Radiomensaje La Solemnitá
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instante a travs del ter, uniendo ms all de los montes, mares y continentes,
todos los rincones de la tierra; y lo que para muchos es arma de lucha, se
transforma para Nos en instrumento providencial de apostolado activo y pacfico,
que acta y levanta a significacin nueva la palabra de la Escritura: In omnem
terram exivit sonus eorum; et in fines orbis terrae verba
eorum (Sal 18,5; Rom 10,18). De esta suerte parece que se renueva el estupendo
milagro de Pentecosts, cuando las diferentes gentes de regiones de lenguas
diversas reunidas en Jerusaln oan en su propia lengua la voz de Pedro y de los
apstoles. Con verdadera complacencia nos servimos el da de hoy de medio tan
maravilloso para llamar la atencin del mundo catlico sobre un acontecimiento
digno de esculpirse con caracteres de oro en los fastos de la Iglesia: el
quincuagsimo aniversario (queremos decir) de la publicacin de la encclica
social fundamentalRerum novarum, de Len XIII, de 15 de mayo de 1891.
4. Movido por la conviccin profunda de que la Iglesia tiene no slo el derecho,
sino el deber de pronunciar su autorizada palabra en las cuestiones sociales,
dirigi Len XIII al mundo su mensaje. No es que pretendiese l establecer
normas de carcter puramente prctico, casi diramos tcnico, de la constitucin
social; porque saba bien y era para l evidente y nuestro predecesor Po XI, de
santa memoria, lo declar hace un decenio en su encclica
conmemorativa Quadragesimo anno que la Iglesia no se atribuye tal misin.
En el marco general del trabajo, se abre campo de accin multiforme al
desarrollo sano y responsable de todas las energas fsicas y espirituales de los
individuos y a sus libres organizaciones, en el que el poder publico interviene con
accin integrante y ordenadora, en primer lugar por medio de las corporaciones
locales y profesionales, y despus, forzosamente, por medio del mismo Estado,
cuya autoridad social superior y moderadora tiene la importante incumbencia de
prevenir las perturbaciones del equilibrio econmico que provienen de la
pluralidad y de la oposicin de encontrados egosmos, individuales y colectivos.
5. Es, en cambio, a no dudarlo, competencia de la Iglesia, all donde el orden
social se aproxima y llega a tocar el campo moral, juzgar si las bases de un orden
social existente estn de acuerdo con el orden inmutable que Dios Creador y
Redentor ha promulgado por medio del derecho natural de la revelacin; doble
manifestacin a que se refiere Len XIII en su encclica. Y con razn; porque los
dictmenes del derecho natural y las verdades de la revelacin nacen, por diversa
va como dos arroyos de agua no contrarios, sino concordes, de la misma fuente
divina; y porque la Iglesia, guardiana del orden sobrenatural cristiano, a que
convergen naturaleza y gracia, tiene que formar las conciencias, aun las de
aquellos que estn llamados a buscar soluciones para los problemas y deberes
impuestos por la vida social. De la forma dada a la sociedad, conforme o no a las
leyes divinas, depende y se insina tambin el bien o el mal en las almas, es
decir, el que los hombres, llamados todos a ser vivificados por la gracia
de ,Jesucristo, en los trances del curso de la vida terrena respiren el sano y vital
aliento de la verdad y de la virtud moral o el bacilo morboso y muchas veces
mortal del error y de la depravacin. Ante tales consideraciones y previsiones,
cmo podra ser lcito a la Iglesia, Madre tan amorosa y solcita del bien de sus
hijos, permanecer indiferente espectadora de sus peligros, callar o fingir que no
ve condiciones sociales que, a sabiendas o no, hacen difcil o prcticamente
imposible una conducta de vida cristiana, guiada por los preceptos del Sumo
Legislador?
6. Consciente de tan gravsima responsabilidad, Len XIII, al dirigir su encclica
al mundo, sealaba a la conciencia cristiana los errores y los peligros de la
concepcin de un socialismo materialista, las fatales consecuencias de un
liberalismo econmico, inconsciente muchas veces u olvidado o despreciador de
los deberes sociales; y expona con claridad magistral y precisin admirable los
principios convenientes y aptos para mejorar gradual y pacficamente las
condiciones materiales y espirituales del obrero.
7. Y si hoy, amados hijos, despus de cincuenta aos de la publicacin de la
encclica, nos preguntis vosotros hasta qu punto y medida la eficacia de su
palabra correspondi a las nobles intenciones, a los pensamientos ricos de
verdad, a las benficas orientaciones pretendidas y sugeridas por su sabio autor,
nos vemos obligados a responderos que precisamente para dar humildemente,
desde el fondo de nuestra alma, gracias a Dios omnipotente por el don que hace
cincuenta aos ofrend a la Iglesia con aquella encclica de su vicario en la tierra
y para alabarle por el aliento del Espritu renovador que por ella, desde entonces
en manera siempre creciente, derram sobre la humanidad entera, Nos, en esta
solemnidad de Pentecosts, nos hemos propuesto dirigiros la palabra.
8. Ya nuestro predecesor Po XI exalt en la primera parte de su encclica
conmemorativa la esplndida mies que haba madurado la Rerum
novarum, germen fecundo, de donde se desenvolvi una doctrina social catlica
que ofreci a los hijos de la Iglesia, sacerdotes y seglares, prescripciones y
medios para una reconstruccin social exuberante de frutos, ya que a causa de
ella surgieron en el campo catlico numerosas y variadas instituciones benficas
y centros florecientes de socorros mutuos para bien propio y de los otros.Qu
prosperidad material y natural, qu frutos espirituales y sobrenaturales no han
redundado de las uniones catlicas a los obreros y a sus familias! Qu eficaz y
oportuna no se ha demostrado la cooperacin de los sindicatos y de las
asociaciones en pro del campo agrcola, para aliviar sus angustias, asegurar la
defensa de su justicia, y de ese modo, mitigando las pasiones, preservar de
perturbaciones la paz social!
bienes. Si, por el contrario, se pesa como se debe el fin de la economa nacional,
entonces ste se convertir en luz para los hombres de Estado y de los pueblos y
les iluminar para orientarse espontneamente por un camino que no exigir
continuos gravmenes en bienes y en sangre, sino que dar frutos de paz y de
bienestar general.
El trabajo
19. Vosotros mismos, amados hijos, comprendis cmo se junta el trabajo con el
uso de los bienes materiales. La Rerum novarum ensea que dos son la
propiedades del trabajo humano, que es personal y es necesario. Es personal
porque se lleva a cabo con el ejercicio de las fuerzas particulares del hombre
necesario, porque sin l no se puede conseguir lo indispensable para la vida cuyo
mantenimiento es deber natural grave e individual. Al deber personal del trabajo
impuesto por la naturaleza corresponde y sigue el derecho natural de cada
individuo a hacer del trabajo el medio para proveer a la vida propia y de los hijos:
tan excelsamente seor llena a la conservacin del hombre e imperio de la
naturaleza.
20. Pero notad que este deber y su correspondiente derecho al trabajo lo impone
y lo concede al individuo en primera instancia la naturaleza y no la sociedad,
como si el hombre no fuese otra cosa que simple siervo o funcionario de la
comunidad. De donde se sigue que el deber y el derecho de organizar el trabajo
del pueblo pertenecen ante todo a los inmediatos interesados: patronos y obreros.
Si stos no cumplen con su deber o no pueden hacerlo por circunstancias
especiales y extraordinarias, es deber del Estado intervenir en el campo del
trabajo y en su divisin y distribucin, segn la forma y medida que requiere el
bien comn debidamente entendido.
21. De todos modos, toda legtima y benfica intervencin del Estado en el
campo del trabajo debe ser tal que salve y respete su carcter personal, en
principio, y dentro de los lmites de lo posible, en lo que se refiere a la ejecucin.
Y esto suceder si las normas dadas por l no destruyen ni hacen irrealizable el
ejercicio de otros derechos o deberes igualmente personales, cuales son el
derecho al verdadero culto de Dios; al matrimonio; el derecho de los cnyuges,
del padre y de la madre, a la vida conyugal y domstica; el derecho a una
razonable libertad en la eleccin de estado y en seguir una verdadera vocacin;
derecho este ltimo personal, si alguno lo es, del espritu del hombre, y excelso
cuando a l se juntan los derechos superiores e imprescindibles de Dios y de la
Iglesia, como en la eleccin y el ejercicio de las vocaciones sacerdotales y
religiosas.
La familia
22. Segn la doctrina de la Rerum novarum, la misma naturaleza ha unido
ntimamente la propiedad privada con la existencia de la sociedad humana y con
su verdadera civilizacin, y en grado eminente con la existencia y el desarrollo de
la familia. Este vnculo es ms que manifiesto. Acaso no debe la propiedad
privada asegurar al padre de familia la sana libertad que necesita para poder
cumplir los deberes que le ha impuesto el Creador referentes al bienestar fsico,
espiritual y religioso de la familia?
23. En la familia encuentra la nacin la raz natural y fecunda de su grandeza y
potencia. Si la propiedad privada ha de llevar al bien de la familia, todas las
normas pblicas, ms an, todas las del Estado que regulan su posesin, no
solamente deben hacer posible y conservar tal funcin superior en el orden
natural bajo ciertos aspectos a cualquiera otra, sino que deben todava
perfeccionarla cada vez ms. Efectivamente, sera antinatural hacer alarde de un
poder civil que o por la sobreabundancia de cargas o por excesivas injerencias
inmediatas hiciese vana de sentido la propiedad privada, quitando
prcticamente a la familia y a su jefe la libertad de procurar el fin que Dios ha
sealado al perfeccionamiento de la vida familiar.
24. Entre todos los bienes que pueden ser objeto de propiedad privada, ninguno
es ms conforme a la naturaleza, segn las enseanzas de la Rerum novarum, que
el terreno, la posesin en que habita la familia, y de cuyos frutos saca en todo o
en parte de qu vivir. Y espritu de la Rerum novarum es afirmar que, por regla
general, slo la estabilidad que radica en un terreno propio hace de la familia la
clula vital ms perfecta y fecunda de la sociedad, pues rene admirablemente
con su progresiva cohesin las generaciones presentes y futuras. Si hoy da el
concepto y la creacin de espacios vitales constituye el centro de las metas
sociales y polticas, no se debera, ante todo, pensar en el espacio vital de la
familia y librarla de las ataduras de condiciones que ni siquiera permiten la idea
de la formacin del propio hogar?
25. Nuestro planeta, con tan extensos ocanos, mares y lagos, con sus montes y
llanuras cubiertos de nieve y de hielos perpetuos, con sus vastos desiertos y
tierras inhospitalarias y estriles, no escasea en regiones y espacios vitales
abandonados al capricho vegetativo de la naturaleza y aptos al cultivo del
hombre, a sus necesidades y a sus obligaciones civiles; y ms de una vez resulta
inevitable que algunas familias, emigrando de ac y all, se busquen en otra
regin nueva patria. Entonces, segn la enseanza de la Rerum novarum, se
respeta el derecho de la familia a un espacio vital. Donde esto suceda, la
emigracin alcanzar su objeto natural, confirmado frecuentemente por la