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MAESTRA EN CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

TEORIAS DE LA HISTORIA E HISTORIOGRAFIA


Docente: Mara Bjerg
2010

TEORIAS DE LA HISTORIA E HISTORIOGRAFIA


Docente: Dra. Mara Bjerg
[email protected] , [email protected]

2010
TRABAJO FINAL
1. Ensayo sobre el libro de Robert Darnton La Gran Matanza de Gatos y otros
episodios en la historia de la cultura francesa.
2. Breve anlisis de la obra de D. LaCapra Historia en Trnsito

Maestranda: Lic. Susana Morales


E-Mail: [email protected]
Fecha de presentacin:

Prof. Susana Morales

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TEORIAS DE LA HISTORIA E HISTORIOGRAFIA
Docente: Mara Bjerg
2010
Primera parte

1 Parte Ensayo sobre el libro de Robert Darnton La Gran


Matanza de Gatos y otros episodios en la historia de la cultura
francesa.
I. Introduccin
1. El surgimiento de la Nueva Historia cultural
La historia social adquiri notoriedad en el paisaje historiogrfico a partir los aos 1950
como una historia socio-cientfica. El movimiento hacia lo social fue impulsado por la influencia de
dos paradigmas dominantes: por un lado, la escuela de los Annales y por el otro el marxismo. La
primera, la escuela francesa, enfatizaba los enfoques holistas, funcionales y estructurales para
comprender la sociedad como un organismo total e integrado.
El marxismo en los aos 1950 y 1960 no era nuevo pero un grupo de historiadores marxistas
ms jvenes promovieron el inters por la historia social y comenzaron a publicar libros y artculos
sobre la historia desde abajo, incluyendo los cannicos estudios de George Rud sobre la multitud
parisina, de Albert Soboul sobre los sansculottes y de E. P. Thompson sobre la clase obrera inglesa1.
Adems de la historia econmica y de la demografa histrica, la historia social perteneca a
aquellas sub-disciplinas que ofrecieron oportunidades para la aplicacin de teoras, conceptos de las
ciencias sociales y mtodos analticos. Fue en la historia de la desigualdad social, de la movilidad
social, de la migracin y de los conflictos que se pudieron recabar y analizar sistemticamente datos
en masa, utilizando mtodos estadsticos avanzados, conceptos claramente definidos, modelos
sofisticados y procedimientos rigurosos para probarlos. .
La historia entendida como ciencia social, proporcionaba un conjunto de herramientas
analticas, preguntas sobre la organizacin y funcin social y una serie de mtodos definidos que
daban importancia a la investigacin sistemtica. Como consecuencia de ello, en los aos 1960 y
1970, la historia social tena dos proyectos bsicos. El primero era aplicar el paradigma
estructuralista, abiertamente reconocido o implcito en la prctica, al estudio de las sociedades
antiguas o contemporneas. Era tarea del historiador identificar las estructuras y las relaciones que
operaban independientemente de las percepciones e intenciones de los individuos, para gobernar los
mecanismos econmicos, organizar relaciones sociales y engendrar formas de discurso.
En el segundo proyecto, la historia fue sujeta a los procedimientos de nmeros y series; fue
inscripta dentro de un paradigma de conocimiento que Carlos Ginzburg, en un artculo, design

Hunt Lynn (ed.), The New Cultural History, Berkeley, California, 1989, p.2

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galileano. Esto implic la cuantificacin de los fenmenos, la construccin de datos seriados y el
uso de las tcnicas estadsticas para trazar una formulacin rigurosa de las relaciones estructurales
que fueran el verdadero objeto de la historia. Los historiadores supusieron que el mundo social
estaba escrito en un lenguaje matemtico y se dispusieron a establecer sus leyes.
Los efectos de tal revolucin dual en la historia la estructuralista y la galileana fueron
extensos. Al mismo tiempo, la historia se liber, parafraseando a Michel de Foucault, de la idea
altamente exigua de lo real porque consider los sistemas de relaciones que organizan el mundo
social tan reales como las cosas materiales, fsicas y corpreas captadas en la inmediatez de la
experiencia de los sentidos.
La historia social se haba convertido en un concepto central del revisionismo historiogrfico
de aquellas dcadas porque adems de acercarse a la ciencias sociales y abandonar los mtodos
tradicionales de la comprensin hermenutica individualizadora, se

dedic a analizar

prioritariamente algunos fenmenos sociales importantes, como la naturaleza de las grandes


estructuras y el devenir de los macro-procesos sociales y el inters de los historiadores por estudiar
las clases populares, los movimientos sociales, la desigualdad social y las injusticias.
Entre los representantes ms notables de la llamada Nueva Historia Cultural se cuentan
historiadores como Lynn Hunt, Natalie Zemon Davies, Roger Chartier y Robert Darnton. A ellos los
une la influencia de la antropologa posmoderna y la lingstica, y una vocacin de dar importancia
suma al mundo de las representaciones.
Darnton, por ejemplo, en su polmica obra La Gran Matanza de Gatos trat de explicar
los hechos histricos como textos en los que hay contenidos simblicos utilizando la propuesta de la
antropologa interpretativa encabezada por Clifford Geetz.

De esa suerte, el historiador

norteamericano deja de lado la historia social de la cultura para adentrarse en el simbolismo, la


representacin simblica de los objetos culturales. Por su parte, para Lynn Hunt, los textos y el
lenguaje son ms decisivos que las definiciones sociales. Y para Natalie Zemon Davies (autora del
bello libro El regreso de Martin Guerre), el recurso a la imaginacin histrica constituye una
facultad innegable del historiador. De este modo, Davies propone acercar sus prcticas a ciertos
postulados posmodernos relativos a la invencin y a la construccin de ficciones verbales, pero sin
llegar a los extremos de poner en duda que la exposicin histrica (ms all de sus cualidades
literarias) tome conocimiento de realidades humanas del pasado. La imaginacin histrica debe tener
referencia en un acervo de documentos de modo que el historiador pueda combinar de manera
explcita imaginacin e historia o ficcin e historia. All donde hay lagunas documentales Davies
propone cubrirlas con conjeturas e imaginaciones.

1.2. El giro cultural en la Historia Social:

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En la dcada de los 70, esta historia socio-cientfica mostr sus debilidades el atractivo por
este tipo de investigacin disminuy y se convirti en una especializacin estrecha en la que los
historiadores estaban poco interesados. Por otra parte, al describir las tendencias conductistas de los
grupos sociales y al poner nfasis en la conducta normativa, a menudo en abstracciones de nmeros
y grficos, los historiadores sociales se haban desplazado ms all de un paradigma poltico
dominado por la elite, pero haban ignorado tanto la singularidad de la experiencia individual como
las maneras en que se crea la vida social a travs de la poltica y la cultura. Y su apego a las
categoras grupales y a las explicaciones estructurales sociales haba comenzado a entorpecer a la
historia como exploracin de la experiencia contingente.2
En ese clima revisionista, los modelos de explicacin que contribuyeron al surgimiento de la
historia social, sufrieron un cambio sustancial en el enfoque como consecuencia del impacto del giro
cultural en las ciencias sociales y humanas.
El optimismo de los aos sesenta pareci tambalearse a finales de los sesenta y en los
setenta, las revoluciones estudiantiles de Pars y Berkeley constituyeron un sntoma indiscutible de
ello. Sin dudas, la invasin sovitica a Hungra en 1956 hizo que varios de los integrantes de la
escuela marxista britnica dieran ese giro metodolgico, abandonando la inspiracin marxista ms
dura en su trabajo terico y virando desde una historia socio-econmica a una de inspiracin ms
cultural en un dilogo entre disciplinas animado ahora por la antropologa3.
Estas propuestas implicaban un rechazo a la cultura establecida y una nueva generacin
cuestionaba los ideales de la modernidad, la Ilustracin y el racionalismo recibido por sus
antecesores. Se repensaba el modelo de cultura occidental4, ese clima intelectual cambi
profundamente como tambin el conjunto de tendencias que influan indirectamente en el estudio de
la historia.
El inters creciente en la cultura y las interpretaciones culturales del presente como del
pasado son partes de este giro, estos giros quedaron manifestados en la doble revisin experimentada
por las historiografas inglesa y de los Annales.
La posicin culturalista propuso el concepto de agencia (agency) de los actores y la activa
participacin de los sectores populares en la vida social a travs de sus resistencias a los sistemas
normativos. La influencia posmoderna en la historiografa se ha dado sobre todo en el discurso
historiogrfico. La representacin lingstica del mundo, la preocupacin por las formas en las que el
lenguaje humano define la realidad.
2

Fass Paula S., Cultural History/ Social History: some reflections on a continuing dialogue, en: Journal of Social
History, Special Issue: the Futures of Social History, Volumen 37, Fall 2003, p.39.
3
Clase N 5 Una mirada a vuelo de pjaro. Entre la Historia social y el giro lingstico del Seminario Teoras de la
Historia e Historiografa, dictado por la Dra. Mara Bjerg, 2010.
4
Serna Justo y Pons Anaclet, La historia cultural. Autores, obras, lugares, Madrid, 2005, p.72

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El cambio comenz, con la introduccin de E.P. Thompson de una nocin de cultura en la
historia laboral, el bastin de la historia social marxista, y la redefinicin de Clifford Geertz de
cultura en antropologa, un movimiento que prob ser particularmente seductor para los
historiadores. (Clase N5)

1.3. La relacin entre texto y contexto


El anlisis del lenguaje lleva al abordaje de la escritura de la historia como un discurso. La
obra histrica tiene ahora slo un carcter esttico donde el estilo es de mxima importancia. La
interpretacin se pone por encima de la explicacin, no hay realidad objetiva. Se trata de una historia
ficcin que cuenta historias. Hayden White a travs de su obra Metahistoria se transform en el
referente de las manifestaciones ms radicales del giro posmoderno en la historiografa.
Este autor combinaba la crtica literaria con la teora de la historia. Para l las obras
histricas son cerradas en s mismas y la historia no se distingue de la poesa y el relato puesto que
no existe ningn criterio material ni formal de verdad, por lo que tampoco existe una diferencia entre
historia y filosofa de la historia o entre historia y literatura (la historia es, por cierto, para Whiote un
gnero literario ms).
La obra histrica es una estructura verbal, un discurso. El texto no guarda relacin
(referencialidad) con el mundo exterior sino que es una unidad cerrada y esto es as porque el
hombre no se sirve del lenguaje para transmitir sus pensamientos sino que est condicionado por el
lenguaje. El texto no slo es considerado independiente de su contexto sino tambin autnomo de su
autor.
Esta insistencia en el lenguaje hace que cada vez se hable ms del discurso y que ste
desempee un papel cada vez ms relevante en los trabajos de la historiografa en particular en la
historia poltica y la historia intelectual. Sin embargo, Georg Iggers, nos dice que si la teora
posmoderna ha obligado la historia a una mayor circunspeccin, sta como disciplina no debera
renunciar a su derecho de afirmar que reconstruye la vida real.
A principios de los 80, esos referentes pioneros y sus concepciones culturalista de la historia
se vieron paulatinamente desplazados por la atencin prestada al lenguaje, preocupacin que ser
evidente en el modlico estudio de William Sewell sobre la formacin del lenguaje, especialmente
laboral en la Francia del siglo XIX y en la influyente obra de Gareth Stedman Jones, Lenguajes de
clase. En ambos trabajos, se promueve el viraje lingstico, la atencin preferencial al lenguaje como
clave explicativa, al lenguaje y las prcticas discursivas como estructuradores de la realidad social.

2. El dilogo interdisciplinario. La antropologa y la historia.

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El cambio comenz, con la introduccin de E.P. Thompson de una nocin de cultura en la
historia laboral, el bastin de la historia social marxista, y la redefinicin de Clifford Geertz de
cultura en antropologa.
Investigadores como Jacques Revel y Roger Chartier mostrarn la nueva orientacin
centrada en el estudio de las de las prcticas culturales, algo en lo que ser evidente la influencia de
Michel Foucault.
Como consecuencia de la adopcin de este paradigma interpretativo, los historiadores
sociales se volvieron menos interesados en establecer las causas y las condiciones y ms interesados
en reconstruir los significados de fenmenos pasados. Postulaban que las acciones no podan
observarse del mismo modo que los objetos naturales. Slo podan ser interpretadas por referencia a
los motivos del actor, a sus intenciones o propsitos en el momento de llevar a cabo la accin.
(Identificar correctamente esos motivos e intenciones es entender el significado subjetivo que la
accin tiene para el actor).
Una de las misiones de la ciencia social interpretativa consiste en descubrir esos
significados y hacer inteligible la accin. Por otra parte, los historiadores sociales se concentraron en
la exploracin de las vidas de personas comunes, recuperando sus estrategias de libertad y eleccin.
Cada vez ms, buscaron lo que los antroplogos llamaron experiencias liminales y adoptaron la
perspectiva postmoderna sobre la identidad como algo fluido y cambiante.5
El giro constructivista, ayud a que la historia social fuera ms autoreflexiva y sutil. En el
curso de este cambio de paradigma, la explicacin se ha vuelto menos obvia, menos evidente, menos
deseable o menos manejable para muchos historiadores. Paralelamente, la interpretacin ha
recobrado el lugar central y el nfasis se sita en la comprensin de las acciones humanas. Una
historia que se interroga por los significados y procura hallar una lgica de las motivaciones.
Bajo la influencia de la perspectiva de Geertz, los historiadores sociales entendieron los
significados como una realidad visible externamente en prcticas pblicas, rituales, y smbolos.
Los post-estructuralistas franceses facilitaron este proceso y la obra de Michel Foucault
especialmente hizo que los paradigmas de la historia social parecieran limitados, mientras pona en
duda el lenguaje mismo y los supuestos detrs del anlisis social.
Al proponerse destruir los mitos epistemolgicos de la ciencia social, Foucault dirigi un
golpe duro para la confianza en las categoras que los historiadores sociales usaban. Se volvieron
ms sensibles hacia la contextualizacin; hacia la historicidad de todas las formaciones sociales. Es
decir, pusieron una distancia crtica en relacin a la aproximaciones macro-sociales que, segn
modalidades muy diversas y a menudo tcitamente, dominaron las investigaciones en historia y en
ciencias sociales y revalorizaron los meso -y micro- niveles de interpretacin y anlisis.

Fass Paula S, Cultural History/ Social History: some reflections..., Op. cit., p. 39.

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El colapso de los paradigmas explicativos, produjo una variedad de corolarios. En primer
lugar, los historiadores sociales cuestionaron profundamente las categoras sociales duras, fijas,
esencialistas como clase, nacin, gnero; lo que fundamentalmente se rechazaba era la visin que
interpretaba estos conceptos como pseudo sujetos del proceso histrico y como entidades unitarias e
internamente homogneas, porque ello conduca a conclusiones esencialistas acerca del
comportamiento de grupo. Se buscaba, por lo tanto, des-naturalizar o al menos de des-banalizar- los
mecanismos de agregacin y de asociacin.
Por el contrario, se propona un entendimiento ms radical de las identidades como algo
fluido, mltiple, fragmentado. En esta perspectiva, la identidad social del individuo se transforma de
un dato fijo y definitivo en un fenmeno plural, temporal, susceptible de adaptaciones en funcin de
los contextos variables que lo envuelven. Por otra parte, para esta historia socio- cultural, la riqueza,
el bienestar material o el poder son motivaciones poderosas, pero propone que ellas sean siempre
determinadas por la cultura y derivadas histricamente.
En sntesis, la historia social de las dos ltimas dcadas logr incorporar ingredientes de la
historia cultural y poltica, analizar los fenmenos sociales como construidos, combinar la estructura,
la agencia y la percepcin.
Todas estas fueron algunas de las innovaciones importantes que se pueden percibir en la
historiogrfica social en los albores del siglo XXI. Muchas de ellas surgieron desde dentro de la
historia social, pero en su mayora provinieron de otras esferas de la vida intelectual y acadmica. En
este sentido, los historiadores sociales desarrollaron nuevas alianzas con los antroplogos a los
cuales generalmente se les requera, menos un repertorio terico o metodolgico, que un catlogo de
objetos. Contra la unidad de mtodo del momento historiogrfico anterior, se reivindicaba la
fecundidad de los enfoques y de los sistemas de aplicacin plurales Los historiadores sociales
aprendieron a decodificar prcticas simblicas y sus trabajos se volvieron ms auto-reflexivos
aunque no ms analticos.
En su ensayo Los Conceptos de Cultura, William H. Sewell, refirindose a la revelacin de
la antropologa"; expresaba:"Yo experiment el encuentro con la antropologa cultural como un
cambio desde un materialismo prctico, utilitario y emprico-que tena fases liberales y tambin
marxisantes-hacia una apreciacin ms amplia de la gama de posibilidades humanas, tanto en el
presente como en el pasado. Convencido de que haba ms en la vida que la incesante bsqueda de
riqueza, status, y poder, sent que la antropologa cultural poda mostrarnos como obtener "mas6
Cuando el marxismo ingls reivindicaba el papel de la cultura para comprender la historia de
la sociedad lo haca tendiendo puentes hacia la antropologa, en especial la de Evans-Pritchard. Por
su parte, en Francia, el estructuralismo braudeliano revelaba la influencia de la antropologa de

Ibd, p. 28

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Claude Levi-Strauss. Y en el dominio de los imaginarios y de las mentalidades, los trabajos de Ph.
Aris sobre la infancia y la vida familiar en el antiguo rgimen o sobre la evolucin del sentido de la
muerte a lo largo de mil aos, revelaban no slo su inters por las relaciones entre naturaleza y
cultura, por las maneras en que una determinada cultura experimenta y concibe fenmenos naturales,
sino tambin la influencia de la antropologa cultural que se extenda en aquellos aos de la mano de
Levi-Strauss.
Entonces aquel dilogo impona a la historia un anlisis de los textos como accin simblica.
En tanto que para la antropologa interpretativa, la cultura es vista como una categora de la
textualidad y es considerada como un sistema coherente de smbolos y significados que deben ser
descifrados por el antroplogo (o el historiador) a travs de la bsqueda de una problematizacin. El
impacto que esta perspectiva hermenutica tuvo sobre el quehacer historiogrfico provoc un
desplazamiento desde el paradigma de la historia total a una historia que asume una visin
polidrica de la realidad y que renuncia a referentes tales como las estructuras, las clases sociales o
las mentalidades, para centrarse en el individuo.

3. La propuesta de C. Geertz
La Nueva Historia Cultural estuvo enlazada al impacto que la antropologa posmoderna
con Clifford Geertz como Victor Turner, Max Gluckman, Mary Douglas o Arnold van Gennep
contribuyeron a la renovacin del dilogo de los historiadores con la antropologa.
Entre los representantes de la Nueva Historia Cultural est tambin Robert Darnton quien
intent aplicar los recursos de la antropologa geertziana al anlisis de un conjunto de episodios de la
historia de Francia del Antiguo Rgimen. Ese intento est en el libro, La Gran Matanza de gatos.
Geertz es, al igual que Lvi-Strauss, es un creador nico, que propone una actitud o un
conjunto polittico de actitudes para encarar una antropologa concebida como acto interpretativo.
En este sentido, la trayectoria de Geertz ha ido acentuando con el tiempo su propensin a
mantener la prctica disciplinaria hacia el terreno de las humanidades. Por tal motivo, su propuesta
es susceptible de interpretarse, ms que como un avance revolucionario, como un movimiento de
restauracin del ideario humanista de Kroeber o de Boas.
La nocin de cultura est inspirada en Max Weber, quien concibe al hombre como un animal
inserto en tramas de significados que l mismo teje y la cultura es la urdimbre. Para Geertz el anlisis
de la cultura no es una ciencia experimental que busca leyes sino una ciencia interpretativa que busca
significados.
Geertz invita a buscar la comprensin interpretando expresiones sociales que son
enigmticas a primera vista7.
7

Se sita en contra del operacionismo, que busca investigar los

Clifford Geertz, Descripcin densa, en La interpretacin de las culturas, Barcelona: Gedisa, 1996, p, 20.

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fenmenos sociales a travs de indicadores medibles y se basa en el positivismo lgico, como medio
de explicacin en las ciencias sociales aunque no resta importancia a ciertos aportes introducidos por
esta corriente. La cultura es un documento activo, porque la conducta humana es vista como accin
simblica con sentido y valor, la cultura para Geertz es un contexto dentro del cual pueden
describirse todos los fenmenos de manera inteligible, es decir densa, una interpretacin densa.
Segn Geertz la etnografa es descripcin densa: lo que en realidad encara un etngrafo es
una multiplicidad de estructuras conceptuales complejas muchas de las cuales estn superpuestas o
entrelazadas entre s, estructuras que son al mismo tiempo extraas, irregulares, no explcitas, y alas
cuales el etngrafo debe ingeniarse de alguna manera, para captarlas primero y para captarla
despus8. Esta idea impacta en la renovacin de los estudios culturales y en la perspectiva de la
historia cultural propuesta por los Annales como por el marxismo britnico thompsoniana.
Sintetizando un poco lo anterior para pasar a la descripcin y anlisis de la segunda
categora: El concepto de Descripcin Densa que Geertz presenta es un concepto que toma prestado
de Gilbert Ryle, es en si una metfora fundamental en la teora de la cultura de Geertz, y surge
cuando un terico o investigador como el etngrafo vuelve sobre los mismos materiales y va
aadiendo capas, este seria el sentido de denso o de concentracin. Pero tambin este concepto
tiene que ver con el trabajo del etngrafo al estudiar un hecho social sumamente complejo en su
estructura, es decir; el etngrafo debe afrentar problemticas de asimilacin de cdigos culturales y
estructuras de comunicacin que pueden serle ajenas, tal es el ejemplo que Geertz nos presenta sobre
los judos, los bebres y los franceses en una historia que el nos cuenta en las paginas de su obra, a
modo de demostrar grficamente la urdimbre de las relaciones sociales entretejidas por los seres
humanos y las cuales dan forma a la cultura. As, el etngrafo debe comprender esta maraa de
relaciones sociales y todas las variables que implican a si como el contexto en el que se
desenvuelven para poder comprender lo que esta viendo y estudiando, de lo contrario podra caer en
una interpretacin errnea.
La concepcin de cultura para Geertz es segn sus propias palabras: El concepto de cultura
que propugno, es esencialmente un concepto semitico. Creyendo con Max Weber que el hombre es
un animal inserto en tramas de significacin que el mismo ha tejido, considero que la cultura es esa
urdimbre y que el anlisis de la misma ha de ser, por tanto, no una ciencia experimental en busca de
leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones. Lo que busco es la explicacin,
interpretando expresiones sociales que son enigmticas en su superficie. Pero semejante
pronunciamiento, que contiene toda una doctrina en una clausula, exige en si mismo una
explicacin.

Clifford Geertz, Descripcin densa, en La interpretacin de las culturas, Barcelona: Gedisa, 1996, p, 24.

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Esta explicacin es claramente de corte funcionalista, naturalista y Weberiana, en el sentido
de visualizar el escenario social como el lugar en donde las acciones del ser humano surgen para
satisfacer necesidades de todo tipo como en el mundo animal. Sin embargo con la diferencia de que
el ser humano es considerado como ser racional, moral y sapiente, por lo que es capaz de establecer
nexos entre sus contemporneos que le permitan relacionarse para alcanzar un fin ya sea comn o
individual.
Encontramos que adems de funcionalista Geertz nos habla sobre la accin comunicativa en
el desarrollo de una dinmica de la cultura. Geertz percibe a la cultura como una entidad que no se
encuentra dentro de la cabeza o mente del ser humano como resultado de un proceso inconsciente
del pensamiento que solo es reproduccin, es el resultado de un proceso ms complejo, en donde el
conocimiento se adquiere por diferentes medios pero a su ves que es asimilado e interpretado es
tambin transformado, actualizado, modificado, pues la cultura segn Geertz es pblica, no pertenece
a nadie en particular, al momento de que los seres humanos crean cultura como el lo refiere, estn
obligados a interpretarla.
Por ello es que Geertz desarrolla a la cultura como un proceso que tiene su acontecer en la
accin

comunicativa

del

ser

humano

as

como

en

sus

manifestaciones

diversas.

Por lo anterior es que propone el enfoque interpretativo como un mtodo ante la necesidad de
acercarse a la cultura como observador primeramente y como investigador y terico despus.
Si los historiadores han sido particularmente susceptibles a los encantos de Geertz en parte
se debe a que la historia se construye sobre una anloga seduccin. En los pasados que estudian los
historiadores encuentran mundos estructurados de una manera muy diferente de los propios, mundo
donde los motivos, los sentidos del honor, las tareas diarias, los clculos polticos se basan en
asunciones de la sociedad y en cosmovisiones que no son familiares que son extraas, casi tan
extraas como la ria de gallos de Bali, o las prcticas en la islas Trobriand. La historia, como la
antropologa, se especializa en descubrir y desplegar la variedad humana en el tiempo ms que en el
espacio. En su trabajo la historia revela que en el pasado la gente vivi vidas extraordinariamente
diferentes a las nuestras. Esas vidas, en particular las de la gente comn que ocupa a la historia
social, revelan su otredad, su simbolismo y su pltora de sentidos. Simbolismos y sentidos a los que
hay que interpretar.
A diferencia de los antroplogos que en general pueden convivir con esos actores sociales
cuyas culturas estudian e interpretan, los historiadores buscan en fuentes escritas, guardadas en
archivos, pero la propuesta terica de Geertz, les da una esperanza a los historiadores en este sentido.
Geertz continuamente enfatiza que el sentido no est encerrado en la mente de los actores sino
encarnado en smbolos que son pblicos (la cultura es un texto y es pblica). El etngrafo no percibe
lo que su informante percibe. En tal sentido, el antroplogo debe buscar y analizar las formas

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simblicas palabras, imgenes, comportamientos- en trminos de los cuales en cada lugar las
personas se representan a s mismos, a los dems y ante los dems.

II. DESARROLLO
2. R. Darnton respecto de la antropologa simblica y la interpretacin de las culturas
2. 1. La obra de Robert Darnton:
El libro la gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa en
su versin de lengua inglesa apareci en 1984, y en 1987 fue traducido al castellano y publicado por
Fondo de Cultura Econmica en Mxico.
La formacin profesional de Robert Darnton se desarrolla cuando los distintos mbitos de
produccin historiogrfica trataban de superar el procedimiento de transformar los hechos en meros
relatos. Darnton siguiendo la tradicin paterna haba mantenido al periodismo como su primera
eleccin profesional y de vida., el padre de Darnton fue un corresponsal del New York Times que
enviado en misin periodstica al Lejano Oriente fue muerto durante la Segunda Guerra Mundial. El
joven Darnton trabaj durante varios aos como periodista asignado al Cuartel General de la Polica
de Nueva York. Esa fue una poca enriquecedora para su futura sensibilidad de historiador ya que
durante sus aos de cronista policial, adems de estar en contacto con los sectores marginales
neoyorquinos, result testigo directo de las revueltas sociales y raciales de la primera mitad de los
aos 60.
En ese entonces adquiri un notable entrenamiento en el oficio de escribir para el gran
pblico respetando las consignas estilsticas del New York Times. De modo paralelo, el autor estudi
historia y cuando ya haba obtenido su doctorado, el editor del diario le encarg, con motivo del
bicentenario de la Revolucin Francesa, un artculo escrito en un lenguaje accesible sobre algn
aspecto de la revolucin. Quiz esto explica por qu Darnton, el historiador, logra ubicar sus relatos
en una franja intermedia el historiador profesional y el gran pblico. Parecera que no se ha
desvinculado complementamente de su primera profesin, salvando, claro est, le hecho de que el
espesor y la dinmica del episodio periodstico es muy diferente del acontecimiento histrico. Sin
embargo, para Darnton, el periodismo y la historia ms all de las distancias que los separantendrn siempre algo en comn: trabajar con indicios y contar historias. Ambas investigaciones
comparten entre sus propsitos conocer la condicin humana.
El libro pretende investigar la historia de Francia en el siglo XVIII, a travs del pensamiento
de la gente (que y como pensaban) comn y su forma de expresarse.

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Los otros no piensan como nosotros. Si deseamos comprender su pensamiento debemos
tener presente la otredad. Traduciendo esto a la terminologa del historiador, la otredad parece un
recurso familiar para evitar en anacronismo.
Es una obra de historia con un sentido cultural y etnogrfico que no solo

se interesa por

analizar la cultura dominante, sino que penetra en el pensamiento de los distintos niveles sociales de
la Francia del siglo XVIII.
Los seis captulos que lo componen, cada uno construido en torno a la explicacin de un
episodio singular, un texto o grupo de textos, conducen al lector a los cuentos narrados en los
humildes hogares campesinos, a la cultura de los artesanos y de los talleres en la ciudad, al mbito de
la alta historia intelectual donde se indagan las condiciones materiales de vida del escritor en la
Francia de los setecientos, la estrategia intelectual de la Enciclopedia y las relaciones entre Rousseau
y sus lectores.
Los episodios (textos) que Darnton escoge le permiten discutir aspectos sobre los cuales el
trabajo de los historiadores haba sido particularmente rico en los aos previos a la aparicin de su
libro el mundo ritual de los obreros, o el carcter de la estratificacin social en el Antiguo Rgimen,
por ejemplo- y examinar problemas que en ese entonces eran de gran inters para los estudiosos
ocupados en campos de la historia vinculados a la lectura y la relacin entre texto y lector.
El conjunto de los captulos involucra todos los niveles culturales de la Francia del siglo
XVIII y algunos temas centrales de su historia intelectual. El libro puede es como un panorama de la
cultura francesa en aquella poca. Darnton la aborda apoyndose en hiptesis e ideas de disciplinas
distintas a la historia como la psicologa, el folclore, la crtica literaria y en particular la antropologa
interpretativa de Clifford Geertz.

2.2. Breve resumen.


La estructura del libro, nos lleva a dar un recorrido retrospectivo, que comienza Analizando
la forma de pensar de los campesinos, a travs de la interpretacin de sus cuentos, continua con la
clase trabajadora, un relato un poco extrao para nosotros, pero con mucho sentido para el contexto,
despus, la contra parte, una descripcin de una ciudad desde el punto de vista de un burgus, para
continuar con los archivos policacos de una investigacin literaria, que nos da como resultado las
estadsticas de los escritores en Francia, seguimos con el anlisis de la Enciclopedia, para saber cual
es la tendencia en la literatura en Francia en pleno apogeo de la Ilustracin.
La historia cultural aborda el estudio de las representaciones y los imaginarios junto con el
de las prcticas sociales que los producen; tambin se ocupa por los modos de circulacin de los
objetos culturales. En esta historia, nuevas categoras como las de experiencia o representacin
permiten captar la mediacin simblica, es decir, la prctica a travs de la cual los individuos
aprehenden y organizan significativamente la realidad social.

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El inters de los estudios culturales se centra ms en anlisis concretos de casos
histricamente situados que en tipos generales de comportamiento. Se trata de estudios
conscientemente elegidos, crticos y deconstructivos; no pretenden ofrecer un modelo nico para
todos los casos y no responden a lmites disciplinarios establecidos. Se trata de una experiencia
transdisciplinaria que toma insumos de la crtica literaria, la teora social, la comunicacin social o la
semitica.
Un rea particularmente interesante en la que convergen variables antropolgicas,
socioeconmicas, polticas y culturales es el multiculturalismo, problemtica relacionada con los
efectos paradjicos de una globalizacin que, a la vez que proclama la idea de una cultura
universal, en rigor revela como nunca antes la multiplicidad de las culturas.
El tercer captulo aborda un texto curioso: la descripcin de Montpellier por parte de uno de
sus muchos comerciantes. Un lector no iniciado en la materia quizs pueda sentir cierta empata
inicial con el protagonista de este texto datado en 1768, al menos en comparacin con el extremismo
de los obreros del anterior. Este orgulloso burgus del Antiguo Rgimen refleja bastante bien el
microcosmos de una ciudad que careca de una ciudad progresista muy conocida por su Universidad
y su orientacin algo progresista, as como por carecer de nobleza antigua y no tener una religiosidad
extrema (l la describe Montpellier como poco beata).
En el desfile urbano que describe este comerciante se establece la jerarqua de la localidad;
en primer lugar las rdenes religiosas seguidas del clero regulador los cnsules -altos cargos
municipales que tambin representaban al tercer estado. Junto al santsimo, los otros funcionarios
municipales y, por ltimo, los jueces y los funcionarios menores. Cada colectivo iba vestido acorde a
su condicin particular.
El narrador parece anteponer una virtud: la dignit, por lo que la posicin social y el poder
no tenan por qu estar directamente vinculadas. Segn l, un monje estara por debajo de un
profesor. Posteriormente, este valioso confidente describe lo que para Darnton es una reordenacin
de las categoras sociales, dejando de lado al clero y elevando la nobleza al rango de Primer Estado,
colocando la burguesa en una posicin intermedia.
Aunque, dice esta clase es siempre la ms til, la ms importante y la ms rica en todos los
pases. Sostiene al primer [estado] y manipula al ltimo a su voluntad. El ltimo sera una suerte de
artesanado dividido en otros subgrupos.
Este ltimo estado sera, en cierto sentido, ms til que la nobleza ociosa. Sin embargo,
debido a su brutalidad, haba que tenerlos bien controlados. La mentalidad del narrador revela aqu
su frrea conviccin sobre la necesidad de una diferenciacin social: es necesario mantener estos
reductos potencialmente conflictivos apartados entre ellos, acudiendo a la segregacin en el atuendo
si es necesario, especialmente en el caso de los estudiantes (segn l la educacin es tan perjudicial
como el dinero.

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Es necesario mantener estos reductos potencialmente conflictivos apartados entre si. En su
apologa por la bonhoma afirma conseguir esta distincin a travs de cualidades como la
honradez, la racionalizada, el pensamiento sereno y el trato justo.
Es por ello que Darnton apunta a que su confidente podra tener simpatas con la Ilustracin.
Su modelo de pensamiento se inscribe con facilidad en lo que podramos denominar, haciendo uso
de generalizaciones, la tipologa burguesa. El narrador se muestra tendencioso contradictorio y
apologtico, critica a tanto al clero como a la clase popular, pero sus protestas no trascienden el
orden establecido. Su lectura de la ciudad era la marca de una perspectiva que en no demasiados aos
se impondra como hegemnica.
Todo este movimiento socio cultural tuvo sus inicios en movimientos filosficos nacientes
en la Francia post revolucionaria; no podemos alejarnos del contexto historiogrfico y antropolgico
que nos puede representar un derrotero no preciso pero si aproximado para comprender la forma de
actuar y de razonar del hombre de la Francia del siglo XVIII.

2.3. El manejo que Darnton hace de la propuesta de la antropologa geertziana


En referencia a la puesta en dilogo de la antropologa de Geertz y la historia, Robert
Darnton propone una historia con espritu etnogrfico. La premisa es que cuando los documentos
son opacos, cuando no logramos entender el significado de un ritual o encontrar el espritu de una
ocurrencia, estamos frente a una ocasin que ofrece un camino fructfero para acceder a las visiones
del mundo que hemos perdido. Partiendo de tales documentos, colocndolos en su mbito de
significado, pasando del texto al contexto y viceversa, el historiador puede abrir un camino a travs
de un mundo mental desconocido.
El objetivo de su trabajo es descubrir cmo la gente da significado a su propio mundo. La
cuestin esencial es la diferencia entre la forma de ver el mundo de la gente del pasado y nuestra
propia visin. La distancia temporal es solo la base de existencia del oficio del historiador, mientras
que la percepcin extraa de las culturas diferentes es un rasgo que la historia debe aprender de otras
disciplinas que la indagan en la relacin entre las culturas de hoy.
Darnton contrapone esta aproximacin hermenutica a los mtodos cuantitativos que
prevalecieron en la historiografa francesa de las mentalidades y que, segn su punto de vista
condujeron a una esterilidad creciente. El menosprecio por el componente simblico de las relacione
sociales, fue una de las razones que explican, segn el autor, esa esterilidad.

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El trabajo emprende una rigurosa crtica contra la historia de mentalidades. En una parte del
libro afirma que la nocin de mentalidad es vaga e imprecisa y que los historiadores franceses no han
logrado desarrollar una concepcin coherente de mentalits9 como campo de estudio.
La historia serial del tercer nivel que se basa en una recoleccin de cantidades masivas de
datos homogneos y reiterados, tratados de manera similar a los empleados en demografa y
economa, no ilumina, segn Darnton, la cultura, pues los objetos culturales no son de la misma
naturaleza que los datos contados por la historia econmica, puesto que los primeros generan
significados y por ende, no deben ser contados sino ledos.
Exponiendo la decodificacin del significado como una alternativa a la cuantificacin de los
fenmenos culturales, Darnton retoma una dicotoma que recorri durante siglos la historia de la
cultura. Por un parte se encuentra la tradicin que sostiene que la esencia de la ciencias humanas es
la comprensin simpattica de las formas culturales (Dilthey es uno de sus exponentes ms
destacados).
Por otra parte, la tradicin que pone el acento en los mtodos de indagacin ms objetivos
tomando como propio el modelo de las ciencias naturales. Segn algunos crticos del libro La Gran
Matanza (como Philip Benedict, por ejemplo) Darnton no logra salvar esta dicotoma sino que ms
bien la arrastra, a pesar del lugar central que en su trabajo tiene el legado intelectual de Geertz quien
se mueve en el mbito de la reflexin hermenutica poniendo el centro de su inters en el fenmeno
de la interpretacin.
Darnton se propuso hacer una historia antropolgica pero que se pueda denominar
simplemente historia cultural. As, en lugar de realizar un inventario de las ideas y distinguir la
cultural popular de la de las lites, el autor confiesa haber seguido todo tipo de pistas que
atravesaban un terreno definido por un problema comn: cmo pensar el mundo simblico del otro?
Y partiendo de documentos opacos afrontar la alteridad como medio de respuesta a esta cuestin.
En este sentido, el autor despliega elementos antropolgicos para acentuar la polisemia del
smbolo y enfatiza la importancia de lo limtrofe, la marginalidad y la hibridacin de la cultura. Estos
aspectos no son tratados equitativamente a travs del libro, sino que tienen una presencia despareja.
Quiz, el lugar donde se revelan con ms claridad es en el captulo de la matanza de los gatos que da
ttulo a la obra.
Darnton apela a un concepto de cultura estrictamente geertziano, como un patrn de
significados histricamente transmitidos encarnado en smbolos, a la vez se propone probar la
propuesta interpretativa de Geertz en el campo de los estudios histricos del Antiguo Rgimen.

Clase N 5 (2 parte) La Gran Matanza de Gatos y otros episodios de la Historia cultural francesa de Robert Darnton del Seminario

Teoras de la Historia e Historiografa, dictado por la Dra. Mara Bjerg, 2010.

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Uno de los primeros puntos de debate sobre el enfoque antropolgico fue preguntarse (como
lo hizo Roger Chartier) hasta donde puede un historiador hacer uso de una definicin como sta.
Qu actitud implica frente a textos que supuestamente dan acceso a las formas simblicas que
funcionan en las sociedades del pasado?
En sus dos primeros ensayos el autor sigue el modelo de descripcin densa. La masacre de
gatos parisinos es como la lucha de gallos en Bali: es un punto de entrada que nos da acceso a la
comprensin de una cultura en su integridad. Es decir, es un texto que caracteriza a esa cultura (en
el mismo sentido que lo son los cuentos que analiza en el primer captulo).
La cuestin es, si es legtimo considerar como textos a acciones llevadas a cabo o a cuentos
relatados, desde esta lgica se le critica a Darnton el riesgoso uso metafrico que hace de trminos
como texto o lectura cuando el nico acceso al objeto bajo observacin antropolgica es un texto
escrito porque ste obtura las formas de actuar o hablar que dieron al cuento o al rito tanta mayor
significacin como su sentido literal. Entonces un texto real con un status propio, se interpone entre
el observador y aquel texto (en el sentido antropolgico geertziano) oral o festivo.
Por lo tanto, la matanza de gatos no es la ria de gallos puesto que al relatarla o interpretarla
el historiador depende de una noticia y de un texto que ya existe, contado e investido con sus propios
fines.
El trabajo de Darnton es la sntesis extrema de un cierto modo de imaginar la antropologa de
Geertz. En este sentido, debemos preguntarnos si los franceses del Antiguo Rgimen que Darnton
estudia, no son en ciertos aspectos interlocutores en peores condiciones de actuar que los marroques
y los indonesios estudiados por Geertz.
En los estudios sobre la visiones de los burgueses, administradores y philosophes que
Darnton aborda en los otros captulos del libro, el texto es siempre tomado en s mismo y por s
mismo y analizado por sus intenciones y mecanismos. Darnton se concentra en las categoras y
representaciones que subyacen a las descripciones dadas: sobre las estrategias retricas que apuntan
a imponer un nuevo orden y sobre la forma en que diversos autores usan la palabra escrita, tal como
ellos la leen o producen y construyen su propia existencia.
Una primera crtica es si es legtimo llamar antropolgica a una aproximacin que procura
reconstruir las categoras y clasificaciones en uso dentro de textos para describir o seleccionar e
instituir jerarquas entre personas e tems de conocimiento.
Chartier ha respondido a esta cuestin sosteniendo que parece dudoso, a menos que
aceptemos una definicin extremadamente amplia de formas simblicas, tan amplia que perdera
todo contenido especfico al punto que llegara a ser difcil ver lo que sera excluido de la categora
de smbolo.

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Hay en el libro una ruptura entre los dos primeros captulos y los que le siguen aunque
Darnton intente abordar antropolgicamente (en clave geertziana) de la misma forma a los cuentos
campesinos que, por caso, el relato del burgus de Montpellier. Los dos primeros intentan una
situacin en un terreno antropolgico, de all que toman los textos escritos slo como medios al
relato hablado o al texto de la matanza. Los cuatro restantes se proponen mostrar cmo tanto una
posicin dentro de la sociedad como una postura intelectual, se expresan por medio de una pieza
escrita.
Si bien es cierto que el objetivo del autor es dilucidar cmo la gente organiza y manifiesta su
percepcin y evaluacin del mundo social, las objeciones han sido que, mientras las visiones y los
juicios de los campesinos que relatan y escuchan los cuentos y de los obreros que matan gatos son
accesibles solamente por la mediacin de textos relativos a lo que se supone que ellos han odo,
dicho o hecho; las visiones de los burgueses, administradores y filsofos estn disponibles en
primera persona en textos organizados de acuerdo a estrategias de escritura con sus propios objetivos
especficos.

2.4. El papel del episodio y del acontecimiento como mbitos de la prctica de la


descripcin densa
El tema de los episodios pequeos y de los textos oscuros (la risa de los tipgrafos, por
ejemplo), son reveladores de un contexto de actitudes culturales. Se ha discutido entre los crticos de
Darnton que en su libro esos pequeos episodios llegan a ser importantes porque ya se conoce el
esquema de conjunto en donde insertarlos y leerlos. Entonces, la investigacin propuesta por
Darnton no agregara nada a lo ya conocido sino que slo lo confirmara (a veces, como sostiene
Levi, de manera dbil y superflua). As, la matanza de los gatos, por ejemplo, expresa la revuelta de
un grupo social todava subordinado corporativamente a los burgueses.
Las relaciones entre patrones y trabajadores, el simbolismo de los gatos, la visin del mundo
del pueblo y de la burguesa estn dados sobre contexto inmvil que no se modifica: aquello que el
ensayo explica es la muerte violenta de los gatos en un cuadro ya visto de la cultura carnavalesca y
de la revuelta obrera conocido por estudios que precedieron en al trabajo de Darnton y en los que el
autor se sustenta para controlar ese contexto con el cual pone a dialogar a sus textos.
Otras crticas han sealado sobre el uso que Darnton hace de la polisemia y de la importancia
de lo limtrofe, la marginalidad y la hibridacin en la cultura. Si bien el rol de lo marginal es
evidente en la narracin del episodio sobre los gatos, es justo decir que estas nociones antropolgicas
en las que el autor afirma su preocupacin sobre los contenidos simblicos, aparecen muy
desdibujadas en el resto de la obra y la marginalidad se vuelve marginal ms all de este captulo.
Los postulados conceptuales de la antropologa interpretativa son empleados en este libro de
modo desparejo y ello nos cuestiona la validez de aplicar una propuesta pensada para textos de
naturaleza antropolgica a problemas histricos.

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2.5. Interpretando La Rebelin de los obreros: La gran matanza de gatos en la
calle Saint-Sverin. 10
Este capitulo relata un suceso escandaloso de una matanza de gatos en una imprenta de
Jacques Vincent, ubicada en la calle de Saint-Sverin, en Paris en 1730. El acontecimiento es tomado
de una autobiografa de un trabajador de la imprenta de nombre Nicolas Contat quien era aprendiz en
el taller.
Haba dos aprendices Jerome (Contat) y su compaero Lveille, la vida era dura en el taller y
mas como aprendiz, ellos dorman en un cuarto fri y sucio, se tenan que levantar al amanecer y
eran maltratados por los patrones y los obreros que los obligaban a hacer mandados todo el da, y
como paga solo reciban las sobras de comida, pero la cocinera venda los restos de comida y a ellos
solo les daba carne podridas o alimento para gato, el cual vomitaban y ni los gatos se coman.
Los gatos son los principales protagonistas de este relato, relato que aparece completo al
final del capitulo, el cual resumir continuacin:
Despus de un da laboral pesado Jerome y Lveille se disponen a dormir, pero el escndalo
de unos gatos no los deja descansar en toda la noche, ellos tienen que despertarse temprano para
abrirle a los obreros quienes los tratan mal, todos trabajan mucho excepto los patrones quienes
pueden descansar hasta tarde, lo cual genera envidia entre los dos aprendices y elaboran un plan para
que tampoco descansen.
Lveille quien es un buen actor sube a la azotea con cuidado e imita los ruidos de los gatos
durante varios das, todo el vecindario se alarma, los patrones fastidiados y asustados, ordenan a los
obreros a exterminar a los gatos, excepto a gris que es la gata favorita de la patrona, los patrones
sienten mucho cario y pasin por los gatos, en especial por gris, los obreros por lo contrario odian a
los gatos sobre todo porque son de afecto para los patrones burgueses.
Se organiza una cacera de gatos, y despus de golpear y capturar a todos los gatos en sacos,
el primer gato que es asesinado es gris y al instante se oculta para que los patrones no se den cuenta,
los gatos atrapados en los costales son llevados a un patio donde se les arroga, algunos ya estn
muertos otros solo golpeados, y se inicia una ejecucin, se nombra un verdugo y todo un jurado que
dicta la sentencia.
En medio del escndalo aparece la patrona quien aterrada por presenciar la matanza grita
desesperada, porque se imagina a gris muerta, los trabajadores ocultan la verdad y mienten
dicindole que ellos serian incapaz de hacer tal cosa, luego llega el patrn y se molesta porque sus
trabajadores en vez de estar trabajando estn matando gatos.

10

Darnton, Robert. La gran matanza de gatos, 2006, p. 12.

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Entre impotencia y desaprobacin de los patrones se alejan dejando a los obreros en un
enajenante acto de violencia, diversin, y un desorden total. Acto que es repetido en varias ocasiones
por Lveille con afn de burla y risa.
La pregunta central de este capitulo es porque un acto tan cruel como el de matar gatos
hacia tan feliz a los obreros? Para contestar esta pregunta separo el capitulo en tres planos.
El primero describe como era la vida dentro de la imprenta y las relaciones sociales y
laborales que se desarrollaban en esa poca, por ejemplo la cencerrada hacan correr las regletas
de composicin sobre las cajas de los tipos, golpeaban con sus mazos las ramas, golpeaban los
armarios y balaban como cabras.
Para la segunda mitad del siglo XVII, las grandes imprentas eliminaban a las pequeas
empresas, cada vez haba, ms empleados y menos empresas, los obreros se vean amenazados por
los patrones que contrataban obreros de menor nivel pero que cobraban mas barato (allous) los
patrones contrataban y despedan a los obreros a cada rato, o a veces los obreros abandonaban el
trabajo por discutir con el patrn, costumbre muy comn en aquel tiempo, los patrones juzgaban a
los obreros de flojos, no confiables e irresponsables.
Contat afirma que antes los obreros y patrones convivan como una familia feliz en alguna
parte de Europa, pero no en Francia en esa poca, evidentemente los burgueses marcaban un
distanciamiento de clase, ese puede ser un primer motivo por el cual mataron a los gatos.
El segundo plano nos muestra los ciclos ceremoniales, en especial el carnaval y la cuaresma,
un periodo de diversin y otro de sacrificio. El carnaval era una poca de diversin, realizaba
cencerradas y actos de humillacin a los cornudos, que eran los esposos engaados y los novios que
se haba casado con una mujer mayor, era una temporada de risa y sexo, adems de ritos donde los
gatos jugaban un papel importante.
En distintos lugares de Europa acostumbraban en forma de ritual, mutilar, quemar y matar
gatos en medio de bailes y cantos, esto debido a una postura ontologiaza, los gatos en particular son
adecuados para realizar ceremonias porque tienen un valor de ritual.
cuando Jerome y sus camaradas de trabajo juzgaron y ahorcaron a todos los gatos que
pudieron encontrar [], se apoyaron en un elemento comn de su cultura.
El ultimo plano, vincula a los gatos con la brujera, menciona que las brujas se
transformaban en gatos para hechizar a la gente, las personas ocupaban la mutilacin como medio de
defensa ya que era un remedio clsico, les cortaban las orejas o la cola a los gatos, el folclor francs
atribuye a los gatos importancia metafrica relacionada con el sexo o con las mujeres.
La brujera, las orgas, los cornudos, las cencerradas y las matanzas podan orse en el
gemido de un gato durante el Antiguo Rgimen. Es imposible decir que oan realmente los hombres
de la calle Saint-Sverin. Solo puede afirmarse que los gatos tenan un enorme peso simblico en el

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folclor de Francia y que la cultura popular era rica, antigua y bastante extendida como para haber
penetrado en las imprentas.
Despus de analizar estos tres planos, podemos contestar la pregunta y comprender a los
obreros de la imprenta, la mutilacin de los gatos como remedio para la brujera, los juicios y las
cencerradas era algo a lo que ya estaban acostumbrados por los carnavales anuales, adems de que la
esposa del patrn le engaaba con un joven lo cual hacia al patrn objeto de burla con el carnudo,
suceso muy comn en esa poca entre los patrones, podemos ver esta matanza como una acto de
rebelin aunque sea puramente simblico, y vincular el asesinato de la gata gris como una ofensa y
violacin a la esposa del patrn, despus de hacer una interpretacin podemos decir que los obreros
se vengaron jugando con algunos elementos de su cultura y eso ocasionaba divertida la matanza.

3. Conclusin
En este trabajo preferimos subrayar desacuerdos o lo que a nuestro modesto entender
constituyen incongruencias, a glosar un contenido de por s huidizo, segn se intentar demostrar.
La lectura de la Introduccin parece eliminar las limitaciones sugeridas en la
palabra episodios; all se afirma que Este libro investiga la forma de pensar en Francia en el siglo
XVIII. Intenta mostrar no slo lo que la gente pensaba, sino cmo pensaba, cmo construy su
mundo, cmo le dio significado y le infundi emociones. (Darnton 1987, 11). Esta afirmacin
resulta mucho ms alentadora y estimulante para el lector. El libro se ocupa de un sujeto complejo, la
forma de pensar de la gente en la Francia del siglo dieciocho, que admitira dos vertientes: qu
pensaba esa gente y cmo lo pensaba; contenidos de pensamiento y forma que ese pensamiento
adquira. Pero ese pensamiento construa el mundo (como realmente sucede con toda forma de
pensamiento) al conferirle significado. No hay -y esto resulta an ms estimulante- sentido del
mundo si el mundo no se construye mediante el pensamiento y, para completar esta situacin
epistemolgicamente tan actual, las emociones que el mundo produce tambin son producto de la
construccin del mundo mediante el pensamiento. El planteo parece irreprochable. Quedan, sin
embargo, algunos aspectos dudosos. Francia, en el siglo dieciocho, tiene una unidad de
pensamiento, una forma de construir el mundo, o muchas? Pero, adems y por sobre todo, si el
mundo cobra sentido en tanto construccin del pensamiento no suceder lo mismo con la historia?
no corresponde decir que el pasado cobra sentido como resultado de una construccin del
pensamiento? En realidad esto haba sido dicho mucho antes. Cuando Darnton public su libro se
haban cumplido exactamente cuarenta aos de la edicin de un libro trascendente para la historia de
las mentalidades, orientacin historiogrfica en la que Darnton enrola su obra. Se trata del libro de
Lucien Febvre, El problema de la incredulidad en el siglo XVI. La religin de Rabelais. Advirtase
de inmediato que Febvre no vincula explcitamente su problema, la incredulidad en el siglo diecisis,

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a un reino, Francia. La incredulidad define por s misma su extensin, su dimensin temporal y
espacial, que no reconoce lmites polticos ni regmenes econmicos, sino organizaciones sociales
que la producen. La incredulidad fue, o mejor dicho no fue, y sus lmites son los que propone la
construccin de Febvre.
Pero, lo ms importante es que Febvre es consciente de que esa construccin est en
continua reelaboracin, es esencialmente cambiante, es el producto de un historiador vinculado a un
tiempo Cada poca se fabrica mentalmente su representacin del pasado. Cuando, en la dcada de
1930, Lucien Febvre (1878-1956) et Marc Bloch (1886-1944) quisieron hacer de la historia de las
mentalidades uno de los ejes de la escuela de los Annales pretendan romper con historia de las
ideas desgajada de sus bases sociales. Pretendan estudiar el utillaje mental de una sociedad.
Para Darnton el pasado es una realidad y no una construccin. Sin sermones ni moralejas,
los cuentos franceses muestran que el mundo es cruel y peligroso (Darnton 1987, 61). Adems, lo
que l llama el folclore es algo distinto a lo que l llama la vida diaria: Comer o no comer, era la
cuestin que enfrentaban los campesino en su folclor y tambin en su vida diaria (Darnton 1987,
39). A estas informaciones que consideramos inconsecuentes con la teora, el texto agrega otras,
ocultas en el devenir del texto: Durante el Carnaval la gente comn suprima el orden social o lo
pona de cabeza en un desfile escandaloso (Darnton 1987, 89), de donde surge que la gente comn
es distinta a otra, a otro que el texto no identifica ser la nobleza, los grupos intelectuales, la corte, o
simplemente una clasificacin que surge de la propia cosmovisin del autor? Darnton afirma que, al
trabajar juntos Clifford Geertz me ense la mayor parte de lo que s de antropologa, pero sus
supuestos tericos no parecen coincidir con los de Geertz, quien, catorce aos antes de que Darnton
publicase su trabajo, haba dado a conocer su Interpretacin de las culturas, donde, en la primera
definicin que enuncia de cultura, afirma, continuando a Max Weber, que el hombre est inserto en
tramas de significacin que l mismo ha tejido y que la cultura es esa urdimbre (Geertz 1987,
20).
Es decir que Darnton no parece ser consecuente con el concepto de cultura de Geertz y, lo
que es ms, propone explcitamente la historia de la cultura como sinnimo de historia de las
mentalidades, confunde, segn parece, una perspectiva social de las ideas con un punto de vista
semitico de la cultura11. Darnton asimila la historia de las mentalidades a la historia cultural, sobre
la base del mtodo, ya que esta ltima trata nuestra civilizacin de la misma manera como los
antroplogos estudian las culturas extranjeras (Darnton 1987, 11). Pero incurre en contradiccin
cuando se manifiesta interesado por lo sorprendente, por lo raro: No comprendo por qu la
historia cultural debe evitar lo raro y preferir lo comn (Darnton 1987, 11).
11

En vez de recorrer el camino de la historia intelectual, la investigacin recorre el territorio inexplorado que
en Francia se denomin lhistoire des mentalits. Este campo an no tiene nombre en ingls, pero
sencillamente podra llamarse historia cultural (Darnton 1987, 11).

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Esto que consideramos un pensamiento errtico respecto de la teora, puede explicarse a
partir de lo que Darnton considera que es la tarea del historiador de la que no puede desprenderse, el
historiador, tradicionalmente pertenece al archivo, pero quizs lo ms notable es que, a pesar de
haber afirmado que hara historia cultural, es decir, segn l antropolgica, reconoce que por lo
menos partes de su libro combinan la tarea del historiador archivista con una postura metodolgica,
cuyo respaldo terico no explicita, que no est prevista en la Introduccin, la metodologa de los
crticos literario: Este ensayo es un intento de combinar la historia tradicional, basada en la
investigacin de archivos con la interpretacin de textos del tipo desarrollado por los crticos
literarios [] (Darnton 1987, 216, nota 1). El lector queda con inters por saber de qu manera los
crticos literarios interpretan, ya que para ejemplificarlo slo se citan numerosos asientos
bibliogrficos de obras de distinta relevancia. Ser el anlisis, del discurso? Ser la
deconstruccin? La lectura del texto permite inferir otra cosa: se trata de enunciar las listas de libros,
muchos de ellos desconocidos para el lector, que figuraban en la biblioteca de Jean Rason, un
comerciante de La Rochelle, quien a los veintin aos manifest intereses por la bibliofilia y el
conocimiento de Rousseau. Evidentemente esto tiene poco que ver con la historia de la cultura
entendida como una urdimbre semitica.
Una explicacin verosmil, que en modo alguno implica una justificacin, de las actitudes
historiogrficas de Darnton que se inici en la disciplina como reportero, publicando artculos sobre
la historia del libro y la ideologa de la revolucin francesa: Darnton es un hombre de archivo que
persigue lo que resulta interesante por extrao, por anmalo: [] he buscado lo que me pareci la
corriente ms rica de los documentos; segu sus rutas hasta donde me llevaban y apresur el paso
cuando tropezaba con una sorpresa. (Darnton 1987, 13). Sus estudios en Harvard y en Oxford lo
obligaron a rectificar su posicin de reportero histrico: Apartarse del camino trillado quizs no es
una metodologa (Ibdem). Pero la adquisicin de una teora que orientase su quehacer no lleg a
consumarse, qued en un barniz que confunde las afirmaciones tericas y oculta parcialmente la
frescura del acontecimiento interesante.
El libro es muy enriquecedor en el plano que analiza la historia, pero hay que tener conciente
y claro, la particularidad de cada capitulo y sobre todo la forma de interpretacin, ya que las fuentes
carecen de un respaldo temporal y espacial, y no pueden ser completamente representativas.
Finalmente, el trabajo de Darnton, es la preocupacin por la historia cultural de lo social o
por la dimensin cultural de las relaciones sociales, explora las extraas visiones del mundo de la
gente ordinaria o, utilizando el trmino de los micro historiadores, excepcional. Sin embargo, una
diferencia crucial radica en que La gran matanza de gato, y es que est atravesada por lo lingstico
y no ha sido ajena al enorme influjo que sobre el quehacer historiogrfico ha tenido el llamado giro
lingstico.

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Bibliografa 1 parte:
Berr, Henri. 1947. Psychologie collective et raison individuelle, en Febvre 1947,
Darnton, Robert, 1987. La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la
cultura francesa [1984]. Traduccin de Carlos Valds. Mxico, Fondo de Cultura Econmica.
Dortier, Jean-Franois. 2002. Lunivers des reprsentatios ou limaginaire de la grenouille,
en Sciencies houmaines 128 (www.scienceshoumaines.com).
Febvre, Lucien. 1947. Le problme de lincroyance au XVI sicle. La religin de Rabelais.
Paris, Albin Michel, Collection Lvolutin de lhumanit, synhtse collective. (En Universit du
Qubec a Chicoutime, Les classiques des sciencies sociales http://classiques.uqac.ca).
Geertz, Clifford. 1987. La interpretacin de las culturas [1973]. Traduccin de Alberto L.
Bixio. Barcelona, Gedisa.

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2da. Parte.
Breve anlisis de la obra de D. LaCapra Historia en
Trnsito
La historia siempre est en trnsito, aun cuando ciertos perodos, lugares o profesiones
alcancen ocasionalmente una relativa estabilidad.
se es justamente el sentido de la historicidad. Y las disciplinas que estudian la historia tanto la historiografa profesional como las otras disciplinas cientfico-sociales humanistas o
interpretativas que se ocupan de ella- tambin estn, en grado variable, en trnsito, dado que sus
autodefiniciones y fronteras jams son fijadas ni adquieren una identidad indiscutible. Desde una
perspectiva histrica, la sola idea del fin de la historia podra parecer un absurdo ahistrico.
Dominick LaCapra (206) p. 15.
Dominick LaCapra, miembro de la Academia americana de artes y de ciencias, Historia en
Trnsito ayud a innovar la historia intelectual (y sus relaciones) a la historia cultural. Integr en
sus proyectos lo referente a la teora crtica como posestructuralismo y psicoanlisis, sealando la
importancia de una revisin de la historia.
En Historia en trnsito Dominick LaCapra establece un dilogo fluido y entre historia y
teora crtica que permite pensar la historia como un fenmeno analtico y dinmico. La historia est
siempre en trnsito, sus definiciones y fronteras jams son determinadas completamente ni adquieren
una identidad indiscutible.
La concepcin de transitoriedad implica la necesidad de repensar objetivos y presupuestos,
incluyendo el significado de la temporalidad como rasgo estructural de la historicidad, para
reflexionar acerca de la relacin entre el presente y el pasado vinculado a posibles futuros.
Historia en trnsito, presenta un conjunto de ensayos interconectados que exploran una serie
de relaciones que, de acuerdo con la opinin del autor, han sido insuficientemente teorizadas, ellas
son la relacin entre experiencia e identidad, entre historia y teora crtica, entre acontecimientos
extremos o lmites y representacin histrica, y entre instituciones educativas y el tipo de
conocimiento que se produce en ellas. Asimismo, examina particularmente ciertos conceptos y
marcos de referencia del psicoanlisis con el objeto de repensar la comprensin histrica y la teora
crtica.
Ofrece un mapa crtico de la identidad en relacin con la experiencia y se centra
especialmente en el rol del trauma, sobre todo vinculado a los acontecimientos histricos extremos y
los lmites que plantea a la representacin histrica. As, analiza detenidamente la perspectiva de
Giorgio Agamben sobre Auschwitz, en particular la interpretacin acerca de las consecuencias de un
acontecimiento traumtico lmite.

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LaCapra plantea como punto de partida la exigencia de repensar la historia de manera
continua en tanto la historicidad determina un trnsito permanente no slo de la historia sino de
los esfuerzos historiogrficos por dar cuenta de ella. Historia en Transito recoge cuatro ensayos
sobre temas de identidad, experiencia, subjetividad y representacin. El conjunto de los ensayos
de la obra pueden leerse separadamente, pero todos permiten apreciar hacia donde se orientan
las reflexiones recientes de este historiador que ha defendido la necesidad de un trabajo histrico
que se muestre dispuesto a repensar sus propios avances, a partir del planteamiento de
problemas y desafos crticos sobre sus propios asertos. De toda la obra, que es muy rica en
propuestas y argumentos, retomar, nicamente, aquello que resulta de inters para reflexionar
en torno a la relacin que, bajo su perspectiva, guardan la historia y la memoria.
La Capra coloca su preocupacin por arrojar luz sobre el concepto de experiencia que
como l lo analiza, no puede ser sino problematizado en sus significados. Su inters en estudiar
la experiencia parte de su inquietud por comprender la memoria y la identidad de los grupos no
dominantes. Aqu nuevamente trabajos pioneros como los de Michel de Certeau (Possession at
Loudun, 1996) y Emmanuel Le Roi Ladourie (Montaillou, 1975) resultan una referencia
obligada. La Capra concede a estos estudios el mrito de constituir los primeros esfuerzos para
dar voz a esos grupos.
Tambin para La Capra el auge de la historia oral y de la microhistoria abre la
posibilidad de penetrar en el mundo de los grupos subalternos y de conocer su visin de las
cosas. A propsito de la experiencia, las filosofas que han hecho de la experiencia su principal
objeto de reflexin, como las de Husserl, Heidegger, Henri Lefebvre, Maurice Merleau Ponty y
Jean Paul Sartre, as como los enfoques renovadores de la crtica literaria, los estudios
etnogrficos y culturales, han preparado el terreno para estudiar los temas de la memoria, la
identidad y la experiencia.
Entre las muchas preguntas que se plantea Dominick La Capra en torno al asunto de la
experiencia, est su relacin con el lenguaje y las prcticas significativas. Qu es lo que nos
deja la evocacin de la experiencia cuando se trata de una experiencia lmite o traumtica, como
el Holocausto, por ejemplo? Cmo entender la relacin de la memora post traumtica y otras
formas de la memoria? Que tan til resulta la memoria para poder recuperar la representacin
de los eventos? Que tan crucial es la dimensin afectiva y cmo puede servir para la
comprensin histrica? Qu tanto se consigue dar forma y regular la experiencia a travs de las
normas que se estructuran en los rituales? De este enorme abanico de preguntas que aspiran a ser
problematizadas en el libro, me referir nicamente a aquello que nos sirve para introducir
elementos nuevos para el tratamiento y la reflexin de la relacin entre la historia y la memoria.

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La Capra es consciente de que los historiadores estn ms interesados en los datos
duros, y en informacin precisa sobre asuntos relacionados con la realidad material
(econmica, social o poltica), y que por lo mismo han visto con mucha reserva los temas
relacionados con la psique y los afectos. Sabe bien que por eso cuestiones como la identidad y la
experiencia han sido relegadas, y se asocian ms al mbito de los antroplogos, los psiclogos y
otros cientficos sociales.
Sin embargo, los nuevos giros de la crtica posmoderna, los estudios culturalistas y la
lingstica, han empezado a influir en las posturas ms conservadoras, aumentando el nmero de
trabajos con los cuales puede discutir de una forma innovadora. De manera bastante audaz, los
autores que refiere La Capra han planteado temas como la lgica de la identidad colectiva de los
grupos subalternos, entre otros.
Con cierta intencin provocadora, La Capra se refiere a la necesidad de que los
historiadores busquen replantearse las perspectivas anacrnicas o a-histricas de la historia
tradicional y oficial. En ese mismo sentido, encuentra que el tiempo de la historia como
repositorio de ilustraciones, de contingencias, de ejemplos y an de signos y significados, est
agotado.
En su lugar est la historia problema, la historia como crtica que obliga a un permanente
replanteamiento de s misma. Pero antes de referirnos ms ampliamente a ello, detengmonos un
poco para trazar las grandes lneas de esta reciente obra suya.
Las grandes planea una lnea importante y es considerar que el psicoanlisis es una
herramienta fundamental en el trabajo del historiador puesto que no slo le ofrece un enfoque
terico bien informado para abordar problemas polticos y sociales, sino que adems tambin le
facilita un mejor acercamiento a los diversos campos disciplinarios (filosofa, literatura, crtica
literaria y estudios culturales).
La Capra dedica al psicoanlisis un captulo (el captulo 2: Historia, Psicoanlisis,
Teora crtica), adems de que la conceptualizacin, el mtodo y el enfoque del psicoanlisis
estn presentes en el tratamiento de los temas abordados. Punto de partida esencial es la idea de
que slo el psicoanlisis provee de una teora crtica de la experiencia y que sta resulta muy til
para el manejo de los artefactos y los textos culturales. A los historiadores de archivo
(archaival historians), dice, el psicoanlisis les parece un asunto marginal a su profesin, y que
nicamente tendra sentido al contextualizar una historia cultural e intelectual que busca
comprender la gnesis y el funcionamiento de pensamiento y significado. Por eso, en sus
pginas, procura ofrecer suficientes argumentos para explicar que no basta con dar cuenta de un
contexto histrico, sino que hay que contar con elementos que nos permitan una comprensin

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dialgica y crtica de la lectura y la recepcin de los textos. Por otra parte, le parece que es
adems un error pensar en que los conceptos del psicoanlisis aplican nica y exclusivamente a
los individuos, y slo por analoga a las colectividades. Los conceptos bsicos del psicoanlisis
son pertinentes y problemticos, en formas comparables tanto respecto a los individuos como a
las colectividades... (La Capra, 2004, p. 73).
De los muchos aportes que ofrece el psicoanlisis para el trabajo del historiador, le
preocupa especialmente lo relacionado a la dimensin sintomtica de los fenmenos. En el
centro de la teora psicoanaltica aparece el tema de la repeticin compulsiva de los sntomas
(actuando) y la tendencia a mantener relaciones de transferencia.
La Capra toma de ello slo una parte pues, en tanto cuestiona todo intento de
homogeneizar las nociones de deseo, distingue tambin las mltiples combinaciones de aspectos
sintomticos, crticos y procesos con posibilidades transformadoras que existen en los
fenmenos. Es decir, los fenmenos y los textos culturales son formaciones de compromiso con
diversas expresiones, y no operan en un nivel sintomtico exclusivamente. Se trata, nos dice, de
una constelacin de fuerzas que involucra procesos inconscientes y conscientes en los cuales la
represin o la dislocacin no seran las nicas fuerzas en juego (La Capra, p. 9).
En este contexto, los artefactos culturales ms sintomticos seran aquellos que estn
ms saturados ideolgicamente (los propagandsticos, los dogmticos, como por ejemplo los
ambientes racistas, y aquellos en que no existen tendencias autocrticas o deconstructivas). En
contraste, los artefactos ms crticos y autocrticos pueden ofrecer perspectivas transformadoras.
Para La Capra, el retorno a la experiencia (a su vez la experiencia) como objeto de
estudio est muy relacionado con el problema de la identidad. Hasta que punto nuestra
identidad tiene que ver con experiencias que slo podemos ubicar en el pasado? Para explicarlo,
ofrece el ejemplo de los hijos de los nazis, que sin duda recibieron un legado muy pesado. No es
que se trate de que hayan heredado la culpa ni de lo que podra representar tal cosa como
legado, sino de que una situacin de esta naturaleza muestra bien cmo la gente,
inevitablemente, est implicada en un determinado pasado.
En un caso como ste, la gente est sujeta a experiencias que requieren de un esfuerzo
especial para poder situarse histricamente y reflexionar sobre su propia situacionalidad.
Como lo admite La Capra, de esta situacionalidad no se desprende que los hijos de las
vctimas o de los victimarios no puedan ser plenamente capaces de manejar el legado que sus
padres y ancestros les dejaron.
El acercamiento de La Capra propone revisar los temas relacionados a la experiencia y a
la identidad procurando evadir la idealizacin y la satanizacin con que habitualmente se han

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tratado este tipo de asuntos. Por otra parte, al hablar de identidad hay que ser conscientes de que
hay identidades mltiples en cada individuo o colectividad, que se expresan con mayor o menor
intensidad en determinadas circunstancias. Tampoco hay que entender la identidad como una
total fusin del individuo con aquellos otros que participan de la misma identidad.
En todo eso, hay muchos matices. Adems la identidad involucra modos de ser que van
de lo que se ejecuta a lo que se imagina, lo virtual, lo deseado, lo que se ha conseguido normar y
las aspiraciones utpicas. Ahora bien, una cosa es analizar a un grupo existencialmente
comprometido con los mismos sistemas de valores, normas, creencias e imaginarios, y otra
distinta es hacer estadstica para agrupar en categoras. Evidentemente, lo que le interesa a La
Capra es lo primero.
A partir del concepto de experiencia, La Capra retoma el tema de la memoria. El
concepto de experiencia pone a la vista el problema de la relacin entre historia y memoria, dado
que lo que nosotros entendemos como experiencia es en realidad la memoria de la experiencia
(La Capra, p. 77). Frente a las discusiones sobre el tema, opina: La memoria se ha convertido
en fechas recientes en un tema candente para los historiadores, y por cierto a veces es ms el
calor que producen estos debates, que la luz que emana de ellos.
Desde su punto de vista, la preocupacin por la memoria tiene ms que ver con las
guerras entre las culturas, que con el tema de la identidad debe ser crucial para la memoria.
Los historiadores se olvidan de lo que podran ser las verdaderas polticas de identidad
(identity politics) que son tan importantes en los trabajos de la Capra.
Los historiadores no han aprovechado el ascenso de los estudios de la memoria para
problematizar crticamente la identidad poltica. En realidad, dice La Capra, lo que estn
haciendo los historiadores es llevar a cabo sus propias polticas de identidad a la hora que
buscan

identificarse

como

historiadores

cuyos

mtodos

impecablemente

objetivos,

iluminadores y racionales contrastan con las motivaciones polticas de aquellos que buscan
hacerse de un capital simblico y que son justamente su objeto de estudio (La Capra, p. 66).
Las obras que toma para ilustrar este tipo de interpretacin son, por ejemplo, Peter
Novick, The Holocaust in America s Life, Joyce Appleby, Lyn Hunt y Margaret Jacobs, Telling
the Truth about History, Richard Evans, In defense of History, o Gerard Noiriel Sur la crise de
lHistoire. En Telling the Truth about History, en las que el multiculturalismo aparece como
causante de la destruccin del anterior consenso en torno a cmo narrar la historia; en una
obra como la de Gerard Noiriel, la historiografa no francesa es responsable de los embates
contra los Annales (La Capra, p. 66).

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Entonces para La Capra como la memoria es una parte de la experiencia, la relacin
entre memoria e historia es semejante a la relacin entre historia y experiencia. Al asunto le
dedica el primer captulo de Historia en Trnsito, Experiencia e Identidad, para concluir ms
adelante que la relacin entre historia y memoria es una relacin compleja: estos conceptos no
constituyen una oposicin binaria, ni tampoco se diluyen entre s.
Uno de sus principales argumentos al respecto, es que la historiografa cuando trata con
la memoria (y toca problemas de olvido, represin y evasin) (Paxton en Rousso, 1991), cae en
la esfera pblica y en consecuencia, no tiene una naturaleza puramente profesional o tcnica. El
historiador debe ser consciente de ello y, en el mejor de los casos, en esas circunstancias lo que
la historiografa puede hacer es contribuir en la esfera pblica facilitando una memoria acertada
y crticamente probada para que los grupos de la sociedad puedan internalizarla en la forma de
un pasado comn que recordar... (La Capra, p. 67)
La memoria es parte de la experiencia de un grupo y, por lo tanto, tiene que ver con la
manera en que el grupo se relaciona con su pasado y lo lleva como su presente y su futuro. Este
es un hecho innegable, por eso aqul que no est convencido de ello quedara en una posicin de
individualismo que para l es una postura neo-Admica, anarquista o estrechamente
presentista, o lo que muchos han calificado como un nuevo pragmatismo.
Las premisas de esta negacin son ms cuestionables que aquello que critican. En su
opinin, cierto tipo de memoria, que incluye la memoria colectiva, en principio le da a uno la
capacidad de hablar a travs de ciertas voces y adems de reclamar como algo propio (una
historia propia) que va ms all de los datos, las fechas y su anlisis.
Es posible comprender y manejar la propia historia. Claro est que esta aspiracin debe
analizarse y argumentarse en un contexto discursivo ms amplio (La Capra, p. 67). El contexto
discursivo por el que La Capra aboga, es sin duda, un contexto en el que confluyen las
experiencias de muy diversas disciplinas que interactan de manera crtica y autocrtica, con
iniciativas tericas e histricas muy diversas y de articulaciones variables. La posibilidad de
entender estas relaciones depende justamente de la capacidad de plantearlas como problema.
Esta obra tiene el mrito adicional de incursionar en la historia reciente; una historia que
todava ofrece testimonios que palpitan y de los cuales es posible recoger lecciones vivas que
por lo mismo no es fcil reducir a simplificaciones.
Tal es el caso de la recuperacin de los estudios sobre la memoria traumtica, muy
claramente perceptibles en la historia contempornea y en ejemplos tan significativos como el
Holocausto, entre otras historias de genocidio, terrorismo y represin. La amplitud y riqueza de
las obras con que discute La Capra van desde los anlisis de Laurence Douglas (The Memory of

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Judgement: Making Law and History in the Trials of the Holocaust, 2001) y Michel Rothberg
(Traumatic Realism: The Demands of Holocaust Representation, 2000), entre otras muchas
obras, hasta trabajos como el ya citado de Peter Novic (The Holocaust in American Life)
(Novic,1999) que sostiene que, an cuando exista la transmisin o herencia de los sntomas
postraumticos a travs de la identificacin, la repeticin o la mimesis, no necesariamente esto
resulta relevante para la postmemoria como trata de mostrarlo en su estudio sobre los judos
norteamericanos.
El estudio del trauma y sus vicisitudes, es particularmente retomado por La Capra a
travs de la obra de Agamberi, Los restos de Auschzwitz (2000), cuyo tratamiento considera una
de las voces mayores de la teora crtica. La seleccin de los temas mencionados permite
apreciar la diversidad de enfoques que sobre el tratamiento de la memoria ofrece la
historiografa de la ltima dcada.
Nuevos giros y abordajes muy distintos de los que haba planteado la historia tradicional
parecen estar a la orden del da. El asunto de la relacin entre la historia y la memoria no est de
ninguna manera resuelto, sino que est sujeto a las exigencias de un presente que inevitablemente
busca la respuesta de una historia renovada.
LaCapra propone que la transitoriedad es consustancial a la historiografa ya que si sta
intenta escapar a su situacin de trnsito de algn modo se niega a s misma rechazando su propia
historicidad y su sentido dual, el de proceso histrico e intento historiogrfico de dar cuenta de ste.
En tal sentido, los ejes vinculados a la experiencia-identidad y al trauma -representacin dan
cuenta de la importancia de que la Historia reformule permanentemente sus objetivos y se repiense a
s misma como disciplina y como prctica.
BIBLIOGRAFA 2 parte:

La Capra, Dominick, History in Transit, Experience, Identity and Critical Theory, Ithaca
and London, Cornell University Press, 2004
Le Goff, Jacques, Histoire et Mmoire, Paris, Gallimard, 1988 (Folios)
Ozuf, Mona, La Fte, en Jacques Le Goff et Pierre Nora, Faire de lHistoire, II
Nouveaux objets, Paris, Gallimard, 1975
Rioux, Jean Pierre y Jean Francois Sirinelli, Para una historia cultural, Mxico,
Editorial Taurus, 1999
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