venezolano responsable se atreve a negar, he levantado la voz, y uniendo
mi pluma a la pluma de otros escritores conscientes del deber del
momento, emprend en mi pas una tesonera campaa encaminada
a hacer ver cmo la ruina amenaza a nuestro pas y a toda nuestra
Amrica Latina. He puesto de presente la necesidad de conjugar
todos nuestros recursos morales y de dejar a un lado las diferencias
que distancian a hombres y a pueblos. En razn de ello escrib que
quienes actualmente se empean en mantener la lucha de prestigios
entre Bolvar y San Martn, ms pareciera que estuvieran al servicio
de los planes divisionistas de Washington que al servicio de la gloria irrecusable de los grandes constructores de la libertad de nuestro
mundo hispanoamericano.
Bolvar y San Martn deben mantenerse en su severa amistad
de padres de la independencia de nuestros pueblos. A la emulacin
antojadiza, que en la propia Argentina se toma como elemento enfervorizador de un nacionalismo anarquizante, debemos oponer el
sentido integralista que llev al ilustre diplomtico y noble amigo
de Venezuela, Antonio Parra Velasco, a promover el hermoso decreto que declar en su pas Da de la Fraternidad Hispanoamericana, aquel en que se abrazaron en Guayaquil el Hroe de Chacabuco y el Padre de Colombia. No slo en Ecuador, sino en toda
nuestra Amrica morena, debiera celebrarse esa fecha como memoria del encuentro de los caudillos que representaban la voluntad
autonomista de nuestro continente hispanoamericano. Voluntad de
autonoma que desgraciadamente hoy se intenta sustituir por una
servil sumisin al nuevo imperialismo norteamericano.
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razones de la nueva poltica, como si fuese titular de la venezolanidad, en la misma dimensin y con la misma pujanza con que
pudiramos hacerlo quienes sentimos los cuatrocientos aos de
historia venezolana como patrimonio forjado con el dolor y con la
angustia de nuestros antepasados. Por eso mismo hoy, desgraciadamente, quienes atestiguamos con nuestros pulsos ardorosos la
perennidad de nuestra tradicin de pueblo, estamos expuestos a
todo gnero de adversidades pblicas y a toda manera de calumnias ideolgicas. Todo ha de resultar turbio en la conciencia de jerigonza que ha sustituido la clara, altiva, severa conciencia que dio
forma a la vieja Repblica.
Al buscarse a s misma, Venezuela habr de encontrarse indefectiblemente con los otros pases de Amrica que sufren su mismo
destino. Al pulir los signos de su defensivo nacionalismo, hallar
que semejantes, por si no iguales, son los signos que han levantado
en alto otros pases de nuestra adolorida Amrica, en los cuales se
ha hecho sentir el mismo drama de la explotacin de la riqueza y
el mismo empeo por mantenerlos encerrados dentro del esquema
egosta de la poltica de Washington. Bolivia, Chile, Argentina,
Guatemala, Mxico y aun la dbil voz de la calumniada Panam,
han enunciado sus consignas de recuperacin nacional. Han dicho
estos pases a los hombres del Departamento de Estado que si en
verdad ellos miran al gran pas del Norte como avisada vanguardia
de la civilizacin y como hogar de uno de los pueblos de mejores condiciones humanas del mundo, quieren, como es natural,
que su relacin con el otro mundo de Amrica sea trasunto de los
principios de libertad y de justicia de que aquellos se dicen representantes.
Nuestros pases latinoamericanos estn no slo en posesin
del derecho, sino en la grave obligacin de impulsar las fuerzas de128
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men del espritu de Bolvar, de San Martn, de OHiggins, de Artigas, de Hidalgo, de Morazn, de Jos Mart.
Si en el Departamento de Estado hubiese polticos con ojos
rapaces para medir el futuro de las relaciones internacionales, por
propia conveniencia ya estaran dando un giro a la tctica de sus
diplomticos cerca de los dems gobiernos americanos. Llegaran
tal vez a reconocer que sus peores amigos en Latinoamrica son los
polticos conformistas y vendepatrias, que les abren deshonestas
posibilidades de lucrar a sus anchas con nuestra riqueza y con nuestro apoyo, pero que al mismo tiempo les ayudan a labrar los caminos del repudio popular. Cuando un embajador de la Casa Blanca
en nuestras pequeas naciones logra que se tuerzan los caminos del
pueblo en beneficio de una dictadura que apoye irrestrictamente
los intereses mercantiles e industriales norteamericanos, logra escribir, tambin, una pgina sombra en el libro mayor de la nacin
burlada. No cancelar l personalmente la deuda, ni la cancelarn
de inmediato los hombres que reciben el vecino provecho, pero la
cancelar con inters compuesto la nacin de que se dice personero. Como lo dijo respecto a Europa el antiguo Alto Comisario en
Alemania, John J. McCloy, los diplomticos norteamericanos deben mirar un poco hacia el pueblo comn donde estn acreditados y
acomodar a los intereses permanentes de este las lneas de poltica
que aconsejen a su Gobierno.
Tarde lo har, pero lo har. Sin esta rectificacin en su poltica exterior, Estados Unidos camina a su espectacular fracaso en
una Amrica cansada de falacias. Nuestros pueblos terminarn por
rebelarse definitivamente del yugo colonialista que el Norte quiere lucrar a travs de su apoyo a regmenes de minoridad poltica.
Cuando la masa sufrida de Amrica comprenda uniformemente la
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sobre la cual afincar el vuelo para ganar la victoria final contra las
fuerzas diablicas que se oponen a la realizacin de su destino.
Para ello ha de dirigir tenazmente la voluntad hacia la defensa
de sus mejores valores y hacia la purga de los factores subalternos que han pretendido presentarle como expresin inmvil de
su propio destino. Por viva experiencia sabe que no es ya el mismo pueblo que en 1889 pint Luis Lpez Mndez como hordas
indisciplinadas y brutales, llevadas a las urnas por unos cuantos
intrigantes que comercian con sus votos. El de hoy es pueblo con
suficiente educacin y con propia luz para discernir su preciso camino. Ese pueblo siente la necesidad de vivir la convivencia y la
armona de la Repblica. Ese pueblo sabe que su destino es salvar
una vez ms la independencia econmica y la libertad poltica que
ayer ganaron los Padres de la Patria. Sabe, tambin, que el suyo no
es destino aislado, sino vocacin de mancomunidad con los pueblos que hablan nuestra misma lengua y trabajan sobre el mismo
yunque creador las formas de la nueva cultura.
El destino de Venezuela reclama que en el orden del espritu,
tanto como en el provecho de sus grandes riquezas, tenga primaca
la perennidad de sus signos, para que canten y fluyan libremente el rbol, el panal y el nido que, como ley de trabajo, seal a
su diligencia el pensamiento ardorosamente venezolano de Juan
Vicente Gonzlez. Sin llegar a chovinismos censurables y ridculos, debemos educar al pueblo y debemos formar sus instrumentos
directivos para que Venezuela sea dirigida y aprovechada por venezolanos, para honra, goce y gloria de los venezolanos, para una
gloria, un goce y una honra que no representen, tampoco, exclusin
alguna del hombre de otras patrias, que junte fraternalmente, y no
con miras de dominio, su pensamiento, su corazn y su brazo al
brazo, al corazn y al pensamiento de los venezolanos. Menos an
significara nuestra venezolanidad aislamiento alguno de los dems pases que luchan en nuestro continente por realizar los idea136
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ADDENDA
Las pginas que anteceden representan un esfuerzo por superar todo aquello que pudiera darles tono de polmica personal.
En ellas, como en otros ensayos de la misma ndole, se advierte el
propsito de desnudar en forma terica situaciones angustiosas
de nuestra vida nacional. S muy bien que suelen resultar extremadamente duras las apreciaciones lanzadas contra la conducta
de determinados grupos sociales o institucionales (oligarquas,
banca, Ejrcito); pero no representa, en cambio, tal dureza empeo alguno de zaherir individualidades. En mis escrituras slo
persigo exponer circunstancias ataederas a Venezuela, con la
pasin de quien se siente visceralmente unido a su destino y al
destino continental de Amrica.
A la tesis divisionista de quienes propugnan dar sueltas a los
odios demoledores, antepongo la tesis vigorosa de la rectificacin,
de la concordia y de la unidad. Ayer y hoy he estado de fajina en
servicio de la idea integradora de nuestras fuerzas de pueblo. Antes de que se produjese en 1945 la crisis que mantiene el pas en la
agobiada situacin presente, ya escriba acerca de la necesidad
de iluminar nuestros viejos caminos entenebrecidos. Busquemos
nuestro destino, deca en 1942 en Temas inconclusos. Unmonos
en nuestro deber. Rectifiquemos nuestros personales errores. Coloquemos la Moral y la Patria por encima del utilitarismo individualista. Salgamos de la falsa idea de que por nuestra nariz pasa
el eje del mundo. Vayamos a la interpretacin de nuestro deber en
un buscar de responsabilidad y de solidaridad colectivas. Nuestra
generacin no puede ser testigo de la cada de la Patria. Nuestros
hijos no deben sufrir la vergenza y el dolor de que maana un
filsofo a lo Maritain pueda escribir Las izquierdas perdieron la
democracia; las derechas perdieron a Venezuela.
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EL FARISESMO BOLIVARIANO
Y LA ANTI AMRICA
(Temas sobre hispanoamericanismo y panamericanismo)
INTENCIN
CUANDO el hispanoamericano recibe sobre el rostro los speros
vientos de la meseta castellana, puede decirse que siente reavivados los viejos nexos que lo unen con la fecunda matriz hispnica.
Este andar a travs de tierras de Espaa pareciera que, dando un
poco de contemporaneidad a los hechos antiguos, pusiera nuestra
mente en el brocal de la meditacin que conduce a ver la realidad
de nuestro destino de pueblos americanos como una gran comunidad, cuyo centro gravita sobre los viejos valores que dieron vida a
las universidades, a las catedrales, a los castillos, a los muros de
las ciudades espaolas.
Junto con el golpe de aire de fuera, yo he sentido tambin el
suave aire de lejana histrica que hasta mi espritu han trado monumentos y ruinas antiguos. En Salamanca, en vila, en Crdoba,
en Granada, en Valencia, en Alcal de Henares, en Toledo y en
Sevilla he sentido vibrar con mayor imperio el nimo de unidad de
nuestros pueblos hispanoamericanos, numen de mi pensamiento
de ciudadano y de escritor hispanoamericano.
El tono de ese pensamiento conjugante coincide, empero, con
voces sombras que de Amrica traen el anuncio de que la unin
de nuestros pueblos de solera hispnica, se subordina an ms a
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Prcticos y aventureros invocan la gloria de Bolvar aun para las ms rastreras combinaciones del
petardo... Ms grave que esta explotacin subalterna es la explotacin ideolgica la que falsea el
pensamiento de Bolvar mutilndolo o tergiversndolo para servir a puntos de vista personales.
S. Key Ayala,
Vida ejemplar de Simn Bolvar
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la luz que tenga en Venezuela la traduccin de las debatidas Memorias. Unos dicen que son un esperpento, en el cual se mancilla
hasta la reputacin de la querida del hroe; hay quienes opinan
que debe publicarse el libro, para que se pueda abrir un debate racional sobre las numerosos errores en l contenidos; otros aducen
que Bolvar est sobre las pequeeces de aquellos que pretenden
echarle sombras; algunos consideran que el auto de cumplido en
la edicin caraquea de Boussingault es algo ajustado a la ms
patritica correccin. La mayora se muestra de acuerdo con Picn
Salas y juzga que la tartufera histrica no debe insistir en que se
mantenga en degredo el trabajo del naturalista francs.
Yo estoy absolutamente de acuerdo con Picn Salas. Yo votara, si mi voto valiese algo, por la publicacin de la obra. Pero momentneamente quiero ponerme al lado de los que prohijan la idea
de que el silencio debe ser el mejor castigo para autor descomedido
que se atrevi a estampar conceptos que no mejoran la figura extraordinaria de Bolvar. S, seor. Provisionalmente me coloco en
la fila adusta de los celosos patriotas que defienden contra viento
y marea la memoria del Padre de la Patria. Todo lo que digan los
espritus de libertad humanista, debe en el presente caso ser sacrificado en aras del decoro moral y de la gloria esplendorosa de
nuestro Libertador. Con razn o sin ella, estamos en la obligacin
de impedir que se piense contra los fueros de Bolvar.
Bolvar es, en realidad, Venezuela. Bolvar es Amrica. Mancillar la memoria de Bolvar es tanto como mancillar nuestra patria
nacional y nuestra gran patria americana. Nuestra lealtad de patriotas ha de estar al servicio del pensamiento creador de Bolvar.
Nuestro esfuerzo como hombres de Amrica debe encaminarse a
todo lo que diga exaltacin de los valores bolivarianos.
En el precio de esta lgica nacionalista parece que no parasen mientes quienes defienden la libertad de expresin. A Bolvar
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Bolvar ha terminado por ser un gran muerto, cuya gloria las Sociedades Bolivarianas pueden administrar a su antojo, con el fin
de dar vestimenta de dignidad a las ms abarrancadas y desleales
ideas antibolivarianas.
Mi adhesin provisional a la tesis de los antiboussingaulistas
ya toca su fin. El despropsito no me ayuda ms, ni la intencin de
estas notas es quedarme en el problema histrico-biogrfico suscitado actualmente en Caracas. Necesito, en cambio, tomar la cosa en
serio, por cuanto estos escarceos, si bien principiaron comentando
el pequeo escndalo provocado por la divulgacin del auto de fe
cumplido por el Ministerio de Educacin en el cuerpo mismo de
las Memorias del clebre naturalista, apuntan a otra parte. Sobre
mi mesa de trabajo tengo un documento bolivariano en extremo
grave, serio y comprometedor, que pone en evidencia el farisesmo
de quienes se niegan en nombre de la gloria de Bolvar a que sea
publicada la traduccin castellana de las zarandeadas Memorias.
Por qu, pregunto ahora, ese celo de eneldo y de mostaza
por la gloria del Libertador, cuando las Sociedades Bolivarianas
pretenden tomar el nombre austero y semisagrado de Bolvar para
arruinar el decoro y la independencia de la Amrica espaola? Por
qu ese rigor funesto contra quien pudo caer sin voluntad malvola
en pecado venial, mientras se pacta con el pecador pblico y con
el criminal, cuyo nombre figura en las permanentes tablillas persecutorias? Por qu oponerse a la publicacin de un libro donde
se imputan arbitrariamente a Bolvar fallas de fcil explicacin,
cuando se deja torcer todo el cuerpo de las ideas de Bolvar, para
servir bastardos intereses contrarios a la Amrica por l libertada
del yugo colonial?
Todos estos despropsitos y todas estas interrogaciones han
venido a mi mente con motivo de leer una serie de curiosos documentos que me han sido enviados desde Chile por persona ami146
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Cuando uno se adentra en su propia conciencia de americano, siente un angustioso dolor al contemplar cmo nuestros hombres mejores toman el nombre de Bolvar para dar facilidades al
coloniaje que Estados Unidos pretende ejercer sobre la Amrica
Latina. Bolvar luch por la autonoma de nuestros pases; jams
pens Bolvar que su homrica empresa pudiera desembocar en un
coloniaje bastardo. Tan distante de sus ideas estaba lo que hoy se
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que los pueblos de la Amrica Latina desaparecieran antes de haber mostrado al mundo lo que son, antes de haber dicho el mensaje
que esas razas trajeron a la tierra. Es de una urgencia angustiosa
que la Amrica hable pronto, en todos los rdenes del pensamiento y la actividad.
Cuando ms espera el mundo nuestra voz libre de comunidades dobladas sobre los surcos de la cultura, aparecen en nuestro
propio organismo fuerzas satnicas empeadas en la distorsin de
nuestro destino. El natural e histrico proceso de agrupar los pases
latinoamericanos en bloques que den mayor volumen a su voz deliberante, es negado en las propias Cancilleras que por imperativo
de gentilicio pudieran considerarse fieles al ideario defensivo de
Bolvar. Los valores latinoamericanos, se ha dicho con lgica de despeadero, no pueden agruparse hoy por s solos, sino, en cambio,
unirse bajo la direccin del pensamiento forastero de Washington.
Bien podra pensarse, una vez logrados nuestros bloques regionales, en una futura y armoniosa unin de ambas Amricas, sin que
esta unin llegue a imponer la tabla rasa en el pensamiento privativo de nuestros pueblos mulatos. La armona de relaciones entre
el mundo ingls y el mundo latino de Amrica es algo verdaderamente deseable. Mas dicha armona slo puede sustantivarse sobre
un pie de respeto mutuo. El mundo unido, coherente, uniforme de
la Amrica inglesa, reclama, como contrapeso para el equilibrio
hemisfrico, un mundo tambin uniforme, coherente y unido en la
Amrica nuestra. De lo contrario sera hacer, como escrib en otra
ocasin, la alianza de un gato con indefensos ratones.
Nuestra fuerza reside en esa unidad que la poltica de Washington se ha empeado en destruir. El malogrado Carlos Lozano
y Lozano convers largamente conmigo en Bogot acerca de huellas documentales por l logradas para probar la intervencin del
Norte en el proceso disolutivo de Colombia. La historia reciente de
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funesto de que no se trata de colocar una superproduccin de harina, de leche, de tejidos, de maquinaria til, sino una inacabable
produccin de material de guerra. Basta leer la prensa americana
de estos das y sus comentarios referentes a la crisis que sufrira
la industria yanqui en el caso de que se produjese la anhelada paz
en Asia. El capital norteamericano teme la paz y fomenta, consiguientemente, la guerra. Al mismo tiempo, los polticos hacen profesin adltera de ideales pacifistas e invocan hasta los sagrados
intereses de la cristiandad como estmulo de alianza con nuestros
infelices pases latinoamericanos, cuyo recio catolicismo quieren
tomar los protestantes del Norte como elemento que incline la voluntad de nuestros pueblos hacia la nueva esclavitud, mientras,
por otra parte, los planes colonialistas utilizan las misiones protestantes como medio que desquicie la unidad de conciencia de
nuestros pueblos.
A m nada me resulta tan paradjico como ver a las viejas colonias hispnicas del Nuevo Mundo sumadas al carro de conquista de
Estados Unidos. Nosotros, que nos levantamos contra la autoridad
de una metrpoli lejana, que nos dio su espritu y su forma por medio de un proceso de trasplante cultural jams igualado en el orden
colonizador, hacemos coro sumiso a un sistema esclavista, que
realiza atrocidades jams imputables a la gran nacin espaola.
Nuestros pases latinoamericanos, despus de haber desfigurado
la propia misin histrica de libertad e independencia que les dio
fisonoma en el orden de las naciones, se agregan hoy a las tesis
guerreristas de nuestros nuevos opresores del Norte, hasta llegar,
como Colombia, dolorida y sangrante, a enviar sus pobres hijos al
sacrificio inhumano de Corea.
Nada tan incierto como la tesis norteamericana de una lucha
contra el comunismo como doctrina y sistema moral de vida. Estados Unidos no persigue sino el mantenimiento de un dominio
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primas. En realidad, Asia y frica realizan un esfuerzo por liberarse del yugo colonialista que sobre ellos pesa. Son, en el orden de la
paz y de la justicia, nuestros aliados naturales. Como ellos, fuimos
ayer provincias dependientes de una lejana metrpoli, y como ellos
seguimos hoy siendo vctimas de la explotacin capitalista.
Justamente la gran competencia que puede hacer a nuestro
orden econmico el sistema afroasitico derivara del mejor precio
para la mano de obra, que se empea en conservar bajo en dichas
regiones el capitalismo imperialista. Absurda, brutal y antihumana
resultara nuestra alianza con Estados Unidos para que prosiguiese
el sistema de esclavitud en que se intenta mantener la mano de obra
asitica. Una de las finalidades que llev al Medio Oriente la misin econmica venezolana destacada en 1950 fue hacer ver a los
iranes la necesidad de subir el salario petrolero. As habra, tambin, de subir el nuestro. Si nuestros pases de economa colonial
tuvieran conciencia de s mismos y nuestros gobernantes supeditaran el placer primitivo del mando a las necesidades esenciales de la
nacin, ya se habra formado una manera de cartel internacional
para fijar los pases productores el precio del petrleo, del hierro,
del estao, del cobre, de la lana, del azcar, del caf, del caucho, del
banano.
Quien sienta la realidad de su conciencia americana no ver
jams su aliado en el magnate que goza las delicias de la civilizacin en Washington, Chicago y Nueva York, sino en el infeliz
indonesio, en el hambreado chino, en el explotado hind, en el
perseguido rhodesiano, en el altivo trabajador rabe, que padecen
la servidumbre colonialista. Necesario es pensar que la conciencia de nuestra Amrica mulata fragu en una gran lucha contra
el colonialismo. Nuestra partida de nacimiento como repblicas
contiene una declaracin irrenunciable de soberana. Por donde los
criollos que sirven ciegamente los intereses del imperialismo son,
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fcil juego a los intereses del capitalismo americano y oye el consejo aleve de los criollos vendidos al inters forneo.
Bien conoce Estados Unidos la peligrosa realidad de la hora.
A Washington llega diariamente el murmullo de voces que pregonan la necesidad de un cambio de posicin en la poltica de la
Amrica inglesa frente a la Amrica Latina; voces que no slo van
de afuera, sino que salen con doblada autoridad de labios del propio pueblo norteamericano, ora en sus sectores obreros, ora en sus
altos centros universitarios.
En momentos en que se anuncia una nueva conferencia de los
pases americanos, ya el Departamento de Estado se hace de medios para domear la opinin de Amrica y del mundo. Donde fue
enterrada con mayor dolor la garra del guila imperial, all mismo
se anuncia un proceso que podra tomarse como rectificacin, pero
que en s puede tener opuestas finalidades. Washington parece dispuesto a transigir en algunas de las ms sentidas aspiraciones del
pueblo panameo. El pas que lleva cincuenta aos de ver roto
su territorio en beneficio extranjero y que durante cincuenta aos
siente en su vigoroso corazn el dolor de igual ruptura, pide hoy
que se mejore el rgimen canalero. Se dice que Estados Unidos
mira con simpata la solicitud de Panam. Conveniente es pensar,
tambin, que Estados Unidos sabe cmo al complacer las mnimas aspiraciones del istmo mrtir, ganara las simpatas de toda
Amrica.
Pero, como he dicho, el problema tiene tambin una fase peligrosa. Tras la rectificacin de la poltica canalera, no esconder su
cabeza la dormida idea de un nuevo canal a nivel, para cuya concesin est el Departamento de Estado preparando futuros caminos?
No significara, en el orden general del sistema americano, una
aparente concesin llamada a engaar la opinin de Amrica para
futuras maniobras entreguistas?
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amparo de los valores comunes que nos transmiti la Espaa materna debemos comenzar nuestra mesa redonda. Antes que ensear
a nuestros pueblos la lengua inglesa para que entiendan mejor a sus
pretensos capataces, pulamos el gil instrumento que nos permita dar a nuestras asambleas el valor de una fraternal pentecosts.
Toda mundanza sustancial en los idiomas es una mundanza en las
conciencias, enseaba el gran don Ramn del Valle Incln. Con la
integridad de la lengua, defendamos la integridad del pensamiento,
no para que este se esterilice en la persecucin de un cerrado camino, sino para que se afine ms y capte mejor los grandes valores
unitarios de la cultura universal.
En las clases rudimentarias de aritmtica aprendimos que para
sumar quebrados se les reduce a un denominador comn. Nosotros, como pueblos indohispnicos, gozamos ya la comunidad de
un denominador que hace fcil la adicin. Para sumarnos con el poderoso entero del norte, tal como pudieran sumarse Francia y Gran
Bretaa en funcin de potencias histricas, necesitamos buscar la
integridad de nuestros valores diversos. Somos, en realidad, una
comunidad de naciones que intereses contrarios a nuestro destino
nacional se empean en dividir. Esa comunidad sin instrumentos
es ms cierta que la comunidad instrumental que se pretende formar como expresin simulada de la entrega poltica, cultural y econmica a Estados Unidos de la soberana de nuestros pueblos.
Tomada la voluntad por el placer concupiscente que proporcionan el hartazgo y el poder, nuestros cerebros, escribir con palabras patticas de Costa, son especie de racimos prensados que
no destilan una sola gota de espritu para proveer a la salvacin de
la Patria y a la salvacin propia. Hemos llegado a lmites peores;
sin advertir el precio de nuestros valores, los hemos entregado a
extraas manos para que los aprovechen, como aprovechan los de
fuera, nuestros fastuosos montes de hierro, graciosamente puestos
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REVERSO ESPERANZADO
En la anunciada Conferencia Panamericana s podra estar el
gil, severo y creador espritu de Bolvar, y con el suyo, tambin,
el espritu de todos los Padres de la Patria americana. Podran estar
presentes si los hombres que se renan maana a hablar y a pactar en nombre de Amrica volvieran sobre su propia conciencia y
se sintiesen representantes de pueblos y no agentes de gobiernos
interesados en el mantenimiento de sistemas que aseguren a sus
ejercitantes y a sus cmplices el provecho y el hartazgo.
Si a esa Conferencia fuera la voz del pueblo de Amrica ya
sera fcil invitar al Departamento de Estado a que depusiera el
tono con que intenta hacer valer sus pretensiones sobre nuestros
invlidos pases y a que comprendiese el derecho que tienen nuestras naciones y nuestros hombres a ser y a sentirse todos seguros
y libres.
Si en lugar de concurrir a dicha Conferencia hombres comprometidos con los intereses srdidos que mueven la poltica de los
dictadores, fuesen hombres de cuya conciencia no hayan sido borrados an los viejos valores de la dignidad nacional, distinto sera
el dilogo y muy otros seran los resultados que de ella pudieran
alcanzarse.
No representan dichos organismos en s el genuino pensamiento unitivo de Bolvar, pero si los delegados de la Amrica dispersa
unieran sus voces para mejor discutir con la Amrica del Norte,
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podra al menos salir de ella la conviccin de que existe en el Nuevo Mundo otra fuerza que es necesario respetar.
Pero es difcil esperar frutos de libertad de rboles sin riego democrtico. Ms que conferencia, la prxima reunin de los pases
americanos habr de ser una nueva comedia montada para engaarse a s mismos los actores. Habr de sonar a sarcasmo toda declaracin que se diga encaminada a la defensa de la libertad poltica
de las naciones y de la humana dignidad de sus ciudadanos, cuando
son sustentadas y defendidas por representantes en cuyos pases se
persigue a los hombres por el mero delito de decirse amantes de
la libertad y se entregan las riquezas propias a cambio de jugosas
gabelas para los comprometidos en la venta de la Patria.
La gravedad de la hora de Amrica hace, sin embargo, esperar
que la discutida Conferencia pueda ser escenario donde vuelvan a
encontrarse consigo mismos pueblos que han venido viviendo en
una gemebunda soledad moral. Tal vez la voz perseguida de esos
pueblos logre romper vallas severas, y en labios de hombres audaces y honestos puedan, desde tan calificado sitio, decir al mundo
su trgica verdad.
All estara entonces Bolvar declarando cul es el verdadero
destino de Amrica. All tambin estara Cristo indicando cul es
el mundo de justicia y de amor, cuya libertad es preciso asegurar
contra el materialismo cuidadosamente enmascarado que espanta el genuino pensamiento cristiano. All el Quijote, empinado sobre el sarmentoso Rocinante, dira a los hijos de su fabla y de su
espritu, dnde estn los venteros y dnde los yangeses que han
hecho burla constante de sus sueos
Madrid, 25 de septiembre de 1953.
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AJUSTE DE RAZONES
La composicin de estas pginas ha sido hecha por paciente
tipgrafo durante los propios das en que Madrid y Salamanca
albergan la Asamblea de Universidades de raz hispnica, convocada con motivo del VII Centenario de la egregia Casa donde
brillaron el Maestro Francisco de Vitoria, Fray Luis de Len y
don Miguel de Unamuno. En dicha Asamblea se ha reencontrado
consigo mismo el pensamiento uniforme de los pueblos hispanoamericanos. Al amor del mbito universalista de la gran Casa de
Alfonso IX, bien ha podido declararse, como ha sido declarada,
la urgencia de mantener y defender la comunidad de valores que
dan continuidad unitiva a los pueblos indohispnicos. Al amparo
de las grandes ideas que germinan en las universidades, no podr
decirse que el nacionalismo defensivo sustentado por los hispanoamericanos constituya una efmera categora enfrentada, en actitud agresiva, con los grandes valores humanistas de la cultura.
Hasta donde me ha sido posible, he insistido en decir que nuestro nacionalismo hispanoamericano no abjura la fuerza y la primaca de los derechos del hombre como valor que sobrepesa y
domina las restrictas lneas de las diversas patrias. La nuestra es
apenas posicin preventiva frente a quienes se oponen, en nombre de intereses bastardos, a que realicemos, de conformidad con
nuestra caracterstica tradicional, el alto destino que nos compete
como seres portadores de espritus.
Para nuestra sufrida Amrica mulata queremos garantas de
libertad y de dignidad que nos libren del trance de vivir distantes
del suelo nativo o en l sometidos al vejamen de autoridades arbitrarias. Jams podr el Gobierno de la gran nacin del Norte
probar que lucha por la dignidad y la libertad del mundo, mientras
preste apoyo irrestricto a los dictadores que arrojan de su patria
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Cmo han de salir de las universidades los gobernantes, si no hay universidad en Amrica donde se
ensee lo rudimentario del arte del gobierno, que es
el anlisis de los elementos peculiares de los pueblos
de Amrica?
Jos Mart, Nuestra Amrica
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una colectividad comprometida con el vicio poltico y con la decadencia social, si en realidad existe actualmente toda una red funesta
de intereses bastardos que yugulan la conciencia moral del pas,
bueno es pensar en Venezuela como en una realidad permanente,
a cuyo servicio futuro debemos poner todos nuestros recursos, sin
mirar a la inminencia del xito. Si nosotros, decale, no podemos
por el momento llevar a trmino la obra que salve los valores sociales, econmicos, polticos y culturales de la nacin, podemos, en
cambio, buscar que los jvenes que se levantan realicen maana
en la Repblica la obra que nosotros no pudimos cumplir. El joven
amigo que ley mis letras entusiastas y confiadas me ha escrito
para decirme que la juventud de quien yo espero la salvacin del
pas, vive an vida informe en el vientre de las futuras madres
venezolanas, por cuanto la mayora de los jvenes presentes estn
contaminados del letargo hipntico de que ha sido presa nuestro
ambiente social. Sombras tomadas del sopor del opio y de la marihuana parecen la mayora de los estudiantes que hoy acuden a los
tristes claustros universitarios, agrega mi escptico informante.
Lejos de tomar como mal sntoma el juicio exageradamente
pesimista de este honestsimo joven, lo he recibido como testimonio del aguzado sentido de angustia que caracteriza a las nuevas
generaciones. A los manicomios no van las personas que dudan de
s mismas, sino aquellas que esperan en demasa de su propio valer.
El rigor de la crtica y de la desesperanza que inspira el acre juicio
de mi amigo universitario ha levantado, por el contrario, la fe que
tengo en los muchachos y en las muchachas de mi pas.
En Caracas, en Panam, en Costa Rica, en La Habana, en Salamanca, en Madrid he hablado con numerosos estudiantes verdaderamente preocupados por la actual problemtica del pas, y en todos ellos he hallado un espritu de anlisis y un empeo de creacin
que supera en mucho la actitud de grupos anteriores que, si bien
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mvil para reducir el nmero de graduandos; de lo contrario, profesionales extranjeros colaboran en el desempeo de cargos sanitarios, educativos y tcnicos. Y aun para el caso de fijar cuotas a
las Facultades, en orden a lograr una mejor seleccin profesional,
ningn sistema ms lgico e idneo que el tamiz de los exmenes
de admisin y el rigor de las pruebas de fines de curso. Eso, en buena lgica, lo ha venido pidiendo la Universidad desde el rectorado
de Guevara Rojas, en 1912. Mejorar los sistemas de seleccin,
mas dejar abiertas las puertas de los institutos a la aspiracin general. Quede para las universidades privadas la seleccin natural que
provoca el hecho de la matrcula paga. A ellas no ir el bajo pueblo,
sino los hijos de clase media y clase alta que puedan satisfacer gastos de estudios. Bien est que estos voluntariamente dejen libre el
campo a los hijos de los pobres.
En la reciente Ley de Universidades aparecen normas encaminadas a hacer de nuestros institutos mayores una manera de escuela
primaria de alta categora, o una extensin civil de la Escuela Militar. No lo dice claramente su articulado, pero deja pie a la figura que
en el reglamento interno o en las instrucciones ministeriales habr
de definir la materia. En su artculo primero, el nuevo instrumento
normativo establece una categora funcional que anteriormente no
se contempl, ni se pens jams contemplar para nuestras universidades. Hoy se les da carcter de institutos destinados a preparar
bsicamente profesionales civiles. Los otros profesionales se
forman en los institutos militares. Dirase que tal definicin envuelve un trasunto de lo que ser la cultura venezolana segn el
criterio de los actuales directores de la cosa pblica, y expresa, a
la vez, la divisin abismtica que se pretende establecer entre los
mundos sociales: el profesional de las armas y el profesional civil.
Los hombres a quienes correspondera, en una lgica de fuerza, el
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oro para la Roma agitada por la guerra civil, y que a Horacio, movido por la misma musa potica, puso en bsqueda de puertas de fuga
por donde pudiese ganar la paz, el orden y la pureza en fantsticas
islas espirituales. La gran crisis que estremece de un rumbo a otro
la conciencia del hombre, en nosotros se agrava dolorosamente
por la carencia de defensas en el campo de los valores ms simples
de la nacionalidad y por la presencia en nuestro suelo fecundo de
elementos extremadamente peligrosos.
El petrleo y el hierro son agentes eficaces que, lejos de asegurarnos la prosperidad general, se utilizan eficazmente para el
soborno que arruina a nuestros hombres mejores. La enorme riqueza de nuestro pas, administrada por extranjeros en alianza con la
oligarqua succionadora e inmoral, y apoyada irreflexivamente por
los altos mandos del Ejrcito, ha sido vehculo determinante para
borrar todo escrpulo en el nimo de quienes desfilan agobiados
por el miedo o empujados por el espritu utilitario donde entierran
su garra los dictadores.
A poco examen, pareciera necesario buscar un tono de altura
para el espritu de los hombres sobre quien se realiza la magia negra
de los dlares. Precisa pensar, tambin, en que nuestros problemas
no los arreglan las guarniciones insurrectas. Nuestros problemas son de calle y de conciencia nueva. Problemas de pueblo y
problemas de mentes directoras.
No se ve, desgraciadamente, la voz poderosa que pueda encauzar el gran movimiento que reclama el pas. Pero esa voz hay
necesidad de buscarla o de hacerla. No se trata, tampoco, de la
palabra montona de un pseudomoralista victoriano, as precise
una fuerte dosis de moralidad activa en los hombres nuevos que
habrn de cumplir la tremenda misin de salvar a nuestro pueblo.
Menos an necesitamos que Marat o Robespierre resuciten con
sus hachas y sus teas. Los cadveres colgados en los faroles de
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rencia, tal vez por falta de esos mismos mdulos unitivos. Precisa
saber que los jvenes que hoy luchan dentro y fuera del pas por
el recobramiento de las libertades pblicas o que sufren dentro
y fuera de l las fatales consecuencias de la desacertada poltica
educacional, coinciden en una serie de principios con vigor suficiente para hacer radicar en ellos las bases que sostengan la unin
fecunda de la juventud. Todos por igual persiguen hoy para el pas
la paz, la seguridad, la libertad y la dignidad pblica. Todos estn
conformes en la necesidad de unificar las voces que habrn de dirigir la perseverancia en el trabajo que conduce al abastecimiento
de nuestra pobreza interior.
Sin conocerse en sus posibilidades y en sus deficiencias, el
hombre llega a ignorar lo mismo que debe desear. Por carecer
nuestro sistema formativo de frmulas sencillas e integrales que
abran caminos del racional conocimiento, hemos transitado sendas
presuntuosas, que nos llevaron a espantosos fracasos. En cambio,
si una centrada vigilia nos condujese a buscar en nosotros mismos
nuestra justa dimensin, concluiramos por lucir mejores prendas.
Abastadas de su propia fuerza y bien ciertas de las lneas a las
cuales han de ajustar la economa de sus propios espritus, corresponde a las nuevas generaciones mirar el mundo de la Venezuela
interior con ojos sin prpados, como de la inquietud de William
Cobbett se expres el paradjico Chesterton. Simbitico proceso
este de dar y de recibir, precisa enriquecer paciente y humildemente la voluntad y la inteligencia que han de crear los actos nuevos,
para recibir a la vez el beneficio con que la comunidad corresponda
a nuestro esfuerzo.
Venezuela clama por voluntades que la sientan en su dolorosa
integridad materna. No slo para quienes sufrimos destierro est
ausente Venezuela. En el orden de las coordenadas geogrficas podemos estar distantes de su dulce suelo, mas el ardor de la angustia
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el sistema presente de la sociedad venezolana. Para luchar contra el constante peligro de ver subordinada la poltica al orden de
intereses encarnados en los nuevos arquetipos sociales, es preciso
crear valores colocados ms all de la sensualidad primitiva: religin, moral, gloria, patriotismo, filantropa. Ms all del inters
presente, ellos son puntos a los cuales puede referir su obra futura
la juventud.
Cuando los jvenes saludan carrera con el simple propsito
de ganar un instrumento profesional que les abra la puerta del lucro, ya estn dando el primer paso hacia la renuncia de su misin
intelectual. Suele ocurrir que la buena intencin del joven se vea
quebrantada por el ejemplo recibido de quienes tienen la encomienda de dirigir su conducta. En el caso presente, qu puede esperarse en el orden creador de la personalidad, de una Universidad
que veda en sus claustros el dilogo poltico? El Estado tuerce su
misin formativa de ciudadanos y se constituye en cultivador de
hombres hipcritas y asustados. Con puerilidad visible, el legislador ha abierto la posibilidad de que el estudiante universitario
distorsione su propia hombrada. El estudiante seguir, por inclinacin natural, hablando de poltica, pero ahora lo har con sigilo.
Algunos callarn y se dedicarn a cultivar el miedo; mientras, por
desgracia, no faltar quienes se esfuercen por or a los otros para la
delacin provechosa.
Cuando la crisis profunda que atraviesa el hombre venezolano indica la necesidad de perfeccionar los instrumentos encaminados a la educacin integral del ciudadano, surge un sistema
encaminado al achicamiento de la dignidad de los jvenes. Cuando
ms se necesita discutir el problema de la poltica, llamada a ser
en la Universidad como la etapa superior de la educacin cvica
suministrada en la escuela primaria, entonces se erige el silencio
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En la Universidad nueva que funcionar en Venezuela no podrn los profesores plantear libremente a sus alumnos los grandes
temas de la cultura y de la historia que rocen con la problemtica de
la poltica. Discutir hoy en ella las razones antisociolgicas que se
invocan para justificar la dictadura, sera ganar el camino del exilio
que transitan los profesores que tomaron la voz de la autonoma
universitaria. Llevar al debate los grandes problemas que inquietan
la conciencia de nuestra Amrica mulata, sera ganar atribucin de
peligroso agitador y de enemigo del orden. Ensear las normas del
buen gobierno, constituira un riesgo semejante al de fabricar explosivos. En ella se podr hablar libremente de universales, como
en las universidades del Medioevo y se podrn ensear tambin,
con entusiasmo, las letras griegas y la antigedad romana, al modo
como Napolen busc distraer de los problemas de la historia contempornea la vigilante atencin de los institutos educativos de
Francia, para slo mirar al mundo de los siglos muertos. Los principios del Derecho se enunciarn en tercera persona y la ctedra del
Derecho Constitucional regresar al terreno mitolgico en que se
la mantuvo mucho tiempo. Hablar de Habeas Corpus y de libertad
eleccionaria, sera algo semejante a comentar los amores de Leda
y el Cisne. Quiz los nuevos pensa contemplen una ctedra de
Derecho Militar. En ella podra configurarse la teora mesinica
que bulle en la mente alucinada de algunos oficiales que sostienen
ser el Ejrcito institucin colocada sobre los propios intereses de
las dems instituciones del Estado. Bien podra funcionar tambin
una nueva ctedra sobre petrleo, no para estudiarlo desde el punto
de vista geolgico e industrial, ni en el orden del Derecho Minero,
menos an en su funcin de peligroso, fecundo y mal administrado
resorte de la economa nacional, sino en la forma serfica como ya
se explica hoy en las escuelas primarias de la Repblica, que Venezuela debe lo que es a la generosidad y diligencia de los consor202
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POST SCRIPTUM
El planteamiento hecho en las pginas que anteceden no pretende abarcar, siquiera en forma esquemtica, la plenitud de los
problemas atingentes a la juventud venezolana. Me he limitado de
modo principal a los contornos que definen la posicin de las nuevas generaciones frente al orden satnico dirigido por los hombres
que se han apoderado de los instrumentos del poder.
Por experiencia de estudiante y por experiencia de funcionario conozco de cerca la realidad de la vieja Universidad venezolana, no quitada jams de participacin en el rea de la poltica
militante. Cuando la gran crisis de la libertad anunciaba en 1814
el retorno al monteverdismo, que hoy defienden entusisticamente
los nuevos Casa Leones y los ilustrados Palomos, fue el propio
Jos Flix Ribas, quien, en nombre de los ideales de la Repblica,
sac de la Universidad de Santa Rosa la flor y nata de la juventud
para llevarla a los campos sagrados de La Victoria y Vigirima. De
entonces ac y hay que ver lo que vale una buena tradicin! los
estudiantes se han considerado con derecho propio a terciar en
los grandes momentos de nuestra historia.
Problemas de disciplina universitaria y problemas de poltica
de calle movieron los hechos antiguos donde se hizo presente la
participacin del estudiantado. De los ms recientes, deben recordarse los acontecimientos de 1928. Duros fueron, en realidad,
los mtodos policiacos usados para dominar a la muchachera.
Cuando aquellos sucesos ocurrieron, fui llevado a la Secretara
del Instituto. Hoy me place recordar lo que pude hacer en beneficio de los estudiantes perseguidos. Hasta sobre un memorndum
mo, llevado al general Gmez por el gobernador Jos Mara Garca, se logr la apertura en 1929 de cursos extraordinarios para
los estudiantes que haban sido reducidos a prisin en octubre de
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aquel que mira a hacer respetar ante todo y sobre todo la propia
dignidad humana que da figura a la persona. En el dintel de la Repblica, cuando se debata la conveniencia de nuestra separacin
de Espaa, Manuel Palacio Fajardo grab la consigna que debieran hacer suyas las nuevas generaciones: Las fuerzas del hombre libre slo son comparables a su dignidad. Volviendo sobre
nuestra desamparada tradicin civilista, toca, pues, a los jvenes
decir lo mismo con palabras y con hechos nuevos. Buscando en s
propios su mejor fuerza individual y buscando en nuestra propia
historia el sentido creador que duerme, como en viejo trigo, en los
valores desechados por el espritu vicioso de quienes, con la Repblica, hicieron feria de provechos, hallar la juventud caminos
por donde a todo seguro puede ganar alturas que la distancien de
los bajos vergonzosos en que han encallado los ureos bajeles de
tantas esperanzas
Madrid, agosto de 1953.
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RAZN
Lo que usted y Jvito Villalba y Arcaya, y los de Copei
y cuantos se enfrentaron al militarismo venezolano
hicieron, fue simplemente maravilloso. El despertar
del pueblo venezolano; su presencia, que casi nadie
esperaba, en las urnas; su fallo inequvoco y resonante
contra la dictadura, son cosas que no se olvidarn, y
que recuerdan las mejores horas de Amrica. La tarde
de las elecciones, Venezuela se puso a la vanguardia
de las luchas por la libertad en Amrica, como en los
das de Boyac, Carabobo y Pichincha.
Eduardo Santos, ex presidente de Colombia,
carta de Pars el 13 de febrero de 1953.
partido Unin Republicana Democrtica, me ha pedido que escriba el presente trabajo expositivo del proceso electoral cumplido en
Venezuela durante el ao pasado de 1952.
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Implora, adula, adora siempre al que manda. En cuanto a m nada se me da de Zeus y an menos que nada.
Que obre y reine a su gusto mientras dure esta corta
tregua, que no tardar en dejar de ser el dueo de los
dioses.
Esquilo, Prometeo encadenado
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bres de sable, sino como obreros civiles. Sus galones no dan derecho alguno para que hoy se pretenda confundir la jornada cvica
del 5 de julio con una mera empresa militar. Si el pueblo pele lo
hizo despus, cuando fue necesario defender la independencia y la
libertad proclamada por los doctores, por los clrigos, por los hacendados que formaban la mayora del Congreso de 1811. Nuestra
Repblica no apareci como obra de ningn ejrcito, sino como
producto de la voluntad de hombres civiles. Nuestra Repblica
la delinearon en 1811 patriotas que por medio del sufragio haban
recibido el respaldo del pueblo.
Cuando en Venezuela todo se cambia y se adultera, nada raro
tiene que se haya creado, como hoy vemos, una teora histrica
enderezada a presentar el 5 de julio como una gran jornada ganada
por los militares. Antes se le llamaba el da de la Libertad y de la
Independencia; hoy se llama da del Ejrcito. Ayer se consagraba el 5 de julio a exaltar la memoria de los grandes patricios que
soaron la Repblica como comunidad holgada, donde todos los
ciudadanos pudieran gozar el derecho de ser hombres; ahora, en
dicha fecha, se exalta, no la virtud severa de los viejos guerreros
que sacrificaron descanso y vida por asegurar las instituciones,
sino la vocacin de poder, concretada en quienes hacen profesin
de la violencia.
Cuando la Repblica, convertida en campamento por las necesidades de la lucha, necesit encuadrarse de nuevo dentro del
institucionalismo, que le diera autoridad para contradecir el mote
de bandolerismo con que Espaa calificaba a los patriotas ante la
opinin universal, Bolvar busc el modo de reunir en Angostura
una asamblea, cuyos integrantes mostrasen un ttulo electivo. Imperfectas fueron elecciones de donde surgi en 1819 la Segunda
Repblica de Venezuela. Tambin fueron imperfectas las eleccio220
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nes practicadas para el Congreso Constituyente de Colombia, reunido en el Rosario de Ccuta el 6 de mayo de 1821. No estaban,
en realidad, los pueblos en el goce de una benfica paz ni de una
debida cultura para hacer del voto el instrumento racional de su
soberana, pero en todo momento se le llam a las urnas comiciales
o se le invit a los pacficos pronunciamientos de donde surgi el
gobierno de los pueblos.
Al estabilizarse nuevamente dentro de sus primitivas fronteras la Repblica de Venezuela, la Constitucin de 1830 procedi
a organizar el poder electoral. Como en 1810 estatuy el sistema de dos grados. A las asambleas parroquiales, de donde salan
los colegios electorales, concurran los ciudadanos que hubiesen
cumplido veinticinco aos y supiesen leer y escribir, que fueran
dueos de una propiedad raz con renta anual de doscientos pesos
o que tuviesen profesin, oficio o industria que produjera hasta
cuatrocientos pesos anuales, o bien gozaran de un sueldo anual de
cuatrocientos pesos.
El sistema electoral prosegua an incurso en el concepto burgus de calidad cvica fundada en la riqueza o en la capacidad
intelectual. Consiguientemente, los procesos eleccionarios se reducan a un mbito escaso de la poblacin, pero haba discusin
libre que permita el juego de candidatos. Vargas, Soublette, Pez
y Monagas fueron elegidos como consecuencia de activas campaas que llegaron a tener un clmax sangriento y fatal, como en el
caso de la candidatura de Antonio Leocadio Guzmn.
En la reforma de 1857 se concedi el voto primario a los mayores de dieciocho aos, se suprimi la necesidad de renta y se aplaz
hasta 1880 la condicin de saber leer y escribir; mas, para poder
ser elector de segundo grado era necesaria la mayora de veinticinco aos, el saber leer y escribir, y la tenencia de una propiedad
raz de diez mil pesos o el goce de renta o sueldo de cuatrocientos
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gentes, los que tienen alguna nocin de sus deberes polticos, los que
poseen algn inters que defender, porque no quieren malponerse
con el Gobierno, de cuyas promesas dudan, ni con los caciques de
las localidades, rbitros de la multitud inconsciente.
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caciques de oriente, de Lara, de Coro, de la cordillera y de los llanos se sentan respaldados por una masa de pueblo. El caudillismo
antiguo fue mirado por esta causa como expresin rudimentaria de
una fuerza popular. La autocracia del Ilustre Americano era resultado de un equilibrio de fuerzas rurales. Cuando Gmez resolvi
acabar con el viejo caudillismo tom como frmula la divisa de
Jefe nico. El uniquismo vino a representar, en consecuencia,
la abolicin de los caudillos rurales y de la fuerza del pueblo en
beneficio de una autoridad suprema e indiscutible.
Junto con su malicia campesina, Juan Vicente Gmez reuna
ttulos efectivos de hombre de mando. Cuando en 1909 empez
la obra amaada de acabar con los viejos partidos y con sus jefes,
Gmez era ya un caudillo con historia. En su hoja de servicios no
figuraba haber sido cadete o catedrtico de Aritmtica o de Historia
de Guerra en escuela militar alguna. Figuraba en su lugar El Guapo,
Carpano, Ciudad Bolvar y La Puerta. Cuando Gmez hablaba a
los amigos en los grandes das de la Causa, evocaba la derrota que
infligi al general Luciano Mendoza, justamente el jefe militar a
quien, por haber vencido a Pez, el montas taciturno anhelaba
conocer, con el mismo inters telrico con que deseaba visitar el Samn de Gere y el histrico montculo donde Ricaurte hizo volar el
parque de los realistas. Hasta Gmez se prolonga una etapa de nuestra historia durante la cual las instituciones sufrieron la amenaza
continua representada por el prestigio mgico de los hombres que
se haban levantado sobre el nivel comn en virtud de singulares
hechos de guerra y demarcados relieves de hombrada personal.
La ley de estos hombres valientes se impuso sobre la realidad
del derecho. Exista la armazn constitucional de la Repblica,
ms que como rgido sistema que determinase el derecho de autoridades y de pueblo, como fcil instrumento para formalizar situaciones de hecho. Hombres del prestigio y de la cultura jurdica del
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producido el golpe, quiso que no se ensangrentase el pas, por donde dej que el cuartel se desbordara. Aun traicionado, crey que
en sus discpulos perviviese el patriotismo. Evit la poca sangre
inmediata, mas facilit el imperio tardo del crimen.
Ni el examen de la poltica de Medina Angarita ni menos el
examen del tambin contradictorio proceso de gobierno de Accin Democrtica, me propongo hacer en estas lneas. Quizs me
haya detenido un poco ms en fijar algunos temas de juicio por lo
que dice al proceso de la reforma electoral del 44-45, en razn de
haber firmado yo, como presidente del Congreso, el acuerdo que
la sancion en 1945 y porque la reciente muerte de Isaas Medina
Angarita ha servido de testimonio elocuente para decir lo que la poltica noble, generosa, abierta del gran Presidente represent para
el pueblo de Venezuela.
El 19 de octubre de 1945, Venezuela supo que el golpe militar de la vspera gozaba de los auspicios de un partido civilista y
popular como Accin Democrtica. El mismo pueblo que quera a
Medina vio con beneplcito el ascenso al poder de un partido cuyos
lderes venan luchando tesoneramente desde 1928 por las libertades pblicas y por hacer del pas una Venezuela libre y grande
para todos los venezolanos. En la conciencia de la mayora venezolana haba un anhelo de progreso institucional.
Yo mismo, que formaba en los cuadros responsables del rgimen
derrocado escrib en carta a Andrs Iduarte, cre en el primer momento que los hombres de Accin Democrtica, muchos de ellos
mis amigos personales y por quienes mostr marcadas simpatas
desde las toldas contrarias donde estaba polticamente ubicado, seran capaces de cumplir las promesas que haban formulado desde la
oposicin. Crea yo que en Venezuela era necesaria una revolucin
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por sus antecedentes de lucha como por las circunstancias de poder dispensar cargos y favores; el partido Copei, que en s era el
antiguo movimiento socialcristiano de Accin Nacional, a quien
se agreg el sector reaccionario del pedevismo, del lopecismo, del
latifundismo, del gamonalismo, que se sintieron perseguidos por
Accin Democrtica; y, por ltimo Unin Republicana Democrtica, partido formado por elementos liberales y progresistas que
fueron golpeados por Accin Democrtica, como Jvito Villalba,
Isaac Pardo, Elas Toro, Inocente Palacios, Jorge Figarella, a quienes entraron a acompaar, ora inscritos, ora como meros simpatizantes, los elementos progresistas del antiguo Partido Democrtico Venezolano y la masa liberal no afecta a Accin Democrtica.
Con esta alineacin de fuerzas se hicieron las campaas electorales que llevaron a Rmulo Gallegos a la Presidencia de la Repblica. Aunque el origen del poder de Accin Democrtica hubiera
estado en el golpe de octubre, las elecciones servan para alentar la
institucionalidad. Con la consulta del pueblo convalidaba el indoctrinarismo en que haba cado el partido.
El examen de las causas que provocaron la cada de Gallegos
es materia delicada, sutil, compleja, en las cuales juegan visibles
contradicciones, donde se ponen a flor de realidad las pasiones
de los hombres. El movimiento de octubre hubo de ocasionar un
profundo estremecimiento en las races de la sociedad nacional, y
como toda revolucin, afect sentimientos e intereses mltiples.
La justicia que se intent hacer por medio de tribunales especiales
careci de la universalidad que da fuerza a la justicia revolucionaria y la desviste de todo aspecto de venganza. No dej de hacerse
sentir la voz de la retaliacin y del resentimiento que toma cuerpo
en estos grandes trnsitos sociales. Muchas medidas defensivas
del Gobierno estuvieron revestidas de carcter arbitrario, que las
puso en contraste con la tranquilidad, con la paz, con la libertad y
con la seguridad garantizadas durante el Gobierno anterior.
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A pesar del impacto que representa el decreto mellizo del nuevo Estatuto, hubo quienes tuvieron fe en posibilidades favorables
al sufragio. Yo he de confesar que no tuve confianza en el porvenir
del voto. Compart en un principio la tesis abstencionista de Accin Democrtica. Cuando un delegado de Leonardo Ruiz Pineda
y Alberto Carnevali, cuyo nombre silencio para evitarle persecucin1, se acerc a pedirnos a algunos polticos independientes que
intervinisemos en el esfuerzo que se haca cerca de URD y de
Copei para que estos partidos se abstuviesen de ir a las urnas, yo
estuve con la posicin acciondemocratista, adelantada a mirar en
la presencia de la oposicin en las urnas un culposo respaldo moral
a la farsa que el gobierno militar preparaba en orden a ganar una
convalidacin popular para el poder arbitrariamente ejercido. En
aquel momento yo coincida con Rmulo Betancourt en las explicables reservas que hasta las vsperas del histrico 30 de noviembre mantuvo el lder mximo de Accin Democrtica. Era justo
esperar, como escriba Betancourt a Roberto Garca Pea, director
de El Tiempo, de Bogot, el 24 de noviembre, que, sin jugar a la
adivinacin, los candidatos del aparato electoral policaco creado
1. Doctor Eduardo Arcila Faras. (Nota de 1958).
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por la Junta (iban) a obtener en los comicios del 30 de noviembre un volumen de sufragios mayor al millar y varios centenares
de votos con los cuales el pueblo dominicano eligi presidente a
don Hctor Bienvenido Trujillo. Accin Democrtica haba ya
dispuesto en septiembre abstenerse de votar por ningn partido o
agrupacin electoral.
Las asambleas de los partidos legalizados desoyeron las voces
abstencionistas y resolvieron participar en la lucha eleccionaria.
Tambin intent participar en la contienda un grupo independiente formado por hombres de solvencia democrtica, como Carlos
Morales, Eduardo Arroyo Lameda, Juan Liscano, Martn Prez
Guevara, Jos Antonio Mayobre, Jos Nucete Sardi, Jos Enrique
Machado, Pablo Ruggieri Parra, al cual el Gobierno neg la debida
personera para terciar en el debate. El proceso de inscripcin y la
prrroga de los plazos indicaban las pocas ganas que tena el Gobierno de ir al terreno pblico. Mientras tanto, se formaban diversas agrupaciones gubernamentales que con nombres de FEI, PUN,
PIO alineaban en el Distrito Federal y en los estados a los posibles
votantes de la burocracia, del caciquismo, del latifundismo y de
todas las fuerzas que representaban la regresin antidemocrtica.
El Gobierno, a pesar de que se crey seguro del triunfo, y pese
a la restriccin de la propaganda permitida a la oposicin, fue postergando la hora de las concentraciones de los partidos. Hasta el 4
de mayo de 1952 se tard la presentacin de Jvito Villalba en el
Nuevo Circo de Caracas. Sin respeto a los temores, el pblico colm las gradas del Circo. En verdad fue extraordinaria la impresin
de orden en aquel mitin, primero que se realizaba desde el derrocamiento del presidente Gallegos. Nadie interrumpi la palabra
de los oradores, como ocurra en los antiguos mtines del PDV, de
AD, de URD, de Copei, del PC. La razn era muy simple. Aquellos
torneos se realizaron al amparo de regmenes que garantizaban
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El 30 de noviembre el pueblo acudi ordenadamente a las urnas. Seguro de su triunfo, en la misma medida en que los partidos
opositores juzgaban la eficacia de las amenazas y del soborno que
pesaban sobre el pueblo, el Gobierno dio al acto material del voto
la seriedad requerida para despus jactarse de su buen xito. Pero el
pueblo amaneci aquel da resuelto a manifestar su soberano querer. Se le obligaba a votar, y vot contra sus opresores. Como era
lgico, la mayora de los votos favorecieron a Unin Republicana
Democrtica. El Partido Socialcristiano estaba ahora reducido a
una minora en relacin con los votos alcanzados en 1946 y 47,
cuando tambin votaron con la tarjeta verde los grupos reaccionarios que se sintieron golpeados por la poltica liberal de Accin
Democrtica y que ahora rodeaban al rgimen militar. La esencia
revolucionaria y justiciera del movimiento socialcristiano la ha
confundido el pueblo por aquella circunstancia con la posicin de
los gamonales y caciques naturales que anteriormente acompaaron a Copei. El pueblo venezolano, de conciencia ampliamente
liberal, sigui al partido que haba hecho suya la vieja divisa populista.
No eran, en realidad, de ningn partido exclusivamente el milln y doscientos mil votos que favorecieron en la Repblica a los
colores urredistas; eran los votos masivos del pueblo sin partido
que segua a los hombres que interpretaban su voluntad de justicia,
de paz, de libertad. Variando la actitud tomada en septiembre por
su rgano directivo, la misma militancia de Accin Democrtica
Corridos los das, he tenido la profunda satisfaccin de que el lder mximo de
Unin Republicana Democrtica, mi ilustre amigo Jvito Villalba, no slo haya
objetado el descargo que hago al partido de la responsabilidad de mis planteamientos, sino que, adems, haya puesto nfasis patritico para decirme que dicha
posicin la comparte el partido plenamente conmigo, por ser la nica a la cual no
renunciar ni de la cual se desviar jams.
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a la vieja concordia nacional. El gobierno de opresores y oprimidos se buscaba sustituido por un nuevo sistema donde no hubiese
vencedores ni vencidos y en cuyo seno la justicia se abriera paso
sin acudir a recursos extraordinarios y sin escuchar la voz de la
venganza. Quera la oposicin, ya que en ello coincida Copei con
URD, que sobre la atrocidad reinante se erigiese un sistema que calmase los nimos y llevase a la conciencia nacional la certidumbre
de su seguridad y su reposo. En este camino acciondemocratistas,
independientes y comunistas tenan que formar una alianza tcita
y sin compromisos con los partidos legalizados.
La campaa electoral tambin haba servido para crear una clara conciencia de rebelin civil. Todas las fuerzas del pas se sintieron vinculadas a esa actitud rebelde. Obreros fabriles, obreros del
campo, maestros de escuela, funcionarios pblicos, industriales y
comerciantes progresistas, profesionales, estudiantes, mujeres que
sentan el desgarro de las heridas del pas, sacerdotes honestos,
hombres no corrompidos de los cuadros conservadores, formaron
un silencioso frente cvico, encaminado a expresar de modo rotundo su repudio a la dictadura. En especial se puso de resalto cmo
el campesino, siempre votante del Gobierno, en esta oportunidad
mostr conciencia de oposicin democrtica. A un pueblo desarmado y perseguido le dieron sus opresores oportunidad de ejercitar
los instrumentos cvicos, y armado del voto fue a las urnas a decir
no a sus verdugos y explotadores, del mismo modo como el pueblo
en 1810 haba dicho no al representante del imperio espaol.
Antes de la medianoche del 30 ya se conoca el resultado de
las elecciones. El sistema de escrutinio era fcil y la poblacin
haba acudido a numerosas salas. A las meras 6 p.m. ya las mesas
electorales estaban contando votos y levantando actas. El 1 de diciembre Venezuela amaneca como el hombre de pueblo que viste
ropa limpia para la alegra dominguera. URD haba triunfado en 17
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baros o dbiles. Lo ms probable es que su nico mtodo de enfrentarse a los estallidos opositores que ya se anuncian sea la represin
bestial frente a un pueblo que se siente ms enfurecido y exaltado que
nunca. Aunque lograsen mantener el orden, esos no son los hombres
para dirigir los programas indispensables en medio de una economa
tan avanzada como es hoy la venezolana.
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la propia voluntad interior. Para que obre racionalmente, es necesario que en la economa de lo social y de lo popular se produzca
una equilibrada retraccin del mbito individual en provecho del
inters vecino. Lo justo en s no mira a un imperio indiferenciado
del orden, aparentemente sostenible a base de compulsin y de temor. Lo positivo del orden es la posibilidad de que se realice la
libertad. Cuando, en cambio, el orden es impuesto por medio de
la negacin de los derechos de la igualdad y de la dignidad humana,
se convierte en antivalor con que medran cuerpo los mpetus de la
bestia llamada a ser domeada por la cultura. No falta quienes alaben ese supuesto orden, por algunos llamado paz social, en cuanto
la injusticia que pesa sobre los otros se convierte para ellos en bandeja de beneficios. Se tratara en este caso de ese admirable orden
del cual dice don Jacinto Benavente, en De sobremesa, que es tomado muy a gusto por la pequea parte de la sociedad que tiene el
buen dinero. Ese orden y esa paz son exaltados hoy en todos
los tonos por quienes en Venezuela reciben el beneficio material
de las participaciones, las gabelas, las comisiones, los porcentajes,
los contratos, las prebendas, los viticos y los honores con que son
premiados los cmplices de la dictadura. Ciegos y sordos por la
irreflexin y el hartazgo, los tiranos y sus beneficiados no escuchan
los truenos ni ven los refuciles de la tempestad amenazadora de su
propia vida.
Mientras tanto, las fuerzas oscuras que dirigen el pas comenzaron su propaganda en el exterior para legitimar en Washington,
en Londres, en Pars, en Madrid, en Roma, en el Nuevo Mundo el
zarpazo dado a la institucin del voto. Sutilmente se dijo que con
URD triunfaba el comunismo. Al Departamento de Estado acudieron polticos venezolanos a dar prenda del comunismo de Jvito
Villalba. Yo, pese mi conocido catolicismo, resultaba comunista
tambin, porque haba tomado la bandera del antiimperialismo. A
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Esto lo dicen los peridicos de Espaa, donde en realidad se luch contra el comunismo. No dice esto ningn rgano periodstico
sospechoso de veleidades izquierdistas. Pues bien, lo que acaba de
la atribucin de comunismo de que ha sido motejada su actitud. Sera el mejor
elogio al comunismo y a los comunistas decir que ellos son los abanderados de la
libertad en las colonias europeas en Amrica. Y por qu el decano de la prensa
venezolana se reserv tan buen argumento para defender a los patriotas angloguayaneses del sambenito de comunistas, cuando hizo la vista gorda a las razones
invocadas por los colonialistas venezolanos contra los patriotas que ganamos
unas elecciones llamadas a promover la independencia del hierro y del petrleo,
donde hoy se afinca nuestro potencial econmico? Ignora acaso tan avisado
rgano de prensa que el nacionalismo que dio fuerza y carcter a nuestra propaganda electoral fue tambin calificado de comunismo en los crculos de Washington? Por qu olvida en este caso que la historia del imperialismo tiene hoy, ms
que el nombre de Inglaterra, el nombre de Estados Unidos? Ser mayor acaso
la falta de Inglaterra al pretender conservarse en el goce de una vieja colonia
que le falta de Estados Unidos al buscar que pueblos con dignidad de repblica
le rindan sumiso vasallaje? La universalidad de la justicia pide condenar a todos
los que atenten contra la libre determinacin de los pueblos. Lo contrario es hacer
un juego incorrecto, que puede tornarse contra nosotros. Buscar en Venezuela
reavivar sentimientos antiingleses y poner de nuevo en el orden de la discusin
el viejo caso del despojo que sufrimos en nuestra frontera sudoriental, es tender
una manera de cortina de humo pseudopatritica sobre la tragedia de nuestro
entreguismo a la poltica de Washington. No se ha de luchar slo contra el imperialismo ingls. Se debe luchar contra el imperialismo policfalo que amenaza la
integridad y el decoro de nuestros pases latinoamericanos y que arrolla en uno y
otro mundo la dignidad y la paz del hombre libre.
Pero an se ha llegado a ms en la va de la desconcertante paradoja. Mientras el
rgimen presente pisotea la voluntad del pueblo que se dio en heroica lucha cvica un gobierno desconocido por la fuerza imperante, la Cancillera venezolana
ofrece su apoyo moral a los nacionalistas anglo-guayaneses y declara que el
Gobierno venezolano respeta y sostiene el principio de libre determinacin de
los pueblos. En la medida con que el rgimen pone sus influencias y recursos al
servicio de la poltica absorbente de Estados Unidos, sus voceros condenan el imperialismo de Gran Bretaa. Mientras en Caracas se niega libertad a los partidos
polticos que unnimemente adversan el rgimen dictatorial, la censura oficial
permite que se publiquen declaraciones en que la seora Jagen dice cmo tropas
inglesas pisotearon los derechos constitucionales de la colonia y los reemplazaron por la fuerza, y cmo las autoridades imperiales lo que no consiguieron con
elecciones libres, lo estn buscando ahora con la fuerza. De esta seora podra
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el orden, la concordia y la institucionalidad. El monteverdismo haca su nueva aparicin en el panorama venezolano. Como en 1812,
la Patria prosegua buscando los caminos del mar.
A puertas cerradas se celebr el 9 de enero de 1953 la instalacin de la Asamblea Constituyente. Cuando arreglaron el fraude,
los hombres del Gobierno no advirtieron que para iniciar funciones
la Asamblea necesitaba reunirse con las dos terceras partes de sus
miembros.
Al da siguiente se juramentaba ante ella como Presidente
provisional el coronel Marcos Prez Jimnez. El magistrado autoelecto concurra a la Asamblea con la misma satisfaccin con que
el confiado Polcrates recibi el anillo que le devolvieron los dioses
marinos. Ciertamente, aquella Asamblea esprea reuna peces en
cuyos entresijos caban las ms extravagantes prendas. El primer
da las curules haban estado vacas, porque los diputados no hacan quorum; a causa de esto no se permiti la entrada a los periodistas ni a los fotgrafos. A la comedia de la jura era forzoso invitar
al Cuerpo Diplomtico. Para dar bulto a los sitios vacos, se orden
que un grupo de espas tomaran asiento al lado de los llamados
representantes del pueblo. Ante una Asamblea completada por
diputados falsos y por policas vestidos de diputados, no sonaban
mal las palabras del perjurio.
Jams en la Historia de Venezuela se haban producido un
fraude y un atropello ms insolentes. Ningn dictador tuvo el atrevimiento de burlarse en forma tan cnica de toda una nacin. Pero
mientras la fuerza militar, aliada inconscientemente con las clases
oligrquicas, realizaba este monstruoso atentado, el pueblo dejaba
constancia de su capacidad de discernimiento. El 30 de noviembre
de 1952 marca en la historia del pas la hora meridiana de la con264
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supo respetar al pueblo. Aquel da Caracas replicaba a la dictadura con una marcha nueva. Al desfile impulsado por el miedo y la
amenaza, se opona el desfile de los hombres enteros y sufridos,
tras un cadver que representaba el propio cadver de la libertad,
de la seguridad y de la paz social. Animando el fnebre cortejo, el
espritu adolorido y enrgico del pueblo cantaba, con voz asordada
por las lgrimas las notas severas del Gloria al bravo pueblo.
Honrando a sus muertos Medina Angarita, Ruiz Pineda, Carnevali, muertos que al ser simados en el polvo junto a sus banderas
partidistas se han convertido en banderas sin colores de partido,
el pueblo se encuentra consigo mismo y consigo mismo reafirma el
pacto de mantenerse firme en la defensa del decoro de la Patria.
Contra los que no creen en l, contra sus eternos calumniadores y explotadores, el pueblo ha levantado su gran voz. Nada importa que los detentadores de la autoridad no escuchen su mandato.
l vale ms de lo que piensan los que tienen el inters inmediato de
triunfar. Ms all de nuestro fracaso personal, estn sus consignas
permanentes. Como Prometeo, l resiste altivo el castigo que le
imponen el Poder y la Fuerza, por el delito de haberse acercado a
los manaderos generosos de la luz. En cambio, esa luz es y ser por
siempre suya y el claror de la antorcha que sus enemigos poderosos
le impiden levantar, iluminar maana su ancho camino. A la cara
de ese hombre sufrido y discreto, que el 30 de noviembre de 1952
derrot con un modesto papel la soberbia de sus opresores, debieran mirar aquellos que, para resolverse a tomar una actitud frente al
pueblo o para justificar tras intiles alardes literarios su actual inhibicin, afanosamente preguntan, como si viniesen de otro mundo
donde hubieran olvidado las viejas virtudes de los Padres, qu cosa
significa ser venezolano.
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EL CAMINO DE LA VICTORIA
El 2 de diciembre de 1952 representa en el proceso histrico
de Venezuela un retorno funesto que contradice la luminosidad
salvadora del 30 de noviembre. Si las Fuerzas Armadas no se hubiesen negado a reconocer el triunfo del pueblo, habra ocurrido
una manera de saneamiento en la raz de los propsitos por ellas
enunciados cuando asumieron violentamente el poder el 24 de noviembre de 1948. La nacin reclamaba paz, concordia, comprensin y unidad. Tales valores se habran puesto a flor de evidencia si
la legtima Asamblea Constituyente elegida por el pueblo hubiera
asumido la soberana y hubiera marcado nuevo paso al institucionalismo. Ausente la palabra patritica en las esferas del Gobierno, el nuevo golpe fue inspirado y dirigido por quienes, olvidados
de los altos intereses de la Repblica, slo deseaban mantener y
agrandar las posibilidades de mando y de provecho. Ese da las
Fuerzas Armadas, en asocio con los hombres civiles que, ora como
colaboradores oficiales, ora como visibles privados, rodeaban a
los gobernantes, levantaron un muro infranqueable en el callejn
donde qued encerrada la Repblica.
Hacia dnde camina Venezuela? En los ltimos aos del rgimen gomecista el pas saba que sobre el timn antiguo no era
posible hacer virar la nave. Lo mismo ocurre en el momento actual.
El imperio de la institucionalidad y el retorno a un sistema de garantas que haga posible la convivencia de la familia venezolana
slo pueden surgir de la absoluta negacin del rgimen presente.
Ni la dictadura misma ha logrado fortalecerse, pese a todas sus
maniobras y a lo favorable de la situacin econmica. Las nicas
fuerzas internas que sirven de apoyo al Gobierno son la burocracia
militar enriquecida y el capital financiero que lucra con la irresponsabilidad del rgimen. La opinin pblica, tanto interior como
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CODA
No est de ms insistir acerca de la finalidad ms histrica
que polmica de esta publicacin. Llegado el aniversario del 30
de noviembre de 1952, era preciso dejar constancia del significado
trascendental de la fecha en el orden de la Repblica. Haciendo a
un lado circunstancias personales, he mirado a la absoluta dimensin nacional de los hechos. Hasta donde me ha sido posible, he
evitado nombres propios, sobre los cuales pudiera hacerse gravitar la responsabilidad directa de los hechos funestos provocados
con motivo del desconocimiento por las autoridades del triunfo
limpio y extraordinario del pueblo.
No ha sido jams propsito mo destruir ni atacar personas.
Cuando he enjuiciado hechos polticos he procurado nicamente
abultar los efectos, los errores, las faltas de los sistemas. Nunca he
buscado zaherir individualmente. No me he credo, tampoco, en el
goce de virtudes olmpicas que me autorizaran para erigirme en
juez inapelable de la conducta de mis compatriotas. Tengo buenos
ojos para ver primero a los espejos donde se ponen de bulto mis
defectos; por donde jams he llegado a desconocer ni a ocultar
mis errores polticos, distintos y distantes, sin embargo, de las calumnias con que mis enemigos, sin hacer examen de s mismos,
procuran difamarme.
En cambio, me creo asistido del derecho de hablar cuando
otros que pudieran hacerlo mejor que yo no abren la boca, en
razn de tenerla llena de pecaminosos manjares, y cuando para
bien ganarme dicho derecho he sacrificado, en edad crecida, paz,
salud y bienestar. Ni empujado por compromisos de partido ni
animado de espritu de figuracin o de aventura, me expuse conscientemente al sacrificio que hoy representa para m el destierro
a que me somete un rgimen sin posibilidades de regreso al orden
de las garantas constitucionales.
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diciembre ltimo mi ensayo Sentido y vigencia del 30 de noviembre, el joven dictador de Venezuela se encargaba de formular con
sus propios labios la prueba ms elocuente y audaz de las conclusiones que en aquel trabajo yo procur probar. En somero examen
de la realidad electoral venezolana quise mostrar en dicho ensayo
lo burdo de la farsa montada ante el mundo por quienes, despus de
haber llamado al pueblo a elecciones, desconocieron de la manera
ms brutal el resultado de los escrutinios y asumieron por s y ante
s el ejercicio del poder pblico.
Frente a la necesidad de entregar legalmente los instrumentos
de la autoridad a la mayora democrtica favorecida por los votos
del pueblo venezolano, Marcos Prez Jimnez, hacindose voz de
intereses srdidos que han venido trabajando contra la libertad y la
dignidad del pueblo, desconoci el resultado de las elecciones y
orden una revisin fraudulenta que variase a posteriori el resultado del recuento electoral. Mientras se realizaba la farsa adulterante, el 2 de diciembre se declar l mismo en ejercicio de la primera
magistratura de la Repblica. Al mes siguiente, una Asamblea esprea ratificaba, as, con la desvergenza del verbo, lo hecho por
el crculo militar que en diciembre haba revestido de omnmodos
poderes al nuevo dictador.
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deres. Eran expresin del pueblo valiente, pujante y lleno de brbara frescura, que segua a los caudillos rurales en la lucha armada, en
un nivel en realidad de muy inferior calidad, pero siempre en grado
voluntario y sincero, que lo pareaba al pueblo que, inerme y slo
con la reflexin y la voluntad, acompaa a los dirigentes civiles en
las grandes luchas libradas en el terreno del sufragio. Los viejos
caudillos, aun aquellos que llegaron entre nosotros a convertirse en
dspotas soberbios, como Guzmn Blanco, Cipriano Castro y Juan
Vicente Gmez, hablaron desde el pinculo del poder dicindose
respaldados por la voluntad del pueblo y se exhibieron ante las naciones civilizadas del mundo como mantenidos en el mando por la
voluntad de cuerpos deliberantes, as fuese amaada la estructura
de estos mismos.
En mi ensayo citado, hago referencia a la crisis de 1945. El
pueblo, en realidad, quera elegir directamente al primer magistrado de la Repblica. A Medina Angarita falt buen odo cuando
escuch consejos que indicaban la conveniencia de retardar por
un perodo ms la consulta popular. La colectividad nacional vea
mientras tanto con atencin lo que ocurra en los altos crculos de la
poltica; y esa misma colectividad, que supo ver en Medina Angarita al presidente que ms se acercaba a los valores populares, termin por mirar con simpata el golpe militar que se dijo fraguado
para dar al pueblo el legtimo derecho de intervenir en la eleccin
directa de sus gobernantes.
En realidad, maltrecha, con las vestes rotas, caminando coja
y con mirada tuerta, la Repblica ha venido siendo el ideal irrevocable de nuestro pueblo. Todos los valores de igualdad, de libertad, de seguridad que forman el meollo conceptual de su figura,
han servido a los venezolanos, tanto como a los dems pueblos de
Amrica, de nube reconfortable que ha guiado sus pasos a travs
del largo siglo de conflictos entre la legitimidad y la usurpacin.
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PUNTO Y APARTE
Hoy comienza para Venezuela un nuevo captulo de su dolorosa vida pblica. A cinco aos de distancia, el pueblo ha cobrado
al dictador ensoberbecido el crimen de lesa soberana cometido el
2 de diciembre de 1952. Para legitimar su ambicin y desconocer
los derechos del pueblo, Marcos Prez Jimnez invoc el querer
de las Fuerzas Armadas; hoy, el grupo responsable de estas Fuerzas ha escuchado las voces del pueblo, empeado en echar fuera
al dspota y a sus cmplices. Se han cambiado los trminos de la
ecuacin del poder y el gobierno provisional comienza su gestin
sobre supuestos ajustados a la lgica de los pueblos libres. Se han
restablecido las libertades pblicas y en breve las instituciones
cambiarn el origen forzado por la violencia, por el ttulo mejor
que otorgan los votos pacficos de las urnas electorales. Venezuela
ya no es la Venezuela sin luz de la dictadura perezjimenista, sino
la Venezuela alegre, que el 5 de julio de 1811 cant con bros juveniles el Gloria al bravo pueblo. Sobre la agresividad divisionista de
ayer se alza hoy una estupenda conciencia de unidad, dispuesta a
poner de lado lo privativo y transitorio de las luchas partidistas,
para servir integralmente los permanentes intereses del hombre
venezolano. Mirando hacia el doloroso y cercano ayer, los hombres responsables de la poltica han comprendido la necesidad de
buscar algo ms que la inmediata concupiscencia del poder. Dejaron el instante fascinador, para mirar hacia futuras posibilidades
enraizadas en la provechosa reflexin del pasado, por donde los
partidos reaparecen portando todos las mismas frescas y fecundas
consignas de tregua, de concordia y de unidad.
Gnova, 23 de enero de 1958.
Laus Deo
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NDICE
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Al lector ........................................................................................................................................................................ 5
Al servicio del pueblo. (Discurso del 26 de noviembre)........................... 9
La traicin de los mejores. (Esquema interpretativo
de la realidad poltica venezolana). .................................................................................... 44
Dimensin y urgencia de la idea nacionalista. (Pequeo
discurso sobre venezolanidad y americanidad). ............................................... 96
El farisesmo bolivariano y la anti Amrica. (Temas sobre
hispanoamericanismo y panamericanismo). ......................................................141
Problemas de la juventud venezolana. (Temas acerca
de la crisis universitaria)................................................................................................................179
Sentido y vigencia del 30 de noviembre. (Examen
esquemtico del drama electoral venezolano).................................................213
Venezuela sin luz. (A propsito del carcter fraudulento
de las instituciones polticas venezolanas)...........................................................273
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