Compendio Asamblea Constituyente - Redeschile
Compendio Asamblea Constituyente - Redeschile
Compendio Asamblea Constituyente - Redeschile
Compendio:
Asamblea
Constituyente
Prólogo
Hoy se nos enciende el corazón al observar como se inicia el proceso de liberación nacional, a través de la expansión
de la idea de una Asamblea Constituyente en nuestro querido país, para redactar una nueva Constitución Política que reemplace
la que nos fue impuesta en 1980. La patria anhela ser libre y reclama su derecho irrevocable a la autodeterminación y a la
independencia. El pueblo demanda consiente o inconscientemente una nueva Constitución que nos defienda y nos proteja en
dignidad, que nos considere como soberanos absolutos de nuestros propios destinos y asegure nuestro bienestar, la Justicia e
Igualdad social que nos corresponde.
Pero ¿qué es la Asamblea Constituyente?. Parece algo nuevo y nunca pensado por nadie en Chile; no lo pasan en el
colegio, ni siquiera en la Universidad, es como que somos ignorantes al respecto. Pese a esto, la ignorancia de lo que es la
Asamblea no impide el avance de esta hermosa idea y su segura realización.
Una Asamblea Constituyente es la más hermosa manifestación de Democracia que puede manifestar un país. Es el
espacio donde la voluntad del Pueblo (entiéndase pueblo como todo habitante del país) es la única voluntad, y su libre
determinación se manifiesta a cabalidad. Como definición tradicional y conservadora podríamos decir que se trata de: “una
reunión de personas, representantes del pueblo, que se juntan a redactar la Constitución Política que regirá a su país”. Sin
embargo esa definición se queda corta, pues no refleja el carácter popular de la Asamblea, que, como su nombre lo dice, debe
convocar la participación más directa posible del pueblo. Para esto debiéramos completar la definición diciendo que “la
convocatoria debe ser lo más amplia posible y abarcar todos los sectores de la sociedad con representantes de cada lugar del
país y de cada sector social (organizaciones sociales y políticas, movimientos estudiantiles, científicos y artísticos, trabajadores
de todas las áreas, docentes, pueblos originarios, movimientos de género y por qué no: la opinión de los niños), debiendo
resguardar por sobre todo la democracia y la participación popular en el proceso Constituyente. La participación popular incluirá
la reflexión y aporte constante de la ciudadanía sobre las propuestas constitucionales, siendo el pueblo el único poseedor del
poder soberano de construir, elegir o revocar la Constitución Política que ha de dirigir sus destinos en el tiempo”.
Sea ésta más o menos la idea que se lleve a cabo, o no, hemos de saber (y defender en el caso que sea necesario)
que la Asamblea Constituyente es un derecho inherente de los pueblos y naciones y no se limita a jurisdicciones ni
reglamentos constitucionales, ni ningún tipo de ley, pues, por su condición ORIGINARIA es SUPERIOR a toda ley,
acuerdo, norma o reglamento. TODO PAÍS QUE SE RIGE BAJO UN REGÍMEN DEMOCRATICO puede llamar a Asamblea
Constituyente. En el caso de que los gobiernos o sectores políticos dominantes se opongan o intenten detener este proceso, el
pueblo (mientras sea mayoría) tiene toda la facultad Democrática de realizar la Asamblea Constituyente y redactar una nueva
Constitución. La Asamblea Constituyente está por sobre cualquier ley o reglamento y no depende, en ningún caso, de éstas para
poder constituirse.
El proceso de Asamblea Constituyente en Chile hoy debe constituirse en base a la participación social de la población
que debe ser la protagonista de su propia reconstrucción como República. Hemos de tener conciencia y defender la idea de que
la Asamblea debe ser popular y los poderes estatales y/o fácticos no pueden poner condiciones ni limitaciones a ésta.
Antecedentes
Asambleas constituyentes
Véase también
• Cortes Constituyentes
• Poder constituyente
Asamblea Nacional
La Asamblea Nacional es el nombre de un parlamento o bien de la cámara baja de un congreso o
parlamento bicameral en algunos países. La más conocida, si no la primera, Asamblea Nacional fue
la establecida tras la Revolución Francesa en 1789, conocida como Assemblée Nationale. Por ello, el
término es bastante común en los países francófonos.
También fue el nombre del parlamento durante la Primera República y el Consulado, y desde 1946
ha sido la cámara baja del parlamento francés bajo la Cuarta República y, desde 1958, la Quinta
República.
Congreso Constituyente
Democrático
El Congreso Constituyente Democrático fue una Asamblea Constituyente creada en Perú luego
de que Alberto Fujimori disolviera el Senado y la Cámara de Diputados en 1992, tras un auto-golpe
de estado. Su principal función fue crear una nueva Constitución, reemplazando la de 1979.
Historia
Después de una agitada historia constitucional en el siglo XIX, Colombia había tenido una de las
constituciones más longevas en el hemisferio, desde 1886. La constitución de 1886 había sufrido, sin
embargo, varias reformas adaptándose a los tiempos y las circunstancias del país.
En 1988, una fallida reforma que pretendía extender la participación ciudadana en la política y evitar
la corrupción administrativa, entre otras cosas, dio lugar a un movimiento estudiantil y político que
propuso la convocatoria a una asamblea constituyente para las elecciones de 1990.
Los presidentes de la constituyente fueron: Alvaro Gómez Hurtado por el Partido Conservador,
Horacio Serpa por el Partido Liberal, y Antonio Navarro por el M-19.
Principales puntos
Colombia adopta la fórmula de Estado Social de Derecho, toma la forma de un Estado unitario,
descentralizado y con cierta autonomía de sus entidades territoriales y una república
presidencialista. Se conserva el período presidencial de cuatro años.
Se establece un sistema judicial acusatorio con la Fiscalía General de la Nación como órgano
acusador dentro del poder judicial.
Se crea la Corte Constitucional como organismo independiente de la Corte Suprema de Justicia que
desde 1910 ejercía la función de control constitucional, a quien se le confía la guarda de la
supremacía e integridad de la Constitución. En virtud de estas funciones decide sobre las demandas
de inconstitucionalidad que presenten los ciudadanos en acción pública contra las leyes, decretos
legislativos, leyes aprobatorias de tratados internacionales, convocatorias a referendo o asamblea
constituyente y contra las decisiones judiciales relacionadas con la acción de tutela de los derechos
constitucionales.
Se instituye la acción de tutela como un mecanismo expedito y efectivo para que los ciudadanos
puedan hacer valer sus derechos fundamentales a partir del artículo 8 de la Declaración Universal de
Derechos Humanos de 1948.
Se prohíbe la extradición de nacionales colombianos. Este artículo fue derogado en 1996, mediante
acta legislativo de reforma constitucional.
Artículo 39. Elaboración. Para efecto de la elaboración del proyecto del plan, se observarán en cuanto
sean compatibles las normas previstas para el Plan Nacional, sin embargos deberá tenerse
especialmente en cuenta lo siguiente: 1. El Alcalde o Gobernador elegido impartirá las orientaciones
para la elaboración de los planes de desarrollo conforme al programa de gobierno presentado al
inscribirse como candidato. ... Tanto los Consejos Territoriales de Planeación, como los Concejos y
Asambleas, verificarán la correspondencia de los planes con los programas de gobierno que hayan
sido registrados al momento de la inscripción como candidato por el Alcalde o Gobernador electo.
Parágrafo. Las disposiciones de este artículo se aplicarán respecto de la máxima autoridad
administrativa y corporación de elección popular de las demás entidades territoriales.
Artículo 40. Aprobación. Los planes serán sometidos a la consideración de la Asamblea o Concejo
dentro de los primeros cuatro (4) meses del respectivo período del Gobernador o Alcalde para su
aprobación . La Asamblea o Concejo deberá decidir sobre los Planes dentro del mes siguiente a su
presentación y si transcurre ese lapso sin adoptar decisión alguna, el Gobernador o Alcalde podrá
adoptarlos mediante decreto. Para estos efectos y si a ello hubiere lugar, el respectivo Gobernador o
Alcalde convocará a sesiones extraordinarias a la correspondiente Asamblea o Concejo. Toda
modificación que pretenda introducir la Asamblea o Concejo, debe contar con la aceptación previa y
por escrito del Gobernador o Alcalde, según sea el caso. (Art. 259 CPC 1991)
Historia
La Constitución política de Colombia de 1991 en su artículo 339 del Título XII: "Del Régimen
Económico y de la Hacienda Pública", Capítulo II: "De los planes de desarrollo", señala que:
Habrá un Plan Nacional de Desarrollo conformado por una parte general y un plan de inversiones de
las entidades públicas del orden nacional. En la parte general se señalarán los propósitos y objetivos
nacionales de largo plazo, las metas y prioridades de la acción estatal a mediano plazo y las
estrategias y orientaciones generales de la política económica, social y ambiental que serán
adoptadas por el gobierno. El plan de inversiones públicas contendrá los presupuestos plurianuales
de los principales programas y proyectos de inversión pública nacional y la especificación de los
recursos financieros requeridos para su ejecución. Las entidades territoriales elaborarán y adoptarán
de manera concertada entre ellas y el gobierno nacional, planes de desarrollo, con el objeto de
asegurar el uso eficiente de sus recursos y el desempeño adecuado de las funciones que les hayan
sido asignadas por la Constitución y la ley. Los planes de las entidades territoriales estarán
conformados por una parte estratégica y un plan de inversiones de mediano y corto plazo, (Art. 339
CPC 1991)
Este artículo constitucional fue reglamentado en la Ley 152 de 1994, durante el gobierno del
presidente César Gaviria por la cual se estableció la Ley Orgánica del Plan de Desarrollo. Esta
Ley extiende la práctica de la planeación a los demás entes territoriales. Así, se puede hablar de Plan
Territorial de Desarrollo, que puede ser Local (correspondiente a las localidades de Bogotá),
Municipal, Distrital o Departamental; y el Plan Nacional de Desarrollo que a la postre es el
nombre con que se conocen a los gobiernos de los distintos presidentes.
Una de las características relevantes de la Constitución del '91, con relación a su predecesora fue la
descentralización del poder político, que entre otros avances, consolidó la elección popular de
Alcaldes, en los municipios y distritos y constituyó la elección popular de Gobernadores en los
departamentos. A su vez, uno de los avances institucionales más importantes de los Planes de
Desarrollo, en este sentido, es que permitieron la consolidación del voto programático como
principio electoral en el ámbito territorial. Esto es que se obliga a los gobernantes a convertir sus
propuestas de campaña o programas de gobierno en Planes de Desarrollo, que son a su vez
acuerdos en los municipios y distritos y ordenanzas en los departamentos, y por lo tanto de
obligatorio cumplimiento.
La Constitución Política del Perú es la Carta Magna sobre la cual reposan los pilares del Derecho,
la justicia y las normas del país. Esta controla, regula y defiende los derechos y libertades de los
peruanos y organiza a los poderes e instituciones políticas. Fue redactada por el Congreso
Constituyente Democrático tras el autogolpe y la subsecuente crisis constitucional de 1992. Fue
aprobada mediante el referéndum de 1993, durante el gobierno de Alberto Fujimori, aunque los
resultados han sido discutidos por algunos sectores1 .
Esta ley fundamental es la base del ordenamiento jurídico nacional: de sus principios jurídicos,
políticos, sociales, filosóficos y económicos, se desprenden todas las leyes de la República. La
Constitución prima sobre toda ley sus normas son inviolables y de cumplimiento obligatorio para
todos los peruanos.
El domingo 25 de abril de 1999, los venezolanos, fueron convocados a un referéndum Consultivo (el
primero realizado para este fin en la historia de Venezuela) para que decidiesen si aprobaban o no la
propuesta presidencial de convocar una Asamblea Constituyente (cuyos integrantes serian electos
por voto popular después) para refundar el estado Venezolano dotándolo con una nueva
constitución, finalmente la propuesta fue Aprobada, y los partidarios del gobierno obtuvieron la
mayoría de los asambleístas de la Constituyente, siendo esta constitución redactada en
aproximadamente 6 meses, tiempo después del cual el texto aprobado por la Asamblea fue sometido
a Referéndum popular.
Este procedimiento para aprobar la nueva carta magna convirtió a la constitución venezolana de
1999 en la primera y única en la historia nacional cuya redacción fue aprobada por el pueblo
mediante el voto en referéndum, el 15 de diciembre de 1999, recibiendo el respaldo del 71,78% de
los votos escrutados (3.301.475), con una abstención que fue de 55,63% (6.041.743 personas se
abstuvieron y 1.298.105 votantes la rechazaron)[cita requerida], siendo promulgada por la Asamblea
Nacional Constituyente en Caracas, el 20 de diciembre de 1999. Año 189º de la Independencia y
140º de Federación.
Características
Composición
El gobierno opina que sí existe una quinta república, porque en el pasado hubo hechos
"imperialistas", robos de dinero, control sobre el gobierno, etc., pero a lo que los lleva a creer que
existe una quinta república es por la "nueva democracia" que lleva el gobierno de Chávez desde el
99' hasta hoy, muchas actos imperialistas según el gobierno han tratado de derrocarlo como el golpe
de estado de 2002, el paro petrolero 2002-2003,entre otros, pero no han podido con él, su
"democracia" se basa en hechos de gobierno anteriores como el de Rafael Caldera y Carlos Andrés
Pérez,(a éste lo trataron de derrocar en febrero del 92' Chávez entre otros), pero volviendo a los
hechos de los gobiernos anteriores, el toma ideas supuestamente comprobadas de corrupción en sus
gobiernos, nadie ha dicho que no, pero hasta ahora no hay pruebas que en verdad hagan la gran
diferencia entre antes de Chávez y el ahora con Chávez.
Opinión de la oposición
La oposición dice que es un "disfraz" de cuarta república, que con el socialismo del siglo XXI
convencen a grupos socialistas leves y extremistas, porque lo mismo han hecho gobiernos
anteriores, la oposición ha criticado al gobierno de antidemocrático y a otros poderes controlados por
Chávez en su mayoría,(a éstos les denominan "títeres") la oposición ha tenido más fuerzas y
pruebas que Chávez de cierta manera, pero a la vez es un grupo que no es muy grande, o al menos
no tanto como Chávez, pero ellos, los opositores, son a los que internacionalmente, o por lo menos
por los países desarrollados o acusados por Chávez por cosas sin sentido, según la oposición, éstos
son los más apoyados. La oposición muestra ideas que el gobierno rechaza, como los "presos
políticos" su odio a la voz libre, (por querer cerrar a canales venezolanos y a otros amenazarlos al
igual que a estaciones radiales nacionales y periódicos como el caso de “ Tal Cual “, y de más allá
como Globovisión.
Nadie puede asegurar en este conflicto un sí o no es una república, pero las ideas al mezclarse hacen
que hayan conflictos por sí o no, pequeños como insultos hasta disturbios como en abril de 2002.
Derecho internacional
El Derecho Internacional es el conjunto de principios y normas que regulan las relaciones de los
estados, y otros sujetos de derecho internacional, y que son representados por su servicio
diplomático.
Está integrado por acuerdos entre estados –tales como tratados internacionales (denominados
tratados, pactos, convenios, cartas), memorándum o memoranda (según sea el caso), intercambio
de notas diplomáticas, enmiendas, anexos, protocolos de tratados–, por la costumbre internacional
que se compone a su vez de la práctica de los Estados que éstos reconocen como obligatoria, así
como por los principios generales del derecho.
Además, en el ámbito multilateral, el derecho internacional se nutre de los acuerdos a los que
lleguen los Estados en el marco de los organismos internacionales a que pertenezcan y, dentro de
éstos, de aquellos acuerdos que se comprometen a aplicar.
Origen
Aun en las situaciones más críticas, cuando la violencia era la norma de las relaciones entre los
centros de poder independientes, siempre existieron reglas de juego preestablecidas, o pactadas de
alguna manera por las partes, aceptadas y respetadas como un complemento de las relaciones de
fuerza. Puede afirmarse que, hasta muy avanzada la época histórica, las reglas de juego aplicadas a
esas relaciones no poseyeron caracteres jurídicos, y que se fundaban en concepciones religiosas, o
ciertas veces en planteamientos filosóficos y morales.
En algunos casos no se utilizaban ciertas armas, por poseerlas también el enemigo. Así, por ejemplo,
las jaurías de perros no se usaban en las luchas entre musulmanes y cristianos. Pero estas jaurías sí
fueron empleadas por los colonizadores españoles en América contra los indios.
El acuerdo más antiguo de que se tiene noticia es el celebrado en el 3200 a. C. entre las ciudades
caldeas de Lagash y Umma, por el cual ambas fijaron sus fronteras después de una guerra.
Otro acuerdo sería el celebrado entre los egipcios y los hititas, por el cual se acuerda el reparto de
zonas de influencia.
En cuanto al origen del derecho internacional público, podemos afirmar la existencia de dos
posiciones:
• a. Algunos autores sostienen que este derecho existe desde que los pueblos primitivos
mantuvieron relaciones comerciales, establecieron alianzas, sometieron sus problemas a la
decisión de un tercero, respetaron la inviolabilidad de sus enviados, etc.
• b. Quienes niegan la existencia del derecho internacional en la antigüedad y ubican su origen
a partir del momento en que se dan los supuestos básicos para la existencia de un sistema
tal cual funciona en la actualidad: una pluralidad de estados nacionales que se reconocen
como jurídicamente iguales, que se atribuyen en exclusividad el atributo de soberanía y que
están dispuestos a regular sus relaciones por normas jurídicas, sin menoscabar por ello su
carácter de soberanos. Estos autores sitúan el momento histórico en que esos hechos se dan
y aparece el derecho internacional a partir del siglo XVI o, más precisamente, a mediados del
siglo XVII, con los tratados de Westfalia de 1648.
Evolución
Antigüedad
Entre las fuentes más antiguas del derecho internacional que se haya debidamente comprobado
encontramos el tratado de Eannatum, rey de Lagash en Mesopotamia, y Umma, en el año 3100 A.C.
El punto más importante del tratado fue la inviolabilidad de las fronteras. Los tratados en esa época
se escribían sobre tablas de yeso o en los diversos monumentos. La mayor parte de los tratados
consistían en acuerdos sobre fronteras, en el establecimiento de estados vasallos, tratados de paz
(como el de la alianza, celebrado en 1,292 AC, entre Ramsés II y Hatusil), y se establece una noción
de arbitraje, asilo, misiones diplomáticas, la extradición y la protección a extranjeros. La mayor parte
de estos tratados de formalizaban bajo actos o juramentos religiosos.
La India: 100 años A.C. Entra en vigencia el código de Manu, en el que se establecían ciertos
preceptos; por ejemplo, los correspondientes a las guerras entre tribus: 1) un guerrero digno no
ataca al enemigo dormido, 2) un guerrero digno no ataca al enemigo que ha perdido su escudo, su
arma o que se ha dado a la fuga. En tiempo de guerra se acostumbraba en la India respetar los
cultivos y las viviendas, así como sus habitantes civiles.
Judea: Para la regulación de la guerra y la paz, el pueblo judío tenía ciertos principios. En el
Deuteronomio se alude a las Guerras Santas, que luego fueron incluidas en el Islam, en el
Cristianismo y en las Cruzadas. Una de las profecías de Isaías señala que después del advenimiento
del Señor "convertirán sus espadas en rejas de arados y sus lanzas en podadoras; no desenvainarán
sus espadas contra el pueblo, no se alistarán en la guerra". Esta predicción influjo profundamente en
el Cristianismo y es la raíz del pacifismo moderno.
Para regular estas relaciones, Europa crea un sistema jurídico: el derecho internacional clásico, el
cual es impuesto también a los demás estados no europeos, ya sea por gravitación de poder o a
través de dominio colonial.
Los Tratados de Westfalia (1648), suscritos por la mayor parte de las potencias europeas, ponen
término a la Guerra de los Treinta Años. Se trata de acuerdos que en un principio tuvieron un
carácter más político que jurídico, y que constituyeron el punto de partida hacia un nuevo sistema
político y jurídico internacional.
Los Tratados de Westfalia sirvieron para el desarrollo del derecho internacional público, y constituyen
la base de la sociedad internacional moderna, integrada por múltiples estados que disponen del
atributo de soberanía y se reconocen como jurídicamente iguales.
Durante el siglo XVII la política de los estados fomenta la práctica de reunir congresos
internacionales. El derecho de los tratados adquiere un nuevo impulso renovador, negociándose en
congresos, aunque todavía no se concluyan acuerdos multilaterales. También se cobran importancia
elementos jurídicos tales como el dogma de la santidad de los acuerdos y el de la inviolabilidad de
los tratados (pacta sunt servanda), aunque se admite la cláusula rebus sic stantibus.
La Primera Guerra Mundial demostró la fragilidad del sistema de seguridad en el que se confiaba
para evitarla, y las violaciones de los acuerdos evidenciaron que el equilibrio ya no era un regulado
óptimo.
Se crea la Sociedad de las Naciones sobre la idea de la cooperación internacional, dando facultades a
sus órganos para prevenir y evitar la guerra, e instaurando el primer sistema de solución pacífica de
controversias: la Corte Permanente de Justicia Internacional.
A pesar de los intentos por restaurar el sistema de equilibrio internacional, no se logran los objetivos
y se produce la Segunda Guerra Mundial.
En este período se crea la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que pretende constituir un
foro universal y democrático en el que se encuentren representados todos los estados.
Los artículos 1 y 2 de la Carta de las Naciones Unidas constituyen la base ideológica que propiciará
cambios jurídicos revolucionarios. La carta sienta los siguiente principios: cooperación internacional
de todos los estados para el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales; reafirmación del
principio de igualdad soberana y jurídica de los Estados; se prohíbe el uso y la amenaza del uso de la
fuerza en las relaciones internacionales.
A partir de la década de los 1960, y basándose en la Carta de la ONU, una gran cantidad de estados
nacen a la vida independiente, cuando se produce el fenómeno político de la descolonización. Con el
surgimiento de estos nuevos estados, la ecuación política de poder en el mundo cambia.
Se está ante un sistema heterogéneo de poder, distribuido en dos centros: Estados Unidos y la URSS.
En un contexto internacional marcado por las consecuencias de los atentados del 11 de septiembre y
por la controversia generada por las políticas de la administración de los Estados Unidos en materia
de restricción de derechos, reconocidos por diversos tratados internacionales, en su lucha contra el
terrorismo internacional, en particular en el caso de los presos de Guantánamo o el llamado de los
vuelos de la CIA, la comunidad internacional ha podido sin embargo avanzar en el desarrollo de
nuevos derechos universales, como el derecho de toda persona a no ser objeto de desaparición
forzada, según la "Convención Internacional para la protección de todas las personas contra las
desapariciones forzadas", firmada en París en febrero del 20071 o en la disponibilidad de nuevos
organismos, como la Corte Penal Internacional que, aunque fue constituida por el Tratado de Roma
de 1998, no formó su tribunal de magistrados sino hasta el 2003. A este derecho se le puede sumar
las diferentes situaciones que actualmente se presentan en el mundo globalizado
Naturaleza
Uno de los problemas con los que se ha hallado el derecho internacional es el de que muchos autores
han puesto en tela de juicio el carácter jurídico de esta disciplina. Es decir, muchos han sido quienes
han negado que el derecho internacional sea derecho. Es el caso de John Austin, quien le negó el
mencionado carácter y lo definió como un "conjunto de mecanismos de fuerza que regulan las
relaciones entre los estados". También en el siglo XX autores como Hans Morgenthau le negaron ese
carácter al derecho internacional.
Esta negación tenía su base en la comparación que se realizaba entre los derechos nacionales y el
derecho internacional. Comparación gracias a la cual se aprecian las siguientes diferencias:
• Mientras en los derechos nacionales existe un legislador central que dicta las leyes que han
de cumplir los ciudadanos, en el derecho internacional las normas jurídicas son fruto de la
voluntad de los estados. Lo más parecido a un órgano de este tipo es la Asamblea General de
las Naciones Unidas.
• Las fuentes de producción de las normas internacionales son distintas a las nacionales:
Primero nos encontramos con los principios imperativos del Derecho Internacional (ERGA OMNES))
que no podrán ser modificadas ni derogadas a no ser que sea por otra norma con carácter
imperativo
Por una parte, los tratados internacionales se aplican solamente a los estados que los han ratificado.
Las leyes nacionales, en cambio, se aplican a todos los ciudadanos por igual.
De otra parte, la costumbre internacional consiste en una serie de usos que los estados han venido
repitiendo de una manera constante con la convicción de que son obligatorios.
Por último tenemos los principios generales del Derecho que se utilizarán cuando no exista una
determinada norma (sea tratados o sea costumbres) para un determinado hecho, es decir cuando
haya lagunas en el Derecho internacional.
A la hora de aplicar estas normas se regirá por el Art38 del estatuto de la Corte Internacional de
Justicia según:
b. la costumbre internacional como prueba de una práctica generalmente aceptada como derecho;
d. las decisiones judiciales y las doctrinas de los publicistas de mayor competencia de las distintas
naciones, como medio auxiliar para la determinación de las reglas de derecho, sin perjuicio de lo
dispuesto en el Artículo 59.
También están los llamados actos jurídicos unilaterales, según los cuales un país puede obligarse por
sí mismo a nivel internacional, a través de una declaración de voluntad en tal sentido. Se deben
cumplir ciertos requisitos, como son: la intención inequívoca de obligarse y la licitud del objeto y de
la finalidad, además de que quien realice tal declaración deberá tener capacidad para obligar
internacionalmente a su país (Jefe de Estado, Jefe del Gobierno, Ministro de Asuntos Exteriores y
aquellas otras personas a quienes el Estado, de forma reiterada, demuestre haberles otorgado tal
capacidad).
Otro factor que llevó a estos autores a opinar así fue la deficiencia de los mecanismos de aplicación
del derecho internacional. Mientras en los estados existen jueces encargados de velar por el
cumplimiento de las leyes a las que todos los ciudadanos están sometidos, en la sociedad
internacional estos mecanismos de aplicación son mucho más primitivos y menos sofisticados.
Existen algunos tribunales internacionales, pero a diferencia de los nacionales requieren que los
estados, previamente, hayan aceptado su jurisdicción para poder ser juzgados por dichos tribunales.
La jurisprudencia internacional, creada por estos tribunales, tiene como principal función la de servir
como elemento de interpretación del derecho internacional.
04-10-2006
Antecedentes en la historia
Las Asambleas Constituyentes en la Historia Por Miguel E. Gómez Balboa Desde el acto fundacional
de la República hasta ahora hubo 19 modificaciones a la Constitución Política del Estado. No todas
las asambleas fueron propiamente constituyentes. En la mayoría de ellas apenas se hizo cambios
menores. Las más importantes fueron las de 1826, 1938 y 1967. La próxima Asamblea
Constituyente, a diferencia de las anteriores, puede ser verdaderamente revolucionaria. Los riesgos
separatistas y de división de Bolivia están latentes en el debate de las autonomías de la Asamblea
Constituyente”, fue la última declaración del presidente Carlos Mesa en alusión a su siguiente meta:
la instalación de la Asamblea Constituyente (AC), planificada para el 25 de mayo de 2005.
La apreciación del Jefe de Estado no es gratuita. Los presagios previos a la convocatoria de esta
institución son poco positivos. Incluso, la población —dicen los analistas—, yerra al suponer que este
mecanismo solucionará como “por arte de magia” los problemas que la ahogan. Una percepción que
puede llevar a desvirtuar su objetivo primordial: refundar un país mediante la redacción de una
nueva Constitución. Por ello, los estudiosos aconsejan que ella debe ser “desmitificada socialmente”
(ya que no genera empleos, no reduce la pobreza, no eleva los índices de crecimiento...”), al no ser
una “garantía” de arreglo para las taras estructurales y sociales del Estado. Una tarea que parece
haber emprendido el Presidente, con su reflexión del 27 de julio.
La Asamblea Constituyente ya fue protagonista en otros momentos de nuestra historia. Ya sea bajo
este nombre u otros. Algunas marcaron hitos, como la AC que dio origen a la República en 1826. O
las convocadas en 1871 y 1899, que dirimieron un tema crítico de nuestros días: las ansias de mayor
descentralización. Sin embargo, la mayoría no cumplió su principal función, y se dedicó,
simplemente, a parchar el ordenamiento constitucional del Estado. Demos un paseo por la historia
boliviana, “para aprender de ella y saber que no hay por qué tenerle miedo a una Asamblea
Constituyente”, como dice el historiador y jurista José Luis Roca. Entre doctrinas y guarismos. Se
establece la existencia de dos escuelas constitucionales: la tradición anglosajona de Inglaterra y
Estados Unidos, que no concibe este mecanismo en su ordenamiento jurídico. Y, por otra parte, la
doctrina francesa, encargada de acuñar el término Asamblea Constituyente en 1791, con la
promulgación simultánea de su primera Constitución Republicana. Entre ambas, Bolivia sigue la
segunda línea.
Pero las opiniones divergen al quererse determinar históricamente cuántas Constituyentes tuvo el
país. Una posición es dada por el constitucionalista José Gutiérrez Sardán, quien postula que Bolivia
sólo tuvo dos Asambleas Constituyentes. Para ello, este jurisconsulto se rige en la concepción que
establece que este mecanismo es el encargado de dar nacimiento a una nueva Constitución o
Estado, reformarla por completo o, por lo menos, hacerlo en sus pilares fundamentales. Un requisito
cumplido por el Congreso General Constituyente que permitió el nacimiento y la organización de la
República en 1826, y la AC convocada por René Barrientos el 2 de febrero de 1967, que sentó las
bases de la Carta Magna actual. Incluso, dice Gutiérrez, puede aceptarse una tercera: la realizada en
el gobierno de Germán Busch, en 1938, por ser la antecesora ideológica de la Constitución de 1967.
Todas ellas recibirían la denominación de Asambleas Constituyentes originarias.
Otra perspectiva es brindada por Alcides Alvarado en su libro Del constitucionalismo liberal al
Constitucionalismo social. Él establece una segunda clasificación: el Poder Constituyente Derivado
que, bajo diferentes denominaciones (ya sea Asamblea, Convención, Congreso Constituyente u otra),
adopta modificaciones parciales a la Constitución del Poder Constituido (órganos del Estado),
presentándolas en conjunto como un nuevo texto. Aplicando esto, se habría convocado a 19
constituyentes en el transcurso histórico del país —el mismo número de las reformas hechas a la
Carta Magna (ver cuadro adjunto).Bajo esta bandera, la AC de 2005 también vendría a ser
“derivada”, sostiene el coordinador gubernamental Ricardo Paz, porque “va a tomar lo bueno de la
institucionalidad constitucional creada hasta ahora y, simplemente, cambiará lo que sea necesario
(...) Una apuesta que rechaza a los defensores que exigieron una AC originaria en el país para
levantar de la nada una nueva República”.Una oportunidad para subsanar el baño de descrédito
histórico que sufrió la AC. “A lo largo de la historia —declara Roca—, se ha dado el nombre de AC a
convocatorias realizadas por los ‘usurpadores del poder’, como los caudillos militares (Melgarejo,
Morales...), dictadores que las emplearon en busca de legitimidad y no así para modificar el país.
Por ello, ésta perdió legitimidad y arrastró ello hasta el gobierno de Gualberto Villarroel (1943-
1946)”.Por esto, Gutiérrez, sugiere que hay que tomar en cuenta que la Asamblea Constituyente
Originaria simplemente se puede dar en tres situaciones. Una guerra de independencia; cuando se
produce la escisión de un Estado y el “nuevo” adopta otra Constitución; y la que nace de un proceso
revolucionario, por el cual se refunda un país en lo económico, político y social. ¿La primera o la
única?. El 9 de febrero de 1825, a dos días del arribo a La Paz del Mariscal de Ayacucho, éste dictó
un decreto por el cual convoca a las provincias del Alto Perú para que en Asamblea Deliberante se
reúnan para discutir los aires de independencia altoperuana.
Allí por votación unánime se declaró la independencia de la República, a pesar de la oposición de dos
representantes de La Paz y el descontento de Simón Bolívar, quien deseaba la anexión al Virreinato
del Río de la Plata. Pero, nadie estaba de acuerdo con su postura”, rememora Roca. Luego, sostiene
Roca, vendría, en 1826, el Congreso General Constituyente que ya contó con la anuencia del
Libertador y fue el escenario donde éste presentó su famosa “Constitución Vitalicia”. Una norma no
sólo vigente en Bolivia sino en todos los países que libertó (Venezuela, Colombia, Perú...). “Esa
Asamblea Constituyente aprobó la ley pero ésta nunca se puso en práctica. Y en 1828, se la desechó
—como ocurrió en las demás naciones—, lo cual tomó legalidad con la Asamblea General
Constituyente de 1931.
Ésta fue una de las causas del fracaso político de Bolívar”, explica el historiador. Posteriormente, se
convocaría a dos Asambleas Generales Constituyentes en 1831 y 1834, en el gobierno del Mariscal
Andrés de Santa Cruz. La primera dio lugar a la “Constitución Política de la República Boliviana”, que
estableció el sistema bicameral (cámaras de Representantes y de Senadores) y, sobre todo, eliminó
la presidencia vitalicia instaurada por la Constitución de Bolívar, lo que posibilitó el mandato
presidencial por cuatro años. Además, determinó que el Poder Ejecutivo reside en el Presidente y
tres ministros de Estado. En cambio, la de 1934 simplemente posibilitó que el Primer Mandatario
forme “federaciones” con el consentimiento del Cuerpo Legislativo.
Esto para viabilizar el sueño del Mariscal de Zepita : la conformación de la Confederación Perú–
Boliviana. En 1839, el Congreso General Constituyente llamado por José Miguel de Velasco eliminó la
posibilidad de las “federaciones”. Pero, lo más importante radicó en instituir el antecedente que
legitima el “estado de sitio” y, por vez primera, el Régimen Municipal a través del nacimiento de los
concejos municipales. En desmedro, las siguientes Asambleas Constituyentes, en su mayoría,
simplemente barajaron la aprobación o desaprobación de determinaciones anteriores. Así, los
Consejos Municipales fueron suprimidos por la Convención Nacional de 1843, cuando el gobierno de
José Ballivián elevó a ocho años el mandato presidencial. Esto, a su vez, sufrió un recorte de tres
años con la Convención Nacional de 1851, en la gestión de Manuel Isidoro Belzu. Y, el tiempo de
gestión presidencial se achicó aún más, a tres años, mediante la Asamblea Nacional Constituyente
de 1861, cuando José María Achá restituyó el Congreso unicamaral.
Las seguiría la Asamblea Nacional Constituyente de 1868, bajo el gobierno de un presidente reacio a
la Carta Magna: Mariano Melgarejo, quien una vez predicó: “Aquí no hay Constitución que valga, el
que monta manda y cartuchera al cañón”. Paradójicamente, fue en su presidencia cuando se hicieron
los cambios más importantes a la Constitución en esa época —gracias a las eminentes
personalidades que conformaron la Asamblea—, especialmente en cuanto al respeto de derechos y
garantías. Asimismo, se restableció, una vez más, el sistema bicamaral y se aprobó en cuatro años la
gestión del gobernante. El debate autonómico de 1871Si hay un asunto “seguro” para ser discutido
en la Asamblea Constituyente del 2005, éste es el de las autonomías regionales. Una experiencia de
ello ya se vivió con la AC convocada por el gobierno de Agustín Morales, en 1871.En este encuentro,
en la ciudad de La Paz, el debate entre federalismo y unitarismo fue el motor de la discordia, con un
país recientemente librado de la dictadura de Melgarejo. “Se presentó un proyecto de Constitución
Federal respaldado por dos departamentos: Cochabamba, representado por Lucas Mendoza de la
Tapia, y Oruro, con Francisco Velasco.
La oposición vino de La Paz, mediante Evaristo Valle. Las razones para una determinación de este
tipo buscaban sustentarse en el campo administrativo, pero en el fondo había intereses regionales.
Una propuesta temida por los paceños, que iba en detrimento de su hegemonía”.El relato de Roca
establece que los postulados cochabambinos y orureños fracasaron pero no por méritos de los
opositores sino, ante todo, por la apatía del presidente Agustín Morales hacia el “federalismo”, al ser
un caudillo que buscaba ostentar el mayor poder posible. Por ello, Morales, en medio de amenazas
de renuncia, desarticuló la Asamblea al meter una banda de música a la sesión y evitó así su
deliberación. Al final, todo condujo al voto en contra de la “Constitución Federal”.Sin embargo,
secuelas de esta discusión departamental se rearticularon en la llamada “guerra federal” de 1898,
una vez aprobada la Ley de Radicatoria que postuló que la capital de la República fuese
permanentemente Sucre, para evitar el “nomadismo” gubernamental entre La Paz y esta ciudad.
“Allí se desató la rebelión paceña, pero ahora enarbolando el federalismo, con el apoyo de la masa
indígena (Zárate Villca). Todo desembocó en la victoria de La Paz y la exigencia de este
departamento para aplicar la ‘federalización’. Problema que fue puesto sobre el tapete de una
Asamblea Constituyente, en 1899, que por el voto dirimidor del paceño Lucio Pérez Velasco dejó aún
vigente el centralismo estatal”, señala Roca, quien establece que estos ejemplos históricos sirven
para rechazar cualquier posición en contra de una Asamblea Constituyente, ante el miedo que se
produzca una disgregación regional. En 1871 y 1899 todo se resolvió por simple mayoría. De Busch a
Barrientos . Se desarrollarían otras Convenciones y Asambleas (1878, 1880, 1921), pero la más
importante se produjo en 1938, con la instauración de la Convención Nacional, bajo el mandato de
Germán Busch.
Según Gutiérrez Sardán, esta Asamblea Constituyente derivada marcó precedente para la vida
constitucional de la República al insertar el “carácter social” en el Estado boliviano. Un cambio de
fondo que dejó de lado las simples alteraciones formales que se habían desarrollado en las
asambleas anteriores. La Constitución de 1938 recogió la euforia social de la revolución mexicana de
1910 y su Constitución de 1917. Por ello, limitó el derecho “sagrado” a la propiedad privada —pilar
del liberalismo—, para implementar la propiedad como “derecho social”, amparada bajo el
“intervencionismo estatal”. En su contenido, la norma incluyó cinco nuevas secciones con la
introducción de los derechos y deberes del Estado, las denominaciones del régimen económico, el
cual “debe responder al principio de justicia social tendiente a asegurar para todos los habitantes
una existencia digna del ser humano”. Un cambio complementado por la puesta en vigencia de los
regímenes financiero, social, de familia, cultural y del campesinado.“Esta Asamblea también sería
‘fundacional’, ya que incorporó el Constitucionalismo Social. Un nuevo Estado fruto de la Guerra del
Chaco. Luego se produjo un retroceso, a pesar de las convenciones de 1945 y 1947 y el Congreso
Constituyente de 1947. Empero, la Revolución Nacional de 1952 consolidó esta visión con la
aprobación del voto universal, la Reforma Agraria, la nacionalización de las minas...
Todo un proceso que se plasmó en el Congreso Nacional convocado por Víctor Paz Estenssoro en
1961. Pero, que se consolidó y sistematizó positivamente en 1967, con la Asamblea Constituyente
del gobierno de René Barrientos. De ella emergió una norma constitucional que aún está vigente en
sus pilares fundamentales y que es la base ‘refundacional’ de lo que ahora es Bolivia”, postula
Gutiérrez Sardán. La tendencia “social”, iniciada en 1938, aún continúa su curso. Se profundizó con
los cambios de la Constitución vía Congreso Nacional de 1994 y 2004.
En este último se definió, por primera vez, al Estado boliviano como un “Estado Social y Democrático
de Derecho”. Constituciones y Reformas Constitucionales 1826-2004 Año Fecha Órgano que la
sancionó Presidente Tipo de gobierno1826 19 nov. Congreso General Constituyente Sucre
Constitucional1831 14 ago. Asamblea General Constituyente Santa Cruz Constitucional1834 20 oct.
Asamblea General Constituyente Santa Cruz Constitucional1839 20 oct. Congreso General
Constituyente Velasco De facto1843 17 jun. Convención Nacional Ballivián Constitucional*1851 21
sep. Convención Nacional Belzu Constitucional*1861 5 ago. Asamblea Nacional Constituyente Achá
Constitucional*1868 1 oct. Asamblea Nacional Constituyente Melgarejo Constitucional*1871 18 oct.
Asamblea Constituyente Morales Constitucional*1878 15 feb. Asamblea Nacional Constituyente Daza
Constitucional*1880 28 oct. Convención Nacional Campero Constitucional1921 24 ene. Convención
Nacional Saavedra De facto1931 23 feb. Referéndum Blanco Galindo De facto1938 30 oct.
Convención Nacional Busch Constitucional*1945 2 nov. Convención Nacional Villarroel
Constitucional*1947 28 nov. Congreso Constituyente Hertzog Constitucional1961 4 ago. Congreso
Nacional Paz Estessoro Constitucional1967 2 feb.
Los desafíos de este mecanismo son muchos. Y para Gutiérrez Sardán el principal se centrará en su
capacidad de “herir profundamente un Estado corrupto e injusto para sustituirlo por uno equitativo,
justo e incluyente”. Esto significaría la conformación de una Asamblea Constituyente Originaria. Un
proceso en el cual el Congreso no debe inmiscuirse por su alta crisis de representatividad y su
cuestionada actuación. “En la medida que este mecanismo sea capaz, por su composición, de
reconocer la heterogeneidad y realizar cambios profundos, estaremos frente a una AC originaria
constituida en una revolución pacífica. Lo contrario puede derivar en una revolución”, sostiene.
Asimismo, este jurista manifiesta que al ser la AC de 2005 un mecanismo que, por primera vez desde
el nacimiento de la República, active el Poder Constituyente del soberano (el pueblo), no da lugar a
que el Poder Constituido (órganos del Estado) le marque la agenda, lo cual puede crear un conflicto
de poderes. En respuesta, Ricardo Paz invoca lo contrario.
“Es necesario plantear una agenda para los Constituyentes, porque luego ellos tal vez no sepan qué
hacer. La experiencia de su realización en otros países nos muestra que es mejor establecer bases
conceptuales sobre las cuales ellos debatan”, establece el coordinador de la Asamblea Constituyente
2005.Lo llamativo también está en que, como nunca sucedió en la historia boliviana, estamos ante la
posibilidad de una AC librada de “clasismos”. “Esta Asamblea, si el país se reencauza, va a ser en
serio.
Puede promover el acceso de todos los sectores excluidos en las anteriores: indígenas, mujeres,
jóvenes, ni siquiera participaron aquellos que no pertenecían a partidos poderosos. La Ley de
Agrupaciones Ciudadanas es un sustento para lograrlo, por ello, hay un buen ambiente para hacer
una AC que aplique la teoría del Poder Constituyente Originario, donde el pueblo decide deliberar
para hacer cambios”, dice Roca.¿Va la Constituyente el 25 de mayo de 2005? Paz prefiere no dar
plazos y supone que, si todo sale bien, ésta durará un año y se llevará a cabo desde el 6 de agosto
del próximo año.
Así, la emergencia de la nueva Constitución estaría programada para el segundo semestre de 2006.
¿La agenda a seguir? “Habrán cuatro áreas pilares de discusión: la naturaleza territorial del Estado
(unitarismo, federalismo, autonomías); tierra–territorio (propiedad del suelo por parte del Estado o de
los pueblos indígenas...); el sistema electoral y político (elección directa del Presidente, Alcalde, de
concejales...), y los regímenes especiales (Fuerzas Armadas, Policía, pero principalmente economía)”,
explica Paz, quien no encuentra otra salida para la actual crisis orgánica, estructural y social del
Estado, “sino vamos terminar en una guerra civil”.
Preguntas y respuestas sobre Constituyente Para una constituyente soberana Por Abraham Delgado
Mansilla
"Un pueblo tiene siempre el derecho a revisar, reformar y cambiar su Constitución. Una generación
no puede someter a sus leyes a las generaciones futuras"(Const. Francesa).
Bajo estas frases, en este trabajo le presentamos preguntas y respuesta sobre la Asamblea
Constituyente, sin antes tocar algunos conceptos primordiales para su mejor comprensión y así hacer
prevalecer una Asamblea de verdad sin partidos políticos neoliberales, ni con los organismos
internacionales como OEA, ONU y otros que están al servicio de los gringos chupasangres y asesinos.
Estos no pueden intrometerse en nuestro país para salvar a sus lacayos sirvientes.
Además, sin las maniobras políticas de los oportunistas de siempre, el pueblo si tiene que realizar la
Asamblea Constituyente, tiene que hacerlo solo el pueblo y todo bajo su mando y nada fuera de ella.
CONSTITUCION
1.- ¿Qué significa constitución? (M.A.B.)* Constitución significa status, orden, conformación,
estructura de un ente o de un organismo en general.
2.- ¿Qué es una Constitución? * Una Constitución es, ante todo, la ley fundamental, la ley suprema de
un país. En ella se establecen las normas que sirven de base para el gobierno del Estado, que
regulan las relaciones entre gobernantes y gobernados, así como la de los gobernados entre sí. O
sea que, la Constitución es el mecanismo de control del poder y el mecanismo de organización de las
competencias y atribuciones de los órganos del Estado. La Constitución es, al mismo tiempo, el
derecho constitucional de la libertad y del poder.
3.- ¿Cómo se originó el término técnico Constitución? El término Constitución, como conjunto de
principios fundamentales de una sociedad, encuentra sus orígenes en el documento de Virginia, de
junio de 1776, cuando a pocos días de la Declaración de Independencia de las Colonias Inglesas de
América, los habitantes de dicha Colonia eligieron una Asamblea que preparó y aprobó una
Constitución.
4.- ¿Cómo se clasifican las Constituciones?* Las Constituciones se pueden clasificar de diversas
formas. La clasificación más extendida es según el método que se emplea para enmendarlas o
reformarlas. Se habla entonces de Constituciones rígidas y Constituciones flexibles.
5.- ¿A qué se llama Constituciones rígidas y flexibles?* Se llama Constitución rígida a aquella cuya
enmienda o reforma requiere o exige un procedimiento especial (es el caso de nuestro país), y
Constitución flexible a la que no requiere un procedimiento especial para ser reformada. Pero, para
muchos autores "acaso sea más prudente utilizar los términos flexible y rígido para distinguir las
Constituciones no según si para su enmienda requieren un procedimiento especial que exigen las
leyes ordinarias, sino según sean en la práctica y bajo el peso de las circunstancias, fácil y
frecuentemente modificadas o no
6.- ¿Cuántas partes tiene una Constitución?* Toda Constitución consta por lo general de un
preámbulo (cuyo valor normativo varía de uno a otro Estado), la parte dogmática (que contiene los
principios fundamentales), una parte orgánica (que establece el ordenamiento jurídico social) y la
cláusula de reforma (que establece como se puede y debe reformar). CONSTITUYENTE
8.- ¿Dónde y cuándo se origina el termino constituyente? El término Constituyente tiene su origen del
francés "constituant" y fue utilizado por primera vez durante la Revolución francesa de 1789. Se le
atribuye al abate Emmanuel Sieyès la popularización del término en su obra "¿Qué es el Tercer
Estado?, publicada en 1788.
9.- ¿Quién hace una Constituyente? * La Constituyente la hace solo el pueblo, quien como Poder
Constituyente Originario es el verdadero titular de la soberanía nacional y el único que posee la
facultad soberana de crear o hacer una nueva Constitución, así como también reformar una
Constitución existente. "El poder constituyente- dice Durán Abarca- como expresión de la soberanía
nacional está investido para: derogar o emitir cualquier ley; para disolver u organizar cualquier
órgano u órganos del Estado, o sea del poder político; para tomar medidas transitorias o definitivas
para la mejor organización política, económica, social, laboral de toda la sociedad; puede disponer la
elección de todo el gobierno, entendiendo por gobierno no solo la función o rama del Ejecutivo sino
también el legislativo y el judicial, precisando fechas y modalidades. Solo así podríamos estar ante
una Constituyente en sentido y composición realmente democrática, soberana, nacional, no
discriminatoria como hasta ahora".
10.- ¿A qué se llama Poder Constituyente?* Se trata del poder absoluto y total ejercido por todo el
pueblo, en el momento de crear, reformar o estructurar el Estado como convenga a sus intereses,
discutiendo, procurándose o reformando una Constitución. En palabras de Sièyes: "El poder
constituyente todo lo puede y no se encuentra de antemano sometido a ninguna Constitución y por
ello, para ejercer su función, ha de verse libre de toda forma y de todo control, salvo los que a él
mismo le pudieran adoptar".
11.- ¿Qué significa el Poder Constituyente como poder absoluto y total? * El Poder Constituyente
como poder absoluto y total, es decir, como poder soberano, significa que el pueblo, como titular de
la soberanía nacional, tiene y ejerce sus facultades para darse su propio ordenamiento jurídico y
político fundamental a través de una Constitución política. El Poder Constituyente se justifica por sí
mismo por ser el origen del acto que realiza un pueblo para organizarse. La Constitución es el
producto del Poder Constituyente. Sánchez Viamonte establece que la separación entre el Poder
Constituyente y los poderes constituidos es la mayor creación jurídica de los tiempos primigenios.
12.- ¿Cómo surge el Poder Constituyente? El Poder Constituyente surge del principio democrático de
soberanía popular y de la idea de limitación del poder gobernante, como poder constituido en el
marco de la democracia representativa. En palabras de Sieyes: "Es imposible crear un cuerpo para
un fin, sin darle una organización, unas formas y unas leyes propias para el cumplimiento de las
funciones a las que ha sido destinado. Es lo que se denomina la constitución de dicho cuerpo. Es
evidente que no puede vivir sin ella. Es también evidente que todo gobierno debe tener su
constitución; y lo que es válido para el gobierno en general, lo es también para las partes que lo
componen. Así el cuerpo de los representantes, al que es confiado el poder legislativo o el ejercicio
de la voluntad común, solo existe bajo la forma que la nación ha querido darle; éste no es nada sin
sus formas constitutivas, sólo actúa, dirige, gobierna a través de ellas."
13.- ¿Cómo se interpreta lo anterior en nuestros días? En nuestros días es necesario, desde un punto
de vista de participación directa, hacer valer la suprema autoridad del pueblo frente a la autoridad
del gobernante. Para ello no existe ninguna otra alternativa que la de que el propio pueblo-único
sujeto del poder constituyente- sea quien establezca una Constitución que obligue por igual a
gobernantes y gobernados.
14.- ¿Por qué le corresponde al pueblo la titularidad del Poder Constituyente? * Porque el pueblo, es
soberano eso dice la Constitución Política del Estado en su art. 2º, pero más adelante tiene vicios
malintencionados. Desde este punto de vista, el pueblo tiene gran mérito de establecer este derecho
soberano. El pensador político Juan Jacobo Rousseau, autor del Contrato Social, en sus obras
defendió los postulados de la soberanía popular o sea el poder del pueblo para decidir de su propio
destino. Rousseau escribió: "Por la misma razón que la soberanía es inalienable, es indivisible, pues
la voluntad es general o no lo es; es la del cuerpo del pueblo o solamente la de una parte. En el
primer caso, esa voluntad declarada es un acto de soberanía y hace ley. En el segundo, no es más
que una voluntad particular, o un acto de magistratura; es a lo sumo un decreto" Durante la
Revolución Francesa de 1789 la soberanía popular se transformó en la soberanía nacional,
retomando la tesis sostenida por Sièyes que considera la Nación y/o el pueblo como conjunto de
individuos, el titular de la soberanía.
15.- ¿Entonces, el pueblo es dueño del Poder Constituyente? La soberanía tiene como características
fundamentales ser absoluta, indivisible, permanente, excluyente, inalienable, e imprescriptible. En la
Constitución Política del Estado como declaración de principios se establece que "toda soberanía
reside esencialmente en el pueblo. Y lo que diga mas adelante es simplemente una contradicción a sí
misma. De acuerdo a las corrientes modernas del constitucionalismo se puede afirmar que la
soberanía del pueblo es el titular y dueño del poder constituyente y viceversa, dado que el poder
constituyente pertenece a la comunidad nacional íntegra o sea al pueblo. También estableció
Rousseau: "Afirmó, pues que como la soberanía no es otra cosa que el ejercicio de la voluntad
general, no puede ser enajenada, y que el soberano, que no es más que un ser colectivo, no puede
estar representado más por él mismo: el poder puede muy bien transmitirse, pero no la voluntad".
16.- ¿Puede algún otro poder estar por encima del Poder Constituyente? Ningún otro poder puede
estar por encima del poder constituyente porque el poder constituyente está al origen de todos los
poderes en su carácter de expresión máxima de la soberanía popular o nacional. Tampoco puede
ningún órgano del Estado, aún cuando sea el resultado de una elección mediante voto popular, estar
por encima o substituirse parcial o totalmente al poder constituyente. El constitucionalista peruano
Washington Durán Abarca señala en su obra "Plebiscito de Nuevo Tipo y Constituyente" que "El
poder constituyente se configura en cuanto ese acto está premunido de las máximas potestades,
fuerza, coacción; es decir, al más alto nivel o rango que el establecido en la Constitución para el
poder constituido u ordinario o derivado del poder constituyente, pues la sola presencia de los
constituyentes como representantes de su titular (todo el pueblo) nada significaría si no se
manifestara en decisiones propias e imperativas.
18.- ¿Puede el Poder Legislativo sustituir al Poder Constituyente Originario? Ni la Asamblea ni ningún
otro Órgano del Estado puede sustituirse en todo o en parte al Poder Constituyente Originario que es
el pueblo soberano. Para Burdeau: "Desde el punto de vista del Estado, el poder constituyente
originario es un poder primario, incondicionado y completamente dueño de las formas sobre las que
actúa" En su obra "Introducción al Estudio de Derecho" el filósofo Luis Recasens Siches expresa que:
"El Poder Constituyente es por esencia unitario e indivisible y los poderes constituidos derivan su
título de la unidad del poder soberano. Es superior y previo a toda norma establecida; como no
procede de ninguna ley positiva no puede ser regulado en sus trámites y en su ejercicio por normas
constitucionales anteriores. La actuación del poder constituyente implica una formación originaria del
Estado y, por ende, no puede estar regulada por ningún orden jurídico preexistente. Como quiera
que el poder constituyente es la condición para que después pueda haber derecho constitucional, no
se encuentra condicionado por ninguna norma positiva. El acto constituyente aparece como el acto
primordial y originario de soberanía, superior y anterior a los actos de soberanía ordinaria, cuya
futura regulación él mismo habrá de establecer". ASAMBLEA CONSTITUYENTE
21.- ¿Quién elige a las personas encargadas de trabajar en una Asamblea Constituyente? * El pueblo,
que es quién realmente convoca, es el único que puede y debe elegir libre y directamente a las
personas encargadas de trabajar en una Constituyente. Nadie puede ni debe sustituirse a él en esa
tarea, para la cual debe gozar de plena libertad de postulación y elección a través de mecanismos
verdaderamente participativos, representativos y democráticos, sin imposiciones.
23.- ¿Qué preparación se le debe exigir a esas personas? * Se trata de una Asamblea que busca
consolidar una democracia que sea realmente representativa y participativa, por ello no se puede ni
debe establecer como requisito el poseer una preparación determinada. De lo que se trata es que el
pueblo pueda escoger, libre y directamente a quien desee, y hacer respetar su voluntad, cualquiera
que ella sea.
25.- ¿Cuál debe ser el objetivo primordial de una Asamblea Constituyente? * El objetivo primordial de
una Asamblea Constituyente es el de lograr la democratización de las estructuras imperantes en una
sociedad dada, a un momento dado. La casi totalidad de los Estados modernos que han conocido un
régimen dictatorial o autoritario, uno de sus primeros pasos al acabar con el mismo e iniciar los
mecanismos de democratización, ha sido el de convocar a una Asamblea Constituyente. Podemos
citar como ejemplos, en los últimos 25 años, los casos de España, Perú, Brasil, Honduras, Nicaragua,
Ecuador, Guatemala, Rumania, Colombia, Paraguay. El más reciente es el de Venezuela. Y de Bolivia
será determinante, inclusive para los países vecinos.
26.- ¿El pueblo boliviano está preparado para que se realice en nuestro país, una Asamblea
Constituyente? El pueblo boliviano está preparado para que se realice en nuestro país Asamblea
Constituyente, lo que sucede es que no se le ha brindado la oportunidad de demostrarlo por parte de
quiénes nos gobernaron durante toda la vida republicana, y ni qué decir de los últimos años donde
gobernaron MNR, MIR, ADN ,UCS, NFR, MBL y otros partidos extintos mintiendo y saqueando al
pueblo sus recursos naturales renovables y no renovables, porque ellos quieren seguir en el poder a
costa del pueblo.
27.- ¿Por qué la Asamblea Constituyente es un procedimiento más democrático para hacer una
nueva Constitución? La Asamblea Constituyente es un procedimiento más democrático, para hacer
una nueva Constitución, en la medida en que en ella participan y se pueden expresar, en forma
mucho más amplia y con mayor diversidad, todos los sectores y tendencias que integran la sociedad
nacional para lograr un consenso que sirva de mínimo común denominador en favor de los intereses
de la nación entera. Es decir, es la democracia directa.
28.- ¿Cómo podríamos avocarnos a una Asamblea Constituyente si la actual Constitución no lo señala
en primera instancia? Para realizar una Asamblea Constituyente no es necesario que la misma venga
señalada en el texto constitucional vigente. Al ser la Asamblea Constituyente la expresión más
acabada del ejercicio del Poder Constituyente Originario y del poder soberano de los ciudadanos, es
a ellos a quienes les corresponde decidir el momento que consideren más apropiado para la
realización de la Asamblea Constituyente, electa democráticamente. Además, nuestra Constitución
menciona sobre la soberanía del pueblo y eso es suficiente.
30.- ¿Cuántos miembros integrarían la Asamblea Constituyente y como sé elegirían? Al igual que
muchos otros aspectos sobre los mecanismos mismos del procedimiento de la Asamblea Nacional
Constituyente, este tema es uno de los cuales que se requiere el acuerdo de todas las partes. En mi
opinión se puede integrar una Constituyente con 150 integrantes, a razón de los 9 departamentos,
sobre la base del sistema de representación proporcional. Por ejemplo Colombia, con una población
de más de 32 millones de habitantes, integró su Asamblea Constituyente con un total de 74
constituyentes sigue ahora teniendo problemas tal vez por muy restringido que ha sido esta
Asamblea. Este y otros aspectos, hacen de la convocatoria a la Constituyente un procedimiento
participativo y de discusión puesto que, y no esta de más recordarlo, toda una serie de mecanismos
y procedimientos requieren, necesariamente, acuerdos de todos los sectores de la población y sus
organizaciones.
31.- ¿Los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente tendrían suplentes? La tendencia actual
en materia de suplentes es la de eliminar la existencia de los mismos por lo oneroso e innecesario,
aparte de que es mucho más democrático, en caso de vacancia absoluta del principal de algún cargo
de elección, que la misma sea ocupada por el candidato no elegido en la misma lista en orden de
inscripción sucesivo y descendente. Este criterio podría utilizarse para lo referente a los miembros de
la Asamblea Constituyente y podría servir de aplicación posterior de decidirlo o aprobarlo así la
ciudadanía. Claro esta que este tema debe ser objeto de discusión y llegar a un acuerdo o decisión al
respecto.
32. -¿Cuál sería el salario de los Constituyentes? Nada hay más escandaloso en la actualidad en
Bolivia por los salarios, dietas, viáticos, gastos de representación, gastos reservados y las
exoneraciones y privilegios que disfrutan los actuales legisladores. Los cuales reciben en total 101
mil bolivianos en un país tan pobre como la nuestra. Además, sus suplentes también ganan miles de
bolivianos sin hacer nada (igual que los titulares). Por tanto, en el caso del salario de los integrantes
de una Asamblea Nacional Constituyente, considero que se debe dar sobre la base de una licencia
con sueldo de su lugar de trabajo por el tiempo que dure el período de sesiones de la Constituyente
(máximo seis meses) y recibir un máximo de mil bolivianos mensuales para gastos.
33.- ¿Cómo podría el pueblo intervenir en la creación de una nueva Constitución? * El pueblo debe
intervenir en todas las fases que lleven a la cristalización de una Asamblea Constituyente, como
plena demostración del ejercicio de su soberanía, de su Poder Constituyente Originario. La
participación del pueblo se debe dar en la lucha por la convocatoria de una Constituyente, en los
diálogos, debates, conversaciones, discusiones, etc., que se originen antes, durante y después de la
elección de la Constituyente. De lo que se trata es que la participación de todos los ciudadanos
contribuya a consolidar la validez de la Constituyente y de la Constitución que de ella emane, por
todos los integrantes de nuestra sociedad. Si no hay participación, representación y aceptación
general en todas las fases de una Asamblea Constituyente, se desnaturalizaría su poder.
34.- ¿Qué tiempo aproximado, tarda elaborar una nueva Constitución? Se puede proponer que la
Asamblea Constituyente presente el nuevo texto constitucional en un lapso no mayor de noventa
(90) días, contados a partir de la fecha de su instalación. Partimos de la base que los foros y debates,
así como los diálogos y discusiones que se deben dar en todo el territorio nacional, una vez que se
convoque para una Asamblea Constituyente, contribuirán enormemente para dar a conocer el sentir
y la opinión nacional del contenido de la nueva Constitución.
35.- ¿Qué nos asegura que la nueva Constitución será más respetada que la actual?* La Constitución
nunca fue respetada sobre todo por los gobernantes de turno. Su cumplimiento es formal en función
de su conveniencia. La nueva Constitución sería más respetada que la actual, en la medida en que la
misma sea el resultado de la participación de todos los sectores que integran la sociedad boliviana y
que se logre establecer la consolidación del vínculo moral que debe unir a los asociados entre sí y a
la relación con sus instituciones. Cada ciudadano al saberse partícipe de la misma deberá ser un
celoso centinela y custodio de todos los derechos y libertades que la futura Constitución consagrará.
37. -Pero, ¿No es el Poder Constituyente Constituido o derivado el competente para una nueva
Constitución y que en este caso sería la actual Poder Legislativo? D e ninguna manera el poder
legislativo puede atribuirse el derecho del pueblo que es la Asamblea Constituyente.
38.- ¿Quiénes tienen derecho a participar de una Asamblea Constituyente? Hay que diferenciar
quiénes forman parte y tienen derecho a participar de la Asamblea Constituyente. En este sentido,
los que tienen derecho a participar de ella son todos los ciudadanos bolivianos sin discriminación
alguna y tiene el derecho a elegir y ser elegido. Para la integración de una Constituyente, a todo
ciudadano boliviano debe garantizársele el derecho a elegir y ser elegido, lo contrario sería violatorio
a la Declaración Universal de los Derechos Humanos y a la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, entre otros. Deberán buscarse los mecanismos democráticos que permitan que la
Asamblea Constituyente está integrada por todas las organizaciones sociales del país y grupos
cívicos, gremiales, obreros, patronales, profesionales, estudiantiles, campesinos, indígenas
religiosas, culturales, etc. Lo que se quiere es no escatimar esfuerzo por una democracia
representativa y que todo el país está representado. Los únicos requisitos para ser candidato a
Constituyente serían ser Boliviano de nacimiento y tener la edad requerida que se ha de definir en
los próximos meses, se cambian la edad establecida en la Constitución, que es a partir de los 18
años que se contempla como mayor de edad.
39.- ¿Qué debe hacer esta Asamblea Constituyente? Debe definir sobre el futuro de nuestro país: el
tipo del Estado la forma de Gobierno, la elección de los gobernantes (quién elige y quien tiene
derecho a revocar el mandato de los gobernantes), definir que hacer con sus recurso naturales
renovables y no renovables. Es decir, esta Asamblea Constituyente debe definir que tipo de país
queremos los bolivianos.
40.- ¿La Asamblea Constituyente puede abrogar (anular) leyes, decretos y reglamentos? Tiene todo
el poder de anular las leyes que están al margen de los intereses del pueblo boliviano. Por ejemplo,
en el caso de las leyes de hidrocarburos, Capitalización, etc., que van en contra del pueblo. Esta
Asamblea Constituyente, puede anularlas.
41.- ¿Por qué pide el pueblo la Asamblea Constituyente? Por que definitivamente la Constitución
actual, no es integrador de la voluntad popular, debido a sus vicios que tiene. Por otro lado, el pueblo
se siente sometido con una ley que es ajena a sus derechos y reivindicaciones, Por que nunca
participó en la elaboración de la Constitución Política del Estado; además, los gobernantes nunca
permitieron las demandas de todos los sectores sociales sobre los cambios profundos que estos
exigían y exigen. En consecuencia, esto a producido una tremenda crisis estructural del Estado
boliviano, por eso el pueblo pide esta Asamblea Constituyente para poder encontrar Justicia, del cual
hasta ahora ha sido negado y así acabar definitivamente con este modelo neoliberal.
2- Ley de Agrupaciones Ciudadanas y Pueblos Indígenas El 7 de, julio de este año fue promulgada la
Ley de Agrupaciones Ciudadanas y Pueblos Indígenas, luego de haber sido aprobada por los
parlamentarios con la condición de revisarla después. Esa ley abre la puerta del- poder a los
candidatos de las agrupaciones ciudadanas y pueblos indígenas, con registro en la Corte Nacional
Electoral para que se postulen a concejales, diputados, senadores, vicepresidente y presidente del
país. Así acaba la exclusividad de los partidos políticos para conducir el timón de Bolivia.
3.- El referéndum El 18 de julio de 2004 se realizó e forma exitosa la consulta ciudadana que
permitió tomarle el pulso al país, a fin de tener una idea e cómo actuará antes y durante la forma
constitucional. Los bolivianos aprobaron las cinco preguntas del Ejecutivo en un domingo de absoluta
normalidad.
4.- Ley Especial de Convocatoria a la Asamblea Constituyente Está establecido en el artículo 232 de
la Constitución Política del Estado que la convocatoria a la Asamblea "Constituyente se haga con una
ley especial que le corresponde aprobar al Congreso. En ésta se responderán a preguntas como:
¿Qué fórmula se utilizará para elegir a los constituyentes?, ¿cuántos constituyentes habrá?, ¿cuántos
días sesionará la Asamblea Constituyente?... Tanto la consulta como la elaboración de esa ley han
sido fijadas para este segundo semestre de 2004.
5.- Elecciones municipales Aunque los comicios del 5 de diciembre no son un requisito previo para la
Constituyente, por primera vez participarán candidatos de agrupaciones ciudadanas e indígenas que
darán lugar a otro tipo de escenario político en el país.
6.- Instalación de la Asamblea Constituyente Está pensada para el primer semestre del próximo año
y no necesariamente tendría que efectuarse en La Paz, puesto que también se ha venido
mencionando a Sucre como posible sede, entre otras ciudades. Ese día, los asambleístas,` cuyo
número será determinado en la Ley Especial de Convocatoria a la Constituyente, empezarán a
discutir las reformas a la Constitución boliviana.
7.- Funcionamiento de la Asamblea Constituyente Los constituyentes podrían deliberar sobre los
cambios en la Constitución durante el segundo semestre de 2005 y el primer semestre de 2006, de
acuerdo al cronograma tentativo que existe. A pesar de que al respecto se habla de diferente
número de sesiones, lo cierto es que todo dependerá de lo especificado en la Ley Especial de
Convocatoria a la Asamblea Constituyente y de cuan rápido los representantes del pueblo puedan
ponerse de acuerdo en la reforma de la nueva Carta Magna.
La respuesta es que estamos buscando un gran cambio. Inmediatamente surge otra pregunta, ¿Qué
tipo o dimensión cualitativa de cambio pretendemos? Se debe establecer si la nación se encuentra
en situación de digna prosperidad en sentido amplio, o en estado de mero desarrollo estrangulado, o
en una situación de crisis, la cual puede oscilar desde una crisis interna, hasta una situación de
guerra interna o externa, e inclusive con riesgo de desaparecer como estado. Surgen frases, Bolivia
se nos muere, Bolivia para los bolivianos, Bolivia en busca de un cambio positivo, Bolivia hacia el
socialismo, pena de muerte como propuesta, etc.
Gas boliviano por Chile, el gato cuidará el queso, país que nunca aceptó conversar sobre las causas y
consecuencias de una guerra injusta que nos privó de una salida soberana al pacifico, país que minó
su frontera territorial con Bolivia, y que hoy se arma como nunca lo estuvo en el pasado, con más de
840 unidades de combate con tecnología de punta, y la compra de 10 aviones f16, submarinos y
fragatas misileras (El Nuevo Día 28/07/02 A21/ Un vecino cuyo gobierno hoy se molesta porque su
homólogo boliviano alimenta la alternativa de un puerto peruano, como opción para el paso del gas
boliviano.
Ante esta realidad nacional de malos presagios, la Constitución define un pueblo que no delibera ni
gobierna, sino por medio de sus representantes, no contempla el ejercicio de una actividad de
gobierno del pueblo por sí mismo. No hay cabida constitucional, a ningún tipo de participación
popular como Poder Constituyente Originario, llamado así, cuando se ejerce de forma primigenia o
fundacional, un referéndum, plebiscito, iniciativa popular, veto popular, etc. Según la C.P.E. no
existe, ni puede haber representación popular directa, y todo ello avalado por el contenido pétreo del
artículo 230 de la C.P.E.
Actualmente casi todos los sectores sociales bolivianos plantean limitaciones al ejercicio del poder
constituyente derivado, llámese poder legislativo, muy cuestionado a la fecha. La clase política
seudo constitucionalista se resiste a entender que sus mandantes (el pueblo) les están revocando
dicho poder, y que quiere retomarlo para si y ejercerlo nuevamente sin importar que esto implique
refundar el país.
Pero en un país cuyas realidades son totalmente opuestas y que se encuentra mundialmente ubicado
entre los países con mayores índices de corrupción, pobreza e inestabilidad económica, social,
política, jurídica, con falta absoluta de soberanía, sin poder de autodeterminación y ausencia de
fuerzas armadas.
Por muy rígidos e inamovibles que sean los mecanismos de modificación de los contenidos de la
Constitución, por muy artículo candado el 230, están a punto de convertirse en historia, y dar paso a
una nueva naturaleza humana boliviana para encarar una búsqueda, en pos de una Bolivia mucho
mejor. Esa anhelada y única patria que aún la mayoría añora.
Conformación
Historia
Las elecciones para la Asamblea se llevaron a cabo el 30 de septiembre de 2007, logrando el partido
de Rafael Correa Alianza PAIS más del 70% de los escaños.1
Se instaló el 30 de noviembre de 2007 en Montecristi, en la provincia de Manabí, lugar en el que
nació el prócer de la Revolución Liberal, Eloy Alfaro.
El 27 de junio del 2008, el presidente de la Asamblea Alberto Acosta, renuncia por divergencias con
el presidente de la república Rafael Correa.2 La Asamblea nombró a Fernando Cordero como
presidente de la misma.
La asamblea finalizó su labor la noche del Jueves 24 de Julio sin embargo no hubo casi ningún
asambleísta de la oposición al gobierno. El 25 de Julio se realizó la ceremonia de clausura de la
asamblea. Se calcula que la constitución será puesta a votación a finales de Septiembre3
Autoridades
• Presidente
o Alberto Acosta
o Fernando Cordero (actual)
• Primer Vicepresidente
o Fernando Cordero
o Aminta Buenaño (actual)
• Segundo Vicepresidente
o Aminta Buenaño
o César Rodríguez (actual)
Cortes constituyentes
Se denominan cortes constituyentes al parlamento o cortes, cuyos miembros representan la
soberanía nacional, y que tienen el cometido y la capacidad de dictar o reformar la constitución.
Es muy habitual que las cortes constituyentes tengan un carácter efímero. Su cometido es crear o
modificar la constitución y tras haberlo finalizado no permanecen en el poder sino que se convocan
elecciones para la elección de un nuevo parlamento ordinario.
Por otro lado, las cortes constituyentes pueden formarse a partir de un golpe de estado exitoso y con
idea crear un nuevo orden político, o bien pueden ser convocadas dentro de la legislación imperante
en un momento dado para reformar o cambiar completamente la constitución vigente dentro de la
legalidad y crear una nueva.
Poder constituyente
Poder constituyente es la denominación del poder que tiene la atribución de establecer la norma
fundamental de un ordenamiento jurídico, dando origen a un Estado y su sistema político y,
posteriormente, de modificarla o enmendarla. Esta facultad es ejercida al constituir un nuevo Estado
y al reformar la Constitución vigente. Por lo anterior, habitualmente se distingue un poder
constituyente primario u originario y un poder constituyente derivado.
El poder constituyente ha sido definido como la "voluntad política creadora del orden, que requiere
naturaleza originaria, eficacia y carácter creadora" y como la "voluntad originaria, soberana,
suprema y directa que tiene un pueblo, para constituir un Estado dándole una personalidad al mismo
y darse la organización jurídica y política que más le convenga".1 De todos modos, existen
concepciones que consideran que el poder constituyente originario puede recaer en el pueblo o en la
nación.
Se considera que el poder constituyente existe en los regímenes de Constitución rígida, en el que la
elaboración de las normas constitucionales requiere un procedimiento diferente al de las leyes.
Emmanuel Joseph Sieyès, en su obra "Qué es el Tercer Estado", atribuía dos características al poder
constituyente: es un poder originario y único, que no puede encontrar fundamento fuera de sí; y que
era un poder incondicionado, es decir, que no posee límites formales o materiales.
Si bien, el poder constituyente no puede ser definido jurídicamente, si puede ser definido
políticamente en términos de legitimidad.
Nación, en sentido estricto, tiene dos acepciones: la nación política, en el ámbito jurídico-político, es
el sujeto político en el que reside la soberanía constituyente de un Estado; la nación cultural,
concepto socio-ideológico más subjetivo y ambiguo que el anterior, se puede definir a grandes
rasgos como una comunidad humana con ciertas características culturales comunes a las que dota
de un sentido ético-político. En sentido lato nación se emplea con variados significados: Estado, país,
territorio o habitantes de ellos, etnia y otros.
El titular del poder constituyente sólo puede ser el pueblo y que el pueblo, en la actualidad, se
entiende como una entidad pluralista, formada por individuos, asociaciones, grupos, iglesias,
comunidades, personalidades, instituciones, articuladores de intereses, ideas, creencias y valores
plurales, convergentes y conflictivos.
Así, el poder constituyente originario es aquel que crea la primera Constitución de un Estado; en este
sentido, con frecuencia, actúa como poder constituyente originario una Asamblea constituyente que,
al aprobar la primera Constitución de un país, está poniendo de manifiesto jurídicamente su
nacimiento.
El poder constituyente originario puede actuar dictando una Constitución que no sea la primera del
país. Se trata de un Estado que ya tenía una Constitución, en el cual se produce un cambio radical de
todas sus estructuras (una revolución). La Constitución que se dicta consagrando nuevas estructuras
políticas, sociales y a veces económicas es el fruto de un poder constituyente originario, aunque no
se trate, históricamente de la primera Constitución del país. En la gran mayoría de los casos en que
se dicta una Constitución luego de un proceso revolucionario, los órganos que intervienen y el
procedimiento que se utiliza para dictarla, no son los previstos en la Constitución anterior. Si se
dictase una nueva Constitución por los órganos previstos por la Constitución anterior, estaríamos
ante una actuación del poder constituyente derivado 3
A su vez, por poder constituyente derivado se entiende aquel establecido en la propia Constitución y
que debe intervenir cuando se trata de reformar la Constitución. Es generalmente ejercido por una
asamblea, congreso o parlamento. Es un poder que coexiste con los tres poderes clásicos, en los
regímenes de Constitución rígida, cuya función es la elaboración de las normas constitucionales, las
cuales se aprueban habitualmente a través de un procedimiento diferente al de las leyes.
Los Poderes Constituidos emergen o nacen de la voluntad suprema del Poder Constituyente para
darle al colectivo nacional una organización política y establecer en la Ley Marco Constitucional las
bases fundamentales del ordenamiento jurídico, y como consecuencia de ello, esos poderes
constituidos son derivativos, están limitados y regulados normativamente por la voluntad del poder
constituyente. Los poderes constituidos son los instrumentos o medios a través de los cuales se
cumplen las funciones del estado y son necesarios para alcanzar los fines y propósitos de una
sociedad organizada; pero por más atribuciones que tuvieren asignados en el marco de
competencias que a cada uno ellos les corresponda por mandato constitucional, las mismas pueden
sufrir cambios significativos “a la hora en que el poder constituyente decida reestructurar el Estado,
como quiera, sin restricciones, libre de toda vinculación a organizaciones pretéritas”.
Poder legislativo
El poder legislativo elabora y modifica las leyes existentes de acuerdo a la opinión de los
ciudadanos; es una de las tres ramas en que tradicionalmente se divide el poder de un Estado. Su
función específica es la aprobación de las leyes. Generalmente, está a cargo de un cuerpo
deliberativo (congreso, parlamento o asamblea de representantes).
Charles de Secondat, Barón de Montesquieu propuso en su célebre libro "El espíritu de las leyes",
que era necesario que las funciones del Estado se dividieran entre distintos poderes (legislativo,
ejecutivo y judicial), para que mediante unos arreglos de las características el poder se autocontrol, a
fin de evitar la tiranía.
Ensayos constitucionales
Al año siguiente de haberse establecido la Primera Junta Nacional de Gobierno del 18 de Septiembre
de 1810, se dictó el primer reglamento constitucional, denominado Reglamento para el Arreglo
de la Autoridad Provisoria de 1811.
Ese texto establecía un Ejecutivo colegiado de tres miembros y un Congreso unicameral, el cual tenía
facultades propias del Ejecutivo como el Patronato Eclesiástico, el manejo de las relaciones
exteriores, el mando de tropas, entre otros. Un golpe militar, el 15 de noviembre de 1811, pone
término a este reglamento.
Cuatro años más tarde, surge la Constitución de 1822 en reemplazo de la de 1818. En la redacción
de este texto se trata de adaptar a la nueva forma de gobierno semi-republicano la Constitución de
Cádiz de 1812, además de algunas disposiciones de la Constitución de 1818. Plantea que el Gobierno
de Chile será siempre representativo, compuesto por tres poderes independientes: Legislativo,
Ejecutivo y Judicial. Consagra las garantías individuales y declara que todos los chilenos son iguales
ante la ley sin distinción de rango o privilegio, entre otros.
El Proyecto Constitucional de 1826 tiene sus orígenes en las ideas del federalismo propiciadas
por José Miguel Infante, gracias a los logros obtenidos por Estados Unidos de Norteamérica; los celos
de Coquimbo y Concepción frente a la hegemonía santiaguina, y en las leyes federales dictadas por
el Congreso en 1826, que dividían al país en ocho provincias, dotadas cada una de asambleas
provinciales y con un intendente designado por las municipalidades respectivas. Sin embargo, este
proyecto federalista no prosperó, debido a la escasez de recursos propios de cada provincia y a la
falta de facultades concedidas al Ejecutivo. A lo anterior se sumó la autodisolución del Congreso, lo
cual generó inestabilidad política.
En 1828 se forma un Congreso Constituyente acordando que la forma de gobierno fuera la "popular
representativa republicana". Se designa una comisión encargada de redactar un proyecto
constitucional, que en la práctica queda encargada al literato liberal español José Joaquín de Mora.
La Constitución de 1828 fue promulgada el 8 de agosto del mismo año y pretendía ser
equidistante entre el fracasado esquema federalista y el autoritarismo centralizador que propiciaban
algunos "pelucones" y "estanqueros". Por primera vez en un texto constitucional se utiliza la
denominación "Presidente de la República" para el Ejecutivo y se establece la institución del
Vicepresidente. El Poder Legislativo reside en dos Cámaras: Senado y Cámara de Diputados. El Poder
Judicial queda integrado por ministros de la Corte Suprema de Justicia, nombrados por el Congreso, y
los jueces designados por el Ejecutivo. Esta Constitución fue la más completa a la fecha de su
promulgación y superior a todas las anteriores, aunque como aquéllas, no respondía a la realidad
social y cultural del país.
En todo caso, sus disposiciones esenciales fueron la base para la Constitución Política de 1833.
El Estado de Chile se conforma realmente con la Constitución de 1833, la cual fue promulgada el 25
de mayo de 1833. Con esta nueva carta se estructura al Estado según las necesidades de la realidad
social y política de aquel tiempo y otorga un período de estabilidad importante para el desarrollo del
país.
El principal ideólogo de esta Carta es Diego Portales, quien sostenía la idea de crear un Ejecutivo
fuerte e impersonal, con un Gobierno apoyado bajo el principio de autoridad y el respeto a la ley, con
el fin de asegurar el orden público. Los redactores del texto fueron el liberal Manuel José Gandarillas
y el conservador Mariano Egaña, quienes debieron ceder en sus posiciones ideológicas para llevar a
buen término su cometido.
La religión del Estado es la Católica Apostólica Romana, con exclusión del ejercicio público de
cualquier otra. En lo que se refiere a la ciudadanía dice:
"Son ciudadanos activos con derecho a sufragio los chilenos que habiendo cumplido 25 años, si son
solteros y 21, si son casados, y sabiendo leer y escribir, tengan alguno de los siguientes requisitos:
una propiedad inmueble o un capital invertido en alguna especie de giro o industria y el ejercicio de
una industria o arte, o el goce de algún empleo, renta o usufructo".
Se reconocen garantías constitucionales como: igualdad ante la ley, igualdad en la admisión a todas
las funciones públicas y empleos, igualdad en el reparto de los impuestos y contribuciones a
proporción de los haberes, libertad de permanecer en cualquier punto de la República, inviolabilidad
de todas las propiedades, derecho de petición, libertad de imprenta y mantención del régimen de
mayorazgos con algunas salvedades.
Para ser elegido debía haber nacido en el territorio nacional y tener no menos de 30 años de edad.
Duraba en su cargo cinco años, pudiendo ser reelegido por un lapso igual de tiempo. Se elegía por
votación indirecta por los electores designados por los departamentos.
Entre sus principales atribuciones estaban: designar a los ministros, intendentes y gobernadores;
ejercer el patronato y el exequátur; vetar por un año los proyectos de ley que le presentaba el
Congreso, y decretar el Estado de Sitio, entre otras.
El Poder Legislativo reside en un Congreso Nacional, compuesto por dos Cámaras: una de diputados,
elegidos por los departamentos de votación directa (uno por cada 20.000 habitantes), y otra de
senadores, integrada por 20 senadores nombrados por electores, que para este objeto designaban
los departamentos en número triple al de los diputados.
Entre las atribuciones exclusivas del Congreso estaban: la de "autorizar al Presidente de la República
para que use de facultades extraordinarias, debiendo siempre señalarse expresamente las
facultades que se le conceden y fijar un tiempo determinado a la duración de esta ley". La misión del
Congreso era de discutir y aprobar las leyes, entre las cuales estaban las llamadas leyes periódicas
(actualizables cada 18 meses) , la ley de presupuesto (autorizaba los gastos del Estado), la Ley de
Cobro de Contribuciones cada 18 meses y la ley referente a la existencia de Fuerzas Armadas de mar
y de tierra.
• En agosto de 1871, se dispuso por ley que el Presidente de la República durara en el ejercicio
de sus funciones cinco años, sin poder ser reelegido para el siguiente período.
• El 25 de septiembre de 1873 se aprueba una ley que se refiere a los quórum que necesitan
las cámaras para sesionar. El Senado sesionaría con la tercera parte y la Cámara con la
cuarta parte de sus miembros. En 1874, se modifican las condiciones para la nacionalización
por parte de los extranjeros: después de un año de residencia en el país se obtiene la
nacionalidad. Por otra parte, se agregan a las garantías constitucionales el derecho a reunión
sin permiso previo y sin armas, el derecho de asociación y el derecho de petición y la libertad
de enseñanza.
• También en 1874 se reforma la manera de elección de los diputados y se dispone que los
senadores se escojan por votación directa en las provincias. Además, se aprueban varias
leyes que otorgan mayores atribuciones al Congreso. Entre las más importantes está la ley
que permite agilizar la acusación a los ministros del gobierno de turno. Otra se refiere a
otorgar al Ejecutivo un plazo no mayor a la de un año para restringir la libertad personal y la
libertad de imprenta.
• En enero de 1882 se establecieron nuevas normas para las reformas constitucionales.
• En agosto del mismo año, se amplia el universo elector pues se dispone que son ciudadanos
activos con derecho a sufragio los chilenos que hubieren cumplido 21 años de edad, que
sepan leer y escribir y estén inscritos en los registros electorales.
• El 26 de febrero de 1924 se introdujo una importante modificación al Texto Constitucional.
Esta consistía en que los disputados podrían manifestar si los ministros merecían o no
confianza. Con esta modificación se consolidaba definitivamente el sistema parlamentario de
gobierno.
Este texto constitucional establece el presidencialismo como régimen de gobierno. Rige buena parte
del siglo XX, otorgándole el Estado un papel fundamental en el desarrollo político, económico, social
y cultural del país.
En 1925, reasumiendo la Presidencia de la República Arturo Alessandri Palma, decide convocar a una
asamblea de hombres de todos los partidos políticos (de conservadores a comunistas),
representantes de las organizaciones sociales y del ejército, con el objeto de preparar un proyecto
constitucional que reemplazara a la Constitución de 1833.
Se trataba de cambiar el sistema parlamentario por el presidencial, con el fin de que el Presidente
pudiese designar libremente a sus ministros y que éstos no pudieran ser derribados por mayorías
ocasionales en el Parlamento. En definitiva, se deseaba que el Presidente de la República fuera
efectivamente el Poder Ejecutivo y que el Congreso Nacional se concentrara en su labor legislativa.
El nuevo texto constitucional fue redactado por José Maza Fernández y aprobado en un plebiscito en
julio de 1925.
La Constitución de 1925 crea un Ejecutivo fuerte, con amplias atribuciones administrativas, sin
desmedro de las libertades públicas y de las garantías individuales. El Presidente es Jefe de Gobierno
y de Estado. Nombra y remueve discrecionalmente a los ministros de Estado, ejerciendo importantes
funciones colegisladoras y nombrando a los jueces de los Tribunales ordinarios de Justicia a
proposiciones en ternas o quinas de las Cortes de Apelaciones o Corte Suprema de Justicia según sea
el caso. El Presidente duraría en su cargo seis años, siendo elegido por sufragio universal directo. Se
crea la incompatibilidad entre los cargos de parlamentario con la de Ministro de Estado.
Estableció la separación de la Iglesia del Estado y garantizó la más amplia libertad de conciencia y de
cultos. Suprimió el Consejo de Estado y la Comisión Conservadora que consagraba la Constitución del
33 por carecer de justificación. Creó el Tribunal Calificador de Elecciones, reemplazando al sistema
de la Constitución anterior, en que las propias cámaras calificaban las elecciones de sus miembros.
La Constitución de 1925 terminó con las leyes periódicas como fuente de presión política del
Congreso hacia el Presidente de la República, disponiendo que si el Poder Legislativo no aprobaba las
leyes de presupuesto presentadas por el Ejecutivo en un plazo fijado por la Constitución, regiría
automáticamente el proyecto presidencial. A su vez, el texto de 1925 estableció un sistema de
control de constitucionalidad de las leyes con efecto para el caso particular que conocía. Este se
concretaba a través del recurso de inaplicabilidad por inconstitucionalidad, el cual la jurisprudencia lo
limitó a la inconstitucionalidad de fondo.
Esta es una de las razones que lleva a establecer en 1970 un Tribunal Constitucional encargado de
realizar un control preventivo de constitucionalidad de los proyectos de ley, es decir, un control que
se realiza antes de que la ley sea promulgada, con efecto derogatorio de la norma considerada
inconstitucional.
Origen de la Constitución
Luego del Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, no sólo fue suspendida la Constitución de
1925 sino que, además, se buscó crear una nueva institucionalidad completamente desde cero. Una
comisión, denominada la Comisión Ortúzar, se dio a la tarea de crear una nueva constitución,
redactando el proyecto inicial. El Consejo de Estado discutió e introdujo algunas modificaciones a ese
proyecto entre 1978 y 1980; tuvieron aquí alguna participación el ex Presidente Jorge Alessandri
(Presidente del Consejo) y Enrique Ortúzar. Con posterioridad a la redacción afinada por esos
cuerpos consultivos, la Junta de Gobierno también le introdujo algunos cambios. El texto fue en
definitiva sometido a la opinión de la ciudadanía mediante el Plebiscito Nacional de 1980, en el que
fue aprobado. Dicho plebiscito ha sido y sigue siendo cuestionado, atendidas las irregularidades
formales de su celebración (entre otras cosas, por ejemplo, no existían registros electorales y la
oposición se vio impedida de efectuar campaña, al estar restringidas algunas libertades públicas,
como la de expresión y reunión). La Constitución entró en vigencia el 11 de marzo de 1981, aunque
extensos sectores de la ciudadanía no reconocieron su validez.
Primeros años
Entre 1981 y 1990, de acuerdo a las disposiciones transitorias fijadas por la misma Constitución, la
Junta de Gobierno asume las funciones legislativas y constituyente. Augusto Pinochet, asimismo es la
única autoridad ejecutiva a nivel nacional. Los tribunales de justicia continuaron ejerciendo sus
funciones como venían haciendo desde el inicio de la dictadura.
Finalmente, un grupo de partidos políticos encabezados por la Democracia Cristiana a fines de los
años 1980 aceptó entrar al juego político establecido en la Constitución, reconociéndola como una
realidad jurídica. De esa forma se esperaba acortar el tiempo de la dictadura, dentro del marco
institucional establecido por ésta; y así fue. En 1988 se puso en marcha el mecanismo previsto para
la sucesión de Pinochet; tras la celebración de un plebiscito, el país decidió la realización de
elecciones libres, en 1989, para designar al Presidente de la República y a la mayoría de los
miembros del Congreso Nacional.
Luego de que la Concertación ganó las elecciones presidenciales, y Patricio Aylwin asumiera como
Presidente de Chile en 1990, la Constitución fue reconocida como válida por todos los sectores
políticos y sociales de Chile, con la excepción del Partido Comunista de Chile y otros grupos de
izquierda extra-parlamentarios (quienes continúan llamando a la convocatoria de una asamblea
constituyente para redactar una nueva constitución).
Durante los primeros años de los gobiernos de la Concertación, fue prácticamente imposible algún
tipo de reforma sustancial del cuerpo legal debido a la oposición de los sectores de la Alianza por
Chile.
En los últimos años, han sido realizadas variadas reformas constitucionales, pero sólo durante el
gobierno del Presidente Ricardo Lagos se logró llegar a un consenso para eliminar los últimos
enclaves antidemocráticos de su texto original (proveniente del gobierno militar).
Luego de varios años de discusión y de acuerdos entre ambos grupos políticos, el 14 de julio de 2005
se llegó a un acuerdo de reforma en el Senado. Posteriormente, un acuerdo entre el Gobierno y el
Congreso, el Presidente presentó inmediatamente un veto para poder modificar 27 artículos de las
reformas, las que fueron rápidamente aprobada por ambas cámaras del Congreso. El 16 de agosto
de aquel año el Congreso Nacional de Chile en su conjunto, reunido como Congreso Pleno, da la
última aprobación. El resultado de la votación fue de 150 votos a favor, 3 en contra (de los senadores
designados Jorge Martínez Busch, Fernando Cordero y Julio Canessa) y la abstención del Senador
Rodolfo Stange.
El 17 de septiembre del 2005, en una ceremonia especial, fue promulgado por medio de un decreto,
el texto refundido, coordinado y sistematizado de la Constitución, incorporando estas últimas
reformas. Dicha ceremonia fue encabezada por el Presidente Ricardo Lagos, cuya firma del texto
constitucional pasó a reemplazar la del General Augusto Pinochet.
Visión de conjunto
Como muchos comentaristas observan, hay una paradoja cierta en esta Constitución. Se trata
probablemente del texto más respetuoso de los derechos individuales de las personas que haya
conocido la historia constitucional chilena; la paradoja reside en que haya sido dictada precisamente
por una dictadura militar bajo cuyo gobierno se violaron los derechos humanos. Sin embargo, no es
casual que durante gran parte de los primeros años de vigencia del texto, el país haya sido
gobernado bajo estados de excepción constitucional que permitieron eludir algunas reglas
demasiado "restrictivas" para un gobierno no democrático, y no demasiado respetuoso –en el hecho–
de las libertades públicas.
Las críticas más visibles dirigidas en su contra recaen sobre lo que en algún momento se llamó
“enclaves autoritarios”. En efecto, aún abrazando principios democráticos, no debe olvidarse que un
principio la Constitución obedecía a un modelo de “democracia protegida”. En ese contexto era
normal que la propagación de doctrinas que propendieran la lucha de clases, por ejemplo, fuese
considerada como un ilícito constitucional; o que se pretendiera instaurar a nivel local mecanismos
de gestión administrativa y gubernamental al margen de recetas puramente políticas (i.e.
ideológicas). Durante casi 25 años subsistieron algunos aspectos heredados de esa concepción
política: el papel de las Fuerzas Armadas como garantes de la institucionalidad, el peso (cada vez
menor en la práctica) del Consejo de Seguridad Nacional de Chile, y la existencia de senadores por
derecho propio y otros designados, que se reputan representar a la Nación del mismo modo que los
electos.
A ello se suman dos factores que mantienen una grave tensión. Por una parte, la definición de un
sistema electoral que no asegura en forma absolutamente fiel la representación de todas las
colectividades políticas y ha obligado a formar grandes bloques políticos –en donde las colectividades
más marginales tienen dificultad para hacerse oír. En ese contexto, la Constitución parecería haber
sido hecha para regir de una vez para siempre al país, sin posibilidad de evolución. Por otra parte, y
sumado a lo anterior, la Constitución en varias de sus disposiciones exige mayorías parlamentarias
calificadas para reformar ciertos aspectos institucionales que son claves en la actualidad. Por
ejemplo, se exige una mayoría de los 4/7 de los parlamentarios en ejercicio para reformar las
votaciones, los partidos políticos, la libertad de enseñanza, las bases de la Administración, el
Congreso Nacional, el Tribunal Constitucional, las Fuerzas Armadas, etc. Dado lo anterior, ha sido
extremadamente difícil que la mayoría democrática reforme tales instituciones cuyo régimen
jurídico, en lo fundamental, fue definido durante la dictadura militar.
La solución a muchos de esos problemas, que existen y en algún momento han parecido graves,
pasa simplemente por una reestructuración de mecanismos de poder, como los que se discuten
actualmente y verosímilmente permitirán cambiar la Constitución.
Pero más allá de esa clase de observaciones, cabe preguntarse si acaso la Constitución tiene
realmente carácter democrático. No se trata de resucitar las querellas acerca de su legitimidad de
origen sino de analizar su contenido. En efecto, en el texto mismo, en sus aspectos dogmáticos, hay
opciones ideológicas explícitas, que pueden ser discutibles, y sobre todo pueden limitar la libertad de
acción de generaciones futuras. El principio de subsidiariedad, por ejemplo, puede erigirse en
obstáculo a la implementación de políticas asistenciales o de servicio público más agresivas por
parte del Estado. Igualmente, la importancia asignada a la familia podría esgrimirse como argumento
que impida la adaptación de las leyes a la evolución de las costumbres, particularmente en materia
sexual. En fin, incluso un concepto aparentemente tan inocuo como el de bien común puede ser
objeto de lecturas restrictivas, que vinculen el porvenir de la sociedad chilena a un modelo específico
inmutable, y frenen su evolución conforme a la apreciación más o menos cambiante del interés
general, que hagan los representantes de la Nación a través del tiempo. La cuestión que habrá que
preguntarse en el futuro es si quiere hacerse de la Constitución chilena más un programa de
gobierno que un arsenal de instrumentos a disposición de cada gobierno o cada legislatura.
Contenido
Bases de la Institucionalidad
El primer capítulo (artículos 1º a 9º), llamado Bases de la Institucionalidad, contiene una serie de
principios elementales de un Estado de derecho. Este capítulo resume la filosofía política de la
Constitución, en cuanto toca a la relación del hombre con el poder. Así, establece, por ejemplo que
las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos, y reconoce la importancia de la familia y
del respeto a los derechos fundamentales. Contiene diversos principios inspiradores de la
organización política del Estado: soberanía nacional, democracia representativa, forma unitaria,
tendencia a la descentralización, etc. El valor jurídico de la Constitución es regulado por ella misma:
se trata de una norma, por consiguiente su observancia es obligatoria para toda persona, institución
o grupo, y evidentemente también para todos los órganos del Estado. El principio de respeto al
Estado de derecho se completa mediante los principios de legalidad –o juridicidad, en la jerga de
algunos académicos- y de responsabilidad del Estado.
Nacionalidad y Ciudadanía
El capítulo II (art. 10º a 18), Nacionalidad y ciudadanía, compendio de las reglas tradicionales
chilenas sobre la ciudadanía. Reconoce la nacionalidad chilena en las distintas formas que esta se
obtiene, ya sea ius sanguinis, ius solis, por carta de nacionalización o por gracia (ley). También
establece las causas de pérdida de la nacionalidad, otorga la posibilidad de recurrir ante la corte
suprema frente a resolución administrativa considerada arbitraria, que prive o desconozca la
nacionalidad chilena. También establece las reglas básicas de la Ciudadanía, el Derecho a Sufragio y
la forma de elección.
Derechos y Deberes Constitucionales
El capítulo III (art. 19 a 23), posee una densidad normativa importante. Se refiere a Los derechos y
deberes constitucionales. El artículo 19, extensa enunciación de los derechos fundamentales
reconocidos en Chile, conserva tradiciones ancestrales de la cultura jurídica chilena –la trilogía de
valores hispánicos: honra, vida y hacienda, por ejemplo–, actualizándolas conforme a las
orientaciones actuales del constitucionalismo moderno. Entre los derechos fundamentales
reconocidos se cuentan el derecho a la vida, la igualdad ante la ley, la igualdad en la protección de la
ley, a la honra, a la libertad de conciencia, a la libertad de expresión, de asociación, el derecho a la
propiedad, y un largo etcétera. Ciertamente, los derechos humanos de carácter social son los menos
desarrollados en este texto, aunque contiene algunos esbozos al respecto. Esta enumeración se
cierra por la garantía de que el legislador no podrá dictar leyes que afecten el núcleo fundamental o
la esencia de estos derechos.
Gobierno
El capítulo IV (art. 24 a 45) establece como cabeza del Estado y del Gobierno al Presidente de la
República. Define las formas de elección de éste y los requisitos para desempeñar el cargo,
establece las atribuciones del Presidente de la República, las normas relativas a los Ministros de
Estado, su nombramiento y requisitos para desempeñar el cargo, da la norma básica sobre las bases
de la Administración del Estado, y define los Estados de Excepción Constitucional.
Congreso Nacional
El capítulo V (art. 46 a 75) establece un Congreso Nacional bicameral, con un Senado y una Cámara
de Diputados, estableciendo la forma de elección de los miembros de los mismos y sus números, los
requisitos e inhabilidades para desempeñar el cargo, las atribuciones exclusivas de cada rama y del
congreso en su conjunto, el funcionamiento del congreso, las materias de ley y la formación de las
mismas.
Poder Judicial
Ministerio Público
El capítulo VII (art. 83 a 91) establece las bases del Ministerio Público, las formas y modos de operar
de este organismo, la designación o elección de sus miembros, y las atribuciones de los mismos.
Tribunal Constitucional
El capítulo VIII (art. 92 a 94) establece un Tribunal Constitucional, definiendo la forma en la cual
serán designados los miembros del mismo, las atribuciones del Tribunal y la fuerza de sus
resoluciones.
Justicia Electoral
El capítulo XI (art. 101 a 105) establece la forma de operar de las instituciones armadas y policiales,
sus normas fundamentales, el ascenso de sus miembros, y la designación de los comandantes en
jefe de las distintas ramas de las FF.AA y de Orden.
El capítulo XII (art. 106 a 107) establece un Consejo de Seguridad Nacional, formado por los
miembros que la Constitución Señala, para asesorar al Gobierno en materias de su incumbencia.
Banco Central
El capítulo XIII (art. 108 a 109) establece normas fundamentales para este órgano autónomo y
técnico.
El capítulo XIV (art. 110 a 126 bis) establece las bases del gobierno y la administración del Estado a
nivel regional y provincial y de la administración comunal, la forma y modo de operar de las
autoridades de dichos entes, y sus atribuciones.
Reforma de la Constitución
El capítulo XV (art. 127 a 129) establece la forma, los quórums y modos de reformar los diferentes
capítulos de la Constitución Política de la República.
Reformas constitucionales
Año 1989
Año 1991
• Ley Nº 19.055, de 1 de abril de 1991, modificó algunos preceptos relativos a las conductas
terroristas.
Año 1994
Año 1997
• Ley Nº 19.519, de 16 de septiembre de 1997, incorporó el capítulo VI-A sobre el Ministerio
Público y otras modificaciones relativas a la reforma procesal penal.
Año 1999
Año 2000
• Ley Nº 19.671, de 29 de abril de 2000, reformó una norma sobre el mecanismo de reforma
constitucional.
Año 2001
Año 2003
Año 2005
• Ley Nº 20.050, de 26 de agosto de 2005, si bien las reformas constitucionales realizada por
ésta son bastantes (incluye 54 modificaciones), las principales y más significativas son las
siguientes:
o Eliminación de los senadores designados y vitalicios: Hasta el año 2006, el
Senado estuvo compuesto por 38 senadores elegidos por votación popular más 9
senadores designados, correspondientes a ex miembros de varios órganos del Estado
(incluyendo senadores representantes de cada una de las 3 ramas de las Fuerzas
Armadas y Carabineros de Chile). Además, se establecía la existencia de senadores
vitalicios, correspondientes a los ex Presidentes de la República (Augusto Pinochet
asumió en 1998, renunciando el 2001; y Eduardo Frei Ruiz-Tagle ocupó su asiento
entre 2000 y el 2006).
o Reducción del mandato presidencial: El Presidente con mandato a partir del 11
de marzo de 2006 sólo desempeñará el cargo durante 4 años (no 6 como antes de
esta reforma).
o Facultad de remoción de los Comandantes en Jefe: El Presidente de la
República adquiere la atribución de remover a los Comandantes en Jefe de las
Fuerzas Armadas y al General Director de Carabineros, debiendo sólo informar de su
decisión al Congreso (una facultad que tradicionalmente gozaba el Presidente).
Antes, la única forma de hacerlo era a través del voto conforme de la mayoría de los
miembros del Consejo de Seguridad Nacional (El presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle
recibió un categórico "yo no renuncio" del General Director de Carabineros Rodolfo
Stange durante las investigaciones del llamado "caso Degollados", mientras que
Ricardo Lagos debió negociar con el Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea Patricio
Ríos, luego de que se descubriera la protección de éste a algunos violadores de los
derechos humanos).
o Modificación del Consejo de Seguridad Nacional: El COSENA será desde ahora
un organismo asesor del Presidente de la República y sólo podrá ser convocado por
éste. Anteriormente, éste tenía atribuciones de hacer presente a otras instituciones
del Estado asuntos que, a su juicio, atentaban contra las bases de la institucionalidad
o la seguridad nacional y podía ser convocado por cualquiera de sus miembros (en
1993, fue convocado por el Presidente de la Corte Suprema durante la acusación
constitucional del ministro Hernán Cereceda; mientras que entre 1998 y 2000 fue
convocado por los jefes castrenses por los procesamientos al general Pinochet).
o Nacionalidad: Se elimina el requisito de avecindamiento en el país por un año como
medio de adquisición de la nacionalidad chilena para hijos de chilenos nacidos en el
extranjero, bastando ahora ser hijo de chileno, sin importar el lugar de nacimiento,
para adquirirla. Esto reafirma la obtención de nacionalidad por ius sanguinis.
Año 2007
Año 2008
• Ley N° 20.245, de 10 de enero de 2008, que autoriza la fijación de fechas diferentes para la
entrada en vigencia de los sistemas de enjuiciamiento en las diversas regiones del país.
Sus editores, la Fundación Instituto de la Mujer y el Movimiento Pro Emancipación de la Mujer Chilena
(Memch), dejaron claro que no se trató sólo de un afán intelectual o académico, sino de entregar
bases políticas, jurídicas y sociales sólidas, que justificaran la necesidad de una nueva Constitución
Política para Chile.
Desde esa perspectiva, agrega, se trataría de “un fenómeno anacrónico que no tendría más
fundamento que la fuerza de algo impuesto” y se aleja de la evolución constitucional occidental, que
avanza en un sentido liberal, de búsqueda de mecanismos para profundizar la soberanía popular y
garantizar el pluralismo y la tolerancia.
Producto de ello, prosigue, la Constitución vigente deja de tener una neutralidad valorativa que se
adapta a la voluntad mayoritaria del electorado para optar por un solo tipo de orden económico, una
sola idea de propiedad, una sola idea de familia.
Respecto de las reformas aprobadas en 2005 (que llevaron al Presidente Lagos a declararla
“democrática”), Soto Barrientos precisa que se han orientado a una sola faceta, la generación de
determinadas autoridades -término de los senadores designados, subordinación de las fuerzas
armadas y de orden al poder civil, entre otras-, y no abordan las ideas de nación y soberanía
emanadas de todo el texto constitucional.
“Sin duda, este es un debate pendiente y relevante para avanzar hacia una Carta Fundamental que
sea expresión de la sociedad chilena en su conjunto”, afirma.
Proceso constituyente
A su vez, Eric Eduardo Palma, abogado, doctor en Derecho y profesor de la Universidad de Chile,
explica que la Constitución de 1980, aun reformada, no consagra efectivamente los derechos
humanos por tres razones principales:
Explica que, desde el punto de vista jurídico, no sólo puede hablarse de una Constitución “política”,
sino también de una Constitución “económica”, que establece el régimen económico liberal y la
figura del Estado subsidiario. Así, los principios de dicho modelo económico resultan más importantes
que los derechos de los individuos y su entendimiento y aplicación dogmática pasan por encima de
las necesidades de la comunidad.
“En concreto, la Constitución no consagra el derecho a presentar proyectos de ley; no consagra el
derecho a revocar el mandato de los legisladores o del propio Presidente de la República; se
desconfía de los partidos políticos; el plebiscito es un mecanismo excepcional casi imposible de
aplicar; no existe representatividad popular a nivel regional; no existe la posibilidad de incidir en el
presupuesto de la nación; no está garantizada la participación de las minorías indígenas, entre otros
aspectos”.
En tanto, Francisco Zúñiga, abogado, profesor de derecho constitucional de la Universidad de Chile y
experto en derecho público y comparado, reitera en el libro que en la Constitución de 1980 persiste
un problema de legitimidad de origen y que los derechos, deberes, garantías, valores y principios
que consagra conservan en gran medida una inspiración neoliberal o jusnaturalista (del derecho
natural).
Plantea, en consecuencia, que hoy la expectativa es, cerrada oficialmente la transición política con
las reformas constitucionales de 2005, “la asunción futura de una ‘nueva’ Constitución de origen
plenamente democrático y de techo ideológico abierto o plural, fruto de una reforma de ‘segunda
generación’ o de un proceso constituyente originario, constitutivas de una ‘operación constituyente’
caracterizada por un debate público y ciudadano (...)”.
Editor del trabajo es el abogado Felipe Viveros, consultor de la Asociación Chilena de Organismos No
Gubernamentales Acción, quien, en la introducción del mismo, plantea que la actual Constitución y el
sistema político resultante “ni siquiera reflejan el estándar mínimo de representatividad de una
democracia digna de ese nombre”.
“Distritos electorales aberrantemente desiguales, donde el principio ‘un hombre, un voto’ es una
quimera, un padrón electoral que envejece y se reduce progresivamente por falta de inscripción de
los jóvenes y, sobre todo, un sistema llamado binominal que sobrerrepresenta interesadamente a la
derecha política y excluye del mapa parlamentario a importantes minorías, hacen que la democracia
electoral chilena no pueda ser cabalmente certificada como ‘representativa’”.
Atribuye a la “clase política” la principal responsabilidad por los magros resultados en la
democratización del país y le objeta su elitización, excesiva autorreferencia, pragmatismo y
comodidad, además de escasa consideración por la ciudadanía más allá de las elecciones.
Edgardo Condeza, médico, líder de un movimiento que promueve la incorporación del plebiscito
ciudadano a la Carta Fundamental, sostiene que, estando consagrado éste constitucionalmente, la
ciudadanía podrá convocar a un plebiscito para decidir, por ejemplo:
-La convocatoria a una asamblea constituyente que redacte una nueva Constitución;
-La superación de las discriminaciones contra la mujer;
-La renacionalización el cobre y el cobro de un royalty;
-La reforma del sistema de salud y el de previsión (AFP);
-La ayuda a las pequeñas empresas;
-La devolución del agua potable y otros servicios básicos al sector público;
-El desarrollo de políticas en favor del medio ambiente;
-La disminución del gasto en armas para la guerra;
-El avance de la integración con América Latina;
-El avance de la descentralización y la regionalización del país;
-La creación de soluciones para superar el desempleo.
“O cualquier materia que usted y un grupo significativo de otras personas considere importante para
su comuna, su región o para el país, y que debe ser consultado con los interesados: los mismos
ciudadanos”.
Julio Frank S.
Fuente: “Sociedad civil y nueva Constitución: hacia un pacto ciudadano para la Constitución que
queremos”, Fundación Instituto de la Mujer y Movimiento Pro Emancipación de la Mujer Chilena, con
el apoyo de la Fundación Heinrich Böll de Alemania, Santiago, 2006.
Por la convocatoria a una
Asamblea Nacional
Constituyente
Anónimo
La Constitución Política del Estado no representa la voluntad soberana del pueblo chileno. Fue
impuesta en 1980 para legitimar una dictadura que violó los derechos humanos y enriqueció a un
puñado de empresarios que, mediante espurias privatizaciones, se apoderaron de la mayor parte del
patrimonio público forjado con el trabajo y ahorro de generaciones de chilenos.
La Constitución actual ampara a los poderes fácticos que ayer se sirvieron de la tiranía y que hoy
gozan de ocultos e irritantes privilegios, ejerciendo un control decisivo sobre la economía, las
instituciones políticas y los medios de comunicación. No sólo es ilegítima en su origen. Es, además,
antidemocrática, porque privilegia la renta y el lucro por sobre la dignidad humana, deja los principales
resortes del poder económico y jurídico fuera del alcance y control de la ciudadanía y establece
obstáculos insalvables para su modificación. Representa, en definitiva, la continuidad jurídica de la
dictadura e impide el establecimiento de un régimen verdaderamente democrático.
Todas y cada una de las frustraciones, dolores y angustias que afectan gravemente la subsistencia y el
bienestar de la gran mayoría de los chilenos, derivan de un modelo económico e institucional que,
amparado en la Constitución de 1980, favorece la concentración monopólica de la propiedad y agudiza
la injusticia social. Así, el capital extranjero ha llegado a controlar la mayor parte del cobre, los recursos
hídricos, el sistema previsional, la energía, el sistema bancario y las telecomunicaciones, sangrando, a
perpetuidad, el esfuerzo del trabajo nacional. La inestabilidad y la precariedad del empleo, la deficiente
atención en salud, educación y vivienda, la gravísima destrucción del ecosistema, el deterioro de la
calidad de vida en nuestras ciudades, la impunidad que beneficia a muchos civiles y militares
responsables de graves crímenes contra la humanidad, la discriminación y el desconocimiento de los
derechos de los pueblos originarios, la corrupción y el clientelismo presentes en el aparato público, la
crisis del transporte urbano y la escandalosa y creciente desigualdad entre ricos y pobres, son
resultado de un modelo económico e institucional que se ampara en el Decreto Ley Nº 3464, dictado
bajo Estado de Sitio por la Junta Militar y denominado "CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL ESTADO".
Las reformas parciales aprobadas en el plebiscito de 1989 y por el Parlamento, desde 1990, han
dejado intacta su naturaleza plutocrática y autoritaria.
Porque nos asiste la convicción de que la mayoría de los chilenos, más allá de sus diferencias
ideológicas o valóricas, rechaza la constitución pinochetista, hemos decidido iniciar un proceso de
consulta y organización ciudadana para exigir la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente
encargada de elaborar una nueva Carta Fundamental, que restablezca los grandes avances
democráticos que Chile alcanzó en el siglo veinte, que haga efectivas las libertades y derechos
proclamados en las heroicas jornadas de lucha contra la dictadura y que restituya la soberanía nacional
a manos de su único titular: el pueblo de Chile.
Deberemos afrontar enormes obstáculos que opondrán quienes se obstinan en mantener sus
mezquinos privilegios, a saber: la oligarquía y el autoritarismo de viejo cuño que han sido capaces de
cooptar a dirigentes políticos que, en el pasado, criticaron a la dictadura pero que actúan ahora como
administradores de su nefasta herencia.
Para conservar la vieja institucionalidad, las elites privilegiadas fomentan la apatía ciudadana y
desalientan todo signo de cohesión y solidaridad en la base social. Baste decir que actualmente existen
poco más de 3 millones de ciudadanos que no participan en los procesos electorales, ya sea por no
inscripción, abstención, o porque al rechazar las alternativas que se presentan votan nulo o blanco.
Esta cifra que representa el 30.5% del padrón electoral potencial, constituye el doble de la que no votó
validamente en la elección de 1989 (15,4%).
LLAMAMIENTO
El rumbo actual del país compromete gravemente el futuro de las jóvenes generaciones y nos conduce
inexorablemente a la pérdida de independencia, libertad y dignidad. Chile, con su colosal riqueza, y la
vocación republicana de su pueblo se encuentra en condiciones de proveer, con creces, la satisfacción
de las necesidades materiales, culturales y espirituales de toda su población. Para que ello sea una
realidad, no podemos soslayar los temas institucionales.
No hay razones para resignarse y permitir que nuestro país permanezca, por tiempo indefinido, bajo la
tutela del capital foráneo y los poderes fácticos locales.
Apelamos, por ello, a todas las reservas morales de la nación, a todos los trabajadores, hombres y
mujeres, que a diario viven en la incertidumbre de su frágil subsistencia, a todos los empresarios
hastiados de los privilegios que se otorgan al capital extranjero, a todos los jóvenes que culminan
agobiadoras jornadas de estudio con un título de cesantes, a los sectores religiosos que constatan la
falta de escrúpulos y de valores de quienes amasan fortunas atropellando la dignidad y los derechos
ciudadanos; a los adultos mayores, que tras una vida laboriosa son condenados a la pobreza por las
AFP que se apropian de sus ahorros previsionales con fines especulativos; a lo mejor de la
intelectualidad, a nuestra comunidad científica y académica, a nuestros artistas y gestores culturales, a
los pueblos originarios, a todos los sectores que sufren discriminación de clase o de género, para que
sean parte activa en esta gran fuerza social y política que demanda un orden social e institucional en
armonía con nuestro desarrollo histórico y cultural, abierto al conocimiento y a las nuevas tendencias
que se plantean la defensa de la especie humana ante el peligro de una nueva catástrofe ecológica de
impacto mundial.
Factor fundamental para el éxito de esta tarea es la superación constructiva del sectarismo, el
mesianismo y el dogmatismo, vicios que –paradojalmente- sirven a la mantención del status quo,
porque contribuyen a neutralizar la fuerza de la mayoría ciudadana inspirada en ideales superiores de
soberanía, dignidad y libertad. En el umbral del bicentenario de la República la unidad del pueblo hará
posible poner fin a la vergonzosa vigencia de una Constitución esencialmente antidemocrática.
Llamamos a todos los chilenos y chilenas –donde sea que se encuentren- para que, desde ahora
mismo, suscriban este llamamiento, generen instancias de unidad para esta lucha, promuevan debates
y emprendan múltiples iniciativas tales como plebiscitos en comunas, sindicatos y organizaciones
sociales, foros y charlas en agrupaciones estudiantiles, campesinas, poblacionales, colegios
profesionales, etc., en las que se demostrará el mayoritario apoyo de los chilenos a una nueva Carta
Fundamental.
Sobre la base de estas experiencias y otras que surjan desde la base social invitamos a los electores a
utilizar la próxima elección Municipal para manifestar su voluntad de contar con una Constitución
Democrática., mediante un signo previamente convenido, sin perjuicio de su preferencia por un
determinado candidato. Una marca de esta naturaleza no anula el voto, pues la ley electoral Nº
18.700 dispone que “Serán nulas y no se escrutarán las cédulas en que aparezca marcada más de una
preferencia”. Además, en la Cartilla de Instrucciones del Servicio Electoral 2005, página 21 Nº 5.1.6 se
dispone que “También se escrutarán como válidas las cédulas en que se haya señalado una sola
preferencia, pero que la Mesa estime “OBJETADAS”, (marcadas), por tener, además de la
preferencia, rayas, palabras, firmas, dibujos, etc.”.
De esta forma, paso a paso, se irá configurando una gran fuerza unitaria que represente la aspiración
colectiva de quienes amamos a Chile y nos sentimos parte de un pueblo que, recogiendo las lecciones
de la historia, asume la construcción de su propio destino, entrañablemente hermanado con el de los
pueblos latinoamericanos y con la paz y la solidaridad en todo el planeta.
Se resolvió, además, realizar un acto público en el transcurso de las próximas semanas para
difundir el texto definitivo del llamamiento con las primeras mil adhesiones, entre las que se
cuentan el ex Rector de la Universidad Católica, Fernando Castillo Velasco, los dirigentes
universitarios Giorgio Bocardo, Felipe Hasbún y Eduardo Arancibia, los sindicalistas Etiel Moraga,
de la CUT, Nelson Viveros de la ANEF y Oscar Torres, de la Plataforma Rural por la Tierra, los ex
Ministros Jacques Chonchol, Humberto Martones, Enrique Silva Cimma, Jorge Arrate, los
abogados Mauricio Salinas, Julio Stuardo González, Miguel Ávila, Héctor Salazar Ardiles,
Humberto Lagos Schufenegger, Roberto Ávila; los dirigentes políticos Carmen Lazo, Carlos Moya,
Luis Casado, Lautaro Videla, Esteban Silva, Carlos Tomic, Jorge Cisternas, Atilio Barrios, María
Emilia Marchi; los académicos Roberto Aldunce, Pedro Alejandro Matta, Orlando Caputo,
Graciela Galarce, Danilo Salcedo, Héctor Vega, Claudio Pérez, Sergio Muñoz, los dirigentes
sociales Miguel Retamal, Ramón Núñez, Alfredo Estrada, Patricio Valenzuela, Fernando Lira,
Celsa Parrau, Gustavo Ruz, Juana García, Edgardo Condeza; los artistas Vicky Larraín, Aníbal
Reyna, Toño Kadima y Mónica Echeverría, entre otros.
El texto del llamamiento, que recoge las enmiendas formuladas durante esta asamblea, es el
siguiente:
Por la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente
La Constitución Política del Estado no representa la voluntad soberana del pueblo chileno. Fue
impuesta en 1980 para legitimar una dictadura que violó los derechos humanos y enriqueció a
un puñado de empresarios que, mediante espurias privatizaciones, se apoderaron de la mayor
parte del patrimonio público forjado con el trabajo y ahorro de generaciones de chilenos.
La Constitución actual ampara a los poderes fácticos que ayer se sirvieron de la tiranía y que
hoy gozan de ocultos e irritantes privilegios, ejerciendo un control decisivo sobre la economía,
las instituciones políticas y los medios de comunicación. No sólo es ilegítima en su origen. Es,
además, antidemocrática, porque privilegia la renta y el lucro por sobre la dignidad humana,
deja los principales resortes del poder económico y jurídico fuera del alcance y control de la
ciudadanía y establece obstáculos insalvables para su modificación. Representa, en definitiva, la
continuidad jurídica de la dictadura e impide el establecimiento de un régimen verdaderamente
democrático.
Todas y cada una de las frustraciones, dolores y angustias que afectan gravemente la
subsistencia y el bienestar de la gran mayoría de los chilenos, derivan de un modelo económico
e institucional que, amparado en la Constitución de 1980, favorece la concentración monopólica
de la propiedad y agudiza la injusticia social. Así, el capital extranjero ha llegado a controlar la
mayor parte del cobre, los recursos hídricos, el sistema previsional, la energía, el sistema
bancario y las telecomunicaciones, sangrando, a perpetuidad, el esfuerzo del trabajo nacional.
La inestabilidad y la precariedad del empleo, la deficiente atención en salud, educación y
vivienda, la gravísima destrucción del ecosistema, el deterioro de la calidad de vida en nuestras
ciudades, la impunidad que beneficia a muchos civiles y militares responsables de graves
crímenes contra la humanidad, la discriminación y el desconocimiento de los derechos de los
pueblos originarios, la corrupción y el clientelismo presentes en el aparato público, la crisis del
transporte urbano y la escandalosa y creciente desigualdad entre ricos y pobres, son resultado
de un modelo económico e institucional que se ampara en el Decreto Ley Nº 3464, dictado bajo
Estado de Sitio por la Junta Militar bajo la denominación de “CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL
ESTADO”. Las reformas parciales aprobadas en el plebiscito de 1989 y por el Parlamento, desde
1990, han dejado intacta su naturaleza plutocrática y autoritaria.
Porque nos asiste la convicción de que la mayoría de los chilenos, más allá de sus diferencias
ideológicas o valóricas, rechaza la constitución pinochetista, hemos decidido iniciar un proceso
de consulta y organización ciudadana para exigir la convocatoria a una Asamblea Nacional
Constituyente encargada de elaborar una nueva Carta Fundamental, que restablezca los
grandes avances democráticos que Chile alcanzó en el siglo veinte, que haga efectivas las
libertades y derechos proclamados en las heroicas jornadas de lucha contra la dictadura y que
restituya la soberanía nacional a manos de su único titular: el pueblo de Chile.
Deberemos afrontar enormes obstáculos que opondrán quienes se obstinan en mantener sus
mezquinos privilegios, a saber: la oligarquía y el autoritarismo de viejo cuño que han sido
capaces de cooptar a dirigentes políticos que, en el pasado, criticaron a la dictadura pero que
actúan ahora como administradores de su nefasta herencia.
Para conservar la vieja institucionalidad, las elites privilegiadas fomentan la apatía ciudadana y
desalientan todo signo de cohesión y solidaridad en la base social. Resultado de lo anterior es
que, en 1989, los ciudadanos que no participaron en las elecciones, o votaron nulo o blanco,
representaban el 15,4%. Después de 16 años aumentaron al 42,5%. Confirma esta tendencia el
hecho de que entre el 85 % y el 90 % de los chilenos desconfían del parlamento, del Poder
Judicial y de los partidos políticos.
LLAMAMIENTO
El rumbo actual del país compromete gravemente el futuro de las jóvenes generaciones y nos
conduce inexorablemente a la pérdida de independencia, libertad y dignidad. Chile, con su
colosal riqueza y su extensa trayectoria republicana, se encuentra en condiciones de proveer,
con creces, la satisfacción de las necesidades materiales, culturales y espirituales de toda su
población. Para que ello sea una realidad, no podemos soslayar los temas institucionales.
No hay razones para resignarse y permitir que nuestro país permanezca, por tiempo indefinido,
bajo la tutela del capital foráneo y los poderes fácticos locales.
Apelamos, por ello, a todas las reservas morales de la nación, a todos los trabajadores, hombres
y mujeres, que a diario viven en la incertidumbre de su frágil subsistencia, a todos los
empresarios hastiados de los privilegios que se otorgan al capital extranjero, a todos los jóvenes
que culminan agobiadoras jornadas de estudio con un título de cesantes, a los sectores
religiosos que constatan la falta de escrúpulos y de valores de quienes amasan fortunas
atropellando la dignidad y los derechos ciudadanos; a los adultos mayores, que tras una vida
laboriosa son condenados a la pobreza por las AFP que se apropian de sus ahorros previsionales
con fines especulativos; a lo mejor de la intelectualidad, a nuestra comunidad científica y
académica, a nuestros artistas y gestores culturales, a los pueblos originarios, a todos los
sectores que sufren discriminación de clase o de género, para que sean parte activa en esta
gran fuerza social y política que demanda un orden social e institucional en armonía con nuestro
desarrollo histórico y cultural, abierto al conocimiento y a las nuevas tendencias que se plantean
la defensa de la especie humana ante el peligro de una nueva catástrofe ecológica de impacto
mundial.
Factor fundamental para el éxito de esta tarea es la superación constructiva del sectarismo, el
mesianismo y el dogmatismo, vicios que –paradojalmente- sirven a la mantención del status
quo, porque contribuyen a neutralizar la fuerza de la mayoría ciudadana inspirada en ideales
superiores de soberanía, dignidad y libertad.
Entre otras acciones proponemos que, en las próximas elecciones municipales, al momento de
marcar nuestra preferencia, escribamos en la papeleta la frase “Constitución democrática
ahora” lo que, según la ley vigente, no invalida el sufragio. Vigilaremos que esos votos sean
rigurosamente escrutados, computados y contados.
Llamamos a todos los chilenos y chilenas –donde sea que se encuentren- para que, desde ahora
mismo, suscriban este llamamiento, promuevan debates y emprendan múltiples iniciativas tales
como plebiscitos comunales, o barriales, foros y charlas en agrupaciones estudiantiles,
poblacionales, campesinas, colegios profesionales, etc., que pongan de manifiesto el
mayoritario apoyo de los chilenos a una nueva Carta Fundamental.