Vocabulario de Religiosidad Popular
Vocabulario de Religiosidad Popular
Vocabulario de Religiosidad Popular
VOCABULARIO
DE RELIGIOSIDAD
POPULAR
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BENJAMN BRAVO
(Compilador)
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Introduccin
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Si este vocabulario ayuda al menos a estrechar el abismo, que no rara vez existe,
entre la fe del agente-clrigo y la religiosidad del pueblo, evitando as un caminar
paralelo, estar cumpliendo el mnimo de su cometido.
Quiero agradecer la buena voluntad de todos y cada uno de los autores para
participar en esta labor evangelizadora; y, sobre todo, al pueblo mexicano que por vivir,
en su inmensa mayora, la religiosidad heredada de sus antepasados indgenas, ha hecho
y hace posible la encarnacin del Evangelio en nuestra propia cultura.
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Benjamn Bravo
AUTORES
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Benjamn Bravo
(Compilador)
Blanca Galeote
Norberta Garca
Ausencia Gonzlez
Bernardo Guzar
Adela Hernndez
J. Jess Herrera
Victoria Lpez
Lorenzo Martnez
Francisco Merlos
Fernando Morales
Juana Noguera
Mario Prez
Heriberto Prado
Gerardo Snchez
Jos Lus Snchez
Teresa Snchez
Clodomiro Siller
Amador Tapia
David Ungerleider
Angelina Villafaa
Emilio Zaragoza
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Antiguo Testamento
Nuevo Testamento
Evangelio segn san Mateo
Sacrosantum Concilium
Presbyterorum ordinis
Decreto Ad gentes
Documento de Medelln
Directorio Catequstico General
Evangelii nuntiandi
Documento de Puebla
Catechesi tradendae
Cdigo de Derecho Cannico
Sistema Integral de Evangelizacin
Ordo initiationis christianae adultorum
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AGENTE DE PASTORAL
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(Agente de evangelizacin)
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Es el nombre que se acostumbra dar a todo bautizado que, lleno de caridad pastoral,
sabe desarrollar la pedagoga de la evangelizacin en relacin a la *religiosidad
popular. Por lo mismo, es sensible a ella, percibe sus valores y dimensiones innegables,
est dispuesto a ayudarla a superar sus riesgos de desviacin y, orientndola, facilita el
encuentro con Dios, en Jesucristo, de las masas populares que la practican. (EN 48).
Esto hace que ame y est cerca de su pueblo, que sea prudente y firme, constante y
audaz para educar esa preciosa fe, a veces tan debilitada (DP 458). Esta caridad pastoral
fluye, sobre todo, del sacrificio eucarstico, que el agente debe esforzarse por reproducir
en s mismo. Debe compenetrarse, por la oracin, del misterio de Cristo (PO 14).
Es necesario, sin embargo, incluir dentro de este vocablo a todos los bautizados que
recrean y transmiten la religiosidad; que son pueblo-pueblo; que son el corazn
religioso de las masas; que con su *oracin expresan no slo el sufrimiento del pueblo,
si no su entrega y confianza en Dios; que han desempeado un *ministerio real, aunque
no reconocido por la Iglesia-institucin, como es el caso del *rezandero.
En forma anloga se aplica este trmino tambin a los religiosos(as) y laicos(as).
(V.
Procesos de evangelizacin).
BENJAMN BRAVO
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AGUA. AGUA BENDITA
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bautismo del nio y para la bendicin del moribundo: es vida para nacer, para vivir y
para trascender por la muerte.
El *catlico ama el agua bendita, le gusta que sus *imgenes y todo lo que presenta a
bendecir sea rociado con abundancia y goza cuando le cae el agua sensiblemente. En
ocasiones, la usa para bendecir la casa, para darla a beber a los borrachitos a fin de que
dejen de tomar, a los agresivos para que dejen de serlo, al marido mujeriego para que
vuelva al buen camino; y si no hay rezandero, para bendecir la tumba del finado,
etctera.
Igualmente se ve la referencia al mito del maz (3), beneficio del mismo Quetzalcatl,
sabidura del Tloque Nahuaque.
El agua es siempre un regalo de Dios; supone an sacrificio, sangre. Es para la vida y es
sagrada. Es vida que nos viene de Dios, pues por el agua, Dios nos da todo lo necesario
para alimentarnos. El testimonio de los rezanderos subraya ms la vida que la
purificacin. Sin embargo sobre sta dicen: Que linda, qu gloriosa agua, porque nos
quita las manchas que tenemos en este mundo!. Sin embargo, inmediatamente pasan
otra vez a hablar de la vida y de la pertenencia a Dios.
En la tradicin mexicana, la purificacin est unida a la fiesta de Tlaloc, en la que se
ayuna y se hace penitencia. Se sacrifican aquellos que son imgenes de los tlaloques,
cuyos corazones extrados son puestos en una olla pintada de color azul que se llama
olla de nubes (Mixcomitl) por los cuatro lados con hule, luego en canoas de remos
azules, van a la orilla del agua para arrojar los corazones punzando el agua.
Finalmente, se baan y se quitan el color azul de sus cabezas (4).
El padre Clavijero habla de las abluciones que hacan al nio recin nacido para
limpiarlo del pecado, en ellas aludan tambin a su filiacin divina. En el rito nupcial
haba ablucin e igualmente en el rito funerario. En todas se ve la relacin con la vida
(5).
En el pueblo, el agua bendita tambin est ligada a la curacin y al espiritualismo. La
*Curandera tradicional la ha adoptado para bendecir la casa que habita el enfermo;
bendicin que hacen los familiares o el sacerdote.
(1) Comisin Diocesana de Religiosidad Popular de la Dicesis de Tula (CRPT). El Rosario, oracin
popular tradicional. Rezanderos de los Hah (Otomes), Tula, Hgo., 1988.
(2) Len-Portilla, Miguel: Literaturas de Mesoamrica, SEP, Mxico, 1989, pp. 61-68.
(3) Ibid. Pp. 69-71
(4) Sahagn, Bernardino de: Historia General de las cosas de Nueva Espaa. Ed. Porra, Mxico, 1982.
Libro II, Cap. XXV, pp. 112-119; Lpez Austin, Alfredo: versin de Educacin Mexica, Antologa de
textos sahaguntinos, UNAM, Mxico, 1985 pp. 229-236
(5) Clavijero, Francisco Javier: Historia antigua de Mxico, Ed. Porra, S.A. Sepan cuantos 29,
Mxico, 1982. Libro VI. 38.39.40, pp. 193-198.
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ALABANZA
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EMILIO ZARAGOZA
AMERICA LATINA
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Amrica Latina es realmente muy joven, aunque como subcontinente geogrfico tiene
millones de aos. Todo el continente fue descubierto y humanizado, hace al menos 60
mil aos, por los antepasados de los actuales indgenas, provenientes del norte de Asia,
de Japn, de Polinesia, de frica y de las costas mediterrneas. Esto es muy sencillo de
demostrar si se tiene en cuenta las configuraciones craneanas, descubiertas por la
arqueologa que muestran una gran variedad de tipos humanos. Los ms antiguos de los
restos encontrados se encuentran en Brasil y en el suroeste de Estados Unidos.
En Mxico, el hombre de Tepexpan, cuyos restos se pusieron a la luz, junto con los de
un mamut que lo aplast cuando aqul le daba caza, se conserv en extractos arcillosos
a orilla del Lago de Texcoco. Tiene una antigedad de 20 mil aos.
El eurocentrismo histrico ha dado a este continente varios nombres. El primero fue el
de Indias, que ms tarde se precisara como Indias Occidentales.
Posteriormente, cuando en Alemania se public el primer mapa, trazado por el
cartgrafo italiano Amrico Vespucio, el impresor le puso el nombre de Amrica. Como
en aquel tiempo estaba en boga la imprenta, las cartas geogrficas se siguieron
reproduciendo con el mismo nombre de Amrica. ste es un claro ejemplo de necedad e
ignorancia que con frecuencia muestran quienes se dicen eruditos. De hecho, los
antiguos habitantes del continente, tanto los que no desarrollaron altas civilizaciones
como los que s elaboraron y refinaron tcnicas, tenan una visin continental y
mundial, y, naturalmente, dieron nombre a la tierra en que vivan. Al sur, en el mbito
de los incas, le llamaron Tawantinsuyu; los kunas, que vivan y viven en el encuentro de
todos los caminos que suben y bajan por todo el continente, lo conocan como Abya
Yala; los pueblos de las familias nahuas le dieron el nombre de Cemanhuac; y los
habitantes de los bosques y planicies del norte saban que esto era La Tierra de Usen,
La Tierra del Gran Espritu.
En el siglo XIX, los anglos y otros europeos, que haban comenzado por poblar la costa
atlntica con trece asentamientos, ampliaron cada vez ms sus fronteras, invadiendo,
primero territorios indgenas y, despus, los mexicanos septentrionales, y empezaron a
llamar a ese territorio, adquirido con ignominia, Amrica. Esto, naturalmente, causaba
cierta confusin, porque el continente era Amrica y Estados Unidos era tambin
Amrica. Pero tal confusin no exista para los anglos, que saban muy claramente lo
que pretendan. Napolen vio claramente en ello el inicio de una expansin que podra
abarcar todo el continente, y para poner un freno, empez a difundir que el
subcontinente era Amrica Latina, porque las lenguas oficiales, portuguesa y castellana,
eran de procedencia latina.
Esto tampoco despejaba las confusiones, porque en Canad se habla tambin el francs,
que es lengua latina, y el ingls de Estados Unidos es lengua hija del latn; adems, en el
cono sur tambin se habla ingls y holands.
Pero quienes no soportaban las pretensiones estadounidenses encontraron efectivamente
en la nueva denominacin Amrica Latina la posibilidad de distinguirse de los
nuevos expansionistas y, al mismo tiempo, cohesionarse mediante sus antecedentes
histrico-culturales comunes. La cohesin an no se ha dado. La distincin es ms
ideolgica que histrica, en cuanto que algunos pases latinoamericanos no estn en el
subcontinente si no en la parte norte, y muchos latinoamericanos tienden a encaminarse
por el american way of life.
Los pases y los continentes cambian de nombre. As como con el hito de independencia
la Nueva Espaa cambi su nombre por el antiguo propio de Mxico, con motivo del
quinto centenario bien cabra cambiar el nombre al continente, recuperando como
propio alguno de los que antiguamente tena.
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AMULETO
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CLODOMIRO L. SILLER
(TALISMN)
ANLSIS DE LA REALIDAD
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Qu es el anlisis de la realidad?
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Entendemos por anlisis de la realidad una medicin cientfica y necesaria que pretende
investigar, interrelacionar e interpretar los diferentes elementos que conforman y
dinamizan el complejo conjunto de las relaciones que constituyen la sociedad en la que
vive una comunidad o grupo social.
a) Mediacin cientfica
El anlisis no es un fin, sino un instrumento, un medio. Esto no slo porque todo
conocimiento es para la accin, sino porque conocimiento y accin, teora y prctica
son, por opcin tica y cristiana, medios para impulsar el *cambio hacia una sociedad
ms justa y fraterna.
b) Mtodo
Tres son las caractersticas fundamentales del mtodo:
1. Tener como marco de referencia la realidad histrica, y no, prioritariamente, la teora
de que se parte.
2. Buscar en la relacin de los acontecimientos las causas y los conflictos que
determinan una estructura, y no simplemente la funcin que desempan los diferentes
agentes sociales.
3. Realizar el trabajo en forma interdisciplinaria. O sea, la sociologa no es
autosuficiente, como el filsofo y el telogo, en algn momento de la historia, pudieron
sentir respeto de su propia ciencia. Se impone un dilogo y un apoyo mutuo entre los
diversos medios con los que el hombre puede enfrentar la realidad, hacerse cargo y
encargarse de ella. El trabajo interdisciplinar consiste en que, desde su propio saber, y
quehacer, el psiclogo, el telogo, antroplogo, el politlogo, etc., se iluminan
mutuamente.
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Anlisis estructural y coyuntural
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Quin hace el anlisis?
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Lo ms obvio es decir que el anlisis es hecho por individuos. Pero quien trabaja en
equipo no acta ni, consiguientemente, analiza la realidad en cuanto individuo. Es
miembro de un equipo interdisciplinar, bsicamente homogneo, y se alimenta de la
informacin necesaria para todo l.
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Destinatarios y beneficiarios del anlisis
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Actividades principales del anlisis de la realidad
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controlada por los pobres, los quinientos aos del encuentro entre dos mundos,
la reconversin industrial y sus efectos en el sindicalismo, etc.
f) Trabajo sistemtico de biblioteca y el archivo de documentacin que recopila los
materiales necesarios para la investigacin de todos.
Finalmente vale decir que el beneficiario de las actividades del anlisis de la realidad
debe ser la vida del pueblo. Si los pueblos viven mejor, tambin los no-pueblo (minorias
dominantes) vivirn mejor en la verdadera vida que es la que nace del amor de Dios
comunicado gratuitamente para que todos amemos tambin gratuitamente y obremos en
consecuencia.
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BIBLIOGRAFA
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-Mora Lomel, Ral H.: Analizar la realidad en Amrica Latina, Centro Gumilla, 1990, Caracas, Ven.
DAVID UNGERLEIDER, S.J.
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Anlisis pastoral
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Este tipo se da cuando se escudria la religiosidad con ojos de pastor. Se parte del
supuesto de que dicha religiosidad es una autntica *Semilla del Verbo (DP 450), la
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secreta presencia de Dios (AG 9), el destello de verdad que ilumina a todos (EN 2) la
luz del Verbo, presente ya antes de la Encarnacin o de la predicacin apostlica, una
propedutica de la revelacin directa de Dios en la historia de cada pueblo, un
Evangelio encarnado, un ncleo de valores que responden con sabidura cristiana a los
grandes interrogantes de la existencia humana. Todo ello, sin embargo, traspasado del
pecado, requiere ser purificado (DP 444-448). Gracias a esta religiosidad, la masa
(DP 450) se ha evangelizado permanentemente (DP 450). Un ejemplo de este tipo de
anlisis pastoral es el usado por los obispos reunidos en la II y III Conferencia del
Episcopado Latinoamericano (CELAM).
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Anlisis historicista
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ste se da cuando el que observa la religiosidad del pueblo lo hace con las categoras
propias de una investigacin histrica, a fin de descubrir, dentro de un marco terico,
los orgenes de tal o cual creencia o prctica, as como su evolucin a travs de los
siglos, para recuperar lo ms autntico de ella.
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Anlisis descartante
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Anlisis fenomenolgico-estructuralista
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Se da cuando el que analiza parte de una corriente estructuralista que trata de investigar
los ncleos originales y originantes del ser-hombre; as descubre y enfatiza lo que ha
sido la estructura que siempre y en todas partes ha estado en lo ms profundo de su ser y
por lo que tendr nostalgia siempre y en cualquier lugar: nostalgia de lo mgico, de lo
simblico, de lo imaginario, de lo mstico, de lo festivo, de lo farsesco, de lo teatral, de
lo comunal, del derroche, de lo poltico.
Este tipo de anlisis es el ms usado por los investigadores europeos en sus estudios
sobre la religiosidad.
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Anlisis sociolgico
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La semitica tiene por objetivo el anlisis de todo lo que tiene o puede tener un sentido
para el hombre; trata de mostrar cmo concibe el mundo y lo organiza, humanizndolo.
De ah que el universo de la cultura constituye su mbito privilegiado. As se detecta
cmo la regin da forma al orden social, ya que por medio de ella el hombre convierte
en cosmos el caos existencial que le amenaza cada da, es decir, el sufrimiento y el
mal.
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Anlisis marxista
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Supone que el ser social es ms importante que la conciencia social. Al ser sta
precisamente la conciencia de los individuos que tienen una prctica revolucionaria, no
es entonces la conciencia la que determina la vida, sino la vida, o sea, la praxis, la que
determina la conciencia. Por lo mismo, el fundamento de la ideologa es el ser social. La
praxis es as el fundamento, el punto de partida y de llegada de la teora revolucionaria;
y al ser toda prctica social una prctica de clase, por todo esto hay que constatar
primero en el terreno histrico-concreto, si la religin de hecho ha sido para los
individuos una forma de conciencia alienante o revolucionaria.
Los dos tipos de anlisis desde abajo y desde adentro tiene la caracterstica comn de
que, quien hace el anlisis, es precisamente aquel que esta generando los contenidos,
creencias, actitudes y manifestaciones religioso-populares. Y ste es, precisamente el
*pobre, que vive abajo en la base de la pirmide humana; y en menor escala, aquel
que opta por el pobre.
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Anlisis desde abajo y desde adentro
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Este anlisis es hecho por el pobre, cuando una nueva situacin lleva a que este sienta
an ms su pobreza. Esto sucede a raz de un recrudecimiento de la situacin siempre
vivida; por ejemplo: mayor represin, asesinato de un lder honesto, despojo de sus
tierras, recrudecimiento de la tirana, etc. El anlisis de esta situacin, aunque
incipiente, orilla al pobre a responder ya sea con una violencia pacfica o con una
revolucin sangrienta. Esta explosin, debida no tanto a la concientizacin del pueblo,
sino al paso de la represin, lleva al *catlico religioso-popular a redescubrir y analizar
la religiosidad que siempre haba tenido, y desde donde, ahora, busca vivir
religiosamente la lucha o el *cambio emprendidos.
Desde esta prctica de lucha, pues, reencuentra su religiosidad que, aunque estaba en l
desde el principio, no la haba usado en esta forma. No analiza sus creencias para
purificarlas. Ellas siguen siendo las mismas. Lo que ha cambiado es la prctica, que
ahora es transformada o revolucionaria.
Con esta nueva prctica el pobre enriquece su religiosidad y sta, enriquecida, a su vez
enriquece la prctica.
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Anlisis desde abajo
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Este tipio de anlisis es propio de quien opta preferencialmente por el pobre y pasa de
una posicin neutral a una liberadora. Aunque no siente la pobreza desde adentro, sin
embargo se arriesga a ver desde la ptica del pobre. Para esto escucha lo que dice el
pobre, hace suyos sus anhelos y luchas, contempla, sin saber descifrarlo, lo que el pobre
cree y hace religiosamente; admira todo, no tanto porque lo capta, si no porque lo hace
el pobre. Desde aqu organiza el anlisis al pobre; anlisis que ste ya empez a hacer.
En realidad, es un tipo de anlisis de acompaamiento al anterior anlisis desde abajo y
desde adentro.
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Valoracin de los distintos tipos de anlisis
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Cada uno de estos tipos de anlisis, con la excepcin del descartante, ha servido, en un
momento dado, para profundizar y valorar la religiosidad popular. Adems, cada uno
aborda la religiosidad bajo un aspecto que los otros no alcanzan a descubrir. No
obstante, conviene sealar un camino natural para analizar la religiosidad popular.
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Los tipos de anlisis y el *agente de pastoral
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Desgraciadamente pocos agentes de pastoral cuentan con una herramienta o tipo para
analizar la religiosidad del pueblo. Esta materia no fue parte de sus programas
filosficos-teolgicos. De ah que su actitud ante ella sea tolerante o funcionalista
(existe, luego hay que hacer algo). La mayora de los agentes que ya la han analizado
tienden de inmediato a optar racionalmente por una posicin desde abajo y desde
adentro, atribuyendo a la religiosidad caractersticas liberadoras que no es fcil
descubrir con facilidad.
Es por esto til descubrir un camino natural de anlisis del mundo religioso-popular.
Lo ms recomendable es empezar haciendo un tipo de anlisis pastoral que lleve al
agente a evangelizar dicha religiosidad con y desde su fe.
Poco a poco, el mismo descubrimiento del fenmeno lo llevar a querer explicrselo
globalmente. Es entonces cuando recurrir a distintos anlisis de fondo fenomenolgico
y estructuralista, casi siempre de autores europeos.
Si va experimentado ms y ms el don de Dios de amar a los pobres, va naturalmente a
complementarse con un tipo de anlisis historicista, en el que enmarca la religiosidad en
un contexto de conquista, de coloniaje y de sujecin. Esto, entre otros factores, lo
pondr en el dilema de seguir arriba o de ir hacia abajo. Si opta por permanecer
arriba, tomar como erudicin el anlisis historicista hecho. Si opta por los de
abajo, caer en un principio en la tentacin antes dicha: afirmar que la religiosidad
popular tiene una carga insospechada de liberacin, sin haberlo constatado en la
prctica. No obstante, al madurar en su anlisis desde abajo, descubrir que es casi
imposible meterse en las carnes del pobre, no siendo ya pobre. Ser entonces cuando
se decida a respetar los anlisis de aquellos que estn abajo y adentro de la
religiosidad misma. Sin embargo, al descubrir que est muy lejos de stos, decidir
acercarse a aquellos que son pobres que simpatizan ms con l, los cautivos, quienes,
viviendo ambas vertientes del cristianismo latinoamericano, a saber, la fe y la
religiosidad, estn en mejores condiciones de traducirle los anlisis hechos por los
que viven desde abajo y desde adentro la religiosidad.
Pretender hacer anlisis sociolgicos o semiticos, desbordar las posibilidades
econmicas e intelectuales de la mayora de los agentes.
BIBLIOGRAFA
Anlisis pastoral
--- III Conferencia del Episcopado Latinoamericano.
--- Paulo VI, Evangelii nuntiandi, n. 48.
--- II Conferencia del Episcopado Latinoamericano, Medelln, 1968
Anlisis historicista
--- Dussel, Enrique: Historia de la Iglesia en Amrica Latina, Mundo Negro-Esquila,
1983.
--- Gibson, Charles: Los aztecas bajo el dominio espaol, 1518-1810, Siglo XXI, 1986.
--- Lassegue J.B.: La larga marcha de Las Casas, CEP, 1974.
--- Chauvet, Fidel: Mtodos misionales, en Historia general de la Iglesia en
Latinoamrica, CEHILA y Paulinos, Mxico.
--- Richar Robert: La conquista espiritual de Mxico, Jus/Polis, Mxico.
Anlisis fenomenolgico estructural
--- Maldonado, Lus: Para comprender la religiosidad popular, Verbo Divino;
--- Id. Gnesis del catolicismo popular, Cristiandad;
--- Id. Religiosidad popular, nostalgia de lo mgico.
--- Cassirer, Ernst: Mito y lenguaje, nueva visin, Buenos Aires.
--- Eliade, Mircea: Tratado de Historia de las religiones, Era, Mxico.
Anlisis sociolgico
--- Padua, Jorge: Tcnicas de investigacin en ciencias sociales, FCE, 1979.
--- Arizpe, Lourdes: Cultura y desarrollo, Colegio de Mxico, 1989.
--- Marzal, Manuel: El sincretismo latinoamericano, Pontificia Universidad del Per,
Lima.
Anlisis semitico
--- Jimnez, Gilberto: Religin y cultura en el Anhuac, CEE.
--- Geimas, A.J.: Semntica estructural, Gredos Madrid.
Anlisis marxista
--- Tokihiro, Kudo y Tovar, Cecilia: La crtica de la religin, CEP, 1977
--- Gramsci, Antonio: Cuadernos desde la crcel, Era, Mxico.
--- Vidales, Ral y Kudo, Tokihiro: Prctica religiosa y proyecto histrico, CEP, Lima.
Anlisis desde abajo
--- Gonzlez, Jos Lus: La religiosidad popular desde la prctica de la liberacin,
CAM, Mxico.
--- Siller, Clodomiro: Flor y canto del Tepeyac, Servir.
--- Gutirrez, Gustavo: Lneas pastorales de la Iglesia en Amrica Latina, CEP, Lima.
--- Irarrazbal, Diego: Religin del pobre y liberacin en el Chimbote, CEP, Lima.
--- Lomnitz, Larisa: Cmo sobreviven los marginados, Siglo XXI, Mxico.
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ANTEPASADOS
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BENJAMIN BRAVO.
(1)Tezozmoc, Fernando A., Crnica Mexicayotl o Nicn Mopohua, nos. 2y 3, UNAM, Mxico.
(2)Fr. Bernardino de Sahagn y sus colaboradores Antonio Valeriano, Alonso Vegerano, Martn Jacobita y
Andrs Leonardo, Coloquios y doctrina cristiana, UNAM, Mxico, cap. 7, prrafo E, del texto castellano.
BERNARDO GUZAR SAHAGN.
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APARICIN
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1. Desde la ptica de la religin oficial
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sin embargo, otros signos inconfundibles que permitieron el reconocimiento; por lo que
se habla de autnticas apariciones.
La cultura del pueblo condiciona la manera concreta en que se da dicha aparicin. Por
eso la mismo persona divina pueda aparecerse en distinta forma a diversos videntes,
individuos o grupos. La comunicacin sobrenatural es, pues, para muchos, posible, sin
embargo, su autenticidad exige un minucioso discernimiento.
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Contenido de las apariciones
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Actitudes ante las apariciones
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Estatutos oficiales de las apariciones
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Aquello a lo que el pueblo aplica la palabra aparicin es, segn su ptica, la mxima
experiencia religiosa que una persona o grupo (vidente) puede tener; es una
manifestacin del ms all, sea del mundo divino o de ultratumba y tiene como
objetivo hacer cumplir una orden y/o dar un mensaje.
Evidentemente, desde la ptica oficial, la mayora de estos fenmenos no cumplen las
condiciones para ser consideradas apariciones. Pero esto no es obstculo para que el
pueblo las considere como tales. Entre los principales hechos que el pueblo considera
apariciones estn:
a) La aparicin de algn *muerto, casi siempre familiar recin fallecido, frecuentemente
en medio del sueo.
b) La aparicin que es el resultado de la interpretacin de fenmenos naturales como
ruidos, olores, luces, fuego, sombras, bultos, manchas en paredes, ramas de rboles en
forma de cristos
c) La constatacin de que alguna *imagen formada por manos humanas se aparece o
al menos manifiesta algn cambio inexplicable. As: La Virgen de Caacup, Paraguay,
que se pierde y se aparece en 1750; la imagen de la Virgen que los bueyes no pudieron
jalar y debi quedarse en Lujn, Argentina; la Virgen mestiza Mara del Quinche que,
pintada por un artista, era idntica a la que haban visto los caciques ecuatorianos en
una aparicin; la Virgen que se aparece sobre una roca a la anciana india de Cartago,
Costa Rica; la paz efectiva que trajo la Virgen de la Paz a San Salvador (1682); la
imagen que aparece flotando en una tablita, despus de la tormenta, con el letrero Yo
Soy la Virgen de la Caridad, patrona de Cuba; la Virgen Inmaculada, Nuestra Seora
de la Concepcin del Viejo, se quiso quedar en Chinandega, al impedir la tempestad su
traslado a Per; la Virgen de Chinquinquir, Colombia, que fue reparada
milagrosamente en 1586. As se podra citar cada una de las patronas de los pases de
*Amrica Latina.
d) Finalmente, la aparicin total, es decir, aquella en la que no slo se aparece un ser
sobrenatural, sino en la que se queda su imagen estampada, tal como se apareci. La
imagen es para el pueblo la prueba de su aparicin. El caso tal vez nico es la aparicin
de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego, en cuya tilma se queda la Madre de el Dios
por quien se vive, y a quien visitan anualmente 20 millones de peregrinos.
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3. El sentido de la aparicin como semilla del Verbo
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Vale la pena tratar como una quaestio disputata el sentido y la importancia que el
pueblo mexicano, y tal vez el latinoamericano, da a las apariciones.
Se nota en estos pueblos, especficamente en el nuestro, una dinmica aparicionista. La
creencia en apariciones es, como tal, una *semilla del Verbo que, con sus luces y
sombras, fue la condicin de posibilidad de la aparicin de Guadalupe. Este hecho, que
culmina dicho dinamismo, tiene sus orgenes en la tendencia del pueblo a considerar
como aparicin una gama de hechos que van de menor a mayor intensidad, algunos de
los cuales se explicaron anteriormente. Esta actitud de nuestro pueblo ante las
apariciones es parte de su *cultura. Enriquecida esta actitud con la presencia del
mensaje cristiano, dio por resultado la aparicin de Guadalupe.
La dinmica aparicionista y el Evangelio anunciado en nuestras tierras en el siglo XVI
constituyen la semilla del Verbo -madurada!- y se llama aparicin de la Virgen de
Guadalupe, que es, a su vez, el Evangelio inculturado, en forma casi perfecta, en la
realidad indgena. Es as el principal dogma o *verdad central del pueblo. Desde la
ptica teolgico-cientfico europea, de donde vienen los criterios para juzgar las
apariciones, Lourdes y Ftima tendrn ms veracidad y autenticidad. En estas
apariciones poco aparece la dinmica popular desde abajo. Parece que es algo venido
de arriba. Por el contrario, la aparicin de Guadalupe nace desde abajo, desde el
pueblo y desde tiempos inmemoriales. La gota evanglica que llen esta riqueza de la
naturaleza indgena ratific que dicha semilla tenda, aunque no exigitivamente, hacia la
plenitud de la gracia.
El clero de los aos posteriores al 1531 no fue capaz de reconocer en el hecho
guadalupano dicha dinmica. Interpret esta tendencia aparicionista como supersticin.
Tampoco a los cronistas de entonces les mereci atencin una aparicin ms en medio
de otras muchas. El pueblo, a pesar de la persistente oposicin del clero, fue tenaz en su
conviccin original y originante. Eruditos indgenas lograron unir las dos vertientes: el
sentir de su pueblo y el Evangelio que llegaba, y supieron narrar la aparicin, como
indgenas y como recin conversos a la fe, en el *Nicn Mopohua.
Poco a poco el pueblo fue metiendo a Guadalupe en su propia Iglesia: primero, su
prctica (cantos narrativos de la aparicin en los atrios y en el templo), luego, la
imagen; su da de fiesta; en seguida, despertar el inters de los telogos e historiadores,
y as, ser admitida, como hecho; el pueblo sigue confesando su fe, no humana sino
teologal, en la aparicin de Guadalupe.
(1)Prospero Lambertini (Benedicto XIV) De servorum Dei beatificatione, lib. 2 cap. 32, n.11.
(2)Esta primera parte est bsicamente tomada de: Aparicin, AA.VV., Nuevo Diccionario de
Mariologa, Ediciones Paulinas, Espaa, 1988, pp 183-199.
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ARMONA
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BIBLIOGRAFA
--- Guerrero Rosado, Jos Luis: Los dos mundos de un indio santo, Cimiento, Mxico, 1991.
BENJAMN BRAVO
BIBLIOGRAFA
--- El Diccionario Larousse
--- Conde Carmona, Roberto: Esquemas aristotlicos-tomistas, Pontificio Seminario Conciliar
Palafoxiano, 9 de mayo de 1975.
Para el desarrollo del significado de la palabra armona se consult la experiencia del mismo pueblo.
NORBERTA GARCA
ASOMADOR
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Recipiente hecho de barro, con tres patitas (tres= intermediacin). En l se depositan las
brasas y sobre estas el incienso que despus va a bendecir a los santitos. El vocablo
asomador es una variante de la palabra sahumador.
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AYATE
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VICTORIA LPEZ
Es un tejido hecho con la fibra del maguey. Su proceso e elaboracin es largo y siempre
son las mujeres quienes lo hacen. Para confeccionarlo se cortan las pencas del maguey y
se ponen al fuego. Cuando estn cocidas, se tallan con un cuchillo especial para sacarle
toda la fibra. Esta fibra se pone al sol varios das para que blanquee; luego es hilada y
tejida en un telar de cintura, donde se da forma al ayate. La fibra que no sirve para ser
hilada se utiliza para baarse y para asear el cabello, como si fuera jabn. Todo en el
maguey es utilizable.
Cada nio recin nacido debe ser acostado en un ayate nuevo, y cuando la persona
muere, se cubre su cuerpo tambin con un ayate nuevo. Ambos hechos son un smbolo
de una vida nueva.
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VICTORIA LPEZ
B
BASTN
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BRUJERA
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EMILIO ZARAGOZA
Las brujeras son prcticas supersticiosas que realizan las brujas o los brujos para tratar
de hacer el mal a alguna persona. La maldad, se dice, consiste en hacer que la persona a
quien se quiere daar se enferme. Para ello, se entierra en el panten su fotografa junto
con un mueco de trapo clavado con alfileres. La bruja acta por encargo de alguien
que por envidia, odio o venganza, quiere hacer dao a un tercero. Generalmente paga
por este servicio.
Si se quiere perjudicar a alguna organizacin o alguna obra, las actividades son
realizadas en la iglesia: se encienden veladoras, se reza de noche, se colocan monedas
en la lmpara del Santsimo; o se ponen a la imagen de un santo, cabello, o pedazos de
vestido de la persona a quien quiere embrujar.
Algunas veces se atan imgenes de los santos, sobre todo del *patrn, o se les pone de
cabeza; a veces se manda a celebrar *misas para que les vaya mal a la organizacin o a
la persona.
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C
CALENDARIO RELIGIOSO POPULAR
As como en la liturgia catlica tiene un calendario bien estructurado (AdvientoNavidad-Epifana, Cuaresma-Semana Santa-Pascua-Pentecosts, Tiempo Ordinario) a
lo largo de la cual se viven los misterios de la *fe, as tambin el pueblo *catlico
religioso-popular tiene su propio calendario.
As como la liturgia vive el culmen del ao en Pascua, de manera similar el calendario
religioso-popular lo vive en la *fiesta patronal. Aunque hay bautizados que celebran los
dos calendarios, una inmensa mayora celebra solo este ltimo.
Este calendario celebra los siguientes das:
Bendicin de ceras, el 1 de enero; bendicin y levantamiento del *Nio Dios, el da 2 de
febrero; mircoles de *ceniza; *fiestas titulares y carnaval; visita de las siete casas y
prendimiento el Jueves Santo, el Vacrucis y Entierro, el Viernes Santo; da de la Santa
Cruz, el 3 de mayo; ofrecimiento de flores a la virgen Mara el mes de mayo; da de la
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Qu puede hacer el agente pastoral ante el calendario religioso popular?
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BIBLIOGRAFA
--- Fernndez, Abel: Comunidad desde la religiosidad popular, Lib, Parroquial, 1990.
--- Bravo, Benjamn, Religiosidad popular, Folleto, 1987; Id.: Procesos de conversin a partir de la
religiosidad popular, Folleto, 1989.
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CAMBIO SOCIAL
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BENJAMIN BRAVO
Todas las religiones tienen como objeto cambiar a las personas y los pueblos. El
supuesto bsico de la religin es que lo material y humano es distinto de lo divino y que
es posible, precisamente mediante la religin, trascender lo cotidiano para acceder al
plano de la accin de Dios. Unas religiones pretenden que sus creyentes vivan segn
normas cuya finalidad es la salvacin, que se alcanza ms all de este mundo. Otras
permiten que quienes observan sus preceptos lleguen a cierto estado de dominio sobre el
cuerpo y situaciones concretas que se consideran como obstculos, para que as la
humanidad sea y acte como Dios quiere. Otras religiones proponen a sus seguidores lo
que creen, lo que han recibido como la voluntad de Dios, respecto al mundo y de la
humanidad, y llaman a vivir segn ese plan de Dios. Las religiones se presentan como
un sistema de palabras, escritos, smbolos, explicaciones y celebraciones que deben
mover acciones concretas que conviertan la situacin global de los creyentes. Esta
conversin, segn las distintas religiones, puede ser muy ntima y personal, o abarca no
slo a las personas singularmente sino tambin a los grupos. Cuando la conversin que
pide la religin es integral, es decir, llega a todos los niveles de la vida, naturalmente
que incide tambin en lo social, y entonces las religiones se convierten en un
dinamismo bastante vigoroso de cambio social.
Los *pobres, porque frecuentemente no tienen la posibilidad de acceder al mundo
conceptual y simblico de las religiones oficiales, no alcanzan a comprender
cabalmente sus proposiciones, y, sin oponerse a ellas, elaboran poco a poco una
alternativa religiosa que responda a sus necesidades concretas y les permita
efectivamente responder a ellas segn su manera de ser histrica y cultural. Con
frecuencia se afirma, quizs a la ligera, que la *religiosidad popular (nosotros
preferimos llamarla religin del pueblo) puede estar mezclada de ignorancia y otos
vicios, por lo que sus prcticas en el fondo alienan a las personas de su verdadera
historia y las sumergen en el ritualismo y la rutina. Todo esto no resulta objetivo si
analizamos esas experiencias religiosas desde el punto de vista histrico, social, cultural
y religioso.
Nosotros hemos constatado que las proposiciones de la religin del pueblo no son
nicamente proposiciones, sino que en la prctica exigen realizaciones econmicas
(comidas festivas, repartir bienes, colaborar en el trabajo personal y comunitario),
sociales (servicios, festejar, organizarse con autoridades propias), culturales (uso de
smbolos, objetos, tradiciones propias) y religiosas (celebraciones, ritos, etc.);
realizaciones que en su conjunto presentan y representan otro mundo completamente
distinto del mundo cotidiano y oprimido en el que viven. Al mismo tiempo, ese otro
mundo es perfectamente este mismo mundo, solo que convertido y cambiado por la
dinmica religiosa.
Concretamente estas prcticas religiosas repetidas y profundizadas van ejercitando al
pueblo en ser sujeto activo de su propia historia. De hecho, actualmente, los grupos
populares que tienen fuertes expresiones de religin propia son aquellos que han ido
logrando tener una presencia ms articulada en los cambios sociales que ltimamente
han caracterizado los momentos que vivimos (V. Estructuras Intermedias)
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CARNAVAL
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CLODOMIRO L. SILLER
El carnaval es una fiesta que se celebre por tradicin religiosa en algunos pueblos.
Contienen elementos de las *fiestas patronales y tienen tambin lo propio. Hay, por otro
lado, carnavales que no son fiestas religiosas, se salen del sentido simblico
En muchos carnavales se representan guerras entre esos elementos, con mayor o menor
realismo. Las representan algunos personajes vestidos con algunos ropajes o mscaras,
o dentro de una danza, o la poblacin en general, como los dos barrios de un pueblo, o
varios pueblos; en algunos lugares legan a golpearse con otra fruta o cascarones de
huevo llenos de confeti (sustituto de ptalos de flor); en otros lugares son personajes los
que representan la lucha (cuerpo a cuerpo o con espadas), y la muerte-resurreccin
Estas guerras no se hacen con enfrentamientos que aniquilan, sino como una
superacin: ni siquiera la muerte se aniquila, si no que es para la vida; hay una dinmica
(1) Laurette Sjourn, Pensamiento y religin en el Mxico antiguo, FCE, Mxico, 1975
(2) En algunos carnavales la gente se disfraza para hacer burla de aquellos que la han molestado.
Donde hubo hacendados y descendientes de ellos en la explotacin del campesino, se disfrazan
de charros y har todos los desfiguros imaginables. El Cadereyta, Quertaro pregunt por los
xiths (viejudos) iban en su mayora vestidos de polica, y me dijeron: por que ha habido
policas muy malos con la poblacin.
(3) Vase patrn. Para cuando aparece el enfrentamiento entre bandos que traen una imagen
distinta, Dios se manifiesta y acta privilegiando, segn el tiempo y el espacio, algunos de sus
atributos; por eso en algunos carnavales puede vencer el atributo divino de la fecundidad, la
juventud, el dar la vida.
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CATECUMENADO
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Tipos de catecumenado
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a) Tipo carismtico
Pretende renovar el bautismo a partir de una experiencia de Dios Espritu Santo. Esta
vivencia lleva al catecmeno a cambiar su vida en las reas personal y religiosa, como
punto de partida para cualquier otro cambio; por lo mismo, fuera de estas dos reas no
integra ni en sus reflexiones ni en sus compromisos, otro tipo de realidades; de ah que
su carisma se centra en la transformacin espiritual de s mismo, expresada en una fe
casi absoluta en la fuerza de la oracin y en misterios y servicios exclusivamente
religiosos y asistenciales.
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(1)
OICA, nos. 19; 2; 296; 20; 14; AG 13; DCG 18; SC 64-66; 71; 109; LG 17;14: O.P. 6; PO 5;
AG 15.
BIBLIOGRAFA
--- Constitucin sobre la Sagrada Escritura (1962) Verbum Dei nos. 64-68
--- Decreto Ad gentes (1965) no.14
--- Segunda Conferencia del Episcopado Latinoamericano, Medelln (1968), 8,9; 6,8
--- Directorio General de Pastoral Catequtica, (DGC) -1971-, nos. 20.19.6.130
--- Ritual de la Iniciacin Cristiana de Adultos (OICA), (6 de enero de 1972)
--- Evangelii Nuntiandi nos. 52.44
--- Mensaje del Snodo de Obispos de 1977, nos. 30 y 8.
--- Tercera Conferencia del Episcopado Latinoamericano, Puebla (DP), (1979) nos. 358.193.1183. 998.
1206.1134.1140.1157.
---Exhortacin Catechesi tradendae (1971), nos. 34.44.
--- Cdigo de Derecho Cannico, cnones 788.789
--- La catequesis de adultos en la comunidad cristiana, del Consejo Internacional para las Catequesis,
(1990).
---Floristn, Casiano: Para comprender el catecumenado, Ed. Verbo Divino, Navarra, 1989.
--- Bravo Benjamn, Cmo revitalizar la parroquia, Mxico, 1985.
--- Id., Manual de agente de pastoral, Folleto, 1986.
---Diccionario del Vaticano II, Madrid, BAC. 1969, pp. 77-81.
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CATEQUESIS Y RELIGIOSIDAD POPULAR
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BENJAMN BRAVO
La *religiosidad popular es una realidad y una experiencia que abarca grandes sectores
de la Iglesia y de la sociedad mexicana. No distingue grupos ni ideologas, ni posiciones
econmicas. El pueblo mexicano tiene un gran sentido de las cosas sagradas. Sabe dar
en su vida diaria un lugar especial a todo lo que se relaciona con lo sagrado. Esto se
comprueba al ver su aficin por las *imgenes, las devociones, los *santuarios, las
bendiciones, las peregrinaciones y otras muchas manifestaciones religiosas.
Es un hecho que la religiosidad del pueblo tiene grandes valores muy unidos al
Evangelio, por medio de los cuales se evangeliza a s mismo, pero tambin hay que
reconocer que en ella encontramos elementos que oscurecen la fe y le quitan su
autntica fuerza de *liberacin cristiana.
Para comenzar hay que decir que la catequesis, como ministerio de la Iglesia, ve la
Religiosidad Popular como una gran pregunta que no ha sido respondida
suficientemente, como un problema pastoral que no ha sido plenamente atendido y
como un desafo que requiere mucha creatividad.
Cinco son las actitudes ms frecuentes que se han dado frente a la religiosidad popular.
a) Insensibilidad pastoral. Se la ve como un hecho que forma parte de una tradicin
religiosa-folklrica, pero que no cuestiona ni hay que cuestionar.
b) Se la observa como una actitud de subestima y considera como un conjunto de
expresiones propias del pueblo pobre e ignorante, ajenas a los sectores donde se practica
un cristianismo renovado, presente en los grupos selectos de la Iglesia.
c) En contrapartida de lo anterior, la religiosidad popular es tomada en cuenta en la
pastoral, es promovida y fomentada, pero con grandes ambigedades (por ej. la
econmica) y sin ningn discernimiento crtico.
BIBLIOGRAFA
--- Equipo de catequesis Mxico-Morelia, Sugerencias para evangelizar a partir de la fiesta patronal
(1969).
--- CELAM, Iglesia y religiosidad popular en Amrica Latina (documento) no. 29 (1977).
--- Primera semana latinoamericana de catequesis, Quito (Ecuador), Documento, (1982).
--- Departamento de catequesis del CELAM, Lneas comunes de orientacin para catequesis en Amrica
Latina (1987).
--- Comisin Episcopal de Evangelizacin Catequesis, Gua pastoral para la catequesis de Mxico,
(1992).
--- Dorado Gonzlez, Antonio, Pueblo de Dios, religiosidad popular y catequesis, en: Revista Medelln
no. 52 (1987)
--- De Vos, Franz, Catequesis y religiosidad popular, en: Revista Catequesis Latinoamericana, no.3.
Mxico 1981. (V. Anlisis de la religiosidad popular, Calendario Religioso popular, Inculturacin).
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CATOLICISMO POPULAR
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FRANCISCO MERLOS
La universalidad del catolicismo lleva en s mismo lo popular desde sus orgenes, pues
desde un principio Dios eligi a su pueblo Israel y ms tarde, en la plenitud de los
tiempos, envi a su Hijo nico para continuar esta eleccin en una sola Iglesia que
congregara a todas las gentes y naciones, comunidad fundada en medio del pueblo con
la gente ms sencilla de Israel, aquella que abri su mente y su corazn a la revelacin
del Padre en Jesucristo. Las circunstancias histricas y culturales, a veces, han hecho
que esta catolicidad d una imagen o ms popular o ms elitista. Sin embargo, la
constante ms sobresaliente ha sido la de su universalidad expresada en el ltimo
concilio con toda su fuerza en la Lumen Gentium y Gaudium et Spes. As pues, la
Tradicin de la Iglesia ha heredado esta riqueza popular del AT y NT, que en su caminar
por el tiempo y en el mundo ha encarnado y enriquecido las tradiciones populares y
culturales de los otros pueblos con los que ha convivido; esto contina realizndose de
una manera muy peculiar en el nuevo continente latinoamericano.
La *cultura y la religin, llegadas a Amrica en el siglo XVI por medio de Espaa y
Portugal, vivan en Europa su siglo de oro no solo por la sabidura de sus telogos, sino
tambin por la concentracin de las ciencias y de las artes en las congregaciones
religiosas. (Franciscanos, dominicos, agustinos, jernimos y ms tarde los jesuitas) que
emprendieron la conquista espiritual del Nuevo Continente con toda su fuerza y
mtodos propios.
Entre las caractersticas propias de la cultura y de la religin transportadas, sobresale la
estrecha relacin entre la expansin de la civilizacin de la poca y la adhesin a la
religin catlica. Debido a la unidad entre lo religioso y lo profano, el sistema de vida
personal y el comunitario quedaban sancionados por la ortodoxia religiosa, unida a la
limpieza de la sangre y el orgullo del linaje. Este sistema de vida se trat de
implementar en el Nuevo Continente.
a) La conquista catlica
Este acontecimiento -encuentro de continentes- marc definitivamente uno de los
momentos de la historia. A partir de entonces, en un continuo mestizaje; se fueron
fusionando entre s las civilizaciones, las costumbres, las lenguas y las religiones.
El primer encuentro fue demasiado violento y doloroso, ms por los vencidos, que
perdieron su identidad y memoria cultural, que para los vencedores, que impusieron con
seguridad su esquema cultural y religioso. Para los vencidos signific la prdida y la
conquista de sus dioses por un Dios, de muchas tradiciones dispersas por una tradicin,
y de unas maneras de vivir ms naturales por otras con caractersticas tico-sociales
propias. La experiencia de una civilizacin adquirida por unos y otros no sera fcil de
asimilar inmediatamente; tampoco de poda hacer que por la fuerza desapareciera la
vencida, como de hecho se pretendi.
b) Religiosidad e influencia de Trento en el Nuevo Continente
En la cultura occidental de aquella poca se podran distinguir diferentes grupos y
tendencias. Cabe recalcar dos de ellos: el formado por una jerarqua de constitucin y
formacin monarcal, con una fuerte concentracin de los conocimientos cientficos,
artsticos, teolgicos y arquitectnicos; y el otro que sera el popular con su rica
tradicin y creatividad propias, con sus expresiones y devociones tambin propias.
El Concilio de Trento legitimar todas aquellas formas de expresin religiosa que se
fueron originando y entremezclando entre la cultura occidental y la oriental desde el
siglo IV. La formulacin de las grandes celebraciones litrgicas har que el pueblo se
vuelquen en lo que se podra llamar simplemente pia exercitia, es decir, devociones
populares que existan desde muy temprana poca: veneracin de las reliquias de los
mrtires, visitas y peregrinaciones a sus tumbas, etctera. Este concilio ser tambin la
BIBLIOGRAFA
--- Snchez, Gerardo, Religiosidad popular en Mxico, 1988.
--- Dussel M. y Esandi, El catolicismo popular en Argentina, Buenos Aires 1970: Origen histrico de la
Religiosidad Popular. Cuaderno 5, varios aspectos de la religiosidad popular.
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CATLICO
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GERARDO SNCHEZ
Es el trmino usado para designar a los que han sido bautizados en la Iglesia catlica.
En el lenguaje popular, sin embargo, se usa para sealar a una persona que sabe rezar o
acude a misa dominical, a quien se le considera muy o buen catlico. En ocasiones, se
le distingue del creyente, que es la persona que, a pesar de que no observa las normas
de la Iglesia catlica, y ms an, est en contra de aspectos importantes de su disciplina,
cree a su modo y va a la Iglesia cuando le nace. Mas, rara vez se da el calificativo
de catlico a personas que, sin ser bautizadas, creen en Dios y en la Virgencita.
Con el objetivo de tener un acercamiento ms preciso al trmino y de facilitar el trabajo
pastoral, parece til distinguir cuatro tipos de catlicos.
1. El comprometido
Es un trmino usado en documentos oficiales de la Iglesia para designar al catlico que
ha realizado en su vida la vocacin bautismal no slo como agente de la Iglesia, sino
como constructor de una nueva sociedad y de un nuevo orden de cosas (V. Reino de
Dios).
Tambin se le da el nombre de maduro, formado, liberador, apstol. Este es el ideal que
se propone a todos los catlicos laicos (EN 70).
La mayora de estos catlicos han sido educados en un proceso de fe. Esto los ha
llevado a preferir los contenidos de fe y liturgia oficial de la Iglesia y a ver con
suspicacia y no pocas veces con desprecio a la *religiosidad popular. (V. Fe y
religiosidad).
Muchos de estos ejercen un *ministerio eclesial. El catlico miembro de *comunidad de
base, trata de integrar en la evangelizacin la *cultura y la religiosidad popular; adems,
gracias al modelo de *catecumenado que vive, ha llegado a comprometerse en el mundo
secular, por medio de *estructuras intermedias y de macroestructuras.
El porcentaje de comprometidos es muy reducido en proporcin con el nmero de
catlicos.
2. El cautivo
Bajo este trmino convencional se comprende a aquellos catlicos que asisten
regularmente a la misa dominical, que creen en contenidos individualistas (hay un solo
Dios, hay que confesarse, hay que casarse por la Iglesia, los viernes de cuaresma
son vigilia, yo no me quiero condenar), que tienden a ser pasivos en la prctica de
su fe, que poco incide en su vida familiar, casi nunca en lo social y menos an en lo
poltico. Han vivido cautivos en esta actitud durante toda su vida.
3. El religioso popular
Bajo este calificativo se pretende incluir a todos aquellos bautizados que son los
portadores de la *religiosidad popular, o por ser descendientes directos de los creadores
de ella, o por ser transmisores y promotores del *calendario religioso popular y de sus
verdades centrales.
La inmensa mayora de este tipo de bautizados es *pobre, *indio, o con un mestizaje
cercano a la raz indgena. Su prctica y sus contenidos religiosos estn compuestos por
las religiones prehispnicas, por el dogma trado en el siglo XVI y XVII por los
misioneros espaoles (cielo, infierno, juicio, purgatorio, diablo; el nacimiento y la
pasin de Jess; las *devociones a *Mara la Virgen), adems por las prcticas
religiosas vigentes en estos siglos, en Sevilla y en Castilla: procesiones, penitencias,
cofradas, devociones, etctera.
El porcentaje de este tipo de catlicos es muy alto en las zonas indgenas y campesinas.
En la urbe cada da decrece ms su nmero. Probablemente entre un 10-15%.
4. El alejado
Bajo este trmino se comprende a aquellos que, habiendo sido bautizados en su niez,
no volvieron a tener contacto regular con la Iglesia catlica; slo recurren a ella por
motivos sociales, sea por *compadrazgo, en alguna *fiesta (boda, primera comunin,
presentacin de tres aos), sea en algn *novenario. Conservan todava dbiles
reductos de *religiosidad popular, a veces ya mezclada con *supersticin y *magia.
No es raro que ya hayan simpatizado con alguna *secta protestante o con religiones
asiticas o autctonas.
El trmino alejado abarca una gama variada de tipos, que explica el motivo del
alejamiento. Entre los principales se encuentran:
--- los anticlericales,
--- los indiferentes,
--- los no evangelizados ni catequizados,
--- los casi-miembros de alguna secta,
--- los desilusionados,
--- los intelectuales,
--- los resentidos,
--- los creyentes no practicantes,
--- los catequizados pero no evangelizados,
--- los que slo recibieron catecismo para la primera comunin
Es el grupo de catlicos con mayor porcentaje. En la urbe quizs oscile su nmero entre
un 75 u 85%.
La *parroquia ordinaria carece del primer tipo de catlicos; se centra en la atencin
sacramental de los segundos; sobrelleva a los religioso-populares y no llega al mundo
de los alejados. Evangelizar a estos dos ltimos grupos constituye el gran reto para una
nueva *evangelizacin.
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CEMPOALXCHITL (FLOR DE)
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BENJAMN BRAVO
Nombre
El nombre cientfico de esta flor es Tagetes erecta L., pero es conocida popularmente
como flor de muerto, cempaschil, claveln, copetuda, tapayola, flor
azteca, zempaschil, clavel de la India. Es originaria de Mxico y se le encuentra
en gran abundancia en el Valle Central y en general en todas las regiones calientes del
pas. Se conoce alrededor de treinta tipos originarios de Amrica Tropical y subtropical.
Se encuentra tambin en el Viejo Mundo. Por su gran importancia econmica se les
cultiva en diversas partes del mundo.
Significado religioso
Las flores eran muy populares entre los antiguos aztecas y eran utilizadas en ciertas
ceremonias rituales, por ejemplo, la dedicaban a la diosa de la sal, que llamaban
uixtochuatl y se celebraba el primer da del sptimo mes, llamado tecuilhuitontli.
Decan que era hermana mayor de los dioses tlaloques; mataban, a la honra de esta
diosa, a una mujer compuesta con ornamentos que pintaban a la misma diosa.
La vigilia de esta *fiesta cantaban y danzaban todas las mujeres, viejas y mozas y
muchachas. Iban asidas de unas cuerdas cortas que llevaban en las manos, la una por un
cabo y la otra por el otro. A estas cuerdas llamaban xochimcatl; llevaban todas
guirnaldas de ajenjos de esta tierra que se llama iztauhyatl, guabanlas unos viejos y
regan el canto; en medio iba la mujer que haba de morir, aderezada con ricos
ornamentos. La noche antes de la fiesta velaban las mujeres con la misma que haba de
morir y cantaban, danzaban toda la noche; venida la maana aderezbanse todos los
strapas y hacan un areito muy solemne y todos los que estaban presentes en el areito
tenan en las manos aquellas flores que se llama cempoalxchitl. As bailando llevaban
cautivos al Cu de Tlloc y con ellos a la mujer que haba de morir, que era la imagen
de la diosa uixtochuatl (3).
Existen plantas que son conocidas como divinas dentro de la cultura nhuatl y son
consideradas como la representacin fsica del dios. As, por ejemplo, la flor de
cempoalxchitl era utilizada junto con otras plantas en baos para las doncellas que iban
a ser sacrificadas y de esta manera el espritu del dios penetrara en ellas y las
purificara (informacin popular).
La flor de cempoalxchitl constituye tambin un elemento importante dentro de algunos
rituales, como la ordenacin de los sacerdotes, de cuyo atuendo forma parte. El
cempoalxchitl es en ltima instancia el medio por el cual el dios se transmite al hombre
(informacin popular).
Las flores son usadas en la India para adornar los dolos (4).
En Guerrero, como en muchos lugares de Mxico, el culto a los muertos conserva
rasgos prehispnicos. Las celebraciones prcticamente empiezan el ltimo da de
octubre, fecha en la cual se acude al cementerio a limpiar, blanquear y barrer las
tumbas. El da 1. de noviembre se prepara en las casas el altar para esperar a los
muertos chiquitos. En l se ponen como ofrendas pan, flores y frutas. El da 2 se pone
la ofrenda para los muertos grandes. En la tarde del da 2 se va al panten a visitar las
tumbas sobre las cuales se colocan flores y cadenas de cempoalxchitl (5).
Otra costumbre muy peculiar de los guerrerenses consiste en colocar cadenas de flor de
cempoaxchitl en el cuello de las personas cuyo santo se festeja. Con esto se le desea
buenaventura.
(Artculo tomado de la Revista Medicina Alternativa, rgano de difusin del Instituto de
Medicinas Tradicionales Iahuilli, AC, julio 1987, con permiso del Dr. Mario Rojas
Alba, Director General de esta revista.) QBPL.
(1)
(2)
(3)
(4)
Martnez, M., Plantas tiles de la flora mexicana, Ediciones Botas, Mxico, 1959, p.45.
Williams, C., Flora de Guatemala, Fieldiana Botany 24, 1955, 380-381.
Sahn, B., Historia general de las cosas de Nueva Espaa, Porra, Mxico, 1975, pp. 83, 921.
Dhingra, S. N. y Dhingra, D. R., Essential oil of Tagets patula. Perfumery and essential oil,
1956, pp. 391-392.
(5) Luna, M.R., Geografa moderna del Estado de Guerrero, Ediciones Kotzaltzin, Mxico, 1976,
pp. 51, 54, 162-165, 178.
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TERESA SNCHEZ
CENIZA
1. La ceniza en el mundo *indgena
Aunque fue un signo frecuentemente usado por diferentes *etnias precolombinas, hoy |
da su uso es muy reducido. En el sureste de Mxico, se coloca al nio recin nacido en
un crucero de caminos; a su alrededor se hace un crculo con cenizas y desde lejos se
observa, esperando que se acerque un animal a lamer al pequeo, y deje as sus huellas
en la ceniza. El animal que hace esto llega a ser as el tono del nio.
De all en adelante dicho animal ser su protector y defensor. En otras regiones del pas,
la ceniza se usa, en tiempos de fro, como cama caliente para los nios; colocada en el
suelo, sirve de abrigo. En la zona centro se acostumbra arrojar ceniza al tecolote, pues
se dice que con su canto amenaza con la muerte al que lo escucha. Se revive en ello la
antigua creencia de que cuando el bho canta, el indio muere. El tecolote, cuando
viene a cantar junto de casa, finge que tiene hambre de muerte; en seguida, para
conjurar el maleficio hay que echarle ceniza, porque en la ceniza est la vida. Y si le
hecha uno brasas, dos cosas pueden suceder: o se va cuando las mira relumbrar o se
queda. Si se va luego, ya no hay peligro para el nio; si con todo y las brasas se queda
en su rbol y sigue cantando, entonces el nio muere antes de una semana (1). El
tecolote es as un enviado de Dios para dar aviso de la muerte; querer espantarlo con
piedras sera pecado. Por lo mismo es mejor lanzarle ceniza que lleve briznas de luz. La
ceniza es la vida, tanto porque proviene del fuego, como porque es el residuo de lo que
ayud al hombre a vivir cociendo sus alimentos. La *cruz a los cuatro vientos, que se
hace al arrojar la ceniza, completa este smbolo indgena. En otros lugares la ceniza se
usa para fertilizar el rbol frutal, sembrado en tierra rida; la ceniza dar ms jugo a la
fruta.
Estos y otros usos menos significativos (limpiar con ceniza, echar tierra en la tumba del
muerto, etc.) hablan del importante papel que el pueblo daba y an da a este *signo.
Es de suponer que los misioneros consideraron como supersticiosos el uso de la ceniza
en tan variadas ocasiones; por eso lo prohibieron y lo erradicaron.
La nica oportunidad que qued al pueblo para recibir la ceniza en un contexto religioso
fue el Mircoles de Ceniza; la multiplicidad de usos se vio reducida a este nico da. De
esta manera, nuestro pueblo hizo de l una fecha importante de su *calendario religioso.
Esto explica en parte la avidez que la gente tiene por recibir, a como de lugar, este
signo. En lo profundo de la conciencia del pueblo es muy grave no recibir la ceniza
dicho da, pues ella es defensa contra la muerte, deseo de vivir, proteccin ante
maleficios, seal de buen agero, recuerdo de que uno es polvo. Por lo mismo, an los
nios deben recibirla.
La ceniza es, pues, el inicio de un perodo litrgico en el que se celebra la totalidad del
misterio pascual de Cristo. Con ella se inicia un tiempo especial de comunin con la
cruz de Cristo; tiempo de conversin, personal y comunitaria, y de solidaridad por el
ayuno con lo ms pobre (Is 58, 1-9); tiempo de liberacin del pecado y de sus
consecuencias; tiempo de esperanza en la resurreccin en el que se repiensa un proyecto
de vida (3).
El *agente de pastoral debe ir llenando la prctica popular del Mircoles de Ceniza con
la riqueza de la *fe y, a su vez, debe enriquecerse con el valor profundo con que el
pueblo vive este acontecimiento. Una de las maneras prcticas sera conceder al
*promotor de la religiosidad popular la posibilidad de hacer esta ceremonia en el sector
asignado; considerar el templo como el nico lugar para impartir ceniza hace imposible
una catequesis adecuada y recproca sobre ella.
(1) Garibay K., Angel Mara, El enigma otomi (Folleto), pp. 57-58.
(2) Actualidad Litrgica, Revista, no. 45, marzo 1982, pp. 6-7
(3) Actualidad Litrgica, Revista, no. 57, marzo-abril 1984, pp. 4-8
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CDICES
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BENJAMN BRAVO
Cdices matritenses. En ellos encontramos gran cmulo de datos sobre los diferentes
niveles que forman la vida. Se menciona la organizacin poltica, econmica, social,
religiosa, familiar. En ellos encontramos contenida la cosmovisin nhuatl que exponan
los tlamatinime (sabios).
Coloquios de los Doce. Aqu encontramos la cosmovisin religiosa que los antiguos
tlamatinime, como creyentes o telogos, defienden de las impugnaciones de los
primeros frailes.
Cantares Mexicanos. En ellos descubrimos las profundas reflexiones que sobre la vida
toda hacan los antiguos mexicanos. Dichas meditaciones estn elaboradas en verso, o,
mejor en cantos, metforas y poemas. En ellos, discurriendo sobre la vida y sobre la
muerte, aparecen las creencias y las esperanzas, las preocupaciones y atisbos de luz de
los antiguos mexicanos.
Cdice Chimalpopoca. Nos presenta el orden poltico y social que exista en la zona del
altiplano. Tambin contiene la leyenda de los soles, que marca decididamente el
pensamiento y modo de comprender de los antiguos mexicanos. Como base de ello
aparece la figura de Quetzalcatl.
Cdice Borgia. Por su factura, es considerado como uno de los cdices ms bellos.
Encontramos en l un contenido calendrico. Desarrolla, adems, profundamente la
concepcin que sobre el mundo tenan los antiguos mexicanos: cuatro rumbos y un
centro (quinta direccin); de igual manera es constante en l la representacin de la
visin dual de la vida.
Cdice Borbnico. Este es un tonalmatl (libro de los das). En l se presentan los
destinos de las personas, la misin que se encomienda a las personas en la historia.
Desarrolla tambin el tema de las fiestas; entre ellas expone claramente la del Fuego
nuevo.
Cdice Dresde. Nos muestra mediante smbolos los antiguos mitos mayas y la
actualizacin de ellos en sus celebraciones. Tambin es un almanaque. Nos presenta el
ritmo de Venus, de la Luna y de los eclipses. Propone, adems, varias profecas.
Para comprender el mensaje de los cdices es necesario acudir a los estudios y
comentarios que sobre ellos se han elaborado. La inteleccin de ellos se enriquecer
ms consultando los escritos y crnicas que nos ayuden a ubicarlos en su tiempo y en su
entorno social.
Al aproximarse a los cdices se deben tener en cuenta los estudios recientes y las
fuentes arqueolgicas.
Los cdices son herramienta indispensable para alcanzar la tan deseada *inculturacin
del Evangelio, en cuanto que tal evangelizacin debe llegar hasta las mismas races del
pueblo. Tales races aparecen en los cdices. Los cdices constituyen los cimientos
donde se levanta la cultura mesoamericana, tambin su religin. Indudablemente en
ellos estn las *semillas de la Palabra. Ellos son, para los mexicanos, digmoslo en
una comparacin, lo que para los judos son la Ley y los Profetas.
BIBLIOGRAFA
--- Cdice Borgia, Edicin facsimilar y comentarios de Eduard Seler. 3 volmenes, FCE, Mxico, 1980.
--- Cdice Borbnico, Edicin facsimilar y comentarios de Francisco del Paso y T. y E. T. Hamy., Ed.
Siglo XXI, Mxico, 1988
--- Cdice Chimalpopoca, Traducido por Primo Feliciano V. Publicado por la UNAM, Mxico, 1975.
--- Cdice Dresde, Edicin facsimilar y comentario de J. Eric S. Thompson, FCE, Mxico, 1988.
--- Coloquios y doctrina cristiana. (Dilogo de los doce), edicin facsimilar y comentarios de Miguel
Len Portilla, publicados por la UNAM, Mxico, 1986.
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COHETES
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MARIO PEREZ
Smbolo relacionado con el *agua. Sube en direccin a Dios y le pide la lluvia. Por lo
tanto, relacionado con la vida, con la cosecha, con la tierra y la fecundacin. Su ruido es
como el ruido del trueno con lluvia. El humo del cohete es como las nubes y, como todo
lo que sube al cielo, es seal de intermediacin entre Dios y la humanidad. Suple a la
sonaja ritual, que se usaba antiguamente para pedir el agua.
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COMPADRAZGO
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VICTORIA LPEZ
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Situacin actual
Desgraciadamente, la pastoral no ha sido capaz de asumir el compadrazgo con todas sus
modalidades y riquezas. Generalmente el cuidado pastoral se reduce a las dos o tres
plticas pre-sacramentales, y stas son exclusivamente de preparacin doctrinal.
Se olvida, y por ello, se empobrece el rico contenido que para el pueblo tiene el
compadrazgo. Incluso, muchas veces, los requisitos que se ponen a los padrinos generan
verdaderos conflictos en la sensibilidad de las personas, pues, en muchas culturas,
carecer de ahijados es casi tan grave como carecer de hijos, se siente una verdadera
esterilidad moral.
Perspectivas pastorales
En primer lugar, es urgente desentraar el sentido que el compadrazgo tiene en nuestro
pueblo. Respetar, mientras no se conozcan, todos los mecanismos que sustentan esta
institucin, porque es verdaderamente una institucin, patrimonio de la Iglesia que nace
desde la base del pueblo. Debemos quitar los obstculos provenientes del mero
cumplimiento de requisitos legales y basarnos ms bien en el sentido que el pueblo le
da.
En la pastoral familiar el panorama se presenta interesante, si partimos del hecho de una
evangelizacin integral, pues el compadrazgo redimensiona a la familia al hacerla ms
extensiva, con el consiguiente potencial de accin en los momentos crticos de la vida.
Se puede tambin afirmar que el compadrazgo es una infraestructura que favorece la
integracin e interrelacin de personas en la formacin de comunidades eclesiales de
base y de *estructuras intermedias.
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CRISTIADA
En 1926, el gobierno mexicano de Plutarco Elas Calles promulg una ley segn la cual
las infracciones en materia de culto deberan ser tratadas como si fueran infracciones de
derecho comn; es decir, ventiladas en los tribunales civiles. Por esa razn, los obispos
mexicanos suspendieron el culto catlico el 31 de julio de ese mismo ao. En ese
momento se dio un levantamiento armado en contra del gobierno. Ese levantamiento,
que haba de durar tres aos, 1926-1929, se conoce como la Cristiada. Quienes
fundamentalmente participaron en este movimiento armado fueron los indgenas y los
campesinos, aunque no faltaron tambin muchos obreros y algunas personas de las
clases medias altas. El pueblo entendi que con esa ley se estaba atacando a los
sacerdotes, a los templos, a la Iglesia y a Dios, smbolos todos de la identidad social y
cultural, y de la *fe popular.
Se ha discutido mucho sobre el sentido que el pueblo dio a la Cristiada. El gobierno la
calific de fanatismo religioso, mientras que el *pueblo la consider siempre como una
lucha santa querida por Dios, por la Virgen de *Guadalupe y por la Iglesia. Pero la
Iglesia nunca la propuso, nunca la foment, nunca la aprob ni mucho menos la apoy;
al contrario, siempre llamaba a que se suspendiera. Ciertamente algunos sacerdotes
participaron de manera indirecta o abiertamente directa, pero de ninguna manera
contaron para ello con la anuencia de las jerarquas eclesisticas. Podemos decir que la
Cristiada fue una lucha netamente popular y aunque ciertamente hubo incluso lderes
pertenecientes a otras clases sociales, la inmensa mayora de los movilizados era pobre.
La Cristiada aparece en la historia de Mxico como la ltima etapa de la Revolucin
Mexicana. La Cristiada fue una guerra religiosa popular que el pueblo pobre hizo
contra la intransigencia y la opresin del gobierno.
Se han hecho muchas reflexiones sobre el origen de los recursos econmicos usados por
el movimiento cristero; pero nunca ha quedado suficientemente claro que esos recursos
provenan de la economa popular, es decir, de la manera que tiene el pueblo para
solventar sus gastos comunitarios, sociales y religiosos; una economa basada en los
aportes voluntarios de los mismos pobres, para lo que se sirven de listas, encargan
colectores, llevan cuentas que rinden a la comunidad. Durante la Cristiada hubo
impuestos o cuotas de guerra que impusieron los cristeros a los terratenientes y grandes
comerciantes o industriales. Pero esos impuestos nunca llegaron a ser significativos
porque los ricos nunca los pagaron. Cuando fueron presionados con secuestros y otros
medios, los ricos tampoco los pagaron, porque los rebeldes cristeros siempre terminaban
por liberar a los rehenes y no se llevaban ni todos los bienes ni todo el dinero que haba
estado a su alcance. Lo que prevaleca era la economa de la experiencia religiosa de
ese ejrcito de la fe popular.
La organizacin que tenan los cristeros no era una organizacin de tipo militar. Estaba
basada en los vnculos de padres, hijos, madres, esposas. La base real consista en ser
paisano del mismo pueblo, en pertenecer al mismo grupo tnico, en vivir en una regin.
Recordemos que muchas prcticas de *religiosidad popular, sobre todo *indgena, tiene
una organizacin con nomenclatura militar, en la que no estn ausentes los capitanes,
los capitanes mayores, y en la que el cargo de general o generala se reserva el
santo *patrn, a Nuestro Padre Jess, a Dios o a la Virgen. Los cristeros funcionaban
prcticamente como una organizacin piadosa, como una cofrada o una mayordoma.
Este contingente, que jur hacer una guerra sagrada contra el mal gobierno al que
identificaban con el mal a mando de un presidente representante de Satans-, era
realmente rural, pues en las ciudades el levantamiento no ocurri, aunque algunas
fueron tomadas.
Al principio las bandas eran aisladas, pero rpidamente se convirtieron en batallones y
luego en regimientos de caballera bastante disciplinados. El espritu de organizacin
era siempre religioso, bajo el mando ltimo de Cristo Rey, cuya voluntad se escrudiaba
BIBLIOGRAFIA
--- Lara Torres, Leopoldo, Mons., Documentos para la historia de la persecucin religiosa en Mxico,
Mxico, 1954
--- Meyer Jean, La cristiana, Ed. Siglo XXI, 3 vols., Mxico, 1973-1974
--- Navarrete, Heriberto, S.J., Por Dios y por la Patria, Mxico, 1961.
---Po IX, Paterna sollicitudo, 02.02.1926
---Firmissimam constantiam, 28.03.1937
---Rivero del Val, Luis: Entre las patas de los caballos, Mxico, 1954.
--- Valds Nicols, Pbro., Mxico Sangra por Cristo Rey, Lagos de Moreno, Jal., 1964.
CLODOMIRO L. SILLER A.
CRUZ
Nuestro pueblo tiene una gran estima de la cruz y de todo aquello que tiene relacin con
ella; las bendiciones y los dichos.
Es una de las *verdades centrales de la *religiosidad popular y es fecha importante del
calendario religioso. La cruz no slo es patrimonio del *catlico religioso-popular, sino
del cautivo y aun del alejado.
El pueblo usa la cruz de muy variadas formas: al levantarse y al acostarse cuando se
persigna; bendice la comida, el dinero de la primera venta, a los hijos que salen; se
signa al pasar frente a una iglesia o una *imagen y aun para hacer una *limpia; la tiene
en la puerta de su vivienda para espantar las mala influencias; pone las cruces al
enemigo, a la tormenta; bendice al enfermo, al *muerto, y a ste le hacen el
*levantacruz despus del *novenario; coloca la cruz en las tumbas, en los caminos, en
la cima de las montaas, en donde cay el muerto o hubo un accidente, en la cabecera
de la cama en el cuello, en el coche, en las construcciones nuevas, en los atrios, en las
torres y como recuerdo de las misiones populares; la nombra *patrona. En algunos
lugares se acostumbra a poner, en la cima de los montes, los calvarios, conjunto de tres
y ms cruces. Por lo dems, las reliquias de la Santa Cruz son de gran estima.
Dichos como cruz, cruz, que se vaya el diablo y venga Jess; te toc una cruz muy
pesada con tu marido; no le deseo a nadie mi cruz; anda recogiendo su cruz;
Crucita le hace honor a su nombre, frecuentemente se escuchan.
La cruz indgena
De donde nos viene tanta estima por la cruz? A primera vista parecera que es fruto de
la primera evangelizacin; sin embargo, analizando el hecho con ms detenimiento, se
descubre que los pueblos prehispnicos tenan ya en muy alta estima un signo idntico
al que hoy se conoce por cruz.
Este *signo exista ya en el lenguaje simblico nhuatl. Apareca al esculpido y pintado
en diversas esculturas y *cdices, como en el tocado de Dios del fuego, en forma de
quincunce; en cdices en que se sealaban los cuatro puntos cardinales, las cuatro
regiones del mundo; era el signo con que se representaba al dios de la vida, de donde
todo ser viviente proceda, y tambin al dios de la lluvia, y tambin en los manantiales.
Con este mismo signo se sealaba el lugar santo en donde estaban los dioses; ah se
dejaban ofrendas. Algunos nos afirman que era smbolo de las cosas nuevas y el espanto
de los malos espritus.
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BIBLIOGRAFA
--- Parroquia de San Isidro el Labrador, Espiritualidad de la Cruz, (folleto), Comalcalco, Tab., 1990.
--- Marroqun, Enrique, La cruz Mesinica, IISUABJO. 1989, pp. 41-49
--- Landa Abrego, Ma. Elena, Olln y Cruz en la simbologa nhuatl, INAH, Centro de Regional de
Puebla.
--- Comisin de la Religiosidad Popular de Tula: El levantacruz.
BENJAMIN BRAVO
CUELGA
Cuelga es una ofrenda hecha de diversos materiales en forma de cordel que se cuelga en
el cuello de imgenes o de personas, o se ata alrededor o sobre objetos que tienen que
ver con la fe que se celebra, segn las circunstancias. En los lugares donde ya se ha
perdido esta costumbre, queda si acaso el nombre, que resulta incomprensible y
generalmente designa el regalo que se da al festejado el da de su santo o de su
cumpleaos.
Hay una variedad de cuelgas o cuelguitas, como se dice:
--- frutas amarradas con yerbas verdes, como romero o hinojo;
--- de pastilla de azcar;
--- frutas con flores;
--- slo flores de colores;
--- de slo romero con un pan grande al frente;
--- con pan de dulces y frutas;
--- con slo pan de dulce entreverado;
--- de slo galletitas;
--- de palomitas de maz;
--- de romero con slo flor roja, que se llama bola de fuego;
--- de papel de colores;
--- de cera escamada.
La cuelga es el smbolo de una ofrenda que se hace a Dios, Seor de la vida, como
muestra de amor, de fe y como oracin. La cuelga nos acerca a Dios para tocarlo y
sentirlo como Padre. La cuelga ata la vida con la vida de Dios, afianza al hombre en l y
le da la fuerza que busca para la lucha de la vida.
Respecto de la siembra, se piensa en tratar a la madre tierra con respeto. Se procura que
la cuelga sea de flor amarilla o cempaschil con romero, que es como ms propia para
la cuelguita a Dios. Despus de haber estado colgada en la imagen, se convierte en
reliquia. Por eso, una vez quitada, se lleva con mucho cuidado a la casa para que proteja
de las tempestades, de los miedos que nos causa un ventarrn, etc.
Cada cuelga tiene un sentido y su uso; pero todas tienen por objeto buscar la vida de
Dios, la fuerza, la salud. Se busca estar unidos a Dios, a su plan divino, y lograr una sola
comunidad entre nosotros y l.
Hay cuelgas para las fiestas, que se ponen a los santos, a la Santa Cruz, al cirio pascual,
a los participantes, a las ollas y dems utensilios de la cocina, al recipiente del pulque, y
hasta el comal y el fogn. La cuelga de cera escamada y la de pastilla de azucar son
exclusivas para las imgenes de los santos.
Cuando hay misa de aniversario del difunto, se pone sobre la tumba la cuelga de puro
romero amarrada con santh.
Cuando se pone la cuelga a un visitante o a los sacerdotes en una celebracin, es porque
nos representan a Dios Creador y dador de todas las cosas.
En una fiesta patronal, la cuelga generalmente se ofrece al principio de la misa,
incensando a los cinco puntos: los cuatro vientos y el centro donde nos encontramos con
Dios. En seguida se pone a las imgenes de los santos, cuya fiesta se celebra, o a sus
representantes, y a las dems imgenes presentes. Con las cuelguitas se amarra la vida y
el que la recibe se compromete a que su vida siempre est unida al servicio de Dios,
para el servicio de la comunidad.
El Dios de la vida nos da todo para vivir. El es el Seor, y nosotros somos los
necesitados. La gente hhu es pobre y busca con que agradar a Dios, con que tenerlo
contento. El hhu ofrece lo que es, y con actitud de pobre. Y desde esta actitud se
vale de los frutos que produce su trabajo y de su flor, como verdadera palabra, para
que por su fe se mantenga unido y cercano a Dios de la vida. Le dice: gracias, Seor y
bendcenos.
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CUELGA DE FLORES
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AUSENCIA GONZLEZ
Las cuelgas ms antiguas se hacan de hierbas verdes (romero, chocolatera (1) y *flores
rojas o amarillas (el rojo era y sigue siendo el color solar, color de la vida, simboliza la
vida de Dios; el amarillo es el color de la mujer, es decir, de la fecundidad, porque la
mujer es la que da vida a la humanidad). Son mecates (2) de pura vida. Al amarrar el
romero (color verde, es decir, la vida de la humanidad) con la flor roja (la vida de Dios),
queda atada la vida del hombre-mujer a la vida de Dios. Despus de ofrecerlas a Dios,
se ponen a los santitos, y en la casa del mayordomo se ponen alrededor de la lumbre, de
las ollas de la comida, del barril del pulque. Estas cuelgas se dan despus como
reliquias. En caso de enfermedad o peligro, se queman, porque la vida de la hierba, del
romero, tiene que morir para dar vida.
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(1) La chocolatera es una hierba verde y aromtica que crece como gua. Se usa tambin como
planta medicinal.
(2) Hilo hecho de fibra de maguey, es decir con ixtle.
VICTORIA LPEZ
CULTURA
J. JESS HERRERA
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CURANDERIA . MEDICINA TRADICIONAL
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(1)
(2)
(3)
(4)
Instituto Nacional de Medicina Natural del Qullasuyu, Bolivia, Conclusiones del Dcimo
Congreso Internacional sobre Medicina Natural Csmica y Cultura Aymara Qullasuyu-andino.
Los publica el IMMTTAC en el Boletn Nm.2, Abril, 1986, Cuernavaca, Morelos, Mxico.
XII Congreso Internacional de Medicina Nativa y Cultural del Qullasuyu Andino, Bolivia.
Primer Congreso Latinoamericano de Medicinas Tradicionales y Alternativas.Pronunciamiento de paises participantes en el Congreso (anterior. Mxico asisti). Medicina
alternativa, rgano de Difusin del IMMTTAC, mayo de 1986, Nm.4, Nueva Editorial Janis,
Mxico, pp. 103-119.
Ortiz Snchez, Amanda, Contribucin al estudio de las plantas medicinales de Xoxocotla,
rgano C.,pp.91-102. Hay muchos estudios serios sobre herbolaria en Mxico desde tiempo
atrs, baste citar el siguiente: Nueva farmacopea mexicana, Ediciones Botas, Sexta edicin.
Mxico, 1952. La primera edicin fue solicitada por el presidente de la Sociedad farmacutica
Mexicana el 15 de septiembre de 1874.
Literalmente significa: piedra azul o verde. Piedras simblicas del mundo cultural hah.
(Informacin popular). Otros ejemplos cita Yolanda Sassoon Lombardo en dos artculos: El
alma y los sndromes patolgicos populares actuales y signos y sntomas del espanto (susto) en
Mesoamrica, IMMTTAC, Boletn 2, pp.208-224
El Dr. Eugenio Martnez Bravo, como fruto de sus talleres populares, public respaldado por la
Universidad Autnoma de Zacatecas (Escuelas de Odontologa) con el nombre de Microdosis
en 1985. Posteriormente en coedicin de OEA y CREFAL. Fue publicada su investigacin en
1988, a travs de Proyecto Especial OEA-92, Unidad Tepoztln. El Dr. Salomn Garca
Jimnez. Universidad Autnoma de Guerrero, 1984, public su experiencia en Atoyac de
Alvarez, Gro.: Acerca de la medicina tradicional mexicana, donde incluye los elementos del
mundo cultural de ese pueblo. El Ing. Julio Antonio Mndez Berlanga, Lic. M. C., Maestro
Investigador del Depto. de Agrofisca de la Divisin de Ingeniera de la UAAAN, ha enseado
su Mtodo teraputico de sonido en resonancia armnica, Medicina Alternativa, IMMTTAC,
1986, pp. 75-*90. l lo demuestra cientficamente en sus talleres.
EMILIO ZARAGOZA LARA
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D
DANZA
La danza y la msica son tan antiguas como el hombre. Ambas son expresin de los
sentimientos ntimos del hombre por medio de sonidos y expresiones corporales.
Las organizaciones sociales globalizantes de la vida, la danza y el canto estn siempre
ligados a lo religioso. As pasaba en Israel. As, despus que Moiss y los hijos de Israel
a Yahvh por haberlos librado de los egipcios en el paso del Mar Rojo, Mara, la
Profetisa hermana de Aarn, tom en sus manos un tmpano y todas las mujeres la
seguan con tmpanos y danzando en coro
cantad a Yahvh
pues se cubri de gloria
arrojando en el mar caballo y carro
Tambin David y toda la casa de Israel bailaban delante de Yahvh con todas sus
fuerzas, cantando con ctaras, arpas, adufes, sistros y cimbalillos, cuando el rey
traslad el Arca de Dios a Jerusaln, saltando y danzando ante Yahvh (2 Samuel 6).
La danza y el canto en el Mxico prehispnico tambin estaban unidos a la religin,
aunque aparentemente se realizaran por motivos y circunstancias ajenas. La danza se
acompaaba casi siempre con el canto Haba danzas en que representaban algn
misterio de su religin o algn suceso de su antigedad Danzaban no solamente los
nobles, los sacerdotes y las vrgenes de los colegios, sino an los mismos reyes, unas
veces en el templo por ejercicio de religin y otras por recreacin en su palacio (1).
El canto y la danza eran parte integrante de la educacin que los antiguos mexicanos
reciban desde jvenes y an desde nios en las escuelas creadas para dar educacin a
hombres y mujeres (2).
Distintos testimonios (3) nos hacen ver claro que el canto y la danza estaban integrados
a la educacin y la institucin religiosa, encargada de transmitir la tradicin a las nuevas
generaciones. Adems, el cumplimiento de esas obligaciones ser al mismo tiempo
alabanza y penitencia (sacrificio). Si Dios se sacrific por m para crearme y para darme
el maz, por qu yo no voy a sacrificarme como l? Los hombres son macehuales, es
decir, Los merecidos por la penitencia de Dios (4). Esto se refleja actualmente no slo
en la danza azteca-chichimeca sino en muchas actitudes de la vida diaria y, sobre todo
en la peregrinacin. Ir en peregrinacin es ya de suyo un acto penitencial; el ir descalzo
o llevar un escapulario de nopal slo subraya ms este sentido. Los jvenes de las
escuelas del Mxico antiguo, adems de velar, se sangraban con espinas de maguey, se
colocaban paja en los orificios sangrantes que, luego, llenas de sangre las depositaban
como ofrenda preciosa para la vida.
Los espaoles, a su llegada, aunque pusieron todo su empeo en destruir todo signo de
idolatra, no lograban sin embargo, por un lado, controlar todo, pues los indgenas
seguan con sus ritos y sus fiestas, lejos de los ojos de los espaoles, y, por el otro,
algunos misioneros llegaron a apreciar expresiones de canto y danza en los que no vean
signos de idolatra, como lo expresa Clavijero en la obra citada.
Los franciscanos fueron entendiendo las necesidades de la religiosidad de los indgenas
y acogieron sus danzas y otras expresiones. Esto los hizo alcanzar xitos resonantes
que se tradujeron en la atraccin en masa de los indios hacia el cristianismo. Las
danzas se ligaron a tal grado con el culto divino que muchas veces se hacan en el
recinto de los templos, como se deduce de una prescripcin de la Junta Eclesistica de
1539 (5). Despus los concilios mexicanos de 1555, 1556 y 1585 prohibieron (lo
que consideraron) abusos en los que cayeron algunos misioneros (6). Sin embargo, ests
prohibiciones no lograron erradicar estas costumbres, pues en 1904 el seor arzobispo
de Mxico tuvo que prohibir nuevamente estas expresiones populares (7). Esto nos
revela cmo pudieron proseguir danzas y cantos de sabor prehispnico a plena luz del
da.
Los espaoles, por su parte, trajeron las danzas de moros y cristianos junto con otras
representaciones, como medios de catequesis masiva. Pero tambin, como lo afirma
Arturo Warman, como un mecanismo de afirmacin de la cultura de conquista que se
estaba realizando: La danza de moros y cristianos fue seleccionada como parte de la
(1)Clavijero, Francisco Javier, Historia antigua de Mxico, Ed. Porra, Sepan cuantos, nm. 29,
Mxico, 1982, Libro VII, 45, pp. 244-245.
(2) Estrada, Julio (editor), La msica de Mxico, Tomo I. Perodo prehispnico. Cita a fray Juan de
Torquemada, Monarqua indiana. UNAM, Mxico, 1975; Fray Diego Durn, Historia de los Indios de
Nueva Espaa, Ed. Porra, Mxico, 1967.
(3)Torquemada, o.c., Lib. X, Cap. XXXI, p.322; Estrada, Julio, o.c., pp. 96 y 97; Durn, o.c., Cap.XXI, p.
189.
(4)Len-Portilla, Miguel, La Filosofa Nhuatl, UNAM, Mxico, 1979., cap. IV, pp. 183 y 184.
(5)Ricard, Robert, La conquista espiritual de Mxico, FCE, Mxico 1986, IV, 3, p.293. Arzobispado de
Mxico. Circular Diocesana firmada por el Sr. Arz. De Mxico Prspero Mara, a los doce das de mil
novecientos cuatro.
(6)Chauvet, Fidel, Historia general de la Iglesia en Amrica Latina, Tomo V, sobre Mxico, CEHILA,
Ed. Paulinas 1984, pp.41-42.
(7)Chauvet, Fidel, Op. Cit. Ibid.
(8)Warman, Arturo, La Danza de Moros y Cristianos, coleccin Divulgacin, INAH, Mxico, 1972, pp.
55-76 y 12-13.
(9)Caballero, Ma. Del Socorro, Danzas Regionales del Estado de Mxico, 1985.
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DANZA AZTECA-CHICHIMECA
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EMILIO ZARAGOZA
Aleluya!
Cantad a Yahvh un cantar nuevo:
Alaben su nombre con la danza,
con tamboril
y citar salmodien para l!
(Salmo 149)
(1) Hacan el baile de ordinario en los patios de los templos y casas reales que eran las ms espaciosas,
ponan en medio del patio, dos instrumentos, uno de hechura de atambor (huehuetl) y otro de forma
de barril (teponaztli), hecho de una pieza y hueco por dentro, puesto sobre una figura de hombre o
de otro animal que le mantena a cuestas, y otras veces sobre una columna. Estaban ambos de tal
modo templados que hacan muy buena consonancia, hacan con ellos diversos sones, para los
cuales haban muchos cantares, que todos a una iban cantando y bailando con tanto concierto que no
discrepaba uno de otro, yendo todos a una, as en voces como en el mover de los pies, con tanta
destreza que pona admiracin al que los vea. El modo y orden que tenan en hacer su baile era
ponerse en medio, donde estn los instrumentos, un montn de gente que de ordinario eran los
seores ancianos, donde con mucha autoridad y casi a pie qued bailaban y cantaban. Despus
salan de dos en dos los caballeros mancebos bailando ms ligeramente, haciendo mudanzas con
ms altos que los ancianos, y haciendo rueda ancha y espaciosa se ponan en medio a los ancianos
con los instrumentos. Sacaban en estos bailes las ropas ms preciosas que tenan, joyas y preseas de
plumas ricas, segn el estado de cada uno. Ponan tanto cuidado en hacer bien estos bailes que desde
nios los imponan en ellos, teniendo lugar y tiempo sealado para ensearlos, dndoles ayos que
los recogiesen por toda la ciudad, y maestros que los enseasen
Cdice Ramrez, manuscrito del siglo XVI intitulado Relacin del origen de los indios que habitaban
esta Nueva Espaa, segn sus historias, Ed. Innovacin, Mxico, 1979, pp. 119-120.
(2) Guzar Sahagn, Bernardo, La Religin en el caminar del pueblo indgena, Monografa indita,
Tecozautla, Dicesis de Tula, Hgo., Mxico, 1986.
(3) Informacin popular
(4) Guzar Sahagn, Bernardo, La Religin en el caminar del pueblo indgena, Monografa indita,
Tecozautla, Dicesis de Tula, Hgo., Mxico, 1986.
(5) Zaragoza Lara, Emilio, La danza Azteca-chichimeca, Monografa indita, CRPT, Mxico, 1986.
(6) Revuelta, Manuel, Introduccin a los Salmos en la Biblia de Jerusaln, 1967.
EMILIO ZARAGOZA
DUALIDAD
Sabemos, por la simple observacin, que existe un orden en el mundo y en nuestra vida.
Esta armona encuentra su basamento en dos elementos primordiales: lo masculino y lo
femenino. A esto se refiere el concepto de dualidad, es decir, a dos elementos distintos
que se complementan a los dos rostros que tiene la realidad.
Clarificar este concepto a partir de los aportes que durante miles de aos han elaborado
nuestros *antepasados es para los *agentes de pastoral una urgencia, si de verdad se
quiere dar el justo valor que tiene la revelacin presente en la historia de nuestro pueblo
y si, adems, se quiere evangelizar teniendo en cuenta los moldes culturales y mentales
de nuestro pueblo.
Nuestros ancestros conceban a Dios como padre y como madre. A esta realidad le
llamaban Ometotl. Adems, concibieron su mundo cifrado en la dualidad. Dedicaban
un templo a la masculinidad (el *sol) y otro a la feminidad (la luna); el tlatuani (el que
tena la palabra para gobernar) no rega solo al pueblo, tena su contraparte cihualcatl,
con quien dialogaba para decidir. En las celebraciones y fiestas hacan dobles
movimientos, dos cruces o dos incensaciones. Los mismos nombres son duales:
*Quetzal-cotl, Tezcal-tlipoca. En una escena pictografiada en el Cdice Fejervary
aparece la *cruz que representa los cuatro rumbos que hay en el mundo y en ellos se
encuentran representaciones duales; y tanto en los anales como en las escenas que estn
talladas en las piedras de los templos vemos siempre la dualidad.
Como nosotros descendemos de quienes entendan la vida as, mantenemos actualmente
costumbres y estilos de vida que reflejan la concepcin dual de nuestra existencia. Por
va de ejemplo: cuando ponemos las ofrendas de Todos Santos colocamos las cosas por
pares: dos ceras, dos platos de comida, dos montones de fruta, etc. Cuando hacemos
oracin siempre procuramos rezar un padrenuestro y un avemara; y en muchas de
las expresiones de la religin de nuestro pueblo vemos claramente cmo se manifiesta,
por un lado, la paternidad y la masculinidad, y, por el otro lado, la maternidad y la
feminidad. En las zonas indgenas esto es ms visible, aunque en todos los que llevamos
la sangre indgena esto est latente; quiz lo que nos falte es hacer consciencia de ello.
Ahora bien, cuando nosotros confrontamos esto con la revelacin normativa, nos damos
cuenta de que este modo de entender la vida del mundo -la animal, la humana y la
divina- no se contrapone con la enseanza divina all contenida. El criterio para
considerar esta mentalidad, para quienes somos cristinos, es el que nos ha enseado
nuestro Maestro (Mt. 5,17): nosotros no tenemos por que abolir la Ley y los Profetas,
sino tenemos que darles cumplimiento. O sea, tenemos que valorar el modo de cmo
BIBLIOGRAFA
--- Portilla, Miguel Len, La filosofa nhuatl, UNAM, Mxico.
--- Memoria del Primer encuentro-taller sobre Teologa India, CENAMI / ABYA- YALA, Mxico, 1990.
--- Para profundizar en la dualidad es necesario ir a los cdices.
--- Para llegar a comprender este concepto es indispensable visitar los antiguos lugares sagrados, como
Teotihuacan, Tajn, Chichn-Itz, Mitla. Para poder reflexionar all se requiere aproximarse con una
actitud de creyente.
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MARIO PREZ.
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EJOTITOS
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Durante las fiestas de las comunidades hay un momento en que los participantes van a
recoger su reliquia (trocito de cuelga) y piden que se les haga una limpia y les den sus
ejotitos, o sea, unos golpes en la espalda en seal de arrepentimiento y purificacin.
Es una especie de penitencia de los pecados. Los ejotitos estn hechos de la fibra de la
lechuguilla.
VICTORIA LPEZ
ELITES
Elite significa selecto, mejor. Cuando algo se hace para las elites se destina a
quienes, supuestamente son los mejores individuos de un grupo, a individuos
seleccionados de ese grupo. Para algunos coordinadores sociales o pastorales, existen
elites econmicas, sociales, polticas, culturales y religiosas. Casi siempre el elitismo, o
sea, el criterio para las elites, es un perjuicio para las dems personas de los grupos
sociales, culturales o religiosos que por esto son marginadas, discriminadas, oprimidas.
En pastoral frecuentemente se ven programas que estn elaborados con criterios
elitistas, en las experiencias de la *religin del pueblo nunca se detecta el elitismo,
porque este tipo de religiosidad, al contrario, est realizado por los pobres, para los
*pobres, con medios pobres. Las elites econmicas, intelectuales, culturales o religiosas
casi siempre practican formas religiosas de tipo oficial, y ven con desdn la
*religiosidad popular.
CLODOMIRO L. SILLER A.
ESCAMADAS
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Son *flores hechas de cera de abeja, que con el color amarillo natural de la cera,
contrastan por su color de tinte rojo. Estn relacionadas con el sentido de la luz
(sabidura de los antiguos) y de la flor (la verdad del corazn que se ofrece a Dios). Las
escamadas se ofrecen a Dios y a los santitos en las *fiestas del pueblo.
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ESTRUCTURA INTERMEDIA
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VICTORIA LPEZ
Con este nombre se conoce a los grupos de personas que se organiza autnoma e
independientemente del Estado y de la Iglesia, con miras a influir en un rea de la vida
social, econmica, laboral, sindical, poltica, etc., desde donde se puede realizar la
transformacin de una sociedad injusta y desigual. El Documento de Medelln dice
sobre esto que las clases populares han de organizarse por medio de estructuras
intermedias, territoriales o funcionales. Para que tengan una participacin receptiva y
activa, creadora y decisiva en la construccin de una nueva sociedad deben ser
organizadas libremente, sin indebida intervencin de la autoridad o de grupos
dominantes en vista de su desarrollo y participacin concreta en la realizacin del bien
comn total. Constituyen la trama vital de la sociedad y son la expresin real de la
libertad y de la solidaridad de los ciudadanos para que as, sus legtimas necesidades
y aspiraciones sean tenidas en cuenta, en los niveles en donde se toman las decisiones
fundamentales que pueden promoverlas o afectarlas (Medelln, Conclusiones 1, 7-11;
15.16; cf. DP 1214).
En el caso, por ejemplo, de una unin de colonos, de un sindicato, de un comit de
solidaridad, de una unin de padres de familia en una escuela, de una asociacin para
exigir servicios pblicos, etctera.
Las posibilidades de una real transformacin dependen del nmero y fuerza de las
estructuras intermedias que el pueblo puede organizar. En nuestro pas, la mayora de
estas organizaciones estn controladas por las grandes centrales oficiales: la
Confederacin de Trabajadores de Mxico (CTM), la Confederacin Nacional
Campesina (CNC), la Confederacin de Organizaciones Populares (CNOP), y la
Coordinadora Nacional de Colonias Populares (CNCP), que coordina los Comits de
Solidaridad (Pronasol) que desmovilizan cualquier intento de *cambio.
La estructura intermedia es una posible mediacin del *Reino de Dios, vocacin de todo
bautizado. Las *comunidades cristianas no son pues fin en si mismas; en ellas los
cristianos deben sentirse impulsados y comprometidos a generar nuevas estructuras
intermedias o a purificar o a revitalizar las ya existentes, nacidas con otro tipo de
inspiracin, no necesariamente cristianas. En ellas realizan un *ministerio.
La estructura intermedia es el espacio donde el cristiano se empieza a encontrar con otro
tipo de creencias, ideologas y corrientes polticas.
El *catlico religioso popular carece de este tipo de estructuras. En las organizaciones
que tiene aparece la divisin de la religiosidad y la vida; de ah que sus organizaciones
religiosas: mayordomos, comisin de festejos, topiles, etc. slo tienen tareas religiosas
especficas; y las estructuras civiles, como el comisariado ejidal, la junta de mejoras,
etc. son consideradas ajenas a cualquier inspiracin cristiana. En algunas regiones del
pas sobre todo en Chiapas se ha logrado, gracias a una adecuada *evangelizacin,
superar este binomio, con saludables consecuencias para el pueblo.
La unin de varias estructuras intermedias, ya sea del mismo o de diversos pueblos o
estados, puede llegar a formar una organizacin ms fuerte, con ms poder: una
autntica macroestructura, una confederacin, un frente, una unin de uniones
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ETNIA
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BENJAMN BRAVO
Trmino usado para identificar unidades socio-culturales especficas dentro del gnero
*indio. Es un trmino que describe caractersticas propias de un grupo determinado, no
por su relacin de dominado-dominador, sino por haber vivido una historia en comn.
As los tarahumaras, chatinos, lacandones, tzteltales, tarascos, mayas, huicholes, etc.
son etnias diferentes. Se dice que en tiempo de la conquista vivan cerca de 400 etnias
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EVANGELIZACION (NUEVA)
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BENJAMN BRAVO
BIBLIOGRAFA
--- Paulo VI, Exhortacin Apostlica Evagelli nuntiandi, 1975.
--- Zubillaga Vzquez, Manuel R., La nueva evangelizacin, en: Gaceta Oficial del Arzobispado de
Mxico, Vol. XXX, No. 7-8-9 de 1990.
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EXVOTO
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GERARDO SNCHEZ
El exvoto es algo personal ofrecido a una *imagen, a la que considera presencia viva y
benefactora de la divinidad. El agradecimiento se expresa religiosamente ante lo divino,
en un objeto, algo personal y simblico, que culmina y representa un proceso, a saber:
necesidad-peticin- *milagro-agradecimiento ante el favor recibido. El exvoto es, pues,
el testimonio pblico de la accin prodigiosa de la imagen a favor de una persona. Este
hecho acrecienta la fama milagrosa de dicha imagen. De ah que el reconocimiento
mismo es parte esencial del *smbolo-exvoto.
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BIBLIOGRAFA
--- Alvarez Santalo, Mara Jess Boxo y S. Rodrguez Becerra (coords.), La religiosidad popular, tomo
III, parte IX, Santuario y Exvotos, ATT, 1989.
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BENJAMN BRAVO
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F
FAENA
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VICTORIA LPEZ
FE Y RELIGIOSIDAD
Algunos opinan que se logr una feliz simbiosis o sincretizacin (no sincretismo) de
ambas riquezas. Otros opinan que fue y es ms fuerte la indigenizacin del cristianismo.
Al parecer, la religiosidad popular est constituida ms por la riqueza de los contenidos
y prcticas de las religiones prehispnicas que por el mensaje evanglico trado de
Europa entre los siglos XVI y XVII. La manera como la mayora del pueblo vive el
*calendario religioso y las *verdades centrales de su religiosidad, entre otras cosas,
avalan esta afirmacin.
Debe distinguirse el proceso de fe del proceso de la religiosidad popular.
El proceso de fe
Este proceso tiene por objetivo llevar gradualmente al bautizados a una conversin y
adhesin total a Jesucristo y a su mensaje, para que con la fuerza del Espritu llegue a
ser miembro vivo del sacramento de salvacin, que es la Iglesia, y se convierta al
servicio del *Reino de Dios.
Las etapas de este *proceso de evangelizacin son: la simpata, la convocacin, el
*catecumenado, la liturgia sacramental, la mistagogia y el apostolado (EN 24).
Una minora de catlicos ha tenido la oportunidad de vivir, aunque sea parcialmente,
este proceso evangelizador.
Casi siempre est formada por las elites de comprometidos y por algunos cautivos. Su
puerta de ingreso a la fe ha sido un retiro o la pertenencia o un grupo o movimiento.
Existe un alto porcentaje de bautizados que no accede a la fe y permanece siempre
religioso-popular. Esta situacin plantea la urgencia de crear e implementar:
a) procesos de conversin, o sea, *catecumenados a partir de la *religiosidad
popular, y
b) procesos de *inculturacin del Evangelio.
Realizar estos dos procesos dara por resultado un catolicismo popular, maduro,
autntico y vivo, y no el que realmente se tiene ahora.
En el primer proceso no se trata de que la fe aporte todo a la *religiosidad popular. Los
contenidos de la fe que al principio se ofrecen a la * religiosidad popular son: la Palabra
de Dios, el sentido comunitario y el anuncio y prctica del *Reino de Dios (DP 459). No
conviene presentar los dems contenidos de la fe por ms valiosos que sean, sin haber
constatado la vivencia de estos tres valores dentro de la religiosidad del pueblo.
En el segundo proceso, el evangelizador se debe dejar invadir por el mundo religiosopopular: por sus smbolos, teogonas, arquetipos, ritos, lenguaje total, etc.; y, a su vez,
debe reinterpretar y encarnar los contenidos de fe en expresiones autctonas. Esta
prctica es bastante desconocida, pues no hay que olvidar que la *religiosidad popular
fue en realidad tomada en cuenta por el Magisterio e inters eclesisticos a partir de
1968 y, un poco ms, despus de 1975 (Evangelii nuntiandi). Casi cinco siglos la fe y la
religiosidad han caminado paralelamente. Tarea de una nueva *evangelizacin ser
desarrollar ambos procesos.
BIBLIOGRAFA
-Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, La Iglesia en la actual transformacin
de Amrica Latina a la luz del Concilio. Conclusiones, 6. Pastoral popular, Librera Parroquial,
Mxico, 1976,
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FIESTA
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BENJAMIN BRAVO
La fiesta es un acontecimiento social que de alguna manera integra toda una serie de
hechos (tradicin-actualidad; antepasados-contemporneos; origen-destino del pueblo;
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La fiesta patronal
Es el culmen del proceso festivo del pueblo. En la fiesta patronal todo lo anterior se
manifiesta en plenitud. Entre las principales se encuentran:
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(1) Villadary, A., Fte et vie quotidienne, Les editions ouvrieres, Pars, 1968, p. 26.
(2) Comisin de religiosidad popular de Tula: La fiesta de la comunidad, folleto 1987, pp. 14-15 y
27-31
(3) Villadary, A., op. Cit., p. 27.
(4) Datos del ao 1988.
BIBLIOGRAFIA
-De Len, Imelda, Calendario de fiestas populares, SEP, 1988.
-Gonzlez, Jorge, Dominacin cultural, CEE.
-Gimnez, Gilberto, Cultura popular y religin en el Anhuac, CEE, 1980.
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FLOR
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BENJAMIN BRAVO
La flor, junto con el canto, significa la verdad, la belleza, la filosofa, lo que siempre
sostiene, la razn de las cosas. Cuando en un rito se ofrece la flor a Dios, se ofrece la
verdad del corazn. La flor que se ofrece a Dios siempre es de color rojo (la vida de
Dios), de color amarillo (la fecundidad) y las hierbas verdes (color de la humanidad).
VICTORIA LPEZ
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FUNDAMENTALISMO
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El fundamentalismo, en sentido religioso, es una actitud por la cual las personas y los
grupos tienden a entender e interpretar su propia experiencia religiosa a partir de la
experiencia inicial o primera que le sirve de base. A veces esta ltima experiencia est
consignada en un texto. Entonces, este texto, sin ninguna modificacin y en sentido
estrictamente literal, se convierte en el criterio nico y ltimo que explica aquella forma
religiosa que se practica. El fundamentalismo puede afectar a la mayora de las formas
religiosas. En el cristianismo, por ejemplo, el fundamentalismo consiste en interpretar
literalmente cada texto de la Sagrada Escritura o, incluso, cada frase, sin considerar para
nada el contexto en el que se produjo dicha frase o texto. Tenemos un ejemplo trgico
de fundamentalismo en Orgenes, quin, cuando ley si tu mano o pie son para ti
motivo de escndalo, crtatelos, y arrjalos lejos de ti; porque ms te vale entrar en el
cielo sin un pie o una mano que consumirte ntegro en los infiernos, se castr y arroj
sus partes a los perros.
Por otra parte, las personas religiosas encuentran muchos atractivos en el
fundamentalismo, dado que el sujeto fundamentalista no requiere de institucin alguna
ni de ninguna autoridad para entender el sentido que tiene la propia religin. Esto hace
que el sujeto religioso se considere a s mismo capaz, preparado, listo, ayudado
directamente por Dios para entrar en contacto con los fundamentos y exigencias de su
religin. En el fundamentalismo siempre prevalece la participacin vlida del sujeto por
encima de cualquier institucin o autoridad; es decir, el fundamentalismo casi siempre
est ligado al individualismo y al libre examen de los textos religiosos considerados
como sagrados.
Hay quien superficialmente, han tachado a la *religiosidad popular de ser
fundamentalista, porque perciben que quienes la practican tienen como gran valor la
tradicin y la costumbre, segn las cuales siempre han realizado sus prcticas religiosas,
que no admiten ninguna modificacin. Pero de hecho constatamos que las prcticas de
la religin del pueblo cambian mucho. Esto se debe a que las realidades vitales y las
condiciones sociales a las que se quiere responder, o se pretende cambiar, son
sumamente mutables. Al modificar la realidad que vive el pueblo, casi siempre cambia
tambin la prctica religiosa con la que se responde a esa realidad. Adems, quienes ven
fundamentalismo en la religin del pueblo no se percatan de que las modificaciones que
proponen y proceden de otra cultura y de otra religiosidad, ajenas al pueblo; por lo que,
si se aceptan, se podra perder el sentido que el mismo pueblo da a sus prcticas. La
*religin del pueblo se origina precisamente a partir de la introduccin de *smbolos
nuevos, de palabras nuevas, de imaginera nueva y de prcticas nuevas, procedentes
fundamentalmente de la *cultura popular, utilizadas como vehculo tanto para canalizar
la propia experiencia religiosa como, incluso, para comprenderla mejor y enriquecerla
en contextos ms complejos desde el punto de vista social o religioso.
Quien practica la religiosidad popular no necesita de ningn fundamentalismo para
experimentarse como sujeto activo y responsable dentro de su religin. Tampoco
requiere recursos literarios para comprender su prctica, dado que las palabras, smbolos
y explicaciones usados por esa religiosidad proceden de su propia cultura, o de otra
cultura con sentido popular propio, que en ellas experimenta intensamente y se entiende
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CLODOMIRO L. SILLER
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Antecedentes histricos
El evento guadalupano sucedi, segn el Ncan Mophua, del 8 al 12 de diciembre de
1531. Pero, como narracin, se public por primera vez en castellano en 1648; hecho
que sirvi de marco o de punto de partida del movimiento que impulsaba la formacin
de la conciencia nacional mexicana, como algo distinto de Espaa y de la Nueva
Espaa. Al ao siguiente apareci el texto en nhuatl, ya mencionado, que nos sirve de
base para la comprensin ltima del sentido del evento y de la prctica religiosa
guadalupana. Quienes se oponen al guadalupanismo ven en el hecho de que pasarn 117
aos entre el evento y su texto una prueba de que todo ello es una invencin de los
curas para atraer al cristianismo a los ignorantes. Ignoran ellos que a su vez esa
distancia se da tambin en casi todas las dems experiencias religiosas, incluido el
Evangelio, y olvidan, adems, la existencia de otras muchas fuentes, fuera del texto,
crticamente histricas a favor del guadalupanismo. Estas fuentes no prueban que la
Virgen realmente se haya aparecido; pero lo dicen. Aceptar las *apariciones como algo
de la propia religin es un hecho de fe que, por trascender la historia, est ms all y
ms en lo hondo del hecho histrico. Para nosotros lo principal es que el Ncan
Mophua, por su estructura, por su simbolismo y por su lenguaje, solamente pudo haber
sido escrito a principios del siglo XVI, pues posteriormente no habra quien manejara la
Guadalupanismo inculturado
Continuidad de tradiciones
Lo que hoy conocemos como guadalupanismo es una tradicin religiosa en la que se
recogen tradiciones de religiones indgenas anteriores al cristianismo en este continente.
Comienza la narracin guadalupana del mismo modo como comienzan varias
narraciones religiosas en otras culturas, como vemos en la Leyenda de los Soles o en el
Popol Vuh: cuando aun era de noche, muy de madrugada, cuando no haba luz (v
7). Y hay en nuestra narracin smbolos del ms all (cmo en el v 11, tonacatllpan,
xoxhitlnpan tierra de nuestra carne, tierra de flores), palabra para indicar el cielo
(ilhucac), el concepto de persona (machual, merecido por la penitencia de Dios), etc.,
que pertenecen a la sabidura de los pueblos indgenas. Al mismo tiempo, el lugar donde
la Virgen quiere el templo, el cerro del Tepeyac, era un lugar ya acreditado por el culto
que all se daba a tonntzin, Nuestra Madre (la madre Tierra, la madre de los dioses).
La religin guadalupana es, pues, un elemento para establecer la continuidad entre las
creencias de antes y las de ahora.
poltico organizado por un partido democrtico que reclamaba fraude en las elecciones
presidenciales; al centro de aquella multitud se alzaba un enorme pendn de la Virgen
de Guadalupe. Cualquier organizacin, de vendedores, de puesteros, de chferes, etc.,
tiene su altar a la Guadalupana. Esto indica el impacto que el guadalupanismo ejerce
sobre lo social, especialmente en lo que se refiere a la justicia. Quien busca la justicia,
quien lucha por ella, es de alguna manera guadalupano. Esto es una expresin de lo
mismo que claramente aparece en el Ncan Mophua: ser guadalupano es estar en un
contexto social dramtico (v 3) en el que se denuncia la actuacin de personas o grupos
dominantes (vv 41-42); situacin que es contraria a la voluntad de la Virgen (vv 23-25).
Incluso se llega a desenmascarar y descubrir como injusto el comportamiento de
algunas personas religiosas (vv 35-38) o inmorales ( vv 56-59). De hecho, la Virgen de
Guadalupe se ha propuesto como objetivo de su presencia en medio del pueblo pobre:
Oir y remediar todos sus lamentos, angustias, penas y dolores Mostrar y dar toda mi
compasin, auxilio y defensa; a ti y a todos los moradores de esta tierra; y a todos
aquellos que me invoquen y en m confen (vv 23-26).
Eficacia de la fe guadalupana
Otro de los elementos ms significativos del guadalupanismo es el hecho de que para
sus creyentes la confianza en la Virgen es siempre eficaz. La Virgen acude en auxilio de
quien la invoca, y el cumplimiento de lo que ella hace para remediar la situacin est a
la vista de todos. En la Villa de Guadalupe hay decenas de millares de exvotos que
atestiguan esto. Todos los santuarios guadalupanos estn tapizados de estos testimonios.
Todo el mundo puede verificar que la fe guadalupana no es solamente una creencia, sino
fundamentalmente un conjunto de hechos histricos que se van entretejiendo desde el
sufrimiento y el dolor del pueblo hasta la construccin de situaciones de vida
completamente nueva, como la que obtendr el to de Juan Diego, quien san
completamente despus de haber estado seguro de morir (vv 114-119, 60-62).
El papel de la Iglesia
La religin guadalupana, desde el momento mismo de su nacimiento, exige de la Iglesia
apoyo, colaboracin, participacin. La Virgen no realiza sola su plan salvfico. Pide que
Juan Diego sea su mensajero, muy digno de confianza. El mismo Juan Diego atender
personalmente las enfermedades de su to para que se realice en l, antes que en nadie,
la voluntad de la Virgen. Sin embargo, sta quiere que el obispo, como representante de
la Iglesia, haga realidad lo que le pidi (v 44). La existencia del guadalupanismo, que
est ante la Iglesia como un testimonio de inculturacin, de renovacin, de coherencia y
de fe profunda, es un reto enorme para la evangelizacin y la pastoral.
(1) En China y Japn existe tambin devocin a la Virgen de Guadalupe. A esos pases fue llevada por las
mujeres de chinos y japoneses que habitan en la Costa Occidental de Mxico. Por el proyecto
modernizador de Plutarco E. Calles, y la persecucin religiosa que desat, estas personas tuvieron que
regresar a su pas de origen, llevando consigo a sus esposas. All, en algunas partes, la Guadalupana ha
sido aceptada y se le tiene devocin, como si fuera propia.
(2) Siller A. Clodomiro L.,Anotaciones y comentarios al Ncan Mophua, en: Estudios Indgenas,
CENAMI, Mxico, 1981. Tambin hay otras publicaciones como: Para comprender el Mensaje
Guadalupano, 3. Ed., Editorial Esdeva, Argentina, 1990.
(3) Cuando el Cura Don Miguel Hidalgo y Costilla arengaba en Atotonilco a los indgenas y campesinos
sobre el sentido que tena la lucha que se iniciaba, alguien puso en sus manos un estandarte de la Virgen
de Guadalupe, que probablemente perteneca a cierta cofrada, confeccionado de manera muy rustica, con
un pincel que se antoja bastante indgena. A partir de ese momento el estandarte ser la bandera de la
insurgencia, y se determinaran otros elementos constitutivos de la libertad que explcitamente aparecern
como fundamentos de las primeras proclamas y declaraciones. As se puede ver en Los Sentimientos de
la Nacin que areng Don Jos Mara Morelos y Pavn en Chilpancingo, antecedente del Primer
Congreso Legislativo habido en Mxico.
(4) Las fotografas de la poca muestran a los zapatistas con imgenes de la Virgen de Guadalupe en su
sombrero. El que no la lleva all la traa en el morral. Fueron sobre todo las mujeres las que involucraron
a la Virgen en esas luchas.
BIBLIOGRAFA
Recomendamos la lectura de varios artculos en varios cuadernos y volmenes de: Estudios Indgenas del
Departamento de Publicaciones de CENAMI, Centro Nacional de Misiones Indgenas, en Mxico, D.F.,
especialmente:
--- Simbologa nhuatl y Evangelio,
--- Para una Teologa del Popol Vuh,
--- Anotaciones y comentarios al Ncan Mophua,
--- La evangelizacin guadalupana
Tambin sirve para los propsitos de encuadrar lo dicho aqu:
--- Varios: Teologa india, CENAMI-Abya Yala, Mxico-Quito, 1.Ed., 1991.
--- Siller A., Clodomiro L., Para comprender el Mensaje Guadalupano, 3. Ed. Editorial Esdeva,
Argentina, 1991.
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GUELAGUETZA
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CLODOMIRO L. SILLER
BIBLIOGRAFA
--- CENAMI. Presupuesto y mtodos para la evangelizacin y catequesis en la pastoral indgena, en:
Estudios Indgenad, vol. V, nm.4, pp. 405ss.
--- Comisin Episcopal para indgenas, Fundamentos Teolgicos de la Pastoral Indgena en Mxico, en:
Estudios Indgenas, vol. V. Nm. 2 pp. 135ss (existe en texto separado edicin actualizada de 1989).
--- Siller A. Clodomiro L. Qu es la religin del pueblo, en preparacin, CENAMI, Mxico.
--- Evangelizacin de las regiones del pueblo, en preparacin, CENAMI, Mxico.
--- Simbologa Nhuatl y Evangelio, en : Estudios Indgenas, Vol. V. Nm 1, pp.11ss.
--- Van Der Hoff, Franz, Ideologa en la religiosidad popular, en: Estudios indgenas, Vol. VI, Nm. 2,
pp. 3ss
CLODOMIRO L. SILLER.
H
HONGOS ALUCINANTE
chamanes guardan cuatro das despus de cada velada. Quien no siga con rigor estas
normas puede enloquecer, no porque los hongos sean malos, sino por trasgredir la ley.
Prcticas pastorales
A religin del hongo est prcticamente reservada, en toda su profundidad, para quienes
estn inmersos dentro de la sultura que la practica, peus posee un simbolismo tal, que
difcilmente podra ser comprendida por un profano, por ms que la estudiara.
Desde la experiencia purificadora del hongo se cuestionas en algunas *etnias la
prcticaactual del sacramento de la reconciliacin. En la confesin comnmente slo se
contempla la dimensin moral de los actos, sin caer muchas veces en las consecuencias
fsicas y comunitarias del pecado. En cambio, la sensacin de pureza que proporciona el
hongo es integral. Por medio de l, el penitente y el chamn buscan la raz del problema
y de la enfermedad, para conseguir unaliberacin integral: reconciliacin consigo
mismo, con el mundo, con los dems y con Dios, a la vez que un bienestar fsico y
muchas veces hasta la salud corporal.
Proyeccin a futuro
La religin del hongo es todava una veta inexplorada que ofrece al cristianismo una
riqueza incalculable y, a su vez, un reto si pretende encarnarse en las culturas.
En la prelatura de Huautla se ha empezado a abrir espacios de respeto y reconocimiento
de estas prcticas religiosas; incluso, se intenta manifestar inters por conocerlos e
integrarlos a la liturgia. All se ha descubierto que, en la medida en que se abren estos
espacios, crece la creatividad del pueblo. As han proliferado los cantos y ensayos de
celebraciones litrgicas en donde el *pueblo se siente como autntico sujeto activo.
Sin embargo, el reto todava esta all. Se debe llegar a reconocer que la religin del
hongo es un verdadero sacramento de Dios, el modo muy especial como Dios se quiere
revelar al mundo, concretamente desde la cultura mazateca y de otras culturas
indgenas.
Hasta hoy, por lo menos en nuestro continente, no se ha tomado muy en serio el
problema de la *inculturacin; slo ha habido tmidos ensayos de traduccin de algunas
categoras occidentales a los ideomas vernculos, y la introduccin de unos que otros
smbolos indgenas en la liturgia de ritos latinos.
No ha capacidad para reconocer en las culturas indgenas el rostro del otro con el que
se puede dialogar, que merece todo respeto y ests en poibilidad de enriquecer a toda la
Iglesia.
La pedagoga de Dios es que el Verbo se hizo carne, esto es, partir de las realidades
humanas, existentes y anunciarles la Buena Nueva.
Por esto, las religiones indgenas siguen en la clandestinidad, pues la religin oficial
no ha sabido engranar con ellas. Es urgente reconocer a las Iglesias autctonas con su
propio rito, *teologa y misterio, como un patrimonio de la Iglesia verdaderamente
universal; y sta debe hacerse a su vez servidora de esas Iglesias particulares.
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I
IDENTIDAD
(1)Cfr. Martn Barbero, Jess, De los medios a las mediaciones., Comunicacin, cultura y hegemona,
Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1987, pp. 203ss
(2) Bonfil, Guillermo, los pueblos indios, sus culturas y las polticas culturales, en: Polticas culturales
en Amrica Latina, Grijalbo, Mxico, 1987, p.112
MARIO PREZ
IDOLATRA
BIBLIOGRAFA
--- Cantares Mexicanos, Manuscrito en la Biblioteca Nacional de Mxico. Edicin fotogrfica hecha por
Antonio Peafiel, Mxico, 1904.
--- Garibay K., ngel Mara: pica nhuatl, UNAM, Biblioteca del Estudiante, Mxico 1945.
--- Historia de la Literatura Nhuatl, 2 vols. Ed. Porra 1953-1954. Mxico.
--- Teogona e historia de los mexicanos, Editorial Porra 1953-1954. Mxico
--- Gonzlez Rodrguez Luis, Antropologa Cultural y Fe Popular, en Estudios indgenas, vol. V, nm.
1, pp. 23ss. CENAMI, Mxico, 1975.
--- Len Portilla, Miguel, La filosofa Nhuatl, estudiada en sus fuentes, Instituto Indigenista
Interamericano, Mxico, 1956.
--- Siller A., Clodomiro L., Anlisis de la religin del pueblo, en preparacin, CENAMI, Mxico.
El sentido cultural de la religin del pueblo, en preparacin, CENAMI, Mxico.
--- Varios, Chicomexchitl, en: Estudios Indgenas, vol. VII, nm. 3, pp. 443ss, CENAMI, 1978.
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IGLESIA AUTCTONA
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CLODOMIRO L. SILLER
Los padres del Concilio Vaticano II afirmaban que la Iglesia es un pueblo nuevo de
judos y gentiles (Lumen gentium, 9); es decir, es un pueblo hecho de muchos pueblos.
En Mxico tenemos muchos pueblos y diversas culturas, pero la Iglesia se presenta
bastante uniforme en su estructura y en sus manifestaciones. Y no slo en Mxico sino
en toda *Amrica Latina, debido a las circunstancias de la denominacin colonial que
acompaaron a la primera evangelizacin, y debido a las posturas etnocntricas e
integristas que siguieron despus, prcticamente no existen Iglesias autctonas
catlicas. S se han dado Iglesias locales particulares, pero en la comunidad eclesial
catlica deben existir Iglesias autctonas particulares (lumen gentium, 13), de modo que
la catolicidad sea no slo una abstraccin sino tambin una realidad concreta en todos
los continentes. Es un principio conciliar: No debe haber entre los cristianos ninguna
distincin o desigualdad por razones de raza, nacionalidad, clase social o sexo (Ad
gentes, 12). Sin embargo, en la historia de la Iglesia en Mxico ha habido momentos en
que se ha separado a los *indgenas de los mestizos y espaoles. As encontramos que la
causa principal de la oposicin al Colegio de Tlatelolco por parte del clero y de la
opinin general de aquel entonces radicaba principalmente en que la mayora de los
espaoles, en Mxico, no quera ver a los indios formndose para el sacerdocio. En una
carta de 1544 los dominicos concluan de aqu se sigue que no deben de ser
ordenados porque en ninguna reputacin seran tenidos y quitadas estas razones
porque ellos deban estudiar, como cosa muy necesaria queda que se les debe quitar el
estudio. El escribano Jernimo Lpez, en una carta del 25 de febrero de 1545, se queja
de lo que llama insolencia de los naturales, porque ya no aceptan stos que se les
tratara como viles esclavos, y llega a afirmar que ella se debe, entre otras causas, a que
se les enseaba latn y otras ciencias. El Concilio Mexicano de 1555 prohibi ordenar a
indios, mestizos y negros. Las primeras contribuciones de la provincia franciscana
prohibieron dar el hbito a indios y mestizos, y otro tanto hizo el captulo general de los
dominicos, el 27 de septiembre de 1576. Hasta la vida religiosa en su forma ms
humilde qued prohibida a los indios. Por eso fray Jacobo Dacino, quien tom la
iniciativa de dar la comunin a los indios de Michoacn, con admirable clarividencia
trat de demostrar que la Iglesia en Mxico no estaba fundada como es debido, puesto
que no tena un solo sacerdote indgena. Humboldt nos informa que los indios no tenan
derecho al ttulo de gente de razn, reservado a los blancos y al los mestizos, a pesar
de que, en carta enviada al Emperador el 8 de agosto de 1533 para informarle sobre el
aprovechamiento de los alumnos del Colegio de La Santa Cruz, el arzobispo D.
Sebastin Ramrez de Fuenleal afirma: los naturales mustrense tan hbiles y
capaces que hacen gran ventaja a los espaoles (1).
En la Iglesia, como cuerpo social y como manifestacin de un modo de vida, no ha
habido lugar para las tradiciones y expresiones vitales indias. Por otro lado, hay muchas
vocaciones indgenas, hombres y mujeres, que van a las casas de formacin y
seminarios donde, por nuestras deficiencias etnocntricas an actuales, no maduran para
el servicio ministerial del pueblo de Dios. Son muy pocos los religiosos o sacerdotes
indgenas que continan siendo verdaderamente indgenas. Ms frecuentemente sucede
que, por la preparacin que reciben, se desclasan, descampesinan y desindigenizan.
An no se ha podido ver en las dicesis mexicanas que los sacerdotes indgenas formen
parte de Iglesias autctonas, ms bien encuentran muchas dificultades e incomprensin
e, incluso, marginacin social y pastoral.
La respuesta de fe dada por los indgenas, que los hace ser Iglesia, debe ser una
respuesta encarnada en su cultura, porque lo que no se asume no se redime (San
Ireneo), Segn Pablo VI, la encarnacin de la Iglesia universal se debe dar en los
pueblos, con su determinada lengua, herencia cultural, experiencia social y una visin
propia del mundo. As, con estas caractersticas, nacen las Iglesias particulares
autctonas (Evangelli nuntiandi, 62). La variedad de cultural de los pueblos no hiere la
unidad de la Iglesia, sino la manifiesta. Por eso, la Iglesia quiere que se salven y
permanezcan ntegras las tradiciones de cada Iglesia particular o rito (Orientalium
eclesiarum, 2; Conc. Lateranense IV, c. 4, 5, 9, y 16).
Los Padres del Vaticano II ensean que las Iglesias particulares autctonas nacen de las
*semillas de la palabra y deben echar races profundas en su *cultura, dar a sus
miembros una formacin adecuada, contar con asociaciones y organizaciones propias, y
valerse por s mismas en sus necesidades de catequistas y evangelizadores, de ministros,
sacerdotes y obispos (Ad gentes, 15).
La Iglesia autctona es la finalidad de la misin: una Iglesia que crezca y aporte su
particularidad a toda la Iglesia (Ad gentes, 6). Lo que Dios ha declarado puro, nosotros
no podemos llamarlo profano (He. 10, 15). La Iglesia debe hacerse juda con los judos,
sin ley con los sin ley, indgena con los indgenas (1 Cor 9, 20-21). La Iglesia en cuanto
tal no tiene una cultura propia; debe encarnarse en todas.
Es una gran angustia para los responsables de la *pastoral indgena que los indgenas no
se hayan podido expresar todava con liturgias propias que manifiesten que viven en la
Iglesia y la Iglesia vive en ellos, tal como sucede cuando se participa en los ritos coptos,
siriacos, griegos, latinos, eslavos, mozrabes y otros.
No demos olvidar que los bienes culturales de los pueblos son para la recapitulacin de
todo en Cristo (San Ireneo, Adversus Haereses, 16, 6) y son parte del magnfico
patrimonio del espritu humano (Juan Pablo II, Redemptor hominis, 12) del que Cristo
es heredero universal (Sal 2, 8).
Una vez surgidas las Iglesias autctonas, por la *inculturacin del Evangelio, tendrn
verdaderamente la capacidad de vivir de acuerdo con sus tradiciones y costumbres
indgenas, que son la herencia que han recibido de Cristo (Sal 2, 8); darn gloria a Dios
y organizan la vida cristiana de manera ms afn de la mentalidad y sabidura indgenas.
Para que la vida cristiana pueda concordar con el genio y el tipo de cultura, la
evangelizacin debe someterse a investigaciones teolgicas nuevas en los territorios
culturales, de modo que las Iglesias autctonas conserven y vivan la riqueza de sus
tradiciones en la comunidad eclesial (Ad gentes, 22) y puedan, con coherencia y sin
rupturas histricas ni prejuicios culturales enajenantes, dar razn de la esperanza que
hay en ellos (1 Pe 3, 15), compartiendo con la Iglesia universal sus compromisos y
prcticas por la justicia, la fraternidad y los dems signos del *Reino. Esta labor, que
empieza con la primera misin, debe continuar hasta que las Iglesias autctonas se
constituyan plenamente y sean a la vez evangelizadoras de otros pueblos (Lumen
gentium, 17).
Muchas veces hemos hecho entrar en la liturgia motivos, smbolos o arte indgenas,
pero casi siempre los asumimos sin la participacin activa del pueblo (a veces se hace
esto ms por razones decorativas que por el verdadero sentido que estos smbolos tienen
en sus culturas), lo que muestra que est faltando que el pueblo exprese adecuadamente
su propia fe desde su cosmovisin y reflexin (Sacrosantum Concilium, 48.)
Si la Iglesia no se encarna en las realidades indgenas, no puede llamarse ni ser
verdaderamente catlica, porque no lo estn demostrando en todo el mundo (Evangelio
nuntiandi, 62). La Iglesia indgena autctona es la Iglesia catlica en acto, con la
integridad propia de los indgenas (Orientalum Eclesiarum, 2). Como Iglesia, no
debemos acabar con las culturas o ver con indiferencia cmo se acaban; ms bien,
hemos de buscar que las culturas se encuentran con el Evangelio para que surjan
Iglesias autctonas, y las debemos defender e incrementar (Orientalium Eclesiarum, 3).
Esto ha de hacerse con la responsabilidad activa de todos para el bien comn
(Directorio para el Ministerio Episcopal, 93).
As pues, la Iglesia todos los bautizados- debe cooperar al surgimiento de las Iglesia
particulares indgenas con jerarqua y organizacin autctonas, con teologa, liturgia y
expresiones eclesiales adecuadas a sus vivencias culturales, en comunin por otras
Iglesias particulares, sobre todo y fundamentales con Pedro. De esta manera se
expresar de forma veraz la catolicidad de la Iglesia que, conforme al Concilio Vaticano
II (Lumen gentium, 22) y al magisterio de Juan Pablo II, se encarna en todas las culturas
y pueblos (Doc. Bogot, 8)
(1) Cfr. Ricard, Robert, La formacin de grupos selectos y el problema del clero
indgena, en: La conquista espiritual de Mxico, libro II, captulo VII, Fondo de
Cultura Econmica, Mxico, 1986.
BIBLIOGRAFA
--- Demis-Celam, Documentos de Pastoral Indgena, Bogot, 1989.
--- Demis-Celam, De una pastoral indigenista a una pastoral indgena, Bogot, 1987.
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IMAGEN
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MARIO PREZ
Llama la atencin la gran estima que el *catlico tiene de las imgenes, en cuanto
imgenes (estampas, cuadros, medallas, de bulto). Aunque desconozca a quienes
representan, les tiene una muy alta estima, si son imgenes. Distingue sin ser consciente
cuatro tipos de imgenes:
1. Aquella imagen que para l es el resultado de una *aparicin divina, cuya presencia y
fuerza prodigiosas se encuentran slo y exclusivamente en dicha imagen original.
Aunque existan mltiples reproducciones de ellas, nunca reconocer en las dems las
caractersticas sobrenaturales de la original, a la que se considera hecha no por manos
humanas. Un ejemplo, casi nico, es la imagen de la virgen de *Guadalupe. Ella vive y
est en el Santuario del Tepeyac.
2. Un segundo tipo es la imagen que, aunque hecha por manos humanas, ha sido
prodigiosa desde su llegada a Amrica, ya sea porque fue encontrada milagrosamente,
o porque absorbi el veneno de quien la bes, o no fue consumida por el fuego, o alivi
a un enfermo, o se resisti a ser trasladada a otro lugar, etc. La presencia divina no
slo est en la original, sino tambin en la copia, llamada peregrina. Es el caso de la
Virgen de San Juan, la Virgen de Zapopan, El Seor de Chalma, El Seor de
Sacromonte, la Virgen de Talpa
3. Un tercer tipo es aquella a la que se le reconoce un valor religioso, sin existir una
original. Cada una vale en s misma. Son imgenes tradas por los primeros misioneros,
que impresionaron de tal manera a los *indgenas, que stos las consideraron
vencedoras de sus divinidades derrotadas y las pusieron como protectoras del pueblo, en
lugar del dolo vencido. Es el caso, por ejemplo, de San Francisco, San Agustn, Santo
Domingo, San Antonio, San Cristbal, Santo *Santiago, la Santa *Cruz, etc., los Cristos
usados para peregrinaciones y los Santos Entierros. Si se pierde o se destruye la
imagen, el pueblo elaborar otra, a veces a su modo; lo importante es que conserve su
nombre original.
4. Un cuarto tipo est constituido por aquellas imgenes renacentistas y barrocas que el
clero a presentado a veneracin del *pueblo en los dos ltimos siglos. Sus
caractersticas son netamente extranjeras: blancas, con manos y pies finamente
cuidados, de ojos azules, con pelo rubio o castao, bien proporcionadas, con vestiduras
ricas: San Judas Tadeo; la Virgen del Perpetuo Socorro; del Carmen; de la Medalla
Milagrosa; San Ramn; San Blas; San Nicols, etc. El pueblo usa estas imgenes para
resolver la necesidad especfica para la que dicho santo, segn se le ha dicho, es
especial.
Todas estas imgenes, oyen, ven, responden, castigan, premian, es decir, estn vivas. El
catlico a veces enfatiza esto en el segundo y tercer tipos -pues el primero no lo
necesita-, poniendo articulaciones a las imgenes: se mueven, se acuestan, se sientan, se
montan en burro; o se les pone huellas vivientes: lgrimas, sangre, costillas que se
asoman
La bendicin o bautizo con *agua, que realiza el presbtero, da ms vida a la imagen.
Su casa es el templo o la casa en que se tiene el oratorio familiar y tambin el cielo.
Por vivir en los dos lugares, conoce mejor las necesidades de aqu y conoce cmo
hablar all arriba.
Valor espiritual
La imagen es el acercamiento y la presencia de Dios. No siempre la imagen engendra el
acercamiento del individuo y de la comunidad a Dios. La gente no se siente motivada
por la imagen a imitarla y mucho menos a ser un *cambio de vida. Tendr que recurrir
al juramento delante de ella o hacerle una promesa para cambiar, al menos
temporalmente.
BIBLIOGRAFA
---Instituto de Liturgia Hispana, Religiosidad popular: las imgenes de Jesucristo y la Virgen Mara en
Amrica Latina (Folleto), 1990.
--- Guerrero R., Jos Luis, Los dos mundos de un indio santo, Cimiento, Mxico, 1991, pp.419-421.
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INCIENSO
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BENJAMIN BRAVO.
Es un elemento cien por ciento teognico (que tiene que ver con el origen y el ser de los
dioses). Significa la dinmica de la vida y de la muerte de Dios y de su sentido en la
historia. El incienso sintetiza el rojo con el negro: rojo (la brasa que es sol, vida); el
negro (el humo, la noche, la muerte). Ritualmente, la mujer es la que lleva el incienso y
esto es un smbolo social, porque la mujer es la que est ligada a la vida y a la muerte.
La mujer da la vida, para dar vida a otros y otras. El parto es una victoria sobre la
muerte. Cuando muere una mujer en el parto muere en una batalla por la vida; por eso la
comparan con los guerreros. En las comunidades apartadas, la esposa del mayordomo
inciensa dos veces al da en la capilla. Es un smbolo dual (la unidad es dual) y tambin
teognico: inciensa a la salida y a la puesta del sol (vida y muerte de Dios). Se inciensa
en forma de *cruz para que haya equilibrio en el mundo. Se hace en las cuatro
direcciones, para que haya equilibrio entre lo humano y lo divino.
VICTORIA LPEZ.
INCULTURACIN
Este trmino no es, generalmente, ni aceptado ni usado por los antroplogos; naci en
los dilogos de pastoral misional (1962) para expresar las relaciones de la fe cristiana
con las diversas *culturas de los pueblos. Se habla de inculturacin de la fe del
Evangelio de la Iglesia, del catolicismo en las culturas. Se ha preferido inculturacin a
otros trminos similares como acomodacin, adaptacin (Vat.2) o encarnacin,
contextualizacin e indigenizacin. No se usa aculturacin, porque la fe no se
identifica con ninguna cultura. Algunos antroplogos (Herkovytz) usan enculturacin
con el mismo sentido de endoculturacin pues inculturation presentara el equvoco
de significar negacin, mientras que endo indica la presencia de la fe en la cultura y
el proceso de penetracin de la fe hasta la profundidad de la cultura, hasta su ncleo
esencial. La fe, con su concepcin de Dios trino, de Cristo, del Espritu en la Iglesia, de
la sociedad, del ms all, etc., y con el conjunto de valores del Evangelio se hace
presente, entra en contacto con las diferentes culturas. Los hombres que reciben esta
evangelizacin asumen, aceptan esta visin del mundo y estos valores y los integran
coherentemente a la cosmovisin y a los valores propios de su cultura, de modo que
sean criterios de accin, normas de vida y formen la mentalidad, las actitudes, las
costumbres, y conformen las instituciones y las estructuras de la sociedad. El resultado
de la inculturacin del Evangelio es la cultura evangelizada, no una nueva cristiandad,
que implicara la unidad de la cultura, sino la pluralidad cultural de vivir el Evangelio
(1).
As, inculturacin es la radicacin del Evangelio en una cultura, su penetracin
transformante hasta la raz misma de la cultura, hasta su ncleo esencial epistemolgico
(visin del mundo) y axiolgico (conjunto de valores). Se trata as de un proceso que va
de la presencia-contacto de la fe y la cultura (testimonio de vida y anuncio expreso de
Cristo) a la penetracin cada vez ms profunda en la cultura, que implica: la simple
traduccin inicial de la fe en la cultura (lenguaje, conceptos, expresiones simblicas), la
adaptacin de la fe a la cultura (ajuste de la fe a las expresiones, y costumbres, modos
de vida social), y la asimilacin de la fe desde el interior de la cultura (cambios
evanglicos en el ncleo esencial de la cultura).
As podemos entender las afirmaciones de Juan Pablo II: La inculturacin significa una
ntima transformacin de los valores culturales mediante su integracin en el
cristianismo y la radicacin en el cristianismo de las diversas culturas Por medio de la
inculturacin la Iglesia encarna al Evangelio en las diversas culturas y, al mismo
tiempo, introduce a los pueblos con su cultura en su misma comunidad; transmite a las
mismas sus propios valores asumiendo lo que hay de bueno en ellas y renovndolas
desde dentro Gracias a esta accin, la Iglesia universal se enriquece, con expresiones
(1) Cfr. Para todo esto A.A., Roest-Celliuss, what is so new about inculturation?, en: Gregorianum
59-1758) 721-738; A. Torres Q., inculturacin, en: Conceptos fundamentales de Pastoral,
Madrid, 471-480.
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INDIO . INDGENA
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J. JESS HERRERA
Desde una visin pastoral -nos dicen los obispos reunidos en Bogot (1), en 1985llamamos indgenas a un sector importante de la poblacin de *Amrica Latina que se
identifica como perteneciente a una *etnia, generalmente de campesinos, selvticos o
emigrados a los cinturones de miseria de nuestras ciudades, que estructuralmente vive
fuera de la sociedad occidentalizada o en un proceso diferenciado de integracin a la
misma.
Presentan algunos rasgos comunes como:
ser descendientes de los aborgenes amerindios;
mantener una relacin vital con la *tierra;
tener un fuerte sentido comunitario y religioso;
conservar en mayor o en menor grado su propia lengua;
conservar ciertas peculiaridades en sus formas de vida familiar, de vestir, de
alimentacin, de salud y de transmisin de la educacin.
Hay quienes consideran que el indgena es el que racialmente -es decir, por fisonoma y
por sangre- desciende de los pobladores precolombinos de Amrica. En este caso el
grado de autoctonidad se medir por la pureza de la sangre y de los rasgos somticos.
Esto resulta prcticamente imposible de verificar, debido a la enorme cantidad de
mezclas de sangre que se han dado en la conformacin de las comunidades actuales.
Para otros, indgena es el que habla una lengua indgena, esto es, que recibe y prolonga
lingsticamente las culturas precolombinas. Esta posicin es verificable y se pude
medir y poner en estadsticas; sin embargo, es insuficiente. As aparecen como
indgenas nicamente los monolinges nativos, como ha sucedido en los censos de
poblacin. Este es el criterio que usan las instituciones del gobierno mexicano para
establecer quienes son o no son indgenas.
erraron la ruta y cuando llegaron aqu pensaron que eran las indias. Pero aqu ya
existan xavantes, tupis-guarans, tucanos y adems otras tribus (5).
Finalmente, los trminos indio e indgena constituyen una herramienta tcnica para
hacer referencia a una realidad, en cuanto que contemplan los elementos de los que ya
se ha hablado.
Pero estos trminos no precisan lo que realmente se es. Es decir, cuando se buscan las
races indgenas, al final se concluye que las races son nhuas o tarahumaras, que eso
es lo que se es. Por eso, al usar los trminos indios o indgena se debe tener en cuenta su
sentido real y equvoco, y adems, sus lmites e imprecisiones.
(1) DEMIS- CELAM, Documento Bogot (1985), num.1 Poblacin, en: Documentos de pastoral
indgena, DEMIS, 9, Bogot, Colombia, 1989.
(2) Mons. Bartolom Carrasco Briceo, Situaciones de los indgenas en Mxico (Informe Pastoral), en:
De una pastoral indigenista a una pastoral indgena, DEMIS-CELAM, 83, Bogot, Colombia, 1987,
p. 188.
(3) Cfr. Gonzlez Dorado, Antonio: Evangelizacin integral y comunidades amerindias, en: De una
pastoral indigenista a una pastoral indgen,. DEMIS-CELAM, 33, Bogot, Colombia, 1987. p. 309.
(4) Cfr. Franco Garca, Martha J. y Cabrera Huerta, Francisco, 500 aos de resistencia india en:
Momento, Revista semanal, num.210, Editora Alatrist, Puebla, Mxico, 1990, p. 5.
(5) Cfr. Gonzlez Dorado, Op. Cit. p. 319. La traduccin es ma.
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MARIO PREZ
LEVANTACRUZ
Breve descripcin
Cuando se muere una persona, se tiende una *cruz de cal o de *ceniza en el lugar donde
se vel. Se puede rezar el rosario durante ocho das y al noveno da se ponen *ofrendas
de alimentos, flores, *velas y veladoras; tambin se pone la ropa del finado, se quema
copal y se hacen cruces con el incensador o copalera, se ponen arcos de flores y flores
de papel. Se recibe la cruz de material (madera, fierro o piedra) que se colocarn en la
tumba.
El rezandero reza el (o los) rosario(s) (entre algunas personas muy ligadas a lo antiguo
no se reza el rosario), dirige la ceremonia, entona las alabanzas, reza oraciones y
bendice la cruz de cal.
La hora ms propia para levantar la cruz es el amanecer (despus de las doce de la
noche), pero se comienza la preparacin entre ocho y diez de la noche. Los padrinos
(nios y nias) levantan la cruz de material que se coloc sobre (o junto a) la de cal,
luego barren la de cal hacia el centro y la colocan en una caja o costal, junto con lo que
barrieron en toda la habitacin. Puede haber comida para todos los acompaantes.
En la maana se va en procesin al cementerio, para sepultar la cruz all mismo donde
fue colocado el cadver, y se reza alguna cosa sencilla.
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Sentido
Todas las cosas que se hacen en el levantacruz tienen significado. Muchas tienen su
origen en las tradiciones, el pensamiento y la religin prehispnica. Algunas veces
conviene recordar su sentido, pues eso ayuda a que la celebracin refuerce la vida y una
a la comunidad.
El levantacruz es la segunda celebracin de la muerte, es volver a velar y sepultar al
finado, representado ahora en la cal. La muerte es real y valiosa, por eso ha de
celebrarse dos veces. La cal representa al finado, es como si fueran sus huesos o sus
cenizas luego de incinerado. La incineracin del cadver significaba que el finado
estaba llenando su vida de Dios, estaba resplandeciendo como *sol; quien muere queda
lleno de Dios.
Tambin se representa al finado, como lo que fue, mediante sus ropas. La ropa (antes
ms que hoy) representa a quien la lleva con su tipo de trabajo, su lugar de origen, su
edad, su personalidad. La muerte es parte de la vida. Quien muere est completando su
experiencia en este mundo, est muriendo para llenarse de vida y dar vida. Muere para
vivir. Y nosotros le ayudamos a morir, a que complete su muerte y su presencia en este
mundo, y entonces s pueda encontrase con Dios.
Son nueve das de oracin. En el noveno da se realiza el gran servicio, que consiste en
que el difunto pase de la tierra al cielo. La sabidura popular afirma que el 3 es como el
aire, lo representa, y el da 3+3+3 reafirma este paso hacia el cielo. Tambin se colocan
velas y veladoras para guiar al difunto en su camino. Tal vez l fue tambin luz y lo es
ahora para su pueblo.
Se cree y se anuncia esta verdad de la muerte, de la vida, del camino, del llenarse de
Dios, y eso es precisamente lo que representa con las flores y los cantos, que son el
lenguaje de la tradicin.
La accin de quemar copal para recibir, bendecir, despedir, representa la vida y la
muerte de Dios (brasas rojas, y carbn y humo negro) que se sacrifica para darnos vida
a nosotros y al mundo; adems el humo pinta el aire, lo que manifiesta la relacin que
existe entre tierra y cielo, que se da por el aire. Es, adems, un smbolo que reafirma la
vida, y por eso la mujer, que se halla tan relacionada con la vida fecunda, quema el
copal. Con el copal se marcan las cruces hacia los cuatro rumbos del mundo. La cruz es
el mundo en que vivimos, que se forma por el trabajo de Dios (oriente-poniente) y de la
humanidad (sur-norte). El difunto, representado por la cruz de cal, por todo lo que vivi
en el mundo, es simblicamente recogido (barrido) al barrer la cal hacia el centro de
la cruz; donde se da, simblicamente el encuentro con Dios. Ese encuentro es cumplido
por dos nios y dos nias la humanidad completa, hombres y mujeres- nios
coronados de flores porque es el futuro humano verdadero, el que despide al difunto
hacia el encuentro con Dios.
Es el amanecer, el nuevo da, la nueva vida, el renacimiento, la resurreccin. Vale la
pena desvelarse un da para anunciar, esperar y provocar el futuro de vida. La vida
aparece por dondequiera: est en la ofrenda, la comida que se comparte: nuestro sostn,
nuestra carne y huesos. La vida de la comunidad queda fortalecida; hay comida porque
la muerte es fecunda, da vida.
Frente a las faltas de respeto e imposiciones que se han producido durante cinco siglos,
la *religiosidad popular es un espacio de resistencia. El acompaamiento pastoral de
estos ritos exige el conocimiento de la *religin del pueblo, para ayudar a hacer
consciente lo que se vive a nivel inconsciente. Hacer conciencia de lo que se vive
inconscientemente dinamizar la vida popular, ayudar al *pueblo a reafirmar sus
valores; y ello tiene un valor teolgico: apoyar lo que Dios ha hecho a travs de la
historia y de la cultura del pueblo, es decir, tener en cuenta las semillas del Verbo.
Es necesario apoyar a los que realizan el *ministerio del levantacruz, a los
*rezanderos. Reconocerlos, apoyarlos, compartirles instrumentos, no para hacerlos otro
tipo de ministros; no suplantarlos ni personalmente ni por otro tipo de celebradores o
ministros en este rito.
Dar interpretaciones ajenas o que no corresponden a esta celebracin puede romper la
lgica de este rito y hacer incomprensibles los signos (1).
Habr que cambiar ciertos textos de oraciones muy tremendas que hablan demasiado de
pecado o purgatorio, por otros que respondan a la *teologa expresada en el rito.
Este rito, como otros, necesita proyectarse hacia la vida, pues mantienen un ideal
cultural de vida frente a unos modos sociales que frecuentemente lo niegan.
BIBLIOGRAFA
--- Gonzlez, Ausencia et al., El levantacruz (Lo editamos un grupo de radicados en la dicesis de
Tula. Es un estudio sobre el levantacruz, pero no fue posible darle una difusin ms amplia).
---Para conocer los significados de los ritos, habr que profundizar en la propia cultura. Conviene estudiar
de Len-Portilla, Miguel, Filosofa Nhuatl, UNAM.
---Consultar el artculo de Siller, Clodomiro, Religin indgena prehispnica en: Esquila misional, nm.
435 de octubre 1991, pp. 16-23.
LIMPIA
La limpia propiamente dicha consiste en hacer pasar por todo el cuerpo del individuo,
por su cabeza, de frente y luego de espaldas, y muy repetidamente basado en la
transferencia del mal- hierbas, ramos, o huevos, *velas, cera o bien un animal (gallina
negra o pollo), que se encargar de recoger el aire si este existe- y purificar a la
persona. Los objetos empleados en la limpia deben ser arrojados s un lugar apartado,
lejos de la habitacin o del lugar donde esta se realiz.
Antecedentes histricos
Durante las primeras dcadas, despus de la conquista, los religiosos ponderaban la
predisposicin de los *indgenas a aceptar la tradicin catlica. El franciscano Fray
Toribio de Benavente Motolina- afirmaba que la idolatra haba sido borrada
totalmente de la mente de los indgenas (1). De hecho, as se crea en los primeros aos
de evangelizacin; sin embargo, fray Bernardino de Sahagn ya deca que los pecados
ms graves de los indios eran los de idolatra, hechicera limpias y ageros (2).
Cabe sealar, sin embargo, que para los indgenas, la limpia y la *curandera eran
consideradas como equivalentes; se practicaban en clima mstico para adivinar la causa
del mal y saber cmo curarlo. Se conocan las propiedades de las plantas, las que se
aplicaban en infusiones ingeridas, cataplasmas, frotamientos y lavados, invocando a los
espritus adecuados y a los dioses representativos. Consideraban las enfermedades como
castigo, y por ello deban propiciar a los dioses. Entre los brujos, magos y hechiceros,
los ms importantes eran los tonalpouhqui, que lean el calendario y decan cuales eran
las fechas propicias para la persona (3).
Fue difcil para los indgenas aceptar la imposicin de la nueva religin. As ocurrieron
rebeliones de hechiceros para rechazar las imposiciones de los religiosos, que
ordenaban y penetraban en todos los aspectos de la vida social, familiar, econmica y
poltica. Estas rebeliones originaron que a principios del siglo XVII se viera
nuevamente la necesidad de arrancar de raz estas creencias y prcticas indgenas, y de
eliminar la fuerza de los curanderos y hechiceros, que significaban una barrera en la
tarea evangelizadora. Para esto, los religiosos recomendaron conocer de raz estas
creencias, que permanecan an e iban pasando de generacin en generacin (4).
La limpia tradicional se hace con un ramo compuesto de hierbas (ruda, albahaca, pir,
romero y flores blancas o rojas). Es la ms frecuente y sirve para purificar o armonizar
tanto a personas como a sitios: casas, habitaciones, lugares de trabajo, comercios,
adems de estas, hay tipos de limpia segn las necesidades de los solicitantes:
limpias contra la mala suerte, contra las envidias, para atraer la prosperidad al
negocio; limpia de sbila para el amor; para conseguir un buen trabajo; para quitarse
los embrujos; para lo salado, etctera.
Mientras se hace una limpia, para retirar el mal se recita la siguiente oracin:
Romero bendito,
de Dios consagrado,
que fuiste nacido,
no fuiste sembrado,
por la virtud
que Dios te ha dado,
has que entre lo bueno
y salga lo malo.
(1)Cfr. Ruiz de Alarcn, Hernando, Tratado de las supersticiones y costumbres gentlicas que hoy viven
entre los indios naturales de la Nueva Espaa, Ed. SEP, Introduccin de Ma. Elena de la Garza Snchez.
(2)Cfr. De Sahn, Bernardino, Historia general de las cosas de la Nueva Espaa, Ed, Porra, Mxico.
(3)Cfr. Inchostegia, Carlos, Magia y medicina, Ed. Gustavo Casasola, pp. 46-50.
(4)Cfr. Ruiz de Alarcn, Op. Cit., p.27
BIBLIOGRAFA
--- Lpez Austin, Alfredo, Conjuros nahuas del siglo XVII, en: Revista de la UNAM, vol. XXIV, nm.
11, julio 1970; vol. XXVII nm. 4, 1972.
--- Aguirre Beltrn, Gonzalo; Medicina y magia, en: El proceso de aculturacin en la estructura
colonial, INI, 1973, Mxico.
--- Ichon Alain, La religin de los totonacas de la Sierra, Instituto Nacional Indigenista, 16, 1973,
Mxico.
--- Scheffler Lilian, Magia y brujera en Mxico, Panorama Editorial, Mxico, 1985.
LIMPIA RELIGIOSA
(1) Reliquia: es un signo que se toma como don de Dios; por ejemplo: cuando en una convivencia
de la comunidad se da comida, la gente acostumbra llevar a casa un bocadito. La intencin
profunda es llevar a los familiares el don de Dios. Despus de que alguna persona se hace una
limpia, acostumbra llevar el ramito de ruda, romero o manzanilla a su casa, para hacer con l
un t, y, bendicindolo, recibir doblemente el don de Dios.
(2) Escamada: adorno de cera que ponen a la vela o cera que se ofrece al Santo Patrono.
(3) Ejotito: ltigo con el que una persona es azotada para que reciba el perdn y el don de Dios. Es
una limpia penitencial.
AUSENCIA GONZLEZ
con esta fiesta se representaba era la recreacin de la vida del mundo por medio del
simbolismo del fuego-luz (2).
Cuando los primeros evangelizadores llegaron a nuestras tierras y empezaron a usar en
las celebraciones la luz, el fuego, nuestros antepasados sintieron que haba sintona
entre el modo de cmo ellos expresaban su adoracin a Aquel por quien se vive y el
modo de expresar y celebrar la fe de aquellos que les anunciaban el Evangelio. A
nuestros *antepasados no les fue difcil, por eso, comprender que el hijo de Dios era la
luz del mundo, porque sus celebraciones estaban densamente impregnadas del signo
de la luz.
El Cdice Matritense define a los tlamatinime como: una luz, una antorcha, una
gruesa tea que no ahuma y que explica su luz sobre el mundo. A tales hombres, en
opinin de Fr. Bernardino de Sahagn, se les puede aplicar el concepto de sabio o
philosopho. Lo cual significa que los antiguos mexicanos llegaron a entender que la
verdad y el autntico conocimiento eran como luz que alumbra. Por eso al que era
llamado sabio le llamaban ocote para los dems, en cuanto que era como una luz para
las situaciones que padeca el pueblo, era quien indicaba que hacer, cmo caminar en
la vida.
De este modo de ocote, la cera, la veladora, la vela, el cirio, han llegado a ser los
smbolos del acompaamiento, del compromiso con el otro en la bsqueda de la
verdad, de la sabidura.
El simbolismo de la luz es muy rico. Pero si no se hace consciente, pierde la fuerza que
genera *cambio, conversacin, esperanza para la vida. A los *agentes de pastoral nos
compete hacer conscientes a los miembros del pueblo de Dios de la fuerza del Espritu
que est latente el *smbolo de la luz.
(1) Cfr. 1 Jn 1, 5.
(2) Fr. De Sahn, Bernardino, Historia general de las Cosas de la Nueva Espaa, libro VII, caps.
11 y 12, Porra, Mxico.
BIBLIOGRAFA
--- Len-Dufour, X, Vocabulario de Teologa bblica, Herder, Barcelona.
--- Len Portilla, Miguel, Los antiguos mexicanos, Fondo de Cultura Econmica, Mxico.
--- Comisin de Religiosidad Popular de Tula, Las velas, en El levanta Cruz, Publicado por la CRT de
Tula.
MARIO PREZ
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MAGIA
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CLODOMIRO L. SILLER
MAGUEY
Ese maguey, dijo Dios, es nuestra vida. Es la leche de la Virgen, es nuestra mam. El
maguey es madre porque tiene brazos y nos alimenta. Si no fuera por l, no estaramos
aqu. No tenemos con qu mantenernos, ni qu comer, por eso mamamos la leche de la
Virgen. Mientras que cuando queremos agua y no hay, tenemos que cargar nuestro
cntaro hasta encontrar el agua en las barrancas, el maguey siempre est dispuesto a
darnos su alimento. l nos acompaa desde que nacemos hasta la muerte, porque no
slo nos alimenta sino que cubre nuestro cuerpo (el *ayate). (Palabras de un hermano
indgena hh).
El maguey representa una base muy importante, vital, porque cubre diferentes
necesidades de los habitantes del Valle del Mezquital. De l se extrae el pulque para
consumir y vender. Tambin se come su flor (flor de quiote), se hace medicina, se saca
la fibra (ixtle) y se tejen los ayates. Adems, sirven de cercas para limitar los terrenos y
detener la tierra. Hasta hace pocos aos las viviendas se construan con las pencas del
maguey. Todava existen familias con pocos recursos que construyen sus viviendas con
esta materia.
Las mujeres son las que generalmente raspan los magueyes (sacan el aguamiel) para
hacer pulque. Tambin tallan las pencas para sacar la fibra, la hilan y tejen para hacer
los ayates.
VICTORIA LPEZ
1. La veneracin que la Iglesia ha dado a la madre del Seor en todo tiempo y lugar es
un slido testimonio del sitio privilegiado que Mara ha ocupado siempre en la fe, en el
culto cristiano y en la *piedad popular.
El Nuevo Testamento nos habla con austeridad de Nuestra Seora. Pero esos pocos
datos son suficientes para comprender el papel que tiene la Madre de Jess en el
designio salvador de Dios y en la vida posterior del pueblo creyente: Lc 1, 26-56; Mt 1,
15-25; Lc 2, 1-20; Lc 2, 22-38; Mt 2, 1.12; Mt 2, 1-12; Mt 2, 19-22; Lc 2, 41-50; Lc 2,
51-52; Jo 2, 1.11; Lc 11,27; Mc 3, 31-35; Mt 12, 46-50; Lc 8, 19-21; Jo 19, 25-27; He 1,
14.
2. Los cristianos de los primeros siglos veneraron a Mara sobre todo como madre de
Dios, o Madre de Jess. La autntica fe mariana de la primitiva comunidad cristiana
tuvo siempre el cuidado de nunca separar a Mara de Jess y de atenerse a las
enseanzas de la palabra de Dios.
Con el correr del tiempo, la figura de Mara se fue rodeando de leyendas piadosas de
acuerdo con los usos, sentimientos y costumbres de los pueblos, deseosos de exaltar con
su piedad a la persona ms cercan a Jess. Desde el siglo II, y ms fuertemente desde el
siglo X al XIX, se multiplicaron las celebraciones populares en honor a Mara,
siguiendo los hechos ms o menos reales de su vida oculta, su nacimiento, su
presentacin, sus desposorios, su muerte y trnsito.
Del mismo modo, se subrayaron progresivamente los misterios de su existencia terrena
unida a la de Jess (el anuncio del ngel, la visitacin, la purificacin, sus dolores, la
asuncin). Por ltimo el pueblo cristiano fue elaborando una serie de manifestaciones,
de prcticas y devoluciones en honor a Mara, basadas principalmente en su enorme
deseo de colocarla por encima de todos los santos.
3. La presencia de Mara tuvo un arraigo an mayor en la *religiosidad popular debido a
las muchas tradiciones y leyendas que el pueblo fue forjando alrededor de la Madre de
Jess, siempre con el propsito de exaltarla con su piedad. Cuando la fe cristiana no
tuvo gran solidez teolgica, cay fcilmente en un sentimentalismo religioso que
disfrutaba en descubrir las reliquias marianas (muebles, cabellos, vestidos, etc.) y en
celebrar advocaciones fundadas en *apariciones o intervenciones de Nuestra Seora,
acompaadas de seales prodigiosas.
En nuestros das se observa con frecuencia que la devocin del pueblo a la Madre de
Dios est acompaada de carencias o excesos que le restan solidez o la deforman: hay
un gran apego y veneracin sacral casi mgica a sus imgenes, estampas, medallas,
cuadros, muy centrada en lo exterior: ofrendas de flores, *velas; promesas o mandas
que exigen autnticos sacrificios (largas caminatas, vestirse como la imagen de tal
advocacin, lastimar el cuerpo, etc.) que no siempre son signo de autntica conversin,
aunque si manifiesta una profunda piedad agradecida. El amor y la devocin marianos
han llevado al pueblo a crecer fcilmente advocaciones que muchas veces ofrecen serias
dudas sobre su autenticidad. En ms de una ocasin ha sido explotado en su buena fe
por quienes buscan fines principalmente econmicos.
4. No se puede desconocer la importancia que ha tenido el camino de la Virgen en la
vida del pueblo cristiano a lo largo de 20 siglos. Este caminar de Mara por los pases
cristianos se ha visto reflejado en su vida espiritual, en el sentido de su fe, en su piedad,
en su arte, en su liturgia y en un sinnmero de actos marianos, entre los que destacan sin
duda la oracin del Angelus y la prctica del *rosario.
5. En *Amrica Latina el Evangelio se ha anunciado presentando a Mara como parte
sobresaliente del mensaje de salvacin. La piedad mariana ech pronto races en el
continente despus de una experiencia vital e histrica que pertenecen a la ntima
Perspectiva pastoral
El lugar de Mara en la *piedad popular est profundamente vinculada a nuestra
teologa mariana. sta, si ha de observar con fidelidad la funcin que Mara detenta en
el plan de Dios, debe asumir tres caractersticas: cristocntrica, eclesial, escatolgica.
Cristocntrica: el papel de Mara slo se comprende plenamente en el misterio
de Cristo que se realiza en todos los creyentes.
BIBLIOGRAFA
--- La pastoral de Santuarios en Mxico, Departamento de pastoral de santuarios, Mxico, 1988.
--- L. Maldonado, Gnesis del catolicismo popular, Cristiandad, Madrid, 1979.
--- J. Luis Guerrero, Flor y canto de nacimiento de Mxico, Mxico, 1979.
--- Catequesis latinoamericana, Departamento del CELAM, Mxico, 1981.
--- Documento de Puebla, nm. 282-303.
--- Luis Maldonado, Para comprender la religiosidad popular, Verbo Divino, Madrid, 1990.
--- Gerardo Snchez, Religiosidad popular, Parroquial, Mxico, 1988.
--- Pablo VI, Exhortacin Apostlica Marialis Cultus, 1974.
--- Juan Pablo II, Redemptoris Mater, 1987.
--- Juan Pablo II, Mulieris Dignitatem, 1988.
--- Vaticano II, Lumen Gentium.
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FRANCISCO MERLOS
MASA
Socialmente, masa es sinnimo de pueblo. As, una accin de masas es una accin
realizada por el pueblo; una estrategia de masas es aquello que permite al pueblo lograr
sus objetivos. Una accin dirigida a las masas es aquella que se dirige al pueblo. En
ocasiones masa no se refiere a todo el pueblo, sino simplemente a una muchedumbre.
Pueblo es un trmino de tinte liberal que indica a todos los miembros de una sociedad,
sin ninguna distincin de clase, cultura, afiliacin poltica o religin; por lo que siempre
requiere ser precisado para evitar confusiones. El trmino masa no deja de tener
ambigedad, si se usa en lo referente a la religiosidad popular. No es lo mismo la
religiosidad de masas que la *religiosidad popular: religiosidad de masa es la
religiosidad de una muchedumbre, que siempre incluye a muchas personas; la
religiosidad popular es la religiosidad de los pobres, aunque sean pocos, aunque no sean
todo el pueblo, aunque sea de muchedumbres. Popular, es un trmino ms amplio que
masa. Masa, de por s, no hace ninguna referencia a la pobreza, sino al pueblo en cuanto
conjunto o en cuanto gran cantidad de gente; popular, en el campo religioso, hace
referencia a la pobreza y a la cultura de los pobres. Algunos usan la expresin religin
de masas para indicar una experiencia religiosa que les parece ms bien informe y, hasta
cierto punto, sincretista, en el peor de sus acepciones. Ciertamente, masa no es un
trmino que sirva mucho para referirse a la religin del pueblo. (v. Pobre, Pueblo).
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CLODOMIRO L. SILLER
MAYORDOMIA
Mayordoma es el servicio que hace una familia para organizar la *fiesta del *pueblo.
Tiene como fundamento el respeto, la dignificacin de la persona, el compartir y el
generar reconciliacin con el pueblo. En algunas partes el mayordomo, adems de
recibir la *imagen patronal, recibe tambin el *bastn de mando, *smbolo de su
funcin, es decir, ser el primero de la casa. Un mayordomo nunca acepta el cargo sin
consultar antes con su esposa; por eso la mayordoma es considerada como una
concrecin de la dualidad indgena.
VICTORIA LPEZ
MILAGRO
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una expresin genuina del arte y de la creatividad del pueblo mexicano. Se pueden
encontrar en todos los santuarios de Mxico.
Entre la gente sencilla esta muy extendida la creencia de que hay obligacin moral de
cumplir con la promesa hecha para recibir un milagro; si no la cumple, se expone al
castigo de quien se recibi el milagro.
Tambin se puede observar que no se responde con claridad a preguntas como stas:
quin hace verdaderamente el milagro? Dios o los santos? la imagen burda que se
tiene al frente o el ser espiritual que se representa?
En la religiosidad popular el milagro es uno de los motivos por los que se tiene mucha
devocin a las imgenes, independientemente de su valor artstico, de su historia o de su
origen. Son muchas las imgenes a las que, en los templos, se les cuelgan
milagros (pequeas figurillas de metal que representan ojos, piernas, brazos,
corazones, nios, animales, etc.).
BIBLIOGRAFA
--- De Pedro, Aquilino, Diccionario de trminos religiosos y afines, Paulinas, Madrid, 1990.
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GERARDO SNCHEZ
MINISTERIO
Los ministerios brotan de la misma misin de la Iglesia, como una exigencia de su ser
ministerial, que se realiza en los clrigos y en los laicos, a quienes se les confiere esta
gracia por el bautismo y la confirmacin.
BIBLIOGRAFA
--- CEM,: Los ministerios Laicales y la Conferencia Episcopal Mexicana, 2da. Edicin, 1987, pp. 39-57 y
168-197.
--- Gonzlez, Faus I., Hombres en comunidad. Apuntes sobre el ministerio eclesial, Sal Terrae, Santander,
1989.
--- Schillebeeckx, E., El ministerio eclesial. Responsables de la Comunidad Cristiana, Cristiandad,
Madrid, 1983.
--- Laurentn, R., La crisis actual de los ministerios a la luz del Nuevo Testamento, Concilium, 80
(1972) pp. 443-455.
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BENJAMN BRAVO
Signos y significados
a) La flor de *Cempoalxchitl (cempasuchil o cimpasuchil) o jodri
La *flor con el canto en la *tradicin de Mesoamrica significa la verdad. La flor de
cempoalxchitl es amarilla, color de sol, significa, por tanto, que Dios hace florecer
abundantemente la vida de las nimas. Les da vida en abundancia tal como lo prometi.
Por eso siempre se pone esta flor amarilla en el altar de los difuntos y en los panteones.
Esta flor por s sola es una proclamacin de la vida eterna de los difuntos junto a Dios.
b) Las alabanzas
Las alabanzas o cantos invocan el nombre de Dios. Se canta en ellas la sabidura del
pueblo. Esta tradicin expresa a un pueblo que se hace verdad, que dice su verdad.
Alabar es cantar su historia (3).
c) *Imagen
Sobre el altar de ofrendas se colocan *imgenes de Jesucristo, de la Santa *Cruz, de la
Santsima Virgen *Mara y de los santos. Es la mesa de la comunin, donde todos estn
de fiesta. Estn en la *fiesta, que es como una bendicin.
e) El copal
Es un suave olor que se eleva al cielo por el aire. Une al cielo y tierra (7).
f) La cruz
Se hace la cruz con ofrendas, el agua, el copal, las flores porque todo esto es para
todos: para los cuatro rumbos del universo y para unir todo con Dios en el centro de la
cruz (8).
g) La comida
La vida humana no es para la muerte sino para la vida. Los difuntos ya tienen una vida
nueva junto a Dios. Porque creemos que vive, por eso les ponemos ofrendas. Jesucristo
celebrar con todos al final de todos los tiempos una comida de fiesta, donde ya no
habr ni llanto ni luto (cfr. Isaas 25, 6-9). La alegra de la fiesta de difuntos es porque
creemos en la vida; por eso cantaban nuestros antepasados:
Gocemos, oh amigos,
haya abrazados aqu.
Muerte y vida
En la tradicin mesoamerican la muerte es para la vida: Dios muere para dar vida a la
humanidad, por eso tambin el hombre, como Dios, muere para dar vida (10). En la
fiesta de los difuntos la gente come las calaveritas de dulce y el pan de muerto que
tiene huesos dibujados, como en las fiestas de Mxico antiguo en las que ritualmente
coman los huesos de la divinidad hechos de maz y amaranto (11).
Comemos a los muertos, porque murieron para darnos vida. Ahora estn con Dios. Un
da nosotros moriremos y daremos vida a los que sigan en este mundo. Todos vamos a
morir, y es importante que cada uno muera a su debido tiempo, no antes.
Lamentablemente sucede que muchos mueren antes de tiempo, o porque estuvieron mal
alimentados, o no tuvieron oportuna y eficiente atencin mdica, o encontraron la
muerte en pleitos, vicios o imprudencias. Toda esta gente ha muerto antes de tiempo.
Esta fiesta es una protesta contra la muerte antes de tiempo, contra la pobreza impuesta
al pueblo sufriente que hoy proclama la vida y la abundancia. Jesucristo vino a este
mundo para que todos tengan vida y vida en abundancia (cfr. Juan 10, 10). Por ello esta
fiesta debe ser un compromiso de colaborar con Jesucristo en la construccin de una
sociedad nueva, en la que se cuida la vida de todos, como lo ms importante, donde ya
vida digna para todos: una sociedad para la vida segn el proyecto de nuestro Padre
Celestial (12).
(1) Clavijero, Francisco Javier, Historia antigua de Mxico, Porra, col. Sepan cuantos 29,
Mxico, 1982, libro VI. 40, pp. 197-198
Comisin de religiosidad popular de la Dicesis de Tula (CRPT), El rosario, oracin popular
tradicional. Rezanderos de los hnahnu (otomes), 1988: El levantacruz. Palabra y accin de
Dios en un rito hnahnu (otom).
(3) Ayocuan Cueltzpaltzin, cantor chichimeca el siglo XV, Seor y Sacerdote de Tecamachalco
(Fragmento del Cantar de), publicado por Len-Portilla, Miguel, Trece poemas del mundo
azteca, UNAM, 1984, pp. 204-207. (Ms. Cantares mexicanos, Biblioteca Nacional fol. 10).
(4) Len-Portilla, Miguel, Los antiguos mexicanos a travs de sus crnicas y cantares, col.
popular 88, FCE, Mxico, 1990. pp. 19-22, 25-31.
(5) Clavijero, Francisco Javier, l.c.
(6) Comisin de religiosidad popular de la Dicesis de Tula (CPRT), o.c.
(7) Durn Fray, Diego, Ritos y fiestas de los antiguos mexicanos, Editorial Innovacin, Mxico
1980, pp. 92-97
(8) CRPT-CENAMI, Habu gri ma Tranga? El hombre, la vida y la muerte, la humanidad nueva,
en un Poema Hnahnu, Ixmiquilpan, Hgo., Mxico, 1984.
(9) Ayocuan Cuetzpaltzin, l.c.
(10) Durn, Fray Diego, l.c.
(11) CRPT, Hojas evangelizadoras del da de difuntos.
(2)
EMILIO ZARAGOZA
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NICAN MOPOHUA
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En 1649, el padre Luis Lasso de la Vega, capelln del Santuario de Nuestra Seora de
Guadalupe en Mxico, public un libro con el ttulo Huei Tlamahuicltica, que en
castellano se traduce como La Gran Maravilla. El ttulo del libro, si embargo, como
era costumbre en la poca, es ms largo: Huei Tlamahuiltica omenexti in
ilhucantlatoca Cihuapilli, Santa Mara iotlaconntzin Guadalupe in ncan huei
altepenhuacal Mxico itocaycan Tepeyac. Ese libro contiene, tambin en nhuatl, las
apariciones de la Virgen de Guadalupe. El relato comienza con las palabras Ncan
Mophua. Actualmente, siguiendo la costumbre eclesistica, se ha hecho comn
referirse a este documento con las primeras palabras: Ncan Mophua (NM).
El NM es el documento ms importante con que cuenta la religiosidad popular
guadalupana. Que la religin del pueblo tenga una tradicin escrita que fundamente su
tradicin es un hecho bastante raro; si se descalifica, esta excepcin tan notable dejara
de serlo. Desde cualquier punto de vista, para la comprensin, interpretacin y sentido
profundo de la espiritualidad guadalupana, el NM es una herramienta de gran valor.
Son muchas las discusiones y las controversias sobre si el NM es el original. Tambin se
ha alegado que este documento no es contemporneo del evento Guadalupe, porque se
public hasta 118 aos despus. Otros aseguran que no es sino la versin en nhuatl de
otro libro titulado Imagen de la Virgen Mara, Madre de Dios de Guadalupe, aparecida
en Mxico, publicado un ao antes por el padre Miguel Snchez. Y no falt quien
asegura que todo lo dicho en el NM no era sino argucia de los curas para atraer a los
indios al cristianismo.
Realmente el asunto tiene sus complicaciones. Y de esto hablaremos aunque sea
brevemente, dada la ndole de este Vocabulario. Ciertamente, el NM fue publicado por
Lasso de la Vega en 1649, presidi, un ao antes, por la publicacin de la Imagen de la
Virgen Mara, hecha por el padre Daz; publicacin que lleva una carta en
comendatoria (lo que hoy llamaramos prlogo), escrita nada ms ni nada menos que
por el mismo padre Luis Lasso de la Vega. Por esto, para muchos es claro que Lasso de
la Vega se inspir en la obra de Daz para escribir el NM. Por si fuera poco, el mismo
Lasso de la Vega dice en el NM: Eso (el que no le desagrade a la Virgen el lenguaje de
diversas gentes) me ha animado a escribir en idioma nhuatl tu maravillosa
aparicin para que vean los naturales y sepan en su lengua cuanto por amor de ellos
hiciste. As que no quedaba aparentemente la duda de que el NM no era sino una versin
de la Imagen de la Virgen Mara.
Sin embargo, quienes hacen las pesquisas histricas nos aseguran otras cosas mucho
ms interesantes. Durante 1663-1666, Don Francisco de Siles hizo unas investigaciones
a fin de cumplir, con base en ellas, los requisitos que la Sagrada Congregacin de Ritos
del Vaticano requera para declarar el 12 de diciembre da festivo. En 1723, Don Jos de
Lizardi abre de nuevo las investigaciones porque los trmites de Siles se haban
estancado. En ellas se preguntaba sobre la imagen de la Virgen en la tilma, as como
respecto de culto que se le estaba dando, sobre la conservacin de la misma, y sobre las
tcnicas de pintura.
Los sujetos que participaron, adems de los promotores de las investigaciones ya
mencionados, fueron muchos testigos indgenas, algunos de los cuales, bastante
longevos el ms joven tena 75 aos y el ms viejo 113-), haban conocido
personalmente a Juan Diego; todos ellos, adems, tenan responsabilidades y cargos de
importancia en sus comunidades, lo que se les confera ante los indgenas mucho
ascendiente y autoridad. Incluso haba entre ellos un nieto de Moctezuma. Haba
tambin gobernadores, alcaldes, regidores, mandones, fiscales, mujeres, hijas de
principales. Para todos estos indgenas, si la tradicin guadalupana no hubiera sido
propia y legtima, hubiera resultado sumamente difcil responder a los interrogativos
diseados con mentalidad jurdica europea; y, sobre todo, dada la cantidad de testigos,
con suma facilidad hubieran cado en contradicciones irreductibles. Esto, sin embargo,
no ocurri. Al contrario.
Por el lado de los testigos no indgenas que en otro lugar hemos llamado testigos de
apoyo-, haba arzobispos, vicarios generales, cabildos, chantres, daenes, notarios
pblicos y apostlicos, intrpretes, secretarios, tesoreros, promotores fiscales, oficiales
de la inquisicin, jueces, comisiones, bachilleres, sacerdotes, superiores de ordenes
religiosas, misioneros, profesores de teologa, religiosos, pintores, artfices, mdicos,
apoderados, agentes, autoridades polticas, la Sagrada Congregacin de Ritos, la Curia
Romana, y los papas Alejandro VII y Clemente XI. Es decir, las cosas se llevaron nada
superficialmente, y entre gentes que estaba al tanto de las controversias y dificultades
que el evento de Guadalupe y el documento del NM tenan. Adems, de haber habido
motivos por falsedades o engaos, la Inquisicin hubiera encontrado all mucha tela de
donde cortar.
Pero lo ms importante de todo, para lo que aqu no ocupa, es que se descubri, segn
las aportaciones del licenciado Luis Becerra Tanco, que los indios acostumbraban
danzar en el atrio del santuario mientras cantaban las hazaas de Juan Diego con el
obispo y cmo se le haba aparecido la Virgen. Esto implica que el evento guadalupano,
antes de estar escrito, haba tenido una larga vida en la tradicin oral y de danza
indgenas. Pero, adems, se puso a la luz el testimonio ms antiguo de Don Carlos
Sigenza y Gngora: los indios sabios y provectos del Colegio de la Santa Cruz
pintaron en su usanza, con sus antiguas figuras y caracteres para los que no saban
nuestras letras, y con letras de nuestro alfabeto para los que saban leerlas, la milagrosa
aparicin de Nuestra Seora de Guadalupe y su bendita imagen. Lo que significa que
en esos primeros tiempos la tradicin guadalupana era oralmente, escrita y danzada, una
tradicin propia de los indios. El mismo Sigenza tena en su biblioteca el Ncan
Mopohua escrito en el Colegio de la Santa Cruz, o una copia de l; manuscrito que
hered a su vez a don Fernando de Alva Ixtlixchitl quin lo custodi aos despus.
Ms an, es notorio que Don Luis Becerra Tanco tuviera un papel muy viejo y muy
roto que contena el NM.
As que, aunque hay infinidad de otros documentos, con los mencionados concluimos
crticamente que el NM, fue escrito por Lasso de Vega en 1649 para su publicacin, pero
no quiere decir esto que l haya sido el autor. Ya hay testimonio del NM como un
documento nhuatl desde cuando todava exista el Colegio de la Santa Cruz de
Tlatelolco, que desapareci alrededor de 1576. En cuanto el verdadero autor, la
tradicin dice que fue Valeriano, indio erudito y gobernador y latinista. Pero, dado que
Valeriano colaboraba en el colegio de la Santa Cruz y en l todo se haca en equipo, y
como en el NM se descubren varios estilos, el autor de nuestro documento es
ciertamente colectivo, obra de los alumnos del colegio que ms destacaron en los
trabajos que all hicieron.
Todava ms. El lenguaje usado en el NM es nhuatl clsico, de la prosapia de los
antiguos seores que hubo en estas tierras. Tiene una estructura nhuatl perfecta, y el
estilo central es el mismo que tiene otros documentos del siglo XVI que se escribieron
en Tlatelolco, donde se recogieron las tradiciones de los antiguos habitantes de estas
tierras la leyenda de los soles, los Anales de Cuahtitln, el Cdice Florentino y el de la
Real Academia de la Historia-. Nadie, que no fuera indgena nhuatl del siglo XVI,
podra haber escrito el NM; menos an, usar la simbologa y elementos de la cultura
antigua que en l se contiene con la correccin con que aparecen en el NM.
Ha habido muchas publicaciones y versiones del NM. En Mxico es la obra que ms se
edita. Por ejemplo, en 1981 Buena Prensa public un milln de copias, estilo libro
volante. Los estudios sobre el NM son tambin muy numerosos. Es un documento de tal
importancia, evanglicamente paradigmtico y pastoralmente tan metodolgico que su
utilizacin desborda los lmites geogrficos dentro de los que se escribi y las culturas
para las que fue destinado.
Otro dato muy importante, que no podemos desmenuzar aqu, es que existe otra
narracin, con la misma estructura y contenido con el NM, pero muy anterior a este,
incluso, anterior a otros hechos histricos. Los crticos la han llamado Proto Ncan
Mophua. Su importancia no gira ya entorno a la autenticidad del NM, dado que
contiene fundamentalmente lo mismo, su importancia es de tipo evangelizador y
pastoral, puesto que est en lneas de la presencia de Cristo en las culturas, o lo que
llamaron los Santos Padres de la Iglesia, los lgoi spermatiki.
BIBLIOGRAFA
--- Centros de Estudios Guadalupanos, Varios autores, varios aos. Ha publicado infinidad de estudios
crticos sobre el Nican Mophua.
--- Vera Fortino, Hiplito, Informaciones sobre la milagrosa aparicin de la Santsima Virgen de
Guadalupe, Imprenta Catlica, Amecameca, Mxico, 1989. Contiene las informaciones de Francisco de
Siles y Jos de Lizardi.
--- Siller A., Clodomiro L., Anotaciones y comentarios al Nican Mophua, en: Estudios Indgenas, vol.
VIII, nm. 2, pp. 21-273.
--- Siller A., Clodomiro L., Informaciones Guadalupanas. Recuperaciones pastorales, Ponencia en la
Asamblea del Centro de Estudios Guadalupanos, Mxico, 1990.
--- Siller A., Clodomiro L., La evangelizacin guadalupana, en: Cuadernos de Estudios indgenas 1,
cuarta edicin, CENAMI, 1987.
CLODOMIRO L. SILLER
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NIO DIOS
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En la conciencia religiosa popular del pueblo mexicano est muy arraigada la devocin
al Nio Dios, representado en imgenes de nio recin nacido o de tres a cinco aos.
El arraigo de esta tradicin, fijada en la infancia del Nio Jess, se debe a que en las
*culturas indgenas prehispnicas exista un mercado culto a las divinidades infantiles y
a que gran parte de su vida ritual estaba en el mito del nacimiento de los dioses. Esto,
unido a la nueva tradicin de la *fe catlica, fue amasando en su tradicin religiosa las
formas transmitidas por las devociones de las grandes ordenes religiosas. Entre ellas, la
de los franciscanos cuyo padre fundador es san Francisco de Ass ejemplific el
nacimiento del Nio Dios en el pesebre, acompaado de la Virgen *Mara y San Jos,
cobijados a su vez por el calor del buey y el asno.
En muchas familias mexicanas, el nacimiento del Nio Dios sigue siendo el centro de su
religiosidad; comienza nueve das antes de la Navidad, con las posadas.
La devocin al Nio de Atocha, localizado en Santuario de Plateros (Zacatecas) se
extiende por muchas regiones de Mxico.
En el Distrito Federal es sorprendente la viva tradicin xochimilca en torno al
Niopa, al Nio de Beln y al Nio tamalerito. Las festividades, en torno al Nio
Dios, en la Repblica Mexicana, sigue un ciclo festivo que comienza con las posadas,
culmina con la Navidad, se prolonga con la Epifana *fiesta en la que los tres Reyes
Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar, traen regalos y juguetes a los nios el (5 de enero
por la noche), y termina con la fiesta de la Candelaria, el 2 de febrero, da en que la
gente acostumbra llevar al Nio Dios para que lo bendiga el sacerdote.
En algunas parroquias se esta acostumbrando bendecir en esta misma fecha tambin a
los nios de carne y hueso.
Aqu parece existir un cierto paralelismo entre la liturgia oficial, que resalta la
celebracin de Navidad como la ms solemne despus de la Pascua, y las formas de
celebrar del pueblo, cuya atencin est a puesta en poner el nacimiento, celebrar las
posadas y arrullar al Nio. Costumbres y tradiciones que se transmiten de generacin en
generacin.
Especial atencin se le puede dar al 2 de febrero, da en que el pueblo lleva al templo a
bendecir a los Nios-Dios vestidos de todo tipo de santos. Incluso las visitas pastorales
del obispo han dado a la gente la idea de vestir a sus Niitos-Dios de obispo, y ms
an, las recientes visitas de Juan Pablo II fueron motivo para que la mejor indumentaria
de los Nio-Dios fuese la del pasado papa. De la impresin de que el pueblo mexicano,
por su escasa formacin y por su infantilismo religiosos, se encuentra estancado en la
infancia de Jess. Solemnemente catequizando a fondo sobre el acontecimiento de
Jess, Verbo Encarnado, hecho nio hombre en las entraas de la Virgen Mara, se
podr lograr la madurez de la religiosidad del pueblo. Esta estar menos condicionada
BIBLIOGRAFA
--- Fernndez Valencia, Abel, Comunidad desde la religiosidad popular (Guas para catequesis
celebrativas), Mxico, 1990.
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NOVENA
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GERARDO SNCHEZ
La novena es el tiempo (nueve das), dedicado a la preparacin de una fiesta. Hay, sin
embargo, fiestas (ms chicas o menos importantes en un lugar), que se preparan con un
triduo y tambin otras que en algunos lugares, las muy importantes, se preparan con un
docenario. Adems, hay fiestas que se prolongan durante tres, ocho, nueve y hasta
quince das. En el Mxico antiguo, todas las fiestas, que eran muchas, se preparaban
durante un nmero variable de das, segn consta por los padres Sahagn, Clavijero y
Durn, historiadores del Mxico antiguo (1). Cuando la fe catlica lleg a estas tierras,
las fiestas catlicas eran precedidas por su novena o triduo, lo que embona
perfectamente con la cultura mexicana. Un ejemplo es, la novena de Navidad, que se
conoce como Las posadas. Los misioneros que vinieron a *Amrica Latina, y en
especial los que vinieron a Mxico, tomaron de las costumbres religiosas aquellos
aspectos fundamentales para transformarlos en alabanzas a Jesucristo. As, tomaron las
*danzas, ritos y ceremonias antiguos, los reelaboraron y poco a poco los fueron
convirtiendo en actos religiosos de evangelizacin, de adoracin, de predicacin y de
festividad religiosa catlica. Las posadas nacen en Acomal (cerca de Teotihuacan). Era
una tradicin prehispnica de nueve das de danzas que los misioneros transformaron en
el Novenario de las Posadas. Se recordaba el camino emprendido por Jos y Mara y
los pasos andados con tanta pena en bsqueda de un lugar para hospedarse (2).
Actualmente, en los tianguis de cualquier pueblo o de la Ciudad de Mxico pueden
encontrarse un puesto con devocionarios, novenas, triduos y alabanzas al Padre Eterno,
a Cristo, al Espritu Santo, a la Virgen Mara, a los santos ms favorecidos por la
devocin del pueblo, y hasta la santsima muerte (para conseguir la muerte de
alguien). Esto ltimo es por supuesto, una perversin de la *religiosidad popular.
Junto a estos devocionarios populares hay otros oficiales, como el Devocionario
Misional, del P. Ramn Gavia, S.J. publicado en 1942 en Espaa (3), que tambin
contiene novenas. Unas y otras sirven para uso comunitario o individual. El uso
individual era muy favorecido hasta antes de la reforma litrgica de 1965, pues, como la
misa era en latn, el pueblo, que no entenda ni ritos ni palabras, se entretena rezando
sus devociones particulares.
Hoy da subsisten las anteriores, como patrimonio del pueblo, junto a novenas con una
intencin evangelizadora y concietizada que lleve al pueblo, a partir de devociones
populares, al compromiso de transformar su realidad.
No slo hay novenarios de preparacin a *fiestas, tambin hay para celebrar un
acontecimiento. Uno de stos es el novenario posterior al entierro del *muerto. Algunos
no hacen novenario sino quincenario, que funciona igual que aquel y con el mismo
sentido. Desde que es tendido el finado, se hace en el suelo, bajo el cadver, una *cruz
de cal (antes era de ceniza). Sepultado el cadver, permanece la cruz de cal como signo
del finado, que velarn durante nueve das, en los que se reza el rosario, segn la
costumbre (4). El noveno da se reza el rosario correspondiente y luego el del
*Levantacruz, ceremonia que se hace al amanecer de esa noche, aunque donde ya se
vive el citadino ritmo, se hace de da o apenas entrada la noche.
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EMILIO ZARAGOZA
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O
OFRENDA
Una abuela entrega a un padre unas frutas; ste les toma y agradece: Dios se lo pague.
La seora replica: No, Dios no tiene nada que pagarme, l nos da todo.
En las fiestas de los santos, en las fiestas correspondientes al tiempo, en las
peregrinaciones, en las celebraciones de difuntos y en algunas circunstancias de la vida
personal y social, los practicantes de la *religiosidad popular no se suelen presentar con
las manos vacas. Llegan con una ofrenda.
Si la persona que hace su ofrenda haba deseado con intensidad y gusto dar aquello y
haba hecho el propsito de hacerlo, entonces llama *promesa a su ofrenda, y.
hacindola, descarga un compromiso contrado.
La ofrende puede ser de frutos de la tierra -objetos ms directamente simblicos, como
copal o flores- pueden ser comida o dinero, o puede ser un sacrificio. Aunque la ofrenda
siempre implica sacrificio, dar algo que no me cueste o no signifique algo para m, no
tiene sentido.
La razn primera para hacer una ofrenda es hacer lo que Dios hizo: darnos todo; se le
reconoce a Dios y se le imita. Por eso la ofrenda es simblica, reconoce el seoro
divino y su gratitud. Dios nos da todo y nosotros qu le damos? Con esto que le
mostramos nuestra gratitud, entendemos lo que hace para nosotros y lo imitamos.
En algunas ocasiones las ofrendas se hacen para restablecer el equilibrio personal (por
una enfermedad), social o csmico.
En ocasiones las ofrendas son muy grandes, como cuando el mayordomo de una *fiesta
ofrece comida para todos; una parte se pone en el altar, para simbolizar a quien o por
quien se dirige aquella accin, y lo dems se reparte, porque entonces nos asemejamos a
Dios que nos da todo. En estos casos la comida o la bebida de la ofrenda se considera de
comunin, porque nos une a todos en la misma vida que compartimos.
Lo que se puso en el altar para significar nuestra gratitud y compartir la vida se suele
repartir despus. En algunos lugares le llaman reliquia, y significa nuestra comunin
con el santo, los difuntos o la tierra, segn a quien se haya dedicado la ofrenda. Es muy
importante, por ejemplo, compartir lo que se pone en los altares de la fiesta de difuntos;
hay lugares en donde se dedican a compartir varios das siguientes al 2 de noviembre.
La ofrenda representa a la persona que le da; es su trabajo, su dolor, su vida. La ofrenda
ms grande es el sacrificio de uno mismo en un servicio, o, simblicamente, en una
mortificacin; me sacrifico como Dios lo hizo para darnos vida.
El padre Bartolom de las Casas alcanz a descubrir ese sentido en los ritos indgenas,
sentido vivo hoy en las ofrendas de la religiosidad popular.
Estamos ante los pueblos que saben ofrendar a Dios, pues con verdad podemos decir
que a todas las naciones del mundo, gentiles, en los sacrificios excedieron (los indios de
la Nueva Espaa y los del Per) y aventajndose y, por consiguiente, hayan mostrada y
demostrado ser de ms delgado y desmaraado y claro y sutil juicio de razn, y de
mejor entendimiento, y ms comedias y religiosas para con Dios, porque formaron
mejor y ms noble concepto y estimacin de las excelencias y perfecciones de
Dios (1).
Este sentido de ofrecer todo y lo mejor a Dios permanece en nuestros tiempos. Adems,
se trata de una accin gratuita, esto es, no se hace, en primer lugar, para pedir un favor a
Dios, sino para actuar como Dios lo hizo. La ofrenda es sacrificio, no es un pago o una
proporcin; es antes que nada entrar en la dinmica creadora divina, que produce y da;
es manifestar el sentido de la vida y la comunin con Dios. Ligados a ese sentido,
reconocemos la gratitud de Dios.
La necesidad de reconocer esa gratitud de Dios y de vivir la nuestra se manifiesta en
diferentes ritos, algunos muy simples, como entregar una moneda, unas flores o una
vela. El sacrificio que eso implica, o el peregrinar, se hacen con gusto, porque as no
cansa; hasta ofrendas cuyos ritos son muy elaborados, como la *ofrenda a la tierra,
ofrendas del agua, a los difuntos
(1) De las Casas, Fr. Bartolom, Apologtica Historia Sumaria, Biblioteca de Autores Espaoles, tomo
CV y CVI, Madrid 1958.
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OFRENDA A LA TIERRA
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Dos culturas, dos religiones, dos modos de pensar diferente chocaron en los aos de
conquista; la cultura espaola y su religin catlica se impusieron a los vencidos.
Algunas costumbres de los vencidos se conservan an por tradicin, teidas de
catolicismo. Una de estas costumbres es La ofrenda a la Tierra, practicando en alguna
comunidad del Valle del Mezquital en el estado de Hidalgo (1).
Esta costumbre, como est dicho, parece tener sus antecedentes en la poca
prehispnica (2):
1. Cuando ya se acerca la temporada de siembra, se toman cuatro jarritos u ollitas, se les
pone tierra de la(s) milpa(s) que se va(n) a sembrar. Se toman tambin cuatro cabitos de
*vela, cuatro galletas, cuatro flores, aceite, y se llevan a misa (3). De regreso, en la
milpa, se busca un lugar adecuado, donde no vaya a ser escarbado y se hace un hoyo
redondo (4). En el hoyo se coloca una cuelga de cucharilla y *flores. Las flores deben
ser rojas; se usa la flor llamada bola de fuego. Por ser rojas nos hablan de la verdad del
rito al Dios de la vida y de que verdaderamente l nos da la vida. En medio del fondo
del hoyo se pone una *cruz de cucharilla, a los lados de la cruz, las velas, las galletas,
los cuatro jarritos con tierra, que se ponen en cruz. Al pie de la cruz, un vaso con aceite
que, igual que las velas, es para arder. Algunas veces se pone comida, un tamal, caldo,
etc. Se tapa el hoyo de manera que entre aire suficiente para que las velas y el aceite se
consuman y despus se tapa definitivamente. Esta ofrenda se hace para implorar una
buena cosecha, para pedir al dueo de la tierra permiso para trabajar, para agradar y
recompensar a la tierra, que es nuestra madre, por el alimento que nos va a
proporcionar, para desagraviarla por el sufrimiento que vamos a causarle (6). Esta
costumbre perdura entre los *indgenas y entre algunos mestizos, como un recuerdo de
aquellos tiempos en que los indgenas seoreaban estas tierras, montes, lagos y ros.
Nunca se consideraron dueos de la *tierra, pues ella es nuestra madre y, aquel por
quien todos viven es el nico dueo de la tierra. La tierra en esos tiempos era comn.
Cada barrio o calpulli tena sus tierras, que eran asignadas a cada jefe de familia segn
sus necesidades (segn el nmero de miembros de la familia). No se vendan ni se
compraban y, cuando alguien dejaba de trabajarlas, se les recogan para que otra persona
que las necesitase las trabajara. Hoy los campesinos tienen la tierra ms pobre y con
poca extensin (7). Los terratenientes tienen la de mejor calidad y en mayor extensin y
la quieren para explotar y hacer negocio, para venderla y revenderla. Antes la tierra era
amada, hoy para muchos la tierra es objeto de lucro, los *pobres siembran para
autoconsumo, trabajan mucho para recibir poco; los ricos, en cambio, siembran para
lucro, para enriquecerse.
Esta costumbre sirve tambin para conservar y transmitir de generacin en generacin
los conocimientos y el sentir de los antiguos, aunque algunos la hagan sin saber ya del
todo su significado.
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(1) Puede ser que en otros estados de la Repblica se haga tambin esta ofrenda o algo similar.
(2) Entendemos que esta costumbre es de procedencia indgena por los elementos principales que
encierra y la forma de colocarlos. Las galletas (harinas de trigo) quiz sean un substituto del pan de
amaranto y maz y se verifica:
1. antes de la siembra,
2. cuando alguien esta enfermo,
3. cuando se hace un nuevo corral,
4. cuando se hace una casa nueva. Nos ocupamos en este escrito nicamente de la ofrenda que se
hace antes de la siembra.
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OFRENDA DE LA FLOR
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1.
2.
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AUSENCIA GONZLEZ
ORACIN
El pueblo religioso ora o, como l mismo dice, reza, en lo que se ha dado en llamar
un lenguaje total (DP 454). En este tipo de oracin, las palabras son escasas,
repetitivas, sencillas y simples: (mi virgencita, madrecita ma, Padre Jess, viva
Cristo Rey, mi Sanjuditas).
Sin embargo, enriquece su pobreza de lenguaje con su participacin corporal y
emotiva: fija sus ojos, llora, besa, toca y sobre la *imagen; se unta de ella en la parte
enferma; se cubre con su manto, se viste como ella; *danza ante ella; hace el signo y
se pone en *cruz, canta, le ofrece flores y cera; le da limosna, que besa previamente;
en ocasiones paga a los msicos- y tambin los cohetes-, y camina al frente de ellos;
guarda largos silencios delante de la imagen (DP 457); y, como recuerdo de esta
experiencia espiritual profunda, que es mayor si esta oracin se hace en la
peregrinacin y al llegar al *santuario, compra *agua o *tierra del lugar; adquiere la
imagen del santito; se retrata a su lado, y, al despedirse, no le da la espalda.
En su casa hace este mismo tipo de oracin ante el altar de las imagencitas, aunque
con el lenguaje menos total.
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BENJAMN BRAVO
P
PARROQUIA
En ninguna de las distintas descripciones que sobre la parroquia se han hecho en los
documentos de la Iglesia, se hace referencia explcita a la incidencia que podr tener en
la *religiosidad popular, y viceversa.
Para el Documento de Puebla, la parroquia debe acompaar a la persona y a las familias
en la educacin y crecimiento de su fe; es, adems, centro de coordinacin y animacin
de comunidades; en ellas se hace presente la globalidad de la Iglesia; se vincula con la
dicesis por medio del prroco; es lugar de encuentro, de fraterna comunicacin de
BIBLIOGRAFA
--- Bravo, Benjamn, Cmo revitalizar la parroquia, folleto, Mxico, 1985.
--- Floristn, Casiano, La parroquia, comunidad eucarstica, Madrid, 1961.
--- EDICE, Congreso, Parroquia evangelizadora, Madrid, 1989.
--- Navarro, Alfonso, Parroquia evangelizadora, SINE, Mxico.
--- Id. Parroquial, Comunidad evangelizadora, folleto.
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BENJAMN BRAVO
PASTORAL INDGENA
riqueza. Uno de los avances que esa consulta permiti hacer consiste en que por
segunda vez en la historia de la evangelizacin y de la pastoral en Mxico apareci
claro que una es la pastoral que realizan los no-indgenas entre indgenas, y otra muy
distinta es la pastoral que realizan los indgenas entre los indgenas. Apareci claro que
la eficacia que se alcanzaba tena diferentes niveles. Con el tiempo a la pastoral
realizada entre indgenas por los no indgenas se le llam indigenista, y a la pastoral
entre indgenas realizada por los indgenas se le llam pastoral indgenaLa pastoral
indgena es pues una pastoral especfica que trata de remover los obstculos que los
indgenas encuentran para vivir segn su fe. En esta pastoral intervienen muchos
elementos de ndole social y de pastoral social- porque los indgenas vivan en una
situacin social que las estructuras dominantes les han impuesto desde la invasin, la
colonia, la repblica y los sistemas que han seguido. Fundamentalmente, sin embargo,
en la pastoral indgena la cultura propia y la propia religin de los indgenas, juegan un
papel determinante. La antropologa es por ello una de las mediaciones principales de la
pastoral indgena; pero, sobre todo, la pastoral indgena se define mucho por el sujeto
que realiza y por su destinatario: ordinariamente, el sujeto y destinatario de la pastoral
indgena son los mismos indgenas. Toda otra pastoral entre indgenas es o pastoral
general o indigenista.
La pastoral indgena la hacen agentes de pastoral indgenas, con los indgenas, para los
indgenas y con medios usados segn la idiosincrasia y la cultura indgenas. De acuerdo
con esto ltimo, la pastoral indgena puede tambin ser realizada por quien no es
indgena, con la condicin de que se inserte en la vida del pueblo (*incersin), con tal
de que asuma el destino del pueblo, y con tal de que este inculturado (*inculturacin).
Despus, segn lo especfico del campo indgena en el que se realiza, la pastoral
indgena, puede ser: de la tierra, de la salud, de la organizacin, de la religin del
pueblo, de la identidad, y otras. La pastoral indgena comparte el destino y la suerte de
los indgenas en nuestro continente -pues en ella emergen con claridad las realidades y
conflictos que viven los indgenas- , no puede tener otra suerte que la del marco general
cultural y social del que se nutre, no puede tampoco tener otro destino que el de los
sujetos privilegiados de ella que son los mismo indgenas. Como sus agentes indgenas
o no-indgenas, la pastoral indgena es ignorada, marginada, oprimida por los sistemas
sociales y a veces tambin por las mismas Iglesias. Sin embargo, por su metodologa,
sus logros y sus frutos, va demostrando ser una pastoral vlida que toda va tiene que
crecer hasta la medida de la de plenitud requerida por la dignidad y la fe de los pueblos
indgenas a los que sirve.
BIBLIOGRAFA
--- Comisin Episcopal de Pastoral Indgena de la CEM, Planes de trabajo, sobre todo lo de los trienios
abarcados por el periodo 1976-1988.
--- Consulta de Xilotepec, Indgenas en polmica con la Iglesia, CENAMI, Mxico, 1972.
--- Gutirrez, Gustavo, Teologa bblica y misin indgena, en: Estudios Indgenas, CENAMI, Mxico,
1973 vol. 1 nm. 4 pp, 17ss.
--- Palerm, ngel, Iglesias y antropologa en Mxico en Estudios Indgenas, en CENAMI, Mxico,
1971 vol. 1, nm. 2, pp. 3ss.
--- Ruiz Garca, Samuel, Mons., La Iglesia normal latinoamericana en las culturas, en: Estudios
Indgenas, CENAMI, Mxico, 1971, vol. 1, nm. 2, pp. 23ss.
--- Santiago, Jorge, Indigenismo autctono y extranjero, en: Estudios Indgenas, CENAMI, Mxico,
1972, vol. 1, nm. 4 pp. 17ss.
--- Accin indigentita o accin indgena, en: Estudios Indgenas, CENAMI, Mxico, 1972 Vol. 2, nm.
4, pp. 421ss.
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PATRN
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CLODOMIRO L. SILLER
Todos los pueblos tienen su patrn, o patrona. El patrn -o la patrona- est ligado a la
historia del pueblo; algunos pueblos llevan el nombre del patrn, sea como primero o
como nico (1).
Los mitos hablan de cmo el patrn tuvo preferencia por este lugar o por la gente de
este lugar, cmo lleg, cmo se quedo, y cmo nunca pudieron llevrselo.
El patrn o la patrona de un pueblo es un santo o santa; puede ser algn Cristo, o algn
objeto muy sagrado, como la *Cruz o la custodia. Siempre se considera al santo de
determinado pueblo con personalidad propia, no es lo mismo el Cristo de un pueblo que
el del otro. La *imagen tiene siempre nombre propio, que en ocasiones se lo da el lugar.
Es inconcebible un pueblo sin patrn, sera un pueblo hurfano, sin personalidad. Hay
pueblos que comienzan as, pero al cobrar conciencia de su identidad como pueblo, el
pueblo decide encomendarse al patrocinio de un santo, o acontece a algn suceso por el
que el pueblo entiende quin ser su patrn.
Puesto que cada pueblo tiene su patrn, no existe ningn nimo proselitista, tampoco
exclusivista. No se obliga a que otro pueblo tenga el patrn de otro, pero si vienen de un
pueblo a venerar el patrn de otro, no hay problema; los favores de un patrn pueden
expenderse a los pueblos vecinos o lejanos.
Aunque el patrocinio se ejerce comnmente en un territorio, existen tambin patrones
que extienden su patrocino a grandes regiones; lo que origina que su templo se
convierta en *santuario. El mayor de esto es el de la Patrona de Mxico: *Guadalupe.
Su patrocinio sobre los *indios (2) se extiende a todos aquellos que acepten el mensaje
guadalupano de dar a las gentes todo mi amor, compasin, mi ayuda y mi defensa, y
or sus lamentos y remediar y curar todas sus miserias, penas y dolores (3).
Tambin el patrocinio abarca el tiempo. El da del patrn dilata su patrocinio por donde
quiera. Si llueve el 15 de mayo o hiela el 29 de septiembre, San Isidro trajo el agua o
San Miguel el hielo, an en lugares donde no es patrn porque es su da (4).
La comunidad que custodia al patrn es la obligada a celebrar su *fiesta, para bien de
todos, aunque en realidad los santuarios de mayor influencia pierden esa connotacin
comunitaria y la sensibilidad especial que slo las comunidades tienen para gastar,
recibir peregrinos, compartir cargos, etc.
Algunos grupos familiares o sociales, como sindicatos, gremios o fbricas, llegan a
tener un patrn propio, cuyo patrocinio se extiende a los miembros del grupo. As, en
los lugares menos sospechados se encuentra su capilla, como en un recoveco de la
vecindad, o en un cuarto lleno de cables en los tneles subterrneos del metro de la
Ciudad de Mxico.
Algunos patrones estn ligados a una actividad especfica.
Revisar la historia, el cmo y el porqu este pueblo lleg a tener este patrn, analizar los
mitos que lo explican, es entender por que este pueblo lleg a ser este pueblo.
Ah descubrimos fuentes de vida, luchas histricas, epopeyas, agresiones sufridas;
tambin descubrimos la identidad de un pueblo, el sentido religioso de la vida
comunitaria, el valor del trabajo, la relacin con otros pueblos
(1)Ver en el libro de los Cdigos Postales el nombre de los pueblos, sobre todo de Oaxaca.
(2) Porque yo soy la madre misericordiosa de ti (Juan Diego) y de todas las naciones que viven en esta
tierra, en Siller, Clodomiro, La Evangelizacin Guadalupana, CENAMI, 1984, nm.24. La traduccin
que se cita es de l, pp. 23-24.
(3) Ibid., nos. 23-25, comentarios en pp. 90-92.
(4) El calendario ms usado para ver los das correspondientes, es el Calendario de Galvn, de donde la
gente ms tradicional saca el nombre para sus hijos.
(5) En la comunidad de Manguan, pueblo otom del Mpio. De Tecozautla, Hgo., se encuentra una imagen
dual. Es una Santa Custodia que por un lado tiene la imagen de Cristo y por otro la de la Virgen. El
altar est hecho de modo que la custodia se pueda venerar por los dos lados. Probablemente hay ms
pueblos con patrones as.
(6) Sahagn Fr. Bernardino de, Historia general de las cosas de la Nueva Espaa, apndice al libro XI,
prrafos 7-11.
(7) Pixley, Jorge V., xodo, una lectura evanglica y popular, Mxico, 1983, pp. 203-206.
BERNARDO GUZAR SAHAGN.
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PETATE
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VICTORIA LPEZ.
PIEDAD POPULAR
BIBLIOGRAFA
---Garca A., Moreno, La religiosidad popular en el Nuevo Testamento, XXX Semana Espaola, Burgos,
1978.
---Snchez, Gerardo, Religiosidad Popular, Mxico, 1988, p. 70ss.
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GERARDO SNCHEZ.
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POBRE
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La Iglesia en su teologa utiliza los trminos pobre material y pobre espiritual. El pobre
material es la persona que tiene carencias econmicas, materiales, y, sin embargo, puede
tener grandes virtudes y riquezas espirituales. En cambio, el pobre espiritual es aquella
persona, materialmente pobre o rica, que tiene grandes carencias morales o espirituales.
Esto, en su comprensin y operatividad, representa un problema real para quienes
quieren servir pastoralmente a la religiosidad popular.
Cuando hablamos de la religiosidad popular, nos referimos a la religiosidad de los
pobres, es decir, a la religiosidad practicada en un marco cultural de palabras, smbolos
y explicaciones provenientes de la cultura de los pobres. Pero cabra preguntar: de
cules pobres? De los pobres materiales o de los pobres de espritu?
Vemos que el problema no est tanto en entender al pobre, desde el punto de vista
material, porque no cabe la menor duda de lo que significa ser pobre material. El
problema est en ponernos de acuerdo en lo que quiere decir la expresin pobres de
espritu. Pobres de espritu es una expresin propia del Evangelio de Mateo. Sobre lo
que quiere decir pobres de espritu se han hecho muchas interpretaciones (exgesis)
que aqu nosotros suponemos sabidas y no comentaremos ms.
Nosotros proponemos aqu una interpretacin de tipo cultural, es decir, una
interpretacin que utiliza la herramienta de la antropologa para interpretar el sentido de
pobre de espritu. En otras palabras, intentamos determinar lo que significa esa
expresin desde el marco cultural del pueblo judo, que cre tales trminos, y no
interpretarlos desde otros marcos culturales o religiosos distintos del judasmo o del
cristianismo primitivo.
San Mateo escribi para los judos. Su evangelio es un texto que cualquier judo, con
cultura juda, poda entender. A qu se refera Mateo cuando escribi que Jesucristo
haba proclamado Bienaventurados los pobres de espritu, porque de ellos es el reino
de los cielos? (Mateo 5.1). Para decir espritu los judos usan la palabra ruj que
tambin significa aliento, soplo, viento, impulso, dinamismo.
Adems de ese espritu, los judos tienen en su cultura y religin el ja Ruj ja Kodsh
(el Espritu Santo), tambin llamado ja Ruja ja Yahvh (el Espritu de Dios). Segn la
interpretacin que intentamos proponer, y como lo indica la lingstica cultural, el
sentido profundo de las palabras no lo da el significado que encontramos en los
vocabularios, lo da el contexto, sobre todo el contexto cultural. Ya hemos dado el
significado que en el vocabulario hebreo tiene la palabra espritu; veamos ahora el
sentido que tiene la palabra espritu cuando lo descubrimos en su contexto cultural, o
mejor, en el mismo contexto bblico.
Antes de la creacin, segn leemos en el Gnesis, el Espritu de Dios se cerna sobre la
faz de las aguas; una vez que Dios hizo la tierra hmeda la figura de la primera persona
humana sopl en su nariz aliento de vida; el libro del xodo nos dice que el Seor
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CLODOMIRO L. SILLER
PROCESO DE EVANGELIZACION
En el Evangelio de Marcos estn delineadas con ms claridad las distintas etapas de esta
pedagoga.
Lo primero que hace Jess es generar en la masa una buena impresin, el asombro,
una buena fama (Mc 1,22.27.45); la simpata hacia su persona. En los primeros siglos
de la Iglesia se dio a este momento el nombre de martirio o precatecumenado (OICA
11,3). Hoy da aunque se siguen empleando estos vocablos, la mayora de los
documentos lo llama etapa del testimonio (EN21, 24,41; DP 351; AG 11), o de la
presencia de la caridad (AG 11).
Es una proclamacin silenciosa pero clara y eficaz de la Buena Nueva. Es como una
evangelizacin global. Fruto de stas son los simpatizantes.
Jess escoge a algunos de estos simpatizantes y los convoca a estar con l (Mt 3,
13-19.31-35; 6,7-13). En esta segunda etapa, los elige para hacerlos su familia, su
comunidad.
Documentos posteriores llamarn precatecumenado a ste momento (OICA 11,13); pues
en l, integrando un grupo de simpatizantes (OICA 11), se prepara la siguiente etapa,
llamada catecumenado.
As Jess convive con este grupo realizando la tarea ms larga de su vida pblica:
adherirlos a su manera de ser, de pensar, de actuar (Mc 4-14,21).
Los documentos describen esta tercera etapa desde distintos ngulos: la llaman
*catecumenado (OICA 13,19; AG 14); noviciado (OICA 13-19); etapa del anuncio
explcito y de la adhesin del corazn (EN 22-23), momento de la Buena Nueva del
Reino (EN 22) y del anuncio del kerygma que suscita la fe y la conversin (CT 18-19;
DP 337,358).
Este dinamismo de conversin tiene que ser traducido a gestos sacramentales que
sostienen dicha adhesin por la gracia que confieren (EN 23). Al celebrar en signos
mistricos la Ultima Cena, su vida, muerte resurreccin, Jess introduce la cuarta etapa
de su pedagoga evangelizadora: la entrada al signo o sacramento de salvacin que es la
Iglesia (EN 23,28,47; AG 14; OICA 20-34), que es el ingreso a la comunidad cristiana
(EN 23; CT 18).
La resurreccin lleva a los apstoles a volver sobre su experiencia vivida al lado de
Jess. Confiesan que Jess de Nazaret, muerto y resucitado es el Mesas, el Seor.
Escriben este credo como evangelio. Ordenan as su experiencia. Para ello se les ha
develado el misterio, el sacramento, Jesucristo. De ah que a esta quinta etapa se le
considera como mistagogia (AG 14-15; OICA 35 y 6,4).
Poco a poco este momento se va reduciendo a sumas teolgicas, en las que se
encuentra la doctrina de Jesucristo en forma organizada, sistemtica y ordenada (CT 18;
21,25,19); los catecismos resumen, an ms, dicho credo.
Este es, pues, una etapa propiamente catequtica.
Los apstoles culminan el proceso evangelizador: salen a hacer discpulos a todos los
pueblos de la tierra (Mc 16, 12-20). Es la sexta etapa, la del apostolado (EN 24), la
misin (DP 360).
La religiosidad es en s simptica a las grandes mayoras. Sus *signos les dicen mucho;
causa asombro a propios y extraos la fuerza de convocatoria que tiene; congrega
multitudes.
Si en ocasiones aparece dbil la fuerza convocadora de la liturgia, no es el caso con las
distintas manifestaciones religioso-populares. Se podra afirmar que las dos primeras
etapas del proceso, las cumple con creces la religiosidad popular. La parte dbil de la
religiosidad se da en relacin con la etapa tercera.
La repeticin anual de la misma celebracin, sea del *calendario popular, sea de alguna
*verdad central, poco cambia la vida individual y colectiva del pueblo. La fiesta, que es
el mensaje ms fuerte, sea como denuncia de una situacin o como anuncio de una
nueva realidad, es pasajera. El pueblo no sostiene este clamor ms all del *novenario.
La convocacin a celebrar la fiesta no encuentra elementos que sostengan la
continuidad del mensaje ah anunciado, de manera que al menos un ncleo de gente
sostuviera y acrecentara en ella y en el pueblo la conversin vivida. El pueblo regresa
casi siempre a la negacin de lo que anunci en dicho acontecimiento festivo.
Esta etapa es la que ms necesita ser asumida, compenetrada y dinamizada por parte del
*agente de pastoral, *promotor de la religiosidad (DP 457-458), con la metodologa de
Jess.
As como el proceso de *fe tiene que aprender mucho de las dos primeras etapas del
proceso de la religiosidad, as ste debe aqu enriquecerse de aquellas riquezas del
catecumenado, como son: la comunidad, los anlisis de la realidad, la Biblia, que
impulsan a un cambio; son elementos de la pedagoga de Jess que enriquecern esta
tercera etapa del proceso de religiosidad e incidirn a su vez, en forma positiva, en la
revitalizacin de los sacramentales.
Tratar de descubrir el misterio de Jesucristo, que se encuentra en los misterios en los
que cree el pueblo, ha sido sobre todo en los ltimos aos, tarea de ste y de sus
agentes. En algunas dicesis, l *catlico ya es ms consciente de lo que cree, celebra y
practica, ms an, est ordenando y sistematizando su religiosidad.
Algunos artculos de este vocabulario son fruto de esto y a su vez pretenden ayudar a
realizar en otros esta cuarta etapa.
La conversin al apostolado con su prctica transformadora es otra etapa dbil en el
proceso evangelizador de la religiosidad.
Si se enriquece la tercera etapa, tendr como consecuencia un compromiso apostlico.
BENJAMN BRAVO.
Hasta hace muy poco tiempo era general la opinin de que la *religin del pueblo era
nicamente un conjunto de prcticas que no slo careca de todo sentido critico social y
religioso, sino que incluso alienaba al pueblo de su realidad, sumindolo en un
espejismo de fiestas y celebraciones que, finalmente, justificaban y aprobaban la
situacin en la que se encontraba. Ningn nivel de Iglesia se salvaba de esta
apreciacin. Incluso pastores muy comprometidos compartan esta opinin respecto de
la *religiosidad popular. Al analizar las prcticas de la religiosidad popular, al pasar de
las apariencias a la dinmica de respuestas que da, al ir del sentido cultural profundo
hasta la dimensin teolgica que implica, se ha descubierto que la religin del pueblo es
un monumento proftico privilegiado por el que el pueblo asume su historia y la lleva
esforzadamente hasta convertirla en historia de salvacin.
En primer lugar, el pueblo sabe que el conjunto de prcticas religiosas que conforman
una tradicin se han hecho as siempre, y no se realizan porque la gente quiere, sino
porque Dios lo quiere. Despus, no realizarlas no es solamente una ofensa al sentir del
pueblo, sino tambin una ofensa a Dios. Por aadidura el pueblo cree firmemente que
todas las acciones de la religiosidad popular son en s mismas la realizacin de la
voluntad de Dios. Finalmente, nadie se compromete a participar de manera ms
significativa en una celebracin de religiosidad popular, sino es porque ha recibido un
favor de Dios, porque est muy necesitado de recibirlo, o porque Dios lo ha llamado a
participar mediante la eleccin que de su persona hicieron los practicantes. Este
discurso, ya en el momento de realizarse la tradicin religiosa, tiene un cause de accin
sorprendente.
Todos constatamos que el pueblo de la religiosidad popular est *pobre, enfermo,
hambriento; socialmente, se encuentra marginado por los grupos dominantes;
polticamente, no ejerce ningn poder y se le imponen autoridades y decisiones;
culturalmente, se encuentra desprestigiado, devaluado por la cultura envolvente,
religiosamente, su experiencia no cuenta ante la consistencia de las religiones oficiales.
En ese momento, irrumpe el tiempo de una *fiesta religiosa popular cualquiera. Se
ejerce all algn profetismo? Qu pasa con la experiencia histrica del pueblo?.
Veamos. Ese pueblo tiene mecanismos propios para hacerse de recursos econmicos, lo
hace mediante colectas, colaboraciones, trabajo voluntario, ofrendas, intercambios. El
caso es que durante las celebraciones de la religiosidad popular el pueblo come mucho,
se viste bien, se da gustos que en otros momentos no le es posible concederse; le
embarga una alegra moral y fsica. Durante la fiesta religiosa es cuando el pueblo sale
de la marginacin y se pone en el centro del mundo y del tiempo; todo gira en torno a su
experiencia, incluso los grupos dominantes deben girar alrededor de los eventos que el
pueblo realiza. Tambin, las decisiones sobre lo que se debe de hacer, sobre la
participacin, sobre la distribucin y otorgamiento de los lugares para vender, de
espacios de ocupacin social, no los hace la autoridad impuesta, sino las autoridades
tradicionales que se han posesionado del espacio poltico de la fiesta. Sus expresiones
culturales, sus *smbolos, sus actividades tradicionales emergen con una fuerza
inusitada, como que la religiosidad fortalece la tradicin del pueblo que en ella se
renueva, se rehace, se revitaliza, se convence de la vigencia de su propio ser e identidad.
Sus prcticas religiosas lo absorben, son el motor determinante durante todo ese tiempo,
incluso lo referente a la religin oficial (sacerdote, templo, liturgia, etc.) es un elemento
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BIBLIOGRAFA
---Comisin de Religiosidad Popular de Tula, El Rito del Levantacruz, Centro de Medios para la
evangelizacin, Xalapa, Ver., Mxico, 1985.
---Hab Gri Ma Tangra? Mxico, 1986.
---El Rosario que reza el pueblo, Tula, 1989.
---Conferencia Latinoamericana de Obispos, Doc. Medelln.
---Conferencia Latinoamericana de Obispos, Doc. Puebla.
---Siller A., Clodomiro L., Qu es la religin del pueblo?, en preparacin, CENAMI, Mxico.
---Los anlisis de la religin del pueblo, en preparacin, CENAMI, Mxico.
---El sentido cultural de la religin del pueblo, en preparacin. CENAMI, Mxico.
---El magisterio y la religin del pueblo, en preparacin, CENAMI, Mxico.
---Evangelizacin de la religin del pueblo, en preparacin, CENAMI, Mxico.
---Teologa de la religin del pueblo, en preparacin, CENAMI, Mxico.
---Vidales, Ral-Tokihiro Kudo, Religiosidad popular y proyecto histrico, SEP, Lima, 1982.
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PROMOTOR DE LA RELIGIOSIDAD POPULAR
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CLODOMIRO L. SILLER
El tipo de catlico que mejor puede desempear este servicio es el religioso-popular que
est en un proceso de fe; ya que su religiosidad, vivida tan profundamente, se enriquece
con la fe que se le est anunciando; en l, la *inculturacin de la fe se da con mayor
naturalidad. Ejemplos de este tipo de promotor se encuentran en alguna dicesis de
Chiapas, en Oaxaca, en la Tarahumara y en algunos pueblos antiguos del Distrito
Federal.
El catlico cautivo por vivir ambas vertientes del cristianismo latinoamericano, la fe y
la religiosidad, puede llegar a ser, sino como el anterior, un eficaz promotor de la
religiosidad en medio del pueblo.
El menos cualificado para ser promotor es el catlico comprometido y el alejado. El
primero, por haber perdido o minusvalorado la *religiosidad popular; y el segundo, por
carecer tanto de la fe como de la religiosidad, se convierte ms en destinatario que en
promotor.
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PUEBLO
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BENJAMN BRAVO
Pueblo, desde el punto de vista sociolgico, es el conjunto de personas que con sus
instituciones propias constituye la sociedad de un estado. As entendemos muy bien a
que nos referimos cuando decimos el pueblos francs, el pueblo italiano, el pueblo
mexicano. Para la ideologa liberal, todas las personas de una sociedad, en un supuesto
plano de igualdad, forman parte del pueblo. La antropologa nos aporta datos quiz ms
precisos: pueblo es el conjunto de personas que con sus instituciones propias, construye
una experiencia de vida propia, distinta de otras. As nos damos a entender cuando
hablamos de pueblo zapoteco, pueblo huasteco, pueblo kikap, pueblo maya. Dentro de
un estado pueden existir varios pueblos o *etnias; esos son los llamados estados
pluritnicos, como lo es Mxico. Estos conceptos de pueblo no nos sirven para
nuestro propsito pastoral, porque la religin del pueblo mexicano es muy variada; no
todo el pueblo mexicano tiene religin popular. Entonces, qu entendemos por pueblo
o por popular cuando nos referimos a la religin?.
De nuevo, la antropologa nos aporta elementos ms operativos. Dentro de un conjunto
humano, populares son los grupos culturales o sociales que estn en relacin
desproporcionada, o asimtrica, respecto de los grupos sociales o culturales dominantes.
De manera ms sencilla, popular quiere decir *pobre, marginado, oprimido. La religin
popular sera entonces la religin de los pobres. Esta definicin de pueblo es muy usada
tambin en la Biblia (como en Ex 1, 9ss; 3, 7-21; 9,1; Is 3, 12-15; Mt 2,6; Mc 12,34-35;
14,2; Lc 1,17; Jn 8, 2; He 10,2). Necesitamos todava alguna precisin ms. Solamente
quien practica su experiencia religiosa segn *smbolos, ritos y explicaciones
procedentes de la cultura de los pobres tiene religin popular, que es la religin del que,
en lenguaje sencillo, se dice pueblo.
Segn lo anterior, p. ej., respecto de la Virgen de *Guadalupe: quien realiza prcticas
religiosas segn las normas de la Iglesia Catlica vive una religiosidad guadalupana
oficial; quien realiza una experiencia religiosa entendiendo a la Virgen de Guadalupe
segn smbolos y explicaciones propios de grupos sociales acomodados no tiene
religiosidad guadalupana popular, tiene una religiosidad guadalupana oficial deformada,
o, incluso podra ser manipulada, si la usa no para lo religioso sino para otros fines, por
BIBLIOGRAFA
---Cassirer, Ernest, Antropologa filosfica, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 4. Ed., 1965.
---Elade, Mircea, Lo sagrado y lo profano, Ediciones Gallimard, Pars, 1971.
---Fichter, Joseph, Sociologa, Herder, Barcelona, 7. Ed., 1970.
---Juan Pablo II, Varios discursos, sobre todo el dirigido a los aborgenes australianos.
---Pablo VI, Evangelii nuntiandi.
---Siller A., Clodomiro L., Qu es la religin del pueblo?, en preparacin, CENAMI, Mxico.
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PULQUE
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Es una bebida extrada del maguey. El maguey se raspa dos veces al da: a la salida y a
la puesta del sol. El lquido que se extrae es aguamiel, bebida que alimenta a pequeos y
a grandes. En el transcurso del da, el aguamiel fermenta y se transforma en pulque.
Cuando la fermentacin ha llegado a su punto, su sabor es agradable y sus propiedades
son muchas, incluso medicinales.
Es una bebida ritual, por eso entre vecinos se invita a tomar pulque. Cuando se acepta,
todos beben en la misma jcara.
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QUETZALCATL
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CLODOMIRO L. SILLER
VICTORIA LPEZ
Dios habl a los pueblos de la cultura mesoamericana por medio de Quetzalcatl, quien
lleg a dar plenitud a diferentes *culturas y pueblos, que, por medio de sus costumbres
y ritos daban culto al verdadero Dios, Aquel por quien vivimos (ipalnemohuani), y,
adems, ense a las personas que podan adorarlo por medio del servicio y la
penitencia. Por eso, todo el pueblo lo tena como un hombre de Dios y por ello lo
respetaban y honraban.
yoliliztli (olli= movimiento; litztli, sufijo propio de los sustantivos abstractos), que
literalmente significa la movilidad de los seres vivientes.
En Teotihuacan encontramos la relacin ms directa que hay entre Quetzalcatldivinidad y Quetzalcatl-humano, rey y sacerdote de Tula. De este ltimo nos hablan
tambin los Anales de Cuauhtitln. Se dice que naci en el ao de ce acatl y por eso
fue llamado Topitzin. El fue quien infundi los ideales toltecas, la toltecayotl. Ense
a hacer ayuno, penitencia, oracin; l fue quien descubri las piedras finas y plumas
preciosas; el ense a trabajar las piedras y los metales. Fue a morir a Trillan Tlapalan,
lugar de la sabidura divina.
Encontramos a Quetzalcatl en los relatos de la creacin del mundo. Quetzalcatl y
Tezcatlipoca, desde el oriente y el poniente, y dos parejas de seres humanos, desde el
sur y el norte, organizaron el cielo y la tierra, dejndolos como ahora estn. El mismo
Quetzalcatl, en la persona de Nanahuatzin, har surgir el sol. El mismo, nos comunican
los cdices, es quien hizo los cuatro soles (eras) que han precedido al Quinto Sol, en
el que vivimos ahora.
La humanidad aparece en los mitos como resultado de la penitencia de Quetzalcatl. Es
decir, con su sacrificio Quetzalcatl mereci la existencia de las personas. Esto es lo
que quiere decir macehualme, los merecidos por la penitencia.
Tambin ha sido Quetzalcatl quien ha conseguido el tonacayotl (to=nuestra;
nacatl=carne; yollotl= causa del movimiento), la causa del movimiento de nuestra
carne: el maz. En el Cdice Borgia, cuando se desarrolla el tema de tlalticpac, aparece
Quetzalcatl sangrndose para fecundar la Tierra, de donde brota el maz que est
sosteniendo al pueblo representado este por un rbol.
A Quetzalcatl lo encontramos en la organizacin del pueblo. El tlatoani
(tlatolli=palabra; tlani=debajo), el servidor de la palabra, gobernaba al pueblo en
nombre de Quetzalcatl, y quienes desempeaban el servicio de consejeros suyos
reciban el ttulo de cihuacatl (mujer serpiente).
Encontramos a Quetzalcatl en todas las construcciones antiguas; en ellas encontramos
su efigie: las piedras estn talladas en forma de serpiente. Los templos desarrollan la
doctrina de Quetzalcatl, sobre ellos encontramos la quinta direccin. Tambin est
presente en la cermica, en los adornos, en las artes. El Cdice Matritense de la Real
Academia dice a propsito del toltecatl, el discpulo de Quetzalcatl: El verdadero
artista todo lo saca de su corazn, obra con deleite, hace las cosas con calma, con tiento,
obra como un tolteca, compone cosas, obra hbilmente, crea; arregla las cosas hace
que se ajusten(6).
As, desde la organizacin del mundo, la creacin de las personas, la organizacin
social, econmica y poltica, la filosofa y la religin, todo est transido de arriba abajo
y de un lado a otro por Quetzalcatl. La vida y la historia se hacen divinas gracias a la
intermediacin de un Dios humanizado. Quetzalcatl no era nicamente Dios en la
tierra; era el ideal humano por excelencia. Todos los antiguos mexicanos aspiraban a ser
como Quetzalcatl, a vivir de tal manera que pudieran ser como hijos de Quetzalcatl. A
Quetzalcatl se debe el ser, el vivir y
el existir. Toda la realidad se hizo
quetzalcotlica(7).
Esta realidad quetzalcotlica est todava latente en la realidad de los pueblos
mexicanos, aunque de modo inconsciente en muchos casos. Por va de ejemplo: los
albailes, al construir, dicen que los adobes o ladrillos deben quedar
bien
(1) Cfr. Garibay, Angel Mara, Glosario de las voces nahuas, en: Historia de la literatura nahuatl, vol.
II, Porra, Mxico, 1987.
(2) Cfr. Len Portilla, Miguel, Breve vocabulario filosfico nahuatl, en: La filosofa nahuatl, UNAM,
Mxico, 1983.
(3) Laurette Sejourn, Amrica Latina, Antiguas culturas precolombinas, Siglo XXi, Mxico, 1989, p.
249.
(4) Cfr. Siller, Clodomiro L., Religin indgena prehispnica, en: Historia mnima de la Iglesia en
Mxico, Paradigmas, Mxico.
(5) De Mendieta, Jernimo, Historia eclesistica indiana, tomo I, Ed. Salvador Chvez Hayhoe, Mxico,
1945, p. 95.
(6) Informantes de Sahn: Cdice matritense de la Real Academia de la Historia, Ed. Facs. De Paso y
Troncoso, volumen VIII, folio 115v, fototipia de Hauser y Menet, Madrid, 1907.
(7) Cfr. Siller, Clodomiro: op. Cit.
(8) Cdice Matritense, op. Cit. Fol. 144r.
!!
BIBLIOGRAFIA
---Laurette Sejourn, El universo de Quetzalcatl, FCE, Mxico, 1989.
---Laurette Sejourn: Mesoamerica, en: Amrica Latina. Antiguas culturas precolombinas, Ed. Siglo
XXI, Mxico, 1989.
---Len Portilla, Miguel, Los antiguos mexicanos a travs de sus crnicas y cantares,FCE, Mxico, 1989.
---Len Portilla, Miguel, Toltecaytl, aspectos de la cultura nhuatl, FCE, Mxico, 1987.
---Siller, Clodomiro L., Religin indgena prehispnica, en: Historia mnima de la Iglesia en Mxico,
Ed. Paradigmas, Mxico.
MARIO PREZ.
R
REINO DE DIOS
(Reino de los cielos)
Qu es el Reino de Dios
Jess presenta la llegada del Reino de Dios como luz y vida del pueblo (Mt 4, 12-17).
Lucas, en el texto paralelo, explica lo que es esta luz y esta vida, cuando dice que son:
1. buenas noticias para los pobres;
2. libertad para los cautivos;
3. vista para los ciegos;
4. liberacin de los oprimidos;
5. ao de gracia del Seor, es decir la igualdad (Lc 4, 16-22);
6. por amor.
Jesucristo asume as el mismo proyecto que Dios, en la historia, haba realizado por los
profetas. Slo lo lleva a plenitud, poniendo, en lugar de la venganza (Is 61, 1-2), el
mandamiento nuevo del amor (Mt 5, 43-48; 22,34), como motor nuevo de la historia.
Estas seis tareas, que hacen del Reino un concepto dinmico, tienen su desarrollo no
slo en el tiempo (Lc 19,20;Mt 21, 43), sino en la eternidad (Mc 1, 15; 14, 25; Lc 13,
28-30).
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Para beber el espritu y la fuerza del Reino, hay que acercarse a sus portadores, es decir,
a los pobres. Si el sujeto ya es pobre, debe llegar a ser lo que ya es, agente del Reino; si
no es pobre, tiene que optar por los pobres, solidarizarse con sus causas, para llegar a
ser un pobre de espritu (Mt 5,3).
Los pobres son los reyes, los amos y seores de este Reino. Sus deseos, sus necesidades
y an sus legtimos caprichos deben ser norma de conducta, de planeacin y accin de
los ciudadanos en este Reino (Mt 25, 31-40). En la medida en que uno se convierta en
servidor y esclavo de los pobres, en esa medida ser maestro y seor dentro del Reino
(Jn 13, 1-15; Mc 10, 42-45), porque su estilo no es como el de los reinos de este mundo
(Jn 18, 33-38).
La *parroquia y el Reino
Para la mayora de los catlicos, el Reino sigue siendo un tesoro escondido (Mt 13,
44-45). Aquellos que lo han llegado a descubrir, *agentes de pastoral y miembros de
*comunidades, han vendido muchos valores y convicciones religiosas que
acostumbraban practicar, y ahora las cosas del Reino ocupan el centro de su fe, de su
caridad y de su liturgia. No rara vez esto les ha acarreado incomprensiones e incluso
persecuciones, dentro y fuera de la Iglesia.
La Iglesia, consecuentemente la parroquia, ha recibido la misin de anunciar e instaurar
el Reino, que es lo prioritario (Mt 6, 31-33).
BIBLIOGRAFIA
---Rahner, Kart, Sacramentum Mundi Lxico de Teologa, artculo: Reino de Dios.
---Quiroz, lvaro, Eclesiologa en la Teologa de la liberacin, Col. Verdad e Imagen, Salamanca, 1983.
---Boff, Leonardo, Eclesiognesis, Sal Terrae, Santander, 1980.
---Gutirrez, Gustavo, El tiempo de ha cumplido (mimeo), Pontificia Universidad Catlica de Lima, XIII,
Jornada de Reflexin Teolgica, 1983.
---Mesters, Carlos, La Biblia y la nueva evangelizacin.
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BENJAMN BRAVO
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Pablo VI, en la Evangelii nuntiandi empleo el trmino religin del pueblo como
sinnimo de *piedad popular en vez de *religiosidad popular (EN 48).
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RELIGIOSIDAD POPULAR
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GERARDO SNCHEZ
BIBLIOGRAFIA
---Snchez Snchez, Gerardo: Religiosidad popular, Tesis presentada en Roma para obtener el Doctorado
en Sagrada Teologa, Mxico, 1988.
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RELIQUIA
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GERARDO SNCHEZ
Todos los pueblos buscan la vida. En el mundo indgena expresan esto con la ofrenda de
la flor y el romero. Despus de la fiesta, se cortan las *cuelgas en trocitos y se
entregan a las personas, que las conservan junto a las *imgenes en el altar de su casa.
Cuando se presenta una tempestad, una granizada, vientos fuertes, o bien una
enfermedad, se saca la reliquia y se quema, porque la hierba y la flor tienen que morir
para dar vida.
No se ha de comer toda la comida que se recibe la fiesta de la comunidad; es bueno
dejar un poquito para llevar a la casa como reliquia y para comerla en otro momento.
Es como una bendicin para los dueos de la casa y para quienes la reciben. Es un rito
de comunin con Dios y con la comunidad. En hhu se llama papi Aju, reliquia
de Dios, regalo de Dios. En la fiesta la comida se ofrece primero a Dios. Se le aparta lo
mejor y despus se inciensa y se reparte a la comunidad. La incensacin se hace en
forma de cruz, para que la abundancia de esta comida llegue a los cuatro puntos
cardinales y se restablezca el equilibrio antes de la comida.
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RESPONSO
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VICTORIA LPEZ
Actitudes pastorales
Muchos sacerdotes ya no suelen rezar responsos. Tratan de encaminar las oraciones por
los difuntos a misas comunitarias, diciendo que la misa vale ms que el responso. Hay
quienes dicen que ya no tiene caso acordarse tanto de los difuntos, porque si se salvaron
ya no necesitan nada.
Ciertamente, para el sacerdote rezar un responso es cansado y montono por lo
repetitivo (mas cuando son interminables las listas de los nombres), pero es el precio de
personalizar la oracin. Por su parte, la gente no se molesta si se van nombrando de dos
en dos, de tres en tres o hasta de cinco en cinco, cuando la lista de nombres es muy
larga.
No se trata de lo que vale ms o menos, sino del espacio que cada oracin o rito ocupa
en la vida. Ciertamente los frutos del responso no se dan por el simple hecho de pagar
una misa.
Pudiera ser que, dando el lugar que corresponde a los rezanderos, estos sirvan como
ministros de la oracin del responso. Podran rezarlo en la iglesia o en la casa de
quienes celebran este acontecimiento religioso.
En algn tiempo y en algunos lugares se acostumbr a la gente a pedir responsos de
determinado precio (hay unos de tantos pesos y otros de tantos otros). Tal vez lo mejor
sera dejarlo sin precio y recibir lo que voluntariamente los deudos del difunto
reconocen como una gracia, que quieren expresar econmicamente al ministro del
responso.
(1) Devoto ejercicio para levantar la Santa Cruz de los difuntos, con aprobacin eclesistica. Folleto sin
ms datos, que se vende en puestos de objetos religiosos en ferias y santuarios, pp. 18 y 19.
REZANDERO
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Dios nos ha dado esta sabidura, esta amistad, con la que nos invita nuestro prjimo
para acompaar su devocin, sus duelos y fiestas; ah va uno con toda su fe, con toda su
voluntad.
El rezandero es una persona de fe; siente lo que hace y lo vive. Por eso cuenta mucho su
presencia. No es una repeticin como de grabadora, sino que hace presente la fe en la
historia de un pueblo (nuestros antepasados) y una Iglesia. Es el portavoz de una
comunidad en oracin.
Sin fe no tiene caso hacer el rosario. Es la fe del bautismo que recibimos en la Iglesia.
Fe en Dios y en la Santsima Virgen Es la fe de la comunidad; es la memoria y el
sentido para indicar cmo todo se une. La fe nos hizo crecer y es la fuerza para que
crezcan los jvenes y las personas grandes Por la fe vamos siguiendo a nuestros
antepasados, por ella llevamos la costumbre de la poca, ellos traan esa creencia y
nosotros as seguimos ahora. Hemos de tener fe en Dios, caminar su camino, y tener fe a
nuestro prjimo. Es el mismo camino que caminaron los primeros; por eso hemos de
caminar por la fe que nos dejaron nuestros antecesores. Con la fe en Dios, en Jesucristo
Nuestro Seor y que as sea en todas las comunidades. Creemos en la vida.
El rezandero es un servidor, capaz de sentir el dolor cuando acompaa a un *muerto o la
alegra de la *fiesta; no es ajeno a lo que celebra. Es un servicio que le cuesta, a veces
tiene que desvelarse (pues muchos ritos son de noche), y al otro da debe ir a su trabajo.
Actitudes pastorales
En la religiosidad popular existe ya una sntesis vivida de la fe y de la cultura popular
(Puebla 452). Estos evangelizadores son autnticos centros neurlgicos del proceso
evangelizador de la *cultura en que se encuentra empeada nuestra Iglesia(6).
Es necesario respetar el carisma propio del rezandero: ni desconocerlo, ni eliminarlo, ni
absorberlo. Se le ha de reconocer como parte de la Iglesia y valorar su servicio ante la
comunidad.
Es un gran servicio para ellos facilitarles reuniones donde se alimenten mutuamente,
platicando de su servicio, sus trabajos y dificultades, sus necesidades de crecimiento.
En estas reuniones se les puede ayudar con el conocimiento de los *smbolos, cuya
memoria mantienen, pero cuya conciencia parece un poco dormida por tanto siglo de
silencio.
No habr que reemplazarlos, ni a ellos ni a los ritos que ellos encabezan. Debe evitarse
toda competencia (lo mo vale ms que lo tuyo) y todo sectarismo (slo lo mi vale).
(1) Los entrecomillados son palabras de rezanderos reunidos por la Comisin de Religiosidad Popular de
la dicesis de Tula, Hgo., el 22 y 23 de mayo de 1982, en Progreso, Hgo., y del 2 al 4 de octubre de
1986, en Ixmiquilpan, Hgo.
(2) Hace 20 aos, al comenzar la formacin de catequistas, en un cursillo quemamos unos cuantos libros
de rosarieros, penando que lo viejo ya no vale. Eso fue un error. Padre Rudy, En Nombre de Dios
Comienzo Libro para rosarieros y rezanderos del campo (con aportes de catequistas y rosarieros), 2.
ed., Servicio de Impresiones y publicaciones del obispado, Dicesis de Cajamarca, Per, 1986.
(3), Antonio Gonzlez, Dorado S.J., Agentes religiosos y evangelizadores populares en Amrica Latina,
Asuncin, Paraguay, octubre de 1980, en la revista: Puebla, separata de la revista SEDOC, marzo-abril
1981, nos.
11-12, Vozes, Petropolis, Brasil.
(4) En Nombre de Dios Comienzo op. cit. Las Palabras son de Jos Dammert Bellido, obispo de
Cajamarca, Per.
(5) El Rosario oracin popular tradicional. Rezanderos de los hahu (otomes), Comisin de
Religiosidad Popular de la Dicesis de Tula, 1988. Las palabras son de Jos Trinidad Medel, obispo de
Tula, Hgo.
(6) Antonio Gonzlez Dorado, op. cit.
BERNARDO GUZAR SAHAGN
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ROSARIO
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El rosario comenz a rezarse en Espaa. Cuando vivieron all los rabes, estos rezaban
algo parecido al rosario: giraban una ruedita que tena cuentitas y en cada cuentita
decan una alabanza a Dios con el nombre que ellos lo alababan. Entonces, para
contrarrestar la influencia de esta prctica que llamaban la atencin a los catlicos, y
para que no se fuera la gente con la religin de los rabes, Santo Domingo compuso el
rosario. As lo recordaremos en una alabanza: Viva Mara, viva el Rosario, viva Santo
Domingo que lo ha fundado.
De all nos lleg el rosario. Pero aqu el rosario sirve no para contrarrestar a los rabes
(pues aqu no se les conoce), si no para dar vida al pueblo, para acompaar la
comunidad y para que el pueblo siga siendo pueblo. Algo que Santo Domingo ni se
imagin. El *Rezandero con su rezo hace la unin de la comunidad, la comunidad se
une y sigue siendo comunidad, se fortalece. Se reafirma la fe del pueblo.
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BENJAMN BRAVO
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S
SACRAMENTAL
Los sacramentales se relacionan ntimamente con los sacramentos. Han sido creados e
incrementados en la vida sacramental, litrgica y pastoral de la Iglesia. En el antiguo
Cdigo de Derecho Cannico se define as: sacramentales son objetos o acciones de la
Iglesia que imitan de alguna manera los sacramentos; se suele servir de ellos para
obtener por su invocacin algunos efectos, principalmente espirituales (c. 1144).
Y en el Nuevo Cdigo de Derecho Cannico: Los sacramentos son signos sagrados,
por los que, imitando en cierto modo, se significan y se obtienen por interseccin de la
Iglesia efectos principalmente espirituales (c. 1166).
Los sacramentales pueden ser clasificados de la siguiente manera:
1. Sacramentales de bendicin
El rito o ceremonia de bendicin es solicitado por el pueblo para muchas cosas. As se
bendice el *agua, la casa, el negocio, la fbrica, los auto transportes, los animales, los
frutos. Se bendicen las *imgenes (de la Santsima Trinidad de Jesucristo, de la Virgen
de los santos y del papa), los escapularios, los *rosarios, las medallas, las veladoras,
ceras, palmas. Las aguas llamadas de San Ignacio, de San Vicente de Paul, de San
Ramn Nonato reciben bendicin especial.
Para la celebracin del bautismo y de la confirmacin, se bendicen las ceras, las
conchas para echar agua al nio, las medallitas de recuerdo. El da dos de febrero, da de
la Candelaria el pueblo lleva el *Nio Dios al templo y quiere que el sacerdote le eche
agua bendita como si se tratara de un bautismo.
Para las primeras comuniones son objeto de bendicin, las medallas, los rosarios, las
ceras; actualmente tambin las biblias y el Nuevo Testamento. El Jueves Santo, se pide
que se bendiga el pan bendito, la manzanilla y en fiestas del Corpus Christi no solo
a los nios vestidos de indito, si no tambin las mulitas.
El Mircoles de ceniza, la recepcin de ceniza es un autntico sacramental de
penitencia. Ese da hasta los nios recin nacidos son llevados a la Iglesia para la toma
de ceniza, de preferencia impuesta por el sacerdote.
En relacin con el matrimonio, la gente lleva a bendecir los anillos, las arras, el lazo, y
se empieza a extender la costumbre de bendecir el arroz y los pequeos recuerdos que
se donan con motivo de la boda.
La ordenacin del dicono y del presbtero, antiguamente muy lejanas al pueblo, se han
convertido en momentos emotivos de fe, donde se pide la bendicin de los objetos
sagrados para el ordenado y la serie de recuerdos con alusiones al sacerdocio.
Colocacin de la muerte, se lleva a bendecir la sbana para amortajar al muertito, la
*cruz que colocarn en la tumba; y a los nueve das, se hace el *levantacruz. El 2 de
noviembre, poner la *ofrenda y visitar el cementerio tambin son sacramentales para el
pueblo.
2. Otros sacramentales
Ir a misa los das primero de mes en honor de la Divina Providencia los das 28 de cada
mes en honor de San Judas Tadeo, los das doce de ms para honrar a la Virgen de
*Guadalupe, y, cada vez menos, hacer los viernes primeros en honor del sagrado
corazn de Jess: pueden entenderse como practicar sacramentales.
Rezar los Santos Evangelios a los nios para curarlos de Espanto; meter la llave del
sagrario a los que no puedan hablar o darles de beber aceite de lmpara que arde en el
altar del sagrario: pueden ser sacramentales.
3. Los exorcismos
Aunque hoy da son menos frecuentes, no faltan las peticiones para que el sacerdote
vaya a bendecir donde suceden cosas raras: espantos, ruidos, apariciones de difuntos,
etctera.
En Mxico los sacramentales parecen tan importantes como los mismos sacramentos.
En este aspecto, la renovacin conciliar ha hecho mucho por superar estas formas
externas, muchas de ellas exageradas de, *religiosidad popular; sin embargo, el
desprecio por las formas sacramentales del pueblo por parte de algunos sacerdotes han
impedido un dilogo y una promocin autntica de la fe.
Hace falta profundizar en estos signos, instituir al *catlico que hace uso de los
sacramentales y ofrecerle formas nuevas de expresiones vivas de fe y de caridad.
BIBLIOGRAFA
--- Concilio Vaticano II, Constitucin Sacrosantum Concilium, cap. III, en: Concilio Vaticano II,
Documentos, Dabar, 2000.
--- Nuevo Cdigo de Derecho Cannico, cnones del 1166 al 1172, BAC, Madrid, 1985.
--- Manzanares-Mostaza-Santos, Nuevo Derecho parroquial, BAC, Madrid, 1988.
--- Havers, Guillermo Ma y Torres, Bucio, Directorio Catlico de trminos y Doctrinas religiosa,
Mxico, 4a. Ed., 1989.
GERARDO SNCHEZ
SALUDO
El saludo es algo muy importante en las culturas indgenas. Se saluda a las personas
tantas veces como se les encuentra en el da. El saludo es un gesto que transmite y hace
presente a Dios. Si una persona no saluda es porque no anda bien.
Aunque seamos pobres, lo ms importante es el respeto, la amistad, el mirarse, el
saludo A veces se recorren largas distancias a pie para ir a saludar a los parientes o a
una familia conocida. Se saluda al caminante que pasa y se le invita a que descanse en
su casa y se comparte el taquito con el.
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SANTIAGO
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VICTORIA LPEZ
conquista obviamente. El *carnaval es una fiesta donde triunfa la vida, donde el dbil
(los de infantera) triunfan no matando si no ayudando al fuerte (los de caballera) para
integrarlo en el proyecto del pobre, de la mujer y de la vida, y por lo tanto, en el
proyecto de Dios. El dbil ayuda al fuerte, al rico, para que este a su vez ayude al dbil,
al pobre, el rico tiene la capacidad de revivir al pobre; el pobre tiene la capacidad de
revivir al rico. Es una fiesta de sacrificio a favor de la vida. Triunfa lo femenino, la
Virgen, como triunf lo femenino en Chapantongo. La Virgen es al mismo tiempo lo
femenino y lo divino. Surge claro el rostro materno de Dios necesario para el pueblo
indgena, como lo dijo Don Bartolom Carrasco, arzobispo de Oaxaca en su homila en
la casa de nuestra Madre de Guadalupe el 12 de mayo de 1985 (3).
SANTUARIO
es decir, se repite como las estaciones del ao, pero siempre entorno aquel hecho
central.
g) El Santuario genera forma de culto, ritos y prcticas, (mandas, promesas,
peregrinaciones, cofradas, etc.) que le dan fuerza de atraccin y de convocatoria, as
como poder de irradiacin y estmulo para el pueblo.
3. En la tradicin judeo-cristiana, el Santuario fue pasando por distintas etapas, segn
Baltasar Lpez en un estudio sobre el tema.
a) El templo de Israel. Desde que los judos se fueron constituyendo en un pueblo, su
idea fue construir un templo al Dios que los haba elegido. Sin embargo, ese deseo no se
realiz si no en el tiempo del rey Salomn, y siempre con la oposicin de Dios. Dios
estaba feliz en sus condiciones de nmada. Y el arca es buen ejemplo de la voluntad de
Dios de viajar con su pueblo, aunque esta idea del arca no sea exclusiva del pueblo de
Israel si no comn a algunos pueblos de Oriente. La respuesta de Dios a David es
contundente: Pero aquella misma noche tuvo Natan palabra de Yahvh: vas a
edificarme una casa para que yo habite en ella? Mira, yo no he habitado en casa desde el
da en que saque de Egipto a los hijos de Israel, hasta hoy, si no que he andado en una
tienda, en un tabernculo. Y en todo el tiempo en que anduve con los hijos de Israel He
dicho yo palabra a ninguno de los jefes de Israel, a quienes mand que aceptaran mi
pueblo de Israel de hacerme de una casa de cedro! Aunque en la mente de Salomn, y
antes en David, anidaban una idea poltica en la construccin del templo para que
sirviera de punto de nico entre el Reino Norte y el del Sur, no deja de corresponder a
una mentalidad religiosa que se convirti en el templo de Jerusaln en el resumen de la
teofana y localismo divino, hasta el punto de que el pueblo durante el exilio, llor y
aor el templo. Hay que constatar tambin que el templo fue objeto de grandes
maldiciones de los profetas y no siempre la espiritualidad Juda gir en torno al templo,
si no ms bien, en torno a las promesas mesinicas, en torno a las esperanzas.
b) La humanidad resucitada de Jesucristo. La destruccin del templo reviste suma
importancia, pues se conecta con la idea fundamental de Dios, no querer ser localizado
aqu o all. Son las palabras de Cristo las que dan esta significacin: Creme, mujer,
que es llegada la hora en que ni este monte ni en Jerusaln, adoraris al Padre ya llega
la hora y esta, cuando los verdaderos adoradores adorarn al Padre en Espritu y en
verdad. Cristo es el primero en desmitologizar la idea del templo. Como lugar de la
manifestacin de Dios no abra otro que la humanidad resucitada de Jesucristo:
Destruid este templo y yo lo reconstruir en tres das. La ascensin del seor no tiene
otro significado que el de huir de la temporalidad y de la especialidad. Dios vuelve a sus
condiciones de nmada. Para el cristianismo, despus de la ascensin de Cristo, Dios se
comunica y se revela en la humanidad de Jess, presente universalmente, no aqu o
all, si no en los signos sacramentales y eclesiales. La humanidad de Cristo es el nico
lugar de comunin de Dios con los hombres y de los hombres con Dios.
c) El santuario cristiano. Los primeros cristianos no podan, evidentemente, construirse
templos particulares. Tampoco en el espacio profano reservaban lugares sagrados.
Se reunan simplemente en las casa en comunidades familiares (He 2, 46; 1 Cor 16, 19;
Col 1, 15; Fil 2, etc.) El carcter profano del lugar de reunin no era un signo de
pobreza o de subdesarrollo del cristianismo. Los primeros cristianos ciertamente no
habran llamado templos o casa de Dios a edificios que les pertenecan, porque
haban entendido una verdad muy importante: no sabis que sois templos de Dios y
que el espritu de Dios habita en vosotros? (1 Cor 3, 16ss). Los primeros cristianos se
consideraban como Ekklesia, como la comunidad de los santos. Con este sentimiento
se reunan simplemente y justamente cuando estaban reunidos se consideraban ekklesia,
lo que en el lenguaje profano, podra significar tambin la asamblea del pueblo. La
hermandad que se reuna saba, en efecto, como comunidad de santos, que ella era la
verdadera comunidad de culto, elegida, pura, santa, inmaculada (Fil 2, 15; Ef 1, 4:5,
27; Col 1, 22 y sobre todo Ef 17-22; 5, 25; Heb 10, 22ss), una comunidad pascual (1Cor
5,6) y en su totalidad un sacerdocio santo y real (1 Pet 2, 5-9; Apoc 1,6; 5, 10). Tal es
precisamente la novedad escatolgica: desde ahora todos tienen el mismo modo de
acceso a Dios. En el Nuevo Testamento, el Pueblo de Dios adquiere una nueva
Dimensin, la de ser adems Cuerpo de Cristo, nico lugar donde Dios acta
salvando por su pascua y su alianza. O sea, la misma asamblea, comunin de los fieles,
es ya Dios presente y manifestado en ellos, independientemente de toda localizacin
material. Ah en donde dos o tres estn reunidos en mi nombre, ah estar yo.
4. En las culturas prehispnicas de Mxico era muy fuerte la idea de una divinidad
localizada en espacios privilegiados y venerados en tiempos determinados. Los grandes
edificios religiosos (templos, pirmides, altares) afirman la presencia de los divinos
como centro de gravedad del cosmos, de la energa vital de la historia y de toda
actividad humana, que tiene siempre un sello religioso. Estos espacios sagrados se
constituyen en principio y en trmino de la existencia humana.
Por su parte, las tradiciones religiosas espaolas refuerzan en el nuevo mundo esta
mentalidad. No la aniquilan, si no solo la sustituyen por unas formas que igualmente
fijan la presencia de Dios en espacios materiales: la capilla, la Iglesia, la catedral o el
santuario son lo centros donde gravita la vida de las nuevas comunidades cristianas.
5. Entre nosotros los santuarios son vistos como lugares sagrados donde se venera la
imagen de la Virgen, de un Santo o de Cristo y hacia donde convergen las
peregrinaciones del catolicismo popular.
Tienen caractersticas que les dan justamente su categora de Santuarios y los distingue
de otro tipo de centros religiosos.
--- Su influencia, su capacidad de convocatoria y de atraccin abarcan una extensin
geogrfica considerable en niveles distintos: local, nacional, universal.
--- Sirven de escenario a manifestaciones religiosas ms o menos multitudinarias.
--- En ellos se encuentran todas las formas de la religiosidad popular: mandas,
promesas, peregrinaciones, *ofrendas, penitencias, etc.
Las grandes motivaciones de sus visitantes suele ser la bsqueda de seguridad y de
proteccin, el agradecimiento como reaccin a los favores recibidos, la solicitud de
nuevos dones y el deseo de expiacin con cierto sentido de reconciliacin y de
purificacin.
---Son centros que a pesar de congregar gran multitudes econmicamente pobres,
juegan un papel conciliador entre las distintas capas sociales, y constituyen al mismo
tiempo un factor importante de socializacin de la religiosidad popular.
---Son visitados en forma permanente y cotidiana, pero sobre todo en fechas sealadas,
que marcan el ritmo y la intensidad de la vida de quienes estn vinculados a ellos.
---Han dado origen y esta enclavados en un entorno socio-religioso, econmico y
organizativo que a menudo sirve de soporte a intereses de personas o de grupos
BIBLIOGRAFA
--- Departamento de Pastoral de Santuarios, La pastoral de Santuarios en Mxico, Mxico, 1988
--- Jimnez, Gilberto, Cultura popular y religin en Anahuac, Mxico, 1978.
--- Maldonado, Luis, Para comprender el catolicismo popular: Verbo Divino, 1990.
FRANCISCO MERLOS
SECTAS
BIBLIOGRAFA
--- Comisin Episcopal Alta/Baja California, Exhortacin pastoral sobre el proselitismo, en: Revista
Ecclesia, Instituto de Ciencias Humanas, Universidades del Mayab, vol. 4, nm 3, jul-sept 1990, pp.
440-451.
BENJAMN BRAVO
SEMILLAS DE LA PALABRA
(Semina Verbi)
Actitud
Cuando buscamos, encontramos, discernimos o potenciamos las semillas de la
Palabra que estn presentes en la vida de nuestro pueblo en su *cultura, estamos
realizando una experiencia espiritual. Solamente con la ayuda del Espritu divino que
model cada corazn y comprende todas sus acciones (Sal 33, 15), podremos
aproximarnos al corazn del pueblo, a su cultura. Debemos estar dispuestos y abiertos y
aceptar lo que el Espritu Santo diga por medio de la Cultura del pueblo. Esta apertura
espiritual es la que llev a aquel religioso del siglo XVI a concluir despus de
contemplar el calendario de los indios de Anahuac: Es de saber que en este calendario
no hay cosas de idolatra; Una cosa tan buena y den tanto primor y verdadera, que estos
naturales tuvieron no es razn de reprobarla, pues sabemos que todo bien y verdad,
quien quiera que lo diga, es del Espritu Santo (1).
Es indispensable que cambiemos nuestra actitud, la de querer ver esto desde nuestra
propia situacin, a travs de nuestro lentes; se trata de ir al lugar del pueblo y desde all
ver y reflexionar las creencias y esperanzas del pueblo. Tenemos que preguntarnos con
honestidad: cul es realmente el inters que me mueve a la *religiosidad popular?
Hacia donde se orienta mi opcin vital? Cules son mis compromisos? Si nuestra
opcin se orienta a la bsqueda de Dios en el pueblo, podemos sentarnos a dialogar con
el pueblo; de lo contrario, por respeto al pueblo y el nombre de la verdad no hagamos lo
que han hecho muchos lobos disfrazados de oveja: etnocidios el nombre de Dios.
Tomemos como criterio las sabias palabras de Gamaliel: Si esta idea o esta obra es de
los hombres, se destruir, pero si es de Dios, no conseguirn destruirla. No sea que se
intenten luchando contra Dios (He 5, 38 b-39). El Dios de la Vida ha estado con
nuestro pueblo desde el principio y durante todos los tiempos y edades de la humanidad.
Lo que ayer dio vida a nuestros abuelos, nos sigue dando vida hoy a nosotros y lo
seguir siendo maana a quienes nos sucedan. Debemos tener una actitud de dilogo y
respeto. Solo as podremos dar un paso posterior para que se nos abra el corazn y el
entendimiento -como a los peregrinos de Emas (Lc 24, 13-32)-, nos asombremos de las
maravillas que Dios obra en la historia y culturas humanas, y descubramos su
revelacin.
La historia nos verifica que este es el camino acertado. Nos damos cuenta al ver la obra
de Fray Bernardino de Sahagn, de Don Vasco de Quiroga, de Fr. Motolinea, de
Bartolom de las Casas, entre otros.
Tambin la historia nos hable de la actitud que llevo a muchos hombres a conquistar,
oprimir y a destruir a los pueblos y, ms an, a buscar el modo de arrasar con el mismo
corazn del pueblo: su cultura y su religin. Para estas mentes y estos corazones, todo
en los pueblos era-o sigue siendo, sostiene todava idolatra-, *supersticin,
*ignorancia, retraso y retroceso, o simplemente romanticismo. Sobre esto tenemos, por
desgracia, muchos testimonios en nuestra historia (2).
Conviene en gran manera que nos pongamos a estudiar y a profundizar en los conceptos
*inculturacin, encarnacin, *insercin, aculturacin, transculturacin, endoculturacin,
trasposicin, y yuxtaposicin culturales. Necesitamos tener herramientas antropolgicas
que nos ayuden a discernir nuestra actitud. Y si lo logramos hacer esto en nuestra
oracin, en un marco de espiritualidad, del la espiritualidad de que hablamos al
comienzo, tendremos luz en nuestro caminar (Sal 119, 105).
En la Biblia.
Dios ha dado a nuestros antepasados en distintas ocasiones y de muchas maneras (Heb
1,1), por medio de hombres que usaban todas sus facultades y talentos (Pio XII, Divino
afflante Spiritu, 30). Dios habla en la escritura por medio de hombres y el lenguaje
humano (3), segn la cultura concreta de una poca, la humanidad (4).
En la Biblia aparecen ejemplos de hombres que reconociendo la presencia de Dios, sus
palabras y sus acciones, en culturas distintas a las de su pueblo, recogen el mensaje
plantado all por Dios y lo integran al vehiculo por medio del cual transmiten la
revelacin que Dios les ha confiado.
As, en el libro de Gnesis encontramos elementos tomados de la cultura del pueblo de
Babilonia, como la imagen de 3, 24: y puso delante de el jardn del Eden
querubines (5) encontramos tambin elementos del poema arcdico sobre la creacin
en el relato correspondiente del Gnesis (2, 4ss.) y en el relato del Diluvio elementos del
poema de Guilgams.
El libro griego de la Sabidura forma parte de los libros deuterocannicos. Lo utilizaron
los padres del siglo II, despus de Cristo y, a pesar de las vacilaciones y de algunas
oposiciones, en especial la de San Jernimo, ha sido reconocido como inspirado, igual
que los libros del Canon Hebreo. Se supone que el autor del libro es Salomn (el libro
se llama en griego sabidura de Salomn). Pero se trata de un evidente artificio
hermana, exclam: Toda su vida era purificacin y perfeccin Me atrevo a decir que
el bautismo no le dio la gracia sino la consagracin (oraciones 8,20; PG 35,812). Lo
que quiere decir que la misma pureza de costumbres conduca a las personas paganas
al bautismo. No slo se habla as de las costumbres, sino tambin de las ideas y de los
sistemas de pensamiento. Afirma Orgenes que la filosofa pagana influy felizmente
sobre algunos cristianos (Comentario al Gnesis 6, 3), de tal manera que se confirmaba
la observacin de Tertuliano de que la filosofa pagana a dado como fruto algunos
justos (Instituciones divinas VII, 7). Gregorio Nacianceno sealaba que la vida, la
razn y la sabidura paganas tienden hacia la bienaventuranza inmortal (Oracin
Catequtica 5,4-6; PG 45,21). Podemos afirmar que para muchos cristianos y Padres de
la Iglesia quedaba clara la presencia de Cristo en toda la raza humana, cualquiera que
sea su nombre (San Justino, Apologtica 34, 4; 1 Apologtica 53, 3).
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En el magisterio de la Iglesia
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Los obispos, reunidos en el concilio Vaticano II, afirman que el verbo de Dios, antes de
hacerse carne para salvar todo y recapitular todo en l, estaba en el mundo, como luz
verdadera que ilumina a todo hombre (GS 57). Esta luz es la que ha guiado por
milenios a los pueblos en su bsqueda para encontrar a Dios; bsqueda hecha con
sinceridad y rectitud de corazn. Es posible constatar esto en los textos profundamente
religiosos contenidos en *cdices, narraciones, tradiciones, cantos, pinturas, grabados y
monumentos. Todas estas expresiones estn llenas de innumerables semillas del
Verbo (EN 53).
La Iglesia, insisten los obispos, reconoce todo lo bueno que se encuentra sembrado en el
corazn y en la mente de los hombres y en los ritos y *culturas de sus pueblos (LG 17).
La Iglesia juzga cuanto hay de bueno y verdadero entre ellos como una preparacin del
que encamina a todos los hombres para que al fin tengan vida (LG 16).
Todas las personas, toda la humanidad, tenemos en lo ms profundo de nuestra
interioridad la presencia de Dios, modelador y estructurados de los corazones; ah Dios
nos aguarda para que bajo su mirada decidamos nuestro propio destino (GS14). En lo
ms profundo de nuestra conciencia est sembrada y enraizada la voz divina, que
resuena cuando es necesario en los odos de nuestros corazones, advirtindonos que
debemos amar y practicar el bien y debemos evitar el mal. La conciencia es el ncleo
ms secreto y sagrado del hombre. All se sienta a solas con Dios, y all, en la intimidad,
resuena la voz divina (GS 16).
El Espritu Santo llama a todos los hombres a Cristo, por medio de las semillas de la
Palabra y la predicacin del Evangelio, para congregar en el nico pueblo de Dios a
toda la humanidad (AG 15). La accin de Dios no se improvisa ni es repentina. Dios
tiene trazados planes y tiene echados los cimientos sobre los que se construir y
desarrollar ese plan. Los cimientos sobre los que el espritu divino dinamiza los
proyectos divinos son la:semillas de la Palabra.
Los obispos, teniendo presentes los presupuestos divinos, nos dice a manera de norma
eclesial: La Iglesia no pretende imponer una rgida uniformidad en aquello que no
afecta a la fe o al bien de toda la comunidad; por el contrario, respeta y promueve el
genio y las cualidades de las distintas razas y pueblos. Estudia con simpata y, si puede,
conserva ntegra lo que en las costumbres de los pueblos encuentra que no est
indisolublemente vinculado a supersticiones y errores (SC 37). Las semillas han
florecido a la manera de *costumbres, de culturas y de los frutos valiosos y buenos que
encontramos en los pueblos has sido sustentados, de igual modo, por la savia divina.
Con razn los obispos nos exhortan a reconocer las culturas de los pueblos no son
terreno vaco, sino que en ella existen autnticos valores. La evangelizacin de la
Iglesia no es un proceso de destruccin, sino de consolidacin y fortalecimiento de
dichos valores; una contribucin del crecimiento de los grmenes del Verbo presentes
en las culturas (DP401).
(1) Cfr. Fr. De Sahagn, Bernardino, Historia general de las cosas de la Nueva Espaa), apndice al IV
libro, prrafo 5, Porra, Mxico, 1985, p.257.
(2) Cfr. Corts, Hernn, Cartas de relacin, Porra, Mxico, 1985. Ver las conclusiones a las que lleg
Alfredo Chavero en 1880: El ltimo Quetzalcatl, Innovacin, Mxico, 1981, pp. 58-62. Ver el libro
escrito por Jos Acosta S.J. en el siglo XVI: Historia neutral y moral de las Indias, Fondo de cultura
econmica, Mxico, 1979.
(3) Cf. San Agustn, De Civitate Dei, XVII 6, 2; PL 41, 537.
(4) Vat. Ii. Dei Verbum, 12.
(5) Cfr. nota al versculo cit. En la Biblia de Jerusaln, Ed. espaola , Descle de Brouwer, Bilbao.
(6) Cfr. Introduccin al libro de la Sabidura en la Biblia de Jerusaln.
(7) Cfr. Introduccin al Evangelio de San Juan en la Biblia de Jerusaln.
(8) Cfr. FUTEPIM: cap.111, Encarnacin del Evangelio en las culturas, nms. 19-60.
MARIO PREZ
SIGNO
BIBLIOGRAFIA
---Varios autores, La Filosofa.Diccionario, Mensajero, Bilbao.1974.
---Brugger Walter, Diccionario de Filosofa, Herder, Barcelona, 1972.
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SMBOLO
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MARIO PREZ
hacia la experiencia humana que est en juego y se expresa mediante el smbolo. Por
eso, al que tiene una alta dignidad se le recibe colgndole collares de flores (rosarios), y
nadie que entienda esta costumbre enfocar su atencin a las flores, sino a lo que el
pueblo expresa con ese smbolo: una honda verdad y varios valores, como la
hospitalidad, la aceptacin y acogida, el reconocimiento de la representatividad de la
persona que llega al pueblo, la dignidad que verdaderamente tiene la persona.
V. El smbolo presupone un cdigo de comunicacin socialmente admitido. Por eso, la
expresin simblica externa que asume y armoniza la experiencia profunda, tiene que
estar socialmente admitida en la cultura en la que el smbolo se crea, y tiene que estar
admitida culturalmente como expresin de tal experiencia. Un ejemplo es in xochitl, in
cuicatl (flor-canto). Este simbolismo expresa una verdad que est profundamente
arraigada en el pueblo: la belleza, la sabidura del pueblo. por esta razn, cuando
nuestro pueblo quiere expresar una de estas realidades, lo hace sirvindose de flores y
de cantos. Esto lleva a sostener, segn la opinin ms extendida, que el smbolo siempre
ser un elemento cultural, y slo desde la cultura que lo ha elaborado se comprende y se
aplica. En este sentido ha escrito acertadamente P.Tillich: El acto que crea el smbolo
es un acto social, incluso cuando el smbolo surge primero de un individuo. El individuo
puede inventar signos para sus necesidades particulares, no puede fabricar smbolos; si
una cosa se constituye en smbolo para l, es siempre en funcin de la comunidad, que
puede a su vez reconocerse en este smbolo (4).
VI. El smbolo va acumulando significados. Comnmente los smbolos tienen muchos
significados, segn su funcin. El smbolo tiene un enorme caudal de comunicacin
sustentado por los contenidos de las diferentes edades por las que ha pasado y por la
orientacin que le aportan las culturas de los pueblos. As el smbolo de la *cruz, segn
los antepasados indgenas, recrea la creacin del mundo desde los cuatro rumbos del
universo; en el centro se ubica la quinta direccin, lugar donde la humanidad y Dios
se encuentran. Por su parte, el cristiano dice que la cruz crea la redencin operada por
Jesucristo. Este smbolo, la cruz, tiene dos enfoques que no se contraponen, al contrario,
con ellos el smbolo se ha enriquecido, se ha complementado. Aqu vale el principio de
que una verdad no niega otra verdad. Nuestro mismo pueblo se ha encargado de
armonizar estos dos significados, cuando usa la cruz en sus ritos con estos dos enfoques,
que son distintos pero no contrarios. Los smbolos, como nuestra cultura, no son
monolticos, estn abiertos a los cambios, evolucionan como la vida, que se renueva y
recrea.
VII. Forma parte del carcter del smbolo su imprescriptibilidad o permanencia a travs
de las edades histricas y de los meridianos y paralelos geogrficos; sobre todo que
aquellos smbolos que se fundan en la naturaleza de las cosas (5). Esto es lo que ha
pasado en el rea que comprende la cultura mesoamericana: sus smbolos abarcan
varios pueblos, distintas etnias y lenguas, y han pasado por las distintas edades en las
que los estudiosos han dividido su historia.
VIII. Los smbolos son capaces psicolgicamente de producir lo que significan. Son
aptos para producir en el que los contempla externamente lo mismo que significan en el
que los produce (6). Los smbolos festivos o penitenciales recrean, en quien los
profundice, sentimientos de alegra o recogimiento y conversin. Los smbolos que
recuerdan la creacin de la vida o del mundo producen actitudes que ayudan a clarificar
la misin y la vocacin de las personas en la historia.
Cueva: es la vagina de la tierra. De all salieron los pueblos que poblaron desde la
antigedad estas tierras, de Chicomostoc. Es la raz de la vida. De all sale la vida, de
all salen los ocelotl, de all sale el agua.
Viento: quiere decir Ehecatl Tecutli Quetzalcatl. Smbolo divino de intermediacin.
Bandera: representa el nmero cuatrocientos. Vale de acuerdo al color o smbolo que
trae.
Colibr: smbolo del alma.
Coyote: smbolo de la caballerosidad, dignidad y nobleza. Netzahualcyotl quiere decir
coyote hambriento de humanidad. Ahora tambin se le ha dado el significado de
explotador, acaparador, chupa sangre.
Perro: es el smbolo de Quetzalcatl.
Xolotl: en los cdices es el que acompaa para que lleguen al sol. Es smbolo de Venus,
que acompaa al sol en su paso por el inframundo.
Serpiente: (coatl) es el smbolo mayor, el resumen de la cultura mesoamericana.
Significa la historia, la materia, la tierra, el tiempo y el espacio. Siempre est combinada
con otros elementos sobre todo con las plumas: Quetzalcatl.
Venado: el sol, dios.
Sol: smbolo de dios (masculino), as aparece en los cdices; en Quetzalcatl.
Luna: smbolo de dios (femenino).
Rayo: mediacin del agua, de la vida. Intermediacin para la vida.
Crculo (anhuac): smbolo del mundo.
Cemanahuac (circulo doble): el universo.
Tringulo: aire, intermediacin. Porque tiene tres elementos.
Guerra: hay la guerra social o yoatl. La academia de guerra se llama Xochiyoatl. La
guerra que se hace para cumplir la voluntad de Dios se llama Teoyaotl, que significa la
oposicin que hay en todo: da-noche, hombre-mujer, vida-muerte, pero en bsqueda
de integracin; es una oposicin que se integra; de all nace el movimiento y la historia.
Ombligo: pertenencia vital al lugar de la persona. Tlaxico: ombligo de la tierra, es el
lugar de encuentro entre la historia divina y humana, es la quinta direccin. Todas las
ciudades deben ser construidas para ser ombligos del universo. Mxico: meztli: luna,
xictli: ombligo, co: lugar: En el ombligo de la luna.
Fuego: smbolo de la vida, era el centro de la cueva donde se desarrollaba la vida de
nuestros ancestros. Es la ms antiga representacin de dios, nombrado Huehueteotl y
Xiutecuhtli.
Colores: rojo=vida de dios, vida del sol, el oriente. Negro= muerte de dios, sacrificio,
penitencia, para que la humanidad nazca, el poniente. Azul=vida masculina, el sur.
Amarillo=vida femenina, el sur. Verde=vida vegetal, vida que se renueva, vida perenne.
Blanco=muerte de la humanidad, entendida tambin como sacrificio.
Tierra: dios femenino, dios que da la vida, dios sobre el cual nosotros vivimos, hacemos
la experiencia de dios cuando la trabajamos. Es sacramento de dios.
Bolitas de amaranto: es el sol (si es rojo), el mundo (si es verde) por lo redondo.
Petate (pop en maya): el pueblo entretejido; tambin: autoridad(cdices)
Danza: sabidura. Los antiguos pasaban la sabidura cantando y danzando; en la danza
se iban contando los mitos, en los que estaba la verdad y la historia del pueblo.
Cruz: es la figura de dios como ipalnemohuani, que nos da de comer; en la luz (oriente),
la tierra (poniente), el aire(norte) y el agua (sur). Aqu estn los cuatro rincones del
(1) Sejourn, Laurette, El universo de Quetzalcatl, Fondo de Cultura Econmica (FCE), Mxico, 1989
p.20.
(2) Cfr. Castillo J.M., Sacramentos, wn: Conceptos fundamentales de pastoral, Cristiandad, Madrid,
1983, p.901.
(3) Argedas, J.M. ltimo Diario?, en: Obras completas, Horizonte, Lima, Per, 1983, p.197.
(4) Tillich, Paul, Das Religiose Symbol, en: Gesammelte Werke V, Sturttgart, 1964, pp.197-198. Citado
en Conceptos fundamentals de pastoral, op.cit. p. 902.
(5) Nicolau, Miguel, Antropologa del signo, en: Teologa del signo sacramental, Biblioteca de Autores
Cristianos (BAC), Madrid, 1969, p. 27.
(6) Idem. P.27.
(7) Eliade, Mircea, Prefacio a la obra El universo de Quetzalcatl, op. cit.
(8) Frase acuada por Ral Vidales durante el Primer Encuentro de Teologa India, celebrado del 17 al 22
de septiembre de 1990, en el Centro Indgena de la Santa Cruz, en Mxico, D.F.
BIBLIOGRAFIA
---Enlace de Agentes de Pastoral Indgena, Simbologa, Memoria del Encuentro- Taller realizado en
Zongolica, Ver., Febrero de 1991.
---Cdices. En todos los cdices encontramos smbolos, y para poder interpretarlos es necesario
estudiarlos con ayuda de comentarios hechos por especialistas, por ejemplo del Cdice Borgia, el doctor
Eduard Seller.
---Es muy conveniente aproximarse a los smbolos que se encuentran en los antiguos lugares sagrados,
como Teotihuacan, Chichn-Itz, Mitla, Tajn, por ejemplo.
---En los Museos se encuentran muchos smbolos contenidos en las piezas antiguas que all se exhiben.
---La simbologa de las costumbres de los pueblos, de las danzas, de las tradiciones.
MARIO PEREZ
SINCRETISMO RELIGIOSO
BIBLIOGRAFIA
---Documento de Puebla, nos. Del 444 al 469, Mxico 1979.
---Havers, Guillermo Ma. Y Torres Bricio S.J., Directorio catlico de trminos y doctrinas religiosas,
Mxico, 4 Ed., 1989.
GERARDO SNCHEZ
!!
SOL
BIBLIOGRAFA
--- Para el sentido del mito del quinto sol, y el concepto del movimiento, consltese a Laurtte Sejourne,
Amrica Latina I, Historia Universal, Ed. Siglo XXI, Mxico.
BERNARDO GUZAR SAHAGUN
SUPERSTICIN
color, celebrada por tal sacerdote y no por el otro, etc. (2) El Documento de Puebla
afirma que la supersticin es uno de los aspectos negativos de la religiosidad popular de
tipo ancestral (3). Las supersticiones ms conocidas son las siguientes: temor por el
nmero 13, que se refuerza si se junta al martes (En martes ni te cases ni te
embarques), el temor a pasar por debajo de una escalera, a encontrarse con un gato
negro, a romper un espejo; por contraparte la aficin y hasta la obsesin convulsiva de
traer amuletos de buena suerte y no sentirse seguro sin ellos.
Popularmente, el concepto de supersticin es ms amplio y se aplica, por ejemplo, o lo
que la teologa moral llama vana observancia (4). Ejemplo de vana observancia es la
creencia en las cadenas cartas que hay que hacer y repartir a otras personas por
devocin a los santos (esta prctica es acaparada ahora por San Judas Tadeo).
La gente sencilla se pregunta menos si tal cosa es o no supersticin; simplemente hace
aquello que necesita, sobre todo cuando se trata de encontrar la salud. Por contraparte,
la gente que se siente culta tacha muchas prcticas populares de supersticin, sin que lo
sean. De la misma manera afirman que los pueblos ms civilizados han dejado de ser
supersticiosos, aunque reconozcan que sobreviven algunos rasgos de supersticin.
Puede ser cierto. Pero gente sencilla con las supersticiones, llevadas al extremo,
cultivadas en las naciones ms desarrolladas, resultan inofensivas y dignas de respeto.
Por ejemplo el animismo de los pueblos llamados primitivos no tienen punto de
comparacin con el satanismo cultivado en las naciones ms desarrolladas. Si nos
atenemos
a la definicin de supersticin, el pacto demonaco y el culto son
supersticiones llevadas al extremo(5). Y aunque no sea lo anterior, hay en los pases ms
desarrollados una prctica que es supersticin, vana observancia, y ms an, idolatra:
poner su confianza en el dinero y en el poder y postrarse ante ellos. Eso es manejar a
Dios y al mismo tiempo trastocar el designio divino sobre el hombre, y por tanto, perder
de vista la vocacin de ste y su misin en el mundo(6). En cambio, las llamadas
supersticiones de los pueblos del Tercer Mundo o no son supersticiones en sentido
estricto o, en cualquier caso, resultan inofensivas.
Pinsese, por ejemplo, en prcticas como vestirse de rojo cuando hay un eclipse o cierta
enfermedad; decir que se estn acordando de m cuando estornudo, que estn pagando
los endrogados o estn naciendo conejitos cuando llueve con sol, etc. Otra cosa que
llama la atencin es la distinta reaccin de las clases altas y de los pueblos o *etnas
indgenas ante los signos de mal agero: los primeros evitan y destruyen el signo que
creen de mal agero(como el nmero trece que los pasajeros no quieren ocupar y las
empresas suprimen en los aviones, saltndose del doce al catorce); mientras que los
segundos lo ven como un aviso de Dios.
As por ejemplo, el padre Angel Mara Garibay Kintana cuenta que el tecolote es tenido
por signo de muerte cuando canta en el techo de una casa o en un ++++++++++++++++
no lo mata ni lo espanta con piedras, sino simplemente arroja *ceniza en *cruz a los
cuatro vientos y espera que ante el brillo de algunas brazas que van entre la ceniza el
tecolote se vaya. Si se queda, hay que tomarlo como aviso de Dios(7). Los pases ms
desarrollados son llamados injusta y excluyentemente pases civilizados, como si los
dems no lo fueran. Cada pueblo tiene su propia civilizacin ni superior ni inferior sino
distinta. Cuando el observador ve prcticas que no entiende, rpidamente las clasifica de
supersticin. Eso hicieron los espaoles cuando llegaron a nuestras tierras: tildaban toda
expresin religiosa de supersticiosa, de cosa del demonio y de imitacin sacrlega de los
sacramentos cristianos como el bautismo, la confesin, la eucarista. Para esto basta leer
cualquier historiador del siglo XVI o posteriores como Durn, Sahagn, Acosta,
Clavijero. En siglos posteriores arreci la persecucin contra las costumbres indgenas.
Basta citar al Br. Goncalo de Balsalovre(8). Entre otras cosas, lo que sucedi en el siglo
XVI, en los posteriores y su sucede todava en nuestros das es que existe confusin de
campos: a) el de la supersticin b) el del universo simblico que cada pueblo tiene c) el
de la ciencia. Cuando, cmo y dnde se ha de encender una vela (cera) pertenece al
universo cultural; que se corte o no un rbol en luna tierna (nueva), para que no se
pique, porque en luna llena tiene la sabia en el tronco es cuestin que toca al campo de
la ciencia. Tambin es del campo de la ciencia la medicina tradicional (V. Curanderia).
Hay cosas que son *smbolos culturales y se han de ver como tales, porque de otro
modo nos exponemos a cortar el trigo con la cizaa y a destruir las *semillas del
Verbo.
Para que una accin o creencia sea supersticin o vana observacin debe haber una
desviacin religiosa o desproporcin entre causa y efectos. Por esto para no descalificar
sin ms las expresiones religiosas de nuestro pueblo, conviene conectarlas y valorarlas
justamente, para eso se necesita una mente abierta y despejada de perjuicios de toda
especie. Y si la persona no se siente con afecto a tal expresin, por lo menos debe
respetarla cuando pertenece a la cultura de la otra persona. Tres criterios con los que hay
que discernir una expresin religiosa para ver si es vlida o no, son los siguientes: a) la
*cultura de las personas que realizan estas prcticas; b) el Evangelio de Jesucristo
(entendido como Biblia en su totalidad) ledo en la tradicin eclesial, como paradigma
de verdad; y c) la ciencia, pero no slo la occidental (la nica que tiene de ciudadana
actualmente). Aplicados estos criterios con sinceridad, conocimiento y pidiendo la luz
del Espritu Santo, podremos discernir y llegar a una conclusin justa. Hay que tener
tambin en cuenta la libertad religiosa, que es un derecho humano proclamado por el
Magisterio de la iglesia (9), que no se ha de aplicar slo cuando se trata de una religin
totalmente distinta, sino tambin respecto del catolicismo popular, que tiene elementos
culturales antiguos, que son semillas del Verbo.
Conclusin
Esta realidad exige mucho estudio de parte de todos, especialmente de los *agentes de
pastoral, tanto para no tachar de supersticin lo que no es, y grabar las conciencias
injustamente, como para no pasar por alto lo que si es. Muy importante es buscar las
explicaciones naturales oportunas, para no atribuir a las cosas poderes raros que no
tienen, como los ajos, la cebolla, el limn, la chilacayote, la sbila a las que se atribuye
la capacidad de atraer las impurezas del medio ambiente y por eso son usadas como
medida higinica cuando est tendido un difunto. En este caso nada tienen de simblico.
Hay que conocer tambin nuestra cultura, valorarla y asumirla, para poder discernir
cristianamente las costumbres de nuestro pueblo al modelo de Jess es decir,, amndolo
y, por tanto, procurando su vida y su libertad. l sumi la cultura del pueblo judo y
convivi con los hombres an en situaciones religiosas ambiguas como cuando curo al
hombre en la pscina de Bezet, donde, segn la creencia, curaba el dios de la salud,
Esculapio-, para desde all llevarlos a la plenitud de la fe, de la vida, de la liberacin y
de la gracia(10).
(1) Diccionario Aristos, Sopena, Barcelona, 1974; Enciclopedia Barsa, tomo XIV; Enciclopedia
Britnica, INC, Mxico-Panam-Ro de Janeiro-Buenos Aires- Caracas, 1981; Larousse usual, Mxico,
1982; y Pequeo Larousse ilustrado,Mxico, 1977.
(2) Hring Bernhard,La Ley de Cristo, tomo II, Herder, 1970; Marn Royo, Antonio, Teologa moral para
seglares, tomo I, BAC, Madrid, 1964.
(3) DP 457.
(4) Hring Bernhard, La Ley de Cristo, tomo II, BAC, Madrid, 1964.
(5) Idem
(6) GS 35; DP 405, 491-496; Obispos de la Regin Pacfico Sur de Mxico, Carta pastoral sobre el
Evangelio y bienes temporales, nms.. 29, 41, 51, 55, 58.
(7) Garibay Kintana, Angel Mara, Cuando el tecolote canta, el indio muere, en: El enigma Otom,
Nxamad (Huichapan, Hgo.). Dicesis de Tula, Mxico, 1990. pp. 43-64, incluyendo bibliografa citada.
(8)Heinrich Berln, Idolatra y supersticin entre los indios de Oaxaca, Ediciones Toledo, Mxico, 1988,
pp. 91-95: Relacin autntica de las idolatras, supersticiones, vanas observaciones de los indios del
Obispado de Oaxaca (por el Br. Goncalo de Balsalobre) y una Instruccin prctica, del Ilustrsimo y
Reverendsimo Seor M.D.Fr. Diego de Hevia y Vldes, Obispo de Antequera.
(9) Dignitatis Humanae (sobre ka libertad religiosa) del Concilio Vaticano ii; El redentor del hombre de
Juan Pablo II y sus demandas al respecto en sus visitas apostlicas a los diversos gobiernos; en este
mismo tono su discurso al Presidente de Mxico CSG en la visita de ste al Vaticano en julio de 1991; ver
tambin a nivel civil, Declaracin Universal de Derechos Humanos, Artculo 2.
(10) Juan 5. ver la Biblia de Jerusaln, notas al texto de la Biblia Latinoamericana y la edicin pastoral de
la Biblia de Brasil, ediciones Paulinas de Madrid y Sao Paulo, respectivamente.
EMILIO ZARAGOZA
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T
TEOLOGA INDIA
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BIBLIOGAFA
--- varios, Teologa india: CENAMI-Abya-Yala, Mxico-Ecuador 1991.
--- Concilio Vaticano II, Constitucin Dei Verbum, sobre la divina revelacin.
--- Constitucin dignitatis humanae, sobre la libertad religiosa.
--- Constitucin Ad gentes, sobre la actividad misionera.
--- Constitucin unitatis Redintegratio, sobre el ecumenismo.
--- Gorsky, Jan, Religiones indgenas y Cristianismo (II), en: Estudios indgenas, vol. V, nm. 1, pp.
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--- Herrera Csar, Antropologa de la teologa, en: Estudios Indgenas, col. II, nm. 4, p. 455, Mxico.
--- DE las Casas, Bartolom, De nico evangelizando modo, FCE, 2da. Ed., Mxico, 1975.
--- De Mendieta, Jernimo, Historia Eclesistica Indgena, Ed. Salvador Chvez Hayhoe, Mxico.
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--- De Sahagn, Bernardino, Historia de las cosas de Nueva Espaa, Porra Mxico
--- Santiago, Jorge, Interpretacin teolgica de las culturas? en: Estudios indgenas, vol. 11, num. 4,
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--- Siller A. Clodomiro. L., La evangelizacin guadalupana, cuaderno de estudios indgenas, CENAMI,
Mxico 1987--- Siller A, Clodomiro L., Simbologa nhuatl y evangelio, en Estudios indgenas vol. 5to, num. 1, pp.
11ss Mxico.
--- Siller A, Clodomiro L., Teologa indigenista de la Iglesia en: Estudios indgenas, vol. IV, nm 1 pp.
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--- Ruiz Garca Samuel, problemtica Indgena i teologa, Estudios indgenas Vol. IV, pp. 357ss,
---Varios, La evangelizacin en los periodos constitutivos de la Iglesia en Amrica Latina: en: Estudios
Indgenas, vo VII, nm. 2 pp.214ss.
CLODIMIRO L. SILLER
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TIERRA (MONTE, CUEVA)
!
cerros representan el lugar de encuentro con Dios. En la cima de los cerros se encuentra
el tlaxico de la Tierra. All se ubica la quinta direccin. Esta es la razn por la que los
antiguos mexicanos hicieron los teocali (casa de Dios9 en forma de cerros de manera
que cuando suban a presentar sus *ofrendas queran llegar al lugar donde trascendan lo
cotidianidad de la existencia humana. Este lugar ere justamente el cruce del camino
divino (oriente-poniente) y el camino humano (sur-norte) que, por otro lado, evoca la
forma en lo que fue hecho el mundo donde vivimos, desde los cuatro rumbos del
universo. El profundo valor contenido en la simbologa del Tepetl (cerro) lo hace
parte constitutiva de la misma humanidad. El maz viene del Tonacatepetl (cerro de
nuestra carne); con el difrasismo in atl in tepetl (agua-cerro) se expresa al pueblo en
cuanto formado por personas.
Otra parte de la tierra de indiscutible importancia para los antiguos mexicanos eran las
cuevas. Ellas simbolizan la vagina de nuestra madre Tierra. De las cuevas brota la vida.
De ella sale el agua, los manantiales, los ocelotl. De ellas salieron las vidas de los
pueblos. Por ejemplo, de Chicomostoc salieron en peregrinacin las tribus que
despus formaran los pueblos de Anhuac. Quetzalcatl tiene que entrar en la cueva de
Tonacatepetl para sacar el tonacayotl (lo que hace que nuestra carne se mueva), el
maz.
Fcilmente se pueden ir sacado conclusiones basadas en estas races histricas en canto
la importancia y el enorme valor de la madre tierra para la vida. Esto lleva a comprender
por que en la historia de os pueblos de Mxico, que es tambin historia de salvacin,
siempre esta en juego la tierra. En la antigedad, los *antepasados buscaban hacerse de
altepetlalli (Tierra para el pueblo), y hasta nuestros das las luchas sern por ganarse
la tierra. En la revolucin de Lerma era tierra y libertad y an las mentalidades
modernistas buscan ganar la Tierra y sus productos para una economa de mercado
que desarrolle a la sociedad. A esto tambin obedece el movimiento ecologista que se
va dando curiosamente, de modo mas sentido en las sociedades desarrolladas de las
urbes.
Para los *agentes de pastoral son grandes los desafos que presenta la teologa y la
pastral de la tierra entre los cuales encontramos la relacin de la humanidad con la
Tierra, la tenencia de la tierra; los cultivos alternativos y el modo orgnico de cultivar;
la relacin ciudad-campo; las luchas por la Tierra; a ser vida y realidad e la Tierra
Nueva. Un primer paso, no el nico, sera retarnos al monte y discernir, como
Jesucristo nos enseo.
(1) Dufour, Len, Tierra, en: Vocabulario de teologa bblica, Herder, Barcelona,
1980.
(2) Equipo de Pastoral Parroquial, Pastoral de la Tierra, Publicacin parroquial de
Huehuetal, Puebla, Mxico, diciembre de 1991.
(3) Demis-Celam. ,Relacin vital con la Tierra y Clamor por la tierra, en: De una
pastoral indigenista a una pastoral indgena, IV parte, Opciones pastorales, Bogot,
enero de 1987.
(4) Discurso de Juan pablo II a las etnias ecuatorianas reunidas en Latacunga el 31 de
enero de 1987.
(5) Tlacuilo, Cdice Borgia, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1980 (reproduccin
facsimilar). Cfr. Comentarios de Eduard Seler
BIBLIOGRAFA
--- De Barros, Marcelo y Caravias, Jos Luis, Teologa de la Tierra, Paulinas, Madrid, 1988.
---Memorias de encuentros pastorales de la Tierra, realizados en el Centro Indgena de la Santa Cruz,
Publicadas por CENAMI, Mxico.
--- Reyes Garca, Luis y Christensen, Dieter, El anillo de Tlalocan. (Mitos, oraciones, cantos y cuentos),
Coeditan CIESAS, FCE y GEP, Mxico, 1989
MARIO PREZ
TODOS SANTOS
Desde el principio de la mandad, el hombre ha enfocado el fenmeno de la muerte de
diversas maneras. Los primeros indicios arqueolgicos de sepulturas rituales se
encuentran en Asa y Europa.
De los entierros localizados hasta la fecha, quizs uno de los mas interesantes, enlazan
al hombre prehistrico con el hombre acta es e que procede de la cueva de Shanidar,
en Irak. Nos habla de un sentimiento religioso que se encuentra evidentemente desde
pocas prehistricas, as como de una clara preocupacin por el hombre despus de la
muerte.
En Mxico existe desde hace mucho tiempo un culto muy elaborado a los *muertos. Los
entierros se acompaaban con una gran cantidad de cermica: vajillas, figurillas y
mascaras, que dan idea de las representaciones ms antiguas de la muerte. De Tlatilco
proviene una mascara de barro que nos habla de la importancia vital que tena para el
hombre prehispnico la vida y la muerte.
La representacin dual de vida-muerte se encuentra tambin al final del periodo clsico,
y es en Oaxaca donde se muestra con mayor profusin la representacin de la muerte.
Los mexicas, han sido considerados como el pueblo de la muerte. Su filosofa acerca
del tema de la muerte y de la inmortalidad en esta plasmada en un sin nmero de
poemas. En estos se ve que, para el poeta mexica, la vida no es ms que un momento
pasajero, la muerte es un espacio del despertar del sueo presente, para ms tarde
internarse en el mundo de los muertos, del que se pues retornar al mundo de los vivos o
permanecer para siempre en el ms all. Con la conquista espaola en el siglo XVI se
introdujo en Mxico el terror a la muerte y al infierno, vestigios medievales y elementos
principales del cristianismo que se divulg a partir de entonces. Los crneos, que
adornaban el Tzompantli en Mxico-Tenochtitlan o en los altares de Tlatelolco,
desaparecen, para ms tarde reaparecer al pie de los altares y de las cruces de los atrios.
En la actualidad, a pesar de los avances tecnolgicos de viajes espaciales y satlites
artificiales, los mexicanos siguen ofrendando a los muertos. La muerte es para ellos lo
familiar y cotidiano.
La *ofrenda que se coloca en los altares 1y 2 de noviembre difieren notablemente de las
ofrendas que en el curso del ao se ponen a las nimas de los difuntos. Ofrendar
significa compartir con los parientes y amigos fallecidos ciertos goces de la vida y algo
de los frutos y alimentos obtenidos de la anualidad pasada, sobre todo aquellos
preferidos en vida por los difuntos a quienes se recuerda en el altar. En la mayora de los
pueblos dichas celebraciones se inician entre el 27 y 30 de octubre.
Los antiguos aztecas suponan que haba 9 planos extendidos sobre la tierra y ah
permanecan los muertos. Es denotar que el destino final de cada individuo est
determinado por el gnero de la muerte con el que se abandonaba la vda. Por ejemplo,
los que moran sacrificados perecan en combate se convertan en compaeros del Sol,
al igual que las mujeres muertas en el parto; los que moran ahogados o de
enfermedades hdricas iban al Tlalocan o paraso de Tlaloc. Los nios, al morir, eran
considerados como joyas, por ello despus de la muerte permanecan en la casa de
Tonacatecutli, alimentados por el chichihuachuauhcoo rbol dronisa.
El pueblo mexicano, desde sus orgenes, no separa lo divino de lo humano; por eso la
misma gente dice que este es el camino para llegar a lo divino. La conmemoracin de la
fiesta de Todos Santos es algo necesario, pues el pueblo no separa la muerte de la vida.
Esto coincide con las enseanzas que Cristo mismo nos da en su Evangelio al decirnos:
Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie va al Padre si no por mi. Si el grano de
trigo no cae en tierra y no muere, queda solo, pero si muere, da mucho fruto (Jn
12,23-28; 1 Tes 4, 13-18; Ap 22, 12-14.17-20).
A continuacin proponemos algunos significados de las ofrendas que se colocan en
ocasiones de estas fiestas: el cuadro de la mesa o *petate, que nos habla de la ofrenda
total. Las *cruces que aparecen en la ofrenda simbolizan totalidad. El saumerio
(pumajinin) simboliza la intermediacin entre Dios y la humanidad. El aire, ehecatl,
tecutli y * Quetzalcatl es el vehculo del humo que sube hasta Dios.
La *dualidad, tata-nana, hombre-mujer, representada en la disposicin de la ofrenda-dos
ceras, dos platos de comida, dos casas de caf, los racimos de fruta en las dos esquinas
izquierda y derecha- nos conmemora que desde la dualidad nace la vida que hay en el
mundo.
El camino de flores es el signo de la historia que el pueblo peregrino hace en este
mundo; tambin hace referencia a la serpiente en movimiento. El copal en las brasas
rojas es seal de la vida de Dios.
El color rojo representa el chalchihuatl es decir, la sangre, pero est entendida como la
esencia de la vida humana. Como los macehualme, los merecido por la penitencia y
con sangre, la humanidad mantiene vivo a Dios representado por antonomasia en el
*Sol.
El color blanco significa la muerte del hombre para llegar a Dios. El color negro
significa la muerte de Dios. El color amarillo significa, la fecundidad femenina y
tambin la presencia de la mujer. El color verde significa la vida de la naturaleza.
BIBLIOGRAFA
--- Varios autores, Los das de muertos, una costumbre mexicana, GV Editores, Mxico, 1986
--- Agentes de pastoral, La figura de Quetzalcatl, Publicacin de la Sierra Norte de Puebla, 1990.
ADELA HERNANDEZ Y BLANCA GALEOTE
TRAGO SAGRADO
Hay estudios que despus de sus investigaciones han concluido que el pueblo mexicano,
desde sus races, pueden considerarse como Un pueblo con cultura del maguey (1).
En realidad, cuando vamos a los cdices nos encontramos con frecuencia el tema de
metl (maguey) y de octli (pulque).
En la teologa de los antiguos mexicanos vemos ntidamente el tema de la bebida
sagrada. Haba una palabra para designar al maguey divino; la palabra usada era
teometl. Adems, cuando se refera a Dios como el seor de la lluvia, del lquido
precioso que fecunda la madre tierra, usaban el nombre de Tlaloc. La palabra tlaloc se
forma de tlalli (tierra) y octli (aguamiel); es decir, Tlaloc es quien da su aguamiel a la
tierra, es quien le da de beber, es quien le ofrece el trago sagrado: la lluvia. Aqu aparece
los robos; tambin proceden las maldiciones y las murmuraciones. Tambin es causa de
la soberbia y de la altivez, y tenerse en mucho; los borrachos dicen cosas desatinadas y
desconcertadas porque estn fuera de s. El borracho con nadie tiene paz, ni de su boca
salen palabras pacficas y si destempladas, es destruccin de la paz de la Repblica.
Esto dijeron los viejos (huehuetlatolli), y nosotros lo vemos por experiencia (6).
Podemos sostener que nuestros *antepasados usaban el aguamiel como bebida ritual y
religiosa, tomada en pequea cantidad, muchas veces, justamente un trago. Por que
beber estaba muy restringido, como hemos visto arriba. A los ancianos y ancianas s se
les permita beber con cierta frecuencia para que mitigaran sus enfermedades o el fro.
Pero ciertamente entre ellos la embriaguez era severamente castigada. Las penas iban
desde rapar al ciudadano comn que se emborrachaba por primera vez, o el
encarcelamiento en jaulas si reincida; en cambio, para quienes tenan cargos de
responsabilidad, la pena por embriaguez era ordinariamente la muerte. Por parte, usaban
la bebida para algo nuevo, los rituales en las costumbres; y, por otra parte, haba
excesos, aunque la borrachera era muy mal vista. Hoy pasa lo mismo, la bebida se usa
para bien y para el mal, aunque la situacin ahora se agrava, porque ya no hay castigos
severos contra los abusos.
Por desgracia, la sana costumbre del tragos sagrados ha sido pervertida. Primero,
como de hecho se hizo con otros smbolos religiosos, los conquistadores, al darse
cuenta de que el sentido que daban a nuestros antepasados a la bebida, pronto
difundieron el alcoholismo, pues se daban cuenta que con el alcohol podan dominarlos
y apropiarse desde sus voluntades y de sus tierras. No pocas veces los antiguos
mexicanos cambiaban su trabajo y sus propiedades, por el aguardiente que les ofrecan
los espaoles, porque pensaban que tomndolo hacan una experiencia religiosa. Ms
tarde en la historia de Mxico se llega a pagar parte del jornal de los trabajadores con
bebidas embriagantes.
l trago sagrado, bien usado significa respeto, alianza, se usa para sellar un trato, es
smbolo de hermandad y de comunin. Esta es la razn del uso de la bebida en las
*fiestas, en las costumbres, en las ceremonias religiosas.
Un modo de ayudar pastoralmente a superar los errores que existen en torno a la bebida
es profundizar junto con el pueblo en sus tradiciones, o sea, leer con el, anales u otros
documentos histricos. De esta forma se le puede hacer caer en la cuenta de que la
costumbre del trago se ha corrompido. Debe ayudarse al pueblo a hacer consciencia de
que antiguamente la bebida era una autntica expresin ritual. Si no se conoce la manera
cultural como antiguamente se usaba, se sancionaba y se controlaba la bebida, entonces
cualquier solucin podra parecer impositiva y ajena a su historia. Un camino para
vencer el mal del alcoholismo es recuperar el propio ser y la conciencia cultural y
religiosa sobre el sentido de la bebida (7).
(1) Goncalves de lima, Oswaldo, El maguey y el pulque en los cdices mexicanos, Fondo de Cultura
Econmica, Mxico, 1986, p.30
(2) Clavijero, Francisco Javier, Su vino, en: Historia antigua de Mxico, libro VII, nm. 65, Porra,
Mxico, 1984.
(3) De Humboldt, Alejandro, Ensayo poltico sobre el reino de la Nueva Espaa, libro IV, captulo 9,
Porra, Mxico, 1984.
(4) Teja Zabre, Alfonso, Historia de Mxico, impreso por la Secretara de Relaciones Exteriores, Mxico,
1935, nm. 83
(5) De Sahagn, Fr. Bernardino, Historia de Mxico, impreso por la Secretara de Relaciones Exteriores,
Mxico, 1935, nm. 83.
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V
VELA
Para descubrir el significado simblico de vela (o cera) es necesario remontarnos a sus
orgenes. Tenemos que llegar hasta las abejas, su colmena, la flor del campo y la tierra
misma. La vela sintetiza toda la gloria que el universo rinde a Dios: la tierra, porque de
ella brotan las flores que ofrecen su miel a las abejas (en representacin de todos los
animales), que trabajan en comunidad hasta dar la vida por su colmena, de la que el
hombre extrae su cera y la elabora para quemarla ante Dios.
Existen muchas clases de velas y veladoras de variedad en el comercio, pero las culturas
indgenas la consideran de poco valor. En el mundo indgena, se jerarquizan de esta
manera:
1ro. Velas de mayordomas, fabricada de la mejor cera de las abejas y con un ritual muy
especial.
2da. Velas benditas, de cera buena; se usan para quemarlas a los difuntos o en misas
especiales o en rituales autctonos.
3ra. Velas benditas de parafina o de cualquier calidad.
4ta. Velas comunes que no estn benditas y solo se usan para alumbrar y en
emergencias.
El uso actual
Las velas estn muy ligadas a las mayordomas de las fiestas patronales de los pueblos.
Son un elemento esencial en esto acontecimientos festivos, en cuya elaboracin
participa todo el pueblo. Se puede decir que los ritos festivos se inician desde la
elaboracin de las ceras (velas).
La elaboracin se debe hacer en pblico. Para ello se usa un bastidor redondo y una
copalera al centro en la que se quema copal o incienso durante el tiempo que dura el
labrado de la cera. Mientras tanto, el pueblo, congregado por los mayordomos, come,
bebe, baila en torno los que estn elaborando las ceras.
Una vez labradas las ceras, se llevan a la casa del mayordomo, un altar espacial que ha
sido ordenado con un arco de flores. En el centro del altar permanece encendida una
vela durante los 15 das que las velas permanecen ah. Durante todos estos das se debe
incensar el altar.
El da de la fiesta del santo *patrn, se adorna cada una de las velas y se reparten a los
concurrentes. De la casa del mayordomo son llevadas en solemne procesin, con msica
y flores, hasta el templo donde se quemarn mientras dura la misa.
Otros usos
En algunas partes se acostumbra encender cuatro o siete velas en las misas de accin
gracias o de rogacin. Para los difuntos, suelen encenderse 13 velas.
Hay tiempos especiales en los que se queman muchas velas: Navidad, ao nuevo,
Semana Santa, fiesta patronal, y, sobre todo, en las fiestas de Todos Santos y de los
difuntos.
Hay lugares especiales para quemar velas, en el *templo, en el panten, en los altares
familiares y lugares sagrados como cerros, ros, barrancos...
Prctica pastoral
Por ser la vela uno de los elementos ms ricos en el sistema simblico religioso, es vital
rescatar su sentido ms original. Rescatando su valor simblico, se recuperan valores
comunitarios de convivencia, de *ofrenda y de consagracin a Dios.
Todo el acontecimiento religioso y social en torno a la cera constituye un discurso
completo de la utopa del pueblo: su anhelo del *Reino de Dios, es decir, de transformar
esta realidad de tristeza e injusticias en un mundo donde reina la felicidad, la
abundancia y la igualdad, como ofrenda agradable a Dios.
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VELACIN
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La noche es peligrosa, por eso es necesario velar, es decir, estar despierto para cuidar la
seguridad propia y de oros. Esta era la misin del centinela, quien esperaba con ansia el
amanecer. Sigue siendo este el oficio de la polica nocturna y de los veladores.
En la tradicin bblico-cristiana la noche era signo de la nada, del mal, del pecado, de la
muerte. La noche es el tiempo propicio de Satans, llamado, Prncipe de la tinieblas.
Los seguidores de dio son hijos de la luz, Dios es la luz, Jess, cuando dice como han
de vivir los seguidores habla de la vigilancia de da y de noche. Estn despiertos ya que
no saben ustedes cuando regresar el dueo de la casa. Puede ser al atardecer, o a media
noche, o al canto del gallo, o de madrugada. No sea que llegue de repente y les
encuentre dormidos (Mc 13, 33-36).
En la tradicin Mesoamericana no tiene exactamente la noche cualificacin negativa.
Da y noche se necesita mutuamente, en una dinmica vital. La *cultura de Mxico es
una cultura de la *dualidad y e la ley de los contrarios, que se necesitan para el proceso
dialctico que hace avanzarla vida y la historia. Era de noche cuando los Dioses
determinaron crear una nueva humanidad y cuando Nanahuatzin se convirti en el
quinto sol. (1). El *Sol nace por la maana y muere por la noche para fecundar la tierra
y hacer nacer nuevamente rebosante de vida. El sol tiene que ser fuerte y vigoroso, pues
cada da debe de rotar a los Dioses nocturnos para mantener viva a la humanidad y no
ser el aniquilado por ellos (2).
La noche tambin es signo de lo invisible, por eso uno de los hombres divinos es
Yhuali-eheclat (noche-viento).
La noche es muy importante para la *religiosidad popular. Hay ciertos ritos que se
deben hacer todos de noche; por ejemplo, el *levantacruz, el lavado del templo y el
cambio de ropa nueva en los altares en la *fiesta patronal.; la velacin de la *danza
azteca-chichimeca, etc.
nuestros antepasados que ya han pasado a mejor vida. Estas noches y casas son los
Calmecac, cuicalli, telpochcalli y mixcoacalli de hoy. Es necesario cuidar y potenciar
con mucha creatividad la identidad mexicana y catlica que son las dos races.
La velacin comienza aproximadamente a las 9 o 10 de la noche y termina a las dos o
tres de la maana, si es corta; o a la 6 o 7 de la maana si es normal. Cuando la velacin
precede a las danzas de la festividad, se hace corta para descansar unas dos horas por lo
menos y tener fuerzas para danzar toda la maana y tener fuerza para danzar toda la
maana hasta las tres de la tarde, o bien, danzar pocas horas por la maana y luego toda
la tarde hasta las 8 o 10 de la noche. Es un sacrificio, es la penitencia que el macehual
hace como Dios, que se sacrifico para darnos la vida. Si Dios se sacrific para darme la
vida, Por qu yo no me voy a sacrificar para dar la vida como el? Por eso no importa
que sangre los pies al danzar, como dice uno de los cantos preferidos por algunos
grupos. Durante la noche se toma un tiempo de descanso para comer, o bien, se hace
hasta el final de la velacin (8).
(1) Len Portilla, Miguel, Literatura de Mesoamrica, cap. I SEP Cultura, Mxico, 1984, pp. 61-65. Cita
el Cdice Matritense del Real Palacio. Textos de los informantes de Sahagn, fol. 161 v. y 55.
(2) Caso, Alfonso, El pueblo del Sol, FCE, Mxico, 1967, pp. 22-54. Col. Popular 104.
(3) Giovanni Parodia C., Bruno, La Danza tradicional de Conquista, Publicado en Boletn nm. 2 del
Instituto Mexicano de Medicinas Tradicionales Tlahuilli, A.C. (IMMTTAC) Mxico, 1986, p. 152.
(4) Daz Infante, Fernando,La Educacin de los Aztecas , cap.1,Panorama Editorial, Mxico,1982,pp.
55-74
(5) Clavijero, Francisco Javier, Historia antigua de Mxico, libro VI, 23.34.35.36, Porra, Col. Sepan
Cuantos, 29l, Mxico, 1982.
(6) Valeriano, Antonio, Nican Mopohua (Historia de las Apariciones de la Virgen de Guadalupe); Siller
Acua, Clodomiro L., La evangelizacin Guadalupana, Estudios indgenas, num. 1, CENAMI, Mxico,
1984. Para comprender el mensaje de Mara de Guadalupe, Editorial Guadalupe, Buenos Aires, 1989.
(7) Cuatzpaltzin, Ayocuan, El sabio, guila blanca, de Tecamachalco, en: Miguel Len Portilla, Trece
poetas del mundo azteca, UNAM.
(8) Constancia personal e informacin popular.
EMILIO ZARAGOZA
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VELORIO
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Por ser la muerte una realidad inevitable para todo hombre que viene a este mundo, y
una realidad que afecta fuertemente la vida de los que pierden a un ser querido, que se
les rodea de una serie de ritos y *costumbres, que de alguna manera tratan de reflejar
sus sentimientos de los dolientes ante tal acontecimiento.
En cada cultura, sociedad o pueblo, las costumbres son diversas y los ritos varan de
acuerdo con el sentido de la vida y de la muerte que la cultura y sociedad tiene.
el que le prometen velar por los suyos o cumplir sus deseos expresados; o
manifestndose el dolor y la falta que les va a hacer ahora que ya ha partido.
Una costumbre muy comn es el rezo del santo rosario. Segn los lugares, se reza una,
dos o ms veces, a lo largo del velorio. Incluso, hay lugares, por ejemplo, en el Bajo, en
que se turnan las personas por grupos, para estar toda la noche rezando y cantando.
Entre los mazatecos, suelen rezar el rosario alrededor de las 7 de la noche y las 7 de la
maana. Ocupan la noche para platicar, convivir, tomar aguardiente o caf con pan,
jugar algunos juegos de azar, preparar las coronas de flores y adornar la *Cruz que
acompaar el cadver.
Es importante ver aqu es sentido de fiesta y convivencia que se genera. Ciertamente
hay dolor, pero se sobrelleva con la presencia de todos y con la muestra de solidaridad
de amigos y parientes. Todo est muy relacionado con el sentido de la vida, que es vida
comunitaria, de servicio y de ayuda mutua. Incluso, cuando alguien est a punto de
morir, recomienda que se atienda bien a quienes van a llegar a acompaarlo, pues que
para esto trabaj, para darle algo a mi pueblo.
Perspectivas pastorales
La muerte de un ser querido siempre ser un acontecimiento fuerte en una familia y en
la pequea sociedad relacionada con el que falleci. Es un momento propicio para
resaltar lasos de solidaridad que deben unirnos en la vida, pues es un momento de una
hipersensibilidad ideal para darnos cuenta de que necesitamos a los dems.
Es necesario que los grupos de cristianos comprometidos como *promotores de la
religiosidad, se hagan presentes en estos momentos de una manera efectiva, no slo para
rezar, sino para crear un ambiente de comunidad, de convivencia, a fin de fortalecer a
los dolientes y, al mismo tiempo, hacer sentir la presencia de la comunidad de fe.
Por otro lado, es un momento propicio para dar un autentico mensaje de vida eterna,
para destacar lo efmero de la vida terrestre y la importancia de gastarla en algo
verdaderamente constructivo, que trascienda a la misma muerte; as como para hacer
ver, que, en este momento, aparentemente trgico, la fe nos puede llevar a
redimensionar nuestra vida y a darle trascendencia, sentido y profundidad a la
cotidianidad.
JOSE LUIS SNCHEZ
Los pueblos prehispnicos tuvieron una auto comunicacin de Dios que expresaron en
sus creencias y valores, en sus costumbres e instituciones religiosas, es decir, en su
*cultura. En todo esto se encuentra lo ms autntico de la creacin religiosa inspirada
directamente a estos pueblos, antes del Evangelio por medio de los misioneros
espaoles y portugueses. Esta cultura, pisoteada muchas veces por la cultura dominante
colonizadora, sobrevivi mezclada con esta o a su sombra. Esto dio origen a lo que
llamaremos verdades. Algunas de estas han calado tan hondo el ser de nuestro pueblo
que le dan su identidad cultural y nacional, y por eso pueden ser llamadas centrales,
en comparacin con torta s que son secundarias o perifricas.
Se puede enumerar como centrales las siguientes verdades de mayor a menor
importancia y trascendencia para el pueblo.
1. las *apariciones (de Virgencitas, Cristos *Santos a lo largo y ancho de *Amrica
latina; entre las que ocupan un lugar sobresaliente la aparicin de *Guadalupe)
2. las *imgenes en cuanto imgenes;
3. los *muertos;
4. la *Cruz;
5. los * antepasados o la *costumbre;
6. la *Tierra, los cerros;
7. el *agua;
8. el *Sol;
9. el *compadrazgo.
En estas verdades la influencia de las religiones precolombinas ha sido diversas.
Algunas de ellas son verdaderos ejemplos de *inculturacin del Cristianismo y de
culminacin de la *semilla del Verbo. Cultivada por los pueblos prehispnicos; esto
posibilit su inclusin, no sin dificultades en la lista de verdades y prcticas cristianas.
Es el caso, por ejemplo, de la Virgen de Guadalupe, el sentido de la imagen de la Cruz y
el compadrazgo. En otras verdades se nota, en un aspecto, la sntesis, y, en otros, la
sobreposicin de la verdad precolombina y del dogma cristiano. Una y otra convienen,
en parte, sintetizadas, en parte, diferenciables. Por una parte, el pueblo y el clero
coinsiden en determinados aspectos de dichas verdades (rito, da, lugar, etc) y, en otros
aspectos cada una cree y celebra lo propio. Da la impresin de que el pueblo indigeniza
verdades cristianas y de que la verdad indgena encuentra espacio y marco en el
cristianismo. Un ejemplo podran ser los muertos, la costumbre, el agua, la ceniza.
Finalmente, existe otro tipo de verdades centrales que, aunque son credas y practicadas
por el *catlico religioso-popular son rechazadas por la Iglesia-institucin. La ausencia
del clero en ciertos lugares, permite al pueblo creer y vivir estas verdades con mayor
naturalidad; su presencia las inhibe. Es el caso del culto al *Sol y a la *Tierra, la
*Curandera, los hongos, y la coca.
Estas verdades son los pocos lazos que todava unen a los pueblos de Amrica Latina.
Abandonar el catolicismo y pararse a alguna *secta es renegar no tanto de los dogmas
de la fe catlica, si no de estas verdades centrales. (V. Fe-Religiosidad Popular).
BENJAMN BRAVO
VINUETES
Los vinuetes son una msica religiosa muy propia de los indgenas hh del Valle
del Mezquital (Hidalgo). Se toca con tres instrumentos: el violn, la guitarra, y la jarana.
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ndice de contenido
Agente de pastoral
Agua . Agua bendita
Alabanza
Amrica latina
Amuleto (talismn)
Anlisis de la realidad
Anlisis de la religiosidad popular
Antepasados
Aparicin
Armona
Asomador
Ayate
Bastn
Brujera
Calendario religioso popular
Cambio social
Carnaval
Catecumenado
Catequesis y religiosidad popular
Catolicismo popular
Catolicismo
Cempoalxchitl (Flor de)
Ceniza
Cdices
Compadrazgo
Cristiana
Cruz
Cuelga
Cuelga de flores
Cultura
CuranderaMedicina tradicional
Danza
Danza azteca-chichimeca
Dualidad
Ejotitos
Elites
Escamadas
Estructura intermedia
Etnia
VICTORIA LPEZ
Evangelizacin (nueva)
Exvoto
Faena
Fe y religiosidad
Fiesta
Flor
Fundamentalismo
Guadalupe (Virgen de)
Guelaguetza
Identidad
Idolatra
Iglesia autctona
Imagen
Incienso
Inculturacin
Indioindgena
Levantacruz
Limpia
Limpia religiosa
Luzfuegoceravela
Veladora
Magia
Maguey
Mara en la religiosidad popular
Masa
Mayordoma
Milagro
Ministerio
Muertos (da de)
Nican Mopohua
Nio Dios
Novena
Ofrenda
Ofrenda a la Tierra
Ofrenda a la flor
Oracin
Parroquia
Pastoral indgena
Patrn
Petate
Piedad popular
Pobre
Proceso de evangelizacin
Profetismo en la religiosidad popular
Reliquia
Responso
Rezandero
Rosario
Sacramental
Saludos cordiales,
Santiago
Santuario
Sectas
Semillas de la palabra
Signo
Smbolo
Sincretismo religioso
Sol
Supersticin
Teologa india
Tierra (monte cueva)
Todos santos
Trago sagrado
Vela
Velacin
Velorio
Verdades centrales de la religiosidad popular
Vinuetes
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